REFORMISMO BORBONICO Ε INSURGENCIAS

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REFORMISMO BORBONICO Ε INSURGENCIAS
INDIANAS*
Por Miquel
Izard
Estas notas quisieran interrogarse sobre posibles vinculaciones
entre el reformismo borbönico y las insurgencias populäres que aparentemente se aceleraron hacia finales del periodo colonial y hacer
hincapie en un caso bien concreto, la exacerbaciön de la rebeldia 11anera al sur de Caracas.
1. El r e f o r m i s m o b o r b ö n i c o
Lynch y Florescano han senalado que durante el aislamiento del setecientos la oligarquia criolla llegö casi a la independencia de facto y
establecio estrechos vinculos comerciales con las potencias del resto
de Europa1; y Florescano anade que contrastando con la bancarrota
castellana se produjo en Nueva Espana un crecimiento econömico que
hizo chocar los intereses de la minoiia oligärquica no sölo con los de la
mayoria de los habitantes de la colönia sino tambten con los de la Metröpoli.
La Corona Espanola para recuperar el imperio colonial, que lo era
s61o nominalmente, habria ideado a lo largo del siglo XVIII diversos
pianos de reconquista, que han sido definidos ο valorados de forma no
coincidentes. Segun Joseph P6rez, los objetivos perseguidos por los
Borbones fueron fomentar el cultivo de productos que no se daban en
Europa y erradicar el contrabando2. Lynch traza un abanico de objetivos mäs extensos: incrementar los ingresos fiscales recorriendo al
estanco ο a la administraciön directa de la alcabala, drenar una cantidad creciente de excedentes que se quedaban en America, conseguir
*) Ponencia leida en el.simposium «The Bourbon Reforms in South America», 44°
Congreso Lntemacional de Americanistas, Manchester, septiembre de 1982.
') John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826 (Barcelona-1976); Enrique Florescano y Isabel Gil SÄnchez, «La £poca de las reformas borbönicas y el crecimiento econömico, 1750-1808», en: Daniel Cosio Villegas (ed.), Historia general de Mexico
(Mexico 1976), vol. Π, p. 199.
2
) Joseph P^rez, Los movimientos precursors de la emancipation en Hispanoamenca (Madrid 197^.
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un mayor control burocrätico y econömico de su imperio nominal, lo
que havia de producirse no sölo en detrimento de los intereses de extrartjeros, sino tambien de los criollos, ya que la Metröpoli debia acabar con su autosuficiencia; Lynch habla incluso de dos conquistas de
America, la primera que enfrentö a los castellanos con los aborigenes y
la segunda que fue «un intento de controlar a los criollos»3.
Florescano, refiriendose concretamente a la Nueva Espana, especifica que el intento de reconquista, que el califica de «sujeciön», se inici6 con la visita de Gälvez y tenia un triple objetivo: recuperar el control sobre los mecanismos econömicos, politicos y administratives,
depositar este control en manos de agentes fieles a la Metröpoli, y conseguir que estos la sirviesen por encima de cualquier otra consideraci6n. Para lo cual la Corona, por ejemplo, intentö incrementar los ingresos, bien administrando directamente la alcabala, bien creando
nuevos impuestos (sobre las pulperias, estanco del tabaco, etc.) que en
algunos casos originaron amotinamientos populäres, ο mirö de reducir el poder de influyentes grupos como el que aglutinaba el Consulado de comerciantes de la ciudad de Mexico, que perdiö el monopolio
que ejerda sobre los intercambios con la extensiön del comercio libre ο
la creaciön de nuevos consulados en Veracruz ο Guadalajara, que se
quedö sin el privilegio de cobrar y administrar las alcabalas de Mexico
capital, ο que vio mermar sus prerrogativas frente a, por ejemplo, los
mineros, segun Florescano con la finalidad de conseguir que estos Ultimos enviaran mäs plata a Espana4.
Las valoraciones sobre el £xito alcanzado en este intento metropolitano de reconquista son tan dispares como los juicios sobre las motivaciones. Mientras segun algunos el reformismo borbönico habria provocado la expansiön econömica en la Metröpoli y en las colonias, son
cada vez mäs quienes piensan que esta hipötesis es insostenible puesto que el crecimiento, quizäs a ambas orillas del Atläntico, pero con
toda seguridad en las Indias, es anterior a la llegada de los borbones al
trono madrileno5.
3)
4)
s)
Las revoluciones, pp. 20 y 28.
«La «poca de las reformas», pp. 204, 207, 217, 224.
Joeep Fontaria ha realizado un exhaustivo estado de la cueetiön sobre el comercio
entre Espana y las bidiasy la bibliografia mäs reciente, «Comercio colonial y crecimiento
econömico. Revisiones e hipötesis», como introducciön a una eerie de monografias patrocinadas por el servicio de Estudioe del Banco de Espafia y que ha publicado Alianza,
La econom'ta espanola al final del Antiguo Rigimen (Madrid 1982).
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Es tajante el diagnöstico de los Stein para quienes era inevitable el
escaso resultado obtenido por los refbrmistas espanoles teniendo en
cuenta que se limitaron a ir a remolque, no haciendo mäs que apuntalar el carcomido edificio colonial cuando la amenaza de ruina era ya total; «respondiendo sölo donde y cuando las circunstancias hadan inevitable el cambio, adoptando como nuevas aquellas instituciones que
ya eran obsoletas en otras partes (companies de privilegio, factorias
reales) ο ampliando las antiguas . . ., tratando de renovarse con la
multiplicaci0n de concesiones y privilegios a unos cuantos en vez de
extender las oportunidades a las personas capaces». Senalan ademäs
que el fracaso fue todavia mayor a raiz del pänico producido entre los
ilustrados espanoles por la revoludön francesa, que les hizo desacelerar el ya de por si lento ritmo de cambios y reavivar el afän por «preservar la tradiciön espanola»6.
Contrariamente, para Brading, los borbones no sölo reconquistaron
America sino que ademäs consiguieron transformar completamente el
orden administrative, la estructura econömica y la organizariön social
heredada de la £poca de los Austrias7.
Segdn Lynch, el intento de reconquista consiguiö los resultados
propuestos, pero sölo a raiz de la implantaciön del comercio libre, por
lo que afirma, que de los nuevos conquistadores «se puede decir como
epitafio que vinieron demasiado tarde, vieron poco claro y vencieron
por poco tiempo», y tambten opina que el comercio libre significö por
una parte la recuperaciön del control de los intercambios atlinticos por
los espanoles, y por otra, perturbaciones en la economia indiana que,
por estar descapitalizada y muy poco modernizada, no habria podido
responder con suficiente rapidez al tirön de la demanda, por lo que la
politica econömica ilustrada habria intensificado el grado de subdesarrollo de la sociedad indiana8.
La opiniön de Lynch es atipica. La mayoria de quienes han tratado el
tema coinciden en senalar una notable expansiön de todas las actividades Indianas y quienes piensan que Espana fracasö en su intento de
recuperaciön senalan otros posibles beneficiarios del incremento pro-
*) Stanley J. y Barbara H. Stein, La he encia colonial de Amirica Latina (Mfexico 1971),
p. 101.
j ') David A. Brading, Mineros y comerciantes en Mexico Borbonico (1763-1810) (Mexico
1975), p. 53.
") Las revoluciones, pp. 35 y 21-22.
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ductivo: en primer lugar, indudablemente, las potencias maritimas,
Gran Bretana, Francia, Holanda, Estados Unidos, etc.; asi Chaunu ha
senalado que las tres primeras fueron de 1700 a 1770 «las metröpolis
efectivas de la America espanola», pero tambien que el träfico legal
entre Espana y las Indias estaba mäs controlado por la oligarquia
criolla que por los comerciantes peninsulares, ορίηίόη que concordaria perfectamente con la que he recordado anteriormente sobre el
elevado grado de independencia oficiosa conseguida por aquella oligarquia durante el setecientos. Chaunu senala tambi^n, que el pacto
colonial no se cumplia en la practica y que si la independencia de Hispanoamerica hubiera sido consecuencia del rechazo indiano frente a
los abusos metropolitanos habria estallado a finales del siglo XVI y no
a principios del siglo XIX9. Estas opiniones de Chaunu nos llevan a
otra cuestion enunciada al principio, la posible vinculacion entre reformismo borbonico y afän secesionista.
2. I l u s t r a c i ö n e i n d e p e n d e n c i a
Logicamente, creen posible esta vinculatiön los mimos historiadores que opinan que tuvo ixito el intento reconquistador. Para Lynch,
en relackm con los casos del Peril y la Nueva Espana, lo que el llama la
£lite local, la oligarquia, se opuso a las reformas ilustradas porque eran
excesivamente liberales y porque no estaba dispuesta, en absolute, a
perder el control sobre la mano de obra potencialmente activa: y las tenues relaciones entre oligarquia criolla y reformistas metropolitanos
se rompieron definitivamente en el decisivo periodo transcurrido
entre 1808 y 1810, cuando la primera debiö hacerse cargo de los destinos de las colonias ya que se habia esfumado la monarquia borbönica y
se decidiö por la autonomia al rechazar la nueva dinastia napoleonica
ο los liberales gaditanos10.
En la misma linea de Lynch se inscribe la ορίηίόη de Perez, a pesar
de que sigue en algunos momentos la tesis de Chaunu. Para aquel una
9 ) «Interpretariön de la independencia de Amirica Latina», en: P. Chaunu, E. J.
Hobsbawm y P. Vilar, La independencia de America Latina (Buenos Aires 1973), pp. 31-32
y 19.
10) Las revoluciones, pp. 17-18 y 47. Sobre el impacto de los sucesos metropolitanos
sobre las decisiones coloniales vease mi versiön en El miedo a la revoiuctön. La lucha por la
libertad en Venezuela, 1777-1830. (Madrid 1979).
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primera causa del descontento de la oligarquia criolla habria sido el in*
tento de la Corona de limitar las apetencias oligärquicas sobre la tierra
y la mano de obra: y una segunda causa el temor de comerciantes y
plantadores indianos a que la metröpoli recuperara el control sobre los
intercambios, a que se terminase con la libertad comercial de que se
gozaba no legalmente pero si en la practica11.
En relacion con esta problemätica es mäs explicita la tesis de Florescano, para quien la grave crisis politica que acabö con el imperio colonial indiano se debiö por una parte al intento metropolitano de recuperar el poder en detrimento del que ostentaban, no sölo la oligarquia
laica sino tambien la eclesiastica. Durante la ultima guerra colonial esta
politica metropolitana, en interacciön con la apremiante necesidad de
incrementar los ingresos fiscales en un desesperado intento de financiar los gastos ocasionados por la misma contienda culminö en la Real
Cedula de 1804 sobre enajenaciön de bienes raices y cobro de capitales
de capellanias y obras pias para consolidar los vales reales, por la que
se debian vender los bienes de la Iglesia y recoger el capital circulante
que £sta poseia ο administraba. La medida provocö un gran malestar
contra las autoridades metropolitanas, mäs que por el intento de politica desamortizadora encaminada a corto plazo a socavar la base econömica eclesiastica que representaba, porque la Iglesia, que actuaba
como un banco, tenia prestados buena parte de sus capitales a particulars, quienes se vieron obligados a redimir los prestamos en un brevieimo plazo y por lo tanto en condiciones bien poco favorables para que
aquellos capitales pudieran ser recogidos y mandados a la peninsula.
Por otra parte, piensa Florescano que los cambios politicos,
administrativos y econömicos provocaron un desajuste social que
estallö violentamente en 1810. Asi, el räpido despegue econömico de
los ültimos veinte anos del siglo XVIII, en brusco contraste con la lente
recuperaciön iniciada hacia mediados de la centuria anterior, en interacciön con otra consecuencia del reformismo borbönico, el fortalecimiento del sector exterior (mineria, intercambios, agriculture de exportaciön), tuvo efectos desestabilizadores. En primer lugar, almismo
tiempo que se incrementaba la dependencia frente a la metröpoli, la
misma expansiön hacia mis apetecible la desapariciön de estos lazos
de dependencia, a tin de conseguir un beneficio exclusivo para la Co-
" ) Los movimientos precursors,
pp. 15-16.
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Ionia. En segundo lugar, las utilidades de la expansiön se distribuyeron muy desigualmente desde un punto de vista social; la mayor parte
de los ingresos fueron acaparados por la pequena minoria que manejaba las actividades vinculadas con el exterior, mientras que la inmensa mayoria de la pobladön novohispana debiö contentarse con las
migajas del auge. Las masas indigenas eran victimas de una sobrexplotacfön y de unas distorsiones culturales solo comparables a las sufridas por sus antepasados en el momento de la irrupciön de los europeos a principios del siglo XVI. En tercer lugar, tambien fue desigual la
distribuciön de beneficios desde un punto de vista regional, desencadenando ο agudizando conflictos que tendrian graves consecuencias
en el futuro; asi, por ejemplo, los mineros, en su mayoria ciiollos, recibieron poder y privilegios en detrimento de los comerciantes peninsulares. Y en cuarto lugar, mestizos y criollos enfrentaron mayores dificultades para alcanzar peldanos elevados en el escalafön del control
politico de la Colonia, en el mismo momento en que el despegue hacia
mäs apetecibles aquellos cargos desde los que se podian adoptar decisiones mas importantes, econömica ο politicamente12.
Segun el mismo Florescano (y recordemos que refiriendose exclusivamente a la Nueva Espana) a estas consecuencias del brusco crecimiento economico deberian anadirse, por una parte la falta de elasticidad del armazön superestructural, levantado por los colonizadores al
principio de la conquista, para aglutinar a las nuevas oligarquias de reciente apariciön ο para adaptarse a los cambios mencionados, y por
otra parte la acelerada difusion de la revolucionaria ideologia de los
ilustrados. Este factor precipito la formaciön de una conciencia dvica y
actuö de detonante especialmente en dos direcciones: proporcionando un bagaje ideolögico a aquellos grupos sociales que se sentian
marginados y necesitaban encontrar la via a traves de la cual racionalizar y proyectar sus reivindicaciones, ο actuando de revulsivo en relaάόη con dos grupos sociales mexicanos muy importantes, respectivamente, por su peso cualitativo ο cuantitativo: la gran oligarquia
criolla ο las masas populäres. Ambos grupos eran muy refractarios, y
por motivos bien distintos, a las nuevas ideas ο costumbres introducidas en la Colonia precisamente por los burocratas peninsulares responsables de materializar las reformas borbönicas: la gran oligarquia,
" ) «La äpoca de las reformas», pp. 205-206 y 290-295.
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que ideolögicamente habia asimilado la nueva filosofia, podia temer
que alguien - y ello ocurriria a partir de 1810 - inten tara plasmarla en la
practica: posiblemente, sabian que su situaciön privilegiada podia
terminar tan pronto como alguien reaccionara ante escritos como los
de los obispos de Michoacän, San Miguel ο Abad y Queipo, que denunciaban la situaciön degradante en que se mantenia a los indigenas
y mestizos ο las distorsiones produddas en el cuerpo social novohispano por el latifundio.
Contrariamente, las masas populäres se escandalizaron repetidamente por lo que ellas calificaban de perversiön de las costrumbres
motivada por la difusion de modas a las que se calificaba de afrancesadas13.
La opinion de Brading abre una tercera via: recordemos que segun
este investigador, no fracasö el intento de reconquista espanol, lo que
se habria debido en parte, en el caso de la Nueva Espana, a la afortunada colaboraciön de los reformadores ilustrados con los comerciantes
y los emprendedores mineros14.
Pero a la luz de las investigaciones mäs recientes cabria quizas la posibilidad de una linea interpretativa ligeramente distintals. Castilla y
Portugal fueron pioneras en la navegaciön atläntica; el desarrollo tecnico y el momento en que se desencadenö la colonizaciön ibörica supuso que en los intercambios primara para las metropolis, casi exclusivamente, el interes por monopolizar la mayor cantidad posible de
metales preciosos.
La afluencia de esta riqueza fue uno de los componentes principaies
de la inflaciön castellana que alcanzö el punto culminante hacia mediados del siglo XVIII, y otra de las eonsecuencias de la llegada a Sevilla de la plata indiana fue la politica imperialista castellana en Europa
que le supuso un sinfin de enfrentamientos con las demäs monarquias
europeas, enfrentamientos que pronto se trasladaron al mar. Asi,
desde finales del XVI, el Atläntico fue uno de los principaies escenarios de las guerras europeas, y los contrincantes de Castilla desearon
13 ) «La epoca de las reformas», pp. 295-301. Tambien se escandalizaron por las innovaciones, en especial a nivel ideolögico, los comuneros del Socorro y los de Merida,
cfr. Perez, Los movimientos precursores, pp. 130-136.
14) Mineros y comerciantes, p. 53.
15 ) V6ase, sobre todo, Josep M" Delgado Ribas, «Catalunya y el sistema de libre comercio (1778-1818): Una reflextön sobre las raices del reformismo econömico». Memoria de doctorado in£dita leida en septiembre de 1981 en la Universidad de Barcelona.
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apoderarse de la plata indiana (para enriquecerse y a la vez, debilitar a
su enemigo) y, algo mäs tarde, hacerse con enclaves en el nuevo continente que, a modo de factories, facilitaran unos intercambios que las
leyes castellanas seguian calificando como clandestinos.
Pero bien pronto, en este comercio clandestine los bienes agropecuarios coloniales (pieles, tabaco, algodön, y por encima de todo, azucar y sus derivados) fueron adquiriendo una mayor trascendencia debido en parte a las innovaciones en la navegarion y a la caida de los fletes en interaeeiön con las transformaciones producidas en Europa durante la lenta transition del feudalismo al capitalismo.
Desde mediados del siglo XVIII debio quedar nitidamente patente
que el progreso (y/o crecimiento) de Inglaterra, Holanda ο Francia
estaba estrechamente vinculado a su control sobre el comercio colonial, en especial sobre la ruta triangular; que la mayor parte de la oferta
de coloniales ο de la demanda de esclavos y manufacturados se generaba en las Indias; que Espana, nominalmente la Metröpoli, ni siquiera
conseguia controlar los pocos coloniales que consumia el mercado peninsular16.
En tales circunstancias, cabe preguntarse si el reformismo borbönico fue un intento de obtener beneficios de la explotariön colonial o,
en ültima instancia, fue sölamente un ensayo, desesperado e inütil, ya
no de recuperar las Indias, sino de adecuar una legislation y una politica colonial totalmente obsoletas a una realidad que estaba transformandose muy räpidamente, debido a factores en los que la Metröpoli
no tenia arte ni parte, tan räpidamente que las pacatas adecuaciones
fueron siempre insuficientes y tardias.
En este sentido, pienso que en ningun momenta los reformistas
ilustrados tomaron la iniciativa ο consiguieron alterar la explotariön
colonial, sino que al contrario, constantemente iban a remolque, actuaban cuando los problemas ya no lo eran y, en ultimo termino, pudieron parecer los culpables de unos cambios que obededan a raices mucho mas profundas y con las que nada tenian que ver ni la nueva monarquia ni sus hombres.
Volviendo a lo que he seiialado al principio, la mayoria de los espe16 ) V6ase, al respecto, Vicente Llombart, «Mercantilism«) tardio, liberalizaciön comerüal y explotaciön colonial americana: las reflexiones sobre el comercio espanol a Indias (1762) del Conde de Campomanes», enHomenaje a Noel Salomon. Ilustracion espanota
e independencia de America (Barcelona 1979), pp. 333-343.
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cialistas coinciden en senalar que los objetivos perseguidos por los ilustrados podrian resumirse en tres: una mayor participaciön en el comercio colonial atläntico, ingresos fiscales superiores, sujeciön de las
oligarquias indianas para devolverlas al redil, restandoles la autonomia que se habian ido autoconcediendo y descargar sobre ellas un
mayor porcentaje del costo imperial.
El primer objetivo podia redundar en detrimento de las demäs potencias que controlaban tramos importantes de aquellos intercambios
y habria sido una de las causas de las guerras coloniales que supusieron crecientes dificultades para la hacienda castellana17. El segundo
objetivo, dado que el sistema impositivo del antiguo regimen perjudicaba mucho mäs a los humildes, podia provocar insurgencias populäres. El tercero podia degenerar en conflictos de intereses.
Las falacias de los fabuladores que, a posteriori, se han inventado
las causas de las guerras de la Independencia, en algunos casos pretendiendo un posible paralelismo con lo ocurrido en los Estados Unidos, han querido ver aquellas guerras como la culminaciön de las insurgencias y los conflictos que acabo de mencionar.
Ahora bien, mäs ο menos coetäneamente con el reformismo borbönico, se produjo en Europa y sus aledanos el ultimo episodio de la
transiciön final del feudalismo al capitalismo, que significö en todas
partes, y naturalmente en las Indias, costos sociales muy elevados
pues las masas populäres fueron notablemente perjudicadas por la
«modernization».
En resumen, cabria preguntarse si para el caso indiano, fueron la
Metröpoli y los ilustrados los causantes y los beneficiarios de dicha
modernizacion ο si cargaron, como ya he dicho, con una responsabilidad ajena.
Pienso que el esclarecimiento de la cuestion es importante pues, lo
repito, las insurgencias y los conflictos llegaron en uno de sus momentos älgidos a coincidir con la proclamaciön de la independencia politica
por parte de la oligarquia criolla. Pienso tambien que es altamente significativo que se de una total divergencia espacial:
Las mayores revueltas populäres, desde la de Tupac Amaru hasta
las de Hidalgo y Morelos, estallaron en los nücleos coloniales, el Perü
Puede consultarse sobre el contraband«» Carlos D. Malamud, «El comercio directo
de Europa con America en el siglo XVIII. Algunas consideraciones», en Quirt to centenario
I (Madrid 1981), pp. 2 5 - 52.
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y la Nueva Espana, donde existia ademäs una oligarquia indiana sumamente rica y autonoma, teoricamente la mas perjudicable por el
afän metropolitano de reconquista; pero fue en ambos nucleos donde
esta misma oligarquia se moströ mäs refractaria al secesionismo: finalmente la de Mexico intento en 1820 crear una monarquia con un infante espanol para desvincularse del constitucionalismo metropolitano, y la oligarquia de Lima fue independizada, creo que muy a pesar
suyo, por los ejercitos sanmartiano y bolivariano, ahuyentados por los
terratenientes de las dos unicas regiones indianas en las que hubo
verdaderamente guerras civiles, guerras vinculadas al secesionismo 18 . Estas eran las que dependian de Caracas y Buenos Aires, regiones en las que la oligarquia, mäs vinculada al resto de las potencias que
a la Metropoli, no era el mäximo objetivo de los ilustrados y donde las
revueltas de los oprimidos fueron protagonizadas esencialmente por
esclavos, mestizos, llaneros ο gauchos, pues era muy poco significative la poblaciön aborigen, grupos humanos que dependian casi exdusivamente de los propietarios (los esclavos) ο que escapaban al control de oligarcas y buröcratas (los gauchos ο los llaneros).
3. La c o n s o l i d a c i o n d e l c a p i t a l i s m o y s u s c o n s e c u e n c i a s
Las sociedades indianas que recibieron el impacto de la modernizaciön material no eran justas ο idilicas, sino todo lo contrario; indigenes, mestizos ο esclavos llevaban mäs de dos centurias oponi£ndose a
la opresion, pero desde una fecha desconocida, quizäs situada en la
primera mitad del siglo XVIII, se iniciaron una serie de cambios, que
perjudicaron a muchos, vinculados en parte a la interacciön entre la
endiablada aceleracion de la demanda, la expansion de los intercambios y el incremento de la coerciön por parte de los propietarios de los
medios de produccion. Todo en ello conjuntamente exacerbö los conflictos de intereses y las luchas de clases y de casta: se enconaron las relaciones entre quienes controlaban los intercambios y quienes controlaban la produccion, ο entre pequenos productores subordinados y
grandes productores (especialmente de cana); los segtmdos quisieron
19
) El apego «realista» de la oligarquia atemorizada por las revueltas indigenas ya fue
senalado hace tiempo por Tulio Halperin Donghi, Historia contemporänea de America Latino (Madrid 1969), p. 77.
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acaparar las mejores tierras y marginalen a los demäs, constantemente, a tierras de peor calidad ο peor situadas y, por encima de todo, intentaron sobreexplotar a la mano de obra real ο potential, lo que degenerö en mayores revueltas de las esclavitudes, en una creciente insurgencia indigena, mestiza ο mulata, de quienes por ejemplo, se negaban a trabajar por salarios de hambre, a lo que se les queria obligar
por distintos conductos, las leyes contra vagos y mal entretenidos
pongo por caso.
Por anadidura, desde finales de la centuria la llegada de los primeros productos de la recien iniciada revolueiön industrial signified la
ruina, una tras otra y en un periodo mäs ο menos largo, de la gran cantidad de manufactures que trabajaban en las Indias no para el
autoabastecimiento, sino para la comercializacion del producto.
Ello supuso que los obreres de las mismas se vieran bruscamente
desplazados de las actividades en las que se hallaban inmersos desde
hada un buen nümero de generaciones, y la agresiön se produda precisamente en los inicios de un estancamiento agrario y un restringido
crecimiento material (despues de la expansiön del setecientos), que no
iba a proporcionar nuevas perspectivas laborales. La desorientaetön
que ello debio necesariamente de provocar en los afectados, sin una alternativa para ingresar en la nueva organization resultante y para solventar sus necesidades mäs primarias, pienso que, hasta cierto punto,
puede ayudar a comprender algunas de las caracteristicas de las insurgencias populäres desde prineipios del sigloXIX19.
4. Pueblo en vilo: la i n s u r g e n c i a llanera
He mencionado el impacto de la «modemizaeiön» sobre las masas
populäres de las regiones indianas controladas por los blancos; pero
en los confines de muchas de estas regiones existian zonas de frontera
en las que pueblos aborigenes seguian defendiendo su territorio en la
mayoria de los casos desde la irrupeion de los europeos y convirtiendose algunas veces en zona de refugio para quienes huian de otros lugares. Todas las fronteras fueron tambien afectadas por la «moderni"). V£ase, por ejemplo, Torcuato S. di Telia, «Las dases peligiosas a comienzos del
siglo XIX en Mexico», en: T. Halperin Donghi (ed.), El ocaso del orden colonial en Htspanoamerica (Buenos Aires 1978), pp. 201-241.
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zaciön», pero quizäs las consecuendas fueron mäs espectaculares en
la Pampa y en los Llanos 20 . Estos, una gran regiön natural en el sur de
las actuales Venezuela y Colombia, que en lineas muy generales coincide con la cuenca del Orinoco y sus tributario9, fueron siempre una
zona de refugio, y sus habitantes tenian una composiciön etnica bien
peculiar: sobre una base aborigen fueron sedimentandose oleadas de
personas de todos los colores, que huian de las regiones agricolas vecinas; por otra parte, la llegada de los castellanos ya habia supuesto
cambios irreversibles; a corto plazo, la proliferaciön de cuadmpedos
escapados de las haciendas del norte signified que los llaneros se convirtieran en nömadas de a caballo, cazadores de reses, y a medio plazo
que existieran dos Llanos de extensiones variables, el de los hombres
libres cazadores de animales orejanos y el de los ganaderos blancos
que intentaban controlar, mediante el rodeo, las reses cimarronas21.
Desde, como minimo, mediados del siglo XVIII la expansion econömica en todo el Caribe repercutiö de tal forma sobre los dos Llanos
que degenero en un enfrentamiento armado de consecuendas imprevisibles, ya que crecieron desmesuradamente, y a la vez, el nümero de
llaneros libres y la apetencia de los ganaderos sobre los animales cimarrones.
Creciö el nümero de llaneros porque eran mäs quienes huian del
norte: indigenas que rechazaban ser asimilados porque no veian ventaja alguna en la aculturacion, esdavos de las plantaciones que no que-
20 ) Ya hace muchos anos Laureano Vallenilla habia escrito que la Independencia en
las Indias surgiö en las dos colonias en las que habia pueblos ganaderos y, a continuaci0n, a traves de una interpretaeiön como minimo peculiar afirmaba: «y a caballo como
las hordas de Atila, como los tärtaros y los ärabes nomadas, llevan por todas partes el
terror y la devastaeiön, arrastrados por sus instintos depredadores a las ördenes de cabecillas tan barbaros como ellos mismos, para convertirse mis tarde en los mäs esforzados defensores de la Independencia y recorrer en triumfo el continente cuando Bolivar
en el norte y San Martin en el sur, les hicieron tramontar las cordilleras para llevar la
guerra de emaneipaeiön a los paises vecinos», Disgregaciön e intergracidn, ensayo sobre la
formacidn de la nacionalidad venezolana (Caracas 1930), vol. I, pp. 167-1868. He intentado
dar una versiön distinta de la interveneiön de los llaneros en las guerras de la independencia, dentro de un estado de la cuestion sobre la problemätica llanera en «Ni cuatreros
ni montoneros, llaneros», en Boletin Americanista, 31 (1981), pp. 83-142.
2 ') Para los Llanos actualmente colombianos existe una large aserie de excelentes trabajos de Jane M. Loy de la que pueden consultarse «Forgotten Comuneros: The 1781
Revolt in the Llanos of Casanare», en The Hispanic American Historical Review, 61 (may
1981), pp. 235-257, ο «Horsemen of the tropics: A comparative view of the llaneros in
the history of Venezuela and Colombia», en Boletin Americanista, 31 (1981), pp. 159-171.
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Reformismo borbonico e insurgencies indianas
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rian seilo, blancos pobres ο mestizos que se negaban a trabajar de sol a
sol para conseguir una miseria, y gentes de todos los colores marginadas por la legislaci0n ο automarginados porque no les complada la sociedad organizada por los oligarcas blancos.
Y en el mismo momento en que la expansiön de la agricultura de
plantaciön en la Nueva Granada ο en Venezuela provocaba que fuesen mäs los que se refugiaban en los Llanos, la misma expansiön en
todo el Caribe disparö la demanda de carne y de bestias de tiro y de
acarreo: y a la oligarquia ya no le bastaban los animales de su Llano y
pensö en comercializar los del Llano de los hombres libres. Para ello se
autodistribuyö las tierras realengas al sur del Apure, mand6 redactar
un cödigo, las Ordenanzas de los Llanos, decretando que solo tenian
derecho a cazar y vender reses los que fueran «propietarios» y para
ejecutarlo, organizo una fuerza represiva, las Rondas, que debian perseguir a los infractores y aplicarles las severas penas que se contemplaban en las Ordenanzas.
Ordenanzas y Rondas se habian pensado para aniquilar a los llaneros libres del Llano de los cazadores: las primeras los calificaban de
cuatreros, ya que cazaban bestias ο reses sin ser propietarios, y automäticamente las segundas debian perseguirlos como infractores de la
ley.
Pero si las fuerzas represivas no eran capaces de aniquilar a estos
cuatreros (que lo eran bien a pesar suyo y que no tenian afanes expansionistas sobre la zona de los blancos de la que habian escapado), si
podian estos verse obligados a atacar para defenderse y tenian muchas
posibilidades de veneer puesto que eran excelentes baquianos.
La respuesta llanera podia limitarse a incursiones puntuales sobre el
territorio de los ganaderos, pero ademäs podia conducir a alianzas accesorias con caudillos politicos nortenos enfrentados a la oligarquia.
Asi, siguieron a Boves en 1814 ο a Päez desde 1815, cuando la exacerbation del enfrentamiento habia llegado a tal extremo que los llaneros
ya no solo pensaban en defenderse sino tambien en vengarse y en
cada uno de estos momentos, las atrocidades cometidas por los jinetes
de las sabanas no eran sino la respuesta a las barbaridades que contra
ellos habian cometido quienes, injustificadamente, les perseguian
acusändoles de bandoleros.
Pienso que, sin lugar a dudas, un mejor conocimiento de esta insurgencia llanera provocada por el acoso de los ganaderos, nos permitiria
una mejor comprension de la guerra civil llamada de la Independencia
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que ensangrentö Venzeuela desde 1812 y que, posteriormente, a mediados del siglo XIX, se bautizö con el nombre de Guerra Federal.
5. Las O r d e n a n z a s de los L l a n o s
A medida que progresan nuestros conocimientos sobre las Llanos,
sabemos de referencias mäs antiguas de las Ordenanzas. Las primeras
documentadas, hasta el momento, son de principios del siglo XVIII,
aparentemente de la primera decada, aunque desconocemos todavia
su articulado22. Por lo que deda el procurador de pobres que defendiö
a un pequeno propietario acusado de abigeato hacia finales del setencientos, parece que los grandes ganaderos intentaron imponer unas
nuevas Ordenanzas que no s0lo pretendian perseguir a los Uaneros
libres, sino que ademäs acosaban a propietarios de pequenos hatos,
con lo que se habria ampliado el abanico de perjudicados por el brutal
incremento de la demanda de bienes pecuarios".
Plausiblemente, estas nuevas Ordenanzas de finales del siglo XVIÜ,
que el rey no habia aprobado en 1799, son las mismas que fueron ratificadas por el Congreso en 1811, y que decretaban, por ejemplo, que no
tenian derecho a los mostrencos (animates sin marca) los criadores que
no herrasen m£s de doscientos animales al ano y que «sufriria la pena
de doscientos azotes en verguenza püblica y un ano de trabajo en obras püblicas» quien incumpliera esta norma24.
Si tal era el trato reservado a los pequenos ganaderos, es fäcil imaginar lo que debian esperar quienes, sin el titulo de propietarios, podian
ser tambien acusados de abigeato. Segün el arta'culo 2° del titulo IV
«toda persona de cualquier clase ο condiciön que sea, que por la pri-
2 2 ) J. A. de Armas Chitty menciona un informe, de hacia 1765, del propietario Juan
Manuel de Herrera quien habria declarado que era tan escandaloso el robo de ganado
que se habrian nombrado los primeros jueces del Llano hacia los anos 1703 ο 1704, cfr.
Α Ventura y circunstancia del llartero. Ganaderia y limites del Guärico (siglo XVIII) (Caracas
1979), p. 38.
" ) Registro Principal, Caracas, Tierras, 1799, Ρ 42. Vease al respecto Izard, «Ni
cuatreros ni montoneros», pp. 117 y 55. Estas nuevas Ordenanzas en 1796, como minimo, ya se habian presentado al rey en espera de su aprobadön, cfr. Archivo General de
la Naciön, Gobernacion y Capitania General, LXXVI, 221, 327-342, solicitud al capitan
general de 15 de junio de 1796 que menciono en la nota 26.
24 ) Reproducido en: Universidad Central de Venezuela (ed.), Materiales para el esludio
de la cuestiön agraria en Venezuela (Caracas 1964), vol. I, pp. 8 3 - 84.
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Re/ormismo borbonico e rnsurgencias indianas
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mera vez hurtase cinco animates de cualquier especie de ganados
may ores, sufrirä la pena de muerte».
Ordenanzas tan drästicas βόΐο hubieran debido dictarse en el caso
de que la oligarquia contase previamente con unas fuerzas represivas
capaces de veneer y aniquilar aquienes, a partir de este momento, serian acusados de cuatreros. En caso contrario, como sucediö, las Ordenanzas no harian sino provocar a quienes sölo pretendian practicar
tranquilamente sus actividades depredadoras en las tierras que habian
escogido mäs ο menos libremente.
El tono y las penas de las Ordenanzas ayudan pues a comprender el
escaso esfuerzo que debieron realizar Boves ο Päez para arrastrar a los
perseguidos en contra de quienes les abocaban a una situation sin salida.
Insisto, para concluir, en que es necesario seguir investigando sobre
los enfrentamientos entre los Ilaneros libres y los oligarcas para una
mejor comprensiön de las llamadas guerras de la Independencia. Existe suficiente informaeiön que nos permite asegurar ya que mucho antes de que a mediados de 1814 los Uaneros de Boves cayeran sobre la
Segunda Repüblica, la discordia en las sabanas habia alcanzado las cotas de una guerra civil no declarada, y pienso que dos ejemplos serän
suficientes de momento.
A finales de 1772 se habia decretado la pena de muerte para los acusados de cuatreros25. Causa ο consecuencia de la represion, los Llanos
se convirtieron en campo de batalla y, a petition de quienes se sentian
perjudicados, el capitän general Pedro Carbonell mando establecer
cuatro jueces del Llano en Araure, Guanare, Barquisimeto y Ospino,
en un decreto que forma parte de un extenso expediente en el que figure una solicitud, algo anterior, de los Diputados de los Hacendados
de Ganado Mayor 26 . Decian estos haberse reunido el ano anterior para
tratar del restablecimiento del buen orden en los Llanos y liquidar a los
ladrones que los infestaban; el marques del Toro habria propuesto que
se facultase a las fuerzas del orden para utilizar las armas y aplicar cin-
" ) AGN, G y CG, XII, 150,302-303, ofleio de Josi Manuel Oropesa, teniente justicia
mayor de Barquisimeto al capitän general, participändole haber hecho publico el despacho «que previene se aplique pena de muerte a los ladrones abigeos», fechado en Barquisimeto el 13 de diciembre de 1772.
" ) AGN, G y CG, LXXVI, 221, 327-342; el decreto esta fechado en Caracas el 2 de abril de 1799, pero la solicitud es de 15 de junio de 1796.
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cuenta azotes a los detenidos, «sin perjuicio del seguimiento de la causa», pero la propuesta no habia sido todavia aprobada por el capitän
general y habia aumentado el numero de los malhechores y su osadia.
Los propietarios temian por sus vidas y haciendas, puesto que los
cuatreros, ya no s0lo se llevaban algunos animales sino incluso «madrinas enteras de mulas y quantiosas puntas de caballos», ο en bandas
considerables se aprestaban en los caminos reales y se llevaban rebanos enteros; pero incluso entraban en las viviendas, robaban a los
propietarios, tratando «cruelisimamente sus personas azotindolas ο
dändoles muerte». Aseguraban a continuaciön lo que posteriormente
seria una constante, que algunas autoridades protegian a los cuatreros
cobrando por ello, de todo lo cual acompanaban pruebas. Ante tan
negro panorama, los diputados creian necesario y «forzoso variar de
sistema y transtornar las mäximas y principios que hasta ahora nos
han gobernado», e imprescindible la aeaciön de una nueva autoridad
espedfica, el juez de Llanos, que se dedicaiia exclusivamente a perseguir a los ladrones y vagos de los distritos respectivos y a celar para
que las fueizas represivas cumplieran la misiön que se les habia asignado.
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