Servicio Litúrgico Dominical Domingo 17 del Tiempo Ordinario (Ciclo A ) dita: musicaliturgica.com 2 7 D E J U L I O 2 0 1 4 LLAMAN MILAGRO AL DESARROLLO PERO EL MILAGRO ESTÁ EN EL REPARTO MILAGROS ECONOMICOS: El relato de la multiplicación del pan hace que nos quedemos embobados con el pan multiplicado y no caemos en cuenta que el verdadero milagro es el pan repartido y compartido. Es espectacular el desarrollo económico actual, las estadísticas así lo indican de una forma abrumadora. Pero esta euforia por lo que llamamos, a boca llena, el milagro del desarrollo económico, se trata de una metáfora, pues el verdadero milagro se dará, de verdad, a la hora de repartir, a la hora de una distribución justa. Ese milagro será signo cuando, borradas las fronteras que separan a los pueblos, el desarrollo ofrezca las mismas oportunidades reales al que haya nacido en España o en Nigeria, al hijo de un rico que al hijo de un obrero sin trabajo. Ese día podremos hablar de un verdadero milagro, el milagro del reparto. LITURGIA DEL DOMINGO 17 DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO A) PRIMERA LECTURA Primer libro de los Reyes 3, 5.7-12 En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: -«Pídeme lo que quieras.» Respondió Salomón: -«Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?» Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: -«Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. » SALMO RESPONSORIAL Sal 118, 57 y 72. 76-77. 127-128-136 (R:97a) R/. ¡Cuanto amo tu voluntad, Señor! Mi porción es el Señor; / he resuelto guardar tus palabras. /Más estimo yo los preceptos de tu boca /que miles de monedas de oro y plata. R. Que tu bondad me consuele, /según la promesa hecha a tu siervo; / cuando me alcance tu compasión, viviré, /y mis delicias serán tu voluntad. R. Yo amo tus mandatos / más que el oro purísimo; /por eso aprecio tus decretos /y detesto el camino de la mentira. R. Tus preceptos son admirables, /por eso los guarda mi alma;/ la explicación de tus palabras ilumina, /da inteligencia a los ignorantes. R. SEGUNDA LECTURA Carta de S. Pablo a los Romanos 8, 28-30 Hermanos: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó. CANTOS PARA LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA (Todos estas canciones se pueden descargar en WWW.MUSICALITURGICA.COM) Entrada: Gloria a Dios para siempre. CLN A 15; (Apendice) Anunciaremos tu reino. CLN 402; En medio de nosotros CLN A6 Cantando la la alegría CLN 410 Introito en latin: Deus in loco sancto Misa: En Julio y Agosto, en zonas con turistas extranjeros se puede cantar la Misa de Angelis Salmo y Aleluya: Cuánto amo tu voluntad, Señor (Propio) Ofertorio: Señor, todo os pertence. Cantos varios) Santo: 1 CLN-I 8.. Comunión: Donde hay caridad CLN 026; Yo soy el pan de vida CLN 038; Ave Verum CLN 271 Final: Cantad a Dios CLN 619 La aceptación del Reino de Dios, como meta del vivir humano, impone al creyente una actitud selectiva: hay que establecer una escala de valores, dentro de la cual todos los valores humanos queden subordinados a ese último valor, que es el Reino de Dios. Por eso, las comunidades cristianas deben estar siempre tomándose el pulso de su estima de valores. El que hace suyo el mandamiento del amor y acoge a todo hombre como a un hermano, ha descubierto el «tesoro escondido» del reino de los cielos. Y el que tiene la sabiduría nueva del Evangelio sabe vender todo para poder entrar en comunión con Cristo EVANGELIO San Mateo 13, 44-52 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?» Ellos le contestaron:-«Sí.» Él les dijo:-«Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo. » ¡EL VERDADERO SABER El hombre tiene ansia de saber. A lo largo de la historia la trasmisión del saber ha mejorando. En un principio los conocimientos se transmitían de palabra. Con el descubrimiento de la escritura esta trasmisión se facilitó a las futuras generaciones. Con la invención de la imprenta se aumentó enormemente la difusión. Hoy tenemos la radio, la televisión y la maravilla de INTERNET. Pero esto nos ha traído una invasión de información que no podemos digerir. Y no es lo mismo información que cultura. Mucha información no la digerimos. La olvidamos fácilmente. Lo importante es la información que asimilamos. Ésta debe ser de lo verdadero y de lo bueno. Lo malo no enriquece. Pero por desgracia lo malo influye más que lo bueno. Yo suelo decir de broma: "¡Qué mala suerte! Todo lo malo se pega. Una mano sucia y una limpia se estrechan y la sucia mancha a la limpia. No al revés. Un enfermo pega la enfermedad, pero el sano no pega la salud. Una manzana podrida pudre un cesto, y todas las sanas no cambian la podrida Por eso hay que ser cautos en lo que se asimila. Quien toma veneno se envenena. JORGE LO RING, S.I. En el descanso podemos ir pasando las páginas del libro de la vida y aprender sus lecciones. El que descansa con ojos penetrantes se hace sabio. EL PERDON Pocas veces somos ofendidos; muchas veces nos sentimos ofendidos. Perdonar es abandonar o eliminar un sentimiento adverso contra el hermano. ¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado? El que es odiado vive feliz, generalmente en su mundo. El que cultiva el rencor se parece a aquél que agarra una brasa ardiente o al que atiza una llama; pareciera que la llama quema al enemigo, pero no, se quema uno mismo. El resentimiento sólo destruye al resentido. El amor propio es ciego y suicida; prefiere la satisfacción de la venganza al alivio del perdón, pero es locura odiar: es como almacenar veneno en las entrañas. El rencoroso vive en una eterna agonía. No hay en el mundo fruta más sabrosa que la sensación de descanso y alivio que se siente al perdonar, así como no hay fatiga más desagradable que la que produce el rencor. Vale la pena perdonar, aunque sea sólo por interés, porque no hay terapia más liberadora que el perdón. P. Ignacio Larrañaga AYUDAME, SENOR A ocuparme, razonablemente en aquello que sea para tu gloria para el beneficio de los míos y de mí mismo A disfrutar el presente, sin estar tan pendiente de lo que pueda ocurrir mañana. A, mirar hacia el futuro, aportando las semillas que siembro hoy en el camino. AYUDAME, SEÑOR A sentir tu mirada en aquello que veo A palpar tus manos en mis pequeñas obras de cada día A escuchar tu Palabra en las mías, pobres, torpes y atropelladas AYÚDAME, SEÑOR A vivir comprometido pero sin ansiedad A caminar ligero, pero sin prisas A trabajar con empeño, pero sin nervios A soñar con un futuro mejor sin olvidar que puedo superar el presente AYÚDAME, SEÑOR A confiar en tu mano providente A no tener miedo al mañana que me aguarda Contigo, Señor, me basta. Amén