igualdad y género - Ministerio Público de la Defensa

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1.
¿Por qué el género?
A principos de julio de 1776,
Thomas Jefferson escribió los párrafos
que, aprobados por el Congreso
Continental, constituirían la base
programática
de
los
estados
democráticos modernos:
“Sostenemos que estas verdades
son sagradas e innegables; que todos
los hombres han sido creados iguales e
independientes, que de esa igualdad de
creación derivan derechos intrínsecos e
inalienables, entre los cuales están la
preservación de la vida y la libertad: y
la búsqueda de la felicidad; que para
asegurar esos fines se instituye entre los
hombres los gobiernos que derivan sus
justos poderes del consentimiento de los
gobernados; que cuando quiera que una
forma de gobierno se vuelva perjudicial
para esos fines, es derecho del pueblo
alterarla o abolirla e instituir un nuevo
gobierno, basándose en principios tales
y organizando sus poderes en forma tal
que le parezca la más capaz de
procurarle seguridad y felicidad”.
Este principio de universalidad
de derechos que se reproducirá en
múltiples constituciones posteriores y
que aparece como fuente necesaria de
legitimación en el ejercicio del poder no
se vio reflejado en la realidad de los
países que manifestaron adoptarlo.
Ciertamente, es mucho más
conocida la historia de la lucha contra
la esclavitud y la discriminación en
razón de la raza que la que, desde muy
temprano,
llevaron
adelante
las
mujeres para dar contenido real al
enunciado universalista de los derechos
humanos.
En el ejemplar del 1 de
septiembre de 1812, del periódico El
grito del Sud, expresión de la Sociedad
Patriótica y Literaria de Buenos Aires,
su redactor (tal vez Bernardo de
Monteagudo) refiere que “una señorita
me ha preguntado en estos días si entre
los derechos imprescriptibles del hombre
se contaban también los derechos no
menos imprescriptibles de las mujeres.
Respondí que sí y no he podido resistir
el torrente de reconvenciones con que
cargó sobre mí, echándome en cara
defectos de otros que yo he criticado
alguna vez con demasiado ardor,
aunque sin suceso”.
Ya en la segunda mitad del siglo
XIX el reclamo de las mujeres por la
igualdad de derechos políticos comienza
a
expresarse
en
el
marco
de
organizaciones
nacionales
e
internacionales. De esta forma, en 1922
se realizó en Baltimore la primera
Sexo
Sexo se refiere a las características biológicas
que definen a un ser humano como hombre o
mujer. Los conjuntos de características
biológicas no son mutuamente excluyentes, ya
que existen individuos que poseen ambos,
pero estas características tienden a diferenciar
a los humanos como hombres y mujeres.
(OMS)
Género
Género se refiere a la gama de roles,
relaciones, características de la personalidad,
actitudes, comportamientos, valores, poder
relativo e influencia, socialmente construidos,
que la sociedad asigna a ambos sexos de
manera diferenciada. Mientras el sexo
biológico está determinado por características
genéticas y anatómicas, el género es una
identidad adquirida y aprendida que varía
ampliamente intra e interculturalmente. El
género es relacional ya que no se refiere
exclusivamente a las mujeres o a los hombres,
si no a las relaciones entre ambos.
[GLOSARIO DE GÉNERO en http://www.uninstraw.org/es/]
1
Conferencia Panamericana de la Mujer
donde se discutió la situación jurídica
de la mujer, dando prioridad a los
derechos políticos y creando la
Asociación Panamericana para el
Avance de la Mujer.
La acción decidida de las
indicando las desigualdades jurídicas
que en ellas se manifestaban.
Es así que de manera lenta pero
constante,
las
mujeres
fueron
obteniendo mayores avances en el
reconocimiento
normativo
de
la
enunciada igualdad universal, de modo
tal que en el Preámbulo de
Igualdad de Género
la Carta de las Naciones
La igualdad de género parte del postulado que todos los
Unidas se estableció entre
seres humanos, tanto hombres como mujeres, tienen la
sus objetivos básicos el de
libertad para desarrollar sus habilidades personales y
“reafirmar la fe en los
para hacer elecciones sin estar limitados por estereotipos,
derechos fundamentales del
roles de género rígidos, o prejuicios. La igualdad de género
hombre, en la dignidad y el
implica que se han considerado los comportamientos,
valor de la persona humana,
aspiraciones y necesidades específicas de las mujeres y de
los hombres, y que éstas han sido valoradas y favorecidas
en la igualdad de derechos
de la misma manera. No significa que hombres y mujeres
de hombres y mujeres”.
tengan que convertirse en lo mismo, sino que sus
La prohibición
de
derechos,
responsabilidades
y
oportunidades
no
hacer
distinción
entre
dependerán del hecho de haber nacido hombre o mujer.
varones y mujeres en el
reconocimiento y realización
Equidad de Género
de
los
derechos
La equidad de género se refiere a la justicia en el
fundamentales habrá de
tratamiento de hombres y mujeres, según sus necesidades
reiterarse en todos los
respectivas. A partir de este concepto se pueden incluir
instrumentos
tratamientos iguales o diferentes aunque considerados
equivalentes en términos de derechos, beneficios,
internacionales de derechos
obligaciones y oportunidades. En el contexto del trabajo
humanos.
de desarrollo, una meta de equidad de género suele incluir
medidas diseñadas para compensar las desventajas
históricas y sociales de las mujeres.
GLOSARIO DE GÉNERO en http://www.uninstraw.org/es/]
mujeres de esta asociación logró que en
la Quinta Conferencia Internacional
Americana reunida en Santiago de
Chile en 1923 se introdujera en la
agenda de las futuras reuniones, el
estudio de la forma de eliminar la
discriminación constitucional y jurídica
contra la mujer para hacer realidad la
igualdad civil y política de varones y
mujeres.
Diez años después, en la Séptima
Conferencia Internacional Americana
(Montevideo
1933),
la
Comisión
Interamericana de Mujeres, creada en
1928, presentó un estudio sobre la
condición de la mujer en las Américas,
en el que examinaron la constitución y
las leyes de 21 repúblicas americanas,
2
Ahora
bien,
no
obstante ello, la realidad
muestra
cotidianamente
una persistente situación de
desigualdad entre varones y
mujeres que se expresa en todos los
órdenes de la vida cotidiana de las
personas. En efecto, mientras las
funciones jerárquicas o de conducción
están mayormente en cabeza de
varones, las tareas domésticas quedan
en manos de la mujer. Asumimos
naturalmente que la educación de los
primeros años esté a cargo de las
mujeres y que los transportes públicos
sean
conducidos
por
varones.
Preferimos no preguntarnos los motivos
por los cuales a iguales tareas se le
paga mejor sueldo a los varones y
atribuímos a cuestiones meramente
anatómicas la circunstancia de que los
baños de mujeres siempre estén más
congestionados que los de los hombres.
Si observamos con más cuidado, vamos
a advertir que en muchos países del
mundo, que por cierto integran las
Naciones Unidas, las mujeres no
pueden mostrarse en público y muchas
de ellas mueren por la negativa a ser
examinadas por médicos varones, en
muchos lugares se las mutila o se las
asesina por el sólo hecho de ser
mujeres o, sólo por tal condición, serán
dejadas de lado al momento de
distribuir la escasa ración de alimentos.
Sin necesidad de alejarse mucho, en
nuestro propio país las mujeres son las
víctimas mayoritarias de la violencia
doméstica que la sociedad no ve y el
Estado no sanciona.
Al
igualdad
momento de realizar la
proclamada, es necesario
abandonar el paradigma de “individuo”
forjado al modelo del varón [o de cierto
modelo de varón] e intentar una mirada
distinta
que
nos
descubra
los
obstáculos verdaderos que impiden
hacer realidad los principios de
igualdad y universalidad de los
derechos humanos.
Para ello, el concepto de género
como categoría de análisis que permite
identificar y separar lo biológico,
atribuído al sexo, de lo cultural,
determinado
por
el
género,
se
constituye en una herramienta apta
para esta tarea de develamiento y
permite orientar la acción hacia una
transformación efectiva que permita
avanzar hacia un mundo más justo en
el que todos puedan alcanzar sus
ideales de seguridad y felicidad.
Necesidades Prácticas de Género
Las Necesidades Prácticas de Género (NPGs) son identificadas por las mujeres a partir de
sus roles socialmente definidos como una respuesta a las condiciones materiales
inmediatas. Las NPGs suelen relacionarse a las carencias en las condiciones de vida, tales
como el acceso al agua, a la salud o al empleo. El enfocarse sobre este tipo de necesidades
no cuestiona la división sexual del trabajo ni la posición social de subordinación de las
mujeres. [4]
Intereses Estratégicos de Género
Los Intereses Estratégicos de Género (IEGs) son identificados por las mujeres a partir de su
posición de subordinación social. Estos intereses plantean un reto a la división sexual del
trabajo, el poder y el control, así como a los roles y normas definidas según parámetros
tradicionales. Los IEGs varían según los contextos particulares y pueden incluir temas tales
como derechos legales, violencia doméstica, igualdad salarial y el control de las mujeres
sobre sus cuerpos. [5]
Análisis de Género
El análisis de género es una forma sistemática de observar el impacto diferenciado de
programas, proyectos, políticas y piezas legislativas sobre los hombres y las mujeres. Este
proceso inicia con la recopilación de datos desagregados según sexo y de información
sensible al género sobre la población involucrada. El análisis de género también puede
incluir el análisis de las múltiples formas en que los hombres y las mujeres, como actores
sociales, se involucran en el proceso de transformación de roles, relaciones y procesos
socialmente establecidos, motivados por intereses individuales y colectivos. [6]
GLOSARIO DE GÉNERO en http://www.un-instraw.org/es/]
3
GÉNERO
MUJER
VARÓN
CATEGORÍAS
BIOLÓGICAS
SEXO
ADQUISICIÓN DE ARTIBUTOS
MASCULINOS Y FEMENINOS
DEFINIDOS A NIVEL LOCAL
FUNCIONES
FUNCIONES
CATEGORÍAS
SOCIALES
GÉNERO
RELACIONES
4
LECTURA I:
Tomando los derechos humanos de las mujeres en serio
por Marcela V. Rodríguez
1. Introducción
El sistema internacional de derechos humanos enfrenta el desafío, hasta las
últimas décadas ignorado, de ser significativo y confiable a los efectos de jugar un rol
importante en la transformación de las condiciones de inferioridad y subordinación
en las que viven la mayoría de las mujeres en todo el mundo. Las mujeres han
sufrido las limitaciones del derecho internacional en lo atinente a la protección de
sus derechos y libertades fundamentales, tanto en los orígenes del sistema
internacional de derechos humamos como en su desarrollo más moderno. Este
sistema no ha prestado atención a las demandas de las mujeres y a los derechos
que, como tales, resultan más necesarios. En los avances más recientes del derecho
internacional se han comenzado a reconocer los deberes de los Estados y a atender
la vulnerabilidad pública y privada de las mujeres, todavía en forma deficitaria.
En efecto, el sistema internacional de los derechos humanos no ha sido
diseñado y aplicado de modo de revertir eficazmente las desventajas, injusticias y
violaciones a los derechos humanos sufridas por las mujeres por su sola pertenencia
al género femenino. Así, el respeto a los derechos humanos ha fallado en su
pretensión de universalidad. Existen varios factores que coadyuvan a esta falta de
respuesta por parte del sistema de derechos humanos. En primer lugar, el derecho
internacional no ha reconocido ni menos aún comprendido la naturaleza sistemática
de la discriminación y el sistema jerárquico de relaciones sociales entre los géneros;
tampoco ha dado cuenta de la subordinación de las mujeres como una violación de
los derechos humanos que debe ser atendida de forma positiva y que genera
necesidades específicas; por otro lado, no existe un consenso real entre los Estados
respecto de la necesidad de condenar enfáticamente la discriminación contra las
mujeres. En cuanto a los propios grupos tradicionales de derechos humanos y la
comunidad internacional de derechos humanos, también han desconocido, hasta los
últimos años, la necesidad de abocarse a las violaciones de los derechos humanos de

Este trabajo es un fragmento de un artículo publicado en LA APLlCACIÓN DEL DERECHO
INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS POR LOS TRIBUNALES LOCALES, Centro de
Estudios Legales y Sociales, 1997.
5
las mujeres. Por su parte, los grupos tradicionales de mujeres han ignorado el
potencial del sistema internacional de derechos humanos para mejorar sus
condiciones de vida o, simplemente y no sin fundamento real, han desconfiado de
este sistema por considerarlo inmerso en los propios criterios del sistema patriarcal
que da origen a las violaciones de los derechos humanos de las mujeres.
2. Androcentrismo y derechos humanos
Considerar los derechos humanos desde la perspectiva de las mujeres implica
comprender al sistema jurídico en un sentido amplio que incluye tanto las normas
que constituyen su cuerpo formal como los discursos en los cuales esas normas están
situadas, y a través de los cuales se elaboran y articulan, los organismos y las
prácticas relativas a su diseño, su implementación y la sanción a sus transgresiones,
así como las acciones de los distintos actores que participan en todos los niveles.
Fundamentalmente, implica entender cuál es la relevancia concreta para la vida
cotidiana de las mujeres.
Los conflictos de género no han sido reconocidos por el discurso de los derechos
humanos. El análisis del discurso jurídico permite descubrir las representaciones
simbólicas y el imaginario hegemónico que las produce y las hace ser eficaces,
funcionales y respetadas. Tanto en los sistemas nacionales como en el sistema
internacional de derechos humanos se ha partido de la concepción de que la
pertenencia al género femenino o masculino son características ontológicas y no
construcciones de la percepción, intervenciones culturales o identidades forzadas por
el propio sistema social de jerarquías entre los sexos. Es decir, el género es concebido
y vivido como una ontología y no como epistemología. El derecho ha contribuido
activamente en la transformación de una perspectiva en una “instancia objetiva de
neutralidad”.
Desde la perspectiva de las mujeres, el sistema de derechos humanos, de
conformidad con la supremacía masculina, ha erigido las cualidades valoradas desde
el punto de vista masculino en los criterios liminares para la construcción e
implementación de un sistema de derechos humanos. Aquellos que detentan el poder
en la sociedad, no las mujeres, han diseñado las normas, los organismos encargados
de su implementación y monitoreo y son quienes conducen las prácticas relevantes,
tanto en lo formal como en lo sustancial. Así, el sistema de derechos humanos
constituye el resultado de creencias implícitas que apuntala, difunde y proyecta la
imagen del sistema patriarcal, ocultando las discriminaciones genéricas. El discurso
de los derechos humanos ha reproducido 'el imaginario social en el cual las
relaciones de poder intergenérico se juegan y enfrentan, está impregnado de las
valoraciones de un imaginario hegemónico que preside las relaciones de
subordinación y superioridad entre los géneros.
Más grave aún, cuando el sistema permite que la dominación masculina se
vuelva ontológica, ya no parece más epistemológica y construye y refleja estas
representaciones simbólicas como la verdad. Así, los sistemas legales objetivizan las
estructuras sociales' y los procesos jurídicos reflejan en sí mismos su propia imagen
1.
Desde el punto de vista de las mujeres, el género es una cuestión de
desigualdad de poder, no de diferencias. Para las mujeres, el género es un status
social definido por lo que está prohibido o permitido y a quienes. Considerar que el
sistema de derechos humanos puede ser neutral respecto al problema de género,
encubre la realidad del género como un sistema de jerarquías sociales y
1
6
Ver Calherine MacKinnon, Towards a Feminist Theary of the State, Harvard University Press.
subordinación, como una desigualdad de poder. La neutralidad respecto al género es
el standard masculino. Cuanto el sistema más cierra sus ojos a la cuestión de
género, más ciego es a la aplicación del criterio masculino como paradigma de lo
humano y más profundamente niega cualquier cuestionamiento de su contenido
como representante de algún punto de vista.
El sistema de derechos humanos es androcéntrico en tanto trata y considera a
las mujeres como los varones tratan y consideran a las mujeres, en tanto se
constituye de acuerdo con los intereses, perspectivas, experiencias y valores de los
varones como género. El sistema ha recogido el punto de vista masculino en el nivel
del diseño de sus instrumentos y organismos, institucionalizando el poder de los
varones sobre las mujeres. El sistema ha considerado a los individuos, uno a la vez,
como si ellos no pertenecieran a un género. Así se oscurecen las realidades colectivas
y los correlatos sustantivos del status de los grupos según el género. Hasta el
momento, ser una persona, un individuo abstracto con derechos abstractos, significó
ser varón. Por lo tanto, la igualdad en abstracto no incluyó aquellos derechos que las
mujeres como tales más necesitan y menos tienen. Todo esto ha resultado racional y
neutral dado que la realidad social es construida desde el punto de vista de los
varones. El sistema de derechos humanos ha perpetuado la desigualdad a través de
la articulación de una ideología que camuflea la fundamental injusticia de las
relaciones entre los sexos existentes. Los valores, los peligros, los intereses, y las
contradicciones fundamentales que caracterizan las vidas de las mujeres no han sido
reflejadas en ningún nivel en el sistema.
Por un largo tiempo, muchas de estas cuestiones, tales como la violencia
doméstica, el acoso sexual, el abuso y violación conyugal, el cuidado y crianza de los
hijos, han sido descartadas como cuestiones de simple interés privado. Esto ha sido
ratificado por la concepción de esferas separadas: la pública y la privada. De acuerdo
con esta noción, se ha construido una poderosa y extensa ideología, reforzando la
percepción que concibe al sistema de relaciones sociales como divididas entre dos
esferas, una pública y masculina, y la otra privada y femenina. Esta división de
esferas ignora el carácter político de la distribución desigual del poder en la vida
familiar, no reconoce la naturaleza política de la llamada vida privada y oscurece el
hecho de que la esfera doméstica es en sí misma creada por el dominio político donde
el Estado se reserva la elección de intervenir. La dicotomía de lo público y lo privado
desconoce la unicidad de las vidas de las mujeres como genéricas. Si tomamos como
ejemplo las diferencias creadas por la división social del trabajo existente dentro de la
familia, se torna crecientemente obvio cuan política es la institución de la familia. Sin
embargo, esta división entre lo público y lo privado fue adoptada por el sistema
internacional de derechos humanos desprotegiendo a las mujeres en la esfera donde
sus derechos son violados más frecuentemente.
Tradicionalmente, el sistema internacional de protección y promoción de los
derechos humanos ha incluido una cláusula de igualdad en todos sus instrumentos
principales así como la prohibición de discriminar en el pleno goce y ejercicio de los
derechos y libertades fundamentales. Esta cláusula de igualdad requiere tomar una
posición acerca de una concepción particular, demanda una opción entre
concepciones competitivas de moralidad política, que debe contemplar tanto a
cuestiones normativas como fácticas. Se ha observado que la cláusula de igualdad ha
sido diseñada a los efectos de proteger a los derechos individuales 2, que el postulado
de la igualdad establece que los individuos tienen derecho a una igual autonomía e
igual respeto como sujetos de elección moral, capaces de diseñar y perseguir sus
2
Ver Dworkin, Ronald, Laws Empíre. Cambridge: Harvard University Press, 1986.
7
propios planes de vida 3. Sin embargo, parece que resulta más difícil saber cuando el
postulado de igualdad se satisface realmente al ser considerado en términos de
medidas concretas. Esto es así, especialmente, porque el significado pleno del
concepto de igualdad depende de una red anterior de valores y presunciones
filosóficas que es por sí cuestionable.
Desde la teoría legal feminista se ha criticado la efectividad del sistema
internacional de derechos humanos y del discurso de los derechos en general.
Juristas feministas han revelado que la doctrina de la igualdad, tal como ha sido
desarrollada en términos tradicionales, presume standards que desaventajan a las
mujeres. Desde una perspectiva feminista, la igualdad de género continúa siendo un
ideal ilusorio. A pesar de la diversidad de posiciones dentro de las teorías feministas
respecto del significado del término igualdad, existe un amplio consenso con respecto
a la idea general de que la igualdad implica la eliminación de la condición de
inferioridad a la que las mujeres han sido relegadas.
Una de las cuestiones cruciales, en el debate respecto de los medios para
lograr la igualdad de género es, si debe considerar a los varones y mujeres como
sujetos intercambiables o si es necesario reconocer la unicidad de la situación de las
mujeres en la sociedad, a los fines de satisfacer el ideal de igualdad. Para encarar la
cuestión, acerca del tratamiento similar/tratamiento especial, es necesario tener en
consideración que la formulación tradicional de la doctrina de igualdad, es incapaz de
revertir la condición de inferioridad que sufren las mujeres. Existen limitaciones
elementales en la noción tradicional de la discriminación que no contribuyen a la
eliminación del sexismo. Más aún, muchas veces la interpretación de la cláusula de
igualdad tradicionalmente aceptada, no sólo no contribuye a lograr la igualdad de
género sino que, aún fomenta una comunidad desigualitaria.
El sistema internacional de derechos humanos ha sido incapaz de garantizar
una real igualdad de género. Ha adoptado un punto de vista formalista y “neutral”,
que lo ha tornado incapaz de identificar y generar respuestas a las inquietudes y
necesidades de las mujeres. Como consecuencia de esta “neutralidad” y de la idea de
proveer un tratamiento similar a aquellos que están similarmente situados, el
derecho ha sido incapaz de tener en cuenta la diversidad de las situaciones de las
mujeres y sus demandas, dado que las mujeres están diferentemente situadas a los
varones. EI varón es todavía el paradigma lo que hace imposible valorar la diversidad
que es tan crucial para la igualdad de las mujeres.
El requisito de “tratamiento similar” entre los sexos hace surgir esta pregunta:
¿similar a quién? El modelo que el “tratamiento similar” utiliza es el modelo
masculino. Esto desconoce la unicidad de las experiencias de las mujeres y conduce
a la conclusión de que, las mujeres pueden reclamar igualdad en tanto sean como los
varones. Esta doctrina de igualdad formal no puede garantizar la igualdad real, dado
que la realidad social nos demuestra que los individuos no están similarmente
situados. Por el contrario, varones y mujeres están diferentemente situados con
respecto a numerosas circunstancias económicas, políticas y sociales Esta diferente
ubicación es de orden jerárquico.
A los efectos de construir una sociedad realmente igualitaria, es necesario
reconocer las diferencias entre los sexos e incorporarlas en una visión más amplia de
la igualdad. El fin es lograr la igualdad respetando las diferencias, esto es,
erradicando la necesidad de pretender una alianza con las pautas de un “otro”
dominante como un prerequisito para ser tratado como un completamente par. En
Ver Karst, Kenneth, The Supreme Court 1976 term foreword: equal dtizenship under the
Fourteen Amendment, Harvard Law Review 91:1, 1977, Y O'Fallon, James,. Adjudication and
contested concepts: the case of the equal protection. NewYork Uníversity Law Review 54:19, 1979
3
8
otras palabras, considerar las diferencias de forma tal, que cualquiera tenga derecho
a igual respeto independientemente -o mejor dicho, teniendo en cuenta- de sus
diferentes perspectivas.
En otras palabras, a los efectos de lograr la igualdad de género y de garantizar
que las mujeres obtendrán igual status y respeto como ciudadanas de acuerdo con su
propia condición, es necesario reconocer que la identificación de normas y prácticas
discriminatorias y el deber de la sociedad de garantizar derechos sustantivos, es una
tarea más complicada que lo que se ha considerado tradicionalmente por el sistema
internacional de derechos humanos. Esta sociedad igualitaria demanda la
comprensión de que, el punto de partida es asimétrico y que la aplicación de reglas
neutrales conduce a resultados desiguales. La abstracción de que la realidad social es
jerárquica asegura que aquella gente que difiere del modelo va a ser considerada en
forma deficitaria.
Una sociedad justa demanda la igualdad de acceso a los recursos y de respeto.
El logro de la igualdad de género implica el cumplimiento de determinados deberes
por parte de la comunidad. Para reparar la desigualdad de género, la sociedad tiene
que reconstruir sus reglas primarias a los efectos de incorporar las perspectivas de
las mujeres. Dado el hecho de que, las perspectivas y experiencias de las mujeres han
sido constantemente omitidas o desvalorizadas, -especialmente en lo concerniente al
dominio público-, esta reconstrucción requiere el apoyo positivo.
A los efectos de remediar la desigualdad de género, es necesario reconocer que
las necesidades de las mujeres se originan en el contexto de la discriminación. De
otra forma, las mujeres serán siempre acusadas de demandar un tratamiento
preferencial inválido con el propósito de resolver problemas, que son de su propia
incumbencia y sus demandas continuarán siendo desoídas.
De acuerdo con una concepción amplia de justicia y de derechos, la institución
de la igualdad real de oportunidades demanda tanto conductas negativas como
positivas. En este sentido, a los efectos de establecer un orden político y social, el
Estado no debe imponer ningún impedimento legal o cuasi-legal en la competencia
por recursos escasos. Por otra parte, a una sociedad que enfrenta demandas relativas
a la reparación de perjuicios sufridos como consecuencias de violaciones al derecho a
igual tratamiento, solo en unas pocas circunstancias la eliminación de los
impedimentos legales o cuasi-legales resulta adecuada para lograr la reparación de
desigualdades previas y sus consecuencias relativas a la competencia por bienes,
recursos y posiciones de poder. En muchos otros casos, especialmente si los
impedimentos han sido impuestos por un largo período de tiempo, el mero retiro de
éstos no es suficiente para alcanzar la situación de igualdad que existió o debió haber
existido si aquellos impedimentos nunca hubieran sido impuestos. En estos casos, la
eliminación de los obstáculos legales no significa elevar las posibilidades de éxito de
quienes los sufrieron, a algo más que una mera posibilidad, en comparación con
aquellos que han disfrutado de los beneficios y privilegios de la situación previa de
dominación.
Cuando la desigualdad social es la norma imperante en el contexto inicial
previo a la distribución de herramientas, no podemos esperar que la mera igualdad
abstracta de oportunidades será capaz de asegurar la igualdad de resultados. Esto es
especialmente relevante a los efectos de evaluar la legitimidad del sistema en tal
contexto donde la discriminación de género y la jerarquía social son norma. Westerm 4
ha afirmado que no podemos considerar que existe igualdad de oportunidades cuando
un individuo tiene que enfrentar impedimentos agobiantes que tornan prácticamente
4
Ver Westem, Peter, The concept of equal opportunity, Ethics 95:837, 1985.
9
imposible procurarse el bien respecto al cual supuestamente está en igualdad de
oportunidades. La igualdad de oportunidades significa algo más que una “mera
posibilidad”. No podemos considerar que el imperativo de la igualdad de
oportunidades se satisface cuando, como resultado de una distribución de igualdad
marginal de instrumentos, algunos individuos terminan con una chance casi
insignificante de éxito. Por esta razón, es necesario tener en consideración que, en la
distribución de medios y herramientas, algunas veces la igualdad de oportunidades
requiere que algunos sean asignados en forma igual y se permita que otros se asignen
en forma desigual, a los efectos de evitar aquellas selecciones que implican confinar a
algunos individuos a no tener más que una mera posibilidad de éxito.
Si la justa igualdad de oportunidades demanda la eliminación de las
desventajas sociales, esto implicaría defender una asignación desigual de
determinados instrumentos fundamentales. En otras palabras, a los efectos de
erradicar desigualdades socialmente causadas, puede ser necesaria la adopción de
programas reparadores para los discriminados o desaventajados, o algún otro
tratamiento diferencial con respecto a aquellos medios cuya posesión depende de
condiciones sociales. Para que la igualdad de género tenga sentido es necesario
identificar las cuestiones reales y establecer que la discriminación por género, una
vez identificada importa la necesidad de encarar cambios sociales. Las desigualdades
políticas y sociales hacen que el campo neutral sea imposible. El sistema de derechos
humanos debe asumir que la igualdad o la desigualdad son la norma imperante.
Asumir que la igualdad generalmente existe y que cada instancia en que ella se
desafía es la excepción, toma casi imposible el objetivo de lograr la igualdad a través
del sistema. En este sentido, el sistema internacional de derechos humanos debe
convertirse en instrumento de cambio.
Para convertirse en instrumento de cambio, es necesario describir y analizar
los “daños” que el sistema androcéntrico ha perpetrado. El hecho de demostrar que
los prejuicios sexistas subyacen en estos daños implica que es posible construir una
alternativa que evite o repare estos daños. En este sentido es necesario explorar
cuáles han sido y son ahora las experiencias de las mujeres que han sido atendidas
o desatendidas por el sistema de derechos humanos; qué presunciones,
descripciones, afirmaciones y/o definiciones de experiencias masculinas, femeninas
u ostensiblemente neutrales en términos de género, hace el sistema en esta áreas;
cuál es el área de desigualdad, distorsión, o negación creada por las diferencias entre
las experiencias de vida de las mujeres y las presunciones del derecho o de las
estructuras impuestas; qué intereses androcéntricos son servidos por esta
desigualdad, distorsión o negación; qué reformas han sido propuestas en esta área
del derecho o para la situación de vida de las mujeres y, en caso de que estas
propuestas son adoptadas, como afectarán a las mujeres tanto prácticamente como
ideológicamente.
3.Androcentrismo del sistema internacional de derechos humanos
En pocas áreas del sistema internacional existe una brecha tan grande entre
los criterios internacionales de protección y promoción de los derechos humanos y
su efectiva aplicación y vigencia como en la cuestión de los derechos de las mujeres.
Existen más de 20 tratados internacionales dedicados específicamente a los derechos
de las mujeres y a cuestiones relacionadas con la discriminación por razón de
género. Todos los tratados internacionales de derechos humanos que contienen
disposiciones de no discriminación o cláusulas de igualdad incluyen la prohibición
de discriminar por razones de sexo. En la mayoría de estos instrumentos se trata de
elaboraciones de la norma formal de no discriminación, estableciendo que, en
10
contextos generales o particulares, las mujeres deben ser tratadas de igual manera
que los varones. Mientras este desarrollo del derecho internacional ha sido valioso,
no ha sido adecuado para atender la situación de subordinación de las mujeres en
todo el mundo. En efecto, el problema fundamental que las mujeres enfrentan no es
simplemente un tratamiento explícitamente discriminatorio en sentido formal en
comparación con el tratamiento deparado a los varones, aunque éste continúa
siendo una grave manifestación de un problema más amplio. Las mujeres están
inmersas en un sistema social de jerarquías entre los géneros porque no tienen
poder real ni en el mundo público ni en el privado, y el derecho internacional, así
como las restantes construcciones legales, económicas, sociales y culturales refuerza
esta falta de poder.
Un tratamiento adecuado de los derechos humanos de las mujeres debe
explorar y redefinir los límites de los criterios tradicionales en lugar de extender el
limitado modelo existente de no discriminación. Si bien la formulación de derechos en
términos igualitarios pueden ser útiles como un primer paso hacia el avance de la
posición de las mujeres, ello no es suficiente. Las necesidades, puntos de vista,
experiencias y preocupaciones de las mujeres no son fácilmente traducibles en el
estrecho lenguaje individualista del sistema de derechos humanos, sin elaborar, vía
reconceptualización. Este sistema ha desconocido o simplificado las complejas
relaciones de poder y la promesa de igualdad formal ha sido desvirtuada por
desigualdades estructurales del poder. Determinados derechos en particular, tales
como el de libertad de religión, el de libertad de expresión, el derecho a la privacidad o
el de la protección de la familia, han sido utilizados de hecho para justificar
situaciones de opresión de las mujeres5. Aún los propios derechos que aparentemente
han sido diseñados para beneficiar a las mujeres han sido interpretados por parte de
los tribunales nacionales de una forma típicamente androcéntrica.
Además de las limitaciones que presenta el ideal de la igualdad formal, el
sistema internacional de derechos humanos ha presentado varias deficiencias a la
hora de proteger los derechos humanos de las mujeres. En primer lugar, los
organismos encargados del monitoreo de los tratados principales de derechos
humanos han tendido a ignorar la aplicación de las normas de derechos humanos a
las mujeres. Por otra parte, la creación de una rama especializada de derechos
humanos de las mujeres ha conducido a su marginalización; la estructura y las
instituciones de los derechos humanos de las mujeres son más frágiles que sus
contrapartes contempladas en otros tratados internacionales; los instrumentos
internacionales que se refieren a las mujeres tienen procedimientos y obligaciones de
implementación más débiles, las instituciones diseñadas para elaborarlos y
monitorearlos tienen menos recursos y sus roles están a menudo más circunscriptos
comparados con otros organismos de derechos humanos; la amplia práctica de los
Estados para hacer reservas a disposiciones fundamentales en estos instrumentos es
tolerada, así como en general la falla de los Estados en cumplir con sus obligaciones
bajo estos instrumentos; los remedios previstos por el sistema suelen ser inaccesibles
para las víctimas individuales; los gobiernos nacionales no suelen difundir la
información respecto de las obligaciones internacionales del Estado relativas a los
derechos humanos de las mujeres. Además, las organizaciones no gubernamentales
solo recientemente han comenzado a documentar el abuso hacia las mujeres que cae
dentro de la esfera tradicional de derechos humanos.
Laura Reanda ha descripto el dilema estratégico con respecto a las estructuras
legales internacionales y el bienestar de las mujeres: el precio de la creación de
Ver Hilary Charlesworth, What are “Women's Intemational Human Rights”?, en Human Rights of
Women, University of Pennsylvania Press, 1994, pág 73.
5
11
mecanismos institucionales separados y de medidas especiales que atienden
cuestiones de mujeres dentro del sistema de las Naciones Unidas ha sido típicamente
la creación de un “ghetto de mujeres” con menos recursos, menos poder, y menos
prioridad que los organismos principales de derechos humanos. Por otro lado, el
intento de mejorar la posición de las mujeres a través de medidas aplicables con
mayor generalidad ha permitido que las preocupaciones de las mujeres fueran
relegadas por lo que se han considerado cuestiones más “globales” 6.
La primera estrategia adoptada por las feministas liberales para la utilización
del sistema internacional para la protección de los derechos humanos de las mujeres
ha sido demandar la inclusión en los términos de la universalidad abstracta del
sistema con el fin de extender los principios de objetividad e igualdad de condiciones
a las mujeres. Fundamentalmente, los resultados fueron eliminar las barreras legales
para que las mujeres sean tratadas como los varones en la esfera pública, a través de
un simple requerimiento de tratamiento igualitario. Este enfoque ha caracterizado a
gran parte del derecho internacional de los derechos humanos de las mujeres vigente,
como por ejemplo la Convención sobre Derechos Políticos de las Mujeres de las
Naciones Unidas de 1953, la Convención de las Naciones Unidas sobre la
Nacionalidad de la mujer Casada de 1957, la Convención de la UNESCO sobre
Discriminación en la Educación de 1960 y la norma de no discriminación contenida
en los tratados de derechos humanos. Asimismo, las actividades de la Comisión sobre
la Condición de la Mujer generalmente han sido desarrolladas bajo ese enfoque. Así,
la prohibición internacional de discriminación en razón de sexo promete igualdad a
las mujeres que intentan conformar el modelo masculino y ofrece poco a aquellas que
no lo hacen. Este abordaje ha resultado inadecuado para criticar y transformar un
mundo en el cual la distribución de bienes está estructurada a lo largo de líneas
genéricas. Asume un mundo de individuos autónomos comenzando una carrera o
haciendo decisiones libres partiendo desde un punto de partida simétrico y que no da
cuenta del hecho de que mujeres y varones están ubicados en lugares diferentes en la
sociedad y que esta diferencia es de orden jerárquico.
La propia génesis de los derechos humanos dentro del sistema internacional
muestra las diferentes consecuencias para varones y mujeres. Los llamados derechos
civiles y políticos han sido concebidos tradicionalmente como derechos que los
individuos podían interponer ante abusos e interferencia desde el Estado. Refleja la
dicotomía de lo público y lo privado en su contenido e interpretación: son derechos
que los individuos pueden afirmar contra el Estado, fundamentalmente han
funcionado como vallas de protección de los varones dentro de la vida pública, en su
relación con los Estados. Sin embargo, éstos no son los peligros más frecuentes ante
los cuales las mujeres necesitan más protección. Si tomamos como ejemplo el más
importante de todos los derechos humanos, el derecho a la vida, básicamente ha sido
interpretado como protegiendo a los individuos contra la arbitraria privación de la vida
a través de la acción pública. Pero la protección contra la arbitraria protección de la
vida o la libertad a través de acciones públicas, si bien es importante, no responde al
riesgo que la mera pertenencia al género femenino implica para el derecho a la vida y
los modos especiales en los cuales las mujeres necesitan protección legal para ser
capaces de gozar del derecho a la vida. Durante todo el ciclo vital, la pertenencia al
género femenino importa un factor de riesgo y vulnerabilidad: de aborto e infanticidio
debido a las presiones sociales y económicas de tener hijos varones en algunas
culturas; de manutención a causa de prácticas sociales que le dan mayor prioridad a
varones y niños con respecto a la alimentación; de menor acceso a la salud que los
Ver Laura Reanda, The Commision on the Status of Women, en The United Nations and Human
Rights, A Critical Appraisal, Oxford University Press, 1992, pág. 264.
6
12
varones; de violencia endémica contra las mujeres en todos los Estados, de la falta de
acceso y negación de los derechos reproductivos y sexuales y el control sobre el propio
cuerpo. Aunque la evidencia empírica de la violencia contra las mujeres es
impresionante e indiscutida, ésta no ha sido adecuadamente reflejada en el desarrollo
del derecho internacional, al menos hasta la última década. El gran nivel de
documentación de la violencia contra la mujer en todo el mundo no había sido
atendido por la noción del derecho internacional del derecho a la vida porque este
sistema está concentrado en las acciones públicas desarrolladas por el Estado. De
esta manera, los organismos principales encargados del monitoreo y sanción de las
violaciones de derechos humanos pocas veces han incluido estas cuestiones o han
considerado la violencia contra las mujeres en la esfera privada como perteneciente a
su mandato.
Por otra parte, otros derechos contemplados en los instrumentos
internacionales como derechos civiles y políticos han sido interpretados de modo que
ofrece muy poca libertad o protección a las mujeres. Así, tenemos el derecho a la
libertad y a la seguridad de la persona del artículo 9 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos que también ha sido considerado básicamente en el
contexto de la acción directa del Estado. El derecho a la libertad de expresión ha sido
utilizado para justificar la producción y distribución de pornografía sin tener en
cuenta los daños para la vida, libertad y seguridad de las mujeres tanto en el orden
individual de quienes participan de ella, a veces coactivamente, como respecto a las
mujeres como grupo. Asimismo, el derecho a la privacidad ha sido interpretado como
una barrera contra el escrutinio de las autoridades en los lugares donde las mujeres
sufren las más graves violaciones a sus derechos: la casa y la familia.
Los derechos económicos, sociales y culturales de fundamental importancia a la
hora de garantizar la igualdad real de las mujeres, suelen tener contenidos, y formas
de implementación más débiles, y no contemplan los impactos diferenciales que para
varones y mujeres tienen las políticas nacionales e internacionales que se refieren a
estos derechos. La dominación masculina instituye un sistema de subordinación que
se torna en un principio organizacional en la distribución social y económica de los
recursos y que conduce a la posición de subordinación de las mujeres en todo el
mundo. A través de la operatividad de esta dominación, las mujeres están relegadas a
ocupar el último escalón de la escalera económica y social, una posición que adquiere
legitimidad en las formas concretas que las actitudes culturales y sociales
caracterizan a las diferencias de género. Esta realidad esta reforzada por la
dependencia de las mujeres en todas sus formas, por su socialización, por su falta de
acceso a la educación, por la carga de tareas y reparto inequitativo de
responsabilidades domésticas, por las condiciones desiguales en los lugares de
trabajo, entre otros factores. El sistema internacional no ha sido eficaz para revertir
esta dominación, ni siquiera lo ha planteado seriamente dentro de sus objetivos.
Por su parte, tampoco en lo relativo a los llamados derechos humanos de
tercera generación se ha observado una atención importante brindada a los derechos
humanos de las mujeres. Si tomamos como ejemplo el derecho al desarrollo, tanto su
concepción, definición como implementación siguen reforzando y perpetuando los
canales por donde transita la supremacía masculina. Del mismo modo, el derecho a
la propia determinación de “todos los Pueblos” de su propio status político y la libre
persecución de su desarrollo económico, social, cultural y económico ha sido
invocado y sostenido, recientemente, en un número de contextos para justificar
situaciones de avasallamiento de los derechos de las mujeres. En las palabras de
13
Halliday7, “los movimientos nacionalistas subordinan a las mujeres en una particular
definición de su rol y lugar en la sociedad y refuerzan la conformidad a valores que a
menudo son definidos desde el punto de vista de los varones. Sin embargo, la
opresión de las mujeres dentro de grupos que demandan el derecho a la propia
determinación nunca ha sido considerado relevante para su validez o para la forma
que la propia determinación debe tomar”. El derecho a la auto determinación de los
pueblos se ha referido a la vida política masculina, y jamás ha considerado que en
muchos contextos refuerza prácticas que subordinan a las mujeres que, si bien
numéricamente constituyen la mitad de dichos pueblos, no han tenido poder en
dichas comunidades para expresar sus voces y valores.
Aún el propio instrumento más comprensivo de los derechos humanos de las
mujeres, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer, si bien ha ampliado e incorporado nuevos conceptos, ha recibido
críticas desde una perspectiva feminista. Por ejemplo, la Convención de la Mujer
incluye una definición más amplia de discriminación que contempla tanto la igualdad
formal como la igualdad de hecho, así como la intención o los efectos
discriminatorios. Sin embargo, avanza poco sobre el enfoque masculino criticado. Los
varones siguen siendo la medida de comparación y el paradigma, y su protección se
limita a prohibir la discriminación en el goce y ejercicio de los derechos y libertades
fundamentales reconocidos por ella, que también han sido criticados por ser
definidos en una forma genéricamente deficiente. La concepción androcéntrica de la
igualdad está tácitamente reforzada por la Convención focalizada en la vida pública,
la economía, el derecho, la educación, y su reconocimiento muy limitado de la
situación de subordinación en la esfera privada y familiar. Tanto es así, que la
Convención de la Mujer no atendió expresamente la cuestión de la violencia de
género, más allá de que la recomendación No. 19 de 1992 del Comité sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, intentó
cubrir este silencio, describiendo la violencia de género como una forma de
discriminación. contra las mujeres, y enfatizado la importancia de la esfera privada
como un sitio de opresión de las mujeres. Uno de los avances de la Convención es la
incorporación de programas de acción positiva contemplados en el artículo 4; sin
embargo, se ha interpretado que éstas se limitan a ser medidas temporarias que
posibilitan que las mujeres puedan actuar exactamente en las mismas condiciones
que los varones.
Por otro lado, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer es un claro ejemplo de la marginalización de los
derechos de las mujeres respecto del sistema internacional de los derechos humanos.
En primer lugar, la concepción de discriminación de la Convención de la Mujer fue
trasladado directamente y apresuradamente de la Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación Racial de 1966, sin prestar demasiada atención a
la especificidad de la situación de las mujeres y sus necesidades. En segundo
término, si bien más de 120 Estados han ratificado la Convención muchos lo han
hecho condicionadamente, con un elevado número de reservas y declaraciones
interpretativas superior a los que han merecido la mayoría de los instrumentos
internacionales de derechos humanos. Además, muchas de las reservas sustantivas
son de amplio alcance y afectan la integridad y la propia esencia de la Convención
Otras reservas más específicas han sido establecidas por los Estados con el fin de
preservar leyes nacionales que niegan los derechos de las mujeres respecto a la
nacionalidad de sus hijos, igualdad de derechos en el divorcio, etc. En tercer lugar, el
Ver H. Halliday, Hidden from International Relations: Women and the Intemational Arena, en
Millenniun 17, 1988, pág. 419
7
14
Comité sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer,
organismo encargado de monitorear el cumplimiento de la Convención fue concebido
como un organismo menor, con reuniones anuales más cortas y con la asignación de
escasos recursos para el cumplimiento de su labor, lo cual reduce severamente su
capacidad de monitorear el cumplimiento de las obligaciones por parte de los Estados.
Por otra parte, los Estados tampoco respetan al organismo e incumplen sus
obligaciones de elevar los informes correspondientes, sin mayores consecuencias.
Esta falta de respeto también ha sido manifestada por la propia Asamblea General. Se
ha ilustrado este comportamiento en el caso de 1987, cuando el Comité sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer requirió que el
sistema de Naciones Unidas promoviera o desarrollara estudios sobre el status de la
mujer bajo las leyes y costumbres del Islam y dicho pedido fue recibido con hostilidad
y se pidió al Comité que lo revisara 8. Finalmente, la Convención no establece un
mecanismo que permita interponer peticiones individuales por la violación de los
derechos reconocidos por ella, a diferencia de otros instrumentos incluido la propia
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, que
fue su antecesora.
4. La responsabilidad del Estado ante las violaciones de los derechos
humanos de las mujeres
La responsabilidad del Estado es central para una interpretación expansiva de
los derechos humanos que busca incluir a los derechos humanos de las mujeres.
Para que el derecho de los derechos humanos sea significativo, debe incorporar e
informar los principios de responsabilidad estatal que se refieren a las obligaciones
sustantivas del Estado, en particular respecto a la violencia de género.
El Estado puede ser considerado responsable de violaciones de los derechos
humanos de las mujeres, incluyendo la violencia sistemática ejercida por actores
privados contra las mujeres por dos vías. La primera por fallar sistemáticamente en
proveer protección a las mujeres de los actos “privados” que privan a las mujeres de
sus derechos a la vida, la libertad, la seguridad, conviertiéndose así en cómplice de
tales violaciones. En efecto, de acuerdo con el análisis de Celina Romany 9, el Estado
crea o permite un gobierno paralelo en el cual los derechos de las mujeres son
sistemáticamente violados y puede ser considerado responsable por ello. En segundo
lugar, el Estado puede ser considerado responsable por las fallas en cumplir con su
obligación de prevenir y castigar la violencia contra las mujeres en una manera no
discriminatoria, negando a las mujeres igual protección ante la ley.
a) Complicidad estatal:
El Estado es responsable cuando incumple el respeto, ya sea a través de
acciones u omisiones, de los derechos humanos de las mujeres a la vida, libertad y
seguridad personal. Aún cuando la conducta de un individuo o grupo que no está
actuando en representación del Estado no debe ser considerado acto del Estado,
puede establecerse la complicidad del Estado por sus fallas en cumplimentar sus
obligaciones.
La responsabilidad del Estado en las violaciones de los derechos de las mujeres
por actores privados no es establecida por incidentes casuales que no sancionan la
Ver Anne F. Bayensky, General Approaches to Domestic Application of International Law, en
Human Rights of Women, University of Pennsylvania Press, 1994, págs. 352, 353.
9 Ver Celina Romany, State Responsability Goes Prívate: A Feminist Critique of the Public/Prívate
Distinction in International Human Rghts Law, en Human RigtltS of Women, University of
Pennsylvania Press, 1994, págs. 85 y ss.
8
15
violencia contra las mujeres ni por teorías de responsabilidad derivada o
responsabilidad remota o formas atenuadas de responsabilidad. De acuerdo con
Romany, la complicidad depende de la existencia verificable de un Estado paralelo
con su propio sistema de justicia, un Estado que sistemáticamente priva a las
mujeres de sus derechos humanos; un Estado que es diseñado, promovido y
sostenido por actos estatales oficiales; un estado protegido por el Estado oficial que
protege el poder masculino a través de encarnar y asegurar el poder existente de las
varones sobre las mujeres en todos los niveles, alentando, disimulando, calificando o
sólo prohibiendo en apariencia los excesos. La extendida violencia contra las mujeres
ejemplifica el régimen oficial/paralelo. Son los actos de violencia y dominación en el
estado paralelo lo que permite que la esfera pública oficial mantenga su principios
patriarcales subyacentes mientras mantiene sus manos relativamente limpias. La
violencia contra las mujeres es un acto político cuyo mensaje es la dominación. En
efecto, el informe de las Naciones Unidas sobre Violencia contra las Mujeres ha
documentado claramente su naturaleza global y, a través de la exploración de la
intersección con sus componentes sociales, culturales y económicos, el informe
señala a los Estados por su complicidad en perpetuar su invisibilidad y privatización.
El informe expone como la privatización opera en beneficio del perpetrador de la
violencia y que los actos son tácitamente adoptados por las autoridades públicas,
tales como médicos, trabajadores sociales, la policía y los operadores del derecho,
quienes se unen en una conspiración de silencio y en algunos otros modos que casi
aprueban el comportamiento del agresor”.
Así, la falla del Estado en arrestar, perseguir y condenar a los perpetradores de
la violencia contra las mujeres puede ser interpretada como aquiescencia a (o
ratificación de) la conducta del actor privado, así como la falla de prevenir crímenes
de violencia contra las mujeres también puede ser vista como una conspiración entre
el actor privado y las agencias u órganos de aplicación y ejecución de las leyes, y así
incluir la complicidad estatal. De esta manera existe un acuerdo tácito que puede ser
caracterizada como una “política” o una “costumbre” del Estado.
En este sentido, la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en el caso Velázquez Rodríguez cl Honduras 10 puede ser considerada como un paso
fundamental en el establecimiento de un principio de complicidad y su consiguiente
responsabilidad estatal por la falla estatal de implementar las obligaciones
relacionadas con los derechos humanos. Angel Manfredo Velázquez Rodríguez era un
estudiante que fue detenido y torturado por las fuerzas armadas de Honduras. El
gobierno negó que él estuviera detenido. Su caso es uno más de los cientos de
desaparecidos en Honduras. La Comisión concluyó que el gobierno de Honduras
había violado gravemente los arts. 4 y 7 de la Convención que protegen los derechos a
la vida y a la libertad personal y elevó el caso ante la Corte.
La Corte Interamericana ha considerado en el caso Velázquez Rodríguez,
(Pronunciamiento del 17 de agosto de 1990) que cualquier obstaculización de los
derechos reconocidos por la Convención que pueden ser atribuidos bajo las reglas del
derecho internacional a la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye
un acto imputable al Estado, que asume responsabilidad en los términos previstos
por la Convención. Por esta razón, la Corte decidió que Honduras violó los arts. 1 (1),
4, 7 y 51 de la Convención y que debía pagarse una justa compensación a los
familiares de Velázquez Rodríguez de 375.000 dólares. La Corte sostuvo que
Honduras estaba obligada a investigar la desaparición de Velázquez y castigar a los
perpetradores de las violaciones de los derechos humanos, así como prevenir futuras
10
16
28 I.L.M. 294 (1989) ..
desapariciones.
La Corte sostuvo que, en primer lugar, el Art. 1 (1) de la Convención expresa
que los Estados signatarios se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidas por la Convención. Esto implica que el ejercicio de la autoridad pública
tiene ciertos límites y que los derechos humanos constituyen dominios precisos que
están más allá del alcance del Estado. Pero el Art. 1 también establece que los
Estados signatarios tienen la obligación de asegurar el libre y pleno ejercicio de los
derechos reconocidos por la Convención a toda persona sujeta a su jurisdicción sin
discriminación por razones de raza, color, sexo, lenguaje, religión, opinión política o
de otra índole, origen social o nacional, status económico, nacimiento o cualquier otra
condición social. Como consecuencia, los Estados signatarios tiene el deber de
organizar el aparato y estructuras a través de las cuales ejerce el poder a los efectos
de que sean capaces de cumplir con esta obligación de asegurar el libre y pleno
ejercicio de los derechos humanos.
Además, el art. 2 de la Convención establece que cuando el ejercicio de alguno
de los derechos y libertades a los que se refiere el Art. 1, no está todavía asegurado
por disposiciones legislativas o de otra índole, los Estados signatarios se
comprometen a adoptar, de acuerdo con sus procesos constitucionales y las
disposiciones de la Convención, medidas legislativas o de otra índole que sean
necesarias para la plena vigencia de tales derechos y libertades. Por esta razón, la
obligación de asegurar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos no se
cumple con la mera existencia de un sistema legal sino que también demanda que el
gobierno tome medidas positivas y provea los medios necesarios para la plena
vigencia de los derechos humanos.
En el caso Velázquez Rodríguez, la Corte clarificó las condiciones bajo las
cuales la violación de los derechos reconocidos por la Convención pueden ser
imputados a los Estados signatarios y, por lo tanto, establecer su responsabilidad
internacional. En primer lugar, un Estado es responsable por los actos de sus agentes
realizados en su carácter oficial o por sus omisiones, aun cuando estos agentes
actúen fuera de la esfera de su competencia. Pero el Estado es también responsable
cuando no previene, investiga o castiga las violaciones a los derechos humanos y
permite que personas particulares o grupos actúen libremente y con impunidad para
detrimento de los derechos reconocidos por la Convención. La Corte ha expresado que
un acto ilegal que viola derechos humanos y que no es inicialmente directamente
imputable a un Estado (por ejemplo, porque es el acto de una persona particular o
porque la persona responsable no ha sido identificada) puede conducir a la
responsabilidad internacional del Estado, no por el acto en sí mismo, sino por la falta
de la debida diligencia para prevenir a la violación o para responder a ella tal como lo
demanda la Convención.
Los Estados signatarios tienen la obligación de tomar las medidas adecuadas
para prevenir las, violaciones a los derechos humanos y para investigarlas y castigar a
las personas responsables y, si es posible, restaurar el derecho violado y proveer
compensación por los daños resultantes de la violación. Estas medidas incluyen
aquellas de naturaleza legal, política social, administrativa y cultural que sean
necesarias para la protección y la promoción de los derechos humanos. En esta
decisión fue crucial la contextualización y el reconocimiento de la importancia de las
condiciones sociales.
Esta decisión es crucial a los efectos de analizar la responsabilidad estatal por
violencia contra las mujeres en la esfera “privada”. Se ha considerado que las
violaciones sistemáticas a los derechos humanos son “aquellas violaciones
instrumentales para el logro de las políticas gubernamentales, perpetradas en tales
17
cantidades y de tal modo que crean una situación en la cual los derechos a la vida, a
la integridad personal o la libertad personal de la población en su conjunto o uno o
más sectores de la población son continuamente avasallados o amenazados”. Con
respecto a la violencia de género, el Estado ha violado su deber, bajo un standard de
la debida diligencia, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos
fundamentales.
b) Responsabilidad estatal por violar el principio de igual protección ante la ley
La segunda vía explorada por Romany para explicitar la responsabilidad estatal
radica en las fallas de prevenir y castigar la violencia contra las mujeres de un modo
no discriminatorio. En este sentido, la Convención Americana de Derechos Humanos
requiere que los derechos humanos sean garantizados sin discriminación por razón
de raza, color, sexo, origen, condición económica, nacimiento o cualquier otra
condición social, así como que los Estados aseguren que todas las personas sean
iguales ante la ley y tengan derecho, sin discriminación a igual protección ante la ley.
Un aspecto de la protección genuina de los derechos humanos es el acceso
efectivo de la víctima a un sistema legal capaz de atender plenamente y justamente
las violaciones a estos derechos de una manera no discriminatoria. Los instrumentos
internacionales de derechos humanos también obligan a los Estados a eliminar la
discriminación contra la mujer en el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos y
libertades fundamentales. Esta obligación se aplica al derecho a la integridad
personal protegida bajo varios tratados internacionaIes de derechos humanos. La
Convención de la Mujer, además, establece que los estados partes deben tomar todas
las medidas apropiadas, incluidas medidas legislativas y remedios judiciales
apropiados para garantizar el desarrollo y avance de las mujeres, y el pleno goce y
ejercicio de los derechos y libertades reconocidas por la Convención en igualdad de
condiciones con los varones. Además, la Convención sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer comprende actos de interferencia de
actores privados en el goce y ejercicio de los derechos de las mujeres. En este sentido,
el artículo 2 requiere que los Estados eliminen la discriminación por cualquier
persona, organización o empresa y el artículo 5 busca eliminar los prejuicios y
prácticas que están basadas en la idea de inferioridad o superioridad de cualquiera de
los sexos o en los estereotipos de varones y mujeres. Considerando que la violencia de
género es una forma de discriminación contra las mujeres, y la inacción o
aquiescencia del Estado manifestada en las fallas sistemáticas para prevenir,
investigar, sancionar y erradicar esta violencia, adoptar las medidas de toda índole
necesarias para su eliminación, proveer remedios justos y adecuados para las
victimas y acordarles la compensación correspondiente, el Estado es responsable,
entonces, por no garantizar la igual protección ante la ley.
5. Conclusión
Tal como lo establece Andrew Bymes 11, los derechos garantizados por los
instrumentos internacionales y las prácticas que rodean su interpretación e
implementación no están definidos en forma concreta, ni aquellos que, hasta el
momento, han dominado la exégesis de tales derechos están destinados o con derecho
a permanecer los únicos decodificadores del significado de las garantías de los
derechos humanos. La descripción del discurso de los derechos como un lugar de
lucha o un lugar de diálogo es útil para clarificar la negociabilidad y el proceso
Ver Andrew Bymes, Toward More Effective Enforcement of Women's Human Rights Trough the
Use of International Human Rights Law and Procedues, en Human Rights of Wornen, University of
Pennsylvania Press, 1994, págs. 211-212.
11
18
político que es la interpretación de los derechos. Dentro de las críticas de las
limitaciones de los derechos humanos internacionales para las mujeres se ha
argumentado que aquellos que dialogan están hablando simplemente de cuestiones
que no son de fundamental importancia para las mujeres y que es muy improbable
que los varones estén capacitados para representar los intereses de las mujeres. Sin la
participación de mujeres en el debate y el proceso de toma de decisiones
inevitablemente se producirá una distorsión en la apreciación de sus intereses. Esta
distorsión se produce por la falta de explicitación clara de tales intereses, por la falta
de conocimiento cierto de tales intereses por los representantes varones o por la
interposición de los intereses propios de estos. Además, la propia discusión se torna
insuficiente pues es en el proceso de convencer a los demás donde se genera la
tendencia a la imparcialidad a la que esta teoría alude. Parte de cualquier estrategia
superadora para usar el discurso de los derechos humanos internacionales más
extensivamente debe ser un esfuerzo concertado para expandir la gama de
participantes en dicho diálogo. Karen Engle 12 argumenta que la historia de! desarrollo
del derecho internacional de los derechos humanos ha sido la historia de los desafíos
desde los márgenes por aquellos que han sido excluidos de la participación de tal
discurso. Consecuentemente, existe una necesidad de apropiarse de algún poder de
definir el contenido de los derechos humanos a los efectos de desafiar el modelo
estrecho androcéntrico y atender cuestiones de interés central de las mujeres. Los
standards que guían la naturaleza dinámica de la interpretación de las normas y
procedimientos relativos a los derechos humanos alumbran la necesidad de responder
a las cambiantes condiciones sociales y preocupaciones: expandir la gama de
participantes y perspectivas en el diálogo es un paso fundamental para la efectiva
protección y promoción de los derechos humanos de las mujeres.
12 Ver I<aren Engle, International Human Rights and Ferninisrn: When Discourses Meet, en
Michigan Journal of Intemational Law, 13:519, 1992.
12
19
ALGUNOS INDICADORES DE GÉNERO
[Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm]
a) Participación política de la mujer
20
21
b) Participación en la economía de la mujer
22
23
24
2.
IGUALDAD Y GÉNERO
I
No obstante la declamada igualdad universal de derechos para todas las
personas, lo cierto es que estos no presentan una realización igual en varones y
mujeres. Ello no obstante que han sido removidos los principales obstáculos
normativos en la medida en que en la mayor parte de los estados democráticos se han
logrado avances significativos en materia de derechos políticos y civiles (Existe una
mayor resistencia en el campo de lo económico donde la mujer no ha obtenido igual
reconocimiento que el varón, ni como trabajadora ni como contribuyente).
Tal diferencia en el posicionamiento social de varones y mujeres fue justificado
en una suerte de natural determinismo ínsito en la condición biológica de los sexos.
Si hoy pueden resultar
graciosas las descripciones que
MUJER
pensadores reconocidos como el
La mujer, generalmente hablando, es menos fuerte
que el hombre, menos alta, menos capaz de trabajos
propio Voltaire brindaban de las
largos; su sangre es más acuosa, su carne no es tan
mujeres,
y
con
las
que
compacta, su pelo es más largo, sus miembros más
explicaron y justificaron el
redondos, sus brazos no tienen tantos músculos, su
sometimiento de éstas a la
boca es más pequeña, sus nalgas son más
voluntad del varón, resulta
levantadas, sus caderas están más separadas y su
ingenuo creer que la pretensión
vientre más pronunciado. Estos son los caracteres
de hallar explicaciones científicas
que distinguen a las mujeres en todo el mundo y en
que justifiquen la desigualdad
todas las especies, desde la Laponia hasta la costa de
ha sido abandonada. Adviértase
Guinea, así en la América como en la China.
que periódicamente los medios
………
La parte física dirige siempre la parte moral. Como
de
comunicación
informan
las mujeres son más débiles de cuerpo que nosotros,
acerca de los resultados de
manejan los dedos con más facilidad y ligereza y no
alguna investigación en los que
pueden dedicarse a trabajos penosos, estando
se concluye que las mujeres se
necesariamente encargadas de los trabajos menos
encuentran más capacitadas que
pesados del interior de la casa y sobre todo del
los
varones
para
realizar
cuidado de los hijos; y llevando una vida más
aquellas tareas que los varones
sedentaria, deben ser más dulces de carácter que la
no quieren realizar.
raza masculina, y esto es tan cierto, que en todos los
Ya
en
1792
Mary
países civilizados sólo se condena a la pena de
Wollstonecraft negaba que el
muerte a una mujer por cada cincuenta hombres
………
posicionamiento
desigualitario
No debe sorprender que en todas partes el hombre
de la mujer respecto del varón
haya sido señor de la mujer, fundándose en la fuerza
pudiera deberse a características
en casi todo lo del mundo. Además, ordinariamente,
sexuales atribuyéndolo a la falta
el hombre es superior a la mujer en el cuerpo y en el
de educación de la mujer. En el
espíritu. Han existido mujeres sabias, como han
mismo sentido, medio siglo más
existido mujeres guerreras; pero nunca hubo mujeres
tarde Harriet Taylor Mill iba a
inventoras. Han nacido para agradar y para ser el
insistir en la necesidad de
adorno de las sociedades; y parece que hayan sido
encontrar en la educación el
creadas para suavizar las costumbres de los
camino para logar la igualdad de
hombres.
VOLTAIRE, Diccionario Filosófico
varones y mujeres.
Claro que ninguna de
ellas se hacía en aquel entonces la pregunta que se formuló Alda Facio en 1995: ¿De
qué igualdad se trata?
25
II
Algunos conceptos para ordenar el caos de la desigualdad
IGUALDAD: Todas las personas son
iguales ante la ley y en consecuencIa
tienen el derecho a obtener igual
protección de la ley, sin discriminación.
Igual trato no implica un trato idéntico,
sino que supone una igualdad concreta,
real, que abarque tanto el concepto de
equidad, como el de no-discriminación.
Al dictarse una ley o interpretarse su
alcance, se deberá tener en cuenta este
concepto ampliado de igualdad, haciendo
posible así, la igualdad de resultados.
Sexo: El sexo se refiere a las
pocas diferencias biológicas
entre hombres y mujeres,
diferencias que, por lo tanto,
son naturales. Generalmente
se dice que una persona es de
uno
u
otro
sexo
de
conformidad con la forma y
funciones de sus órganos
sexuales. Se nace hembra o
macho.
Género: El género es una condición social y cultural
construida históricamente. En la mayoría de nuestras
sociedades, el deber ser de hombres y mujeres está
predeterminado por su cultura. El género es ese conjunto de
características, roles, actitudes, valores, símbolos que
conforman el deber ser de cada hombre y de cada mujer,
impuestos dicotómicamente a cada sexo mediante el proceso
de socialización y que hacen aparecer a los sexos como
diametralmente opuestos por naturaleza.
Patriarcado: Es un sistema
jerárquico de relaciones sociales,
políticas
y
económicas
que,
tomando
como
excusa
una
diferencia biológica sexual y su
significado genérico, establece,
reproduce y mantiene al hombre
como parámetro de la humanidad,
otorgándole
una
serie
de
privilegios e institucionalizando el
dominio masculino sobre las
mujeres.
Esta
opresión
se
manifiesta de diferentes maneras
en distintas sociedades en todos
los ámbitos en que se desarrolla la
vida y se entrelaza con otros
factores como la edad, la raza, la
religión,
la
discapacidad,
la
preferencia
sexual,
la
clase
económica y social, etc.
26
DISCRIMINACION: "Cualquier distinción,
exclusión o restricción basada en el sexo,
que tenga por objeto o por resultado
menoscabar o anular el reconocimiento,
goce
o
ejercicio
por
la
mujer,
independientemente de su estado civil,
sobre la base de la igualdad del hombre y
la mujer, de los derechos humanos y las
libertades fundamentales en las esferas
política, económica, social, cultural y civil
o en cualquier otra esfera" Artículo 1 de la
Convención sobre Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer.
Esto significa que se
considerara
discriminatorio todo trato que tenga por
resultado la desigualdad, aunque se haya
realizado teniendo en miras a la igualdad,
exceptuando las medidas de acción
positiva encaminadas a acelerar la
igualdad de hecho entre varones y
mujeres.
Sexismo:
Es
la
creencia,
fundamentada en una serie de mitos y
mistificaciones,
que
declara
la
superioridad de uno de los sexos,
creencia que resulta en una serie de
privilegios para ese sexo que se
considera superior. Estos privilegios
mantienen al sexo inferior al servicio
del otro, situación que se logra
haciendo creer al sexo subordinado
que esa es su función "natural" y
"única".
Las
manifestaciones
del
sexismo
son:
androcentrismo;
sobregeneralización
y/o
sobreespecificidad; insensibilidad al
género; doble parámetro; deber ser de
cada sexo; dicotomismo sexual;
familismo.
ESTEREOTIPO: ''Es toda forma o
patrón invariable, una noción fija o
convencional sobre una persona,
grupo, idea, etc., sostenida por un
número de personas y que no
permite individualidad, ni juicio
critico".
Los
estereotipos
tienden
a
perpetuarse y son violatorios de la
igualdad
ante
la
ley.
En
consecuencia, toda ley que se
basara en estereotipos de género,
sería discriminatoria, por tratarse
de una noción previa, genérica, que
no considera la individualidad.
Androcentrismo: Se observa cuando un estudio, un análisis o una investigación se
enfoca desde la perspectiva masculina únicamente, presentando la experiencia
masculina como central a la experiencia humana y por ende como la única relevante.
Consiste en ver el mundo desde la perspectiva masculina, tomando al varón de la
especie como parámetro o modelo de lo humano. Dos formas extremas de
androcentrismo son la ginopia y la misoginia. La primera constituye la imposibilidad
de ver lo femenino o la invisibilización de la experiencia femenina y la segunda el
repudio u odio a lo femenino.
Sobregeneralización: Se observa cuando un estudio, teoría o texto sólo analiza la
conducta del sexo masculino pero presenta los resultados, el análisis o el mensaje
como válidos para ambos.
Sobreespecificidad: Es la otra cara de la moneda y consiste en presentar como
específico de un sexo ciertas necesidades, actitudes e intereses que en realidad son de
ambos sexos.
Insensibilidad al género: Se presenta cuando se ignora la variable género como una
variable socialmente importante y válida, es decir, cuando no se toman en cuenta los
distintos lugares que ocupan los hombres y mujeres en la estructura social, el mayor
o menor poder que detentan por ser hombres o mujeres, etc.
Doble parámetro: Es similar a lo que conocemos como doble moral. Se observa
cuando la misma conducta, una situación idéntica y/o característica humana son
valoradas o evaluadas con distintos parámetros para uno y otro sexo.
Deber ser para cada sexo: Consiste en partir de la premisa de que hay conductas o
características que son más apropiadas para un sexo que para el otro.
Dicotomismo sexual: Consiste en tratar a los sexos como diametralmente opuestos y
no con características semejantes.
Familismo: Consiste en la identificación de la mujer-persona humana como mujer
familia, es decir, el considerar a las mujeres relacionándolas siempre con la familia,
como si su papel dentro del núcleo familiar fuera lo que determina su existencia y por
ende sus necesidades y la forma en que se la toma en cuenta, se la estudia o se le
analiza. Esta forma de sexismo también se da cuando se habla de la familia como si la
unidad, como un todo, experimentara o hiciera cosas de la misma manera o como si
las diferencias en el impacto o en las actividades de las personas que forman la
familia fueran irrelevantes.
27
III
Si todas las personas son iguales ¿por qué una misma actitud es calificada
de manera distinta cuando la realiza un hombre que cuando la adopta una
mujer?
CUANDO UNA PERSONA
ES:
SI ES MUJER SE DICE
QUE ES:
28
SI ES VARÓN SE DICE
QUE ES:
Nerviosa
Activa
Inquieto
Terca
Insistente
Tenaz
Grosera
Desenvuelta
Vivaz
Desvergonzada
Desinhibida
Espontáneo
Histérica
Temperamental
Exaltado
Marimacha
Arriesgada
Muy hombrecito
Preguntona-Curiosa
Lista
Inteligente
Chismosa
Extrovertida
Comunicativo
Agresiva
Si se defiende
Muy hombre
Dominante-agresiva
Si no se somete
Firme-Fuerte
Caprichosa-Imprudente
Si quiere superarse
Ambicioso
Coqueta-Voluble
Si cambia de opinión
Se supera-Reconoce sus
errores
Pierde su tiempo
Si lee mucho
Tiene porvenir
Delicada-Femenina
Sensible
Maricón-Sensibilero
Dócil
Obediente
Débil
Sentimental
Emotiva
Llorón
Juiciosa-Cauta
Prudente
Cobarde
Ingenua
Inocente
Pendejo
Fiel "Se entrega"
Si se somete
Arrastrado
IV
Desde el nacimiento mismo cada persona va adquiriendo una identidad de género en el proceso
mismo de socialización. En sus primeras relaciones familiares, en la educación formal o informal que
reciba, en sus relaciones sociales y laborales, el género está presente posicionando a cada persona
respecto de los demás y, fundamentalmente, respecto del otro género.
De pequeño, la niña o el niño no sólo adquirirán una identidad de género a partir del modo en que
se lo trate, la ropa con que se lo vista y los juegos hacia los que se lo oriente, sino que estará de hecho
inserto en un medio familiar en el cual las relaciones de género ya están establecidas y quedará
naturalmente instalado en ellas.
La escuela y los medios de comunicación, muy especialmente la televisión, terminarán de
moldear y fijar su identidad de género que será reforzada en cada una de sus relaciones.
Una identidad así construída no resulta en sí misma negativa en la medida en que constituya un
modo apto para lograr una adecuada integración social que permita a la persona interactuar
igualitariamente con los demás, desarrollarse y alcanzar su felicidad. Sin embargo, se torna absolutamente
negativa cuando, por aplicación de los esterotipos de género, la identidad adquirida funciona como un
encorsetamiento rígido que impide el desarrollo de las personas –o de algunas de ellas –, establece
jerarquías de subordinación de las mujeres a los varones y le niega a éstas un ejercicio pleno de sus
derechos.
Los estereotipos, en cuanto constructos culturales rígidos no sólo intervienen en la adquisición
individual de la identidad de género sino que estructuran las relaciones interpersonales fijándolas de
modo tal que la modificación de una situación particular de injusticia se ve obstaculizada o impedida por
el temor o la imposibilidad de asumir una conducta distinta a la establecida por el estereotipo.
En definitiva, los estereotipos actúan en la adquisición de la identidad de género provocando
desigualdad y discriminación.
ESTEREOTIPOS
VARÓN
MUJER
Fuerte
Recio
Dominante
Racional
Emprendedor
Valiente
Arrojado
Ámbito Público
Proveedor
Busca el éxito
Competitivo
Golpeador
Activo
"Maneja el auto"
Debe bloquear sus emociones
Introvertido
Débil
Tierna
Sumisa
Sensible
Maternal
Temerosa
Prudente
Ámbito Doméstico
Hogareña
Busca la felicidad
Romántica
Golpeada
Pasiva
"Lava los platos"
Debe manifestar sus emociones
Extrovertida
29
GÉNERO Y ESTEREOTIPO
CATEGORÍAS
BIOLÓGICAS
MUJER
VARÓN
SEXO
ESTEREOTIPOS
ADQUISICIÓN DE ARTIBUTOS
MASCULINOS Y FEMENINOS
DEFINIDOS A NIVEL LOCAL
FUNCIONES
FUNCIONES
CATEGORÍAS
SOCIALES
GÉNERO
DESIGUALDAD
DISCRIMINACIÓN
30
V.
La igualdad desde el punto de vista de los derechos no implica asumir una
supuesta identidad de los individuos sino, por el contrario, importa el reconocimiento
y respeto de la diversidad. Este reconocimiento de la diversidad que obliga a dejar de
lado toda aplicación automática de las normas en función de un “modelo universal de
hombre”, exige el reconocimiento de esas diferencias para que la igualdad de
oportunidades no sea una declaración formal sino una posibilidad realizable en el caso
concreto.
Es así que para darles un tratamiento igualitario resulta imprescindible saber
distinguir las diferencias entre las personas, sus necesidades y posicionamiento
social. Esta necesidad de “distinguir” ha llevado a sostener malintencionadamente que
“todos discriminamos” y, de esta manera, vaciar de contenido la prohibición de
discriminar.
La antigua definición del Diccionario de la Real Academia sobre el término
llevaba a confusión. En efecto, en la edición 19 del diccionario, la Academia indica dos
acepciones para DISCRIMINAR: (Del lat. discrimināre).1. tr. Separar, distinguir,
diferenciar una cosa de otra 2. tr. Dar trato de inferioridad a una persona o
colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
Los académicos no advirtieron el contenido valorativo de la “separación”, que se
hallaba presente en el uso del término discriminar y que ya estaba presente en el
discrimināre latino que en el lenguaje eclesiástico había dado origen al término
discriminator, para identificar al que juzga y, en algún caso, al juez.
La versión 22 del diccionario abandonó la primer acepción de discriminar,
incorporando el evidente contenido valorativo de la acción que ahora es definida como:
1. tr. Seleccionar excluyendo.
Obviamente este contenido se
DISCRIMEN. En este informe se entiende por
transfiere
al
término
discrimen todo menoscabo injustificado de una
DISCRIMINACIÓN que se define,
persona o conjunto de personas, que resulte de
cualquier acción o práctica incluyendo la
como
acción
y
efecto
de
conducta verbal, en virtud de consideraciones
discriminar. No obstante esta
relacionadas con la pertenencia de esa persona
corrección, los académicos vuelven
o conjunto de personas a un grupo o sector
a introducir un cierto marco de
particular de la sociedad.
ambivalencia al admitir como uso
Se juzga discriminatoria una acción o práctica
correcto el de la expresión
en
consideración
de
sus
efectos,
DISCRIMINACIÓN
POSITIVA
independientemente de la intención del sujeto
entendida como protección de
que incurra en ella. Si bien la intención puede
carácter extraordinario que se da a
ser importante al momento de imputar
un
grupo
históricamente
responsabilidad de algún tipo, no debe tomarse
en cuenta para determinar si la práctica es o no
discriminado, especialmente por
discriminatoria. Sobre todo cuando se trata de
razón de sexo, raza, lengua o
prácticas institucionales que tienen efectos
religión, para lograr su plena
detrimentales sobre algún sector particular. Se
integración social, vale decir, para
considera discriminatoria la práctica aún
referirse a las acciones positivas
cuando sea atribuida a la costumbre, al hábito o
antidiscriminatorias.
a algún otro tipo de regularidad en el
Para
escapar
a
esta
comportamiento
que
no
responda
ambigüedad y para reforzar el
necesariamente a formulaciones intencionales
contenido
negativo
de
la
de quien las realice.
discriminación,
los
El Discrimen por razón de género en los
Tribunales.
centroamericanos, ecuatorianos y
TRIBUNAL SUPREMO DE PUERTO RICO. 1995.
peruanos reciclaron un antiguo
31
término, ya en desuso, que originalmente era sinónimo de diferencia o diversidad y
que fue resignificado como sinónimo de discriminación, y en tal sentido fue aceptado
por la RAE como principal acepción. La palabra en cuestión; DISCRIMEN, evoca en su
sonoridad toda la carga negativa del acto.
Finalmente, los Tratados Internacionales han definido la discriminación aunque
no de manera única:
Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación
Racial
Artículo 1
1. En la presente Convención la expresión
«discriminación racial» denotará toda distinción,
exclusión, restricción o preferencia basada en
motivos de raza, color, linaje u origen nacional o
étnico que tenga por objeto o por resultado anular o
menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad, de los derechos humanos y
libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural o en cualquier otra
esfera de la vida pública.
2. Esta Convención no se aplicará a las distinciones,
exclusiones, restricciones o preferencias que haga
un Estado parte en la presente Convención entre
ciudadanos y no ciudadanos.
3. Ninguna de las cláusulas de la presente
Convención podrá interpretarse en un sentido que
afecte en modo alguno las disposiciones legales de
los Estados partes sobre nacionalidad, ciudadanía o
naturalización, siempre que tales disposiciones no
establezcan
discriminación
contra
ninguna
nacionalidad en particular.
4. Las medidas especiales adoptadas con el fin
exclusivo de asegurar el adecuado progreso de
ciertos grupos raciales o étnicos o de ciertas
personas que requieran la protección que pueda ser
necesaria con objeto de garantizarles, en condiciones
de igualdad, el disfrute o ejercicio de los derechos
humanos y de las libertades fundamentales no se
considerarán como medidas de discriminación
racial, siempre que no conduzcan, como
consecuencia, al mantenimiento de derechos
distintos para los diferentes grupos raciales y que no
se mantengan en vigor después de alcanzados los
objetivos para los cuales se tomaron.
32
Convención Internacional
sobre la Eliminación de
todas las Formas de
Discriminación contra la
Mujer
Artículo 1
A los efectos de la presente Convención, la
expresión "discriminación contra la mujer"
denotará toda distinción, exclusión o
restricción basada en el sexo que tenga por
objeto o resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la
mujer, independientemente de su estado
civil, sobre la base de la igualdad del
hombre y la mujer, de los derechos humanos
y las libertades fundamentales en las esferas
política, económica, social, cultural y civil o
en cualquier otra esfera.
Artículo 4
1. La adopción por los Estados Partes de
medidas especiales de carácter temporal
encaminadas a acelerar la igualdad de facto
entre el hombre y la mujer no se considerará
discriminación en la forma definida en la
presente Convención, pero de ningún modo
entrañará,
como
consecuencia,
el
mantenimiento de normas desiguales o
separadas; estas medidas cesarán cuando se
hayan alcanzado los objetivos de igualdad
de oportunidad y trato.
2. La adopción por los Estados Partes de
medidas especiales, incluso las contenidas
en la presente Convención, encaminadas a
proteger la maternidad no se considerará
discriminatoria.
VI.
La adopción de una perspectiva de género en el examen de las situaciones de desigualdad no
genera conflictos en sí misma y constituye una herramienta eficaz para resolver conflictos pues atiende a
las causas mismas de la desigualdad.
Análisis de Género
 ¿Quién hace qué?
 ¿Quién tiene qué?
 ¿Qué factores afectan los acuerdos basados en el
género?
 ¿Cómo se distribuyen los recursos de los sectores
públicos y privados.
¿Quién define el papel del otro?
¿Tanto las mujeres como los hombres tienen
derecho a elegir?
INSTRAW
Instituto Internacional de las Naciones Unidas de Investigación y Capacitación para
la promoción de la Mujer
33
34
3.
VIOLENCIA Y GÉNERO
Un sistema de desigualdad tan notorio que permanece y se resiste a lo largo de
los siglos, sólo puede sostenerse en una firme estructura de desequilibrio de poder
entre los géneros.
Más allá de la violencia que en
La violencia es, en definitiva, el resultado
sí misma entraña esta estructura, el
de la interacción entre la agresividad
ejercicio de la fuerza y la violencia
natural y la cultura. La violencia, así
directa o simbólica, ayudan a
entendida,
es
pues
una
nota
sostenerla
y
perpetuarla.
Sin
específicamente
humana
que
suele
embargo, la existencia de estas
traducirse en acciones intencionales (o
violencias es negada incluso por
amenazas de acción) que tienden a causar
quienes la padecen.
daño a otros seres humanos
Ello es así por cuatro procesos
JOSÉ SANMARTÍN, La violencia y sus claves.
básicos
que
operan en
cada
integrante
de
la
sociedad
impidiéndole el reconocimiento del carácter violento de determinados actos o
situaciones. Tales procesos, que pueden darse de manera alternativa o conjunta son:
a) Invisibilización: Es el proceso por el cual los actos violentos o determinadas
circunstancias de ellos no aparecen visibles al observador. En este proceso debe
inscribirse la falta de estadísticas que distingan el género como un elemento a
considerar para establecer de qué modo la violencia afecta de manera distinta a
varones y mujeres.
b)
Naturalización:
Es
el
proceso por el cual los actos o
La conducta violenta, entendida como el
situaciones violentos que coincidan
uso de la fuerza para la resolución de
con
la
estructura
de
poder
conflictos
interpersonales,
se
hace
establecido, son aceptados como
posible en un contexto de desequilibrio
propios
de
un
orden
natural
de poder, permanente o momentáneo.
inmodificable. Buena parte de las
Para que la conducta violenta sea posible
atribuciones de género que ponen en
tiene que darse dicho desequilibrio.
desventaja a la mujer se sostienen en
JORGE CORSI Y GRACIELA PEYRÚ,
este proceso. En De que igualdad se
Violencias Sociales
trata, Alda Facio afirmó “el que las
mujeres seamos las únicas que
podamos amamantar a las personas humanas pequeñitas, no implica que seamos las
únicas que podemos prepararles la comida, llevarlas a la escuela o al médico o jugar
con ellas”.
c) Insensibilización: Es el proceso por el cual, ya sea por la reiteración en la
exposición de determinados sucesos o por el modo en que éstos se presentan, se logra
en el observador una asimilación neutral de ellos.
d) Encubrimiento: El encubrimiento constituye un acto deliberado de
ocultamiento de la violencia generalmente llevado a cabo con el alegado propósito de
preservar un bien superior al afectado por la violencia. El caso más habitual es el
ocultamiento de la violencia intrafamiliar para “preservar la ¿integridad? de la
familia”.
35
¿Qué es la violencia por razones de género?
[Tomado de http://www.un-instraw.org/es/]
¿Por qué utilizamos el término violencia por razones de género, en vez de
"violencia hacia la mujer y los niños", "violencia hacia la pareja", violencia doméstica", o
hasta "violencia sexual"? El género es lo que nos ayuda a conceptualizar la violencia en
términos más amplios - y comprender el género es de vital importancia para desarrollar
estrategias de transformación personal y social para eliminar la violencia y para lograr
innumerables metas del desarrollo relacionadas con este tema. La violencia por razones de
género incluye todas estas otras descripciones de violencia, pero están enmarcada en
términos más amplios en el entendido que las causas y soluciones a la violencia son a la
vez personales, políticas y estructurales.
La violencia por razones de género adquiere muchas formas - física, sexual,
psicológica, libertades restringidas, coerción y amenazas - que se producen tanto en el
ámbito público como privado. Los hombres, las mujeres y los niños, todos son víctimas de
esta "forma de género" de la violencia. A pesar de ello, la violencia por razones de género
es predominantemente violencia del hombre o violencias de los hombres. Es violencia del
hombre contra la mujer y los niños, contra otros hombres y contra sí mismo. Es conflicto
bélico, es violencia conyugal, es intimidación, son las palizas a los homosexuales, es
abuso infantil y es violación. Y es más. Los hombres son principalmente quienes usan la
violencia, y los hombres, sobre todo los más jóvenes, son generalmente los más implicados
en otros tipos de violencia, tanto como víctimas como practicantes de la violencia.
La violencia por razones de género se distingue de otros tipos de violencia en
cuanto a que están enraizada en comportamientos prescritos, en normas y actitudes
basadas en el género y la sexualidad. En otras palabras, está enraizada en discurso de
género sobre masculinidad y femeneidad (normas y definiciones prescritas de lo que
significa ser un hombre o una mujer) - y en el lugar que ocupan los hombres y las mujeres
con relación a sí mismos y a otros grupos de mujeres y hombres. Estos discursos de
género permiten o animan un comportamiento violento dentro de un contexto de privilegio
asumido y poder jerárquico para ciertos grupos de hombres. La violencia sobre la base de
género es una articulación de, o una coacción de jerarquías de poder y desigualdades
estructurales nutridas por sistemas de creencias, normas culturales y procesos de
socialización.
En resumidas cuentas, la violencia por razones de género tiene sus raíces en la
parte estructural y personal. Se centra en el patriarcado - un sistema que coloca al
hombre sobre la mujer (y sobre otros hombres) e instila un sentido de derecho y privilegio
en muchos hombres. El patriarcado también institucionaliza los contextos sociales,
culturales y legales que permiten la violencia sobre la base del género. Pero, la violencia
por razones de género también se basa en las presiones, miedos y emociones reprimidas
que subyacen la "masculinidad hegemónica" o muchas de las formas de dominio
masculino aceptadas en muchas culturas del mundo. A esto hay que añadir la experiencia
personal sobre violencia que tienen los individuos - siendo alimentados en una cultura de
violencia - y aprendiendo y experimentando la violencia en el ambiente que les rodea - la
familia, los medios de comunicación o la comunidad.
El alcance y los efectos de la violencia por razones de género son profundos. La
violencia por razones de género es una plaga en todas las sociedades de todas las regiones
del mundo. Ningún grupo, sin tener en cuenta su cultura, clase o situación, es inmune a
su devastación. Insidiosamente incapacita a las familias y las alianzas, y a la capacidad de
muchas a relacionarse entre sí o con otros mediante el amor, la compasión o el respeto. La
violencia extiende el miedo y el odio a uno mismo como un virus - un virus que consume
los derechos básicos tanto de los adultos como de los niños. En un sentido muy amplio, la
violencia por razones de género restringe los logros del desarrollo, la paz y la libertad.
36
LECTURA II
El tratamiento de la “violencia doméstica” en la justicia
ordinaria de la Capital Federal
Bajo ese título, en el curso del año 2003, AMJA dio a conocer un trabajo
de investigación llevado a cabo por un equipo integrado por Dras. Flora Acselrad, G.
Adriana Carminati, Alejandra María García, y Analía Monferrer que coordinó el Dr.
Fernando R. Ramírez quien, a mediados de ese año elevó el informe final.
Las conclusiones son las siguientes:
Conclusiones
Al inicio de este informe se señaló que el objetivo de esta investigación consistía
en "examinar el modo en que el fenómeno de la violencia doméstica era captado y
categorizado por los tribunales de la justicia nacional de la Capital Federal, para
determinar en qué medida se desdibujaba su especificidad y proponer, de ser posible,
una metodología que permita trasparentar el fenómeno, logrando un registro adecuado
en miras a un programa de detección y prevención eficiente".
Cuando se concibió este trabajo se partió de la intuición, basada en la
experiencia, de que los casos de violencia doméstica que de algún modo quedaban
expuestos en los expedientes judiciales eran más numerosos que los que informaban
los registros oficiales. Resultaba lógico suponer que las necesidades propias de la
tarea estadística que obliga a reunir en categorías generales los casos particulares,
podía disimular el número de casos. En este sentido, las categorías estadísticas
razonablemente debían seguir las abstracciones impuestas por la ley y en
consecuencia captar cada caso desde los parámetros que las normas lo hacían. Dicho
de otro modo, para categorizar un hecho como propio de amenazas, la ley no
consideraba relevante el contexto en que se produjera y en consecuencia no existía
razón alguna para contabilizar separadamente los casos en que ésta fuera dirigida a la
víctima por un desconocido o por el cónyuge conviviente.
Al avanzar en la investigación, pudo determinarse que no solamente se estaba
frente a un fenómeno de sub-registro, producto de un mero efecto estadístico, sino que
tal sub-registro además de opacar la magnitud del problema, ocultaba otros dos
fenómenos: a) el claro sesgo de género que atraviesa al fenómeno de violencia
doméstica y b) la esquiva, en el mejor de los casos, respuesta que el sistema reserva
para los casos de violencia doméstica.
En efecto, en cuanto al sub-registro se refiere, en el ámbito de la justicia
correccional, sólo se registran como vinculadas a violencia doméstica al 5,05 % de los
casos, pero el relevamiento permitió determinar que pertenecen a esa categoría el
24,04 %. Aunque en el caso de las lesiones, asciende al 35 % de los casos y en las
amenazas a más del 37 %.
37
Respecto de las causas ingresadas ante la justicia de instrucción, los registros
no permiten individualizar los casos de violencia doméstica que son contabilizados
según el tipo de delito de manera general. No obstante ello, el relevamiento permitió
determinar que en el conjunto de casos con autores individualizados, los vinculados a
este fenómeno representaron el 12,4 %. Ahora bien, considerando sólo los delitos que
tienen por finalidad afectar la integridad física, psíquica y sexual de las personas, los
casos de violencia doméstica representaron el 35 % del total. Particularmente
llamativo debe considerarse el hecho de que resultaron ser casos de violencia
doméstica uno de los dos homicidios registrados en el período considerado y el 78 %
de los abusos sexuales.
En el ámbito de los juzgados de familia, donde existe un registro más
cuidadoso, también se detectó que estos no reflejaban con exactitud el número de
casos reales. De este modo, mientras el sistema registró como casos de violencia
familiar algo más del 10 % de los expedientes, el relevamiento permitió determinar que
casi la cuarta parte del total corresponde a fenómenos de violencia doméstica.
Ya se ha señalado el modo en que las captaciones legales condicionan la
categorización estadística, sin embargo, no es cierto que deba atribuirse
exclusivamente a ellas la existencia de categorías que no transparentan el fenómeno
de la violencia doméstica. En efecto, la ley penal contempla en numerosos casos
agravantes específicos cuando los delitos se llevan a cabo contra familiares o
convivientes, por las que los motivos que llevaron a no registrar tales casos de manera
diferenciada, aún cuando en su conjunto constituyeran un número altamente
significativo, responde exclusivamente a un criterio estadístico que nunca fue
explicitado y que debería ser reexaminado.
El sub-registro no sólo tiene como consecuencia la evidente subestimación del
fenómeno, sino que además impide el correcto enfoque del mismo al brindar sólo una
muestra parcial. De ese modo se encubren dos situaciones.
La primera de ellas es el claro sesgo de género que lo atraviesa. En efecto, ya se
ha dicho que "aunque todos los individuos afrontan riesgos a su seguridad personal, la
violencia es una cuestión 'de género'. Sin tomar en cuenta si la víctima es mujer u
hombre, en general, los que cometen actos de violencia son hombres. Las mujeres y los
hombres experimentan la violencia de forma distinta, existiendo una diferencia entre el
tipo de daño que se inflige dependiendo del sexo de la víctima. Además los autores de la
violencia con frecuencia están motivados por cuestiones de género, por ejemplo, la
necesidad de ejercer el poder masculino. Es por ello que muchos expertos de las
Naciones Unidas han adaptado el término 'violencia contra la mujer basada en el
género'".13
El examen del comportamiento del grupo de los varones y las mujeres en los
casos de violencia doméstica, deja al descubierto la innegable relación entre éste
fenómeno y la violencia basada en el género. Esa es la única explicación a la enorme
disparidad entre el número de hombres y mujeres agresores y, más sensiblemente,
entre hombres y mujeres víctimas14.
La segunda situación que queda al descubierto es, sin duda, mucho más cruel,
y fue advertida al relevar la respuesta del sistema a los casos de violencia doméstica.
13
"Conceptos de género en la planificación del desarrollo", INSTRAW,
Mientras se registren como casos de violencia doméstica sólo los que se refieran a las infracciones a las leyes
13.944 y 24.270, la "norma cultural" que sitúa a la mujer como guardadora de los hijos y al varón como proveedor
de los alimentos, ubica a ambos sexos como autores "esperables" de cada una de estas infracciones. La
incorporación al examen de un considerable número de casos que no responde a esta equilibrada "distribución de
roles para la violencia" pone en evidencia el verdadero rostro de la violencia doméstica.
38
14
El relevamiento efectuado en sede correccional permitió determinar que las
causas que reportaban casos de violencia doméstica eran rápidamente clausuradas y
archivadas. En el 87 % de los casos el Ministerio Público Fiscal no halló mérito en
ninguno de ellos para llevar a cabo la pertinente investigación. Incluso casos con
lesiones médicamente comprobables siguieron el camino de un rápido archivo. Por el
contrario, en los 224 casos restantes, en los que hubo indicación concreta de autores,
pero no estaban en juego cuestiones de violencia doméstica, sólo se ordenó el archivo
del 34 % de las causas, prosiguiéndose la investigación de las restantes.
Por cierto, este trámite acelerado que reciben los casos de violencia doméstica
aparece absolutamente enmascarado en el registro oficial. En efecto, de las causas
específicamente consideradas como tales (infracciones a las leyes 13.944 y 24.270)
permanecían abiertas el 30%, en tanto que de las restantes sólo el 8%, aunque si
consideramos que en una de las causas cuya investigación prosiguió, se hallaban
concurrentemente afectados intereses distintos a los del núcleo doméstico, el
porcentaje desciende al 7%.
De 25 amenazas denunciadas en el ámbito doméstico, pasado el mes, sólo una
continuaba siendo investigada en tanto que, de las lesiones, más del 90 % había sido
archivada en el mismo período. Se tiene mucho más éxito denunciando la lesión
ocasionada por un tercero que aquella que fue causada por un familiar conviviente.
De nada sirve la comprobación objetiva de que en los casos de violencia
doméstica, las amenazas verbales suelen acompañarse con vías de hecho con mayor
frecuencia que las que involucran a personas sin vinculación familiar. Aún así, las
amenazas en ámbitos domésticos difícilmente serán investigadas.
Este examen nos lleva a una última conclusión.
Es elemental considerar que quien recurre a la justicia a efectuar una
denuncia, lo hace con la expectativa de obtener una respuesta que resuelva una
determinada situación. Cuando lo que se denuncia es una situación de violencia
producida en el ámbito doméstico, no sólo se genera una expectativa sino que es
mucho lo que se pone en riesgo, y la experiencia indica que en estos casos, la decisión
de denunciar no suele resultar fácil y constituye habitualmente un paso trascendental
para quien la formula.
En estos casos, la inmediata clausura y archivo de las actuaciones dejan sin
respuesta a quien finalmente se atrevió a denunciar, y lo devuelve a la misma
situación en que se produjo el episodio denunciado, reforzando, objetivamente al
agresor.
La experiencia nos abruma con casos en los cuales un suceso de violencia
extrema, producido en ámbitos domésticos, que llega a juicio, ha sido precedido por
numerosos episodios menores que, oportunamente denunciados, no recibieron otra
respuesta que el archivo. Sin embargo, la falta de un adecuado registro, presenta
estos casos como excepcionales, cuando la regla parece ser que se los desatienda.
Para concluir, debe señalarse que el autor de este informe no abre juicio acerca
de la conveniencia de que los casos de violencia doméstica deban necesariamente
resolverse en sede judicial y, en particular, es decididamente escéptico en punto a que
todos los casos encuentren adecuada respuesta en sede penal.
Sin embargo, cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre el punto,
ninguna propuesta que se formule para prevenir la violencia doméstica (o responder a
ella), tendrá base cierta si no tiene en cuenta la verdadera cantidad de casos en los
que se reclama una respuesta jurisdiccional y si mantiene la ficción de que tal
respuesta judicial al fenómeno de la violencia doméstica existe, cuando, en rigor, lo
que el sistema hace es, parcializarlo, enmascararlo y, en definitiva, negarlo.
39
I
VIOLENCIA DE GÉNERO – VIOLENCIA FAMILIAR
El caso paradigmático de la violencia de género lo constituye la violencia contra
la mujer que se lleva a cabo en el ámbito familiar. Hay distintas razones para que esto
sea así.
En primer lugar, es en el ámbito de la familia en el que cada persona, varón o
mujer, va a comenzar a adquirir su identidad de género y, en consecuencia,
internalizar los estereotipos a partir de los cuales va a establecer sus relaciones
futuras. La estructura familiar en la cual se lleve a cabo este proceso será
condicionante. En efecto, no es lo mismo que adquiera su identidad en un ámbito
signado por la igualdad donde se privilegie el intercambio y los adultos adopten
consensuadamente las decisiones que afecten a la familia, que hacerlo en uno en el
cual el control y la dominación sean el estigma y las decisiones sean unilateralmente
tomadas por el varón.
En segundo lugar porque el ámbito familiar ha sido tradicionalmente definido
como ámbito privado, en oposición al espacio público.
Tal supuesta dicotomía ha fijado la frontera de la intervención estatal
generando una suerte de espacio de PODER NATURAL donde el estado no interviene o lo
hace lo menos posible, dejando que los conflictos se resuelvan de mano propia.
Entronizado el varón como JEFE de familia, status que la ley en numerosos casos
refuerza, es previsible imaginar a favor de quien habrán de resolverse los conflictos en
los cuales él terminará siendo juez y parte.
Por efecto directo o indirecto de la ley, por condicionamiento cultural, por
formación y reconocimiento social, lo cierto es que la familia se instaura como un
“contexto de desequilibrio de poder” que requiere de sus integrantes una reflexión
conciente para revertir sus efectos.
Cuando la violencia se ejerce sobre la mujer en este ámbito ésta no sólo debe
enfrentar al varón que la somete sino a la estructura misma y a las propias
limitaciones que un estereotipo de deber ser femenino le ha impuesto.
Cualquiera que haya tenido contacto con una mujer víctima de violencia
doméstica la ha visto “entrampada” en su relación sin poder tomar decisiones que
pongan fin a su injusta situación de sometimiento. Por cierto que, atribuir esta
situación a la particular personalidad de la víctima no sólo tiene el paradojal efecto de
devolver la causa de la violencia a quien la sufre sino que además resulta ineficaz para
comprender cabalmente la situación y alcanzar una solución eficaz.
Sólo un análisis con una adecuada perspectiva de género permite desbrozar las
múltiples circunstancias que han intervenido para que una mujer se encuentre en la
situación de sometimiento brutal que implica la violencia doméstica y,
consecuentemente, hallar las herramientas que permitan un efectivo empoderamiento
de la mujer y ayudarla a fugar de la trampa
40
EL CICLO DE LA VIOLENCIA – LA TRAMPA
Acumulación
de la tensión
Miedo
Angustia
Confusión
Ilusión
Lástima
Culpa
Ansiedad
Miedo
Desilusión
Reconciliación
Explosión
Renegociación
Mujer:
Varón.
¿cede en sus derechos
y recursos?
¿Sólo promete cambiar?
Distanciamiento
Miedo
Odio
Impotencia
Soledad
Dolor
Toma de
decisiones:
Busca ayuda
Se esconde
Se va de la casa
Grupos de Apoyo
Aislamiento - Suicidio
Culpa – Vergüenza – Confusión – Miedo
Lástima propia - Dolor
[Tomado del Manual de Lecturas para Cursos en Violencia Doméstica de la Academia de
Policía. ILANUD, San José, 1996]
41
DOS MODELOS DE ESTRUCTURA FAMILIAR
AMENAZAS
Amenazas de hacerle
mal  de dejarla, de
suicidarse o denunciarla falsamente a la
autoridadObligarla a
retirar las denuncias
contra élObligarla
PRIVILEGIO
a cometer actos
MASCULINO
ilegales
Tratarla como a
una sirvienta No
dejarla tomar
decisiones
importantes Actuar
como el rey de la
casa Definir los
roles del hombre y de
la mujer
ABUSO
ECONÓMICO
No dejarla trabajar o
impedirle que mantenga el empleo
Obligarla a que le
pida dineroDarle
una mensualidad
Quitarle el dinero
No informarle sobre
los ingresos o no
permitirle disponer de ellos
42
MANIPULACIÓN
DE LOS NIÑOS/AS
Hacerla sentir
culpable por el comportamiento de los
niños/as Usarlos
como intermediarios y
mantener así el
control Usar las
visitas para molestarlaAmenazarla
con quitárselos
INTIMIDACIÓN
Provocarle miedo a
través de miradas,
acciones y gestos
Destrozar objetos
Romper sus cosas
personales,
maltratar a los
animales domésticosExhibirle
armas
AISLAMIENTO
Controlar lo que
hace, a quien puede
ver, con quién puede
hablar, lo que puede
leer y dónde va;
Limitar su vida
social, utilizando los
celos para justificar
sus actos
ABUSO
EMOCIONAL
Hacerla sentir inferior Hacerla sentir
mal Insultarla con
nombres ofensivos
Hacerle pensar que
está loca
Confundirla,
Humillarla, hacerle
sentir culpable
NEGAR,CULPAR
DESVALORIZAR
No tomar seriamente
la preocupación que
ella tiene sobre el
abuso Negar que
hubo abuso Hacerla
sentir responsable
de la conducta
abusiva Decirle
que ella lo provocó
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
Llegar a un acuerdo
para una justa
distribución de las
tareas  Tomar
juntos las decisiones
familiares
NEGOCIACIÓN JUSTA
Ante un conflicto,
buscar soluciones
convenientespara
ambas partes 
Aceptar cambios
Estar dispuesto a
llegar a un acuerdo
CONDUCTA
NO AMENAZANTE
Actuar y hablar de
tal forma que ella se
sienta segura y
cómoda al hacer sus
cosas y al expresarse
CONFIANZA Y APOYO
Apoyarla en sus
proyectos 
Respetarle sus
sentimientos,
amigos/as,
actividades y
opiniones
ECONOMÍA
COMPARTIDA
Tomar juntos las
decisiones
económicas 
Asegurar que los
acuerdos económicos
beneficien a los dos
ASUMIR
LA RESPONSABILIDAD PATERNA
Compartir las
responsabilidades
paternas  Ser un
modelo de conducta
para sus hijos/as,
actuando positivamente y sin violencia
RESPETO
Escucharla sin
juzgarla  Apoyarla y
comprenderla 
Valorar sus opiniones
HONESTIDAD Y
RESPONSABILIDAD
Aceptar responsabilidad por sus acciones
 Reconocer y aceptar que actuó violentamente en el pasado
 Reconocer que
estaba equivocado 
Comunicarse abiertamente y con la
verdad
43
LECTURA III
VIOLENCIA DOMÉSTICA Y MEDIACIÓN
por Gabriela L. Pastorino
Este artículo busca demostrar la inutilidad de la mediación, impuesta por la ley
24.417, como herramienta legal para resolver conflictos de violencia doméstica.
Nuestra tesis consiste en sostener que aplicar técnicas de mediación para superar
estos conflictos importa, por un lado, desconocer la naturaleza de la violencia
doméstica y, por el otro, la asunción por parte del Estado de una actitud
vergonzosamente prescindente frente a ella.
Sin ignorar que la herramienta prevista por la ley cuenta con importante apoyo
doctrinario nacional 15 , debemos resaltar que en derecho comparado las posturas
legislativas y doctrinarias más modernas desaconsejan en forma tajante el uso de la
mediación en casos de violencia 16.
LA VÍCTIMA DE VIOLENCIA. NUNCA PUEDE PARTICIPAR DE UN PROCESO DE
MEDIACION
Las víctimas de violencia son normalmente las mujeres convivientes, los hijos
menores y los ancianos. Analizaremos la situación de cada subgrupo por separado.
a) La mujer victimizada ha sido afectada negativamente por el ciclo de la violencia.
Su personalidad está quebrada, su autoestima baja, sufre de una "aprendida
indefensión" y se desprecia a sí misma. Se siente culpable del comportamiento del
golpeador y es incapaz de huir de la relación aunque sólo fuera para ponerse a salvo.
El hombre ha logrado instalar un modelo de control, poder y dominio en la pareja,
por lo que la mujer-víctima se halla en una posición de temor, dependencia y gran
debilidad 17.
Partiendo de una situación de desequilibrio como la descripta, resulta un
sinsentido imaginar a la víctima participando en un proceso de mediación junto al
victimario.
15
ALVAREZ, Gladys, Ponencia" presentada en la International Conference on
Domestic Violence, The Hidden Problem Exposed, mayo 1994, Roma, Italia.
16
Las leyes de los Estados de Nueva York, Massachusetts, Florida y California,
consideran a la mediación no efectiva y dañina en casos de violencia doméstica (Report
of the New York taskforce on women in the Courts, pág. 57, publicado en Fordham L.R.,
1987; The Gender Bias Study of the Court System in Massachuselts, pág. 94 [Boston, MA
Supreme Judicial Court of Massachusetts, 1989] y The Flrst Report of the Florida's
Governor's taskforce, pág. 57,1994, The National Council of Juvenile and Family Court
Judges, "Family violence improving Court Practice", 1990, pág. 27.
17
WAITS, Katheleen, "The Criminal Justice Systems Response to Battering:
Understanding the Problem, Forging a Solution", Washington Law Review, vol. 160, pág.
267, 1985.
44
Esta técnica alternativa, puede ser un dañino, sino peligroso foro para la víctima
de violencia 18. El desequilibrio de poder que surge de la relación abusiva puede
colocarla en una clara desventaja durante la negociación cara a cara. Puede, incluso,
vérselas con la agresión física como respuesta, luego de una sesión de mediación.
Tengamos en cuenta que la clave de la mediación exitosa es la participación
voluntaria y la igualdad, el equilibrio en la negociación y confianza de los participantes
en lograr justicia. Estos elementos están ausentes en una relación abusiva 19.
La mujer abusada puede hacer concesiones en el proceso de mediación llegando a
"acuerdos" perjudiciales para ella, para protegerse de un mayor abuso. El
desequilibrio de poder en una relación víctima-abusador es de tal peso que la
posibilidad de que la víctima sea coercionada durante la mediación es virtualmente
inevitable 20.
La mediación, por naturaleza, descansa hasta cierto punto en la mutua buena fe y
el sentido de la justicia de ambas partes. En algunos casos, los mediadores muy
entrenados pueden ser efectivos en igualar la carga de poder de las partes, pero no
pueden compensar, en cambio, los efectos de un modelo de larga vigencia durante el
cual una de ellas ha controlado y manipulado a la otra 21.
Ciertamente, la víctima puede, incluso, temer hablar o manifestar disconformidad,
durante la sesión de mediación, por miedo a las represalias.
La víctima encuentra muy difícil recurrir ante los tribunales, haciendo público un
drama privado. Pero, tomada la decisión, espera encontrar el apoyo y la protección del
sistema judicial. No está en condiciones de volver a encontrarse frente al abusador,
ahora en un proceso de mediación.
Es fundamental, entonces, que los jueces no sometan a mediación los casos de
violencia doméstica. Más aún, incluso en los casos ordinarios de derecho de familia
(divorcio, régimen de visitas, etc.), deben dejar los programas de mediación de lado,
cuando advierten que están frente a un caso en el que las partes han desarrollado un
vínculo de violencia.
b) En el caso de que la víctima fuera un anciano, se repiten todas las
características recién descriptas de desequilibrio de poder entre abusador y víctima,
agregándose como nota distintiva, una mayor y, a esa altura de la vida, insuperable
fragilidad económica y emocional.
d) Respecto de menores victimizados es donde la técnica de mediación muestra su
mayor impropiedad. Cuando un menor es abusado, la única respuesta idónea del
sistema legal es protegerlo, disponiendo el juez las medidas que contempla la ley
10.903 y el artículo 234 y siguientes del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación.
No hay, entonces, ninguna posibilidad de aplicación de la mediación cuando un
menor es la víctima del maltrato.
18
CRITES, Laura y COKER, Donna, "What Therapists see that Judges may miss", Tire
Judges Joumal, abril 1992, pág. 28.
19
CAMPBELL WHITE, Anne, "What you Didn't Learn in Law School Family law and
Domestic Violence", The Florida Bar Joumal, octubre 1994, pág. 40.
20
WIKLER, Norma J., "The Impact of Gender Bias in the Courts Treatment of
Dvmestic VioIence Victims", Ponencia presentada en la International Conference of
Domestic Violence, The Hidden problem exposed, mayo 1994, Roma, Italia.
21
MYRA SUN y LAURIE WOODS, National Center on Women and Family Law, Inc. A. Mediator's
Guide to Domestic Abuse, vol. 40 (1989); National Institute of Justice. Confronting Domestic Violence: a
Guide for Criminal Juslice Agencies, vol. 62.
45
LA MEDIACIÓN NO ASEGURA LA INTERRUPCIÓN DEL CICLO VIOLENTO
El agresor es, por definición, un negador de su condición; aun confrontado con la
prueba irrefutable de su violencia minimizará su importancia; culpará a la víctima o a
circunstancias ajenas a él 22. Cree que su conducta es motivada externa, antes que
internamente. Nunca asumirá de manera voluntaria su completa responsabilidad.
Como niega la existencia misma del problema, no admite la ilegalidad de su conducta
ni la necesidad de ayuda terapéutica para reformarse.
La experiencia de aquellos países que llevan años lidiando con este tema
demuestra que sólo una intervención judicial externa puede derribar los muros
psicológicos de negación y externalización detrás de los cuales se esconde el
abusador 23.
Ahora bien, no cualquier intervención judicial quiebra el ciclo de la violencia. El
abusador debe recibir dos mensajes del orden legal: que la víctima está bajo la
protección del Estado y que su conducta es inaceptable.
Ninguno de estos dos mensajes son recibidos por el victimario al someter a
mediación una cuestión como la que se ventila.
Todos los estudios sobre la materia demuestran que el violento abandona su
conducta abusiva cuando siente que la justicia le ha puesto la "mano en el pecho",
cuando se le impone realizar un tratamiento terapéutico y enfrenta la intimación
judicial que, de persistir en su comportamiento, recibirá severas penalidades 24.
Una admonición judicial envía un fuerte mensaje al abusador sobre la
responsabilidad que le cabe por sus actos y de que la víctima tiene el apoyo y la
protección del sistema judicial 25.
Sin la dura fuerza de la intervención externa, la violencia continuará 26.
VERGONZOSA PRESCINDENCIA DEL ESTADO EN CONFLICTOS DE
VIOLENCIA
Someter los conflictos de violencia a procesos de mediación importa adoptar un
modelo no intervencionista.
El Estado ha decidido no intervenir en los conflictos de violencia partiendo de la
base de que los miembros de una familia puedan alcanzar acuerdos beneficiosos y
satisfactorios para el grupo basados en el afecto que existe entre ellos. La ley,
entonces, privilegia la autonomía familiar.
La filosofía que subyace tras la postura no intervencionista de nuestra ley es que
la violencia doméstica es sólo un problema intrafamiliar, por lo que la solución debe
ser provista por sus protagonistas. El Estado se limita a aportar un profesional -el
mediador- que cooperará con las partes en la búsqueda de una solución.
A nuestro juicio, ello significa no comprender la naturaleza de la violencia
doméstica. Desconoce que es responsabilidad del Estado detener el ciclo violento
liberando a la víctima de esa carga.
WAITS, Katheleen, op. cit., pág. 267.
WAITS, Katheleen, op. cit., pág. 267.
24
D. C. CARMONY y K. R. WILLIAMS, "Wife Assault and Perceptions of Solutions",
Violence and Victims 2 (1987); DAKIS, Linda, "Injuctions for Protection", The Florida
Bar Journal, octubre 1994, pág. 50.
25
U.S. atorney general task force on family violence, Wash. DC US Department of
Justice (1982), pág. 82
26
CRITERS, Laura y COKER, Donna, op. cit., pág. 23.
22
23
46
El Estado tiene el deber de proteger a sus ciudadanos, especialmente si ellos
tienen dificultades para protegerse a sí mismos 27.
La violencia contra cualquier persona es una violación a las normas básicas de
una sociedad; el control y reducción de esa violencia es responsabilidad de la
sociedad, no de las víctimas. La falta de compromiso de la sociedad en el combate
contra la violencia doméstica es inaceptable. Pero lo es más si se atiende al hecho de
que los hijos de hogares violentos son testigos permanentes, cuando no víctimas, del
modelo de relación de sus padres y que el solo hecho de haber presenciado cómo su
padre agredía a su madre determinará en ellos problemas de conducta, somáticos y
emocionales similares a los que experimentan menores que han sido efectivamente
sometidos a abusos psíquicos 28.
Someter entonces, estos casos a mediación importa "minimizar la conducta del
violento transmitiendo a la víctima, a los niños y a la sociedad en general, que el
abuso es sólo un caso doméstico y no una grave e ilegal inconducta" 29.
CONCLUSIONES
La mediación es un instrumento ineficaz para resolver conflictos de violencia
doméstica porque:
l. El desequilibrio de poder inhabilita a la víctima a tomar parte en un proceso de
mediación.
2. La mediación, al ser una técnica voluntaria, es una intervención sin fuerza
suficiente para quebrar el círculo de la violencia.
3. Si la sociedad adopta una postura no intervencionista frente a los casos de
violencia doméstica, termina convirtiéndose en cómplice del abusador.
27
Así lo dispone, por ejemplo, la Constitución brasileña, donde el art. 226 inc. 8 reza: "EI Estado
asegurará la asistencia a la familia en la persona de cada uno de sus integrantes, creando mecanismos
para cohibir la violencia en el ámbito de sus relaciones .
Conf. JAFE, P.; WOLFE, D. W. y WILSON, S., Children of ballered women: Isssues in Child
Developmenr & lntervenrion Planning, Newbury Park CA: Sage, (1990).
29
The first report of lhe governor's task force on domestic violence State of Florida, enero 31,1994,
pág. 58.
28
47
48
4.
DISCRIMINACIóN LABORAL
I
Si la violencia física contra la mujer adquiere en el ámbito familiar un carácter
paradigmático, en el espacio público ésta resulta intolerable por lo que adquiere
formas más sutiles. Así pues, en el espacio de lo público, la desigualdad de poder se
expresará mediante la privación de la efectiva realización de los derechos por efecto de
la discriminación.
En el ámbito laboral el trato desigual se manifiesta de muchas maneras.
En primer lugar, existe una percepción y valoración distintas de las mismas
actitudes. Ello aparece claramente ejemplificado en el cuadro siguiente que
corresponde a un folleto de educación popular que Alda Facio reprodujo en “Cuando el
Género suena, cambios trae”.
ÉL TRABAJA
ELLA TRABAJA
Él tiene una foto de la familia en el escritorio.
Ella tiene una foto de la familia en el
Ah! Un padre sólido, consciente de sus escritorio.
responsabilidades.
¡Mmm! Su familia estará antes que su carrera.
Su escritorio está desordenado.
Es un hombre muy ocupado
Su escritorio está desordenado.
Ella es desordenada y dispersa
Él habla con sus colegas.
Debe estar discutiendo un último acuerdo
Ella habla con sus colegas.
Ella sigue en puros capucheos
Él no está en su puesto.
Debe estar en una reunión
Ella no está en su puesto.
¡De nuevo en el baño!
No está en su oficina.
Se reúne con los delegados.
No está en su oficina.
Se arrancó a hacer compras.
El almuerza con el gerente.
¡Seguro que lo van a ascender!
Ella almuerza con el gerente.
¡Seguro que son amantes!
El gerente le llamó la atención.
Él mejorará su rendimiento.
El gerente le llamó la atención.
Seguro se pondrá histérica.
Lo trataron injustamente.
¿Se enojó?
La trataron injustamente.
¿Se puso a llorar?
Él se casa.
Va a estar más tranquilo.
Ella se casa.
Pronto estará embarazada y se irá.
Tiene un bebé.
Necesitará un aumento.
Tiene un bebé.
Va a costar más cara a la empresa.
Él parte en misión.
Es bueno para su carrera.
Ella parte en misión.
¿Qué dirá su marido?
Él pidió un traslado.
Él sabe reconocer una buena ocasión.
Ella pidió un traslado.
Jamás se puede contar con las mujeres.
49
También existen un trato desigual al momento de valorar económicamente el
esfuerzo de mujeres y varones:
INGRESO MEDIO DE LAS MUJERES, COMPARADO CON EL DE LOS HOMBRES,
SEGÚN NÚMERO DE AÑOS DE INSTRUCCIÓN (1990 – 2004) EN PORCENTAJES
[Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm]
Disparidad salarial
por años de instrucción/
País
Año
Total
0 a 3 años
4 a 6 años
7 a 9 años
10 a 12
años
13 años y
más
Argentina c/
(Gran Buenos
Aires)
1990
1994
1997
1999
2002
2004
75,8
76,0
79,4
79,0
70,7
68,1
...
...
60,4
63,0
76,1
51,1
72,5
...
57,4
72,0
68,1
52,7
...
...
69,2
58,0
54,9
50,4
67,6
...
76,3
77,0
67,4
69,4
62,2
...
64,3
66,0
59,9
65,4
INGRESO MEDIO DE LAS MUJERES, COMPARADO CON EL DE LOS HOMBRES,
SEGÚN GRUPOS DE EDAD (1990 – 2004) EN PORCENTAJES
[Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm]
Disparidad salarial
por grupos de edad/
País
Argentina
(Gran Buenos
Aires)
Año
Total
15 a 24
años
25 a 34
años
35 a 44
años
45 a 54
años
55 años y
más
1990
1994
1997
1999
2002
2004
75,8
76,0
79,4
79,0
70,7
68,1
93,6
94,0
97,8
95,0
81,9
85,5
82,1
80,0
91,7
84,0
79,1
71,9
71,8
69,0
76,7
69,0
71,3
66,1
71,6
73,0
63,1
78,0
61,2
66,7
54,1
61,0
66,2
73,0
54,0
49,7
La desigualdad se expresa además en el modo en que se distribuyen las tareas
entre varones y mujeres. Los fragmentos que se reproducen a continuación son parte
del informe que bajo el título “Diagnóstico sobre la situación laboral de las mujeres
–Segundo Trimestr de 2005-”, elaboró la Subsecretaría de Programación técnica y
estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social:
50
LECTURA IV:
Entre las principales observaciones incluidas en este informe destacamos:
• Los niveles actuales de participación de las mujeres urbanas en el mercado de
trabajo implican una participación alta en términos históricos y son a su vez similares
a los observados entre las mujeres urbanas del resto de los países del MERCOSUR.
• La aceleración del aumento de la tasa de actividad femenina en los noventa se
explica fundamentalmente por la activación de las mujeres de hogares de ingresos
bajos y medios bajos y se enmarca, por tanto, en una estrategia orientada a sortear los
efectos del desempleo y la precarización de los jefes de hogar.
• Este crecimiento de la tasa de actividad durante los noventa se tradujo en un
incremento de sus niveles de desocupación y subocupación, antes que en un aumento
del porcentaje de ocupadas plenas.
• En contraste con lo sucedido en los noventa, en el marco actual de reactivación, la
tasa de actividad femenina se ha mantenido constante, con un leve descenso, según
se observa a través de las mediciones de 2003 y 2005.
• La desigualdad entre varones y mujeres en las posibilidades de acceso al mundo del
trabajo extra-doméstico se expresa en una brecha de género de 0,69 puntos entre sus
respectivas tasas de actividad y de 0,66 puntos entre sus tasas de empleo. [Brecha de
género calculada como la tasa femenina sobre la tasa masculina correspondiente]
• Aún cuando las mujeres argentinas, tomadas conjuntamente, muestran en la
actualidad una participación en la actividad económica máxima y relativamente
homogénea en las edades centrales, también se observan importantes diferenciales en
la participación de las mujeres según la presencia y cantidad de hijos menores. Esto
podría asociarse con la persistencia de patrones tradicionales en el uso del tiempo
doméstico sumados a la restringida disponibilidad de servicios para el cuidado de los
niños en edad preescolar.
• A pesar de este proceso de activación de las mujeres de los hogares de ingresos bajos
y medios bajos, la participación económica femenina sigue siendo mucho más alta y
estable entre las mujeres con altos niveles educativos. Mientras entre la población de
bajos niveles educativos, la propensión a la actividad de las mujeres es un 58% de la
de los varones, entre quienes acceden a los máximos niveles educativos, esta relación
asciende al 88%.
• Las mujeres activas tienen una probabilidad 29% más altas que los varones de estar
desocupadas. Entre las mujeres se observa un porcentaje mayor de desempleo abierto
de larga duración y un porcentaje más alto de desocupados de altos niveles educativos
y de nuevos trabajadores.
• Las mujeres con niveles educativos hasta secundaria incompleta tienen una
probabilidad 2,3 veces mayor de quedar desocupadas que las más educadas.
51
• La subocupación afecta con mayor intensidad a las mujeres, especialmente a las de
mayor edad y las de menor nivel educativo.
• A pesar de la creciente incorporación de la mujer en el mercado de trabajo, la
estructura ocupacional sigue presentando una fuerte segregación vertical y horizontal
por género:
a) En términos de segregación horizontal, se verifica, que tanto el servicio doméstico
como la enseñanza y los servicios sociales y de salud, son actividades claramente
feminizadas, mientras que la presencia femenina es marginal en construcción,
transporte y almacenaje.
b) En términos de segregación vertical, las mujeres son promovidas a cargos de
jefatura en menor proporción que los varones: sólo el 27,4% de los asalariados que
ejercen cargos de jefatura en los procesos de trabajo y el 28,3% de quienes ejercen
cargos de dirección, son mujeres.
c) El acceso de las mujeres a altos niveles educativos formales no se traduce en igual
medida en un reconocimiento de tales logros en el puesto de trabajo: una de cada
cuatro mujeres que completaron o superaron el ciclo medio, desarrollan tareas
subcalificadas.
• En relación con la calidad de los puestos de trabajo ocupados por las mujeres, se
puede estimar que: a) aproximadamente el 40% de las asalariadas se ocupan en el
sector informal (ya sea en el servicio doméstico o en establecimientos de hasta cinco
ocupados); b) prácticamente el 60% de las asalariadas del sector privado están no
registradas y c) persisten brechas de género en los salarios mensuales y los salarios
horario promedio, las que se acentúan entre la población de mayor nivel educativo y
mayores niveles de calificación y se amplían especialmente en el sector privado.
(pags. 135/137)
Segregación horizontal
La estructura ocupacional del país reproduce una división de trabajo tradicional, en la
cual, tanto el servicio doméstico (donde la presencia femenina es prácticamente
excluyente) como la enseñanza (donde tres de cada cuatro ocupados son mujeres) y
los servicios sociales y de salud (con una presencia femenina del 63,2%) son
actividades claramente feminizadas. Sectores éstos en los que las mujeres extienden
en el espacio extra-doméstico los roles reproductivos y de cuidado, tradicionalmente
asignados. Asimismo, la presencia femenina es también importante en otros servicios
comunitarios, sociales y personales y en hoteles y restaurantes. En el otro extremo, la
presencia femenina es marginal en los sectores como construcción y transporte y
almacenaje, en los que los requerimientos de fuerza física son decisivos en la
contratación.
Presencia femenina según rama de actividad
52
Presencia femenina según rama de actividad –Segundo Trimestre de 2005- Sin
beneficiarios PJH
Rama de Actividad
Presencia femenina
Actividades primarias
11,7%
Industria manufacturera
29,3%
Construcción
2,9%
Comercio
36,8%
Hoteles y restaurantes
46,8%
Transporte, almacenaje y comunicaciones
15,0%
Servicios financieros, inmob., empresariales y alquileres
33,5%
Admnistración pública y defensa
38,8%
Enseñanza
76,4%
Servicios sociales y de salud
63,2%
Servicio doméstico
94,9%
Otros servicios comunitarios, sociales y personales
39,5%
Otras ramas
19,1%
Total
40,4%
Fuente: DGEyEL - SSPTyEL, en base a EPH (INDEC).
Nota: Si se toma el servicio doméstico en sentido estricto, considerado el t ipo de tareas desarrolladas y
no ya la distribución por ramas de actividad, el total de ocupadas de esta ocupación son mujeres.
El servicio doméstico es una ocupación especialmente relevante para el empleo
femenino, agrupando para el total de aglomerados relevados por la EPH, en el segundo
trimestre de 2005, al 16,3% del total de mujeres ocupadas y al 20,3% del total de
asalariadas de todo el país. Excluyendo el servicio doméstico y considerando el
universo de ocupaciones específicas, encontramos que sólo diez ocupaciones
concentran casi el 58% de los empleos femeninos mientras que esas mismas
ocupaciones sólo explican el 31,6% del empleo asalariado masculino, lo que confirma
la importante diferenciación en los puestos ocupados según sexo. Incluso, el 27,1% de
las mujeres se concentran en sólo dos ocupaciones: operadoras de sistemas de la
administración de calificación operativa y trabajadoras de la educación de calificación
técnica, donde se presentan empleos tales como: empleadas administrativas,
secretarias y auxiliares administrativas y docentes primarias, profesoras secundarias,
profesoras de idioma, maestras jardineras.
[págs. 152/153]
53
Segregación vertical
Por último en términos de segregación vertical, observamos que las mujeres son
promovidas a cargos de jefatura en menor proporción que los varones: si bien las
mujeres representan el 42,9% de los asalariados sólo el 27,4% de los asalariados que
ejercen cargos de jefatura en los procesos de trabajo son mujeres.
Presencia femenina en cargos de jefatura y dirección
Total ocupados y asalariados sin benefic. PJH
Cargos de jerarquía
Presencia femenina
Jefatura
27,4%
Total asalariados
42,9%
Directores
28,3%
Total ocupados
40,4%
Fuente: DGEyEL - SSPTyEL, en base a EPH (INDEC).
Nota: presencia femenina en cargos de jefatura calculada sobre el total de asalariados.
Presencia femenina en cargos de dirección calculada sobre el total de ocupados.
En la misma dirección, mientras el 40,4% de los ocupados son mujeres, el porcentaje
de mujeres en cargos de dirección se reduce al 28,3%. Si bien el ejercicio de un cargo
de dirección no está unívocamente unido a la propiedad de los medios de producción especialmente en el caso de los establecimientos medianos y grandes-, es cierto que
este bajo porcentaje de mujeres está también en sintonía con su subrepresentación
entre los patrones y los cuentapropistas. Tres de cada cuatro mujeres ocupadas tienen
una inserción asalariada y las mujeres se encuentran asimismo sobrerrepresentadas
entre el pequeño conjunto de trabajadores sin salario, vinculado esto último a su
participación subordinada en unidades económicas de carácter familiar.
54
Ocupados por categoría ocupacional según sexo
Segundo trimestre de 2005 - Sin beneficiarios PJH
Categoría
Ocupacional
Total
Mujeres
Varones
Ocupadas
Dist. %
Ocupados
Dist. %
Presencia
Femenina
5.066
100,0%
7.463
100,0%
40,4%
Empleadores
132
2,6%
384
5,2%
25,6%
Cuentapropistas
874
17,3%
1.740
23,3%
33,4%
3.976
78,5%
5.302
71,0%
42,9%
84
1,7%
36
0,5%
69,9%
Asalariados
Trab. Sin salario
Fuente: DGEyEL - SSPTyEL, en base a EPH (INDEC).
Calidad de la inserción ocupacional
Siguiendo con el perfil ocupacional de las mujeres, es importante incorporar al
análisis la calidad de puestos de trabajo en los que las mismas se insertan y observar
en qué medida la reactivación del bienio supone o no, un reforzamiento de la
segmentación presente al respecto entre varones y mujeres. Para ello, consideraremos
las siguientes dimensiones: a) la extensión de la jornada laboral; b) el tamaño de
establecimiento en el que trabajan; b) el grado en el que se cumple la legislación
laboral relativa a su seguridad social y c) el grado en el que se remunera el nivel
educativo y la calificación de los trabajadores.
La extensión de la jornada laboral (completa o parcial) puede ser considerada como
indicador de la calidad del puesto de trabajo. Lo anterior se basa en dos criterios: el
que atiende a la productividad relativa de los puestos; y el relativo al costo que
demandaría la creación de los mismos. Es por esto que se ha tendido a emplear el
porcentaje de trabajadores a tiempo completo como un indicador positivo15. Lo dicho
no quita que, ante las restricciones que impone la carga de trabajo doméstico, la
demanda del trabajador o trabajadora pueda dirigirse preferentemente hacia
ocupaciones de tiempo parcial.
La distribución de los ocupados según la extensión de la jornada permite observar un
uso del tiempo diferenciado por género que, sin desmedro de los cambios en la
actividad extra-doméstica antes descritos, es indicador de una asignación tradicional
de roles en la economía doméstica y extra-doméstica: entre las mujeres se presenta
una mayor representación de trabajadores a tiempo parcial que entre los varones
(45,9% y 20,2% respectivamente)16. En la situación polar, entre los trabajadores
sobreocupados, encontramos una decisiva sobrerrepresentación de los varones, entre
quienes prácticamente uno de cada dos trabajan más de 45 horas semanales.
55
Ocupados por extensión de la jornada según sexo -Segundo trimestre de 2005Sin beneficiarios PJH
Extensión de la
Jornada
Mujeres
Ocupadas
Varones
Dist. %
Ocupados
Dist. %
Total
4.902
100,0%
7.273
100,0%
A tiempo parcial
2.251
45,9%
1.468
20,2%
Jornada completa
1.357
27,7%
2.127
29,2%
Sobreocupados
1.292
26,4%
3.659
50,3%
2
0,1%
19
0,3%
Sin datos
Fuente: DGEyEL - SsPTyEL, en base a EPH (INDEC).
[Págs. 156/157]
56
II
Directamente relacionado con esta presencia desigual de la mujer en el mundo
público de lo laboral, debe considerarse su frágil situación previsional. En efecto, la
mayor parte de las mujeres encuentra su precaria situación de subsistencia futura
atada a la situación previsional de su cónyuge varón lo que refuerza aún más el rol de
éste en la estructura familiar.
Afiliados al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP),
según régimen previsional y sexo.1/
Caracterización
2000
2001
2002
2003
20042/
Total
Varones
Mujeres
No informa
10.831.049
7.286.878
3.487.479
56.692
11.257.559
7.544.285
3.665.270
48.004
11.608.870
7.756.917
3.811.505
40.448
11.965.561
7.979.940
3.947.750
37.872
12.374.051
8.229.056
4.110.155
34.839
Reparto
Varones
Mujeres
No informa
2.247.926
1.446.356
795.653
5.918
2.238.245
1.439.992
793.589
4.663
2.237.181
1.438.492
794.792
3.897
2.254.022
1.447.618
802.840
3.564
2.279.962
1.458.517
818.164
3.280
Capitalización
Varones
Mujeres
No informa
8.583.122
5.840.522
2.691.826
50.775
9.019.314
6.104.292
2.871.681
43.341
9.371.688
6.318.425
3.016.713
36.551
9.711.539
6.532.321
3.144.910
34.308
10.099.232
6.769.253
3.298.419
31.559
Nota : 1/ Promedios.
2/ Promedio sobre 7 meses diponibles.
Fuente: Secretaría de Seguridad Social, Dirección Nacional de Políticas de Seguridad Social, en base a datos
suministrados por ANSES - Gerencia de Sistemas y Telecomunicaciones.
Otra información a considerar:
POBLACIÓN SIN INGRESOS PROPIOS POR TRAMOS DE EDAD Y SEXO EN
ARGENTINA, ALREDEDOR DE 1994, 1999 Y 2002
[Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm]
País
Sexo
Años
15-24
25-34
35-44
45-59
Mujer
1994
1999
2002
1994
1999
2002
69,0
67,7
69,6
50,1
54,8
61,7
47,7
42,6
39,7
8,4
11,7
15,4
48,3
42,3
36,5
5,7
6,6
9,8
47,9
44,4
39,9
7,1
9,2
12,8
Argentina
Homb
re
60 y más Total
29,6
27,6
30,3
5,6
8,7
10,8
48,6
46,0
44,6
18,1
21,6
25,4
57
TRABAJADORES REMUNERADOS Y DOMÉSTICOS NO REMUNERADOS EN
ZONAS URBANA, EN ARGENTINA ALREDEDOR DE 1994,1999, 2002 y
2004 (En miles de personas)
[Tomado de http://www.eclac.cl/mujer/proyectos/perfiles/default.htm]
País
Argentina
b/
Año
1994
1999
2002
2004
Total trabajadores
Remunerados
Domésticos no
remunerados
Ambos
sexos
8885,9
Mujer
Hombre
Mujer
Hombre
Mujer
Hombre
4741,5
4144,4
2432,2
4122,7
2309,3
21,7
100%
12342,3
100%
11195,4
100%
11750,1
100%
53%
6570,8
53%
6200,3
55%
6212,9
53%
47%
5771,5
47%
4995,1
45%
5537,1
47%
27%
3949,7
32%
3635,9
32%
3956,8
34%
46%
5758,5
47%
4981,6
44%
5426,8
46%
26%
2621,1
21%
2564,4
23%
2256,1
19%
0%
13,0
0%
13,5
0%
110,3
1%
UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS ESTEREOTIPOS, LO PÚBLICO Y LO PRIVADO
La distinción entre lo público y lo privado se desdibuja, si empezamos a examinar
el modo en que ambos espacios se implican mutuamente reforzando las estructuras de
dominación y discriminación. Adviértase como la mayor presencia laboral femenina se
registra en servicio doméstico, enseñanza y servicios sociales y de salud, replicando en el
espacio público las tareas a las que se las relega en el ámbito privado.
58
5
DISCRIMINACIÓN INSTITUCIONAL
La discriminación institucional es el trato desigual que varones y mujeres
reciben de las instituciones. También aquí la diferencia puede expresarse de muchas
maneras:
Las instituciones pueden actuar reforzando de manera directa la supremacía
del varón sobre la mujer reconociendo sólo a éste como interlocutor. Tal es el caso de
las reglamentaciones impositivas que seleccionan al varón como contribuyente
responsable.
También pueden actuar favoreciendo al varón al ignorar las necesidades
especiales de las mujeres.
También favorecen el ocultamiento de la situación material de desigualdad al
recopilar la información de manera neutra respecto del género.
Finalmente, resulta relevante la omisión de las instituciones en adoptar
medidas directas tendentes a eliminar las situaciones de desigualdad existentes. En
este sentido la ley 474 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que establece lo que
denominó Plan de Igualdad Real de Oportunidades y de trato entre mujeres y varones,
contiene un interesante catálogo de medidas a adoptar.
La ley, sancionada el 5 de agosto de 2000 y promulgada de hecho el 12 de
septiembre de ese año, se publicó el 19 de septiembre y establece:
Capítulo I– Disposiciones generales – Fines y Objetivos.
Artículo 1º.– Plan de Igualdad. Créase el Plan de Igualdad Real de Oportunidades y de
Trato entre Mujeres y Varones en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Artículo 2º.– Objeto. El plan establecido por la presente Ley tiene como objeto
garantizar a las mujeres el pleno reconocimiento, goce y ejercicio de sus derechos y
garantías, y promover la igualdad real de oportunidades y de trato entre varones y
mujeres, tal como lo establece la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales suscriptos por nuestro
país.
Artículo 3º.– Definición de la discriminación. Se entiende por discriminación de género
la existencia de leyes, actos jurídicos o administrativos, las ausencias o deficiencias
legales o reglamentarias y las situaciones fácticas que impliquen distinción, exclusión
o restricción y que tengan por objeto o por resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos y garantías de las personas, en razón
de su género.
Artículo 4º.– Medidas de acción positiva. No se considera discriminación por razón de
género las medidas de acción positiva que establezcan distinciones, restricciones o
preferencias con el fin de promover o garantizar la igualdad real de oportunidades y de
trato entre mujeres y varones.
Artículo 5º.– Incorporación de la perspectiva de género. El Gobierno de la Ciudad
incorpora la perspectiva de género en:
59
a.
el diseño y ejecución de sus políticas públicas y de todos los planes y
programas que de ellas se deriven.
b.
la presentación de informes que eleve el Gobierno de la Ciudad a los
comités de seguimiento de convenciones y a los organismos nacionales e
internacionales.
c.
la elaboración de todas las estadísticas y la información resultante de las
diversas áreas.
Artículo 6º.– Garantías. El Gobierno de la Ciudad garantiza la igualdad de
oportunidades y de trato entre varones y mujeres a través de políticas, planes,
programas y servicios integrales en las esferas civiles, políticas, económicas, sociales,
laborales, educativas, culturales y de cualquier otra índole. Los poderes e
instituciones de la Ciudad deben dar efectivo cumplimiento a los derechos
consagrados en la presente ley.
Artículo7º.– Medidas antidiscriminatorias. El Gobierno de la Ciudad toma las medidas
y ejerce los controles necesarios para impedir discriminación alguna por razón de
género, tanto en el ámbito público como en el privado, y elimina los obstáculos de
hecho y de derecho que impiden la igualdad real de derechos, de oportunidades y de
trato entre varones y mujeres.
Artículo8º.– Interpretación. Los poderes e instituciones de la Ciudad deben dar a las
leyes, decretos, reglamentos, actos administrativos y todo otro acto jurídico, la
interpretación que resulte más favorable a la igualdad real de oportunidades y de trato
entre mujeres y varones.
Artículo 9º.– Objetivos Son objetivos del Plan de Igualdad:
a.
la inserción económica, social, laboral, política y ciudadana, el acceso a
puestos de decisión y la integración en las políticas de desarrollo, en
condiciones igualitarias para mujeres y varones.
b.
la participación en condiciones de paridad de mujeres y varones en los
procesos de elaboración y transmisión de conocimientos en todos los niveles y
en el desarrollo de opciones educativas y profesionales.
c.
investigaciones y campañas tendientes a hacer visible y cuantificar el
aporte de varones y mujeres en el trabajo doméstico y familiar y su contribución
a la economía.
d.
el reparto equitativo de las tareas y responsabilidades domésticas y
familiares.
e.
la integración de mujeres y varones en condiciones de igualdad en las
políticas de desarrollo.
f.
la investigación y diseño de los programas socio–sanitarios que afectan a
las mujeres en particular.
g.
el estímulo a la labor de las organizaciones para la defensa de los
derechos de las mujeres y la igualdad de oportunidades y su participación en la
implementación de las acciones previstas en la presente ley.
Capítulo II – Areas del Plan de Igualdad.
Artículo 10º.– Derechos humanos. En el área de Derechos Humanos deben
desarrollarse políticas y acciones tendientes a:
60
a.
difundir y promover el conocimiento de los derechos humanos con
perspectiva de género.
b.
capacitar en derechos humanos con perspectiva de género a los/las
agentes públicos, incluidos/as los funcionarios/as del Poder Judicial, el
personal policial, de seguridad y penitenciario.
Artículo11º.– Ciudadanía, poder y toma de decisiones. En la temática referida a
ciudadanía, poder y toma de decisiones deben desarrollarse políticas y acciones
tendientes a:
a.
incluir la perspectiva de género en la elaboración y planificación de
políticas referidas a la ciudadanía.
b.
incentivar la participación social y política de las mujeres en los más
altos niveles de planificación y gestión de las políticas públicas y en la toma de
decisiones políticas, sociales, económicas, culturales y de cualquier otra índole.
c.
garantizar la participación equitativa de varones y mujeres en todos los
niveles de los Poderes, Instituciones y Organismos del Gobierno de la Ciudad
mediante sistemas de cupo.
d.
promover la participación efectiva e igualitaria de mujeres y varones en
los cargos de conducción, en las decisiones económicas y en el acceso a los
recursos financieros en todos los niveles y áreas de los partidos políticos,
sindicatos, asociaciones de profesionales, de técnicos, deportivas y demás
organizaciones de la sociedad civil.
Art 12º.– Economía, trabajo. En las áreas de Economía y Trabajo deben desarrollarse
políticas y acciones tendientes a:
a.
incluir la perspectiva de género en la elaboración y planificación de
políticas referidas a los derechos laborales y económicos.
b.
promover el pleno goce de los derechos sociales y económicos, garantizar
el acceso y equilibrar cualitativa y cuantitativamente la participación de
mujeres y varones en el ámbito laboral.
c.
supervisar los concursos de ingreso y promoción, abiertos o cerrados,
que se lleven a cabo en los distintos ámbitos del Gobierno de la Ciudad, velando
por la no discriminación por razón de género.
d.
impulsar cambios y transformaciones estructurales que favorezcan la
permanencia y promoción de las mujeres en el ámbito laboral.
e.
promover la regularización de las trabajadoras informales y en particular
de las que realizan trabajos domiciliarios y domésticos.
f.
incorporar la dimensión de género en los programas de trabajo
impulsados por el Gobierno de la Ciudad.
g.
alentar la participación de las mujeres en el mundo empresarial,
microempresas y cooperativas.
h.
promover un mayor acceso de las mujeres a ocupaciones no tradicionales
y a las nuevas tecnologías.
i.
promover programas de formación profesional dirigidos a mujeres
desocupadas, empleadas en sectores no calificados y a aquellas que se
61
encuentran fuera del mercado laboral con motivo de la atención de
responsabilidades familiares.
j. brindar a las mujeres asesoramiento y formación para garantizarles el
acceso igualitario al crédito, a la propiedad, a los programas de desarrollo y al control
de los recursos productivos.
k.
asesorar y orientar a las mujeres, y a las jóvenes en particular, en la
búsqueda de empleo y los derechos laborales que le asisten.
l.
remover los obstáculos materiales y culturales que impiden conciliar la
vida laboral y familiar de varones y mujeres.
m.
incrementar la oferta de jardines maternales, escuelas infantiles y
comedores escolares.
n.
aumentar la oferta de centros de día y servicios de enfermería para
personas con necesidades especiales y adultos/as mayores.
Artículo13º.– Educación, ciencia y tecnología. En las áreas de Educación, Ciencia y
Tecnología deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a:
a.
promover la participación equitativa de mujeres y varones en todos los
procesos educativos y de producción y transmisión del conocimiento.
b.
producir las modificaciones necesarias en los planes de estudio,
programas, métodos, textos y material didáctico para promover la igualdad de
oportunidades, eliminando los estereotipos sexistas de los contenidos y las
prácticas educativas.
c.
capacitar y sensibilizar a los/las docentes de todos los niveles en esta
temática.
d.
incluir la educación sexual en base a los principios de igualdad y no
discriminación establecidos en la presente ley en los planes de enseñanza
destinados a adolescentes en el sistema educativo.
e.
remover los obstáculos que dificultan el acceso de las mujeres a los
niveles más elevados de la docencia y de la investigación en las diversas áreas.
f.
promover la investigación relacionada con los estudios de género.
g.
desarrollar programas adecuados a los intereses y necesidades de las
mujeres adultas, con el objetivo de eliminar el analfabetismo, completar los
niveles educativos y promover su acceso a la cultura, al trabajo, el descanso y
la recreación.
h.
promover la participación de las niñas y de las mujeres en todas las
actividades deportivas.
Artículo14º.– Cultura y medios de comunicación. En las áreas de Cultura y
Comunicación deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a:
a.
promover una imagen social plural y no discriminatoria de las mujeres y
los varones en la cultura y la comunicación.
b.
procurar la eliminación de los estereotipos que presentan a la mujer
como objeto sexual.
c.
evitar la utilización de imágenes de mujeres y varones que resulten
vejatorias.
62
d. desarrollar iniciativas de capacitación en la temática de género para
quienes trabajan en los medios de comunicación.
e.
impulsar campañas y programas tendientes a analizar y eliminar los
estereotipos existentes sobre los/as adultos/as mayores, promoviendo su
inserción en la sociedad.
f.
actuar en casos de publicidad o programas que atenten contra la
dignidad de las mujeres, que transmitan una imagen discriminatoria, inciten a
la discriminación o promuevan el odio o la violencia por razones de género.
Artículo15º.– Salud. En el área de Salud deben desarrollarse políticas y acciones
tendientes a:
a.
promover un enfoque integral de la problemática de la salud de la mujer,
que atienda sus necesidades específicas a lo largo de la vida.
b.
desarrollar investigación específica sobre la salud de las mujeres e
incorporar la variable género en toda las investigaciones sobre salud.
c.
garantizar la atención del embarazo, el parto y el puerperio.
d.
velar para que no se efectúen estudios relativos a la salud que puedan
ser utilizados con fines discriminatorios.
e.
difundir y promover los derechos sexuales y reproductivos y prevenir el
embarazo adolescente.
f.
promover el acceso de mujeres y varones a la información y educación
para la salud, en especial la salud reproductiva y sexual, la salud mental y la
salud laboral.
g.
implementar programas de información y educación sanitaria para la
prevención y detección precoz de enfermedades.
h.
difundir y promover medidas que prevengan las enfermedades de
transmisión sexual, entre ellas el VIH/SIDA.
i.
desarrollar programas de capacitación destinados a sensibilizar y formar
a los agentes de los equipos de salud y representantes de organizaciones
comunitarias en el cuidado y atención de la salud femenina, desde un enfoque
que integre los avances en el conocimiento de la relación entre salud y género.
Artículo16º.– Violencia y abuso contra las mujeres En relación a la Violencia y Abuso
contra las mujeres deben desarrollarse políticas y acciones tendientes a:
a.
promover medidas en todos los ámbitos, y particularmente en los medios
de comunicación, para modificar los modelos sexistas de conductas sociales y
culturales de mujeres y varones.
b.
garantizar el acceso a las víctimas de violencia a los sistemas judiciales
en condiciones de seguridad y confidencialidad.
c.
implementar servicios de albergues, de asesoría social, psicológica, legal
y patrocinio para las niñas, niños y mujeres víctimas de violencia y abuso.
d.
promover servicios de orientación y rehabilitación para los autores de
actos de violencia.
63
e.
diseñar, realizar convenios y financiar campañas de difusión destinadas
a despertar la conciencia de que la violencia contra las mujeres constituye una
violación de sus derechos humanos.
f.
prevenir y sancionar el acoso sexual.
g.
promover medidas tendientes a eliminar la explotación sexual y el tráfico
de mujeres, niñas y niños.
Artículo17º.–Grupos vulnerables. Deben desarrollarse políticas y acciones tendentes a:
a.
promover la inserción social de las mujeres afectadas por procesos de
marginación o exclusión y facilitar su acceso al trabajo, a la salud, a la
educación y a la capacitación, al crédito y a la cultura.
b.
implementar acciones dirigidas a atender problemáticas específicas de
mujeres jefas de hogar de bajos recursos, mujeres de la tercera edad, madres
adolescentes, mujeres inmigrantes, mujeres niñas y niños en la calle y mujeres
niñas y niños en situación de prostitución.
c.
capacitar y sensibilizar a los profesionales y trabajadores del ámbito
social sobre la problemática de las mujeres en situación de especial necesidad.
Artículo 18º.– La ciudad y las mujeres: en las áreas de la formulación y gestión de las
políticas urbanas: de descentralización, diseño y construcción del espacio público, la
infraestructura social, los servicios administrativos y el transporte, se desarrollarán
las siguientes políticas y acciones:
a.
incorporar en la evaluación de las medidas propuestas por el Plan
Urbano Ambiental las perspectivas y necesidades de las mujeres en su doble rol
con relación al equipamiento social, el espacio público y el transporte.
b.
impulsar a través de la Ley de Comunas y del Plan Urbano Ambiental,
patrones de organización descentralizados con la perspectiva de mejorar el
acceso de las mujeres a los servicios.
c.
armonizar los horarios de atención de los servicios públicos con los
horarios de trabajo de las mujeres, en atención a la doble jornada.
Artículo 19.– Comuníquese, etc.
II
La desigualdad entre varones y mujeres tiene también numerosas expresiones
en el ámbito de la educación.
Con motivo de la oposición a que ingresaran mujeres al Colegio Monserrat de la
ciudad de Córdoba, presentada por los padres de los alumnos que concurrían a dicho
instituto, se generó una controversia judicial que llegó a la Corte Suprema de Justicia
de la Nación. En ese Tribunal se resolvió por unanimidad confirmar la decisión de la
Universidad Nacional de Córdoba, de la cual depende el colegio en punto a admitir a
las mujeres. No obstante que el fallo fue unánime, algunos de los Ministros se
pronunciaron en votos individuales que ponen de manifiesto posiciones radicalmente
diferentes en el enfoque de la cuestión.
Seguidamente se transcriben para su análisis los mencionados votos.
64
LECTURA V
G. 653. XXXIII. RECURSO DE HECHO: “González de Delgado, Cristina y
c/Universidad Nacional de Córdoba”
otros
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI
Considerando:
1°) Que comparto la opinión del señor Procurador General expuesta en el
dictamen que antecede. Sin embargo, creo necesario expedirme sobre los aspectos
constitucionales que en el caso se suscitan y que no aparecen examinados en dicho
dictamen.
Al respecto, cabe señalar que en los considerandos de la ordenanza 2/97 de la
Universidad Nacional de Córdoba (en cuyo art. 1° se dispone que las inscripciones en
el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarán sin distinción de sexo) se aduce que la
medida adoptada tiende a evitar que se menoscaben los principios de igualdad y de no
discriminación a las mujeres garantizados por diversas normas constitucionales, los
que resultan lesionados cuando se obstaculiza el acceso de aquéllas a la misma
experiencia educativa que se ofrece a los varones, pues se impide así favorecer el
enriquecimiento de la personalidad de los educandos de ambos sexos mediante la
coeducación y la convivencia.
Dadas estas circunstancias, importaría dictar una sentencia incompleta, y
empequeñecer el asunto, si el caso se resolviera con el solo fundamento de que el
Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba ha actuado con competencia
para dictar la ordenanza 2/97 y que, por tanto, no corresponde expedirse sobre el
mérito, oportunidad o conveniencia de ella. Esta última afirmación es, sin duda,
suficiente para el control de legalidad de dicha ordenanza; pero, no responde a la
cuestión básica que se plantea en estas actuaciones. En efecto, ¿basta con justificar la
decisión de la Universidad Nacional de Córdoba en los términos expuestos o, además,
resulta indispensable determinar si dicha decisión (hacer mixta la enseñanza en el
colegio Monserrat) fue la única compatible con los principios constitucionales antes
mencionados?. En los párrafos que siguen intentaré contestar esta pregunta.
2°) Que la Reforma Constitucional de 1994 dio jerarquía constitucional a
diversos tratados y convenciones (art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional) que,
junto con la Constitución Nacional, configuran el bloque de la constitucionalidad
argentina. A partir de entonces son muchas las normas de ese rango que nos rigen y
en las que se reconoce el derecho a la igualdad ante la ley, se prohíbe la
discriminación y se garantiza el acceso a la educación.
La igualdad ante la ley surge del art. 16 de la Constitución Nacional; de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. II); de la
Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 7); de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (art. 24); del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (art. 26); de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer (art. 15, “...a la mujer la igualdad con el
hombre ante la ley”).
65
La prohibición de la discriminación está consagrada expresamente en la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. II: “...sin distinción
de raza, sexo, idioma, credo...”); en la Declaración Universal de Derechos Humanos
(art. 7, que veda “toda discriminación”, sin aditamentos); en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (art. 24 “...sin discriminación, a igual protección de la ley”);
en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 26: “...contra cualquier
discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión...”); y en la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (en su art. 1° se define el sentido de la expresión “discriminación
contra la mujer”).
El derecho a la educación está contemplado en el art. 14 de la Constitución
Nacional; en el art. XII de la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del
Hombre (con expresa mención a la “igualdad de oportunidades en todos los casos”); en
el art. 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; en el art. 13 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en el apartado 2.b. se
expresa que la enseñanza secundaria “debe ser generalizada y hacerse accesible a
todos”); en el art. 10 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer (“...eliminar la discriminación contra la
mujer, a fin de asegurarle la igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la
educación...”).
3°) Que es tarea de historiadores y sociólogos elucidar por qué un texto como
el art. 16 de la Constitución Nacional (“Todos sus habitantes son iguales ante la ley...”)
pudo coexistir durante largo tiempo con otras normas de inferior jerarquía que hoy
parecen claramente discriminatorias contra la mujer. Así, por ejemplo, el delito penal
de adulterio era distinto según lo cometiera la esposa o el marido; se consideró que la
mujer casada tenía incapacidad de hecho relativa; la esposa no podía ejercer el
comercio si no contaba con autorización del marido o estaba separada de bienes; en el
área del derecho público no se les reconocía a las mujeres el derecho a votar, etc.
Las normas infraconstitucionales fueron cambiando y adecuándose
progresivamente a los requerimientos igualitarios. El proceso adelantó con lentitud,
porque eran fuertes las resistencias que presentaba una estructura social en la que
florecía y medraba una impronta decididamente patriarcal. Inclusive la importante
herencia que el proceso revolucionario francés de fines del siglo XVIII dejó para
jóvenes naciones como la nuestra tuvo, en esta materia, sus condicionamientos. Se ha
escrito (quizá con algo de voluntaria exageración) que la revolución de 1789 fue hecha
por los hombres y para los hombres (vid. Simler, Philippe, “L'évolution du droit des
régimes matrimoniaux en France de 1804 á 1809, ou la conquête de l'egalité”, pág.
555, en “Le Droit de la famille en Europe”, Strasbourg, Presses Universitaires, 1992).
Ocurre que la garantía de la igualdad no es una fórmula rígida e inmutable; tampoco
es definible. Si pretendiéramos definirla sólo podríamos ofrecer un retrato borroso de
las convenciones sociales y las creencias vigentes en una época determinada.
Antes bien, como decía el juez Frankfurter es menester ajustar el significado
de dicha garantía a los cambios de los tiempos, a las transformaciones de los puntos
de vista y de las circunstancias exteriores30. Uno de los efectos de la variación en los
sentimientos de los hombres acerca de lo que es correcto y justo es, precisamente, su
relevancia en el juzgamiento de cuándo una discriminación niega la igual protección
ante la ley.
30
“One learns from time”, observaba el juez Holmes, “an amiable latitude with regard to beliefs and tastes”.
66
4°) Que, de todos modos, hogaño le basta a esta Corte resaltar la decidida
voluntad de los constituyentes de 1994 de incorporar, con rango constitucional, una
serie de convenciones y tratados en los que explícitamente se condena la
discriminación en todas sus formas. Entre esos cuerpos normativos existe uno (la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer, aprobada por ley 23.179) dedicado expresamente a la cuestión que me
ocupa: la discriminación en razón del sexo.
En su art. 1° se caracteriza a la discriminación contra la mujer como “toda
distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado
menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer,
independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la
mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.
En el art. 2° se detallan varias obligaciones de los estados partes, entre las
cuales están las de:
“b) Adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las
sanciones correspondientes, que prohíban toda discriminación contra la mujer;
c) Establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base
de igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales o
competentes y de otras instituciones públicas, la protección efectiva de la mujer
contra todo acto de discriminación;
d) Abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discriminación contra la
mujer y velar porque las autoridades e instituciones públicas actúen de conformidad
con esta obligación”; (las negritas no están en el original).
El art. 10 está dedicado a la igualdad de derechos de la mujer con el hombre
en la esfera de la educación y en particular, para asegurar:
“a)...acceso a los estudios y obtención de diplomas en las instituciones de
enseñanza de todas las categorías...;
b) Acceso a los mismos programas de estudios y los mismos exámenes,
personal docente del mismo nivel profesional y locales y equipos escolares de la misma
calidad;
c) La eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y
femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el
estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a
lograr este objetivo y, en particular, mediante la modificación de los libros y programas
escolares y la adaptación de los métodos de enseñanza”; (las negritas no están en el
original).
5°) Que en esta materia cabe decir (como en otras) que cuanto más detallado
es el texto tanto menos resulta necesario recurrir a teorías abstractas, morales y
políticas (vid. Barendt, Eric, “Freedom of Speech” Clarendon Press-Oxford, 1996, pág.
36).
Si bien es cierto que debe tenerse presente lo resuelto en otras jurisdicciones
(nacionales o internacionales) sobre artículos análogos al del sub lite, la contundencia
de las disposiciones transcriptas -de jerarquía constitucionales más que suficiente
para encontrar en ellas la solución del caso.
67
En efecto, comprobado que el Colegio Nacional de Monserrat -cuyos
antecedentes y méritos, como los de otros secundarios similares, también
universitarios31, están fuera de toda duda- ofrecía educación sólo a los alumnos
varones (si la exclusión de las mujeres era de facto o de jure no reviste mayor
importancia, porque el “wild fact” -como diría William James- era que las mujeres no
podían inscribirse) se imponen, a la luz de la citada convención, varias conclusiones:
A) La existencia de un único Colegio Nacional (el Monserrat) dependiente de la
U.N.C., que escolarizaba exclusivamente a alumnos varones, sin que exista otro
bachillerato de calidad similar32, dedicado a alumnas mujeres; por lo cual, si la
obligación fuera enrasar, su cumplimiento sólo sería convincente si se hiciera por
arriba.
B) Tal situación resulta violatoria del art. 10, incs. a y b de la citada
convención y de las demás normas antidiscriminatorias.
C) La Universidad Nacional de Córdoba, “institución pública” en el sentido del
art. 2°, incs. c y d de la convención, era competente para remediar la discriminación
que dicha situación configuraba (conf. los artículos citados).
D) El planteo de la alternativa: a) creación de un colegio similar femenino, b)
educación mixta en el ya existente, únicamente es concebible desde un punto de vista
estrictamente lógico, pues sólo el último término de dicha alternativa resulta
compatible con la obligación impuesta en el inc. C del art. 10 de la varias veces citada
convención. Así lo pienso ya que en la norma se establece claramente que los estados
partes deben procurar “la eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles
masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza,
mediante el estímulo de la educación mixta”. De tal suerte, el aludido mandato no
aparecería cumplido con la creación de un colegio similar (o aun de superior calidad
en la enseñanza), también diferenciado por género y dedicado a alumnas mujeres.
E) La Universidad Nacional de Córdoba, al dictar la ordenanza 2/97 y
disponer que las inscripciones en el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarían sin
distinción de sexo, veló por la observancia de la convención y la tutela de las
finalidades que ella persigue (conf. art. 2°, incs. b, c, y d).
6°) Que en cuanto a los agravios fundados en la tradición y en la costumbre
cabe señalar, respecto de la primera, que el histórico origen seminario no puede
erigirse en fundamento válido para constreñir al Monserrat (o a cualquier
establecimiento de enseñanza de idéntica fuente) al exclusivo cultivo de seminíferos.
En cuanto a la segunda, como acertadamente discurre el juez Sanchez
Freytes, su invocación no resulta admisible frente a expresas normas de linaje
constitucional que la contrarían.
7°) Que tengo la tranquila sospecha de que existen quienes añoran el pasado y
rechazan la radical igualación de la mujer y el hombre en cuanto al goce de los
derechos humanos y las libertades fundamentales que en la convención se imponen
(conf. art. 1°). Otros, de parecida orientación, cuestionarán que en ella se obligue a
estimular la educación conjunta de los alumnos de ambos sexos (conf. art. 10, inc. c)
y preferirán, más bien, una educación diferenciada por géneros; lo que, sin mayor
31
Resulta destacable que el Colegio Nacional de Buenos Aires (probablemente con una antigüedad más madura)
tenga alumnos de los dos sexos desde el año1958.
32
Existe en Córdoba otro colegio secundario dependiente de la UNC (el Belgrano) del cual egresan peritos
mercantiles que, al igual que el Carlos Pellegrini de la ciudad de Buenos Aires, imparte educación mixta.
68
esfuerzo, hace recordar la desgraciada historia de “separados pero iguales” 33 que
descansa, como decía Warren, en el concepto de la inferioridad inherente a la clase
que se discrimina (vid. Schwartz, Bernard “Super Chief, Earl Warren and His Supreme
Court, A Judicial Biography”, University Press, New York 1983, pág. 86) que, en el
caso, me hace recordar al de la mujer como “varón deficiente” acuñado por Aristóteles.
Ambos grupos de personas (en general, aunque no exclusivamente, del sexo
masculino) sin duda encontrarán apoyo para sus posiciones en importantes autores
que se han sucedido desde Grecia hasta la actualidad.
Pues bien, más allá de los argumentos que puedan desarrollarse contra
nostálgicos, separatistas y partidarios de la erudición superflua, basta con recordarles
a todos las palabras alguna vez usadas por la Suprema Corte de los EE.UU.: “Esta es
precisamente la clase de opciones...[que la ley constitucional] hizo por nosotros” (425
U.S. 748, 770, año 1976). No hay que hacer ninguna elección, porque ésta ya ha sido
hecha por los constituyentes. Y creo que hay que decirlo así, sin interinidades ni
componendas, con firmeza, aunque sin apasionarse, no sólo porque la pasión quita
entendimiento (como decía Unamuno), sino porque ella, común entre los argentinos,
no es precisamente una pasión por la razón.
8°) Que ya han pasado muchos años desde el pregón del evangelio de la
igualdad lanzado por Francia, los suficientes como para advertir que las desigualdades
discriminatorias entre los seres humanos no son sólo jurídicas y económicas; también
son sexuales. Y como -al igual que el juez Jerome Frank- desconfío de la visión con un
solo ojo -mi propia visión es bifocal- estimo conveniente referirme al derecho
comparado, el que ofrece muestras del disfavor que en general merece la
discriminación en razón del sexo, lo que resulta significativo si se tiene en cuenta que
muchas veces se trata de normas cuyas prescripciones no son tan detalladas y
categóricas como las ya examinadas. Por otra parte, aun cuando alguna “distinción” o
“discriminación” sea en teoría aceptable y consiga indulgencia, los estándares que se
aplican -a los fines de la eventual justificación- son muy exigentes.
Así, por ejemplo, en la Convención Europea de los Derechos del Hombre se
prohíbe la discriminación frente a trece circunstancias que se enuncian, entre las que
se halla el sexo (art. 14). Si la exclusión en el goce de un derecho está fundada en una
de aquéllas, habrá una “presunción” o una “sospecha” de ilegitimidad que tendrá por
efecto el desplazamiento de la carga de la prueba (vid. Pettiti, Louis E. y otros, “La
Convention Européenne des Droits de L‟Homme”, Paris 1995, pág. 477).
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso “Abdulaziz, Cabales y
Balkandali” (28 de mayo de 1985) señaló que “la progresión hacia la igualdad de los
sexos constituye hoy un objetivo importante de los Estados miembros del Consejo de
Europa. Ello supone que solo razones muy poderosas podrán conducir a estimar
compatible con la Convención una distinción fundada en el sexo” (considerando 78).
9°) Que en el derecho norteamericano se juzgan estos temas sobre la base de
la “Equal Protection Clause” de la décimo cuarta enmienda de la Constitución (“...nor
deny to any person within its jurisdiction the equal protection of the laws”). En 1972 se
sancionó por el Congreso la “Equal Rights Amendment” que, de haber sido ratificada
por las legislaturas estaduales, hubiera consagrado, como enmienda XXVII, el
siguiente texto “[e]quality of rights under the law shall not be denied or abridged by the
33
Es conveniente recordar, al respecto, los argumentos de la Corte Suprema de los EEUU in re “Brown” ( vid.
especialmente pág. 495 de 347 US) que, aunque fueron utilizados para referirse a la educación conjunta de negros y
blancos, resultan enteramente aplicables al sub lite.
69
United States or by any State on account of sex”. Sin embargo, el tiempo transcurrió
sin que se hubiera conseguido ratificación por un número suficiente de estados y la
enmienda se frustró.
La parquedad del texto constitucional no impidió a la Suprema Corte
desarrollar una doctrina en la materia de discriminación por sexo. En “United States
v. Virginia” (fallo del 26 de junio de 1996, publicado en 518 U.S. 515) se trató una
demanda promovida por el gobierno federal contra el Estado de Virginia y el Virginia
Military Institute. Esta prestigiosa escuela -de famosos métodos y logros- era el único
instituto de enseñanza superior de Virginia que impartía educación para un solo sexo:
el masculino. Esa política de admisión y la consiguiente imposibilidad de las mujeres
para acceder a la educación calificada que dicha escuela brindaba, motivó que se
adujera la violación de la enmienda XIV. El planteo tuvo éxito ante la Suprema Corte,
ésta consideró que la lesión se había producido.
El tribunal sostuvo que quienes intenten defender una acción gubernamental
que impone categorías, clasificaciones o exclusiones basadas en el sexo, deben
demostrar una “justificación (de dicha acción) sumamente persuasiva”. Los actos
gubernamentales (federales o estaduales) no son compatibles con la “Equal Protection
Clause” cuando una ley o una política oficial niega a la mujer, simplemente porque es
mujer, un rango de plena ciudadanía, es decir la oportunidad -igual a la del hombrepara participar y contribuir al desarrollo social de acuerdo a sus talentos y a sus
capacidades.
Quien defienda una clasificación o exclusión basada en el género sexual
deberá probar que aquélla sirve a un importante objetivo gubernamental y que los
medios discriminatorios empleados están relacionados sustancialmente con el logro de
aquellos objetivos. La justificación ha de ser “genuina” y no ha de basarse en
indebidas generalizaciones sobre los diferentes talentos, capacidades o preferencias de
hombres y mujeres. Las diferencias inherentes a hombres y mujeres siguen siendo
causa de beneplácito -afirma la Corte-, pero no para denigrar a los miembros de
alguno de estos sexos, o para establecer restricciones artificiales a las oportunidades
de una persona.
El exigente estándar de revisión que se aplica a las clasificaciones basadas en
el sexo no convierte a aquéllas en una categoría totalmente proscripta; pero, sí
significa que las categorías fundadas en el sexo no deben usarse para crear o
perpetuar la inferioridad legal, social y económica de la mujer. En todo caso, las
clasificaciones fundadas en el sexo pueden ser utilizadas para compensar a las
mujeres por las inhabilidades que ellas han sufrido a través de la historia 34.
En el fallo norteamericano se propone un estándar de escrutinio que, si no
llega a ser tan estricto como el empleado para las clasificaciones basadas en la raza o
la nacionalidad, es sumamente exigente (es revelador que el único juez que hizo
disidencia lo encuentre indistinguible del “escrutinio estricto” aplicado para estas dos
últimas clasificaciones: 518 U.S. 515, 596).
Este último párrafo sobre categorías fundadas en el sexo me parece de una importancia principal. En
efecto, más allá de la praxis y de la doxa, no sé bien en que consiste la femineidad y ya, a mis años, dudo
de que llegue a saberlo, o siquiera acercarme a su formulación; pero, me resulta evidente que no podría
definirla para, después, esperar de las mujeres conductas que se adecuen a dicha definición.Si así lo
hiciera estaría adoptando un criterio fundamentalista que, partiendo de la preconstitución del concepto
de lo femenino, establece un dogma necesariamente discriminatorio (utilizable como instrumento de
dominación) que, fundamentalmente, consiste en imponer a la mujer una femineidad que no es la suya.
34
70
Aunque como hipótesis se aplicaran al caso “Monserrat” los criterios
norteamericanos expuestos (nacidos en un marco normativo tan escueto como el de
nuestro art. 16 de la Constitución Nacional) la solución sería la misma que la obtenida
a la luz de la convención aprobada por la ley 23.179.
En efecto, los actores no han mostrado (y mucho menos, demostrado) cuál
sería el imperioso interés público que aconsejaría excluir a las jóvenes de los
beneficios de la educación que brinda el Monserrat, antes bien, dicho imperioso
interés público consistiría en evitar dicha exclusión, con rapidez indeliberada, porque
ella se apoya en un prejuicio que, como tal, no merece justificación alguna.
10) Que, por su parte, el Tribunal Constitucional alemán al resolver sobre la
prohibición del trabajo nocturno para mujeres, expresó: “El principio „hombres y
mujeres gozan de los mismos derechos' no sólo pretende suprimir las normas jurídicas
que establecen ventajas y desventajas con sustento en las características sexuales,
sino imponer para el futuro la igualdad jurídica entre los sexos [...] Ella apunta a
la equiparación de las condiciones de vida. Así, las mujeres deben tener las mismas
oportunidades que los hombres [...] La distribución tradicional de roles que
lleva a una mayor carga u otras desventajas para las mujeres, no deben ser
reafirmadas por medidas estatales [...] Las desventajas fácticas que afectan
típicamente a las mujeres deben ser compensadas por el mandato de igualdad de
derechos del art. 3, párrafo 2, GG por medio de regulaciones que las beneficien [...] En el
presente caso no se trata de la equiparación de las condiciones, sino de la eliminación
del tratamiento jurídico desigual” (BverfGE 85, 191. Las negritas no están en el
original).
11) Que aun antes de la Reforma Constitucional de 1994 esta Corte no ha sido
indiferente a las exigencias igualitarias entonces limitadas al art. 16 de la
Constitución de 1853. En Fallos: 287:42 (caso “Carballo y otros”), las actoras
(cuarenta y dos empleadas de la Prefectura Nacional Marítima) atacaban como
inconstitucional al decreto 7673/55, mediante el cual se las privó del estado policial
que poseían, y se las incorporó al régimen del personal civil de las Fuerzas Armadas.
El Tribunal resolvió que “...la discriminación que efectuó el decreto 7673/55, al negar al
personal femenino la opción que sí acordó al masculino para mantener el estado policial,
carece de base que la sustente; pues, si algo evidencian las constancias reseñadas, es
que no existía razón valedera alguna que autorizara a suponer que el personal
femenino, sólo por ser tal, se encontraba impedido para desempeñar sus funciones
conservando aquel estado policial. Ello impone [...] el acogimiento del reparo
constitucional que se formula en el „sub judice' contra el decreto 7673/55, con
invocación del art. 16 de la Ley Suprema”.
12) Que lo expuesto evidencia que la Universidad Nacional de Córdoba, al
disponer que las inscripciones en el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarán sin
distinción de sexo, no sólo ha actuado como órgano competente dentro de la esfera de
sus atribuciones, sino que, más aún, ha removido un valladar discriminatorio -que
hoy resulta moral y jurídicamente abominable- que impedía la plena participación de
las jóvenes cordobesas en la vida educacional y cultural de su provincia. La U.N.C. ha
exteriorizado, también, su voluntad de cumplir con las convenciones internacionales
que obligan al país a integrar a la mujer en todos los aspectos de la vida social y a
eliminar los obstáculos discriminatorios que se interpongan en ese camino.
13) Que no puedo cerrar estas consideraciones sin referirme a los denodados
esfuerzos de los actores apelantes para demostrar que su demanda no es
71
discriminatoria: “circunstancia esta” -dicen- “que a esta altura de los siglos todos los
firmantes repugnamos” (fs. 60 del escrito de recurso extraordinario).
Dichos esfuerzos me parecen vanos. Sus autores declaman su falta de
intención discriminatoria; pero quedan petrificados en esa intención 35 pues, al mismo
tiempo, con su postura obstaculizan la igualdad de los sexos en todo lo que tiene de
creativo y de justo, y no sólo omiten tener en cuenta que el “ser” del hombre quizá se
determine por el “ser” de la mujer, y viceversa (por lo que sería peligrosa la exclusión
de cualquiera de los dos), sino también (aunque ni aun así se justificaría la exclusión)
que la Argentina no tiene una plétora tal de talentos masculinos a su disposición
como para que le convenga dejar sin educación, o a medio educar, a su población
femenina. Los argumentos utilizados en su demanda, tanto los relativos a la
incompetencia de la Universidad de Córdoba, cuanto los del conflicto de valores
constitucionales entre el derecho de los padres a elegir la educación de los hijos y el de
igualdad (ellos optan por privilegiar al primero), encubren el verdadero motivo,
verdaderamente discriminatorio36, que podría expresarse así:
No dicen nada en contra de las mujeres; pero, no quieren que se integren en
una educación conjunta con sus hijos varones.
La pretensión de los actores importa, pues, un agravio hacia las mujeres
excluidas y, por lo mismo, no merece la tutela jurisdiccional por ser incompatible con
la necesidad de cimentar una sociedad democrática e inteligente (ver mi voto in re
“Arenzon”, Fallos: 306:400, considerando 18).
También se quejan de que los jueces han dictado una sentencia que, “en
apariencia es producto de un juicio objetivo pero...que es totalmente dogmática y
carente de asidero fáctico, lógico y legal” (fs. 66 vta.), que “el tribunal se arroga papel
de juez legislador” (fs. 59), etc. Lo que, aparte de configurar una injustificada crítica al
sazonado fallo de segunda instancia (instalada, además, mal à propos), importa
sostener, en síntesis, que han creado derecho. Pues bien, cabe recordar que el
problema no es ya admitir que los jueces crean derecho37, sino determinar cuándo,
cómo y cuánto38; al responder esta pregunta se sabrá si su proceder ha sido correcto o
merece reproche constitucional.
Puedo entender a los demandantes39, después de todo se sabe, desde mucho
antes que Churchill, que la democracia y la igualdad son un fastidio (aunque la
Sartre diría: como “el Pensador” de Rodin, que nunca tendrá un pensamiento.
Adviértase la sugestiva cita de fs. 67 del recurso extraordinario:”La periodista Slavenka Draculic, de
origen yugoeslavo y franca defensora de los derechos de la mujer, afirma que hay un movimiento
concertado para „Poner a las mujeres otra vez en su lugar, o sea en el hogar, con los hijos,
reconociéndosele su función de madre‟”. ¿Será, al cabo, el silencio el verdadero ornato de la mujer, como
decía Sófocles en Ayax?
37 “A medida que los años han pasado y que he reflexionado más y más sobre la naturaleza de la función
judicial ... He aprendido a ver que esa función en su más alta expresión no es descubrimiento sino
creación ...” Cardozo, Benjamín “La naturaleza de la función judicial” ed. ARAYU, pág. 136.
38 9Vid. Frankfurter, Felix en Schwartz, Bernard, op. cit. pág.45
39 Dice Ronald Dworkin en A Matter of Principle, Harvard University Press, 1985, pág. 165:
“Interpretation of the equal protection clause of the United States Constitution provides especially vivid
examples. There can be no useful interpretation of what that clause means wich is independent of some
theory about what political equality is and how far equality is required by justice, and the history of the
last half-century of constitutional law is largely an exploration of exactly these issues of political morality.
Conservative lawyers argued steadily (though not consistently) in favor of an author's intentions style of
interpreting this clause, and they accused others, who used a different style with more egalitarian results,
of inventing rather than interpreting law. But this was bluster meant to hide the role their own political
convictions played in their choice of interpretive style, and the great legal debates over the equal
35
36
72
efectiva realización de la segunda mejore la calidad de la primera); pero lo que no
puedo es justificarlos.
Por ello, y lo concordemente dictaminado por el señor Procurador General, se
hace lugar a la queja, se declara formalmente procedente el recurso extraordinario y
se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Con costas a los
actores. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y oportunamente devuélvase.
ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI.
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO
Considerando:
1°) Que el infrascripto comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen
que antecede, cuyos términos se dan por reproducidos brevitatis causae.
2°) Que, en consecuencia, corresponde declarar la validez del acto
administrativo impugnado, cuya motivación invoca la necesidad de salvaguardar los
principios de igualdad y no discriminación a las mujeres, garantizados por la
Constitución y diversos tratados internacionales con jerarquía constitucional.
3°) Que tales principios se hallan inescindiblemente ligados al derecho a la
educación y, a fin de aventar interpretaciones excesivas acerca de las particularidades
del caso y de la presente sentencia respecto de la enseñanza mixta, son necesarias las
precisiones de los considerandos siguientes.
4°) Que la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer, aprobada por ley 23.179, de rango constitucional,
según lo dispuesto por el art. 75, inc. 22 de la Carta Magna, no impone a los estados
partes la obligación absoluta de establecer la enseñanza mixta ni dispone que la
educación diferenciada constituya una discriminación en razón del sexo.
5°) Que, en efecto, el art. 10 de dicho tratado dispone la adopción de “todas las
medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer, a fin de
asegurarle la igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la educación y en
particular para asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres: a) Las
mismas condiciones de orientación en materia de carreras y capacitación profesional,
acceso a los estudios y obtención de diplomas en las instituciones de enseñanza de
todas las categorías tanto en zonas rurales, como urbanas; esta igualdad deberá
asegurarse en la enseñanza preescolar, general, técnica y profesional, incluida la
educación técnica superior, así como todos los tipos de capacitación profesional. b)
Acceso a los mismos programas de estudios y los mismos exámenes, personal docente
del mismo nivel profesional y locales y equipos escolares de la misma calidad”.
6°) Que la sola lectura del texto transcripto, no deja lugar a dudas, de que lo
garantizado a las mujeres es el acceso pleno a la misma enseñanza que a los varones.
Mas para ello no impone que tal enseñanza deba imperiosamente impartirse en el
mismo establecimiento y por los mismos docentes.
protection clause would have been more illuminating if it had been more widely recognized that reliance on
political theory is not a corruption of interpretation but part of what interpretation means”.
73
Exige la misma calidad profesional de los educadores, de los lugares y de los
elementos de estudio. En otras palabras, impone la obligación de asegurar una
formación de idéntica excelencia.
7°) Que, por su parte, el inc. c del citado art. 10 dispone que debe asegurarse
“La eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino
en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la
educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr este objetivo
y, en particular, mediante la modificación de los libros y los programas escolares y la
adaptación de los métodos de enseñanza”.
8°) Que del texto transcripto se desprende inequívocamente que el citado
precepto tampoco impone la educación mixta. Al menos, por dos razones. En primer
lugar, porque la norma utiliza el término “estímulo”, que en su tercera acepción,
significa “incitamiento para obrar o funcionar”(Real Academia Española, Diccionario
de la Lengua Española, vigésima primera edición, Madrid, 1992). En segundo lugar,
porque seguidamente el artículo contempla de modo expreso “otros tipos” de
educación que resulten aptos para alcanzar la finalidad perseguida por el tratado. De
lo expuesto se sigue que la enseñanza mixta es un instrumento, que no reviste el
carácter de único y excluyente para tutelar a la mujer contra la discriminación en el
campo educativo. La norma prevé alternativas que llevan ínsitas la coexistencia de
distintos sistemas que el Estado debe ofrecer.
9°) Que, en esencia, la convención establece una diversidad de sistemas propia
del pluralismo democrático y excluye cualquier uniformidad dogmática y totalitaria. Lo
esencial es garantizar la igualdad, bien que mediante los distintos instrumentos de los
que puede valerse una política educativa abierta y pluralista. Por ello, la educación
diferenciada por géneros no responde a una mera añoranza del pasado sino a una
clara alternativa contemporánea de un tratado internacional de rango constitucional.
10) Que la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer indudablemente debe armonizarse con el art. 26.3
de la Declaración Universal de Derechos Humanos según el cual “Los padres tendrán
derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. En
consecuencia, una educación exclusivamente diferenciada o exclusivamente mixta
lesionaría tanto aquel derecho de los padres como los de cualquier educando. El
pluralismo en esta materia es pues el medio de dar cabal y adecuado cumplimiento a
la Constitución Nacional y los tratados internacionales con jerarquía constitucional.
11) Que, por consiguiente, es diáfano que la solución de la causa no puede
jurídicamente significar que la enseñanza mixta se encuentra exclusivamente
impuesta por disposiciones constitucionales u otras normas internacionales de ese
rango. A las autoridades competentes corresponde elegir los medios apropiados para
garantizar el principio de pluralidad antes considerado.
Por ello, concordemente con lo dictaminado por el señor Procurador General,
se hace lugar a la queja, se declara formalmente procedente el recurso extraordinario
y, con el alcance señalado, se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de
recurso. Con costas. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y oportunamente
devuélvase.
ANTONIO BOGGIANO.
74
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON GUSTAVO A. BOSSERT
Considerando:
1°) Que un grupo de padres de alumnos del Colegio Nacional de Monserrat
promovió acción de amparo contra la Universidad Nacional de Córdoba a fin de evitar
la aprobación de un proyecto de ordenanza destinado a transformarlo en un
establecimiento mixto.
El juez de primera instancia hizo lugar parcialmente al amparo y declaró la
invalidez de la ordenanza 2/97 sancionada en definitiva el 6 de mayo de 1997 por el
Consejo Superior de la citada universidad, sin perjuicio de dejar sentado que la
reglamentación existente no impedía la incorporación de estudiantes de sexo femenino
en el mencionado colegio.
Apelado el pronunciamiento por ambas partes, la Cámara Federal de
Apelaciones de Córdoba lo revocó y desestimó la acción de amparo.
A tal efecto, los vocales que formaron la mayoría del tribunal sostuvieron en
sus votos concurrentes que la mencionada resolución 2/97 se enmarcaba dentro de
las facultades acordadas por los Estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba
(arts. 15, inc. 1° y 26) y se encontraba debidamente motivada. Afirmaron, en este
sentido, que el control judicial debía ceñirse al examen de la legalidad del acto
cuestionado. Expresaron finalmente que las facultades reconocidas por la Ley Federal
de Educación a los padres de los estudiantes, invocadas por los recurrentes, no
podían afectar el ejercicio de las responsabilidades directivas y docentes o ir en
desmedro de las funciones estatales en materia educativa contempladas por la misma
ley.
2°) Que contra esta sentencia los actores
extraordinario cuya denegación origina la presente queja.
interpusieron
el
recurso
Los apelantes manifiestan que el fallo vulnera el principio de congruencia al
no haber analizado todos los puntos que habían sido materia del recurso como la
invocación de que la ordenanza carecía de motivación; contiene una serie de citas
eruditas que califican como dogmáticas por no compadecerse con las constancias de
autos; soslaya la existencia de una costumbre que implicó la adquisición de derechos
que no pueden ser cercenados por una reglamentación posterior; pasa por alto las
ordenanzas y decretos que establecen el régimen político del Colegio Nacional de
Monserrat, y colisiona contra el texto expreso de la Ley Federal de Educación, el art.
14 de la Constitución Nacional, el art. 26, inc. 3° de la Declaración Universal de
Derechos Humanos y el art. 18, inc. 4° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos.
3°) Que los agravios de los recurrentes suscitan cuestión federal suficiente
para la admisibilidad del recurso extraordinario por cuanto se halla en tela de juicio la
interpretación de normas de carácter federal y la decisión recaída en la causa ha sido
adversa a las pretensiones de los recurrentes. Los agravios deducidos con apoyo en la
doctrina de esta Corte sobre arbitrariedad habrán de ser tratados en forma conjunta
pues ambos aspectos guardan entre sí estrecha conexidad (Fallos: 308:1076;
314:1460).
4°) Que el Colegio Nacional de Monserrat se encuentra incorporado a la
Universidad Nacional de Córdoba mediante el decreto del 22 de febrero de 1907, que
dispone que aquél pasará a depender como parte integrante de ésta, con todo su
personal docente y administrativo, edificios, gabinetes y demás útiles de enseñanza,
75
correspondiéndole también su superintendencia en igual forma que la vigente para los
demás institutos que constituyen la universidad (art. 1°).
El art. 2° del decreto ordena que en adelante, las relaciones entre los colegios
anexados -entre los que se encontraba el Monserrat- y el Poder Ejecutivo, se
establecerán por intermedio de las universidades respectivas, las cuales proyectarán y
someterán al Poder Ejecutivo una ordenanza complementaria de sus estatutos, que
fije la forma de dependencia y el sistema de gobierno permanente de la universidad en
el colegio.
El art. 3° establece que el personal directivo y docente de cada colegio anexado
será nombrado en terna propuesta por la universidad.
El art. 6°, por su parte, prevé que el plan de estudios y reglamentos vigentes
en los colegios nacionales de la república se continuarán aplicando en los colegios
anexados, para los cuales regirán también las modificaciones o reformas que el
gobierno de la nación introduzca en el porvenir en aquellos planes y reglamentos; las
universidades podrán, sin embargo, introducir las modificaciones que crean
pertinentes, siempre que no importe desequilibrio o diferenciación substancial con el
régimen de los demás colegios de la república.
El art. 7°, modificado por el decreto del 30 de octubre de 1907, regla que el
rector del colegio anexado será simple asesor en las deliberaciones de la universidad
respectiva, que se refieran a los asuntos del propio colegio o a asuntos sobre
enseñanza secundaria en general.
La normativa reseñada pone de relieve que la dependencia del colegio con
relación a la universidad, contrariamente a lo pretendido por los apelantes, no se
circunscribe a una cuestión burocrática o presupuestaria ni le impide intervenir en
aspectos del régimen interno del establecimiento. La existencia de un “sistema de
gobierno permanente de la universidad en el colegio”, la facultad de nombrar al
personal y de modificar los planes de estudio y reglamentos indican claramente las
amplias prerrogativas de las autoridades universitarias.Las ordenanzas generales del
9 de septiembre y 16 de octubre de 1908, citadas por los recurrentes, hacen referencia
al procedimiento a seguir para poner en conocimiento de la universidad los asuntos
relacionados con el Colegio de
Monserrat sin cercenar las facultades que le
corresponden a aquélla con respecto a éste, pues su objeto sólo “responde a la
necesidad de facilitar el trámite de dichos asuntos” (fs. 124).
De hecho la documentación acompañada indica que ha sido la universidad
quien ha dictado el reglamento del colegio, quien lo ha modificado y quien ha
sancionado la reglamentación de concursos para la provisión de cátedras del colegio.
5°) Que el art. 5 de los Estatutos de la Universidad Nacional de Córdoba
establece que los departamentos, colegios e institutos que no tengan el rango de
facultad por la ordenanza de creación, dependerán de los órganos de gobierno a que
los sometan las ordenanzas respectivas, lo que en definitiva remite a las disposiciones
mencionadas en el precedente considerando.
A su vez el art. 15 de los citados estatutos dispone que corresponde al Consejo
Superior de la Universidad ejercer la jurisdicción superior universitaria (inc. 1°), dictar
ordenanzas y reglamentaciones acordes con los fines de la universidad (inc. 8°) e
interpretar este estatuto cuando surgieren dudas sobre su aplicación y ejercer todas
las demás atribuciones que no estuvieren explícitamente reservadas por la ley o por
este estatuto, a la asamblea, al rector o a las facultades. Con lo cual se pone en
76
evidencia la competencia del consejo para dictar ordenanzas como la que en autos se
discute.
6°) Que el invocado derecho de los padres, contemplado en la ley 24.195, a ser
reconocidos como agente natural y primario de la educación (art. 44, inc. a), a
participar en las actividades de los establecimientos en forma individual o a través de
los órganos colegiados representativos de la comunidad educativa (inc. b) y a elegir
para sus hijos la institución educativa cuyo ideario responda a sus convicciones
filosóficas, éticas o religiosas (inc. c), resulta claro que no puede importar el
desconocimiento de las funciones propias de las autoridades de la institución de que
se trate. La misma ley en su art. 42 al mencionar que la comunidad educativa integrada entre otros por directivos y padres- participará en la organización y gestión
de la unidad escolar y en todo aquello que haga al apoyo y mejoramiento de la calidad
de la educación, aclara expresamente que esa participación no deberá afectar el
ejercicio de las responsabilidades directivas y docentes.
Por ello, los padres de los alumnos del Colegio de Monserrat, que han tenido
oportunidad de participar en la discusión atinente a la incorporación de mujeres como
alumnas, no pueden impedir que las autoridades, competentes de acuerdo a lo
precedentemente señalado, adopten una decisión al respecto que se encuentra lejos de
resultar ilegal o arbitraria.
No obsta a esta conclusión el derecho de los padres a escoger el tipo de
educación que habrá de darse a sus hijos, ni a que éstos reciban la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, de conformidad
con lo previsto en los pactos internacionales citados por los apelantes (arts. 26, inc. 3°
de la Declaración Universal de Derechos Humanos y 18, inc. 4° del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos), pues resulta obvio que ese derecho no puede conducir
a que un grupo de padres de alumnos suplante sin más al cuerpo directivo de la
unidad escolar.
La Convención sobre los Derechos del Niño expresamente establece que el
derecho a la educación no se interpretará como una restricción a la libertad de los
particulares y de las entidades para establecer y dirigir instituciones de enseñanza
(art. 29), lo que resulta enteramente aplicable cuando, como en el caso, la dirección
del establecimiento se encuentra en cabeza del Estado.
7°) Que la invocación por parte de los recurrentes sobre la existencia de una
inveterada costumbre, que vedaba el ingreso de mujeres como estudiantes, a cuyo
amparo se habrían adquirido derechos que no podrían ser violados por una
reglamentación posterior no resiste el menor análisis.
Nadie tiene un derecho adquirido al mantenimiento de leyes, reglamentaciones
ni -consecuentemente- costumbres (confr. Fallos: 321:1888; 322:270, entre muchos
otros).
Además, las ofertas educativas estatales suponen, no sólo el reconocimiento
del derecho de aprender a través de la prestación del servicio educativo, sino también
un beneficio social, y es en función de tal beneficio que el Estado puede legítimamente
limitarlas o restringirlas, a través de la modificación de los planes de estudio,
circunstancia que no altera el derecho de educarse de los habitantes, ya que, como
sucede en el sub examine, respetan la autonomía personal, la promoción del proceso
democrático y la igualdad de oportunidades sin discriminaciones, de conformidad con
el inc. 19 del art. 75 de la Constitución Nacional y los demás derechos que la Ley
Federal de Educación reconoce expresamente (confr. Fallos: 322:270).
77
8°) Que por lo demás los recurrentes, quienes actúan como padres de alumnos
regulares del colegio, han omitido manifestar en qué consiste el perjuicio concreto que
les provoca el ingreso de mujeres, máxime si se tiene en cuenta que la ordenanza que
cuestionan expresamente aclara que “quienes hoy tienen sus hijos cursando estudios
en el Colegio no serán afectados en modo alguno por la reforma, pues el ingreso de
mujeres se producirá a partir del primer año, y no en los cursos donde actualmente
hay varones”.
9°) Que no es materia de discusión que el Monserrat es el único colegio con
orientación humanista de la Universidad Nacional de Córdoba. De allí que la
pretensión de los apelantes de que el Estado mantenga “la variedad en la oferta
educativa” importaría consagrar una diversidad que únicamente beneficiaría a los
estudiantes de un solo sexo (518 U.S. 515, “United States v. Virginia et al.”, del 26 de
junio de 1996).
En lo que atañe a la diversidad deseada, resulta atinada la observación que
destaca la ordenanza en estudio en cuanto a que el colegio debe ser mixto porque la
realidad, afortunadamente, también lo es.
10) Que no puede dejar de señalarse que la decisión de establecer que las
inscripciones en el Colegio Nacional de Monserrat se efectuarán sin distinción de sexo
ha sido motivada en trascendentes principios de rango constitucional.
Desde el derecho a enseñar y aprender reconocido en el art. 14 de la
Constitución Nacional, la igualdad de todos los habitantes ante la ley consagrada en el
art. 16 y la más específica igualdad de oportunidades y posibilidades en materia
educativa sin discriminación alguna mencionada en el art. 75 inc. 19, hasta los
principios reconocidos en los tratados internacionales con jerarquía constitucional
(art. 75, inc. 22) sostienen la ordenanza cuestionada. En este sentido, la igualdad ante
la ley se encuentra contemplada en el art. II de la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, en el art. 7 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, en el art. 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el
art. 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y, específicamente
referida a la igualdad de la mujer con el hombre, en el art. 15 de la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer.
La prohibición de todo tipo de discriminación incluida la formulada por motivo
de sexo, se halla establecida en el art. II de la Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre, en el art. 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos,
en el art. 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en el art. 26 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el art. 1 de la Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer y en el art. 2 de la Convención sobre los Derechos del Niño.
El derecho a la igualdad de oportunidades en materia educativa, por su parte,
ha sido reconocido en el art. XII de la Declaración Americana sobre los Derechos y
Deberes del Hombre, en el art. 26 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, en el art. 13 del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, expresamente en cuanto a la igualdad de derechos de la mujer con el
hombre en la esfera de la educación, en el art. 10 de la Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y
específicamente con respecto a los menores de dieciocho años en el art. 28 de la
Convención sobre los Derechos del Niño.
78
11) Que es cierto que la educación mixta ha sido consagrada en la ordenanza
discutida con la explícita finalidad de permitir a las jóvenes acceder a la misma
experiencia educativa que los varones, como así también que -desde una perspectiva
teórica- ese tipo de educación no constituye el único instrumento dirigido a asegurarle
a las mujeres la igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la educación.
Sin embargo, no debe soslayarse que la educación mixta ha sido prevista en la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer no tanto para procurar el igual acceso al mismo nivel educativo -finalidad
obviamente no excluida-, sino para la eliminación de todo concepto estereotipado de
los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de
enseñanza. Vale decir que la educación mixta no agota su finalidad con hacer posible
el ingreso de mujeres en la unidad escolar ya que también constituye un instrumento
-dentro de una pluralidad de medios- destinado a promover o afianzar un cambio
cultural encaminado a evitar todo tipo de discriminación contra la mujer.
Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General
de la Nación, se hace lugar a la queja, se declara admisible el recurso extraordinario y
se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Con costas.
Agréguese la queja al principal. Notifíquese y devuélvase.
GUSTAVO A. BOSSERT
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON CARLOS S. FAYT
Considerando:
Que el infrascripto coincide con el voto del juez Bossert, con excepción del
considerando 7°, el que expresa en los siguientes términos:
7°) Que la invocación por parte de los recurrentes sobre la existencia de una
inveterada costumbre, que vedaba el ingreso de mujeres como estudiantes, a cuyo
amparo se habrían adquirido derechos que no podrían ser violados por una
reglamentación posterior no resiste el menor análisis. Nadie tiene un derecho
adquirido al mantenimiento de leyes, reglamentaciones ni -consecuentementecostumbres (confr. Fallos: 321:1888; 322:270, entre muchos otros).
Además, las ofertas educativas estatales suponen, no sólo el reconocimiento
del derecho de aprender a través de la prestación del servicio educativo, sino también
un beneficio social, y es en función de tal beneficio que el Estado puede legítimamente
limitarlas o restringirlas, a través de la modificación de los planes de estudio,
circunstancia que no altera el derecho de educarse de los habitantes, ya que, como
sucede en el sub examine, respetan la autonomía personal, la promoción del proceso
democrático y la igualdad de oportunidades sin discriminaciones, de conformidad con
el inc. 19 del art. 75 de la Constitución Nacional y los demás derechos que la Ley
Federal de Educación reconoce expresamente (confr. Fallos: 322:270).
En esas condiciones, el cumplimiento de las obligaciones estatales respecto de
la enseñanza no pueden desconocer la evolución que en más de tres siglos se ha
operado, no ya con relación a la mujer -quien hoy innegablemente tiene “derecho a
tener derechos”- sino a la organización social en si misma considerada.
Así, la Primera Guerra Mundial no solamente arrasó vidas y produjo heridas,
sino que su turbulencia modificó el orden social y económico, provocando, entre otras
cosas, la incorporación de la mujer al proceso laboral. La conciencia revolucionaria
79
enfrentó la conciencia de la burguesía dominante exigiendo justicia social y, en
consecuencia, protección al trabajo de los menores y de las mujeres, así como a la
invalidez y el desempleo. Entrando ya en la Segunda Guerra Mundial, puede
mencionarse entre sus consecuencias la participación de la mujer, primero en
servicios auxiliares en sanidad, transportes públicos y organismos militares, y luego,
en los momentos cruciales, como los de la batalla de Stalingrado, combatiendo como
artilleras.
Por su parte, en Francia, la rebelión estudiantil iniciada el 3 de mayo de 1968
adoptó actitudes cercanas a las revolucionarias, contando con el apoyo de los
trabajadores, los empleados públicos y parte de los habitantes de pueblos y ciudades
de toda la Nación. La rebelión de los jóvenes pretendía terminar con los tabúes de la
sociedad burguesa, se tratara de la familia, el sexo, el trabajo, y pretendía lograr,
además, la emancipación de la mujer y la plena participación de todos en cada
cuestión relacionada con la vida humana.
A la evolución consecuente de la situación jurídica de la mujer no fue ajeno
nuestro país, tanto respecto de su capacidad civil como de sus derechos políticos,
cuestión que -por conocida- no necesita ser recordada.
Ahora bien, no puede pensarse que usos de tiempos anteriores a estos
profundos cambios sociales y políticos puedan sin más generar una suerte de estatuto
inmodificable en la educación media de nuestros jóvenes, privando a las mujeres de
acceder a niveles calificados de ésta e impidiendo a los varones -sólo a otros distintos
de los hijos de los actores como más adelante se indicará- la posibilidad de compartir
ese tramo de la vida con las “excluidas”.
La educación que brindan los colegios universitarios ha sido entendida como
“el secreto, el método de la verdadera disciplina que asegure los beneficios combinados
del colegio y de la universidad”, “la llave de oro para develar el ansiado tesoro
educativo que busca la República y que, sin definirlo, la conciencia nacional anhela
para la selección de sus elementos directivos”, en cuyo ámbito “se desarrolla el lazo
fraternal y solidario...que es el de la convicción de un destino común en la gran
asociación política que es la patria” (conf. Joaquín V. González, “Universidades y
Colegios”, conferencia del ministro de Justicia e Instrucción Pública en el aula
“Estrada” del Colegio Nacional Central de Buenos Aires antes de su demolición, el 5 de
julio de 1905, págs. 249 y sgtes.). De allí la importancia de admitir a esta altura de los
tiempos que esta calidad de educación no cuente con limitación alguna en razón del
sexo; por el contrario, y como se señaló ya en la oportunidad recién indicada (conf. op.
y loc. cit.), la selección de quienes habrán de recibir esa mejor formación destinada a
conformar el grupo directivo, “no es deliberada respecto a las personas, ni puede serlo
en manos del Estado: éste funda el sistema, le imprime movimientos, y el mecanismo
por si sólo devuelve al artífice el producto depurado”. Esta conclusión es hoy, a la luz
de la historia reciente, predicable respecto de criterios sexistas pues “además de que
las ideas antiguas respecto al sentido general de la educación y de la moral en
particular, han cambiado, las condiciones de la vida son también diferentes, y como el
aire, penetran y transforman hasta los más recónditos retiros donde la vida
contemplativa tiende todavía a perpetuarse” (op. y loc. cit.).
Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General
de la Nación, se hace lugar a la queja, se declara admisible el recurso extraordinario y
se confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia de recurso. Con costas.
Agréguese la queja al principal. Notifíquese y devuélvase.
CARLOS S. FAYT.
80
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ
Considerando:
1°) Que el infrascripto comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen
que antecede, cuyos términos se dan por reproducidos en razón de brevedad.
La afirmación precedente, empero, no quita la necesidad de pronunciarse
acerca de las cuestiones constitucionales involucradas en el caso y que no fueron
examinadas en el dictamen.
2°) Que, de modo preliminar, se debe poner de resalto, que la ordenanza 2/97
del Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba, cuya validez
ha sido puesta en entredicho por los demandantes, consideró que la educación que se
desarrolla en el Colegio Monserrat, al dirigirse exclusivamente a varones, impide a las
personas de sexo femenino acceder a la misma experiencia educativa y, con ello,
produce un menoscabo a los principios de igualdad y de no discriminación respecto de
las mujeres, garantizados en diversas cláusulas de la Constitución Nacional y en la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer.
Ponderó -con cita de las palabras del rector del Colegio Nacional de Buenos
Aires en respuesta a la comisión de enseñanza de la U.N.C.- que la “coeducación
completa la personalidad, facilita las relaciones entre las gentes de distinto sexo,
induce al respeto recíproco y es, a todas luces, formativa, útil y dinámica”, y que “la
vida, afortunadamente, es mixta”. Enfatizó el enriquecimiento de la personalidad de
los educandos de ambos sexos mediante la coeducación y la convivencia, y destacó
que la única tradición que debe mantenerse es la de la excelencia, pues la tradición no
puede preservar situaciones que pudieron resultar normales en otras épocas, “pero
que hoy comportan verdaderos anacronismos, y mucho menos si ello conlleva la
privación de un derecho” (ver copia de fs. 43/49).
3°) Que así planteada la cuestión cabe señalar que no son pocas las normas
con jerarquía constitucional que consagran la protección de los derechos invocados
expresamente en la ordenanza, cuyo origen (aunque no necesariamente su rango) es
en algunos casos anterior a la reforma constitucional de 1994 y en otros es posterior a
ella.
En tal sentido, la igualdad ante la ley y su correlato, respecto a la prohibición
de discriminación, están expresamente garantizadas respectivamente en la
Constitución Nacional (art. 16); en la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre (art. II ); en la Declaración Universal de Derechos Humanos (art.
7); en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 24); en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 26); en la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (arts. 1 y 15); y en
la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 2).
Mientras que en materia de educación, el derecho a la igualdad de
oportunidades surge especialmente de la Constitución Nacional (art. 75, inc. 19); de la
Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre (art. XII); de la
Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 26); del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 13); de la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (art. 10); y de la
Convención sobre los Derechos del Niño (art. 28).
81
4°) Que, en el mismo orden de ideas la jurisprudencia de esta Corte ha
protegido toda forma de discriminación contra la mujer. En oportunidad de
pronunciarse (vgr. Fallos: 287:42) en una causa en la que se discutía la legitimidad del
decreto 7673/55 que privaba a las mujeres del estado policial de que gozaban como
miembros de la entonces Prefectura Nacional Marítima, y acordaba al personal
masculino la opción de conservarlo, sostuvo que no existía ninguna razón valedera
fundada en el sexo, para privarlas de aquel estado policial.
5°) Que sin duda es la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer, el conjunto de normas que con mayor profundidad
y precisión se ha ocupado de la cuestión en examen.
Entre sus rasgos más sobresalientes, merecen ser destacados, en cuanto al
caso interesa, los siguientes:
a) ratifica decididamente la igualdad del hombre y la mujer, en el goce de los
derechos humanos y libertades fundamentales -en los ámbitos político, económico,
social, cultural y civil-, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas,
resoluciones, declaraciones y recomendaciones aprobadas por la O.N.U. y diversos
pactos internacionales de derechos humanos, y propicia asegurar el pleno desarrollo y
adelanto de la mujer con esa finalidad (ver considerandos y arts. 1, 3 y 15).
b) a partir de esos lineamientos, formula una explícita condena a la
discriminación contra la mujer, en todas sus formas, entendida como cualquier
distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por
resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer de
aquellos derechos y libertades (arts. 1 y 2).
c) con ese objeto, los estados partes se comprometieron (art. 2), en líneas
generales, a: consagrar, si aún no lo han hecho, en sus constituciones nacionales y en
cualquier otra legislación apropiada el principio de la igualdad del hombre y de la
mujer y asegurar por ley u otros medios apropiados la realización práctica de esos
principios (inc. a); adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las
sanciones correspondientes, que prohíban toda discriminación contra la mujer (inc.
b); establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de
igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales nacionales o
competentes y de otras instituciones públicas, la protección efectiva de la mujer
contra todo acto de discriminación (inc. c); abstenerse de incurrir en todo acto o
práctica de discriminación contra la mujer y velar porque las autoridades e
instituciones públicas actúen de conformidad con esta obligación (inc. d); tomar todas
las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer practicada por
cualesquiera personas, organizaciones o empresas (inc. e); adoptar todas las medidas
adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar o derogar leyes,
reglamentos, usos o prácticas que constituyan discriminación contra la mujer (inc. f);
derogar todas las disposiciones penales nacionales que constituyan discriminación
contra la mujer (inc. g).
Asimismo, los estados partes deben tomar las medidas apropiadas para
modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a
alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de
cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de
cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres (art. 5,
inc. a).
82
d) en punto, concretamente, a la igualdad en materia de educación, los
estados convinieron (art. 10) en adoptar “todas las medidas apropiadas para eliminar
la discriminación contra la mujer”, para asegurar, entre otros aspectos:
d1) las mismas condiciones de orientación en materia de carreras y
capacitación profesional, acceso a los estudios y obtención de diplomas en las
instituciones de enseñanza de todas las categorías, tanto en zonas rurales como
urbanas; esta igualdad deberá asegurarse en la enseñanza preescolar, general, técnica
y profesional, incluida la educación técnica superior, así como todos los tipos de
capacitación profesional (inc. a);
d2) acceso a los mismos programas de estudios y los mismos exámenes,
personal docente del mismo nivel profesional y locales y equipos escolares de la misma
calidad (inc. b);
d3) la eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y
femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el
estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr
este objetivo y, en particular, mediante la modificación de los libros y programas
escolares y la adaptación de los métodos de enseñanza (inc. c) (el subrayado nos
pertenece);
d4) las mismas oportunidades para la obtención
subvenciones para cursar estudios (inc. d);
de
becas
y
otras
d5) las mismas oportunidades de acceso a los programas de educación
complementaria, incluidos los programas de alfabetización funcional y de adultos, con
miras en particular a reducir lo antes posible la diferencia de conocimientos existentes
entre el hombre y la mujer (inc. e).
6°) Que, ahora bien, es claro pues, que la “educación mixta” -cuyo “estímulo”
está asignado a los estados partes, según lo dispone, expresamente, el ya citado art.
10, inc. c- contribuye a la “eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles
masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza”; y por
lo tanto debe ser considerada, en sí misma, como un mandato.
Frente a ello puede inferirse, en el presente caso y estado de situación, que
aquellas pautas sociales y culturales que pudieron sustentar en otras épocas el acceso
exclusivo de alumnos varones al Colegio Monserrat, hoy han perdido su vigencia.
Siendo que además, no se advierte la existencia de “razón valedera alguna” -como ha
exigido la ya citada jurisprudencia de la Corte-, que justifique actualmente, que el
colegio demandado imparta educación sólo a varones. Ya que el solo dato de su sexo,
como quedó demostrado, no es razón suficiente. En consecuencia, la disposición
contenida en el art. 1° de la ordenanza 2/97 no es sino reflejo de la única solución
posible con sustento en normas de jerarquía constitucional, y en las actuales pautas
culturales del pueblo de nuestra Nación.
Por ello, y lo concordemente dictaminado por el señor Procurador General, se
hace lugar a la queja, se declara formalmente admisible el recurso extraordinario y se
confirma la sentencia apelada en cuanto fue materia del recurso. Con costas.
Agréguese la queja al expediente principal. Notifíquese y, oportunamente, devuélvase.
ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
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