Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica

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Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
Daniela Rawicz*
Resumen. El artículo aborda los primeros tramos de la trayectoria
de Germani en Argentina, con el fin de identificar el marco de
experiencias y debates dentro de los cuales se configura su
pers­pectiva intelectual sobre la sociología y el cambio social.
Se sostiene la existencia en Germani de una matriz ideológica
vinculada al socialismo liberal europeo de la época, que colo­
ca la oposición autoritarismo vs. libertad como eje articulador
de su discurso sobre las sociedades modernas. A lo largo de
toda su trayectoria Germani mantiene, con adecuaciones, esta
perspectiva para comprender los procesos sociales más rele­
vantes de las sociedades latinoamericanas. Un primer ejemplo
paradigmático lo constituye su análisis del fenómeno peronista
en Argentina.
Palabras clave. Socialismo liberal, autoritarismo, sociología,
modernidad.
Gino Germani es una de las figuras emblemáticas de la sociología
latinoamericana y, sin duda, la más notoriamente vinculada al mo­
vimiento de renovación del pensamiento social que, desde los años
40, promovió la institucionalización de la “sociología científica” en
las universidades. Una visión bastante simplificada, aunque no exenta
de verdad, ha asociado a Germani con la implantación del estructuralfuncionalismo norteamericano de cuño parsoniano. Gracias a esta visión,
el autor y la sociología por él promovida, han sido durante largo tiempo
objeto de una gran variedad de críticas, teóricas y políticas. Estudios
Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO-México). Profesora investigadora de la Uni­
versidad Autónoma de la Ciudad de México. Correo electrónico: [email protected]
*
Volumen 9, número 19, mayo-agosto, 2012, pp. 235-257
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recientes (Jorrat y Sautu, 1992; Neiburg, 1998; Germani, 2004; Noé,
2005; Blanco, 2006; Mera y Rebón, 2010) promueven nuevas miradas
sobre su trayectoria intelectual que, aunque no niegan del todo esta
imagen, contribuyen enormemente a matizarla.
El propósito del artículo es revisar los primeros tramos de la trayec­
toria de Germani, en particular, los primeros años de su residencia en
Argentina. La revisión de esta etapa relativamente acotada de la vi­da
intelectual de Germani es relevante desde dos puntos de vista. Desde
la trayectoria intelectual de Germani, porque consideramos que es en
el marco de las experiencias, problemáticas y debates de esta etapa que
se configura su perspectiva intelectual general sobre la sociología y el
cambio social. Desde la historia de las ideas sociológicas en Argentina
y América Latina, porque, a nuestro juicio, la valoración tradicional de
la “sociología científica” como estructural-funcionalista se vincula con
una lectura de la obra de Germani (y de otros autores) marcada por
el momento de optimismo y gran expansión de las ciencias socia­
les en el mundo, a partir de la segunda posguerra, bajo el liderazgo
norteamericano (décadas de 50 y 60). Aunque parcialmente correcta,
esta visión tiende a ocultar que el movimiento de renovación de la
disciplina tiene lugar en nuestra región desde décadas previas (fines
de los 30), en conexión con una coyuntura histórica diferente: la de
la crisis de la sociedad moderna occidental, propia del periodo de en­
treguerras. Este desplazamiento es central porque permite percibir
mejor las condiciones históricas y la matriz ideológica bajo las cuales
se gesta el proyecto de la sociología científica; lo que, a su vez, permite
comprender mejor las condiciones bajo las cuales madura y se quiebra
este proyecto.
La idea central que se presenta es la existencia en Germani de una
matriz intelectual vinculada, en términos generales, al socialismo liberal
europeo de la época de entreguerras, que condiciona el horizonte de sus
preocupaciones más profundas sobre la sociedad y la transforma­ción
social. Esta matriz encuentra una primera expresión en la interpreta­
ción sociológica del peronismo que elabora Germani. Para desarrollar
estas ideas, se repasan primero algunos datos biográficos sobre su
formación en Italia, para luego profundizar en su primer periodo de
estancia en Argentina, 1935-1946, destacando sus principales ámbitos
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de actuación, a fin de dar cuenta del abanico de voces con las que
dialoga/debate y a partir de las cuales va definiendo los contornos de su
propia posición intelectual.
I. Gino Germani nació en Roma, en 1911 y fue el único hijo de
una pareja de sectores trabajadores. Su madre provenía de una familia
de origen campesino y era una ferviente católica. Su padre era sastre
y trabajaba en su propio taller. En su juventud había sido un acti­vo
militante socialista, pero durante la infancia de Gino sólo permane­
ció como un simpatizante que leía y discutía con amigos sobre las
cuestiones sociales y políticas de la época.
Aunque Germani se sentía inclinado a estudiar música, sus padres
lo disuadieron y terminó asistiendo a una escuela técnica. Más tarde in­
gresó a la carrera de Ciencias Económicas de la Universidad de Roma.
Su juventud estuvo marcada por los múltiples movimientos generados
dentro de la izquierda como respuesta al ascenso del fascismo en Italia
así como a la emergencia de la Unión Soviética.
Acababa de terminar la primaria cuando, en octubre de 1922, los
fascistas marcharon sobre Roma. De allí en adelante estuvo sometido
a una fuerte presión para integrarse a la Opera Nazionale Balilla, la
Vanguardia Fascista y otras organizaciones juveniles del régimen que
resultaron tremendamente opresivas (Germani, 2004: 22). Estas ex­
periencias marcaron profundamente su vida y se convirtieron en
un referente permanente de su preocupación por la naturaleza y ca­
racterísticas del autoritarismo, así como sus repercusiones en la
formación de la personalidad individual y colectiva.1
Muy pronto, como estudiante universitario, se incorporó al mo­
vimiento antifascista. En 1930 fue sorprendido junto a otros compañeros
distribuyendo folletos que convocaban a una manifestación contra
la desocupación y los impuestos. Con 19 años fue encarcelado durante
más de un año —entre 1930 y 1931— en la isla de Ponza o “Del Confine”.
De las múltiples vivencias en la cárcel destaca su percepción acerca del
Al final de su vida, Germani vuelve sobre estos temas en un trabajo titulado La
socialización política de la juventud, un estudio comparado de Italia y España sobre las
organizaciones de captación de jóvenes en regímenes autoritarios.
1
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marxismo y el partido comunista. Si por un lado reconocía que en él
se alineaban importantes líderes, por otro rechazaba el dogmatismo
dominante en gran parte de su militancia. Según Joseph Kahl “Germani
descubrió que estos últimos eran rígidos e intransigentes, que no
estaban dispuestos a tomar en serio a alguien que no fuera miem­
bro del proletariado y verdadero creyente” (1986: 53). De allí que,
aunque Germani se interesó por el estudio del marxismo como filosofía
de la historia, con los años profundizó su distancia del comunismo
como alternativa política.
Acorde a estas percepciones, Germani se volvió un ferviente sim­
patizante del movimiento Giustizia e Libertà y de su fundador, Carlo
Rosselli. Exiliado en Paris, Rosselli impulsó este movimiento en 1929,
pilar del socialismo liberal, de cuño reformista, antisoviético, inspirado
en los ideales del Risorgimento italiano y en el laborismo inglés. En
una línea paralela a la inaugurada por los partidos socialdemócratas
de la época, críticos del marxismo, y en particular de la experiencia
soviética, Rosselli buscó ir más allá, acentuó la ruptura teórica con
el marxismo y concibió el socialismo fundamentalmente como una
filosofía de la libertad, no contrapuesto al liberalismo sino como su
legítimo continuador.
Esta perspectiva está sin duda vinculada a un diagnóstico que
comienza a configurarse durante esta época y del que Germani, si­
guiendo a Rosselli, se hará eco: en momentos de crisis de los valores
de la civilización occidental —que el liberalismo burgués no realizó o
realizó sólo para una minoría privilegiada— emergen en las modernas
sociedades de masas tendencias totalitarias que en lugar de impulsar
el proceso de individuación plena que aquella civilización prometía,
llevan a una creciente uniformidad a través de técnicas autoritarias, ti­
pificadoras y estandarizadoras de la personalidad. Estas tendencias se
manifestarían sobre todo en el caso del fascismo, pero también en el
régimen soviético. Así, la subordinación de otros elementos del ideario
socialista a la cuestión de la libertad y los valores de la civilización
occidental constituye una marca fundamental de la orientación in­
telectual de Germani.
Estas inquietudes políticas tuvieron tempranamente una expresión
académica. A pesar de ingresar en la carrera de economía, Germani
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Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
se mostró fuertemente interesado por la psicología y la sociología. Se
introdujo en la lectura de autores como Kant, Hegel, Marx, Freud,
Mosca, Pareto, Durkheim y Spencer a partir de cursos y conferen­cias
paralelos a los de economía, donde participaba como oyente. En
es­tos autores, Germani buscaba angustiosamente claves para la com­
prensión de lo que estaba sucediendo en Italia y Europa (Kahl, 1986:
53; Germani, 2004: 36). Más tarde, como veremos, tendrá ocasión
de integrar estas lecturas a un análisis sistemático de las sociedades
modernas.
En 1934, poco antes de terminar los cursos de la universidad,
murió su padre y decidió trasladarse con su madre a Argentina, donde
residían, en buenas condiciones económicas, otros parientes cercanos.
Llegó a fines de 1934 y permaneció allí hasta 1965 cuando, en el
contexto de una (nueva) crisis política del país, y de una acumulación
de cuestionamientos a su gestión académica, decidió aceptar una
invitación para incorporarse con un cargo permanente a la Universidad
de Harvard.
II. El primer periodo de la estancia de Germani en Argentina, y que
interesa en este artículo, abarca aproximadamente desde 1935, cuando
llega al país, hasta 1946, año en que abandona el ámbito universita­
rio ante las presiones del peronismo ya en el poder. La unidad de este
periodo está dada por su participación en tres ámbitos de actuación
que, a pesar de sus múltiples solapamientos, pondrán a Germani en
contacto con una diversidad de actores: el movimiento antifascis­ta, el
movimiento estudiantil universitario y el Instituto de Sociología de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (uba).
Esta etapa se desarrolla hacia el final de la Guerra Civil Española y
en pleno transcurso de la Segunda Guerra Mundial. En Argentina, el
golpe del 4 de junio de 1943 pone fin a poco más de una década
de gobiernos conservadores, de corte autoritario, ligados a las oli­
garquías terratenientes que, desde la crisis del 29, ven agotado el
modelo económico agroexportador que las sostenía en el poder. La
industrialización, promovida por la crisis y la guerra, comienza a cam­
biar la fisonomía del país y genera pronto una masa considerable de
trabajadores excluidos del juego social y político. Aunque el grupo
de golpistas del 43 está constituido por nacionalistas católicos que en
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algunos casos simpatizan abiertamente con el fascismo, a partir de 1942
se hacen sentir las presiones de Estados Unidos para el ingreso a la
guerra y el desenlace de esta última tendrá repercusiones importantes
sobre el rumbo que toma la vida política del país a partir de 1945.
Durante sus primeros años en Argentina Germani participa ac­
tivamente en el movimiento antifascista, lo que le permite mantener
un vínculo con su pasado inmediato en Italia, al tiempo que intenta,
con muchas dificultades, adaptarse al nuevo país. De esta época juvenil
datan sus primeros escritos en publicaciones antifascistas de carácter
republicano y liberal como Italia del Popolo y La Nuova Patria. A su
llegada, Germani encuentra un movimiento sumamente amplio y con
sólidas tradiciones, anclado en partidos políticos (comunista, socialista,
republicano, y varias agrupaciones anarquistas), publicaciones, y otras
entidades como asociaciones regionales, sociedades de socorros mutuos,
etcétera.2
La sucesión de gobiernos autoritarios en la Argentina de la déca­
da del 30 ya había cimbrado al movimiento, no obstante, la Guerra
Civil Española, la guerra de Etiopía y la Segunda Guerra Mundial
introducen fuertes elementos para la polémica y las confrontaciones in­
ternas. Uno de los puntos álgidos es la posición frente al comunismo
soviético y su incorporación en el movimiento, en particular, bajo el
contexto impuesto por la firma del tratado Von Ribbentrop-Molotov
y el consiguiente abandono de la política de frentes populares del
Komintern que había operado como aglutinante del antifascismo. Este
acontecimiento, así como la posterior invasión alemana a París y a la
Unión Soviética, generan múltiples escisiones y reposicionamientos al
interior del movimiento antifascista (Friedmann, 2006).
Entre 1943 y 1945 Germani interviene en las intensas discusiones
de los líderes de la época, especialmente entre Giuseppe Parpagnola y
Mario Mariani, sobre el problema de la unidad antifascista, el futuro
político de Italia a la caída del régimen y el colaboracionismo con los ex
fascistas. Estas discusiones quedan plasmadas en conferencias dictadas
Desde una década y media vienen llegando emigrados italianos que alimentan al
movimiento y lo proveen de importantes dirigentes como Oreste Chiossi, Giuseppe
Parpagnola, Folco Testena y Albano Cornelli, entre otros.
2
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en el Ateneo Italiano y en artículos que Germani, bajo el pseudónimo
de Giovanni Frati, escribe para dos publicaciones antifascistas de
Buenos Aires: La Nuova Italia e Italia Libre (Germani, 2004: 49).
Es­te último, es el órgano de difusión de la asociación “Italia Libera Unita”,
una escisión de la Asociación Cultural Dante Alighieri, creada por un
grupo de exiliados italianos de posición fuertemente anticomunista a
quienes se une Gino Germani.
Estos escritos, artículos y conferencias constituyen los primeros
ma­teriales de reflexión sobre el fenómeno del totalitarismo, y poste­
riormente serán retomados por Germani en publicaciones académicas
sobre el tema. En términos políticos, Germani sostiene la necesidad de
mantener la unidad de todas las fuerzas frente al fascismo y la defensa
de los valores democráticos. Esto lo lleva a tomar distancia de las
pos­turas más extremas respecto a la alianza o rechazo absoluto a la
integración de comunistas en el movimiento y a intentar posiciones de
conciliación. No obstante, al momento de los compromisos fuertes,
Germani se alinea con las posiciones más liberales y anticomunistas del
espectro ideológico.
En términos teórico-ideológicos, Germani se identifica con el diag­
nóstico de Carlo Rosselli sobre la consideración del fascismo como una
manifestación de una crisis profunda de la cultura occidental, de sus
instituciones y sus valores, y no como un fenómeno pasajero. Por tanto,
el antifascismo implica no sólo la negación coyuntural de esta crisis, si­no
también la necesidad de una reconstrucción racional de aquella cultura
y sus valores democráticos en nuevos términos. Así, Germani sostiene
que “eliminada cualquier posibilidad de reconstrucción democráticoburguesa, la alternativa está entre un régimen socialista más o menos
avanzado o un nuevo sustituto del fascismo” (Germani, 2004: 71). Por
régimen socialista avanzado, Germani entiende un socialismo con plena
vigencia de las libertades democráticas. Se consolida así, en Germani,
una posición fuertemente antiautoritaria —antifascista primero, pero
pro­gresivamente anticomunista— que busca rescatar, en el contex­
to de importantes transformaciones sociales, las tradiciones y valores
democráticos propios de la cultura occidental en crisis.
Asimismo, en estos escritos aparecen dos elementos típicos de sus
análisis sociológicos posteriores: la idea de un mundo en transición
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más o menos veloz (de la sociedad tradicional a la sociedad moderna)
y la consideración integrada de los planos estructural y psicosocial
en el análisis de los fenómenos sociales. Así, al reflexionar sobre las
divergencias en las estrategias dentro del movimiento antifascista
Germani afirma que estas reflejan:
la crisis de nuestro tiempo: expresan la incertidumbre de
los hombres y los grupos sobre el futuro inmediato de la
estructura económica y social en una época que es típicamen­
te de transición (…) cualquier posición programática
unitaria tiene que tener en cuenta las sustanciales trans­
formaciones de la estructura social y consecuentes cambios
psicológicos provocados por el fascismo (Germani, 2004:
70s).3
Crisis de la sociedad occidental, reconstrucción racional de sus
valores, transición e impacto de los fenómenos estructurales sobre
la personalidad, he aquí esbozados los elementos básicos del marco
analítico de Germani.
III. Paralelamente a la militancia antifascista, Germani se incorpora
a la vida estudiantil universitaria desde donde refuerza estas posiciones
en contacto con personajes ligados a la tradición de la Reforma
Universitaria de 1918. En 1938, al tiempo que consigue un trabajo
más estable en el Ministerio de Agricultura, Germani decide retomar
los estudios y se inscribe en la carrera de Filosofía en la Facultad
de Filosofía y Letras de la uba. Se abre así, un mundo nuevo que permi­te
al joven emigrado una inserción distinta en el país. Pronto se incorpo­
ra al núcleo de discusiones del Centro de Estudiantes de Filosofía y
Letras de la uba, que para ese momento se encuentra en oposición al
gobierno conservador, aunque ha perdido gran parte del impulso y
peso político ganados con la reforma universitaria.
Con la irrupción de la Guerra Civil Española se produce una escisión
entre sectores liberales y progresistas, por un lado, y nacionalistas,
3
Fragmentos reproducidos por Ana Germani del artículo “Sull’Unità antifascista” (Italia
Libre, 1943).
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por otro. Durante algunos años, estas dos fuerzas se alternan en la
dirección de la Facultad de Filosofía y Letras de la uba, y el grueso del
movimiento progresista se mantiene relativamente unido en torno
del ideario reformista. Pero hacia fines de la década, con el inicio de la
Guerra Mundial, las posiciones se radicalizan y se produce, dentro del
ala progresista, un enfrentamiento entre comunistas y reformistas.
En un principio Germani mantiene aquí la misma actitud de
conciliación y apertura, a fin de promover la unión frente a las fuerzas
autoritarias (Kahl, 1986). No obstante, cuando ante la invasión a Rusia
el comunismo cambia radicalmente su posición neutralista, Gino
Germani junto a otros dirigentes (Carlos Fayard, Eduardo Prieto,
Elena Chiozza) se opone a la intromisión de los partidos comunistas y
marxistas en asuntos del Centro de Estudiantes (Germani, 2004: 60).
Un aspecto que llama profundamente la atención de Germani a su
llegada a la Argentina es la existencia de un nacionalismo de izquierda,
muy vinculado al problema del antiimperialismo. En entrevista con
Joseph Kahl, comenta:
en Argentina los nacionalistas siempre habían estado
vinculados a los conservadores, así como en Italia el
fascismo siempre había estado vinculado a un nacionalis­
mo difuso. O sea, si alguien era anticapitalista se suponía
que era internacionalista porque los capitalistas siem­
pre eran iguales cualquiera que fuera el país de origen;
en Europa la izquierda era internacionalista. Pero en
Argentina había una especie de izquierda nacionalista,
antiimperialista (Kahl, 1986: 57).
Independientemente de la validez de este diagnóstico histórico, Germani
se mantiene siempre distante de las manifestaciones ideológicas del
nacionalismo (de derecha o de izquierda). Esta actitud se ve en algún
sentido reforzada cuando, con la llegada del peronismo y en los años
posteriores, parte de esta izquierda nacionalista se adhiere al nuevo
movimiento.
La participación en el movimiento antifascista y en la política uni­
versitaria propicia, desde esta época, un incipiente acercamiento al
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Partido Socialista. Aunque nunca se afilia formalmente, éste se convier­
te durante toda su estancia en Argentina en una referencia fundamental
de la que emergen varios lazos políticos e intelectuales. Así, desde los
talleres gráficos del diario La Vanguardia, órgano de difusión del Partido
Socialista, se imprime el mencionado semanario Italia Libre. Más tarde,
hacia los años 40, Germani se vuelve asiduo consultor de la bibliote­
ca de la Casa del Pueblo, ubicada en la sede del partido. Allí se dedica a
revisar la vasta colección sobre ciencias sociales, y encuentra textos del
empirismo norteamericano que resumirá e integrará tempranamente a
sus reflexiones (Izaguirre, 2005).
IV. Ahora bien, siendo todavía estudiante y en el contexto de las
preocupaciones señaladas, Germani se incorpora a lo que será su primer
contacto formal con la sociología y la investigación social. En 1941 co­
mienza a participar como investigador “ad honorem” en el Instituto
de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras, recién inaugura­
do por Ricardo Levene. Germani se gradúa en Filosofía en 1944 y
trabaja en el Instituto hasta 1946, donde realiza su primera experiencia
de socialización intelectual y de investigación dentro de la disciplina.
La creación del Instituto de Sociología de la uba, o más precisamente
su re-creación,4 es un hito fundamental porque marca el inicio de un
proceso de renovación de la tradición sociológica del país, en el que
se registran los primeros pasos para la institucionalización de la dis­
ciplina a través de la creación de publicaciones, institutos, espa­cios de
intercambio y difusión.5 Los aires de cambio se vinculan, en parte, con
la importancia que adquiere, desde la Reforma Universitaria, la presencia
de la investigación en las universidades (Noé, 2005; Blanco, 2006), en
En 1927, en el marco de la creación de varios institutos de investigación en la Facultad
de Filosofía y Letras de la uba, se crea el de Sociología Argentina. En 1940 Levene le
cambia a este último el nombre por el de Instituto de Sociología.
5
En 1942 se comienza a editar el Boletín del Instituto de Sociología de la uba; la editorial
Losada lanza la primera colección de libros especializados, la “Biblioteca de sociología”,
dirigida por un miembro del instituto, Francisco Ayala; el Colegio Libre de Estudios Su­
periores (cles) y su publicación Cursos y conferencias abren espacios para la difusión de
la sociología y se establecen los primeros contactos internacionales para cooperación
técnica en la disciplina.
4
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Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
parte, con la llegada de exiliados de la guerra, españoles e italianos, que
contribuyen a dinamizar el clima cultural local.
Ahora bien, este momento es importante no sólo en términos de
expansión institucional, sino en lo que respecta a las concepciones
mismas sobre la naturaleza de la disciplina: su objeto, su método y el
papel que está llamada a cumplir en el seno de las sociedades. En este
sentido, el impulso a la sociología en la primera mitad de los años
40 se forja en el marco de una coexistencia de tendencias contrapuestas
en términos profesionales, ideológicos e intelectuales. A pesar de su
juventud, y de la ausencia de trayectoria académica de Germani frente
a sus colegas del Instituto, pronto logra convertirse en una voz re­
conocida y construir un posicionamiento diferenciado en estos tres
registros.
Hacia principios de los 40, la sociología es impartida por figuras
provenientes de diversos orígenes ideológicos, y concepciones de la
sociología con un único punto en común: la formación en derecho.
Desde esta formación inicial, algunos volcarán en la sociología un
interés filosófico-jurídico (Alberto Baldrich, Jordán Bruno Genta,
Alfredo Poviña, Renato Treves), y otros, histórico (Ricardo Levene, Raúl
Orgaz).
En términos profesionales, esta vinculación de la sociología con
personajes provenientes del derecho marca de dos formas el desarrollo
de la disciplina. Por un lado, muchos de quienes cultivan la sociología
lo hacen como actividad paralela y secundaria a la actividad profesional
principal, pero sin una dedicación exclusiva a la misma. Por otro lado,
la mayoría de las veces se trata de un interés o curiosidad puramente
erudito y, por tanto, orientado de manera general hacia una historia
de las ideas sociológicas, de carácter enciclopédico, más que a la prácti­
ca de una disciplina científica; hacia la discusión de sus fundamentos
filosóficos y metodológicos más que a la investigación social de
los problemas actuales.
Desde un principio Germani toma una clara distancia frente a
esta tradición y busca posicionarse como un “investigador social”. Lo
hace monopolizando prácticamente las secciones dedicadas a estudios
descriptivos y estadísticos del Instituto. En este marco, Germani co­
mienza su investigación sobre las clases medias en Argentina, en el
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marco de una sección del Instituto denominada “Investigaciones
sobre la morfología y aspectos estadísticos de la realidad argentina
contemporánea”. Asimismo, en el Boletín del Instituto, aparece la sección
“Datos sobre la realidad argentina contemporánea” en la que se publi­
can fundamentalmente artículos de Germani. Finalmente, Germani es
designado integrante de la comisión asesora en Demografía del Cuarto
Censo Nacional, labor que le permitirá, años más tarde, construir una
de sus más importantes obras: Estructura social de la Argentina (1955).
A partir de este posicionamiento, Germani busca romper la iden­
tificación del sociólogo con el maestro o profesor que, de manera
enciclopédica, se dedica a la historia y análisis doctrinario de las ideas
sociales, con un sentido más humanístico que científico. En su lugar,
propone una figura profesional asociada a la investigación empírica y
orientada hacia el conocimiento científico de los grandes problemas
sociales del presente. Para Germani debe diferenciarse claramente
la filosofía social de la sociología en tanto ciencia positiva —conectada
con los hechos— cuyos fundamentos lógicos no difieren de los de
la ciencia en general.
Aunque sin duda la cuestión de la figura profesional es un asun­
to importante en sí, ésta aparece vinculada a posicionamientos
encontrados en el terreno ideológico y teórico. En este sentido, el grupo
de intelectuales que Levene recluta en el Instituto es marcadamente
heterogéneo. Algunos (Jordán Bruno Genta y Alberto Baldrich) per­
tenecen al catolicismo nacionalista e integrista que, desde fines de los
años 20, se encuentra en franco ascenso. Genta es incluso un confeso
simpatizante nazi. Otros (Levene, Poviña y Miguel Figueroa Román),
se inclinan hacia posturas más bien liberales. Finalmente, un tercer
grupo (Raúl Orgaz, Gino Germani, Francisco Ayala y Renato Treves),
pertenecen en términos generales a la tradición socialista liberal y
republicana y, desde los años 30, forman parte, en variado grado de
compromiso y militancia, del movimiento antifascista.
En los años que van del golpe de 1943 a la llegada del peronismo al
poder en 1946, las confrontaciones ideológicas y políticas al interior
del grupo se intensifican. Los sectores católicos y nacionalistas conquistan
amplios espacios dentro de la cultura y la política nacional, y su llega­
da al poder se hace sentir inmediatamente en el ámbito universitario:
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Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
se restablece la enseñanza obligatoria de la religión católica en las
universidades, y se reconoce el diploma de Doctor en Teología como
título habilitante para la enseñanza de filosofía, psicología y latín (Noé,
2005; Blanco, 2006). Estas medidas brindan un parámetro para calibrar
la tensión que introducen en un campo intelectual mayoritariamente
identificado con los sectores liberales y socialistas, aliados contra el
fascismo desde mediados de los años 30. Así, con el golpe del 43 los
sectores nacionalistas católicos se colocan como altos funcionarios (es el
caso de Baldrich y Genta), mientras otros integrantes del Instituto
(Ordaz, Ayala, Treves y Germani) terminan apartados de la universidad
y se ubican rápidamente como opositores al nuevo régimen (y luego al
peronismo).
Ahora bien, en términos intelectuales, la emergencia del Instituto
y la participación de Germani en él coinciden con (e inciden en) el
co­mienzo de un encuentro y diálogo entre la tradición sociológica
europea, firmemente instalada en las cátedras argentinas de sociolo­
gía, y la norteamericana que, lentamente, comienza a repercutir en el
medio académico internacional y local. Este encuentro, y los debates
que a partir de él se originan sobre el sentido de la disciplina, están
atravesados en todo momento por las mencionadas tensiones ideológicas
del campo político.
En efecto, desde mediados de los años 20, la sociología se desarrolla
en un contexto de fuerte hegemonía del pensamiento alemán. En el
periodo de entreguerras, Argentina intensifica lazos con la cultura ale­
mana, difundida principalmente por José Ortega y Gasset a través de
las editoriales españolas La revista de Occidente y la Biblioteca de ideas del
siglo XX. En el ámbito intelectual, este contacto constituye la principal
fuente de inspiración para la reacción antipositivista —de cuño
espiritualista—que se extiende a partir de los años 30: reacción contra
la ciencia, el materialismo, el mecanicismo.6
Esta reacción está relacionada, en gran medida, con el avance ya
señalado de los sectores católicos y nacionalistas. El encuentro entre
6
Hasta avanzados los años 20, la sociología francesa predomina claramente entre los
profesores de sociología del país, a partir de las influencias de Comte, Durkheim, Tarde
y Bouglé.
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estas dos orientaciones se produce hacia fines de los años 20 gracias
a una serie de espacios de formación y discusión sobre la “cuestión
social”, donde se despliegan posiciones inspiradas en el neotomismo
y el maurrasianismo, de revaloración de la hispanidad y aversas al
modernismo, al liberalismo y al laicismo, a los que hacen responsables
por la emergencia del socialismo y el comunismo. Entre estos espa­
cios se destacan los Cursos de Cultura Católica y la Acción Católica
(fundados en 1928), y las publicaciones Criterio, La nueva república y
El Pueblo. En estos ámbitos se forman varios de los posteriores cuadros
intelectuales del peronismo: César Pico, Juan Pichón Rivière, Jorge
Miguens, Francisco Valsecchi (Neiburg, 1998).
Aunque esta reacción antipositivista asociada al nacionalismo católi­
co es mucho más marcada en la filosofía, también tiene repercusiones
en el pensamiento sociológico. La revista de Occidente edita desde
los años 20 traducciones de los principales sociólogos alemanes del
momento: Simmel, Spann, Tönnies, von Vierkandt, von Wiese,
Sombart, autores con los que trabaja la mayoría de los profesores de
cátedras de sociología del país. Si bien las concepciones de la sociología
son diversas y el pensamiento sociológico francés —Durkheim en
particular— no deja nunca de ser una referencia fundamental,7 esta
influencia del pensamiento alemán en clave espiritualista favorece
el predominio de una interpretación “culturalista” de la sociología.
Perspectiva considerada como un saber más próximo a la filosofía y
a las humanidades, de carácter teórico, e incluso normativo, sobre las
formaciones del espíritu (en particular, de la comunidad nacional). Esta
interpretación es además comprensible si se tiene en cuenta que las
actividades relacionadas con la disciplina se reducen prácticamente
a la enseñanza de la misma, como complemento en la formación
de estudiantes de otras carreras, y con el sesgo profesional (filosóficohistórico-literario) señalado más arriba por parte de los abogados.
Dentro de la sociología, y de los miembros del Instituto, esta
interpretación es compartida tanto por sectores ideológicamente iden­
tificados con la derecha (Baldrich y Genta), como por sectores más
liberales y progresistas (Ayala u Orgaz). Germani, por el contrario,
7
248
Levene en particular se reivindica como traductor y difusor de Durkheim.
Andamios
Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
rechaza por completo esta visión de la sociología. En términos teóricos y
metodológicos la considera negativa ya que, al romper la vinculación con
los hechos empíricos y negar la posibilidad de establecer uniformidades,
favorece el intuicionismo y elimina la posibilidad de formular revisiones
y correcciones al conocimiento. Pero sobre todo Germani la rechaza
por sus repercusiones políticas negativas, “al contribuir a la expresión
de ideologías irracionalistas a menudo equivalentes intelectuales de
los totalitarismos políticos” (Germani, 1962: 5). En este sentido, en el
posicionamiento de Germani se funden aspectos teórico-intelectuales
e ideológicos.
Durante los años 40 este predominio general de la sociología alemana
continúa.8 No obstante, la atención se desplaza hacia nuevos autores,
especialmente Hans Freyer y Max Weber. Raúl Orgaz, Alfredo Poviña,
Renato Treves y Francisco Ayala escriben importantes textos sobre es­
tos autores.
Ahora bien, desde comienzos de esta década, nuevas fuentes in­
telectuales introducen un quiebre en las interpretaciones dominantes.
Por una parte, como se puede apreciar en las tareas realizadas por
Germani, el Instituto de Sociología dirigido por Levene evidencia una
preocupación, aunque sea incipiente, por la investigación empírica en
sociología. Por otra, el contacto establecido por Levene con José Medina
Echavarría en México y, a través suyo, con toda la obra sociológi­
ca editada por éste en la biblioteca de Sociología del Fondo de Cultura
Económica (fce), le da un nuevo giro a la recepción e interpretación
del pensamiento alemán, y en general, a la teoría sociológica. En am­
bos casos, Germani aparece como un impulsor firme y persistente de
estas innovaciones.
En relación con la investigación empírica hay que aclarar que, aun­
que no es dominante en la concepción de la sociología que promovía
el proyecto de Levene, estaba claramente incluida. Este interés se ve
reflejado particularmente en las gestiones realizadas por Levene para
8
Desde la editorial Losada, Francisco Ayala edita para la colección “Biblioteca de
Sociología” a algunos de los autores alemanes mencionados, aunque también incorpora
obras de los autores más representativos de la sociología francesa y norteamericana:
Gurvitch y MacIver.
Andamios 249
Daniela Rawicz
vincular al Instituto con la realización del Cuarto Censo Nacional y en la
apertura en el Instituto hacia la sociología norteamericana, en particular
hacia los estudios sobre las grandes ciudades y la inmigración. Así, por
ejemplo, el Boletín reproduce con cierta regularidad los sumarios de
las principales revistas sociológicas norteamericanas: American Journal
of Sociology, American Sociological Review, The Public Opinión Quaterly,
Rural Sociology, Social Forces, Sociology and Social Research y Sociology. A
journal of international relations (Blanco, 2006: 58).
En la búsqueda de modelos de investigación para sus estudios sobre
las clases medias, Germani reúne y lee una parte importante de la pro­
ducción norteamericana. Los trabajos de encuestas realizados en la
ciudad de Pittsburg (1909-1914), la investigación sobre los Middletown
de los Lynd, la de Thomas y Znaniecki sobre los inmigrantes polacos
en Estados Unidos, el estudio sobre Londres elaborado por Charles
Booth y, en general, los trabajos de la Escuela de Chicago se convierten
en una fuente fundamental para sus artículos.
Además de lo hallado en el Instituto de Sociología, Germani obtiene
estos materiales a partir de varias fuentes: la Oficina de Estadísticas
Laborales de Estados Unidos, la Biblioteca del Ministerio del Trabajo y,
en especial, el Instituto de Filosofía de la uba. Según él mismo relata, en es­
te último encuentra una considerable dotación de libros de autores
norteamericanos. Su director se interesaba por la sociología y contaba
con “un tesoro” de material: Borgadus, Lundberg, Parsons, una colección
de la American Sociological Review, el American Journal of Sociology y los
Annales de Sociologie franceses (descendientes del Année Sociologique de
Durkheim) (Kahl, 1986: 56).
Es importante destacar que en esta biblioteca Germani encuentra, y
lee por primera vez, The Structure of Social Action de Parsons (de 1937),
texto que, según los críticos de la época, permanece todavía inscripto
en la tradición norteamericana de sociología de la acción moldeada
por la Escuela de Chicago (Blanco, 2003). En los primeros escritos
de Germani esta obra aparece citada de manera bastante tangencial;
no obstante, la unificación teórico-analítica que propone el sociólo­
go norteamericano resulta muy afín a la concepción de la sociología
que comienza a forjarse en Germani. Aún así, la referencia principal
para este tema no es todavía Parsons sino, antes, Znaniecki, MacIver,
250
Andamios
Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
Faris, Blumer y Ellwood. De todas formas, la inclinación hacia la
sociología norteamericana no debe hacer perder de vista su profundo
conocimiento de la sociología europea; complementado a su llegada a
la Argentina con las obras completas de Weber, Simmel, Mannheim y
otros teóricos sociales alemanes (Horowitz, 1992: 42).
Así, en relación con la definición de la naturaleza de la disciplina,
Germani se encuentra dentro de quienes manifiestan un abierto interés
por la sociología empírica y los avances que en este sentido ha logrado
la sociología norteamericana (aunque sin descuidar el estudio y la
producción teórica). Esta posición lo coloca en tensión con quienes,
desde la revuelta espiritualista y antipositivista, defienden aquella
concepción “culturalista” de la sociología, basada en una lectura con
idéntico sesgo de la sociología alemana.
Ahora bien, en términos de la influencia de la sociología alemana,
hacia los años 40, como dijimos, nuevos autores captan la atención y
se produce un replanteamiento de las lecturas e interpretaciones do­
minantes. En este sentido, se incorpora otra gran fuente de difusión de
la sociología alemana y anglosajona: la colección de Sociología del fce
que, a partir de los 40, se convierte en una referencia ineludible para
los sociólogos latinoamericanos. Desde el comienzo del Instituto, José
Medina Echavarría es invitado por Levene a participar en reuniones
científicas del grupo. Germani se identifica de inmediato con sus pun­
tos de vista sobre la disciplina, expresados en la obra Sociología: teoría
y técnica, editada en 1941, y más tarde considerada como la obra inau­
gural de la renovación sociológica.
El contacto con Medina Echavarría resulta clave en tanto contribuye
a delinear el enfoque “científico” de la sociología con el que Germani
enfrentará a sus colegas durante más de una década (1962a). Esta
perspectiva implica una lectura diferente de la sociología alemana, y
en particular de Weber. Germani, al igual que Medina Echavarría,
rechaza la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales, y
la consecuente división entre investigación empírica (sociografía-so­
ciometría: cien­cia de lo “material” o naturalista) y sociología
(“ciencia del espíritu”),9 que sustenta la interpretación culturalista de
9
Esta distinción, con diferentes matices, era sostenida fundamentalmente en las obras
de Vienkardt, Tönnies y Freyer.
Andamios 251
Daniela Rawicz
la sociología. Por el contrario, plantea que Weber logra reducir la
distancia entre ambos al promover una integración más compleja entre
teoría e investigación empírica a través, por ejemplo, de los tipos ideales.
Pero además, el contacto con Medina Echavarría fomenta la lectura
de otro autor europeo que tiene una gran influencia en Germani: Karl
Mannheim.10 A nuestro juicio, esta influencia es central pues a través de
ella Germani logra conectar sus reflexiones sobre la crisis de la sociedad
moderna y la cultura occidental —provenientes de sus inquietudes
políticas más amplias— con sus preocupaciones sobre la ciencia y
el papel que la sociología puede cumplir en la reconstrucción racional
de las sociedades.
Germani retoma de Mannheim el diagnóstico sobre el advenimiento
de la sociedad de masas como producto de la extensión de la industria
y, en general, del desarrollo científico-técnico. Estas transformaciones
estructurales han puesto en jaque el principio del laissez-faire y lo
han sus­tituido por el de la planificación (Mannheim, 1945). La irrupción
de las masas es entendida como parte del proceso de “democratiza­
ción fundamental”, que implica la incorporación masiva de amplios
sectores populares en los distintos aspectos de la vida urbano-industrial,
particularmente el ejercicio efectivo de los derechos políticos, de los
cuales estaban previamente excluidos. Por tanto, Germani presupone,
en la línea de Mannheim, que hay una conexión entre la expansión de la
racionalidad instrumental que impulsa el desarrollo científico-técnico
y amplía las capacidades humanas de dominio sobre el entor­no, y
el desarrollo de la democracia, en sentido de la inclusión de amplios
sectores en la participación de este dominio.
No obstante, considera Germani, es una conexión que no está
resuelta de antemano pues los cambios contemporáneos han llevado
a la necesidad creciente de regulación, control y planificación racional
en todos los ámbitos de la vida humana. El aumento inusitado de la
centralización, la concentración y las técnicas de control (de la pro­
ducción, del poder, de la guerra) que esta nueva realidad estructural
ha generado amenaza la vigencia de las libertades modernas a través
del surgimiento de formas totalitarias de integración y control de las
10
252
Hacia 1945 el fce había editado las principales obras del autor.
Andamios
Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
masas que colocan al hombre en un profundo aislamiento y sole­
dad moral, en suma, en un estado de anomia. Bajo estas condiciones,
el hombre contemporáneo se ve orillado hacia formas de evasión de la
libertad —con la consiguiente propensión a la entrega y al sometimiento
voluntario de la propia individualidad a autoridades omnipotentes que
la anulan—, lo que permite explicar finalmente por qué las masas
se mues­tran dispuestas, bajo ciertas circunstancias, a adherir a regí­
menes políticos que parecían contrariar sus intereses y niegan “las
aspiraciones más arraigadas en la conciencia del hombre occidental”
(Germani, 1966: 187).
En esta situación, se vuelve fundamental apelar a una comprensión e
intervención racional sobre la sociedad a fin de reorientar y reajustar las
fuerzas sociales. La sociología, y las ciencias sociales en general, pueden
y deben cumplir esta misión fundamental: comprender racionalmente
las sociedades, a fin de someterlas también al control para fines del bien
común, es decir, para la planificación con libertad. La pregunta que
se abre entonces es ¿qué tipo de sociología es capaz de proporcionar so­
luciones a la crisis y, por tanto, fundamentos para la planificación
social? En las siguientes líneas Germani proporciona una respuesta
contundente que resume las posiciones desarrolladas más arriba:
“La sociología no puede dejar de ser una ciencia empírica e inductiva si
es que verdaderamente quiere cumplir su función orientadora en una
sociedad que se encamina hacia la planificación” (Germani, 1966: 147).
V. En 1946 Perón gana las elecciones y al año siguiente Germani,
como muchos otros profesores de la universidad, es relevado de su
actividad en el Instituto y separado de la uba hasta 1955, año en que
regresa al ámbito universitario con un capital académico y político
suficiente para transformarse en el fundador de la sociología científica
en Argentina.
Ante una Europa devastada por el conflicto bélico, el escenario geo­
político mundial se recompone, al principio lentamente, a partir de la
hegemonía norteamericana en el mundo capitalista. Derrotado el na­
zismo y el fascismo, una nueva confrontación polariza ideológicamente
al mundo: comunismo vs. capitalismo. En este contexto, la gestión
de Perón (1946-1955) no puede menos que causar desconcierto: si
por una parte, emprende un proceso de incorporación de las masas
Andamios 253
Daniela Rawicz
trabajadoras bajo el ideal de la justicia social; por otro, despliega un
autoritarismo político-cultural que es interpretado por una gran parte
de los intelectuales y de la izquierda como una forma local de fascismo.
Durante estos años, y a partir de nuevos ámbitos de actuación
intelectual,11 Germani profundiza el cuadro de referencias ideológicas
y teóricas que hemos presentado; y con ellas elabora la primer in­
terpretación académica del peronismo (y de la sociedad argentina) con
pretensiones de cientificidad. A pesar de que en privado no deja nunca de
emparentar al peronismo con el fascismo y, por tanto, de sentir aversión
hacia él (Germani, 2004), Germani propone hacia 1956 un análisis
sociológico mucho más matizado y depurado del fenómeno, donde po­
ne en juego, tanto la oposición autoritarismo-libertad proveniente de su
matriz ideológica socialista liberal, como los elementos analíticos de
su sociología científica.
En el célebre escrito “La integración de las masas a la vida política y
el totalitarismo” (1956), incorporado más tarde en la antología Política
y sociedad en una época de transición (1962b), Germani desarrolla la tesis
del peronismo como un movimiento nacional-popular producto de una
estructura social en rápida transición que, a diferencia de los regímenes
totalitarios europeos (sustentados en las clases medias y la burgue­
sía), encuentra su base de apoyo en las clases trabajadoras urbanas y
rurales de reciente formación. En contra de la imperante teoría del “plato
de lentejas”, según la cual los obreros habrían vendido su libertad a
cambio de prebendas materiales, Germani considera que Perón ha dado
a los obreros mucho más que eso: les ha dado la experiencia concreta
de reconocimiento, de dignidad y de afirmación frente al patrón;
la con­ciencia de su fuerza social. A cambio, éstos entregan su libertad
y sus derechos políticos; pero se trata de una libertad que en realidad
nunca conocieron porque desde siempre estuvieron excluidos del juego
social y político. De allí que, a pesar de que el peronismo representa
la experiencia (amarga) de una integración de las masas por vía au­
toritaria, Germani rechaza la idea de que el apoyo de los trabajadores
a Perón pueda interpretarse como fruto de una irracionalidad política.
Por el contrario, en la línea de Mannheim, la racionalidad de la acción
11
254
Fundamentalmente el cles y las editoriales Abril y Paidós.
Andamios
Gino Germani: socialismo liberal y sociología científica
es medida aquí en términos de la relación entre situación objetiva y
actitudes subjetivas.
VI. Como se señala en el comienzo del texto, el trazado de los pri­
meros tramos de la trayectoria de Germani permite iluminar aspectos
importantes de la perspectiva del autor y de la sociología científica
forjada bajo su liderazgo. A modo de conclusiones provisionales, in­
dicamos algunos de esos aspectos y los conectamos con problemáticas
de mayor alcance: 1) frente al estereotipo de un Germani parsoniano,
la revisión de su formación intelectual evidencia una riqueza y variedad
de influencias, dentro de la cual destacan las figuras de Weber y, es­
pecialmente, Karl Mannheim. La importante presencia de este autor
en las ciencias sociales latinoamericanas es un desafío de investigación
aún pendiente; 2) frente al cientificismo ingenuo y acrítico que suele
reprocharse al autor y a su producción científica desarrollada a partir
de sus ideas, podemos destacar la actitud crítica y política en nom­
bre de la cual se hace la defensa de una “ciencia objetiva”. En efecto,
para Germani la exigencia de someter los conocimientos a una serie
de procedimientos y reglas rigurosos, garantizaría la posibilidad de cues­­
tionarlos, replicarlos, corregirlos e impediría colocar la impresión
subjetiva y el juicio de autoridad como criterios de verdad. Habría una
especie de afinidad electiva entre estructura cognitiva de la ciencia y
el proceso de democratización: la autocorrección constante a partir de
reglas compartidas. Aunque esta postura nos parezca cuestionable no
deja de tener relevancia si pensamos en la existencia, no menor, de
una literatura sociológica con gran vocación crítica y poca rigurosidad
analítica. En todo caso, nos invita a reflexionar sobre las relaciones entre
conocimiento, racionalidad y política; 3) finalmente, desde la historia
de las ideas (que busca articular las ideas con el contexto y los sujetos
sociales que las enuncian), resulta interesante observar la paradoja
de un proyecto que en una coyuntura como la de entreguerras apare­­
ce como un discurso crítico de rechazo al autoritarismo y defensa
de la democracia, y que, a partir del nuevo contexto de fuerzas históricas
abierto por la segunda posguerra, queda posicionado cada vez más co­
mo conservador, defensor del orden, e incluso proimperialista. Paradoja
que nos invita a profundizar en los complejos nexos entre los sujetos,
los discursos y la historia.
Andamios 255
Daniela Rawicz
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