¿Qué Hay Para Comer? EL SUPER DE LA NATURALEZA Estas viendo un “super” prehistórico. Hay mucha comida en esta foto, ¡Si sabes como obtenerla y como cocinarla! Cuando ves un venado en el campo, probablemente no piensas, “¡Ahí esta la comida!” Pero la foto está llena de comida, para los que conocen y saben como identificarla. El venado no solo es una excelente fuente de proteínas, pero también hay pastos con semillas, árboles con nueces y arbustos con frutas. La planta puntiaguda al frente, es una comida esperando ser consumida. La planta Sotol tiene un corazón (o sea en la base de las hojas) que después de un largo, largo cocimiento, proporciona una buena fuente de carbohidratos. O sea, ¡comida energética! Algunos de los alimentos que comían las personas prehistóricas podrían parecernos raros. Si pudiéramos leer un menú prehistórico, podríamos encontrar tortitas fritas hechas de pasta de bellotas, raíces (o bulbos) dulces y ahumadas de cebollas silvestres, tasajo hecho de venado o búfalo y pemicán—una mezcla de carne seca, nueces molidas y pedazos de frutas secas. Aunque animales como el venado, búfalo y oso proporcionaban grandes cantidades de carne, también se comían los pequeños— ¡desde ratones hasta zorrillos! En los arroyos había peces y mejillones, así como pájaros en el aire. Aún en tiempos difíciles, se podían comer las criaturas más pequeñas: grillos, saltamontes, escarabajos y otros insectos. Un pequeño prueba una tira de búfalo que se cayó a la tierra. ¡Algunas cosas nunca cambian! ¡Esto parece más una mascota que una comida! Muchos pequeños mamíferos, incluyendo ratas como esta, se incluían en el menú prehistórico. Saltamontes y otros insectos que ahora nos parecen una plaga, durante tiempos difíciles eran una fuente de proteína para los nativos. Zarzamoras eran apreciadas en la antigüedad como lo son hoy en día. ¿Escargót prehistórico? Los caracoles se han comido en grandes cantidades, juzgando por los miles que se han encontrado en basureros prehistóricos. Como se puede ver, muchos de los alimentos prehistóricos eran muy diferentes de lo que comemos actualmente. Muchos pueden parecernos raros y otros hasta asquerosos. Podría no gustarnos la idea de comer insectos, víboras, ratas o raíces, pero eso es porque tenemos diferentes costumbres y gustos (así como acceso a tiendas y restaurantes con alimentos importados). Lo mismo pasaba en tiempos prehistóricos: diferentes grupos comían diferentes comidas dependiendo en donde vivían, como era su entorno, que alimentos estaban disponibles y sus propias tradiciones culturales. Cocinando en Hornos Indígenas ponen piedras a calendar para usarlas en un horno. Pintura de Charles Shaw. Muchas plantas fibrosas con hojas puntiagudas como el sotol, agave, yuca y lechuguilla (como la que se muestra) era una fuente alimenticia muy importante para las personas prehistóricas. La parte comestible – el “corazón” o base de la hoja—requiere de un proceso largo y lento de cocimiento que se hace en hornos enterrados. Así cocida la planta adquiere un sabor ahumado dulce único. Colocando los bulbos de plantas en el horno enterrado Un grupo de nativos colocan las partes de la planta en un horno enterrado (Pintura de Nola Davis, cortesía del Texas Parks and Wildlife Department) La lechuguilla cocida puede almacenarse raspando la parte dulce de las hojas y haciendo una tortita como la que se muestra. Estas tortitas son muy dulces. Al secarse pueden durar meses o aún más tiempo. Estas cosas tan raras es lo que queda de una comida prehistórica que se encontró en una cueva del suroeste de Texas. Se llaman mascadas porque es lo que quedaba después que los indígenas masticaban la parte dulce de la base de la lechuguilla y la desechaban, como cuando se mastica un pedazo de caña. Hacían el hoyo en la tierra. Después se hacía un fuego al que se le ponía encima piedras basálticas o calizas grandes. Después de varias horas, las piedras se calientan tanto que se ponen incandescentes alcanzando temperaturas de más de 750 grados F. encimaban una capa de plantas verdes como pasto húmedo o pencas de nopal y después lo que cocinaban, p.e., los bulbos de sotol, y posteriormente otra capa de plantas verdes. Las plantas verdes proporcionaban la humedad en forma de vapor y evitaban que la comida se quemara o se ensuciara. Al final todo se cubría con una capa gruesa de tierra que servía como tapadera para mantener el calor. Algunas comidas se mantenían en el horno de dos a tres días antes de estar listas para comerse. Las piedras calientes almacenaban y después soltaban el calor (energía) lentamente, lo que le permitía a los cocineros prehistóricos conservar así el combustible. El lento cocimiento convertía las comidas de bulbos y raíces en un alimento dulce y nutritivo. Así cocinaban los bulbos y tallos de plantas como la lechuguilla, agave, sotol, y cebollas silvestres, que crudas son no comestibles o aún venenosas. También asaban de esta manera la carne, pero lo hacían durante un tiempo más corto.