María Luisa Pardo Rodríguez, La cancillería de Don Fernando de la

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Mélanges
de la Casa de Velázquez
Nouvelle série
42-1 | 2012
Tres momentos de cambio en la creación literaria del
Siglo de Oro
María Luisa PARDO RODRÍGUEZ, La cancillería de Don
Fernando de la Cerda, infante de Castilla y León
(1255-1275)
Amaia Arizaleta
Editor
Casa de Velázquez
Edición electrónica
URL: http://mcv.revues.org/4488
ISSN: 2173-1306
Edición impresa
Fecha de publicación: 15 avril 2012
Paginación: 304-306
ISBN: 978-84-96820-81-4
ISSN: 0076-230X
Referencia electrónica
Amaia Arizaleta, « María Luisa PARDO RODRÍGUEZ, La cancillería de Don Fernando de la Cerda, infante de
Castilla y León (1255-1275) », Mélanges de la Casa de Velázquez [En línea], 42-1 | 2012, Publicado el 14
noviembre 2012, consultado el 01 octubre 2016. URL : http://mcv.revues.org/4488
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© Casa de Velázquez
María Luisa Pardo Rodríguez, La cancillería de Don Fernando de la Cerda, infa...
María Luisa PARDO RODRÍGUEZ, La
cancillería de Don Fernando de la
Cerda, infante de Castilla y León
(1255-1275)
Amaia Arizaleta
REFERENCIA
María Luisa PARDO RODRÍGUEZ, La cancillería de Don Fernando de la Cerda, infante de Castilla y
León (1255-1275), León, Universidad, 2009, 264 p.
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María Luisa Pardo Rodríguez, miembro de la Comission Internationale de Diplomatique,
catedrática de la Universidad de Sevilla y responsable de diversos proyectos relacionados
todos ellos con la cultura escrita en el reino de Castilla en la Edad Media central, presenta
una monografía de indudable valor, a la que se referirá de ahora en adelante todo aquel
que se interese por los documentos medievales y por la historia castellanoleonesa. La
autora, que ha dado a la imprenta además del Vocabulario de Codicología, 1997 (con P. Ostos
y E. Rodríguez) un amplio número de obras que versan sobre documentación y notariado
andaluz (piénsese en los volúmenes, editados por la fundación Ramón Areces, relativos a
El Tumbo de los Reyes Católicos del Concejo de Sevilla), y sobre numerosas cuestiones
relacionadas con la escritura y la representación, se inscribe en una corriente históricofilológica cada vez más dinámica, atenta a todas la facetas de la escripturalidad medieval.
M. L. Pardo Rodríguez conoce bien dicho movimiento intelectual, que se asienta en los
trabajos de M. Clanchy y que acaso conoce hoy en día un mayor impulso por parte de los
universitarios franceses: su trabajo brilla particularmente, como se verá, cuando trata de
la escritura como instrumento político, o de la materialidad y visibilidad de los
documentos. La bibliografía consultada por la autora deja constancia de esa deuda teórica
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con los trabajos de Robert Bautier, Sébastien Barret o Pierre Chastang, entre otros, al
tiempo que se funda en un conocimiento exacto de los trabajos españoles sobre fuentes
documentales. Publicado por el Área de Publicaciones de la Universidad de León, que
tanto ha contribuido a dar a la luz documentos esenciales para el buen conocimiento de la
historia hispánica, en particular la relacionada con el poder monárquico y su actuación
socio-cultural, este estudio propone materiales fundamentales para el estudio del infante
Fernando de la Cerda (1255-1275), hijo y heredero de Alfonso X, cuya temprana muerte
complicó extraordinariamente, es bien sabido, la sucesión de este monarca. De este
episodio central de la biografía del rey Sabio no sabremos nada, pues los documentos
editados por la profesora Pardo Rodríguez son los emitidos por la cancillería del infante,
en vida de este.
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Tras una introducción programática, presenta M. L. Pardo Rodríguez un muy sustancioso
segundo capítulo de 75 páginas, dedicado a evocar todos los aspectos relacionados con «el
actor documental» Fernando de la Cerda ; un tercer capítulo contiene 26 reproducciones
fotográficas de documentos diferentes y 6 fotografías de sellos (uno de Alfonso X, a
caballo), todas ellas en blanco y negro; el cuarto capítulo presenta, por fin, la colección
diplomática (p. 133-217), compuesta por 56 documentos expedidos entre el 10 de mayo de
1266, en Sevilla, y el 10 de julio 1275, en Toledo, a los que la autora ha añadido noticia de
una pesquisa fechada entre 1273 y 1277, aportada en 1953 por L. Sánchez Belda. La
consulta de la colección diplomática resulta facilitada por la inclusión de un índice
exclusivo, que se añade al índice de personas y lugares.
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El capítulo en torno al infante Fernando, que la autora sitúa claramente bajo el signo de la
narratividad al titular la primera rúbrica «Aprendiendo el oficio», plantea las bases para
la eventual reconstitución de un paisaje humano e intelectual en la corte de Alfonso X de
Castilla y León, durante los años de la infancia y juventud de su heredero. Las
consideraciones de la autora sobre la institución cancilleresca – «engranaje burocrático»
– como instrumento esencial de gobierno no son del todo novedosas, pero sí lo es el
planteamiento centrado en el infante, que durante los escasos años en que pudo tomar
decisiones de cariz político gobernaba mediante la escritura. Se da así a conocer una
cancillería poco conocida, y se apunta a la presencia de litterati en la corte real que
habrían tenido por destino formar al príncipe; se bosqueja de tal manera un apasionante
retrato de la vida cortesana, en el había lugar para la «actividad de pluma», y para la
exhibición del saber (p. 22). Particularmente sugestivas resultan estas páginas, que han de
servir para completar el panorama de la prosa literaria en los primeros años de reinado
del rey Sabio, y de las que acaso se pueda partir para indagar en el papel de Fernando
como receptor de las obras históricas que el monarca comenzó a edificar, con la ayuda de
sus talleres y colaboradores, a partir de 1270. Pese a morir con 20 años, «en la Corona de
Castilla se le va a encomendar al primogénito una serie de trabajos previos a su ascenso al
trono, en orden a garantizar un conocimiento más directo de los asuntos de gobierno y un
futuro ejercicio correcto del poder» (p. 27): el infante Fernando, regente desde la
primavera de 1274 hasta el verano de 1275, aparece sin duda como protagonista de lo
escrito. En estas páginas parecen figuras de «expertos entrenados» como las de Diego del
Corral, o como las de los jefes de la oficina del infante, los notarios de León Juan Alfonso y
Fernando Martínez, pertenecientes ambos al alto clero, de carreras semejantes: primero
magistri, arcedianos luego, antes de llegar al obispado. Parte del círculo real más cercano,
sus biografías son sugestivas, como lo son las de Fernando García, arcediano de Niebla y
abad de Santillana, o de Iohan Mateos, Fernando Abril, García Martínez y Rodrigo Ibáñez.
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M. L. Pardo Rodríguez lleva a cabo un sólido estudio prosopográfico, y demuestra cómo
los notarios controlaron todo el trabajo de la cancillería, apoyados en el grupo amplio de
los escribanos, el cual responde a una casuística compleja, y del que forman parte
individuos de los que quisiéramos saber más : Iohan Ferrandez, Pay Abril, Iohan Tomas,
Pedro Oarez, etc.
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La consulta directa de los documentos del heredero, por otra parte, ha permitido a la
autora identificar y atribuir correctamente algunos de ellos; 36 son documentos
originales, el resto copias. La autora explica los modos de transmisión de los mismos:
renovación, copia certificada, copia bajo sello, copias insertas, copia simple, copia en
cartularios (p. 54 y ss.), aportando datos claros y enérgicos sobre la pertinencia de los
elementos materiales – soportes, escritura tendente a la cursividad, ausencia de iniciales,
página sin compartimentar – que dan a ver la realidad histórica de la recepción y difusión
del documento. Muy esclarecedoras son las páginas sobre la forma de los documentos y la
relación entre continente y contenido. Se recordará que predomina el vernáculo en la
labor de la cancillería de Fernando, pues el latín está presente en solo cuatro documentos,
«precisamente los que muestran los primeros pasos escriturarios del infante», relativos a
su matrimonio con Blanca de Francia (p. 77), lo cual no deja de ser significativo: si los
inicios son latinos, la madurez documental es romance. La colección permite comprender
las relaciones del infante con la Iglesia leonesa y con los monasterios y ciudades
castellanoleoneses. A partir de principios de 1275 se constata la extensión del ámbito de
actuación del infante, quien interviene en Burgos, Calahorra, Logroño, Valladolid,
Salamanca, dirimiendo querellas y haciendo respetar la juridiscción eclasiástica. Como
anécdota, se señalará que el joven Fernando respeta la memoria tradicional de los
antepasados de su linaje, refiriéndose en varias ocasiones al «rey don Alfonso, mio
bisabuelo»; o que el último documento, en que ordena a los merinos de Burgos que no
exijan el pago de la fonsadera a las villas y vasallos del monasterio de San Salvador de
Oña, aparece, retrospectivamente, como un conmovedor canto del cisne, pues leemos, y
escuchamos, las palabras del joven príncipe, ante la ausencia de cumplimiento de órdenes
transmitidas con anterioridad : «so marauillado commo son osados de los fazer» (doc. 56,
del 10 de julio 1275, un par de semanas antes de su muerte repentina en Ciudad Real) :
esta monografía representa, da a ver, los años de adolescencia y madurez de un joven
heredero, lo sitúa en el tiempo, y lo enmarca en las prácticas escriturarias de su época.
Tan solo por ello, merecería aplauso. Pero es que además, como se ha dicho, la autora
propone respuestas seguras a la tipología documental sobre la que se basa el trabajo
mismo, construyendo un útil instrumento de referencia para estudios futuros. Un único
elemento desmerece en esta monografía: la Bibliografía está plagada de errores
materiales, de formato, paginación, puntuación, e incluso de coherencia ortotipográfica.
Se espera que la reedición de este libro vaya acompañada de una limpieza de dichos
errores.
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AUTORES
AMAIA ARIZALETA
Université de Toulouse 2-Le Mirail, UMR 5136 - FRAMESPA.
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