PFB-20140124.indd 2 24/01/2014 09:55:59 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico PFB-20140124.indd 3 24/01/2014 09:55:59 a.m. PFB-20140124.indd 4 24/01/2014 09:55:59 a.m. Archivo General de la Nación Volumen CCVI J ulio Minaya Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico Santo Domingo 2014 PFB-20140124.indd 5 24/01/2014 09:55:59 a.m. Cuidado de edición y diagramación: Juan Francisco Domínguez Novas Corrección: Kary Alba Rocha Diseño de portada: Engely Fuma Santana Ilustración de portada: Radhamés Mejía, «Retrato de Pedro Francisco Bonó» (óleo sobre tela, 30" x 40"), 1970. Primera edición, 2014 De esta edición © Archivo General de la Nación (vol. CCVI) Departamento de Investigación y Divulgación Área de Publicaciones Calle Modesto Díaz, No. 2, Zona Universitaria, Santo Domingo, República Dominicana Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110 www.agn.gov.do ISBN: 978-9945-586-00-8 Impresión: Editora Centenario, S. A. Impreso en la República Dominicana • Printed in the Dominican Republic PFB-20140124.indd 6 24/01/2014 09:55:59 a.m. Índice Prólogo ...........................................................................................13 Introducción.........................................................................................17 PRIMERA PARTE Latinoamérica durante el siglo xix. Contextualización e impacto de la modernidad............................................................................31 –Siglo xix: Europa y el despliegue de la modernidad........................31 – Doble rol de los jesuitas entre los criollos.......................................34 – Valoración de lo americano y búsqueda de autonomía....................37 – Hacia la independencia de Hispanoamérica (1810-1824)...............39 – Escuelas de pensamiento que orientan el proceso emancipador en la región.......................................................................................41 •Liberalismo en Hispanoamérica...............................................41 •La Ilustración y su acogida limitada en Hispanoamérica.........43 – Los filósofos ilustrados más influyentes...........................................44 •Francisco de Miranda y Simón Bolívar ....................................45 •Simón Rodríguez: preceptor de Bolívar....................................46 •Documentos y obras de la Ilustración que más influyen .........47 •Canales e instituciones de divulgación......................................48 •Espíritu romántico y tendencia transformadora.......................49 – Nueva valoración y vuelco a lo popular ..........................................53 7 PFB-20140124.indd 7 24/01/2014 09:55:59 a.m. 8 Julio Minaya Inestabilidad política latinoamericana y corrientes filosóficas pre-positivistas................................................................................55 – Crisis interna y externa a mediados del siglo xix.............................55 •Crisis y corrientes filosófico-literarias entre 1807-1900..........56 •La filosofía ecléctica..................................................................57 •El socialismo utópico ................................................................58 •La corriente krausista y el papel jugado por la Institución Libre de Enseñanza...................................................................60 Forja de la identidad hispanoamericana. Aportes del romanticismo, el costumbrismo y el realismo. ..................................................... 63 – El proceso de búsqueda de la identidad propia en los países recién creados ...........................................................................................63 – Los aportes del costumbrismo.........................................................65 – El realismo en Latinoamérica..........................................................66 – El positivismo. Influencia y rol de cara a la estabilidad y la organización en Latinoamérica........................................................68 •Comte y Spencer: orden y progreso ansiados ..........................68 •Recepción de las ideas de Comte en la región..........................70 •El impacto ejercido por Spencer...............................................71 – Positivismo y espíritu moderno en Latinoamérica..........................72 •Intento modernizador en Latinoamérica..................................72 •La mujer y su nuevo rol social...................................................73 •Horizonte crítico desde las ciencias sociales.............................74 •Positivismo y crítica del catolicismo.........................................75 •Modernidad «bastarda» y capitalismo anómalo ......................77 •Dictadura «honrada» o progreso a toda costa..........................79 •Limitaciones del positivismo.....................................................81 – Surgimiento de un pensamiento crítico en Latinoamérica.............83 •Enjuiciamiento del ideal de progreso........................................84 •Decadencia del positivismo y surgimiento de nuevas expresiones filosóficas y científicas............................................87 ›El ocaso del positivismo latinoamericano..............................87 ›Nuevas orientaciones de la filosofía europea y su impacto en la región.............................................................................87 ›Segunda búsqueda de la originalidad latinoamericana..........88 PFB-20140124.indd 8 24/01/2014 09:56:00 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 9 SEGUNDA PARTE Biografía de Pedro Francisco Bonó....................................................93 – Pedro Francisco Bonó: origen y primeros pasos. Identificación con su medio.....................................................................................93 –Novela El montero: valoración del medio social................................. 99 – Abrazo de la utopía liberal. Roles en la revuelta de 1857 y Guerra Restauradora........................................................................100 •Primeras funciones desempeñadas............................................100 •Prueba política en fase inicial....................................................103 – Bonó, prócer de la Guerra de la Restauración.................................104 •Función triple: teórica, política, militar....................................104 •Tareas delicadas confiadas a Bonó durante la guerra ...............107 •Enfermedad recurrente en Bonó ..............................................109 •Fusilamiento del presidente Salcedo. Bonó abandona Santiago y se muda a Macorís...................................................111 •Macorís: medio «excelente para observar» ..............................112 •De Macorís a la capital: secretario de tres carteras...................115 – Período de silencio. Se pierde un presidente, se gana un pensador...116 – Bonó y Eugenio María de Hostos: encuentro y desencuentro........123 •Coincidencia en el país de dos intelectuales indispensables.....123 •Bonó y Hostos cumplen deseos de comunicación ...................124 •Hostos y la Escuela Normal: exitosa reforma educativa...........125 •Bonó: pros y contras del normalismo. Refutación del deísmo...127 – Señalamientos críticos de Bonó y debates públicos suscitados........128 •Debate sobre el federalismo y rechazo de candidatura ............128 •En torno a la industria azucarera y las franquicias otorgadas...131 •Acerca del tabaco y la firme defensa de Bonó...........................132 •Sobre el ideal de progreso y la impugnación vehemente de Bonó......................................................................................134 – Contribución de Bonó a la emancipación política, económica y cultural dominicana..........................................................................136 •Bonó, precursor de la emancipación cultural dominicana........136 •Bonó: nueva visión de la sociedad dominicana y advertencia del neocolonialismo...................................................................139 •Influencias del romanticismo y del costumbrismo en Bonó.....144 – Bonó muestra ciertas coincidencias con el marxismo......................145 – Peculiaridad del examen de la realidad dominicana logrado por Bonó...........................................................................................146 PFB-20140124.indd 9 24/01/2014 09:56:00 a.m. 10 Julio Minaya – Bonó aplica búsqueda del término medio...........................................150 – Diversas apreciaciones en torno al supuesto pesimismo de Bonó..... 151 – Persecuciones y acusaciones políticas y éticas contra Bonó ...........159 •Bonó es acusado de apoyar los planes anexionistas de Buenaventura Báez....................................................................160 •Raymundo González contrarresta las imputaciones a Bonó....162 •Otros argumentos a favor de Bonó...........................................166 •Objeción moral a Bonó por no haberse casado .......................170 – Los valores de la solidaridad y la amistad en Bonó..........................171 – Condiciones de Bonó para la reflexión filosófica.............................172 •Pueblo dominicano: núcleo problemático a descifrar con ayuda de la filosofía....................................................................175 •Bonó aborda la realidad dominicana desde planos diversos.....179 – Crisis existencial en Bonó. Escepticismo frente a la ciencia y refugio en la espiritualidad religiosa................................................182 TERCERA PARTE Pedro Francisco Bonó: precursor de la emancipación cultural dominicana.......................................................................................189 – Objetivos y estrategias......................................................................189 – De la emancipación hispanoamericana a la emancipación dominicana. Algunos antecedentes..................................................191 – Bonó, primer impugnador de la mentalidad colonial dominicana....194 – Romanticismo y costumbrismo en Bonó. Influencias en el reconocimiento y la exaltación de lo local.......................................198 – Bonó, dos veces prócer, de la emancipación política y de la emancipación mental dominicana....................................................202 – Una idea incompleta sobre la independencia nacional....................205 – De cómo en la República sigue vivo el espíritu de la Colonia............209 •Toda colonia emula a su metrópoli...........................................209 – Época y mentalidad. Papel crítico de la Ilustración.........................212 •Al cabo de veinte generaciones las instituciones se vuelven creencias.....................................................................................212 •Influencias de la Ilustración en el rol crítico de Bonó..............213 –Principales taras heredadas del pasado colonial...............................217 •La pereza para la tarea de pensar..............................................218 •El paternalismo..........................................................................223 PFB-20140124.indd 10 24/01/2014 09:56:00 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 11 •El prejuicio sobre el trabajo manual.........................................225 •La falta de virtud política: influjo de Montesquieu en Bonó...... 228 •Una sociedad hecha para el despotismo....................................230 •La inhabilitación para el autogobierno causada por la aristocracia burocrática colonial................................................236 •Crítica del sentimiento de caridad practicado en la colonia.....239 •Afán de imitación prevaleciente ...............................................242 – Crítica del pasado colonial: Bonó, Bello y Sarmiento.....................246 •Antecedentes de Bonó en la crítica del período colonial..........246 •Movimiento emancipador de 1821 y crítica del colonialismo español.......................................................................................249 •Bonó y su objeción al papel conquistador y colonizador de España........................................................................................250 •Bonó y Bello: canto a la tierra, autonomía mental y evaluación del colono español...................................................253 •Bonó y Bello de cara al colonizador español.............................257 – La América hispánica y la América anglosajona vistas por Bonó....262 •Colonias españolas no aptas para la vida republicana...............262 •En Norteamérica fructifican instituciones democráticas.........264 •Dominicana: entre la república y la monarquía........................267 – Intento de reforma de la instrucción pública y emancipación.........268 – Bonó comparte rasgos con emancipadores mentales hispanoamericanos............................................................................270 •Rasgos básicos de los emancipadores mentales.........................270 •Condiciones que favorecen a Bonó como pionero de la emancipación mental dominicana.............................................273 •Bonó, tan solo iniciador de la emancipación mental dominicana...274 •Trabajo ambientador previo a llegada de Hostos.....................277 – Roles complementarios entre Bonó y Hostos de cara a la emancipación mental dominicana....................................................281 •Bonó sobresale en ambiente intelectual ...................................281 •Esfuerzo limitado de Bonó por reformar la instrucción pública...283 •Hostos impulsa revolución intelectual en Santo Domingo......287 ›Mientras Hostos desarrolla revolución educativa, Bono cuestiona colonialismo cultural..............................................287 ›El tipo de revolución que hacía falta en el país......................288 – Bonó: tradición y modernidad. Su mirada diferente de la sociedad dominicana........................................................................................293 •Bonó, entre lo tradicional y lo moderno...................................293 PFB-20140124.indd 11 24/01/2014 09:56:00 a.m. 12 Julio Minaya •Bonó, mejor conocedor de la sociedad dominicana que Hostos.. 293 •Bonó pone al descubierto el surgimiento del neocolonialismo.... 296 •Bonó capta tres tipos de colonialismo.......................................300 – Bonó, de la crítica neocolonial al enjuiciamiento de la ideología del progreso......................................................................................302 • Impugnación del liberalismo económico .................................302 •La crítica del concepto de progreso en Bonó. Caracterización.... 304 •Crítica del progreso en Bonó. Su dimensión continental.........306 •Relevancia ética de la crítica del progreso en Bonó..................315 – Conclusiones..................................................................................321 – Fechas y eventos importantes sobre Pedro Francisco Bonó...... 329 – Bibliografía de y sobre Pedro Francisco Bonó............................ 333 – Bibliografía general......................................................................... 341 Anexos I Cronología de Pedro Francisco Bonó................................................ 357 IIDecreto que dispone el traslado de Bonó al Panteón Nacional........ 385 Índice onomástico..................................................................................... 389 PFB-20140124.indd 12 24/01/2014 09:56:00 a.m. Prólogo El pensamiento crítico republicano tiene en Bonó a uno de sus principales precursores en el país y el continente americano; constituye una aportación al pensamiento sociopolítico dominicano e hispanoamericano que ha permanecido ahí, casi desconocida, aunque ya es hora de que se le preste atención. En las páginas que siguen, dicha significación se pone de relieve, además, al subrayar el carácter emancipador de esa contribución. Este libro muestra que dicho pensamiento crítico ha estado presente en el país en el corazón del proceso de conformación del Estado-nación y de la conciencia social de él desde el siglo xix y que el mismo es posible allí donde se hace presente un triple compromiso: ético, con la razón y la justicia social. El acercamiento a la sociedad dominicana de su tiempo que hace Bonó con honrado patriotismo dio cuenta de esa confluencia en su «vida, obra y pensamiento crítico», como subraya el subtítulo de esta obra. Tal es la tesis desplegada por el autor del presente libro, Julio Minaya, en el cual trabajó durante varios años hasta entregar el fruto de su esfuerzo que ahora ve la luz en la colección de publicaciones del Archivo General de la Nación. Minaya es doctor en filosofía y ha sido profesor de esta disciplina en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde labora en la actualidad. Desde hace muchos años se ha preocupado por la recepción de las diversas corrientes filosóficas por los pensadores de nuestro país y, en particular, por la personalidad intelectual de Pedro Francisco Bonó. 13 PFB-20140124.indd 13 24/01/2014 09:56:01 a.m. 14 Prólogo En más de un sentido este libro representa la culminación de una búsqueda en la que las marcas de precursor y proceridad iban señalando el camino. Bonó, quien a decir de Minaya, es «pionero de la emancipación mental y cultural», pero aún más: el papel de inteligencia latinoamericana en la búsqueda de estabilidad y organización durante las décadas que siguieron a la independencia se presenta aquí como parte del proceso de construcción nacional-estatal abierto con la ruptura del pacto colonial, pero nunca como una conquista automática o inmediata, como la suponen todavía hoy algunos filósofos. A la inversa, la consciencia nacional que dicho proceso supone se vuelve problemática hasta acusar formas críticas no previstas, como es el caso de la crítica de la idea del progreso entonces en boga. Las dudas que albergaron algunos autores de la época, como Martí en el caso de América, o Nietzsche en Europa, acerca de la ideología del progreso dan la medida de la profundidad con que la reflexión de Bonó captó las tendencias de su tiempo. Aquí ya se dejan ver las nuevas perspectivas que permitirán retomar la tradición del pensamiento crítico desde sus raíces. El fenecido filósofo e historiador panameño Ricaurte Soler en su ensayo sobre la formación de las naciones hispanoamericanas, fue uno de los primeros estudiosos que citó a Bonó a este propósito. Más recientemente, autores como Edgardo Lander, Oscar Terán, Enrique Dussell, entre otros, han desarrollado algunas de las perspectivas esbozadas por Minaya en su obra sobre Bonó, aunque desde otros contextos. Todo ello enfatiza la necesidad de estudios temáticos comparativos más amplios. Si hay una idea que sobresale a lo largo de estas páginas se refiere a la necesidad de estudiar el pensamiento confrontándolo con sus realidades sociales, nunca en abstracto. De este modo resultarán comprensibles las articulaciones inverosímiles en otras latitudes de Occidente, al mismo tiempo que se abandonan las fáciles y simplistas fórmulas que reducen el pensamiento latinoamericano a meras matizaciones, como propusiera hace algún tiempo Marichal. En cambio, resultarán visibles cómo se han producido filosofías eclécticas en la que se conjugan política y filosofía moderna y sus contrarios, esto es, ilustración y racionalismo con romanticismo y costumbrismo, catolicismo y tradicionalismo con masonería y laicismo, modernidad y PFB-20140124.indd 14 24/01/2014 09:56:01 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 15 progreso con el amor al prójimo y la conciencia del otro, que se inician en la «periferia» del mundo capitalista para más tarde afectar a los «países centrales». Resalta, a propósito de dichas composiciones de tradiciones aparentemente contrapuestas, la aproximación que el autor plantea entre Duarte y Bonó a quienes inscribe en una misma tradición del pensamiento emancipador. Sin dudas, el estudio de Minaya es hoy por hoy el más completo sobre la vida y el pensamiento de Bonó; esto así porque se trata de una obra compendiosa de los trabajos que le antecedieron y por las nuevas aportaciones y perspectivas que enriquecen el todavía incipiente campo de estudios que constituye el pensamiento dominicano, que el autor cuida muy bien de situar en el más amplio del pensamiento latinoamericano y occidental. Por ello se entiende que debe rectificarse una afirmación hecha por el autor, en una de las páginas de este libro, al decir que una obra anterior a esta ocupa el sitial de mayor importancia entre los ensayos escritos sobre el autor de «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», pues cumple decir que la presente obra constituye la primera que merece llamarse con propiedad el más importante estudio sobre Pedro Francisco Bonó, por más que sea cierto que ha contado con importantes contribuciones que la precedieron. El Archivo General de la Nación se complace al presentar al público en su colección de publicaciones este importante estudio sobre el pensamiento dominicano y agradece al autor por esta obra suya. Conforme a su función, las puertas de esta colección están abiertas a los estudios y documentos fundamentales que como el que tenemos en las manos contribuyen a profundizar en el conocimiento y desarrollo del pensamiento nacional. Raymundo González Asesor histórico AGN PFB-20140124.indd 15 24/01/2014 09:56:01 a.m. Pedro Francisco Bonó PFB-20140124.indd 16 24/01/2014 09:56:04 a.m. Introducción El presente libro, Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico, constituye el resultado final de mi investigación de tesis efectuada en el marco del programa doctoral «Filosofía en un mundo global», llevado a cabo en virtud del convenio entre la Universidad del País Vasco (España) y la Universidad Autónoma de Santo Domingo (República Dominicana). El motivo fundamental para la publicación de este trabajo es un convencimiento: Pedro Francisco Bonó es para la nación dominicana un autor indispensable. Quizás de otro se pueda prescindir, pero no de Bonó. ¿Y esto por qué? En su condición de intelectual crítico, trazó como uno de sus objetivos primordiales el que cada dominicano tuviera la convicción de pertenecer a una nación nueva, portadora de valores propios. En este orden, Bonó es el primer dominicano que se siente profundamente asombrado ante lo que significamos como país. A ningún otro autor de la época –segunda mitad del siglo xix– le asaltaron tantas preguntas y sospechas; ninguno manifestó tantos desvelos por la problemática dominicana de aquellos años, por el desciframiento de las claves que tornaran posible el conocimiento de la realidad nacional, único modo de propiciar la felicidad del pueblo. Era como si escuchara la voz de José Martí: «hay que darse prisa en conocerse», pues para Bonó resultaba obvio el axioma de que nadie llega a amar aquello que no conoce. Pero este no era el único desafío que encaraba el pensador dominicano, ya que vivía en un medio social donde casi todo estaba 17 PFB-20140124.indd 17 24/01/2014 09:56:04 a.m. 18 Julio Minaya por hacerse, y había que dar respuestas a problemas de todo tipo, muchas veces improvisando. Así vemos a Bonó emprendiendo, ensayando, inventando: San Francisco de Macorís carece de profesionales de la medicina, él se hace médico empírico, y ayudado por fórmulas proporcionadas por su amigo farmacéutico Ulises Francisco Espaillat, procura remedios para sanar a los enfermos; el país no tiene sociólogos egresados de universidades europeas, Bonó se convierte en un excelente analista social, en «padre de la sociología dominicana», regalándonos Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas (1881), primer estudio acerca de nuestra realidad social; su pequeña localidad no posee reloj público, él se las ingenia y le construye dos de sol; el país no tiene todavía un novelista que se inspire en tema nacional, Bonó llena tal vacío con apenas veinte años de edad al escribir la primera novela dominicana, El montero. Novela de costumbres (1848); en Santo Domingo nadie osa cuestionar la historia colonial y republicana, él la enjuicia en el primer ensayo surgido de su pensamiento crítico: Apuntes para los cuatro ministerios de la República (1856); dentro del ambiente intelectual nativo se abriga la creencia de que todo cuanto procede de la cultura hispánica encierra valores positivos, Bonó se atreve a disentir de dicha opinión, postulando que al pueblo dominicano le fueron transmitidas ideas, costumbres y tradiciones coloniales que debían ser impugnadas; el pensamiento elitista tradicional sostiene que el dominicano se caracteriza por ser haragán, vago y vicioso, él rebate tal visión negativa sosteniendo que como persona era lo «mejor que hay en el mundo»; en nuestro ambiente intelectual predomina la idea de que nuestros orígenes étnico-culturales hallan sus raíces exclusivamente en la sociedad española, él aclara que constituimos un pueblo único en el mundo, proveniente de tres razas, pero esencialmente mulato, y que no debemos avergonzarnos de tener una parte africana enclavada en nuestro ser; a finales del siglo xix todos en la República Dominicana cantan himnos al progreso, pues hasta ferrocarriles se establecen, Bonó asegura que no ve el progreso que tanto se proclama, dado que los pobres se hacen más pobres, en tanto que el país cae en los brazos de un «reciente coloniaje» y se sume en la dependencia prohijada por el capital monopólico internacional. PFB-20140124.indd 18 24/01/2014 09:56:04 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 19 Con Bonó, pues, los dominicanos hemos podido elevarnos a condiciones subjetivas suficientes para ponernos a nosotros mismos como valiosos –como ha dicho el argentino Arturo Andrés Roig–. En efecto, gracias a tales posturas refutadoras de paradigmas distorsionadores, el pensador hizo invaluables aportes para la necesaria redefinición ontológica y axiológica del conglomerado social dominicano, exponiendo a nuestros ojos las notas distintivas de nuestro ser y de nuestro valer. Sin la contribución de Bonó, a los dominicanos se nos haría más difícil aún ir construyendo los trazos dinámicos de nuestra identidad como pueblo, se nos imposibilitaría la configuración de un ethos nuevo que incluya como una de sus determinaciones básicas la participación activa de los sectores sociales tradicionalmente excluidos de la vida política, social y económica. Y aquí radica uno de sus aportes trascendentales, de enorme vigencia para los tiempos que corren: hacernos caer en la cuenta de que todo proyecto de nación en República Dominicana debe tener como requisito fundamental la perspectiva de un progreso que sea socialmente inclusivo. Y esto en razón de que –como muy bien hace ver él–, en un país donde «las clases de abajo» no tienen motivos para sentirse felices, carece de sentido exigirles patriotismo. Queda sobreentendido aquí su concepto de patria: hogar que acoge y protege al conjunto de todos los dominicanos y dominicanas, y en el cual los trabajadores y sectores empobrecidos tienen asegurada la vida digna que cabe a todo ser humano. En el marco de todos estos planteamientos encontramos las justas motivaciones que llevaron a Raymundo González a reconocer a Bonó como «un intelectual de los pobres». Y es que en los escritos e inquietudes de Bonó alienta un pathos ético que se expresa en su «dar la cara» por las víctimas de la opresión y la exclusión: las clases trabajadoras y sectores empobrecidos del país hacia la segunda mitad del siglo xix, y los enfermos y menesterosos de su ciudad adoptiva, San Francisco de Macorís, ante quienes manifestó un altruismo y solidaridad sin parangón nacidos de la más sana compasión. Tal es Pedro Francisco Bonó: un hombre que vivió como pensó y pensó como vivió, dejando un legado imperecedero a todos los PFB-20140124.indd 19 24/01/2014 09:56:04 a.m. 20 Julio Minaya hombres y mujeres que habitamos esta media isla. Sin duda, un pensador indispensable para el pueblo dominicano, ya que fue quien más conciencia tuvo de sus posibilidades y precariedades. Convocado por su ejemplo de intelectual comprometido, hoy debiéramos emplearnos en conocernos más a fondo, en reducir la repugnante brecha social que separa a los dominicanos, en sacudir los cimientos culturales y políticos de una sociedad que, sumida en el letargo mental y moral, es llevada y traída por gobiernos y partidos que han desvirtuado la actividad política al extremo de convertirla en un quehacer de corte típicamente mercantilista. Permítaseme ahora exponer las partes que constituyen el presente libro. En la primera caracterizo el contexto hispanoamericano en el siglo xix, período durante el cual realiza su quehacer político, social e intelectual nuestro autor. Su obrar y pensar están en relación con lo que se hacía, se pensaba y se soñaba en Europa; si bien es cierto que gracias a su capacidad autodidacta, y a sus condiciones para el ejercicio del libre pensamiento, no se dejó encorsetar dentro de constructos teórico-conceptuales que le impidieran visualizar y hacer inteligible su propia realidad. En su caso –parecido a los de José Martí y Manuel González Prada– se asiste a un esfuerzo por adaptar y no simplemente adoptar categorías y doctrinas originadas en Europa. Hay un hecho palpable: República Dominicana y, en sentido general, Hispanoamérica no partían de cero. Procuraban construirse a sí mismas asumiendo como propios usos, ideas e instituciones creados desde y para otros entornos socio-culturales. El proyecto liberal, la Ilustración, el movimiento romántico, la utopía socialista, el eclecticismo, la economía política, el idealismo alemán, el costumbrismo, el positivismo, el humanismo católico, todas estas corrientes y expresiones del pensamiento y del arte llegan a la región y ejercen influencias determinantes en las personalidades atraídas por el accionar político y el quehacer intelectual en el transcurso del siglo xix. Las incipientes naciones hispanoamericanas, entre ellas la República Dominicana, afanaban sin cesar por lograr organización y estabilidad. Empero, las constantes guerras civiles, los frecuentes PFB-20140124.indd 20 24/01/2014 09:56:04 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 21 golpes de Estado y el surgimiento de dictaduras obstaculizaron los intentos de ordenamiento social y de consolidación de las instituciones políticas. Era verdad que se había luchado por la independencia y que ya éramos libres; pero todo seguía igual en los aspectos sociales y económicos, puesto que desde el punto de vista estructural no se operaron cambios revolucionarios. Por lo que no debe extrañar que entre nuestros primeros presidentes, senadores, diputados o jefes militares se reprodujeran los mismos vicios y virtudes constatados en virreyes, gobernadores o capitanes generales del tiempo de la colonia. Dentro de este contexto de caos, agobio y desconcierto propio de la fase de la post-independencia desplegaron sus vidas los políticos y pensadores del talante de Bonó. Sus logros y fracasos, sus perplejidades y aspiraciones deben ser evaluados teniendo en cuenta tales circunstancias. La segunda parte está dedicada a explorar la vida del intelectual criollo, lo que permitirá conocer los eventos principales que la jalonaron. Este seguimiento de su itinerario vital hará posible aquilatar, palmo a palmo, los diversos momentos configuradores de la nación dominicana. Y es que el largo trayecto que marca su vida –desde su nacimiento en Santiago el 28 de octubre de 1828 hasta su fallecimiento el 15 de septiembre de 1906– va a la par de acontecimientos cruciales para el país: independencia nacional, revolución liberal de 1857, anexión a España, Guerra de la Restauración, vuelta a la dictadura, intento de anexión a Estados Unidos, levantamiento unionista para derrocar a Báez y evitar su plan anexionista a los Estados Unidos, regreso de los liberales al poder, creación de la Escuela Normal e instauración de la tiranía de Ulises Heureaux. En muchos de tales eventos Bonó tomó parte activa, lo que le llevó a desempeñar cargos señeros en la vida pública: desde fiscal y diputado hasta senador y ministro en más de un ramo de la administración del Estado. Pero además Bonó tiene el mérito de figurar en la lista de los próceres nacionales por sus aportes a la gesta restauradora (1863-1865), contienda que permitió recuperar la independencia en la lucha librada contra España. En Bonó el pueblo dominicano surge y resurge, se canta y se llora, se lamenta y se exalta; a través suyo la sociedad asiste a un PFB-20140124.indd 21 24/01/2014 09:56:04 a.m. 22 Julio Minaya arduo esfuerzo por obtener conciencia de sí misma, conciencia que solo es posible a través de su deconstrucción, esto es, mediante el tránsito por el difícil sendero de una crítica que debe comprender tanto nuestro pasado histórico-social-cultural, como los diversos costados de la imagen con la que nos identificamos. El pensador asumió dicho rol de manera consecuente, analizando y renovando gran parte de las ideas, tradiciones, hábitos, actitudes y valoraciones configuradoras de nuestra mentalidad como pueblo. En el marco de tal esfuerzo por enjuiciar culturalmente el país, el intelectual llegó a convertirse en propiciador de la racionalidad crítica en la República Dominicana. La tercera y última parte del trabajo aquí presentado viene a constituir el núcleo central de la obra, el espacio donde se plantean y dilucidan las cuestiones principales, entre ellas la tesis fundamental de que Pedro Francisco Bonó constituye el precursor de la emancipación cultural dominicana, pues por vez primera un autor criollo se dedica a revisar críticamente nuestra mentalidad colonial. Por tales motivos, en dicha sección se darán respuestas a las siguientes interrogantes: 1. ¿Cuáles motivaciones abriga Bonó para emprender la crítica de la mentalidad colonial dominicana? 2. ¿Cuáles son las principales taras heredadas de la cultura colonial según el criterio de Bonó? 3. ¿Qué condiciones o características convierten a Bonó en pionero de la emancipación cultural dominicana? 4. ¿Cuáles corrientes o escuelas de pensamiento influyeron en la impugnación que hizo Bonó al legado colonial hispánico? 5. ¿Qué argumentos validan la opinión de que el enjuiciamiento de Bonó a la herencia colonial española es equilibrado? 6. ¿Cómo fundamentar teóricamente, desde la óptica de Bonó, su acusación de que el capital monopólico europeo estaba implantando un sistema neocolonial en Santo Domingo? 7. ¿Con cuáles argumentos teóricos realiza Bonó su crítica al concepto de progreso enarbolado en el seno de la sociedad dominicana de finales de siglo xix? PFB-20140124.indd 22 24/01/2014 09:56:04 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 23 8. ¿Cuáles son los aspectos teóricos que convierten a Bonó en el precursor del pensamiento crítico en Santo Domingo? Ahora bien, ¿Cuáles textos son claves para responder las preguntas anteriores? En primer lugar, los del mismo Bonó. En segundo, los enjundiosos trabajos de dos investigadores nacionales: Raymundo González y Roberto Cassá. Aparte de sus atinados ensayos al respecto publicados en revistas nacionales, del primero ha de resaltarse la obra Bonó, un intelectual de los pobres (1994); en tanto que del segundo merece especial atención el libro Pedro Francisco Bonó (2003). El conjunto de estos trabajos ampliaron mi comprensión en torno a la producción intelectual de Bonó. En tercer lugar, el texto del mexicano Leopoldo Zea titulado El pensamiento latinoamericano (1976), en cuya primera parte se bosqueja una interesante interpretación acerca del papel desempeñado por políticos-intelectuales del período decimonónico interesados en dar culminación al proyecto inconcluso de la independencia hispanoamericana. Tales personalidades –mayoritariamente abogados, amantes de la historia y algunos próceres– advirtieron cómo, ya transcurrido y consumado el proceso de emancipación política, continuábamos atados al antiguo régimen colonial, manteniéndose vigente la antigua mentalidad. De ahí que comprendieran que era necesario vencer, ahora por medio de la pluma y la educación, ese pasado insano que de manera muy sutil todavía nos oprimía. Andrés Bello y Vicente Rocafuerte son los primeros en usar la expresión emancipación mental. Pero Bello no solo la usó, sino que tuvo el mérito de ser pionero en postular y procurar la independencia intelectual de Hispanoamérica. Décadas más tarde autores de diversos países del subcontinente se pronunciarían en favor de la autonomía mental y cultural respecto de la madre patria. Debíamos trillar camino propio, se afirmaba convincentemente. Leopoldo Zea denomina el camino a transitar en esta segunda fase del proceso de liberación lucha por nuestra segunda independencia. Cabe destacar que Zea es quien más empeño ha puesto en conceptualizar la PFB-20140124.indd 23 24/01/2014 09:56:04 a.m. 24 Julio Minaya emancipación mental, siendo secundado por el argentino Arturo Andrés Roig y otros filósofos latinoamericanos de su generación. El creciente interés por conocer y profundizar los planteamientos de Zea sobre el aludido tema me condujo a consultar los principales textos destinados a historiar las ideas filosóficas, políticas y sociales latinoamericanas, y me impulsó a adentrarme en el estudio de los autores calificados como emancipadores mentales: el decano del grupo, el venezolano Andrés Bello; el mexicano José María Luis Mora; los argentinos Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi; los chilenos Francisco Bilbao y José Victorino Lastarria; el peruano Manuel González Prada; el ecuatoriano Juan Montalvo y el cubano José de la Luz y Caballero. Estos intelectuales no escaparon al influjo de la leyenda negra que, desde siglos atrás, venía presentando a España como antro de atraso e ignominia. Encabezados por los ingleses, los europeos no solo lucharon por el dominio colonial, sino que desarrollaron una intensa campaña de descrédito en importantes círculos intelectuales en contra de la sociedad hispánica. De ahí que, en mayor o menor medida, los pensadores hispanoamericanos aludidos anteriormente culparan a España de los males que padecían sus noveles países, cundiendo en ellos un espíritu derrotista que rayaba en victimismo. Si, como pensaban, España era culpable de los males que padecían –especialmente de la inveterada anarquía–, resultaba lógica la actitud de combatir la herencia de la cultura hispánica en todas sus manifestaciones. No obstante, Leopoldo Zea resalta la importante función desempeñada por estos intelectuales hispanoamericanos de la postindependencia, quienes llevaron a cabo la segunda etapa libertadora de los países hispanoamericanos, esto es, la independencia mental, a la que otros prefieren llamar independencia de pensamiento, de la inteligencia, del espíritu o independencia filosófica. Vale resaltar aquí que estas reflexiones de Zea influyeron tempranamente en el país a través de un coetáneo, el filósofo dominicano Juan Francisco Sánchez, y de su libro El pensamiento filosófico en Santo Domingo (siglo xviii). Antonio Sánchez Valverde (1956). Había, pues, que liberarse de costumbres, valores e ideas transmitidas durante tres siglos por España. Resultaba un imperativo borrar PFB-20140124.indd 24 24/01/2014 09:56:05 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 25 ese pasado, dado que nos impedía cobrar conciencia de nosotros mismos y acometer las grandes tareas que teníamos por delante como Estado-nación nuevo. Pero, ¿era correcta tal pretensión? ¿Podíamos los hispanoamericanos construirnos adecuadamente en sentido ontológico destruyendo al mismo tiempo lo español que permanecía en nosotros? ¿Acaso no éramos los herederos de España en el continente, de igual manera que los estadounidenses fueron herederos de la cultura anglosajona? Y en consecuencia, rechazando a ultranza todo lo que remitía a los españoles, ¿no nos estábamos rechazando a nosotros mismos? ¿O es que, debido a la emancipación política, ya habíamos dejado de ser herederos culturales de España? La gran mayoría de los emancipadores mentales mostraron contra España un total y visceral rechazo. Redujeron a España a su dimensión negativa: monarquía, Inquisición, Escolástica, dogmatismo, superstición y oscurantismo. Por su parte, los llamados próceres de la emancipación mental apostaban por el republicanismo, el liberalismo, el libre pensamiento, la libre determinación, la emancipación total. Pensaron que nada de esto podía provenir de España, que de ella únicamente podían venir resabios. Cavilando en torno a la idea de si había algún autor dominicano que enarbolara en nuestro suelo los postulados de la referida emancipación mental, me formulé las preguntas siguientes: ¿Acaso la República Dominicana, por efecto de las vicisitudes de su historia, ha quedado huérfana de este tipo de emancipadores? ¿Constituía Santo Domingo, en este aspecto particular, un caso excepcional en Hispanoamérica? ¿Se podría calificar de emancipador mental a Juan Pablo Duarte, ideólogo de la independencia respecto de Haití en 1844 y considerado Padre de la Patria? ¿Podía ser considerado Eugenio María de Hostos el emancipador mental del pueblo dominicano? Esta última interrogante ameritaba una ponderación especial. Hostos, de origen puertorriqueño, llega en 1879 a Santo Domingo y crea la Escuela Normal. Realiza la proeza pedagógica e intelectual de formar varias promociones de maestros y maestras normales, y cuestiona críticamente el sistema tradicional de enseñanza conjuntamente con la corriente filosófico-teológica que lo sustentaba: la PFB-20140124.indd 25 24/01/2014 09:56:05 a.m. 26 Julio Minaya Escolástica. Advertí que a este filósofo y educador antillano el pueblo dominicano le debe una parte significativa del esfuerzo realizado por lograr la emancipación intelectual, meta que implica un proceso aún pendiente de culminación. Sin embargo, el aguijón de la duda seguía punzándome, me incitaba a cuestionar si en realidad no había alguna personalidad propiamente dominicana que, antes o concomitantemente con Hostos, contribuyera con su pluma a poner en entredicho el modelo colonial implantando por España en Santo Domingo. Fue a partir de entonces, y dentro de esta atmósfera de incesante búsqueda, que me dispuse a realizar la relectura y examen de los escritos de Bonó. Concluí que Bonó, ya en 1856 y en plena juventud, dejó sentada dicha valoración crítica, y que hacia 1881, en la etapa de madurez, dirige un severo enjuiciamiento del legado cultural hispánico originado en la era colonial. Expuesto lo anterior, paso a referirme a la bibliografía primaria del autor examinado. No confronté dificultades al respecto, ya que en diversas bibliotecas especializadas de Santo Domingo están a disposición tres importantes antologías acerca del autor: a) Papeles de Pedro F. Bonó, compendio elaborado por Emilio Rodríguez Demorizi, con dos ediciones (1964 y 1980), ambas al cuidado de la Academia Dominicana de la Historia; b) El montero. Epistolario / Ensayos sociohistóricos. Actuación pública (2000), dos volúmenes editados por la Fundación Corripio; c) Pedro Francisco Bonó. Textos selectos (2007), edición a cargo del Archivo General de la Nación. En estas publicaciones se encuentran recopilados todos los trabajos de Bonó conocidos hasta el momento. Como bibliografía secundaria o indirecta, aparte de las dos obras mencionadas, la de Raymundo González y la Roberto Cassá, he contado con los libros Bonó: ciudadano dominicano (1991), de Pablo Nadal, y Bonó, Luperón y Heureaux (2006), de Juan Francisco Martínez Almánzar. Vale mencionar también la monografía de la revista Estudios Sociales (Vol. XLI, No. 142-143, octubre 2005-marzo 2006), la cual destina 158 páginas al análisis de la vida y el pensamiento de Bonó con motivo de haberse conmemorado el centenario de su fallecimiento PFB-20140124.indd 26 24/01/2014 09:56:05 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 27 en el 2006. En República Dominicana exponen varios estudiosos sobre la obra y el pensamiento de Bonó, entre ellos Carlos Andújar Persinal, José M. Guerrero, Pablo Mella y Orlando Objío. La revista Clío (año 75, No. 172, julio-diciembre 2006) hizo posible que en 71 páginas Francisco Antonio Avelino García, Raymundo González y José M. Guerrero expusieran excelentes reflexiones sobre el pensador dominicano. Existe por otra parte, un conjunto de trabajos que han enriquecido la literatura sobre el autor, que proporcionan luces al presente esfuerzo analítico. Se trata de escritos publicados en revistas y en capítulos o secciones de libros. En primer lugar, los trabajos de J. Max Ricardo Román y Fernando Pérez Memén; y en segundo, las contribuciones de Emilio Rodríguez Demorizi, Juan Isidro Jimenes Grullón, Josefina de la Cruz, Ciriaco Landolfi, Ramón Morrison, Roberto Santos Hernández, Fernando Ferrán, Freddy Peralta, Juan Guerra, Miguel Pimentel y Alba Josefina Záiter. De especial relevancia resultan los tratamientos dispensados a la producción intelectual de Bonó por parte de Franklin Franco Pichardo (El pensamiento dominicano. 1780-1940 [2001]), Pedro L. San Miguel (La isla imaginada. Historia, identidad y utopía en La Española [2007]) y Rafael Isidro Morla de la Cruz (Modernidad e Ilustración en Santo Domingo [2011]). El penúltimo sustenta la tesis del mulatismo nacional en Bonó, mientras que el último presenta argumentos suficientes para demostrar el tipo de filiación que guarda Bonó con el proyecto ilustrado. Por otro lado, existe un aspecto del pensamiento crítico de Bonó que no debo soslayar en este introito. Me refiero a la firme objeción hecha por el librepensador respecto al concepto de progreso, tan enarbolado en el país y el mundo occidental durante la segunda mitad del siglo xix. Tal refutación eleva al autor a talla de nivel continental, no tanto por su vehemencia –que ya es notable–, sino por la coherencia que le imprime y por los componentes sociales y éticos que entran en juego dentro de su examen crítico. Por supuesto, al colocar en tela de juicio la noción liberal-positivista del progreso, Bonó está cuestionando una de las categorías centrales de la modernidad occidental y de la Ilustración. Más todavía, viene a poner de manifiesto PFB-20140124.indd 27 24/01/2014 09:56:05 a.m. 28 Julio Minaya la crisis que ya comienza a inquietar a los espíritus más aguzados de la época, la cual se reflejará en la pérdida de fuerza y sentido utópico de los principios iluministas cardinales de «libertad, igualdad, fraternidad». Tales categorías filosófico-políticas fueron decisivas para ambientar y sustentar, ideológicamente, procesos sociopolíticos tan vitales como la Revolución francesa. No me es dable finalizar estas palabras sin expresar mi agradecimiento a la Universidad del País Vasco y a la Universidad Autónoma de Santo Domingo. La primera porque, aparte de facilitar mis estudios doctorales, me concedió una estancia investigadora en San Sebastián; la segunda, porque me favoreció con el año sabático y la reducción de la carga académica. Sin estas concesiones difícilmente habría podido culminar satisfactoriamente el proyecto de investigación asumido, cuyos frutos estoy dando a conocer. PFB-20140124.indd 28 24/01/2014 09:56:05 a.m. PRIMERA PARTE PFB-20140124.indd 29 24/01/2014 09:56:05 a.m. PFB-20140124.indd 30 24/01/2014 09:56:05 a.m. Latinoamérica durante el siglo xix. Contextualización e impacto de la modernidad Siglo xix: Europa y el despliegue de la modernidad La modernidad no se inicia en la centuria decimonónica, pero es obvio que registra en este período los avances objetivos y subjetivos que dan mejor cuenta de su inusitado desarrollo. Europa Occidental sería su escenario primario, toda vez que en ella surge la revolución industrial, producto del nivel alcanzado en el orden teórico y científico-tecnológico. Además, a raíz de la Reforma Protestante, se va configurando un modo distinto de visualizar el mundo y una manera nueva de vivir la eticidad, la generada en el emergente espíritu capitalista sustentado por el protestantismo.1 Entre tanto, en el siglo xix España y Portugal se ven enfrascados en una prolongada lucha entre el absolutismo y el republicanismo. La revolución industrial no fructifica allí de la misma forma que otros componentes significativos de la modernidad, pues la Contrarreforma condujo hacia cauces tradicionales la casi totalidad de los aspectos económicos y culturales de la península ibérica. La primera mitad del siglo xix se caracteriza por la inestabilidad que vive el continente europeo. No en vano se denomina al período «siglo de la libertad», «de la independencia», «de las revoluciones» o «de los nacionalismos». Una nación quería engullirse a todas sus Como clásico al respeto cobra relieve La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904), obra del filósofo y sociólogo alemán Max Weber (1864-1920). 1 31 PFB-20140124.indd 31 24/01/2014 09:56:05 a.m. 32 Julio Minaya vecinas, erigiéndose en imperio, Francia. Tal situación provoca las grandes gestas emancipadoras de españoles, belgas, griegos, napolitanos. Rusia y Alemania se enfrentan a las tropas napoleónicas, mientras los latinoamericanos sacan provecho de las debilidades y desconciertos que se producen como consecuencia de una España sumida en la guerra. Nunca la lucha por la independencia se había extendido por tantos pueblos, los cuales fueron incitados por la exaltación de la libertad y del espíritu nacionalista que aparejaba la difusión del movimiento romántico. A lo anterior hay que agregar también, los avances registrados antes de 1850, como la puesta en funcionamiento hacia 1830 del primer tren de viajeros, la comunicación telegráfica y el sello de correos a partir de 1835. Ya, antes, los grandes navíos metálicos surcaban los océanos con la aplicación de la máquina de vapor. Y si a esto agregamos el surgimiento del positivismo, la insurrección obrera en la Francia de 1848, la aparición de los partidos socialistas, etc., entonces podemos hacernos cargo de cómo la tendencia modernizadora se acentuaba en el viejo continente. La corriente modernizante, sin embargo, experimentará un impulso especial en la segunda mitad de la centuria. Acicateada por el ideal de progreso, la humanidad europea quedó dominada por un entusiasmo febril: «Si Occidente alguna vez tuvo confianza casi ilimitada en sí mismo y estuvo colmado de esperanza confiando también, ingenuamente, en la historia futura, eso fue sin duda en el siglo xix».2 Es la época del florecimiento del capitalismo industrial y financiero, cuando la burguesía consolida su poder como clase social y el mercado inicia su primera oleada globalizadora. Precisamente, aquí tiene su origen la globalización económica que impera en la actualidad, dando lugar «a las primeras multinacionales que fueron europeas. Entre ellas cabe destacar la alemana Bayer, fundada en 1863; la suiza Nestlé, que data de 1867; la belga Solvay, nacida en 1881; la francesa Michelin, creada en 1893».3 2 3 Julián Pacho García, Positivismo y darwinismo, Madrid, 2005. Francisco Javier Caballero Harriet, Algunas claves para otra mundialización, Santo Domingo, 2009, p. 58. PFB-20140124.indd 32 24/01/2014 09:56:05 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 33 Como contrapartida, el movimiento obrero se robustece y adquiere capacidad organizativa y combativa debido a las dos Internacionales –de 1864 y 1889–, las hazañas de la Comuna de París en 1871 y a la filosofía que le insufla dinamismo y fundamentos ideológicos de largo aliento. Las masas, por vez primera, adquieren la conciencia de que el progreso enarbolado por doquier también debe favorecerles. La felicidad deviene una especie de nuevo «derecho» a que aspira todo ser humano. Conjuntamente con las transformaciones acaecidas en el terreno económico-social, nuevas teorías científicas y filosóficas surgen en Europa: el positivismo, la teoría de la evolución (llamada a introducir una nueva imagen del mundo), la filosofía voluntarista de Schopenhauer, el vitalismo-nihilismo de Nietzsche, el materialismo dialéctico y la doctrina socialista. La influencia que otrora ejercía el cristianismo sobre la conciencia de la gente tiende a reducirse en razón del proceso de secularización que viene cobrando vigor. A todo ello hay que agregar cómo se va ampliando la incidencia de la opinión pública4 por el invento del telégrafo y la rotativa, más el complemento que prestan las redes ferroviarias y el vapor, innovaciones que favorecen la comunicación masiva. Como acertadamente plantea Luis Oscar Brea Franco: El siglo xix es el siglo de la modernidad triunfante, cuando las ciencias positivas alcanzan su autonomía de la filosofía y surgen ideologías parciales que coexisten entre sí: el romanticismo, el positivismo, el marxismo, el socialismo y el liberalismo, que condicionarían la marcha de la historia en los dos siglos posteriores.5 En la última quincena del siglo una nueva potencia con extraordinaria vocación imperial viene a disputarle a Europa la supremacía mundial, lo cual cambia en lo sucesivo el panorama político-militar y Precisamente, es en los inicios del siglo xix cuando emergen los primeros representantes del libre pensamiento, tanto en Inglaterra como en Francia. 5 Luis O. Brea Franco, La modernidad como problema, Santo Domingo, 2007, pp. 30-31. Cf. del mismo autor «La creativa y transformadora década de los años sesenta del siglo xix en Europa», Crónicas del Ser, suplemento cultural «Areíto», Hoy, Santo Domingo 3 de marzo de 2007. 4 PFB-20140124.indd 33 24/01/2014 09:56:05 a.m. 34 Julio Minaya socio-económico de todo el orbe. Su poder se ejerce primeramente frente a sus vecinos americanos, razón por la cual la historia comienza a manifestar la lucha de largo alcance suscitada entre América del Norte y América Latina. Hegel, que tuvo el olfato de dicho enfrentamiento, preconizó la relevancia histórica que adquiriría América.6 Y es que de ahora en adelante el neocolonialismo del Norte en detrimento del Sur –previamente asumido por Inglaterra, Francia y Holanda– será implementado hasta sus últimas consecuencias por los Estados Unidos de América. Hasta aquí se ha podido apreciar cómo en Europa soplaban los aires de la modernidad y la manera en que los Estados Unidos maniobran e intervienen buscando tomar parte activa en la evolución de los acontecimientos de Hispanoamérica, espacio en el que los europeos aún ejercían predominio. Ahora bien, en el marco de una visión retrospectiva, ¿cómo irrumpen las ideas modernas dentro del mundo colonial? Veamos una panorámica histórica de su despliegue. Doble rol de los jesuitas entre los criollos Para abrirse paso en la región, las ideas modernas debieron rivalizar con la enseñanza y el pensamiento tradicionales representados, principalmente, por los frailes dominicos. Estos, amparados en la escolástica no renovada, se enfrentaron a los jesuitas, pioneros en la introducción de las ideas modernas, tanto científicas como filosóficas. Y es que los religiosos… […] iniciales enemigos de Descartes en Europa, rectificaron en medio siglo su juicio. […] Representantes de la tradición filosófica –y científica–, crean las condiciones de la mudanza intelectual a favor del modernismo […] No tardaron en rivalizar en saber con los nacidos en el Viejo Mundo.7 Guillermo W. F. Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia, Madrid, 1994, p. 177. 7 Francisco Larroyo, La filosofía iberoamericana. Historia. Formas. Temas. Polémica. Realizaciones, Argentina-México, 1989, pp. 64-65. 6 PFB-20140124.indd 34 24/01/2014 09:56:05 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 35 En la metrópoli, la enseñanza de la ciencia moderna (Kepler, Newton) y de la nueva filosofía racionalista y empirista (Descartes, Locke, etc.) no fue bien acogida, a lo que se agregó el hecho de que se considerara que la influencia de la Compañía de Jesús sobrepasaba los límites propiamente educativos (se había convertido en un poder demasiado independiente de la Corona). Esto hizo que se decretara en 1767 su expulsión de España y de las colonias. No obstante, ya el trabajo modernizante estaba bien encaminado en este lado del Atlántico. Desde otro ángulo, cabe destacar la influencia ejercida en América por los intelectuales españoles Gaspar Melchor de Jovellanos y Benito Jerónimo Feijoo. Precisamente el jesuita mexicano Javier Clavijero, pilar principal del movimiento modernizante en su país, fue un fervoroso lector de Feijoo, además de abrevar en las obras de Descartes, Gassendi, Leibniz y Newton. Aparte del rol jugado en la renovación antes indicada, importa resaltar el papel desempeñado por los jesuitas criollos, los cuales fueron expulsados a Europa. Su extrañamiento del suelo americano coincidió con la divulgación de libros que, desde el viejo continente, irradiaban desprecio por todo lo que expresaba vida nativa americana, ya fuera su flora, su fauna o su gente. Lo nativo, comenzando por la cultura indígena, era considerado inferior.8 Lejos de la tierra que les vio nacer, los religiosos enfrentaron el desdén y la minusvaloración respecto a todo lo que representaba el orbe americano, muy especialmente la visión divulgada por Cornelio de Pauw en su libro Recherches philosophiques sur les américains, ou mémoires interessants pour servir à l’histoire de l’espèce humaine. Lo expuesto en este volumen denigraba a todas luces a América,9 lo cual «En un volumen aparecido en 1761 de su Histoire Naturelle –nos dice John H. Elliott–, el conde de Buffon había representado América como un mundo o bien degenerado o bien inmaduro, cuyos animales y pueblos eran más pequeños y débiles que sus equivalentes europeos». En J. H. Elliott, Imperios del mundo atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830), Madrid, 2006, p. 481. 9 En sus investigaciones sostenía que el Nuevo Mundo era enervante para la vida, que allí todo degeneraba: las especies vegetales, animales y, por cierto, el hombre. Referido por Miguel Antonio Rojas Mix en «América en la concepción ilustrada de la historia», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 261. 8 PFB-20140124.indd 35 24/01/2014 09:56:05 a.m. 36 Julio Minaya «encendió en los jesuitas un apasionado sentimiento de identidad que los impulsó a defender la tierra y su cultura, y a refutar el surtido de estereotipos que irritaban la piel de todos».10 En esta labor apologética no solo descuella Francisco Javier Clavijero –autor de una importante Historia antigua de México (1780-1781)11 y de Elementos de crítica o Disertaciones sobre América–, sino también el jesuita chileno Juan Ignacio Molina. Este último, en su exilio europeo, escribe Compendio de historia natural, Compendio anónimo y Compendio de historia civil, textos en los cuales examina y subraya la analogía y uniformidad del desarrollo cultural de todos los representantes de la especie. Racionalistailustrado, Molina conecta con Vico al considerar que toda la historia de la humanidad debe entenderse por analogía: «la mente humana puesta en las mismas circunstancias se forma las mismas ideas». Piensa que hay una «ley natural de las naciones» en la que la necesidad y la utilidad constituyen los factores decisivos. Sobre esta base Molina critica a Buffon, De Pauw y a todos los que como ellos sostienen la idea de lo americano como paradigma de inferioridad y degeneración.12 Molina subraya la «singularidad de América» mientras deja inaugurado en Hispanoamérica el cuestionamiento del enfoque eurocentrista: «La falsa idea de América –afirma– proviene del abuso de aplicar a su antojo, y sin verdadero discernimiento, los nombres de las cosas del Viejo Mundo a las que en el Nuevo Mundo presentan alguna leve semejanza o conformidad con ellas».13 M. A. Rojas Mix, «América en la concepción ilustrada», p. 261. Escrita en castellano, luego fue publicada en italiano (Storia antica del messico). Aquí trata de demostrar que ni los pájaros, ni los animales, ni los habitantes de las Indias eran en modo alguno inferiores a sus correspondientes europeos. Ver J. H. Elliott, Imperios del mundo, p. 481. 12 El criollo dominicano Antonio Sánchez Valverde refuta los conceptos estigmatizadores de C. de Pauw y, además de afirmar que el prusiano miente en forma descarada, indica: «Todo lo ha hecho Mr. Pauw; y sobre todo ha empleado nueve o diez años en coleccionar cuantas fábulas se han escrito contra las Indias Orientales, contra sus primeros pobladores y contra los que las descubrieron y conquistaron». Ver A. Sánchez Valverde, Idea del valor de la isla Española, Santo Domingo, 1971, p. 33. 13 Juan Ignacio Molina, Historia Natural, citado por M. A. Rojas Mix en «América en la concepción ilustrada», p. 293. 10 11 PFB-20140124.indd 36 24/01/2014 09:56:05 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 37 En Santo Domingo también se registra esta inclinación a la defensa intelectual de lo americano. Un antiguo alumno de los jesuitas, el criollo A. Sánchez Valverde, expresa su posición axiológica a través de los escritos La América vindicada de la calumnia de haber sido madre del mal venéreo e Idea del valor de la isla Española. En el primero rebate la hipótesis propagada desde Europa de que la sífilis procede del Nuevo Mundo; en el segundo hace un prolífero estudio de la flora, fauna y demás recursos existentes en la parte oriental de la isla. Por estos y otros aportes enaltecedores de los componentes naturales y culturales americanos, se asiste a un crecimiento de la autoestima y la identidad del criollo, decantándose paulatinamente «un sentimiento que fue precursor del espíritu independentista y de la formación de los Estados nacionales».14 Valoración de lo americano y búsqueda de autonomía Tras la salida de los jesuitas, un grupo de intelectuales integrado por religiosos y laicos continuó la labor de divulgación del conocimiento científico y filosófico moderno en las principales ciudades del continente americano. Este importante núcleo teórico primigenio se caracterizó por tres marcadas tendencias: 1ra. Se declaró en rebeldía contra Aristóteles. 2da.Se preocupó por estudiar la historia de sus propios pueblos. 3ra. Organizó excursiones para conocer los recursos de sus tierras. El hecho de que dicho grupo estuviese formado mayoritariamente por sacerdotes no debe extrañar, pues constituye una característica del pensamiento moderno ilustrado hispanoamericano el expresarse inicialmente a través de sacerdotes-intelectuales y no mediante personas laicas, como sí fue corriente en Europa. En nuestra región fueron curas católicos los primeros que enarbolaron ideas sensualistas y experimentalistas, y fueron ellos los primeros que sostuvieron tesis 14 M. A. Rojas Mix, «América en la concepción ilustrada», p. 261. PFB-20140124.indd 37 24/01/2014 09:56:05 a.m. 38 Julio Minaya de profundo contenido humanista, llegando hasta el punto de poner en duda determinadas líneas defendidas por la Iglesia y proponer reformas sociales progresistas.15 Las tres tendencias teóricas aludidas las encontramos en autores como Benito Díaz de Gamarra y José Antonio Alzate (mexicanos), José Agustín Caballero (cubano) o Antonio Sánchez Valverde16 (dominicano). Todos ellos utilizan las ciencias modernas como armas para criticar a Aristóteles y realizan viajes de estudio para conocer la geografía y los recursos naturales de sus respectivos terruños, emulando de esta suerte a sus pares peninsulares. Asimismo, su amor por las tierras en que nacieron se muestra también en su interés por el conocimiento de su pasado. Importa destacar que no estamos ante autores enteramente modernos, sin conexión alguna con la tradición; son más bien innovadores o modernizadores. No aceptan ya todo lo viejo, pero tampoco abrazan todo lo nuevo. Son, pues, pensadores de transición. Juan Francisco Sánchez los denomina «innovadores» comprometidos en la lucha «contra el estancamiento de la cultura y por la adopción del espíritu de modernidad que desde un siglo atrás había triunfado en la mayoría de los círculos europeos».17 Tanto es así que incluso en lo político hay que considerarlos precursores «de la auténtica americanía, que no americanismo, de proyección consecuente, promisoria…»,18 aun cuando sigan considerando a España como su patria y defiendan el sistema monárquico (dentro del marco del Despotismo Pablo Guadarrama, «Humanismo e Ilustración en América Latina», Filosofía en América Latina, La Habana, 1988, p. 109. 16 Nació en Santo Domingo en 1729 y murió en México en 1790; era hijo de español y de africana. Fue discípulo de los jesuitas y escribió una extensa epístola (Carta al Conde de San Xavier), donde critica acremente la filosofía de Aristóteles por considerarla «estéril»; pero además afirma que «Santo Tomás floreció en el siglo de la ignorancia». Se interesó por la historia de su pueblo e hizo frecuentes giras por el interior. Su obra principal es Idea del valor de la isla Española (Madrid, 1785). Para un estudio pormenorizado de su vida y pensamiento ver Juan Francisco Sánchez, El pensamiento filosófico en Santo Domingo (siglo xviii): Antonio Sánchez Valverde, Ciudad Trujillo, 1956; Rosa Elena Pérez de la Cruz, Historia de las ideas filosóficas en Santo Domingo durante el siglo xviii, México, 2000, pp. 29-55. 17 J. F. Sánchez, El pensamiento, p. 41. 18 F. Larroyo, La filosofía, p. 72. 15 PFB-20140124.indd 38 24/01/2014 09:56:06 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 39 Ilustrado). Es, de hecho, a partir del legado educativo y teórico de este conjunto amplio de intelectuales –situados en la frontera entre el neoescolasticismo y las orientaciones científico-filosóficas modernas– que surgirán los primeros ilustrados y libertadores en el ámbito hispanoamericano. Hacia la independencia de Hispanoamérica (1810-1824) Los diputados americanos en las Cortes de Cádiz comenzaron a hablar del «pueblo» de América, lo que es cuestión muy significativa, ya que indica que dichos representantes percibían, además de los privilegios que ostentaban los metropolitanos, las diferencias insalvables que existían entre las comunidades americanas y la española. Por su parte, España estaba en pie de guerra contra los franceses y no tenía tiempo ni sosiego para dar atención al discurrir de la vida colonial. Antes de 1810, año en que se inicia el movimiento hispanoamericano por la independencia, se registró la «Conspiración de Gual y España» (1797), la cual tuvo como escenario a Macuto y La Guaira (Venezuela). Aquí se aglutinaron criollos y mulatos para difundir el documento «Discurso preliminar dirigido a los americanos» conjuntamente con una traducción de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Estos rebeldes fueron exiliados, apresados o ejecutados. En los inicios de 1810 todo parecía indicar que Francia terminaría apoderándose de España, la que luchaba afanosamente empleando un nuevo sistema de defensa militar: la guerrilla.19 Ante tal situación, los hispanoamericanos comenzaron a tomar sus propias medidas: el primero en accionar fue el Cabildo de Caracas, que destituyó al Capitán General y rechazó al Consejo de Regencia aclarando que se mantenía fiel al rey Fernando VII (monarca en poder de Francia). En México, Miguel de Hidalgo proclamó en 1810 el inicio de la lucha independentista con el Grito de Dolores. Entre otras reformas Tal modalidad de combate, no conocida hasta entonces, fue creación de los españoles. 19 PFB-20140124.indd 39 24/01/2014 09:56:06 a.m. 40 Julio Minaya sociales, declaró la abolición del tributo indígena. En las principales ciudades de la América española, y siempre dentro del marco de su contexto socio-histórico particular, ocurre lo mismo. A partir de 1811 las juntas cread­­­­as en algunas plazas comenzaron a declarar su total emancipación de la metrópoli. El movimiento, iniciado en Caracas, tomó varios años, hasta que las fuerzas de Bolívar y Sucre conquistaron Perú en las batallas de Junín y Ayacucho en 1824. De su lado, José de San Martín había entrado en acción; con su Ejército de los Andes liberó a Chile y luego se enfrentó al ejército real en Perú. Los revolucionarios debieron enfrentar enormes obstáculos, el mayor de los cuales es expuesto por Carmen L. Bohórquez: La estrecha simbiosis entre religión y Estado que caracterizó al gobierno español en América se constituyó en el mayor obstáculo para quienes propugnaron desde el comienzo la libertad absoluta: «¿Creéis acaso –preguntaba Miguel Hidalgo en 1810– que no puede ser verdadero católico el que no esté sujeto al déspota español?»20 Esa alianza existente entre la Iglesia y el Estado constituyó la piedra angular del edificio feudal, sistema social implantado por España en Suramérica que haría posible la explotación de la región durante tres siglos.21 Las divisiones, las ambigüedades y la adherencia al monarquismo español estancaban el proceso libertario. Es así como, el mismo año de 1810, los cabildos de Maracaibo, Montevideo, Paraguay, Coro y Alto Perú proclamaron su apoyo al Consejo de Regencia español y al monarca prisionero de Francia. La proclamación de la Constitución gaditana en 1812 –que acogió importantes conquistas para los americanos– y, en 1814, la vuelta al trono español de Fernando VII –que se opuso a las conquistas liberales alcanzadas– contrariaron significativamente los planes independentistas de los criollos. C. L. Bohórquez, «La tradición republicana», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 77. 21 F. J. Caballero Harriet, Algunas claves, p. 282. 20 PFB-20140124.indd 40 24/01/2014 09:56:06 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 41 Escuelas de pensamiento que orientan el proceso emancipador en la región Liberalismo en Hispanoamérica Con la vuelta al trono de Fernando VII, los liberales españoles sufrieron un duro golpe, debido a que todas las conquistas logradas en la Constitución de Cádiz fueron abolidas. Dicha situación estaba llamada a repercutir en Hispanoamérica, pues tal como afirma José Luis Abellán, el «liberalismo español y la descolonización van unidas en el pensamiento español del siglo xix».22 Marcelino Menéndez y Pelayo sostiene la idea de que el movimiento emancipador de la región se habría retrasado de no contar con la connivencia o –más aún– el franco y decidido apoyo de los sectores liberales metropolitanos.23 De acuerdo a la documentación disponible al día de hoy, ciertamente ha de sopesarse la consideración de que el liberalismo español puso las bases de la descolonización de los países hispanoamericanos, toda vez «que en varias ocasiones contribuyó a ello y, cuando vio que era imposible compaginar la libertad en ambos hemisferios, prefirió la del nuevo continente».24 En apoyo de esta posición se cita el memorable hecho ocurrido en 1814, cuando catorce mil soldados españoles prestos a embarcar desde el puerto de Cádiz para reconquistar Buenos Aires no pudieron zarpar debido al pronunciamiento militar de Rafael de Riego y al amotinamiento de una parte de las tropas. Puede demostrarse que tanto los liberales españoles (a partir de 1808) como los hispanoamericanos (desde 1810) tuvieron causas legítimas para lanzarse a luchar por la independencia y por la instauración de un Estado-nación. En la consecución de estos objetivos José Luis Abellán, Historia crítica del pensamiento español. Liberalismo y romanticismo (1808-1874), tomo IV, Madrid, 1984, p. 220. 23 Marcelino Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid, tomo VI, 1965, p. 161. 24 J. L. Abellán, Historia crítica, tomo IV, p. 220. Convencido de la idea aquí enarbolada, el historiador español argumenta: «El liberalismo es un momento progresista en la historia ideológica de nuestro país que constituye un avance decisivo en la emancipación americana. No solo es un eslabón que favorece la independencia de dichos países, sino que en muchos casos la propicia y se alegra de ella». P. 218. 22 PFB-20140124.indd 41 24/01/2014 09:56:06 a.m. 42 Julio Minaya tuvieron las mismas orientaciones ideológicas y compartieron algunos obstáculos, pero también gozaron de la protección de una institución que los reunía: la logia masónica. No obstante, hay un fenómeno distintivo entre los dos grupos: en Hispanoamérica se cortó políticamente de manera inmediata el cordón umbilical que unía al esquema monárquico de gobierno, mientras que en España solo se logró instaurar la república hacia 1873. Por supuesto, ya en el período de 1835-1840 los liberales españoles lograron: a) la abolición del régimen señorial, b) la desamortización y c) el establecimiento de un régimen censitario. En América las antiguas colonias hispánicas se sirvieron de la corriente liberal para la obtención de la libertad política, sinónimo de independencia. En este sentido, el liberalismo fue el sistema de ideas enarbolado por los intelectuales más radicales. Así pues, el «pensamiento político de la emancipación se configuró –al parecer de Yamandú Acosta– sobre una matriz liberal que encontró sus fuentes en el liberalismo inglés, especialmente Locke y Paine, en las ideas de la Ilustración, particularmente Rousseau, Montesquieu y Voltaire, y en el liberalismo federal constitucional norteamericano».25 De Locke se tomó prestada la idea de la inseparabilidad de libertad y propiedad privada en cuanto manifestación básica de los derechos naturales; y de Paine, el antiabsolutismo y el énfasis en la soberanía popular. Empero, el liberalismo hispanoamericano se tornó conservador en la época post-independentista, dado que se constituyó en el sostén ideológico del sistema de privilegios de la élite criolla casada con el poder. Si en Europa el liberalismo fue expresión de una clase en franco ascenso, aquí, por el contrario, devino el repertorio doctrinario al que acudieron los sectores ilustrados minoritarios para fundamentar la revolución emancipadora y luego implantar su hegemonía. El liberalismo hispanoamericano fue crítico únicamente hasta la ruptura revolucionaria independentista. 25 Yamandú Acosta, «El liberalismo. Las ideologías constituyentes. El conflicto entre liberales y conservadores», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 345. PFB-20140124.indd 42 24/01/2014 09:56:06 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 43 La Ilustración y su acogida limitada en Hispanoamérica Liberalismo e Ilustración se combinaron en la región para sustentar ideológicamente los esfuerzos emancipadores; pero la Ilustración que aquí se asumió estuvo limitada por las condiciones materiales de la sociedad. Si en Francia, por ejemplo, la Ilustración conllevó una revolución política, económica, social y espiritual, en América hispánica tan solo consiguió la ruptura del orden político. En las nuevas repúblicas la tradición no experimentó un menoscabo significativo. En lo que concierne a los procesos de socialización e instrucción, los criollos fueron formados en base a cuatro grandes núcleos axiológicos: nobleza de linaje, pureza de sangre, fe católica y cultivo de la lengua castellana.26 Y ello a tal grado que nuestros ilustrados supieron compaginar su pensamiento y su quehacer libertarios con los principios básicos de la escolástica y el catolicismo: «Nuestros grandes hombres de pensamiento, que reclamaban un espacio para las nuevas ideas –afirma Rafael Morla–, actuaron bajo la sombrilla de la propia Iglesia, o de la administración colonial, lo cual, obviamente, limitaba el alcance de sus observaciones y sus críticas».27 Fue la corriente positivista –considerada por algunos (y con razón) nuestra filosofía ilustrada28– la que iría a enfrentar el paradigma religioso29 en los terrenos filosófico y educativo. C. L. Bohórquez, «La tradición republicana», p. 66. Rafael Isidro Morla de la Cruz, La Ilustración en Santo Domingo durante los siglos xviii-xix (tesis doctoral), Universidad Complutense de Madrid, 2009, p. 105. 28 «Octavio Paz ha dicho que el positivismo latinoamericano fue nuestra Ilustración. No tanto porque no haya habido una ilustración latinoamericana, que la hubo en la época de la Independencia, sino más bien porque el impulso secularizador se cumplió más radicalmente con el positivismo nuestro que con nuestra ilustración», Carlos Rojas Osorio, Filosofía moderna en el Caribe hispano, México, 1997, p. 585. 29 C. Rojas Osorio atribuye la recurrente contemporización de nuestros ilustrados con la fe religiosa, específicamente con el catolicismo, a dos hechos básicos: primero, que no pocos sacerdotes gestaron o tomaron parte activa en la lucha por la independencia, como Miguel de Hidalgo y J. Ma. Morelos en México, o en República Dominicana Bernardo Correa y Cidrón; segundo, que la doctrina de la soberanía popular fue aprendida por muchos ideólogos latinoamericanos gracias al trabajo de los jesuitas: de Suárez, de Mariana y de Domingo de Soto. Al respecto, ver C. Rojas Osorio, Latinoamérica. Cien años de filosofía, Vol. I, San Juan, Puerto Rico, 2002, pp. 22-23. 26 27 PFB-20140124.indd 43 24/01/2014 09:56:06 a.m. 44 Julio Minaya Mientras tanto, en el lapso que se dio entre la Ilustración y el positivismo, el romanticismo vendría a plantear la profundización del proceso emancipador a fin de incluir a su vez el aspecto intelectual o cultural y poder así rebasar la independencia meramente política. Los filósofos ilustrados más influyentes En la región la Ilustración se abre paso mediante tres vías: la expansión de las ideas liberales que campeaban en España, la Ilustración francesa y el liberalismo inglés. Feijoo, Jovellanos, Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Diderot, Locke, entre otros, figuran como los autores ilustrados de mayor incidencia en Hispanoamérica. Del grupo, el que mayor impacto tuvo fue Rousseau. Y, por ello mismo, sus obras fueron las más censuradas, obligándose a su lectura clandestina. Sus ideas sobre la soberanía del pueblo, la ley como expresión de dicha soberanía, el contrato social, la libertad, la igualdad, el ideal federalista y la crítica del despotismo contribuyeron enormemente a ilustrar la mente de un núcleo selecto de criollos decididos a criticar el régimen colonial y a planear su derrocamiento. Salvador de Madariaga opina que el pensamiento rousseauniano penetró en las Indias sobre todo por vía de España. Los periódicos que polemizaban en torno a su nombre y opiniones sirvieron para propagar sus ideas por el Nuevo Mundo. Los dirigentes del pensamiento español, muy leídos en las Indias, eran todos más o menos rousseaunianos. Pero además muchos jóvenes regresaban a sus respectivos países con las últimas creaciones de la literatura francesa, que siempre incluían las de Rousseau.30 Dentro de la línea de influencia ilustrada, al ginebrino sigue el barón de Montesquieu, con su teoría sobre la limitación y división del poder político, y su visión de la ley amparada en el carácter y en las costumbres de los pueblos. Pero las condiciones educativas y culturales del reducido grupo que asume el ideal ilustrado como faro de luz de su accionar político 30 Salvador de Madariaga, Auge y ocaso del imperio español en América, Madrid, 1979, p. 541. Citado por C. Rojas Osorio, Filosofía moderna, México, 1997, p. 23. PFB-20140124.indd 44 24/01/2014 09:56:06 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 45 contrastan con las del resto de la sociedad colonial. En este pequeño círculo ilustrado hispanoamericano sobresalen especialmente Miranda, Bolívar, Sucre, San Martín, O’Higgins, Hidalgo, Morelos, José Cecilio del Valle, Mariano Moreno y José Núñez de Cáceres. Francisco de Miranda y Simón Bolívar Miranda ostenta el mérito de ser el precursor de la propagación y asunción del ideario ilustrado en América. Sus convicciones lo llevaron a organizar en 1806 una expedición para liberar a Venezuela y convertirla en república –expedición que fracasó–. En época tan temprana como 1783, Miranda da a conocer su intención de independizar las provincias españolas y conformar con ellas una sola nación: Colombia. Hacia 1801 divulga por varios cabildos de la región el Proyecto de gobierno federal. Vale apuntar que, en el marco de las gestiones libertarias, Miranda se puso en contacto con los ingleses y que, como buen masón, ganó adeptos y colaboradores entre los hermanos de logia. Son expresiones de su adherencia al ideario ilustrado la preeminencia de las virtudes de la razón, el orden como fuente de bienestar y la fe en el progreso ilimitado del hombre. Hay influencias directas de Montesquieu en Miranda, siendo la primera la idea de «que todo proyecto constitucional […] debe estar adaptado a las condiciones naturales del continente, así como a las costumbres y necesidades de sus habitantes». La segunda, «que solo una sabia división de los poderes puede darle estabilidad a un gobierno».31 Francisco de Miranda fue abonando el terreno para la siembra del ideal independentista en Suramérica hasta la llegada de Simón Bolívar. Bolívar no coincidió totalmente con las posiciones de Miranda, si bien ambos fueron admiradores de la revolución inglesa, la revolución estadounidense y la francesa. Miranda fue un seguidor fiel de los ingleses y norteamericanos, por lo que no puso reparos a las ayudas que estos le concedieron. Incluso llegó a preparar una expedición desde Estados Unidos, la cual desembarcó en territorio C. L. Bohórquez, «La tradición republicana», p. 71. 31 PFB-20140124.indd 45 24/01/2014 09:56:06 a.m. 46 Julio Minaya venezolano. Bolívar fue más cauteloso, ya que captó las diferencias culturales entre Suramérica y el mundo anglosajón, diferencias que con el tiempo traerían consecuencias importantes a nivel político. Simón Rodríguez: preceptor de Bolívar Simón Bolívar recibió una educación privada de manos de Simón Rodríguez. Se afirma que el tutor aplicó algunas de las directrices planteadas en el Emilio de Rousseau. De adulto, el discípulo llegó a decir: «Usted, maestro mío, usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto».32 Al igual que en su maestro, en Bolívar encontramos la presencia del ideario filosófico-político, social y jurídico de la Ilustración, en especial de Montesquieu, lo cual se ejemplifica en las siguientes ideas centrales que el apóstol latinoamericano hizo suyas: a) las instituciones de una sociedad determinada constituyen órganos de supervivencia dentro de un medio geográfico, cultural e histórico; y b) las instituciones políticas de una sociedad deben estar enraizadas en sus costumbres y climas. Sin embargo, Bolívar pone reparos a la clásica división tripartita de poderes postulada por Montesquieu con el objetivo de procurar un adecuado equilibrio social. ¿Por qué Bolívar no adopta dicha fórmula, la cual fue adoptada como un catecismo por las democracias liberales de la época, en especial en Inglaterra y Estados Unidos? Sucede que conforme fue aquilatando la cruda realidad de las jóvenes repúblicas de Sudamérica, Bolívar concluyó que los tres poderes clásicos propuestos por Montesquieu (Legislativo, Ejecutivo, Judicial) no eran suficientes –aunque sí necesarios– para el gobierno de los países provenientes de la América española. Es por ello que agregó un cuarto poder: el moral.33 32 33 Mario Laserna, Bolívar, un euro-americano ante la Ilustración, Bogotá, 1986, p. 70. Como dijo Bolívar en un decreto de 1819: «La Cámara de Moral dirige la opinión moral de toda la República, castiga los vicios con el oprobio y la infamia, y premia las virtudes públicas con los honores y la gloria. La imprenta es el órgano de sus decisiones… También publicará cada año listas comparativas de los hombres que se distinguen en el ejercicio de sus virtudes o en la práctica de PFB-20140124.indd 46 24/01/2014 09:56:06 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 47 Como sostiene Eduardo Rozo Acuña, Simón Bolívar, que por supuesto no ignoraba el valor de las concepciones liberales modernas, pensaba que las visiones de los antiguos acerca de la libertad eran las más adecuadas para organizar las repúblicas de la América hispánica.34 En Bolívar anidaba la opinión de que la forma de gobierno más apropiada para nuestras sociedades hispanoamericanas no era la modalidad democrática o republicana sin más, sino un poder centralizado: «El pensamiento que encontramos más constante en Bolívar, en materia de organización del Estado, es el de Montesquieu, con su realismo histórico, con su exigencia de atender la realidad. No se trata de funda «repúblicas aéreas, inspiradas en Norteamérica, Inglaterra o Francia».35 Al descartar la fórmula tripartita del autor francés por ser inapropiada para la región, Bolívar aplicó parte de su misma conceptualización, pues se dio cuenta de que dicha fórmula no se ajustaba a las costumbres e instituciones de los pueblos sudamericanos. Documentos y obras de la Ilustración que más influyen La primera obra en Hispanoamérica que recoge las ideas de Rousseau fue Oración vindicativa del honor de las letras, una refutación de su Discurso sobre las ciencias y las artes escrita en Cuba hacia 1763 por el dominico Cristóbal Mariano Coriche. Además, según refiere Carlos Rojas Osorio, un libro ilustrado amplia y tempranamente acogido en los círculos hispanoamericanos fue Historia filosófica y política de los establecimientos y del comercio de los europeos en las dos Indias, obra publicada en 1770 por el abate Raynal en la que se ataca el sistema esclavista, se defiende la libertad y se da un tratamiento elogioso a los criollos.36 Otro hecho importante en la expansión de la Ilustración en el continente lo constituye la publicación del texto de la Declaración los vicios públicos». Citado por Eduardo Rozo Acuña en el estudio preliminar de Simón Bolívar. Obra política y constitucional, Madrid, 2007, p. LXXIV. 34 Ibídem. 35 C. Rojas Osorio, Latinoamérica, vol. I, p. 30. 36 Ibídem, pp. 23-24. PFB-20140124.indd 47 24/01/2014 09:56:06 a.m. 48 Julio Minaya de los derechos del hombre y del ciudadano, edición preparada por don Antonio Nariño en su propia imprenta.37 El documento fue editado y difundido en Venezuela hacia 1797, añadiéndosele en dicha ocasión un importante discurso motivador. Debido a la gran proliferación de escritos de esta índole en la región, en 1803 la Inquisición mexicana prohibió la versión castellana de El contrato social. Pero hacia 1809 salió a la luz en Caracas una traducción de la referida obra llamada «edición de Vargas». Y para el 1810, el ilustrado argentino Mariano Moreno,38 secretario a la sazón de la Junta Revolucionaria de Buenos Aires, dirigió la impresión de otra traducción del mismo texto, de la que eliminó el capítulo final alusivo a la cuestión religiosa.39 A esta edición incompleta de El contrato social Moreno añadió un prólogo de su autoría.40 Canales e instituciones de divulgación Entre los hechos que más favorecieron la difusión de los ideales ilustrados en la región figura la introducción de la imprenta. Dado que estaba estrictamente prohibida la difusión de ideas relativas a la Revolución Francesa, a Nariño lo enviaron a una prisión de África. 38 Para el referido filósofo C. Rojas Osorio, Mariano Moreno es el principal representante de la Ilustración latinoamericana. Al referirse al imperio español en América, el ilustrado argentino parece inspirado en el ginebrino al afirmar que «La fuerza y la violencia son la única base de la conquista que agregó estas regiones al trono español; conquista que en trescientos años no ha podido borrar de la memoria de los hombres las atrocidades y horrores con que fue ejecutada, y que no habiéndose ratificado jamás por el consentimiento libre y unánime de estos pueblos, no ha añadido en su abono título alguno al primitivo de la fuerza y la violencia que la produjeron». Citado por Boleslao Lewin en Rousseau en la independencia de Latinoamérica, texto referido por C. Rojas Osorio, Latinoamérica, p. 27. 39 Mariano Moreno fue un laico católico fiel a sus creencias religiosas. La exclusión de la parte final de El contrato social fue algo premeditado que tuvo por finalidad el no herir susceptibilidades en la inmensa mayoría de sus posibles lectores, católicos al igual que Moreno. Con esta parte mutilada, el libro, qué duda cabe, se divulgaría más ampliamente –sirviendo efectivamente a una causa políticoideológica comprensible–, pero con ello se cometió un grave error, pues quedó comprometida la honestidad intelectual de su difusor. 40 Aquí se va en elogios de Rousseau y de su principal escrito político: «Entre varias obras […] he dado el primer lugar escrito por el ciudadano de Ginebra Juan Jacobo Rousseau. Este hombre inmortal que formó la admiración de su siglo y será asombro de todas las edades». En B. Lewin, Rousseau, citado por C. Rojas Osorio, Latinoamérica, p. 27. 37 PFB-20140124.indd 48 24/01/2014 09:56:06 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 49 Durante la segunda mitad del Siglo de las Luces y los primeros años del xix aparece la imprenta en al menos diez de las principales ciudades hispanoamericanas. En ellas se reimprimen y editan textos y documentos claves de contenido ilustrado como El contrato social y la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, así como también cartas, manifiestos y textos constitucionales de los más destacados líderes de la emancipación latinoamericana: Miranda, Bolívar, Morelos, San Martín, Núñez de Cáceres, etc. En cada uno de los centros urbanos principales surgió más de un periódico y se fundaron revistas con fines similares. Un rol significativo desempeñaron las denominadas sociedades económicas «amigas del país», «del progreso», «de la luz». Gracias a sus iniciativas se abrieron diversos espacios públicos y privados para el conocimiento y debate de los autores y obras iluministas más sobresalientes. Otro evento cultural que cabe resaltar fue la creación de tertulias o espacios culturales dedicados a discutir las nuevas ideas y comentar el último libro llegado de Europa. Mención aparte merece la presencia de instituciones secretas, en especial la masonería. Impulsora de la tolerancia, de la libre difusión de ideas filosóficas y de la libertad de culto, la logia masónica acogió en su seno y respaldó en todos los órdenes a los gestores de la acción libertaria. Su presencia en toda Europa, incluyendo España, sirvió para constituir una red de contactos y apoyo que auxilió a todos aquellos que, en diferentes comarcas, luchaban en contra del colonialismo, la esclavitud, la monarquía, el oscurantismo y el dogmatismo. Espíritu romántico y tendencia transformadora Los emancipadores mentales de Hispanoamérica tienen en el romanticismo el movimiento más acorde con su accionar sociopolítico, intelectual y educativo. Desarrolladas entre las décadas del treinta y del ochenta de la centuria decimonónica, sus propuestas reciben de hecho la impronta fundamental del romanticismo social.41 Estela M. Fernández, «El proyecto de unidad continental en el siglo xix», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 52. 41 PFB-20140124.indd 49 24/01/2014 09:56:06 a.m. 50 Julio Minaya La Ilustración y el liberalismo fueron herramientas teóricoideológicas útiles para la consecución de la emancipación política, pero ahora, roto ya el lazo umbilical con la Corona española, se necesitaba hacer la crítica a las instituciones tradicionales que sostuvieron la vida colonial. Tal enjuiciamiento debía hacerse desde un alter ego, a partir de un núcleo histórico-social-cultural propio. El mismo implicaba la voluntad de indagar las singularidades de un ser colectivo que se captaba único, original y valioso. Para ello el romanticismo devino la doctrina más apropiada. Urgía buscar y valorar los orígenes: «¿Dónde iremos a buscar modelos? –se interrogaba Simón Rodríguez, maestro de Bolívar– La América española es original… O inventamos o erramos».42 Durante el siglo xix emergen las condiciones que permiten el desarrollo pleno de los sentimientos románticos: sensibilidad especial por la naturaleza, exaltación de la voluntad individual, amor por la historia y sentido nuevo de la misma, apego a la libertad, veneración a los que padecen por ella, valoración de lo irracional sobre lo racional. Rousseau es el precursor más sobresaliente del romanticismo en Francia. En su Nueva Eloísa tenemos ya la iniciación de la novela sentimental. El romanticismo emerge primeramente en Inglaterra y luego en Alemania, para extenderse después a Francia, desde donde se propagará más tarde por Italia y la península ibérica. Respecto a América y el romanticismo, Pedro Henríquez Ureña señala: El romanticismo llegó a América (1832), directamente desde Francia, poco antes que a España, en la obra de Esteban Echeverría: después del poema La cautiva (1837), llevó tras sí a toda la juventud de la zona del Río de la Plata. Bello había proclamado la independencia intelectual de América en 1823 […]43 Simón Rodríguez, Obras completas, tomo I, Caracas, 1975, p. 343. Pedro Henríquez Ureña, «Historia de la cultura en la América hispánica», Obra dominicana, Santo Domingo, 1988, p. 329. 42 43 PFB-20140124.indd 50 24/01/2014 09:56:07 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 51 Para ciertos autores, el romanticismo es un movimiento tan solo literario; sin embargo, hay que puntualizar que constituye también una concepción nueva del mundo, un tipo de pensamiento y un estilo de vida radicalmente distintos, si bien es en Alemania donde adquiere mayor desarrollo, revistiéndose allí de una reconocida dimensión filosófica. En tal sentido, Johann G. Herder, basándose en el Sturm und Drang o Tempestad e impulso y en el Volkgeist o espíritu del pueblo, realiza una importante labor pionera. En efecto, Herder descubre que: [...] los pueblos y las culturas van más allá de una mera sociedad organizada para fines racionales al modo contractual o del Despotismo Ilustrado. Más allá de eso, el pueblo tiene un espíritu, un alma colectiva que se vierte en primer lugar en su poesía tradicional, en su lenguaje, y, en consecuencia, en todos los contenidos del lenguaje: mitología, derecho, poesía ya culta, etc. Esta idea del pueblo es una idea capital para la comprensión del Romanticismo.44 Otro momento clave del despliegue de la corriente romántica lo constituye la conceptualización del Yo, un logro del idealismo alemán: en Fichte surge el yo, en Schelling, el yo absoluto, mientras en Hegel se encuentra al yo elevado a la idea absoluta. Asimismo resultan importantes los postulados de Fichte en torno al espíritu nacionalista, los cuales elabora a partir del estudio del caso alemán. No obstante estas valiosas aportaciones en el campo filosófico, es dentro del arte donde la corriente romántica cobra su impulso decisivo. El rol de Federico Schlegel, con su movimiento Sturm und Drang45 (Tempestad e impulso), de 1770, es de especial significación. José Santos, «Romanticismo y tradicionalismo», en www.memoriachilena.cl/ archivos2/pdfs/MC0001551.pdf. Consultado el 19/10/2010. 45 Estamos ante un movimiento literario y filosófico que se desarrolla en Alemania durante la segunda mitad del siglo xviii y que constituye el antecedente inmediato del romanticismo. Las actitudes peculiares de dicho movimiento quedan sintetizadas en las palabras que le sirven de lema. Se trata de expresiones irracionalistas 44 PFB-20140124.indd 51 24/01/2014 09:56:07 a.m. 52 Julio Minaya A partir de sus creaciones se asume con enérgico impulso el rechazo de la Ilustración, afianzándose en cambio lo irracional y sentimental como valor dominante. La modalidad historicista del romanticismo es particularmente significativa en el contexto de los países iberoamericanos, sobre todo cuando ya han conquistado la independencia y se proponen realizar cambios en sus estructuras sociales. Los románticos confieren un gran significado al conocimiento y estudio de los eventos históricos debido a que ayudan a encontrar las raíces del presente. Si los europeos se impusieron como imperativo el recuperar los estudios de la sociedad medieval –reinaba la convicción de que cada etapa histórica crea valores y hace aportes peculiares a los que no se puede renunciar–, en Hispanoamérica esta tendencia se manifestó en la inclinación por el estudio de los orígenes del hombre americano. Conforme a tal espíritu, se ven surgir los primeros historiadores de la región. Y junto a ellos surgen los primeros mitos fundantes: la creación de símbolos patrióticos y las primeras valoraciones (de amor-aprobación u odio-rechazo) del pasado colonial o hispánico y del mundo indígena, pero también del mundo resultante del encuentro-choque étnico-cultural: el mundo mestizo. Todo ello es posible gracias a la nueva visión del progreso histórico que trae aparejada la visión romántica: «El progreso se asume desde el punto de vista romántico como un sentido de desarrollo histórico, mas no como el sentido necesario que le atribuía la Ilustración, sino como aquel en el que tiene participación la voluntad humana».46 Para los intelectuales y artistas hispanoamericanos había llegado la hora crucial de tomar en las manos la historia y de procurar, con voluntad firme, las fórmulas que permitieran el progreso de sus respectivos países. que encuentran su manifestación filosófica en los trabajos de Hamann, Herder y Jacobi, los cuales, si bien toman en cuenta las limitaciones propuestas por Kant a la razón, solo lo hacen para intentar ir más allá de la razón misma y recurrir de esta suerte a la experiencia mística o religiosa. 46 Alejandro Serrano Caldera, «Las últimas etapas de la Ilustración y el despertar y desarrollo del romanticismo», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 250. PFB-20140124.indd 52 24/01/2014 09:56:07 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 53 Las lecturas de Víctor Hugo –el autor que probablemente lleva más lejos la unión del romanticismo literario con el romanticismo político y social– reforzaron las convicciones y el amor por lo popular.47 Todo lo anterior ha de ser complementado con la aparición de la Escuela histórica del derecho y con los notables aportes de Carlos von Haller, quien rechaza el jusnaturalismo racionalista del líder de dicha escuela, Friedrich Karl von Savigny. Savigny concibe la historia como fundamento del derecho, siendo este entendido como conciencia colectiva de los pueblos. En este orden, es importante mencionar la contribución de Gustavo Hugo, quien afirma el derecho como manifestación de la conciencia popular en desarrollo. Estos postulados del historicismo jurídico debieron ser conocidos en América, toda vez que los principales gestores de la vida política e intelectual de entonces provenían del ámbito de la jurisprudencia. Nueva valoración y vuelco a lo popular Muy pronto estaba por verse en Hispanoamérica si la independencia implicaba la generación de cambios estructurales en beneficio de los sectores populares, o si más bien significaba la simple transposición de poderes. El primer caso conllevaba la eliminación del latifundio heredado, la liquidación de las relaciones precapitalistas fundadas en la servidumbre y la esclavitud, la educación de las grandes masas analfabetas, etc. Sin embargo, lejos de tomarse semejantes medidas, lo que ocurrió fue que se dieron situaciones en que «la esclavitud y el tributo indígena, abolidos durante la independencia, tuvieron que ser restaurados ante la imposibilidad del Estado nacional de encontrar fuentes para su financiamiento».48 «Hugo –señala Serrano– llevó más lejos que ninguno los principios de la absoluta libertad del genio creador […] En su rebelión contra toda imitación, no solo superó las estrictas normas referidas a las formas literarias, sino que innovó fundamentalmente respecto del contenido, incorporando al sentimiento, la naturaleza y el elemento local y nacional como temas literarios». A. Serrano Caldera, «Las últimas etapas», p. 250. 48 Joaquín Santana Castillo, «Identidad y cultura de un continente. Iberoamérica y la América sajona. Desde la Doctrina Monroe hasta la guerra de Cuba», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 28. 47 PFB-20140124.indd 53 24/01/2014 09:56:07 a.m. 54 Julio Minaya Esto no impidió, sin embargo, que algunos de los más sobresalientes liberales románticos de la región se plantearan la necesidad de producir ciertas transformaciones que implicaran la promoción de lo popular, lo cual encajaba plenamente con los rasgos que caracterizaban al romanticismo hispanoamericano: la búsqueda de una cultura propia, el esfuerzo por crear una organización política adecuada a la propia realidad, el rechazo del pasado colonial y la creación de una filosofía americana que respondiera con sentido práctico a los problemas concretos surgidos en el nuevo espacio-tiempo. Dos de los intelectuales de aquel momento rozaron posturas radicales. Uno de ellos fue el joven argentino Juan Bautista Alberdi, quien abogaría por un nacionalismo con base social y popular: «La emancipación de la plebe es la emancipación del género humano –postulaba–, porque la plebe es la humanidad, como ella es la nación. Todo el porvenir es de la plebe».49 Muy hondo había calado en él el Volkgeist o espíritu del pueblo, pues a su juicio (al menos en su etapa juvenil) el pueblo revestía características sagradas; y de ahí que exhortara: «Respetemos el pueblo, venerémosle, interroguemos sus exigencias».50 El segundo fue Simón Rodríguez, quien miró y reclamó a favor del pueblo hispanoamericano, ese pobre pueblo que no había mejorado en nada su suerte a pesar de haberse entregado en cuerpo y alma a la causa de la libertad: Hágase algo por unos pobres pueblos –exhorta– que después de haber costeado con sus personas y bienes […] o, como ovejas, con su carne y su lana […] la independencia, han venido a ser menos libres que antes, y no culpen por ello a los caudillos: el cuerpo militar no ha hecho constituciones. Antes tenían un Rey Pastor, que los cuidaba como cosa propia […] Ahora se los come vivos el primero que llega.51 Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, Santa Fe, 1957, p. 75. 50 Ibídem. 51 S. Rodríguez, Sociedades americanas, Caracas, 1990, p. 279. 49 PFB-20140124.indd 54 24/01/2014 09:56:07 a.m. Inestabilidad política latinoamericana y corrientes filosóficas pre-positivistas Crisis interna y externa a mediados del siglo xix Las contiendas por la conquista del poder político mantuvieron a las naciones latinoamericanas al borde del colapso, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo xix. Dictaduras, golpes de Estado, exilios, guerras civiles, crímenes y en general los constantes enfrentamientos de conservadores y liberales no permitían viabilizar proyectos nacionales que requirieran el más mínimo consenso. Las élites impedían cualquier forma de incorporación de los sectores populares como ciudadanos plenamente empoderados. Ante esta fuerte división estructural, las sociedades latinoamericanas se sumieron en una especie de «callejón sin salida». Pero el escenario político-social se complicó aún más cuando los Estados Unidos –aprovechándose de la situación– se dispusieron a imponer su hegemonía en la región bajo el amparo de la Doctrina Monroe. Es así como México sufre en 1845 la primera invasión, para luego ser agredido otra vez en 1848, cuando pierde unas 945 mil millas de su territorio: lo que ahora es Texas, Arizona, Nuevo México, California, Nevada, Utah y parte de Wyoming. Mas no solo fue en México, también en Centroamérica, Colombia, Venezuela, Perú, etc., se vivieron pesadillas debido a las políticas intervencionistas de las antiguas y nuevas potencias, y especialmente en virtud de los ataques del filibustero William Walker. Perú, por ejemplo, estuvo a punto de ser bombardeado en 1864 por 55 PFB-20140124.indd 55 24/01/2014 09:56:07 a.m. 56 Julio Minaya España, país que logró apoderarse de una parte de sus islas adyacentes; en tanto que República Dominicana fue recuperada como colonia por la Corona española (1861-1865). Este panorama sombrío es retratado por Juan Montalvo (1866): En este Nuevo Continente […] están pasando los acontecimientos más terribles que nunca vio la tierra. Veis a una gran nación dividirse en dos falanges formidables; hermanos eran ayer, hoy enemigos […] El mexicano muere por defender su patria, el francés por dar nuevos esclavos a la suya; el dominicano muere por defender su patria, el español por dar nuevos esclavos a la suya; pero todos mueren y cumplen con la ley natural de matarse unos a otros.52 Como refiere Montalvo, Europa sufría también sus propias calamidades. Sus dos grandes potencias, Francia e Inglaterra, permanecen signadas por la amenaza latente y el temor recíproco. La primera vive, además, la ebullición generada por una clase obrera que cada vez más se abre campo. Este estrato social ya se había levantado en 1848, pero ahora contaba con un partido de ideología socialista que reivindicaba sus intereses. La inestabilidad no era, pues, un rasgo exclusivo de la realidad hispanoamericana, y también España experimentaba sus efectos. Aparte de la crisis, cundía en ella el temor: no estaba preparada para experimentar la pérdida de sus más importantes territorios de ultramar. Crisis y corrientes filosófico-literarias entre 1807-1900 La generalizada inestabilidad de la sociedad latinoamericana a mediados del siglo xix iba a precisar de orientaciones rectificadoras provenientes del ámbito filosófico. Procedentes de Europa, solo algunas de dichas corrientes servirían de faro de luz para guiar los pasos de un continente aturdido. 52 Juan Montalvo, «Sobre América», Fuentes de la cultura latinoamericana, México, 1993, p. 218. PFB-20140124.indd 56 24/01/2014 09:56:07 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 57 Al presentar el mapa filosófico de la región durante el largo período que abarca la emancipación colonial (1807-1900), Carlos Beorlegui distingue los siguientes momentos: a. 1807-1820: Intelectuales como Alberdi, Sarmiento, etc., se empeñan en conseguir lo que denominan la «segunda emancipación» o «emancipación cultural». La Ilustración francesa e inglesa tiene aquí notoria influencia. b. 1820-1870: Se percibe el fracaso del intento revolucionario, pues no se cuenta con las bases sociales requeridas para constituir repúblicas democráticas. Entre las escuelas o movimientos principales de esta etapa sobresalen el romanticismo liberal, el idealismo, el socialismo utópico, el eclecticismo de Victor Cousin y el krausismo. c. 1870-1900: Muchos países transitan estadios de cierta estabilidad y organización, aunque se asiste a un nuevo tipo de colonialismo. Aquí se da la hegemonía casi absoluta del positivismo como teoría filosófica y base ideológica de la nueva burguesía.53 La filosofía ecléctica El eclecticismo recoge aspectos idealistas y espiritualistas, y llega a constituirse en la filosofía francesa de moda durante el período de la Restauración. Su propulsor es Victor Cousin. El pensamiento ecléctico surge en una época necesitada de tolerancia y moderación, cuando las posturas radicales y dogmáticas no convienen ni en lo político ni en lo educativo. Por eso tuvo buena acogida en Brasil, el Cono Sur y en Cuba. Sus cultores cubanos le llamaron electivismo o filosofía electiva, orientación filosófica que se avenía muy bien con un contexto colonial en el que se plantearía la autonomía y luego la independencia.54 Carlos Beorlegui, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. Una búsqueda incesante de la identidad, Bilbao, 2004, p. 74. 54 Dentro de este grupo de intelectuales cubanos destaca la labor pionera de José Agustín Caballero, quien escribe en 1797 la primera obra de corte filosófico en suelo cubano: Philosophia electiva. Este escrito sirvió de base al curso de filosofía que impartió en septiembre de ese mismo año. Quince años después, Andrés 53 PFB-20140124.indd 57 24/01/2014 09:56:07 a.m. 58 Julio Minaya Tanto por su carácter acogedor y tolerante de otras corrientes filosóficas –de las cuales adopta diversos puntos de vista a los fines de construir una verdad de vocación sintética–, como también por su admisión de la existencia de Dios y su respeto a todas las manifestaciones religiosas, la filosofía ecléctica prendió bien en su suelo natal, Francia, y también –aunque con menos intensidad– en España y en varios países hispanoamericanos. En el país ibero, de hecho, se siente desde los treinta hasta mediados del siglo xix. El socialismo utópico Aparte del pensamiento sensualista y ecléctico, en Iberoamérica también se hizo sentir el utopismo socialista, movimiento originado en Europa a partir de una nueva mentalidad forjada al amparo de los procesos de la Revolución Francesa, la Revolución industrial y la emancipación de América. Entre sus impulsores sobresalen el inglés Robert Owen y los franceses Claude Henri de Rouvroy (conde de Saint-Simon) y Charles Fourier. Más tarde aparecieron Pierre-Joseph Proudhon, Louis Blanc, Auguste Blanqui, entre otros. Aunque no se trata de un pensamiento esencialmente anticapitalista, sí puede anotarse que ante los excesos del sistema reivindica la dignidad humana, la fraternidad universal, el libre desarrollo de la individualidad, el progreso y la perfectibilidad humana.55 Su expansión por Hispanoamérica56 no es anterior a 1830. Algunos de los pensadores nativos vinculados a esta doctrina son: Santiago Arcos, Francisco Bilbao, Esteban Echeverría, Simón Rodríguez. López de Medrano publicó en Santo Domingo el primer libro dominicano de filosofía, Lógica. 55 Cecilia Sánchez, «El surgimiento de los Estados-nación y las políticas pedagógicas como herramientas de integración social y de control en Iberoamérica en el siglo xix», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, pp. 118-119. 56 Un rasgo que la favoreció, principalmente en el Cono Sur, fue su forma de abordar la cuestión religiosa. También pueden argüirse como causas de su diseminación por el Nuevo Mundo las falencias que presentaba la imperfecta organización social de la época: la fragmentación y los conflictos que reinaban en la sociedad, las discriminaciones de casta y de raza, y otros fenómenos que contrariaban la convivencia y la posible igualdad y fraternidad humanas. PFB-20140124.indd 58 24/01/2014 09:56:07 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 59 Simón Rodríguez desarrolló un tipo de aproximación especial con algunos de los teóricos de esta corriente. El que fuera uno de los principales mentores de Simón Bolívar permaneció entre 1810 y 1828 en Europa, donde trató personalmente a Pedro Leroux y al padre Prosper Enfantin, orientadores de una secta socialista romántica que enarbolaba los postulados utópicos de Henri de SaintSimon. En Valparaíso, Rodríguez dio inicio a uno de los libros más provocativos de su época, Sociedades americanas (1828). Entre muchos tópicos aquí dilucidados hay uno que sobresale y tiene que ver con el… […] funcionamiento de colonias utópicas destinadas a reformar la pervertida vida de las ciudades, llevando los niños pobres, puros en cuanto no comprometidos con los privilegios, al desierto, con el objeto de alcanzar allí las bases de una nueva vida social y una verdadera república.57 La preocupación de Simón Rodríguez respecto de las condiciones de vida y de trabajo de los indígenas y del resto de las masas empobrecidas lo convierte en el «primer socialista americano».58 Más tarde, durante la segunda mitad de la centuria decimonónica, surge una pléyade de pensadores muy sensibles a las necesidades de los sectores marginados del campo y de las ciudades afectados por la naciente industria. En el modo en que estos pensadores abordan los problemas económicos y sociopolíticos es palpable un cierto aliento del socialismo utópico. Como ejemplos de esta tendencia de pensamiento cabe citar al argentino Serafín Álvarez y al dominicano Pedro Francisco Bonó. Arturo Andrés Roig, «Política y lenguaje en el surgimiento de los países iberoamericanos», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 134. 58 Salvador E. Morales Pérez, «Ideales obreros y socialistas ante los procesos de industrialización y sus efectos en la historia intelectual de América Latina», El pensamiento social y político iberoamericano durante el siglo xix, Madrid, 2000, p. 210. 57 PFB-20140124.indd 59 24/01/2014 09:56:07 a.m. 60 Julio Minaya La corriente krausista y el papel jugado por la Institución Libre de Enseñanza Variante del idealismo alemán y vertiente del neokantismo, el krausismo significó un importante recurso teórico a favor de la renovación espiritual y educativa de España y de algunos países de América. Además del ámbito de la enseñanza, su impacto principal se daría en el área jurídica.59 Su fundador, Karl Christian Friedrich Krause, no llegó a tener la incidencia de otros idealistas alemanes; sin embargo, el espíritu de tolerancia y de acogida a lo religioso presente en su propuesta filosófica explica el que la misma fuera recibida favorablemente en Iberoamérica. Julián Sanz del Río, discípulo de Krause, tuvo la responsabilidad intelectual de introducir en España el krausismo. Su tesis doctoral, de 1856, se tituló La cuestión de la filosofía novísima. También escribió Lecciones sobre el sistema de filosofía analítica de K. Ch. F. Krause y El ideal de la humanidad para la vida. Con estas y otras obras, el quehacer filosófico hispánico se colocó a niveles de actualidad y altura teórica.60 Hacia 1860 había ya un círculo consolidado de estudiosos en España. De singular importancia resulta la Institución Libre de Enseñanza (1876) –«brazo práctico» del krausismo–, la cual estaría llamada a ejercer también una destacada influencia en Latinoamérica. Su creador es Francisco Giner de los Ríos.61 Conoció a Sanz en 1863, quien le dejaría marcado de por vida, tanto en lo filosófico como en lo educativo y en la adopción de una moral laica.62 Eso no significa que los krausistas españoles descuidaran el aspecto propiamente teórico, «prueba de eso es el cuidado que se dieron en exponer, explicar, interpretar y elaborar el sistema de Krause como sistema metafísico» (José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía, tomo III, Barcelona, 1998, p. 2035). 60 «El krausismo –nos dirá Manuel Maceiras– es la primera filosofía sistemática del siglo. Porta un cierto orden cosmovisional: el «racionalismo armónico» (una concepción organicista del mundo donde se entrelazan el pensamiento y la acción)». Manuel Maceiras Fafián, Pensamiento filosófico español, Madrid, 2002, p. 154. 61 Completan la nómina rectora Federico de Castro Fernández, Gumersindo de Azcárate, Alfredo Calderón, Fernando de Castro, Nicolás Salmerón, Manuel Sales y Alfonso Moreno Espinosa, entre otros. 62 Una especie de mística, inspirada en un ideal universal humanista, hizo del krausismo español «un estilo de vida», una «cierta manera de preocuparse por la 59 PFB-20140124.indd 60 24/01/2014 09:56:07 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 61 El carácter privado de la Institución Libre de Enseñanza le permitió poner en práctica las ideas reformadoras que la enseñanza oficial no propiciaba ni toleraba. De ahí que «a los krausistas se opusieron violentamente los llamados «neos» (neocatólicos), en artículos publicados en El pensamiento español».63 Su método pedagógico fue concebido por Froebel, amigo de Krause que propugnó por una educación integral, libre y activa. El krausismo pasó directamente a varios países de Latinoamérica dado que algunos jóvenes viajaron a estudiar a España, como sucedió con Eugenio María de Hostos y muchos cubanos. Sin embargo, la divulgación del krausismo en los demás países se logró, bien mediante la lectura directa de las obras de Krause y de sus discípulos, bien mediante la lectura de los krausistas belgas (H. Ahrens y Guillaume Tiberghien). Durante dos décadas –de los sesenta a los ochenta del siglo xix– buena parte de la juventud hispanoamericana fue educada en las obras de Sanz del Río: «Ha de tenerse en cuenta –nos dice Adriana María Arpini– que el positivismo como cuerpo de doctrina sistematizado hace su aparición tardíamente en muchos ámbitos intelectuales latinoamericanos…»64 Esto fue así especialmente en los países del Caribe hispano, los cuales permanecieron subyugados por España durante un tiempo más prolongado. Eugenio María de Hostos es el pensador antillano que más significativamente acusa rasgos de raigambre krausista. En su etapa de estudios en España trabó amistad con Sanz del Río y al regresar a América desarrolló una ingente labor intelectual y educativa que se centró en República Dominicana y Chile. En Santo Domingo, al tiempo que fomenta el normalismo, escribe diversas obras donde queda retratado como un pensador kraso-positivista. Aparte del eclecticismo y del krausismo, hubo otros movimientos que a mediados del siglo xix incidieron en el mundo intelectual y cultural latinoamericano. vida y ocuparse en ella, de pensarla y de vivirla, sirviéndose de la razón como de brújula para explorar segura y sistemáticamente el ámbito entero de lo creado». J. Ferrater Mora, Diccionario, tomo III, p. 2035. 63 Ibídem, p. 2034. 64 Adriana M. Arpini, Eugenio María de Hostos, un hacedor de libertad, Mendoza, 2002, p. 312. PFB-20140124.indd 61 24/01/2014 09:56:07 a.m. PFB-20140124.indd 62 24/01/2014 09:56:08 a.m. Forja de la identidad hispanoamericana. Aportes del romanticismo, el costumbrismo y el realismo El proceso de búsqueda de la identidad propia en los países recién creados Tras la obtención de la independencia política, un núcleo importante del sector intelectual hispanoamericano se lanzó a procurar para sus países la independencia en el orden cultural. Es lo que autores de la región han convenido en denominar la segunda independencia. Se trata de una mirada particular y crítica que capta las necesidades o problemas más acuciantes y que sirve de base para intentar cambios en lo social, lo económico y lo cultural. A partir de esta paulatina transformación espiritual se va abandonando toda tendencia vinculante con el mundo hispánico y en cambio se pone especial atención y valoración en lo local, en aquello que más se distingue respecto a lo que fue el orden colonial. De ahí el inusitado interés hacia saberes como la geografía, la historia y la antropología; también el afán de conocer los tipos antropológicos nacionales, al hombre del campo, etc. Pues hay una marcada tendencia a procurar por diversas vías los cimientos de la originalidad latinoamericana: se buscan en la tierra, en la historia, en el ámbito abierto de la cultura. Deviene clara, por tanto, la intención de ir abandonando la antigua condición colonial, asunto complejo que no se logra de la noche a la mañana, ni por decreto ni por medio de formulaciones constitucionales. De esta suerte en Hispanoamérica se asistía a un profundo cambio: se buscaba alcanzar el estatus de nación, para lo cual no bastaba 63 PFB-20140124.indd 63 24/01/2014 09:56:08 a.m. 64 Julio Minaya la mera independencia política, lograda ya hacía varias décadas en la mayor parte de los países. Ya tuvimos ocasión de visualizar de qué manera contribuyó el romanticismo a la fragua de una visión afincada en los aspectos originales y vitales de Hispanoamérica. Bajo el ímpetu del nacionalismo liberal-romántico se adoptaron los símbolos patrios (escudos, banderas, himnos) y se redactaron y promulgaron constituciones. La filosofía, la literatura y el arte en general colaboraron con el fomento y la difusión de unos valores nuevos que con urgencia habrían de ser decantados y enarbolados. América Latina estaba decidida a cultivar los elementos propios de su identidad. A tal interés obedecen iniciativas muy diversas: realización de excursiones en los diversos países; exaltación poética y narrativa de las exuberantes riquezas, recursos y paisajes de la tierra americana; redacción de los primeros textos de «historia patria»; planteamiento de la necesidad de una filosofía americana;65 publicación de importantes libros o ensayos que abordan temas históricos, sociológicos, políticos y económicos. Por último, salen a la luz creaciones literarias (poesía, leyendas, cuentos y luego novelas) que desarrollan el espíritu criollista, y se dedica –en algunos países– especial atención al indigenismo.66 En lo que respecta a la República Dominicana, «El nativismo o criollismo literario surgió simultáneamente con la República, al asumir los primeros escritores dominicanos una temática nacional y patriótica».67 Aparte de la propuesta de J. B. Alberdi en torno a la creación de una filosofía americana, está el esmerado interés de pensadores como Esteban Echeverría, Alejandro Angulo Guridi y Pedro Francisco Bonó, quienes propugnan por la libertad de pensamiento: «El espíritu del siglo lleva hoy a las naciones a emanciparse, a gozar de independencia, no solo política, sino filosófica». Frase de J. B. Alberdi citada por P. Henríquez Ureña en Obras completas, Escritos políticos, sociológicos y filosóficos, tomo V, Santo Domingo, 2004, p. 404. 66 La observación y el análisis de lo autóctono con fines epistémicos y axiológicos se extendieron retrospectivamente hasta los indígenas. Desde mediados del siglo, y hasta la década de los ochenta, el indigenismo fue una temática recurrente, lo mismo en poesía que en novela. 67 Valentina Peguero y Danilo de los Santos, Visión general de la historia dominicana, Santiago, 1981, p. 263. 65 PFB-20140124.indd 64 24/01/2014 09:56:08 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 65 Los aportes del costumbrismo Con el movimiento costumbrista adviene una mentalidad en que las tradiciones y costumbres características de los pueblos comienzan a ser objeto de estudio. Se trata de un movimiento internacional que viene motivado por la tendencia romántica de sintonizar con el espíritu del pueblo, por lo que se realza la obra de los humildes y de la población anónima. La obra Episodios nacionales, de Benito Pérez Galdós, conecta con esta inclinación. En Hispanoamérica, por su parte, el género de la novela histórica se llegó a cultivar de manera intensa. Dos casos paradigmáticos lo constituyen el de Ricardo Palma, que fusiona la historia, la poesía y el costumbrismo en Tradiciones peruanas; y el de Manuel de Jesús Galván, quien hace historia novelada de la vida del cacique Enriquillo y de su relación con los españoles en la isla Hispaniola o Santo Domingo. El costumbrismo es la tendencia que se caracteriza por el retrato o interpretación de las costumbres y tipos del país: «El costumbrismo se sitúa entre el romanticismo y el realismo, y suele encontrarse como ingrediente en las novelas hispanoamericanas […] para resaltar particularmente el color local, lo pintoresco, en razón de su carácter propio».68 Una muestra importante de novela costumbrista lo constituye El montero (1848), de Pedro Francisco Bonó, la primera novela concebida y escrita en República Dominicana. Un hecho culturalmente significativo, en el marco de esta búsqueda de la identidad latinoamericana, es la creación paulatina de determinados tipos nacionales: el gaucho, el llanero, el guajiro, el jíbaro, etc.69 Tales figuras típicas surgieron también en todos aquellos países no americanos en los que se efectuaron revoluciones de corte libertario: España,70 Noruega, Nápoles... José Escobar, «Costumbrismo entre romanticismo y realismo», www.cervantesvirtual.com/servilet/serviobras/09250620855792739754480/p00000. Recuperado el 4/10/2010 69 Esteban Tollinchi, Romanticismo y modernidad. Ideas fundamentales de la 68 cultura del siglo xix, vol. II, Río Piedras, 1989, p. 819. En cuanto a España, figuran el montañés de Pereda (en El sabor de la tierruca se resalta lo nativo de Santander) y el hortelano de Blasco Ibáñez (donde se 70 PFB-20140124.indd 65 24/01/2014 09:56:08 a.m. 66 Julio Minaya Patria, pueblo,71 nación son los conceptos mediante los cuales las antiguas colonias de España en América se motivaron a asentar el perfil de su idiosincrasia. En todo este proceso la corriente romántica viene a desempeñar un rol de primera magnitud. Esta corriente –nos aclara Carlos Beorlegui– sirvió para reorientarse en la nueva situación […] No se habían conseguido casi ninguno de los objetivos perseguidos por el optimismo ilustrado […] No se había conseguido ningún cambio a nivel de la estructura social. Se había pasado de la dictadura española a la dictadura de los criollos. Entre la clase media liberal empieza a cundir un hondo pesimismo.72 Todo estaba por hacerse, pero cuán difícil se tornaba lograr siquiera cierta estabilidad. Es que se había luchado por crear repúblicas donde aún no se habían constituido naciones. Esta fue la triste realidad, por difícil que resulte admitirlo. El realismo en Latinoamérica Es muy escasa la referencia al realismo literario y a su incidencia en la región. Ausente en la totalidad de los autores latinoamericanos, tiene, sin embargo, vinculación con ciertas preocupaciones abrigadas por distintos pensadores. El romanticismo, con sus temas o rasgos característicos, había sido más propio de la primera mitad del siglo xix: libertad individual (que se expresa tanto en las personas como en los pueblos, pues cada exaltan cualidades de un sector de Valencia). Llama la atención que en República Dominicana no se haya creado un personaje que sintetizara nuestra vida rural. Quizá la razón radica en que por mucho tiempo la élite del país estigmatizó al campesino dominicano como persona haragana, viciosa y refractaria a toda acción progresista. Una visión distinta se desprende de los escritos de Pedro Francisco Bonó, cuestión que será dilucidada en el siguiente capítulo. 71 Es Walter Scott, poeta y escritor inglés, quien descubre la potencialidad de la literatura para expresar en forma adecuada las bondades y necesidades del pueblo. Tal tendencia estaría llamada a fructificar en la América española. 72 C. Beorlegui, Historia del pensamiento, p. 193. PFB-20140124.indd 66 24/01/2014 09:56:08 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 67 uno de ellos tiene una personalidad propia basada en su cultura), nacionalismo, nostalgia de tiempos pasados, lo irracional y su misterio, valoración de la verdad y la sinceridad, lo popular como sinónimo de moralidad y autenticidad. Sin embargo, al mediar la centuria, el movimiento romántico comenzó a causar el tedio característico de todo lo que llega a su fin. Ya la situación cambiaba y nuevos problemas dibujaban los contornos socio-económicos y políticos de Europa (particularmente España), Estados Unidos y Latinoamérica. Si los románticos se habían vuelto hacia el pasado como a «otro imaginario», como forma de evasión, los realistas, en cambio, [...] no quieren ver ya en el presente más que lo real, pero como prenda del porvenir prometido por una divinidad nueva: el Progreso. Se rompe con el pasado. Pero no basta ya con eludirlo […] sino que se quiere resueltamente un nuevo mundo, fundado en lo concreto y objetivo.73 En efecto, ese pueblo que otrora fue sujeto y objeto de intensos sentimientos, cantera de tradiciones y ensalzadas costumbres, ahora deviene fuente de preocupaciones sociales y económicas. Según E. Valdearcos: [...] el interés de los problemas sociales fue el factor determinante del cambio operado a mediados de siglo y conocido por el título de realismo […] A partir de 1850 ya el romanticismo denotaba fatiga […] La sociedad había cambiado y una serie de situaciones impactarían en el arte: el deseo de progreso, las desigualdades sociales, los problemas políticos. Se buscaba una nueva conexión directa con la realidad.74 Lo antes referido no implica, empero, que el realista se olvide de todas las preocupaciones enarboladas por el romanticismo. Más bien Enrique Valdearcos, «El arte del siglo xix: El romanticismo y el realismo», Clío, No. 34, 2008, en www.clio.rediris.es.ISNN1139-6237. Consultado el 29/08/2010. 74 Ibídem. 73 PFB-20140124.indd 67 24/01/2014 09:56:08 a.m. Julio Minaya 68 constituye una «corriente que desarrolla ciertas facetas del romanticismo, intensifica algunos de sus aspectos, prescinde de otros e innova».75 Lo que motiva la nueva actitud realista es, en definitiva, la emergencia de nuevos problemas para los cuales no hay solución a la vista: la oposición ciudad-campo y las dificultades vinculadas al mundo proletario que resultan del auge industrial provocado por el progreso tecno-científico (jornadas extenuantes de trabajo, salarios de miseria, condiciones deplorables de vida para el obrero y su familia). En Latinoamérica esta situación conllevó el surgimiento de una nueva ensayística y la realización de interesantes estudios científicos en torno a la realidad social. Un grupo de pensadores nacidos entre 1825 y 1850 vendría a dar respuestas a muchos de estos desafíos: José Martí (Cuba), Eugenio María de Hostos (Puerto Rico), Pedro Francisco Bonó (República Dominicana), Manuel González Prada (Perú). Aunque estos intelectuales se mueven en la nueva atmósfera mental del positivismo, no todos pueden ser considerados como positivistas. Solamente González Prada lo fue sin reservas, en tanto que Hostos comparte dicha condición con la de krausista. Pero el hecho es que el escenario latinoamericano fue dominado por el positivismo, doctrina portadora de un nuevo proyecto de reforma que será reorientado de acuerdo a las propias necesidades y circunstancias. El positivismo. Influencia y rol de cara a la estabilidad y la organización en latinoamérica Comte y Spencer: orden y progreso ansiados El positivismo llegó a suelo latinoamericano en una etapa crucial: cuando las emergentes naciones habían intentado, sin lograrlo, implantar regímenes que garantizaran siquiera un mínimo de estabilidad y orden. La nueva doctrina inspirada en Comte y Spencer ofrecía lo que tanto se había apetecido: orden y progreso. 75 Miguel Mañara, «Segunda mitad del siglo xix: Realismo y naturalismo», en www.rinconcastellano.com/sigloxix.html. Consultado el 30/08/2010. PFB-20140124.indd 68 24/01/2014 09:56:08 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 69 El anhelo de estabilidad era tan pronunciado que muchos estaban dispuestos a deponer hasta sus propios derechos y libertad a cambio de una vida ordenada y pacífica: «¡No más utopías!… Quiero orden y paz, aun cuando sea a costa de todos los derechos que tan caro me cuestan… Ya hemos realizado infinidad de derechos que no producen más que miseria y malestar en la sociedad».76 Al positivismo le cabe el mérito de haber servido de plataforma teórica al esfuerzo de la región por realizar las tareas organizativas que respondían al paradigma de la modernidad.77 La Escolástica había sido por más de tres siglos la filosofía dominante en el espectro cultural e intelectual latinoamericano, pues el pensamiento ilustrado y liberal solo había tenido una influencia parcial o reducida hasta 1860. Contrario a lo que había ocurrido en Europa, en Latinoamérica dichas vertientes filosófico-políticas no habían sometido a crítica el sistema de ideas propio del antiguo régimen. Tanto en el área educativa como en las demás orientaciones básicas de la vida individual y colectiva, el escolasticismo marcó las pautas a seguir incluso varias décadas después de proclamada la independencia respecto de la Corona española. No obstante, con el positivismo se registró un giro significativo: los latinoamericanos asistieron al primer ensayo –parcialmente exitoso– de aplicación del proyecto ilustrado en la región.78 Tal tentativa se realizó siguiendo las direcciones trazadas por los tres máximos creadores de la doctrina positivista: Augusto Comte, Herbert Spencer y John Stuart Mill. Luego de la Escolástica, el positivismo puede ser considerado como la filosofía de mayor influencia en Latinoamérica. Del conjunto de rasgos que acusa el positivismo en la región, Abelardo Villegas señala los siguientes: «Anti-Escolasticismo, conciliación y ruptura con el liberalismo, naturalismo, industrialismo, sajonismo y racismo».79 Francisco G. Cosmes, en el periódico La Libertad, citado por Leopoldo Zea, El pensamiento latinoamericano, Barcelona, 1976, pp. 390-391. 77 P. Henríquez Ureña, «Historia de la cultura», pp. 332-346. 78 El primer esfuerzo –fallido en sus resultados finales– lo emprenden sectores criollos vinculados a la Ilustración liberal; el tercer y último esfuerzo se produce en la segunda mitad del siglo xx y es el resultado del empuje de políticos e intelectuales partidarios del socialismo. 79 Abelardo Villegas, Panorama de la filosofía iberoamericana actual, Argentina, 1969, p. 19. 76 PFB-20140124.indd 69 24/01/2014 09:56:08 a.m. 70 Julio Minaya Recepción de las ideas de Comte en la región En Latinoamérica el positivismo no ejerce una incidencia uniforme. Por ejemplo, en los países que llegan a la vida independiente previo a 1850 (los de tierra firme) el positivismo más exitoso es el de Augusto Comte. En esos pueblos la consigna comtiana de que «no hay progreso sin orden, ni orden sin progreso»80 iba a tener entusiasta acogida. Su proyecto es portador de un plan de reforma social, política, económica y cultural que originariamente responde a las necesidades de paz, orden y estabilidad demandados imperiosamente por la sociedad francesa, pero que se prestaba –con las adaptaciones de lugar– para orientar cambios en sociedades como la hispanoamericana. Situaciones anárquicas (guerras civiles, golpes de Estado, etc.) y deficiencias institucionales caracterizaban a los franceses, pero también a mexicanos, argentinos, venezolanos. Además, todos estos países se encontraban abocados a la «materialización» del nuevo credo por excelencia: el ideal de progreso. En Iberoamérica ya se había obtenido la libertad; ahora el desafío radicaba en construir un clima de paz y orden que posibilitara las instituciones adecuadas para la constitución del Estado-nación. Basado en la ciencia moderna, y con una clara vocación laica, el espíritu positivo comtiano revestía un carácter evidentemente revolucionario para Latinoamérica. El desarrollo del normalismo, por ejemplo, estaría llamado a transformar notoriamente el sistema de enseñanza tradicional y a crear una nueva mentalidad de corte positivista. El país hispanoamericano que recibió la impronta más fuerte del positivismo fue México: «Juárez confió a dos hombres el plan de Comte ve expresada su idea de la armonía entre orden y progreso en cualquier aspecto de la realidad. Nos dice: «En un tema cualquiera, el espíritu positivo conduce siempre a establecer una exacta armonía elemental entre las ideas de existencia y las ideas de movimiento, de donde resulta más especialmente, con respecto a los cuerpos vivos, la correlación permanente de las ideas de organización propia del organismo social, la solidaridad continua de las ideas de orden con las ideas de progreso; y recíprocamente, el progreso deviene la finalidad necesaria del orden: como en la mecánica animal, el equilibrio y el progreso son mutuamente indispensables, a título de fundamento o destino». Augusto Comte, Discurso sobre el espíritu positivo, Barcelona, 1985, pp. 147-148. 80 PFB-20140124.indd 70 24/01/2014 09:56:08 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 71 reformas de la escuela mexicana: a los positivistas Gabino Barreda81 y Justo Sierra… La célebre Oración Cívica (1867), escrita por Barreda, representa el momento culminante del desarrollo del ideario positivista en un país latinoamericano».82 En Brasil los ideales positivistas83 –condensados en el lema Ordem e Progresso– quedaron plasmados incluso en su bandera nacional. El rol jugado por el positivismo en la forja de las instituciones brasileñas modernas está fuera de toda duda. Otro país marcado significativamente por el positivismo fue Argentina: tres generaciones –desde Sarmiento84 hasta José Ingenieros– se orientaron según sus postulados. Tanto Comte como Spencer tuvieron aquí fieles seguidores. El impacto ejercido por Spencer Contrario a México y Brasil, donde la filosofía de Comte tiene mayor acogida, en el Caribe antillano (Cuba, República Dominicana, Puerto Rico) se adopta fundamentalmente la versión spenceriana del positivismo. La explicación radica en que Spencer no subraya tanto el orden como el progreso, lo cual se debe a que su país, Inglaterra, disfrutaba de paz y estabilidad gracias al sistema liberal que había propiciado el desarrollo industrial y el espíritu mercantil. Lejos de postular un orden que no hacía falta, los ingleses ponían énfasis en su ansia ilimitada de progreso, el cual estaba en franca sintonía con el espíritu liberal de su entorno social. En los pueblos de las Antillas era preciso luchar por la libertad como condición sine qua non del progreso autónomo. De ahí que la filosofía del progreso de cuño spenceriano tuviera tan entusiasta acogida por parte del puertorriqueño Eugenio María de Hostos Filósofo y matemático; principal propulsor de la educación mexicana. Trató personalmente a Comte en París, del cual recibió varios cursos. 82 Julio Minaya Santos, Influencia del positivismo en el pensamiento de Pedro Francisco Bonó (tesis de grado), Santo Domingo, 1989, pp. 38-39. 83 En Luis Pereira Barreto (1840-1923) recae la misión de impulsar el desarrollo del positivismo en Brasil. 84 Este pensador y político fomentará y divulgará el positivismo argentino desde la Escuela Normal de Paraná. 81 PFB-20140124.indd 71 24/01/2014 09:56:08 a.m. 72 Julio Minaya y del cubano Enrique José Varona, así como de sus respectivos discipulados. Lejos de respetar el orden colonial hispánico heredado, estos pensadores propiciaron la ruptura, la lucha por la independencia. En esta subregión latinoamericana, como ha podido notarse, las ideas positivistas funcionan en cierto modo como arma de lucha por la liberación. Las de Comte fueron desechadas en lo político y religioso, pero asumidas en su aporte científico y en lo que atañe al desarrollo de una metodología educativa cónsona con los tiempos modernos. Esto indica el grado de criticidad con que los antillanos adoptaron las direcciones filosófico-políticas procedentes de Europa. Positivismo y espíritu moderno en Latinoamérica Intento modernizador en Latinoamérica Con el auge del positivismo se asiste al más serio intento por incorporar la sociedad latinoamericana al proyecto civilizador. Amplios sectores de la burguesía y de la clase media se pusieron en contacto con las nuevas ideas y adoptaron el estilo de vida que estas demandaban. En la mayoría de los países el crecimiento industrial basado en las nuevas técnicas y relaciones productivas registró un inusitado desarrollo. Se pensó que ya América Latina iniciaba un camino sin retorno hacia el modelo capitalista de producción. La filosofía positivista fue colocada al servicio del nuevo paradigma. La misma revistió un carácter ancilar al erigirse en servidora o instrumento epistemológico, lógico y metodológico de la ciencia. El papel de la filosofía en cuanto a la fundamentación y síntesis del quehacer científico devino esencial. Pero también el positivismo proponía «subordinar el poder político al sistema de las ideas científicas, ya que a dicho saber se le supone la capacidad de fundar un exitoso orden social en virtud de su naturaleza estable».85 Es que, 85 C. Sánchez, «El surgimiento de los Estados-nación», p. 119. PFB-20140124.indd 72 24/01/2014 09:56:08 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 73 según Comte, no solo es viable establecer leyes respecto al orden natural, sino que también se puede establecer un sistema legal de lo social que se traduzca en fórmulas de intervención que contribuyan a la estabilidad y al desarrollo de la sociedad. Todo ello conforme a un criterio científico-empirista que posibilita predecir lo que va a acontecer. Por su contribución en este aspecto, Comte ha sido reconocido como padre de la sociología. En su concepto, la nueva ciencia estaba llamada a trazar, junto a la política, el modelo de sociedad que requería la humanidad. Y en esta nueva configuración social diseñada por Comte un tema digno de mención es la visión acerca del lugar y función que estaría llamado a ocupar el género femenino. La mujer y su nuevo rol social En el proyecto de reforma de la sociedad enarbolado por el positivismo la mujer va a ocupar un espacio diferente al que la tradición le había reservado. Sus nuevas funciones en el quehacer educativo, viabilizadas por la Escuela Normal,86 le llevarían a ocupar un lugar central en la vida social: «Comte y sus seguidores en Iberoamérica propusieron «cientifizar» »el papel de la madre, en la medida en que, más que engendrar y nutrir, su cometido es educar...».87 Gracias a esta nueva visión, la mujer latinoamericana perteneciente a la clase media y alta tuvo la oportunidad de ser, además de madre, maestra. Necesaria mención, en este apartado, debe hacerse de la gestión modernizadora llevada a cabo por Eugenio María de Hostos en la República Dominicana: el filósofo y pedagogo puertorriqueño no se limitó a crear y desarrollar –por vez primera en el país– un formato de educación racional y laico en provecho de los jóvenes, sino que, junto a la poetisa y educadora Salomé Ureña («su discípula predilecta»), El normalismo como propuesta educativa moderna y científico-laica tuvo una aplicación exitosa en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo xix y el primer tercio del xx. Gran parte de su fructífera trayectoria se debe a la efectiva contribución hecha por la mujer. 87 C. Sánchez, «El surgimiento de los Estados-nación», p. 121. 86 PFB-20140124.indd 73 24/01/2014 09:56:08 a.m. 74 Julio Minaya funda el Instituto de Señoritas. Dicha institución «constituyó la experiencia educativa y pedagógica más importante para la educación de la mujer dominicana en el siglo xix […] En 1881, año en que fue fundado el Instituto, contaba con 51 estudiantes».88 Al incursionar en el seno de la sociedad con su papel de educadora, la mujer dominicana emerge como nuevo sujeto cultural. Desde entonces el sector femenino perteneciente a la pequeña burguesía se comprometió con el proyecto sustentado por la corriente positivista, dando con ello un nuevo dinamismo al quehacer cultural e intelectual de la República Dominicana. Horizonte crítico desde las ciencias sociales La implantación del positivismo en América Latina conllevó también el surgimiento de un refinado núcleo de pensadores dedicados a examinar con novedoso sentido la realidad socio-política, económica y cultural. Dichos pensadores elaboraron y ensayaron fórmulas tendentes a buscar soluciones a los principales problemas de cada país. A veces se intentaron importantes iniciativas regionales. Tal fue el caso de la histórica cumbre celebrada en Caracas el 2 de junio de 1877, en la que se encontraron los filósofos y sociólogos positivistas Eugenio María de Hostos, Rafael Villavicencio (venezolano) y José María Samper (colombiano), entre otras personalidades del ámbito caribeño. Tuvo por finalidad fundar el Instituto de Ciencias Sociales. Sobre lo que significó dicho evento, Luis Villalba señala: Aquel fue un momento privilegiado en la historia del positivismo caribeño […] En las actividades fundacionales del Instituto de Ciencias Sociales cada uno dictó una conferencia. Villavicencio habló sobre «La ciencia social», Hostos sobre «Las leyes de la sociedad» y Samper sobre «La teoría del gobierno».89 Carmen Durán, «Aportes a la lluvia de ideas. Salomé Ureña: mujer e ideología», Retrospectiva y perspectiva del pensamiento político dominicano. Compilación de conferencias, Festival de las Ideas, Santo Domingo, 2009, p. 207. 89 L. Villalba, El primer instituto venezolano de ciencias sociales, Caracas, 1961. 88 PFB-20140124.indd 74 24/01/2014 09:56:09 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 75 Para dichos intelectuales, los países latinoamericanos estrenaban una época nueva, promisoria, dado que todavía no se vislumbraban los grandes problemas que dificultarían el curso de la modernidad en los países periféricos, aquellos que dependían del capital procedente originariamente de Europa y luego de Estados Unidos. No solamente estaban por verse las limitaciones propias del positivismo, sino también las anomalías que traería consigo el proceso sui generis que desencadenaría el capitalismo monopólico en el seno de las formaciones sociales de América Latina, proceso que se desarrolló en el curso de los últimos treinta años del siglo decimonónico. Positivismo y crítica del catolicismo Debido a múltiples factores, los primeros intelectuales criollos que plantearon inicialmente la autonomía y luego la independencia plena respecto a España fueron en su mayoría sacerdotes. Hubo casos incluso en que los líderes del movimiento liberador fueron religiosos: Hidalgo y Morelos en México. Cuba es una muestra palmaria del papel que juega el cura en hacer inteligible y en motivar socio-políticamente el proceso de autonomía o independencia. Los nombres de José de la Luz y Caballero, Félix Varela y Agustín Caballero hablan claro de la decisiva participación intelectual y política del clero católico en Hispanoamérica. Pero si a ello agregamos el papel de los jesuitas en la introducción de las ideas modernas en el curso del siglo xviii, entonces se vuelve comprensible el que la Iglesia católica conservara sobre el conjunto de los pueblos de la región un ascendiente especial. El mismo Simón Bolívar fue criticado por las concesiones que hizo al poder eclesiástico, en tanto que el argentino Mariano Moreno –pionero indiscutible de la introducción de las ideas ilustradas en Suramérica– fue un ferviente católico. Es a partir de la presencia del positivismo –entre cuyos exponentes no se encuentran miembros de la clerecía católica– que por vez primera se ponen en entredicho planteamientos, prerrogativas y privilegios seculares del catolicismo, atacándose ante todo su brazo filosófico, el escolasticismo. Fueron críticos acérrimos de la Escolástica: Francisco PFB-20140124.indd 75 24/01/2014 09:56:09 a.m. 76 Julio Minaya Bilbao, Eugenio María de Hostos, Alejandro Angulo Guridi, Manuel González Prada, Enrique José Varona y Justo Sierra. Procedente de una familia oligarca y católica de Lima, Manuel González Prada se erigió en uno de los críticos más implacables del espíritu católico en Latinoamérica. Dio el frente a los que pregonaban, a finales del siglo xix, la crisis insalvable de la ciencia: «Bancarrota la hay en el catolicismo, que no supo levantar a la mujer ni alcanzó a liberar al esclavo…».90 Hostos, por su parte, enjuicia con palabras severas la filosofía educativa católica: «La Escolástica solo ha servido para deprimir la inteligencia humana… Los educandos no se atrevían jamás a pensar por su cuenta y riesgo, es verdad que tampoco hubieran podido…»91 Las impugnaciones de los positivistas al enfoque escolástico y a la religión católica constituyeron el primer debate en su género escenificado en la región. Discusión que ocupó espacios en la prensa, hizo presencia en las aulas e involucró importantes agentes del mundo cultural y político. El país en que dicha controversia tuvo mayores repercusiones fue México. Aquí el llamado grupo de los científicos –aliado al poder político por varios lustros– orientó un amplio plan de reformas que inició en 1867 y que conllevó la sepultura, no solo del régimen tradicional de enseñanza, sino de gran parte de los privilegios que los gobiernos anteriores habían concedido a la Iglesia católica.92 En República Dominicana también se asistió a un debate similar: si bien no alcanzó los ribetes de radicalidad del de México, por lo menos significó el primer intento de crítica al inconmovible poder hegemónico del clero católico en la esfera educativa. Debido al auge alcanzado al frente de la Escuela Normal en Santo Domingo,93 Hostos tuvo que sufrir los ataques de conspicuos M. González Prada, «Catolicismo y ciencia», Nuevas páginas libres, Santiago de Chile, 1937. 91 E. M. de Hostos, Obras Completas, vol. VI (Educación), tomo I (Ciencia de la pedagogía), Río Piedras, 1991, pp. 146-147. 92 Al igual que en todos los países del área, la religión católica en México fue considerada oficial. Sin embargo, tal privilegio se perdió al ser abolido el concordato con la Santa Sede por el Estado laico de inspiración positivista. Como resultado, y de acuerdo al Plan de Desamortizaciones, fueron confiscados los latifundios que desde la época colonial poseía la Iglesia. 93 «Hostos se convirtió en un semidiós en una sociedad tradicional, patriarcal. Fue […] versificado por los poetas, escuchado por los estudiantes, enamorado 90 PFB-20140124.indd 76 24/01/2014 09:56:09 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 77 representantes del clero que lo enfrentaron mediante boletines, artículos de prensa y cartas pastorales. El presbítero Francisco Xavier Billini (en un principio) y el arzobispo Fernando Arturo de Meriño (en una segunda fase) acusaron a Hostos de pretender crear una escuela que prescinde de dios.94 Tras ser apoyado por cuatro gobiernos en la implementación de su moderno plan pedagógico, Hostos escogió en 1888 el camino del exilio voluntario. Fue así como, después del inicio de la dictadura de Ulises Heureaux, se estableció en Chile. Modernidad «bastarda» y capitalismo anómalo El proceso de modernización que irrumpe en Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo xix viene de mano del capitalismo inglés. El liberalismo, que había alentado a los sectores radicales en la lucha libertaria –convirtiéndose en fuerte aliado contra el colonialismo español–, entró entonces en diálogo con el positivismo y vino a justificar el neocolonialismo anglosajón. Al respecto, J. Santana Castillo argumenta: Este positivismo latinoamericano permeado de un evolucionismo social […] propugnó la destrucción de las relaciones consideradas inferiores, vale decir, no modernas. De ahí el famoso lema de la civilización contra la barbarie que, dada la existencia de una población indígena o mestiza difícilmente asimilable al proyecto de modernidad que se pensaba construir, adquirió un marcado matiz racista.95 por las mujeres, sospechado por los eclesiásticos y observado por los políticos, en particular por Ulises Heureaux». Antonio Lluberes, «Positivismo, Hostos y normalistas», Retrospectiva y perspectiva del pensamiento político dominicano, Santo Domingo, 2009, p. 218. 94 En 1882 el presbítero Francisco Xavier Billini proclama que «lo único que rechaza es el descreimiento impío que pretende excluir a Dios de la escuela, el sentimiento de la inteligencia, y negar que Dios sea la fuente de vida de todos nuestros conocimientos». F. X. Billini, «Artículo aniversario», La Crónica, 4 de diciembre de 1882. 95 J. Santana Castillo, «Identidad cultural», p. 29. PFB-20140124.indd 77 24/01/2014 09:56:09 a.m. 78 Julio Minaya Para Joaquín Santana la modernización decimonónica presentó cinco rasgos anómalos, los cuales generaron «una modernidad bastarda». En el caso presente importa mencionar los dos primeros. En primer término, la fase inicial del proceso de modernización latinoamericana asimiló el latifundio al sistema, en vez de rechazarlo (se da una simbiosis latifundio-modernización). Y en segundo lugar, el nuevo esquema socioeconómico y político favoreció los intereses de las reducidas oligarquías nacionales y de los inversionistas extranjeros, marginando de los beneficios a la colectividad. De esta suerte, el proceso de modernización fue simplemente un nuevo esquema coyuntural por el que las sociedades locales se plegaron al conjunto de condicionamientos impuestos desde el exterior.96 Asistíamos, pues, a un nuevo colonialismo.97 Como requisito lógico de lo anteriormente expuesto, «la modernización se asoció por lo regular a un tipo de gobierno fuerte, autoritario y en ocasiones dictatorial […] Se abrigaron sueños civilizatorios que al ser aplicados se convirtieron en una terrible pesadilla para las masas pobres».98 En efecto, mientras que Inglaterra, Francia y los Países Bajos se configuraron como formaciones imperialistas industriales, las naciones ibéricas fueron vistas como obsoletas. En la búsqueda de materias primas y de mercados en los que colocar sus excedentes industriales, las antiguas colonias ibéricas, convertidas ya en repúblicas, adquirieron la condición general de neocolonias.99 Algunos intelectuales y políticos de la época pudieron captar el nuevo orden Bien lo afirma José Carlos Mariátegui: «…la época de la libre concurrencia en la economía capitalista ha terminado. Estamos en la época de los monopolios […] Los países latinoamericanos no son más que simples colonias». Citado por Roberto Fernández Retamar, Para el perfil definitivo del hombre, La Habana, 1981, p. 388. Cabe destacar aquí que ya Pedro Francisco Bonó, hacia 1881, denunció «el neocoloniaje» que irrumpía en el seno de la sociedad dominicana. 97 «Nuestra América –apunta Roberto Fernández Retamar– fue colonizada de nuevo, ya no por naciones atrasadas, sino por naciones verdaderamente occidentales, como Inglaterra y Estados Unidos, y conservando los atributos formales de la independencia […]» Dirá José Martí que a América Latina le ha llegado la hora de «declarar su segunda independencia». «Nuestra América y el occidente», Fuentes de la cultura latinoamericana, México, 1993, p. 171. 98 J. Santana Castillo, «Identidad cultural», p. 28. 99 Darcy Ribeiro, «La cultura latinoamericana», Fuentes de la cultura latinoamericana, México, 1993, p. 117. 96 PFB-20140124.indd 78 24/01/2014 09:56:09 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 79 en ascenso: José Martí, Eugenio María de Hostos, Pedro Francisco Bonó y Manuel González Prada. Durante la segunda mitad del siglo xix el mundo entero quedaría convertido en un solo mercado en el que habría de reinar la más absoluta desigualdad. En lo que concierne a América Latina, las injusticias sociales provocadas por dicho sistema tendrían repercusiones político-sociales de excepción. Dictadura «honrada» o progreso a toda costa El «frenesí de progreso» que caracterizaba a Europa desde el siglo xviii se apoderó de importantes núcleos de intelectuales y políticos del subcontinente. Se creyó ver llegada la hora de un definitivo despegue hacia la modernización latinoamericana. Pero este fue el tiempo en que las multinacionales extendieron sus tentáculos por toda la demarcación: «El mundo entero ha sido un solo mercado para algunos artículos claves desde la segunda mitad del siglo xix».100 Obviamente, en el nuevo orden mundial que así surgió a Latinoamérica se le asignó un definido rango de subordinación. Como expresa Alejandro Korn: «Hemos sido colonia y no hemos dejado de serlo a pesar de la emancipación política… dependemos de energías extrañas, y la vida intelectual, sobre todo, obedece con docilidad, ahora como antaño, al influjo de la mentalidad europea».101 Así pues, las nuevas conformaciones sociales latinoamericanas surgidas en las grandes ciudades al amparo del positivismo se lanzaron con avidez tras las novedades mercantiles, con lo que se incrementaron el lujo y la riqueza. Políticos y militares, con el apoyo de la intelectualidad positivista, conformaron gobiernos pragmáticos y despóticos al servicio del industrialismo dependiente. De esta suerte emergieron las denominadas «dictaduras honradas». Tal expresión, originada en México, sirvió para designar la gestión exitosa Arnold J. Toynbee, «El hemisferio occidental en un mundo cambiante», Fuentes de la cultura latinoamericana, México, 1993, p. 257. 101 A. Korn, «Filosofía argentina», Obras completas, Buenos Aires. Citado por Augusto Salazar Bondy, ¿Existe una filosofía de nuestra América?, México, 1988, p. 40. 100 PFB-20140124.indd 79 24/01/2014 09:56:09 a.m. 80 Julio Minaya del primer «dictador honrado», Porfirio Díaz, quien disfrutó del respaldo incondicional del «Partido de los científicos». Como puede advertirse, la política y la ciencia caminaron unidas de las manos. Según L. Zea, en esta coyuntura la burguesía mexicana: [...] cedía sus derechos políticos y los del pueblo mexicano, porque así convenía mejor a sus intereses, en beneficio de sus derechos económicos […] Había logrado hacer de Porfirio Díaz el «tirano honrado» que satisfacía sus intereses. Por esta razón lo apoyaba y lo apoyaría mientras así fuese.102 Estos tiranos apoyados por los intelectuales positivistas asumieron la función de «contribuir» al mantenimiento del orden y de garantizar la libertad de los agentes productivos. Durante el período el liberalismo económico registró una de sus más exitosas jornadas. Como resultado, el positivismo –que había jugado un papel de avanzada–devino a la postre conservador: ayudó a alimentar una enorme burocracia estatal dirigida por el déspota de turno y viabilizó teóricamente el que los capitalistas extranjeros y las élites nacionales se enriquecieran enormemente a costa de la extrema pobreza de los sectores populares. Como consecuencia última, los países latinoamericanos sucumbieron encadenados a exorbitantes deudas externas. Es innegable el avance que experimentó la industria a la sazón, gracias a la estabilidad lograda.103 Pero, en realidad, ferrocarril, telégrafo, alumbrado eléctrico, etc., constituyeron el espejismo de una prosperidad que derivó en grandes desigualdades e injusticias. En definitiva, si es cierto que en determinados aspectos puede hablarse L. Zea, El pensamiento, pp. 404-405. Luego de puntualizar que en el período 1850-1870 las naciones de la América española acabaron de definir su forma de organización, P. Henríquez Ureña hace una breve descripción del nuevo panorama: «Con la estabilidad comenzó el restablecimiento económico; dos señales fueron la multiplicación de los bancos y la de los ferrocarriles […] En todas partes […] influyó el poderoso desenvolvimiento económico del mundo moderno y hacia 1880 se vio nacer o renacer, en mayor o menor grado, la prosperidad». P. Henríquez Ureña, «Historia de la cultura», p. 333. 102 103 PFB-20140124.indd 80 24/01/2014 09:56:09 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 81 de progreso, en otros muchos hubo notorio retroceso.104 Y aquí nos encontramos con las serias deficiencias del positivismo. Limitaciones del positivismo El positivismo exhibe en Latinoamérica tanto éxitos como fracasos. Revistió un carácter revolucionario como arma teórica y educativa que compitió con modas y formas tradicionales y coloniales de vida, doblegándolas en algunos casos, neutralizándolas en otros. Por vez primera diversos segmentos de la población tuvieron acceso a los avances de la ciencia y la técnica modernas. Se inició y desarrolló un sorprendente interés por los estudios de las ciencias sociales (aparecen los primeros sociólogos, cuyo interés primordial es investigar la sociedad donde viven y sus múltiples problemáticas) y se multiplicaron los periódicos, con lo que se creó un amplio espacio para las discusiones y se dio lugar a la formación de una opinión pública de amplia cobertura. Por último, emergieron nuevos agentes defensores de la Ilustración en virtud de la profesionalización de ciertos núcleos poblacionales anteriormente marginados; tal fue el caso de la mujer. En adición a lo antes señalado, en países como República Dominicana se crearon a finales del siglo xix importantes medios de difusión cultural, tales como las sociedades Amigos del país, Amantes de la luz, Renacimiento, La Republicana, Amantes de las letras, La Progresista y La fe en el porvenir, sin contar los clubes recreativos y de damas.105 Vale también recordar aquí el papel activo que en el país desempeñó la masonería, institución socio-cultural que en el lapso que va de 1856 a 1900 impulsó el establecimiento de más de veinte logias.106 Todos estos avances son endosados al positivismo, que logró insuflar vida moderna al tradicional mundo socio-cultural «El positivismo, que había dado bases teóricas a nuevas oligarquías o dictaduras, se anquilosaba al igual que éstas […] la llamada filosofía del progreso se mostraría […] como una filosofía del retroceso». L. Zea, El pensamiento, pp. 409-410. 105 C. Durán, «Aportes», p. 209. 106 Francisco Pérez Soriano, «Pertinencia de ideas y corrientes filosóficas durante la segunda mitad del siglo xix e inicios del xx en República Dominicana», Academia, No.1, 2009, pp. 45-83. 104 PFB-20140124.indd 81 24/01/2014 09:56:09 a.m. 82 Julio Minaya latinoamericano. Sin embargo, su afán civilizador, que contrapone civilización (lo europeo) y barbarie (lo indígena, lo africano, lo mestizo) en función del determinismo biológico y el darwinismo social, degeneró en el menosprecio de formas culturales milenarias y del mestizaje,107 elementos esenciales de nuestras sociedades. En Ecuador, Bolivia, Argentina y Perú el positivismo tuvo fuertes connotaciones racistas, a tal extremo que el boliviano Nicomedes Antelo propuso la abolición de la raza indígena por considerarla obstáculo insalvable al necesario proceso de modernización. Argumenta al respecto: El indio no sirve para nada. Si la extinción de los inferiores es una de las condiciones del progreso universal, como dicen nuestros sabios modernos, y como lo creo, la consecuencia, señores, es irrevocable, por más dolorosa que sea. Es como una amputación que duele, pero que curará la gangrena y salvará de la muerte.108 De acuerdo a esta perspectiva filosófica, biológica y ética, el inferior debe desaparecer para dar lugar al superior, verdadero garante del progreso, que consiste esencialmente «en la transformación de lo homogéneo en heterogéneo».109 Según la concepción spenceriana, tal transformación no se basa en un simple enunciado, sino que tiene su fundamento en una ley.110 En Latinoamérica, la noción de progreso iba a ser puesta en cuestionamiento por intelectuales críticos de la estirpe de José Martí, Pedro Para Hugo E. Biagini, la corriente positivista no puede erigirse en una «filosofía emancipadora», pues entre otros lastres en ella «convergen los planteos tecnocráticos y la discriminación étnica, la justificación del sometimiento ante diversos centros de poder, la adopción de actitudes aristocráticas y jingoístas». «Espiritualismo y positivismo», El pensamiento social y político iberoamericano del siglo xix, Madrid, 2000, p. 338. 108 F. Larroyo, La filosofía, p. 109. 109 Herbert Spencer, Creación y evolución, Buenos Aires, 1973, p. 99. 110 Se trata de la «ley del progreso orgánico», la cual abarca todos los órdenes de la realidad: la tierra, los seres vivos que la habitan, la sociedad humana y el conjunto de sus creaciones científicas, artísticas y espirituales. En cada ámbito nos encontramos con la misma ley del progreso, la cual consiste «esencialmente en la transformación de lo homogéneo en heterogéneo». H. Spencer, Creación, pp. 75 y 79. 107 PFB-20140124.indd 82 24/01/2014 09:56:09 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 83 Francisco Bonó, Manuel González Prada, Prudencio Vásquez y Serafín Álvarez, quienes enjuiciaron críticamente la nueva religión secular predicada con frenesí por el liberalismo económico y el positivismo. Surgimiento de un pensamiento crítico en Latinoamérica Como fruto de la vinculación entre el intelectual y el político –hecha posible por el Estado positivista–, pero además gracias al nuevo sector urbano de clase media promovido intelectual y profesionalmente, surgen unos pensadores que logran captar algunas de las relaciones fundamentales que se dan en la modernidad finisecular latinoamericana. Mediante la observación y el análisis cuidadoso de esas relaciones, dichos pensadores pudieron comprender los hilos que la nueva realidad tejía. Algunas de las conexiones puestas en evidencia por la mirada inquisitiva del nuevo grupo de literatos y pensadores son las siguientes: a. la vinculación entre el proyecto civilizador y el plan neocolonial de naturaleza imperialista impulsado por los Estados Unidos (se sospecha del panamericanismo); b. la relación de oposición entre el habitante de la ciudad y el habitante rural; c. el hecho de que la producción de riquezas posibilitada por la ciencia y la técnica modernas beneficia exclusivamente al extranjero y a la élite local; d. la subsecuente generación de pobreza y miseria entre los trabajadores y campesinos; e. la distinción fundamental entre sociedad europea y sociedad latinoamericana (a sociedades distintas deberían corresponder diferencias jurídicas y políticas). Estas y otras teorizaciones, que llevaban aparejadas una manera nueva de abordar la realidad social en la región, tuvieron como alimento teórico ideas que impugnaban el enfoque positivista. Uno de los autores más sobresalientes de la nueva crítica social es José Martí, quien «le opondrá resistencia desde la literatura a partir del nuevo PFB-20140124.indd 83 24/01/2014 09:56:09 a.m. 84 Julio Minaya esquema del intelectual moderno que ya había logrado independizarse del Estado».111 La situación de insatisfacción espiritual se iba a expresar muy especialmente en la oposición a la idea-fuerza que había marcado toda la larga etapa que va del siglo xviii al xix: el credo progresista. Enjuiciamiento del ideal de progreso Convertido en leitmotiv del proceso modernizador que se pretendió efectuar en Latinoamérica, el progreso a ultranza encontró allí objetores radicales. Se trataba de intelectuales autónomos, marginales, cobijados ya fuera en el eclecticismo, el socialismo utópico, el krausismo, el neocatolicismo,112 el romanticismo histórico o el liberalismo romántico. Estos pensadores, a diferencia de los que sirvieron de maestros o guías de la filosofía positivista y del paradigma civilizador correspondiente (Sarmiento, Villavicencio, Hostos, etc.), se distanciaron de la nordomanía, del racismo, del industrialismo y de la misión redentora con que se identificó al progreso técnico-científico. Como explica Cecilia Sánchez: «el nuevo intelectual, independizado del Estado, continuará en su papel de ideólogo de la sociedad y en una relación compleja y contradictoria con el poder político».113 Algunos de estos intelectuales ostentan la paternidad de los estudios sociológicos en sus respectivos países, análisis que llevan a cabo con una visión amplia y bastante disidente, ya que se auxilian de discursos filosóficos alternativos al positivismo, además de que se C. Sánchez, «El surgimiento de los Estados-nación», p. 122. Entre las vertientes teóricas europeas que intentaban dar respuestas a la realidad durante el siglo xix, Mu-Kien A. Sang da realce a las siguientes: neocatolicismo, marxismo, positivismo, idealismo y liberalismo. Sostiene que «El neocatolicismo […] intentó restablecer las tradiciones católicas en la vida social y en el gobierno del Estado, pero defendiendo el progreso y la modernidad. Los teóricos de esta corriente sustentaban que la verdad divina debía definir los caminos que permitirían construir los destinos de la humanidad. Abogaban por la necesaria renovación dentro de la Iglesia católica […] Los principales teóricos de esta corriente fueron Ballanche, Chateaubriand y Lamennais». Mu-Kien A. Sang, «Hostos y el positivismo. Una visión desde el siglo xxi», Retrospectiva y perspectiva del pensamiento político dominicano, Santo Domingo, 2009, pp. 190-191. 113 C. Sánchez, «El surgimiento de los Estados-nación», p. 123. 111 112 PFB-20140124.indd 84 24/01/2014 09:56:09 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 85 valen del examen historiográfico y de la creación literaria. De este modo se asiste en Latinoamérica a un ajuste de cuentas respecto a los efectos nocivos producidos por la irrupción del capital monopólico y por un desarrollo industrial que sume en la miseria a las masas proletarias y campesinas. Un pathos ético humanista alienta el interés epistémico de estos teóricos. Digno de mención es Prudencio Vásquez y Vega, de Uruguay, quien lleva a cabo un enjuiciamiento, en clave krausista, de los sectores positivistas de su país. Denuncia, particularmente, la excesiva búsqueda del éxito material y el desbordado socio-darwinismo: «No por tener ferrocarriles y telégrafos –advierte– los pueblos viven tranquilos y felices… más conviene al bienestar y al progreso general de las sociedades infundir en la conciencia pública los santos principios de moralidad y de justicia…».114 De especial interés resulta el debate escenificado a inicios de la década de los ochenta del siglo xix por los intelectuales argentinos Alexis Peyret y Serafín Álvarez. El primero defiende febrilmente el progreso general que trae consigo la técnica moderna aplicada a la industria, en tanto que el segundo lo cuestiona. En efecto, para Peyret el desarrollo industrial propicia el mejoramiento moral de la sociedad al desterrar el odio, superar la miseria y permitir rebasar las costumbres ancestrales de nuestras sociedades. Desde su perspectiva, bastaría con lograr el desarrollo industrial a partir de la implementación de las enseñanzas y recomendaciones de las ciencias naturales y sociales.115 Por su parte, Álvarez, en sus Cuestiones sociológicas (1886), refuta tales alabanzas del progreso industrial y disputa las supuestas bondades del mismo. En primer lugar, no comparte la opinión reinante relativa a la supuesta inferioridad étnica de los mestizos e indígenas; en segundo término, rechaza que la sociedad argentina esté incapacitada para las funciones del autogobierno. Pero, de otro lado, H. E. Biagini, «Espiritualismo», p. 324. Peyret había nacido en Francia y estudiado en la Sorbona. Fue diputado parisiense y colaborador de Lamennais. De París pasa a Argentina y se incorpora a los liberales-positivistas. Estas consideraciones las emite en el periódico por él fundado hacia 1881, El Constitucional. Ver H. E. Biagini, «Espiritualismo», p. 328. 114 115 PFB-20140124.indd 85 24/01/2014 09:56:09 a.m. 86 Julio Minaya opina que si bien los partidos políticos pretenden identificarse con el progreso del pueblo, no pasan de ser bandas peligrosas que practican una democracia fraudulenta. Y agrega: El pueblo ha aprendido esta frase «¡progresamos!». Y en medio de sus mayores dolores la repite con consuelo […] La banda política ha hecho del sentimiento patriótico arma de defensa y de combate. La patria es el gobierno, como el Papa es Dios […] el sud-americano tiene que estar repitiendo, porque así lo mandan, que es libre, que es rico, que es grande, que tiene el mejor gobierno, que ha tenido los héroes más notables, y que dentro de poco tiempo su patria será la más poderosa del mundo.116 Por la misma ruta seguida por Álvarez transita el dominicano Pedro Francisco Bonó. Ambos no solamente ponen en entredicho la idea del progreso –credo tan celebrado por doquier en la zona–, sino que apuestan también al nuevo tipo de hombre latinoamericano, el que, como resultado del entrecruzamiento étnico-cultural, exhibe una cualidad especial: el cosmopolitismo. Es así como durante la década de los ochenta, años en que Álvarez desarrolla su mirada escrutadora de la realidad social argentina, Bonó publica su enjundioso estudio Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas (1881), trabajo que lo convierte en el pionero de los estudios sociológicos en el país. También da a conocer el ensayo Opiniones de un dominicano (1884), texto en el que se revela como uno de los principales librepensadores de la República Dominicana. Álvarez y Bonó ponen en tela de juicio tanto la noción liberalpositivista de progreso, como la existencia parasitaria y corrupta de los partidos políticos. H. E. Biagini, «Espiritualismo», p. 329. 116 PFB-20140124.indd 86 24/01/2014 09:56:10 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 87 Decadencia del positivismo y surgimiento de nuevas expresiones filosóficas y científicas El ocaso del positivismo latinoamericano El positivismo latinoamericano, revolucionario en una primera etapa, se volvió cada vez más rancio y retrógrado en el período finisecular. Había hecho causa común con las denominadas «dictaduras morales», brindando sustentación doctrinaria a los «gendarmes necesarios»,117 los cuales dieron apoyo firme al capital europeo y norteamericano, viabilizando de esta manera el proceso de industrialización alcanzado por diversos países de la región. No obstante, lejos de fortalecer políticamente a las nuevas naciones, el desarrollo industrial obtenido originó una nueva modalidad de colonialismo, como ya se tuvo ocasión de exponer. Conforme el positivismo fue revelándose incapaz de dotar de sentido a la época que iniciaba –caracterizada por cambios paradigmáticos en todos los órdenes de la vida–, fueron emergiendo novedosas formas de pensamiento. Y es que, propiciado por la irrupción de la teoría evolucionista y los avances de la genética, se estaba verificando un cambio de la imagen del mundo, transformación histórica que implicaba un acelerado proceso de secularización global de la vida social y espiritual. Nuevas orientaciones de la filosofía europea y su impacto en la región La consecuencia inmediata de los cambios escenificados en la ciencia y la tecnología fue la intensa crisis que sacudió los cimientos en que descansaban los ámbitos del creer, el saber y el poder del mundo occidental. Dudas poderosas y sobradas preguntas sin respuestas instalan en la perplejidad existencial a gran parte del sector intelectual. Dentro de esta atmósfera se ven surgir nuevos Especie de dictadores sustentada teórica e ideológicamente por la intelligentsia positivista de varios países hispanoamericanos. Se postulaba que para lograr el añorado progreso se requería de un orden, el cual solo podía ser alcanzado colocando una personalidad de carácter fuerte o autoritario a la cabeza del Gobierno. En el positivismo latinoamericano las libertades públicas –como otras prendas de la vida espiritual– carecían de la importancia que se les había dispensado durante el Siglo de las Luces. 117 PFB-20140124.indd 87 24/01/2014 09:56:10 a.m. 88 Julio Minaya paradigmas trastornadores del modo tradicional de entender y vivir, los cuales provocaron incertidumbres que terminaron por cuestionar nociones otrora sacralizadas como naturaleza humana, razón, verdad, mente. Como resultados inesperados sobrevinieron el secularismo y el materialismo crecientes (Darwin, Renán, Marx), el escepticismo y el pesimismo (Schopenhauer), el vitalismo y el nihilismo (Nietzsche). Ni la religión, ni la moral, ni el propio ideal de progreso tecnocientífico escaparon a la intensa corriente crítica que se desencadenó.118 Entretanto, el positivismo latinoamericano se tornó intolerable en las postrimerías de la centuria decimonónica e inicios del siglo xx. Bajo su influjo directo se habían alcanzado innegables conquistas en lo que concierne al desarrollo científico-técnico, educativo y cultural, mas al final pretendió extenderse más allá de sus limitaciones valiéndose del poder político-militar que lo sustentó y de su fuerza dogmática. Las nuevas modalidades de pensamiento que se abrían paso desde Europa se difundieron también por Latinoamérica. Aparte de los autores previamente referidos, Europa ve emerger otros que inician una crítica directa al ideario positivista y que ponen en evidencia su obsolescencia. Entre los nuevos pensadores descuellan Boutroux, Croce y sobre todo Bergson. Varios autores latinoamericanos vienen a sumarse a estas nuevas orientaciones del discurso filosófico: Antonio Caso y José Vasconcelos (México), Carlos Vaz Ferreira (Uruguay), Enrique Molina (Chile), Alejandro O. Deustua (Perú) y Alejandro Korn (Argentina). Segunda búsqueda de la originalidad latinoamericana Además del grupo de filósofos aludidos anteriormente, cabe hacer mención especial de ciertos literatos y humanistas que, más allá de El pulso anímico e intelectual del mundo occidental que resulta del proceso de modernización que vivió la humanidad durante la centuria decimonónica es atisbado por un autor dominicano poco más de un siglo después: «A partir del siglo xix, la consolidación de la modernización produce, en Occidente, el oscurecimiento del sentido del mundo: nada parece tener valor, se pierde el sentido, la medida para saber qué es más, qué es menos, qué es arriba y qué es abajo. Las creencias y los ideales milenarios caen en el suelo polvoriento y se hacen hechos añicos. En el reloj de la humanidad comienza a sonar la hora del nihilismo». L. O. Brea Franco, La modernidad, Santo Domingo, 2007, p. 56. 118 PFB-20140124.indd 88 24/01/2014 09:56:10 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 89 criticar el positivismo, efectuaron una revisión general de la cultura latinoamericana, descubriendo como una de sus tentaciones el peligro de la imitación ciega del pragmatismo,119 doctrina prohijada por la cultura estadounidense. Frente a dicha corriente postulan el cultivo de los valores propios de la cultura latina y la defensa firme de las creaciones y aportes de las nuevas sociedades latinoamericanas, todo ello enmarcado en la busca de originalidad. José Martí,120 José Enrique Rodó y Pedro Henríquez Ureña121 hacen un llamado al cultivo de la creatividad y a no cifrar en modelos extraños los anhelos por construir una nueva sociedad y cultura. Entienden que nuestra organización sociopolítica tiene que responder a la idiosincrasia de nuestros pueblos. Tal era el panorama intelectual prevaleciente en América Latina en los años finales del siglo xix y en los albores del xx, cuando un En la época experimenta especial auge la doctrina norteamericana del pragmatismo. William James, su principal exponente, tuvo una poderosa influencia en la juventud latinoamericana, lo cual fue visualizado como grave amenaza para la vida espiritual de nuestros pueblos. Así lo captó y denunció el uruguayo José Enrique Rodó en su obra Ariel, publicada en 1900. Luego de plantear cómo los Estados Unidos de América encarnan el verdadero espíritu utilitarista, y de constatar la emulación que en la región se hacía del propósito pragmatista de la vida humana, el pensador confiesa: «La poderosa federación va realizando entre nosotros una suerte de conquista moral. La admiración por su grandeza y por su fuerza es un sentimiento que avanza a grandes pasos en el espíritu de nuestros hombres dirigentes y, aún más quizá, en el de las muchedumbres […] Y, de admirarla, se pasa, por una transición facilísima, a imitarla […] Se imita a aquel en cuya superioridad o cuyo prestigio se cree […] Tenemos nuestra nordomanía. Es necesario oponerle los límites que la razón y el sentimiento señalan de consuno». J. E. Rodó, Ariel, Santo Domingo, 1981, pp. 69-70. 120 Previo al trabajo reflexivo de Rodó, ya José Martí invitaba (Nuestra América, México, 1891) a trillar camino propio, a escuchar el canto de la tierra y del hombre en ella. Habla del indio, del negro y del mestizo como elementos constitutivos de la sociedad latinoamericana. Reconoce que hay un «enigma latinoamericano» que habrá de ser descifrado, pero en clave latinoamericana, no europea ni estadounidense. Ver J. Martí, «Nuestra América», Precursores del pensamiento latinoamericano contemporáneo, México, 1979, pp. 70-83. 121 En el primer cuarto del siglo xx P. Henríquez Ureña siente la preocupación de sembrar ideales fecundos en la conciencia latinoamericana. Lo que más le arredra es la dispersión de nuestras naciones, mientras que en el Norte los Estados lucen compactos: «No nos deslumbre el poder ajeno, el poder es siempre efímero […] Cuatro siglos de vida hispánica han dado a nuestra América rasgos que la distinguen. / La unidad de su historia, la unidad de propósitos en la vida política y en la intelectual, hacen de nuestra América una entidad, una magna patria, una agrupación de pueblos destinados a unirse cada día más y más. […] la desunión es el desastre». P. Henríquez Ureña, «La utopía de América», pp. 467-468. 119 PFB-20140124.indd 89 24/01/2014 09:56:10 a.m. 90 Julio Minaya sector importante de la intelectualidad buscaba con denuedo originalidad, creatividad y unidad. Inquietudes parecidas enarbola en República Dominicana Pedro Francisco Bonó. Se trata de un pensador a quien los sectores de poder sumieron deliberadamente en el olvido, pues se tuvo que esperar hasta 1963 –medio siglo desde su fallecimiento– para poder volver a publicar sus principales escritos. Como se verá, conocer la evolución de su vida es, al mismo tiempo, un interesante ejercicio que permite visualizar los detalles y las perplejidades del devenir histórico de la sociedad dominicana. PFB-20140124.indd 90 24/01/2014 09:56:10 a.m. SEGUNDA PARTE PFB-20140124.indd 91 24/01/2014 09:56:10 a.m. PFB-20140124.indd 92 24/01/2014 09:56:10 a.m. Biografía de Pedro Francisco Bonó Pedro Francisco Bonó: origen y primeros pasos. Identificación con su medio Pedro Francisco Bonó Mejía nace el 18 de octubre de 18281 en la ciudad de Santiago de los Caballeros en el seno de una familia dedicada al comercio. Su padre, José Bonó, era de origen franco-italiano y había nacido en la región norte de Saint-Domingue alrededor de 1780; mientras que su madre, Inés Mejía, era de ascendencia criolla, con parientes de prestancia vinculados al movimiento trinitario y restaurador.2 Diversos autores discrepan respecto a esta fecha. Tal es el caso de J. Max Ricardo Román, primer biógrafo de Bonó, quien se atiene a la declaración que le ofreciera en 1947 Manuel de Jesús Bonó, sobrino del pensador. Según esta fuente, Bonó habría nacido el 28 de octubre de 1830. Ricardo Román, «Pedro Francisco Bonó», Clío, No. 120, 1963, pp. 100-120. Tal fecha no se corresponde, empero, con los ochenta y dos años que le atribuye el referido sobrino a su tío Pedro Francisco Bonó al momento de hacer la declaración formal de su fallecimiento en San Francisco de Macorís de 1906. De haber muerto a los ochenta y dos años, Bonó debió haber nacido en 1824. Otros autores que rechazan el nacimiento de Bonó el 18 de octubre de 1828 son Rufino Martínez y Juan Francisco Martínez Almánzar. No obstante, Raymundo González y Roberto Cassá, principales estudiosos de Bonó en la actualidad, coinciden con la objetada fecha. En el presente trabajo se asume, igualmente, que la fecha en que nace Pedro Francisco Bonó es el 18 de octubre de 1828. 2 Era hermana del general Bartolo Mejía, nativo de Mao, quien prestó valiosos servicios durante la Guerra de la Restauración desde el Cantón de La Sierra (San José de las Matas), demarcación que comandaba. 1 93 PFB-20140124.indd 93 24/01/2014 09:56:10 a.m. 94 Julio Minaya Los abuelos de Bonó por vía paterna fueron Lorenzo Bonó, de origen italiano, y Eugenia de Port, de procedencia francesa, específicamente de Bretaña. Ambos eran dueños de plantaciones al momento de estallar la Revolución haitiana hacia 1791. El abuelo de Bonó, Lorenzo Bonó, falleció a consecuencia del levantamiento revolucionario de los esclavos en Haití; en tanto que su abuela, Eugenia de Port, y su padre José Bonó –que a la sazón tenía nueve años– lograron escapar gracias a la protección que le dispensó una esclava y a que el pequeño fue disfrazado de paje a fin de simular ser de sexo femenino. De acuerdo a informaciones suministradas por el doctor Virgilio de Peña Añil y María Altagracia Francisco de Peña Añil (ambos procreados por Carmen Añil Bonó, sobrina-nieta de Pedro Francisco Bonó, fallecida en el año 2005), la abuela y el niño –que pasado el tiempo se convertiría en el padre de nuestro biografiado– cruzaron la frontera y llegaron al poblado sureño de Bánica, lugar en el que fueron auxiliados. Luego prosiguieron viaje hacia el norte, radicándose primeramente en Puerto Plata y después en Santiago. Estos datos coinciden con la versión de los hechos ofrecida por Juan Francisco Martínez Almánzar, según la cual Lorenzo Bonó fue ultimado por las huestes de Cristóbal durante la Revolución haitiana, por lo que su viuda tuvo que abandonar Cabo Haitiano o Guarico con su hijo José disfrazado de niña.3 Pedro Francisco fue el segundo de los seis hijos procreados por el matrimonio Bonó-Mejía. Dado que era el mayor de los hijos varones, sus progenitores decidieron enviarlo a vivir con su abuela, quien residía en Puerto Plata, donde poseía vastas extensiones de tierra dedicadas a la crianza de ganado. Las responsabilidades contraídas por el joven dentro del entorno familiar, bien fuera auxiliando a su abuela, bien compartiendo los afanes mercantiles de sus padres, le impidieron cursar estudios formales, algo entonces asequible solo a muy pocos jóvenes. En cambio, sus fieles amigos Benigno Filomeno de Rojas y Ulises Francisco Espaillat 3 J. F. Martínez Almánzar, Bonó, Luperón y Heureaux, Santo Domingo, 2006, p. 1. PFB-20140124.indd 94 24/01/2014 09:56:10 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 95 sí tuvieron la oportunidad de prepararse profesionalmente, para lo cual viajaron a Europa. Recordemos que Bonó vivió sus primeros dieciséis años de vida bajo la ocupación haitiana (1822-1844), período durante el cual la única instrucción que recibían los niños era la que sus familias podían proveerles. La universidad había sido clausurada por los ocupantes en 1823, y hubo de esperarse hasta la segunda mitad del siglo xix –cuando Bonó era ya un adulto4– para poder disponer de un centro universitario: el Instituto Profesional. De ahí que Bonó no tuviera otra opción que convertirse en autodidacta. En efecto, adquiere licencia para ejercer de abogado gracias a la única vía que a la sazón estaba al alcance de sus manos: comprar y leer los libros asignados del área de derecho y prepararse para demostrar su aptitud ante un jurado examinador conformado por jueces de la Suprema Corte de Justicia. Bonó logró el título de Licenciado en Derecho5 tempranamente,6 antes de cumplir veinticuatro años, pues ya en 1851 se desempeñaba como fiscal en Santiago. Resulta importante adentrarse en la primera etapa de la vida de Bonó y conocer así algunos de los factores que concurren en su formación social, humana e intelectual. En esta búsqueda, el propio Bonó nos suministra un importante dato: al estar junto a su abuela por más de dos décadas, absorbe la cultura francesa en forma directa Tenemos el siguiente retrato físico y moral de nuestro biografiado: «Pedro Francisco Bonó era un hombre blanco, rosado, alto, elegante en el vestir, de maneras distinguidas, de rostro alargado, delgado, lampiño o rasurado, de facciones un tanto austeras, de ojos de mirar sereno, como su propia conciencia, labios firmes y apretados que revelan la entereza de su carácter, un poco apegado a sus ideas, de maneras sencillas aunque algo aristocráticas, sumamente caritativo, y de muy animada e instructiva conversación, tanto en castellano como en francés […]». J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 104. 5 Mientras Bonó se capacita de semejante manera, jóvenes de las colonias hispánicas de Puerto Rico (como Eugenio María de Hostos y Alejandro Tapia) y Cuba (como José Agustín Caballero, José Martí o Enrique José Varona) tienen el privilegio de estudiar en Europa y conocer lo más refinado de la ciencia y la filosofía del momento. Por supuesto, el mérito de Bonó aumenta en la medida en que comparamos las condiciones en que vivían y se preparaban dichos antillanos con las circunstancias por las que atravesaba la patria del pensador criollo. 6 Adolescente, trabajó en el establecimiento comercial de don Furcy Fondeur en Santiago mientras se ocupaba de sus estudios. J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 101. 4 PFB-20140124.indd 95 24/01/2014 09:56:10 a.m. 96 Julio Minaya e intensa7 y a muy temprana edad. Ya adulto, en carta a un amigo, Bonó refiere este aspecto de su vida familiar y personal: Mi abuela era francesa y en su compañía pasé la primera mitad de mi vida. Pertenecía a una de las familias más ricas de los colonos o plantadores que fueron exterminados por los haitianos en su gran revolución del siglo pasado. Escapó de las garras de éstos tan milagrosamente que recuerdo haberle visto en ambos brazos a la edad de ochenta años el círculo negro que dejaran las cuerdas con que la amarraron a los treinta para llevarla de Fort Liberté al Cabo a fusilar. Criado por ella, que profesaba a la patria de sus mayores un culto ciego y exclusivo, bebí la Francia por todos los poros y me creí francés por línea masculina.8 A tal extremo se modeló su espíritu a lo francés que confiesa cómo, a pesar de que su padre firmaba Bonó, él preferiría afrancesar su primer apellido y escribir Bonnau, Bonneau o Bonneaux. Fue su padre quien le reconvino por ello y quien le exigió que asumiera la grafía «Bonó». Pedro Francisco así lo hizo.9 No debe soslayarse, por otra parte, que Bonó tuvo un mentor (también de ascendencia francesa), al cual distinguió con el título de «mi buen maestro». Dicho preceptor, llamado Achille Michel,10 había realizado estudios de ingeniería en Francia y se había establecido en Saint Domingue o Haití, lugar del que –al igual que la abuela y Bonó se comunicaba en francés a la perfección, por ser este el idioma que empleaban en casa su abuela Eugenia de Port, su padre y sus hermanos. J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 104. 8 P. F. Bonó en carta a Pedro A. Bobea incluida en Papeles de Pedro F. Bonó. Para la historia de las ideas políticas en Santo Domingo, Barcelona, 1980, p. 56. 9 Ibídem. 10 Esta importante referencia la encontramos en el opúsculo Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas, dado a la luz por Bonó en 1881. En él afirma: «La Sociedad de Fomento, en el año 1846, entre otros trabajos útiles hizo abrir una senda recta de Santiago a Puerto Plata, y comisionó a uno de sus miembros, mi buen maestro general Achille Michel (cursivas añadidas), para hacer reconocimientos técnicos. Este gran ingeniero pasó más de un mes en la trocha; levantó un plano minucioso y exacto del camino, de sus obstáculos, desniveles, distancias, etc.». «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 211. 7 PFB-20140124.indd 96 24/01/2014 09:56:10 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 97 el padre de Bonó– tuvo que huir11 para evitar la muerte en manos de las enardecidas masas de esclavos.12 Desde entonces Michel pasó a vivir en Santiago, ciudad en la que llegó a desempeñarse como gobernador militar al servicio de los anexionistas. Terminada la guerra restauradora, se dedicó al comercio y a la agrimensura, aunque fue además un promotor destacado de la masonería. A juzgar por la misiva enviada a Bonó el 26 de febrero de 1877, cuyas palabras de despedida son «Su afmo., amigo, hermano y maestro»,13 puede colegirse que el ingeniero Michel estaba naturalmente dotado de cualidades pedagógicas:14 la prueba fehaciente de ello lo constituye su discípulo Pedro Francisco Bonó. En apoyo a lo anteriormente expresado, se tiene la versión de don Román Franco, director del Archivo Histórico de Santiago, En realidad, fueron muchas las personas que lograron eludir dicha persecución trasladándose al otro lado de la frontera. Como muestra, baste mencionar los siguientes apellidos: Benoit, Bidó, Bisonó, Bourdier, Bonnelli, Brache, Bretón, Candelier, Coste, Cornielle, Chamberland, Chanlatte, Chevalier, Debord, Despradel, Diloné, Diplán, Durancit, Duval, Ferdinand, Fondeur, Grullón, Jáquez, Lachapell, Lafontaine, Lapaix, Leger, Marión, Montás, Pepén, Pepín, Popoteur, Rochet, Ricourd, Regús, Saladín, Saint-Hilaire, Santelises, Sicard. Tales datos los suministra Manuel Cruz Méndez, quien expresa que «Muchos franceses se refugiaron en el Santo Domingo español con motivo de la Revolución haitiana (1791-94). La cantidad sobrepasó los 2,000». Manuel Cruz Méndez, Santo Domingo a fines del siglo 18. Documentos, comentarios y glosas, Santo Domingo, 1999, p. 17. 12 Llama la atención de Martínez Almánzar el hecho de que en Bonó no se refleje ningún sentimiento de animadversión en contra de los haitianos, a pesar de los padecimientos que estos ocasionaron a su familia. Muy al contrario, Bonó calificó de gran revolución la gesta liberadora emprendida por nuestros vecinos. J. F. Martínez Almánzar, Bonó, p. 2. 13 Achille Michel en carta a P. F. Bonó incluida en Papeles, pp. 438-440. Tanto el discípulo como el maestro admiten la relación educativa, con lo cual esta resulta confirmada por partida doble. «¿En qué consistió la modalidad de enseñanzaaprendizaje adoptada por Michel?», es una pregunta hasta ahora sin respuesta. Lo que sí puede establecerse, a juzgar por lo dicho en la misiva, es que en Bonó calaron dos componentes teóricos presentes en su maestro, Ilustración y judeocristianismo: «Empéñese con los demás que aprecian la ilustración y los deberes del hombre, a fin de que formemos esa juventud, hasta conseguir aún algunos célebres o al nivel de otros extraños y extranjeros. / La ilustración es la madre de todos los bienes, hace apreciar lo bueno; la religión cristiana, ablanda, enfrena y conduce a la recta razón». P. 439. 14 El móvil de dicha comunicación era proponer a Bonó la creación de un colegio municipal y particular en San Francisco de Macorís, cuya dirección recaería en el proponente (A. Michel). 11 PFB-20140124.indd 97 24/01/2014 09:56:10 a.m. 98 Julio Minaya quien sostiene que Bonó asistió a la escuela que dirigía el francés A. Michel, centro educativo en el que también tomó clases Ulises Francisco Espaillat.15 Se asegura, por otra parte, que el joven Bonó fue discípulo del ilustre prócer don Juan Luis Franco Bidó, héroe de la batalla de Sabana Larga y Jácuba.16 El hecho de permanecer junto a su abuela17 alrededor de veinticinco años (primero en Puerto Plata, luego en Santiago) proporcionó a Bonó circunstancias diversas que favorecieron el desarrollo de su personalidad en aspectos decisivos: primero, contacto con una naturaleza virgen llena de encantos que tuvo que incidir en su apego a la vida natural y sencilla; segundo, trato directo con los peones del hato de su abuela y con los clientes de su padre, lo que debió contribuir a forjar en el adolescente una fina sensibilidad social; tercero, alfabetización a muy tierna edad y dominio del francés, cuestión que favoreció la lectura en ese idioma de los principales clásicos de la literatura y el pensamiento de Occidente y que debió nutrir y ensanchar su intelecto; y cuarto, suficiente libertad en sus años mozos para el roce e intercambio social y cultural, lo que forjó en el joven un espíritu de apertura que le llevó a formar parte de diversas sociedades –«Amantes del país», «del saber», «del progreso», etc.– y a enrolarse posteriormente en la masonería. Apenas tenía Bonó tres años (1831) cuando su padre José Bonó se radicó en San Francisco de Macorís, donde compró una casa y fijó su establecimiento comercial. Pero es en la década del sesenta, cuando era ya un adulto hecho y derecho, que Pedro Francisco fijó residencia en dicha común y pasó a relacionarse directa y continuamente con sus padres y hermanos. Juan I. Guerra, «Concepción antropológica-filosófica de Pedro F. Bonó», EmeEme, No. 64, 1983, Santiago de los Caballeros, pp. 33-77. 16 J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 101. 17 Si, como confiesa Bonó, el hecho de vivir con su abuela le permitió beber «a la Francia por todos los poros», no es aventurado pensar que, como parte de su sólido acervo cultural, Eugenia de Port conociera El Emilio de Rousseau. En un bello entorno natural como el de Puerto Plata era de esperarse que la abuela incentivara en el niño el amor por la naturaleza, el espíritu de curiosidad, la tendencia reflexiva y el amor por la libertad, así como otras aptitudes postuladas por el ginebrino en su paradigmática apuesta educativa. 15 PFB-20140124.indd 98 24/01/2014 09:56:10 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 99 Novela El montero: valoración del medio social La primera faceta que destaca en la etapa juvenil de Bonó es la literaria, pues escribe su obra El montero. Novela de costumbres hacia 1848, cuando tiene apenas veinte años de edad. Esta novela es publicada ocho años más tarde en el periódico El Correo de Ultramar, fundado por ilustrados españoles exiliados en París.18 Considerada por la mayoría de los literatos como la primera novela escrita en República Dominicana, El montero permitió a su autor mostrar la vida y costumbres de un sector añejo del campesinado que era visto con menosprecio por los sectores elitistas, pero que llegó a jugar un rol de primera magnitud en las luchas libertarias dominicanas frente a Haití y España. El joven Bonó estaba consciente del papel vital que desempeñaban los practicantes de la montería (hábiles cazadores de jabalíes y reses montaraces, diestros en el uso del machete) y decidió sacarlos del anonimato. Más allá de buscar grandes méritos literarios en esta obra –cuyo autor es el primero en reconocer las fallas19–, se debe apreciar la simpatía que abrigaba Bonó hacia personas situadas en el más bajo peldaño de la escala social de la nación, así como su intento de poner de manifiesto una vida rústica que estaba sumida en el completo abandono, Propiedad del español Eugenio de Ochoa, El Correo de Ultramar era considerado por entonces en Santo Domingo el vocero europeo de mayor cobertura e interés. La publicación de El montero en dicho semanario constituyó un triunfo no solo para Bonó, sino también para las letras dominicanas, pues se trataba de una de las revistas españolas de mayor importancia, en la que colaboraban algunos de los más notables escritores de la época. En la Biblioteca Nacional de Madrid se conservan las colecciones de dicho periódico. La novela El montero puede ubicarse en las ediciones 158-162 de 1856. Conforme al periódico dominicano El Orden del 6 de mayo de 1854, Pedro Bonneau –obsérvese el apellido afrancesado empleado por Bonó a los 26 años de edad– era subagente de El Correo de Ultramar. Este semanario europeo fue ampliamente leído en el país desde 1855 hasta por lo menos 1878. Ver el prefacio escrito por Emilio Rodríguez Demorizi en P. F. Bonó, El montero. Novela de costumbres, Santo Domingo, 1968, pp. 16, 17. 19 Bonó la define como «una obrita relegada y olvidada con los papeles viejos en que estaba incorporada […] Cuando la compuse y publiqué era muy joven y aunque no he tenido la oportunidad de volverla a leer, puesto que hace diez y ocho años que vivo en una localidad de donde nunca salgo y donde nunca tales publicaciones llegaron ni llegan, dicha novela la creo plagada de defectos [cursivas añadidas] y estos de gran bulto». Ver carta a P. A. Bobea incluida en Papeles, pp. 55-56. 18 PFB-20140124.indd 99 24/01/2014 09:56:10 a.m. 100 Julio Minaya pero en la que el trabajo y el sentimiento del amor constituían valores esenciales.20 Max Henríquez Ureña resta calidad literaria a este trabajo y no está de acuerdo en atribuir únicamente a Bonó la primacía en la novelística dominicana. Nos dice: En 1851 se publicó en El Correo de Ultramar, que veía la luz en París, una novelita, El Montero, original de Pedro Francisco Bonó (1828-1906). Es Bonó el único autor dominicano que comparte con Alejandro Angulo Guridi la prioridad en el campo de la ficción narrativa; pero Bonó no perseveró en el cultivo del género […] No era Bonó un literato, pero sí fue un publicista esclarecido […]21 Abrazo de la utopía liberal. Roles en la revuelta de 1857 y Guerra Restauradora Primeras funciones desempeñadas Una capacidad excepcional, unida a las necesidades propias de un entorno sociocultural en el que casi todo estaba por hacer, conduce a Bonó al desempeño de funciones públicas de primer orden en la ciudad de Santiago. En 1851 vemos a un joven henchido de entusiasmo al frente de la Fiscalía de esa ciudad. Su hoja de servicio se amplía luego al ocupar entre 1854 y 1856 los cargos de suplente En el prefacio a El montero. Novela de costumbres, Emilio Rodríguez Demorizi resalta la importancia de dicha obra en el aspecto histórico-social: «La aportación de Bonó, mediante su novela, al conocimiento de la sociedad dominicana de su tiempo, aunque en solo un limitado aspecto, es inapreciable. Es la contribución de la novela al estudio del pasado, de que habla Montesinos: «Es increíble lo que el conocimiento del siglo xix en historia, en geografía, en condiciones sociales de los pueblos, en mil otras cosas, debe a la novela». E. Rodríguez Demorizi, «Prefacio», en P. F. Bonó, El montero, Santo Domingo, 1968, p. 29. Rodríguez Demorizi cita a J. F. Montesinos, Costumbrismo y novela, Valencia, 1960, p. 7. 21 Max Henríquez Ureña, Panorama histórico de la literatura dominicana, tomo II, Santo Domingo, 2da edición, 1966, pp. 328-329. 20 PFB-20140124.indd 100 24/01/2014 09:56:10 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 101 de diputado y procurador fiscal del Tribunal de Justicia Mayor de Santiago. Empero, durante este último año ocurre un acontecimiento que sellará su vida al hacerlo incursionar en la actividad políticomilitar del país: ejerce de secretario del general Juan Luis Franco Bidó en la batalla de Sabana Larga, que será ganada a los haitianos. Los aires de aquel triunfo debieron hacer brillar con acentuados resplandores los sentimientos patrióticos de Bonó, sentimientos que se veían fortalecidos por el romanticismo y el liberalismo que profesaba. De otra manera no se explican los enormes saltos en la escalera política logrados por Bonó en tan breve lapso: en 1856 se convirtió en senador de Santiago y hasta hubo un colega que depositó un voto para que alcanzara la presidencia del país. Ya para estos años se asistía a una reconfiguración económica, social y política llamada a provocar transformaciones significativas en la estructuración regional del país. En efecto, la Banda Sur, con la ciudad de Santo Domingo a la cabeza, vivía un hondo proceso de declinación económico-social que se expresaba en la acusada debilidad del sector hatero, sector que por varias décadas había ejercido el predominio social, económico y cultural. Como contrapunto, en la Banda Norte o Cibao iba surgiendo ya una alta pequeña burguesía que se sustentaba en la emergente economía tabaquera y en sus nexos con el comercio europeo, estamento que con el tiempo llegaría a ostentar la supremacía sociopolítica y económica. Así, conforme los caudillos de la Banda Sur (Pedro Santana y Buenaventura Báez) ven palidecer sus respectivos liderazgos en virtud de la pobre sustentación económica de la región sureña, van emergiendo en el norte próspero figuras de gran ascendencia: Juan Luis Franco Bidó, José Desiderio Valverde y más tarde Gregorio Luperón. Con las luces teóricas aportadas por Bonó, Ulises Francisco Espaillat y Benigno Filomeno de Rojas, estos hombres logran colocarse al frente de la mediana y alta pequeña burguesía e impulsan un proyecto liberal que primero tiene alcance regional y que luego se expande a todo el nivel nacional. El talento de Bonó se puso enteramente al servicio de estas fuerzas norteñas, las cuales iniciaron en Santiago de los Caballeros la revuelta de julio de 1857 con la finalidad de derrocar al presidente PFB-20140124.indd 101 24/01/2014 09:56:11 a.m. 102 Julio Minaya conservador y anexionista Buenaventura Báez, cuya sede de gobierno se encontraba en la capital o Santo Domingo. Las fuerzas liberales del Cibao no podían seguir tolerando al déspota Báez, pues con su política monetaria de emisión ilimitada de dinero inorgánico sumió a los tabacaleros y comerciantes del norte en una espantosa crisis económica. Estos acontecimientos facilitaron escenarios en los que Bonó pudo exhibir sus dotes intelectuales y su compromiso patriótico. En este sentido, no solo se puede afirmar que se involucró en primera línea en los acontecimientos de 1857, sino que además se convirtió en el principal orientador teórico-ideológico del Gobierno provisional que tuvo asiento en Santiago. En el Manifiesto dado a conocer aparece su firma en calidad de miembro del máximo órgano del Gobierno provisional, en el que funge como comisionado de Interior y Policía. A tal Gobierno había que proveerlo de una base institucional legal, razón por la cual sus representantes teóricos más conspicuos organizaron la celebración del Soberano Congreso Constituyente de Moca, en el cual Bonó –representante de Santiago– desempeñó el papel de secretario. La participación de Bonó en la Comisión Redactora de la Constitución de Moca de 1858 –trabajo compartido con Espaillat, Pedro Pablo Bonilla, Federico Salcedo y Domingo A. Rodríguez– es de primer grado. En los prolongados debates suscitados, Bonó sobresale como enérgico defensor del sistema federal de gobierno, el cual, a su parecer, haría cesar las guerras civiles y el caudillismo centralizador. A esto hay que agregar que la redacción de la Constitución recayó en su persona. Los hechos, por tanto, fueron catapultando a Bonó cada vez más. Es así como el 8 de agosto de 1858 lo encontramos encabezando el Congreso Nacional. Es en esta época de agitación y efervescencia política que el joven pensador dio el segundo paso de su vida intelectual: publicó su primer ensayo político-jurídico e histórico-filosófico. Se trata del opúsculo Apuntes para los cuatro ministerios de la república,22 docu P. F. Bonó, Papeles, pp. 80-103. Con indudable influencia de los ilustrados franceses y del movimiento romántico, Bonó desarrolla la primera crítica histórica 22 PFB-20140124.indd 102 24/01/2014 09:56:11 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 103 mento donde deja proyectadas las coordenadas básicas de su pensamiento. Tal escrito, unido al celo con que encaraba las diversas funciones públicas puestas bajo su responsabilidad, acrecentó su ya ganado prestigio intelectual y político. Pero entre las medidas adoptadas por el Gobierno liberal provisional de Santiago figuró la muy discutida decisión de concertar una alianza con el exdictador Pedro Santana, aparentemente la única fórmula posible para sacar del poder a su enemigo político, Buenaventura Báez. Tal objetivo se logró, pero no el que Pedro Santana fraternizara con sus aliados coyunturales cibaeños. Prueba política en fase inicial Efectivamente, Santana enfiló sus armas contra los revolucionarios, persiguiendo a muerte a sus más connotados dirigentes. Bonó no tuvo otra alternativa que exiliarse, para lo cual tomó un barco en Montecristi rumbo a Filadelfia. En el navío iban también Ulises Francisco Espaillat, José Desiderio Valverde, Benigno Filomeno de Rojas y Domingo Mallol.23 Este viaje a Filadelfia no pudo menos que servir para incrementar el acervo cultural y aprendizaje político de Bonó, quien conoció así de primera mano la cuna de las instituciones democráticas del Estado moderno. A cualquiera sorprende cómo los líderes de las diversas patrias latinoamericanas se mueven por las Américas con tanta facilidad. Siempre encuentran personas hospitalarias que les prestan auxilios. El secreto no es otro que la presencia de la masonería, la cual acoge y ofrece todo el apoyo necesario a los hermanos que se ven precisados a dejar sus respectivos países por razones de persecución política. José Martí, Hostos, Alejandro Angulo Guridi, etc., vivieron en hecha en el país sobre el desenvolvimiento de España durante la conquista y colonización de la isla La Española. Es también el primer pensador dominicano que elabora un examen crítico de los veintidós años de ocupación haitiana. 23 Refiere J. M. Ricardo Román que, al tomar la goleta, el bote que durante la noche los condujo a bordo fue despedido con una descarga cerrada hecha por algún santanista desesperado; afortunadamente los proyectiles no hicieron blanco y los ocupantes resultaron ilesos. J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 105. PFB-20140124.indd 103 24/01/2014 09:56:11 a.m. 104 Julio Minaya Estados Unidos y en diversos países hispanoamericanos por la ayuda fraternal de los compañeros de logia. Tras casi medio año de residencia en la tierra de Washington –donde asistió a numerosas cátedras en política, derecho, filosofía–, Bonó retornó a su país. Entonces –inicios de 1859– encontró la patria sacudida por una gravísima crisis socioeconómica y política, la cual desembocaría el 18 de marzo de 1861 en la anexión a España. Su nombre no aparece en la lista de personalidades de Santiago que apoyaron la infausta medida. Ante el hecho consumado de la anexión, Bonó reaccionó de manera cauta. El mes de octubre de ese mismo año recibió la autorización de ocupar en Santiago el cargo de defensor público. Por espacio de dos años y cinco meses permaneció el pueblo dominicano bajo la tutela española, período durante el cual se registraron protestas y hasta enfrentamientos armados (los de Moca y los de la provincia de San Juan de la Maguana) en los que cayeron fusilados personalidades de alto rango de la vida política nacional. Tal fue el caso del patricio Francisco del Rosario Sánchez. Bonó, prócer de la Guerra de la Restauración Función triple: teórica, política, militar La Guerra de la Restauración, llamada a poner fin a la dominación española, estalló el 16 de agosto de 1863 mediante el Grito de Capotillo, nombrado así por el lugar de la frontera en que se dio. Al mes siguiente ya Bonó era una de las figuras civiles rectoras de la gesta. De hecho, fue una de las primeras personalidades que estampó su firma en el Manifiesto que se emitió en la zona norte. Contrario a la revuelta liberal cibaeña de 1857 contra el gobierno de Báez, sus responsabilidades no eran ahora solo de índole teóricointelectual y civil, sino que incluían el aspecto político-militar: en el mes de septiembre el Gobierno provisional restaurador lo nombró, junto a J. B. Curiel, comisionado de guerra. PFB-20140124.indd 104 24/01/2014 09:56:11 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 105 El enfrentamiento con el ejército español estaba llamado a ser cruento. El día 6 de septiembre de 1863 los residentes de Santiago quedaron espantados por el pavoroso incendio que redujo a cenizas la ciudad, medida adoptada como táctica bélica para procurar desalojar las tropas españolas. Bonó llegó a revelar a uno de sus amigos lo que significó para él, en términos personales, tan fatídico acontecimiento: Debo manifestar a Ud. que vivía en Santiago en el año 1863 y fui una de las víctimas del incendio de ese año. Casas, tienda, almacén,24 biblioteca,25 todo se quemó y solo salvé la ropa que me cubría que a los ocho días ya estaba hecha jirones. Esto sucedió también a todos los que habitaban a Santiago en ese tiempo […]26 El núcleo dirigente restaurador lo consideraba como la persona de mayor preparación teórica. Lo había demostrado anteriormente (durante los hechos de 1857-1858) planteando y argumentando propuestas innovadoras que respondían a los cánones del liberalismo Merced a sus actividades mercantiles y profesionales, Bonó logró acumular considerable fortuna en Santiago. En una lista de comerciantes previa a la gesta restauradora aparece con locales comerciales en la calle del Sol. Su padre también poseyó varias casas en dicha ciudad. El prócer refiere cómo tres generaciones de su familia vieron esfumarse importantes riquezas, unas heredadas y otras acumuladas en virtud del trabajo intenso. Con dejos de tristeza, expresa: «El fruto del trabajo de mis abuelos fue aniquilado por una revolución, el de mis padres igualmente y el de mi juventud también. La fortuna de los primeros fue debida al privilegio de castas y de sistema. La de los segundos y la mía fue debida al trabajo paciente personal en concurrencia con el de todos los laboriosos, y los tres sufrimos aunque desiguales en cuantía la misma suerte en el mismo territorio y en distintas épocas». P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Ensayos sociohistóricos. Actuación pública, Santo Domingo, 2000, p.107. 25 Era, no cabe duda, la más completa de la región, pues habría que calcular no solo los libros adquiridos directamente por Bonó, sino también los que su abuela debió reunir con la finalidad de sumergirlo en la cultura gala. Con la extinción de este tesoro intelectual se perdió una de las más preciadas fuentes documentales y bibliográficas para el conocimiento de la sociedad dominicana del siglo xix. La actual Biblioteca Pedro Francisco Bonó de Santiago (así se llama la del Monumento a los Héroes de la Restauración) bien pudo contener –de no haberse quemado la de Bonó en 1863– una exhibición de sus libros. 26 En carta a J. de J. Castro inserta en Papeles, p. 458. 24 PFB-20140124.indd 105 24/01/2014 09:56:11 a.m. 106 Julio Minaya democrático, redactando manifiestos y participando en debates constitucionales. De ahí que ahora fuera designado para la redacción del Manifiesto de Independencia de 1863. Tal y como nos narra J. M. Ricardo R.: En los comienzos de la Revolución Restauradora se presentaron una tarde a su oficina Don Ulises Francisco Espaillat, Don Pablo Pujol y Juan Belisario Curiel a pedirle que redactara el Acta de la Independencia o Manifiesto de la Revolución, dictándole Don Ulises: «Pierre, coge la pluma, que tú eres el historiador, y estás ante la posteridad y escríbelo».27 Pero el prestigio de Bonó no se limitaba al grupo selecto que encabezaba la lucha emancipadora, sino que se extendía también entre los comerciantes y propietarios del Cibao. Bonó había llevado a cabo sus gestiones a través de entidades políticas y comerciales, tertulias culturales, la masonería y la práctica del derecho. Esto le había permitido cultivar un amplio espectro de relaciones sociales. No por otra razón es responsabilizado con el título de «comisionado», asignándosele la tarea de procurar un empréstito voluntario entre los habitantes de la región. Achille Michel (el maestro de Bonó), Federico Peralta, Rafael Ma. Leyba, José Blas Polanco, Miguel A. Rojas, Guillermo Tejera, Eugenio Fondeur, Sully Arnaud, Roberto Senior y Manuel A. Román habían fundado en Santiago, en 1858, la Logia Nuevo Mundo No. 5. A pesar de que durante la anexión (1861-1863) las actividades masónicas fueron proscritas por ordenanza de la Corona española, dicha logia continuó funcionando y celebrando reuniones secretas a fin de prestar sus servicios a la causa revolucionaria.28 Bonó fue de los primeros liberales santiaguenses en integrarse a la misma, siendo reconocido con los tres primeros grados masónicos el 8 de octubre de 1863. 27 28 J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 107. Pedro María Archambault, Historia de la Restauración, Santo Domingo, 4ta edición, 1981, p. 313. PFB-20140124.indd 106 24/01/2014 09:56:11 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 107 Tareas delicadas confiadas a Bonó durante la guerra Algunas de las tareas políticas más delicadas –que requerían de altas dosis de prudencia y fina inteligencia– fueron encomendadas a Bonó por el Gobierno restaurador, que obviamente estaba en situación de guerra. En tal virtud, fue escogido como comisionado de guerra junto a Ramón Matías Mella y Julián Belisario Curiel. Es en esa condición que es enviado a La Vega para realizar «una delicada misión»: «curar de raíz el mal de la sonsaca». Las contradicciones entre sectores de poder veganos requirieron que Bonó permaneciera en dicha provincia por varios meses.29 Una de sus contribuciones más trascendentales a la causa restauradora es la elaboración de un plan de estrategia militar en el que sitúa los diferentes cantones que habrían de enfrentarse a las tropas españolas apostadas en la zona de Guanuma y que eran comandadas por Pedro Santana, expresidente del país que ahora actuaba como súbdito de la reina Isabel II. La propuesta del restaurador fue acogida y aplicada a unanimidad por el mando militar. Cabalgando durante varios días, Bonó dirigió trabajos de inspección en el cantón de Bermejo, ubicado en una zona aledaña a la ciudad de Santo Domingo. Las fuerzas dominicanas que allí se encontraban estaban bajo la jefatura de Santiago de la Mota. Mientras estuvo en ese lugar dedicó parte de su tiempo a observar y realizar entrevistas. Le llamó poderosamente la atención las condiciones exhibidas por los soldados dominicanos, que contrastaban en mucho con las de los españoles. Si la vida del montero le había inspirado a novelarla hacia 1848, ahora estas vívidas impresiones del soldado nacional le llevaron a concebir un plan para una futura recreación de los aspectos básicos del teatro de la guerra restauradora.30 Aunque no llegó a concretar Por supuesto, La Vega no era ni por asomo la abreviada provincia que conocemos hoy: comprendía además los territorios de las actuales provincias de Espaillat, Sánchez Ramírez, Monseñor Nouel y Duarte. 30 «Plan de mi obrita. Dos palabras sobre mi ida al cantón de Bermejo. Estado de la Revolución el 10 de octubre de 1863 después de reseñar los acontecimientos desde la entrada en campaña en Capotillo hasta esa fecha. Mi encuentro con el joven en el cantón; me cuenta su historia. Protagonistas de mi romance. Un joven del pueblo de Santiago, pronto para casarse, se le quema la casa y tienda y marcha a Yamasá. Descripción de Yamasá. Jefes. Manzueta. Esta es la bella 29 PFB-20140124.indd 107 24/01/2014 09:56:11 a.m. 108 Julio Minaya esta idea de novela, Bonó pudo describir en toda su realidad y desamparo al soldado dominicano de la época.31 Por otra parte, conviene referir que durante el mes de abril de 1864 Juan Pablo Duarte se entrevistó con la plana mayor de la Guerra de la Restauración –salvo con el presidente y general José Antonio Salcedo, que estaba en campaña–. En tal ocasión, Bonó se relacionó con Duarte, y si damos crédito a la versión de Pedro Troncoso Sánchez, el prócer iba junto al líder trinitario en la comitiva que presidió el sepelio del compañero común Ramón Matías Mella, quien había fallecido precisamente en momentos en que Duarte se encontraba en la ciudad de Santiago.32 En su biografía de Duarte, empero, figura. Estado de la guerra. Se enamora el joven en Yamasá. Descripción de la joven, familia, hábitos. Los amores principian con el contacto con la joven en una herida que recibió el joven en la acción de San Pedro, dada por Luperón y Santiago de la Mota. Descripción de la acción y derrota. Peripecias del joven; se esconde y llega por el camino de la Jagua a Yamasá, donde la joven le cuida hasta que sana. Hacer el principal interés en las uniones y peripecias de la guerra». P. F. Bonó, El montero, Santo Domingo, 1968, pp. 18-19. No hay noticias de que Bonó llegara a desarrollar la trama de dicha novela; de haberlo hecho se hubiera dispuesto hoy de un inestimable recurso literario para conocer las interioridades de esta guerra y de la sociedad en que se produjo. El brillante pensador y novelista Federico García-Godoy comprendió medio siglo más tarde la importancia de llevar a la ficción dicho episodio bélico, de ahí que escribiera, de manera muy acertada, la obra Guanuma. Si Bonó hubiese escrito la suya, entonces tuviésemos dos novelas sobre la gesta. 31 «Acababa de llover a torrentes, pero la noche había aclarado bastante para percibir todos los objetos a larga distancia. El cantón como una colmena humana hacía un ruido sordo. Había una multitud de soldados tendidos en el camino acostados de una manera particular: una yagua les servía de colchón y con otra se cubrían, de manera que aunque lloviera como acababa de suceder, la yagua de arriba les servía de techumbre y la de abajo como especie de esquife, por debajo de la cual se deslizaba el agua y no los dejaba mojar. A esta yagua en el lenguaje pintoresco de esa época se le llamaba "la frisa de Moca"». Más adelante describe la forma pintoresca en que iban los soldados restauradores mientras desfilaban para el pase de revista: «No había casi nadie vestido. Harapos eran los vestidos; el tambor de la Comandancia estaba con una camisa de mujer por toda vestimenta; daba risa verlo redoblar con su túnica; el corneta estaba desnudo de la cintura para arriba. Todos estaban descalzos y la pierna desnuda […]». P. F. Bonó, «En el cantón de Bermejo», El montero. Epistolario, Santo Domingo, 2000, pp. 109110. Cuando en cierta ocasión, y a distancia de dos décadas, Bonó exhortaba a Luperón: «Pues General, defienda al peón, que es la Patria», ha de tenerse por seguro que en su mente estaban vivas las imágenes de aquellos «soldados» que lucharon a muerte contra la Corona española. 32 «Paso a paso –relata Troncoso Sánchez– siguió Duarte el féretro por las calles de la población hasta el cementerio municipal. Quién sabe si envidió al compañero PFB-20140124.indd 108 24/01/2014 09:56:11 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 109 Orlando Inoa señala que tal afirmación de Troncoso Sánchez «no encuentra aval en ningún documento conocido».33 Enfermedad recurrente en Bonó Una de las principales limitaciones físicas que perturbaron la vida de Bonó fue la enfermedad. En diversas ocasiones su mala salud le obligó a renunciar a sus funciones, y en otras, a rehusar ciertas ofertas. La primera renuncia a un cargo motivado por sus quebrantos de salud se dio el 23 de febrero de 1864, cuando intentó dejar de ser ministro del Gobierno (comisionado de guerra). Desde su juventud Bonó padeció de dispepsia, enfermedad caracterizada por serios trastornos digestivos que conllevan un estado de debilitamiento general del organismo.34 Dicho padecimiento se prolongó hasta la edad adulta. De hecho, lo esgrimió varias veces como excusa formal para renunciar o no asumir determinadas funciones públicas. Pablo Nadal, sin expresarlo explícitamente, atribuye a Bonó síntomas de hipocondría: Ese hombre íntimo revela una preocupación constante y angustiosa sobre su salud. Son sus excusas preferidas cuando la respuesta moral no la cree todavía necesaria a determinada situación. Esta preocupación a veces se expresa como realidad en malestares en el estómago y en catarros frecuentes.35 que se iba a confundir con la tierra de sus afanes mientras a él lo alejaban de ella. Iba en silencio al lado de Espaillat, Rojas, Bonó, Grullón, Deetjen y demás miembros del gobierno. También estaban presentes los generales Gaspar Polanco y Benito Monción». Pedro Troncoso Sánchez, Vida de Juan Pablo Duarte, Santo Domingo, 1975, p. 440. 33 Orlando Inoa, Biografía de Juan Pablo Duarte, Santo Domingo, 2008, p. 171. 34 En 1875, mientras estaba en París, escribe sobre ello a su hermana Casimira: «[…] el estómago es cierto continúa malo, ya yo creo que esta es una enfermedad incurable o sobre todo que he venido a convencerme de que Manuel Ponce y un chileno con quien hice el viaje en el vapor y con quien traté de mi enfermedad son los que mejor han definido mi curación. Uno y otro me dijeron que todo el negocio del mal estaba en la cocina, y esto es a mi parecer cierto». Ver P. F. Bonó, Papeles, pp. 429-430. 35 Pablo Nadal, Bonó. Ciudadano dominicano, Santo Domingo, 1991, p. 71. PFB-20140124.indd 109 24/01/2014 09:56:11 a.m. 110 Julio Minaya Algunos de los juicios de Pablo Nadal son enteramente subjetivos. Lo cierto es que Bonó sufría de una enfermedad estomacal, la cual le impedía un desenvolvimiento normal. En cartas enviadas desde París a su hermana Casimira, Bonó alude reiteradamente a cómo dicha afección gástrica le contrariaba muchos de sus planes.36 Al respecto, Roberto Cassá refiere que Bonó padecía de enfermedades crónicas que generaban en él estados depresivos, lo que pudo constituirse en una de las causas de su negativa a participar en asuntos políticos.37 El mismo autor considera que tal vez sus dolencias fueran expresión de alguna angustia constante, la que si bien habría limitado sus potencialidades creadoras, también habría terminado por estimularlo a emprender estudios de medicina en forma autodidacta y a prestar servicios médicos gratuitos que le permitieron dar libre curso a sus ansias caritativas.38 Sin embargo, en esa primera oportunidad en que Bonó solicitó la renuncia a sus funciones públicas por motivo de enfermedad, el Gobierno dominicano no pudo prescindir de sus caros servicios, pues se encontraba en guerra contra España. Y no solo no le aceptó la renuncia, sino que, contrariamente a lo esperado, aumentó sus responsabilidades al asignarle provisionalmente los ministerios de Relaciones Exteriores y de Hacienda y ordenarle viajar a Puerto Príncipe como enviado confidencial ante el presidente haitiano Geffrard. Esta misión tenía por finalidad el plantear al primer mandatario haitiano la resuelta intención de establecer relaciones amistosas y sólidas con su gobierno. Aunque hubo contactos oficiosos, la máxima autoridad haitiana no recibió oficialmente a Bonó. De haberlo hecho habría reconocido de facto la existencia de la República Dominicana, algo opuesto a la postura declarada del Gobierno español, que consideraba al país como una provincia española en estado de rebeldía.39 De esta suerte, Bonó P. F. Bonó, Papeles, pp. 426-427, 429-430. Roberto Cassá, «Pedro Francisco Bonó y su época», Estudios Sociales, No. 114, 1998, Santo Domingo, p. 11. 38 R. Cassá, Pedro Francisco Bonó, Santo Domingo, 2003, p. 26. 39 Aún estaban frescos los 200 mil dólares que tuvo que desembolsar el Gobierno de Geffrard a favor de la monarquía española como indemnización por haber permitido que el territorio haitiano sirviera de base para que Francisco del Rosario Sánchez y sus compañeros –renuentes a la anexión– intentaran atacar por el sur a las autoridades españolas de la parte este de la isla (1861). 36 37 PFB-20140124.indd 110 24/01/2014 09:56:11 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 111 permaneció durante varios días en Puerto Príncipe sin lograr llevar a cabo las acciones de alta diplomacia que le habían encomendado. Fusilamiento del presidente Salcedo. Bonó abandona Santiago y se muda a San Francisco de Macorís Tal como aconteció en la totalidad de los países latinoamericanos, en República Dominicana los conflictos entre los dirigentes independentistas fueron implacables, en ocasiones cruentos y trágicos. Cuando aún se luchaba contra las tropas españolas, diferencias tácticas sobre la posible concertación de alianza con los españoles dieron pábulo para la lucha a muerte entre dos de los principales caudillos militares: el presidente del Gobierno provisional, general José Antonio Salcedo, y el general Gaspar Polanco, principal jefe militar de la gesta junto con el prócer Gregorio Luperón. Como resultado de tales controversias, sobrevino el fusilamiento del presidente Salcedo por iniciativa del general Polanco, quien previamente le había asestado un golpe de Estado. Esta muerte trágica de Salcedo –amigo íntimo de Bonó– produjo en el intelectual una gran indignación: no solo provocó que renunciara a los dos ministerios que ocupaba dentro del gobierno o que protestara airadamente –lo que dio origen a que el presidente provisional Gaspar Polanco profiriera graves amenazas de muerte en su contra40–, sino que también hizo que abandonara con firme resolución Santiago, la ciudad que le vio nacer. Es así como entonces pasó a vivir en la villa de San Francisco de Macorís.41 Presentamos la versión ofrecida por J. M. Ricardo Román sobre el altercado verbal suscitado entre el general Gaspar Polanco y Bonó: «Bonó, por respeto a su personalidad no lo mando a fusilar por la actitud que Ud. ha tomado en la muerte del Gral. Salcedo, pero no continúe en esa actitud airada». A lo que contestó Bonó: «Sé que si Ud. lo ordenara sería fusilado, y para no traicionar mis convicciones no solo le hago entrega de las dos carteras que ocupo en su gobierno, a las que renuncio en este momento, sino que me retiro a la vida privada, no volviendo a actuar en la política de mi país mientras no sean los tribunales de justicia los que llenen los trámites y que sean los únicos que puedan disponer de la vida de los conciudadanos». J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 107. 41 P. M. Archambault ofrece el siguiente relato acerca de cómo Bonó sale de su urbe nativa: «[…] lleno de vergüenza por aquel odioso crimen de partido, el licenciado Bonó […] inmediatamente juró no volver a Santiago mientras viviera y separarse para siempre de la política. Montó a caballo en la puerta de la casa del 40 PFB-20140124.indd 111 24/01/2014 09:56:11 a.m. 112 Julio Minaya Macorís: medio «excelente para observar» Bonó se mostró enormemente complacido con el género de vida que le permitió desplegar la modesta villa de Macorís, pueblo que le suscitaba bellas inspiraciones. Su nueva situación vital fortaleció cada día más su excepcional vocación filantrópica, que lo volcó a curar enfermos y socorrer menesterosos, pero que muy especialmente lo impulsó a dar pleno sentido a su misión de intelectual comprometido. Esto último lo resalta de la manera siguiente: ¿Sabré yo más que mis demás compatriotas? En ninguna manera. No sé más, tal vez sepa menos que ellos, pero estoy colocado en un medio tan excelente para observar [cursivas añadidas], que no lo cambiaré por todo el oro del mundo, porque creo que él solo es quien me inspira: Libre de amor, de celo, de odio, de esperanza, de recelo él solo me permitirá observar bien y decir a mis compatriotas mis observaciones, siéndoles, por tanto, más útil que en el solio.42 En efecto, Bonó residiría en San Francisco de Macorís por el resto de su vida: unos treinta y dos años. Aquí se agenció condiciones Gobierno, y sin despedirse de sus amigos ni hermanas se marchó por la Cuesta de las Piedras para San Francisco de Macorís, y desde Nibaje volvió el rostro para admirar por última vez la ciudad de sus amores, en donde no había ningún cerebro que temiera tanto como él las iras de la historia». P. M. Archambault, Historia, p. 260. J. M. Ricardo narra el mismo hecho del modo siguiente: «Y de la puerta de la casa de Gobierno, salió para San Francisco de Macorís sin despedirse de su familia y amigos […] y al llegar a los cerros de Matanzas, más allá de Marilópez, camino de Moca, volvió las bridas de su caballo y exclamó: «Santiago, mi ciudad querida, nunca más pisaré tus calles si no hay sanción y castigo por el crimen que se ha cometido en el General Salcedo». Y es fama que cumplió su voto, y que en toda su vida jamás volvió al pueblo de su nacimiento y de sus amores». J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», pp. 107-109. 42 P. F. Bonó, «A mis conciudadanos», Papeles, p. 326. Cuando Bonó escribe «… más útil que en el solio», argumenta que él, dando a conocer desde aquel pueblito sus ideas sobre los graves problemas nacionales, podía realizar aportes de mayor significación que como presidente de la República. PFB-20140124.indd 112 24/01/2014 09:56:11 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 113 óptimas para examinar detenidamente la sociedad dominicana que le tocó vivir, para extender en cielo despejado las alas de su pensamiento. La pequeña localidad le resultaba muy familiar al prócer, pues en 1831 su padre había comprado allí una casa con fines comerciales. Sus nuevas circunstancias vitales le exigieron el ejercicio del derecho, pero también las labores de médico (por sus conocimientos de botánica y farmacia), de fabricante (construye dos alambiques para destilar alcohol) y de agricultor, así como la realización de una vasta cantidad de oficios.43 Aparte de sus actividades como fabricante de alcohol, suman catorce las ocupaciones u oficios que Bonó se vio precisado a ejercer en Macorís: «abogado, médico, botanista, hojalatero, sastre, zapatero, curtidor, carpintero, agricultor, político, economista, publicista, filósofo y comediógrafo».44 Las dos ocupaciones con las que Bonó se identificó más fueron las de abogado y médico, aunque terminó prefiriendo esta última por prestarse más que la abogacía a procurar el bien de los necesitados y menesterosos. En el viaje imaginario desde Santo Domingo hasta San Francisco que realizan los personajes de Pedro, Francisco y Pedro Francisco, ideado por Bonó para dar a conocer la situación de miseria y el calamitoso estado sanitario del campo dominicano, el autor compone un interesante y emotivo autorretrato de índole ocupacional: Somos tres, cada uno con su peón. Uno de nosotros se llama Pedro, y es médico. Cómo ha hecho sus estudios, es un misterio, mas lo cierto es que ejerce la medicina Tal y como refiere J. M. Ricardo Román, San Francisco de Macorís estaba en sus inicios formado por mocanos, veganos, santiaguenses... No existían obreros, razón por la cual Bonó –hombre dotado de enorme sentido práctico– «se preparaba sus envases […] no habiendo curtidores, él y su padre curtían las pieles y se hacían los zapatos de la familia; también blanqueaba la cera de las velas que alumbraban su casa; del melado sobrante del alambique fabricaba el azúcar para el consumo doméstico; además preparaba excelentes jamones y chorizos […] carpintero y ebanista, construía sus muebles, y en el patio de su casa cosechaba las legumbres necesarias para su mesa, cual nuevo Cincinnatus. Como la población carecía de reloj, construyó dos de sol, que señalaban la hora con la mayor exactitud a los particulares y oficinas públicas». J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», pp. 102-103. 44 Ibídem, p. 103. 43 PFB-20140124.indd 113 24/01/2014 09:56:11 a.m. 114 Julio Minaya racional vitalista en nuestro pueblo […] a pesar de que salva un noventa por ciento de sus enfermos, la clase pobre, con raras excepciones, es su única clientela; cosa que por cierto no lo apesadumbra […] pues halla su profesión más bella ejercida con los menesterosos. El segundo se llama Francisco, y es abogado: pero más dado al estudio de la Economía Política […] Abandonó el foro y se retiró a nuestro pueblo […]45 Bonó no menciona el tercer personaje que participa en el relato, pero se trata también de él mismo, que con el doble nombre de Pedro Francisco46 –pues ostenta a la vez la condición de médico y de abogado– conduce la narración en primera persona. Huelga resaltar aquí el hecho de que, para el año en que escribe «Un proyecto» (1880), Bonó estaba consciente de sus dotes especiales para el análisis social, actividad intelectual por la que venía sintiendo especial predilección frente a su antiguo rol como profesional del derecho. El sociólogo que había en Bonó armonizaría con su condición de pensador, complementándose ambas facetas de manera admirable. Esta fusión deviene patente en la filosofía social que se desprende de su trabajo teórico y que bien puede advertir todo investigador dispuesto a profundizar en su producción intelectual. Su labor teórica no fue óbice, sin embargo, para que Bonó desempeñara con plena modestia determinados cargos públicos en su localidad, entre los que figuran los de regidor, alcalde constitucional y notario público. Su amigo alemán, J. W. Kuck, describió la vida de Bonó en Macorís como la de un «filósofo modesto»; mientras que otro 45 46 P. F. Bonó, «Un proyecto», Ensayos sociohistóricos. p. 43. En este escrito, cuya publicación original circuló en el periódico El Porvenir (diciembre de 1880), el autor exhorta a todos los enfermos de buba a que «se dirijan a la casa del Señor Pedro Francisco Bonó, sita en esta villa del Macorís, calle Colón No. 40; a cuyo Señor exhibirán un certificado del cura o del Presidente del Ayuntamiento de su respectiva localidad, donde conste que son indigentes. Yo los examinaré, oiré cómo padecen, y después de este examen les entregaré gratis las medicinas que deben tomar y también les indicaré, gratis, el régimen que deben seguir». P. F. Bonó, «Un proyecto», p. 60. PFB-20140124.indd 114 24/01/2014 09:56:12 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 115 germano, Aug Schlager, le reconoció: «Ud. ha trabajado como autodidacto, ha aprendido que saber es el poder del mundo».47 El hecho es que este entorno macorisano le permitió sustentar una vida intelectual de tanta fecundidad que en cierto momento llegó a proclamar que no cambiaría su modesto rincón «ni por todo el oro del mundo». Desde aquí, pues, desarrolló un provechoso magisterio social a través de ensayos, artículos, cartas y manifiestos, todos los cuales fueron publicados en periódicos de Santiago y Puerto Plata. Entre tanto, son muchos los amigos con quienes mantiene relaciones epistolares: Gregorio Luperón, Fernando Arturo de Meriño, Ulises Francisco Espaillat, Federico Henríquez y Carvajal, entre otros. De Macorís a la capital: secretario de tres carteras Estos y otros logros cimentaron y robustecieron la vida intelectual del pensador; pero un cambio lo llevaría a retirarse por seis meses de su preferido observatorio para residir en Santo Domingo, ciudad en la que debía ejercer de secretario de Estado de Justicia, Relaciones Exteriores e Instrucción Pública por una disposición del presidente José María Cabral y Báez emitida en junio de 1867. ¿Qué motivación tuvo Bonó para aceptar tal decisión? Él no ignoraba que tal designación era el resultado del consenso alcanzado entre el general Gregorio Luperón –quien lo había recomendado– y otros rectores de la vida política nacional. En efecto, Bonó fue siempre un abanderado de la idea de que un Gobierno medianamente exitoso necesitaba el apoyo de todos los sectores del país, debiendo estar conformado por líderes representativos de las dos regiones principales: norte y sur. Es posible que tal convicción influyera en su ánimo para reiniciar la difícil vida de funcionario público. Debe subrayarse que las nuevas responsabilidades asumidas por Bonó fueron desempeñadas con entera probidad y que nuestro pensador, superando las limitaciones presupuestales y las del entorno 47 P. F. Bonó, Papeles, p. 511. PFB-20140124.indd 115 24/01/2014 09:56:12 a.m. 116 Julio Minaya social, introdujo notables modificaciones en los tres ramos. Su gestión breve al frente de la Secretaría de Instrucción Pública dejó su impronta personal, pues por vez primera se intentó introducir organización y método en dicha área. De sumo interés resulta un informe que preparó al efecto,48 en el que sobresale la transparencia en el uso de los recursos públicos. Debe lamentarse, por tanto, que sus servicios como gestor público no se prolongaran por largo tiempo, que al cumplir «seis meses de intensa labor –en diciembre del citado año– presentara formal renuncia al presidente Cabral y Báez.49 Período de silencio. Se pierde un presidente, se gana un pensador Bonó, pues, se alejó definitivamente de las funciones públicas nacionales. A partir de ese momento residirá por siempre en Macorís. Entre 1867 y 1875 no escribe ni siquiera cartas a sus amigos. El pensador se sumerge en un largo silencio. La causa fundamental: el período de los «seis años» de Báez (1868-1873), tiempo durante el cual el intelectual adopta la autocensura como norma. Sabido es que el régimen despótico baecista inició concertaciones oficiales con el presidente estadounidense Ulises Grant para anexar la República Dominicana a los Estados Unidos. Tales circunstancias desencadenaron la lucha armada encabezada por Gregorio Luperón, José María Cabral y Pedro Antonio Pimentel, quienes intentaron por todos los medios derrocar al tirano, si bien no pudieron lograrlo Titulado Actuación pública en 1867, es una suerte de rendición de cuentas de sus ejecutorias. De gran interés es el intento de reforma de la instrucción pública y la manera en que Bonó la concibe. Se trata de la iniciativa pedagógica más avanzada conocida en el país hasta la llegada de Hostos, muy a pesar de conservar ciertos componentes de la tradición, por ejemplo, el uso del catecismo cristiano como texto obligatorio. Ver P. F. Bonó, Papeles, pp. 125-153. 49 Las razones que lo indujeron a renunciar nunca fueron reveladas por Bonó, aunque parecen estar motivadas en los contactos soterrados del Gobierno nacional con el de Estados Unidos en procura de un empréstito o de la venta de la península y bahía de Samaná. 48 PFB-20140124.indd 116 24/01/2014 09:56:12 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 117 en lo inmediato. Fusilamientos,50 apresamientos51 y persecuciones constituyeron algunas de las acciones de fuerza desatadas por la dictadura. Que Bonó no escribiera durante este lapso no significa que permaneciera inactivo. Por el contrario, dio muestra inequívoca de vocación de servicio a favor de su pueblo al pasar a ser (1867) un simple regidor del Ayuntamiento de San Francisco de Macorís apenas un año después de renunciar a la labor ministerial. Dos años después de su gestión en el cabildo de Macorís, en enero de 1870, es nombrado juez de primera instancia en la provincia de La Vega. En tanto que en 1872 ejerce de alcalde constitucional y notario público en Macorís. Ambos cargos son el resultado de sendos nombramientos oficiales realizados por Báez durante el funesto período de los «seis años». Como era de esperarse, la rectitud y coherencia con que Bonó llevó a cabo sus nuevas responsabilidades públicas chocaron con el estilo arbitrario y dictatorial característico de Báez, quien llegó a maltratarlo, perseguirlo y humillarlo. Su amigo Luperón, sin entrar en otros detalles, refiere que Bonó sufrió «largas persecuciones injustificadas del Gobierno de Báez».52 Tales vejaciones no implicaron maltratos físicos ni prisiones, como en cambio sí ocurrió con ciertos amigos suyos –incluso con un pariente cercano–, pero ciertamente le causaron un profundo impacto psicológico y moral. En el transcurso de los «seis años» de Báez, plenos de opresión y tiranía, el pensador dominicano acuñó la siguiente frase: «Confiad en la libertad, en el Pueblo y en la Providencia, y esperad el castigo del tirano».53 Una vez superado el oprobioso régimen de Báez, Bonó quiso buscar otros aires fuera del país, por lo que envió una comunicación a la Gobernación de La Vega solicitando un pasaporte para De los que fueron víctimas antiguos luchadores de la Guerra de la Restauración, entre ellos el poeta Manuel Rodríguez Objío y el general Eusebio Manzueta. 51 Como fueron los casos de su tío Bartolo Mejía (hermano de su madre) y de su gran amigo Ulises Francisco Espaillat. 52 Gregorio Luperón, Notas autobiográficas y apuntes históricos, tomo II, Santo Domingo, 2da edición, 1974, p. 77. 53 J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 109. 50 PFB-20140124.indd 117 24/01/2014 09:56:12 a.m. 118 Julio Minaya emprender viaje con destino a varias capitales europeas: París, Bruselas, Berlín, Londres.54 «Los que viajan mucho, saben mucho», escribe a su hermana Casimira desde París en 1875. La gira, que finalizó en Nueva York y que duró tres meses, dejó a nuestro pensador pletórico de satisfacción. Al regresar, se encontró ante un hecho político relevante: se efectuaban los aprestos para llevar a su amigo Ulises Francisco Espaillat a la presidencia de la República. El hecho generó justificadas expectativas, pues el candidato, reconocido intelectual y prócer de la Guerra Restauradora, era un liberal que había conquistado un enorme prestigio en el seno de la pequeña burguesía cibaeña debido en parte a sus actividades comerciales. En su trayecto a Santo Domingo para tomar juramento como presidente electo de la República, Espaillat realizó un recorrido por varias ciudades del valle del Cibao en el que se incluyó a Macorís. Aquí visitó y dialogó con su amigo Bonó, a quien ofreció un ministerio. En vez de lo ofertado, Bonó aceptó el cargo de comisionado especial de agricultura en la provincia de La Vega.55 El presidente Espaillat estaba impregnado del ideario democrático y abrigaba las mejores intenciones en su Gobierno. Sin embargo, antes de cumplir siete meses en la presidencia se vio precisado a abandonar su cargo y tomar asilo en el Consulado de Francia debido En carta a su hermana Casimira, Bonó se manifiesta inconforme por la imposibilidad de viajar a España e Italia como había planeado. 55 Se presenta a continuación una recreación del diálogo sostenido entre el recién electo presidente Espaillat y Bonó cuando el primero hizo parada en la casa del segundo: «Ulises, ya sabes que te aconsejé no aceptar la Presidencia, y las razones que para ello te daba, me impiden aceptar el ministerio que me ofreces; es más, me permito rogarte que levantes la vista y veas el nublado tan negro que tenemos delante, y si retornas a Santiago no te mojarás. – Miro el nublado y el aguacero que producirá, y por ello vine a buscarte para decirte: la Patria nos pide que nos mojemos sembrando la buena semilla, y como hermanos de ideales, juntos debemos desafiar la tempestad. – No puedo quedarme en seco mojándote tú, y como vas a sembrar te acompañaré en la faena, y para ello me puedes mandar el nombramiento de Inspector de Agricultura, pero sin sueldo». J. M. Ricardo Román, «Pedro Francisco», p. 110. El autor se basa en declaraciones que le hiciera el sobrino de Bonó, Manuel de Jesús Bonó Araújo, en San Francisco de Macorís. Se ha presentado aquí una versión dialogada; en el texto de J. M. Ricardo Román aparece en forma de relato. 54 PFB-20140124.indd 118 24/01/2014 09:56:12 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 119 a una asonada militar. Para el Partido Azul aquello significó una verdadera tragedia. Al decir de la historiadora Mu-Kien A. Sang, «La muerte de Espaillat marcó profundamente a la intelectualidad liberal de la época. Había fracasado una esperanza».56 Un gran pesar provocó en Bonó el triste desenlace del breve ensayo de vida democrática. ¿Lo había previsto Bonó en su más honda interioridad? ¿No tenía ya formada su visión en torno a la formación social dominicana, en el sentido de que el país no estaba preparado para ejercitarse de acuerdo a los cánones del «modelo democrático puro»? ¿Fue por ello que no aceptó formar parte del gabinete del presidente Espaillat? Muerto Espaillat seis meses después de su asilo, el vacío político no podía ser mayor. Importantes sectores de la vida nacional y personalidades destacadas del espectro político centraron entonces en Bonó sus expectativas de un candidato idóneo para las funciones de presidente de la República ¿Acaso había en el país otra persona más parecida a Espaillat? La prensa constantemente se hacía eco del clamor. Las cartas llovían: de Gregorio Luperón, Federico Henríquez y Carvajal, Mariano A. Cestero, entre otras personalidades. Fue tanta la insistencia que Bonó no pudo menos que fijar su posición definitiva al respecto. Tituló «A mis conciudadanos»57 la declaración pública de 1884 en la que argumenta su inquebrantable decisión. Se trata de una extensa carta enviada a Gregorio Luperón y que hace extensiva al país. En ella puntualiza: «…no amo el Poder, y el Poder para ser bien ejercido es preciso amarlo».58 Más adelante sus palabras adquieren un tono radical: «Salgo también de los partidos. Yo no quiero ser partidario, quiero ser ciudadano dominicano».59 Por supuesto, el prócer había llegado a la conclusión de que el Partido Azul no representaba ya algo cualitativamente distinto a las otras agrupaciones políticas: todos se bañaban en las turbias aguas de la corrupción; el objetivo primordial del quehacer político Mu-Kien Adriana Sang, Una utopía inconclusa. Espaillat y el liberalismo dominicano del siglo xix, Santo Domingo, 1997, p. 154. 57 En Papeles, Santo Domingo, 1980, pp. 325-329. 58 P. F. Bonó, «A mis conciudadanos», p. 325. 59 Ibídem, p. 328. 56 PFB-20140124.indd 119 24/01/2014 09:56:12 a.m. 120 Julio Minaya partidista no consistía más que en la repartición del presupuesto de la nación. A estas alturas, con la vasta experiencia que tenía detrás de sí –más el bagaje que obtuvo en Filadelfia y en Europa–, había llegado a una postura concluyente: el legado más importante que podía dejar a la sociedad dominicana consistía en la investigación y elucidación profunda de sus acuciantes problemas. Así inicia el período de madurez del autor. Tal lapso coincide también con el más firme ejercicio de pensamiento crítico llevado a cabo en el país durante el siglo xix. Entre 1880 y 1885 Bonó desarrolló la más intensa labor intelectual de su vida. De tal período es el enjundioso estudio de corte sociológico-económico Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas,60 opúsculo que le granjeó un merecido prestigio y le reservó la paternidad de los análisis sociológicos en el país.61 Franklin Franco Pichardo estima que Bonó puede ser considerado como el pensador de mayor vuelo teórico y afán investigativo del siglo xix: «el primer intelectual que enfocó los principales problemas nacionales (de su época), exhibiendo un elevado dominio teórico de las ciencias sociales».62 A Franco le ha llamado poderosamente la atención su conceptualización de la economía política, en especial cuando en 1881 sostiene: Las incursiones frecuentes que en unos estudios puramente económicos hacemos en el campo de la historia y de la política, no deben parecer extraño al lector. La economía política es un ramo de la ciencia social, y para explicar debidamente sus fenómenos en una sociedad dada, hay que recorrer toda su vida, sus leyes, sus costumbres y sus hábitos.63 Con una extensión de 55 páginas, es el principal escrito de Bonó entre todos los recopilados por E. Rodríguez Demorizi. Fue publicado originalmente en el periódico El Porvenir de Puerto Plata en 1881. 61 No por otra razón se ha declarado el 18 de octubre –día y mes en que nace Bonó– como Día Nacional del Sociólogo en República Dominicana. Esta disposición fue sancionada mediante el Decreto No. 2838 de 1981, año en que se cumplía el centenario del referido texto Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas. 62 Franklin Franco Pichardo, El pensamiento dominicano, 1780-1940, Santo Domingo, 2001, pp. 153-154. 63 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 220. 60 PFB-20140124.indd 120 24/01/2014 09:56:12 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 121 De acuerdo a la apreciación de Franco Pichardo, «Bonó se situó muy por encima de la mayoría de los científicos sociales de la época».64 En cambio, Harmannus Hoetink se refiere a Bonó como «el interesante sociólogo amateur de San Francisco de Macorís».65 Esta consideración es cercana a la esgrimida por Raymundo González en el sentido de que Bonó estaba dotado de una «intuición sociológica» que hizo posible su peculiar acercamiento a la sociedad dominicana;66 así como a la emitida por Juan Isidro Jimenes, quien lo calificó de «sociólogo intuitivo».67 Todas ellas, sin embargo, son objetadas por Orlando Objío: Entiendo que con las expresiones sociólogo intuitivo / intuición sociológica, de Grullón y González respectivamente, se disminuye la condición de sociólogo de Bonó. Esto así, por cuanto la intuición constituye una fase inferior del conocimiento […] Este apocamiento es una inconsecuencia e incoherencia por parte de Grullón y González con la valoración que ellos mismos postulan de Bonó, del que sostienen una interpretación que nos permite justipreciarlo como un auténtico sociólogo.68 Con el objetivo de borrar cualquier resquicio de duda sobre la condición de sociólogo ostentada por Bonó, Objío discierne nueve argumentos que avalan al pensador como el primer sociólogo de la República Dominicana.69 Joaquín Balaguer, sin hacer ninguna referencia a Bonó, reconoció a José Ramón López como el primer sociólogo dominicano. F. Franco Pichardo, El pensamiento, p. 154. H. Hoetink, El pueblo dominicano: 1850-1900. Apuntes para su sociología histórica, Santiago, 1971, p. 61. 66 Raymundo González, Bonó, un intelectual de los pobres, Santo Domingo, 1994, p. 28. 67 Bonó es «el sociólogo intuitivo más penetrante de aquella época», Juan Isidro Jimenes Grullón, Sociología política dominicana, 1844-1966, vol. I, Santo Domingo, 1982, p. 332. 68 Orlando Objío, «Bonó, el sociólogo», Estudios Sociales, No. 142/143, 2006, pp. 61-78. 69 Ibídem, pp. 65-76. 64 65 PFB-20140124.indd 121 24/01/2014 09:56:12 a.m. 122 Julio Minaya Era presidente de la República cuando prologó una selección de sus escritos; en dicho prólogo sostiene: José Ramón López es, sin duda, nuestro primer sociólogo, nadie ha hurgado con más perspicacia en nuestro fondo étnico ni nadie ha sido más agudo en la interpretación de los fenómenos que caracterizan la sociabilidad dominicana. Sus estudios acerca de nuestra realidad social se fundan principalmente en la historia y en las ciencias naturales.70 Esta posición no es de extrañar, ya que Joaquín Balaguer (al menos en sus primeros años) y José Ramón López se formaron al calor del ideario positivista y, por lo tanto, sostuvieron visiones del progreso y del campesinado dominicano en las que se advierten ciertas coincidencias. Por lo demás, Balaguer no estaba ideológicamente preparado para asimilar la concepción abrazada por Bonó respecto a la sociedad dominicana: lo impedían su inflada hispanofilia y la actitud hostil hacia todo lo que irradia cultura africana, dos de sus posturas características. El hecho es que si el opúsculo Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas consagra a Bonó como el primer y más profundo analista social que tuvo el país hasta iniciado el siglo xx, el ensayo Opiniones de un dominicano (1884) pone de manifiesto sus peculiares condiciones para el ejercicio del pensamiento crítico,71 convirtiéndolo en el primer librepensador del país. Aún más, tan solo un año después el intelectual amplía su ensayística con el sesudo trabajo La República Dominicana y la República Haitiana, texto en el que ventila Prólogo de Joaquín Balaguer en José Ramón López, El gran pesimismo dominicano, Barcelona, 1975, p. 16. 71 Este importante ensayo lo publicó Bonó originalmente en el periódico El Eco del Pueblo, de Santiago. Acerca de Bonó puede afirmarse que fue, por encima de cualquier otra consideración, un intelectual ético. Por eso se convirtió en un disidente. Si su vocación dominante hubiera sido la política, en modo alguno hubiera rechazado la candidatura presidencial varias veces ofertada; tampoco se hubiera mudado de Santiago para establecerse en San Francisco de Macorís. Pensar era su quehacer predilecto. Así pues, no estaba descaminado en su convicción de que desde su observatorio macorisano podía realizar aportes más valiosos a la sociedad dominicana que estando en la cúspide del poder. 70 PFB-20140124.indd 122 24/01/2014 09:56:12 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 123 la problemática entre los dos países que habitan la isla. Ambas naciones –plantea– se han consolidado históricamente siguiendo paradigmas socioculturales esencialmente contrapuestos: la República Dominicana se ha edificado sobre la base étnico-cultural del cosmopolitismo como resultado directo del hibridismo trinitario racial (razas blanca, negra e indígena); mientras que, por el contrario, la República Haitiana se ha configurado, esencialmente, a partir del exclusivismo étnico-cultural, consecuencia directa de su desarrollo a partir de una sola raza, la negra. Ambas modalidades contrapuestas se derivan, a su vez, de los estilos coloniales divergentes que implantaron España y Francia respectivamente. Huelga aclarar que la producción intelectual de Bonó en el período indicado (1880-1885) no se limita a los títulos reseñados anteriormente; a dicho espacio de tiempo pertenecen también otros escritos de inexcusable lectura para toda persona interesada en formarse una idea lo más completa posible de las circunstancias dominicanas en el segundo tramo del siglo xix. Nos referimos a Privilegiomanía (1880), Un proyecto (1880), Una súplica (1880), Las franquicias (1880), Cuestiones sociales y agrícolas (1880 y 1882), Una indicación (1882), A mis conciudadanos (1884). Bonó y Eugenio María de Hostos: encuentro y desencuentro Coincidencia en el país de dos intelectuales indispensables La producción teórica de Bonó coincidió con el apogeo en el país de la Escuela Normal, institución dirigida por Eugenio María de Hostos a partir de 1879. En efecto, mientras desarrolla su peculiar aproximación a la realidad dominicana, Bonó descubre que otro intelectual, Eugenio María de Hostos, comparte con él ciertas aspiraciones y tareas tendentes a la regeneración social del pueblo dominicano y a la defensa de sus clases depauperadas. Hostos había nacido en Mayagüez, Puerto Rico, en 1839. Llega a Santo Domingo, procedente de España, a la edad de cuarenta PFB-20140124.indd 123 24/01/2014 09:56:12 a.m. 124 Julio Minaya años. Era entonces la personalidad de mayor formación teórica en los campos de la filosofía, la pedagogía, la sociología, la psicología y las ciencias naturales que había pisado suelo dominicano. Como atinadamente señala Bonó, desde su arribo había «dos voces clamando en el desierto de la isla». Cada cual, empero, hizo su trabajo desde regiones distintas (Bonó desde el norte, Hostos desde el sur); nunca llegaron a tratarse personalmente. Bonó y Hostos cumplen deseos de comunicación Hacia 1882 Bonó expresó en un artículo de prensa no haber tenido el honor de conocer a Hostos, persona a quien manifestaba gratitud por la defensa que hacía de los sectores desheredados del país y porque mediante sus escritos indicaba con certeza los obstáculos que entorpecían el trabajo agrícola nacional. Dominado por una especie de empatía moral con el maestro antillano, Bonó realizó a principios de 1884 un fraternal «envío de tarjeta» a Eugenio María de Hostos, quien residía entonces en la ciudad de Santo Domingo. Ambos intelectuales tenían amigos comunes, como Gregorio Luperón y Federico Henríquez y Carvajal. Sin lugar a dudas, esas amistades compartidas propiciaron cierto acercamiento que debió dar lugar a un conocimiento recíproco mayor que el proporcionado simplemente por sus escritos. Una vez hecho el acuse de recibo de la tarjeta, Hostos no reciprocó con el envío de otra, sino que en su lugar le dirigió a Bonó una delicada misiva en la que exalta su «noble actitud moral» y el «recto alcance de su entendimiento». A pesar de que en dicha carta Hostos saluda a Bonó de forma algo distante («Estimado Señor»), la despedida muestra una ostensible veta amistosa que quizás fue propiciada por la calidad de los temas referidos en la comunicación: «celebraré que Ud. reciba como de amigo viejo, las franquezas de su nuevo amigo y afmo. S. Eugenio M. de Hostos».72 72 E. Rodríguez Demorizi, «Apuntes para la biografía de Bonó», Papeles, p. 47. PFB-20140124.indd 124 24/01/2014 09:56:12 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 125 Las dos inteligencias más despejadas que a la sazón adornaban la República se ponían de golpe en contacto. A juzgar por el tiempo que el correo de la época empleaba en efectuar sus entregas, la respuesta de Bonó no se hizo esperar: a los ochenta y un días Bonó respondió a Hostos. Como tenía ya un ambiente anímicamente abonado, la salutación es de entera cordialidad: «Amigo: Tan oportuna como buena fue la correspondencia de mi visita de tarjeta y más buena aún cuando por ella de un salto hemos entrado en la intimidad».73 Un año después, sería el compatriota de Hostos, Ramón Emeterio Betances, quien escribiría a Bonó desde París: «Yo siempre he conservado de Usted el recuerdo grato de la primera vez que lo vi en el Congreso defendiendo un proyecto de instrucción pública».74 Bonó, como se ha podido observar, se ganó el cariño y el respeto de los dos principales líderes del movimiento independentista puertorriqueño de la época, propulsores –junto a Luperón y al cubano José Martí– del plan político que visualizaba para las Antillas un más allá de la mera independencia política respecto de España. Estos líderes antillanos enarbolaban la creación de la Confederación Antillana, plan estratégico con el que simpatizaba Bonó. Hostos y la Escuela Normal: exitosa reforma educativa Es lugar común señalar la creación y desarrollo de la Escuela Normal como el acontecimiento cultural más relevante de la República Dominicana durante el período decimonónico. Hostos fue la figura central de dicha hazaña. Su presencia llenó un vacío intelectual que venía siendo arrastrado desde los albores del siglo, cuando el esfuerzo político y cultural del núcleo independentista prohijado por José Núñez de Cáceres, Andrés López de Medrano y Bernardo Correa y Cidrón fue cercenado por la ocupación haitiana y por la subsiguiente clausura de la universidad en 1823. El apoyo dispensado a Hostos por parte del Gobierno azul o liberal, que conllevaba el respaldo de monseñor Fernando Arturo de Meriño (jefe del Gobierno y cabeza de la Iglesia católica), permitió E. Rodríguez Demorizi, «Apuntes para la biografía de Bonó», Papeles, pp. 47-48. P. F. Bonó, Papeles, pp. 529-530. 73 74 PFB-20140124.indd 125 24/01/2014 09:56:12 a.m. 126 Julio Minaya el éxito de su proyecto educativo. A ello se sumó la creación de la nueva universidad (el Instituto Profesional) y del Instituto de Señoritas, entidad que formaría a mujeres para incorporarlas a las tareas educativas. Todos estos avances en materia educativa ocurren entre 1880 y 1885. Sin embargo, no debe soslayarse que Bonó había hecho ya el intento por «reformar» la instrucción pública en el país: en 1867 diseñó un plan para impulsar su desarrollo, el cual fue presentado al Congreso junto a un pormenorizado informe. Como ya se ha indicado, constituyó el mayor esfuerzo para enfrentar el problema de la enseñanza previo a la llegada de Hostos. Tradición y modernidad se conjugaron en la propuesta de Bonó, pues al mismo tiempo que incorporaba el estudio de las ciencias naturales entre el alumnado, reivindicaba también la enseñanza del catecismo cristiano. Esto se explica si nos percatamos de que Bonó no fue laicista.75 El laicismo lo introduce Hostos en el país en 1880. Dicho con más propiedad: Hostos introduce la ciencia moderna conjuntamente con la metodología y técnicas más avanzadas del quehacer educativo. Al no tener compromiso con la tradición, el pedagogo y filósofo boricua se propuso, auxiliado de la Escuela Normal, superar no solo el sistema de ideas predominantes por más de trescientos años, el escolasticismo, sino además el obsoleto modelo pedagógico que le era consubstancial y que se basaba en el criterio de autoridad y el afán memorístico. No estaba en capacidad de serlo aun cuando su deseo hubiera sido ese. Tal condición requería de estudios sistemáticos en los centros filosóficos y científicos de la época, los cuales se hallaban en Europa y Estados Unidos. Hostos estudió en Bilbao y en Madrid (filosofía, pedagogía, ciencias naturales, psicología); pero Bonó ni siquiera tuvo la posibilidad de ingresar a centro universitario alguno. El plan educativo de Bonó tuvo las limitaciones del medio social en que surgió, del cual Bonó fue producto, si bien excepcional. Su intento por introducir la enseñanza de las ciencias naturales y por crear la carrera de medicina en 1867 revela lo adelantado que estaba respecto de la sociedad del momento. Aunque es cierto que Bonó no reunió las condiciones científicas que ostentaba Hostos, al menos sí fue el sabio y sociólogo que el país requería para llegar a tener conciencia de lo que era en aquella época. 75 PFB-20140124.indd 126 24/01/2014 09:56:12 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 127 Bonó: pros y contras del normalismo. Refutación del deísmo Bonó no rechaza enteramente la nueva modalidad de enseñanza; tampoco el anterior formato. Cree que ambos contienen aspectos positivos que deberían armonizarse y preservarse. Contempló a la escuela de Hostos entorpecida por los escollos que a su provechoso andar opuso la escuela tradicional, pero también vio el accionar bienhechor de la escuela tradicional obstaculizado por las dificultades creadas por la implementación del nuevo estilo pedagógico. Hace una observación de corte dialéctico al advertir que entre ambos paradigmas venía dándose «una lucha entre lo nuevo y lo viejo». Pero, ¿de qué tipo es la oposición de Bonó al sistema normalista que Hostos venía aplicando en el país? Es de naturaleza filosófica, con motivaciones básicamente éticas: Bonó objeta el deísmo consubstancial de la novedosa propuesta educativa. No comparte el criterio de que a las masas populares dominicanas se les quiera inculcar a todo trance la doctrina deísta, modalidad ilustrada que –a su juicio– los dominicanos no estaban en condición de asimilar. Según el pensador, a los sectores populares había que preservarlos dentro del espíritu de la doctrina cristiana que otrora habían aprendido, toda vez que era lo único que les proporcionaba orientación moral a sus vidas.76 En cambio, reserva el deísmo para los núcleos intelectualizados criollos, o para los europeos y estadounidenses. Unos y otros, gracias a su ilustración, y a una larga y fecunda vida Dice Rousseau, filósofo que ejerció notable influencia sobre Bonó: «Importa mucho al Estado que cada ciudadano tenga una religión que le haga amar sus deberes; pero los dogmas de esta religión no interesan ni al Estado ni a sus miembros, sino en tanto que estos dogmas se refieren a la moral y a los deberes que el que la profesa tiene que cumplir hacia otro. Cada cual puede tener además las opiniones que le plazcan, sin que el soberano haya de conocerlas, pues como tiene jurisdicción en el otro mundo, no le compete la suerte de los súbditos en la vida futura con tal que sean buenos ciudadanos en el presente». Juan Jacobo Rousseau, El contrato social, Madrid, 1981, p. 146. Bonó concebía la República Dominicana como un país «donde no hay aún arte ni filosofía, donde solo el vínculo de la fe ata a la sociedad» (P. F. Bonó, El montero. Epistolario, Santo Domingo, 2000, p. 256). De ahí que, a su parecer, fuera necesario difundir y hacer conocer los principios doctrinarios de la religión cristiana, pues conociéndolos y obedeciendo sus mandatos los dominicanos estarían en mejor disposición de cumplir con sus deberes de ciudadanía. En este, como en otros aspectos, coincide con Rousseau. 76 PFB-20140124.indd 127 24/01/2014 09:56:13 a.m. 128 Julio Minaya especulativa, estarían en capacidad de asimilar dicha doctrina sin el peligro de caer en la desorientación moral.77 Señalamientos críticos de Bonó y debates públicos suscitados Debate sobre el federalismo y rechazo de candidatura Entre 1880 y 1885 Bonó se convirtió en una figura de cierto reconocimiento, especialmente en el seno de la pequeña burguesía cibaeña. Sus trabajos publicados en la prensa nacional sobre los principales tópicos de la época le atrajeron un importante círculo de lectores. Algunas de las temáticas que examinó suscitaron interesantísimas discusiones. Aunque sus principales contribuciones al debate nacional correspondan a la década de los ochenta de la centuria decimonónica, debe precisarse que la primera vez que participó en la palestra pública fue en 1857, a propósito del tema del federalismo y con motivo del inicio de las sesiones del Congreso Constituyente de Moca, el que dotaría al país de la primera Constitución netamente liberal. En estos textos se enfrentó a Francisco Fauleau, quien defendía el sistema centralista. Tales controversias tuvieron una amplia cobertura nacional y suscitaron la participación de Alejandro Angulo Guridi, quien hizo varias objeciones al federalismo defendido por Bonó.78 Otro debate importante en el que participó fue el que se dio en virtud de la candidatura presidencial que reiteradamente le propusieron. Federico Henríquez y Carvajal le enrostró que su negativa podría generar conflictos y que, de persistir en su postura, estaría asumiendo ante la historia y el porvenir de la República una grave responsabilidad. Tal advertencia no sentó bien a Bonó, quien reaccionó de manera ostensiblemente incómoda: P. F. Bonó, Papeles, pp. 391-392. Alejandro Angulo Guridi, «Observaciones», Papeles, pp. 114-116. Este ensayo lo insertó Rodríguez Demorizi para que se pudiera apreciar un poco el debate que suscitó la defensa del federalismo hecha por el pensador macorisano. Originalmente fue publicado en el periódico La Gaceta. Luego fue recopilado en Alejandro Angulo Guridi, Temas políticos, Santiago de Chile, 1891, Vol. 1, p. 39. 77 78 PFB-20140124.indd 128 24/01/2014 09:56:13 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 129 ¡Cómo yo que no he participado en ninguno de los actos que tienen herida de muerte a la República puedo asumir responsabilidad, yo, infeliz ermitaño, sin goce de empleos, jubilaciones, pensiones, ni sueldo, simple fogonero de mis alambiques, con las manos encallecidas por el trabajo! Perseguido siempre, aunque injustamente, nunca agraciado […] puedo responder de las faltas de otros, mejor hallados. Vea eso bien y con el claro talento que la naturaleza le ha departido y que todos le reconocemos […] absuelva a este triste recluso y diga: libre es el señor Bonó de elegir su día y su hora si ésta a su juicio llegare a sonar.79 De amplias repercusiones en el país, la candidatura presidencial de Bonó –en especial para el período 1884-1886– generó escaso rechazo, por lo menos de forma manifiesta. Por lo pronto, el poeta popular Juan Antonio Alix sacó provecho de las expectativas reinantes en el seno de la opinión pública para desplegar sus dotes excepcionales en el cultivo de la décima: Y hasta más dice la gente: dice que el de Macorí, no lo harán salir de allí ni a fuerza de agua caliente. Que él sabe perfectamente que él no es gallo espuelero; que si con pluma y tintero no se puede defender, si en apuros se ha de ver prefiere su gallinero.80 Pero, ¿cuál postura asumió el ala liberal de la juventud cibaeña con asiento en Santiago? Su principal líder era a la sazón el joven y fogoso poeta, orador y publicista Eugenio Deschamps. Nacido en P. F. Bonó, Papeles, pp. 553-554. Ibídem, p. 454. 79 80 PFB-20140124.indd 129 24/01/2014 09:56:13 a.m. 130 Julio Minaya Santiago (1861), tenía parejos orígenes que Bonó: por línea paterna procedía de una familia que salvó la vida cruzando la frontera cuando ocurrió la Revolución hatiana de finales de siglo xviii, familia que terminó por radicarse en Santiago. Dechamps, que para tener mayor incidencia en los debates de opinión había fundado varios periódicos, consideraba inoportuno que la candidatura presidencial recayera en una personalidad desligada por completo de la vida militar, argumentando dicho planteamiento de la manera siguiente: El militarismo es en la República un Poder, y no se destruirá sino a costa de esfuerzos infinitos […] Ayer, como hoy, pensamos que en el hombre que venga a regir los destinos del pueblo, deben estar hermanados lo militar con lo civil […] Porque, no hay que dudarlo, el hombre de pluma, el literato, el pensador, odio tan solo y desdén inspiran al bando militar, que no respeta nunca sino al que sepa repartir más rudos sablazos.81 Anque Deschamps no mencionara a Bonó en su artículo, la alusión al intelectual macorisano no podía ser más obvia. Pero hay otro asunto en el que Deschamps discrepó de Bonó: la industria azucarera y su incidencia en la economía dominicana. Tampoco aquí se registraron debates directos. De acuerdo a Roberto Cassá, la posición de Deschamps al respecto se aproximaba más a Hostos que a Bonó, pues tanto para Deschamps como para el filósofo y pedagogo puertorriqueño dicho rubro alentaba la incorporación de capitales y personas extranjeras, todo lo cual propendía al desarrollo socioeconómico dominicano. Para Bonó, por el contrario, estaba claro que las condiciones de la industria azucarera implicaban inequidad y la proletarización del sector campesino.82 E. Deschamps, «Rectificaciones y ampliaciones» (1884), Eugenio Deschamps. Antología, Santo Domingo, 2012, p. 274. 82 R. Cassá, «La colección de Deschamps y la presente recopilación», Eugenio Deschamps. Antología, Santo Domingo, 2012, p. 34. 81 PFB-20140124.indd 130 24/01/2014 09:56:13 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 131 En torno a la industria azucarera y las franquicias otorgadas Otro debate relevante versó acerca de las franquicias, que no constituían para Bonó la causa fundamental del auge adquirido por la industria azucarera nacional. Según planteó en junio de 1882, el apogeo del azúcar había que atribuirlo a la inmigración de cubanos ocasionada por la guerra de independencia en Cuba, y no a las franquicias otorgadas. A tal apreciación se opuso el editor del periódico El Eco de la Opinión, de Santo Domingo, para quien las franquicias habían servido para atraer al país grandes capitalistas estadounidenses, alemanes y franceses, además de propiciar también la inversión de dominicanos (los Abreu, Saviñón, Heredia, Bona…). Rebatiendo a Bonó, sostiene: Sin esas franquicias, y solo por los motivos que hace valer el Sr. Bonó, muy pequeño sería el número de fincas de caña con que contaríamos, reducidas a las fomentadas por cubanos. Ningún ingenio central ha sido todavía establecido por éstos: los que existen son de dominicanos o extranjeros no cubanos.83 En realidad, los cubanos, que comenzaron a establecerse desde 1868, sí fundaron ingenios azucareros en suelo dominicano: uno de ellos fundó en Puerto Plata el primer ingenio con máquina de vapor, si bien fracasó tiempo después. Cinco años más tarde, en las proximidades de Santo Domingo, otro cubano, Joaquín Delgado, fundó el primer gran ingenio azucarero moderno (el Esperanza). Y en 1877 quedó instalado en San Pedro de Macorís el Angelina, iniciativa de otro cubano.84 Lo anterior indica que los cubanos, y también algunos extranjeros residentes en Cuba, se establecieron en República Dominicana e impulsaron el rubro azucarero con técnicas modernas de producción. Cuando Bonó escribe su artículo en junio de 1882, los cubanos llevaban ya catorce años incidiendo significativamente en la 83 84 P. F. Bonó, Papeles, pp. 256-257. R. Cassá, Historia social y económica de la República Dominicana, tomo II, Santo Domingo, 1989, p. 131. PFB-20140124.indd 131 24/01/2014 09:56:13 a.m. 132 Julio Minaya economía nacional en el sentido que aquí se viene tratando. Ahora bien, para ese mismo año la mayoría de los 30 ingenios ya instalados eran –a decir verdad– propiedad de europeos y norteamericanos. Todo esto nos lleva a concluir que ni Bonó ni ninguno de sus refutadores tuvo toda la razón en la explicación de la causa del auge azucarero dominicano de aquella época. A uno y a otros les asiste la verdad únicamente de manera parcial, ya que tanto la inmigración cubana como las franquicias otorgadas constituyeron factores decisivos para el apogeo que experimentó la economía azucarera en el tramo finisecular de la centuria antepasada. Acerca del tabaco y la firme defensa de Bonó El tabaco quizá fue el tema al que Bonó le dedicó más tiempo; en su defensa desplegó todas las capacidades de su intelecto. El cultivo, el procesamiento y el comercio de este rubro constituían, a su parecer, la base de sustentación de la economía cibaeña y de nuestra infantil democracia, ya que propiciaban el equilibrio social y económico dentro del conjunto de nuestra sociedad. De ahí que Bonó considere que «Él ha sido, es y será el verdadero Padre de la Patria». Mientras el azúcar, el cacao, el café y otros cultivos se caracterizaban por la concentración de riquezas en grupos de oligarcas, el tabaco, por el contrario, era producido por miles de pequeños propietarios y requería de manejos diversos que involucraban una gran diversidad de personas. Tal era la razón por la que sus beneficios quedaban distribuidos entre muchas personas. Esto le llevó a sentenciar: «El tabaco es demócrata; el cacao es oligarca». Veamos cómo el sociólogo describe el dinamismo económico de la economía tabaquera: Por doquier cruzan tongos, serones y pacas de tabaco; por doquier veo los almacenes atestados de esta hoja y a un enjambre de trabajadores de ambos sexos, apartando, enmanojando, pesando y enseronando. Veo a las tiendas atestadas de compradores, llegan y desaparecen los surtidos, en una palabra hay una circulación de riquezas triple a la del resto del año, y esto PFB-20140124.indd 132 24/01/2014 09:56:13 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 133 por consiguiente es lo más importante de que puede tratarse hoy.85 Admirado de los análisis efectuados por Bonó, Alejandro Paulino Ramos resalta una habilidad poco común entre los estudiosos de los problemas culturales que estaba presente en el sociólogo: su capacidad para descubrir la relación existente entre economía y práctica cultural. En efecto, la producción de tabaco provocaba actividades colectivas de las que surgían costumbres rurales.86 Las virtudes del tabaco, sin embargo, no eran apreciadas por algunas de las personalidades cibaeñas. Luis M. Castillo, compueblano de Bonó, refutó algunos de sus conceptos matrices, específicamente sus pronunciamientos en detrimento del cacao: «El tabaco siempre ha sido una espada amenazadora suspendida sobre el comercio del Cibao. Y esto se explica. Este fruto, que no tiene más aceptación que en las plazas de Alemania, ha sido siempre sometido a los monopolios de esos mismos mercados».87 Según Castillo, era un absurdo postular que el cacao había causado el marasmo por el que atravesaba el país, cuando más bien había que considerarlo como el único producto llamado a salvarlo: ¿Cuándo ha ofrecido seguridades de vida el tabaco? […] ¿Acaso el progreso de los pueblos estriba en un solo ramo de la agricultura? El cosecho del tabaco dura solamente cuatro meses y el país se sostendría el resto del año, sumido, como antes, en un estado de raquitismo, sin poder efectuar transacciones; mientras que el cacao y el café son frutos aceptables universalmente. La indiferencia con que ven los agricultores al tabaco está justificada.88 P. F. Bonó, Papeles, p. 193. Alejandro Paulino Ramos, «La cultura campesina en los escritos de Pedro Francisco Bonó», www.historiadominicana.com.do/cultura/ 85 86 costumbres/168-cultura-campesina-escritos-pedro-francisco-bono. html. Consultado el 09-02-2012. Periódico Patria, San Francisco de Macorís, octubre de 1895. En P. F. Bonó, Papeles, p. 400. 88 Ibídem, p. 401. 87 PFB-20140124.indd 133 24/01/2014 09:56:13 a.m. 134 Julio Minaya Bonó fue un hombre de «profundas convicciones»; continuó aferrado a la defensa del tabaco hasta el término de su vida, pues lo veía relacionado indisolublemente a una mejor distribución de las riquezas entre los dominicanos, condición sine qua non para la conservación de la vida democrática de la nación. Sobre el ideal de progreso y la impugnación vehemente de Bonó Un concepto o idea-fuerza muy de moda en el siglo xix, recurrentemente cuestionado por Bonó en su crítica del capital monopólico y en su enjuiciamiento de los gobiernos y la «clase directora», es el de progreso. Lo cual tiene una explicación básica: su visión humanística estaba profundamente enraizada en los principios de justicia social, libertad, igualdad, felicidad y caridad, por lo que en ella no cabía un progreso que no incluyera a los sectores sociales que integraban lo que él denominaba «el dominicano genuino». Se trata de una preocupación constante en sus escritos posteriores a 1884: «¿Cuál es este progreso? ¿Dónde está?», pregunta en 1884; y asegura que no lo observa ni en la organización del trabajo, ni en la instrucción pública, ni en las buenas costumbres. Tal progreso no pasaba de ser un fantasma, puro espejismo de mentes fervientes y superficiales, pues ni llegaba a las puertas del trabajador, ni incluía «a las clases de abajo», las que constituyen, en su opinión, los cimientos de la patria. Gregorio Luperón asume que a Bonó quisieron destruirle su reputación de hombre progresista proyectándolo como si repudiara sin más los avances que la vida moderna traía aparejados. Piensa que muchos no llegaron a comprender su pensamiento, dado que le atribuyeron actitudes reñidas con el espíritu de sus escritos y los propósitos de su mente.89 Para Bonó el progreso dominicano descansaba en tres bases fundamentales: G. Luperón, Notas autobiográficas, p. 77. 89 PFB-20140124.indd 134 24/01/2014 09:56:13 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 135 a. dar al dominicano tiempo para trabajar y asegurarle su trabajo; b. crear escuelas primarias y profesionales y establecer un sistema de enseñanza libre con maestros bien remunerados; c. abrir buenos caminos.90 Como premisa de todo lo anterior, postulaba el mantenimiento de la pequeña propiedad en el interés de favorecer la nivelación social y garantizar con ello la preservación de la soberanía nacional. En este sentido, debe enfatizarse la inclinación de Bonó a favorecer la igualdad y la conservación de la propiedad privada como pilares del régimen democrático. En este punto es obvio el influjo de Rousseau, quien postulaba que ningún ciudadano debía ser lo bastante necesitado como para verse obligado a venderse. Al respecto, sostiene el ginebrino: Si queréis, pues, dar al Estado consistencia, aproximad los grados extremos todo lo posible, no toleréis ni gentes opulentas ni pordioseros. Estos dos estados, naturalmente inseparables, son igualmente funestos al bien común; del uno salen los causantes de la tiranía y del otro los tiranos: es siempre entre ellos donde se hace el tráfico de la libertad pública; uno la compra y otro la vende.91 Tanto la puesta en entredicho del progreso enarbolado en el país como la defensa de la igualdad más allá de su aspecto formal tienen su origen en una preocupación fundamental de Bonó: la justicia social. Tal condición lo convirtió en un intelectual ético, lo cual motivó que lo tildaran de reaccionario al progreso y hasta de moralista. Una concepción del progreso diametralmente opuesta a la sostenida por Bonó es la que propugna José Ramón Abad en 1888. Desde su óptica, los que defendían la propiedad reducida92 eran unos P. F. Bonó, Papeles, pp. 73, 75. J. J. Rousseau, El contrato, Madrid, 1981. 92 Entre ellos cabe mencionar también a Eugenio María de Hostos, José Ramón López y Rafael Justino Castillo. Estos defendían la pequeña propiedad, pero sin los ribetes de radicalidad con que lo hacía Bonó, quien rechazaba de manera tajante el capital que traía consigo la inmigración europea por entender que 90 91 PFB-20140124.indd 135 24/01/2014 09:56:13 a.m. 136 Julio Minaya «moralistas» que se colocaban de espalda a la vía más expedita para lograr el progreso de la agricultura: fomento de la gran propiedad y de los nuevos cultivos con la ayuda de la inmigración extranjera.93 Colocado del lado de la gran propiedad, Abad «Favoreció la política de franquicias y concesiones de tierras para incentivar a los productores capitalistas y atraer inmigrantes, lo que entendía debía complementarse con una política liberal en el comercio».94 Precisamente esta política, esta visión liberal del progreso favorecida por Abad, fue refutada por los argumentos de Bonó anteriormente expuestos. Contribución de Bonó a la emancipación política, económica y cultural dominicana Bonó, precursor de la emancipación cultural dominicana Hay un servicio estelar por el que la República Dominicana estará perpetuamente en deuda con Pedro Francisco Bonó: a él cabe el mérito de ser precursor de la emancipación mental y cultural del pueblo dominicano. Fernando Pérez Memén ha tenido la agudeza de captar el papel desempeñado por Bonó en este plano, llegando a asociarlo a otros intelectuales de la región. Así lo destaca: Pertenece a una generación de hombres que procuraron vivir a la altura de su tiempo. Que asimilaron el pensamiento liberal europeo y aspiraron a enterrar la vieja sociedad colonial, vigente a pesar de la independencia política [cursivas añadidas], y a echar los cimientos de la sociedad liberal democrática como había ocurrido en los Estados Unidos y en Europa. Fue coetáneo de Espaillat, de Luperón, Meriño, el historiador García, Tejera, representaba una nueva forma de colonialismo político y económico. Ver R. González, «Ideología del progreso y campesinado en el siglo xix», Ecos, No. 2, 1993, pp. 25-43. 93 Ibídem, p. 39. 94 Ibídem, p. 40. PFB-20140124.indd 136 24/01/2014 09:56:13 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 137 Peña y Reynoso, Hostos y Betances. Y de los grandes líderes del pensamiento liberal hispanoamericano.95 El otro autor que hace alusión –aun sea de manera indirecta– al rol jugado por Bonó como pionero de la independencia intelectual dominicana es Rufino Martínez, quien en dicho aspecto lo separa del resto de sus compañeros liberales del Cibao. Véase cómo discierne la particularidad de Bonó por ser quizás el que más percibió en toda su hondura las rémoras heredadas de la mentalidad colonial: En los otros jóvenes de esa generación: Espaillat, Filomeno de Rojas, Belisario Curiel, Domingo Daniel Pichardo, Peña y Reynoso, aunque algunos de ellos le igualaban en la preocupación por la suerte del país en cuanto a su mejoramiento en todos los aspectos de su vida, no se penetraron tanto como él de los procedimientos y esfuerzos convenientes para liberar al pueblo del cúmulo de deficiencias, heredadas en su mayoría, y que tanto pesaban en el alma colectiva [cursivas añadidas].96 El caso es que los diversos países hispanoamericanos, con la rara excepción de Cuba, lograron su independencia política de la Corona española sin estar debidamente preparados en el orden de las ideas. Esto se debió a la forma súbita en que se presentaron los acontecimientos que originaron el levantamiento libertario; se carecía de la base social y económica necesaria para el establecimiento de las instituciones adecuadas a la democracia moderna. Las nuevas repúblicas fueron proclamadas sin haber experimentado previamente los cambios sociales e intelectuales imprescindibles para que sus pueblos se convirtieran en nación.97 La Guerra Fernando Pérez Memén, «El día de Bonó», Clío, No. 139, Santo Domingo, 1982 p. 93-97. 96 Rufino Martínez, Diccionario biográfico-histórico dominicano (1821-1930), Santo Domingo, 1998, p. 70. 97 «Los países que se independizaron políticamente de España no son naciones. Algunos de ellos no lo son en absoluto, otros están en trance de serlo, en camino o a punto. La vida social e histórica parece tener grados de realidad. Se puede ser más o se puede ser menos nación. Don Américo Lugo dijo que la República Dominicana no constituía una nación por no tener conciencia de ser una 95 PFB-20140124.indd 137 24/01/2014 09:56:13 a.m. 138 Julio Minaya de la Restauración (1863-1865) fue un claro indicativo de que los dominicanos querían ser libres de España y organizarse según los esquemas republicanos, pero la realidad es que no reunían todavía las condiciones requeridas para esto último. El mismo año en que las tropas españolas abandonaron Santo Domingo ocurrió un hecho insólito: el exmandatario que había sido mariscal de campo de la Corona hispánica, Buenaventura Báez, es juramentado nuevamente presidente de la República. Y esto sucedió debido a que las ambiciones de los generales triunfantes impidieron el acuerdo para el gobierno del país. Todos ansiaban ocupar el puesto de presidente. Que parte de la dirigencia político-militar de la segunda guerra libertaria traiga del extranjero a un anexionista consumado y le entregue en bandeja de plata la presidencia de la República muestra el tipo de mentalidad que predominaba. Es en tal contexto que Bonó se percata de uno de los males principales que afectaban a la sociedad dominicana: sin una identidad cultural propia como país, se dependía totalmente de los patrones culturales españoles. Se actuaba, se pensaba y se quería ser como ellos. Monárquicos, autoritarios, dogmáticos, etc., ellos constituían el modelo a seguir. Sus creencias, tradiciones, costumbres e ideas permanecían vigentes entre los que ahora se proclamaban libres y pretendían constituirse en república.98 De ahí que Bonó fuera el único en darse cuenta de un importante fenómeno: «se me alcanza –manifiesta en carta a Gregorio comunidad. Esto le pareció excesivo a mucha gente porque los dominicanos han manifestado varias veces la voluntad de ser independientes. Pero esto no basta». Federico Henríquez Gratereaux, «!Dios mío, cuántos dictadores!», Un ciclón en una botella. Notas para una teoría de la sociedad dominicana, Santo Domingo, 1999, p. 91. 98 Un caso significativo a este respecto lo constituye Félix María del Monte, considerado por M. Henríquez Ureña como «padre de la literatura de la República Independiente» a pesar de que en el himno que escribió horas después de proclamada la independencia de 1844 veía a los dominicanos como «españoles»: «“Al arma españoles”, dice la primera y más conocida versión […] el vocablo “españoles” fue sustituido después por el de “patriotas”». M. Henríquez Ureña, Panorama p. 176. Ni del Monte, ni ninguno de sus amigos seguidores de Buenaventura Báez (su caudillo) o de Pedro Santana tenía conciencia de lo que significaba la nacionalidad dominicana. Fueron anexionistas consuetudinarios, aun haya sido bajo el pretexto de que Haití constituía una amenaza latente para la existencia del país. PFB-20140124.indd 138 24/01/2014 09:56:13 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 139 Luperón– que nuestra independencia fue un hecho casi inconsciente por nuestra parte».99 Tras evaluar los planes y ejecutorias del Gobierno que surgió a raíz de la Guerra Restauradora, en especial su afán educativo, Fernando Pérez Memén hace unos señalamientos referentes al colonialismo intelectual vigente en la mentalidad dominicana de aquel momento: Una de las tareas principales del Gobierno Restaurador de Santiago era la reforma de la estructura mental de los dominicanos [cursivas añadidas], pues la independencia política y la democracia la requerían para consolidarse y robustecerse. Se imponía, entonces, desarraigar los hábitos, los usos y las costumbres coloniales, cambiar, en rigor, la mentalidad colonialista [cursivas añadidas] por la republicana.100 A decir verdad, el único dirigente de aquel Gobierno que tenía la claridad de pensamiento suficiente en relación a los aspectos referidos por Pérez Memén era Bonó. En su mente revoloteaba la idea de que los dominicanos todavía seguían oprimidos por el régimen colonial español, pero no ya en sentido político, sino intelectual. Es cierto que ya se empleaba el gentilicio dominicano y que se habían adoptado los símbolos patrios, pero subjetiva y mentalmente se continuaba siendo español. Bonó es el primero en República Dominicana que descubre este tipo –sutil, si se quiere– de dependencia. Luchar contra ella constituía la premisa necesaria de todo esfuerzo enderezado a la consecución del Estado-nación. Bonó: nueva visión de la sociedad dominicana y advertencia del neocolonialismo Partiendo de esa realidad, Bonó inició un arduo trabajo en procura de las bases de la identidad del pueblo dominicano. P. F. Bonó, Papeles, p. 461. F. Pérez Memén, Anexión y restauración de la República (Ideas, mentalidades e instituciones), Santo Domingo, 2008, pp. 141-142. 99 100 PFB-20140124.indd 139 24/01/2014 09:56:13 a.m. 140 Julio Minaya Comenzó por hacer ver a sus compatriotas lo que significaba cultural e históricamente la llamada sociedad dominicana: «Somos –asegura– una raza nueva en el mundo, producto de las mezclas del caucasio, indio y africano».101 No éramos por tanto españoles, sino algo diferente. Conformábamos desde ya un pueblo predominantemente mulato, étnica y culturalmente mestizo. De este modo Bonó hizo posible, aunque fuera de manera precaria, que se iniciara el proceso de asimilación de las reales matrices definitorias de la dominicanidad. Con ello, por supuesto, se vio enfrentado a los intelectuales de la élite dominante, quienes no cesaban de postular que desde el punto de vista sociocultural los dominicanos no tenían otro origen y carácter que el hispánico, que no tenían ningún nexo ni parentesco esencial con los negros oriundos de África. En su exploración de las líneas constitutivas de lo dominicano, Bonó comprendió además que un conjunto de males sociales había quedado intacto tras la proclamación de la independencia política y que ello obedecía a la falta de la necesaria emancipación cultural. Nadie antes que él había advertido la realidad y los efectos del colonialismo cultural que se expresaba en nuestra misma mentalidad. Pero al pensador criollo también hay que anotarle otro mérito: fue el primero que abogó por la emancipación económica de la República Dominicana. Bonó descubre la necesidad de emancipación económica al advertir que el país asistía a una modalidad de colonialismo de nuevo cuño que era entonces impulsada por el hambre de materias primas y de mercados que experimentaba el capital monopólico europeo, pero que pronto –hacia 1889– sería asumida plenamente por el capital imperial norteamericano. Esta situación puso en alerta al intelectual y sociólogo: se debía poner a buen resguardo la amenazada soberanía nacional. Con lo expuesto brevemente hasta aquí, se está en capacidad de postular que Bonó defendió tres procesos emancipadores y complementarios entre sí, a saber: la emancipación política (de la cual fue prócer), la emancipación mental y cultural (de la cual fue pionero) y la P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Ensayos sociohistóricos. p. 233. 101 PFB-20140124.indd 140 24/01/2014 09:56:14 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 141 emancipación económica frente al capital de naturaleza monopólica (de la cual fue también pionero). Además del general Gregorio Luperón, Bonó fue el único dominicano que cayó en la cuenta del peligro que en la época representaba la firma de un tratado de libre cambio con los Estados Unidos. En carta de 1884 interrogó a su amigo y héroe de la Restauración sobre lo que sobrevendría al país de concertarse dicho convenio: ¿Qué de sus rentas? ¿Cuáles impuestos iban a sustituir a las aduanas? ¿De qué modo iba el país a subsistir? En su atalaya macorisana Bonó se había convertido en el principal centinela de la patria.102 Por otra parte, cuando se escriba la historia del proletariado dominicano y se refiera la defensa de las clases trabajadoras y de los sectores empobrecidos, habrá de colocarse las figuras de Bonó y Ulises Francisco Espaillat en un sitial especial: ambos se pronunciaron tempranamente –1875– a favor de un aumento de sus salarios. La defensa de las masas trabajadoras constituyó una constante preocupación para Bonó. Y cuando hablaba de clases trabajadoras dominicanas, no se refería tan solo al tipo ideal de proletario, sino al conjunto de los sectores laboriosos: pequeños propietarios del campo y de la ciudad, jornaleros, aparceros, alquilados, peones, profesionales liberales, artesanos y recueros. Para todos ellos reclamó justicia social. Podría pensarse, sin embargo, que a Bonó únicamente le preocupaba la situación de las clases trabajadoras. No fue así. Él experimentó también un profundo sentimiento de compasión por los pobres y menesterosos, cuyo número iba en aumento. Y es que debido a múltiples factores –como la migración laboral interna y la procedente del exterior, la expansión de la industria azucarera y un significativo incremento poblacional– se habían agudizado los viejos problemas y habían surgido otros nuevos. Ello conllevó a que el número de indigentes creciera considerablemente. En noviembre de 1884 Eugenio María de Hostos dio el grito de alarma por la situación que confrontaba el país como resultado de la llegada de los ingenios azucareros, pues los agricultores preferían abandonar 102 P. F. Bonó, Papeles, p. 521. PFB-20140124.indd 141 24/01/2014 09:56:14 a.m. 142 Julio Minaya los cultivos de sus predios agrícolas para ir tras un salario. En los siguientes términos patéticos describe Hostos la situación generada: Todos hemos estado muriéndonos de hambre, literalmente muriéndonos de hambre de aquellos frutos espontáneos de las tierras tropicales, que a cada paso se han ido haciendo más raros y por lo mismo más costosos, y de aquellos artículos de primera necesidad que se han ido haciendo menos accesibles a medida que parecía más fácil la adquisición del numerario.103 Impactado por circunstancias tan desastrosas, Bonó profesó la caridad cristiana para con los indigentes, desamparados y enfermos.104 Con el propósito de asegurar las ayudas que facilitaba, de tener una fuente de recursos para las mismas, les dedicó de manera exclusiva las ganancias de un pequeño alambique que instaló al lado de uno mayor que tenía en Macorís.105 Bien ganado ha sido, por tanto, el título de Bonó, un intelectual de los pobres, nombre de la principal obra escrita en el país sobre el E. M. de Hostos, «Falsa alarma. Crisis agrícola», Hostos en Santo Domingo, vol. I, Ciudad Trujillo, 1939, p. 163. 104 Actitud que fue una constante en toda su vida. El siguiente fragmento, especie de autorretrato, lo confirma: «Pues, señor, érase un hombre de alguna edad, honrado, tranquilo, que vivía en un pueblo de la República Dominicana llamado Macorís, donde ejercía, habrá veinte años, la profesión de destilador o alambiquero. Sus productos, ya fueran romo o tafiá, eran conocidos a diez leguas a la redonda, y su clientela era muy considerable visto que su bebida eran tan buena, que cierto Abate que era conocedor y tuvo ocasión de probarla la halló exquisita, y le dió varias veces el parabién. El referido destilador, que se llamaba Pedro, ejercía con gran caridad el oficio de médico en el pueblo y campos vecinos, curaba a todos y daba de balde asistencia, medicina y hasta alimentos, y sábanas a los más necesitados de sus enfermos. No había uno en el pueblo que él no hubiera curado de alguna dolencia, desde los más encopetados hasta los más humildes, y todos de balde. Entre estos todos los miembros del Ayuntamiento habían sido sanados por él, ellos y sus mujeres e hijos y siempre amorosamente de balde». Comentario extraído de una carta que Pedro Francisco Bonó envía al presbítero. J. Fco. Cristinacce. Ver Papeles, p. 500. 105 Bonó hizo contactos en Francia para la adquisición de los implementos necesarios para la instalación de estos alambiques en las proximidades de su casa, ubicada en la actual calle Colón de San Francisco de Macorís (donde funciona ahora el parqueo del Ayuntamiento Municipal). El pequeño producía de diez a doce galones de aguardiente por día. El alambique mayor era suficiente para cubrir sus necesidades personales. 103 PFB-20140124.indd 142 24/01/2014 09:56:14 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 143 pensador dominicano.106 ¿Dónde tiene origen su profunda sensibilidad social, una de las notas más vibrantes de su personalidad? La temprana lectura, orientada por su abuela, debió ejercer determinante influencia en ello. Si, como confiesa el autor, su abuela abrigaba tanta afición por los autores franceses, es muy probable que sobre el nieto recayera todo el peso literario y filosófico del lema prerromántico Siento, luego existo, afirmación filosófico-existencial con la que Rousseau se opuso al racionalismo de Descartes, a su Pienso, luego existo.107 Pero, aparte de Rousseau, están también los escritos de Víctor Hugo y de otros románticos que Bonó tuvo ocasión de leer, como constatan los títulos que en cierta ocasión solicitó a una librería de Nueva York.108 Así pues, la filosofía reivindicadora de la natural condición sentimental del ser humano postulada por Rousseau y los planteamientos de autores románticos de los cuales dicho filósofo fue precursor constituyeron veneros fundamentales del torrente de sensibilidad que exhibió Bonó a lo largo de su vida. En este sentido, cobra importancia el siguiente comentario de Josefina de la Cruz: La influencia que Bonó recibió del exterior pudo haber sido a través de su abuela paterna, de nacionalidad francesa, a cuyo lado creció. Más adelante veremos que Bonó cita a Rousseau, y que le gusta referirse a los «hábitos del hombre de Europa». Madame de Stael, Chateaubriand, Víctor Hugo, Lamartine y R. González, Bonó,. «Ciertamente, Rousseau, distanciándose de manera radical del cogito ergo sum (pienso, luego existo), que a partir de Descartes se había convertido en el eje de la lectura filosófica del mundo, proclama el sentio ergo sum (siento, luego existo) como piedra angular de su modelo filosófico, es decir, como fundamento de toda certeza que se concreta en la superioridad del sentimiento sobre la razón. Así, en el libro IV del Emilio y, más concretamente, en Profesión de fe del Vicario saboyano dirá que “existir para nosotros es sentir, nuestra sensibilidad es incontestablemente anterior a nuestra inteligencia, y hemos tenido sentimientos antes que ideas […]” Conocer el bien, no es amarlo, el hombre no tiene el conocimiento innato del mismo, pero cuando su razón le hace conocer, su conciencia le lleva a amarlo: es el sentimiento que es innato». F. J. Caballero Harriet, La dialéctica liberalismo-democracia, San Sebastián, 2006, p. 11. 108 P. F. Bonó, Papeles, pp. 605-607. 106 107 PFB-20140124.indd 143 24/01/2014 09:56:14 a.m. 144 Julio Minaya de Vigny serían posiblemente autores románticos muy conocidos de Bonó.109 Influencias del romanticismo y del costumbrismo en Bonó Cuando se examina la vida de Bonó, se palpa en ella una importante veta romántica. En su época el romanticismo aún ejercía sus influjos en Latinoamérica. Entre los intelectuales que se propusieron alcanzar la emancipación mental o cultural luego de la independencia política figuran Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Eugenio María de Hostos y José María Luis Mora. Estos emancipadores o próceres de la emancipación intelectual desempeñaron roles variopintos en sus respectivos países: abogados, literatos, historiadores, políticos y pensadores. Su vocación romántica no solamente se puso de manifiesto en su patriotismo, sino también en el énfasis que dieron a las expresiones locales en su búsqueda de rasgos propios. Se propusieron depurar las ideas, tradiciones, usos, creencias y valores heredados para dar base y cauce a un cierto espíritu de pueblo. Muchas de las facetas intelectuales exhibidas por Andrés Bello, José Victorino Lastarria o Juan Montalvo las vemos expresadas también en Bonó. En adición a lo anterior, es correcto afirmar que, en su condición de abogado, Bonó debió haber tenido conocimiento de los postulados de la escuela histórica del derecho, en especial de los textos de Friedrich Karl von Savigny, los cuales otorgan especial significación a las costumbres populares como fuentes nutricias de la jurisprudencia. De otro lado, una aproximación a su forma de abordar la problemática social obliga a ponerlo en relación con el costumbrismo, tal y como referí anteriormente al tratar acerca de su obra El montero. Sobre este y otros aspectos, Josefina de la Cruz explica: Josefina de la Cruz, La sociedad dominicana de finales de siglo a través de la novela, Santo Domingo, 1978, p. 189. 109 PFB-20140124.indd 144 24/01/2014 09:56:14 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 145 El montero, que es la primera novela dominicana, es también la única que recoge la vida y las costumbres de estos habitantes que ni siquiera merecen el nombre de rurales [cursivas añadidas]. Y aquí está el gran valor de esta novela que contiene información precisa sobre un núcleo humano hoy extinguido, pero que formó parte de la nación dominicana. Su valioso testimonio aporta datos muy importantes para completar los matices de la sociedad dominicana de entonces […] Con su minuciosa descripción […] esta novela inaugura de hecho la corriente costumbrista en el país en una fecha tan temprana que puede decirse que es casi coetánea con el costumbrismo peninsular […], que se gesta en España a partir de la tercera década de la pasada centuria con la obra del Duque de Rivas, D. Sebastián Miñano y Serafín Estébanez Calderón. En América, los primeros brotes se registran en Argentina a partir de 1880.110 Los avatares de la vida llevada por los monteros herían la fina sensibilidad del joven Bonó. Es esa realidad la que alienta en El montero, no el romanticismo: allí el autor muestra empeño por dar a conocer, en su cruda desnudez, las penalidades que debía afrontar a diario esta parte relegada del campesinado tradicional. De ello se deduce que también la literatura de corte costumbrista y realista moldeó su gusto estético y le proporcionó recursos para desplegar sus destrezas creadoras en los campos de la novela y el ensayo. Pero las vertientes filosóficas y literarias referidas no fueron las únicas doctrinas en que abrevó el intelectual dominicano; hay que hacer mención también del socialismo utópico y del humanismo católico. Bonó muestra ciertas coincidencias con el marxismo Varios autores advierten coincidencias entre algunos planteamientos de Bonó y de Marx. Contemporáneos –Marx nació diez años antes J. de la Cruz, La sociedad dominicana, pp. 187-188. 110 PFB-20140124.indd 145 24/01/2014 09:56:14 a.m. 146 Julio Minaya que Bonó–, ambos estuvieron preocupados por la cuestión obrera, particularmente por la situación de abandono y de explotación de las clases trabajadoras, que para Bonó eran todos los que trabajaban y no exclusivamente los proletarios. En ese sentido es cierto que Bonó realizó análisis que guardan cierta similitud con planteamientos marxistas.111 Pero hasta ahí llegan las semejanzas, pues no se puede obviar que sus concepciones filosóficas y políticas difieren: mientras Bonó reivindica los postulados del republicanismo democrático y los principios liberales, Marx postula la dictadura del proletariado y defiende los principios socialistas y comunistas. Además, no puede ser casualidad que Bonó no usara en sus escritos las palabras «socialismo», «marxismo» o algunos de sus derivados, palabras que ya en su época habían sido empleadas –si bien en tono despectivo– por varios políticos vernáculos.112 Peculiaridad del examen de la realidad dominicana logrado por Bonó Como se ha visto, en Bonó convergen múltiples doctrinas. Esto se explica por el hecho de que el dominicano no se encastilló en ninguna de las corrientes que constituyeron escuelas durante los siglos xviii y xix, sino que como autodidacta fue asimilando los aportes más importantes de cada una de ellas. La tendencia ecléctica que se advierte en Bonó tiene así su explicación. Eclecticismo que por cierto no ha de ser visto como el simple En el siguiente texto de Bonó se advierte cómo, al igual que Karl Marx, el pensador criollo logra poner en interacción los opuestos al interior del discurso: «En un tiempo el Tesoro público eran los bienes de los particulares, hoy los bienes de los particulares lo constituye el Tesoro público, de él sacan su subsistencia millares de zánganos y aduladores, la hez de la sociedad». Carta del 25 de noviembre de 1885 al general G. Luperón, incluida en Papeles, p. 537. 112 Según Diógenes Céspedes, en el período de los «seis años» Buenaventura Báez solía acusar a sus enemigos políticos de «comunistas y ladrones»; en tanto que G. Luperón se refiere en 1873 a «una peste de socialistas que quisieran el poder, la anarquía y la expropiación legal». Ver la carta que G. Luperón dirigió al presidente Francisco Gregorio Billini el 15 de junio de 1873 y que fue publicada en «Documento: dos cartas de Luperón», Eme-Eme, No. 38, 1978, p. 162. Texto citado por D. Céspedes, «Filosofía e ideas socialistas en República Dominicana», L. F. Martínez Jiménez Filosofía, p. 210. 111 PFB-20140124.indd 146 24/01/2014 09:56:14 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 147 acopio de puntos de vistas diversos para llegar a una conclusión que no es fruto de una elaboración crítica personal. De hecho, cuanto asume de la Ilustración, la economía política, el positivismo o el liberalismo lo emplea solo como herramienta teórica, metodológica y analítica para lograr observar los intersticios del tejido social y extraer de allí el justo saber que dé orientación a su pensamiento. De ahí que, cuando necesitó apartarse de algún postulado teórico, pudiera hacerlo sin mayores dificultades. Un caso palmario lo constituye el cuestionamiento que hizo al liberalismo económico y su postura ético-crítica frente al supuesto progreso que experimentaba el país por el mero hecho del aumento de las exportaciones e importaciones, aumento que no se traducía en una mejora del mundo de los obreros y del pueblo pobre. En efecto, para Bonó, la cuestión hacienda va más allá de las cifras, por lo que en su análisis hay que trascender las simples apariencias numéricas. Nos dice: A primera vista es verdad que aparece como exclusiva cuestión de guarismos, pero esta faceta engañosa solo conduce a remedios de momento, imprescindibles por parte del Gobierno para aflojar su tirante situación, pero que no cortan el mal de raíz [cursivas añadidas], dejándolo perpetuado en la sociedad con todos sus apuros consecuentes y con menores probabilidades de vencerlas.113 En República Dominicana cada cierto tiempo suelen presentarse períodos de crecimiento económico. Los gobiernos se jactan con la presentación de números que así lo avalan; sin embargo, tal incremento no se expresa en un aumento de la calidad de vida de la ciudadanía, sino que lo que provoca es una mayor desigualdad social. Y esto en un país que ocupa uno de los primeros lugares en inequidad social de la región. Este será uno de los problemas a vencer para lograr que los dominicanos puedan vivir felices en su tierra, pues como advirtió Bonó: «mientras se reparta el dinero de todos sin justicia habrá descontentos».114 P. F. Bonó, «Estudios. Cuestión Hacienda», Papeles, p. 157. P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Papeles, p. 301. 113 114 PFB-20140124.indd 147 24/01/2014 09:56:14 a.m. 148 Julio Minaya Entre los aspectos peculiares que sobresalen en el análisis de la realidad social dominicana efectuado por Bonó figura en un primer plano su puesta en entredicho del credo progresista enarbolado por el liberalismo positivista. Con ello pone de relieve sus condiciones analíticas excepcionales, pues logra captar cómo las desigualdades e injusticias sociales de un sistema en el que imperaba la «lucha de los fuertes contra los débiles» habían sumido «a las clases de abajo» en la marginación social y la miseria. Al decir de Andrés L. Mateo, todo su pensamiento en torno a la problemática nacional –incluyendo el manifestado en escritos de ficción como El montero y el posterior esbozo de novela– se relaciona con una «duda metódica» respecto a la noción aceptada de progreso, así como con el intento de prevenir sus efectos catastróficos sobre las masas populares.115 Finalmente, dentro del mundo de preocupaciones del intelectual, hay que situar su postura respecto al modelo republicano de gobierno. Consideró urgente aprender la ciencia del Estado y del gobierno, pero no para copiar las leyes y parodiar las formas republicanas. A su juicio, la cuestión esencial radicaba en estudiar las reformas posibles y útiles para un pueblo que había sido esclavo hasta hacía poco.116 Juan Isidro Jimenes Grullón reconoce la profunda capacidad de análisis de un autor que no se limitó a contemplar el «colonialismo político» que revelaba el Santo Domingo de la época, sino que enjuició también el «colonialismo económico» que traía consigo la intromisión del capital monopólico.117 Pero en realidad Bonó fue más allá de lo indicado por Jimenes Grullón: pudo visualizar el nexo esencial de dos tipos de colonialismos (el político y el económico) con otro menos visible –y no por ello menos importante–, el «colonialismo intelectual». En efecto, uno de los hallazgos más relevantes de Bonó consistió en determinar los tres grandes desafíos a que se enfrentaba la sociedad Andrés L. Mateo, Mito y cultura en la Era de Trujillo, Santo Domingo, 1993, p. 149. 116 P. F. Bonó, Papeles, p. 301. 117 Juan Isidro Jimenes Grullón, Sociología política dominicana 1844-1966, vol. I (1844-1898), Santo Domingo, 1976, p. 373. 115 PFB-20140124.indd 148 24/01/2014 09:56:14 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 149 dominicana con la irrupción de una industria azucarera impulsada inicialmente por capitales europeos y luego estadounidenses: a. defender la soberanía política en un contexto en que el neocolonialismo imponía un tipo diferente de dependencia; b. buscar alternativas para no caer en la dependencia económica (al país lo tenían estrangulado las grandes compañías extranjeras); c. afianzar la lucha contra las taras heredadas del régimen colonial español, proceso necesario para que el país pudiera abrirse paso a la modernidad. En el marco del nuevo colonialismo, Bonó formuló su importante tesis de la transacción (1881), la cual tenía por objetivo el «que las dictaduras no ahoguen a los dictadores, y la anarquía no destruya a la República».118 Así, exhortó a pueblo y gobierno, partidos y clases sociales, a flexibilizar sus pretensiones, refrenar sus impaciencias y hacerse concesiones recíprocas.119 Para Juan Isidro Jimenes Grullón esta propuesta de Bonó tuvo un solo beneficiario, Ulises Heureaux,120 quien habría de instaurar una dictadura seis años después. Convendría indicar que cuando Bonó dio a conocer la aludida tesis –en 1881–, el Partido Azul o liberal apenas iniciaba su corta andadura gubernamental de siete años (1879-1886) y tenía que enfrentar y liquidar importantes movimientos insurreccionales. El brazo militar de los liberales estaba dirigido precisamente por el general Ulises Heureaux; en sus manos duras –más temprano que tarde– preveía Bonó que recaería el poder de no crearse una situación de amplio consenso que favoreciera la estabilidad social y política. Por otra parte, Bonó estaba consciente de que ante el empuje del capital monopólico extranjero era necesario que el país se uniera, pues una comunidad nacional desunida era una presa fácil de la expoliación. Fue por eso que Bonó planteó la unidad, la tesis de la transacción, y fue también por ese motivo que sugirió que las P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 228. Ibídem. 120 J. I. Jimenes Grullón, Sociología política, p. 301. 118 119 PFB-20140124.indd 149 24/01/2014 09:56:14 a.m. 150 Julio Minaya fórmulas electorales para los cargos de presidente y vicepresidente fueran ostentadas por personalidades representativas de las regiones norte y sur. Para los capitalistas foráneos que jugaban a la dispersión el interlocutor preferido era un dictador dependiente aupado por ellos mismos y apoyado por la oligarquía local. Este papel lo representó Heureaux, su ficha predilecta; con él se instauró en República Dominicana el capitalismo dependiente. Bonó aplica la búsqueda del término medio Jimenes Grullón no logró entender las motivaciones que llevaron a Bonó a plantear la tesis de la transacción. Y, sin embargo, esta se avenía muy bien con una constante de toda la vida de nuestro pensador: la búsqueda del término medio. En efecto, Bonó recurría a todas las vías razonables y prudentes para tratar de ahorrar al país posibles sufrimientos y calamidades políticas, sociales, económicas y morales. En tal virtud, privilegiaba la búsqueda del consenso y del diálogo como fórmula para solucionar los conflictos. De la prudencia y del don persuasivo que adornaban su vida son pruebas fehacientes las delicadas misiones que en momentos cruciales quedaron bajo su responsabilidad: llevar mensajes confidenciales ante las autoridades haitianas, solicitar ayuda de los cibaeños en el fragor de la Guerra Restauradora, cargos en áreas donde los conflictos están a la orden del día (Relaciones Exteriores, Justicia). Aparte de la tesis de la transacción, y como aporte a la estrategia política, Bonó formuló un sabio postulado geopolítico de gran conveniencia para el país: dadas su pequeñez y ubicación geopolítica, la República Dominicana debe mantenerse neutral ante los enfrentamientos que se susciten entre las grandes potencias por motivo de sus respectivos intereses en la zona. Los gobernantes dominicanos deberían de hecho actuar con suma cautela, inteligencia y prudencia de querer preservar la estabilidad y garantizar la soberanía. En tales precauciones se fundaría la supervivencia de la nación.121 121 P. F. Bonó, Papeles, pp. 233-237. PFB-20140124.indd 150 24/01/2014 09:56:14 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 151 De otro lado, cuando Bonó se descalificó a sí mismo y al general Heureaux para ser propuestos como candidatos presidenciales, obedecía al postulado del término medio: ambos, dadas sus características personales, representaban extremos no aconsejables para el ejercicio del máximo cargo político de la joven nación. Con Bonó el país tendría exceso de libertad; con Heureaux, escasez de la misma. Ninguno pondría en franca armonía la libertad y la autoridad: más bien representaban extremos. Para Bonó fue fácil predecir la dictadura del segundo: el pensador observó claramente el curso de los acontecimientos cuando Heureaux, hombre clave del norte, procuraba afanosa y amañadamente el apoyo de los sureños. La inclinación de Bonó por el término medio se vio confirmada, además, por su señalamiento de la clase media como clase ponderadora. Adujo que muchos de los males que afectaban la República tenían su origen en la ausencia de dicha clase, la cual suele fungir como «modelo» o referencia para los demás sectores de la sociedad. Para Bonó, tal ausencia era el producto del desquiciamiento social que se produjo a raíz de la guerra contra España. Refiriéndose al caso haitiano, indicó que la ausencia de la clase media en ese país era la causa primordial de su exclusivismo característico. Aristóteles,122 un autor que Bonó debió haber leído directa o indirectamente, es el filósofo que más influyó en su tendencia a desechar los extremos y procurar el equilibrio. Diversas apreciaciones en torno al supuesto pesimismo de Bonó Para algunos estudiosos de la obra de Bonó, este fue un pensador pesimista respecto al devenir de la sociedad dominicana.123 Pero de Su concepción del término medio tiene prolija aplicación en los ámbitos lógicos, político-sociales y éticos. Para el caso que nos ocupa, son de especial interés las argumentaciones y ejemplos que ofrece en sus libros Política y Ética a Nicómaco. En este último sostiene que el «término medio» constituye la clave para ser feliz, pues permite una conducta equilibrada alejada de los extremos, los que se caracterizan, bien por el exceso (abundancia excesiva), bien por el defecto (suma escasez). 123 El pesimismo dominicano ha hecho antología. De pesimistas han sido tildados Emiliano Tejera, Francisco Moscoso Puello, José Ramón López, Federico 122 PFB-20140124.indd 151 24/01/2014 09:56:14 a.m. 152 Julio Minaya haberlo sido, Bonó habría contrariado su búsqueda del «término medio», ya que el pesimista asume la postura extrema de postular el fracaso en todo, careciendo de sentido todo paso, salida o plan encaminado a un posible mejoramiento o solución. El pesimista cae postrado ante una realidad que lo aplasta, que considera irresoluble de antemano. Como afirma Federico Henríquez Gratereaux, Decir que hay problemas dominicanos muy graves no es ser pesimista. Ser pesimista es creer que no podemos superarlos. No hay sociedad que no tenga problemas; pero no todas las sociedades piensan que les está vedado resolverlos […] Las clases sociales dominicanas nunca han tenido la coherencia suficiente para constituir una entrabada estructura social. El fracaso económico que durante siglos ha experimentado nuestra sociedad ha impedido que las clases, articuladas en colaboración, lleguen a producir una cultura moral, racional e interesada […]124 Bonó sufrió grandes decepciones a lo largo de su existencia. Por momentos experimentó grandes depresiones y, francamente, estuvo al borde del pesimismo. José Mármol, un siglo después, reconoció su filiación personal con esta vertiente del pensamiento social dominicano, pues confesó: García-Godoy y Américo Lugo, entre otros. En este sentido, puede hablarse de una especie de pesimismo metodológico, al modo del escepticismo cartesiano: se trata de una intensa actitud de búsqueda y condena de los males que han atenazado a la sociedad dominicana. La mayoría de los intelectuales pesimistas dominicanos no hacen más que hurgar en el fondo de nuestras desgracias y precariedades, llegando incluso al colmo de llorar por no poder remediarlas. Hay en ellos un evidente espíritu de desvelo por el pueblo dominicano; pero las ansias profundas de verlo feliz, sin tener a la vista solución alguna para los sempiternos problemas que lo aquejan, llenan sus vidas de desesperación y angustia. Con ellos no se han aliviado nuestros males, pero sin ellos nos conoceríamos menos. 124 F. Henríquez Gratereaux, «Meter un ciclón en una botella», Un ciclón en una botella, p. 29. PFB-20140124.indd 152 24/01/2014 09:56:14 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 153 Estuve, debo admitirlo, al borde del más radical pesimismo, el pesimismo dominicano, y sigo estándolo, porque me ha parecido, de entre todas, la visión o previsión que en nuestro contexto más complicidad guarda con los acontecimientos efectivos, reales o imaginarios, de los que nutren la cotidianidad y la historia de nuestro país.125 El pesimismo per se no es la actitud o condición que más cuadra a un pensador del talante de Pedro Francisco Bonó; aunque, si se toman aisladamente, algunos de sus señalamientos podrían dar pie a la referida calificación de pesimista. Como tal lo han considerado, en menor o mayor grado, Pedro M. Archambault, Pablo Nadal,126 Franklin Franco Pichardo, Miguel Pimentel,127 Federico Henríquez Gratereaux, entre otros analistas. Incluso quien esto escribe, en un texto anterior, llegó a ubicarlo dentro de una especie de pesimismo crítico.128 No obstante, movido por una relectura ponderada de sus trabajos, y tomando en consideración el conjunto de su producción intelectual y no planteamientos aislados, me he visto compelido a rectificar mi posición y a calificarlo más bien de realista crítico. José Mármol, Ética del poeta, Santo Domingo, 1997, p. 160. Para este autor Bonó no es un pesimista más, sino que sus escritos acerca de temas dominicanos «lo consagran como primer postulador de la corriente o escuela que se ha denominado “pesimismo dominicano”. Pesimismo no concebido como aceptación sin remedio de los males, sino como ejercicio de pensamiento, como pesaje de la realidad y movilizador de fuerzas superiores para alcanzar mejores metas y situaciones». Ver P. Nadal, Bonó, p. 53. Resulta evidente que lo que entiende Nadal por pesimismo corresponde más bien a un escepticismo moderado o metódico. 127 Miguel Pimentel distingue cinco tipos de pesimismo dentro del ámbito intelectual criollo, los cuales derivan directamente de la causa a la que se asocia el núcleo de los problemas dominicanos: «biológico-natural en José Ramón López, que lo atribuye a la “mezcla de razas”; en Américo Lugo de tipo jurídico-político, puesto que considera la ausencia del Estado ordenador y de sus instituciones idóneas como el “mal nacional”; filosófico en Federico Henríquez y Carvajal, que ve el mal en la lucha binaria entre civilización y barbarie; romántico en Bonó, ya que requiere reivindicar la función histórica de la clase trabajadora». Ver M. Pimentel, Modernidad, post-modernidad y praxis de liberación, Santo Domingo, 2002, p. 11. 128 J. Minaya Santos, «Pedro Francisco Bonó. Emancipador mental y crítico de la sociedad dominicana de segunda mitad del siglo xix», L. F. Martínez Jiménez, Filosofía dominicana: pasado y presente, tomo I, Santo Domingo, 2009, pp. 173-209. 125 126 PFB-20140124.indd 153 24/01/2014 09:56:15 a.m. 154 Julio Minaya Este realismo crítico de Bonó se pone de manifiesto en su esfuerzo constante por examinar la realidad dominicana y someterla a serios cuestionamientos que lo hacen sobreponerse a las apariencias y las opiniones al uso. Es cierto que en ocasiones, agobiado por las circunstancias adversas padecidas por la nación, frente a las que se sentía impotente, Bonó incurrió en pronunciamientos fuera de tono. Así sucedió cuando manifestó que la sociedad dominicana fue organizada, quiérase o no, para el despotismo, y que se tendrían rebeliones y dictaduras129 –en su opinión se carecía de virtud política y de espíritu público, condiciones fundamentales para conquistar la mayoridad política–. O también cuando sostuvo que el pueblo dominicano «tomado colectivamente es casi inútil», aunque «separadamente, individuo por individuo, es de lo mejor que hay en el mundo».130 La pasividad era, en opinión de Bonó, nuestra principal característica como pueblo. Pero esto no le impidió constatar el hecho de que históricamente habíamos dado pruebas fehacientes de querer ser un pueblo «dueño de su destino». Para él nuestros fracasos como colectividad no eran debidos a que la nación o la raza fuesen incapaces; obedecían a que el conjunto de tradiciones y hábitos heredados de la colonia provocaban en el pueblo la inercia, el hábito de no pensar. Cabe destacar aquí la inflexión que registra el pensamiento tradicional dominicano gracias a estos puntos de vista de Bonó: por vez primera los problemas medulares de la sociedad dominicana –responsables de su atraso socioeconómico, político, educativo y moral– no se achacan al clima tropical, ni a la variopinta procedencia racial que nos condiciona, ni tampoco a la sangre de origen africano que circula por nuestras venas. No. El intelectual sigue otros derroteros en su esfuerzo por dotar de sentido a ese ser-siempre-dinámico en que consiste la dominicanidad. En su concepto, nuestra condición de sociedad mulata no debe seguir constituyendo un anatema. Aunque irreverente para algunos, P. F. Bonó, Papeles, p. 228. P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», p. 393. Temiendo que la posteridad lo considerara como pesimista a ultranza, escribió: «Quizás se piense que lo que dejo dicho es de un pesimismo desconsolador, sin mañana, pero ábrase nuestra historia… véase a Santana…véase a Báez…». Ver P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 243. 129 130 PFB-20140124.indd 154 24/01/2014 09:56:15 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 155 el pensador argumenta que una parte de nuestros males obedece, en cambio, a la mentalidad colonial, «a las reliquias dejadas por los españoles en todas sus colonias». Sus reflexiones representan, pues, un nuevo paradigma interpretativo que debe ser conocido por cada dominicano y dominicana. Solo de este modo estaremos cobrando conciencia crítica de lo que hemos sido y de lo que somos, cuestiones de trascendental relevancia para plantearnos seriamente lo que queremos ser. A juicio de Fernando Ferrán, en los escritos de Bonó podemos contemplar cómo se manifiesta «la fenomenología del alma dominicana».131 Considera que a través de su pensamiento el pueblo dominicano ha sido retratado lidiando con sus grandes apuros y avatares, pero también acariciando sus más hondas aspiraciones. Bonó, huelga decir, no oculta nada en sus análisis de la nación dominicana: ni sus defectos más pronunciados, ni sus virtudes más elevadas. Y así como sostiene que la dominicana es «una República que no ha dado pruebas suficientes de tener los elementos necesarios para gobernar y dejarse gobernar», también advierte que: Si se estudia con detenimiento y por partes a este mismo pueblo tan ardiente y agitado, previa abstracción de los políticos de profesión y de los codiciosos del presupuesto, se notará en todas las clases elementos de culminante vitalidad, propensión decidida al progreso, y además un trabajo latente de orden y organización. El dominicano es gran trabajador, su esfuerzo muscular llega a tan pujante altura como el pueblo que más, solo le falta que medidas insensatas no obstruyan de continuo la legítima aspiración de su trabajo, que lo dejen mover a sus anchas en sus faenas, y sus ahorros no lo esparzan a todos los vientos los ardientes partidarios del progreso a todo trance.132 Luego de realizar una ponderada evaluación del legado de Bonó en la que tanto pone en claro sus limitaciones como enfatiza sus Fernando I. Ferrán, «Bonó o la fenomenología del alma dominicana», L. F. Martínez Jimenéz Filosofía dominicana, pp. 159-172. 132 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 191. 131 PFB-20140124.indd 155 24/01/2014 09:56:15 a.m. 156 Julio Minaya contribuciones, Fernando I. Ferrán hace la atinada observación de que: Gracias a su talento analítico, el pensador francomacorisano generó una comprensión original de la sociedad dominicana que, aun cuando no dio pie al surgimiento de una escuela de pensamiento propiamente dicha, guarda toda su actualidad. Se trata, en verdad, de una reflexión propia que no se reduce, sino que supera y desborda ese fenómeno tradicional que ostenta el nombre de marca, desde inicios del siglo xix, de «el gran pesimismo dominicano».133 En adición a lo anteriormente expuesto, resulta apropiado justipreciar la afirmación de Bonó de que el dominicano podría llegar a constituirse en un pueblo relevante en América y el mundo, con una alta y delicada misión. Su argumento se basa en que nuestra composición étnico-cultural nos impulsa al cosmopolitismo, esto es, a una actitud abierta para acoger y tratar a cualquier persona sin importar su procedencia; algo que, frente a otros países, constituiría una ventaja extraordinaria. Alentado por este ideal, exhortó a Gregorio Luperón para que se pusiera al frente de un vasto movimiento regional, con sede en República Dominicana, a través del cual los mulatos y negros de América concentraran sus energías creadoras y se esforzaran por presentar al mundo una gran civilización.134 Por supuesto, anhelos o ideales como el antes descrito no caben en una mente pesimista. Todo lo contrario, requieren de un espíritu francamente optimista y abierto a construcciones de sentido utópico. Otra prueba evidente de que el veneno del pesimismo no llegó a matar las aspiraciones de Bonó por construir un país cimentado en la justicia social es que se lanzó –próximo ya a los setenta años y a fuerza de pura imaginación creadora– a la formación utópica de un parlamento alternativo en el que el pueblo pudiera expresarse y encontrar solución a sus problemas. Se trata de El congreso extraparlamentario. 133 134 F. I. Ferrán, «Bonó o la fenomenología», p. 160. Ver carta del 30 de diciembre de 1887 dirigida a G. Luperón, en P. F. Bonó, Papeles, p. 560. PFB-20140124.indd 156 24/01/2014 09:56:15 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 157 Diario de los debates, texto concebido en medio de la tenebrosa dictadura de Ulises Heureaux, quien llevaba diez años gobernando al país con manos de hierro. En vista de que el pueblo no tenía Congreso para expresarse, Bonó «creó» en su mente el instrumento legislativo alternativo que merecía.135 Varios intelectuales saludaron el novedoso congreso extraparlamentario. Don Federico Henríquez y Carvajal declaró: Don P. F. Bonó, el anciano prócer restaurador a quien debe el país consejos y enseñanzas de índole agrícola y económica, está publicando una serie de actas de un supuesto Congreso Extraparlamentario, muy bien intencionado, que se recomiendan a gobernantes y gobernados por la abundancia de verdades que contienen. Es la voz de la razón, la voz de la experiencia.136 En Bonó, pues, halló expresión la necesidad que tenía el país de un espacio público137 en el que representantes genuinos de los Bajo el formato de revista, Bonó inició el 7 de julio de 1895 una crítica sutil al régimen dictatorial del general Ulises Heureaux. Debajo del título de la publicación, Bonó incorporó «Editor Pedro Fco. Bonó, San Francisco de Macorís, calle Colón, no. 40». Con ello quiso dejar claro que no se trataba de un libelo, sino de un medio de comunicación cuyos mensajes tienen a una persona como única responsable. El Congreso de Bonó es el otro congreso, el del pueblo. Aquí los diputados son diez y sus nominaciones se corresponden con las letras del abecedario comprendidas entre la A y la J. El diputado B es quien toma más turnos durante los debates: es el que argumenta de manera más coherente y expone las causas más justas. Representa a Bonó. El historiador Manuel Ubaldo Gómez ofrece una ponderación del Congreso extraparlamentario. Diario de los debates en su libro Resumen de la historia de Santo Domingo (1922). Nos dice: «Las deliberaciones del Congreso imaginario eran una crítica fina y sutil de la mala administración y de la corrupción implantada en aquellos días, crítica capaz de haber llevado a otro que no hubiera sido Bonó a la Torre del Homenaje, pues en esos tiempos la expresión del pensamiento era castigada como en tiempos de la Inquisición…». Citado en P F. Bonó, Papeles, p. 352. 136 F. Henríquez y Carvajal, «Letras y Ciencias», 14 de julio de 1895. Citado en P. F. Bonó, Papeles, p. 52. 137 El espacio escogido para las sesiones de los diputados está a la intemperie; se encuentra en un lugar de las afueras de San Francisco de Macorís llamado Sabana del Borrego. Las discusiones se llevan a cabo frente a un público que imprime un franco sabor popular. La libertad con que se expresan los representantes del pueblo y las problemáticas neurálgicas que allí se ventilan marcan un contraste con el congreso oficial: un conjunto de títeres sin más función que levantar la mano y decir: «corroboro». 135 PFB-20140124.indd 157 24/01/2014 09:56:15 a.m. 158 Julio Minaya diversos sectores intentaran lograr libremente lo que no era posible alcanzar en el Congreso ordinario: «tratar de juntar las riquezas con la justicia».138 Pablo Mella nos ofrece una importante interpretación del célebre escrito de Bonó desde el horizonte hermenéutico de la identidad narrativa de Paul Ricoeur. El analista subraya la enorme actualidad de las preocupaciones externadas por el pensador cibaeño, al tiempo que nos exhorta a que pensemos en la necesidad de construir un espacio público responsable y creativo en el marco de la convivencia cultural que se impone en nuestro tiempo.139 Valiéndose de sus propios recursos, Bonó editó y divulgó en formato de revista su experimento. Cinco números fueron publicados. ¡Un pesimista se hubiera cruzado de brazos antes que preparar su última «guerrillita» (como expresara irónicamente en carta a Heureaux)! Otra iniciativa que expresa el cariz disidente de Bonó, así como su fecunda capacidad para la creación literaria, lo constituye una comedia concebida para «ridiculizar la inmoral y rapaz administración de Ulises Heureaux».140 Bonó fue sin duda el dominicano que mayor conocimiento tuvo de la realidad dominicana de su época. Tuvo conciencia tanto de sus fortalezas y virtudes como de sus debilidades y vicios. Y estas rémoras –de gran abundancia y recurrencia– le causaron mucha preocupación. En 1881 se vio precisado a clarificar opiniones que le atribuía el redactor del periódico El Propagador de Puerto Plata, las cuales eran «contrarias a las convicciones más arraigadas de toda mi vida».141 P. F. Bonó, «El Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 378. Pablo Mella, «La identidad narrativa dominicana. Por un nuevo Congreso extraparlamentario», Estudios Sociales, No. 142/143, Santo Domingo, octubre 2005/marzo 2006, pp. 130-153. 140 En dicha comedia figuran como personajes animales salvajes y domésticos; los salvajes representan a miembros del gabinete de Heureaux. El lugar que sirve de escenario imaginario a la pieza teatral es Sabana de Angelina, aledaña a San Francisco de Macorís. Ver J. M. Ricardo Román, «Pedro», Clío, No. 120, 1963, p. 103. 141 P. F. Bonó, «La libertad», Papeles, p. 189. 138 139 PFB-20140124.indd 158 24/01/2014 09:56:15 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 159 Ello fue ocasión para que Bonó expusiera a la opinión pública su visión del pueblo dominicano: […] mi país es ni más ni menos como los demás. Que lo componemos hombres de carne y hueso, sabios, tontos, cuerdos, virtuosos, viciosos, activos, perezosos, valientes, cobardes, etc., aptos en todo como los demás pueblos para aceptar las fases que las instituciones y las leyes, las equivocaciones o los aciertos, nos quieran labrar, pero no invenciblemente refractarios a estos agentes, pues en este caso no perteneceríamos a la humanidad.142 Tales apreciaciones en torno a la sociedad dominicana acusan un alto grado de objetividad o realismo. Son harta demostración de que si bien atravesó circunstancias aciagas que lo llevaron en ciertos momentos a manifestar expresiones de desaliento de cara al presente y futuro de la República Dominicana, no por ello asumió la postura de un irremediable fatalismo.143 Persecuciones y acusaciones políticas y éticas contra Bonó Bonó fue perseguido en reiteradas ocasiones, humillado en otras; sin embargo, nunca renegó de su condición de dominicano. De lo que sí se apartó fue de la política partidista cuando la corrupción y el parasitismo se apoderaron del Partido Azul o liberal, organización que había favorecido con su militancia. Cuando consideró que dicha P. F. Bonó, «La libertad», Papeles, p. 189. . Quizá convenga plantear lo que suele ocurrir con la presentación, descripción o análisis de determinadas situaciones problemáticas de orden sociocultural o histórico: su mero tratamiento afecta el ánimo del sujeto que las estudia. Aunque de modo tangencial, Octavio Paz ofrece algunas ideas al respecto: «Por otra parte, se me había hablado del realismo americano y, también, de su ingenuidad, cualidades que al parecer se excluyen. Para nosotros un realista siempre es un pesimista. Y una persona ingenua no puede serlo mucho tiempo si de veras contempla la vida con realismo». Ver Octavio Paz, El laberinto de la soledad, México, 1999, p. 25. 142 143 PFB-20140124.indd 159 24/01/2014 09:56:15 a.m. 160 Julio Minaya formación política ya no tenía «otro enemigo que el partido de los trabajadores»,144 se apartó de la misma. Era el momento en que la clase política practicaba en su conjunto la «privilegiomanía». A lo largo de su trayectoria vital, Bonó dio amplias demostraciones de reciedumbre moral. Su vida estuvo ceñida a una recia tabla de valores que lo llevó a vivir como pensó y a pensar como vivió. Esta es la mejor prueba de su honestidad como intelectual.145 A pesar de ello, Bonó ha sido en ocasiones objeto de acusaciones que lo comprometen moralmente. Dilucidaré algunas de ellas. El tema requiere de cierto detenimiento. Bonó es acusado de apoyar los planes anexionistas de Buenaventura Báez La más comprometedora de tales imputaciones procede del historiador Alcides García Lluberes. En su artículo titulado «Báez, Bonó y Tenares»,146 juzga indispensable revisar la hoja de servicio a la nación del intelectual, pues apoyándose en una supuesta base documental fidedigna, cree poder demostrar: a) que Bonó se convirtió en seguidor de Báez en el período de los «seis años»; b) que firmó en 1870, junto a otros francomacorisanos, la propuesta de anexión a Estados Unidos; c) que los dos cargos que le otorgó Báez y la «productiva notaría» permitieron a Bonó realizar en 1875 su costoso viaje a Europa. De las indicaciones previas, el mencionado investigador colige que la negativa de Bonó a ser presentado como candidato presidencial No se refiere, obviamente, a un partido político como tal. Los trabajadores dominicanos ni soñaban con formar su propio partido. Lo que Bonó quiere significar es que el Partido Azul, renegando de todos sus principios democráticos, había caído en manos de la «clase directora», de «los fuertes», y había por tanto dado la espalda a «las clases trabajadoras», a «los débiles». El intelectual llegó a la conclusión de que ya no tenía razón de seguir militando en el «partido de mi predilección». 145 En Bonó «podemos seguir encontrando el modelo del intelectual ajustado a parámetros morales, al compromiso con la sociedad… Leer a Bonó genera un sentimiento inefable de emoción, de cita con la búsqueda de lo verdadero y lo bueno». Ver R. Cassá, «Apología a Pedro Francisco Bonó», Clío, No. 155, 1996, p. 27. 144 Alcides García Lluberes, «Báez, Bonó y Tenárez» Listín Diario, sección Opinión, Santo Domingo 20 de marzo de 1967. 146 PFB-20140124.indd 160 24/01/2014 09:56:15 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 161 no se debió a que temiera que con él se repitiera lo que ocurrió al presidente Espaillat –como sostiene Luperón–, sino que fue debido a que se acordaba de los actos de apostasía que había cometido, los cuales estaban en la sombra, y temía que cuando menos se pensara salieran a la luz acompañados de irrecusables pruebas escritas, como está ocurriendo ahora, y él no deseaba que a su definitiva biografía se le agregara este nuevo desdoro: el de ser un impostor de más de marca.147 Por último, considera que si el historiador Emilio Rodríguez Demorizi hubiera tenido conocimiento de la documentación que el historiador Sócrates Nolasco aún no había revelado, «no hubiera equiparado a Bonó con Duarte y con Espaillat» en su obra de compendio Papeles de Pedro F. Bonó. Al polémico artículo de García Lluberes reacciona, veinte días más tarde, el historiador macorisano Augusto Ortega, quien publicó en cinco entregas «Pedro Francisco Bonó. Su vida y su obra».148 En este texto Ortega, que no menciona el nombre de Alcides García Lluberes, presenta la conocida cronología de once páginas que inserta Rodríguez Demorizi al inicio de su volumen dedicado a Bonó, pero además destina la última parte del mismo a dar a conocer algunas referencias sobre la vida y la obra de Bonó, así como a reseñar partes de un trabajo del historiador José Gabriel García, quien se había opuesto a la anexión de República Dominicana a los Estados Unidos. Como si ello bastare para exonerar a Bonó de las serias imputaciones incoadas en su contra por García Lluberes, y declarando que no se propone entrar en polémica con nadie, Ortega afirma que las notas cronológicas de Rodríguez Demorizi en torno a Bonó «se comentan por sí mismas», y que más bien es a la Academia Dominicana de la Historia a quien corresponde enfrentar cualquier A. García Lluberes, «Báez, Bonó y Tenárez». Augusto Ortega, «Pedro Francisco Bonó. Su vida y su obra», Listín Diario, 10, 11, 18, 19 y 24 de abril de 1967. 147 148 PFB-20140124.indd 161 24/01/2014 09:56:15 a.m. 162 Julio Minaya opinión que pueda distorsionar la verdad de los próceres que han sido consagrados histórica y legalmente. En los treinta años que siguieron al escrito de García Lluberes (20 de marzo de 1967) nadie hizo referencia, ni directa ni indirectamente, a las graves acusaciones vertidas contra Bonó. El silencio fue la respuesta dada incluso por Emilio Rodríguez Demorizi, principal difusor de la producción intelectual del prócer cibaeño. ¿En realidad, no valía la pena responder a García Lluberes? ¿No otorga el que calla? ¿No era un historiador el que realizaba estas graves acusaciones contra Bonó? O, en otro sentido, ¿era tarea muy difícil o bien imposible refutar a García Lluberes? ¿Qué iba a pensar el lector de García Lluberes al percatarse de que nadie osaba responder a sus comprometedoras revelaciones? De hecho, el silencio unánime que guardaron los investigadores daba lugar a que cada quien especulara y tejiera sus propias conjeturas, lo cual no convenía a Bonó, ni a los investigadores, ni al país. Raymundo González contrarresta las imputaciones a Bonó Fue en el 2006 cuando el dedo acusador del historiador Alcides García cesó de señalar a Bonó como acólito de Báez. Alguien, por fin, subió a estrado para defender una causa justa. Se trata del historiador Raymundo Manuel González de Peña, quien en la conmemoración del centenario de la muerte del pensador decidió hacer pública la apología de Pedro Francisco Bonó mediante el trabajo «Bonó, ¿baecista y anexionista? Una rectificación».149 El medio en el que González publicó su trabajo fue precisamente la revista Clío, el órgano difusor de la Academia Dominicana de la Historia, institución que en opinión de Alcides García debía pronunciar la última palabra respecto a la cuestión. En esa edición especial conmemorativa de la muerte del pensador dominicano, Clío dio cabida a otros dos artículos sobre Bonó, dedicando así un total de 71 páginas a su vida y obra. Con el solo hecho de publicar tales escritos, firmados por tres miembros de número de la institución, la Academia R. M. González, Clío, Santo Domingo, No. 172, 2006, pp. 223-248. 149 PFB-20140124.indd 162 24/01/2014 09:56:15 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 163 Dominicana de la Historia ya se estaba pronunciando, aunque fuera indirectamente, en torno a la acusación hecha por García. Lo que quedó rotundamente confirmado con las palabras del presidente de la Academia (a la sazón el historiador Emilio Cordero Michel) al hacer la presentación de ese número de la revista P. 10 «La otra ponencia, el octavo trabajo […] del académico Raymundo González de Peña, es sumamente novedoso porque desmonta la acusación que hizo el historiador Alcides García Lluberes en un escrito de 1967 publicado en el Listín Diario, asegurando que Bonó, por ser baecista, apoyó la anexión a los Estados Unidos de Norteamérica intentada por Buenaventura Báez […]».150 El artículo de Raymundo González expone demostraciones irrebatibles en defensa de Bonó. Dado que las suscribo en su totalidad, tomo como préstamo algunas de sus argumentaciones y las resumo en los siguientes términos: a. Bonó no firmó a favor del arrendamiento de la bahía de Samaná en el plebiscito celebrado en los primeros meses de 1873 para tal fin; su nombre no aparece entre los francomacorisanos que apoyaron la propuesta. Obviamente, su refrendo y presencia, como alcalde constitucional de San Francisco de Macorís, eran obligatorios para la apertura y validación del libro de firmas favorables a dicho arrendamiento. b. Resulta insuficiente, por otra parte, el ejercicio crítico que el historiador García Lluberes presenta para dar por bueno y válido el contenido del acta relativa al plebiscito anexionista de 1870 –distinto del plebiscito para el arrendamiento de la bahía de Samaná–, en la que sí aparece la firma de Bonó. c. García Lluberes infiere el supuesto baecismo de Bonó a partir de una carta dirigida a este en 1884 por su amigo alemán Kuck, quien desde Hamburgo rememora la ocasión en que ambos discutieron de política mundial al tiempo que degustaban un suculento sancocho preparado por la abuela de Bonó de Santiago. En dicha carta Kuck le expresa a Bonó: «U. defendiendo todavía Emilio Cordero Michel, «Presentación», Clío, Santo Domingo, No. 172, 2006, p. 10. 150 PFB-20140124.indd 163 24/01/2014 09:56:15 a.m. Julio Minaya 164 d. e. f. g. a Báez, cuyas intrigas me estaban muy claras».151 Sin decirlo explícitamente, García Lluberes ubica erradamente la fecha del encuentro entre Bonó y Kuck en el período de los «seis años» de Báez (1868-1873); pero a juzgar por la presencia de una de las abuelas de Bonó, el referido diálogo debió producirse más bien entre 1857 y 1858, cuando Kuck residía en Puerto Plata y la familia de Bonó conservaba aún la casa de Santiago. El 14 de octubre de 1867, en su calidad de secretario de Estado de Relaciones Exteriores, Bonó llamó a Santo Domingo al representante diplomático dominicano en Port-au-Prince, general Pedro Valverde Lara, y declaró suspendidas las relaciones diplomáticas con el Gobierno haitiano debido al respaldo que este ofrecía a los baecistas que conspiraban desde Haití. En la Breve refutación al informe de los comisionados de 1871, documento escrito por el historiador José Gabriel García en mayo del mismo año, se formulan, entre otras, las siguientes preguntas: «¿Por qué permanecen las cárceles llenas de patriotas beneméritos? ¿Por qué se tiñen con sangre dominicana tantos cadalsos? […] ¿Por qué no fueron a San Francisco de Macorís, cuyos habitantes se negaron a tomar parte en el plebiscito de 1870? [cursivas añadidas]».152 En vista de que los francomacorisanos se negaron a participar en el plebiscito de 1870, resulta sospechosa el acta donde aparecen personalidades francomacorisanas apoyando con sus firmas la anexión a los Estados Unidos. Dado que en el encabezamiento figuran dos fechas (1873 primero y más abajo 1870153), resulta evidente que se trata de una copia tardía hecha en Santo Domingo tres años después de la fecha en que habría sido firmado el supuesto documento original. P. F. Bonó, Papeles, pp. 508, 509. E. Rodríguez Demorizi (editor), Informe de la Comisión de Investigaciones de los E. U. A. en Santo Domingo en 1871, Ciudad Trujillo, 1960, pp. 605-627. 153 El encabezamiento es el siguiente: «Sobre lo escrito dice de arriba abajo: Consta de doce fojas (veinticuatro páginas) quince escritas. Santo Domingo, junio 28 de 1873. En el nombre de Dios Trino y Uno autor y Supremo Legislador del Universo. En la Común de San Francisco de Macorís el día veintitrés del mes de Febrero del año de nuestro Señor de mil ochocientos setenta». Ver R. M. González de Peña, «Bonó, ¿baecista y anexionista?», pp. 237-238. 151 152 PFB-20140124.indd 164 24/01/2014 09:56:15 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 165 h. Aunque hubo tiempo para incluir «el pronunciamiento» de la común de Macorís del Norte en el legajo remitido a EE. UU., este no aparece en los documentos del Departamento de Estado. ¿Es que el Gobierno baecista olvidó enviar este pronunciamiento o fue que el mismo se le traspapeló a los encargados de los archivos nacionales de EE. UU.? ¿Cuál era el propósito de hacer en junio de 1873 una copia de un documento de febrero de 1870 y poner a firmar en ella a los supuestos participantes originales? i. En 1873 ya no tenía objeto la declaración, puesto que la anexión de la República Dominicana había sido rechazada en julio de 1871 por el Congreso de los EE. UU. j. El cónsul americano Raymond H. Perry informó a sus superiores en Washington lo siguiente: Báez y Del Monte me han dicho en varias ocasiones que si cualquier hombre se opone a la anexión, será fusilado o expulsado del país. También me han dicho que la votación sería libre; pero tal no ha sido el caso. En todo el país los sentimientos del pueblo han sido coartados, impidiéndoseles que expresaran sus opiniones contrarias a la anexión. Yo he visto en su propio hogar a Báez sacudir su puño en la cara de sus más íntimos amigos, entre los cuales se encontraban oficiales del ejército, diciéndoles al mismo tiempo que los expulsaría del país si se oponían a la anexión. Esta conducta, observada por Báez, ha hecho que muchos que favorecían la anexión se opongan a ella ahora, y a él también […] las cárceles están llenas de prisioneros políticos.154 k. En 1872 Báez, manu militari, obligó a Bonó a aceptar el cargo de alcalde de San Francisco de Macorís, pero este rechazó los emolumentos del puesto.155 Diómedes Núñez Polanco, Anexionismo y resistencia. Relaciones domínico-norteamericanas en tiempos de Grant, Báez y Luperón, Santo Domingo, 1999, p. 184. 155 Báez, en su política opresiva, queriendo siempre humillar al elemento contrario de valía moral o intelectual, o de prestigio militar o económico, manu militari obligó a Bonó a aceptarle el humilde puesto de Alcalde de S. Fco. de Macorís, pero él rechazó con la mayor dignidad los emolumentos de tal empleo. En el 154 PFB-20140124.indd 165 24/01/2014 09:56:15 a.m. 166 Julio Minaya l. Báez debió de estar convencido de que Bonó fue uno de los promotores del rechazo del plebiscito de 1870 por parte del pueblo macorisano; por tal motivo le habría hecho pasar –tres años más tarde– por el trago amargo de transcribir totalmente el documento que no firmó en febrero de 1870, obligándolo junto a otros a firmar la transcripción. Es así como se explica que estampara su firma en el nuevo documento hecho en 1873. Que dicha transcripción tuviera que ser escrita de puño y letra de Bonó en la ciudad de Santo Domingo, lejos de la común donde tenía fijada su residencia, fue una forma de humillación. m. El supuesto baecismo y anexionismo que Alcides García Lluberes atribuye a Bonó debe ser rechazado, lo mismo que la venalidad y la traición de que le acusa.156 Otros argumentos a favor de Bonó Sin obviar los muchos méritos que debe la historia dominicana a Alcides García Lluberes, Rufino Martínez puso de relieve cómo las pasiones llevaron a dicho historiador a realizar defensas ciegas de diversos próceres de nuestra historia, así como también a la actitud contraria: «su obstinación […] le ha creado un exclusivismo renegador de personajes no registrados en sus preferencias, a quienes no les concede nada, aunque anteriormente les reconocía sus méritos».157 De estar en lo cierto Rufino Martínez, esta actitud de García Lluberes se habría reeditado en el caso de Bonó. Por otra parte, ocho años después del derrocamiento de B. Báez, el reconocido padre de la historia dominicana y luchador por la independencia del pueblo dominicano en 1844 y en 1863-1865, José Gabriel García (progenitor de Alcides García Lluberes), dirigió una epístola a Bonó en la que expresa las siguientes palabras de despedida: transcurso de los «seis años» de Báez, plenos de opresión y tiranía, Don Pedro Fco. acuñó esta frase: Confiad en la libertad, en el Pueblo y en la Providencia y esperad el castigo del tirano. Ver J. M. Ricardo Román, «Pedro», p. 109. 156 Hasta aquí se han presentado, de forma sintética, las informaciones y argumentaciones esgrimidas por el historiador Raymundo González con el objetivo de refutar el artículo periodístico del también historiador Alcides García Lluberes. 157 R. Martínez, Diccionario, p. 205. PFB-20140124.indd 166 24/01/2014 09:56:16 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 167 […] no aspiro a otra recompensa sino a la de merecer la aprobación y el aprecio de mis contemporáneos, principalmente de aquellos que tienen derecho a ser considerados como sensatos y patriotas, en cuyo número me cabe la satisfacción de comprenderlo a Ud. Conserve el libro que le remito como un recuerdo mío y disponga, como mejor le plazca, de los servicios de su servidor y amigo, José Gabriel García.158 De ser ciertas las imputaciones esgrimidas por García Lluberes, difícilmente su progenitor hubiera dispensado a Bonó el trato distinguido manifestado en la mencionada carta, pues aparte de oponerse por principio al despotismo de Báez, el historiador José Gabriel García tuvo que padecer los rigores del exilio durante el férreo mandato baecista de «seis años». Hay que dejar por sentado, además, que Báez no conoció límites ni tuvo escrúpulos al momento de perseguir, encarcelar o asesinar a sus adversarios. Decidió muertes como la del poeta y restaurador Manuel Rodríguez Objío159 y la de Eusebio Manzueta;160 dictaminó la prisión de Ulises Francisco Espaillat161 y la del ya anciano tío de Bonó, Bartolo Mejía;162 decidió el exilio del propio historiador José Gabriel García.163 Carta incluida en P. F. Bonó, Papeles, p. 442. Restaurador, se desempeñó como secretario del general Gregorio Luperón, a quien acompañó durante la guerrilla antibaecista de 1871 que se produjo en el noroeste del país. Poeta de fina sensibilidad, sus méritos literarios no valieron de nada a la hora de subir al cadalso y morir el 18 de abril de 1871, a la edad de treinta y tres años. 160 Prócer de la Restauración, fue enemigo implacable de Báez. En 1868 rechazó un indulto porque en el decreto no se incluyó a otros compañeros de lucha. Prefirió vivir cinco años en los montes, en condición de prófugo, antes que exilarse. Lamentablemente fue descubierto: se le ejecutó en Santo Domingo en 1873. 161 Prominente intelectual y prócer restaurador que fue muy amigo de Bonó. Su oposición a Báez le llevó a pasar más de tres meses en la Torre del Homenaje, histórica prisión de Santo Domingo. 162 También prócer en la Guerra Restauradora, fue encarcelado durante cinco meses porque brindó hospedaje en su casa a un desafecto del tirano. 163 Se le considera Padre de la historia dominicana. Fue enemigo acérrimo de Báez. Desde el exilio combatió con la pluma el intento de anexión a los Estados Unidos, en cuyo Congreso fueron presentados algunos de sus manifiestos o informes. 158 159 PFB-20140124.indd 167 24/01/2014 09:56:16 a.m. 168 Julio Minaya Pero, ¿por qué Báez nombró a Bonó juez de Primera Instancia de la provincia de La Vega un mes antes –enero de 1870– del famoso plebiscito sobre la anexión a EE. UU.? Bonó había sido electo regidor del Ayuntamiento de Macorís dos años antes, en 1868: ¿qué lo llevó a presentarse como candidato a dicha función si previamente, en el Gobierno de José María Cabral, había sido nada más y nada menos que secretario de Instrucción Pública, de Justicia y de Relaciones Exteriores? Dicho de otro modo: ¿por qué había renunciado a las tres secretarías que ocupaba para regresar a su pueblo adoptivo si ya al año mostraría interés por ejercer el modesto puesto de regidor? ¿No mueve esto a sospecha? ¿No serían estos movimientos de Bonó fruto de la variante y tensa situación política que entonces vivía el país? Al estar consciente de las gestiones de Cabral para obtener un empréstito de los EE.UU. a cambio de poner por garantía la bahía y península de Samaná, así como del inminente regreso al poder del despótico Buenaventura Báez, es muy probable que Bonó lanzara de manera estratégica su candidatura a una de las regidurías de su jurisdicción como forma de resguardarse de posibles represiones y garantizar una mayor influencia en el seno de su comunidad. Y es que el cargo de regidor, según sus prédicas reiteradas, ostentaba el mayor prestigio social y político en el país gracias a que fomentaba vínculos directos con los munícipes. Al nombrar a Bonó como juez en la provincia de La Vega, Báez intentó distanciarlo de su pueblo antes del célebre plebiscito; no advirtió que ya el regidor había hecho su trabajo entre los munícipes macorisanos. Hay que pensar además que Bonó debió estar convencido de que la ira de Báez no conocía límites, algo que demostraban plenamente los fusilamientos, torturas, prisiones y condenas al exilio que ordenaba el dictador. Solo así llega a comprenderse que el pensador «aceptara» –en contra de su voluntad y como mal menor– algunas disposiciones del tirano164 (entre ellas los cargos), Es el padre del también historiador Alcides García Lluberes, anteriormente referido. 164 Las diversas funciones que Bonó realizó en el temible período de los «seis años» las «desempeñó presionado por el Gobierno»; desde ellas «aspiró a mejorías PFB-20140124.indd 168 24/01/2014 09:56:16 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 169 pues al obrar de tal suerte evitaba lo peor de todo: el fusilamiento o bien la prisión. En todo caso, partiendo de los pormenores y argumentaciones de Raymundo González, se podría pensar que Bonó se figuró como un mero montaje el conjunto de maniobras hechas por Báez en 1873, dos años después de realizado el plebiscito anexionista y conocida la negativa del Congreso estadounidense. El tirano, con sus conductas sádicas, únicamente buscaba complacer su ego. Así las cosas, al igual que la frase atribuida a Galileo después de escribir el célebre juramento que le salvó la vida a medias, Bonó pudo expresar en su íntima convicción: «Y sin embargo se liberará». De hecho fue así, en 1873 la República Dominicana se liberó no solo de Báez, sino también de toda propensión o idea anexionista, gracias a la revolución que aglutinó a todo el pueblo dominicano. Con lo dicho hasta aquí pienso que se ha edificado lo suficiente como para que cada quien se forme su propio criterio sobre las imputaciones incoadas contra Bonó. Por mi parte, al igual que Raymundo González, lo absuelvo. Y despido el tema con las siguientes palabras de Francisco Antonio Avelino García: No hay en toda la historia dominicana ningún otro dirigente de la honestidad en el compromiso político que alcance la reciedumbre de carácter y la elevación de las ideas éticas constructoras del buen gobierno a que arriba el pensamiento y la acción política de Bonó. Para que se comprenda este juicio diremos que rechazó cuatro veces la candidatura a la Presidencia de la República que le ofreciera el general Gregorio Luperón. Su rechazo no fue porque se sintiera incapaz, sino porque, como escribió a Federico Henríquez y Carvajal, el Partido Azul solo tenía un oponente, el Partido de los Pobres y, era obvio, que no se encontraba en disposición de servir a las injusticias sociales.165 para su comunidad, que aunque prometidas por el Gobierno Central, nunca fueron cumplidas». P. Nadal, Bonó, p. 459. 165 Francisco Antonio Avelino García, «La interpretación de Bonó sobre la dominicanidad y la haitianidad», Clío, No. 172, 2006, pp. 197-198. PFB-20140124.indd 169 24/01/2014 09:56:16 a.m. 170 Julio Minaya Objeción moral a Bonó por no haberse casado Existe otra objeción de índole moral lanzada contra Bonó, la cual no está vinculada al quehacer político, sino al ámbito de su vida privada. Quien la enuncia es su primer biógrafo, J. Max Ricardo Román, que no concibe que un hombre de la estatura moral de Bonó y de sentimientos cristianos tan sólidos no llegara a pensar en la santidad y conveniencia del matrimonio. Al respecto, concluye: Como no siempre hallamos la perfección en el individuo, este es, sin duda, el punto débil en la personalidad de mi biografiado, pero sus razones tendría para ello, y como no las conocemos, debemos silenciar este detalle único que podría empañar la serie de buenas cualidades de Don Pedro Francisco Bonó.166 El primer biógrafo de Bonó juzga como una mancha en la vida moral de Bonó el hecho de haber tenido dos hijas,167 de madres diferentes, sin haber contraído matrimonio canónico. Una ponderación justa de la conducta de Bonó en esta materia tendría que tomar en cuenta dos circunstancias importantes de su vida personal y familiar: en primer término, hay que señalar que en vista de que la hermana mayor de Bonó, Alejandrina, casó tempranamente y tuvo que dedicarse a criar sus cuatro hijos en Santiago, Bonó concibió como un deber moral permanecer junto a sus otras dos hermanas (Carolina y María Casimira), quienes vivieron siempre bajo su protección tras el fallecimiento de sus padres. Al igual que su hermano, estas nunca se casaron. Bonó desempeñó para con ellas un rol paternal, pues en realidad venían a ser como sus propias hijas. Hubo, pues, en la familia Bonó-Mejía una arraigada tradición de optar por el estilo de vida célibe. J. M. Ricardo Román, «Pedro», p. 104. «Sus hijos: Florencia Fernández y María Casimira Bonó», escribe J. M. Ricardo Román («Pedro», p. 104). Aunque se habla aquí de «Sus hijos», en realidad su prole era de sexo femenino. La confusión se origina en el hecho de que la persona que asentó los datos en el acta de nacimiento cometió el error de cambiarle el sexo y el nombre a la mayor de sus hijas, Florencia). A continuación un fragmento del acta: «[…] nació el día veintitrés de Febrero de ese año a las dos de la tarde un niño que tiene por nombre Florencio, hijo natural de María Mateo Fernández…». Incluido en P. F. Bonó, Papeles, p. 615. 166 167 PFB-20140124.indd 170 24/01/2014 09:56:16 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 171 En segundo lugar, Bonó fue a lo largo de su vida un hombre dedicado ante todo al cultivo del intelecto. Si Aristóteles tiene razón al plantear que el sabio, al dedicarse a la vida intelectual, experimenta la máxima felicidad posible, entonces Bonó logró descubrir ese tipo de satisfacción espiritual. Un hombre de las condiciones de Bonó, obligado como estaba a prestar su atención a las muy variadas solicitudes de un entorno sociocultural tan precario, debió vivir deseando lo más preciado para las personas que asumen la función intelectual como estilo de vida: tiempo libre. El no haber constituido familia según los patrones formales que la sociedad decimonónica prescribía le permitió reservar más tiempo a su más acendrada vocación: la tarea de pensar. Los valores de la solidaridad y la amistad en Bonó Otra de las facetas que caracteriza la dilatada vida de nuestro biografiado es su actitud solidaria. Una solidaridad hija, por igual partida, de su humanismo ético y de su caridad cristiana. Es dicha cualidad la que le lleva a convertirse en médico empírico, al quedar conmovido por las enfermedades que marchitaban la vida de tantos de sus compueblanos. Debe señalarse, asimismo, su sentido de la amistad. Fue probablemente el intelectual dominicano que se granjeó la mayor cantidad de amigos en el país. Como prueba se tienen las aproximadamente doscientas cartas que escribió o recibió. Con Luperón mantuvo una relación amistosa muy estrecha, contándose veintidós misivas entre ambos. Un gesto que retrata de cuerpo entero su sentimiento de lealtad y solidaridad lo constituye la gestión que hizo ante el tirano Ulises Heureaux para que fuera en auxilio de Gregorio Luperón, quien había sido como un padre para el mandatario en su etapa juvenil. En 1896, aquejado de un terrible cáncer, el héroe nacional y expresidente de la República corría el riesgo de morir en la isla caribeña de Saint Thomas, perteneciente a Dinamarca. Bonó aprovechó la visita que le hizo el dictador durante uno de sus recorridos por diferentes PFB-20140124.indd 171 24/01/2014 09:56:16 a.m. 172 Julio Minaya pueblos. En el curso del encuentro, Bonó dio un giro a la conversación y expresó lo siguiente: – General, el general Luperón, que siempre fue como su padre, está muy grave, y sería muy doloroso que tan gran patriota muriera en el exterior. –Sí, Don Pedro, me apena mucho la gravedad del general Luperón, y usted sabe cómo lo quiero y respeto, pero las veces que le he mandado a ofrecer que vuelva a su país, que tanto le debe, no me contesta. – Si usted va personalmente a buscarlo no se lo negará. – Don Pedro, iría con mucho gusto, pero no me recibiría y me insultaría. – No lo creo, él sería sensible a esa demostración de Ud., y si le insulta, no lo podría tomar como algo de un particular, porque siempre lo quiso como un padre y los padres tienen el derecho de regañar a sus hijos.168 Persuadido por Bonó, Heureaux viajó a Saint Thomas e hizo todos los arreglos para traer consigo al general Luperón, quien murió en la tranquilidad de su hogar, en Puerto Plata, en 1897. Condiciones de Bonó para la reflexión filosófica En el marco de la investigación en torno a la vida y la obra de Bonó resulta importante ventilar su vocación filosófica. Tomo en cuenta su autopercepción como filósofo, pero sobre todo las ponderaciones hechas por diversas personalidades respecto al asunto. En carta de 1883 a Luperón, en la que intenta persuadirle sobre su carencia de condiciones naturales para el ejercicio de la primera magistratura de la República, Bonó le asegura: «[…] tengo claro juicio, no lo niego, pero es en la forma filosófica, y para mí será Se trata de una versión dialogada hecha a partir del relato ofrecido por J. M. Ricardo Román, quien se sirvió de las informaciones que le suministró personalmente el sobrino de Bonó, Lic. Manuel de Jesús Bonó Araújo. 168 PFB-20140124.indd 172 24/01/2014 09:56:16 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 173 gran sacrificio abandonar mi casa para engolfarme en el turbulento y borrascoso espacio donde está colocado el Presidente de la República».169 ¿Estaba Bonó en lo cierto cuando aseveró que era en la forma filosófica que tenía claro juicio? Llama la atención que el pensador reivindique tal condición en el siglo xix, una centuria caracterizada por su espíritu antifilosófico. José Ortega y Gasset refiere cómo en la sociedad decimonónica se asistió a «un imperialismo de la ciencia», de suerte que solo aquello que era pasible de verificación mediante hechos objetivos y recursos matemáticos se legitimaba como saber. Nos dice: «La segunda mitad del siglo pasado –Ortega está escribiendo en el siglo xx– ha sido una época profundamente antifilosófica. Si la filosofía fuese algo de lo cual se pudiese prescindir totalmente, no hay duda de que ahora estaría muerta».170 La filosofía era considerada por el cientificismo positivista como una sirvienta del conjunto de las ciencias naturales y sociales, exigiéndosele exclusivamente la función de garantizar la logicidad y unicidad del saber debidamente acreditado, esto es, del conocimiento científico. Tal y como afirma Edickson Minaya: «La filosofía perdía rigurosidad y su dispersión era inminente. La percepción hacia la filosofía cambiaba: simplemente se le entendía como una sirvienta de las ciencias naturales, en parte porque ya no había una verdadera dilucidación de su tarea en una cultura totalmente científica».171 En un contexto como el antes descrito no resulta ocioso plantearse la siguiente pregunta: ¿por qué, en una época de pronunciada devaluación de la disciplina filosófica, viene Bonó a reivindicar para sí la condición de filósofo? Bonó manifestó ya en medio de los ajetreos de la contienda restauradora esa proclividad al reflexionar filosófico, pues en dicha P. F. Bonó, Papeles, p. 480. José Ortega y Gasset, «La idea de principio en Leibniz», Analíticos y continentales, Madrid, 1997, p. 45. 171 Edickson Minaya, «La ciencia-técnica y el mundo de la vida: un enfoque fenomenológico», Paradigmas, Santo Domingo, No. 3, 2004, pp. 7-33. 169 170 PFB-20140124.indd 173 24/01/2014 09:56:16 a.m. 174 Julio Minaya época proclamó: «Somos filósofos por intuición, esforzados por el sentimiento noble de la honra común y de la propia, inspirados defensores de nuestros derechos por el instinto de lo justo, generosos por excelencia y unidos por la convicción».172 Efectivamente, en más de una oportunidad lo vemos declarando tal militancia, vemos a determinadas personalidades atribuyéndosela. En 1884, desde Hamburgo, su amigo J. W. Kuck le exhortó a continuar viviendo «como un filósofo modesto y tranquilo». El mismo año otro alemán, Aug Schlager, le escribió: «Su corazón quedó joven. Peleando siempre contra los tiranos en la forma que sea, un filósofo como Ud. no queda vacilando».173 De la misma época es la misiva de J. M. Glas, quien reconoció el estado de felicidad que experimentaba Bonó en su retiro de Macorís, donde vivía «como un verdadero filósofo». Pero del grupo de contemporáneos que hizo alusión al perfil filosófico de Bonó la persona que más clara y enfáticamente lo refiere es su entrañable amigo Gregorio Luperón: «Es Bonó filósofo profundo, capaz de leer hasta en el fondo de las humanas intenciones y de abrazar en su fecunda mente las diversas ramas del saber humano».174 Bonó, por tanto, irradiaba un aura filosófica que varias personas advirtieron. Por supuesto, él fue el primero en darse cuenta de tal condición. Prueba de ello son estas palabras: «No quise recibir más vivas y como buen filósofo fui a ver la residencia del Rey filósofo».175 El viaje realizado por Europa entre marzo y junio de 1875 le sirvió, de acuerdo a Luperón, «para darse cuenta de su progreso, con cuyo estudio ha madurado mucho más sus ideas filosóficas».176 Emilio Rodríguez Demorizi, por su parte, lo compara con el filósofo cubano José Agustín Caballero, asegurando que constituyen Palabras de Pedro Francisco Bonó extraídas de su artículo «Comentarios político-económicos», publicado en el Boletín Oficial No. 17 del 26 de noviembre de 1864 del Gobierno Provisorio Restaurador. Citado por José Antinoe Fiallo, «Pedro Francisco Bonó: Municipalidad, Poder, Ciudadanía y Conciencia», Ecos, No. 11, 2011, pp. 31-58. 173 P. F. Bonó, Papeles, p. 506. 174 G. Luperón, Notas autobiográficas, p. 78. 175 Carta de 1875 dirigida a su hermana Casimira Bonó desde Berlín. Incluida en P. F. Bonó, Papeles, p. 434. 176 G. Luperón, Notas autobiográficas, p. 78. 172 PFB-20140124.indd 174 24/01/2014 09:56:16 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 175 arquetipos para los pueblos cubano y dominicano. Por supuesto, Bonó no podía equipararse con Caballero en materia de formación teórico-filosófica, pues el cubano tuvo por maestros a connotados pensadores y catedráticos de la Universidad San Jerónimo de La Habana. Bonó, en cambio, tuvo que limitarse a los libros que pudo adquirir, leer y asimilar en el marco de una sociedad casi siempre envuelta en conflictos bélicos en la que por mucho tiempo no hubo universidad. Es, por tanto, gracias a su excepcional talento –unido a un esfuerzo ciclópeo– que Bonó adquiere una preparación intelectual que ningún otro dominicano educado en el país durante el siglo xix logra alcanzar. Dicha preparación gozó de ingredientes muy variados tomados de la gama de conocimientos que la ciencia y el pensamiento moderno y contemporáneo posibilitaron: biología (leyó a Buffon y Darwin), economía (conoció los clásicos de la economía política), sociología (estuvo al tanto del desenvolvimiento de las ideas positivistas), filosofía política y teoría jurídica (dominaba las propuestas teóricas de Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Diderot y demás teóricos del liberalismo y la Ilustración), humanismo católico (se familiarizó con las ideas de Lamennais). Como ya se ha señalado, también conoció las vertientes teóricas del socialismo utópico, el romanticismo historicista y la escuela histórica del derecho. Pueblo dominicano: núcleo problemático a descifrar con ayuda de la filosofía En cuanto a sus aportes de carácter filosófico, en Bonó hay que reconocer un gran esfuerzo por aprehender la realidad compleja del tiempo y espacio que le tocó vivir. Tal intento por dotar de sentido y construir una episteme acerca de las circunstancias dominicanas de la época no podía llevarse a cabo prescindiendo de los aportes de la filosofía, cuestión de la que Bonó tuvo plena conciencia. Las siguientes palabras de Lusitania Martínez arrojan luces en torno a este punto: «Filosofar es someter la historia a las categorías de la razón, como lo hicieron Hegel y los románticos cuando abordaron la idea de la PFB-20140124.indd 175 24/01/2014 09:56:16 a.m. 176 Julio Minaya cultura vinculada a la de la nación».177 Efectivamente, bajo las influencias complementarias de filósofos ilustrados y románticos, Bonó nos ofrece las primeras reflexiones críticas que intentan abordar la problemática de la dominicanidad desde una perspectiva filosófica. Raymundo González refiere esta aproximación filosófica de Bonó, que con ella trataba de explicarse la situación que venía arrastrando y caracterizando al pueblo dominicano.178 Tal afán se hace evidente en 1881, cuando escribe Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas. En dicho texto expresa: Todo un pueblo no puede ser loco a la vez, y cuando como tal aparece en la escena del mundo, deben buscarse en esferas superiores las causas de su aparente locura, y allí de seguro el filósofo, el pensador, encontrarán las causas verdaderas que justifican los hechos por inconexos y extraños que aparezcan. En esta esfera quiero colocarme, y desechando los resultados que vieron mis abuelos, los que yo presencié y presencio, pediré a la historia general y a la particular de mi país la explicación de estos resultados constantes, a lo cual, si agrego lo que he podido estudiar sobre el corazón del hombre, de sus pasiones y necesidades, quizás acierte en mucho en descubrir las desgracias de mi patria y la adversa suerte de nosotros los dominicanos.179 El filósofo social inicia su tarea reflexiva sobre la base de «un axioma filosófico: ¿Puede haber estabilidad en la parte si el todo no la tiene?». Es decir, Bonó juega con el par categorial la parte-el todo, que no es otra cosa que la relación dialéctica existente entre lo abstracto y lo concreto. Habla de la «forma social escogida, esto es, la República Dominicana», que viene siendo «el todo»; mientras que «el trabajo», «la propiedad», significan «las partes».180 L. F. Martínez Jiménez, «Filosofía dominicana: pasado y presente» (introducción), Filosofía dominicana: pasado y presente, tomo I, Santo Domingo, p. 23. 178 R. González, «Prefacio», Pedro Francisco Bonó. Textos selectos, Santo Domingo, 2007, p. 18. 179 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Textos selectos, Santo Domingo, 2007, pp. 68-69. 180 Ibídem, pp. 66-78. 177 PFB-20140124.indd 176 24/01/2014 09:56:16 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 177 Como resulta evidente, Bonó recurre a conceptos o categorías filosóficas, económicas y sociológicas para alcanzar el objetivo que se ha trazado: lograr una comprensión filosófica de la sociedad dominicana, o lo que es lo mismo, procurar la inteligibilidad del ser dominicano, fenómeno que no cesa de interpelarle. Pero, ¿por qué ha de considerarse filosófica la búsqueda que Bonó efectúa? ¿Qué es lo que convierte en filosófica la comprensión de la sociedad dominicana a la que llegó Bonó? O de otro modo, ¿en qué consiste «la mirada filosófica» o «esa esfera» en que Bonó quiere colocarse para construir una episteme en torno al tejido sociocultural dominicano?181 Según Bonó, consiste ante todo en aplicar lo que se podría denominar como el método de la duda o método dubitativo, estrategia analítica que él adopta con su actitud de ir «desechando los resultados que vieron mis abuelos, los que yo presencié y presencio».182 Luego, a modo de contextualización, y yendo de lo general a lo particular, solicita a la historia general y a la particular de República Dominicana la explicación de los resultados constantes que ha podido observar.183 Finalmente, se dispone a complementar sus hallazgos con lo que él ha «podido estudiar sobre el corazón del hombre, de sus pasiones y necesidades».184 Por supuesto, ya aquí entran en escena disciplinas distintas a la economía política, la sociología y la filosofía: entran la historia, la antropología, la sicología.185 Esta honda preocupación por sentar las bases de una aproximación filosófica a su sociedad se reedita tres años más tarde, en «Opiniones de un dominicano». Aquí se lamenta Bonó de que «las frías meditaciones de la ciencia de observación filosófica no entran en la manera general de tratar nuestras cosas», y afirma: «en las verdades útiles que estas meditaciones encierran, quien sabe descubrirlas encontrará un venero inagotable de glorias y satisfacciones personales y generales. En ellas solas pueden encontrarse la razón, la explicación y el remedio de ciertas explosiones periódicas desastrosas que mantienen en zozobra a la Nación…». Ver P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Pedro Francisco Bonó. Textos selectos, Santo Domingo, 2007, p. 105. 182 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Pedro Francisco Bonó. p. 69. 183 Ibídem. No debe sorprender el advertir algunas similitudes entre los cuatro pasos que Descartes sigue en su Discurso del método y los que aquí adopta Bonó. 184 Ibídem, p. 69. 185 Dice Bonó refiriéndose al estudio de las complejas realidades que convergían en 181 PFB-20140124.indd 177 24/01/2014 09:56:16 a.m. 178 Julio Minaya La naturaleza «filosófica» de esa búsqueda aquí esbozada puede justificarse en virtud de los tres aspectos siguientes: 1ra Intenta ofrecernos una mirada global o general de la sociedad dominicana. 2da Realiza un estudio crítico radical, esto es, pone en entredicho las raíces mismas del entorno sociocultural nacional al llevar a cabo la primera revisión racional de los supuestos teórico-ideológicos que servían como fuente de legitimación y orientación de la cultura dominicana. ra 3 A resultas de la mirada global y del examen crítico, Bonó llega a ciertas conclusiones que le permiten elaborar una síntesis epistémica de la sociedad dominicana. Si precisáramos las ramas filosóficas en las que pueden inscribirse los aportes de Bonó, tendríamos que mencionar la filosofía social, la filosofía de la historia, la filosofía política, la filosofía de la cultura y la filosofía moral o ética. Dichas contribuciones no se exponen, obviamente, en formulaciones teóricas puras, sino que forman parte intrínseca de las preocupaciones y del esfuerzo por explicar la sociedad, la cultura, la historia y el ethos dominicano de la época. En todos los países del área latinoamericana es posible encontrar figuras como Bonó, es decir, personas que a pesar de no estar revestidas de una preparación profesional en el campo filosófico, son pasibles de ser consideradas como filósofos, pues fungen como humanistas en el más amplio sentido del término: su meta es hacer inteligible la realidad que les toca vivir. Tal condición es lo que explica las reflexiones históricas, sociológicas, antropológicas, pedagógicas, políticas, culturales y éticas que suelen legarnos. Gracias al triple esfuerzo realizado (perspectiva global, crítica y sintética), a Bonó le fue posible diseñar una especie de filosofía social el tejido social del país: «Procuremos desenvolver esta enmarañada madeja con las luces que nos suministran la filosofía, la historia y el conocimiento humano». Ver P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Pedro Francisco Bonó. p. 77. PFB-20140124.indd 178 24/01/2014 09:56:16 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 179 en torno al ser, al deber ser y al valer del pueblo dominicano. En ella pueden discernirse, respectivamente, componentes ontológicos, éticos y axiológicos. Huelga aclarar que Bonó no realiza las aportaciones antes referidas por ser un filósofo per se, sino a pesar de no serlo. Es precisamente debido a tal circunstancia que sus méritos son mayores. Bonó aborda la realidad dominicana desde planos diversos Bonó supo aprovechar las diversas escuelas de pensamiento que conoció sin abrazar a ninguna de ellas en particular; pudo extraer libremente de los principales ámbitos del saber y de la cultura los aportes que cada uno de ellos estuvo en capacidad de ofrecerle. Ciencia, filosofía, religión y arte fueron asumidos por él como vías o recursos prodigados por la cultura para calmar la sed de conocer, para encontrar algún sentido al universo y a la vida y para buscar fórmulas que posibiliten la felicidad que ansía el corazón humano. Debido a su actitud ampliamente ecuménica, no rechazó ninguna de estas vastas áreas; las asumió con una doble actitud: de apertura y de crítica. Crítica, porque en algún momento puso reparos a cada una de ellas; apertura, porque no las descartó sin más. Esta actitud no fue adoptada por todos los liberales hispanoamericanos del siglo xix, pues algunos de ellos «consideraban la religión como una rémora para el desarrollo de la sociedad liberal democrática».186 Bonó, empero, «creyó que ella era un útil instrumento de regeneración nacional».187 Es, de hecho, en conexión con su preocupación por el papel de la religión que Bonó en cierta manera se esforzó por explicarse el ateísmo francés del siglo xviii. Su conclusión es que no fue más que […] el solo escape proporcionado a la razón humana contra el absolutismo teocrático de 12 siglos y con lo cual podía justificarse […] F. Pérez Memén, «El día», pp. 95-96. Ibídem, p. 96. 186 187 PFB-20140124.indd 179 24/01/2014 09:56:17 a.m. Julio Minaya 180 Y prosigue: […] para qué venir en la triste República Dominicana, país sencillo por excelencia, donde no hay aún arte ni filosofía, donde solo el vínculo de la fé ata a la sociedad, para qué venir a soltar cosa tan grotesca y que tan mal le cuadra?188 De esta forma reaccionó ante el deísmo propagado por los positivistas hostosianos. En su convicción la ciencia, la filosofía y el arte no bastaban para dar satisfacción al perpetuo afán del hombre por la consecución de la felicidad; no eran suficientes para alcanzar las normas morales que posibilitaran la práctica del bien, la caridad y la justicia social. Por tal motivo planteó la necesidad de incluir el catecismo cristiano en la enseñanza pública. Tal postura chocaba frontalmente con el laicismo y la visión cientificista-positivista prevalecientes en la mayoría de los intelectuales de la época. Recuérdese que entonces se estaban poniendo en práctica en América Latina los postulados positivistas, los cuales estaban cosechando en la política, la pedagogía y las ciencias. México, Argentina, Chile, Uruguay, República Dominicana, entre otros países, registraban avances significativos, especialmente en lo concerniente a la modernización del sistema educativo a través de la escuela normal y en la lucha entablada contra el escolasticismo que aún pervivía en el pensamiento latinoamericano. Que Bonó incluyera el catecismo cristiano en la escuela dominicana no implica que diera la espalda a las ciencias y abrazara en forma dogmática la religión. Lo que sucedió fue que consideró prudente mantener elementos valiosos de la tradición que pudieran ayudar a preservar la moralidad de las masas pobres del país, para las que era muy difícil asimilar teorías importadas de Europa. En esta cuestión se le observa procurando nuevamente un punto de equilibrio: ni únicamente la ciencia, como concibe el Carta del 27 de junio de 1884 a don Félix María del Monte, en P. F. Bonó, Papeles, p. 515. 188 PFB-20140124.indd 180 24/01/2014 09:56:17 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 181 positivismo, que rechaza toda construcción metafísico-espiritual; pero tampoco únicamente la religión, que pretende prescindir de la explicación científica. A su juicio, se requieren los aportes de cada una de estas instancias para lograr alcanzar una orientación vital adecuada que dé cuenta del sentido espiritual de la existencia humana. Como puede apreciarse, Bonó vivió la tensión entre lo tradicional y lo moderno. Fue ilustrado y liberal, pero también reivindicó postulados del cristianismo. Si bien se integró a la masonería, al punto de alcanzar el grado tercero a la edad de treinta y cuatro años (1863), ni esta ni sus otras adhesiones filosóficas y políticas le llevaron a impugnar la religión católica, como en cambio sí ocurrió en el caso del ilustrado y positivista dominicano Alejandro Angulo Guridi.189 189 Intelectual contemporáneo de Bonó –frente al que defendió ardientemente el centralismo– y gran amigo y admirador de Eugenio María de Hostos. Ensayista sobresaliente, se apoyó en la filosofía positivista para realizar importantes reflexiones sobre la problemática nacional, la cual conoció como pocos. Fue inflexible con el catolicismo, religión a la que dirigió duros ataques (llegó incluso a polemizar con algunos de sus representantes). Es el pensador dominicano del siglo xix que más se identificó con el espíritu secular levantado por la Ilustración, el positivismo y la teoría de la evolución. Su formación intelectual se fraguó en Cuba. PFB-20140124.indd 181 24/01/2014 09:56:17 a.m. 182 Julio Minaya Crisis existencial en Bonó. Escepticismo frente a la ciencia y refugio en la espiritualidad religiosa Bonó, en verdad, no fue un practicante católico como tal, en el sentido de guardar los preceptos190 y asumir vida sacramental. Puede incluso afirmarse que hasta la edad de sesenta años (1888), momento en que traba amistad íntima con el arzobispo Meriño, le bastaron la ciencia, la historia y la filosofía para orientarse en los diversos planos de la existencia. En efecto, hacia 1882 dice: «…por fortuna la historia y la ciencia en ambos casos me han suministrado todo el auxilio que he podido desear: remedios seguros, consuelos irrefutables y me han dado a conocer el camino que debo indicar a mis conciudadanos».191 Uno de esos caminos le impulsó a pedir a la Iglesia católica dominicana que modificara el santoral, ya que se destinaban muchos días a festividades religiosas, lo que a su entender no favorecía el trabajo nacional. Asimismo, supo defender de modo firme los intereses del Estado dominicano en circunstancias en las que estaban involucrados prelados religiosos. Por ejemplo, en 1867, siendo ministro de relaciones exteriores, escribió al presbítero Fernando Arturo de Meriño: «No fue un vano motivo el que decidió al Gobierno a negarle el exequátur a las letras Apostólicas del Revdo. Bougenon; tampoco obró en su ánimo ninguna idea política al no reconocer al Pbro. Billini como Subdelegado de aquél».192 En realidad, al primero lo rechazó por ser extranjero; mientras que al segundo lo desestimó por haber colaborado estrechamente con los españoles desde que se proclamó la anexión a España y durante toda la Guerra de la Restauración. El ministerio a su cargo insistió ante el Vaticano193 A pesar de que el templo de Santa Ana estaba ubicado a escasos metros de su casa, Bonó casi no lo visitaba; solo acudía en ocasiones especiales. Ver P. Nadal, Bonó, p. 71. 191 P. F. Bonó, «Una indicación», Papeles, p. 268. 192 Carta de Pedro Francisco Bonó al reverendo Fernando A. de Meriño, fechada el 21 de septiembre de 1867, en P. F. Bonó, Papeles, p. 127. 193 «El hombre íntimo fue profundamente religioso, cristiano, católico. Llamando a Cristo siempre su Maestro, su Gran Maestro. Pero esa fe no lo cegó para establecer una diferencia con el Papado, con el cual pedía a sus correligionarios 190 PFB-20140124.indd 182 24/01/2014 09:56:17 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 183 para que escogiera como arzobispo al reverendo Fernando Arturo de Meriño, prelado que había hecho significativos aportes a la causa de la independencia nacional. Bien ponderadas, estas actuaciones de Bonó apuntan a que, a diferencia de lo que él mismo declara, sí obró en su ánimo una fuerte motivación política al momento de rechazar al padre Billini como subdelegado o al preferir al presbítero Meriño para el arzobispado de Santo Domingo. Conforme se aproximaba al ocaso de su vida, Bonó fue inclinándose cada vez más hacia un sentido cristiano de la existencia. Aparentemente caló en él el misticismo finisecular abrazado por muchos intelectuales tras el enorme desencanto originado por el abandono de la humanidad a la ciencia y la técnica como únicas fuerzas bienhechoras. Durante estos años se dedicó a la realización de actos piadosos: donó al templo Santa Ana, en Macorís, varias reliquias sagradas que adquirió en Europa.194 Planteó lo que juzgó ser las tres actitudes básicas en toda vida cristiana: orar, socorrer a los pobres y guardar buen comportamiento.195 Esta actitud más espiritual lo sumió en el silencio. En 1889, advirtiendo que Bonó llevaba cuatro años sin tomar su pluma para emitir sanos juicios en favor de la colectividad, Meriño le inquirió: «¿Y por qué Ud. no escribe ya?». políticos mantenerse atentos a sus actos de disposición terrenal. Las creencias fortalecieron su energía moral, pero no lo convirtieron en un fanático». P. Nadal, Bonó, p. 71. 194 En efecto, una de sus preocupaciones primordiales en el período 1889-1895 fue dotar a su iglesia parroquial de aditamentos apropiados para el culto. Así, gestiona la compra en París de una custodia de plata por 1,347 francos. Previo a la ceremonia de entrega, comparecieron en su casa, situada casi enfrente del templo, «más de cien ciegos, cojos y desamparados que formaban el grupo de los invitados por el donador», a quienes les otorgó sus respectivas limosnas; Bonó desfiló junto a ellos hasta la iglesia. Ver su carta a Meriño del 10 de junio de 1889, contenida en P. F. Bonó, Papeles, p. 567. Aparte de la custodia, Bonó también obsequió un sagrario valorado en 1,500 francos (1900) y un «santo sepulcro» que le costó 200 dólares (1903). Algunas de estas y otras reliquias donadas por él todavía se usan o exhiben en la actualidad. 195 En carta dirigida a Meriño en 1903, incluida en P. F. Bonó, Papeles, p. 598. Aquí puede apreciarse la importancia que para él revistió el cristianismo, entendido este sobre todo en el sentido de llevar una vida consecuente con los requerimientos morales y a la vez solidaria para con los más necesitados. PFB-20140124.indd 183 24/01/2014 09:56:17 a.m. 184 Julio Minaya Ya Bonó, hacia 1886, había manifestado a su amigo Casimiro N. de Moya: «Yo estoy muy apocado, mi juventud me la hicieron Santana y Báez muy triste, y ya en mi vejez quisiera gozar, aunque con pobreza, de lo que a la vejez conviene, es decir: paz y tranquilidad».196 Y en años anteriores, cuando el publicista santiagués Manuel de Jesús de Peña y Reynoso le solicitó una foto para la reseña en su periódico de los «Vivos Notables», le escribió: «mi deseo más pronunciado hoy día es vivir completamente ignorado de la generalidad, con excepción de algunos generosos amigos como Ud., de quienes buenos recuerdos conservo».197 En realidad, Bonó atravesaba por una conmovedora crisis existencial que era fruto de una gran decepción. Se había dado cuenta de que la ciencia y la historia no le proporcionaban la seguridad y certeza de antaño, que en cierto sentido la ciencia había fracasado.198 Convencido de que la orientación científica finisecular asistía a su inminente «bancarrota», Bonó transitó los senderos del misticismo espiritualista.199 Toda su esperanza se cifraba ahora en la Revelación –«lo único que nos debe guiar»–, ya que «nuestro esfuerzo analítico no ha llegado aún al grado de permitirnos engolfar P. F. Bonó, El montero. Epistolario, Santo Domingo, 2000, p. 300. P. F. Bonó, Papeles, p. 570. 198 «En esta época, este fin de siglo tan decantado de ciencia y de progreso tan acabado, ni la ciencia ni el progreso han cumplido sus promesas». En P. F. Bonó, Papeles, p. 374. 199 El de Bonó, por supuesto, no fue un caso aislado. Muchos intelectuales de Europa y América experimentaron una intensa crisis espiritual tras la muerte de la ideología del progreso, lo que significó la caída del ideal utópico moderno que se sustentaba en la creencia de que el desarrollo combinado de la ciencia y la técnica –manifestadas en la industria y en la educación– conduciría a la humanidad entera hacia la solución de todos los males sociales y a la conquista de la felicidad. Al percatarse de que el paraíso prometido ya no tendría posibilidad de concretarse (Bonó es el primero en el país en tomar conciencia de esto), gran parte de ellos se refugió en el catolicismo, religión que a sus ojos parecía mantener una base sólida fuertemente enraizada en la tradición. A partir de 1930 los filósofos dominicanos Andrés Avelino y Juan Francisco Sánchez prosiguieron el camino inaugurado por Bonó cuarenta años antes: basándose en criterios éticos, metafísicos y espirituales, continuaron la crítica del ideal cientificista. 196 197 PFB-20140124.indd 184 24/01/2014 09:56:17 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 185 nuestras esperanzas en unas abstracciones en que el espíritu humano ha estado siempre naufragando».200 No obstante, en 1900 confesó a Meriño que aunque triste por la patria y ya viejo y desengañado, todavía conservaba bastante fe para estar consciente «de que los tiempos se siguen y no se parecen».201 Esto muestra que Bonó no abandonó su inacabable vocación de pensador a pesar de la atmósfera espiritualista y solipsista de sus últimos años. Sabe que la historia no se va a detener y que la vida futura viene marcada por los nuevos signos que toda época trae consigo. Tal es Pedro Francisco Bonó, el intelectual que más se ha dejado provocar por las armonías y contradicciones del entramado sociocultural dominicano, aspectos que le mantuvieron en expectación por cerca de cincuenta años. Le ayudó significativamente el haber adoptado un modo de ser poco común: vivir como se piensa. Es imposible, por ello, abordar su pensamiento divorciándolo de su vida. Y es que de ella emanan los efluvios éticos y estéticos que caracterizan su obra. En forma breve y bella lo resume Roberto Cassá: «Leer a Bonó depara un sentimiento inefable de emoción, de cita con la búsqueda de lo verdadero y lo bueno».202 En su última carta a Meriño (1903), Bonó reiteró el rumbo definitivo que había tomado su vida en los últimos lustros: Jesucristo. Lo que se corresponde plenamente con una de las grandes pasiones de toda su vida: la defensa o ayuda a los pobres. De hecho, en su escrito postrero, una carta al Ayuntamiento fechada un año antes de su muerte, informa que optó por desmantelar su alambique grande, pero no el pequeño. ¿Qué movió a Bonó a dejar funcionando el menor de los destiladores? Él mismo responde: «…vi que no era bueno que mis protegidos no gozaran siquiera de las migajas que les deja el impuesto de alcoholes, y así, desde mediados de febrero he vuelto a trabajar en él». P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, 1980, pp. 391-392. Como puede notarse en la cita anterior, Bonó no acaba de descartar del todo el papel orientador que la filosofía y la ciencia podrían proporcionar al género humano. 201 Carta a monseñor Fernando A. de Meriño 11 de marzo de 1900, en P. F. Bonó, Papeles, p. 589. 202 R. Cassá, Apología de Pedro Francisco Bonó, Santo Domingo, 1997, p. 32. 200 PFB-20140124.indd 185 24/01/2014 09:56:17 a.m. 186 Julio Minaya Así, aferrado a su labor en beneficio de los pobres, encontró la muerte el precursor de la emancipación mental y cultural dominicana, Pedro Francisco Bonó Mejía. Su deceso ocurrió en San Francisco de Macorís el 15 de septiembre de 1906.203 Si en relación a la fecha de nacimiento de Bonó hay discordancias, en cuanto al día de su muerte tampoco existe acuerdo unánime. E. Rodríguez Demorizi (P. F. Bonó, Papeles, p. 14) y R. González (Bonó, Santo Domingo, 1994, p. 38) ubican su fallecimiento el 14 de septiembre de 1906. Sin embargo, en el encabezado del extracto de acta de defunción correspondiente al prócer macorisano se lee: «En la Ciudad de San Francisco de Macorís, a los quince días del mes de Septiembre de mil novecientos seis, siendo las cuatro de la tarde, ante mí, Juan Francisco Bergés, Oficial del Estado Civil de esta Común, compareció el Señor Manuel de Jesús Bonó, soltero, comerciante, dominicano, natural y del domicilio de esta Ciudad, el cual me ha declarado: que hoy a las siete y media de la mañana falleció en esta Ciudad su tío PEDRO FRANCISCO BONÓ, de ochenta y dos años de edad, soltero, Licenciado en Derecho…». Ver P. F. Bonó, «Cronología», Papeles, p. 15. Ha de considerarse que probablemente Emilio Rodríguez Demorizi incurrió en un error; dos razones lo atestiguarían: 1) la partida de defunción previamente aludida aparece en la página 15, mientras que la página donde Rodríguez Demorizi refiere el 14 de septiembre como día del deceso de Bonó es la 14; 2) en la página 599 de Papeles de Pedro F. Bonó, la nota 39 expresa: «En efecto, Meriño murió antes de un año, el 20 de agosto de 1906, y Bonó 25 días después, el 15 de septiembre». Así pues, la fecha correcta del fallecimiento de Pedro Francisco Bonó, a partir de los datos disponibles hasta hoy, es el 15 de septiembre de 1906. La versión de que tenía 82 años al momento de perecer presenta dificultad tanto para ser confirmada como para ser refutada, ya que no se dispone de la partida de nacimiento ni de otra prueba documental. Los biógrafos primarios de Bonó son J. Max Ricardo Román y Emilio Rodríguez Demorizi, quienes ubican su natalicio en fechas diferentes, ateniéndose cada uno de ellos a testimonios revelados por descendientes indirectos de Bonó. Ricardo Román se hace eco de las informaciones suministradas por el sobrino de Bonó, Manuel de Jesús Bonó, quien trató personalmente a su pariente. La fecha de nacimiento que este propone es la del 28 de octubre de 1830, lo cual contradice su declaración de que Bonó tenía 82 años al morir. Por su parte, Emilio Rodríguez Demorizi recogió testimonios de familiares y allegados a la familia Bonó Mejía, todos los cuales coincidieron en señalar el 18 de octubre de 1828 como el día de nacimiento del pensador cibaeño. Los investigadores que se han dedicado a examinar la vida y obra de Bonó después de la década de los ochenta del siglo xx han adoptado esta última fecha como válida, razón por la cual existe el consenso de que Bonó falleció a la edad de 78 años y no a la de 82, asumiéndose como año de nacimiento el 1828 y no 1824, como correspondería de haber muerto efectivamente a la edad que señala el acta de defunción. 203 PFB-20140124.indd 186 24/01/2014 09:56:17 a.m. TERCERA PARTE PFB-20140124.indd 187 24/01/2014 09:56:17 a.m. PFB-20140124.indd 188 24/01/2014 09:56:17 a.m. Pedro Francisco Bonó: precursor de la emancipación cultural dominicana Objetivos y estrategias En la parte anterior se ha presentado la vida de Pedro Francisco Bonó, destacándose los acontecimientos y aportes que marcaron su quehacer personal e intelectual. En este sentido, se ha tenido ocasión de indicar sucintamente algunas de sus contribuciones en favor del desarrollo del pensamiento crítico en el país, muy especialmente, el cuestionamiento que dirigió al conjunto de resabios heredados del período colonial. Es dicho enjuiciamiento lo que convierte al pensador en pionero dominicano de lo que en Latinoamérica se ha denominado emancipación mental, intelectual o cultural. Tal será la temática nuclear de esta tercera y última parte, la cual contempla los aspectos siguientes: a. Planteamiento conceptual y antecedentes de la cuestión. b. Búsqueda, selección y análisis de aquellos planteamientos y argumentaciones mediante los cuales somete a juicio el legado de la España colonial. c. Elaboración de un perfil del emancipador mental hispanoamericano según lo han entendido diversos autores de la región. d. Sustentación de la tesis que afirma que Bonó es pionero del proceso de emancipación cultural dominicana. e. Explicación de las condiciones y limitaciones que tuvo o confrontó Bonó en su tarea emancipadora. 189 PFB-20140124.indd 189 24/01/2014 09:56:17 a.m. 190 Julio Minaya f. Justificación de por qué el pueblo dominicano logró completar el proceso de su emancipación mental a través del puertorriqueño Eugenio María de Hostos. g. Exposición de la crítica que hizo Bonó al neocolonialismo surgido en la segunda mitad del siglo xix. h. Exposición de la refutación de Bonó al concepto de progreso defendido en su época. En este apartado se tendrá la ocasión de mostrar las ventajas teóricas que tuvo Hostos sobre Bonó, pero también las circunstancias que favorecieron a este último en lo que respecta a la elaboración de una episteme de la sociedad dominicana. Unas y otras derivarán de cómo cada uno de ellos abrazó –sin reservas o con ellas– el paradigma de civilización característico de la modernidad decimonónica, horizonte teórico que tuvo en la noción de progreso una de sus claves definitorias. De la breve comparación hecha entre estas dos personalidades descollantes de nuestro entorno sociocultural se concluye que entre ambos se produce una especie de complementariedad. Pues si extraordinaria fue la función educativa e intelectual desempeñada por Hostos en el seno de una población prácticamente ágrafa, de enorme importancia fue también la singularidad y profundidad con que Bonó se insertó en su sociedad al poner de relieve aspectos esenciales que una mirada más moderna, cual fue la hostosiana, no podía captar. Uno de los núcleos fundamentales de este capítulo es la presentación de la lista de taras que Bonó identificó como parte del relicario colonial aún vigente en la mentalidad dominicana de su época. Entre ellas sobresalen los prejuicios respecto al trabajo manual, la pereza para pensar, el paternalismo, el hábito de imitación o copia y las actitudes despóticas o autoritarias. Del enjuiciamiento hecho por Bonó a determinados patrones culturales de raigambre colonial se podrá inferir que la del pensador no es una actitud radicalmente hostil hacia todo lo que irradia la cultura española. En efecto, más cerca lo encontramos de Andrés Bello o de Pedro Henríquez Ureña que de Domingo Faustino Sarmiento, PFB-20140124.indd 190 24/01/2014 09:56:17 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 191 Francisco Bilbao o Eugenio María de Hostos, para quienes ese pasado histórico, y todo lo por él representado, debía de ser borrado pronta y radicalmente. También se pondrá de manifiesto cómo en Bonó se presencia una tensión entre lo moderno y lo tradicional. Esto se debe a que si bien fue ilustrado, liberal y parcialmente influenciado por la doctrina positivista, acogió igualmente conceptualizaciones y valoraciones procedentes de otras escuelas de pensamiento y ámbitos espirituales, como el romanticismo historicista, el socialismo utópico, el prerromanticismo de Rousseau, la escuela histórica del derecho, el pensamiento judeocristiano y el humanismo católico francés. Por último, se expondrá su peculiar refutación de la ideología del progreso, uno de sus aportes más significativos al pensamiento dominicano y latinoamericano. De la emancipación hispanoamericana a la emancipación dominicana. Algunos antecedentes Los intelectuales hispanoamericanos que hicieron el registro y crítica de los males que aquejaban a sus países tras la proclamación de la independencia (encontrando sus causas en el pasado español) han sido denominados por Leopoldo Zea y otros autores próceres de la emancipación mental. Aunque para cada país se han identificado los nombres de tales próceres, no ha sido así para República Dominicana, por darse como un hecho que no tuvo un emancipador mental o intelectual. ¿Pero no hizo Bonó un inventario de los problemas que afectaron al país en los años subsiguientes a su liberación definitiva de España, acaecida en 1865? ¿Y no atribuyó al pasado colonial una parte de la culpa de dichas situaciones problemáticas? Es lugar común el señalamiento de que, tras la proclamación de la independencia política, en la totalidad de pueblos hispanoamericanos sobrevinieron dictaduras, guerras civiles, golpes de Estado: en suma, la anarquía se constituyó en forma de vida. Obviamente, cabe preguntarse: ¿para eso habían muerto tantas gentes y expuesto sus PFB-20140124.indd 191 24/01/2014 09:56:17 a.m. 192 Julio Minaya vidas algunos de los intelectuales que orientaron teórica e ideológicamente el movimiento libertario en la región? Para Juan Francisco Sánchez dichos pensadores estuvieron alentados por el «sublime» ideal de la libertad política, ideal que se reveló insuficiente para los más avanzados de ellos cuando constataron que el resultado de tantos afanes era la tiranía y el caos.1 Al evaluar los planteamientos de Leopoldo Zea divulgados en la década del cuarenta del siglo xx, Sánchez asume la tesis básica de que nuestros próceres trataron de romper con un pasado que percibían insano, trataron por tanto de negar a España, la cual pasó a ser considerada como la única responsable de nuestro estancamiento. De esta manera, al ideal de emancipación política siguió el ideal de emancipación cultural. En este movimiento de pensadores hispanoamericanos comprometidos con la independencia intelectual cundía el desafío de buscar un principio orientador que ayudara a evitar el extravío en momentos de tantas turbulencias, pues ya se había abandonado a España y se requerían nuevos modelos a seguir. Las nuevas referencias paradigmáticas fueron principalmente Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Nombres bien conocidos en la región, que ahora se reiteran, militaron en esa búsqueda: Andrés Bello, José María Luis Mora, José Victorino Lastarria, Francisco Bilbao, Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Montalvo, José de la Luz Caballero y Eugenio María de Hostos. Transitando el mismo sendero que Leopoldo Zea, Juan Francisco Sánchez confeccionó su propia lista de los líderes del proceso emancipador cultural latinoamericano; en ella consigna ocho nombres. Uno de ellos es el puertorriqueño Eugenio María de Hostos.2 Es harto conocido que Eugenio María de Hostos, a pesar de provenir de Puerto Rico, desarrolló su labor teórico-educativa entre República Dominicana y Chile. ¿En qué país, entonces, desarrolló Hostos su labor emancipadora de corte intelectual? Sánchez no lo explicita; sin embargo, hay que suponer que dicho país es República J. F. Sánchez, El pensamiento, 1956, p. 31. Ibídem. 1 2 PFB-20140124.indd 192 24/01/2014 09:56:17 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 193 Dominicana. Aunque luego pasara a vivir en Chile por más de una década, es en el seno de la sociedad dominicana donde realiza su labor filosófico-educativa de más profundo calado. ¿Pero qué sucede con Pedro Francisco Bonó, pensador que Sánchez no refiere nunca en sus escritos? ¿No impugnó el pasado español? En realidad, esta es una empresa que el pensador inició antes incluso de la llegada de Hostos al país en 1879. De acuerdo a Iván Alfonseca Bobea, luego de la jornada restauradora de 1863, Bonó es una de las pocas figuras que muestran un desvelo íntimo por los asuntos nacionales, preocupándose de hecho por llevar a cabo un ejercicio reflexivo que estuviera enteramente al servicio de causas emancipadoras.3 Fernando Pérez Memén ahonda más en la cuestión al explicar que Bonó pertenece a una generación de hombres que procuraron vivir a la altura de su tiempo, de ahí que abrazaran el pensamiento liberal y la Ilustración, el romanticismo historicista, la corriente positivista y otras expresiones filosóficas menores provenientes de Europa con las que aspiraban a sepultar la vieja sociedad colonial, vigente a pesar de haberse consumado la independencia política. Indica, además, que Bonó fue coetáneo de los grandes líderes del pensamiento liberal hispanoamericano y que pertenece, por derecho propio, al selecto grupo de intelectuales de la región que sometió a crítica la herencia cultural hispánica. Aunque ya se disfrutaba de libertad política, para estos teóricos resultaba claro que la empresa emancipadora aún no había culminado.4 Otro autor que hace referencia a las preocupaciones de Bonó por lograr la emancipación intelectual de los dominicanos es Rufino Martínez. Este capta cómo los compañeros de Bonó en el país, especialmente los liberales y restauradores Ulises Francisco Espaillat y Benigno Filomeno de Rojas, no se ocuparon tanto como él de los procedimientos y esfuerzos convenientes para liberar al pueblo del cúmulo de deficiencias que tanto pesaban en el alma colectiva.5 Iván Alfonseca Bobea, «Inquietudes filosóficas en Santo Domingo», Cuadernos de Filosofía 2, No. 2, 1983, pp. 107-125. 4 F. Pérez Memén, «El día», pp. 93-94. 5 R. Martínez, Diccionario, p. 70. 3 PFB-20140124.indd 193 24/01/2014 09:56:18 a.m. 194 Julio Minaya Como puede verificarse, el rol emancipador de Bonó ya había sido sugerido, directa o indirectamente, a través de determinadas reflexiones hechas en el marco de la literatura histórica, social y política dominicana. Pero la referencia más significativa al respecto es mérito de Roberto Cassá, el cual hace la constatación de que Bonó lleva a cabo su crítica de la dominación española partiendo del paradigma liberal y progresista, pues tiene la lucidez de rastrear el hecho de que el pueblo dominicano fue producto de los siglos de injusticia, pobreza material y oscuridad cultural legados por una madre patria absolutista.6 En su calidad de intelectual crítico, Bonó se convirtió en el principal vigilante y defensor de la emergente nación. Por doquiera contemplaba las trabas que dificultaban su avance hacia la institucionalidad democrática, hacia la instrucción de sus hijos y el bienestar de las «clases inferiores». Entre todos los obstáculos observados por Bonó los que más resistencia oponían a los afanes de modernización nacional eran los de origen intelectual o cultural: las prendas derivadas del largo período español. Por tal motivo, como atinadamente expone Roberto Cassá, el pensador convocaba a todos los agentes sociales –en especial a los trabajadores e intelectuales– a desembarazarse de la inercia que les impedía actuar con originalidad. A su juicio, la clave para superar la problemática nacional radicaba en una revolución cultural. Resultaba imperativo desarraigar hábitos negativos e ideas contraproducentes.7 Bonó, primer impugnador de la mentalidad colonial dominicana En la investigación de tesis cuyos resultados aquí se exponen se ha empleado como hipótesis de trabajo la afirmación de que Pedro Francisco Bonó es pionero de la emancipación cultural dominicana. Desarrolla dicho rol en los textos posteriores a su experiencia política en la administración pública central.8 R. Cassá, Pedro Francisco Bonó, p. 32. Ibídem, pp. 67-68. 8 Cabe recordar su participación en contiendas militares: en la última batalla 6 7 PFB-20140124.indd 194 24/01/2014 09:56:18 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 195 Un largo período de silencio le sirvió para aquilatar los hechos y las contrariedades que jalonaban la nación. Tenía la madurez propia de los cincuenta y tres años cuando dio a conocer a la opinión pública lo que –desde su óptica de analista social y de pensador– consideraba eran las fuentes o causas básicas del estado aporético que acusaba la sociedad dominicana del siglo xix.9 Bonó inicia su abordaje del problemático devenir nacional indicando: En mi concepto hay que atribuirlo a cuatro causas fundamentales: 1° A la situación geográfica. 2° A la República haitiana. 3° A las reliquias dejadas por los españoles en todas sus colonias. 4° A la turbación de los espíritus con las teorías que en tropel nos vienen de Europa. Estas cuatro causas las averiguaremos sumariamente para saber si encierran en sí todos los elementos de discordias que hace ochenta años10 abruman a la población dominicana.11 De estas cuatro causas referidas por Bonó se analizará únicamente la tercera, por ser la que corresponde a los objetivos trazados en la presente investigación. En Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas (1881) –el más conocido de sus trabajos después de su novela El montero– Bonó contra los haitianos (1856), cuando ostentó el puesto de secretario personal del general Juan Luis Franco Bidó, jefe militar victorioso; y en la gesta restauradora, cuando fue comisionado de guerra. 9 Bonó estaba empeñado en descifrar las claves de los males recurrentes que caracterizaban el desenvolvimiento de la vida política, social, económica y cultural de su pueblo. Aleccionado por los hechos, estaba persuadido de que «ninguno de estos pueblos latinos ha estado más agitado que el de Santo Domingo en todo el siglo, ninguno ha sufrido más calamidades, ninguno tiene menos abierto el camino de su seguridad, y esta recrudescencia de males debe tener una explicación filosófica racional que puede encontrarse en causas remotas». En P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 232. 10 Bonó se expresa así en 1881; su estudio abarca desde principios del siglo xix hasta el momento en que escribe. 11 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 233. PFB-20140124.indd 195 24/01/2014 09:56:18 a.m. 196 Julio Minaya dedica cinco páginas12 a explicar su tesis: que precisamente en las tradiciones, usos, creencias y hábitos heredados del orbe colonial hispánico radica una de las explicaciones primordiales del difícil acontecer nacional. Bonó completa esta tesis esencial de su pensamiento crítico en el ensayo Opiniones de un dominicano (1884), en el Congreso extraparlamentario (1895) y en algunas de sus misivas.13 Un importante planteamiento suyo hecho a los veintinueve años sirve de preludio al trabajo teórico pionero que habría de llevar a cabo veinticinco años más tarde. Argumenta: «De todas las dominaciones que sojuzgaron a Santo Domingo, la que dejó huellas más profundas fue la española [cursivas añadidas]; preciso era que así sucediese, por ser la más prolongada y la de donde toman origen los dominicanos».14 En estas proposiciones el intelectual registra un dato cultural importante: la preponderancia que España tiene para nosotros en cuanto nación conquistadora y colonizadora de Santo Domingo. Auxiliado de las herramientas conceptuales que la Ilustración y la corriente romántica le proporcionaron, Bonó quedó notablemente impactado por las «huellas profundas» que España dejó estampadas, cual marcas indelebles, en la idiosincrasia nacional. Por último, en el opúsculo de 1857, Apuntes para los cuatro ministerios de la República, Bonó describirá acertadamente la dinámica histórica que se da cuando una nación débil desea sacudirse el yugo En realidad, si nos limitamos al contenido del subtítulo «Reliquias dejadas por los españoles» (pp. 237-239 del volumen Papeles de Pedro F. Bonó en el que aparece el aludido artículo), concluimos que el autor solo dedica tres páginas consecutivas al tema de la emancipación cultural dominicana; pero si consideramos el subtítulo que viene a continuación, «Clases superiores e inferiores dominicanas» (pp. 239-244), entonces nos percatamos de que Bonó, ciertamente, dedica al menos siete páginas seguidas –desde la 237 hasta la 244– a examinar con particular cuidado la cuestión que aquí se dilucida. Esto sin contar las demás alusiones al tema que realiza en otros ensayos, cartas y documentos. 13 Puntos de vistas esclarecedores al respecto se encuentran en la histórica epístola enviada por Bonó a su amigo Luperón en 1882. Ver P. F. Bonó, El montero, Santo Domingo, 2000, pp. 183-185. 14 Tal indicación la expresa el autor en su opúsculo de 1857, Apuntes para los cuatro ministerios de la República. Ver P. F. Bonó, Ensayos sociohistóricos, Santo Domingo, 2000, p. 13. 12 PFB-20140124.indd 196 24/01/2014 09:56:18 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 197 colonial impuesto sobre ella por una potencia o nación poderosa. El joven abogado, con un leguaje muy propio de su profesión, lo plantea del modo siguiente: Desgraciadamente, al salir una nación del yugo de otra, nada hay que convenza a esta última de los derechos que asisten a la primera, puesto que, sometida por la fuerza a su voluntad y capricho, no comprende que lo que la violencia o engaño hizo, nunca lo confirmó la justicia ni el derecho. La nación dominadora, regularmente más fuerte que la dominada, se deja guiar por las ventajas que el país segregado le reportaba; por orgullo nacional o el más mezquino de gobierno; por miras políticas o en fin por temor en el porvenir de la probable grandeza del estado separado, y entonces dirige todos sus conatos, sus medios de acción, ya violentos, ya astutos, ya dirigiendo ejércitos; ya valiéndose de la diplomacia a fin de poner el país que se le escapa bajo su dominio.15 Un factor determinante en el cuestionamiento que hace Bonó al relicario ideológico colonial reside en la influencia francesa que recibió a través de su abuela Eugenia de Port, quien había formado parte del grupo de galos que logró escapar, cruzando la frontera, de la impetuosa insurrección de esclavos de Saint-Domingue. Mujer de privilegiada posición social, De Port tuvo a bien instruir a su nieto con especial dedicación, empleando para ello recursos directos del Siglo de las Luces. Lo anterior explica el que comenzara muy temprano a circular por la mente de Bonó la savia filosófico-política francesa contraria a todo asomo de monarquía, obscurantismo o superstición. Por eso era imposible encontrar en el país una persona con sus antecedentes: vivió sentimentalmente la Francia sin haberla visitado físicamente. Ello le permitió blandir dos armas teóricas en su crítica del paradigma colonial: la Ilustración y el romanticismo historicista. P. F. Bonó, Ensayos sociohistóricos, p. 18. 15 PFB-20140124.indd 197 24/01/2014 09:56:18 a.m. 198 Julio Minaya Como se ha señalado, Bonó tuvo condiciones excepcionales que le permitieron elevarse por encima del resto de sus contemporáneos y así poder ver algunas singularidades de su entorno sociocultural. Pero no todo concurrió de manera favorable para él: en 1858, cuando daba inicio a sus estudios histórico-críticos, se vio forzado a trasladarse a Filadelfia a fin de huir de las fuerzas conservadoras de una sociedad semifeudal dominada social, económica y políticamente por hateros y terratenientes. Dos años antes Bonó había tomado parte en la revuelta liberal cibaeña que procuraba la instauración de un Estado-nación cónsono con los postulados liberales democráticos.16 Es en esta etapa imbuida de liberalismo romántico –que luego calificaría de «ilusa»– que comienza a tropezar con situaciones embarazosas que le llevarían a reflexionar seria y profundamente en torno a las circunstancias vitales del país. Romanticismo y costumbrismo en Bonó. Influencias en el reconocimiento y la exaltación de lo local El romanticismo y el costumbrismo incidieron notoriamente en el esfuerzo realizado por Bonó para revestir de valor las realidades nativas (tierras, paisajes, flora, fauna, pobladores nativos y mestizos ya arraigados). Solo a partir de tal apreciación axiológica era posible interpelar el pasado colonial. No es de extrañar, por tanto, que llegara a concebir una especie de substrato o núcleo en el que anidaba lo local, lo dominicano, en cuanto algo distinto a lo hispánico. En esta labor suya ejercieron influencia dos antecedentes inmediatos del movimiento romántico: las doctrinas de Johann Gottfried Herder y de Juan Jacobo Rousseau. La historiadora Carmen Durán resalta los principales agentes del movimiento que procuraba enrumbar al país por los cauces de la vida moderna: «Figuras de pensamiento y acción política dentro del liberalismo, el republicanismo y las ideas democráticas, desde los llamados poetas civilistas, pensadores e ideólogos, son: Pedro Fco. Bonó, Benigno Filomeno de Rojas, Ulises Fco. Espaillat, Eugenio Deschamps… entre otras personalidades». En C. Durán, Historia e ideología: mujeres dominicanas, 1880-1950, Santo Domingo, 2010, p. 18. 16 PFB-20140124.indd 198 24/01/2014 09:56:18 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 199 De Herder toma el entusiasmo por las culturas antiguas y la visión prerromántica de que cada pueblo y cada época histórica se distinguen positivamente por sus creaciones singulares, las que nunca serán inferiores a las de otros pueblos. De ahí que cada época sea como una escena «única»: «Por eso –sostiene Herder– se manifiesta en cada una de ellas un aspecto de la humanidad merecedora de atención».17 De ahí también que cada sociedad tenga la cultura que le corresponde: ni superior ni inferior, sino diferente a las de las otras comunidades nacionales. Bonó no se refiere en ninguno de sus escritos a Herder, pero resulta obvia la incidencia en su pensamiento del Sturm und Drang («Tempestad e ímpetu»),18 movimiento alemán que Herder, Hamann y Jacobi acogen con efervescencia y que proporciona a la posterior corriente romántica la fundamentación filosófica que requería. Herder, por otra parte, motivaría con su Volkgeist19 el intento de búsqueda del genio o espíritu del pueblo. En lo que respecta al influjo de Rousseau, la situación es diferente, toda vez que los libros de este figuraron en su biblioteca. El canto del ginebrino a la vida sencilla, su idilio con la vida natural, debió impactar de forma decisiva en Bonó. Como indica Rousseau: «El hombre natural solo respira la tranquilidad, la felicidad y la libertad… Al contrario, el ciudadano siempre activo suda, se agita, se atormenta sin cesar…»20 En este sentido, vale recordar que Rousseau elogió las virtudes que engalanan la vida del buen salvaje, rechazando así el mito del hombre bárbaro y sus supuestos vicios o aberraciones. Herder y Rousseau, pues, dejaron sus improntas en el intelectual criollo. Uno y otro, por demás, jugaron un papel decisivo en el Johann G. Herder, Obra selecta, Madrid, 1982, p. 343. Consigna que sirvió de catapulta al movimiento romántico. En realidad, es el título del drama que escribiera Friedrich Maximilian Klinger hacia 1776, obra que inspiró a los precursores del romanticismo durante el segundo tramo del siglo xviii. 19 Voz alemana que traduce la expresión introducida por Montesquieu esprit d’une nation, la cual hace referencia al carácter fundamental de una nación en cuanto resultado de una multiplicidad de factores. Ver Nicola Abbagnano, Diccionario de filosofía, México, 1998, p. 445. 20 J. J. Rousseau, Discursos a la Academia de Dijón, Madrid, 1977, p. 235. 17 18 PFB-20140124.indd 199 24/01/2014 09:56:18 a.m. 200 Julio Minaya auxilio que brindaron ciertos pensadores hispanoamericanos a los procesos de definición que vivieron sus respectivos pueblos, los cuales abrigaron el deseo ferviente de convertirse en naciones desde el momento mismo en que se liberaron de su condición de colonia. En tal virtud, no es extraño ver a dichos creadores americanos buscar en la historia, la geografía y el folclore de sus propias colectividades los temas que servirían como fuente de inspiración a sus poemas, dramas, novelas, ensayos, etc., obras en las que cantarán, representarán y expondrán lo mejor de sus tierras y culturas. Víctor Hugo, autor romántico cuyas obras también figuran entre las leídas por Bonó, ejerció especial influencia en él, sobre todo en su apreciación respecto al rol social y político de la literatura, particularmente de la novela, la cual serviría al autor francés para expresar y objetar creencias, tradiciones y costumbres de la sociedad francesa de la época. Por su parte, con el costumbrismo, Bonó experimentó un estímulo especial para el conocimiento y reflejo de las formas de vida propias del pueblo dominicano. Hay que resaltar que en República Dominicana los aires costumbristas se dejaron sentir tempranamente en comparación con otros países del área. Y es que fue en 1848 cuando Bonó, que apenas tenía veinte años, escribió su obra El montero. Novela de costumbres,21 la cual fue publicada en París ocho años más tarde. Con ella el autor se propuso reconocer a nivel literario los aportes hechos al país por los cazadores de ganado o monteros, quienes terminarían por servir como reservistas de las tropas que en 1865 triunfarían en la guerra de liberación nacional conocida como la Restauración. Ciriaco Landolfi opina que el montero encarna el personaje anónimo que hizo posible la supervivencia del pueblo dominicano, que él es el verdadero héroe popular de la Guerra de la Restauración. La montería, forma de vida originada en la era 21 En dicha obra el autor pretende mostrar el temple de un subsector del campesinado nacional, el de vida más abnegada y descuidada: el de los monteros. Que Bonó se propusiera describir en detalle su modo de vida tiene un mérito relevante, sobre todo si tomamos en cuenta el hecho de que para la élite de la época el campesinado aparecía como el principal obstáculo para la consecución de una vida moderna en el país. PFB-20140124.indd 200 24/01/2014 09:56:18 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 201 colonial, logró paradójicamente la victoria en la lucha contra el propósito anexionista.22 Puede afirmarse que tanto la corriente romántica como la costumbrista contribuyeron de manera decisiva para que Bonó y sus homólogos latinoamericanos23 fijaran la mirada en sus respectivos terruños y reivindicaran los modos de vida de los sectores que más hondamente habían arraigado en estos. Pedro Henríquez Ureña lo dice de forma muy atinada: Ahora el romanticismo proponía a cada pueblo la creación de su propio estilo, con apoyo en sus tradiciones propias. A eso tendieron los escritores jóvenes en el Río de la Plata y en los demás países de la América española… En las formas que trataban de inventar se discernían influencias de los románticos europeos. A veces, el saber criollo, de América, brotaba de su pluma cuando menos lo notaban. Por lo que respecta a los temas sí puede decirse que emprendieron una exploración metódica de sus propias tierras: el paisaje, desde las cordilleras inaccesibles hasta las llanuras interminables; la tradición indígena, la tradición colonial, y entre ambas el choque de la conquista; las hazañas de la guerra de independencia y sus ideales de libertad y de progreso; las costumbres del campo y de la ciudad.24 Ya antes Andrés Bello había entonado himnos líricos a la exuberante geografía tropical y había redactado ensayos diversos planteando la autonomía intelectual de Hispanoamérica. Su propuesta, como veremos más adelante, ejercería influjo especial en las Ciriaco Landolfi, «El ethos nacional en la historia dominicana», Clío, No. 168, Santo Domingo, 2004, pp. 51-70. 23 Pedro Henríquez Ureña cita autores, obras y países latinoamericanos en los que el romanticismo y el costumbrismo tuvieron cierto despliegue, pero no menciona a Bonó. Por ejemplo, nos dice: «La novela, que había comenzado con Fernández de Lizardi durante la guerra de independencia, se multiplica ahora, a partir de 1845. Abunda el cuadro de costumbres, en forma de artículos o ensayos breves, especialmente en Colombia, Venezuela, Perú y Chile». En P. Henríquez Ureña, «Historia de la cultura», p. 330. 24 Ibídem, pp. 329-330. 22 PFB-20140124.indd 201 24/01/2014 09:56:18 a.m. 202 Julio Minaya preocupaciones de Bonó por lograr el reconocimiento y luego la emancipación cultural de República Dominicana. Bonó, dos veces prócer: de la emancipación política y de la emancipación mental dominicana Con anterioridad a esta tercera parte, se tuvo ocasión de reseñar parte del accionar político de Bonó, tanto en lo que respecta a la lucha del país contra Haití, como en la emprendida contra la Corona española. Se resaltó su participación civil y militar en esta última, y en particular su función de asesor y orientador ideológico del proceso.25 En tal sentido, a Bonó hay que acreditarlo como uno de los próceres de la emancipación política del país frente al poder ibérico. Pero además le cabe legítimamente el título de precursor de la emancipación mental nacional. Bonó es el único dominicano que ostenta esta doble condición. ¿Por qué él? La explicación radica en el hecho de que Bonó era el único integrante del grupo de liberales dominicanos que podía elevarse a consideraciones filosófico-políticas propias de la modernidad europea. Sin el dominio de las categorías hijas de la Ilustración, el liberalismo y el romanticismo, era teóricamente imposible refutar coherentemente la herencia cultural proveniente del mundo hispánico. Se requería estar dominado por el espíritu crítico enarbolado por la modernidad para poder desarrollar dicha refutación. En cambio, para formar parte del grupo de dirigentes de la guerra independentista no se exigía más que don de mando y tener gentes dispuestas a pelear hasta morir si era necesario. Tales requerimientos los reunían satisfactoriamente los líderes más Tal papel, huelga aclarar, es compartido también por Ulises Francisco Espaillat y Benigno Filomeno de Rojas, quienes pudieron cursar estudios en Europa. Bonó, tal como ya hemos señalado, no tuvo la suerte de realizar estudios en el extranjero, aunque sí permaneció por seis meses en Estados Unidos y viajó por varios países de Europa. En todo caso, logró obtener el título de licenciado en derecho poniéndose en contacto directo –sin mediación de enseñanza universitaria alguna– con las teorías jurídicas, filosóficas y político-sociales más sobresalientes de la época. Autodidacta, se formó por su propia cuenta. 25 PFB-20140124.indd 202 24/01/2014 09:56:18 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 203 sobresalientes de la Guerra Restauradora: Santiago Rodríguez, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel, José Antonio Salcedo, Gregorio Luperón, etc. En efecto, es el conjunto de condiciones intelectuales, políticas y sociales que adornaban su personalidad excepcional lo que le permite ser el precursor de la emancipación intelectual del pueblo dominicano. Para desplegar su trabajo le bastó con observar atentamente los acontecimientos que acaecieron luego de ser reinstalado el Estado dominicano en 1865. Bonó se propuso entonces desentrañar las motivaciones subyacentes de tantos hechos y conductas anárquicas y autoritarias que no tenían explicación a la vista. Así, cuando las tropas españolas capitularon y se procedió a escoger quiénes ocuparían los primeros puestos del Gobierno, el pensador pudo contemplar cómo las apetencias de ascenso social y las ambiciones desmedidas llevaron a muchos compañeros de lucha a enfrentarse a muerte: cada militar regional quiso convertirse en cacique o jefe.26 Fusilamientos, guerras civiles, golpes de Estado (en fin, turbulencias en todos los órdenes) hacían imposible cualquier ensayo de vida institucional dentro de los cánones democrático-republicanos y contrariaban los ideales filosóficos y políticos abrazados por Bonó. Tal madeja complicada de hechos absurdos debía de tener algún tipo de explicación, y esta debía ser hallada. Por supuesto, el caos y la inestabilidad que caracterizaban el entorno sociocultural dominicano de la postindependencia no eran exclusivos del país: fue más bien la nota distintiva del rosario de Cuando las tropas españolas fueron finalmente derrotadas en la región este y se constituyó un Gobierno interino en la capital, «Pedro Guillermo pidió que le fuera concedido el título de generalísimo de la campaña del Este, lo que le fue gratuitamente otorgado». En P. M. Archambault, Historia, p. 179. Los jefes militares de las gestas emancipadoras hispanoamericanas fueron en su inmensa mayoría hacendados o terratenientes caracterizados por arraigadas apetencias de títulos militares a falta de los nobiliarios de la pasada época colonial. Encumbrados económica, política y socialmente, trataban a los demás como peones o siervos. Los tales títulos les abrían entonces las puertas para convertirse en caudillos y dictadores, lo que les permitía volverse las personas más ricas de sus respectivos países. Ese es el escenario con que tiene que lidiar Pedro Francisco Bonó en República Dominicana. 26 PFB-20140124.indd 203 24/01/2014 09:56:18 a.m. 204 Julio Minaya países hispanoamericanos que se emanciparon durante los primeros lustros del siglo xix. Como bien apuntó Bonó en el marco de una evaluación panorámica regional efectuada en 1881: La América latina27 en todo el curso del siglo no ha presentado otro espectáculo al mundo, solo el de la anarquía y el desconcierto. De cuando en cuando luce en ella un corto período para uno de sus pueblos que animan a creer en sus doctrinas, pero bien pronto pasiones mezquinas, errores funestos que en mucha parte deben atribuirse a las reliquias dejadas por su antigua organización [cursivas añadidas], desvanecen las esperanzas concebidas y no dejan lugar a creer que sea posible suponerles que han encontrado el fondo de buen sentido que la historia antigua señala en los pueblos de Grecia y Roma y que los modernos registran en la Suiza y Estados Unidos.28 Ya hacia 1857 el intelectual se había formado cierto juicio de lo que significaban trescientos años bajo el dominio colonial español. Pero solo es en 1881, tras dieciséis años dedicados a contemplar el devenir político, económico y social de la joven nación, que Bonó cobra consciencia de la incidencia de las tradiciones y hábitos del pasado en los reiterados desaciertos de las «clases superiores» y en la situación general del pueblo dominicano. Ello le condujo a la importante conclusión de que, a pesar del ímpetu y el arrojo demostrados en la lucha por la libertad, los que habían ejercido el liderato en la contienda no tenían una idea acabada del significado de la independencia. Por entonces Bonó era, sin duda alguna, el dominicano que Nótese la ele minúscula en el nombre dado a la región, lo cual podría ser indicio de que aún no se había generalizado. Hostos fue de los primeros hispanoamericanos en emplearlo. Pero es importante hacer notar que dicho nombre tiene su propia historia, «no fue creado de la nada. “América Latina” fue concebida en Francia durante la década de 1860, como parte de un programa de acción para incorporar el papel y las aspiraciones del país galo hacia la población hispánica del Nuevo Mundo… La Francia de los años sesenta era, industrial y financieramente, la segunda nación más poderosa del mundo». En John L. Phelan, «El origen de la idea de Latinoamérica», Fuentes de la cultura latinoamericana, México, 1993, p. 463. 28 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 232. 27 PFB-20140124.indd 204 24/01/2014 09:56:18 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 205 se había forjado el concepto más preciso sobre la nación dominicana y sus necesidades sociales.29 Una idea incompleta sobre la independencia nacional Hay que recordar que República Dominicana obtiene su independencia política definitiva respecto a España en 1865, a diferencia de México y el resto de países suramericanos, los cuales la obtuvieron durante el primer cuarto del siglo xix. Pero tampoco se puede olvidar que el largo proceso independentista dominicano inició en 1821, cuando un grupo de criollos ilustrados que se concebían a sí mismos como dominicanos proclamó –bajo la efervescencia prevaleciente en la región– la independencia (que sería efímera) del denominado Haití Español. De los tres esfuerzos libertarios que se realizaron en el país entre 1821 y 1863, este es el que correspondió históricamente con la liberación política de la mayor parte del subcontinente, tal como lo indica Rafael Morla.30 Podría parecer en primera instancia que el tiempo transcurrido entre 1810 y 1865 debió de haber sido suficiente para que la parte este de la isla lograra ponerse a la altura de lo que significa la vida política independiente.31 No fue así, empero, y ello debido a factores Dice P. Henríquez Ureña: «Entre tantos azares difícilmente podía formarse una conciencia general, segura y clara, de nacionalidad. Muchos pensaban en el apoyo de algún poder extranjero como remedio a la perpetua amenaza de Haití y a las disensiones civiles. Así nació, y se llevó a realidad, la reanexión a España. A Santana le tocó hacer la entrega (18 de marzo de 1861). Pero en muchos patriotas sí persistía la conciencia de nacionalidad». Ver P. Henríquez Ureña, «La emancipación y primer período de la vida independiente en la isla de Santo Domingo», Obra dominicana, Santo Domingo, 1988, pp. 467-468. 30 «La independencia de 1821 en República Dominicana es la que se hace a tiempo, en el momento en que los demás países de Hispanoamérica están haciendo la suya. Fue precisamente abortada por la invasión haitiana del 9 de febrero de 1822, frustrando el Estado confederado proclamado por los ilustrados dominicanos». Ver R. Morla de la Cruz, Modernidad e Ilustración en Hispanoamérica. Una reflexión en torno al ser latinoamericano, Santo Domingo, 2011, p. 199. 31 Lo que se aduce en relación a los procesos independentistas desatados en Argentina, Venezuela, Perú, México, etc., esto es, que constituyeron hechos precipitados básicamente por el vacío de poder que se dio en España a raíz de la invasión francesa de 1808, por lo que en cierto sentido fueron improvisados, 29 PFB-20140124.indd 205 24/01/2014 09:56:18 a.m. 206 Julio Minaya diversos. Un autor nacido a finales de siglo xix, Francisco E. Moscoso Puello, tiene la convicción de que la República Dominicana no reunía los requisitos para lanzarse a la empresa independentista ni en febrero de 1844, ni en agosto de 1865, pues a su entender los dominicanos aún no teníamos una conciencia clara de lo que significaba una nación.32 En carta de 1882 al general Gregorio Luperón, Bonó reflexiona: No debemos hacernos ilusiones, pues pensamos más de lo que se cree en los destinos de las Antillas y hasta del mundo entero. Será una Gasconada, pero se me alcanza que nuestra Independencia fue un hecho casi inconsciente por nuestra parte [cursivas añadidas], pero en cambio fue el fruto de un meditado plan de uno de los dos principios que con tanta furia hoy se combaten en el mundo: la Monarquía y la República. La primera es la hidra de cien cabezas asentadas en Europa, siendo la principal el Papado. La segunda tiene por campeón en América a Estados Unidos, y nosotros bogamos en medio de ese mar borrascoso sin timón ni pilotos, combatiendo las viejas tradiciones, los hábitos arraigados en nuestro país de la primera [cursivas añadidas] y al mismo tiempo defendiéndonos del campeón de nuestra causa, quien no ve en nosotros un aliado, solo un enemigo, como en efecto lo somos por nuestra corrupción e ignorancia.33 De acuerdo a Bonó, los líderes civiles y militares de la lucha independentista de la República Dominicana no tuvieron la suficiente preparación para llevar a cabo su obra política. Pedro Henríquez Ureña, reflexionando sobre el mismo proceso, aunque abarcando a toda América Latina, emitió en 1927 ideas que guardan cierta afinidad con la postura de Bonó: no puede esgrimirse en el caso de República Dominicana. Pero muy a pesar del tiempo trascurrido entre 1808 y 1865, Bonó mantiene la convicción de que al momento de la Restauración el país no estaba todavía preparado para asumir la soberanía política. 32 Franciso E. Moscoso Puello, Navarijo, Santo Domingo, 2001, p. 32. 33 P. F. Bonó, Papeles, pp. 461-462. PFB-20140124.indd 206 24/01/2014 09:56:19 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 207 Nuestra América corre sin brújula en el turbio mar de la humanidad contemporánea […] Es verdad que nuestra independencia fue estallido súbito, cataclismo natural: no teníamos ninguna preparación para ella. Pero es inútil lamentarlo ahora: vale más la obra prematura que la inacción; y de todos modos, con el régimen colonial de que llevábamos tres siglos, nunca habríamos alcanzado preparación suficiente: Cuba y Puerto Rico son pruebas […] en la campaña de independencia, o en los primeros años de vida nacional, hubo hombres que se empeñaron en dar densa sustancia de ideas a nuestros pueblos.34 ¿No estamos, en el caso de Bonó, ante uno de esos hombres? La respuesta es afirmativa. Lo que ocurre es que Bonó es prácticamente desconocido por el pueblo dominicano, lo cual es expresión palmaria de la ausencia de una tradición intelectual que recoja los aportes fundamentales de los autores que más se han preocupado por pensar el país y sus problemas. Contrario a Pedro Henríquez Ureña, Leopoldo Zea considera que Cuba sí logra prepararse subjetivamente antes de emprender la tarea emancipadora. Los cubanos –que se liberaron tardíamente de España (1898)– estuvieron obligados a una larga espera de setenta y cinco años, lo que les llevó a vivir un proceso histórico inverso al de los demás países hispanoamericanos: lucharon, en primer término, por la emancipación mental; y luego, cuando las circunstancias lo permitieron, obtuvieron la libertad política. Según esta opinión, en Cuba concurrieron factores que posibilitaron ir educando poco a poco a los cubanos para la libertad. Aquí la educación precede a las armas, y el maestro, al guerrero. José Agustín Caballero, Félix Varela, José Saco, José de la Luz y Caballero y Enrique José Varona fueron preparando mentalmente a los cubanos para alcanzar el fin anhelado. Y esos anhelos quedaron sintetizados en José Martí.35 Enrique José Varona, que evaluó la conducta del imperio español como agente colonial, subraya que este no se interesó por el 34 35 P. Henríquez Ureña, «Patria de la justicia», Obras completas, tomo V, p. 459. L. Zea, El pensamiento, p. 173. PFB-20140124.indd 207 24/01/2014 09:56:19 a.m. 208 Julio Minaya fomento de la educación: «España no era capaz de esta tarea ni supo comprenderla. Por eso se limitó a dominar tenazmente lo que tuvo a su alcance, y explotar sin freno ni previsión lo que pudo dominar».36 Para Varona esta es la causa de que la violencia sea uno de los rasgos característicos de las sociedades hispanoamericanas y de que las mismas no hayan estado preparadas para la independencia plena. Carlos Rojas Osorio, citando al filósofo cubano, comenta: En América Latina la independencia dejó muchas cosas intactas. Removieron «a lo sumo la caparazón política exterior, quedando intacta la hechura de un agregado social que los errores coloniales formaron para el desgobierno y el vicio» […] Por ello dirá Varona que una revolución política que no se transforme en revolución social solo alcanza la superficie.37 El argumento de Bonó sobre la inmadurez del país para asumir vida independiente encontraría explicación en una tesis concebida por Pedro Henríquez Ureña. Este, en carta (1909) a su amigo y compueblano Federico García-Godoy, señala que si bien en Santo Domingo la idea de independencia se origina a principios del siglo xix, no se hace clara y perfecta para el pueblo sino a partir de 1873. Y añade: la revolución de 1873 derrocó en Báez, no solo a Báez, sino a su propio enemigo Santana; derrocó, en suma, el régimen que prevaleció durante la primera República, y desterró definitivamente toda idea de anexión a país extranjero. Esa es para mí la verdadera significación del 25 de noviembre: la obra de ese movimiento anónimo, juvenil, fue fijar la conciencia de la nacionalidad […] El año de 1873 significa para los dominicanos lo que significa en México el año de 1867: el momento en que llega a su término el proceso de intelección de la idea nacional.38 C. Rojas Osorio, «Enrique José Varona», Filosofía moderna en el Caribe hispano, Río Piedras, 1997, p. 186. 37 Ibídem, p. 187. 38 P. Henríquez Ureña, «Cartas a Federico García Godoy», Pedro Henríquez Ureña. Obra dominicana, Santo Domingo, 1988, p. 540. 36 PFB-20140124.indd 208 24/01/2014 09:56:19 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 209 ¿Pero por qué una década después de ese año crucial (1873) Bonó sostiene que él y el general Gregorio Luperón todavía «continúan combatiendo las viejas tradiciones, los hábitos arraigados en nuestro país…»39? Conforme a su criterio, la superación de las taras legadas por el pasado colonial no era una cuestión que podía realizarse en el corto plazo, sino que implicaba un trabajo lento y prolongado. A su juicio, ese conjunto variopinto de ingredientes culturales que configuraban la mentalidad dominicana era muy difícil –por no decir imposible– de desarraigar. De cómo en la República sigue vivo el espíritu de la Colonia Toda colonia emula a su metrópoli Bonó se había formado una clara convicción: toda colonia emula a su metrópoli, incluso más allá de su presencia física. Y si esta tesis vale para cualquier pueblo que haya estado dominado por una potencia imperial, en el caso dominicano reviste particular significación, toda vez que el sector dominante de la política y la economía del país manifestaba, ante la constante amenaza de una invasión haitiana, una profunda vocación anexionista. Tal inclinación es explicada en parte por la socorrida tesis de que fueron más bien pueblos, en vez de naciones, los que proclamaron en América su independencia política de España. No ostentaban una personalidad decantada; se mantenían todavía atados a la madre patria intelectual y culturalmente, lo que significa que aún no se había roto del todo el cordón umbilical que les mantenía unidos a la metrópoli. Esto es: se era, a pesar de todo, colonia. Y, al decir de Pedro Henríquez Ureña, «Las colonias no tienen espíritu»:40 «Una colonia es […] una cosa sin alma propia: sus modelos los recibe de la metrópoli».41 Bonó tenía plena conciencia de ello. Rozaba los treinta y tres En carta al general G. Luperón, 12 de marzo de 1882. Ver P. F. Bonó, Papeles, p. 462. P. Henríquez Ureña, «Relaciones de Estados Unidos y el Caribe», Obras completas, tomo V, p. 333. 41 Ibídem, p. 336. 39 40 PFB-20140124.indd 209 24/01/2014 09:56:19 a.m. 210 Julio Minaya años cuando fue proclamada la anexión a España en 1861. Por supuesto, su nombre no aparece en la lista de firmantes de Santiago de los Caballeros que la apoyaron. Con la anexión se constata la existencia de una marcada tendencia hispanófila en gran parte de la población blanca y mulata, no solo por razones políticas o culturales, sino también por motivaciones raciales. Tales propensiones proespañolas no iban a desaparecer con la simple lucha política efectuada entre 1863 y 1865. Es verdad que, tras la capitulación, España retiró sus soldados –expresión visible de poder–, pero también es cierto que quedó otra España, la intangible, imposible de vencer mediante las armas. A esta España había que seguir combatiéndola por otra vía y a través de nuevos métodos, sobre todo teniendo en cuenta los nocivos efectos de sus siglos de dominación. Sobre ello apunta Bonó: Cada colonia como parte integrante de la Madre Patria tiene todos los componentes de la metrópoli [cursivas añadidas] y su historia debe ser la misma a menos que como las que hoy son los Estados Unidos no la fundasen los oprimidos huyendo de la opresión, lo que les ha dado toda libertad de conservar todo lo bueno de sus progenitores rechazando lo malo. Pero cuando como a Santo Domingo la colonizan hombres en pos del oro y de otras pasiones de baja esfera y regidos durante siglos como la Madre Patria por el oscurantismo y la inquisición [cursivas añadidas] y por el temor muy fundado de la independencia probable de tales colonias que ha convertido en sistema el abatimiento y abyección de todas las clases, no es posible tener a manos los medios de consolidar un orden de cosas regular y estable.42 En República Dominicana quienes concibieron y emprendieron la separación de España (1863-1865) eran hijos de los segmentos más altos de la pequeña burguesía del Cibao, así como burócratas del pasado aparato administrativo y hacendados y terratenientes de mentalidad colonial. Bonó, que perteneció al primer sector, abrigaba ideas, aspiraciones e intereses diferentes al resto de sus compañeros 42 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, pp. 231-232. PFB-20140124.indd 210 24/01/2014 09:56:19 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 211 o aliados políticos. Con quienes más se identificó, por su militancia liberal, fue con Ulises Francisco Espaillat, Benigno Filomeno de Rojas y Gregorio Luperón. Los demás difícilmente soñaban con cambios que modificaran el statu quo fijado por la vida anterior. Sus aspiraciones consistían en desplazar a los españoles de los puestos que ocupaban para colocarse en su lugar y que todo lo demás siguiera igual que antes. Tal era la mentalidad prevaleciente. Como bien advirtió José Martí: El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu. Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene el tigre encima. La colonia continuó viviendo en la república […]43 Valen a este respecto los señalamientos de Rafael Morla cuando explica que las ideas que sirvieron de orientación y justificación al sistema colonial que España implementó en América fueron las del escolasticismo. Dichas ideas medievales fueron diseminadas en los países colonizados como parte de la cultura dominante: llegaron a través de la lengua y quedaron implantadas en el ethos o morada de cada persona.44 En realidad, la situación no podía ser de otra manera.45 Las universidades que la Corona española y la Iglesia católica fundaron en América se orientaron a partir de un objetivo básico: instruir en base a los saberes J. Martí, «Nuestra América», pp. 76-77. R. Morla de la Cruz, Modernidad e Ilustración, p. 34. 45 Como bien señala Mabel Artidiello, «España no podía exportar a sus nuevas colonias de América otra filosofía que no fuera la escolástica, ya que era la que imperaba dentro de sus propias fronteras. Como se sabe, cuando la Reforma se extendió por toda Europa durante el siglo xvi, tanto España como Portugal se convirtieron en defensoras del catolicismo, llegando a ser los bastiones de la reacción contra la Reforma. Fue allí, precisamente, donde perduró esta medieval tendencia de pensamiento». Mabel Artidiello Moreno, «Pensamiento filosófico dominicano hasta la década del 1950», Ecos, No. 2, 1993, p. 129. 43 44 PFB-20140124.indd 211 24/01/2014 09:56:19 a.m. 212 Julio Minaya e ideología que profesaba la metrópoli, los cuales estaban determinados por los intereses y fines perseguidos por la Contrarreforma. Bonó estimó que el Tribunal de la Inquisición –instrumento de la Iglesia católica que sofocaba todo intento de crítica independiente y que facilitaba el control de las conciencias– causó daños a la sociedad española y por ende a sus colonias. Nos dice al respecto: Sometida España a la inquisición, sufríase el abatimiento de este mal régimen, y sus colonias americanas, en lugar de sacar partido de su remota situación que en cierto modo les daba una semiautonomía, no pudieron hacer otra cosa que exornar el tal sistema. Vióse entonces hasta dónde puede llegar la miseria e ignorancia de todo un pueblo.46 Época y mentalidad. Papel crítico de la Ilustración Al cabo de veinte generaciones las instituciones se vuelven creencias Bonó otorgó cierta importancia al impacto que ejerce lo generacional en la mentalidad de los grupos humanos. En varios momentos hizo observaciones perspicaces en cuanto a los aciertos y errores de sus compañeros de generación, responsables de impulsar el proyecto político liberal mediante dos acontecimientos importantes: la revuelta de julio de 1857 y la gesta de la Restauración iniciada en 1863. Tras evaluar retrospectivamente el conjunto de circunstancias y situaciones que mediatizaron –ya posibilitando, ya limitando– la ejecución de sus planes, el pensador macorisano atribuyó gran responsabilidad a las pasadas generaciones por los obstáculos colocados al andar histórico del pueblo dominicano. Como prueba de lo antes señalado, recuérdese el planteamiento de tono sentencioso que hizo antes de cumplir treinta años de edad: 46 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 240. PFB-20140124.indd 212 24/01/2014 09:56:19 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 213 Cuando las instituciones rigen a veinte generaciones sucesivas, se vuelven creencias y se identifican con las sociedades, solo el hombre pensador puede sacudir el yugo de las que son erradas [cursivas añadidas], mas, cuánto no debe luchar para hacer que el vulgo las sacuda.47 El autor hace el cálculo del número de generaciones que transcurrieron durante los tres siglos de presencia española en América, tiempo suficiente para sembrar y resembrar todo género de fórmulas y mecanismos sociales y culturales con el propósito de garantizar la reproducción continua de instituciones que terminarían por transmutarse en creencias,48 es decir, en ideas concebidas falsamente como pautas o normas propias y naturales. Influencias de la Ilustración en el rol crítico de Bonó La influencia de la Ilustración resulta harto evidente en Bonó. En sus ensayos, narraciones, informes y epístolas resalta el uso de las categorías fundamentales de dicho movimiento filosófico, político, social y cultural: libertad, igualdad, fraternidad, progreso, soberanía, patria, pueblo, república, educación, derechos, felicidad, crítica. Tres ideales le apasionaron según Gregorio Luperón: la libertad, la justicia y la democracia. Aparte de reconocerle como «gloria nacional», dicho prócer lo consideró «hombre ilustrado y de un patriotismo a toda prueba».49 En un análisis del curso seguido por la Ilustración en Santo Domingo, Rafael Morla señala que en Bonó... Las ideas ilustradas aparecen expuestas a lo largo de sus escritos, que no son libros, sino ensayos muy concienzudos donde aborda P. F. Bonó, «Apuntes para los cuatro ministerios de la República», Ensayos sociohistóricos, p. 13. 48 Bonó tiene la convicción de que las creencias mueven y condicionan al ser humano. A más de siete décadas de distancia, esta postura anticipa ideas nodales orteguianas: «Las creencias constituyen el estrato básico, el más profundo de la arquitectura de nuestra vida. Vivimos de ellas y no solemos pensar en ellas… Por eso decimos que tenemos estas o las otras ideas; pero nuestras creencias, más que tenerlas, las somos». En J. Ortega y Gasset, Historia como sistema, Madrid, 1971, p. 18. 49 G. Luperón, «Nuestro candidato», Papeles, p. 302-303. 47 PFB-20140124.indd 213 24/01/2014 09:56:19 a.m. 214 Julio Minaya críticamente la realidad social dominicana y deja plasmadas sus ideas económicas, políticas y sociales. Amante de la libertad, crítico del despotismo y del ejercicio arbitrario del poder, siempre estuvo del lado de las mejores causas de su pueblo.50 Por otra parte, el mismo Bonó manifestó su filiación racionalista al justificar su rechazo de la candidatura presidencial. Así lo expresó en una carta de 1885 dirigida a su amigo P. J. F. Cristinacce: [...] yo veo cosas que mis amigos más clarividentes no ven. En efecto. No serían dos a diez previsiones justamente cumplidas para un hombre que no ha cultivado sino la razón [cursivas añadidas] que pudieran cambiar en su provecho las ideas de la Nación para darle el poder suficiente y emprender las reformas que el país necesita.51 Es importante destacar aquí que Bonó asigna a toda persona que se considera pensadora una misión muy similar a la que desempeñaron (y predicaron) los más eximios representantes de la Ilustración: D´Alembert, Diderot, Voltaire, Montesquieu, Rousseau y el mismo P. Bayle. Dichos ilustrados colocaron en primera línea la crítica de las tradiciones y de las creencias y prejuicios; propugnaron por la erradicación del obscurantismo y la ignorancia a través de la educación. De esta suerte se lograría la evolución de la mente humana, se destruiría el antiguo régimen. Valga aclarar, sin embargo, que no estamos ante un filósofo típicamente ilustrado: Bonó no llegó a proponérselo y resulta a todas luces imposible exigírselo. Más bien se trata de un pensador hispanoamericano que pudo hacerse de una formación autodidacta gracias a la lectura de libros de derecho y de obras clásicas cuyos núcleos conceptuales asimiló y adaptó52 a su propio quehacer a favor R. Morla de la Cruz, Modernidad e Ilustración, p. 133. Carta incluida en P. F. Bonó, Papeles, p. 533. 52 Adaptar y no adoptar acríticamente. En la región se prefirió la segunda actitud, por ser la más fácil aunque no la más conveniente. En efecto, se adoptaron 50 51 PFB-20140124.indd 214 24/01/2014 09:56:19 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 215 de la sociedad dominicana. Esto último se corresponde con cierta ponderación hecha por Cassirer en torno al pensamiento ilustrado, en el sentido de que su «carácter y su destino no se manifiestan en la forma más clara y pura cuando logra cuajar en cuerpos doctrinales, en axiomas y en principios, sino cuando lo vemos trabado en la marcha del pensar mismo, cuando duda y busca, cuando allana y construye».53 Tal era la situación y actitud de Bonó. En un medio en el que todo faltaba, el intelectual sopesaba cada detalle a fin de decantar lo verdadero de lo falso. De esta forma desbrozaba senderos nuevos. Fue así que criticó el pasado colonial y el republicano, puso en tela de juicio la sociedad en que vivió, cuestionó las actuaciones de los gobiernos, puso de manifiesto los vicios de la élite y denunció la inclinación voraz y explotadora del capital extranjero. ¿No son estas algunas de las acciones a las que está llamado todo pensador de estirpe ilustrada? Estas son precisamente actitudes hijas de la Ilustración. Según expresión de D’Alembert, gracias a ellas: Todo ha sido discutido, analizado, removido, desde los principios de las ciencias hasta los fundamentos de la religión revelada, desde los problemas de la metafísica hasta los del gusto, desde la música hasta la moral, desde las cuestiones teológicas hasta las de la economía y el comercio, desde la política hasta el derecho de gentes y el civil.54 En efecto, frente al conjunto de tradiciones coloniales que sirvieron de plataforma para la construcción del imaginario o cosmovisión sistemas políticos, códigos y fórmulas jurídicas, formas artísticas y económicas y todo tipo de modas –muchas veces ajenas a nuestra idiosincracia– provenientes de Europa y Estados Unidos. 53 Ernst Cassirer, La filosofía de la Ilustración, México, 1972, p. 13. 54 Jean le Rond D’Alembert, «Eléments de Philosophie», Mélanges de Littérature, de Histoire et de Philosophie, Amsterdam, 1758, IV, pp. 1 ss. Citado por E. Cassirer, La filosofía, p. 18. PFB-20140124.indd 215 24/01/2014 09:56:19 a.m. 216 Julio Minaya del pueblo dominicano, Bonó adoptó la actitud de un rebelde cultural en el sentido de cuestionarlas y señalar sus posibles alternativas. Y es que, como entiende Raúl Fornet-Betancourt: […] detrás de la cara con que se nos ofrece una cultura como una tradición estabilizada en un complejo horizonte de códigos simbólicos, de formas de vida, de sistema de creencias, etc., hay siempre un conflicto de tradiciones […] que evidencia que en cada cultura hay posibilidades truncadas, abortadas, por ella misma; y que, por consiguiente, cada cultura pudo también ser estabilizada de otra manera a como hoy la vemos. De aquí además que en cada cultura deben ser discernidas sus tradiciones de liberación o de opresión.55 Como crítico de la cultura dominicana de su tiempo, Bonó pudo percatarse de que algunas de las tradiciones vigentes en la República Dominicana eran ya obsoletas o inapropiadas. Hablaba de tradiciones «erradas», las cuales debían ser sacudidas por todo aquel que se dedicara al oficio de pensar. Debía, en cambio, asumirse y privilegiarse aquellas que armonizaran con el nuevo entorno sociocultural de un pueblo que, si bien todavía no se había constituido cabalmente en nación, se había propuesto dejar definitivamente atrás la condición de colonia. Con relación a este punto, Lusitania Martínez pone de relieve cómo se advierten en el pensador criollo, en su sincero y profundo desvelo por la nación y sus habitantes menos favorecidos, motivaciones de orden filosófico-culturales.56 Su profunda preocupación por el devenir del pueblo dominicano hizo que no se quedara satisfecho con solo reconocer, identificar o discernir unas y otras tradiciones, sino que además se dispuso a impugnar las que consideró discordantes con el posible proyecto nacional, esto es, se atrevió a tomar partido en el «conflicto de tradiciones». Raúl Fornet-Betancourt, Interculturalidad y globalización. Ejercicios de crítica filosófica intercultural en el contexto de la globalización neoliberal, Frankfurt, 2000, p. 17. 56 L. F. Martínez Jiménez, «Filosofía dominicana», p. 31. 55 PFB-20140124.indd 216 24/01/2014 09:56:19 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 217 Dentro de este orden de ideas, Roberto Cassá destaca que Bonó desempeñó un rol revolucionario a lo interno del sistema cultural dominicano. Nos dice: Convocaba a todos los agentes sociales, en especial los trabajadores y los intelectuales, a desembarazarse de la inercia que les impedía actuar con originalidad. La clave superadora de la problemática nacional, por consiguiente, la hallaba en una revolución cultural [cursivas añadidas], en la medida que resultaba imperativo desarraigar hábitos negativos e ideas contraproducentes. Como era usual entre los intelectuales progresistas, visualizaba el acceso a tales condiciones por medio de un arduo esfuerzo educativo.57 En Hispanoamérica, empero, hubo un aspecto que los representantes de la Ilustración no pusieron en cuestión: el tema religioso. Ya antes se ha dilucidado parcialmente este punto, y más adelante se volverá sobre el mismo, cuando se ponderen las limitaciones que tuvo Bonó al momento de realizar su revisión crítica de la sociedad dominicana y de la carga ideológica transmitida desde la era colonial. Baste por ahora resaltar que fueron la Ilustración y el romanticismo, como se ha señalado, las vertientes del pensamiento que más contribuyeron a proporcionarle la base de sustentación teórica e ideológica necesaria para llevar a efecto la referida impugnación del legado colonial. Principales taras heredadas del pasado colonial En el presente trabajo se contrae el compromiso de demostrar que, en lo que atañe a la República Dominicana, Pedro Francisco Bonó figura como pionero de su emancipación mental. Y funge como tal porque, dentro del núcleo de pensadores que emergieron durante el siglo xix, él es quien más se ocupa y preocupa por someter a evaluación crítica la mentalidad colonial subsistente en la nueva República. R. Cassá, Pedro Francisco Bonó, pp. 67-68. 57 PFB-20140124.indd 217 24/01/2014 09:56:19 a.m. 218 Julio Minaya Para Bonó algunas de las tradiciones, ideas y hábitos que nos transmitieron los colonizadores constituían males muy difíciles de erradicar, males que obstruían el desenvolvimiento de nuestra vida política y cultural. Entre los vicios enjuiciados por Bonó pueden resaltarse: la pereza para pensar, el paternalismo, el prejuicio respecto al trabajo manual, la falta de virtud política (expresada en despotismo, corrupción y patrimonialismo) y el espíritu plagiario. Veamos cada uno por separado. La pereza para la tarea de pensar El emancipador mental dominicano tenía la convicción de que uno de los principales atributos de ser libre radica en la capacidad de pensar y razonar a riesgo y cuenta propios. Claro está, no para envolverse en especulaciones escapistas sin conexión alguna con el mundo y sus problemas cotidianos. El pensar era para Bonó un medio de procurar solución a los problemas, fueran estos de orden práctico o teórico. Esta posición –evidente en su propio balance entre pensamiento y vida– coincide con la de José Martí, para quien «conocer es resolver». Muy alejada de esta actitud se encontraba la clase dirigente nacional: por emular a su antecesora de los tiempos coloniales, la misma padecía de inercia mental y no mostraba ninguna capacidad para la inventiva o el emprendimiento creativo. Al respecto, Bonó expone: Una colonia cuyo Gobierno no podía atender ni en un décimo a los gastos de su administración está dando muestras patentes de la poca capacidad de su clase dirigente, y en efecto fue poco a poco arraigándose esta pereza en el pensar [cursivas añadidas] y hasta hoy se ha supuesto que en el país, en sus habitantes, no es que está el germen, el desarrollo y el complemento de su riqueza y felicidad, y así toda la vida autonómica de la República Dominicana no ha sido, es y será más que la vibración de semejante nota.58 58 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 241. PFB-20140124.indd 218 24/01/2014 09:56:19 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 219 Esta pereza para las tareas del pensar remite directamente a Immanuel Kant, quien exhorta a salir de la minoría de edad a través del ejercicio de un pensamiento propio, no prestado. Por supuesto, Kant habla a personas individuales, únicos seres dotados de conciencia autónoma. Pero su crítica y exhortación puede extenderse también a los pueblos. En tal sentido, un pueblo puede conformarse con vivir perpetuamente en condición de pupilo o, por el contrario, ejercer su derecho a la libertad, a la autodeterminación. Bonó se esforzó por contribuir a que República Dominicana lograra esto último, y es por ello que no estaba satisfecho con la sola libertad política, sino que ansiaba también la cultural. Su hallazgo básico fue comprender que los dominicanos, ya libres políticamente, no se atrevían o no podían vivir una emancipación integral. ¿Pero acaso tenían la capacidad para ello? ¿Vivían, al igual que los europeos, en una época ilustrada? ¿Se contaba con las clases sociales que lo permitieran? ¿Se habían realizado en el país los cambios socioeconómicos y culturales necesarios para el correcto ejercicio de la autonomía plena? ¿No implicaba ello acceder a una vida moderna que en la sociedad dominicana apenas asomaba? Entre los dominicanos el hábito dominante consistía en no pensar por sí mismo. Pensábamos, al igual que los hispanoamericanos, a través de los europeos. Esto conllevaba seguir ideas, programas, fórmulas y normas ajenas. El «¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento!»,59 fue la gran aspiración de Kant en un país que entonces imponía graves censuras a la libre expresión del pensamiento, pues la sociedad alemana tampoco se había transformado de acuerdo a los fines de la revolución burguesa. Fueron, de hecho, los aportes críticos de Kant los que provocaron una especie de revolución intelectual de corte moderno. Bonó, por su parte, sufre la angustia propia de toda persona que pugna tenazmente con la realidad para la realización de un bien avizorado que aún no es viable para todos. Satisfecho con el empleo doble de la razón que postula Kant, el pensador dominicano quiso llevar la ilustración a los miles de dominicanos que aún no la disfrutaban. Immanuel Kant, «Immanuel Kant (1724-1804). Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?», ¿Qué es Ilustración?, Madrid, 1993, p. 17. 59 PFB-20140124.indd 219 24/01/2014 09:56:20 a.m. 220 Julio Minaya Y pensó, como los ilustrados de todo el mundo, que el medio más expedito era la educación. A ello me referiré en otro apartado. Para Bonó la negativa a pensar de los dominicanos no venía dada por la naturaleza; tenía más bien explicación en sus orígenes históricos y culturales, en su particular experiencia colonial. En tal sentido advierte: No es incapacidad de la Nación ni de la raza, pero bien inercia tradicional, hábito de no pensar por efecto de tradiciones recibidas [cursivas añadidas], como trataremos de probarlo con lo que ha acontecido y acontece antes y después de ahora.60 En varios pasajes de su obra Bonó alude al papel nocivo de la Inquisición en la América española; señala también al escolasticismo como barrera impuesta al pensamiento. Coloca al papado y a la monarquía en la misma línea que el tribunal inquisidor: todos ellos son instituciones o instancias que se conjugan y complementan para estructurar el entramado político e ideológico en que se cimentó el imperio español. Y es que España, imbuida junto a Portugal del espíritu católico, se erigió en campeona de la Contrarreforma y del sistema monárquico, mientras que el resto de Europa se convirtió en baluarte de la Reforma y la República. Bonó tenía conciencia de estas circunstancias, por lo que pudo entender la problemática lusohispánica durante los siglos de colonización americana. Por supuesto, era lógico que se impidiera la libre circulación de las ideas en un Estado de vocación misional como fue el español de los tiempos de la conquista y colonización. Así como era lógico también que se disfrutara de cierta libertad en naciones como Holanda, Inglaterra y Francia, las cuales la requerían para el desarrollo de sus respectivas propuestas político-económicas. En la América española eran tantas las limitaciones y prohibiciones que no se podía hablar siquiera de la «ciencia social», pues esta, como asegura Bonó, «ni podía poseerse bajo el sistema colonial que se fundaba en impedir el libre examen de los hechos sociales y económicos» [cursivas añadidas].61 60 61 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 241. Ibídem, p. 240. PFB-20140124.indd 220 24/01/2014 09:56:20 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 221 A pesar de que el pueblo dominicano era ya políticamente libre de España y ensayaba –mal que bien– el formato de gobierno democrático, el pensador antillano contemplaba cómo hacia 1884 todavía primaba en él un ambiente de intolerancia a las ideas. Pero a despecho de ello, el librepensador exhortaba a ejercitar la libre expresión del pensamiento: Vengan, pues […] y den sus opiniones como estoy dando las mías, es decir, con entera libertad. ¿Pero éstas, mis opiniones, son acaso fundadas? Los pocos estudios que en la materia he hecho, hondamente así me lo hacen creer; más bueno será si he merecido ser leído, que los mismos hombres las confirmen, las rebatan, las discutan, propongan otras mejores, iguales, peores, distintas. Los llamo a discusiones que mi poca salud no me permitirá sostener, llamo a trabajar por la patria y declaro que todos mis deseos estarían colmados si uno o muchos indicaran los verdaderos medios prácticos de que fuésemos felices, aun cuando estos medios propuestos fuesen la condenación razonada de las anteriores opiniones.62 Bonó no cejó en su esfuerzo por fomentar el hábito de pensar y de hablar libremente sobre los problemas nacionales en el ámbito público. Esto debía ser algo natural para un Gobierno que se pretendía democrático, pero lo que constata nuestro autor es que «El gobierno dominicano desde la creación de la República, cual que haya sido su personal y su nombre, ha sido asombradizo, no se le ha acostumbrado a que discutan sus actos [cursivas añadidas] con independencia, y si se discuten se encoleriza».63 Una vez más aflora la ilustración de Bonó, quien inaugura en Santo Domingo la racionalidad crítica occidental. Por eso de él puede decirse que forma parte del estrecho círculo de personas que han 62 63 P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Papeles, p. 294. P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 388. PFB-20140124.indd 221 24/01/2014 09:56:20 a.m. 222 Julio Minaya conseguido salir por su propio esfuerzo de la minoría de edad. En este aspecto Kant indica: Ciertamente, siempre se encontrarán algunos hombres que piensen por sí mismos, incluso entre los establecidos tutores de la gran masa, los cuales, después de haberse autoliberado del yugo de la minoría de edad, difundirán a su alrededor el espíritu de una estimación racional del propio valor y de la vocación de todo hombre a pensar por sí mismo.64 Bonó se decidió a seguir el ¡sapere aude!; mediante tal ejercicio fomentó el modo de pensar ilustrado en el seno de la sociedad dominicana. Para ello se tomó «la libertad de hacer siempre y en todo lugar uso público de la propia razón…; solo este uso puede traer Ilustración entre los hombres».65 Pero el emancipador intelectual dominicano no se limitó únicamente al uso público de la propia razón, esto es, a llevar hasta el «mundo de los lectores» las propias ideas sobre temas y/o problemas de interés comunitario. También cultivó el uso privado de la razón: siempre que ocupó una función civil o pública se atrevió a exponer sus puntos de vista relativos a la vida institucional dominicana, que estaba plagada de defectos y obsolescencias. Bonó no tuvo ambages ni temor en denunciar los vicios y falencias de la administración pública dominicana, llegando incluso a provocar en ocasiones importantes debates. Así pues, no negoció su independencia de criterio,66 constituyéndose de este modo en el primer intelectual que en República Dominicana se atrevió a ejercitar la razón en la doble modalidad concebida por Kant. Más aún: al evaluar el intento de Jürgen. Habermas por adecuar la anterior conceptualización de Kant a la sociedad de capitalismo tardío, advertimos cómo el pensamiento de Bonó se anticipa ya a una cierta motivación intelectual de raigambre emancipadora que viene I. Kant, «Immanuel Kant (1724-1804)», pp. 18-19. Ibídem, pp. 19-20. 66 Salvo durante los «seis años» de Báez –período en el que recibió humillaciones horribles que soportó con admirable estoicismo–, Bonó mostró siempre una resuelta disposición para el libre pensamiento, actitud que mantuvo incluso bajo la tiranía de Ulises Heureaux. 64 65 PFB-20140124.indd 222 24/01/2014 09:56:20 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 223 a conectar con uno de los tres aspectos dilucidados por Habermas al reflexionar la compleja problemática interés-conocimiento. Nos referimos al «interés emancipatorio». En efecto, respecto de Bonó «Podemos decir que sigue un interés cognocitivo emancipatorio que tiene como meta la realización de la reflexión como tal».67 Este componente libertario del interés cognoscitivo cobra vigencia en Bonó al desencadenar un importante proceso de reflexión y autorreflexión crítica, lo que le conduce a una mirada independiente de los poderes fácticos de la sociedad dominicana de la época. El paternalismo La postura displicente y pasiva del grupo rector en particular y de la sociedad dominicana en general tenía para Bonó su causa principal en el hábito colonial de esperar ociosamente de otras instancias la solución de los problemas propios. Manifiesta al respecto: Nuestros mayores no pensaron, como la historia lo atestigua, que el dominicano bajo ésta o aquella dominación tenía todas las responsabilidades económicas que desde Adán hasta el fin del Mundo tiene todo hombre, toda Nación, la humanidad entera, de trabajar y perfeccionarse a la par de las que lo cercan para ser feliz, igual o superior. Esta verdad que nuestra historia manifiesta ha impreso a nuestra época el mismo carácter, con las variantes que nuestra posición de Nación libre e independiente requiere, pero que no deja de ser la misma cosa. El colono español todo lo pedía a España y el dominicano ya huérfano todo lo pide al extranjero [cursivas añadidas]; este es el tipo hereditario que cualquiera interpretará por abnegación sublime o por deseo de progreso, pero que en realidad no es así.68 Bonó excusó a las clases trabajadoras del país por sus deficiencias; pero no a la élite nacional, pues consideraba que esta no había Jürgen Habermas, Conocimiento e interés, Madrid, 1982, p. 201. P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 241. 67 68 PFB-20140124.indd 223 24/01/2014 09:56:20 a.m. 224 Julio Minaya intentado superarse a sí misma ni mucho menos había ensayado buscar la prosperidad del país. En este sentido, delinea el siguiente panorama: […] obra de caridad sería, y no de las menores, ver y considerar a las clases trabajadoras dominicanas en su afán del día, profundizar los obstáculos que superan, los progresos que realizan y la ayuda que reclaman. Hijas de la esclavitud, moldeadas por coloniajes perpetuos, no debieran estas clases tener más virtudes y educación que las pasivas o inertes de sus progenitores, y debe agradecérseles la escasa disciplina que han adquirido, combinada con la iniciativa que despliegan para sostener y salvar a la nación. La clase directora sí que no ha sido tan feliz en sus progresos. Descendiente de aquella que todo lo pedía a la metrópoli, obedece aún a esta fatal tradición y todo lo pide al extranjero [cursivas añadidas].69 De ahí la inveterada creencia del pueblo dominicano en la omnipotencia del Gobierno, su consideración de que todo el bien o todo el mal que ocurre es responsabilidad exclusiva de los que dirigen la res-pública. Ahondando en esta línea, Bonó argumenta: En el país existe una honda creencia, una opinión arraigada, que el Gobierno lo sabe, lo hace y lo puede todo. Los males y los bienes vienen del Gobierno. Si hay que remediar algo, que el Gobierno lo remedie; si el tabaco no vale, que el Gobierno lo haga valer; si el azúcar baja de precio, que el Gobierno lo haga subir. El Gobierno debe dar pan a las viudas y a las casadas, vino a los borrachos y a los sobrios; dinero a los servidores del Estado y a los que le son gravosos.70 En su opinión, el dominicano debía desprenderse de tal idea, pues como ciudadano republicano debía convertirse en gestor de su propio bienestar y felicidad. En tal sentido advierte: 69 70 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 192. P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 387. PFB-20140124.indd 224 24/01/2014 09:56:20 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 225 Eso de acudir al Gobierno en todas las cosas, señor A, es un rezago de nuestro largo e imbécil coloniaje [cursivas añadidas], una carga que mal que nos pese debemos conllevar largo tiempo, pero contra la cual nuestro buen sentido de nación libre pide a gritos que reunamos todas nuestras fuerzas para sacudirla de nuestros cansados hombros.71 Esta lucha de Bonó contra la pasividad de los dominicanos es destacada por Raymundo González, quien sostiene que ya en 1857 el pensador «solo veía una actitud pasiva en los sectores populares, fruto de las creencias y hábitos de la dominación española [cursivas añadidas]».72 Efectivamente, como hemos podido ver, planteamientos de juventud de Bonó vienen a confirmar que él se percató tempranamente de los nocivos efectos para la mentalidad dominicana de varias de las tradiciones originadas en el pasado colonial, si bien fue un cuarto de siglo después (1881) cuando las examinó exhaustivamente. El prejuicio sobre el trabajo manual Una de las labores excepcionales realizadas por Bonó fue su estudio detallado sobre el trabajo nacional urbano y rural. En tal virtud, deploró la dependencia que encaraba el país en cuanto a los productos manufacturados, ya que artículos como medias, zapatos, peines, sombreros, cucharas, tenedores, etc., debían adquirirse en el extranjero.73 P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 393. R. González, Bonó, un intelectual, Santo Domingo, 1994, p. 64. 73 Hacia 1832 el pensador cubano José Saco se expresaba en términos parecidos a Bonó: «Como viles se consideraron en Cuba los oficios de zapateros, sastres, carpinteros, herreros, albañiles […], y el amo que se acostumbró desde el principio a tratar con desprecio al esclavo, muy pronto empezó a mirar del mismo modo sus ocupaciones. En tan deplorable situación, ya no era de esperar que ningún cubano se dedicase a las artes, pues con el solo hecho de abrazarlas parece que renuncia a los fueros de su clase». Ver J. Saco, «Memoria sobre la vagancia en la isla de Cuba (1832)», El pensamiento latinoamericano, Barcelona, 1976, pp. 176-177. 71 72 PFB-20140124.indd 225 24/01/2014 09:56:20 a.m. 226 Julio Minaya El pensador se dedicó a buscar las posibles razones explicativas de tal fenómeno socioeconómico, respecto a lo cual concluyó: La opinión legada por el régimen colonial hace considerar todos los oficios manuales como viles y despreciables, y nosotros […] insistimos en semejante insensatez [cursivas añadidas], no procurando rehabilitar con las ideas tan útil trabajo y colocarlo en el lugar que le corresponde. Un empleado pobre, un tendero mediano o especulador de frutos menores rodeado de un enjambre de hijos, muchachos ya grandecitos, no se decide a ponerlos a un oficio porque la opinión de sus padres, amigos y allegados no lo han penetrado de la nobleza de los oficios manuales [cursivas añadidas]; de la salud y contento que dan, de la independencia que proporciona un oficio bien aprendido; de la disciplina moral que inculca; del capital que reserva y compendia para todos los estados: ya soltero o casado, ya como ciudadano o como expulso y extranjero en otro país.74 Bonó captó cómo durante el segundo tramo del período decimonónico la gran industria de las potencias capitalistas abarcaba todo el consumo de los países pequeños. Estos, para evitar sucumbir a la «nueva faz de las conquistas de los fuertes sobre los débiles», no tenían otra vía que conocer las fuentes de donde extraen sus fuerzas las grandes naciones industriales. Algo que juzgaba muy difícil, sobre todo para un país como República Dominicana: […] uno de los más fuertes obstáculos que pueden encontrarse en toda colonia que fue española, y en que la esclavitud personal haya trabajado las costumbres por muchos siglos, es la opinión de la raza blanca y sus afines tocante a la dignidad del trabajo manual. Es muy diferente el aprecio que se hace en los estados de Nueva Inglaterra o República Dominicana, entre el que ejerce un oficio manual y el que ejerce uno liberal, entre el que dirige un almacén o una grande estancia; entre un 74 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 283. PFB-20140124.indd 226 24/01/2014 09:56:20 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 227 empleado del Gobierno y un plantador o aldeano […] Estos resabios existen en muchos países, son restos de ignorancia y de la supremacía de las castas dominadoras, de la nobleza y sus privilegios [cursivas añadidas]; entre nosotros son las reminiscencias de la esclavitud y nadie las podrá destruir por completo; pero la igualdad republicana puede modificarlos abriendo nuevos horizontes al trabajo, enalteciéndolo por medio de una instrucción apropiada.75 Bonó denunció así un prejuicio que todavía hoy está arraigado en la mentalidad dominicana y que es reminiscencia de los tiempos coloniales: la minusvaloración del trabajo manual por su antigua vinculación con el esclavo, papel que en nuestro caso fue desempeñado por el negro procedente de África una vez extinguida la raza nativa. El estigma que de este modo ha recaído sobre el trabajo muscular o físico se asocia inevitablemente a la persona que lo ejecuta. Debido a tal consideración, muchos jóvenes prefieren todavía hoy estudiar carreras liberales y no técnico-manuales, aunque luego de graduarse se les dificulte encontrar algún nicho laboral. Bonó luchó en su época contra este prejuicio, pues resta dignidad al trabajo muscular en razón de errados criterios de castas; no por otro motivo expresó con cierto sarcasmo: «en llegando a ser una Nación de doctores nadie nos atacará… lo que se necesita es ser doctor y sobre todo poeta y músico».76 Las consecuencias de esta desviación han sido catastróficas para el pueblo dominicano según el pensador, ya que debido a tal visión distorsionadora del trabajo gran parte de la población urbana ha tenido o tiene que afrontar un presente triste y luctuoso que no puede ni podrá inspirarle verdadero patriotismo. Como él mismo afirma en un sabio apotegma: «No se puede amar, las más de las veces, lo que nos hace infelices».77 Con esta expresión, por otra parte, queda evidenciada la postura realista y crítica asumida por nuestro emancipador cultural, para quien P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, pp. 284-285. En carta dirigida al general G. Luperón en 1885. Ver P. F. Bonó, Papeles, p. 537. 77 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 286. 75 76 PFB-20140124.indd 227 24/01/2014 09:56:20 a.m. 228 Julio Minaya el amor por la patria no constituye un mero sentimiento in abstracto, desvinculado de las condiciones en que desenvuelven sus días los ciudadanos, sino que tiene como substrato y soporte básico el que el país pueda garantizar un tipo de vida dichoso en su propio suelo. De ahí que Bonó acusara a las que llamaba «clases superiores» de llevar a cabo «un trabajo de desorganización del patriotismo» a causa de su falta de «espíritu público» y de la corrupción que los abatía. La falta de virtud política: influjo de Montesquieu en Bonó Bonó no fue un autor que siguiera a pie juntillas fórmulas o definiciones ajenas; elaboró sus propias conceptualizaciones obedeciendo a criterios personales. Tampoco tuvo la inclinación del maestro que se dedica a enseñar; encarnó más bien al intelectual ético-crítico que busca el sentido y las explicaciones de los problemas que angustian al conglomerado social. Entre los autores que le sirvieron de referencia fundamental para el trabajo de dilucidación de los males que aquejaban al pueblo dominicano sobresalen Montesquieu y Rousseau, los que con obras como Del espíritu de las leyes y El contrato social nutrieron efectivamente sus conceptualizaciones filosófico-políticas. Aunque es cierto que no cita de manera directa a ninguno de los dos, es evidente en sus ensayos la presencia de las categorías empleadas por ellos. Una de las nociones de la ciencia política que más emplea Bonó es virtud política. El sentido que le da es el mismo que le imprime Montesquieu, quien explica: […] lo que llamo virtud en la república es el amor a la patria, es decir, el amor a la igualdad. No se trata de una virtud moral ni tampoco de una virtud cristiana, sino de la virtud política. En este sentido, se define como el resorte que pone en movimiento al Gobierno republicano, del mismo modo que el honor es el resorte que mueve a la monarquía. Así pues, he llamado virtud política al amor a la patria y a la igualdad [...] el hombre de bien de quien se trata en el libro III, capítulo V, no es el hombre de bien cristiano, sino el hombre de bien político, que posee la PFB-20140124.indd 228 24/01/2014 09:56:20 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 229 mencionada virtud política. Es el hombre que ama las leyes de su país y que obra por amor a ellas.78 También conectan con este autor las preocupaciones que muestra Bonó por la adopción de códigos jurídicos ajenos a la idiosincrasia nacional, así como su rechazo de la centralización o monopolización del poder político en una sola persona: era obvio para ambos que el poder debe recaer en una pluralidad de agentes representativos. Bonó empleó la expresión virtud política para intentar comprender el camino escabroso que había seguido la nación dominicana en su esfuerzo por lograr la instauración del modelo republicano. Para ello tuvo que elevar su pensamiento a reflexiones que le permitieron llegar a una conclusión poco halagadora. Nos la revela en la carta que dirigió a P. J. F. Cristinacce en 1884: He tenido por principio, después de haber hecho los estudios generales filosóficos, de estudiar a fondo nuestra sociedad, de estudiar la República Dominicana, y me ha parecido entender que ella no tiene las condiciones necesarias para ser autónoma bajo el estandarte democrático puro. No tiene las ruedas necesarias para esta maquinaria, a la vez que le falta la rueda matriz: la virtud política.79 La sociedad que Bonó tuvo frente a sí, principal objeto de sus preocupaciones, no fue otra que la derivada de aquella colonial que él mismo llegó a representar en su fecunda imaginación y que hacia 1880 nos describió con sin igual tono patético, según se aprecia en el siguiente cuadro: Vi en el curso de los tiempos pasados a generaciones enteras arrastrándose en medio de la desesperación y del dolor. Al coloniaje español con sus errores terribles [cursivas añadidas]. Al esclavo lleno de dolores, casi desnudo, en medio de un enjambre Charles de Secondat, barón de Montesquieu, Del espíritu de las leyes, Madrid, 1998, p. 5. 79 Carta incluida en P. F. Bonó, Papeles, p. 518. 78 PFB-20140124.indd 229 24/01/2014 09:56:20 a.m. 230 Julio Minaya de mosquitos y jejenes, lo vi; hambriento, sediento, calzado de clavos, cubierto de empeines y úlceras […] corriendo entre los montes, desgarradas las carnes por zarzales y yabacoales […] vi al amo, tendido en su hamaca de sogas, en otra choza algo mejor que la del esclavo; roto, descalzo, pálido, demacrado, estúpido; rodeado de una familia embrutecida y todos atacados por la misma dolencia cruel sufrida con el estoicismo de las razas saturadas por la ignorancia y la superstición […]80 Bonó habla de errores terribles, es decir, de decisiones tomadas por la Corona española –como la prohibición del comercio o las migraciones provocadas81– que por mucho tiempo decretaron el aislamiento, abandono y miseria de la isla La Española y muy especialmente de Santo Domingo. Una sociedad hecha para el despotismo Bonó enfatiza la atmósfera característica de la colonia, su carencia de virtud política, al plantearse la siguiente pregunta: «¿La organización de La Española, desde la colonización hasta el año 1822, fue o no absoluta, rotundamente despótica, corruptora [cursivas añadidas], hasta el grado de hacer abstracción de la personalidad de la mayoría?».82 El autor se interroga, de igual forma, sobre la organización político-social de los dominicanos durante el período 1822-1844, P. F. Bonó, «Un proyecto», Papeles, p. 179. En La Española se escenificó incluso una modalidad compulsiva de traslado interno de pobladores en 1605-1606: la Corona, mediante cédula real, ordenó las devastaciones de las cuatro ciudades principales próximas a la costa norte (Puerto Plata, Montecristi, Bayajá, Yaguana) y el consiguiente traslado de sus habitantes y bienes a la Banda Sur. Con tales medidas procuraba evitar que los lugareños tuvieran contacto con extranjeros suplidores de contrabando a cambio del cuero de la res. Al quedar despoblada la extensa zona, franceses y otros europeos pasaron de manera progresiva a establecerse en la misma, lo que finalmente dio origen a la que hoy se conoce como República de Haití. Ya apoderados de las tierras cultivables al oeste de la isla, los franceses hicieron la guerra a los españoles, resultando vencedores. Esto explica que en una isla pequeña hoy existan dos repúblicas: República Dominicana y República de Haití. 82 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 228. 80 81 PFB-20140124.indd 230 24/01/2014 09:56:20 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 231 el de la dominación haitiana. Concluye que esta muestra también la misma faz de despotismo, si bien presenta algunos atenuantes en comparación con la era anterior. Sigue cuestionándose acerca de si tal situación no se mantuvo en los dos momentos que siguieron a la doble independencia, primero respecto de Haití (1844-1861) y luego de España (1865). Y termina reflexionando de este modo: Si como creo se me responde afirmativamente, resultará que la sociedad dominicana fue organizada para el despotismo [cursivas añadidas], que los acontecimientos posteriores han acabado de pulir dicha forma, y que tendremos mal que nos pese rebeliones y más rebeliones; dictaduras y más dictaduras […] Debe agregarse que las clases que dirigen unas han perdido el prestigio para la forma republicana; y las otras no han podido aun adquirir las cualidades que afirmen definitivamente el que les pertenece; falta, pues, unidad, homogeneidad en el impulso social y, por tanto, resultados provechosos.83 Al analizar el tipo de organización que caracterizó al mundo colonial hispánico, Bonó pregunta si no se distinguió por su tendencia «absoluta, rotundamente despótica y corruptora». Tales rasgos, obviamente, no se extinguirían con el mero ingreso de Santo Domingo a la vida independiente. Efectivamente, a juzgar por las denuncias reiteradas del propio Bonó, la corrupción del país ya había llegado en su época al nivel de barrera intolerable. Dice en relación a ello: Este obstáculo es aquel grado de corrupción incorregible que trabaja a toda sociedad llegada al ocaso, y que en la nuestra se pone tal prisa en alcanzar que, pocos dudan dada su actual velocidad que no le sea dable lograrlo. Sin embargo, los que aman a su patria como yo la amo, (y habremos miles en la República que la amamos) creen, que la corrupción puede contenerse o a lo menos aminorarse hasta el grado de no presentar como 83 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 228. PFB-20140124.indd 231 24/01/2014 09:56:20 a.m. 232 Julio Minaya hoy una barrera insuperable a todo trabajo de organización, siempre que no se insista en aumentarla, siempre que no se adormezca el espíritu público, ocultando los graves riesgos que se corren […]84 El empleo que hace Bonó de nociones como «clases», «forma republicana», «virtud política», «impulso social», «espíritu público», etc., obliga a establecer algunas matizaciones. El autor emplea el concepto clases, en plural, entendiéndolo como el conjunto de sectores diversos que conforman lo que en otra parte también denomina «clases superiores», las que en la República Dominicana de entonces estarían integradas por terratenientes, hacendados, burguesía mercantilista, clero, militares. Pero siguiendo al pensador: ¿cuáles son las clases o grupos de su tiempo que «han perdido el prestigio para la forma republicana»? Ha de suponerse que las clases que para él ya no tenían el referido «prestigio» estaban conformadas en parte por aquellos sectores que en 1857 y 1863 respondieron dando su apoyo político a la propuesta de instauración del Estado-nación hecha por Bonó y sus compañeros generacionales. Sectores que, pasado el tiempo, y ya montados en el carruaje del poder tras la Guerra Restauradora, renunciaron a todo credo liberal-republicano y optaron por la búsqueda de funciones públicas con miras solo a amasar fortunas. Ahora bien, ¿podía el sector cibaeño «perder el prestigio para la forma republicana»? ¿Se pierde lo que no se tiene? Al parecer, la realidad es que Bonó y dos o tres más fueron los únicos que estuvieron revestidos de la preparación necesaria para ostentar tal «prestigio». Y en especial Bonó, quien experimentó constantes decepciones al contemplar la inviabilidad del proyecto republicano en el colectivo dominicano, lo que era debido en gran medida a las actuaciones de los que regían la res pública. En efecto, al pasar revista al pasado y al presente de la República Dominicana, Bonó dio muestras de no estar descaminado en lo concerniente a las precariedades del sector dirigente, pero subestimó el papel jugado por 84 P. F. Bonó, «La República Dominicana y la República haitiana», Papeles, p. 340. PFB-20140124.indd 232 24/01/2014 09:56:20 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 233 las condiciones objetivas que incidían en el país. Para el pensador la culpa de la retahíla de anexiones, reincorporaciones, reconquistas, donaciones y restauraciones padecidas por el pueblo dominicano recaía enteramente en los que habían dirigido la vida de la nación, quienes estaban desprovistos del talento necesario de los hombres de Estado y que eran por tanto incapaces de abarcar el conjunto de los hechos e intereses generales de la comunidad nacional. De ahí que vinieran haciendo, casi todos, el papel de payasos en el teatro del mundo.85 Francisco Javier Caballero Harriet, sin embargo, traza con claridad la situación estructural de Hispanoamérica para la época, y destaca que en la región era imposible aplicar los cambios políticos demandados por la modernidad, pues predominaba el espíritu tradicionalista. Así lo explica: En Latinoamérica, en el momento de la independencia, no existía «espíritu del capitalismo», en el sentido de un nuevo estilo de vida sujeto a ciertas normas, sometido a una «ética» determinada, sino que las prácticas capitalistas existentes se enmascaran, como es natural, en lo que Max Weber llama «tradicionalismo» y estaban determinadas por el «auri sacra fames» o conductas acumuladoras similares. De ahí que resultaba imposible la existencia de una clase social burguesa con su propia conciencia de clase. Y, por tanto, el modelo político que en el Segundo tratado sobre el gobierno civil Locke había diseñado […], esto es, el contrato, en forma de Estado liberal, era de implementación inviable en Latinoamérica porque no se daban las condiciones [cursivas añadidas].86 Octavio Paz, que también explora la temática en uno de sus trabajos, sostiene que en los pueblos latinoamericanos no existía la tradición intelectual que había hecho posible que grupos élites de Europa y Estados Unidos lograran formar 85 86 P. F. Bonó, «La República Dominicana y la República haitiana», Papeles, p. 340. F. J. Caballero Harriet, Algunas claves, Santo Domingo, 2009, p. 291. PFB-20140124.indd 233 24/01/2014 09:56:21 a.m. 234 Julio Minaya nuevas concepciones e instituciones políticas y económicas. Asimismo, tampoco existían las clases sociales que correspondían, históricamente, a la nueva ideología liberal y democrática. Apenas si había clase media y nuestra burguesía no había rebasado la etapa mercantilista […] Las ideas tuvieron una función de máscara, se convirtieron en una ideología […] en velos que interceptan y desfiguran la percepción de la realidad.87 José Martí logra representar de modo brillante el ambiente fantasioso o enajenado en que se desenvolvía la vida sociopolítica y cultural de nuestros pueblos, tristemente confundidos en la búsqueda afanosa del propio reconocimiento. Así nos describe: Éramos una visión –aclara Martí–, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norte América y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte a bautizar a sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura.88 Puede afirmarse que Bonó veía por los ojos de sus deseos: revestía a la sociedad dominicana con prendas que no podía exhibir. En realidad no había el mencionado «prestigio». Y es eso mismo lo que lleva a Bonó a plantear que en la sociedad dominicana se tendría en el porvenir, de manera ineluctable, «despotismos y más despotismos, dictaduras y más dictaduras». ¿Por qué razón Bonó reitera una y otra vez tal postura? Su respuesta varía solo en matices: «Porque O. Paz, Tiempo nublado, p. 168. J. Martí, «Nuestra América», Fuentes de la cultura latinoamericana, México, 1993, p. 125. 87 88 PFB-20140124.indd 234 24/01/2014 09:56:21 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 235 la base de la desigualdad absoluta, alma de la esclavitud personal, no puede, cuando ha moldeado a numerosas generaciones durante tres siglos, dejarlas expeditas para las funciones de hombres libres y ponerlos en actitud de organizarse».89 A estas conclusiones le condujeron sus análisis de la sociedad colonial y de la de sus días. En esta última ve terreno fértil en el que fructifican sectores incapaces para el autogobierno. De ahí que a pesar de la independencia, el pueblo dominicano haya seguido imitando los estilos, usos y fórmulas que caracterizaron la etapa colonial precedente. Condición que a su parecer se mantendría por tiempo indefinido, pues se trataba de «instituciones» convertidas al cabo de tres siglos en «creencias». En el siglo xix no hay un solo intelectual que pueda considerarse al margen de la angustia existencial de «verbalizar la patria».90 De hecho, para Bonó, pensar la patria fue padecerla. No obstante, era tanto su amor que fue suficiente para mantener la fe en el porvenir del país –¡y en esto resultó ser una excepción!–. No se dejó envolver en la bruma irremediable de toda «la quejumbre filosófico teórica que en el plano político e histórico llenó el siglo xix dominicano».91 «Quejumbre» que no ha sido fruto de desconocimiento, sino todo lo contrario. Quienes más lamentos han proferido han sido precisamente aquellos que más han auscultado el alma nacional, pues han podido contemplar, en su más reluciente desnudez, las terribles paradojas que la dotan de significado. Es por tal razón que aquellos que han encarnado el nacionalismo más puro han solido ser también los que han pronosticado su ocaso, los que han llegado incluso a negarle la categoría de nación, aun cuando la han defendido como «ente celestial».92 Todavía en los días que vivimos no se han superado los males políticos y sociales diagnosticados por Bonó. Esta situación podría llevar a la conclusión de que Bonó tenía razón en cuanto a sus P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 238. Andrés L. Mateo, «El poder y la cultura (III)», Al filo de la dominicanidad, Santo Domingo, 1996, p. 47. 91 A. L. Mateo, «El poder y la cultura (II)», Al filo, p. 43. 92 A. L. Mateo, «El nacionalismo fraudulento (II)», Al filo, p. 81. 89 90 PFB-20140124.indd 235 24/01/2014 09:56:21 a.m. 236 Julio Minaya pronósticos. Pero la verdad es que ninguna sociedad está irremediablemente condenada, ni por destino ni por providencia alguna, a mantenerse encerrada y entrabada dentro de determinadas estructuras políticas, sociales y económicas. Mas por lo pronto es cierto que dichas estructuras moldean actitudes y comportamientos, crean mundos de intereses e ideologías que impiden todo tipo de ruptura con los problemas existentes. Así como que los distintos grupos de intereses –a todos los niveles de la estructura social y todos con conexiones internacionales– intentan perpetuar el mundo social que a ellos solos conviene por el mayor tiempo posible. Como consecuencia, las conductas despóticas, el autoritarismo, la funesta corrupción, las desigualdades sociales abismales, tienden a entronizarse en el seno de nuestra cultura, incentivados por los respectivos sectores locales y extranjeros que tienen especial interés en que se mantengan vigentes. Los pronósticos de Bonó en el sentido de un futuro dominicano plagado de dictaduras y despotismo son, a nuestro entender, evidentemente antihistóricos e hijos de las circunstancias adversas que exhibía nuestro entramado sociocultural; se basan en una concepción de la realidad histórico-social a todas luces esencialista, es decir, en una visión estática que excluye toda posibilidad de cambio o transformación del orden existente. La inhabilitación para el autogobierno causada por la aristocracia burocrática colonial En 1887 Bonó abrigaba la esperanza de que un gobierno presidido por Gregorio Luperón93 sacudiera un poco «las vetustas aunque modificadas ideas del coloniaje español, que tanto campean en los consejos de gobierno».94 Su convicción era que los hábitos e ideas de la burocracia colonial seguían ejerciendo una pesada influencia G. Luperón fue espada y espíritu de la Guerra de la Restauración nacional (18631865). Fundó el Partido Azul, de corte liberal. Presentó en varias ocasiones a Bonó como candidato presidencial, cosa a la que no obtemperó el pensador. Más bien le devolvía con la misma moneda. 94 Carta de P. F. Bonó al general Luperón fechada el 30 de diciembre de 1887, incluida en P. F. Bonó, Papeles, p. 560. 93 PFB-20140124.indd 236 24/01/2014 09:56:21 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 237 en las personas, que condicionaban todavía el funcionamiento institucional del país. Al emancipador cultural dominicano le irritaba la sujeción a España en cuestiones de la vida doméstica que ya debían haber sido superadas para su época. En este orden de ideas, resulta de interés visualizar cómo él dibuja el cuadro de la sociedad colonial y cómo define el rol desempeñado en ella por el cuerpo de burócratas encargados de la administración: Habrá un siglo la población dominicana se componía de libres y esclavos.95 Los libres se subdividían en dos clases distintas, los empleados y los amos de esclavos. Estos últimos no gozaron nunca de ninguna participación en el gobierno, pero los primeros formaron un gremio en el cual por largos años se vincularon los empleos de la Colonia, constituyendo una aristocracia burocrática […] cuyo asiento principal como en todas partes fue la capital. Este desastroso elemento común en todos los tiempos y en todos los países aristocráticos o monárquicos destruyó por completo toda aspiración noble y aniquiló hasta el germen de los esfuerzos individuales y las iniciativas de los profesionales e inhabilitó para el gobierno propiamente dicho a toda la jerarquía del gobierno, desde el Alcalde de aldea hasta la Audiencia, desde el Alférez Real hasta el Capitán General. Esto está probado con el arribo anual de otra Colonia, México, del situado [cursivas añadidas], o sea el conjunto de los sueldos anuales de todos los empleados de esta colonia […]96 Nótese que Bonó denomina ya como dominicanos a los pobladores de la parte este de la isla hacia finales del siglo xviii. Efectivamente, ya venía empleándose el gentilicio; lo emplea en 1785 el intelectual criollo A. Sánchez Valverde, en su obra Idea del valor de la Isla Española (Madrid). Pero es seguro que dicho término ya había sido empleado en décadas anteriores, pues consta ya en una versión de novena dedicada a la Virgen de la Altagracia, cuya impresión data del 3 de junio de 1738 y que está firmada por F. J. T. Al inicio, dentro de un párrafo, se dice: «No dudo, que al compás de los reverentes cultos se continuarán los favores y beneficios, que confiesan debidos á María los dominicanos [cursivas añadidas]». Ver Novena Altagracia, Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2002. 96 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 239. 95 PFB-20140124.indd 237 24/01/2014 09:56:21 a.m. 238 Julio Minaya El situado evidenciaba la situación de miseria que padecía Santo Domingo, su extremado valor negativo para la Corona española, que la llegó a considerar como un cáncer.97 La tierra que había servido al Gobierno español de sede o plataforma para los esfuerzos de conquista y colonización ahora le reportaba pérdidas. Ese proceso de devaluación llevó a las autoridades peninsulares a desinteresarse de su primera posesión colonial en América, lo que no impidió –muy al contrario, estimuló– que varias potencias europeas la codiciaran. Es en virtud de tal contexto que Bonó se explicó el rosario de dominaciones que pesaron sobre Santo Domingo. Así lo expresa: Como colonia española fue donada a la Francia en 1795, tomando posesión de ella en 1801. En 1809 por el esfuerzo de sus hijos o mejor por intriga y ayuda de los enemigos de Francia se reincorporó a España hasta 1821 […]98 En 1844 se constituyó en Nación soberana independiente hasta 1861, en que deliberadamente se donó otra vez a España.99 Una vida tan precaria como la que discurría en Santo Domingo debía lógicamente generar pobreza extrema, y esta última, como es natural, estaba llamada a despertar un sentimiento de caridad entre las personas de pronunciada sensibilidad social. Sin embargo, la conclusión a la que arriba nuestro pensador es que los gestos caritativos de la época fueron desvirtuados. Las palabras son del ministro español Manuel Godoy, quien habría expresado que Santo Domingo se había convertido en «un verdadero cáncer para la economía de la Metrópoli». Citado por Julio Genaro Campillo Pérez, «Emancipación e independencia», Clío, No. 151, 1994, p. 14. Este argumento para justificar la cesión a Francia de Santo Domingo a través del Tratado de Basilea del 22 de julio de 1795 expresa en toda su dimensión el trance dramático por el que atravesaba la porción de tierra que había servido a España como puerta de entrada al Nuevo Mundo. 98 En el período 1822-1844 Santo Domingo fue agregado a la República de Haití como un Departamento nuevo. A inicios del siglo xix, producto del vaivén que experimentaba esta colonia española, el cura Juan Vásquez expresó su desconcierto mediante la siguiente quintilla: Ayer español nací / en la tarde fui francés / en la noche etíope fui / hoy dicen que soy inglés / no sé que será de mí... Manuel Cruz Méndez, Cultura e identidad dominicana. Una visión histórico-antropológica, Santo Domingo, Editora Universitaria-UASD, 1998. 99 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 237. 97 PFB-20140124.indd 238 24/01/2014 09:56:21 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 239 Crítica del sentimiento de caridad practicado en la colonia Bonó, practicante de la caridad cristiana, enjuició, no obstante, el tipo de caridad que se practicaba en la vida colonial. Tal como lo entendía, el sentimiento caritativo verdadero debía mostrar por los pobres un interés que sobrepasara las simples dádivas piadosas, pero aún así esa virtud clásica jamás podría constituirse en sucedáneo de la justicia social. Al referirse al estilo de vida de la aristocracia colonial, Bonó aludió al tema específico de la caridad del siguiente modo: El único tipo dominante de la mayoría de la clase elevada con muy marcadas excepciones era el afincamiento en el privilegio del color de la piel, sin que pasase esto de un engreimiento pueril que nunca se tradujo en vejámenes sistemáticos ni malos tratamientos para la raza esclava. Grande alarde de las exteriores de piedad, confesarse y si no oír misa con regularidad, mucha caridad para el paisano, para el extranjero, pero una caridad que no supo elevarse a las consideraciones superiores de las ciencias sociales que ni poseía ni podía poseerse bajo el sistema colonial […]100 El padre de la sociología dominicana no quiere que lo malinterpreten cuando habla de clases y razas en la sociedad colonial. En este sentido, planteó que debía hacerse una diferenciación en el ámbito de lo que fue el Santo Domingo español, ya que aunque había esclavitud y, por tanto, aristocracia y explotación, las relaciones entre las diversas clases no eran típicamente antagónicas: Aquí es preciso hacer una explicación. Cuando hablo de razas no vaya a creerse que aquí existen odios, o presión, pretensiones ni aspiraciones actuales de supremacía de la una y abatimiento de la otra. Ya en otra publicación manifesté que el régimen colonial español no dio ni da cabida a tales aberraciones. La P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 240. 100 PFB-20140124.indd 239 24/01/2014 09:56:21 a.m. 240 Julio Minaya caridad española hizo ese inapreciable servicio al porvenir de la América española, servicio como siempre lo hace la caridad cristiana, fuente de todos los bienes sociales modernos.101 Importa enfatizar aquí la visión que tiene el intelectual sobre el papel del cristianismo en cuanto núcleo básico de la cultura que contribuye a establecer y a consolidar la sociedad moderna, la cual inicia en Europa y luego se expande por todo el ámbito occidental y hasta por el resto del mundo. A sus ojos resulta evidente que la religión cristiana constituye uno de los aspectos fundamentales de la civilización occidental, pues contribuye a fortalecer los lazos de solidaridad –Bonó la llama caridad– entre los seres humanos. De hecho, el autor construye una ecuación entre cristianismo y bondad humana: mientras más cristiana es la persona, más bondadosa se torna. Estos criterios de Bonó resultan muy importantes a la hora de evaluar su concepto de lo moderno. En él civilización y modernidad implican la vida buena, la puesta en práctica de la alteridad. Esta visión chocaba con los planteamientos positivistas predominantes en su época. Por otra parte, cuando diversas personalidades o instituciones se refieren al latinoamericano como el «continente de la esperanza», como región caracterizada por ser «crisol» en el que todas las manifestaciones étnico-culturales del orbe se han fundido en elevado concierto y armonía, puede que indirectamente aludan al «inapreciable servicio al porvenir de la América española» aportado por la caridad de los españoles. ¿Exagera Bonó cuando habla de «suma benevolencia», de «mucha dulzura», para referirse al modo de actuar y convivir de las familias hispanas en Santo Domingo? Bonó argumenta más sobre el tema: Con efecto, en medio de las desigualdades políticas y civiles más exageradas, de la horrenda institución de la esclavitud personal, de la más crasa superstición, de la más supina ignorancia en los principios de la economía política, pasada la furibunda época de la conquista y exterminio de la raza P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 240. 101 PFB-20140124.indd 240 24/01/2014 09:56:21 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 241 india, el español aportó suma benevolencia, gran caridad y mucha dulzura, en las desigualdades sociales que tal sistema imponía [cursivas añadidas]. Sus relaciones de mayoral y dueño, de amo y esclavo, se sostuvieron en una igualdad relativa, que no hicieron sentir los sufrimientos inauditos que en la colonia francesa la raza esclava padeció. La indolencia proverbial de los criollos y la benevolencia y caridad española hicieron del esclavo un miembro de la familia [cursivas añadidas], que si bien en las ciudades fue indigno de bailar con los blancos en las reuniones encopetadas y de aliarse a ellos; en los campos, los pueblos y aldeas fue admitido en el trato íntimo y general de la familia del amo, enlazándose y entroncándose en ella. Esta tolerancia, por sus mismas progresiones formó parte de las costumbres, niveló las condiciones, facilitó las mezclas de las razas e hizo imposible ese odio y ese desprecio intenso que la Parte Francesa en su gran revolución de a fines del siglo pasado, mostró al mundo que estaba en el corazón de sus negros y de sus blancos con el odioso régimen de la esclavitud de los primeros.102 Al contemplar cómo vivían los dominicanos de la zona rural, sumidos en el más completo abandono, Bonó comprende la importancia o necesidad de la caridad. Observó que, a falta de escuela, a esos hombres del campo únicamente les quedaba como esperanza el paliativo de la caridad. Paliativo en verdad muy moderado, ya que aun bien dirigido, e incluso implicando grandes sacrificios, solo produce a la larga resultados mediocres.103 Como ilustrado y humanista que fue, nuestro pensador tuvo claro que «la escuela nacional» no podía estar ausente de la vida de los dominicanos, pues esta sería la única vía moderna disponible para lograr en ellos la promoción integral de la persona humana. P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 219. P. F. Bonó, «Un Proyecto», Papeles, p. 175. 102 103 PFB-20140124.indd 241 24/01/2014 09:56:21 a.m. 242 Julio Minaya Afán de imitación prevaleciente Bonó reconoció la tendencia de República Dominicana a relacionarse de manera exclusiva con los Estados Unidos y Europa, situación que juzgó grave, pues la misma conminaba al pueblo dominicano a adoptar usos, formas y procedimientos jurídico-políticos, socioeconómicos y culturales que no se avenían con su carácter distintivo. Opinaba que ello tenía que ver con el estado de calamidad que experimentaba el país a fines del siglo xix. De esta forma pondera sobre el tema: A pesar de los defectos de organización y equilibrio en Europa y los Estados Unidos, como ven que son los únicos que de cuando en cuando lanzan más destellos más brillantes y menos aflictivos que ninguna otra parte del mundo; como estamos exclusivamente relacionados con ellos, cogemos indistintamente de uno y otro sus ensayos políticos y sociales, como cogemos todas sus modas. Ya ensayamos sus constituciones, ya sus monopolios, sus cambios libres determinados; ya la gran propiedad, ferrocarriles; las primas, etc., y estos ensayos mal aplicados, inoportunos e inadecuados a nuestro modo de ser, nos han conducido al abismo donde estamos postrados; llenos de ruinas, llenos de deudas, famélicos y desnudos.104 Consciente de los principales obstáculos que bloqueaban la «felicidad» de los dominicanos, Bonó exhortó al pueblo a estudiar y a esforzarse para alcanzar un estilo propio ajeno a cualquier tipo de tutela política extranjera, ya que de algún modo debía justificarse el gran sacrificio que conllevó la conquista de la independencia, de la cual fue prócer. Adviértase el optimismo que irradia en su exhortación: Hagamos un esfuerzo, pensemos, estudiemos y obremos por nosotros mismos, hagamos obra dominicana [cursivas añadidas], puesto P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 375. 104 PFB-20140124.indd 242 24/01/2014 09:56:21 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 243 que dominicanos somos, hagamos ver al mundo que si hicimos el viril esfuerzo que nos sentó en el banquete de los pueblos libres, fue porque nos sentimos con originalidad bastante para dar de sí algo en que los demás aprendieren, mas no para ser en todo y por todo los plagiarios o copistas serviles de cuadros que ni nos sirven ni son propios para el estrecho marco en que estamos ajustados.105 Expresó tales palabras a la altura de los sesenta y siete años.106 La República era entonces gobernada con manos férreas por Ulises Heureaux, uno de los generales que habían contribuido a la hazaña libertadora. Debido al endeudamiento del país –que alcanzó niveles excesivos durante la referida dictadura de trece años–, Bonó llegó a temer por la soberanía nacional. De allí que hacia 1900 sentenciara con mucho tino: «no queremos desaparecer del mapa de las naciones libres».107 Es en esa atmósfera de grandes dificultades que auguraban un futuro tétrico que el pensador empleó el término dominicanismo, vocablo que se permitió definir de la siguiente manera: Hágase con este aborto –recomienda– lo que se acaba de hacer con el otro de la ley de crianza de 15 de mayo de 1894, abróguese y aparezca siquiera sea un momento en nuestras leyes de impuestos algo de equidad, de ciencia, de patriotismo y sobre todo de dominicanismo [cursivas añadidas], que a mi modo de ver no es otra cosa que el estudio concienzudo del medio social que constituye la República o por decirlo mejor, la vida real en que se mueve y obra el pueblo dominicano.108 P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 375. Para esta fecha, 1895, Bonó se había propuesto crear un Congreso ficticio en el que representantes fidedignos de la nación ventilaran abiertamente sus problemas. El diputado B era el que más parlaba, y quien mejor argumentaba a la hora de discurrir y buscar solución a los males que afectaban la sociedad. Tal diputado era Bonó. 107 Década y media más tarde Estados Unidos ocuparía el país por ocho años. El cobro de la deuda con ellos contraída fue el principal argumento para desatar la violencia imperial. 108 P. F. Bonó, «Petición de un alambiquero», Papeles, p. 416. 105 106 PFB-20140124.indd 243 24/01/2014 09:56:21 a.m. 244 Julio Minaya Antes del inicio de la dictadura de Heureaux –que había sido prevista por Bonó y que se prolongó hasta el «ajusticiamiento» de aquel en 1899–, se acercaron con insistencia al pensador macorisano personalidades y sectores de la vida nacional con el deliberado propósito de persuadirlo para que aceptara la postulación a la presidencia de la República. El general Gregorio Luperón fue quien más insistió, y entre las salvedades que le hizo para que se convenciera de que iría al poder con el más amplio respaldo presentaba el dato de que el general Ulises Heureaux se sumaría también al movimiento a favor de la candidatura. Tal anuncio fue motivo de que Bonó le aclarara: No tengo el honor de conocerle, pero sus actos oficiales hablan por él. Desde que entró en la vida pública ha sido consecuente, ha demostrado ser el militar más afortunado, y uno de los más valerosos que tenemos, prudencia, tino, fortaleza y templanza no le faltan, pero estas cualidades sobresalientes no modifican en manera alguna la condición de los espíritus y de las tradiciones dominicanas [cursivas añadidas].109 El estudio que hizo Bonó de esas tradiciones nacionales que se prolongaban desde la colonia, y que se caracterizaban sobre todo por el despotismo, la violencia y el autoritarismo, le permitieron prever quién se sentaría en el solio presidencial. Es que «veo lo que muchos no ven»,110 expresaba Bonó. Capacidad que debía «a las luces que nos suministran la filosofía, la historia y el conocimiento del hombre».111 Para el intelectual, pues, los dominicanos estaban condicionados espiritualmente por el ethos hispánico, el cual dificultaba seriamente la conformación de un talante propio nacional. Esta condición se hace manifiesta en el caso del déspota Pedro Santana, quien fue en varias ocasiones presidente de la República y principal espada en la lucha libertaria contra Haití iniciada en 1844. En torno a Santana, nos dice Bonó: Carta de P. F. Bonó al general G. Luperón fechada el año de 1882, en P. F. Bonó, Papeles, p. 461. 110 En carta a J. M. Glas fechada el 22 de enero de 1886, en P. F. Bonó, Papeles, p. 545. 111 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Pedro Francisco Bonó. Textos selectos, Santo Domingo, 2007, p. 77. 109 PFB-20140124.indd 244 24/01/2014 09:56:21 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 245 […] con todo su poder y toda su gloria […] envuelto en dificultades que no pudo resolver por falta de conocimientos propios y de consejeros adocenados al fin fue arrastrado en la pendiente del españolismo que había mecido su cuna [cursivas añadidas] y cayó con todos nosotros en la Anexión, que fue lo mismo que caer en el lazo que se le había tendido.112 ¿Y qué de Buenaventura Báez, presidente de la República, al igual que Pedro Santana, por más de dos períodos? Consolado con el título de mariscal de campo que le otorgó la Corona española como premio por su apoyo a la anexión del país, volvió a ser premiado, luego de la Restauración, nada más y nada menos que con la ¡Presidencia de la República! Pero Báez: […] se dio a perseguir dinero y otras miserias propias de hombres comunes, y perdiendo todo tino político, fue alternativamente: francés, español y americano […] Así murió en playas extranjeras, aborrecido de muchos y olvidado ya de todos. Funerales ruidosos que significan sus errores, sellaron también su tumba y como la de su émulo, su lápida sepulcral mostrará a la posteridad lo que fue.113 Lo anterior pone de manifiesto a qué nivel de profundidad había llegado la indolencia y pasividad de la sociedad dominicana. Aletargados por la imitación,114 los dominicanos ya no imaginamos, ni inventamos, dice Bonó lamentándose: Su política dada al acaso, sin objeto determinado, sin plan fijo, la expone a ser el juguete de otras que previsoras, sin saber cómo ni cuándo la hacen perder el rico bien a tanta costa P. F. Bonó, «De política», Papeles de Pedro F. Bonó, Barcelona, 1980, p. 247. P. F. Bonó, «La República Dominicana y la República Haitiana», p. 346. 114 Andrés Bello exhortaba a la juventud chilena a no descender al servilismo frente a la civilizada Europa, pues a su entender los hispanoamericanos eran arrastrados más allá de lo justo por influencia de ella. En todo caso, se debería emularla en el desarrollo de un pensar autónomo. Ver A. Bello, «Autonomía cultural de América», El pensamiento de América, México, 1943, p. 34. 112 113 PFB-20140124.indd 245 24/01/2014 09:56:21 a.m. 246 Julio Minaya adquirido de su nacionalidad […] Nuestra historia así lo proclama, nuestras anexiones, reincorporaciones, reconquistas, donaciones y restauraciones así lo manifiestan. La culpa toda entera recae en los directores de la vida nacional que […] han venido haciendo, casi todos, el papel de payasos [cursivas añadidas] en las tragicomedias que en el teatro del mundo hacen representar un siglo a los dominicanos.115 Crítica del pasado colonial: Bonó, Bello y Sarmiento Antecedentes de Bonó en la crítica del período colonial Ya se ha sostenido con anterioridad que, en lo que atañe a Santo Domingo, el autor que da inicio al examen histórico-social del período colonial desde una perspectiva crítica es Pedro Francisco Bonó.116 Ahora bien, ¿no es posible encontrar en la época colonial determinadas personalidades y/o manifiestos políticos que osaran hacer señalamientos críticos a las autoridades locales o metropolitanas y que en consecuencia pudieran ser considerados como antecedentes del discurso crítico tejido por Bonó? Efectivamente, cuatro españoles residentes en la isla La Española realizaron importantes cuestionamientos: fray Antonio de Montesino, Bartolomé de las Casas, Cristóbal de Llerena y el arzobispo Fernando Carvajal y Rivera. Según Diógenes Céspedes, «Fray Antonio de Montesino y Las Casas, peninsulares ambos, son los fundadores del discurso crítico en contra del poder colonial en la isla Española».117 En realidad, son los primeros que en tierra americana objetaron con firmeza los excesos y crueldades en contra de los nativos perpetrados por los conquistadores y colonizadores. No solo eso: defendieron el derecho de los aborígenes americanos a vivir tranquilos en las tierras que habían habitado durante siglos. P. F. Bonó, «La República Dominicana y la República haitiana», pp. 344-345. El pensador inicia tal esfuerzo precursor a la edad de veintinueve años, con el opúsculo ya referido: Apuntes para los cuatro ministerios de la República (1857). 117 D. Céspedes, «Contrarreforma y barroco en esta isla», suplemento cultural «Areíto», Hoy, 2 de octubre de 2010. 115 116 PFB-20140124.indd 246 24/01/2014 09:56:22 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 247 Otro momento importante en la crítica del sistema colonial desde dentro del mismo sistema se da con el canónigo Cristóbal de Llerena, sobre el que Céspedes expresa: En 1588 inaugura, dentro de la línea moderada del barroco, la crítica al poder con la escenificación el jueves 23 de junio (de corpus) en el patio de la Catedral de su famoso entremés, donde censura la especulación en que se vieron envueltas las clases dominantes de la colonia con el acaparamiento del dinero circulante en medio de la crisis financiera y de producción que a partir de 1570 abatió a la isla debido al monopolio del comercio ejercido por la Casa de Contratación de Sevilla. Esta osadía le valió el encarcelamiento y posterior deportación […]118 Como cuarto «juez» del comportamiento de las autoridades locales y peninsulares, el arzobispo Fernando Carvajal y Rivera efectuó una denuncia patética del estado de abandono y miseria padecido por los habitantes de la isla como consecuencia del funesto monopolio comercial ejercido por la Casa de Contratación de Sevilla. En una de sus cartas denunció lo que ocurría en la isla: Solo cuida el Consejo de apretarlos, estirarlos para que mueran de hambre y desnudez y lo consiguen en parte porque el origen de sus continuas epidemias es la mala vianda […] Carecen de medicinas, mueren de necesidad. ¿Será aquesto cristiandad? No comercien, no comercien. ¡Gran Gobierno! Sus riquezas son cueros de toros y de vacas y sebo que con gran peligro adquieren por las monterías. Este no hay quien lo saque, no es género para España […] No comercien, qué lindo! ¿Quién los ha de sustentar? ¿No se podrán valer de sus haberes? ¡Impía ley! ¡Cruel aprieto! ¡Tirano mandar!119 D. Céspedes, «Contrarreforma y barroco en esta isla». F. Carvajal y Rivera a Antonio de Güelles, citado por F. Pérez Memén, El arzobispo Fernando Carvajal y Rivera. Un crítico de la política colonial española (y otros ensayos históricos), Santo Domingo, 1985, p. 24. 118 119 PFB-20140124.indd 247 24/01/2014 09:56:22 a.m. 248 Julio Minaya Para Carlos Esteban Deive las numerosas cartas que el arzobispo Carvajal y Rivera dirigiera al Rey y a miembros del Consejo de Indias en el período 1692-1695 constituyen un testimonio insobornable de la antropofagia de los poderosos comerciantes sevillanos, quienes devoraban a los habitantes de la colonia con el apoyo de la monarquía.120 Una vez reducida la posesión de España a la parte oriental de la isla, emergen dos importantes figuras intelectuales que demuestran un esmerado interés en el quehacer filosófico y en poner en entredicho determinados aspectos de la vida intelectual de su época: Antonio Sánchez Valverde y Andrés López de Medrano. El primero sobresale a finales del siglo xviii por sus objeciones a la filosofía aristotélica y, por extensión, al enfoque escolástico clásico; pero además, por mostrar honda preocupación por la inactividad económica y la pobreza de Santo Domingo, problemas que trató en su libro de 1785, Idea del valor de la isla Española. Andrés López de Medrano, por su parte, fue el primer autor no sacerdote en ocuparse exitosamente de tareas intelectuales, educativas y políticas, realizando a inicios del siglo xix una excepcional obra filosófica y crítica. Algo que merece destacarse en este autor es que subjetivamente ya se sentía dominicano, y no español; llegó incluso a llamar patria el suelo que lo vio nacer, todavía colonia española. Entre sus aportes singulares está el haber escrito la primera obra filosófica del país –Lógica. Elementos de filosofía moderna destinados al uso de la juventud dominicana (1814)– y un importante manifiesto (1820) en el que defiende el derecho a la participación política de los habitantes de Santo Domingo. Comentando la importancia ilustrada de este político e intelectual, Rafael Morla argumenta lo siguiente: El Manifiesto de su autoría, puesto a circular con motivo de las elecciones parroquiales de 1820, es la expresión elocuente de la presencia de las ideas ilustradas en las décadas finales del Santo Domingo colonial. López de Medrano puede ser C. E. Deive, Heterodoxia e inquisición en Santo Domingo (1492-1822), Santo Domingo, 1982, p. 313. 120 PFB-20140124.indd 248 24/01/2014 09:56:22 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 249 considerado como nuestro primer crítico social [cursivas añadidas], en el sentido de una acción consciente dirigida a llevar luz y comprensión a la sociedad de su época.121 Movimiento emancipador de 1821 y crítica del colonialismo español La Declaratoria de independencia del pueblo dominicano, firmada en 1821 por José Núñez de Cáceres y otras siete personalidades, constituye la primera iniciativa orgánica y el primer documento en el que los dominicanos cuestionan política, jurídica y filosóficamente al colonialismo hispánico. La segunda crítica orgánica será la de 1863, a propósito de la Guerra de la Restauración, cuando el pueblo dominicano recuperó la libertad que había perdido con la anexión a España en 1861. En 1844 no se registró ningún tipo de objeción a la Corona española, pues se luchaba a favor de la separación e independencia respecto de Haití, circunstancia esta que llevó a magnificar los componentes hispánicos de la cultura dominicana para contraponerlos a los rasgos culturales de la sociedad haitiana.122 No debe sorprender ni que el sector proespañol fuera el que más poder exhibiera durante los hechos posteriores a la proclamación de la independencia de 1844, ni que el mismo se decidiera por la anexión a España cuando se manifestó su debilidad intrínseca. La denominada Independencia efímera constituyó el primer esfuerzo de los dominicanos por la conquista de la libertad política: el momento inicial, nuestra primera experiencia emancipadora. Fue este el instante en que germinó en Santo Domingo la idea de independencia; quizá no concebida claramente, pero R. Morla de la Cruz, Modernidad e Ilustración, p. 13. Tal circunstancia es lo que ha llevado a Manuel Arturo Peña Batlle a sostener la debatida tesis de que la independencia dominicana obedeció a un definido sentimiento de cultura. De acuerdo a su criterio, los dominicanos no lucharon por la independencia animados únicamente por un ideal político, sino que se vieron más bien obligados por necesidades apremiantes de conservación cultural: trataban de defender sus propias formas de vida social. Ver M. A. Peña Batlle, «Emiliano Tejera II», Ensayos históricos, Obras I, Santo Domingo, 1989, p. 190. 121 122 PFB-20140124.indd 249 24/01/2014 09:56:22 a.m. 250 Julio Minaya independencia al fin: 123 «No más dependencia, no más humillación, no más sometimiento al capricho y veleidad del Gavinete de Madrid». 124 Con su determinación, los liberales dominicanos de 1821 coincidieron con los emancipadores de Suramérica y México que se habían sublevado una década antes. Núñez de Cáceres y sus compañeros de lucha condenaron el despotismo, el monopolio comercial, el abandono y la decadencia padecidos por siglos. Deploraron haber vivido esclavizados y dependientes en virtud de la fuerza del hábito, y se declararon libres y emancipados.125 Como se ha podido demostrar, los impulsores del plan libertario dominicano de inicios del siglo xix formaban parte del movimiento ilustrado hispanoamericano, no aspirando a otra meta que a la consecución de la emancipación política respecto de la monarquía española. No estaba dentro de sus planes conquistar la independencia mental, intelectual o cultural. Tal propósito surgirá con posterioridad, en el proceso emancipador íntegro, global, que con plena conciencia de causa iniciará en República Dominicana Pedro Francisco Bonó. Vistos estos momentos relevantes del discurso crítico durante la etapa colonial, regresamos a Bonó. Se realizará ahora la que constituyó su primera tarea como intelectual joven: estudiar de manera crítica la historia social dominicana desde sus inicios en el período de la conquista española. Bonó y su objeción al papel conquistador y colonizador de España Ya en su primer ensayo, Apuntes para los cuatro ministerios de la República (1857), el autor se dispuso a informarnos de «algunas noticias históricas» con las que dio inicio al análisis crítico de algunos de los momentos más significativos en la evolución de la vida colonial: P. Henríquez Ureña, «Cartas a Federico», p. 540. Manuel Cruz Méndez, «Declaratoria de independencia del pueblo dominicano», Historia Social Dominicana, 5ª. ed., Santo Domingo, 1999, p. 163. 125 Ibídem, p. 165. 123 124 PFB-20140124.indd 250 24/01/2014 09:56:22 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 251 la rápida desaparición de los taínos, la importación y suerte corrida por los esclavos africanos, el abandono de que fue objeto la isla por parte de muchos conquistadores que prefirieron pasar a tierra firme, la prohibición de mercadear productos con comerciantes extranjeros, las devastaciones de 1605-1606 y las luchas desatadas por gobiernos europeos con el propósito de romper el monopolio territorial y comercial de España en América. También ponderó la ocupación francesa, la reconquista y la ocupación haitiana hasta llegar al período de la lucha por la independencia. Es evidente que en el joven Bonó alentaba ostensiblemente una inclinación por el estudio de la historia dominicana.126 Ahora bien, ¿cómo entendió Bonó la ciencia histórica? Fue algo que quiso dejar por sentado antes de comenzar a escrutar el pasado colonial. Lo aclara de entrada: [...] no la comprendemos como comúnmente se escribe, porque entonces ningún dato de los que necesitamos podríamos recoger, y solo tendríamos relaciones de batallas, encuentros y miserias de los pueblos, sazonadas con la historia particular de uno o dos hombres.127 Resulta obvio, pues, que a Bonó le interesaba interpretar los diversos procesos que determinan la historia colectiva concreta, pero no en base a individualidades destacadas o datos inconexos, sino sobre todo a partir de la participación de los sujetos sociales que se enfrentan o encuentran día a día en sus luchas cotidianas. Situándose teóricamente, esto es, fijando de entrada posición en torno a cómo concibe el quehacer histórico, el autor se dispuso a realizar un análisis lacónico de la conquista y colonización de la isla, de la ocupación haitiana y de los primeros pasos de la vida autónoma del país. ¿Por qué motivo inicia Bonó su ensayo con un enjuiciamiento crítico de los antecedentes coloniales de la historia dominicana, En la portada de un trabajo preparado por el AGN, se incluye la foto y el nombre de Pedro Francisco Bonó… 127 P. F. Bonó, «Apuntes para los cuatro ministerios», Papeles, p. 80. 126 PFB-20140124.indd 251 24/01/2014 09:56:22 a.m. 252 Julio Minaya llevando, por decirlo así, el imperio español ante el tribunal de la historia? En primer término, por su condición de ilustrado, por conocer relativamente temprano cuál era su papel como patriota e intelectual comprometido con la libertad y prosperidad de su nación. Le preocupaba que el Estado-nación que él y otros compañeros se empeñaban en construir sufriera por doquier embarazos y limitaciones que le impedían obtener siquiera una mínima organización institucional. Por eso llegó a la conclusión de que para comprender el presente –desafiante y sombrío– que tenía ante sí, debía efectuar un ajuste de cuentas histórico con el conjunto de hechos escenificados por los españoles durante tres siglos de acción colonial. La revisión crítica de ese pasado remoto en el que se registró el triple encuentro y choque entre el pueblo español, el indígena y el africano constituía un paso inevitable para el adecuado conocimiento de la sociedad dominicana. En segundo lugar, debe ponderarse la influencia del romanticismo en Bonó, movimiento que había tenido también decisiva influencia en Juan Pablo Duarte y los trinitarios, jóvenes que dirigieron el proceso independentista de 1844. En Latinoamérica el romanticismo vino a complementar y a radicalizar los simples logros políticos cosechados por la gesta emancipadora respecto de España: a la independencia alcanzada había que agregar ahora cambios de tipo social, económico y cultural. Sin tales transformaciones se seguiría viviendo en condición de colonia, con la sola diferencia de que ahora se tendrían constituciones, himnos, escudos y banderas como simples figuras o símbolos formales. En este sentido, puede afirmarse que el espíritu romántico insufló aliento a pensadores como Bonó, que comenzaron a dotar de sentido y valor al suelo nativo y a sus pródigos recursos naturales, así como a las creaciones materiales e inmateriales que eran el fruto del esfuerzo de criollos, nativos y esclavos africanos. De este modo se tributó una mirada apreciativa de lo local. Ahora bien, ahí en lo local, en lo propio, en el ethos mismo de las nuevas naciones está incrustada, de manera indisociable, España. ¿Podemos ser nosotros PFB-20140124.indd 252 24/01/2014 09:56:22 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 253 mismos sin ella? ¿Qué tradiciones, hábitos, creencias, etc., debemos extirpar para dejar atrás definitivamente la condición colonial? ¿Y cuáles de los elementos vitales de la cultura española o de cualquiera de nuestras otras raíces culturales debemos continuar asumiendo a fin de continuar siendo lo que somos? Bonó no tardó en sumergirse en las fuentes de la historia para intentar comprender nuestros orígenes. Con su severa mirada inquisitiva fue encontrando en la historia colonial algunas de las claves que posteriormente le permitieron construir una visión peculiar del entramado social y cultural dominicano. El análisis realizado por Bonó arrojó suficientes luces sobre el carácter del conquistador y colonizador español. Pudo advertir la presencia de «huellas profundas» del régimen colonial en el seno de la sociedad nacional de su época. A relativa temprana edad, Bonó tomó conciencia de que habíamos quedado enmarcados dentro de las tradiciones, costumbres y creencias españolas. Pero este despertar tan solo constituyó el inicio de lo que posteriormente acaecería. Bonó y Bello: canto a la tierra, autonomía mental y evaluación del colono español Pedro Francisco Bonó y Andrés Bello vivieron en épocas diferentes.128 Cuando Bello fallece, en 1865, Bonó tiene treinta y siete años de edad. Fueron solo parcialmente contemporáneos. Sin embargo, desde el punto de vista del tiempo político o de las circunstancias históricas y culturales en que ambos se desenvolvieron, puede afirmarse que sus vidas guardan muchas coincidencias. Y se explica: ambos pusieron al servicio de pueblos liberados de España su capacidad literaria, jurídica e intelectual. Obviamente, hay que tener en cuenta que la emancipación de América del Sur se completó en 1824, mientras que la de República Dominicana ocurre en 1865. Bonó pudo aprender mucho de Bello. Este ya había escrito todas sus obras (excepto Código Civil de la República de Chile) cuando Bonó Bello vive entre los años 1781 y 1865, y Bonó entre 1828 y 1906. 128 PFB-20140124.indd 253 24/01/2014 09:56:22 a.m. 254 Julio Minaya escribió su primer libro en 1848. Y es que Bello se convirtió en el decano de los emancipadores intelectuales latinoamericanos al proclamar, hacia 1823, la autonomía espiritual de los pueblos americanos que dejaron de ser colonias españolas. Toda su capacidad literaria estuvo dedicada a sembrar el ideal americanista. Así fue en sus dos famosas silvas, Alocución a la poesía (1823) y Canto a la agricultura de la zona tórrida (1826). En la primera reclama a la poesía inspirarse en los temas inéditos que la nueva realidad engendra, mientras que en la segunda canta exultante la exuberancia y las exquisiteces del nuevo suelo: ¡Salve, fecunda zona, /que al sol enamorado circunscribes / el vago curso, y cuanto ser se anima /en cada vario clima, / acariciada de su luz, concibes!… Tú das la caña hermosa /de do la miel se acendra, /por quien desdeña el mundo los panales; /tú en urnas de coral cuajas la almendra /que en la espumante jícara rebosa; /bulle carmín viviente en nopales, /que afrenta fuera al múrice de Tiro / y de tu añil la tinta generosa /émula es de la lumbre del zafiro… Abrigo de los valles /a la sedienta caña; /la manzana y la pera /en la fresca montaña /el cielo olviden de su madre España; / adorne la ladera /el cafetal; ampare /a la tierna teobroma en la ribera /la sombra maternal de su bucare; /aquí el vergel, allá la huerta ría…/ ¿Es ciego error de ilusa fantasía?. Y pues al fin te plugo, /árbitro de la suerte soberano, /que, suelto el cuello de extranjero yugo, /erguiese al cielo el hombre americano, /bendecida de ti se arraigue y medre su libertad…saciados duermen ya de sangre ibera /las sombras de Atahualpa y Moctezuma. ¡Oh jóvenes naciones, que /alzáis sobre el atónito occidente / de tempranos laureles la cabeza! /honrad el campo, honrad la simple vida del labrador, y frugal llaneza. /¡Así tendrán en vos perpetuamente /la libertad morada, /y freno la ambición, y la ley templo.129 A. Bello, Poemas y silvas, Caracas, 1986, pp. 47, 55-57. 129 PFB-20140124.indd 254 24/01/2014 09:56:22 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 255 Bonó, parecido a Bello, pone la literatura al servicio de la valoración de lo local, si bien valiéndose en su caso de la novela y del ensayo, pues no era poeta. Con su única novela se propone recrear la vida pobre y rústica de un sector del campo dominicano, el de los monteros; mientras que con el ensayo reflexiona, denuncia y eleva cánticos en prosa sobre las exuberantes riquezas y hermosuras del suelo nativo. Aun careciendo de capacidad para versificar, se aventuró a realizar una «arbitraria transcripción» de una estrofa de la segunda silva de Bello: Cuando en espiras vagorosas huya /solazará el fastidio al ocio inerte… /Mientras el maíz jefe altanero /de la espigada tribu hinche su grano /para el Cibao el banano /desmaya al peso de su dulce carga.130 Tanto en Bonó como en Bello está presente la huella del romanticismo historicista: en ambos alienta la preocupación de acercarse a la historia auxiliados de «la observación de la ciencia filosófica», a fin de conocer la circunstancia vital de sus pueblos respectivos. La incidencia romántica les lleva a poner en entredicho ciertas tradiciones heredadas y a mostrar gallardamente la nueva faz variopinta de los pueblos emergentes en la región. En ello mostraron no solo inconformidad, sino también cierta rebeldía, pues como indica Octavio Paz: El romanticismo fue el gran cambio no solo en el dominio de las letras y las artes sino en el de la imaginación, la sensibilidad, el gusto, las ideas. Fue una moral, una erótica, una política, una manera de vestirse y una manera de amar, una manera de vivir y de morir. Hijo rebelde, el romanticismo hace la crítica de la razón crítica y opone al tiempo de la historia sucesiva el tiempo del origen antes de la historia […] El romanticismo es la gran negación de la Modernidad […] Pero una negación moderna: quiero decir una negación dentro de la Modernidad. Solo la Edad Crítica podía engendrar una negación de tal modo total.131 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 101-102. O. Paz, La otra voz. Poesía y fin de siglo, Barcelona, 1990, p. 35. 130 131 PFB-20140124.indd 255 24/01/2014 09:56:22 a.m. 256 Julio Minaya Por supuesto, no vamos a encontrar en nuestros intelectuales una filiación romántica total o exclusiva. Ella solamente incidirá en la crítica a las tradiciones anteriores y en el afincado interés por dar cauce al nuevo pensar y sentir de naciones que aún tenían pendiente la definición de su propio carácter. Como hemos indicado, Bonó era poco inclinado a las citas o menciones de autores. Sin embargo, hizo una rara excepción con Andrés Bello, a quien refiere en varias ocasiones. A él y al ecuatoriano Joaquín Olmedo incluso los elogió y presentó como nuevos paradigmas para la juventud de Hispanoamérica: […] si los siglos de Pericles, de Augusto y Luis XIV han sido los más hermosos de la humanidad, Olmedo y Bello son tan preciosas muestras del genio hispanoamericano, que la posteridad por solo ellos pondrá muy alto al Ecuador y Venezuela; por tanto, poetas, perdonad y seguid, que quizás uno solo de vosotros baste también, para presentar con decencia y con grandeza a las generaciones futuras nuestra ignota y hasta ahora desdichada Nación.132 Bonó desarrolló una íntima identificación con la tierra que lo vio nacer, «único lugar donde uno es algo». En sus escritos realiza descripciones excelsas de las condiciones óptimas del lar nativo: sus ríos, flora y fauna. A guisa de ejemplos tenemos la exaltación de Samaná,133 la vívida presentación del río de Maguaca134 y la valoración P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Papeles, pp. 292-293. Luego de declarar que todo visitante se queda absorto y contemplativo ante tantas especies y colores de aves, refiere lo excepcional de su flora: «cedros seculares, caobas majestuosas y otros robustos árboles entretejen sus ramas prestando fresca sombra, mientras el parásito y alimenticio ñame abarca sus troncos con delgado bejuco de fibras delicadas». P. F. Bonó, «Apuntes para los cuatro ministerios», Papeles, pp. 97-100. 134 «El río, con sus cristalinas aguas arrastrando menuda arena; con sus riberas enredadas por bejucos de tabaco de flores acampanilladas de todos matices, es un tipo de río quisqueyano. Por medio de sus enredaderas floridas, cruza el camino, ancho, solitario, cubierto de mullida grama, que verde y abundosa sirve sabroso pasto a los caballos. Todo en él […], convida a los viajeros al descanso, en medio de una naturaleza bella y apacible, que solo engendra ideas pacíficas y gratas». P. F. Bonó, «Un proyecto», Papeles, pp. 170-171. 132 133 PFB-20140124.indd 256 24/01/2014 09:56:22 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 257 de las condiciones excepcionales del suelo de la común de San Francisco de Macorís.135 Gracias a sus conocimientos geográficos, el autor está en aptitud de afirmar: La República Dominicana con todos los elementos naturales que posee es sin duda el punto más a propósito para crear una República activa, influyente y dominadora […] En todo el circuito del litoral, desde el río Pedernales hasta el río Dajabón pueden contarse como veinte y cinco puertos, surgideros y bahías, propios algunos para abrigar las mayores escuadras del mundo. En medio de tanta profusión descuella Samaná, bahía segura, defendida y tan grande, que el geógrafo D´Anville le ha dado el título de Golfo; tan cómoda, que encierra varios puertos en sus flancos apacibles para mayor seguridad del anclaje.136 Fueron estas condiciones objetivas del país las que afianzaron su tarea a favor de la emancipación intelectual dominicana, pues para emprender tamaña misión no bastan las condiciones subjetivas o sentimentales que el patriotismo inspira. Bonó y Bello de cara al colonizador español Ni Bonó ni Bello devinieron críticos a ultranza del legado de España al Nuevo Mundo. Postularon, eso sí, la necesidad imperiosa de acudir a todos los medios posibles para lograr la autonomía espiritual y la originalidad en la esfera intelectual y artística. Bonó captó un punto de inflexión en el trato dispensado por los españoles a los nativos del Nuevo Mundo: vio cómo el colonizador adoptó una actitud diferente a partir de la desaparición de los taínos Dice refiriéndose a San Francisco de Macorís: «Esta común enclavada en el renombrado valle Vega Rea […] La caña hermosa, de do la miel se acendra, por quien desdeña el mundo los panales, tiene aquí su domicilio más arraigado. Un labrador […] me mandó de muestra una caña que tenía nueve varas de largo […]». Ver P. F. Bonó, «Cuestiones sociales y agrícolas», Papeles, pp. 258-261. 136 P. F. Bonó, «Apuntes para los cuatro ministerios de la República», Papeles, p. 97. 135 PFB-20140124.indd 257 24/01/2014 09:56:22 a.m. 258 Julio Minaya de La Española, pues como se expresó anteriormente, una vez dejada atrás la funesta práctica de la esclavitud personal, los españoles prodigaron un trato benevolente y «dulce» a los esclavos (negros en esta segunda fase). Esta consideración es expresada por Bonó en 1881, pero veinte y cuatro años atrás había asumido una postura no del todo semejante, como puede apreciarse en los siguientes planteamientos de 1857: Los indios repartidos fueron esclavos; y no acostumbrados a las fatigas de este estado, perecieron. Quiérese llenar los vacíos que dejaban con africanos que siguieron la misma suerte que los reemplazados, no en la muerte, pues por naturaleza resistían más a los trabajos y afanes con que los cargaban; pero sí en condición, pues fueron esclavos. Todos estos esfuerzos fueron infructuosos, por no ser más que una injusticia corregida con otra injusticia. Pero mientras tanto se pobló la Isla con las dos razas; la europea como libre y señora, y la africana como esclava.137 Según este texto, los africanos experimentaron igual suerte que los indígenas, si bien ostentaban condiciones físicas capaces de soportar las labores impuestas. Sin embargo, con el discurrir de los años, el padre de la sociología dominicana arribó a la conclusión de que los esclavos resultaron favorecidos por la bondad y ternura hispánicas, las cuales facilitaron la mezcla racial, nivelaron las condiciones de vida y evitaron el odio y la violencia que se observaron en la parte francesa o Saint-Domingue. Es evidente, por tanto, que para Bonó los dominicanos no heredaron únicamente taras o vicios de España, sino también virtudes. Pedro L. San Miguel considera, empero, que el argumento de Bonó está basado en una idealización de la esclavitud y de las relaciones raciales en el país, ya que puede afirmarse que mientras se mantuvo el predominio de la economía de plantación durante el siglo xvi, las relaciones entre amos y esclavos no se diferenciaron P. F. Bonó, «Apuntes para los cuatro ministerios de la República», Papeles, pp. 82-83. 137 PFB-20140124.indd 258 24/01/2014 09:56:22 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 259 –en lo fundamental– de lo que se observaría posteriormente en otras áreas de América.138 A lo sumo, podría hablarse de una «flexibilización de la esclavitud» como resultado de la decadencia de la industria azucarera, opina San Miguel, quien además expone, refiriéndose a la tesis de Bonó, lo siguiente: Las fugas y sublevaciones de esclavos, por ejemplo, habría que verlas como momentos de esa «guerra social» que, de acuerdo a él, era imposible en Santo Domingo. Las diferencias apuntadas por Bonó serían un resultado, más bien, de los divergentes ritmos con que se desarrollaron las economías de Haití y Santo Domingo, y no de la «superioridad moral» del colonialismo español, como él propone. Que la sociedad dominicana adquiriese una mayor porosidad racial que Haití, reflejada en una población más amulatada, fue resultado fundamentalmente de las fuerzas económicas y demográficas que moldearon, en general, las sociedades caribeñas.139 Si se pondera la posición de Bonó de cara al mundo colonial hispánico, se verá que dista de las que esgrimieron Sarmiento, Eugenio María de Hostos o Alejandro Angulo Guridi, y que se aproxima a la sostenida por Andrés Bello. Bonó y Bello criticaron el régimen colonial español, pero no de forma radical, sino moderada.140 En el caso de Bonó, entre otras razones, porque siempre tuvo la tendencia Pedro L. San Miguel, La isla imaginada. Historia, identidad y utopía en La Española, Santo Domingo, 2007, pp. 78-79. 139 Pedro L. San Miguel, La isla imaginada, p. 79. 140 Bonó no se limitó a señalar exclusivamente las taras o vicios heredados de España, como ya se tuvo ocasión de apreciar, sino que habló también de las cualidades positivas que embellecían al genio español, según lo demuestra el siguiente párrafo: «Y este es el cuadro compendiado de lo que la tradición dominicana viene celebrando hasta hoy como el buen tiempo viejo, capaz él solo por cierto […] de hacernos amar el desventurado presente que nos agobia, pero el cual también pone de relieve las buenas prendas que adornan y son el fondo del carácter nacional español, que es la sola causa atenuante que puede justificar en la historia el poco provecho que la causa de la civilización retiró durante tres siglos de su grande imperio colonial». P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, pp. 218-219. 138 PFB-20140124.indd 259 24/01/2014 09:56:23 a.m. 260 Julio Minaya a la medianía, esto es, a evitar los polos extremos, como postulara Aristóteles. Algo que es constatado por el propio San Miguel: «En términos de política racial, Bonó era partícipe de lo que podríamos llamar “mulatismo”. Este mulatismo ideológico es típico de su pensamiento, que condena los extremos».141 Bello también fue moderado al enjuiciar a España: rechazó sus vicios, pero le reconoció méritos. Con España, considera, debemos ser justos: no era aquélla una tiranía feroz. Encadenaba las artes, cortaba los vuelos al pensamiento, cegaba hasta los veneros de la fertilidad agrícola; pero su política era de trabas y privaciones, no de suplicios ni sangre. Las leyes penales eran administradas flojamente. El despotismo de los emperadores de Roma fue el tipo del gobierno español en América.142 Muy parecida a la de Bello es la visión de Pedro Henríquez Ureña. Asumiendo como marco el comportamiento exhibido por los españoles en Santo Domingo, señala que la gradual nivelación de la riqueza, unida al fondo democrático del espíritu español, fue borrando las grandes diferencias. En cuestión de raza, no hay los fuertes prejuicios que reforzó en Cuba la persistente importación de esclavos en el siglo xix: el prejuicio es, si pudiéramos decir, estético. [...] los esclavos, con el escaso desarrollo de la agricultura, eran más que nada, sirvientes domésticos.143 Muy lejos de toda moderación en el enjuiciamiento a España se encuentra la postura esgrimida por Domingo Faustino Sarmiento, para quien el pasado hispánico tendría que ser borrado definitivamente de la mente latinoamericana. El argentino abrazó un proyecto P. L. San Miguel, La isla imaginada, p. 80. A. Bello, El pensamiento de América, México, 1943, p. 68. 143 P. Henríquez Ureña, «La antigua sociedad patriarcal de las Antillas», p. 505. 141 142 PFB-20140124.indd 260 24/01/2014 09:56:23 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 261 civilizador que pretendía desterrar la barbarie144 en todos los órdenes de la vida mediante el instrumento idóneo de la educación. Para Sarmiento todo vestigio de cultura española encerraba atraso: «¡No riáis, pueblos hispanoamericanos, al ver tanta degradación! –exclamaba– ¡Mirad que sois españoles y la inquisición educó a España! ¡Esta enfermedad la traemos en la sangre!».145 Eugenio María de Hostos, que se formó académicamente en España y que consagró buena parte de su vida a la búsqueda de la emancipación política de Puerto Rico, fue un impugnador implacable de la metrópoli. De hecho, tuvo en común con Sarmiento la admiración del modelo de vida estadounidense y el uso de los términos contrapuestos de «barbarie» y «civilización». Inquisición, contrarreforma, escolasticismo, absolutismo y dogmatismo fueron componentes básicos de la cultura hispánica que refutó con vehemencia, por considerar que envilecieron la conciencia y profundizaron el estado de barbarie dentro de la sociedad hispanoamericana. Afirmó convencido: «España no ha producido, ha abortado sociedades».146 De su lado, Alejandro Angulo Guridi, pensador criollo, leal amigo de Hostos y defensor del centralismo, se pronunció contra todo lo que simbolizaba el hispanismo, al que declaró su enemistad en 1864: No soy, es verdad, ni puedo ser amigo de los españoles como gobernantes aquí en América, porque su sistema colonial es impolítico, injusto y anti-económico: porque por más buena fe con que los sirvamos nosotros los criollos, siempre nos tratan con recelo, nunca creen en nuestra sinceridad: porque el hecho de nacer nosotros en América es bastante para que todo español nos mire con desdén, juzgándonos inferiores a ellos en condición social, aun cuando nuestros padres y madres sean peninsulares: en fin, porque cuando ocupan un puesto de Para Sarmiento la barbarie la representaban en Argentina los españoles, los indígenas y los mestizos. Y quienes mejor expresaban la civilización eran los Estados Unidos. 145 D. F. Sarmiento citado en L. Zea, El pensamiento, p. 94. 146 E. M. de Hostos, «La América Latina», en M. Pimentel, Identidad, multiculturalismo y capitalismo, p. 133. 144 PFB-20140124.indd 261 24/01/2014 09:56:23 a.m. 262 Julio Minaya autoridad cualquiera en el orden civil, militar o eclesiástico, su estilo, su tono, su lenguaje y sus maneras toman tal aire de aspereza […] que se hacen de todo modo insoportables […]147 Como se ha tenido oportunidad de apreciar, no fue Bonó el único que en el país llegó a impugnar determinados rasgos del genio español, pero sí fue el pionero de esa función crítica, que desarrolló de manera equilibrada, sin caer en posturas antihispánicas radicales. La América hispánica y la América anglosajona vistas por Bonó Colonias españolas no aptas para la vida republicana El análisis de la estructura colonial implantada por España en América llevó a Bonó a realizar un estudio comparativo entre esta y el paradigma colonial anglosajón. Comprobó así cómo las instituciones de la democracia moderna fructificaban con facilidad en el norte, mientras que el ensayo de las mismas en el sur desembocaba en estrepitosos fracasos. Y no por falta de deseos, pues al decir de Bonó: Como regla general la América ha demostrado que quiere ser República, pero en muy pocos de los Virreinatos y Capitanías generales coloniales españolas los acontecimientos han demostrado que la República pudiese encontrar el apoyo necesario de la virtud política, único fundamento de la libertad e igualdad políticas. Desde el primer día en que sus grandes hombres, como Bolívar, San Martín, Guerrero y otros de los animados con el hecho de la Independencia de las colonias inglesas y exaltados con las grandes verdades resucitadas por la revolución francesa y aprovechándose de los embarazos que esa revolución creaba a los tronos y a la teocracia en Europa 147 A. Angulo Guridi, «Examen crítico de la anexión de Santo Domingo a España», Obras escogidas 2, Santo Domingo, AGN, 2006, p. 229. PFB-20140124.indd 262 24/01/2014 09:56:23 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 263 proclamaron la independencia de las antiguas colonias españolas, se ha venido demostrando que estas colonias estaban privadas de los elementos necesarios para fundar a la República [cursivas añadidas] de una manera digna de la humanidad.148 Bonó se refiere a virreinatos, a capitanías generales. Y en este orden guarda pertinencia el planteamiento de Octavio Paz en torno a que Nueva España (México) y Perú constituyeron virreinatos, reinos súbditos de la Corona de Castilla como los otros reinos españoles; en cambio, los establecimientos ingleses de Nueva Inglaterra y de otros Estados fueron colonias en la acepción clásica del término, es decir, comunidades instaladas en un territorio extraño y que conservaron sus lazos culturales, religiosos y políticos con la madre patria.149 De acuerdo a Bonó, lo que hacía falta en Hispanoamérica para la instauración del modelo republicano de gobierno eran elementos de exclusiva naturaleza política e ideológica (virtud política, espíritu público), y no de carácter socioeconómico (formas y relaciones productivas compaginadas con la modernidad, clases sociales correspondientes, etc.). Pensaba que no era posible compensar adecuadamente tal deficiencia en los pueblos hispanoamericanos, pues se carecía de los elementos culturales (tradiciones, hábitos, creencias) requeridos para ello. De ahí que Bonó sostuviera lo siguiente: Los dominicanos hoy día bajo el pie de igualdad civil y política que ya cuenta más de sesenta años no debieran ver en su raza más que un solo conato, el de la autonomía de la República, pero por desgracia las tradiciones no permiten que todas las aspiraciones se dirijan unísonas y permanentemente hacia ese fin.150 Iniciador del movimiento intelectual que enjuicia la permanencia de los patrones culturales españoles en la evolución anómala de nuestra vida de nación independiente, llegó casi siempre al mismo punto: el ethos colonial sigue, como fantasma invisible, dirigiendo P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 232. O. Paz, Tiempo, p. 144. 150 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 238. 148 149 PFB-20140124.indd 263 24/01/2014 09:56:23 a.m. 264 Julio Minaya nuestros actos. Permanecemos, entonces, alienados por España, la culpable de muchos de nuestros males. Solo cuando logremos extirpar de nuestro ser las taras que nos ha transmitido, daremos el paso anhelado hacia una vida totalmente independiente. Libre no solo en sentido político, sino también en el orden intelectual, algo todavía pendiente de conquistar. Como pionero de la emancipación mental, Bonó advirtió la presencia de España luego de veinte años de independencia dominicana. Tanto desorden y atraso remitían a un pasado insano que obstruía el advenimiento del nuevo orden moderno. Según Bonó, las situaciones problemáticas que vivió la República Dominicana de su época… Salen de un mismo plan, están eslabonadas con la historia general de América en su sucesivo aspecto de colonias y naciones [cursivas añadidas] y por tanto se necesita leer y releer todo lo que de más selecto han escrito los grandes pensadores que la han estudiado. Y luego de asimilar y cotejar los grandes rasgos de esta historia americana, estudiar las especiales de la República Dominicana y Haitiana ya como colonias, ya como naciones, cuando unidas, cuando separadas […]151 Durante su vida, Bonó observó y reexaminó una y otra vez las actitudes o comportamientos cotidianos de los dominicanos que ostentaban posiciones rectoras en el país –en una «Nación republicana, mulata, blanca y negra»–. Su conclusión fue que el tipo de comportamiento político que exhibían no era algo ocasional, sino que se encaminaba a prolongarse indefinidamente en el tiempo, perpetuando de esta manera «la vieja cadena sin fin que tiene aprisionadas a todas las naciones que fueron colonias españolas con esclavos».152 En Norteamérica fructifican instituciones democráticas La historia de las Trece Colonias levantadas contra Inglaterra y decididas a fundar la República democrática como modalidad de gobierno P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas», Papeles, p. 209. Ibídem, p. 214. 151 152 PFB-20140124.indd 264 24/01/2014 09:56:23 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 265 sigue otra dinámica. Bonó elogia la existencia en Norteamérica de «capas sociales» conscientes de sus derechos y deberes de ciudadanía; resalta la existencia de líderes talentosos, de buenos hábitos imbuidos de la que para él constituía «una sana filosofía». Gracias a estas y otras circunstancias excepcionales, lograron crear la gran república moderna. Fue un entorno sociocultural que conoció directamente cuando vivió en Filadelfia y viajó por otros Estados. Su conocimiento es de primera mano, a juzgar por los señalamientos siguientes: Los anglosajones envejecidos en el ejercicio de la libertad, tanto en la Madre Patria como en los Estados coloniales, acostumbrados, adiestrados, moldeados por la libertad política […] porque la libertad acompaña siempre al inglés, proclamaron su Independencia sin otro obstáculo serio que el de la obstinada insistencia de un Ministerio en quererlos avasallar. Mas luego al constituirse en Nación soberana encontraron todas sus capas sociales con la conciencia profunda de los derechos y obligaciones que da la ciudadanía con el hábito de la libertad ejercida por muchas generaciones y más que todo por directores a hombres de buenas costumbres, religiosos, de gran talento, de genio, desinteresados y saturados de una sana filosofía y conocedores de la historia antigua y de su tiempo […] Los nombres de Washington, Franklin, Adams, Jefferson y otros más de esa pléyade de héroes, sabios, pensadores, políticos y legisladores han pasado a la posteridad simbolizando la creación y desenvolvimiento de la gran República moderna. Al fundarla todo se respetó, hasta la pretensión de los dueños de hombres sobre la propiedad exclusiva de esos hombres.153 Este conjunto de factores subjetivos y objetivos permitió al Norte la implantación de un sistema político que tanto la historia como la filosofía aconsejaban. Ningún tipo de obstáculo pudo impedir su implementación.154 P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 244. «[…] los Estados Unidos se fundaron sobre una tierra sin pasado. La memoria histórica de los norteamericanos no es americana sino europea. De ahí que una 153 154 PFB-20140124.indd 265 24/01/2014 09:56:23 a.m. 266 Julio Minaya Ni siquiera la esclavitud, institución refractaria a las libertades y derechos enarbolados por el liberalismo, se erigió en barrera infranqueable para el logro de sus propósitos. Es que estos hombres estaban decididos a realizar todos sus ensayos siguiendo las indicaciones del libreto británico: los negros e indígenas vendrían a ocupar el lugar de los antiguos bárbaros; los primeros serían destinados a la esclavitud, y los segundos, al exterminio o al confinamiento en reservas. Y ni siquiera contaron con un Montesino o padre Las Casas que defendiera su condición de seres humanos. ¡Se debió esperar allí dos siglos para que de la misma raza negra surgiera Martin Luther King, líder que alzó la voz en el desierto de aquella extensa región y reivindicó la dignidad de los afroamericanos! Y todo porque, afincados en su religión protestante y en su filosofía liberal-utilitarista, los hijos de las Trece Colonias tenían la convicción de que no solo eran dueños de sus capitales, sino que detentaban además la «propiedad exclusiva de esos hombres» que eran oriundos del África, como atinadamente sostiene Bonó. Por supuesto, jamás iban a consentir mezclarse con seres colocados por «debajo» de la que juzgaban era la escala propia de los seres humanos. No fue otra la razón por la que en Norteamérica no se produjo el abigarramiento étnico-cultural que se registró en la América luso-hispánica, en cuyos hornos se fundieron diversos troncos humanos, dando lugar a sociedades diferentes a todas sus antecesoras. Precisamente en una de esas sociedades está Bonó, quien se empeñó en construir una episteme, una especie de teoría que pudiera dar cuenta de sus procesos vitales y de su adecuada configuración. De algo está consciente: la dominicana es un nuevo tipo de sociedad de carácter eminentemente mestizo (síntesis de lo español y lo africano) que resulta ser muy diferente de la sociedad española, cuya conformación étnico-cultural debe mucho también a un proceso de mestizaje, si bien en base a un entronque de etnias y culturas distintas. Bonó es –sin quizá– el intelectual que más cayó en la cuenta de que, como afirma José Luis Sáez: de las direcciones más poderosas y persistentes de la literatura norteamericana, de Whitman a William Carlos Williams y de Melville a Faulkner, haya sido la búsqueda (o la invención) de raíces americanas. Voluntad de encarnación, obsesión por arraigar en la tierra americana: a este impulso le debemos algunas de las obras centrales de la época moderna». O. Paz, Tiempo, p. 146. PFB-20140124.indd 266 24/01/2014 09:56:23 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 267 La presencia anacrónica de España en Santo Domingo en 1861, tenía que chocar con una cultura mestiza cada vez más sólida, y acentuar definitivamente el sentimiento de la nacionalidad, que produjo un movimiento popular como la Guerra de la Restauración, autosustentado además por un nuevo rubro económico: la industria del tabaco en el Cibao o región Norte.155 Pero no era suficiente tal sentimiento de nacionalidad. A Bonó le preocupaba sensiblemente la cuestión de por qué en República Dominicana no prendían las instituciones políticas prohijadas por la Modernidad, problema de difícil resolución y del que dependía que se pudiera instaurar el Estado-nación anhelado por él. Dominicana: entre la república y la monarquía Luego de ponderar suficientemente la realidad social del país, Bonó llegó a una postura digna de atención: en carta a su amigo Gregorio Luperón señaló que los esfuerzos llevados a cabo en su doble condición de político y de pensador se estrellaban y neutralizaban en medio de las pugnas entre dos principios debatidos y enfrentados irreconciliablemente en su época: el de la Monarquía y el de la República. De acuerdo al intelectual, la Monarquía tenía en el papado su cabeza principal, mientras que la República tenía por campeón a los Estados Unidos. Según él, los dominicanos se habían lanzado al escenario de una lucha de carácter mundial intentando vencer las tradiciones y hábitos propios del régimen monárquico, firmemente arraigados en el alma nacional;156 pero también se veían obligados a montar guardia frente J. L. Sáez, Breve introducción a la cultura dominicana, Santo Domingo, 2006, pp. 36-37. Al asociar el régimen republicano al ámbito norteamericano y el monárquico a España (alimentado por el gobierno unipersonal del catolicismo), Bonó se acerca a las reflexiones de Montesquieu: «La religión católica conviene más a una Monarquía, y la protestante, a una República. Cuando una religión nace y se forma en un Estado, sigue normalmente el plan del Gobierno donde está establecida, pues los hombres que la reciben y los que la hacen recibir no tienen otras ideas sobre administración que las del Estado en que han nacido». Ver barón de Montesquieu, Del espíritu, Madrid, 1998, p. 303. 155 156 PFB-20140124.indd 267 24/01/2014 09:56:23 a.m. 268 Julio Minaya a Estados Unidos, país que no los visualizaba como sus aliados –antes bien, como sus enemigos–, debido a la ignorancia y a su carácter corrupto: «El arma más terrible de que se valen ambos enemigos contra nosotros es dicha corrupción e ignorancia».157 Conforme lo visto anteriormente, en Bonó latía la preocupación en cuanto a si la sociedad dominicana estaba o no en condiciones de dar el salto a la vida moderna, esto es, si podía adoptar el modelo gubernativo que más aconsejaban las circunstancias del momento. Según su óptica, ello estaría supeditado a la superación de los resabios que la vida colonial le había dado como herencia. ¿Con qué medios podíamos superarlos? La clave estaba en el conocimiento. Intento de reforma de instrucción pública y emancipación En el contexto de una pregunta, Bonó capta una de las situaciones paradójicas del pueblo dominicano: ¡tanta valentía en un pueblo tan niño! Así lo expresa: ¿No da lástima, señores, ver a este pueblo inocente, tan valiente pero al mismo tiempo tan niño, que su vida es temblar diariamente por su autonomía [cursivas añadidas], porque no se ve salida por sí propio al ancho y seguro camino que recorren los pueblos autónomos, servidos por sus propios organismos, en pos de ideales asequibles por su propio esfuerzo? Esta autonomía tan caramente comprada ¿no podrá darle de sí todo lo que ha dado y dará al resto del mundo? ¿Acaso le están cerradas las puertas de la dicha ya como colonia, ya como nación libre? Eso no es posible, no entrará en los designios de la sabia Providencia condenar a un pueblo que arrastró la cadena del esclavo por tres siglos, a una miseria y esclavitud peores que la que conllevó tan largo tiempo. Causas ocultas hay que debemos investigar, escudriñar y resolver, y yo creo, que si los hombres pensadores independientes, discutieran los actos gubernamentales […] la administración no cometería las graves 157 Carta de P. F. Bonó al general G. Luperón fechada el 12 de marzo de 1882, en P. F. Bonó, Papeles, p. 462. PFB-20140124.indd 268 24/01/2014 09:56:23 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 269 faltas que le vemos cometer, ni el pueblo tantas insensateces como en las que lo engolfan los que lo explotan.158 A tal pueblo había que procurarle los medios para su crecimiento intelectual y moral. Ignorante y carente de fe en sí mismo, ¿bastaba con la instrucción pública para superar sus deficiencias? Eso creyó Bonó, tal como lo consigna en carta de 1867 al cónsul dominicano en Nueva York: «[…] para el porvenir que sin ello será siempre intranquilo, trato de fundar y promover la educación pública con todas mis fuerzas».159 Bonó tenía la firme opinión de que erradicando del país la «lepra temible de la ignorancia» se lograría alejar para siempre las convulsiones terribles que agitaban en todo momento a la joven nación. Por eso se empeñó en la promoción educativa de los dominicanos, porque consideraba que solo a través de la misma sería posible lo que tanto anhelaba: la ilustración y el progreso del país.160 Únicamente con la educación se haría posible conseguir la estabilidad necesaria y las metas ulteriores concernientes a la organización general del país. Al pensar en la erradicación de dicha ignorancia, en la mente de Bonó está presente el conjunto de taras derivadas del pasado insano que España nos dio como heredad. Merced al plan educativo que se implementaría, dichas rémoras quedarían eventualmente superadas. Como afirma Leopoldo Zea: Los hábitos, las costumbres, el largo coloniaje impuesto sobre la mentalidad de los hombres que formaban estos pueblos, tenían que ser borrados. ¿Por qué vía? Por la educación. Había que reformar, que reeducar a los latinoamericanos para adaptarlos a la libertad, el progreso y la civilización […] Para escapar al pasado, para vencer el colonialismo impuesto por el pasado, los pensadores latinoamericanos se inspiraron en […] La ideología, el eclecticismo, P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 388. Carta inserta en P. F. Bonó, Papeles, p. 253. 160 «No basta escribir y narrar lo que tanto se ha dicho y repetido, de que la ilustración es la palanca del progreso, que la instrucción se necesita, que faltan escuelas, que falta la educación de familias, capitales. ¿Quién ignora eso? ¿Quién puede desconocer verdades de tanto bulto, tan probadas y definidas?». Ver P. F. Bonó, «Apuntes sobre las clases trabajadoras», Papeles, p. 191. 158 159 PFB-20140124.indd 269 24/01/2014 09:56:23 a.m. 270 Julio Minaya el Romanticismo, el Liberalismo y el Tradicionalismo, que se conjugaron en el pensamiento de los Sarmiento, Alberdi, Bilbao, Lastarria, Mora, Montalvo, Luz y Caballero, etcétera, etcétera.161 Como puede inferirse, la inquietud de Bonó formaba parte de un movimiento más amplio desplegado por toda la región. La prioridad era lo educativo, condición sine qua non para el cambio de mentalidad anhelado. En tal sentido, en el país debía llevarse a cabo una cruzada por la educación, pues en dicha área casi todo estaba por hacerse. Esto es lo que «trato de fundar y promover con todas mis fuerzas», plantea Bonó. Queda por ver la cuestión concerniente a si en 1867 Bonó estaba colocado a la altura de las exigencias que implicaba el programa reformador de la educación dominicana, objetivo por el que diligenció la contratación del Dr. Ramón E. Betances, puertorriqueño que, al igual que Hostos, luchaba por lograr la independencia de su pueblo. Tal gestión indica que Bonó pensaba seriamente en el asunto, mas dicha temática será abordada en un momento oportuno. Bonó comparte rasgos con emancipadores mentales hispanoamericanos Rasgos básicos de los emancipadores mentales Un breve ejercicio para trazar el perfil del emancipador intelectual latinoamericano resaltaría los rasgos distintivos siguientes: a.Participación como orientador teórico-ideológico en el proceso de conformación de las nuevas naciones durante la post-independencia b. Desempeño de funciones públicas de alta jerarquía (presidentes, ministros, senadores o diputados) L. Zea, «Prólogo», Precursores del pensamiento latinoamericano contemporáneo, México, 1979, p. 9. 161 PFB-20140124.indd 270 24/01/2014 09:56:23 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 271 c. d. e. f. Estudio y ejercicio del derecho Vocación magisterial o periodística Rol de pensador o intelectual crítico Influencias de la Ilustración liberal, el romanticismo y el positivismo g. Crítica consistente del pasado colonial expresada en libros o ensayos h. Tendencia a sobrevalorar la cultura anglosajona i. Afán de búsqueda de la identidad j. Víctima de persecución, prisión o exilio político k. Contribución al conocimiento histórico de cada país l. Identificación con el credo progresista m. Militancia masónica De las características antes mencionadas,162 Bonó participa de todas, salvo en lo que sigue: 1. No ejerció de maestro, aunque desempeñó funciones gerenciales en el ministerio educativo. En su esbozo en torno a la evolución de la cultura en la América española, P. Henríquez Ureña dedica varias páginas a dar cuenta de los aprestos realizados en procura de la independencia intelectual de los diversos pueblos de la región. Pueden destacarse: – Jóvenes literatos, arrastrados por la corriente romántica, se proponen expresar y profundizar el llamado de Andrés Bello por la independencia intelectual en cada uno de sus países. – El interés de un grupo de pensadores (literatos y políticos) por explorar metódicamente sus propias tierras, otorgando especial atención al paisaje y las costumbres del campo y de la ciudad. – Dichos intelectuales recurren al cuadro de costumbre a través de artículos o de ensayos breves. – Aparecen pensadores de amplia visión filosófica interesados en dar explicación de los intrincados hechos que presenciaban y en los que ellos mismos tomaban parte. Se redactan importantes esbozos de historiografía en diversos países. – Los literatos acogen en sus producciones la discusión de los problemas sociales que afectan a sus colectividades. Ver P. Henríquez Ureña, «Historia de la cultura», pp. 329-332. Debe resaltarse aquí el hecho de que Bonó escribe en 1848 una novela de costumbres, El montero, la cual fue publicada en París hacia 1856. A pesar de ello, Henríquez Ureña refiere que en la región solo se escribieron artículos y ensayos breves durante el lapso de 1825-1860 (pp. 317-332). 162 PFB-20140124.indd 271 24/01/2014 09:56:23 a.m. 272 Julio Minaya 2. La doctrina positivista ejerció sobre él determinado influyo –por ejemplo, en cierta visión organicista de la sociedad163–, pero esta no caló en la forma que lo hicieron la Ilustración liberal y el romanticismo. En tal sentido, el relevante aporte que haría la doctrina positivista al quehacer pedagógico en Latinoamérica (aporte a todas luces moderno, y que en muchos emancipadores y países tuvo notable impacto) no registró influjo sobresaliente en Bonó. De esto se derivarán consecuencias importantes para esta tercera y última parte de nuestro trabajo. 3. En lo referente a la sobreestimación de la cultura inglesa y estadounidense, no fue un defensor a ciegas de la misma, pues abogó por la búsqueda de la originalidad dominicana y reprochó el afán plagiario o imitativo respecto de todo cuanto provenía de Europa y Estados Unidos. En estas posturas guarda sorprendentes similitudes con el cubano José Martí, en tanto que se aleja de Sarmiento y Hostos. 4. La posición de Bonó con relación al dogma que favorecía el progreso a todo trance experimentó un importante sesgo, lo cual marcó una enorme distancia respecto de los emancipadores mentales de la región, muy especialmente los argentinos Sarmiento y Alberdi. Para comprender tal distanciamiento habría de tenerse en cuenta que el emancipador cultural dominicano evaluó críticamente teorías como el liberalismo económico y el positivismo, las cuales sirvieron de plataforma al despliegue exitoso del industrialismo anclado en el capital monopolista, librecambista y proteccionista. Sus objeciones al respecto lo llevaron a diferenciarse parcialmente del grupo de los emancipadores intelectuales latinoamericanos. Los siguientes planteamientos de Bonó remiten a una perspectiva de la sociedad de corte organicista: «Haremos como hacen los hombres de ciencia; por ejemplo los botánicos: principiaremos por la organografía, anatomía y fisiología de la sociedad que debemos estudiar, y después pasaremos a su física y química […] El cuerpo social no es materia como el vegetal, pero en realidad tiene raíces, ramas, troncos y frutos tan visibles para el sociólogo y hombre de Estado, como para todo el mundo; los troncos, frutos y raíces del árbol que se tiene a la vista». Ver P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 357. 163 PFB-20140124.indd 272 24/01/2014 09:56:24 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 273 Condiciones que favorecen a Bonó como pionero de la emancipación mental dominicana En la República Dominicana no existe ningún intelectual político del siglo xix que cumpla, como Bonó, con la mayor parte de los rasgos correspondientes a los emancipadores intelectuales de la región citados con anterioridad. Por cierto, República Dominicana albergó durante la centuria a intelectuales de valía por cuya participación política cosechó variados frutos. Y a la inversa: el país tuvo una serie de políticos que hicieron importantes contribuciones dentro de la esfera intelectual. Juan Pablo Duarte y Ulises Francisco Espaillat son muestras palmarias de ello. El primero ostenta el título de Padre de la Patria, y el segundo, de prócer. Sus obras políticas son conocidas, lo mismo que sus aportes de índole intelectual; empero, ninguno se destaca como pionero de la independencia cultural del país respecto de España. Por supuesto, Duarte no luchó por la independencia enfrentando a España, sino a Haití; por lo que necesitaba ganarse al sector proespañol, que era cuantitativa y cualitativamente muy significativo para la causa separatista respecto del Estado haitiano. En cuanto a Espaillat, sí luchó contra España, lo mismo que Bonó, pero su lucha no trascendió el aspecto político. ¿Qué circunstancias o condiciones convierten a Bonó en iniciador en Santo Domingo de la emancipación intelectual? En el asunto concurren determinadas variables y situaciones. Por ejemplo, la especial circunstancia de haber sido de ascendencia francesa e italiana por línea masculina, lo que, reitero, explica su socialización –de mano de su abuela francesa– dentro de los cánones de la cultura gala. Este factor encierra una importante significación a nivel subjetivo, debido a que la crítica a España, en el caso de Bonó, no involucraba simultáneamente la objeción cultural de sus ancestros. Gracias a ello –y esto es muy importante– aspectos sentimentales nunca llegaron a neutralizar su función impugnadora del colonialismo hispánico: podía efectuar la impugnación conceptual de España sin tener que rasgarse el pecho. Otro aspecto a tomar en cuenta radica en el hecho de que Bonó obtuvo el título de Licenciado en Derecho, lo que le deparó ventajas PFB-20140124.indd 273 24/01/2014 09:56:24 a.m. 274 Julio Minaya relativas frente a Duarte y Espaillat, quienes no fueron jurisconsultos. Por consiguiente, las lecturas y análisis llevados a cabo dentro del ámbito jurídico –con muchos de sus contenidos saturados de filosofía del derecho, de filosofía política, de historia universal, etc.– le proporcionaron al intelectual cibaeño un acervo teórico pertinente para la sustentación teórica e ideológica del trabajo que reclamaba su rol como emancipador intelectual. Por último, debe consignarse el período de permanencia en Filadelfia, en exilio voluntario, durante una de las gestiones gubernamentales absolutistas del general Pedro Santana. Pero también su periplo durante varios meses por diferentes ciudades europeas. Tanto sus viajes como sus estudios debieron contribuir a ensanchar el caudal de experiencias y conocimientos que por años había acumulado. Bonó, tan solo iniciador de la emancipación mental dominicana Conforme lo ya indicado, Bonó logra ponerse en contacto con importantes corrientes como el liberalismo ilustrado, el romanticismo historicista, el costumbrismo, el realismo, el utopismo socialista y el positivismo, las que motivarían el enjuiciamiento de las tradiciones españolas procedentes de la era colonial. Empero, como ya se ha apuntado, la recepción de Bonó al ideario positivista estuvo neutralizada significativamente por el rechazo de determinados aspectos filosóficos, éticos, pedagógicos y científicos fundamentales de dicha doctrina. Esto iba a limitar, en gran medida, el rol desempeñado por el autor en lo que atañe a la emancipación intelectual dominicana, pero a la vez le abriría el horizonte comprensivo para otro tipo de mirada, eminentemente crítica, de la que formaría parte su enjundiosa revisión del dogma del progreso vigente en su época, cuestión que tendremos oportunidad de ventilar más adelante. Carlos Rojas Osorio, al momento de examinar la postura de Enrique José Varona frente al colonialismo de España en América, expresa: «Como todos los filósofos positivistas latinoamericanos, PFB-20140124.indd 274 24/01/2014 09:56:24 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 275 Varona hizo un análisis crítico del legado español, el cual veían todavía vigente después de alcanzada la independencia de la metrópolis».164 Bonó no fue un filósofo positivista, tampoco un filósofo per se, sino más bien un pensador que conoció las propuestas filosóficas de su época, las cuales empleó para complementar otros saberes que le servirían también para lograr su cometido epistemológico: el estudio de la sociedad dominicana de segunda mitad de siglo xix. Si Bonó hubiera sido un filósofo positivista, entonces Eugenio María de Hostos no habría tenido que venir a auxiliarnos teóricamente mediante la creación del nuevo régimen pedagógico que propiciaría el acceso a las ciencias modernas. Puede plantearse que Bonó tuvo, en estos aspectos, limitaciones atendibles, las cuales eran propias del medio en que se desenvolvía. Por tal motivo podría decirse que, en cierta forma, el contexto salvó a Bonó. En la hipótesis de trabajo aquí empleada se ha establecido que a Bonó le asiste el mérito de ser pionero de la independencia intelectual dominicana, pero en modo alguno que en él culmina dicho proceso. En efecto, su trabajo de enjuiciamiento no abarcó cuestiones neurálgicas de la cultura y el pensamiento coloniales (verbigracia, el sistema de ideas y creencias del escolasticismo junto al formato educativo tradicional que le era afín). Lo antes dicho no impidió, sin embargo, que en reiteradas ocasiones Bonó se refiriera lacónicamente a la Escolástica en términos desdeñosos, si bien sin llegar a entrar en un ajuste de cuentas con la misma, a diferencia de Hostos. Bonó no efectuó un enjuiciamiento directo y radical, sustentado filosóficamente, de la Escolástica, pero tampoco lo hizo ningún intelectual dominicano anterior o contemporáneo suyo, pues contrario a lo que acontecía en las islas hermanas de Cuba y Puerto Rico –que eran aún colonias de España–, en el período 1824-1880 la República Dominicana ni contaba con universidades ni tenía a ninguno de sus hijos estudiando filosofía en el extranjero.165 C. Rojas Osorio, «Enrique José Varona», Filosofía moderna en el Caribe hispano, México, p. 186. 165 En Cuba la reflexión filosófica no registró interrupción desde la primera mitad del siglo xix. Se inicia con José Agustín Caballero, que nace en 1765; continúa con Félix Varela, José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero; y finaliza con Enrique José Varona, que muere en 1933. Cuba exhibe ciento treinta y tres años 164 PFB-20140124.indd 275 24/01/2014 09:56:24 a.m. 276 Julio Minaya Precisamente, uno de esos jóvenes antillanos –puertorriqueño de unos cuarenta años, dotado de una exquisita formación pedagógica y filosófica– vendría a suplir la enorme deficiencia que limitaba nuestro horizonte intelectual en lo que atañe a la puesta al día con la modernidad alcanzada por Europa en el siglo xix. Se trata de Eugenio María de Hostos. Fue a él a quien le correspondió completar el proceso emancipador mental del pueblo dominicano que Bonó había dejado a medias. Con Hostos asistimos a la primera crítica sistemática y teóricamente sustentada de la corriente Escolástica en suelo dominicano, concepción filosófico-teológica que había mantenido una hegemonía en el orbe cultural de Hispanoamérica a lo largo de tres siglos. La puesta en tela de juicio de esta corriente de pensamiento constituía un paso fundamental para sentar las bases de la independencia intelectual de República Dominicana. de quehacer filosófico sin interrupción. El caso de Puerto Rico, sin ser igual al cubano, es muy diferente al dominicano. Allí tenemos a Eugenio María de Hostos, quien es enviado desde su adolescencia a estudiar a España, donde cursa estudios universitarios y donde se convierte en discípulo de Julián Sanz del Río, con el que se adentra en el conocimiento del krausismo. Pero además Hostos se sumerge en el estudio del positivismo, corriente filosófica de la que asume especialmente la vertiente spenceriana. Fueron ambos cuerpos doctrinarios los que le permitieron convertirse en la personalidad filosófica más consolidada del Caribe insular de la segunda mitad del siglo xix. Pero Puerto Rico contó también con Alejandro Tapia, contemporáneo de Bonó al igual que Hostos, y que permaneció varios años en Europa poniéndose en estrecho contacto con el idealismo alemán, especialmente con Hegel. Sus trabajos sobre estética permiten apreciar el grado de formación filosófica alcanzado. Mas ¿qué sucede con la República Dominicana? Aquí hay un enorme vacío académico-intelectual desde la década del veinte hasta la del ochenta de la centuria decimonónica. La causa primera es que bajo la ocupación haitiana la Universidad de Santo Domingo fue clausurada; la segunda, que tras la independencia respecto de Haití los dominicanos vivieron una permanente tensión bélica, la que se recrudeció con la Guerra de la Restauración frente a España. En la atmósfera de turbulencias en que desenvuelve Bonó su vida hasta edad cercana a los cuarenta años no hubo tregua para ocuparse de asuntos teóricos o exclusivos del pensamiento. Mientras jóvenes cubanos y puertorriqueños adquirían formación teórica en el exterior, aquí Bonó se veía sometido a arduas tareas políticas: ya a los veintiocho años fungió como secretario personal del general Juan Luis Franco Bidó, a quien acompañó en campos de batalla. Fueron sus lecturas tempranas, su privilegiada condición de autodidacta y el acompañamiento de personas de alta calificación intelectual –como el caso del ingeniero Achille Michel, considerado su maestro– la fuente y el origen de la formación que se manifiesta y demuestra en sus escritos. PFB-20140124.indd 276 24/01/2014 09:56:24 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 277 Bonó, por su parte, realizó un trabajo de enorme importancia, toda vez que contribuyó a preparar la atmósfera ideológica y cultural para que el aludido proceso pudiera cristalizarse en el país. No fue, en verdad, Bonó la única personalidad que colaboró con la referida preparación o ambientación ideológica con anterioridad a 1880,166 momento en que llegó al país el pedagogo, sociólogo y filósofo puertorriqueño Eugenio María de Hostos. Pero fue, no cabe duda, la personalidad que más sobresalió en el examen profundo de la historia y la sociedad de la época, en especial gracias a su esfuerzo tesonero por poner en entredicho la idoneidad de tradiciones y hábitos coloniales seculares en el seno de la espiritualidad del pueblo dominicano. Trabajo ambientador previo a llegada de Hostos La presencia de Hostos provocó una conmoción en el seno de la cultura dominicana. Y no era para menos, ya que preparó y puso en práctica el plan moderno de sistema educativo internacionalmente conocido como Normalismo o Escuela Normal. Ello significaba instalar, al lado del sistema tradicional de enseñanza de raigambre católica, una filosofía y un método pedagógico enteramente contrapuestos, los cuales destacaban por su orientación laicista. De ahí la reacción que tal cuestión despertó dentro de la cúpula eclesiástica dominicana.167 Ahora bien, ¿significa todo esto que antes de la llegada de Hostos se ignoraban en República Dominicana las doctrinas filosóficas que sirvieron de sostén y marco a la concepción hostosiana del mundo, Si tuviéramos que citar nombres de autores que acompañan a Bonó en tal empresa –sin llegar, por supuesto a elevarse a su altura– tendríamos, en primer lugar, a Alejandro Angulo Guridi. No obstante haber ofrecido su respaldo a la etapa inicial de la anexión a España de 1861, posteriormente lanzó ardientes críticas al colonialismo español. No nos dejan mentir sus ensayos: Breves reflexiones sobre las repúblicas hispanoamericanas (1854), La matrícula española (1856), Santo Domingo y España (1864), Examen crítico de la anexión de Santo Domingo a España (1864), Cuestión Santo Domingo, (1865). Ver A. Angulo Guridi, Obras, pp. 33-300. 167 «El único movimiento intelectual que cosecha frutos inmediatos entre la clase intelectual y la pequeña burguesía es el movimiento renovador de la enseñanza, promovido por el maestro Hostos. Sin embargo, la Iglesia y los sectores hispanizantes serán los que obstaculicen la labor del educador puertorriqueño, lo que demostrará que aún está arraigado el sentimiento hispanista entre los habitantes del Santo Domingo de finales del siglo xix» J. L. Sáez, Breve introducción, p. 40. 166 PFB-20140124.indd 277 24/01/2014 09:56:24 a.m. 278 Julio Minaya del hombre, de la sociedad y de la educación? ¿El positivismo todavía no había asomado al mundo intelectual dominicano? ¿No existían personalidades vernáculas revestidas de preparación teórica en lo que atañe a las modernas ideas? Las respuestas son, en cada caso y a todas luces, lo contrario de lo que en apariencia cabría suponer. El tipo de educación tradicionalista había hecho una importante contribución al Santo Domingo que encuentra Hostos, tal como observa Armando Cordero. De esa educación emergieron, según el autor: Patricios, hombres de Estado, historiadores, abogados de nota, médicos eminentes, escritores y novelistas clásicos y románticos; poetas líricos, épicos y dramáticos. Todo un conjunto de ciudadanos incorporados al proceso de la más auténtica cultura […] el mensaje hostosiano, tanto en lo pedagógico como en sus manifestaciones sociológicas, jurídicas y morales, llegó en momento oportuno.168 Cuando Hostos arribó por Puerto Plata en su primer viaje exploratorio del país, efectuado hacia 1875, «…sus minorías ilustradas estaban ya influidas decisivamente por el positivismo dominante en todo Occidente. Se equivocaron quienes creen que el positivismo fue introducido en nuestro país por Hostos, él reafirmó una filosofía hegemónica en su tiempo».169 José G. Guerrero señala a Bonó como uno de los intelectuales que, con antelación al pedagogo y filósofo boricua, manifiesta en sus escritos la influencia de la vertiente positivista: «Existían –explica– ideas positivistas antes que Hostos llegara a Santo Domingo en 1875. Ahí están los trabajos de Pedro Francisco Bonó, considerado el primer sociólogo dominicano».170 Armando Cordero, La filosofía en Santo Domingo, Santo Domingo, 1978, p. 99. F. A. Avelino García, S. Castro Ventura, R. González, J. G. Guerrero, A. L. Mateo, «Aproximación al pensamiento filosófico y político de Hostos. Su contexto histórico», Eugenio María de Hostos, pp. 15-16. 170 J. G. Guerrero, «Hostos en Clío: Apuntes para el estudio de la Historiografía en Santo Domingo», Eugenio María de Hostos, p. 59. 168 169 PFB-20140124.indd 278 24/01/2014 09:56:24 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 279 Aparte de Bonó, que acusaba innegablemente rasgos positivistas en muchos de sus planteamientos –sin que por ello dicha filosofía llegara a constituirse en núcleo teórico fundamental de su pensamiento–, el país contaba a la sazón con la presencia de Alejandro Angulo Guridi,171 que tenía arraigadas convicciones positivistas. Pero además contaba con fieles representantes del liberalismo republicano, como Ulises Francisco Espaillat y Benigno Filomeno de Rojas. Y ni hablar de la pléyade de juristas, literatos, publicistas, etc., que, cobijados en la solitaria sombrilla educativa del Colegio San Luis Gonzaga, lograron insuflar vida a la cultura tradicional dominicana previo a la llegada de Hostos.172 Cabe mencionar aquí a: Félix María del Monte, Fernando Arturo de Meriño, Manuel de Jesús Galván, Emiliano Tejera, José Joaquín Pérez, Federico Henríquez y Carvajal, Leopoldo N. Navarro y Mariano A. Cestero.173 En efecto, para Diógenes Céspedes, Hostos llega a una sociedad: […] en la que si bien primaban los fundamentos del método especulativo basado en la ideología del escolasticismo y el eclecticismo con sus técnicas de memorización y verbalismo retoricista, también es cierto que el maestro encuentra terreno fértil para su aventura junto con la fracción política minoritaria Hijo de familia dominicana emigrante a Puerto Rico, Angulo Guridi retornó y vivió en el país desde 1852. Previamente había estudiado Derecho en La Habana. Laboró como profesor en el Colegio San Luis Gonzaga de Santo Domingo y sobresalió como publicista y librepensador. Nutrido del pensamiento ilustradoliberal y de la doctrina positivista, desató importantes debates en el seno de una sociedad muy poco acostumbrada al libre juego de las ideas. Llegó incluso a sostener en la prensa ardientes discusiones con representantes conspicuos del clero nativo. 172 El mismo Hostos, en claro gesto de justicia, reconoce que existían –a pesar de la tradicional enseñanza– «unos cuantos hombres de intelectualidad natural muy poderosa, que, en virtud de sus propios esfuerzos y contra los esfuerzos de su viciosa educación intelectual, se elevaban por sí mismos a una contemplación más pura y más real de la verdad y el bien que la generación de bípedos dañinos o inofensivos que los rodeaban». E. M. de Hostos, «Discurso en la Escuela Normal», Páginas dominicanas, Santo Domingo, 2ª. ed., 1979. pp. 197-198. 173 P. Henríquez Ureña, «Vida intelectual de Santo Domingo», pp. 395-397. En el conjunto de intelectuales prehostosianos mencionados por Henríquez Ureña no se incluye a Pedro Francisco Bonó, cuestión habitual en todos sus trabajos. 171 PFB-20140124.indd 279 24/01/2014 09:56:24 a.m. 280 Julio Minaya que había entrado en comercio intelectual con la razón, aunque a un nivel que no había conocido la sistematicidad y el rigor.174 En la sociedad que daba la bienvenida a Hostos se iniciaban importantes cambios de índole económico-social que demandaban urgentemente un nuevo enfoque y acción educativos, lo que explica que la llegada del pedagogo boricua fuera tan oportuna y que encajara de manera tan admirable en dicho medio. Con él se tendría los esperados complementos de orden académico-teórico y político-cultural para llevar a cabo una serie de cambios postergados en la sociedad dominicana. Y llegó por la ciudad de mayor actividad comercial: Puerto Plata. Allí residía el líder de los liberales dominicanos, Gregorio Luperón, quien le prodigó una generosa bienvenida y una feliz estancia. Antes de su arribo ya se habían radicado en el país alrededor de tres mil cubanos a causa de la guerra de independencia de Cuba, la que había iniciado con el Grito de Yara en 1868. Pero además habían llegado nuevos grupos de personas procedentes de Puerto Rico y de diferentes lugares de Europa que se dedicaron al comercio.175 Si los cubanos trajeron capitales, técnicos calificados, la máquina de vapor como nuevo elemento de la industria azucarera y profesionales de diversas índoles, de Puerto Rico arribaron notables agentes educativos176 que dieron significativo impulso a la educación nacional. Como se infiere por las aseveraciones previas, Hostos encuentra en el país un escenario propicio para la germinación de su simiente pedagógica. Los liberales criollos, muchos de ellos con conocimiento de la doctrina positivista, ya habían iniciado el proceso de cambio de mentalidad, pero faltaba el impulso postrero, el que Hostos –actualizado en la ciencia y filosofía modernas– podía orientar y dirigir competente y coherentemente. D. Céspedes, Salomé Ureña y Hostos, Santo Domingo, 2002, p. 37. J. L. Sáez, Breve introducción, p. 89. 176 Aparte de Ramón Emeterio Betances, invitado por Bonó y luego por Luperón, sobresalió en lo educativo el insigne Román Baldorioty de Castro, director de la Escuela Náutica en 1875 y quien pusiera al día en física y matemáticas a muchos estudiosos dominicanos. 174 175 PFB-20140124.indd 280 24/01/2014 09:56:24 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 281 Roles complementarios entre Bonó y Hostos de cara a la emancipación mental dominicana Bonó sobresale en ambiente intelectual El sector social que acoge a Hostos y le compromete con la creación del sistema dominicano moderno de educación es la burguesía comercial cibaeña, la cual sustenta su prestigio económico y social, así como su poder político, en el cultivo y comercialización del tabaco, producto que según Bonó había hecho posible el triunfo de la Restauración. El líder político de dicho sector era Gregorio Luperón; pero quien fungía como orientador teórico-ideológico principal, por lo menos en una primera etapa, era Bonó. Luperón lo consideró «filósofo profundo», y Ulises Francisco Espaillat, como el «historiador del grupo».177 Demostró poseer ambas condiciones, primero por espacio de once años, en el lapso durante el cual se desarrolló la Revuelta Liberal Cibaeña (1857), se redactó una Constitución liberal (1858) y se libró la Guerra de la Restauración (1863-1865). Durante ese importantísimo período de la historia dominicana Bonó fue el principal redactor de la documentación básica oficial: Constitución, manifiestos, decretos, etc. Por lo que no es arriesgado afirmar que en esos cruciales momentos 177 Bonó y Espaillat trabaron una fuerte amistad en Santiago; amistad probada por revueltas civiles, guerras de liberación, exilio, etc. Fueron políticos, legisladores, comerciantes, ensayadores de industrias, santiagueros y, sobre todo, compañeros de utopía. Con Espaillat, profesional de la farmacia y médico, debió haber conocido Bonó muchas fórmulas y procedimientos que le permitieron tener éxito como médico empírico sanador de muchas enfermedades y salvador –¿quién sabe?– de tantas vidas humanas en Macorís. Y Espaillat, según lo reitera MuKien A. Sang, experimentó influjos de Bonó en más de un aspecto, pues este fue un «fiel amigo inspirador de sus ideas». En la definición de sus prioridades económicas, por ejemplo en su respaldo al tabaco como rubro básico, es probable que Espaillat se acogiese al pensamiento de Bonó, que auspiciaba en sus escritos la pequeña producción mercantil simple. Ver Mu-Kien A. Sang, Una utopía inconclusa, Santo Domingo, 1997, pp. 212-215. ¡Cuánto no quisiéramos los dominicanos y dominicanas del presente contar con dos personalidades tan influyentes como estas dos, las cuales, armonizando en tan alto nivel sus respectivas vidas, nos permitan cosechar frutos parecidos a los que Bonó y Espaillat lograron gracias a una amistad tan fecunda como ejemplar! PFB-20140124.indd 281 24/01/2014 09:56:24 a.m. 282 Julio Minaya fungió como el principal intelectual al servicio de los sectores más progresistas del país. De la denominada tríada liberal cibaeña, Bonó era abogado, Ulises Francisco Espaillat era médico-farmacéutico y Benigno Filomeno de Rojas era no solo abogado, sino que sería considerado como el primer economista del país. Los tres eran intelectuales, pero Bonó fue reconocido como «filósofo profundo» e «historiador», y luego de su muerte sería considerado como el primer sociólogo dominicano. En adición a lo ya apuntado, cabe indicar que Bonó conoció los escritos de Buffon y Darwin, por lo que se puede afirmar que no ignoraba los adelantos básicos que en ciencias naturales emergían a la luz en Europa. De ahí que reiteremos: Bonó fue, previo a la llegada de Hostos, la personalidad intelectual criolla que más contribuyó para una puesta al día en filosofía política, sociología, derecho e historia en la República Dominicana. Si bien no tuvo ni la formación teórica ni la vocación magisterial que adornaron la vida de Hostos, sí tuvo la preparación teórica que el medio y su condición de autodidacta le facilitaron. Hostos tuvo muchos discípulos, puesto que fue un maestro consagrado y de amplísimo saber. En cambio, Bonó no tuvo tal vocación magisterial, aunque sí existieron muchas personas que se forjaron opiniones correctas y actitudes de bien gracias a los artículos y ensayos que publicó en la prensa. Es por eso que podemos afirmar que la labor del pensador equivale a una especie de magisterio social. Tanto en virtud de este tipo de magisterio, como de sus esfuerzos por llevar la ilustración a sus compueblanos –muy a pesar de las limitaciones que por doquiera estorbaban sus pasos–, podemos afirmar que Bonó participó de la mística de un movimiento mucho más amplio que luchaba en toda América Latina por liquidar los problemas que estorbaban la prosperidad. Como bien afirma Alba Josefina Záiter: Las publicaciones hechas por Bonó de trabajos centrados en el análisis de la sociedad dominicana, y la realización de propuestas para superar y corregir problemas sociales del pueblo dominicano, contribuyeron y contribuyen a una cierta reflexión PFB-20140124.indd 282 24/01/2014 09:56:24 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 283 acerca de lo que somos los dominicanos y lo que debemos ser como sociedad.178 Esfuerzo limitado de Bonó por reformar la instrucción pública Por supuesto, quiso realizar contribuciones que iban más allá de sus capacidades o posibilidades, verbigracia, la reforma educativa179 que se propuso implementar doce años antes de que Hostos creara la Escuela Normal. En efecto, era el año 1867 y asumía la presidencia José María Cabral y Báez; Bonó compareció ante el Congreso Nacional para ofrecer un informe y a la vez motivar a sus miembros a que concedieran una asignación mayor al ramo educativo. Exclamó: La ignorancia: ¡Oh! la ignorancia por doquiera nos cerca, nos invade, nos ahoga; pero yo prometo: …juremos, señores, en este recinto augusto, quebrantar en provecho de las generaciones futuras, la cabeza de esta hidra horrenda que tan hondos y sangrientos surcos ha dejado impresos en nuestra Patria y que quiere derribar, cual el huracán, los buenos frutos que el saber produce.180 Se carecía de todo, según Bonó: de libros, papel, plumas para escribir; no se tenían asientos para los alumnos, ni mesas. Y ni hablar de la escasez de maestros. En suma, todo estaba por hacerse. En su informe, Bonó indica que localidades como San Francisco de Macorís, Bonao, Samaná, Cotui, Montecristi, San Pedro de Macorís, Hato Mayor, San Cristóbal, entre otras, carecían de escuelas gratuitas. En el mismo año de 1867 le informó al cónsul dominicano en Nueva York: […] como dije a Usted, fundé un Colegio Central en esta Capital y la Cátedra de Derecho y Medicina en el Seminario Conciliar. La de Derecho tiene ya hoy cincuenta estudiantes. Alba Josefina Záiter, La identidad social y nacional en Dominicana. Un análisis psicosocial, Santo Domingo, 2001, p. 125. 179 A este tema se habrá de dedicar especial atención, pues en él puede ubicarse una de las principales limitaciones padecidas por Bonó, la que le impediría llegar a ser quien lleva a su culminación la emancipación mental del dominicano. 180 P. F. Bonó, «Al Presidente del Congreso Nacional», Papeles, p. 143. 178 PFB-20140124.indd 283 24/01/2014 09:56:24 a.m. 284 Julio Minaya La de medicina no se ha aún abierto por ausencia del Dr. E. Betances, que está en San Thomas y que vendrá dentro de quince días. Y a propósito del Dr. Betances, doy a Ud. las gracias más cumplidas por habérmelo recomendado, pues me prometo que es una de las mejores adquisiciones que la República pueda haber hecho.181 El ilustrado dominicano permaneció seis meses al frente de las Secretarías de Instrucción Pública, Justicia y Relaciones Exteriores. Si nos hemos detenido aun sea brevemente en presentar algunas incidencias del pensador en el área de la educación, es con el propósito de que se pueda apreciar con cuáles criterios procedió y de esta suerte calibrar el esfuerzo que en ello empleara.182 Resulta obvio que no abrazó el método positivista ni otras técnicas de corte educativo moderno en su iniciativa de reformar la enseñanza en Santo Domingo ¿Acaso era Bonó maestro o exhibió aptitudes proclives a la enseñanza? Lo que sucedía era que estaba alentado por las mejores intenciones, y eso le llevó a dar de sí cuanto podía para enseñar a leer y escribir a los niños dominicanos. Sin embargo, no era cuestión de deseo, sino de realidad, y la dominicana de la época era calamitosa.183 Carta inserta en P. F. Bonó, Papeles, p. 153. Curiosamente, hacia 1867 se iniciaba en México la rica experiencia pedagógica impulsada por el médico, matemático y filósofo mexicano Gabino Barreda, quien regresaba de París, donde había sido discípulo de A. Comte. Barreda escribió ese mismo año la Oración cívica, momento excepcional de la historia pedagógica latinoamericana, por cuanto dio especial impulso a la educación mexicana moderna, propiciando la instalación de la Escuela Nacional Preparatoria –de inspiración positivista– bajo la administración de Benito Juárez. Con ello se prepararía el ambiente conducente a la efectiva reforma de la educación en México. Por otra parte, un año después, Argentina se enrumbaría también por los senderos de la modernización del sistema tradicional de enseñanza, en virtud de la gestión encabezada por Domingo Faustino Sarmiento (de 1868 a 1874). Como puede colegirse, los esfuerzos de Bonó sintonizaban con la gran urgencia del momento. Evidentemente, Bonó no era Barreda ni Sarmiento, como la República Dominicana no era México ni Argentina. 183 Ciriaco Landolfi describe la situación calamitosa que acusaba la realidad educacional del país y la presencia de Bonó en medio de la misma: «Nadie se percató más vivamente de ese drama que Bonó […] La carencia era absoluta en el campo de la educación secundaria, no existían a ese nivel centros educativos ni en la ciudad de Santo Domingo ni en Santiago […], el Seminario, al que había que 181 182 PFB-20140124.indd 284 24/01/2014 09:56:24 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 285 Pero a pesar de no reunir la preparación que se requería para emprender la transformación pertinente dentro del ramo educativo, Bonó sentó, no obstante, un precedente en el país: realizó el intento más significativo hasta aquella fecha por llevar la instrucción gratuita al mayor número de dominicanos.184 Compartimos las opiniones externadas por el pedagogo Ramón Morrison, quien pone de relieve las importantes iniciativas de Bonó. Morrison sustenta la tesis de que Bonó, a pesar de estar desprovisto del currículo y de los métodos modernos que orientaran su quehacer educativo, representó lo más avanzado en filosofía y política educativas en el país hasta la llegada de Hostos.185 No soslayamos los compromisos con la tradición que limitaron el quehacer de Bonó en el asunto aquí tratado. Ya se ha dicho que Bonó abogaba por incluir el catecismo cristiano dentro del sistema de instrucción pública, pues no concebía una enseñanza que no contemplara el aprendizaje de los rudimentos de la religión cristiana, soporte fundamental de la vida moral de la inmensa mayoría de sus compueblanos. Por eso, en la adquisición de material didáctico para la escuela pública, Bonó incluyó dos mil ejemplares de Cartilla y Doctrina Cristiana y 2 mil de Catón Cristiano. Se podría decir que, en punto a lo educativo, y producto de sus limitaciones teóricas, Bonó solo llegó a captar el aspecto instructivo y no el aspecto educacional, el cual implica una dimensión mucho más ensanchar sus currícula con una clase de derecho civil […] no recibía matriculados procedentes de la escuela pública dominicana». C. Landolfi, Evolución cultural dominicana, Santo Domingo, 1981, pp. 123-124. 184 «[…] en el ámbito político y social dominicano circulaban otras visiones no tan amplias como la que expone Bonó, que enfatizan diversos aspectos del problema de la instrucción, pero podemos decir que todas coincidían en la necesidad que tenía el país de avanzar en el sistema de enseñanza […] Huelga decir que el proyecto planteado por Bonó cayó en el vacío. Pasaron más de diez años para que otro gobierno liberal, encabezado esta vez por Gregorio Luperón, se comprometiera con un proyecto equivalente para el desarrollo de la educación en el país. Su inspirador fue el político y escritor puertorriqueño Eugenio María de Hostos […]». R. González, «La impronta de Hostos en la escuela dominicana: notas para una evaluación histórica», Eugenio María de Hostos, pp. 29-30. 185 Ramón Morrison, «Pedro Francisco Bonó y la educación», suplemento cultural Aquí, La Noticia, 17 de marzo de 1984. PFB-20140124.indd 285 24/01/2014 09:56:25 a.m. 286 Julio Minaya amplia. Como bien sostuvo Federico Henríquez y Carvajal algunos años posteriores al 1867: Los regímenes de instrucción exclusiva cayeron en desuso. El imperio del empirismo y la rutina es ya anacrónico. Antes se instruía; hoy se educa. La pedagogía moderna sabe que el ser humano es un conjunto armónico de cuatro organismos: el físico, el intelectivo, el volitivo, y el emotivo […] La instrucción se contrae a solo uno de ellos: el intelectivo. La Educación –que abarca a la instrucción como parte de un todo– los comprende a los cuatro. Es un producto. Es una síntesis.186 Al limitarse exclusivamente al nivel de lo instructivo en su abordaje crítico de 1867, Bonó eludió al menos cinco aspectos básicos del quehacer educativo, los cuales serían tomados en cuenta algunos años después por Eugenio María de Hostos, quien los desglosa del modo siguiente: Primero, la laicización de la enseñanza. Segundo, la formación del magisterio como incumbencia exclusiva del Estado. Tercero, la importancia de la pedagogía moderna para crear un cuerpo de maestras y maestros profesionales. Cuarto, la organización de la enseñanza en cuanto a sus programas, textos y horarios, de acuerdo con los métodos más apropiados desde el punto de vista científico. Quinto, la educación de la conciencia y de la voluntad, esto es, una educación racionalista y moral.187 No es que la Escuela Normal se opusiera a la instrucción pública,188 pero sí al carácter limitado de esta. Y es que, en su filosofía F. Henríquez y Carvajal, Ideario, citado por R. González, «La impronta de Hostos», pp. 35-36. 187 R. González, «La impronta de Hostos», p. 34. 188 Adviértase que, hacia 1867 –doce años antes del arribo de Hostos al país–, a la que se denominaría Secretaría o Ministerio de Educación se le llamaba Secretaría de Instrucción Pública. Se empleaba el término instrucción y no educación; el atraso no era solo de Bonó, sino de la sociedad en su conjunto. Uno de los principales méritos de Bonó fue denunciar el estado de abandono en que se mantenía dicho ministeriro, lo que impedía que se enseñara a leer y escribir a la niñez y juventud 186 PFB-20140124.indd 286 24/01/2014 09:56:25 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 287 educativa, Hostos se proponía una pedagogía que hiciera posible «ser hombres propios dueños de nosotros mismos, y no hombres prestados; hombres útiles en todas las actividades de nuestro ser…».189 A través del normalismo Hostos se propuso una reforma global del hombre dominicano, la que debía abarcar no solo al individuo como tal, sino además al mundo de la política y los aspectos de la moral social. Hostos impulsa revolución intelectual en Santo Domingo Mientras Hostos desarrolla revolución educativa, Bono cuestiona colonialismo cultural Aunque Bonó había dejado planteado previo a la llegada de Hostos el problema del enjuiciamiento del fardo de creencias y tradiciones que pesaban cual lastre en el alma del pueblo dominicano, es en los inicios de la década de los ochenta de la centuria decimonónica cuando el pensador se propone llevar a efecto la parte fundamental de su trabajo crítico. Específicamente en el período 1881-1885, cuando da sus primeros pasos la Escuela Normal impulsada por el pedagogo puertorriqueño Hostos. ¿Coincidencia fortuita o se sintió Bonó desafiado como dominicano a realizar su principal aporte a la sociedad dominicana –el cual consistió en profundizar como ningún otro autor en la dinámica social, económica y política del país–? La cuestión es que entre 1881 y 1885 el sociólogo escribe tres de sus cinco trabajos principales. Por supuesto, en aquellos años él atravesaba por la etapa más óptima para la producción personal: la madurez. Y uno de sus motivos principales de preocupación en esta fase fue el haber captado cómo el pueblo dominicano aún no había completado el proceso de emancipación. Por tal razón se abocó a enjuiciar al colonialismo español, si bien no pudo englobar todos los componentes que dominicanas. Pero además, y esto es muy importante, el pensador llegó a tildar de oligárquico el carácter de dicha instrucción, pues solo tenían derecho a instruirse los hijos de cierto número de familias que podían pagar por el servicio. Se tiene aquí un interesante enfoque clasista que viene a indicar cuáles eran los progresos alcanzados por Bonó en cuanto a la sociología. 189 E. M. de Hostos, «Discurso en la Escuela», Páginas dominicanas, p. 198. PFB-20140124.indd 287 24/01/2014 09:56:25 a.m. 288 Julio Minaya tal propósito conllevaba. Se refiere, eso sí, al oscurantismo, al espíritu absolutista monárquico, al papado, al escolasticismo y a la incidencia de la Inquisición en la mentalidad colonial española. Y más: puso en claro que la pereza para pensar, el espíritu paternalista, el rechazo por los trabajos manuales, entre otros resabios, mantenían bajo una especie de sujeción espiritual al pueblo dominicano. Puede afirmarse que Bonó dejó más que planteado el problema, pues efectuó críticas importantes, ninguna de las cuales se había llevado a cabo en el país anteriormente. No obstante, hubo algo que se mantuvo fuera de su alcance: la interpelación crítica de la Escolástica y del método tradicional de enseñanza que le era anejo, lo cual requería de un cabal conocimiento e identificación con la doctrina positivista y la ciencia moderna, en especial con los últimos aportes de la pedagogía, la psicología y las ciencias naturales. Cabe aclarar aquí otra vez que Bonó fue uno de los autores nacionales que no abrazó en toda su amplitud la filosofía positivista, dirigiendo una mirada crítica al empirismo albergado por dicha vertiente teórica. Por otra parte, no tuvo la oportunidad de conocer cabalmente la moderna ciencia natural que Europa había comenzado a producir. De ahí que a ella igualmente opusiera ciertas objeciones, sobre todo en lo que tenía que ver con sus resultados técnicos. Si Bonó desarrolló este tipo de relación con el positivismo y la ciencia moderna, en el caso de Hostos, en cambio, se dio una decisiva identificación y hasta militancia. Y es esta condición la que permitió al puertorriqueño efectuar un trabajo de corte revolucionario dentro del contexto educativo. El tipo de revolución que hacía falta en el país Así pues, Bonó encaminó su esfuerzo crítico hasta donde sus capacidades se lo permitieron. Hacía falta, entonces, realizar una revolución mental que incluyera aspectos que Bonó no había llegado a cuestionar. Hostos refiere cuál era esa revolución aún pendiente de realización en el entorno sociocultural criollo: Harto lo sabéis, señores: todas las revoluciones se habían intentado en la República, menos la única que podía devolverle la salud. Estaba muriéndose de falta de razón en sus propósitos, PFB-20140124.indd 288 24/01/2014 09:56:25 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 289 de falta de conciencia en su conducta, y no se le había ocurrido restablecer su conciencia y su razón. Los patriotas por excelencia que habían querido completar con la restauración de los estudios la restauración de los derechos de la patria, en vano habían dictado reglamentos, establecido cátedras, favorecido el desarrollo intelectual de la juventud y hasta formado jóvenes que hoy son esperanzas realizadas de la patria: o sus beneméritos esfuerzos se anulaban en la confusión de las pasiones anárquicas, o la falta de un orden y sistema impedía fructificara por completo su trabajo venerando.190 Para Hostos, los dominicanos habían llegado a un punto que no podían rebasar con sus limitados medios; ahora se requería del concurso de la ciencia y la filosofía modernas para sacudir los cimientos de la vida tradicional, heredera de unos hábitos inculcados por más de tres siglos. Tal labor, sin embargo, no se iba a efectuar recurriendo como antes a la lucha armada, convirtiendo a cada dominicano en soldado; ahora debía entrar a las lides el maestro, apertrechado de todas las herramientas teóricas y pedagógicas provenientes de la modernidad. Y para llevar a cabo con éxito su obra, Hostos estaba convencido de que no debía entablar –en un país como el dominicano de la época– una lucha sin cuartel contra la religión católica, visto el gran ascendiente que ejercía sobre la población. En efecto, si bien es cierto que en los escritos de Hostos aparecen determinadas objeciones al catolicismo, en realidad su crítica fue más bien intencionalmente dirigida a invalidar su brazo filosófico, la Escolástica, y por extensión, al sistema educativo que había mantenido vigente por más de tres siglos. En esta dirección, Miguel Pimentel hace una importante aclaración: Es solo con la llegada de Hostos […] cuando la educación tradicional de índole judeo-cristiana se pone en cuestionamiento al oponerle la pedagogía positivista de base científica y técnica. Pero la crítica hostosiana no cuestiona a la religión católica en sí, ni mucho menos a la figura estelar de Cristo. Es E. M. de Hostos, «Discurso en la investidura de los primeros maestros normales», Páginas dominicanas, Santo Domingo, 1979, p. 195. 190 PFB-20140124.indd 289 24/01/2014 09:56:25 a.m. 290 Julio Minaya precisamente Ricardo V. Sánchez Lustrino el primero en criticar, abiertamente, los fundamentos mismos del cristianismo, aunque de manera ecléctica; valiéndose para ello de las ideas de Nietzsche.191 La presencia de Hostos conllevó un notable avance desde el punto de vista del paradigma filosófico-científico moderno; pero esto no significa que antes de Hostos no se conocieran en el país importantes muestras de la filosofía moderna, pues es justo reconocer que ya a inicios de siglo xix se conoció en Santo Domingo una importante obra filosófica de orientación básicamente moderna. Nos referimos al libro Lógica. Elementos de filosofía moderna destinados al uso de la juventud dominicana, concebido por el médico y filósofo santiagués Andrés López de Medrano. Publicado en 1814, en la presentación de dicho texto el autor transmite su entusiasmo a los alumnos: Ya habéis ingresado en el ámbito de la Facultad de Filosofía […] Felices de vosotros si os apoyáis en ella virilmente. Dichosa la patria192 si ve florecer tales hijos y feliz, muy feliz yo, si distinguido con tanto honor, seguro de tanta gloria, puedo enseñar y asentar la moderna filosofía, apoyándola en solidísimo experimento.193 Con su obra, López de Medrano introduciría en el país las reflexiones sensualistas de Étienne Bonnot de Condillac, el racionalismo cartesiano y el empirismo de John Locke. Fue, pues, un gran innovador, aunque permanecía todavía atado a ciertos ideales de la filosofía tradicional. M. Pimentel, Marxismo y positivismo 1899-1929, Santo Domingo, 1985, p. 137. Nótese que ya López de Medrano daba por supuesta la existencia de la patria dominicana hacia 1813, fecha en que escribe su libro de lógica. Ocho años después proclamaría la primera independencia del pueblo dominicano un grupo de ilustrados nacionales. Entre ellos el médico y filósofo desempeñaría un rol político e intelectual de primer rango. 193 J. G. Campillo Pérez, Dr. Andrés López de Medrano y su legado humanista, Santo Domingo, 1999, p. 75. 191 192 PFB-20140124.indd 290 24/01/2014 09:56:25 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 291 A Miguel Pimentel no le asiste la verdad cuando afirma que «En Santo Domingo, Hostos es el iniciador de la etapa moderna de la cultura criolla. Su labor comprendió la crítica de la sociedad, de la política, del arte, del derecho y del Estado».194 Para dicho autor, la marca distintiva de la modernidad es la crítica, y ésta –según sostiene– no se había realizado en República Dominicana con anterioridad a Hostos. Pero, ¿no contienen algunos de los escritos de Bonó anteriores a la llegada de Hostos importantes señalamientos críticos en los aspectos indicados por Pimentel? Como la respuesta es afirmativa, las aseveraciones de Pimentel deben ser replanteadas, ya que la racionalidad crítica no comienza en el país con el ingreso del filósofo y pedagogo puertorriqueño, toda vez que Bonó había iniciado ya en el ámbito nacional el cuestionamiento crítico de algunos de los aspectos señalados por Pimentel. Cuando Hostos llega a la República Dominicana en 1879 ya la Ilustración, el liberalismo, el romanticismo y la economía política (importantes expresiones del pensamiento moderno) llevaban cierto tramo recorrido. Y si bien el positivismo llega al país con posterioridad, fue también conocido antes del arribo del maestro boricua. Lo expuesto no pretende restarle mérito al trabajo efectuado por Hostos, pues no cabe duda que su presencia y su labor implicaron una revolución en el terreno educativo y en el pensamiento tradicional. Con la tarea que llevó a cabo se prosiguió –no se inició– el difícil y lento proceso de modernización de la vida dominicana. Hostos y sus discípulos darían el impulso demandado y condicionado por las nuevas circunstancias económicas, sociales y políticas de finales del siglo xix. Y su trabajo –reiteramos– fue de una envergadura tal que significó una revolución de tipo cultural. Ahora bien, ¿qué permitió a Hostos llevar a cabo dicha transformación en el seno de la sociedad dominicana? Adelantamos la tesis de que en el país –en un momento dado del inicio de la década de los ochenta del siglo xix– los sectores fácticos del poder debieron llegar a un acuerdo suficientemente consensuado para permitir que Hostos pudiera emprender su campaña educativa. Tal consenso lo lograrían tres personalidades egregias: Gregorio M. Pimentel, Modernidad, p. 17. 194 PFB-20140124.indd 291 24/01/2014 09:56:25 a.m. 292 Julio Minaya Luperón, Fernando Arturo de Meriño y Eugenio María de Hostos, los que representaban de manera respectiva el palacio, el templo y la academia, base trípode en que suele descansar cualquier estructura de poder tradicional. Los elementos comunes que unían a estas tres personalidades eran: a) una ideología liberal laxa; b) el historial de lucha contra el colonialismo español y c) el interés común a favor de la independencia de todas las Antillas de origen hispano. Como frutos del acuerdo de marras se tienen los éxitos cosechados por la Escuela Normal, la que si bien fue atacada en su fase inicial por el presbítero Francisco Xavier Billini, pudo desenvolverse con cierta normalidad por ocho años, años durante los cuales Meriño y Hostos mantuvieron vinculaciones hasta cierto punto cordiales basadas en el respeto a sus diferencias específicas y en la existencia del pacto de élite sustentado en los tres aspectos esbozados. La prueba de la existencia del referido acuerdo tripartito es el hecho siguiente: cuando Luperón dejó de tener la preponderancia política que otrora ostentaba, siendo suplantado u obnubilado por el que otrora fuera su pupilo y que ahora fungía como amo y dueño del país –nos referimos a Ulises Heureaux–, la suerte corrida por la Escuela Normal fue desastrosa. Esto ocurrió en 1888, cuando la clerecía católica dirigida por monseñor Fernando Arturo de Meriño (a la sazón conservador a ultranza) logró el respaldo de la dictadura, y Hostos –ya sin el auxilio de Luperón, que vivía más en el extranjero que en el país– tuvo que optar por abandonar Santo Domingo y dirigirse a Chile.195 195 Como sostiene F. A. Avelino García: «en buena medida su partida hacia Chile fue producto de presiones eclesiásticas sobre el gobierno de Ulises Heureaux». F. A. Avelino García y otros, «Aproximación al pensamiento filosófico y político de Hostos. Su contexto histórico», Eugenio María de Hostos, p. 25. PFB-20140124.indd 292 24/01/2014 09:56:25 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 293 Bonó: tradición y modernidad. Su mirada diferente de la sociedad dominicana Bonó, entre lo tradicional y lo moderno Conforme a lo sostenido en la primera parte de este trabajo, Bonó tuvo un pie en la modernidad y otro en la tradición. Fue coherente con su postura en cuanto a que todo pensador debe revisar de forma crítica las tradiciones, ideas y hábitos de la sociedad donde vive, teniendo el deber de desechar las que considere falsas y asumir las que juzgue verdaderas. Y así fue: entró en revisión crítica de tradiciones del pasado colonial dominicano, las cuales objetó resueltamente; en cambio, asumió otras con actitud resuelta. Pero algo similar ocurrió cuando el pensador enjuició el conjunto de planes y medidas tendentes a implementar en República Dominicana el proyecto civilizador, el que implicaba adoptar el paradigma de vida moderno. Tal proyecto llegaba a un país pobre, que recién abandonaba su condición colonial y en el que se vivía un régimen de vida semifeudal. Bonó es el principal crítico del conjunto de acciones que se adoptaron (mas que no se adaptaron al país) con el propósito expreso de transformar la sociedad dominicana en los aspectos económico, social, educativo, político, etc. Como pensador hizo la crítica de lo que acontecía en la nueva realidad social, con el fin de discernir cuáles de aquellos planes del proyecto civilizador favorecían la soberanía nacional y a las clases trabajadoras, no al extranjero y a los grupos de poder criollos. Su conclusión fue que no todo lo que se catalogaba como moderno, por el simple hecho de serlo, se avenía con la verdadera prosperidad de la sociedad dominicana. Bonó, mejor conocedor de la sociedad dominicana que Hostos El emancipador mental dominicano llevó a cabo el cuestionamiento crítico del pasado con las reservas que la cuestión ameritaba; pero también del presente que le tocó vivir. Se enfrentó como intelectual ético a los usos y tradiciones del pasado, decantándolos desde una perspectiva ilustrada-romántica. Pero además encaró el conjunto de transformaciones que implicaba la implementación en PFB-20140124.indd 293 24/01/2014 09:56:25 a.m. 294 Julio Minaya el país del programa de la modernidad, objetando parte esencial de sus planteamientos teóricos, acciones y resultados observables. Así pues, mientras Bonó no comparte en toda su extensión el programa progresista industrial moderno basado en la ciencia y la técnica, Hostos, por su parte, lo abraza y predica como la vía más expedita para la regeneración social y moral de las jóvenes naciones. En tal perspectiva, Hostos, empeñado como estaba en un acelerado desarrollo de los pueblos de la región –acicateado febrilmente por la ideología del progreso–, no se percató suficientemente del peligro que encerraba la irrupción sin límites del capital imperial para las sociedades hispanoamericanas. Ese no fue el caso de Bonó, quien pudo analizar, con las herramientas que le había proporcionado la economía política (pero también la sociología, la historia y la filosofía), dicho fenómeno en la República Dominicana. Contempló cómo ingresaban sin trabas tantos capitales, especialmente dentro del renglón azucarero. Cayó en la cuenta de que muchos antiguos labriegos, propietarios de pequeños predios agrícolas, derivaron en proletarios obligados a vivir en condiciones de mayor pobreza que la que exhibían anteriormente. La opinión generalizada era que el país progresaba; entre nosotros, como reflexiona Juan Isidro Jimenes Grullón: [...] solo Bonó, anticipándose a su época, dio el grito de alarma, llegando a decir que en el Este «el monopolio destruyó los conucos y sus anexos de ganado menor. Al antiguo labriego del Este solo le queda su persona (Papeles… 281)». Desgraciadamente, fue desoído. Ni siquiera Luperón, que tanto lo admiraba, se solidarizó con él, pues no tuvo reparo en lanzarse a la explotación de una finca azucarera.196 Bonó descartó la bondad del capitalismo, pues consideraba que el capitalista únicamente arriesga su capital cuando está acicateado por los beneficios que le depara la inversión. Explica: Cuando el capital entra por la brecha del monopolio y está en posesión de los derechos de todos, no le es dable ilustrarse J. I. Jimenes Grullón, Sociología política, vol. I, (1844-1898), Santo Domingo, 3ª. ed., 1982, p. 280. 196 PFB-20140124.indd 294 24/01/2014 09:56:25 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 295 hasta el punto de entrar de repente en la concurrencia libre de los servicios mutuos. Este es un esfuerzo que pide una abnegación que no tiene este capital.197 Jimenes Grullón se asombra de cuán grande es la distancia entre los análisis y conclusiones que realiza Bonó y los de Hostos, percibiendo de hecho un mayor calado sociológico en las consideraciones del intelectual criollo. Lo expresa así: ¡Qué diferencia entre esta visión del problema y la sostenida por Hostos! Este creía en la bondad del capitalismo, y, por tanto, en la posibilidad de poner coto, mediante ley, a los males que podía acarrear su desarrollo. La lucha de clases apenas asoma en su Tratado de Sociología o en sus análisis sobre la economía de nuestro país, Bonó, en cambio, pone todo al desnudo, y cuando escribió sobre nuestra realidad socioeconómica acusa una penetración que excepcionalmente se encuentra en las páginas que Hostos dedicó al tópico. Forzoso es, pues, llegar a la conclusión de que había en el primero mayor vocación y hondura sociológica que en el otro […] siendo, en el campo político, un liberal, conservó siempre su independencia de criterio, que le permitió adentrarse en nuestras realidades con una visión propia, ajena a todo tipo de influencia.198 Hostos deseaba para nuestros pueblos antillanos y latinoamericanos la independencia intelectual y económica, pero desde su óptica esta última solo se lograría a través del fomento sostenido del trabajo productivo gracias al incremento de la industria moderna. Por eso favorecía la inmigración de origen europeo y estadounidense, a lo Sarmiento. Sobre todo admiraba la cultura anglosajona, la que por tener orígenes fundamentalmente protestantes desarrollaba hábitos de trabajo y de ahorro, costumbres poco comunes en los países de extracción católica. P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Papeles, p. 283. J. I. Jimenes Grullón, Sociología política, p. 333. 197 198 PFB-20140124.indd 295 24/01/2014 09:56:25 a.m. 296 Julio Minaya Su admiración por los norteamericanos y el recóndito deseo de lograr para Latinoamérica el progreso199 alcanzado por aquellos dentro del marco del capitalismo no le permitieron percibir «el carácter expansionista de la política norteamericana en su etapa imperialista inicial; como lo visualiza Martí, lo pudo deducir Bonó y constatar Luperón, que eran intelectuales y políticos contemporáneos de Hostos».200 Bonó pone al descubierto el surgimiento del neocolonialismo Ya para 1880 el intelectual crítico había asumido una actitud de sospecha ante las incursiones del capitalismo monopólico en el país y Latinoamérica, es decir, cuando aún no se había asomado el capital estadounidense por la región. En carta al director del periódico Porvenir, Bonó ironizó acerca de la forma en que se desplegaba el capital extranjero en Santo Domingo, el cual dejaba a su paso únicamente el despojo, el peonaje y la servidumbre: Que vienen capitalistas extranjeros y establecen cuatro o seis haciendas de caña de azúcar sobre terrenos feraces casi a precios de regalía y a orillas del mar o de ríos navegables –bravo– que introducen la maquinaria, casas, techo, carros, etc., sin pagar un céntimo –bravo, bravo– que los amos se ven rodeados de una población que antes eran los dueños del terreno y ahora son sus braceros, que esta misma población además de haberse convertido en siervos defienden y custodian estas fincas con No debe olvidarse la influencia en Hostos de Augusto Comte y Herbert Spencer. Para estos filósofos el progreso constituía la categoría central a que debía aspirar toda sociedad preciada de moderna. La consigna de Comte era «orden y progreso». Pero de ambos quien más influye en Hostos es Spencer, pues, contrario a Comte, el inglés postula la libertad de los sujetos dentro de un orden seguro y flexible, mientras que el francés enfatiza el orden y la paz, colocando a la cabeza de la sociedad una autoridad fuerte que las garantice. Así las cosas, Comte convenía a la Francia de su época, en tanto que Spencer se adecuaba más a su país Inglaterra, pero también a los países de Latinoamérica. Por otra parte, Hostos pensaba que si el pueblo dominicano accedía al progreso teniendo por base la educación y la industrialización –las cuales permitirían «disciplinar» a las personas–, al cabo de un tiempo se lograría un nuevo orden. Si esto no se lograba, todo estaba perdido, pues su consigna era Civilización o muerte. 200 M. Pimentel, Identidad, multi-culturalismo, Santo Domingo, 2007, p. 129. 199 PFB-20140124.indd 296 24/01/2014 09:56:25 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 297 el Remington […] y que aquí paren y se detengan los bravos, bravos.201 Es así como comienza el cuestionamiento crítico que Bonó formula al referido capital, el que deja instalada en el país la dependencia política a través de una modalidad distinta de colonialismo. Al examinar los intensos cambios que se producían a nivel mundial, resultan esclarecedores los señalamientos hechos por Francisco Javier Caballero Harriet: A partir de 1860, los grandes países industrializados conocen una enorme expansión imperialista y, consecuentemente, el sistema económico liberal capitalista (librecambista o proteccionista según el caso), con las instituciones características (grandes empresas, bancos, bolsas, patrón-oro) que ellos encarnan, se va generalizando a lo largo y ancho del mundo.202 Siempre atento al palpitar social, económico y político del país y el mundo en su conjunto, Bonó es el primer dominicano en darse cuenta del nuevo tipo de sometimiento en el que había caído la sociedad dominicana, pero además comprende que con el mismo asistíamos a una nueva etapa política, económica y social. Observó cómo la realidad social del país giraría esta vez en torno al rubro azucarero, que para los dominicanos representaba una novedad, y sobre lo cual sería necesario efectuar estudios especiales. Por lo pronto, nota dos problemas cruciales en el resurgimiento moderno de la economía azucarera: a) las ganancias excesivas; b) los riesgos que se ciernen sobre los dos países que pueblan la isla.203 En 1881 Bonó ofreció un calificativo al nuevo rostro que trajo consigo la época y su correlato económico-político: «nueva faz de las conquistas de los fuertes sobre los débiles». Denunció, asimismo, P. F. Bonó, «Privilegiomanía», Papeles, pp. 251-252. F. J. Caballero Harriet, Algunas claves, p. 57. 203 Son apreciaciones de Bonó contenidas en una misiva escrita en francés a un amigo que se supone era haitiano (dado los tópicos tratados) y que vivía en París. La carta no tiene el nombre del destinatario y data posiblemente de 1880, pues tampoco está fechada. Ver P. F. Bonó, «El error de Boyer», Papeles, p. 610. 201 202 PFB-20140124.indd 297 24/01/2014 09:56:25 a.m. 298 Julio Minaya sus efectos devastadores: «El monopolio destruyó los conucos y sus anexos de ganado menor, y con ello la subsistencia de la ciudad y trabajadores».204 A partir de la vocación expansiva de la economía europea, pudo visualizar la necesidad que tenía su industria de obtener materias primas fuera de Europa y de colocar fuera de su mercado el arsenal de mercancías que excedía su propio consumo. En varios de sus escritos Bonó describe y evalúa cómo todo en el país iba cayendo en manos de varias compañías que monopolizaban205 las actividades económicas y cómo sobre todo ellas se iban apoderando de gran parte de las tierras cultivables, convirtiendo de esta forma a los dominicanos en sus peones y a los gobiernos en sus servidores, situación que era la evidente consecuencia del nuevo colonialismo que arropaba al país.206 P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Papeles, p. 281. Como apunta José Carlos Mariátegui: «la época de la libre concurrencia en la economía capitalista ha terminado en todos los campos y en todos los aspectos. Estamos en la época de los monopolios, vale decir de los imperios. Los países latinoamericanos llegan con retardo a la competencia capitalista. Los primeros puestos están definitivamente asignados. El destino de estos países, dentro del orden capitalista, es de simples colonias». J. C. Mariátegui, «Aniversario y balance», Ideología y política, Lima, 1969, p. 248. 206 Conviene realzar, aun sea muy someramente, el atinado análisis que efectúa Darcy Ribeiro, quien lee en clave tecnológica lo que a su entender ha ocurrido en Latinoamérica. Lo resumimos del siguiente modo: Los procesos civilizatorios desencadenados por la revolución tecnológica provocan el surgimiento de focos dinámicos correspondientes a pueblos activados por el dominio de los nuevos recursos tecnológicos. Tales focos, difundiéndose sobre áreas contiguas o lejanas, constituyen constelaciones matroétnicas que se estructuran en forma de imperios. Dentro de esta lógica, todos los pueblos enrolados en esos movimientos se transfiguran en dos formas distintas según experimenten movimientos acelerados de autoconstrucción que los modelan como pueblos autónomos que existen para sí mismos, o movimientos reflejos de actualización o modernización que plasman pueblos dependientes, objeto de dominio colonial de los primeros. Los pueblos de la periferia, que intentan acceder a las ventajas del mundo tecnológico devienen colocados bajo el dominio de un centro rector, pero con pérdida de autonomía y mediante su conversión en proletariado externo de otros países. Es decir, como proveedores de fuerza de trabajo o de materia prima destinadas a promover la prosperidad ajena. Fue siguiendo esta lógica que Inglaterra, Francia y los Países Bajos, en una primera etapa, se configuran como formaciones imperialistas industriales. Al ocurrir la emancipación de las colonias ibéricas, las mismas se transfieren de la órbita ibérica a la inglesa y se transfiguran de formaciones colonialistas de tipo diverso, a una condición general de naciones neocoloniales. D. Ribeiro, «La cultura latinoamericana», pp. 111 y 117. 204 205 PFB-20140124.indd 298 24/01/2014 09:56:26 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 299 En misiva de 1885 a Gregorio Luperón, el sociólogo hizo una descripción perspicaz: El trabajo rural libre ha sido suplantado por el trabajo colonial [cursivas añadidas], el comercial es el monopolio de cuatro a seis casas, y la anulación del pequeño comercio nacional; los servicios civiles y militares son una confusión, toda subordinación y disciplina ha desaparecido […] El presidente no gobierna ni manda [cursivas añadidas], está en acecho, en contemplaciones impropias de su jerarquía y dando lo ajeno a las Gobernaciones […] Todo es un desbarajuste que solo Dios, hablando en sentido místico, por un milagro, o desgracias nacionales irreparables, hablando filosóficamente, pueden remediar.207 Cuando se refiere al «trabajo colonial», Bonó no está haciendo alusión al que operaba en la época de la colonia española, sino a la modalidad laboral de reciente introducción merced a la irrupción del capitalismo monopólico en el país. Por otra parte, a la mirada sociológica, económica, filosófica y política de Bonó no escapó la advertencia del nuevo papel imperial que jugaría Estados Unidos a finales del siglo xix (específicamente desde 1889), cuando desplaza a las potencias europeas de su hegemonía económico-política en Latinoamérica: «A los Estados Unidos los vemos luchando en medio de un monopolio exorbitante, de un proteccionismo engañoso y acérrimo [cursivas añadidas], y con problemas de centralización irresolubles».208 Como atinadamente explica Roberto Fernández Retamar, los países latinoamericanos asistían a un proceso de recolonización tras varias décadas de haberse sacudido el dominio de la Corona española. Y agrega: Nuestra América fue colonizada de nuevo; ya no por naciones atrasadas (vade retro!), sino por naciones verdaderamente occidentales, como Inglaterra y los Estados Unidos, y conservando los atributos formales de la independencia. Esa nueva forma Carta contenida en P F. Bonó, Papeles, p. 537. P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, p. 375. 207 208 PFB-20140124.indd 299 24/01/2014 09:56:26 a.m. 300 Julio Minaya de colonialismo que se inicia, como tantas cosas, en nuestra América, sería conocida como neocolonialismo.209 Frente a tal fenómeno, José Martí alerta a la América española a prepararse, dado que había llegado la hora de «declarar su segunda independencia».210 Martí avizoraba los peligros que representaba el nuevo poder acumulado en el Norte. Había permanecido por espacio de quince años en los Estados Unidos y creía conocer al monstruo, pues había vivido dentro de sus entrañas. Dentro de este contexto no es exagerado plantear que Bonó logra anticiparse con al menos seis décadas a las teorías postcolonialistas, las cuales se originan en Europa y Estados Unidos a partir de 1960. Dentro de sus exponentes principales figuran dos martiniqueños: Aimé Césaire y Frantz Fanon, quienes sometieron a serio cuestionamiento crítico el neocolonialismo francés. Bonó capta tres tipos de colonialismo En las tres décadas que siguieron a la capitulación de las tropas españolas en 1865, Bonó se propuso sentar las bases necesarias para que la sociedad dominicana lograra un cierto reconocimiento de sí misma. En primer lugar, esta debía plantearse su autoconocimiento como sociedad: sin dicho conocimiento no podía llegar a captarse como algo valioso. Bonó intentó, en efecto, y por diversos medios, la búsqueda de un ethos o núcleo epistemológico-axiológico que sirviera de sostén fundamental a un pueblo que ensayaba el establecimiento del Estado-nación. Gracias a estos esfuerzos, Bonó es quien primeramente comprende que, como pueblo, República Dominicana aún permanecía bajo el dominio de una España invisible, la cual reeditaba un poder oculto que se colaba por entre los intersticios de los finos resortes culturales. Una serie de taras estorbaban el normal desenvolvimiento de la vida cultural dominicana. A esa España intangible había que 209 210 R. Fernández Retamar, «Nuestra América», p. 171. Comentario de Martí a la Primera Conferencia Panamericana de 1889. Citado por R. Fernández Retamar, «Nuestra América», p. 171. PFB-20140124.indd 300 24/01/2014 09:56:26 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 301 reducirla a su mínima expresión en el marco de la cotidianidad del dominicano. Y todo ello porque, como advierte José Martí: Un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos; empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos alza e informa conceptos de vida radicalmente opuestos a la costumbre del servilismo pasado, a las memorias de debilidad y de lisonja que las dominaciones despóticas usan como elementos de dominio sobre los pueblos esclavos.211 Por tal motivo, no bastó la simple emancipación política, puesto que en ese proceso de lucha solo se obtuvo la soberanía sobre el territorio, permaneciendo incólume todo el conjunto de hábitos, tradiciones e ideas de la España monárquica, despótica, dogmática, paternalista y patrimonialista. Su preponderancia ejercía un ascendiente determinante en la «condición de los espíritus» de la joven nación. Prócer de la Restauración, Bonó se irguió sobre el conjunto de sus contemporáneos y visualizó el carácter incompleto de aquella gesta. Dejó sentados graves enjuiciamientos a la mentalidad colonial prevaleciente, de suerte que pasó a convertirse –como ya se ha sostenido– en pionero de la emancipación cultural dominicana. Hay, sin embargo, una cuestión que conviene enfatizar: la función de Bonó no se limitó solo a lo previamente señalado –que ya es bastante–, sino que pudo advertir cómo las clases trabajadoras y los sectores depauperados del país carecían de las condiciones objetivas que les permitieran ejercitar los derechos y deberes de ciudadanía. Tal circunstancia lo llevó a exigir mayores niveles de igualdad y equidad, enarbolando la justicia social. Además, en lo que tiene que ver con el nivel externo, puso de relieve –como ya se indicó con anterioridad– la nueva situación de sometimiento que traía aparejado el capital monopólico. Dependencia con ribetes intercontinentales, pues J. Martí, «Conferencia Internacional Americana» (1889), Citado por Manuel Maldonado-Denis, «Martí y Fanon», Fuentes de la cultura latinoamericana, México, 1993, p. 421. 211 PFB-20140124.indd 301 24/01/2014 09:56:26 a.m. 302 Julio Minaya el sociólogo e intelectual llega a develar, tras la presencia europea, la irrupción del capitalismo estadounidense en su doble modalidad: monopólica y proteccionista. Bonó, de la crítica neocolonial al enjuiciamiento de la ideología del progreso Impugnación del liberalismo económico Lo señalado hasta aquí permite apreciar en Bonó la puesta en claro de tres tipos de colonialismo: político, cultural y económico. Pero él hace también otra contribución: descubre la prevalencia y puesta en vigor de una teoría surgida en el seno del positivismo liberal que servía de acicate a los nuevos agentes nacionales y extranjeros que intervenían en la prédica y desarrollo de la moderna industria azucarera. Se trata de la ideología del progreso, sobre la que Bonó advierte: Esta teoría echada a los cuatro vientos por las grandes naciones civilizadas, repletas de población, de capital, de ciencia, experiencia, actividad y demás accesorios para aplicarlas con energía y con fruto a la explotación de hombres y de cosas, es uno de los males que afligen al mundo en la actualidad.212 Tal teoría tiene a Inglaterra y Francia como sus patrias nativas, los dos imperios hegemónicos en el mundo hasta 1889. Lo que llenó de satisfacción intelectual a Herbert Spencer213 fue causa de pesar para P. F. Bonó, «Petición de un alambiquero», Papeles, pp. 413-414. Este filósofo inglés, padre del liberalismo de corte individual y del darwinismo social, devino tan entusiasmado con la utopía del progreso que se dedicó a buscarle bases filosóficas y aplicaciones universales. Como argumenta J. Bury, «Spencer estudió las leyes generales de la evolución y planeó su filosofía sintética que habría de explicar el desarrollo del universo. Trataba de demostrar que pueden descubrirse las leyes del cambio que controlan todos los fenómenos en conjunto, tanto inorgánicos como biológicos, psíquicos y sociales. A la luz de esta hipótesis, el progreso de la humanidad aparece como un hecho necesario, una secuela del movimiento cósmico general, gobernada por sus mismos principios. […] por lo menos en Inglaterra […], la significación de la doctrina de la 212 213 PFB-20140124.indd 302 24/01/2014 09:56:26 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 303 uno de sus contemporáneos: Pedro Francisco Bonó. Mientras para el primero el ideal de progreso significó un bien para la humanidad, para el segundo constituyó una teoría nociva. Siempre fiel a sus convicciones, Bonó buscó los medios de refutar dicha teoría. Con su crítica al ideal de progreso, Bonó rompió con el liberalismo económico que presenciaba, lo cual se tradujo en una toma de posición que lo llevó a distanciarse de la clase dominante y del Partido Liberal. Y al distanciarse de la élite, su identificación con los sectores populares nacionales se acrecentó. Siendo defensor acérrimo de un progreso socialmente incluyente, se dio cuenta de que el manido adelanto que se proclamaba significaba más bien un retroceso para «las masas populares». Por eso decidió impugnar los elementos ideológicos de una de las doctrinas que más pábulo dio a la fe ciega en el progreso: el liberalismo económico. De ahí que su declaración de 1884 fuera radical: Digamos la verdad, impugnemos la opinión dominante que desde la fundación de la República se ha perpetuado entre nosotros, de que la felicidad de un pueblo consiste únicamente en el aumento de sus importaciones y exportaciones obtenidas a todo trance, aunque sea atropellando la justicia y la moral: aunque sea sobre los desastres de todos los ciudadanos como Toussaint Louverture y que puede este solo dato estadístico, estos números, estas riquezas de corta duración regularmente acaparados por unos pocos, reemplazar por completo las buenas costumbres, las máximas, el trabajo libre, la caridad y los hábitos de economía que han sido siempre las bases de la grandeza y de la felicidad de las naciones.214 Raymundo González pone de manifiesto que no es sino hasta el último cuarto del siglo xix cuando en el país la cuestión del progreso toma el carácter que desde décadas atrás venía acusando en las demás evolución elevó la doctrina del Progreso al rango de una verdad admitida por todo el mundo, un axioma al que la retórica política podía recurrir con efectividad». John Bury, La idea del progreso, Madrid, 2009, pp. 347-348. 214 P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Papeles, pp. 293-294. PFB-20140124.indd 303 24/01/2014 09:56:26 a.m. 304 Julio Minaya naciones de origen hispanoamericano. También, que dicho proceso estuvo estrechamente relacionado con la implantación de la industria azucarera moderna, lo cual dio origen al surgimiento de relaciones capitalistas de producción en la formación social dominicana.215 La crítica del concepto de progreso en Bonó. Caracterización Como uno de sus habituales procedimientos a la hora de abordar analíticamente problemáticas complejas, Bonó se interrogó respecto a tres variables o ámbitos en los cuales la mentada prosperidad debía reflejarse: «¿Está en la organización del trabajo?», «¿El progreso está en la instrucción pública?», «¿El progreso está en las buenas costumbres?». El pensador dedica cerca de veinte páginas a discutir el asunto, y su consideración final es que tal progreso no existe; de ahí que termine recomendando: […] no debemos mecernos más en ilusiones, debemos ver con valor el estado del país en todos sus ramos, en todas sus manifestaciones; abandonar esa parlería superficial que nada encierra, que a todos cansa, que a ninguno engaña y que nos hundirá cada vez más, día por día, en la miseria y desprestigio […] Debemos, por fin, no aletargar el trabajo y energía nacionales con mirajes ficticios, con lucubraciones, con teorías insensatas; debemos ver el fondo de las cosas y exponerlas tal como ellas son, sin ambages ni consideraciones. Por mi parte, aprovechando esta oportunidad, declaro que disiento en todo y por todo, de las apreciaciones generales que veo en la prensa nacional y oigo en los círculos donde se examina y discute nuestra situación. Yo no veo el progreso que se decanta, y tanto se vocea [...] ¿Cuál es este progreso? ¿Dónde está?216 De acuerdo a Petronila Dotel, la visión del progreso abrazada por Bonó es original: le permitió reflexionar profundamente en 215 216 R. González, Bonó, pp. 110-111. P. F. Bonó, «Opiniones de un dominicano», Papeles, p. 277. PFB-20140124.indd 304 24/01/2014 09:56:26 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 305 torno a las condiciones que proporcionaban seguridad a la vida del trabajador y de sus familiares, pues para él el trabajador tenía que sentirse seguro de su labor y ser bien remunerado. Reclamaba respeto al sector de los trabajadores, que se les retribuyera la riqueza que producían.217 Ya aquí estamos en condiciones de resaltar la determinación esencial que emana del concepto de progreso que abriga Bonó: que todo progreso, para ser tal, conlleva necesariamente la inclusión social de las clases trabajadoras y, en general, del conjunto de la colectividad oprimida o empobrecida. Tal condición es requisito sine qua non para avalar el verdadero progreso, o por mejor decir: no se puede hablar de progreso si este no se expresa directamente en el mejoramiento cuantitativo y cualitativo de las condiciones de vida del pueblo dominicano. De ahí que objetara a quienes gritaban a los cuatro vientos la prosperidad originada por el desarrollo de la industria azucarera en Santo Domingo, pues la misma no incluía la elevación de las condiciones de vida del generador de las riquezas. Tal objeción la argumenta brillantemente del modo siguiente: Progreso sería puesto que se trata del progreso de los dominicanos, si los viejos labriegos de la común de Santo Domingo que a costa de su sangre rescataron la tierra a cuyo precio estaban adjuntadas, tierra que bañaron y siguen bañando con su sudor, fueran en parte los amos de sus fincas y centrales: si ya ilustrados y ricos como hacendados, en compañía de los que nos han hecho el inapreciable favor de venir a nosotros, trayéndonos su dinero, sus conocimientos, sus personas, su trabajo, mandaran directamente sus productos a New York. Pero en lugar de eso, antes aunque pobres y rudos eran propietarios, y hoy más pobres y embrutecidos han venido a parar en proletarios. ¿Qué progreso acusa eso? Mejor entraña una injusticia hoy y un desastre mañana.218 Petronila Dotel Matos, «La idea de progreso en Bonó. Tan desafiante como entonces», Estudios Sociales, No. 142-143, octubre 2005-marzo 2006, Santo Domingo, p. 108. 218 P. F. Bonó, «A mis conciudadanos», p. 327. 217 PFB-20140124.indd 305 24/01/2014 09:56:26 a.m. 306 Julio Minaya Al evaluar la perspectiva de progreso defendida por Bonó, Rafael Morla resalta que dicho autor no la reduce al simple [...] desarrollismo económico, ni a la introducción de nuevos medios y técnicas de producción, a la instalación de un ferrocarril, puesto que exige, además, desarrollo humano, que la riqueza social beneficie a los que la producen con el sudor de su frente. Hacemos notar que esta visión del progreso es sumamente rara en ese siglo, que tiene fuerza y trascendencia para el presente, al extremo de conectar con los ideales de la UNESCO para el siglo xxi, donde el ideal de progreso, debe incluir todos los elementos consustanciales a la condición humana. Bonó quiere progreso con justicia social. Nada de olvidarse de los pobres, de ahí la fuerza y validez del calificativo con que ha sido llamado: el intelectual de los pobres.219 La visión alterna del progreso enarbolada por el pensador nacional lleva aparejada, pues, una significativa proyección social. Dicha perspectiva rompió todos los esquemas del dogma progresista, por lo que sus objeciones críticas adquirieron dimensión continental. Crítica del progreso en Bonó. Su dimensión continental Al describir la situación que atravesaba el país durante el período finisecular decimonónico, Bonó habla de «desastre», «ruinas», «corrupción incorregible», «explotación de hombres y de cosas», «esterilización de suelos», «destrucción de riquezas naturales», «disolución de los vínculos sociales», «monopolio y coloniaje reciente», «tierra devorada por el monopolio», «lamentos de los infelices aplastados»… Son estas palabras y expresiones que retratan una crisis social, moral y espiritual calamitosa. Andrés L. Mateo reconoce la profundidad de los asertos de Bonó en su objeción a la ideología del progreso desplegada en su tiempo, 219 R. Morla de la Cruz, Modernidad e Ilustración, p. 135. PFB-20140124.indd 306 24/01/2014 09:56:26 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 307 ya que nuestro autor pudo advertir que la coartada de la tal ideología suele traer juntos la racionalidad y aquello que la amenaza: se puede vivir una vida moderna y a la vez reproducir todas las taras de la premodernidad.220 Pero, ¿exageraba Bonó al describir y ponderar la realidad experimentada por la República Dominicana en el último cuarto del siglo xix o era más bien el resultado de una situación vivida? ¿No era posible que el drama hiriera en lo más profundo su sensibilidad de intelectual comprometido? ¿No se condolía del dolor y el abandono en que yacía la inmensa mayoría de los dominicanos? La puesta en entredicho del credo progresista efectuada por Bonó fue la respuesta de un pensador ético al carácter expoliador y voraz del capital monopólico que irrumpía en Santo Domingo. Por sus lecturas y permanente actualización (a pesar de vivir en un apartado rincón de la República), Bonó se mantuvo al tanto del acontecer mundial y del movimiento dinámico del capitalismo europeo y norteamericano. Visualizó su expansión mundial y sus efectos devastadores en esta parte del Caribe. Captó cómo en un primer momento –a partir de la década de los setenta– el capital europeo iba «hipotecando moralmente la industria del hemisferio»; y luego de 1889 se dio cuenta de la forma en que el capital exorbitante y proteccionista de Estados Unidos pasaba a dominar política, social y económicamente el ámbito latinoamericano. Estaba consciente de que dicho cuadro no expresaba sino el despliegue de un largo proceso dentro del cual las potencias mundiales se habían abocado al reparto del mundo: entre 1830 y 1864 Francia conquista a Argelia y Senegal; en el período 1842-1864 las potencias occidentales ocupan los puertos principales de toda China, en tanto Gran Bretaña ocupa y se apodera de Hong Kong por un período que se prolongaría siglo y medio; durante los años de 1846 a 1867 Estados Unidos lanza la guerra a México y le arrebata gran parte del territorio; en 1858 la India es anexionada a la Corona Británica; entre 1864 y 1867 Francia ocupa y establece dominio en México; en 1895 China es vencida por Japón, que le arrebata a Taiwan y A. L. Mateo, «La ideología del progreso», en L. F. Martínez Jiménez, Filosofía dominicana, tomo II, p. 401. 220 PFB-20140124.indd 307 24/01/2014 09:56:26 a.m. 308 Julio Minaya Liaodong; a partir de 1870 toda África queda parcelada, y por su posesión se pelean ingleses, franceses, holandeses, alemanes, portugueses, españoles. Pero, ¿qué impulsa a estos países poderosos a rivalizar entre sí por el dominio del mundo? ¿Qué nos explica su vocación voraz, conquistadora y colonizadora, reveladora de una fase económica y sociopolítica completamente nueva a escala mundial? Ello tiene, al parecer, solo una razón objetiva: la búsqueda de materias primas y espacios mercantiles para fabricar y vender sus productos. Sin embargo, debe señalarse simultáneamente un factor de naturaleza subjetiva: el pathos progresista, el cual ejerce una ilimitada fascinación que raya en sentimiento o pasión religiosa. ¿Dónde radican las condiciones de posibilidad de este nuevo dogma del progreso? ¿Por qué esta creencia tan abarcadora y alucinante precisamente durante la segunda mitad del siglo xix? Para Bonó, las respuestas a tales interrogantes hay que buscarlas en el despliegue de la ciencia y la técnica, sobre las cuales comienza a mostrar franco escepticismo. Así lo expresa: En esta época, en este fin de siglo tan decantado de ciencia y de progreso tan acabado, ni la ciencia ni el progreso han cumplido sus promesas [cursivas añadidas]. La Europa es presa de odios internacionales, del delirio de armamentos indefinidos y de conquistas; y ésta, la más culta porción de la humanidad, ve con terror el espectro del anarquismo armado con los más poderosos instrumentos de muerte, y es devorado por un pauperismo que solo puede calmar expulsando la mitad de su población, a países libres, pero desiertos, o con el falaz nombre de expansión colonial, a países salvajes.221 Bonó está consciente, puesto que está a la vista de todo el mundo, de la existencia de ciertos indicadores económicos reveladores de una cierta dinamización de la economía de Santo Domingo: incremento de la rentabilidad de la tierra, crecimiento económico, aumento de P. F. Bonó, «Congreso extraparlamentario», Papeles, pp. 374-375. 221 PFB-20140124.indd 308 24/01/2014 09:56:26 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 309 las exportaciones e importaciones, surgimiento de nuevos grupos de ricos, establecimientos de bancos, construcción de obras públicas imponentes (ferrocarriles, grandes puentes, alumbrado eléctrico). Todo esto y mucho más era observado por Bonó. Pero cabe reiterar algo que sostuvo en 1880: «La Cuestión Hacienda […] A primera vista es verdad que aparece como exclusiva cuestión de guarismos, pero esta faceta engañosa solo conduce a remedios de momentos».222 Es decir, la mera exposición de cifras y su manejo hábil por los expertos, complementado con el adormecedor lenguaje de los números, podrían prestarse para argumentar conclusiones supuestamente válidas para la totalidad real, conclusiones que por ende podían ponerse al servicio de propósitos demagógicos. De hecho, Bonó se percató de la confabulación entre la élite nacional y el sector externo para dejar asentada la creencia de que todas las novedades acaecidas en el país constituían un muestrario de la prosperidad general de la colectividad dominicana. En efecto, sin el desarrollo cada vez más complejo de la ciencia y la técnica, no podían ser explicados ciertos avances registrados en el país durante la segunda mitad del siglo xix. Bonó hace la constatación de los mismos, pero –en vez de aplaudirlos– se suma al conjunto de voces que en el mundo postulan la bancarrota de la ciencia, de esa «ciencia experimental aplicada en los pequeños e inocentes pueblos».223 De importancia capital resulta esta apreciación de Bonó, pues constata el hecho de que las naciones pobres del mundo eran víctimas del poder que ponía la ciencia en manos de las grandes potencias del momento. Pues la ciencia dota a quien la posee de un poder avasallante. Y la racionalidad científica moderna expresó desde sus momentos iniciales la vocación de dominio que la inspira. Francis Bacon, principal expositor de las expectativas de poder que despierta la racionalidad científica, lo resumía así en el siglo xvii: «Conocer es poder». P. F. Bonó, «Estudios», Papeles, p. 157. P. F. Bonó, «Petición de un», Papeles, p. 414. Uno de los primeros enjuiciadores de la noción de progreso y del cientificismo decimonónicos lo fue Friedrich Nietzsche. 222 223 PFB-20140124.indd 309 24/01/2014 09:56:26 a.m. 310 Julio Minaya Dos siglos después Nietzsche se convertiría en uno de los principales críticos del poder que trae aparejado el avance del binomio ciencia-técnica: «La ciencia tiene que demostrar ahora su utilidad. Se ha convertido en una nodriza y está al servicio del egoísmo: el Estado y la sociedad la han tomado a su servicio con el fin de explotarla para sus fines».224 Ni Nietzsche ni Bonó eran partícipes del subyugante entusiasmo por la ciencia, a pesar de que a raíz del siglo xix se forja la ideología que nos hace ver la actividad científica moderna como la única actividad existente capaz de producir «verdaderas interpretaciones» sobre el mundo y sobre nosotros.225 Bonó vivía en la periferia del mundo capitalista durante la segunda mitad del siglo xix; su país sufría los estragos de un nuevo orden político y económico mundial. Fue la inteligencia más perspicaz y el espíritu más sensible a los desafíos que revestía la nueva época. De su lado, Nietzsche, que vivió entre 1844-1900, es la principal conciencia filosófica europea que reacciona repudiando el nuevo tipo de racionalidad que se entronizaba en todos los órdenes de la vida. Precisamente él pensaba que la vida era su principal víctima. Al igual que Nietzsche, Bonó se esforzó también en dotar de sentido la realidad dominicana luego de sufrido el impacto económico, político, moral y espiritual del despliegue del capital monopólico. Para ello enfrentó como intelectual crítico el paradigma liberal-positivista de progreso que cifraba una fe ciega en los efectos redentores de la ciencia y la técnica. Pero, ¿no procuran la ciencia y la técnica la libertad del ser humano? ¿Acaso no persiguen asegurarle un bienestar y una felicidad cada vez mayores? En lo que respecta a Bonó, su postura concluyente fue que el progreso que entonces hacía posible la ciencia y la técnica solo implicaba promoción económico-social para una parte de la sociedad, muy restringida por cierto. Desde esta perspectiva, dicho progreso liberaba a los menos, en tanto promovía la explotación y dominio de los más. En este punto conviene citar a Antonio Campillo: F. Nietzsche, El libro del filósofo, Madrid, 2000, p. 34. E. Minaya, «La ciencia-técnica», pp. 6-33. 224 225 PFB-20140124.indd 310 24/01/2014 09:56:26 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 311 El progreso es, por supuesto, un programa de la razón y de la libertad. Sin embargo, al establecer una jerarquía entre los pueblos la idea de progreso permite legitimar la dominación y la colonización de unos sobre otros. Una colonización ejercida en nombre de la razón. Una dominación ejercida en nombre de la libertad. Los dominadores lo son porque se encuentran unas generaciones, unos siglos o incluso milenios más adelante que los dominados. Y la dominación no tiene como objeto declarado esclavizar sino liberar, es decir, hacer avanzar a los pueblos más atrasados, hacerlos progresar, hacerlos crecer y modificar.226 Conforme lo antes señalado, éramos víctimas de una sutil estrategia, la cual ejercía una especie de embrujo sobre personas y pueblos, sobre todo en el caso de la República Dominicana, donde todo estaba prácticamente pendiente de realización. Lo cierto es que en todo el mundo occidental la ideología del progreso se expandía al modo de mística religiosa.227 La influencia del cristianismo en dicha concepción sería decisiva, pues tal y como indica Luis Garagalza: Tanto el progresismo liberal como el marxista descansarían de un modo u otro sobre la creencia cristiana en la salvación, bien que secularizada: mientras que la salvación cristiana afecta especialmente al alma y apunta simbólicamente al Reino de Dios, el progreso moderno busca su realización literal, político-económica […] en el interior de la historia, en el «siglo».228 Antonio Campillo, Adiós al progreso. Una meditación sobre la historia, Barcelona, 1985, p. 19. 227 «Surgía así una nueva religión: la industrialista. Se levantaban entonces palaciegos altares a la maquinaria, como las Exposiciones universales, con sus millones de visitantes-feligreses. En la École Polytechnique, donde concurrieron las mejores lumbreras de Europa, se gesta un sujeto histórico inédito que mira la vida con lente ingenieril, prescindiendo de las humanidades y su enfoque inveterado». Ver H. E. Biagini, «Espiritualismo», p. 325. 228 L. Garagalza, «El dominio planetario de la técnica: La hermenéutica en un mundo global», Curso dentro del Programa del Máster Filosofía en un Mundo Global, Universidad del País Vasco-Universidad Autónoma de Santo Domingo, 2012-2013, p. 6. 226 PFB-20140124.indd 311 24/01/2014 09:56:26 a.m. 312 Julio Minaya Visto de esta manera, en la filosofía del progreso se encontraban asociados elementos de carácter emotivo y racional. En este último caso nos situamos ante una ideología portadora de una lógica harto asumida por la modernidad, si bien se trata «de una lógica contradictoria, ya que el progreso se ha propuesto como una liberación y al mismo tiempo como una dominación».229 En este orden de ideas es que Bonó logra arribar a una peculiar conclusión que le distancia de modo radical de las teorías hegemónicas de su tiempo y espacio: el mencionado progreso ha convertido al dominicano en más pobre y al país en más dependiente, idea que logra coronar con su tesis de un neocoloniaje en República Dominicana. La reflexión hecha por Bonó sobre el tema del progreso a partir del caso particular de la República Dominicana de su época presenta un carácter singular, no solo por haber sido emitida por la única voz disidente en el país, sino además por su hondo calado crítico, condición esta que le otorga relevancia a nivel nacional y de toda Latinoamérica.230 Al decir de Rafael Morla, la de Bonó es una visión sumamente rara para finales del siglo xix, visión que sin embargo evidencia tanta fuerza y trascendencia en nuestro presente que llega al extremo de conectar con los ideales de la UNESCO para el siglo xxi. Efectivamente, para esta entidad el progreso debe incluir todos los elementos consubstanciales a la condición humana. En palabras de Bonó: es necesario el progreso, pero con justicia social.231 El pensador tuvo la perspicacia de advertir la paradoja que traía encerrada en sí misma la categoría del progreso que se perfiló en el siglo xix: postulaba la libertad y el bienestar para todos los países y A. Campillo, Adiós al progreso, p. 69. El progreso, cual «fantasma», recorría el mundo entero. En varios países de la región surgieron voces que, sin tener la asiduidad y coherencia que Bonó, lo objetaron. La matanza de obreros en Chicago hacia 1886 agregaba su ingrediente a dicha objeción. No todo en el desarrollo industrial era bondad: ¿A qué costo había que pagar el progreso? «El pueblo ha aprendido esta frase ¡progresamos! Y en medio de sus mayores dolores la repite con consuelo». Así se expresa el argentino (exiliado republicano español) Serafín Álvarez en 1886, en su importante opúsculo Cuestiones sociológicas. También hacia la misma época, en el libro titulado Escritos filosóficos, el uruguayo Prudencio Vásquez cuestiona desde una perspectiva krausista la visión progresista: «no por tener ferrocarriles y teléfonos los pueblos viven tranquilos y felices». Ver H. E. Biagini, «Espiritualismo», pp. 324-330. 231 R. Morla de la Cruz, Modernidad e Ilustración, p. 39. 229 230 PFB-20140124.indd 312 24/01/2014 09:56:27 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 313 todos los ciudadanos, pero a la postre tales bondades se repartían en forma desigual entre países poderosos y países débiles, entre ciudadanos ricos y ciudadanos pobres. Para unos la bonanza y la libertad, para otros la pobreza y la dependencia. Cabe aquí introducir una expresión de Enrique Dussel: «progreso cualitativo». Noción que viene a diferenciarse de los criterios enarbolados por la modernidad, puesto que hace referencia a la sustentabilidad de normas, acciones, instituciones y sistemas de eticidad que permitan y desarrollen la vida humana y la vida de las otras especies ligadas en su dignidad a la dignidad medular de la vida humana. Con este concepto Dussel propugna por una ética ecológica.232 Sin dudas, Bonó encabeza la lista de los intelectuales dominicanos que asumieron el abordaje crítico de la idea de progreso poniendo de relieve el carácter unilateral, contradictorio y excluyente de los males sociales que puede –y que a menudo suele– traer consigo. Para efectuar el análisis y crítica de la noción de progreso el pensador cibaeño partió de un marco teórico amplio y actualizado, gracias a su conocimiento de los aportes realizados por Bernard Fontenelle233 (quien se esforzó en darle fundamentación racional a la visión progresista) y de Condorcet234 (quien logra impulsarla de manera decisiva). Luego vendrían Augusto Comte (con quien la idea del progreso se convierte en dogma) y Herbert Spencer (gracias al cual logra alcanzar el rango de ley). Estos autores, empero, solo representan la tendencia fundante y apologética de la filosofía del progreso; tendencia que bien pudo satisfacer al Bonó joven, al mismo que llegó a autocalificarse de «iluso», pero Enrique Dussel, Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, Valladolid, 1998, p. 379. 233 Racionalista francés, contribuyó a sentar las bases iniciales de la doctrina progresista. Parte de su producción la tuvo Bonó en su biblioteca. 234 Con su Boceto de una imagen histórica del progreso del espíritu humano, Jean Antoine Condorcet –filósofo francés, miembro y secretario de la Academia de Ciencias de París– se consagró como el primer gran impulsor del ideal de progreso en cuanto vía fecunda para lograr la felicidad humana: «La perfectibilidad del hombres es verdaderamente indefinida, y el progreso de esta perfectibilidad de ahora en adelante […] no tiene más límite que la duración del globo terráqueo. Este progreso […] no podrá ser nunca detenido». Citado por Robert Nisbet, Historia de la idea de progreso, Barcelona, 1981, p. 293. 232 PFB-20140124.indd 313 24/01/2014 09:56:27 a.m. 314 Julio Minaya no al Bonó maduro, al autor que vertebra una lectura del progreso que se aparta del paradigma enarbolado por ellos. Su concepción se nutre, más bien, de los postulados prerrománticos de J. J. Rousseau (quien impugnó las supuestas bondades de la ciencia y de la técnica, así como el supuesto progreso que acarrean), y en menor medida, de los creadores del socialismo utópico y del humanismo católico francés. Y no se puede dejar de hacer referencia al hecho de que fue contemporáneo de K. Marx y de F. Nietzsche, a quienes, a decir verdad, nunca menciona en sus escritos, pero que formaban parte nodal del ambiente intelectual de la centuria decimonónica en su segundo tramo. Si Jorge Sorel235 logra ridiculizar en la actualidad las bases en que descansa la idea moderna y contemporánea de progreso, Bonó consigue poner al desnudo, en el período finisecular del siglo xix, tanto su poder demagógico y alienador, como sus resultados ruinosos,236 pues dicha noción lubricó los resortes en virtud de los cuales el capitalismo monopólico pudo explotar a las personas, abusar de la soberanía nacional y esquilmar los recursos naturales del país. Iniciada en 1880, esta crítica es mantenida por el pensador –lanza en ristre– hasta su último escrito dirigido al Congreso Nacional, el cual data de abril del año 1900237 (contaba a la sazón con setenta y dos años de edad). En dicho escrito observa: […] un fantasma envuelto en palabras sonoras y al parecer justas, tales como: el progreso se impone, el mundo marcha, el Sociólogo de nacionalidad francesa, Jorge Sorel se ha ganado el respeto del mundo intelectual gracias a sus obras Ilusiones del Progreso y Reflexiones sobre la violencia. 236 A fin de expresar y denunciar estéticamente la vocación ruinosa del progreso, Walter Benjamin toma como punto de partida el cuadro de Klee, Angelus Novus: en escena se destaca el Ángel de la Historia, el cual se detiene ensimismado para contemplar los escombros que a su paso ha dejado un temible huracán que acaba de arrasar con todo lo que encuentra a su paso. El huracán es el progreso, que en su transitar triunfante por la historia, con paso arrollador, todo lo va destruyendo, arruinando así al ser humano mismo (creador del progreso) y a su casa: la tierra. 237 Se trata de un documento oficial que no vio la luz pública para la época: «Petición de un alambiquero». Aquí, como en el resto de sus trabajos sobre el tema, el enjuiciamiento de la concepción progresista va ligada indisolublemente a la defensa de la patria y de los sectores populares; razón por la cual dicho cuestionamiento reviste un cariz ético. 235 PFB-20140124.indd 314 24/01/2014 09:56:27 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 315 combate por la vida; con otras mil más pomposas y más huecas pronunciadas por los interesados, cubre con sus espantosos ruidos los lamentos de los infelices aplastados.238 Raymundo González ha podido aquilatar la excepcional contribución de Bonó en la temática aquí dilucidada, poniendo de manifiesto cómo en su etapa de madurez intelectual Bonó hace un esfuerzo denodado en la búsqueda de un camino diferente para acceder no al progreso sino a la felicidad del pueblo […] Su crítica a la ideología del progreso, fue el primer grito latinoamericano [cursivas añadidas] por un orden nacional que incluyera a las clases populares. De ahí la importancia continental de esta crítica de Bonó hecha desde San Francisco de Macorís.239 Relevancia ética de la crítica del progreso en Bonó Gracias a su agudeza intelectual y a su fina sensibilidad social, Bonó capta, debajo de palabras en apariencia sanas, la presencia de estructuras socioeconómicas injustas. De aquí que se pueda concluir que, en lo concerniente al cuestionamiento de la noción liberal y positivista de progreso, en Bonó alienta un pathos ético. Dicha preocupación ética se advierte en la terminología empleada por el autor a lo largo de su producción teórica, la cual trató de aplicar en el plano de la vida práctica: justicia social, igualdad, libertad, felicidad, fraternidad, verdad, dignidad, derechos humanos, prudencia, honestidad y caridad. Ahora bien, es en el primer concepto donde radica la mayor significación. La justicia social constituyó la verdadera utopía abrazada por Bonó. La situación de abandono y desarraigo social que comprobó en millares de compueblanos que fueron explotados y desposeídos de sus propiedades con el advenimiento y desarrollo de la moderna industria azucarera hirió su alma de hombre de bien. 238 239 P. F. Bonó, «Petición», Papeles, p. 414. R. González, Bonó, p. 12. PFB-20140124.indd 315 24/01/2014 09:56:27 a.m. 316 Julio Minaya Quiso que el Congreso juntara «la riqueza con la justicia», pero como tal pretensión resultaba inviable, Bonó recurrió al poder de la imaginación creadora y se inventó el Congreso extraparlamentario. Abierto totalmente al debate, se trata de un congreso popular inspirado en la más auténtica justicia social.240 A él no se asistía animado por el sueldo a cobrar, sino por el bien de la comunidad a lograr.241 Bonó encarnó, pues, una utopía: la utopía de la justicia social. Las palabras de Arnold J. Toynbee otorgan inteligibilidad a lo afirmado aquí: Desde el siglo xix, hemos visto un incremento progresivo en la productividad económica como resultado de la aplicación de la ciencia y la tecnología; y es esto lo que ha cambiado la visión de la justicia social para todos los seres humanos […] que de un sueño utópico que era ha llegado a ser una ambición razonable […]242 La justicia social conserva todavía su fuerza de ideal utópico, por eso se la sigue buscando con afán. De ahí que los señalamientos de Bonó, a un siglo de distancia, conserven sorprendente actualidad. Como intelectual ético, Bonó se convirtió en la voz de quienes sufrían opresión y exclusión en su época. Se solidarizó con las víctimas, por quienes dio la cara denunciando los males que padecían. Se constituyó en su voz al denunciar todo cuanto atentaba Como atinadamente expone Raymundo González, «La postura de Bonó exhibe un pensamiento que ha evolucionado desde el liberalismo de sus contemporáneos hasta el utopismo socialista, perspectiva desde la cual fue el primero en plantear como criterio la justicia social para formular un proyecto nacional desde las clases populares». Ver R. González, Bonó, p. 72. 241 «Con todo, Bonó no pudo evitar recaer en la búsqueda de brechas alternativas al sistema político vigente que conllevasen el protagonismo beneficioso de la masa del pueblo. Es lo que se puede inferir de su Congreso extraparlamentario, ficción de un sistema político utópico, donde representantes pertenecientes al propio pueblo analizan juiciosamente sus problemas y trazan las sendas alternativas. Se puede leer que estaba abogando por una acción autónoma de los trabajadores frente a un estado sujeto a una degeneración casi irremediable. Se infiere de esos debates la idea de que la construcción de la democracia debía tener por terreno el de la sociedad». Ver R. Cassá, «Pedro Francisco Bonó», pp. 7-23. 242 A. J. Toynbee, «El hemisferio occidental», p. 259. 240 PFB-20140124.indd 316 24/01/2014 09:56:27 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 317 en contra de su dignidad de personas y del respeto de sus derechos humanos. Pero si todo esto se tornó posible, fue debido a su honestidad al asumir de manera responsable la realidad que le tocó vivir, al obedecer «a la autoridad de los que sufrían» y sentir «compasión» por el sufrimiento de «las víctimas del sistema de opresión vigente». Ellas eran trabajadores vinculados a la caña de azúcar, peones agrícolas, pequeños y medianos agricultores, etc. Sus convicciones éticas, por tanto, le llevaron a asumir la opción por los pobres,243 de suerte que se le tornó imperativo categórico la crítica del orden vigente. Como sostiene Enrique Dussel, para que haya justicia, solidaridad y bondad ante las víctimas es necesario «criticar» el orden dado. Solamente así la imposibilidad de vivir de los oprimidos se puede convertir en posibilidad de vivir y de vivir mejor.244 Para entonces República Dominicana padecía la furia incontenible de un orden mundial dominado por un capital monopólico que atentaba contra su libre existencia: «¿Podremos mantenernos como pueblo libre, si la libertad no nos da los frutos que a todos los pueblos libres da?».245 Tal interrogante revela cómo en el intelectual crítico latía la preocupación por preservar y afianzar la independencia del pequeño mundo en que vivió. En segundo lugar, está la naturaleza: Bonó contempló el impacto combinado de la tecno-ciencia y el capital internacional en un suelo casi virgen, su empecinamiento en «la destrucción del medio», en «destruir riquezas naturales», en «derribar montes». Ello le llevó a cuestionarse: «¿podremos ofrecer a los que quieran unirse a nosotros, una tierra devorada por el monopolio, esterilizada por la explotación y violencia del hombre por el hombre?».246 Y en tercer lugar, el problema ético más grave según Bonó: «La corrupción: he aquí nuestro gran mal, mal que nos circunda, nos penetra y nos tiene bien cerca de la muerte, mal que causará la «La ley que exonera al rico que tiene buena casa del tributo de patentes y lo impone al pobre que solo puede tenerla de yaguas es mala». Carta de P. F. Bonó al presbítero J. F. Cristinacce (1884) inserta en Papeles, p. 501. 244 E. Dussel, Ética de la liberación, Valladolid, 1998, p. 378. 245 P. F. Bonó, «Congrego extraparlamentario», Papeles, p. 395. 246 Ibídem. 243 PFB-20140124.indd 317 24/01/2014 09:56:27 a.m. 318 Julio Minaya desaparición de nuestra nacionalidad si no procuramos contenerla y corregirla pronto y radicalmente».247 Todo esto viene a revelarnos que la crítica hilvanada por Bonó acerca de la teoría del progreso hunde sus raíces en el plano ético. Al mismo tiempo pone de manifiesto que su crítica del colonialismo político, del colonialismo intelectual y del neocolonialismo entronizado en su época –incluyendo, por supuesto, su enjuiciamiento de la teoría del progreso– tienen sus motivaciones originales en un punto básico: el anhelo de Bonó por construir una nación en la que las clases trabajadoras o populares no resulten marginadas y excluidas. Tal preocupación nos interpela, nos sigue recordando los serios desafíos que tenemos los dominicanos del presente y nos compele a responder, como mínimo, las interrogantes siguientes: ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad de construir en la actual República Dominicana una ciudadanía con real (y no simplemente formal) participación política, una ciudadanía que posibilite una distribución equitativa de las riquezas y que erradique de raíz la impunidad y la corrupción que nos estrangulan? ¿Es posible una ciudadanía dominicana que viabilice el desarrollo humano integral de todas las personas, que erija la educación como eje prioritario, que garantice la preservación de la libertad respecto de los nuevos colonialismos y que proteja los recursos naturales de la grave amenaza de una tecnociencia al servicio de la ambición desmedida del capital? En definitiva, si nos disponemos a ponderar detenidamente las actitudes y aportes de Bonó en el ámbito ético, finalizaríamos situando los méritos que le asisten en el grado de primicias: a. Es el primer dominicano en conectar retrospectivamente con el grito de justicia lanzado por los frailes dominicos en 1511 en defensa de los indígenas esclavizados y exterminados. b. Deviene antecesor en el país de la teoría postcolonial, la cual tiene en los caribeños Frantz Fanon y Aimé Césaire dos exponentes de talla universal. P. F. Bonó, «La República Dominicana», p. 341. 247 PFB-20140124.indd 318 24/01/2014 09:56:27 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 319 c. Ostenta la condición de antecesor de la ética de la liberación. Surgida en Latinoamérica durante los años sesenta del siglo xx, la misma enarbola la opción por las víctimas, asumiendo con determinación la defensa de los sectores oprimidos en el mundo de la globalización y la exclusión. d. Al cuestionar la esterilización de tierras feraces y el consecuente agotamiento de los medios de vida de la población por la dedicación intensa al monocultivo, la explotación maderera y los desmontes indiscriminados, Bonó se erige en el pionero dominicano de la denuncia de tipo ecológico. Por lo visto, Bonó, autor criollo de la segunda mitad del siglo xix, está volcado en muchos aspectos hacia los siglos xx y xxi. Gran parte de sus preguntas permanecen sin ser respondidas y muchas de sus respuestas aún dan qué pensar y qué hacer. Es probable que en él encontremos pistas para iniciar replanteamientos de problemáticas no superadas, para realizar reflexiones de gran pertinencia en el marco de una humanidad signada por el riesgo permanente y por las perplejidades e incertidumbres de su devenir. PFB-20140124.indd 319 24/01/2014 09:56:27 a.m. PFB-20140124.indd 320 24/01/2014 09:56:27 a.m. CONCLUSIONES PFB-20140124.indd 321 24/01/2014 09:56:27 a.m. PFB-20140124.indd 322 24/01/2014 09:56:27 a.m. Llegado el momento de despedir el presente trabajo, permítaseme exponer algunas consideraciones: 1. Bonó se convierte en el primer autor dominicano en realizar un ajuste de cuentas al sistema colonial, el que aún en su época imponía sus dictámenes a la joven nación dominicana. Advirtió que muchas tradiciones derivadas del modo de ser hispánico, relacionadas con el régimen monárquico, el autoritarismo, el dogmatismo, el paternalismo y el prejuicio sobre el trabajo manual, ejercían una influencia nociva sobre la mentalidad de los dominicanos. Hacia 1881, en su principal trabajo Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas, refiere cuatro causas fundamentales del caos, la miseria y la ignorancia en que se debatía la sociedad dominicana. La tercera de tales causas está constituida por «las reliquias dejadas por los españoles en todas sus colonias». 2. Al referirse a las creencias y tradiciones legadas por la España colonial, Bonó declara, a la edad de 28 años, que todo pensador tiene el deber de impugnar las tradiciones culturales de su pueblo, pues muchas de ellas son erróneas y deben de ser eliminadas. Con tal predicamento Bonó deja sentado en el país el pensamiento crítico, uno de los atributos fundamentales de la civilización occidental. En consecuencia, puede consignarse que el autor efectúa la primera crítica de tipo cultural enunciada en suelo dominicano, formulando como premisa la necesidad y 323 PFB-20140124.indd 323 24/01/2014 09:56:27 a.m. 324 Julio Minaya conveniencia de llevar a cabo una transformación cultural en el seno de nuestra sociedad. 3. La impugnación hecha por Bonó del legado colonial hispánico, en cuyo seno observaba algunas taras que debían combatirse, no le obnubiló al extremo de condenar a ultranza el conjunto de los aportes procedentes de los españoles, a lo Sarmiento, Hostos o Bilbao. Más bien coincide con la postura flexible de Andrés Bello o Pedro Henríquez Ureña, ya que justipreció dos cualidades básicas del carácter español: la benevolencia y el espíritu caritativo. Vinculadas a la tolerancia, estas actitudes devinieron fundamentales para la configuración en la parte oriental de la isla de un tipo de sociedad abierta, de tendencia cosmopolita. Y es que los españoles aquí, a diferencia de los franceses radicados en la parte occidental, no tuvieron a mal mezclarse con la raza negra, con la cual se unieron dentro del marco de una esclavitud de tipo patriarcal. De esta ligazón hispánico-africana emergió, precisamente, el pueblo dominicano, sociedad básicamente mulata que se fue conformando dentro de la más extrema pobreza, condición esta que vino arrastrando por siglos. Esta comunidad, sin embargo, continuó apegada a las tradiciones hispánicas, muchas de las cuales vinieron a obstaculizar, de acuerdo al criterio de Bonó, la consecución de un estilo de vida independiente conforme lo demandaba el Estado-nación que se deseaba implantar. Pero otras tradiciones y actitudes –como la hospitalidad, la ausencia de odios raciales y el cosmopolitismo provenientes en gran medida de la cultura española– entrañaban determinados valores positivos, los cuales nos diferenciaron del exclusivismo característico del pueblo haitiano. Estas actitudes de corte exclusivista de la sociedad haitiana Bonó las atribuye al tipo de colonización que implantó Francia en Haití, pues el colono blanco francés no se unió con las esclavas de origen africano; de ahí que se mantuviera un distanciamiento radical que provocaría hostilidades y revoluciones entre razas que se odiarían a muerte. 4. Bonó comparte con Hostos el rol de emancipador intelectual dominicano. Esto se debe a que en su crítica no incluyó al escolasticismo predominante en la época, si bien se refirió a dicha PFB-20140124.indd 324 24/01/2014 09:56:27 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 325 vertiente teórica como una filosofía no sana. Esto representa una cierta limitación del autor, la que vino dada por su preparación o formación autodidacta de carácter no sistemático. De allí deriva el que Hostos fuera quien refutara y pusiera en cuestionamiento crítico los fundamentos de dicha doctrina filosófico-teológica. Además, al implantar el sistema educativo normalista, el puertorriqueño venció en las aulas dominicanas al régimen pedagógico tradicional. 5. Bonó se insertó con profundidad suficiente dentro del tejido social dominicano, logrando incluso captar el neocolonialismo y la presencia imperial de Estados Unidos durante el período finisecular del siglo xix. 6. Bonó es el primer autor nacional en percatarse de la importancia capital que reviste la ubicación geográfica de Santo Domingo, la cual la hace ser punto geopolítico estratégico o «frontera imperial» (como diría Juan Bosch más tarde) por la que se debaten las potencias mundiales. Por eso deja establecida la premisa de que su sobrevivencia va a depender de su postura neutral frente a los grandes conflictos internacionales y de la cordura e inteligencia de sus gobernantes. 7. El enjuiciamiento que llevó a cabo Bonó implicó una significativa denuncia de índole ética. Efectivamente, refutó el liberalismo económico, que mide el crecimiento o el desarrollo de una sociedad a partir de meras cifras sin tomar en cuenta la participación efectiva que deben tener los diversos sectores en el Producto Interno Bruto –lo cual se presta a engaño según él–. Objetó asimismo los irritantes privilegios existentes y la excesiva corrupción que arropaba los estamentos públicos (que venía ya extendiéndose a los sectores populares) y denunció parejamente el parasitismo de la élite política, cuya única preocupación era repartirse el presupuesto de la nación. Fue, en efecto, un abanderado de la justicia social, un defensor de la dignidad y de los derechos de la persona humana. Y lo que más resalta es el alto nivel de sentido ético de sus reclamos por un proyecto de nación que no se definiera únicamente desde y para las élites, sino que tomara en cuenta al pueblo en toda su extensión. PFB-20140124.indd 325 24/01/2014 09:56:27 a.m. Julio Minaya 326 8. Con su crítica hecha a la teoría del progreso (que tanto proliferó en su época), conjuntamente con sus objeciones tempranas a los excesos en que ya incurrían la ciencia y la técnica al provocar talas indiscriminadas de árboles y esterilización de tierras bajo los efectos del intenso cultivo, Bonó dejó sentada la denuncia ecológica en suelo dominicano. Pero además su reflexión refutó algunos de los postulados señeros de la Ilustración. Aquí se deja entrever la decisiva influencia que ejercieron en él la visión romántica de la vida natural y el rechazo de la idea del progreso característico de la concepción rousseauniana. Por último, unas reflexiones relativas al impacto o influencia del pensamiento de Bonó en la actualidad y a los desafíos que representa para el conglomerado nacional. En referencia a Bonó, son lugares comunes en el ambiente intelectual dominicano considerarlo: ► ► ► ► ► ► padre de la sociología dominicana; orientador ideológico de la revuelta liberal de 1857; teórico principal, junto a Ulises Francisco Espaillat y Benigno Filomeno de Rojas, de la guerra de la Restauración; primer crítico de la historia social dominicana; principal defensor de las clases trabajadoras del país; impulsor de la mayor objeción a la ideología del progreso desplegada en Santo Domingo durante la segunda mitad del siglo xix; el «intelectual de los pobres». Todos estos méritos y prerrogativas, junto a otros que no he mencionado, le han sido reconocidos a Bonó. Pero hasta ahora no había sido abordada su calidad de pionero de la emancipación cultural dominicana, ni tampoco había sido analizada su faceta como iniciador del pensamiento crítico en el país. La presente investigación ha tratado de demostrar ambas cosas. En una época como la nuestra, en que la tecnología mundializa modas, estilos y actitudes de todo tipo, en que las desigualdades y los privilegios se ensanchan tanto entre las naciones como entre los PFB-20140124.indd 326 24/01/2014 09:56:27 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 327 ciudadanos, en que cada día enormes marejadas humanas se levantan indignadas reclamando su derecho a la vida y a una educación pública de calidad y en que crecen las incertidumbres y el riesgo se convierte en la nota dominante de la vida humana, una lectura de Bonó trae enormes ventajas, pues sus exhortaciones a una mayor transparencia en la vida pública y a una mayor justicia social e igualdad entre los dominicanos conservan admirable vigencia. Ir al rescate del legado del emancipador cultural de los dominicanos implica un estudio de fondo que exige una crítica de la cultura, una crítica política, una crítica educativa y una crítica histórico-social y económica. Pese a los esfuerzos realizados hasta el momento, esta tarea sigue pendiente. El día en que se materialice la sociedad dominicana habrá ingresado en un nuevo estadio de su desarrollo social y crecimiento integral. PFB-20140124.indd 327 24/01/2014 09:56:27 a.m. PFB-20140124.indd 328 24/01/2014 09:56:27 a.m. Fechas y eventos importantes sobre Pedro Francisco Bonó (1906-2011) 1906, 23 de septiembre Eliseo Grullón escribe a manera de panegírico «Restaurador y patriota», texto publicado en El Pensamiento, No. 13, Santiago. 1906, 2 de octubre Luis M. Castillo publica la semblanza «Don Pedro Francisco Bonó» en El Diario, Santiago. 1917 Pedro Ma. Archambault da a conocer la biografía «Pedro Francisco Bonó», en el Almanaque dominicano para 1917, N. de Moya, Santiago. 1963, 16 de agosto Con motivo del Centenario de la Guerra de la Restauración, se pone en circulación un sello postal con las efigies de Ulises Francisco Espaillat, Pedro Francisco Bonó y Benigno Filomeno de Rojas. 1963 J. M. Ricardo Román publica «Pedro Francisco Bonó», biografía donde revela importantes noticas sobre la vida y obra de nuestro autor. Revista Clío, No. 120, año XXXI, enero-diciembre de 1963. 329 PFB-20140124.indd 329 24/01/2014 09:56:28 a.m. 330 Julio Minaya 1964 La Academia Dominicana de la Historia, con motivo del centenario de la Guerra de la Restauración publica Papeles de Pedro F. Bonó, una recopilación de Emilio Rodríguez Demorizi, en cuya primera parte se incluye: «Cronología» y «Apuntes para la biografía de Bonó». 1968 Emilio Rodríguez Demorizi hace público Pedro Francisco Bonó. El montero, acompañado de un enjundioso estudio de su autoría. Esta novela estuvo sumida en el olvido por espacio de 112 años. 1980 La Academia Dominicana de la Historia publica la segunda edición de Papeles de Pedro F. Bonó, recopilación a cargo de Emilio Rodríguez Demorizi. 1981 Mediante decreto presidencial No. 2838 se declara el día 18 de octubre de cada año «Día Nacional del Sociólogo». La fecha se escoge como reconocimiento póstumo a Pedro Francisco Bonó, quien nace en el día y mes referidos, en 1828. 1985, septiembre Fundación en la ciudad de Santo Domingo del Instituto Filosófico Pedro Francisco Bonó, por iniciativa de la Compañía de Jesús. 1985, octubre Raymundo González obtiene el premio del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), con una biografía sobre Pedro Francisco Bonó. 1986 La Fundación Pedro Francisco Bonó publica Pequeña antología de Pedro F. Bonó. PFB-20140124.indd 330 24/01/2014 09:56:28 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 331 1988, 29 de junio Por decreto presidencial No. 303 se dispone el traslado al Panteón Nacional en Santo Domingo, de los restos de Pedro Francisco Bonó, los cuales yacían en el Cementerio Municipal de San Francisco de Macorís. 1989, 28 de abril Los restos de Bonó se depositaron en una urna del Panteón Nacional en la ciudad de Santo Domingo. 1989 La Universidad Autónoma de Santo Domingo crea mediante resolución del Consejo Universitario la Cátedra Extra-curricular «Pedro Francisco Bonó», adscrita a la Escuela de Sociología. 1991, Junio Pablo Nadal hace pública la obra Bonó: ciudadano dominicano. 1993, 9 de enero Creación en la ciudad de Santo Domingo, por iniciativa de la Compañía de Jesús, del Centro Pedro Francisco Bonó. 1994, 28 de octubre Raymundo González publica el libro Bonó, un intelectual de los pobres, primer estudio sistemático acerca de la vida y el pensamiento de Bonó. Obra de referencia básica. 2000, 24 de octubre Publicación, por Ediciones Fundación Corripio de dos tomos que recopilan los escritos de Bonó: 1. El montero. Epistolario (Vol. XXXI) 2. Ensayos sociohistóricos. Actuación pública (Vol. XXXII). PFB-20140124.indd 331 24/01/2014 09:56:28 a.m. 332 Julio Minaya 2003 Roberto Cassá publica Pedro Francisco Bonó, texto biográfico que permite aquilatar la evolución del pensamiento de Bonó. 2006, septiembre Realización de dos grandes jornadas con motivo del centenario de la muerte de Pedro Francisco Bonó (1906-2006): Jornada «El pensamiento de Pedro Francisco Bonó» (del 14 de septiembre al 27 de octubre). Organizan: Universidad Autónoma de Santo Domingo y Archivo General de la Nación. Mes conmemorativo del centenario del fallecimiento de Pedro Francisco Bonó (Del 11 de septiembre al 18 de octubre). Organizan: Centro Bonó, Academia Dominicana de la Historia, Academia de Ciencias de la República Dominicana y Asociación Dominicana de Filosofía. 2006 Publicación de dos textos importantes sobre el autor en ocasión de conmemorarse el centenario de su fallecimiento: Pedro Francisco Bonó, publicado por la Asociación Duarte de Ahorros y Préstamos de San Francisco de Macorís. Centenario de Pedro Francisco Bonó, monografía de la Revista Estudios Sociales (No. 142-143) del Centro Bonó, Compañía de Jesús. Creación del Premio Ensayo Pedro Francisco Bonó por la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE). 2007 Publicación de la antología Pedro Francisco Bonó. Textos selectos, Archivo General de la Nación. 2011, 16 de noviembre Presentación y defensa de la Tesis doctoral: «Pedro Francisco Bonó. Precursor de la emancipación cultural dominicana. Aportes éticos y político-sociales». Julio Minaya, Universidad del País Vasco, San Sebastián, España. PFB-20140124.indd 332 24/01/2014 09:56:28 a.m. Bibliografía de y sobre Pedro Francisco Bonó I. Publicaciones de las obras de Pedro Francisco Bonó Bonó, Pedro Francisco. Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Prefacio de Raymundo González, Colección Juvenil Vol. I, Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2007. Bonó, Pedro Francisco. El montero. Epistolario / Ensayos sociohistóricos. Actuación pública. Estudio preliminar y notas por Raymundo González, Colección Clásicos Dominicanos, Vols. XXXI y XXXII, Santo Domingo, Corripio, 2000. Bonó, Pedro Francisco. Pequeña antología de Pedro F. Bonó. Colección Pensamiento Liberal, Santo Domingo, Fundación Pedro Francisco Bonó, 1986. Bonó, Pedro Francisco. Congreso extraparlamentario, San Francisco de Macorís, 1985. Bonó, Pedro Francisco. «La República Dominicana y la República haitiana», Antología literaria dominicana. Vol. 4 (Ensayos), Santo Domingo, INTEC, 1981. Bonó, Pedro Francisco. Papeles de Pedro F. Bonó. Para una historia de las ideas políticas en Santo Domingo. Compilación y notas de Emilio Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, Editora del Caribe, 1964. Bonó, Pedro Francisco. «Apuntes para los cuatro ministerios de la República», Documentos para la historia de la República Dominicana. Vol. 2, Emilio Rodríguez Demorizi (editor), Santiago de los Caballeros, Editorial El Diario, 1944. 333 PFB-20140124.indd 333 24/01/2014 09:56:28 a.m. 334 Julio Minaya Bonó, Pedro Francisco. Apuntes para los cuatro ministerios de la República. Santiago de los Caballeros, Imprenta del Cibao, 1857. Bonó, Pedro Francisco. El montero. Santo Domingo, Letra Gráfica, 2008. Bonó, Pedro Francisco. El montero. Santo Domingo, Santuario, 2007. Bonó, Pedro Francisco. El montero. Santo Domingo, Manatí, 2006. Bonó, Pedro Francisco. El montero. Santo Domingo, Colé, 2005. II. Obras sobre Pedro Francisco Bonó Cassá, Roberto. Pedro Francisco Bonó. 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Artículos en revistas sobre Pedro Francisco Bonó Andújar Persinal, Carlos. «El pensamiento sociológico de Bonó», Estudios Sociales. Año XLI, No. 142-143, 2006. Avelino, Francisco Antonio. «La interpretación de Bonó sobre la dominicanidad y la haitianidad», Clío. Año 75, No. 172, 2006. Carreras Aguilar, Pedro. «Pedro Francisco Bonó y el espacio rural cibaeño», Estudios Sociales. Año XLI, No. 142-143, 2006. Cassá, Roberto. «Apología de Pedro Francisco Bonó», Clío. Año LXIV, No. 155, 1996. Cassá, Roberto. «Pedro Francisco Bonó y su época», Estudios Sociales. Año XXXI, No. 114, 1998. Dotel, Petronila. «La idea de progreso en Bonó, tan desafiante como entonces», Estudios Sociales. Año XLI, No. 142-143, 2006. González, Raymundo. «Bonó: un crítico del liberalismo dominicano en el siglo xix», Ciencia y Sociedad. Vol. 10, No. 4, 1985. González, Raymundo. «Bonó ¿baecista y anexionista. Una rectificación», Clío. Año 75, No. 172, 2007. 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A consecuencia de la sublevación de los esclavos, Lorenzo Bonó perdió la vida, mientras que Eugenia de Port y su hijo José Bonó, vestido de hembra, lograron cruzar la frontera y salvarse gracias al auxilio brindado por una esclava. 1831, marzo 8 Su padre José Bonó compra una casa en San Francisco de Macorís, donde ejerce actividades comerciales. 1846 Reside junto a su abuela Eugenia de Port en Puerto Plata, hogar en el cual creció y permaneció hasta iniciada su juventud. Se reproduce aquí la cronología de E. Rodríguez Demorizi, en Papeles, pp. 5-15, enriquecida con nuevas aportaciones. (Nota del autor). 1 357 PFB-20140124.indd 357 24/01/2014 09:56:30 a.m. 358 Julio Minaya 1848 Escribe en Puerto Plata El montero. Novela de costumbres, la primera novela escrita en el país. 1851, enero 18 Ejerce de fiscal en Santiago. 1853, septiembre 17 Por causa de la muerte de su madre Inés Mejía, acaecida en San Francisco de Macorís, se procede a la partición de los bienes del matrimonio Bonó-Mejía. 1854, marzo 4 Resulta electo como suplente de representante o diputado por Santiago. 1854, mayo 6 Es designado subagente de El Correo de Ultramar, revista editada en París. Al dar la información, el periódico El Orden, de Santo Domingo, se refiere a Pedro Bonneau. En su juventud Pedro Francisco prefería afrancesar su apellido, hasta el día en que su padre le llamó la atención y le exigió escribir Bonó. 1854 Obtiene su título de abogado. 1855, enero 18 Es nombrado procurador fiscal del Tribunal de Justicia Mayor de Santiago. 1856, enero 24 Se desempeña como secretario del general Juan Luis Franco Bidó durante el desarrollo de la batalla de Sabana Larga, en la que los haitianos resultan derrotados definitivamente. PFB-20140124.indd 358 24/01/2014 09:56:30 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 359 1856, junio 23 Es escogido senador de Santiago por el Senado Consultor. 1856, junio 30 Obtiene un voto en las elecciones organizadas por el Colegio Electoral de Santiago para elegir al presidente de la República. Matías Ramón Mella y Ulises Francisco Espaillat también logran sendos votos. 1856, julio 17 En misiva al Senado, se excusa por no poder asistir a las sesiones debido a quebrantos de salud. 1856, septiembre 15 Es juramentado como senador por Santiago. Expresa los buenos deseos que le animan y su disposición a cumplir fielmente las obligaciones de su cargo. 1856, octubre 6 Es designado abogado defensor público para los tribunales del distrito judicial de Santiago. 1856, octubre 9 Presenta en el Senado una moción en torno a la organización del Ejército y a la creación de un Banco Nacional, entre otras medidas progresistas. 1856, octubre 13 En sesión del Senado enuncia tres pilares en los que a su entender descansa el progreso del pueblo dominicano: a) darle al dominicano tiempo para trabajar y asegurarle su trabajo; b) establecer escuelas primarias y escuelas profesionales cuya enseñanza sea libre y sin trabas ni restricciones, y que se retribuya bien a los maestros; c) dar más tiempo para producir y abrir buenos caminos para hacer menos costoso el producto, más rápida la comunicación, más rápidos los cambios. PFB-20140124.indd 359 24/01/2014 09:56:30 a.m. 360 Julio Minaya 1856, octubre 18 Presenta renuncia como senador de Santiago. 1856 Publica su obra El montero. Novela de costumbres en El Correo de Ultramar, París. 1857, marzo 11 Ejercicio del derecho; ubica su oficina en la calle del Sol, Santiago de los Caballeros. 1857, mayo 8 Da a la publicidad el primero de sus ensayos: Apuntes para los cuatro ministerios de la República. Escrito en Santiago, se trata de un opúsculo en el que aborda temas políticos, económicos, jurídicos e histórico-sociales. Constituye el primer esbozo crítico de la historia dominicana que parte de la era colonial. 1857, junio 17 Es elegido presidente de la Comisión Oficial Diputada sobre la Frontera del Norte, la cual estaba integrada por Fernando Valerio, José Hungría, Antonio Batista y Bonó. Dicha Comisión, reunida en Sabaneta, celebró conferencias con su homóloga haitiana los días 18 y 19 de junio a fin de procurar zanjar diversos conflictos fronterizos. 1857, junio 19 Expone a los integrantes de la Comisión Oficial del gobierno haitiano el cese de la conferencia, en vista de que no aceptaron estipular por escrito lo que ya habían discutido y convenido: que ambos gobiernos evitarían el merodeo por la zona norte de la frontera. 1857, julio 7 Toma parte activa y directiva en la revolución liberal contra el presidente Buenaventura Báez. Aparte de la firma del Manifiesto, PFB-20140124.indd 360 24/01/2014 09:56:30 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 361 pasa a formar parte del Gobierno con asiento en Santiago: junto con Ulises Francisco Espaillat, es nombrado comisionado de Interior y Policía. 1857, septiembre 25 Es elegido diputado al Soberano Congreso Constituyente de Moca. 1857, diciembre 7 Es diputado por Santiago en el Soberano Congreso Constituyente de Moca. Con varios votos para presidir dicho Congreso, resulta escogido como secretario. 1857, diciembre 10 Recién instalado el Congreso, su padre José Bonó presenta renuncia como diputado en representación de la común de San Francisco de Macorís. 1857, diciembre 18 En el marco de los debates efectuados en el Soberano Congreso Constituyente de Moca defiende los postulados del sistema federal y refuta los del sistema centralista. 1858, enero 23 En sesión del Congreso Constituyente lanza duros ataques al presidente Báez y propone su aislamiento. 1858, febrero 16 Redacta y da lectura, dentro del Congreso Constituyente, al decreto con el que se promulga la Constitución. 1858, agosto 28 Tras la renuncia del presidente Valverde, y en su condición de presidente del Congreso Nacional, anuncia a los generales Fernando Valerio y Juan E. Gil su designación como máximas autoridades del Gobierno de Santiago. PFB-20140124.indd 361 24/01/2014 09:56:30 a.m. 362 Julio Minaya 1858, agosto A causa del triunfo de la facción santanista, sale desde Montecristi con destino a Filadelfia. Le acompañan sus amigos Ulises Francisco Espaillat, José Desiderio Valverde, Benigno Filomeno de Rojas y Domingo Mallol. La residencia por varios meses en Estados Unidos le llevará al conocimiento directo de sus instituciones modernas. 1859 De regreso en Santiago, se dedica al ejercicio profesional del derecho. 1860, diciembre 17 Se desempeña como procurador del Tribunal de Primera Instancia de Santiago. 1861, marzo 24 Seis días después de proclamada la anexión de la República Dominicana a España, personalidades de Santiago se pronuncian a su favor; su firma no aparece dentro del listado. 1861, octubre 1 Recibe autorización para ejercer como defensor público. 1863, septiembre 6 El incendio de Santiago, desatado en el fragor de la guerra de la Restauración, redujo a cenizas la casi totalidad de las edificaciones de la ciudad. Bonó perdió todo: residencia, biblioteca, locales comerciales, etc. En carta a J. de J. Castro testifica: «Debo manifestar a Ud. Que vivía en Santiago en el año 1863 y fui una de las víctimas del incendio de ese año. Casas, tienda, almacén, biblioteca, todo se quemó y solo salvé la ropa que me cubría, que a los ocho días ya estaba hecha jirones». 1863, septiembre 13 El general Gregorio Luperón le designa, junto a U. F. Espaillat, P. Pujol y R. Curiel, representante en la Conferencia que conocería la capitulación de las fuerzas españolas en Santiago. PFB-20140124.indd 362 24/01/2014 09:56:30 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 363 1863, septiembre 14 Es instalado en Santiago el Gobierno Provisional Restaurador. Es nombrado comisionado de guerra junto con Julián Belisario Curiel. Estampa su firma en el Acta de la Independencia o Manifiesto de la Revolución. Un relato de J. Max Ricardo R. expresa: «En los comienzos de la Revolución Restauradora se presentaron una tarde a su Oficina don Ulises Francisco Espaillat, don Pablo Pujol y Julián Belisario Curiel a pedirle que redactara el Acta de la Independencia o Manifiesto de la revolución, dictándole don Ulises: “Pierre, coge la pluma, que tú eres el historiador, y estás ante la posteridad y escríbelo”». 1863, septiembre 28 Es designado por el Gobierno comisionado para la consecución de un empréstito voluntario entre los habitantes del Cibao. 1863, octubre En calidad de ministro de la guerra, es designado comisionado en la provincia de La Vega, jurisdicción que serviría de escenario para el desarrollo de cruciales enfrentamientos bélicos con las tropas españolas dirigidas por el general Pedro Santana. 1863, octubre 5 En su condición de ministro de la guerra, se traslada al cantón de Bermejo, en las proximidades de Yamasá y Monte Plata, zona que el Ejército español se proponía conquistar para avanzar hacia el Cibao. 1863, octubre 8 La Logia de Santiago expide una certificación mediante la cual le confiere los tres primeros grados que otorga la masonería. 1863, octubre 19 El Gobierno de Santiago aprueba sus ejecutorias en la provincia de La Vega, expresándole que «Ud. mejor que otro alguno puede desempeñar esa delicada misión». PFB-20140124.indd 363 24/01/2014 09:56:30 a.m. 364 Julio Minaya 1863, octubre 21 Se encuentra en La Vega desempeñando su función de comisionado. Preocupado, el Gobierno de Santiago le instruye en torno a «curar de raíz el mal de la sonsaca», asegurándole a Bonó que se actuará de acuerdo a como «su prudencia le aconseje». 1863, octubre 25 En La Vega. El Gobierno le manifiesta que aprueba «la combinación militar que Ud. ha observado en la colocación de los diferentes cantones, así como del plan estratégico, el que será una bendición del cielo si el General Florentino se encuentra en El Higüero […] El croquis del teatro de la guerra se ha recibido […]». 1863, diciembre 30 Permanece en la común de San Francisco de Macorís, donde viven su padre y hermanos. 1864, febrero 10 En San Francisco de Macorís, el Gobierno le dice: «Esta Superioridad tiene a bien manifestarle que las observaciones que contiene su oficio han merecido la aprobación; de todo lo que le da infinitas gracias». 1864, febrero 23 Presenta su renuncia como ministro por quebrantos de salud. El Gobierno reacciona: «Antes que aceptar la dimisión hará mejor el sacrificio de esperar que su salud le permita pasar a ésta para que nos ayude con su actividad, patriotismo y conocimiento». 1864, abril Establece contacto con Juan Pablo Duarte, el cual había llegado de Venezuela para prestar su colaboración en favor de la liberación de la patria. PFB-20140124.indd 364 24/01/2014 09:56:30 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 365 1864, mayo 12 Cesa en su cargo de comisionado de guerra, función compartida con Matías Ramón Mella y Julián Belisario Curiel. Dirige, hasta el mes de junio, el Ministerio de Relaciones Exteriores. También ocupa, de forma provisional, el Ministerio de Hacienda. 1864, junio 18 Sale con destino a Puerto Príncipe, como enviado confidencial del Gobierno ante el presidente haitiano Geffrard, al cual se le solicita ayuda para la causa bélica contra España. En la capital haitiana permanece alrededor de dos semanas, hasta que recibe una comunicación de las autoridades donde estas expresan que entre la Reina de España y la República de Haití existían relaciones de amistad. Con ello dejaban sentado que no reconocerían al Gobierno Provisional con asiento en Santiago. 1864, noviembre 4 Tras enterarse del golpe de Estado y posterior fusilamiento del general José Antonio Salcedo, presidente del Gobierno Provisional y prócer de la Guerra Restauradora, abandona Santiago, declarando que solo volvería el día que la justicia aclarase dicho crimen. En San Francisco de Macorís, donde pasa a residir, se dedica a la práctica del derecho, la medicina empírica, el comercio, el periodismo, la agricultura y la industria, así como también al librepensamiento y la filantropía. 1865, febrero 12 Detenido en Santiago. Expresa su propósito de regresar a Macorís. 1865, febrero 23 Nace su hija Florencia Fernández en Macorís. 1867, junio 12 El presidente José María Cabral y Báez le nombra, mediante decreto, ministro de la Suprema Corte de Justicia. PFB-20140124.indd 365 24/01/2014 09:56:30 a.m. 366 Julio Minaya 1867, junio 26 Es designado secretario de Estado de justicia e instrucción pública y encargado de las relaciones exteriores a través de un decreto del presidente José María Cabral. Permanece en ejercicio de tales funciones desde el 29 de julio hasta el 14 de diciembre. 1867, agosto 28 Lanza encomios a la Guerra de la Restauración. Expresa: «La gran Guerra de la Restauración mostró al pueblo dominicano bajo una nueva faz, reveló su indomable energía, sus inagotables recursos y su inquebrantable voluntad de ser libre e independiente […] Ha reaparecido con una aureola de gloria que le han conquistado los aplausos y simpatías de todas las naciones». 1867, septiembre 5 Hace su llegada a Santo Domingo el ilustrísimo antillano, nativo de Puerto Rico, Ramón Emeterio Betances, quien es invitado por Bonó para dictar cátedras en la nueva carrera de medicina establecida por él en las instalaciones del Seminario Conciliar. 1867, octubre 8 Mientras ostenta el cargo de secretario de Relaciones Exteriores enuncia un sabio principio de geopolítica relacionado con la República Dominicana: «Con respecto a las grandes naciones marítimas, la integridad de nuestro territorio es la mejor garantía. En cualquier choque de grandes potencias seremos forzosamente neutrales, porque nuestra pequeñez nos impondrá esta línea de conducta». 1867, noviembre 2 Sostiene que la ilustración pública ha sido descuidada, motivo por el cual la ignorancia por doquiera nos cerca, nos invade, nos ahoga. 1867, noviembre 16 Realiza una importante exposición al presidente José María Cabral y Báez acerca de los ministerios de Justicia e Instrucción PFB-20140124.indd 366 24/01/2014 09:56:30 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 367 Pública. Estima que la población dominicana es probablemente de 300 mil habitantes, a la cual corresponderían 1,500 niños en escuelas gratuitas. 1867, noviembre 18 Expresa gratitud al cónsul dominicano en Nueva York por la recomendación de traer al doctor Ramón Emeterio Betances para abrir la cátedra de medicina en Santo Domingo. Expresa: «Es una de las mejores adquisiciones que la República puede haber hecho». 1867, diciembre 14 Presenta su renuncia al presidente José María Cabral en su condición de secretario de Estado de justicia, instrucción pública y relaciones exteriores. La Presidencia mostró satisfacción por el patriotismo y lealtad con que desempeñó sus funciones. 1868, diciembre Ejerce funciones como regidor del Ayuntamiento de San Francisco de Macorís. 1870, enero 2 Es designado por el presidente Báez como juez de primera instancia de La Vega. 1872, julio 22 Presta servicio a la comunicad macorisana desde la posición de alcalde constitucional y actúa como notario público. 1874, mayo 29 La Sociedad de Estudios y Recreo La Joven Macorisana le nombra socio honorario. 1875, marzo 6 La Gobernación de La Vega le expide pasaporte para viajar a Europa. PFB-20140124.indd 367 24/01/2014 09:56:30 a.m. 368 Julio Minaya 1875, abril 16 Llega a París. Tres semanas después escribe a su hermano Manuel de Jesús Bonó: «No se puede negar bajo cualquier aspecto que lo veas que París es lo mejor que hay en la tierra». 1875, abril 26 En carta a su padre se lamenta de no poder llegar a España debido a que la ruta estaba obstruida por la guerra de los carlistas y no estaba dispuesto a tomar la ruta marítima. El tiempo lo dedica a conocer París: «Ando tanto que hasta un juanete se me ha hinchado de tanto andar». 1875, abril 27 Estando en París sufre los síntomas de su enfermedad. El doctor Archambault le diagnostica una dispepsia acompañada de mucha debilidad. Expresa: «él la llama la enfermedad de Santo Domingo, porque casi todos ahí la padecen y él también la estaba padeciendo». 1875, abril 28 Dice a su hermana Casimira Bonó: «El catarro va mejorando, el estómago es cierto continúa mal, yo creo que ésa es una enfermedad incurable». 1875, mayo 4 Visita Bruselas. 1875, mayo 5 En Colonia, Alemania. 1875, mayo 12 Llevado por un guía conoce Berlín. Ve desfilar al emperador Guillermo, al príncipe Federico Carlos, al emperador de Rusia, al príncipe Bismarck: «En un momento ví los hombres que más ruido hacen hoy en el mundo […] como buen filósofo fui a ver la residencia del Rey Filósofo». Acerca de Berlín, manifiesta: «es PFB-20140124.indd 368 24/01/2014 09:56:30 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 369 cosa digna de verse […] Después de París es lo mejor que he visto hasta ahora». 1875, mayo Visita Hamburgo. 1875, mayo 29 En Londres. 1875, junio 2 Abandona Londres y sale hacia República Dominicana, vía Nueva York. 1876, marzo 26 Es propuesto por el periódico puertoplateño El Porvenir para formar parte del gabinete que acompañaría al presidente Ulises Francisco Espaillat. Aparte de Bonó, lo conforman: Manuel de Jesús de Peña y Reynoso, José Gabriel García, Luis Durocher y Gregorio Luperón. 1876, abril 23 En San Francisco de Macorís es visitado por el Presidente Espaillat, cuando este se dirigía a Santo Domingo para hacer su juramentación presidencial. En la conversación le ofrece un ministerio a Bonó, quien le agradece pero rechaza la proposición. 1876, mayo 22 Es designado comisionado especial de agricultura en la provincia de La Vega por el presidente Espaillat. 1876, junio 3 Solicita a las autoridades, en calidad de comisionado de agricultura, un descascarador movido por fuerza muscular, en vista de que el arroz de pilón agrega un 50% al costo. También hace la solicitud de una imprenta para comunicarse con sus PFB-20140124.indd 369 24/01/2014 09:56:31 a.m. Julio Minaya 370 comprovincianos. Pone a disposición los primeros sueldos de su cargo con el objeto de cubrir los gastos de dichas compras. El presidente Ulises Francisco Espaillat le escribe una carta para invitarle a discurrir acerca de la crianza y de los pastos. 1876, julio 6 Impugna resueltamente la idea inveterada de que el dominicano se caracteriza por la pereza: «Porque es preciso hacer justicia al dominicano aunque solo sea una vez; él no merece el dictado de perezoso con que a menudo se le regala y pocos pueblos son más laboriosos, más endurecidos ni más valientes en la fatiga». Publica a través del periódico El Amante de la Luz, de Santiago, varios escritos con el título general de Estudios. Cuestión Hacienda. 1876, agosto 16 Hace un importante planteamiento de corte ecológico al sostener que la extracción maderera es una industria que no debiera llamarse productiva, sino más bien destructiva. 1876, agosto Presta auxilio al presidente Espaillat ante la sublevación de que fue víctima su Gobierno. 1876, Se entrevista en Samaná con Federico Henríquez y Carvajal. 1877, febrero 26 Recibe desde Santiago una carta del ingeniero Archille Michel, el cual le propone el establecimiento en San Francisco de Macorís de dos colegios: uno municipal y otro privado. Sus palabras de despedida fueron: «Su afectísimo amigo, hermano y maestro». 1880, marzo 6 Publica en el periódico El Porvenir de Puerto Plata el artículo «Privilegiomanía». Escribe: «La tendencia de todo el mundo aquí, es de obtener privilegios, pero qué privilegios!, es decir PFB-20140124.indd 370 24/01/2014 09:56:31 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 371 el derecho de gozar del sudor del pueblo y de las rentas del gobierno». 1880, mayo 30 Congratula a su amigo José Gabriel García por la publicación de su libro Memorias para la historia de Quisqueya. 1880, agosto 31 Rehúsa la designación como miembro de la Junta de Agricultura de San Francisco de Macorís. 1880, octubre 2 Declara su admiración por el padre Francisco Xavier Billini. 1880, noviembre 4 El presidente Fernando Arturo de Meriño le escribe para solicitarle un informe detallado de la situación agropecuaria de la común de Macorís del Norte. 1880, noviembre 8 En carta a Pedro A. Bobea, refiriéndose a su abuela, escribe: «Criado por ella que profesaba a la patria de sus mayores un culto ciego y exclusivo, bebí a la Francia por todos los poros y me creí francés por línea masculina». En dicha carta revela importantes rasgos autobiográficos y sobre sus antepasados. 1880, noviembre 22 Dice en carta al presidente Fernando Arturo de Meriño: «Las clases de abajo, cimiento de la patria, no son susceptibles de mejora rápida. La corrupción es muy honda. Vivimos porque los grandes no permiten que entre ellos ninguno nos trague». 1880, diciembre 12 Envía la primera parte del informe solicitado por el presidente Meriño en torno a la situación agropecuaria de su común. Cinco meses después completa el informe solicitado. PFB-20140124.indd 371 24/01/2014 09:56:31 a.m. 372 Julio Minaya 1881, junio 19 Declara que, de los partidos políticos, el Azul (liberal) es su predilecto. 1881, agosto Participa en Macorís en la campaña de vacunación contra la epidemia de viruelas. 1881, septiembre 6 El general Gregorio Luperón le escribe exhortándole a aceptar su postulación para la Presidencia de la República. 1881, septiembre 10 Da inicio en el periódico de Puerto Plata El Porvenir a su enjundioso ensayo Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas. 1881, octubre 23 El editor del periódico La Voz de Santiago, al recibir de Bonó autorización para reproducir sus Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas, motiva a sus lectores: «Al leerlo el lector experimentará ese placer y curiosidad que solo saben despertar los grandes maestros». Al mismo tiempo sugiere al autor dar a la estampa una obra con los diversos trabajos inéditos que posee, con la convicción de que se convertirá en uno de los eminentes escritores del país. 1881 Plantea la necesidad de favorecer a las clases laboriosas del país con la instalación de pozos tubulares. 1882, enero 29 Nace en San Francisco de Macorís su segunda hija, María Casimira. 1882, enero 31 Reacciona contrario a la presentación de la candidatura presidencial del general Ulises Heureaux, promovida por el general PFB-20140124.indd 372 24/01/2014 09:56:31 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 373 Gregorio Luperón. Aconseja: «Mi opinión sería que ni él ni yo fuésemos Presidente hoy, pero mejor un individuo de la Capital». 1882, febrero 24 Declara: «Vivía en Santiago en el año 1863 y fui una de las víctimas del incendio de ese año. Casas, tienda, almacén, biblioteca, todo se quemó y solo salvé la ropa que me cubría, que a los ocho días ya estaba hecha jirones». 1882, febrero 28 Recibe misiva del presidente Ulises Heureaux, quien le hace ofrecimiento de su amistad. En lo adelante, Heureaux no desperdiciará ocasión en prodigarle todo tipo de elogio y distinción. 1882, marzo 12 Ante la insistencia del general Luperón de que consintiera en el lanzamiento de su candidatura presidencial, escribe: «Debo hacerle una declaración neta y franca. Esta es que no he deseado nunca ni deseo actualmente ser Presidente de la República como Ud. me propuso en vísperas de su viaje y como otros señores pretenden que sea». Advierte, a la vez, que Heureaux no debe ser de nuevo candidato, sino más bien una personalidad del Partido Azul, de la ciudad de Santo Domingo. Sostiene que la independencia dominicana, lograda frente a España, fue un hecho casi inconsciente de nuestra parte. 1882, abril 15 Desde París Gregorio Luperón le propone recoger sus escritos en un volumen, asumiendo él la mitad del costo de la edición. Le manifiesta: «Cada carta suya me conmueve, me agita y me renueva los sagrados recuerdos de la Restauración». Luperón reconoce la labor ejercida por Bonó a favor de la valoración positiva de los dominicanos: «Solamente Ud. los ha reivindicado de la triste fama que desgraciadamente teníamos de perezosos; es suya la gloria de la reparación de una gran injusticia». PFB-20140124.indd 373 24/01/2014 09:56:31 a.m. 374 Julio Minaya 1882, mayo 22 Contribuye con la campaña económica realizada en procura de erigir una estatua de Cristóbal Colón en Santo Domingo. 1882, julio 9 Dice: «No tengo el honor de conocer al Señor Hostos, pero como dominicano que ama al Ozama tanto como al Cibao estoy autorizado […] para darle las gracias […] porque aboga por las clases desheredadas dominicanas, por la equidad, por la igualdad, esencia de la República». 1882, septiembre Recibe la visita del médico y escritor haitiano doctor Dehoux. 1883, enero Reitera su postura de no presentarse como candidato a la presidencia de la República. 1883, julio 12 El presidente Heureaux, preocupado por tres misivas no respondidas por Bonó, le escribe nuevamente poniéndosele a las órdenes, reclamándole sus valiosos consejos. 1883, julio 22 Rompe el silencio y le escribe al presidente Heureaux: «No extrañe Ud., pues, mi silencio, puesto que el desconsuelo de lo público y el aguijón de las necesidades privadas, no dan lugar a éste su servidor para dilatar el espíritu en otras esferas». 1883, noviembre 21 Realiza donación económica en provecho de la obra filantrópica del presbítero Francisco Xavier Billini. 1883, noviembre 22 Confiesa a Luperón que carece de las condiciones necesarias para desempeñar la presidencia del país: «el poder para ejercerlo PFB-20140124.indd 374 24/01/2014 09:56:31 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 375 se necesita amarlo y yo no lo amo, no me gusta por inclinación y carácter más que obedecer. Tengo claro juicio no lo niego, pero es en la forma filosófica y para mí será gran sacrificio abandonar mi casa para engolfarme en el turbulento y borrascoso espacio donde está colocado el presidente de la República». 1883, noviembre 26 Recibe felicitaciones del presbítero J. F. Cristinacce, quien se entera de que tiene una hija: «Yo no sabía que Ud. era papá; le felicito». 1884, enero 13 Da inicio a la publicación de su ensayo Opiniones de un dominicano en el periódico santiagués El Eco del Pueblo. 1884, febrero 3 Realiza un pedido de 77 obras a la librería Courrier des Etats Unis, de Nueva York. En el mismo figuran autores como Rousseau, Montesquieu, Diderot, Pascal, Lamennais, Buffon, Fontenelle, Renan, Goethe, Shakespeare, Cousin, Cicerón, entre otros. 1884, febrero 12 En carta pública Gregorio Luperón lo presenta como candidato presidencial. Más tarde le informa: «Su candidatura ha sido bien acogida por los hombres de alguna importancia de todos los pueblos de la República […] y aceptada de lleno por la opinión pública». 1884, febrero 13 Es presentado como candidato presidencial en el periódico La Libertad, a instancia de Luperón. En esta misma fecha Luperón le advierte y suplica: «Hay que salvar a todo trance la paz, las libertades públicas, el progreso y la independencia de nuestra Patria. Ayúdeme una vez más, en nombre del 16 de agosto y no se afloje por tan poca cosa». PFB-20140124.indd 375 24/01/2014 09:56:31 a.m. 376 Julio Minaya 1884, febrero 14 El presbítero J. F. Cristinacce intenta persuadir a Bonó con respecto a la candidatura ofrecida; al percatarse de que las pretensiones de perpetuarse en el poder de Heureaux eran muy tenidas en cuenta por Bonó, le manifiesta: «El pequeño entourage de Lilís (presidente Heureaux, j.m.) pesa poco en la Balanza de la Nación. En cuanto a él yo pienso que él abrirá los ojos y no se separará del General Luperón… Haga como Cincinato, que después de haber prestado un gran servicio a su Patria en momentos difíciles, volvió a su arado». 1884, febrero 28 Es llevado al banquillo de los acusados por un grupo de paisanos (M. Ma. Castillo, J. N. Brea padre, Santiago de la Cruz, etc.) que usaron como escudo el Ayuntamiento. Con dejos de humor Bonó narra sobre sí mismo: «se susurra en el pueblo que se quiere hacer Rey a Pedro: empiezan sus amigos los encomios de sus virtudes, de su talento […], y según iba en aumento el elogio en otros pueblos y ciudades iba el vituperio e irritación creciendo en Nazaret (digo mal) en Macorís. Estalló por fin en Puerto Plata, la proclamación de Pedro para Rey y estalló en cuanto se supo en Macorís una demanda por ante el Alcalde acusando a Pedro de contraventor. Al que se le preparaba el sillón tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados». 1884, marzo 1 Envía por la prensa un Manifiesto donde declina el honor que se le confiere al presentarlo como candidato presidencial. Aclara: «Yo no quiero ser partidario, quiero ser dominicano». 1884, marzo 14 En carta al doctor E. Tió y Betances Bonó informa que, desde que el periódico La Libertad presentó su candidatura, la élite macorisana, a través del Ayuntamiento Municipal –cuyo control tenía–, lo demandó correccionalmente y lo hizo sentar en PFB-20140124.indd 376 24/01/2014 09:56:31 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 377 el banquillo de los acusados. Dice: «me convencí de la honda irritación que el solo amago de mi futura presidencia causaba en muchos de mis paisanos […] Si el amago de que algunos amigos lejanos pensaban en mí para la presidencia de la República inducía a mis amigos cercanos a sentarme en el banquillo de los acusados, la realidad del Poder debía necesariamente hacerlos conducirme a la horca. Eso era evidente y así, más fino que mis paisanos, me escapé por la tangente». 1884, marzo 24 Mediante carta, Eugenio María de Hostos reconoce «su noble actitud moral» y «el recto alcance de su entendimiento», al tiempo que le agradece el envío de tarjeta, «la cual tiene el mérito de haberme relacionado con uno de los hombres de bien que deseo tratar, en medio de los hombres de mal que me veo forzado a esquivar». 1884, abril 13 Desde Alemania J. W. Kuck le escribe: «Más vale vivir como un filósofo modesto y tranquilo al lado del hermoso río de Macorís entre sus animales y hermosos frutales, durmiendo su siesta en una hamaca, que estar sentado en el sillón presidencial, criticado de todos y cometer errores a la opinión de amigos y enemigos». 1884, junio 15 En la despedida de la carta que le envía a Hostos, le expresa: «Mientras llega el día en que acercándonos uno al otro podamos apretarnos las manos de verdad y no por encima del Sillón de la Viuda, estímolo yo a Ud. y aunados trabemos de cuando en cuando una recia lucha contra los imbéciles […] Haciéndolo habremos cumplido con nuestro deber de hombres». 1884, agosto Recibe la visita del general Heureaux por encargo del general Gregorio Luperón. PFB-20140124.indd 377 24/01/2014 09:56:31 a.m. 378 Julio Minaya 1884, noviembre 27 Expresa al presbítero Francisco Xavier Billini: «La suerte de la Patria me tiene muy triste; su presente lo veo envuelto en la miseria y desolación». 1885, enero 11 Se inicia la publicación de su ensayo La República Dominicana y la República Haitiana en el periódico El Eco del Pueblo de Santiago. 1885, marzo 31 Desde París el prócer puertorriqueño Ramón Emeterio Betances le declara su admiración: «Yo siempre he conservado de Ud. el recuerdo más grato desde la primera vez que lo vi en el Congreso, defendiendo un proyecto de instrucción pública. Desde ese momento mereció Ud. todo mi respeto y conquistó mi corazón […] Leo siempre con avidez sus artículos que desbordan de sensatez y de patriotismo». 1885, noviembre 24 Predice la dictadura del general Ulises Heureaux en carta al presbítero J. F. Cristinacce: «En este país el Poder, el verdadero Poder, lo tendrá el General más feliz, más atrevido, y no el político más sagaz. Los pensadores son empujados […] al segundo plano». 1885, noviembre 25 En carta a su amigo Gregorio Luperón critica al gobierno de Heureaux: «El Presidente no gobierna ni manda, está en acecho, en contemplaciones impropias de su jerarquía y dando lo ajeno a las Gobernaciones. Todo es un desbarajuste que solo Dios… En un tiempo el Tesoro público eran los bienes de los particulares, hoy los bienes de los particulares lo constituye el Tesoro público, de él sacan su subsistencia millares de zánganos y aduladores, la hez de la sociedad». PFB-20140124.indd 378 24/01/2014 09:56:31 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 379 1886, enero Refiere, en carta a su amigo Gregorio Luperón, su precario estado de salud: «Estoy hace tiempo quebrantado y achacoso; tengo una dolencia que me inhabilita para todo trabajo intelectual seguido. En el estómago tengo tales sacudimientos que tengo que acostarme». Rechaza nuevamente la candidatura presidencial que otra vez le ofrece su amigo Luperón. 1886, enero 26 Expone a J. M. Glas que no quiere ser presidente porque ve lo que muchos no ven, además de no gustarle dicho oficio y de que está muy enfermo. 1886, febrero 1 A propósito de su rechazo reiterado de la candidatura presidencial, su amigo Federico Henríquez y Carvajal le argumenta que «su negativa puede suscitar conflictos y asumir tremenda responsabilidad ante la historia y el porvenir de la República». 1886, febrero Responde a Federico Henríquez y Carvajal sobre el tema de su postulación a la Presidencia: «libre es el señor Bonó de elegir su día y su hora si ésta a su juicio llegare a sonar». 1887, diciembre 30 En momentos en que se inicia la dictadura de Ulises Heureaux, Bonó propone a Luperón presentar su candidatura presidencial, exhortándole asimismo a pensar con seriedad en los destinos que la Providencia reserva a los negros y mulatos en la América. 1889, febrero 3 Le expresa al arzobispo Meriño su complacencia de verle por dilatado tiempo al frente de la Iglesia: «Por eso le deseo viva lo bastante para que aunque sea por un tiempo tengamos los PFB-20140124.indd 379 24/01/2014 09:56:31 a.m. Julio Minaya 380 dominicanos algún brillo en tantas sombras como por tantos puntos de nuestro horizonte surgen». 1889, febrero 9 Mediante carta, Meriño le pregunta por qué razón ya no quiere escribir. 1889, junio 10 Obsequia a la parroquia de San Francisco de Macorís una hermosa custodia de plata valorada en 1,347 francos. Desfiló desde su casa hasta la Iglesia, en tal ocasión, con más de cien pobres, a quienes hizo donativos económicos. 1893, julio 30 En carta, expresa a Manuel de Jesús García: «Aquí, amigo, cada día más viejo y más desconsolado con la suerte de mi Patria, se entiende viéndola por el vidrio del Macorís del Norte». Solicita a Manuel de Jesús García el favor de sufragar el costo de suscripción por un año de la Revista L’Independance Belge, por ante su agente en el país, su amigo Federico Henríquez y Carvajal. 1894, noviembre 20 Responde y agradece la solicitud que le hiciera el periodista Manuel de Js. de Peña y Reynoso, en el sentido de enviarle un retrato para la Sección de Vivos Notables. Le responde: «no puedo actualmente acceder a su deseo de que le remita mi retrato con algunos apuntes biográficos, pues mi deseo más pronunciado hoy día es vivir completamente ignorado de la generalidad, con excepción de algunos generosos amigos como Ud., de quienes buenos recuerdos conservo». 1895, marzo 1 El presidente Heureaux le manifiesta su pesar por el incendio que afectó sus propiedades en San Francisco de Macorís. PFB-20140124.indd 380 24/01/2014 09:56:31 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 381 1895, junio 7 Pone a circular la edición No. 1 de la Revista del Congreso Extraparlamentario. Diario de los Debates en San Francisco de Macorís. Simula un congreso alternativo, donde los habitantes de cada provincia y distrito escogen un representante para «discutir los altos y difíciles problemas que la sociedad de que forman parte pide que con urgencia se resuelvan». 1895, junio 8 En plena gestión dictatorial le dice a Heureaux: «Veo a todos tan tristes, tan miserables, que desearía hacer algo por mi pobre patria. Mis armas son la predicación, pero no tengo púlpito donde subirme. Aquí solo hay una imprentita tan mísera como nuestro estado actual, y muchas veces quise pedirle una […] donde yo externara algunos conceptos que tal vez serían útiles a la patria… Si me promete guardarme entro en acción, aunque sea en una guerrillita». 1895, junio 9 En carta, R. E. Hernández le congratula por el Congreso Extraparlamentario. Le expresa: «Nuestro país, Don Pedro, necesita que hombres así como Ud., que miran alto y piensan hondo, y que viven para inspirarse siempre en la fuente del bien común, le presten su valiosa ayuda, pues solo podrá mejorar la grave situación económica que le aqueja». 1895, junio 22 El presidente Heureaux le expresa: «Un hombre dotado de su prudencia y de su reconocido buen tacto […] ¿podrá ser sospechado de herir o modificar los intereses de su aliado, que en suma no habían de ser otros sino los de él mismo? De ningún modo. El púlpito que Ud. necesita le será proporcionado». 1895, octubre Le escribe Gregorio Luperón celebrando la lectura de la Revista del Congreso Extraparlamentario, especialmente «por haber puesto el dedo en la llaga sin lastimarla». PFB-20140124.indd 381 24/01/2014 09:56:31 a.m. 382 Julio Minaya 1896 Gregorio Luperón hace pública su obra Notas autobiográficas y apuntes históricos. En el Vol. II le dedica una semblanza. Escribe: «Es Bonó filósofo profundo, capaz de leer hasta en el fondo de las humanas intenciones y de abrazar en su fecunda mente las diversas ramas del saber humano». 1896 Sugiere al presidente Heureaux traer a Santo Domingo al general Luperón, quien se encontraba enfermo de un terrible cáncer en Saint Thomas. 1898, febrero 28 Expresa gratitud a su amigo Federico Henríquez y Carvajal por el puntual envío de su periódico Letras y Ciencias. 1899, julio 25 Es designado por el presidente Heureaux para presidir la Comisión encargada de incinerar los billetes del Banco Nacional en San Francisco de Macorís. 1899, julio 26 Presenta formal renuncia al puesto de presidente de la Comisión que en Macorís se encargaría de retirar e incinerar públicamente los billetes del Banco Nacional. Explica al presidente: «Ninguno mejor que Ud. conoce mi vida actual y formales propósitos y hay que agregar que aun cuando no los tuviera de esa índole, los achaques inherentes a la vejez no me permiten desempeñar ningún puesto público, por poca actividad que su despacho implique». 1900, marzo 11 Escribe al arzobispo Meriño: «Aunque algo triste por mi patria y aunque muy viejo y desengañado, me queda bastante fe para saber que los tiempos se siguen y no se parecen, y que puede llegar un día en que el presente y el porvenir no sean tan PFB-20140124.indd 382 24/01/2014 09:56:31 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 383 tenebrosos, como los presentes tiempos y podamos gozar de días más risueños». Muestra la disposición de comprar un sagrario para el templo parroquial, para lo cual dispondría de $300 oro acuñado americano. 1901, junio 1 En respuesta a Bonó, Meriño anticipa la ocupación de Estados Unidos en 1916: «Sobre los asuntos de la patria, lo que debemos es abrigar la convicción de que, por desgracia nuestra, acabaremos nuestros días oyendo hablar inglés». 1903, diciembre 31 Confiesa en su última carta a Meriño: «estudiando, observando, padeciendo, gozando, viviendo, en fin, entre todas estas maneras de ser mi vida, nada he encontrado que me satisfaga por completo, solo Jesucristo». 1905, marzo 14 Declara al Ayuntamiento de San Francisco de Macorís que los beneficios derivados de su alambique pequeño serán destinados exclusivamente a los pobres del pueblo. 1906, septiembre 15 Muere en San Francisco de Macorís, su pueblo adoptivo. PFB-20140124.indd 383 24/01/2014 09:56:31 a.m. PFB-20140124.indd 384 24/01/2014 09:56:31 a.m. II Decreto Decreto No. 303-88 que dispone el traslado a una urna especial en el Panteón Nacional, de los restos de Pedro Francisco Bonó. JOAQUÍN BALAGUER Presidente de la República Dominicana NÚMERO: 303-88 CONSIDERANDO: Que Pedro Francisco Bonó jugó un papel determinante en el acontecer político dominicano de la segunda mitad del siglo pasado y desde su discreto retiro provinciano ejerció, con sus conocimientos y experiencias, bienhechoras influencias en el turbulento ambiente que le tocó vivir. CONSIDERANDO: Que el ejemplo de desprendimiento y altruismo de Pedro Francisco Bonó es una constante y provechosa advertencia para los dominicanos de todos los tiempos, en razón de que siempre depuso sus intereses personales a favor de los más altos y dignificantes intereses nacionales. En ejercicio de las atribuciones que me confiere el artículo 55 de la Constitución de la República; 385 PFB-20140124.indd 385 24/01/2014 09:56:31 a.m. 386 Julio Minaya DECRETO: Artículo 1. Se dispone el traslado a una urna especial en el Panteón Nacional, de los restos de Pedro Francisco Bonó, que se encuentran en el Cementerio Municipal de la ciudad de San Francisco de Macorís. Artículo 2. Se designa una Comisión integrada por el presidente de la Academia Dominicana de la Historia, quien la presidirá, un representante de la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, un representante de la Secretaría de Estado de Interior y Policía, un representante de la Secretaría de Estado de Educación, por el Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y por los señores Manuel de Jesús Goico Castro, Dr. Virgilio Hoepelman y el Dr. Manuel de Jesús Mañón Arredondo, que tendrá a su cargo la fijación de la fecha en que se efectuará, tanto la exhumación y traslado de los restos de Pedro Francisco Bonó y la preparación de los actos relativos a dicha ceremonia. Artículo 3. Envíese a la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, de Interior y Policía, de Educación y a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, para los fines correspondientes. Dado en Santo Domingo de Guzmán, Distrito Nacional, Capital de la República Dominicana, a los veintinueve (29) días del mes de Junio del año mil novecientos ochenta y ocho, año 145° de la Independencia y 125° de la Restauración. JOAQUÍN BALAGUER PFB-20140124.indd 386 24/01/2014 09:56:32 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico 387 Comisión Oficial1 PRESIDENTE Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito Presidente de la Academia Dominicana de la Historia MIEMBROS General E. N. Aquino Guzmán Pérez Representante de la Secretaría de las Fuerzas Armadas Dr. César Paula Representante de la Secretaría de Estado de Interior y Policía Lic. Juan Portorreal Representante de la Secretaría de Estado de Educación Dr. Franklyn Almeida Rancier Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo Dr. Manuel de Jesús Goico Castro Dr. Virgilio Hoepelman Dr. Manuel de Jesús Mañón Arredondo Pedro Francisco Bonó, Asociación Duarte de Ahorros y Préstamos, Santo Domingo, 2006. 1 PFB-20140124.indd 387 24/01/2014 09:56:32 a.m. PFB-20140124.indd 388 24/01/2014 09:56:32 a.m. Índice onomástico A Abad, José Ramón 135-136 Abellán, José Luis 41 Acosta, Yamandú 42, 341 Adams, John 265 Ahrens, Heinrich 61 Alberdi, Juan Baustista 24, 54, 57, 64, 144, 192, 270, 272, 341 Alfau Durán, Vetilio 336 Alix, Juan Antonio 129 Almeyda Rancier, Franklin 334, 387 Álvarez, Serafín 59, 83, 85-86, 312 Alzate, José Antonio 38 Andújar Persinal, Carlos 27, 335 Angulo Guridi, Alejandro 64, 76, 100, 103, 128, 181, 259, 261, 277, 279, 341 Aquino, santo Tomás de 38 Arcos, Santiago 58 Archambault, Pedro María 106, 111-112, 153, 203, 329, 336, 342, 368 Aristóteles 37-38, 151, 171, 259 Arnaud, Sully 106 Arpini, Adriana María 61 Artidiello Moreno, Mabel 211 Atahualpa 254 Avelino García, Francisco Antonio 27, 169, 278, 292, 335, 342 Avelino, Andrés 184 Azcárate, Gumersindo de 60 B Báez, Buenaventura 21, 101-104, 116-117, 138, 146, 154, 160, 162-169, 183, 208, 222, 245, 360-361, 367 Balaguer, Joaquín 121-122, 385-386 Baldorioty de Castro, Román 279 Ballanche, Pierre-Simon 84 Barreda, Gabino 71, 284 Batista y Bonó, Antonio 360 Bayle, Pierre 214 Bello, Andrés 23, 50, 144, 190, 192, 201, 245-246, 253-257, 259260, 271, 324, 342 Benjamín, Walter 314, 342 Benoit (apellido) 97 389 PFB-20140124.indd 389 24/01/2014 09:56:32 a.m. 390 Julio Minaya Beorlegui, Carlos 57, 66, 342 Bergés, Juan Francisco 185 Bergson, Henri 88 Betances, Ramón Emeterio 125, 137, 270, 280, 284, 366-367, 378 Biagini, Hugo E. 82, 85-86, 311312, 342 Bidó (apellido) 97 Bilbao, Francisco 24, 58, 75-76, 191-192, 270, 234 Billini, Francisco Gregorio 146 Billini, Francisco Xavier 77, 182, 292, 343, 371, 374, 378 Bismarck (príncipe) 368 Bisonó (apellido) 97 Bisonó, Pedro R. 336 Blanc, Louis 58 Blanqui, Auguste 58 Bobea, Iván Alfonseca 193 Bobea, Pedro A. 96, 99, 371 Bohórquez, Carmen L. 40, 43, 45 Bolívar, Simón 40, 45-47, 49, 50, 59, 75, 262 Bonilla, Pedro Pablo 102 Bonnelli (apellido) 97 Bonnot de Condillac, Étienne 290 Bonó Araújo, Manuel de Jesús 93, 118, 172, 185-186 Bonó Mejía (familia) 170 Bonó, Carolina 170 Bonó, José 93-94, 98, 357, 361 Bonó, Lorenzo 94, 357 Bonó, María Casimira 109, 110, 118, 170, 174, 368, 372 Bourdier (apellido) 97 Boutroux, Émile 88 Brache (apellido) 97 Brea Franco, Luis Oscar 33, 88, 344 Brea, J. N. 376 PFB-20140124.indd 390 Bretón (apellido) 97 Buffon, conde de 35-36, 175, 282, 375 Bury, John 302, 344 C Caballero Harriet, Francisco Javier 32, 40, 143, 233, 297, 344 Caballero, José Agustín 38, 57, 75, 95, 174-175, 207, 275 Cabral y Báez, José María 115-116, 168, 283, 365-367 Calderón, Alfredo 60 Calderón, Serafín Estébanez 145 Campillo Pérez, Julio Genaro 238, 290 Campillo, Antonio 310-312, 344 Candelier (apellido) 97 Carreras Aguilar, Pedro 335 Carvajal y Rivera, fray Fernando 246-248 Casas, fray Bartolomé de las 246, 266, 344 Caso, Antonio 88 Cassá, Roberto 23, 26, 93, 110, 130131, 160, 185, 194, 217, 316, 332, 334-335, 345 Cassirer, Ernst 215, 345 Castillo, Luis Manuel 133, 329 Castillo, M. María 376 Castillo, Rafael Justino 135 Castro Fernández, Federico de 60 Castro, Fernando de 60 Castro, J. de J. 105, 362 Césaire, Aimé 300, 318 Céspedes, Diógenes 146, 246-247, 279-280, 337, 349 Cestero, Mariano A. 119, 279 Cicerón 375 24/01/2014 09:56:32 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico Clavijero, Francisco Javier 35-36 Comte, Augusto 68-73, 284, 296, 313, 345 Condorcet, Nicolás de 313 Contín Aybar, Néstor 336 Cordero Michel, Emilio 163, 345 Cordero, Armando 278, 345 Coriche, Cristóbal Mariano 47 Cornielle (apellido) 97 Correa y Cidrón, Bernardo 43, 125 Cosmes, Francisco G. 69 Coste (apellido) 97 Cousin, Victor 57, 375 Cristinacce, Juan Francisco 142, 214, 229, 317, 375-376, 378 Cristóbal, Henri 94 Croce, Benedetto 88 Cruz Méndez, Manuel 97, 250 Cruz, Josefina de la 27, 143-144, 336 Cruz, Santiago de la 376 Curiel, Juan Belisario 104, 106-107, 137, 363, 365 Curiel, R. 362 Chamberland (apellido) 97 Chanlatte (apellido) 97 Chateaubriand, François-René de 84, 143 Chevalier (apellido) 97 D D’Alembert, Jean le Rond 214-215 D’Anville, Jean Baptiste Bourguignon 257 Darwin, Charles 88, 175, 282 Debord (apellido) 97 Deetjen, Alfredo 109 Deive, Carlos Esteban 248, 345 Delgado, Joaquín 131 PFB-20140124.indd 391 391 Descartes, René 34-35, 143, 177 Deschamps, Eugenio 129-130, 198, 345 Despradel (apellido) 97 Deustua, Alejandro O. 88 Díaz de Gamarra, Benito 38 Díaz, Elías 344 Díaz, Porfirio 80 Diderot, Denis 175 Diloné (apellido) 97 Diplán (apellido) 97 Dotel Matos, Petronila 304-305, 335, 345 Duarte, Juan Pablo 9, 25, 107-108, 161, 252, 273-274 Durán, Carmen 74, 81, 198 Durancit (apellido) 97 Durocher, Luis 369 Dussel, Enrique 9, 313, 317, 346 Duval (apellido) 97 E Echeverría, Esteban 24, 50, 58, 64, 192 Elliott, John H. 35-36, 346 Enfantin, Prosper 59 Escobar, José 65, 338 Espaillat, Ulises Francisco 18, 94, 98, 101-103, 106, 109, 115, 117119, 136-137, 141, 161, 167, 193, 198, 202, 210, 273-274, 279, 281-282, 326, 329, 359, 361-363, 369-370 F Fanon, Frantz 300, 318 Fauleau, Francisco 128 24/01/2014 09:56:32 a.m. Julio Minaya 392 Faulkner, William 265 Federico (emperador de Rusia) 368 Feijoo, Benito Jerónimo 35, 44 Félix Silva, José 346 Ferdinand (apellido) 97 Fernández Retamar, Roberto 78, 299-300, 346 Fernández, Estela M. 49 Fernández, Florencia 170 Fernando VII 39-41 Ferrán, Fernando I. 27, 155-156, 336 Ferrater Mora, José 60-61, 346 Fiallo, José Antinoe 174, 338, 346 Fichte, Johann Gottlieb 51 Fleury, Víctor 336 Fondeur (apellido) 97 Fondeur, Eugenio 106 Fondeur, Furcy 95 Fontenelle, Bernard 313, 375 Fornet-Betancourt, Raúl 216, 346 Fourier, Charles 58 Francisco, Ramón 336 Franco Pichardo, Franklin 27, 120121, 153, 336, 346 Franco, Román 97 Franklin, Benjamín 265 Froebel, Friedrich 61 G Galeano, Eduardo 346 Galván, Manuel de Jesús 65, 279 Garagalza, Luis 311 García Lluberes, Alcides 160-164, 166-168, 338 García, Manuel de Jesús 380 García-Godoy, Federico 108, 151152, 208 PFB-20140124.indd 392 Gassendi, Pierre 35 Geffrard, Fabre 110, 365 Gil, Juan E. 361 Giner de los Ríos, Francisco 60 Goico Castro, Manuel de Jesús 386-387 Gómez, Manuel Ubaldo 157 González Prada, Manuel 20, 24, 68, 76, 79, 83 González, Raymundo 19, 23, 26-27, 93, 121, 136, 143, 162-164, 166, 169, 176, 185, 225, 278, 285286, 303-304, 315-316, 330331, 333-335, 337, 339, 343 Grant, Ulises 116 Grullón (apellido) 97 Grullón, Eliseo 329 Guadarrama, Pablo 38, 347 Güelles, Antonio de 247 Guerra, Juan 27, 98, 335 Guerrero, José G. 278, 335, 342, 347 Guerrero, José M. 27 Guillermo (emperador de Alemania) 368 Guillermo, Pedro 203 Gutiérrez Félix, Euclides 337 Guzmán Pérez, Aquino 387 H Habermas, Jürgen 222-223, 347 Haller, Carlos von 53 Hamann, Johann Georg 52, 199 Hegel, Guillermo W. F. 34, 51, 175, 276, 347 Henríquez Gratereaux, Federico 138, 152-153, 347 Henríquez Ureña, Max 100, 347 24/01/2014 09:56:32 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico Henríquez Ureña, Pedro 50, 64, 69, 80, 89, 190, 201, 204-209, 249, 260, 271, 279, 324 Henríquez y Carvajal, Federico 115, 119, 124, 128, 153, 157, 169, 279, 286, 370, 379-380, 382 Herder, Johann G. 51-52, 198-199, 348 Herrera, César A. 337 Heureaux, Ulises (Lilís)21, 77, 149-151, 157-158, 171-172, 222, 243-244, 292, 372-374, 376-382 Hidalgo, Miguel de 39-40, 43, 75 Hoepelman, Virgilio 386-387 Hoetink, Harmannus 121, 348 Hostos, Eugenio María de 25-26, 61, 68, 71, 73-74, 76-77, 79, 84, 95, 103, 116, 123-127, 130, 135, 137, 141-142, 144, 181, 190-193, 204, 259, 261, 270, 272, 275-283, 285-296, 324-325, 342, 347-349, 354, 357, 374, 377 Hugo, Gustavo 53 Hugo, Víctor 53, 143, 200 Hungría, José 360 I Ibáñez, Blasco 65 Ingenieros, José 71 Inoa, Orlando 109, 348, 351 Isabel II 107 J Jacobi, Friedrich Heinrich 52, 199 James, William 89 PFB-20140124.indd 393 393 Jáquez (apellido) 97 Jefferson, Thomas 265 Jimenes Grullón, Juan Isidro 27, 121, 148-150, 294-295, 348 Jovellanos, Gaspar Melchor de 35, 44 Juárez, Benito 70, 284 K Kant, Inmanuel 52, 219, 222, 348 Kepler, Johannes 35 King, Martin Luther 266 Klee, Paul 314 Korn, Alejandro 79, 88, 348 Krause, Karl Christian Friedrich 60-61 Kuck, J. W. 114, 163-164, 174, 377 L Lachapell (apellido) 97 Lafontaine (apellido) 97 Lamennais, Félicité Robert de 8485, 175, 375 Lander, Edgardo 9 Landolfi, Ciriaco 27, 200, 284-285, 349 Lapaix (apellido) 97 Larroyo, Francisco 34, 38, 82, 349 Laserna, Mario 46, 349 Lastarria, José Victorino 24, 144, 192, 270 Lebrón Saviñón, Mariano 337 Leger (apellido) 97 Leibniz, Gottfried 35 Leroux, Pedro 59 Lewin, Boleslao 48 Leyba, Rafael María 106 Locke, John 35, 42, 44, 233, 290 24/01/2014 09:56:32 a.m. Julio Minaya 394 López, José Ramón 121-122, 135, 151, 153 Louverture, Toussaint 303 Lugo, Américo 137, 152-153 Luperón, Gregorio 101, 108, 111, 115-117, 119, 124-125, 134, 136, 138-139, 141, 146, 156, 161, 167, 169, 171-172, 174, 196, 202, 206, 208-210, 213, 227, 236, 244, 267-268, 280-281, 285, 291-292, 294, 296, 298, 337, 362, 369, 372-379, 381-382 Luz y Caballero, José de la 24, 75, 270, 275 Llerena, Cristóbal de 246-247 Lluberes, Antonio 77, 349 M Maceiras Fafián, Manuel 60, 349 Madariaga, Salvador de 44 Maldonado-Denis, Manuel 301-302 Mallol, Domingo 103, 362 Manzueta, Eusebio 107, 117, 167 Mañón Arredondo, Manuel de Jesús 386-387 Mariana, Juan de 43 Mariátegui, José Carlos 78, 298 Marión (apellido) 97 Mármol, José 152-153 Martí, José 8, 17, 20, 68, 78-79, 8283, 89, 95, 103, 125, 207, 211, 218, 234, 272, 296, 300-301 Martínez Almánzar, Juan Francisco 26, 93-94, 97, 334 Martínez Paulino, Marcos Antonio 337 Martínez, Rufino 93, 137, 166, 193, 337 PFB-20140124.indd 394 Marx, Karl 88, 145-146, 314 Mateo, Andrés L. 148, 235, 278, 306-307, 342, 350 Mayor, Jorge 350 Medrano, Andrés López de 57-58, 125, 248, 290 Mejía, Bartolo 93, 117, 167 Mejía, Inés 93, 357-358 Melville, Herman 265 Mella, Matías Ramón 107-108 Mella, Pablo 27, 158, 335, 337 Menéndez y Pelayo, Marcelino 41, 350 Meriño, Fernando Arturo de 77, 115, 125, 136, 181-186, 279, 292, 371, 379-380, 382-383 Michel, Achille 96-98, 106, 276, 370 Mill, John Stuart 69 Minaya, Edickson 173 Miñano, Sebastián 145 Miranda, Francisco de 45, 49 Moctezuma 254 Molina, Enrique 88 Molina, Juan Ignacio 36 Monción, Benito 109, 202 Montalvo, Juan 24, 56, 144, 192, 270, 350 Montás (apellido) 97 Monte, Félix María del 138, 165, 180, 279 Montesino, fray Antonio de 246, 266 Montesinos, José F. 100 Montesquieu, Charles Louis de Secondat, barón de 42, 44-47, 175, 199, 214, 228-229, 267, 350, 375 Mora, José María Luis 24, 144, 192 Morales Pérez, Salvador E. 59, 350 Morelos, J. María 43, 45, 49, 75 24/01/2014 09:56:32 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico Moreno Espinosa, Alfonso 60 Moreno, Mariano 45, 48, 75 Morla de la Cruz, Rafael Isidro 27, 43, 205, 211, 213-214, 248249, 306, 312, 338, 351 Morrison, Ramón 27, 285, 338, 351 Moscoso Puello, Francisco E. 151, 206, 351 Mota, Óscar 339 Mota, Santiago de la 107-108 N Nadal, Pablo 26, 109-110, 153, 169, 181-182, 331, 334, 351 Nariño, Antonio 48 Navarro, Leopoldo N. 279 Newton, Isaac 35 Nietzsche, Friedrich 8, 33, 88, 290, 309, 310, 314, 351 Nisbet, Robert 313, 351 Nolasco, Flérida de 351 Nolasco, Sócrates 161 Núñez de Cáceres, José 45, 49, 125, 249-250 Núñez Polanco, Diómedes 165 Núñez, Manuel 351 O O’Higgins, Bernardo de 45 Objío, Manuel Rodríguez 117, 167 Objío, Orlando 27, 121, 335 Ochoa, Eugenio de 99 Olmedo, Joaquín 256 Ortega y Gasset, José 173, 213, 351 Ortega, Augusto 161 Owen, Robert 58 PFB-20140124.indd 395 395 P Pacho García, Julián 32, 351 Paine, Thomas 42 Palma, Ricardo 65 Paula, César 387 Paulino Ramos, Alejandro 133, 339 Pauw, Cornelio de 35-36 Paz, Octavio 43, 159, 233-234, 255, 263, 265, 351 Peguero, Valentina 64, 352 Peña Añil, María Altagracia Francisco de 94 Peña Añil, Virgilio de 94 Peña Batlle, Manuel Arturo 249, 352 Peña y Reynoso, Manuel de Jesús de 137, 183, 369, 380 Peña, Ángela 339 Pepén (apellido) 97 Pepín (apellido) 97 Peralta, Federico 106 Peralta, Freddy 27, 335 Pereda, José María de 65 Pereira Barreto, Luis 71 Pérez de la Cruz, Rosa Elena 38 Pérez Galdós, Benito 65 Pérez Memén, Fernando 27, 136137, 139, 179, 193, 247 Pérez Soriano, Francisco 81, 352 Perry, Raymond H. 165 Peyret, Alexis 85 Phelan, John L. 204 Pichardo, Domingo Daniel 137 Pimentel, Miguel 27, 157, 261, 289291, 296, 352 Pimentel, Pedro Antonio 116 Polanco Brito, Hugo Eduardo 387 Polanco, Gaspar 109, 111 Polanco, José Blas 106 24/01/2014 09:56:32 a.m. Julio Minaya 396 Popoteur (apellido) 97 Port, Eugenia de 94, 96, 98, 197, 357 Portorreal, Juan 387 Price-Mars, Jean 352 Proudhon, Pierre-Joseph 58 Pujol, Pablo 106, 362-363 R Raynal, Guillaume Thomas François Raynal, llamado abate 47 Regús (apellido) 97 Renán, Joseph Ernest 88 Ribeiro, Darcy 78, 298, 352 Ricardo Román, J. Max 27, 65, 93, 95-96, 98, 103, 106, 111-113, 117-118, 158, 166, 170, 172, 186, 329, 335, 363 Ricart, Gustavo 336 Ricoeur, Paul 158 Ricourd (apellido) 97 Riego, Rafael de 41 Rocafuerte, Vicente 23 Rochet (apellido) 97 Rodó, José Enrique 89 Rodríguez Demorizi, Emilio 27, 99-100, 120, 124, 128, 161-162, 164, 174, 185-186, 330, 333, 336, 338-339, 343-344, 348, 357 Rodríguez, Domingo A. 102 Rodríguez, Julio 344 Rodríguez, Santiago 202 Rodríguez, Simón 46, 50, 54, 58-59 Roig, Arturo Andrés 19, 24, 59, 353 Rojas Mix, Miguel Antonio 35-36, 106, 353 Rojas Osorio, Carlos 43, 47-48, 207-208, 274-275, 278, 353 Rojas, Benigno Filomeno de 94, PFB-20140124.indd 396 101, 103, 137, 193, 198, 202, 210, 279, 282, 326, 329, 362 Rojas, Miguel A. 106 Román, Miguel A. 106 Rousseau, Juan Jacobo 42, 44, 46-48, 50, 98, 127, 135, 143, 175, 191, 198-199, 214, 228, 314, 353, 375 Rouvroy, Claude Henri de, conde de Saint-Simon 58-59 Rozo Acuña, Eduardo 47, 343, 353 S Saavedra y Ramírez, Ángel María, duque de Rivas 145 Sáez, José Luis 266-267, 277, 280 Saint-Hilaire (apellido) 97 Saladín (apellido) 97 Salazar Bondy, Augusto 79, 354 Salcedo, Federico 102 Salcedo, José Antonio 108, 111112, 202, 365 Sales, Manuel 60 Salmerón, Nicolás 60 Samper, José María 74 San Martín, José de 40, 45, 49, 262 San Miguel, Pedro L. 27, 258-260, 338, 354 Sánchez Valverde, Antonio 36-38, 237, 248 Sánchez, Cecilia 58, 72-73, 84 Sánchez, Juan Francisco 24, 38, 184, 192 Sang B., Mu-Kien A. 84, 119, 281, 354 Santana Castillo, Joaquín 53, 77-78, 354 Santelises (apellido) 97 Santos Hernández, Roberto 27, 338 Santos, Danilo de los 64, 352 24/01/2014 09:56:32 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico Santos, José 51, 339 Sanz del Río, Julián 60-61, 276 Sarmiento, Domingo Faustino 24, 57, 71, 84, 144, 190, 192, 246, 259-261, 270, 272, 284, 295, 324, 354 Savigny, Friedrich Karl von 53, 144 Scott, Walter 66 Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph von 51 Schlager, Aug 115, 174 Schlegel, Federico 51 Schopenhauer, Arthur 33, 88 Senir, Roberto 106 Serrano Caldera, Alejandro 52-53, 354 Shakespeare, William 375 Sicard (apellido) 97 Sierra, Justo 71, 76 Soler, Ricaurte 9 Sorel, Jorge 314 Soto, Domingo de 43 Spencer, Herbert 68-69, 71, 82, 296, 302, 313, 354 Steal, Madame de 143 Suárez, Francisco de 43 Sucre, Antonio José de 40, 45 T Tapia, Alejandro 95, 276 Tejera, Emiliano 136, 151, 279 Tejera, Guillermo 106 Terán, Oscar 9 Tiberghien, Guillaume 61 Tió y Betances, E. 376 Tollinchi, Esteban 65, 355 Toynbee, Arnold J. 79, 316, 355 PFB-20140124.indd 397 397 U Ureña de Henríquez, Salomé 73-74 V Valdearcos, Enrique 67, 340 Valerio, Fernando 360 Valverde Lara, Pedro 164 Valverde, José Desiderio 101, 103, 361-362 Valle, José Cecilio del 45 Varela, Félix 75, 207, 275 Varona, Enrique José 72, 76, 95, 207-208, 274-275 Vasconcelos, José 88 Vásquez y Vega, Prudencio 83, 85, 312 Vásquez, Juan 238 Vaz Ferreira, Carlos 88 Vicioso, Abelardo 336 Villalba, Luis 74, 355 Villavicencio, Rafael 74, 84 Villegas, Aberlardo 69, 355 Voltaire, François Marie Arouet, llamado 42, 44, 175, 214 W Walker, William 55 Washington, George 104, 265 Weber, Max 31, 233 Whitman, Walt 265 Williams, William Carlos 265 Z Záiter Mejía, Alba Josefina 27, 282283, 338 Zea, Leopoldo 23-24, 69, 80-81, 191-192, 207, 261, 269-270, 340, 349, 355 24/01/2014 09:56:32 a.m. PFB-20140124.indd 398 24/01/2014 09:56:32 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. I Vol. II Vol. III Vol. IV Vol. V Vol. VI Vol. VII Vol. VIII Vol. IX Vol. X Vol. XI Vol. XII Vol. XIII Vol. XIV Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1944. Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. I, C. T., 1944. Samaná, pasado y porvenir. E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1945. Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, C. T., 1945. Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1947. San Cristóbal de antaño. E. Rodríguez Demorizi, Vol. II, Santiago, 1946. Manuel Rodríguez Objío (poeta, restaurador, historiador, mártir). R. Lugo Lovatón, C. T., 1951. Relaciones. Manuel Rodríguez Objío. Introducción, títulos y notas por R. Lugo Lovatón, C. T., 1951. Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1846-1850. Vol. II. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1947. Índice general del «Boletín» del 1938 al 1944, C. T., 1949. Historia de los aventureros, filibusteros y bucaneros de América. Escrita en holandés por Alexander O. Exquemelin, traducida de una famosa edición francesa de La Sirene-París, 1920, por C. A. Rodríguez; introducción y bosquejo biográfico del traductor R. Lugo Lovatón, C. T., 1953. Obras de Trujillo. Introducción de R. Lugo Lovatón, C. T., 1956. Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1957. Cesión de Santo Domingo a Francia. Correspondencia de Godoy, García Roume, Hedouville, Louverture, Rigaud y otros. 1795-1802. Edición de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959. 399 PFB-20140124.indd 399 24/01/2014 09:56:33 a.m. 400 Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. XV Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959. Vol. XVI Escritos dispersos. (Tomo I: 1896-1908). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XVII Escritos dispersos. (Tomo II: 1909-1916). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XVIII Escritos dispersos. (Tomo III: 1917-1922). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XIX Máximo Gómez a cien años de su fallecimiento, 1905-2005. Edición de E. Cordero Michel, Santo Domingo, D. N., 2005. Vol. XX Lilí, el sanguinario machetero dominicano. Juan Vicente Flores, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXI Escritos selectos. Manuel de Jesús de Peña y Reynoso. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXII Obras escogidas 1. Artículos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXIII Obras escogidas 2. Ensayos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXIV Obras escogidas 3. Epistolario. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXV La colonización de la frontera dominicana 1680-1796. Manuel Vicente Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXVI Fabio Fiallo en La Bandera Libre. Compilación de Rafael Darío Herrera, Santo Domingo, D. N., 2006. Vol. XXVII Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (16801795). El Cibao y la bahía de Samaná. Manuel Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXVIII Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño. Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXIX Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXX Iglesia, espacio y poder: Santo Domingo (1498-1521), experiencia fundacional del Nuevo Mundo. Miguel D. Mena, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXI Cedulario de la isla de Santo Domingo, Vol. I: 1492-1501. Fray Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo I: Hechos sobresalientes en la provincia). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXIII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo II: Reorganización de la provincia post Restauración). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2007. PFB-20140124.indd 400 24/01/2014 09:56:33 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 401 Vol. XXXIV Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo xvii. Compilación de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXV Memorias del Primer Encuentro Nacional de Archivos. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVI Actas de los primeros congresos obreros dominicanos, 1920 y 1922. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894). Tomo I. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXVIII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894). Tomo II. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XXXIX Una carta a Maritain. Andrés Avelino, traducción al castellano e introducción del P. Jesús Hernández, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XL Manual de indización para archivos, en coedición con el Archivo Nacional de la República de Cuba. Marisol Mesa, Elvira Corbelle Sanjurjo, Alba Gilda Dreke de Alfonso, Miriam Ruiz Meriño, Jorge Macle Cruz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLI Apuntes históricos sobre Santo Domingo. Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLII Ensayos y apuntes diversos. Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLIII La educación científica de la mujer. Eugenio María de Hostos, Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. XLIV Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1530-1546). Compilación de Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLV Américo Lugo en Patria. Selección. Compilación de Rafael Darío Herrera, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLVI Años imborrables. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLVII Censos municipales del siglo xix y otras estadísticas de población. Alejandro Paulino Ramos, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLVIII Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo I. Compilación de José Luis Saez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. XLIX Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo II, Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. L Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel. Tomo III. Compilación de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. LI Prosas polémicas 1. Primeros escritos, textos marginales, Yanquilinarias. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. LII Prosas polémicas 2. Textos educativos y Discursos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. PFB-20140124.indd 401 24/01/2014 09:56:33 a.m. 402 Vol. LIII Vol. LIV Vol. LV Vol. LVI Vol. LVII Vol. LVIII Vol. LIX Vol. LX Vol. LXI Vol. LXII Vol. LXIII Vol. LXIV Vol. LXV Vol. LXVI Vol. LXVII Vol. LXVIII Vol. LXIX Vol. LXX Vol. LXXI PFB-20140124.indd 402 Publicaciones del Archivo General de la Nación Prosas polémicas 3. Ensayos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008. Autoridad para educar. La historia de la escuela católica dominicana. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Relatos de Rodrigo de Bastidas. Antonio Sánchez Hernández, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 1. Escritos políticos iniciales. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 2. Ensayos. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 3. Artículos y Controversia histórica. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Textos reunidos 4. Cartas, Ministerios y misiones diplomáticas. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008. La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961). Tomo I. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961). Tomo II. José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Legislación archivística dominicana, 1847-2007. Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2008. Libro de bautismos de esclavos (1636-1670). Transcripción de José Luis Sáez, S. J., Santo Domingo, D. N., 2008. Los gavilleros (1904-1916). María Filomena González Canalda, Santo Domingo, D. N., 2008. El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones económicas. Manuel Vicente Hernández González, Santo Domingo, D. N., 2008. Cuadros históricos dominicanos. César A. Herrera, Santo Domingo, D. N., 2008. Escritos 1. Cosas, cartas y... otras cosas. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Escritos 2. Ensayos. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Memorias, informes y noticias dominicanas. H. Thomasset. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. Manual de procedimientos para el tratamiento documental. Olga Pedierro, et. al., Santo Domingo, D. N., 2008. Escritos desde aquí y desde allá. Juan Vicente Flores. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2008. 24/01/2014 09:56:33 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 403 Vol. LXXII De la calle a los estrados por justicia y libertad. Ramón Antonio Veras (Negro), Santo Domingo, D. N., 2008. Vol. LXXIII Escritos y apuntes históricos. Vetilio Alfau Durán, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXIV Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista. Salvador E. Morales Pérez, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXV Escritos. 1. Cartas insurgentes y otras misivas. Mariano A. Cestero. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXVI Escritos. 2. Artículos y ensayos. Mariano A. Cestero. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXVII Más que un eco de la opinión. 1. Ensayos, y memorias ministeriales. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXVIII Más que un eco de la opinión. 2. Escritos, 1879-1885. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXIX Más que un eco de la opinión. 3. Escritos, 1886-1889. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXX Más que un eco de la opinión. 4. Escritos, 1890-1897. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXI Capitalismo y descampesinización en el Suroeste dominicano. Angel Moreta, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXIII Perlas de la pluma de los Garrido. Emigdio Osvaldo Garrido, Víctor Garrido y Edna Garrido de Boggs. Edición de Edgar Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXIV Gestión de riesgos para la prevención y mitigación de desastres en el patrimonio documental. Sofía Borrego, Maritza Dorta, Ana Pérez, Maritza Mirabal, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXV Obras, tomo I. Guido Despradel Batista. Compilación de Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXVI Obras, tomo II. Guido Despradel Batista. Compilación de Alfredo Rafael Hernández, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXVII Historia de la Concepción de La Vega. Guido Despradel Batista, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. LXXXIX Una pluma en el exilio. Los artículos publicados por Constancio Bernaldo de Quirós en República Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XC Ideas y doctrinas políticas contemporáneas. Juan Isidro Jimenes Grullón, Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. XCI Metodología de la investigación histórica. Hernán Venegas Delgado, Santo Domingo, D. N., 2009. PFB-20140124.indd 403 24/01/2014 09:56:33 a.m. 404 Vol. XCIII Vol. XCIV Vol. XCV Vol. XCVI Vol. XCVII Vol. XCVIII Vol. XCIX Vol. C Vol. CI Vol. CII Vol. CIII Vol. CIV Vol. CV Vol. CVI Vol. CVII Vol. CVIII Vol. CIX Vol. CX Vol. CXI PFB-20140124.indd 404 Publicaciones del Archivo General de la Nación Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo I. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009. Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo II. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009. Filosofía dominicana: pasado y presente. Tomo III. Compilación de Lusitania F. Martínez, Santo Domingo, D. N., 2009. Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición. Ramón Antonio, (Negro) Veras, Santo Domingo, D. N., 2009. Escritos reunidos. 1. Ensayos, 1887-1907. Rafael Justino Castillo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Escritos reunidos. 2. Ensayos, 1908-1932. Rafael Justino Castillo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Escritos reunidos. 3. Artículos, 1888-1931. Rafael Justino Castillo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Escritos históricos. Américo Lugo, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2009. Vindicaciones y apologías. Bernardo Correa y Cidrón. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2009. Historia, diplomática y archivística. Contribuciones dominicanas. María Ugarte, Santo Domingo, D. N., 2009. Escritos diversos. Emiliano Tejera, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2010. Tierra adentro. José María Pichardo, segunda edición, Santo Domingo, D. N., 2010. Cuatro aspectos sobre la literatura de Juan Bosch. Diógenes Valdez, Santo Domingo, D. N., 2010. Javier Malagón Barceló, el Derecho Indiano y su exilio en la República Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010. Cristóbal Colón y la construcción de un mundo nuevo. Estudios, 19832008. Consuelo Varela, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. República Dominicana. Identidad y herencias etnoculturales indígenas. J. Jesús María Serna Moreno, Santo Domingo, D. N., 2010. Escritos pedagógicos. Malaquías Gil Arantegui. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Cuentos y escritos de Vicenç Riera Llorca en La Nación. Compilación de Natalia González, Santo Domingo, D. N., 2010. Jesús de Galíndez. Escritos desde Santo Domingo y artículos contra el régimen de Trujillo en el exterior. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2010. 24/01/2014 09:56:33 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 405 Vol. CXII Ensayos y apuntes pedagógicos. Gregorio B. Palacín Iglesias. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXIII El exilio republicano español en la sociedad dominicana (Ponencias del Seminario Internacional, 4 y 5 de marzo de 2010). Reina C. Rosario Fernández (Coord.), edición conjunta de la Academia Dominicana de la Historia, la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXIV Pedro Henríquez Ureña. Historia cultural, historiografía y crítica literaria. Odalís G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXV Antología. José Gabriel García. Edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXVI Paisaje y acento. Impresiones de un español en la República Dominicana. José Forné Farreres. Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXVII Historia e ideología. Mujeres dominicanas, 1880-1950. Carmen Durán. Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXVIII Historia dominicana: desde los aborígenes hasta la Guerra de Abril. Augusto Sención (Coord.), Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXIX Historia pendiente: Moca 2 de mayo de 1861. Juan José Ayuso, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXX Raíces de una hermandad. Rafael Báez Pérez e Ysabel A. Paulino, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXI Miches: historia y tradición. Ceferino Moní Reyes, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXII Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo I. Octavio A. Acevedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXIII Problemas y tópicos técnicos y científicos. Tomo II. Octavio A. Acevedo. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXIV Apuntes de un normalista. Eugenio María de Hostos. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXV Recuerdos de la Revolución Moyista (Memoria, apuntes y documentos). Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXVI Años imborrables (2da ed.) Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, edición conjunta de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias y el Archivo General de la Nación, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXVII El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la dictadura de Trujillo. Tomo I. Compilación de Alejandro Paulino Ramos, edición conjunta del Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXVIII El Paladión: de la Ocupación Militar Norteamericana a la dictadura de Trujillo. Tomo II. Compilación de Alejandro Paulino Ramos, edición PFB-20140124.indd 405 24/01/2014 09:56:33 a.m. 406 Publicaciones del Archivo General de la Nación conjunta del Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXIX Memorias del Segundo Encuentro Nacional de Archivos. Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXX Relaciones cubano-dominicanas, su escenario hemisférico (1944-1948). Jorge Renato Ibarra Guitart, Santo Domingo, D. N., 2010. Vol. CXXXI Obras selectas. Tomo I, Antonio Zaglul, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXII Obras selectas. Tomo II. Antonio Zaglul, edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Banco de Reservas. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXIII África y el Caribe: Destinos cruzados. Siglos xv-xix, Zakari DramaniIssifou, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXIV Modernidad e ilustración en Santo Domingo. Rafael Morla, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXV La guerra silenciosa: Las luchas sociales en la ruralía dominicana. Pedro L. San Miguel, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXVI AGN: bibliohemerografía archivística. Un aporte (1867-2011). Luis Alfonso Escolano Giménez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXVIILa caña da para todo. Un estudio histórico-cuantitativo del desarrollo azucarero dominicano. (1500-1930). Arturo Martínez Moya, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXVIII El Ecuador en la Historia. Jorge Núñez Sánchez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXXXIX La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia, 1849-1856. Wenceslao Vega B., Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXL Max Henríquez Ureña. Las rutas de una vida intelectual. Odalís G. Pérez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLI Yo también acuso. Carmita Landestoy, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLIII Más escritos dispersos. Tomo I. José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLIV Más escritos dispersos. Tomo II. José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLV Más escritos dispersos. Tomo III. José Ramón López. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLVI Manuel de Jesús de Peña y Reinoso: Dos patrias y un ideal. Jorge Berenguer Cala, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLVII Rebelión de los capitanes: Viva el rey y muera el mal gobierno. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLVIII De esclavos a campesinos. Vida rural en Santo Domingo colonial. Raymundo González, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CXLIX Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1547-1575). Genaro Rodríguez Morel, Santo Domingo, D. N., 2011. PFB-20140124.indd 406 24/01/2014 09:56:33 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 407 Vol. CL Ramón –Van Elder– Espinal. Una vida intelectual comprometida. Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CLI El alzamiento de Neiba: Los acontecimientos y los documentos (febrero de 1863). José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CLII Meditaciones de cultura. Laberintos de la dominicanidad. Carlos Andújar Persinal, Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. CLIII El Ecuador en la Historia (2da ed.) Jorge Núñez Sánchez, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLIV Revoluciones y conflictos internacionales en el Caribe (1789-1854). José Luciano Franco, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLV El Salvador: historia mínima. Varios autores, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLVI Didáctica de la geografía para profesores de Sociales. Amparo Chantada, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLVII La telaraña cubana de Trujillo. Tomo I. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLVIII Cedulario de la isla de Santo Domingo, 1501-1509. Vol. II, Fray Vicente Rubio, O. P., edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLIX Tesoros ocultos del periódico El Cable. Compilación de Edgar Valenzuela, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLX Cuestiones políticas y sociales. Dr. Santiago Ponce de León, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXI La telaraña cubana de Trujillo. Tomo II. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXII El incidente del trasatlántico Cuba. Una historia del exilio republicano español en la sociedad dominicana, 1938-1944. Juan B. Alfonseca Giner de los Ríos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXIII Historia de la caricatura dominicana. Tomo I. José Mercader, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXIV Valle Nuevo: El Parque Juan B. Pérez Rancier y su altiplano. Constancio Cassá, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXV Economía, agricultura y producción. José Ramón Abad. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXVI Antología. Eugenio Deschamps. Edición de Roberto Cassá, Betty Almonte y Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXVII Diccionario geográfico-histórico dominicano. Temístocles A. Ravelo. Revisión, anotación y ensayo introductorio Marcos A. Morales, edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXVIII Drama de Trujillo. Cronología comentada. Alonso Rodríguez Demorizi. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. PFB-20140124.indd 407 24/01/2014 09:56:34 a.m. 408 Publicaciones del Archivo General de la Nación Vol. CLXIX La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I, volumen 1. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXX Drama de Trujillo. Nueva Canosa. Alonso Rodríguez Demorizi. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012 Vol. CLXXI El Tratado de Ryswick y otros temas. Julio Andrés Montolío. Edición de Andrés Blanco Díaz, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXII La dictadura de Trujillo: documentos (1930-1939). Tomo I, volumen 2. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXIII La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III, volumen 5. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXIV La dictadura de Trujillo: documentos (1950-1961). Tomo III, volumen 6. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXV Cinco ensayos sobre el Caribe hispano en el siglo xix: República Dominicana, Cuba y Puerto Rico 1861-1898. Luis Álvarez-López, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXVI Correspondencia consular inglesa sobre la Anexión de Santo Domingo a España. Roberto Marte, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXVII ¿Por qué lucha el pueblo dominicano? Imperialismo y dictadura en América Latina. Dato Pagán Perdomo, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXVIII Visión de Hostos sobre Duarte. Eugenio María de Hostos. Compilación y edición de Miguel Collado, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXIX Los campesinos del Cibao: Economía de mercado y transformación agraria en la República Dominicana, 1880-1960. Pedro L. San Miguel, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXX La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II, volumen 3. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXI La dictadura de Trujillo: documentos (1940-1949). Tomo II, volumen 4. Eliades Acosta Matos, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXII De súbditos a ciudadanos (siglos xvii-xix): el proceso de formación de las comunidades criollas del Caribe hispánico (Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo). Jorge Ibarra Cuesta, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXIII La dictadura de Trujillo (1930-1961). Augusto Sención Villalona, San Salvador-Santo Domingo, 2012. Vol. CLXXXIV Anexión-Restauración. Parte 1. César A. Herrera, edición conjunta entre el Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. CLXXXV Anexión-Restauración. Parte 2. César A. Herrera, edición conjunta entre el Archivo General de la Nación y la Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXXVI Historia de Cuba. José Abreu Cardet y otros, Santo Domingo, D. N., 2013. PFB-20140124.indd 408 24/01/2014 09:56:34 a.m. Publicaciones del Archivo General de la Nación 409 Vol. CLXXXVIILibertad Igualdad: Protocolos notariales de José Troncoso y Antonio Abad Solano, 1822-1840. María Filomena González Canalda, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXXVIIIBiografías sumarias de los diputados de Santo Domingo en las Cortes españolas. Roberto Cassá, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CLXXXIX Financial Reform, Monetary Policy and Banking Crisis in Dominican Republic. Ruddy Santana, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXC Legislación archivística dominicana (1847-2012). Departamento de Sistema Nacional de Archivos e Inspectoría, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCI La rivalidad internacional por la República Dominicana y el complejo proceso de su anexión a España (1858-1865). Luis Escolano Giménez, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCII Escritos históricos de Carlos Larrazábal Blanco. Tomo I. Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCIII Guerra de liberación en el Caribe hispano (1863-1878). José Abreu Cardet y Luis Álvarez-López, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCIV Historia del municipio de Cevicos. Miguel Ángel Díaz Herrera, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCV La noción de período en la historia dominicana. Volúmen I, Pedro Mir, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCVI La noción de período en la historia dominicana. Volúmen II, Pedro Mir, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCVII La noción de período en la historia dominicana. Volúmen III, Pedro Mir, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCVIII Literatura y arqueología a través de La mosca soldado de Marcio Veloz Maggiolo. Teresa Zaldívar Zaldívar, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CXCIX El Dr. Alcides García Lluberes y sus artículos publicados en 1965 en el periódico Patria. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CC El cacoísmo burgués contra Salnave (1867-1870). Roger Gaillard, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CCI «Sociología aldeada» y otros materiales de Manuel de Jesús Rodríguez Varona. Compilación de Angel Moreta, Santo Domingo, D. N., 2013. Vol. CCII Álbum de un héroe. (A la augusta memoria de José Martí). 3ra edición. Compilación de Federico Henríquez y Carvajal y edición de Diógenes Céspedes, Santo Domingo, D. N., 2013. Colección Juvenil Vol. I Vol. II PFB-20140124.indd 409 Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007. Heroínas nacionales. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2007. 24/01/2014 09:56:34 a.m. 410 Vol. III Vol. IV Vol. V Vol. VI Vol. VII Vol. VIII Publicaciones del Archivo General de la Nación Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos. Santo Domingo, D. N., 2007. Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008. Padres de la Patria. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008. Pensadores criollos. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008. Héroes restauradores. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2009. Dominicanos de pensamiento liberal: Espaillat, Bonó, Deschamps (siglo xix). Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2010. Colección Cuadernos Populares Vol. 1 La Ideología revolucionaria de Juan Pablo Duarte. Juan Isidro Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. 2 Mujeres de la Independencia. Vetilio Alfau Durán. Santo Domingo, D. N., 2009. Vol. 3 Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína. Rafael García Bidó.Santo Domingo, D. N., 2010. Colección Referencias Vol. 1 Archivo General de la Nación. Guía breve. Ana Féliz Lafontaine y Raymundo González. Santo Domingo, D. N., 2011. Vol. 2 Guía de los fondos del Archivo General de la Nación. Departamentos de Descripción y Referencias. Santo Domingo, D. N., 2012. Vol. 3 Directorio básico de archivos dominicanos. Departamento de Sistema Nacional de Archivos. Santo Domingo, D. N., 2012. PFB-20140124.indd 410 24/01/2014 09:56:34 a.m. Pedro Francisco Bonó: vida, obra y pensamiento crítico de Julio Minaya se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Editora Centenario, S. A., en enero de 2014, Santo Domingo, R. D., con una tirada de 1,000 ejemplares. PFB-20140124.indd 411 24/01/2014 09:56:34 a.m. PFB-20140124.indd 412 24/01/2014 09:56:34 a.m.