rarw ADMINIS-ífiAOlON Y TALLERE ÓRGANO DE LA FEDERACIÓN AGRARIA E ¡NSTRUCTIVA DE LEVANTE AÑO XIII FRANQUEO CONCERTADO NÚMERO SUELTO Centenario de Beethoven UNA PAGINA OE Sü VIDA La sonata catorce la dedicó Beetlioven a su a d o r a d a Julieta. En aquel «mor nuevo v i s lumb-ó e ' e n t o r de! «Fide'io , la aurora de una nue a vida. D e s p u é s de la célebre y a m a r g a carta al doctor Vergelcr, e l l ó d c Noviembre ie dirige otra que empieza así: «Vivo en Ifí ecfualided en perpetua c inefable dicha .. Tal cambio es a obra de una mágica niña q u e m e ama y a la que a m o » A c t a dulce d e s d e ñ o s a , a esía «mágica niña fué dedicada en un deliqjia p a s i o n a l esa poética s o n a í a «Claro de luna». Bee hovcn a m a b a a Julieía plenamente: con un amor henchiüo de agradecimiento y d e te nura; uníale a ella un sennmiento c a s t o , lleno de delicadezas, pero luminoso y duro como el diamante. P e r o Julieta, el lindo pajecillo, ía niña desenvuelta digna heroína de Bucaccio, era una s e a s u a i ca&quivana, y no tardo en romper los frágiles fczus que la unían al Júpiter de lü iiiúaica pura, para anuocir o t r o s irroü pibles cn un m a t n i n u n í o rápidamente Concertado c o n el conde ^Venceslao Geiiemberg. Beeihoven, al despertar de sus deliquios a m o r o s o s , hefl'do a iü vez, en la materia por una enfermedad incurable—la sordera—y en el alma por una traición femenina, s e rcíiró a la soledad de Heili g e n s t a d , en busca de un báls a m o que mitigara s u s a n gustias. Desüe allí lanzó el d e s g a rrador tesiamento, de trágí eos a c e n t o s : «jOh, h o m b r e s , que me creéis cruel, intratable o mis á n t r o p o , cuan injustos sois conmigo! N o conocéis las secretas r a z o n e s que t e n g o . . . NOTAS BREVES ¿Como era Beethoven? El gran maesíro de Bonn ha s i d o el h o m b r e de los contrastes m á s repentinos. E s t o h a c e difici que n o s e h a y a podido írazar fielmente su reiraío. E s c r i t o r e s como Grillparzcr y Lenau, no consiguieron en s u s croquis poéticos, presentar una imagen definitiva. L o s pintores S í a i n h a u s e r en 1 8 0 0 y Máhier en 1 8 0 4 1 8 0 5 , lo presentan muy e s trecho de e s p a l d a s , y cn otros, no muy posteriores, de Complexión m á s r o b u s t a . Leíronne lo muestra con g e s t o austero, a g r o , d i s p l i c e n t e ; Klóber, en cambio, lo retraía melancólico y s o ñ a d o r ; S c h i m o n , le presta una mirada triste; Síiéler una mirada profunda. El cscu'tor Klcín, n o s da á conocer a Beethoven con su frente a n c h a , n a r i z ' l e v e m e n te aplastada y corta, mandíbulas salientes, boca a r q u e a y s u s n e g r o s cabellos resuellos, e n m a r a ñ a d o s . Me es imposible deciros: ¡hablad más filio, gritad, porque soy s o r d o ! Tal e s n i desesperación que poco me falta para poner fln a mi vida. .» ¡Genio infeliz ..! L a s dulcineas v i e n e s a s n o t o m a b a n en serio los e n a m o r a m i e n t o s dc Beethoven; sonreían y flirteaban como hubie án hecho quizás las de h o y . . . Beethoven—corazón de niño—era h o s c o , t o r p ó n , agrio, excéntrico \y¡ para colmo... ¡sordo! ¡Cómo ha de ser. ! Nosotros los hombres— decid ei m a e s í r o de la ironía, Auaíole France— n c t o l r o s p o n e m o s el universo en la mujer... ¡y qué culpa tienen de e s o ias pobrecitas...! ¡ideales n o m b r e s femeninos, n i m b a d o s de gloria y de poesía: T e r e s a , Amelia, María, J u l i e t a , L e o n o r a , Betlina...! ¡i-'or h a b e r o s encontrado en cl camino de s u corazón sois inmortales...! ¡Les b a s t ó s e r a m a d a s por B t e i h o v e n , para que la p o s teridad pronuncie s u s nombres con la emoción de un rezo! ¡Ya s a b é i s , mujeres, la gran ventara que tienen las preferidas por los G e n i o s ! Después de escrito el ang u s t i o s o testamento fechado en Heiligenstad, allí en ia doble s o l e d a d de su almn y d e la naturaleza, escribió Beethoven, m e j o r dicho, cinceló, esculpió, en cl mismo corazón de la eternidad, e s e s o b e r b i o poema que s e llama la quinta sinfonía. L o s siglos p a s a r á n s o b r e su belleza inmarchi a sin dejar huel a: como pasan las s o m b r a s de los pájaros por k s monlañas... ENRIQUE MARTÍ Beeihoven cn su juveníud vestía con elegancia. M á s íarde s e descuida muchísimo en su locado. Los abrig o s se los aboíona dc cualquier m o d o y g a s í a s o m breros deformados y h a s í a con a g u j e r o s . En 7 de Mayo de 1 8 2 4 , íuv o que dirigir la I X Sinfonía, visliendo un frac verde: «¡Oh g r a n m a e s í r o dice S c h i n d 1er—lu no tienes siquiera un frac negro!». Si en lo físico es dificil írazar su siluela, mucho m a s e s en lo moral E n un momenío pasa de ia frisíeza a la alegría, de la indecisión a la firmeza Aquellas palabras d e « F a u s to»: «Dos a l m a s , ¡ay! viven en mi pecho» Parecen pro píamente, que G o e t h e , al e s cribirlas, p e n s ó en Beethoven. C A R L O S SUAREZ Y MOLINA Actos en honor de Beethoven Aunque el C o n s e r v a t o r i o y el Círculo dc Bellas Artes se han esforzado en celebrar e primer centenario de la mueríe del excelso e incomparable DIEZ MURCIA S Á B A D O 2 6 DE MARZO DE 1 9 2 7 CÉNTIMOS P a s o por necesidad diariamente frente a una c a s a , y un buen día al que siguieron o í r o s m u c h o s , o b s e r v e que c u a n i a s veces por allí transitaba s c oían los s o n i d o s vibrantes de una pianola, que casi sin d e s c a n s o interpretaba las m á s v a r i a d a s c o m p o s i c i o n e s musicales pertenecientes a todos los g é n e r o s . H u b o , sin e m b a r g o , de t o d a s c u a n t a s piezas al paso e s c u chaba, una que llamó poderosamente mi atención, lego en la materia, desconocía su íííulo y s u autor. DELA músico Luis d e Beeihoven, celebrarán hoy s á b a d o , una velada liíerario-musical, cl primero, y un concierto-homenaje, el s e g u n d o , el d o mingo, a las once y media de la m a ñ a n a . En la velada d c esta larde l o m a r á n parte o s profesores dc aquel centro, s e ñ o r e s Agüera, S a n z y C o r t e s . A d e m á s dará una conferencia el ilustre Hiéralo don Enrique Maríí, s o b r e el lema «R»la ciones eníre 'a vida y la obra de Beethoven». En el concierto-homenaje ío t aran parte v a r i o s músic o s de esta localidad, y ejecutarán: V I Sintonía en «la» y el Sepíimino op 2 0 . D a d a la importancia que en e! mundo musical, llene esta fecha bien merecía otra cosa ¡Otra vez será! E s p e r e m o s el de Sehubert. que se celebrará el afio venidero. PUNTILLO. 3.549 CENTENARIO DE LA MUERTE DE BEETHOVEN Ruinas de Atenas Transcurrió el tiempo y fui prcseníado a los m o r a d o r e s de la c a s a dc referencia, y, a las c u a n t a s s e m a n a s hubieron de obsequiarme con una audición del v a s t o repertorio que poseían. Entre las v a rias piezas que en mi h o n o r s e interpretaron, tocóle en suerte a «Ruinas de Atenas» de Beethoven, en la que rec o n o c í la con posición que tanto me g u s t a r a . E n c a n t a d o estaba yo por poder, aún a pique de mo e s tar a mis a m i g o s , oir la música que fuertemente me imp r e s i o n a s e , c u a n d o un día, d e triste recordación, c o n o ciéndome el ílaco me invitaron a que yo la t o c a s e . L o s movimientos de palanc a s y resortes parecían s e n cillísimos, pero ¡On desilusión! no habian hecho m a s que rimar los primeros comp a s e s , c u a n d o sin a c o m o d a r s e a escala a l g u n a , v a r i a s n o t a s en tropel s e sucedieron con una intermitencia tal que mi propio aturdimiento impidió hacer c e s a r y a c a llar. Al momento apareció en la puerta del salón una doncella con recado de la s e ñ o r a en que prohibía la ejecución que momenloa antes habia o i d o . Mi azorauiiento fué g r a n d e y en aquél instante prometí no hacer funcionar los instrumentos mecánico- musicales. Varias veces d e s p u é s , he oido interpretar «Ruinas de Atenas» la agradable impresión que tenía n o ha m e n g u a d o ni un ápice, y sin embarg o dc c u a n i a s veces lo he e s c u c h a d o ninguna me ha pa, reci o ían de ¡tuinas, como la vez que yo la ejecuié, NUMERO TELEFONO NUM. 3 3 6 18 2 7 - 1 9 2 7 L U I S DE BEETHOVEN, GENIAL MÚSICO DE B O N N , CUYO PRIMER CENTENARIO DE SU MUERTE SE CELEBRA HOY Beethoven, uno de los seis C u a n d o leímos ¡a coníestación de Wells a la pregunfa que Ic hiciera un redactor de «The S t a n d a r d Magazinc> s o b r e quienes eran, en su opinión, los seis hombre^, m á s g r a n d e s de la historia,! n o s q u e d a m o s perplejos. La| pregunta, necia como la con\< sideró B e r n a r d S h a w , no era rotundamente conlestab 1 e p u e s hdbrian de g u a r d a r sin alusión g r a n d e s prestigios d e l a h u m a n i d a d . Wells, h o o b s t a n í e , s o r p r e n ió ai público d e s í a c a n d o seis nomb r e s , t o d o s ellos respetables, pero no t o d o s elios figuras primaciales d c la historia. C r i s t o , B u d h a , Arisíólelcs y h a s í a , concediendo bastante, Roger Bacon y Abrah-jm Lin eoln estaban bien colocados en la selección de Wells: pero ¿y el rey A s o k a ? El rey Asoka e s una revelación, e s la resurrección de un gran muerto insospechado, E 1 mismo crítico del >Times», A B . Walkleyr confiesa n o h a b e r oído hablar en su vida del monarca oriental. Al leer la contestación de Welis, n o s o t r o s e s p e r á b a m o s hallar a Beethoven entre ' o s h o m b r e s m á s g r a n d e s de la historia, pues si bien Cristo o Aristóteles han impreso hond a s huellas en lo moral y lo intelectual de la humanidad, Beethoven, hacienco sentir, hdciendo vibrar de puro goce estético lo m á s íntimo de nuestra sensibilidad, era digno, como pocos, de la inmor talidad c o n s a g r a d a . Debe s e r , pues Beethoveu uno de los seis genios de la h u m a n i d a d , y h e m o s de considerar justo lodo empefio vindicalivo. Artista sobre cuelquier otro linaje de actividades c o n s u e t a s , n o s o t r o s , en esta fecha memorable, declaramos con toda emoción nuestro fervor beethoveriano: Decir que Beethoven se im presionaba estéticamente de las o b r a s geniales de los m á s alíos p o e t a s , no es decir nada n u e v o . T o d o s saben cómo le inspiró «Coriolano», y cómo 'La Tempestad» sha k e s p e a r i a n a le hizo concebir su famosa Áppassionaía; y la conclusión a que conducen e s t o s h e c h o s p r o b a d o s es a de afirmar que la mejor mú sica es una consecuencia fa tal de la impresión poética, lo cual viene a refrendar la conocida opinión dc Rubistein: «la ti úsica comienza donde íermina la poesía». Pero Beethoven no era s o lamente una gran fuerza crea dora a servicio de la Estéíic . El estimable literato portorriqueño José Agustín Balsciro recoge con provideníc oporíunidad en un e n s a y o sobre «el nacionalismo musical francés» una afirmación, bien contrastada por lo demás, hecha por Alfredo Untersfein anteriormeníe cn su «Breve historia de la Música». Decía este crííico alemán que Beethovcn «no era solo un músico como Mozarí, y especialmente Haydn, sino también un profundo pensador, interesado por los prob l e m a s sociales y las i d e a s nuevas». E s t o es quizá lo que ha a u m e n t a d o en cl concepto general de nuestro tiempo la eslimación a Beethoven. Sin eiTibargo, el inmorlal sinfonisía no ha sido ían bien comprendido como cree Griega y G a s s e t sino hasta la hora presente. En los punios, de esta correcta pluma, el s u p u e s t o deviene g r a v e , p u e s e s t i m a m o s , c o m o yá dijeron n u e s t r o s críticos francesesdc Su V D \ Fué compleja y dolorosa y triste. Nace en Bonn en 1 7 7 0 y s u s primeros a ñ o s sc desenvuelven en la estrechez tenebrosa de un ambiente mísero que había de proyectar en su alma recuerdos doloropos dc s o m bra. Pero tal ambiente es como arco que le anza a las locas aventuras del Genio. S u gloriosa ambición ie conduce a Viena en plena adolescencia y allí su espíriíu s c disciplina en las enseñ a n z a s de Mozart y Haydn y su juventud, se deslumhra ante la acogida que la m á s selecta aristocracia austríaca le dispensa. Pero Beeihoven es un meditativo y un sentimental. Su mundo cs muy superior a los selectos que le rodean y por otra parie cl Dolor le acaricia y !e aisla. f u sordera cs cual alcázar silente que le concentra en sf mismo; la ingralitud del ser m á s ainado como zarpazo que hace vibrar las cuerdas m á s sensibles dc su corazón romántico, y el derru T ba miento de s u s e s p e r a n z a s "amorosas logra que su inspiración g r a n d i o s a (vértigo y estruendo de tempesfad), s e desdoble en i n s o s p e c h a b l e s ternuras y a p a s i o n a d o s sollozos, en su s o n a t a Claro de i una. ¿Julieta Guicciardi o b r ó el milagro con s u s b e s o s ? En el porteníoso cerebro del maesíro el ansia dc liberíad cs inexíinguible. Ella le hace romper moldes clásicos lanzándole a innovaciones i n e s p e r a d a s , compleiar la tta^náxa.Egmont de G o e t h e , con s u s deliciosas a r m o n í a s , formando un himno candente a la liberíad y al amor, y le lleva al límife de la misanfropfa al despreciar los prejuicios sociales. S u V da pudo moíivar el juicio del Fiiósoio: T o d a Obra maesíra es una (cima: la S o l e d a d cs cl reino del G e (nio; lalmpopularidadsu aureola... la é p o ca bce hovcniana y d e s p u é s h a s u b r a y a d o c! m i s mo O r t e g a , que su música ha debido parecer primeramenfc dura y complicada, ni m á s ni m e n o s q u e h o y aparecen cicrías o b r a s de Debussi o Ravel, a los cuales admiram o s en su evidente genialidad Y lo mismo que hoy son íodavía poco c o m p r e n d i d o s esfos composiiores, I o fué eníonces Beethovcn, p o r q u e no s e estaba habiiuado a su iccnica, a su conccpcionalidad un tanto esotérica. Beethovcn no e s el autor preferid o de un auditorio m e s o c r á tico y b u r g u é s , como pretende m o s trarlo Ortega y Gasset, sino el autor que, no habiendo s i d o d e nadie alab a d o , es hoy el genio musi cal m á s v e n e r a d o , no solo del «pacíflco comerciante», cl «ingenio empleado» o , la «señorita d e «compotoir», sino también por la m á s elev a d a aristocracia del sentimiento o la inteligencia. S u GLORIA. Ddda mi e s casa cu'lura musical no me es posible apreciar totalmente las múltiples bellezas de su obra gigantesca, m u c h o menos juzgarla. Pero si la critica está vedada para l o s profanos, no así la emoción estética que la belleza p r o d u ce con s u s varias f o r m a s , emoción que resulta iniensiflcada con la sugestión que la n úsica ejerce. Sonatas y Sinfonías, son claras fuentes inagotables de senil T icnto, en la que el e s tado anímico del autor se adueña del espíriíu de los ageníes, y bien les a r r e b a í a de entusiasmo con su A p a s sionata, o les hace llegar a una dulce C' munión de a-te con la Patética. El siglo transcurrido fué tiempo suficiente para que su música esotérica, s e a a m a d a por J a s multitudes; y c o m o tributo al Inmenso, s u s b o gráfos iluminaron t o d a s las visiones de su vida (hasta el s a g r a d o dc s u s a m o r e s y d e s e s p e r a n z a s , los crííicos asalíaron una y mil veces las joyas que creara, reverencian dolas como i n s u p e r a d a s e ins u p c r a b es y cl Arte eternizó su figura cn incontables m o numentos Entre é s t o s e s un acierto pleno el que en mármoles, v a r a s y bronce erigiéronle en Leipzig. La figura central muestra ese g e s t o de concentración que indica la plena actividad creadora del artista, momento sublime, en que su alma fué rosal que a cada golpe de la fatalidad ofrecía una nueva y esplend o r o s a floración. Max KLINGER, como Victorio Macho, en su m o n u mento a Ramón y Cajal, s u peró las modernas estilizaciones, empleando el d e s n u do para conseguir magDíficos efecíos dc serenidad y g r a u deza, siguiendo una vez m á s los c á n o n e s inmulables de belleza que cl espíriíu helénico c r e a r a . . . M. BlEDMA. C o n f o r m e s con c l admirado espectador que e s O r tega en cuanto al reconocimiento d c l a complicación arquitectónica beethoveniana; discrepantes—partiendo nuestra discrepancia de este mismo reconocimiento — en cuanto a que las disposicion e s emotivas dc un auditorio dc clase media perciba en el arte dc Beethovcn 'a plasma ción dc s u s primarios sentimientos antes que los s u y o s un auditorio e x q uisiío dc espíritus s e l e c t o s . Hoy—repetiremos - B e e t hovcn, c s de t o d o s ; mejor di cho: t o d o s s o m o s de Beet- h o v e n . y la honda huella que ha dejado en la sensibilidad de la h u m a n i d a d r e c a m a para el h o m b r e de Bonn un puesto junto a los o t r o s cinco m á s g r a n d e s prestigios dc la hisíoria. J O S É CÁNOVAS V ALBARRACÍN,