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“2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres” Senado de la Nación
Secretaria Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones
(S-3684/15)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado de la Nación
DECLARA
De interés de este H. Cuerpo la procesión en honor a la Difunta Correa
que el 3 de noviembre del corriente año partirá desde la Casa de la
Provincia San Juan, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hasta el
Centro Cultural Paco Urondo, con un cuadro de la homenajeada, obra
del artista Tiziano Fabris, siendo la primera peregrinación de estas
características en Capital Federal.
Marina R. Riofrio. –
FUNDAMENTOS
Señor Presidente
El 3 de noviembre del corriente, a las 17 hs., se realizará
una procesión que acompañará un cuadro de la Difunta Correa, obra
del artista Tiziano Fabris, desde la Casa de la Provincia San Juan
hasta el Centro Cultural Paco Urondo. En esta primera peregrinación
que se llevará a cabo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
participarán cantores folclóricos, gauchos, devotos y público en
general. El cuadro quedará en exposición en el CCPU hasta el 24 de
noviembre.
La obra de Fabris utiliza la iconografía de la inmigrante y el bebé de la
pintura "Un episodio de fiebre amarilla en Buenos Aires" de Juan
Manuel Blanes y la sitúa en el desierto. Esa imagen de la mujer y el
bebé del cuadro de Blanes fue retomada luego para la figura de la
Difunta Correa de las estampitas y representaciones populares. El
cuadro de Fabris propone otra lectura de la recepción de la obra de
Blanes en 1871 y las razones de su éxito y fervor popular.
Esta nueva obra de 2015 propone retomar la figura femenina del
cuadro de Blanes, reubicándola en el espacio del desierto tal como lo
hizo la cultura popular con la Difunta Correa. De esta forma, queda
liberada de los representantes de la "civilización" de la versión original
de Blanes. Esta adaptación habilita la procesión que la acompañará
esta vez y que no fue posible en 1871, como se lamentan algunos
observadores y críticos de arte.
“2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres” Desde lo devocional, la imagen de Deolinda Correa representa una de
las más profundas y antiguas devociones populares argentinas. A su
santuario en Vallecito, San Juan, acuden miles de promesantes a
agradecer sus favores. No hay en ellos distinciones de edad o
condición social. Su imagen es símbolo del amor maternal que
traspasa los límites de la muerte.
En la Provincia de San Juan, desde hace 26 años se realiza la
Cabalgata de la Fe al Santuario de la Difunta Correa, evento que se
complementa con espectáculos musicales y artísticos.
La “Difunta Correa” encierra una profunda e impactante historia de
amor y fidelidad, y es hoy el fenómeno social–religioso extra-Iglesia,
más importante de América Latina. La imagen retenida por el pueblo
es el de una mujer que yacía en los cerros y como la última expresión
del amor de madre, sabiéndose cercana a la muerte, apretó a su hijo
hacia su pecho y murió amantándolo, y ya muerta continuó su hijo
alimentándose del pecho materno. Así los encontraron y así lo
relataron los arrieros.
Cuenta la historia que en los tiempos del gobernador de San Juan don
Plácido Fernández Maradona (alrededor de 1840) vivía en la ciudad
Capital don Pedro Correa, héroe de la Independencia, muy querido por
el pueblo sanjuanino y por las autoridades. El prestigio ganado en la
batalla de Chacabuco le permitía a don Pedro, su esposa Damiana y a
su hija Deolinda Correa, llevar una vida sencilla y sin sobresaltos. La
tragedia se desencadena cuando la joven se convierte en una
hermosa mujer. Todas las miradas se volvían codiciosas hacia su
figura, especialmente la del Jefe de Policía, Rancagua, que la acosaba
constantemente. Deolinda siguiendo los mandatos de su corazón se
casa con Baudilio Bustos. Esperaba un hijo cuando a su marido lo
envían con la montonera a pelear a La Rioja, lugar donde ya estaba su
suegro, por razones diferentes. En realidad esta leva (reclutamiento
forzoso) fue una maniobra del enamorado policía para alejar al marido
de la pretendida mujer.
Baudilio había hecho prometer a su esposa que no lo seguiría.
Cuando éste cae preso, Deolinda se lanza en su búsqueda a lomo de
una mula que le prestara el cura párroco del lugar. Avanza por
quebradas, travesías, come solo raíces que saca del yermo suelo
montañés, hasta que su mula muere de cansancio y hambre. Siempre
rezando y con voluntad inquebrantable amamanta a su niño y avanza
caminando.
Le flaquean las fuerzas hasta que cae muerta cerca de Vallecito en la
Cuesta de la Sierra del Palo. Varios días después encuentran unos
arrieros chilenos su cadáver con los pechos milagrosamente húmedos,
“2015 ‐ Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres” dando leche al niño que estaba con vida. La entierran en las
cercanías, en un lugar que hasta la fecha es un misterio.
Había por aquellos tiempos un arriero conocido en el Oeste Argentino,
Don Pedro Flavio Zeballos. Su fama se extendía por Córdoba,
Santiago del Estero, la Rioja, San Juan, San Luis y Mendoza, ya que
solía llevar ganado a Chile donde existía un mejor precio para la carne
vacuna. Había sido contratado por una señora radicada en Córdoba
para llevar quinientas cabezas de ganado a Chile y venderlas. Don
Claudio sale con su gente y con su tropa a cumplir el encargo y se
dirige al Oeste. Pasados unos días de marcha y ya atravesando San
Juan, decide hacer noche acampando en Vallecito. Encontrándose
acampado con sus arrieros y el ganado, comienza una gran tormenta,
los animales se inquietan, hasta que ante el fragor inusitado de la
tormenta los animales huyen espantados.
La petición del arriero fue “Difunta Correa, te pido protejas a los
animales y si los puedo recobrar te hago una manda (promesa), que
vendré y te construiré una capilla para cubrir tu tumba y tu cruz”. Al día
siguiente, pasada la tormenta salieron a buscar los animales y los
encontraron en una cuesta que terminaba en una quebrada –hoy
llamada “Cuesta de las Vacas” por aquel hallazgo. Se había producido
entonces el primer gran milagro, y el arriero Zeballos cumplió “la
Manda” y erigió la primera capilla con la que cubrieron la tumba y la
cruz de la Difunta Correa.
La devoción de Zeballos se repite en miles de fieles que todos los
años se congregan en Vallecito para dejar sus ofrendas y hacer sus
pedidos a la Difunta. Inclusive, poetas y cantores populares le han
compuesto y entonado innumerables canciones y coplas.
Por lo que significa para la comunidad de San Juan la Difunta Correa y
por ser la primera vez que la procesión se realiza en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, solicito a mis pares la aprobación del
presente proyecto de declaración.
Marian R. Riofrio. -
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