Cuadernos hispanoamericanos - Nº 430, abril 1986

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sentación, se censura que no se ha llorado mucho la muerte de Apollínaire: «No hay
ahora tiempo para llorar a los que abandonan este valle de lágrimas, a no ser que se
llamen Rostand.» «El pobre Apollinaire, aunque lleno de talento, era bastante oscuro.»
Otros tutores que escriben artículos: Palmerín, «Variedades: la vida lamentable de
un ministro de España»; M. Salomón Reinach, «Mitología, religión y brujería de los germanos»; E. Albert, «Maximiliano Hardem»; José Francés, «El arte en España en 1918»,
sección de críticas de arte.
2.3.
Articulo de Cansinos-Assens sobre Huidobro y el creacionismo
Sin duda, el artículo más importante, desde el punto de vista literario, es el de
R. Cansinos-Assens, de las páginas 68 a 73, sobre «Vicente Huidobro y el creacionismo», que muestra el interés que había entonces por el poeta chileno, en una época crucial de «ismos» y de vanguardias, en la que el creacionismo consiguió echar raíces en
nuestro país. Hacemos algunas calas en el artículo de Cansinos: «El acontecimiento supremo del año literario que ahora acaba, lo constituye el tránsito por esta corte del joven poeta chileno Vicente Huidobro.»
Sin embargo, apunta Cansinos-Assens que en los cenáculos oficiales no fue bien recibido. Es el tema de los consagrados de siempre, predispuestos de antemano contra
los nuevos, los innovadores. La estética de Huidobro está en el libro Horizon carré6.
Para él crear un poema es tomar a la vida sus motivos y transformarlos en una vida
nueva. El poema ha de nacer como un árbol en la naturaleza. De Huidobro conviene
recordar también su «Manifiesto a los poetas hispanoamericanos». Prosigue CansinosAssens en sus apreciaciones, resaltando la alta calidad de Huidobro y el gran acontecimiento de su visita: «Si Rubén vino a acabar con el romanticismo, Huidobro ha venido a descubrir la senectud del ciclo novecentista y de sus arquetipos. Huidobro fue
en este verano de 1918 la encarnación de la espiritual cosecha.»
Cansinos-Assens da aquí la batalla, contra lo que aún permanecía del novecentismo, a sus autores envejecidos en estatus para la nueva generación. Recordemos de paso,
que Cansinos fue una especie de santón o guía espiritual para los ultras de la revista
Grecia7. «El novecientos, con todo lo que significaba, era ya decrépito v . Tan sólo
Juan Ramón porfiaba por evadirse de los alvéolos ¡de sus antiguas colmenas.»
2.4.
Otros articulistas. Gómez Carrillo y la Escuela de Periodismo
Otros autores y artículos de varia condición: Enrique Endériz que escribe: «La penetración de las ideas bolcheviques en España»; Albert Mousset, «Balance de la literatura de guerra»; Raúl Peret, «Lo que ha costado la guerra a los principales beligerantes»; José Zamora, «La moda y las odas»; Julián Martel, «El teatro, los libros y el
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Impreso en francés, París 1917. Sobre el tema del creacionismo, véase el trabajo de G U I L L E R M O
DE TORRE: «La polémica del creacionismo. Huidobro y Reverdy» en el libro Tres conceptos de la literatura hispanoamericana. Losada, Buenos Aires, 1963.
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Fue inspirador de las revistas: Grecia, Ultra, Persea,,, Propulsor y teórico de los «ismos», tan
refulfentes como efímeros: «ultraísmo», «impresionismo», «creacionismo». Véanse sus ensayos sobre La
nueva literatura, publicados en cuatro tomos (1917-1927).
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arte en Francia»; Antonio de Hoyos y Vinent, «La actuación de la aristocracia española antes de la guerra, en la guerra y después de la guerra.»
Destacamos el artículo de E. Gómez Carrillo «La escuela de periodismo», una muestra de su perspicacia y del fino olfato que siempre le caracterizó. Cuando lo escribió,
parecía estar pensando en hoy mismo y en la fiebre de «titulitis» que aqueja a cualquier
profesión: «Dentro de algunos años tendremos, tal vez, licenciados en periodismo... Y,
naturalmente, cuando alguien se presente con un artículo ante el director de un diario,
comenzará por exhibir sus títulos para hacer ver que tiene derecho oficialmente reconocido a escribir para el público».
Roberto Levillier escribe sobre: «La vida argentina: Evolución democrática de las
costumbres políticas.» En la sección «Nuestros grandes colaboradores extranjeros», se
destaca una página de G. D'Annunzio. Se publican seis poemas inéditos de Osear Wilde. Gómez Carrillo es juzgado por Maeterlinck en un artículo de éste, aparecido en
El Liberal y del cual se reproducen extractos en Cosmópolis. Se destacan como figuras del día a Clemenceau, pintado por Henri Bernstein; a Wilson, por Rene Viviani
y a Rostand, por Henrt La vedan.
En la sección «El arte del teatro», en una introducción, se dice que Manuel Machado «el poeta insigne», será el crítico literario de la revista. Manuel Machado juzga
las siguientes obras: El cuerpo y el alma de Linares Rivas; El tío político, de López
Monís y López Núñez; Ea sangre del leopardo, de Mariano Alarcón; la reposición
de El trovador de García Gutiérrez; Ea ley de los hijos de Jacinto Benavente y
Ecce Homo, obra postuma de Tamayo y Baus. Dice M. Machado en la introducción:
«Sólo serán objeto de estas líneas aquellas obras que por su valor literario o por su intención artística tengan la significación bastante para que el comentario no las sobreviva.» Apreciación tan real como irónica. Pues con cierta frecuencia la crítica de obras
de teatro, o los comentarios a ciertos libros, sobreviven a las causas que los provocaron. Grandes críticos que actuaron más en función de artistas, de recreadores de obras
mediocres, que como tales críticos.
Manuel Machado destaca «como verdadero acontecimiento artístico del pasado diciembre» la obra Ea ley de los hijos de Benavente. De esta obra se publica la escena
séptima y última. Sobre Ecce Homo, opina: «Es probable que Don Manuel Tamayo
no hubiera consentido hoy la representación de su drama; en vida no quiso permitirla.» Esto nos sugiere una pregunta: ¿qué se pretende con el montaje de obras que el
autor no quiso ver representadas en vida? ¿Qué se pretende más allá de la arqueología,
la manipulación o el engaño? ¿A qué favorecen tales montajes: al autor o al adaptador?. Últimamente asistimos a los «descubrimientos» de obras perdidas e inacabadas de
grandes autores modernos. Labor, sin duda, encomiable de familiares, comentaristas e
investigadores. Está bien ese ocio atento, antes de convertirse en negocio descarado.
El autor, sin duda, no lo hubiera permitido.
En la sección revistas y periódicos se hace una reseña de versos de Unamuno aparecidos en Ea Esfera. Se dice: «A Unamuno, gran prosista, ¿quién no lo conoce? Pero
Unamuno poeta es menos popular.». Opinión en la que coincidían críticos y comentaristas de la época cuando reseñaban en sus revistas la poesía del escritor vasco-salmantino.
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Novedades de otros números
Una vez visto y reseñado el contenido integral del número uno, contenido que se
sitúa entre la literatura y el periodismo, resumo el contenido estrictamente literario,
el más interesante de otros números:
En el número dos: R. Cansinos-Assens escribe el interesante ensayo: «El arte nuevo: sus manifestaciones entre nosotros.» En él ensalza a Gómez de la Serna y su revista
Prometeo que siguió la senda de Helios y Renacimiento. Se publica El alcalde
de Silmonde de Maeterlinck, en traducción de E. Gómez Carrillo.
En el número tercero Manuel Machado publica entregas de Ars moriendi; Gómez Carrillo publica «Pequeños poemas en prosa». En «Antología francesa», se destaca
un poema de Jean Moréas.
En el número cuatro: Poemas de Francis Jammes. Los carnets de Víctor Hugo.
Páginas de la última novela de Anatole France.
En el número cinco se anuncia que Cosmópolis publicará en los próximos números, escritos de eminentes figuras de la política, y de las letras: Eduardo Dato, conde de Romanones, Santiago Alba, Melquíades Alvarez, Ramón del Valle-Inclán, Jacinto Benavente, A. Palacio-Valdés, Blasco Ibáñez, Miguel de Unamuno, José Ortega
y Gasset, Manuel Aznar, Rafael Urbino y N. García Calderón. Se añaden a ellos, los
nombres de figuras extranjeras como Maeterlinck, D'Annunzio, Paul Adam, G. Richepin, Henri Lavedan, C. Mauclair, Paul Brulat, etc. Con estas figuras españolas y europeas, Cosmópolis se acercaba a los propósitos de la página inicial. Aunque faltaban
todavía los grandes escritores hispanoamericanos.
El número cinco presenta también otras importantes novedades: Cosmópolis firma un contrato con la «Societé des gens de lettres» de París, mediante el cual, podrá
publicar traducida al castellano, los artículos más importantes de las principales revistas francesas. El cosmopolitismo se ampliaba, también la galomanía y el «parisismo».
A partir de este número, se encargan de la crítica teatral y literaria: M. Machado, Rafael Urbina y Bernardo G. Candamo.
En el número cinco se publica: «La maledicencia», de Maeterlinck; Bernardo
G. Candamo entrega «La literatura en España». Se publican poemas de Juan Douchitch.
Rafael Cansinos-Assens escribe un interesante ensayo sobre «La nueva lírica». En él
se refiere a Huidobro y a las revistas francesas Nord-Sud y Soi-meme. CansinosAssens es, sin duda, una de las más importantes firmas de Cosmópolis, y sus ensayos
sobre la nueva literatura 8 conservan aún frescor e interés crítico, buen estilo y amenidad. Sin embargo, su centenario, el año 1983, pasó con más pena que gloria. Una
pregunta: ¿quién se atreve a sacar de su olvido-infierno a los raros y olvidados? (¡Quién
apuesta por los nombres oscurecidos por los manuales y la rutina? A pesar de ello, es
posible que los jóvenes vuelvan a leer a Cansinos-Assens y a Gómez de la Serna, figuras en la niebla.
En el número seis se publica: «Juventud literaria», de Paul Brular; «El buhonero»,
RAFAEL CANSINOS-ASSENS, op. cit.
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de Blanco Fombona; «El príncipe de los poetas», de Gómez Carrillo, y «Notas cosmopolitanas», de Bernard Shaw.
En el número siete se publican las siguientes novedades: «La literatura belga», de
Williams Spetch; «Estudios sobre la literatura española en Francia», de Ernest Martinenche; una obra postuma de Osear Wilde; «La muerte», de Amado Ñervo; «La tienda
del herbolario», poemas inéditos de Valle-Inclán.
En fin, en el número ocho se publica al artículo «Lo que se escribe sobre España
en el extranjero», de Enrique Gómez Carrillo.
La anterior relación de números y colaboradores da una idea de los propósitos y
logros de «Cosmópolis», una revista de letras, cuyo título prolongaba una cualidad del
modernismo, también un rasgo típico de la intelectualidad hispanoamericana. De formato manejable, como un libro, apta para encuadernarse en volumen. Las revistas literarias, tipo y forma de periódicos, como Alma española o La República de las Letras, habían sido superadas. Luego de Cosmópolis otras revistas como La Pluma
o Revista de Occidente continuarán la huella, decantándose como más literaria la primera y con mayor rigor intelectual la segunda.
Toda obra cultural y literaria es una batalla ganada. De todos es sabido las dificultades económicas de cualquier revista literaria que se atreva a salir a la calle.
La suscripción es, a veces, un remedio. Importa para su supervivencia una buena
financiación. Como dato curioso: cada número de Cosmópolis costaba dos pesetas;
la suscripción anual, 20 pesetas, y para el extranjero, 25 pesetas. Cosmópolis tuvo mayor andadura que El Nuevo Mercurio. Algunos años de vida son muchos años para
una revista literaria. A partir del número 37 (en 1922) dirige la revista A. Hernández
Cata. La experiencia cosmopolita de Gómez Carrillo, en vida y literatura, se había
cumplido.
AMANCIO SABUGO ABRIL
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