Lidiando con las encrucijadas de la vida por Bel Cesar - [email protected] Traducido por Melissa Park - [email protected] Cuando la gente llega e la encrucijada, Mira para un lado y nada, Mira para el otro es la nada también Ahí el cielo oscurece El cielo se desmorona Todo se acaba Sólo cuando todo está perdido en la vida es que la gente descubre Que en la vida nunca todo está perdido. Geraldo Vandré Algunos momentos de la vida nos colocan delante de posibilidades aún nuevas para nosotros. Precisamos hacer una travesía, pasar de un nivel al otro, de un estado de cosas conocido a una situación enteramente diferente. Algunos de esos pasajes poseen rumbo cierto: de adolescentes nos tornamos adultos, de solteros nos convertimos en casados, y así por delante. Cada uno, de acuerdo con su personalidad y condiciones, vive una ruta ya conocida, a pesar de que aún no la ha vivido. En esos momentos, acostumbramos buscar el ejemplo de otras personas que ya hicieron las mismas travesías para inspirarnos a vivir mejor esas etapas. Pero existen pasajes para los cuales no tenemos donde buscar referencias, ellas son realmente inéditas. Son, de hecho, como encrucijadas: la gente no sabe si va para la derecha o si va para la izquierda, si “todo” va a terminar bien o si estamos al borde de un descenso vertiginoso en nuestra vida. En estos momentos, queda claro que tenemos que modificar actitudes y hábitos muy arraigados. “Cuando estamos en una encrucijada, sin saber para que lado ir, estamos en el prajnaparamita. La encrucijada es un lugar importante en el entrenamiento del guerrero. Y donde nuestros sólidos puntos de vista comienzan a disolverse.” Prajnaparamita es la capacidad de desenvolver una visión de la realidad basada en la ecuanimidad para, entonces, cultivar la perfección de la sabiduría. La ecuanimidad se refiere a la sabiduría de quedar “en el medio” con respecto a los extremos del sufrimiento. Debemos cultivar “una mente abierta e inquisitiva, que no se satisfaga con visiones limitadas y parciales“. “(...) ‘cierto’ es una visión tan extremada como ‘errada’. Ambas bloquean nuestra sabiduría innata”. En los momentos de la encrucijada, mientras no sabemos que rumbo una situación va a tomar, la mejor actitud es percibir, a cada instante, exactamente lo que tenemos a nuestro frente. Si fuéramos excesivamente optimistas, desconfiaremos intuitivamente de nuestra propia actitud. Si fuéramos demasiado pesimistas, tendremos una actitud derrotista que podrá perjudicarnos. El optimismo exagerado nos deja arrogantes y el pesimismo, en sí, nos impide ver la luz al final del túnel. “Permanecer en el medio nos prepara para encontrar lo desconocido sin temor”. Cuando estamos acorralados, sin salida, terminamos por cuestionarnos sobre el sentido de nuestras vidas. Surgen entonces las tres preguntas fundamentales: Quiénes somos? De dónde venimos? Para dónde vamos? Estas son preguntas frecuentes para aquellos que están concientes de la transitoriedad de la vida. En general, cuando somos sorprendidos por situaciones que nos hacen reconocer nuestra mortalidad, o cuando estamos, de hecho, delante de la muerte, responder a esas preguntas nos ayudará a ampliar la visión sobre quién somos verdaderamente. Del mismo modo, responderlas en los momentos de encrucijada nos ayudará a ampliar nuestra visión de vida. Cuando el espacio de tiempo para responder a estas tres preguntas es realmente corto, nuestra primera mente surge para ayudarnos. La primera mente es nuestra sabiduría intuitiva. Es ella que nos indicará la salida cuando estamos en una encrucijada. Lama Gangchen siempre nos dice: “Cuando usted escuche a su primera mente, sígala”. Jeremy Hayward, discípulo del maestro budista Chogyam Trungpa, nos orienta: “Con excesiva frecuencia despreciamos el primer pensamiento - creemos que es por demás tonto u ofensivo. Tememos de ser osados para detectar el primero pensamiento y seguirlo. El primero pensamiento puede guiar nuestra vida cuando confiamos”. El primer pensamiento es puro porque aún no está contaminado por nuestro hábito de dudar. Él es una percepción directa del mundo como él es. Por eso, en la Psicología Budista, es llamado como condición del ahora. En este sentido, cuando tenemos la percepción correcta de la realidad, practicamos la Primera Noble Verdad. Pero cuando no queremos que las cosas sean de la forma que se están presentando, comenzamos a sentir miedo y evitamos mirar de frente. Negamos nuestra primera mente porque ella fue directa, desnuda y cruda, y gustaríamos de vivir un poco más la esperanza de que las cosas pudiesen ser de la forma que queríamos que fuesen... Todas las veces que nos apoyamos en una realidad idealizada, estamos dilatando nuestro proceso de evolución. Perdemos la oportunidad de aprender algo con aquel desafío del cual hicimos de todo para escapar. En vez de interpretar el sufrimiento como dolor o castigo, podemos verlo como la oportunidad de superarlo. Cuando no ponemos en duda nuestra percepción inmediata de la realidad, practicamos la Primera Noble Verdad: tenemos la percepción correcta de la realidad. En tanto, saber si estamos listos para encarar el sufrimiento es también un acto de sabiduría. Un dictado budista dice: “Sólo enfréntese a un enemigo cuando usted esté más fuerte que él. Hasta ese momento, continúe fortaleciéndose”. Existen momentos en que precisamos aprender a crear espacio entre nosotros y aquello que nos desafía. Cuando nos damos cuenta de que no somos capaces de lidiar con una determinada situación, es hora de acumular méritos: energía positiva. Texto extraído de " El libro de las Emociones- Reflexiones inspiradas en la Psicología del Budismo Tibetano" ( “O livro das Emoções - Reflexões inspiradas na Psicologia do Budismo Tibetano” ) de Bel César, Ed. Gaia.