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San Lo r e n z o
Diario del AltoAragón / Miércoles, 10 de agosto de 2016
Columnas de Calatorao en la Capilla de Lastanosa
La Seo de Huesca,
una joya en piedra
José Antonio CUCHÍ OTERINO
y María Pilar LAPUENTE
Universidad de Zaragoza
A CATEDRAL de
Huesca, con su importante significado
religioso es, sin duda, el edificio más
emblemático de la ciudad de
Huesca. Domina la colina oscense y enriquece el paisaje de
alta calidad de la Hoya. Con
más de ochocientos años de antigüedad es, sin ninguna duda,
el edificio de piedra de mayores
dimensiones y, a la vez, quizás
el más complejo de Huesca. Para ayudar a su conocimiento, el
objetivo de este trabajo es ofrecer información geológica sobre la obra de aquella.
Durante siglos, la arenisca, la
piedra de arena, ha sido el material más utilizado en la construcción de los edificios nobles de
Bolskan/Osca/Wasqa/Huesca.
Aparte de la muralla, construcción extensa de innegable función militar, la arenisca se utilizó
también exclusivamente en diversos edificios como la Zuda,
hoy parte del Museo provincial
y edificios religiosos como San
Pedro el Viejo, San Juan o Santa María in Foris. La última gran
obra de este periodo en piedra,
a mediados del XV, es la obra de
recrecimiento de muros y la techumbre abovedada de la catedral. A partir de ese momento, el
ladrillo dominó la construcción
oscense, con excepciones a finales del siglo XIX e inicios del XX.
La arenisca parda de nuestro
Somontano es una roca formada
por cementación de arena acarreada por ríos pirenaicos hace
unos 20 millones de años. Los
granos, no muy redondeados,
son de varios minerales como
cuarzo, caliza, feldespatos, micas blanca o negra y fragmentos de otras rocas. El cemento es
calizo, carbonato cálcico, y hay
bastante matriz arcillosa, léase
relleno fino. Sin entrar en muchas complicaciones, las areniscas de la Hoya se califican
como arenitas y sublitoarenitas.
Por ejemplo, las primeras tienen menos del 15% de matriz,
más del 25% de fragmentos de
roca y más fragmentos de roca
que de feldespatos. Estas en su
día arenas, se depositaron en
capas horizontales, localmente engrosadas donde había antiguos canales, separadas por
niveles más arcillosos, que conocemos como salagón. Éste es
más erosionable que la arenisca
y la deja en bancos muy eviden-
te en todo el frente del escarpe
Sabayés-Montearagón-Monflorite-Piracés (y más allá) pero
también en los cerros testigo de
La Hoya muy apropiados para
cortar piedra. De hecho hay indi-
La arenisca
parda de
nuestro
Somontano
es una roca
formada por
cementación
de arena
acarreada por
ríos pirenaicos
hace unos
20 millones
de años
cios de canteras históricas en el
Transmuro, San Jorge, Las Mártires, Pebredo, Torre de la Piedra,
Monflorite, Tierz, Montearagón,
Quicena, Fornillos, Apiés, Puyéqueda y Ayera. Son muchas
canteras, prácticamente desconocidas, poco estudiadas y nada valoradas. La piedra se corta
con cierta facilidad, especialmente a favor de fracturas verticales. En cantera es roca muy
heterogénea en grado de cementación, tamaño de grano, y por
presencia esporádica de pequeñas bolas arcillosas. Se talla con
facilidad y tiene una baja densidad, del orden de 2.100 kg por
metro cúbico. Su resistencia es
mediana-baja y tiene una porosidad alta. Ésta facilita el movimiento de la humedad y desde
tejados o por ascenso capilar del
suelo, el agua se mueve con facilidad por la masa de piedra. Esta
piedra se areniza con facilidad,
responde mal a los ciclos de secado-humectación y además está el problema de la presencia de
sales, parte de las cuales son de
la alteración de sus propios feldespatos. ¿La arenisca es una
mala piedra de construcción? Sí
y no. De hecho se ha utilizado
en otras muchas catedrales, desde la Seu Vella de Lérida hasta
la de Salamanca. Funciona pero evidentemente necesita cuidados y reparaciones. Pero no es
una mala piedra para el tallado
de esculturas si se selecciona la
piedra y se protege con pintura
como en las portadas de la catedral y muchas estatuas, como la
Virgen de Las Nieves de San Pedro el Viejo.
Finalizado el edificio, llegó
el momento de la dignificación
del interior de la Seo. Es verdad
que hay mucho retablo en madera pero la piedra tiene un gran
papel. El alabastro llegó en el siglo XVI, materia base del impresionante retablo del altar mayor,
obra de Damián Forment, así
como el de Gil Morlanes, inicialmente para la abadía de Montearagón y hoy en el Museo
Diocesano. Ambos son de alabastro, variedad del yeso y en la
práctica sulfato dihidratado de
calcio, producido por evaporación de salmueras miocenas en
el centro del actual valle Ebro
donde aún existen canteras activas en el entorno de Quinto de
Ebro. Es un material blando y
frágil, muy fácil de tallar y pulir. Aunque las canteras pueden
dar grandes piezas, estos retablos son, de hecho, auténticos
puzles. Hay más yeso labrado
en la catedral, en las capillas
de Santa Ana y de la Epifanía,
en la entrañable Natividad policromada o la lápida de Faustino Cortés, señor de Torressecas,
ambas en el Museo. La cripta
de la familia Lastanosa es también rica en alabastro, aunque
más grisáceo. Lamentablemente es un mineral muy soluble,
hasta dos gramos por litro de
agua, y así un pequeño goteo ha
disuelto una pequeña parte de
la cabeza de la estatua de Juan
Vincencio. A reseñar que otro
yeso, el de obra, más humilde
pero no menos útil, ha entrado
por toneladas en enlucidos y yeserías y también como mortero,
junto con la calcina, caliza calcinada, procedente de las caleras
de la Sierra y de Almudévar.
En el siglo XVII llegó a Huesca
y curiosamente también asociada con la familia Lastanosa, la
caliza negra y aceitosa del Jurásico de la localidad zaragozana
de Calatorao. Hay bastante en la
catedral, donde las piezas más
espectaculares son las columnas salomónicas de la capilla de
aquella familia. De esta misma
piedra son las lápidas también
asociadas a esta familia, fueron
buenos clientes, que se encuentran en el Museo Diocesano y
otras en el jardín de la actual Escuela de Restauración.
Una piedra singular es la de la
pila bautismal, situada bajo el
órgano. Está tallada en una brecha, un conglomerado de cantos
angulosos de caliza negra de Calatorao y un cemento rosa. Procede de una cantera, al aparecer
hoy agotada en Ricla. Hay material similar en la Seo de Zaragoza. La verdad es que hay más
piedras ornamentales en las balaustradas capillas, portadas y
altares. A modo de ejemplo, en
la portalada de la Sala Capitular
hay molduras del mármol amarillento y beige de Espejón, localidad soriana cercana a la ciudad
romana de Clunia, y empleado
en el Palacio Real, El Escorial,
capilla del Virrey Palafox de la
catedral de El Burgo de Osma y
el Palacio de la Granja. El “jaspe
de la Cinta”, piedra puesta bajo
la advocación de la patrona de
Tortosa, protectora de las señoras embarazadas, y de la que está hecha la columna del Pilar de
Zaragoza, aparece como una cenefa de piedra amarilla del altar
del Santo Cristo de los Milagros.
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