los angeles - La Dimensión Interior

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Tópicos del Pensamiento Judío
Los Mundos: Ietizrá
LOS ANGELES: LA VERDADERA HISTORIA
Por Adin Even- Israel (Steinsaltz)
Las criaturas vivas del mundo de Ietzirá son llamad as de manera general "ángeles".
Ellos funcionan en ese plano como nosotros funcionamos en el mundo de Asiá. El mundo
de la Ietzirá puede decirse que en esencia es un mundo de sentimientos. Es un mundo
cuya principal sustancia, o el tipo de experiencia, es la emoción de un tipo u otro, y en el
que tales emociones son los elementos que determinan sus patrones. Los seres que viven
en él son manifestaciones conscientes de los impulsos particulares -impulsos de realizar
tal o cual acto o de responder de una u otra manera- o de la facultad de llevar a cabo un
incentivo, para concretar, para llevar a cabo la tendencia de una inclinación o una
inspiración.
Lo que distingue a un ángel de otro no es la cualidad física de la distancia espacial, sino
más bien una disparidad con respecto al propósito fundamental de su esencia. La calidad
sustancial de un ángel puede ser un impulso o una conducta, es decir, una inclinación al
amor, el miedo o la piedad.
Para expresar una totalidad más grande del ser, podemos referirnos a un "campamento de
los ángeles". En el campamento general del "amor", por ejemplo, hay muchas
subdivisiones, prácticamente innumerables matices y gradaciones de sentimientos tiernos.
No hay dos amores que sean iguales en el ámbito de las la emociones, al igual que no hay
dos ideas que sean iguales. Por lo tanto, cualquier tendencia general o impulso es un
campo completo y no es siempre el mismo en todos los niveles. Mientras que entre los
seres humanos las emociones cambian y varían tanto como las personas cambian de
acuerdo con las circunstancias de tiempo y lugar, un ángel es sólo la manifestación de
una única esencia emocional.
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Permitida su difusión citando el nombre del autor
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La palabra ángel en hebreo, "malaj", también significa "mensajero". Como su nombre en
hebreo lo indica, la naturaleza del ángel grado es en cierto grado ser un enviado,
constituyendo de este modo un contacto permanente entre los mundos. Las misiones de
un ángel ocurren en dos direcciones: puede servir como un emisario de Dios hacia lo
terrenal, a otros ángeles y a los mundos y criaturas por debajo del mundo de Ietzirá, y/o
también puede servir como quien lleva hacia el cielo desde abajo, de nuestro mundo a los
mundos superiores.
La verdadera diferencia entre el hombre y el ángel no es el hecho de que el hombre tenga
un cuerpo, porque la comparación esencial es entre el alma humana y el ángel. El alma
del hombre es más compleja e incluye todo un mundo de diferentes elementos
existenciales de todo tipo, mientras que el ángel es un ser de una sola esencia y por lo
tanto en un sentido es unidimensional. Además, debido a su carácter polifacético y su
capacidad para contener contradicciones (incluyendo haberle sido conferido el don de una
fuerza interior del alma) el hombre, tiene la capacidad de distinguir entre el bien y el mal.
Es esta capacidad la que hace posible que suba a las alturas más sublimes, y es misma
razón crea la posibilidad de su fracaso y recaída, lo que no es cierto en el caso del ángel.
Desde el punto de vista de su esencia, el ángel es eternamente el mismo. Es estático, una
existencia que no cambia, ya sea temporal o eternamente, quedando fijado dentro de los
límites rígidos de cualidad decretada en su propia creación. Entre los muchos miles de
ángeles que se encuentran en los diferentes mundos están los que han existido desde el
principio de los tiempos, ya que son una parte inalterable del Ser Eterno y el orden fijo
del universo. Estos ángeles en un sentido constituyen los canales de abundancia a través
del cual la gracia Divina se eleva y desciende en el mundo.
Pero también hay ángeles que continuamente se están creando de nuevo, en todos los
mundos, y especialmente en el mundo de Asiá, donde los pensamientos, hechos y
experiencias dan lugar a los ángeles de diferentes tipos. Cada mitzvá que hace una
persona no es sólo un acto de transformación en el mundo material, sino que también es
un acto espiritual, sagrado por sí mismo. Y este aspecto de la espiritualidad concentrada y
la santidad de la mitzvá es el principal componente de lo que se convierte en un ángel. En
otras palabras, la emoción, la intención, y la santidad esencial del acto se combinan para
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convertirse en la esencia de la mitzvá como una existencia en sí misma, como algo que
tiene una realidad objetiva.
Es esta existencia separada de la mitzvá, por ser única y sagrada, que crea el ángel, una
nueva realidad espiritual que pertenece al mundo de Ietzirá. Así es que el acto de realizar
una mitzvá se extiende más allá de su efecto en el mundo material. El poder de la
santidad espiritual que hay dentro de ella -la santidad en comunión directa con todos los
mundos superiores- provoca una transformación primaria y significativa.
Más precisamente, cuando la persona que realiza una mitzvá, ora o dirige su mente hacia
lo Divino crea un ángel, que es como el resultado del esfuerzo del hombre por alcanzar
los mundos superiores. Este ángel, sin embargo, conectado en forma general en su
esencia al hombre que lo creó, está en una dimensión diferente del ser, es decir, en el
mundo de la Ietzirá. Y en este mundo de Ietzirá la mitzvá adquiere sustancia, y, a su vez,
influye en los mundos superiores. Sin duda es un acto supremo, cuando lo que se hace
abajo se desprende de un determinado lugar físico, un tiempo y una persona y se
convierte en un ángel.
Un ángel no puede revelar su verdadera forma al hombre, cuyo bienestar, sentidos e
instrumentos de percepción sólo pertenecen al mundo de Asiá, donde no hay medios para
captar a un ángel. Continúa perteneciendo a una dimensión diferente, incluso cuando ya
ha alcanzado de una forma u otra. Sin embargo, los ángeles han sido revelados a los seres
humanos en una de estas dos maneras: una es a través de la visión del profeta, el vidente,
o el hombre sagrado -es decir, una experiencia de una persona de un nivel superior- y la
otra es a través de una revelación aislada a una persona común que de repente tiene el
privilegio de recibirla de los niveles más altos.
Cuando una persona o un profeta así experimenta de alguna forma la realidad de un
ángel, su percepción, limitada por sus sentidos, permanece unido a las estructuras
materiales, y su lenguaje tiende inevitablemente a utilizar expresiones de formas físicas
reales o imaginarias. Por lo tanto, cuando el profeta trata de describir o explicar a otros la
experiencia de ver un ángel, la descripción raya en lo misterioso y lo fantástico. Términos
como " criatura alada de los cielos" o "los ojos de la suprema carroza", pueden ser sólo
una representación pálida e inadecuada de los hechos, porque esta experiencia pertenece a
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otro reino con otro sistema de imágenes. La descripción será necesariamente
antropomórfica.
Por lo tanto, todas las visiones transmitidas en la profecía no son más que formas de
representar una realidad espiritual sin forma abstracta en el vocabulario del lenguaje
humano, aunque, por cierto, también puede haber una revelación de un ángel que
adquieren una forma ordinaria, vestidos en recipientes familiares y se manifiesta como un
fenómeno "normal" de la naturaleza. La dificultad es que el que ve a un ángel de esta
manera no siempre sabe que es una aparición, que la columna de fuego o la imagen de un
hombre, no pertenece exclusivamente a la esfera de causa y efecto natural.
Y al mismo tiempo, el ángel -es decir, la fuerza enviada desde un mundo superior- hace
su aparición y, en cierta medida actúa en el mundo material, estando enteramente sujeto a
las leyes de nuestro mundo, o también operando en una especie de vacío entre los
mundos en los que la naturaleza física no es más que una especie de vestimenta de una
sustancia superior. Por ejemplo, en la Biblia, Manoaj, el padre de shimshón, ve al ángel
en la imagen de un profeta, pero él siente de alguna manera inexplicable que no es un
hombre eso que ve, sino que es testigo de un fenómeno de otro orden y sólo cuando el
ángel cambia de forma completamente y se convierte en un pilar de fuego, Manoaj
reconoce que este ser que ha visto y con quien ha conversado no era un hombre, ni un
profeta, sino un ser de otra dimensión de la realidad, un ángel.
La creación de un ángel en nuestro mundo y su inmediato destierro a otro mundo no es en
sí mismo, en absoluto un fenómeno sobrenatural. Es un aspecto integral de la vida.
Cuando estamos en el acto de crear el ángel, no tenemos la percepción de que el ángel se
está creando, el acto parece ser parte de toda la estructura del mundo material práctico en
el que vivimos. Del mismo modo, el ángel que es enviado a nosotros de otro mundo no
siempre tiene un significado o impacto más allá de las leyes normales de la naturaleza
física.
De hecho, a menudo sucede que el ángel se revela en la naturaleza, en el mundo del
sentido común ordinario de la causalidad, y sólo una visión profética o la intuición puede
mostrar cuándo, y en qué medida, es el trabajo de las fuerzas superiores. Esto es porque el
hombre, por su propia naturaleza, está unido al sistema de mundos superiores, aunque
normalmente este sistema no está revelado ni se conoce le da a conocer. Se puede decir
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que las realidades del ángel y del mundo de Ietzirá son parte de un sistema de ser
"natural", que está como unido por ley como ese aspecto de la existencia que somos
capaces de observar directamente.
Esta discusión de la naturaleza de los ángeles, continúa en; Angeles 2: Alas de Fuego
De su libro “La Rosa de Trece Pétalos”
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2: Alas de Fuego
Habiendo estudiado a los ángeles desde el mundo de la emoción, ahora nos dirigiremos
hacia la mente.
Inmediatamente por encima del mundo de Ietzirá está el mundo llamado Beriá, que como
los otros, incluye muchos ámbitos, niveles y recámaras diferentes. Y así como el mundo
de Ietzirá se compone de una multitud de seres espirituales cuya esencia es puro
sentimiento y emoción, el mundo de Beriá es un mundo de puro intelecto. Esta cualidad
mental del mundo de Beriá no es una esencia meramente intelectual, sino más bien se
expresa como el poder y la capacidad de comprender las cosas con un entendimiento
genuino e interior. En otras palabras, la mente crea, así como la que registra y absorbe el
conocimiento.
Otro de los nombres para el mundo de Beria es "el mundo del trono", tomado de la visión
del trono de Gloria Divina de Ezequiel. En general, sin embargo, ese aspecto de la
Divinidad que se revela a los profetas es el mundo que está directamente sobre el mundo
de Beria conocido como el mundo de Atzilut. Esta es la fuente desde la que Dios da a
conocer a unos pocos, mientras que el mundo de Beria es Su asiento o Su trono, del que
está escrito "la tierra es su posa pies". Por otra parte, el Trono Divino o Carroza es el
medio a través del cual la abundancia Divina desciende a las criaturas y las cosas de
nuestro mundo y hace contacto con los muchos complejos sistemas de todos los mundos.
En el mundo de Beriá, hay recámaras, por así decirlo, en la que hay un cierto ritmo
medido de tiempo, en una u otra forma, con una relación entre el pasado, el presente y el
futuro, entre la causa y el efecto, y en el que hay almas y criaturas que pertenecen
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específicamente a este mundo. Estas criaturas del mundo de Beriá, son los ángeles más
elevados, llamados "serafim", de la palabra hebrea "quemar", "saraf". Al igual que los
ángeles del mundo de Ietzirá, los serafines son esencias abstractas individuales, no dados
al cambio, pero mientras que los ángeles del mundo de Ietzirá son personificaciones de
emoción pura, los del mundo de Beria son esencias de la inteligencia pura. Los serafines
son ángeles que manifiestan los niveles superiores de la mente y reflejan también las
diferencias entre los distintos planos de la conciencia y la comprensión.
Todas las criaturas del mundo de Beriá también sirven como ángeles-mensajeros,
recibiendo la abundancia de los seres angélicos y las almas del mundo de Ietzirá, y las
elevan a un nivel más alto en el mundo de Beria y además, a las alturas infinitas.
A medida que la naturaleza de la conciencia asciende según el nivel supremo de cada
mundo, las criaturas del mundo de Beriá son más plenamente conscientes de la manera en
que su mundo está siendo creado constantemente. Al mismo tiempo, como el mundo de
Beriá sigue siendo un mundo aparte, sus criaturas y almas tienen sus propias
personalidades individuales. De hecho, pueden percibir la luz Divina, y pueden aceptar
plenamente su dominio en todo, pero, al sentirse separados de la luz infinita, reconocen
su existencia independiente. Incluso el seraf anhela con fuerza acercarse a lo Divino, a
pesar de estar tan por encima de lo que el hombre puede captar. Y a pesar de ser la
encarnación de la comprensión y la inteligencia superior, es consciente de que su realidad
aún está desconectada de la Divinidad.
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3. Los Ángeles Malvados
Las fuerzas del mal son el resultado de nuestras acciones
Además del mundo físico, el mundo de Asiá también contiene un mundo espiritual - de
hecho, muchos mundos espirituales. Estos mundos y sus diversas cámaras varían en gran
medida, y en tan gran medida que es extremadamente difícil ver alguna unidad en su
significado espiritual. Por el contrario, son fácilmente identificables esas áreas del
espíritu que provienen de la sabiduría y la creatividad –como la filosofía, las
matemáticas, el arte, la poesía y similares, que son moral o cualitativamente neutrales en
sus ideas de la verdad o la belleza.
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Pero hay dominios del espíritu que tienen un cierto significado gnóstico, con un sistema
de valores diferente, y que por lo tanto se prestan a una espiritualidad positiva o negativa.
Porque así como en el mundo de Asiá es posible la coexistencia de esas actividades
físicas y espirituales de todo tipo, que elevan al mundo y al hombre a los niveles más
altos de la santidad en el mundo de Asia, también están aquellas que hacen contacto entre
el mundo de los seres humanos y los mundos inferiores al nuestro.
Esos mundos inferiores son llamados los "reinos del mal", los mundos de la kelipá, la
cáscara externa.
Los dominios de la kelipá constituyen cámaras en las que existen sistemas jerárquicos en
los que el mal se vuelve más enfático y más evidente en cada nivel de descenso diferente.
Y como puede suponerse, existe una fuerte interrelación con el mundo de Asiá. Porque, si
bien en sí mismo el mundo de Asiá es neutral, en términos de sus implicancia gnósticas
pertenece a los mundos del mal -y en particular a uno de los niveles de la capa exterior
llamada Kelipat Noga. Este es un nivel del ser que contiene todo lo que no está en su
esencia dirigido ni a favor ni en contra de la santidad. En términos de santidad, entonces,
se mantiene en una posición neutral. Cuando un hombre se hunde por completo en esta
posición neutral, sin desenredarse en absoluto de ella, no se da cuenta de su destino
humano específico y encuentra carencias en lo más profundo de su ser.
Debajo del dominio de la Kelipat Noga están los mundos completamente malvados. Cada
uno de ellos tiene su propio aspecto del mal, y como en el caso de los mundos de la
santidad, están conectados dinámicamente con los demás por las conexiones de
transformación entre los mundos y los planos, en un proceso que continúa bajando hasta
los extremos más profundos del mal. Al igual que en todos los mundos, la manifestación
tiene tres formas: mundos, año y alma. En otros mundos, hay un trasfondo general de la
existencia, actuando como un lugar en el sentido espiritual (mundos), y hay un aspecto
conectado con relación al tiempo y la causalidad (año). Y además tienen un aspecto de
alma: las criaturas espirituales que habitan los mundos del mal.
A estos seres que habitan los mundos del mal también se los llama "ángeles", pero son
ángeles bastante subversivos, ángeles de destrucción. Al igual que los ángeles de los
mundos superiores, también son seres espirituales y están limitados cada uno a una
esencia bien definida y cada uno a su propia finalidad. Así como existe en el dominio de
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la santidad de la cualidad (o ángel) del amor sagrado, del temor sagrado, y similares,
también hay emanaciones opuestas e impulsos en el dominio del mal -ángeles de la
destrucción que expresan amor malvado, temor corrupto, y similares.
Algunos de estos ángeles perniciosos son seres autosuficientes con caracteres bien
definidos y específicos, cuya existencia es, en cierto sentido, eterna, por lo menos hasta
que el mal desaparezca de la faz de la tierra. Además están los ángeles subversivos
creados por las acciones de los hombres, por la objetivación de la maldad, es decir, los
malos pensamientos, el deseo inspirar odio, las malas acciones. Además de sus
consecuencias destructivas visibles, cada acto de maldad o perversión crea un ser
abstracto gnóstico, un ángel malo, que pertenece al plano de maldad correspondiente al
estado de ánimo que le dio origen.
En su esencia interior, sin embargo, las criaturas de los reinos del mal no son entidades
independientes que viven por sus propios medios, sino que reciben su poder vital de
nuestro mundo. Así como es cierto para los mundos superiores, que el hombre y sólo el
hombre es capaz de elegir y realizar el bien, por el mismo motivo es el único que puede
hacer el mal. Todo el ser espiritual de una persona está involucrado, y el ángel que formó
de esa manera lo acompaña como su obra artesanal, llegando a ser una parte de la
existencia que lo rodea.
De ello se desprende que estos mundos del mal actúan en conjunto con y directamente
sobre el hombre, ya sea en formas naturales y concretas, en formas espirituales abstractas.
Los ángeles subversivos por lo tanto también son tentadores e incitadores al mal, ya que
aportan el conocimiento del mal desde su mundo al nuestro. Y al mismo tiempo, cuanta
más maldad realiza un ser humano, más fuerza vital le extraen estos ángeles para su
mundo.
Estos mismos ángeles subversivos pueden servir como instrumento para castigar al
pecador, para que el pecador sea castigado por las inevitables consecuencias de su
accionar, al igual que el tzadik o justo recibe su recompensa por las consecuencias de sus
actos benevolentes. En resumen, el pecador es castigado poniéndolo en contacto con el
dominio del mal que crea. Los ángeles subversivos se revelan en una variedad de formas ,
tanto materiales como espirituales, y en su revelación castigan al hombre por sus pecados
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en este mundo nuestro, haciéndolo sufrir tormento y dolor, derrota y angustia, tanto física
como espiritualmente.
Al igual que el mundo de la maldad en general, los ángeles subversivos no son seres
ideales, sin embargo tienen un papel en el mundo, lo que les permite funcionar como lo
hacen. Sin duda, si el mundo erradicara por completo todo el mal, entonces de forma
natural los ángeles subversivos desaparecerían, ya que existen como parásitos
permanentes que viven en el hombre. Pero mientras el hombre elija el mal, apoya y nutre
a mundos y moradas enteras del mal, aprovechándose de la misma enfermedad del alma
humana. De hecho, estos mundos y moradas del mal incluso incitan a estas enfermedades
y son parte integral del dolor y el sufrimiento que causan. En este sentido, el origen de los
demonios está condicionado por los factores que los influyen -como una fuerza de policía
cuya existencia es útil y necesaria sólo por la existencia de delito. La implicación
espiritual de los ángeles subversivos constituye, además de su función negativa, un marco
destinado a evitar que el mundo se deslice hacia el mal.
Pero el hecho es que estos ángeles crecen constantemente con más fuerza y poder,
reforzados por el mal creciente que hay en el mundo. Su existencia es, pues, ambigua y
de dos caras. Por un lado, la razón principal de su creación es la de servir como un
elemento de disuasión y como un límite. En este sentido, son una parte necesaria del
sistema general de mundos. Por otro lado, como el mal florece y se extiende sobre el
mundo debido a las obras de los hombres, estos ángeles destructores se convierten en
entidades cada vez más independientes, que constituyen todo un mundo que se alimenta y
engorda de la maldad, con lo cual la razón de ser de este reino es olvidado, y parece
haberse convertido en el mal por sí mismo.
Es en este punto de la paradoja que se hacen evidentes la vastedad y el magnífico alcance
de la finalidad y el sentido de la existencia del hombre. Vemos que el hombre puede
liberarse de la tentación de acumular el mal, acto mediante el cual obliga a los mundos
del mal a retrotraerse a su molde inicial. Lo que es más, es capaz de cambiar estos
mundos completamente para que puedan ser incorporados en el sistema de los mundos de
lo sagrado.
Sin embargo, mientras el mundo siga siendo lo que es, los ángeles subversivos seguirán
existiendo dentro de la propia esencia del mundo de Asiá, e incluso en los dominios por
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encima suyo, encontrando un lugar para ellos donde quiera que haya alguna inclinación
hacia el mal. Esto sucede porque ellos mismos instigan y evocan la producción del mal.
De este modo, reciben su vida y poder como resultado de algo que ellos mismos han
incitado, y finalmente, por su propia existencia, constituyen un castigo por las cosas que
han ayudado a llevar a cabo.
Uno de los aspectos más extremos de la maldad en el mundo de Asiá se llama "infierno".
Cuando el alma del hombre sale del cuerpo y se puede relacionar directamente con las
esencias espirituales, volviéndose así espiritual por completo (con no más que recuerdos
fragmentados de haber estado conectado con el cuerpo), entonces todo lo que hizo esa
alma en la vida la arroja a su forma correcta en el nivel adecuado en la vida después de la
muerte. Y así el alma del pecador desciende, tal como se expresa simbólicamente, al
infierno.
En otras palabras, el alma se encuentra ahora totalmente dentro del mundo-dominio de
estos ángeles subversivos que ha creado como pecador. No hay refugio donde escapar de
ellos, porque estas criaturas abarcan el alma por completo y la siguen castigando con un
castigo completo y riguroso por haberlas producido, por haber causado la existencia esto
mismos ángeles. Y mientras no se agota la medida justa de la angustia no se agota, esta
alma permanece en el infierno. ¿Qué quiere decir, que el alma no es castigada por algo
ajeno, sino por la manifestación del mal que ella misma crea de acuerdo a su nivel y de
acuerdo con su esencia. Sólo después de que el alma pasa a través de la enfermedad, el
tormento y el dolor de la existencia espiritual de su propi mal auto-producido, sólo
entonces puede llegar a un mayor nivel de bienestar de acuerdo a su estado rectificado,
apropiado para la esencia del bien que ha creado.
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In other words, the soul now finds itself wholly within the world-domain of these
subversive angels whom it, as a sinner, created. There is no refuge from them, for these
creatures encompass the soul completely and keep punishing it with full, exacting
punishment for having produced them, for having caused the existence of those same
angels. And as long as the just measure of anguish is not exhausted, this soul remains in
Hell. Which is to say, the soul is punished not by something extraneous but by that
manifestation of evil it itself created according to its level and according to its essence.
Only after the soul passes through the sickness, torment, and pain of the spiritual
existence of its own self-produced evil, only then can it reach a higher level of being in
accordance with its correct state, appropriate for the essence of the good it created. (End
of series.
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