BOCANGEL Y L U Z A N Estudiaremos en el presente capítulo Leandro y Hero, poema heroyco de Bocángel Unzueta, y Leanidro y Hero, d d i o macreóntico de Ignacio de Luzán. N o son precisamente las semejanzas entre estos autores u obras 10 que nos lleva a unirlos en su estudio; es precisamente lo que les separa lo que nos mueve a ello; queremos establecer contrastes entre u n poeta barroco y un neoclásico, interesantes ambos, ya que no se trata, en el caso de Bocángel, de un autor demasiado conocido, y tampoco representa un barroquismo tradicional más o menos culterano o conceptista; se da en él una mezcla de tendencias y además un cierto paralelo con los poetas metafísicos l . Por otra parte, es destacable Luzán por ser el autor de la Poética, verdadera preceptiva literaria, y porque esta otra obra, el Id,ilio, es como un llevar a la práctica sus teorías literarias. Por tanto, ambos tienen unas características especiales, unas cualidades grandemente atrayentes que justifican con mucho su estudio. vamos a colocarlos en su época, pues ésta siempre aclara, siempre proporciona algunos datos para entender mejor la obra de un autor que pertenezca a ella. Siempre, aun en los casos de ((extranjería))de su época, en que los autores se encuentran fuera de su siglo (ej. Quevedo, Torres de Villarroel, Valera, etc.), siempre, aunque sea por reacción, para establecer contrastes, es útil dicho conocimiento. 1 Cf. Martln de Riquer, Historia de la Literatura Universal, t. 11, pág 342. 118: E2 t e m a d e Hero y Leandro e n la literatura española Hablábamos de la postura mezcla de culteranismo y conceptismo de Bocángel, pero Martín de Riquer le atribuye un culteranismo superior y dice: ((En el Barroco existen poetas que se centran en la hondura del pensamiento y la densidad de la palabra. dejando un poco rezagado el interés por la imagen. E n cambio, existen poetas más visuales y culteranizantes. Por lo pronto Juan de Jáuregui, y entre otros, Soto de Rojas y Trillo y Figueroa, para culminar en Bocángelx '. Es Bocángel (1608-1658) el nombre máximo entre éstos. ((Reúne prodigiosamente su deslumbrante inventiv2 de imágenes con una autenticidad humana de la mejor ley)) Dice también Martín de Riquer que algunas de sus obras tienen una intención más bien ornamental, como la Fábula de Ero y Leandro, a la que compara con la de NIarlowe y Chapman 4, defendiendo la psibilidad de competir con ella en cuanto a la fantasía, al mismo tiempo q u i afirma que está libre de frivolidades y dotada c!e acentos de tragedia. Resulta a la vez, continúa Martín de Riquer, un poeta armonioso en las ideas y sorprendente en las imágenes; cuando podía caer en el mero ccconceptismo)), le salva la redcndez musical de su frase, cuando podía disolverse en fuegos ,artificiales, ocurre que sus irriágen-.~,sobre ser extrañas, inaudita8 surrealistas, se cargan de un sentido agorero y triste que conecta con lo más hondo del corazón. Encontramos, pues, la relación, la unidad de conceptos e imágenes a través de toda la obra de este autor. Se habla de H e r o y L e n ~ z d r ocomo de una obra jaureguista; es cierto que hay mucho de influencia de Jáuregui en Bocángel, sobre todo d e su Orfeo; hav similitud, ya que ambos son temas mitológicos; el modo de ser tratado es semejante, y altamente significativo resulta que Bocángel dedique su Hero y Leandro a (<D.Juan de Jáuregui, caballerizo mayor de la Reyna, nuestra señora)). Apunta Cossío ' que este poema señala una cima poética de acierto dentro del género y del estilo. N i este poema, ni las restantes obras de Bocángel fueron tenidos demasiado en cuenta; la crítica neoclásica desestimó el Barroco, y el Naturalismo no valoró el arte d e este signo. Había, pues, sido relegado al olvido. E n 1946 sus obras vuelven a ser editadas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas a cargo de Rafael Benítez Claros. N o es que " de Riqiier, o p . cit., pag. 322. d e Riqiicr, o p . cit., pág. 3 2 3 . 4 Hero ond Leonder de Marlowe, piiblicaclo en 1 5 9 8 , encaheza el géiicro cii qiie s c incliiyen Venus and Adonis de Shakespeare, P y ~ m a l i i i n d e Marsloii. (.ti.. j Cossio, op. cit., pAg. 5 6 8 . "artin "artiii Bocángel y Lwcin 119 a partir de esta edición hayan disfrutado de un gran éxito, pero al menos son más asequibles. Sin embargo sus contemporáneos sí debieron estimar y elogiar esta obra que parece estar escrita en la juventud, ya que se cree que nació en 1608, y se publican sus Rimas y posas junto con la fábula de Hero y Leiandro en 1627. Califica su Hero y Leandro de ((poema heroico)), según Cossío" para distinguirlo de las fábulas burlescas que existían en la época, o tal vez por verdadera ambición poética. Hablábamos de una influencia de Jáuregui sobre Bocángel, pero al hablar de influencia no podemos hablar de ((inferioridad)),y su Hero y Leandro está más al lado de Orfeio que debajo. Gerardo Diego señaló la influencia de Jáuregui, aunque más que ((señalarla», como dice Cossío ', nosotros diríamos ((insistió)) sobre esta influencia, ya que no fue algo que descubrió él. Pero en e! fondo de toda la obra está la influencia gongorina, en el estilo, en la forma de escribir. La fábula sigue el texto de Museo; pensamientos y episodios se corresponden puntualmente, hace notar Cossío a, aunque la forma de expresión es totalmente distinta. No se trata exactamente de una adaptación. Lo que hace Bocángel es parafrasear, ampliar lo que está en germen en Museo. Pero la amplificación es tan brillante y deslumbradora -continúa Cossío-- que la clásica y refinada so&-iedadgriega, queda bajo la inundación de las octavas del poema castellano. Menéndez Pelayo no juzga demasiado bien esta obra; señala la presencia de los agiieros, ausente en Museo, pero presente en Ovidio, presencia de clara filiación jaureguista; en el Orfeo ocupan un muy destacado lugar. Cossío no comprende la poca estimación de Menéndez Pelayo en relación a la Fábula de Bocángel. Pero es que tal vez nuestra época no sea excesivamente barroca; y es cierto que el Poema de Bocángel llega a cansar; es mucha verbosidad, son demasiadas imágenes, y a veces no ((bellas imágenes)). La obra está en octavas reales, solemnes y majestuosas; 832 endecasílabos agrupados en 104 estrofas de ocho versos. Al empezar, el poeta se dirige a Melpómene para que le inspire esta composición. La invccación ocupa la primera estrofa; en la segunda le pide qiic le hable de Leandro, ((aquel intrépido y constante joven)). E n Cossio, op. cit.. pAg. 568. Cossío, op. cit., p i ~ .569. Cossío, op. cit., jilg 5 7 4 . 120 El tema de Hero y Leandro en la literatura española la tercera se dirige a Jáuregui, y de nuevo se atestigua la influencia del poeta sevillano con respecto a Bocángel; él mismo lo admite y así lo dice en los VV. 17-20 : «A ti del Betis hijo prodigioso .......................................... se prodiga este aliento numeroso y se conduce a ti, de ti inspirado)). E n el verso 31 le pide que le escuche y en el 33 le nombra: «En muda elevación Jáuregui agora)). La cultura e información mitológica de Bocángel es grande; en ios VV.65-72 (octava novena) refiere la leyenda de Frixo y Hele. En la décima habla de las guerras de los persas contra los griegos, en su ((marco histórico)) de los Dardanelos, estrecho cuyas riberas más cercanas son aquellas en las que están situadas Sestos y Abidos. Para describir la belleza de Hero se sirve de los tan usados tópicos barrocos. Compara a Hero con una rosa protegida por espinas. Así en la estrofa 15, en los versos 1 13-114 : ((Tal entre rayos de nativa espina en miida soledad vive la rosa)). Bonita es la imagen siguiente en los Tersos 129-132: ((vive en su rostro primavera amiga, g en el dorado campo de su lavio el bozo en forma de dorada espiga de agudo azero no sufrió el agravio))... La descripción del templo de Venus abarca los versos 137-208; 71 endecasílabos para apenas una mención en Museo; habla de las basas, de las columnas, estatuas, de los materiales empleados en su construcción, etcétera. E n el friso aparece Orfeo, que nos lleva de nuevo a notar la depem dencia de Jáuregui. En el solio aparece Venus, y la dedicación del templo es a Adonis «tal era el templo agora venerable)) dice en el v. 209. Es totalmente innecesaria esta amplia y detallada descripción; pero es Bocángel y Luzán 1.21 eminentemente barroca; recuerda las Catedrales de este estilo de arte, sus adornos, sus rebuscamientos, la línea curva; no obstante es sorprendente. Clara influencia de Góngora es perceptible en la estrofa 28: «era del año el lustro lisongero cuando el planeta a quien se debe el día los cuernos inflamó del toro fiero, y luego dellos el abril vestía)). Sitúa pues la acción en primavxa y refiere la afluencia de pueblos cercanos para la celebrar la ((fatal memoria)) (así dice el 231) de Adonis. De nuevo la belleza de Hero ~ o n d e r a d a(v. 243): ((Hero. sol de beldad, que, si tuviera amor, fuera Cupidox (v. 246). Recuerda esto la leyenda de Cupido y Psique. recogida en los libros IV-VI de El asnio & OTO de Apuleyo, v traducida por Ruiz de Elvira ', También ia descripci& del sacrificio ofrecido a Venus es prolongada y pormenoriza muchos detalles. El vaticinio resulta triste. F.1 verso 268 parece una copia de Gx-cilaso I u . «y el silencio tan solo se escuchaba)) Igual que cn Museo, la doncella enamora a cuantos la ven; Leandro también se enamoró de la joven, y (v. 285) ((Quiso hablar., y un suspiro como trueno del rayo de la voz salir procura)). Ahora un bonito símil de efectos muy plásticos: «qual mariposa en lumbre imperceptible con flaco aplauso el riesgo solemniza, quiere morir y duda si es posible gozarle, sucediendo a su ceniza: siendo ya que el vivir es imposible)). E! amante se consume callado, hidrópico de fuego (v. 297). También Hero siente hacia el joven una inclinación especial; quiere hablar v se avergüenza; tenemos aquí otro paralelo con Museo; las ideas capitales del poema, el eje de la acción se mantienen intactos; sólo le aparta del poeta griego el gran deseo de ampliar. El anochecer aparece en estas imágenes: 'O Suplementos d e ~ ~ E s t u r l i oCs l a s i c o s ~ . Serie de Traduccioiies, n.O 5 , Madrid, 1 9 5 3 , págs. 54-85. Garcilaso d e la Vega, Egloga 3.a, v. 7 9 : %en el sileiicio sólo se e s c u c l i a b a ~ . El tema de Hero y Leandro en la literatura espafiola «A mudo campo de silencio impuro ya la noche a la luz desafiava, Argos de estrellas, pero más seguro del Mercurio de Admeto no cuidaba: el Sol dexando su zafir obscuro en el mar su hermosura retrataba)). De una manera muy barroca confiesa el joven su amor; ella va a contestarle (estrofa 49, VV. 385 y SS.) sin apartarse apenas del texto griego: ((Huesped, le dice, ;qué locura inflama tu amor.. . virgen soy.. . ......... ricos padres me ilustran.. .». Leandro le pide que siga a Venus amando. Los versos 451 y SS. preparan el clandestino himeneo. ((fulminarás a la tiniebla ciega con luz nocturna, norte a mi deseo que a Sesto me conduzca desde Abido, ladrón esposo, intrépido marido. No me verá jamás la Aurora en Sesto, ni la noche en Abido, si tu lumbre indicare.. .......... a racional bajel ............ .................................... Assí se originó la boda infausta y negando la virgen la consiente)) El nuevo símil de la estrofa 61 es muy bello y elocuente: en el símil la poesía se eleva, se hace sublime. El símil puede tener una función aclarativa; se compara para caracterizar. Distrae también la atención del lector y abriendo paso a la imaginación d~scansaéste de una descripción pesada, de un pasaje monótono, ctc. El poeta suele esmerarse en los similes estos a veces llegan a adquirir un valor por sí mismos, casi independientes de! contexto. El símil siguiente es emotivo en demasía: «Como se queda en esrrangero prado ........................ robado y solo errante peregrino que el cielo juzga sordo y retirado, y espera inmoble el rayo matutino, o en muda tempestad el pie enriscado, pregunta a aígún relámpago el camino, Bocangel y Luzan clama al cielo, y el cielo a sus desmayos o se esconde, o se muestra sólo en rayos)). Es así como queda Hero, confusa, aturdida, deshecha de amor (492). L a presencia de los agiieros se advierte en la estrofa 78 : «Calca Himeneo la sinestra planta con lazos negros. no con amenos lazos)), etc. Las primeras entrevistas de los jóvenes fueron en primavera, pero ésta pasará, y también el verano, y «Del renaciente invierno entonces era madre la tempestad, y padre el ye:o» (VV.733-734) El piloto teme en la ribera, se repite la idea d e unión del Zéfiro, Bóreas, Aquilón y Noto, ((que aunque en naturaleza son contrarios)) (v. 743), para ir contra el ((piloto)). Por fin Neptuno lleva a la ribera al joven muerto, y Hero, después de ronu un ciar un !argo e inoportuno discurso, se mata (VV.814 SS.).Puesto que supone novedad, aunque su calidad no sea excesiva, los recogemos : «Leandro partes, y cadáver llegas, que muerto estás, perc difunto dizes que el alma diste a quien e1 cuerpo entregas, tiempo es ya que tus daños utilizes, gozando juntos de !as horas ciegas, no sé donde mayor vida nos llama, al Reyno del dolor, o al de la Fama. Agrademote el lauro postrimero que me das con tu muerte dc constante, aunque pisaste el Báratro primero, yo le padezco en tu fatal s2mblanto rnenos si dulce, más tan vivo y fiero gozo en tus ojos el incendio. amante, y ya para imitar muerte ' t a n alta no fenecer: sólo faltar mc faltan. Parece ser que Bochgel defiende la utilidad de la literatura, o al menos la busca; frente a una literatura que sólo divierta, se inclina por aquella que sirve, que enseña, de la que se puede sacar cualquier ejemplo aplicable a la vida. Y así en los dos últimos endecasílabos de la Fábula, refiriéndose al templo, dice : «donde tendrán en merecido templo, lástima el libre, y el smante exemplo)). 124 El t e m a de Hero y Leandro e n la literatura española Hay por tanto un poco de todo en la obra de Bocángel. Está la presencia de Góngora, la de Jáuregui, bellas imágenes, visualidad destacada en ellas, símiles conseguidísimos; también unas ideas, unos conceptos, y además una especie de intención moralizadora cerrando la composición, y la pretensión de que los amantes tomen ejemplo de estos sucesos. Sería esto lo primero que enlazase esta obra con la de Luzán, que a primera vista parece tan distinto, tan opuesto; representa el Neoclasicismo oponiéndose al Barroco. No obstanre, siempre en todos los autores, ,estilos... hay puntos de contacto, semejanzas; y es que todos estos autores son hombres, y es el hombre el que aparece en el fondo de estas obras, y la humanidad por sí sola ya puede explicar estas y muchas más relaciones. Pero una diferencia muy patente advertimos nada más comparar las dos obras, y es el número de versos. Frent- a 852 endecasílabos de Bocángel,* encontramos sólo 356 heptasílabos en Luzán. Aunque Luzán no es un gran poeta, es Leandro y Hero una de sus mejares composiciones; está seguida con arte v'. terminada con gran acierto, a lo que contribuye el metro. El estilo es limpio y conseguido, la versificación dulce, armoniosa. Es interesante encontrarnos con un Hero y L w n d r o en plena época neoclásica, pero mucho más sugestivo nos parece que sea obra precisamente de Luzán, que en su Poética había establecido las reglas necesarias, siguiendo a Aristóteles, Horacio, las Preceptivas de Muratori y Boileau, para hacer poesía. 21 hablaba de unas reg'as a seguir, de unos preceptos a observar, y entonces escribe su Idilio Anacreónitico, que supondrá llevar a la práctica lo que en teoría defiende. Como poeta, desde luego, no destacó gran cosa; como poeta de vena queremos decir; pero según él no importa demasiado tener esa ((vena)),esa (tinspiración)), ya que la poesía debe de ser fruto de un estudio, de un cuidado especial y detallado. Pero una es la teoría ~7 otra es la práctica. E n El juzcio de Paris, reno). vado entre el poder, el ingenio y el amor, escrito en octavas reales, y pese a su antigongorismo, se puede apreciar una clara influencia del poeta culto. Establecíamos antes una relación con Bocángel; se concreta ésta en la 'aceptación por ambos de que la literatura debe enseñar algo. Recordemos lbs dos últimos endecasílabos de Bocángel y traigamos ahora la definición de poesía según Luzán: ((Poesía es la imitación de la naturaleza, en lo universal o particular, hecha con versos, para utilidad o para deleite de los hombres, o para una y otra cosa juntamente)). Advertimos que Luzán no es un preceptista rígido v admite el ((deleite))en la poesía; no obstante considera que la conjunción ((deleite-utilidad))es más perfecta. ((El poema está tomado de Museo, pero no es una verdadera traducción, aunque así se cree comúnmente; es una imitación bastante feliz, en la que faltan pasajes (más de la mitad), y no todos se vierten a la letra)) ". Se imprimió por vez primera en el Parnaso Esp~ñoi!de Sedano, t .II. pág. 162, Madrid IVIDCCLXX, y se ha reproducido en el t. LXI de B. AA. EE. Parece ser que su autor leyó el poema en la Academia del Buen Gusto. Incluye 1,uzán el Epigrama de Marcial ((Durn peteretn, y también las comparaciones virgilianas. La cultura clásica de Luzán es superior a la de cuantos trataron el tema; su prestigio era grande y era una persona respetable y admirada. Hay que destacar en el Idilio la presencia de! poeta, que se dirige al lector, que invoca a las Musas, o que narra simplemente. Pero siempre está él allí, dando vida a la poesía. Aquí hay algo que parece pedagógico; es importante destacar que Luzán es como el ((guía))del Neoclasicismo, y no es la inspiración ni el ímpetu el que dicta estos versos, sino la reflexión, el estudio, el deseo de proponer un ejzmpio de nuevos modos poéticos. Es lo que decíamos de llevar a la práctica unas teorías, es la posibilidad de servir de ((canon)).El idilio se ofrece como norma de estilo, en el vocabulario, en la interpretación del mito clásico. La que le poema sico a narración de Luzán riene interés en sí. La presencia del poeta, acerca a la m.anera de escribir de Museo, le separa de rechazo del barroco de Bocángel: es la manera de acercarse un poeta neoclátales asuntos. La narración es, pues, sencilla, el vocabulário preciso, la fábula esquemática, como señala Cossío, pero tiene u n encanto poético intrínseco, que le confiere grandeza, un atractivo especial. Desde luego, gran parte de este atractivo reside en el heptasílabo empleado; nos dice el hijo de Luzán que primero lo escribió en versos de ocho sílabas, pero que luego los redujo a siete; parece ser que este cambio métrico fue del agrado total del poeta, pues pensaba que beneficiaría a la obra. El nombre de Idilio anacreóntico" cs consecuencia del verso empleado. El heptasílabo proporciona tina agilidad enorme; el estilo de ésta es cortado. no adornado. Es de destacar el gran uso que hace de las oraciones interrogativas, que siempre dan una sensación de vida. Y empieza: l1 Cosslo, Fáh~tlas mitoldgicas cn Esparia, p i g . 8 2 4 . l2 Cossin, Fahrrlov rnifolri~icnsrrr España, i i i g . 8 2 7 . El tema de Hero y Leandro en la literatura española «Musa, tú que conoces los yerros, los delirios, los bienes y los males d e los amantes finos, dime, i.quién fue Leandro? Los versos 9-16 : ((Leandro. a quien mil veces los duros ejercicios del estadio ciñeron de rosas y de mirtos. ya en la roNusta lucha, ya con el fuerte disco, ya corriendo o nadando, diestro, gallardo, invicto) proceden de Ovidio, de la carta de Hero a Leandro, cuando ésta hace referencia a las distracciones del joven en los VV. 11-14: «aut fora vos retinent a u t unctae dona palaestrae, flectitis aut freno colla sequacis equi; nunc volucrem laqueo, nunc piscem ducitis hamo; diluitur posito serior hora mero)). Habla de los ejercicios en el estadio, lanzamiento del disco, carreras, etc. L a belleza ds Hero es presentada de manera escueta, esquemática, con el mismo estilo cortado a que aludíamos antes; no obstante queda realzada en los VV. 18-48. Negro el cabello (v. 21), su piel, blanca como el armiño (v. 24); el cielo se esmeró en ella, en su rostro, talle, brío; sus ojos eran tales que Amor tomaba de ellos fuegos arrojadizos (VV. 33-34). Ahora va a pasar a destacar su belleza interna, su modestia, sencinez, humildad (v. 39). Puede compararla a los rayos del sol (VV. 43-46): «tal entre los celajes de nubes escondidos brillan del sol los rayos ardores más activos.. .» Esta imagen no aparece en Museo, es nueva en Luzán, igual que la siguiente, que compara a Hero a un jacinto entre las flores. Afirma Luzán que Hero emulaba en todo «Al sacro numen divino)) (v. 55) Bocángel y L?czdn 127 Tampoco esto está en Museo, aunque pondera en demasía las cualidades y belleza de la joven. E n el templo la vio Leandro y quedó enamorado (v. 60); va a rendirle los mismos cultos que a Venus, por lo que la diosa ofendida se vengará. Dice Luzán, VV. 73-76: noyó Venus sus voces oyólas el dios niño y decretaron juntos venganzas y castigos)) Así, la muerte de Leandio no va a proceder de la casualidad, d e la tormenta, de la poca prudencia del joven.. ., no, es obra de la divinidad, es ella quien lo decide. Nos recuerda esto el principio del Hipólito de Eurípides, cuando la diosa Cipris, considerríndose d.espreciada por el joven, va a decidir su castigo, por lo que su muerte está ya prevista, aunque sean después unos acontecimientos más c menos relacionados los que lleven a que Teseo pida la muertr de su hijo. N o está en Museo la muerte de Leandro como obra de la diosa; por eso nos sorprende la afirmación de Cossío cuando dice que Luzán sigue el texto griego ((fielmente)). Al ver esta reacción por parte de la diosa, la voz del poeta va a intervenir. Sus palabras recuerdan el hexámetro I I del libro primero de la Eneida, en los que también la voz del poeta se deja sentir comentando la acción de Juno: «...tantame animis caelestibus Luzán dice en los VV. irse?)). 77-78 «¿tanto el enojo puede en ánimos divinos'?)) El poeta se pregunta después por quién es más cruel, Venus o Cupido. E n Ios versos 89 y SS. aparecen una serie de contrastes como: «habló amante/ instó fiero ya mudo/ ya elocuente ........................... Oy61e Hero con pecho ya tímido/ ya esquivo)). Juega e! poeta con las palabras c~fuego)),(<veneno)),((martirio)),repiriendo cduego)) al servirsc de la anáfora: El tema de Hero y Leandro e n la literatura española «un fuego que es veneno, un fuego que es martirio, si es martirio y veneno i.cómo es apetecido?)). E l amor ha inflamado los corazones de los jóvenes, y, pese a los obstáculos, «Leandro enamorado resuelto y atrevido los reparos allana, desprecia los peligros. Pasar nadando ofrece del uno al otro sitio prometiendo himeneos nocturnos y furtivos». Ella pondrá sobre la torre un farol, que S-rvirá de guía al nadador. E1 vuelve a Abidos e impaciente Espera la noche. Pero por fin llega de las sombras el lóbrego dominio (v. 149). Frente a la verbosidad y amp!iaciones d r Bocángel, encontramos en Luzán un verso tan escueto como ((piloto de sí mismo)) ( 1 68) ; en el poeta barroco la misma idea está expresada por las palabras: ((es vela, es remo, es nauta y es navío)). F-Tabíamos dicho que al definir la poesía Luzán hablaba de lo «útil)), de la enseñanza que ésta debe proporcionar. Una cierta referencia a ello encontramos en los versos 197-201. Nos habla de lo £avorable que fue la Luna al dejar llegar a puerto a Leandro la primera noche, aunque se pregunta si sería la diosa o la antorcha.. . «o fue amor, que suele, con prósperos principios atraer los amantes a infaiistos precipicios)). U n tanto moralista nos parece aquí Luzán, y también un poco complicado en sus razonamientos. Todos los días va y vuelve de Sestos antes que la Aurora llegue. E n el v. 237 encontramos un símil bastante parecido a los estudiados en Bocángel : «tal ruiseñor amante vuela y revuela al nido donde de su consorte le llama el tierno pico))... Bocángel y Luzán Y de nuevo Luzán moralista (VV.241 -242) ((pero en amor i q ~ éhalago se vio jamás continuo?» Así pues, salió una Aurora con ceño y desaliño, a la que siguió un día triste; la noche añadió horrores; la descripción de la tempestad está más cerca de Virgilio (libro 1 de la Eneida) que de Museo o algún otro. Eolo dio licencia a los vientos (v. 251)); Bóreas, Abrego y Noto turban las quietas olas (255); el mar bramaba airado y respondía a truenos al Empíreo (v. 260); los rayos ardían en el aire (v. 261), como indicio d e la funesta saña. El verso 265 ofrece un claro recuerdo de Ovidio, Epístola XVII, VV.25-26: «Septima nox agitur, spatium mihi longius anno, sollicitum raucis ut mare fervet aquisn. Siete días pasaron en un temporal semejante; Leandro anhelaba ver el mar tranquilo (v. 270) y calmados los vientos (v. 272). Se dirige un día impaciente a la playa, pues piensa que vivir sin Hero es casi morir; no importa e x p o n m e al peligro por ir hacia ella. Lucha con las olas; éstas aument.an, el viento también.. . D e nuevo la voz del poeta en una especie de apóstrofe a Leandro en los VV. 293 y SS. : «Ay, mísero Leandro, ya con dolor te miro contiguo a las estrellas y al Tártaro contiguo». Los dos últimos heptasílabos no son otra cosa que dos hipérboles poco adecuadas a la clase de poeta que es Luzán, pero desde luego hay que aceptar el efecto plástico de estas comparaciones; nos quiere dar a entender la magnitud y altura de las olas. Como otra novedad en relación a Museo tenemos la inclusión del epigrama de Marcial, pero n o traducido, sino que el poeta recoge la ((idea)); ésta sí que está presente. Dice en los VV.309 y SS.: ((Ondas, si darme muerte es decreto preciso, no a la ida, a la vuelta matadme a vuestro arbitrion. 130 El tema de Hero 7~ Leandro en la literatura española Pero las olas le van a sepultar en el profundo abismo. Y exhalando el último suspiro tres veces llama a Hero; tampoco esto está en Museo. La comparación del cadáver de Leandro y un lirio mustio es de lo más sugestivo : «Al pie de la alta torre del mismo mar traído yacía el infelice yerto cadaver frío. Cual suele quedar mustio cárdeno hermoso lirio si le arrancó el arado o deshojó el granizo)). Al verle Hero, cadáver : y sin pronunciar ningún discurso, se arroja sobre el UY allí logra en la muerte su alivio. Así tuvieron ambos igual fin indiviso)). (VV.340-852). Se dice. afirma el poeta, que los bosques lloraron el triste caso, que el trágico suceso se cantaba has.ta en lejanos climas. Esta afirmación puede valer como un nuevo dato para confirmar la enorme extensión de la historia de estos amores. Termina de un modo no efectista; ya el interés S E ha perdido; las dos estrofas últimas no hacen otra cosa que sobrar en la composición. Y para terminar podemos concluir destacand-o que no es lo mismo la teoría que el llevar i la práctica esas teorías; y así, que Luzán, que por neoclásico pasa por ser enemigo del gongorismo, se sirve en su obra de los recursos utilizados por esta escuela, en las imágenes, hipérboles, en los empleos de adjetivos, tan poco fríos y racionales, y en la abundancia de s í m h . En segundo lugar, que no sigue fielmente a Muszo, puesto que añade algo a la obra del poeta griego, ampliaciones que provienen en parte del acervo clásico: Ovidio, Virgilio, Marcial; otras son totalmente personales. Y por fin diremos que las diferencias entre Bocángel y Luzán no son tan grzndes; existen semejanzas indudables.