Lasmiijeresi en la vida de

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Lasmiijeresi
en la vida de
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OMO casi todos los hombres geniales,
Charlie Chaplin, el gran Charlot del
cinematógrafo, h a tenido" una vida
amorosa desgraciada. Su tragedia h a sido
la d e la inmensa mayoría de los hombres
excepcionales; a quienes, por lo general,
las mujeres no comprenden. Quizá, de todos los argumentos esgrimidos p o r quienes niegan a la mujer capacidad para igualarse con el hombre en el plano intelectual,
sea el de más fuerza l a absoluta incomprensión de q u e h a n sido victimas, por
p a r t e de sus mujeres, de sus amantes o de
sus amigas, los hombres que por su talent o y su voluntad supieron elevarse muy
por encima del nivel vulgar. Como tantos
y tantos conquistadores-de la gloria—de la
verdadera gloria creadora y no destructora—, Charlie Chaplin h a buscado en vano,
a lo largo de su vida, la" mujer capaz de
procurarle una felicidad dxuradera. Sólo h a
encontrado ilusiones fugaces, entusiasmos
engañosos y breves, y, al término de cada
frustrado idilio, la amargura perdurable de
un desengaño más, sumado al lastre de
otros muchos desengaños: al fatídico last r e que cada vez hace más difícil, xnás len^t o y menos alto el vuelo obstinado de la
esperanza hacia u n imposible ideal.
Los amores de Charlot en la pantalla los
conocemos todos. Pero,,¿cuántos y cuáles
fueron los amores, fallidos uno detrás de
otro, de Charlie Chaplin? L a verdad sólo
él la sabe, y no es el gran actor cineioatográfico hombre propenso a las confidencias,
ni mucho menos a las indiscreciones... Por
lo t a n t o , para apuntar algo de la triste
historia amorosa de Chaplin hay que atenerse, de una parte, a los hechos conocidos
e indudables, y de otra, a los rumores y suposiciones que, apoyados fen acontecimientos ciertos o en actitudes evidentes, ofrecen todas las probabilidades de veracidad...
Y así, vayamos citando mujeres:
Ketty.
Según el mismo Chaplin cuenta, su primera novia se llamaba Ketty... Ketty,
riada más... El apellido d e esta muchacha
no le h a revelado Chaplin. Acaso guarde,
como u n sagrado, el secreto... Ac^so le
olvidó... Acaso no le supo nunca... K e t t y
era una jovencita ignorada y pobre, como
ignorado y pobre era entonces Chaplin,
que a ú n no había imaginado a Charlot.
Filé aquel primer amcr romántico, platónico, casi irreal; tal vez por ello sea el único recuerdo exento de amargura y de sombra.
'
E t t e l Heí-ley
GonH.
Ethel era artista de teatro en Londres.
Tenía cierta fama, y había trabajado también en París. Cliaplin y ella copienzaron al
mismo tiempo sus respectivas carreras artísticas. Pero ella fué más deprisa, y al
principio se abrió cainino con mayor facilidad. En tanto que Ethel estuvo áfctuando en París, Chaplin, a costa de grandes
esfuerzos económicos, hizo varios viajes a
la capital francesa, para mantener vivo
aquel amor. Pero si la distancia material
se borraba de esta manera, no ocurría lo
mismo con la distancia moral creada por
la diferencia de suerte. Chaplin temió no
poder salvar nunca esta distancia y abandonó el empeño.,. Ethel le dejó rezagairse
y desaparecer... Como tantas otras, no le
comprendió.
María D o r o .
Más tarde, y ya en los Estados Unidos,
' cuando Charlie trabajaba bajo las órdenes de AJíred. Reeves, conoció a María
Doro. María Doro era la principal intérprete de Sherlock Holnies, una obra teatral
en la que Chaplin trabajaba también.
Charloi no era entonces más que un granuja: el pilluelo «Billy», papel que interpretaba todas las noches en la misma obra.
Por eso no se atrevió aunca a descubrir su
cariño. Este amor no declarado atormentó a Chaplin, hasta que María Doro, retirada definitivamente del Teatro, abandonó la Compañía y marchó a Europa.
Edlna Pnnriance.
Cuando Edna apareció en la vida de
Charlot, era una modesta mecanógrafa de
San Francisco, poco contenta con su suerte. Charlie Chaplin la conoció en la época
en que él empezaba a destaicarse bajo el
pabellón artístico de Narck Sennent. Se
hicieron amigos. Chaplin—-que fué siempre un descubridor de estrellas de cinema—la contrató un día en que filmaba exteriores, y la muchacha le miraba atentamente. De 1913 a 1915 trabajaron juntos
para la Essanay y Compañía, y en 1916 pasaron a la Mutual Film Corporation. Charlie Chaplin estuvo profundamente enamorado de Edna Purviance. Trabajaban él
y ella en perfecto acuerdo. Edna era la
compañera soñada por todo artista. Había conseguido amoldarse a la manera artística de Chaplin con una flexibilidad admirable. De esta completa identificación
surgieron treinta films, que popularizaron
el genio de Charlot y los rasgos de la gentil
rubita. Edna fué, unas veces, emigrante;
otras, bohemia, patinadora, hija de pastor, burguesa, artista de Circo, cantante...
Este idilio duró varios años. Edna tenía
para Charlot un doble encanto:-el de la
amante*y el de la compañera. Más tarde,
el amor se apagó y quedó reducido a una
buena amistact. Así y todo, «los amigos del
gran actor dicen que de todas las mujeres
que han amado a Charlot Edna Purviance
fué la que le demostró un cariño más sincero y comprensivo».
Mildrecl Harrys.
Mildred.Harrys fué la primera esposa de
Chaplin. Le acercó a ella un motivo puramente sentimental. Cuando Chaplin sufría
de la tristeza que le produjo el alejamiento
dé Edna Purviance, apareció Mildred
aureolada con el encanto de su humilde
hermosura. Era una mujer joven y mara-
«Charlot» enamorado ea la pantalla. Arriba: En «E! Circo». —Abafo: En «Laces de la
dndad». Más de ana tez la ficción dnematográñca se trocó ea amorosa realidad de la
vida, como le ocurrió a Chaplin filmando «Luces de la ciudad», a! enamorarse de reras
de Virginia CherríUe.
erdtiicd
Dos amores de Chaplín a bastantes años
de distancia. Arriba: Chaplin y Mary Collins.—Abajo: Chaplin y Pola Ncgri.
villosamente bella. Su madre trabajaba en
el guaurdarropa de un Estudio y ella lucBaba por destacarse entre las «extrasD.
Chaplin era ya Charlot y el mayor artista de la pantalla. Norteamérica era dueña—cinematográficamente'—de Eurcjm y
la fama de Chaplin se había unlversalizado. La pequeña Mildred, fascinada por el
prestigio del gran actor, consinlió, llena de
alegría, en ser su e§posa. Se casaron, sin
conocerse apenas; no se entendieron; y lie-,
garon al divorcio, después de haber tenido
un hijo, que murió poco después.
Florewce í>eshom,
Florence era una l>e¡la muchacha que
hicbaba en la vida con grandes dificultades ecf.nómicas. Charlie la ayudaba en las
épocas en que J-lorence no tenía trabajo y
Otros dos idilios de Chaplin. Arriba: con Paulette Goddard, después de su visita a Honolulú.—AÍajo: Con Edna Purvíance en una playa francesa.
la protegía también artísticamente. Florence Desliom sentía hacia Chaplin un
afecto hecho de gratitud; pero aquello no
era amor. El verdadero amor de Florence
pertenecía por completo a un escritor y
conferenciante socialista, llamado Max
Eaxtman, con el que se veía muchas vtces
a espaldas de Charlot. Más tarde, la muchacha abandonó su carrera cinematográfica y marchó a Nueva York, donde teiminó trágicamente suicidándose; sin dejar explicación alguna de su determinación,
trabajaba en Nueva York, en la formación
de Ziegfield. Durante un breve descanso
de su Compañía, la Collins hizo una visita
a Hollywood. Allí conoció a Chaplin. Se
inició entre ellos MnfliH. Se habló de casamiento. Chaplin regaló a Mary tJ anillo de
prometida; un magnífico brillante... Pero
nadie sabe qué palabra indebida pronunció Mary o qué acritud inconveniente adoptó... El hecho fué que horas después de
entregarle la simbólica alhaja, Chaplin se
desinteresó por completo de Mary Collins,
y ésta dio por terminada su estancia en
Hollywood y regresó a Nueva York.
M a r y Collí»*.
Mary Collins era actriz de opereta, y
Clínica
( Continuará en el próximo número ) .
peinado y sus
ideas.
S
I la moda corresponde siempre al carácter de los individuos creadcres de
ella, nada t a n interesante como estudiar los peinados de algunas mujeres célebres creadoras de ellos; esto es, su cabeza p . r dentro y por futra.
_ La mujer ha cuidado siempre con esmero su peinado. Si la cara es el esi>ejo del
alma, el peinado es el marco de este espejo. Nada hay que defina t a n t o el carácter
de la mujer como su cabeza. No cabe duda:
las creadoras de peinados son mujeres que
tienen un valor positivo como psicólogas
femeninas; dieron a las mujeres de sus
épocas respectivas el carácter que correspondía a su cabeza. A estas mujeres ias
debemos un recuerdo y un elogio.
Cuándo las creaciones de peinados han
surgido de los peluqueros profesionales de
este arte, estas craacipnes no tienen el mismo valor. Los peluqueros, por lucro las
m á s de'las veces, han hecho, hacen y harán verdaderas diabluras con las cabezas
femeniaas. La hisvoria frivola de la moda
nos dice cómo estos hombres han sido
combatidos unas veces y glorificados otras.
Así vemos, por ejemplo, cómo los peluqueros que hicieron tímidamente su aparicióu
en el siglo x v con el nombre de adornistas
-fueron recliazados má.s t a r d e vioíentament e por la sociedad y la iglesia como supuestos agentes de Satán. Como contraste, la
historia nos recuerda peluquero.^ que han
pasado a. ella con todos los honores de artistas célebres: Frisón, que en,el siglo x v m
fué el primero que peinó a las damas en
París; Dagé, que debió su celebridad a negarse a peinar a ía Pompadour, y Lcgrós,
que eclipsó a todcs por sus creaciones inconcebibles, llegando a publicar una obra
donde fijaba cómo cada señera debía peinarse según su tipo.
Las mujeres han aceptado siempre sin
titubeos ias tiranías de la mcda. l'nr esto,
cuando tma mujer h a roto sus moiüts y
ha lanzado un peinado nuevo, ao cabe
duda, que su cabeza no es una cabeza
de serie.
E n algunos casos, la creación de un peinado nuevo no es fruto de la imaginación
de su lanzadora y sí de la casualidad. Madama de Fontanges creó el peinado que
llevó su nombre puramente por accidente.
Estando en una caLcería real en Fontainebleau parece ser que desapareció unes momentos con el rey, y como consecuencia de
esta escapatoria se deshizo su peinado. Al
tener que volver rápidamente a reunirse
con los demás cortesanos, sólo tuvo tiempo para subir rodo el pelo hacia arriba y
sujetarle con una cinta. El rey, para despistar, alabó el peinado original de madama.dé Fontanges, y esto fué lo suficiente
p a r a que todas las damas le adoptasen con
entusiasmó. Este peinado sobrevivió a su
creadora y duró más años de lo que se esperaba; pues aunque el mismo Luis XIV
se cansó de él, nada pudo hacer variar la
cabeza de las damas. H a y que reconocer
que en aquella ocasión el peinadc, como
siempre, correspondió a un momento psicológico de madame de Fcntanges.
E n la historia d e la moda española t e - ,
nemes también célebres creadcras de pei-
Clco de Merode, ía famosa artista francesa, que invernó y puso de moda el píinatío con
que aparece en este retrato. Los maldicientes aseguraban, unos, que C k o no tensa orejas
y otros que las tenía deformes... El hecíio es que la' artista las ocultó siempre bajo sus
cabellos.
nados, t a n atrevidas como la reina doña
Mariana de Austria, que, encontrando u n
ambiente de austeridad y rigidez exagerada en la corte, lanzó, en cuanto al traje,
aquel artefacto m'snstruoso que agrandaba hasta eJ infinito el tamaño de las caderas, parecierido esta innovación de la silueta femenina m á s propia de una vedette
de nuestros días de l a s q u e salen bajando
lentamente la escalera que, decorada con
brillante e.scarcba, hay irremediabltmente
al fjnpl de toda revista. El peinado de Mariana de Austria es un m.onumento que está
en perfecta consonancia con la silueta de
su traje. La cabeza de esta reina es la más
ampulosa que h a exi.stido. La mujer capaz de llevar peinado semejante debía tener, una psicckgía especial; no es posible
p>ensar con tal cabeza de modo natura!.
Mariana de Austria, como las mujeres que
en el siglo xviii fueron capaces de haci. r con
su pelo «cuadros plásticos», llevando en
equilibrio constante barcos, loros, monos, etc., no podían discurrir con sencillez
y normalidad.
La mujer que invente un peinado es por
algo; la moda no es nunca un capricho.
Cuando María Mancini lanzó su nuevo peinado touffes a la Mancini, que consistía
en dejar caer los bucles en escalonada cascada, fué consecuencia e igual forma del
mcdo cómo había caído su ambición, puest o que ésta había sido llegar a ser reina
de Francia.
El usar peluca o fmpclvar el pc'o fué
una mcda t a n aitificicsa c mo correspondía ai tipo de las mujeres que la adoptare r .
erdnmd
Todas fueron con los cabellos blancos
igualmente viejas, mujeres íicticiais, frivolas, teatrales, mujeres faltas de toda
naturalidad.
Cuando un peinado aparece lanzado por
cualquier mujer que puede imponerle,
hay que buscar la razón de por qué esa
mujer le ha creado.
María Aníoniela, al perder su pelo, creó
una nueva moda; é^a fué la única ratón, y
las deffiáb niujeie.s pi-(Jnto .s.icriíicaK^n yu
<;abi;!!i;ia cf n gu.sto para seguir su ejemplo,
Cieo de Merode tuvo una personalidad, y
sobre todo, una plataforma en Paría, desde la cual pudo impí)ner su creación de
peinado que oculíataa por completo las
«rejas. Esta forma de peinado a la Merode se adoptó; peto sugirió la malévola idea
de que la célebre bailarina belga no tenía
orejas, o bien que .éstas eran deformes o
simplemente feas.
Cleo de Merode tuvo su época de gran
esplendor, y su peinado, aunque sencillo,
era calificado de «majestuoso», respondiendo tal vez a lo que su cabeza pensaba
cuando recibía en Parí,s las visitas de un
monarca europeo.
La mujer moderna, sin prejuicios, en libertad, con vida libre de movimientos, se
ha,,cortado el pelo; no es ni artííicic-sa ni
complicada; sus cabellos cortos vuelan
libres sin ningún aditamento que los torture; los postizos han desaparecido hace
ye. mucho-s afo:,,
A'boTP las ',
- lavan con facilidad,
y este lavad', ,.., ..^-,j también por dentro.
Momento de dar la salida a los nadadores en el prímei Campeonato disputado el domingo álttmo, con motivo de maugurarse k nueva
piscina de la Unidad de Alumbrado e Iluminación del Cuerpo de Ingeoicros.
El ¿eporte « » l a
ÁOCMA.
de de cuidada organización. Este éxito se
debe a los instructores de Cnltura Física
de Ingenieros en el Ejército del Centro.
Entre estos instructores, que están for-
mando soldados sanos de cuerpo y espíritu, se encuentran conocidos nadadores
castellanos, discípulos del profesor Granados, como Enrique Ugarte y otros que
I«l»radlo coM ;gx>an Inriliante» y e x c c l e » t c s
r e s a l t a d l o s ««*« C-anapeosiafos ¿ e iHatación*
L
A natación es quizá aliora el deporte
que más entusiastas cuenta entre ios
soldados del Ejército de la Repúbiica. En muchas de las Unidades lian sido
construidas soberbias piscinas, y especialmente en el Arma de Ingenieros raros 8on
los cuarteles donde no ha sido instalado
aún lo necesario para practicar toda clase de deportes natatorios.
Durante todo el verano iian venido funcionando las p i s c i n a s construidas en
la guerra, y en ellas han aprendido a nadar centenares y centenares de combatientes. Concursos realizados de tarde en
tarde han servido para destacar a nuevos
valores y para ir anotando al minuto y al
segundo los progresos realizados por los
futuros campeones.
Es en Ingenieros, como hemos dicho,
donde con más intensidad se cultivan los
deportes del agua, sin duda por ser los
que han sabido proporcionarse los mayores y mejores medios para practicarlos.
Asi, el Campeonato de este Arma, realizado recientemente con motivo de la inauguración de la magnífica .piscina de la
Unidad de Alumbrado e Iluminación, ha
resultado una jornada brillantísima, en la
que desde el comienzo hasta el final se ha
observado en todos los aspectos un alar-
El coronel don Tomás Ardid felicita a los ganadwes délas diversas pruebas de natación
Y fes entrega los premios correspondientes.
,
(Foti. vidc*
crónica
' con él han colaborado y obtenido excelentes resultados al llevar a los combatientes
sus enseñanzas.
En este primer Campeonato de ingenieros, que ha servido como preselección para
los próximos Campeonatos Castellanos Militares del Ejército del Centro, han participado trece Unidades de Ingenieros con
un total de doscientos cincuenta y siete
nadadores. Estes números hablan bien
elocuentemente de lo que han significado
las competiciones.
Los tiempos obtenidos, sobre todo en
. los debutantes, son de un interés indudable, por cuanto demuestran lo que serán
capaces de hacer estos muchachos cuando en tiempos de paz puedan dedicarse a
su deporte favorito con más asiduidad. He
aquí los vencedores, con el tiempo empleado por cada uno;
loo metros libres.—Manolo Martínez, del
grupo de Alumbrado, en un minuto, 12 segundos y tres décimas.
100 metros braza.—Federico Monsálvez
(Alumbrado), en un minuto, 48 segundos.
Salida de otro grupo de nadadores, al comenzar una de las pruebas de los campeonatos.
50. metrqs espalda.—Manolo Martínez,
(FotYMet)
en 38 segundos, dos dédídasr
50 metros Ubres.—J. Santiago {de PuenRelevos 3 por 100 metros.—Equipo de
También se celebró una prueba de apÜtes número 2), en 38 segundos una décima.
cación militar, consistente en una carrera
Alumbrado, en cuatro niinutos, un segun50 metros libres (para debutantes).—
de 50 metros, relevos, con cumbreras, que
do, seis décimas.
E. Herranz (Destrucciones), en 37 segunfué ganada por el equipo de Puentes nú200 metros wrawh. — Carlos Coppel
dos, ocho décimas.
(Alumunbrado), en tres minutos, 14 se- mero 2, y una de 25 metros, infantiles, en
Relevos 3 por 50 metros.—Equipo de
la que resultó vencedor Flores, en 51 segundos.
Alumbrado, en un minuto, 57 segundos.
gundos, cuatro décimas.
Relevos 5 por 100 metros.—Equipo de
50 metros braza (para debutantes).—
F. López (Puentes número 2), en 49 se- Alumbrado, en dos minutos, 58 segundos,
La fiesta fué amenizada por la Banda
una décima.
gundos.
de Música de Ingenieros, que con tanto
Relevos 10 j ir 25 metros.—Equipo de
acierto dirige el maestro teniente Ruiz. Al
25 metros espalda (para debutantes).—
Alumbrado, en dos.minutos, 49 segundos,
F. Berenguer (Comandancia General de
final, el coronel Ardid entr^ó los premios
ocho décimas.
Ingenieros), en 19 segundos, tres décimas.
a los triunfadores.
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El f o r m i d a b l e film de grandioio éxito
EL CONDE DE
MONtlCRISTO
1
¡
' ' —por ROBERT DONAT
' ' y Í L E S S A LANDl
con Claudett© COLBiW
y RonaJd COLMAN
««r» comedí, ms^„,
UN flLM EXTRAORDINARIO
La ayaia extranjera
a la población civil
madrileña.
Labor hjo."
maititaria
El-
sie B r o o l c
y nacvas
actividades d e l a
Ambulan.'cia E s c o cesa.
e
N ausencia de la ilustre y popular
miss Fernanda Jacobsen, miss Elsie
Brook asume la responsabilidad de
la dirección y de los trabajos de la Ambulancia Escocesa.
Hablamos con miss Elsie Brook, completamente identificada con el idioma y
el espíritu del pueblo es^^pol, a causa de
su larga permanencia entre nosotros, y
elude con natural modestia el hablar de ella
misma, es decir, de su labor ininterrumpida
y llena de nobles afanes y sacrificios al frente de la Ambulancia Escocesa, en donde
trabaja, al lado de miss Jacobsen, desde
que #sta hermosa institución comenzó a
prodigar sus t)eneficios entre los madrileños.
Aunque sin detrimento de sus principios de postulado benéfico—dice miss
Brook-—. la Ambulancia Escocesa ha variado algo. Por ejemplo, la Ambulancia, propiamente dicha, funciona ahora independiente de nosotros y agregada a la Sanidad
Militar.
A nosotros sólo nos ha quedado la misión
del reparto de víveres entre las familias
necesitadas, cuyo número se eleva ya a
ochocientos cincuenta, de doscientas que
eran al principio. Y no tenemos más—exclama núss Brook sonriendo con amargura—porque no podemos, porque nos es
materiahnente difícil atender a todos
los que llegan demandando un auxilio material q«e nos es imposible satisfacerle, y
que nosotros bien comprendemos que necesitan urgentemente.
Miss Brook nos habla también de los
productos especiales que reparten entre
cierta clase de enfermos, cuyo número es
también elevado, y de la mejora introducida en la Ambulancia y en vías de inmediata aplicación, consistente en el reparto
Descarga de acdtc y empaquetado de otros somlnistros ea la Ambulancia Escocesa para
auxUio a las personas más n«esitadas eotre'Ia poblédón civil madrileSa.
(Frt». Víía)
crdnica
MIss Elsie Brook despachando con su personal femenino encargado de las ínvestigacíc»
nes para el socorro de los verdaderos necesitados.
Entrega de un lote de víveres a uno de los ancianos a quienes socorre la Ambulancia
Escocesa.
(Fou.vwt«)
Por último, miss Brook nos ensena algunas cartas de ilustres personalidades inglesas, en las que se reconoce y ensalza la
admirable labor de la Ambulancia Escocesa en España y de algunas personalidades relevantes de la epopeya española.
Transcribimos una de las cartas, que, traducida, dice así:
«Querido sir Daniel: Solamente los que
se han quedado en España durante estos
dos trágicos años de la guerra civil más
amarga y más salvaje jamás conocida pueden apreciar adecuadamente la labor filantrópica y humanitaria llevada a cabo
por la Empresa organizada y financiada
por usted y sus amigos en Escocia, conocida como Ambulancia Escocesa, En la
historia de la guerra, que todavía no se ha
escrito su noble labor de'abnegación,recibirá seguramente el reconocimiento que
merece de plumas más eloouentes y apasionadas que la mía.
Una ligera idea de lo que su ayuda ha
representado en muchos hogares puede
recogerse por las expresiones de gratitud
que ahora se le envían; pero éstas no representan sino un pequeño porcentaje de
los que han recibido alimentes y socorro
de distintas clases de la Ambulancia Escocesa. Muchos enfermos han pasado a mejor vida y están libertados de sus sufrimientos. Otros muchos han evacuado y están
fuera de la zona de guerra, que ofrecerían
su homenaje si estuvieran en contiacto con
nosotros. La distribución gratuita de alimentos, etc., a familias realmente necesit a d a s no es sino un aspecto de las actividades de la Ambulancia Escocesa. Sus Ambulancias con sus valientes muchachos han
ayudado activamente a los heridos en las
primeras líneas casi desde el principio de
la guerra. Su comandari . , miss Fernanda
Jacobsen, por su invencible coraje (valor),
su energía dinámica, su fuerza de voluntad
y resistencia, su franqueza, rectitud e invariable devoción al" deber, ha ganado el
respeto y admiración de todos. Sus paisanos están justamente orgullosos de ella.
Miss Elsie Brook, ayudante eficaz de
miss Jacobsen, me ha rogado no haga mención de ella; pero en los intereses de la justicia debo insistir en rendir mi modesto
homenaje a su labor. Esta mujer de
Yorkshire, con sus dones de organización,
indomable coraje y sentido humorístico, h a
contribuido grandemente al éxito de la labor hecha por la Ambulancia Escocesa.
Durante los fríos del invierno, los calores del verano, los peligros de bombardeo, las incomodidades y privaciones de la
guerra, estas dos mujeres, miss Jacobsen
y miss Brook, han demostrado el tesón, el
carácter y la resistencia, por les cuales su
raza y sexo son justamente famosos
Espero, sir Daniel, que estas pocas líneas de homenaje a la gran labor de la
Ambulancia Escocesa alegren su corazón
en el día de su cumpleaños, que deseamos
se repita muchos años. Lo que, sin embargo, debe ser el pensamiento más feliz para
uno que ha ayudado como usted a los hambrientos, enfermos y angustiados durante
ésta, l a m a s terrible de todas las guerras, es
la contestación de Nuestro Señor a las.preguntas de los justos en la parábola de las
ovejas y los cabritos. «De cierto os digo
que en cuanto lo hicisteis a uno de estos
mis hermanos pequeñitos a mí lo hicif' • is.»'
Carta recibida por sir Daniel Stevenscn
del señor don Enrique Stow, presidente de
la Cámara de Comercio Británica en Madrid, y nieto del eminente David Stow, fundador de la Universidad Stow en Glasgow.
la Ambulancia no retuHtn i n í i v c l i c s t s .
de medicinas, que se h a r á mediante una
Nuestros servicios se llevan a cabo con
investigación fiscal escrupulosa, a cargo
del doctor A. Salas Gonzalo, especialista en la más estricta y escrupulosa noima adenfermedades internas y entusiasta cola- ministrativa. Se obtiene de cada familia
borador romántico de la Ambulancia Esco- una especie de filiación rigurosa, y comprocesa. El personal todo que trabaja con nos- badas la necesidad y la escasez de recursos,
otros—agrega miss Brook—lo hace asimis- se procede a socorrerles CCD arreglo a sus
mo desinteresadamente y con un afán y necesidades.
Interrogada por nosotros sobre las afiu n interés dignos de los mayores elogios.
Nuestras muchachas, dedicadas a los ser- nidades y puntos de contacto que puede
vicios domiciliarios, son incansables, y en tener la Ambulancia con otras instituciocuanto a nuestros encargados de realizar nes benéficas extranjeras, miss Brock nos
los transportes de víveres, con mil pena- dice que ellos obran independientemente,
lidades y p e l i ^ o s , todo cuanto se diga y " aunque en m u y cordiales relaciones con t o dos, y que únicamente con la agrupación
se haga por ellos es poco.
Ya sabe usted—sigue diciendo miss Ayuda Suiza a España están a p u n t o de
Brook—que nosotros atendemos a los ne- llegar a un acuerdo para encargarte de los
cesitados sin tener en Cuenta ni sus ideas enfermos que aquella institución cuenta
políticas ni sus ideas religiosas, procuran- entre sus protegidos, por no poder asistir
do únicamente investigar que sus necesi- a los Comedores que Ayuda Suiza a Espadades y miserias sean reales, pues en esto, ña ha organizado y sigue organizando en
como en todo, n o faltan desaprensivos que todos los distritos y barriadas madrileños.
Se complace miss Brook, y desearía que
t r a t a n de hacer de la situación motivo de
granjerias y egoísmos personales. El abuso así se hiciera constar, en el elogio personal
es lo único que nos parece mal y.condena- del señor Cabrera, pastor, de la aneja camos severamente, siendo por esto por lo pilla evangélica, y que ha cedido generosaque más cuidamos de que nuestras inves- mente a la Ambulancia todo el local de
tigaciones sobre el personal atendido por que actualmente dispone.
JUAN D E L SARTO
*
TALLERES D E P R E N S A G R Á F I C A . S. A. H e r m o r i l l a . 7 3 . M A D R I D . (PrU>««a in Spmin)
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