28 | San Lo r e n z o Diario del AltoAragón / Miércoles, 10 de agosto de 2016 Columnas de Calatorao en la Capilla de Lastanosa La Seo de Huesca, una joya en piedra José Antonio CUCHÍ OTERINO y María Pilar LAPUENTE Universidad de Zaragoza A CATEDRAL de Huesca, con su importante significado religioso es, sin duda, el edificio más emblemático de la ciudad de Huesca. Domina la colina oscense y enriquece el paisaje de alta calidad de la Hoya. Con más de ochocientos años de antigüedad es, sin ninguna duda, el edificio de piedra de mayores dimensiones y, a la vez, quizás el más complejo de Huesca. Para ayudar a su conocimiento, el objetivo de este trabajo es ofrecer información geológica sobre la obra de aquella. Durante siglos, la arenisca, la piedra de arena, ha sido el material más utilizado en la construcción de los edificios nobles de Bolskan/Osca/Wasqa/Huesca. Aparte de la muralla, construcción extensa de innegable función militar, la arenisca se utilizó también exclusivamente en diversos edificios como la Zuda, hoy parte del Museo provincial y edificios religiosos como San Pedro el Viejo, San Juan o Santa María in Foris. La última gran obra de este periodo en piedra, a mediados del XV, es la obra de recrecimiento de muros y la techumbre abovedada de la catedral. A partir de ese momento, el ladrillo dominó la construcción oscense, con excepciones a finales del siglo XIX e inicios del XX. La arenisca parda de nuestro Somontano es una roca formada por cementación de arena acarreada por ríos pirenaicos hace unos 20 millones de años. Los granos, no muy redondeados, son de varios minerales como cuarzo, caliza, feldespatos, micas blanca o negra y fragmentos de otras rocas. El cemento es calizo, carbonato cálcico, y hay bastante matriz arcillosa, léase relleno fino. Sin entrar en muchas complicaciones, las areniscas de la Hoya se califican como arenitas y sublitoarenitas. Por ejemplo, las primeras tienen menos del 15% de matriz, más del 25% de fragmentos de roca y más fragmentos de roca que de feldespatos. Estas en su día arenas, se depositaron en capas horizontales, localmente engrosadas donde había antiguos canales, separadas por niveles más arcillosos, que conocemos como salagón. Éste es más erosionable que la arenisca y la deja en bancos muy eviden- te en todo el frente del escarpe Sabayés-Montearagón-Monflorite-Piracés (y más allá) pero también en los cerros testigo de La Hoya muy apropiados para cortar piedra. De hecho hay indi- La arenisca parda de nuestro Somontano es una roca formada por cementación de arena acarreada por ríos pirenaicos hace unos 20 millones de años cios de canteras históricas en el Transmuro, San Jorge, Las Mártires, Pebredo, Torre de la Piedra, Monflorite, Tierz, Montearagón, Quicena, Fornillos, Apiés, Puyéqueda y Ayera. Son muchas canteras, prácticamente desconocidas, poco estudiadas y nada valoradas. La piedra se corta con cierta facilidad, especialmente a favor de fracturas verticales. En cantera es roca muy heterogénea en grado de cementación, tamaño de grano, y por presencia esporádica de pequeñas bolas arcillosas. Se talla con facilidad y tiene una baja densidad, del orden de 2.100 kg por metro cúbico. Su resistencia es mediana-baja y tiene una porosidad alta. Ésta facilita el movimiento de la humedad y desde tejados o por ascenso capilar del suelo, el agua se mueve con facilidad por la masa de piedra. Esta piedra se areniza con facilidad, responde mal a los ciclos de secado-humectación y además está el problema de la presencia de sales, parte de las cuales son de la alteración de sus propios feldespatos. ¿La arenisca es una mala piedra de construcción? Sí y no. De hecho se ha utilizado en otras muchas catedrales, desde la Seu Vella de Lérida hasta la de Salamanca. Funciona pero evidentemente necesita cuidados y reparaciones. Pero no es una mala piedra para el tallado de esculturas si se selecciona la piedra y se protege con pintura como en las portadas de la catedral y muchas estatuas, como la Virgen de Las Nieves de San Pedro el Viejo. Finalizado el edificio, llegó el momento de la dignificación del interior de la Seo. Es verdad que hay mucho retablo en madera pero la piedra tiene un gran papel. El alabastro llegó en el siglo XVI, materia base del impresionante retablo del altar mayor, obra de Damián Forment, así como el de Gil Morlanes, inicialmente para la abadía de Montearagón y hoy en el Museo Diocesano. Ambos son de alabastro, variedad del yeso y en la práctica sulfato dihidratado de calcio, producido por evaporación de salmueras miocenas en el centro del actual valle Ebro donde aún existen canteras activas en el entorno de Quinto de Ebro. Es un material blando y frágil, muy fácil de tallar y pulir. Aunque las canteras pueden dar grandes piezas, estos retablos son, de hecho, auténticos puzles. Hay más yeso labrado en la catedral, en las capillas de Santa Ana y de la Epifanía, en la entrañable Natividad policromada o la lápida de Faustino Cortés, señor de Torressecas, ambas en el Museo. La cripta de la familia Lastanosa es también rica en alabastro, aunque más grisáceo. Lamentablemente es un mineral muy soluble, hasta dos gramos por litro de agua, y así un pequeño goteo ha disuelto una pequeña parte de la cabeza de la estatua de Juan Vincencio. A reseñar que otro yeso, el de obra, más humilde pero no menos útil, ha entrado por toneladas en enlucidos y yeserías y también como mortero, junto con la calcina, caliza calcinada, procedente de las caleras de la Sierra y de Almudévar. En el siglo XVII llegó a Huesca y curiosamente también asociada con la familia Lastanosa, la caliza negra y aceitosa del Jurásico de la localidad zaragozana de Calatorao. Hay bastante en la catedral, donde las piezas más espectaculares son las columnas salomónicas de la capilla de aquella familia. De esta misma piedra son las lápidas también asociadas a esta familia, fueron buenos clientes, que se encuentran en el Museo Diocesano y otras en el jardín de la actual Escuela de Restauración. Una piedra singular es la de la pila bautismal, situada bajo el órgano. Está tallada en una brecha, un conglomerado de cantos angulosos de caliza negra de Calatorao y un cemento rosa. Procede de una cantera, al aparecer hoy agotada en Ricla. Hay material similar en la Seo de Zaragoza. La verdad es que hay más piedras ornamentales en las balaustradas capillas, portadas y altares. A modo de ejemplo, en la portalada de la Sala Capitular hay molduras del mármol amarillento y beige de Espejón, localidad soriana cercana a la ciudad romana de Clunia, y empleado en el Palacio Real, El Escorial, capilla del Virrey Palafox de la catedral de El Burgo de Osma y el Palacio de la Granja. El “jaspe de la Cinta”, piedra puesta bajo la advocación de la patrona de Tortosa, protectora de las señoras embarazadas, y de la que está hecha la columna del Pilar de Zaragoza, aparece como una cenefa de piedra amarilla del altar del Santo Cristo de los Milagros.