El Enigma A La Letra - Escuela Freudiana de Buenos Aires

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"El Enigma A La Letra"
(*) Versión Escrita De La Exposición Realizada En La Reunión Lacanoamericana De Buenos Aires, 1995.
Víctor Iunger
El año 1995 es el de la conmemoración del centenario de los "Estudios sobre la Histeria".
También el 24 de julio de 1995 se han cumplido los cien años del sueño de la inyección de
Irma.
Recordemos entonces para la ocasión el fragmento de la carta a Fliess del 12 de junio de
1900 donde Freud le escribe en relación a este sueño, no sin humor y tampoco sin un dejo de
solemnidad, las siguientes palabras "...¿Crees que en esta casa podrá leerse algún día una
placa de mármol que diga así?.
Aquí, el 24 de julio de 1895, se le reveló al Dr. Sigmund Freud,
el enigma de los sueños..."
Leyendo este fragmento de la carta quiero detenerme en dos puntos del texto de esa placa
que ya hoy, podemos decir que existe, y quizás no solo metafóricamente.
Cuando Freud dice: "se le reveló, -en alemán 'hier enthülte sich'- al Dr. Sigmund Freud el
enigma de los sueños", encontramos dos equívocos enlazados entre sí en juego:
El primer equívoco concierne al alcance de esa revelación. Leyendo a la letra, 'se le reveló',
dice al mismo tiempo que se resolvió el enigma, es decir, el sueño dejó de ser un enigma; y,
por otro lado que descubrió la existencia misma del enigma, sin que esto implique su solución.
En principio, ambos términos del equívoco no aparecen como excluyentes.
El segundo equívoco está precisamente en la palabra alemana 'geheimnis', que Lacan, al
igual que Ramón Rey Ardid traducen por ‘enigma’. (1)
En el seminario "La Angustia", Lacan usa el término enigma poniendo el acento sobre la
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interrogación que implica. Mientras que en el seminario XVII lo define por oposición a la cita.
Dice del enigma que es un decir a medias, una enunciación cuyo enunciado queda en
suspenso. Con el enunciado hay que arreglárselas. Aquél al que se le plantea el enigma debe
descubrirlo.
Nos encontramos así frente a dos posibilidades:
- Una es que sea una enunciación cuyo enunciado es difícil de hallar pero existe.
- Y la otra, es que se trate de una enunciación sin enunciado. Enunciado inexistente del cual
hay sólo una promesa que puede fascinar hasta el punto de entrampar en ella a aquél a quien
se le plantea (2).
Cabe aquí una hipótesis: En tanto el enigma viene del Otro, si alguien queda tomado por él
bajo ciertas condiciones, en el grado en que esto ocurra, su subjetividad queda comprometida,
abierta la puerta a la alienación y a algunas de las figuras con las que se nos presenta el goce
del Otro.
Siguiendo esta línea definimos el enigma, con Lacan, como una enunciación sin enunciado, y
agregamos -he aquí nuestra propuesta- pero también sin sujeto.
Vemos a esta altura de la exposición que hay una estrecha congruencia entre el primer
equívoco del 'se le reveló', y el segundo que es el sentido de la palabra 'enigma'.
Si a Freud se le reveló el enigma de los sueños, entendiendo enigma como solución, es que
tiene enunciado, y si se tratara de que a Freud solamente se le reveló la existencia del enigma
pero no su solución, es posible que haya enunciado pero también es posible que no lo haya
en absoluto, quedando en una mera promesa. Promesa que se instala en el punto mismo de
la falta de enunciado.
Abordando ambos equívocos, recordemos que el sueño de la Inyección de Irma tiene dos
puntos de culminación, que se presentan sucesivamente: el primero es el ombligo del sueño,
que Freud puntúa con una nota al pie, al concluir las asociaciones sobre el fragmento del
sueño relativo al 'mirar dentro de la garganta'. El otro punto culminante del sueño es el que se
sitúa en la trimetilamina.
Efectivamente, si nos atenemos a lo dicho por Freud y a lo que Lacan trabaja en el seminario
II, encontramos en el segundo punto de culminación, que es el de la trimetilamina, cuya
fórmula escribe alucinatoriamente Freud en el sueño, una letra que nombra la solución en el
sueño, es decir, el 'se le reveló' en su vertiente solución, convirtiendo esa fórmula alucinada
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en el performativo que inaugura en acto el sueño como una escritura, al tiempo que realiza, es
decir, pone en lo real lo simbólico de una escritura en imágenes del fantasma portador de
deseo de Freud, deseo de descubrimiento, del descubridor del psicoanálisis.
Todo lo que Freud descubre por esa vía, el carácter lenguajero y escritural del inconsciente,
su naturaleza deseante y la operatoria de ciframiento y desciframiento, permiten hacer del
psicoanálisis por este sesgo una dirección de la cura, para decirlo en términos de Lacan.
Subrayamos el 'una'.
Sin embargo el otro punto de culminación del sueño, el ombligo del sueño, nos deja abierta la
otra rama de las alternativas que la lectura de ambos equívocos plantea.
Si por la vía de la trimetilamina, el enigma desaparecía por el encuentro del enunciado que
constituye la fórmula de la solución, que -lo reiteramos de otra manera- anuncia y anticipa el
conjunto de los enunciados que constituyen el desarrollo del psicoanálisis como estudio del
inconsciente en tanto simbólico, el ombligo del sueño mantiene el enigma en su máxima
expresión, en su versión más estructural, que Freud define como aquel punto en el que todo
sueño remite a lo no reconocido, das unerkannte, traducido por Lacan en la "Respuesta a
Marcel Ritter" como lo imposible de reconocer, núcleo de lo primariamente reprimido,
coincidente entonces con la represión primaria, lo urverdrängt.
Lacan dice de lo reprimido primordial en la "Respuesta a Marcel Ritter", que es algo que se
especifica por no poder ser dicho en ningún caso. De estar al mismo tiempo en la raíz del
lenguaje y sin embargo por lo cual, en el campo de la palabra hay algo que es imposible de
decir porque es imposible de reconocer.
Freud nombra el ombligo del sueño en solo dos lugares de su obra, ambos en "La
interpretación de los sueños". Una es la nota al pie mencionada, y el otro lugar es un párrafo
del apartado "El olvido de los sueños" del capítulo VII.
Con respecto a lo que es la letra del ombligo del sueño, en el sueño de la Inyección de Irma,
Lacan en el seminario II que ya mencionamos, plantea -lo resumimos- que se trata de una
imagen angustiante, verdadera cabeza de medusa. Algo innombrable, revelación de lo real en
lo que tiene de menos penetrable, real último -dice Lacan- sin mediación posible de lo
imaginario o de lo simbólico. Punto donde la palabra se detiene. Agregamos nosotros: donde
no hay enunciado posible.
También sitúa allí el órgano sexual femenino y el pozo sin fondo de la boca, como lugares de
un abismo insondable. Y pone en juego la imagen de la muerte donde todo termina. Les
recuerdo el "una Matilde por otra". Y una pregunta situada en el lugar de la causa para el
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descubridor del psicoanálisis, el enigma que constituye para Freud, ¿qué quiere la mujer?, eso
que planteara en el trabajo sobre las diferencias sexuales anatómicas.
Ahora, ¿qué podríamos decir nosotros con Freud, sobre su teorización de este ombligo del
sueño?. Lo recordamos resumidamente: en todo sueño, se sitúa el ombligo del sueño. Un
lugar en el cual el sueño es insondable, un ombligo por donde se conecta con 'das
unerkannte', lo no reconocido. En "El olvido de los sueños" amortigua un poco lo del 'todo
sueño'. Dice que se presenta en los sueños mejor interpretados, 'a menudo'. Aún en los
sueños mejor interpretados entonces, esto se presenta. Hay un lugar en sombras, porque en
la interpretación, de allí arranca una madeja de pensamientos que no se deja desenredar.
Tampoco este ombligo ha hecho otras contribuciones al contenido del sueño. El ombligo del
sueño es el lugar en el que el sueño, se asienta en lo no reconocido, lo imposible de
reconocer, das unerkannte. Y por último, desde un lugar más espeso de ese tejido se eleva
luego el deseo del sueño como el hongo de su micelio.
El hecho de que haya en todo sueño un lugar que se asienta sobre lo imposible de reconocer
muestra al sueño como un enigma del cual es imposible encontrar su enunciado por
inexistente, o si se lo prefiere, porque para lo que lo constituiría no hay palabra ni escritura.
Es el lugar de lo real, que según el clásico aforismo "no deja de no escribirse".
Encontramos que esta formulación es congruente con la inmanencia del fantasma a la
estructura del sueño. Cuestión que Freud plantea asimismo, en "La interpretación de los
sueños".
Freud sitúa el fantasma inconsciente como el punto de partida a partir del cual se inicia el
camino del trabajo del sueño, es decir el lugar desde donde el deseo inconsciente hace su
recorrido hasta su transferencia sobre el resto diurno reciente e indiferente para formar parte
del contenido del sueño. Y vuelve a situar el fantasma en un segundo tiempo en la elaboración
secundaria del sueño.
Decíamos antes "congruente" porque también del fantasma podríamos decir que se asienta al
igual que el sueño sobre el punto-agujero. Agujero y cicatriz al mismo tiempo donde la trama
simbólica se asienta sobre lo real. Recuérdese al respecto lo que Freud desarrolla en "Pegan
a un niño". Freud es allí explícito a este respecto.
En este punto podemos decir que si entendemos la estructura del fantasma como una
axiomática, situando el fantasma fundamental como el axioma primero de esta axiomática, se
sitúa este axioma en la cicatriz, una letra en la cicatriz, siendo congruente con la función y la
posición allí de la represión primaria.
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Partiendo entonces de esta convergencia entre ombligo del sueño, represión primaria y
fantasma fundamental, digamos que el lugar de lo real en el sueño y el trato que el
inconsciente puede darle -hasta el punto en que no es posible ningún trato-, cobra en Freud
diversos nombres que puntúan distintas instancias de ese trato con lo real.
El despertar del sueño, el sueño de angustia, los sueños de contenidos penosos, los sueños
punitivos, son lugares donde Freud insiste en querer hacer entrar en el ámbito de la
realización de deseos, yo diría forzadamente, lo que ostensiblemente pareciera no entrar allí.
La pesadilla que no es tratada como tal por Freud, dio lugar a un trabajo brillante de Jones
casi complementario del de Freud en este sentido. La pesadilla se agregaría a esta lista.
Es recién al tratar el sueño traumático en "Más allá del principio del placer" donde Freud
encuentra un lugar para lo traumático del sueño que no lo obliga al forzamiento mencionado; o
sea, querer hacer entrar lo real del goce traumático del sueño que lo excede, en el
cumplimiento del deseo y lo que le es inmanente, el tratamiento simbólico por la palabra y su
escritura, dimensión que es extrínseca a ese real.
No seríamos demasiado osados si pretendemos sostener la tesis que hemos deducido
trabajando el "Mas allá...", y también en el encuentro de nuestra lectura con el texto de los
sueños de nuestros analizantes. Tesis que aunque Freud no la formula nunca, pensamos que
es freudiana. Esta tésis es: la condición traumática de todo sueño. Diríamos, que todo sueño,
además de ser un cumplimiento de deseos, también es un sueño traumático y un intento de
elaboración del trauma (3).
El real traumático del sueño que Freud trata detenidamente a través de los sueños
traumáticos en "Mas allá del principio del placer", incluso incluyéndolo, digamos así, en su
línea argumental, lo podemos situar ya entonces en el sueño de la Inyección de Irma, en ese
ombligo del sueño que hemos trabajado.
Para abordar esta condición traumática de todo sueño, nos viene bien la cuestión de la
pesadilla (4).
Koop resume así la descripción de Jones sobre la pesadilla que hace en su libro titulado "On
nightmare".
La pesadilla es un sueño que presenta un miedo de agonía, un miedo mortal. Una sensación
sofocante de opresión en el pecho. La convicción de una insalvable paralización. Un despertar
sobresaltado y bañado en sudor. La sensación de querer gritar y no poder. No siempre se dan
todos estos elementos, pero ocurre frecuentemente con varios o muchos de ellos. Una
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sensación, que todos hemos experimentado seguramente alguna vez en un sueño de estar
cayendo a un abismo o un pozo insondable. A veces el sujeto experimenta una polución o
excreciones vaginales.
Los personajes de la pesadilla, verdadera fauna fantástica, zoología neologística, dice Koop,
son los que le dan personajes al sueño y son reductibles, digamos así, a dos figuras de lo que
podría ser el demonio: el íncubo y el súcubo. El íncubo, el demonio en su versión masculina y
el súcubo, en su versión femenina. Pero ambos poseyendo, cabalgando, sometiendo al sujeto.
Se sitúa todo esto también en relación al cumplimiento de deseos incestuosos, y su
realización onírica.
Quiero presentar aquí la cuestión que se me plantea sobre dos caras de lo real. Dos caras
sobre las cuales ya me había preguntado en otros términos, en mis tiempos prelacanianos,
más bien freudianos. En aquel entonces, cuando leía el "Proyecto...", no entendía porqué
Freud necesitaba dos puntos de partida para hacer trabajar el aparato psíquico. Porqué junto
a la búsqueda del reencuentro de la primera vivencia de satisfacción, necesitaba plantear el
apartamiento de otra vivencia primordial fundante, que era la vivencia de dolor.
Freud en el capítulo VII de "La interpretación de los sueños" deja de lado la experiencia de
dolor, y la retoma recién en "Más allá del principio del placer", a través de la postulación de la
ligazón de las cargas traumáticas como primer trabajo del aparato psíquico, como previo al
funcionamiento del principio del placer, ligado a la satisfacción del deseo.
La pesadilla viene en nuestro auxilio a esta altura de nuestro recorrido. Lacan en la clase del
12-12-62 del seminario sobre "La angustia" dice: "La angustia de la pesadilla es
experimentada con propiedad como la del goce del Otro". En el seminario "Le sinthome", dice
"Todo sueño -subrayo el 'todo sueño'- es una pesadilla atemperada". Si aceptamos el carácter
traumático de la pesadilla, esto reafirmará la tesis de que todo sueño es traumático. Desde el
ombligo del sueño, ya venía presentándose esto en relación a das unerkannte, lugar de lo
imposible de reconocer articulado después al lugar de la represión primaria.
Entonces, ¿qué se nos abre allí en esa garganta?
Nos encontramos en este punto de nuestra argumentación con lo que podemos llamar dos
vertientes de lo real. Una vertiente la planteamos como lo real traumático del goce que por la
vía de la pulsión viene del Otro. Situaríamos allí la experiencia de dolor que planteaba Freud.
La otra vertiente de lo real es la que Lacan enunció en un tiempo avanzado de su enseñanza
con el aforismo No hay Relación Sexual. Justamente una definición desde lo real como una
hiancia en el goce en tanto planteado en función de la relación sexual, en tanto ésta, no la
hay. En Freud la hiancia inexorable que no permite la superposición entre la satisfacción
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buscada y la satisfacción obtenida, o lo que es lo mismo, la imposibilidad de que se
reencuentre la primera experiencia de satisfacción.
En "Le non dupes errent", lo escribe así:
_______
$ f:f(x,y)
Esto debe leerse así: Siendo f la letra correspondiente a la función, las letras x e y variables
de una función en las que el sujeto se inscribe haciendo argumento a esa función,
respectivamente, como hombre o como mujer, no existe una función tal que entre x e y pueda
escribirse una relación. En otros términos, no existe una función tal que pueda escribirse la
función del hombre en relación a la mujer o la función de la mujer en relación al hombre.
Pareciera entonces que la vertiente de lo real del No hay Relación sexual, es de distinta clase
que la vertiente traumática de lo real, cara traumática plena de goce e insoportable por exceso
de estímulo. La cara No hay Relación Sexual es, en cambio, una hiancia radical en el goce,
como una ausencia de goce.
Esta vertiente de lo real también aparece muchas veces en los textos teóricos y clínicos como
lo insoportable. Lo cual es un problema, ya que habría que postular, otra clase de
traumaticidad que la que deriva del exceso de estímulo, que es la definición clásica del
trauma.
Lacan en algún lugar habla del troumatisme, o sea el agujero-traumatismo, y pareciera
ofrecernos así soporte para extender la definición del trauma en esta dirección a saber: una
condición traumática derivada de la ausencia absoluta de estímulo. Se trataría así de la
condición traumática del agujero del No hay Relación Sexual.
Ahora bien, no está demás recordar que el goce del Otro es en principio una función teórica.
Su postulación es necesaria a la teoría, para sostener la teoría del goce, pero al mismo tiempo
la teoría plantea la inexistencia de este goce. El goce del Otro no existe.
Podríamos decir que el goce del Otro no le tendría que concernir al sujeto, pero si le concierne
es porque el sujeto lo convoca por vía fantasmática para neutralizar algo que es más
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insoportable que lo insoportable del trauma del goce del Otro (5). Otorga de esta manera
consistencia y existencia a un goce inexistente, pagando el precio doloroso y terrorífico que
implica. La pesadilla es en este sentido ejemplar.
Volver a situar la cuestión planteada por la ausencia de la relación sexual, implica volver a
postular la inexistencia del Goce del Otro. Como operación del análisis, puede disminuir el
sufrimiento del costado pesadillezco que la vida suele presentar en mayor o menor medida al
hablante.
Para concluir digamos que actualmente, el psicoanálisis nos ofrece, gracias a la solución que
el sueño de la Inyección de Irma nomina e inaugura vía trimetilamina, un sólido camino para la
dirección de la cura, allí donde se trata de los efectos del significante. Es decir, donde la
neurosis trata con el costado significante de la estructura, donde la letra, al tiempo que hace
litoral al goce, se eleva, hecha escritura, a la condición de significante. La interpretación rige
esa vía regia del trato con lo real.
Pero allí donde la letra ve circunscripta su eficacia a ceñir o a circunscribir, casi siempre
falladamente, lo traumático de lo real y donde la función fálica no opera su eficacia y la letra
no alcanza la dimensión del significante, la vía interpretativa está vedada.
Es allí que el enigma del ombligo del sueño, agujero cicatriz de la estructura sólo puede ser
cernido por una letra, letra que bordee el enigma sin que por ello esta letra, dé enunciado a la
enunciación.
Es quizás en este punto, lugar donde el enigma mismo no cesa de no escribirse, donde el
psicoanálisis encuentra hoy su máximo desafío.
Construir una clínica para esta instancia es hoy ese máximo desafío. Una clínica de lo real,
una clínica que pueda implicar algún modo de trato con lo real allí donde la dimensión
significante falla.
Es en este camino donde la clínica freudiana se hace necesariamente lacaniana y, está en
nosotros, en la seriedad con que encaremos este desafío, que la frase que plantea esta
transformación tenga un valor no emblemático sino analítico. Podemos decir que la
interpretación de los sueños, vía Lacan, nos presenta algún camino del cual el ombligo del
sueño es una baliza inaugural, que aún hoy nos ofrece, la posibilidad de construir una clínica
para esta cuestión. Clínica de lo real, clínica de la invención. Una invención a la letra.
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Buenos Aires, 11 de agosto de 1995
NOTAS:
(1) FREUD Sigmund: Carta a Fliess Nº 137 del 12 de junio de 1900, en OBRAS
COMPLETAS, volúmen III, pag. 864. (Cartas de Freud a Fliess). Traducción de Ramón Rey
Ardid que completa en éste 3er. volúmen la de López Ballesteros. Editorial Biblioteca Nueva,
Madrid 1968. LACAN también usa el término alemán ‘geheimnis’ por enigma en la primera
de las dos menciones de este texto que hace en el seminario II. Ver Le Seminaire. Livre II "Le
moi dans la théorie de Freud et dans la technique de la psychanalyse". Cap. XIII, apar. 2
pag.181. Ed. Seuil. Hay versión castellana Ed. Paidós."El Seminario" Libro 2. pag. 229.
(2) No dejemos de señalar que si aquel a quien se le plantea el enigma, se sitúa bien, quizás
el enigma puede permitirle salir de una trampa. No se puede desconocer el valor del enigma
como función operadora en el análisis, a condición de ser situado en la transferencia y en
relación al deseo del analista. Como se sabe de la cuestión del enigma y su función en el
discurso en el sentido generalizado del término, ha dado cuenta el mito.
(3) Cabe señalar, que Angel Garma uno de los pioneros del psicoanálisis en la Argentina, ha
sostenido una tesis similar, desde un contexto teórico no lacaniano, y totalmente distinto al
nuestro, lo cual da a su tesis un valor diferente. Nuestra formulación fué hecha en forma
independiente de la tesis de este autor, lo cual no nos impide dar su lugar antecedente a su
formulación.
(4) Aquí debo reconocer el aporte para pensar estas cuestiones, de dos trabajos. Uno de
Jorge Jinkis y otro de Guillermo Koop, en los cuales abordan la cuestión de la pesadilla,
poniéndome sobre la pista en relación a algunas preguntas que tenía sobre las cuestiones que
voy a plantear a continuación. Ver JINKIS Jorge. "Ensueño o pesadilla" y KOOP Guillermo L.
"El punto de acmé en el sueño" en CONJETURAL Nº 18 de Abril de 1989.
(5) JINKIS Jorge: Op. cit.
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