con voz propia

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con voz propia
www.convozpropiaenlared.blogspot.com
Pies, ¿para qué os quiero si tengo alas para volar?
Frida Kah
Kahlo
revista literaria
de edición mensual y distribución gratuita
nº 29 - abril 2009
Edición y dirección: Analía Pascaner
Suscripción y colaboraciones:
[email protected]
San Fernando del Valle de Catamarca
Catamarca – Argentina
Y yo soy un fanático de la razón humana (…) aunque me doy cuenta
todos los días de adónde nos ha llevado el uso que estamos haciendo
de la razón. Ahora, lo que pienso es que ninguna razón puede
sustentarse si no parte, si no arranca de un principio: el respeto del
otro. Y eso lo tengo clarísimo. Y hay algo que es fruto de la razón, que
es la ética, pero si la razón no sirve a la ética, se convierte en un arma
destructiva. Creo que, de entrada, tenemos un problema ético: el
problema de la ética en la existencia. Desde luego que a muchas
personas les da risa hablar hoy de ética. Pero yo creo que hay que
volver a ella. Y no a la ética represiva. No tiene nada que ver con la
moral utilitaria, práctica, la moral como instrumento de dominio. No.
Es algo más serio que eso: el respeto por el otro. Y eso es una postura
ética, y fuera de eso yo no creo que tengamos alguna salvación.
José Saramago
Dime que era verdad
Dime que era verdad aquel sendero
que se perdía entre la paz de un prado;
aquel otero puro que he mirado
yo tantas veces con candor primero.
Dime que era verdad aquel lucero
que se incendia casi a nuestro lado.
Di que es verdad que vale un mundo amado
y un cuerpo roto en un vivir sincero.
Di que es verdad que vale haber sufrido
y haber estado entre la mar sombría;
que vale haber luchado, haber perdido.
Haber vencido a la melancolía,
haber estado en el dolor, dormido,
sin despertar, cuando llegaba el día.
Carlos Bousoño - Boal, Asturias (España), 1923
Jardín de canal
He tenido que llegar a edad avanzada
para aprender a amar el silencio.
Conmueve a veces más que la música.
En el silencio aparecen señales emocionadas
y en las encrucijadas de la memoria
detectas nombres
que el tiempo pretendía ahogar.
Por la noche, en las copas de los árboles,
puedo oír hasta el corazón de los pájaros.
Y al caer el día, una vez, en el cementerio,
oír de lo hondo de una tumba
el crujir de un ataúd.
Jaroslav Seifert - República Checa, 1901-1986
Traducción: Clara Janés
Tomado de: Aera - Revista de Poesía
El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que
existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos
estando juntos.
Dos maneras hay de no sufrirlo.
La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de
él hasta el punto de no verlo más.
La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos:
buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es
infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.
Italo Calvino
Andrés Bohoslavsky
Desde algún lugar del mar
Milena
a Milena y sus ojos
Cuando cruzo la puerta
del infierno
pienso en los ojos silenciosos
de Milena
y en su dulce abrazo
que retiene mi cuerpo frágil
devorado por la boca
del abismo
y en la eterna caída
hacia el fondo
sus ojos no dejan de mirarme
pero esta vez, no callan
se acercan y me dicen
que no caiga
que el sueño de caer no es mío
sino de otro.
Milena
este poema es para vos
para tus ojos
tan callados.
De El pianista del Black Cat y otros poemas
Jaulas II
Hicimos un cambio
por una semana fui a su casa
y él vino a la pensión
desayuné café con tostadas y dulces
almorcé y cené manjares
me vestí con trajes italianos
perfumes de Kenzo
tenía una American Express
fui a las librerías
compré libros y CD´s
a la noche iba a lugares caros
a tomar lo que me gusta
el chofer me esperaba y me subía
al Jaguar
llevé a mi familia al Topkapi
y a mamá
le llené la heladera
le puse mayordomo, ama de llaves, un chef, dos enfermeras rusas, una ucraniana
dos mucamas con postgrado en Harvard
un profesor de La Sorbona que hacía mandados
un ingeniero para cambiar lamparitas
luego algo pasó
decididamente perdí la cabeza
me compré tres bancos
dos consultoras internacionales
una terminal portuaria en Estocolmo
quinientas mil hectáreas en el sur
también compré las empresas donde había trabajado
y se las regalé a mis amigos
después compre el pueblo
le pagué mil dólares a cada habitante
y una beca para que estudien
música, poesía, pintura
cualquier cosa menos religión
ese fue el problema
el padre de mi amigo era obispo
entonces me embargó todo
y volví a la pensión.
Por las noches voy a la iglesia
por favor, que no se entere
una monja me pasa comida en el confesionario.
Casa 19
Desde el 73 que lo pienso
todas las noches, un instante
hacia allá viajan mis pensamientos
nocturnos
incendiarios
llenos de luz
naranja
llego a este día, pleno
de paz
correr hasta la esquina
podés entender que estoy apurado
tengo que llegar antes que el poema
verle la cara al tipo
que nos desalojó
y decirle que pena
espero que tenga un lugar
donde pasar la noche.
Los dos últimos poemas pertenecen al libro Casi un asesino y otros poemas
Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor,
siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.
Viktor Frankl
D.R.Mourelle
Buenos Aires (Argentina)
De una pose hasta una pose y de vuelta a casa
-Lo que pasa es que vos no sólo no tenés la más mínima conciencia social, sino
que tampoco tenés piedad -dicho lo cual, se dio media vuelta de una manera
que sonó como un portazo dado en el aire.
Mientras lo miraba irse, pensé en la suerte que tenía ese muchacho: una vida
sin problemas en lo inmediato, sin ningún apremio familiar, ni de salud ni por
accidentes ni por culpa de la maldad; tanto que le permitía hablar y escribir
para condenar las injusticias y los crímenes que ocurrían al otro lado del
mundo, y a quienes no levantaban su voz para imitarlo.
No obstante y por algún motivo que permanecía oculto para mí, no lograba
envidiarlo; era una sensación visceral. Supongo que las tripas saben algo que yo
no, recuerdo que pensé. Y me fui para el hospital a ver cómo andaba la Sofi.
Breve historia de la navegación
Vieron que la madera flotaba. Y les pareció lógico construir con ella sus barcos.
Y así lo hicieron hasta que Arquímedes hizo flotar el hierro.
No obstante. Unos cuantos barcos se hundieron. Tanto hechos de hierro como
de madera.
Leo e investigo. Y vuelvo a leer sobre el tema. Pero no he conseguido. Aún.
Saber de cuál de esos materiales está hecho tu amor.
Aunque hoy no sea
Sentado en el banco de madera observo. La bici. El tobogán que hizo Adolfo. El
monopatín. El cantero del costado con las plantas que otra vez se están saliendo
de madre. El mueble esquinero sobre los caballetes y su vitrina siempre sucia.
Los dos autos que desde hace tiempo no se usan. La manguera mal enroscada
hacia el final de la tierra. Las piedras repartidas sin orden. El enano lavado por
las lluvias que hace como si no supiera de mí. Las vainas que el único árbol
arroja cada tanto (un árbol cuyo nombre alguna vez supe y ya no). La sillita en
tonos de rosa y decorada con florcitas y perdida de su mesa. El otro banco tan
distinto de éste y sin respaldo. Las dos macetas inmensas y vacías. Los cuatro
faroles ganados por el óxido y uno solo capaz de encenderse. Aunque hoy no sea
el día. Observo casi con voracidad. Para ver si descubro ese detalle entre la
novedad y la ruina. Ese detalle que hace del valor lo que la polilla de un abrigo
viejo.
El cuadro en la pared
Llora un dios y llora otro dios y llora otro más y las mujeres del barrio apuradas
juntan el agua en un tacho y la sal en otro y dan gracias por el amor y bailan
una sonrisa que los dioses levantan y usan para separar la tarde y la noche.
Textos tomados del sitio web del escritor: http://figuscuad.blogspot.com
Nada grande en el mundo se hizo sin pasión.
Georg Hegel
Víctor Hugo Tissera
Santa Fe (Argentina)
Mi homenaje con estos dos poemas de tu libro Detrás de la mirada (junio 2005)
y mis deseos que descanses en paz, querido amigo. Analía Pascaner
Transición
VIDA, hazme un favor.
No te arranques de mí,
no me abandones
donde abrevan las sombras
el líquido venal de lo inexplicable.
Déjame seguir un poco más
en este peregrinar que a veces duele,
y otras, es un cielo
de increíble ascensión.
Concédeme el milagro de tus horas
con los soles en la acodadura del viento,
para recoger la tempestad o la brisa
realidad de tu tiempo.
Deja que la piel se me racime
en el rostro anquilosado del invierno,
y que mis manos escarpadas de siglos
escriban sobre la transición del hombre
humanizado.
Sólo entonces VIDA, llévame a volar
junto a los pájaros de la noche,
después que haya dejado emancipado
el último poema de amor,
para mi pueblo amado.
Amo
Amo todo lo que tengo
que no es poco.
Amo el amor
porque el amor es todo.
Amo a los que amé
y no me amaron.
Amo lo que perdí
y ya es pasado.
Amo la plenitud
de los que aman.
Amo la sencillez
de la palabra,
y el silencio vitral
de la mirada.
Amo la vida
porque ella es canto.
Amo la noche
con su ataúd de plata,
y amo la muerte,
porque ha de llegar
y es mía.
Demasiadas obras concluyen mucho después del final.
Igor Stravinski
Elena Caricati Pennella
Buenos Aires (Argentina), 1935-2009
Y no quise ver más
Me saqué lentamente los zapatos
me hundí en el barro, los cabellos
se fueron cubriendo con la hierba,
llegué profundo, a las raíces,
es desde abajo la mirada oscura…
Volvían los carritos con trapos desteñidos,
un anciano y su nieto empujaban cansados,
en la basura sórdida caminaban los jóvenes,
recogían cartones, parecían vencidos.
La noche en las taperas iluminó faroles,
despacio, las entrañas se empapaban en vino,
gemían las guitarras,
en la penumbra rancia y en un abrazo hastiado,
se concebía un niño que nacerá mendigo.
Y no quise ver más,
en la tierra morena se quedaron mis ojos,
eran ruegos dispersos,
vergüenzas que brotaban.
Como aquel que se ha muerto
y vuelve, caminé,
en las cuencas abiertas
una lágrima verde empezaba a crecer.
Poema ganador del 1º Premio de la Sociedad de Escritores de Avellaneda (1997) y que diera título al libro Y
no quise ver más, publicado en 2003
Texto enviado por Blas O. Pennella
La tristeza es un don del cielo, el pesimismo es una enfermedad del espíritu.
Amado Nervo
Analía Pascaner
Catamarca (Argentina)
Un soplo de luz
Para KB, en mi alma
La supremacía del leopardo la sorprendió sobre una de las ramas bajas del roble.
Sus ojos verdes destilaban odio y sus gruñidos abundaban en reproches. De un zarpazo la
derribó y jugueteó con ella, arrancó algunas de sus plumas y prosiguió ultrajándola. Sus
punzantes garras se ahondaron una y otra vez en su corazón. La calandria se derrumbó y
sangró. La arrogancia del leopardo la destrozó y desparramó esos pedazos a su alrededor
sin compasión. Luego colocó su pata encima del menudo pecho blanquecino, clavando
todas sus dagas en aquél que suponía su oponente. Y cuando creyó acabada su tarea, el
felino se marchó arrojándole sus propias culpas y miserias. La calandria permaneció unos
instantes en el suelo y, con extremada suavidad y admirable compostura, desplegó sus
maltratadas alas mientras ocurría la transformación.
Una mujer de mediana edad recogía los trozos de su integridad, esparcidos por
doquier. Una mujer que en esa contienda inútil llorara aunque ni una sola lágrima
brotara de sus ojos, y gritara aunque ni un solo sonido traspasara sus labios. Un profundo
dolor abatía su alma. Se inclinó y descansó todo el peso de su maltrecho cuerpo sobre
sus manos temblorosas, aferradas al borde de una mesa como a la vida misma. En ese
momento, profusos lagrimones empaparon su rostro impidiéndole poseer una clara
visión, sin embargo logró distinguir una luminosa figura.
La contempló con cuidado: apenas sobrepasaba la altura de la mesa, la mirada
reluciente clavada en sus propios ojos. Las lágrimas comenzaron a diluirse mientras
apreciaba su cabello brillante, sus pupilas renegridas, sus pestañas imperceptibles, su
menuda nariz, sus mejillas rozagantes, sus labios húmedos, su cuello redorgete, su ropa
impecable, su frágil cuerpecito, sus manitos apoyadas sobre la mesa. La imagen, borrosa
hacía apenas segundos, adquirió absoluta nitidez. La luz emanada de ese pequeño ser
colmaba la habitación.
La mujer soltó sus manos de la mesa sin apartar su mirada de los ojos de la niña.
Procuró y consiguió mantener su entereza física y anímica y se arrodilló para estar frente
a esa criatura que la observaba atentamente. La tomó entre sus brazos, la alzó y le pidió
un abrazo de ésos que sólo ellas dos saben darse. Los brazos de la mujer rodearon por
completo esa espalda pequeña y la estrechó con la fuerza del cariño, con el poder de la
comprensión, con la urgencia de recibir su ternura. La mejilla de la pequeña junto a la
suya, las suaves manitos reposando en su nuca, la respiración inocente y agitada
tranquilizándola poco a poco. Esos dos corazones palpitaban a un mismo ritmo de
entendimiento y amor, un ritmo de necesidad mutua de detener todos los relojes y
permanecer unidas para siempre. Se abrazaron durante un tiempo infinito, placentero,
cálido, dulce.
La mujer se agachó lentamente, depositó con delicadeza a la niña sobre el suelo y
volviendo a esos ojitos curiosos y brillantes, expresó con voz tranquila:
-Todo está bien, mi amor, creeme que todo está bien, ¿si?
La pequeña asintió mientras su mirada se hundía en el alma malherida de la mujer,
y ésta continuó hablando:
-Ahora andá, te esperan para salir de paseo. Todo va a estar bien. Siempre todo
estará bien.
El beso espontáneo reconfortó a la mujer de rostro salado y ojos melancólicos. Le
dio una palmadita en la cola para animarla a marcharse y se incorporó.
Sus ojos se humedecieron cuando la pequeña se dio vuelta, ya cerca de la puerta, y
le regaló una sonrisa repleta de redondos dientes de leche, balbuceando un saludo.
La mujer guardó esa sonrisa en su corazón y comprobó que jamás habría situación o
persona alguna que pudieran destruir la conexión que la unía a ese imponente y
poderoso ser.
Finalmente, el canto de la calandria resonó triunfal.
Perseverar en el cumplimiento del deber y guardar silencio es la mejor respuesta a la calumnia.
George Washington
Graciela Wencelblat
Buenos Aires (Argentina)
Ausencia
Manos buscando
a tientas
ese cuerpo.
Implacable presencia
del desierto.
Y la boca puro llanto.
Lo que no volverá
Me encendías en la sombra
de las plazas
enhebrábamos latidos
para seguir el viaje.
Eran de cereza nuestros besos
anhelábamos el alba
para detenernos junto al café
ese olor que existía como música.
Añoro esos espacios
la brisa en el columpio de tu abrazo.
¿La comprensión de lo inasible?
Lo que no volverá.
Los dos poemas anteriores son inéditos
* * *
Para que no se mojen
los gestos,
retira el dolor con la
yema de los dedos.
Conspira con las
palabras e insiste
en trenzar rejas
de flores.
Amanecer con caricias
de aromas.
Los que están siempre de vuelta de todo son los que nunca han ido a ninguna parte.
Antonio Machado
Gustavo Córdoba
Catamarca (Argentina)
Oda a Emegidio Perea
El hombre, al parecer, no era tan viejo,
al menos por adentro;
sin embargo los años le caminaban por afuera
en el rostro y en las manos
arrugadas por el trajín diario,
ritual antiguo de cosecha y viento…
Su corazón de trigo
era de todos y para todos,
y lo daba a comer a todos
todo el tiempo.
El hombre, era así,
la ternura le crecía como el agua vertiente
de su cerro;
era recio por fuera
y puro pan, por dentro…
El hombre, era así;
Emegidio Perea, era su nombre
y nativo de El Puesto
y la Romelia, su mujer, guardadora eterna
de su sombra,
su guitarra y su verso.
Ahora, de buen seguro, allá en el Cielo,
su copla de albahaca enharinada
en su garganta vendrá desde el recuerdo
para gritarnos:
¡soy Emegidio Perea! nací en El Puesto
y vuelvo en carnaval con las vidalas
guardadas en el pecho para cantarlas, todas juntas,
¡esta noche, de nuevo!
El hombre era así,
Emegidio Perea se llamaba,
y nativo de El Puesto…
Oda para mi ausencia
Me iré,
de buen seguro cuando el tiempo
del agua,
y florezcan rosales los días
de mi tarde;
me iré llevando a cuestas tu nombre
a flor de labios
y ha de oler a ternura la seda
de tu mano…
Solo será un recuerdo el calor
de tu abrazo,
y la sal de tu lágrima
y tu párpado herido
y algún remordimiento mojando
mi cansancio.
Me iré,
cuando la noche despunte madrugadas,
con tu nombre pequeño en mi mano
guardado,
con tu voz, tu recuerdo,
padrenuestro para el último viaje,
con tu adiós de distancia
caminando mis calles…
...................
Me iré,
de buen seguro cuando el tiempo del agua,
¡y florezcan rosales, los días de mi tarde!
El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer.
Mariano José de Larra
Rolando Revagliatti
Buenos Aires (Argentina)
Noche de las cosas, mitad del mundo
Vendrán días de turbulencia
refugiada en mis álbumes
fotográficos
y en esas otras cosas que prosiguen
en las avenidas
Vendrán días de itinerarios
pergeñados por mis amigos
en postas donde corrigen
sus más arduos secretos
hasta trocarlos
en ventiladas emergencias
Vendrán días de preguntones
profesionales imantados por mi crudeza
los que conmigo subirán
desaprovechándome
interminables escaleras
atestándome con la especie de miel
de sus obviedades
y sólo para perdurar a través
de los micrófonos empalagados
y en sus filmaciones
Vendrán días de enfermarse en alta mar
líricamente
o en una prosa chicha
sitiados por la redundancia
de los siguientes días
que vendrán.
Hopper
En las noches
se han refugiado
Dentro
de las mañanas de domingo que caben
en este libro
un pintor
y su aldea.
Poemas joviales
Por lo que me aman todas tanto a mí
he sufrido de jovencito por aturullado
sin respetar mis tiempos de goce estético
y aunque no incurrí en adocenamiento
y venta de fiambre al público
el alma se me percudía
Ahora sé lo qué hacer
con las que me aman tanto
las tengo a raya, las persuado
transformándolas en más y más versos
a veces, con rima
Por lo que me aman todas tanto a mí
es por la concepción
Y el goce.
Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección.
William James
Julio R. Hernández
Ituzaingó, provincia de Buenos Aires (Argentina)
Espera
Un café. El último café. ¿Será el último?
Quizá… No, que quizás. Vamos, con fe, con confianza. Seguro va a venir.
Caminando despacito, como siempre, con una gran sonrisa. Se va a sentar y al
mirarme, va a contestar a mi eterna pregunta, con un Chiquito… como siempre
me dice, y a continuación las palabras que yo tanto espero; para después
entregarme todo, tal como lo he soñado, casi a escondidas, con ese permanente
temor, con tímido desenfado, observando como gozo el momento.
Qué estúpido, ya estoy navegando como si fuera Internet. En realidad es el
último café, otra cosa es fantasía, un estado de deseo con pocas posibilidades
de concreción.
Jamás me dijo las palabras que yo espero, ni me dio, a pesar de mi
insistencia, lo que deseo.
¿Por qué va a ser distinto ahora?
¡Qué negativo! ¿Por qué no? Es mujer y caprichosa, que sé yo, en una de
esas… Ella sabe cuanto ansío tenerla a mi lado, que me abrace y me mime. Sabe
que yo sería su esclavo, buscaría cosas superiores, que si me respalda sería un
triunfador, y con la seguridad que me daría me jugaría con todo…
Pero ya lo veo, es el último café…
Ahí entra, con qué seriedad viene caminando. Me pasa por esperarla, lo
peor, sabiendo que es en vano.
Llega a mi lado, me mira y sin sentarse, con voz aguarrentosa y desafinada
dice:
-La suerte te sigue esquivando Chiquito, le jugaste al borracho y salió La
Niña Bonita, que vas a hacer, la suerte es una mina caprichosa.
Ahora sé que es el último café…
-Gallego, ¿lo anotás? Mañana te lo pago.
Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.
Martin Luther King
Gabriel Velozo
Partido de la Costa, provincia de Buenos Aires (Argentina)
Tu sos temido
El unicato monosílabo
no es soledad de primera persona
mucho menos racionalidad…
Millones de moléculas propias
nunca se aburren,
suspiros apareados
existen en toda mi galaxia.
Lo que nadie sabe
en todo caso
es que mi adn está clasificado
dodecafónicamente.
Para el que no entiende eso
lo aclaro:
mi ser tiene jerarquía musical
y yo soy
el director de la orquesta.....
Eso sí
no me pidan muchos bises
mi partitura imperfecta
desafina en otoño
y lo peor
me hace ególatra
aquello que, ni la sordera
pudo acallar.
Libertad
Han encapsulado la furia roja,
han aislado el retroceso,
han resetiado el movimiento
han puesto el sol al medio día,
han aconsejado traición dulce,
han merecido el ocaso añejo,
han inoculado el virus
el virus del deseo....
Epílogo
El que amanece soy yo;
ahogado en emoción
como héroe
creado en la remington y
fusilado por ella…
Es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo.
Abraham Lincoln
Carlos Ernesto García
Santa Tecla (El Salvador)
Yo no tengo casa
La mitad de lo que amaba ya no está conmigo
Unos (casi todos) se han quedado
Otros simplemente partieron
Mi hermano urgentemente me escribe de México:
La casa se derrumba
hay que venderla
y pienso:
¿es qué aún tenemos casa?
Mi padre se quedó sin comprarse aquella camisa
o aquel pantalón que tanto le gustaba
sin ir al cine los domingos
sin viajar al país con el que tanto soñó
y se conformó con visitar un parque
en donde mirarle el rostro al caballo
y al general que lo montaba en una estatua
Todo por comprarnos una casa
Una pequeña y modesta casa donde vivir
y a la que hoy solamente se le ocurre derrumbarse
Por mí
que se derrumbe si quiere
Si la mitad de lo que amaba ya no está conmigo
si los niños no se amelcochan frente a la ventana
y si a mi hermana se le quebró la sonrisa frente al espejo
aquella terrible noche de junio
antes de la tormenta y el canto del gallo
si el llanto metálico de un niño
no me provoca una tremenda ternura
que haga nacer una canción de amor entre mis manos
por mí que se derrumbe;
y que vuelvan a construir un día si quieren
pero será sobre cenizas
Mi voz
no vibrará más en sus paredes
Tus cartas de amor Mariana
no llegarán con su olor a perfume hasta mis manos
Al caer la Navidad estaré siempre lejos
y solitarias habitaciones poblarán la casa
que según cuenta mi hermano en su carta:
ya perdió sus primeros cristales
Está bien
que se derrumbe si quiere
si es así
olvidarla será mi venganza
porque yo hace tiempo
mucho tiempo
que no tengo casa.
Ciudad de hierro
Ahora sé que eres vulnerable.
Que pueden tocar tu corazón
y derrumbarte.
Sé que no sólo es abatible
el verde en la montaña
el árbol en la sierra.
Sino también tú
ciudad de hierro
donde apenas sí germinan
las hojas de la hierba.
Este último texto pertenece al poemario Parte de guerra
Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.
Alfred Tennyson
Horacio Laitano
Pergamino, provincia de Buenos Aires (Argentina)
El Vigésimo Primero
Designado el Vigésimo Primero, se abocó a ordenar su portafolio. A las
nueve menos cuarto sería la penúltima entrevista. Un jefe encargado del
ingreso se ocuparía de evaluarlo: la forma de tomar la lapicera o el timbre de
voz que se exigía para atender las llamadas importantes. No obstante sus
temores, él pensaba que esta vez lo aceptarían. Aún recordaba los consejos de
su padre y todo lo aprendido en los cursos anteriores.
Cuando escuchó que lo llamaban, una rara sensación se coló por sus oídos.
Su apellido sonaba diferente. De tanto escucharlo en otras entrevistas, parecía
una palabra apolillada. Una suma de letras sin sentido que apenas lograba
convocarlo.
Al oírlo nuevamente, una duda feroz atenazó su cuerpo. Sin saber hacia
dónde dirigirse, giró sobre sus pies hasta perderse.
El mayor de los hermanos
El mayor de los hermanos siempre lucubraba. Disponía regímenes y dietas,
a los cuales se ataban sus parientes. Ordenaba con cuidado los títulos y
acciones, en los que luego sus padres invertían. Cuando la bolsa de valores
vibraba de contenta, la familia entera se reunía. El mayor de los hermanos
presidía los encuentros. Mojaba en el tintero la pluma de los días y armaba
silencioso su propio calendario. Semanas inquietantes cubiertas de papeles y
meses enroscados en su oscuro maletín. Una forma pertinaz de darle a cada
cosa el sello personal de sus hermanos.
Lamento de Azucena
Lamento estar tan sola – murmuró Azucena… Y sin hacerse esperar se
desgranó en el aire. Sus brazos recorrieron la distancia que luego la separó del
cuerpo. Sus piernas se agitaron por un rato hasta apagarse con el viento. Una
figura lívida y acuosa ocupó el espacio de su ausencia.
Al cabo de unas horas, su voz atravesó la sonrisa de todos los presentes y se
alejó riendo.
Sopa de hortalizas
Cuando cuento historias truculentas las ancianas se horrorizan. Se cubren
los oídos con sus manos y corren a través de los pasillos.
Del otro lado de la casa, mi madre las aguarda con paciencia. A medida que
sus cuerpos se desplazan, prepara silenciosa su sopa de hortalizas. Un aroma
persistente se expande por la casa, aplacando las voces y los gritos.
La esperanza, no obstante sus engaños,
nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable.
François de la Rochefoucauld
Roxana Rajmilchuk
Nació en Santa Fe y reside en El Bolsón, Río Negro (Argentina)
Detrás del ventanal,
caramelo transparente
que apacigua la mirada
veo gente vestida de mediodía
paseando sus pausas
o sus ajetreos.
El clima entre frío y templado
regocija al árbol
de alegre iridiscencia.
Una paloma camina
cabizbaja en traje gris
dirigiéndose
al palacio de justicia
donde los antiguos ascensores
la esperan para llevarla
hasta el juzgado de turno:
uno de tantos trámites
que el invierno realiza
mientras, aquí en el bar,
las sombrillas plegadas
me hablan de un
sol fenecido.
* * *
En las oficinas del sueño
acomodo carpetas forradas
con lentejuelas.
Mi secretaria la musa
atiende los llamados
silbadores.
Extraigo papel carbónico
del lado oscuro de la luna
y mi laptop
es un pájaro carpintero
dejando marca en los árboles.
Administro
la locura de dimensión ingrávida
en estantes y ficheros
fabricados en las nubes.
Un ángel cadete
hace los trámites
deslizándose a pura
energía eólica
proveniente de las
órdenes emitidas
por mi voz de gerenta embrionaria.
Los empleados
salen a fumar silencio
en un pasillo atestado
de almohadas.
En las oficinas del sueño
se tipean cartas
con letra ilegible.
Sólo los abedules del ensueño
contestan con señales
abrillantadas.
Nuestra razón suele ruborizarse ante ciertas inclinaciones de la Naturaleza
por no lograr advertir las razones profundas que la asisten.
Luis Franco
Marta Julia Ravizzi
Turdera, provincia de Buenos Aires (Argentina)
Humo de una lámpara
Nadie mira esos pasadizos que guarda la memoria
hay un sueño que derrama cansancios antiguos
humo de una lámpara
ilumina huecos por donde pasó el tiempo.
El día se estanca,
no progresa
como un reloj sin manecillas.
El alma se acongoja
llora la rabia por la pena
la savia se hace espesa hasta teñirse en sangre.
el olvido es un buen recurso
aunque no siempre llene los espacios y deje al descubierto
recuerdos
escondidos en la intemperie.
Ausencia
Una silla.
Con almohadones y respaldo.
Vacía.
Un plato hondo,
donde hay sopa evaporada.
Y una cuchara,
totalmente inútil.
Está el vaso.
Es el que uso.
Porque aun tiene
tu aliento.
Cuervos
(… En lo alto los cuervos pacientes aguardan……Brillo, ante todo brillo…)
Griselda García
Son pocos los momentos de triunfo.
Uno
quiere estirarlos, hacerlos interminables.
Allá, después del agua,
en la otra orilla,
está la risa.
Sobre la arena,
desprolijo,
el brillo ceniciento,
que no se puede atrapar.
En círculos,
los cuervos festejan.
¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia.
William Shakespeare
Elsa Hufschmid
Santa Fe (Argentina)
De la vieja Suiza
Mientras corto, prolijas, las rodajas de pan que había sobrado estos últimos
días, la cocina se inunda del aroma de la manteca en la sartén.
Uno a uno voy dorando los redondeles mientras, por la ventana del
departamento, se desliza el anémico sol invernal.
En una ollita está hirviendo un buen vinito tinto con el azúcar de un desbordado
tazón y dos preciosas y enigmáticas ramitas de canela.
Disuelvo cuidadosamente tres gordas cucharadas de harina en una taza de agua
y las agrego a la pócima de vino, convirtiendo todo en una inquietante jalea del
color de las violetas.
Acomodo los dorados pancitos en una fuente honda y les zampo la crema
caliente. Primero se resisten, pero, luego, alertados del perfume y sabor del
regalo, van absorbiendo, conformando un exquisito budín de pan borracho.
¡Qué rico, el postre de la Oma! -dirán mis niños, mientras guardan sus útiles
escolares. Y volverán, rápido, a sus vasos de leche y al dulce trozo que los
espera.
Sé que por aquí cerca, un duende menudo e inquieto, de blanco rodete y ojos
celestes, detendrá su andar y sonreirá feliz.
Su nieta, como su madre allá en las montañas suizas, gozaba en recibir a sus
pequeños con aquel dulce. Ya no recordaba como lo llamaba, el idioma natal se
escapó tras la nebulosa de los años, pero el olorcito la atraía del más allá y
compartía en espíritu la reunión familiar.
Mientras recogía las migas, una tibia brisa olor a manzana y lavanda rozó mi
cara. Chau, Oma, ya nos encontraremos, lo sé, estarás sentada en aquel sillón
de mimbre leyendo, debajo del limonero.
Espérame.
La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?
Proverbio chino
Rosa Lía Cuello
Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe (Argentina)
Alguna tarde
Alguna tarde la vida
traspasará los límites que la retienen
se desenredará el tiempo
en antiguos relojes oxidados
un coro de pieles se apareará
detrás de los espejos
los gritos treparán gargantas cerradas
buscando atajos
las risas estallarán
en la geometría de las mutaciones.
Alguna tarde la vida
absorberá los ocres
de algún otoño en primavera
y será la nostalgia una sombra
en las catedrales del silencio.
Ese instante
Ese instante que se filtró en los espejos
desanda abecedarios clandestinos
cuando danza en el cerebro tu voz
que se diluye en los desiertos.
Ese instante es un viaje
sin puntos de partida
sin puntos de llegada
una Odisea sin héroes
sin secretos que entorpecen
el lento y rutinario abismo de la nada.
Ese instante es solo eso
una porción mínima de tiempo
que se diluye entre las manos.
Dicen que los poetas podemos hacer ciertos milagros, torcer el dolor de los otros en el espinazo del nuestro,
encender la alegría con un poncho marrón de viento; dicen que frotando las palabras en un papel siempre
algo sucede.
Será por eso que hoy me confiaron reconstruir tu voz desde este lado,
como si la vida fuera un hilo solo que nunca se corta?
Carlos Kuraiem
Zulma Prina
Buenos Aires (Argentina)
Tartagal
Tierra mía
tierra grande
herida milenaria
sobre el ombligo de este mundo
silencio agresivo
cuerpos en sombra.
Estalla tu vientre
conjuro de muertos
tu volcán encendido
arroja greda sobre el cuerpo en llamas
que arrase ladinos
con manos voraces:
hasta la carroña despierta avaricia.
Ruge el Tigre
su lamento viejo
mientras se esconde
el Cóndor
allá
en el eco profundo de los cerros
para morir otra vez
y renacer un día en alas nuevas.
El talento no ha de servir para saberlo y decirlo todo, sino para saber lo que se ha de decir de lo que se sabe.
Mariano José de Larra
Jaime Icho Kozak
Madrid (España)
Medianoche en tus ojos
Amante
de plazos de la muerte,
prolijamente no disimulo
la verdad de los sueños
ni me escandaliza:
la red que rompo,
la prisión que reviento
en la tiranía que amé.
Harto de la queja
y del dulce patíbulo
que cumplen tus caprichos,
cuando razono contigo
de un calabozo a otro,
amanece.
Desde la medianoche,
sin otro deseo
que amarte viviendo,
en el tiempo de los encuentros,
mis gustos y cuidados
oscilan en tramas de pasión,
crecen en el humo ciego.
Y en tus ojos los cantos se diluyen,
son recuerdos escondidos
que no dejan de gozarte.
Mientras mi amor,
como las aves y las rocas,
elocuentes y mudas,
se detiene
frente a la sed intacta
y la sequía de tus labios.
Poema inédito
Tal como lo escribimos es el mundo
En otro tiempo
vivimos un mundo en común
sin saber, influjo y miel
fueron suficientes.
Pasados los eclipses
remonto quimeras
y la crueldad del viento
destroza mi silencio.
Exhumado el espíritu animal
mi futuro cicatriza,
circunstancial.
De acuerdo al hambre.
¿Quién es sabio? Aquél que aprende de todos.
¿Quién es poderoso? Quien gobierna sus pasiones.
¿Quién es rico? Quien está satisfecho.
Benjamin Franklin
Salomé Moltó
Alcoy, provincia de Alicante (España)
Recuerdos del ayer no tan lejanos
Ingresé en el hospital por una dolencia que nunca fue aclarada; contaría, unos
once años.
Recuerdo vagamente aquellos días, en los que la fiebre había hecho presa en mí,
estaba sola en la habitación o quizás la insistente fiebre así me lo hacía sentir. El
fantasma de una posible tuberculosis se ceñía sobre las familias, el recuerdo de los
miles de tuberculosos muertos en los años cuarenta pesaban sobre el ánimo de las
personas de la posguerra española, una posguerra que más que larga fue
interminable.
Se abrió la puerta y de pronto apareció un hombre con bata blanca, de un blanco
luminoso, no era la imagen de dios que las monjas me habían inculcado, pero estaba
segura que dios no sería ni tan dulce, ni tan majestuoso como aquel médico que,
con palabras mágicas, auscultaba mi pecho, me decía que tosiera, que sacara la
lengua y apoyando su dedo sobre la parte inferior de mi ojo escudriñaba en su
interior. Sus palabras me parecieron música celestial, la caricia de su mano al frotar
mi frente me hizo exhalar un suspiro placentero. Dio alguna recomendación a mi
madre y a la enfermera y después desapareció por la misma puerta que al cerrarse
me dejó hundida en una angustiosa oscuridad. Cogí la mano de mi madre y
apretándola le exhalé: “Madre quiero ser médico, cuando sea mayor”. Mi madre
hizo una mueca y me aconsejó que durmiera.
Días después, ya en casa insistí en mi demanda. Mi madre pensó que había vuelto
a tener una subida de fiebre y al insistir me dijo: “mi preocupación es darte de
comer todos los días y que no te me mueras de hambre”. El tono de su voz y las
lágrimas que afloraban a sus ojos me causaron una impresión inolvidable. Un mundo
de miseria, de represión, un mundo oscuro y siniestro, tan profunda y
silenciosamente sentido emergía con toda su brutalidad.
Tuve aun fuerzas para replicar: “Pues si no puedo ser médico por lo menos
enfermera”. Me volvió a mirar pero ya no me dijo nada, en su rostro asomó la
desesperación, el desencanto y todo el sufrimiento que mis pocos años no llegaban a
calibrar, pero que quedaron indeleblemente impresos en mi recuerdo. Fue años
después y recordando aquella profunda triste e impotente mirada que comprendí
que estábamos en los años cincuenta y que el terror que emanaba del dictador
desde Madrid iba destilándose en cada uno de nosotros, por la sola razón de que
éramos el pueblo.
Estos tristes recuerdos, tan lejanos para mí, no dejan de atormentarme, pues mi
vida ha dependido de ellos inexorablemente, ya que pasamos una larga y represiva
posguerra. Las “sacas” para los fusilamientos duraron hasta muy entrada la década
de los cincuenta, las muertes por tuberculosis sumaron miles. Ahora viendo las
imágenes de las madres iraquíes, no puedo más que comprobar que las atrocidades
de las guerras, las invasiones y los expolios no tienen fin. Yo fui una víctima más de
aquella incivil guerra del 36-39 y de una posguerra tan cruenta como sin duda es la
que está viviendo el pueblo iraquí, tanto por el antiguo dictador como por la
invasión americana. Habrá muchísimos niños que no podrán estudiar, muchos otros
que morirán por enfermedades que provoca la miseria, cuando no por los atentados
promovidos por la depredación y el fanatismo. Y dentro de mí no puedo más que
preguntarme: ¿cuándo esta humanidad será capaz de vivir en paz y con respeto a
todas las etnias? Los recursos bien distribuidos sobrarían para una vida óptima para
todos.
Empieza por hacer lo necesario, luego, lo que es posible.
Y de pronto, te encontrarás haciendo lo imposible.
San Francisco de Asís
Javier Cabrera
Islas Canarias (España)
Miedo, de nuevo el miedo: todo el miedo
I. Animal exhausto el miedo va
¿De dónde llegas miedo que da lástima
el rictus que traes de tanto miedo?
Del espanto vuelvo y entender intento
por qué el hombre en sí tanta insidia amasa.
Vengo del esperpento y me rebasa
por qué el hombre destroza todo aquello
que le es ajeno o no cuadra en su cieno.
Del caos que causa en todo cuanto abrasa.
¿Y a dónde vuelves miedo que da miedo
lo abatido que partes? A lo ignoto
corro, a engendrarme en ser tan pavoroso
que cause en el hombre el mayor tormento.
Lejos de él y la miseria que instiga
ansío ser. Donde la luz mitiga
su presencia. Ser donde no den miedo
las razones del hombre por causar
la aflicción donde su mirada fija.
¿Queda acaso lugar no descubierto,
frontera última, donde se logre estar
a salvo del miedo que el hombre anima?
II. El miedo llega animal…
Regresa el miedo de nuevo a mi cita
y las tardes languidecen exhaustas:
abatidas por patios y solanas
bajo el peso lerdo de su ‘sorimba’.
Herido animal de luz amarilla
se asoma a la noche desvencijada
y tras las cortinas deja espaciadas,
por los rincones, noticias furtivas
de antiguos miedos en todas mis dudas.
De nuevo tú, miedo: cómo arrasabas
convocando en ti la imagen abrupta
que agita en tu mal recuerdo la casa.
¿A qué regresas? ¿Por qué esta burla
si tú sólo abrumas nuestra morada?
Te tiento a solas, temeroso indago
la revelación de tu regazo: abro
la estancia y con medrosa voz te llamo.
Lo que hace falta es someter a las circunstancias, no someterse a ellas.
Quinto Horacio Flaco
Graciela María Casartelli
Unquillo, Sierras de Córdoba (Argentina)
Tras los vidrios
Si ya nada queda por decirte y ni tampoco,
cabría que lo haga…
Si no tiene sentido hablar de ti… y de mí.
Tras los vidrios;
hacia el ocaso… las lágrimas resbalan al vacío.
Qué queda por pensar… o soñar…
Lo mismo es, si ansío tu presencia,
o la de nadie.
Nadie, en quién podría confiar… ni amar.
El plomizo cielo augura todo lo que nos sucedió.
Aquello sobre lo que ya no se podrá tender
ningún lazo.
Sobre lo que absorta contemplaré…
Contemplaré el olvido…
Tu vida, mi vida… rumbos dispersos,
en los tiempos del destino.
Otro olvido que mis pies caminarán,
sin arrepentirse.
En la distancia lo podré advertir, cual cristal.
(Cristal roto entre mis manos).
Por mucho tiempo sufriré,
extrañaré tu presencia.
Seguramente pronto serás feliz otra vez,
no importa lo que hoy yo sienta…
Si ya nada queda por decirte y, ni tampoco,
cabría que lo haga…
Pero sí cabe que sepas cuánto te he amado.
Sin mezquindades ni intereses; sólo entrega,
que nunca pudiste confesar.
Tras los vidrios;
hacia el ocaso, las lágrimas resbalan al vacío…
Tras ellos, no podías ver el reflejo de la luz,
que te encegueciera entre tus errores sombríos.
Qué queda por pensar o soñar…
Sólo un cariño inmenso, desbordado de aquel sentir,
como una llama penetrante que ha fugado de la muerte.
Pero quién dijera, que lo mismo es ahora,
si ansío tu presencia, o la de nadie.
Nadie, en quién podré confiar, ni amar…
Si ya nada queda por decirte y, ni tampoco,
cabría que lo haga…
Si no tiene sentido hablar de ti… y de mí…
La razón se compone de verdades que hay que decir y verdades que hay que callar.
Antoine de Rivarol
Carlos Esteban Cana
Puerto Rico
Acéfala
La muerte causó la debacle. El director nunca nombró quien habría de sucederle
en caso de cualquier emergencia. Y un ataque fulminante al corazón dejó a la
agencia acéfala. A partir de ese momento en el registro demográfico no se emitió
ningún documento más. Incluso el documento que certificaba la defunción del
fenecido funcionario fue imposible tramitarla. No hubo quien firmara el acta.
La chica de la tauromaquia
Se asustó de ver tanta verdad en sus ojos.
Para paliar
El gobierno, para paliar la crisis económica que azotaba particularmente a la clase
trabajadora, decidió aumentar de tres a seis días los sorteos de la lotería
electrónica.
Top-tueni
¡Soy una perra!, le dijo. Afirmación en la que reconocía lo mal que había tratado al
hombre que abandonaba. ¡Soy una perra!, se dijo cuando conducía a toda
velocidad por el expreso. Por alguna razón que ella desconocía era inevitable no
disimular en su rostro, durante el trayecto, una amplia sonrisa. También,
esporádicamente, su mente acudía hacia una época, hacia otro hombre (aquel que
la había dejado años atrás en el altar) mientras cantaba, a viva voz, el más
reciente éxito en el Top 20 que se escuchaba en la radio.
Pretensión
Con los años, nadie, ni siquiera los teólogos, que esgrimieron teorías de diversos
escribas interviniendo en el corpus literario, pudieron darse cuenta. Cuando decidí
recoger las leyendas dispersas de nuestro pueblo, los viejos testimonios que
remontaban a mitos antiquísimos, no resistí la tentación de insertarme en la
valiosa antología que iba recogiendo. Por eso imaginé, magnifiqué mis andanzas y
minimicé mis errores. Busqué la forma de atribuir a otros mis fracasos (en cuanto
lo anterior, utilizar a Dios como comandante en jefe solucionó la situación). Y de
manera un poco melodramática -tengo que confesarlo- imaginé hasta mi propia
muerte. Solitario, en el umbral de una montaña.
Ahora, en esta dimensión, veo los frutos de mi pretensión.
Aunque todo lo demás falle,
siempre podemos asegurarnos la inmortalidad cometiendo algún error espectacular.
John Kenneth Galbraith
Encuentros
14 al 16 de mayo: V Encuentro Nacional de Narrativa - Cuento Corto - “Bialet Massé”
2009, en la localidad de Bialet Massé, Córdoba (Argentina). Convocado por “La Hora del
Cuento”, con el auspicio de la Municipalidad de Bialet Massé y la adhesión de SALAC (Sociedad
Argentina de Letras Artes y Ciencias).
[email protected]
14 al 17 de mayo: IV Encuentro de Escritores “Esquel Literario 2009”, a realizarse en el
Centro Cultural Esquel Melipal y proyectando numerosas iniciativas en diversos ámbitos de la
ciudad de Esquel, Río Negro (Argentina).
http://www.esquelliterario.blogspot.com/
14 al 17 de mayo: III Festival Palabra en el mundo. “… llamamos a organizar una o muchas
lecturas de poesía, que unidas a otras en distintos puntos del planeta, darán forma al Festival
de Poesía: Palabra en el mundo. En: escuela, teatro, café, restaurante, anfiteatro, playa,
parque, plaza, calle, casa particular, casa de cultura, estación de radio, canal de televisión, sala
de conferencia, centro comercial, o donde sea imposible…”. Convocado por Proyecto Cultural
SUR Internacional y Revista Isla Negra.
[email protected]
Concursos
Premio Platero de Cuento y Poesía, convocado por el Club del Libro en Español de las
Naciones Unidas en Ginebra (Suiza). Cierra: 1 de mayo.
[email protected]
Concurso 2009 Cuento y Poesía “Imaginación y Palabras” (Morón, Buenos Aires,
Argentina). Cierra: 9 de mayo.
[email protected]
XV Premio Lengua de Trapo de Novela (Madrid, España). Cierra: 15 de mayo.
[email protected] - http://www.lenguadetrapo.com
Primer certamen de cuentos cortos “Del Cordobazo” (Córdoba, Argentina). La temática de
los cuentos literarios se ajustará al título de la presente convocatoria, y tendrán relación con esa
gesta histórica, ocurrida en Mayo de 1969. Cierra: 29 de mayo.
[email protected]
V Premio Tusquets Editores de Novela 2009 (España - México - Argentina). Cierra: 30 de
mayo.
http://www.tusquets-editores.es/bases/Bases_V_Premio_Novela.pdf - [email protected]
Encontrás más información
información de Encuentros y Concursos en:
http://www.convozpropiahttp://www.convozpropia-novedades.blogspot.com
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