Visiones de la responsabilidad social Antonio Argandoña Marzo de 2010 No tenemos una definición única y generalmente aceptada de la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) y la proliferación de diferentes versiones nos lleva a pensar que no nos pondremos de acuerdo sobre este tema. Aquí no quiero ocuparme de la definición, sino de lo que podríamos llamar la “visión” o la “concepción” de la RSE, especialmente para el directivo de alto nivel de la compañía –el Presidente, el Consejero Delegado o el Director General. Y, sin ánimo de ser exhaustivo, se me ocurre que hay cuatro visiones, no necesariamente alternativas. No se trata de explicaciones o justificaciones (¿por qué mi empresa ha de ser socialmente responsable? ¿Cómo explico a mis accionistas que debemos ser socialmente responsables?), sino más bien eso, “visiones”: ¿cómo veo yo la RSE en mi empresa? ¿Qué es para mí la RSE? Son la visión ética, la social, la estratégica y la instrumental (y seguramente el lector encontrará alguna más). 1) La “R” en la Responsabilidad Social Corporativa tiene un contenido ético. La empresa es responsable de sus acciones y de los impactos (previsibles) que tienen (y de sus omisiones) sobre todos sus stakeholders. Si esta es la visión del Director General, probablemente pensará: “Mi empresa debe hacer frente a todas sus responsabilidades por las acciones y omisiones pasadas y por sus consecuencias, debe estar en condiciones de hacer frente a las obligaciones que se le presenten ahora y en el futuro, y debe dar cuenta de sus acciones y de cómo ha hecho o va a hacer frente a esas obligaciones en el futuro”. Pero la empresa tiene más responsabilidades que las recogidas bajo el título de Responsabilidad Social de la Empresa. Esta nomenclatura incluirá una parte de aquéllas, las que la empresa reconoce públicamente ante la sociedad y ante sus stakeholders y se compromete a vivir ante ellos. En todo caso, lo importante de esta visión de la RSE es que el Director General se diga: “Este es mi deber, nuestro deber moral, lo que tenemos que hacer, nuestra manera de comportarnos ante los demás”. No es fácil: hay que determinar, en cada caso, cuáles son esos deberes éticos y resolver los conflictos que pueden presentarse, por ejemplo, entre los deberes con los clientes y con los empleados o con los propietarios. Y es compatible con las demás visiones, claro, pero tiene un contenido propio. 2) La RSE desde un punto de vista social entiende que es una respuesta a las demandas o expectativas de la sociedad y de los stakeholders. ¿Qué esperan de mí mis trabajadores, mis clientes, mis proveedores, la comunidad local en que me muevo, mis accionistas? Que cumpla la ley, claro, pero también algo más. Entendida de esta manera, la RSE no es una obligación moral, sino de otro tipo: algo que me conviene (quedar bien con mis empleados, con mis clientes, con mis vecinos) y que me produce beneficios o me evita costes (ganar la lealtad de mis clientes, ahorrar 1 conflictos con los grupos de intereses, conseguir una buena reputación). Lleva a preguntas adicionales: ¿ante quién tengo que comportarme responsablemente? ¿Y por qué? ¿Basta que ellos me lo pidan? ¿Tienen derecho a pedirlo? ¿Quiénes? ¿Hasta dónde? ¿Puedo negarme? ¿Tengo que escucharles a todos? Y otras muchas. 3) Cuando el alto directivo tiene una visión estratégica de la RSE, busca aquellos proyectos, internos o externos, que cumplan los criterios sociales o medioambientales propios de la RSE, pero que también creen valor para la empresa. O, lo que es lo mismo, que creen valor para todos, sin excluir a la empresa: por eso es estratégica. Frecuentemente, supondrá un análisis coste-beneficio de las acciones que se propone llevar a cabo: ¿cuánto cuesta para la empresa, por ejemplo, una donación a la comunidad local? ¿Cuánto reporta a la empresa (en términos no necesariamente económicos: en reputación, en atracción de inversores o de empleados, en menores conflictos, en lealtad de los clientes)? ¿Y cuánto reporta a la sociedad o a los stakeholders que se beneficiarán de ella? El análisis no tiene por qué aportar siempre un beneficio económico máximo para la compañía, ni siquiera un beneficio positivo, pero, en la visión estratégica, debe tener ventajas, a corto o a largo plazo. Por ejemplo, aumento de la cuota de mercado, desarrollo del aprendizaje corporativo, implicación de los empleados, mejores relaciones con los inversores, creación de reputación, etc. Otra cosa es que esa actuación estratégica cree una ventaja competitiva sostenible y sólida: esto no es seguro, pero desde luego, es lo que pretende el enfoque estratégico de la RSE. 4) Hay, finalmente, una RSE que podemos llamar instrumental o administrativa, cuando el Director General la concibe como un conjunto de instrumentos o medios para conseguir unos objetivos, que pueden ser los señalados en los párrafos anteriores o no. Lo que cuenta aquí son los resultados: ¿hemos reducido el impacto medioambiental de nuestra producción, el consumo de agua y de energía? ¿Ha aumentado la satisfacción de los empleados? ¿Hemos mejorado nuestra calificación en alguno de los rankings nacionales o internacionales de RSE? Por eso, esta manera de ver la RSE se fija, principalmente, en la medición de los resultados: somos responsables en la medida en que nuestros números sean suficientes y somos más responsables cuando nuestros números son mejores que los del año anterior. Aquí, la RSE se conceptualiza en términos instrumentales: es una manera de hacer frente a problemas definidos. Los motivos no cuentan, o cuentan poco. No cabe duda de que la RSE necesita instrumentos: los principios éticos, si no se concretan en resultados, pueden quedarse en buenas intenciones, en resultados anárquicos o ineficaces. Pero la RSE meramente instrumental, sin principios, puede acabar convirtiéndose en rellenar un cuestionario: hay que ir poniendo una cruz en cada casilla y, cuando se ha puesto la última, hemos conseguido nuestro objetivo, ya somos socialmente responsables. Cuatro maneras de ver la RSE. Ya he dicho que el Presidente o el Consejero Delegado seguirá una u otra. Mejor si tiene algo de las cuatro. Y, en todo caso, los resultados serán distintos. 2