Órgano oficial de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. SEPAR. Sumario Volumen 33, Número 8, Septiembre 1997 Editoriales El neumococo resistente F. Manresa 367 El pulmón en las enfermedades neuromusculares. J.L. Izquierdo Alonso 369 Evolución del carcinoma broncogénico resecado: supervivencia a los 5 años. Nuestra experiencia A.Cueto Ladrón de Guevara, A. Sánchez Patencia Ramos y J. Ruiz Zafra 372 Niveles de carboxihemoglobina en relación con la calefacción doméstica J.M. González Ruiz, M. Barrueco, R. Cordovilla, F. Gómez, M.A. Hernández y M.C. Rodríguez 378 Infección por Strongyloides stercoralis en pacientes con patología bronquial obstructiva M.J. Cremades Romero, C. Pellicer Ciscar, R. Menéndez Villanueva, C. Ricart Olmos, A. Pastor-Guzmán, F. Estellés Fiera, R. Igual Adell y M.J. Gilahert Bonet 384 Estudio de factores relacionados con la morbilidad del asma J.E. Cimas, M.C. Arce, M.E. González y A. López Viña 389 Diagnóstico ambulatorio de los pacientes que precisan biopsia pleural. Estudio de 100 casos consecutivos V. Villena, A. López Encuentra, A. de Pablo, J . Echave-Sustaela, C. Alvarez Martínez y P. Martín Escribano 395 El diafragma M. Orozco-Levi y J . Gea. 399 Factores de riesgo relacionados entre EPOC y asma crónica: implicaciones evolutivas y terapéuticas A. Pacheco Galván y M. García Salmones. 412 Neumorreducción en el tratamiento del enfisema: resultados preliminares G. Juan, C. Pérez, J.M. Galbis, A. Arnau, M. Ramón y A. Cantó 418 Seudoquilotórax. Revisión de 5 casos F. Campos Rodríguez, L Alfageme Michavila, J. Hernández Borge, R. Villagómez Cerrato y A. Vargas Puerto 422 Neumonía lipoide aguda. Presentación de un nuevo caso C. Porcar Ramells, C. Clemente González v M. Rubio Goday 426 Carcinoma bronquioloalveolar: presentación atípica como patrón miliar y afectación endobronquial M. González Luqiie, A. Cebollas Torres y J. Sedeño Díaz 426 Originales Revisión Artículo especial Notas clínicas Cartas al director Mediastinitis aguda como primera manifestación de una tuberculosis esofágica C. Hoyuela, M. Maten y R. Rami Porta Información _427 Mycohacterium tuberculosis: evolución de las resistencias en nuestro medio J . C. Rodríguez, M. T. Celarán y G. Royo 428 Hemotórax espontáneo idiopático S. García Barajas, V. Díaz-Hellín Gude y M. C. Marrón Fernández 429 430 EDITORIALES El neumococo resistente F. Manresa Servei de Pneumologia. Ciutat Sanitaria i Universitaria de Bellvitge. Barcelona. Desde el descubrimiento de la penicilina, se consideró universal su actividad frente al neumococo. La importancia clínica de la resistencia del neumococo a los antibióticos se inicia en Suráfrica en 1977, con la epidemia causada por cepas altamente resistentes que determinó una elevada mortalidad en pacientes con meningitis. Desde entonces en diferentes países, incluida España, se llevan a cabo estudios sistemáticos de la sensibilidad antibiótica del neumococo y de la revisión de estos estudios se puede concluir: a) que se trata de un problema de dimensión universal, debido en gran parte, según datos epidemiológicos, a la dispersión de neumococos resistentes a partir de "cuatro focos importantes": España, Suráfrica, México y Europa del Este, y b) que el porcentaje de cepas resistentes a la penicilina y a otros antibióticos observado en muchos países parece ser creciente'. El interés por el neumococo resistente a los antibióticos y particularmente a la penicilina se debe a tres hechos fundamentales: a) la importancia del neumococo como agente causal de las infecciones respiratorias bajas y en especial de la neumonía adquirida en la comunidad; b) la elevada coexistencia de resistencia múltiple a varios antibióticos de amplio espectro, y c ) la dispersión y crecimiento progresivos de este problema sanitario. El mecanismo de resistencia a la penicilina (y otros betalactámicos) es la alteración de la afinidad de las proteínas fijadoras de penicilina (penicillin-binding proteins, PBP) y no se debe a mutaciones que reducen la accesibilidad de la penicilina a las PBP, ni a la producción de betalactamasas. Las PBP son enzimas situadas en la cápsula del neumococo, fundamentales para la síntesis de su pared celular. La penicilina se fija en estas enzimas e inhibe la síntesis de la pared celular determinando la muerte del neumococo. Por tanto, las alteraciones en la estructura de una o varias PBP determinarán una pérdida de afinidad por la penicilina. Ésta es de Correspondencia: Dr. F. Manresa. Servei de Pneumologia. C.S.U. Bellvitge. Feixa Llarga, s/n. 08907 L'Hospitalet de Llobregat. Barcelona Recibido: 10-2-97; aceptado para su publicación; 18-2-97. Arrh Bronconeiinwl 1W7: 33: 367-368 grado variable y por ello aumentos de la concentración mínima inhibitoria (CMI) de penicilina en un medio infectado por neumococo (como consecuencia del aumento de dosis de antibiótico) pueden incrementar la capacidad de fijación de la penicilina en las enzimas capsulares e inhibir parcial o totalmente el crecimiento bacteriano. Esta resistencia se adquiere de forma gradual o escalonada2. El concepto de susceptibilidad del neumococo a la penicilina -y a otros antibióticos- es eminentemente microbiológico. Así, se considera que el neumococo es sensible cuando la CMI de un antibiótico sobre su crecimiento es baja. Este concepto de resistencia a la penicilina está directamente ligado al fallo terapéutico observado en los casos de meningitis y se sitúa alrededor de 0,8 Hg/ml de concentración máxima alcanzada en el líquido cefalorraquídeo tras dosis elevadas de penicilina por vía intravenosa. Por ello convencionalmente se define como cepas de neumococo sensibles a la penicilina a aquellas con una CMI ¿ 0,06 p,g/ml, parcialmente resistentes, las que tienen una CMI entre 0,1-1 rig/ml y altamente resistentes a las de una CMI > 2 |J.g/ml3. La resistencia del neumococo a otros antibióticos, como el cloramfenicol, rifampicina, macrólidos, trimetoprim o sulfamidas, es diferente y se debe a alteraciones cromosómicas, a mutaciones enzimáticas, a la aparición de genes codificadores o de enzimas inductoras de transferasas2'3. La importancia de este tipo de resistencia, especialmente la que se refiere a los macrólidos (modificación del gen erm AM) estriba en que, a diferencia de lo que sucede con los betalactámicos, es una resistencia absoluta, es decir, las modificaciones de la CMI -dosis del antibiótico- no permiten alterar su efectividad clínica2. Sin embargo, recientemente se han descrito casos de fallo terapéutico de las cefalosporinas de tercera generación en casos de meningitis y neumonía causadas por neumococos resistentes a estos fármacos2-4 6. La gravedad de este problema estriba en tres puntos: a) la necesidad del empleo de vancomicina, que es un antibiótico mucho más caro que la penicilina y las cefalosporinas; b) la sustitución de penicilina por cefalosporinas ya no constituye una opción "absolutamente" eficaz, y c) la adquisición de la resistencia a la cefalosporina por parte 367 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 del neumococo no es escalonada como en el caso de la penicilina, sino sumamente rápida y es probable que sea cada día más frecuente2. ¿Cuál es la verdadera importancia del problema del neumococo resistente en España? Según datos de 1994 recogidos en diferentes regiones y aportados por el Centro Nacional de Microbiología e Inmunología Sanitarias7, los niveles de resistencia del neumococo a la penicilina fueron del 31% de resistencia parcial y el 8,7% de resistencia elevada. La frecuencia de resistencia a eritromicina alcanza el 17%, el 50% para la tetraciclina y 24,5% para el cloramfenicol. Por lo tanto, hay que considerar que la gran mayoría de cepas de neumococo causantes de infecciones pulmonares (y extrapulmonares) son sensibles o moderadamente resistentes. La presentación clínica de la neumonía por una cepa de neumococo resistente no difiere de la causada por un germen sensible. En Bellvitge, Pallares et al8 estudiaron los posibles factores de riesgo que permitieran identificar una neumonía causada por un neumococo resistente. Comprobaron que: a) el uso de antibióticos betalactámicos los meses previos; b) la hospitalización escasos meses antes del episodio; c) que la neumonía fuera de origen nosocomial; d) haber sufrido una neumonía durante el año anterior al episodio índice, y e) la presencia de criterios de gravedad al ingreso constituían factores de riesgo para la aparición de neumonía neumocócica bacterémica. Sin embargo, a medida que se ha adquirido experiencia y los índices de resistencia aumentaron, estos factores de riesgo perdieron poder discriminativo, de modo que actualmente es muy difícil prever si el neumococo causante de la neumonía es resistente o no6. La neumonía neumocócica grave causada por neumococo resistente ¿se acompaña de mayor mortalidad? En el reciente estudio de Pallares et al6 se estudia el efecto de la resistencia a la penicilina y a las cefalosporinas en la mortalidad de 504 casos de neumonía neumocócica demostrada y se comprueba que, una vez eliminados los factores que pueden confundir los resultados del análisis estadístico comparativo, los niveles habituales de resistencia antibiótica no se asocian a un incremento en la mortalidad en pacientes con neumonía neumocócica grave. El tratamiento de la neumonía por neumococo resistente ha sido analizado recientemente por diferentes autores6-8"10' que han resaltado la importancia del beneficio que se podría obtener si se modifica la terapia antibiótica convencional según la incidencia creciente de cepas de neumococo resistente a la penicilina y a cefalosporinas de tercera generación, y los fracasos terapéuticos observados en casos tratados con aminoglucósidos. Las concentraciones séricas de betalactámicos que se obtienen empleando la vía intravenosa son muchas veces superiores a la MIC de neumococos sensibles y mo- 368 deradamente resistentes a la penicilina. Es muy probable que los pacientes con neumonía y sepsis causadas por neumococos moderadamente resistentes a la penicilina respondan a dosis elevadas de betalactámicos por vía intravenosa (ampicilina, amoxicilina, penicilina)9. Nuestra experiencia demuestra que los casos de neumonía causada por cepas con MIC superiores a 2 ug/ml no responden adecuadamente al tratamiento convencional con penicilina y, por lo tanto, en aquellos casos con factores de riesgo de mortalidad y/o de sufrir infección por gérmenes altamente resistentes (neumonía probablemente neumocócica que no responde a penicilina intravenosa y en áreas de elevada incidencia de neumococo resistente), es recomendable utilizar inicialmente ceftriaxona o cefotaxima por vía intravenosa6-8. Según los datos epidemiológicos actuales de nuestro país, se confirma que los niveles de resistencia del neumococo a las cefalosporinas de tercera generación son muy bajos (9%); sin embargo, en aquellas regiones donde existe una elevada prevalencia de este tipo de resistencia debe utilizarse de entrada la vancomicina por vía intravenosa. Igualmente, en infecciones del SNC causadas por cepas de neumococo resistente a la penicilina es aconsejable iniciar tratamiento con vancomicina. BIBLIOGRAFÍA 1. Appelbaum PC. Antimicrobial resistance in Streptococcus pneumoniae'. an overview. Clin Infect Dis 1992; 15: 77-83. 2. Linares J, Alonso T, Pérez JL, Domínguez MA, Pallares R, Martín R. Decreased susceptibility of penicillin-resistant pneumococci to twenty-four beta-lactam antibiotics. Joumal of Antimicrobial Chemotherapy 1992; 30: 279-288. 3. Gold HS, Moellering RC. Antimicrobial-Drug resistance. N Engí J Med 1996; 333: 1.445-1.454. 4. Tomasz A. 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Estos cambios están caracterizados por una reducción de todos los parámetros que valoran de forma directa la fuerza muscular (presiones máximas en boca, presión transdiafragmática, etc.) y de la capacidad vital (CV). Los hallazgos en capacidad funcional residual (FRC) y volumen residual (VR) han sido sumamente variables dependiendo de la patología de base y grado de afectación muscular'-2. Estas variaciones en los volúmenes pulmonares se atribuyen a una combinación de debilidad muscular y cambios en las propiedades mecánicas del pulmón y pared torácica. Dado que el resultado final es un descenso de la capacidad pulmonar total (TLC), resulta evidente que el índice VR/TLC no puede usarse en estos casos como indicativo de obstrucción y atrapamiento aéreo. Los pacientes con enfermedades neuromusculares pueden presentar asincronías toracoabdominales con un patrón ventilatorio rápido y superficial3. Esta taquipnea puede estar mediada por señales procedentes de los propios músculos afectados o por los cambios intraparenquimatosos secundarios a atelectasias. Aunque se han sugerido diversos cambios en el control de la respiración, en especial un incremento en el impulso central para compensar la menor actividad neuromuscular, cualquier conclusión que se base en los resultados de la respuesta ventilatoria a la hipercap- Conrespondencia: Dr. J.L. Izquierdo Alonso. Sección de Neumología. Hospital General Universitario. Donantes de Sangre, s/n. 19002 Guadalajara. Recibido: 17-1-97; aceptado para su publicación: 25-2-97. Arch Bronconeumol 1997; 33: 369-371 15 nia, en los flujos medios inspiratorios o, incluso, en la presión de oclusión en boca (Pg,) debe ser valorada con suma cautela. Por lo tanto, desde el punto de vista neumológico, las enfermedades neuromusculares se caracterizan por un patrón funcional relativamente bien estandarizado con respiración rápida y superficial, con reducción de los parámetros que valoran la fuerza muscular, descenso de CV y una repercusión variable sobre VR y FRC. El resultado final será la aparición de una alteración gasométrica que inicialmente suele ser una hipoxemia sin elevación de la PaCO¡, presumiblemente debido a mezcla venosa por colapso de unidades alveolares4. A medida que el proceso avanza se va observando una reducción del volumen corriente con el consiguiente descenso de la ventilación alveolar y aparición de fallo ventilatorio, que habitualmente es más precoz y acusado durante el período nocturno. Con esta orientación funcional el neumólogo clínico no suele tener problemas diagnósticos a la hora de detectar y valorar evolutivamente la repercusión respiratoria de una enfermedad neuromuscular, cuyo tratamiento en las fases finales del proceso actualmente está constituido fundamentalmente por los sistemas de soporte ventilatorio domiciliario5. Es de destacar que aunque existen múltiples trabajos que han analizado la función de los músculos respiratorios, especialmente del diafragma, sólo en los últimos años se ha venido prestando atención a la posible alteración de los músculos de la vía aérea superior (VAS). Esta alteración da lugar a un aumento de la resistencia al flujo aéreo, con el consiguiente cuadro clínico de obstrucción de la VAS, que puede diferenciarse fácilmente del clásico patrón funcional descrito previamente mediante una simple curva flujo-volumen6. Los trastornos del movimiento son las entidades en las que mejor se han caracterizado las alteraciones clínicas y funcionales secundarias a anomalías de las estructuras de la vía aérea superior7. Durante muchos años la enfermedad de Parkinson se asoció erróneamente a un patrón obstructivo, basándose en que algunos pacientes presentaban un aumento en la resistencia al flujo aéreo, un aumento de VR y de FRC. Sin embargo, la localización de la obstrucción no fue identificada y, como se 369 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NUM 8, 1997 comentó previamente, el aumento de VR y FRC se ha descrito en pacientes con enfermedades neuromusculares sin obstrucción asociada. Vincken8, mediante visualización directa de las VAS por fibroscopia óptica, describió que la contracción involuntaria del músculo estriado de la VAS podía causar limitación grave al flujo aéreo, pudiendo ser un factor importante de morbilidad e incluso de mortalidad6-9. Mediante cinefluoroscopia y monitorización simultánea del flujo y presión esofágica se confirmó que las oscilaciones regulares en los flujos inspiratorios y espiratorios en la curva flujovolumen (tipo A) se producían por el temblor de las estructuras laríngeas con una frecuencia similar a la de los músculos periféricos (5-8 Hz). En otro grupo de pacientes la curva adoptaba un aspecto redondeado con un perfil restrictivo indicativo de inadecuada coordinación en la maniobra forzada y/o mayor rigidez torácica, pudiendo observarse superpuestos ceses bruscos de flujo por movimientos anormales de las cuerdas vocales (tipo B). Este segundo tipo de curva tiende a predominar en pacientes con mayor gravedad de su enfermedad, mientra que el tipo A, más característico de afectación de la VAS, es relativamente independiente de la gravedad y patrón clínico de la enfermedad de Parkinson10. Aunque en la descripción inicial de Vincken se incluyeron 6 pacientes con temblor esencial, sólo recientemente se ha publicado el primer estudio descriptivo en el que se analiza la prevalencia de anomalías de la VAS en una amplia serie de pacientes con temblor esencial". El 39% presentaba una curva flujo-volumen patológica con un claro predominio del tipo A. Como ocurre con la enfermedad de Parkinson, sólo una pequeña parte presentó repercusión clínica, aunque exacerbaciones de la enfermedad de base, situaciones de estrés, etc. pueden agravar la disfunción de la VAS y desencadenar una insuficiencia ventilatoria aguda12. Las anomalías de la VAS pueden también presentarse en la miastenia grave y en otros trastornos del movimiento como las mioclonías velopalatinas, distonías de torsión idiopática o movimientos anormales inducidos por fármacos. En todos los casos, el hallazgo más habitual es la presencia de una curva flujo-volumen con interrupciones periódicas en el flujo. Su conocimiento y detección es importante, ya que en algunos casos de mioclonías velopalatinas se ha necesitado recurrir a la traqueostomía'3. En los casos de distonía laríngea, el tratamiento de elección es la infiltración con toxina botulínica14. La inervación de la musculatura laríngea se origina en el bulbo, por lo que las enfermedades neurológicas que cursan con debilidad muscular y que presentan afectación bulbar pueden manifestarse con síntomas indicativos de obstrucción de la VAS. Aunque la presencia de disfunción de la VAS no se asocia por sí misma con un peor pronóstico, esta alteración debe diferenciarse de la producida por la lesión de otros grupos musculares15. De nuevo la curva flujo-volumen permite el diagnóstico ya que suele mostrar oscilaciones rápidas en su contorno con una frecuencia de 20 Hz9. Cuando existe afectación de la VAS, al menos teóricamente, puede haber apneas nocturnas y clínica com370 patible con síndrome de apnea obstructiva durante el sueño (SAOS). Aunque se han descrito apneas durante el sueño e hipoventilación de tipo central en un síndrome parkinsoniano postencefálico7, el SAOS no constituye un hallazgo relevante en los trastornos del movimiento ni en la esclerosis lateral amiotrófica16. Recientemente, se ha descrito la presencia de apneas obstructivas en la enfermedad de Duchenne17'18. A pesar de que en estos pacientes frecuentemente se encuentran apneas que indican un origen central, no se puede descartar que este hallazgo sea un artefacto, ya que los movimientos toracoabdominales pueden ser poco evidentes por la propia debilidad muscular. Desafortunadamente, ningún autor ha realizado mediciones con balón esofágico para clarificar el origen de las apneas en la enfermedad de Duchenne. Por el contrario, este aspecto sí ha sido valorado en otros procesos neuromusculares como la miastenia grave, confirmándose en este caso un origen central de las apneas19. A modo de conclusión, el trastorno ventilatorio de las enfermedades neuromusculares se caracteriza por una alteración funcional relativamente bien estandarizada que resulta fácilmente identificable para el neumólogo clínico. Sin embargo, es necesario conocer otras formas de presentación relacionadas con disfunción de la VAS, ya que la curva flujo-volumen permite establecer fácilmente el diagnóstico. En la mayor parte de las enfermedades neuromusculares aún se necesitan más estudios que analicen la magnitud y el tipo de las apneas-hipoapneas que estos pacientes pueden presentar durante el período nocturno. Esta línea de trabajo, así como el estudio de diversos aspectos relacionados con el tratamiento (momento de inicio del soporte ventilatorio, tipo de soporte ventilatorio, etc.) presumiblemente constituirán las áreas de mayor interés en los próximos años. BIBLIOGRAFÍA 1 . De Troyer A, Borenstein S, Cordier R. 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Quera-Salva MA, Guilleminault C, Chevret S, Troche G, Fromageot C, McCann C et al. Breathing disorders during sieep in myasthenia gravis. Ann Neurol 1992; 31: 86-92. 371 OÍ ?t IOS secados en nuestra unidad, entre septiembre de 1985 y diciembre de 1990. Analizamos, además del sexo y edad, los datos evolutivos sobre un período de seguimiento de 60 meses. Destacamos: mortalidad operativa, estadio TNM, tipo de resección y tipo histológico. Efectuamos cálculo de la supervivencia actuarial a 5 años global y por variable estudiada, excluyendo la mortalidad operatoria y los casos de evolución desconocida. Hemos encontrado 115 casos (el 13,62% del total de intervenciones quirúrgicas realizadas en ese período). La mortalidad postoperatoria ha sido de 9 casos (7,82%). En seis la evolución es desconocida y en tres incompleta, 53 casos habían fallecido antes de los 5 años de evolución postoperatoria, 44 vivían a los 5 años. La supervivencia actuarial global es del 46,05%. Por estadios TNM ha sido del 54,9% para estadio I, 50% para estadio II, y 32,09% para el estadio Illa. Por tipos de resección pulmonar, el 43,59% ha sido para las neumonectomías, el 50,29% para las lobectomías y bilobectomías, y el 33,33% para las resecciones infralobares. Por tipos histológicos, el 54,56% para el carcinoma epidermoide frente al 33,01% del conjunto de los otros tipos histológicos. Nuestros resultados evolutivos de los casos de carcinoma broncogénico resecados son comparables a los de la literatura, siendo la supervivencia global a 5 años similar a la de las mejores series. complete. Fifty-three patients died within five years of surgery. Forty-four lived at least five years. Overall actuarial survival was 56.05%. Analyzing by TNM stages, 54,9% were stage I, 50% were stage II and 32.09% were stage Illa. Pneumonectomy was performed on 43.59%, single or double lobectomy on 50.29%, and infralobar resection on 33.33% Histology revealed 54.56% to be epidermoid versus 33.01% for all orther tissue types. The outcomes for bronchiogenic carcinomas resected in our department are comparable to those in the literature, survival after five postoperative years being similar to the rate reported for other series. Palabras clave: Carcinoma broncogénico. Terapéutica quirúrgica. Supervivencia a 5 años. Arch Bronconeumol 1997; 33: 372-377 Introducción Desde hace décadas se conoce que el carcinoma broncogénico es una enfermedad con un mal pronóstiCorrespondencia: Dr. A. Cueto Ladrón de Guevara. Divina Pastora, 9, 4.", A. 18012 Granada. Recibido: 23-9-96; aceptado para su publicación: 4-2-97. 372 Key words: Bronchiogenic carcinoma. Therapeutic surgery. Survival, five years. co, falleciendo la práctica totalidad de los pacientes diagnosticados en los primeros 3 años de evolución en ausencia de terapéutica'. Así mismo, se reconoce desde hace décadas la terapéutica quirúrgica como la única capaz de ofrecer posibilidades aceptables de curación en los casos en que está indicada, siendo el grado de extensión locorregional de la enfermedad tumoral, expresado por estadios 18 A. CUETO LADRÓN DE GUEVARA ET AL- EVOLUCIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGÉNICO RESECADO: SUPERVIVENCIA A LOS 5 AÑOS. NUESTRA EXPERIENCIA según una clasificación TNM universalmente aceptada2, el principal factor pronóstico3. Se ha demostrado que la clasificación TNM más valiosa, por ajustarse mejor a la realidad, es la que se efectúa con los datos del estudio anatomopatológico de los ganglios mediastínicos e biliares resecados, así como de los bordes quirúrgicos de la pieza resecada; es decir, el llamado estadio anatómico quirúrgico patológico4, que permite comparaciones más fiables entre resultados terapéuticos de series quirúrgicas. Una condición obligada para poder hacer valoraciones fiables de los resultados de la terapéutica quirúrgica del carcinoma broncogénico es que dicha cirugía cumpla una serie de requisitos que permitan poderla considerar como "presuntamente curativa"5. En caso contrario, el efecto curativo de la terapéutica es prácticamente nulo6. Analizando la evolución de la supervivencia de los casos resecados en grandes series, se observa una caída rápida de la supervivencia en los primeros 2 años, generalmente por metástasis a distancia, y una tendencia al aplanamiento de dicha curva a partir del cuarto año, siendo prácticamente plana a partir del quinto año de evolución2-3. Es por esto por lo que se considera que el caso que alcanza los 5 años de supervivencia tiene muchas probabilidades de estar curado, asociándose el concepto de supervivencia a los 5 años con el de curación. Con estas premisas, nos planteamos revisar nuestra casuística de carcinoma broncogénico resecado mediante cirugía "presuntamente curativa", tras la clasificación del estadio de extensión locorregional TNM quirúrgicopatológico de cada caso, con el objetivo de conocer nuestros resultados evolutivos, especialmente los datos de supervivencia a los 5 años, para analizarlos y compararlos con los de la literatura. Material y métodos El material lo constituyen todos los casos intervenidos quirúrgicamente, con un diagnóstico de carcinoma broncogénico en la Unidad de Cirugía Torácica del Hospital Virgen de las Nieves de Granada. El período analizado comprende desde la puesta en funcionamiento de la unidad en septiembre de 1985 hasta finalizar diciembre de 1990. Elegimos este período para recoger sólo los casos intervenidos cinco o más años antes de la fecha de realización del estudio, a fin de poder analizar todo el período evolutivo hasta alcanzar un seguimiento de 60 meses en cada caso, y registrar, en cada uno, los datos de recidiva local o metástasis, muerte por cualquier causa y supervivencia al final del período de seguimiento. El método ha consistido en el estudio retrospectivo de las fichas quirúrgicas de todos los pacientes que han pasado por quirófano con dicho diagnóstico, y de éstos, el estudio de la cirugía practicada, informes de anatomía patológica y datos recogidos en las hojas de evolución del período de estancia hospitalaria postoperatoria y de las revisiones pasadas en consulta extema, tanto de nuestra unidad como de cualquier otro servicio, así como cualquier otro ingreso hospitalario o atención en urgencias que conste en la historia clínica. Los datos recogidos en cada caso incluyen: sexo, edad, estadio TNM quirúrgico-patológico, tipo de resección pulmonar, tipo histológico, mortalidad postoperatoria en los 30 días siguientes a la intervención quirúrgica, datos evolutivos de re19 cidiva local o metástasis, mortalidad de cualquier causa, pérdida de seguimiento y supervivencia a los 60 meses de seguimiento. Realizamos curvas de supervivencia actuarial y cálculo de la misma a los 5 7años con su error estándar, según el método de Kaplan-Meier . Excluimos los casos de mortalidad operatoria y los de evolución desconocida. Aplicamos estos cálculos tanto en la serie global como distribuida por estadios TNM, por tipo de cirugía practicada: neumonectomía, lobectomía o bilobectomía y resección infralobar y por histología: epidermoide frente al conjunto de los otros tipos. Se ha seguido la clasificación histológica recomendada por laOMSen 19818. La clasificación TNM quirúrgico-patológica se ha efectuado en cada caso, tras linfadenectomía sistemática de las áreas mediastínicas homolaterales y de la subcarínica, incluyendo tejido graso periadenopático. Se ha efectuado estudio anatomopatológico sistemático de estas adenopatías, de su cápsula cuando estaban infiltradas, de las adenopatías encontradas por el patólogo en la pieza de resección pulmonar y del borde de resección bronquial. Se han utilizado los criterios de clasificación TNM del estadio de extensión locorregional y de clasificación de la cirugía practicada5como "presuntamente curativa", recomendados por la SEPAR . Resultados Desde septiembre de 1985 hasta finales de diciembre de 1990, se practicaron un total de 944 intervenciones quirúrgicas en nuestra unidad de cirugía de tórax, de las cuales 254 (26,9%) lo fueron con diagnóstico preoperatorio de carcinoma broncogénico; 135 de estas intervenciones fueron resecciones pulmonares y 119 intervenciones de otro tipo: exploraciones quirúrgicas y/o biopsias. De estas últimas, 22 fueron toracotomías exploradoras o para toma de biopsia, 28 mediastinoscopia, 49 mediastinotomía o hilioscopia, 6 biopsia de Daniels, 6 toracoscopias, 5 biopsias de pared torácica y 3 biopsias trasparietales con aguja tru-cut. Ocho mediastinoscopias negativas fueron seguidas de toracotomía, dos exploradoras y seis seguidas de resección pulmonar, 3 mediastinotomías, una toracoscopia y una biopsia de Daniels negativas fueron también seguidas de resección. Por tanto, 11 casos de exploración quirúrgica previa negativa fueron seguidos de resección. De las 135 resecciones pulmonares, el estudio anatomopatológico final y la clasificación por estadio TNM quirúrgico-patológico definitiva eliminaron 20 resecciones como no curativas, quedando un total de 115 casos en los que la cirugía practicada fue considerada como "presuntamente curativa". Datos evolutivos globales La evolución de estos 115 casos ha sido la siguiente: 9 casos de mortalidad postoperatoria, 6 casos de evolución desconocida, 3 casos de evolución incompleta, 53 casos han fallecido antes de los 60 meses de evolución de la resección y 44 viven a los 60 meses de la resección. 373 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 Los 9 casos de mortalidad postoperatoria, definida como la ocurrida en los 30 días siguientes a la resección, suponen un 7,82% del total; cinco han fallecido tras neumonectomía (el 10,41% de las neumonectomías), tres tras lobectomía (5,66%) y uno tras bilobectomía; cinco eran estadio I, dos II y dos Illa. Las causas de mortalidad postoperatoria están expuestas en la tabla I. Seis de los casos que superaron el postoperatorio y fueron dados de alta no acudieron nunca a revisión. Tampoco constan en la historia clínica atención en otra consulta o área de urgencias, ni ingreso hospitalario; por lo que su evolución es totalmente desconocida. Excluidos los casos de mortalidad postoperatoria y los de evolución desconocida, quedan 100 casos de ciTABLAI Mortalidad postoperatoria: causas TABLA II Tipo de resección pulmonar Izquierda 11 29 8 7 Neumonectomía Lobectomía superior Lobectomía inferior Lobectomía media Bilobectomía superior y media Bilobectomía inferior y media Infralobar superior Infralobar inferior 26 5 1 1 3 1 5 53 Total 2 1 40 34 12 1 1 3 3 6 47 100 TABLA III Evolución por tipo de resección pulmonar Total Neumonectomía 40 Lobectomía 47 Bilobectomía 4 Resección infralobar 9 Evolución incompleta Epidermoide Adenocarcinoma Indiferenciado GC: Adenoscamoso Indeterminado GC: grandes células. 374 64 24 7 4 1 1 1 Se llevaron a cabo 40 neumonectomías, 4 bilobectomías, 47 lobectomías, una ampliada a manguito de bronquio principal derecho y 9 resecciones infralobares. Cincuenta y tres resecciones se han practicado sobre el pulmón derecho y 47 en el izquierdo. La exposición más detallada de los tipos de resección se exponen en la tabla II. Los datos evolutivos por tipo de resección pulmonar se exponen en la tabla III, agrupados en los apartados: total de casos (total), casos con datos incompletos de evolución (incompletos), casos fallecidos durante el seguimiento (fallecidos) y casos con supervivencia a los 5 años (supervivencia). Histología Los tipos histológicos encontrados han sido: 64 carcinoma epidermoide, 24 adenocarcinoma, 7 indiferenciado de grandes células, 4 adenoscamoso o mixto y uno indeterminado. Los datos evolutivos por tipo histológico se exponen en la tabla IV, agrupados en los mismos apartados de la tabla III. Estadio TNM 18 21 2 3 TABLA IV Evolución por tipo histológico Evolucién Total incompleta Se estudiaron 93 varones y 7 mujeres, con unas edades comprendidas entre los 33 y 81 años, y una media de 61,9 años. Fallecimiento Supervivencia 22 23 2 6 3 Sexo y edad Tipo de resección pulmonar Tromboembolismo pulmonar Muerte súbita Trombosis mesentérica Shock hipovolémico Barotrauma respirador Insuficiencia respiratoria Derecha rugía "presuntamente curativa" con datos evolutivos sobre un período de 60 meses, en los que vamos a centrar nuestro estudio sobre evolución y supervivencia a los 5 años. Tres casos acudieron a revisión durante 8, 16 y 39 meses, respectivamente, no encontrándoseles signos de recidiva ni metástasis, pero no volvieron más. No se recogen en la historia clínica otras atenciones médicas. Consideramos sus datos evolutivos incompletos pero valorables, incluyéndose en el estudio. Fallecimiento Supervivencia 30 17 1 33 6 3 3 3 1 1 Los estadios TNM quirúrgico-patológicos encontrados han sido: 52 estadio I, 14 II y 34 Illa. La exposición más detallada de los estadios TNM se expone en la tabla V. En 8 casos Illa, 4 T3 y 4 N2, se efectuó terapéutica coadyuvante con radioterapia, asociándose además en uno quimioterapia. Los datos evolutivos por estadio TNM se exponen en la tabla VI, agrupados en los mismos apartados de la tabla III. Fallecidos antes de los 5 años de evolución Del total de 53 casos, 19 lo hicieron durante el primer año, 22 durante el segundo, cuatro durante el tercero, 4 durante el cuarto y 4 durante el quinto; 30 fallecie20 A. CUETO LADRÓN DE GUEVARA ET AL- EVOLUCIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGÉNICO RESECADO: SUPERVIVENCIA A LOS 5 AÑOS. NUESTRA EXPERIENCIA ron por metástasis, 20 por recidiva local, y tres sin signos de recidiva ni metástasis de su neoplasia pulmonar resecada, sino por otra causa (neumonía, segundo primitivo de pulmón y segundo primitivo de riñon, respectivamente). Supervivencia a los 5 años Han sobrevivido 44 casos, 41 varones y 3 mujeres con unas edades entre 33 y 81 años con una media de 60,82 años. La curva de supervivencia actuarial a 5 años de la serie global se expone en la figura 1. La cifra final es del 46,05%, con un error estándar del 0,05%. Por estadios TNM, han sobrevivido 5 años 27 en estadio I, 7 II y 10 Illa (tabla VI). Las curvas correspondientes de supervivencia actuarial a 5 años se exponen en la figura 2, alcanzándose las cifras del 54,9% para el estadio I, 50% para el II y del 32,09% para el Illa, con un error estándar del 0,07, 0,13 y 0,08, respectivamente. TABLA V Estadio TNM Tl-NO-MO 11 T2-NO-MO T1-N1-MO 41 0 T2-N1-MO T1-N2-MO T2-N2-MO 14 0 15 T3-NO-MO T3-N1-MO T3-N2-MO 10 8 1 Total estadio I 52 Total estadio II 14 Total estadio Illa 34 De los 10 casos de estadio Illa con supervivencia a 5 años, seis eran T2-N2, sólo estaban infiltradas una o dos de las adenopatías mediastínicas resecadas. Ninguno recibió terapéutica coadyuvante, 3 casos eran T3-NO, dos por infiltración de pleura parietal, dos recibieron terapéutica coadyuvante, quimio y radioterapia, respectivamente, un caso era T3-N2 y fue tratado con radioterapia coadyuvante. Por tipo de resección han sobrevivido 5 años: 18 con neumonectomía, 21 con lobectomía, una ampliada a manguito de bronquio principal derecho, 2 con bilobectomía, y 3 resecciones infralobares (tabla III). Las curvas de supervivencia actuarial a 5 años por tipo de cirugía se exponen en la figura 3, habiéndose alcanzado unas cifras del 43,59% para las neumonectomías, 50,29% para las lobectomías y bilobectomías, y 33,33% para las resecciones infralobares; con un error estándar del 0,07, 0,07 y 0,15%, respectivamente. Por tipos histológicos han sobrevivido 5 años 33 con carcinoma epidermoide, seis con adenocarcinoma, tres con indiferenciado de grandes células, uno con adenoscamoso o mixto y uno indeterminado (tabla IV). Las curvas de supervivencia actuarial a 5 años del tipo epidermoide frente al conjunto de los otros tipos histológicos se exponen en la figura 4, encontrando unas cifras TABLA VI Evolución por estadios TNM Total 1 II Illa 21 52 14 34 Evolución incompleta 2 1 Fallecimiento 23 7 23 Supervivencia . 27 7 10 375 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 Fig. 4. Supervivencia e histología. del 54,56 y del 33,01%, con un error estándar del 0,06 y 0,08, respectivamente. Dos de los casos de supervivencia a los 5 años tenían recidiva local de su enfermedad, ambos eran estadio I. Otros dos habían desarrollado un segundo primitivo carcinoma de colon y en otro se había desarrollado un segundo primitivo contralateral. Discusión La terapéutica quirúrgica del carcinoma broncogénico constituye una de las principales áreas de actividad de la cirugía torácica, tanto por el volumen de la casuística como por la complejidad y dificultad de su ejecución. Es por tanto obligado en cualquier unidad de cirugía torácica revisar su actividad en este apartado, especialmente en los resultados obtenidos, para analizarla y compararla con la literatura. Nuestras cifras de mortalidad postoperatoria son superiores a la de la mayor parte de las series de la literatura, si bien es sólo ligeramente superior a la recogida recientemente en España por el grupo cooperativo de SEPAR, que es del 6,58%". Una revisión reciente, que recoge una muestra más amplia de nuestra unidad, incluyendo la casuística hasta 1994 inclusive, muestra que habíamos igualado esa cifra, que en esa fecha era también del 6,58%'°. En nuestro país se han recogido cifras recientes entre el 4 y el 8,8%". Las mejores series americanas, que agrupan sólo unidades de elevado nivel de actividad, muestran unas cifras más bajas, del 3,7%12. Una serie americana reciente que recoge casuística de varios hospitales con diferentes niveles de actividad muestra unas cifras de mortalidad postoperatoria del 4,2% para lobectomías y del 11,6% para neumonectomías13, parecidas a las nuestras. En nuestra serie, todas las resecciones infralobares se han indicado por limitaciones funcionales del paciente. Han tenido una mortalidad nula y una pobre supervivencia (tabla III). Se reconoce en la literatura reciente un mayor índice de recidivas locales en los casos de resección infralobar, por lo que sólo se recomienda en casos funcionales límite14. El hecho señalado en nuestra casuística de que la mayoría de los fallecimientos por recidiva de la enferme376 dad ocurren en los primeros 2 años tras la cirugía coincide con la literatura, así como que la mayor parte de las recidivas lo son en forma de metástasis15. Nuestra curva de supervivencia actuarial global a los 5 años (fig. 1) y la cifra global final del 46,5%, con significación estadística, nos parece muy satisfactoria y comparable a las mejores series de la literatura16'17. Aunque del estadio I se han publicado series muy reducidas y seleccionadas, con supervivencias a 5 años del 80 y 62% para Tí y T2, respectivamente'8, la mayoría de las mismas recogen cifras inferiores, próximas al 50-60%17'19. Nuestra cifra del 54,9% estaría dentro de esta últimas. En estadio II las cifras más representativas de las grandes series oscilan entre el 29 y el 39%'7'20. Nuestra cifra del 50% es aún mejor, si bien, al tratarse de una subserie de sólo 17 casos, su significación estadística es baja. Se distingue un mejor pronóstico si sólo se afecta un ganglio20. Dentro del estadio Illa se recogen cifras de supervivencia a 5 años muy dispares dentro de una misma serie entre los N2 y los T3 no N2, con mejor pronóstico para estos últimos2. Nuestra cifra de supervivencia actuarial a 5 años del 32,09% (fig. 2) es de las mejores, con un error estándar del 0,08, muy próximo a la significación estadística. Dentro del T3-NO se recogen cifras distintas de supervivencia a 5 años entre los casos con infiltración de pared costal y pericardio (43%), que con infiltración de pleura mediastínica (34%)21; y generalmente mejores que en casos de N2, una de cuyas mejores series recoge un 28% de supervivencia a 5 años22. Los casos de estadio Illa están repartidos casi por igual entre los N2 y T3 (tabla V). Los resultados de supervivencia (tabla VI; fig. 2) difieren de la literatura al ser mejores en N2 que en T3. Al tratarse de una serie poco numerosa, si la dividimos entre T3 y N2, la significación estadística de ambas subseries es muy escasa y poco valorable. Resaltamos que los 6 casos T2-N2 con supervivencia a 5 años sólo tenían infiltrada una o dos adenopatías, de una sola estación mediastínica. Estos casos están reconocidos como los de mejor pronóstico22. Nuestros datos de supervivencia por tipo de cirugía e histología coinciden con la literatura en el mejor pronóstico de los casos que han podido ser resecados por lobectomía o bilobectomía (fig. 3) y tipo histológico epidermoide (fig. 4). Conclusión Nuestros resultados evolutivos de los casos de carcinoma broncogénico resecado son comparables a los de la literatura, siendo la cifra de supervivencia actuarial a 5 años de la serie global similar a la de las mejores series. BIBLIOGRAFÍA 1. Hyde L. WolfJ, McCracken S, Yesner R. Natural course of inoperable lung cáncer. Chest 1973; 64: 309-312. 2. Mountain CF. A new intemational staging system for lung cáncer. Chest 1986; 89 (Supi): 225-233. 22 A. CUETO LADRÓN DE GUEVARA ET AL- EVOLUCIÓN DEL CARCINOMA BRONCOGÉNICO RESECADO: SUPERVIVENCIA A LOS 5 AÑOS. NUESTRA EXPERIENCIA 3. Hilsenbeck SG, Raub WA, Sridhar KS. Prognostic factors in lung cáncer based on multivariate analysis. Am J Clin Oncol 1993; 16: 301-309. 4. López Encuentra A. Clasificación anatómica del tumor y clasificación clínica del paciente. Decisiones individualizadas en situación clínica desfavorable. Ponencia. "Abordaje multidisciplinario del tratamiento del cáncer de pulmón". Lisboa: 1,° Congreso Luso Español de Neumología, 1989. 5. Grupo de trabajo de la SEPAR sobre carcinoma broncogénico. Normativa sobre nomenclatura y clasificación del carcinoma broncogénico. Barcelona: Ediciones Doyma S.A., 1986. 6. Shields TW. Surgical treatment of non-small cell bronchial carcinoma. En: Shields TW, editor. General thoracic surgery (4.a ed.). Baltimore: Williams and Wiikins, 1994; 1.168-1.169. 7. Kaplan EL, Meier P. Non parametric estimation from incomplete observations. J Am Stat Assoc 1958; 53: 457-481. 8. Worid Health Organization. Histologic typing of lung cáncer (2.'' ed.). Ginebra: OMS, 1981. 9. Grupo Cooperativo de Carcinoma Broncogénico de SEPAR. 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El grupo control (GC) lo integraban 92 pacientes ingresados en el hospital, no expuestos al monóxido de carbono. De los 104 pacientes el 74,1% eran varones y la edad media fue de 72,33 (rango de 17 a 97 años); el 57,9% vivían en habitat rural. La media de la COHb del GC era de 1,53 ± 0,7%, la del grupo de invierno 3,18 ± 2,32% (p = 0,005), con diferencia al grupo de verano de 1,94 ± 0,96% (p = 0,01). El 39% utilizaban, como calefacción, brasero de cisco. Su COHb media fue 4,63 ± 2,87%, frente al 23,7% con calefacción central, cuya COHb fue 2,15 ± 0,89% (p < 0,001). La saturación obtenida por pulsioximetría (SpHb) se sobreestimó con respecto a la oxihemoglobina de la cooximetría (OxiHb): 87,12 ± 6 y 83,3 ± 8%, respectivamente (p < 0,001). Las altas concentraciones de COHb se relacionan con la exposición crónica al brasero de cisco. En estos casos el pulsioxímetro sobreestima la SpHb frente a la OxiHb. Carboxyhemoglobin levéis and home heating systems To study Carboxyhemoglobin levéis (HbCO) associated with use of different types of home heating and to evalúate the usefulness of measuring hemoglobin oxygen saturation. Nonsmoking patients with chronic respiratory insufficiency who were initially prescribed home oxygen therapy were enrolled in the study. One hundred four patients were studied in winter and summer (when heating was not used). The control group consisted of 92 hospitalized patients not exposed to carbón monoxide. Of the 104 patients 74.1% were men. Mean age was 72.33 (range 17 to 97 yeas) and 57.9% lived in rural áreas. Mean HbCO in the control group was 1.53 ± 0.96% (p = 0.01). Among the 39% who burned slack coal for heat, the mean HbCO was 4.63 ± 2.87%. The 23.7% with central heating had HbCO levéis of2.15 ± 0.87% (p < 0.0001). Pulse oximetry (Sp0¡) estimated higher hemoglobin oxygen than direct measurainent (Sa0¡): 87.12 ± 6% and 83.3 ± 8%, respectively (p < 0.001). High HbCO concentrations are related to chronic exposure to slack coal fumes. Pulse oxymetry, as opposed to Sa0¡, overestimates hemoglobin oxygen saturation in such cases. Palabras clave: Carboxihemoglobina. Cooximetría. Pulsioximetría. Calefacción. Insuficiencia respiratoria crónica. Arch Bronconeumol 1997; 33: 378-383 Introducción El monóxido de carbono (CO) es un gas que se produce como resultado de la combustión incompleta de la materia orgánica. Tiene una afinidad por la hemoglobina 250 veces superior al oxígeno' y se une a ella formando carboxihemoglobina (COHb). Este hecho tiene mayor importancia y adquiere relevancia clínica en pacientes con insuficiencia respiratoria crónica que tienen Correspondencia: Dr. J.M. González Ruiz. Arcediano, 7. 37008 Salamanca. Recibido: 23-9-96; aceptado para su publicación: 4-2-97. 378 Key words: Carboxyhemoglobin. Oximetry. Pulse oximetry. Heating. Chronic respiratory insufficiency. hipoxemia y sufren más fácilmente hipoxia tisular al desplazar el oxígeno de la oxihemoglobina (OxiHb). Los valores de COHb en sangre, generalmente aceptados, en población no fumadora ni expuesta al CO, son inferiores al 2%2'6. Hasta la actualidad su principal utilidad clínica ha sido su uso en el control y seguimiento de pacientes fumadores como monitorización del hábito tabáquico. El cisco es un sistema de calefacción que consiste en quemar lentamente el residuo que resulta de la combustión incompleta de trozos de madera, carbón, ramas de árboles, piñones y otras sustancias vegetales7. Dicho residuo se deposita en un recipiente metálico (brasero) situado generalmente debajo de una mesa, cubierta por 24 J.M. GONZÁLEZ RUIZ ET AL- NIVELES DE CARBOXIHEMOGLOBINA EN RELACIÓN CON LA CALEFACCIÓN DOMÉSTICA un paño, permaneciendo en la habitación más frecuentada del domicilio (fig. 1). A pesar de que en el área geográfica de Castilla-León el uso del brasero de cisco como sistema de calefacción es frecuente, produciendo intoxicaciones agudas por CO, no suelen publicarse trabajos acerca de la intoxicación crónica por CO. Nuestros objetivos fueron: a) determinar la relación existente entre las concentraciones de COHb y los tipos de calefacción utilizados en una población hipoxémica no fumadora, y b) valorar la utilidad de la OxiHb y COHb medidas por el analizador de gases y por el pulsioxímetro en el seguimiento de los pacientes hipoxémicos en dicho marco geográfico. Metodología Pacientes El estudio se realizó en pacientes incluidos en un programa de oxigenoterapia domiciliaria (OD) en el área de salud de Salamanca. Fueron seleccionados por muestreo aleatorio simple durante 1993-1995. Se eligieron un total de 117 enfermos durante los meses de otoño e invierno, cuando precisaban la utilización de calefacción. Los pacientes eran remitidos a nuestra consulta para valorar la indicación de OD. A todos los enfermos y a los familiares que les acompañaban se les realizó una encuesta estandarizada, donde se registraron los datos de filiación, habitat, sistemas de calefacción, tabaquismo, sintomatología y seguimiento de la OD. Después de la primera consulta se les emplazaba a la siguiente recomendándoles la retirada de la calefacción. Los criterios de inclusión en el estudio fueron: pacientes remitidos a nuestra consulta de OD, durante los meses de invierno y otoño, que emplearan algún tipo de calefacción doméstica, que no fumaran actualmente ni estuvieran expuestos al humo del tabaco. Se excluyeron del estudio los pacientes fumadores o expuestos de alguna forma al humo del tabaco durante varias horas al día (fumadores pasivos) y los que padecían anemia o fiebre en el momento de la extracción sanguínea. También se excluyeron los enfermos que cambiaban habitualmente de domicilio durante las diferentes estaciones del año. Se les realizaron un hemograma y una gasometría basal por punción en la arteria radial y se repitió la misma, tras media hora de oxigenoterapia con gafas nasales al flujo de O; que venían realizando en su domicilio. La determinación se realizó entre las 9.00 y las 11.00 h en el hospital. Para la realización del estudio incluimos 104 pacientes, no fumadores, del grupo de OD, excluyendo 13 que reconocían seguir fumando ocasionalmente o frecuentar ambientes cargados de humo. Estos 104 pacientes fueron controlados también en verano (cuando no tenían calefacción) en una segunda visita. El grupo control (GC) lo integraron 92 pacientes, no fumadores, ingresados en el hospital (Servicio de Medicina Interna) durante más de 72 h, período teóricamente superior al lavado del CO. Métodos Para la determinación de los parámetros gasométricos arteriales se empleó el cooxímetro Instrumentation Laboratory (IL-482), midiéndose las fracciones de la hemoglobina (Hb) por espectrofotometría. También se empleó para la saturación de la oxihemoglobina (SpHb) el pulsioxímetro digital Minolta Pulsox-7. En el análisis estadístico se usó la t de Student y tests no paramétricos cuando la muestra no seguía una distribución normal, para comparación de medias, así como correlación y regresión simples. Se tomaron valores significativos para p < 0,05. Resultados El GC lo constituyeron 92 pacientes ingresados por diversas patologías: 38, enfermedad pulmonar obstructi- TABLAI Parámetros generales N.° Edad (años) PaO, (mmHg/ Kpa) Control 92 70,4 ± 1 3 Invierno 104 72,33 ± 9,9 Verano 104 72,78 ± 9,2 65,6 ± 1 2 (8,72 ±1,6) 54,1 ± 12 (7,19 ±1,6) 53,09 ± 10 (7,06 ± 1,3) Grupos PaCO, (mmHg/ Kpa) 42,1 ± 8,8 (5,6 ±1,2) 46,4 ± 7,9 (6,17 ±1,1) 47,49 ± 8,3 (6,3 ± 1,1) Hb (g/1) 13 ± 4 14,2 ± 4,3 15,5 ±1,7 p50 (mmHg/ Kpa) 25,10 ±1,2 (3,3 ± 0,16) 25,22 ±1,7 (3,35 ±0,22) 25,5 ±1,8 (3,39 ± 0,23) MetHb (%) 0,7 ± 0,2 0,82 ±0,25 0,74 ±0,15 Valores medios ± desviaciones típicas. PaO,, PaCO;; presiones arteriales parciales de los gases; Hb: hemoglobina; p50: pa0¡ al 50% saturación de Hb. OxiHb: oxihemoglobina; COHb: carboxihemoglobina; SpHb; saturación de oxihemoglobina por pulsioximetría. 25 379 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NUM 8, 1997 va crónica (EPOC), 8 insuficiencia cardíaca, 13 neoplasias y 33 patologías múltiples. Los parámetros gasométricos de estos pacientes se recogen en la tabla I y las saturaciones de la hemoglobina en la tabla II, observándose una cifra normal de COHb. No se realizó medición con pulsioxímetro. El grupo objeto de estudio lo constituyen 104 pacientes, con enfermedades variadas: 66 EPOC, 8 con asma crónica, 4 bronquiectasias, 3 cifoscoliosis y 2 enfermedades neuromusculares. El 74,1% eran varones y el 25,9% mujeres, con una edad media de 72,33 (rango de 17 a 97) años. Presentaban insuficiencia respiratoria (tabla I) destacando en el grupo estudiado en invierno la elevación de la COHb (3,18 ± 2,32%) frente al grupo estudiado en verano que presentaba valores normales (1,94 ± 0,96%); esta diferencia fue significativa (p = 0,01), tal como recoge la tabla II. Así mismo, las cifras de la oxihemoglobina determinadas por pulsioximetría (SpHb = 87,12 ± 6%) se encuentran sobreestimadas en relación a la oxihemoglobina real del cooxímetro (OxiHb = 83,3 ± 8%), existiendo una diferencia significativa (p < 0,001). El 71% de los casos remitidos a la consulta cumplían las indicaciones de OD de la SEPAR8 por lo que siguieron con este tratamiento, retirándosele al resto. Los valores de estos 74 enfermos que recibían OD, correspondientes al flujo, tiempo de Oy niveles de COHb y OxiHb, se incluyen en la tabla III. Los sistemas de calefacción y sus niveles de COHb y OxiHb se recogen en la tabla IV, donde sólo se observa aumento significativo de la COHb en los expuestos al brasero de cisco, respecto a los que utilizan otros sistemas de calefacción y al grupo estudiado en verano (sin calefacción alguna). El tiempo de exposición al brasero de cisco no se recogió en su totalidad, aunque en todos tenía una exposición superior a las 4 h al día. Entre las características demográficas de los pacientes se observa que el 57,9% vivían en un habitat rural, frente al 42,1 % en la ciudad. En la figura 2 se observa que los valores de la COHb para el global de los pacientes fueron significativamente más altos en el grupo de invierno que en el de verano (p = 0,001). Mientras que si se analizan las diferencias entre habitat (urbano y rural) con respecto a la misma estación del año, las diferencias no eran significativas. Es decir, la COHb en invierno fue de 2,6 ± 1,2% frente a 3,4 ± 2,6% (p = 0,03) y en verano 1,88 ± 1 frente a 1,91 ± 0,85% (p = 0,16, no significativo). En este grupo de verano se observaron cifras de COHb superior al 2% en el 25% de los casos. Entre los enfermos que vivían en habitat urbano las cifras de COHb en el grupo de invierno eran superiores significativamente a las del verano. También de forma similar sucedía lo mismo en los de habitat rural (fig. 2). Se obtuvo una correlación significativa positiva entre la SpHb y la OxiHb, ajustándose la regresión a una cur- TABLA II Saturaciones de la hemoglobina Grupos N.° COHb (%) COHb (rango) (%) Control Invierno Verano 92 104 104 1,53 ±0,7 3,18 ± 2,32 1,94 ±0,96 0,3-3,3 0,20-13,2 0,4-6,6 OxiHb (%) 89 ±9,1 83,3 ± 8 83,65 ± 6,3 SpHb (%) 87,12 ± 6 85,35 ± 4,9 Valores medios ± desviaciones típicas. OxiHb: oxihemoglobina; COHb; carboxihemoglobina; SpHb: saturación de oxihemoglobina por pulsioximetrfii. 380 26 J.M. GONZÁLEZ RUIZ ET AL- NIVELES DE CARBOXIHEMOGLOBINA EN RELACIÓN CON LA CALEFACCIÓN DOMÉSTICA va logarítmica (y = 87 -3,350. Log 104. x; r = 0,87; p < 0,001), recogida en la figura 3. También existió una correlación significativa negativa entre la COHb y OxiHb (y = -130 + 49,3. Log 104. x; r = -0,26; p = 0,001) que se recoge en la figura 4, donde se expresan los valores acotados a cifras de OxiHb superiores al 60% para disminuir la dispersión de los datos. Sin embargo, entre la TABLA III Grupo de oxigenoterapia domiciliaria (n = 74) Parámetros Medias DT Valor mínimo Valor máximo Flujo de 0, (1/min) Tiempo de OD (h/día) COHbbasal(%) COHb con 0¡(%) OxiHb basal (%) OxiHb con 0, (%) SpHb basal (%) SpHb con 0,(%) 1,85 15,58 3,18 3,69 83,43 89,50 87,19 93,08 0,52 3,76 2,32 2,46 8,0 4,97 6,21 3,88 1,0 3 0,20 0,10 45,6 63,7 51 74 4,0 24 13,20 12,60 95,20 97,30 97 99,10 Valores medios y desviaciones típicas (DT). OD: oxigenoterapia domiciliaria; COHb: carboxihemoglobina; OxiHb: oxihemoglobina; SpHb: saturación de la hemoglobina con pulsioxímetro. COHb y la SpHb no se obtuvo correlación significativa (r = 0,02; p = 0,7). Discusión Nuestros hallazgos sugieren que, en la población estudiada, los niveles elevados de COHb, en no fumadores, se relacionan con la exposición al brasero de cisco como forma de calefacción doméstica. En el GC, de pacientes hospitalizados, los niveles de COHb (1,53 ± 0,7%) fueron semejantes a los recogidos en la literatura y referidos a no fumadores de habitat urbano5. La clasificación en fumadores y no fumadores se realizó por métodos indirectos (entrevista). Por ello puede caber razonablemente la duda de que pacientes y familiares engañaran al respecto por temor a la posible retirada del oxígeno por ser fumadores. Creemos que esa posibilidad es mínima, dado que en el grupo con determinaciones en verano las cifras de COHb se normalizaron con respecto al grupo de invierno. Sólo la utilización de métodos directos, como la determinación de cotinina en orina, hubiera podido descartar con certeza a los TABLA IV Sistemas de calefacción y saturación de la hemoglobina Sistemas de calefacción Grupo de invierno Brasero de cisco Chimenea sólo Gas Eléctrico y gas central Grupo de verano N.-(%) 104 41(39) 2(1,1) 6(6,2) 310(29) 25(23,7) 104 COHb(%) (medias ± DT) Valor de p (en relación al brasero de cisco) Valor de p (en relación al grupo de verano) 3,18±2,3 4,63 ± 2,87 1,2 ±0,1 1,72 ±0,79 2,49 ±1,39 2,15 ±0,89 1,94 ±0,96 0,05* 0,001* < 0,001* <0,001* 0,01** 0,001** 0,01** 0,2* 0,3* 0,16* 0,37* Valores medios ± desviaciones típicas (DT). COHb: carboxihemoglobina; *tests no paramétricos (Mann-Whitney); **t de Student. 27 381 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 pacientes fumadores, pero la imposibilidad práctica de realizar esta técnica impidió su uso en el estudio, motivo por el que decidimos realizar las determinaciones también en los meses de verano, obviando así la influencia de la calefacción. En nuestro estudio destaca el alto porcentaje de población rural (57,9%), de los cuales 41% (73) usaban regularmente calefacción con brasero de cisco. Desde la exposición al brasero hasta la determinación gasométrica transcurrieron en todos los casos más de 8 h (correspondientes al período nocturno y al traslado hasta el hospital). Es bien conocido que la vida media de la COHb, respirando aire ambiente, es inferior a 6 h9 y habitualmente de 2 a 4 h, dependiendo del nivel de ventilación6. Por esa razón sería de esperar que los niveles de COHb obtenidos en el propio habitat de los pacientes fueran muy superiores. El tiempo de exposición al brasero de cisco fue variable para cada paciente y por ello difícilmente estandarizable, aunque en todos los casos fue superior a 4 h. Sería interesante por ello determinar el CO espirado en posteriores estudios pues ayudaría a conocer el nivel de ventilación del aire dentro del domicilio u otras fuentes contaminantes de CO (cocina o automóviles) que en el presente estudio no se han tenido en cuenta. Por esta razón, quizá nos cuesta explicar las cifras relativamente elevadas de COHb en el grupo de verano en comparación con el control, si bien las diferencias no eran significativas (tabla II). Como recoge la figura 2 los niveles de COHb son significativamente más altos en pacientes de habitat rural y está en relación con el uso de braseros de cisco, ya que en el verano esta relación desaparece, volviendo a cifras normales. Las otras formas de calefacción se relacionan con cifras discretamente más elevadas que en el grupo de verano (tabla IV), que llegan a tener diferencias significativas en los pacientes de habitat urbano (fig- 2). En nuestro medio el brasero de cisco como forma de calefacción está muy arraigada en la población rural anciana y resulta difícil de cambiar, pues su coste es mínimo y su eficacia calórica alta cuando la vida es sedentaria y confinada a una sola habitación. Esta observación es asumida habitualmente por el médico restándole importancia, porque en general los pacientes no refieren síntomas relacionados con intoxicación por CO, salvo en intoxicaciones agudas que en nuestro medio, sólo ocasionalmente, hemos encontrado publicadas en relación al uso del brasero10. Existen publicaciones acerca de la dificultad de reconocer las principales manifestaciones clínicas de estas intoxicaciones crónicas, denominándolas incluso como "epidemias ocultas"10, sobre todo en los meses de invierno"'16. Es un hecho, como señalan Jackson y Menges en los EE.UU.17, que no resulta fácil reconocer los ambientes polucionados, tanto domésticos como laborales o recreativos. En estas circunstancias, la medición de COHb resulta de mucha utilidad. Aun en las intoxicaciones agudas cifras de hasta el 10% de COHb suelen pasar inadvertidas por asintomáticas. Por encima del 10% suele aparecer cefalea y cifras del 20% se relacionan con vómitos, náuseas y disnea14. 382 Es común en las intoxicaciones mantenidas que a veces los síntomas se atribuyan a infecciones seudogripales, intoxicaciones por alimentos, depresiones o enfermedades psicosomáticas13'18. En los enfermos de nuestra casuística el 15,8% tenían cifras de COHb superiores al 10% con un rango de 0,20 a 13,2%. De forma ocasional los pacientes referían en la anamnesis dirigida cefalea o molestias inespecíficas. Sin embargo, no se puede minimizar la importancia de esta intoxicación crónica, especialmente en pacientes ancianos, con insuficiencia respiratoria, que parten ya de cifras de oxihemoglobina tan bajas como 82,8 ± 9,1%, en nuestro estudio. El resultado presumible es la hipoxia tisular crónica que puede producir incluso alteraciones neurológicas y errores diagnósticos importantes19, así como afectación de los músculos respiratorios especialmente en estos pacientes con EPOC6. En el grupo estudiado en invierno los valores de hemoglobina, p50 y metahemoglobina eran normales. Esto indica que la curva de la hemoglobina no presentaba desviación hacia la izquierda como puede verse en las intoxicaciones agudas por CO20. La saturación medida por pulsioxímetro (SpHb) en este grupo era significativamente mayor que la obtenida por el cooxímetro (87,12 ± 6% frente a 83,3 ± 8%) como se recoge en la tabla II. Sin embargo, en el grupo de verano la diferencia entre ambas no fue significativa (85,35 ± 4,9% y 83,65 ± 6,3%, respectivamente). Esta diferencia estaría relacionada con las cifras elevadas de COHb, observación que ha sido relatada por otros autores'8, quienes describen en su serie una gran sobreestimación de la SpHb frente a la OxiHb (media de 17,8 ± 11,1%), en intoxicaciones con cifras de COHb del 17,4 ± 11,6%. Por lo tanto, el pulsioxímetro sobrevalora la oxihemoglobina en estas circunstancias, pudiendo enmascarar hipoxias no sospechadas y disminuyendo su utilidad para el control de la oxigenoterapia en estos pacientes. En nuestro estudio esta afirmación es apoyada, indirectamente, por las correlaciones obtenidas. Así, mientras entre la OxiHb y la SpHb se obtenía una correlación positiva, ésta era negativa entre la OxiHb y la COHb para desaparecer entre la COHb y la SpHb (figs. 3 y 4). Esto sugeriría que las cifras de SpHb estarían artefáctadas, aunque mantendrían una buena correlación con la OxiHb. En definitiva, remarcamos que la anamnesis en los pacientes con enfermedades respiratorias crónicas debe incluir también las fuentes domésticas de emisión de CO, especialmente el brasero de cisco. Sería un error atribuir a estos pacientes con insuficiencia respiratoria la elevación de COHb al tabaquismo cuando en realidad hay otras fuentes domésticas contaminantes y potencialmente evitables, que deben ser tenidas en cuenta. BIBLIOGRAFÍA 1. Aronow WS, 0'Donohue WJ. Carboxyhemoglobin levéis in banked blood. Chest 1985; 87: 498-499. 2. Steward RD, Baretta ED, Platte LR. Carboxyhemoglobin levéis in american blood donors. JAMA 1974; 9: 1.187-1.195. 28 J.M. GONZÁLEZ RUIZ ET AL- NIVELES DE CARBOXIHEMOGLOBINA EN RELACIÓN CON LA CALEFACCIÓN DOMÉSTICA 3. McTumer JA, McNicol MW, Sillett RW. Distribución of carboxyhaemoglobin concentrations in smokers and non-smokers. Thorax 1986,41:25-27. 4. Behera D, Dash S, Yadaav SP. Carboxyhaemoglobin in women exposed to different coking fuels. Thorax 1991; 46: 344-346. 5. Casan P, Miralda RM, Sanchís J. Concentración de carboxihemoglobina (COHb) en una población urbana de pacientes no fumadores. Archiv Bronconeumol 1994; 30: 517-518. 6. Health effects of outdoor air pollution. State of the Art (part 2). Am J Respir Crit Care Med 1996; 153: 447-498. 7. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Madrid: Espasa Calpe, 1912; 13:470. 8. Sánchez Agudo L. Recomendaciones SEPAR. Normativa para la indicación y empleo de la oxigenoterapia continua domiciliaria (OCD). Arch Bronconeumol 1989; 25: 306-313. 9. Kindall EP. Carbón monoxide poisoning treated with hyperbaric oxygen. 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La infección por Strongyloides stercoralis, casi desconocida en nuestro país hasta hace pocos años, ha demostrado ser una infección autóctona no infrecuente en algunas áreas geográficas. En el aparato respiratorio puede cursar con crisis de broncospasmo que dificulta su sospecha diagnóstica, especialmente en pacientes con una enfermedad bronquial subyacente. Con objeto de valorar si la curación de esta infección se acompaña de una mejoría clínica y funcional en pacientes con una obstrucción bronquial, hemos estudiado de forma evolutiva a 22 sujetos infectados por S. stercoralis: 11 sin enfermedad broncopulmonar y 11 con una obstrucción crónica al flujo aéreo o asma. Se valoraron el grado de eosinofliia, niveles séricos de IgE total, síntomas respiratorios, dosis de esteroides y espirometría en ambos grupos, tanto en el momento del diagnóstico de la infección como a los 4 meses de su curación. En el control evolutivo se objetivó un descenso significativo del porcentaje de eosinófilos (16% frente a 5%) e IgE (1.600 U/ml frente a 770) en ambos grupos, y una disminución del número de crisis de broncospasmo y de las necesidades diarias de esferoides en el grupo con patología bronquial. Sin embargo, los parámetros espirométricos no evidenciaron cambios significativos. La mejoría en los síntomas respiratorios, en los parámetros biológicos y en las necesidades de medicación, aun cuando no se acompañó de una mejoría funcional de la obstrucción bronquial, nos hace sugerir una disminución en el componente inflamatorio de la vía aérea tras su curación. Infection by Strongyloides stercoralis in patients with obstructive bronchial disease Strongyloides stercoralis infection was hardiy seen in Spain until a few years ago but has recently been shown to be fairly common in some geographic áreas. In the respiratory tract this germ can cause acute bronchospasms that make diagnosis difficult, particulary in patients with underlying bronchial disease. To determine if curing S. stercoralis infection is accompanied by clinical and functional improvement in patients with bronchial obstruction, we studied the evolution of 22 infected patients: 11 with no bronchopulmonary disease and 11 with chronic airway obstruction or asthma. The following variables were assessed in both groups at the moment of diagnosis of infection and four months after cure: levéis of eosinophils and total serum IgE, respiratory symptoms, steroid doses and spirometric parameters. After four months we observed a significant decrease in eosinophil (16 versus 5%) and IgE (1,600 versus 770 lü/ml) levéis in both groups. The number of bronchospasms and daily steroid doses required decreased in the group with bronchial disease. No significant differences were seen in spirometric parameters, however. The improvement in respiratory symptoms, blood parameters and need for medication leads us to believe that airway inflammation decreases after the infection has been eradicated, in spite of the lack of improvement in bronchial obstruction Palabras clave: Strongyloides stercoralis. Eosinofilia. Obstrucción crónica al flujo aéreo. Asma. Arch Bronconeumol 1997; 33: 384-388 Introducción Strongyloides stercoralis es un parásito intestinal endémico en países de clima tropical y subtropical donde las características climáticas de calor y humedad favorecen su supervivencia en la tierra'. En nuestro país se Correspondencia: Dra. M.J. Cremades Romero. Servicio de Neumología. Hospital Universitario La Fe. Avda. de Campanar, 21. 46021 Valencia. Recibido: 19-11-96; aceptado para su publicación: 18-2-97. 384 Key words: Strongyloides stercoralis. Eosinophilia. Chronic airway obstruction. Asthma. han publicado casos aislados en diversos puntos de la geografía española2'5, e incluso ha demostrado ser una infección autóctona no infrecuente en algunas zonas de la Comunidad Valenciana6. En la mayoría de los pacientes la infección crónica por S. stercoralis provoca una eosinofilia y presenta una evolución clínica asintomática, pero puede causar síntomas digestivos, cutáneos y/o respiratorios inespecífícos y de carácter leve'. Sin embargo, en pacientes con hiperreactividad bronquial la sospecha clínica de esta infección puede resultar especialmente difícil, dado que los 30 M.J. CREMADES ROMERO ET AL- INFECCIÓN POR STRONGYL01DES STERCORALIS EN PACIENTES CON PATOLOGÍA BRONQUIAL OBSTRUCTIVA síntomas respiratorios de la estrongiloidiasis pueden quedar enmascarados por la propia enfermedad bronquial de base. En este sentido, algunos autores han sugerido que el tratamiento específico del parásito podría mejorar el cuadro respiratorio de estos pacientes, especialmente cuando la infección se manifiesta como un broncospasmo3'7-8. Con objeto de valorar si la curación de esta infección se acompaña de una mejoría clínica y funcional en pacientes con una obstrucción crónica al flujo aéreo (OCFA) y asma, hemos estudiado de forma evolutiva diversos parámetros clínicos, bioquímicos y funcionales, tanto en el momento del diagnóstico como a los 4 meses de la curación de la infección. Además, se estudió otro grupo de pacientes con infección por S. stercoralis sin sintomatología respiratoria ni enfermedad broncopulmonar previa. Pacientes y método Se diseñó un estudio prospectivo observacional y de tipo longitudinal durante un período de tiempo de 13 meses (desde abril de 1994 hasta junio de 1995) desde las consultas externas de neumología y medicina interna del Hospital Comarcal Francesc de Borja de Gandía (Valencia). La búsqueda de pacientes infectados por 5'. stercoralis, tanto en sujetos asintomáticos como en pacientes con OCFA o asma, se realizó según la presencia de una eosinofilia en sangre (> 600 eosinófilos por mm3 y/o > 5% de eosinófilos), al ser uno de los hallazgos más habituales de esta infección. Se les realizó un estudio parasitario de heces y se incluyeron aquellos en los que se demostró la presencia del parásito. Finalmente, el estudio quedó constituido por 22 pacientes infectados. Un primer grupo (grupo A) lo formaban 11 pacientes en los que se excluyó una enfermedad broncopulmonar mediante una anamnesis, exploración física, radiología de tórax y espirometría. Un segundo grupo (grupo B) lo constituían 8 pacientes diagnosticados de una OCFA según la normativa SEPAR9'10 y tres que cumplían criterios de asma bronquial". A todos los pacientes se les aplicó un protocolo en el momento del diagnóstico, y antes de iniciar el tratamiento con tiabendazol, que incluyó datos clínicos, analíticos, funcionales, radiológicos y microbiológicos, que se repitió a los 4 meses de la curación de la infección. Los datos clínicos incluyeron una anamnesis completa con antecedentes personales, hábito tabáquico, sintomatología respiratoria, tratamiento broncodilatador y esferoide y una exploración física. Los datos analíticos y radiológicos investigados fueron: hemograma con recuento total y porcentual de eosinófilos, bioquímica habitual, velocidad de sedimentación globular (VSG), niveles séricos de IgE total (U/ml) y radiología de tórax. La exploración funcional respiratoria incluyó una espirometría con un test broncodilatador (TBD). Se utilizó para ello un espirómetro seco PFT Teorizon System (Sanro Sensormedics) y para su realización se siguieron las recomendaciones de la SEPAR12. En la realización del TBD se utilizaron 600 u.g de salbutamol y se consideró positivo cuando se detectó un incremento en el FEV1 > 12% calculado en relación al teórico de referencia13. El estudio microbiológico incluyó un estudio seriado de tres muestras recientes de heces que fueron procesadas inmediatamente tras su entrega en el servicio de microbiología, mediante un estudio directo y un cultivo. El examen directo se realizó en un mínimo de tres portas con una suspensión de tres gotas de heces y suero fisiológico. Posteriormente, se in31 cubó la muestra en un medio de Agar durante 7 días. El parásito se identificó por los surcos provocados por las larvas durante su emigración desde la muestra de heces a la superficie del medio de cultivo. El tratamiento se realizó con tiabendazol a dosis de 25 mg/kg/día en dos tomas durante 3 días. La curación de la infección se confirmó mediante el examen de heces en tres muestras seriadas negativas. Posteriormente, se realizó un control evolutivo a los 4 meses de la curación de la infección repitiendo el mismo protocolo. Para el análisis estadístico se aplicó un test de Kolmogorow-Smirnov para comprobar si las variables se ajustaban a una distribución normal. Se aplicó un test estadístico no paramétrico para la eosinofilia y los niveles de IgE dado que no presentaban una distribución normal, y un test paramétrico para los parámetros funcionales respiratorios. De igual forma, el estudio comparativo de las variables antes y a los 4 meses del tratamiento se realizó mediante un test t de Wilcoxon, y la comparación entre los dos grupos del estudio mediante un test de Kruskal-WaIlis. Resultados Características generales El grupo A estaba constituido por 7 varones y 4 mujeres en los que se descartó patología broncopulmonar, con una edad media de 67 ± 5 años (rango: 60 y 74) de los cuales uno era fumador, cuatro ex fumadores y seis no fumadores. El grupo B lo constituían 9 varones y 2 mujeres con una edad media de 66 ± 5 (rango: 57 y 77) de los cuales cinco eran fumadores de cigarrillos, cuatro ex fumadores (al menos durante un año) y dos no fumadores. No hubo diferencias significativas entre ambos grupos respecto a la edad. Resultados clínicos En el grupo A, ninguno de los pacientes presentaba síntomas respiratorios, si bien 10 referían diversos síntomas digestivos y cutáneos atribuibles a la infección como: meteorismo (6), prurito anal (4), prurito cutáneo (4), pirosis (4), epigastralgia (2), náuseas (1), diarrea (2) y urticaria (1). En el grupo B, 2 pacientes no presentaban sintomatología respiratoria y nueve referían síntomas como: crisis repetidas de broncospasmo (7), hipersecreción bronquial crónica (5) y un paciente disnea a esfuerzos moderados como único síntoma. Las manifestaciones extrapulmonares en este grupo fueron: meteorismo (4), prurito anal (4), prurito cutáneo (3), pirosis (3), epigastralgia (3), náuseas y/o vómitos (2), exantema cutáneo (2) y diarrea (1). En el momento del diagnóstico de la infección, 3 pacientes llevaban medicación con broncodilatadores y esferoides inhalados, tres precisaban además esferoides por vía oral y el resto no requería medicación para su patología bronquial. En el control a los 4 meses, en cinco (71%) de los 7 pacientes con episodios de broncospasmo se observó una remisión de las crisis que se acompañó de una reducción en las necesidades del tratamiento broncodilatador y antiinflamatorio. De éstos, 3 pacientes habían suspendido los esferoides inhalados y dos los esferoides por vía oral, aunque los mantenían por vía inhalada. 385 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 Resultados analíticos del grupo B se detallan en la tabla II, expresados en porcentaje respecto al teórico de referencia14. En 7 pacientes (cuatro con OCFA y tres con asma bronquial) se obtuvo un TBD positivo. Tras el tratamiento, se observó una mejoría en todos los parámetros funcionales, si bien ésta no alcanzó una significación estadística salvo para el FEV, que se encontraba en el límite de la significación. Los resultados hematológicos y bioquímicos en el momento del diagnóstico y a los 4 meses se detallan en la tabla I y se expresan en media ± desviación estándar y medianas. No se observaron diferencias significativas entre los grupos A y B respecto al grado de eosinofilia y a los niveles séricos de IgE total. En ambos grupos el recuento de eosinófilos (en valor absoluto y en porcentaje) se normalizó a los 4 meses de la erradicación del parásito. Los niveles de IgE total también descendieron de forma significativa en ambos grupos (p < 0,01 y p < 0,007 en el grupo A y B, respectivamente), aunque a los 4 meses persistían por encima del rango de referencia (0-100 U/ml). Inicialmente el recuento de leucocitos totales estaba dentro de los límites normales; sin embargo, se observó un descenso significativo probablemente secundario a la desaparición de la eosinofilia. Los valores de las proteínas totales, albúmina y VSG fueron normales. La radiología de tórax mostró en 6 pacientes signos de atrapamiento aéreo, en 2 signos de hipertensión pulmonar precapilar y en uno lesiones apicales indicativas de tuberculosis residual. En ningún caso se observó condensación pulmonar parenquimatosa. Resultados microbiológicos A todos los pacientes se les realizó al menos 3 estudios seriados de heces y en los 22 se aisló el parásito. El tratamiento con tiabendazol fue bien tolerado sin presentar efectos secundarios y consiguió la curación de la infección en todos. Discusión En nuestro trabajo hemos valorado si la infección por 5'. stercoralis puede empeorar la sintomatología respiratoria de pacientes con una patología de la vía aérea. Si bien no se han demostrado estadísticamente cambios significativos en los parámetros espirométricos de estos pacientes, se han objetivado una mejoría clínica, así como una reducción en la dosis de medicación broncodilatadora y esteroide, una desaparición de la eosinofilia y un descenso de los niveles de IgE tras la curación de esta infección. Para comprender en qué medida S. stercoralis puede provocar alteraciones respiratorias es importante conocer previamente su ciclo vital en el organismo. El parásito penetra a través de la piel, y por vía hematógena Estudio funcional respiratorio Se determinaron el volumen espirado forzado en el primer segundo (FEV)), la capacidad vital forzada (FVC) y el cociente FEV[/FVC y la respuesta broncodilatadora. La espirometría de los pacientes del grupo A fue normal. Los valores espirométricos de los pacientes TABLA I Parámetros de laboratorio GmpoA Antes tratamiento Tras tratamiento Grupo B Antes tratamiento Tras tratamiento Eosinófilos (%) Leucocitos totales Eosinóñios totales 8.857 ± 1.643 (8.500) 7.625 ± 1.291 (7.500) p<0,02 1.471 ± 614 (1.600) 285 ± 133 (250) p < 0,005 16 ± 6 (16) 4 ±1,5 (4) p < 0,007 1.641 ± 1.858 (1.166) 929 ± 1.124 (489) p<0,01 8.806 ± 2.542 (8.300) 7.741 ± 1.894 (7.600) p<0,03 1.518 ± 991 (1.300) 415±221 (375) p < 0,005 17 ± 10 (14) 6 ± 2 (5,5) p < 0,005 1.621 ± 2.125 (561) 622 ± 1.005 (132) p < 0,007 IgE total (U/ml) Valores expresados como x ± DE y medianas entre paréntesis. Comparaciones establecidas dentro de cada grupo, antes y después del tratamiento. TABLA II Parámetros funcionales respiratorios Grupo A Antes tratamiento Tras tratamiento Grupo B Antes tratamiento Tras tratamiento FVC* FEV1* FEV1/FVC* (%) FVC* post-BD FEV1* post-BD FEV1/FVC* post-BD 95 ± 11 96 ± 1 1 p>0,05 102 ± 10 106 ±15 p>0,05 84 ± 3 86 ± 7 p>0,05 95 ± 14 97 ± 1 1 p>0,05 104 ± 12 107 ± 13 p>0,05 80 ± 5 80 ± 4 p>0,05 76 ± 1 2 80 ±14 p>0,05 61 ± 13 70 ±22 p>0,05 62 ±13 65 ± 15 p=0,05 82 ± 16 85 ± 15 p>0,05 70 ± 17 76 ± 20 p>0,05 64 ± 14 68 ±16 p>0,05 *Los valores se expresan en porcentajes respecto al teórico de referencia y como x ± DE. Post-BD: tras la inhalación del broncodilatador; p: comparaciones en cada grupo, antes y después del tratamiento antiparasitario. 386 32 M.J. CREMADES ROMERO ET AL.- INFECCIÓN POR STRONGYLOIDES STERCORALIS EN PACIENTES CON PATOLOGÍA BRONQUIAL OBSTRUCTIVA llega al alvéolo y asciende por el árbol traqueobronquial con las secreciones respiratorias. Tras ser deglutido se localiza en el intestino delgado donde se desarrollarán las larvas infectantes que se excretan con las heces, aunque pueden atravesar la pared intestinal y alcanzar de nuevo el torrente circulatorio. De esta forma se inicia un ciclo de autoinfección endógena que puede persistir durante años, incluso de forma asintomática si la situación inmunológica del paciente está conservada'5. Habitualmente la infección por este nematodo no provoca síntomas respiratorios, pero cuando acontecen suelen manifestarse como una hipersecreción bronquial o una tos irritativa. Sin embargo, en ocasiones, la migración de las larvas a través de la vía aérea provoca crisis de broncospasmo e incluso focos de consolidación parenquimatosau6'18. Estas manifestaciones tienen lugar con más frecuencia en pacientes con abundantes secreciones bronquiales que retrasan la migración ascendente de las larvas, y favorecen de esta manera su maduración en el aparato respiratorio. El incremento de la IgE sérica parece sugerir una hipersensibilidad de tipo inmediato en la etiopatogenia de estas reacciones broncopulmonares19. Debido a la escasa e inespecífica expresión respiratoria que provoca es necesario tener un alto índice de sospecha de esta infección, especialmente en pacientes de áreas endémicas y con una patología bronquial subyacente, dado que sus manifestaciones respiratorias quedan con frecuencia enmascaradas por la enfermedad bronquial de base3'20. Además, la utilización de esteroides en estos pacientes provoca una inmunosupresión que favorece a su vez la multiplicación masiva de las larvas y el consiguiente riesgo de una diseminación de consecuencias graves21'23. En nuestro estudio hemos observado que en la infección por S. stercoralis la eosinofilia con frecuencia se acompañaba de un incremento de los niveles séricos de IgE. En el control posterior al tratamiento de la infección, la eosinofilia desapareció en todos los pacientes del grupo A pero persistió, aunque tras descender de forma significativa (p < 0,005), en 3 pacientes del grupo B (uno con asma extrínseca y dos con OCFA) que inicialmente presentaban unos valores muy elevados (20, 30 y 38%, respectivamente). No obstante, aun cuando los niveles de IgE descendieron significativamente en los dos grupos, no se normalizaron en el control posterior. No constatamos diferencias estadísticas en el recuento de eosinófilos e IgE entre ambos grupos, incluso a pesar de incluir pacientes asmáticos y con tratamiento esferoide, lo que sugiere que tanto el incremento de los eosinófilos como de la IgE son causados por la propia infección parasitaria. La valoración funcional respiratoria en el grupo A mostró un patrón ventilatorio normal, por lo que cabría deducir que en pacientes infectados sin síntomas respiratorios es improbable encontrar una alteración funcional latente. En el grupo B, inicialmente todos los pacientes presentaban un patrón obstructivo. En el control posterior a la curación de la infección objetivamos una mejoría pero sin alcanzar significación estadística, salvo el FEV| que mostró una p en el límite de la significa33 ción. Dado que el número de casos no era muy elevado, la potencia del test estadístico es baja y puede traducir un error beta. De hecho, en los pacientes asmáticos, tras el tratamiento, se obtuvo una normalización espirométrica y una negativización del TBD, apuntando todo ello hacia una disminución de la reactividad de la vía aérea. En la actualidad apenas hay documentación respecto a las alteraciones en la función pulmonar que provoca la infección por S. stercoralis. En un estudio de Nesarajah et al24 de pacientes con eosinofilia tropical por filarías observaron en la mayoría de ellos un patrón ventilatorio de tipo obstructivo, de carácter más severo conforme mayor era la duración de los síntomas respiratorios. Por el contrario, otras series han detectado un patrón restrictivo aunque en pacientes con una evolución más prolongada de la infección25-26. A pesar de la escasez de estudios en la infección por S. stercoralis, diversos autores coinciden en la presencia de una obstrucción bronquial20-27. Clínicamente, la mayoría de los pacientes refirieron una disminución en el número de crisis de broncospasmo, así como una reducción, e incluso supresión, de las dosis diarias de esteroides orales e inhalados. Esta mejoría sintomática y en el requerimiento de medicación antiinflamatoria, junto con la desaparición de la eosinofilia y la disminución de los niveles de IgE, sugieren una disminución en el componente inflamatorio de la vía aérea tras la curación de la infección. Si bien desconocemos el papel que podría desempeñar el eosinófilo en la patogenia de esta enfermedad, y en qué medida contribuiría a la aparición de síntomas respiratorios, histológicamente se han observado infiltrados inflamatorios por neutrófilos y eosinófilos en la vía aérea27'28. Por otro lado, es bien conocido que uno de los hallazgos más específicos en la patología del asma es precisamente la inflamación eosinófíla de la vía aérea, e incluso se ha propuesto al eosinófilo responsable de algunas alteraciones que acontecen en el asma2930. Según estos hechos, es posible que la desaparición de la eosinofilia en sangre, y presumiblemente en la propia vía aérea, disminuyera la inflamación bronquial aguda provocada por la infección parasitaria traduciéndose en una mejoría clínica y una reducción en las necesidades terapéuticas. El hecho de que no se evidenciara una mejoría en los parámetros espirométricos también podría atribuirse a cambios irreversibles en la vía aérea, bien provocados por la propia enfermedad bronquial subyacente (asma u OCFA), bien a posibles daños causados por la evolución de la infección hasta ser diagnosticada y tratada, o bien por el error beta previamente mencionado. En cualquier caso, un conocimiento más profundo de las alteraciones histológicas pulmonares que tienen lugar durante la infección ayudaría a comprender mejor los mecanismos patogénicos de la enfermedad respiratoria. Agradecimientos Los autores agradecen a Quinita Canet Belda la ayuda prestada en la recogida de datos de este trabajo. 387 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 BIBLIOGRAFÍA 1. Fraser RG, Paré JA, Paré PD, Fraser RS, Genereux GP. Infectious disease of the lungs. En: Fraser RG, Paré JA, Paré PD, Fraser RS, Genereux GP, editores. Diagnosis of diseases of the chest. Filadelfia: W.B. Saunders Company, 1989; 1.094-1.097. 2. Ayensa Deán C, Aizpurúa Echevarría F, Ganchegui Humarte D, Michaus Oquiñena L, Lantero Benedicto M. Fasciolasis y estrongiloidiasis. Rev Clin Esp 1984; 174: 53-55. 3. Cremades Romero MJ, Martínez García MA, Menéndez Villanueva R, Cremades Romero ML, Pemán García J. Infección por Strongyloides stercoralis en un paciente con obstrucción crónica al flujo aéreo corticodependiente. Arch Bronconeumol 1996; 32: 430-431. 4. Toldos MC, Meseguer MD, Martín-Luengo F, Serra A, Artero JM, Segovia JM. Eosinofilia en un paciente bronquítico crónico. 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Se valoró mediante escalas el cumplimiento del tratamiento y el uso de los inhaladores. La adecuación del tratamiento se estimó según los criterios del consenso internacional del asma. Mediante análisis multivariante se estudió qué variables influyen en el control del asma, incluyéndose edad, sexo, hábito tabáquico, corrección del tratamiento, técnica de inhalación, cumplimiento del tratamiento y tiempo de evolución de la enfermedad. Noventa y seis pacientes (28,7%) tenían morbilidad baja, 111 (33,1%) media y 128 (38,2%) alta. El tratamiento era correcto en 118 (35,2%), en 72 (21,5%) se utilizaban más fármacos o más dosis de los recomendados y en 145 (43,3%) el tratamiento era incorrecto. La técnica de inhalación era adecuada en 87 personas (27,5%) e inadecuada en 229 (72,5%). Cumplían bien el tratamiento 94 pacientes (28,1%), y mal 241 (71,.9%). Las variables que mostraron influencia significativa sobre el asma fueron el tratamiento correcto y el cumplimiento. Existe una elevada morbilidad por asma en la población estudiada. Se observa un alto porcentaje de tratamiento incorrecto y bajo cumplimiento, siendo estas las situaciones que más influyen en el control de la enfermedad. Palabras clave: Asma. Tratamiento. Cumplimiento. Factors related to asthma morbidity To determine the clinical situation, prescribed treatment and compliance in patients with asthma, and to identify the parameters that most influence control of the disease. We studied 335 asthma patients assigned to health centers. All were interviewed and respiratory gases were measured. Disease symptoms were recorded, along with treatment prescribed and inhalation method used. Compliance and inhaler use were assessed on a scale. Treatment appropriateness was evaluated against criteria of international consensus. Múltiple regression analysis was used to identify the variables that most influenced control of asthma. Variables considered were age, sex, smoking, treatment appropriateness, inhaler technique, compliance with prescribed treatment and time since diagnosis. Disease was mild in 96 patients (28.7%), modérate in 111 (33.1%) and severe in 128 (38.2%). Treatment was appropriate in 118 (35.2%). Seventy-two (21.5%) used more drugs or higher doses than recommended. Prescribed treatment was inappropriate in 145 (43.3%). The inhalation technique was appropriate in 87 (27.5%) and inappropriate in 229 (72.5%). Ninety-four patients (28.1%) complied well with treatment and 241 (71.9%) were poor compliers. The variables that were significantly realted to control of asthma were appropriate treatment and compliance. There is a high rate of morbidity due to asthma in the population studied. The percentage of inappropriate treatment is high, and compliance is low, these factors being the ones that most influence control of the disease. Arch Bronconeumol 1997; 33: 389-394 Key words: Asthma. Treatment. Compliance Introducción La prevalencia del asma presenta considerables variaciones en diferentes regiones6-9, y no siempre su diagnóstico o tratamiento son adecuados46. Es pues importante conocer la situación del asma localmente para poder tomar las medidas oportunas para su control. Además, ello permitiría en el futuro poder valorar la eficacia de las medidas adoptadas, al comprobar los resultados producidos cuando se cambia el tipo de cuidados que se prestan a estos pacientes. Hasta hace pocos años no existían pautas comunes para la valoración y tratamiento de los enfermos asmáticos. Sin embargo, la publicación en 1992 del Consenso El asma es una enfermedad potencialmente controlable en la mayoría de los casos'; sin embargo, se ha informado en diversos estudios de una alta morbilidad2'3, cuyas causas se atribuyen al infradiagnóstico, insuficiente tratamiento y mal cumplimiento del mismo4'8. Correspondencia: Dr. J.E. Cimas Hernando. Avda. Rufo García Rendueles, 22, I O." F. 33203 Gijón. Recibido: 10-12-96: aceptado para su publicación: 19-2-97. 41 389 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 internacional para el diagnóstico y tratamiento del asma10 facilitó enormemente el proceso de uniformidad de criterios en el seguimiento clínico y terapéutico de la enfermedad. Sólo una miñona de pacientes con asma son tratados en los servicios hospitalarios; la mayor parte son controlados en la práctica ambulatoria", bien sea en atención pri- maria o consultas especializadas. Por ello, es importante conocer qué factores se relacionan habitualmente con la morbilidad por asma en dichos pacientes, con el fin de elaborar estrategias que conduzcan a lograr una mayor calidad de vida en los afectados, y evitar en último término los ingresos hospitalarios e incluso la mortalidad. Se diseñó un estudio en nuestra área con el objetivo de conocer la situación clínica, la función pulmonar, el tratamiento prescrito y el cumplimiento del mismo en los pacientes con asma, así como averiguar cuáles son los parámetros que más influyen en el control de la enfermedad. Pacientes y métodos Selección de pacientes Estudio descriptivo, transversal, realizado sobre la población adscrita a los 6 centros de salud que funcionaban en el área de Gijón a 1 de enero de 1994 (86.244 personas). Se extrajo un listado de pacientes con diagnóstico de asma y codificados (código 493) en el Sistema de Información de Centros de Atención Primaria (SICAP), obteniéndose un total de 4.180 personas. Se excluyó a los menores de 7 años y a los mayores de 65, por posible dificultad para la colaboración en el estudio; se elaboró así una lista de 2.606 pacientes, a los que se numeró correlativamente para la selección por medio de muestreo aleatorio simple. Para el cálculo del tamaño muestral se asumió un nivel de confianza del 95% y una precisión de 0,05, para una probabilidad de presentación del suceso de 0,5. Puesto que la fracción muestral era mayor del 5% de la población diana, se aplicó una corrección para poblaciones finitas, con lo que el tamaño de la muestra quedó establecido en 334 personas. Dado que en un estudio piloto previo se encontró un 20% de no participantes, se aumentó la muestra en 67 personas, resultando así un total de 401 personas seleccionadas. Aquellos sujetos que resultaron estar incorrectamente clasificados como asmáticos fueron eliminados de la muestra y sustituidos por otros mediante nueva selección aleatoria. Para confirmar la presencia de síntomas de asma utilizamos el cuestionario de síntomas bronquiales de la Intemational Unión Against Tuberculosis and Lung Diseases (IUATLD)'2. A los individuos que cumplían estos criterios se les citó para una entrevista personal en su centro de salud, advirtiéndoseles que no tomasen medicación antiasmática en las 6 h previas (12 h para el salmeterol). Diseño del estudio Al inicio de la entrevista se realizó a cada paciente una espirometría basal con un espirómetro Vitalograph alpha (Vitalograph Ltd., Buckingham, Reino Unido), registrándose la FVC, el FEV, y el índice FEVi/FVC; para ello se escogió la mejor de tres espiraciones forzadas siempre que la diferencia entre ellas fuese menor del 5%. Los mismos parámetros se recogieron 20 minutos después de la administración de 3 puffs de salbutamol en cámara espaciadora, registrándose además el porcentaje de reversibilidad del FEV, posbroncodilatación respecto del basal. 390 En la entrevista se rellenó para cada paciente un cuestionario que recogía: datos sociodemográficos, médico que le trataba, edad de comienzo de la enfermedad, número de días con síntomas, número de noches con despertares nocturnos, número de días con molestias al levantarse, número de jornadas escolares o laborales perdidas por causa del asma, número de veces que requirió uso adicional de broncodilatadores, número de crisis, número de visitas a urgencias y número de hospitalizaciones a causa del asma, todo ello referido a los últimos 12 meses. También se recogió el grado de intolerancia al ejercicio, el hábito tabáquico, el uso domiciliario del medidor de flujo espiratorio máximo (peak-flow meter, PFM), el tratamiento prescrito (fármaco, dosis por toma, número de tomas al día) y, en caso de utilizar inhaladores, el método de inhalación utilizado. En todos los pacientes se midió el cumplimiento del tratamiento mediante la escala de Morisky-Green13. Se consideró buen cumplimiento si la puntuación era máxima, y malo en caso contrario. Se solicitó que utilizasen delante del entrevistador sus inhaladores habituales, valorándose el uso correcto del método de inhalación mediante escalas que puntuaban: preparación adecuada del dispositivo, correcta espiración previa, técnica inspiratoria adecuada, y apnea postinhalación de duración adecuada. Se consideró correcto si hacía bien todos los pasos, e incorrecto en caso contrario. Para aquellos pacientes que utilizaban más de un método de inhalación, consideramos uso correcto cuando utilizaba adecuadamente todos, y uso incorrecto en caso contrario, aun cuando utilizase bien alguno de ellos de forma aislada. Se determinó el nivel de morbilidad según los criterios de Jones3, basados en tres parámetros: presencia de síntomas al menos una vez por semana, presencia de despertares nocturnos y pérdida de alguna jornada laboral o escolar en el último año. Se clasificó de morbilidad baja si no cumplía ninguna de las tres condiciones, media si cumplía una sola y alta si cumplía dos cualesquiera de ellas. La gravedad se clasificó, siguiendo los criterios del consenso Internacional para el Diagnóstico y Tratamiento del Asma10, en leve, moderada y grave. Consideramos el tratamiento prescrito como correcto si se ajustaba a las directrices del consenso internacional del asma según el escalón de gravedad10; admitimos también como no incorrecto el tener prescritos más fármacos o más dosis de la correspondiente a su escalón de gravedad, y se consideró incorrecto el tener menos fármacos o menos dosis de la que correspondería a su escalón de gravedad. Se consideró buen control del asma el tener una morbilidad baja y un FEV, basal mayor o igual al 80% del FEV, teórico para su edad y talla, y mal control cualquier otra situación. Las entrevistas se realizaron durante los meses de mayo y junio de 1994. Análisis estadístico El estudio fue diseñado para que el error máximo admisible fuera de 5% (error a = 0,05; nivel de confianza = 95%; Z = 1,96). Se procedió al cálculo de porcentajes para el estudio descriptivo, utilizándose también la media y la desviación estándar en algunos parámetros. Para el análisis bivariante se utilizaron el test de la %2 (con la corrección de Yates cuando fue necesario) y la Z de comparación de proporciones independientes. Para comprobar qué factores influyen en el buen control del asma se realizó un análisis multivariante mediante un modelo de regresión logística, siendo la variable dependiente el buen control del asma, y las variables independientes el sexo, la edad (ser mayor o menor de 18 años), el hábito tabáquico, el tratamiento correcto o no (incluyendo como correcto el tener tratamiento de más), el cumplimiento del tratamiento, el uso correcto de inhaladores y el tiempo de 42 J.E. CIMAS ET AL- ESTUDIO DE FACTORES RELACIONADOS CON LA MORBILIDAD DEL ASMA evolución de la enfermedad (más de 10 años de evolución frente a 10 años o menos). Una vez analizado, se planteó un segundo modelo que incluyese únicamente las variables que resultaron significativas en el primer modelo. Antes de la inclusión de variables en el modelo de regresión logística se comprobó la no existencia de colinealidad entre ellas. Igualmente, se comprobó que la verosimilitud y la bondad del ajuste (goodness offit) fuesen significativas. Los datos obtenidos del cuestionario se introdujeron en una base de datos con el programa dBase III plus, y el tratamiento estadístico se realizó con el programa SPSS/PC+ 4.0. TABLA I Características clínicas y tratamiento de los pacientes estudiados N." pacientes Porcentaje IC 95% 96 169 70 28,7 50,4 20,9 24-33,4 45,1-55,7 16,6-25,2 196 109 30 58,5 32,5 9 53,3-63,7 27,5-37,5 6-12 96 111 128 28,7 33,1 38,2 24-33,4 28,1-38,1 33-43,4 118 72 145 35,2 21,5 43,3 30,1-40,3 17,2-25,7 38-48,6 94 241 28,1 71,9 23,3-32,9 67,1-76,7 Gravedad Leve Moderada Grave Porcentaje del FEV, Teórico 80% o más 60-79% Menos del 60% Morbilidad Baja Media Alta Tratamiento Correcto Más dosis/más fármacos Insuficiente Cumplimiento Bueno Malo IC 95%: intervalo de confianza de] 95%. TABLA II Parámetros de morbilidad recogidos en los pacientes estudiados Síntomas al menos un día a la semana Despertares nocturnos algún día por semana* Molestias al levantarse al menos un día por semana* Perdieron al menos una jornada laboral o escolar en el último año* Tuvieron al menos una crisis en el último año Acudieron al menos una vez a urgencias en el último año* Estuvieron ingresados alguna vez en un hospital en el último año* N." pacientes Porcentaje IC 95% 196 58,5 53,3-63,7 72 21,5 17,2-25,8 97 28,9 24,1-33,7 81 24,2 19,7-28,7 157 46,9 41,6-52,2 48 14,3 10,6-18 17 5,1 *Por causa del asma. IC 95%: intervalo de confianza del 95%. 43 2,8-7,4 Resultados De los 401 pacientes seleccionados, 66 no pudieron ser entrevistados: 16 por no aceptar colaborar en el estudio; 33 por imposibilidad horaria debido a su trabajo, estudios u obligaciones familiares; uno por estar ingresado en el hospital (sin relación con el asma); uno por haber fallecido de infarto de miocardio, y 15 por no acudir a la cita a pesar de haberla aceptado previamente. La muestra estudiada fue pues de 335 pacientes. Las características clínicas y del tratamiento en los pacientes estudiados pueden verse en la tabla I, y en la tabla II se consigna la distribución de las variables de morbilidad recogidas. En cuanto a los diferentes fármacos utilizados en el tratamiento del asma (tabla III), destaca el alto porcentaje de uso de antiinflamatorios inhalados (65,3%). Por contra, sólo utilizaban medidor de flujo máximo espiratorio en su domicilio 49 pacientes, lo que supone el 14,6% de la muestra (IC 95%: 10,9-18,3). Diecinueve pacientes (5,7%; IC: 3,3-8,1) no usaban inhaladores. De las 316 personas que sí los utilizaban, y considerados los inhaladores de forma global, lo hacían correctamente 87 (27,5%; IC: 22,6-32,4) e incorrectamente 229 (72,5%; IC: 67,6-77,4). Según el dispositivo de inhalación utilizado, de los 180 pacientes que usaban cartucho lo hacían correctamente 47 (26%; IC: 19,632,4); 36 personas (34,6%; IC: 25,5-43,7) de las 104 TABLA III Fármacos utilizados en el tratamiento de los pacientes estudiados N." pacientes P; estimulantes de corta duración inhalados Total pacientes P¡ a demanda solo P¡ a demanda + antiinflamatorio inhalado P¡ pautado solo P; pautado + antiinflamatorio inhalado Salmeterol Total pacientes Salmeterol solo Salmeterol + antiinflamatorio inhalado Antiinflamatorios inhalados Total pacientes Corticoides inhalados Nedocromil Cromoglicato Corticoides orales de forma continua Al menos una pauta de Corticoides orales en el último año Bromuro de ipratropio Teofilinas Inmunoterapia (vacunas) Porcentaje IC 95% 296 88 88,3 26,2 84,9-91,7 21,5-30,9 141 7 42,1 2,1 36,9-47,3 0,6-3,6 60 17,9 13,8-22 21 3 6,3 0,9 5,7-8,9 0-1,9 18 5,4 3-7,8 219 149 61 9 65,3 44,4 18,2 2,7 2 0,6 0-1,4 51 3 14 13 15,2 0,9 4,2 3,9 11,4-19 0-1,9 2,1-6,3 1,9-5,9 60,3-70,3 39,1-49,7 14,1-22,3 1-4,4 IC 95%: intervalo de confianza del 95%. 391 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 que utilizaban cámara; 40 (34,8%; IC: 25,9-43,5) de los 115 que utilizaban turbuhaler, y por último, los 5 pacientes que utilizaban diskhaler lo hacían correctamente. De todos los pacientes que utilizaban inhaladores (316 personas), sólo 30 (9,4%) tenían buen cumplimiento y además usaban aquellos correctamente. Tenían un buen control de la enfermedad 68 pacientes (20,3%; IC: 16-24,6) y mal control 267 (79,7%; IC: 73,4-84). En la tabla IV podemos ver las características de los pacientes de cada uno de estos grupos, y en la tabla V, las diferencias en cuanto a adecuación del tratamiento, cumplimiento y uso correcto de inhaladores. El análisis multivariante, cuyos resultados se exponen en la tabla VI, mostró que las variables que influyeron significativamente en el buen control de la enfermedad fueron el tratamiento correcto (odds ratio [OR] = 3,5428) y el cumplimiento (OR = 2,8966). Estos dos parámetros explicaban el 79,7% de la variabilidad en el control del asma. La edad, el sexo, el tiempo de evolución, el hábito tabáquico y el uso de inhaladores no mostraron influencia significativa sobre el control de la enfermedad. Discusión Solamente un 20,3% de los pacientes incluidos en nuestro estudio tenían su asma bien controlado, siendo los principales factores que contribuyen al buen control el tener prescrito un tratamiento correcto y cumplir con él adecuadamente. Debemos señalar que la definición de buen control que utilizamos (tener una morbilidad baja y un FEV, mayor o igual al 80% del teórico) tiene algunos inconvenientes, como la posibilidad de considerar mal controlado a un paciente a quien medimos su función pul- TABLAIV Características de los pacientes estudiados, según el grado de control del asma* Buen control Edad Menor de 18 años De 18 a 45 años Mayor de 45 años Sexo Varón Mujer Tiempo de evolución 10 años o menos Más de 10 años Tabaquismo Fumadores Ex fumadores No fumadores Estudios Sin estudios Primarios Secundarios Superiores Mal control p N." Porcentaje (IC 95%) N." Porcentaje (IC 95%) 49 13 6 72,1 (61,5-82,7) 19,1 (9,8-28,4) 8,8(2,1-15,3) 131 79 57 49,1 (43,2-55) 29,6 (24,2-35) 21,3(16,4-26,2) 0,001 NS 0,02 42 26 61,8(50,3-73,3) 38,2 (26,7-49,7) 139 128 52,1 (46,2-58) 47,9 (42-53,8) NS NS 50 18 73,5(60,1-83,9) 26,5(16,1-36,9) 164 103 61,4(55,6-63,2) 38,6 (32,8-44,4) NS NS 5 4 59 7,4(1,2-13,6) 5,9(0,3-11,5) 86,7 (78,7-94,7) 34 37 196 12,7(8,8-16,6) 13,6(9,5-17,7) 73,4 (68,2-78.6) NS NS 0,03 0 51 14 3 0 75 (64,8-85,2) 20,6(11-30,2) 4,4 (0-9,2) 9 195 52 11 3,4(1,3-5,5) 73 (67,7-78,3) 19,5(14,8-24,2) 4,1 (1,8-6,4) NS NS NS NS ^Porcentajes calculados sobre el tota! de pacientes de cada grupo (68 con buen control y 267 con mal control). IC 95%: intervalo de confianza del 95%; NS: no significativo (p > 0,05). TABLA V Parámetros de evaluación del tratamiento según el grado de control del asma de los pacientes estudiados* Mal control Buen control Cumplimiento Bueno Malo Tratamiento Correcto De más De menos Uso de inhaladores** Correcto Incorrecto p N." Porcentaje (IC 95%) N." Porcentaje (IC 95%) 31 37 45,6 (33,8-57,4) 54,4 (42,6-66,2) 63 204 23.6(18,6-28,6) 76,4(71,4-81,4) 0,000 0,000 23 30 15 33,8 (22,7-45) 44,1 (32,3-55,9) 22,1 (12,3-31,9) 95 42 130 35,6(29,9-41,3) 15,7(11,3-20) 48,7 (42,8-54,6) NS 0,000 0,000 13 45 22,4(11,7-33,1) 77,6(66,9-88,3) 74 184 28,6(23,1-34,1) 71,4(65,9-76,9) NS NS ^Porcentajes calculados sobre el total de pacientes de cada grupo (68 con buen control y 267 con mal control). **Diecinueve no utilizaban inhaladores (10 con buen control y nueve con mal control), por lo que los porcentajes de este apartado se calcularon sobre los pacientes que sí los usaban (58 con buen control y 258 con mal control). IC 95%: intervalo de confianza del 95%: NS: no significativo (p > 0,05). 392 44 J.E. CIMAS ET AL.- ESTUDIO DE FACTORES RELACIONADOS CON LA MORBILIDAD DEL ASMA TABLA VI Resultado del análisis mediante regresión logística Primer modelo Tratatamiento correcto Cumplimiento Edad Tiempo de evolución Sexo Hábito tabáquico Técnica de inhalación Segundo modelo Tratamiento correcto Cumplimiento Odds ratio IC95% P 6,4914 3,3636 2,1074 1,4714 1,0092 0,9972 0,5114 2,7448-15,3528 1,7346-6,5221 0,9443-4,7035 0,7045-3,0731 0,5199-1,9593 0,3934-2,5279 0,2456-1,0650 0,0000 0,0003 0,0688 0,3041 0,9744 0,9953 0,0732 3,5428 2,8966 1,8770-6,6866 1,6299-5,1474 0,0001 0,0003 IC 95%: intervalo de confianza del 95%. monar en una crisis puntual, o bien de considerarle bien controlado cuando en realidad tiene una alta variabilidad del flujo máximo espiratorio. Al tratarse de un estudio transversal no se puede aplicar la definición de buen control de Hargreave', que es la más aceptada, y que señala que para considerar a un paciente bien controlado deben cumplirse varias condiciones: a) mínima sintomatología (idealmente, ninguna); b) normalidad en las actividades de la vida diaria (trabajo, escuela, ejercicio recreativo); c) usar menos de dos veces por semana los betasti muían tes de rescate (idealmente, ninguna vez); d ) tener una función pulmonar basal próxima a la normal; e ) tener flujos normales tras el uso de betastimulantes; /) variabilidad del flujo máximo espiratorio menor del 20% (idealmente, menor del 10%), y g ) que los efectos secundarios de los fármacos utilizados sean mínimos. Por otra parte, sólo se han estudiado los pacientes que en alguna ocasión han demandado atención en los centros de salud, en los que se codifican informáticamente los diagnósticos. Desconocemos, por no existir registros, la situación de aquellos asmáticos no codificados como tales, no demandantes o no diagnosticados, así como de aquellos que son atendidos en ambulatorios, lo que debe considerarse a la hora de extrapolar nuestros resultados. De manera similar a lo comunicado por Jones et al3, casi las tres cuartas partes de los pacientes tienen una morbilidad media-alta, lo que expresa una alta frecuencia de síntomas. Considerado globalmente, el tratamiento prescrito parece adecuarse a las recomendaciones del Consenso Internacional para el Diagnóstico y Tratamiento del Asma: el 65% utiliza un antiinflamatorio inhalado (la mayoría corticoides), casi ningún paciente usa un ?, estimulante pautado como tratamiento único, hay muy pocos con teofilina y son escasos los sometidos a inmunoterapia. Llama también la atención que en la muestra ningún enfermo recibía (i, estimulantes por vía oral, a diferencia de lo comunicado en otras regiones'4. Sin embargo, al analizar si el tratamiento es correcto según la gravedad de cada paciente, encontramos que cerca de la mitad de los pacientes (43%) tienen prescrito un tratamiento insuficiente, lo que parece indicar que, si bien 45 los profesionales sanitarios conocen los nuevos enfoques del tratamiento del asma, no valoran la gravedad y por tanto no ajustan el número de fármacos y/o la dosis. Al igual que nosotros, Horn et al15 encontraron relación entre la inadecuada prescripción de fármacos antiasmáticos y el incremento de la morbilidad en la práctica general. Otros estudios, de forma indirecta, también indican que la prescripción de tratamiento insuficiente hace que la mortalidad sea más alta de la esperada16'19. Prescribir un tratamiento adecuado sirve de muy poco si el paciente no lo toma también apropiadamente. Los índices de cumplimiento terapéutico de las enfermedades crónicas oscilan entre el 30 y el 40%20; algunos estudios recientes señalan que en el asma ese porcentaje es incluso más bajo21. En nuestro trabajo son cumplidores menos de un tercio de los pacientes (28%), a pesar de que para medir la adherencia al tratamiento utilizamos un cuestionario, método que supravalora el cumplimiento 22 . Diversos estudios relacionan el mal cumplimiento con un aumento de la morbilidad en el asma21. Horn et al8 encontraron que los pacientes que se adherían al tratamiento prescrito (corticoides inhalados) tenían una mejor reducción de sus síntomas y un mayor aumento de la función pulmonar que los que no lo cumplían, confirmando al mismo tiempo la eficacia de los corticoides inhalados. Como en el caso del cumplimiento, pocos de los pacientes utilizaban correctamente los inhaladores, con escasas diferencias entre los distintos métodos. Este problema ha sido señalado repetidamente por otros autores23'25; las diferencias de porcentajes reseñados en los distintos estudios pueden deberse al tipo de escala utilizada en cada uno de ellos para medir esta variable. Nuestros resultados están en el rango de lo señalado por Agustí et al23 en Cataluña, pero son peores que los señalados por otros autores24'25. Coincidiendo con Jones et al3, no encontramos relación entre el uso correcto de inhaladores y la morbilidad, si bien en el análisis multivariante la relación entre técnica de inhalación y control del asma se aproximaba a la significación estadística, pero en sentido contrario al que hubiéramos esperado, tal vez por causa de unos criterios de evaluación del uso de inhaladores en exceso severos. Podremos especular que, en aquellos pacientes que tengan un tratamiento correcto y cumplan con él, la técnica de inhalación influye poco, pues son medicamentos potentes que pueden actuar a poco que se inhale una parte del fármaco. Además, un estudio relativamente reciente26 señala que para algunos métodos de inhalación dosis menores de las recomendadas pueden tener la misma eficacia. Es llamativo que el tiempo de evolución no influya significativamente en el buen control de la enfermedad; del mismo modo, sorprende que el hábito tabáquico tampoco se relacione con el buen control, si bien en este caso el análisis bivariante sí muestra una relación significativa entre no fumar y tener un buen control de la enfermedad. Esta significación desaparece en el análisis multivariante, lo que parece mostrar el escaso peso que el hecho de fumar tiene frente a un tratamiento correcto y un buen cumplimiento. Lo mismo puede decirse de la 393 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 variable edad, pues en el análisis Invariante se relaciona ser menor de 18 años con tener un buen control, mientras que no es así en el análisis multivariante, si bien en este caso se encuentra próximo a la significación estadística (p = 0,068). Además del infratratamiento, encontramos que son muy escasos los pacientes que utilizan un medidor de flujo máximo espiratorio (peak-flow meter). Este hecho indica que los médicos no dan todavía la suficiente importancia a la monitorización de la función pulmonar de sus enfermos y/o a la educación de los mismos para su autocontrol, a pesar de que diversos trabajos han señalado la eficacia de esta medida27-28, que se encuentra entre las recomendaciones del consenso internacional para el diagnóstico y tratamiento del asma10. Conclusiones De nuestro trabajo se desprende que lo fundamental para controlar el asma es seguir un tratamiento adecuado al escalón de gravedad correspondiente y cumplir con él. Creemos que los esfuerzos para mejorar la calidad de vida de los afectados por el asma deben dirigirse a difundir entre los profesionales sanitarios las recomendaciones del consenso internacional del asma y a desarrollar programas de educación y autocontrol que mejoren la observancia terapéutica. BIBLIOGRAFÍA 1. Hargreave FE, Dolovich J, Newhouse MT. The assessment and treatment of asthma: a conference report. J Allergy Clin Immunol 1990,85: 1.098-1.111. 2. Tumer-Warwick M. Nocturnal asthma: a study in general pratice. J R Coll Gen Pract 1989; 39: 239-243. 3. Jones KP, Bain DGJ, Middelton M, Mullee MA. Correlatos of asthma morbidity in primary care. Br Med J 1992; 304: 361-364. 4. Speight ANP, Lee DA, Hey EN. Underdiagnosis and undertreatment of asthma in childhood. Br Med J 1983:286: 1.253-1.256. 5. Levy M, Bell L. General practice audit of asthma in childhood. Br MedJ 1984; 289: 1.115-1.116. 6. Gellert AR, Gellert SL, Iliffe SR. 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El objetivo de este trabajo ha sido describir nuestra experiencia con la realización del estudio ambulatorio de los pacientes que precisan biopsia pleural. Se han incluido en el estudio prospectivamente y de forma consecutiva los 100 primeros pacientes con exudado pleural en los que durante su proceso diagnóstico se realizó al menos una biopsia pleural en nuestro servicio, desde enero de 1993, habiéndose llevado a cabo el estudio de forma ambulatoria. De todos los pacientes se recogieron las características clínicas y radiológicas. Se analizaron también las complicaciones, la frecuencia de utilización de otras pruebas diagnósticas y el tiempo precisado hasta el diagnóstico. Se han estudiado 100 pacientes (64 varones), con una edad media de 56 años. La edad avanzada, con 35 pacientes mayores de 70 años, el tamaño grande del derrame con 23 derrames grandes, o el diagnóstico de patologías de mal pronóstico, con 43 derrames neoplásicos, no impidieron el estudio ambulatorio de los pacientes. Las complicaciones de la biopsia pleural fueron similares a otras series. El tiempo medio empleado hasta la consecución del diagnóstico fue de 7,4 días. El diagnóstico de los pacientes con derrame pleural que precisen la realización de biopsia pleural se puede realizar frecuentemente de forma ambulatoria, incluyendo pacientes con un amplio espectro de condiciones clínicas, sin incrementarse el número de complicaciones, con una demora aceptable en la consecución del diagnóstico. Outpatient pleural biopsy for diagnosis. A hundred consecutive patients study Our aim was to describe our experience with outpatients requiring pleural biopsy. The first 100 patients with pleural exúdate from whom at least one pleural biopsy specimen was taken on an outpatient basis at our hospital since January 1993. Clinical and radiológica! signs were recorded for all patients. We aiso analyzed complications, frecuency of use of other diagnostic test and time required for diagnosis. The mean age of the 100 patients (64 men) was 56 years. Outpatient study of these patients was not prevented by the avanced age on the sample (with 35 patients oider than 79), the size of the pleural effusions (23 of which were large), or the diagnosis of diseases with poor prognoses (with 43 effusions diagnosed as neoplastic). Complications encountered in taking the biopsy specimens were similar to those reported for other series. The mean time until diagnosis was 7.4 days. Biopsies can often be obtained from patients with pleural effusion on an Outpatient basis, even when clinical symptoms vary widely, without increasing the number of complications and within a reasonable period of time. Palabras clave: Biopsia pleural. Derrame pleural. Estudio ambulatorio. Arch Bronconeumol 1997; 33: 395-398 Key words: Pleural biopsy. Pleural effusion. Outpatient festina. Introducción La biopsia pleural es una técnica con escasas complicaciones3'5, en la mayor parte de las ocasiones menores (mareo, dolor), y más raramente mayores, entre las cuales la de mayor frecuencia es el neumotorax. Las recomendaciones de la American Thoracic Society sobre la realización de toracocentesis y biopsia pleural establecen que ambas se pueden llevar a cabo de forma ambulatoria en pacientes estables, pero que la enfermedad de base productora del derrame pleural frecuentemente requiere la hospitalización de los pacientes6. Sin embargo, en nuestro conocimiento, no existen en la literatura científica trabajos que analicen las características de una serie de pacientes susceptibles de un estudio ambulatorio. El estudio de enfermos con derrame pleural constituye una parte significativa de los pacientes que atiende un servicio de medicina interna o neumología'. Las cau- sas más frecuentes en nuestro medio2 de derrame pleural exudado son la neoplásica y la tuberculosa, para cuyo diagnóstico, en numerosos pacientes, se precisa la realización de una o más biopsias pleurales3. Correspondencia: Dra. V. Villena. Servicio de Neumología. Hospital 12 de Octubre. Ctra. de Andalucía, km 5,4. 28041 Madrid Recibido: 2-12-96; aceptado para su publicación: 25-2-97. 49 395 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 De todos los casos se recogieron las características clínicas y radiológicas. Se denominó derrame pleural masivo a aquel que ocupaba todo el hemitórax, grande al que ocupaba más de un tercio de la distancia entre el mediastino y la pared torácica a nivel hiliar, pequeño al que obliteraba el seno costofrénico pero no cubría el diafragma completamente y mediano al que ocupaba entre el pequeño y el grande. Las comparaciones se realizaron mediante la prueba de x2. Resultados El objetivo de este trabajo ha sido describir nuestra experiencia en la realización del estudio ambulatorio de los pacientes que precisan biopsia pleural. Pacientes y métodos Se han incluido en el estudio prospectivamente y de forma consecutiva los 100 primeros pacientes con exudado pleural en los que durante su proceso diagnóstico se realizó al menos una biopsia pleural en nuestro servicio, desde enero de 1993, habiéndose llevado a cabo el estudio de forma ambulatoria. La decisión de ingreso del paciente o su estudio ambulatorio fue individualmente determinada por la opinión clínica del médico responsable que diagnosticó la existencia de derrame pleural. Todos los pacientes fueron estudiados según el mismo protocolo diagnóstico7 que incluía, entre otras pruebas, la realización de una o más biopsias pleurales en los exudados de etiología desconocida, habitualmente en las siguientes 72 h a la petición de consulta. Las biopsias pleurales se realizaron con aguja de Castelain o de Cope. Los criterios diagnósticos utilizados fueron: /. Derrame pleural neoplásico. Se consideró este diagnóstico por criterios citohistológicos en el espacio pleural, o si existía el diagnóstico histológico de tumor en otro órgano y se descartaron otras causas de derrame pleural. 2. Derrame pleural tuberculoso. Los pacientes presentaban un cultivo de Lowenstein positivo en líquido o biopsia pleural y/o granulomas en la biopsia pleural, en ausencia de otras enfermedades granulomatosas pleurales. 3. Otras patologías se diagnosticaron de acuerdo con los criterios estándares8. Los pacientes en los que tras la realización del estudio completo de forma ambulatoria, según el citado protocolo, incluyendo al menos una biopsia pleural, no se había conseguido el diagnóstico, y sólo ingresaron para realización de pleuroscopia en el Servicio de Cirugía de Tórax, se han incluido en el grupo de ambulatorios. En las horas siguientes a la biopsia pleural, se practicó una radiografía de tórax para descartar complicaciones como el neumotorax o el incremento del derrame que hiciera sospechar el desarrollo de sangrado intrapleural. En todos los pacientes se llevó a cabo un seguimiento clínico que descartaba otras complicaciones. 396 Se han estudiado 100 pacientes, 64 varones y 36 mujeres, con una edad media de 56 años (rango 16-89 años), desde enero de 1993 a julio de 1995. La procedencia de los pacientes fue en 54 ocasiones desde la urgencia de nuestro hospital, en 29 desde las consultas de neumología de nuestra área sanitaria, y en 17 mediante interconsultas de otros servicios de nuestro hospital. La biopsia pleural contribuyó significativamente al diagnóstico de forma directa o indirecta en 60 pacientes. En 5 pacientes, el ingreso se efectuó finalmente para su estudio con técnicas quirúrgicas: en tres se realizó pleuroscopia (dos no diagnósticas, una diagnóstica de carcinoma broncogénico), en uno toracotomía por presentar adherencias y ser imposible la toracoscopia (diagnóstico de carcinoma de estómago) y en otro pleuroscopia y toracotomía posterior por no alcanzar el diagnóstico en la primera (diagnóstico final de mesotelioma). Las características clínicas y radiológicas de los pacientes se exponen en la tabla I. En la figura 1 se muestra la distribución de los pacientes en grupos de edad. El diagnóstico de los pacientes se expone en la tabla II. La proporción de pacientes que se estudiaron de forma ambulatoria durante el tiempo del estudio en relación a los pacientes con exudado pleural en los que se realizó al menos una biopsia pleural en nuestro servicio en las mismas fechas y que precisaron de ingreso hospitalario se refleja en la figura 2. Aunque existe una tendencia al estudio de un mayor número de pacientes de forma ambulatoria, las diferencias no fueron significativas. En el estudio del derrame pleural se realizó una broncoscopia (por clínica bronquial, o alteraciones paren- TABLAI Características clínicas y radiológicas de los pacientes Edad, años (X ± DE) Sexo Varones/mujeres Tamaño del derrame Masivo Grande Mediano Pequeño Encapsulado Síntomas* Disnea de reposo Fiebre más de 7 días Dolor torácico de difícil control Karnofsky < 50% Dificultad para deambular 55,9 (± 21,3) 64/36 4 19 51 25 1 7 O 1 3 *Sólo se han seleccionado los síniornas que pueden ser mas relevantes para e! estudio de tos pacientes ambtilatoriamemc o ingresados. 50 V. VILLENA ET AL.- DIAGNÓSTICO AMBULATORIO DE LOS PACIENTES QUE PRECISAN BIOPSIA PLEURAL. ESTUDIO DE 100 CASOS CONSECUTIVOS quimatosas) en 47 pacientes, una tomografía axial computarizada en 45, y se repitió la biopsia pleural en 37 de los pacientes (en cuatro se realizó una tercera biopsia pleural). En cuanto a las complicaciones de las biopsias pleurales, en las 141 biopsias pleurales practicadas, se produjeron 12 neumotorax (8,5%), siendo precisa la colocación de tubo de tórax en 3 ocasiones (2,1 %). De estos 3 casos que precisaron drenaje torácico, un paciente no presentó recidiva del derrame, desconociéndose la causa del mismo; en otro se obtuvo una etiología tumoral con las pruebas practicadas hasta entonces, y el tercero fue dado de alta tras la retirada del tubo, para continuar su estudio ambulatoriamente. No se encontraron otras complicaciones de relevancia. Desde el día en que se realizó la primera toracocentesis en nuestro servicio hasta el día en que se llevó a cabo la prueba que alcanzó el diagnóstico transcurrieron una media (± DE) de 7,4 días (± 15,5). Discusión El estudio etiológico de los pacientes con derrame pleural es una patología frecuente en los servicios de medicina interna o neumología. En la mayoría de nuestros hospitales, el estudio de pacientes con derrame pleural, que requieren para su diagnóstico una o más biopsias pleurales, se realiza habitualmente previo ingreso, ocasionando una separación del paciente de su medio afectivo-familiar, y un gasto económico que podría ser evitado en muchas ocasiones. Cada paciente y cada situación plantea problemas y dudas de diagnóstico y tratamiento difíciles de protocolizar en su manejo. Sin embargo, en nuestro medio, dada la escasa disponibilidad de camas hospitalarias, hemos realizado desde hace años el estudio de numerosos pacientes con derrame pleural, que precisaron la realización de biopsia pleural de forma ambulatoria. En nuestra área de salud, los pacientes con derrame pleural pueden ser remitidos a la consulta de neumología ubicada en el hospital, donde se realiza su estudio según un protocolo diagnóstico5, frecuentemente de forma ambulatoria. La organización de dicha consulta permite que habitualmente no exista una demora superior a 1 -3 días en la realización de la primera toracocentesis. La localización hospitalaria de la citada consulta establece la posibilidad de una rápida instauración de tratamientos como drenaje con tubo endotorácico o cirugía torácica en los escasos pacientes en que fuera necesario, por la presencia de complicaciones importantes. El estudio ambulatorio de estos pacientes ha sido posible incluso en casos de edad muy avanzada, ya que 35 tenían más de 70 años, y nueve más de 80 años. Tampoco el tamaño grande del derrame pleural fue un factor determinante para impedir su estudio ambulatorio, ya que se incluyeron 23 pacientes con derrames importantes, siendo cuatro masivos. En cuanto al diagnóstico de los pacientes, las patologías más frecuentes no difieren de otras series españolas de pacientes con derrame pleural en los que se realizó biopsia pleural5, e incluso patologías con mal pronóstico a corto plazo, como las neo51 plasias, pudieron ser diagnosticadas con frecuencia de forma ambulatoria. Con respecto a la evolución del número de pacientes evaluados ambulatoriamente, se ha incrementado progresivamente en el período de estudio, permitiendo un mejor aprovechamiento de los recursos hospitalarios, aunque los datos todavía no alcanzan significación estadística. Por otra parte, en relación a la frecuencia de complicaciones de la biopsia pleural, los datos de nuestra serie se encuentran entre los referidos por otros autores como Escudero et al5 (el 11,1% de neumotorax con un 3,6% de pacientes que precisaron tubo de drenaje torácico), y Poe et al4 (un 8,4% de neumotorax con un 0,4% de tubos torácicos). Por último, el tiempo requerido hasta la consecución del diagnóstico nos parece aceptable, no retrasando de TABLA II Diagnóstico de los pacientes estudiados de forma ambulatoria Neoplasias Carcinoma broncogénico Mesotelioma Carcinoma de mama Carcinoma de ovario Carcinoma de estómago Linfoma no hodgkiniano Carcinoma de lengua Origen desconocido Tuberculosis Desconocido Paraneumónico Pulmón atrapado Tromboembolismo pulmonar Postrasplante hepático Derrame urémico Pleuropericarditis viral Polimialgia reumática 44 19 5 3 3 2 1 1 10 27 16 6 2 1 1 1 1 1 397 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 manera significativa la instauración del tratamiento si se precisa a pesar de la inclusión con cierta frecuencia de pruebas como la TAC o la broncofibroscopia en algunos casos. BIBLIOGRAFÍA 1. Martín Escribano P, López Encuentra A, Martín García I, Cienfuegos Agustín MI, Caballero Borda C. Patología diagnosticada en una unidad neumológica integrada con su Área de Salud. Comparación con controles históricos. Arch Bronchoneumol 1996; 32: 18-22. 2. Echave-Sustaeta J, Villena V, López Encuentra A, Izquierdo M, Alvarez C, Martín Escribano P. Etiología del derrame pleural en un servicio de neumología. En: Aportaciones a la medicina interna. Madrid: Editorial Libro del Año, S.L., 1995; 249-253. 398 3. Light RW. Thoracocentesis (diagnostic and therapeutic) and pleural biopsy. En: Light RW. Pleural diseases (3.a ed.). Baltimore: WiIliams andWiIkins, 1995; 311-326. 4. Poe RH, Israel RH, Utell MJ, Hall WH, Greenblatt DW, Kallay MC. Sensitivity, specificity and predictive valúes of closed pleural biospy. Arch Intern Med 1984; 144: 325-328. 5. Escudero Bueno C, García Clemente M, Cuesta Castro B, Molinos Martín L, Rodríguez Ramos S, González Panizo A et al. Cytologic and bacteriologic analysis of fluid and pleural biopsy specimens with Cope's needle. Study of 414 patients. Arch Intem Med 1990; 150: 1.190-1.194. 6. Guidelines for thoracocentesis and needle biopsy of the pleura. Am Rev RespirDis 1989; 140: 257-258. 7. Villena Garrido V, Nieto Barbero A. Derrame pleural. En: Martín Escribano P, López Encuentra A, editores. Pautas de práctica clínica en Neumología. Madrid: Idepsa, 1996; 58-67. 8. Light RW. Clinical manifestations and useful tests. En: Light RW, editor. Pleural diseases (3.a ed.). Baltimore: Williams and Wiikins, 1995;36-74. 52 REVISIÓN El diafragma M. Orozco-Levi y J. Gea Servei de Pneumologia. Hospital del Mar. Grup de Recerca de Pneumologia. Unitat de Recerca Respiratoria i Ambiental. Instituí Municipal d'Investigació Médica (IMIM). Universitat Autónoma de Barcelona. La presente revisión sobre el diafragma abarca, en primer lugar, aspectos funcionales y estructurales del músculo. En segundo lugar, describe los avances más recientes en cuanto al estudio morfológico del diafragma se refiere. Por último, refleja la opinión de los autores en cuanto a las futuras líneas de investigación y su posible aplicación en la práctica clínica diaria. Introducción El diseño que tiene el sistema respiratorio de los mamíferos implica que un volumen de aire sea movilizado, a través de un sistema de distribución, hacia y desde el área que permite el intercambio gaseoso. Los músculos respiratorios son los elementos que cumplen esta función activa de bomba ventilatoria'. Para lograr desplazar el volumen de aire, estos músculos se contraen intermitentemente modificando la presión, forma y volumen del tórax. El diafragma es el principal músculo respiratorio2, aunque para que su función sea óptima requiere también de la participación coordinada y secuencial de otros músculos. Tanto situaciones patológicas como fisiológicas extremas pueden deteriorar la actividad contráctil, bien sea por inducir fatiga (alteración permanente) o debilidad (alteración reversible) del diafragma, o deterioro de su efectividad mecánica. Todas estas situaciones pueden acarrear insuficiencia ventilatoria3. El número de entidades que pueden inducir disfunción diafragmática es muy amplio y tiende a hacerse aún mayor. De hecho, este deterioro funcional puede ser secundario a alteraciones a cualquier nivel, desde el sistema nervioso central hasta la propia célula muscular*. Así, puede verse en diversas enfermedades de las motoneuronas superiores, motoneuronas inferiores (células del asta anterior), axones neuronales, unión neuromuscular o de las mismas miofibrillas5. En la práctica clínica diaria, los pacientes que presentan mayor riesgo de sufrir disfunción diafragmática Correspondencia: Dr. J. Gea. Servei de Pneumologia. Hospital del Mar-IMIN. P. Marítim, 27. 08003 Barcelona. Recibido; 16-1-96; aceptado para su publicación: 13-5-97. Arch Bronconeumol 1997: 33: 399-411 55 pueden ser agrupados así: a) enfermos con insuficiencia respiratoria aguda (p. ej., crisis asmática, neumonía); b) los sometidos a ventilación mecánica, especialmente si ésta ha sido prolongada; c ) los portadores de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) severa o en fase de descompensación, y d) los que padecen enfermedades neuromusculares (p. ej., esclerosis lateral amiotrófica, síndrome de Guillain-Barré). En contraste con los avances obtenidos en los últimos años en el conocimiento de la fisiopatología de estos trastornos, son pocos los conseguidos en su tratamiento. Entre estos últimos merecen especial mención la validación de la presión inspiratoria de soporte en varias modalidades (IPS, IPPV, SIMV, etc.) en el proceso de destete del ventilador mecánico, el uso de la oxigenoterapia domiciliaria y la ventilación no invasiva en el tratamiento de pacientes con EPOC seleccionados y la ventilación asistida en el tratamiento de algunas enfermedades neuromusculares y de la caja torácica. La historia natural de estas enfermedades es prolongada, más aún en algunas no está bien definida, y se asocia a un importante deterioro en la calidad de vida de los enfermos. Esto, unido a los costes que las diferentes intervenciones implican para un sistema de salud hacen que se mantenga un profundo interés por el estudio de la fisiopatología de los músculos respiratorios y de las potenciales medidas de intervención terapéutica (p. ej., fisioterapia, terapia nutricional, terapia génica, fármacos anabolizantes u hormonoterapia). Otra área de interés potencial, aunque no relacionada directamente con la patología, es el papel que el entrenamiento de los músculos respiratorios pueda tener en otras circunstancias como el rendimiento de deportistas de élite (p. ej., pruebas de maratón o ciclismo). Anatomía del diafragma humano El término diafragma engloba en realidad a dos músculos íntimamente relacionados y unidos a través del tendón central: el costal y el crural6. Esta diferenciación se hace no sólo desde un punto de vista anatómico, sino también teniendo en cuenta su origen embriológico, su inervación y función7. Estudios experimentales con estimulación selectiva han demostrado que además se activan en forma diferente y que cada uno induce cambios conformacionales particulares en la caja torácicas. 399 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 TABLA I Valor medio de las dimensiones del diafragma humano normal14'7798 tico tiende en estas situaciones más a adquirir rigidez que a acortarse'5. Variable Magnitud Circulación del diafragma Peso Masa muscular Grosor Área del tendón centra] 280 g 260 g 35 mm 150 cm2 El aporte sanguíneo al diafragma depende de las arterias mamaria interna, intercostales y frénicas (superiores e inferiores). Estas se anastomosan para minimizar el riesgo de isquemia durante las situaciones de reducción del flujo16. Si éste es inadecuado puede aparecer fatiga o fracaso del diafragma, mientras que su restauración o aumento puede revertir o evitar el deterioro'7. El flujo sanguíneo se incrementa progresivamente durante las situaciones de sobrecarga, pero alcanza una meseta cuando el índice tensión-tiempo (TTi) del músculo oscila alrededor de 0,2. A medida que la relación entre el tiempo inspiratorio y el tiempo total del ciclo (Ti/Ttot) aumenta, el tiempo de relajación del músculo disminuye. Por ello hay menor tiempo disponible para la perfusión. Esta obstrucción al flujo capilar está limitada únicamente al período de contracción, pues durante la relajación permanece inalterado'8. Área muscular 750 cm2 Diámetro coronal Diámetro sagital 40 cm 25 cm El diafragma costal se origina en el tendón central y se inserta en el apéndice xifoides (fibras esternales), porción interna de las últimas 6 costillas inferiores y cartílagos costales correspondientes (fibras costales). Se divide en dos partes, hemidiafragma derecho e izquierdo, cada una con forma de cilindro elíptico con cúpula curvada y de convexidad cefálica. Cada una de ellas puede actuar en forma casi independiente'. La mayoría de sus fibras corren orientadas radialmente en sentido longitudinal de arriba abajo y con líneas de tensión que se proyectan en serie9. El diafragma crural se origina también en el tendón central pero se inserta en las tres primeras vértebras lumbares. La disposición de sus fibras es más compleja. Algunas se orientan radialmente hacia los ligamentos arqueados para insertarse en las apófisis transversas de la tercera vértebra lumbar y costillas inferiores. Otro grupo de fibras más posteriores se inserta en la porción anterolateral del cuerpo de las primeras vértebras lumbares. En el hiato esofágico, las fibras crurales se entrecruzan para formar parte del esfínter esofágico interior10. Dimensiones del diafragma en individuos sanos En la tabla I se resume la media de las principales dimensiones anatómicas del diafragma humano. La masa muscular corresponde a un 95% del peso total del diafragma. En individuos sanos" se ha establecido que el peso de este músculo guarda relación con el peso corporal (masa muscular del diafragma [g] = 4,18 x peso corporal [kg] - 21,8). Por otra parte, tanto el grosor como el área del diafragma están en relación lineal con el peso corporal total12-13. Técnicas no invasivas han permitido definir además que el grosor del diafragma guarda una relación directa y lineal con el volumen pulmonar en seres humanos14. La mayor parte de la información disponible respecto a las dimensiones del diafragma han sido obtenidas a partir de piezas necrópsicas, esencialmente del diafragma costal. El diámetro transverso de este músculo escindido (aproximadamente 12 h después del fallecimiento del paciente) es prácticamente igual a la longitud del arco transverso del diafragma antes de su extracción". Esto sugiere que el diafragma se contrae poco una vez es resecado. Aunque la magnitud de un potencial artefacto de contracción consecuente al rigor mortis no se ha controlado en los estudios antes mencionados, está bien establecido que el músculo esquelé400 Control neural del diafragma La inervación motora del músculo proviene de los nervios frénicos izquierdo y derecho (raíces nerviosas de C3 a C5). La eficiencia de la contracción del diafragma requiere que haya una correcta aferencia de la información respecto a la carga y posición del músculo. Sin embargo, el diafragma posee muy pocas terminaciones propioceptivas. Por ello, se asume que la compensación diafragmática ante las cargas esté mediada más por estructuras intrínsecas, como el aparato de Golgi en el tendón central, que a través de un verdadero feed-back mediado por vía neural19. Sin embargo, otros autores han propuesto la existencia de una vía refleja frénicofrénica o a través de los nervios intercostales20. Por otra parte, se ha descrito recientemente que la activación del hemidiafragma izquierdo es de diferente magnitud a la del derecho2'. La integración de las señales aferentes desde diferentes grupos musculares es importante para la coordinación de la contracción muscular. La disnea puede aparecer asociada con la magnitud de tensión que detectan los mecanoceptores en el músculo. Dado que se ha evidenciado la existencia de husos musculares anómalos en el diafragma, se ha propuesto que éstos podrían enviar información errónea a los centros de control de la respiración y contribuir a un incremento en la sensación disneica22. Estructura celular (fibrilar) del diafragma Tanto desde el punto de vista embriológico como morfológico y funcional, el diafragma es un músculo esquelético estriado. Su actividad es continua y esencial para la vida, por lo cual posee unas características específicas. Comparándolo con los músculos de los miembros, las fibras del diafragma tienen una mayor tolerancia ante la fatiga, mayor flujo sanguíneo, mayor capacidad oxidativa y mayor densidad capilar 2425 . 56 M. OROZCO LEVI ET AL.- EL DIAFRAGMA El diafragma se compone de numerosas unidades motoras. Cada una de ellas incluye cientos de fibras de uno de los tres tipos clásicos (I, Ha y IIb)24. De acuerdo a sus propiedades metabólicas y funcionales, las fibras tipo I se caracterizan por una oxidación lenta de la glucosa y una mayor resistencia a la fatiga26. Las de tipo Ha muestran glucólisis oxidativa rápida y son resistentes a la fatiga. Por último, las de tipo IIb muestran glucólisis rápida, y sensibilidad a la fatiga. El diafragma de individuos adultos sanos contiene aproximadamente un 80% de fibras resistentes a la fatiga (el 55% de tipo I, el 25% de tipo Ha) comparado con el 40% de los músculos de las extremidades'. Además, las fibras del diafragma tienen un mayor contenido mitocondrial que el mismo tipo de fibra de los músculos de las extremidades23. Más que una simple diferencia histológica, el tipo de fibra determina el rango de posibles respuestas contráctiles. Los músculos con altas proporciones de fibras tipo I están mejor equipados para esfuerzos sostenidos de baja intensidad, mientras aquellos con predominancia de tipo II son óptimos para desarrollar trabajo de alta potencia pero corta duración. En los músculos respiratorios se combinan estas dos propiedades, permitiendo la resistencia a la fatiga necesaria para movilizar durante toda la vida el volumen corriente, así como la ejecución de actividades de alta demanda como la ventilación durante el ejercicio, suspirar o toser. La proporción de cada tipo de fibras en un músculo es dinámica, pues puede cambiar en respuesta a diversos factores. Entre éstos, la edad, estado nutricional proteicocalórico, entrenamiento físico, y sobrecarga crónica (mecánica o ventilatoria) del sistema respiratorio27. Por otra parte, el diafragma difiere funcionalmente de otros músculos en cuanto que se contrae ante cargas resistivas (vías aéreas) y elásticas (pared torácica y pulmones), más que ante fuerzas de inercia. Además, su 57 posición de reposo está determinada por un equilibrio de las fuerzas elásticas del tórax y los pulmones. Estructura subcelular del diafragma Sarcolema. Es la membrana celular de cada una de sus fibras musculares. Está constituido por la membrana celular verdadera, llamada plasmática, y una capa delgada de material polisacárido que rodea los capilares. En los extremos de las fibras musculares, el sarcolema se continúa con los haces tendinosos que se insertan en el hueso. Miofibrillas y miofilamentos. Cada fibra muscular contiene de centenares a miles de miofibrillas, que se visualizan como pequeños puntos en su corte transversal. A su vez, cada miofibrilla está constituida por unos 1.500 miofilamentos de miosina y por el complejo actina-tropomiosina. Estos miofilamentos se interdigitan en parte de su longitud, por lo que al análisis del corte longitudinal con luz polarizada es posible definir bandas alternas claras (I) y oscuras (A). Las bandas I se denominan así por ser isótropas, y representan los miofilamentos de actina, mientras las banda A (anisótropas) representan la superposición que éstos tienen con los de miosina. Los miofilamentos de actina se unen en los extremos a través de la llamada membrana (o disco) Z. Esta membrana pasa de una miofibrilla a otra, uniéndolas entre sí en todo su extensión. La porción de cada fibra muscular comprendida entre dos líneas Z consecutivas se denomina sarcómera. Esta es la unidad funcional del músculo. Cuando la fibra muscular está en su longitud de reposo, la longitud de las sarcómeras es de aproximadamente 2 p.m. Las sarcómeras se organizan en serie, y se necesitan unas 5.000 para cubrir la distancia entre el origen en el tendón central y la inserción del diafragma en las costillas28. 401 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 junto a cada área donde se superponen los miofilamentos de actina y miosina. Como esto ocurre en ambos extremos de cada filamento de miosina, hay dos tríadas por sarcómera. Los túbulos T se abren al exterior y contienen líquido extracelular. Por ello, cuando el potencial de acción se difunde sobre la membrana de la fibra muscular, los túbulos T lo transmiten al interior de la misma, permitiendo la contracción muscular. Fuentes de energía para la contracción del diafragma Sarcoplasma. La matriz de soporte de las miofibrillas se denomina sarcoplasma. Éste contiene los elementos intracelulares usuales, entre los que destacan las mitocondrias y el retículo sarcoplásmico. Las mitocondrias se distribuyen ubicuamente entre las fibras musculares y en el espacio subsarcolémico (fig. 1). Esto refleja la necesidad de grandes cantidades de energía que las mitocondrias, a partir del adenosín trifosfato (ATP), aportan a las miofibrillas para realizar el trabajo contráctil. Además, el líquido del sarcoplasma contiene grandes cantidades de potasio, magnesio, fosfatos y enzimas. Retículo sarcoplásmico. Lo que en las demás células animales es el retículo endoplásmico, en el músculo esquelético se denomina retículo sarcoplásmico. Lo forman túbulos longitudinales situados paralelamente entre las miofibrillas. En el extremo de cada uno se encuentran las cisternas terminales. Sistema tubular T. Además del retículo sarcoplásmico, cada fibra muscular tiene el sistema de túbulos transversos o túbulos T, que se hallan orientados perpendicularmente a las miofibrillas. La zona de contacto entre el túbulo T y el retículo sarcoplásmico se denomina la tríada. En el músculo esquelético hay una tríada 402 La contracción muscular depende de la energía liberada por la catálisis de las moléculas de ATP. La mayor parte de esta energía es utilizada para generar los puentes cruzados de actina-tropomiosina, mientras pequeñas cantidades se invierten tanto en la liberación del calcio contenido en el retículo sarcoplásmico, como en bombear iones de sodio y potasio a través de la membrana de la fibra muscular. Esto último permite conservar un medio iónico adecuado que permita la propagación del potencial de acción. La cantidad de ATP contenida en un músculo sólo permite mantener la contracción plena durante menos de un segundo. Por ello el ADP, producto de su defosforilación, se refosforila para formar nuevo ATP en fracciones de segundo. La energía necesaria para la refosforilación proviene esencialmente de dos fuentes. La principal es la procedente del fosfato de creatina. Éste lleva un enlace fosfórico que al romperse libera la energía que permite fijar un nuevo ion de fosfato al ADP. Sin embargo, las cantidades disponibles de fosfato de creatina también son pequeñas (unas cinco veces las del ATP). Una segunda fuente de energía puede ser utilizada para reconstituir tanto el fosfato de creatina como el ATP, y es la proporcionada por el catabolismo de los alimentos (hidratos de carbono, grasas y proteínas). La mayor parte de su energía se libera durante el proceso de oxidación que ocurre casi exclusivamente en las mitocondrias. Propiedades mecánicas del diafragma Como todo músculo esquelético, la función contráctil del diafragma tiene dos características fundamentales. En primer lugar, la fuerza, la cual depende del número de unidades contráctiles y de miofibrillas. En segundo lugar, la resistencia, que depende tanto de la densidad de capilares y mitocondrias como de la capacidad enzimática oxidativa. El incremento de la fuerza se produce por reclutamiento progresivo de unidades motoras (contracción de baja intensidad), y/o aumento de la tasa de activación de cada unidad (contracción de alta intensidad). Además de lo anterior, la función contráctil se ve también modificada por la longitud del músculo en reposo, masa muscular, frecuencia del estímulo eléctrico, velocidad de contracción, y disposición mecánica (global y de cada componente). Existen tres tipos de relaciones fundamentales para analizar la mecánica muscular: La relación longitud-tensión del diafragma parece similar a la de los músculos de las extremidades (fig. 2). 58 M. OROZCO LEVI ET AL- EL DIAFRAGMA La longitud a la que puede generar el máximo de fuerza es denominada longitud óptima (LO). La relación longitud-tensión del diafragma depende del volumen pulmonar, y su LO se ubica a nivel cercano a la capacidad residual funcional27'29. Otras variables como la forma de la caja torácica y la presión abdominal también influyen en la longitud del diafragma a cualquier volumen. La tensión que el diafragma es capaz de generar disminuye cuando se acorta en forma aguda (p. ej., por atrapamiento aerodinámico durante una crisis asmática). En modelos animales con enfisema pulmonar inducido experimentalmente (atrapamiento aéreo crónico), la curva longitud-tensión del músculo se desplaza a la izquierda. Esa paradójicamente mayor tensión generada a menor longitud del músculo parece estar justificada por el mecanismo adaptativo de pérdida y acortamiento de sarcómeras28'30. Hallazgos recientes sugieren que tanto la adaptación de la longitud como la hipertrofia con el entrenamiento son factores que podrían justificar la preservación de la fuerza del diafragma en pacientes con EPOC31'32. En el otro extremo, la obesidad puede disminuir la fuerza del diafragma por estirar sus unidades contráctiles33. La relación fuerza-frecuencia del diafragma e intercostales es similar que la de músculos esqueléticos no respiratorios (fig. 3). En actividad normal, la frecuencia 59 del estímulo del nervio frénico es de 10 a 30 Hz. Cuando se aumenta la frecuencia, la fuerza generada se incrementa hasta alcanzar una meseta con frecuencias de estimulación entre 50 y 100 Hz. La curva fuerza-frecuencia se desplaza a la derecha durante la hiperinsuflación pulmonar aguda y con la fatiga muscular27. La relación fuerza-velocidad describe una curva con forma hiperbólica y depende de la composición fibrilar de cada músculo (fig. 4). Por ello, los músculos respiratorios muestran un comportamiento intermedio entre músculos esqueléticos de contracción lenta y contracción rápida27. Esta relación es igual a cero cuando la carga es supramáxima (contracción isométrica). En el otro extremo, la velocidad de contracción es máxima cuando el músculo se contrae ante cargas iguales a cero. Técnicas para evaluar el estado funcional del diafragma El diafragma se contrae casi exclusivamente durante la inspiración27. Cuando se acorta, el tendón central se mueve hacia abajo y actúa como un pistón, aumentando la presión negativa intratorácica y la positiva intraabdominal. Existen diversas técnicas que permiten la valoración funcional del diafragma, teniendo en cuenta las propiedades de fuerza y resistencia. 403 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 La fuerza se define como la tensión (o trabajo) máxima que el diafragma puede generar en una inspiración forzada máxima. Generalmente se evalúa durante contracciones tanto isométricas como anisométricas que, desde el punto de vista funcional, son típicamente anaeróbicas. La resistencia incluye el concepto de tiempo durante el cual el diafragma puede generar una tensión (o trabajo) de determinada magnitud antes de desarrollar fatiga. Es evaluada con maniobras dinámicas durante períodos determinados. Desde el punto de vista funcional, estas maniobras pueden ser mixtas o predominantemente aeróbicas, según el caso. Evaluación de la fuerza del diafragma La fuerza de los músculos respiratorios se evalúa con dos grupos de técnicas, clasificadas según la naturaleza de la maniobra que se ejecute. Las maniobras respiratorias estáticas, denominadas así porque no se acompañan de flujo aéreo, implican ejecución de la contracción muscular a isovolumen pulmonar. Permiten evaluar los músculos respiratorios durante una contracción isomé404 trica. Las maniobras dinámicas son aquellas que se realizan con la vía aérea permeable, lo cual permite establecer flujo aéreo. Para ambos grupos de maniobras, la medición de los cambios de presión se puede realizar a cualquier volumen pulmonar. La técnica más clásica para evaluar la fuerza de estos músculos es la medición de las presiones inspiratorias máximas durante una maniobra de Müller. La presión inspiratoria máxima puede ser medida en nariz, en boca (PImax) o en esófago (Pesmax), y suele obtenerse a partir de una espiración máxima desde volumen residual (VR). La medición en nariz o boca presenta como ventajas que no es invasiva, es sencilla de realizar, es aceptablemente reproducible, y cuenta con la posibilidad de utilizar manómetros ya comercializados. Sin embargo, todas las maniobras están directamente asociadas al grado de colaboración y aprendizaje por parte del individuo. Para solventar esto último se puede utilizar la técnica de eléctrica del nervio frénico o estimulación magnética tanto cervical como del córtex cerebral (conocidas como presión inspiratoria twitch). Es importante resaltar que la medición de la PImax y Pesmax no permite discriminar la participación de los diferentes grupos musculares de la inspiración (p. ej., diafragma frente a accesorios). Por otra parte, pueden verse interferidas por la contracción de músculos extratorácicos (p. ej., bucinadores). Con el objetivo de disminuir la variabilidad intraindividual se ha propuesto repetir las maniobras varias veces hasta obtener tres valores de presión que no difieran más de un 5%; también, disminuir las fugas con boquillas especiales y controlar con las manos del investigador la utilización de la musculatura de las mejillas34. En sujetos sanos35 la PImax está fundamentalmente determinada por seis factores: la edad, sexo, desarrollo muscular global, y las relaciones fuerza-longitud, fuerza-frecuencia y fuerza-velocidad de los músculos inspiratorios. Para valorar específicamente la fuerza del diafragma se requiere la medición de la presión transdiafragmática (Pdi). Dado que la contracción de este músculo genera simultáneamente cambios de presión en tórax (presión negativa) y abdomen (presión positiva), la diferencia de estas dos representa exclusivamente la presión generada por el diafragma, así: Pdi = Pga - Pes donde Pga es la presión gástrica y Pes la esofágica. El componente esofágico permite evaluar en conjunto la función de los músculos inspiratorios en global, mientras que el índice Pes/Pdi representa la fracción de Pdi que se traduce en presión pleural. La medición de estas presiones en seres humanos se realiza habitualmente con dos sondas que incorporan un balón distal. Uno se sitúa en la luz esofágica y otro en la cavidad gástrica (fig. 5). Las sondas se colocan a través de la nariz y se conectan a sendos transductores de presión y a un sistema de registro36. La fuerza que el diafragma es capaz de generar en una contracción máxima (Pdimax) se evalúa especialmente durante la ejecución de maniobras inspiratorias máximas36'38. Las maniobras más utilizadas con este objetivo son: 60 M. OROZCO LEVI ET AL- EL DIAFRAGMA Maniobra de inspiración rápida/orzada con vía aérea permeable. La más conocida es la PdimaxSniff. Esta técnica es sencilla39 y en enfermos evaluados en nuestro laboratorio no ha mostrado diferencias con la PdiMüller. Además, aparece como la más reproducible en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica40. Maniobra de inspiración máxima hasta capacidad pulmonar total. Es la llamada PdimaxTLC. Su principal desventaja es la dificultad para ser realizada por pacientes. Maniobra de inspiración forzada contra la vía aérea cerrada. Es en realidad una maniobra estática, y es conocida como PdimaxMüller. Representa la fuerza generada durante la contracción isométrica del diafragma. Algunos incluyen un esfuerzo expulsivo abdominal simultáneo o la colocación de bandas o cinturones en el abdomen. Aunque de estas formas la Pdi puede tener valores absolutos mayores, existen dudas sobre su significado fisiológico. Las principales desventajas de las técnicas descritas para la medición de la Pes y Pdi están representadas por los caracteres invasivo de su medición y voluntario de las maniobras. Por lo primero, algunos autores han propuesto la medición de la PImax en nariz41, boca o nasofaringe42 como alternativas a la medición de la Pes con los métodos convencionales. Por lo segundo, se han diseñado técnicas de estimulación externa para inducir contracción del diafragma. Similar a lo referido anteriormente, la PdimaxTwitch permite evaluar la Pdimax con un estímulo extemo (eléctrico o magnético) del nervio frénico o de los centros respiratorios, sin que se requiera una maniobra voluntaria por parte del sujeto43. Una ventaja adicional es que permite evaluar tanto la contracción global como la de un solo hemidiafragma según sean uno o dos los centros o nervios estimulados. Desde un punto de vista funcional, los valores de la PdimaxTwitch son aproximadamente un 20% menores que los de la PdiSniff. Recientemente se ha sugerido la determinación de la Pes, Pga y Pdi tanto durante maniobras de espiración forzada (Pemax) como de tos (PesTOS, PgaTOS, PdiTOS) dentro de las técnicas de evaluación de la fuerza de los músculos espiratorios. La relevancia clínica de estas determinaciones es aún motivo de estudio, pero parecen reflejar una participación activa del diafragma en el esfuerzo expulsivo tusígeno43'44. Evaluación de la resistencia del diafragma La resistencia de los músculos respiratorios se evalúa con diversas técnicas. Entre las más conocidas están: Ventilación voluntaria máxima (WM). Fue originalmente descrita como la máxima ventilación que un individuo puede mantener durante un periodo de al menos 15 s, con una frecuencia libre o superior a 80 resp.min''. Aunque es poco específica, permite evaluar simultáneamente la musculatura inspiratoria y espiratoria. Su rendimiento aumenta cuando existe obstrucción de las vías aéreas. 61 Prueba de los 6 (o 12) minutos de marcha. Evalúa la capacidad para realizar un ejercicio general, en este caso, la marcha. Se evalúa la distancia que el paciente es capaz de recorrer en el tiempo fijado, así como otras variables biológicas (SaOy frecuencias respiratoria y cardíaca, escalas analógicas de disnea e incomodidad en las extremidades). Es una prueba sencilla y muy reproducible. Carga inspiratoria máxima tolerada. Para determinar la carga inspiratoria máxima tolerada (CMT), el individuo respira a través de una válvula de dos vías que permite aplicar selectivamente una resistencia inspiratoria. Esta carga puede ser bien de naturaleza resistiva (determinada al disminuir el calibre de la vía inspiratoria), o de naturaleza umbral (determinada por una válvula unidireccional con un dintel concreto de presión). La carga resistiva induce un aumento del trabajo de los músculos inspiratorios5 proporcional al grado de obstrucción de la vía aérea y al flujo inspiratorio (producto del volumen corriente x tiempo inspiratorio). El nivel de presión generada con cada inspiración exige un registro en tiempo real de la presión en boca e imponer un patrón respiratorio determinado al individuo. La carga umbral46 difiere de la anterior en que requiere una misma presión determinada (umbral) en cada esfuerzo inspiratorio para que la válvula se abra y permita establecer el flujo. Aunque la presión puede incrementarse aún más una vez la válvula se abre, esta técnica facilita la realización de la prueba, dado que el patrón respiratorio no requiere ser controlado experimentalmente. Con el uso de estas técnicas se ha definido la PMT (presión máxima tolerada; o SIP, sustainable inspiratory pressure) como la presión inspiratoria máxima bajo la cual un individuo puede respirar durante al menos 10 minutos. En individuos normales la PMT corresponde aproximadamente al 60% de la PImax. Martyn et al47 han demostrado (prueba de Martyn) que la PMT puede ser un 50% mayor si la carga inspiratoria es instaurada en forma progresiva (p. ej., 50 g cada 2 min). Esto sugiere que el aprendizaje de la técnica influye de manera relevante en los resultados. Tiempo de resistencia ante una carga respiratoria. También conocido como el tiempo de aguante o límite de tiempo (TLIM), se ha definido como aquel tiempo durante el cual un individuo es capaz de respirar bajo una carga de determinada magnitud antes de desarrollar fatiga muscular (claudicación). La magnitud de carga aplicada es, habitualmente, equivalente al 80% de la PMT. El final de la prueba (TLIM) viene definido tanto por variables subjetivas, que dependen de la colaboración del individuo, como por variables objetivas. Entre estas últimas la más utilizada es la incapacidad de establecer flujo inspiratorio durante tres o más esfuerzos consecutivos. Evaluación de la reserva funcional del diafragma Se han diseñado diversos métodos que tratan de evaluar el estado funcional y riesgo de desarrollar fatiga de 405 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 los músculos respiratorios. Estos métodos pueden aplicarse bien sea en condiciones de sobrecarga ventilatoria o debilidad muscular, tanto en individuos sanos como en enfermos (p. ej., EPOC, patologías neuromusculares). Las más utilizadas son: Técnicas basadas en la mecánica de contracción. En primer lugar, el índice tensión-tiempo (TT). Incluye las dos variables que determinan el trabajo muscular: la tensión o fuerza generada y la duración de la misma. Este índice ha sido claramente definido para músculos de las extremidades. Por extensión, para los músculos inspiratorios viene determinado por una hipérbola generada a partir de la fórmula: TTI = (PI/PImax) x (Ti/Ttot) Si se determinan los cambios de presión intratorácicos con sonda esofágica, la fórmula sería: TTI = (Pes/Pesmax) x (Ti/Ttot) Ésta misma puede ser aplicada también para la evaluación específica del estado funcional del diafragma (di), según el enunciado36: TTdi = (Pdi/Pdimax) x (Ti/Ttot) Tal y como se deduce de estas fórmulas, el primer cociente expresa la magnitud de tensión que el (los) músculo (s) genera (n) en cada contracción en relación a su capacidad máxima. Cuando este cociente aumenta, el TLIM disminuye. El segundo cociente expresa la duración de la contracción muscular en cada ciclo respiratorio. La diferencia con la unidad expresa el tiempo disponible para la relajación muscular. Cuando este cociente aumenta, hay un menor tiempo para la perfusión del músculo. Por ello el TLIM también disminuye. En individuos sanos y en condiciones básales, el TTdi oscila alrededor de 0,02. En pacientes con EPOC o patología neuromuscular, el valor puede ser 2-5 veces mayor. A partir de trabajos experimentales se ha logrado definir que un TTdi mayor a 0,15 es prácticamente imposible de mantener por períodos mayores de 1 h. Por ello, y aunque el TTdi no permite diagnosticar fatiga muscular, sí permite valorar la situación funcional del músculo y estimar el riesgo a desarrollarla. Otro método para la evaluación de la reserva ante la fatiga es el índice de relajación máxima (MRR, maximal relaxation rate). Se considera uno de los indicadores más precoces de los cambios que se suceden en la dinámica de la fatiga muscular42. Se basa en el hecho fisiológico de que la relajación muscular es un fenómeno activo, que consume energía, y es lábil a las modificaciones del medio intracelular (pH, niveles de ATP, etc.). El MRR se define como el porcentaje de caída máxima de la presión medida en los primeros 100 ms de la relajación muscular. Recientemente se ha propuesto un método no invasivo para efectuar una aproximación al MRR del diafragma utilizando la ultrasonografía a través de la pared to406 rácica en la zona de aposición del músculo14. Permite evaluar el grosor del diafragma costal (estado trófico) y sus cambios durante contracción y relajación (dinámica de contracción). En voluntarios sanos a los que se les ha sometido experimentalmente a fatiga diafragmática, este método ha demostrado ser reproducible, sencillo y fácil de realizar. Podría constituir una alternativa a los métodos convencionales y una forma de detección precoz de disfunción o distrofia del músculo. Técnicas basadas en las señales electrofisiológicas. Entre éstas la más conocida es el índice de altas/bajas frecuencias (índice H/L), medido sobre la señal electromiográfica (EMG). Este índice disminuye y tiende a invertirse precozmente cuando la dinámica de la fatiga muscular se ha iniciado48. La detección de señales EMG adecuadas y su procesamiento no son sencillos, pero recientemente se ha diseñado un sofisticado sistema experto para optimizar el análisis49. Técnicas basadas en la señal vibratoria de la contracción. La contracción muscular genera unas señales vibratorias de baja frecuencia cuyo estudio y análisis se conoce como fonomiografía o vibromiografía. La respuesta de los transductores (acelerómetros) es proporcional a la aceleración del sistema, por lo que se supone que la señal obtenida puede reflejar los movimientos respiratorios generados por la contracción de diversos músculos. Recientemente, se ha validado en modelos animales la utilización de acelerómetros de superficie para monitorizar la actividad del diafragma comparándolos con otras técnicas (medición de Pdi, electromiografía)50. Su aplicación en humanos podría tener utilidad en la valoración no invasiva de la función diafragmática. El diafragma en situaciones de sobrecarga y enfermedad Alteraciones en la función diafragmática La función del diafragma puede verse afectada por diversas patologías tanto en su capacidad para generar presión (fuerza), como en su resistencia, o en ambas. La fatiga muscular es una condición fisiológica en la cual disminuyen la fuerza o la velocidad de contracción ante una carga determinada, y característicamente reversible con el reposo (NHLBI WORKSHOP SUMMARY, 1990). A diferencia de la anterior, la debilidad muscular es una condición patológica caracterizada por un deterioro funcional del músculo no reversible con el reposo y que además predispone a la fatiga. La fatiga del diafragma no ocurre en individuos sanos, salvo en condiciones especiales (p. ej., carrera de maratón o ciclismo, estimulación frénica externa o sobrecarga ventilatoria). Sin embargo, está bien documentado que la fatiga diafragmática puede aparecer en: a) enfermos con EPOC o patologías neuromusculares51-52, precipitando la insuficiencia ventilatoria5, y b) en el proceso de destete de la ventilación mecánica53. 62 M. OROZCO LEVI ET AL- EL DIAFRAGMA La fatiga muscular se instaura cuando las demandas exceden la capacidad del músculo, cuando el consumo energético excede el aporte, o cuando la extracción de los catabolitos no es proporcional a su síntesis. De ello se deduce que los factores que intervienen en la fatiga del diafragma son: la fuerza que se genera en cada contracción, el trabajo respiratorio, el aporte de oxígeno y nutrientes, la tasa de extracción de los productos metabólicos, las reservas energéticas del músculo, y la eficiencia de la propia contracción. La fatiga puede ser de tres orígenes, según sea el órgano predominantemente afectado: a) fatiga central, resultado de inhibición refleja desde el diafragma, acción inhibitoria mediada por la corteza cerebral o liberación de opiáceos endógenos54; b) fatiga de transmisión como resultado de un bloqueo en el estímulo nervioso, y c) fatiga de contracción (alta o baja frecuencia), cuando la capacidad del músculo para generar tensión está disminuida ante el estímulo y las vías de conducción están indemnes55. Durante algún tiempo se postuló la existencia de la llamada fatiga crónica de contracción para explicar la hipoventilación crónica en pacientes con enfermedades neuromusculares o EPOC, y su mejoría con el reposo o la ventilación mecánica (NHLBI WORKSHOP SUMMARY, 1990). Sin embargo, varios estudios recientes hacen dudar de su existencia pues: a) la disfunción muscular puede ser resultado de daño muscular irreversible o lentamente reversible; b) la ventilación mecánica nocturna de pacientes neuromusculares o enfermedades de la caja torácica mejora el intercambio de gases sin aumentar la fuerza muscular56, y c ) los pacientes con EPOC preservan la capacidad de generar fuerza con el diafragma aun en presencia de hiperinsuflación severa32-57. Todo ello sugiere que la anteriormente mencionada fatiga crónica del diafragma en realidad no existe, al menos en este tipo de enfermos58. La hipoventilación respondería más a una disminución refleja del estímulo respiratorio con el objetivo de evitar la fatiga diafragmátíca, el daño muscular y el fallo ventilatorio59. Sin embargo, otros estudios han evidenciado que la resistencia de los músculos respiratorios está disminuida en pacientes con apneas obstructivas durante el sueño60'6'. Por otra parte, en los pacientes con EPOC la fuerza y resistencia del diafragma se ven afectadas en forma predominante por los cambios en la configuración del sistema respiratorio y sus consecuencias mecánicas. De hecho, cuando la hiperinsuflación pulmonar es severa, el diafragma se desplaza hacia abajo y se aplana. Esto origina dos fenómenos: a) la zona de aposición disminuye, pasando la configuración de un sistema en serie a otro en paralelo, y b) atendiendo a la ley de Laplace (presión = tensión/radio de curvatura), la capacidad de generar presión ante una misma tensión disminuye (fíg. 2). Estos fenómenos justifican en gran medida la disminución de las presiones inspiratorias máximas (PImax, Pdimax) en este tipo de enfermos27. Sin embargo, los pacientes con EPOC poseen una fuerza en el diafragma igual o mayor que la observada en individuos sanos a volumen pulmonar equivalente31'32. 63 Cambios en la estructura diafragmática en situaciones de sobrecarga crónica y enfermedad Los músculos esqueléticos son órganos muy sensibles al medio y a los cambios de actividad, tanto por uso como por desuso, y por extensión se asume que también lo sea el diafragma. Tienen la capacidad de expresar una gran variedad de cambios estructurales adaptativos ante la sobrecarga crónica, pero se muestran también susceptibles de sufrir trastornos degenerativos, tanto fenotípicos como funcionales. Estos cambios pueden producirse cuando se modifica la intensidad o la frecuencia de actividad muscular, y afectan tanto al sistema metabólico (consumo de nutrientes, producción de energía) como al contráctil (masa muscular, mecánica de contracción). Probablemente el primer cambio estructural (señal inductora) consista en una lesión de membrana o rotura de la estructura sarcomérica. A partir de esta lesión, el músculo iniciaría fenómenos de reparación y adaptación que permitirían resistir mejor eventuales situaciones de sobrecarga. Diversas razones tanto éticas como técnicas han limitado la posibilidad de obtener muestras de diafragma in vivo. Por ello, son muy pocos los estudios estructurales que se han realizado en el diafragma, correlacionando los hallazgos con la función pulmonar. Más aún, únicamente dos trabajos previos57'62 lo han hecho con la función de los músculos respiratorios. Existe un debate en la literatura en cuanto a que la EPOC se asocie a unos (como correspondería a la atrofia) o a otros fenómenos (hipertrofia). Esta controversia surge ante el hallazgo de atrofia de los músculos respiratorios en 10 trabajos9'"'57'62'68, mientras que otros demuestran la existencia de hipertrofia del diafragma en este mismo tipo de enfermos32'69. La atrofia representa un fenómeno estructural degenerativo del tejido muscular y se asocia a una disminución de su capacidad funcional. Su causa en estos enfermos probablemente sea multifactorial. Entre los potenciales agentes causales se han sugerido la mainutrición por incremento del gasto metabólico basal65, incremento crónico en la impedancia del sistema respiratorio52, ausencia de períodos de reposo entre los de sobrecarga70'71, y efecto de la hiperinsuflación pulmonar crónica sobre la caja torácica (atrofia neurógena)64. Además, se ha demostrado que la densidad capilar del músculo está incrementada en términos de valor absoluto (al corregir respecto al área fibrilar) en el diafragma de pacientes con EPOC72. En otros músculos esqueléticos este cambio (angiogénesis muscular) se asocia a un incremento en su capacidad aeróbica (resistencia)73'74. Resulta de especial interés que en tres trabajos precedentes, tanto a nivel del diafragma62, como de los músculos intercostales externos75, y del dorsal ancho76 se haya evidenciado que los cambios estructurales no son homogéneos en todas sus fibras. Mientras la mayoría de sus fibras tienden a la atrofia, una subpoblación de las mismas se hipertrofia. Aparece simultáneamente una bi o hasta multimodalidad en la distribución de los diámetros de las fibras en un mismo músculo. Este hallazgo representaría la plasticidad de los músculos respirato407 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 rios para adaptarse a la sobrecarga crónica77, y sugiere que parte de éste "lucha" tratando de compensar los efectos deletéreos de la EPOC sobre el resto de su estructura y de su función. Se han descrito cambios tanto en el diafragma como en otros músculos respiratorios de pacientes con EPOC a nivel de expresión mitocondrial78'79, contenido y actividad de las enzimas oxidativas, capacidad máxima de consumo de oxígeno, actividad de la LDH muscular, del tamaño o frecuencia relativa de sus fibras62'75, de la longitud o número de las sarcómeras31 y de las isoformas de las cadenas pesadas de miosina80. Aunque estos fenómenos han sido ampliamente estudiados en los músculos esqueléticos de las extremidades, es muy poco lo que se conoce de su significado en los músculos respiratorios, especialmente el diafragma74. Recientemente se ha evidenciado que algunos de estos fenómenos adaptativos del diafragma se asocian tanto a la presencia de EPOC como a la severidad de la misma57. Fundamentalmente, se han objetivado diferencias tanto en la maquinaria de producción de energía (nivel de expresión mitocondrial) como en el sistema contráctil (longitud de las sarcómeras) al comparar pacientes con EPOC y aquellos con función respiratoria normal. Estos hallazgos son coherentes con los de estudios previos81'82 pero que se han desarrollado a nivel enzimático, y que han demostrado un aumento de las enzimas de la cadena oxidativa en el diafragma de pacientes 408 con EPOC. Por otra parte, la disminución del tamaño de las sarcómeras expresa un cambio estructural en el aparato contráctil ante la hiperinsuflación pulmonar crónica31. De esta forma, el diafragma preserva la capacidad de generar tensión al desplazarse hacia la izquierda la curva longitud-tensión, no hacia abajo (fig. 6). Cambios similares han sido evidenciados en el diafragma de modelos animales cuando se les induce enfisema experimentalmente28'30. Todo lo anterior podría representar un grupo de cambios adaptativos del diafragma frente a la sobrecarga ventilatoria crónica, y ser expresión de un proceso de remodelación celular de este músculo72'78'80'83. Los fenómenos de alteración estructural y funcional del diafragma determinan que otros músculos sean reclutados progresivamente: los llamados músculos accesorios de la respiración''84. Este reclutamiento progresivo tiene como finalidad optimizar el nivel de presión pleural, para así mantener una adecuada ventilación y disminuir el riesgo de desarrollar fatiga diafragmática. Más aún, en pacientes con EPOC este evento parece ser el responsable de cambios estructurales adaptativos en algunos músculos como el dorsal ancho73'85. En estos enfermos, el trabajo respiratorio está incrementado debido a que la obstrucción al flujo aéreo impone una sobrecarga mecánica permanente a los músculos respiratorios86. Dado que el diafragma es el principal músculo inspiratorio, esta sobrecarga podría ser interpretada 64 M. OROZCO LEVI ET AL- EL DIAFRAGMA como una forma de actividad muscular aeróbica y crónica, capaz de emular el entrenamiento de resistencia87. En los músculos esqueléticos de las extremidades, la sobrecarga aeróbica crónica incrementa su capacidad oxidativa74 (una de las formas de expresión mitocondrial). Esto se asocia a: a) una menor disrupción de su homeostasis, y b) un menor consumo de hidratos de carbono mientras realiza un trabajo88. Específicamente, se ha establecido que los músculos entrenados sufren menores cambios en su contenido de fosfatos de alta energía (ATP, ADP, Pi, H^PO^) y de glucógeno cuando realizan un trabajo determinado89. Además, la disminución en la tasa de oxidación de los hidratos de carbono se asocia a un mayor contenido de enzimas que intervienen en la activación de los ácidos grasos libres (enzimas citosólicas), su transferencia al espacio mitocondrial (enzimas citosólicas y mitocondriales), y su betaoxidación (enzimas mitocondriales). Esto último permite que los músculos con adaptación mitocondrial disminuyan la utilización de glucógeno, pues utilizan con más eficacia los ácidos grasos libres como fuente alternativa de energía90. El significado funcional de estos cambios constitutivos está representado por dos eventos de especial trascendencia funcional: a) menor depleción de los depósitos de glucógeno muscular88, y b) aumento del período de latencia del músculo ante la fatiga74. Esto ha sido corroborado por numerosos trabajos tanto experimentales74-89'92 como por otros realizados en humanos74'83-93-94. Es probable que el estudio muscular basado sólo en la diferenciación clásica de las fibras en dos tipos sea excesivamente simplista. Por este motivo se trabaja en la actualidad analizando la composición de la miosina y otras proteínas estructurales. Estos estudios incluyen tanto el análisis del músculo en global como de cada tipo de fibra en particular (Orozco-Levi et al, datos no publicados). Otros trabajos han evaluado a nivel de ARNm la expresión genética de las isoformas de miosina. Así, recientemente se ha visto que los músculos respiratorios de animales sometidos a cargas resistivas por un corto período de tiempo presentan un cambio fenotípico con aumento del ARNm codificante de la miosina resistente a la fatiga80. Lo que aún queda por definir es el mediador que regula estos cambios mitocondriales del diafragma en pacientes con EPOC. Curiosamente este mediador tampoco ha sido definido con claridad en otros músculos esqueléticos. Se han sugerido varios factores, aunque algunos son aún motivo de estudio y debate. Entre estos factores se cuentan la hipoxia95, la depleción de fosfatos de alta energía (ATP, AMPc, fosfato de creatinina)96'97, ciertos fármacos (p. ej., fármacos betamiméticos)98'99, o el estímulo mecánico mismo (rotura sarcomérica)80'100. Líneas de investigación para los próximos años Uno de los avances más importantes del estudio de los músculos respiratorios ha sido la reciente evidencia que el diafragma es capaz de expresar fenómenos adaptativos ante situaciones de sobrecarga crónica. En enfermos con EPOC, estos fenómenos pueden coexistir con 65 la atrofia u otros cambios de índole degenerativa y compensar los efectos mecánicos y metabólicos deletéreos de la enfermedad. Por ello, en un futuro inmediato la investigación sobre el diafragma probablemente se oriente hacia dos grandes terrenos. Por un lado, la búsqueda de técnicas fisiológicas sencillas, e idealmente no invasivas, que permitan detectar precozmente el riesgo de desarrollar fatiga y fracaso ventilatorio. Es probable, sobre todo en pacientes críticos, que estas técnicas sean de tipo neurofisiológico con análisis automatizado de la señal. Otras alternativas prometedoras son el análisis de la función diafragmática a partir de variables obtenidas con técnicas de imagen (p. ej., ultrasonografía). El desarrollo y perfeccionamiento de estas técnicas tiene especial interés para evaluar los efectos de diversas medidas de intervención terapéutica (p. ej., fisioterapia, terapia nutricional, terapia génica, fármacos anabolizantes u hormonoterapia) sobre la estructura y función del músculo. Un área de interés potencial, aunque no relacionada directamente con la patología médica, es el papel que el entrenamiento de los músculos respiratorios pueda tener en otras circunstancias como el rendimiento de deportistas de élite. En segundo lugar, una novedosa línea de investigación incluye la aplicación de las ciencias básicas para definir los efectos de la sobrecarga muscular (crónica o aguda) sobre la estructura y función del diafragma. Esto implica el estudio del diafragma a los niveles celular, subcelular y molecular. En este sentido serán de especial interés los trabajos que permitan interpretar las causas y los efectos del daño celular y los subsiguientes fenómenos de remodelación muscular. Entre otros, permitirán evaluar los papeles de la fisioterapia, entrenamiento específico de los músculos respiratorios o administración de algunos fármacos (anabolizantes, betaadrenérgicos, etc.). Finalmente, estudios genéticos permitirán definir el sustrato sobre el que la sobrecarga inherente a la enfermedad respiratoria actúa para expresar un determinado fenotipo en el diafragma. BIBLIOGRAFÍA 1. Rochester DF. The diaphragm contractile properties and fatigue. JClinInvest 1985; 75: 1.397-1.402, 2. 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Hace unos años en el curso de un debate sobre EPOC y medicación broncodilatadora, había mucho público, prácticamente todo el Congreso Nacional, y alguien expuso las dificultades ocasionales para el diagnóstico diferencial entre asma y EPOC, cuando pidió la palabra un reconocido fisiólogo respiratorio y sentenció que una cosa es asma y otra muy diferente EPOC, aquélla vinculada al estado de hipersensibilidad y la EPOC ligada a la obstrucción propiciada por el humo de tabaco. Pensamos que de alguna manera acababa de decir que sólo hay mujeres de raza negra o blanca (u hombres), anulando de un plumazo el magnífico abanico de tonalidades cutáneas diversas. Nuestra especialidad tiene todavía un problema sin resolver en la definición correcta de las entidades que cursan con obstrucción crónica al flujo aéreo (OCFA), una condición o estado fisiológico donde existe obstrucción al flujo aéreo crónica o recurrente, dada la fuerte superposición que se produce entre ellas, probablemente porque hasta ahora se ha basado la diferenciación exclusivamente en criterios no inflamatorios, verosímilmente por la dificultad de acceso al órgano. Así, en la EPOC, se agrupan curiosamente la bronquitis crónica definida en términos clínicos y el enfisema pulmonar definido en términos anatómicos siendo la obstrucción al flujo aéreo, que puede ser parcialmente reversible, el estado patofisiológico común. Y aunque sea rechazado por algunos estudiosos, aquí se van a establecer bases de discusión para introducir una ampliación: el asma, que de una forma práctica se aplica también en esa definición de EPOC cuando cursa con obstrucción fija, dadas las dificultades para diferenciarla entonces de bronquitis y enfisema que tienen OCFA reversible. El único nexo de unión entre las tres entidades hoy sigue siendo la OCFA, por lo que la OCFA a nuestro entender más merecería ser un síndrome en el que los factores decisivos en origen, contribuyentes en mayor o menor proporción a su desarrollo podrían ser: el humo de tabaco y otros contaminantes ambientales, y el estado atópico. Correspondencia: Dr. A. Pacheco Galván. Jerez, 19. 28230 Las Rozas. Madrid. Recibido: 10-2-97: aceptado para su publicación: 19-2-97. Arch Bronconeumol 1997: 33: 412-417 412 La relación entre infiltración inflamatoria y activación celular, y severidad de la enfermedad en asma y EPOC está pobremente definida, ya que nos encontramos en la fase inicial del análisis de las propiedades de las células inflamatorias y el entorno neurógeno en pared bronquial y ácino, aunque ya se vislumbra en un futuro próximo que los criterios patológicos (celulares) mejorarán la distinción clínica y el tratamiento entre pacientes con enfermedad de vía aérea. La inflamación bronquial en asma ha recibido desde hace 15 años a esta parte un enorme esfuerzo investigador y sólo más recientemente en la EPOC -especialmente el tipo bronquitis crónica-, se están analizando sus componentes celulares una vez superadas la influencia del humo de tabaco y la teoría de la hipersecreción mucosa crónica como decisivas o exclusivas en su etiopatogenia, y así, ya existen numerosos estudios que señalan varios puntos de contacto con asma''3. Incluso el análisis citológico de la inflamación alveolar en EPOC tipo enfisema pulmonar, teórico punto opuesto y por tanto claramente diferente a asma en el capítulo OCFA, ha revelado hipótesis de base celular similares en ambas entidades4-5, debido al protagonismo de células esenciales desde el punto de vista inmunológico. El enfisema asociado al fumar, vinculado hasta ahora casi exclusivamente a la teoría del disbalance entre proteasas y antiproteasas, con el neutrófilo o macrófago activados por el humo de tabaco como células claves, ha sido estudiado recientemente por investigadores canadienses mediante inmunohistoquímica en piezas pulmonares provenientes de cirugía. Concluyen que: si la inflamación está mediada predominantemente por neutrófilos no hay destrucción pulmonar, contrariamente a lo que ocurre si el predominio en el tejido enfermo es de macrófagos activados o linfocitos T5. Y si se trata de diferenciar el enfisema centrilobular del panacinar, sólo el primero, relacionado a la bronquitis crónica, se ha visto asociado a mayor número de linfocitos T, siendo las únicas células entre un amplio espectro que se han vinculado por su número con la presencia de hiperreactividad bronquial (HRB). El tipo panacinar también asociado al tabaco verosímilmente tiene diferente patogenia porque no concurre al parecer esa citada reacción inmunológica mediada por el linfocito T6. Hay cada vez más evidencias de que el linfocito T activado es la célula clave -di68 A. PACHECO CALVAN Y M. GARCÍA SALMONES- FACTORES DE RIESGO RELACIONADOS ENTRE EPOC Y ASMA CRÓNICA: IMPLICACIONES EVOLUTIVAS Y TERAPÉUTICAS rector de orquesta- en la inflamación bronquial tanto en asma crónico como en bronquitis crónica o enfisema de tipo centrilobular2-5'7. Los linfocitos T activados son especiales entre las células inflamatorias en el sentido de que son las únicas células que pueden directamente reconocer antígenos a través de receptores específicos y por tanto iniciar una respuesta inflamatoria con la consecuente liberación de citocinas8. La definición de bronquitis crónica (BC) se aplica a sujetos con secreción mucosa excesiva en vía aérea que conduce a tos productiva crónica, que ocurre la mayoría de días durante al menos 3 meses y durante 2 años sucesivos9. La inflamación de vía aérea ha sido identificada recientemente en pacientes con bronquitis crónica durante las exacerbaciones y consiste en acumulación de neutrófilos, eosinófilos, linfocitos T activados y macrófagos3. La causa primaria de bronquitis crónica es sin duda el humo de tabaco; no obstante, permanece oscuro por qué sólo una pequeña proporción, quizás entre un 10%-15%, de fuertes fumadores desarrollan OCFA. El asma se define como obstrucción al flujo aéreo reversible total o parcialmente, con HRB no específica como característica adicional importante y además con repercusión en la práctica, ya que se ha demostrado que la HRB se correlaciona tanto con la severidad de la enfermedad como con la necesidad de medicación10'". El problema planteado continuamente en términos definitorios entre asma y EPOC está en que la EPOC pueda ser conceptuada como obstrucción irreversible o escasamente reversible, y el asma cronificada también puede desarrollar irreversibilidad de la obstrucción al flujo aéreo12. Para complicar más el intento de separación, un potencial nexo de unión entre asma y EPOC, la HRB inespecífica, ha sido demostrado también en EPOC13. Para analizar la etiopatogenia de asma o EPOC nada mejor que indagar los factores de riesgo para evaluar tanto su origen como su potencial desarrollo. Como factor de riesgo diáfano para desarrollar OCFA, ya precozmente, está el déficit heredado de alfa-1-antitripsina, pero sólo ocurre en una pequeña proporción de pacientes14. Recientemente, Postma et al han demostrado que una región del cromosoma, la 5ql-q 33, particularmente rica en genes que son implicados en la inflamación alérgica, podría manifestar una alta susceptibilidad al estado de hipersensibilidad en sus portadores, aun sin un desencadenante claro15. Otra teoría para explicar la susceptibilidad de sólo algunos fumadores para desarrollar OCFA se basa en la existencia de una infección pulmonar adicional, concretamente por adenovirus. El grupo de Hogg de Vancuver aplicando la técnica de la PCR e hibridación in situ en muestras de tejido pulmonar demostró que el diagnóstico de EPOC del fumador se correlaciona con un alto número de copias de ADN de adenovirus en el tejido, por lo que se infiere que una infección latente por adenovirus puede amplificar la reacción inflamatoria producida por el humo de tabaco16. Un atractivo nexo de unión entre asma y EPOC, aplicable al origen de ambos procesos, supuso el conocimiento en 1961 de la llamada hipótesis holandesa de la OCFA por lo que se asumía que la atopia y la HRB pueden ser factores predisponentes para el desarrollo futuro 69 de OCFA: esto es, que la constitución atópica puede ser un factor determinante en todos los tipos de OCFA, asma y EPOC17. Esta hipótesis holandesa difiere de la hipótesis británica que diferencia los individuos susceptibles que fuman de los asmáticos, porque producen secreciones bronquiales abundantes y la inflamación por el humo de tabaco les lleva al trastorno obstructivo del flujo aéreo. El reconocimiento años más tarde de las anormalidades de la vía aérea pequeña -lesiones típicas del fumador con bronquitis crónica- combinadas con enfisema introdujo el término de EPOC, diferente a asma. En nuestro país nos hemos decantado claramente por los británicos en detrimento de los continentales (holandeses), al menos en este dilema. Pero en la investigación mundial al respecto, se tienden puentes cada vez más claros entre las dos opiniones divergentes. La intervención norteamericana verosímilmente para apaciguar las posturas encontradas en Europa empezó con Burrows, quien en sus estudios epidemiológicos logró relacionar alergia y HRB, con OCFA, solamente en el denominado síndrome de la "bronquitis asmática crónica", pero no en enfisema18. Los individuos con bronquitis asmática crónica parecen tener un mejor pronóstico y una mayor prevalencia de características alérgicas comparados con pacientes con bronquitis sin fondo atópico, los cuales parecen progresar más hacia enfisema. ¿Qué porcentaje se asume de cada grupo? El conocido grado de superposición entre bronquitis crónica y enfisema produciendo EPOC impide, excepto en los extremos del abanico, cualquier diferenciación. Este epidemiólogo norteamericano simplifica el problema a dos troncos de origen de la OCFA: la forma lenta e insidiosa asociada al consumo de tabaco que lleva a enfisema y la forma de bronquitis asmática asociada a atopia; no obstante, la forma con los dos factores de riesgo asociados permanece críptica. Aunque la respuesta broncodilatadora y la eosinofilia significativas son las claves para el diagnóstico de asma, Postma y Lebowitz publicaron recientemente un trabajo epidemiológico que muestra que estas características pueden estar también presentes en bronquitis crónica19. Burrows mantuvo en un editorial, en 1989, que el incremento de la HRB vinculada a un estado atópico constituye un factor de riesgo para el que se inicia en el hábito tabáquico, y esto lo puntualizó en un trabajo de seguimiento funcional sobre 9 niños con alergia y expuestos al humo de tabaco20-21. Pero argumentaba, por otro lado, que las características de la inflamación de la mucosa bronquial en el típico fumador no atópico deshacen esa conexión -la hipótesis holandesa- porque no existen características de ese estado tanto en epitelio como en regiones subepiteliales y, además, no se objetivan características clínicas de estado atópico como: IgE sérica aumentada, tests cutáneos positivos o eosinofilia, al menos en el grupo con enfisema puro. ¿Es que realmente los individuos fumadores son profundamente analizados en sus potenciales características atópicas? El estudio de las bases genéticas que determinan alergia y asma es lo suficientemente complejo para esperar todavía resultados más concluyentes y adoptar consecuentemente definiciones más precisas. Los genes 413 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 implícitos en la respuesta alérgica bronquial se han objetivado en: receptores de células T, más o menos activos, receptores de IgE en mastocitos y basófilos, déficit de antiproteasas y consecuente amplificación de la inflamación alérgica, defectos de los receptores beta-2 adrenérgicos, etc. Por otro lado, el carácter no mendeliano simple de la herencia en atopia puede ser explicado por la heterogeneidad de genes responsables, y también por factores ambientales que necesariamente intervengan para poderse expresar el fenotipo22. Uno de estos factores ambientales, ¿podría ser el humo de tabaco? Si analizamos ahora más los estudios clínicos, un error frecuente de los grupos que estudian la OCFA es la metodología de selección de grupos de pacientes, estableciendo casi siempre el asma en sus estadios iniciales, sin obstrucción permanente comparándola a bronquitis crónica y enfisema en sus estadios finales, o bien, asumen que un paciente dado entra en el grupo de asmáticos simplemente porque ha tenido crisis de disnea sibilante en su historial. Parece en cualquier caso que se van delimitando grupos clínico-epidemiológicos en OCFA: asma cronificada, bronquitis asmática (fumador con característica de asma), bronquitis crónica sin características de asma y enfisema, en cuanto se estudian estos procesos con una evolución similar. Con esta información, el clínico se ve obligado consecuentemente a agotar las posibilidades de alergia en sus pacientes con OCFA, pues su presencia puede tener una repercusión pronostica, al vincularse un mayor grado de la misma a la acción antiinflamatoria, es decir a un mayor componente de HRB, consecuencia de la inflamación subyacente. Nuestro grupo presentó en el último Congreso de la ERS un estudio de alergia en 35 pacientes adultos mayores de 60 años fumadores con OCFA, en el que el 37,1% presentaban IgE específica a Candida albicans, un hongo oportunista cuando el medio se ve sometido a antibioterapia o corticoterapia continuas, algo muy frecuente en este tipo de pacientes, pero, sin embargo, escasamente analizado en los tests cutáneos habituales23. El problema de al menos una parte de individuos que abocan a OCFA es que pueden tener según lo expuesto un fondo atópico insospechado o claramente expresado, más la influencia del humo de tabaco u otros agentes inflamatorios como infecciones o provenientes del medio laboral. Varios trabajos apuntan a la posibilidad de que el fumar de forma activa o pasiva puede estimular la expresión de atopia24. El mismo grupo investigador de la Universidad de Arizona publicó recientemente en Chest que en las bronquitis crónicas diagnosticadas de nuevo y asociadas al fumar, la eosinofilia, así como el tabaco constituyen factores de primera línea en el deterioro rápido del VEMS25. Un punto de encuentro por el comienzo, entre los dos procesos, asma y EPOC: fumar y atopia. Entonces ¿se asume que la bronquitis del fumador que evoluciona rápidamente -deterioro del VEMSen su inicio puede ser una bronquitis crónica asmática? ¿Prestamos suficiente atención a estas fases iniciales? La presencia de un número significativo de eosinófilos en sangre o muestras intralveolares en el curso de 414 OCFA se ha expuesto en numerosos trabajos recientes. Saetta et al objetivaron mediante biopsias bronquiales en las exacerbaciones de bronquitis crónica 30 veces más eosinófilos que en las biopsias obtenidas en condiciones básales3. Lacoste et al concluyen que hay una señal quimioatrayente para la migración de eosinófilos tanto en asma como en bronquitis crónica, aunque la degranulación eosinófila es más evidente en asma26. Haraguchi et al, en un análisis morfométrico comparativo de pulmones procedentes de necropsias de pacientes con enfisema y ataques de disnea sibilante y de pacientes con asma, muestran que el número de eosinófilos en pared de vías aéreas periféricas es similar en ambos grupos, y claramente aumentado con respecto a un grupo control sin enfermedad pulmonar4. Por último, en un trabajo epidemiológico publicado en 1989, The Normativo Aging Study, se analizó en 778 varones de mediana edad la interrelación entre fumar, marcadores objetivos de alergia y respuesta a metacolina, concluyendo que tanto la IgE sérica como la eosinofilia se relacionaban de forma estadísticamente significativa a la HRB y que los fumadores tenían significativamente mayor IgE total en suero y más eosinófilos en sangre que la población no fumadora. La conclusión de los autores es que fumar y la atopia pueden actuar sinérgicamente para incrementar el grado de HRB27. Este incremento en el grado de HRB se ha demostrado ya en numerosos informes que constituye un factor de riesgo de primera línea en el pronóstico de la OCFA19-28-29, pero no olvidemos que la HRB constituye una manifestación básica del diagnóstico objetivo de asma bronquial. Lo que ocurre es que la HRB está directamente relacionada con la inflamación de vía aérea, pero repercute en su concepción el control neuronal y los mediadores celulares diversos, así como las alteraciones estructurales de la unidad acinar tanto en EPOC como en asma. Woolcock descubrió que los asmáticos tienen dos componentes de la curva dosis-respuesta a metacolina o histamina que los distinguen de un paciente normal: primero la simple desviación a la izquierda de la curva consecuencia de la respuesta más sensible a dosis bajas de broncoconstrictor, y segundo la ausencia del desarrollo del platean, que tiene como consecuencia que la vía aérea del asmático no tiene límite a la broncoconstricción30. ¿Pero cuál es la relación entre la ausencia de plateau y la inflamación crónica alérgica? El edema asociado a la inflamación incrementa el grosor de la pared bronquial, por lo que a un grado dado de acortamiento de la fibra muscular lisa, farmacológicamente inducido, podría disminuir el calibre de la vía aérea de forma desproporcionada. La fibra muscular del asmático en experimentos in vitro al parecer se muestra mucho más sensible a agentes constrictivos de vía aérea que los tejidos de pacientes con EPOC, aunque Fish sorprendentemente demostró que el aumento de la HRB fue menor en aquellos que tenían peor función, cuando el asmático se desplazaba hacia la obstrucción fija, probablemente porque la vía aérea del asmático con enfermedad más evolucionada presentaría una estructura menos "deformable" por mayor fibrosis3' y en consecuencia: ya no es tan brillante el grado de HRB cuando el asmático llega 70 A. PACHECO GALVAN Y M. GARCÍA SALMONES- FACTORES DE RIESGO RELACIONADOS ENTRE EPOC Y ASMA CRÓNICA: IMPLICACIONES EVOLUTIVAS Y TERAPÉUTICAS a la obstrucción fija. En EPOC, la pérdida de retracción elástica típica de la destrucción enfisematosa, que se supone no existe en asma en su inicio, condiciona también una ausencia de freno a la contracción muscular y por consiguiente a la reducción del calibre de vía aérea. Estos razonamientos han hecho que autores como Paré deduzcan que la HRB en EPOC es una consecuencia de la inflamación típica de EPOC, más que una predisposición32, a diferencia de lo que supone la referida hipótesis holandesa17. Este mismo autor, sin embargo, asume años más tarde que la causa del aumento de la HRB en asma cronifícado y EPOC es similar: engrosamiento de pared bronquial y pérdida de la presión de retracción elástica. Así, en el enfisema de tipo centrilobular, el grupo de Cosío de Montreal demuestra mayor engrosamiento de la pared interna de la vía aérea pequeña, que se correlacionaba a mayor HRB, a diferencia del enfisema de tipo panlobular, ambos en población fumadora6. Parece entonces que es en la investigación de las consecuencias en la estructura y función pulmonar de la inflamación crónica alérgica a largo plazo donde se abren perspectivas muy interesantes, y el grado de diferenciación entre las entidades que cursan con OCFA se hace todavía más complejo. En el niño asmático tratado con corticoides inhalados se produce una mejora de síntomas así como un lento y progresivo descenso de la HRB pero sin retomar nunca a la normalidad presumiblemente porque se han producido ya cambios irreversibles en mayor o menor grado en la estructura de vía aérea y el medio que la rodea, como son: edema, depósito de proteoglicanos, hipertrofia de músculo liso e hiperplasia, fibrosis y disminución de la presión de retracción elástica. Todos estos cambios -remodelación pulmonar- son hipotéticamente los responsables futuros de una excesiva respuesta a cualquier estímulo. Esta noción sirve para asumir ahora que el asma no es tanto una enfermedad inflamatoria bronquial como una anomalía para reparar adecuadamente el daño causado por cualquier agresión inflamatoria. En el asmático que preserva su función pulmonar existe HRB algo más difícil de demostrar en el fumador con bronquitis crónica; sin embargo, cuando el VEMS del asmático disminuye en fase estable por debajo del 70% del ideal, se parece en su HRB a un bronquítico en que está ligada proporcionalmente al nivel de descenso del FEV133. El fenómeno del máximo estrechamiento de la vía aérea cuando se estimula con un bronconstrictor fue reexaminado por Bel et al, comparando pacientes con asma con obstrucción fija (a diferencia de otros autores como Woolcock que estudiaron asma sin obstrucción permanente) y pacientes con EPOC. Demostraron que no había diferencias significativas entre los dos grupos pues no encontraron el fenómeno del platean en 3 de 12 pacientes con asma y en 4 de 11 con EPOC, de lo que se deduce que el fenómeno citado, la ausencia de platean, no es exclusivo del asmático34. En resumen, nuestro estado actual de conocimiento con respecto a la HRB en el asmático es que al parecer existe una diferencia entre los mecanismos responsables de HRB en el asma crónico persistente, y los mecanismos que ocurren agudamente, en asociación a síntomas o exposición a 71 alérgenos; en otras palabras, que una vez tiene lugar la remodelación arquitectural cicatricial del bronquio sujeto a inflamación permanente, la diferencia objetivable entre HRB en OCFA del fumador y la deducible de una inflamación alérgica cronificada tiene pocas diferencias, si alguna, en el capítulo de análisis de la HRB. De hecho, las numerosas condiciones asociadas a HRB, como fibrosis quística, fallo cardíaco, displasia broncopulmonar, infección viral, contaminantes atmosféricos, rinitis alérgica o incluso individuos catalogados como normales, así como asma y EPOC, motivan que esta exploración sufra una merma importante en su especificidad, más evidente cuando hay obstrucción permanente al flujo aéreo. Volvamos al comienzo, cuando se inicia la inflamación bronquial en asma y EPOC, y adquiere características de cronicidad. El linfocito T, una vez ha reconocido el antígeno en las capas subepiteliales de la vía aérea, se activa y es una fuente de interleucina 5 (IL-5), una linfocina que se ha demostrado que específicamente estimula la supervivencia del eosinófilo y activa su madurez8. La inflamación eosinófila bronquial parece permanente en asma35, pero mediante estudios citohistológicos bien planteados solamente se ha observado eosinofilia en las exacerbaciones en bronquitis crónica, suponiéndose con ello que la bronquitis crónica precisaría un desencadenante para la afluencia de eosinófilos en vía aérea que podría ser la infección viral, bacterias o contaminantes ambientales; los virus ya han demostrado un papel de estímulo de citocinas proinflamatorias y moléculas de adhesión36 e incluso de inductores de eosinofilia en vía aérea37. Ante el cruce de conceptos de atopia y contaminantes ambientales, ya se adoptan definitivamente puntos de vista prácticos aceptados, por ejemplo, por la ATS que, en 1993, especifica en el diagnóstico de asma: que en presencia de obstrucción severa puede no ser posible distinguir asma de otros tipos de enfermedades pulmonares obstructivas por lo que criterios diagnósticos adicionales deben ser considerados como la presencia de eosinofilia en sangre o esputo38. Bajo esta premisa, llevamos a cabo recientemente en el servicio un trabajo retrospectivo sobre 70 casos de OCFA y fumadores, ingresados por reagudizaciones respiratorias con afectación funcional en estadios I y II de la ATS9 y revisamos los hemogramas, tanto al ingreso, como en fase estable, considerada ésta separada al menos 3 meses del ingreso, desechando asimismo para el análisis del grupo casos como: eosinofilia tras leucocitosis con desviación a la izquierda, así como asociados a fiebre del heno, vasculitis, cáncer de cualquier tipo y síndromes de infiltrado pulmonar y eosinofilia, manteniendo como cifra frontera la de 275 eosinófílos por mm3, igual que la establecida en el trabajo The Normativo Aging Study, y objetivamos que el 40% de pacientes mantenían eosinofilia significativa (datos no publicados). ¿Es posible que sean bronquíticos crónicos asmáticos que han evolucionada a obstrucción fija grave?, y, desde el punto de vista práctico: ¿en este grupo de pacientes no debería haber sido la terapia antiinflamatoria bronquial mucho más agresiva ya en el inicio de la evolución? Verosímilmente una gran 415 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 parte de la población con EPOC, de haber tenido terapia preventiva antiinflamatoria a largo plazo, no habría tenido tiempo de desarrollar obstrucción fija. Desde el punto de vista de la terapia en OCFA, se acepta que el tratamiento antiinflamatorio puede ser decisivo por estar justificado ante una inflamación de vía aérea que desemboca en alteraciones estructurales fijas. Saetía et al demostraron que solamente en asma, a diferencia de la eosinofilia en la reagudización de bronquitis crónica, existía incremento de la expresión de interleucina 539, y Hoshi et al objetivaron que las células presentes en el esputo de asma mostraban inmunotinción para IL-5 a diferencia de la bronquitis crónica, con predominio de IL-840. Un interés renovado en la inactivación de citocinas esenciales en el proceso inflamatorio puede llevar a terapias muy selectivas, como la inactivación de IL-5 como citocina clave en asma. Así, en el trabajo de Mauser et al sobre monos, al administrarles anticuerpos monoclonales anti IL-5 previamente a la inhalación de un extracto de Ascaris suum, se redujeron marcadamente la inflamación bronquial y la HRB41. En cuanto a la conducta terapéutica en OCFA procedente de fumadores -la EPOC todavía clásica-, también perseguimos la reversibilidad potencial y evitar los efectos de una cicatrización o remodelación anómalas, ante una inflamación de características menos conocidas que la del asma en su inicio, y también de evolución crónica y progresiva. El National Heart, Lung and Blood Institute, de Bethesda, realizó un estudio sobre las consecuencias del humo de tabaco sobre células y procesos bioquímicos en pulmón y sobre los mecanismos de reparación ante el daño inflamatorio, y sugiere, entre otras cosas, que el fumar interfiere con los procesos reparativos porque se inhiben las funciones de enzimas claves como la transglutaminasa, necesaria al parecer para la correcta reparación que sigue al daño inflamatorio de cualquier tipo42. Pero existe un problema permanente de manejo terapéutico adicional al cese de fumar: el uso único de broncodilatadores o la adición de antiinflamatorios es un motivo de polémica continua en la investigación sobre patología obstructiva de vía aérea. Se suele afirmar que el mejor test para inflamación de vía aérea es comprobar si un paciente responde o no a fármacos antiinflamatorios, a falta de parámetros objetivos para su evaluación cuantitativa; pero ¿durante cuánto tiempo? En el caso de cesar de fumar, que verosímilmente tiene efectos antiinflamatorios también, ya se sabe que no tiene repercusión inmediata sobre el VEMS, pero es altamente efectivo a largo plazo por atenuar la aceleración de descenso del mismo. Recientemente investigadores holandeses analizando la influencia de esferoides inhalados en la calidad de vida de pacientes con asma y EPOC demuestran que, aparte de una mejora evidente en la función pulmonar, los síntomas respiratorios mejoran claramente, pero sólo a partir del cuarto mes en asmáticos y a partir del séptimo en EPOC43. Sin embargo, otros autores como Pride et al no demuestran estas mejoras tras 12 meses de budesonida en 14 fumadores, pero sus pacientes muestran escasa alteración inicial del VEMS y les aplican menos dosis de fármaco que la uti416 lizada en el anterior trabajo citado44. Kerstjens et al estudian un grupo de pacientes con un amplio espectro de OCFA, incluyendo asma y EPOC, mezclados al azar, y los trataron en grupos terapéuticos separados con: corticoides inhalados más terbutalina, bromuro de ipratropio o placebo, mostrando que el subgrupo de corticoides mejoraron cuando se compararon con el subgrupo de anticolinérgicos o placebo45. Van Schayck et al, en un trabajo aleatorio sobre tratamiento broncodilatador en asma y bronquitis crónica, examinaran el efecto de un broncodilatador sobre la progresión de ambos procesos, en un total de 144 pacientes afectados de OCFA moderada, analizados durante 2 años, suministrando el medicamento en dos grupos, bien a demanda, bien continuamente, y concluyen que el tratamiento continuo sin tratamiento antiinflamatorio adicional acelera el deterioro de la función ventilatoria. La explicación de los autores es que el tratamiento broncodilatador, salbutamol o anticolinérgicos, no influencia el proceso inflamatorio bronquial que sigue su curso inalterable, aunque el paciente no lo perciba46. El tratamiento broncodilatador exclusivo podría tener así un efecto enmascarador sobre el deterioro de la función pulmonar y esto puede ser más evidente aún con el uso de los beta-2-adrenérgicos de larga acción cuando suprimen síntomas como la disnea matutina. Heargrave mantiene que la reversibilidad rápida y completa de la OCFA con broncodilatadores sugiere problemas relacionados a constricción del músculo liso más que a una inflamación de vía aérea; sin embargo, una pobre respuesta a broncodilatadores induce a pensar que la obstrucción sea principalmente debida a otras manifestaciones de la inflamación de vía aérea y es una indicación de corticoterapia47. Quizá la mayor contribución de este y otros trabajos similares de la escuela holandesa de OCFA es que asma y bronquitis crónica merecen una disposición terapéutica similar sobre todo en las fases iniciales, en el sentido de aplicar tratamiento broncodilatador a demanda, pero si la necesidad de los mismos se incrementa hay que aplicar tratamiento con corticoides inhalados a largo plazo, un plan bien diseñado y ya consensuado en el tratamiento del asma crónica y persistente48. En conclusión, creemos que las últimas investigaciones de inflamación de vía aérea apuntan a hallazgos comunes en asma crónica persistente y bronquitis crónica e incluso en enfisema, con una interrelación entre factores de riesgo, destacando entre ellos la influencia de humo de tabaco y atopia, relación aún más clara cuando se produce un efecto de adición. Aunque la intensidad de la HRB sea discriminatoria y relacionada al pronóstico, su falta de especificidad, sobre todo en casos avanzados de asma y EPOC, debería abrir paso a datos más específicos de diferenciación, esencialmente celulares, y su influencia en los procesos de inflamación-reparación. Las investigaciones dirigidas en ese sentido, entre las que cabe mencionar la monitorización continua no invasiva de la inflamación mediante análisis de marcadores en células en esputo inducido, con seguridad alumbrarán nuevas posibilidades de diagnóstico clínico y pronóstico, ya en las fases iniciales de estas entidades, todavía agrupadas hoy día bajo criterios preponderantemente funcionales. 72 A. PACHECO CALVAN Y M. GARCÍA SALMONES- FACTORES DE RIESGO RELACIONADOS ENTRE EPOC Y ASMA CRÓNICA: IMPLICACIONES EVOLUTIVAS Y TERAPÉUTICAS BIBLIOGRAFÍA 1 . Thompson AB, Daughton D, Robbins RA et al. Intraluminal airway inflammation in chronic bronchitis. Am Rev Respir Dis 1989; 140: 1.527-1.537. 2. 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Ramón* y A. Cantó** Servicios de *Neumología y **Cirugía Torácica. Hospital General Universitario de Valencia. Se presentan los resultados de las primeras 3 neumorreducciones que se han realizado en nuestro hospital como tratamiento paliativo del enfisema pulmonar. Se resecó el tercio superior del LSD y parte del medio en 2 pacientes y se hizo lobectomía superior derecha en el otro. Se utilizó autosutura recubierta de goretex, se hizo pleurodesis con talco del tercio superior del hemitórax y se colocaron drenajes con aspiración a -5 cmH¡0. Se resalta lo evolucionados que estaban los pacientes y los buenos resultados obtenidos en cuanto a mortalidad, estancia hospitalaria y mejoría funcional y clínica. Se propone considerar la mejoría que produce la neumorreducción, cuando se valore funcionalmente un paciente con cáncer, si la zana a resecar es enfisematosa. Palabras clave: Neumorreducción. Tratamiento del enfisema. Valoración funcional en la cirugía de resección pulmonar. Arch Bronconeumol 1997: 33: 418-421 Introducción El enfisema es una enfermedad progresiva e invalidante que incluida dentro del concepto más amplio de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) supone la cuarta causa de muerte en España. Hasta ahora sólo el tratamiento preventivo evitando el consumo de tabaco y en estadios finales el trasplante pulmonar consiguen variar de manera importante la evolución de la enfermedad. El tratamiento estándar con broncodilatadores, esferoides, fisioterapia, oxigenoterapia, etc., aunque eficaz, tiene un impacto limitado en la calidad de vida y supervivencia de estos pacientes (EPOC y fundamentalmente enfisema), y en la mayoría de ellos progresa la enfermedad hasta invalidarlos y ocasionarles finalmente la muerte'. Por ello y ya hace tiempo, se han hecho varios intentos quirúrgicos para corregir la alteración mecánica que produce el enfisema. El más significativo y precursor de Correspondencia: Dr. G. Juan. Servicio de Neumología. Hospital General Universitario de Valencia. Tres Cruces, s/n. 46014 Valencia. Recibido: 3-2-97: aceptado para su publicación: 12-2-97. 418 Lung volume reduction for emphysema: preliminary findings The results of the first three pulmonary reduction operations performed at our hospital for the palliative treatment of pulmonary emphysema are described. The upper third of the upper right lobe and part of the middie lobe were resected in two patients. An upper right lobectomy was performed on the third. Goretex coated autosutures were used and pleurosis was performed with talcum on the upper third of the hemithorax. Drains with -5 cmH,0 suction were inserted. We emphasize the advance stage of disease of the three patients and the good outcomes observed in terms of survival, hospital stay and improvement in lung function and symptoms. We discuss the functional improvement resulting from lung reduction in cáncer patients if the resected área is emphysematous. Key words: Lung reduction. Emphysema, treatment. Lung function assessment after resection. la neumorreducción fue el de Brantigan y Mueller en 19552, que por la alta mortalidad del procedimiento hizo que cayera en descrédito y se dejase de usar, a pesar de que muchos pacientes mejoraban. Finalmente, en 1993 Cooper3 introduce con éxito la técnica de reducción pulmonar como tratamiento del enfisema. En nuestro hospital hemos empezado a aplicar esta técnica hace 4 meses. Los primeros resultados son los que detallamos a continuación. Observación clínica Caso 1 Paciente de 76 años con antecedentes de enfisema pulmonar controlado en otro hospital y que a pesar del tratamiento médico exhaustivo tenía basalmente disnea a mínimos esfuerzos con repetidos ingresos hospitalarios (no disponemos de exploración funcional respiratoria previa). En el alta del último ingreso, respirando aire ambiente, tenía una gasometría de Pa0¡ 51 mmHg, PaCO; 55 mmHg, pH 7,38. Ingresa por reagudización de la disnea que se hace de reposo debido a haberse complicado con un neumotorax. Se interviene a los 10 días del ingreso, practicándose resección pulmonar con autosutura cubierta de goretex de la región apical del LSD y parte 74 G. JUAN ET AL.-NEUMORREDUCCIÓN EN EL TRATAMIENTO DEL ENFISEMA: RESULTADOS PRELIMINARES se retiraron a los 7 días, consiguiéndose una reexpansión pulmonar completa. Se dio de alta a los 10 días de la intervención y a los 2 meses el paciente ha mejorado clínicamente (índice transicional de disnea +2)4 y funcionalmente (gasometría arterial respirando aire ambiente: PaO^ 63 mmHg, PaCO¡ 44 mmHg, pH 7,39). La espirometría actual, que no la podemos comparar, ya que no tenemos datos del preoperatorio, es de FEV, -1.030 mi (43%), FVC 2.230 mi (72%), DLCO 3,38 ml/min/mmHg (42%), VR 2.321 mi (117%), TLC 4.725 mi (107%). Caso 2 del medio (fig. 1A), consiguiéndose posteriormente la reexpansión pulmonar. La zona resecada estaba más insuflada que el resto del pulmón y con algunas bullas de menos de 3 cm. Se practicó pleurodesis química con talco sólo en el tercio superior del hemitórax (fig. IB) y se colocaron dos drenajes con aspiración a -5 cmFLO. Una radiografía de tórax de un año antes mostraba severos signos de hiperinsuflación (fig. 2A), mientras que la de control después de la intervención muestra una disminución del aplanamiento diafragmático y menor hiperinsuflación (fig. 2B). Se consiguió extubar al paciente en el quirófano, siguiendo una evolución favorable. Los drenajes 75 Paciente de 72 años con enfisema pulmonar controlado en nuestra consulta los últimos 7 años. Basalmente y después de tratamiento broncodilatador tenía disnea a mínimos esfuerzos que interfería gravemente en su vida. La radiografía de tórax presentó severos signos de hiperinsuflación. Gammagrafía pulmonar: afectación de la ventilación y perfusión irregular, aunque mayor en ambos lóbulos superiores, sobre todo el derecho (2% de todo el pulmón). Exploración funcional respiratoria: FEV, 819 mi (31%), FVC 1.650 mi (47%), TLC 6.600 mi (157%), VR 4.510 mi (152%), PIM 37 cmH;0, PEM 73 cmH¡0. Desde hacía un año se había detectado un nodulo de 3 cm de diámetro en LSD, que dada la situación funcional se había desestimado resecarlo. Sin embargo y con la idea de además de extirpar el nodulo, practicar una neumorreducción, se intervino resecando todo el lóbulo. El paciente evolucionó bien, pudiéndose extubar en quirófano, un día en UCI, 2 días con drenajes y a los 7 días se dio de alta del hospital. El nodulo fue un adenocarcinoma y el resto del lóbulo estaba constituido por pulmón enfisematoso con algunas bullas menores de 2 cm de diámetro. A los 2 meses de la intervención el paciente tiene disnea sólo a grandes esfuerzos (índice transicional de disnea +3) y los cambios en la exploración funcional más significativos fueron: FEV, 1.050 mi (29% de incremento) y PIM 50 cmH¡0 (35% de incremento), PEM 87 cmH^O (sin cambios significativos). Caso 3 Paciente de 66 años, controlado en nuestra consulta por enfisema pulmonar desde hace 8 años. A pesar de no fumar, tra- 419 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 tamiento broncodilatador, esteroides inhalados y fisioterapia, en este tiempo el FEV, se había deteriorado pasando de 1.200 mi a 450 mi en el último control, estando desde hacía 6 meses con disnea prácticamente de reposo y una gasometría arterial de Pa0¡ 51 mmHg, PaCO, 46 mmHg, pH 7,39. No se incluyó en el programa de trasplante pulmonar hace 2 años por lo evolucionado de la situación y la edad. La gammagrafía pulmonar mostraba una afectación irregular y difusa de ventilación y de perfusión, estando más afectados los LS. Se intervino practicándose resección de 2/3 del LSD y 1/2 del LM con autosutura de goretex y posterior pleurodesis con talco del tercio superior del hemitórax. Se pudo extubar en quirófano, estuvo 2 días en UCI y requirió drenajes torácicos con -5 cmI-LO de aspiración durante 12 días, consiguiéndose la reexpansión pulmonar completa. A los 2 meses de la intervención el paciente ha mejorado el grado de disnea (índice transicional de disnea +3), la gasometría arterial: Pa0¡ 63 mmHg, PaCO¡ 39 mmHg, pH 7,41, y la exploración funcional respiratoria: FEV] 735 mi (63% de incremento). Discusión La neumorreducción está diseñada para aliviar síntomas (fundamentalmente disnea) y mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfisema severo. Resecando áreas del pulmón no funcionantes e hiperinsufladas, se reduce el volumen pulmonar mejorando la situación mecánica de la caja torácica y de los músculos respiratorios. También mejora la conductancia y la distensibilidad pulmonar, así como la ventilación del resto del pulmón. Los mecanismos por los que mejora la situación funcional son: a) mejora en la retracción elástica pulmonar5; b) disminución del disbalance de ventilación/perfusión6; c) mayor eficacia de la musculatura respiratoria7, y d ) mejoría en la situación hemodinámica8. La técnica quirúrgica empleada ha sido la esternotomía media con neumorreducción bilateral en un mismo acto quirúrgico3, probablemente reservada a centros con equipos muy preparados y con amplia experiencia. La cirugía videoasistida con láser9 está prácticamente desechada por tener mayor morbimortalidad y peores resultados. Y, por último, la neumorreducción por toracotomía unilateral parece la más adecuada para equipos que empiezan con esta técnica3. Lo que ha permitido el éxito de esta técnica ha sido: a) la autosutura recubierta con goretex, que minimiza las fugas; b) extubar al paciente en quirófano, lo que evita la sobrepresión en pulmón que implica la ventilación mecánica; c ) la colocación de un catéter epidural con anestésico local, que controla el dolor postoperatorio sin necesidad de mórficos, y d ) aplicar a los drenajes torácicos una presión negativa mínima. Los resultados en la literatura varían según la técnica empleada y la población estudiada3'6. En general se habla de una mortalidad operatoria de 0-18%, un incremento del FEV, del 15-85%, un incremento en 6 min marcha 15-104%, una mejora en Pa0¡ de 5-15 mmHg, un incremento de compliance 1,3-1,8 cmH¡0/l y una mejora en volúmenes pulmonares (disminución de CRF, CPT y RV) del 15% aproximadamente. En los EE.UU. la estancia media hospitalaria es de 7-10 días y el coste de 35.000 a 60.000 dólares. 420 Los criterios de inclusión se han ido ampliando y últimamente son6: diagnóstico de enfisema, disnea de reposo o a mínimos esfuerzos, FEV, menor de 35% del predicho posbroncodilatador, VR mayor de 140%, TLC (por pletismografía) > 120% del predicho, presencia de severa hipersuflación en la radiografía de tórax, heterogeneidad regional en la gammagrafía de perfusión (da la oportunidad de resecar áreas hiperinsufladas escasamente funcionantes) y disponibilidad para participar en el programa de rehabilitación preoperatorio. Se excluyen de este protocolo si la edad es mayor de 80 años, cualquier consumo de tabaco en los últimos 6 meses, hipertensión pulmonar (sistólica > 45 mmHg, media > 35 mmHg), severa insuficiencia respiratoria (PaCO^ mayor de 55 mmHg), obesidad severa (> 1,25 peso ideal) o caquexia (< 0,75 peso ideal), ausencia de claras zonas más afectadas por el enfisema, enfermedad coronaria inestable, otras enfermedades graves (cáncer incontrolado, cirrosis severa, insuficiencia renal avanzada, insuficiencia cardíaca severa), dependencia del respirador y bronquitis crónica, bronquiectasias o asma. En los pacientes estudiados hay que resaltar que, aunque cumplen los criterios de inclusión, serían de los más afectados en otras series. Sin embargo, los resultados medios han sido buenos, sin mortalidad, un tiempo de ingreso en UCI (2 días) y hospitalario reducido (12,7 días), una persistencia de fugas corta (7 días) y una mejoría en el FEV, (258 mi) y disnea (índice transicional de disnea + 2,6) y calidad de vida10 importantes. Además presentan dos peculiaridades a resaltar. Por una parte, la aplicación de pleurodesis química parcial con talco en el tercio superior del hemitórax y la posterior aplicación sistemática de una pequeña aspiración en los drenajes. Con esto creemos que se facilitará la resolución de las fugas y que no se afectará significativamente la mecánica pulmonar. Por otra parte, tiene mucho interés el segundo paciente, al que se le intervino de una neoplasia pulmonar practicándose una lobectomía superior derecha, a pesar de que el FEV, preoperatorio era de 819 mi (dado que tenía sólo un 2% de la ventilación y perfusión de todo el pulmón, el FEV, predicho postoperatorio debería de ser de 802 mi). Sin embargo, no sólo se pudo extubar en quirófano y se dio de alta a los 10 días, sino que el FEV, a los 2 meses de la lobectomía ha mejorado en un 29% (ha pasado a 1.050 mi). Este hecho es importante a la hora de la valoración funcional preoperatoria en la cirugía de resección, ya que si se trata de pacientes con enfisema y se va a resecar parénquima hiperinsuflado y poco funcionante, el FEV, predicho postoperatorio habría que incrementarlo en aproximadamente un 30%. Se dispone pues en este momento de una técnica quirúrgica para tratamiento paliativo del enfisema: la neumorreducción, que tiene una aceptable morbilidad y mortalidad y que mejora significativamente el estado funcional, disnea y calidad de vida de algunos pacientes con enfisema evolucionado. Quedan por aclarar diversos puntos conflictivos como son: criterios de selección, técnica quirúrgica y los mecanismos funcionales que explican la mejoría". 76 G. JUAN ET AL.-NEUMORREDUCCIÓN EN EL TRATAMIENTO DEL ENFISEMA: RESULTADOS PRELIMINARES BIBLIOGRAFÍA 1. Dantzker DR, Scharf S. Surgery to reduce lung volume. N Engí J Med 1996:334: 1.128-1.129. 2. Brantigan OC, Mueller E. Surgical treatment of pulmonary emphysema. Am Surg 1957; 23: 789-804. 3. Cooper I, Patterson G. Lung volume reduction surgery for severe emphysema. Seminars in thoracic and cardiovascular surgery 1996;8:52-60. 4. Mahier DA. The rneasurement of dysnea: contents, interobserver agreement and physiologic correlats of two clinical indexes. Chest 1984;85:751-758. 5. Sciurba FC, Rogers RM, Keenan RJ, Slivka WA, Gorcsan J, Ferson PF et al. Improvement in pulmonary function and elastic recoil after lung-reduction surgery for diffuse emphysema. N Engí J Med 1996:334: 1.095-1.099. 77 6. Naunheim K, Ferguson MK. The current status of lung volume reduction operations for emphysema. Ann Thorac Surg 1996; 62: 601-612. 7. Travaline J, Addonizio P, Criner GJ. 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Sevilla El objetivo de este estudio ha sido valorar las características de presentación, curso clínico y evolutivo de los seudoquilotórax (SQ). Hemos estudiado de forma retrospectiva 5 casos de SQ diagnosticados en el Hospital Universitario de Valme durante el período 1984-1994. Para el diagnóstico de SQ se exigió un líquido pleural con las siguientes características: a) presencia de cristales de colesterol (CC), o b) concentraciones de colesterol > 150 mg/dl y ausencia de quilomicrones (QM), en derrames pleurales (DP) cuyo sobrenadante no se aclaraba tras centrifugación. Los 5 pacientes eran varones y tenían una edad media de 53 años. Todos presentaban antecedentes de tuberculosis pulmonar o pleural previa (media de 31 años desde el diagnóstico). Habían sido tratados con quimioterapia previa y cuatro con neumotorax terapéutico. En 2 casos el diagnóstico fue casual y en los otros tres se hizo en relación a una infección del DP. En 4 pacientes el diagnóstico se realizó según la presencia de CC en el líquido. Tres pacientes realizaron tratamiento específico, y en dos se aisló M. tuberculosis del líquido pleural. Un paciente precisó tubo de drenaje pleural y antibióticos por empiema asociado al SQ. En 2 casos fue preciso realizar una decorticación. Actualmente el SQ es una patología muy poco frecuente. Todos los casos se asociaron a una tuberculosis previa con lesiones pleurales residuales. Habitualmente su diagnóstico es casual, pero hay que tener en cuenta la posibilidad de infección del derrame o reactivación tuberculosa. Pseudo-chylothorax. A report of five cases We undertook a retrospective review of five patients with pseudo-chylothorax diagnosed at our hospital between 1984 and 1994. Pseudo-chylothorax was diagnosed if crystals of cholesterol were observed (CC) or if cholesterol concentrations were over 150 mg/dl, but chylomicrons were absent from pleural effusions with cloudy supernatants after centrifugation. The five patients were males and their mean age was 53 years. All had history of pulmonary or pleural tuberculosis (mean 31 years since diagnosis). All had received chemotherapy and four had undergone therapeutic pneumothorax. Two patients were diagnosed in the course of examination for other reasons, Three were diagnosed while being examined for the cause of pleural effusion. The diagnosis of four patients was based on the presence of CC. Three patients received specific treatment and Mycobacterium tuberculosis was isolated in the pleural fluid of two. One patient required a pleural drain and antibiotics because of empyema related to pseudo-chylothorax. Decortication was needed by two. 1) Pseudo-chylothorax is at present rare. 2) All the cases we saw were associated with earlier tuberculosis infection with residual pleural lesions. 3) Diagnosis usually occurs in the course of examination for the other motives, but the possibility of infected pleural effusion or reactivation of tuberculosis shouid be considered. Palabras clave: Seudoquilotórax. Tuberculosis. Derrame pleural. Arch Bronconeumol 1997; 33: 422-425 Key words: Pseudo-chylothorax. Tuberculosis. Pleural effusion. Introducción 99 casos' en la literatura mundial, y en una reciente revisión nacional, salvo una serie de 6 pacientes2, sólo se han encontrado referencias aisladas2'3. En nuestro medio, el SQ suele derivarse de un DP crónico originado a partir de las secuelas de una tuberculosis antigua. En el pasado, la tórpida resolución de los DP en las tuberculosis pleurales por falta de una quimioterapia adecuada, o el empleo de medidas de colapsoterapia encaminadas al cierre de cavernas, en las formas pulmonares, condicionaron la existencia de un amplio grupo de pacientes con extensas lesiones pleurales residuales y DP asocia- El Seudoquilotórax (SQ) es una forma poco frecuente de derrame pleural (DP) crónico caracterizado por la presencia de un líquido lipídico con elevadas concentraciones de colesterol. Hasta 1961 sólo se habían descrito Correspondencia: Dr. F. Campos Rodríguez. Argantonio, 18, 1.° A. 41008 Sevilla. Recibido: 30-4-96; aceptado para su publicación: 12-2-97. 422 78 F. CAMPOS RODRÍGUEZ ET AL- SEUDOQUILOTÓRAX. REVISIÓN DE 5 CASOS do que evolucionó a la cronicidad, con la consiguiente transformación en SQ. A continuación se presentan 5 casos de SQ diagnosticados en nuestro hospital, en dos de los cuales se aisló M. tuberculosis, hecho considerado por algunos autores como infrecuente4'6. Material y método Se hizo una revisión de los diagnósticos de todos los enfermos con DP asistidos en la unidad de neumología durante los años 1984-1994. Los criterios diagnósticos para considerar la existencia de un SQ fueron la presencia de un DP de larga evolución con al menos una de las siguientes condiciones: a) presencia de cristales de colesterol (CC), o b) concentración de colesterol > 150 mg/dl y ausencia de quilomicrones (QM), en DP cuyo sobrenadante no se aclaraba tras centrifugación. Se encontraron 5 pacientes que cumplían estos criterios. El diagnóstico de SQ se hizo en 4 casos por la existencia de CC en líquido pleural (LP), y en el restante por la presencia de una concentración de colesterol > 150 mg/dl, ausencia de QM y persistencia de aspecto turbio del líquido tras la centrifugación. Los 5 pacientes eran varones, con una edad media de 53 años (30-70 años). En todos los pacientes se había realizado una toracocentesis en condiciones estériles y anaerobias, obteniendo LP, anotando su aspecto y practicando, previa centrifugación, las siguientes determinaciones en el mismo: pH, glucosa, proteínas, LDH, colesterol, triglicéridos, recuento celular, ADA, cristales de colesterol y QM; estudio microbiológico que incluía tinción de Gram, tinción de ZiehI-Neelsen y cultivo del líquido en medio aerobio, anaerobio, para hongos y Lowenstein. Resultados Todos los pacientes presentaban antecedentes de TB pulmonar (4 casos) o pleural (un caso), con una media de 31 años (rango 8-50 años) desde que padecieron la tuberculosis hasta el momento de consulta en nuestro servicio. El episodio antiguo de tuberculosis se había tratado en 4 de los 5 pacientes con neumotorax terapéutico y quimioterapia, y en el restante sólo con quimioterapia. El motivo de consulta que llevó al diagnóstico de SQ fue un hallazgo radiográfico en 2 pacientes (uno estaba ingresado por neumonía contralateral al derrame, y el otro se diagnosticó en una revisión de su broncopatía crónica), mientras que los otros tres acudieron por presentar clínica de tos, expectoración, febrícula y dolor de tipo pleurítico en el lado ipsilateral al derrame pleural. La radiografía de tórax mostró en todos los pacientes un derrame pleural que ocupaba más de la mitad del hemitórax, engrosamiento pleural homolateral y presencia de calcificación de la misma en cuatro. En 3 casos se realizó TAC torácica que confirmó los hallazgos de la radiografía simple y además demostró la existencia en el parénquima subyacente de lesiones fibrosas residuales compatibles con tuberculosis antigua. A 2 pacientes se les practicó fibrobroncoscopia, encontrando lesiones cicatriciales del tipo de depresiones en cazoleta y estenosis bronquiales concéntricas. En todos los pacientes se realizó centrifugado del LP previo al análisis, sin que ninguno mostrase aclaramiento del sobrenadante tras efectuar este procedimiento. Los resultados del análisis bioquímico del LP se muestran en la tabla I. En la tabla II se recogen los hallazgos microbiológicos de todos los pacientes. El paciente 5 tuvo 3 episodios de empiema, uno por Clostridium sp. (que fue el motivo de ingreso que permitió el diagnóstico del SQ), el segundo a los 24 meses por Escherichia coli y un tercero postoperatorio del que desconocemos la microbiología por no haberse producido en nuestro hospital. Los pacientes 1 y 4 tuvieron cultivo de micobacterias positivo con aislamiento de M. tuberculosis en ambos. En todos los pacientes la citología del líquido mostró ausencia de células neoplásicas. TABLA I Seudoquilotórax. Bioquímica del líquido pleural Paciente 1 2 3 4 5 pH Glucosa (g/1) Proteínas tg/1) LDH (U/l) ADA Células % PMN ce QM Aspecto CL/TG 7,00 7,14 7,08 7,02 7,00 0,18 0,26 0,29 0,20 1,80 4,70 4,50 4,50 6,00 4,70 1.900 3.240 1.980 2.139 1.030 147* 49 177 61* 317 83.000/10% 100/15% 80/25% - No Sí Sí Sí Sí No No No No No Purulento Turbio Turbio Lechoso Turbio 181/88 130/75 1.439/457 195/65 417/161 TG: triglicéridos (en mg/dl). ADA: adenosín desaminasa (en U/l). CC: cristales de colesterol; QM: quilomicrones. *Pacientes con aislamiento de tuberculosis en líquido pleural. TABLA II Seudoquilotórax. Microbiología del líquido pleural Pacientes 1 2 3 4 5 Gram Cultivo BK-LP LW-LP TB previa Anos de la TB Tratamiento + +* - + + - PM PL PM PM PM 50 8 30 28 38 NX+QM QM NX+QM NX+QM NX+QM BK-LP: baciloscopia del líquido pleural; LW-LP: cultivo de Lowenstein del líquido pleural; TB: tuberculosis; PL: pleural; PM: pulmonar. QM: quimioterapia. NX: neumotorax terapéutico. *Primer empiema por Clostridium (se diagnostica de Seudoquilotórax); segundo por E. coli y tercero desconocido. 79 423 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 Se instauró tratamiento específico antituberculoso estándar (2RHZ/4RH) en los 2 pacientes con cultivos positivos para M. tuberculosis y en un paciente que, aunque con cultivo negativo, tenía antecedentes de tuberculosis pulmonar tratada únicamente con estreptomicina. En los 2 pacientes en los que se aisló M. tuberculosis se consiguió esterilizar el derrame (cultivos negativos), aunque éste no desapareció tras el régimen de quimioterapia antes señalado. Un paciente se trató inicialmente con tubo de drenaje pleural (paciente 5) por el empiema bacteriano asociado. Precisaron tratamiento quirúrgico 2 pacientes (4 y 5); el motivo por el que se recurrió a este tratamiento fue en el primer caso por presentar un derrame pleural de curso tórpido, que necesitaba de continuas toracocentesis para el alivio de los síntomas; tras realizar una descorticación se consiguió la reexpansión pulmonar y quedó asintomático, desapareciendo el derrame y la sintomatología durante los 2 años que fue seguido. En el segundo caso, tras el primer empiema se realizó inicialmente un drenaje abierto por la existencia de una fístula broncopleural; tras el cierre espontáneo del drenaje pleural abierto tuvo un nuevo empiema y se indicó descorticación, el postoperatorio se complicó con una nueva infección del espacio pleural y finalmente fue necesario realizar una neumectomía de ese lado. En los 3 pacientes restantes (1,2, 3), el tratamiento conservador fue suficiente y el seguimiento a 4, 5 y 3 años, respectivamente, no mostró aparición de síntomas ni cambios radiológicos en cuanto al DP. Discusión El SQ es un tipo de DP conocido desde el siglo pasado, si bien hay pocos casos descritos en la literatura'. Se trata de un derrame crónico, habitualmente de más de 5 años de evolución, rodeado de una pleura engrosada. Aunque su patogenia es desconocida, el mecanismo más probable parece ser la acumulación de productos de degradación de las células presentes en el LP'-6. En 2 casos existían antecedentes de DP de larga evolución, y los tres restantes tenían calcificaciones pleurales indicativas de cronicidad. En todos los casos había engrosamiento pleural. En todos los pacientes de nuestra serie, el factor predisponente para el desarrollo de SQ fue un DP crónico relacionado con una tuberculosis pulmonar tratada repetidamente con neumotorax o una forma pleural con importantes lesiones residuales. En ningún caso encontramos otros factores referidos en la literatura como artritis reumatoide''7'8, neoplasia''6, diabetes, lúes o paragonimiasis1'8. Aproximadamente la mitad de los pacientes estaban asintomáticos en el momento del diagnóstico (pacientes 2 y 3), dato semejante a lo referido en la literatura''3'6-8. En ninguno de los 2 casos se demostró sobreinfección del líquido. De los 3 casos de nuestra serie que presentaban clínica en relación con el DP, en dos se aisló M. tuberculosis en LP y, en el tercero, la clínica fue debida a una sobreinfección bacteriana del líquido pleural por Clostridium. Este dato no concuerda con la mayoría de autores, que creen que la infección tuberculosa activa 424 del DP es poco frecuente1-6 y, por otro lado, apenas mencionan al empiema bacteriano como complicación del SQ, salvo en relación con toracocentesis repetidas. Por ello, aunque el envío de muestras para cultivos de bacterias y Lowenstein es inexcusable, la aparición de clínica en relación con un DP crónico hasta entonces asintomático debe hacernos sospechar una infección del LP. En nuestra serie, sin embargo, los niveles de pH, LDH, glucosa, o celularidad en LP no permitieron diferenciar adecuadamente aquellos casos en que existió infección tuberculosa o bacteriana de los que no. Algo similar ocurrió con los niveles elevados de ADA en LP, ya que sólo en 2 de los 5 pacientes con ADA en LP > 45, se obtuvieron cultivos positivos para micobacterias. El aspecto del LP tampoco se correlacionó con la existencia o no de infección del mismo. Cuatro pacientes tenían cristales de colesterol en LP, lo cual es diagnóstico de SQ6-8'10. El último tenía antecedentes de tuberculosis antigua con extensas cicatrices pleurales, así como DP de más o menos larga evolución, con colesterol > 150 mg/dl, ausencia de quilomicrones y un LP de aspecto purulento que no desapareció tras centrifugar el líquido3'9. La mayoría de autores coinciden en indicar un tratamiento antituberculoso estándar para aquellos pacientes con antecedentes de TB no tratada correctamente, y en aquellos en los que se aisle el germen en LP8. Tres pacientes recibieron tratamiento específico bajo estos supuestos, esterilizando el cultivo en los 2 casos en los que se aisló M. tuberculosis en LP. Debido a la escasa sintomatología atribuible al SQ, así como a su carácter recidivante, se considera el manejo conservador como el más adecuado para este tipo de derrames; incluso, se desaconsejan las toracocentesis evacuadoras frecuentes por el riesgo de empiema o fístula broncopleural (FBP)4'5'6-8-9 que conllevan. Sin embargo, en ocasiones el tratamiento conservador no es suficiente y se precisa un abordaje quirúrgico, generalmente en forma de descorticación. Esta técnica pretende eliminar las cicatrices y el derrame pleural, permitiendo así la reexpansión pulmonar y, por otro lado, favorecer el cierre de la fístula broncopleural (FBP) si la hubiese. Por tanto este procedimiento estaría indicado en casos de SQ sintomáticos que precisasen de frecuentes toracocentesis evacuadoras1'4'5'6'8, así como en aquellos otros complicados con empiema y FBP asociada, que habitualmente no se resuelven con tratamiento médico y drenaje pleural cerrado estándar4. Esta técnica fue aplicada a 2 pacientes; en uno (paciente 4) debido a la necesidad de toracocentesis repetidas para el alivio de los síntomas. En el otro (paciente 5), la sobreinfección del LP por bacterias y la presencia de una FBP añadida obligaron a la práctica de una descorticación, aunque finalmente fue preciso una neumectomía izquierda por empiema postoracotomía. En resumen, se puede decir, que el desarrollo de una quimioterapia antituberculosa efectiva, al disminuir las lesiones residuales pleurales, ha contribuido a que el SQ sea una entidad cada vez menos frecuente y en vías de extinción. Ante este tipo de derrames, es fundamental descartar sobreinfección del líquido por una bacteria, o por el propio bacilo tuberculoso, que exigirán un trata80 F. CAMPOS RODRÍGUEZ ET AL- SEUDOQUILOTORAX. REVISIÓN DE 5 CASOS miento específico. En nuestra serie, los valores de la bioquímica del LP, incluida el ADA, no resultaron útiles para discernir los casos en los que había infección de los que no. Habitualmente, el tratamiento conservador suele ser suficiente en el manejo de los SQ. Existen, sin embargo, dos circunstancias que obligan a un abordaje más agresivo como es la descorticación; por un lado, los SQ sintomáticos que precisan de continuas toracocentesis para el alivio sintomático; por otro, aquellos complicados con sobreinfección del LP por bacterias o micobacterias asociadas a FBP. BIBLIOGRAFÍA 1. Coe JE, Aikawa JK. Cholesterol pleural effusions. Arch Intem Medl961; 108:763-774. 81 2. Rodríguez Glez-Moro JM, Izquierdo Alonso JL, Gómez Nebreda MJ, Rodríguez de Guzmán MC, Monturiol Rodríguez JM. Derrames pleurales colesterínicos. An Med Intem 1987; 4: 602-604. 3. Ribas Sola J, Ruiz Manzano J, Gallego Díaz M, Muñoz Riño F, Morera Prat J. Seudoquilotórax tuberculoso. 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Presentación de un nuevo caso Sr. Director: Se han publicado recientemente en nuestro país los dos primeros casos de neumonía lipoidea aguda en "comedores de fuego"'. Presentamos un nuevo caso y aportamos el estudio con tomografía computarizada (TC). Varón de 22 años que durante un entrenamiento como "comedor de fuego" aspiró parafína líquida. A las 7 h presentó tos con expectoración hemoptoica, dolor de características pleuríticas en ambos hombros, dificultad respiratoria y escalofríos. Acudió al servicio de urgencias donde se consideró el diagnóstico de neumonía lipoide y se inició tratamiento antibiótico con amoxicilina y clavulánico por vía oral. Se practicó una TC torácica a los 4 días de la aspiración que mostraba ocupación del espacio alveolar de ambos lóbulos inferiores y del lóbulo medio (fig. 1). Se indicó fibrobroncoscopia y el lavado broncoalveolar (BAL) practicado en el lóbulo medio puso de manifiesto la existencia de macrófagos con material lipídico intracitoplasmático (tinción oil red O positiva). Fue dado de alta el día 10 del ingreso. La neumonía lipoide exógena puede manifestarse de forma aguda tras la aspiración masiva de parafína líquida en exhibiciones como "comedores de fuego"'. La parafina es un aceite mineral que provoca una reacción inflamatoria con tendencia a la formación de lipogranulomas2. El antecedente reciente de aspiración, en el contexto clínico adecuado, sugiere el diagnóstico. La TC torácica ayuda a confirmar el diagnóstico si se detectan infiltrados pulmonares de densidad grasa3, aunque las imágenes indicativas de neumonía lipoide aparecen relativamente tarde, durante la fase de resolución clínica. Sin embargo, se han descrito áreas de consolidación con bajo coeficiente de atenuación en el carcinoma bronquioloalveolar, en la neumonitis postobstructiva y en la neumonía organizada4'5. Por todo ello creemos que el diagnóstico de certeza exige la confirmación histológica. No siendo imprescindible la obtención de tejido pulmonar por biopsia ya que la citología del lavado broncoalveolar (BAL) suele demostrar la existencia de macrófagos 426 con lípidos intracitoplasmáticos en el espacio alveolar6. La evolución clínica del paciente fue favorable, al igual que en los casos descritos en la literatura'. C. Porcar Ramellsa, C. Clemente González' y M. Rubio Godayb "Servicio de Medicina Interna. ''Sección de Neumología. Hospital de Girona Doctor Josep Trueta. 1. Lores L, Ribas J, Ruiz J, Cuxart A, Frigola A, Morera J. Neumonía lipoidea aguda. Presentación de dos casos. Med Clin (Bar) 1996;106:747-748. 2. Spickard A, Hirschmann JV. Exogenous lipoid pneumonía. Arch Intern Med 1994; 154:686-692. 3. Wheeler PS, Stitik FP, Hutchins GM, Klinefelter HF, Siegelman SS. Diagnosis of lipoid pneumonía by computed tomography. JAMA 1981; 245: 65-66. 4. Im JG, Han MCh, Yu EJ, Han JK, Park JM, Kim ChW et al. Lobar bronchioloalveolar carcinoma: "angiogram sign" on CT scans. Radiology 1990; 176: 749-753. 5. Murayama S, Onitsuka H, Murakami J, Torii Y, Masuda K, Nishihara K. "CT angiogram sign" in obstructive pneumonitis and pneumonía. J Comput Assist Tomogr 1993;17:609-612. 6. Silverman JF, Tumer RC, West RL, Dillard TA. Bronchoalveolar lavage in the diagnosis of lipid pneumonia. Diagn Cytopathol 1989; 5: 3-8. Carcinoma bronquioloalveolar: presentación atípica como patrón miliar y afectación endobronquial Sr. Director: El carcinoma bronquioloalveolar (CBA) es un tumor pulmonar primario considerado actualmente según la clasificación de la OMS dentro del grupo de los adenocarcinomas, y que se presenta según las diversas series con una frecuencia estimada del 1 al 9% de todos los tumores pulmonares'. Las posibles formas de presentación radiológicas varían desde la nodular periférica aislada a las formas difusas. La expresión clínica radiológica como patrón micronodular miliar no es frecuente, así como la afectación de la vía aérea principal, estimada en un 3% de los casos2. A continuación mostramos un caso con esta doble infrecuente presentación. Paciente de 68 años; ex fumador sin criterios de EPOC; sin antecedentes de interés excepto pleuresía de posible etiología específica en su juventud. Acude por presentar desde 2 meses antes de su ingreso disnea de esfuerzo progresiva que se hace de reposo en los últimos días. Se asocian al cuadro anterior tos productiva blanquecina de escasa cuantía; anorexia, febrícula sin termometrar y leve pérdida ponderal no cuantificada sin dolor torácico o hemoptisis. La exploración física era normal destacando una hipoventilación en hemitórax izquierdo con semiología de derrame en su base. Las exploraciones complementarias practicadas fueron radiología de tórax: patrón intersticial micronodular bilateral (miliar) (fig. 1) con granulomas calcificados en ambos vértices pulmonares, sensación de dudosa consolidación pulmonar en campo pulmonar superior izquierdo, y derrame pleural izquierdo libre ocupando senocostofrénico. Hematimetría: normal con una VSG de 103 mm. Bioquímica: leve alteración del perfil hepático de carácter mixto. Gases básales: hipoxemia leve (pO, 68,5). Baciloscopia seriada de esputo y orina (en cuatro muestras): negativo. Serología VIH 1-2: negativa. Mantoux 2 U: 15 mm. La toracocentesis diagnóstica mostró un líquido pleural de aspecto amarillento tipo exudado linfocitario con ADA en rango normal (23 U/l); siendo su baciloscopia, cultivo y citología negativas. Fondo de ojo: normal. Eco abdominal: colelitiasis. En la broncoscopia practicada por sospecha de tuberculosis miliar y ante la negatividad de los hallazgos microbiológicos en esputo, existía afectación de la mucosa bronquial a nivel de la entrada del BLSI por lesiones nodulares granulomatosas de 5-6 mm de diámetro aisladas que se iban agrupando y extendiendo de forma difusa a medida que avanzamos en e] árbol bronquial distal. Lesiones similares a las descritas pero aisladas fueron detectadas en la entrada del B6 82 CARTAS AL DIRECTOR izquierdo, BPI y entrada del BLMD. La biopsia de las lesiones del BLSI demostró la infiltración de la mucosa por un adenocarcinoma de tipo bronquioloalveolar no mucinoso con extensa invasión microvascular, sin encontrar la presencia de granulomas o bacilos ácidoalcohol-resistentes en ninguna de las múltiples muestras histológicas exhaustivamente estudiadas. La citología del broncoaspirado fue compatible con células malignas de adenocarcinoma. El cultivo estándar, la baciloscopia y el cultivo en medio de Lowenstein fueron negativos. También fue cultivado un fragmento de biopsia bronquial sin detectarse crecimiento de micobacterias. La peculiaridad del caso estriba en la forma de presentación radiológica tan poco habitual de esta neoplasia, aunque ya descrita por otros autores', junto a la afectación endobronquial macroscópica que hacen sospechar la diseminación intraluminal del tumor como describen Donovan et al3, quizá desde una consolidación periférica neoplásica iniciada en el lóbulo superior izquierdo. La diseminación por vía intrabronquial y hematógena puede coincidir en la historia natural de este caso a la vista de la imagen endoscópica, apariencia histológica y del patrón radiológico micronodular miliar difuso. La habitual localización periférica de estos tumores por su particular histogénesis hace que el diagnóstico de imagen endoscópico sea habitualmente negativo, consiguiéndose sólo obtener muestras para procesamiento citológico que resulta positivo hasta en un 88% de los casos según diversos autores'-4. La asociación de derrame pleural en el carcinoma broncoalveolar como en el presente caso se ha estimado en tomo al 5-30%2'4. El pronóstico en las formas localizadas (estadio I TNM) de esta variedad de tumor es bueno, con un 55% de supervivencia a los 5 años tras la resección pulmonar como encuentra en su estudio Harpole et al5 sobre una serie de 205 pacientes con CBA; en contrapunto a esta situación las formas diseminadas tienen una pobre tasa de supervivencia, no existiendo actualmente ningún régimen terapéutico que prolongue satisfactoriamente la misma. El paciente falleció a los 6 meses del diagnóstico por insuficiencia respiratoria progresiva. Creemos que la diversidad expresiva de este tumor como en el caso aquí presentado puede mimetizar por completo cuadros clinicorradiológicos de frecuente incidencia en nuestro medio, debiendo tener una alta sospecha para diagnosticar el mismo aun en formas de presentación radiológica poco frecuentes y evitar la confusión en nuestra clínica diaria. 4. Marzano MJ, Deschier T, Mintzer R. Alveolar cell carcinoma. Chest 1984; 86: 123128. 5. Harpole DH, Bigelow C, Young G, Wolfe WG, Sabiston DC. Alveolar cell carcinoma of the lung: retrospective analysis of 205 patients. Ann Thorac Surg 1988; 46: 502-507. Mediastínitís aguda como primera manifestación de una tuberculosis esofágica Sr. Director: La afectación esofágica por Mycobacterium tuberculosis es una entidad infrecuente'-2 que habitualmente se produce por extensión directa de la infección tuberculosa desde estructuras adyacentes, fundamentalmente adenopatías mediastínicas afectadas y, con menor frecuencia, por diseminación hematógena o por la deglución de esputos infectados. Este último mecanismo es más probable en aquellos pacientes con infección extensa, aunque se considera necesaria la preexistencia de una patología esofágica que provoque una disminución de la resistencia de la mucosa, como la esofagitis por reflujo, para que los bacilos logren implantarse'. Hemos considerado interesante, dada la rareza del cuadro, presentar el caso de un varón de 26 años de edad no inmunodeprimido que fue diagnosticado mediante cultivo y estudio histológico de tuberculosis esofágica tras pre- sentar un cuadro de mediastinitis aguda supurada. Fue remitido para estudio tras haber sido diagnosticado su hermano de tuberculosis pulmonar primaria. Presentaba leve disfagia a sólidos sin tos, fiebre, anorexia o pérdida de peso. No se observaron signos patológicos en la exploración física ni en la radiografía de tórax, aunque la intradermorreacción con PPD fue positiva. El paciente no aceptó la endoscopia digestiva. Dos semanas más tarde, acudió a urgencias por fiebre de 7 días de evolución y toracalgia anterior desde hacía 2 días. El paciente presentaba mal estado general, fiebre y postración con celulitis cervical y supraclavicular izquierda. En la radiografía de tórax se apreciaba ensanchamiento mediastínico y mediante TC torácica se pudo confirmar la presencia de aire en mediastino y región cervical. El TEGD no objetivó perforación de la vía digestiva y con el diagnóstico de mediastinitis aguda fue intervenido quirúrgicamente, realizándose amplio desbridamiento del mediastino por toracotomía derecha y del compartimiento cervical por cervicotomía izquierda. Los cultivos de cavidad pleural, mediastino y compartimiento cervical fueron positivos para flora mixta anaerobia y aerobia grampositiva. El curso postoperatorio no presentó complicaciones y el paciente fue dado de alta a los 15 días de la intervención. Durante el seguimiento, se pudo constatar la correcta evolución clínica del paciente si bien persistía una discreta disfagia durante las comidas. Estudiado median- M. González Luque*, A. Ceballos Torres, J. Sedeño Díaz Servicios de Medicina Interna y Neumología*. Hospital General Básico de Antequera. Antequera. Málaga. 1. Edwards CW. Alveolar carcinoma: a review. Thorax 1984; 39: 166-174. 2. Epstein DM. Brochioloalveolar carcinoma. Semin Roentgenol 1990; 25: 105-111. 3. Donovan WD, Yankelevitz DF, Henschke CI, Altorki N, Nash TA. Endobronchial spread of bronchioloalveolar carcinoma. Chest 1993; 104:951-953. 83 427 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NÚM 8, 1997 te TEGD, se pudo apreciar un defecto de repleción en el tercio distal del esófago indicativo de una tumoración benigna extramucosa que no provocaba enlentecimiento del tránsito ni dilatación esofágica proximal (fig. 1). La fibrogastroscopia descartó afectación de la mucosa. Una nueva TC mostró una tumoración nodular y bien delimitada en la pared esofágica de 2 cm sin detectar adenopatías mediastínicas. Dada la persistencia de la sintomatología, el paciente fue intervenido nuevamente 3 meses después. Se identificó un nodulo de 1,5 x 2 cm en la pared del esófago distal y se practicó esofagotonua y enucleación de la tumoración, la cual respetaba la mucosa. El estudio intraoperatorio de la lesión fue informado como granuloma necrosante, por lo que se practicaron biopsias ganglionares. Las tinciones ZiehI-Nielsen y Kinyoun del granuloma y de las adenopatías mediastínicas fueron positivas para bacterias ácido-alcohol resistentes. El cultivo de Lówenstein fue positivo para Mycobacterium tuberculosis y el estudio serológico para VIH fue negativo. El diagnóstico anatomopatológico definitivo fue granuloma tuberculoso necrosante de pared esofágica. No hubo complicaciones postoperatorias. El paciente se halla en tratamiento antituberculoso con rifampicina, piracinamida, etambutol y ofloxacino, con buen estado general y asintomático tras 6 meses de seguimiento. Aunque mediastinitis aguda y tuberculosis del esófago no constituyen una asociación frecuente, creemos que ambas se hallan relacionadas en este caso. Si bien resulta difícil dilucidar el mecanismo patogénico exacto, una explicación razonable sería que el trastorno de la deglución motivado por la lesión esofágica habría favorecido una microperforación esofágica y permitido el paso desde la luz esofágica de las bacterias responsables de la mediastinitis. La escasa frecuencia de la tuberculosis esofágica (TE) hace que su clínica no sea bien conocida, aunque la sintomatología más común parece ser la disfagia con o sin odinofagia'-2, bien por la compresión extrínseca del esófago que producen las adenopatías o por lesiones seudotumorales secundarias a la fistulización entre las adenopatías y la pared esofágica3. Otros síntomas descritos2 pueden ser dolor torácico retrosternal, fiebre, pérdida de peso, síntomas debidos a fistulización e incluso hemorragia digestiva alta'. Puesto que estos síntomas no son específicos y pueden deberse a otras entidades, incluyendo neoplasias malignas, el diagnóstico clínico de la TE requiere un alto índice de sospecha. Éste se debe basar en un estudio bacteriológico y en la detección de adenopatías mediastínicas2, mediante radiografía simple de tórax y tomografía computarizada (TC). La TC es una exploración con mayor sensibilidad y se hace, por tanto, imprescindible2'4. El estudio mediante tránsito baritado (TEGD) puede ser útil para valorar la posible comunicación fistulosa con la vía aérea o la presencia de una estenosis o masa esofágica que deba ser diferenciada de una tumoración maligna4. La endoscopia digestiva y biopsia tienen, por tanto, gran importancia, no sólo para descartar una neoplasia, sino para objetivar la presencia de Mycobacterium tuberculosis5. Una vez establecido el diagnóstico, el tratamiento de elección de la TE es la administración de medicación tuberculostática2. Sin embargo, en pacientes con 428 fístulas refractarias a dicho tratamiento médico o en pacientes sin diagnóstico como el que se describe, debe considerarse la intervención quirúrgica, que a nuestro entender debe ser conservadora. En este paciente, la simple enucleación de la lesión granulomatosa ha constituido un tratamiento satisfactorio sin morbilidad asociada. Si bien la TE puede presentarse en pacientes sin alteraciones inmunitarias, se ha observado una mayor incidencia de la enfermedad en pacientes afectados de sida6. La presencia de una fístula esofágica se acompaña de una elevada tasa de mortalidad6, debida probablemente a una menor respuesta al tratamiento antituberculoso motivada por la inmunodeficiencia. La creciente prevalencia de la tuberculosis en pacientes VIH positivos nos hace creer que la afectación esofágica en el transcurso de una tuberculosis podría observarse con mayor frecuencia en el futuro y plantear numerosos problemas diagnósticos y terapéuticos. C. Hoyuela, M. Mateu y R. Rami Porta Sección de Cirugía Torácica. Hospital Mutua de Terrassa. Universidad de Barcelona. 1. Newman RM, Fleshner PR, Lajam F, Kim U. Esophageal tuberculosis: a rare presentation with hematemesis. Am J Gastroenterol 1991; 86: 751-755. 2. Moreno D, Arévalo J, Domínguez MP, Castellano G, Colina E, Belda A. Tuberculosis esofágica. Presentación de un caso y revisión de la literatura. Rev Esp Enf Digest 1990; 78: 225-228. 3. Kaur U, Katariya S, Bhusnurmath SR, Bambery P, Dilawary JB. Oesophageal tuberculosis mimicking a tumour during treatment for nodal tuberculosis. Thorax 1993;48:772-773. 4. Williford ME, Thompson WM, Hamilton JD, Postiethwaite RW. Esophageal tuberculosis: findings on barium swailow and computed tomography. Gastrointest Radiol 1983;8:119-122. 5. Gordon AH, Marshall JB. Esophageal tuberculosis: definitivo diagnosis by endoscopy. Am J Gastroenterol 1990; 85: 174177. 6. De Silva R, Stoopack PM, Raufmann JP. Esophageal fístulas associated with mycobacterial infection in patients at risk for AIDS. Radiology 1990; 175: 449-453. Mycobacterium tuberculosis: evolución de las resistencias en nuestro medio Sr. Director: La tuberculosis en España ha supuesto y todavía supone un gran problema sanitario. En un reciente artículo enviado a su Revista por Moreno et al, se comunica la tasa de resistencias de Mycobacterium tuberculosis en la provincia de Castellón'. Puesto que la resistencia puede variar de unas zonas a otras, consideramos que puede ser de interés ampliar estos datos con los obtenidos en el área de Elche, en la zona Sur de la Comunidad Valenciana. Entre 1987 y octubre de 1996 se ha aislado Mycobacterium tuberculosis en 335 pacientes de nuestra área de salud (250.000 habitantes). En todos los casos y en un aislamiento de cada enfermo, se ha estudiado en el CNMVIS (Majadahonda, Madrid) la sensibilidad frente a isoniacida (INH), rifampicina (RMP), estreptomicina (SM) y etambutol (EMB). En 106 aislamientos de 106 enfermos se ha ensayado también la actividad de pirazinamida (PZ). Se ha aislado Mycobacterium tuberculosis en 335 pacientes, de los que 21 (6,3%) presentan cepas con alguna resistencia a los fármacos estudiados, 14 (66,6%) eran varones y 7 (33,3%) mujeres. Dieciséis (4,8%) pacientes tenían cepas con resistencia a un fármaco con la siguiente distribución: 5 pacientes (1,4%) presentan cepas con resistencia a INH, seis (1,8%) a RMP, tres (0,9%) a SM y uno (0,3%) a EMB. Cuatro pacientes (1,2%) presentan cepas con resistencia a dos fármacos (tres a INH y SM y uno a SM y a EMB) y dos (0,6%) tienen cepas resistentes a tres fármacos (INH, RMP y PZ y INH, SM, EMB). Se detectaron 12 resistencias primarias (57,1%) y nueve (42,9%) secundarias. Se aislaron 8 cepas (38,1%) con resistencias de pacientes VIH (3 resistencias primarias y cinco secundarias). La evolución a lo largo de los años se resume en la tabla I. En ninguno de los parámetros estudiados se observan diferencias estadísticamente significativas entre los dos períodos de tiempo, aunque el incremento de resistencia a rifampicina presenta una p = 0,066, mediante el procedimiento estadístico de contraste de proporciones. Cuatro de las 5 cepas resistentes a rifampicina del último período corresponden a pacientes VIH y en 2 casos se observa resistencia secundaria. En España, la resistencia a antituberculostáticos no ha aumentado en general en los últimos 20 años. Esteban comunica una tasa del 6,4%2 en 1980-1992, Ausina et al3 señalan una resistencia a algún fármaco del 9,9% entre 1978-1982, de un 7,6% entre 1983-1987 y durante el período 1988-1992 comunican una resistencia de 8,2% en sujetos no VIH y del 7,1% en sujetos VIH. Moreno et al comunican una tasa de resistencias del 9,24% durante 1992-1993'. Unzaga et al, en cambio, comunican tasas mayores de resistencia, con el 15% de cepas resistentes a algún fármaco durante el período 1989-1994". En cuanto a la resistencia a la isoniacida, en nuestro medio detectamos una resistencia baja (3%), ya que Unzaga et al4 señalan una resistencia del 5,91%. Ausina et al comunican que la resistencia oscila del 5,7 (1978-1982) al 4,8% (1983-1987)5. Moreno et al comunican en nuestra comunidad una resistencia del 5,9% en 1992-1993'. Se ha sugerido que el empleo de la rifabutina en la profilaxis de Mycobacterium avium puede favorecer la aparición de cepas de Mycobacterium tuberculosis resistentes a RPM6, nuestros aislados presentan un incremento en la tasa de resistencia a este antibiótico a lo largo de los años. Moreno et al', en Castellón, comunican un porcentaje de resistencias del 5,04%, semejante al nuestro pero superior a lo comunicado por otros autores, que presentan cifras del 0,9 y el 0,5% (en sujetos no VIH y VIH, respectivamente) durante el período 1988-19923. 84 CARTAS AL DIRECTOR TABLA I Evolución de las resistencias en nuestro medio 1987-1993 (%) Total de cepas aisladas Cepas resistentes Varones Mujeres Resistencias globales INH RMP SM EMB PZ Cepas resistentes a 1 fármaco INH RMP SM EMB Cepas resistentes a 2 fármacos INH, SM SM, EMB Cepas resistentes a 3 fármacos INH, SM, EMB INH, RMP, PZ Resistencias primarias Resistencias secundarias Pacientes VIH con cepas resistentes Resistencias primarias Resistencias secundarias 235 14 (6,0) 10(71,4) 4 (28,6) 1994-1996 (%) 100 2,9 0,8 2,9 1,2 0 10 (4,3) 4(1,7) 2 (0,8) 3(1,3) 1 (0,4) 3(1,3) 2 (0,8) 1 (0,4) 1 (0,4) 1 (0,4) 0 8(57,1) 6 (42,8) 4 (28,6) 1 (25,0) 3 (75,0) 7 (7,0) 4(57,1) 3 (42,9) 3 5 1 0 1 5 (5,0) 1 (1,0) 4 (4,0) 0 0 1 (1,0) 1 (1,0) 0 1(1,0) 0 1(1,0) 4(57,1) 3 (42,9) 4(57,1) 2 (50,0) 2 (50,0) INH: isoniacida; RMP; rifampicina; SM: estreptomicina; PZ: pirazinamida; EMB: etambutol. En los últimos años, se ha notificado la aparición de brotes de cepas resistentes a INH y RMP que afectan fundamentalmente a pacientes VIH; sin embargo, en nuestro medio sólo se ha aislado una cepa resistente a INH, RMP y PZ, en un caso de tuberculosis pulmonar de un paciente VIH positivo y que corresponde a una resistencia adquirida por abandono del tratamiento. El paciente falleció y no se ha detectado esta cepa en ningún otro paciente en nuestro medio. Nuestros datos muestran una resistencia relativamente baja a los fármacos considerados de elección en el tratamiento, aunque se observa un incremento de la resistencia a rifampicina. Sin embargo, consideramos que es necesario el estudio de la sensibilidad antibiótica de los aislados para conocer la situación de las resistencias en el medio y para poder controlar la aparición de resistencias futuras. J.C. Rodríguez, M.T. Celdrán y G. Royo Laboratorio de Microbiología. Hospital General Universitario de Elche. Universidad de Alicante. 1. Moreno R, González F, Pardo F, Andrés Soler J, Prada Alfaro PL. Resistencia de Mycobacterium tuberculosis en la provincia de Castellón. Arch Bronconeumol 1996;32:118-121. 2. Esteban J, Gegúndez MI, García-Corbeira P, Soriano F. Incidencia de Mycobacterium tuberculosis resistente a tuberculostáticos. Aspectos clínicos e impacto sobre la terapia y evolución. Enferm Infecc Microbiol Clin 1993; 11:415-419. 85 3. Ausina V, Riutort N, Viñado B, Manterola JM, Ruiz Manzano J, Rodrigo C et al. Prospective study of drug-resistant tuberculosis in a Spanish urban population including patients at risk for HIV infection. Eur J Clin Microbio! Infect Dis 1995; 14: 105-110. 4. Unzaga MJ, Sota M, Melero P, Berdonces P, Ezpeleta C, Cisterna R. Estudio de la sensibilidad de Mycobacterium tuberculosis en nuestro medio. Enferm Infecc Microbio! Clin 1996; 14: 399-400. 5. Ausina V, García-Barceló M, Luquin M, Belda F, Fernández J, Esteban G et al. Estudio de las resistencias bacterianas primarias e iniciales en enfermos tuberculosos de un hospital general durante 1983-1987. Enferm Infecc Microbio! Clin 1990; 8: 274277. 6. Steiner P, Rao M, Mitchell M, Steiner M. Primary drug-resistant tuberculosis in children. Emergenge of primary drug resistan! strains of Mycobacterium tuberculosis to rifampicin. Arn Rev Respir Dis 1986; 134: 446-448. Hemotórax espontáneo idiopático Sr. Director: El hemotórax se define como el derrame pleural de características hemáticas con hematócrito igual o por encima del 50% del hematócrito sanguíneo. Los procesos que pueden condicionar la presencia de sangre en la cavidad pleural son diversos, aunque la mayoría de las ocasiones el hemotórax es secundario a traumatismos torácicos. El manejo terapéutico está condicionado fundamentalmente por la cuantía del sangrado y la repercusión hemodinámica secundaria al mismo, variando entre una actitud expectante con vigilancia clinicorradiológica, hasta la toracotomía exploradora. Comentamos el caso de una paciente que presentó un hemotórax izquierdo sin traumatismo previo y sin ningún otro antecedente que justificase su presencia, motivo por el cual se le diagnosticó de hemotórax espontáneo idiopático1. Paciente de 32 años de edad, sin antecedentes patológicos de interés. Acudió a urgencias tras presentar dolor de características pleuríticas en hemitórax izquierdo de 36 h de evolución, con sensación de mareo y debilidad generalizada progresivamente en aumento. En la exploración física se apreció una discreta palidez cutaneomucosa, con clara disminución del murmullo vesicular en todo el hemitórax izquierdo. Hemograma: hemoglobina 11,7 g/1; hematócrito 33,5%, VCM 87 fl, HCM 34 pg, plaquetas 419.000 mm3, leucocitos 13.200 mm 3 (fórmula normal). Estudio de coagulación: normal. Bioquímica: normal. Electrocardiograma: normal. Gasometría arterial en situación basal: pH 7,42, pO; 85 mmHg, pCO; 42 mmHg. Radiografía simple de tórax: derrame pleural izquierdo masivo. Se realizó toracocentesis diagnóstica, obteniéndose líquido pleural hemático macroscópicamente, con pH 7,21, LDH 540 U, proteínas totales, 4,2 g/1, hematócrito 52%. Citología y cultivos: negativos. Se colocó tubo de tórax (32 F), drenando inicialmente 1.400 mi. En los días posteriores drenó escasamente, presentando en las radiografías de control un derrame posteroinferior izquierdo con engrosamiento difuso de la pleura visceral e imagen de atrapamiento del lóbulo superior izquierdo. En la TAC torácica se observó derrame pleural tabicado en base izquierda, paquipleuritis difusa y cámara apical de neumotorax por atrapamiento pulmonar. Ante estos hallazgos se practicó toracotomía, encontrando un hemotórax coagulado posterior y basal, con engrosamiento de la pleura viscera] sobre los segmentos pulmonares 1, 2 y 6. Se realizaron descorticación, liberación de adherencias pleurales y una exploración detallada de toda la cavidad torácica, sin encontrarse ninguna alteración que hubiese justificado el sangrado previo. El postoperatorio cursó sin incidencias. La paciente fue dada de alta clínicamente asintomática y con reexpansión pulmonar completa demostrada radiológicamente. El hemotórax se asocia en la mayor parte de las ocasiones a traumatismos torácicos, disección aórtica, neumotorax espontáneo con rotura de adherencias pleurales, infarto pulmonar, neoplasias malignas con afectación pleuropulmonar, infecciones necrosantes y alteraciones en la coagulación2. La presencia de sangre en la cavidad pleura] sin traumatismo previo y sin otro factor predisponente (hemotórax espontáneo idiopático) es una situación extremadamente rara, de tal forma que sólo aparecen publicados en la literatura 11 casos' 6 desde principios de siglo. De toda la serie, 429 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 33, NUM 8, 1997 únicamente en el paciente presentado por Yung et al3 se realizó toracotomía exploradora, no encontrándose ninguna anormalidad que justificase el sangrado. En el caso que presentamos, después de comprobar la presencia de sangre en la cavidad torácica y drenarla mediante tubo de tórax, se realizaron una historia clínica minuciosa y unas exploraciones complementarias en busca de alguna entidad que explicase el cuadro, descartándose todos los procesos que pueden causar sangrado intrapleural. La presencia de atrapamiento pulmonar en una paciente joven nos obligó a realizar una toracotomía con descorticación pleural. Se exploró toda la cavidad sin identificarse la causa del hemotórax, aunque consideramos que pudo pasar desapercibida dado el carácter tardío de la cirugía y la fibrosis y gran cantidad de coágulos y fibrina que tapizaban toda la superficie pleural. No obstante, creemos que este caso puede considerarse como un hemotórax espontáneo idiopático al excluirse clínicamente otras causas de hemotórax. El tratamiento del hemotórax consiste en el drenaje adecuado y precoz de la cavidad pleural, generalmente a través de un tubo intratorácico. La cirugía está indicada en los casos de hemorragia persistente, inestabilidad hemodinámica ,o ante la presencia de complicaciones, fundamentalmente el atrapamiento pulmonar secundario a la organización y fibrosis del hemotórax no drenado, como ocurrió en este caso. S. García Barajas, V. Díaz-Hellín Gude y M.C. Marrón Fernández Servicio de Cirugía Torácica. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. 1. Martínez FJ, Villanueva AG, Pickering R, Becker FS, Smith DR. Spontaneous hemothorax. Report of 6 cases and review of the literature. Medicine (Baltimore) 1992; 7 1 : 354-368. 2. Light, RW. Pleural diseases (2." ed). Filadelfia: Lea & Febiger, 1990; 263-267. 3. Yung CM, Bessen SC, Hingorani V, Clements NC, Caruso AA. Idiopathic hemothorax. Chest 1993; 103: 638-639. 4. Promisloff RA, Friehiing J. Spontaneous hemothorax without pneumothorax. Clin Notes Respir Dis Fall 1982:21: 13-14. 5. Dimitri RW. Massive idiopathic Spontaneous hemothorax. Eur J Cardiothorac Surg 1987: 1:55-58. 6. Padilla Navas I, Shum C, Martínez M, García Pachón E. Hemotórax espontáneo idiopático en un adolescente sano. Med Clin (Barc) 1995; 105: 116. Fe de errores Información En el trabajo "Braquiterapia endobronquial con dosis elevada en tumores malignos de pulmón", de J. Escobar Sacristán et al (Arch Bronconeumol 1997; 33: 278-283), en la página 280, en el apartado de Métodos, donde dice "catéter de 995 mm de largo y 3 mm de ancho", debería decir "catéter de 999 mm de largo y 2 mm de ancho". II Simposio Valí d'Hebron sobre Trasplante Pulmonar 430 Barcelona, 26 de enero de 1998. Sala d'Actes del Pavelló Docent. Hospitals Valí d'Hebron. Información e inscripciones: Sras. Montse Murillo y Rosa Llória. Servei de Pneumologia. Planta baixa. Hospital General Valí d'Hebron. Passeig Valí d'Hebron, 119. 08035 Barcelona. Tel.: 93/274 61 57. Fax: 93/274 60 83 (horario de 8.00 a 15.00 h). 86