Palabras alusivas al comienzo del Año Nuevo Judío (Rosh Hashaná 5771) Lic. David Telias Coordinador del Departamento de Estudios Judaicos Universidad ORT Uruguay 8 de setiembre de 2010 Rosh Ha Shaná 5771 Celebramos hoy el comienzo de un nuevo ciclo del calendario judío. Esto ocurre, en su actual forma, por lo menos desde el siglo IV de la era común. Mosaico de sinagoga del siglo VI d.C. La construcción del calendario que esta noche, cuando la primer estrella aparezca en el firmamento estará comenzando su ciclo 5771 desde la creación divina del mundo, es atribuida al sabio Hillel II, quien, en el año 359, con la Biblia como fuente, reformuló la manera en la que los judíos contaban el tiempo – básicamente a través de la observación de las fases lunares – para componer un sistema basado en el llamado “ciclo metónico”, que es cuando el sol y la luna coinciden en sus fases de traslación. Esto ocurre cada 19 años solares, en los cuales se desarrollan 235 lunaciones. El mes se calcula entonces en 29 días y 12 horas, lo que da una duración al año solar de 365.2468 días, mientras que el año solar astronómico es de 365.2422. Esta pequeña diferencia, es lo que permite calcular el día exacto de entrada de la Luna nueva, durante un período de 14.000 años, para atrás y para adelante, por lo que, si estamos hoy celebrando la entrada del año 5771, todavía nos quedan algunos miles de años sin tener que hacer ajustes al calendario. Pero la construcción de un calendario es mucho más que la pura medición del tiempo y el espacio. El calendario organiza la vida pública y privada de los individuos y de los grupos. A través de él se ejercen normas, se moldean costumbres, se dirige la vida económica y política de los sujetos. 1 En mayor o menor medida, eso fue, es y seguirá siendo así en todas las culturas conocidas. La construcción de un calendario y sus reformas; las fechas especiales o festividades que en él se incorporan, nos hablan del presente, del pasado y probablemente del futuro del grupo que por él se rige. Pero en el caso judío el calendario, y particularmente la fecha que hoy nos convoca, tiene además, mucho que ver con la supervivencia de esta cultura milenaria que es el judaísmo. La necesidad de medir el tiempo es probablemente consecuencia de la revolución neolítica que se inició hace más de 9000 años, y que generó la aparición de las primeras civilizaciones. La civilización hebrea, que históricamente nació hace casi 4.000 años, es de las más antiguas que todavía existen, y tiene, en esa larga historia, dos etapas bien diferenciadas. La primera transcurre desde su surgimiento hasta el año 70 de la era común. Jardines colgantes de Babilonia Siglo VI a. C. La mayor parte de ese período y hasta el final del mismo, los judíos vivieron mayormente concentrados en Jerusalem y sus alrededores, más una comunidad judía en Babilionia, desde que el rey Nabucodonosor invadiera Jerusalem y los obligara al primer exilio – que duró unos 50 años – durante el siglo VI antes de la era común. Durante esa etapa, los judíos celebraban básicamente tres fiestas de contenido a la vez histórico y agrícola, que se siguen celebrando hoy: Templo de Jerusalem Siglo I a.C. 2 Pesaj – o las pascuas – llamada también la fiesta de la primavera, coincidente con las primeras cosechas de cebada. Que recuerda esencialmente la liberación de la esclavitud en Egipto y la conformación de los judíos como Nación en la Tierra Prometida. Shavuot – la fiesta de las semanas – que celebra la cosecha del trigo y de las primicias de los frutos, e histórica y tradicionalmente, el inicio del pacto entre Dios y el pueblo judío. Sucot – o fiesta de la cosecha – de los granos y los frutos, que históricamente recuerda la morada de los judíos en el desierto durante los cuarenta años de camino, entre la salida de Egipto y el asentamiento en Jerusalem. En estas tres fiestas o “shloshet a regalim” como se llaman en hebreo, los judíos ascendían al templo de Jerusalem para realizar sus ofrendas de animales y vegetales, pidiendo una buena siembra, deseando una buena cosecha, y agradeciéndola. En eso consistía el calendario anual de los primeros judíos. Que la reforma del calendario y la incorporación de ciertas festividades como Rosh Ha Shaná y Iom Kipur haya sido en el siglo IV de nuestra era no es casual. En el año 70, los ocupantes romanos destruyen el Templo de Jerusalem, y expulsan a los judíos de la ciudad, que emigran, dispersándose por los confines del Imperio Romano. Sólo unos pocos lograrán quedarse en Jersualem y sus 3 inmediaciones. Durante la destrucción del templo, uno de los sabios judíos de la época, Rabí Iojanan Ben Zakai, solicitó a los romanos permiso para que le dejaran residir, junto a otros sabios, en la ciudad de Yavne, al norte de Jerusalem, y fundar allí una academia. Los sabios allí reunidos fundaron un nuevo judaísmo: el diaspórico o judaísmo del libro. Escrito, el judaísmo podía trasladarse de lugar en lugar, y ser parte de la vida cotidiana de todo judío, en cualquier lugar del mundo. En una cultura para la cual, saber leer y escribir era un derecho y una obligación de todos sus miembros a partir de los 6 años de edad, ya desde que se asentaran en Jersualem, 1200 años antes. Después de la destrucción del Templo, la Torá (el Pentateuco) adquirió mucho mayor relevancia, y la exégesis más la escritura de toda la tradición oral, fueron haciendo del judaísmo, una cultura escrita. Aproximadamente entre el siglo V y el VI de nuestra era, en las academias, se va finalizando la redacción del Talmud, el libro que recoge la tradición oral del pueblo judío. Ese que ya no tenía ni tendrá hasta la actualidad, un templo al cual ofrendar lo mejor de su cosecha. Es en ese contexto en el que nace el nuevo calendario, que deberá regir la vida civil de los judíos en el lugar del planeta en el que se encuentren, y el momento en el cual, festividades como la que hoy nos convoca, adquieren su relevancia. 4 El momento de la siembra y la cosecha ya no era el mismo para todos, pero era importante que todos recordáramos nuestro pasado, y cuidásemos de las tradiciones. La decisión de publicarlo, se dice que la tomaron los sabios, sin fecha exacta, aproximadamente unos 20 años antes de que Hillel II lo terminara, en el 359 como dijimos al comienzo. Para comenzar el año civil, los sabios constructores del calendario no se basaron en ningún acontecimiento histórico, ni en ningún fenómeno relacionado al ciclo natural del tiempo. En el Levítico, capitulo 23, versículo 24 se dice: “En el séptimo mes, al primero del mes tendréis sábado, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación”. Los sabios extendieron la “santa convocación” a un período de diez días. Los llamados Yamim Noraim – o días austeros - , que comienzan con Rosh Hashaná y culminan con Yom Kipur (el día del perdón). Son días de arrepentimiento e introspección, de balance de los actos y acciones realizadas, de plegaria y sensibilidad especiales. En estos diez días, los creyentes se disculpan ante el creador, y todos lo hacen ante los semejantes, por todo el daño que, intencionadamente o no, se pudo haber provocado. Los Yamim Noraim son una fiesta especialmente destinada a reforzar el buen relacionamiento entre todos los seres humanos. Así quisieron nuestros sabios, que los judíos comenzaran el año. Pensando en el colectivo, y reflexionando sobre lo que se hizo mal, para no volver a repetirlo, y sobre lo que se hizo bien, para hacerlo mejor. 5 En el año que hoy comenzamos, queremos desearle a todos, que no se repitan las tristezas, y que se multipliquen las alegrías y satisfacciones por los logros personales, familiares y colectivos alcanzados. Shaná tová y metuká. Ctibat ve jatimá tová. Feliz y dulce año. Que sean inscriptos en el libro de la vida. Le jaim - Salud 6