ief jóvenes adultos 19 años…

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Itinerario de Educación en la Fe
Jóvenes 19 años en adelante
LA VIDA COMO VOCACIÓN CRISTIANA
OBJETIVO
 Revisar lo que podemos entender por “vocación”.
 Analizar la vida como vocación, como llamada a servir y amar en la Iglesia y en
la sociedad.
 Releer nuestra vida y poner por escrito las “llamadas” que hayamos tenido.
MATERIALES
 Fotocopias del testimonio.
 Cuaderno personal y bolígrafo
 Biblia
DESARROLLO GENERAL DE LA REUNIÓN
1. MI VOCACIÓN
[Lectura y comentario del texto 40’]
El texto es de David Villahoz, SDB. Actual director de la presencia salesiana de
Floreana. Tiene 15 años, pero la misma vigencia. Él mismo ha compartido en la revista
“Gure Artean” su testimonio al cumplir los 25 años de salesiano: más información.
Después de escucharlo o leerlo podemos resaltar alguna frase, algo que nos llame la
atención. Podemos utilizar algunas pistas para la reflexión común.
 ¿Qué preguntas me surgen? ¿Me he hecho alguna vez las mismas preguntas?
 Seguro que alguna vez hemos hecho una historia de nuestra vida. ¿También
una historia de nuestra vocación? ¿Cómo sería?
 ¿Hay alguna frase del evangelio que puedas escoger para definir tu vida?
 Se pueden tener muchas cosas para intentar ser feliz (carrera, posición
económica, social, poder...) y muchas justificaciones, pero puede que eso no nos deje
del todo satisfechos. ¿Cuáles son las razones profundas que dan sentido a tu vida?
 “Descubrí que mi vida no tenía sentido sino dándola a los demás”. ¿Pones el
sentido de tu vida en dar la vida por los demás?
 “Como don de mi sacerdocio he pedido a Dios que aumente en mí la capacidad
de escucha” ¿Cómo es tu oración? ¿Te acerca a Dios? ¿Cómo es tu mirada (escucha)
al mundo?
Hola catecúmenos:
Hace poco un amigo me pidió que os escribiera algo sobre mi vida. La verdad es que no
es fácil hablar de uno mismo, y menos escribir. En fin, lo intentaré; un amigo es un amigo.
Todos dejamos parte de nuestro ser en aquellos con quienes vivimos. Todos seríamos
muy distintos si otros nos hubieran acompañado en nuestra vida. Vosotros, entre otros, me
habéis acompañado en mi vida. Dios ha querido que sea salesiano y cura también a través de
vosotros. Por eso mi primera palabra quiere ser un GRACIAS. Gracias por vuestra vida
regalada.
“No me habéis elegido vosotros a mí, sino que he sido yo el que os ha elegido a
vosotros”. Es una de las frases del Evangelio que quise destacar en mi ordenación. La verdad
es que siempre que me pongo a buscar razones o causas por las que soy salesiano-cura, no
encuentro ninguna que me convenza, salvo la de que soy parte de un proyecto de Dios. Él es
el que me ha elegido y, la verdad, no sé por qué.
Si hubiera nacido en Arabia Saudí sería musulmán, si lo hubiera hecho en China podría
ser budista o taoísta, si en la India, hinduista... El caso es que nací en Barakaldo, un pueblo
constituido en su mayoría por inmigrantes de tradición católica, y por eso me tocó ser
católico.
De pequeño mis padres me llevaron al colegio salesiano. ¿Cuándo asumí yo mi
religión? ¿En la Comunión? ¿En el Seminario Salesiano? ¿En el noviciado?... Podría decir que
sí y además con muchas «razones».... Pero creo que todas ellas serían más bien un intento
de justificación. Yo era feliz con lo que tenía y las personas a las que admiraba y quería eran
creyentes. ¿Por qué yo no lo iba a ser? ¿Acaso era más listo que ellos?
En el mes de setiembre de 1989, mi primer año de salesiano, mis padres tuvieron un
accidente de coche. Mi madre moría el 27 de diciembre de 1989. Mi padre 15 días después,
consumido por un cáncer de estómago.
De repente, todo aquello que me había mantenido seguro, se me derrumbó. Las
preguntas que antes latían débilmente, surgían ahora a borbotones. ¿Para qué me servía la
religión, si mis padres, mis seres más queridos, habían muerto? Recuerdo que en mi oración
repetía a Dios: “Señor, llévame a mí también” Mi vida no tenía sentido, estaba
desarraigada… Me sabía muerto estando vivo.
Fueron malos momentos. Pero también buenos. Entonces descubrí aquella frase que
tantas veces había oído: “Nuestro Dios es un Dios de vivos”. El amor de Dios es tan grande
que nos resucita... Fue como un nuevo nacimiento. Descubrí que mi vida no tenía sentido
sino dándola a los demás. Sentí que nada me ataba en este mundo, que ese desarraigo me
había hecho libre para amar… Dios había dado un nuevo rumbo a mi vida.
¿Qué me hace seguir adelante en este proyecto? El hecho de sentirme pleno, la
posibilidad de crecimiento humano-cristiano que me aporta, el hecho de poder amar y de
sentirme amado, la alegría interior, la confianza que me da el regazo de Dios, mi fe en la
VIDA regalada …
¿Me hace esto feliz? Por supuesto; el día que me vea amargado cambiaré de camino.
No os penséis tampoco que todo son rosas, hay también espinas; por ejemplo, el cambio de
lugar. Mi corazón sufre cada traslado, no sabéis cuánto. Sin embargo, siempre he sido
recibido con los brazos abiertos y siempre he encontrado corazones dispuestos a amar. El
cambio también te permite nacer de nuevo, echar abono en lo mejor de ti y fumigar tus
malas hierbas.
Dios no quiere fortalezas, sino cañas en su mano. Él es el que obra: “Dios ha escogido
lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo
considera débil para confundir a los fuertes...” nos decía san Pablo en una de sus cartas.
Esto es lo que os pido: que me ayudéis a darme cada vez más cuenta de mi poquedad,
para poder ser un mejor instrumento de Dios.
Como don de mi sacerdocio he pedido a Dios que aumente en mí la capacidad de
escucha, que me enseñe a ser oyente. Oyente de su palabra y oyente del clamor de la gente,
de los jóvenes, especialmente los más necesitados. Le he pedido a Dios que me enseñe a ser
como María quien guardaba todo en su corazón.
Si veis que mi vida, y mi tiempo no son para vosotros, no son para los jóvenes, por
favor, decídmelo. Estaría desviándome del camino al que Dios me ha llamado: ser signo y
portador del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres, al estilo de Don
Bosco.
Nada más, un saludo, y pasad buena tarde. Vuestro amigo,
2. LA ENTREGA A MI VOCACIÓN.
[45 minutos aprox.]
1 Lectura sosegada del texto.
Ahora nos acercamos a la Palabra. Podemos releer el texto y hablar un poco
sobre él en el grupo. Vamos a utilizar un fragmento de la Biblia, la vocación de
Jeremías:
Vocación de Jeremías (Jr 1,4-10.17-19)
Recibí esta palabra del Señor: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes
de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los
gentiles.» Yo repuse: «¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un
muchacho.» El Señor me contestó: «No digas: “Soy un muchacho”, que adonde
yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo
estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor. El Señor extendió la mano y me
tocó la boca; y me dijo: «Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te
establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y
demoler, para edificar y plantar. (...) Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que
yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira;
yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce,
frente a todo el país; frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los
sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque
yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor.
2 La acción de Dios en tu vida.
Propuesta de trabajo.
Escribimos nuestra propia vocación, para ello primero nos damos cuenta de:
 ¿Qué signos reconozco, en el “aquí y ahora” de mi vida, de la presencia de
Dios, de su llamada, de la misión a la que me empuja, a mí y a mi grupo?
¿Puedo poner nombre, lugar, espacio, palabras… a la “llamada que me
hace Dios”?
 ¿Cuáles han sido mis respuestas a esa llamada? ¿Ilusiones, alegrías,
proyectos…? ¿también miedos, rechazos, excusas…?
 ¿Cuáles son mis “enemigos”: limitaciones, excusas?, ¿cómo los he
superado a veces o cómo los puedo superar?
 ¿Qué caminos he encontrado en la Palabra de Dios para reavivar mi
vocación? ¿Cómo voy respondiendo al Señor a su llamada?
Recibí esta palabra del Señor. Contemplo cómo a lo largo de mi vida Dios me ha
hecho oír su Palabra de maneras tan diversas, pero que al fin y al cabo van
construyendo una única historia, la historia de mi vocación.
Podemos intentar escribir nuestra vocación, a modo de relato Bíblico, a la luz de lo
que ya que hemos vivido, dejando que estas preguntas resuenen y den forma a
nuestro relato. Y para terminar, compartirlo con el resto del grupo.
3. MATERIAL PARA EL ANIMADOR
Tres aspectos básicos podemos descubrir en el texto:
a) La llamada personal – Dios presente en nuestra historia:
Dios se hace presente en la vida de Jeremías. Desde el principio establece una
relación de amor de Padre con él, vela por él, lo conoce íntimamente. Le habla al oído,
le expresa su amor, le propone una misión, le garantiza su acompañamiento y su
ayuda.
Dios le conoce íntimamente, como nadie jamás se puede conocer; sabe cómo
es y qué puede esperar de él. Y por eso lo consagra como profeta: Antes de formarte
en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré
profeta de los gentiles.
b) La misión recibida – Proyecto de salvación:
La llamada de Dios es exigente. Pide lo mejor de Jeremías. Se lo pide todo. Una
confianza sin límites. Adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les
tengas miedo.
La misión concreta recibida por el vocacionado se inserta en la Iglesia y es para
el Reino; en la Iglesia todas las vocaciones son para ayudar a otros a acoger el
evangelio como buena noticia y para construir entre todos el Reino con obras y
palabras.
c) La respuesta del llamado – Desde nuestra realidad:
La llamada vocacional es algo personal, histórico e intransferible, y tiene que
ver con la estructura básica de la fe cristiana madura: vivir la salvación.
Jeremías también se conoce a sí mismo. Es consciente de sus limitaciones, de su
fragilidad. No se ve capaz de hacer lo que Dios le pide: ¡Ay, Señor mío! Mira que no sé
hablar, que soy un muchacho.
Jeremías llega a ser Palabra del Dios que está siempre con él, y le da la fuerza y
la confianza para llevar a cabo su misión. Jeremías tendrá sus dudas, será
incomprendido, perseguido, acusado, reprimido, ignorado... pero Dios es quien guía su
vida.
Y Dios lo llena de sus dones. Jeremías es tocado por la mano de Dios, es
consagrado por Dios y recibe de Él su Palabra: El Señor extendió la mano y me tocó la
boca; y me dijo: “Mira: yo pongo mis palabras en tu boca”. Le comunica su fuerza ante
las dificultades: Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en
muralla de bronce. Y le promete su asistencia: Lucharán contra ti, pero no te podrán,
porque yo estoy contigo para librarte. Oráculo del Señor.
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