Leer PDF - Antigüedades al día

Anuncio
protagonistas
Lorenzo Martínez
Presidente de Honor de la Federación Española de Anticuarios
“He vivido varias vidas”
E
l anticuario leonés Lorenzo
Martínez Calvo acaba de ser
nombrado por unanimidad presidente de honor de la Federación Española de Anticuarios, atendiendo a
sus méritos y prestigio y también a su
dilatada y sobresaliente trayectoria en
el mundo del anticuariado. En su galería de la calle Lagasca, 36, especializada en Alta Época, Renacimiento y Siglo XVII, tuvimos ocasión de conversar
sobre su peculiar historia.
“Nací en Mansilla de las Mulas en
1927 donde residí hasta los 9 años, trasladándome luego a León, donde hice el
bachillerato. Llegué a ser campeón
provincial de atletismo y otros deportes
y, en 1949 campeón y recordman de
España de lanzamiento de martillo durante cuatro años. Más adelante, gracias a una beca me trasladé a París, matriculándome en la Sorbona para estudiar, entre otras materias, Historia del
Arte Medieval francés, Teoría de las
Ideas de la Edad Antigua y Literatura
de los siglos XVI, XVII y XVIII, así como en el Instituto de Lenguas y Civilizaciones Orientales donde me especialicé en antiguo eslavo y ruso. Cuando
finalicé mis estudios académicos regresé a España para incorporarme en la
Oficina de Atención Diplomática, y fue
allí, donde recibí el encargo de la editorial Sopena de confeccionar un diccionario español-ruso y una gramática
abreviada”.
“Fue un trabajo agotador y absorbente que me llevó 12 años culminar tenía una mesa de más de dos metros
inundada de libros, y al lado estaba la
cuna de mis hijos-.
En aquella época visitar iglesias era
“Actué como
‘extra’ en una
película con Jean
Marais”
38
mi válvula de escape, me servía para
desconectar del trabajo del diccionario.
Provengo de una familia de religiosos
de la montaña de León, y de la mano
de mi tío Raimundo, que era Canónigo
Archivero de la Catedral de León, me
introduje en el mundo de las antigüedades. Con él iba en taxi visitando diócesis, para comprobar el estado de las
obras de arte. A él le debo mis primeros conocimientos, aprender in situ,
fue una experiencia maravillosa que
me marcaría indeleblemente”.
Viaje a Moscú
“Con mi padre, que era pintor y escultor de arte religioso y muy aficionado a
las antigüedades -no pudo acudir a la
Academia de San Fernando porque un
cura advirtió a mi abuelo de que aquello era un antro de perdición para los
artistas- visitaba los museos provinciales, casi siempre desérticos, de hecho
no era raro que saliera a recibirnos el
director y al finalizar la visita ¡nos invi-
Instantánea tomada en 1951
en el Estadio de Montjüic en el
transcurso de una concentración
internacional de atletismo con el
legendario atleta afroamericano
Jesse Owens. Owens ganó cuatro
medallas de oro en las Olimpiadas
de Berlín de 1936 obligando a
Hitler a abandonar el palco para
no tener que estrechar su mano.
“Fui recordman
de España
de lanzamiento de
martillo”
tara a una copa de jerez!. Afortunadamente las cosas han cambiado mucho
gracias la labor de promoción y fomento de la cultura.
Cuando se publicó en 1965 la primera parte del diccionario viajé a Moscú con un permiso especial –antes de
mí el único español que había viajado
era Luis Mariano- y al regresar, Sopena
me propuso otros estudios filológicos.
Aunque hice para Aguilar el prólogo de
un tomo de Iván Bunin, decliné la oferta de Sopena porque a esas alturas ya
estaba volcado profesionalmente con
las antigüedades, así que dije adiós a la
editorial y al ministerio para consagrarme en exclusiva al anticuariado”.
‘París era una fiesta’
“Siempre he sido muy inquieto, soy de
ésos que como dijo alguien ‘cuando
muera que hagan con mi piel una maleta’. Además de deportista, filólogo y anticuario, también estudie la carrera de
marino mercante, que no llegué a ejercer. Entre los episodios más curiosos y
entrañables de mi vida, recuerdo mi etapa viviendo con la familia del príncipe
Gorchakov que tenían su residencia en
las afueras de París y que, como hobby,
se dedicaban a la cría de conejos gigantes. Los Gorchakov habitaban la Villa del
Antiguo Recuerdo, y yo me alojaba en
una habitación desde cuyas ventanas podía ver pasar los barcos por el Sena con
la ropa tendida. Los Gorchakov me permitieron conocer a grandes personalidades como Iván Bunín (de quien escribí,
después en España, el prólogo de sus obras para la colección de Premios Nobel de la
Editorial Aguilar), Jean Cocteau, André Maurois. Recuerdo que también trabajé
como ‘extra’ en una película
donde el protagonista era
Jean Marais, que interpretaba a
un acusado y yo era el gendarme encargado de custodiarlo durante la vista judicial. De mi etapa en París, me vienen a
la memoria muchas anécdotas simpáticas, como cuando estando en el Colegio
de España, nos contrataron para atraer
público a un cabaret. Nos sentaban en la
primera fila, y nos servían un mejunje
que imitaba el champán. Nosotros animábamos el ambiente, y conforme los
americanos iban entrando, nos iban
echando cada vez un poco más hacia
atrás hasta que al final de la noche, con
el local ya a rebosar, nos ponían directamente en la calle con unos francos en la
mano.
Las Bienales de Madrid
En 1972 abrí una tienda en la calle
Santo Domingo en La Coruña, pero
nadie mostraba interés por el arte medieval (algunos al ver una Virgen románica se reían, y otros se persignaban),
con el objetivo de sistematizar el sector, organicé la primera asociación de
anticuarios de Galicia, y poco después,
decidí dar el salto a Madrid, donde me
nombraron Presidente de la Asociación
de Madrid y de Feriarte.
Una de mis primeras iniciativas fue
crear un comité de admisión de piezas
para Feriarte.
Se armó un gran revuelo, recuerdo
que en un sólo stand llegamos a retirar
¡71 piezas!. Este control fue posteriormente adoptado por toda España. Me
nombraron Presidente de la Federación Española, y decidí organizar unas
bienales. Aunque me advirtieron de
“Invertí doce años
en la realización
del diccionario
ruso-español”
39
que Madrid tenía público sólo para Almonedas, recuerdo con orgullo que en
la tercera Bienal participaron los 8 o 10
mejores anticuarios de Maastricht.
Luces y sombras
“A lo largo de casi cuarenta años como
anticuario he descubierto piezas muy
buenas. No olvidaré una virgen románica extraordinaria que si se tocaba se
desintegraba. Le hice un agujerito en
la cabeza y la rellené con escayola para
poder trasladarla. Episodios como el
de unas monjas en Valladolid que usaban una tabla medieval para poner los
pies ¡y no enfriarse cuando iban al servicio! no eran desgraciadamente casos
raros. En los museos diocesanos pueden verse vírgenes sedentes a las que
arrancaron el niño y cortaron los hombros para vestirlas, o les quitaron el velo para poner pelo artificial, o esculturas medievales a las que quitaban los
ojos para ponérselos de cristal...
Recuerdo con tristeza como hace
años, para amueblar los Paradores Nacionales se encargaron reproducciones
de muebles antiguos cuando en aquel
momento eran más baratos los auténticos. La realidad es que nuestros muebles originales salieron al extranjero y no
se quedaron en nuestros paradores. Hoy
aquellas copias no valen nada, y si se hubieran comprado las piezas genuinas
ahora valdrían ocho o diez veces más...”
La Ley de Patrimonio
“Entre las satisfacciones de mi carrera,
ocupa un lugar principal mi participación en la redacción de la Ley de Patrimonio de 1985 -concretamente en relación a los criterios económicos- con
Javier Solana como ministro de cultura.
Aunque fue un gran paso, considero
que es una ley que debe actualizarse.
Por ejemplo, si un cliente se interesa
por una pieza, antes de iniciarse los trámites de la compraventa, deben declararla ‘exportable’. Este proceso puede
demorarse meses, y el cliente puede
perder el interés, o que al final, no se
permita sacar la pieza del país y se frustre la venta. Abogo porque, en primera
instancia, Patrimonio la examine y determine con tiempo suficiente si es o
no exportable. Por ejemplo, en cierta
ocasión, estando en Jerusalén, adquirí
unas piezas arqueológicas. En la tienda
ya estaba todo preparado: el permiso
de exportación para presentar en la
aduana y la factura correspondiente
para Hacienda”.
Carlos García-Osuna
Galería Lorenzo Martínez
Lagasca, 36. 28001 Madrid
T. 91 431 54 64 ·
[email protected]
Descargar