Crimen de los Alisos. - Actividad Cultural del Banco de la República

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DE "LOS ALISOS."
..2UBLIC;o.
AOUSAOION PARTIOULAR.
VISTA FISOAL_
AUTO DE PROOEDER_
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BOGOT
A.
l)(}>RENTA DE SILVESTRE Y COMPAÑíA.
1879.
SANCO
DE LAREPIJ8UCÁ
IJI&lIOIEC;\' LUlV,NGfL
AA-At'IIGO
CAT~rd»J
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.<-;\L PÚBLICO.
LA importancia social de todo lo concerniente
á la
;1\'criguacion de ]08 autores del horrendo crímen de " Los
Ali:;os," cllya perpetmcion alarmó tan justamente á esta.
ciudad y levn.nt<íindignada la conciencia pública, no ha
perdido en proporciones, como de ordinario sucede con
hechos análogos, en virtud del tiempo tl'nsclll'rido y del
esclarecimiento de la:'. circunstancias constitutivas del hecho lÍ referentes tÍ l"J.
La gmvedad esencial del delito es hoy la misma que
en el dia :-iguiente al de su ejecucio1\; las mismas tambien
las circun-,;tancias que le imprimcn un carácter excepciollal y lo mantienen como un hecho de actualidad, no solamente para los encargados de la seguridad pública y para
los hombres pensadores, sino para toda alma honrada del
país, para la masa íntegra de la poblllcioll, alllenazada con
tan funesto ejemplo, y que lo estaría en iuminenciu con
la impunidad de los autores del atentado horrendo.
y debe ser mayor :lii:n el intcrcs pÚblico el dia de hoy,
si Se considera que la mayor parte de los asesinos vaga
libre, en asecho quiZtÍ.de nuevas víctimas; que todos los elcmentas de (lue se pwlo disponer en momentos oportunos
para su descuhrimiellto, no sa~Oll de la sombra los terribles secretos dcluefando crím~n que el país presenció por
vez pl"llllCra.
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-4Es en verdad objeto de tristes reflexiones el resultadQ
de nuestros sistemas de policía, judicial y penal, que en
todo país civilizado lo son de preferente atencion y estudio para los legisladores y publicistas.
y más que todo, duélenos el lamentable y mal entendido egoísmo, la indiferencia <Í la pusilanimidad de la mayor
parte de las gentes honradas; á quienes un deber de rectitud y de ciudadanía, y aún un verdadcro interes personal,
deberia compeler á prestar ayuda á la iusticia en sus investigaciones, y que, sin embargo, no solamente se abstienen
de un espontáneo concurso, sino que niegan, en cuanto
es posible, el exigido; huyen las ocasiones de prestarlo;'
repugnan la. ingerencia en un asunto criminal, sea en calidad de testigos, de peritos ó de jurados, sea como denunciantes, ó simplementc como indicadores anónimos de hechos que les constan.
N o han faltado en la instruccion del sumario de "Los
Alisos," funcionarios activos é inteligentes, peritos idóneos, testigos de buena voluntad; pero á las wccs, como
lo exprcsa el señor Agente fiscal, se hace notable ln omision de diligencias irnp0l'tantÍsimas que habrian conducida,
sin duda, á resultados de trascendencia.
y por otra parte: i es de suponer que en una poblacion de sesel1tn.mil almas; que más Ó ménos toda ella se
ha. ocupado del crímen y ha tornado intercs en conocer
1:1.tmmitaeion del sumario; es de suponer, decimos, que
no existe una. sola que pueda decir en su conciencia: "Fu1:1.noes uno de ellos; por tales y tales razones que me sé."
" Debo denunciado á la justicia, so pena de ser ante la ley
moral su cómplice, y alltú la ley social su encubridor."?
y téngase presente que no es un solo iudividuo el quc
se busca; en tal caso seria cxplica:)le el misterio que lo
rodea; pero, dado ellllímero de los asesinos no descubiertos, justo, muy justo es hacer la rcflexion que precede y
llamar la atencion de la sociedad sobre el deber que tiene
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-5impuesto de prestar, en casos tales, no solamente el apoyo
moral de su opinion, sino cll'eal y efectivo de suministrar
á la justicia los datos que la razon de cada uno le muestre
como conducentes al descubrimiento de cualquier hecho
l\llativo á un crímen,
En la situacion que hemos alcanzado, honor se debe tí.
la persona prOnL'l,tÍ favorecer la accion de la justicia sobre
los enemigos de la sociedad; m6ngua ¡í los que prefieren
dar su mano y abrir su casa al asesino á trueque de conjurar Sll odio.
Entre nosot.ros no faltan mUlca á un delincuente defensor ¡) consejeros y pl'otecton~s, medios kgalcs (í extra
<.leevadir la justa pena; en la lucha entre la justicia y el
delito éste llevar(l la mejor parte, si la, acciol1 privada de
los ciuuadanos no coadyuva á los procedill1ientos ue la
adl1lini;:;tracioll pllblicl\.
En vista de lo que diariamente acontece, evitemos que
~sta, degenel'e en un aparato de teatro, ohjeto (le burla
para los crillliual<:'s. N o tengamos lllaiíana que prescindir
de ella y hacemos justicia por mano propia, (í recurrir al
terrible sistema tL que necesidades semejantes condujeron
,í los americanos del Norte.
Las tres piezas que á coutinuacion publicamos dau un
resúmcu del voluminoso expediente del crÍmeu de <' Los
Alisos," en lo conducente ,í la cOlllprolmcion de los cargos
que han hecho sindical' entre los autores de aquél,l Justiniano Gutiérrez, Aurelio y .Adclmo Delgadillo.
Tanto el seiior Agente fiscal como el Acusador particu1'lr, creyeron de necesidad pedir al señor Juel. del Estado dicL'lse auto de proceder contra los tres sindicados;
fundados en el d\lllulo de indicios graves, din~rsos y estrechamente concxionados con la ejecucion del delito, que
aparecen del expediente;)' el selior Juez dictó su auto con
i'cproduccion de ámbos escritos.
Por este motivo publicamos con aquél estas dos piezas.
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-6Esperamos que la lectura meditada de est.a publicacion
mantendrá 6 despertará en los diversos ánimos, la conviccion íntima del grande interes social que se refiere al éxito
del procedimiento iniciado.
Bien que, ni la acusacion particular, ni la vista fiscal,
como escritos puramente forenses, no se hayan detenido
en consideraciones de otro órden que el legal, desprendidas
todas de las diligencias sumarias, tampoco nos extendemos
sobre otras de grande importancia; por ser de notoriedad
pública la elevadísima. condicion moral de la víctima, la
preconcepcion y preparacion lenta del delito, los motivos
determinantes, las circunstancias horrorosas de su feroz
ejecucion, y todas las que hacen del hecho el más inícuo,
el más tenible, el más infame en nuestra historia criminal
y el de mayor trascendencia social en caso de impunidad.
Las reflexiones que podríamos hacer están en el espíri tu <letodos.
Ofrecemos dar á luz, posteriormente, las piezas de importancia que se presenten sobre cualesquiera nuevos incidentes que surjan en el clirso de la actuacion judicial,
y pedimos de nuevo la atenCÍOll y la cooperacion de los
hombres de bien, de dignidad' y de recto criterio moral,
para llamar sobre los autores del erímen todo el peso de
la sancion de la ley.
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SE me hn dado tr~slado del sumario en averiguacion
del crímen cometido en la quinta de "Los Alisos," en la
noche del veinte al veintiuno de Junio del presente año.
Tal traslado se me confirió en mi calidad de acusador
particular, en que me constituí, contra Justiniano Gutiérrez y Amelio Delgadillo, como autores principales del
delito, y Adelmo Delgadillo, como cómplice suyo.
Como hermano de la víctima, me presenté ante vos
pidiendo se me considerase como acusador particular. El
dictado de un deber, para mí sagrado, me impulsó á esta
determinacion; Y como miembro de esta sociedad, profundamente conmovida por lo inaudito del hecho, nuevo
por las circunstancias que lo caracterizan, por la condicion. y calidad de la víctima y por la de los sindicados,
en los anales criminales del país; creo tambien haber ejecutado un acto digno de la aprobacion general, haciéndome parte en este juicio que debe conducir al castigo justo
y ejemplar de sus autores.
Cumplo en este escrito el deber que la ley me impone
de formalizar oportunamente mi acusacion; para lo cual
el sumario respectivo, de que se me ha dado traslado, me
suministra el cúmulo de pruebas, á que me permito llamar
la atencion del señor Juez, de todos los hechos en que
fundo mi acusacion contra los sindicados.
La señora Sofía Sarmiento de Sarmiento habitaba en
compañía de su hermana. la señora Elena Sarmiento, la
casa de campo denominada "Los Alisos," en las afueras
de esta ciudad.
En la noche del veinte al veintiuno de Junio del
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-8presente año, entre las doce y la una y média de la maña.
na, fué escalada dicha casa por varios individuos armados;
cuatro de ellos vestidos de ruana y sombreros de jipijapa,
grandes, penetraron en las piezas altas de habitacion, hasta la de la señora Elena Sarmiento, enferma entónces, en
la cama, y á quien su hermana Sofía preparaba en esos
instantes algun alimento.
Estos hombres llevaban el rostro cubierto con pañuelos, y uno de ellos, linterna en una mano y revólvers en
la otra, apuntando con éste á la señora Sarmiento, le dirigió estas palabras: "La plata ó la vida."
Habiéndole respondido ésta, dándoJe las llaves para
que sacasen lo que había, la condujeron inmediatamente
á la pieza contigua y allí le dieron muerte alevosa: hiciéronle seis heridas con puñales, y ocho piquetes ademas;
exceso de fria ferocidad, aterrador!
Cumplida aquella infame parte de su obra, salieron
nuevamente á la pieza de la señora Elena, á quien dirigió
tambien uno de ellos palabras de amenaza de muerte, y
que habría sufrido, sin duda, la misma de su hermana,. si
en el mismo instante no se hubiesen oido varios disparos
en la parte baja de la casa, y los asesinos, sobrecogidos de
terror, no hubiesen tomado la fuga.
Aquellos disparos habian sido hechos por sus cómplices sobre las criadas de la casa, á quienes el ruido de
pasos en las piezas altas despertó, y una de las cuales
se levantó para inquirir la causa. Hallando cerrada la
puerta correspondiente á la escalera, se dirigió aquélla al
cuarto de los sirvientes, Claudio González y Zoilo Lara.
Los individuos que habian quedado en acecho en el jardin
le hicieron varías disparos, ántes de que la puerta fuese
abierta, y continuaron haciendo fuego hasta que todos lograron escaparse.
El delito y las circunstancias principales de su ejecucion
están plenamente comprobados por las declaraciones de
Elena Sarmiento (fajas 6 y siguientes, cuaderno 1.0), (fojas
61 y siguientes, cuaderno 3.°), Eustaquia Vásquez(l Ovuelta,
cuaderno 1.0), Cruz Jiménez (7 vuelta, cuaderno 1.°), Enrique Sarmiento (9 y vuelta, cuaderno 1.0), Claudio González V Francisco Ferrer (10, cuaderno 1.0), y por el recollQcim·iento pericial del cadáver, practicado por los señores
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-9-
doctores José María Buendía y Vicente Duran S. (l.a vuelta, cuaderno 1.")
Circunstancias concurrentes constan tambien en el re·
conocimiento efectuado por los peritos Claudio González
y Francisco Ferrer (3, cuaderno 1.°), nombrados para examinar los rastros, señales, &c., y en el subsiguiente, practicado por los peritos Rafael Estévez y llaman Berrera
(1.0, cuaderno 2.°)
Los objetos recogidos en la casa é inmediaciones de
" Los Alisos," son: una linterna dejada sobre la mesa del
cuarto de Elena Sarmiento (Cruz Jiménez, 7 vuelta, cuaderno 1.0), un Latan de camisa y otro forrado en merino
negro; una escalera de abrir y cerrar, encontrada al pié
de la pared; un larguero de madera que se encontró en
el camino pÚblico, que conduce de dicha quinta á "Tres
Esquinas " (3 Y vuelta, cuaderno 1.0); una botella grande
de brandy "Otard Dupuy" con parte de su contenido; unos
peldaños de escalera, en nÚmero de 13, algunos con puntillas (Miguel Gómez, :36 vuelta, cuaderno 1.0); varios
proyectiles de revolvers, Ulla alpargata.
Los perros de la casa aparecieron en la mañana muertos, en su corral (3, cuadernO 1."). Del reconocimiento
hecho en ellos por los doctores Abraham Aparicio y Luis
M. Herrera. resulta que fueron envellenados con arsénico.
Sin detenerme á considerar de qué manera se llegó al
descubrimiento de los sindicados en este cl'ímen, lo que
aparecerá en el curso de mi relacion, paso á formular ésta
en el órdcll lógico de los cargos que aparecen contra cada uno de eUos; cOlltrayéndome á lo que resulta del sumario, que arroja suficiente luz para dar á la tramitacion
el curso que la ley designa, y que, dada la gravedad del
delito y el tiempo trascurrido desde su perpetracion, es
de justicia y necesidad se siga. ya.
Entrando en el órdcn que me he fijado, comenzaré
por señalar la comprobacion de varios hechos ocurridos
en la preparacioll del crÍmen.
La última vez que Justiniano Gutiérrcz estuvo de visita en "Los Alisos," dia ocho de .Junio, el señor Jose
María Saravia, de visita tambien en aquella casa con su
familia, tuvo ocasioll de notar su actitud sospechosa. Mantúvose retirado de las personas presentes; cuando el señor
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-10Saravia sali6 al corredor de la casa lo encontró recostadQ
contra la baranda del corredor, á muy poca distancia. de
la columna que forma el ángulo de éste, en donde estaba
la taza de flores que aparecí6 rota al dia siguiente del
asesinato (60, cuaderno 3.°) (El estudio de la localidad y
otras circunstancias han hecho presumir que el escalamiento se hizo por este lugar).
Claudio González (13, cuaderno 2.°) declara que Gutiérrez estuvo, el mismo dia; en la pieza que aquél habitaba
con el otro sirviente en "Los Alisos:' Estuvo observando
y revisando las armas, y le preguntó si tenia ó no municiones. Gutiérrez lo confiesa (51, cuaderno 2.°)
Elena Sarmiento declara (61, cuaderno 3.°) que, aquel
dia 8, Justiniano Gutiérrez rehusaba salir á la sala, aunque instado para ello, y miraba mucho hácia el balcon y
hácia la puerta que da al corredor principal, en el cuarto
de ella. Juzga que cuando la familia Saravia y demas presentes bajaron á paseo, en el largo rato que Gutiérrez estuvo sólo en las piezas altas dañó la aldaba del balcon
del comedor; pues hasta entónces había estado buena, y
al dia siguiente apareció dañada.
De la indagatoria de J ustiniano Gutiérrez, declaraciones de José María Sánchezy Manuel Rincon, resulta:
que Gutiérrez montó á las seis yrnédia ó siete de la tarde
del día veinte, en las pesebreras de (( La Paz." Gutiérrez
no puede dar explicacion alguna satisfactoria de este paseo
que duró hasta las ocho y média de la noche. El dice
haber salido de las pesebreras á las siete y cuarto ó siete
y média y haber regresado á las ocho y cuarto ú ocho y
média. Pretende haber ido de paseo á Chapinero, siendo,
como era, una noche muy oscura, no llevando objeto de
importancia ninguno, sin que se detuviese allí ni en parte
alguna, ni hablase á nadie, ni encontrase persona ninguna
conocida. (Justiniano Gutiérrez, 21 vuelta, cuaderno V),
(J. !\L Sánchez, 59, cuaderno 1.0), (Manuel Rincon, 60,
cuaderno 1.0).
Gutiérrez salió de " La Paz" con una ruaila de Sánchez y volvió con una propia. Sánchez la observó muy
bien, pues deseaba pedirle la suya, de lo que se abstuvo
noviéndosela.
(32, cuaderno 3. careo). Gutiérrez niega
el hecho de haber vuelto con otra ruana.
0
,
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-11Gutiérrez vuelve á su casa de habitacion á la una de la
mañana, declara. Ester Cuervo, sirviente de su casa, y que
qucrme en la pieza contigua á la suya (43, cuaderno 1.0).
El dice que salió de las pesebreras; que á las nueve y
cuarto llegó á su casa; subió á su pieza de habitacion, sin
hablar con ninguno de su familia, y se acostó. Que en el
trayecto no encontró persona ninguna conocida (21 vuelta,
cuaderno 1.0)
Gutiérrez va al dia siguiente por la mañana á " Los
Alisos," con su madre y una de sus hermanas. Entran éstas
á la pieza donde se halla el cadáver, y él se queda en el
corredor de la casa. Invitado por Manuel Sarmiento á
ayudar á pasar el cadáver al oratorio, se niega tÍ hacerla.
(Enrique Sarmiento, 45, cuaderno 4."), (Eduardo Díaz, 12,
cuaderno :3.°)
Invitado tambicn por Emilio Ruiz B. á que 10 acompañase á ver el cadáver, hace un movimiento de negativa y
repugnancia (14, cuaderno 2.°)
Cuando sabe que los objetos de.iado~ por los asesinos
van á servir para descubrirlos, presta una mula (Ruiz B.,
14, cuaderno 2.°), (Eduardo Díaz, J 2 cuaderno /1.°), sale
inmediatamente, viene donde José Itodríguez Acosta á
suplicarle que no lo descubra (J. R. A. 19, cuaderno 1.0),
(Indagatoria 22, cuaderno 1.0) ¡, Por qué, si es inocente,
inmediatamente que reconoce las escaleras no dcnuncia
el hecho, para que, practicadas las diligencias necesarias,
se llcgue [t los asesinos? ¿ Por qué no las hace por su
parte? ¿Por qué sólo piensa en conjurar el peligro que le
amenaza, haciendo propuestas á Rodríguez Acosta, para
que le sirva de cncubridor ?
¿ Por qué en todo el dia veintiuno no toma la determinacion de denunciar ante el funcionario de instruccion
el reconocimiento de las cscaleras ?
¿ Consultó en realidad á un abogado, como dijo á Rodríguez Acosta que iba. á hacerla '?
Tal intencion nada prueba en su favor, y si tal consulta hizo, ¿ qué rcveló al abogado ó qué abogado es éste
que no le aconsejó lo más recto '!
Se comprueba plenamente por las declaraciones de
RodrÍguez Acosta (19, cuaderno l."), de :Maximiliano Alfonso (39, cuaderno l.0), de Luis Umaña V. (32, cuaderno
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-12}.O), de Bernabé Miranda (34 vuelta, cuaderno 1.U) y
de Rafael Naranjo ( 30, cuaderno 1.0), y por su propia
declal'acion indagatoria (21 vuelta, cuaderno 1.0), que los
palos con que se construyeron las escaleras que sirvieron
para el escalamiento de "Los Alisos," fueron mandados
hacer por él y conducidos á una de las tiendas de su casa.
Del reconocimiento pericial resulta que están construidas á la medida exacta para el uso que tuvieron ( 1.0
cuaderno 3.
Confiesa Gutiérrez haber mandado hacer los elementos
de estas escaleras á tres carpinteros diferentes, y haberles
dado su última forma él mismo. ¿ Todo este lujo de precauciones con qué objeto?
Interrogado acerca del uso que pretendia hacer de
ellas, da respuestas inverosímiles. Para un gimnasio la
una, que materialmente no podia servir para tal cosa;
que efectivamente no le sirvió, á pesar de las medidas é
instrucciones dadas á los carpinteros, y de haberla concluido él mismo; de cuya utilidad para el servicio á que
se destinaba no hizo siquiera una experiencia; pues ni las
construyó, dice, en el interior de su casa, ni las sirvientes
vieron palos ni gimnasio alguno, ni se encontraron rastros
de éste en la casa; en donde, segun afirma, estaba formando uno desde hacia tres meses (65 Y siguiente, cuaderno 1.0), (diligencia de ronda, 23, cuaderno 2.°)
Del exámen de peritos de gimnasia, resulta que escaleras semejantes no se usan en la práctica, ni están indicadas en libro ninguno (17, cuaderno 3.°)
Para comunicarse con una señorita, su vecina, dice
Gutiérrez, necesitaba la otra escalera. N o sólo no estaba
construida para este servicio, por sus dimensiones; no sólo
no le sirvió, segun confiesa (21 vuelta, cuaderno 1.0), (65,
cuaderno 1.0), sino que consta plenamente por las declaraciones contestes de la señora Natalia Serrano y de la
señorita Cármen Breton (59 vuelta, cuaderno 3.°), que no
tuvo nunca relaciones de ninguna clase con la última;
que n0 se habian hablado siquiera.
¿ Cómo explica la aparicion de las escaleras en el
teatro del crímcn? Hizo arrojarlas á la plazuela de las
Niéves, por un mozo á quien no conocía. Y para que lo
inverosímil toque en lo absurdo y disipe toda duda, ya
0
)
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-13imposible, dice tuvo lugar ésto uno ó dos días ántes del
juéves de Córpus (dia 12); es decir, dos ó tres días ántes
del en que las mandó hacer, cuatro del en que las recibió,
m~chos más, por consiguiente,
ántes de aquél en que él
IIllsmo las con~truyó (G5, cuaderno
1.'')
Se cnencntra en las inmedi:wiOlWS de "Los Aliso:;"
una. botella de hrandy, lll:1fCa "Otanl DUPll}'," con resto de
su contenido .
.Jnstiniano Glltiér1'<'z ha comprado una. en la "Botcll:t
de Oro" el diez y nueH' de .hmio, la eual fué entregada
Val' ó1'dcn suya :i n]) j()y('Jl que lo aC\)lllpaiiaba (Melélldez
4 vuel~l. euaoerno 2.°). (B. Alnllwlo 5. cuaderno 2.°), y
éste la puso en m:1llos' dl~Gutiérl'l'z d dia 20, C0!l10 ¡( hlf5
siete v lllédia de l:t noche (65 y si!2;ui(·nte, cuaderno 1.D)
P~l' una eil'CUllst~Ulci;l: qu~ U;lIl1arelllOs extraña, ésta
botella fué tu lí ¡tima de su clase (llH' existia en la "Botella
de Oro." Lo notan Adellllo Delu'adil1o, quien la r(>Óhil) tic
TIclisario Alvamdo
y la entre(~
]ue~'() :i Gutiénez,
\' el
mismo .:\h·a1'a<lo (,t'~ y yue1ta,C:Ocn:Hh~i:110 2."), y Guti{:~'J'ez
l!iee, .v se ratifica ell ello, que f\ll~ I,('ollídas
Ilillustrosa
([uienIo
aeowp:l1}(Í .t comprar d hra]J(ly y cigarrillos
y
tluien se los llevÓ ú su casa (fij y ¡.;i,!!;uientc, cuaderno 1.")
¿ Qué intl'res ticul' el\ est¡lblecer este error '?
Interrogado
sobre el uso que haY;l hecho de aquella
botella, dedam haber tomado una parte del bnmdy con
Aurclio Delgadillo y telH.T el resto en el respectivo cmwo
en su easa de lwhitacion (í.i,'), cuadc'ruo 1.0)
Delg::l,lillo no l'ccuerd:t prct'Ísamente haber t0111auo
hrandy con él esa lIoche, ell su pieza \ (;7, cuaderno 3.°) Los
SellOl'CS (\írlos y Alfredo SÚenz, en enva casa estuvo Delgadillo imnediat:1.lllcme despues de sqi~rarse
Gutiérrez,
pueden asegurar que no habia tomado licor (66, cuaderno 2.'), (íO, cuade\'l1o 2.°); pero sí dice Delgadillo á Natalia.
Várgas, en las primeras horas de la muiiaDa del veintiuno,
"que se !la estado eon Justiniallo tomando ha.rto bralldy ,.
(N. VÚT,gas GK, cuaderno
:J,O), (.JllliaParra,;)4
vuelta,
,. o .)
1
;) O'),
clIa<] <In
_','") iJ
\ .. 1> í:') cu:\cerno.:l.
En .la visita hecha po\' 10:-; peritus en la. casa de Gutiérrez, no se 1Ia116 en su picza de hahitacion,
ni en ninguna otra parte. una lJotdh semejante (,'2;),cuaderno :l.0)
Qneda en "Los Alisos"
una linterna, la misma, que
oc
L
(j;,
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-14llevaba en la J:))4noaquel de los asesinos que dirigiéndose á
la señora Sofía de Sarmiento la dijo: "La plata 6 la vida."
El señor Adolfo Joubert declara que vendió en el almacen de los señores Thorin Hermanos, al señor Justiniano
Gutiérrez, la linterna que se le presenta, 6 una igual tí esa.
(54, cuaderno 1.0)
Gutiérrez confiesa que compró una linterna semejante.
pero Pl'etende es la que se halla en su pieza de habitacion,
sin base y sin vidriera. N o consta del expediente que sean
iguales las dos; pero aun siéndolo, puesto que Gutiél'l'ez
necesitó y compró una linterna de aquella clase, i no es
más que probable que, dañada ésta, comprara óhicier~ comprar la otra ?
Encontráronse en la ca,,,a de Gutiérrez, en su pieza de
habitacion, cuatro l'evolvers y un cuchillo ensangrentado,
varias cápsulas, envuelto todo en un saco (costal) y colocado en un rincon. Hallóse tambien un remington (42,
cuaderno 1.°)
Los revolvers son de propiedad, respectivamente, de
los señores Gnillcrmo Edmonds, I .•eonídas Hinestrosa, Alfredo S~iellzy uno del mismo Justiniano Gutiérrez.
i Con qué objeto ha reunido todas estas armas y de
qué manera? Pidió prestado á Guillermo EdmOllds el suyo:
uno pequeño, nuevo, fábrica "Smith W esson" y de cinco
tiros, de los cuales, reconoce Edmonds, uno ha sido disparado. Se lo prestó para tirar al blanco (18, cuaderno 2.°)
Puesto este revolvers de presente á la señora Elena
Sarmiento, reconoce" que cl brillo que dú.y el tamaño
son muy semejantes, casi exactos, á los del arma con que
se apuntó á Sofía en la noche indicada" (61, cuaderno 3.°)
Hinestrosa reconoce tambien su revolvel's ; cuando éste
exigió á Gutiérrez, en la tarde del veinte, se lo devolviese
porque al siguiente dia estaba de '"iaje, aquéllc respondió
que se le habia dañado y lo habia dado á componer.
Hincstl'osa halla que no está ni ha estado dañado su
l'cvolvers, pero que se han hccho con él tres tiros (44, cuaderno 2.°), (35, cuaderno 3.°) El revoh-ers de Sáenz fué
prestado por éste á Aurelio Delgadillo; pero aparece tambien en poder de Gutiérrez (70, cuaderno 2.°) Las explicaciones de ambos son iuverosímiles y contradictorias.
Puesto de presente á Gutiérrez el cuchillo ensangl'en-
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-15tallo, confiesa que es de su propiedad, que lo compro él
mismo; no recuelda en qué almacen (30, cuaderno 2.°)
Del exámen de las heridas del cadáver y subsi~uiente
exposicion de los doctores Buendía, Olaya y Nico1as Solano, aparece que cinco de las heridas han podido ser hechas con el cuchillo de Gutiél'1'ez (62 Ysiguiente, cuad. ° 1.°)
De las declaraciones de los señores Alejandro Vélez,
Pedro GOllzález, Antonio Ncira (13 y siguiente, cuaderno
1.°) Y Daniel Ruiz, se viene al conocimiento de que los
asesinos bajaron á las once pasadas de In. noche, conduciendo las escaleras, armado lUlO de ellos de remingtoll
(D. Huiz 55, cuaderno 1.0), por la calle que conduce del CHmellon de las Niéves tí. la quinta denominada de "Padilla."
Uno de estos individuos, agitando una botella, pidió un tirabUZOllal señor V élez en la plazuela de las Niéves. Todo ú
inmediaciones de la casa de Gutiérrez.
Sevel'o Ramírez, ti quien encontraron cerca de " Tres
Esquinas," notó tambien el arma lctrga. Recibió de ellos
trago de bmndy y un cigarro (7 y vuelta, cuaderno 2.°)
Se reconocieron tiros de Remingtol1 en las huell:ts (PW
dejaron los proyectiles de los indi viduos que hicieron fuego
sobre las sirvientes (lO, cuaderno 2.°)
Elena Sarmiento deelara así (61, cuaderno B.O): "El
que entró adelante, inmediatamente que atravesÓ el dintel
de la puerta, se llevó la mano derccha al ala del sombrero
y se la levant<í ; tanto por la lllallO como por elmovimient.o que hizo para levantar el ala del sombrcro, juzgo
que este indi viduo era Justiniano Gutiérrez; pues como
viví tanto tiempo en la casa de su familia, cono7.COperfectamente su modo de ser, yel expresado movimiento era
uno de los más comunes en él. Dcspues de esto ví que
en la mano derecha tenia una arma de fuego y en la
izquierda la linterna."
La actitud de Gutiérrez en el dia veintiuno es de todo
punto sospechosa, como lo hemos comprobado ya.
Dice en su indagatoria que fué por el sellor Enrique
Sarmiento por quien supo la notici:t de la muerte, y que
éste no pudo dade pormcnores, ponluc al mismo tiempo de
dada salia la sellara Francisca Solúrzano, y quisicron
evitar que la supiese (21 y vuelta, cuaderno 1.0)
Preguntado, sin cmbargo, por el &~ñor Ricardo María
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-16acero, momentos despues, le dice que despues del aseBÍnato hubo un tiroteo en la casa (33, cuaderno 3.°)
El mismo Gutiérrez indicó á Enrique Sarmiento llevasen el cadáver á casa de éste y no á la suya (45, cuaderno 4.°)
En la confrolltacioll con el cadáver toma la actitud del
'Culpable. A las enérgicas palabras acusadoras del señor
Guillermo Teran no responde una sola; "agachó la cabeza
y se quedó mudo." (Guillermo Teran, 46 vuelta, cuaderno 4.°).
Sus respuestas en cada una de las indagatorias son
inverosímiles, contradictorias 6 audázmente mentirosas.
Basta lecrlas.
Las de sus cómplices lo comprometentambien,
contradiciendo las suyas.
Es de advertir, ademas, que la mayor parte de los cargos existentes contra éstos vienen á serIo tambien contra
Gutiérrez, como adelante se tendl"d. ocasion de observa}".
Si (luisiéscmos asignar móvil al crimen, estudiar sus
precedentes y ciertas consecuencias que ~e ligan á la idea
úe la ejecucion; si entrásemos en el campo vastísimo de
los indicios de órden moral, la acusacion seria abrumante;
pero aunque 110 del todo impropio aquello de este escrito,
pal'écellos, por ahora, suficiente lo expuesto, y nos pennitimos únicamente llamar la atencion del señor Juez hácia
otras piezas del expediente, de gran valor para la apreciacion de los mÓviles del crÍmen, constancias, en cierto
modo. de su desarrollo, y fuente de nuevas é importantes
investigaciones.
Entrc estas piezas, la carta de Justiniano Gutiérrez á
la seiiora Sofía de Sarmiento y su respuesta (10 y 11, cuaderno 3.°) Nátese á este respecto que el sindicado niega
l¡a,bcl' dirigido una proposicion semejante á la que contiene
dicha ·cart..'l,á la señora Sofía, ántes de que ella le fuese
puesta dc presente (65 y siguiente, cuaderno 1.°) El poder
otorgado, para gestionar la herencia de la víctima, en
ycintitres de Junio, v las declaraciones de la señora Fran(~isca Solórzano (41 }r siguiente, cuaderno 4.°)
Siguiendo el mismo método que he adoptado en la
parte anterior de mi escrito, 11a8oá concretar los cargos
que se deducen del sumario contra Aurclio Delgadillo: el
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-17amigo íntimo de Justiniano Gutién-ez, y que tiene con éste
comunidad de ideas, de sentimientos y de intereses, como el
conjunto del expediente lo demuestra.
l.•a notoriedad de estas relaciones y del trato continuo
é íntimo entre los dos, especiahnente en los dias próxilnamente anteriores al crÍmen, hi:lo recaer sobre Delgadillo
las sospechas de su asistencia como autor principal tambien, en el desarrollo, quiz¡i en la concepcion, y sin duda
alguna en la ejccucion del drama sangriento del veintiuno
de Junio; sospechas convertidas hoy en pruebas de distinto
órden y fuerza, pero concnrrenteR todas al mismo hecho.
Aurclio Delgp.dillo acompaña tí .Justiniano Gutién-ez á
mandar construir los palos de las escaleras, tantas veces
citadas, donde Luis Umafía Várgas (32, cnauerno 1.0), (B.
Miranda, 34 vuelta, cuaderno 1.0) v á recibir tanto éstos
como los que hizo Rodríguez Acost~t; á llevarlos, en fin, á
casa de Gutién-cz (Rafael Naranjo, 30, cuaderno 1.0)
Habiendo die1w Gutiérrez á Hodríguez A., el dia doce,
(jue al siguiente le llevaria las mediclás exactas para los
palos, va Dcl~fI,dillo cn uno de aquellos dias al molino de
•. Los Alisos,;; con pretexto de buscar al señor Francisco
Díaz, y sale por hl, puerta. principal <1e In. casa (Manuel
Cuervo, 11, cuaderno 2.°), (Juan Sarmiento, 12, cuaderno
2.°) Es l'econocido en rueda por los declarantcs.
Pide prestado Delgadillo un rcvolvcrs ti Alfredo SÓ:cnz,
y aparece esta anna ~n poder de Gutiérrez y oculta con
las otras despues del crímen (70, cuadel'llo 2.°), (Reconocimiento de los revolvers).
Estuvo nuevamente Dclgadillo en " Los Alisos," úntes
del veinte, á preguntar por Teodoro Quijano. Es reconocido en rueda por :Medardo Rodríguez (13, cuaderno 2.°)
Delgadillo dice á Emique Díaz Díaz en presencia de
.lustiniano Gutiérrez, el día 19 por la tarde, que viene de
" Los Alisos," de huscar ú. Tcodoro Quijano (13 vuelta,
cuaderno 4.°)
Gutiérrcz monta á (~aballo una ó dos noches ántes del
veinte, )" no devuelvc el caballo hasta el siguiente dia (J .
.M. Sánchcz, 5\), cuaderno 1.0), (60, cuaderno 1.0) Y Delgadillo se presenta en casa de Rosario Cárdenas, el día
dicz y nuevc lÍ. las siete de la mariana. Dice que se ha
levantado á las tres y montado :t eubnllo, porque tiene un
2
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-18hato en "Fucha," y debe madrngar para ir á él. Dice á la.
misma declarante que tendrá dinero uentro de corto tiempo,
porque va á vender unos machos y UllOS caballos (R. Cárdenas,32, cuaderno 4.°), (Fermina Cárdenas, 24, OOaderno
4.°), (.Juana Escobar, 25, cuaderno 4.°)
Aurelio Delgadillo estaba citado por Gutiérrez IÍ las
cuatro de la tarde del dia veinte, y se muestra impaciente
y contrariado porque éste no ha ocunido allugal' de la.
cita, á la hora precisa (Ricardo M. Acero, 36, cuadel1lo ~.0)
A las seis ó seis y média del mismo día, por la tarde.
se reune con Gutiérrez; baja con él por la calle del Hospicio, regresa tí.casa de éste; amhos refrescan allí; en su
presencia entrega Adelmo Dclgadillo el bmndy y 108 cigarrillos á Gutiérl'cz (50, cuaderno 1.0), (Adelmo Delgadillo,
47 Y vuelta, cuaderno 2.°)
Salen juntos nuevamente, llega primero Gutiél1o'ez¡i
las pesebreras de "La Paz," y poco des pues Delgadillo
(60, cuaderno 1.0), (59, cuaderno 1.0)
Estuvo en seguida DelgaJillo en casa del sCIlor Cárlos
S,lCllZ; iba vestido de levita ó saco negro largo y cubilete.
No le notaron en la casa que hubiese tomado licor. Sali6
lí las diez de la noche (Cúdos Sáeuz, 66, cuaderno 2.°), (A.
Sáenz, 70, cuaderno 2.°)
PregnntaJo sobre el uso de su tiempo desde esta hora
en adelante, declara que, saliendo de casa del señor Cárlos
Stienz, se fué directamente para la de su cw1.ado Shto
Guerrero, á la que no entró, y se fué de allí para doude
NataJia Vtirgas,lí. donde llegaria álas once lL once y média.
En el tmyecto ni habl<}con nadie ni encontró persona conocida (50, cuaderno l. U)
Natalia Várgas y Julía Parra no pueden decir la hora.
exacta de BU llegada; pero sí asegurun que ent1'6 despues
de las doce de la noche (31, cuauc1'llo 2.°), (34: vuelta, cuaderno 2.°)
DeIgadillo, dice Julia Parra (34 vuelta, cuaderno 2.°),
llegó á la tienda "como desasosegado, como en galeras,
como asustado."
Su veBtido ela un saco de paño, largo, negro; pantaIon de paÚo gris claro, de cuadritos, somhrero cubilete, y
ademas llevaba en la mano una ruana de paño negro, usada
y sin forro, y un sombrero jipijapa grande, copialto; "obje·
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-19tos que dejó en mi tienda y que esL'ÍníodavÍa allí." (N. Várgas, 31, cuadel'llo 2.") "Taml\ien le vÍ alluencionaclo Delgaclmo, la noche á que me refiero en esta decIaracion, una
bolsa de rcvolvCl s con su (·inturon, y ell'cvolvers adentro;
porquc al siguiente dia, s¡íbado 21 tiempo ya de irse el
SellOl'Dclgadillo, lo sao()de entTe la bolsa y lo estuvo examinando, y dcspues se lo puso en la cintura y se fué." Puestos de presente la~ oolsas de revoln~l's y éstos, encontrados
en ca&'l.de Gutiérl'cz, dice Natalia Várgas, ser muy parecido lUlO de los 1'o\'01ver8al que llevÓ Delgadillo, y la bolsa
uuataóíl}ien de aquellas, (í lllUY parccida tÍ. esa (N. V árgas,
Hl, cuaderno ~.O) l\1a¡.!;dalena Silva vi<'l tambien la mana
y el sombrero (Ha vuelta, cuaderno 2.°)
Delgadillo lliega ha.bcl' llevado mana ni sombrero.
Sometidos éstol' all'cconocÍmiento, dice que es la primera
wz que los ve en sus manos (41 vuelta, cuaderno 2.°)
.Tustiniano Gutiénez reconoce el sombrero como suyo
y dice que lo tu\'o el! su casa hasta la última vez que salió
(42, cuaderno ~.O)
Delgadillo dice tí. :\:1.talia, preguntado por qué hahia
llegado tan tarde: "Es porque me he estado con Justíniano tomando harto brandy," y en realidad me pareció
algo tra::;tornado, aÚade aquélla (37, cuaderno 3.°), (6¡;;,
cuadcruo 3.°), (.1. Parra, 69, cuaderno 3."')
De todo lo antcrior, resulta indudable que Gntiérrez y
Delgadillo cstu\'iel'on juntos aquella noche, durante las
horas en que fl.H~ cometido el crímcll de " Los Alisos," y
de cuyo uso no han podido dar el uno ni el otru la miís
lc\'e explicacioll satisfactoria.
Cuaudo Natalia Várgas se acercó á Delgadillo al día.
siguicnte, y le da la noticia del asesinato, aiiadiendo la snposicion de que (luiZti.Tustiniano Gutiérrez scria el pariente
asesino de quicn se hahlaba, Delgadillo se contenta con
decirle que es imposible, y le Pl'cgunta: ¿ Natalia, tÍ qué
hora llegaria yo anoche :Hjuí? ¿ A las once, nó? Y sohre
la respuesta de ella se {lUcda cn la. tienda, a('ost:1<1ohasta
las seis de la tarde (Natalia Vllrgas; 31, enatIerno 2.") .
De otra decllll'tl.cion de la misma (37, cuadel'llo 3.°),
aparcce que Adelmo .Ddgadillo cst;lba en la tienda el dia
veintiuno, como tÍ las once de la mmiana, y que hablÓ con
Aurelio; y de la. indagatoria del primero p17, cnaderno
:'~í.
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-202.°), llparece que á esta hora sabia ya la noticia del asesinato y que se la dió á su hermano.
i Por qué, pues, permanece Delgadillo en la tienda
hasta las cinco y média de la tarde, hora en que Adelmo
volvió y lo sacó para irse ámbos donde Gutiérre:t? Delgadillo da la razon de que habia quedado de verse en. esa
tienda con :Magdalena Silva. Esta 10 desmiente (5~ cuaderno 3.°)
Permanecen él y Adelmo cerca. de dos horas con Gutién'ez; entrega á éste el revol vers que la noche ;~;rior
tuvo; de regreso para donde Natalia los aco~Gutiérrezunas cua~ras; y dice, sin e~b.argo, Delga(lflp;que
aquél 110 le hablo nada del apareclmlento de los palos en
el lugar del·crímen, palos que ambos habian hecho eonstI"UÍr, que ambos habian traido á la casa !
Quería Gutiérrez recoger pruebas para vindicarse del
cargo que le resultase (22, cuaderno 1.0), y no pone en la
confidencia de todo á su amigo más íntimo; al que por
las circunstancias, sindicado él, tenia que serIo tambien;
al que podria scrvir1e de mejor voluntad; á Delgadillo, en
fin, que por su. antigua y estrecha amistad, por su trato
contínuocon él en aquellos dias, debia. ser la. persona más
firmemente convencida de su inocencia!
No es posible suponerIo, y sin embargo, Delgadillo,
m--itando contacto con persona extraña ó conocida, vuelve
inmediatamente á ocultarse donde Natalia Várgas; hecho
que nota ésta, pues en dos años de relaciones nunca se
habia (luedado dos noches seguidas en su tienda (37, cuaderno 3.°)
Antes de entrar en ella nuevamente, va con su hermano Adelmo donde Magdalena Silva á sacar cuello y puños
limpios, y cuando ésta le habla del acontecimiento, dice
Aurelio que "no había sabido nada, porque no hab4t, salido ú la calle .... " y nota ella que cuando le hablaba del
suceso trat.'tba de conversa,r de otra cosa (Magdalena Silva
5, cuaderno 3.°)
Confiesn. Delgadillo que el veintiuno por la tarde le
hahló á su hermano Adelmo para que se hiciese cargo de
conseguir un carruaje (30, cuaderno 4.°)
El domingo por la mañana vuelve Adelmo en busca.
suya; le da las ma1as noticias de que Gutiérrez está preso,
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-21de que se dice que él (Aurelio) ha tenido participacion
(50, cuaderno 1.0) y de que no se habia conseguido coche
(N. Várgas 37, cuaderno 3.°), (30, cuaderno 4.°)
Al salir de donde Nll,talia V¡írgas, sabiendo ya que
está complicauo, en vez de presentarse inmediatamente al
funcionario de instruccioll, se va para la Penitenciaria, en
donde espera, prohablemente, ver á Justiniano Gutiérrez
(67, cuaderno 3.°)
Detenido luego é interrogado, todas sus declaraciones
lo comprometen. Adopta el sistema de las negativas, que
acaba de perderlo. La mayor parte de los hechos que con
audacia sin ejemplo, niega, le son bien y plenamente
(~omprobados.
Sus viajes á •. Los Alisos," que niega, 11rotestando no
conocer la easa.
El haber acompañado á Gutiérrez á mandar construir
los palos. Obligado ~íconfesar que vi6 recibir unos á Justiniano Gutiérrez, dice que no reconoce 108 que se le presentan, y que los otros "eran más delgados" (50, cuaderno 2.°)
Niega haber ido el dia veintiuno por 1<\noche á las
pesebreras de La Paz;" se le comprueba (Sánchez 59,
cuaderno 1.0), (M. Rincon 60, cuaderno 1.0)
Dice que fué hasta la casa de stt· cuñado Sixto Gucrrero, pero no entro, ni nadie le vi6, ni siquiera llam6 á la
puerta. Verdad es que su cuñado deClara haber oido á las
diez y média la seña convenida con él, pero cuando se
abrió la puerta á nadie se encontró (26, cuaderno 4.°) Y el
mismo Delgadillo decL'lfa que no golpe6 (55, cuad.o 2.°)
Por otra parte, i á qué L'l.ida donde su cuñado, puesto que
de dias ántes tenia determinado irse á quedar donde Natalia Vál'ga.s? (55, cuaderno 2.°)
Niega haber llevado ruana y sombrero á casa de ésta,
en donde aparecieron, en donde se los vieron la Várgas y
Julia Parra y Magdalena Sil va. Gutiérrez mismo rec(inoce
el sombrero como de su propiedad.
Niega tambien haber llevado el rcvolvers.
Niega haber dicho que se había estado tomando brnndy con JustinÍano.
Niega haber recibido por Natalia Várgas ni por Adelmo, en su primera entrevista del día veinthtno, la noticia
h
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-22del asesinato. Pretende se habló únicamente de una se"ñora Sofía.
Su primer cuidado al saherla fué- 'el de establecer en
el recuerdo de Natalia el m:ror de S11 llegada á las:()llce.
Lo niega· tambien ..
Despues de hablar largo tiempo con Gutiérrez el sába00 en la tarde, se oculta de nuevo, encarga á su hermano
)reparativos de viaje que encuentran impedimentos J que
a prision d~ Gutiérrez acaba de trastornar.
Niega al principio que Adelmo le hubiese dicho que
no habia coche.
Confiesa en su primera indagatoria que su hel'luano Ade1mo fué ñ huseaTlo á la tienda el dia veintiuno, porque él le
habin dicho que allá lo cncol1traria (50, cuaderno 1.0)
Niega haber montado en caballo de Gutiérrez quince
dias ántes del acontecimiento de "Los Alisos," dando por
razon que el caballo de aquél est.'tba imposibilitado pam
servicio en ese tiempo, y cita en apoyo de su dicho al señor José María Sánchez (30 vuelto, cuaderno 4.°), quien
10 desmiente (32, cuaderno 4.°)
Tal es, en general, lo que acontece con todas sus aserciones.
I .•a intimidad de Delgadillo con Gutiérrez, y 10 extraño
de la conducta de ambos en los dias próximamente anteriores al crímen, son notorias; todos los testigos que los
conocen comprueban !a primera, que ell08 mismos confiesan; los hechos sentados en el expediente. demuestran la
segunda, que para ciertas personas se hizo notable aun
:íntes de la perpctracion del delito. Ricardo María Acero,
en posicion de observarlos de cerca, extrañó sus maneras,
y qued6 convencido de que existía. entre ellos un secreto
de que no querían haccrlo partícipe.
Aun el vestido de Delgadillo, en la noche del veinte.
nos permite encontrarlo en el grupo de los asesinos de la
señora Sofía de Sarmiento, Ese saco negro, largo, que
infinidad de personas han ,visto en Delgadillo en los ,dias
anteriores á la noche d~l veinte, y en aquella misma,que
no pasa á nadie desapercibido; ese saco lo notan tambien
V élez y sus compañeros en lIDO de 108 individuos que bajan de las "Niéves" á la "Alameda;" los pantalones claros,
el saco largo, los ve Daniel Ruiz (55, cuaderno 1.0)
J
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-23Tamhien Severo Ramlrez lo distingue en el individuo
;Iue se le acerca en "Tres Esquinas," y que le daun trago
de hrandy (7, cuadel'llo 2.°)
y. Elena Sarmient.o tamhien, aún en medio de aquella
escena de piinico y de horror, fija sn vista en uno de los
cuatro a~e~inos que arrancaron de su lado á su hermana
Sofía para dade cruel muerte, y conserva el recuerdo de
su vestido (61, cuad.o 3.°). El Saco largo, negro, la mana,
el sombrero jipijapa p;rande, copialto, aparecen poco despues donde Nat.alia V:ír~as, y es Aurelio Delgadillo quien
¡os lleva.
Paso, señor .Juez, al estudio de los car~of; que acumula
d sumario contra el tCl'cero de los sindicados en el atroz
delito: Adellllo DelgadilJo, hermano de Alll'elio, y despues
de éste el individuo de más intimidad de Gutiél1'cZ en los
llias que precedicroll ft la ejecucion del cl'ímcn, segun
aparece de varias declaraciones, entre las que cito como
de mayor pt'so, por la situacion respect.inl de los declarant{'s respecto li Gutiéncz }' sus fimígos de conciliábulo y
secretos, á la.. señora FmnciRe<l So16rzllllo (42, cuad.() 4.°),
Ester Cuervo (4:3, cuaderno 1.0) Y Riel1rdo A('cl'o, 33, eUfiderno 3.°) Este 1Í1ti 1110 decla ra que cuando noteS que cntre
Gutiérrez y Amelio Delgadillo existía un secreto, creyó
por la conducta de ambos y la de Adelmo, Ilue éste se
hallaba
tambien
iniciado en él.
Adelmo acompaña ti Justilliano Gutiérl'cz tÍ comprar en
la "Botella de Oro," la de hmlldy y los cigarrillos, de que
se ha hecho ya l1lcncion; f'né él mismo ;, recibidos en la
noche del dit'z Y nueVé, :í las ocho de la noche (Meléndez
4 vuelta, cuaderno 2."), (Alvamdo 5, cUaUerno 2,°), (careo,
al final de la declaracioll HineRtroBa, 44, cUlldel'llo ::!.O)
Gutiérrez, intel'1'o~ado acerca del individuo (fue le ::\'C0111-
pailó a la "Botella de Oro," j que recihió en ésta tienda
los objetos comprados y se los entregó, responde sin vacilaeion alguna, y se ratifica lueg:o en ello (65, euad.o 1.0),
que fué Leonidas Hinestrosa el encargado de recibirlos, y
quien se los llevó en la noche dd veinte á su pieza de habitadol1, un poco ántes de las siete de la noche ( 65, cuaderno 1.
¿ Por qué, si Aae1mo es inocente, Gutiérrez niega tan
audnzmente In participacion de éste en el recibo}' entrega
Q
)
Je la bote Ha ~
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-24i Por qué si Adelmo no tiene conocimiento del uso que
ha de tener ese brandy y de la noche en que se necesitaba,
no lo lleva á Gutíérrez en la lliisIll$ del diez y nueve, inmediatamente despues de recibido en la tienda, sino que se
aguarda hasta la. siguiente, que fué la del crimen 1
Despues de haber dicho Adelmo que en la "Botella de
Oro" le habían dado la últim~. que quedaba de Otard
Dupuy," niega saber qué clase debrandy llevó á Gunérrez
( 80, cuaderno 3.0) Preguntado á qué hora y delante de
quiénes entregó el brandy á Gutiérrez, dice que enpresende Aurelio, como á las siete y média de la noche, "despues de lo cual dijeron que se iban para donde don Cárlos
Sáem~." Ahora bien, en su primera indagatoria no hizo
mencion ninguna de esta circunstancia; sino que explicó el
uso de su tiempo, en la noche del veinte, de la siguiente
manera: hEstaba en casa á las cinco, en donde permanecí
hasta las seis y média; salí y me dirigí á la casa de Manuela Mares, en la que permanecí hasta las diez y' média,
luego salí de la casa y me dirigí para la tienda de Polo
Mora; allí cené; entraron tambien unos jóvenes Lean;
había tambien otras personas á quienes no les sé sus nombres; luego regresé para mi casa, como á las once ú once
y médía, y me acosté. De las cinco de la tarde á la hora
en que me acosté sólo conversé con Manuela Mares." (37
cuaderno 2.°)
Manuela Mares declara. que Adelmo se retiró de su
casa como á las diez y media, y que habia entrado en ella
á las seis y média de la tarde (43, cuaderno 2.°)
Siendo indudable, pues, que no fué á las siete y média
cuando Adelmo entreg6 á Gutiérrez el brandy y cigarrillos,
i á qué horas fué ?
Hip61ito Mora no puede recordar si estuvo en su establecimiento Adehno Delgadillo (28, cuaderno 4.°)
No aparece declamcion alguna por medio de la cual
se compruebe el uso de su tiempo desde las diez y média
de la noche del veinte hasta el día veintiuno, y es en verdad extraño, que él, como lIU hermano y como Gutiérrez,
no haya hablado á persona conocida, ni encantAdo ninguno que lo viese y á quien haya podido citar en prueba
de sus afirmaciones.
El dia veintiuno, dice Adelmo~ le dió la nQticia del RSe'f
cm
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-25sinato N. Monroy, á las ocho de la maña.na. Cree se la di6
t.'tmbien Leopoldo Pardo (37, cuaderno 2.°)
.
A las diez y média ya en busca de su hermano Aurelio
Delgadillo y le da la noticia (37, cuaderno 2.°)
Este es otro de los graves cargos que aparecen c~)lltra
él. i Cómo sabe que Aurelio Delgadillo está e~ la tle~da
de Na:alia V árgas? En alguna de sus ~eC~araCl?neS dIce
AUI'eho qu~ el miércoles ,eS juéves !e ha~)JadlCh? a Ad~l~o
que fuese a buscado alh aquel dm. E8to es lllVer~sll~lll.
i Con qué objeto debia ir á buscarlo, en pleno dla, a la.
tienda aquella, y citado con tantn. antieip¡lcio~ ~ i De qué
otro asunto se trató entre ellos sino de la notl~la aquélla,
puesto que la cuestion de viaje sólo se agitó por u\ noche,
despues de la conferencia con Gutiérrcz '~
y de tal manera cotllprende el mismo Adelmo la gra~
vedad del cargo, que inmediatamente despues de haber
declarado que habia ido en busca de Aurelio á las diez y
média, se retracta del modo más extraño, en estos términos: "Que advierte que el sábado veintiuno no se vi6 en
todo el dia con su hermano Aurelio Dclf:!;adillo; que en
la noche, como á las siete y média, estando él con vari08
señores llegÓ Aurelio á la botica de Ricardo Acero" (37,
cuaderno 2.°)
Natnlia Várgas, Julia PalTa (37, cuaderno 3.°), (50,
cuaderno 1.0), Adelmo Delgadillo dcc111mnque estuvo dos
veces en aquel dia, con su hermano Aurelio en la tienda
de -la primera.
A las cinco y média de la tarde vino de nuevo Adelmo
á dicha tienda (por segunda vez en el día); salió de ella
con Anrelio, y ambos se dirigieron á la casa de Gutiérrez,
en cuya compañía estuvieron ha8ta. muy cerca de las ocho
de la noche (50, cuaderno 1.0) (37, cuaderno 2.°)
¿ De qué pudo tratarse, da.das las circunstancias y el
estado de ánimo del último y la intimidad existente entre
los trcs? ¿ Si Adelmo no
cómplice en el dclito, cómo
so hace que los otros dos no lo alejan para quedarse sól08
y tratar las muy graves cuestiones que debian resolver en
esos instantes críticos'~ Por el contrario, perma.necen reunidos, y cuando los Delgadillo regresan, Gutiérrez los
acompaña unas cuadras y ellos siguen donde Magdalena
Silva por el cuello y puños de Aurelio; pasan donde Na-
es
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-26talia; se oculta nuevamente Aurelio, y Adelmo se va con
el encal'go de preparar un viaje, que se ha hecho de urgente necesidad emprender ambos.
Al dia siguiente, domingo, como á las ocho de !amañana, llega de nuevo Adelmo, en estado notable de excitacion y angustia. Da la noticia de que no se ha conseguido
coche; la de que ,J ustiniano está preso, y Aurelio considerado como complicado (37 y ¡;iguiente, cuaderno 3.°),
(Julia Parra 29, cuaderno 4.°). (50 Y siguiente, cuaderno
1.0), (37 Y siguiente, cuaderno 2.°), (31 vuelta, cuaderno
4.°), (30, cuaderno 4.°)
Adelmo se ptíra, se sienta; en terrible afano Urge á
Aurelio porque se vayan ese dia (29, cuaderno 4.°)
i Por qué se prepara tambien Adelmo, si no tiene, que
conste, destino que ir lt desempeñar al Aserradero ó á
cualquiera otra parte? Lo cierto es que él debe irse tambien, puesto que el &ihado en la noche le dijo Aurelio que
consiguiese ruana y sombrero para él, y una vez que se
trata de obtener un coche, nó un caballo ó una mula, ménos costosos quiz:í y más fáciles de. conseguir ? No da
explicacíon ninguna de su proyecto de viaje.
Las contradicciones que se notan á cada paso en sus
declaraciones, no tienen otra explicacion que su complicidad cn el asunto, la que resulta suficientemente clara de
los cargos anteriores.
Se deja notar en el sumario, especialmente respect9á
Adelmo Delgadillo, un descuido lamentable en las ill}{e$tigaciones y la omision de muchas diligencias que habrian
conducido al mayor es.clarecimiento del papel que le tocó
desempeñar en la ejecucion del delito; pero de todas las
practicadas no se desprende en su favor un sólo indicio,
ni se descubre hecho ninguno del que se pudiesen deducir
algunos en contra del cúmulo de los que lo acusan; ántes
bien, basta revisar el sumario para adquirir la. conviccion
de que nnevas diligencias practicadas habrían conducido,
sin uuda., al mismo resultado que las otras.
Me parcce necesario haccr nouu', una vez más, por la
importancia que el hecho tiene en sí, que las circunstancias del parentesco inmediato de Adelmo con AUl'elio, y la
del estrechamiento de BUS relaciones 00;11 GutiélTcz, en los
dias iumediatos al del crímen, son de gravedad suma; por-
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-27\lue en la. inycstigacion de un delito de esta llaturale7..a es
imprescindible tener en cuenta que sus principales autores
debian encontrarse en intimo contacto, tener en ]0 posible
intereses comunes, y ser de absoluta confianza l11,ítua. Las
l'claciones anteriores entre cllos debieron estrecharse más
Ú medida que se aproximaba la ejC'cuciOll (le la obra coll1un, y, por el contrario, toda otra reIncion extraña, no
referente mcdiata ó inmediatamente al proyecto terrible
que los ocupaba, debió cesar ó de~)ilitarse notablemente
por aquel tiempo.
Estas son, en rpsúmen, señor Juez, 1:18 pruebas divcrsas en que fuudo la acu8acioll que he intentado contra
,Justiniano Gutiérrcz y Aurelio J)cl~adillo, como autore~
principales del delito cometido en b persona de mi 1101'nmn:1 b señora Sona de Sarmiento, v contra Adelmo Delgadillo, como cómplice suyo .•
Apoyado en ellas, formalizo oportunamcnte mi acusacion en cumplimiento del deher que la ley y el juramento
que he prcst.'tdo me imponen de contillU:lrln.
Por razones ya expresadas, me ah:,;tengo (le pedir In
práctica de llllCYHS dili~encias sumaria~. y porque estimo
los cargos resultantes hasta hoy, suficientes parn fundar
mi acusacion, por una, parte, y para servir. por otra, de base
II un auto dc procedimiento.
Respetuosamente, seilor .Juez, os pre~ellto d rcsultado de
mi estudio del expediente; y concluyo pidiúndoos, como os
pido, en mi car:ícter ue ..:\cw;adoJ'pnrticular, que os sil'Yais
proferir autodecbmndo que hay 111~ílr lí. fOl'macion de ('.ausa
crilllin:tl contra .lustiniallo Gutiúrrez, Am'{)1ioDelgadillo y
Adelll10 Delgadillo, pOI' el delito ~rave de homicidio, definido en el inciso 1.0, altículo 66 del C(SdigoPenal del Estado.
Acusé formalmente á dichos individuos como responsables del delito sobre que versa la presente exposicion, é
insisto en In acusacion IJue intenté contra ellos, la cual
sostendré hasta que se profiera el fallo definitivo que ponga término al juicio criminal cuya apertura pido.
En estos términos dejo formalizada mi acusacioll contra los referidos sindicados.
Bogotá, diez do Noviembre de 1879,
Seílor Juez,
ROBERTO SARMIENTO.
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~98ncill fi8cal dol 1;8tado - :t3090~t ~oviemb~o noca de mil ochocienio8
80ttnia 1J nuevo.
8efior
Juez:
Por disposicion legal ha. estado á mi estudio el expediente que contiene las diligencias practicadas en a wriguacion del delito de homicidio pC'rpetrado en la noche del
veinte al veintiuno de .Junio tí.ltimo en la persona de la
señora Sofía Sarmiento de Sarmiento. La actuacion se ha
dirigido tambien á investigar el robo de las riquezas que
dicha señora guardaba en el baúl, al pié del cual fué hallado su cadáver.
Me propongo hacer una rclacion de los principales
hechos que resultan bien comprobados en el sUllul.rio,para.
apoyar el concepto definitivo que luego emitiré, y para
hacer resaltar la l<ígica de las deducciones que del encadenamiento de tales hechos se desprenden naturalmente.
En las afueras del Occidente de esta ciudad, y alIado
derecho del camino que conduce al Distrito de Soacha,
está situada la quinta de "Los Alisos," cuya casa es un
solo edificio de dos pisos, en la direccion de Oriente á Occidente. En el alto ó superior hay seis piezas sucesivas
con cuatro ventanas que caen al camino real;. y en el mismo plano, pero opuesto á las ventanas, un corredor de
toda la extension de la casa, que mira al jardín que la
rodea, el cual jardin termina en los dos extrcmos del edificio, y está separado del camino por paredes de dos metros cinco centímetros de altura. Del piso del camino á
las ventanas, la altura es de cuatro metros cuarenta y seis
centímetros, la misma que hay del jardín al corredor alto
mencionado. (Reconocimiento pericial de Rafael Estévcz
y Ramon Herrera A.)
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-30En la noche del veinte al veintiuno citado, entre las
doce y la una de la mañana, se encontraba la señora Sofía
Sarmiento de Sarmiento en la penúltima pieza alta del
extremo oriental de dicha casa, que servia de dormitorio
á su hermana la señorita Elena, á quien, por estar enferma,
aquélla le preparaba un alimento. A esa hora, poco más
ó ménos, dice la señorita Elena en su primera declaracion, entró al expresado dormitorio "u~ hombre de pequeña estatura, con ruana, como con botines, con un pañuelo de fondo lacre en la cara," y levantando una arma
en la mano se dirigió á la señora Sofía y le dijo: la vida ó
la ])lata. A esta amenaza, dicha señora ::;ofía contestó: no
me mate, tome las llaves y saque lo que hay, y dirigiéndose
con el asesino á la pieza por donde éste hahia entrado
con tres más, vestidos, segun la misma declaracion, de un
modo semejante al primero, llegó la señora de Sarmiento
hasta el baúl cuyas llaves había ofrecido al criminal. Allí
esta última señora fué muerta violentamente á puñaladas,
sin que la señorita Elena, que se habia quedado en su
cama, y á distancia de unos seis pasos del baúl en referencia, sintiera ni un grito ni quejido que le indicara:la
suerte que acababa de correr su hermana. Momentos
despues, uno de los cuatro homicidas volvió al dormitorio
de la señorita Elena, á quien le dijo: "á ésta torcerle el
pescuezo;" pero como á la sazon se hizo sentir en el piso
bajo la fuerte detonacion de un tiro de fusíl, el individuo
que habia penetrado de nuevo al dormitorio, abandonando una linterna sobre la mesa de centro de la pieza, hubo
de salir' precipitadamente.
La señorita Elena, en su segunda declaracion, hace
constar que los cuatro individuos mencionados llevaban
sombreros de jipijapa, más bien viejos que nuevos; que
uno de aquéllos, juzga era Justiniano Gutiérrez, por el
modo como se levantó el ala del sombrero, haciendo un
movimiento de los más comunes en dicho Gutiérrez, y que
la declarante conocia perfectamente, por haber vivido largo tiempo en su compañía.
Cruz y Guadalupe Jiménez, Eustaquia Vásquez, Claudio González y Zoilo Lara, individuos de la servidumbre
doméstica de dicha señora de Sarmiento, que habitaban
esa noche las piezas bajas del edificio, están de acuerdo
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-31en sus respectivas declaraciones, en que á la hora citada
arriba, poco más ó ménos, habiendo sentido en la casa
ruidos extraños, salieron á observar lo que pasaba, con
intencion de dirigirse á las piezas altas en que estaban las
señoras Sarmientos: pero las criadas que iban á llamar á
González y á tara fueron detenidJ.s en el corredor bajo
por Ull alto altí de unos individuos <lpostados en el jardin,
quienes les dispararon varios tiros, que fueron contestados
por GOllzález y Lara desde la pieza de su dormitorio, COIl
las armas que guardaban en él. Este fué el momento en
que salieron precipitadamente los cnatro criminales que
habian penetrado á las piezas altas y de que da testimonio
la señorita Elena.
El ensangrentado cadáver de la señora de Sarmiento
presentÚ catorce heridas causadas con instrumcnto cortante y punzante; habiéndolc dado la muerte casi instantáneamente, segun el dictámen de los doctores José l\Iaría Buendía y Vicente Duran S., la que atravesó de la
parte posterior ti la anterior del pecho, dafiálldole por
completo el lmlmon y rIcura izquierdos.
Todos estos hechos, judicialmente establecidos en el
sumario, constituyen la Í)rucba legal de la existencia del
cuerpo del delio que se investiga.
Quiénes sean autores, cómplices y auxiliadores de tan
atroz delito, y en qué número, no se deduce de las declaraciones de los testigos que ha:;ta ahora he mencionado,
pues ninguno de éstos pudo reconocer los individuos que
peneti'aron á la pieza de las sefiaras Sarmiento, ni los que
quedaron apostados en el jardin, por no permitido la oscuridad dl~la noche ni los trajes que vestian los asesinos;
pero el hecho de estar unos en el jardin cuando la señorita Elena Sarmiento vió cuatro en su dormitorio, hace
creer fundadamente que son cómplices, autores y auxiliadores, por lo ménos, los nueve individuos que una hora
ántes del acontecimiento, en trajes semejantes á los descritos por la declarante señorita Sarmiento, y que conducian dos escaleras de mano, fueron vistos en unas calles
del barrio de las :\iéves, por los tcstigos Alejandro Vélez,
Pedro González, Antonio ~eira y Daniel Huiz.
A f~dta, pues, de pruehas directas sohre un punto de
tanta importancia para el descubrimiento de los del in-
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-32cuentes, se hace preciso indagar la existencia de éstos por
medio de pruebas circunstanciales.
En la Quinta, teatro de los acontecimientos referidos,
fueron encontrados el mismo dia del crimen los siguientes objetos, que indudablemente sirvieron de medios para
llegar á la ejecucion del hecho criminoso que nos ocupa:
una escalera de madera, nueva, con cinco travesaños;
tres listones nuevos de madera, dos de ellos desastillados;
trece listones pequeños que sirvieron de peldaños á una
de dichas escaleras; una linterna; una botella grande de
envasar brandy, con esta marca en el tiquete: "Otard
Dupuy & Comp."''' &c., &c. Ademas, fueron reconocidas
las huellas y rastros que quedaron en el suelo y en la
pared de debajo de la última ventana del extremo occidental de la casa, por donde, sin duda alguna, penetraron
todos ó parte de los asesinos que, atravesando tres puertas interiores y abiertas de las piezas altas, llegaron al
dormitorio de las señoras Sarmientos; las huellas y rastros quc dejaron los quc, trepando la pequeña pared que
separa el camino real del extremo occidental del jardin,
entraron á éste, y colocando una de las escaleras mencionadas contra la pared de la casa, pudieron subir cómodamente al corredor alto y encontrarse en las piezas interiores con los que habian penetrado á ellas por la ventana que mira al camino.
Las huellas y rastros, los objetos que he mencionado,
el cuchillo ensangrentado, la ruana. y el sombrero, y los
revolvers hallados en casas de dos de los sindicados, son
las pruebas reales de que es susceptible el caso para llegar
al descubrimiento de los delincuentes; resultado que en
parte no se ha dejado esperar; y que hubiera sido más
completo si los funcionarios de instruccion no hubieran
incurrido en el lamentable descuido de dejar de practicar en los primeros momentos las diligencias que la naturaleza del caso estaba indicando con relacion al exclarecimiento de los siguientes hechos: hasta qué horas del dia
20 estaban alentados los perros que se encontraron muertos al dia siguiente en el corral de la casa; quién les dió
de comer ese mismo día; quién manejaba las llaves del
corral; quién los encerró en la noche del 20, y, en fin,
todo lo conducente á saber cómo y por quién han podido
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-33~er envcpenados con arsénico los citados .perros. Estas
diligencias y otras importantes, cuya falta iridicóconmucho 'acierto mi antecesor, fueron practicadas tres meses
despues de los acontecimientos en referencia, sin buen
éxito, como era. natural esperarlo, pues muchos de los
testigos se limitaron en sus declaraciones á un no recuerdo.
Examinar quién era, por ejemplo, el dueño de las escalerás encontradas en el sitio de " Los Alisos," y como son
nuevas, quién las construyó, por órden de quién ó quiénes,
con qué objeto, cuándo, cómo y á qué horas; hacer una
investigacion semejante respedo de todos y cada uno de
los objetos menciona.dos, cuidando de particularizar é individualizar los hechos, era el camino que la lógica estaba
señalando en el caso en cuestion, para llegar al descubrimiento de los delincucntes. Así se hizo en parte, y de
autos apareccn sindicados, principalmentc, .Tustiniano Gutiérrez, Aurelio y A<lelmo Delgadillo, entre los nueve ó
doc'c individuos de quienes hay indicios quc concurrieron
á la ejecucioll del crimen.
Las pruebas que resultan contra cada uno de estos tres
sindicados, procurarÓ resumirlas en el órden siguiente:
JUSTI'SIA~O
GUTIÉRREZ.
La ejecucion de un delito de tanta gravedad como el
de que se trata, hace suponer necesariamente en sus autores la existe-ncia de motivos seductores propios para extinguir en el coramll del hombre los sentimientos del bien, y
asegurar la prcponderancia de las malas pasiones; y con
respecto á Justiniano Gutiérrez apareccn judicialmente
comprobados los siguientes:
1. Resentimiento de Gutiérrez con la señora de Sarmiento. Ésta habia rechazado en términos fuertes la propuesta de matrimonio que aqud le hizo el13 de Noviembre de 1878. La existencia de tal motivo adquiere, en mi
opinion, toda la fuerza probatoria de (llle es susceptible,
si asociamos al indicio que arrojan las cartas originales
que sobre el punto se hallan adjuntas al expediente, la
afirmacion de la declarante señorita Elella Sarmiento,
quien asegura que Úntes del citado mes de Noviembre,
con frecuencia Gutiérrez visitaba la familia; pero desde
3
0
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-34que la señora Sofía no aceptó la mencionada. propuesta
de matrimonio. Gutiérrez dejó de visitar la casa, hasta el
punto de no haber vuelto sino una vez, en Mayo del presente año, y otra el ocho de Junio último; días en que,
segun el mismo testigo, Gutiérrez no trató á las señoras
Sarmientos con la familiaridad acostumbrada. Este hecho
lo corrobora el señor José María Saravia, quien se encontró el citado ocho de .T unio con Gutiérrez y su familia en
la quinta de Los Alisos." Lo que hace más fuerte este
indicio contra Gutiérrez, es su conducta en la peclaracion
instructiva que rindió el veintitres de Junio: sometido Gutiérrez á un interrogatorio bien dirigido, manifestó, como
á la mitad del acto, que sí habia propuesto matrimonio á
la señora Sofía; pero ya al fin, reflexionando sin duda
que su confesion tan explícita pudiera complicarlo más
que lo estaba en el crímen, motivo de su indagatoria, Gutiérrez se rectificó y aseguró que su pretendida no era la
señora Sofía sino la señorita Elena; y lo que es más: en
veintidos de Junio último, Gutiérrez reconoce como de
su puño y letra la carta original que le sirvió de medio
para proponer matrimonio á la señora de Sarmiento, y
confiesa francamente que se sintió ofendido cuando recio
bió la contestacion negativa. Tal conjunto de contradicciones no es, seguramente, de quien manifiesta la ver·
dad; y
2.° Un illtel'es palpable de Gutiérrez de entrar en
posesion de las cuantiosas riquezas de que era poseedora
la señora de Sarmiento. Esta deduccioll no es aventurada: la diferencia notable de edades entre Gutiérrez y diclla señora, hace juzgar cbn fundamento que la union
proyecta(ut por aquél no tenia el móvil que general y naturalmente rige la adhesion de los dos sexos, sino otro de
muy distinta naturaleza, cual es el que be indicado. Para
apoyar más mi juicio en este particular, seria conveniente, bi así lo estima el señor Juez, que se agregara alexpediente copia del testamento otorgado por el señor J oaquin
Sarmiento, marido de la señora Sofía, y de todos los documentos relacionados con la causa lUortuoria de ésta.
De dichas piezas, que deben encontrarse en el Juzgado
4. o del Circlíitu, podrán deducirse los derechos que la familia de Gutiérrez tenga frncados en los bienes de la finuH
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-35da SofÍn, por su parelltesco con ésta, con lo cual quedará
afirmado el juicio que he emitido al principio de eSt.e
}Járrafo.
Si ningun otro dato que acriminara á Gutiérrez en el
delito que se investiga apareciera. comprohado en el sumario, yo no vacilaria con lo hasta aquí expuesto, en declarar convencido á dicho sindicado de autor del crÍmen
en referencia. Pero hay nuÍs:
José Rodríguez Xc asta, \Iaximiliallo Alfonso, Luis
Umaña Vár[.!;as y Bcrnubé ~Jiranda, euyos testimonios
fueron recibidos con todl1S las garantías legales, haccn
indudable el hecho de que Justiniano Gutiérrcz mamll)
construir á aquéllos, ocho di.'ls ¡intes del asesinato, los listones de madera de seis varas de largo que se hallaron en
el jardin y tí inmediaciones de la quinta de "Los Alisos,"
convertidos en escaleras portátiles. A pesar de las. declaraciones de dichos cuatro testi,!o!;os,acaso el hecho dejaria
alguna muy leve duda, pero Uutiérrez en su indagatoria
de veintiuno de Junio lo confiesa lisa y llanamente, sin
explicar por qué dichos objetos fueron J;allados en el t~atro del crÍmen.
Saber, pues, con qué fin onlen6 y costeó Gutiérrez la
construccion de las citadas escaleras, y quiénes las llevaron
la noche del veinte de .Junio á la quinta de "Los Alisos, "
son los puntos que en el particular quedan al juicio de los
Jueces; pero la lógica de los hechos perfectamente establecidos en el sumario, nos da ese conocimiento sin necesidad de eut1':1ren deducciones forza(};¡s.
Al exigir Gutiérroz las condiciones de los listones que
mandÓ construir, Jijo tí. los carpinteros que eran para un
gimnasio; y en su indagatoria manifiesta que los hceho.')
por Rodrígueí': Acosta, y <luCsirviendo de paralelos á ulla
escalera., fucron }¡alla<los:tl pié de la parcd que scpaa.'a,el
camino real del jardin, estaban destinados ;1 comunicarse
con una señorita con quien tenia citas amorosas, y <¡uelos
otros listonos debian scn-irlc para la escalera que tendid:.l.
horizontalmente pudiera resis! ir el peso ue! cnerpo para
pasar las manos de peldailo en peldafIo.
G ntiérrez falta eyidentel11~llte á la verdad en estas
manifestaciones, pues por el dictámcn de pelitos en la
materia, señores EZC(luiel tiarda y Antonio Correa, los
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-36peldaños de esta última escalera, por ser rectangulal'es,
'filudos y demasiado gruesos, son 10$ ménoá gdecuados al
objeto; y sin embargo, Gutiérrez afirma conocer ciuso de
los distintos aparatos gimnásticos.
Gutiérrez falta evidentemente ~Í, la verdad, diciendo
que los listones primeramente citados debian servirle para
hacer una escalera con 1'\ cual pudiera comunicarse con la
seiíorita Cármen Breton, pues la. pared de la casa de ésta
es bien baja con relacioná la escalera mencionada; y sin
embargo, Gutiérrez exige seis varas de largo cotno medida exacta de los listones en referencia, cuando es de suponerse que él conocia perfectamente las dimensiones de
la citada pared, si el objeto de tales escaleras era el que
él afirmaba.
Por otra parte, la escalem destinada al gimnfisio, segun di~e' Gutiérrez, está hecha 'para subir cómodamente
del ja,rdin al corredor del segundo piso de la' quinta; y la
que debia servirJe para' comuni~r8e ·cho la señorita Breton, teniendo l~ misma.?ltU;8~que la &nt~l'i~r,.é inclina~a
sobre la pared a cuyo pIe fue hallada el vemtmno deJ limo
último, sine para trepar ¡Í, esta pared con facilidad y caer
al jardin., Cualquiera de las dos escaleras sirvió á los asesinos para a.scender del suelo del camino al seguudo piso
de la casa y entrar por la penúltima ventana del extremo
oecidelltal. (Juicio de los peritos: Rafael Estévez:y: &inon
JIerrel'a A.)
,
i Y cómo explica Gutiérrez el hallazgo de las tantas
veces citadas escaleras en el campo del crímen qúe nos
ocupa ~ ¿ 1'01' <{uémandÓ construir los pequeños listones,
que, segun él, debian servirle de peldaños en la escalera
del gimnasio de una forma inadecuada á ese obj<...>to
~ ¿Por
qué exigió medidas exactas más bien para subir al segundo
piso de la casa de " Los Alisos," que para trepar la pared
de la casa de la señorita Bretoh1
.
Nadie hace esfuerzos por 10 inútil. Todas las acciones del hombre tienen sn objeto; y sin embargo, Gutiérrcz
'vot6 por un capricho ¡í la plazuela de hs Niéves las exprc~:.tdasescaleras; y po)' 1tn capricho exigió medidas exactas
é ltj~o todo lo demas que tanto 10 complica en el asesinato de la señora de Sarmiento. Así contesta el sindicado á
las preguntas anteriores, en sus indagatorias de veintiuno
y vcintidos de .T nnio.
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-37Gutiérrez acude con su familia.·en las, primeraS' horas
del dia veintiuno al teatro del crimen:; y como hec-ho el
llltís notable para ~l, en yez de serl{},la,muerte -violenta de
la señora de Sarmiento, su tia, fija. lA \JIlI¡encion
en l'ls escaleras mencionadas~ las reconoce como de su propiedad, y
¿¡las once del mismo J.i¿l.exige al;-'cárpintcro que se las
construyó que liO di~a el orígen de tales objetos. Con esto
estéí manifestando GutiélTez el temor que es inseparable
de una conciencia criminal.
Gutiérrcz,-cn la quinta de "Los Alisos," el dia vointiuno, se excus6 de YCr el eadáyer de la señora de Sarmiento.
(Declarncioncs de Emilio Rlliz Barreto y Eduardo Díaz).
Gutiéll'eZ, como miembro de la familia de Sarmiento,
conocia perfectamente la casa de "Los Alisos," 'y estuvo
el ocho de Junio en ella, registrando las armas <.lefuego
que tenian los criados. (Testimonio de Cln.udio Gom..álcz
~ indagatoria de Gutiérrez de treinta de Junio).
En tll6rito de estas consideraciones, derivadas todas
de las pruebas constantes en el sumario, es lógica, es indestructible la siguiento deduccion :
Luego Jus!;Údano Gutitin'ez ordenó y (:osteú la construcÓon de las precitadas escaleras con el objeto de- -que
.'tir'vieran á t:l y á sus Mcios jJaraperpetrar
el delito:d,6
homiddio en la persona de la se'Fiora ,Sofía Sarmiemo de·
Sarmiento.
Esta conclusion decidió al funcionario de instruccion
:í interrogar como simlieado, en los términos de laley,á
.Justiniano Gutiérrcz, Vcamos C()l1l0explica éste su condu(,'ta.
A las siete y cuarto Ó siete y média de ln noche del
dia veinte, dice él, se diri6rió, acompañado de otro de los
sindicados; á las peschreras de "La Paz," ;'L donde llegó
solo, montó el caballo de su propiedad, y dirigiéndG.W.a1
caserío deChapincro, por paseo, estuvo de rep;reso mlas
mismas pesebreras á las ocho y média; conversÓ con el
administrador de éstas sobre asuntos do ganados, dejÓ el
caballo, y tÍ las llueve y média tlo la noche, sin tener que
hablar con ninguna otra persona, tomó la cama. en su.
casa de habita.cion y no volvió á salir hasta el día signicnte, veintiuno de Junio.
Tcniendoell cuenta esta explicacion que hace Gutié-
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-38rrez, es fácil observar que este sindicado, en la narracion
de sus acciones en la noche del crimen, incurre en las siguientes contradiccionee :
.
'
lo" Qué llegó s()].o:á las pe8ebreras de "La pQ.Z;"contra la declaracion de otro de los sindicados, que .&Segura
haber acompañado á Gutiérrez en la misma noehe hasta
aquel establecimiento;
2." Que á las nueve y média se dirigió á su casa de
habitacion, tomó la cama hasta el día siguiente, contra la.
afinnacion expresa y terminante de la testigo Ester Cuervo,
que sinti6 entrar á Gutiérrez á su casa á la una. de la IDañana del dia veintiuno.
La primera inexactitud está corroborada con el dicho
de José María Súnchez y Manuel Rincon, quienes aseguran
haber visto á Gutiérrez, asociado de Aurelio Delgadillo, en
el momento en que aquél .montó el caballo para dar su
paseo á Chapinero; y con el careo que tuvieron estos dos
presuntos reos, en que sostienen la verdad de sus primeras declaraciones; es decir, el primero, que llegó solo á
las mencionadas pesebreras, y el segundo, que no, porque
él (Dclgadillo) lo acompañó hasta ese punto.
La segunda está robustecida con la razon que da la
declarante Ester Cuervo para afirmar que Gutiérrez no
entró á su dormitorio sino.hasta la una de la mañana del
día veintiuno. La decl:trante dice: á la una de la mañana,
porque yo estaba despierta y lo 88ntí entrar y acostarse en
su cama, que está situada en la pieza contíguaá la en que
yo duermo.
Ademas, Gutiérrez, en su primera indagatoria, nada
refiere relati vo á la roana y el sombrero que pidió prestado á Sánchez á. tiempo de montar el caballo que debía.
llevarlo tÍ Chapinero; y en cuanto á este punto, Sánchez
afirma que Gutiérrez, cuando regresó, ya no llevaba puesta la misma ruana, sino otra, de propiedad de Gutiérrez;
que s610 le devolvió el sombrero, y que no le exigió la
ruana, por no ser ésta la. que Sánchez le había dado prestada. En el careo verificado entre Gutiérrez y Sánchez el
veintidos de Julio, el primero confiesa lo a.segurado por
éste, despues de que Gutiérrez habia declarado que la rua11acon que regresó del paseo á Chapinero era la misma
pl'estada á Sánchez; contradiccion muy digna de tenerse
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-39en cuenta, porque debemos recordar que los cuatro criminales que entraron al dormitorio de las señoras Sarmiento
vestían mana y sombreros de jipijapa,
Incurriendo Gutiérrcz en esta contradiccion, se vi6
obligado á manifestar que la ruana de Sánchcz la habia
dejado esa misma noche en su cuarto de habitacion; pero
tal mana no fué hallada en donde Gutiérrcz aseguró haberla dejR.do, (Rondas practicadas en la hahitacion de
Gutiérrez el veintidos y veintisiete de .Iunío).
En la pieza de habitacion del presilllto reo de que me
ócupo, el funcionario de instruccion encontró escondidos
entre un costal ó saco, cuatro revolyers provistos de cápsulas y un cuchillo ensangrentado. i Y c6mo explica Gutiérrez semejante acopio de armas de fuego en 811 habita(~ion~ i Cómo el objeto con que las tcnia y su procedencia ~
Tres revolvers, dice. los había pedido prestados á Leonfdas Hinestrosa, Guillcl'mo Edmons y Alfredo Sáenz, el
otro es de su propiedad; y tenian por objeto ejercitarse
en la puntería para dcfemlerse de un enemigo personal
que lo amenazaba. Evacuadas las citns, se confirma el
préstamo; pero hny en este punto una circunstancia que
no debe olvidarse, y es: Gutiérrez no quiso devolver á
Hinestrosa el revolvcrs de propiedad de éste, en la noche
del crímen, porque, segun le dijo, se habia dañado, y para
entregárselo, estabn en el deber de mandarIo componer
previamente. Hinestrosa rcconoci6 su revolvers y le encontró perfectamente bueno y sin señales de haber "ido.
compuesto. (Indagatoria de Hinestrosa, de veintiocho de
Junio ).
Aunque faltó interrogar al sindicado sobre la procedencia del mencionado cuchillo, S11 ohjeto y por qué estabn ensnngrentado, tal íntcrrogntorio no hubiera suministrado más luz en el nsunto (Iue el dictámen de los doctores
José María. Buendla y .Tesus Oln)'n, quienes, reconociendo
las dimensiones del cuchillo en melle ion, y las heridas del
ca.dáver de la señora de Sarmiento, dicen: que dos de las
¡¿eMitas f'u,eron hechas con "/In 'in$trumento distinto, pe1'o
que las otras cinco sí han podido ser hechas con td cuchillo
expresado.
Otro indiciado, de quicn despucs me ocuparé, dejó en
eafa de Natalia Vál'gas, la noche del crímen, unn mana, y
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-40un sombrero, resultando éste ser de propiedad de Gutíór.rez, sin que haya podido expliear satisL'tCtoriMliente cómo
dicho sombrero fué hallado·en casade..laVárgas';icuya
casa no visitaba;el indicía.OOGutiérrez~ '
:'-;"
" ,
Está comprobado que. el diez y nueve del ~mG
Junio,
Gutiérrez tomÓ á crédito en la tienda de· Juan Francisco
Méndez una botella. de .brandycon la. ma.r,eade "Otard
Dupuy;" y consta en el expediente que en el sitio' de "Los
Alisos," el mismo día del mmen, fué·hallada una bot.ella
que contenia un resto de brandy, con está· marC~ en el tiquete: "Otard Dupuy & C.": Intcn-ogado Gntiérrez sobre
el paradero de la botella en referencia, dijQ:, ".qu#.lafhabia dejado en su cuarto de 'habitacion ;" pero,r.olldallooel
cuarto, no se cncontró botella alguna.
'
Si los hechos acriminativos de que hasta nhQrahe
hecho mérito, y que hacen 'de Justiniano·Gutió11'ez el
principal indiciadQ en cldelito que se investiga"no constituyen el indicio grav~ qJ1eJ6xigeelartíoulo 1448 del 06digo Judicial para llamar 6.-.\lÍl procesado á. juieio~ yo' no
sé qué otra CO&'t pueda desearse como in«iciograve en,el
presente caso .
. Es indicio, segun el artículo 1579 del citadoC6dig.o,
"un hecho que indica la existencia de otro hecho, 6 de
que alguna pe'Fsona dfJtermínada lo lu¡, eJeO'ltta40." .
Adu1itidos los indicios .C01110prueba en Jrlaj;erͪ eriminal, pm'a convencer un delincuente,. el artíeulO' 1580
requiere quo si es uno sólo el indicio, éste d€!be ser de los
llamados necesarios; y " los indicios sonneces:\rios 'CuaJ1do es tal la conespondencia y relacion quc hay e,ntre el
hecho indicado y lo sucedido, que existiendoelun.o
no
pueda ménos de haber eX:istido el otro." (Al1;í~ulo 1l}81).
Haciendo aplicacion do esta doctrina ,}ega.lal. presente
oaso, es evidente que, dellJostrada de una. 1113JleraCOlnpleta la, existencia del cuerpo del delito, y que para ejecutarlo se emplearon escalel'as portátiles, puñales, armas de
fuego, &c., todo individuo que se haya ingerido de cualquier modo en la construccion, compra ó traslaeiQn allugar del crímen de las nllsmaS escaleras, aparece indiciado
en términos de la ley, pues tales hechos están indicando
que una. persona determinada, es decir, Justiniano GutiélTez, en el caso en cuestion, ha ejecutado ó ~tribuido
á
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-41la ejecucion del delito de que se trata. José ~z
Ac{)Sta.y J.Juis lJlllaila Várgas, indiciadoa en 108primems
momehtos, por haber trabajado.lo.s listones 00 las ya eita<das esca\eras comprobaron pleaóirente la inocencia con
que intervinieron en la· .constrnccion. No así Justiniano
Gutiérrev~quien, en la.explieacion que se le pidió sohre
su ingerencia en la. compra d;: los listolle!;, con~truccion y
traslaciull de las escaleras al teatro del crímen, y apurado
por el funcionario. interrogador, conclll.ve el presunto reo
con esta contestaoion: "por un capricho ;" contestacien
que ni moral ni lep;almente puede justificado de sucomplicidad en el delito.
Ahora bien: si los hecho:'! de,que se infiere esta complicidad, ·no se quieren considenJiri'coJl1omi indicio llecesario <¡ne forme plena pruel>a\~ el sentido del artk-ulo
15H() dd CÓdigo .Judicial, n<:>;:#Slo
e;us hechos inculpan
á Gutiérrez, to;inootl'osde diferente naturaleza, enlazados
entre sí, sin dependencia uno de otro; pero que, todos conspiran lídemostrar el hecho principal de la cnlpal.ilidad de
Gutiérre2l (altículo, 15:R4) , y qn<' rcsumiéndulos SOll: existencia en el alma de Gntiél'l'<'Zde dus motivos seductores,
que handetermillndo su yulllutad it lIar muerte violenta
á la- señora de Sarmiento; íntima amistad con otrode.lbs
sindicados,. cuya criminalidad 08táeolllProbada; ,hallazgo
en el teatro del crímen de objetos prupios pan. facilitar
su ejecncion, y que pertenecen tÍ. Gutiérrez; encucntro, en
la pieza de habitacion de éste, • cuatro nJ'lIl:1Sde fuego;
y lo más coneluventc alÍn, las e.tradicci()1l(:s, la mentira
)' las reticentias" palpables eJl la expliCBciun<¡ue Gutiérrez
ha dado en su conduct.'1on las lJOrasiCielcl'Ílllcn.
Por lo que se H\ estos hech":
se encuentran en el
smnario aislados, sino en correspo1Hlencia y rclacion con
lo sucedido, es decir, c.QP.~1 cl"Ílllende "Los AlisoH.·' Asociados todos, y pesan(l¿~$u fuerza prohatoria como graves
indicios, llenan la <'ondicion exigida por el artículo 1584
del CÓdi1-!;o
.Judicial ya citado,NU 11:1C<.'l'
legal el auto que
ordene la. fOl'Jllacionde causa ~llal
contra JustinUmo
Gntiérrez, por eldclito de IWUli~,
...
No debo concluir esta pal'te de mi exposicion;8in hacer
una observacioll ~me
parece de importanci-.l,
Los perros de la casa cle "Los Alisos" aparecieron
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-42muertos en el cOlTal al dia siguiente del crímen; sometidos sus cadáveres á un exámen científico practicado por
108 profesores, doctores Abraham Aparicio y Luis María
llelTera, hallaron repetidas veces en los ensayos químicos
que verificaron con pedazos de carne fresca y los líquidos
que llenaban la cavidad del estómago de ambos perros, las
reacciones características de un envenenamiento por medio del arsénico.
En la botica del señor Ricardo María Acero, que á veces ocupaba sólo el reo de que he venido hablando, habia
"arsénico"
entre otras sustancias venenosas. (Declaracion de Ricardo María Acero ).
El arsénico mata en pocas horas, y Gutiérrez, que
habia principiado estudios de medicina, podia muy bien
conocer la actividad venenosa de las diferentes dósis de
aquella sustancia.
Pues bien: dados los antecedentes ya relacionados
que inculpan tan gravemente al reo en mencion, no es infundada la inferencia de que el veneno fué suministrado
á los peno s por el mismo GutiélTez, una vez que á las
ocho de la misma noche los pelTos, segun declaraciones,
estaban vivos, y que en dicha hora Gutiérrez montó su
caballo sin objeto comprobado. A la hora del erímen,. es
decir, cuatro horas despues, ya los pelTOSestaban incapacitados para sentir ...
'. :
Esto es lo único que se deduce del envenenamiel'lto de
los penos, pues, como dije arriba, fué un punto completamente descuidado en los pl;meros momentos por el funcionario de instruccion.
Demostrada la culpabilidad de Justiniano Gutiérrez,
de ella se desprende la de
AUREI,IO DELGADILLO.
En la declaracion indagatoria de Gutiérrez (21 de Junio) comienza á asomar la participacion de Delgadillo en
el crímen motivo de esta investigacion.En efecto, Gutiérrez asegura que poco despues de las seis de la noche del
dia 20, en compañía de Delgadillo, se ,ctirigió á dar ,UD pa",
seo h¡ícia el Hospicio, y despidiéndose del último en una
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-43de, las esquinas inmediatas á este establecimiento,
vi6 á verse con Delgadillo en toda la noche.
no
\"01-
Al reconocer Gutiérrez los listones constmidos por
Luis Umaña Vúr?;as, éste y Bcrnabé Mimndn declaran que
el contrato se hizo con Gutiérrez, asociado de Delgadillo,
y que por ()l'oen del primero cntregaron los listones á Rafael Na,ranjo, quien los condujo á casa de Gutiérrez, porque para ello le hablaron " 008 señores, uno de capa y otro
de saco gris." Naranjo los reconoció despues en rueda de
presos, designando ti Gutiérrez y Delgadillo. lndiciado ya
Delgadillo, compareció el veintidos del mismo Junio, ante el
funcionario de instruccion, ¡Í, rendir su indagatoria, explicando su conducta de la manera siguiente:
A las seis y média de la noche "en compañía d<'Gutiérrez se dirigió en paseo por el camcllon de las Niéves,
y dando una vuelta por la calle de las señoritas Loras, entr6 con Justiniano ¡L la casa de éste; tomaron un refresco;
cstuviernn juntos hasta las ocho y rnédia; y separándose
en la esquina de dichas señoritas, Delg:adillo se dirigió á
casa del señor Cárlos Sáenz, en la cual e:-stu\"0 visitando
hasta las diez y média de la misma noche . .A esta hora tomó Delgadillo la, direccion de su casa, en cuya puert.a estu vo un rato, solo, y por habérsele hecho tarde determinÓ
pernoctar en casa de N atalia Várgaf, á donde He dirigió en
seguida sin tener que hahlar en el tnínsito con persona
alguna. En casa de la Várgas estuvo todo el resto de la
noche, no volviéndose :i encontrar con su íntimo amigo
Gutiérrez."
.
No olvidando la explicacion que este presunto reo hizo
de su conducta en las mismas horas á que se refiere Dclgadillo, fácil es ver (IUC éste ha faltado á la verdad:
1.o Delgadillo dice que se separó de Sll compañero
Gutiél'1'ez á las ocho y mÚdia de la noche en la esquina de
las señoritas Loras, y Gutiérrcz. que se separó de Delgadillo en la misma esquina }i las seis y m(dia, sin volverse
á juntar; pero está comprobado que álllbos estu\'Íeron tÍ
esta hora, poco más 6 ménos, en las pcsebreras de " La
Paz." (Declaraciones de.T osé .María Sáuchez y Manuel
Rincon); luego es falso lu aseverado por nel~adillo ;
2. o Es igualmente falso que Delgadillo hubiera estado
en compañía de Gutiérrez, y en la habitacion de éste, desde
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-44las seis y 'médí&>hasta las ocho- y média. de la mjsma no .•.
che, pues precisamente á ese tiempo,GutiérreE daba solo
su paseo á caballo porChapinero, y no' regreB6¡hastáJas
llueve y inédia) Juego Delgadillo, -que asegura ;lWIhabel'
visto á Gutiérrezá
cabaUo eSa· n~he,nohl).idieOO,\la
verdad;
3.° El muchacho Pedro quel'segun Delgadillo, sirvió
el refresco ue que habla el reo, habia. salido de la casa de
Guti~rrez desde Febrero uel presente año; y Ester Cuervo,
que en su declaraeion asegura. haber visto juntos los dos
siudi€ados en el cuali.o dehabitacion de Gutiérrez, nada
expresa relativo al refresco. Delgadillo falt6, pues, por
tercera vez ~í la verdad en su primera indagatoria ;y .
4.° Delgadíllo comprobó, con 100 testimonios de Cárlos
y Alfreuo Sáenz, que habia e$do en su compañía desde
las ocho y média hasta las diez y média de la noche citada; pero no es cierto que, saliúndo de hJ.' casa; de los señores Súenz, sin haberseencontradG ni haber tenido que hablar con naJie, llegara á casa 00 Nata.lia Várgas á las once y llIeJia; pues ~íesta Última casa Delgadillo se presentó
llevanuo ruana'y som Lrero de jipijapa y provisto de un
revolvers. (Declaraciones de Natalia Várgas, Julia Pana y
l\fasrdalena Silva), y cuando.DelgadillosaliÓ de casa de l~s
señores S,icnz, no estaba armado; ni tenia ruana y sombrero; luego este presunto reo en el tránsito de la casa de
los señores Sáenz á la de la Várga~, tuvo que estar con
Gutiérrez, uueño del sombrero que aquél llevó á la casa
en donue pernoctó. Es, pues, evidente que DelgadilIo, al
explicar su conducta de la noche del crímen, en nada ha
manifestado la verdad.
En vista de lo relacionado en e¡,i.epán'afo, relativo al
indiciado Delgadillo, no se puede pensar, sin echar en olvido, los caractél'es intrínsecos del testigo verídico, que Del...
gadillo sea inocente en la ejecucion de un crímen cuyo
principal autor ha sido su amigo íntimo GutiélTe~.
Adomas, Del?;adillo dijo donde la Várgas~ en la m:'tdmgada uel veintiuno, que llegaba tarde "porque había·
estado con .Tustiniano tomando harto hrandy;"y
pregunta á la Várgas al dia siguiente, qué homB serían. cuando
llegó en la. noche; y registró el revolvers que llevaba consigo en presencia de la misma Várg.as. Esta ysu criada~
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-4,5,Julia Parra, por no oír las horas del reloj público, no determinaron el tiempo preciso en quc llegara Delgadillo la
noche del veintiuno, y sólo dicen que llegó como pasada
la média noche, ~iendo bieu notable la ra~on en (llte se
apoya la Parra para asegurar su dicho en este punto. Ella
dice ,. que hahia dormido más tintes de haber llegado el
BeÚor Velgadillo qnc despues, porque entónces yo dormi
poquito."
La importancia de este hecho decidió al funcionario de
illstrneriulI ~\prnetil'nr un careo enU'(' los dos testigos últi 11UlllWIl te c¡tacIos." Aurelio D(olgadillo. Los primeros se
ratifican en sus declaraciones. v Df'I~H(.lillo los desmiente.
negando el hecho de haber d~.Jado ¡;i nUU1:1 y el somhrC'l'O
de Uutiérrez en casa de la Vlír~aH, {Juieo presentÓ tales
objetos al funcionario de instruecion, y éste los puso de
presente lí Delgadillo para que lnanifest.'l.l'a su orígen.
DelgadiUo contestó: nunca los he tenido en mis manos.
Alfredo Sítenz declara, al ponérscle do presente los
cuatro re\"()lvers hallados 811 la hahitacion de GutiÚrez.
qlH~ UIlO de ellos lo había, dado pre~tado
ti Del!.?;adillo
po('o~ dias ~í1ltes del n'illtiulIo;
y el presunto reo, en indagatoria de tl'e1ntl\ de Junio, no (luiso reconocer ninguna de
dichas armas, diciendo que llin~ul1a había estado en su podel'; pero ya el veintiocho de Agosto DelgadilJo confiesa haber recihido de Alfredo Sáem~ el mismo revolvers que no
reconociÓ 011 su indagatoria. el treinta de Junio.
El diez v nueve de Junio Oeb'lH1ilIo estuvo en casa de
Ro~ario ClÚ'dell:1S, y segun lo afirmado por ésta, María
Fermina Cárdenas y Juana .EsCOV[lJ', Delgadi1lo se mallÍfestÓ (~Sp dia triste, abatido y meditabundo, sin querer admitir los ohsequios que ¡{osario le prodig().
L:l nodIe del vpinte, l>elgadillo se presentó ., como
desasosegado, COlllO en galeras. (l'lién sabe como fué que
llegó, y como asustado" (expresiones de la declarante
Julia Parra); no (flli~o admitir cama, y, contra su costumbre, permaneeic) en caS:l de la Vl\rp;aS todo el dia veintiuno,
la noche y la mayor parte del rcintidos.
Delp:adillo, en su illdagatoria del diC'z y siete de Octubre,
niega haber e~tado, como uno::;quinee día::;ántes del crí Illcn
en cuestion, en la quinta de " Los Alisus," contra los testimonio::; explícitos y bien fUllllados de :Manuel Cuervo y Juan
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-46Sarmiento. El primer testigo determina. con su nombre y
apellido á Aurelio Delgadillo como el individuo con quien
estuvo conversando, quince ó veinte dias tintes del veintiuno
de Junio, en la quinta de Los Alisos;" y el segundo (Sarmiento) concuerda en su dicho con Cuervo, pero no conociendo de nombre y apellido á Delgadillo, el testigo de•.
signó en rueda de presos á Aurelio Delgadillo, diciendo
que con éste habia estado en la quinta expresada, poco
más ó ménos, en la misma época á que se refiere el primer
testigo.
En consecuencia de todo lo expuesto,· y en mi opinion,
Delgadillo se halla convencido de culpabilidad en el hecho punible de que he tratado. Todos los hechos criminativos comprobados, que inculpan legal y moralmente á
Delgadillo, tienen el mismo grado de fuerza probatoria
que los que han convencido á Justiniano Gutiérrez, y la
lógica de tales hechos nos conduce á las inferencias adu:"
cidas arriba, al tratar de este último reo presunto.
lO
ADELYO
DELGADILLO.
Es notable la omision del funcionario de instruccion
al no evacuar inmediatamente todas las citas que hizo
Adelmo Delgadillo en su declaracion instructiva, para
justificar la. conducta de éste en la noche del veinte al
veintiuno de Junio citado.
N o obstante, demostrada incontestablementc la criminalidad de los sindicados de que me he ocupado hasta
ahora, creo que habrá legalidad en el auto que llame á
juicio criminal, por el delito de homicidio, á Adelmo Delgadillo, cuya conducta sospechosa, en la noche del crímen, está agravada con los siguientes indicios:
Las relaciones de Adelmo se habian estrechado bastante con .lustiniano Gutiérrez, poco tiempo ántes de los acontecimientos originarios del crímen en cuestiono Ambos
Dclgadillos y Gutiérrez estaban iniciado¡¡ en un secreto
de que no querian hacer partícipe á Ricardo María Acero
(declaracion de éste, de veintitres de Julio).
Por consiguiente, todos los hechos que han inculpado
á Gutiérrez y Delgadillo (Aurelio), y en los cuales haya
tenido alguna parte Adelmo, pesan sobre éste miéntras no
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--17dé una cxplicacion que lo haga aparecer inocente. (Justificacion que puede hacer durante el término de prueba que
se concede en la causa).
Si Adelmo DelgadilIo comprobó, aunque inpClfectamente, con el testimonio de Manuela Máres, que estuvo
en la casa de ésta desde las seis y média hasta las diez de
la noche del dia veinte, la conducta de este indiciado en
el resto de la misma noche, segull aparece en el sumario,
no se conoce por no haberse evacuado todas las citas hechas por él, si bien es cierto que tales diligencias sólo hubieran justificado la conducta inocente de Adclmo hasta
las diez de la noche, hora en que, segun dice, se dirigió á
su casa de habitacion, de la cual no salió hasta el dia
siguiente.
Pero la culpabilidad de Adelmo resulta de su conducta en los dias veintiuno y veintidos del mismo Junio, así:
Aurelio Delgadillo dice, el treint\l. de Junio, que Adelmo fué á buscarlo Ú casa de i\atalia Várgas el veintiuno
porque el Último sindicado sabia de antemano que allí
se encontraba Amclio; y preguntado Adelmo sobre el
motivo que tuviera para dirigirse á casa de la Várgas á
buscar á Aurelio, contestó: '¡lO s/:, contra lo depuesto por
aquél sobre que Adclmo sabia de antemano que allí lo encontraria el veintiuno. Lo más notable en este punto es
que Adclmo, el veintisiete de Junio, niega haber estado el
veintiuno en casa de la Várgas, y luego se contradice, diciendo que sí estuvo ese dia allí. (Indagatoria de llueve de
Julio). Esto mismo aseguran Aurelio y Natalia Várgas.
El yeintidos por la manana, Adelmo estuvo en la. habitacioIl de la Várgas, asustado é in(luieto, segun aseguran
ésta y Julia Parra; todo lo l'ual niega rotundamente
Adelmo, sin embargo de tencr en su contra declaraciones
contextes.
Afirma Aurelio Delgadillo que por conducto de Adelmo supo (!lle él CAmelia) era perseguido por las autoridades como sospechoso en el crímcn que se investiga, lo
cual lo decidi() á pre~entarse espontáneamente; pero Adclroo niega huuerle dado ese aviso [l su hermano, y tal negativa lo complica gravemente como conocedor, por lo ménos, de los verdaderos autores del delito_
AUlHlue el presunto reo Gntiérrez afirma que la bote-
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-48llade-brandy, de que arriba hice mencion, se la llevó á su
casa Leonídas Hinestrosa, llamado BeliSario Alvarado á
reconocer en rueda de presos el verdaaevoeonductor
de
la botella en referencia, designó á AdelmO'DelgadiHo, y
éste no lo negó.
La conducta de Gutiérrcz, al indicar falsamente á Hinestrosa como el que habia sacado la· boteUa de brandy
de la.tienda denominada" Botella de Oro," se presta á la
siguiente consideracion, que hace bien sospechosa la con~
dueta de Adelmo, á saber:
•
Sien realidad no fué Hinestrosa, como está comprobado, el conductor de dicha botella, es claro que Gutiérrez
quiso hacer pesar sobre aquél un cargó que correspondia
á Adelmo; y no se crea que esta reflexion es hija de mi
celo en -pesar lo hechos constantes en el sumario para dedueir- los autores del crímen, porque el hallazgo de la
mencionada botella en la quinta de "Los Alisos" ha sido
uno de los medios por los cuales se ha llegado al descubrimiento de los delincuentes.
Ester Cuervo, criada de la familia de Gutiérrez, dice
que en la noche del veinte de Junio vió en la habitacion
de Justiniano "á un j6ven bajito, barbado, que le parece
es hermano de Aurelio," y como esta asercion de la declarante la niegan los tres síndicados,.es un cargo más contra Adclmo.
Si el ilustrado criterio del señor Juez no encuentra,
como yo, diligencias importantes que practicar con buen
éxito seguro, para esclarecer los hechos -oscuros relativos
á Adelmo Delgadillo, en mi concepto, lo que acabo de establecer constituye la prueba legal para comprender á Adelmo en el juicio criminal que se siga á los otros dos reos.
Tambien han sido sindicados en este sumario, aunque
no detenidos, entre otros ménos importantes, Leonídas
Hinestrosa y Alejandro B. Ruiz. El primero, con los testimonios contextes de Pedro Trujillo, Josefa Alonso, Pia
Ortiz, .José Trujillo, Aurelio Racínes, Vcrónica González
y otros, ha comprobado su conducta inocente hasta las.
once y média. de la noche del dia veinte, hora en que ya
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-49estaban en via. para la quinta de " Los Alisos" los qu~ di e
ron muerte violenta á la señora de Sarmiento, en· un punto
muy distante de la casa en que á esa hora se encontraba
Hinestrosa.
En consecuencia,
y no halliéndose comprobado otros
hechos que acriminen á Hinestro:sa, pierde toda su fuerza
d indicio que pudiera sacarse del hecho de haberse encontrado en podcr de Gutiérrez un revolvcr:; de prop edad
de Hinestrosa, que aquél tenia. prestado.
Esta misma es mi opinion respecto del señor ¡\lejantiro B. Ruíz, quien ha comprobado,
con el dicho de un
nÚmero plural de testigos, que en el mes de Junio último
se encontraba
en la ciudad de Guádllas.
Levemente
indiciado H.uiz; por:-;u íntima. amistad con
Gutiérrez y Aurelio Delgadillo,
y por una. carta confidencial que dirigió á aquél algunos día" álltcs del crimen, las
diligencias practicadas
para aclarar estos lijcros indicios
contra el señor Ruiz 10 han vindicado satisfactoriamente.
Es, pues, flIndado en mi opiniotl, el sobrcscimicnto
que
se dicta respecto de Hinestrusa y H.ui;;:.
Hasta ahora me he ocupado solamente del delito de
homicidio perpetrado en la seíiora Sofía Sarmiento de Sarmiento, sin tratar del robo ejecutado
la misma noche del
homicidio en referencia, en la quinta de " Los Alisos," lugar del asesinato.
Aunque no se determina con precision la cantidad en
dinero, ni las alhajas que dicha seíiora de Sarmiento guardara en el baúl, á cuyo pié fué llevada para ser muerta á
golpes de puñal; por los testimonios
de Eustaquia Vás<Iuez, Guadalupe Jiménez, Claudio Cionzález, .zoilo Lara,
Elena y Enrique Sarmiento, se ha comprobado suficientemente la propiedad,
preexistencia
y subsiguiente falta de
los dineros y objetos de valor que la señora de 8armiento
guardaba indudablemente
en el precitado baúl; pues fácil
es concebir que ella, intimidada por los asesinos para que
entregara
la plata Ú la vida, las llaves que puso á su dispasicion tenían que ser las del baÚl que algo coutellia,
'j en el cual nada se encontró dcspues del homicidio.
4
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-50Establecido esto, basta recordar el deljto y los medios
de que se valier"n los asesinos para que quede constitui.
dO' 'legalmente el delito de .fobo en este sumario; y pre.
sentándose el homicidio como delito principal, los responsables de éste lo son tambien del robo, que se presenta
como un accesorio ó incidente de aquél.
Es verdad, corno dUe al principio, que á la ejecucion
de un delito cuya gravedad tiene pocos ejemplos en los
anales del crímen en el país, han debido concurrir, por lo
ménos, los nueve individuos de que tratan las declaraciones de Alejandro Vélez y otros; é igualmente cierto
es que en el sumario, constante hoy de trescientas fajas,
se nota la falta de algunas diligencias; pero en el estado
á que ha llegado la investigacion en cinco meses, apurada
hasta donde ha sido posible, ya no puede aguardarse, al
continuar1a, un resultado que haga más claros que lo están
los hechos del delito, ni que descubra los demas autores,
cómplices y auxiliadores que aÚn gozan de su impunidad.
Muchas razones podría dar en apoyo de mi concepto en
este punto, deducidas de las mismas diligencias omitidas
en el expediente; pero creo que debo omitirlas por ser
demasiado claras.
Para dejar de pedir la ampliacion del sumario en algun
sentido, bástamc, en apoyo de mi abstencion, aducir las
siguientes razones legales:
La Al practicarse nuevas diligencias, cuyo buen éxito
no es seguro, por la poca importancia de aquéllas, dado el
estado actual de las cosas, las dilaciones scrian interminables, porque de unas nacerian otras igualmente inútiles, y
este sistema es contrario á la celeridad y prontitud que
exige la ley como condicion indispensable en todo procedimiento criminal. (Art. 1427 del Código .Judicial); y
2." Abrir juicio criminal contra los sindicados ya convencidos, suspendiendo las diligencias sumarias, no es
asegurar la impunidad á los que aún no han sido descubiertos, porque ningun "auto de sobreseimiento produce
ejecutoria, y puede en cualquier tiempo en que se presenten nueVaS pruebas seguirse el juicio." (Art. 1494).
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-51Como Agente del Ministerio público, encargado de
llevar la voz ante ese Juzgado, repito, en conclusion, lo
que he solicitado en el curso de esta exposicion: el seguimiento de causa criminal contra Justiniano Gutiérrez,
Aurelio y Adclmo Delgadillo, por el delito de homicidio
perpetrado en la persona de la señora Sofía Sarmiento de
Sarmiento el 21 de Junio último, y por el de robo de
propiedades de la misma, y el sobreseimiento en cuanto
á Lconídas Hinestrosa y Alejandro B. Ruiz.
ELlAS JÁIMES.
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.lu%sado dell;;stado en asuntos c~iminale$-l3osotá.
viembr,e de mil ochocientos 8e~ent:¡U nueve.
veinte y ocho de ~o-
A las tres de la mañana del dia veintiuno de Junio
del presente año, tuvo conocimiento el Inspector de policía del barrio de Santa Bárbara, por aviso de Tomas
Rodríguez, "que acababa de ser asesinada la señora Sofía
Sarmicnto, y de ser robada;" y en cumplimiento de sus
deberes procedió Ú practicar las diligencias conducentes
á la. averiguacion del delito y sus autores, continuando la
investigacion, para lograr estos objetos, hasta el estado
actual, que es el de examinar los resultados y conforme
á ellos decidir sobre el mérito que ofrezcan.
El hecho tuvo lugar en una casa situada á corta distancia de esta ciudad, llamaua quinta de "Los Alisos,"
como á las doce y média ó la una de la mañana del citado
dia veintiuno dei Illes de Junio, y fué ejecutado por una
partida de hombres disfrazados, provistos de diferentes
armas de fuego y blancas, de que hicieron uso en los
momentos precisos de la ejecucion del delito, segun lo
declarado por varios testigos y el reconocimiento de la
casa, en donde se hallaron pruebas reales} inequívocas, del
empleo de las armas de fuego, por las señales que dejaron
los proyectiles en distintos puntos; así como por el reconocimiento del cadáver, el uso de armas blancas, instrumentos del delito de homicidio.
Esa partida de hombres armados subió al piso alto de
la casa, haciendo uso de escaleras de dimensiones proporcionadas al objeto á que las llevaban destinadas, y fué así
como pudieron llegar hasta las piezas altas, en donde se hallaban la señora Sofía y su hermana la señorita Elena
Sarmiento, y á la inmediata, en la cual se le dió muerte
á la primera de las nombradas.
El cadáver ensangrentado de la señora Sofía Sarmiento
fué hallado cn la pieza inmediata á la en que estaba. la
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-54señorita Elena en el instante del crímen, al pié ó muy
cerca de un baúl que se halló abierto y vacíu. Reconocido
por los peritos nombrados al efecto, doctores José María
Buendía y Vicente Duran S., éstos le hallaron catorce
heridas, inclusive ocho que denominan piquetes, todas
ellas causadas con instrumento cortante y punzante, y
agregan al final de su exposicion: "especialmente la que
atravesó de la parte posterior á la anterior del pecho y
salió á la anterior en la direccion indicada ántes, atravesando toda la extension del pulmon y de la pleura, ha
sido la más grave de todas y la que ha producido la muerte casi instantánea de la señora Sarmiento."
De esta manera, y por el testimonio de varios testigos
que vieron el cadáver ensangrentado, tendido al pié del
baúl, inmediatamente despucs de haber sido perpetrado el
homicidio, y por los reconocimientos de los sindicados de
autores, á cuya vista se puso posteriormente, ha quedado
comprobada la existencia del cuerpo del delito de homicidio, objeto de investigacion .
.
En cuanto al de robo existen en el sumario los datos
que se van á expresar. El cadáver de la señora Sarmiento
fué hallado junto al baúl abierto y vacío, en donde, segun
el testimonio de un número plural de testigos, ella tenia
algunos valores, que habian desaparecido. Bien que por
la muerte de su legítimo dueño no se haya podido precisar la cuantía, ello es cierto que hubo sustraccionde
intereses ajenos, empleando fuerza y violencia á las personas y las cosas, que es lo que constituye el delito de
robo, segun el inciso 15, artículo 66 del Código Penal
vigente. Por pequeña que fuera la suma ó los valores que
la señora Sarmiento tuviera en su baúl, atendiendo á las
ci,rcunstancias que rodearon á la ejccucion, él se presenta.
con el carácter de la mayor gravedad. La señorita Elena
declara que uno de los autores del asalto se dirigió á su
hermana presentándole una arma y, apuntándole con ella
le dijo: "la vida ó la plata," y ella le contestó: "no me
mate, tome las llaves y ~aque lo que hay." El testimonio
de la señorita Elena, aunque singular, ha quedadoconfirmado por el hecho de haber sido hallado el cadáver al
pié d,el baúl. Amenazada la señora Sofía con la muerte
si no entregaba la plata, es imposible creer que hubiera
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-55conducido al que la amenazaba á donde no tenia dinero
Ú otros valores, agravando así su situacion crítica; por el
contrario, lo natural es., atendiendo al instinto poderoso
de la propia conservacion, que ella fuera hasta aprovechar
el medio que se le ofrecia de salvar la vida entregando lo
que tenia en el baÚl, colocada como estaba en situacion
de e~coger entre los términos de este terrible dilema: "i la
plata Ó la \'ida!
El cae!:'lver de la señora Sofía fllÓ hallado, como ya se
ha dicho, en el mismo sitio cn que fué herida y muerta,
casi instantáneamente, segun lo declaran los pelitos rccolloccdore~, al pié del baúl abic¡·to y sin los valores que
éÍntes tenia; hechos que ponen de manifiesto, á un sÓlo
golpe de vista, la existencia simultánea de los dos delitos
de homicidio y robo. Así, pues, la existencia del cuerpo
del delito de robo está, como la del de homicidio, pelfectamente establecida; mas llO basta esto, pues aún con
relacion á ulla misma clase de delitos I:t ley aJlllite, segun
las circunstancias <J lle acompañan it su ejecllcion, diferentes grados de magnitud y gravedad. Para formar un juicio
cabal acerca de los que se in\'l·stigan, se hace illllispensable hacer un exú.men detenillo de lo que resulta del sumurio y de lo que la ley penal prescrihe. Segun el artículo
()O del CÓdigo Penal, son circunstancias agré:lvantes:
1." "El mayor perjuicio, riesgo, alarma, desórden ú
escándalo que cause el delito."
En el delito que se investiga han concurrido circunstancias de tal naturaleza grave~, que han debido causal' la
mayor alarma posible en la sociedad, entre ellas el número de los que concurrieron á Sil ejecucion, provistos de
armas de fuego y blancas de que hicieron m.o, 10 que demuestra que ibdn preparados para vencer toda resistencia.
2." "La mayor necesidad que la wciedad tenga de
escarmiento, por la mayor frecuencia Je los delitos."
Esta es otra de las circunstancias q\le debe tenerse
en cuenta para juzgar de la gravedad de los delitos que
se investigan, pues es notorio que, sobre todo, el delito de
homicidio, el más grave de todos, se ha multiplicado de
un modo alarmante para la seguridad individual, y por lo
mismo se hace más urgente :m reprcsion por medio de la
sancÍon legal.
11
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-563.& "La mayor malicia, premeditacíon y sangre fria, y
la alevosía que haya en la accion; y la mayor osadía, impudencia y crueldad, violencia ó artificio; ó el mayor
número de medios empleados para ejecutarla."
Consta de autos que para la ejecucion de los delitos
que se investigan hubo premeditacion, segun los medios
preparatorios; que hubo osadía, erueldad y violencia para
ejecutarlos, como aparece de la fuerza empleada, de las
muchas heridas que se hicieron á la víctima, y de los diversos preparativos propios para lIevarlos á efecto.
5." y 6.& " El mayor número de personas que concurran á la ejecucion del delito, y cometerlo con armas."
Las circunstancias agravantes expresadas en los anteriores incisos concurrieron en la ejecucion de estos delitos,
segun aparece del expediente.
Es tambien una circunstancia agravante del delito de
homicidio la de haberse ejecutado e\l una mujer débil é
indefensa, que carecia de los medios de rechazar con la
fuerza el ataque imprevisto de que fué-víctima, tan diestramente preparado y ejecutado por tantos hombres armados.
Conocido el delito con toda su gravedad, no habiéndose pudido obtener pruebas directas, se pasa á hacer un
exámen de las pruebas circunstancialcs, ó sea de los hechos
indicativos de sus responsables.
Para ejecutar sus designios criminales tuvieron los
asaltadores de la quinta de "Los Alisos" que proveerse de
medios preparatorios, y uno de éstos fué el de las escalelClS de que se sirvieron para penetrar á la parte alta del
edificio en donde iban á llevar á efecto aquellos designios.
Los qjeclltores inmediatos del crímen en las piezas altas,
alarmados por las detonaciones de armas de fuego en el
interior de la casa y en una de las piezas bajas, emprendieron fuga, y con ellos, los que estaban en el jardin haciendo disparos, dejando una parte de dichas escaleras en
el mismo jardin, por hahérseles roto al escalar la pared
para salir al camellon ó sea el camino público; la cual fué
recogida por los agentes del funcionario de instruccion.
Cerca de la casa fueron encontrados otros palos labrados
que, reconocidos, r~sultaron ser de las escaleras de que
hicieron uso los asaltadores. Continuando la investigaf.:ion
se consiguió poner en evidencia los siguientes hechos:
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-57que las escaleras de que hicieron uso los asaltadores fueron
mandadas construir, dando medidas precisas, por Justiniano
Gutiérrez, interviniendo
en el contrato
celebrado para su
construccion,
en el recibo y conduccion á la. casa de Gutiérrcz, su íntimo é inseparable compañero Aurelio Delgadil1o; que esas escaleras fueron depositadas en la pieza
cochera de la casa de Gutiérrez;
que éste colocó por sí
misrno los peldaños, para 10 cunllomÓ prestada una broca;
y que esas escaleras, recibidas y guardadas por Gutiérrez
pocos dias {lI1tes del asalto, aparecieron, una parte en el
jardín de la casa asaltada y otra á sus inmediaciones,
en
donde las dejaron los asaltadores aband()nclllas en su fuga
precipitada.
H.econocidas por (;ul;érrcz
como las mismas
que él habia mandado construir, confesando S\l recibo y el
depÓsito de ellas ell su casa, ¡¡pareciendo
iguales á las
medidas que él diÓ é i:~uales tambieu ;'t la altura del edificio escalado para subir al piso alto; es evidente la culpabilidad de los expresados
J ustilliano (3utiérrcz y Aurelio
Delgadillo en los delitos que se iIlYesti~an; delitos que se
ejecutaron con esos medios preparados pOI' ellos.
;\l<"tstarde se encontraron
en la pieza de habitacion de
Gutiérrez un fusil Remington,
cuatro revolvers provistos
de cápsulas y un cuchillo ensangrentado,
no en paraje
adecuado los rcvolvel's y el cuchillo, sino escondidos en
un ríneon, entre un costal (saco de fiqne). En el asalto de
la casa de " Los Alisos" hubo disparos de revolvers y de
fusill'emingtoll;
para dar muerte Ú la señora Sofía se hizo
uso de una arma punzante y cortante;
los peritos reconocedores dicen que algunas de las heridas que reconocieron
bien pUllieron ser hechas con el ctlchillo ensangrentado
que se encontrÓ junto con las armas en la pieza de habitacion de Gutiérrez.
En la l'ecoleccíon de armas figura su
íntimo amigo é inseparable compañero Aurelio Delgadillo.
quien en la noche del 20 a121 de Junio, muy tarde ya, fué
á la casa de Natalia Várgas llevando un revolver en su
cubierta.
La posesion de esas armas, especialmente
la de ese
cuchillo ensangrentado
que Gutiérrez ha confesado ser de
su propiedad, apénas pasado el acontecimiento
de "Los
Alisos," en donde se emplearon armas semejantes, unida á
la prueba ántes expresada
tomada de la escalera hallada
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-58en el sitio del crímen; todo esto indica que esas armas de
fuego y ese cuchillo ensangrentado fueron los que sirvieron para la perpetracion del delito, y que 106 .~utores principales de éste son los sindicados ya nombrados.
En el teatro del crímen dejaron los ~altadores una
linterna; se ha hecho constar que Justiniano Gutiérrez
habia comprado una semejante, y esto forma un indicio
en contra suya. Cerca de la casa asaltada se halló una
botella con restos de brand y, de marca igualá la que habia
comprado Gutiérrez; dice éste que la habia dejado en su
casa, lo que resultó inexacto, pues aun cuando se buscó
no fué hallada, por lo cual es preciso deducir que la bote~
lla que se cncontró es la misma que compró Gutiérrez y
la misma que le llevó á su casa Adelmo Delgadillo. Este
es otro hecho indicativo de los responsables del delito.
Los perros de la Quinta aparecieron muertos el dia
veintiuno por la mañana, envenenados con arsénico;
consta que de las siete á las ocho de la noche del dia
veinte, Gutiérrez montó ii caballo y estuvo ausente, sin
que haya podido justificar á dónde fué ni con qué objeto;
la noche era oscura, impropia para salir un hombre solo
con el único fin de pasearse; hay, pues, razon para presumir que el viaje tuvo por objeto el envenenamiento de los
perros, que les podian servir de estorbo á los ejecutores del
crÍmen.
Tales son los datos que suministra el sumario relativamente á los objetos más notables, recogidos á inmediaciones ó en el mismo lugar del crimen, y que sirven para dar
á conocer á sus autores. Con relacion á este medio probatorio dice un autor célebre, muy experto en materia de
pruebas judiciales, lo siguiente. muy aplicable,á los hechos
que se investigan: "si consumado el delito, los actos preparatorios y verdaderamente tales, se hallan bien establecidos, su fuerza de prueba es considerada generalmente
como absoluta."
Pero aun hay más. Antes del acontecimiento, Justiniano Gutiérrez habia ya manifestado el deseo que abrigaba de adquirir para su familia y de consiguiente para sí
mismo, los bienes que dejó el finado José Sarmiento,
segun se deduce de las declaraciones de los aeñores Miguel de Paz y Teodoro Va-Ienzuela. Propone más tarde
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-59matrimonio á la señora Sofía, viuda del finado Joaquin
Sarmiento, y es muy probable que tuviera por objeto,~l
de entrará pOSCeTlos bienes que aquélla habia heredado.
Sufre un rechazo que lo mortifica, segun él mismo lo ha
confesado, con cuyo hecho vé sus esperanzas burladas,
produciéndose dos motivos qne han podido arrastrarlo
hasta el crímen : el amor propio ofendido y la codicia. La
señora Francisca Solórzano, abuela de Justiniallo, declara
que su familia quedó descontenta con la parte que le tocó
de la herencia del finado .Joaquin Sarmiento, y que ella,
no satisfecha, pensaba entablar pleito para reclamar lo que
ella creía le pertenecia; de donde se deduce que no consideraba á la señora Sofía legítima poseedora de la fortuna
que estaba disfrutando. La misma señora Solórzano declara
que no supo la muerte de la sciiora Sofía sino el domingo
veintidos de Junio, y ya el dia siguiellte aparece otorgado
el poder que le confirió al señor Enrique Camacho para
reclamar la herencia, cuando aÚn se hallaba insepulto el
cadáver de la señora Sofía. De estos hechos se deuucen
los motivos seductores que podi~dl obrar en el ánimo ue
Gutiérrez para prccipitado hasta el crírnen, corno lo
expresa con más extension el señor Agente fiscal.
En este voluminoso expediente se han comprobado
lUucllOShechos circunstanciales en perfecta conexion con
los delitos cometidos, que arrojan mucha luz para dar á
conocer á algunos de sus autores, aunque insuficientes
para descuhrir á los demas. Gutiérrcz y Delgadillo van á
la Quinta de " Los Alisos" ántes del suceso. El segundo
lo niega, aunque el hecho se ha comprobado, suministrando
por falta de veracidad, un indicio que le perjudica. Al primero se le ve en observacion en el mismo punto del corredor interior, en donde se colocó una escalera para verificar
el asalto, y observando las armas que tenian los sirvientes
en la pieza que habitaban. Se les ve á ambos haciendo
construir las escaleras que sirvieron para la ejecucion del
delito y guardadas cuidadosamente, y juntos, en las pesebreras de La Paz, cuando Gutiérre7. en la misma noche del
suceso emprendió, deá caballo, un viaje de una hora. Llega
el momento del crÍmen, esas escaleras sirven para el asalto
de la casa. El ruido que hacen los asaltadores en las piezas altas despierta á las criadas y salen, una á llamar á las
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-60personas que estaban en el molino y la otra á los dos sirvientes que dormian en otra pieza baja de la casa. Los
asaltadores que se habian quedado en el jardín hacen
fuego; uno de los sirvientes dispara un fusil desde la pieza
que habitaba, con la puerta entreabierta. Este incidente
alarma á los asaltadores y salen huyendo, dejando en el
jardin parte de la escalera de que se habian servido y otra
parte cerca de la casa. En el interior, en una de las piezas
altas, se encuentra en seguida, cuando ya se habian ido los
asaltadores, el cadáver ensangrentado de ]a señora Sofía,
junto á un baúl abierto. Gutiérrez llega á su casa y entra
á la pieza que habitaba, tarde de la noche. Delgadillo no
va á su casa sino á la tienda de Natalia Várgas, tambien
muy tarde de la noche, llevando un sombrero cubilete,
otro jipijapa de copa alta, una ruana en un brazo y un
revolver en su funda. No admite cama y se queda vestido
en un canapé; al dia siguiente permanece oculto; su
hermano va á buscado y habla con él dos veces; vuelve
á quedarse en la misma tienda, y tratan de los preparativ6s
de un viaje próximo; al fin sale y es aprehendido. Delgadillo niega haber llevado los objetos álltes expresados;
pero el hecho se comprueba, así como tambien que en la
tienda de la Várgas habia dado muestras de inquietud y
de sobresalto. Este mismo Delgadillo, el dia veinte de
Junio, habia estado en la casa de Rosario Cárdenas dando
muestras de inquietud, hasta el punto de exclamar que
quién-sabe qué le iria á suceder. Adelmo Delgadillo habia
estrechado sus relaciones, pocos dias ántes del suceso, con
Gutiérrez. El fué quien le llevó la botella de brandy á su
casa, percibiéndola de la tienda en donde dicho Gutiérrez
la habia comprado. Gutiérrez fué con su madre y un~ de
sus hermanas á la quinta de " Los Alisos," no quiso ver el
cadáver, pero sí vió las escaleras, y en la primera bestia
que encontró se vino á esta ciudad á verse con uno de
los carpinteros que habia hecho unos largueros de escalera, á rogade que no fuera á decir que él se los habia
mandado hacer. La señorita Elena Sarmiento dice que el
primero que entró á la pieza donde se hallaba enferma, y
en donde se le intimó á su hermana que diera la plata ó
la vida, le parece "que era J ustiniano Gutiérrez, por el
movimiento que hizo de llevarse la mano hácia el som-
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-61brero, y por la misma mano," dando por ra70n de conocerlo mucho el haber vivido con la familia.
De las declaraciones de los sindicados se desprenden
contra ellos mismos fuertes indicios. Gutiérrez incurre en
contradicciones flagrantes; procura disculparse afirmando
hechos de imposible probanza é increíbles á todas luces.
Encerrado en sus propias contradicciones, se rectifica á
sí mismo, descubriendo su falta de veracidad. En otras de
sus respuestas confiesa hechos propios para descubrir su
culpabilidad, y con frecuencia en contradiccion con su
cómplice. Este, Aurelio Delgadillo, en general se mantiene
al abrigo de respuestas evasivas, manifestándose ignorante
de hechos que debia conocer, ó negando algunos de los
ejecutados por él, y que se han comprobado plenamente.
Evidentemente ámbos en muchos casos han faltado á la
verdad, lo que no habria sucedido si se hubieran creído
inocentes. Para cerciorarse de la exactitud de lo expuesto,
léanse las observaciones del señor Agente fiscal y las citas
que hace en Sll escrito el Acusador particular.
Todos estos hechos, expuestos por el seíior Agcnte
fiscal, y minuciosamente especificados con todos sus pormcnores por el Acusador particular, conspiran á un mismo
fin, cual es el de demostrar, por su íntima conexion con el
delito, que Justiniano Gutiérrez, Aurelio y Adelmo Delgadillo fueron unos de los ejecutores de los delitos perpetrados en la quinta de Los Alisos" el dia y hora citados.
La cxposicion del Agente fiscal y el minucioso exámen
de los autos hecho por el Acusador particular, son piezas
de la mayor importancia, que deben tenerse en cncnta
para formar un juicio exacto acerca de los delitos que han
dado orígen á esta larga y prolija investigacion. Esos escritos deben tenerse en cuenta como fundamentales al juzgar de la justicia de la resolucion dictada por este Juzgado.
Aunque fueron muchos los que concurrieron á la ejecucion del delito, no han sido hasta ahora descubiertos
más que los que se hallan detenidos. Contra Leonídas
Hinestrosa y Alejandro B. Ruiz no existe la prueba que la
ley exige para proceder contra ellos. l.,a sospecha contra
el primero, deducida del hecho de haberse hallado su
revolver entre las armas que tenia en su pieza Gutiérrez,
débil por sí sola, aparece desvanecida, por cuanto sí se
H
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-62dieho Gutié~rez,
éste no quiso entregáltsielo'á 'pI'cte?lto1de que'e~ba,da •..
ftádo. Memas, hay datos para: oreel! IqiLe él estuvo Sd su
hábitacíon,desde las diez de la noche,dehjuéves
hasta'el
día sigui{jnte. Respecto de Alejandro Ruiz B6 ha 'oompro.
bado que en la noche citada estaba en, Guáduas. '
Por los fundamentos que se han expuesto, con reproduccion de los que contienen los 'escr'itosidel señor Agente
fiscal y del Acusador particular; en cumplimiento de 10
dispuesto ·en el artículo 1488' del. 0Sdigo Judicial Y',Em
el 1489 -del mismo, por este Juzgado, administrando justicia
en nombre del Estado y por, autoridad de la l~y, se deL
clara con lugar á la formacion de causa'~ontra Justiniamo
Gutiérrez, Adelmo Delgadillo y Aurelio Delgadil1o, ,por
los delitos de homicidio y robo que se dejan relacionados)
yse sobresee en el procedim~ento reflpecto' de Le onídas'
Hinestrosa y Alejalldro B. Ruiz.",
,
.:
Notifiquese al señor Agente,nseal, al Acusador pMti ••
cular y á los procesados, en la forma legal, haciéndoles etl••
tender el derecho que tienen para nomorardefensor.
Los
procesados deben pasar al lugar de los presos, á cuyo
efécto Se expedirá la boleta correspondiente.
Luego que se haya feneeido la causa, se consultará
este auto con el Tribunal Superior, enCUMlto al sobre ••
seimicnto que se ha decretado;
demuest\'arque.
y
él se lo habia rec1amarloiá
i
,
EUGENIO CASTILLA.
PEDRO
P.
CAMACHO,
Secretario.
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'
Juzgado del :fost.ado en asuntos e~iminales - nogot.á, seis da
mil ochociento8 ochenta.
:trebr.e~o de
En la mailana del dia veintiuno de J uDio de mil ochocientos setenta y nuevc, se traslad,) el Inspector de policía
del barrio de Santa Bá.rbara á la lJuillta denominada de
•. Los Alisos," situada en los afueras de esta ciudad, el! el
camino que conduce lÍ. los distritos de ilosa y Soachn, &c.
El motivo de la presl~ncia del IUf-:peetor citado, en aquel
lugar, fll~ por haberle dado aviso Tomas Hodrígucz· de ,que
en aquella quinta habia sido asesinada la señora Sofía Sarmieuto de Sarmiento v robados algunos de sus intereses.
Cuando el Inspector expresado' llep;<Íal punto mencionado, encontrÓ allí tÍ los señores Fr¡111ciscoDíaz, Eduardo
Díaz, los sinientes de la casa Zoilo Lara, Claudio Gouzález, Guawllupe y Cruz Jiménez, la madre de éstas, Eusta_
quia Vásquez, y otras varias personas; yel cadáver de la
señora Sofía Sarmiento de Sarmiento al costado izquierdo de
la puerta de su habitacion, junto ¡¡ un haÚl abierto y rebulUjado; é inmcdiatamente nombrÓ peritos para reconocer el eadá,ver:t los seiíores doctores José ~laría Buendía y Vicente
Duran S., y para reconocer los rastros, huellas y señales que
hubieran dejado los a~altalltes, ú Claudio González y Francisco Fe1'l'é.
En la misma fecha los doctores lluenuía y Duran, de
comun acuerdo y con las formalidade¡.; legales, en su calidad de peritos, expusieron: " que reconocido el cadáver de
la seilora Sofía Sarmiento de Sarmiento, que estaba en do•.
cúbito dorsal, le encontraron las siguieutes heridas: primera, una en la parte posterior del tronco, que comienza
en la superior del homhro y llega hasta el borde posterior
del hueco axilar del brazuizquierdo, de ocho centímetros
dc cxtension, y de profundidad la del espesor de la piel
y parte de los músculos de esta rcgíoll. Otra herida situada á dos centímetros tle la colullllla vertebral y á cuatro
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-64del borde interno del homoplato, de dos centímetros de extension, y de profundidad todo el espesor de la pared toráxica hasta salir á la parte anterior del pecho, entre la segunda y tercera costilla, á dos centímetros del borde externo del esternon. Otra herida de dos centímetros de extension, situada en la parte posterior del tronco, por debajo
del axilat derecho, y de seis centímetros de profundidad.
Otra herida situada en el brazo derecho, en su parte posterior, y que atraviesa la extension de los músculos, saliendo al borde externo del brazo: en la parte anterior del pecho presenta otra herida, situada á dos traveses de dedo,
por debajo del axilar y de la mama derecha, de dos centímetros de extcl1sion y profundidad. Otra herida situada debajo de la mama izquierda, de ocho centímetros de extension, y de profundidad la del espesor de la piel. En la parte anterior del pecho presenta, en distintas direcciones,
cuatro piquetes, é igual número en la parte anterior del
abdómen. Todas estas heridas han sido hechas con instrumento cortante y punzante; especialmente la que atravesó
la parte posterior ¡i la anterior del pecho y salió á la anterior en la dircecion indieada ántes, atravesando toda la extension del pulmon y de la pleura, ha sido la más grave
de todas y la que ha producido la muerte casi instantánea
de la señora Sarmiento."
Los peritos González y Fen-é expusieron, de comun
acuerdo, que cn desempcño de la diligencia que se les ordenó, han encontrado las siguientes huellas: "En la pared del
jardin de dicha quinta, hácia el derramadero de la cocina,
encontramos una parte del tejado con la barda rota, algunas
tejas caidas y, cncima del lugar destruido, un botan de caDllsa y otro forrado en merino negro, como de levita ó chaleca; al pié de dicha pared, y por el lado del jardin, tendida.
en el suelo, una escalera nueva de abrir y cerrar, que par-ecehubiera sido más larga, porque en uno de sus extremos
se encuentra el rastro de un ensamble; sin embargo, está á
la medida de la pared para subir y bajar por encima. de ella
del camino público al jardin de la mencionada casa; un
larguero de madera que se encontró en el camino público
que conduce de dicha quinta á "Tres-esquinas,"
tiene
rastro de haber sido escalera, se puso tendida oblícuamenre del piso del jardin al piso alto del baleon, donde hay una
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-65tablita que sostenía una taza de flores, y que se encontró al
pié hecha pedazos, nos indica que al poner esta escalera, ó
al subir ó bajar por ella, la hicieron caer; las puertas de
las piezas altas, como son la cocina, despensa, comedor,
sala, cuarto de la señora Sofía, cuarto de la señorita Elena,
oratorio; la puerta de la escalera, puerta principal de la
casa, puerta de criados, pesebrera, cochera, corral de gallinas, bodega, cuarto de huéspedes, y ventanas, ya altas,
ya baja3, no se encuentra rastro alguno de que se hubieran
querido violentar; pero en uno de los balcones que miran para el camillo se encuentra Ulla pequeña dañadura
reciente, en el borde de la pared, en la parte alta, y al pié
los pedazos de pañete que cayeroll; un vidrio del mismo
balcon, roto, y al pié sus fragmentos, cuya ruptura creemos es reciente; á una hoja del mismo balcon le falta una
aJdabita, pero esto se nota que es viejo; en la pared baja
rastros de proyectiles y agujeros varios, de armas de fueg(l
de distintos calibres, y en el tablero de la puerta de la pieza
de dos sirvientes de la casa, se encuentra el agujero de una
bala como de rcvo1\rers qu~ dió coutra la pared sobre que
descansa la hoja de la puerta, que sin duda lo recibió cuando
ésta estaba abierta, y en una de las columnas, situada frente á la misma pieza, se hallaron dos balazos como de revolvers ó pistola, sesgados como en direccion á la puerta
del cuarto de dichos criados. Las tejas de la parte de la
pared del jardin, donde se encontró la escalera, caídas
unas, partidas otras; en la sala alta, en la pared, se encuentra el forámen de \In proyectil de arma de fuego, y en el
piso bajo del corredor se encuentran una bala cónica grande, con tierra en la parte cóncava, y dos balas aplastadas
como cuando han dado contra úbst;i.culo y rechazan, y en
el jardin se hallaron tres cascaroncs de cápsulas; un vidrio
del balcon de la sala roto, y aunque las barandas de los
balcones que miran para el camino pÚblico se hallan ceñidas como por cuerda; esta huella se nota que es vieja, y
ademas, si hubieran bajado por ahí, habia tenido que quedar precisamente el rastro en la pared y la ceñidura de la
cuerda en el borde de ella. A. la derecha de esta casa se
encuentra el corral de las gallinas, donde se encerraban los
perros, los cuales, á las tres de la mañana de este dia, que
entramos al corral donde estaban, se encontraron vivos,
5
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-66pero se notó, y par esa entramos, que no ladraban; y c:o¡no á. las ochO' de la mañana del misma día encontramas á.
una de dichos perros muerto y otra espirandoy sin herida
ni lesion alguna ninguno de los dos: hasta ahora nO'se encuentra atrO' rastro."
Segun las expasiciones capiadas, y de varias dec1araciolles de testigos presenciales, quedan comprobados los siguientes hechas:
1.° Que la casa-quinta de" Los Alisos" fué asaltada
la noche del veinte de .Junio al amanecer del veintiuno,
y por vanas personas;
2.° Que la misma noche fué asesinada la señora Sofía
Sarmiento de Sarmiento, puesto que los peritos en la materia han declarado, bajo de juramento, que dicha señora
murió por consecuencia de las heridas que recihió aquella
misma noche y que ellos examinaron; y que estaba buena
y s¡¡¡.nala noche anterior, ó mejor dicho, ántes del asalto,
y que un número plural de testigos la vieron muerta dicho dia veintiuno;
3.° Que el dinero y efectos de valor que la señara de
Sarmiento tenia en el baúl, cerca del cual fué asesinada,
fueron sustraidos, lo cual se ha comprobado con las declaracianes de la señorita Elena Sarmiento y Enrique Sarmiento; y como para ejecutar ese hecho hubo fuerza y violencia en las personas y en las cosas, se perpetró indudablemente el delitO' de robo.
Por las declaraciones de Claudio González, Zoilo Lara~
Cruz y Guadalupe Jiméncz y la madre de éstas, á tiempo
que Cruz salió á llamar á Claudio y á Zoilo, por haber
aído pasos en las piezas altas, los asaltantes que habian
quedado en la parte haja del edificio le hicieron fuego;
~s proyectiles, coma se dijo ántes en el exámen de los
pElritos, dejaron las señales á inmediaciones de la puerta
.Qel cuarto de Claudio, en dicha puerta y aun dentro
de la pieza. Can estos hechos queda demostrado que se
atentó cantra. la vida de Cruz Jiménez, lo que constituye
indudablemente el delito de tentativa de homicidio.
Respecto de las sindicados, se encuentran los siguientes indicios:
1.° Que Justiniana Gutiérrez, en compf.\ñía de Aurelio
1)elgadilla, mandó construir los palos largueros de la
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-ti7-
escalera encontrada en el jardin de la quinta de" LÓlJ
Alisos," el dia veintiuno de .J unio, y los encontrados en el
camino real, el uno, y el otro en un potrero arriba de
•• Tres-esquinas."
2. o Que J ustiniano Gutiérrez compró en la licorería
denominada" La butella de oro," una botella de brandy
con la marca" Otard Dupuy," dias lÍntcs del acontecimiento de a Los Alisos," y ulla botella semejante, con resto
de brand)', fné encontrada en el potrcro, frente de
•• Los Alisos," por Miguel (iómez y Medardo Tórres,
empleados de la policía del Distrito; y no habiendo
dado Gutiérrez razon de lo que hiciera con la botella de
brandy que compró, se viene en conocimiento de que, indudablemente, es la misma. encontrada por los policías
citados.
3." Que .Tustiniano Gutiérrcz comprÚ en el mes de Febrero del año próximo pasado, en el almacen de los Tho1"in,una linterna, y, segun las declaraciones que á este
respecto hay en el sumario, es la. misma encontrada en la
Quinta de " Los Alisos" el dia veintiuno de .Junio, des¡;ues del acontecimiento.
4.° Que días ántcs al citado veinte de Junio, Gutiérrez
tomó prestado á Lconídas Ilinestrosa su revolvers, y que
ese mismo dia, á las seis de la tarde, Hinestrosa pidió á
Gutiérrez dicho revolvers y no se lo entregó, manifestándo le que se habia dañado y lo habia mandado componer;
y ese mismo revolvers fué encontrado en el cuarto de Justiniano Gutiérrcz entre un cost<d, lugar poco á propósito
para guardar esta clase de objdos, el dia en que el Inspector de policía practicÓ una ronda en aquella pieza.
5." Que el veinte de .Junio, por la tarde, como á las
seis y media, y contra su costumbre, montó Gutiérrez á
caba!lo en las pesebreras de " La Paz," tomando prestados un sombrero V una ruana á .José María Sánchez, devolviendo poco de~pues el caballo yel sombrero prestado,
mas no la mana, sin haber justificado su procedimiento
con la ejecucion de aquellos hechos.
6.° (~ue Aurelio Delgadillo fué á la casa de Natalia
Várgas, como Ú las dos de la mañana del dia veintiuno
de .Junio citado, llevando una ruana negra, un sombrero
jipa y un revolvers, hechos que neg-ó y que aparecen com-
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-68probados con las declaraciones de la Várgas y de su sirvienta Julia.
7.° Que Adelmo DelgadilIo fué quien le llevó á Gutiérrez á su casa la botella de brandy que compró en " La
botella de oro;" que este individuo tenia relaciones estrechas con J ustiniano Gutiérrez desde pocos dias ántes
del acontecimiento de " Los Alisos," y que el dia veintiuno de .Junio citado estuvo varias yeces en ll;l tienda de
Natalia Várgas, manifestando desasosiego, inquietud, y
conversando paso con su hermano Aurelio, saliendo á las
seis de la noche del expresado dia, juntos, estando con
Gutiérrez en la botica de Ricardo Acero y saliendo despues con aquél y su hermano Aurelio, conversando paso
los tres; y es seguro que si no hubieran tenido secretos
que comunicarse entre los tres, habrian permanecido en
la botica de Acero, como lo hacian de co~tumbre.
Todos estos hechos fueron los que sirvieron de base al
señor Fiscal del Estado para acusar á Justiniano Gutiérrez, Aurelio y Adelmo Delgadillo como autores de los
delitos de homicidio y robo perpetrados en la quinta de
" Los Alisos," en la noche del veinte al veintiuno de J unio del año próximo pasado, acusacion que corre desde la
foja La hasta la ]8.&del cuaderno número 6.°, la cual acogió este Juzgado, y dictó el auto de veintiocho de Noviembre del año citado, por el cual se llama á juicio á los expresados Gutiérrez y Delgadillos por los delitos enunciados.
Posteriormente, Aurelio Delgadillo, en trece de Diciembre del propio año, presentó al Juzgado del Estado,
despues de la visita de cárcel de aquel dia, una exposicion
circunstanciada de los acontecimientos que tuvieron lugar
desde ántes del crímen de " Los Alisos," sindicando como
cómplices á José Rincon, Rafael García, Juan Pérez, un
indio y un compañero de Rincon. Despues de ratificado
Delgadillo en la citada exposicion, fué remitida ésta, con
unas diligencias que habia practicado ántes el Inspector
de policía de las Niéves, al señor Alcalde de la ciudad, para
que practicara las diligencias correspondientes al esclarecimiento de los hechos. Aquel funcionario, en cumplimiento de 10 ordenado, tomó las declaraciones de Rafael García y ,1 uan Pérez, los cuales negaron rotundamente todos
los hechos; pero continuando la práctica de las diligen.
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-li9cias, Gutiérrez,
Aurelio Delgadillo, Juan Pérez y Rafael
García confesaron los hechos ejecutados por cada uno de
ellos en el crímen de "Lo~ Alisos," pero tratando Gutiérrez y Aure]io Delgadillo de salvar estos dos hechos: 1.0
Que Gutiérrez no fllé quien diÓ de puñaladas á ]a señora
Sofía; y 2.u Que Adelmo no concurrió ni tuvo parte €n el
acontecimiento.
Véamos, pues, cómo tuvieron lugar los
hechos, segun aparecen
c:.llnprobados en el cuaderno número 7.° de esta larga actuacion.
Desde e] mes de Octubre de mil ochocientos setenta y
ocho, en que Justilliano Glltiérrez regresó á Bogotá de un
viaje qne habia hecho á]a RepÚblica de Venezuela, concibieron y proyectaron con Aurelio Delgadillo apoderarse de
los bienes de la seí1ara Sofía Sarmiento de Sarmiento (foja
1. de la exposicion de Delgadillo, y :32 vuelta de la declaracion de .Justiniano, cuaderno número 7."); y al efecto, el ~rece de ~ oviembre redactaron la carta que se halla en la foja
10." del cuaderno número 3.°, en ]a cual le hace Glltiérrez
ciertas manifestaciones
amorosas á ]a señora de Sarmiento,
ó, en una palabra, ]e propone unirse con ella en matrimonio; propuesta que fué rechazada por la expresada sellora
en ]a carta que fonna la f0ja 11.' del cuaderno citado, y que
Gutiérrez recibió el mismo dia trece. Posteriormente
concibieron el plan de darle muerte á la seiíora Sofía de Sarmiento, y para lle,,"ar]o á efecto Aurelio Dclgadillo contrató, para que le ayudaran en la ejecucion del crímen, á ,Juan
Pérez, persona que él cOllocia por haber servido en casa
d(· uno de sus parien~es, y <¡ue cuando lo contrató estaba
de corneta en el batallan 10.° de línea; y de acuerdo con
éste, Delgadillo contrató á Rafael Carda, ofreciéndoles pagar á cada uno cien pesos, y dieiéndoles que era para que
lo acompañaran
á deshacerse de un enemigo que ]0 habia
ofendido, y despues que era para cobrar una herencia. Pérez y García fueron comisionados
por Delgadillo para
contratar otro individuo que los acompañara en la ejecucion del crÍmen que tenian premeditado,
y éstos contrataron á uno que han denominado e] indio; y combinados ya
el dia y la hora, el viérnes veinte de .Junio de mil ochocientos setenta y nueve se encontraron
dos cuadras arriba
de la quinta de " Padilla" Justiniano Gutiérrez, Aurelio y
Adelmo De]gadillo, Juan Pél'ez, Rafael García y el indio;
11
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-70pues que José Rincon y el compañero de éste, á quienes
Delgadillo hace figurar en su exposicion, son nombres
fingidos, puesto que estos individuos no han sido hallados,
y las funciones que á cada uno les atribuye son las que
han aparecido ejecutando, J ustiniano las de Rincon, y
Adelmo Dclgadillo las del compañero de Rincon.
En el mismo dia veinte de Junio, y de las seis y média
de la tarde á las ocho de la noche, horas en que estuvo
á caballo Justiniano Gutiérrez, despues de haber montado
en las pesebreras de " La Paz," se ocupó en ir á la quinta
de " Los Alisos," envenenó los perros de la señora Sofía
de Sarmiento, que ésta tenia en el corral de las gallinas, y
volver á dichas pesebreras.
De las diez y média á las once de la noche del dia
expresado, reunidos ya los individuos mencionados, y listos
para la empresa que iban á acometer, Aurelio Delgadillo
distribuyó armas á.Juan Pórez, Rafael García y al indio;
sacaron luego de la cochera de la casa de Gutiérrez dos
escaleras, unos lazos que tambien se distribuyeron, unos
pañuelos colorados con pintas blancas, una botella de
brandy y una linterna, pues el \Vinchester de que hizo
uso Adelmo Delgadillo en la quinta de " Los Alisos" lo
llevaba consigo. Con todos estos elementos se dirigieron
á la quinta expresada, bajando á la " Alameda," y de ahí
en direccion á San Victorino, pero al llegar á la esquina
de La Capuchina se distribuyeron, bajando unos por la
calle al norte de dicho edificio, y otros por la del sur, á
salir todos á la del "Gasómetro," atravesaron luego el
camellon de San Victorino, tornando diagonal mente la
plaza de " Los .Mártires " á la esquina del puente del mismo nombre; luego en direccion á" Tres-esquinas," pasando por " La Estanzucla ; " de este punto tomaron el camino
de " Soacha " hasta la quinta de " Los Alisos." Allí, en el
5." balcon de la casa, mirando de Oriente á Occidente,
colocaron una escalera de las que llevaban, cuyo balcon
corresponde á la pieza que sirve de comedor; esta pieza
tiene dos puertas, una que comunica con la sala, y otra
con el corredor principal que está al Norte; por dicha
escalera subió J ustiniano Gutiérrez, rompió uno de los
cristales del balcon, entró á la pieza y abrió la puerta que
comunica con el corredor citado; la otra escalera la pu-
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-71 swron en la pared baja que ~iglle al ediJ1cio; por alli entraron Aure1io y Adelmo Delgatlillo, .Juan Pérez, Rafael
García y el indio; de estos cinco individuo~, quedaron en
el jardin Rafael Garda, armado con un revolvcl"s, y Adelmo Delgadillo con un \Vinchec,ter, con ónlen de hacer fuego si veían Ú alguna persona 6 ~t:ntian algun ruido. Aurelio DcIgadillo,
J uan I)t~rez y el ilHlio pusieron en el
corredor alto la mi::;ma escalera ("{tIC les había s('!"\'ido para
entrar al jardin, subieron por ella Ú dicho corredor, entraron á la pieza del comedor qUt' .1ustiniano Gutiérrez les
abriÓ, C01l\O se ha dicho, y todos juntos ~c dirigieron á las
piezas interiores, donde se hallab:lll las se!íoras Elena y
Sofía Sarmiento de Sarmiento, llcvalldo Aurelio Delp;adillo
una linterna en la mano. La scÚora Sofía estaba c~rca de
ulla mesa redonda, con la espalda nwlta hácia el Norte, y
la señorita Elena, enferma, en uIJa callla situada al costado
derecho de la puerta de entrada tt la pieza de la SCllOra
Sofía, y que fué por donde entraron los individuos ántes
mcncionados.
De (-'stas, adelant:ínclo.se uno de ellos, se
dirigió Ú la señora Sofía dicif'ndele " la vida ó la plata,"
apuntándole
con Ull revolvcr;,; que tenia en la mano derecha; esta se!íora le conte'Stó : " }lO me mate, le daté lo que
h;:tya," y dirigiélldo~e á una cama que habia en la misma
pieza, tomÓ las llaves que allí tenia, y por el lado derecho
de la mesa rooonda citada, Ile,-ándola .J ustiniano co~ida
de la mano, la saCIl para la pieza inmediata,
y á tic~lpo
que Csto :;ucedia, 11110
los compañeros de Gutiérrez le
hizo señas amcnazantes
tt la s(:iÍora Elena diciéndole:
" no tenga usted cuidado." En la pieza á uonde sacaron á
la SCJlora. Sofía, tenia ésta el baÚl ell uonde guardaba el
dinero y demas objetos dc valor; le hicieron abrir el baúl,
y entregó á Gutiénez y Delgadillo el dinero, segun la declaracion de Pérez (fajas J U, cuaderno 7.°), y en acto
seguido la cruzaron Ú puñaladas causándole catorce heridas,
de las cuales seis eran mortales.
Luego entró uno de los
indicados indi"iduos á la pieza donde estaba la señora
Elena, y dirigiéndose á ella le dijo: "á ésta tOl"cerle el
pescuezo." En esos momentos se oyeron las detonaciones
de armas de fuego en la parte baja del edificio, y Delgadillo dijo: "estamos
perdidos," y salieron corriendo;
á
este tiempo hizo UlJ tiro Juan Pérez, cuyo proyectil quedó
uc
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-72en la pared; .1 ustiniano Gutiérrez bajó por el balcon por
donde habia subido; Aurelío Dclgadillo, Juan Pérez y el
indio por el corredor principal á dar al jardín, y de este
punto salieron todos al camino real.
El motivo de los tiros que hicieron en la parte baja
del edificio de la casa de la quinta de" Los Alisos," en los
momentos de que se acaba de hablar, fué porque Cruz
Jiménez, con motivo de haber oído pasos en la parte alta
del edificio, se dirigió á la pieza que ocupaban los sirvientes Claudio Gonzálcz y Zoilo Lara; y Adelmo DelgadiUo
y Rafael Ga.rcía, que estaban en el jardín, les hicieron nueve tiros, cinco Delgadillo con el \Vinchester y cuatro
García. A tiempo de salir al camino los que estaban en el
jardin, la escalera que les habia servido para entrar á él Y
para subir á la parte alta del edificio se les rompió, dejando allí la mayor parte de ella. En el camino dejaron un
palo larguero, los peldaños los botaron en diferentes puntos, y otro de los palos lo botaron en un potrero, en una
calle excusada arriba de "Tres-esquinas;"
y en la quinta
del señor Jacinto Corredor, en el punto que llaman
" Siete-vueltas," Aurelio Delgadillo les dió á Pérez, á Garda y al indio como trece pesos en dinero á cada uno.
Los hechos que se han relacionado constan en el expediente que sobre este asunto se ha seguido, especialmente
en el cuaderno número 7.°, Y aunque al infrascrito ya no
le corresponde analizar los hechos ejecutados' por los
Delgadillos y Gutíérrez, sí hará notar que siendo las diligencias últimamente practicadas en el asunto, un complemento de la callsa por los delitos de homicidio y robo,
ejecutados en la persona y bienes de la señora de Sarmiento, y constando en la diligencia practicada en la
Alcaldía el veíl1ticuatro de Diciembre último, que el individuo que estuvo con Rafael García en el jardín fué Adelmo Delgadillo, á quien reconoció ser el mismo que denominaban cae/tifu, y habiendo estos dos individuos atentado
contra la vida de Cruz Jiménez, indudablemente cometieron el delito de tentativa de homicidio.
Estando como están probados los delitos de homicidio,
robo y tentativa de homicidio, y teniendo participacion en
los dos primeros Rafael Garda y Juan Pérez, y respecto
del último sólo García y Adelmo Delgadillo, y no habien-
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-i3do prueba alguna en todo este yoluminoso proceso de la
cual pueda deducirse la inculpabílídad de estos individuos;
el Juzgado, administrando justicia en nombre dd Estado
y por autoridad de la ley, declara con lugar á formaciol1
de causa criminal contra Rafael García y Juan l>érez por
lo~ delitos de robo y homicidio que castiga el Capítulo 2.",
Título 2.° del Códigq Penal, y contra Rafael García y
Adelmo Delgadillo por el delito de tentativa de homicidio
que castiga el Artículo (l.", Capítulo 1.", Título 1." del
Código citado.
Continúen las indagaciones rcspecto del individuo denominado H el indio," contra el cual no se dicta. el auto correspondiente por ignorar su nombre y residencia.
Notifíquese, Y al llaccrlo á los procesados, hágaselcs
fnber el derecho que tiellen de nombrar defensor, léaseleli
el expediente, anótense las observaciones que lJagan y
expidase la boleta á los encausados para que pasen a11ugar de los presos.
IGNACIO CAL.VO·
PEDllO
P. CA1UCUO, Secretario.
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ALEGATO DEL AGENTE FISCALr
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1
HABElS prestado ante el augusto altar de la Justicia el
sagrado y solemne juramento de descmpeñ'll' bien vue~tros
deberes y de decidir conforme á vuestra COIICip.IJeia,
en la
causa seguida en averiguacion de los responsables de los
delitos de homicidio y robo, y tcntativa de homicidio, perpetrados en la quinta de "Los Alisos," t~n la infausta y
aciaga noche del 20 al 21 de Junio del año de 1879.
Ese juramento prometido á la faz del atento y numeroso concurso que nos rodea, y en presencia de Dios, cuya
mirada penetra hasta los más recónditos pliegues del corazon humano, no dudo será fielmente cumplido, y que, en
consecuencia, el fallo que dicteis en esta causa, fruto de
vuestra sabiduría, de vuestra imparcialidad y de vuestro
ilustrado y recto criterio, dejará plenamente satisfecha la
ley, la !lloral y la alannada conciencia pÚblica de esta cristiana sociedad, la qUl', al tener notici,l (lel pavoroso hecho
que hoy se juzga, lanzó un g¡-ito desgarrador de indignacian
y de espanto, pidiendo el condigno castigo de los feroces é
inhumanos asesinos de la virtuosa señora Sofía. Sarmiento
de Sarmiento, quienes con sohra de razon, podrian muy
bien hoy exclamnr, cada nno ante el Tribunal de su roedora conciencia, como Job en su desventura, diciendo:
•• j Perezca el dia en que nací, y la noche en que de
« mí se dijo: concebido ha sido un hombre sobre la tierra!
" 1 Quede sepultado aquel día en tinieblas y sombras
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--1" de muerte; cérquele oscuridad y sea envuelto en amar··
<1 gura!
« i Sea aquella noche ocupada de tenebroso torbellino;
., su oscuridad ofusque el resplandor de las estrellas; mal"díganla todos los infelices y todos los que sc hallan en
" estado de pndechar y lamentar s-us desgracias! "
Sí, señ~/ies ,Jurados; jamas, desdc los más lejanos tiempos, había s:do t:1n honda y doloros.uncntc herida el alma
de I1lH'strasociedad, comu lo ha sido con el feroz y sal valc
atentado de que fué tUl.tro la quinta de « Los Alisos>
apartada y trnnquila morada de una matrona caritativa
y virtuosa.
La C;L::S¡¡ contra ano.l~;y socios en ] 851; la instruida
contra .Jcsu", :v1..10 r,¡.!nco, en 1859, po: muerte dada á su
hermano can~al, el d'h::tor J<lsé María .Malo Blanco, Gobcruador l:'ntónces de CUlldinamarca; la seguida contra
Va1c-ntin García Tejada y compañeros, en 1869, por el
homicidio ('jecubdo en el súbdito frances Descamps; la
formada contra Luis L'maña Jimcno, en 1872, por muerte
violenta dada al presbítero Juan Francisco V5.rgas; la
instaurada y fenecida contra los m:esi:los de " Aguacatal, "
en 1873; la que llevó al jurado y ca~t¡gÓ en 1876 ú los crueles verdugos de Sagrario 1\loráles,-todas
ellas, en mayor
ó menor grado, conmovieron los ánimos y exacervaron el
sentimiento púbEco ; pero el crímen consumado el! " Los
Alisos, " en la noche del 20 ,d 2] de .Junio del año último,
ha sublevado todos los corazones en contra de sus autores,
y el clamor de la opinion pÚblica indignada se ha dejado
oir semejante á las rugientes y agitadas olas, que airadas
azotan las rocas de la playa el dia de furiosa tempestad !
.
Por qué? Porque lo más sagrado que hay para cl
hombre, despues de su religion y su Dios, la mujer virtuosa, ha sido herido y desgarrado por el alevc y ti-io puñal
del asesino!
Por qué? Porque ninguna pasion noble, ni que pudiera
excusar el atentado, fué el móvil que los sedujo á empuñar
el arma homicida, sino la más negra y sórdida avaricia, y
algo como una vil y tardía venganza, llevada á término
sobre una mujer prudente que, oyendo los consejos de la
sana razon, no creyó digno el dar su mano de esposa al
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[)
que más tarde, cOIl\"ertido en verdugo, debia sepultarle
cobardemente
un puñal por la (~spalda, en recompensa de
la amistad con que lo honrara y de los b:lldicios que de
ella había l't:cibido !
Al desempl'ñar
los delicados delwl'c~, (lue me impone la ley, como Agcnte del \finiste¡'io
pÚblico, no me
impele ni dOlnina el afecto ni el odio para con nadie.
Jumas visité la casa de la sc¡ioraSofía
Sarmiento, ni
tuve amiíitad con ella; jamas pisé los umbrales de la morada de la señora Clotildl' Sarmiento
de Gutiérrez;
ni
nunca he cambiado un ¡;aludo, ni cruzado la más ligera
palabra con los señores.J ustiniano (jutiérrez,
¡\ urelio y
Adelmo Delgadillo, Rafael Garcia y Juan Pérez, que ocupan hoy asiento en el banco de los acusados:
ellos son
testigos de la verdad de mis palabras.
Los cargos y apreciaciones,
pues, que yo formule contra los procesados, en la presente
acusarion fbcal, deben
mirarse, no como el fruto de hl amistad Ú del afecto para
con la víctima, ni del odio Ó i'csentimiento
para con los
reos; sino COIIJO el lÓgico. jurídico y llatUl'al resultado
obtenido de un madu:'o exÚmen del proceso cuya lectura
se acaba de hacer, y del anhelo de cumplir, á mi vez, con
el solemne jnrameílto que hice al aceptar el encargo de
Fiscal del Estado, para cuyo honroso pue:-;to fuÍ nombrado espontáneamente
por los votos de la ¡\samblea Legis-
al'
lativa de 1879.
El respetable
séf¡or Juez de derecho os ha sometido
al exámcn y solncion las siguidltes CLlcotioncs legales:
1." ¿ Se han cometido los delitos de homicidio, robo y
tentativ,t
de homicidio?
.
J llstiniano Gutiérrez, Aurelio y Addlllo DdgadiUo, Rat~lel García y Juan Pérez, son responsah les de estas
2." ¿
infracciones?
3. ¿ A qué pena ~e les condena?
Procuraré examinar pl'olijamente las cuestiones enunciadas, tanto porque la naturaleza de la causa y la gravedad
de los delitos así lo demandan ..cuanto porque el Ministerio
público es el encargado legal de ser el auxiliar poderoso de
la justicia, esclareciendo
los delitos, descubriendo á los culft
pables y solicitando el castigo para los que han violado
la ley.
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-6-
n
Señores Jurados: En los afueras y hácia el sud-oeste
de la ciudad de Bogotá, y siguiendo el camino que conduce á Bosa y Soacha, se encuentra, no léjos de " Tresesquinas," al lado derecho de la via pública, una hermosa
y elegante casa alta, con una gran puerta de entrada háeia la mitad, por donde se pasa cómodamente á caballo ó
en coche hasta un patio espacioso, ó bien (;iguiendo adelante se puede ir por un angosto carnellon, flanqueado de
paredes bardadas de teja, hasta llegar á una antigua casa
donde hay un molino de trigo en constante actividad.
Al pasar el zaguan se halla.n en el piso bajo, alIado
izquierdo, tres piezas desmanteladas, de las cuales sirven
dos para dormitorios de los criados; y del lado derecho, lo
primero que se encuentra es una alta y macisa puerta, que,
cerrada y trancada de noche, como es costumbre, impide
toda comunicacion del piso superior con el infeno\'; luego
un pequeño cuarto, destinado para dormitorio de las sirvientes, y en seguida dos escaleras de piedra que coooncen
á un ancho y largo corredor, que da accef,O á siete piezas
en el órden siguiente: l.a el oratorio; 2.• una alcoba, en
la cual se hallaba enferma la. señorita Elena Sarmiento;
3.• otra alcoba en que dormia la señora Sofía, suhermana;
4." el salan de recibo; 5.a el comedor; 6: la despensa, y
7.& la cocina, en el extremo occidental de la casa •.
Todas estas piezas se comunican unas con otras por el
interior, ménos el oratorio, la despensa y la cocina, que
están independientes.
Las dos alcobas, el salon principal y el comedor, tienen
puertas que dan sobre el corredor interior, y balcones cm·
bebidos del lado del camino público, que se cierran por
puertas vidrieras de dos abras, aseguradas por dentro con
fallebas que se abren Ó cierran, no de arriba abajo, sino
dándole media vuelta al boton ó agal'l'adcra. en direccion
horizontal.
La ca.sa, en su interinr, está rodeada de un primoroso
jardin, dividido por el camellon que termina en el molino,
donde se ostentan trepadoras y verdes enredadelilS,- y flores
de los más variados, alegres y vistosos matices.
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7
Dos cipreces gemidores, cuando los balancea el viento,
yacen tristes y u1l'lancÚlicos en el centro de aquel jardín,
como si lloraran la temprana
Illuerte de la que, con sus
propias y delicadas manos, los alimentara
á la. hora del
alba y á. la hora del crepÚsculo eon el agua pura y vivificante que les daba vida!
Si se extiende la "ista desde el balcon interior, se percibe el hermoso conjunto de la ciudad de Bogotá, entre
cuyos edificios se ve descollar Sll magnífica Catedral, con
sus airosas torres, y luego toda la imponente
cordillera
oriental, la pintoresca y rica sabana, limitada al Norte por
collados que se pierden en las brumas de horizonte lejano;
si se dirige la vista al Occidente y Sur, se n~,8in obstáculo
alguno, la continuacioll
de la misma risneña sabana, con
lagos deslurnbradores,
colinas de figuras caprichosas,
y
más allá de todo este espectáculo, el anciano é imponente
Tolima, coronado de plateada cabellera;
el "Ruiz,"
cubierto de blanco sudario, y todo c!:-to teniendo por pálio,
en los dias de gala de la naturaleza,
un azulado y espléndido cielo!
En aquella tranquila
y solitaria mansion, llamada la
quinta de " Los Alisos," vivia la virtuosísima. ¡.;eñora Sofía
de Sarmiento, acompafJada de su no ménos virtuosa hermana Elena, quienes tenian para su servicio tres criadas,
llamadas Eustaquia Vás(lUl'Z, Cruz y Guadalupc .Jiménez,
y dos criados, llamados Claudio GonzÚlcz y Zoilo Lara.
Dos perros fieles, que de noche quedaban sueltos en un
corral, hácia la parte oriental de la casa, velaban miéntras
allí todos dormiall.
La seííora Sofía de Sarmiento ¡.;e habia retirado á su
poscsion de " Los Alisos," despues de un golpe terrible que
habia sufrido su COl'azon, y huyendo tambicn quizás de la
negra sombra ue su fatal perseguidor.
Casada en Octubre de 187(), á la edad de cuarenta
años, con el opulento capitalista señor.J oaquin Sanniento,
quien, por hallarse fuera del país, dió poder para el acto
matrimonial al señor Vicente Duran,-saliÚ
ella de Bogotá,
con autorizacion y en busca de su esposo, en Noviembre
del mismo año, para reunirse con él en la ciudad de Paris.
Enfermó algun tiempo despues el señor Sarmiento, y
murió en dicha. ciudad en Junio de 1877.
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-8Entónees la viuda, señora Sofía <le Sarmiento,. pensó
en regresar á su país, viaje que realizó en Setiembre del
mismo año, haciendo escala por algUIlOsdías en la ciudad
de N ueva Yol'k.
Despues de su llegada á Bogotá, vivió en la Calle Real
desde Noviembre de 1877 hasta Octubre de 1878, en cuyo
mes se trasladó á su quinta de "Los Alisos," donde vivió
continuadamente hasta el luctuoso 20 de Junio de 1879.
Allí se ocupaba especialmente en educar á niños pobres
y huérfanos, en socorrer con sus fondos á los establecimientos de beneficencia, tales como el Hospital de Caridad
de Bogotá, en el cual fundó una sala para niños enfermos,
dotándola de todo lo necesario para su servicio; en enviar
recursos á familias desamparadas de Cipaquirá, Lérida y
otros lugares; en auxiliar á su hermana enferma y velar
asiduamente por su salud, yen levantar á mañana y noche
sus suspiros y sus plegarias al cielo!
Una morada así, santificada, si se me permite la expresion, con la presencia de una mujer tan virtuosa, p~rece
que estuviera al abrigo y protegida como por un muro de
bronce, contra todo pensamiento inicuo, contra todo proyecto infame, contra toda tentativa criminal!
Sin embargo, el Destino habia escrito otra cosa en ese
terrible y misterioso libro, que no muestra á los humanos
sino cuando ya se han consumado trágicos acontecimientos.
Leamos los antecedentes, y por el órden cronológico
de los sucesos, para poder seguir el hilo de este sangriento
y pavoroso drama, sin ejemplo en nuestros anales judiciales.
!II
Poseído en mala hora por el demonio de la codicia, el
señor Justiniano Gutiérrez, hijo legítimo de los señores
Pedro Gutiérrez Lee y Clotilde Sarmiento de Gutiérrez,
hermana ésta de la señora Sofía Sarmiento de Sarmiento,
concibió y puso en planta el nefasto pensamiento de proponerle matrimonio á su tia la señora Sofía de Sarmiento,
e113 de Noviembre de 1878, no parando miéntes ni en la
edad de ésta, ni en su reciente viudez, ni en el parentesco
tan cercano, ni en la a)lsencia absoluta. del amor que debia ligar los con vínculo indi¡oluble alpié de los altares
cristianos.
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-;)La carta de propuesta, textualmente
copiada, dice' así;
" SOFÍA:
" Ciertos miramientos de nuestra posicion mc impcdian comunicarle el asunto de esta carta, pero es éste
" tan sério para mí, y tan poderosa es la influencia de los
" sentimientos á que obedezco ahora, (lue superan todo
" lo q uc sea ajeno de ellos, y me han formado el deber de
" ser muy ingénuo y franco con usted.
" La adhesion que hÚcig usted tienen los que la tratan,
" es hoy en mí, no solamente la simpatía, que tiene límites
estrechos, es un scntimiento más inteli'sO que no tiene
" otros límites que la voluntad de usted y que busca un fin
" juicioso y tan ~anto y puro como es éll1lismo.
Creo que, quien cede á los buenos impulsos de su
" corazon, no debe turbarse por ellos, ni avergonzarse de
"comunicarIos
con franquel.a. No extrañe, pues, mis
" palabras.
" Jltlug sério es el aSllnto, y grave el pas0 que he dado;
" pero obedezco al darlo á los consejos de mi conciencia.
" Piense un mornento Sofía, en que nadieptiede guar"dar siempre en secreto los grandes sentimientos de su
" corazol1, ni dominar ésto!'!cuando ya imperan absoluta" mente sobre los otros .
•, Si usted no de~confía dp la sinceridad y buena fe de
mis palabras, no hay razon para extrañar este proceder
" mio ; y de aquC::llas tendrá certidumbre atendiendo tl
"insinuacioll que le hago, para que lea usted misma el}
., mi alma esa verdad en una conferencia.
" Su afectísimo,
" .Just;1l;rT1l0Glttih'rez.
H
H
H
H
" Su casa, 1:3 de :\ oviembre de J 87b."
Esta carta la remitió Gutiérrcz á la señora de Sarmiento, con un hombre llamado Pedro Sarmiento, á quien
I.~ ordenó se la entregara en propia mano r que viera qué
cara hacia al tiempo de leerIa (folio 14, cuaderno 3.°).
Recibida que fué la carta por la señora de Sarmiento,
contestÚ la que siguc, sério-bur!esca ,. pero que respira E:lltercza y dignidad cn todas sus palalll'a:s;
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-10•• J ~STl~IANO
:
" L~ impresion que me ha causado la lectura de su
" cartita ha sido bien triste. ¿ Y qué, no me considera
" usted bastante desgraciada para que me proporcione este
" desengaño? Porque este es un desengaño para mí, Jus"tiniano, por dos raZones: en primer lugar, yo habia
"creído estar al abrigo de esta clase de burlas, y no ha
" sido así: y luego, tenia tan buena opinion de su honra" dez y caballerosidad, que nunca lo hubiera creído capaz
" de semejante broma.
" En fin, usted ha cometido una falta grave hácia mí ;
" pero yo la perdono, comprendiendo que es una falta cu" ya causa ha sido .su poco Juicio.
" Espero que usted venga á mi casa con la confianza
" de siempre; y esté seguro que esta mala pat"tidaque me
"ltajugado
no altera en nuda mis sentimiento!i ~,bene" valencia hácia usted y el deseo que tengo q.6 ~erle útil
" en algo.
" Su tia y amiga,
Sofia."
Esta carta, como se ve, ~ípesar de los sentimientos de
bondad, de indulgencia y de sincera y leal amistad para con
Gutiérrcz, lo ofendió sériamente por el rechaz(j) recibido,
segun él mismo lo confiesa (folio 31 vuelto, cuaderno 3.°).
El chasqueado pretendiente vió entónces muertas en
su cuna sus más caras y lisonjeras ilusiones, y escritas con
caractéres indelebles, sobre su conturbado corazon, aquellas terribles y abrumadoras palabras que el Dante vió
esculpidas en la puerta del infierno: "dejad toda esperanza vos que entra.is. "
Perder de un solo golpe, en un instante, no un noble
corazon, que fué en lo que ménos se pensó, sino una
cuantiosa fortuna, que se creía tener asida ya entre las
manos, era para quedar eternamente ofendido, y para empezar á meditar sombríos proyectos de venganza, los que,
más tarde realizados, debian dar por resultado el Qbtener
al fin el tan codiciado caudal de la señora de Sarmiento.
Veamos entónces lo que ideó Gutiérrez.
El proyecto de matrimonio, se dijo para sí, me ha salido
fallido; pero me queda otro camino, que, aunque tengo
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-11-
que recorrerlo con el puñal y el veneno en la mano, me
pondrá en posesion de lni sueño dorado, el capital de la
señora Sarmiento, al mismo tiempo que realizaré una terrible venganza, tan cruel como el rechazo que he recibido,
tan sangrienta como la herida mortal que llevo en mi corazon, desde el instante ell que éste recibió el acerado
dardo de la repulsa y el desden !
.Me queda, continÚo ideando, el artículo 1057 del
Código Civil de Cnndinamarca, que dice:
•. Si el difunto no ha dejado posteridad legítima, le
u sucedení.n sus ascendientes
legítimos de grado más próxi,~ mo, su cónyuge y sus hijos naturales.
" N o habiendo cónyuge ni hijos naturales, pertenecerá
" toda la herencia á l~s ascendientes legítimos.
,
"
HABm~Do
¡;;.¡
" I'RÓXDIO, SUCEDER_.\.
"
LA PORcIO~
SOLO
ASCE);DlE~TE
ÉsTE E); TODOS
JIEIU:DlTARIA
};~
EL
LOS l\lE~ES
DJo¡ LOS ASCE~;¡>IEI\TES.
GRADO MAS
Ó EN
TODA
"
La señom Sofía de Sarmiento, viuda, siguió meditando
Gutiérrez, no tuvo hijos legítimos t'1l Sll matrimonio con
el señor Joaquin Sarmiento, ni ÚlItcs tuvo tampuco hijos
naturales; la señura Sarmiento e'i hija de la señora Francisca Solórzano, Ítnica ascendiente legítima que aquélla
tiene; la señora Solórzallo es mi abuela, yive en casa de
mi madre, donde yo tambicn vivo y gozo de todo su favor,
intimidad y prcdilcccion; luego al morir hoy la señora
Sofía de Sarmiento pasa en el acto su inmensa fortuna á
mi abuela la sellara Francisca SolÓrzallo, por mandato del
artículo 10;")7 del C{ldigo Civil; la scÚora Solórzano raya
ya en los setenta años, edad que golpea con afan á las
puertas de la tumba, luego es seguru que mi madre la señora Clotilde de Gutiérrez y yo, <lue suy su hijo, dentro
de pocos di<tsestaremos disfrutando de las delicias que
proporciona un capital qne creo sube á cuatrocientos mil
pesos. Sólo hay un riesgo inminente, y es que la'señora
Sarmiento pueda contraer matrimonio en estos dias, en
cuyo caso sus intereses pasarían á sus hijos y á su esposo,
de conformidad con el artículo I OSo 'del mismo Código;
ó bien que mi abuela Francisca Sulórzano muera ántes
que la señora Sarmiento, como es muy natural, en cuyo
evento le sucederian á ésta sus hermanos legítimus Elena,
Enriquc y Roberto, por disposicion del artículo 105b del
2
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-12precitado Código, yendo entónces á parar la suspirada
herencia á manos extrañas, de las cuales no tengo nada
que esperar.
Para evitar, pues, la contingencia de un próximo enlace de la seiíora Sarmiento con otro que no sea yo ; y de
la probabilidad, mejor dicho seguridad, del fallecimiento
de la señora Solórzano ántes que el de la señora Sarmiento, es preciso, es indispensable, es necesario, queda resuelto en los negros abismos de mi corazon, en los antros tenebrosos de mi alma, y oyendo únicamente los pérfidos y
falaees consejos de la Avaricia y de la Venganza, que la señora Sofía de Sarmiento debe morir, y que debe morir violeRtamente, herida é inmolada con la propia mana que
ella marcó con el hierro candente del desprecio!
La inteligente y perspicaz señora parecía que leía en
el melancólico y concentrado semblante de Gutiérrez las
violentas pasiones que agitaban su alma, y dándole entónces desahogo y espansion á su noble corazon, le dirigió á
su hermano Roberto la siguiente carta? que éste recibió en
Paris, y que me permito copiar íntegramente para que se
€onozcan bien los sentimientos de candor, de dulzura y de
religiosidad con que Dios habia dotado aquella alma :.
" Los Alisos, Diciembre 11 de 1878.
" SEÑOR
DOCTOR ROBERTO
SAR.MIENTO.
" Mi hermano querido:
"Mucho esfuerzo he tenido que hacerme para escri ..
birle despues de reciLida y leída su cartita de 2 de No•• viembre. ¿ Cómo resolverrne á escribirle cuando veo que
te mi carta de
28 de Agosto ha dado lugar á que usted
crea que yo quiero erigirme en maestra suya? No. mi
11 querido
Roberto; esto seria ridículo de mi parte. Repa" sando en mi memoria la susodicha carta recuerdo que
.t en la palabra timidez puse una
interrogaGion, signo que
tal vez usted tomó por el peor lado. Pues bien, ¿ sabe
te qué motivó este sign o ? Mi grande
ignorancia: no sabia,
ni sé- todavía, si timidez se escribe con s ó con z. Soy
" muy desgraciada, y no es esta la primera vez que me
" sucede, que pensando dar una prueba de cariño, de ¡ti..
1(
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H
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-13., teres, se les de otro sentido á mis palabras. Todo el mal
a está en mi detestable
modo do expresarme.
En prueba
¿l de ello
voy á rcferirle un incidente que vino á alterar la
u monótona
tranquilidad
de mi vida hará cosa de un mes.
" j}fe escribió l/IZa !Jersonaltaciéndome Ulla propuesta tauloca
a como estempo},rlnea, .tI que me ('ausó Ull vivo desagrado. En
"mi rCspllc;;ta procuré manifestá!'selo
del modo ménos
1, duro posible,
y le as~guré que esta falta hácia mí no alte,1 fa en nada
el carifío que siempre le he tenido, estando
" dispuesta á servirlo en cuanto me sea posible. Al mismo
" tiempo le manifesté el deseo de que continúe vinien" do á casa con la confianza de siempre; pues su retirada,
~,(y esto naturalmente no se lo digo), me oca.<iiollaria muclzos
"dis~ltstos.
El resultado ha sido que esta persona se ha
u ofendido mortalmente,
como lo he saLido por una tercera,
"y
TE:lIO HASTA
I!AHER:lm
(~AXAí)O UX EXE1\IlGO.
¡Bendito
"sea
Dios que me envía tu da clase de penas! Resolacjon
u tengo
de que esta sea la Última carta larga que le escribo: y si en adelante recibe las consabidas cuatro líneas
en los términos de: 'celebraré
que al recibo de esta
u se halle
gozando de perfecta salud como mi fino amor
" se lo desea, y con esto no se ofrece otra cosa sino que
H mande
á su afectísima hermana,' ya sabe la razono
" Por Carmelita y por la carta de Enrique he sabido
u que usted ha estado
enfermo:
esto me tien€ llena de
" angustia. Cúidese mucho y sea dócil para tomar los 1'e4' medios, pues temo que aÚn no esté bueno. Yo le rucgo
¿, á Ignacio cIue lo atienda y sirva como si fuera yo la en"ferma.
Quizá el n:al estado de su salud ha tcnido una.
buena parte en el desaliento y tristeza que se dejan ver
" en su carta que tanto me preocupa. Si, no me puedo per~
" donar mi imbecilidad y que mi malhadada
carta del 28
¿, haya dado lugar Ú esos arrUll(lues de desilucion
y des" confianza de sí mismo.
" Mi amigo; sólo en una cosa quiero hacer uso del dere4' cho que me da para quc lo mande como á mi hermano
" meno!'. K acIje me lo ha dicho; pero yo tengo sérias pre" sunciones de que usted vive en mal barrio, en mal hotel y
'" en mal departamento.
Si esto es así, mando .lf ordeno que
u cambie
cuanto ántes de domicilio y se procure las ma," yores comodidades.
Sin qnerer por esto que se dé una
H
¿,
H
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-14vida de príncipe, sí exijo que se trate como el mejor, y
que no se vaya á encaramar á un quinto piso. Espero
que para el invierno h"ya tomado todas las precauciones
que le aconsejen. No le ocultaré que le tengo mucho
miedo al invierno para usted .
.• Otra recomendacion:
y aquí no mando ni ordeno •
•, Le ruego y le suplico, que no se olvide de sus deberes
" religiosos á pesar del • qué dirán,' de la pereza y de tan"tos otros obstáculos. No nos avergoncemos de rendir
"nuestros homenajes de amor, gratitud y respeto á un
"Dios tan bueno como el nuestro: á él le pido, con todo
" mi corazon, que lo haga bueno y feliz.
" Reciba mil recuerdos de Pachita, Elena y demas.
Ádios ! de todo este sartal de tonterías, no saque en
" limpio sino una cosa, y es el cariño de su hermana,
"
"
"
"
"
H
" Sofía,"
Esta carta pone de manifiesto, de un modo tan claro
como la luz del medio dia, qne la señora Sarmiento tenia
certidumbre, evidencia, de lwbene ganado un enemigo en
Gutiérrez con la no aceptacion de su loca y estemporánea
propuesta matrimonial, como ella misma lo dice; más, señores Jurados: sabia pelfectamente que la retirada de Gutiérrez le proporcionaría grandes disgustos, entre los cuales
muy bien preveía ella un atentado contra su existencia.
Este pensamiento único que embargaba por completa
la exaltada mente de Gutiérrez, vino á robustecerse con
una idea extraña que hacia tiempo le aguijoneaba con sus
punzantes exigencias, ofreciéndosele en su satánico plan
como un auxiliar de poderosas fuerzas.
De tiempo atras Gutiérrez le habia hablado á José
Miguel de Paz (folio 9, cuaderno 3. acerca de que, habiendo muerto en Lima su abuelo materno el señor José
María Sarmiento, dejando bienes de bastante consideracion, su familia (es decir la de Gutiérrez) tenia derecho
sobre ellos, toda vez que, segun la copia del testamento
que poseia, le habia dejado un legado á. su padre Pedro
Gutiérrez Lee, y que apesar de ese documento, no abrigaba la menor esperanza de que se le:;;diera lo que les correspondia, despues de haber dejado trascurrir tanto tiem0
)
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-1;;-
po, sin haberlo hecho, dcsde la muerte de su abuelo
materno.
Paz consultÓ el asunto en cuestion con el doctor Teodoro Valenzuela quien, :i pesar de babel' leido la copia del
testamcnto otorgado por .José l\Iaría Sarmiento, le manifestó no poder cxprcsarle Sil dictámen miéntt as tanto noobtuviera ciertos datos que le exigiÓ, y que jamas le pudo
entregar Paz.
Gutiérrez tenia, pues, fresca y viva en su mcnte la idea
de que el sefíor Joaquin Sarmicnto no les habia entregado á él Y á su familia el legado á que tenian dcrecho en la
sucesion del sefíor José ~laría Sarmiento, y que, por tanto,
la señora Sofía de Sarmiento estaLa en pose"ioll y disfrutando de parte de un capital que legítimamente no
le correspondia.
Esta idea, verdadera Ó í~dsa, fué la que se presentó á
secundar el sangriento plan que acariciaba Gutiérrez.
Tomada al fin la resolucion definitiva, echada estaba
la suerte, y Gutiérrez no dehia pensar ya sino en bll~cur
sus cómplices, en proveerse dc armas é in~trumcnto~ adecuados al objeto lilW se proponía, en destruir y allanar
obstáculos y en examinar minuciosa y detenidamente la
quinta de "Los Alisos," que debia servirle parr,>,teatro del
crímen.
IV
Herido hondamente Gutiérrcz con el dcsengafíú que
sufrió en su propuesta matrimonial, dejó de frecucntar la
casa de la sefíora Sarmiento, como ántes lo hiciera, no
obstante la excitacioll de esta sefíora para que concurriera
á su hogar con la misma confianza de siempre.
No volvió á la quinta de
Los Alisos" sino hasta el
mcs de mayo de lKí~), con motivo, Ú mejor dicho, so pretexto de visitar á la sefíorita Elena Sarmiento, quien se
hallaba en cama por el malestauo de su salud; y dcspues
de ésta ocasion, volyió de nuevo Ú la quinta el 8 de .Junio
del mismo año, junto con Sll madre, y en ese dia se
encontraron allí con el señor .J osé :'Ial'Ía Saravia Ferro y
su familia (folio G] cuaderno :3."). El señor Saravia, conociendo las relaciones de amistad y parentezco que habia
entre Gutiérrez y la señora Sarmiento, quedó sorprendido
ó,
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-16al presenciar ell'etraimiento y silencio de Gutiérrez para.
con dicha señora; y su sorpresa subió de punto, cuando
vió á Gutiérrez separado de las demas personas que habia
en la casa y recostado sobre la baranda, cerca de una
columna del lado occidental del edificio, en el corredor
alto, que da sobre el jardin, ósea hácia el mismo lado por
donde escalaron aquella mansion tres de los de la pandilla
en la noche del 20 al 21 de Junio.
El señor Saravia salió á dar un paseo por los alrededores de la quinta con su familia; Gutiérrez fué invitado
por las dos señoras Sarmientos para que los acompañase
en ese ejercicio recreativo; mas fueron vanas las instancias que se le hicieron, pues Gutiérrez persistió en no salir,
y pretextó quedarse acompañando á la enferma, señorita
Elena; pero tan luego como el señor Saravia salió árealizar su paseo, Gutiérrez se separó del lado de aquella, y
penetró, sin pérdida de tiempo, en la pieza contigua, de
donde no regresó sino des pues de un largo rato.
Qué hizo allí ?-Nadie vió lo que hizo: pero el hecho
es que, al siguiente dia,lúnes, apareció roto el botan de la
falleba de la ventana del comedor que dá sobre ,la calle,
cuya ventana es la misma por la cual entró en la madrugada del 21 de Junio, rompiendo una vidriera, el jefe ó
director de la infame cuadrilla.
En el citado dia, y prúbablemcnte en el mismo
lapso de tiempo que duró ausente de la enferma, señorita
Elena, Gutiérrez bajó al cuarto donde sabia que dormian
los sirvientes Claudio González y Zoilo Lara, á ver el
rifle y la escopeta que éstos tenian en la pieza; despues de
registrar estas armas y tenerlas en sus manos, las devolvió,
diciendo que eran muy buenas; y luego le preguntó á
Claudio si tenia municiones, y éste le contestó que sí,
aunque pocas (folio 13 cuaderno 2.").
Gutiérrez confiesa que es cierto que vió el rifle y la escopeta que tenia Claudio González en su cuarto, aunque
expresa que fué á invitacion de éste (folio 53 vuelto, cuaderno 2.°).
Aurelio Delgadillo, amigo íntimo é inseparable de
Gutiérrez, hace el término de siete años, segun dice éste
(folio 30, cuaderno 2. llegó á caballo á "Los Alisos, "
doce ó quince dias ántes del suceso, y preguntó á Juan
0
),
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-17Sarmiento y Medardo Rodríguez si encontraria allí al señor Teodoro Quijano (folios 12 y 13, cuaderno 2.0).
Dc donde se deduce lÓgicamente, quc Justiniano Gutiérrez el 1) de Junio, es decir, doce dias ántes del acontecimiento de " Los A]isos," estuvo en la quinta, tomando
las medidas pre\'cntivas y preparatorias de] crímen que
debia ejecutar: tales como romper la falleba de ]a ventana
que lo habia de poner en cornunicaeion eon la parte principal de la casa y sobre todo con la cámara donde dormia
la señora Sofía de Sarmiento; medir la altura del ba]coll
al jardin, para saher la longitud de las escaleras que debia
mandar hacer, con el fin de que sus conpañcl'os penetrasen
fácilmente, por aquel lado, y saher el n (Hllero y el estado
de las armas y pertrechos COIlque contaban los criados para
el caso en que tuvieran que defender la casa contra un asa]to inesperado y Ilocturno.
El señor Aurelio Delgaclillo, su íntimo Ó inseparable
compañero, como lo llama, ya se dejaba ver tambien por
allí en aquellos dias, so pretexto de buscar Ú un caballero
con quien no tenia ninguna clase de negocios, y con el
verdadero objeto de calcular la altura de las paredes que,
en lóbrega y sileneiosa noche, dehia bien pronto escalar.
Conocida y examinada la casa de " Los Alisos," las
armas y el número de hombres con que contaba para su
defensa, no le restaba ya á Gutiérrez sino proporcionarse
las escalas que le habian de servir para asaltar la casa, y
las armas y compañeros de lJue se serviria para la consumacion de un atentado que debia elevado á la picota eterna
de la ignominia y del bttldoll !
v
Corria el juéves 12 de Junio.
En este dia se encaminó Gutiérrez á la carpintería de
José Rodl'íguez Acosta, que se halla en una tienda sobre
el camellon de la Tercera, con el objeto de mandarle construir dos ]arguero8 de seis \'aras de longitud cada uno, de
cinco centímetros de espesor y seis de anchura, diciéndole
que debian ser de madera fuerte, porque eran para ejcrcicios de gimnasia; largueros que contrataron por veinte
reales, con la precisa condicion de que t('lliall que estar
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-18concluidos para el dia siguiente, 13, por no poderlos acab'h'
el mismo dia, como lo exi~ia Gutiérrez.
El viérnes 13 de Junio se dirigió á la carpintería de
Luis Umaña Várgás, con el fin de que le preparase dos
palos largos, iguales en la forma y extension á los ya
mandados construir donde Rodríguez Acosta, los que contrató por la suma de cuatro pesos, diciéndole que eran
para hacer maroma, y que por lo mismo debian quedar
bien fuertes.
Las cuatro piezas, mandadas hacer en las carpinterías
ya dichas, fueron trasportadas, tan luego como quedaron
concluidas y entregadas, por medio de un mozo de cordel,
llamado Rafael Naranjo, á la cochera de la casa de Gutié~
rrez, mediante el pago de veinte centavos.
Los peldaños que debian unir estos palos, para formar
dos escaleras, los hizo por mandato de Gutiérrez, y prévio
el pago de dos pesos, un carpintero que tiene su taller en
la plazuela de las Niéves.
Donde el mismo Umaña Várgas, prestó Gutiérrez el
17 de Junio dos brocas de billamarquin que le debian servir para unir los peldaños á los dos largos palos laterales,
y que él dijo necesitaba para abrir unos agujeros en un
ropero de señora,
La lámpara que les era indispensable para ver en aquella noche, tan negra como el crímen que meditaban, habia
sido comprada desde los primeros dia::;de febrero de 1879
al señor Adolfo Gouvert, dependiente de la casa francesa
de Thorin hermanos, por diez reales.
Pero como el crímen, así como el remordimiento, necesitan para no asfixiarse ir siempre envueltos en pestilente
atmósfera de licor, era indispensable una botella de brandy.
Gutiérrcz la tomó á crédito en el almacen de licores
de los señores Londoño y Sáenz, situado en el atrio de la
Catedral, junto con unos paquetes de cigarrillos, pueril
adminículo que, con el brandy y el revo1vers al cinto, forman el acompañamiento necesario, el distintivo de la ele.
gancia y del buen tono de una gran parte de nuestra juven~
tud actual.
La botella llevaba el tiquete " Otard Dupuy" ; y tanto
ésta, como los cigarrillos, fueron entregados por órden de
Gutiérrez á Adelmo De1gadillo, quien condujo tales objetOSá la piez:.l de JU!:itiniano Gutiérrez.
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-19En cuanto á las armas, tenia éste un revolvers con un
puñal ó cuchillo, hacia algun tiempo, pero estos dos instrumentos de muerte no eran bastantes para armar á sus
demas compañeros.
Les pidió entónces SllS rcvolvers, en calidad de l)}'éstamo, á sus amigos Lconídas Hinestrosa, Alfreclo Sáenz y
Guillcrmo Edmons, indicalHlo á unos que era para tirar
al blanco, y á otros que era para defenderse de Pablo Emilio Lozano. Dichos señores tm ieron ¿l Lien el prestar]e
sus armas, ignorando del verdadero objeto en que iban á
ser empleadas.
N o ]e hacia ya falta á Gutiérrez sino veinticinco cápsulas de \Vinchestcr, las que compró en aquellos días en el
almaccn de Clemente AliphaL
Cualquiera creeria, y no sin razon, al ver todos estos
aparatos y preparativos bélicos de Gutiérrez, que iba á librar una batalla Ú a] ménos á entrar en combate con valientes y numerosos adversarios; sin emhargo, ú quien en
realidad iba á combatir, armado hasta los dientes, era á
lIna déhil y aislada mujer, <lllC en alta~ horas de la noche
velaba y rllgab:l Ú Dios por ]a salud de su hermana
('nferma!
VI
Nada hay ttln leal en el mundo, señores Jurados, como
el corazon de una mujer virtuosa; y éste le habia avisado
á la señora de Sarmicnto, por medio de ocultos y misteriosos secretos, qne algo grave y terrible se]e preparaba y
que el fantasma aterrador de h muerte tocaba á sus
puertas.
Con ese instinto maravilloso é infalible de que Dios
dotó á ]a mujer, para ver y sondear los arcanos del porvenir,
la señora de Sarmiento le escribió á su predilecto hermano
Roberto, que se encontraba á la sazon en Roma, la carta
que vamos á leer, en la cual le pinta todos los desfal1ecimientos y tristezas de su alma, y le patentiza cuán cercana
se halla ya de la tumba y cómo sus ojos vislumbran las
daridades del cielo.
La carta en referencia, que fué la última que escribió
la tierna y espiritual señora, dice así:
3
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-20"Los Alisos," ¡unio 18 de 1879.
" MI
QUERIDO ROBERTO:
" Cuánto placer me ha causado la lectura de su car" tica fechada en Roma á 16 de Abril, no lo puede com" prender usted, puesto que no sabe la triste situacíon de
" espíritu en que ella me encontrÓ.
" i Alabado sea Dios! Encuentro
un lenitivo para mis
" penas en la comideracion de que mi querido Roberto ha
" disfrutado goces tan puros como los que me pinta en su
" carta, y ha~ta gozo yo con él de tan bellos espectáculos.
" Ya IlO Iamcllto el no haber visitado ese país de mis sim"patíai1. Otro yo, y con mejores dotes para apreciar todas
" sus bellez¡¡s, ha tcnido (~sta dicha.
" Pero como en todos los placeres de aquí abajo se ha
" de mezclar algo qlle venga á amargarlos,
yo he tenido
"b pella de cOlllprender que IIsted \lO ha tenido bastante
" v:dol' para cOlllplaccrme cumplidamente.
" Paciencia, \lO pi~rdo la esperallza de que esto suce" derii algun di;l.
" Hecibida con el mayor respeto y ¡.Iegría la bendicioll
" de \lllestro Santo Pa(L-e, que nos cnvía en su cartica
•. del :2:3.
,. Como t:llnbiel1 impllesta de la imlll!gencia plenaria [Jara
" la f¡(J!'a de /(( 1!!1l!'!'te. Es ~It:'.{ I'ROllABLE Ql'E SEA YO QUIEN
" :-10 ,\l'llOYECIIE
"
.;
"
"
1..\ i'RDIEIL\
VE ESTA
"ltACJA.
ha complacido tmnbie:) la noticia que mc
da de haber e"t:~do contcn~o con Sll COlllpaiiero de vin.ir; y ;\llll h utn (PH.' me da con toda 1'e::\e1\'<1, y q\le yo
tenia aquí desde hace algull tiempo, mC cOlllplace, Ú pcsal' de todo, JJ/leslu que mi buC1t amigo se /w librado de
" '\[UC}¡O
" m((!J0res
lile
PC!l{{S
•
le di!!:/) cn mi anterior, Elena se me 1m enferUJ:ldo, Viccnte'v (>1doctor Buenclía mc :1~('guranque el
m:d llO C:j de ~l:a\"(~dad. pero sí de alguna tlÚracion. Por
fortuna la po\)rc('ita tiene una paeicneia y una resignacion adlllirable~. Cmíntas yeces me ¡nergÚenzo yiéndola
tan i:2;llal, tan dulce, :Uíll en medio de sus sufrimientos.
y y(;~ el re\'erso de la mcdalla : dura, intolerante,
íllSO•• COIIIO
.;
.,
.•
.¡
"
"
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-21" portablc, en fin. Pero le daré In, Imenll, llotieia de que
'. estoy procul'ando corr\''2;i1'l1H'.
" La mayor part(· del tieillpo la he pa.sado sola, eon
" mi eufcnlla y Iilis sinl:'utes.
Sil! ('Illhar~o, nn lo afcde
" l'lI llada
l'st;t idea. }lt\l',
ha de ~;)bel' (lile p:1m wí la IlIC" jOl' <:\llupaili;¡ es h solt·'lad. ~Je cilui\"(i('(): tell~o llllH.:hos
" eOlllpnÚe1'O~:, lu,.; Cf)pel'ille~;,
(:h¡r!ollido", ('hisga:'oi, cuea" 1':1cll('l'o:; y ,,·~t:l~ hU('l::\:; go!uwlrill:ls
(lllC acuden
sin
" eesnr ~¡las Yt'ntan:ls, i ¡;no;i: pn',:,::ull:1r si se me ofl'l'ce
" alu;ull:t 1.:0";\.
hlí';.'.;u hs Hon',; y los llllH.:haellOs:
pues
ha dI' :-:;tber ,Pie ('sto." ('IlSC1-l:lllt!U ;! lcl'), \' ¡í rezar seis
.• lIlHehachitos polm·'"
"l'
•. Ya
"
(~stoy l::n
\1' <¡lll'llU
'l'W
S!lpc)Il~c)
Emi:Jiie
~:jl;\.
le d:1l'ia parte
., (le un ll\.1l'Y() :oohl'iIH), .'
.• Enri!lt!e ('s t:1il disii'aid¡·
je
d¡.~·o
dc'} nacimiento
;'¡Ipon~o,
(IUl'
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-22"Reciba mil recuerdos afectuosos de Elena, Vicente,
" don Pacho y los dcmas.
" Adios! sea feliz y crea en el afecto de su hermana,
" Sofía."
Esta carta, escrita con pluma bajada de las manos
de un ángel, nos dtí<·áconocer, señores Jurados, que la señora de Sarmiento, tÍ pesar de hallarse en buena y completa salud, veía cercano el día de su existencia, y por esto
decía á su querido hermano Roherto: 1'ecihocon el mayor
respeto y ale,qría, la bendicion y la indulgeneia plenaria
de nuestro Santo Padre para la hora de la muerte. Es
MUY
l'ROBABLE
QUE SEA YO QUIEN
SE APROVECHE
LA PRIMERA
por eso celebraba que su amigo, el que
estaba ausente, no se encontrara en Bogotá en aquellos
momentos, para librarse de mayores penas; por eso manifestaba que se hallaba poseida de un malestar, de un
disgusto por todo y de una tristeza tan profunda, que al
no encontrarse en su tierra. bien podia creerse atacada de
nostalgia; por eso expresaba (flW al no ser por su hermana Elena, lí. quicn podia servirle y serIe lÍtil, se hubiera
retirado á pasar el resto de sus dias en la soledad de un
convento; por ceo llamaba tÍ las angustias de su corazon
y las tristezas de su alma, la nostalgia del cielo, y por eso
exclamaba en arranque sublime, al finalizar su carta: ¡Ok,
sí, el cielo es mi único deseo!
Espíritus puros, bellos, virtuosos, misericordiosos y
santos, como el de la señora de Sarmiento, luchan á por~
fía, batallan con heroísmo, cuando se hallan en el mundo,
para desprenderse de las frágiles ligaduras de barro que
los atan á la tierra, y poder levantar su vuelo y volver á
su primitivo elemento, á Dios, que es la fuente de toda
pureza, de toda virtud, de toda belleza, de toda misericordia y de toda santidad.
DE ESTA GRACIA;
VII
La víspera de una fiesta, trae consigo expansion y alegría: la víspera de un delito, pone torva la mirada yaterrador el semblante de los criminales.
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-23Una cuadra arriba de la casa del señor Fernando Sánchez, vive una aplanchadora, llamada Rosario Cárdenas,
que tiene una hija natural, llamada Julia Uribe, bastante
bien parecida, prole de un comerciante rico, ya anciano,
que frecuentcmente la reg-ala cortes de género para traje,
y cuyo nombre no consta en el proceso. Donde la Cárdenas se hacen con frecucncia tertulias, y espccialmente el dia
4 de Julio de cada auo, en celebracion del cumpleaños de
J ulja.
A dicha casa concurrjan, segun lo declaran Juana y
Rosario Cárdenas, varios jÓvenes dc lo mÚs granado que
tiene en su seno la sociedad bogotana, I;S decir, la parte de
la sociedad que, en vey, de descender ,'t enlodarse cn el
fango donde se revnelca el vicio, estl't llamada ~l ser el
ejemplo de la modestia, de la morali(lad y dc las buenas
costumbres.
El jóven que ha dado su mano Ú una meretriz en un
inmundo baile de lupanar, lleva impreso sobre ella una
maTca infamante que se descubre al travez del guante
blanco con q\le luego se presente en Uli salan de gente
decente v virtuosa!
Pues"'Úcll; Ú esas reuniones de una fisonomía tan cscOl'zada, concurrian Gutit'rrez y Delgadillo ; y por la confianza que les dispensaban en la casa, éstos iban Ú ella siempre y cuando querian.
El juéves lO de .Junio llegó allí Aurelio Delgadillo, y
estuvo durante la visita l1luy cabizbajo, silencioso y triste;
conversaba l1luy poco, su semblante estaba macilento y
somhrío, y su abatimiento era mortal. El licor, con que
estaba embriagado, le daba todos los caractéres del embrutecimiento.
N () podia ~cr de otra manera.
Delgadillo se hallaba al perpetrar un gran delito, en
el cual debia figurar como actor principal.
Su alma teuia, puC's, que estar bajo la presion de desgarradoras incertidumbres.
VIII
La noche del 20 de Junio de 1 S7D fué lóbrega, desapacible y fria, como suelen serIo las noches de aquel mes
del año cn BogotÚ.
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-24La luna no regalaba á los habitantes de la gran ciudad
con sus melancólicos
rayos, y ni una sola estrella se dejaba ver en los cielos.
Espesos y negros nubarrones
flotaban en el espacio,
un silencio impOlwnte reinaba por donde quiera; truenos
lejanos y sordos anunciaban próxima y deshecha tempestad, y un fria sutil y penetrante,
qlle bajaba de los cerros
y páramos del Oriente, habia obligado á los moradores de
la ciudad á permanecer en SllS casas desde muy temprano.
La noche, pues, incitaba á los malos corazones al delito,
como hijo que es éste de las tinieblas;
así como la verdad
y la virtud van siempre elwueltas entre lámpas de luz.
Gutiérrez, asociado de su íntimo é inseparable compañero, se dirige Ú las seis y mhlia de la tarde á las pesebrcras de " La Paz," del seríor J o~é J\'larÍa SÚnchez, donde
tenia Sll caballo, y montando cn él, parte sin tardanza á
dar al camcllon de" La Alameda," cruza por la plazuela.
de San Victorillo, penetra en la calle" Honda," y de allí,
siguiendo por la orilla derecha del riachuelo de San Francisco, llega (l " Tres-cs(lUillilS," y (lll<}alHlo luego con cautela hácia abajo, sc acerca paso {1 paso Ú, las paredes ó tapiales que defienden la quinta de "Los Alisos" del lado
oriental.
Detienc su cabaI1o, mira con afan para todos lados, y
sn cOl'azon palpita con \"iolencia, agitado por terribles emociones. Viendo que no hay quien lo obserw, saca de sus
bolsillos algo que lIcvaba consigo y 10 arroja por encima
de la pared, (le modo que caiga al solar, donde se hallaban los dos perros guardianes de la casa.
Lastimeros
aullidos se d(jan oir entónces en el interior del solar, Gutiérrez se alarma, sc le eriza el pelo de
espanto, un sudor frio baña su frente, y sus ojos chispeantes como los de la vívora, despiden resplandores siniestros
en medio de las sombras .....
Sin cmbargo, todo vuelvc á quedar en silencio, y Gutiérrez espoleando Sll cab<tllo, sc aleja de aquel lugar maldito con su prescncia, y parte con la celeridad de la flecha, hasta llegar á su casa, donde, despues de haber respirado el aire que lc faltaba. en la (~uinta, regresó á las
pcsebl'cras de " La Paz," iÍ entregar su cabalb, pasadas ya
las ocho de la noche"
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-
2r> -
IX
A eso de las once de la misma noche, regrei'aba de la Sabana y entraba á BogotÚ el serlOr Alejandro VÓlejl,,. subió
por la calle de los" Carneros; " al llegar Ú la igle~ia de San
Francisco,
tomó el camellon de las \ic'ycs, (le allí bajó
luego por la vía que comunica esta pL1Z¡lcla con el camcIlon del Norte, en donde encontró á llos hom[¡l'C's que llevaban una escalera; de p\~qullla estatura el lUlO, barbado,
con ruan<1 y sombrero j;fJ([" ;dto el otro, de ruana tambien, no pudiendo
;,;ab,~r si iba 11 calz'ldo~.
Siguiendo
su c;l\llil1u se dcsmon1Ú l'll •• ¡.;¡ J.:den." y,
sospeChal)(lll
<juiz(\s la
COll~Il111acion
de
lltl
nillll'll,
i1allló
á los muchachos Pedro (;ollÚlez, Antollio :\(~ira y Daniel
Ruiz para rc'~i'eS;¡r CO!l elios y seguir los ¡USOS d~ los que
cond ueia 11 b escall·ra.
Los hallÓ, en efecto, en la esquina de la quinta que
fuÚ dC'1 sellor CCllO!l Padilla, flllIlando
(;lhac()
\' la escalera
('n el ~;llelo, reco;;tada
contra
una p;¡rcd.
[,:1 ~"'.'J-lUr Yi~lcz,
dese¡uJ(!o ecrcill1'ilr:;c de lo <{Ul' aqllcllu jJl!(tcr<l ~;(>r.le pide
:t UIlO de <.:il()~l;¡ CHll(!<:L; el desconocido se la dú con la
mano iZqlli'-'l'lh, (kj;¡llc!O \'('1' en la derecha una arma blanca, que mantenia e;1 ;¡ditlld (kfen::;iv¿l.
A tiempo (lUC \'L'lcz dcvol\'iÓ el tabaco, dijo el compañero del desconocido:
sí ({Iw se tardall."
Siguiendo el s6lOr \'élcz ¡¡;¡sta la:; :\¡l'H·~.l¡allÓ media
cuadra adelante de la l[Uillt.l
de Padilla CilIl;O homhres
más, qm" por Sll ;:;;¡>cl'tO, cunoció ser gente decentc, no
obstante
q\le H~sti;Ul ruana
y calzaban alpargata'i.
El
más alto llevaba \lila arma dL' fuego tercÍ;\(!a, y al pasar
por cerca de Yélejl, le diÓ las buenas IlUchl's .. \lgll110S pasos
más adelante cnco!ltrÓ
otra escalera colocada contra la
nared de un rancho d01l(lc yin~1larrendatarios
del señor
~Ieliton Escoya\'.
En la plaznela de las ~¡(;"es "iÚ despues á un jóven
alto, moreno l~imberbe, de sobretodo y sombrero cúnico,
de paño, calzado, q\le agitaba una IllJlelb en la mano,
'luien le dijo {l "deL, Je prcstase un tir;t!;uzoll para destaparla, ií lo (lue l'St<: le cont.-.:.;tÚ 110 tener aquel instrumcnto; pregunta audaz, y q\iC indica suficientemente,
scH
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-26ñores Jurados, las proporciones alarmantes que ha tomado
entre nosotros el degradante y vergonzoso vicio de la
beodez; pues así como en otro tiempo no se andaba sin
rosario, hoy no se puede creer que nadie dé un paso sin
llevar un tirabuzon !
El hombre de la botella, despues de conversar con un
compañero, siguió á pocos instantes para la calle de las
"Véjares; " y el señor Vélez, convencido de lo que se trataba, y viendo inminente la realizacion de un crímen,
fué en busca del señor Inspector Vicente Berrío, sin poderlo hallar, pues, á pesar de repetidos llamamientos, no
logró que le contestasen siquiera.
Entónces se encaminó á casa del señor Javier Vergara,
Inspector de policía de las Niéves, á donde, despues de
haber llamado con instancia, dando parte desde la calle
de lo que habia visto con sus propios ojos, logró al fin que
saliera á una ventana el señor Manuel N eira, quien le dijo
que ese denuncio debia ir á darIo á los portales de la Casa
Consistorial, donde se hallaba el cuerpo de policía á órdenes del señor Alcalde de la ciudad.
En el trayecto que média entre la casa de Berrío y la
de Vergara volvió á encontrar todavía Vélez al jóven de
gaban, quien inquieto y lleno de afan, tuvo el cinismo de
indicarle que no obstante su solicitud, no habia podido
hallar el tan buscado tirabuzon.
I~atigado ya el señor Vélez, y viendo 10 infructuoso de
sus pasos, en el sentido de prevenir un delito que se iba á
consumar, se retiró á su casa á dormir.
Así es en lo general nuestra policía, señores Jurados.
Camina con pasos de tortuga, si es que no anda como el
cangrejo, en pos del delito, que va siempre á escape, con
espuelas y en briosísimos corceles!
El testimonio de Vélez está confirmado eOIl los rendidos
en seguida por Pedro González y Antonio Neira (folios 13
á 15, cuaderno 1.0).
La cuadrilla sigue Sll camino sin tropiezo alguno, por
el carncllon del Norte, hasta la plazuela de la Capuchina,
allí baja una cuadra, buscando las calles más silenciosas,
cruza á la izquierda, sigue dos cuadras más, atraviesa la
diagonal de la plaza de Los Mártires, y ya en el camino
que va para" Tres-esquinas," continúa sin obstáculo hasta
llegar á este punto.
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-27Allí se encuentran
con Severo Ramírez, pasadas lag
doce de la noche (folio 7:', cuaderno 2.°), persona que iba
para su casa, que se halla algo más adelante, á inmediaciones del puente de " Santa Catarina."
Uno de los del grupo, separándose de los demas, avanza y le pregunta á dónde va: Ramírez le contesta que
para su casa.
El desconocido vuelve á preguntarlc
si había visto pasar tt unos jÓvenes que iban adelante;
Ramírez le contesta
de nuevo que llO ha visto pasar Ú nadie.
Por tercera vez le pregunta, [l <¡ Ul' horas podrían llegar á Soacha, siendo af'í que iban para el "Salto de 1'equcndam<l;"
Hamire7. vuelve Ú colltestarle que ¿t las dos
ó tres de la ma:1ana.
Et,túnces éste le dicc « Adios," Ú S11 incÓgnito compañero, lo mislIlo que á los demas que lo seguian. Ninguno
contcst1. á sU despedida, á excepcion del q\le le habia dirigido la palabra, quien le ofreció un trago de uraIHly y un
cigarro, <lue tuvo Ú bien aceptar.
A HamÍrcl le parece haber ,-isto ocho personas, de las
cuales ninguna Ile,-aba escalera;
y no cO!lociÓ ¡'t lladic~
porquc aclemils de kllcr tales illlli\"idll(¡s el sombrero agachado, v tk ser Llll den:,;;¡ la oscuridad de la noche, lIevahan cubierta la cara, UIIOS con bllfaLc\:;s,
otros con sus
ruanas de baydun y el re"to con monteras.
Todos tenían hastonc,':
la mayor parte iban calzados
con botines y los <.lemas con alpargatas_
Uno de lus de la partida se hacia ;1Otar por una arma
de fuego, larga, lJ1W lleval¡a descausando sohre el hombro.
Ratnín'¿ se separa de ellos en "Tres-esquinas,"
yéndose para :m casa.
La cuadrilla sigue el cammo que conduce á "Los
Alisos."
x
Serían las doce y media de la noche cuando la señora
Sofía de Sarmiento, que tanto queria y amaba á su hermana Elena, <lue se hallaba postrada ('n cama y agobiada de
dolencias, se ocupaba eu preparar, cerca del lecho de dolor
de la enferma, 1111 poco de alimento para sustentarla.
j Mision sublime la de la mujer!
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-28Como madre, nos recibe con dulce y amoroso beso de
amor cuando venimos al mundo; y balbucientes aún nuestros labios, cuando niños, lo primcro que nos en:;cña á
pronunciar,
es el nombre de Dios; como esposa, mejor
que nuestra alegría, es nuestra leal y abllegada compañera el dia de nuestros infortunios ; como amiga, su corazon
es un arcano im-iolable Ú nuestras confidencias,
guardado
por siete sellos; y como hermana é hija, cuida solícita
nuestra ancianidad,
cierra cntre sollozos nuestros ojos á
la Última luz del mundo; ricga de siemprevivas y cubre
de flores nuestros restos inanimados;
gime y llora sobre
el mÚrmol frio de nuestras tumbas, y alentada por la fe y
la esperanza, de SllS lahios sale una plegaria, y sus ojos
entristecidos I:;C dirigen al cielo, donde espera volvemos á
hallar!
Velando estaba, pues, la scfiora de Sarmiento, cerca de
su hermana enferma, cuando Úmb;¡s sienten pasos en el corredol' y extrafío ruido en la puert,l de la pieza donde se encontraban.
Presélltanse cn el acto, en el aposento de las dos señoras, cuatro hombres con la cara tapada.
El primero que entrÓ, peqUl'110 de Cf>tatllrH, de ruana
y calzado, tenia cubierta la cara con un pañuelo de fondo
lacre, con pintas blancas, y llevaba en la mano derecha
una arma de fuego y en la izquierda una lintcma : los tres
compafíeros rest.antes tenian cubierta la cara con pañuelos
como el primero; vestian rllDllas y sombreros jipijapas ó
de paja hlanca, llamando la ateneinn uno de ellos por la
l'Uana que se había }ll1esto sohre un saco de faldas largas.
Por el movimiento
que hizo el primero con la mano
derecha, al lenll1tarse el somhrero,
como por la forma
misma dc la mano, que habia visto muchas veces la señorita Elena, conociÓ que aquel sujeto de faz oculta era
J u"tiniano Gutiérrez.
Este, {¡ sea el que llcvaba la delantera,
apuntando
luego con el arma de fuego á la señora Sofía de Sarmiento, la dijo: "la vida ó la plata," verdadero santo y seña
que, como un legado, ha pasado de generacion en generacion entre todos los bandidos del mundo.
La sel1.ora Sofía contestó: " no me maten;
tomen las
llaves y saquen lo que hay."
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-29Uno de ellos la toma por el brazo, y con ella y los tres
compañeros se dirigen á la piezc:. contigua, dormitorio de
la misma señora, donde se hallaba un h"Úl del lado iz~
quierdo de la puerta de entrada, (lllC contenia valores
metálicos.
Sc p(>::;tra de rodillas la seiiora para sacar el poco dinero que tcnia ('n el fondo del baÚl.
A tiempo q\le cntregaba unas talcgns :tljefe de lit cnétdrilla, cát'sele á (~'itc,cuando se inclinaha
para recioírlas,
el pailuelo quc le SCITi:.t de antifaz, y en el ¿¡do. deSi'll'\'ainamlo e1l>andido ,",ll oculto pulíal, lo sepulta
con toda la
violcncia
(le ia YCI1é;anza,
de la ('odie:;) ". d,)¡ miedo por
la espalda de su gen~~rosa yictimn, cn ('uy~) :lctO lo ~,i'Ci.llldan lo:.; tr,"s chacales de forma humana (lUl' le ¡;co!llpafiaban,
dvjando
el delicado
ClH'I'P,) d(·
:lq\lclh
"l'uora
~ernurado
de lwri(];¡s, inanimado
y pi!(L::¡do ('n su 11i'opi,:,
sangre.
Despues de una yida tan ejemplar y L'll yirtllo~.;a como
lit que hahia ile\'ado la seiíol'a de ~¿¡nllj,-,:;¡(), cnronÚ bic'H
su ('alTera rccibiendo
la p~,hia dclllJart irío !
•...
'
'1' as Yirg'vlll's pru(.'.'ilt(':-;
I
1¡
'J~m('J;l'lk
a
(l(' (jllC !lO:.; [n 1 a
1
'
ue
el E\":H1~('iio, fué \'i,;itada por el Espo,.o, Cl) ,dt¡:s l]()r;,~
la noche, (' ¡andu ,\('\:;\),1, \" con~;cn';ll ,a ('11 ~;1I" 111"n05 la
lfllnpara alil!wlltada con el'aceite
(k h c;\ri(:ad, y por es"
fUl~ elegida por El pnra entrar Ú la~ !;U(~;¡C; (¡t: h inmortal
J crusalelll !
l\ltwrta h se'llora Sofía de S:l1"ll1i;'lll'J, ila~ural Cl':.t que
l1l11r¡l:ra tallluicll
~ll hermana
.Elena, pilr,¡ ¡¡,¡e !iO quedara
testigo alguno del crimcn que allí sc ac:dl;¡\)il de Ijl'CUun.
Lno
dc
h),", ascsinos
vuelve
sobre
la ficílorita
Elcna,
y
dice: " Ú esta torccr!c el pescuczo."
Ella deja el lecho y salta aterrorizada
al :>uclo, por detras de la cama, como Último recurso <¡lIe le quedaha;
pero Dios. que jamas permite rebose ];1 ellvenenada
copa
del crímclI, toma hajo su proteccion
aquella criatura desamparada.
Se dejan oir en el instante unos disparos en el corredor bajo.
El delito siempre es tan alevoso, como asustadizo y
cobarde.
Los criminales YUC1Vell de cabeza la linterna, y así la
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abandonan
-30sobre la mesa redonda para que se apague
la luz.
Todos corren y se atropellan en la oscuridad, y bajan
á la calle temblorosos de espanto y perseguidos ya por el
implacable fantasma del miedo.
y entre tanto, ¡, qué era lo que habia pasado en el departamcnto inferior de la casa donde dormian los criados?
Veámos lo que allí sucedia :
Cruz Jiménez, que dormia con Guadalupe su hermana,
y Eustaquia Vázquez su madre, dcbajo de las alcobas de
las señoras Sofía y Elena Sarmiento, sintió pasos extraños
en las piezas superiores.
Despicrta entónces á su madre y hermana, sale en el
acto y sc encamina al cuarto bajo que se halla en el extremo opuesto del corredor, dúnde dormian los dos criados
Claudio González y Zoilo Lara.
Al verla unos hombres que se encuentran en acecho y
ocultos en el jardin, .la gritan diciéndola:
alto ahí," y
disparan sobre ella sus armas de fuego.
La valerosa sirviente no se aterra: sigue, á pesar de
los tiros que se la di) igen, hasta el cuarto de los criados,
á los que llama con instancia indicándoles lo que ha sentido y el peligro que amenazaba á sus señoras.
Claudio y Zoilo no se hacen esperar: abren la puerta,
y reciben al instante dos tiros, que dan, el uno sobre el
marco de la puerta, y el otro penetra hasta la pared del
fondo donde queda clavado el proyectil.
Zoilo, valiente, lleno de coraje, echa mano á una de
las dos bocas de fuego que allí tenian, y repele á los
agresores con dos tiros que dispara sobre ellos, con un rifle de percusion.
Aterrados éstos con aquella débil resistencia, y viendo
que sus compañeros, los que habian penetrado al piso superior, bajaron precipitadamente por una escalera que
conducia al jardín, huyeron tambien con ellos, salvando,
con auxilio de la misma escalera, la pared baja,para poder hallarse, libres de todo peligro, en el camino público.
::;eis balazos quedaron marcados en la pared del corredor, otro sobre el ángulo de una columna, uno sobre el
marco de la puerta donde dormían Claudio y Zoilo, y otro
en el fondo de la habitacion.
H
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-31Dejaron, señores J mados, una linterna sobre la mesa
redonda de la pieza de la señora Sofía de Sarmiento;
unos lazos destiu:f.dos seguramente para extrangular á la
señorita Elena; una escalera. de resorte, y parte de otra,
arrojada en el camino público; una botella grande con
restos de brandy, tiquete "Otard Dupuy,"- ubjetos inanimados, testigos mlldos en aquella noche; pero que á la
luz del dia siguiente debían hablar, permítaseme la pala.
bra, con ulla elocuencia abrumadora.
Habiendo llegado el seilor Enri<luc Sarmiento á " Los
Alisos," poco des pues del suceso, por a\"iso imuediato
que se le <lió por los sirvientes de la casa, cncontró cerca del ensangrentado cadÚn~r de su hermana varios objetos diseminados por el suelo, y abierto el baÚl, donde debian existir seis ó setecientos pesos que él le había llevado
en esos dias de arrcndamientos percibidos de los terrenos
de" La Estanzuela;"
en esto concuerda con el testimonio dado sobrc cl particular por la sefíorita Elena Sarmiento en su primera declaracíon.
Tiburcio Rnmirez, que vive á poca distancia del lugar
del acontecimiento, y 'llW despues de haber oído las detonaciones, se lcrantó de SIl cama, dice que mirando por el
hueco Ú agujero tIc la chapa, en la puerta de su casa, vió
subir en dircccion de ¡, Tres-esquinas" como doce hombres (folio 12, cuaderno 1.°), de los cuales uno dijo: "no
la rompa," y otro contesTÓ: ,( que eso les estorbaba;' aludiendo evidentemente á los restos de escalera que llevaban
y que prollto abandonaron .
•J osé Claudio de los Sántos y Belisario Forero, al pasar
á las dos de la maí'íana por frente á la casa dc "Los Alisos,"
oyeron llanto de mujeres dentro de las habitaciones de la.
quinta.
Consumado un atentado tan alevoso y negro, perpetrado un crímen de que se habria avergonzado la misma
Roma cuando moría de asfixia moral bajo el manto de
púrpura de disolutos emperadores, - la Providencia no
podía permitir que en este escándalo inaudito permaneciese en secreto, ni por un instante, el nombre de sus
dcsventurados autores!
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-32-
XI
Al amanecer del 21 de Junio, dos noticias á cual más
funesta" se habian esparcido de un extremo á otro de la
ciudad, llenando á sus moradores de tristeza, de dolor y
de profunda indignacion.
Era la una, la muerte del antiguo y sábio profesor en
medicina, doctor Andrés María Pardo, quien, por su tierna y afable solicitud para con los enfermos, por su desinteres, caridad y amor para cuantos de~graciddos ocurrian
á él, era llorado por muchos, sentido y lamentado por
todos.
Era la otra el asesinato de la gran matrona, de la mujer ejemplar, señora Sofía de Sarmiento, y el robo ejecutado
en su casa.
Tan extraordinarias
y sorprendentes
cr[\n ámbas, que
no se sabia qUl> d.Jplorar más: si la pérdida del sabio profesor, p:ldre tutelar de los enfermos, ó la trÚgica muerte
de la mujer rirtno:,;a y caritativa, que recogió al niño abandOllado, protegiÓ al que sufria y lloraba, y no fué jamas
insensible á los clalllOl'CS del desvalido que llamó á sus
puefta~.
Desde el mismo instante en que se tuvo noticia de la
muerte violenta de la señora de Sarmiento, un grito simultáneo, un sentimiento uniforme, una voz igual, que bien
pudiera llamarse el seguro é infalible criterio de la opinion
pÚhlica, de:-,ignÚ al sellar Jnstiniano
Gutiérrez
como al
autor principal de la IllUcrte dada ~t la scilora de Sarmiento, y ]]0 lwbia un sólo inuiviJuo (¡ue no dijera: "eso ha
sido pUl' heredarla ; si quiere encontrarse al criminal, bÚsquesel(}, entre 10'3 que van Ú recibir la herencia."
Apelo ti 103 (¡ue me 0YClJ para que respondan si no era
eso lo qne se decía elJ Bogotá por todos, lo mismo que en
los <lemas lugares Ú dOllde iba llegando la noticia del infausto acontecimiento.
XII
Serían
una sdiora
las seis de la mañana de121 de .Junio, cuando
anciana, que rayaba en los setenta año::, se apo-
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-- a3 yaba en el brazo de un júvclI que no pasaba de veintítrcs"
y ámbos se encaminaban
al templo de las Niéves donde
se tocaba ,Í, misa.
La señora que allí iha llámas¡~ FrallCise:L SoI6rzil!1o, r
el jóvcll J!lstinial1o
Glltil'iTCZ;
1<)li'W ,'isto por Ricado
María Acero (foli,) :3:) vuc~lt(), L:\ladl'l'110 ~tu),fué motivo de
gran sorpresa
para l~l, Ú l';~usa dl~ que nllllCit habia visto
á Glltiérrez en l''i<l clase de fUllciolles:
principia, pnes,
éste iL hacc'r.;e sO,'i\lec]lOso l:q[l sn t'xtrai'¡,¡ ('o\l(lud'l.
A poco rato d:~ h:tlwr "dido dd templo, abuela y nieto, llega en coch;, Ú la (',1,,;1 de :~'i:
o:.; el ,,,t'J-Wl' Enriquc
Sarmient.o, y les da l>:lrtc :'! todo!' de' h ¡n',1. :1'tc d,~ :in hermana SlIfi:l, lo que' oído \lo:' Cl\lti('rrcz, illli,:Ú al punto que
(lebia tra¡dadarla Ú h l'illll.vI. pero j'¡tl ,'t Sl1 Ch,¡, Ú sea ,i !;:
de sn madre C!otil(L" sino;i la (k Enrique Sarmiento, lo
(lile a!\IIil,'llta la-; s()~pL'chas conLm Cutiérrez,
pnes es inexo.
plicablc que l10 d,,'seara t'':llel' en sn C¡¡q los l'csto~; de
una pt'rS\lna de Sll fl'llilia, ('on quien intentl') casarse y ((ue
ha sido villllente
asesinad¡¡,
(jllLilTITZ
p¿lrte' COll Sll Ill,lllrl'
y lt~~beca, su hermana,
para la l1uinLt du "Los ,\Jiso:,," ell el coche de Enriq¡w
Sarmiento, ;'t \(;1', té:¡ ['ue]'z:, del ., q\lt~dirÚIl," y para evitar
sospechas,
Li (111,: hahia sllcedido;
lier;;¡dos q\le fuel'lJll)
todos eutran it ver el destrozado cadÚv(~r, 11,0110" C;utiérn:z,
quien se qucda ('JJ el corredor;
e:; im'itado
por :Ualluel
Sarmiento
para nyndar ii Las!ad,¡r el caditvcr al oratorio
I
de la c:t~;,t, \' se dl'lli"~:l d',' Hila !11,\:H:i'il ¡,b:'tllut¡\ (['olio::; 12
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haeerJ,~ lo''; hOllor,'s q\\'.~ cwdquicr hOil]ln~ 'llC'(1ianaTllcnte
culto l':>b en el C:hO de tr¡¡)t1t<!r it !o'; rcstu~; morta!é~~ de
todo :oér humano.
Los criado,,; (h~ la casa d:c!\ p,lrte c:¡ :;pguida de que los
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Lis seis de la tarde del
dia ant('¡'ior, el) que fll<:ron e¡:cerrado". COlllO de costumbre,
en el solar, por ('I<lndio GUI,/.'di..'7., csL:b;lJ' l\\llcrtos. ¡\parccieron
ellvcnenado',;
con <lLt'nico, S,''''llll el e:\ámCll l1li~dico legal CIue postcriOrmC111c
scJ¡iz~; por los facllltati~
¡"os ell lit nwteri",
doc~iJrc~:\.br:th:,tlll
Aparicio y LÚca8
.Maria llcacra.
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-34Sin motivo alguno, ni razon aparente, se aleja de allí
Gutiérrcz repentinamente en una bestia que pide presta~
da á uno de los concurrentes, dejando á su madre y herma~
na, lo que da á las sospechas un carácter alarmante.
Llega á Bogotá, y á eso de las once del dia pasa sin
demora alguna á la carpintería de José Rodríguez Acosta,
y le exige, con las más vivas y repetidas instancias, no descubriese que él habia mandado hacer allí los palos que le
pagó y llevó el dia 13, que iban á ser reconocidos, en ra2:on de haber sido hallados convertidos en escalera para entrar á asesinar á su tia Sofía; que era seguro que á él lo
aprehenderian como cómplice, por lo que le suplicaba
se ¡;ilTiera guardar reserva y silencio por tres dias mién~
tras consultaba con un abogado, exigiendo al propio tiempo fuese mantenido por sus oficiales de taller el mismo
inviolable secreto.
Rodríguez no convino en la exigencia de Gutiérrez,
para no dar lugar á que luego se dijera que él era responsable por la ejecucion de un trabajo que habia practicado
inocentemente, y porque la exigencia pecaba, ademas,
contra su delicadeza de artesano honrado. Primer indicio
vehemente contra Gutiérrez; porque si él no era responsable de los delitos cometidos en "Los Alisos" la noche
anterior, no tenia por qué hacer á Rodríguez semejante
propuesta.
El proceso no dá luz, ni se sabe en qué empleara Gu·
tiérrez el tiempu entre las once de la mañana, hora probable en que estuvo donde Rodríguez, y las tres de la tarde en que llegó con su familia á la casa del señor Enrique
Sarmiento, donde habia sido trasladado ya el cadáver de
la señora Sofía; pero es de inferirse lógicamente que anduvo en busca del abogado ó estuvo con él, hablándole
sobre el grande apuro en que se hallaba.
Nada se sabe tampoco de la secreta conferencia que
entre ellos pasara.
En los pocos momentos que Gutiérrez estuvo en la
casa del señor Enrique Sarmiento, se resistió, como en
" Los Alisos," á entrar á ver el cadáver de su tia.
Deseando para el público y no pudiendo para sí ¡con·
ciencia inexorable! permanecer cerca del féretro de la se~
ñora de Sarmiento, sale de la casa y se vá para la botica
del señor Ricardo María Acero.
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-35A las seis de la tarde se le reunen en aquel punto Au.•
relio y Adelmo Delgadillo.
El primero de éstos, el íntimo amigo, le da el pésame
á Gutiérrcz por el acontecimiento de Los Alisos," y le
manifiesta que tal suceso le habia impedido realizar el viaje que tenia proyectado para el Aserradero."
Si hay algo que desilusione y entristezca el corazon
humano, señores Jurados, es ver á un jóven, en la fior d~
sus años, cubrirse ya el rostro COIl la falsa y traidora máscara de la hipocrcsÍa!
Gutiérrez vuclve, ya de noche, á la casa del señor Enrique Sarmiento, á reunirse con sn famiiia, y cuando ailí
se paseaba en un corredor, lo aprehende la policía, sill qnc
pusiera la menor resistencia, sin preguntar siquiera el por
qué de aquel acto, con el cual se le privaLa de su liberta.d.
El'a porque, como Cain, creía llevar escrito sobre su
frente por el dedo de Dios el crimen cometido; y su conciencia
sí, su conciencia, puesto que no hay sér humano que no la tenga, le gritaba y le decía: --- " E"tais
descubierto; silencio, miserable; 110 O~ queJa más recurso
que someteros y callar!"
H
H
XIII
Practicado el reconocimiento del cadáver por los doctores José .María Buendía y Vicente Duran S., dicen estos
notables profesores en ciencias médicas:
"Que reconocido el cadáver de la seiíora Sofía 8armiento de Sarmiento, que estaba en decúbito dorsal,
" le encontraron las siguientes heridas: primera, una en la
" parte posterior del tronco, que comienza en la superior
"del hombro y llega hasta el borde posterior del hucco
" axilar del brazo jzquierdo, de ocho centímetros de ex" tension, y de profundidad la del espesor de la piel y
" parte de los músculos de esta region: - otra herida si" tuada á dos centímetros de la COIUmllél.
vertebral y á cua"tro del borde interno del homoplato, de dos centímetros de extension, y de profundidad todo el espesor de
la pared toráxica, hasta salir á la parte anterior del pecho.
" entre la segunda y la tercera costilla, á dos centímetros
" del borde externo del esternon: - otra herida de dos
<l
H
H
4
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-36centímetros de extension, situada en la parte posterior
d del tronco por debajo del axila derecha, y de seis centímetros de profundidad: - otra herida situada en el bra" zo derecho, en su parte posterior, y que atraviesa -la extension de los músculos, y saliendo al borde externo del
" brazo: -- en la parte anterior del pecho presenta otra
"herida á dos trave.~es de dedo (así está) por debajo del
" axila y de la mano derecha, de dos centímetros de ex" tension y profundidad: - otra heri~a situada debajo de
" la mano izquierda, de ocho centímetros de extension, y
" de profundidad la del espesor de la piel: - en la parte
<c anterior
del pecho presenta, en distintas direcciones,
" cuatro piquetes, é igual número en la parte anterior del
" abdómen.
" Toda~ estas heridas han sido hechas con instrumento
" cortante y punzante, especialmente la que atraviesa de
" la parte posterior y salió á la anterior del pecho, en la
"direccion indicada, atravesando toda la extension del
" pulmoll y de ]a pleura, ha sido la más grave de todas, y
" la que ha producido ]a muerte casi instantáneamente de
" la señora de Sarmiento."
.
Es decir, que segun el dictámen pericial que acaba de
verse, la señora de Sarmiento recibió de mano de sus implacables asesinos, seis heridas causadas con puñal, de las cuales ]a segunda le produjo una muerte casi instantánea, y
ocho piquetes más que probablemente ejecutaron los agresores para asegurarse de que la víctima habia muerto.
Este hecho está erigido en delito, y en delito grave,
por nuestro Código Penal, que, en su artículo 66, dice así :
H
H
H
"SON
DELITOS
GRAVES:
"].0 Elltomicidio
que consiste en quitar la vida un
"hombre
á otro, por cualquier medio que sea, siempre
" que la muerte tenga lugar dentro de sesenta dias des" PUCf; de empleado el medio que la causa."
" 2." &c."
Por manera que, clara, evidenciada como se halla la
comprobacion del cuerpo de] delito, ó sea el hecho de haber muerto violelltamente la señora Sofía de Sarmiento,
por heridas causadas con puñal ; claro, evidenciado como se
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-37halla acreditado el delito de robo que define el artículo
citado, inciso 15, con las deposiciones de los testigos Elena yEnrique Sarmiento, habiéndose ejercido violencia sobre la señora Sofía, con la mortal intimacion
"la vida ó
la plata;"
y claro y evidenciado como se halla la tentativa de homicidio sobre los sirvientes de la quinta de
" Los Alisos," á quienes se les hizo fuego de rifle y revolvers por los malhechores que los acechaban desde el jardin, tentativa de delito que castiga el artículo (;.0 del mencionado Código, ::;obrc lo cual creo nadie abrigará la menor somhra de duda, el debate debe versar en lo sucesivo
acerca de este punto, (;omp.lemental'io y consecuencial del
cuerpo del delito, [t saher: quiénes son los culpables de
tamaño atentado, y de fijar las penas que deben sufrir éstos, con arreglo á la ley, prévio el exÚmen de las circunstaucias agravante::; y atenuantes que hayan mediado á tiempo de la consul1lacíon del crímen.
XIV
Preso como se hallaba Glltié'rrcz desde la noche de121
de Junio,fué Ile,"udo en la mailana del domingo 22 á la casa
del señor EnriqtH:: Sarmiento, donde en el atalul, rodeado de
cirios, se hallaba el cadáver de la mártir de " Los Alisos,"
y puesto en presencia de éste~ no dió ninguna manifestacíon
de sentimiento ni sorpresa. La más fria indiferencia vagaba
por su pálido semblante, y sus ojos esquivos y enjutos no
daban muestra de dolor, ni se IlUmedecicron
con una ltígrillla de arrepentimiento.
GutiélTez, en presencia de su víctima, fllé la repugnante
y fatídica imÚgcn del crímcn impenitente,
que hace alarde
de su crueldad, de ::;u ciuismo y d{~su illsllltallte altanería,
lanzando un reto audaz, arrojando
un guante de desafío
Ú la recta cOllciencia
socia!.
Viendo el sciior (Juillerl1lo
'i'c·rau (lUC Gutiérrez, durante el interrogatorio,
no quiso mirar el cadáver de la
seGora de Sarmiento, le dijo, it prescncia de todos, y en un
arranqne
de gencrosa
indignacíoll:
".Justilliatlo,
u"ited
" está perdido, y 110 le <jw·da lliÚ~; recurso que ahol'cal':w
" COIl la pretina
de sus palltaloll(':.;."
A un apóstrofe tan sangriento
como este. algo debió
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-38haber replicado Gutiérrez. No obstante nada contesta;
y su actitud es la de una mudaé inanimada estatua. La
conciencia le decia, como en la noche anterior: "estais
" descubierto, no os queda más recurso que someteros y
" callar! "
Ejecutada una ronda en el cuarto de habitaoion de
Gutiérrez, se hallaron, entre otras cosas, cuatro revolvers
y un cuchillo ensangrentado.
Vcrificada una confrontacion, por los peritos señores
José María Buendía y Jesus Olaya, entre el cuchillo y las
heridas de la señora de Sarmiento, resultó: que dos de
las heridas fueron hechas con un instrumento distinto, en
extension y longitud, al cuehiHo que tenian á la vista;
pero que cinco más, sí han podido ser causadas con el
instrumento en referencia; que el cuchillo, por su aspecto,
es nuevo y recientemente amolado, y que la sangre que
se encuentra en él, es más pronunciada en la articulacion
de la lámina con la concha, lo mismo que en el filo de
la hoja.
No habiendo podido decir hasta ahora Gutiérrez por
qué aparece ensangrentado el cuchillo que se encontró
en su picza, hay un segundo indicio vehemente contra él.
Hallada un" botella con restos de brandy, tiquete
, ,t Otard Dupuy,"
en un sitio contiguo á la casa de "Los
Alisos," y habiendo Gutiérrez comprado y apartado una
del mismo licor, de igual tamaño y con idéntica marca
en el almacen de los señores Londoño y Compañía, que
le llevó á su pieza Adelmo Delgadillo, el 20 por la noche,
y no acertando á decir qué uso hizo de tal botella y en
dónde la dejó, hay un tercer indicio vehemente contra
Gutiénez.
Encontradas cuatro armas de fuego y un cuchillo en
su cuarto, de las cuales tres había conseguido en los dias
anteriores al 20 de Junio, con sus amigos Guillermo Edmons, Alfredo Sáenz y Leonídas Hinestrosa, sin explicar
satisfactoriamente el objeto de semejante aglomeracion
de armas, de un uso pronto y manual, pesa sobre Gutiérrez un cuarto indicio vehemente.
Abandonada, con el susto, en la noche del 20, una linterna sobre la mesa redonda del cuarto de la. señorita
Elena, y habiendo comprado Gutiérrez una igual ó seme-
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-39jante en el almacen de Thorin hermanos, desde Fe\)rero
de 1879, hay un quinto indicio vehemente contra. él.
Hallada una escalera rota, dentro de las paredes de la
quinta de " Los Alisos," dellado del jardín, y dos palos
largos fuera de la quinta, junto con otros restos de escalera, que Gutiérrez rcconoció haber mandado hacer con
Aurelio Delgadillo en las carpinterías de José Rodríguez
Acosta y Luis UllIaña Várgas, y de un artesano cuyo
nombre se ignora, pero que tenia su establecimiento en la
plazuela de las NiÓves; habiendo uicho primero que las
mandó construir, una para ejercicios gimnásticos y otra
para hacer maroma, sin (lue ninguna de las dos correspondan á tales objetos, segun el dictámcn de los señores
Ezequiel García y Antonio Correa; y hdbiendo expresado
despucs que la escalera hecha donde Rodríguez era para
comunicarse con la señorita Cármen Breton, que vive á
la espalda de la casa ue Guti<:'rrez, testimonio falso y calumnioso, digno de figurar en el negro libro de la infamia,
la vileza y la impostura, pues tanto clla como su madre
han declarado (folio ;)~),cuaderno 3." ), no haber tenido
nunca relaciones de ningun.t clase con Gutiérrez, dici~ndo, ademas, que éste jamas las ha visitado; habiendo expuesto Gutiérre", que despues de tener las escaleras en su
poder las votó CII la plazuela de las Niéves, por no haberle
servido para el gimnasio, aseveracion absurda, inverosímil
y que peca hasta contra el simple sentido comun : habiendo asegurado Gutiérrcz (lue ~{~acostó el 20 á las once <le
la noche, cuando su sirviente, Ester Cuervo, lo desmiente,
deponiendo bajo juramento que entrÓ á acostarse á la
una de la mañana, hora cn que ya se habia consumado el
asalto de Los Alisos," gravita sobre Gutiérrcr. un sexto
y vchementísimo indicio que, por el enlace quc guarda
con los demas, sin depender unos de otros, pero concurriendo todos á la rcalizacion de un hecho, el acontecimiento de " Los Aliso~," constituyen plena prueba contra
Gutiérrez, como delincuente, al tenor de los artículos
1584 y 1585 del Código Judicial.
H
xv
En un sucio hodegon del barrio de San Victorino vive
una mujer del pueblo llamada Natalia Várgas.
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-40A este repugnant-e IUg'dT -llegó Aurelio Delgadillo, despues ·delas ·doce de }allO'Chedel 2() de Junio.
Reconvenida por la Várgas, -que segun pareee -era persona que gozaba de su intimidad, sobre el motivo de su
llegada tan tarde, el huésped contesta : u que es· por.que
ha -estado tOlnando harto brandy en compañía de.Justiniano Gutiérrez."
Julia Parra, sirviente del bodegon, asegura haber visto
llegar á Delgadillo esa noche, camo desasosegado, COlUQ
en
galeras y como asustado.
Se acuesta en seguida y duerme sobre un canapé,
dejando ver un revolvers que tenia consigo.
El 21, á las siete de la mañana, se pasa de'! canapéá
una cama en el mismo aposento de la VárgftS, y sigue
durmiende hasta 'las cinco de la tarde, no sin ser interrumpido en su sueño por su hermano Adelmo, quien fué
á preguntado allí, como á las once dd dta.
Entre dn{:o y seis de la tarde, se dirigió ·á la botica:de
Acero, á darle el pésame á Justiniano Gutiérrez.
Volvió á quedarse en la pieza de la Várgas en la noche
del 21, donde permaneció hasta el domiugo 22.
Allí llegó nuevamente Adelmo Delgadillo, á las nueve
de la mañana de dicho dia, y Julia Parra volvió á ver que
tal individuo se sentaba, se panlha, se afanaba, y se paseaba, muy inquieto, porque Aurelio no se iba pronto como
se lo exigia (folios 31 á 35 cuadernu 2.", y 29 oeuaderilo 4.°)
LlamadOR declarar Adelmo Delgadillo, para que es·
pecifique la manera como empleó el tiempo en la noche
del 20 de .Junio, depone (folios 37 á 40, cuaderno 2.°):
que estuvo con varias personas hasta las once de la noche,
y que luego se acostó; mas, del proceso no apa¡'ece la
verdad de lo aseverado por dicho señor, pues no hay un
solo testigo que diga haber visto á Adelmo DelgadiBo en
su casa entre las once de la noche y la una de la mañana,
ni en el resto de la misma noche. Siendo de notarse, sí, y
de llamar sériamente la atenciOD, 1<,s frecuentes contradicciones en que incurre en las declaraciones que ha
rendido.
En efecto, en una establece que el sábado 21 estuvo
donde Natalia Várgas, donde se vió con su hermamo Au-
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-41relio, como á las once del dia (folios 3 y 4, cuaderno 3.°),
y en otra se arrepiente de la manifestacion hecha, y ase·
gura que no es cierto que en tal dia hubiera visto á su
hermano, ni estado con él, sino hasta el domingo 22 (folios37 á 40, cuaderno 2.° ), contradiccion palmaria y que
habla por sí sola muy alto en contra de la conducta de
Adelmo; porque si nada tenia que temer, no habia motivo
tampoco para que llegara á desmentirse tÍ sí mismo, incurri€ndo en un perjurio manifiesto.
Faltó, pues, á la verdad. ¿ Por qué ?-Porque "el crímen está obligado siempre á mClltir; la inocencia jamas; el uno es la mentira y la otra la verdad en accion ;
el uno tiene necesidad de las tinieblas, la otra no busca
sino la luz," segun lo expresa con tan profunda filosofía
un eminente escritor frances.
De donde vienen á resultar contra los dús hermanos
Delgadillos, los siguientes graves indicios:
CONTRA
AUR.ELIO.
1.0 Ser amigo íntimo é inseparable de .Tustiniano. Gutiérrez, hace siete años;
2." Haber llegado á la quinta de " Los Alisos, " doce
dias ántes del acontecimiento, sin objeto alguno, que justificase su presencia;
3.° Haber acompañado á Gutiérrez lí las carpinterías
de Rodríguez Acosta y lJmaña Várgas, cuando aquél
mandó construir los cuatro palos que, en forma de escalera de resorte, se hallaron en el jardin y á imnediaciones
de la quinta ó habitacion de la señora Sofía de Sarmiento;
4.° Haber acompafíado á Gutiérrez á las pesebreras de
" La Paz," cuando éste fué allí á tomar su caballo, en el
que montó para ir á envenenar los perros;
5." Haber permanecido en compañía de Gutiérrez
durante las horas anteriores al crimen de " Los Alisos;"
6.° Haber llegado sobresaltado, impaciente é inquieto,
y con un revolvers, á la tienda de Natalia Várgas, despues
de las doce de la noche del 20 de Junio.
7.° Haber estado durmiendo allí todo el dia 21, como
queriendo ocultarse á las miradas investigadoras del
público;
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-428.. Pretender esquivar en la noche de este dia toda
conversacion relativa al suceso;de'~ Los Alisos" (foja 6.A~
cuaderno 3.°) y
9." Haber ido á la penitenciaria á presentarse voluntariamente al solo aviso que tuvo deqlile era buscado.
COXTRA ADELHO
Aparecen estos indicios, no méno&graves y Tehementes:
1.o Haber estrechado relaciones de amistad con J ustiniano Gutiérrez, pocos dias ántes del 20 de Junio;
2.° Ser partícipe, confidente único, de los secretos de
Aurelio Delgadillo y Justiniano Gutiérrez (folio 34 vuelto,.
cuaderno 3.") ;
3.° Haber llevado el 20 de Junio por la noche á casa
de Gutiérrez unos cigarrillos y una botella grande de
brandy, marca" Otard Dupuy," que fué hallada en un potrero contiguo á la quinta de " Los Alisos; "
4.° Haber estado en compañía de Gutiérrez y'de su
hcrmano Aurelio el 20 de Junio, de las seis á las ocho de
la noche, en la casa de la señora Clotilde Sarmiento;
5.° N o haber podido comprobar en dónde estuvo entre las once de la noche del 20 y las seis de la mañana
del 21 de Junio;
6.° Haber incurrido en notables contradiccioD8s en
una misma declaracion, respecto de la visita que le hizo á
su hermano Aurelio, el día 21, en la tienda de Natalia
Várgas, y
7.° Haber llegado el 22 á la pieza de ésta, agitado,
inqui~to y desazonado, porque Aurelio no salia de Bogo.tá
inmediatamente.
Proseguida con actividad la investigacion judicial á fin
de descubrir á los demas culpables, que permanecian
ocultos entre misteriosas sombras, se creyó encontrar uno
en la persona de un hombre que vagaba el domingo 22.
parIas pueblos del norte de la sabana, muy asastado y
pidiendo trabajo: capturado como. sospechoso., result6
llamarse Raimundo Acero, soldado desertor del eatallon
del Estado.
La policía habia prevenido. á las oficinas de correos
para que toda carta que viniera en esos dias dirigida á
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-43-
J ustíníano Gutiérrcz, fuese puesta en el acto á la órden ,..
disposicion del funcionario
del proceso.
La que sigue fué sacada
.Junio, cuando todavía no se
gran crímen perpetrado en "
encargado de la instrucei01l
del correo nacional, el 28 de
hablaba de otra cosa que del
Los Alisos:"
" GulÍduas, Junio 15 de 1879."
" J USTINIAl'iO
QUERIDO:
" 1\li voluntad de bronce y mi cerehro de acero están
" probados con lo que he soportado en estos dias de inu tranquiliJad
; juzgarás bien cuánto me co:staria mi veni"da
en momentos
bien
especiales
paru
mí, y cuánto¡.;
reflexiones, dudas y resoluciolles se
han formado ell ~iete días; no me creía capaz de pensar
"presentimientos,
H
" tánto en tan corto tiempo.
~, Recibí tu parte, y ese me dió la idea de que habias
"recibido y aprobado mi cartat pero me de:iespero más
"por la. tardanza. Tengo que esperar oeho dias más una
" respuesta probablemente ambigua, tal vez terrible. i Pa" ciencia
todavía!
" Para que forllles idea de lo expuesto que he estado á
" perder el poco juicio que me queda, te contaré que, en
"medio de mi preocupacion dominante, he teuido que
"atender
ti mil picardías que me quieren hacer en mi
" ausencia en todos los asuntos que me son más trabajo" sos y delicados el! el Juzgado; mi fuerza de ánimo y mi
" excesiva energía me han hecho babajar y me he l'alvado,
" gracias á qlle ~Oll más brutos que yo y á que mi venida
" no era aÚn esperada.
"Bien sabes que de nada puedo hablarte ; no extrañes,
" pues, qne mi carta sea tan corta, y reducida solamente
" á saludartc en union de todos los de tu casa, y reiterarte nuevamente apresures la manera de que yo sepa
H
(, 10 que más me irnporta hoy.
"Consérvate
bueno y recibe un apretado abrazo de
" A/ljandro."
El funcionario instructor creyó haber hecho un hallazgo decisivo en el asunto con la carta anterior.
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-44Alejandro, que así se firmaba su autor, ocultando su
apellido, lo que era un primer síntoma favorable, habl&ba
de momentos de intranquilidad, de presentimientos, reflexiones y dudas en la ausencia, de la desesperacion por
tener que aguardar ocho dias más, para sufrir tal vez un
desengaño; de estar á punto de perder el poco juicio que
le quedaba, y de no poder hablar con claridad en el asunta,-eran
frases demasiado expresivas para que la policía
no las creyese aplicables al espantoso suceso acaecido en
la noche del 20 de Junio.
Llamado á declarar el señor Alejandro B. Ruiz, Juez á
la sazon del CircÚito de Guáduas, se le interrogó si aqueHa carta era de su pU;lo y letra.
El señor Rlliz contestó ser suya la carta en referencia.
El funcionario instructor creyó tener entónces en sus
manos al eUal'to delincuente.
Preguntado de nuevo, ¿ qué quiere usted decir con
aquellas palabras ~ "mi voluntad de hronce y mi cerebro
de acero están probados con lo que he soportado en estos
dias de intranquilidad f' y qué conaqueUas otras~ "tengo
que aguardar ocho dias más para obtener una respuesta,
probablemente ambigua, tal vez terrible? "
El señor Ruiz contestó ~ "habiéndole propuesto matrimonio á la señorita Rebeca Gutiérrez, hermana de
" J ustiniano, éste había quedado conmigo de mandarme
u la contestacion á Guáduas, dentro de ocho días, en cuyo
u tiempo era que estaba yo lleno de intranquilidad
y
(, aguardando quizás un desengaño."
'festimonios posteriores acreditaron que el señor Ruiz
se encontraba en Guáduas la noehe del 20 de Junio, y era
físicamente imposible, atendida la distancia, que en la
misma noche hubiera podido hallarse en Bogotá.
El funcionario de iJ1Struccion vió y se convenció entónees que tenia entre sus manos un amante apasionado
hasta el frenesí, en vez de un criminal, y abandonando á
sus fantásticos sueños al señor Ruiz, siguió husmeando
otro rastro, que juzgó lo llevaria. á la madriguera, donde
se ocultaban los abominables malhechores del 20 de Junio, no eaptnrados aÚn.
Ascencion Suárez encuentra un pañuelo en un potrero
por" Tres-esquinas," cerca de la antigua casa de Marcelino Duarte, con esta marca: Feliza Palacio de Z.
jj
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-45De presumirse
es en aquellos momentos que este pq,huelo se cayese del bolsillo á alguno de los de la cuadrilla
en la noche del 20; pRes hay di as de epidemia moral en
que todos los espÍ1;tus están contagiados
de la. funesta
enfermedarlde
pensar y juzgar mal de cuanto cae bajo el
dominio de los sentidos.
Se inquiere, se pregunta y se averigua quién pudo dejar allí aquel pafíuelo misterioso, hasta que al fin se tiene
noticia de que en la tarde del 20 de .J unio pasó por
"Trcs-esquinas,"
y siguió para" Fucha," \lila partida á
caballo, en nÚmero como de doce personas, que, contentos
y11enos de expansioll y alegl'ía, daban muestras de haber
salido de una t\gradable reunion, Ó de una cordial fiesta
de familia.
Entre los de la partida se ha visto pasar á un jóven
llamado Edwudo
Zcrda, hijo de la sei'íora Feliza Palacio
de Zerdll, nombre con que aparece marcado el pañuelo.
Un dato importante, una nueva luz se presenta repentinamente sobre el tenebroso horizonte del crímen.
La policía sigue sin tardanza
los p~ISOSde la partid,l,
que atraviesa el riachuelo de «Fucha," continÚa sin tropiezo hasta" La. vuelta del Alto," V va ú pernoctar al caserío de·" Yamasa."
..
Se indaga sin demora por el lugar donde estuvo y durmió esa noche el señor Eduardo Zenla, y se comprueba
suficientemente
que se quedó en el "?\{,dino," en UIla
misma. pieza con José l\'Lda VillalÓbos, quien por estar
indispuesto, dejÚ luz toda la noche, y pudo ver y presenciar que Zerda durmió allí y permaneciÓ sin salir hasta
la mañana del dia siguiente.
La partida en que iba Zerda se componía de los señores Joaquín Zerda y Matilde Dousdehes, casados en la
mélñana de aquel dia, y de varias personas amigas que los
acompañaron,
unos hasta"
La Vuelta del Alto," y otros
hasta la venta de " Yomasa,"
Al pasar por "Tres-esquinas"
se le cayó del bolsillo
á Eduardo Zerda el pañuelo marcado con el nombre de
su madre. Hé ahí aclarado el sospechoso indicio hallado
por Ascencion Suárez.
Los acompañantes
de los felices jóvenes recien casados les dieron en "y omasa" el abrazo de desped.da, ~'
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-.46éstos siguieron hasta llegar ~l ~llo y ~tlC() ,sitio de
e, La Uníon," de Fómeque •.
No hallando por enfónces elfunCionario de ilastruc~
cion á los demas culpables, cubiertos aún con el frl\gil
velo del incógnito, que debia bien pronto rasgarse, di6
cuenta con las diligencias por él practicadas, en cuatro
grandes cuadernos, á la autoridad. cvmpetente, ó sea al
señor Juez del Estado, en asuntas criminales ..
Este funcionario, que lo es en la actualidad·.el señor
doctor Eugenío Castilla, dictó auto llamando á juicio, por
los graves indicios de que atras hicetriencion, á lQs señores Justiniallo Gutiérrez, Aurelio y Adelmp Delgadillo,
como responsables de los delitos de homicidio y robo.
Tal auto, por su fiel narracion histórica, por la verdad
de los hechos que describe, por sus deducciones IÓg«:as,
por sus rectas apreciaciones jurídicas y por la;imparcial y
austera severidad de las apreciaciones filosóticas que~on·
tiene, hace honor al digno Juez: que ocupa el más .alto
puesto en la justicia criminal deCundinarnarca.
.
Me he permitido hacer la minupiQsa relacionque antecede para que se tenga perfecto conocimiento del curso
que ha llevado este proceso, y de los antecedentes que
han influído en los procesados para hacer las aclal't·ciones
posteriores que vamos á ver.
XVI
Encerrados en el Panóptico, y celosamente vigilados
como se hallan el señor Gutiérrez y. los dos hermanos Del·
gadíllos, abrumados por el inexorable y terrible fallo de la
opinion pública, y ~ás aún, por lil aC\lsacion de su propia
conciencia, ese verdugo que no cesa de perseguir un solo
instante al culpable, y viendo, por ·otra parte,. una segura
y pronta cOlldenacion, con los graves é inco~~~bl~a.ntecedentes ya descubiertos, resolvieron de c0D$J\ acuerdo,
no sé si iluminados por alguno espíritu superior, que es lo
más seguro, confesar paladinamellte la verdad de los he~
ehos en que habian t(\mado parti~ipacion, sal~ndo á Gutiérrcz y á Adelmo Delgadíllo, desc~briendo,.4 .tres de los
culpables que estaban en libertad,;.y presen~dose.A:ure~
lio como el autor principal de la criminal trama, comoeJ
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-47gran responsable, sobre quien debia caer todo el peso de la
ley, todos los rayos de la ira popular.
Tomada esta audaz resolucion, pTesentó Aurelio De1gadillo 'al señor Juez del Estado, en la vi"ita de cárcel
del 13 de Diciembre de 1879, el siguiente memorial que,
por el velo que descorre y por la nueva decoracion que
presenta, exhibiendo los nombres de tres delincuentes
ocultos, merece ser conocido en su totalidad, por lo cual
he creído conveniente leerlo tal como fué presentado.
Hélo aquí:
" La injusta prision que mi hermano Adelmo Delga~
" dillo está sufriendo hace seis meses, y convencido hasta.
" la saciedad de su inocencia, concebí la esperanza de que
" no fuera llamado á juicio; pero el señor Juez, apoyado en
"una circunstancia independiente de la voluntad de mi
" hermano, dictó auto de proceder contra él. Esta causa, y
" la de ser sindicados varios de mis amigos, como los seño(( res Vicente Herrera O., Leonídas Hinestrosa, Francisco
" de P. Carrasquilla y otros, me han obligado Ú hacer una.
" aclaratoria de los hechos tales como pasaron, y mostrar
" {~la sociedad á los individuos que tomaron parte directa
" en ellos.
" lt'ecientemente que mi amigo J ustiniano Gutiérrez
" regresó á esta ciudad de un viaje que hizo á Venezuela,
" oí la especie de que él se casaba con la señora Sofía de
" Sarmiento. Yo, que era su amigo íntimo y á la vez depo" sitario de sus secretos, extrañé que si fuese cierto no me
" ]0 hubiera comunicado;
dejé pusar algunos dias espe" rando que me lo hiciera saber, pero convencido por su
" silencio que 110 habia pensado en eso, torné la iniciativa
" y le hice presente las notables ventajas que ofrecia un
" partido como éste; denegándose al principio de aceptar
" el consejo que le di para que le propusiera matrimonio,
" pero luego insistí por repetidas ocasiones hasta que logré
" convencerlo con mis observaciones de los buenos l'esul., tados de la rea]izacion de mi idea; inmediatamente que
" él convino le dije que debia cscribirle una carta, en la
" cual la diera á conocer sus pretensiones de un modo
., vago, para lo cual nos reunimos una noche en su cuarto
" y redactamos el borrador. Al dia siguiente se envió la
" carta, y esa mi':lma noche me mostró Justiniano la con-
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-48testacion, y se manifestó muy disgustado por el mal re" sultado de mi consejo. En el UleE¡de Febrero del presente
" año (1879), poco, más ó m~os, le dije á J ustiniano que
habia ideado la manera de adquirir un capital ;. me pre" guntó de qué modo y le contesté que hac~ndo dejara
" de existir la señora .Sofía de Sarmiento; se indignó y se
"manifestó sentido conmigo por esta proposirion; duce rante los tres meses siguientes
no evité ocasion de ha" blarle sobre la necesidad de. tener una fortuna para real, lizar los proyectos
que teniamos. Tanto insistí, yfueron
"tantos mis argumentos, entre los que figuraban el' que
" una palte de los bienes ql.leposeía ella le pertenecian á
" la familia Gutiérrez, por herencia de sus mayores, y que
" el doctor Sarmiento se habia usurpado, como que el,
" hecho no se descubriria. Al fin se decidió á tomar parte
" en la empresa, con la única eondicion de que no toma'" ría parte directa en la ejeGucion del hecho. Procedí in" mediatamente á buscar á José Rincon, persona áquien
" conocia hace algunos años, le encontré, y despues de una
" larga conversacíon sobre diferentes cosas, le propuse me
" acompañara á tomar parte en la empresa, mediante una
" remuneracion ; aceptada que fué mi propuesta, me dirigí
" una noche en compañía de Rincon á la casa de " Los
" Alisos)" con el fin de observar y de tomar algunas mediu das, las que en efecto tomé, tales como la altura que hay
u del entresuelo
al piso bajo; esa noche observe que los
" postigos de varios balcones quedaban entreabiertos: esta
u circunstancia
la conocí por la luz que habia en las pie'1 zas;
pasadas algunas noches volví á convenCCl'me de
" que los postigos quedaban entreabiertos; con esta segu" ridad, y con los datos que habia obtenido de .Justiniano,
" me dirigí COII éste á mandar construir unos palos á donu de el macstl'l> Umaña, los que debian tener seis varas de
" largo y unos tres dedos de grueso por cada lado; éstos
" fueroll contratados por cuatro pesos, pero pareciéndol1os
" caro su valor, mandó J ustiniano construir en la carpin" tCrÍa de 'La Tcrcera' los otros, que importaron veinte
" reales; lucgo, y por no tener yo tiempo, sc compromctiÚ
" .Justilliano á mandar hacer los peldaños. Por los datos
u
H
" que Gutiérrez
me había
dado, juzgué
que eran necesll-
" rias otras personas, y le dije á Rincon que me consiguiera
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-49"
"
"
"
H
otros individuos de su confianza para que me acompañaran, mediante una paga; él me dijo que tenia un ami·
go á quien le hablaria. Más tarde, en una cita que con
Rincou tuve, me dijo que su amigo habia aceptado la
propuesta y que estaba listo para concurrir la noche que
" se señalara.
" En esos dias procedí á buscar ú J uall Pérez, persona
hace catorce ai1os, por haber l:jido asistente
" del señor Eulogio Amador; á este homhrc, que se me
" habia manifestado muy adicto siempre por las demos" traciones de cariño <lue me hacia, no yaeilÓ en dirigirme
H
que conocia
"
"
"
"
"
con confianza para hablarle ¡::obre el particular. Sabiendo
que su carrera era la de militar, me dirigí en su busca á
los cuarteles, y de casualidad lo hallé l'll el edificio que
ocupa el batallon décimo de línea, á Órdenes del corollel Materon, y al cual pertenece Pérez. Hablamos sobre
" trivialídades, por no poderle decir el objeto con que 10
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
"
buscaba; le dí cita para el siguiente dia, ('11 el mismo lugar; concurriÓ á ella y le hablé, para sondeado, de un
enemigo que tenia y del cual queria yengannc;
le dije
que podia hacerla sin que nadie 10 supiera, y, adem:.J.s,
que tenia necesidad de compañeros para su oupn resul·
tado ; le dije que la persona de quicn quería vCllgarme
,ivia en el campo, y que me comprometía á introducirlos
á la pieza en que dormía sin ningun riesgo; convino en
acompañarme,
medi,lllte el ofrecimiento
de cien peso~.
Viendo la bucna voluntad que tenía en secundanne, le
pregunté si tenia alg:ul\ amigo que nos acompañara, me
dijo que haria la diligencia; al otro día me participó que
" le habia
"
"
"
.,
"
"
(,
«
'.
"
.,
hahlado
Ú
uno que se llamaba
Hafacl GarcÍa,
quien se comprometió con Pérez, y éste le d~<Ícita para
el siguiente día. [t las seis de la tarde, ('l\ el puente del
cuartel que queda cn la parte occidental de la pla:wela de
San Agustin; concurrimos todo,;, hablamos. y García aceptú mi propuesta, la que fué igll;d á la de PÓrez. Con Pérez me veía en San Agustin, !l\las YCCl"S Ú las ¡,;eisde la
tarde y otras á las once del dia; con Bafad (Jarcia en
difercntes puntos, como' La Lameda,' . La Huerta de
Jaime,' 'La Casa de Letras'
\" su casa de hahitacion,
que estÚ situada en la plazl1cL¡'de la quinta de Espinosa,
Ít mano izquierda, donde principia la ranchería quc con-
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- 50duce á la quinta de ~Bolívar.' Quedé de verme con
u Juan Pérez ellúnes
diez y 'seis de Junio, á las siete de
et la noche, con el objeto de darla un sombrero y una rua•• na que necesitaba, por no tener; concurrí al lugar señal< lado y no lo encontré,
pero fué Rafael García _Heyar•• me razon que Pérez no podia ir por estar de guardia en
el Palacio, á donde habia entrado
el domingo, y no lo habian relevado ellúnes. Antes de verme con García estuve
" con Rincon~ á las seis y médiade la noche, en el atrio de
Las Niéves,' y lo mandé á la botica del doctor Canáles á
comprar dos reales de estricnina, la que no le vendieron
« por no haber dado el nombre de la persona que la ne" cesitaba; entónces me dirigí á la casa de Justiniano, en·
" tré á su cuarto y escribí en un papel pequeño, y en letra
" pastrana, estas palabras: (dos reales deestricnina buena
«para matar ratones, para Rafael Rodríguez:' salí, en« contré á Rincoll donde lo habia dejado esperándome, que
" era en la esquina de Las Niéves,' lo mandé á la botica
" del señor Ricardo María Acero, quien no se encontraba
en ella por haberse ido á refrescar y haber dejado en su
"reemplazo
al señor Ricardo Matiz, quien la despachó
" quedándose con el papel. En una de las primeras citas
" que con Rincon tuve, le dije que necesitaba algunas ar" mas, él me ofreció un rifle Winchester, el cual acepté.
'. El mártes diez y siete, por la mañana, me dirigí á Palacio
'f y encontré en la esquina á Juan Pérez en compañía de
•• Cárlos Iháñez, Capitan de la guardia; estuve un rato con" versando con ellos, luego me despedí de Ibáñez y torné
"para el teatro; Pérez me seguia alIado disculpándose
" de no haber concurrido la noche anterior á la cita por
"estar de guardia, pero me ofreció que al dia siguiente
" pediria licencia por escrito al Coronel del cuerpo, por un
" dia y una noche, con pretexto de que tenia la madre en" ferma. l\Ie despedí, quedando de vemos al otro dia miér" coles, á las once y média, en la puerta del cuartel; con" currí á la cita, y no habiéndole visto, pregunté por él
" á varios individuos de tropa, y ninguno me dió razon ;
" aguardé largo rato, parado en el puente, hasta que se di" rigió á mí el capitan Cárlos Ibáñez, diciéndome que has" ta ese dia lo habian relevado de la guardia de Palacio;
" al retirarse le supliqué me llamara al individuo que esta«e
H
tI
H
I
H
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-51•• ba con él en la esquina de Palacio el dia anterior y que se
" llamaba Juan Pérez. A pocos momentos salió y me dijo
~, que Pérez habia salido con licencia. Más tarde me en" contré con Rafael García y le dije que buscara á Pérez
" y fueran ámbos á la esquina de 'La Casa de Letras,' á
" las seis de la tarde; á esa hora me dirigí hácia ese lugar
llevando la ruanJ. y el sombrero que le habia ofrecido á
" Pérez; allí encontré sólo á García, y me dijo que no ha" bia visto á Pércz para dade la ra<'.on que le habia man" dado; sin embargo, me Jijo que fuéramos á su cm;a, á
"donde
nos dirigimos por saber García dónde era ésta;
•• llegamos á una tienda, situada cuadra y média ab;tjo de
" la Iglesia de Santa Bárbara, en la acera Sur: golpeó García, abrió la puerta una mujer, entralllOS y lo preguntamos; ésta y otras mujeres nos dijeron que no estaba; sa" limos, le dí á García la mana y el sombrero para que se
(( los entregara y buscara á Pércz; al retirarse García convinimos en que nos encontrariamos
á las nueve de b
" misma noche en la esquina Sl1l' del : Hospital de cari•• dad,' al efecto, nos encontramos, y lIle dijo llue no habia
" vístl) á Pérez.
Convencido de que ~Sa noche no se podia realizar el
plan, me despedí de Garda en la plazuela de ( Las Nié" ves,' quedando de vemos á las doce del siguiente dia en
•• su casa de habitacion, [t donde fuí y 'encontré á GarcÍa
" solo; convinimos que buscaria á Pérez, se pusieran de
" acuerdo y se fijaría el día definitivamente ~ por la tarde
" de ese dia fuí Ú Palacio, en donde estaba. Pén'z de guardia,
(, y
<lllC pediria
licencia la noche silTuiente:
, resolvimos
b
., Pérez se comprometió
á huscar otro individuo. El yiér" nes, á las diez de la mañana, me dirigí allí; encontrl~ á
" Pérez y á (jarcia, el primero me dijo que ese dia salia
" de guardia, y el segundo se comprometió
á Hevarle el
" sombrero y la mana á la esquina de los
Chorros de
Santa lncs,' en donde 110S encontrariamos
á las doce
"del
dia. Cuando yo llegaba á ese lugar alcancé á ver
que Pércz se ponia la ruana y el sombrero que García
., le llevó;
b3;jamos por el camellon, {~ pasar por la
ó, lIuerta
de .Jaime,' llegamos á la eSlluina de b casa de
" Letras,' y cruzamos Ú lllallO izquicrda, concluimos la
.• cuadru y doblamos Ú mallO derecha. Allí Pérez se quitó
H
Ú
'í
L.
H
H
í
H
H
.)
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-52"unos pantalones de militar colorados, quedando con
« otros que llevaba debajo; guardó el kepi y los calzones
., y nos dirigimos á la plazuela de San Victorina,donde
" nos separamos, encargándole siempre que buscara al otro
" individuo que se necesitaba, y quedando de vernos á las
" seis de la tarde, una cuadra abajo de la antigua calle
" del' Arco.' Antes de separarnos en la plazuela de San
" Victorino, Pérez dejo á guardar el kepi y los pantalones
,1 colorados
en una tiende cita que queda debajo de una
" casa de baleon largo, situada en la esquina que cruza
" para la Capuchina; esta tienda tiene su frente para la
" plazuela, y queda cerca de otra donde se vende carbon
" por mayor. Advertiré que Pérez obtuvo licencia para
" permanecer un corto rato en la calle, y luego que habló
"conmigo resolvió no ir esa noche al cuartel. Ese dia,
"despues de haber buscado á.I ustiniano, lo encontré á
" las seis de la tarde en la botica de Acero; iba yo en
" compañía de Ricardo Pardo F., é invité á Gutiérrez á
" dar un paseo; convino éste y tomamos en direccion Sur,
"con Pardo, quien nos acompañó hasta la esquina del
" Hospicio;' bajamos ulIa cuadra, cruzamos á mano iz" quierda, y al concluir la cuadra, .Justiniano bajó á las
" pe~ehreras de 'La Paz,' donde tenia su caballo, el cual
" le exigí para que .f osé Rincon fuera esa noche á echar" les á los perros el bocado que tenia preparado; al sepa"rarme de Gutiérrcz caminé la cuadra que lleva á Ta
" e~qllina del 'Arco;' allí encontré á Pérez, García y el
"indivitluo que habian conseguido . .Este hombre, cuyo
"nombre ignoro, es alto de cuerpo, moreno, lampiflo y
" muy fornido; Pérez y García lo llam~ban el indio; bajé
" COll ellos una cuadra, crucé á mano derecha, caminé
,. esa cuadra y doblamos Ú mano izquierda, caminando cua" dra y media; allí conversamos un rato y se comprome" tieron Ú estar Ú las once de la noche una cuadra arriba
" de la quinta de ' Padilla.' Yo tomé la direccion de las
" pcsebrcras, y al llegar Ú la esquina de ellas encontré á
" .Justiniano que aguardaba á Sánchcz para que diera <>1'" den de sacar el caballo. Glltiérrez, por manifestarse can" sado, resolvió montar, pero careciendo de ruana y S0111" hl'cro, le prestó Ú Sánchcz la de su propiedad; así que
" montó, nos dirigimos paso á paso por La .Alameda' á
1
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-53"la plazuela de ' Las Niéves,' lugar donde debia enCOll., tranne con Rincon para darle el caballo; 110 habiéndolo
"encontrado,
J ustiniano se desmontó y dejÓ á tener el
" caballo con los zamarras en una tienda, de la cual salió
"un muchacho conocido de Gutiérrez;
lucgo nos dirigi" mos á la casa de Gutiérrez, y cuando éste golpeaba á la
" puerta, salió de la botica de Acero Leonídas Hinestrosa ;
" se dirigio á Ilosotro~, y despues de saludamos, le pidió á
Gutiérrez el revolvers que le habia prestado por exigen"cía mía; éste le COlltcstÚ que se le habia dañado y lo
" estaban componiendo;
entramos en seguida al cuarto de
" .Justiniano, y des]>ues de conycrsar un rato dije que me
" iba á una visita;
salimos hasta la puerta, en donde se
" despidió Hinestrosa,
\"ol\"imos á entrar, refre-camos, y
" Úntes de salir Ú la calle, tomé de la pieza de Gutiérrez
., una mana y una botclla de brandy, las que trasladé á la
" Cochera.'
"Seguí
CIl compañía de ,1 llstiniano para la plazuela
"(k 'Las :NiÓH's,' en donde (,1 tomó el ('ahallo \' se diri" giÓ Ú la pesebreril,
siendo !:ls ocho y iJledia;' yo me
" dirigí :'i la casa dl' mi ;ulligo ..\lfl'ulo ~ÚCl1Z, cn donde
"permanecí
hasta bs diez y illédia, poco ll1¿tS Ú ménos ;
"lu!'go
que salí nw l'llcamint' al lugar dOllde debía en" contrarmc COll Pérez, Garciu. v el indio; lo,; cncolltri\ en
" efecto, dos cu;lllr;l:; aniba de 'la quinta de . Pmlilln;' e~" tuve con ellos un momento, y luego me dirigí al atrio de
" Las 7\iéves) en lmsc¡l de nincan,
y Ú pocos pasos de
.. Óste estaba lIn indi,'idl1u COllun rifle, quien tratÚ de ocul., tarsc Ú mis lllirada~:. ),10 fui con Rincon ;i Lt ' Cochera/
" saqué la Golella de brandy, cuatro lazo;;, tr(.'s rc"ober~;
" y tres pmiuclos, todo lo cual repartí de b'¡,~¡Ú:ntL' ma" nc:'a: el revoh'ers de Hinestrosa lo di Ú B:flcl García;
" otro, de la fÚbrica LepÚche, quc es de mi propiedad,
" 10 llevÚ J uall I)ér(';~, \" c! revo] ,'(:rs dc Guillcrlllo Edmons
"'se lo di ,ti indio, c0n' lin cucl1i lo C]lH' iha prendido al
" cinto; rcgrc:;l> Ú la ' C()Chcr:l,' y en comp:liíía de B-incoll
" tomé una de hs escalcras y J:¡ IIeyé hasta el Jugar donde
,. me aguardaban;
la tOlllarOil Carda y el indio, y bajaron
" con ella hasta el c;:IllC]]Oll de ' La Ala:w;da: Cuando me
.. encaminaba Ú la ' Cochera'
d" Il11CYO,¡¡w encontré con
" un individuo que bajaba :í cabano, cl Clla] !lO cOllod, y
H
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-54" á pocos pasos me encontré con Pérez y Rincon, que ba" jaban la otra escalera, y detras al individuo compañero
" de Rincon, armado con el rifle. Rincon iba vestido con
" sombrero de paja pequeño, y armado con el revolvers
" que me habia prestado Alfredo Sáenz, y yo 'llevaba el
" revolvers de propiedad de Gutiérrez, que es de la fábrica
" de Smith & Wesson. Cuando bajábamos cvn la segunda
" escalera, encontramos cerca á la quinta' Padilla' á cua- •
" tro ó cinco individuos que subian, los cuales 110S saluda" ron, diciéndonos: 'buenas noches, caballeros.' Cuando
" alcanzamos á García y al indio, el primero me dijo que
" habia pasado un señor á caballo y le habia preguntado
" que para dónde llevaban esa escalera,' á lo que le habia
" cont~stado: 'para nuestro trabajo.' Seguimos por la
" Alameda,' y al llegar á la esquina de la 'Capuchina,'
" Rincon, que iba adelante, avisó que habia gente; con
" este motivo cruzamos por la calle que conduce al gasó" metro, y en la esquina sur de ella encontramos á un
" hombre y á una mujer; continuamos el camino que con" duce á la 'Huerta de Jaime,' la.cruzamos diagonalmente
" y seguimos por el camellon que conduce á ' Tres-esqni"nas.' Una vez que llegamos á la casa. de 'Los Alisos,'
" Rincon les votó el bocado á los perros; luego pusimos una
" escalera contra un balcon, y la otra contra la pared que
" sigue á la casa; subimos por ésta todos, ménvs RiDc~n ;
" pasamos la escalera, y estando dentro de la casa puse al
" compañero de Rincon con el \Vinchester y á García en
" el corredor hajo, con órdcn de hacer fuego si se sentia
ahrir alguna puerta, pero sin intencion de herir á nadie,
" pues lo que me proponia era amedrentar solamente. En
" seguida se colocó la escalera contra el balcon del corre" dor, y por ella subimos Pérez, el indio y yo. Rincon, que
" se habia quedado en la calle, suhió, rompió un cristal,
" entró y nos abriÓ la puerta; entraron por ella Pérez y
" el indio. José Rincon, que llevaba una linterna, los in" trodujo á las piezas interiores donde se ejecutó el hecho,
"siendo el indio el designad@ para la perpetracion del
"delito. Inmediatamente que estos individuos entraron á
" las habitaciones; yo me dirigí á la escalera de la casa
" para impedir que subieran; estando allí oí la detonacion
" de algunos tiros, y bajé al instante al corredor bajo; al
H
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-55pasar por cerca de una de las puertas, dispararon dos
ce tiros, y uno de ellos me atravesó
la ruana; á este tiempo
" bajaban los otros de la parte alta, y se puso la escalera
" contra la pared para pasar á la calle; al tiempo de tras" ladarla se partió y se quedó média escalera; en el regreso
" rompimos la otra y se votaron los pedazos á los potreros
" cercanos;
Garcia, que traía uno de los listones, lo dejó
" en el camellon.
Regresamos, subiclldo hasta una boca-calle que que"da arriba de e Tres-esquil1ds,'
cruzamos á la izquierda
" v se votaron á los solares cercanos los restos de las es" ~aleras ; al llegar á la primera esquina les tomé con Rin" con los revoh-crs Ú García, Pérez y al indio, nos scpara" mos de ellos, viniendo á salir Hincan, su compañero y
1, yo ii la esquina.
de ' San .Miguel,' en donde le pregunté
" Ú un sereno qué hora era, y me contestó'
que eran tres
" cuartos para las dos.' Caminamos en línea recta hasta
,¡ llegar dos cuadras
abajo de la calle del e Arco,' en donde
" el compañero de Rincon se separó de nosotros, bajando
" y llevando consigo el \Vinclwster;
Rincon siguió con"migo
hasta la e Cochera,' en donde depositamos las al'" mas <lue la autoridad encontró en casa de Justiníano;
" me fuí en seguida á la. habitacion de ~atalia Várgas, á
" donde llevé la mana y el sombrero que presentó á la po" licía, lo mismo que el revolvers que ella y su criada
" me vieron; al llegar á la puerta de la VÚrgas, le encare, gué á RilJcon que muy templano
fucra á la casa de Gu" tiérrez y le entregara en propill mano la. llave de la ' Co" chera,' y le dijera que sacara y guardara lo que encone, trara en ella. Al despedirme
le repetí en V0Z alta estas
" palabras:
e muy temprano.'
El domingo 22 de .Junio, al
" dirigirme á la Penitenciaria
para presentarme á la auto" ridad, al pasar por el convento de e San Diego ' dejé en
{( un aguje~o el revolvcrs que Natalia Várgas y Julia Pa" rra me vieron ese dia.
e, Dejé, señor Juez,
para el fin de esta aclaratoria hale cer patente
el principal hecho que me ha movido á dar
" un paso tan poco comun en la historia de los delitos.
" COIl el fin de darles un mentis á aquellos que sin conoe, cel' mi antigua
rcputacion, quieren síndicarme como la" dron, cuando fueron ellos los que, aprovechando la cons·
H
H
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-56ternacion de la casa de ' Los Alisos,' el dia 21 sustrajeron
" las fincas pertenecientes á la señora de Sarmiento. Es
" claro que si no tuve cuidado en ocultar los objetos que
" han servido para el descubrimiento del delito, con ellos
" han debido aparecer los objetos que dicen faltaron; pero
" las escrupulosas rondas de la autoridad desmienten por
" completo el cargo que me enrostran, y de rechazo hiere
" al señor Enrique Sarmiento, á quien la sociedad debe
(( mirar como guardador de las alhajas.
tí
" Aurelio Delgadillo."
XVII
Ko se necesita de grandes alcances, ni de profunda
meditacion, señores Jurados, para asegurar que la exposicion que antecede es un estudiado zurcido de verdades
evidentes y de palpables mentiras, como vais á verIo.
Empieza exponiendo en su memorial, que la injusta
prision de su hermano Adelmo, y la sinrazon de hallarse
sindicados varios amigos suyos, como los señores Vicente
Hcrrera, Leonídas Hincstrosa y Francisco de Paula Carrasquilla, es lo que le ha obligado á decir la verdad de 10
~u~~dido en los hechos por los cuales se le ha llamado á
JUICIO.
Ya veremos más adelante que el mismo Delgadillo se
contradice, atribuyendo á muy distinta causa la confesi on
hecha por él.
.
Pero en cuanto á lo primero que asevera, no es cierto
que los señores Berrera y Carrasquilla hayan apélrecida
sindicados, ni levemente, en el proceso; y respecto de Hillestrosa, el señor .Juez del Estado dictó auto de sobreseimiento en su favor, por no haber cargo alguno contra él,
en virtud del cual hubiera podido sometérsele á juicio
criminal.
Dice que fué él (Aurelio) quien convenció á.J ustiniano
Gutiérrez de que debia proponerle matrimonio á la señora de Sarmiento, en lo que al fin convino, siendo luego
desairado por la señora, orígen y causa de disgusto para
Gutiérrez; exposicion que creo exacta, como atras lo dejo
establecido y comprobado; que fué él quien concibió la
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-57idea de adquirir un capital para Gutiérrez, á saber: haciendo quitar la vida á la señora de Sarmiento, lo que es cierto, como ag('nte principal de tan inícuo plan; pero no
es ménos cierto, en buena lógica, que quien concibió la
criminal idea y le dió forma y desarroJlo, siendo el padre
y creador de ella, fué Justiniano Gutiérrez, porque era él
quien, segun su modo de concehir, sC iba Ú. aprovechar del
capital de la señora de Sarmiento, y cra él quien pretendia, y lo había dicho, que llna parte del caudal que poseía
dicha señora le pertenecia [t la familia de su finado padre
señor Pedro Glltiérrcz Lec.
Dice que .1ustiniano se decidió al}in á tomor parte cn
la empresa,
eDil
la Única condiciolt
de que
/lO
fIJmarift
parte
directa en la (jec/fcion del l¡echo; aquí empieza ¡'t presentarse de lIenu la culpabilidad de ámhos por confesion
de uno de los dos; y aunque de acuerdo con el plan
convenido de defensa, pretende hacer ménos odioso el papel de Gutiérrcz. diciendo qne cOllvino éste en el ;¡~esinato,
pero ~t condicion de !lO concurrir {t su ejecucio\1, nada ha
ganado para su íntimo arnigo, y sí le ha hecho empeorar
su situacion; porque cOllcurriendo al hecho siqlliera hubiera afrontado un lallc(~ de k\isimo peligro; miéntms
que indicando que (;utiérrez se quedÓ en su ca~a aguardandu el resultado de un atentado monstruoso, que CPllcibió y puso en ejecucion, csqui\"ando su personal cooperacion, lo pinta como asesino, collarde y ladran.
Cierto es que Gutiérrez mandÓ construir, en asocio de
Aurelio, unos palos de escalera donde el maestro "Umaña;
pero no es cierto (lue, porquc le parecieran caros, hubiera
tenido que pasar Ú la carpintería de la l'el'ccra " á mandados hacer á mejor precio, pues nccesitaban dos escaleras,
una para asaltar la casa por uno de los balcones del camino,
y la otra para salvar la pared b¡~ja que da sobre el jardín,
y una vez allí, suhir por la misma escalera al piso alto, que
los ponía en poscsion del interior del edificio.
Cierto que estuviera consiguiendo secuaces del delito,
hallando por fin á .Juan Pérc;l, y l{afael García, los cuales
se comprometieron, mejor dicho, se alquilaron Íl prestar
su cooperacion en el vil oficio dc ,·crdugos, por cicn pesos
cada uno; pero no es cierto que se valiera de Jo::;é Rincon
para que éste comprara dos reales de estricnina en la boH
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-58tica de Ricardo María Acero, la que debia servír para eTl~
venenar los perros, pues la persona que compró el venenO'
y marchó á caballo á suministrarJ.o á los fieles animales,
fué Justiniano Gutiérrez, entre siete y ocho de la noche,
como lo he dicho atras, y no á la hora en que la cuadrilla
llegó á "Los Alisos," porque en esos momentos los perros
no aullaron, no obstante las detonaciones de las armas
de fuego, lo quc prueba que habian sido envenenados con
algunas horas de anticipacion á la en que tuvo lugar la
perpetracion del crimen.
Cierto es que la mayor parte entraron pO'rla pared baja
que amuralla el jardin del lado occidental del edificio; pero
po es cierto que fuera .J osé Rincon el que penetrara por
el balcon de la casa que da sobre el camino público, porque este individuo, que nadie ha visto, ni oído nombrar"
jamas estuvo en " Los Alisos," ni conocia el menor detalle
de la casa, sino J ustiniano Gutiérrez, quien la habia estu~
diado hasta en sus más lcves incidentes, y sólo él, y nadie
mÍ\s que él, con cl conocimiento Que tenia de aposentos,
pucrtas, ventanas y fallcbas, pudo colocar la escalera en el
lugar donde la colocó, sobre el segundo balcon, de occidente á oriente, como vais á persuadiros de ello.
No debia colocar la escalera en el primer balcon, porque se encontraba con la despensa, pieza que es independiente de las dernas, y sin comunicacion, por lo mismo, con
los dormitorios donde descansaban las dos señoras; no la
debia colocar en el tercer balcon, porque se hallaba entónces en el salan de recibo, que, por estar contiguo á la cá~
mara de la señora Sofía, se tenia que oír y percihir en el
acto el ruido que había de producir el vidrio que era necesario romper; no la debia colocar en el cuarto y quinto
balcon, porque eso hubiera sido avisar á las señoras del
golpe que se les iba á dar.
La escalera tenia, pues, que ser colocada precisamente
sobre el segundo balcon, y no sobre ningun otro, porque
una batiente de la puerta de entrada carecia de aldaba de
seguridad por dentro; roto el vidrio, con la precaucion
que se hizo, es decir, envohiendo en la ruana la mano con
que se dió d golpe, para que produjera un ruido sordo y
difícil de sentirse, ya no restaba sino introducir el brazo,
empujar la insegura batiente, tomar el boton de la falleba,
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-59darle media vuelta en direccion horizontal, abrir la puertaj
seguir á la de en frente, quitarle la tranca que la asegu->
raba, ponerse en comunicacion
con los que aguardaban en
el corredor alto, y penetrar con ellos á los aposentos interiores donde moraban las señoras;
y esto sólo lo podia
hacer Gutiérrez, con el perfecto
conocimiento
que había
adquirido de la casa de "Los Alisos," ya e1l las veces que
la visitÓ, ya con el detenido estudio que tuvo que hacer
de ella, para el asalto que efectuó el 20 de .lunio, y no un
hombre desconocido como .José Rincoll.
No e~ cierto que fueran tres los que se introdujeron
Ú
los departamentos
secretos de las señoras, Ú ~;ab{~r: }>érez~
Rincon y el indio; sino cuatro indi\-iduos, CO!110 lo ha declarado la sellOrita Elena;
y ¡lO es cierto, en fin, que fuera
el indio quien diera de puiwladas ¡i la f;ciíoJ'a de Sarmiento, porque este hombre no tenia ningun Illotivo seductor suficient.e para cometer un delito tan horrcndo, y sí
lo tenia .J ustíníano Gutiérrez,
pretendí('nU'
chasqueado y
herido por el desaire recibido, y halagado, por otra parte,
con la tentadora esperanza de la adquisicin} de una cuantiosa fortuna que lo hahía de poner el1 (d camino de la felicidad y la dicha, que \"eÍa en lontananza, en momentos en
que su espíritu agit.ado se entregaba á deliruntes suciíos de
ventura que jama~ debía alcanzélr.
Dice, al concluir su relato, que ha (lcjado para el fin del
proceso el presentar la l'clacioll que ha hecho, para dar
un mentis cí los que, sin conocerlo suficientemente,
lo han
caliocado de ladron;
de modo que no es cierto tampoco
lo que asegllr() al principio, que hacia la cxposicion por
salvar la reputacíon
de su hermano y la de tres amigos,
sobre quienes l'ecaÍan sospechas de cumplicidad.
Termina protestando que el cargo que sC le hace, hiere
de rechazo al señor Enri(}lJe Sarmiento, á quien la sociedad
debe considerar
como guardador
de las alhajas de la
señora Sofia.
Hay cargos tan inverosímiles, imposturas tan manifiestas, que la persona que es blanco de los tiros de la calumnia, no pierde sino en el caso que se rebaje á contpstar lo
que el buen sentido de los hombres honrados ya ha entregado ,,1 desprecio público.
POI' eso el señor Enrique
Sarmiento
ha hecho bien en
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-60callar, y no seré yo quien cometa la falta de ir á hacerle
W1a defensa que no necesita.
La exposicion de Delgadillo no ha dañado, pijes, en
nada la invulnerable reputacion del señor Sarmiento, ni
ha logrado salvar á su hermano Adelmo, ni á su amigo Íntimo Justiniano Gutiérrez, pero sí ha patentizado la clara
intervencion que tuvieron él y Gutiérrez en el sangriento
drama de " Los Alisos," exhibiendo, adcmas, á tres culpables que no se conocian: Rafael García, Juan Pérez y el
indio, cuyo nombre se ha sabido posteriormente:
es Vicente Ramírez, bandido cOllsuetudinario, natural de Usme,
y con residencia fija en las cárceles y establecimientos de
castigo, ó en los lugares donde se cometen robos ó asesinatos. Este ha escapado hasta ahora á las pesquizas de la
autoridad.
Queriendo Delgadillo cubrir á los suyos, no hizo sino
descubrir á los incógnitos, lo cual es un triunfo para la
moral y la ley; y la relacion hecha por él viene á ser
exacta, en su mayor parte, si se cambia el nombre de José
Rincon por el de Justiniano Gutiérrez, y si donde habla
del compañero de bite, se entiende que nombra á Adelmo
Delgadillo.
Capturados Rafael García y el soldado J uun Pérez, la
autoridad procedió á recibirles las correspondientes declaraciones, para inquirir de ellos la verdad de los hechos
sometidos á la investigacion judicial.
Rafael García, en la primera declaracion que rindió
ante el señol' .Juez del Estado, en 18 de Diciembre último,
expresa haber estado preso en el Panóptico, y haber conocido allí á .Juan Pérez.
Este niega toda participacion en el acontecimiento de
" Los Alisos," y manifiesta una absoluta ignorancia de lo
sucedido.
Colocados Pérez y García en rueda de presos, los reconoce y señala Delgadillo como sus compañeros en el gran
crÍmen de la noche del 20. Pérez niega al principio haber
conocido á Delgadillo, y des pues dice que lo conoció, pequeño aún, en casa de los señores Amadores, y concluye
por convenir con Delgadillo, en que es cierto que frecuentaba la tienda de una mujer llamada Natividad, que vive
abajo de la iglesia de Santa Bárbara.
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-61García asegura, en los primeros momentos, no haber
concurrido á "Los
Alisos ;" mas, frente á frente de su
acusador y su cómplice, y abrumado por el testimonio de
su conciencia, confiesa:
que Juan Pérez 10 comprometió,
veinte dias ántes del suceso, diciéndole
que Aurelio Delgadillo necesitaba dos compañeros para ir por los lados de
Chapincro á cobrar una herencia, y que debia verse con
él. Habida la conferencia
solicitada, convino el} acompañarlo por cicn pesos, lo mismo que Pérez; que des pues
de varios encuentros y conferencias se citaron Pérez Gar·
cía y el indio, buscado por éstos, para. las diez y média de
la noche del 20 dc .Tunio, en la plazuela dc " Las Niéves,"
á cuya hora saliÓ de por allí Aurelio y les entregó á cada
uno un 1'ovolvors, dándoles ÚnlCll de aguardar;
que DolgatIillo volvió el} 5;cguída con dos personas
mÚs, quienes les
hicieron cargar las escaleras, poniéndose
luego todos en
marcha, no sin haberse encontrado en aquellos momentos
con un hombre, al que Dclgadillo le prestó un iírabuzon ;
que llegados quo fueron á "Los
Alisos," Aure1io colocó
una de las escaleras
contra el balcon, y la otra se hizo
descansar contra la pared haja, por la 'cual subíeron y
descendieron
despues al janlin, Dc1gadillo, García y un
jóven pequeño;
que una vez allí, éste y García recibieron
órden de Aurelío para pcrmanecer en su puesto, y de hacer
fuego sobre la gente de la casa que ~aliesc en auxilio de
las personas que ibnn á ser atacadas;
quc Delgadíllo colocó contra la baranda ínterior la misma escalera que les
habia servido para entrar al jardín, y por elb subió para
ir Ú encontrarse
con los compañeros (lUC; habian ascendido
por el balcon que da sobre la via pÚhlica, Gutiérrez, Pérez
y el índio; quc Garcia tenia un revolvers y el jóven un
Winchester,
quien hizo dos tiros sobre la criada que salió,
lo que fué causa de alarma para que todos huyeran, saliendo de la misma manera que habían entrado;
que De1gadillo, con motívo de haberse quedado
atras, botó á la
calle la escalera que condueia, yéndose á separar todos en
el sitio de ., Palo-quemado
;" que concurrieron
al crÍmen
Justiniano
Gutiérrez, Aurelio Delgadillo, Juan Pércz, el
indío, el otro jÚven que iba con Gutíérrez
y Rafael
García.
Esta confesion, libre y espontánea de García, nacida de
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-62-··
10 íntimo de su alma, es exacta en todos los hechos que
narra, salvo en algun punto que no afecta lo esencial de
su contenido, como es asegurar que fueron tres los que
entraron por el baleo n de la calle, siendo así que sólo Justiniano Gutiérrez penetró y asaltó la casa por aquel costado.
Practicado un careo entre García y Juan Pérez, el primero le sostuvo al segundo haber concurrido con DelgadilIo, y los demas de que se acaba de hacer mencion, á
ejecutar el crímen de "Los Alisos," y Pérez, despues de
negar por un momento toda participacion en él, inclinando
al fin la cabeza ante la verdad y la evidencia de los hechos,
y no queriendo cargar por más tiempo con un secreto que
tan terrible y pesadamente gravitaba sobre su conciencia,
confiesa:
Que unos veinte dias ántcs del acontecimiento de " Los
Alisos," fué Aurelio Delgadillo á buscarlo á su cuartel con
el objeto de que lo acompañase en la empresa de vengarse
de un enemigo que tenia, ofreciéndole pagar cien pesos,
para lo cual le habló tamhien á Rafael García, quien convino en la propuesta, sucediéndose despues varias entrevistas con Delgadillo, en las que se habló siempre sobre el
mismo asunto; que al medio dia del 20 de Junio recibió
Pérez de García, cerca de la plaza de mercado, una ruana
y un sombrero que le mandaba Delgadillo para que cambiara su traje militar, y despues de varias vueltas, quedaron
de encontrarse esa noche, á las diez y media, abajo de
"Las Niéves," junto con el indio buscado ya al efecto;
que á la hora citada concurrieron al punto de reunion García, Pél'ez, el indio y Delgadillo,. y recibieron de éste un
revolvers cada uno; que pasaron luego á la tienda donde
estaban las escaleras, tomando una García y la otra un
hombre que no conoció, pero que era de cuerpo regular,
de ruana y alpargatas, teniendo que alternarse para cargarlas; que puestos en marcha, bajaron la calle que termina en el camellon del norte, doblaron sobre la izquierda
hasta la plaza de la " Capuchina," donde bajaron una cuadra, y cruzando á la izquierda, continuaron el camino hasta
un punto donde Delgadillo les dijo haber llegado; que allí
colocó éste una escalera contra el baleon, y la otra del
lado abajo, por la cual subieron García, Pérez, el indio,
Delgadillo y otros individuos que no conoció; que el que
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-63se quedó en la calle subió por el balcon, rompiendo un
vidrio para proporcionarse la entrada; que de los que pasaron por sobre la pared baja, sc quedaron en el jardín
García y otro que no conoció; y Pérez, con el indio y
Delgadillo, subieron por la escalera al corredor interior y
entraron á los departamentos de las señoras por la puerta
que les habia abierto el que se introdujo por cllado de la
calle; Delgadillo lo dejÓ entónccs cn la. pucrta de comunicacion de las dos señoras. y él, con sus compañeros, entró
y sacó á una de éstas, á quien le dijo: la plata ó la vida ;"
que la s(~ñora le contestó <¡ue entregaría todo, para lo cual
abrió un baÚl ue donde sacó plata (lue le entregó á Delgadillo, y cntónces le <lió de puñaladas á la señora el individuo que no conoció, pero que cree que es Outiérrez, porque así lo nombró Delgadillo. Sonaron luego unos tiros en
el piso bajo, y éste exclamó:
Estamos perdidos, vámonos," por lo cual salieron todos precipitadamente, atropcllándose unos á otros, y siguiendo asociados hasta el sitio
de "Sicte--vneltas," en qne se separaron.
Llevado J Han P{>rczpor el Alcalde de la ciudad al lugar del crÍmen, para que, a la vista de la casa y sitios adyacentes, detalle lo que allí sucediÓ, narra, más ó ménos
lo mismo que ¡:n su primera declaracioll, y expone, adcmas: que Gutiérrez y Dclgadillo le hicieron abrir el baÚl
á la señora, despues de haberla intimado con la frase" la
vida ó la plata; " qne estando ella sacando el dinero, rodeada de Gutiél'rez, Delgadillo y el indio, se le cayÓ á Justiniano GutiérrL'z el pañuelo con que ttonia cubierta la cara,
por lo cual la scílora, conociéndolo, le dijo: "Hombre, ¿ por
qué me vienes á matar, siendo de la misma familia?" y en
contestacion á aquella pregunta, Gutiérl'(!z, levantando la
H
H
mano sobre ella, le r/(,8Cal'p:ó l/l/fl jwña!{ulil pUl' detras, de la
cual Cf1/jÚ de medio larlo, ,tI siguió dÚlldole Gutiél'rez de fJu?laladas, y que la víctima exhaló un i ay! desgarrador; que
ántes de cáerselc el paíillelo á Gutiérrez, había ya recibido
éste de la seuora cuatro talegos blancos, que tomaron en
seguida, dos Gutiérrez y dos Aurclio DeI3'udillo; que dcspues de haber dado muerte Gutiérrez :i la se:iora, se cubriÓ
de nuevo la. cara con el pañuelo que se le habia caldo, y
echando mallO :i la linterna que llevaba Delgadillo, regresó á la pieza de donde habian sacado á la señora Sofía, y
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-64como entónces sonaron los tiros~ salió Gutiérrez por el
balcon de la calle, y por ~l c()rr~dor á dar al jardín y de
allí al camino público, Delgadillo, el iudio y. Pérez. ~ que
al trasladar la escalera del jardín á la calle, se les parti6,
quedando adentro la mayor parte, teniendo que llevar sólo
un pedazo que botaron arriba, en el camellon; que vio
claramente todo lo que expone, porque estaba á seis. pasos de distancia del baúl donde cayó la señora, y porque
en la pieza habia luz; que conoció perfectamente quefué
Justilliano Gutiérrez quien le dió de puñaladas á la señora
de Sarmiento, y que si no lo !labia dicho terminantemente,
em porque De/gadillo ,o/ Gutiérrez lo habían amenazado con
la muerte si rn'e/aba algo •. que sabe bien que Gutiérrez
vive cn el camellon de " Las Niéves," adelante de la iglesia del barrio, y que es hijo de Pedro Gutiérrez Lee; que
esa noche, la del suceso, arriba de "Tres-esquinas,"
les
dió Delgadillo á García, Pérez y el indio, como unos diez
pesos ú cada uno; expresa no saber quién es JosP. Rincon,
y qne el indio quc los acompañó es grueso, de regular
cuerpo, moreno y caro11, compañero de .Justo Pastor Salazar, y preso varias veces (:11la Penitenciaria por ladron.
Esta declaracioll reune todos los caraetéres que la lógica exige para que se le pueda dar completo asen timicnta, á saber: ser hecha en perfecta libertad, por Ull testigo
ocular, que no pudo engaiiarsc en los acontecimientos que
presenció; quc se acusa Ú sí mismo de la participacion que
tuvo en los hechos, sin pretender esquivar la rcsponsabilidad personal; que !lO es moviclo, al hacer su cOllfesion,
por ningun ¡nteres ni motivo seductor, ni por odio contra
sus compañeros, y especialmcnte contra Gutiérrez, Ú quien
clenulleia como el asesino ejecutor de la señora de Sarmiento, pues clc éste no ha recibido agravio alguno de P[1.labra ni de obra; y ser hecha, en fin, en presencia del mismo sitio en donde se consumó el crímcn con su plena y espontÚnea voluntad.
Rafael García, presente en el mismo teatro en que acaba de hacer su confesion .Juan Pérez, maniHcsta: que subieron por la pared baja Dclgadillo, el cachif'o, Pérez, GarcÍa y el indio: que {d y el cacltifo dispararon ámbos sus
armas sohre la mujer que salió al corredor á pedir auxilio,
recibiendo Ú sn vez en contestacion dos tiros que les diri-
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-65gió un hombre;
que al cacltifo le da este nombre, porque
conoció que era persona fina, es decir, gente decente, y
que tenia la cara tapada con un paiiuelo.
En esta confesion García· es mtts explícito que en la
primera que rindió, y su exposicion. coincidiendo en los
hechos principales,
con la de p(~l'CZ, reune ya todos los
c'lractéres
que distinguen
á la verdad: fueron, pues, segun el testimonio
unánime de los testigos oculares Pércz
y García, cinco los individuos que entraron por la pared
baja que separa el jardin de la calle, esto es, Aurelio Delgadillo, J Han P(~rl'z, Rafael Garcia, el 1:(/('J¡!fíJ Y el indio, y
uno sólo el que entró por el balcon exterior . .Justil1i'.lno
Gutiérrcz.
Intel'l'ogaclo Anrelio 1>elgadillo para que diga por qué
colocó solamente dos hOlJlbres cn el j¡mlin, frente á dos
criados armados, cnando al ser a<luéllos yencidos por éstos
fracasaba toda b. empresa, <.la.la siguiente contestacían, que
entristece por salir de un jóvel1 en cuyu COl'azon, por depravado que esté. debe suponers(' que existe un resto de
granueza y generosidad:
.. Porque siempre he sido de opi" llion que nadie da su ,-ida pOI' otro," razan por la cual
Delgadillo fllé el primero que dió esta roz, hija de la cobardía y gemela lid Illiudo, cuanclo oyÓ los tiros en los
corredores bajos de la <] u!nta: "Estamos
pcrdido::;, vÚmo··
nos," pues seguu Sil máxima egoísta. s:1hi,t bien que sus
centinelas del jardin debían huir Ú los primeros disparo:>
que recibieran, " porquc 11,Hlie (b ~,u rida por otro," y más
si éste es lIn bandido inJ'allle quc, .,.io!alldo ('1 santuario del
llOg-ar do¡;¡éstico, roua v ,lscsina etl altas horas de la. !loche
Ú l~na <kbiI. virtuosa y 'dc~alllparada
mujer! ....
::\iega q!le (.\ y Guti0lTez hubicr:tn tenido participacian
llIateriall'n
las puilaladas <!:ldas Ú la ,,:vJíora de ~armicnto,
y establece que fueroll Hilll:OtI y el indio los que dijeron
que habian llcnadu Sil ('()J,'lisioll;
-ridícula
fábula. cuya
Ínvencion no tiene por <¡ni' extraiiarse,
atendido el plan
acordad!) e!ltre los dos amigos. de dcf'enderse de la mÚs
negra, abolllinab]e é indckGle nWlIcha de aquel espantoso
nÍI1ll'llel a::;csillato de una lllujt'l'.
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-66-
XVIII
Cuando llegó á conocimiento de J ustiniano Gutié •.
1'rez que Aurelio Delgadillo habia declarado sobre la verdad de los hechos criminosos acaecidos en" Los Alisos,"
en la noche del 20 de Junio, quiso demostrarle que si fué ;
su amigo en la tenebrosa senda del crímen, no lo es mé·
nos en el vil camino de la delacion, por lo cual se expresa en estos términos:
"Las relaciones íntimas que con Aurelio tenia, die"ron motivo á que tuviéramos conversaciones sobre el
" modo de obtener el elemento del dinero para poder aten" der á las necesidades que la posicion que teniamos nos
"exigia. Esto, y la realizacion de ilusiones que en nuestra
"edad son naturales, nos preocuparon de tal modo, que
" nRestro único pensamiento era el tener elementos para
" darle ensanche á nuestros proyectos que constantemente
" haciamos. Tanto las necesidades como los proyectos die" ron por resultado el que Aun,lio me hablara al principio
" de que la muerte de ~ofía me procuraria ventajas. Pasa" dos algunos días me dijo que habia concebido un plan
de cuya ejecucion podria sacar gran provecho . .Habién" do le preguntado cuál era ese plan, me contestó que era
" el de hacer que dejara de existir Sofía. Yo rechacé con
H repugnancia
esta propuesta, y él continuó insistiendo
'l por el período de un mes, poco más ó ménos, con tal
~, instancia, que siempre que se presentaba la ocasion me
" hablaba del proyecto y me hacia argumentos sobre los
" resultados y las ventajas que reportaria. Por fin me de" cidí á aceptar, con la condicion de que yo no concurriria
"personalmente
á la ejecucion, ni tomaria en ella una
" participacion muy directa. Delgadillo me exigió algunos
"detalles sobre las interioridades de la casa de "Los
" Alisos," y me pidió dos escaleras que necesitaba, reser" vándose todo 10 relativo á sus compañeros y al desano" 110 completo del plan, del cual nada me participó. Yo
" mandé construir los largueros de lay escaleras, de seis va" ras de largo, porque Aurelio me dió esta medida, y COll" seguí tambien los revolvers de Guillermo Edmons y Leo." nídas Hinestrosa. Como Delgadillo me manifestó que
H
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-61habiaconseguido un Winchester. yo.,c,ompré las cápsulas
" que él me exigió, en una peluquerl~ de la Calle Real El
"revolvers que he dicho es de mi propiedad en mis ~n" tenoreS declaraciones no es sino de Aurelio; pero yo le
" dí á éste mi revolvers, el cual n~ ha parecido. Despues
" compré tambien un cuchillo, porque Aurelio me dijo que
" no le tenia confianza á las armas de fuego."
Sigue luego detallando que por la tarde se dirigi6 á
las pesebreras de " La Paz" á tomar BU caballo para montar, prestálldolc á Sánchez la ruana y el sombrero; que
despues, en Las Niéves," le pidió Leonídas Hinestrosa
su revolvers, el que no le devolvió, dando por excusa el
estar descompuesto; que cuando ya habían dado las ocho
de la noche, regres6 donde S¡inehez á. llevar su caballo,
acostándose más tarde, sin volverse á ver con DelgadiUo,
sino hasta el dia siguiente. Confiesa. que él le habl6 al
maestro Umaña y al otro carpintero para que no dijeran
nada respecto de los largueros que les habia mandado hacer, miéntras tanto no recibiera un consejo acertado.
En la indagatoria del mismo dia 21 de Diciembre, sigue diciendo: que quien le sugirió la idea
proponerle
matrimonio lÍo la sellora Sofía de Sarmiento, fué el señor
Aurelio Delgadillo, escribiendo, al efecto, la carta que éste
le dictó; que la persona que le llevó la botella de braudy
••Otard Dupuy" fué Adclmo Dclgadillo y nÓ Leonídas
Hinestrosa, como lo dijo al principio; y que habia estrechado relaciones de amistad en esos dias con Adc1mo, porque era el compañero de Aurelio, y 'JW existia ningun secreto entre los tres (folio 32, cuaderno 7.0)
Instado por el Alcalde para que exprese con sinceridad la verdad de lo sucedido, hizo cutánees esta paladina
confesion (folios 32 vuelto y 33, cuaderno 7.
••Teniendo en cu('nta las observaciones que me ha he" cho el señor Borda, y tambien el gravísimo cargo que
" resulta contra mí en la declaracion de Juan Pérez, es" toy resuelto á hacer una explicacion clara y minuciosa
" de la parte que tom6 en el acontecimiento, cuyo fin prin•• cipal se reduce á demostrar qu¡eno fuí yo quien le di¡J
" muerte á Sofía. Acusado de este cargo por la opinion
" pública, sin que ella tuviera pruebas directas ninp;unas,
~, creía que, en beneficio de mi familia y en el mio, debía
ti
H
ue
0
):
6
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-68hacer conocer los detalles que componen el acontecÍ" miento, y al conocerse éste, se conOCIera igualmente el
•• individuo que le dió la muerte.
" Medité sobre la manera.de dar este paso; pero &lguu na circunstancia,
que despues se sabrá, me impidió el
., bacer la aclaratoria que hoy hago.
" Tan pronto como pude hablar con Aurelio Delga" dillo, le manifesté mi deseo, y le hice presente que, si
" 110 por mí, al ménos por mi familia, !Cnia el deber de
"' hacer conocer á la sociedad el hecho. :El acogió mi idea
" y formamos una comM'naeion, cuyo resultado seria que
•• él, espontáneamente, narrara los hechos, de~figurándolo8
lO
" tan sólo en reemplazar mi rwrnbre con un rwrnhre supuesto.
" Si esta combinacion sólo se limitaba IÍ. probar que no
" había sido yo el autor de la muerte, hoy que la declara" cion de uno de los comprometidos agrava mi situacioD,
referiré el hecho ingénuamente :
" Siendo Aurelio el de la idea; siendo él quien buscó
•• á los que tomaron participacion en ella, ha ejercido so" bre mí cierto dominio, nacido de su mayor edad, de sus
" mayores conocimientos y de aquella superioridad qne,
"desde años anteriores, yo le reconocía, no pude evadir" me en asistir á la ejecucion del hecho.
" Habiendo dicho la verdad sobre los antecedentes del
" delito, me limitaré á narrar el papel que desempeñé en
" BU perpetracion.
\' En 20 de Junio. cuando fuí á las pesebrerasde.' La
" Paz,' y tomé mi caballo, me dírigí á la plazuela de ' Las
" Niéves, cn donde lo dejé ;y despues de refrescar en ·casa
" con Aurelio, salí, monté y fuÍ á la quinta 'de' Los A.li" 80S' con el objeto de dEnles el bocado á los penos,
lo
" que en efecto verifiqué,.· Regresé, dejé el caballo en la
" pesebrera, y me fuí pal'acasa, en donde permanecí l¡asta
" las diez y média ú once de la noche, hora en que vólví
" á salir y me encontré con Delgadillo, quien med~jo te" nia preparados ya los hombres que debian acompañar" nos, Entramos á la ' Cochera' y él tom6 una escalerá,
" la. que llev6 al sitio dOIlde lo a.guardaban. Notando yo
" que se tardaba, salí hasta. abajo dc la.plaznelade
'Las
•• Niéves,' donde lo encontré conversando con varios in" diviJuos, que comprendí eran los comprometidos. Yo
lO
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-69" llamé á uno de éstos y lo invité á que sacáramos la otra
"escalera, la qne en efecto sacamos, siguiendo con ella
" en direccioll al punto donde nos aguarda~an, y allí se la
" entre.ga.mos á otros dos, y todos nos dirigimos á la quinta
" de' Los Alisos.' Al llegar allí se colocó una escalera contra uno de los balcones y otra contra la pared inmediata
"á la casa; por esta última pasaron todos, ménos )'0, y
'0 cuando ví que hahian subido al corrcdor, subí por la csca" lera que habíamos puesto sobre {Jl balcofl, rompí una 'vi00
"d1'íera,
ab1'í la falleba,
entré; cí la pieza,
abrí la puerta
" que dcí al corredor, por la cual entraron los que habían
.• subido. Inmediatamente volví ti bajarlllc, y li poco rato
" salieron los otros p0r la misma escalcra, por donde ha" bian cntrado, y regresamos. En el camino recogimos las
" armas, y nos Fepllramos de los otros dirigi(~ndollos hácia
.• la • Cocher:l,' en donde Aurelio, luego que mudó de
traje, me pidió mi revolvers y se fu~. Hago constar
.• que al abrir la puerta quc dá al corredor. me dirigí á la
" escalera que comunica la parte alta con la, baja, y quc
•• bajé por el mismo punto por donde habia entrado, cuan" do sonaron ahajo los primeros tiros. Estando en la cscao' 1era empezaroll ¡i ~ritar
las criadas, y yo conocí la \'oz
•• de una. llamada Guadalupc, que era quien con más fuer" za llamaba 1Í Claudio: sucediÓ esto momentos lintes de
" los primeros disparos. Deho :ldvertil' que el mÍmcro de
" los que fuimos lÍ . Los Alisos,' era el <.leseis, dc los cualos
"únicamente conocí ú Aurelio Dclgadillo. Como dije al
" principio de esta rclacion cspontlínca, pl principal móvil
" que he tcnido para dar estc paso, no ha !;ido el de vin<.li•• carme de la parte qne tomé en la perpctracion del CI ímcn
" que se investiga, sitw el de hacer qtl{J r(caiga sobre mí
•• la sancion únicamente en lo verdadero y judo. l>esfigu" randa los heclws UIIO de los sindicados, llc\'udo. sin du" da, por el rumor popular qnc me seiialll como el autor inmediato de la muerte de Sofía, lll'cho Clllliís grave en este
" trágico acontecimiento, y que de ser cierto Ylcvaria. á mi
" cntristecida familia, cuya suerte tanto me illtert'~a, Ulla
•• causa mayor de atiixioil; faltando completamente á la.
•• vcrdad Pércz, ha arrojado sobre mí clnHís grave de los
.• cargos en el delito, y el cn:11no puede just:uÚente recncr
"sobre mí, para llevar mlÍs Cal(~aS de S'lifrímientu á mi
" familia."
.0
.0
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--70-
XIX
La anterior confesion de Gutiérrez disipa por~eoJJilpleto las ténues sombras de duda que velaban~ún él gran
crimen de " Los Alisos," que llenó de luto á Il1lestra sociedad y cubrió de rubor las mejil.lils de todos los hombres
de bien.
Confiesa que el deseo de tener el elemtmto dinero, dió
orígen al pensamiento de quitar la vida á la señora de Sarmiento; que aceptó el plan concebido por Aurelio Delgadillo, á condicion de no tener una participaciou muy _directa
en el asesinato; que mandó construir los palos de -las escaleras de seis varas de largo, compró un cuchillo, y consiguió los revolvers de Guillenno Edmons y Leonídas HinestrOBay las cápsulas para un Winchester que le ofreció Delgadil1o; que form6 una comJJinacion con éste para que se
reemplazara el nombre de Justiniano con otro supuesto,
de modo que no apareciese Gutiérrez como el matador de
la señora de Sarmiento; que mediante las exigencias de
Aurelio, no pudo dejar de concurrir á la ejecucion del hecho; que t'ué él quien le propinó el tósigo á los perros de
la quinta é hizo sacar las escaleras de la " Cochera" de su
casa, y el que ya en "Los Alisos" subió por el balcon de
la calle, rompi6 lin vidrio, entró y abrió la puerta á los que
se habian introducido por el lado del jardin.
La declaracion de Gutiérrez, exacta en BU mayor parte,
pugna contra la verdad en todo lo que trata de -eludir para
sí y de hacer recaer sobre Aurelio De1gadillo la responsabilidad del proyecto de asesinato de la señora de Sarmiento y del asesinato mismo; pues no es .cierto que el
amigo íntimo de Gutiérrez lo ideara y ejecutara, supuesto
que nada iba á heredar, ni estaba poseído de odio para con
la señora Sofía, ni ea cierto tampoco que se volviera á bajar de la casa de " Los Alisos," tan luego como les abrió á
sus compañeros la puerta del corredor, ni ménos que se dirigiera á la escalera que comunica al piso alto con el bajo,
donde no tenia ningun papel que desempeñar en aquellos
apurados momentos.
Bien visto todo esto no son sino vanas excusas urdidas
eon el exclusivo objeto de haeer creer que no fué Gutié-
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-71rrez el que le dió de puñaladas á 1& señora de Sarmiento,
para no llevar mús CllUsaS de sufrimientos, como él lo dice,
á su entri~cida familia.
Yen reciprocidad de no haber colocado Delgadillo á
Gutiérrez entre el número de los asesinos ejecutores de la.
seilora de Sarmicnto, éste asegura no. haber conocido entre
todos los de la partida sino ú-nicame:nte á Aurelio Dclgadillo, para salvar tÍ Adclmo, ya que se creyó que tal individuo no podía ser descubierto.
El plan de descargarse, pues, los dos amigos íntirn()s
de la responsabilidad de haber apuiíaleado con sus propias
manos l.Í. la noble víctima, y de ¡.;alvar á Adelmo á todo
trance,. está hoy tan claro á vuestros ojos, señores Jurados, como el crímel1 mismo.
Requerido Adelmo Delgadillo para que exponga la cooperacioll por él prestada ¡íntes. y Cl!la lloche de120 de Junio, !3e encastilla en sn estudiado sistema de ne~ar su ninguna participacion en los delitos cometidos. Todo lo ígnom, nada sabe de cuanto se le pregunta.
Sin embargo, puesto al frente de Rafael García (folio
34 vuelto, cuaderno '7.°), éste designa á Adelmo Delgadillo
como el que lo acompaiió en el jardin á disparar 80b1'o 108
sirvientes de la casa, y como el mismo á quien ha designado con el nombre del cachifo, y que reconoce por el cuerpo y por el habla ser el sujeto que permaneció á 8U lado
en el jardin en la noche del 20, cuya aseveracioll sostuvo
por ser evidente.
Juan Pérez seiíalÓ tambien á Ade1mo Delgaclillo, en
rueda <.lepresos, como uno de sus compañeros en el crÍmen
de ".Los Alisos," aun cuando no puede asegurar con entera
certidumbre fuese el mismo, ya por la oscuridad de la noche, y porque nad.'t hablaron, ya porque el cacltifo iba
atras carg-ando una de las escaleras; pero si l1.l~una duda.
pudiem quedar sobre la responsabilidad de Adelmo Dclgadillo, ella desaparecería con las declaraciones que rindieron Juan Pérez y Rafael García, el 4 de .Febrero del año'
cn curso, ante el señor Juez del Esutdo.
Pérez asegura que el 20 de Junio por la noche, cuulldo
pasaron por" Tres-esquinas," él y Adelm.o Dclgadillo COllducian un¡l. escalera, y Aurelio el brandy.
Rafael García· aiirmaque
él con el indio Vicente Ra-
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-72-
mÍrez llevaba una escalera, y la otra Juan Pérez y el Delgadillo chiquito, es decir, Adelmo; que al acercarse lÍo" Los
Alisos" le dijo el declarante á Aurelio DelgadiHo que por
ahí no se iba á Chapinero, á lo cual le respondió Delgadillo,
dándole un trago de brandy, y diciéndole " que ya le estaba entrando canillera."
Estos dos testimonios, rendidos pOI'dos de los que presenciaron los hechos, contextes en lo esencial de su exposicion, no dejan la menor tluda, y sí dan una completa
certidumbre de que Adelmo Delgadillo cargó, en asocio de
Juan Pérez, una do las escaleras que les sirvieron para asaltar, robar y asesinar en la quinta de "Los Alisos," en la noche del 20 de Junio, á la señora Sofía de Sarmiento.
Practicado un último careo el19 de Enero del presente
año, entre Justiniano Gutiérrez, Juan Pérez y Aurelio Dclgadillo, tres de los cuatro que se inte1'11aron hasta el departamento privado de las dos señoras, dice Delgadillo
que José Rincon los acompañó la noche del suceso, y que
pactaron con Gutiérrez en suprimir el nombre de éste y
en sust.ituido por el de .José Rincon; empero al punto se
contradice, afirmando que sí hay un José Rincon, el mismo que se quedó en el jardin con Ga reía, aseveracion que
hace para salvar fÍo su hermano Adelmo, verdadero compañero de aquél; que él (Aurelio), que iba adelante con la
linterna, fué quien pronunció la frase" la vida 61a plata,"
para hacer comprender que iban á robar, y no lí heredar
como era el plan, lí lo que contestó la señora Sofía: "voy
á darles lo que existe; pero bien comprenderán ustedes que
no tengo aquí sino lo puramente necesario para vivir; "
que cntónccs la señora se dirigió á su pieza y Aurelio Dclgadillo empujó al indio para que acabara con la vida de
la señora. lo que en efecto ejecutó; que est.ando él en la
pieza de la señorita Elena, sonaron los tiros, y por la prisa con que salió tuvo que dejar la linterna que llevaba sobre la mesa redonda de la alcoba; que cuando Pérw: oyó
las detonaciones en la parte baja del edificio, hizo UD tiro
de revolvel's de oriente á occidente, cuyo forámen se ve
hoy en una de las paredes del salon principal, y ya de regreso en 1.\ calle le dijo á Delgadillo: "que si Juego no habia ofrecido ser el primero en romper los fuegos;"
Se ve claramente, por lo expuesto, que Delgadillo tra-
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'73 -
ta de alejar de Gutiérrez el cargo de haber llevado la vanguardia. de la cuadrilla, colocándose aquél en el lugar de
éste; y pretende tambien salvado de la inmensa responsabilidad dela.sesinato,
haciendo pesar el cargo sobrc el
indio Vic'Cnte RamÍrez, y'ue nada puede decir, por hallarse
prófugo. En este hecho importante no está de acuerdo
con lo declarado por Juan Pérez, quien afirmó al prillÓpio ser Justiniano Gutiérrez el que descargó la primera
puñalada. en la espalda de la selwra de Sarmiento, y despucs, por sugestiones que es hicn fácil comprender, dC1iignó ¿¡ AUl'elio Delgadillo como el que dió aquel golpe alevoso y mortal, alegando por ra.zon de esa contradiccion,
que lo que dijo al principio contra Gutiél'l'ez era porque
estaba trastornado, habiendo bebido chicha sin tomar otro
alimento; - mentira audaz de Pérez, pues en el plenario
he probado con respetahles testimonios de los señores Ricardo Hinestrosa, Ignacio Calvo y Elías .Jaime;,;, funciouarios públicos ante los cuales se le recibió su dedaracion
á Pérez en el sitio de " Los Alisos," que tal imlividuo estaba en su cabal y eomplcto juieio el dia que la rindió, tí
las ocho de la maltmm, hora en <lne nadie, por vicioso quc
sea, puede ya hallarse emhriagadú.
Siendo falso de todo punto el motivo que alega para
haber declarado contra Gutiérrez, es evidente cnt<Snces
<Juedijo la verdad, toda vez que Pérez uo tenia causa alguna poderosa que lo indujem ti declarar una impostura,
en un asunto tan grlne.
De donde se colige rectamente, que ni el indio Vicente
RamÍrez, ni Aurelio Delgadillo fueron los que le tlieron
tí. la víctima la primcra herida mortal, sino J ustiuiauo G-utiérrez, pudientlo muy bicn seguido en tan vandálico acto,
su amigo AUl'elio, y tal vez el indio RamÍre1., toda vez
que el cadáver aparecí() atravesado con armas cortantes y
punzantes de distintas formas .. Mas, ántes de ser herida la
señora, asegura Pércz que ella sacó del baúl y entregó á
Justiniano Gutiérrez cuatro talc~as con dinero, como con
den pesos cada una.
,Teued preseute, scilores J nrados, en la hora suprema
de dar vuestro fallo. (IUCJuan Pérez al primero que nombró en su declaraeion rendida en " Los Alisos," como al
que descargó el primer golpe sobre la seflOra de Sarmicu-
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-74-
tq, fué á Justiniano
Gutiérret, y que en el.Jugado del
Estado, interrogado-por mí repentinamente ah·-presenoia
de varias personas; e114 de Febrero pr6-ximo paMdo, para
que confesara. quién leasest6 el primer golpe á-dicha. señora, respondió en el acto que Justiniano Gutiérrez; pero
al punto, como arrepentido,seretractó
y expuso: que no
habia sido Gutiérrez sino Aurelio Delgadillo.
J....
os mentirosos, dice el filósofo Bálmes, deben tener
mucha memoria, para no ser cogidos en flagrante falsedad;
y esa memoria le ha faltado á PéIez, para no ser sorprendido, como lo ha sido en plena contradiccion, i por qué 1
Porque la verdad es lo primero que sale á los labios
del hombre, y la mentira necésita ya de un esfuerzo intelectual para presentarse. Por eso JuanPérez,
hombre de
cortos alcances para delitos de esta clase, no ha podido
sostener su doble y falso papel.
xx
Deseando Aurelio Delgadillo hacer COIWéer los motivos que lo impulsaron á cometer el crimen, por el cual
hoy se le juzga, hace esta declaratoria, que 'Sorprende y
horroriza á la vez:
" Enamorado ardientemente de una señorita de esta
"ciudad, y contrariado en mis amores por personas de
" posicion pecuniaria en la sociedad; oonotiendo q1le; ja" mas, miéntras fuera pobre, conseguiria mi anhelo, de" terminé, acosado en mi situaeion, llevar á efeéto el mé•• dio por el cual podria conseguir mi ohjeto. Estos, y 8610
"éstos fueron los motivos del delito de ~Los Alisos,', y
" hago esta manifestacionpara
que la sociedad sepa que
" no fué s6rdida codicia lo que me indujo áJeometer aqUél
" hecho."
Preguntado por mí, y con el objeto de s8ber-Ia verdad,
qué pudiera. ha~ en una confidencia tan íntima acerca de
los que se oponian tí. su pe-nsamiento matrimonial,y·cuál
el nombre de la persona que hubiera ganado ·BU eorazon~
no menciona los individuos que hubieran podido contra-:ríar los impulsos de su alma, aunque sí inEli~-la señorita
á quien hab,ia consagrado su afecto, nombre; y apellido
que estampó con su propia ma1io •.. '
tomando la plu1"
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-75Ina con que eseribia el señor Pedro Pablo Camacho. Secretario del JuzgaJo del Estado.
La señorita nombrada por Delgadillo es de lo más
alto. respetable y virtuoso que adorna y embellece la culta
sociedad bogomns.
Su honor no ha sufrido detrimento con el afecto que
manifiesta habcrle tenido Aurelio Delgadillo; pues una
oruga puede tllmbicn enamorarse de una cstrella, y sin embargo, ni la alcanza con su letal aliento, ni la mancha con
su inmunda baba!
XXI
Con la detenida exposicion que he hecho del curso que
ha llcyado el proceso, despucs de que han sido capturados Juan Pérez y Rafael Gareía, y sometidos á juicio por
un bien elaborado y muy recomendable auto del señor
Juez suplente del Estado, doctor Ignacio Calvo, se comprueba plena y superabuudantemente, por cOllfesion propia, y por prueba testimonial, que PÚez y García son responsables de homicidio y robo, y García y Adelmo Delgadillo responsables, adelllas, de tentativa de homicidio.
La reforma t1'igésima tercera hecha al artículo 1519,
del C6dig-o Judicial, dice así:
"Artículo. En todos los dditoH, con cxcepcion de los
" de estupro y forzamicnto, la confcsiou libre y espontú" nea del sindiea.do, hecha ante el Juez de la causa, ó el
"funciO'nario de instruccioll y su respectivO' Secretario,
"constituye
semiplena prueba de la existencia del delito,
•• yprueha completa de la reI:J}Jo}tsabiUd(ul del mismo sin" dicado, suficiente para condena1'lo, siempre. que esté, por
" otra parte, comprobado el cuerpo del delitu."
Comprobados C01l1O' se hallan, set,J"Ull lo demO'stré al
principio, los delitos de hO'micidio y rO'bo,y posteriormente
el de telltati va de homicidio, la (;oufesion hecha pO'rGutiérrez, Aurelio Delgadillo, Juan Pérez y Rafael García, es
suficiente para cO'ndenarlos. de conformidad con la disposicion penal que dejo copiada; comprO'bada la participaciO'll
que tuvo Adelmo DclgadillO', nO' sólO' en el rO'boy hO'micidio, sinO' en la tentativa de homicidio, CO'I1lO's graves
indicios de que atras hice mencion, y C{)nlO's testimonios
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-76de Pérez y García, y compl'obada, en fin, la c~racion
de este último, no solamente en el robo y homicidio; 'Sino
en la tentativa de homicidio, con las deposicionesde'Aurelio Delgadillo, Justiniano GutiéITez, Juan Pél'ez, ylo
que es mlls que todo, con su propia confesion, lA ley, la
mzon y la vindicta pública demandan que en esta calIsa
nin~uno de los cl'iminales sea absuelto y que todos los
sometidos á juicio sean condenados.
El artículo G7 del Código Penal del Estado, dice terminantcmente:
'
" 'rodoel que cometa a]gun delito de los enumerados
" en el artículo anterior (en éste se hallan comprendidos
" el homicidio y robo), sufrirá la pena de reclusion peniu tenciaria, lutsta
por el término -de diez .años, pudiendo
" imponérselc, a.demas, una multa ~ue no exceda de la dé., cima parte de los bienes."
El artículo 6. del mismo C6digo castiga la tentR.tiva
{lB homicidio, cua.ndo ha dejado de consumarse por accicIentesindependiclltes
de la voluntad del autor, con una
pena que no exceda de la tercera parte del máximum de
la misma pena; así que, serían tres años ycnatro meses
de reclllsion los nplicahles á García y Adelmo Delgadillo
por b. tentativa de homiei<.1iocometida por ellos.
Atendidas las circunstancias que mediaron en los delitos consumados en "Los Alisos," se ,re qne son todas
agravantcs, vistos los artículos &Oy 61 del precitado
Cddigo :
1.o Por la grande alarma que ha. :causado el delito;
2. o Por la mayor necesidad que tiene la sociedad de
esca.rmientos, siendo así que he probado en el plenario de
esta causa que, del 2 de Enero de 1878 al 9 de Enero del
corriente año, se han cometroo en Cundinamarca 222 homicidios, es decir, á t:nás de 110 por año; algo más de 9
por meR: término medio, uno cada é'Uatro días L ..... Estadíst.ica espa.ntosa, 'señores .Jurados, sin igual, quizás, en
ningun otro pueblo del mundo~
.
3.0 Por la. mayor malicia, prenleditacion, sangre fria
y alevosía con ({ue se ejecut6 la accion ;
4.° Por la mavor ilustt-acion de tres de los directores
del cl'Ímen, y sns iuayores obligaciones para con la sociedad, y de Gutiérrez para con su tia i
0
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-775.0 Por haber concurrido seis personas á la ejecueion
tie los delitos;
6. o Por haberlos cometido con armas que les sirvieron
para. dar muerte á In señora de Sarmiento, y con las que
intentaron matar tÍ los criados;
7, o Por la mayor respetabilidad del sit.io, supuesto
que era la mansion de dos mujeres rodeadas de modestia
y de virtud; y
8.0 Por la superioridad de Gutiél'rcz, Aurelio y Adelmo
Delgadillo sobre Pérez, García y Vicente RamÍrez, él 108
que lograron hacer delinquir con su influencia.
y no ha mediado ninguna circunstancia atenuante:
1.0 Porque los reos no son de corta celad, ni decrépitos, ni faltos absolutmncnte de ilustmcion; pues los que
pudieran considerarse más ignora.ntes, sel'ian Pél'cZ y Oarda; mas el primero ~e hallaba de soldado en la Guardia
Colombiana, donde hoy He (h illstruccion, y el segundo ha
vivido habitunJmente
en Bogotá,
lo que le ha debido dar
algull tinte de civilidad;
2. o Porque no influyc) cn la l'ea.lizacion de los hechos
la illdigeneia, ni el a\llOl', ni la amistad, ni la gratitud, ni
la exaltacion del momento;
2. o Porque no se consumó con amcnazas ejercidas
sobre los reos, ,L las cuales hubieran tenido qlle ceder,
aunque sí, por parte de Pél'ez y García., halagados por el
~aJario de cien pesos;
,1.0 Por no ser el pri\llC'r delito cometido por los dos
individuos :\cabados de nomhrar. toda vcz que ellos mismos confiesan haber estado en el Panóptico, y en cnanto
rLGutiél'rez, Anrelio y Adcllllo Delgadillo, no se ha. pro-
bado que su eonduct~t anterior haya sido constantcmente
buena; v
5.° 1'01' no habcrse prescnt.ado los reos voluntariamente (Í, la autoridad, despucs de I.'ometidos los delitos. El
\Ínico quc se presentÓ en el Paw>ptico fué Aurelio Delgadillo, el 22 de .J unio, y esto lo hizo nuís que por estar á
la ónlen de la. autoridad
que nllí no {~xist(', por ir (Lbuscar
:i su amigo Justilliano Gutiérrcz, <¡ue estaba 'ya en prision;
y Hunque Pérez, Garda, AUl'clio Dclgadillo y Gutiérrez
¡¡¡m confesado lo sustancial del crímen perpetrado, lo
ya estaban convencidos y lIama.dos á jui-
}licieroll cuando
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-78cio por pruebas cireunstanciales de los delitos ejecutados
por ellos en la quinta de Los Alisos."
De acuerdo, por tanto, con las leyes citadas,: y obedeciendo á los dictados de mi concienCIa, os pido respetuo ...
samente, señores Jurados, resol vais así las cuestioneiS!que
el señor Juez del Estado 08 ha sometido para que sobre
ellas dicteis vuestro veredicto :
.
1.o Que se han cometido los delitos de homicidio, robo
y tentativa de homicidio;
2,° Que Justinhmo Gutiél'rez, Aurelio y Adelmo Delgadillo, Juan Pérez y Rafael García, son responsables todos de robo y homicidio, y aclemas, Rafael Garcfa y Adel.
mo Delgadillo de tentativa de homicidio;
3.° Que Justiniano Gutié1'l'ez, Aurelio y Adelmo Delgadillo, Juan Pérez y Rafael García, deben sufrir diez años
de reclusion en la Penitenciaria del Estado, por 108 delitos
de homicidio y robo, pagando, ademas, una multaconsistenta cn la pérdida de la décima parte de sus bienes; y
4,° Que Adelmo Delgadillo y Rafael García deben ser
condenado~ por tentativa de homicidio, á tres años ycuatro meses de rcclusion penitenciaria,
Esto es lo que pide la justicia: esto lo que eXIge
el deber.
lO
XXII
Para que nuestro país siga al amparo de la justicia ,po.r
la senda de la paz, del progreso y de la vcrdadera libertad,
es necesario que todos, absolutamente todos, nos esforcemos, de comun acuerdo, cn moralizar la juventud que se
levanta; pues ella debe ser la más noble esperanza de nuestros COl'azoncsy el porvenir de nuestl'8. cara patria.
Antes que hacerlos sabios, hagamos á los jóvenes morales y virtuosos.
El aforismo de que" el que escruta elige," ha socavado por su base el sistema democrático.
El segundo proverbio, al árden del dia; de que" los presentes se comen á 108 ausentes," ha dado nacimiento al
egoísmo que mata los más bellos sentimientos del corazon
humano.
El tm'cer proverbio de ·que" candidaturas am8DBan génios/, ha sido el gérmen de cínicas confabulacioo.es.
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-79El cuarto proverbio, que está en embrion, de que Hla
vergUenza no ha hecho rico á nadie," acabará, si es que toma incremento, con la dignidad y el pudor, - ese perfume
gratísimo del alma.
Honremos el trabajo, cualquiel'a que sea, hasta en SUs
más humildes manifestaciones, y anatematicemos la ociosidad, aun cuando la veamos envuelta entre brocados de
púrpura.
Porque de no, i ay de la sociedad donde la juventud,
que es su Íris de esperanza, desprecia el trabajo, el deber y
el honor, y no se postra sino ante el becerro de 01'0 que
atrajo las calamidades del cielo sobre el pueblo hebreo al
pié de la sagrada montaña del Sinaí!
iAy de la sociedad el dia en que los ricos no llamen
gente decente sino al que tiene bastante metal atesorado
en sus arcas, porque á todas horas estarán amena.'Zsdos en
sus dorados alcázares por el veneno y el puñal!
y iay de Colombia, si la mujer que es el ángel tutelar del hogar doméstico, sigue siendo presa de infames y
cobardes asesinos!
Pero no debe la sociedad reducir sus esfuerzos solamente á sembrar las semillas de la virtud y del trabajo. El crÍmen ha tomado un vuelo alarmante, y en especial el homicidio amenaza de muerte á la sociedad. Ya he dicho
que en los dos últimos años se han sustanciado 222 causas
por homicidio en el Ju~do
del Estado; agregad á esa
suma, señores, 290 reqUlsitorias para hallar y someterá
juicio á otros tantos sindicados de asesina.to. i No espanta.
á la sociedad esta terrible cifra - QUINIENTOS DOCE ASESINOS en algo más de dos años 1
Mi conciencia, señores, me manda hablar en este solemne momento con entereza. Es necesario que la sociedad se ocupe en el modo de hacer efectivos los castigos,
y que para contener los crímenes atroces, premeditados y
cobardes, como el que actualmente se juzga, se levante
entre el asesino y la víctima el patíbulo. Juan Pérez calIaba porque Delgadillo le había amenazado castigar de
muerte la delacion. i Habría ido á "Los Alisos" si la
ley le hubiera puesto por delante el cadalso? Jamaa!
El valor moral es indispensable á la vida de las naciones, y Colombia necesita en estos momentos tener el va-
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-80101'moral de cOllfe&al'que cometió un error, y retroceder
en busca. de fuentes puras en su legislacion criminal.
El señor docto.' Oírlos Holguio, enocasion muy solemne, confes6 que el partido conservador habia perdido
la batalla librada por elpal'tido liberal sobre la libertad
de imprenta.
Pues bien, confesemos nogotr08 los liberales, que hemos perdido la batalla librada sobre la abolicion del patíbulo; porque los delitos se han aumentado en una proporcion del quinientos por ciento.
Debemoil, pues, recoger velas en un absurdo que en
mala hora consideramos como un principio.
Es necesario pensar á la par que moralizar la juventud, en darle trabajo que la haga independiente y dignll,
como lo está haciendo actualmente el ilustrado y progresista GOQernador de Hoyacá, doctor José Eusebio Otálora,
cuya administracion; sea dicho de- paso, forma un notable contraste con la nacional del señor genel"31 Trujillo,
la más gmnde de las que ha tenido el país
porsu8e'rena é inmutable ineptitud, y la más pequeña,microsc6picamente p~queña, en la labor del bien y del progreso
comun !
Al señor Palau debe mirarse como un punto lU1l1inoso
en ese cuadro de fondo oscuro que se llama - Gobierno
qjeclItivo del general Julian TrujiUo.
Los pocos dias de vida del primer Ministerio que 110mbró, forman todo el vigor y la entonacian.de la obra.
El colorido, si es que alguno tuvo al principio, ha désaparecido por completo, sin que nadie sepa á qué egcuela
pertenece.
Un lienzo dibujado por Vásquez, y pintado con carbOll por un muchacho de nuestras.caBes, hé ahí la administracion TrujiHo.
El salvador pensamiento del señor Otálora de instruir
y enseñar á un,t;iempo un arte úoficio al jóven, dará. por
resultado el formar hombres Útiles.y provechosos á la sociedad, y no agentescOllstantes para promover revueltas
y envolver al Estado en sangrientas r.evoluciones ..
No se lleyen á mallas ligeras; reflexiones que anteceden, porque ellas nacen de lo íntimo de uncorazon honrado, que cree llevar á la urna del bien comun, siquiera
sea un átomo de verdad.
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-81-
XXIII
Señores .Jurados. Ya qne la suerte os ha designado
para fallar en esta causa, que tanto ha llamado la atencion
pública, y en cuya solucion está interesada, como lo dije
al principio de mi discurso, la moral ultrajada, la ley violada y la vindicta social, cIue exige el castigo de los culpables, levantad, señores, la institucion del J llrado de la
postracion en <¡\le se encuentra, y colocad la, con vu('~tra
acertada y justa decisioll á la altura del Areópngo, ese Tribunal de sabios que existió en Grecia cIesde los tiempos
mitológicos, y que floreció con tanto esplendor en el reinado de Solon. Tribunal de tan justas sentencias, que los
mismos dioses tuvieron que comparecer ante él, como lu
dice BOSsllet, y de tan augusta respetabilidad, que Pablo,
el más brioso propagador de la doctrina evangélica, se
presentó ante ese Senac.lo de sabios á anunciades el Dios
desconocido para ellos, mucrto en Jerusalelll, y cuya voz
divina habia oído, cn medio de nuhe respland\~ciente, sobre
el cielo risueño de D¡llllélSCO.
Sí, señores; comertid de hoy en adelante el Jur::do
entre nosotros, en el austero, probo, sabio, justo é incorruptible Aréof1(T{fo, que fué la gloria de la Grecia hasta el
tiempo de Perícles, y que será siempre el asombro yadmiracion de los siglos. por no haber pronunciado jamas
una sentencia c.leque se pudiese: nadie quejar, segun lo
expresa Demóstenes.
Demostrad á la alarmada y herida cOllci.::ncia social,
que si entre nosotros, como cn los demas pueblos de la
tierra, hay hombres perversos y séres desgraciados que
huellan con impura planta los más santos y sagrac.los derechos concedidos por Dios tÍ todo 56!' humano, tambien
hay Jueces que, como vosotros, velan por la integridad de
la ley, por la pureza de la lOma!, por la dignificacion de
la virtud, por el triunfo de la civilizacioll cristiana.
Aplicando á estos solcmncs momentos las palabras del
célebre marino de Trafalgar, yo os digo, señores Jurados:
lh; CU:\fPLIDO MI DEBEn;
I,A SOCIEDAD
!:SPFIL\ (~{jl~ LLEN,\REIS
EL
VUESTRO.
He dicho.
NICOLAS PARDO.
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-- -~-
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....
-.-.--
-
,.
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GRIMEN DE LOS ALISOS.
ALEGATO
DEL
ACUSADOR
PARTICULAR.
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,
Setlores Jurados.
Ausente del pais en el momento (le la (jecucion del
asesinato perpetrado en la persona de mi herlllana, la ¡.;ellora Sofia de Sanni('])to, fuí dolorot'u, cruelmcnte
herido
por la noticia de su muerte, recibida al Illilimo tiempo que
las ítltirnas éíntil1lfiS expani'iones
de su alma llobilí~ma',
consignadas en esa carta escrita el 18 de Junio, qUe el
senor'Fiscal ha tenido ft bien daros á conocer, y que rcvela'los 'misteriosos presentimientos
de la tumba que 'dbminaban el espíritu entristecido de la ,Ídi ¡¡¡a,
Mi conciencia sefialóme el camino d{~un deber, Cli
cuyocnmplimiento
ocupo este' puelito.
,
Asumí el carácter de H('usador particular de 1081n-
dividuosque hallé sindicados como autores {lel execrahle
atentado: Justiniano. Glltiérrez,
Aurelio
Dclgl1dillo y
Adelmo Delgadillo, sometidos hoy á vuestro juicio. Formalice mi aCilsacíon' posteriormente,
flmdándola en los'
indicios que arrojab'll contra c~tos ílldiriduos la instruccioá ,
sumaria, y, ablcl'to juicio (~riillinal contra dIos }Ioruuto ai~;
28 de Noviembre de 187H, tlÍcanw ahora, ('lwnoo han¿is
sidollatna¡}osá{I(~cidi/'
como Juradf)~ C:-,j¡; IlSllllio,'tollWl'Ja
las conclusiones dcl3IinistcriojJÚ_·
bUco, dignamente representado por el seflor Agente fiscaL
El luminoso alegato lwcho por éste y la lectura dd
voluminoso ex.pediente, me )wrmiten 0111il ir ulla relacioil pormenorizada de los hcchilS eOlllprnbarlD:' ¡';J h insi'Tllccipll del
sumario y dlll'ant •. dju¡c!o:
;11r. ¡¡m'(,::':: ¡í C¡Ci'{aS C¡jl·i,:¡d{~raciones generales r ¡'l.j;)rmtdal' In.,; ,·ir: :¡;I.;ianci:IS :Wravan-
palabra para coadynva~'
.
Ú
tes de órden mora( y leg-,d, ClUC dan nl erlllll'1l dc¡'::>:W de
Junio' la indisputahle
YV('rg'ili\ZOSa
prilllada¡'lltre tOGaS log .
qtieseregistl'all
en lo',; fihf!)~ drlln justir:i:1 criminal en· el
país.
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-
·1-
:Me abstendré, sin embargo, de dar cuerpo á los datos
que arroja el expediente para poner en claro, á un golpe
de vista, el plan complexo que constituye el crimen, tal
como fué concebido en la mente dc los asesinos y como
ha ido desenvolviendo s:us hilos varios en la confeccion de
su trama g<>llcral; porque el carácter, en cierto modo personal, que tendrian algullos pu lItos de n1i cxposicion, se
aviene mal coil la elcvada imparcialidad que quiero dar á
mi carácter de Acusador por el solo delitu de homicidio
cometido en la persona de Sofía de Sarmiento.
Es en represclltacian suya, señores Jurados, como
vengo á pedir justicia.
Me he preguntado si en esas horas de malestar profundo, de i ris:tcza ilHlcfinible que clla rr.isma llamaba
le nostalgia del cielo," la inf()rtunada víctima no tuvo tambien la revelacion de que su tránsito á esa Patria porque
suspiraba, no tendria lugar sino por medio del martirio
¡si no vió de antemano levantado sohre su cabeza el
puñal homicida, y ~i en presencia de tamaña ingratitud,
de crueldad tanta y de traicion tan vil, sus brazosinocentes no se levantaron tUlllbien al cielo para pedir justicia ~
En 8U nombre la exijo de vosotros. Sé bien que 5U
espíritu pedirá á Dios luz para la conciencia de los asesinos, á fin de que conozcan la enormidad de su delito, Uo- .
ren el espectáculo de S:ll maldad y pidan gracia paramá$
allá de la tumba; esta es la clemencia, esta es la caridad,
pero la naturaleza misma del delito, que no tiene rept!.racion en lo humano, SlI tra:-;cendcncia en el órden moral y
social, el necesario re~tab]ccimiento de lns leyes univeTl:5á
les por m~dio de una sancion eficaz, la obsecucion criminal de los rlc1incuentes y áun los dictadus de una sábía
misericordia, no perm;ten pedir para ellos en la tierra otra
cosa que la aplicacion estricta y severa del castigo legat
f~
n
El auto de proceder del scfior Juez del Estado reunió las condiciones requeridas por la ley para Sil pronun~i
ciamiento: la. com probacion plena del cuerpo del delito ,y
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-5la semiplena prueba contra los sindica<Toj,;; consistente
ésta en el cúmulo de indicios que arrojaba contra ellos la
instruccion sumaria.
Estos inoicios habrian hasta(lo para fundar hoy vuestra sentencia condenatoria;
afnrtunaoamente,
para mayor
respetabilidad
del veredicto,
)lO
teneis que entrar en la
apreciacioll de ellos, obtenilla como estA la prueba plena. y
perfecta de cada uno de los hechos que clHlstituyen la
culpabilidad de cada uno de los [<indicados.
Respecto (le lo:'.> acusado.;,; .J lIst i!liano Gutiérrez y
Aurelio Delgadillo, la plcni1tHl de la prueha est{l en su
conte~()n misma, cOllfi rmatoria de todof' los indicios en
que se fundó 1'1 auto de proceder y aconlc con la comprobacion del cuerpo del delito. E~ta confesian, para mayor
agravamiento de su sit1lacion, no fllé en ellos ohra de Ul'l
instante de arrepentimiento,
ni de un deseo de satisfaccton
Ú la socieda,l
y á la ley, sino resultado del conocimiento
de su impotencia ante l.as <ktlucciolles
lóQ,'icHS (le los hechos y fruto de lIlla lnspiracioll
IIJHljgna dirigida á pcrtur~
har la marcha rl'l'ta dl~ la .ill~ticia en el e~elarecimiento
completo de la prcparacioJJ y cjel'ucion (Id delito.
Allrc1io Delg"dilln
Im~~cllt/¡(~~crita Hila relacion de
los hechos, incOlllplcla ell parte, Ldsa en olmo Como importaba ante todo quitar:1. GlltiÚrcz el papel de iniciador
y director d(~lascsinato, Ddgadillo aSllmía 10dit la re~ponsabilidad del hecho v Il('g-aha n\ll1aZllwllte la concllrrencia de
Gl1tiélTez nI acto" de \\ ejPl'llc¡¡¡,¡; llegaba bmlJien la
asiMcncia
cómp1ice¡;,
de Adelmo Dclgadillo:
ddata\¡Lt
:'t
d()~ de sus
quienps por Ls pl'l~c:¡¡¡ciolH'~ tOllladas de nntemallo, suponia incapaces d(~ cstnblpcer la identida(l
de
Gutiérrez y la de Adelmo, y asi:!'naba Ú Úio~ llombres su.pucstos al referí r los pormcllol'l?s'
dI' :-;1l8l"I?~lwcti\"lIS funciollescnel
deselllpcúlJ
de <Hjllclla e:"C(?lIa de horror.
Presos Raf:)pl G,1rcia y .Jlldil Pt{rcz, dC8!meS de
oh~tinadas
dcn(~g-¡¡ci()IlCS, e nt.rn.rOil por 1ill cn la via de la
confesion, y el plan de 10:-; primf"I'Ds sindicados quedó
frustr~do. Guti6rrc;.
y .Ade!illo j'¡¡('n~nrccOll(l(~illo8 cor~o
compaileros de aquellos en la lIllCllt· fatal dd ~o de J llmo
y su re~pec1iYO papí'l e~jahl(wj'¡o.
Ú
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-6'.'
'~~~~~rtfldo
¡pql~illo
,Q$L
su
:prpyecto, Gutiérrez '! ..A.urelio
hubieron de contraer
obstillu(lamcntc
que
uno ni otro
_m~!lo ,;p~opia el pUiialalcvQso
sus esfu8FZO:S á. negar
hubieran
clavado
con
en el cuerpo inerme de la
'9,t'4graciada mujcr. Imuginab~n quizá. los miserables. con
,~uArit~riobmt;1!,
que la ley y ,la concien<:ia universal no
p~irian .euentasino
del acto puramente material'de
M> z¡il' ,Con mano violenta y tra.idora, paso libre á las elas
de la sangre y á los espíritus de la vida. LaP.rovidencia
l~
~o. (luiso dcjades ni el recurso de
fensa.
.' "po!1sta por el reconoeimiento
xn~, fué
hQrida
esta estúpida
del cadáver
de-
que la vícti-
dos armas difercntc:,:.
JJIW de los ellebillos ensallgn~llta(lo:,; apareceenJe
p'jt~ d.,e Gutiérl'cz, y é:3te confiesa ser de su propiedad
P~f q¡¡.berlo comprado éll1lisll:W.
s.egun la relacion de J)eIgadillo, Justin~ano Gutiérrez,
á,quien da el nombre 4e JQ~ Rin~n (así 10 han confesa~
COl!
do post,eriormente),
entró
en la habitaciou
de la t¡efiora
de 8.armiento con .T uan Pérez y el indio. Delgadillo pre~
tende que este último la hirió, y como á Pórcz no le haoe
41 ~rgo, dehe deducirse que el otro asesino fué Gutiér¡;cz. Delgarlillo, pues, lo acusa cC~l1la misma pieza que forjó
p;¡n-a viJHlícarlo.
Juan P6rez, uno de los cuatro individuos que peu~
4z'l;lron 1¡asta la alcoba rle la seiiora Elena Sarmiento, y ~
ql1i~n ~)locaron en la puerta de cornunicacion de esta pieza con la inmediata, en que ejecutaron el asesinato, declara (fojas 18, cuaderno 7~) que uno de los individuos que
dió depl1ualadas á la señora era Gutiérrcz. y en la declaracion rendida en los Alisos confirma la primera, asegurando qQ(l el mismo Justiniano Gutiérrez, est"andQ la señora
inclinada sobre el hanl, le dj6 "una punalada por detrR8, de
l~ c~l ella cayó de mé¡iio lado, y Gutiérrez siguió dándo-
le de pUiialadas." Pérez se ratifica en seguida de esta manera (foja 20, cuaderno 7~'): "Tan evidente es ,que conoce á
J ustin~an()
y que le conoció en los momentos de
la sciiora, que sabe que vive en el
oomeIlon de las Nié\'es." adelante de la iglesia del barrio;.
G'ltiérrez
darlo la8 pUl1alad~
Ú
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-7 -,
~~c~~o~nPclt~lc?nu~i~1~C~a~:
!o~~:s
ltD,':
~~~C~Jí~~
l~~~/'es~e
c~lico;pero que co~ d~chosefia.r:g~~í~lJ~~,
rla tuvWtratos 111 contratos hasta el dla del at,'OnteC1mlenoo
¡"¡-f'o, :'''
di~-'L
10!LA I:sO~.
'. "
;"Jt:i;O'Yido, '110 sahemos por qué innUI;ncia,J~ari ~éie~
el'1'.Wiét~i·~cio~esposteriores asegnr~l que fllé
qUlcnhmó primero á la señora Sanmento, y d~ 'cQt90cau-'
sa'ilC~il pririH"im t\serciun el hec'ho insólito é inaWJ;l,Wi~j~r
P.?f laÚazql}~s que ha es!~resa<1o?1 S('llor Fiscal! dc¡~L.
se trastornadopul' la bebllla al tiempo de rendIr las ¿rce a
raciol)cs eonti:a Gutiérrez, :'t qne hice refercncia.
,
'
, ,,128 de ningun valor, en mi concepto, la afirmaci(inr~»
c~y~;~Wtud Aurclio pelgadilI~ pretend(~hac~r.f.?~~!,~?J
b~~~~o .de SllS eómp}¡~es, á (IUlcn (~ello~Ir~a ,','ci l!l~i~A¡~
~o8r.:~Rhas, de haber sido el mmedmtoejElcut<,>'- de ,~peytá
ln~aníe sentencia. Nu es á hombrcs del temple morál de
I?Mgá'di1tó y de Gutiérrez á quienes podria hácelenSÍld~termiIiacion
la inexpericllcia de la m,ano Ó la"l~~
p~gTl&ti:ciade la ~ensihilida(l. No les llegucmos ~Lti~@~,,~:
qúe-'lián adquirido pcrfec~o de~~cho: el valor,,~er?~~A~:
c_r{~~n;;,que va~or S? necesita" s~ñ,or9s. :V3:Jor¡,m'tr!~Tlar
J~á.tlacomun,p(~ra ejecutar el acto temetarlO de la ~,-yeI;7;,
&Mzo.sa .cobardía. ¡'Qué mucho.
1as ma~osal~vi?-AA~
tui,fas'estéri en sangre inoceute, si el alma 'que las mti~-ilff'
(J,
;o~lga~(?,
'4
vacrri~
que
cstáanegada en ella y manchada
traición )' la ,ilezh !
horriblemente
Nada importa, sin embargo, señores Jurados,
-por fa
una()O~-:
ce!::,ion á Ull sistcma de defensa posible; si egqu~puea~
haber posibilidad de defensa para loa asesinos de SotTa
(le Sanniento.
,Su.puned, si qnereis, á Justiniano Gutiérrez escatati.~
do'lá Íilansion de la desgraciada mujer que lo
minil,\(~o
como ií, UI1 niño; él mi¡.;mo ha construido
cuidadosa~l~rjte 'la 'escala que le sirve, él ticlIC aprovechada la hosphalilTad quc le brindaba aquella casa, para hacer cómodo y
{¡teíl su acceso y el de sus <:ólllplicc~ á las habitaciones q~
aquella desgraciada. Lleya el rost.ro cubier'to,; linterna: ~ii
tiliti mano, llna arma en la otra. Conduce {t sus riniig()S
ha
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-8á ,pa~o~ contado!: por aquellos aposentos que tiene medidosá palri10s. Está en la alcoba de la víctima ..•...
Arrástrase
como una. serpiente hasta su lecho, para
darIe muerte en medIO de su suefio: así no quedará
otra huella de su inícuo paso que un cadáver frio y ensangr,e,ntado, ni más rumor importuno turbar{~ el silencio
favorable dela nochp. que un débil estertor de agonizante
que no despertará ni un eco.
Pero, oh sorpresa! el lecho está. vacío i la víctima
Yela cerca de su hermana enferma i preciso es acercarse
y desplegar todo el aparato de SIl fuerza: su mano sola no
basta para arrancar la vida á una mujer en pié !
Los asesinos se precipitan en grupo al inmediato
aposento. El Jeie, asiendo brutalmente á la débil mujer y
a~~nazándqla con su arma, le intima la muerte ó el saqueo.
AIXibosobjetos lo han llevado allí. .....
. '.•• _:.•.-•••. _
, Llega el instante oportuno del sacrificio sacrílego:
Hace una señal de órdená las fieras humanas que le rodean, y al ver lemntados en el aire los punales s()bre
aquel cuerpo delicado é inerme, él mismo ahoga con sus
manos los gritos de agonía de aquella hoca que para él
abrieron' solamente palabras de cariño y de dulzura!
: O bien, contemplad su figura siniestra en pié, formando grupo con las lllenas hambrientas á quienes empuja
sobre' su presa. l\Iiradle, cruzado de brazos, brillando
en su rostro el resplandor satánico, dibujándose en su
labio·Ja sonrisa de la fruician deliciosa que experimenta ante aquel e~pectáclllo salvaje de la crueldad homicida. Escuchadle contar uno á UllO los catorce golpes
de punal, sin. que turbe su vista, sin que haga extremeCCI" sus nervios la ola de sangre que embriaga á sus
satélitcs; atento Únicamente á las; convulsiones de la agonía, á las Últimas palpitaciones de aquel corazon que quisiera ver arrancado y tener en :-iU mano para convencerse
de que su obra nefanda est{t cumplida.
.... _. _. __
.............
-
-
.•.
~
- - - .. -
-
-
-
-
-
-
....................•...
Escoged, seno res, entre este papel característico y el
del criminal {¡ quio!! la lógico del delito arrastra fatalmente dcsdc'su cOl1cepcion haEta la ejecucion inmediata, 6 el
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-~papel de Jefe de cuadrilla, obligado ft dar el ejemplo y orgulloso de presentarse antp, los suyos el primero en la accion
corno en la jerarquía.
Hable vue~tra conciencia y asigne
el más odioso, sien
los extremos del crimen áun puede haber lugar á distincione~, y señale á Justiníano Gutiérrez cualquiera d.e los términos terriblcs del de~esperante
dilema.
De todos modos, s<~ñorcs, la ley, <lue no hace distincion alguna entre el instrumento
vil, pcro fibre, de la pasíon ajena)' la mano quc lo dirige, establece la culpabilidad, en primer grado, dc Aurelio DelgadiJlo y ,le .Justiniano Gutiérrez, como autores principales oel cielito
Como 1ales los he 'lCusaoo. \' lo:': (tulos de la in¡;;truccion eriminnl prestan llll:rito corn'pleto para la confirmacion que os pido de la fi'ml1ula d(' mi aCllsacíon, en el veredicto conclenatorio
(1'1(' estime f:ll culpabilidad.
He~pecto de Allc1ll1o Dclgadillo,:t
quien acusé como
cómplice dd llOlllicidio,
t'tllldado Cl! los indicios que me
})crmito señal:tros 111\Cyalllcntc (acll:,nciol1 particular p. 23),
mis deducciones hall quedado cUll!irl1wdn:-:;, y hoy tenem08
la prueha plena y completa de su complicidad, oonsistente
en los Sigllicnlef: hccho:-:;:
1? El dc haber cOllcurrido
á la di~Cll::-:¡j)n y preparacion de los planc~ <lel delito. pur~s ('on:-;ln '. ilitillli,lan
de
sus relaciones con los principal!':,; ;111Lo¡,
('il
los dias
próximamente anteriores Ú la ejccul'iolI. Ellos ia confiesan;
Gutiérrc7. expresa (r :J2, c. 7?) "que no tenian ningun
seclcto los tres "
. 2~ El de haber tomado parlicipacion
en los preparatiVO:'; hechos para aquella ('xeursir>!l
funesta. El lleva á la
picza de G t1tiúrrez el hrawly )' los cigarrillos;
él ayuda ¡¡
sacar de la pieza cochera dt~ la casa de Gutiérrez las escalems que 11c\'::ro]) ;'~,,]o~ .Al>()~o"
3? El de !lab,·¡- :,i<lo IIIH) (lc los a~altantl'¡';, segun consta r'h las dCI:1arn('inlw:,
de ¡~;dllCI Gnrda V de la de JÚan
I>érez, rendida el día 2 del p!'escnte~ y ci de Jlaher recibido )' <jeclIlado 1a /11'(1('n de colocar~:c t'11 el jardin de la
casa cn cowpnflÍa dc (;:lrí";,l, e0n el arllla lí~ta, para impedir el aceco':o de s-e:dcs extrni!ns á los as(sino~, 1Í las pieias
altas, (R (:arcía r ¡(j ('o 7'.' \
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- 10-
.' . '4~~hle baherdisparatlosu
arma\ifunfleWitieh~l")
r~petida8 veces contra las sirvientes 'de la :étlsa/¿ónrpt<1bado esto ,por las varias declaraciones, 'Sle'mpre acord~s,aé
Rnfuel 'Garda, confirmatorias
de las rénaidns~o'r
;dicnu
sirvientes .Y de la exposicion de.lós pém{)'S que reco'ri/Jci~':'
ron las buellas del asalto y delata:qóe.
" ,
.' , Este hecho constituye, adcmas, el delito de terJta.:.
t'iva <le homicidio, por el cualtumbie'b. ha sido llamado á
}u'iQio Adelmo Delgadillo, y úgrava singularmente Su caT~c':'
ter.ae cómplice del delito principal.
La conduCta posterior de cRte sindicado confirma fai¡
pruebas de su participacion en el crfmen del 20 'd'é J1inib.
~l da Ít su hermano Aurclio, el dia siguiente, la nbticia
<lo,habe,rse encontrado los objetos que podrian llevar 'h.l
.descubrimiento de los autorú8 del delito; acuerda con 'él lbs
medios de evadirse de la ciudad, y toma sobre sí el
gode preparados
'
N () existe, por otra parte, en este expediente una sóla
prueba en favor de su ausencia en el ncto de laejec\icÍ'dh
~el delito, ni un inJicio siquiera que pueda debilitar Iá
fuerza de las razones que nos dan el convencimiento
firine
de su complicidad.
encar-
IU
Hecha la ligera cxposicion que precede j petsaamdo
como estoy de que el cÚmulo de las pruebas practicada'S
establece de una manera inquebrantable
la culpabilidad
respcctita de los acusados, y convencido de que en este
terreno no existe defensa posible para ellos; paso á considerar el crimen bajo el aspecto del carácter especial que le
imprimen las circunstancias agravantes
que se reunen
su ejecucion, carácter que hace absolutamente
imposible
l~ menor excusa, la más atrevida disculpa, ni la más leve
en
atenuacion.
Tomo en primer lugar entre las circunstancias
Bgra.:.
vantes que la ley define, la marcada con el número 4 en el
articulo 69 del Código Penal vigente:
..
11
La mayor malicia, prelneditacion,
sangre fria: y la
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-
11 -
_~Ía
que huya 'en laoo<:i:on; y la mayor impudencia,
-o88rlía, crueldad, violencia ó artificio, ó el mayo-rnúmero
·ci-e medios empleé\(lol" para ejecutada."
'Dijérase, scfior~f;.J urarlo~, que los asesinos de Sofía 'de
;iiarmiento abricrOll pn~viamente ellihl'o de la .ley, 'PM'a
lr-6n:nir eu 1111Kolo hecho todos los horrores
de que':es''Cl\'])BE la naturaleza
humana p(~r\'e.rtida, hacer la' violadml
,'Jl'l'lÚ;e8oandalosa de los sentirnicllhlS
mús íntimos y arraigad.OF:rlc honor y dignidad, y el destrozo completo de 'las
ilbra:-.: toda,; de la ¡.;ensihilidad !mmana.
8u erílllen 110 rll(~fruto de la i!-;Ilonmcia ni rcsnlt-afudo de una de bUS pa¡;;iolle:, yiol(~~'d;¡sque ejeroen imperi(i) sobre la h l!lnall idad, ciegan el cl\tt~IHli miento, borran
1i0t(o instinto
y c\)!locill\iellto de la ley moral y ahogan ,16'$
irnp'¡[:,os rectos y nohles del COrHZUJl ..
, Prccedi() y aeompañó á la concepcion de su crimen.
el oonocimiente perfecto de 8U terrible gravedad ante la
.aymoral
y la ley de los hombres; las circunstancias
todas de su horrible carácter pasaron en desfile ant.e la
mente ~e 1'l1S autor~':, y en, "lb ~;e pesaron una ~,._1l.f}~_
t<tdas las CO!l~t'CllenC]¡1S precIsas y todas las probablrtda·
~ ¡en (~oneiliM)Ulos siniestros sc discutieron frinmem-e
los medios (h~evitar los resultados personaJes desfá'rom •.
bIes, y todos los caminos para Ilegal' al éxíto anhelad<l.
(j}adáveres y ruinas y lágrimas Ó inf¡unia no habrian de
ser o1Jst.áculo: A la le}'. se la cOluhatn con la ley ó con
sus ministros ¡ Ú la sociedad se la at~rrfl Ó se la deshunbra;á Dios no se le teme, l)(lrqw~ !lO se sabe si existe
Dios!
El homhre vence todo con inteligencia y voluntad:
la inteligencia para el mal !lO i¡llta á nadie y la voluntad
sobraha Ú aql!ellos hombl'Cs. Por eso Ú la COllccpcionde
una idea siguitÍs(~ illlucdiatamcnte e~ de:-;arrollo de un plan:
y, formu/;tdo (~:;;tp, ordenada, fria, precisamente
preparóse
su ejecucion CIl cada uno de los detalles, para la concurrencia oportuna r cxncta á UII ~ol(l ohjeto.
Determinado, COIllO circllnshmcia
lIece~aría del plan
general, el asesinato de la seilora (le Sarmient.o, dividi~
ronse lo!; trabajos de ¡;u prcparaciuII.
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-12 . Gutiérrez estudiaría las localidades y las 'costumbres
de la víctima yde sus compañeros, para un golpe de mano
rápido y seguro; construiría con las necesarias precauciones las e¡;¡calas para el asalto, y conseguiría el venen()
para los fieles guardianes de " Los Alisos"¡ facilitaría á sus
compañeros piezas de vestido para disfrazarse; reuniría
la.sarmas que se necesitaran y como principal entre ellas
el arma asesina por excelencia: un cuchillo, "porque á
las armas de fuego no les tenian confianza." Compraría
una linterna; tenciría preparado su caballo para arrojar
en oportuno momento el hocado mortal á los peligrosos.
animales; se encargaría cn fin d~ mil olros rtetalles de
la empresa, ¡;;io qlle huhiera de olvidar entre ellos la
provision de brfllul!1 y ci~arrillos con que, debian alegrar. la representacion de aquella escena de horrores!
Delgadíllo buscaría los c6mpliccl' necesarios, les ofrecería el .vergonzoso salario y, de acuerdo con Gutiérrez, les:
señahÚ;ía su respectiva funciono El primero entre ..elioa
debería ser Sil propio hcrmano; porquc en aquella alma tenehr08a, sobre las leyes más sagradas (le la naturaleza pr~;.
dominaba la necesidad de I1s(¡ciará i'iUS planes un 'tercero
de absoluta confianza. Esta medida, por otra parte, era
un negocio: ahorro en el salario de los c6mplices vulgarcs; aumento cn su propia remuneraeion,
Mas no, la premcdítacíoll llnieumente: la alevosía en
la accion salia á la "ísta - y la osadía, y la impudencia, 1
la crueldad, y la "iolell(~iay el artificio ! ~Habré de detenerme á retucar las sombra;; del sangriento cuadro' - Nó;
bastante resaltan por sí solas, y no quiero hacer ofensa
al buen s(~ntido de los que me escuchan y á la sensibilidad de su alma, profundamente conmovida ya por el espectáculo de todas las malda(les y de todas las vilezas
juntas!
La sabiduría de las leyes univeri;ales vuelve contra'la
mano criminalla~ armas miS1WiS que recihiera p~ra el bien
yque asestó traidqr contra la naturaleza y contra la sociedad.
El dcsgracia(lo que en la cuna no entrevió los alhores
del amor y del bieJ\ en la ~on!'isa de tina madre; aquel que
desde niño, doblegado hnjo el pe~o de la miseria, J\O ha en-
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-13~Dntrado mano protectora que lleve ásus labios, con bondad y con ternura, el pan del cuerpo, ni cll)1l,l} del esPíritu'
á su alma; aquel que no ha leído en los rasgos del órden
del universo y el de su naturaleza propia los caractérésde la ley eterna; aquel que para el entendimit~nto ilólo ha
tenido la luz de los ¡;entidos y }Jilra guia de ~u voluntad
los instintos fatules de la organizucion animal; aquel que
á traves (le los dolores y mi:,;erias de la vida no ha recÍbido las misterio~as e~iwranzas y consolaciones de lo in .•
finito; aquél, sc¡loreS, e"tÚ en la pendiente de los delitos,
y basta el menor choque para precipitarlo en el vertiginosoabismo.
Pero el que á su llegada al IlIundo, rodeado
de caricia!; y t('rnllnl, es objeto cOllstante de Sdlicitud,de
proteccion y d~~cariiIo;
el <¡\le li(~rte conqui~;tado de antemano un puesto sol>n~ el ('01111111 de los lwwbres, y está
desde luégo al abrigo dc la absoluta miseria y de la ignorancia, recibe á torrentes
la luz del cf;píritu y de la
conciencia, tiene ejemplos y cstílll!llos en la I'r<'tc!ica del
bien, se desprende dd lodo lllaj l~rial y es lanzado en espíritu por las anchas vias convergcntf':; de la Heligion y
de la Ciencia; U(Iuél, seflOrcs, tiC!I(l seguro abrigo contn\ el
embate de las pasiones, y si, corno en el caso que nos ocupa,
rompe alegremel1te las coyundas del hicn, lanza un
femo insulto á la fiullilia, á la moral, á la ciencia, á la sociedad y á la ley, que lo detip1wIl, y sc arroja sin vacilacion ni temor en la horrenda
sima; aqu0J, serlores, nO'
tiene excusa, ni perdon, ni men'c(~ compasion siquiat:a
Pero no es esto tollo: a la gravedad subjet-iva del
crimen se une la que le comunica
la condicion moral
y social de la víctima y la relacion de deber y de gratitud que debía forzosamente
obligar hácia ella á ~no,
blas-
por lo ménos, de los victimarios. Pero 110 seré yo quien
se extienda sobre esta circunstancia,
cuando una' 'Voz
extraila, pero eco fiel de la eOllciencia pública, acaba dé
hacer referencia á las prendas y virtudes privadas y sociales de la desgraciada HotIa de SarmIento.
Senala tambien la ley como circunstancia agravante el
" nÚmero de personas concurrentes á la cjecucion del de-:lito." "La comision del delito con armas " ( inciso 5<!y G~
artículo 69 Código Pellal) ..
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-
14[-,
Una.):. otra; se reuuen.cn,ohaS6sinato
..
de la ,noobe:delr 20.
d••.,J:qio.
;
,,Pant
8Nancar. la existcncitl..'á,. tina débil mu.je'P f1:tt!.pr.,'
eiao reunir. una cuadriUa, de: bandclerosjurmarllim.huéa.rlO&i,
diantes,c l~reparar do. anteman0c escalas¡para' elrftSillto; atri::~.
riguar, si la escopeta.de un criado· tenia mu-alciones;¡ enVenenados perros, disfrazarse, .proveerse de .linterna" llevar:
I~s,
rodear- cuatro individuQt;· á la víctima Y"ayudail'8t);1~.
UUQ alrotro,.ya.suj,etando
aqueLex{mirne cuerpo, ya clava~,
do alJernativamente 10B pUI1ales traidores, hasta, catorCe ¡
veces;, como si temiésen que el último aliento,de 'es!l,vida \
no:sc a}lagase sino con la última gota derramada
den~;tl¡
1
sangre!
,
NUewacircunstancia.
agravantede.l'l ley: "La influeMi1t<
de los -reos principales. sobre .sus' cómplices;"
'l~eMis'al.
Iado·de los' aut.ores principales á uno de los c6mpliOOt-;:,
Adelfuo Dclgadillo. El almu se retuerce de indignae.ion1Y!de-·angJlstia;enprcsencia
del tristít,imo .espeotáeulu de; eBtos !dOB '
hermauos scntados uno alIado del ot.roen ese puM-torCQmUI
en un:banquctn de familia. ¿ Es. posible t.ummla-alren1ao~ri!' '
de. ~,sentialiento
de afecto natural'f O bien,' la Ila~uta"':
leza se,haproppesto,
p~~rayerguenza de la humulltilad,h:wer
un inónstruo sincjomplo;
reoog<?r,toda~.la~· esc:or~a8-,dolAvernoparaformac'U)1a'ahua?
¡Cníft1 mejortchllbieni sidu_1
destrozar 'en !p~dazos á tu hermano para saciar;¡ tusad,tie·-,
St.\Dg~e.,que arrast.rarlo cOlltigo4Í unH tumua' maS! h6rridB:1
y oscu·m; la del delito y. de la ·infamia !
-,.-~-.,...'
lit -
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-- •••••••.
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•••••••••••••••••••••
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L ....• _
No es túdo: Todaviaellibro
de la: ley: señam :u:n ·agr.á.¡.
vau.te del delito: "El sexo, la· debilidad, la indefension'de
lavíctim.a, el (lesamparo en que se hallabaY
Lo he-dicho y lo repito: valor; valor muy sil1gllIa.? tienen:
. los asesinos; sin él su-accionno se comprellde,ni
.Be:JeXH
p~·ta.mP'?Co
8uactitudenpresencia. de sus jueces .. ~-.
seque su .org\lllo satisfecho les·haoe levantar altaJ8~fr6Dte;¡¡
radiante con los rcsplandofl:s do lugloria!
.
y"puestoqud
es del caso, permiticlme haceros~ofia;icirÚI
ha 6id<> la conducta de los reos despues del crimen;, palte
~e Ja<.aprecieis culo que\'ulga:
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-15.~~luafi~~a,dpL 2,1 lle J unio ~)riÓ par~ellQs~o.rj:~~i
~s ,á,; tr~~1i de c~Y.a~.lcve:il.gar¿as ll~ alcállz_uron á:' dÍv~.
las oscuras nubes de ll;l torrnenta que se ~pifiaban pt'e~
G.i P itadas.
H'
'..
,
...••
~lll~cho se habiacjecuta,do
á satisfacción ca,si:cQmpl~ta i p:ues.si bicnuua~larma intempestiva no. ]efl ba1,>ia'
11(df..lUit~d~.
~n o.cn,sioQtan propicia, dejar otra. cadáver .¡-
llevar co.nsigo el resto del botin, el principal objet-P. erii:
lQg~lo : la. .señora de SarIlliento8in
duda estaba D;l\lc&;
qw.z~~e misma Jia, las lUa,t;las homicidas, limpias yá de
saugrQ, podrianecha;r piadosamcnte :sobre su cada:verli~
últi:~pUííadas
de .tierra!
¡Recaeria sobre ellos. alguna :sospecha f--No.. era de,
te~l;lr-- ~A .quiúncsse atrihuiría el hecha llef¡m~lo f' k- tnV
pregunta una sonrisa diabólica ¡;;edihujaba.en· clro.stro,de
lQ!LUSesinos. Los reS\lltados del crímen iban á, ser qtíiz~
n~ejore¡; que las pre.vistos.-.. t E~taría decldldamehte la.
Providencia de su la<lo. , S~esta' blastcmia no la articul6su,
v.or;¡ni la formuló Sll pensamiento, hrotaba ~illenlbargo dd~
fQnd~.de su alma; porqlll~ la pre~cin(llmeiit dé Dios y dG su,
Justicia cn los cálculos hUU1~UlOS no es otra ~cosa que hL
cqm~ocion de su complicidad cnIluc:stras mira~ ...
,,-;.
Al. })(jnctrar Gutiérrcz el dia 21,. cou su nii:pilia, pn la
~)9..e
"los Alisos," sinti6el az.otc de DióslaIl)J)na3a~te';'
aCl.\Wl ret9 audaz Ú su 1lu<\cr ,dió hlgar al principio deslI.:::
c~igo,A¡lístl
al,rnaflaliucó por la v·eZ primerh.ES'e
dáv~;f, que sin, resp~toni temor hubiera holhulo e!l pres6n'- .
ciad€} sUiicómpliccspam
merecu' Sll aplauso; esecadá ..
v~r leillfundc ahora pil.nico.8,tcrrorc~ huyede él;creyen~'
do" q.uizá .q ue gal vaniza<lo á. su· prcsellcia habtá -de !e.Y(Ul-,
tarse para denunciarlo á la justicia dd hombrc.
Pero, nÓ: lo", aSeSill\lS hall llcjn\\o 1a hudla. indelehHF
d~~~{lªE!l!i y, al reco!luccrla, del)j(', Gl1tiÚrez recor.re,r ~9n,
IOjl,pjo8,prcvisorc$ dd e~l'íÚtu el brgo camil)O de. h(c:x:-"
pillCi~n:que habrá de transitar tOlla /:iU vida.
No de~C$pera, sinenlbargo, pOr<lllC !lO está '.vencido.'
Le queda IllJa esperanza y ulla 1''';¡H'nl!iZiI bi'cll funda!lit:.
LahuUlánidutl
(:,,; lllla y ,'l ::;c (:oll;-j!lcrl";\I
Il11Hielo. Si' óf'
ha jug~do Ú unu partilfa h. suerte de s,. vida, si éi,lu'l vc,n-~,
n
ea-,
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16
didoal ídolo del oro su honor y su conciencia ¡porqué no
ha de encontrar venal ó débil al hombre del trabajo,·al.
quién no va á 'pedir sino el favor de su silencio'
'
Terrible decepcion! nuevo Diógenes encuentra al fin
un hombre, un hombre honrado y ante tal desconsoladora
realidad siente flaquear una vez más su fortaleza y encuentra errónea la base de sus cálculos. Pero aún no está
vencido.
¡Contra quién debe luchar desde ese instante ~La ley
es su enemigo; pero enemigo débil, como se ha demostrado tantas veces.-¡' Por qu.éno habrá de hacer lo que tantos
otros han hecho '? A la ley, lo ha dicho ya, se la combate con
la ley, sólo se necesita estar ayczado á su manejo-Por eso
dice á Rodríguez Acosta que va á preparar con su aoogado un medio de defensa.Nada lo arredra ya : ni ese cadáver mudo, ni esos instrumentos de delito, acusadores, ni esa multitud que trata
de sorprender en su mirada la confusidn de su crímen,ni
los ministros de la justicia que le intíman prision en nombrede la ley y entre cuyas filas se coloca, silencioso
grave, sereno, como la fatalidad.
Entre tanto su cómplice, su alter ego, Aurelio Delgadi .•..
lIo, creyéndose quizá ménos dueño de sí mismo, ha permanecido oculto la mayor parte del dia 21. Su hermano Adelmo le ha llevado la noticia de la profunda sensacionque
h~ producido en la ciwlad el atroz acontecimiento; pero
acaso ni uno ni otro pn':,llmcn aÚn que la sospecha se cierne ya sobre las Cabt'Zdi; culpables, y Aurelio Delgadíllo se
sumerge de nuevo en la delicia de sus sueños de ventura,
fincados en la generosidad del amigo á quien ha servido
con tan laudable fidelidad.
Al caer de la tarde va junto con su hermano á casa
de Gutiérrez y allí comienza su tormento. Gutiérrez le' da
cuenta del peligro; de comun acuerdo resuelven la fuga
de los Delgadillos y, para todo evento, al estrccharseJa
mano en despedida se dan esta consigna: Audacia, sangre
fria!
No me atrevo á asegurar qu~ el suefío de AurelioDelgadiI10 fuera turbado en aquella noche por los fantalii-
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17-
mas del remordimiento; porque hay almas, seflores, para
quienes no puede existir bajo cste nombre sino el pes~
de una omision 6 de un descuido que puede hacer frustráneo su bien concertado proyecto.
El criminal que inicia su carrera con el alevoso y
cruel asesinato de una mujer, ha recorrido en pocas horas
toda la cscala del crímen ; su corazon petrificado no q.dmite
la labor de ese punzoll cle la conciencia, ni absorbe el rocío benéfico de las lágrimas del arrepentimiento;
el) cambio el tormento del espíritu no le da tregua ni reposo
y Sll vencimiento cn la lucha cmprendida contra Dios
y la humaniclad herirá cruclmcnte su orgullo, llcnará de
luto Sll imaginacion, henchida en ántes de promesas halagiieñas, y la furia (Id despecho le hará derrama~ en su
interior ardientes lágrimas. Sobre el criminal endurecido
y ciego, Dios y el hombre dejan cacr todo el peso de la
Justicia y la reprobacion, y su pena mayor será sin duda
la de verse atado para siempre á Sll ohjeto y á su crímen,
sin quc pueda arrojarlos á lo léjos, para volver atras
en busca de la expiaciou merituria y del olvido.
El dia 2~ recibe Delgadillo la llueva terrible de la.
prision de Gutiérrez, y poco des pues un mismo techo los
cobija. Allí, 8eparados del mundo, sin tener siquiera la saludable soledad con su conciencia, se han mostrado dignos
de su crimen. Nada iguala la audacia de sus negativas, ni el
cinismo de sus confesiones. La verdad les ha prestado su
poderosa voz para negar los hechos mÚs notorios y la virtud su dulce y tranquilo acento para referir sencilla, candorosamente los refinamientos de su maldad.
Ni un instante han vacilado en su prop6sito de extraviar la accion de la Justicia, engañando con atrevidas negaciones 6 con afirmaciones falsas é insidiosas el recto criterio jurídico.
La lectura del expediente lo ha patentizado así, y ya
hemos referido cómo sc convino entre ellos hacer la relacion que Delgadillo presentó al .T ucz del Estado con la
necia pretension de desfigurar lo::;llcchos, en servicio de
los nuevos y los antiguos proyectos.
El comenio á que mc refiero es un hecho ·gravísUno
2
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18-
~~ sí mis~o y en su trascendencia, poret ejemplo perni.
doso que establece; su repetician en otrosjuicios llega~
á 'trastornar completamente la adminis"traGion de la Jús;;'
ticia criminal en casos determinados, por más que en éste
sólo haya servido para confirmacion de los indicios establecidos en la instruccion sumaria y pará mejor aelaracion
de puntos dudosos.
La inmoralidad de este contrato, aun prescindiemlo
de su objeto, es digna de consideracion, porque contribuye
á poner en descubierto lo más oculto de esas almas que
mancha sobre mancha oscurece y afea.
iU no de los reos presnntos que propone á su cómpIíc:e asuma sobre sí la responsabilidad de sus hechos propios, de los comunes y de los del proponente mismo; que
se diga instigador, preparador y ejecutor de un crimen
horrendo; que desafle con atrevido cinismo á la ley y á
la conciencia pÚhlica; que se cubra con el manto de todas las verglienzas y que lo salve en fin1 iPuede darse mayor cobardía y maligniilad en el egoismo, ni abuso más
escandaloso de la influencia oe un reo sobre su cómplice'!
~cro ~10extrañeis nada. La corrupeion del alma en el proponente halla justa explicacio.n en la vileza del aceptante.
El primero hace uso de la superioridad para imponer ,al
otro las condiciones de este singular contrato; sonriede
satisfaccion al engmlar al amigo de cuya suerte ha decidi~
do, yal verlo clavado en lo más alto de la picota de la ign~minia, se coloca modestamente debajo y echa un velo
hipócrita de compuncion sobre su rostro, á fin de que· el
contraste entre 8U actitud y la de aquel, lo haga. digno
de piedad y de una suerte ménos dura que la de su fiel
compañero en los placeres, en las penas y en el crimen.
y este último acepta con prccipitacion gozoza un conve-:nio que, permitiéndole abandonar el papel secundario que
ha representado, 10 coloca en primera línea. No sólo acepta
sino agradece aquel favor. Este contrato para él es una simple cesion de derechos. ¡Ser Jefe de la cuadrilla qlie asesi'nó y robó á una mujer indefensa! Inefable placer! El rubor de la vergliel1za cubriría su rostro si hubiese de colocársele en el puesto de RaJael García ; pero - - - - - -el pues-
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- 19to de honor entre los asesinos l. - .. - . Tal gloria bien
p.uede comprarse al precio dd Último i'entimiento de la
dignidad moral!
En nueve meses de prisioll los delincuentes
no han
t~nido un solo instante de arrepcntimiento,
ni dado la
muestra
del más lcye pesar. Dijérase
sc preguntan
obstinada contra
un Jucz que les
pide cuenta de su conducta.'
les castiga:
C's un cnemigo
con el que luchan Ú hrazo pllrtido y coní ra el cual m\nesperall la final victoria ell d Cllll1 pli m i(,lIt () de su vengallza.
La ohstinacioll persistf:lltc de los reos en (~xtraviar
la aCclon dl: la justieia, :m obcecacion moral, ('s ulla de las
(p\l~
á sí mismos la camm de esta
pcrscclIcioll
ellos. La sociedad no es Ull ~Ilpcrior ni
circunstancias que lIebcn iniluir cn vuc:-;tro lidIo.
La ley scfíaln tnmoien como agravante del hecho punible: ,¡ El mayor pcrj uic io, riesgo, ala l'l1)tl, dl'sórden, escándalo que cause el delito" (artículo G\), inci~,o 11! Cú(ligo Penal).
De unos atras ninguno <l(~los illllullH~rahl('s
que se
han corneti(lo habia dcsp(>rtado el alanntl genera], aun no
calmado hoy, que ha prollucidu el aSf:sinato ,le Sofía de
Sarrnien~. A todos COlli'ta, como tamhiea d perjuicio sufrido por numerosas
personas,
entre
ellas los df:sgraci:\llos
á quienes la virtuosa mujer prodigaba el pan y á <¡uic\l('s
su cariño y sus bondades han l;tltado. A Ilnd ie :<C OClIlt a (>1
riesgo de tantos otrll:';, ulllcm\;I"lllos por Ull cscÚlldalo que
ha uesperttu!o
infllli,lad de pasionc;,; ¡dCH';; 6 mezqui-
nas, ni el desúrden, habitual ('oll1pmkro del alarma, ui el
cúmulo, en fin, de consecucncias
de trascellllellcia
social.
La ley os habla todayia:
"La mayor necesidad liUC
la sociedad tenga de escarmicnto
de los delitos"
(artkulo
por la lnayor
frecuencia
GO, inciso 21!, CÓdigo penal).
Los datos cstmlh;ticos pref'entado:, por el senor Fiscal hablan muy alto. La aterradora
repetic:ioll
de 108
crímenes y :su impllnidu,l dan lugllr á In Ilceesida(l absoluta del ejercicio, terrible pero justo, de lIllO de los derechos imnanentes (le la sociedad política. E:-;lC l"f'IIl('llio es
~l Único de cuya eficacia se pUI'de aguardar la Guraeion
de esta lepra qne carcome las f~l:trnfia:~mi:-:lI1;ls del cuerpo
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- 20social; pero en tanto que nuestra deficiente legislacion
eriminal no satisfaga á las exigencias de nuestra peligrosa situacían, cada uno de nosotros, sefiores J utado8; debe,
en' la medida de sus fuerzas y de sus funciones, cbntrihuir al exacto cumplimiento de las disposiciones de la
'leY penal.
IV
Befiores lurados.
Hé aquí ,uno de los momentos más solemnes de vuestra vida. Estaís, no lo dudo, persuadidos de la gravedad
excepcional de vue~tra posicion en ese puesto, el más elevado á que puede ser llamaoo un hombre, porque es el
asiento de U08 entidad moral, hija de Dios y superior á
todos ellos ..
Os habeis desprendido al ocuparlo de vuestro carácter
individual para asumir el sacerdocio de la Justicia, el poder de la ley y la representacíon de la Sociedad- humana;
y pesan sobre vosotros todas las responsabilidades que el
ejercicio de este triple carácter trae consigo.
Delegados de la Providencia en el órden moral, penetrad en el fondo de vuestra conciencia y vereis abierto
en ella el ojo escrutador para el que no hay ni sombras
.ni repliegues: él será vuestra luz y vuestra guia, ér presi¿irá vuestro juicio, él os pedirá estrecha cuenta de los
más ocultos pensamientos y de las más ligeras intenciones.
Ministros de la ley, su espada fulgurante en vuestras
manos hace inclinar respetuosos á todos los poderes de
la tierra; quiébrense en ella las pasiones, los intereses,
las debilidades humanas que alcancen á llevar hasta V050tros sus ondas tumultuosas.
Representantes de la sociedad, amenazada en 811 existencia por los golpes redohlados con que el espíritu del
mal hiere su seno, conmovida en sus fundamentos por el
vIolento embate de las pasiones criminales desencadenadas, escuchad el unánime clamor que se alza de este pueblo, para qui~n vuestro fallo será pron6stic6 seguro de la
.alud 6 de la muerte.
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...;..21Vais á unir vuestro nombre al de un juicio criminal"
,qne será el más celebt·e en los anrdes de la justicia enest6país. porque bajo cualquier aspecto que se le considere,su
carácter especial 8e hace notable, y así demuestra
comprenderlo
esta concurrcncia selecta y numerosa, inusi.
da en nuestras barras, que hoy se agolpa á IJresenciar el
debatc y escuchar el vcredicto quc ha de dar satisfaccion
á la moral y á la ley, restablecer cn los ánimos la tranquilidad turbada y conjurar el inmincnte peligro que sobre
todas las cabezas inocentes pesa.
El crímen de los Alisos para esta sociedad es sintomático de un estado d(~ pervcrsioll
moral que exije la
aplicacian de remedios prontos,
inteligentes y enérjicos.
Todo el mundo vé, todo el mundo pc>Jpa que, en la situacion actual, los medios preventivos del crímenson
ningn •.
nos, la reprcsioll débil, la sancion legal nula en muchos
casos, ridiculamente henigna Cl,l otros, ineficaz en todos
para contener el torrente
de sangre que amenaza ahogarnos.
El criminal provistu de ámplia libertad y poderoaos
medios, el inocente maniatado, la ley vacilante, débil para
protegerle, fuerte únicamente para dar al reo todas las garRntfasapctecibles
y floja para permitirle escurrirse entre
sus mallas; los funcionarios públicos desprovistos
de medios para hacer Sll accion eficaz y pronta y colocados en
situacion de optar precisamente entre estos dos términos:
cómplices protectores del delincuente ó víctimas prcsun;.
taso Tal es, sefiorcs, la situacion á que causas complexas
de muy diflcil extirpacíon hoy, nos han conducido.
La aceion l()gica y recíproca (l'lC Be ejerce en toda sociedad entre las costumhres y las leyes, ha dado asiento en
éstas á disposiciones características
de nuestra raza y del
genio nacional: noble, gcneroso, por \lna parte, pero ligero,
imprevisivo, inconstante, quimérico, apasionado,
que n08
hace oscilar entre los extremos, sin permitimos reposo ni
estabilidad cn el justo medio dc cada cosa, sin lo cual no
puede haber órclen, paz ni verdadero progreso en el seno
de ninguna institueion humana.
Las leyes, á su \'cz, obrando sobre las costumbres,
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- 22pervierten el carácter moral del pueblo; de ahí esa cre-.
ciente progresion de crímenes de toda naturaleza q~e
aterra al hombre reflexivo y verdadero patriota; de~M
esa indiferencia con que la masa de lapoblacion pre~,encia los escándalos de cada dia, que le parecen esta.r ~n
órden natural de la sociedad.
A la 1enidadde la sancion legal sucede la ausenci~
de toda demostracion de la sancion particular ~ocial. El
delincuente que logra escapar una vez del brazo de la ley
entra de nuevo en el goce de sus antiguas prerogativas.y
de la consideracion pública, si tiene los elementos. materiales que la dan, y es noblemente poderoso y doblemente audaz, dGsde el instante en que su triunfo sobre la ley,
extirpa en él el temor de las consecuencias y lo hace má.~
terrible y más respetable á los ojos de la inocencia ,pusi.la.mine y al de las conciencias que se venden al éxito.
y , qué resultado, señores, quereis deduz<;an de ~ste
ejemplo multiplicado los numerosos grupos de las gent.es
de instintos perversos y de moral depravada, á quienes
sólo detiene en el camino del delito el fantasma del cas.tigo' y los otros, los que aguijoneados por las acres punzadas de la pasiones de la vengfLnza, de la ambicion 6. la
.codicia, ven el logro de sus fines soñados en un solosacudimiento del alma? y aquellos, en fin, que colocados
en la última clase social no reciben otra educacion moral
que las lecciones objetivas de las clases superiores, lecciones que sin duda desarrollaran en el espíritu sus consecuencias todas el dia en que exanimes, inermes caigan
vencidos en el rudo, incesante batallar contra las l1ecesiaades de la vida. ~
Toda accion en el ór<lcn universal tiene su reaccion,
y~ésta tiende siempre m{¡sallá de lo que el mantenimiento
,del órden exige: de aquí las temibles consecuencias de
todo .exceso en la aplicacion de los principios generales
de organizacion de una sociedad.
La historia del derecho criminal nos refiere las aberraciones de ciertas épocas en el importante asunto de
la penalidad y consigna el absurdo y terrible siste~a ju.dicial de aquellos tiempos. Con razon el espíritu h\1mano
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-23 ha protestan o contra semejantes prlí.ct.icns y emprendIdo
campaña contra ellas hasta borrarlas de la legislacion de:
todo pais civilizano. Pero la ley general se ha cumplid() .
('11 esta reaceion y vamos rcsbalando
por la pendiente que
habrá, de conducirnos al extremo contrario, no ménos ate·
rrador.
y nosotros, señores, bajamos al abismo con mayorrapidez que el resto dd mundo. Hemos querido servir de
ejemplo á todas las naciones y l(~s scrvirémos, sin duda:
como el esclavo cmbriagado servía de repugnante ejem.
plo á los hijos del Espartano.
El exccso de lihcrtatl para el mal ahoga la libertad
del bien; la ausencia de represion eficaz contra el delito
es una repn>sion tácita pero efedi ';'a del derecbQ., , ,
La n,Ha de un perfec10 sistema de policía'servi-'
do y organizado con intcligencia y Pl'ovisto de medios
para hacer cxpedita i"U accian, hace nula en absoluto la
prevencion de los delitos, y dificultoso en sumo grado el
descuhrimiento
de SllS autores y la cllmprobacion
inmediata de los hechos,
La leni{lad de las penas lcgalei> y las muy débiles garantías de su cjecueion, trastornan
completamente
la a~ministracion de la.ill~jicia criminal y traen consigo el desastroso resultado de hacer ineficaces todas las di5posiciones
verdaderamente
sabia:,;, yel de arrastrar en la reponsabilidad moral de cada traieion Ú la, ley, ya Ú sus ministros
mismos, ya á los ciudadanos llamaclo:, al respetable y delicado puesto que OCll pais, y con ellos á la sociedad entera
que ha dejuclo, indiferente, establcccl'i'e el pésimo sistema
cuya base sentaron la corrupcion (Í la ])us'ilani01idad.
La indiferencia, el egoismo 6 la dehilidad de los ciu-'
dadanos en los casos criminales r¡ue 110 les tocan muy de
cerca es, en mi conc(~pto, el mal lÍ que debe dirigirse la
preferente utencion de los que se preocupan por el porvenir de la patria y de sus hijos ..
N o oejemos 1I10ri r en el scno de la ~ociedad las ideas
de moralidad, la rectitud y la dignidad; mostrémos1e. á.
cada uno su intcres comprometido
en el intcres público;
e!'tahlczcalllos una ":~rdadcra ~illlcion ('11 ella contra todo
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24
delincuente y todo protector indirecto del crímen, y verémos pronto la ley aplicada estrictamente bajo su ojo vigilante y reformada luego, en cuanto ella lo necesite, para
poner nuestro derecho criminal y su administracion á la
altura del progreso real, en la libertad racional, enla efectividad y garantía de todos los derechos, en el justo y necesario castigo de todos los delitos.
La situaeian quc hemos descrito comienza á preocupar los ánimos, y el crímcn de "Los Alisos" no ha
contribuido poco á llamar la atencion general sobre la ne~
cesidad de reformas fundamentales en el pernicioso sistema de nuestra penaiidad y en la deplorable práctica de
nuestra administracion criminal.
Preciso h/1 sido, sin embargo, para despertar el intaJ1eSpúblico,que la monstruosidad del crimen se exhibiese;
en toda su deformidad, como en el caso que nos ocupa
que todas las circunstancias agravRntes del delito en los
asesinos apareciesen en contraste enérgico al lado de las
condiciones morales, nobilísimas de la ví.ctima; preciso
que en la instrucciol1 del sumario se hiciese palpable la
debilidad de los medios cmpleados para la 8veriguacion y
esclarecimiento del hecho; preciso que se haya visto á.
los criminales sin mostrar un instante de arrcpentimien~o,
un ligero rubor de vergiienza, desafiar audazmente á.
Dios'y al hombre, entrllf en lucha aqierta con la justicia,
hacer escarnio de su poder y jugar con su debilidad.
Pero, puesto que el caso ha llegado, no despreciemos
8US enseñanzas, y vosotros los primeros, señores J ur~dos,
cumpliendo el deber de vuestra conciencia en la prescripcion de la ley, señalad á vuestros sucesores el camino
por donde puede llegarse al Único refugio que nos queda
contra la tempestad de las malas pasiones que nos ahoga
en sangre.
Ante la conciencia universal hay algo más repugnante
y más terrible que el espectáculo de la inocencia inerme
perseguida traidora y brutalmente por la fuerza; expirante á sus plantas, hollada con furor y con impiedad escarnecida: es el espectáculo de la Justicia en vergonzoso y
aberrante consorcio con el crimen. Me imagino, señores,
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un' Dios que permite, para mérito mejor de la virtud, el
infortunio y la opresion de un dia; pero no puedo imaginar ni comprender,
porque es absurno, un Dios que hiciese suya la afrenta del delito, tendiendo el manto de su
indiferencia sobre los horrores deluwn(lo!
La misterio:;:a armonía ne las leves universales me da
la prueha in~leleble de la Providenda
de Dios sobre sus
obraso Y esta armonía la veo palpable en las leyes part.iculares de existencia v conscrvaeion
lid hombre, como sér
físico y como i'(:r Il;oral. Ni el hombre puede cxi~tir sin
la socierlad, ni la sociedad sin leyrs, ni las leyes :;in dos
condiciones precisas (lc estabilidad : ~u fundamento ~n los
principios morales, su sancion fuerte y :,cyera .. Así la violacion trascendental de los preceptos morales recibe en la
tierra misma una parte de su condigno castigo, y el ministro de la ley humana, por designiu misterioso de la Pfovidencia, es iustrumento tambien de la Ju:,:ticia divina ...
Por eso, señore¡;, la mision de un Juez es tan ;,;agrada, y
bnto más grave, cuanto ménos puedan
exígírsela los hombres.
su responsabilidlHl
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••••••••
Recorred de nuevo con la imaginucioll la historia do.
lorosa de horrores y de sangre que traza en grandes caractéres esa instrllecÍon criminal, y cuando los sentimientos
todos de vuestra alma, removidos, den lugar al reposo del
espíritu, abrid el libro de la ley y pronunciad el f¿dlo mÚs
severo que permita, contra los asesil1o~ Jcroccs y endure-
cidos de Sofía de Sarmiento.
Para pedirlo {¡llO mi voz, como representante
de la
víctima inocente cuanto ínf()rtunada, á las voces poderosas
y acordes que llenan el pspacio y cuyo acento resuena en
las bóvedas de 10 infinito: la voz de la virtud, de la debilidad y (le la tlcsgraeia, ultrajadas por la Illano del crímen ;
la voz n¡¡,tera <le la ley y de la J lIsticia f.;lIprcma; la voz
(]~ un l)l~eul~ alIH~1H1Zadoy la voz misma de vuestra pro"
pla conClClIClUo
nUBERTO SAIOIIEN'l'O.
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VEREDICTO.
El Jurado ha pronunciado el que sigue, en respuesta
;á las cuestiones legales que le fueron presentadas por el
:señor Juez del Estad o ~
EL JURADO
RESL~LVE:
Respecto de Ju.stiniano Gutiérrez
1? Se han cometido los delitos de homicidio y robo.
2? Justiniano Gutiérrez es responsable.
3? A la pena de diez años de reclusion penitenciaria,
y al pago de una multa igual á la décima parte de sus
hienes.
ReslJecto de A urelio Delgad-illo :
1? Se han corntido los delitos de homicidio
2? Aurelio Delgadillo es responsable.
y robo.
3? A la pena de diez años de reelusionpenitencia:ria
á la décima parte de sus
y al pago de una multa igual
bienes.
Respecto de Adelmo Jiel/¡adilio:
1?
Se han cometido los delitos
de· homicidio
y robo
y tentativa de homicidio.
2? Adelmo Delgadillo es responsable.
3? A la pena de cinco años de reclusion
penitencíaria.
Respecto de Rafael GarcÚ6.
1? Se han cometido los delitos de homicidio
y robo
y tentativa de homicidio.
2? Rafael Garda es responsable.
-3?A diez años de reclusion penitenciaria.
Respecto de Juan Pérez:
H Se han cometido los delitos de homicidio y robo.
2? Juan Pérez es responsable.
3? A diez años de reclusion
penitenciaria.
Bogotá, á 16 de Marzo de 1880.
El Presidente,
PEDRO NÁv AS AZUERO. Gahriel
Vengoechea.-Bicardo Silva.-Braulio·· Yélez.- Tomas
Castellános B.
Es cOl)ia.-El SeCretario del Juzgado del Estado,
Pedro P. Camacko.
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