El funcionamiento familiar y la autoestima según el estado civil de

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UNIVERSIDAD DEL TURABO
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
EL FUNCIONAMIENTO FAMILIAR Y LA AUTOESTIMA SEGÚN EL ESTADO
CIVIL DE LAS PAREJAS HETEROSEXUALES PUERTORRIQUEÑAS.
Por
Alejandro Borrero Oropeza
DISERTACIÓN
Presentada como Requisito para la Obtención del
Grado de Doctor en Psicología
Gurabo, Puerto Rico
Octubre, 2011
UNIVERSIDAD DEL TURABO
CERTIFICACIÓN DE APROBACIÓN DE DISERTACIÓN
La disertación de Alejandro Borrero Oropeza fue revisada y aprobada por los miembros
del Comité de Disertación. El formulario de Cumplimiento de Requisitos Académicos
Doctorales con las firmas de los miembros del comité se encuentra depositado en el
Registrador y en el Centro de Estudios Doctorales de la Universidad del Turabo.
MIEMBROS DEL COMITÉ DE DISERTACIÓN
Nixalys González Martínez, PsyD
Universidad del Turabo
Directora de Comité Disertación
Antonio Bustillo, PhD
Universidad del Turabo
Miembro del Comité Doctoral
Grisel Rivera Villafañe, EdD
Universidad de Puerto Rico
Recinto de Mayagüez
Miembro del Comité Doctoral
ii
© Copyright, 2011
Alejandro Borrero Oropeza. Derechos Reservados
iii
EL FUNCIONAMIENTO FAMILIAR Y LA AUTOESTIMA SEGÚN EL ESTADO
CIVIL DE LAS PAREJAS HETEROSEXUALES PUERTORRIQUEÑAS.
por
Alejandro Borrero Oropeza
Dra. Nixalys González Martínez
Resumen
En este estudio se exploró la relación entre el funcionamiento familiar a nivel
sistémico y la autoestima de las parejas heterosexuales puertorriqueñas según su estado
civil (matrimonio o convivencia). Para el estudio se reclutó una muestra de 50 parejas
heterosexuales, 25 parejas casadas y 25 parejas en estatus de convivencia, ambos grupos
con 2 años o más en la relación. Se preparó un instrumento para describir las
características sociodemográficas de las parejas. Para medir la autoestima se utilizó el
Índice de Autoestima de Walter W. Hudson validado y estandarizado en el Estado de
Florida en 1976. Este instrumento fue traducido del idioma inglés al español por el
psicólogo José J. Hernández en su libro “Autoestima, Vehículo al Éxito” en la segunda
iv
edición de 2000. Para evaluar el funcionamiento familiar, se utilizó el modelo de
Fortalezas Familiares desarrollado por Stinett (1979) para la universidad de NebrascaLincoln y adaptado y validado por la Dra. Jenny García para la población puertorriqueña
en el 1994. Este instrumentos lleva como título “Inventario de Funcionamiento
Familiar” (IFF) y contiene los seis componentes básicos del funcionamiento familiar (el
nivel de compromiso, sensación de bienestar, nivel de comunicación, expresión de
aprecio, cantidad y calidad de tiempo y destrezas en el manejo de conflictos y crisis). Al
evaluar los resultados reportados por los participantes de ambos grupos, los participantes
del grupo de casados reportaron mejor funcionamiento familiar con puntuaciones
promedio mayores que el grupo de convivencia. En cuanto a la autoestima no se
encontró relación estadísticamente significa entre las parejas casadas y las parejas que
conviven.
v
DEDICATORIA
Deseo dedicarle este trabajo a mi familia, empezando por mis padres Miltia M.
Oropeza De Jesús y Alejandro Borrero Ramos quienes inculcaron en mí el amor y la
pasión por la búsqueda del conocimiento. También incluyo a mi esposa, Michelle
Martínez y mis tres hijos, Noeimy L. Borrero Ríos, Adriana I. Borrero Martínez y
Alejandro A. Borrero Martínez, por su incondicional paciencia, soporte y apoyo durante
este proceso.
Que Dios los Bendiga por siempre.
vi
AGRADECIMIENTOS
Deseo ofrecer un agradecimiento de todo corazón a todos mis colegas y amigos,
quienes de alguna o de otra forma me ofrecieron su ayuda durante el proceso de esta
investigación. En especial deseo agradecerle a la Dra. Nixalys González Martínez por
haber tomado de su tiempo para dirigirme con paciencia y sabiduría durante este proceso.
También deseo agradecer al Dr. Antonio Bustillo y la Dra. Grisel Rivera Villafañe,
miembros del comité de disertación, quienes me ofrecieron las recomendaciones más
acertadas para el cumplimiento de este trabajo.
También deseo agradecerles a la facultad de la Escuela de Ciencias Sociales y
Humanas de la Universidad del Turabo, quienes me proveyeron con los conocimientos y
las herramientas necesarias para poder completar los requisitos doctorales. En especial
atención deseo agradecerle a la Dra. María López, la Dra. Vidamaris Zayas y la Dra.
María Santos, quienes me ofrecieron un apoyo incondicional más allá de sus quehaceres
docentes.
Por último y no menos importante, deseo agradecerles a mis compañeros de
trabajo, la Facultad del Departamento de Enfermería de la Universidad de Puerto Rico en
Humacao, por haberme ofrecido su apoyo durante en este proceso. Sin lugar a dudas, me
inculcaron el deseo de superación y en los momentos más difíciles me ofrecieron esa
mano amiga que provee el soporte emocional necesario para seguir adelante.
vii
TABLA DE CONTENIDO
LISTA DE APÉNDICES…………………………………………………………...……..x
LISTA DE TABLAS………………………………………………………...…...……....xi
CAPÍTULO I: INTRODUCCIÓN…………………………………………………...........1
CAPÍTULO II: REVISIÓN DE LITERATURA………...………………………………..7
La familia…………………………………………………………….……………7
Matrimonio, tipos de matrimonios y divorcio……………………………...........10
Convivencia y tipos de convivencia……………………………………………..16
Familia y funcionamiento familiar…………………………………..…………..24
La autoestima en las relaciones de parejas……………………………………....28
Tipo de relación de pareja y psicopatología. ………………………………........30
Tipos de pareja y su relación con las variables personalidad, funcionamiento
familiar, comunicación y autoestima…………………………………..………...32
CAPÍTULO III: FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS…………….……………………...37
Hipótesis 1a y 1b……………………………………………………………...….37
Hipótesis 2a y 2b…………………………………………………………………38
CAPÍTULO IV: METODOLOGÍA……………………………………………………...39
Datos sociodemográficos……………………………………………….………..39
Inventario de Funcionamiento Familiar…………………………………….........43
Índice de Autoestima………………..………………………………………..….45
Selección de la muestra………………………………………………………..…48
CAPÍTULO V: RESULTADOS…………………………………..…………………….53
viii
Demografía de la población………….…………………………………………..55
Resultados para el Inventario de Funcionamiento Familiar…………………..…66
Resultados para el Índice de Autoestima………………………………………...67
Correlación entre el nivel de funcionamiento familiar y el estado civil………....68
Correlación entre el nivel de autoestima y el estado civil………………….........73
CAPÍTULO VI: DISCUSIÓN.…………………………………………………………..76
Análisis de Hipótesis Alterna 1a…………………………………………………76
Análisis de Hipótesis Nula 2b……………………………………………………83
Limitaciones y recomendaciones………………………………………………...84
BIBLIOGRAFÍA...…………………………………………………………………........90
ix
LISTA DE APÉNDICES
A. Cuestionario de Datos Sociodemográficos…….……………………………….105
B. Inventario de Funcionamiento Familiar (IFF).…………………………………107
C. Autorización para el uso del (IFF)……………………………………………...112
D. Índice de Autoestima (IAE)……………………………………………….…....114
E. Autorización para el uso del (IAE)…………………………………………......118
F. Autorización inicial de la Junta de Protección de Seres Humanos (IRB)……...119
G. Enmienda de la Junta de Protección de Seres Humanos (IRB)………………...121
H. Propaganda del estudio a través de las redes sociales de Facebook, Twitter, y
Myspace………..……………………………………………………………….122
I. Hoja Informativa ………………………………………………………….……124
J. Instrucciones Generales…………………………………………………….......125
K. Firma de Testigos del Sorteo…………………………………………………...126
L. Recibo para el ganador del sorteo………………………………………………127
x
LISTA DE TABLAS
4.1: Tabla de conversión de puntuación bruta a puntuación tipificada, Rango Z a
puntuación T…………………………………………………………………….……….45
5.1: (Prueba F) Dos muestras para varianzas. Comparación de la varianza de la
muestra con las varianzas establecida por municipio según el censo de Puerto Rico
en el 2010 2010………………………………………………………………………….57
5.2: ( Prueba T) Asumiendo diferentes varianzas entre la muestra y las proporciones
establecidas por municipio de acuerdo al censo del 2010…………………………….…55
5.3: (V1), Edad……………………………………………………………..……….……55
5.4: (V4), Años en relación actual………………………………………………....…….57
5.5: (V5), Número de matrimonios previos (divorcios)….………………………………57
5.6: (V6), Número de convivencias previas……….…………………………………..…58
5.7: (V7), Número de hijos con la pareja actual………………………………….…..…58
5.8:(V8), Número de hijos con la pareja previas………………………………………..59
5.9: (V9), Nivel de educación (menor de grado 12, cuarto año de escuela superior y
grado asociado)……………………..…………………………………………………...60
5.10: (V9), Nivel de educación (grado de bachillerato, grado de maestría y grado
doctoral)..……………………………………………………………………….………..60
5.11: (V10), Situación Laboral…………………………………………………………..61
5.12: (V11), Ingreso anual entre $15,000.00 hasta $50,000.00…………………………62
5.13: (V11), Ingreso anual entre $51.0000 en adelante…………………………………62
5.14: (V12), Participantes que pagan pensión alimentaria por 1 o más niños…………...63
xi
5.15: (V12), Participantes que reciben pensión alimentaria por 1 o más niños……..…..64
5.16: (V13), Preferencia religiosa I; (Católicos, Evangélicos, Bautistas y
Pentecostales)……………………………………………………………………..…..…64
5.17: (V13), Preferencia religiosa II; (Mormones, Mitas y otras preferencias no
mencionadas)……………………………………………………………………………65
5.18: (V14), Frecuencia de visitas a servicios religiosos……………………………….66
5.19: Puntuaciones Promedio IFF (compromiso, bienestar, comunicación y
aprecio)………………………………………………………………..…………………67
5.20: Puntuaciones Promedio IFF (tiempo juntos, estrés gran total y
clasificación)…………………………………………………………………………..…67
5.21: Puntuaciones Promedio IAE. ……………………………………………………...68
5.22: Puntuaciones Spearman IFF Convivencia (componentes compromiso, bienestar,
comunicación, y aprecio del IFF). ……………………………………………………...69
5.23: Puntuaciones Spearman IFF Convivencia (componentes tiempo juntos, estrés, y
gran total). ………………………………………………………………………………69
5.24: Puntuaciones Spearman IFF Matrimonio (componentes compromiso, bienestar,
comunicación y aprecio del IFF). ………………………………………………….……71
5.25: Puntuaciones Spearman IFF Matrimonio (componentes tiempo juntos, estrés, y
gran total). ………………………………………………………………………….……71
5.26: Prueba F, (Varianzas Muestrales)…………………………………………….……72
5.27: Prueba t, (Dos-Muestras asumiendo varianzas similares)……………………........72
5.28: Puntuaciones Cramer IFF (Convivencia para los componentes compromiso,
bienestar, comunicación, y aprecio). ………………………………………………...…..73
xii
5.29: Puntuaciones Cramer IFF (Matrimonio para los componentes tiempo juntos,
estrés, y gran total). …...………………………………………………………………..73
5.30: Prueba t: Dos-muestras asumiendo varianzas diferentes…………………………..74
5.31: Puntuaciones Spearman IAE Convivencia (gran total)……………………………75
5.32: Puntuaciones Speaman IAE Matrimonio (gran total)………………………..…….75
5.33: Puntuaciones V de Cramer –IAE Convivencia…………………………………….75
5.34: Puntuaciones V de Cramer- IAE Matrimomio……………………………………75
xiii
CAPITULO I
INTRODUCCIÓN
La familia es la unidad social fundamental donde se obtiene el logro de las
necesidades primarias de crecimiento y desarrollo del ser humano (Feldman, 1992).
Tradicionalmente la familia se formaba a partir de la unión entre un hombre y una mujer
a través del matrimonio (Blasini, 2001). Esta institución ha sido reconocida e incluida en
el código civil de Puerto Rico como la institución fundamental del estado. Sin embargo,
el Departamento de Salud de Puerto Rico (2005) ha reportado un exorbitante número de
divorcios en los últimos 20 años adjudicados a los cambios sociales y culturales que han
promovido este fenómeno. Reformas en las leyes de divorcio, actitudes más liberales
sobre la expresión sexual, la mayor accesibilidad de métodos contraceptivos y el
crecimiento del poder económico y político de las mujeres han aumentado las
expectativas y requerimientos para el matrimonio más allá de la viabilidad económica y
la procreación (Gurman & Messer, 2003). Estos cambios sociales a su vez han
promulgado la proliferación de otras alternativas para el matrimonio como lo es la
convivencia reconocida por el estado en el artículo 2 del proyecto 1778 del Senado de
Puerto Rico del 2 noviembre de 2006 como uniones de hecho.
Se han hecho varios estudios tratando de comparar las relaciones románticas entre
el noviazgo, la convivencia y matrimonio. Las parejas que conviven difieren de los
casados y los novios en una variedad de constructos, incluyendo calidad de relación,
satisfacción familiar, funcionamiento familiar, autoestima y disolución de la relación
(Brown, 2004; Brown & Booth, 1998; Kamopa Dusch, Cohan y Amato, 2003; Nock,
1995; Stanley, Kline y Markman 2004.,; Thompson y Colella, 1992).
1
El funcionamiento familiar es un balance entre la adaptabilidad familiar a las
situaciones cotidianas, la cohesión de los integrantes y estilo de presentación o búsqueda
de gratificación de los integrantes de la familia con personas dentro o fuera del núcleo
familiar (Beavers y Hampson, 1993; Olson 2000). Contiene elementos como el nivel de
compromiso, sensación de bienestar, nivel de comunicación, expresión de aprecio,
cantidad y calidad de tiempo y destrezas en el manejo de conflictos y crisis (Stinnett,
1979). Para que exista un funcionamiento familiar adecuado es necesario que los
integrantes de la familia sientan satisfacción en las interacciones y buenas estrategias de
comunicación y solución de conflictos (Olson 2000). Por otra parte la autoestima es la
forma positiva o negativa en el cual el individuo se ve a sí mismos (Gecas y Burke;
Rosenburg, 1979). Según Satir (1968) los problemas maritales ocurren cuando uno de
los individuos en la pareja o ambos presentan baja autoestima.
Las estadísticas más recientes del Departamento de Salud (2005 y 2006) reflejan
que cada día los puertorriqueños se casan menos y se divorcian más. Durante las décadas
de 1976 al 1996 se reportaron un promedio de 34 mil matrimonios por año con un 40 por
ciento de divorcios entre ellos. Estas cifras cambiaron dramáticamente para la década de
1996 al 2006, donde se reportó una disminución de aproximadamente 23 mil
matrimonios por año, de los cuales de éstos, un 60 por ciento terminan en divorcio. Esto
significa un aumento de 20 por ciento en el número de divorcios en los últimos 30 años.
En el año 2005 se reportaron el mayor número de divorcios en los últimos 43 años para
un 67 por ciento seguido por el año 2006 para un 64 por ciento. La cifra más baja de
divorcio fue en el 1967 con un 27 por ciento reportado por lo que presenta un aumento
total de 151 por ciento desde 1967 hasta 2005.
2
Según el Departamento de Salud (2005), el 97 por ciento de los causales de
divorcio en Puerto Rico citados de mayor a menor según su incidencia son: (1) por
consentimiento mutuo con un 45 por ciento; (2) separación por más de dos años con un
25 por ciento; (3) ruptura irreparable con un 18 por ciento y; (4) trato cruel con un 9 por
ciento. El restante 3 por ciento se divide entre: (5) abandono por más de un año; (6)
adulterio, convicto o delito grave, (7) embriaguez habitual o uso continuo de narcóticos
y; (8) exequátur (reconocimiento o aceptación del estado de una sentencia de divorcio
emitida en otro país o estado).
Para Torres Degró (2009) citado por Bauzá en la edición 2 de enero de 2009 en el
periódico Primera Hora, el indicador del cambio en los patrones de casamientos es el
aumento dramático en el número de niños nacidos de madres que no están legalmente
casadas en el país. La población está optando por otras uniones aunque eso no signifique
que posteriormente se decida por un matrimonio convencional. De forma diametralmente
opuesta, los nacimientos de niños de madres que manifestaron no estar casadas
legalmente han ido aumentando desde 1995 de forma consistente. En el 1995, el 43 por
ciento de los nacidos vivos reportados provenían de madres no casadas legalmente, y en
2006, la cifra aumentó a 58 por ciento. Según el artículo los datos sugieren que la familia
en función del matrimonio ha ido disminuyendo con respecto a la procreación.
Para la demógrafo Judith Rodríguez citado por Bauza (2009), la institución del
matrimonio legal está en decadencia en Puerto Rico y el riesgo de que se divorcien los
que están casados cada vez es mayor. Entre los factores para la reducción en los
matrimonios durante los últimos años se encuentran: (1) el desbalance entre hombres y
mujeres en edades casaderas por el déficit de hombres como resultado de las muertes
3
violentas a temprana edad; (2) la mujer está estudiando más por lo que la búsqueda de
pareja, se le hace más difícil; (3) la liberación del sector mayormente masculino que hace
pública su preferencia sexual con personas de su propio género; (4) la opción de
convivencia para no perder las ayudas económicas que reciben muchas mujeres
usualmente de mayor edad; (5) la idea de que es más fácil convivir porque cuando la
relación se tiene que acabar no tienen que pasar por un proceso tedioso como lo es el
divorcio.
En los Estados Unidos más de la mitad de las parejas norteamericanas conviven
juntos antes de casarse (Bumpass, Sweet y Cherlin 1991; Stanley, Kline y Markman.,
2004) y sobre el 60 por ciento de los matrimonios en los comienzos de los 90’s
convivieron antes de casarse (Bumpass & Lu, 2000). En el 2004, más de 4.6 millones de
las familias fueron dirigidas por parejas heterosexuales que convivían sin casarse (U.S.
Census Beureau 2004). Entre los resultados informados por el Departamento de Salud y
servicios humanos de los Estados Unidos en el reporte de “Cohabitation, Marriage,
Divorce and Remarriage in the United States” (2002), las parejas que conviven en general
son más inestables que las parejas casadas. La probabilidad de que un matrimonio
termine en separación durante los primeros cinco años son de un 20 por ciento, sin
embargo, la probabilidad de que ocurra una separación en una unión de convivencia es de
49 por ciento. Después de 10 años, la probabilidad de que un matrimonio termine en
separación es de 33 por ciento comparada con un 62 por ciento de las parejas que
conviven.
Segun Kreimer (2009) para el año 2007, uno de los miembros de la mitad de las
parejas en convivencia (48 por ciento) estuvo casado previamente. Casi la mitad de las
4
mujeres que conviven (47 por ciento) son menores de 30 años versus los hombres que
conviven que constituyen un 40 por ciento.
Aunque la investigación al estudio de la satisfacción y la calidad marital se ha
abordado desde los principios del siglo pasado, actualmente la investigación continúa en
busca de comprender la relación del matrimonio desde diversas ópticas de las ciencias
sociales y más recientemente desde las ciencias naturales (Arnette, 1997). Si
comparamos los estudios realizados en los Estados Unidos y Puerto Rico podemos
observar que hay una marcada diferencia en los estudios que tratan la satisfacción de
pareja y la calidad marital, además de que en Puerto Rico son menos frecuentes.
Tampoco se han realizado estudios donde se relacione estas variables entre los distintos
tipos de relación de pareja (Muñoz, 1977; Sierra, 1984; Volgamore, 1984 y Castro 2003)
según citado por Carrillo Pérez (2000).
Es necesario aclarar que para efectos de la literatura puertorriqueña, autores como
Torres-Zaya (1981), García (1994), Blasini (2001), Lopez-Cruz (2005) entre otros, han
reconocido a las parejas homosexuales como sistemas de familia no tradicional. Sin
embargo, debido a que El Código Civil de Puerto Rico no reconoce el matrimonio entre
parejas del mismo sexo, no se considerará esta población para efectos de esta
investigación.
Teniendo en consideración toda esta información las preguntas que se formulan
para esta investigación son: ¿Existirá alguna diferencia significativa entre el
funcionamiento familiar de las parejas heterosexuales puertorriqueñas casadas al
compararlas con las parejas heterosexuales que conviven? ¿Afectará el estado civil a la
autoestima de los individuos que componen la pareja? Las respuestas a estas preguntas
5
pueden aportar valiosa información a las distintas escuelas teóricas que ofrecen terapia
psicológica a las parejas puertorriqueñas. Facilitan la identificación del tipo de conflicto
clasificándolos según los seis elementos esenciales del Funcionamiento Familiar
propuesto por Stinnet (1979). También se pueden clasificar según los sistemas de
creencias y factores de vivencias previas. En los conflictos originados por problemas en
el sistema de creencias el espectro cubre desde problemas de autoestima hasta problemas
en el manejo de las transiciones del ciclo de vida (Satir, 1968). Por otra parte en los
conflictos por factores vivenciales el espectro cubre desde el desplazamiento inconsciente
hacia la pareja por conflictos con la familia de origen hasta la inhibición de las
necesidades del adulto por miedo al abandono y la soledad (Carr. 2000). Esta
información puede ayudar a establecer una orientación al tratamiento apropiado en la
terapia de conflictos de pareja teniendo en consideración el tipo de unión establecido y el
origen del conflicto.
6
CAPITULO II
REVISIÓN DE LITERATURA
En el siguiente capítulo se pretende presentar las definiciones de los principales
conceptos utilizados en este trabajo de investigación. Dichas definiciones y conceptos se
presentan y sustentan a través de la revisión de literatura realizada para la investigación.
Como el estudio es sobre el funcionamiento familiar y la autoestima, es importante
comenzar definiendo el concepto de familia y como fue utilizado en esta investigación
La Familia
La perspectiva evolucionista traza el origen de la familia como institución social
hasta las sociedades de primates (López-Cruz, 2005). En el orden de los primates, el ser
humano está más cerca del antropoide, en términos del desarrollo y le evolución de la
corteza cerebral. Ciertas características que los humanos comparten con los primates son
necesarias para que se desarrollara lo que hoy conocemos como familia. Una de ellas es
que los recién nacidos nacen muy indefensos por lo cual requieren cuidado por un largo
periodo de tiempo antes de poder valerse por sí mismo (Gough, 1977; Tannahill, 1983).
Esta prolongada dependencia se acentúa más en el ser humano como resultado directo del
bipedalismo que conllevó una reducción de la cavidad pélvica femenina, así como del
canal vaginal, debido a la posición erguida que los caracteriza. La criatura humana nace
más dependiente que otras especies y su periodo de niñez, es mucho más largo en
comparación con y otras especies, por ende, la exigencia de un cuidado prolongado
propicia el establecimiento de un fuerte vínculo entre la madres y sus hijos(as).
7
Para que la sociedades puedan cubrir con las necesidades básicas universales de
supervivencia se han visto involucrada en la búsqueda de alternativas al problema
económico, esto es, las decisiones en torno a la producción, distribución y consumo de
bienes y servicios (López-Cruz, 2005). Existe una estrecha relación entre todas las
instituciones, las cuales son responsables del funcionamiento del sistema social. La
economía y la familia están íntimamente relacionadas; por ejemplo, cada estilo de
producción económica a través de la historia, se caracteriza por un estilo de familia en
particular: recolección caza e industrialización se relacionan a una familia nuclear,
mientras que la horticultura y la agricultura se atribuyen a familias extendidas (LópezCruz, 2005).
El proceso de selección del conyugue comenzó a obtener gran importancia
durante las primeras sociedades de colectores y cazadores para maximizar las redes de
alianzas económicas y políticas con otros grupos. Esto lo lograban estableciendo reglas y
normas que regulaban las uniones entre hombre y mujer dando comienzo con la
institución del matrimonio, es decir, que las relaciones de convivencia dieron lugar al
desarrollo del matrimonio como institución (López-Cruz, 2005).
Las relaciones de parejas ya sean por matrimonio o por convivencia por lo general
constituyen el primer paso a la formación de una familia (Olson 2000). En la literatura
puertorriqueña Torres Zayas (1981) en su compendio de artículos Holocausto, nos
menciona que “la familia nuclear es aquella donde se encuentran conviviendo dos
generaciones: padre-madre e hijos; o una variante de sólo dos de ellos en una vivienda
donde satisfacen las funciones generales primarias que incluyen funciones reproductivas,
socializantes, económicas, de servicio, dependencia, reciprocidad, respaldo afectivo y
8
seguridad”. Sin embargo para García (1994) se acerca más a la familia puertorriqueña de
hoy el modelo de familia extendida, donde conviven tres generaciones inmediatas en la
misma vivienda o cerca en la misma comunidad; Dos de ellas de procreación y la otra de
origen, esto respondiendo mayormente a razones económicas y de convivencia. Indica
que debe darse espacio en la nueva definición a las variantes modernas de la familia, que
incluyen la familia tradicional, la madre o padre soltero, la de relaciones consensuales,
parejas homosexuales y/o comunas ya que son alternativas de convivencia social al tipo
de familia tradicional.
Por otra parte Blasini (2001) establece que a pesar de que en Puerto Rico se
observan las características patriarcales de la familia nuclear y extendida, las formas de
familia del 2000 se extienden a madres y padres solteros viviendo con sus hijos o con sus
padres; parejas en convivencia, mujeres jefas de familia; matrimonios o uniones sin hijos,
parejas homosexuales y lesbianas con o sin hijos, familias de carreras duales; hombres y
mujeres viudos y divorciados que al no casarse e independizarse de sus familias
biológicas viven solos; viudas o divorciadas viviendo solas; relaciones en sociedades
domésticas; lazos de apoyo económico y social entre personas no emparentadas
biológicamente y posiblemente muchas otras formas adicionales. A pesar de los cambios
en la estructura familiar, la función primordial de la familia continúa siendo el
intercambio mutuo entre los miembros de la familia para alcanzar las necesidades físicas
y emocionales entre ellos (Gurman y Messer, 2003).
9
Matrimonio, tipos de matrimonios y divorcio
Debido a que las estadísticas del Departamento de Salud proveen información
contundente del número de matrimonios y divorcios establecidos por el estado, se
comenzará definiendo el matrimonio como primera variable. El matrimonio
comúnmente es definido como la unión de hombre y mujer que combina
interdependencia económica y sexual (Levinger y Huston 1990). También se define
como principal campo de experiencias del ser humano donde existe un balance entre las
dinámicas interpersonales y ambientales (Carr. 2000). Para Bradbury Finchman y Beach
(2000) el matrimonio es una entidad donde se cubre las necesidades físicas, económicas y
afectivas de los individuos que componen la pareja. En el artículo 68 de Código Civil de
Puerto Rico (1930) define al matrimonio como:
“Una institución civil que procede de un contrato civil en virtud del cual un
hombre y una mujer se obligan mutuamente a ser esposo y esposa, y a cumplir el uno
para con el otro los deberes que la Ley les impone. Será válido solamente cuando se
celebre y solemnice con arreglo a las prescripciones de aquélla, y sólo podrá disolverse
antes de la muerte de cualquiera de los dos cónyuges, en los casos expresamente
previstos en este título. Cualquier matrimonio entre personas del mismo sexo o
transexuales contraído en otras jurisdicciones, no será válido ni reconocido en derecho
en Puerto Rico”. (Enmendada en el 1999, ley 94).
Fundamentalmente, el estudio del matrimonio adquiere pertinencia debido a que
representa para el ser humano el establecimiento de las relaciones interpersonales. Para
Horowitz y Raskin (1998) las relaciones interpersonales proveen felicidad, alargan la
vida, disminuye la manifestación de enfermedades mentales y físicas y disminuye los
niveles de abuso de alcohol y drogas. Para Levinger y Huston (1990), las relaciones
interpersonales dentro del matrimonio sugieren fuertes lazos sociales en comparación con
otros tipos de relaciones interpersonales. De acuerdo a Levinger y Huston (1990), una
10
relación matrimonial se percibe más íntima, mas conductualmente afectiva, más
interdependiente, más intensa y más cooperativa.
Scanzoni (1980) propuso tres tipos de matrimonios contemporáneos: (1) parejas
como iguales; (2) parejas como “senior-júnior” y; (3) parejas con patrones de cabecera y
complemento (“Head-complement”). Estos tipos de matrimonios contemporáneos
representan relaciones maritales desde una relación de iguales hasta formas tradicionales
de relacionarse el uno con el otro. El tipo de parejas como iguales representa el tipo más
moderno de relacionarse mientras el de “señor-junior” y el de cabecera complemento
reflejan relaciones maritales más convencionales.
Estos patrones sugieren una variabilidad de estilos de convivencia dentro del
matrimonio que la pareja puede adoptar. En el patrón de compañero igual, la pareja es
simétricamente responsable de la provisión económica del hogar por lo que ambos son
proveedores (Scanzoni, 1980). En este patrón ambos estarán involucrados en trabajos y
carreras en los cuales tendrán demandas de empleo mientras asumen la responsabilidad
de mantener la economía del hogar. Es crítico a la definición del patrón pareja como
iguales entender que las mujeres empleadas se ven así mismas como proveedoras en igual
proporción que el hombre y su labor provee las mismas consecuencias a la situación
financiera de la familia (Scanzoni, 1980). Las mujeres en este patrón asumen una
obligación financiera como co-proveedoras aunque el ingreso de ambos no sea igual.
Este patrón corresponde de forma más cercana al tipo simétrico propuesto por Johnson,
Huston, Gaines y Levinger (1992) en el que ambos esposos tienen la misma
responsabilidad financiera, el poder es más equitativo y dividido, y los roles por genero
son menos rigurosos. Presuntamente este tipo de matrimonio sería más receptivo a las
11
preferencias individuales por lo que se sugiere que promueve más la satisfacción marital
(Johnson et al. 1992).
El tipo de “senior- júnior” establece la visión de que el empleo de las esposas es
de menor importancia que el de los esposos. Dado a esto las mujeres atribuyen mayor
responsabilidad y consecuencia en el empleo de los esposos para la situación económica
de la familia que los suyos. Aunque las mujeres en este patrón estén empleadas a tiempo
completo, no visualizan su empleo tan sobresaliente como el de sus esposos. Según
Scanzoni (1980) las mujeres en este tipo de patrón están menos comprometidas con el
empleo que las mujeres en el patrón de iguales. Debido a que los trabajos a tiempo
parcial están vinculados con menos compromiso laboral, se espera encontrar más mujeres
empleadas a tiempo parcial en este tipo de matrimonio (Scanzoni, 1980).
En parejas con patrones de cabecera y complemento (“Head-complement”)
donde, la relación entre los esposos consiste en que el marido tiene la completa
responsabilidad financiera del hogar y la esposa no está empleada es la forma más
tradicional de las relaciones maritales. En este patrón de las relaciones maritales la mujer
se dedica a las labores domésticas a tiempo completo. Según Johnson et al., (1992) este
patrón resulta ser el de menor preferencia para las respuestas individuales ya que las
tareas se dividen de forma desigual.
Por otra parte Olson, (1993) describe siete tipos de matrimonio. Tres de estos los
describe como matrimonios felices, unidos por las variables de personalidad,
compatibilidad y comunicación. Los otros cuatro tipos de matrimonio varían entre
elementos externos como el ocio, actitudes religiosas, manejo financiero y manejo de
niños. Los tipos de matrimonio descritos por Olson (1993) son: (1) matrimonios
12
desvitalizados, (2) matrimonios conflictivos, (3) matrimonios enfocadas en el aspecto
financiero (4) matrimonios tradicionales, (5) matrimonios balanceados (6) matrimonios
armoniosos y (7) matrimonios vitalizados. A continuación se ofrecerá una descripción de
estos tipos de matrimonio según Olson (1993).
Los matrimonios desvitalizados constituyen un 40 por ciento de los matrimonios
en los Estados Unidos. Estos matrimonios se caracterizan por la presencia de una
penetrante infelicidad en todas las dimensiones del matrimonio y considerable
inestabilidad. Ambos individuos en la pareja han considerado el divorcio. Son críticos
de la personalidad de otro. El matrimonio es estrictamente utilitarista. Tienden a ser
jóvenes, el matrimonio se mantiene por poco tiempo y tienden a tener menores salarios al
compararlo con otros matrimonios. Muchos provienen de familias de padres divorciados
y muchos ya han tenido divorcios previos. Se mantienen juntos por ausencia de
alternativas.
Los matrimonios de conflictivo constituyen un 14 por ciento de las parejas
casadas. En este tipo de matrimonio la pareja se encuentran insatisfechas en muchas
facetas de la relación como asuntos de la personalidad, comunicación, solución de
conflicto y sexualidad. El foco de la satisfacción lo obtienen a través de experiencias
externas como el ocio, los hijos y la religión. Un gran porcentaje de los individuos que
forman estas parejas han considerado el divorcio.
Los matrimonios enfocados en el aspecto financiero constituyen un 11 por ciento
de los matrimonios. En este tipo de matrimonio por lo general la pareja presenta
infelicidad por problemas de comunicación y por la forma en que resuelven los
conflictos. Se sienten insatisfechos con las características personales del compañero y
13
pueden presentar amargos ataques personales. Sus careras tienen prioridad sobre su
relación, sin embargo, la recompense financiera los mantienen juntos. Muchos han
considerado el divorcio.
Los matrimonios tradicionales constituyen el 10 por ciento de los matrimonios.
En este tipo de matrimonio los individuos que forman el matrimonio están
moderadamente satisfechos con los elementos de la relación, sin embargo, las relaciones
sexuales y la forma en que se comunican son fuentes de aflicción. No son tan críticos
como los primeros tres tipos de matrimonios. Su fortaleza radica en la satisfacción de la
vida religiosa y buenas interacciones con la familia extendida y las amistades. Los
matrimonios son relativamente estables. Este tipo de matrimonio tiende a ser duradero
según el autor.
Los matrimonios vitalizado constituyen un 9 por ciento de los matrimonios. Los
individuos están altamente satisfechos con casi todas las dimensiones de su relación y se
llevan muy bien. Están personalmente integrados, tienen fuertes recursos emocionales y
concuerdan en la mayoría de las áreas de comunicación. Desarrollan dificultades pero las
resuelven adecuadamente. Por lo general tienden a estar mejor económicamente que los
demás tipos de matrimonio. Tienden a estar en un único matrimonio y provienen de
familias poco conflictivas.
Los matrimonios balanceados constituyen el 8 por ciento de los matrimonios. En
este tipo de matrimonio los individuos tienden a estar moderadamente satisfechos con la
mayoría de las áreas de la relación. Según Olson (1993) tienen fortalezas en estrategias
de comunicación y solución de problemas y su mayor problema es en el manejo
financiero. Tienen mejores negociaciones en las áreas de ocio, cuido de niños y
14
sexualidad. Le dan un alto valor a la familia nuclear. Aun así una cuarta parte han
considerado el divorcio.
Los matrimonios armoniosos constituyen el 8 por ciento de los matrimonios. Los
individuos están altamente satisfechos el uno con el otro, la expresión de afecto y la vida
sexual. Sin embargo tienden a ser egocentristas, viendo a los niños como una carga y la
crianza como motivo de aflicción. Esto puede deberse a que cuando se desarrolla un
problema familiar se manifiestan en los niños.
Las relaciones matrimoniales se han relacionado también con características de la
personalidad. Según Nemecheck y Olson (1999) existen asociaciones entre la similitud
de los rasgos de personalidad y el grado de satisfacción en la relación de parejas casadas.
Cuando la pareja presenta similitud en la prueba de personalidad “NEO PersonalityRevised (NEO-PI-R)” el matrimonio presenta mejor ajuste familiar. Se encontró que la
similitud en el factor de amenidad (“agreableness”), facilita a los hombres a establecer los
ajustes necesarios ante las demandas de la vida cotidiana. La similitud en neurotísmo
(“neurotism”) se relaciona a mejor ajuste familiar en mujeres que en hombres. Similitud
en apertura hacia los sentimientos, una subescala dentro de la escala de apertura a la
experiencia (“openness to experience”) se relaciona a mejor ajuste en mujeres. Sin
embargo similitudes en extraversión (“extraversión”) y en apertura a la experiencia no se
relacionaron al ajuste marital para hombres o mujeres.
Con respecto a la pérdida o disolución de una relación, se encontró sintomatología
depresiva, tanto para las personas con creencias sobre la permanencia del matrimonio,
como en las personas con menos grado de creencia en la permanencia del matrimonio
(Simon & Marcussen, 1999). Muchas parejas hoy día espera que el matrimonio sea la
15
fuente primaria de intimidad, soporte y compañerismo y que facilite el contexto para el
crecimiento personal. Al mismo tiempo los límites del enlace de pareja humana están
claros y la transformación de las expectativas ha provocado que la muerte y el divorcio
sean las dos causas principales de la terminación del matrimonio. Dado a estos cambios
en las expectativas también se afecta la permanencia del matrimonio. Ya sea por el
divorcio en sí o por los conflictos crónicos en el matrimonio, el rompimiento de las
relaciones maritales produce una enorme aflicción a los individuos (Pinsof, 2002).
Los conflictos maritales recurrentes están asociados a un sin número de
problemas variados que afectan tanto a los adultos como a los niños productos de la
relación. El divorcio y los problemas maritales son de las condiciones más estresantes
por las cuales atraviesan los seres humanos (Bloom, Asher, y White, 1978). Las parejas
que enfrentan matrimonios conflictivos tienen mayor probabilidad de sufrir de estrés,
depresión, ideaciones suicidas, abuso de sustancia, problemas fisiológicos agudos y
crónicos (condiciones inmunológicos y alta presión) y conductas de alto riesgo como
susceptibilidad a enfermedades de transmisión sexual y accidentes (Burman y Margolín,
1992).
Convivencia y tipos de convivencia
Según Rindfuss y VandelHeuvel (1990); Macklin, (1978); Heuveline, y
Timberlake (2004); y Kiernan ,2001) la convivencia es el establecimiento de una
relación de pareja con el fin de establecer una familia sin el vínculo matrimonial. Otros
términos utilizados para identificar este tipo de relación son uniones consensuales y
uniones de Hecho. En el artículo 2 del proyecto 1778 del Senado de Puerto Rico del 2 de
16
noviembre de 2006, se define la unión de hecho como “dos personas, que sin estar
casados entre sí, conviven como pareja afectiva de manera voluntaria, estable, pública y
continua durante un plazo mínimo de 3 años. Para que la unión de hecho tenga plena
validez y eficacia los convivientes tienen que tener capacidad legal suficiente para
constituirla.”
Sin embargo, a pesar de estas definiciones concretas expertos en familia se
debaten la interpretación de la convivencia como preludio hacia el matrimonio, es decir,
una simple inversión en el tiempo de los eventos (casarse y convivir) o como una
alternativa hacia el matrimonio, es decir, una decisión de no casarse (Heuveline y
Timberlake, 2004). De hecho, Rindfuss y VandelHeuvel (1990) encontraron que las
parejas que convivían en los Estados Unidos exhibían muchas de las características de
comportamiento que las parejas de novios que no convivían sugiriendo que la
convivencia era una alternativa para la soltería en vez del matrimonio.
Para Macklin, (1978) un sin número de factores han contribuido para crear una
atmósfera conducente al cambio a las relaciones de convivencia en sustitución del
matrimonio en los Estados Unidos. El cambio hacia la aceptación de la convivencia
puede ser visto como una evolución lenta en los patrones de valores y conductas sexuales
que comenzaron a principios del siglo XX con el crecimiento de la urbanización y su
efecto en la privacidad y el anonimato y los cambios hacia las actitudes referentes a la
libertad para las mujeres. Esta evolución se puede trazar desde el principio del 1920
donde se comenzó a presentar un aumento en la aceptación sexual en las relaciones
amorosas. Para Macklin (1978) el final de la década de los 60’s, las relaciones sexuales
entre estudiantes universitarios se habían convertido en una práctica común. La
17
extensión de estas prácticas condujo a que muchos estudiantes que disfrutaban estar
juntos comenzaran a dormir juntos con más frecuencia. Según Macklin (1978) el
aumento en la aceptación de prácticas sexuales fuera del matrimonio y la utilización del
sexo como expresión de afecto en vez de acto para la procreación, hizo más fácil incurrir
en estas prácticas.
Se han establecido varias teorías para intentar explicar los tipos de convivencia.
López-Cruz, (2005) aplicó la teoría de convivencia de Macklin, (1978) en su libro “La
Familia, un Enfoque Interdisciplinario” (1ra Edición), para describir las uniones
consensuales en Puerto Rico. En su teoría Macklin (1978) propone cinco (5) razones por
las cuales las parejas establecen este tipo de relación: (1) convivencia temporera casual
(incluyendo contrato de convivencia), donde dos personas comparten la misma vivienda
porque es conveniente para ambos; (2) noviazgo-compromiso de tipo afectivo donde las
parejas se mantienen juntas porque disfrutan el estar juntos el uno con el otro y
continuarán juntos hasta que ambos deseen; (3) proceso de evaluación hacia el
matrimonio, donde la pareja se encuentra en el proceso de evaluar la relación antes de
tomar la decisión de establecer el compromiso; (4) la alternativa temporera hacia el
matrimonio, donde la pareja conviven juntos, en espera del momento más conveniente
para el matrimonio, (puede ser ocasionado por problemas económicos o por situaciones
legales); y (5) la alternativa permanente al matrimonio, donde la pareja convive en una
relación de larga duración similar al matrimonio, pero sin la reglamentación y sanciones
legales y religiosas.
Otros investigadores (e.g, Manning, 1993; Smock, 2000 y; Raley, 2001) enfatizan
en las diferencias en el área de reproducción. Integran la idea del efecto del embarazo en
18
el futuro de la relación, especialmente en el tipo de convivencia ya que las parejas que
conviven toman el embarazo como un motivo para establecer el compromiso del
matrimonio. Kiernan (2001) por su parte, introdujo la idea de que es difícil distinguir
diferencias entre las parejas que convivían y las parejas casados que tenían hijos, el cual
permite ver la convivencia como una alternativa hacia el matrimonio.
Integrando las distinciones críticas mencionadas anteriormente, Heuveline, y
Timberlake (2004), describieron seis formas típicas de convivencia englobadas en tres
ideas principales; (a) vivir juntos, (b) tener hijos juntos y (c) mantenerse juntos. Las 6
ideas de convivencia son: (1) los marginales es cuando la opción de la convivencia es
considerada por pocas personas debido a la penalización del estado hacia esta práctica;
(2) preludio hacia el matrimonio, donde al igual que el tercer tipo de relación descrita por
Macklin,(1978), la pareja se encuentra en el proceso de evaluar la relación antes de tomar
la decisión de establecer el compromiso; (3) etapa hacia el proceso de matrimonio, donde
se considera la convivencia como una fase del matrimonio donde la pareja decide tener
hijos pero no se encuentran seguros del orden entre la procreación y el compromiso del
matrimonio; (4) la idea de la convivencia como una forma para posponer la formación de
una familia durante el noviazgo y mantenerse solteros; (5) corresponde a la decisión de
convivir en vez de casarse, al igual que el quinto tipo de relación descrita por Macklin
(1978), la pareja convive en una relación de larga duración similar al matrimonio por
decisión propia; y (6) diferencias de distinción, donde siguiendo los postulados de
Kiernan (2001), a pesar de que se parece a la alternativa para el matrimonio, las parejas
no están dirigidos hacia la alternativa del matrimonio por sus propias actitudes, sino más
19
bien por la aceptabilidad general de la convivencia y el soporte institucional de los padres
y familiares que esencialmente ignoran el estatus marital.
La religión es también una variable importante en el desarrollo de relaciones de
convivencia. Según se han encontrado en otros estudios en conductas sexuales la
variable de diferencia más significativa es la religiosidad de los individuos. Aquellos que
conviven presentan menores afiliaciones religiosas a las denominaciones religiosas
establecidas. También presentan menor incidencia de asistencia a las iglesias. (Macklin,
1978; Carrillo Pérez 2000, Stanley et al., 2006).
Otra de las variables más estudiadas dentro de la convivencia en la literatura es el
compromiso. Este interés tiene su raíz en la presunción de que es necesario un grado de
compromiso para mantener cualquier relación interpersonal. Las relaciones y la creencia
popular es que la convivencia carece del grado de compromiso suficiente para lograr el
éxito del mismo (Macklin, 1978; Stanley et al., 2006,). Los investigadores han
encontrado dos componentes esenciales en el grado de compromiso: (1) compromiso
personal que es igual al grado de dedicación de los individuos para continuar la relación a
nivel personal; y (2) compromiso conductual que es provocado por las consecuencias de
haber convivido con un individuo por mucho tiempo lo que lo hace más probable que lo
continúe haciendo por la costumbre (especialmente el grado en el cual otras personas que
conozcan de la relación, desaprueben el rompimiento de la misma y los cambios que
habrían que hacerse en la vida del individuo al terminar la relación) (Bud,1976; Johnson,
1973) en Macklin 1978).
Debido a que la convivencia es un estilo de vida innovador y las actitudes de los
que conviven tienden hacer relativamente más liberal, se asume que las relaciones de las
20
parejas que conviven sería de naturaleza andrógena y la división de tareas menos sexistas
que en las parejas de matrimonio tradicional (Macklin, 1978). Muchos estudios indican
que los individuos que conviven tienden a imitar las tendencias sociales que los rodean en
cuanto a sus roles por género según su edad. Las parejas de hoy día que conviven tienden
a ser más igualitarios que las de antes pero no menos igualitarios que las parejas casadas.
Los años de socialización para descifrar los roles sociales y la negociación y
acomodación para la adaptación hacia los mismos, han servido de refuerzo para mantener
modos de conducta más tradicionales, aun cuando en la superficie parecen ser relaciones
no tradicionales (Macklin, 1978; Stanley et al., 2006).
En cuanto a la exclusividad muchos han predicho que las parejas que conviven
serían menos monógamas en sus relaciones que las parejas convencionales de la misma
edad, pero nuevamente no existe información que comprueba esta noción. Mientras que
filosóficamente las parejas que conviven están más abiertos a ideas menos tradicionales
en sus relaciones actúan como todos los demás (Macklin, 1978). Por ejemplo, según
Montgomery (1977) citado por Macklin (1978) en un estudio de 31 parejas que convivían
encontró que la mayoría de los encuestados creían que debe de haber libertad sexual
dentro de la pareja pero sin embargo, restringían su actividad sexual como evidencia al
compromiso dentro de la relación.
Uniones de convivencia en Latinoamérica.
Debido a la relación política y económica de Puerto Rico con los Estado Unidos
se ha hecho hasta el momento una comparación de la literatura puertorriqueña con la
literatura estadounidense. Sin embargo, teniendo en consideración que Puerto Rico es un
21
país latinoamericano es adecuado describir las relaciones de convivencia en otros países
de Latinoamérica. En las naciones desarrolladas, la convivencia es usualmente
representada como un signo de la emancipación de las mujeres y como una debilidad en
la normativa imperativa de que la institucionalización del matrimonio es más importante
que el énfasis en la calidad de la relación de por sí (Castro Martin, 2002). Según Castro
Martin (2002), en muchas sociedades de Latino América las tradiciones históricas y las
consideraciones prácticas en vez de la deliberación del rechazo por el estado y la
interferencia de la iglesia, puede ser la base de las uniones de convivencia o uniones
informales.
Las uniones de convivencia también son concurrentes en países de Latino
América y del Caribe. Los datos indican que las uniones informales están
particularmente dispersas en el Caribe (Catasus Cervera, 1992) y algunas regiones de
América Central (Castro Martin, 1999). De hecho en la República Dominicana, El
Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá, las uniones de convivencia superan a las
uniones de matrimonio. En niveles más bajos de uniones informales, pero aún
considerados altos, se encuentra Cuba, Guatemala, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y
Venezuela con un 25 a 50 por ciento. En el otro lado del espectro en Costa Rica, Méjico,
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay, prevalecen uniones informales por debajo
del 25 por ciento.
Contrario a muchos países desarrollados donde la convivencia surge en los
sectores urbanos y educados de la sociedad, las uniones de convivencia en Latino
América prevalecen más entre los estratos sociales menos aventajados, sugiriendo que los
gastos económicos son un factor determinante en la elección hacia el matrimonio. El
22
matrimonio formal, especialmente el matrimonio religioso, es más deseado por los
beneficios de seguridad que provee a las mujeres y niños (Castro Martin, 2002). Sin
embargo, las uniones de convivencia son más sencillas de iniciar y son menos costosas
(Greene, 1992).
Las uniones de convivencia no son una categoría homogénea, sino que comprende
una gran variedad de situaciones de pareja (De Vos, 1999). Estas situaciones implican
desde el reemplazo a la soledad (Jelin, 1992), una estrategia utilizadas por muchas
mujeres para poder confrontar el hecho de ser madres solteras, un preludio para resolver
problemas económicos y dificultades restrictivas económicas y legales como: (1) la
espera de un divorcio; (2) un marco para establecer una relación secundaria entre
personas que ya están casados; y (3) un reemplazo de larga duración para el matrimonio
(Quilodrand, 1999). En algunos países surge una relación de convivencia que se asemeja
al patrón observado en sociedades más desarrolladas entre las mujeres más educadas
donde sienten más independencia para escoger el tipo de relación (Parrado y Tienda,
1999). Sin embargo, la mayor parte de la uniones de convivencia corresponden al tipo
tradicional y pueden ser mejor caracterizadas como un substituto al matrimonio formal
entre los estratos sociales de baja educación y pobre economía.
Estudios demográficos de los tipos de uniones en Latino América y el Caribe
tradicionalmente se enfocan en el impacto en la fertilidad (Stycos, 1968; Henriques,
1982; Burch, 1983; Ebanks y Loaiza, 1989; Glaser, 1994; Rosero-Bixbx, 1996) según
citados por Castro Martin (2002). Se han postulados dos hipótesis en la literatura con
respecto a esta variable. Debido a los altos niveles de fracasos en las relaciones de
convivencia, las mujeres que participan en este tipo de uniones, pueden pasar largos
23
periodos de tiempo sin pareja por lo que presentan una disminución en la exposición a
embarazos y por ende una reducción en la fertilidad (Osaka, Yaukey y Chevran, 1977).
Por otra parte, la inestabilidad en las relaciones de convivencia puede servir como
incremento para la fertilidad. A mayor número de rupturas en las uniones informales,
mayor será el número de parejas que tendrán las mujeres durante su vida reproductiva.
Debido a que los niños son visualizados como una fuente importante para crear un enlace
fuerte en las relaciones de convivencia, las mujeres pueden desear tener al menos un hijo
con cada compañero. Las múltiples parejas pueden tener de esta forma un efecto positivo
en la fertilidad durante el transcurso de la vida (Lightburn y Singh, 1982). También
debido a que las uniones de convivencia prevalecen más en mujeres con desventajas
educativas y económicas, es posible que estos factores socioeconómicos,
independientemente el tipo de unión, pueda contar con la mayoría de las diferencias en la
fertilidad (Trovato y Taylor, 1980; Henriques, 1982).
Funcionamiento Familiar
Minuchin (1982) señala que cada vez se ha ido dando más importancia a la
calidad de las relaciones familiares como determinantes en el desarrollo saludable del
individuo tanto físico como psicológico. Cuando dos personas se casan tienen que
aprender a acomodarse uno al otro; cada transición sucesiva dentro del ciclo de vida
requiere modificaciones adicionales a la estructura familiar.
Según Stinnett (1979) el funcionamiento familiar se define como aquellos
patrones o formas de relacionarse que las familias establecen y que las distinguen unas de
otras. Stinett (1979) desarrolló un modelo de fortalezas familiares para la Universidad de
24
Nebrasca-Lincoln donde se estipulan 6 componente básicos para un buen funcionamiento
familiar: (1) el nivel de compromiso; (2) sensación de bienestar; (3) nivel de
comunicación; (4) expresión de aprecio; (5) cantidad y calidad de tiempo juntos; y (6)
destrezas en el manejo de conflictos y crisis. Para Stinnet y De Frain (1979) el
compromiso se refiere a una promesa de tiempo y energía con la familia para que sus
miembros logren el máximo de desarrollo dentro de ella. Bienestar es la creencia en lo
positivo de las interacciones humanas, lo cual se traduce en términos de confianza con el
prójimo y capacidad de dar y recibir amor. Comunicación efectiva por otro lado se
caracteriza por canales abiertos y claros entre el que habla y el que escucha;
comunicándose directamente y utilizando un comportamiento consistente, tanto el
lenguaje verbal como no verbal. El aprecio es el resultado de las interacciones del
compromiso, bienestar y comunicación efectiva, permitiendo el poder reconocer los
aspectos positivos de los demás y poderlos expresar. La dimensión de tiempo juntos se
refiere, tanto a la cantidad como a la calidad del tiempo que la familia comparte en
actividades sociales y recreativas. Este compartir ofrece un sentido de identidad
necesario para el buen funcionamiento de sus miembros. Por último, destrezas en el
manejo de conflicto y crisis se refiere a las destrezas que posee la familia para enfrentar
situaciones adversas. Esto es algo que se desarrolla cuando se está capacitado en las
fortalezas antes mencionadas.
Investigadores en familia han desarrollado esquemas de clasificación para
describir el funcionamiento desde saludables/adaptativos hasta muy
disfuncionales/extremamente disfuncionales, considerando las dimensiones de cohesión,
cambio y comunicación (Beavers & Hampson, 1993; Olson, 2000). Las familias
25
severamente disfuncionales tienden a ser inflexibles; no pueden hacer cambios para
ajustarse a las demandas situacionales o ambientales y a los cambios en el desarrollo.
Tienden a ser indiferenciadas, mantienen pobres fronteras y no pueden proveer un
ambiente conductivo al desarrollo saludable de cada uno de los individuos y el
establecimiento de relaciones de confianza. Estas familias tienen una pobre estructura,
impedimentos en la comunicación (e.g., comunicaciones inconsistentes), dificultades con
el proceso de solución de problemas y negociaciones y una calidad afectiva negativa
penetrante con mínima expresión de interés y calidez. Existe heterogeneidad en la
expresión de la patología familiar dependiendo de la caracterización de las dimensiones
de cohesión, adaptabilidad, y estilos de comunicación (Beavers & Hampson, 1993;
Olson, 2000).
Por otra parte Olson (2000) desarrolló un modelo circunflejo del funcionamiento
familiar, describiendo el nivel de adaptabilidad familiar y cohesión. Describe la
adaptabilidad familiar como un continuo de funcionamiento familiar que dependerá de la
flexibilidad y la habilidad que tenga la familia para establecer cambios en su estructura de
poder, relación de roles y reglas en demanda de cambios ambientales y situacionales.
Una familia saludable es flexible y estructurada en su acercamiento hacia el cambio. La
cohesión familiar también es una variable continua y se refiere al grado de unión afectiva
y emocional entre sus miembros (separado vs. conectado). Un nivel adaptativo de
cohesión es aquel en el cual los miembros de la familia, o están separados, o están
conectados, en los extremos del continuo (desenganchado o enredado). El balance entre
adaptabilidad y cohesión está asociado a un nivel de funcionamiento familiar óptimo y el
desarrollo sano de los individuos que componen el grupo familiar, mientras que el
26
funcionamiento en los extremos de ambas dimensiones se asocia a disfuncionalidad
familiar. Existen 4 tipos de familia que emergen de esta clasificación: (1)caóticamente
desenganchados; (2) caóticamente enredados; (3) rígidamente desenganchados; y (4)
rígidamente enredados. De acuerdo a Olson (2000) esos tipos de familia se describen de
la siguiente forma:
En las familias caóticamente desenganchadas los miembros se sienten
desconectados los unos de los otros. Influencias externas no restringibles son permitidas,
predominan las fronteras confusas y las interacciones familiares son impredecibles.
Están marcadas por un liderato y una disciplina errática, negociaciones interminables y
cambios dramáticos en roles y reglas.
Similar a las familias caóticamente desenganchadas, los miembros de las familias
rígidamente desenganchadas experimentan un sentido de desolación dentro de la familia
estableciendo sus lazos primarios con personas fuera del núcleo familiar. Sin embargo,
estas familias se caracterizan por tener un estilo de liderato autoritario, con reglas y
directrices extremadamente rígidas, negociaciones limitadas y roles estereotipados.
Las familias caóticamente enredadas están extremadamente conectadas o cercanas
con altas demandas de fidelidad y poca tolerancia para la privacidad, separación o
influencia externa. El sobre apego de esta familia prevalece en un ambiente familiar
impredecible y volátil. Las familias rígidamente enredados legislan su intensa conexión
o cercanía a través de reglas extremadamente estrictas, roles rígidos y un estilo de
liderato autoritario.
Otro esquema útil para caracterizar familias saludables y disfuncionales es el de
Beavers y Hampson (1993), basado en estudios de investigación realizados en el
27
“Thimberlawn Psychiatric Reaserch Faundation” en Dallas. Estos clasifican el
funcionamiento familiar según el nivel de adaptabilidad y estilo de presentación o
búsqueda de gratificación indicando que las diferencias en estilo son relevantes a la
disfunción familiar. La adaptabilidad familiar se define como la capacidad de la familia
para efectuar cambios tolerando las diferencias individuales. Las familias con baja
adaptabilidad son más vulnerables a la disfunción ya que son inflexibles, y manifiestan
pobreza de fronteras y sistemas de comunicación. Estas familias pueden exhibir estilo de
presentaciones centrífuga o centrípeta. Las familias centrifugas, similar a las familias
desenganchadas, buscan gratificación en personas fuera de la familia, es decir, no confían
en los propios miembros de la familia y experimentan demandas prematuras de
separación. Las familias centrípetas buscan gratificación dentro de la familia, se les hace
difícil la separación y la individualización y confían menos en la intervención de fuentes
externas parecido a las familias enredadas.
La autoestima en las relaciones de parejas
Expertos en familia han encontrado diferencias en la autoestima de los individuos
dentro de una relación según el estado civil (Brown, 2004; Brown & Booth, 1998;
Kamopa Dusch, Cohan y Amato, 2003; Nock, 1995; Stanley et.al., 2004; Thompson y
Colella, 1992). La autoestima es la forma positiva o negativa en el cual el individuo se
ve a sí mismos (Gecas y Burke (1995); Rosenburg, 1979). Las experiencias de vida que
son inconsistentes con el autoconcepto del individuo, puede reducir la autoestima y los
sentimientos de competencia en el individuo (Thoits, 1995) y puede ser amenazante al
punto de producir dolencias (Brown and McGill 1989). Contrario a éstas, experiencias
28
satisfactorias y exitosas pueden promover la autoestima, dominio de sí mismo y sobre
todo satisfacción personal (Hoelter 1983; Thoits 1991).
Para efectos de este estudio se dará énfasis al efecto de autoestima en la relación
de pareja según la teoría de Terapia de Familia Conjunta de Virginia Satir (1968). Según
Satir, las personas escogen parejas con dificultades y características similares. La salud
psicológica individual requiere de la habilidad para aceptarse a sí mismo y aceptar a
otros, apreciar nuestras propias necesidades y sentimientos, poseer la habilidad de
comunicarse claramente y poseer la habilidad de aceptar desacuerdos con otros puntos de
vista. Para Satir los problemas maritales ocurren cuando uno de los individuos en la
pareja o ambos presentan baja autoestima, expectativas de vida irrealista y pérdida de
confianza. Usualmente esta sintomatología se desarrolla en los individuos cuando las
reglas para operar no llenan las necesidades para la supervivencia, crecimiento, y
acercamiento a otros.
Para Satir las parejas disfuncionales siguen reglas implícitas que limitan tanto el
crecimiento individual como la intimidad didáctica. En su perspectiva de CrecimientoBienestar, Satir cree que es inherente en el individuo afanarse al crecimiento positivo
para que de esa manera los síntomas se bloqueen en el proceso de pensamiento. Además
Satir cree que todos poseemos el potencial y los recursos para el crecimiento personal y
la culpa no es un concepto útil cuando se presentan dificultades en las relaciones debido a
que la salud de la relación de pareja es una responsabilidad compartida.
En el modelo de Satir, se ofrece primacía al funcionamiento y experimentación
tanto del individuo solo como del individuo en el contexto la relación. Los Roles
estrechos que las personas asumen dentro de la relación (víctima, aplacador, desafiante y
29
rescatador) y las posiciones de comunicación disfuncionales que exhiben (acusador –
arrogante [tener siempre la razón], aplacador [auto depreciación y pasivo], irrelevante
[aparenta no seguir patrones centrales en la relación], y súper-razonablemente individual
[ hiperintelectualizado y quien aparenta no tener sentimientos]), son fundamentalmente
expresiones de baja auto-estima y pobre auto concepto. Estos roles y posiciones
disfuncionales son contrarias a la del individuo congruente cuyas palabras y sentimientos
parean y quien tiene en consideración tanto su punto de vista como la de su pareja). Para
Satir, la autoestima y la calidad de la comunicación existen en una relación circular
donde una baja autoestima conduce a una pobre comunicación y viceversa.
La meta final para el modelo de terapia marital de Satir es promover la autoestima
y la auto-actualización a través del aumento en la calidad y congruencia de la autoexpresión sobre las necesidades en la relación. También incluye la auto-percepción, y
percepción de la pareja, el aumento en la autoconciencia, la remoción de máscaras
protectoras que ocultan la autenticidad y la aceptación y valoración de las diferencias.
Como dice Satir (1968) “la meta no es mantener la relación ni separarlos, sino más bien
dirigirlos a que se ayuden mutuamente a que tomen cargo de sus propias vidas”. Estas
metas aplican tanto a parejas que presentan problemas por conflictos en el proceso de
interacción como a individuos dentro de la relación con sintomatología específica.
Tipo de relación de pareja y psicopatología.
Para algunos investigadores la opción del matrimonio concede ventajas y
beneficios sobre otras opciones de estado civil (Coombs, 1991; Waite, 1995 y Brown,
2000). Estas ventajas y beneficios se enmarcan, en parte, en los hallazgos de una baja
30
frecuencia de condiciones psicopatológicas en las personas que optan por casarse en
comparación con los no casados como los/as separados/as, divorciados/as, viudos/as, y
los que conviven. De acuerdo con Gotlib y McCabe (1990) según citado en Carrillo Pérez
(2000), aunque la literatura evidencia consistentemente esta asociación, no se ha podido
establecer claramente por qué las personas que están casadas informan menos
psicopatología que las que no lo están.
Para Coombs (1991) las personas casadas, especialmente los hombres casados,
experimentan menos estrés y menos psicopatología emocional que los no casados. Indica
que los no casados experimentan patología física, y emocional en relación a
manifestación de alcoholismo, suicidio y una alta tasa de mortalidad debido a la ausencia
de una compañía que provea gratificación emocional y ayuda a enfrentar las vicisitudes
del diario vivir.
Según Waite (1995) los casados reflejaron un menor índice de problemas de
abuso de alcohol al compararlos con los hombres que conviven. Reveló que tanto
hombres como mujeres casados exhiben bajos niveles de conducta o prácticas no
saludables en comparación con los no casados que conviven.
Para Whisman y Bruce (1999) en un estudio donde se usó el instrumento
“Diagnostic Intervew Schedule” se encontró una asociación entre la insatisfacción marital
reportada en personas casadas con la manifestación de episodios de depresión. De
acuerdo a los hallazgos de su estudio de 904 individuos, las personas con un alto índice
de insatisfacción en su relación matrimonial reflejaron estar propensos a desarrollar al
menos un episodio de depresión al año.
31
En otro estudio donde se evaluó la relación de desórdenes psiquiátricos con el
nivel de insatisfacción familiar en las diferentes relaciones sociales conyugales,
familiares y de amistad se encontró en una muestra de 5,034 personas que la aquellos con
altos niveles de insatisfacción en el renglón de las relaciones conyugales apuntaron a 6
desordenes psiquiátricos de acuerdo al instrumento “Notario Health Supplement”
(Wisman, Tess & Goeriong, 2000). Estos desordenes asociados fueron depresión mayor,
distimia, fobia social, desordenes de pánico, desorden de ansiedad generalizada y
dependencia de alcohol. Al evaluar el nivel de insatisfacción en los otros renglones de
relaciones interpersonales familiares y de amistad y su asociación con desórdenes
mentales, no se encontró esta asociación.
Tipos de pareja y su relación con las variables personalidad, funcionamiento familiar,
comunicación y autoestima.
Se han hecho varios estudios tratando de comparar las relaciones románticas entre
el noviazgo, la convivencia y matrimonio. Las parejas que conviven difieren de los
casados y los novios en una variedad de constructos, incluyendo calidad de relación,
satisfacción familiar y disolución de la relación (Brown, 2004; Brown & Booth, 1996;
Kamp, Cohan & Amato, 2003; Nock, 1995; Stanley et.al., 2004; Thompson & Colella,
1992). La relación entre la convivencia y el pobre funcionamiento en las relaciones ha
sido muy bien documentada en pasados estudios de investigación conociéndose este
fenómeno como el efecto de convivencia (Stanley, Kline, & Markman, 2005). Por
ejemplo Kurdek y Schmitt (1986) encontraron que parejas heterosexuales que
cohabitaban o convivían sin casarse reportaron menos amor hacia la pareja y menor
32
satisfacción en la relación que los individuos casados, homosexuales que convivían y
lesbianas que convivían.
Otros estudios han encontrado que las parejas que conviven o parejas casadas que
convivieron antes de casarse reportaron menor calidad en la relación y mayor
inestabilidad en el matrimonio que aquellas parejas casadas que no convivieron antes de
casarse (Brown, 2004, Thomson & Colella, 1992). De hecho, los individuos que
convivieron antes del matrimonio presentaron menor calidad marital, menor `dedicación
al matrimonio y al compañero/a, más interacciones negativas, y menor confianza en la
duración de la relación que los individuos que no convivieron antes del matrimonio.
Barelds, (2005) completó un estudio con parejas casadas (85 por ciento) y parejas que
conviven (15 por ciento) en búsqueda de tratamiento de parejas que reportaron un grado
de aflicción entre severo a moderado para evaluar la relación entre variables de
personalidad, similitudes y satisfacción en la relación. Aunque los resultados no se
presentaron por separado según la clasificación de la relación, las parejas que fueron
similares en personalidad no reportaron cambios significativos en el grado de
insatisfacción. Estas diferencias en los hallazgos encontrados pueden deberse a la
población que utilizó Barelds (2005) ya que en los estudios anteriores las parejas no
reportaron altos niveles de aflicción. Sin embargo, las discrepancias en estos resultados
también sugieren que la similitud entre los rasgos de personalidad por si solos no debe
relacionarse al grado de satisfacción.
Los rasgos y factores de personalidad han sido utilizados más comúnmente para
explicar resultados y los efectos de variedades de conductas dentro de las relaciones. En
particular las variables de personalidad han sido examinadas en asociación con las
33
relaciones románticas, incluyendo el escogido de la pareja y las variables calidad de
relación y satisfacción en la relación (McGlade, 2008). Aunque los resultados de la
asociación entre las variables de personalidad y las variables de relaciones afectivas son
inconsistentes, los investigadores han encontrado que las características y diferencias de
la personalidad están generalmente relacionadas en la formación y mantenimiento de las
relaciones románticas (Barelds, 2005).
En un estudio realizado por McGlade (2008), se examinaron las variables de
personalidad y complementariedad (Similitudes en afiliación, opuestos en dominancia)
como explicaciones en las diferencias de satisfacción según el estado de la relación
(noviazgo, convivencia sin casarse, casados que convivieron previamente y casados que
no convivieron previamente). Los resultados indicaron que las parejas que conviven sin
casarse reportan menor satisfacción en su relación comparado con las parejas de novios y
los casados. Cuando se evaluó la complementariedad a través del estatus de la relación
fue significativamente relacionada a la satisfacción en la relación de noviazgo. Las
parejas que conviven reportaron menor complementariedad con sus parejas comparados
con las parejas casadas con que convivieron previamente. Las variables de personalidad
también se evaluaron en asociación con satisfacción y el neurotismo fue más
significativamente relacionado a baja satisfacción.
El grado de compromiso fue relacionado con la satisfacción propia en las
relaciones de noviazgo, mientras que el compromiso e inversión de tiempo fue
relacionado con la satisfacción con el compañero en las mujeres en relacionase de
noviazgo (Hendrick, Hendrick, & Adler, 1988). También la autoestima de los hombres
fue relacionado a satisfacción con el compañero, no así en las mujeres. Parejas que
34
permanecieron juntos en la segunda entrevista dos meses posteriores a la entrevista
inicial, habían reportado tener mayor apertura hacia el compañero, mejor autoestima y
mayor compromiso en la entrevista inicial, que los individuos que habían terminado la
relación en la segunda entrevista (Hendrick et al.).
Las parejas que conviven también difieren con las parejas que no conviven en los
procesos interpersonales. Cohan y Kleinbaum (2002) encontraron que las parejas que
convivieron antes de casarse exhibieron menores estrategias positivas de solución de
problemas y menores conductas de soporte que las parejas que no convivieron antes de
casarse. Sin embargo, no hubo diferencia significativa entre las parejas que convivieron
solamente con su actual esposo/a y aquellos que han convivido con varias parejas. Cohan
y Kleinbaum (2002) concluyeron entonces que el proceso marital proximal como el
proceso de solución de problemas y conductas de soporte puede explicar la baja
satisfacción en la relación reportada por los individuos que convivieron antes del
matrimonio.
Según Stanley et. al (2005), “la convivencia representa, para muchos un estado
ambiguo de compromiso” . También relacionan la convivencia con niveles bajos de
estabilidad, compromiso y dedicación hacia la pareja (Nock; Stanley et, al.,2004). En un
estudio (Newcomb & Bentler, 1980), encontraron que parejas que convivieron y se
separaron reportaron menor aflicción al momento de la separación que aquellos
individuos que se habían divorciado, sugiriendo menores niveles de compromiso por
parte de los que convivieron.
Parejas que conviven reportaron menor dedicación hacia sus parejas que los
individuos casados (Stanley et. al., 2004). Los hombres que convivieron antes de casarse
35
reportaron menor dedicación hacia el matrimonio que los hombres que no convivieron
antes del matrimonio. En esencia, menores niveles de dedicación fueron reportados por
hombres y mujeres que convivían y los hombres continuaron presentando niveles bajos
de dedicación aún después de casarse con sus compañeras (Stanley et al., 2004).
Axin y Barber (1997) demostraron que los individuos que convivieron antes del
matrimonio por periodos largos de tiempo, especialmente con múltiples parejas,
experimentaron una erosión en la autoestima o la valorización del matrimonio o cuidado
de los hijos. En adición a esto, Axin y Thornton (1992) encontraron que la experiencia
de la convivencia fue asociada a la aceptación del divorcio, el cual puede ayudar a
explicar los enlaces con los divorcios actuales.
Carrillo Pérez (2000) evaluó el funcionamiento familiar a través del Inventario de
Funcionamientos Familiar y la satisfacción marital utilizando el auto-reporte en parejas
pertenecientes a las afiliaciones bautistas, católicos y pentecostales. Establece que no
empece al hallazgo de previas investigaciones que relaciona altos niveles de satisfacción
en función de elementos asociados a la alta práctica religiosa y a su hallazgo en las
diferencias de la práctica religiosa, (asistencia a servicios religiosos, creencia en que las
enseñanzas bíblicas ayudan en la solución de problemas y frecuencia de oración), en las
denominaciones estudiadas, no se encontraron diferencias significativas entre muestras de
las denominaciones y el auto-reporte de satisfacción.
36
CAPÍTULO III:
FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS
En este capítulo se pretende establecer y definir las hipótesis basado en las
preguntas de investigación establecidas en el capítulo I. Durante la revisión de literatura
se pudo evidenciar las diferencias entre las parejas casadas versus las parejas que
conviven a nivel sistémico. Al comparar las uniones de convivencias con las uniones de
matrimonio, se han encontrado mayor inestabilidad y mayores problemas de
comunicación en las uniones de convivencia. También se han encontrado menor
compromiso, menor aprecio, menor dedicación y menores estrategias para la solución de
conflictos en los individuos que forman uniones de convivencia al compararlos con los
individuos que forman uniones por matrimonio. Estas variables se asocian directamente
al funcionamiento familiar. A pesar de estas diferencias en contra de las relaciones de
convivencia en Puerto Rico, estas uniones se están convirtiendo en la norma. Dado a que
las estadísticas del Departamento de Salud reflejan que existe una mayor probabilidad de
separación de matrimonios durante los primeros 2 años de relación, se consideró para este
estudio solo las parejas que lleven conviviendo o que estén casados por 2 años o más
Para estos efectos se han establecido las siguientes hipótesis:
Hipótesis alterna 1a
Existe una diferencia estadísticamente significativa entre en nivel de
funcionamiento familiar de las parejas heterosexuales puertorriqueñas que establecen una
relación de convivencia por 2 años o más al compararlos con un grupo de parejas casadas
por 2 años o más.
37
Hipótesis Nula 1b
No existe una relación estadísticamente significativa entre el nivel de
funcionamiento familiar de las parejas heterosexuales puertorriqueñas que establecen una
relación de convivencia por 2 años o más al compararlos con un grupo de parejas casadas
por 2 años o más.
Por otro lado las relaciones de convivencia también se han asociado a mayores
probabilidades de desarrollar depresión en los individuos que componen la relación al
compararlos con individuos que componen relaciones matrimoniales. La depresión a su
vez se relaciona a problemas en el auto concepto y en la autoestima. Teniendo esto en
consideración se han establecido las siguientes hipótesis:
Hipótesis Alterna 2a
Existe una relación estadísticamente significativa entre el nivel de autoestima de
los puertorriqueños que componen relaciones heterosexuales de convivencia por 2 años o
más al compararlos con los puertorriqueños que componen relaciones matrimoniales por
2 años o más.
Hipótesis Nula 2b
No existe una relación estadísticamente significativa entre el nivel de autoestima
de los puertorriqueños que componen relaciones heterosexuales de convivencia por 2
años o más al compararlos con los puertorriqueños que componen relaciones
matrimoniales por 2 años o más.
38
CAPITULO IV
METODOLOGÍA
El siguiente capítulo pretende describir el tipo de estudio, variables, protocolos y
procedimientos empleados en la presente investigación. Debido a que en este estudio se
buscó establecer una relación entre las variables de funcionamiento familiar y autoestima
con el estado civil de las parejas en Puerto Rico, se estableció un diseño de investigación
no experimental de tipo exploratorio para poder comprobar las hipótesis establecidas.
Para establecer la validez de la muestra se utilizaron pruebas de distribución. Por otra
parte, se utilizó el Coeficiente de Correlación de Spearman como método estadístico para
describir la relación lineal entre estas variables de funcionamiento familiar y autoestima
con los datos socio demográficos. A continuación se irán definiendo, los pasos
protocolos, variables y métodos estadísticos utilizados y su pertinencia y aplicabilidad al
estudio.
Datos socio demográficos
Para comenzar el estudio se creó un instrumento donde se obtuvo los datos
sociodemográficos de los participantes. Este instrumento se tituló “Cuestionario de
Datos Socio Demográficos”. El mismo fue evaluado y validado por 2 profesionales en el
campo de la psicología en familia y aprobado por la Dra. Nixalys González, Directora de
Disertación. En este cuestionario se incluyeron las variables: (V1) edad (mayores de 21
años); (V2) género (masculino o menino); (V3) estado civil (matrimonio o convivencia);
(V4) años en la relación actual (matrimonio o convivencia); (V5) número de
39
matrimonios previos; (V6) número de relaciones de convivencias previas; (V7) número
de hijos con la pareja actual; (V8) número de hijos con parejas previas; (V9) nivel de
educación; (V10) situación laboral; (V11) ingreso anual, (V12) pensión alimentaria;
(V13) preferencia religiosa (católica, evangélica, bautista, pentecostal, mormón, mita y
un espacio en blanco para otras); (V14) frecuencia de visitas a los servicios religiosos en
las diferentes denominaciones religiosas; y (V15) historial de tratamiento psiquiátrico o
psicológico por depresión antes del comienzo de la relación para evaluar posibles
problemas de autoestima no relacionados a la relación de pareja. El/la participante debió
marcar con una (X) o una marca de cotejo (√) a aquellas variables que le aplicaban (ver
apéndice A).
Las variables (V1) edad, (V4) años en la relación actual, (V5) número de
matrimonios previos, (V6) número de relaciones de convivencias previas, (V7) número
de hijos con la pareja actual, (V8) número de hijos con parejas previas, (V9) nivel de
educación, (V11) ingreso anual y (V14) frecuencia de visitas a los servicios religiosos, se
clasificaron en rangos en forma ordinal de menor a mayor. En la variable (V1) edad, los
rangos establecidos fueron: (1) de 21 a 30 años; (2) de 31 a 40 años; (3) de 41 a 50 años;
(4) de 51 a 60 años; y (5) de 61 en adelante. Para la variable (V4) años en relación
actual, los rangos establecidos fueron: (1) Menos de 2 años; (2) de 2 a cuatro 4 años; (3)
de 5 a 10 años; (6) de 11 a 20 años; y (5) más de 20 años. Para las variables (V5) número
de matrimonios previos, (V6) número de convivencias previas, (V7) número de hijos con
matrimonios previos y (V8) número de hijos con convivencias previas, los rangos
establecidos fueron: (1) cero; (2) uno; (3) dos; y (4) tres o más. En la variable (V9) nivel
de educación más alto alcanzado, los rangos establecidos fueron: (1) menor de grado
40
doce; (12) escuela superior; (2) cuarto año de escuela superior; (3) grado asociado; (4)
grado de bachillerato; (5) grado de Maestría; y (6) grado doctoral. Para la variable (V11)
ingreso anual, los rangos establecidos fueron: (1) menos de $15,000; (2) entre $15,000 a
$30,000; (3) entre $31,000 a $50,000; (4) entre $51,000 a $100,00; y (5) más de
$100,000. Por último, para la variable (V14) frecuencia de visitas a los servicios
religiosos, los rangos establecidos fueron: (1) creo en la ideología pero no asisto a los
servicios religiosos; (2) de 2 a 5 veces al año; (3) una vez al mes; (4) una vez a la semana
(sábado o domingo); (5) más de una vez a la semana; y (4) nunca.
Para poder analizar estas variables con las puntuaciones obtenidas en el Índice de
Autoestima (IAE) e Inventario de Funcionamiento Familiar (IFF) entre los grupos de
convivencia y matrimonio, es necesario utilizar estadísticas no paramétricas. Los
métodos no paramétricos o métodos de distribución libre, a menudo no suponen
conocimiento de ninguna clase acerca de las distribuciones de las poblaciones
fundamentales, excepto que éstas son continuas (Lind, Marchal, 2005). Para estos
efectos se utilizó la prueba de correlación rho de Spearman. Esta prueba es una medida
de la correlación (la asociación o interdependencia) entre dos variables aleatorias
continuas. Para calcular rho, los datos son ordenados y reemplazados por su respectivo
orden. La interpretación del coeficiente de Spearman oscila entre -1 y +1, indicándonos
asociaciones negativas o positivas respectivamente. El valor de cero (0) significa no
correlación pero no independencia. Una probabilidad menor a 0.025 indica asociación
significativa, (Lind, Marchal, 2005).
Por otra parte las variables (V2) género, (V10) situación laboral, (V12) pensión
alimentaria y (V13) preferencia religiosa se clasificaron en categorías. En la escala de
41
(V2) género, las categorías son (1) masculino o (2) femenino. En la variable (V10)
situación laboral, las categorías son: (1) empleado; (2) desempleado; y (3) retirado. En la
escala (V12) pensión alimentaria, las categorías son: (1) pasa pensión alimentaria por un
niño; (2) pasa pensión alimentaria por más de un niño; (3) recibe pensión alimentaria por
un niño; (4) recibe pensión alimentaria por más de un niño; y (5) Ni paga ni recibe
pensión alimentaria. En la variable (V13) preferencia religiosa, las categorías son; (a)
católico, (b) evangélico, (c) bautista, (d) pentecostal, (e) mormón, (f) mita, y (g) otras.
El tipo de análisis que suele hacerse con datos categóricos consiste en determinar
el tipo de asociación existente entre pares de variables, lo que se denomina cruzar las
variables. Las posibilidades son, que no haya asociación alguna, en tal caso se dice que
las variables son independientes, o que haya diferentes grados de asociación. Para medir
esta asociación se utilizó la prueba V de Cramer que es una medida de asociación que no
tiene equivalente en el análisis paramétrico. Esta prueba establece que existe una
relación nada más y la magnitud del valor proporciona una idea de la fortaleza de esa
asociación. Se ha documentado que un valor mayor a 0.1 ya establece al menos una
asociación débil (Lind, Marchal, 2005).
Por último, la variable (V15) historial de tratamiento psiquiátrico o psicológico
por depresión antes del comienzo de la relación, se utilizó como criterio de inclusión o
exclusión de los participantes en el estudio. Para tales efectos esta variable no se utilizó
para realizar análisis estadísticos.
42
Inventario de Funcionamiento Familiar
Para medir el funcionamiento familiar se utilizó el modelo de Fortalezas
Familiares, desarrollado por Stinett (1979) para la Universidad de Nebraska-Lincoln y
adaptado y validado por García Sexto (1994) para la población de Puerto Rico (ver
apéndice B). Para la utilización del mismo se le solicitó la autorización a la Dra. García
Sexto la cual fue otorgada vía correo electrónico el día 26 de octubre de 2010 (ver
apéndice C). En este modelo se estipulan los seis componente básicos para un buen
funcionamiento familiar; el nivel de compromiso, sensación de bienestar, nivel de
comunicación, expresión de aprecio, cantidad y calidad de tiempo juntos y destrezas en el
manejo de conflictos y crisis.
El instrumento fue validado con 301 familias participantes, residentes en
residenciales públicos del área metropolitana de San Juan. Los reactivos se sometieron a
una prueba de elegibilidad con la población examinada. Como resultado se obtuvo 119
reactivos representativos de las variables bajo estudio. El análisis de reactivos arrojo
correlaciones entre r = -.00 a r =.74, resultando 87 reactivos con una correlación sobre de
r = .30, p < .05 con las variables bajo estudio. Es importante mencionar que a pesar de
que el instrumento fue validado para la población de residentes de residenciales públicos,
el mismo no será administrado con esta población específicamente para efectos de esta
investigación.
Para obtener los niveles de confiabilidad se utilizaron los métodos de coeficiente
Alfa de Cronbach, el Método de Mitades y el Método de Prueba-Reprueba. Los
resultados arrojaron un coeficiente de Cronbach de r = .94, p < 0.05 y coeficiente
Pearson de Mitades igual a r = .86, p < 0.05. Estos resultados sugieren dos conclusiones:
43
en primer lugar, que el Inventario de Funcionamiento Familiar posee una consistencia
interna excelente; en segundo lugar, la muestra de reactivos seleccionada para el
inventario provienen de un mismo universo conductual. La consistencia temporal del
inventario, por otro lado, fue demostrada con el Método de Prueba- Reprueba. Se obtuvo
un coeficiente de Mitades igual a r =.70, f < 0.05. Este coeficiente evidenció un alto
grado de consistencia de la prueba a través del tiempo.
La validez de constructo se obtuvo a través de dos métodos; primeramente se
procedió a establecer las correlaciones intraescalas donde las mismas fluctúan entre
r =0.05 a r =.72. Los resultados reflejaron correlaciones altas, moderadas y bajas pero
significativos a 0.05 excepto con la variable Aprecio (0.05) que fue muy baja y con la
variable Bienestar que fue muy alta (.72). Finalmente, se llevó a cabo un análisis
factorial de componentes principales con notación “varimax”, el cual sugirió que la
varianza del instrumento está asociada mayormente a un solo factor, el cual mide
funcionamiento familiar.
El análisis de validez concurrente entre el Inventario de Funcionamiento Familiar
y el “Family Enviromental Scale”, los resultados arrojaron una correlación igual a r =.50,
p < 0.05 entre pruebas; las correlaciones entre las subpruebas de las pruebas fluctuaron
entre r =0.02 a r =.57. Estos resultados sugieren que las correlaciones son moderadas y
bajas, pero significativas entre las subescalas de las pruebas.
El instrumento final quedó constituido por 87 reactivos distribuidos de la
siguiente forma: 18 para compromiso, 11 para bienestar, 15 para comunicación, 11 para
aprecio, 17 para tiempo juntos y 12 para destrezas en el manejo del conflicto y crisis. Se
determinó el promedio del inventario de Funcionamiento Familiar (x = 353.42) y su
44
desviación estándar (s=43.50); además los valores máximos y mínimos 421 y 164
respectivamente. Se convirtieron estos valores en puntuaciones T para facilitar la
interpretación de los resultados. Para efectos de este estudio se utilizó el instrumento
validado por la Dra. García en su totalidad. Se le ofreció al participante el cuestionario y
la hoja de respuestas solamente. La tabulación del mismo estuvo a cargo del investigador
principal utilizando la tabla de conversión de puntuación bruta a puntuación tipificada,
rango Z a puntuación T según los resultados de la normalización de la prueba según la
Dra. García (Tabla 4.1).
Tabla 4.1: Tabla de conversión de puntuación bruta a puntuación tipificada, Rango Z a
puntuación T
Puntuación Bruta
Rango Z
Puntuación T
≤ 440
397 a 439
356 a 396
310 a 355
266 a 309
˃ 265
≤ 440
≤ 2.00
1.00 a 1.99
.01 a .99
-.99 a .00
-1.99 a -1.00
≤ -2.00
≤ 2.00
≤ 70
60 a 69
50 a 59
40 a 49
30 a 39
≤ 29
≤ 70
Nivel de
Funcionamiento
Muy Funcional
Funcional
Promedio alto
Promedio Bajo
Disfuncional
Muy disfuncional
Muy Funcional
El Índice de Autoestima (IAE).
Para evaluar el grado de autoestima se utilizó El Índice de Autoestima (IAE) de
Walter W. Hudson. Este instrumento fue creado en el 1974 y es publicado actualmente
por WALMYR Publishing Co. en Tallahassee, Florida. En Puerto Rico el psicólogo José
H. Hernández publicó una versión de este instrumento traducido al español para la
población puertorriqueña en su libro “Autoestima, Vehículo de Éxito”, segunda edición
en el 2000 (ver apéndice D).
45
El IAE consiste en una escala de 25 reactivos diseñado para medir el grado,
severidad o magnitud de los problemas que los clientes puedan tener con su autoestima.
Aquí la autoestima es considerada como un componente evaluativo del yo. El
instrumento está escrito en un lenguaje sencillo, es fácil de administrar y fácil de corregir.
Debido a que los problemas con la autoestima usualmente son causados por dificultades
psicológicas y sociales, este instrumento se puede utilizar en una gran variedad de
problemas clínicos. El IAE tiene dos puntuaciones de corte. La primera es una
puntuación de 30 (±5); puntuaciones por debajo de este punto indican la ausencia de
problemas clínicos significativos en esta área. La segunda puntuación de corte es 70.
Puntuaciones por encima de este punto por lo general sugieren que el cliente está
experimentando estrés severo con posibilidad de la utilización de la violencia al tratar de
manejar los problemas. El evaluador debe estar pendiente a esta posibilidad.
Esta escala se normalizó a partir de la administración de la misma a una muestra
heterogénea de 1,745 personas de origen caucásico, japonés, chino y latinos. La muestra
incluyó personas solteras y casados, estudiantes y no estudiantes con y sin problemas
clínicos. La escala no se recomienda para personas menores de 12 años.
Para darle puntuación se invierte los valores de las preguntas en el orden 3, 4, 5,
6, 7, 14, 15 18, 21, 22, 23 y 25. Luego se suma el producto al resto de las puntuaciones
obtenidas. Se le resta el número de preguntas completadas al total obtenido en el paso
uno y se multiplica por 100. El resultado del paso 2 se divide entre el número de
preguntas completadas y se multiplica por 6. Esto produce una curva de 0 a 100.
En cuanto a la confiabilidad, el IAE tiene un alfa de r =.93 lo que manifiesta una
excelente consistencia interna y una puntuación baja en el error estándar del promedio
46
(SEM de 3.70). Tiene una excelente estabilidad a corto plazo con una correlación de
r =.92 entre pre y post prueba en un intervalo de dos horas.
Esta escala tiene una buena validez entre grupos conocidos distinguiendo
significativamente entre clientes con problemas de autoestima según otras escalas que
miden depresión, alegría, sentido de identidad y las puntuaciones del La Escala de
Satisfacción Generalizada “Generalized Contentment Scale”. En general la
categorización de la autoestima para esta escala dependerá de las puntuaciones como
sigue: de 0-10 muy alta; 121-20 bastante alta; 21-30 alta; 31-40 promedio; 41-60
promedio; 61-70 baja; 71-80 muy baja; y de 91-100 bajísima.
Para el permiso de uso de esta escala se le solicitó la autorización de la traducción
realizada por el psicólogo José H. Hernández a través de correo electrónico. La solicitud
de autorización fue dirigida al Sr. Andrés Pomales, (Editor) y a la Sra. Neida I. Aponte
(Asistente Administrativo) de la compañía editorial Publicaciones Puertorriqueñas, Inc. el
día 4 de noviembre de 2010. La aprobación fue enviada por la Sra. Aponte a través de
correo electrónico el día 16 de noviembre de 2010 (ver apéndice E). Para efectos de este
estudio se utilizó el instrumento traducido en su totalidad. El cuestionario provee para la
corrección e interpretación de las puntuaciones obtenidas al momento. Sin embargo, para
evitar que se realicen cambios en las respuestas, se le proveyó al participante solo la hoja
de preguntas y respuestas en forma de tabla para evitar así que el participante realizara la
tabulación del instrumento y cambiara alguna respuesta (ver apéndice D).
Los trámites para obtener la autorización de la Junta de Protección de Seres
Humanos en la Investigación de La Universidad del Turabo, conocido también por sus
siglas en inglés como (IRB), comenzaron en el mes de diciembre de 2010. Para tales
47
efectos, tanto el investigador principal Alejandro Borrero Oropeza, como la directora de
disertación la Dra. Nixalys González Martínez, completaron las certificaciones
solicitadas por el IRB donde se incluyeron: (1) El Manejo de la Privacidad de
Información (HIPAA); (2) La Protección de Participantes Humanos en la Investigación
(IRB); y (3) El Curso de Ciencias Sociales y de la Conducta (RCR). Se completó además
la solicitud formal para la autorización del estudio en conjunto con los documentos
adicionales pertinentes al tipo de estudio durante este periodo. Luego de realizarle las
recomendaciones sugeridas, el IRB le otorgó al investigador la autorización inicial para
comenzar el estudio el día 25 de mayo de 2011 (ver apéndice F). Para esta fecha se
comenzó a reclutar candidatos potenciales para el estudio, sin embargo, las personas
identificadas como posibles candidatos no comenzaron a llenar los cuestionarios hasta el
16 de julio de 2011, donde el IRB aprobó una enmienda de inclusión para la Hoja de
Instrucciones y El Cuestionario de Datos Socio Demográfico (ver apéndice G)
Selección de la muestra.
Se obtuvo una muestra de 25 parejas casadas y 25 parejas en uniones
consensuales por disposición en toda la Isla. Para el reclutamiento de estas parejas se
ofreció un anuncio del estudio a través de las redes sociales de Facebook, Twitter y
Myspace (ver apéndice H) por un periodo aproximado de 5 semanas consecutivas,
empezando el 25 de mayo de 2011 hasta el 5 de julio de 2011. Se comenzaron a recibir
cuestionarios desde el día 17 de junio de 2011 y se recolectaron los últimos el día 4 de
julio de 2011. Una vez completado este periodo se descontinuó el anuncio en las redes
cibernéticas. El motivo de este anuncio fue informarle a la población puertorriqueña
48
acerca del estudio para poder así reclutar participantes de forma voluntaria y por
disposición. Los participantes debían ser mayores de 21 años y estar casados o
participando de una relación consensual o de convivencia por 2 años o más. Se
excluyeron todos aquellos participantes que hubiesen recibido tratamiento sicológico o
siquiátrico por trastornos afectivos antes de establecer su relación de pareja para descartar
problemas de autoestima previos a la relación. Un total de 221 personas estuvieron
interesadas en participar en el estudio de los cuales118 lograron entregar los cuestionarios
a tiempo. De los 118 cuestionarios recibidos, se descartaron 18 en total, ( 6 parejas
casadas y 3 parejas de convivencia) Estos fueron excluidas ya que uno o ambos en la
pareja no completaron los cuestionarios en su totalidad. Para tales efectos se obtuvo una
muestra total de 25 parejas casadas y 25 parejas en uniones consensuales o en estatus de
convivencia. Para evaluar la distribución de frecuencia de la muestra se realizó una
prueba T comparando las proporciones de los participantes por municipio con las
proporciones de la población en general según establecidas por municipio de acuerdo al
censo del 2010.
Para incentivar la participación de las parejas, se les ofreció un boleto de
participación para el sorteo de un certificado de compras de $300.00 en el centro
comercial Plaza las Américas luego de entregar los cuestionarios debidamente
complementados al investigador principal. Si el/la participante cualificaba para el estudio
y aceptaba voluntariamente a participar en el mismo, se le ofrecía la oportunidad de
comunicarse directamente con el investigador a través del número telefónico o correo
electrónico provisto en el anuncio presentado en las redes sociales y avisos de promoción.
Tan pronto se establecía la comunicación se les ofrecía las fechas para que el investigador
49
pudiera entregarle personalmente los cuestionarios. Estos cuestionarios fueron provistos
en un sobre manila con las instrucciones para complementarlos. Si el/la participante
solicitaba que se le entregara los cuestionarios personalmente, se le ofreció la
oportunidad de recogerlos según su disponibilidad en: (1) la Escuela de Ciencias de
Sociales y Humanas de la Universidad del Turabo en Gurabo los días 18 y 21 de junio de
2011 de 10:30 am. a 2:00 pm.; (2) el centro comercial Plaza del Caribe en Ponce el 28 de
junio de 2011 de 10:30 am. a 2:00 pm.; y (3) en el centro comercial Mayagüez Mal el 4
de junio de 2011 de 10:30 am. a 2:00 pm.
Los participantes que recibieron el paquete personalmente tuvieron la opción de
contestarlos en el momento o llevárselos y enviarlos posteriormente por correo postal en
un sobre pre-dirigido con sellos provistos dentro del paquete de los cuestionarios con la
dirección postal del investigador principal. Si el/la participante deseaba recibir los
cuestionarios del estudio, pero no tenía las facilidades para llegar a los centros ofrecidos
en las fechas disponibles, se le ofreció la oportunidad de recibirlos por correo postal. Los
que tomaron esta opción completaron los cuestionarios y los enviaron en el sobre pre
dirigido con sellos dentro del paquete con la dirección postal del investigador principal.
La fecha límite para la participación en el estudio fue el lunes 4 de julio de 2011.
El tiempo aproximado en completar los cuestionarios es de 30 minutos. Teniendo
esto en consideración se les orientó a los participantes sobre la incomodidad que esto
podía causarles. El riesgo principal en su participación es precisamente la incomodidad
que puede causarles por el tiempo de participación y por la naturaleza de las preguntas
provistas en los cuestionarios. Se les orientó que de no desear continuar con su
participación en el estudio, tenían la libertad de descontinuar su participación en el
50
momento en que así lo entendieran. Se les garantizó su privacidad y su anonimato ya que
solo el investigador principal tendría acceso a los cuestionarios provistos. Estos
cuestionarios se mantendrán bajo llave en la oficina privada del investigador por un
periodo de 5 años a partir del día del sorteo y luego se triturarán. Esta información le fue
provista a los participantes en la Hoja Informativa (ver apéndice I) para su facilidad y
tranquilidad y se les incluyó una hoja de Instrucciones Generales (ver apéndice J) para
orientarlos sobre el proceso a seguir durante su participación en el estudio.
En el momento en que los cuestionarios fueron complementados en su totalidad,
los participantes los entregaron personalmente al investigador o los enviaron vía correo
postal debidamente sellados en el sobre pre dirigido para mantener la confidencialidad de
la información según fuera el caso. Luego de entregados se les ofreció la oportunidad de
escoger un número de participación en una libreta de sorteos de 200 números. El número
de participación del sorteo no se relacionó con el número de cuestionario para poder
mantener así su anonimato. Si el/la participante escogía realizar la gestión vía correo
postal, se le ofrecía la oportunidad de escoger el número vía telefónica para enviarle así el
número del sorteo 5 días antes del mismo. Este sorteo se realizó el martes 5 de julio de
2011 a las 10:00 a.m. en la Escuela de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad
del Turabo. Al realizar el sorteo se tomó la firma de dos testigos (ver apéndice K) y se
notificó al ganador inmediatamente vía telefónica. El certificado de compras se le
entregó al ganador el día 17 de julio de 2011 y se obtuvo su firma con acuse de recibo
garantizando su anonimato (ver apéndice L).
51
Para los participantes del estudio el sobre manila contenía los siguientes
documentos:
1. Una hoja de Instrucciones Generales con la secuencia a seguir para completar
los requisitos de la investigación (ver Apéndice I);
2. La Hoja Informativa, ofreciendo información acerca de las preguntas de
investigación, el tiempo aproximado en completar los instrumentos, la
participación voluntaria, el derecho a no tener que completar los cuestionarios
de no desearlo, la confidencialidad, el anonimato de los participantes y la
seguridad de la información obtenida. También se incluyó en este documento
las aportaciones que esta investigación puede ofrecer al desarrollo de la
psicología en Puerto Rico en términos de la orientación al tratamiento
apropiado en la terapia de conflictos de pareja teniendo en consideración el
tipo de unión establecido y el origen del conflicto (ver apéndice H).
3. Cuestionario de Datos Socio Demográficos (ver apéndice A)
4. Inventario de Funcionamiento Familiar (ver apéndice B)
5. Índice de Autoestima (IAE) (ver apéndice D).
6. Sobre con sello postal pre dirigido a la dirección del investigador principal
para los participantes que deseen enviar los cuestionarios complementados por
correo postal.
52
CAPITULO V
RESULTADOS
A continuación se ofrecerán los resultados obtenidos durante la investigación, las
correlaciones entre las variables y todos los datos concernientes a la investigación. Se
entregaron un total de 221 paquetes de cuestionarios de los cuales se recibieron un total
de 118 cuestionarios. De éstos se descartaron 18 cuestionarios, (6 parejas casadas y 3
parejas en convivencia), debido a que 1 o 2 de los individuos en la pareja no completaron
los cuestionarios en su totalidad. Las variables (V10) situación laboral y (V11) ingreso
anual, fueron las variables que más se dejaron en blanco en los cuestionarios descartados.
De los 18 cuestionarios descartados, 14 no completaron estas variables. Seguido, 3 de los
participantes no contestaron la variable de pensión alimentaria y 2 no completaron la
variable (V8) número de hijos con parejas previas. Para tales efectos se obtuvo una
muestra total de 25 parejas casadas y 25 parejas en uniones consensuales o en estatus de
convivencia.
En probabilidad y estadística, la aplicación fundamental de la distribución F es la
comparación de varianzas, es decir, el contraste de hipótesis referentes a varianzas de
poblaciones normales e independientes, y a la comparación de medias de varias
poblaciones, que constituye precisamente el “análisis de la varianza”. El procedimiento
del análisis de la varianza consiste en suponer que la variabilidad observada, en el
conjunto de todas las muestras, se debe a dos posibles causas: (1) la variabilidad real de
todas las poblaciones, es decir, la variación de origen aleatorio o “error”; (2) y la posible
diferencia que exista realmente entre las poblaciones (Lind Marchal, 2005). Se comparó
53
la varianza de la muestra con las varianzas establecida por municipio según el censo de
Puerto Rico en el 2010, (Tabla5.1). La P(F<=f) de una cola = (0.00040706<0.25). Para
tales efectos en cuanto a las varianzas de los dos grupos, podemos decir que son
estadísticamente distintas. Las cantidades de acuerdo al Censo debieron estar más
dispersas.
Tabla 5.1: ( Prueba F) Dos muestras para varianzas. Comparación de la varianza de la
muestra con las varianzas establecida por municipio según el censo de Puerto Rico en el
2010.
Promedio
Varianza
Observaciones
df
F
P(F<=f) una-cola
F Critical una-cola
Promedio
Variable 1
2.702702703
2.714714715
37
36
0.315587363
0.00040706
0.573732298
2.702702703
Variable 2
2.810810811
8.602102102
37
36
2.810810811
Por otra parte en probabilidad y estadística, la distribución t (de “Student” ) es
una distribución de probabilidad que surge del problema de estimar la media de una
población normalmente distribuida cuando el tamaño de la muestra es pequeño. Aparece
de manera natural al realizar la prueba t de “Student” para la determinación de las
diferencias entre dos medias muestrales y para la construcción del intervalo de confianza
para la diferencia entre las medias de dos poblaciones cuando se desconoce la desviación
típica de una población y ésta debe ser estimada a partir de los datos de una muestra.
Existe dos formas, una para dos varianzas iguales y otra para dos varianzas no iguales
(Lind Marchal, 2005). La prueba P(T<=t) dos colas para varianzas no iguales =
(0.845714245 >0.25), (Tabla 5.2). La probabilidad de la prueba t-indica que los dos
54
grupos no son estadísticamente diferentes. Las proporciones de participantes por
municipio lucen ser representativas de las proporciones establecidas por municipio de
acuerdo al censo del 2010.
Tabla 5.2: (Prueba T) Asumiendo diferentes varianzas entre la muestra y las
proporciones establecidas por municipio de acuerdo al censo del 2010.
Variable 1
2.702702703
2.714714715
37
0
Promedio
Varianza
Observaciones
Diferencia de Promedio de
Hipótesis
df
t Stat
P(T<=t) una-cola
t Critica una-cola
P(T<=t) dos-colas
t Critical two-tail
Variable 2
2.810810811
8.602102102
37
57
-0.195477595
0.422857123
1.672028888
0.845714245
2.002465459
Demografía de la población
El 41 por ciento del total de los participantes fluctuaron en el rango de edades de
41 a 40 años de edad. Seguido el 25 por ciento entre las edades de 41 a 50, el 17 por
ciento entre las edades de 51 a 60, el 11 por ciento entre la edades de 21 a 30 y el 6 por
ciento de 61 años en adelante. Se pudo observar una mayor participación de hombres y
mujeres que conviven entre las edades de 21-a 30 años al compararlos con hombres y
mujeres casados, (Tabla 5.3).
Tabla 5.3: (V1), Edad
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
21-30
años
%
31- 40
Años
%
41- 50
años
%
51- 60
años
%
61 en
adelante
%
4
16
11
44
4
16
5
20
1
4
6
24
11
44
6
24
2
8
0
0
55
Tipo de
Relación
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Total
21-30
años
%
31- 40
Años
%
41- 50
años
%
51- 60
años
%
61 en
adelante
%
0
0
10
40
7
28
5
20
3
12
1
4
9
36
8
32
5
20
2
8
11
41
25
17
6
En la variable (V4) años en la relación actual, el 44 por ciento de los hombres que
conviven reportaron de 2 a 4 años en la relación. El 44 por ciento de los hombres
casados reportaron de 11 a 20 años en la relación. En el extremo opuesto el 8 por ciento
de los hombres que conviven reportaron 20 o más años en la relación actual mientras que
el 40 por ciento de hombres casados reportaron lo mismo. Entre las mujeres que
conviven, 36 por ciento reportaron de 2 a 4 años en la relación versus un 0 por ciento
reportadas por mujeres casadas. En el extremo opuesto 8 por ciento de las mujeres que
conviven reportaron 20 o más años en la relación actual, mientras que un 40 por ciento
de mujeres casadas reportaron 20 años o más. Entre las mujeres que conviven, el 36 por
ciento reportaron de 2 a 4 años en la relación, versus 0 por ciento reportadas por mujeres
casadas en esta escala. En el extremo opuesto, 8 por ciento de las mujeres que conviven
reportaron 20 años o más en la relación actual, mientras que un 40 por ciento de las
mujeres casadas reportaron 20 años o más. Al comparar los resultados por pareja
(hombre en convivencia con mujer en convivencia) y (hombre casado con mujer casada),
se espera que los resultados sean los mismos. Aun así se encontraron discrepancias en
los resultados reportados. Estas discrepancias se observan en ambos grupos, sin
embargo, son más comunes en el grupo de las parejas que conviven, (Tabla 5.4).
56
Tabla 5.4: (V4), Años en relación actual
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Menos
de 2
años
0
%
2a4
años
%
5 a 10
años
%
11a 20
años
%
Más
de 20
%
0
11
44
8
32
4
16
2
8
0
0
9
36
10
40
3
12
3
12
0
0
1
4
3
12
11
44
10
40
0
0
0
0
3
12
12
48
10
40
Para la variable (V5) número de matrimonios previos (divorcios), el 39 por ciento
de los hombres que conviven reportaron haber tenido 1 o más divorcios. El 24 por ciento
de los hombres casados reportaron uno 1 o más divorcios. Por otra parte, el 56 por ciento
de las mujeres que conviven reportaron uno o más divorcios. Solo una mujer casada, (4
por ciento), reportó un matrimonio previo al matrimonio actual, (Tabla 5.5).
Tabla 5.5: (V5), Número de matrimonios previos (divorcios).
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Ninguno
%
1
%
2
%
%
8
3o
más
1
13
52
9
36
2
15
60
9
36
1
4
4
16
19
76
5
20
1
4
0
0
24
96
1
4
0
0
0
0
4
En la variable (V6) número de convivencias previas, el 52 por ciento de los
hombres que conviven reportaron haber tenido uno o más relaciones de convivencia
previas a la relación actual. El 20 por ciento de los hombres casados reportaron una
relación de convivencia previa a la relación actual. Por otra parte el 60 por ciento de las
57
mujeres que conviven reportaron 1 o más matrimonios previos. El 12 por ciento de los
hombres casados reportaron una relación de convivencia previa al matrimonio actual,
(Tabla 5.6).
Tabla 5.6: (V6), Número de convivencias previas.
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Ninguno
%
1
%
2
%
16
3o
más
3
9
36
9
36
4
10
40
11
44
20
80
5
22
88
3
%
12
3
12
1
4
20
0
0
0
0
12
0
0
0
0
Para la variable (V7) número de hijos con la pareja actual, no se identificaron
discrepancias en la cantidad de niños reportados por los participantes que componen las
parejas. El 28 por ciento de las parejas que conviven reportaron 1 hijo con la pareja
actual, el 12 por ciento reportaron 2 hijos y el 3 por ciento reportaron 3 o más. Por otra
parte, el 24 por ciento de las parejas casadas reportaron un solo hijo en la relación actual,
el 40 por ciento reportaron 2 hijos y el 24 por ciento reportaron 3 hijos o más, (Tabla
5.7).
Tabla 5.7: (V7), Número de hijos con la pareja actual.
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Ninguno
%
1
%
2
%
13
52
7
28
3
13
52
7
28
3
12
6
3
12
6
58
12
3o
más
3
%
12
3
12
3
12
24
10
40
6
24
24
10
40
6
24
En la variable (V8) número de hijos con parejas previas, el 24 por ciento de los
hombres que conviven reportaron de 1 a 2 hijos con parejas previas al igual que los
hombres casados. El 24 por ciento de las parejas que conviven reportaron 3 o más hijos
con parejas previas. Solo un participante de los hombres casados (4 por ciento), reportó
tres o más hijos con parejas previas. Por otra parte, el 40 por ciento de las mujeres que
conviven reportaron de 1 a 2 hijos con parejas previas. El 28 por ciento de las mujeres
casadas reportaron de 1 a dos 2 hijos con parejas previas. Ninguna reportó 3 o más hijos
con parejas previas (Tabla 5.8).
Tabla 5.8:(V8), Número de hijos con la pareja previas.
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Ninguno
%
1
%
2
%
4
3o
más
6
13
52
5
20
1
11
44
7
28
18
72
5
21
84
3
%
24
3
12
4
16
20
1
4
1
4
12
1
4
0
0
Para la variable (V9) nivel de educación, las mujeres casadas en general
reportaron mayor educación con grados de maestría y doctoral. Seguido en orden de
grados educativos se encuentran los hombres casados, las mujeres que conviven y por
último los hombres que conviven. El 20 por ciento de los hombres que conviven, el 4 por
ciento de los hombres casados, el 4 por ciento de las mujeres que conviven y el cero 0 por
ciento de las mujeres casadas, reportaron no haber completado el cuarto año de escuela
superior. El 24 por ciento de los hombres que conviven, el 16 por ciento de los hombres
casados, el 36 por ciento de las mujeres que conviven y el 8 por ciento de las mujeres
59
casadas reportaron solo tener cuarto año de escuela superior. El 36 por ciento de los
hombres que conviven, el 44 por ciento de los hombres casados, el 20 por ciento de las
mujeres que conviven y el 20 por ciento de las mujeres casadas reportaron haber
completado un grado asociado. El 20 por ciento de los hombres que conviven, el 20 por
ciento de los hombres casados, el 32 por ciento de las mujeres que conviven y el 32 por
ciento de las mujeres casadas reportaron haber completado un grado de bachillerato. Por
último, un cero 0 por ciento de los hombres que conviven, el 16 por ciento de los
hombres casados, el 8 por ciento de las mujeres que conviven y el 40 por ciento de las
mujeres casadas reportaron haber completado un grado de maestría o doctorado, (Tablas
5.9 y 5.10).
Tabla 5.9: (V9), Nivel de educación (menor de grado 12, cuarto año de escuela superior
y grado asociado.)
Tipo de Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer Matrimonio
Menor de
grado 12
5
%
20
4to año escuela
superior
6
1
4
1
0
%
24
Grado
Asociado
9
%
36
9
36
5
20
4
4
16
11
44
0
2
8
5
20
Tabla 5.10: (V9), Nivel de educación (grado de bachillerato, grado de maestría y grado
doctoral).
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Grado de
Bachillerato
5
%
%
20
Grado de
Maestría
0
8
32
5
20
60
%
0
Grado
Doctoral
0
1
4
1
4
3
12
1
4
0
Tipo de
Relación
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Grado de
Bachillerato
%
Grado de
Maestría
%
Grado
Doctoral
%
8
32
8
32
2
8
En la variable (V10) situación laboral, las mujeres casadas en general reportaron
mayor empleabilidad, seguido por los hombres casados. Los hombres y mujeres que
conviven reportaron empleabilidad en igual proporción. El 64 por ciento de los hombres
que conviven, el 72 por ciento de los hombres casados, el 64 por ciento de las mujeres
que conviven y el 64 por ciento de las mujeres casadas reportaron estar empleados. El 28
por ciento de los hombres que conviven, el 12 por ciento de los hombres casados, el 28
por ciento de las mujeres que conviven y el 16 por ciento de las mujeres casadas
reportaron estar desempleados. Por último, el 8 por ciento de los hombres que conviven,
el 16 por ciento de los hombres casados, el 8 por ciento de las mujeres que conviven y el
4 por ciento de las mujeres casadas reportaron estar retirados. (Ver tabla 5.10).
Tabla 5.11: (V10), Situación laboral
Tipo de Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Empleado
%
Desempleado
%
Retirado
%
16
64
7
28
2
8
16
64
7
28
2
8
18
72
3
12
4
16
20
80
4
16
1
4
Para la variable (V11) ingreso anual, los hombres que conviven en general
reportaron mayores ingresos, seguido por los hombres casados, las mujeres que conviven
y las mujeres casadas. El 48 por ciento de los hombres que conviven, el 32 por ciento de
61
los hombres casados, el 48 por ciento de las mujeres que conviven y el 20 por ciento de
las mujeres casadas reportaron ingresos menores de $15,000 al año. El 48 por ciento de
los hombres que conviven, el 60 por ciento de los hombres casados, el 36 por ciento de
las mujeres que conviven y el 16 por ciento de las mujeres casadas reportaron ingresos
entre de $15,000 a $30,000 al año. El 4 por ciento de los hombres que conviven, el
cuatro 4 por ciento de los hombres casados, el 12 por ciento de las mujeres que conviven
y el 4 por ciento de las mujeres casadas reportaron ingresos entre $31,000 a $50,000 al
año. Por último, para esta variable, el 20 por ciento de los hombres que conviven, el
cuatro 4 por ciento de los hombres casados, el cuatro 4 por ciento de las mujeres que
conviven y el cero 0 por ciento de las mujeres casadas reportaron ingresos entre $51,000
a $100,000 al año, (Tablas 5.12 y 5.13).
Tabla 5.12: (V11), Ingreso anual entre $15,000.00 hasta $50,000.00
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Menos de
$15,000
12
%
48
$15,000 a
$30,000
12
12
48
8
20
%
%
48
$31,000 a
$50,000
1
9
36
3
12
32
15
60
1
4
80
4
16
1
4
4
Tabla 5.13: (V11), Ingreso anual entre $51,000.00 en adelante
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
$51,000 a
$100,000
5
%
20%
$100,000 en
adelante
0
0%
1
4%
0
0%
1
4%
0
0%
62
%
Tipo de
Relación
Mujer
Matrimonio
$51,000 a
$100,000
0
%
0%
$100,000 en
adelante
0
%
0%
En la variable (V12) pensión alimentaria, el 28 por ciento de los hombres que
conviven reportaron pasar pensión alimentaria por un hijo y el 20 por ciento, reportaron
pagar pensión por más de 1. El 8 por ciento de los hombres casados reportaron pagar
pensión por 1 niño y el 3 por ciento por más de 1. Ninguno de los hombres reportaron
recibir pensión alimentaria. Por otra parte el 8 por ciento de las mujeres reportaron pasar
pensión por 1 hijo y el 8 por ciento por 1 o más. El 4 por ciento de las mujeres casadas
reportaron pasar pensión por 1 hijo y el 12 por ciento por más de 1. Una participante (4
por ciento) de las mujeres que conviven reportó pagar pensión por 1 niño. A diferencia
de los hombres, el 16 por ciento de las mujeres que conviven reportaron recibir pensión
por 1hijo y el 56 por ciento por más de 1hijo. Dentro del grupo de las mujeres casadas,
el 80 por ciento reportaron no recibir pensión alimentaria, (Tablas 5.14 y 5.15).
Tabla 5.14: (V12), Participantes que pagan pensión alimentaria por 1 o más niños.
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Pago por
1 niño
%
Pago por
más de 1
%
No aplica
%
7
28
5
20
13
52
2
8
2
8
14
56
2
8
3
12
20
80
1
4
0
0
22
88
63
Tabla 5.15: (V12), Participantes que reciben pensión alimentaria por 1 o más niños.
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Recibo
por 1 niño
%
%
No aplica
%
0
Recibo
por más
de 1
0
0
0
13
52
3
12
4
16
14
56
0
0
0
0
20
80
1
4
1
4
22
88
Para la variable (V13) preferencia religiosa, el 68 por ciento de los hombres que
conviven reportaron ser católicos, el 4 por ciento bautistas, el 8 por ciento pentecostales y
el 5 por ciento otras referencias religiosas no mencionadas en el cuestionario. El 76 por
ciento de los hombres casados reportaron ser católicos, el 8 por ciento evangélicos, el 4
por ciento pentecostal, el 4 por ciento mormón y el 8 por ciento otras. Por otra parte en
del grupo de mujeres que conviven, el 60 por ciento reportaron ser católicas, el 16 por
ciento evangélicos, el 16 por ciento bautista, el cuatro 4 por ciento mormón y el 4 por
ciento otros. Por último, el 68 por ciento de las mujeres casadas reportaron ser católicas,
el 12 por ciento bautistas, el 8 evangélicas, , y el 12 por ciento otros. (Tabla 5.16 y 5.17).
Tabla 5.16: (V13), Preferencia religiosa I; (Católicos, Evangélicos, Bautistas y
Pentecostales)
Tipo de
Católico
Relación
Hombre
17
Convivencia
Mujer
15
Convivencia
Hombre
19
Matrimonio
Mujer
17
%
Evangélico
%
Bautista
%
Pentecostal
%
68
0
0
1
4
2
8
60
4
16
4
16
1
4
76
2
8
0
0
1
4
68
2
8
3
12
0
0
64
Tipo de
Relación
Matrimonio
Católico
%
Evangélico
%
Bautista
%
Pentecostal
%
Tabla 5.17: (V13), Preferencia religiosa II; (Mormones, Mitas y otras preferencias no
mencionadas)
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Mormón
%
Mita
%
Otras
%
0
0
0
0
5
20
0
0
0
0
1
4
1
4
0
0
2
8
0
0
0
0
3
12
En la variable (V14) frecuencias de visitas a servicios religiosos, el 60 por ciento
de los hombres que conviven, el 52 por ciento de los hombres casados, el 36 por ciento
de las mujeres que conviven y el 28 por ciento de las mujeres casadas reportaron que casi
nunca visitan los servicios religiosos. El 28 por ciento de los hombres que conviven, el
12 por ciento de los hombres casados, el 24 por ciento de las mujeres que conviven y el
12 por ciento de las mujeres casadas, reportaron visitar los servicios religiosos de 2 a 5
veces al año. El 12 por ciento de los hombres que conviven, el 8 por ciento de los
hombres casados, el 12 por ciento de las mujeres que conviven y el veinticuatro 24 por
ciento de las mujeres casadas reportaron asistir a los servicios religiosos una vez al mes.
El 0 por ciento de los hombres que conviven, el 4 por ciento de los hombres casados, el
20 por ciento de las mujeres que conviven y el 12 por ciento de las mujeres casadas
reportaron asistir a los servicios religiosos 1 vez a la semana. Por último, el 0 por ciento
de los hombres que conviven, el 24 por ciento de los hombres casados, el 8 por ciento de
65
las mujeres que conviven y el 24 por ciento de las mujeres casadas reportaron asistir a los
servicios religiosos una vez a la semana, (Tabla 5.18).
Tabla 5.18: ( V14), Frecuencia de visitas a servicios religiosos
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Creo
pero no
asisto
%
2-5
veces
al año
%
1 vez
al
mes
%
1 vez
a la
semana
%
Más de 1
vez a la
semana
15
60
7
28
3
12
0
0
0
9
36
6
24
3
12
5
20
2
13
52
3
12
2
8
1
4
6
7
28
3
12
6
24
3
12
6
Resultados para el Inventario de Funcionamiento Familiar (IFF)
Las parejas que conviven obtuvieron una puntuación
= 309, clasificándolos en
un nivel de funcionamiento disfuncional según la escala del Inventario de
Funcionamiento Familiar (IFF). Las parejas casadas por su parte obtuvieron una
puntuación
= 347.34 en la escala, clasificándolos en un nivel de funcionamiento
promedio bajo. Al evaluar los resultados obtenidos por género según el estado civil, los
hombres casados reportaron mayor funcionamiento familiar con un
=350.36,
clasificándolos en un nivel de funcionamiento promedio bajo. Seguido, las mujeres
casadas obtuvieron un
= 338.32 con una clasificación de funcionamiento bajo, los
hombres que conviven con un
= 313.68 y un nivel de funcionamiento bajo y las
mujeres que conviven con un
= 309.4, con una clasificación de funcionamiento
disfuncional, (Tabla 5.19 y 5.20).
66
Tabla 5.19: Puntuaciones Promedio IFF (compromiso, bienestar, comunicación y
aprecio).
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Pareja
convivencia
Pareja
matrimonio
Compromiso
Bienestar
Comunicación
Aprecio
70.08
41.64
53.4
37.44
69.08
39.68
51.2
36.68
77.24
46.44
61.8
40.88
76.64
44.28
58.52
41.8
69.58
40.66
52.3
37.06
79.94
45.36
60.16
41.34
Tabla 5.20: Puntuaciones Promedio IFF (tiempo juntos, estrés gran total y
clasificación).
Tipo de
Relación
Hombre
Convivencia
Mujer
Convivencia
Hombre
Matrimonio
Mujer
Matrimonio
Pareja
convivencia
Pareja
matrimonio
Juntos
estrés
GrandTotal
Clasificación
59.68
51.44
313.68
Promedio bajo
59.04
49.44
305.12
Disfuncional
67.88
56.12
350.36
Promedio bajo
64.28
52.8
338.32
Promedio bajo
59.36
50.44
309.4
Disfuncional
66.08
54.46
347.34
Promedio bajo
Resultados para el Índice de Autoestima (IAE)
Los resultados obtenidos en el Índice de Autoestima reflejaron una puntuación
=29.6 para las parejas que conviven manifestando una autoestima promedio según la
67
escala de valorización del instrumento. Las parejas casadas reflejaron una puntuación un
= 27, manifestando una alta autoestima según la escala de valorización. Al evaluar los
resultados obtenidos por género según el estado civil, los hombres casados reportaron
mejor autoestima con una puntuaciones
autoestima alta con puntuaciones
promedio de
=26, seguidos por las mujeres casadas con una
=28, los hombres que conviven con una autoestima
=29.6 y las mujeres que conviven con una autoestima
= 33.56, (Tabla
5.21).
Tabla 5.21: Puntuaciones Promedio IAE.
Tipo de Relación
Hombre Convivencia
Mujer Convivencia
Hombre Matrimonio
Mujer Matrimonio
Pareja convivencia
Pareja matrimonio
Promedio Total
29.6
33.56
26
28
31.5
27
Categoría
Promedio
Promedio
Alta
Alta
Promedio
Alta
Prueba de Hipótesis: Correlación entre el nivel de funcionamiento familiar y el estado
civil.
Al realizar el Análisis de Spearman para variables ordinales de los Datos
Sociodemográficos vs Gran Total de en el Inventario de Funcionamiento Familiar (IFF)
entre las parejas que conviven y las parejas casadas, se encontraron correlaciones
significativas donde (p<0.25). La variable (V7) número de hijos con la pareja actual,
correlacionó en forma positiva con las puntuaciones obtenidas en el componente de
compromiso [rho=0.0122 (0.352], tiempo y calidad de tiempo juntos [rho=0.0052
(0.390)], manejo de estrés [rho=0.0025 (0.418)], y el gran total [rho= 0.0076 (0.373)]. La
variable (V9) nivel de educación más alto alcanzado, correlacionó en forma positiva con
las puntuaciones obtenidas en los componentes de aprecio [rho= 0.0116 (0.354)], tiempo
68
y calidad de tiempo juntos [rho= 0.0120 (0.353)], manejo de estrés [rho= 0.0035 (0.406)]
y gran total [rho= 0.0096 (0.363)]. A diferencia de las variables anteriores, la variable
(V1) edad, correlacionó en forma negativa con las puntuaciones obtenidas en el
componente de tiempo y calidad de tiempo juntos [rho= 0.0154 (-0.341)], (Tabla 5.22 y
5.23).
Tabla 5.22: Puntuaciones Spearman IFF Convivencia (componentes compromiso,
bienestar, comunicación, y aprecio del IFF).
Variable
v1
v4
v5
v6
v7
v8
v9
v11
v14
Compromiso
0.3395 (-0.138)
0.2015 (-0.184)
0.8777 (0.022)
0.7209 (-0.052)
0.0122 (0.352)
0.3980 (-0.122)
0.0295 (0.308)
0.8956 (0.019)
0.8065 (-0.036)
Bienestar
0.5756 (-0.081)
0.2296 (-0.173)
0.5620 (0.084)
0.4603 (-0.107)
0.0313 (0.305)
0.5994 (-0.076)
0.0825 (0.248)
0.7638 (0.044)
0.8431 (0.029)
Comunicación
0.2326 (-0.172)
0.2258 (-0.174)
0.7288 (0.050)
0.4125 (-0.118)
0.0254 (0.316)
0.5791 (-0.080)
0.0270 (0.313)
0.6668 (0.062)
0.9343 (-0.012)
Aprecio
0.8644 (-0.025)
0.1351 (-0.214)
0.5760 (0.081)
0.1467 (-0.208)
0.1225 (0.221)
0.0784 (-0.251)
0.0116 (0.354)
0.5020 (0.097)
0.7800 (0.041)
Tabla 5.23: Puntuaciones Spearman IFF Convivencia (componentes tiempo juntos,
estrés, y gran total).
Variable
v1
v4
v5
v6
v7
v8
v9
v11
v14
Tiempo Juntos
0.0154 (-0.341)
0.0767 (-0.253)
0.5907 (-0.078)
0.4440 (-0.111)
0.0052 (0.390)
0.1055 (-0.232)
0.0120 (0.353)
0.9707 (-0.005)
0.3668 (-0.130)
Estrés
0.1787 (-0.193)
0.2653 (-0.161)
0.8676 (0.024)
0.5486 (-0.087)
0.0025 (0.418)
0.8672 (-0.024)
0.0035 (0.406)
0.3374 (0.139)
0.8948 (0.019)
GranTotal
0.1823 (-0.192)
0.1515 (-0.206)
0.9829 (0.003)
0.4311 (-0.114)
0.0076 (0.373)
0.3676 (-0.130)
0.0096 (0.363)
0.6610 (0.064)
0.9824 (-0.003)
Entre las parejas casadas se encontraron correlaciones significativas en la mayoría
de las variables. La variable (V1) edad, correlacionó en forma positiva con todas las
69
puntuaciones obtenidas en los componentes de la escala. En el componente de
compromiso [rho = 0.0000 (0.555)] en bienestar [rho= 0.0000 (0.596)], en comunicación
[rho= 0.0002 (0.504)], en aprecio [rho= 0.0039 (0.401)], en tiempo juntos [rho= 0.0010
(0.451)], en manejo de estrés [rho= 0.0000 (0.655)] y en gran total [rho= 0.0000 (0.580)].
La variable (V5) número de matrimonios previos, correlacionó en forma positiva con los
niveles bienestar [rho= 0.0001 (0.517)], aprecio [rho= 0.0248 (0.317)], tiempo juntos
[rho= 0.0226 (0.322)], manejo de estrés [rho=0.0000 (0.633)] y gran total [rho=0.0081
(0.371)]. La variable (V6) número de convivencias previas, correlacionó en forma
positiva con todas las puntuaciones obtenidas en la escala. En el nivel de compromiso
[rho= 0.0001 (0.517)], en bienestar [rho= [0.0000 (0.592)], en comunicación [rho=
0.0001 (0.535)], en aprecio [rho= 0.0039 (0.401)], en tiempo juntos [rho= 0.0000
(0.589)], en manejo de estrés [rho= 0.0000 (0.680)] y en gran total [rho= 0.0000 (0.630)].
La variable (V8) número de hijos con parejas previas, correlacionó en forma positiva con
todas las puntuaciones obtenidas en la escala. En el nivel de compromiso [rho= 0.0000
(0.552)], en bienestar [rho= 0.0000 (0.594)], en comunicación [rho= 0.0000 (0.582)], en
aprecio [rho= 0.0005 (0.471), en tiempo juntos [rho= 0.0000 (0.615)], en manejo de
estrés [rho= 0.0000 (0.691)] y en gran total [rho= 0.0000 (0.674)]. La variable (V9) nivel
de educación alcanzado, correlacionó de forma positiva con el nivel de aprecio [rho=
0.0238 (0.319)]. Al igual que la variable (V9), la variable V11 (ingreso anual),
correlacionó de forma positiva con el nivel de aprecio [rho= 0.0238 (0.319)]. Por último
la variable (V14) número de visitas a servicios religiosos, correlacionó en forma positiva
con todas las puntuaciones obtenidas en la escala. En el nivel de compromiso [rho=
0.0002 (0.500)], en bienestar [rho= 0.0000 (0.548)], en comunicación [rho= 0.0004
70
(0.479)], en aprecio [rho= 0.0049 (0.392)], en tiempo juntos [rho= 0.0000 (0.562)], en
manejo de estrés [rho= 0.0000 (0.612)] y en gran total [rho= 0.0000 (0.592)], (Tabla 5.24
y 5.25).
Tabla 5.24: Puntuaciones Spearman IFF Matrimonio (componentes compromiso,
bienestar, comunicación y aprecio del IFF).
Variable
v1
v4
v5
v6
v7
v8
v9
v11
v14
Compromiso
0.0000 (0.555)
0.2042 (-0.183)
0.0873 (0.244)
0.0001 (0.517)
0.2998 (-0.150)
0.0000 (0.552)
0.5807 (0.080)
0.0452 (0.285)
0.0002 (0.500)
Bienestar
0.0000 (0.596)
0.5190 (-0.093)
0.0232 (0.321)
0.0000 (0.592)
0.6842 (0.059)
0.0000 (0.594)
0.4522 (0.109)
0.0656 (0.262)
0.0000 (0.548)
Comunicación
0.0002 (0.504)
0.5543 (-0.086)
0.0592 (0.269)
0.0001 (0.535)
0.9395 (0.011)
0.0000 (0.582)
0.5672 (0.083)
0.2125 (0.179)
0.0004 (0.479)
Aprecio
0.0039 (0.401)
0.3646 (-0.131)
0.0248 (0.317)
0.0027 (0.415)
0.5376 (-0.089)
0.0005 (0.471)
0.0238 (0.319)
0.0056 (0.386)
0.0049 (0.392)
Tabla 5.25: Puntuaciones Spearman IFF Matrimonio (componentes tiempo juntos,
estrés, y gran total).
Variable
v1
v4
v5
v6
v7
v8
v9
v11
v14
Tiempo Juntos
0.0010 (0.451)
0.9214 (0.014)
0.0226 (0.322)
0.0000 (0.589)
0.4622 (0.106)
0.0000 (0.615)
0.9758 (-0.004)
0.2103 (0.180)
0.0000 (0.562)
Estrés
0.0000 (0.655)
0.4905 (0.100)
0.0000 (0.633)
0.0000 (0.680)
0.1384 (0.213)
0.0000 (0.691)
0.0346 (0.300)
0.0395 (0.292)
0.0000 (0.612)
GranTotal
0.0000 (0.580)
0.6762 (-0.061)
0.0081 (0.371)
0.0000 (0.630)
0.8776 (0.022)
0.0000 (0.674)
0.1622 (0.201)
0.0475 (0.282)
0.0000 (0.592)
La prueba F de varianzas para las puntuaciones promedio en el IFF entre las
poblaciones de convivencia y matrimonio, indican que aunque son distintas
numéricamente, no son significativamente diferentes [P(F<=f) una-cola = 0.099016395],
71
(p=>0.05 a un lado). Por lo tanto, la prueba de T se hace para poblaciones con varianzas
similares, (Tabla 5.26).
La prueba T para dos poblaciones de igual varianza indica los promedios son
significativamente distintos cuando [P(T<=t) dos-colas = 0.845714245] para (p=<0.025)
a dos lados), por lo tanto, los gran totales entre las muestras de las poblaciones de
convivencia y matrimonio son estadísticamente distintos con matrimonio reflejando gran
totales mayores, (Tabla 5.27). Para tales efectos se acepta la Hipótesis alterna 1a y se
rechaza la Hipótesis Nula 1b. Esto quiere decir que existe una diferencia
estadísticamente significativa entre el nivel de funcionamiento familiar de las parejas
heterosexuales puertorriqueñas que establecen una relación de convivencia por 2 años o
más al compararlos con un grupo de parejas casadas por 2 años o más.
Tabla 5.26: Prueba F, (Varianzas Muestrales)
Promedio
Varianza
Observaciones
df
F
P(F<=f) una-cola
F Crítica una-cola
Variable 1
309.4
4547.183673
50
49
1.4487388
0.099016395
1.607289464
Variable 2
344.34
3138.718776
50
49
Tabla 5.27: Prueba t, (Dos-Muestras asumiendo varianzas similares)
Promedio
Varianza
Observaciones
Promedio de diferencia de
hipótesis.
df
t Stat
P(T<=t) una-cola
t Crítica, una-cola
Variable 1
2.702702703
2.714714715
37
0
57
-0.195477595
0.422857123
1.672028888
72
Variable 2
2.810810811
8.602102102
37
Variable 1
0.845714245
2.002465459
P(T<=t) dos-colas
t Crítica, dos-cola
Variable 2
Por otra parte, al realizar el análisis para las variables categóricas con los
resultados obtenidos en el IFF utilizando el paramétrico V de Cramer se identificaron
asociaciones fuertes entre las variables género, (V2) genero, (V10) situación laboral,
(V13) preferencia religiosa y (V14) frecuencia de visitas a los servicios religiosos. Estos
datos son consistentes para ambos grupos, (Tabla 5.28) y (Tabla 5.29)
Tabla 5.28: Puntuaciones Cramer –IFF (Convivencia para los componentes
compromiso, bienestar, comunicación, y aprecio).
Variable
v2
v10
v12
v13
Compromiso
0.440
0.765
0.684
0.667
Bienestar
0.480
0.444
0.611
0.623
Comunicación
0.480
0.408
0.715
0.568
Aprecio
0.487
0.405
0.597
0.480
Tabla 5.29: Puntuaciones Cramer IFF (Matrimonio para los componentes tiempo juntos,
estrés, y gran total).
Variable
V2
V10
V12
V13
Tiempo Juntos
0.781
0.683
0.691
0.718
Estrés
0.579
0.614
0.538
0.702
GranTotal
0.872
0.879
0.839
0.904
Correlación entre el nivel de autoestima y el estado civil.
Debido a que el Índice de Autoestima (IAE), no es un instrumento validado para
la población de Puerto Rico, se utilizó una Prueba T de varianzas diferentes para
aumentar el nivel probabilístico ya que la muestra es pequeña. Al comparar los
73
resultados obtenidos en el Índice de Autoestima según el estado civil utilizando la prueba
de distribución T, los resultados para P(T<=t) dos colas = 0.171795387. La prueba T
para dos poblaciones de diferente varianza indica que los promedios son
significativamente distintos (p=<0.025 a dos lados), por lo tanto, los Gran Totales entre
las muestras de las poblaciones de convivencia y matrimonio no son estadísticamente
significativas, (Tabla 5.30). Para tales efectos se acepta la Hipótesis Nula 2b
y se rechaza la Hipótesis Alterna 2a. Esto quiere decir que no existe una relación
estadísticamente significativa entre el nivel de autoestima de los puertorriqueños que
componen relaciones heterosexuales de convivencia por 2 años o más al compararlos con
los individuos que forman relaciones matrimoniales por 2 años o más.
Tabla 5.30: Prueba t: Dos-muestras asumiendo varianzas diferentes.
Pomedio
Varianza
Observaciones
Promedio de diferencia de
Hipótesis
df
t Stat
P(T<=t) una-cola
t Crítica una-cola
P(T<=t) dos-colas
t Crítica dos-colas
Variable 1
31.54666667
362.2029932
50
0
Variable 2
26.98666667
185.673288
50
89
1.377553883
0.085897693
1.662155326
0.171795387
1.9869787
Al realizar el Análisis de Spearman para variables ordinales en los Datos
Sociodemográficos vs Gran Total de los instrumentos del IAE entre las parejas que
conviven con las parejas casadas, solo se encontró una correlación positiva en la variable
(V7) número de hijos con la pareja actual, donde el análisis de Spearman reveló que
74
[rho=0.0155 (0.341)] considerando p<0.25 en el grupo de parejas casadas, (Tablas 5.31 y
5.32). En el grupo de convivencia, no se encontraron correlaciones significativas.
Tabla 5.31: Puntuaciones Spearman IAE Convivencia (gran total)
V1
0.4949
(0.099)
V4
0.1475
(0.208)
V5
0.6609
(-0.064)
V6
0.0806
(0.249)
V7
0.6465
(0.066)
V8
0.2447
(0.168)
V9
0.0306
(-0.306)
V11
0.3071
(-0.147)
Tabla 5.32: Puntuaciones Speaman IAE Matrimonio (gran total)
V1
0.3073
(0.147)
V4
0.3038
(0.148)
V5
0.5106
(0.095)
V6
0.1840 (0.191)
V7
0.0155
(0.341)
V8
V9
V11
0.6369 (- 0.8780 (- 0.5289 (0.068)
0.022)
0.091)
Por otra parte, al realizar el análisis para las variables categóricas utilizando el
paramétrico V de Cramer se identificaron asociaciones fuertes entre las variables (V2)
género, (V10) situación laboral, (V13) preferencia religiosa) y (V14) frecuencia de visitas
a los servicios religiosos. Estos datos son consistentes para ambos grupos, (Tablas 5.33 y
5.34).
Tabla 5.33: Puntuaciones V de Cramer –IAE Convivencia
V2
0.6933
V10
0.8854
V12
0.8419
V13
0.7085
V14
0.8232
V13
0.7785
V14
0.7462
Tabla 5.34: Puntuaciones V de Cramer- IAE Matrimonio
V2
0.7462
V10
0.7731
V12
0.7884
75
CAPITULO VI
DISCUSIÓN
En este capítulo se pretende analizar los resultados reportados en el capítulo IV a
la luz de la revisión de literatura. Se incluye el análisis de las variables de los
instrumentos utilizados, el análisis de las hipótesis aceptadas y el análisis de las
limitaciones del estudio para establecer recomendaciones para futuros estudios.
Análisis de la Hipótesis Alterna 1a
La hipótesis alterna 1a establece que existe una relación estadísticamente
significativa entre el nivel de autoestima de los puertorriqueños que componen relaciones
heterosexuales de convivencia por 2 años o más al compararlos con los puertorriqueños
que componen relaciones matrimoniales por 2 años o más. Al evaluar los resultados
reportados por los participantes de ambos grupos, los participantes del grupo de casados
reportaron mejor funcionamiento familiar con puntuaciones promedio mayores que el
grupo de convivencia. Al ser analizados utilizando la prueba T para la distribución de
frecuencia de dos varianzas diferentes, esta diferencia es significativa a nivel estadístico.
Para estos efectos se infiere que las parejas casadas presentan mejor funcionamiento
familiar que las parejas que conviven. Estos datos son concurrentes con estudios
presentados por Brown, (2004); Brown & Booth, (1998); Kamopa Dusch, Cohan y
Amato, (2003); Nock, (1995); Stanley, Kline y Markman (2004); y Thompson y Colella,
(1992).
76
El promedio de los resultados obtenidos para el grupo de parejas casadas, los
clasifica en un nivel de funcionamiento familiar promedio bajo al compararlos con un
nivel de funcionamiento familiar disfuncional según el promedio de las puntuaciones de
las parejas que conviven. Los hombres casados reportaron el mayor promedio en las
puntuaciones del funcionamiento familiar y sus componentes. Seguido las mujeres
casadas, los hombres que conviven y por último las mujeres que conviven. Es necesario
aclarar que aunque los hombres que conviven reportaron menores puntuaciones que las
parejas casadas, sus puntuaciones generales los ubica en una clasificación promedio bajo
al igual que las parejas casadas. Por otra parte el grupo de mujeres que conviven
reportaron puntuaciones mucho más bajas, clasificándolas como disfuncionales. Debido
a que éstas puntuaciones fueron tan bajas, cuando se sumaron con las puntuaciones de los
hombres que conviven, ocasionó una reducción en la categoría del grupo de convivencia
en general.
Al evaluar las correlaciones de las variables de rango del instrumento de Datos
Sociodemográficos con el instrumento de Inventario de Funcionamiento Familiar y sus
componentes, se identificaron correlaciones significativas para ambos grupos. En la
variable (V1) edad, se encontró correlación positiva para el funcionamiento familiar y sus
componentes en el grupo de parejas casadas. Se infiere que a mayor edad, mayor será el
compromiso, bienestar, comunicación, aprecio, calidad de tiempo y tiempo juntos,
manejo de estrés y funcionamiento familiar general en las parejas casadas. Sin embargo,
en las parejas que conviven se encontró que a mayor edad, menor será la calidad de
tiempo juntos. Estos resultados en las parejas que conviven no se pueden explicar de
forma precisa, sin embargo, se puede asociar a una mayor inestabilidad reportada por las
77
parejas que conviven en comparación con los individuos casados. A mayor edad, mayor
cantidad de relaciones previas a la relación actual han experimentado el grupo de parejas
que conviven. Estas parejas no reportaron correlaciones en el nivel de compromiso al
igual que las parejas casadas por lo que se infiere que el nivel de compromiso es menor.
Para tales efectos, a mayor cantidad de parejas previas, menor interés en establecer
tiempo de calidad y tiempo juntos en las parejas que conviven.
En cuanto a la variable (V4) años en relación, no se encontró correlación
significativa en ninguno de los dos grupos, sin embargo, para esta variable, las parejas
casadas reportaron mayor cantidad de años en la relación actual en comparación con las
parejas que conviven. Interesantemente se supone que no hubiese discrepancia entre el
número de años reportados en la relación actual por ninguno de los dos grupos, sin
embargo, algunos hombres en ambos grupos reportaron menor cantidad de años en la
relación en comparación con las mujeres. En la variable (V5) número de matrimonios
previos, se encontró que a mayor cantidad de divorcios previos, mayor bienestar, aprecio,
calidad de tiempo juntos, estrategias para el manejo de estrés, y funcionamiento familiar
en general, se manifiesta en las parejas casadas. Similares resultados se obtuvieron de la
variable (V6) número de convivencias previas. Se encontró que a mayor cantidad de
convivencias previas, habrá mayor compromiso, bienestar, comunicación, aprecio,
calidad de tiempo juntos, estrategias para el manejo de estrés y funcionamiento familiar
en general en las parejas casadas. Estos resultados son diametralmente opuestos a los
reportados por las parejas que conviven. Sería especulativo tratar de explicar esta
correlación, sin embargo, puede asociarse al mayor compromiso que reportan las parejas
casadas ya que según Bloom, Asher, y White, (1978), los problemas maritales y el
78
divorcio en las personas casadas son las condiciones más estresantes por las cuales
puedan atravesar en sus vida. Por tal razón para reducir el estrés que puede producir un
posible divorcio, aumenta el nivel de compromiso en la relación.
Al evaluar los resultados obtenidos en general, las parejas que conviven
reportaron mayor cantidad de relaciones de convivencia y de matrimonio previas a la
relación actual en comparación con las parejas casadas. Además las parejas casadas
reportaron un promedio mayor de años juntos que el promedio reportado por las parejas
conviven. Las mujeres que conviven reportaron mayor cantidad de relaciones previas en
comparación con los hombres que conviven. Para estos efectos se puede inferir que
existe una mayor inestabilidad en las parejas que conviven. Estos datos son congruentes
con los porcientos reportados por Kreimer (2009) y con los datos reportados por el
Departamento de Salud y servicios humanos de los Estados Unidos en el reporte de
“Cohabitation, Marriage, Divorce and Remarriage in the United States” (2002).
En cuanto a la variable (V7) número de hijos con la pareja actual, se encontró que
a mayor cantidad de hijos con la pareja actual, mayor compromiso y calidad de tiempo,
estrategias para el manejo de estrés y funcionamiento familiar en general se manifiesta en
las parejas que conviven. Esta variable no presentó significancia en el grupo de los
casados. Se puede asumir que los hijos en las parejas que conviven, constituyen una
razón que favorece el funcionamiento y compromiso en las parejas que conviven.
Al evaluar la variable (V8) número de hijos con parejas previas, se encontró que a
mayor cantidad de hijos con parejas previas, mayor compromiso, bienestar,
comunicación, aprecio, calidad de tiempo y tiempo juntos, estrategias para el manejo de
estrés y funcionamiento familiar en general en las parejas casadas. Esto puede asociarse
79
al miedo al fracaso que conlleva la pérdida de la familia. Como se presentó previamente,
las parejas casadas reportan mayor compromiso por lo que las separaciones o divorcios
previos influencian en forma directa la estabilidad de la relación en los casados (Bloom,
Asher, y White, 1978). Esta variable no presentó significancia en el grupo de
convivencia. Las parejas que conviven manifestaron además mayor cantidad de
relaciones de matrimonio y de convivencia previas a la relación actual. Según Lightburn
y Singh, (1982), a mayor número de rupturas en las uniones informales, mayor será el
número de parejas que tendrán las mujeres durante su vida reproductiva. Las múltiples
parejas pueden tener de esta forma un efecto positivo en la fertilidad durante el transcurso
de la vida en las parejas que conviven (Lightburn y Singh, 1982).
En cuanto a la variable (V11) ingreso anual, se encontró que a mayor ingreso,
mayor aprecio en las parejas casadas. Esta variable no presentó significancia en el grupo
de los que conviven. Es muy difícil e incongruente tratar de explicar esta variable con los
resultados obtenidos. Primero que todo es necesario indicar que hubo mucha resistencia
por parte de los participantes al contestar esta parte. De hecho, la mayor parte de los
cuestionarios descartados fueron debido a que los participantes no completaron estas
preguntas. Además, muchos de los participantes que completaron los instrumentos
cuestionaron la privacidad de los resultados al complementar esta parte, aun después de
leída la hoja de confidencialidad. Esta resistencia, además de la incongruencia
evidenciada con los resultados de nivel educativo, hace difícil poder establecer
conclusiones adecuadas para estas variables.
En el análisis V Cramer para las variables categóricas de (V2) género, (V10)
situación laboral, (V12) pensión alimentaria y (V13) preferencia religiosa se encontraron
80
relaciones fuertes con los resultados en las puntuaciones del gran total y los componentes
del Índice Funcionamiento Familiar (IFF) en ambos grupos. Esto significa que estas
variables se relacionan de una forma u otra al funcionamiento familiar y sus
componentes, aunque no se puede definir cómo afecta específicamente al mismo. Para
estos efectos es necesario describir los resultados específicos reportados por los
participantes en estas variables de forma cualitativa.
Al evaluar la variable (V2) género en relación al funcionamiento familiar, se
encontró que los hombres manifestaron mayor puntuación en los componentes del
funcionamiento familiar y gran total para ambos grupos. Los hombres casados
manifestaron las mayores puntuaciones entre los subgrupos de participantes, sin embargo,
a pesar de que los hombres que conviven manifestaron menor compromiso que las
mujeres casadas, sus puntuaciones reflejaron mayor compromiso al compararlos con las
mujeres que conviven. Las mujeres que conviven reportaron las puntuaciones más bajas.
En cuanto a la variable (V10) situación laboral, las parejas en convivencia
reportaron el mayor por ciento de desempleo en igual proporción entre hombres y
mujeres. En cuanto a las parejas casadas, las mujeres reportaron el menor por ciento de
desempleo, seguidos por los hombres. De la misma forma, estos últimos reportaron el
mayor número de retirados. Los resultados en esta variable son parecidos a los por
cientos obtenidos en la variable de nivel educativo. Las mujeres casadas reportaron
mayor educación, seguidos por los hombres casados, los hombres que conviven y las
mujeres que conviven. A pesar de estos datos, las parejas que conviven reportaron
mayores ingresos en general. En primer lugar los mayores ingresos los reportaron los
hombres que conviven, seguido por las mujeres que conviven, los hombres casados y las
81
mujeres casadas. Irónicamente las mujeres casadas reportaron mayor educación, sin
embargo, reportaron menores ingresos económicos. El mismo concepto de resistencia e
incongruencia de los resultados aplicados a la variable (V11) ingreso anual, aplican para
la interpretación de ésta variable.
Para la variable (V12) pensión alimentaria, una mayor cantidad de hombres que
conviven pagan pensión alimentaria por 1 o más niños en comparación con los hombres
casados. Una mayor cantidad de mujeres que conviven por su parte reportaron recibir
pensión por 1 o más niños en comparación con las mujeres casadas. Ningún hombre
reportó recibir pensión alimentaria, sin embargo, 4 mujeres casadas reportaron pagar
pensión por 1 o más niños y un 1 de las mujeres que conviven (4 por ciento) reportó pasar
pensión por un niño. Estos datos concuerdan con los datos obtenidos para la variable
(V8) número de hijos con pareja parejas previas. Las parejas que conviven reportaron
mayor cantidad de hijos con parejas previas por lo que se espera que los hombres que
conviven tengan mayores responsabilidades de pago de pensión alimentaria que los
hombres casados. Por otra parte, se espera que las mujeres que conviven reporten recibir
mayor cantidad de pensiones alimentarias en comparación con las mujeres casadas.
En cuanto a la variable (V13) preferencia religiosa, más del 65 por ciento de los
participantes en todas las categorías reportaron ser católicos. Un mayor grupo de los
participantes en las parejas que conviven no identificaron su predilección religiosa. En
general las parejas casadas reportaron mayor participación en los servicios religiosos en
comparación con las parejas en convivencia. Los hombres de ambos grupos reportaron
menor frecuencia de visitas religiosas en comparación con las mujeres. Estos datos son
congruentes con Macklin, (1978); Carrillo Pérez (2000), Stanley et al., (2006) donde
82
establecen que aquellos que conviven presentan menores afiliaciones religiosas a las
denominaciones religiosas establecidas.
Análisis de la Hipótesis Nula 2b
La hipótesis alterna 2 a establece que existe una relación estadísticamente
significativa en el nivel de autoestima de los puertorriqueños que componen relaciones
heterosexuales de convivencia por 2 años o más al compararlos con los puertorriqueños
que componen relaciones matrimoniales por 2 años.o más. Al evaluar los resultados
reportados por los participantes de ambos grupos, los participantes del grupo de casados
reportaron mejor autoestima con puntuaciones promedio menor que el grupo de
convivencia. Al ser evaluados estos resultados utilizando la prueba T para la distribución
de frecuencia de 2 muestras diferentes, esta diferencia no demostró ser significativa a
nivel estadístico, por lo que se rechaza esta hipótesis y se aprueba la Hipótesis Nula 2b.
Estos resultados no son congruentes con estudios reportados por Wisman y Bruce 1995,
Hendrick et al. Axin y Barber (1997).
Por otra parte, al realizarle el análisis rho de Spearman para correlacionar las
variables (V1) edad, (V4) años en relación actual, (V5) número de matrimonios previos,
(V6) número de convivencias previas, (V8) número de hijos con parejas previas, (V9)
nivel de educación, y (V11) ingreso anual, no se encontraron diferencias significativas
entre las puntuaciones obtenidas para ambos grupos. La única variable que resultó ser
representativa al utilizar (rho) Spearman, fue la variable (V7) número de hijos con la
pareja actual, para el grupo de casados. Aunque esta variable fue representativa
83
utilizando a Spearman, no se puede utilizar para indicar correlaciones ya que las
puntuaciones gran totales no son estadísticamente significativas.
A pesar de que no se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos
utilizando la prueba T para la distribución de frecuencia de dos muestras diferentes, al
realizar el análisis de V Cramer para las variables categóricas de (V2) género, (V10)
situación laboral y (V13) preferencia religiosa, se encontraron relaciones fuertes con los
resultados en la autoestima reportada para ambos grupos. Esto significa que estas
variables se relacionan de una forma u otra a la autoestima aunque no se puede definir en
que forma la afecta.
Al evaluar la variable (V1) género en relación a la autoestima, se encontró que los
hombres manifestaron mejor autoestima para ambos grupos. Los hombres casados
manifestaron la mejor autoestima. A pesar de que los hombres que conviven reportaron
autoestima más baja que las mujeres casadas, sus puntuaciones reflejaron mejor
autoestima al compararlos con las mujeres que conviven, siendo estas últimas las que
manifestaron menor autoestima. Para efectos de las variable (V10) situación laboral,
(V12) pensión alimentaria y (V13) preferencia religiosa aplican las misma conclusiones
según presentadas para la hipótesis alterna 1a.
Limitaciones y direcciones futuras
Es necesario aclarar que pueden haber sido varios los factores que afectaron la
correlación para estas variables. El factor más importante a considerar es el tamaño de la
muestra. Debido a que solo se pudo colectar una muestra por internet en cinco semanas
por escases de tiempo, no se logró obtener una muestra más representativa de la
84
población real. Aunque la probabilidad de la prueba t-indica que las proporciones de
participantes por municipio lucen ser representativas a las proporciones establecidas por
municipio de acuerdo al censo del 2010, las cantidades de acuerdo al Censo debieron
estar más dispersas. Esta pudo haber sido la razón primordial por la que no se
encontraron correlaciones significativas entre las parejas que conviven y las parejas
casadas en las puntuaciones promedio del Índice de Autoestima (IAE). Por otra parte,
las estadísticas más recientes reportadas por el Departamento de Salud con respecto a los
matrimonios y divorcios son del 2006 por lo que no son números recientes. Además no
hay forma de identificar un número aproximado de relaciones de convivencia para
obtener una muestra significativa, ya que estas no son identificadas directamente por el
Departamento de Salud como lo son los matrimonios.
Otro factor importante que se debe considerar es el hecho de que el Índice de
Autoestima no es un instrumento adaptado y validado para la población puertorriqueña.
Este instrumento fue creado y validado en el 1974 por Walter W. Hudson para la
población de Estado Unidos y es publicado actualmente por WALMYR Publishing Co.
en Tallahassee, Florida. La versión utilizada para Puerto Rico es una traducción
realizada por el Psicólogo José H. Hernández para la población puertorriqueña según
publicada en su libro “Autoestima, Vehículo de Éxito”, segunda edición en el 2000.
También se debe considerara que a pesar de que el reclutamiento de los
participantes fue por internet, la forma para complementar los cuestionarios fue en papel.
No se pudo adaptar el Inventario de Funcionamiento Familiar (IFF) para ser
complementado en forma electrónica debido a que la autorización para el uso del
cuestionario incluía exclusivamente el uso de la hoja de contestaciones con las
85
especificaciones según establecidas por la autora. Para tales efectos ninguno de los dos
cuestionarios fueron preparados para ser contestados en línea. De haber tenido la
oportunidad de completarlos en línea, se hubiese podido aumentar el tamaño de la
muestra y los participantes se hubiesen sentido más cómodos al completar los mismos.
De igual forma las respuestas pudieron haber sido más acertadas y con menos errores
debido a que existiría mayor privacidad para completar los cuestionarios.
Por otro parte, a pesar de que se incentivó la participación de los encuestados con
el sorteo por el certificado de compras de $300.00 en Plaza las Américas, los tres
cuestionarios sumaron 126 reactivos por lo que se les hace difícil de contestar. El tiempo
mínimo para completar estos reactivos de forma eficiente es de 30 minutos
aproximadamente. Tantos reactivos pueden producir cansancio en los participantes por
lo que puede afectar de manera significativa las respuestas a partir del momento en que
comienza el cansancio. Esto puedo ocurrir de forma independiente a cada participante.
Por otra parte la mayor cantidad de participantes para ambos grupos fueron adultos
jóvenes y adultos medio que trabajan por lo que se les hace difícil tomar el tiempo para
completar los cuestionarios con tantos reactivos.
Una recomendación para futuras investigaciones es que se considere la
posibilidad de introducir técnicas de investigación cualitativas para aclarar algunos de las
respuesta dadas por los participantes. Algunos ejemplos de discrepancias encontradas
fueron el nivel de educación, situación laboral e ingreso anual. Se espera que los
participantes de mayor educación reportaran mayores ingresos (Gurman y Messer,
2003), sin embargo, los resultados no reflejaron esta tendencia. Otro ejemplo de
discrepancias en las contestaciones se encuentran en la variable (V7) años en la relación
86
actual, donde algunas individuos discreparon de sus respectivas parejas en el número de
años en la relación. Tanto estas discrepancias como aquellas reportadas para la variable
(V12) pensión alimentaria reflejan datos que se deben explorar de forma cualitativa.
El Inventario de Funcionamiento Familiar (IFF) por su parte fue adaptado y
validado por García Sexto en el 1994 para la población de Puerto Rico. A pesar de que
este instrumento fue adaptado para la población puertorriqueña, esta adaptación y
validación tiene más de 16 años, por lo que no contempla los cambios recientes que han
podido afectar las puntuaciones en el funcionamiento familiar de la familia
puertorriqueña contemporánea.
Otro aspecto importante en el estudio de las relaciones de pareja es el tipo de
familia. Según Gurman y Messer (2003), a pesar de los cambios en la estructura familiar,
la función primordial de la familia continúa siendo el intercambio mutuo entre los
miembros de la familia para alcanzar las necesidades físicas y emocionales. En esta
investigación no se contempló identificar el tipo de familia en general según Gurman y
Messer (2003), ni las características específicas de las familias puertorriqueñas según
Torres Zayas, (1981), García, (1994) Blasini (2001) y López-Cruz (2005). Siguiendo
esta línea de pensamiento, esta investigación no contempló evaluar la responsabilidad
económica de cada uno de los individuos en el contexto de familia. Este es un factor
importante para poder describir el tipo de matrimonio según la teoría de Olson (1993).
Para tales efectos se recomienda que se realicen estudios de investigación donde se
considere los estilos de familia según la literatura puertorriqueña.
Expertos en familia se debaten la interpretación de la convivencia como preludio
hacia el matrimonio (Heuveline y Timberlake, 2004). En esta investigación no se
87
exploró la posibilidad de la convivencia antes del matrimonio en las parejas casadas.
Tampoco se exploraron las creencias en ambos grupos sobre la convivencia y matrimonio
ni los motivos para mantener una relación de convivencia para estos participantes. Estas
son variables que pueden explorarse utilizando técnicas de investigación cualitativas.
Otros factores que se debaten en la literatura en cuanto a la diferencia de las
parejas que conviven y las parejas casadas son los procesos interpersonales. Para Cohan
y Kleinbaum (2002), las parejas que conviven o han convivido previamente al
matrimonio presentan menores estrategias de solución de problemas y menores conductas
de soporte. En esta investigación no se exploraron estrategias de solución de conflictos
ni tipos de personalidad para determinar la estabilidad en el tipo de relación. Estas
variables pueden ser consideradas para futuros estudios dándole énfasis a la capacidad de
adaptación de los individuos que componen la pareja no solamente al contexto familiar,
sino con sus interrelaciones con los demás fuera del núcleo familiar.
Siguiendo por la línea de las relaciones de parejas y el tipo de familia, al
compararse las parejas que conviven con parejas casadas no se contemplaron las parejas
homosexuales. No se consideraron las parejas homosexuales debido a que para efectos
legales, el matrimonio entre parejas del mismo sexo es ilegal en Puerto Rico, sin
embargo, éste grupo sigue en aumento en nuestra sociedad contemporánea (López-Cruz
2005). Para futuros investigaciones se recomienda que se integren estos grupos para
evaluar diferencias y semejanzas con respecto a familias y parejas más tradicionales.
Según Macklin (1978); Gurman & Messner, (2003), las actitudes más liberales
sobre la expresión sexual ha sido una de las causas principales para escoger la
convivencia como alternativa para el matrimonio. En este estudio no se explora
88
conductas sexuales en los grupos por lo que no se puede describir el efecto de estas
conductas en el tipo de relación. Para tales efectos se recomienda que se incluya esta
variable en próximos estudios para complementar los resultados aquí presentados.
Por último, este estudio estuvo dirigido hacia las poblaciones en general,
descalificando aquellos participantes con psicopatología previa. No se exploraron, uso de
sustancias ni trastornos mentales, factores importantes que según Wisman, Tess y
Goeriong (2000) se asocian a las relaciones conyugales.
89
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99
APÉNDICE A. CUESTIONARIO DE DATOS SOCIODEMOGRÁFICOS
100
101
APÉNDICE B. INVENTARIO DE FUNCIONAMIENTO FAMILIAR (IFF)
102
103
104
105
106
APÉNDICE C. AUTORIZACIÓN PARA EL USO DEL (IFF)
107
108
APÉNDICE D. ÍNDICE DE AUTOESTIMA (IAE)
109
110
111
112
APÉNDICE E. AUTORIZACIÓN PARA EL USO DE LA TRADUCCIÓN DEL (IAE)
113
APÉNDICE F. AUTORIZACIÓN INICIAL DE LA JUNTA PARA LA PROTECCIÓN
DE SERES HUMANOS (IRB)
114
115
APÉNDICE G. ENMIENDA DE LA JUNTA PARA LA PROTECCIÓN DE SERES
HUMANOS (IRB)
116
APÉNCICE H. PROPAGANDA DEL ESTUDIO A TRAVÉS DE LAS REDES
SOCIALES DE FACEBOOK, TWITTER Y MYSPACE
117
118
APÉNDICE I. HOJA INFORMATIVA
119
APÉNDICE J. INSTRUCCIONES GENERALES
120
APÉNDICE K. FIRMA DE TESTIGOS DELSORTEO
121
APÉNDICE L. RECIBO PARA EL GANADOR DEL SORTEO
122
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