de la sociedad oftalmológica hispano-americana

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ARCHIVOS
DE LA SOCIEDAD OFTALMOLÓGICA
HISPANO-AMERICANA
1920 – Abril
Las roturas indirectas de la coroides
M. Menacho161
Manifestaciones oculares del tifus exantemático
Manuel Marín Amat172
ARCHIVOS DE OFTALMOLOGÍA
H IS P A N O - A M E R IC A N O S
I.— TRABAJOS
LAS
ROTURAS
O RIG IN ALES
IN D IR E C T A S
Por el D n. M . M
DE
LA
C O R O ID E S
enacho
E l globo ocu lar está 111113' exp u esto a traum atism os por el
m ero hecho de su función, que requ iere h allarse orien tad o hacia
el objeto que se fija, y esta circu n stan cia es la causa de que su fra
frecuentes lesiones
y a sea en el ejercicio del trab a jo , o en el
momento de una agresión , o a consecuencia de un accid en te f o r ­
tuito.
E s cierto que la n atu ra leza le ha dotado de m edios de p ro ­
tección alo ján d o le en una cavid ad ó s e a ; p roveyén d ole de unos
velos m ovibles que le cubren y sirven p ara lubrificar su superficie
con el producto de la secreción lagrim al, que por sí sola a le ja
m ultitud de cuerpos e x tr a ñ o s; colocándole sobre un cojin ete de
grasa que sirve para am o rtig u a r los choques y las v ib ra c io n e s ;
dotándole de exq u isitos reflejos que le sirven p ara eludir, con
rapidez, la acción de m ultitud de agentes, p ern iciosos p ara su
in te g rid a d ; pero tam bién es cierto que esa protección no basta
para ponerlo a cubierto, de una m anera eficaz, de toda clase de
injurias, pues son tantas a las que se halla exp u esto y algunos
de los agen tes trau m áticos son de tal fu erza , que resultan d esp ro­
porcionados con los m edios de que la n atu raleza le dotó para
precaverse de ellos.
E l globo del ojo, cu ya s pared es están fo rm ad a s de tejid o
A R C H IV O S
DE
O F T A LM O LO G ÍA
12
elástico poco extensible, fo rm a una cavidad sensiblem ente esférica ,
con un contenido líquido o sem ilíquido, e incom presible. L a acción
del choque sobre él p rod ucirá una d efo rm ación con desplazam iento
del contenido líquido, que según la dirección, la fu erza y la n atu ­
raleza del cuerpo contundente y la resistencia de las paredes ocu ­
lares, d e te rm in a r á : su d esgarro o r o tu r a ; una herid a penetrante,
o sim plem ente su c o n tu sió n ; y esto, a pesar del reborde orbitario
y de la n ariz que le protegen por los lados, y del panículo adiposo
que está dispuesto p ara am o rtig u a r los choques recibidos d ire cta ­
m en te; pues cuando los agentes contundentes alcanzan al o jo con
fu erza , suele resu ltar deficiente su protección y corre serios p e­
ligros de sobrevenir la rotura de todas las m em branas oculares, o
sim plem ente la lu x ació n del cristalino, o la rotu ra lim itada de los
coroides,
perm aneciendo
intacta
la
m em brana
fibrosa
que
le
protege.
L a s contusiones del o jo pueden ocasion ar la rotu ra del órgano,
com o y a he dicho, pero en otros casos (y a éstos me re fe riré )
perm anece intacta la esclera y el d esgarro se circunscribe a las
m em branas p ro fu n d as, y aun podem os decir, más bien, a la co ro i­
des, pues la retina pocas veces llega a d esg arrarse aun cuando se
observan con cierta frecu en cia rotu ras de los vasos retinianos.
El
o jo
contusionado
presenta
síntom as ex te rio res
caracte­
rísticos, va riab les según las circu nstan cias, v. g . : hiperem ia, eq u i­
m osis palpebrales o con ju n tivales, erosiones y opacificación de la
córnea, h ifem a , d efo rm ación y dilatación o contracción pupilares,
abolición
de los reflejo s p u p ilares,
fo to fo b ia , lagrim eo, dolores
espontáneos o a la presión, con frecu en cia hipotonía, a veces hiper­
tensión, obscurecim iento, paresia o espasm o de la acom odación
(m iopia tran sitoria), d esgarros
variab les
del iris
(p eriférico s
o
centrales), opacificación del cristalino, su b lu xación o lu x ación del
m ism o, h em o rragias circu n scritas a la retina o a la coroides, o
bien invad iend o el vitreo , d esgarros de la coroides, h em orragias
entre las va in a s del n ervio óptico, etc.
A consecuencia de las contusiones del globo ocular, se p ro d u ­
cen frecu en tem en te h em o rragias del fon d o que pueden quedar
lim itadas a la retina o a la coroides, o bien se insinúan entre la
coroid es
y la esclerótica, producien do el desprendim iento coroideo,
o entre coroides y retina, desprendiendo ésta de su conexiones
con aquélla, o bien desgarran el te jid o retiniano y se insinúan en
el vitreo, y aun puede a tra v e sa r la zón u la y llegar la san gre hasta
la cám ara (hem oftalm os).
P arece ser que las h em o rragias de la coroides no pueden in­
vad ir el vitreo m ás que al nivel de la porción anterior, donde sólo
tienen que vencer la débil resistencia que le oponen las dos cu tícu ­
las epiteliales (u veal y retin ian a) del cuerpo ciliar, la lám ina vitrea
del cuerpo ciliar y la lám ina lim itante interna del epitelio c ilia r;
en el resto del fondo, la retin a opone a la sangre p roced en te de la
coroides un a resistencia m uy superior, y la san gre suele acum u­
larse en el espacio su p racoroid eo, provocan d o el desprendim iento
de la coroides. E ste se ob serva a consecuencia de traum atism os,
pero no está bien com probado el desprendim iento coroideo e x c lu ­
sivam ente posthem orrágico.
E l aspecto o ftalm oscóp ico es m uy v a r ia b le ; en unos casos se
presenta una zona edem atosa en la retina (descrita po r el D r. B e r ­
lín m inuciosam ente), que sigu e una m archa e fím e r a ; en otros,
son m anchas
h em o rrágicas las que se observan, m anchas
que
pueden ocupar la retina o la coroides y que se distinguen m u y bien
con el oftalm oscop io, pues aquéllas engloban entre el coágu lo los
vasos retinianos, y en éstos, los vasos retinianos, intactos, pasan
sobre el coágulo. C uan d o la retina ha su frid o un desgarro, en los
bordes de ésta se com prueba el enroscam iento de la m em brana,
que al m ism o tiem po pierd e en tran sparen cia y se tra n sfo rm a en
una h oja gris blancuzca. C u an d o las h em o rragias ocupan el vitreo,
su exp loración oftalm oscóp ica es m uy fá cil y es posible lo caliza r
el punto de su procedencia.
C on el tiem po, las m anchas h em o rrágicas del fo n d o su fren
un proceso de reabsorción, que en unos casos es com pleto y no
deja vestigio s apreciables, pero en otros, quedan placas blancas
con algunos fo co s pigm en tarios.
C uando sobreviene el desprendim iento de la coroides, se p e r­
cibe al oftalm oscop io un abultam iento regu lar de bordes im preci­
sos, inm óvil, cubierto por la r e tin a ; en el que se pueden percibir
los vasos coroideos, y el con ju n to tiene un tinte rojo, al paso que
el desprendim iento aislado de la retina tiene un tono gris, y es
flotante.
E l desprendim iento de la coroides se puede co n fu n d ir con
los neoplasm as de dicha m em brana, pero éstos tienen los bordes
más bruscos, suelen prod u cir hipertensión, y su superficie es algo
ondulada. E sto no obstante, en algu nos casos sólo los antecedentes
servirá n p a ra establecer el diagnóstico, y en otros, no será posible
hacerlo sin recu rrir a la punción ex p lo ra triz.
E n la región m acu lar es m u y frecu en te hallar edem a de la
retin a com o ún ica lesión con secu tiva a la contusión del o jo, y
aunque no tan frecu en te, un a lesión de la m ácula (H aab), que se
m anifiesta bajo la fo rm a de una m ancha ro ja , con algunos puntitos
blancuzcos, acom pañada de dism inución v isu al y abolición de los
reflejos p u p ila res; con el tiem po se con vierte en gris y después en
blancuzco el color de la m ácula, y m ás tarde suele q u ed ar com o
lesión final una m ancha atrófica sem brada de islotes de pigm ento.
S egún N orm an y H a u sen , la lesión de la m ácula, d escrita por
H aab, resu lta de las m ism as cau sas y por análogo m ecanism o al
de la ro tu ra típica de la coro ides, o sea, po r rotación del o jo, el
cual, m erced al golpe recibido, g ira sobre el n ervio óptico com o
punto fijo, recuperando su posición prístin a en cuanto llega al
lím ite de torsión. E ste m ovim iento brusco ocasiona la ro tu ra de
la coroides en los puntos de elección, que s o n : la papila (donde la
coroides adhiere al anillo escleral), y la m ácu la (que está em plazada
donde la coroides es m ás resistente y m ás elástica). D ich a lesión
m acular, consiste en h em o rrag ias cap ilares y d esgarros m uy finos
del tejid o coroideo subyacente.
E l d esgarro trau m ático de la coroides fué descrito por p r i­
m era v e z por de G ra e fe en 1854.
S e puede co n fu n d ir fácilm en te un repliegue de la retina, con
la rotu ra linear de la c o r o id e s ; en aquél la cresta del repliegu e
tiene un reflejo brillante y a su n ivel los vasos retin ian os cam bian
su tray ecto ria por una pequeña ondulación, y en éste, no.
H a y quienes dudan del d iagnóstico de ro tu ra de la coroides
cuando no va segu id a de h em o rrag ias o cuando 110 quedan com o
vestigios de ella acúm ulos de pigm entos, y en esto no va n desca­
m inados, pues no se concibe la rotu ra de una m em brana vascu lar,
cual la coroides, sin dichas lesiones, y pretenden que se d iagn osti­
can com o rotu ras de la coroides, sim ples repliegues de la retina.
N o hay duda que p ara hacer un d iagnóstico p o sitivo de sem ejan tes
desgarros, 110 basta la im agen clásica de las líneas blancas que se
observan inm ediatam ente después del trau m atism o, pues, a falta
de dem ostraciones anatóm icas, el sentido com ún se opone a adm i­
tir una ro tu ra sin hem o rragia en un tejid o esencialm ente vascu lar.
A u n pod ría aceptarse, si se tratara de arteriolas en las que el
desgarro de su tún ica elástica pudiese e x p lic a r la oclusión de su
luz, pero no es éste, ciertam ente, el caso.
L a retina p articip a en la rotu ra de la coroides con su capa
epitelial pigm en tad a y consiguien tem ente debe particip ar hasta una
cierta de sus capas táctiles, aunque sea im posible d eterm inarlo
con el o fta lm o s c o p io ; pero, algu n as veces el d esgarro puede ser
total y la sangre se derram a en el vitreo.
E l aspecto oftalm oscóp ico será d iferen te según que se trate
de una lesión reciente (d esg arro) o an tigu a (cicatriz). C u an d o es
posible el exam en al poco tiem po del accidente, la ru p tu ra reviste
la fo rm a de un a línea a m a rillo rro jiza , de bordes redondeados cu­
biertos de s a n g r e ; a los pocos días, la coloración va convirtiénd ose
en blancuzca y term ina en blanco m ate. S u form a suele ser m uy
alargad a (1/3 a 1/2 D . p. de ancho, por 3 a 4 D . p. de largo ) y p re­
senta
alguna
prolon gación
angulosa.
Suelen
estar
em plazadas
hacia el polo p o sterior y de p re fe re n c ia entre la papila y la m ácula,
aunque a veces revisten la form a cu rv a, contorneando el nervio
ó p tic o ; m ás rara es la fo rm a recta d irig id a desde la m ácula a la
papila.
Si los d esg arro s no llegan en su cu rso u lterior a ad qu irir un
color blanco tendinoso (com o la esclera) se debe a que la lám ina
fusca, que es la m ás extensible, 110 llega a d esgarrarse.
E l d esgarro p rod ucid o por la acción directa del agente trau ­
m ático, no po r contragolp e, reviste una fo rm a más irreg u lar y su
em plazam iento es m u y variab le.
L a ru ptura, y a hem os dicho que suele estar en las inm edia-
d o n e s del polo p osterior, y esto obedece, según S aem isch, a con d i­
ciones anatóm icas pa rticu la res, cuales son la adhesión de la co ­
roides a la lám ina cribosa (sobre la que term inan algu nas p ro lo n ­
gaciones), y la presencia de algu nos va so s que a la p a r que la
atra viesan la fijan en todo el polo po sterior. K n ap p , reconociendo
la influencia de .estas condiciones anatóm icas, cree que el m eca­
nismo es análogo al de las fra c tu ra s del cráneo por c o n tra go lp e;
A r lt opina que se debe a la com presión contra el cojin ete grasoso
de la órbita y la bóveda orbitaria. O. B e c k e r cree que la lo ca li­
zación y configu ración de tales rotu ras obedece el hundim iento del
n ervio óptico en el globo ocu lar, al p ro j'ectarse éste sobre aquél
por una fu erza prop u lsiva. L . de W e c k e r la exp lica po r el m odo
especial de fijación del tracto u veal a la esclerótica y la fo rm a de
suspensión del globo ocu lar en la órbita m ediante los m úsculos
rectos y oblicuos, del que resulta, que al o cu rrir un choque violento
con tra el globo ocular o una vio len ta sacudida, los m úsculos se
contraen y obrando en sentido inverso, ejercen una conm oción cuya
acción se concen tra en un punto de la región escleral, en el cual
sobreviene el desprendim iento, por rotura, de la coroides.
S egú n la región que interesen, el resultado sobre la visión
será distinto.
A continuación van cu atro diseños, sacad os por mí del n atu ­
ral, entre los m ás interesantes que he hallado en mi e s ta d ís tic a :
O b s e r v a c i ó n I. — S an tiago M. de B años (Núm . 31.609.)
D ía 23 de Septiem bre de 1890. — H a ce diez y seis días recibiq una
pedrada en el ojo derecho que le p ro du jo el obscurecimiento com pleto de
la visión.
| O. D . : V = Dedos a O’ iO 111.
l O . I .: V = 1 . Em .
Esta do actual. O. D . : R o tu ra del iris en su sector ínferointerno. H e m o ­
rragia parcial del vitreo. G ra n
rotura semicircular de la coroides en la
parte alta de la papila.
O. I . : F o n d o normal.
D ía 2i) de D iciem bre de 1S90.
(O . D .: V = 1 !!
V = 1.
1 0 . I.:
O. D . : L a he m orr agia está reabsorbida. E l aspecto del fondo es el
que indica la figura 1. Cat ar at a ecuatorial.
Día 30 de O ctubre de 1897.
I O. D . : M. 10 V = Dedos a 1’20 m. 1
. . .
V = Ve M. 2 V = 1 ? ) Ml° P ' a adquirida.
1 O. I . :
O
b s e r v a c ió n
II. — F ra ncis co A., de siete y medio años. (Núm . 33,977.)
Día 21 de Junio de 1891. ■
— H a c e diez días recibió una pedrada en la
nariz y párpado inferior izquierdo, sobreviniendo ligera rinorragia.
O. D .
F ig. 1
( O. D . : V — 1.
f O. D . : T = + 0 .
( O. I . : V = p ercep ció n lumínica. 1 0 . I.: T = + 0 .
O. D . : F o n d o normal.
O. I.:
C atarata traumática su bluxada. F o n d o inexplorable.
D ía 22 de M areo de 1892.-— O. I.: C atarata reabsorbida (queda catarata
secundaria). Se ob servan dos ro tura s de la coroides y una antigua hem o­
rragia ( H ) por fu era de la mácula. Se practica la discisión y el día 5 de
Octubre del mismo año, V =
O
b s e r v a c ió n
V i.
III. — F e d e ric o
B.
y
G.,
de
veinticinco
años.
Núme­
ro 39,692.)
D ía 23 de N o viem bre de 1894. — H a ce dos meses, arreando un caballo,
se le rompió el látigo, hiriéndole el ojo izquierdo. Se le obscureció la v i ­
sión y tu vo fuertes dolores durante quince días y después se le ha ido
aclarando.
í O. D . : V == 1 ,
\ 0 . I . : V = %.
í O. D . : Reflejos pupilare s n orm ale s.
(O . I . : G r a n midriasis. Reflejos c a s i abolidos.
O. D . : F o n d o normal.
O. I . : R o tu ra de la coroides alrede do r de los dos tercios internos papi­
lares qon he m orr agia en la parte e xterna de la papila (fig. 3).;
O b s e r v a c i ó n I V . — Francisco M., de veintiún años. (Núm . 111,443.)
D ía 11 de N o viem bre de 1905. — H a c e veinte días, machacando piedra,
le saltó una de regu lar tamaño, hiriéndole el ojo izquierdo.
O. D . : F o n d o normal.
O. I . : Cicatr iz consecutiva a herida incisa de la córnea. D e fo rm a ció n
de la pupila. R o tu ra de la coroides (fig. 4 R ) con hemorr ag ia sobre la
mácula ( H ) , y pigmento ( P ) en el borde externo papilar.
Día 22 de D iciem bre de 1917. — O. I.: L a rotura, que se ma nifestaba
bajo la form a de un tracto blancuzco con pigmento en sus bordes, ha que­
dado completamente cubierto de pigmento.
Consideraciones. — L la m a la atención que las lesiones estén
localizadas en el polo posterior, y precisam ente en las inm ediaO I.
F ig . 3
ciones de la papila óptica. T o d a s ellas presentan la configuración
curvilínea, con la con cavid ad generalm ente orien tada h asta la papi­
la, excep to una de las dos rotu ras de la O b servació n II , la de form a
sem ilunar, que elude dicha disposición, aunque el foco in fe rio r, que
es m enos característico, la siga. L a s h em o rragias han d ejad o pocos
vestigios de pigm ento, aunque h ayan ido acom pañadas algunas de
ellas de fu ertes h em o rragias del vitreo , lo que se exp lica por tratarse
de in d ivid uos jóven es, y de lesiones independientes de todo estado
patológico, que
com prom eta la in tegrid ad del aparato vascu lar,
de las en ergías celulares, y , por ende, de la fa gocitosis, d ificu l­
tando la hem olisis y
reabsorción del coágulo. L a p érd id a defi­
n itiva de la visión ha sido escasa, excep to en la O b serva ció n I V ,
en que la hem o rragia era netam ente m acular.
A n a liza n d o aisladam ente las observaciones, hallam os en la I
un caso típico de rotura total, radial, del iris, en su parte ínferoO I.
Fig. 4
interna, correspon diendo con rotu ra sem icircu lar de la coroides
en la m itad inferior de la papila óptica, y esto resu ltaría m uy inte­
resante si supiésem os en qu é dirección alcanzó al o jo el agente
trau m á tico ; pero teóricam ente hem os de suponer que la fu erza
obró en dirección hacia ab ajo y adentro, produciendo la herida por
contragolpe.
L a O b servació n II es anóm ala por la dirección de la rotura
sem ilunar, cu ya concavid ad, a la in versa de lo que suele observarse,
está en dirección opuesta a la p a p ila ; es cierto que la rotu ra si­
tuada por d eb ajo de ésta tiene un borde cóncavo orientado hacia
ella, pero esto no em pece p ara que la configuración anóm ala d es­
crita resulte d ifícil de ex p lic a r po r la te o ría de N orm an n y por la
de O . B e c k e r, y parecería dar la razón a la de mi m aestro, de
W eck er, pues la retracción del oblicuo sup erior pudo influir en la
orientación de la rotura sem ilunar, y la del oblicuo in fe rio r en la
rotura situad a en la parte in fe rio r de la papila.
L a O b serva ció n I I I , com o la I y la I V , parece dar la razón a
las teorías que hacen figu rar com o p rim ordial causa la adhesión
de la coroides a la lám ina crib ad a y tam bién a los vasos ciliares
posteriores. A d em ás, en la observación I V figu ra una anom alía
vascu lar [c. c. colaterales sim étricas ( i) ] que fu é m otivo para que
dicho caso figurase en un tra b a jo publicado por mí anteriorm ente.
L a O b servació n I I I cau saría la im presión de un pliegu e de
desprendim iento a ju z g a r
po r la ondulación que describen los
vasos que la atraviesan , pero no hay duda que ex istía rotu ra de la
coroides (i?) con enroscam iento de los bordes rotos, que ha o rig i­
nado el d esn ivel que se observa. A d em ás, hubo una h em o rra­
gia (H) típica de la m ácula, que se trad u ce por un gran fo co p ig ­
m entario que ocupa su lu gar.
E s p a rticu la r que el tracto que indica la figura I V (R R R) esté
libre de pigm ento, y , en cam bio, se acum ule éste en P
P , en la
inm ediación de dos vasos, pero algo separado de la rotu ra. H a sta
la fecha no h ay exp licación sa tisfa cto ria p ara este origin al aspecto
en los traum atism os del o jo , en los casos en que, p o r los datos
oftalm ológicos, hem os de localizar las lesiones en la coroides, que
por su estru ctu ra, fu n dam en talm ente vascu lar, debiera ir acom ­
pañada constantem ente de h em o rragias en el área de sus grietas.
P od em os sacar, com o conclusión de este trab ajo , que el punto
de elección de las roturas de la coroides es la p roxim id ad de la
papila ó p tica ; que suelen ad op tar la fo rm a cu rv a con la concavidad
hacia e lla ; que cuando la lesión (rotu ra o hem orragia) no invade
la m ácula, el p ron óstico no es m u y g r a v e ; que la configuración, y
sobre todo el em plazam iento de la rotu ra, perm ite ju z g a r de la
dirección que siguió el cuerpo contundente.
(i)
Véase M.
M e n a c h o : A n o m a lía s v a s c u la r e s d e l fo n d o
ocula r.
M A N IF E S T A C IO N E S
OCULARES
E X A N T E M Á T IC O
P o r el D
r
. M
anufx
M
a r ín
DEL
T IF U S
<»
A
m at
O cu lista del H o sp ita l P ro v in c ia l de A lm ería
S e ñ o r e s : A l tratarse en la A sam blea del 20 de Septiem bre ú l­
tim o de la inauguración de un curso científico po r este C olegio de
M éd icos, el D r. P érez Cano, hubo de pedir autorización para presen­
tar en la prim era sesión un trab ajo en unión del Sr. G óm ez C am ­
pana (T.), acerca del tifu s exantem ático, a lo que accedió gu stosa la
A sam blea.
U n acto de verd ad era cortesía por mi parte, dado mi papel de
P resid en te del C olegio, h izo que tam bién yo pidiese la venia, que me
fu é otorgada, de contribuir con los citados señores al estudio de
aquella infección , si bien en la parte correspondiente a la especiali­
dad que cultivo, y anuncié esta com unicación con el calificativo de
“ M an ifestacio n es oculares del tifu s ex a n tem ático ” , título que, como
verán , 110 corresponde a la insignificancia de lo que puedo decir, que
es bien poco.
N o de otro m odo y o hubiese anunciado el ocuparm e de un asun ­
to del que hasta hoy apenas si se ha escrito, y buena pru eba de ello
es que en las m últiples R evista s que leo y analizo, no h e visto nada
relacionado con tan interesante cuestión, y en la gran Enciclopedia
Francesa de Oftalmología, en la que el D r. E m ilio B erger, de P arís,
dedica 11a gran parte del tom o I V al estudio de las relaciones entre
la P ato lo gía interna y el aparato visu al, sólo escribe tres renglones
sobre las m anifestacion es oculares del tifu s exantem ático, y d ice:
“ estas afeccion es se presentan m u y rara v e z, pero, sin em bargo, se
han observado casos de neuritis ópticas en la convalecencia del
mismo, que pueden ocasionar excepcionalm ente la a tro fia
de la
pap ila” .
L a presentación de focos aislados de tifu s exantem áticos en nues­
tra p rovin cia en el verano últim o, despertaron en mi ánim o el deseo
de conocer las lesiones que tal infección pueda determ inar en el
aparato visu al, habiendo tenido especial cuidado de coleccionar los
(1) Conferencia dada en el Colegio de Alédicos en la provincia de Alm ería, el día 25 de
Octubre de 1919.
casos q u e han lle g a d o a n u e s tro s e r v ic io o fta lm o ló g ic o del H o s p ita l
P r o v in c ia l.
Solam ente a 8 asciende la casuística, que son bien pocos para
un estudio acabado, pero lo bastante para poner en cam ino, al m e­
nos de m om ento, de cóm o deben ser tales m anifestaciones. T o d a s
las observaciones se refieren a en ferm os convalecientes, lo que ya
indica, que el D r. B erger, 110 está m uy en lo cierto al señalar la
rareza de las m ism as.
Y entrem os en m ateria.
E l tifu s exantem ático, aparte de la especialidad infecciosa, pue­
de producir m anifestacion es sobre el aparato de la visión de dos
m o d o s: uno por el solo hecho de la elevación térm ica o elem ento
fe b r il; el otro, por el m ism o m ecanism o que cualquiera otra en ­
ferm edad general, la consunción o debilitación del organism o.
C o m o a fe c c ió n fe b ril, el t if u s e x a n te m á tic o p u ed e p ro d u c ir , al
igu al qu e la g rip p e , la n eu m o n ía , la tifo id e a , el c a ta r ro g á s tr ic o f e ­
bril y h asta la m ism a v a c u n a a n titífic a , a fe c c io n e s tan típ ica s co m o
el h e rp es c o rn e a l y la q u e ra titis d e n trític a , c u y a s in to m a to lo g ía y
d ia g n ó stico son tan cla ro s y e x p r e s i v o s ; p e ro co m o ésta s so n a fe c c io ­
nes del co m ie n z o de la e n fe r m e d a d , es d if íc il qu e lleg u e n a la o b s e r­
vació n d el o c u lis ta , p o r p r o c u r a r m á s e n to n ces la e n fe r m e d a d g e n e ­
ral q u e las m o lestia s o cu la re s.
Com o causa debilitante del organism o para las infecciones tanto
ectógenas com o endógenas, el tifu s exantem ático predispone en sum o
grado a las infeccion es oculares se c u n d a ria s,.y éstas, si hem os te­
nido ocasión de ob servarlas en en ferm os de nuestra p ráctica (ob­
servaciones 6.“, 7.“ y 8.“), que si bien en ellos existían, adem ás
la predisposición local, es lo cierto que vivieron m uchos años sin
llegar a padecer las g ra ves lesiones de neum ococos que presentaron
durante la convalecencia de la enferm edad. S e com prende bien que
estas lesiones sean m uy variad as y radiquen tanto en el globo (que­
ratitis,
iritis, coriditis, etc.),
b lefaritis, dacriocistitis,
com o en los
anejos
(conju n tivitis,
dacrioadenitis, tenonitis, etc.), así
com o
que las bacterias más d iversas interven gan en la etiología.
M ás, el tifu s exantem ático com o todas las infecciones gene­
rales puede determ inar m anifestacion es oculares en cada uno de sus
p e río d o s: de increm ento, de estado y de d eterm in ación ; pero así
como
hay infeccion es
(viru ela, vacu na,
erisipela, difteria", etc.),
que pueden ocasionar llesiones del aparato visu al tanto por la tran s­
m isió n e x ó g e n a co m o e n d ó g en a, el t if u s p a re c e so lam en te a p r o v e ­
ch a r esta ú ltim a m a n e ra de p ro p a g a r s e al o jo o a su s a n e jo s , y d e n ­
tro d e e sta m ism a v ía e n d ó g en a p a r e c e p r e fe r ir la v a s c u la r (e sp e cia l­
m ente sa n g u ín e a ) a la n e r v io s a . M u y c u r io so s e r ía , a este p ro p ó ­
sito, la a n a to m ía p a to ló g ic a de d ich a s ilesiones, p ero p a ra c u y o e s­
tu d io no só lo h a y q u e e sp e ra r o p o rtu n id a d , sino tam b ién ser co m ­
p eten te en la m a te ria .
E n el tifu s exantem ático existe al igual que en el saram pión y
en ocasiones en la escarlatina, en el período de invasión, un catarro
co n ju n tiva l (nosotros sólo hem os visto en la epidem ia pasada un
c a s o : una en ferm era del hospital), con su sintom atología típica de
fotofob ia, lagrim eo, inyección
con ju n tival y ligera secreción ca­
tarral. E sta con ju n tivitis es tanto más intensa cuanto más g ra v e es
la infección y a ella se le concede gran va lo r por los clínicos en el
diagnóstico d iferen cial de la enferm edad. D icha m anifestación con­
ju n tival, com o la dependiente de las dos fiebres eru ptivas r e fe ­
ridas (saram pión y escarlatina) y la llam ada blenorrágica m etastásica son debidas exclu sivam en te a la acción de la toxin a elaborada
por el germ en patógeno correspondiente.
E n el período de estado del tifu s, pueden presentarse m an ifes­
taciones oculares de un m odo prim itivo, o secundariam ente a otras
alteraciones producidas por la m ism a e n fe rm e d a d ; pero, hecho cu ­
rioso, las lesiones presentadas en este período en el aparato de la
visión, son tam bién debidas a la acción de las toxim as, todo lo con­
trario de lo que ocu rre a dos en ferm ed ades bastante parecidas al
tifu s exantem ático, me refiero a la fieb re tifoid ea y a la fiebre
recurren te, cuyas m anifestacion es
oculares lo
son debidas
a la
acción directa de los m icrobios, es decir, a m etástasis (coroiditis
y retitnitis sépticas, enturbiam iento del vitreo, flemón, ocular, celulitis orbitaria y hasta trom b ofleb itis de la órbita).
L a s alteraciones oftalm ológicas prim itivas en el curso del tifu s
exantem ático, a ju z g a r po r lo que acontece al com ienzo y al final
del m ism o, no deben ser raras. L o que ocurre es, que el estado de
postración en que se hallan los pacientes, de una p a r te ; y de otra,
la natural preocupación de las fam ilias y del m ism o m édico por sal­
va r la vid a del enferm o, 110 den im portancia a los positivos tra s­
tornos visuales que en ocasionales deben presentarse. E l conoci­
miento de ciertas intoxicaciones e infecciones, induce a pensar que
las inflam aciones del tractus u veal, las hem orragias de la retina,
la neuritis óptica intra y retrobulbar, las m ism as parálisis oculares
y hasta la sin gular am aurosis de origen cerebral (como en la urem ia
v el saturnism o), puedan hacer su presentación. Y
es lo proba­
ble, casi lo seguro, que las lesiones que observam os en la con­
valecencia, hayan hecho su explosión en el período álgido de la
enferm edad,
cuando
están
circulando
al m áxim um
las
toxin as
en el organism o.
Pero tam bién pueden presentarse trastorn es oculares consecu­
tivos a otras alteraciones dependientes del tifu s exantem ático, o sea
de órganos lejanos com o el riñón (retinitis album ínúrica) y cora­
zón (obstrucción de los vasos retiñíanos), o de lu gares m ás p r ó x i­
mos como el cráneo (edem a de la papila) y los senos de la cara (m u­
cocele orbitario, p a p ilitis); lesiones que nada tienen de caracterís­
tico en los casos especiales que nos ocupan.
E l período de declinación del ti fu exantem ático es aparentem en­
te en el que suelen presentarse los trastornos del aparato de Ja
visión que casi seguram ente hicieron su aparición en el de apogeo
de la en ferm edad, y es debido a que entonces los pacientes se dan
clara cuenta de sus percepciones visuales. T am bién es en este perío­
do, que po r fortu n a dura poco, por hacerse la crisis con rapidez y
com enzar la convalecencia, cuando los en ferm os son vistos por los
oculistas, si bien refieren su dolencia a esta últim a fecha. Según se
desprende de lo observado por nosotros, en el período final del ti­
fus, las m anifestaciones oculares alcanzan el sum m um de frecuencia
y con predom inio en el fondo del o jo ; hem oragias de la retina y neu­
ritis ópticas, refiriéndose a estas dos afeciones, los cinco prim eros
casos, que vam os a relatar.
O b servación i ."— D e s p r e n d im ie n to de la retina . M . L . C. de cuarenta
años, jo rn a le ro , de P ech in a, acude a consultarnos el día 22 de A go sto
de 1919.
N os refiere que el o jo izquierdo lo perdió siendo niño, y que todo
el mes de M ayo an terio r tuvo el tifu s, y durante su enferm edad 110 ob­
servó n inguna p erturbación en la visión de su único o jo ; p ero al re­
anudar el tra b ajo , a m ediados de Junio, observó una niebla que le im­
pedía el tra b a jo y que en este estado continúa.
R eco n o cim ien to : O jo izquierdo atrófico. O jo derecho con visión =
dedos a o ’75 m etros, sin m e jo rar con el a g u je ro estenopeico. L a pupila
está ligera m en te dilatada y reaccio n a ipoco a la luz. P o r oftalm oscopia
se com prueba un desprendim iento de la retin a en la m itad in ferio r,
desprendim iento que presenta la particularidad de estar constituido
por pliegues ánteroposteriores (en vez de transversales) y paralelos a
la dirección de los vasos y cuyos ipuntos culminantes o lomos arrancan
en los .mismos vasos de ila retina, con aspecto blanco brillante que
recuerdan en un todo las lesiones de la retinitis proliferante de Manz.
.Los caracteres especiales de este desprendimiento retiniano, indican
de una manera clara que el mecanismo de su producción ha sido por
tracción. Las toxinas del tifus determinaron en este sujeto, pequeñas
hemorragias de la retina, que al organizarse han tirado de las capas
más internas de esta membrana y producido su arrancamiento.
Pronóstico: Fatal, y aún más por tener atròfico el ojo congénere,
y como tratamiento no propusimos ninguno porque todos haibían de
fracasar.
Observación 2."— Atrofia fiostneurítica de la papila, ojo derecho
Ligera paralisis del izquierdo. M. G. D., de veinticinco años, soltera, de
Benahadux, nos consulta el día 30 de Agosto de 1919.
Antecedentes: Todo el mes de Julio lo pasó en cama enferma de
tifus exantemático y nada notó de anormal en su visión; mas en la
convalecencia (quince días antes de nuestra observación), se apercibió
una mañana que no veía con su ojo derecho y la falta de la vista le
tiene preocupada.
Reconocimiento: O jo izquierdo, agudeza visual 1/3 (escala de
W ecker), pupila con reflejos normales, escotoma central; por oftal­
moscopia : papila óptica ensanchada, roja y de límites borrosos, vasos
dilatados y tortuosos. D iagnóstico: neuritis- óptica intraocular.
O jo derecho, visión = o midriasis, la pupila 110 reacciona a la luz
directa, pero sí a la sinèrgica (amaurosis positiva). Fondo de ojo con
atrofia de la papila ipostneurítica; arterias delgadas; venas tortuosas y
dilatadas; contornos papilares difusos; escasa escavación papilar.
Interpretación: En el curso de la enfermedad', padeció la paciente
una doble neuritis óptica, más intensa en el ojo derecho, con su sinto­
matologia típica, pero que pasó desapercibida. Estas lesiones terminaron
en uno por la atrofia total y en el otro vendrá probablemente la resti­
tutio ad integrum o quedará a lo más una atrofia parcial de la papila.
Obeservación 3."— Atrofia óptica en evolución, postneiirítica, en
ambo.' ojos. A. S., cincuenta y cinco años, casada, de Alm ería, nos
consulta el día 2 de Septiembre de 1919, refiriéndonos que hacía dos
meses que padeció el tifu s y que al levantarse de la cama observó una
sombra delante de los objetos.
Reconocim iento: V isión en ambos ojos = 1/10. Iris con reflejos
normales. Fondo de ojo con papila de contornos mal limitados, arterias
delgadas, venas ensanchadas, bastantes filamentos en el vitreo, restos
de hemorragias recientes. Diagnóstico : el que encabeza esta observa­
ción, y pronóstico reservado.
El día 8 de Octubre actual la hemos visto y continúa en el mismo
estado.
Observación 4.'1— Atrofia postneuríiica de la papila en ambos ojos,
con amaurosis en un ojo y ambliopia en el otro.
J. S. F. de catorce
años, de M ojácar. Este niño es presentado por sus padres el día n de
Septiembre de 1919.
A ntecedentes: Nos refieren que hace dos años había padecido
su hijo el tifus (tabardillo), a consecuencia del que quedó muy falto
de la vista (dicen ellos) y lo traen por si tiene cura.
Reconocimiento: O jo izquierdo, visión — o, ligera midriasís. P a ­
pila óptica con atrofia total, de color grisáceo, de contornos poco
marcados y arterias retinianas disminuidas de calibre.
O jo derecho, agudeza visual = 1/12. Lesiones oftalmoseópicas casi
idénticas o muy parecidas a las del ojo izquierdo, siendo sorprendente
que éste tenga visión (el derecho) y el compañero (izquierdo) carezca
de ella : seguramente las pocas fibras nerviosas que le quedan sanas
al nervio óptico son lo bastante para la conservación de la escasa
visión que presenta el enfermito.
Pronóstico: Fatal para la visión en el ojo izquierdo, y reservado
para la del derecho, aunque la experiencia enseña que la visión se
sude conservar en estos sujetos durante toda su vida.
Tratam iento: Inyecciones de sulfato de estricnina en número de
12, con lo que la m ejoría fué aumentando progresivamente en el ojo
derecho hasta alcanzar 1/6 de visión, es decir, el doble de la que po­
seía, si bien el aspecto oftalmoscópico no varió en lo más mínimo. En
el ojo izquierdo nada se consiguió.
Observación 5."— Atrofia total de ambas papilas ópticas y ceguera
total, consecutivas al tifus exantemático. G. S. C., niño de nueve
años, de Tabernas, nos es enviado por los médicos señores Gómez
Campana y Campou, para su tratamiento el día 9 de Octubre de 1919.
Antecedentes: H acía tres meses que tuvo el tifus exantemático,
estando en cama doce d ía s ; al final de los cuales y cuando la fiebre
hubo desaparecido, le dijo a su madre que no veía y en este estado
continúa, si bien (dice la madre) que ilas pupilas las tenía más dila­
tadas que en la actualidad.
Reconocimiento: M idriasis muy acentuada en ambos ojos. Las
pupilas reaccionan escasísima y lentamente a la acción de la luz y de
la convergencia, siendo mucho más perceptible el pupiloparbebral o de
Piltz y Westphal. La visión en ambos ojos es mala, pero hay percepción
cuantitativa de luz, un poco más en el ojo derecho que en el izquierdo.
Fondo del ojo izquierdo: Atrofia blanca de la papila, con escavación y límites perfectamente marcados. Las arterias retinianas son
casi imperceptibles por su delgadez.
Fondo del ojo derecho: Atrofia grisácea de la papila, sin escavación manifiesta, con límites borrosos y vasos 110 tan estrechados.
Interpretación: La atrofia de la papila izquierda presenta los
caracteres de la llamada atrofia simple, cuya 'lesión principal radica
en las fibras nerviosas que se encuentran degeneradas; sin que haya
gran participación en el tejido de sostén. La fisiología está de acuerdo,
ARCHIVOS
DE
OFTALMOLOGÍA
13
como no podía menos en este caso, con lo que enseña la an atom ía
p atológica, y 'el niño posee m enor p ercepción lum inosa en este ojo.
L a atro fia de la pap ila d erech a, presen ta Ja c a ra c te rístic a propia
de atro fia p ostn eu rítica : el te jid o co n ju n tivo ha tom ado g ra n iparte en
el p ro ce so flogistico, ap risio n an d o a las fibras n e rv io sa s, alg u n as de las
que se co n se rvan sin d estru ir. D e este o jo h ay que e sp erar algu n a
m e jo ría con el tratam ien to apro piado (in yeccion es de su lfa to de e stric­
n ina) ; y , e fe ctivam e n te , en el poco tiem po que llevam o s tratán dole
se ;h a in iciado m e jo ría .
O b se rv ació n 6.“— A tro fia d el ojo derecho, consecutivo a úlcera ser­
piginosa de la córnea en la convalecencia del tifu s exantem ático, ojo\
izquierdo atrófeo a consecuencia de la viru ela padecida en la infancia.
M . S . M .j de tre in a y dos años, casad a, de T a b e rn a s, se nos presenta
a con su ltar, con tan triste cu ad ro sin tom ático el día 14 de A g o sto
de 19 19 .
A n te c e d e n te s: A c a b a b a de s u fr ir el tifu s exan tem ático, llevan do
quince días de co n valecen cia, habiéndole asistid o en su enferm edad
D . M . G óm ez C am pana.
E s te caso, com o los dos que siguen, no son d irectam ente depen­
dien tes del tifu s exan tem ático , sino que es producido por el neum ococo
de v iru le n cia e x altad a, por el hecho m ism o de la debilitación o rg á n ica
postífica.
O b se rv ació n 7."— -Extensas úlceras serpiginosas en ambas córneas
postíficas. A . B ., de tre in ta y ocho años, jo rn a le ro , de A d ra , nos es
e n v iad o por el m édico señ o r N a v a rr o , p ara 'prestarle asisten cia h ospi­
ta la ria , en los prim eros d ías de Sep tiem b re de 19 19 .
A n teced en tes : H a c ía pocos días que se levan tó de la cam a, des­
pués de habe padecido el tifu s, y su dem acración era e x tra o rd in a ria .
L o calm en te s u fr ía un triq u ia s is p arc ial agu do de anubos .párpados
superiores.
R econ ocim ien to : Ú lc e ra s e x te n sas que ocupaban la casi totalidad
de las córn eas con in m in en cia de p e rfo ra c ió n , hipopión abundante y
fu e rtísim o s dolores n octuros, con visió n nula en am bos ojos.
Con el tratam ien to apro piado se lo g ró s a lv a r la visión en am bos
o jo s, quedando un lige ro leucom a p a ra c en tra l de la córnea derecha
que ha de red u cirse o casi d e sap are ce r por com pleto.
O b se rv ació n 8."— Leucom a central adherente a la cónica derecha
sin visión, y consecutiva a úlcera serpiginosa postífica. O jo izquierdo
atròfico de fech a rem ota. I. J ., de cu aren ta años, casad a, de T a b e r ­
n as, in g re só en el hospital el d ía 17 de septiem bre de 19 19 .
H a b ía padecido el tifu s e xan tem ático 'en el m es de Ju lio an terior,
y al le v a n ta rse de la cam a se le puso e n ferm o su único o jo , con una
ú lce ra g ra v ísim a , que le ha ocasionado la ceg u era.
T ra ta m ie n to : Irid e cto m ía óptica, que le fu é p rac ticad a, y des­
pués se le operó de entropión de am bos p árp ad o s de cu ya afe cció n
tam bién p ad ecía ; quedando con una aceptable visión .
C o n c l u s io n e s
1." Las manifestaciones del aparato de la visión, debidas al ti­
fus exantemático, lejos de ser raras, son relativamente frecuentes.
2.a E l tifus exantemático puede determinar dichas afecciones,
además de por su especificidad, por el solo hecho de la elevación
térmica, o por la debilitación orgánica general y local que lleva
consigo.
3.“ Como tal enfermedad infecciosa puede producirlas en to­
dos sus períodos: de incremento, de estado y de declinación; ya de
un modo primitivo, o consecutivo a la alteración de otros órganos,
también de origen tífico.
4." Que durante el curso de la infección, las toxinas juegan
el principal papel, en la producción de las manifestaciones ocu­
lares.
5.“ Que estas manifestaciones son con frecuencia graves y
pueden conducir a la ceguera total o parcial del sujeto.
6.a Que sólo por este hecho, aparte de la considerable morbi­
lidad y mortalidad que produce, la profilaxis del tifus exantemá­
tico es de una gran transcendencia humanitaria y social, y todos dos
médicos debemos contribuir en la medida de nuestras fuerzas a la
total desaparición de este azote de la humanidad.
II. — S O C I E D A D E S
C IE N T IF IC A S
S O C IE D A D O F T A L M O L Ó G IC A D E V I E N A
P o r el D r .
L au b er
(V ien a)
SbSIÓN CfiLKBRADA HL 2 DE JUNIO UK 1919
Bachstez p re se n ta d os c a so s de d egen eració n con gènita y fa m ilia r
de la c ó rn e a (F le isc h e r ), p erten ecien tes al grupo de las q u eratitis en
p arrilla , en nodulos y de la d egen eració n fa m ilia r de la córn ea en m an­
chas. (F e h r .). E s to s caso s tienen d e com ún al d e sa rro lla rse en una
m ism a fa m ilia , la p ro gre sió n lenta y cró n ica, el desconocim iento de su
causa y la au sen cia total o p a rc ia l de sín to m as ir rita tiv o s ; d istin gu ién ­
dose los unos de los o tro s p or los detalles de estru ctu ra y la su p e r­
ficie de la córn ea. I caso. U n m uchacho d e trece años que se m antu vo
p erfe ctam e n te sano h asta la edad de cu atro años, en que pasó la e sc a r­
latina. D esd e entonces, se le presentan en in viern o , y aun en v e ran o ,
en los días fre sc o s, in flam acion es en los o jo s, que du ran pocos días y
d esap arecen espontáneam ete, siedo
nu m erosas las re c id iv a s. L a
visió n no ha dism inuido. C uand o se presentó en la clínica, h acía dos
d ías que s u fr ía la in flam ación . L a m adre del en ferm o pad ece la m ism a
en ferm ed ad . L a abuela presen ta una h isto ria a n á lo g a : las in flam aciones
de los o jo s que ven ía su frien d o du ran te su ju ven tu d , d esap areciero n
al lle g a r a los vein te años y , desde entonces, empezó a dism inuir su
visión . A h o ra , que cuenta seten ta y seis añ os de edad, se co n serva
ro b u s ta ; p ero no distin gu e a nadie a una d istan cia de dos pasos. S u
m ad re, o sea la bisabu ela del m uchacho, p arece que s u frió la m ism a
e n fe rm e d a d ; llegó a cu m plir los setenta y tr.es años, gozan do de buena
salud. Su m arid o e ra bebedor, pero alcan zó los ochenta y tres años.
L a ab u ela del m uchacho fu é la h ija ún ica de este m atrim o n io ; el
m arido de ésta cuenta seten ta y ocho a ñ o s ; tiene buena salud y buena
visión . L a m adre del e n ferm o tiene tres herm an as, una de las cu ales
(al d e cir de su h e rm an a), padece la p ro pia en ferm ed ad . S u s dos h ija s
están bien de salud. E l e n ferm o es único h ijo actualm ente, habiendo
m uerto otro a la dedad de año y m edio. L a m adre del en ferm o , I I caso
presen tado, padeció in flam acion es de los o jo s h asta la edad de quince
años, p ero ten ía buena v isió n . D esd e entonces cesaron las in flam a­
ciones y em pezó la d ism in u ir la visión.
D escrip ció n de los o jo s del m u chach o: O. D . Globo ocu lar -pálido,
córn ea lisa con buenos re fle jo s, tran sp aren te en sus partes m a rg i­
nales ; las p arte s ce n tra le s 'levem ente opacas. L a opacidad es de color
g ris , m ás densa y com pacta en las ipartes m arg in ales, m ás irre g u la r,
m ás tra n sp are n te en el c e n tr o ; sin em bargo, le fa lta la tra n sp a re n cia a
toda la córn ea. C on un aum ento m ayo r, la opacidad con siste en pequeños
tractus y en fibrillas re c ta s que a ve c es se ram ifican y se en trecru zan
en todas direccion es. E n tr e estos elem entos rectilín eos se encuentran
m uchos puntitos y p equ eñ as m anchas. E n las p artes m arg in ales son
m ás g ran d e s las opacidades y se en cu entran en las cap as su perficiales
aunque puedan en co n tra rse tam bién en las capas p ro fu n d as, en las
que se d istin gu en alg u n as lín eas b lan cas que no llegan al borde de la
córnea.
O.
I. In ye cció n c ilia r delicad a del glob o ccu lar. E l aspecto die
la córnea es p arecid o al de su con gén ere aunque el epitelio en el cen ­
tro in fe r io r , sobre u n a opacidad m ás densa, 110 está liso.
A con secu encia de la irrita ció n ciliar la pupila es a lg o m ás peque­
ña que la del o jo derecho. A p a r te de esto, no h ay cam bios patológicos.
T am p o co h ay aum ento de tensión. V . = 6 /9 en am bos la d o s ; no hay
h e m o rra g ia ; cam po v isu a l n o rm a l; no h a y dism inución de se n sib ili­
dad de la córnea.
L a m adre p re se n ta el aspecto de las có rn eas sem ejan te a las del
h ijo ; p ero las opacidades son m ás densas, de modo que no puede con-
tai' los dedos. R e acció n n e g a tiv a de W a sse rm a n n ; n orm alid ad de los
órgan o s in te rn o s ; el e xa m e n m icroscópico de la sa n g re no acu sa nada
patológico. N o existe n sín to m as tiro id eo s, ni estigm as d egen erativo s.
Discusión sobre el informe de Tere (S e sió n preced en te).
Meller recu erd a que P e te rs ha recom endado la ab rasión del epitelio
en el tra c o m a p o r m edio de in strum entos blandos sin e x p rim ir los
g ra n o s (18 9 3 ), aduciendo buenos resultados. E ste tratam iento es re ­
com endable p a r a los c a ta rro s que resisten a otros p rocedim ientos.
Im re y B e rn h e im e r han recom endado tam bién un tratam ien to parecido
al de T e re .
N o es posible e x c in d ir la co n ju n tiv a en tera porque c a u sa ría un a ci­
catrización dem asiado fu e rte y d em asiad o e xten sa. L a fo rm ació n de
gran u lació n m encionada p o r T e re , se form ó probablem ente en los lu ­
g a re s en que filé e xcin d id a la co n ju n tiv a en todo su espesor. C o fle r
ha en sayado tam bién con é x ito la ab rasió n en casos de b le n o rra g ia de
los recién nacidos. H ir s c h b e rg refiere que la ab rasión de la c o n ju n tiva
con a u x ilio de cuchillos era y a conocida p or los árab es, haciéndose de
ello m ención 'en la o b ra de B en ven u tu s.
L in d n e r q u isie ra estab lecer un tratam ien to u n ifo rm e p ara el tra.
coma. C re e que los caso s que se han p resen tad o 110 están v e rd a d e ra ­
m ente cu rados, pues 110 es posib le una cu ración de tracom a sólo por
operación. A l tratam ien to o p eratorio debe se g u ir un tratam ien to por el
su lfato de c o b re ; en este caso es cuando se puede co n segu ir una c u ra ­
ción total. U n tratam ien to m ecán ico d em asiado en érgico puede o casio ­
n ar fácilm en te com plicacion es corn eales. N o son las asp e re zas de la
co n ju n tiv a las que o rigin an la fo rm ació n del pannus, sin o el contacto
exa cto de la co n ju n tiv a y de la co rea. H a y que n o tar que los cham idozoes 110 crecen al principio m ás que b a jo condiciones an aero b ias y no se
m ultiplican después en con tacto del o xígen o.
So lam en te el su lfa to de cob re puede c u ra r el tra c o m a ; pero h ay que
reconocer que el tratam ien to op e rativo puede red u cir notablem ente la
d u ración del tratam ien to. L in d n e r trata desde el p rincipio los casos
recientes de tracom a p o r el su lfa to de cobre. E l cepillado de la co n ju n ­
tiv a seguido del tratam ien to cú p rico produce m uy buenos resultados.
N o em pleándose el cobre se ob servan m uchas recaídas.
Sachs. E l tratam ien to su perficial por el su lfa to de cobre no puede
c u ra r el tracom a, puesto que la en ferm ed ad p en etra en la pro fu n d id ad
de los te jid o s. L a s o p eracio n es a b re vian la d u ración del tratam ien to y
el su lfato de cobre obra m uy bien. S a c h s ha practicad o m uchas veces
in yeccion es de su lfato de cobre a 1 / 4 - 1 / 2 por 100 d eb ajo de la c o n ju n ­
tiv a bulb ar, consiguiendo buenos resultados. S in em bargo, algu n os casos
110 han m ostrado m e jo ría con este tratam iento.
Dhnvier recu erd a que B ah lm an n ha tratad o el tracom a desde su
p rincipio por el cobre. L o s pro cedim ien tos o p erato rio s y el tratam iento
cú prico ob ran p o r la h ip erem ia tam bién en la p ro fu n d id ad de lo s te­
jidos.
Lindner dice que en H u n g ría h a y m édicos que tratan el tracom a
e xclu siva m e n te p o r el n itrato de p la t a ; pudiendo c u ra rse tam bién por
este procedim ien to, aunque casi siem pre so b re v ien e la a rg iro sis.
Meissner dice que en S ib e r ia se tratab a el tracom a sólo por el n i­
trato de p lata, p ero en v is ta de los buenos resultados que se obtienen
p or el tratam ien to cú p rico, lo han adoptado.
Sachs llam a la atención sobre las -preparaciones m icro scó p icas m os­
trad a s p or L in d n e r en u n a de las sesiones precedentes.
Tere no quedó sa tisfe ch o de los resultados de la ab rasió n en lo s c a ­
sos de 'b len o rragias. E s posible que resulte eficaz en los estadios de
hip ertrofia p a p ila r in tensa. E l procedim ien to d escrito no h ay d u d a que
a b ra en la p ro fu n d id ad de los tejid os, lo que con stituye u n a v e n ta ja .
Sien d o en sus p rin cip io s el traco m a u n a afe cc ió n epitelial, la elim in a­
ción del epitelio puede p ro p o rcio n ar una cu ración p e rfe c ta . M á s tard e,
la a fe cc ió n ataca los te jid o s p ro fu n d o s. N o son la s asp erezas las que
o rig in an el pannus, cau san le sio n es m ecán icas del epitelio de la córnea
y pro d u cen la ocasión p a ra la in fecció n de la córn ea. E s una ve rd a d la
eficacia del tratam ien to por el su lfa to de cobre. E n una h ip ertro fia p a ­
p ila r in tensa, el tratam ien to resu lta exce siv am en te la r g o ; pero con el
tratam ien to o p erato rio (que está indicado p ara estos casos) se ab re v ia
notablem ente.
Bergmeister h ace una com u n icación sobre la p arálisis de los m ús­
culos o cu lare s en el período recien te de la sífiles secu n d aria. M ie n tra s
se en cu entran 35 -50 ° de afe cc io n e s de los m úsculos o cu lares en la
sífilis secu n d aria, no se en cu en tra m ención de dichas a fe cc io n es en el
período reciente. E l Manual de Graefc-Sacmish m enciona p a r á ­
lisis de los m úsculos ocu lares 2-3 y 6-8 m eses después de la in ­
fección . A n te s de la in ven ción del s a lv a rsá n , S te rn obtuvo 3 casos
en tre 5,000 en ferm o s, m ietras que en los casos tratad o s por el salv a rtá n , 3 casos entre 200 en ferm os.
B e rg m e in ste r ha o b servad o el sigu ien te c a s o : U n hom bre, de trein ta
y tre s años que s u frió una in fecció n sifilítica en el mes de M ayo de
19 18 , estuvo 5 sem an as en tratam ien to en un hospital, donde se le
ob servó y a el e xan te m a . E n el m es de Ju ilio se le presen taron fu e rte s
dolores de ca b e z a ; a p rin cip io s de A g o sto , estrab ism o del o jo izquierdo.
A m ediados de S e p tiem b re acudió a la con su lta de B e rg m e iste r. P a r á ­
lisis com pleta del V I p ar. E l aspecto e x te rn o de los o jo s e ra n o r­
m al, V :
6/6 en am bos lados. O. D . N e u ritis óptica re g re s iv a con p a ­
lidez in cipiente de la m itad tem poral de la p a p ila ; ésta aun está t u r ­
bia y con bordes algo d ifu so s
S in m ás trasto rn o s n ervio so s. E x a n te m a específico de la piel, e x a n ­
tem a m aculoso de recaíd a, glán d u las in gu in ales y cu bitales indolentes.
E l tratam ien to del s a lv a rsá n ha despertado la atención respecto
a las afe cc io n e s n e rv io sa s en el período recien te de la s ífilis ; aunque y a
eran con ocidas o b servacio n es se m ejan te s como lo prueban las com uni­
caciones de K n o rre , Z am b aco , F o u r n ie r y L a n g . L a n g ha em itido la
idea de la irrita ció n m en ín gea. E f exam en del líquido raqu ídeo h a p r o ­
bado la fre cu e n cia de la afe cc ió n m eníngea en la sífilis y ha conducido
a la conclusión : que en todos los casos de sífilis está presente un a a fe c ­
ción de las m en in ges aunque no siem pre produzca sín tom as clínicos.
L o s leu cocitos están aum entados en núm ero, y la albúm ina, sobre
todo, la s glob ulin as, en can tidad ; la reacción de W asse rm an n es p o si­
tiva. L o s sín tom as clín icos pueden s e r : dolores de cab eza, elevación
de la tem p eratu ra, v é rtig o s, alo p e cia y leucod erm ia.
T e affreso n , F r a n k e l, F n ig e r, M u ch a, B e c k e r, H am m er D esn eu x -D u ja rd ín , H a a r, R ille , T r u ffii, S c h o ltz ; Z au 'b itze r-B ero n n e y G utm ann
L a g n e n s ; D e lb e u c o ; S z illy , Z e issl, W ech selm an n , O ppenheim , B eu n arlo, N e isse r, M attan sch e ck , S te in sb e rg , Rac.ine, H a lb e rg s ta d te r-H a lle r
H in tze, F le m m in g , M a k ra k i, F iso h e r, han descrito p a rá lis is de los m ús­
culos o cu lares en la sífilis reciente. L o s d ife re n te s m úsculos estaban
atacados y a solos, y a en com binaciones d iv e rsa s y aun en com binación
con afe cc io n e s de otros n e rv io s ce reb rales. H a n sido o b se rvad as m uchas
veces afe cc io n e s p u p ilares y n e u ritis ópticas.
L a s p a rá lisis han sido co n sid erad as como de origen nu clear o bien
como a fe cc io n e s p e rifé r ic a s . Com o por lo g e n eral, están in tactas las fi­
bras p u p ilares del óculom otor, no ha 'term inado la discusión respecto
a la resid en cia de la lesión. Q uizá podía fa c ilit a r la d ecisión el e x a ­
men del n istag n u s ro tato rio. E s frecu en te atrib u ir las p arálisis de m ús­
culos o cu lares du rante 'la sífilis reciente, no a la sífilis sino a o tras
cau sas. S in em bargo, tam bién 'se p resen tan afe ccio n es de los n e rvio s
en el p erío d o recien te de la en ferm ed ad . B e rg m e is te r ha visto a un hom ­
bre que s u fr ía g r a v e s trasto rn o s de la visió n cau sad o s por n eu ritis
óptica pro n un ciada y que tenía una escle ro sis del pene sin cu ra r to d a ­
vía . E s in teresan te el conocim iento de los casos re fe rid o s.
L a a fe cc ió n sifilítica es, desde el punto de v ista anatom opatológ ico, un a afe cc ió n o rig in a d a por los espiroquetos que atacan , so b re
todo, a las v ía s lin fá tic a s. L o m ism o o cu rre en el sistem a n ervio so cen­
tral, pen etran d o los espiroquetos en los in tersticios lin fá tico s. V e r h o e ff
pudo en co n trar los espiroquetos en el n e rv io óptico de un o jo em ucleado en el p eríodo recien te de la sífilis.
L a p re se n cia de g ra n d e s cav id ad e s 'lin fáticas en la superficie del
cereb ro cau sa una predisposición de este órgan o a las afe cc io n e s sifilí­
ticas. E l líquido raqu ídeo se d e rram a por las v a in a s lin fá tic a s que
acom pañan a los n e rvio s p e rifé ric o s , y en especial al n e rvio óptico y al
acú stico. E s to exp lica las afe cc io n e s fre cu e n tes de estos n e rvio s. Se
han encon trado espiroquetos en el líquido raquídeo y en los n e rvio s
L a s a fe cc io n e s in flam ato rias de los n e rvio s ce reb rales han sido con­
sid erad as com o con secu en cias del sa lv a rsá n . E n los casos re fe rid o s no
puede tra ta rse del sa lv a rsá n .
C on vien e tener presen te el hecho de que, los escotom as p arac en trales u n ilate rale s, que se con sid eran com o ca ra cte rístico s de 'las lesio n es
del sa lv a rsá n , se en cu en tran en d ife re n te s afe ccio n es tó x ica s del ner-
vio óptico, asi como en la in toxicación a rse n ical. E n los casos atrib u i­
dos con se g u rid a d al s a lv a rsá n , no fu é p racticad o el exam en del
líquido raqu ídeo, lo cual dism in u ye el v a lo r de estos casos com o p ru e­
bas. E s te exam en que es m uy im portante, no es b astan te estim ado
p or los ocu listas. E s de n o tar que no ha sido o b servad a to d a v ía la le ­
sión de! fascícu lo p ap ilo m ac u lar que es tan delicado.
A lg u n o s au tores afirm an que un tratam ien to en érgico, al principio
de la afe cc ió n , e je r c e una in flu encia fa v o ra b le sobre las p a rá lis is m us­
cu lare s e s p e c ífic a s ; p ero otros au tores n iegan esta influencia.
P u ed e se r m uy difícil el diagn óstico etioló gico de las 'p arálisis de
los m úsculos o cu la re s en la sífilis reciente.
Gatscher y Kirie pro b aro n que el e xam en del a p arato v e stib u lar
puede p e rm itir recon ocer trasto rn o s latentes d e la coordin ació n de los
m úsculos o cu lares, que no m uestran sín tom as espontáneos. E l resultado
del exam en perm ite afirm ar la e x iste n c ia de una lesión en la región del
nodulo del n e rv io ve stib u la r. ( F a lta de p aralelism o entre el nistagm us
y exp erim en to dem ostrativo.) P u ed e tam bién suponerse la 'existen ­
cia de una lesión en la región de los nodulos de los n e rvio s óculom otores, cuando la reacción v e stib u la r es norm al y la fa lta de irritab ilid ad
c a ló ric a se aso cia a fo rm a s atíp icas de n istagm u s que aparecen d es­
pués. U n en ferm o presen tab a los trasto rn o s d escrito s antes de p rin cip iar
el tra ta m ie n to ; después de tres m eses de tratam ien to, la irritab ilid ad
por el a g u a fr ía e ra norm al en am bos lados, ocu rrien d o lo m ism o re s­
pecto al a g u a calien te en el lado izqu ierdo, m ien tras fa ltab a en el lado
izquierdo, m ien tras fa ltab a en el lado derecho.
E s posible que, como en !a poliom ielitis, esté atacado un núm ero
de célu las g a n g lio n a re s y de fibras n e rvio sas, y que estas lesion es d es­
ap arezcan a con secu en cia del tratam iento.
A'cller p regu n ta si se han o b servad o p a rá lisis de ios m úsculos oculare.'. en los casos en que al prin cipio de las lesion es lu n -,;do p ro b a­
d a s en la re g ió n nu clear.
Gaischer no hizo o b servacio n es sem ejan tes.
ASOCIACIÓN MÉDICA AMERICANA. — SECCIÓN DE OFTALMOLOGÍA
Por el Di¡.
F ra n c isc o
F ern án d ez
El g ra n Congreso de la V ictoria de la poderosa Asociación Médica Ame­
ricana se llevó a cabo con g r a n concurrencia en la ciudad de Atlantic City,
en los días 9, 10, 11, 12 y 13 de Junio de 1919.
A la Sección de Oftalmología asistieron casi 500 oculistas de todas las
regiones de los Estados Unidos y algunos representantes de países extranje­
ros, entre los que figuraba nuestro Director, que concurrió con el doble c arác- 1
ter de invitado de la Asociación y de delegado de Cuba.
La mesa ejecutiva de la Sección la componían los doctores Casiuss
D. Wescott, de Chicago, Presidente; Thomns B. Holloway, ^e FíladelRa, V ice­
presidente, y Albert E. Bulson, de F o rt Wayne, como Secretario. Además,
como Vocales, Jos doctores W a lte r R. P a rk e r, de D e tr o i t; William Zentmayer, de Filadelfia, y Alexander Duane, de Nueva York.
Las sesiones de la Sección de Oftalmología fueron cuatro, durante los
días 11, 12 y 13, y los trabajos leídos y discutidos fueron todos de g ra n nove­
dad, como puede verse a continuación:
Miércoles, 11 de J u n io . — 1.° Discurso presidencial.
«El Médico y el O fta'm ólogo», D r. Charles P. Emerson, de Indianópolis.
L a jaqueca oftálmica ha sido tan am pliamente considerada como la causa
de tantos síntomas, que ha llegado a disminuir la verdadera importancia de
dicha afección. Cada década ofrecen nuevos problemas al médico, perm itién­
dole el estudio de aspectos nuevos de asuntos a n ti g u o s ; y entre los adelantos
modernos debe figurar la cooperación entre el internista y el oftalmólogo, en
el estudio de muchos estados indefinidos, que, en bastantes casos, llegan
a producir serios trastornos mentales que an teriorm ente eran calificados de
neurastenia.
El s'ntom a de la fatiga ocular que más llama la atención es el dolor de
cabeza o jaqueca; pero no debe suponerse que todos los dolores de cabeza
teng an su origen en la fatiga ocular. Los que adoptan una forma paroxísmica
pueden considerarse como reacciones defensivas, y no son totalm ente debidos
a la fatiga ocular, pero ésta interviene en parte en su producción. Estos a t a ­
ques y los debidos exclusivamente a la fatiga ocular, desaparecen al llegar
la presbicia.
Como el ojo, en realidad, forma p arte del sistema nervioso central,
pudiendo considerarse grandem ente como una terminación del cerebro, no es
raro que algunos casos extremos de jaqueca oftálmica hayan sido diagnosti­
cados de tum ores cerebrales. Hay muchos síntomas nerviosos y mentales
debidos a la jaqueca oftálmica, entre los que pueden citarse las molestias por
determinados colores, por exceso de gente, la somnolencia cuando se lee
y algunos otros de mayor gravedad.
Es conveniente, repite el au tor, que haya puntos de contacto entre el
oftalmólogo y el médico general, y que el primero no considere que los ojos
son dos instrumentos ópticos p ara corregir correctam ente el foco de ellos, sino
que se dé cuenta que la visión es un problema neuromuscular, en vez de ser
uno simplemente físico.
Finalmente, recomienda el autor se deben hacer exámenes precisos en la
refracción, apreciando no sólo la refracción, sino las funciones musculares,
la hipertrofia ciliar, etc., y, sobre todo, que no se fatigue al paciente con la
serie de exámenes consecutivos.
3.° «Refinamientos de refracción ocular que son necesarios pero olvida­
dos», D r. W alter L . P yle, de Filadelfia.
El examen 5' corrección de los errores de refracción pueden considerarse
como un a rte , y aunque, desde luego, es necesario que exista una adecuada
preparación científica, 110 es posible triunfar si 110 existe la absoluta tendencia
a la corrección de los más pequeños erro res de refracción, pues una deficiencia
ligera en la corrección de los mismos ag rav a, en vez de mejorar, los síntomas
astenópicos. Es indudable que, con el empleo de los más modernos procedi­
mientos, la corrección total de los errores de refracción produce los más bri­
llantes resultados aun en los casos más desesperados.
El auto r ha utilizado siempre una habitación orientada al norte, que per­
mita una luz uniforme, sin las interm itencias periódicas de la luz directa del
sol, sin ventanas laterales y con iluminación desde el techo. L a cabeza del
sujeto debe m antenerse rígida, y, si fuese necesario, se h a rá fijar con un a p a ­
rato como los empleados an tiguam ente por los fotógrafos. Los cristales de
prueba debe insistirse en que sean perfectos. Generalmente, los cristales que
usan la mayoría de las clínicas, tienen grandes errores, que el oftalmólogo
puede evitar si tiene en su poder (y la u sa ) u n a máquina de precisar el eje, el
centro y el g rado de un cristal. Los ap ara tos de Génova, el Standard y el axómetro de Lloyd, son buenos. Después del examen definitivo, se debe insistir en
que el paciente vuelva a los dos o tres meses p ara un nuevo examen.
Los optotipos se colocan a seis metros de distancia, empleando Pyle letras
blancas en un fondo negro, que ilumina con dos focos de Mazda de “10 bujías
y un reflector parabólico. Hay que buscar el ángulo que evite la excesiva bri­
llantez del optotipo.
Con referencia a los procedimientos objetivos que es preciso usar en los
analfabetos, el au tor ha desechado los optómetros y sólo usa el oftalmómetro
en estudios experimentales sobre la cu rvatura de la córnea. El mejor p ro ­
cedimiento objetivo es la retinoscopía; pero no es un método de absoluta
precisión, y aunque el autor la usa constantemente, le es indispensable
en muy pocos casos; sin embargo, no se debe uno gu iar sólo por la retinoscopia, pues incurrirá con frecuencia en errores al ordenar los cristales correc­
tores.
Las monturas para sostener los cristales de examen, deben ser rígidas,
ligeras, fácilmente adaptables y que perm itan los movimientos bilaterales,
verticales y ánte roposlerior, independientes. Debe evitarse que ten gan reso r­
tes, que alteran el examen yr desconciertan al paciente.
Con referencia al empleo de cicloplégicos, P}rle los usa siempre que no
existan contraindicaciones, haciendo uso también de un midriásico para faci­
litar la retinoscopia y la oftalmoscopia, utilizando una solución de homatropina y cocaína.
4.° «Estado actual de la refracción ocular», D r. E du ard o J . G ardiiiet,
de Chicago.
Gardinet hace justicia a los méritos grandes de Donders, fundador de la
Oftalmología moderna, cuya obra sobre «Acomodación y refracción del ojo»
elevó la oftalmología de una práctica empírica a una ciencia casi exacta.
Desde la época de Donders se han ideado numerosos aparatos y procedimien­
tos, y actualm ente el autor se cree justificado al asegurar que es en Norl e
América donde se llevan a cabo los mejores trabajos de refracción, o, por lo
menos, que en ninguna o tra p arte se hacen mejores. Los trabajos primeros
sobre los cristales de un cuarto de dioptrin cilindricos se hicieron aquí por
C h i s o l e n y Gould, y a Savage y Howe debemos algunos de los primeros t r a ­
bajos sobre las anomalías de los músculos oculares.
P e r o hay indudablemente, dice Gardinet, algunos puntos malos, mezcla­
dos con los buenos métodos usados, y ellos se deben en g ra n parte a la igno­
rancia en el manejo de algunos de los instrumentos, y aunque el autor no
puede dejar de aplaudir el uso de éstos, y los considera indispensables para el
conocimiento de los errores de refracción y de las deficiencias musculares, sí
cree que es necesario que los que usen dichos instrumentos h ag an también
uso del cerebro p ara conocer el uso exacto de dichos aparatos. Parafraseando
lo dicho por John Murphy, G ardinet recuerda a los que así proceden que «un
diagnóstico no se formula con determinados instrumentos, sino con las células
de la corteza cerebral».
Otro elemento que tiende a deprimir el alto nivel de la refracción, en los
Estados Unidos, es la costumbre de delegar en ayudantes inexpertos el t r a ­
bajo de refracción, lo que es una costumbre perniciosa, pues se debe tener en
cuenta que muchos de los sujetos así examinados requieren una corrección de­
licada y eficiente.
Condena el no uso de los cicloplégicos, sin los cuales no es posible, en la
mayor p arte de los casos, llevar a cabo una corrección precisa. En las perso­
nas de cuarenta o más años de edad, hay, generalmente, pocas oportunidades
de error si no se hace uso de la cicloplegía ; pero en los niños y personas de
menos de veinticinco años, el e rro r manifiesto nunca puede dar una idea del
error latente.
La m ayor p a rte de los errores en que se incurre, se deben a la falta de una
conveniente educación oftalmológica en las Escuelas de Medicina; pero ta m ­
bién a la repugnancia que muchos oftalmólogos tienen a los trabajos de refra c­
ción. Además, recientemente se han introducido grandes mejoras en algunas
Universidades, principalmente el curso de uno o dos años establecido por la
Universidad de Colorado, bajo la competente dirección del D r.E d w ard Jackson,
p ara obtener el diploma de Doctor en Oftalmología. Cosa semejante ha hecho
la Universidad de Colorado. P a ra la implantación de nuevas Escuelas de
Oftalmología, es necesario llevar a cabo una propaganda por las diversas
sociedades científicas; pero para elevar el nivel de la Oftalmología, se hace
necesario, además, obtener la cooperación sincera de los médicos para que no
se lancen al campo de la especialidad por el atajo, sino que prefieran en trar
en él por el camino recto y amplio, esto es, después de una adecuada p re p a ra ­
ción en clínicas y hospitales postgraduados y en las escuelas especiales de
Oftalmología, sometiéndose, por último, al examen de competencia, tanto
más honroso cuanto que es voluntario, de la Junta de exámenes oftalmo­
lógicos.
5.° «Corrección de las anomalías de los músculos oculares», D r. Sam uel
Theobald, de Baltimore.
El au tor cree que la mayor p a rte de los oculistas conceden poca im portan­
cia a las anomalías de los músculos oculares como factores etiológicos de la
astenopia, y opina de ese modo, porque con frecuencia observa casos que han
sido examinados y a los que se les ha corregido algún ligero error de refrac­
ción, sin haberse intentado corregir g raves anomalías musculares. El exa­
men de los informes de los hospitales de Oftalmología revela también g ra n
descuido en la investigación de las anomalías musculares, pues no es posible
que en más de dos mil casos de retracción y acomodación, no se haya obser­
vado uno solo de anomalías musculares, y así por el estilo en todas las institu­
ciones dedicadas a la especialidad. La am arg a conclusión que se obtiene, es
que en la mayoría de las clínicas y hospitales no se observan los errores laten­
tes, que son precisam ente los que producen la astenopia, jaqueca, etc.
Esta circunstancia hace creer al au tor que se debe al hecho de que muchos
casos de desequilibrio muscular se curan por medio de los cristales, que corri­
gen los errores de refracción coexistentes, y algunos radicales han llegado a
n eg ar la existencia de astenopia muscular y a sostener que se debe a errores
de refracción, y se curan por la corrección de los mismos, y aunque los que así
opinan no merecen los honores de una réplica, el au tor sí desea hacer una
advertencia a aquellos oftalmólogos que 110 conceden la im portancia merecida
a las anomalías musculares latentes.
Theobald llama la atención a que aunque la heteroforia es menos fre­
cuentemente la causa de la astenopia, que lo que pueden ser los errores de r e ­
fracción, es, sin embargo, capaz de causar los numerosos síntomas, tanto
locales como remotos, que se adscriben a la jaqueca oftálmica, y, además, que
aun cuando los erro res de refracción indudablemente ejercen una influencia
notable sobre los desequilibrios musculares, hay algunas de estas anomalías
musculares que no dependen de la ametropia y que son tan positivos como ella
misma. En cada caso de astenopia se debe investigar, no solamente el estado
de la refracción, sino también debe determinarse el equilibrio muscular, para
ver de cerca y de lejos.
Cuando se carece de ap arato s o cuando éstos resultan molestos, la inves­
tigación del equilibrio muscular puede hacerse también rápidamente y con
exactitud sin necesidad de dichos aparatos. Se coloca una buj'a a 20 pies de
distancia. P ara el balance vertical y lateral de la visión a distancia, se emplea
un prisma de 4 g rados y el rodillo múltiple de Maddox. P a ra determinar el
balance muscular lateral, de cerca, se emplea 1111 prisma de 7 grados; para la
diplopia vertical, 1111 asterisco impreso en una tarjeta p ara facilitar la acomo­
dación, desde luego utilizando al propio tiempo los cristales necesarios. El
rodillo de Maddox y la luz al través de un agujero de alfiler (Schild) determ i­
nan el balance lateral de cerca. E stas pruebas musculares deben hacerse
antes que el examen de la refracción, y facilitan la corrección por los cris­
tales.
El modo de conducirse con los casos de heteroforia o insuficiencia, depende
de si la heteroforia se debe a insuficiencia de los músculos en sí mismos o si es
producida por el erro r de refracción. En este caso, basta con la corrección del
error p ara eliminar la insuficiencia; en el caso anterior se usan los prismas si
no es intensa la heteroforia, o se recurre a las tenotomías o avanzamientos,
si el desequilibrio es pronunciado.
D
isc u sió n
d e
lo s
cuatro
t r a b a jo s
a n t er io r es
D r. Edw ard Jackson , de Denver. — El trabajo del Dr. Emerson hace
llamar la atención a que los dolores de cabeza son el resultado de la reacción
contra algo fuera de lo normal. El dolor de cabeza no se debe a la fatig a ocu­
lar en sí misma, sino a circunstancias que la producen. En el dolor de cabeza
o jaqueca oftálmica hay que t r a t a r de dar la mejor vista posible con el menor
esfuerzo, por lo que es de aplaudir lo recomendado por el Dr. Pyle, referente
a la exactitud en la corrección, y dicha exactitud debe ser la más precisa posi­
ble para evitar las imposiciones que la fa tig a ocular ejerce en el sistema ne r­
vioso, que a veces producen resultados desastrosos.
Dr. Albert E. Unisón, ] r ., de F o rt Wayne. — De acuerdo con lo expuesto
por el Dr. Emerson, cree que la cooperación del internista con el oftalmólogo
es muy necesaria, sobre todo en el tratam iento de los neuróticos especial­
mente, que requieren una corrección exacta, aunque adapta da al estado par­
ticular de cada uno de estos casos. Hay que ad ap ta r los cristales, no sólo a los
ojos, sino también al sistema nervioso de estos pacientes. No se debe formular
la fórmula de los cristales hasta que se conozca la refracción estática y se
hayan comprobado los hallazgos retinoscópicos con las pruebas subjetivas. El
examen retinoscópico es bueno y se puede confiar en él.
Dr. Thonms B. Holloway, de Filadelfia. — La refracción bien entendida
abarca tanto el estado del sujeto como el ojo en sí mismo. Está de acuerdo en
que no debe abandonarse el uso de la cicloplegía en la investigación de la r e ­
fracción, y la emplea en sujetos de menos de cuarenta años. Con referencia al
entrenamiento, cree que p ara que los cursos especiales de refracción den bue­
nos frutos, es necesario que los individuos hayan obtenido unas bases funda­
mentales en oftalmología.
Dr. Isaac Hartshorne, de Nueva York. — Hasta hace tres o cuatro años
no se dió cuenta de que algunos de sus casos no ofrecían un radio anorm al
entre la abducción y la aducción, lo que no comprobó con el rodillo de Maddox, sino con prismas de rotación. Como causas del desequilibrio muscular,
puede citar la debilidad muscular, los erro res de refracción y los trastornos
de enervac ión. Hay c ierta influencia hereditaria que no puede negarse. El
tratam iento fisiológico de las debilidades musculares consiste en los ejercicios
llamados de dedos, el uso de los prismas y el empleo del estereoscopio.
D r. A lexau d er D ua n e, de Nueva York. — Con respecto a los dolores de
cabeza hay que hacer re salta r dos puntos: 1.° Que siempre hay que buscar la
causa oculta, y 2.° Que son generalm ente de origen complejo. E l oculista
debe estudiar al pacie nte; su e d a d ; h á b ito s ; idiosincrasia; contextura física,
mental y m oral; las circunstancias del empleo que desempeña y, finalmente,
las enfermedades presentes u ocultas que padece. Con referencia a la ciclople­
g ía cree que la homatropina da iguales oportunidades que la atropina, si se
espera al desarrollo total de la cicloplegía. Le ha sorprendido oír al Dr. Pyle
calificar la esquiascopia como un método no exacto, y cree que eso sucede
cuando se ha hecho sin tom ar precauciones, lo que sucede con los demás
métodos.
En su práctica lleva a cabo una rutina especial con excepción de los niños
de corta edad, y ra r a s veces encuentra diferencia en los resultados subjetivos
y esquiascópicos, y en último caso, depende, desde luego, de la prueba sub
jet iva.
Dr. W. W. K a /m , de Detroit. —A n tig u a m e n te el oftalmólogo enviaba sus
casos al internista, y ahora éste es el que los envía al oculista. Hay, pues, m o ­
tivos p ara felicitarse del adelanto que ha habido en la especialidad.
D r. Jo h n Greeu, de St. L o u is .— Desde que usa los optotipos de Lancaster sstá convencido de que puede determinar con más precisión el eje y el
grado del cilindro. La prueba que determina la receta es la postcicloplégica,
y es precisamente en la*determinación del eje del cilindro en estas condiciones
que las tablas de L ancaster son inmejorables.
D r. W illiam H. W ilder, de C hicag o .— Los viejos miembros de esta Sec­
ción se aco rd arán de la época en que los oculistas indicaban al internista que
a veces la fatiga ocular era la causa de la jaqueca o dolor de cabeza. Ahora
hay que tener en cuenta que algunos convalecientes padecen de debilidad de
los músculos oculares.
Dr. C . J . S a vage, de Nashville. — Cita algunos casos de anomalías muscu­
lares con cicloforia, que exigieron tenotomías parciales o marginales para ser
curadas.
Dr. H. B . Lem ere, de Omaha. — Condena el uso de la iluminación directa
durante los exámenes para determinar la refracción. Con referencia a aque­
llos casos cuyo error de refracción está variando constantemente, no cree que
la causa dependa de los procesos ciliares, sino de lesiones microscópicas en la
mácula. Después de un examen subjetivo debe hacerse un examen oftalmoscópico p ara precisar el examen del fondo del ojo.
D r. L in n Emerson, de Orange. — Se declara contrario a! uso de los nue­
vos modelos de enormes espejuelos que están de moda, que condena porque
son demasiado grandes y hay mucha separación entre ambos cristales. Ade­
más, los cristales se mueven en dichos espejuelos, y si son cilindricos el eje se
cambia con frecuencia. Cree que deben fabricarse en forma ovalada, para evi­
ta r que giren los cristales dentro de la ran ura que los sujeta, o, por lo menos,
marcar en el cristal la dirección del eje, o en la montura, p a ra que si el cris­
tal gira y cambia el eje, se sepa en seguida.
D r. Oliver F yd in gs, de Chicago. — Lo im portante es establecer un diag ­
nóstico exacto. Recuerda un caso que tuvo jaquecas terribles durante tres
años y se curó de ellas con la amigdaloctomía. Usa p a ra la cicloplegía, la
escopolomina.
D r. Dum bar Roy, de Atlanta. — De acuerdo con el Dr. Emerson, pero
cree que éste podía haber ido aún más a fondo. Aquellos oculistas que curan
sus casos ordenando determinados cristales, lo logran por haber estudiado
individualmente cada paciente y los medios que influyen en dicho paciente 1
E sia seguridad en sí mismo sólo se adquiere después de una g ran experiencia.
Cree con los autores, que los errores de poca monta son los que producen los
peores casos de neurosis, pero condena el empleo de la atropina extensamente
aunque reconoce que la homatropina es sólo un midriásico y no un verdadero
cicloplégico. Sin embargo, no usa la atropina en personas de más de veinte
años. Cree que la razón por que a veces los ópticos log ran encontrar los cris­
tales más apropiados p a ra determinada persona, es porque la mayoría desea
cristales para cuando el ojo está en estado n atu ra l y no cuando tiene parálisis
de la acomodación por un cicloplégico. O tra causa de e rro r es que algunas
personas necesitan enfocar a distancia distinta de otras personas, según la
clase de trabajo a que estén dedicadas. Condena también el empleo de los enor­
mes espejuelos que generalm ente produce molestia al que los usa.
Dr. A. E. D avis, de Nueva York. — En la mayoría de sus casos de quince
años no utiliza la cicloplegía, que deja p ara los casos excepcionales, cuando hay
espasmos de la acomodación, en los niños y en los casos citados por Emerson.
R e c u e r d a que L andolt probó, desde hace muchos años, que el músculo ciliar
puede llevar a cabo cómodamente sus funciones dejando de reserva una terce­
ra p arte de sus fuerzas, mientras que en la convergencia el músculo tiene que
reservar dos terceras partes de sus fuerzas. Siempre tr a ta de investigar el
equilibrio muscular en todos sus casos, y emplea los prismas en las desviacio­
nes verticales.
D r. Charles P. Em erson. — Resumiendo, cree que es deber de los maes­
tros en Medicina interna, evitar que se creen frases estereotipadas en la mente
de los alumnos, tales como neurastenia, cicloplegía, jaqueca oftálm ica. Es
función de los que, como el autor, se dedican a la Medicina interna, juzgar el
grado de astenia del paciente, e informar al oftalmólogo sobre esto que le ha
costado dos o tres horas al internista averiguar, y es im portante que el oftal­
mólogo consulte con el internista sobre las reacciones nerviosas de dichos
sujetos y £i se les deben ordenar cristales o si se debe continuar investigando
la causa de la fatiga ocular.
Dr. W alter Pyle. — Dijo que era satisfactorio oir de labios de un inter­
nista tan competente, una exposición tan brillante de los problemas relaciona­
dos con la fatiga ocular. L a oftalmología cada día está más en relación con
las demás ram as de la Medicina y de la Cirugía. Cree que las correcciones exa­
geradas de los errores de refracción, son debidas a que no se emplea la ciclo­
plegía con la frecuencia debida. El autor hace los exámenes personalmente
y utiliza la homatropina.
D r. G ardinet. — Insiste en la necesidad de usar un cicloplégico, pues no
es posible precisar la refracción sin que preexista la parálisis de la acomo­
dación.
Dr. Theobald. — En vista de que muchos de los disertantes aseg uran usar
el rodillo de Maddox p a ra investigar el equilibrio lateral de los músculos,
Theobald protesta de dicha medida por considerar el aparato de Maddox muy
poco útil y prestarse a g rand es errores, en dicha investigación del equilibrio
lateral.
6.° «O rganización y actividades del servicio oftalmológico en el ejército
expedicionario americano», Dr. Alten Greenwood, de Boston.
El Dr. Greenwood, hizo una breve descripción de los primeros hospitales
americanos en Francia, con el equipo oftalmológico, que exigía el empleo de
personas competentes y de un equipo especial para los hospitales de evacúa-
ción. Se hace justicia a los trabajos prelim inares del Dr. De Schweinitz, y se
describe el equipo necesario, incluyendo, desde luego, la adquisición de elec­
troimanes.
7.° «El control del tracoma entre los obreros inm igrantes de los ejércitos
franceses e ingleses en F ran cia», D r. George S. Derby.
Debido al g ran número de obreros no militares empleados por los ejérci­
tos aliados en Francia, y a consecuencia de que muchos miles de dichos
obreros procedían de países donde el tracom a es endémico, se hizo preciso
implantar medidas de aislamiento e higiene para evitar la propagación del
tracoma entre los obreros mismos y también a los combatientes. El Dr. Derby
tuvo oportunidades de conocer los métodos empleados por los ingleses para
tener controlado el tracoma, lo que puso en condiciones de implantar dichos
métodos en el ejército expedicionario americano. Con referencia a sus prime­
ras experiencias, Derby hace constar que los ingleses encontraron que el
19 por ICO de los soldados egipcios que habían desembarcado en Francia pade­
cían de tracoma ; pero el problema de mayor m agnitud que se les presentó fué
el de los chinos, que en número superior a 10 0 ,000 , fueron contratados para
llevar a cabo trabajos en F ran cia. Los doctores Lister y Cunninghan implan­
taron medios de segregación en tres grupos, organizando los tracomatosos en
compañías especiales, que gu ard ab an una cuarentena rigurosa con referencia
a los demás; había también otro grupo que comprendía los casos conjuntivales
o sospechosos, que también formaban compañías aisladas de los tracomatosos
y de los sanos.
Además, se instilaba diariam ente en los ojos de cada chino, sano o sospe­
choso, una solución de sulfato de cinc y ácido bórico. Los casos de conjuntivi­
tis más intensos recibían instilaciones de protargol o n itra to de plata. Los
casos de tracoma recibían el tra tam ie nto más adecuado: sulfato de cinc,
nitrato de plata o sulfato de cobre. Además, se les esterilizaban las toallas
cada tres días, y desde luego se operaban los casos necesarios.
Con la llegada del ejército expedicionario americano a Francia, se le a g r e ­
g aron 108 compañías de jornaleros, compuestas de 50 a 300 hombres cada una,
y en cuya contextura racial entraban chinos, indochinos, africanos, franceses,
españoles y portugueses, y el Dr. Derby fue comisionado para establecer las
medidas profilácticas contra el tracoma, encontrando en los 12,461 jornaleros
examinados, 1,618 con conjuntivitis (13 por 100) y 261 con tracoma (2 por 100);
los africanos (de Marruecos, Argelia y Túnez) presentaron 1111 porcentaje de
tracoma inferior a los chinos e indochinos. El de los chinos fué de 3’2 por 100,
mientras que los ingleses encontraron el 8 0 por 10 0 .
L a ' medidas de aislamiento y tratam iento puestas en ejecución fueron,
con ligeras modificaciones, las mismas que las usadas por los ingleses.
8 ." «Necesidad del estudio en grupos para las investigaciones oftalmoló­
gicas», Dr. F. P a rk Leíais, de Búffalo.
P or el estudio en grupos, el au to r alude a la necesidad de establecer una
íntima colaboración entre el oftalmólogo y los especialistas de otras ram as de
las ciencias médicas. Es preciso frecuentemente; p ara conocer con exactitud
la causa de una afección determinada, tener una interpretación de los resul­
tados clínicos y de laboratorio, y p ara eso es indispensable la colaboración con
el bacteriólogo y el clínico.
Con pocas excepciones, las afecciones oculares inflamatorias o de degene­
ración más graves, tienen su origen fuera del ojo, y en la mayoría de los casos
proceden de tejidos que no son explorados por el oftalmólogo. Por esto se hace
necesaria una reorganización en los procedimientos oftalmológicos, y en vez
de continuar trabajando aisladamente, hacerlo en grupos que representen las
diversas ram as de la Medicina, p ara poder dedicar a cada caso la atención su­
ficiente para establecer un diagnóstico.
En los últimos años se ha adelantado notablemente en este sentido. Los,
resultados obtenidos en el terreno de la química fisiológica son de im portan­
cia, por cuanto conocemos los trastornos que las toxinas imprimen al desarro­
llo normal del metabolismo. Sabemos que la región más frecuentemente afec­
tada por los gérm enes que penetran en la sangre es la región alveolar, y cada
día se hace evidente la influencia preponderante ejercida por las afecciones
dentales en la etiología de varias afecciones oculares. El Dr. Lewis expuso su
estadística de 76 casos de afecciones oculares en que se comprobó el origen
dental, aislándose en 24 de ellas algún germ en patógeno de los alvéolos. En
dichos 76 casos, el autor encontró 59 veces la infección dentaria, y sólo en
5 casos no hubo evidencias de afecciones dentarias de una u otra forma.
Por otra parte, si el oftalmólogo desea averigu ar la causa de la c a ta ra ta
y el glaucoina, y la m anera de evitarlas, así como la naturaleza del proceso
químico que determina el desprendimiento de la retina, debe obtener la cola­
boración constante del laboratorio y de todos aquellos especialistas que te n ­
gan relación con dichos estudios.
En la discusión de este trabajo, el Dr. W alter R. P ark er, de Detroit,
aplaude sin reservas mentales el trabajo del Dr. Lewis, pero cree que el «es­
tudio en grupos» es algo ideal, que alg un as veces ha dado resultado y otras
veces ha fracasado, pues la organización mejor pensada y la frecuencia de los
exámenes, no pueden substituir las ventajas de una educación verdaderamente
científica. Aunque se llegue a im plantar una organización como indica el doc­
tor Lewis, y el disertante cree que eso ha de venir al fin y a la postre, es ne­
cesario que haya siempre alguna autoridad que ponga en vigor una estricta
moral profesional e insista en el tratam ien to sobre bases científicas.
Dr. A lexa n iier D uane, de Nueva York. — El Dr. Lewis sugiere algo ideal
que todos reconocen que es conveniente y necesario, pues m ientras más se
estudian las sutiles relaciones de interdependencia que hay entre los ojos y los
demás órganos, más se evidencia la necesidad de un estudio coordinado como
indica el Dr. Lewis. Esto es conveniente, no sólo desde el punto de vista cien­
tífico, sino también del económico, pues hay muchas personas que carecen de
los.recursos suficientes p ara hacer frente a los diversos exámenes de una serie
de especialistas de alto precio, y que podrían ser examinados en una institu­
ción de diagnóstico. Se ha sugerido que el plan citado puede realizarse dedi­
cándose varios hospitales de una misma ciudad a especializar en determinada
r a m a ; pero ese no es el plan que persigue el Dr. Lewis, y que consiste en que
un grupo de especialistas trabajen unidos y celebren constantes cambios de
ARCHIVOS
DE
OFTALMOLOGÍA
14
impresiones. Una institución dedicada exclusivamente al diagnóstico, puede
dejar el tratam iento a las clínicas y hospitales y dedicarse exclusivamente,
como dice Lewis, a la investigación. Es la misma idea que promulgó, hace
trescientos años, F ran cis Bacon y que aun tr atam os de realizar.
Dr. Albert E. Bulson, de F ort Wayne. — Es excelente la idea del doctor
Lewis. Sin embargo, la idea de que el Gobierno sea quien dé tratam iento, es
poco práctico económica, médica y sociológicamente. Es necesaria la coopera­
ción en tre los diversos hospitales y clínicas; pero si se pone el ejercicio de la
Medicina bajo el control del Gobierno, m orirán las iniciativas individuales y
se destruirá la independencia y la dignidad del pueblo.
D r. R ich a rd ] . T im en, de Chicago. — Se m uestra de acuerdo con el doc­
tor Lewis, y cree que hace falta una intensa campaña de educación entre los
especialistas; pero no considera que la culpa de que aun no se haya estable­
cido el estudio coordinado o en grupos, recaiga j or entero sobre los oftalmó­
logos, pues la misma culpa tienen los cirujanos y los clínicos que no llaman
con la frecuencia necesaria a los oftalmólogos p ara sus casos. Cree que en
todas las reuniones científicas deben celebrarse sesiones conjuntas con los
cirujanos, bacteriólogos y clínicos.
D r. Oliver Tyclings, de Chicago. — No hay órgano del cuerpo cuyo des­
equilibrio no produzca alguna reacción en el ojo. Con referencia al trabajo de
grupos de especialistas, no hay un oftalmólogo de conciencia que no reco­
nozca su necesidad. Los médicos y los oftalmólogos deben realizar una resis­
tencia contra aquellas instituciones que sólo se proponen obtener ganancias.
El Dr. Levis resume, diciendo que la mayoría de los oftalmólogos se en ­
cuentran en una situación difícil por carecer de los elementos clínicos para
trabaja r. Cree que se debe idear un procedimient o p ara que aquellos que ca ­
rezcan de oportunidades clínicas, puedan seguir trabajando, y opina que la
m anera de conseguir esto es medíante el establecimiento de lo que pudiera
llamarse «Clínicas comunistas».
9.0
“ Iluminación diurna de las habitaciones”, Dr. Edivard Jackson,
de Denver.
El autor reconoce que la luz solar es superior a la iluminación
artificial; pero a pesar de ello, poco se ha hecho por m ejorar los méto­
dos para utilizar la luz del dia. La luz que viene de las ventanas puede refle­
jarse en el techo de la habitación, por medio de reflectores, obteniéndose
de ese modo una iluminación indirecta. Los reflectores deben ser curvos y
tener diversas superficies para obtener los mejores resultados en cada
caso. Se trata de un asunto de importancia en la higiene ocular y que
merece la atención de los oftalmólogos.
io.° “ Degeneración familiar de la mácula lútea”, Dr. R obert Bine, de
Chicago.
H asta la fecha se han descrito nueve familias que sufrían de esta rara
afección. El autor describe una nueva familia que resultó más sorpren­
dente por ser la primera vez que ocurre en más de una generación Este
trabajo se publicará más extensamente en otra sección de la R evista Cubana
de Oftalmología.
11.°
“ Acción del radio en las cataratas” , Doctores Martín Colicn e
Isaac Lewis, de N ueva Y o rk .
Se publicará totalmente, con las láminas originales, en un próxim o
número de la Revista Cubana de Oftalmología.
12.° “ La capsulotomía inmediata en la extracción de la catarata senil",
Dr. Arthur G. Bennet, de B ú ffa lo
E l autor llama la atención a que son pocos los oftalm ólogos que pro­
curan obtener las ventajas de una capsulotomía inmediata. Estas consisten
en: una pupila redonda; menos peligro de infección, pues sólo penetra un
instrumento en el o jo ; menos necesidad de operar cataratas secundarias,
pues la apertura hecha en el centro de la cápsula deja un espacio central
libre; menor peligro de salida del vitreo, pues sólo se mantiene el oftalm ostato el tiempo suficiente para hacer el c o rte ; m ayor facilidad para abrir
la cápsula, y m ayor facilidad para hacer salir la lente opaca con los dedos
del operador, en vez de utilizar instrumentos.
13.° “ M embrana hialina adventicia consecutiva a una operación de
catarata secundaria” , Dr. S. Lew is Ziegler.
Aunque se trata de una incidencia rara, es indudable que esto consti­
tuye una entidad patológica definida. E l autor sólo ha observado siete u
ocho casos, aunque cree posible que algunos otros hayan pasado desaper­
cibidos. Los síntomas cardinales son la disminución en la visión de cerca,
manteniéndose normal la visión de le jo s; y la presencia de 1111 reflejo vitreo
iridescente, que se observa por la iluminación oblicua. Aunque se trata de
una secuela de la catarata secundaria, su presencia exige una repetición de
la incisión en form a de V para dividir la membrana y reproducir la agudeza
visual anterior.
14.0
“ E l factor antitóxico en la oftalm ía sim pática” , Dr. Arnold
Knapp, de N ueva Y o rk .
Elchsnig ha intentado descubrir los m isterios de la oftalm ía simpática
siguiendo las ideas de B ail que la considera un fenómeno anafiláctico. P ara
explicar el comienzo de la inflamación en un ojo sano. Elchsnig agrega
un nuevo factor que puede ser una enferm edad general o una autointoxicación, y asegura que desde que lia dictado medidas encaminadas a eradicar
esos estados tóxicos, no se han registrado en su clínica más casos de o ftal­
mía simpática. Knapp afirma que aun cuando la teoría anafiláctica ha sido
criticada por algunos, desde el punto de vista clínico y defendida por otros,
que como A lan W oods, han hecho brillantes trabajos de investigación, la
solución del problema permanece aún en la obscuridad por las dificultades
inherentes al intrincado capítulo de la serología y la inmunología. A pesar
de esto, y no deseando entrar en la discusión clínica de este asunto, Knapp
describe cuatro casos en que resulta interesante el estudio del factor autotóxico.
Generalmente se ha sostenido que en la oftalm ía simpática hay algún
trastorno en la salud del paciente y, según la teoría de Schm idt-Rim tler,
con la que Panas estaba de acuerdo, la oftalm ía simpática sólo ataca a las
personas previamente en fe'm as. Elchsnig presupone la existencia de una
anomalía somática, que consiste en un trastorno general, nefritis o diabetes,
o en una autointoxicación; y de Schweinitz al abrir la discusión sobre las
bases anafilácticas de la oftalm ía simpática el año 1917, expuso que el
D r. Hubbell, de B ú ffa lo , había defendido en 1900 la relación entre las
autointoxicaciones y la oftalm ía simpática.
Clínicamente ha sido costumbre dividir la oftalm ía en serosa y plás­
tica, siendo esta última de pronóstico grave, mientras que la prim era obe­
dece bien al tratamiento. Schirm er considera ambas variedades como dis­
tintos grados de un mismo proceso, que es más grave si hay más exuda­
dos fibrinosos, y considera que M authner está en un error al diferenciar
la iritis serosa, de la iridociclitis plástica en la oftalm ía simpática. E11 los
casos serosos, llamados por los escritores franceses, oftalmía simpática ate­
nuada, la pupila se dilata con el tratamiento y permanece dilatada; no hay
adhesiones planas del iris al cristalino, ni elevaciones papulosas del tejido
iridiano, y 110 ocurren retracciones periféricas del iris. En estos casos sero­
sos, el pronóstico es benigno, aunque la afección puede transform arse en
plástica. Adem ás, los casos serosos pueden tener 1111 comienzo muy retar­
dado, la inflamación no siempre es típica, ni intensa y la enucleación no
modifica el curso de la enfermedad.
L o s cuatro casos de Knapp le sugieren la probabilidad de una m anifes­
tación tó x ica ; en uno de ellos, los síntomas fueron ligeros y desaparecie­
ron con el tratamiento. En los otros tres los síntomas oculares, eran de
ciclitis serosa, corirretinitis simpática (H aab), neurorretinitis y trastornos
maculares. E l examen anatomopatológico de dos de estos últimos casos,
puso en evidencia la infiltración de la urea por linfocitos mononucleares y
la neuritis óptica. En uno de los dos, la infiltración estaba en el iris y
cuerpo c iliar; en el otro, principalmente en la ceroides.
En estos casos hubo una lesión, quirúrgea o traumátea, que ocasionó
la iridociclitis en un ojo, seguida de una iridociclitis serosa en el otro
ojo. En el prim er caso los síntomas eran débiles y cedieron al tratamiento.
En los otros tres casos, los síntomas eran característicos de la ciclitis se­
ro s a ; congestión ciliar moderada, pupila fácilmente dilatable, depósitos
en la cara posterior de la córnea, opacidades del vitreo y lesiones del fondo
del ojo, que han sido descritas con el nombre de retinocoroiditis simpá­
tica.
En todos los casos hubo neurorretinitis y las lesiones m aculares se pre­
sentaron estando avanzada la afección y sin afectar la visión.
En dos de estos tres casos fué posible hacer el examen anatomopato­
lógico como se ha dicho antes.
E l factor autotóxico dependía de lo sigu ien te: Se comprobó que los
sujetos comían desordenadamente y de un modo exagerado, y que casi
todos padecían de estreñimiento. E l examen de las heces fecales en dos de
los casos, demostró gran acidez con exceso de indo! y escatol y bacterias
grainpositivas exclusivam ente.
E l tratamiento, siguiendo las líneas generales en estos casos, se basó
en las fricciones m ercuriales, salicilato de sosa y pilocarpina; pero sin gran
m ejoría. Tam poco m ejoraron los casos por que se eliminasen los focos
infectivos representados por abscesos alveolares, sinusitis supurativas, etc.
Fn cambio, la reglamentación dietética, el uso de catárticos y las irriga­
ciones del colon resultaron beneficiosas.
Los autores alemanes prefieren en la oftalm ía simpática, las friccio­
nes mercuriales, y las grandes dosis de salicilato de sosa han dado resulta­
dos a H arold G iffo rd ; pero en los casos graves no cree Knapp que dichos
medicamentos sean de utilidad alguna.
Finalmente, dice Knapp que aunque reconoce que es tem erario defen­
der la teoría de la autotoxemia, estima de importancia la investigación minu­
ciosa de dicha m ateria que, si fuese cierta, es de un gran valor profilác­
tico su eliminación.
D
iscu sio n es
Dr. Lonis F . Lovc, de Filadelfia. — Considera muy atractiva la teoría
de la autotoxem ia, pero cree fuera de toda duda que hay otras causas en
la producción de la oftalm ía simpática, citando el caso de una religiosa a
la que dos años antes se le había enucleado el ojo izquierdo, implantándo­
sele después un globo de oro en la cápsula de Tenon. E l ojo derecho pre­
sentaba los síntomas típicos de la oftalm ía simpática de tipo plástico. Se
extrajo el globo de oro que estaba bien adherido y que al com prim irse oca­
sionaba intensos dolores y se llevó a cabo un tratamiento local e interno
con gran energía. A l . día siguiente comenzó a m ejorar el ojo simpatizante
y la enferm a curó rápidamente sin grandes consecuencias.
Dr. Gcorge H. Bell, de N ueva Y o rk . — Cree que es posible que la
oftalm ía simpática su rja por una autointoxicación debida a errores dieté­
ticos. E l caso que más le ha interesado es el de un sujeto que consumía gran
cantidad de dulces azucarados y cuyas heces fecales eran muy ácidas y
tóxicas. Se logró reducir grandemente la acidez con una dieta libre de azú­
car y es por eso que Bell afirma que el azúcar es una substancia tóxica que
se fermenta en el estómago produciendo varios ácidos orgánicos que se
trasladan al intestino, form ándose en consecuencia algunas toxinas que, al
ser absorbidas por la sangre, dan lugar a autointoxicaciones y a un cortejo
de síntomas tóxicos. Deben exam inarse la sangre y las heces fecales de
todos los casos de oftalm ía simpática y vigilar la dieta de los enfermos, la
cual debe contener elementos básicos que neutralicen los ácidos form ados.
Dr. S. Lew ls Ziegler, de Filadelfia. — Cree que las afecciones simpáti­
cas pueden agravarse por las autotoxem ias, pero que éstas no constituyen
un factor decisivo. Cree que el estado autotóxico es local, y tiene su ori­
gen en el ojo lesionado y es llevado al otro ojo, en el que se manifiesta por
trastornos químicos. Se deben tener en cuenta el quimismo del ojo y de sus
linfáticos. Sabem os que los desarreglos químicos pueden ocasionar tantos
trastornos como los gérmenes.
Ziegler, además, recomienda el uso de la trementina, que es excelente.
Un caso que no cedía ante ningún tratamiento, curó con el empleo de
1/2 onza en una poción de 4 onzas. L a acción es sem ejante a la que se
observa en la úlcera de la fiebre tifoidea. L a trementina es buena en todas
las congestiones y es casi un específico en la iritis serosa.
IS." “ Tratam iento del sim blefaron y restauración de la cavidad orbi­
ta ria ” , Dr. William H . WUder, de Chicago.
L as diversas variedades de sim blefaron, ofrecen el mismo problema en
cuanto al tratamiento, y éste consiste en establecer el “ cui de sac” , para per­
mitir el libre funcionamiento del globo ocular. Señala la necesidad de tra­
tar prontamente las lesiones conjuntivales, para evitar el sim blefaron. U sa
las láminas parafinadas para evitar las adherencias de las superficies san­
grantes, o emplea injertos epiteliales para excitar la cicatrización y evitar
las adherencias. Los mism os procedimientos se emplean para el trata­
miento del sim blefaron, después de hacer la resección del antiguo tejido
cicatricial, con objeto de evitar nuevas retracciones.
ió." “ Influencia de las afecciones dentales y am igdalianas, y de las
toxem ias intestinales en las enferm edades ocu lares” , Dr. George H. Bell,
de N ueva Y o rk .
E l autor insiste en la importancia que en la producción de algunas afec­
ciones oculares tiene la sepsis oral, y afirm a que una “ boca sucia” , es una
gran amenaza para el género humano. L as am ígdalas constituyen el más
terrible portador de bacilos, sobre todo del estreptococo hemolítico. Se
deben exam inar todos los casos, desde el punto de vista dental, amigdaliano, e intestinal. L o s alimentos sacarinos producen fermentaciones, hiperacidez y toxemias.
17.0 “ Una nueva operación para el queractócono” , Dr. L. Webster
Fo.x, de Filadelfia.
Se publica totalmente en este número de la Revista Cubana de Oftal­
mología.
18.c’ “ U v e ítis” , Dr. A. E dw ard Davis, de N ueva Y o rk .
L as causas de esta terrible enferm edad son tan numerosas, que resulta
difícil determinar, en un caso dado cual es el factor (o factores) que lo ha
ocasionado. E l reumatismo y la gota son agentes etiológicos im portantes;
también la tuberculosis, sífilis, gonorrea, influenza, etc. Se deben tener
en cuenta las autointoxicaciones, y el estado de la sangre, pues alguos casos
se deben a la anemia. A veces no es posible determ inar la causa. Los sín­
tomas son muy distintos en cada caso ; los más frecuentes son, depósitos
de opacidades punteadas en la superficie posterior de la córnea ; dilatación
de la cám ara anterior; ligera dilatación pupilar; congestión periquerática ;
y, en los casos avanzados, sinequias posteriores y opacidades del vitreo.
Es frecuente un aumento en la tensión y pueden sobrevenir cataratas se­
cundarias y pérdida de la visión. E l tratamiento, además de ser local, debe
encaminarse a descubrir y eradicar las causas de la afección.
19.“ “ Casos clínicos; l.° Cisticerco del v itre o ; 2.0 Quiste multilobular
congènito, relacionado con la retina; 3.0 Lentícono an terio r” , Dr. George
D. Schweinitis, de Filadelfia.
20.0 “ Cuerpos extraños infraoculares ” , Dr. John O. Mac. Reynolds,
de D allas (T exas).
21.° “ Tratam iento de la dacriocistitis por cu re taje ” , Dr. John
Creen, Jr., de Saint-Louis.
Condena la extirpación del saco lagrim al, o su destrucción. Cree que
la dilatación con pequeñas sondas es un proceso lento y doloroso. E l proce­
dimiento de Theobald, con sondas grandes o la dilatación rápida de Ziegler,
son m ejores; pero prefiere el raspado de la mucosa afectada por el método
de Thompson.
22.° “ Observaciones propias referentes al tratamiento del glau com a” ,
Dr. John E. Weeks, de Nueva Y o rk .
L as causas principales de la hipertensión son: i.° Obstrucción de los
espacios linfáticos en el limbo córneoesclerotical ; 2.° Rápido aumento en la
secreción de los líquidos infraoculares ; 3.0 Aumento del volumen del con­
tenido do la cám ara vitrea, debido a hem orragias y neoplasmas.
W eeks cree que se debe precisar la tensión con gran exactitud en todos
ios casos y recomienda el empleo de los mióticos en todos los casos; pero
recurriendo a la operación tan pronto se compruebe que los mióticos no
detienen la pérdida de la vista o del campo visual.
Con referencia a los diversos métodos operatorios recomienda la para­
centesis en los casos de obstrucción de los espacios linfáticos por substancias
coloidales o fibrinosas, y en la buftalm ía inicial. E11 el glaucoma congestivo
agudo recomienda la iridectomía. E11 la buftalm ía y el glaucoma crónico
110 congestivo, hace la trepanación. E l método de Lagrange, lo utiliza en
la mayoría de los casos de glaucoma sobreagudo, idiopàtico crónico, en los
que puede establecer un postratamiento.
D
isc u sió n
E l Dr. W illiam Campbell Posey, felicito al Dr. W eeks, por su decisión
en abandonar la trepanación en la mayor parte de los casos de glaucoma,
y por recurrir nuevamente a la iridectomía. Cree que la m ayoría de los
oftalm ólogos han hecho lo mismo.
III. — P R E N S A
O FTALM OLÓGICA
Atinales d’Oculistique
Análisis por el D k.
A bk il
de
M. M arín A m at
1919
Sífilis órbitocroneal. — D k . C . C a r l in ( S a n t ia g o de C h ile)
E n un exten so tra b a jo , m uy bien m editado y expuesto, el au tor se
ocupa del asunto que encab eza estas lin e a s ; pero no de la que rad ica
en la base de la p irám id e o rb itaria, de diagn óstico fá c il, sino de aquella
otra de lo calizació n p ro fu n d a en el m ism o arm azón óseo de dicha c a v i­
dad, de m ás fá c il d iagn óstico y , p or tanto, de m ayo r in terés clínico.
Com o con secu en cia de esta esp ecial predilección de la sífilis t e r ­
c ia ria por lo s tabiques osteopeniósticos sep arato rio s e n tre órbita y c a v i­
dades v e c in a s (en m ayo r exten sión la c r a n e a l) ; exp on e con clarid ad
y sen cillez los sín to m as que rac io n al y p rácticam e n te p resen tan estas
lesion es (sen so riales, sen sitivo s, m otores, sim páticos, o ftalm oscóp icos,
in flam atorios y de cam bio de posición del globo o cu la r), p a ra v e n ir en
deducción de lo que debe ad m itirse como un dogm a en el diagnóstico
de la s a fe cc io n es p ro fu n d as y es que la localización lo es todo, pasando
a segundo térm in o e l factor etiológico, si bien n ecesario e indispensable
en el tratamiento.
E n capítulos sep arad os y su cesivam en te, se o c u p a : de la anatomía
clínica del fondo de la ó rb ita de riq u eza sin g u la r en ó rg an o s de im ­
p o rtan cia (v a so s y n e rv io s) y sin cu yo p e rfe c to conocim iento no se
puede d ar un paso en la pato lo gía o rb ita ria y o c u la r; del diagnóstico
de localización, m erecida recom pen sa del dom inio anatom ofisiológico
y que perm ite con ocer con e x a ctitu d casi m atem ática el sitio en que
rad ica n las lesion es,' en zonas tan pequeñas y p ró x im a s com o el a g u ­
je r o óptico y la hen d id u ra e sfen o id al (por dentro y por fu e ra del anillo
de Z in n ), de sin to m ato lo gía tan d ife re n te y e x p re s iv a , casi como de
la tam bién distin ta p resen tad a por las lesion es de las p ared es según su
predom inio orb ita rio o cran e al y del diagnóstico etiológico, que r e ­
clam a él e xam en g e n e ra l del su je to (olínico y de lab o rato rio ) y el de las
cav id a d e s ve c in as a la órbita (fo s a s n asales y sen os), existien d o m uy
frecu en tem en te la sífilis y recom endando el tratamiento específico,
pied ra de toque en m uchos casos, en a fe cc io n es de localización o rb i­
ta ria p ro fu n d a, a despecho de ser n e g a tiv o s los antecedentes, el exam en
clínico y el W asse rm an n , com o él h a podido com probar en su p ráctica.
D esp u és e x p o n e diez o b servacio n es clín icas m u y com pletas e in te­
resan tes, d ifíc ile s de e x t r a c t a r ; pero que reúne segú n el p ro ceso sea
de d e sa rro llo e x tra o in trao rb itario .
L a s de d e sa rro llo e x tra o rb ita rio las ag ru p a, a su vez, según la lo c a ­
lización en el a g u je r o óptico o en la hen d id u ra e sfen o id al. L a s co n ce r­
nientes a la p rim e ra situ ació n son en n ú m ero de tres y en ellas la
sin to m ato lo gía (com o no podía se r m enos) h a sido casi exclu sivam e n te
se n so rial (am b lio p ia o am au ro sis) por lesión le ja n a al o jo del n e rv io
óptico y los sín tom as o ftalm o scó p ico s han sido reducidos o nulos. L a s
que se refieren al segundo gru p o son tam bién o tras tre s y lo s síntom as
y a han sido de predom in io sen sitivo y m otor, com o correspon de a lo s
n e rvio s que por ella p asan (ram as del o ftálm ico del te rc er p a r, p até­
tico y m otor o cu lar e x te rn o ), con stituyend o el e x p re siv o síndrom e sensitivo -m o triz de la órbita y h asta con rep ercu sió n m ás o m enos gran d e
en el n e rvio óptico (sín drom e sen so rio -sen sitivo -m o triz.
E n la s de d e sarro llo in tra o rb ita rio la e x o fta lm ía es el sín tom a
predom inante, si bien puede e x is tir con la s distin tas lo calizacio n e s
(can al óptico, h e n d id u ra e sfe n o id a l), con su hab itual sin to m atología,
que se sum an al d esplazam iento o cu lar. C u atro o b servacio n es co rre s-
'onden a esta c a te g o ría, y entre las cu ales, en una el proceso ha e vo lu ­
cionado de un modo crón ico y en las tres restan tes de una m an era
aguda.
_
.
E n un últim o cap ítulo se ocupa del estudio com parativo de las ob­
s e r v a c i o n e s clínicas, ded u cien d o : I .” que Jos diez casos de m a n ife sta ­
ciones sifilíticas te rc ia ria s de la ó rb ita que ha ob servado, n u eve no
habían sido tratad os nunca por la m edicación específica y solam ente
uno h abía hecho uso de a lgu n as in yeccion es del 606, v a r io s años antes
de la aparición del sifilom a órb ito cran e al ; 2 .0 lo c o e x iste n c ia fre cu e n te
de lesion es o rb ita ria s y n asale s dependientes de la sífilis, p e ro sin
g u a rd a r relación entre sí de cau sa a efecto ; 3 .0 que el tratam ien to de
elección es el antisifilítico (in yeccio n es in trav e n o sas de cia n u ro y
ioduro potásico al in te rio r), el cual debe in stitu irse pronto e in ten sa­
mente aunque la reacción de W asserm an n sea n e g ativa, y 4 ° que la
evolución de estas lesion es ha sido fa v o ra b le en las cu a tro o b se rv a ­
ciones en las que el pro ceso ha tenido un d e sarro llo orb itario (con
e x o fta lm ía ), siendo, p o r tanto, ben ign o el p ro n óstico de las m ism as
y han m archado h acia la atro fia óptica en cinco de las sais de d esarrollo
e x tra o rb ita rio (sin e x o fta lm ía ), cu yo pronóstico es m ás g r a v e y depen­
diendo esta d ife re n c ia pro n ostica de ser fácilm en te desp lazables los
n ervios en plena órbita y no serlo, y , por tanto, exp u esto s a com p re­
sión a su paso p o r los orificios (a g u je r o óptico) o esco tad u ras óseas
(hendidura e sfe n o id a l).
Dermoide de la córnea y lipoma siibconjnntival. — P
rof.
G allkm aekts
C aso de esta n atu raleza, con un esbozo de colobom a de la co ro id e s;
sum a de afe cc io n es con gén itas que el au tor hace depender de un origen
común : una sin equ ia am iótica.
Quiste con gènito de la c o n ju n tiv a bu lb ar. — P r o f . G
allüm akrts
A fe c c ió n b astan te ra ra en la p ráctica, con la p articu larid ad de que
en esta ob servación se trata b a de un quiste seroso recu b ierto in te rio r­
m ente de epitelio cilin d rico con p estañ as v ib rá tile s, en un todo sem e­
ja n te s al de las fo sas n asales. E l a u to r le hace depender de u n a in clu­
sión em brion aria en la c o n ju n tiva de célu las de la m em brana p itu itaria.
Prueba tecuomiópica para sim uladores y exageradores de ambliopia
D k . N. P a u l - P a n n i
E s 1111a m odificación de los procedim ien tos de D e G r a e fe , B a r o ífio
y Sch en kl, o prueba p or los cristales no coloreados, y con siste en v o lv e r
artificialm en te m iope el ojo d e clarad o sano, colocando delante de él
c ristale s e sfé rico s co n ve xo s cada vez m ás fu e rte s y en an o tar la a g u ­
deza visu al de este o jo , así obtenida.
L a técnica con siste en colocar al su je to sentado fre n te a una re g la
de l ’2 5 m etros de longitud, dispu esta h orizontalm en te a la altu ra de su
pecho, que lleva g ra b a d a una e sca la m étrica con la agu d eza v isu a l
que corresp on de a cada d istan cia y sobre la que pueden c o rre r peque­
ñas p lacas de m etal n u m eradas. U n cartón con los g rab ad o s de la
últim a linea de la escala de Sn ellen , se desp laza sobre la re g la.
T a p a d o el o jo llam ado e n ferm o y vu elto m iope el sano, se anota
la agu d e z a v isu a l que se obtiene con cad a una de las lentes em pleadas.
S in d esp lazar ni las re g la s, ni las p lacas, se descub re el o jo calificado
de am bliope, p re v ia colocación delante de él de un crista l c o rre cto r
si es am étrope o de uno plano si es em étrope y se v u e lv e a re p e tir
la m ism a prueba con los distintos crista le s co n v e x o s delante del o jo
sano, y a com probar si las resp u estas de ah o ra están de acu erdo con
las prim eram en te e x p re sa d a s, y si, efe ctivam e n te , es así, es que e xiste
am bliopia y si son discordan tes es que h ay sim ulación.
P a r á l i s i s diab étic a del oblicu o m a y o r . — D r . B
oukland
(Orán)
C aso clínico de esta n a tu rale za publicado, al d ecir del au tor, por ser
ésta Ja m ás ra ra de las p a rá lisis o cu lares en el cu rso de la diabetes
y por p e rsistir a despecho de la dism inución del a z ú c a r en la orina.
M ayo
Un c a s o de m ie lo c it o m a m alig no de la ó rb ita . — D
r
. P. L e c é n e
( C ir u ja n o de lo s H o sp ita le s de P a r ís )
T r a b a jo m uy in teresan te de clín ica y lab o rato rio , basado sobre un
caso personal del au tor y re fe re n te a una m u je r que padeció un vo lu m i­
noso tum or de la región su p e rc ilia r izqu ierd a, dotado de pu lsacio n es y
de soplo, isócrono con el pulso, que h u b iera sido d iagn osticado a 110 ser
por el exam en anatom opatoló gico de sarco m a p u lsátil. L a operación
v e rificad a b a jo anestesia, clo ro fó rm ic a y p re v ia lig ad u ra de la carótid a
e x te rn a , puso de m anifiesto el lu g a r donde rad icab a la n eoplasia, que
era el hueso fro n tal en casi la totalidad de su porción orb itaria. C u ra ­
ción r á p id a ; pero a los tres m eses la pacien te fu é conducida n u evam en ­
te al se rv icio q u irú rg ico del au tor, por p ad ecer una fr a c tu r a espontá­
nea de la diálisis del fém u r izquierdo, debido a la destru cció n de este
hueso por una m etástasis del tum or o rb itario , que ocasionó la m uerte
por caq u ex ia .
E l exam en histológico de la tum u ración o rb ita ria dem ostró la p re ­
sen cia de vaso s m uy d ilatados y de lag u n as san gu ín eas, en el espesor
de un con glom erado citológico, fo rm ad o por célu las p o liéd ricas de c a ­
racteres m o rfo ló g ico s idénticos a las de la m édula ósea (m ielocitos) ; tu­
m or design ado por el au to r con el nom bre de m ielocitoma, y que noi es
o tra cosa que el llam ado de m cduloceles por R o b ín y de inieloplaxias por
Ca^al.
E l D i' L ecén e re cu e rd a la sin to m atologia del m ielo cito m a m últiple
(anem ia m anifiesta, albimwstirict y con fre c u e n c ia fiebre y fu e rte s dolo­
res) 1 v la del m ielocitom a m aligno único (fre cu e n te s m etástasis y m e­
nos alteracion es en la san g re y orina.
Mielocitoma orbitario y craneal. — D k . V. M ohax
E l conocim iento de la a n te rio r ob servació n , ha m otivado la exh u m a­
ción de un caso in teresan tísim o del autor, que asistió en 19 10 y cu yas
piezas anatóm icas (del cráneo) presentó a la S o cied ad O ftalm o ló g ica,
de P a rís.
Se re fie r e a 1111 su jeto que padeció una neoplasia del techo de la ó r­
bita derecha, con e x o fta lm ia co n secu tiva y que en la operación se de­
m ostró su im plantación en el hueso al que h ab ía destruido y puesto en
com unicación el crán eo y la órbita y que después se a g ra v ó term inando
por la m uerte. L a autopsia dem ostró la p re se n cia de un tum or idéntico
al orbitario, con d estru cció n total del hueso, en la 'bóveda cran ean a,
en la que adem ás e x istían o tra p orción m ás pequeños y en distintos
períodos evolu tivos.
H aciend o 1111 exam en re tro sp ectivo de su ob servació n , el D r. M o ra x
deduce se tratab a de un caso de m ielocitom a m aligno de la órbita con
m etástasis cran eal, en 1111 todo parecido al del D r. L ecén e.
Extracción de les cuerpos e xtrañ os periorbitarios.
D o c t o r e s F . L f. m a i t r u y A . G a r m y
E s un larg o y bien m editado tra b a jo , ilustrado de r a d io g r a fía s y
con la exposición _ de diez o b servacio n es personales. E n él com ienzan
los autores por cla sificar el lu g a r ocupado p or los cuerpos e x trañ o s,
con relación a la ó r b it a : internos, su p eriores, extern os, in fe rio re s y
p o ste rio re s; así com o las v ía s de acceso a los m ism o s; p a ralate ro n asal, siu u so fro n tal, tem poral y v e s tib u la r; describiendo las técnicas por
ellos em pleadas y los tiem pos o p eratorios.
Con relación al pronóstico, los au to res establecen dos c a t e g o r ía s :
mía g ra ve que com prende seis casos de p ro yectiles in tracran e ale s y
otra benigna en la que in cluyen diez y siete casos de cuerpos e xtrañ o s
sin com plicaciones c ra n e ale s y en la que los resultados (incluso esté­
ticos) fu ero n sa tisfa c to rio s.
Las causas anatóm icas del desprendimiento retiniano. — D r . J. G on in
T ra b a jo basado sobre la an atom ía pato ló gica m acroscóp ico de cen ­
tenares de o jo s con esta afe cc ió n y en que el autor com ienza lam entán­
dose de lo poco científicos que son actu alm en te los tratam ien tos em plea­
dos en el desprendim iento de la retin a, razonando que una buena tera-
íéu tica debe estar b asad a en el p e rfe cto conocim iento del m ecanism o
iroductor de! m ism o.
L o s m ecanism os por él adm itidos son c u a tro : levantamiento, atración, distensión y depresión de la retina.
E n el producido por el levantamiento de la retin a (tu m ores de la
■.oroides p rin cip alm en te), dice que los pliegues de la retina son escaso s
,->or se g u ir la coroides a aquella m e m b ra n a ; siendo el exudad o cuando
fcxiste de c a ra cte re s d istintos al ocupado por el espacio hialoideo, no
pudiendo d ar resu ltad os en estos casos (y se com prende) los pro cedinientos basados en la elim inación del líquido subretin ian o.
L o s d esprendim ientos ocasio n ados por el m ecanism o de atracción
le la retin a, n ecesitan como condición in dispensable la e x iste n cia de
a d h eren cias p a to ló g icas a n tig u as o recien tes entre el v itre o y la retin a,
y en las piezas an atóm icas ha encon trado el au tor las ra sg a d u ra s de
esta m em brana, ocasio n ad as por la re tracció n cic a tric ia l, y a en fo rm a de
,'álvu la o com o hech as por sacab o cad os, p e rfectam en te visib le s a sim ple
v is ta y sobre las que L e b e r llam ó p rim eram en te la atención. E n estos
caso s son, de idéntica n atu raleza! los 'líquidos p re y re tro rre tin ia n o y la
etio lo g ía la con stituyen las h e rid as (en esp ecial de la región cilia r) los
cu erpos e x tra ñ o s in frao cu lare s, las in flam aciones, supuracion es y h e ­
m o rra g ia s del v itre o . L o s m otivados por distensión de la retin a, se p ro ­
ducen no a con secu en cia de !a m iopía como se cree puesto que la re ­
tin a es lentam ente distensible, dice el autor, sino que acom paña a las
contusiones vio len tas del globo o cu lar con o sin ru ptura de la esclerótica
y se m anifiesta por la ro tu ra p a rc ia l o total de Jas ad h eren cias n a tu ra ­
les de la retina alred ed o r de la ora s e r r a t a ; a los que se acom pañ a a
jwsteriori la atracción poducida por b ridas cic a tric ia le s p o strau m áticas
o p o st-h em o rrág icas.
1
Y por últim o califica como ocasio n ados por depresión de la retin a,
aquellos casos en que esta m em brana, que por otra parte no goz^i de
la con tractilid ad , tiene que ad ap tarse a contenidos m ás pequeños, por
a t r o fia del globo, pérdida de vitreo , e tc .; teniendo necesidad entonces,
de a rr u g a rs e en fo rm a de pliegu es de disección, p rin cip alm en te ánteroposterior.
Con respecto al exam en clín ico y al tratam ien to, dice, que se ocu­
p ará en otros a rtícu los.
Tuberculosis de la conjuntiva bulbar. — P r o f . G a l l e m a e r i s
S e gu n d o caso de esta n atu rale za que el au tor publica. E n el actu al
se tra tab a de lesión se cu n d aria a m uy lig e ra s de pulm ón y en el cual
c-1 tratam ien to q u irú rg ico (e xcisió n y su tu ra) le dió un excelen te re su b
tado como en el an te rio r. E l exam en histológico dem ostró la n atu raleza
tubercu losa de la le s ió n : leucocitos e x tra v a s a d o s, célu las epiteliodes y
g ig a n te s y focos de caseificación. T am p o co e x istía n , com o es la re g la
en estos casos, ad en op atía p re a u ricu la r.
A propósito de un caso de hipertensión arterial retiniana
D
r.
P. B
a illia r t
Con m otivo de un caso de esta n atu raleza, cu y a h isto ria clín ica com ­
pleta acom paña y con secu tivo a una retinitis azoémica en evolu ción
con pequeñas h e m o r r a g ia s : el autor, p rim e ra au torid ad en la m ateria,
11-una la atención sobre la g ra n im p o rtan cia d iag n ó stic a de la h ip e rte n ­
sión a rte ria l retin ian a, cuando to d av ía no existen, ni trasto rn o s fu n cio ­
nales ni síntom as oftalm oscóp icos en la azoem ia. Y siendo fre cu e n tas
en esta en ferm ed ad las h e m o rra g ia s de la retin a, cu yo asiento, de o r­
d in ario son los cap ila re s, en los cu ales no se puede d eterm in ar la p re ­
sión considera que el ob ten erla en la a rte r ia y ven a cen trales pone en
cam ino de la que pueda a lca n z a r en aquellos, puesto que el aum ento de
presión es más* d ifícilm e n te so p o rtad a por v e n a s y cap ilare s, y estando
aum entada en la azoem ia se com prende el porqué ocupan el p rim er
lu g a r la s h e m o rra g ias en las re tin itis esta n atu rale za, con relación a las
producidas por o tras cau sas (de la arte rio e scle ro sis, sifilíticas, etc.)'.
E l p e rfe cto conocim iento del aum ento de tensión v a s c u la r J e l oio,
con secuencia de la ge n e ral, dice el autor, y con razón, es de g ra n im por­
tancia te ra p é u tica ; p ro cu rán d ose e v ita r el empleo de los va so s dilatadores (n itritos, a tra p ia ) que au m e n taría n la tendencia a las h e ­
m orragias.
I V . — ÍN D IC E
Y
A N Á L IS IS
B I B L IO G R Á F IC O S
Nueva contribución al estudio de afeccio nes tuberculosas raras
Prof.
von
H i i -p e l
i .°
Un\ caso ile uveítis p ro lifera n te , sin duda de n atu raleza tu b e r­
culosa, y con desprendim iento con secu tivo de la retin a. L a evolu ción
clín ica de este caso fu é id éntica a la de los otros dos publicados re ­
cientem ente por el m ism o autor. A las tres sem an as de ap arició n de la
en ferm edad, sob revin o la pérdida de la percepción 'lum inosa: m arch a
m uy rápida. D espren dim iento precoz de la retin a, cau san do la cegu era.
Com o e tio lo g ía : bronqu itis d ifu sa , tu b ercu losis de los g an g lio s b ro n ­
quiales, .reacción p o sitiva con la tuberoulina. E n tr e el ecuad or y la
extrem id ad p o sterio r del m úsculo c ilia r p ro life ra c ió n a n u lar p lan a.
S e tratab a de un p ro ceso in fla m a to rio con tendencia a la d estru cción
de los tejid o s (retin a) y a p e n e tra r en el in te rio r del globo. C élu las
gig a n te s y epitelio desp igm en tadas en p arte, lin gocitos y célu las p la s­
m áticas. L a s p ro life ra c io n e s se hallan principalm ente en la c o r o id e s :
las lesiones no recu erd an en absoluto las de la u v e ítis sim pática, y a
110 ser que se q u ieran co n sid e rar com o de origen desconocido, deben
co n sid erarse com o de o rigen tuberculoso, aun a p esar de la au sen cia
de bacilos,
2 .0
Afección tuberculosa del cristalino en una m u je r de cu aren ta
años, la cual s u fr ía fu e rte s dolores del o jo (que e ra am au rótico, por
an tigu o desprendim iento de la re tin a ); dicho o jo presen táb ase m uy in ­
yectad o y con c a ta ra ta . E n u c le a c ió n : se d iagn osticó la afe cc ió n com o
iritis tub ercu losa, con p e rfo ra c ió n co n secu tiv a de la cám ara p o sterio r
con exten sión de las p ro life r a c io n e s tu b ercu losas alred ed o r del c r is ta ­
lino y pen etración de las m ism as a tra v é s de las cáp su las an te rio r y
p osterior, sin hab er in vadido las m em branas in tern as. C aso e x tre m a d a ­
m ente raro.
3." Ulcera tuberculosa de la córnea.— T ra tá b a s e de una m u je r de
cu aren ta años, v isita d a por v e z p rim e ra en 19 14 , cuando h a cía quince
días que s u fr ía del o jo izquierdo, p or cau sa desconocida. P re se n ta b a
dos ú lce ras situ adas una ju n to a la otra en la p a rte in fe r io r de la
córn ea. E l saco lag rim al indem ne. C u ració n por tratam ien to local.
In g re só por segund a ve z en 19 17 . P re se n tab a h acía tres sem an as, una
in flam ación del o jo izquierdo con una g ra n ú lce ra, p e rfo ra d a de la
córn ea, con depósito de fibrina. F u é p recisa la e n u cle ació n ; cu atro
sem an as después, in flam ación del o jo derecho, v a r ia s flictu ras p e rig n e rática s, que fu e ro n in vadiendo, m ás tarde, la c ó r n e a ; in filtraciones
co n flu en tes de ésta que se c o n virtie ro n posteriorm ente en una ú lcera
de bordes p ro fu n d os. T in tu ra de iodo. E n tu rb iam ien to de la córnea
h acia el c e n tr o ; adem ás ú lcera en el borde tem poral. R asp ad o . E n la
ú lce ra n asal, fo rm a b a h ern ia la m em brana de D escem et, que se r e ­
cubrió con la co n ju n tiv a . A p esar de la p e rfo ra c ió n , resultado fa v o r a ­
ble, puesto que con tinú a la m e jo ría , g an g lio s a x ila re s tub ercu losos.
Sin in filtra c ió n ce lu lar m arcad a del borde de la ú lcera. M em b ran a de
D escem et con v a r io s exten so s d e s g a r r o s ; aquí la c a ra an te rio r del
iris fo rm a el fondo de la ú lc e ra ; extendién dose sobre ella un tejid o de
gra n u lació n , en relación con el reb ord e nasal de la ú lcera. E s te te­
jido se h alla fo rm ado por célu las epitelioides típ icas y célu las g ig a n te s
le L a n g e r h a n s : nada de esto sobre el iris. N in gú n indicio de te jid o
tubercu loso en los dem ás te jid o s del globo.
E s t a s u lceracio n es p rim a ria s han producido la rápid a destru cción
íe los te jid o s ; los resultados del exam en anatom op atológico, dem ostra'011 tra ta rse de una a fe cc ió n tub ercu losa.
E l au tor se p regu n ta si en realid ad estas ú lce ra s de la có rn e a son tan
■aras com o hace sup oner el exam en de la lite ra tu ra m édica. E s ta s úl:e ra s pueden c u ra r y no llevan a una enu cleación fo rz o sa . E l exam en
clínico, gen eralm en te no es tan detenido, p ara p erm itir ju z g a r e x a c ­
tam ente sobre la ra re z a de estas úlceras.-— Wochensch. f. H. und
{Hy der A .)
Conjuntivitis flictenular y adenoides. — G
kokgks
M iln e
E l au to r o b servó dos casos. U n o de ellos en un m uchacho de cato rce
años, en el que d atab a de diez y ochoi m eses y en el cu al ningún trata~
¡liento fu é eficaz.
P re se n tab a el cu ad ro típico de un a c o n ju n tiv itis flicte n u lar con
g ran fo to fo b ia y b lefaro sp asm o . S e in stituyó un tratam ien to -local con
pom ada am arilla y se le p re scrib ió al in te rio r el iod uro de h ierro .
E l enferm o, adem ás, tenía astigm atism o hiperm etrófico com puesto,
que fu e co rregid o con c ristale s apro piados. A l cabo de cinco sem an as
este tratam ien to h ab ía resultado ineficaz en absoluto. E n to n ce s so b re ­
vino a m ig d alitis fo lic u la r que d ejó subsistente in fa rto to n silar y al
m ism o tiem po se com probó la e x iste n cia de adenoides. P ro ced ién d o se
un mes y m edio m ás tard e a p ra c tic a r la am igdalotom ía y la extirp ació n
de las ve getacio n es adenoidas. L a cu ració n com pleta no se obtuvo h asta
al cabo de un a ñ o ; pero in m ediatam ente después de la operación em ­
pezó a d e sap a re ce r 'la fo to fo b ia y el -blefarospasm o.
E l segundo caso fu e en un niño de once años, el cual, cuando
fu é observado por el autor, llev ab a quince m eses de tratam ien to sin
resultado alguno.
Degen eración y r e g e n e r a c ió n de la s m e m b ra n a s p r o fu n d a s del ojo
s in g u la r m e n te de la r etin a. — D k .
M uñoz U r r a
V alién d o se de dos m étodos de tinción, o rig in ale s, lino p olicróm ico, y
el otro por im p regn ación con sales a rg é n tica s, ha hecho d iv e rso s estu ­
dios, que ha publicado en un exten so e in teresan te tra b a jo
(véan se
números! 78 y 79 de L o s P ro greso s de la Clínica, de M ad rid ) y de los
que deduce las sigu ien tes c o n c lu sio n e s:
1." L a coroides es la en cargad a de fo rm a r la cica triz en la herid a
retiniana.
2." P o r el método policróm ico ha puesto de m anifiesto las lesion es
citológicas y n u cle a re s de los elem entos n ervio so s, en su d e g e n e ra­
ción trau m ática.
3." P o r el método de la placa redu cida, ap licad o en la retin a, ha de­
m ostrado la reg en e ració n de los axo n e s, re fo rm a ció n y desorien tación .
4." L a cicatriza ció n coroidea im pide la re sta u ra ció n n e rv io sa por
ah o g a r entre sus elem entos los a x o n e s n eoform ad os.
5.“ E n las lesion es retin ia n as, la fa lta de re g en eració n no es por m en­
gu a de la potencia a xó n ica , sino por los m alos m edios y te rre n o s en que
tiene lu gar.
6.n L a re g en eració n de la retin a es un hecho p o sitiv o y cierto h is­
tológicam ente, pero in capaz de re s ta u ra r la vitalid ad de la m em brana
por los m edios en que tiene que d e sa rro lla rse .— E . M .
Papel de la e s c l e r ó t i c a en la a p a r i c ió n y en el t r a t a m ie n t o del g la u c o m a
Dr . B
o urg h o is
E l papel de la esclerótica no ha sido tenido b astan te en cuenta en
la s d iv e rsa s te o ría s del g la u c o m a ; debido a que no todos los autores
adm iten la e x iste n cia de fibras e lásticas en ella. S in em bargo, se sabe
que en’ el adulto, la en v o ltu ra del o jo es distend ible h asta cierto grad o,
porque en esta época de la vid a abundan las fibras e lásticas. E l glau -
:0111a se p resen ta con m ayo r fre cu e n cia en aq u ellas -personas en que,
'.orno en los hip erm étropes, y los de cie rta edad, la escle ró tica h a p erd ilo su elasticidad.
T o d o s los tratam ien to s del g lau co m a tienen por ob jeto la distensión
irte la escleró tica. L o s m ás m odernos h asta ah o ra s o n : la esclerecto m ía
le L a g s a n g e y la trep an ació n de E llio t. T ie n e n el in convenien te estos
)rocedim ientos, que a la corta o a la la rg a , lle g a a se r ob struida por el
te jid o cic a tric ia l la ab ertu ra p ra c tica d a en la esclerótica. P a r a e v ita r
este in con ven ien te propone el au tor to car la punta del term ocau terio
puesta al ro jo obscuro, y luego re c u b rirla con la c o n ju n tiva. E s ta
nterven ción es m uy bien tolerad a -por el ojo.
L o s resu ltad o s obtenidos son m uy sa tisfa c to rio s.
Condiciones higiénicas que
deben
reunir lus librog. — D k.
Ribas V a lk k o
E l D r. R ib a s V a le ro ha publicado, b ajo este título, un in teresan te
tra b a jo , en el que, en resum en, e x p o n e : Q ue el ipapel 110 debe d e ja r
ra n sp a re n ta r las letras, y se r de un blan co 110 m uy in te n so , no satiíado, pues en éste se -producen re fle jo s m olestos. L a s letras deben
ten er un tam año m ínim o de i ’s m ilím etros y su tra z o 1 / 4 de m ilím e­
tro, con un esp acio in term edio de 1 / 2 m ilím etros, debiendo h ab er en
cad a centím etro siet-e letras com o m áxim u m . L a s lín eas tendrán una
lon gitu d 110 m ayo r de 8 cen tím etros, estando se p arad as unos 2 1 / 2 ó
3 m ilím etros. L o s tipos m ás visib le s son los latinos.
L o s encerados, m apas, p iz a rra s , etc. no deben ser b rillan tes y las
le tra s de los m ism os deben se r gran d es.
V. — V A R I A
Noticia.—L a X I A sam blea de la Sociedad O ftalm ológica H ispano-Am ericana, tendrá lu g ar en Granada durante los días i'O, 21 , 22 y 23 del próximo
mes de Septiem bre, siendo el tema oficial H eredosifilis d el segmento anterior
del ojo, a cargo de los doctores D. Jo sé M oltó,de V alencia, y D. Bartolom é
Benavides, de Madrid.
E n el pasado C ongreso Nacional de Medicina, el D r. T ello Am ador, de
Córdoba, ofreció un premio de 500 pesetas al m ejor trabajo que los señores
asociados a la O ftalm ológica H ispano-Am ericana presentara a esta A sam blea
acerca del tema Estudio de las diversas va ried a d es de cristales en relación
con los defectos ópticos que corrigen.
Citam os deseen in gresar en dicha Sociedad y manden tem as para la p ró­
xim a A sam blea, deben d irigirse inm ediatam ente al Dr. J_eoz Orh'n, Secretario
gen eral, calle de A lcalá, 39 , Madrid.
L
a
N
e o t ip ia
.
— R am b la de Cata luñ a,
1 1 6 , Te lé fo n o G 908. — B a r c e l o n a
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