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Fuencarral. 29
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Se liivlta a averitjuar cuaiUíis
vtfccj se puede escribir como
iTidxlma In palabraMOHTBLAMC
con los plumas Moriiblanc lamafics
I, 5. A, f>. 7, 8 y 12, modelo larao
o corlo.
La cantidad remítanle se liu
de indli^or por escrito, mencionando el lamaño d e la pinina
que se finya empleado. El referido escrito dcbcrd llevar nombre
y dirección del rcmitcnic y ser
enviado ai Reprcscnlante o Concesionario.
Los p r e m i o s í i j o d o i se a d j u dicardrí a las cantidades d e cada
uno d e los siete t a m o ñ o i q u e
mas se a p r o x i m e n a las que ha
o b l e n i d o un p í r l t o c o t i o r a f o a m e
N o t o r i o y cuyo documenlo se
h a l l a sellado y en p o d e r dei
N o t a d o de B a r c e l o n o . D. M i g u e l
M a r t i y Bcya.
Tcniüiuido ci |>la;o lijado para
el concursa, se laliarú lú od]udlcoción de los premios ante e'
mencionado Sr. Motarlo.
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lo. Una pluma Incnte Monlblonc
rccublcrta de oro,
3o. Una pluma Incnte Montbliinc
recubicria d e piala,
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con aro» oro,
15 premios suplementarios, consistentes en una pluma
Moniblanc, Saíciy No. 2.
El resiiliado del concurso s e
publicarü en lo prensa y la
distribución de los premios se
efcciuarú antes del día 31 de M a n o ,
licprcscntante : A. B c r n a d ú s ,
Consejo de Ciento 213.
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La N o v e l a Semanal
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SE ADMITEN SUBSCRIPCIONES A NUESTRAS REVISTAS
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PORTUGAL, AMÉRICA V FILIPINAS
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Elegancias y La Novela Semanal
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12 pesetas
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18
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14
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¿os señores subscriptores de provincias pueden hacer los pagos por medio
de Giro Postal ó Telegráfico, Librama de Giro mutuo, Sobre monedero ó sellos de Correos, y los del Extranjero por cheque ú nuestra orden y sobre
algún Banco do esta capital.
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fsiovEUA D H :
CRISTÓBAL DE: CASTRO
( I l u s t r a c i o n e s de M A R Í N )
es el título del número que
LA NOVELA SEMANAL
publica hoy sábado
25 céntimos ejemplar
Calidad en los autores :: Cantidad en la lectura :: Baratura en el precio
son los írcs lemas á que se sujeta en su publicación
LA
N O V B L A
S E M A N A L
Los corresponsales de PRENSA GRÁFICA en provincias y en el ExIranjero, los vendedores de periódicos en todas las localidades, las librerías, los quioscos y puestos de venta de periódicos, las Bibliotecas de
las estaciones de Ferrocarriles de todas las redes españolas, tienen á la
venta ciemplarcs del número corriente T O a O S LOS SÁBADOS, y de
números atrasados en cualquier momento. Unos y otros se venden.al
precio único de
25 c é n t i m o s
ejemplar
en toda
España
/\ñoX.-Nüm. 476
£<t.^B^feUt^
,
Madrid, 17 Febrero 1923
ILUSTRACIÓN
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FIGURAS DE HOY.-LA DEPORTISTA
Dibujo original de j . Pons
DIRECTOR:
MUNDIAL
FRANCISCO VERDUGO
LÁ
ESFERA
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ECORDÁIS aquella
niiieliachuela t r a viesa, de ojos h ú m e d o s , do c a r a t r i a n gular, de c o r t a m e l e n a
y canotlicr a n d r ó g i n o ,
tpie a p a r e c i ó en la litej-atura del b r a z o tle un
h o m b r e espeso y q u e
])asó en tres ó cuatr.i
libros sobre ios inásoscurridizos limos sensuales, liaeiendoetj ni (ibrios merced á un balancín c o n t r a p e s a d o en
mi e x t r e m o con el buen
g u s t o y en el otro poi
i m a a g u d e z a d e visión
t a n n u e v a q u e comunicaba airo ingenuo á
las peores perversidades'/ ¡Sí. Si la rccoriláis.
l ' n e s bien: aquella clii(¡uilla es hoy u n a m u jei-; aquel t a l e n t o agrazes hoy un fruto m a d u ro, y la m u j e r y su talento h a n subido, si no
al cielo p r e c i s a m e n t e ,
á la gloria, q u e es ca-i
mejor.
A \ ' i d a d o v i d a , la
muchachuela adentróse en ci laberinto de las
sensaciones, y volvió
al p u n t o d e p a r t i d a
m u c h a s veces t r a s decepciones y trabajos.
F u é , n o lo ignoráis, (.'ol e t t e Willy, y t u v o de
s u m a t r i m o n i o u n a hij a , Claudina, á quicüi
n o so s a b e s¡ es m á s difícil d e f e n d e r l a q u e
c o n d e n a r l a . C u a n d o la
separación sobrevitií >.
el n o m b r e patronímie;)
del esposo desaparecrió
y q u e d ó u n Colette á
secas, que iiarecíalniérfano, dcs|iOReído, Sin
e m b a r g o , le. K m á s sagaces no t a r d a r o n en percibir q u e las cualidades q u e
s a l v a b a n la obra a n t e r i o r , q u e d a b a n íntegras on
el n o m b r e solitario y se intensificaban y a l q u i t a r a b a n con las p r u e b a s d e la vida. Quienes conocen bien á Mme. Colett* dicen (|uc esas jtruob a s fueron difíciles: g a n a r su \-ida en medio d e
la comjíetencia afanosa d e la vida d e lio>-, cult i v a r á u n t i e m p o m i s m o el h u e r t o ,v el j a r d í n ,
vigilai-rio y vigilar á los pingüinos d e ])resa (luo
a c e c h a n en las grandes c i u d a d e s la carne vix-a
a p e t i t o s a , n o es t a r c a b l a n d a ; pero si le ecli.'.is
e n c i m a la d e n u t r i r las a p t i t u d e s a r t í s t i c a s con
el estudio y la ob.servacióii y la d e o r d e n a r las
p a r e j a d a s do la fantasía y d e los nervios á t r a vés del r i t m o do las d a n z a s y del a m b i e n t e febril tiy los nnisic-hnlL-i, compr'onderéis el g r a n
m é r i t o d e la nmjercita (pie iba haciéndose u n a
gran e s c n t o n i . Kn Lít Wigabiaida d e b e d e liabor m a s do un episítdio embalsamarlo d e aiiuellos tiempos ásperos y divinos de la iirimera ju\-cntud do la que boy es i l m e . d e H . J o u v e u i ' l ;
es decir, esposa do uno do los políticos en quien e s la opinión intelcetuiíl francesa p o n e m a v o res es]ierauzas. Kl talento y l a v o l u n t a d hicior o n que, al p a r do la a r t i s t a , la m u j e r subiese
/
(
jérose q u e n o r e c u e r d a
n a d a , q u e n o s a b e nada, sino q u e t o d o lo
descubre por primera
vez. E n la c u n a de la
q u e h a b í a de ser veinte
años más tarde temor
y delicia de las profes o r a s , las b a d a s pusieron el regalo d e dos
ojos nuevos, n o usados
j a m á s en c o n t e m p l a ciones h u m a n a s . Y est o s dos ojos d e m i r a r
agudísimo, on los cuales p o n e á veces la
emoción, neblinosa hum e d a d tpie desenfoca
las figuras, es, sin duda, el presente ó p t i m o
q u e pudi"eron hacerlo.
M m e . Colette d e b e escribii" u n a oración p a r a
d a r gracias á sus h a d a s
benéficas.
COLETTE
t a m b i é n los trabajosos escalones del e n c u m b r a miento.
Y t o d o esto sin gazmoíiería, sin renegar d e su
p a s a d o inquieto, sin poi'Ller la a d m i r a b l e curiosidad m e n t a l , sin momificarse, sin a d q u i r i r ese
grotesco barniz m o r a l q u e adcpiioren m u c h a s
generosas do sus gracias retlímidas |)or u n m a t r i monio do otoño. Colette es la misma; es la mism a , p o r fortuna: la a g u d e z a [irodigiosa do sus
siete fliáloffos (h bestias está en g e r m e n en tal
página, en tal observación; el a r t o nostálgico
q u e á veces b e s a y á veces m n c r d p el a l m a d e s u
Casa de Coh-ltc—que en b r e v e d a r e m o s á los
lectores e s p a ñ o l e s — v i s l ú m b r a s e en m á s d e un
])asaje d e aejunlla (díctirada s e n t i m e n t a l * , d o n d e la sensibilidad femenina no deja al t a l e n t o
viril ni siquiera u n a ocasión d e j)oder v a n a g l o riarse do h a b e r c o l a b o r a d o en ella. U n e n s a y o
re].>osado acerca d e las a p o r t a c i o n e s d e Colette
á la novela c o n t e m p o r á n e a revelaría la mudest i a e l e g a n t e d e e s t a m u j e r q u e Moliéro 110 hiibieso p o d i d o clasificar j u n t o á las Agnos. las
Pliilamiiite, las A r m a n d e y l a s H o n r i o t t e s . N a d a
en ella tiene r e g u s t o e r u d i t o ; su a r t e está bocho
do m e n u d o s cinismos y d e g r a n d e s rubores. Di-
-í; Sí * i i • * * * * * * * * * • * ? « *!*:••£••»«-S;««•:•:•«;•:• * * ¥ •*:;;Í * 3í
• L a r e p u t a c i ó n d e la
escritora, acrisolada
y a , tiene en la literat u r a europea el fulgor
firme do tas luces (jue
lian de a l u m b r a r durante mucho tiempo.
!-;i frenesí vital, otro tesoro c o m p a r a b l e al d e
sus ojos de m i r a d a nue-'
v a , la h a llevado á com e n t a r en el periódico
la vibración cotidiana,
inspirándole p á g i n a s
inolvidables. Quienes
leyesen e n Le Aluttn las
s.ísiones dol juicio oral
(jue precedió á la contiena del famoso L a n di-i'i, conocen u n a de las
joi,as en (jue la aleación
del i»eriodismo y del
a r t e , d e la icflexión y
d e la prisa, tío la ob.serv a e i ó n e x a c t a y d e la
fantasía e n \ o l v e n t o se
funden en aleación feliz. Algunas d e csta.í p á g i n a s y m u c h o s d e los
c u e n t o s breves que en el mismo diario publica m o m e n t o s irisados por t o d a s las lucos, y a m.-^oniosos, y a p a t é t i c o s , ya a m a r g o s , y a risueños ó
ijoemálicos—|iasarán á las antologías.
P r ó d i g a h a sido la l i t e r a t u r a francesa en m u jeres d e poderosas a p t i t u d e s . Colette figurará
e n t r e las m á s ilustres d e la ikwtrc teoría, y sus
p á g i n a s , imi)regnadas d e un s a b o r agridulce, .sei-án, por m u c h o (¡iie .n'ohuuonr el gusto, d e las
m á s gustosas. .Su prosa alcanza en n u m e r o s a s
c i m a s las cuolidades raciales d e la pro.sa d e F r a n cia: In tcrsui-a, la claiidad, la profundidad t r a n s |)arentc. Su a r t e d e n a r r a d o r a es insuperable;
el z u m o filosófico riega h a s t a las a n é c d o t a s d e
apariencia m á s frív<jla, y la l e v a d u r a de a m o r
y do dolor h u m a n o s e n g r a n d e c e h a s t a las págin a s de menor longitud. N a d a en ella es inanei-a;
t o d o os estilo.
*
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Si
E n la creadora de Kilci-la-Doucette y do 'l'oby-Chien se realiza osa c i t a foii z q u e se d a n d o
t i e m p o en tiemjio en los seres h u m a n o s : la Vocación y la A p t i t u d .
A. H E R N Á N D E Z
«»»«**»**S;«4**«**#v**!!i«Sf»*******«**»***********^^
CATA
i
T.A ESFERA
POEMAS
DEL
LLAR
ATARDECER
UN yAL PENSAMIENTO
(CUENTO HUMORÍSTICO)
E
L, después de tres añoa de raatrimonio, siento la nostalgia de sus tiempos moceriles,
y reiuelvo largarse á un baile de máscaras.' Ex(mas, pretextos, justificación minuciosa, ¡ay!, demasiado minuciosa, de su salida y
de su tardío regreso que ammcia al hogar conyugal aquella noche.
ELLA, alarmada por tanta justificación, y enterada del objeto de aquella oscapada por un
descuido del excesivamente confiado esposo,
acuerda seguh'le y pescarle in fraganti.
EN EL BAILÉ
ELLA, cansada de verle zascandilear con unas
y con otras, y en parte asustada del asedio continuo de los admiradores de su gentil figurita,
se cuelga del brozo do su marido y comienza á
embromarlo, nerviosa, muy nerviosa, pues sienHo iibierto mi v e n t a n a
El h u m o ilel l l a r BO clova
con m i s u a v e dolor!...
te tanto azoramiento como ira.
ti In ttirilc qi>6 so miieru...
al cielo, t a n s u a v e i n o n t c
Vienen
quo parcco u n a o r a c t ú n
lejana:) voces que l l a m a n
E L confunde aquella nerviosidad y la cree
•iQiio no liv l l a m e a ,
(le
l
a
t
a
r
d
o
,
.
.
Mi
a
l
m
a
tione
li
no
fié
quión...
E
n
s
o
m
brece
quo j-fi no vione!...
hija do la timidez. 8G imagina que ella es una
u n a infinita triatoKa
y a l a n o c h e mi a p o e e a t o
So luí maruliiido de líi Sierra
muchacha soltera, escaldada del liogar paterno
por
el
c
a
n
t
a
r
que
la
hiere...
y a iiabcuras, pienso... ¡No viene!.,.
con o t r o novio quo tiene...
¡Que no lii llnmca,
por conocer un bailo, ¿o plasma en su magín
•iQiie no l a ilainea,
N a d a BO oyó y a . . . L a brisa
i¡uc ya nii viene!...»
quo ya no viene!,..»
olor de pinoelia tiene...
una novela..., y ante las repelidas bromas do
Y
ya en la nocbe, mi l l a n t o
A lü lejos un p a s t o r
l'ionso on su a m o r . . .
su esposa, y para seducir mejor á la masearita,
va c a y e n d o d u l c e m e n t e . . .
c a n t a . . . La tarile camorRCO...
E n el v a l l e
que se le antoja bellísima, niega que sea caLa t r i s t e z a ilet erepiisculo
Biiona el AnRolus, ilolicnte...
EnuAitDO LIE ONTANON"
t a m l i i é n mi nlm.i l a í^iontG...
(iT)ón,(lón!|I>An,dón!,. )iQuC'liÍon r i m a
DIBUJO ni: VKnnoGO LANDI
sado.
ELLA (irriladlsima).—¡Si se te conoce á la
legua que ores casado!...
E L (empezando á molestarse ante la insistenmozo on estos aburridos lugares? En cambio,
DESPUÉS DEL BAILE
cia de la máscara) .—No sé en qué. No parece
mira cómo con ninguna me he detenido á brosino que los casados vistan de uniforme.
mear tanto tiempo como contigo.
Miércoles de Coniza. En el confesonario.
ELLA.—Sí. En muchos detalles. Un hombre
E L CONFESOE.—¿Quo no so atreve usted á
ELLA.^—Conque bromear, ¿ehí Bien que jusoltero no conserva tanto la ropa. Y en la tuya rabas que oras soltero, y bien emperrado es- confosar LUI pecado más gravo qiie babor ido
se nota el cuidado de tu mujer. Ese frac segutabas en quo cenase contigo, y bien que me al bailo con su marltlo para quo los eroj-eson
ramente es de cuando te casaste. (Protestas de
otra cosa?
prometías dejar á tu mujer...
él.) Y, sin embargo, parece que acaba do salir
EL.—Eso sí que no. Te diré. ¡Si tienes tú lá
ELLA.—Y eso que no mo quitó el antifaz.
del sostre. Tu mujer debe ser una esposa moculpa, bolla! Sí. Por lo quo me gustas y por lo Jlás. La cena me puso do mal iiumor. Como
liólo. ¡Y pensar fjue tú estás aquí pendoneanque to quiero. (Demostraciones de incredulidad fui la quo más gustó en ol bailo, todos envidiado!... (El jura y perjura que no es casado.) ¡Pero en ella.) ¿Que no? Pues debía haberte conven- ban á mi marido. Así estaba él do satisfecho.
si se te está leyendo en la cara, una cara do
cido lo que he hecho: en cuanto te be visto, Mo dio coraje aquella satisfacción. Me pareció
hombre casado con una mujer muy de su casa
todas las demás mujeres han estado de más humillante, y acabó por darle un disgusto.
que te cuida muy bien!
para mí. Porque me aburrían... ¿Quieres mayor
E L CONFESOR.—¿Por qué?
jírueba do lo que me gustas?
ELLA.—Porque estuviese satisfecho de que
EL.—¡Jesús, qué asaúra ores! Cambia de disyo fuese la más apetitosa entro tantas que sólo
co, y vamos al palco. Tomaremos una copa de
ELL.\.—¡Si tú creías quo era otra!...
champaña.
E L (sin imnutarse ante
uncmbuste).—¡Quita! para quitar el apetito servían. Por alii empezó
ELLA.—No. Contigo no voy ni á Ja gloria.
¡Si to conocí en seguitla!... ¡Si se te conoce ú la nuestra discusión. Luego no sé si pensando lóPorque ya sabes que el matrimonio no lo dilegua! (Adulador.) Y me hice el loco. Pero gicamente, ó locamente, me dio rabia de hasuelvo ni la muerte, y no querría oncontrarino aunque te disfraces, hay una cosa que no pue- berme prestado á ¡jarecer la amante de mi proallá con otra mujer que me disputara un homdes ocultar: tu chic. Porque tienes un chic in- pio marido.
bre, y menos si ese hombre eras t ú , que vales coníumiiblo... Y ima distinción... ¡Vamos! ¡Como
E L CONFESOR.—¿Rabia ó remordimiento por
bienpoeo...
quo to iba yo á confuntlir ontro todas las mu- el escándalo causado?
E L (cada vez más encalabrinado) .•—Como bro- jeres del mundo!... ¿Quo ¡jarceías otra? (ExtreELLA.—Por ese lado, no só que en un baile
ma, aunque de dudoso gusto, puede pasar. Pero, mando la adulación.) ¡Si las mujeres buenas do máscaras pueda escandalizar eso. Rabia, pacomo tú no saben fingir! (Después de un rato dre, por haberme prestado & que creyesen que
mira, do una vez para siempre, sépaslo: soy
soltero, á Dios gracias. (Viendo el gesto de per- no muy largo de extremos y galanterías por este yo tenía una rival digna de mí. Es decir, que
tenor, cuando la ve convencida.) Oye, chiquilla, yo misuia contribuí á que sus amistatlos cresistente incredulidad que ella pone.) Bueno.
1 aunquo fuera casado, no sé qué inconvenien- se me ocurro una cosa: on vea do irnos á casa, yesen que mi marido mo engañaba. Como escomo te acabo de decir, te propongo otra cosa: taba tan excitada, pensé: soy la más ridicula
te podía, haber para que yo dejase á mi mujer,
nos quedamos aquí. Vamos á bailar. Natlie to de las mujeres. Porque a otras las pone en riSI raí felicidad estaba contigo...
conoce. Creerán que eres mi amante. Cenare- dículo otra; pero yo, al prestarme á parecer lo
ELLA (irritadI.tima y ¡/a sbi jingímienics de
mos luego en un palco...
que no soy do mi marido, me he puesto yo
voz).—[Muy bien, grandísimo tunante! ¿Conmisma, la esposa, on ritlíeulo.
que soltero? ¿Conque sin inconveniente para
ELL.\.—Poro, ¿no tenías un palco?
dejar á tu mujer si te gustaba otra? (Sorpresa
JÍL CONFESOR (aparte).—¡Señor! ¡Lo cpiealamE L (recordando con pena el dinero que le ha
y casi espanto en él. Coino hombre listo, se rehace
costado el otro, al que no quiere llevarla en ma- bican estas cabecitas! ¡Lo que so les ocurro!
prontamente y empieza la reconquista de su mu1ÍLLA.—Y esto si que no sé cómo contarlo.
nera alguna, por temor á que su esposa sepa lo
jer.)
prevenido que estaba para correr una juerga, y La noche acabó mal. Como él había cenado
EL.—¿Que he venido aquí? A nada malo, porque no puede llevarla al que tiene tomado con tanto ó más quo yo, no le hacían efecto mis
puedes creerme. (De pronto, viendo en un palco
otros amigos, para no quedar en ridículo, por reproelies. Con la cara congestionada estuvo
á mi amigo del matrimonio, hombre ya de edad, cualquier lado que fuire el reíalo de su aventura: mirando á la luz, como si en voz do escucharpero jaranero.) Piocisamente ha tenido la culdiciendo que ha sido descubierto por su esposa, me se estuviese recreando con el recuerdo de
pa el marqués. Míralo allí, en aquel paleo... ó mintiendo que la ha llevado allí, lo que no hay svi éxito en el bailo. Y entonces, ya fuera de
¡Quién lo diría! ¡Uii hombre de su posición y de modo de hacer creer.) ¡Yo! ¡Qué había de tenor mí, no sé si sintiéndolo ó no, lo dije...
E L CONFESOR.—.Vlgúh disparate.
su reputación, aquí, en un baile!
palco! Lo dije porcjue eso es cosa fácil d e b a ELLA.—Sí, padre. Tan grande quo va áser cauEiiA.—No parece sino que tú estás en la llar. Ahora verás. Si quieres que nos quedemos,
Catedral...
^
verás qué poco tardo en tomar uno. ¿Qué to sa de nuestra separación, si Dios no lo remedia.
E L CONFESOR.—Pero, ¿qué le dijo usted?
EL.—No, mujer, si no es eso. Es que él, con • parece?
también yo había tenido un éxisus anos y su respetabilidad, me ha estado tenJ'^LLA (sin poder resistir la tentación).—No to.ELLA.—Que
Cuando me dijo que taml)ién yo mo había
tando en el Oasmo estos días con vayas y pulo merecías; poro, en fin, seré tu castigo. Pasa- divertido, le repliipié, sin darme cuenta do la
llas hasta picarme el amor propio y hacerme
rás conmigo esta noche que querías pasar con gravedad de mis pahibras: «No lo creas: el éxito
venir. Pero ya me haa visto. ¡Estaba más abuol l a .
ha sido tuyo, porque todos to envidiaban la
rrido!...
E L (dándole un beso á su mujer) .—\Qué meTú ostás satisfoclio, pues, porque todos
ELLA.—Pero, grandísimo perro, si estabas jor premio! ¡Toma! (Otro beso.) En acción de pareja.
han creído que me eras infiel. Para que mi sazascandileando con unas y con otras. •
gracias.
tisfacción hubiese sido igual á la tuya, luxbría
EL.—Esa es la mejor i^rueba de quo no mo
ELL.A..—¡Quita, hombro! Van á decir si ne- sido preciso que hubiesen pensatlo lo mismo
interesaba ninguna. Por no hacer el ridículo.
cesitamos vonii- á esto aijuí.
de mí...*
Es más: mo aburría tanto, que me progimtaba:
EL.—No lo croas. No nos conocerán por oso.
poro, ¿es posible que yo mo haya divertido de
E. GONZÁLEZ FIOL
A oso rio vienen aquí los matrimonios.
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Sím§í¿g§S^S?S2^Sgg^gg?SSigg2£S?15g2S^JgSS5gSDgSSSC^^
LA E S F E R A
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ENÍA u n a l m a compleja y melancólica, en
el cuerpo desgraciado d e u n a histérica.
Llegaba en ol sufrimieato á rodearse d e
u n a atmósfera i m p u r a d e hastíos y do coloras
sin causas.
P a s a b a l a v i d a como en " n y e r m o , y g o z a b a
en deshojar l a s rosas, p a r a s e n t i r las espinas,
c a m b i a n d o la ¡larto clara y fohz d o la existencia en u n continuo t r e m o r d e desesperación.
L a N a t u r a l e z a le h a b í a regalado dos d(»nos
q u e n o tienen ¡irecio: belleza y t a l e n t o . L a s
reinas e n v i d i a r í a n la ologancia d e linaje a n t i guo do su cuerpo esbelto; las cerebrales aniíohii'inn tonor su imaginación flexible y la fácil
vii'tud d e c o m p r e n d e r l o t o d o .
D e s p u é s t e n í a á s u s pies l a m u l t i t u d q u e la
acopia: era actriz, do ojos inmensos y verdes,
d o o b s c u r a crencha y d e b o c a g r a n d e y roja,
como u n a fruta t a n m a d u r a <pie el sol h u b i e r a
entreabierto.
R e t o r c i d a p o r ose fatal m a l do u n a tristeza
sin motivfts, no lo h a l a g a b a n ni las frases ni
los a))lausos. E n voz d e gozar con el triunfo
y regor-ijarse con el sucoso, so d e j a b a a p r e s a r
l e n t a m e n t e pni- el negro demonio del histerismo; en vez d e risas, sólo b r o t a b a n Imndas q u e j a s d e s u b o c a g r a n d e , m i e n l i a s las l á g r i m a s
q u e m a b a n su piel, envejeciéndola i n j u s t a m e n t e .
E l vestido negro la o p r i m í a en un alu'azo d e
luto; tenía la ])asión ]ior la solitud, y initría
su alma cun s a t á n i c o s l i l j r o s , «.lue le gangrenab a n el organismo. Tlacinó su a | i a r t a m e n t o con
cstarnpas d e u n a v o l u p t u o s i d a d enfermiza; d o
su viaje por oxólicos países trajo cnlocciones
c o m p l e t a s d e o s t a t u i t a s sensuales, y hacía ard e r en u n p e b e t e r o fuerte esencia do s á n d a l o ,
almizclo y canela mezclada.
Sólo era J-^lla en t e a t r o , a l t i v a prineosu d e
t i e m p o s mediovalüs, c a s t a monja del viejo
cristianismo, perversa cortesana m o d e r n a , adúlt e r a d e g r a n m u n d o , colegiala ingenua ansiand o v i d a n u e v a ; Sol, Beronguela, María Magda-
lena, T h a i s , M a u d , Sopliie, L u z , Monna V a n n a ,
F r a n c e s c a , Ofelia, en t o d a s las o b r a s a b r í a el
g r a n tesoro d e su voz prof\mda y d e j a b a su
cuerpo g r a n d e v a g a r en el falso a m b i e n t e del
escenario.
D e s p u é s , en el a p a r t a m e n t o e r a l a Sibila:
desgreñada, medio d e s n u d a , llena á veces tío
pasión, h a s t i a d a d e caricias y ebria do licores,
ons.ayaba, en su terrible deseo do s\ifr¡r, n u e v o s
t o r m e n t o s morales; se creía de.sgrac¡ada, despreciada p o r la m u l t i t u d ; percibía m í a ironía
en u n elogia; o d i a b a al que la amalía; y sin
q u e r e r ser c o m p r e n d i d a , caía en accesos do u n a
furia tal que t o d o r o d a b a á sus pies en t u m u l tos y fracasos, h a s t a que e x t e n u a d a físicamente,
en ol fondo d e u n sofá, e n v u e l t a on u n m a n t o
d e terciopelo negro, q u e m á s bien p a r e c í a u n a
mortaja, dormía profundamente.
E n las t a r d e s , su paseo favorito e r a el camino del c e m e n t e r i o , y á c a d a e n t i e r r o sollozos
infinitos le t o r t u r a b a n la g a r g a n t a , al p e n s a r
en ol que le p r o d u c i r í a la m u e r t e de su m a d r e .
M u c h a s voces llegaba al morbosismo do visit a r la Morgue, y allí so detenía, fascinada, a n t e
afpiellos cuerpos h i n c h a d o s , c u b i e r t o s d e la verdo l a m a con q u e ol río los h a b í a e n v u e l t o en la
noche del suicidio. D e esa casa e s p a n t o s a s a l í a
t a r d e , asipioada d e t a n t a lividez, y e n t r a b a
alegro on el escenario, á r e p r e s e n t a r a n t e lui
público emocionado la d e s p r e o c u p a d a cortesan a íjue a r r u i n a m e n o r e s nobles.
P o r u n a e n f e r m e d a d m u y l a r g a q u e padeció
on l a p u b e r t a d , no jiodia t e n e r (iescendencia, y
en sus noches do a m a r g u r a p e n s a b a en las cabecitas r u b i a s , q u e en a q u e l l a h o r a r e p o s a r í a n
dacíficumente sobro a l m o l i a d a s do encajes: a d o ralia t a n t o ó los niños c o m o do-sproeiaba á los
hombros.
A su p r o t e c t o r sólo lo a m a b a p o r l a necesidad
d e vivir o s p l é n d i d a m e n t e ; fuera d e las h o r a s do
i n t i m i d a d , sólo él era su i n s t r u m e n t o m a y o r do
dolor; sobro él caían d u r a n t e ol día las roeri-
minaeionos y los insultos, como e n los m i s t e rios do las m e d i a s noches caían las dulcísimas
caricias.
H u r a ñ a , á s p e r a , pa.saba las hora.s en ol fondo
del d i v á n — q u e parecía m i a t a u d — e n f u m a r
infames cigarrillos inozclados con té, opio y
blondo t a b a c o d e Virginia. Cerca, a b i e i l a é inipasiblo, la o b r a q u e e s t u d i a b a ]>onnanecía en
el m u t i s m o d e lo desconocido. Tenía u n a memoria ]irodigiosa: en dos días aprendió la p a r t e
q u e u n a su rival h a b í a llevado meses enteros
on comiírcndor; y . s i n ensayos fué á la escena,
venciendo dondo la o t r a n o logró u n a p l a u s o .
P r e c i s a m e n t e su c a r r e r a depemh'a d e s u i'dt i m o tráTjájo, ferozmente c o m p l i c a d o , d e u n
a u t o r j o v e n difícil d e c o n t e n t a r . Y p a r a a p r e n d e r t a n t o d u r a n t e u n mes, h a b í a roto m o n t o nes d e bibclots, f u m a n d o cajas d e cigarrillos y
a t o r m e n t a n d o su espíritu con todos los dolores
m á s horribles del ])ehsamiento. L a responsabilidad del t r a b a j o lo proilucía vértigos y desm a y o s . ITn d í a e s t u v o sin sentido m á s dÍ3 d o s
horas; poro la o b r a m a r c h a b a , los e n s a y o s se
s u c e d í a n ra<liantes, el a u t o r a g o t a b a t o d o s los
adjetivos d e la a d m i r a c i ó n y el empresario la
l l e n a b a do regalos.
Los trajes (lue h a b í a o r d e n a d o e r a n compendios d e exquisiteces y magnificencias d e colores: los velos d e p l a t a , las sedas tornasoles, los
crépe de Chine delicados como cutis d o n i ñ a s ,
c o m o pótalos d o flores, se u n í a n en t ú n i c a s y
en poples; y cien obreros orefices c o m b i n a b a n
j o y a s e x t r a ñ a s , q u e sólo h u b i e r a p o d i d o s o ñ a r
u n a reina d e S a b a .
E l ensayo general fuó u n niodio triunfo: la
P r e n s a i n v i t a d a r o m p i ó on h i m n o s d o a l a b a n zas; los c o m p a ñ e r o s casi besaron los |)io3 do la
g r a n actriz, y el a u t o r lloró do e n t u s i a s m o on
b r a z o s del empresario.
Aipiel d í a del e s t r e n o , ol c a r á c t e r d e L a i s —
disfrazalja con u n n o m b r e r o m á n t i c o el s u y o
vulgar d e c a l e n d a r i o — o s t a b a apacible y soro-
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LA ESFERA
*
no. Leyó algunos versos, no fumó, escondió en
no.
o l fondo
F í i i i í i i - 1 do
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a i i cofre
r n f i - f t algunas
n l i r n n í H ! de
r i o sus
a n a más
m i í c i oatrevifi-i>\f¡.
el
das estatuitas y, por raro caso, no insultó á
su protector con nombres groseros.
Cuando apareció en escena envuelta on todas
las palitieces de los matices, deslumbradora do
bolloza. la iruiltitiid dejó escapar un ¡ab!; poro
un cronista anotó á im compañero <|U0 los ojos
verdes y satánicos de Lais parecían serenos y
azules.
La primera escena fué lánguida; los versos
se esparcían con el rumor monótono de un río
quo corre; el gesto era falto do ese fascinante
movimiento anto el cual se alzaban las niulti-
íí-
ima tela
Y en el sueño, La isse veía vestida de una
-lm-n. m
í o
ftuviera
i n r i m ' n frtmn
n / l n m f i npequeños
ofiiioñím
muy íclara
quo
como adorno
y modestos pimtos escarlatas; sobro sus crespos
cabellos obscui'os ataría un ancho sombrero do
paja ó iría, entre martfaritas y belladonas, á
visitar á los niños do la aldea, on aquel país
imaginario, donde no liabía IMoigue ni apartamentos tapizados; donde el único airo (|uo perfumara la habitación viniese á través del boscpie, trayendo olores de resina, de flores y do
heno recién cortado,
A la tercera escena, su andar era terrible;
su palabra, im|iorcoptible, y el monstruo do
cien ojos del público rompió estruendosamonte
minr
á acompañar cada rima con el canallesco estri/ - I n r del
i l o l silbido
(iilhiilo y
v n\
i i i m i l l i i u t ' . ñ lbatir
u i . t . i ' r rin
l í i ccarnr.
dor
ol lhumillante
do la
cajada...
Cuando la obra se hundió junto á la fama
do la artista, Lais aún soñaba quo en una do
esas apacil>les tardos do Primavera, con un cura
de calK^llos canos al lado de su techo, y un
concierto de pájaros del vecino bosque, cerraba
los ojos para dormir otornamonto...
Aquella noche, cuando ontió ou su apartamento, serena y bella como una reina, ni fumó
ni bebió; sus ojos verdes parecían azules, y en
su lecho inmenso, cubierto de mantas fenicias
y pieles blancas, besó casta y tiernamente en
*
'*
i
{•:•
é
i.
tudes emocionadas, y aquel temperamento quo
revelaba el alma apasionada de la actriz traicionai)a lentamente la acción escénica: el audi- •
tono murmuraba.
Lais pensaba en una vida sola, entre niños
y entro flores, con un cielo a/.ul y un airo tibio, lejos, cerca de un bosque sicmpro verde,
on una casita sm tapices ni muebles do formas
raros; á la segunda escena ya la voz era flaca,
gutural, sin énfasis ni alteraciones do'sonidos'
y aquel audilorio, que esperaba de ella tanto
on esa gran ol)ra de un tan grande autor, comenzaiía á enseñar irónicamente, entro risas y i
murmullos, señales dó tlesapi'ubación.
;**;;;**;í;«if!***S-********»^*****íSíí*;í;***í^
la frente & aquel que tanto había hecho padecer.
El aplauso había enervado, pervertido y emponzoñado el carácter do la actriz; el silbido, el
sarcasmo, el insuceso habían resucitado, on el
fondo rio un alma complicada, la naturaleza do
la mujer.
Nacía á la vida, dulce y débil, la que había
sido un torbellino de depravaciones on un cuerpo infeliz do histérica...
é
•s
••••
. .FRANCISCO G . DE C I S N E R O S
AXll
Pa rís.
DIBUJOS DE PENAGOS
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<EI Dlfio cazador», por Ricardo Cañáis
<B1 Generallfe», por Santiago Rualñol
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A p e r s o n a l i d a d d e L u i s P l a n d i u r a tieno en
la vida c a t a l a n a u n relieve noble y u n a
eficacia elocuente. Desde Iiace veinte a ñ o s
vione coiLsagrado á la generosa t a r e a do estim u l a r con su b u e n g u s t o y con su peculio personal l a s orientaciones estéticas c o e t á n e a s . P a r a l e l a m e n t e al florecimiento d e la p i n t u r a y la
e s c u l t u r a c a t a l a n a s , Luis P l a n d i u r a lia ido
creando u n Museo d e a r l o m o d e r n o (jue y a
significa algo do valor histórico inapreciable.
N o so p o d r á i n t e n t a r el estudio do las modern a s Icntlenciaí^ sin acudií' á e s t e Musco do la
barc{>lonísima eailo d e l a R i b e r a .
Allí se e n c u e n t r a n los primeros cuadros afirm a t i v o s d e S n ñ e r , d e Cañáis, do Nogués, do
Caries, d e Galí y d e t a n t o s otros como a h o r a
señalan la culminación del a r t e j o v e n en Cataluña. Allí los maestros Mir, Kusiñol, Casas,
R a u r i c h ; allí u n a espléndida colección d e o b r a s
d e Nonoll, el m a l o g r a d o y el i n c o m p r e n d i d o :
allí los primeros paisajes d e Pldolassorra, apen a s insinuado on l a evolución do la p i n t u r a
a c t u a l . Allí bronces y m á r m o l e s d o C a s a n o v a s ,
el expresivo escultor d e su r a z a y d e su época,
P e r o t a m b i é n ol p a s a d o ofrece en el Maseo
P l a n d i u r a o b r a s a d m i r a b l e s : c e r á m i c a s , iMCul-
íí/
•ií;
'.*:•
é
iíi
íí:-
t u r a s , p i n t u r a s p r i m i t i v a s , lienzos d e G o y a y
del Greco, texilaría, vidriería.
Y t o d o olio, la g r a n d e z a a u g u s t a d e lo pret é r i t o , el sonriente y vivaz e n c a n t o d e lo a c t u a l , respondiendo á u n a selección i n d u d a b l e ,
á u n a valoración sin t a c h a . P o c o s m u s e o s tien e n esa s e g u r i d a d p o n d e r a d a ó irreprochable
como el do P l a n d i u r a . N i n g u n o la sensación d e
q u e su creador convive c o a l a s o b r a s bellas
en u n a i n t i m i d a d cotidiana m u y diferente del
a b a n d o n o y e r t o d e o t r o s museos d o n d e las cosas parecen m u e r t a s on la.s v i t r i n a s y se v a n
c u b r i e n d o d e polvo y d o olvido a n t e los b o s t e zos y p a s e a t a s l e n t a s d e los vigilantes...
H e m o s d e consagrar u n artículo al Museo d e
P l a n d i u r a . Lo merece y lo consideramos necesario p a r a ojomplaridad d e los q u e -pueden y
no quieren ó no s a b e n utilizar sus medios económicos y sus e n t u s i a s m o s como L u i s Plandiui'a.
F i g u r a s c o m o e s t a del m e c e n a s c a t a l á n s o n
las que debon d e s t a c a r s e y alabareo, frente á l a
crasa y estólida indiferencia d e las m u l t i t u d e s .
N o t a n t o p a r a enriquecer s u m u s e o — c o l m a d o , según decimos a n t e s , d o positivas bellezas
a n t i g u a s y m o d e r n a s , r e p l e t o d e expresivos conj u n t o s jííclóricos d e los primeros a r t i s t a s cataí a n o s ^ c o m o p a r a no i n t e r r u m p i r su a p o s t o l a d o
á favor del r e n a c i m i e n t o estético d e la época
p r e s e n t e , L u i s Plandiiu-a convocó u n c e r t a m e n
d e p i n t i u u al q u e p u d i e r a n concmTir t o d o s los
a r t i s t a s c a t a l a n e s ó residentes en C a t a U m a larg o t i e m p o . Ofreció q u i n c e m i l p e s e t a s , . distribuiblos en cinco adquisiciones con destino á su
colección. Los a r t i s t a s h a n r e s p o n d i d o cumplida-
m e n t e al rasgo d e L u i s P l a n d i u r a . Más d o trescientas o b r a s se p r e s e n t a r o n en l a calle d e la
R i b e r a , y d e ellas h a n sido seleccionadas y
e x p u e s t a s ciento quince on los Salones do las
Galerías L a y e t a n a s .
¡Magnífica E x p o s i c i ó n e s t a d o n d e e n c o n t r a mos desde los n o m b r e s d e aquellos q u e e m p e z a r o n la amplia y ecoica resonancia tío la pint u r a c a t a l a n a m á s allá d e s u s horizontes, h a s t a
los d e jóvenes como R a m ó n C a p m a n y y Alfredo
Sisquella, t a n jubilosos d e ortalos promesas!
Eugenio d ' O r s , con esa d e n s i d a d ideológica
y osa fresca p u r e z a — r i t m o s n u e v o s y n o r m a s
clásicas—de estilo q u e definen su intelecto en
el t o n o elevado y didáctico q u e tiene t o d o lo
que escribe, señala on el jirólogo del Catálogo
la s u p r e m a c í a do la j i í n t u r a sobre t o d a s las demás actividades calalanas de hoy. La exalta,
a d e m á s , s e p a r á n d o l a d e c o n t a c t o s enojosos ó
íiícrtiocres. Considera q u e n a d a t i e n e esa calid a d d e excepción en lo q u e él l l a m a «atonía d e
la espiritualidad catalana».
P o r do p r o n t o sí p u e d e a f i r m a r e a n t e esa
agrupación d e cuadros ofrecida a h o r a en B a r celona, y m a ñ a n a en M a d r i d , que la i^intura
m o d e r n a tieno on C a t a l u ñ a u n a solidez profun-
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íí•Retrato», por Francisco Vayrcda
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«Tarde de domlnfio, por Javier Noques
«La fuente», por Ramón Capmany
Si
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Si
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LA ESFERA
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«Los triaos», por Francisco Labarta
«La noria del Ho», por Joaquín Mlr
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d a y u n h á l i t o vigoroso. I n s t a l a d a con experiencia y c o m p e t e n c i a , la Exposición no portlia
BU v i r t u a l i d a d ni tenía esos p r e t e x t o s d e confusión q u e es frecuente h a l l a r en las exhibiciones do c a r á c t e r general.
N o p u e d e n conteneree d e n t r o d e los limites
informativos do u n a crónica periodística los
comentarios que liabrá de sugerirnos este acontecimiento artístico. S u c e s i v a m e n t e i r e m o s evocando c a d a u n a d e l a s figuras salientes del Cert a m e n . H o y sólo nos l i m i t a m o s á señalar' algunos n o m b r e s y títulos:
J o a q u í n Mir d a en La noria del tío esa sutil
emoción do aire libre y corazón Iil)re q u e tienen siempre RUS paisajes incomparables. E n
Mir la N a t u r a l e z a so expresa con u n lirismo
q u e n i n g ú n o t r o paisajii'ta logra p i n t a r .
Cañáis, majestuoso y gracioso, e m p a p a d o d o
t r a d i c i ó n y al mismo t i e m p o con u n a e t e r n a
j u v e u i l i a fragante y c a n t a r í n a . E l r e t r a t o del
c a z a d o r adolescente v u e l a sobre ejemplos m u seales; ol r e t r a t o d o l a señorita P l a n d i u r a e s t á
g r a n a d o d o excelencias a m a b l e s .
N o g u é s fija, con las diáfanas, con las fáciles
composición y coloración do Tarde de doriiinfjo,
su derecho á sor ol m á s esencial, ol m á s ' voraz
y ol m á s sensible i n t e r p r e t o d e la v i d a , las
c o s t u m b r e s y los idealismos d e C a t a l u ñ a . E n
él v e m o s y a lo que c a d a vez h a d e com[)letar:
el i n t é r p r e t e s u p r e m o d e lo c^ue lo rodea y. d e
lo q u e esto le sugiere.
D o m i n g o Carlos tenía con d o s paisajes—la
m a r i n a fluida, e x a l t a d a , r a d i a n t e d e í m p o t u —
lina dnaturaie/.a en silencio» t i t u l a d a Frutos de
Otoño, rica do calidades, a))asÍonada <le cromatismos, complneida d e volupt\ios¡daLl p a r a lob-
LUIS PLANDÍURA
Dibujo de Ramón Casas
matices. Francisco Galí exponía dos paisajes
t o t í l i n a d o s d o emoción y d o voracidad, espocialmo ito ol fechado en Abril. P e r o su onvío m á s
consi lorablo es ol d e la figura d e u n a m u j e r
con u n niño on los brazos, aquella quo p o r el
s e n t i m e n t a l i s m o i n t e r n o , l a serenidad ext-ema,
l a firmeza del dibujo y l a delicadezft del colorid o , recordaré siempre en u n hecliizamiento deleitoso.
B a u r i e h , en sus d o s lienzos. Otoñal y Crepúsculo, e n t o n a b a su a c e n t o robn.qto, sugería
su h a b i t u a l esplendor y esa inconfundible sensualidad d e los empastes, que es u n a d o sus
cualidades.
C o m p e t í a n con estos aciertos e x p r e s i v o s el
paisaje Los trigos, do L a b a r t a , c o n s t r u i d o d e u n
m o d o firmo y fragante; Naturaleza muerta, fuerte
y d e n s o , d e Padilla; Retrato, d e V a y r e d a ; Paisaje de Olot, d o Mallol; Feria en Bourg
Modatne, d e Colom, q u e hacía p e n s a r en la energía
expresiva d e D a u m i o r ; Generalife, do R u s i ñ o l ;
Paisaje criMiano, do J u ñ e r V i d a l , ol g r a n paisajista inallorquín, y el b u s t o do m u j e r con
m a n t o negro, d e R a m ó n Casas.
P e r o sería injusto no m e n c i o n a r , a d e m á s , los
paisajes d e I v o P a s c u a l y d e Meifrén y do
Galvey; las n o t a s delicadas, t r é m u l a s d e tern u r a , do D u r a n y Camps; los dos lienzos du
R a m ó n C a p m a n y , ungidos do jiorvenir; el Hetrato, d o Suñer; el paisaje d e H u m b o r t ; l a a t r e v i d a composición do n i o n u m e n t a l i d a d escultórica do Togores; los paisajes u r b a n o s , u n poco
fríos, do Morcado, y t a n t o s otros como figurab a n on esta E.xposición excepcional, y d e los
q u e h a b l a r e m o s con m a y o r d e t e n i m i e n t o .
E l Sr, P l a n d i u r a supo agradecer ol esfuerzo
do los a r t i s t a s concurrentes y a u m e n t ó h a s t a
doce ol n ú m e r o d e las adquisiciones, l i m i t a d a s á
cinco on la convocatoria.
JOSÉ
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Barcelona, Enero.
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LA ESFERA
3G-G''G-0*G'G-0<3<í"G<í"G»G^G»£>G-0-G"G<3-G<f<í<í-'GK>0»G^G-Cí<J<3-:
io aquí al IKMTO (¡ne lia cambiado do predilección y, üiguietído la
moda, lia roeonoc-ido todas las oxcoloncias quo puedo proporcionarlo cl sor compañero insepai-abio de la
mujer; y abandonando el dictado do «amigo del
hombro», se ha hecho el «amigo de la mujer»,
para lo quo iiñíerles gusten mandarlo.
Una vez más queda demostrado que los canes tienen bnen olfato, y así lo justifiea el
cambio do frente quo en su vida particular,
aunque perruna, ha dado.
Una venladera elegante necesita tener varias
cosas quo lueir en los paseos matinales, y entro
ellas, y muy i>oi- dolante del adorador, figura
im porro, no ]iiidiondo considerarse como verdadera feímne chic á la quo no puedo presentar
á sus amistados á Levi, á César ó á Encanto,
y llamar la atención por esas calles tanto jior
su belleza como por I» clase de acompañaiitoque so h a echado.
^'
Ved á la mujercita chic preocupada, en su
casa, ante la indecisión do la toHellc; y cuando
su caljccita loca ha encontrado ol vestido (pie
precisamente necesitaba, so hace llevar ol porro, le acaricia, le adula y lanzúmlose con é\
al aire libro, salo orgullosa y eomiuistudora,
estando á punto de parodiar aípiella célebre
fi-ase regia «el tiempo y yo contra otro.=i dos»;
ella suelo pensan el perro y yo contra todo el
mundo.
. Vcdla marchar por las avenidas do la Castellana, erguida, majestuosa, señoril, dejando que
los transeúntes la admiren al ]»asor y que las
otras mujeres que con ella so cruzan, y qiu^ on
voz de perro llevan una iniss, digan: «dCsta
s¡om]>ro tan original, tan extravagante.* Hocrota ó íntima venganza que dan al golpe de envidia quo sintieron hacia la otra, por comprender quo una sonora de compañía, pertenezca ú
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-Í>G=G^G*G^G <i-G«*O^G»
la nacionalidad tpio sea, os género defnodé, mientras que un perro
es algo nuevo y chic que detoi-mina la personalidad del dueño.
Bn la renovación do usos y costumbres que recientemente se ha desperdigado por ol orbo entero, no son las mujercitas las que mas reacias se han mostrado á desechar las antiguas prácticas y
afrontar las nuevas. Aípiellas mismas muchachas que no hace muchos años no hubieran dado un solo paso fuera de puertas domésticassinsucorrespondiente guardia de honor servida por familiares, no
vacilan aliora en lanzarse á las más atrevidas oxcui-siones ambulatorias con lasóla
compañía del «amigo do la mujen). Esto
os una conquista do loatiempos ipie debo
sor registrada con el tiobido alborozo y
mirada con la debida simfiatía alentadora paro,
que no termine aquí el avance hacia la redención completa de la belleza femenina.
1,-; (iDadmo un punto de apoyo, y moveré el
"muntlort, dijo Arcjuimedes, y nuestras elegantes
de aiioru no solicitan tanto, pues les basta con
solicitar xin porro, que, puesto á su lado, sea
la palanca con quo también han do producir
trastornos, ya que el sexo contrario ha íle v(!r
en el fiel acompañante de la mujer adinerada
al guardador de su seriedad y, lo (pie es mejor
aún, al servidor callado y hermético, que no
ha de ir luego chismorreando ni Iiaciondo comentarios sobro las aventuras on que so meta
su dueña.
Si ahondarnos un poco en el alma femenina,
puedo quo, como Don Quijote y ISancho fueron
á dar do bruces en las tapias del cementerio,
nosotros encontremos el secreto do |)or cpié el
acompañante favorito sea en la actualidad un perro; poro reservemos nuestro juicio, ya que este
- se basa precisamente en la reserva ajena. Do xm
ser de dos palas puedo temerse una revelación
comprometedora; do estos otros de doblo número do extremidades andariegas, no, ("'i>mo perros, son fieles, poro larubién snn callados, y
esta es una virtud quo ha sabido apreciarse en
j^x justo valoi'.
A. B . BOXNAT
DIBUJO DE GIL DE VlCAlílO
b¡L-B-"ViC7Rjo
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LA ESFERA
CUADROS E S P A Ñ O L E S
«San bebastián», cuadro origuial de kicardo Verdugo Landi
PAISAJES
ONOZCO una casita, hedía para aldeanos,
pero ya hoy desbastada y pulida'—casi urbana—, donde, por resabios que corregirá
el tiempo, las comodidades de ,1a civilización
ofrecen formas díscolas y excesivamente personales. El agua rompe la,^ cafien'as antes de salir
por sus grifos; la luz eléctrica luce ó no luce,
entre chispazos y sorpresas; la chimenea—sobre
todo la cliimenea—distingue de vientos y no tira
sino cuando llegan los que á ella le gustan. Como
el humo no puede esperar, busca las ventanas,
rastrea, invade la galería; pero va muy despacio,
y el ácido carbónico envenena todas las habitaciones.
Tiene, además, grandes goteras que vienen
del desván ó camarote. Y algunas grietas.
Esta casita resiste muy bien el Noroeste, y lo
más que hace es rechinar, gemir las noches duras en que el monte pasa un temporal lo mismo
que el mar. Entonces, si os asomáis á cualquier
hueco, y mejor aún ai resguardo de la escalerilla exterior - q u e es, como la cabina de cristales
del capitán en lo alto del puente—, os parecerá
que vais navegando con mar de proa, tanto, que
al otro día os causará asombro comprobar que
la casita no se ha movido de su sitio y sigue firme sobre sus cimientos.
Es tan alegre y tan pequeña como un balandro. La pintura de las maderas, verde bronce y
almagro-pintura de barco—, no ha tenido tiempo de envejecer. El encalado es de este arlo. Y,
en suma, se sostiene con bastante decoro en lo
alto de la colina, con su tejado saledizo, en dos
planos que respetan la inclinación tradicional, y
su arco á la entrada del zaguanete reproduciendo en miniatura el tipo clásico que, segú i frase
del lado allá del Pirineo, viene á s e r como la nibrica del paisaje vasco.
C
Y
FIGURAS
Tiene la casita un jardín, un huerto y una
huerta. Por entre los frutales pasa y vuiMve á
pasar el ama, vestida de liegro, con un pañuelo
negro á la cabeza, Pasa cautelosa y vigilante, y
más de una vez la vemos trabajando la tierra.
Pero yo escribí en tiempos la historia de '<SÍntiya, atada al naranjo>í, para ilustrar con su
estampa noble, fina raza, un paisaje al pie de la
sierra de Córdoba. «Sintiya» es un perro que
vive feliz á la sombra del árbol maravilloso ó
dejándose dorar á fuego bajo el reverbero del
sol en los racimos de naranjas que guarda." Así
es que al ver dentro de este país de acuarela
otro perro dormitando al sol, le envidie también
la paz de que goza. Anda entre gentes serias,
de pocas palabras, de honradez á toda prueba.
Puede ir por los caminitos más pintorescos del
mundo, inaccesibles al automóvil, y que van á dar
todos á casas donde no falta el pan.
Así pensé. El perro entonces me miró á los
ojos, y alzando el hocico me reprendió con un
ladrido largo, muy agudo.
Yo habré oído ladrar así á los perros en otra
parte. ¿Dónde? ¿Dónde? En Bruselas, en las calles empinadas de la ciudad vieja. Ladrar así,
casi aullando, los perros que arrastran el carrito de la lechera, de la verdulera, del petrolero,
sobre todo al subir las cuestas, si el amo les
obliga demasiado con la voz ó con el látigo. Ladran como no ladran los demás perros..., porque
los demás perros no trabajan uncidos, es decir,
no están forzados á soportar un destino contrario á su naturaleza. Quizá los perros de trineo
que enganchan los esquimales en largas traillas,
los perros valientes sin los cuales no podemos
concebir que nadie llegue al Polo, ladren de la
misma manera. Perro de labor, perro jornalero,
proletario...
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Pero este que dormita durante largas horas
á la puerta de su cabana, ¿por qué tiene el ladrido tan airado?
¡Oh! Amigos míos, lectores imaginativos, y,
por tanto, efusivos como yo, ¡es necesario enterarse bien antes de envidiar á ningún hombre
ó ú nin2;ún perro! Este que veis aquí, si os asomáis al lindero del huerto, está atado desde muy
pequeño á esa barra con esa cadena. Día y noche está atado y no le han soltado jamás. Un día,
un mes, un año; todos los días, üe todos los
meses, de todos los años, ese perrito está
atado.
Yo pregunto, naturalmente: ¿Por qué no le
sueltan? Como no basta preguntar, intercedo
por él. Unas horas al día ei perro pudra ir y venir, seguir esos caminos y llegar por lo menos
hasta la vía del tren. Pero la dificultad es muy
grave.
—Un perro que ande suelto, señor, paga contribución.
He cometido la imprudencia en estas líneas
de decir por qué está atado siempre, y estará
siempre desde que nació hasta que se muera,
este perro de granja, y noto que ante la terrible
sequedad aldeana, todo el perfume campesino
de mí paisaje se desvanece. Es verdad. Un perro que no esté siempre atado paga contribución.
La razón es tan fuerte que no aámite respuesta.
Si yo dijera: «Pagúela usted», sería igualmente
inútil que si dijera: ".No tenga usted perro»,
puesto que se trata de tener un perro sin pagar
nada. Por eso le he mirado con desconsuelo
como á un esclavo y he ido á verle todos los
días y he escrito su vida—que ya leeréis—con
el título de «Fábula del perro y la cadena».
LUIS BELLO- •
El maravilloso hallazgo arqueolóéíco del Valle de los Reyes, en Egipto
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Anfora de alabastro hallada en la tumba de Tutankhamen, en Egipto, y que
consideran los arqueólogos como el ejemplar más perfecto del mundo antiguo
Reconstitución de unos funerales regios en la época del Rey Tutankhamen, artísticamente llevada á cabo por el gran dibujante inglés Matania. Las plañideras
lamentan la muerte del Monarca, ante la caja que contiene su cuerpo embalsamado, mientras los sacerdotes entonan las preces rituales
El trono del Rey Tutankhamen, una de las más valiosas joyas arqueológicas cxhmt^adas en Luiolr
Obelisco de cuarenta metrOs de altura, descubierto fin las
excavaciones que dieron por réttlítéio el hallazgo de loa tesoros de TtfiAnlsUftmen
Momento de serextraída de la cámara sepulcral de Tutankhamen una caja de ébano 4
conteniendo los cetros del Faraón y sus ricas vestiduras de ceremonia
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P o s escabeles de ébano, recubiertos de láminas de oro, que fueron hallados en una de las cámaras sepulcrales de Luxor
LA ESFERA
JOYAS DEL MUSEO DEL PRADO
SANTA BÁRBARA LEYENDO, <:uadro de Flemalle
LA ESFERA
ESPAÑA. ARTÍSTICA Y MONUMENTAL
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Hermosa fachada principal de la Catedral de León
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LA ESFERA
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MI P A S O
POR
EUROPA
LA SOLEDAD DE LOS VIEJOS PALACIOS
La Capilla Siitlna
Biblioteca del Palacio del Vattcaao
M min/ ilvñlre señor don Javier Vaíeí Failde, d quien
hago homenaje con Ut pobre-a. de estas lincas.
U
NA espléndida tardo de otoño meditaba yo por aquellos solitarios jardines do la «Villa Médicis«, y voía allá lojos, esbozada on la lejanía,
la gran cúpula do San Pedio envuelta entro purpúreos celajes y entre nubes lovemento teñidas do obscuridad.
Í'2n un instante íne pareció ver, cual en miígica cabalgata de la ilistnria, el desfilode cien
generaciones rodadas al aljí.sino de lo quo fué.
Veía a(juollas fiistuosidades tlel Asia dáncioso
la mano con África poj" ellstmo do Suez, Acjuellas maravillas del Imperio chino, de la India
y la Porrjia, la Arftl)ia y la asiática Turquía.
Mo parecía escuchar el orgulloso canto de los
egipcios, quo jjrogonaban sii antigüedad de
treinta y cuatro mil años, y cual en vista caleidoscópiea, di\'isaba allá el de.sierto do China,
regado con sangre de mártires, y sn enorme
muralla, con cuyos materiales podría fabricarse
mi muiu de doce píes de altura y cuatro de
espesor (pie diera la vuelta al Gloljo. Veía llegar á ]*]uropa, para ostentación humana, el jiápiro egipcio, el oro arábigo afiligranado y la
plata bruñida del Caucase. La rica luna do Cachemira y el algodón de la Siria, el mármol y
el pórfido del Himalaya y la.'í jjerlas del Golfo
Pérsico.
Al desfilo de riquezas, creía ver el paso de
mil luchas, desde Averrnes hasta Mahoma, desde o] panteísmo resucitado ¡jur Hegol, revolviendo los sepulcros de la JncÜa, á Leibnizt
predicando su armonía prestaljlecida, á Malebranehe con sus causas ocasionales y á Lok
con su influjo físico. Luego era la Edad Media,
época on quo más se pensó en guerras, ofi-eeiendo á la Cristiandad sabios como Gerberto,
Raimundo Lulio v Alcuino. Ni á un descendiente do los Médicis, León X , amparando aquel
Renacimiento de Bacon on el siglo xiii y alumbrando después al mundo el arto de Angélico,
en el xiv Pensaba en Pitágoras, quo novecientos anos después de Moisés v cuatrocientos de
Salojnón sostenía con los profetas israelitas su
teoría sobro la redondox do la tien-a, bebiendo
en sus viajes al Oi-icnte las nociones füosóficopantiíísliis, en la India, y sus creencias cioutígG'O-O-G-G-O'G-O.G"
ficocosmogónicas, en Caldea. Una fastuosa cabalgata de todos los siglos parecfa desfilar ante mí y liablarme de su muerte, mirando desdo
«Villa Médicis» la esjiléndida Silla del Pescador. ¡Y qué queda de toda
aquella soberanía humana! Afirad ese veneciano «Puente de los Suspií'Os»,
<liio tiene mía leyenda falsa, de que en él so loía la sentencia á los presos políticos, cuando data de fines del siglo xvi, y on esta época ya no
se perseguía on Venecia. No obstante, las descripciones de Dickens nos horrorizan, como nos
eneontan las estrofas do Byron. Y, sin embargo, sus canales de silencio y misterio, como los
do Üriijas, en el lago del Amor y en la Puerta de
Ostonde, nos hablan de aquellas épocas de los
Dux, épocas de odios y do luchas, ha.9t«. llegar
á ser hoy ciudad de poesía y encanto.
Ved ese palacio de Holyrood, en Escocia; al
momento las admirables páginas de Coloma nos
relatan el amargo éxodo do María Estuardo. Yo
he sentido una emoción profunda cuando en
la Abadía de Westminster, en Londres, vi su
sepulcro, y aquí, en su palacio, sus habitaciones, que he contemplado con venerando x-ecuerdo. Decid á ese monte llamado «Silla de Arturo» cuáles han sido las amarguras de la jjerseguida por Isabel de Inglaterra, y él podrá
deciros que tantos años como vivió, años do
martirio y do espinosas sondas, sin que al poner su cabeza en el tajo dijese lo que su inicua
¡irima: «¡El tiempo! Cuaronta y cinco años lio
reinado, mas cuarenta y cinco años son un momento.»
Contemplad la soledad del alcázar de Fontainebleau, el teatro do las grandezas de Na¡joleón hasta la trágica mañana de 1815. Y esa
soberanía del palacio de Versalles, donde el
lujo y el vicio se hicieron hermanos, hasta que
el espectro do la guillotina parecía alzarse en
sus maravillosos jardines. Penetrad en esa «Galería de las Batallas-), de ciento treinta y cinco
metros de longitud, fundada por Luis Felipe,
y recordaréis todas las fastuosidades borbónicas, que perecieron en aquella mañana del tí
de Octubre del 89, cuando desde la cámara
mortuoria do Luis XIV, el rey que sostenía en
su corto á Moliere, como FiIi|)o mantenía en la
suya á Aristóteles y Carlos V á Garcilaso, trataba su viuda, acompañada del Delfín y de
El Puente de loa Suspiros.— Vcnecla
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Lafayette, de calmar al pueblo.
Mirad allá, en la romántica Viona, cerca de las «Ringstrossen»:
entre los dos soberbios palaciosmuseos, álzase la magnífica estatua do la Emperatriz María Teresa, la reina modelo, por quien docían sus nobles hi'ingaros: «Moriamiir pro rege nostro.» ¡Ya no
queda nada de aquella grandeza!
Están solitarios los salones de
Schoenbrun, donde la gran Reina
so preocupaba hasta de su sepulcro iiumilde en los Capucliinos.
y por su parquo de ochocientas
mil toesas; parécenos ver al Iiijo
de Leticia Ramolino bípu distante de pensar en Santa Helena.
He ahí ol soberbio conjunto del
Kremlin, coronado de cúpulas y
colmado de insoñatlas riquezas,
dondo k a fastuosidades más acabadas tenían su asiento, donde
el gran Alejandro daba un banquete al famoso embajador de
Bonñparte, en el cual sólo ímplate con cinco peras costó ciento
veinticinco hiises. ¡Todo ha pasado! ¡Ya apenas si queda el recuerdo de tanta grandeza en nuestro siglo! Todo nos habla do muerte, de olvido, porque en esta tierra de tránsito nada es estable,
nada es duradero, como la luz,
irradiando esplendorosa en la mañana y muriendo o'n el horizonte entro pinceladas encendidas.
Que todo pasa y fenece, desde
aquel Imperio de la China con
sus treinta y dos emperadores de
la quinta dinastía, hasta que caiga vencido por los años el magnífico puente do Brooklyn, en los
Estados Unidos, como ttoma nos
enseña las mellas y las caries del
Coliseo.
En toda esta transitoria grandeza pensaba yo, mirando allá lejos, ya casi esfumada oii las sombras la gran cúpula do San Podro; y al
mirar la excelsa visión del Rabí, al mirar el soberano trono de la Cruz;
bendigo con el salmista la culpa que nos diera tal dechado de amor.
Ó
^
El nos ha dado la Ciencia, desde la bacteriología hasta la lente de los
quilico mil diámetros; desde la. filosofía experimental hasta la fisiología
comparada. En Arte, desde ol pincel do Murillo al cincel de Bollini;
pero nos ha dado otra ley, otra
ley de todos los compendios, unrt
ley que puso en la mano de Miguel Ángel la paleta, cuya gama
de colores, al trocarse en espléndida policromía, cuájase do maravillas esa soberana fundación
de Sixto IV, y puso miles y miles
do volúmenes en osa Biblioteca
Vaticana.
Es la ley del Amor, una ley que
ha vivido y vivirá más que las
murallas de Jerusalén y las Pirámides alejandrinas.
No mirad ya á los solitarios
palacios del mvuido, porque todo
es ruina y muerte, desde el Inca
hasta la última jerarquía, que so
desmorona en el vacío. No mirad más que esa bendita ley:
«¡Amaos!...i> La más sublime ley
que ha vivido y vivirá hasta que
el mundo so destroco.
¡Pobre cabalgata de las grandezas humanas! Sé humilde como
esas aves felices, saturadas de aire
y de sol.
Sé soberbio ante el mal cual
el león hostigado, y olvidando
fastuosidades y polvos do argento, que deshace en el horizonte el vendaval de los desengaños,
escribe en el frontis do la Historia del Universo el sublime panegírico de amor, el emblema de salvación y dicha, ese sentimiento
grandioso como una puesta de sol
on las Antillas.
Y con el oro de la grandeza de
tus acciones diseña en el curso de
los siglos aquel sublime canto de
Larmig:
"¡Amor que siempre octece y nunca muere,
lluvia que alegra el prado y no lo anega,
mano que siempre cura y nunca hieri:!''
MARIO D U P L E S S I S
Palacio de H o l y r o o d . - E d i m b u r g o (Escocia)
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LA E S F E R A
' EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÁDIZ i
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Cuadros de Zurbarán que se conservan en el Museo de Cádiz
N
os homos ocupado algunas veces, en estas columnas, de Cádiz—el
Cádiz estético—y de su más proclaro investigador y exégota, D. Polayo Quintero, Hoy no sugiero á
nuestra crónica un motivo arquculógico puro, sino un puro asunto ¿o belleza soljorana.
Ateniéndonos á los medios económicos de quo disponen, nos parece mentira quo en muchas ciudades espáñoIns, de ejemplar apartamiento artístico, no haya un Musoo do Bollas
Artes, y en caníbio exista en Cádiz,
donde el probloma crematisticp pudiera considerarse ¡nsolublo, y lo sería
do hecho á no contar con el interés y
el entusiasmo infatigables del señor
Quintero.
He aquí la prueba. La Diputación
gaditana dedica 750 pe.sotas anuales
imra su¡nu¡(ir todos los gastos del Museo, y k) liaeo tan poco cordialmonte,
quo en 1920 aún no Imbía entregado
los fondos do 191'J, ¡Esta es la España oficial (¡ue pretendo monopolizar la
cultura, el patriotismo y la moralidad
administrativa!
Además, el listado, por su parto,
so propuso emular dignamente á la
Excelentísima Dijmtaeión, y aun superarla, desonlondiéndoso en absoluto
do la vida íntima del Musoo, cuya
Junta ¡50 vio precisada (1920) á poner
cuota do entrada á los visitantes antes
•que verse precisada á clausurar el local. Con todo lo expuesto, el lector verá quo merece nuestra felicitación dicha Jimta, en la que figuran, además
del insigne arqueólogo citado, los cultísimos señores Ruiz do Azúa, Molina,
Repito y Accamé; Junta quo no sólo
nliendo á la oxi.stencia de este admirable Museo, sino quo se desvela por su
progreso, como nos lo demuestra el
que, con tanta penuria económica, se
publiquen preciosos é interesantes catálogos y boletines del Museo. •
Entre los cuadros notabilísimos quo
h a n merecido la atención do los eruditos gaditanos, vamos á citar algu-
•DiiQucsa Bonnc d'Arlóla*, cuadro de Juan Van
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de Cádli
[,^:^is.ss,'^'^^©:ií©^is'¿s^s.-ss,^,^^!^^s^s:¿s,s©.íjs.^©^s,^^
reforente á los cuales la glosa llegó á ser admirativa universalmento.
El ilustre crítico de arto, VVic^onthal,
al comcntai" el gran lienzo titulado Los
Doctores de ¡a Iglesia Católica, opone
algún reparo do sólido fundamento á
la opinión genoralmonlo aceptada, que
atribuye dicha obra á Jordaons...
Efectivamente, la figura control del
lienzo—central, estéticamente, y para
nosotros—, San Ambrosio, el paradisíaco maestro del gran Agustín, no
ficno ningún airo rubeasniano, hecho
extrañísimo en él, discípulo tan calificado y sugerido que llevó á confundírsele varias vecos con Rubens. Pero dejemos á un lado las discrepancias técnicas y críticas, y describamos la admirablemente compuesta figura de San
Agustín. Como dÍco Wiesentlml, el autor nos ofrece al teólogo en un momento do gloriosa serenidad espiritual en
un instante ecuánime, en el que habiendo vencido á los bellos monstruos
humanos, habla con un maravilloso
ritmo de doctor angélico á San Gregorio el Magno, á Santo Tomás de
Aquino, á San Isidoro de Sevüla y ti
San Buena ven tiu-a.
La factura, de flamenca gravedad;
la técnica, el colorido de los paños y
la verdad de los fondos, hacen do este
cuadro una sencilla y briosa preciosidad,
••o
Duquesa Bonne d'Arláis. He aquí
otro lienzo bellísimo del Museo de Cádiz; nosotros, humildemente, con esa
desesperada fidelidad á la ilusión estética, nos resistimos á creer contra
toda lógica detallista y técnica quo
sea una simple copia do Juan Van
l'^yck, A((uí, la jilta es exacta; la manera, rotimdamente clara, tan clara
i[UG no cabo la presumrión de escuela;
en suma, á pesar de la opinión autorizadísima del gran crítico alemán August L, Mayor, nos parece que para
Eyck, que se conserva cu el Museo
hacer osla copia do Juan Von Eyck,
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LA ESFERA
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Sala de Pintores Oaditanos del sl^lo XIX
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SO necesitaba ser J u a n V a n Eycli... ¡Y nos dicen q u e h a y dos copias:
é s t a y la d e Berlín; y quo el original se le perdió al a u t o r , acaso on
su viajo por E s p a ñ a !
¡ F a t a l i d a d so l l a m a osa jigura!
•••
D e Francisco d e Z u r b a r á n , en el Guadalupe, dice el sabio tudesco
doctor H u g o Kohror (Munich), on u n o de sus estudios magistrales:
sAlIí, en a q u e l nido do
águilas ( G u a d a l u p e ) , entro
rocas, On medio d e aqxiella
naturaleza salvaje do E x t r e m a d u r a , uncidos en el silencio d e l viejo Monasterio, allí
es d o n d e debo leerse el g r a n
catecismo de la tranquilidad:
Z u r b a r ú n fué su intérprete...»
Y nos habla ol crítico selecto d e cómo n u e s t r o g r a n
p i n t o r divini'/aba, solemnizándolos, los m á s triviales
m i n u t o s d e la v i d a m o n a cal...
Nosotros q u e d a m o s sumidos en la m á s dolorosa d e las
perplojidades... ¿Asuntos ligeros los d e Z u r b a r á n ? Y seg u u n o s leyendo al crítico,
p r o c u r a n d o o u e o n t r a r l a explicación. Y dice:
eCasi siempre carece d e ardor apasionado — indudablom o n t o , Mayor es un g r a n crítico, do técnica y d e objetividades; pero su sensibilidad
(nos lo paroco) cae fuera d e
las fuentes rocipiendarias do
la n u e s t r a — . Z u r b a r á n fué
•La Pentecostés», cuadro de Zurbarán, que se conserva en el Museo de Cddiz
un g r a n nacionalista pictórico; creó plena y a b s o l u t a m e n t e bajo la
ideología española d e su época, y sólo su tecnicismo asombroso
y su i n s p i r a c i ó n medular- •
mente, no y a n a c i o n a l ,
sino localista—del G u a d a l u p e — , l a t e n t e como sedimento p r i m o r d i a l en t o d a s sus
o b r a s , nos lo e n t r e g a t o t a l m e n t e a p a s i o n a d o , con \\\\
a p a s i o n a m i e n t o , no decorat i v o , s u n t u o s o y movilonto,
poro sí i n t i m o , espiritual, rec o n c e n t r a d o , sin llegar, desdo luego, á la l á m p a r a interior del Greco, pei-o m u cho m á s escueto quo í l u r i l l o ,
en el quo siempre so adivin a n los espíritus serenos y
b e a t o s en torno á los l a m p a darios piu'ainente o r n a m e n tales. ¡No es lo mismo pint a r monjes satisfechos do su
fe, q u e p i n t a r monjes recrdándoso en su celeste sufrimiento!
Y on los monjes d e Zm-b a r á n dei Musco do Cádiz
a l i e n t a , t r é m u l o y glorioso,
u n masoquismo cerebral pleno d o místico fervor.
M O R E N A S DE T E J A D A
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«Doctores de la Ijjleala Catdllca*, de Jordacna, que se conserva en el Museo de Cádiz
LA ESFERA
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ALEJO VERA en 1861
A silueta de esto pintor del siglo xix es curiosísima. ,Su vida artística os larga, no se
improvisó, no tuvo arrebatos. Arrimóse al
abrigo del re.íplandar que por oiitonccs envolvía á D. Federico Rladraxo, é ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, de la
([ue salió porque el banquero Miranda, que adquirió algunas de sus primeras obras, pensionó
á Vera para ([ue fuese á Roma á continuar sus
estudios, comenzados con tan buen augurio; y
allí pintó su obra capital. El entierro de San
Lorenzo, por la que obtuvo los honores do primera medalla \' la propuesta do adquisición por
el Gobierno do tan notable cuadro, que figuró
algún tionipo en el Museo del Prado, y en la
actualidad en el Museo de Ai-te Moderno del
Palacio do ]\íuseos y Biblioteca.
L
Esta obra está calificada por las autoridades
artísticas como una do las notas más correctas
y sontidas de la pintura española del siglo xix.
Después realizó otra obra do importancia,
titulada La cómUnión de los antiguos cristianos
en las catacumbas de Eotna, obteniendo la pensión do mérito de la Academia Española en
Roma, por el Estado, y entonces pintó el famoso cuadro titulado El úUimo día de Nutnancia,
lienzo que expuso ou la Nacional de Bollas Artos de 1881, por la que obtuvo otra primera
medalla.
Vera ocupó la vacante del pintor Sans en la
Academia de San Fernando, leyendo en su ingreso un discurso notable sobro olí Realismo y
naturalismo en la pintura, y sus diferencias
é importancia comparadas con el idealismo. >
En l'S92 fué nombrado Director do la Aiiademia Española en Roma, y cuando cumplió el
])lazo do su cometido, vino á Madrid, para ocupar la cátedra de Colorido y Composición de la
Escuela Superior de .Pintura, Escidtura y Grabado, la que regentó liasta el año de 1904, en
que fué jubilado, por cumplir la edad reglamentaria.
Esto ora el artista. Voamo.s al hombre que
dicta su esquela do defunción on estos términos: «A fin do evitar en lo posible á mis amigos
y conocidos disgustos y molestias, no se les dé
cuenta do mi fallecimiento.» No monos cmiosas
son otras disposiciones quo dejó escritas referentes á su muerte. «Deseo que mi sudario sea
una sábana, que mi entierro sea de pobreza y
quo sobre mi tumba no se coloquen ÍiLScrÍpc¡ones pomposas.»
Todos sus bienes los deja á su nieto adoptivo,
el hijo de Fortunato, su compañero de Roma,
el protegido por quien D. Alejo Vera sentía
verdadera debilidad y entrañable cariño. Este
chico le acompañaba en la postrimerías de su
vida en sus salidas y paseos; era el brazo derecho del *nonoi>, dol romántico hidalgo de la
Plaza del Progreso, que vivió una vida de anacoreta del Arte, do prudente ciudadano y de
caballero sin taclia.
Jamás solicitó de la Prensa el reclamo. Es
ii-
ALEJO VERA en 1919
condido siempre en su estudio, tenía la convicción de que los hombres no se deben labrar
tronos de guardarropía, más ó menos teatrales,
sino que las reputaciones se deben conquÍ.star
á pulso, con una conducta honrada y sana.
Murió D. Alejo Vera sin que nadio se enterara, A su sepelio sólo asistieron Blay Verger,
Marín, Garuólo Fortunato y cuatro antiguos
alumnos do su clase de la Escuela do San Fci'nando. La Academia y el Círculo de Bellas Artes desplegaron sus colgaduras negras cuando
sus restos estaban bajo tierra. So fué sin ruido,
sin ostentación y sin coronas. No le liacían
falta, porque hombres do su carácter y de su
categoría no necesitan asas fórmulas sociales;
la Historia so encarga tle colocar los laureles
merecidos á quienes, como él, labraron la gloria de la Pintura española.
j . BLANCO CORIS
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«La destrucción de Numancia», cuadro de Alejo Vera
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Madrid.-Nuestro compaSero José Francés, rodeado de los ministros de Instrucción Pública y Hacleoda, el presidente del Consejo de Instrucción Pública, los directores generales de Bellas Artes y Comunicaciones y otras llu.^tres personalidades, después del banquete celebrado el 10 de! actual en el Palacc Hotel, y al que asistieron máa de
trescientos comensales
*
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Kn el I ' a l a c o H o t o l se lia c e l e b r a d o u n b a n q u o t e - l m m o n a j e ¿ n u e s t r o enti-ailablo compafioro
el insigno n o v e l i s t a y c r i t i c o de A r t o J o s é F r a n c o s , p a r a festejar el éxito du sil a d m i r a b l e n o v e l a
¿'í Il'jo ''fi í^ Xoche y su ingreso en la Ilual A c a d e m i a de B e l l a s A r t e s . F u é un acLo Rrandioso a l
que c o n c u r r i e r o n m á s do t r e s c i e n t o s c o m e n s a l e s , e n t r o los ijiio figuraban l o s primeros a r t i s t a s y
e s c r i t o r e s españolea. Con F r a n c o s se s e n t a r o n en l a p r e s i d e n c i a ios m i n i s t r o s do I n s t r u c c i ó n Púb l i c a y H a c i e n d a , Sres. í í a l v a t e l l a y P e d r e g a l ; d i r e c t o r e s g e n e r a l e s do Dellaa A r t e s y C o m u n i c a ciones, Sre^. W e y l e r y P é r e z Crespo; p r e s i d e n t e do l a Asociación d e l a P r e n s a , S r . F r a n c o s I t o d r i guez; d i r e c t o r e s do los Mu>)eoa del P r a d o y Moderno, Sres. Sotomaj-or y Benlliure; d i r e c t o r do l a
Escuela N a c i o n a l de Bellae A r t e s , Sr. B l a y , y Comisiones del Circulo de Ilellas Artes y Cuerpo de
Correos. Se l e y e r o n c e r c a de cien adliesionoa, y luego de b a l d a r los Sres. I t i v a s , S a l v a t e t l a . F r a n cos, B e n l l i u r e y Pérez Crespo, dio l a s g r a c i a s él Sr. F r a n c é s c o n un bellisinio discurso.
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Madrid.—Los nuevos esposos doña limllla García Ldpez y D. Arturo Viudas, cuya boda se efectuó, en la Iglesia de la Conccpcltín, el sábado 10 del
corriente, con aristocrática concurrencia
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JOSÉ MAülA GOL
Admirable artista, que ha hcclio una
Hxposlclóu de vldrlOH pintados, eaniallados y ürabadoa, en las Galerías
Layctanas. de Barcelona
En W a s -
Jos6 Muría Gol os u n o
de loa iirtiatafi m á s ndmirftbles dot n c t u a l ronacímiento estético c.iialán.
K n l i i s Giileriaa L a y o t a naa híi hoc;ho u n a E x p o HÍción de vidrios p i n t a dos, Rop(ndos, camalta7
doB, tiiIlftdoB y ¡rraliados
que nciiaini poderoBa perfof.ción. Es algn originaliflinio y n u e v o ; poro hanado e n la, ti'aüiuión c a t a l a n a y e x a l t a d o con
l.is m o d e r n a s o i i e n t a c i o nea í r a n c o s a s . Gol d a á
loB objetos fnigilofl fiOllHaeidn do etorníilad y de
i n m a t e r i i i l i d a d al mienio
t i e m p o . He p r o p o n e t r a e r
sus obrne á Madrid, y BOt r u r a m e n t e h a b r á de influir do un modo eficaz y
helio e n l a s a i t o a i n d u s t r i a l e s do n u e s t r a época
p res e n t e .
Washington.—Insignes diplomáticos americanos que han firmado el tratado entre Cblle
y Perú, referente á la cuestlóu Tacna-Arica
»
b i n g t o n so h a
liruiadü a l ñ n
un t r a t a d o referente ú 1 a
vieja c u e s t i ó n
h i s p a no a m e ricana de las
ci u d a d e s de
T a c n a y Aric a, q u e VI eno á resolver
l a s d i fe r e n cías y discuflionea a n t i guas entre las
dos p r ó s p e r a s
V fructíferas
E e p á b l i c a s do
Chile y P e r ú .
N u e s t r a fotografía r e p r o .
iluco u n a do
1 a s sesiones
del
Comité
nombrado al
afecto bajo la
pros i d e n c i .a
del s e c r e t a r i o
de E s t a d o señor C h a r l e a
Evans Ilugues
N a d a p a r e c e anun<;lar en esa
plácida vivienda, sonriente ú
l a c l a r a luz del .sol, que albergue a l t e m i b l e jefe del KIuK l u x - K I a n , l a s e c t a do los«puritleadores», dn los e x t e r m i n a dorcs do t o d o c u a n t o consideran nefasto ó punible p a r a la
¡irosporidad n a c i o n a l con a r r e glo á su credo ideológico. Sin
e m b a r g o , n a d a m á s c i e r t o ; en
oRa p l á c i d a y a m a b l e casa vivo el p r e s i d e n t e m i s t o r EdWard Y o u r g C l a r k e .
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Atianta.-La casa de rafster Edwafd Vourfi Clarke, presidente de la secta
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. ^Siempre la e s p a ñ o l a d a ! E n
P a r í s so r e p r e s e n t a itctualniónte u n a obra e n t r e a n d a l u za y m a r r o q u í , d o n d e s a l ó n
m a n t i l l a s , guitarr.'ÍB, f a n d a n gOB, alfnnges, t u r b a n t e s , d a n zas moriscos y c a s t a ñ e t a s . Se
titula Lea'tciix lietles de Cadix,
y u n a do oslas bellas ea madomoiselle Marcello I r v o n , quo
si t i e n e c i e r t o .aire morenam e n t e g a d i t a n o , so coloca l a
m a n t i l l a como c u a l e s q u i e r a
de l a s c u p l e t i s t a s a c t u a l e s .
Parfs.-La señorita MarccUc Irven en su papel
de española en la obra «Las dos bellas de Cádlz>
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DEL INVIEI^KIO
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El «TlcrgarlcQ? y la Puerta do Brúndeabur^o, en Berlín
MañacB de aol en L05 Alpes austríacos
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A urbe moderna; espléndida en sus monumentales arquitecturas,
como la ingente y solitaria montaña, adquieren nna maiestuosa
é impresionante hermosura bajo el impoluto manto de la nieve.
Sorprender su belleza y Fijarla en el misterioso laboratorio de la
cámara obscura, o en el lienzo, es don de verdaderos artistas. Las
fotografías que ilustran la presente página, verdaderos/oí/rs cleforcc
de la placa sensible, complacerán, seguramente, á los amadores de
la inverna! estación.
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Una aldea ea loa Alpes austríacos, despulís de una nevada
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U «Schlnkelplatz» y la Catedral de Berlín en un día de Invierno
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Basta
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c . s e n c í a s cíe
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puixlo escribir d e Max Nord a u , ai a c a b a r de saber su iniiorl e , .sin u n a p r o f u n d a oinoción.
L o s lazos d o afecto q u o m e u n í a n
á él y los s u y o s hacían quo la familia del ilustre m a e s t r o se llaniaso 7iii
¡amilia da París. Por(¡ue Max Kord a u , quo era nuestro p o r su descendencia sef.udí, y quo h a b í a nacido en
H u n g r í a , ora u n apasionatlo d e la
F r a n c i a , d o n d e vivió siempro, ojerciondo la medicina y la l i t e r a t u r a .
Max Noi'dau ora u n g r a n d o c t o r ,
por lo nii.smó q u e t e n í a u n t a l e n t o
privilegiado, q u e e s c a p a b a á los molfies vulgaras.' Sólo siondo t a n g r a n
escritor pudo; oclipsarso á sí mismo
conio lionil)io do cioutna.
E s inolvidable la visión d e la lind a casita d o la rué H o n n o r , d o u d o
conocí á M u x ' Ñ o r d a u . líocuerdo las
tardos do kw m a r t e s , d í a do i'occpción d e fllTiio. Max N o r d a u , i|i:o sent a d a al lado do su mesa, frente al
s a m o v a r , r e p a r t í a oí tó á la concur r c n e i a d o los p r i m e r o s n o m i n e s tío
las l e t r a s y las a r t e s quo llenaban su
salón.
l í l sabio t r a b a j a b a e n t r e t a n t o e n
s u torreón, e n t r e ios libros y los pápelos, {jue lo llenaban t o d o , y recibía allí d e voz e n c u a n d o a l g u n o s escasos amigos, a u n q u e los a d m i r a d o res quo lo solicitaban oran n u m e r o sísimos. E r a la época del apogeo do
la gloria del a u t o r d e Mentiras conrenciontdes y Malrimonhs
morr/aiiáticos. S u valiente indopoudoncia, su
espíritu crítico, sus teorías libertatlor a s lo conciuistaban la a<hniraciün,
a u m j u o al n u s m o t i e m p o l e v a n t a s e n
campana.5 c o n t r a él.
d a d e r o s amigos; s i e m p r e t r a b a j a n d o
y siempre consecuente con sus ideas,
recto, i n q u e b r a n t a b l e .
E l , q u e d o m u c h a c h o h a b í a viajado por E s p a ñ a , volvía á recordar sus
impresiones, uniendo las d e a n t e s y
las d e a h o r a en u n h e r m o s o libro.
E n G r a n a d a , dondo Afaxa, ([ue es
u n a p i n t o r a do t a l e n t o , do clásica escuela española, hizo sus estudios,
Max N o r d a u a c a b ó u n h e r m o s o libro
do a r t e , algo como el Vusari d e I t a lia, a u n q u e lleno d e m á s sutil observación y p r o f u n d a psicología: Loa
grandes maestros del Arle español.
Regrosó á P a r í s herido y a p o r la
enfermedad y el dolor d o l a p é r d i d a
do u n a (\Q SUS h i j a s t r a s , j o v e n doct o r a en Medicina que so contagió cumpliendo s u s deboros en los hospitales
de s a n g r e y á la quo él no p u d o asistir. Su a l m a generosa se entristecía ant e el espectáculo d e la g u e r r a d e la m i seria, d e la injusticia; oí fruto d e los
prejuicios c o n t r a los q u e luchó siempre.
Como su Casita d e la rae H e r m e r
ya no e s t a b a libre, fué ú vivir á su
lado, en u n último piso q u e t e n í a u n o
de esos balcones d e p a n o r a m a sobro
el t e j a d o , t a n típicos d e P a r í s .
Allí lo vi la ú l t ñ n a ve?, el p a s a d o
Mayo. Conservatior d e afectos, liabía
buscado o t r a vez su Paríis y on P a rís su callo d e siempro. E r a oí mismo
el d e c o r a d o de su casita, los queridos
muebles familiares, sus papeles y sus
libros. U n g a t o j u g a b a cerca d e el.
E s t a b a , como s i e m p r e , rodeado d e
la familia, que lo a d o r a b a : su h e r m a n a
Carlota, su esposa y sus hijas. L a s niñ a s ei-an y a mujeres. Matilde y L i l y ,
susdLscípulas, escribían, y M a x a pint a b a . L a p r i m e r a , c a s a d a con el n o t a ble escritor Píerro P a r a p , l l e v a b a s n
hija d e pocos meses, a h i j a d a do m a d a m a Emilio Zula.
R e c u e r d o quo en aquel g a b i n e t e ,
d o n d e pocos p e n o t r á b a m o s , h a b í a
siempro u n h e r m o s o g a t o color ceniIjltlmorL-tralo del Ilustre Max Nordau con su nieta, la pcqueila Liliana, hija de la Cicritora
za q u e p a s e a b a majestiiosarnonte enMnUldc DonJ, ye] poeta Plcrru Parap
tro los papeles, so subía en lu niesa y
se a c o s t a b a a l lado (Icl m a e s t r o ,
I\rax N o r d a u se o l v i d a b a d e t o d o
q u e lo acariciaba m i e n t r a s seguía convert a e n c o n t r a r á A n a n o h a b í a h a l l a d o eoinpa-" acariciando á la pei|ueña Liliana. L a mocía, l a
sando.
a r r u l l a b a en sus brazos con su aspecto do b u e n
fiera, y t e n e r m u j e r ño me seducía,
S i e m p r o solícito p a r a s u f a m i l i a , ' sin h a c e r abuelo s i e m p r e . I n d u d a b l e m e n t e l a linda criaS u iiija ú n i c a , M a x a , j u g a b a c o n la m í a e n
diferonoia qnt-re su hija y sus tres h i j a s t r a s , la t u r a d e s p e r t a b a en la monte del filósufo ideas
el folumjtio quo tenia en el j a r d í n . Cuantío
melancólicas.
n o t a quo m á s l l a m a b a la a t e n c i ó n on el gran
M a x a .so a c o s t a b a , IMax Nortlau so s e n t a b a al
C u a n d o le rogué q u e m e d e j a r a s a c a r esa foh o m b r o e r a la tic su t e r n u r a . S u . g e s t o e r a el
laífo d o s u c a m a p a r a d o r m i r l a c o n t á n d o l o
d e u n buen abuelo: con su c a r a sonrosada y tografía, (iue realizaba mi visión d e la p a t e r c u e n t o s quo p a r a ella i n v e n t a b a , y q u o y o t r a fresca, sus ojos llenos ÍIO vida y do luz, su bar- nidad, liona do t e r n u r a , que siempro admii-é en
dujo al castellano con el título d e Cuentos á
b a y Eu cabellera d e nievo, tonia algo d o pa- Max N o r d a u , al p a r d e su t a l e n t o , e s t a b a lejos
Maxa.
do p e n s a r q u e y a , á mi regreso á P a r í s , t e n d r í a
t r i a r c a bíblico, algo do P a d r e N"oé.
N a d i e m á s sencillo y m á s a m a b l e en la intiLa g u e r r a vino á d e s t r u i r on p a r t o esa feli- la i n m e n s a p e n a do n o . e n c o n t r a r m á s al quem i d a d que Aíax N o r d a u . A d o r a b a á su asposa,
cidad. D u r a n t e esa p e n o s a é p o c a , refugiado e n r i d o p a t r i a r e » d e la rué H e n n e r .
q u o e r a s u m á s inteligonto y delicada eolaboM a d r i d , el gx-an h o m b r e vivió m o d e s t a y silonradora.
CABMEW DE B U R G O S
ciosamonte, sin t r a t a r m á s quo á algunos vertC'oloinbiiic»
— M e h e casado t a r d e — d e c í a — , p o r q u e h a s -
M I
Con tdii grande liumildad que b:sa el su
fluyi: t i veno que [lunujcl djsliicio,
En la acequia campesina
de la humilde carrelera,
con linda uoz argenlina
canta la linfa paiiera.
Deshace en espuma fina
su canción de primauera,
carcajada ¡emeiiina
de la que oculta riie espera.
Esta fuente que \o estuca
escuchando íargamente
la tleao en el corazón.
Después andutfa y anduwe;
pero no encontré otra fuente
de tan divina canción.
Ésia en la tierra ha cawdo
Ln ho\-o, niieniras desala
el sud»e loro adorado
de :u seocía cantata.
El borde tiene gastado
la piedra en que se dilata
el cortinaje acerado
de la débil catarata.
F O N T A N A
L Í R I C A
Canta un graue ritornelo
con voz de violoncelo
la carganta de agua c'ara.
ñl.romperse, una burbuja
con fresca espuma dibuja
el contorno de una cara.
¿Qué fuerza hay en fus raudales
que á las arenas impeles
á correr p^f los canale:
en que plolearte suele;?
Cintas tonadas rurales
dulcísimas como mieles,
lira de ricos cristales,
[fanfarria de cascabeles!
Tu copiosa cabellera
de trenzas y bucles peinas;
con sus ondas me enamoras.
Por eso fo ía primera
te proclamo de las reinas
de las fuentes cantadoras.
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