26 de abril, 2016 Lectura “Museos de medicina: la maravilla del cuerpo humano” LOS MUSEOS DE MEDICINA: DE LA PATOLOGÍA A LA DIDÁCTICA DE LA SALUD[1] Yani Herreman El texto que presento consta de tres partes: una introducción en la que se ubica al museo de medicina en la actualidad, así como su importancia y papel como difusor de la historia de la medicina y de la salud; en la segunda parte abordaré un poco de la historia temprana de los museos de medicina y su relación con los gabinetes renacentistas; mostraré y comentaré algunos ejemplos, incluidos ciertos casos contemporáneos. Finalmente cerraré con unas observaciones sobre este tipo de museo que ha tomado nuevos giros en la época moderna. Agradezco la oportunidad de presentar el tema Los museos de medicina ya que considero que este género de instituciones, generalmente asociadas a lo macabro y patológico, debe de promoverse con una visión amplia, moderna y, desde luego, positiva, para que coadyuvar a la difusión de temas estrechamente relacionados con nuestra salud y calidad de vida. En la actualidad el conocimiento sobre el cuerpo humano, su funcionamiento, química y psicología es uno de los logros mayores de la ciencia. Tanto el avance tecnológico como el diseño y el uso de nuevos materiales hacen de la medicina un campo difícilmente más interesante. Los avances que menciono, que se traducen a una mayor esperanza de vida, bienestar y salud, son poco conocidos. Su difusión se lleva a cabo profusamente en publicaciones especializadas y en círculos médicos y científicos pero, en verdad, los logros de la medicina sólo los aprehendemos cuando leemos una nota excepcional o cuando nos enfermamos. Hoy en día, a pesar de la notoria atención y cuidado que se da al cuerpo humano por medio de visitas al gimnasio, caminatas, trote, pesas y miles de “dietas”, la verdad es que nuestro cuerpo y su salud siguen siendo desconocidos. Por otro lado, a pesar del avance mencionado, la humanidad continúa víctima de la enfermedad. Algunos padecimientos tienen una larga historia que ha acompañado al hombre desde tiempos remotos, otros han aparecido recientemente como el SIDA e inclusive, algunas más, han resurgido. Seguimos teniendo plagas o epidemias tan serias como el Zika o la influenza, que acaba de matar a cientos de mexicanos. La muerte y la enfermedad han sido, y son, parte inseparable de la vida. De ahí que se les haya representado de muchas y diversas formas a través de los siglos. Su presencia es innegable: en la historia, en la economía, en el arte y la cultura en general. En las siguientes líneas describiré lo que considero son algunos de los antecedentes de los museo de medicina. La historia del tipo de espacios a los que me voy a referir se remonta a los inicios de lo que ahora llamamos museo. Las colecciones científicas más renombradas de los siglos XVI, XVII y XVIII, que como sabemos se denominaban gabinetes, se asocian a médicos o protomédicos. Frederick Ruysch (anatomista y botánico), Pieter van Mussechenbrock (médico y físico) y Peter Artedi (ictiólogo) son algunos de los personajes, ahora poco conocidos, que relacionados a los gabinetes logran avances significativos en sus ramas de especialidad. Las razones para el auge de los gabinetes de historia natural que trato en esta ocasión como antecedente de los museos de medicina son varias. La época, el Renacimiento, era una de cambio. La noción eminentemente religiosa de la vida y la muerte había cambiado por razones que no trataré en este trabajo, pero lo que es un hecho es que hubo un cambio de actitud hacia la muerte. El estudio de la naturaleza, y del cuerpo humano en particular, se constituyeron como una de las características renacentistas junto con, y en asociación con, la existencia y proliferación de los gabinetes, especialmente aquellos de “cosas naturales”: naturalea. Estos ayudan a los estudiosos a encontrar una repuesta a lo sobrenatural y a la adopción de la realidad como guía de las ideas sobre la naturaleza y sus reglas. En los gabinetes se lleva a cabo la demostración experimental objetiva y el estudio comparativo, con lo que se trata de llegar a la explicación del universo. En los gabinetes se impulsa el espíritu crítico, la observación libre, la aplicación de inventos como la brújula, el microscopio y la imprenta, el auge del individualismo, la visión antropocéntrica del mundo y el imperativo deseo de saber y descubrir la naturaleza… crear microcosmos. Por lo anterior es fácil comprender que muchos de los objetos ahí acumulados estaban relacionados con la medicina y el cuerpo humano. Las deformaciones y la muerte eran tópicos presentes. De ahí la idea de las “danzas de la muerte” medievales, heredadas a los gabinetes, donde el esqueleto ocupa el centro de su iconografía y de muchas colecciones como la de Rodolfo II del Sacro Imperio Romano Germánico en el Castillo de Ambras en la actual Austria. El inicio de la ciencia moderna, que incluye a la medicina tal como la entendemos en la actualidad, nace en las universidades renacentistas y, me atrevería a decir, en los gabinetes de ciencia que he mencionado. Estos representaban la idea del universo, del cosmos y de la otredad, y es aquí donde estudiosos como Cospi, Quicchelberg, Calcioliari y Nickelius elaboraban teorías y experimentos sobre la vida y el universo. Sus contrapartes, mecenas y coleccionistas ellos mismos y dueños de gabinetes, como los ingleses John Tradescant y Hans Sloane y el escocés Hunter, así como miembros de la realeza como Carlos V, Cosme I de Médici, Alberto V de Baviera y Pedro el Grande de Rusia, por mencionar a algunos, también se interesaban en coleccionar objetos, muchos de ellos relativos al cuerpo humano y sus deformidades. Frederick Ruysch, por ejemplo, anatomista y botánico holandés estuvo en contacto con el Zar Pedro el Grande y su colección, la cual contaba con 18 gabinetes de piezas anatómicas que Ruysch preservaba en un líquido preparado por él mismo. El médico, cuya vena artística, afloraba en sus esculturas a base de esqueletos, fue un gran coleccionista y reconocido médico de la realeza. La medicina de la época concebía a la muerte como un fenómeno natural, en gran parte debido al desarrollo que habían alcanzado la anatomía y la fisiología, lo que permitió a los médicos comprender mejor el funcionamiento del cuerpo humano, sano y enfermo, desacralizando la imagen de la muerte y entendiéndola como algo natural. Debo hacer énfasis en que que para la época que trato, los tratadistas y padres de la ciencia médica como Andreas Vesalio (1514-1564), creador de la revolución anatómica, Ambroise Paré (1510-1592), precursor de la cirugía moderna, y Girolamo Fracastoro (1478-1553) quien redactó un texto sobre las infecciones, ya habían escrito sus obras y éstas eran conocidas. Los microscopios primitivos basados en el de Marcello Malpighi un poco posterior (16281694), eran artículos que frecuentemente formaban parte de las colecciones. Varios de estos hombres de ciencia estuvieron contacto con los estudiosos cuyos gabinetes eran más grandes y reconocidos como los ya mencionados. Resalto la importancia de los tratados, tanto aquellos escritos por propietarios o creadores de gabinetes como por médicos. Tanto el contenido como la belleza de sus láminas resultan ahora piezas preciadas para museos, bibliotecas y archivos. ¿Cómo se conservaban las piezas, animales, secciones de anatomía? Líneas arriba mencioné a Ruysch quien inventó un líquido preservativo, pero lo más común era el alcohol de ahí que los dibujos y grabados fueran tan importantes así como la taxidermia y las figuras en cera. Unos y otros alcanzaron niveles artísticos inmejorables. Al paso de los años, como es sabido, los gabinetes se especializaron y dieron lugar, en la mayoría de los casos, a los museos de historia natural, y en otros, a los especializados en medicina, ortopedia, botánica, etcétera. Aquí no trataremos los dedicados al arte, que constituyen un capítulo aparte. En general, los de medicina se asociaron a las universidades, escuelas o centros de enseñanza donde fungieron como apoyo didáctico para los estudiantes. Algunos centros hospitalarios también crearon sus propios museos temáticos como es el caso del Wellcome Institute del cual trataré más adelante en forma un poco más amplia. Para el siglo XVIII la especialización de las colecciones y de los gabinetes era clara. La apertura del Museo de Louvre al público en 1793 con el nombre de Musée General d ´Art marca lo que Germain Bazin llamó el siglo de los museos, que en realidad, se podría denominar La Era de los Museos, misma que no se ha detenido. La mayoría de las colecciones a las que me he referido se desperdigaron y muchas pasaron a formar parte de las de las escuelas de medicina. Esto las especializó aun más. El acceso se restringió y su carácter didáctico dirigido a médicos y boticarios se acentuó. Si bien la mayoría de los museos dedicados a temas médicos se había especializado en las patologías, afortunadamente, hoy en día algunos museos de medicina han ampliado y diversificado su oferta para el público. El cambio y, lo que llamaría, la modernización de los museos de medicina ha sido lenta. El número de éstos en el mundo es considerable pero la tradición y el carácter de las colecciones parecería que los ata a una manera de gestionar y exhibir que resulta incongruente con la muy noble tarea que enfrentan en la actualidad. A continuación me referirá a ejemplos contemporáneos de este tipo de instituciones, por medio de las cuales podremos ver las diferencias entre ellos. Museo Hunter o Hunterian. El medico cirujano escocés John Hunter (1728-1793) creó una colección en su casa que fue adquirida por el gobierno inglés en 1779. La colección que contaba con más de 15,000 especímenes humanos y zoológicos pasó a ser propiedad del ahora Royal College of Surgeons of England. Actualmente ese “gabinete” es el núcleo de uno de los museos más importantes en anatomía comparada. The Wellcome Institute es uno de los museos más prestigiados y, considero, exitosos. Su creador, Sir Henry Solomon Wellcome (1853-1936) fue un personaje inquieto, propietario de una cadena de farmacias en Inglaterra cuya colección nos recuerda a aquellas con las que inicié este texto. En 1932 inauguró el edificio que ocupa su colección y el museo. Su visión es contemporánea y su colección extraordinaria es usada con gran libertad y apertura hacia las nuevas tendencias museológicas e interdisciplinares. El Museo de Medicina de Paris, Descartes, está situado en la Facultad de Medicina. Sus colecciones se consideran de las más antiguas de Europa ya que su origen se remonta al siglo XVIII. No obstante su visión sigue siendo la de un recinto de colección y exhibición anatómica y patológica. Musée de la Médecine de Bruxelles. Ubicado dentro de la Universidad de Bruselas, contiene una de las colecciones de figuras y réplicas de cera más importantes de las existentes, Su enfoque es de una museología contemporánea que relaciona la medicina con las diversas áreas de la cultura. Su edificio moderno rompe el esquema de lo tétrico y fantasmagórico de casi todos los de su especialidad. Indudablemente un ejemplo a seguir. Museo de Medicina Walter Reed de la Guerra de Secesión. De larga tradición en los Estados Unidos ocupa ahora un edificio moderno en Washington D.C.. Su colección enfocada a la patología se combina con la novedad de su didáctica y la nueva museografía. Uno de sus objetos más preciados es la bala que mató al Presidente Lincoln. Museo Mutter de Filadelfia. Inicialmente parte del Colegio de Medicina de esa ciudad es el mejor museo de la historia médica de Estados Unidos de América. Se inició a partir de una donación hecha por el doctor Thomas Dent Mutter en 1858. El Museo Specola de imágenes de cera, ubicado en Florencia, posee una colección excepcional en número y calidad de obra. Su carácter de galería tradicional pero su acervo es único. Gerard Vrolik (1775-1859) y su hijo Willem (1801-1863) formaron una colección importante de objetos anatómicos o relacionados con la medicina y la patología que resguardaban en su casa. Gerard and Willem eran médicos de anatomía en la Universidad de Ámsterdam. Museo de Medicina de Catalunya. Cómo otros de su tipo, es una institución joven que lleva a cabo programas novedosos de difusión. Con un carácter diferente a los herederos de los gabinetes, contiene colecciones de anatomía pero privilegia la didáctica sobre la medicina, la salud y la prevención de las enfermedades. En conclusión, los museos de medicina o museos que tratan temas de medicina, hoy en día no son tan numerosos como podríamos suponer a pesar del interés que el tema nos causa. En años recientes se ha renovado la atención a este género de espacios dedicados a la difusión de la vida, el cuerpo humano y la medicina. Los museos que tratan estos temas, como podremos ver, existen en todo el mundo. Su presencia se ha fortalecido con las nuevas técnicas de presentación museográfica así como el avance de la medicina. Considero que los museos de medicina deberían de llevar a cabo la función de difundir lo relativo a la medicina y a la salud del hombre en su sentido más amplio. El estudio de los museos de medicina en nuestro país es una de las líneas de investigación abierta. Cómo otros temas, la doctora Rico ha escrito sobre ellos pero son contadas las personas que se han dedicado a esta línea del conocimiento. La ponencia que presento es sobre la relación de los gabinetes de naturalia y la emergencia de los museos de medicina en Europa. Sólo mencionaré que, como sucedía en España, en la Nueva España hubo un gabinete de curiosidades en el siglo XVIII, abierto por José Longinos Martínez. A él se le considera como el primero en abrir un primer gabinete de historia natural o de curiosidades en la ciudad de México en 1790. Al igual que en Europa, como inquieto coleccionista y estudioso, era médico y “naturista”. Su biografía nos muestra que recibió su título de cirujano y botánico en 1787. Como otros cirujanos, Longinos Martínez tenía conocimientos de la anatomía del hombre y de los animales, y como otros colegas coleccionistas, tenía conocimientos de taxonomía que aplicaba en el estudio y para integrarlos a la colección de su gabinete, transformarlos en objeto de colección y exhibirlos. Como botánico, conocía los métodos para herborizar, clasificar y conservar vegetales, y estaba familiarizado con las prácticas propias de la historia natural; con lo cual, lograba complementar una serie de habilidades y conocimientos que lo validaban para presentarse como autoridad en la materia y aspirar al reconocimiento público tanto como a un cargo destacado. No quisiera cerrar sin mencionar al Museo de la Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ubicado en un bellísimo edificio colonial merece una plática por si mismo. Lo único que me atrevo a comentar en esta ocasión es que ha sido renovado y ofrece una panorámica de la historia de la medicina en nuestro país. Termino agradeciendo de nuevo a la doctora Rico su amable invitación a compartir con ustedes un tema tan poco estudiado pero increíblemente interesante como es el de la medicina y el hombre. También agradezco al Dr. Carlos Varela su amable asesoría médica. Bibliografía. Daston Lorraine y Park Katherine Winders and Order of Nature. Zone Books. Zone Books, New York, 1998. Pp.509 Hunter Museum. London. https://www.google.com.mx/webhp?sourceid=chromeinstant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=hunter%20museum%20london Consultado en el 5 de abril de 2016 a las 17:03. Le Musée de la Medicine en Bruxelles. Découverte de l’art de guérir à travers l’histoire. consultado el 8 de abril de 2016 a las 13:40. http://www.museemedecine.be/ Stafford, Barbara Maria y Terpak, Frances. En: Devices of Wonder: From the World in a Box to Images on a Screen. Loa Angeles, Getty Research Institute, 2001, p. 148. Wellcome Institute. https://www.google.com.mx/webhp?sourceid=chromeinstant&ion=1&espv=2&ie=UTF-8#q=wellcome%20institute Conultado el 7 de abril 20016,, a las 10:12 A.M. Yanni, Carla Natures Museums. Victorian Science and the Architecture of Display.Princeton Architectural Press, New York. 2005, Pp. 199. [1] Notas sobre la plática que se llevará a cabo el 27 de abril de 2016.