PARLAMENTO EUROPEO 1999 « «« « « « « « « « «« 2004 Comisión de Asuntos Jurídicos y Mercado Interior 17 de septiembre de 2002 DOCUMENTO DE TRABAJO sobre el establecimiento de un marco jurídico para la libre circulación en el mercado interior de bienes cuya propiedad pudiera ser ilícita Comisión de Asuntos Jurídicos y Mercado Interior Ponente: Willy C.E.H. De Clercq DT\477224ES.doc PE 319.705 Traducción externa ES ES Antecedentes: la naturaleza del problema Varios aspectos del conflicto relativo a las propiedades sustraídas en actos de pillaje durante la Segunda Guerra Mundial han sido objeto de acuerdos internacionales. Queda, sin embargo, un asunto por resolver: el problema de los bienes culturales cuya propiedad pudiera ser ilícita. El saqueo de bienes culturales (bienes públicos o privados que constituyen una creación artística o poseen un valor cultural), robados en períodos de guerra en actos de vandalismo, de confiscación o en transacciones y subastas legales en apariencia, continúa siendo una triste característica de la historia de la Humanidad incluso en los albores del siglo XXI. Los expolios se han sucedido en las distintas épocas, pero se intensificaron en los siglos XIX y XX. Durante la Segunda Guerra Mundial, los pillajes de bienes culturales alcanzaron niveles inimaginables hasta entonces. De la magnitud de tales actos queda constancia en un buen número de documentos, elaborados tanto durante el conflicto como posteriormente, y todos los Estados miembros han admitido la realidad de estos hechos. El saqueo de varios millones de objetos, entre los que destacan grandes obras de arte de museo, muebles, libros, objetos religiosos y otras obras de importante significado cultural aparece reflejado en documentos posteriores a 1945. Los expedientes de reclamaciones realizadas en la posguerra por supervivientes y sus familias y la información proporcionada por los Estados miembros ponen de manifiesto que miles de obras de arte de gran envergadura que están actualmente en circulación (incluidas algunas obras expuestas en colecciones de museos) tienen un origen poco claro que se remonta a la época de la Segunda Guerra Mundial en Europa (1939 - 1945). Diversos organismos públicos han reconocido asimismo que un número considerable de obras ha estado circulando en el mercado del arte sin que se exigiese una identificación clara del título de propiedad o el esclarecimiento de las lagunas existentes en la sucesión de dueños de tales objetos artísticos. Los responsables de museos y los comerciantes de obras de arte reconocen la necesidad de contar con un marco jurídico que proporcione seguridad a la hora de clarificar el origen de sus colecciones y adquisiciones. Aunque el problema del pillaje de bienes culturales es un tema de dominio público, los demandantes particulares a menudo se han topado con dificultades insuperables para recuperar sus bienes. Esto se debe en parte a que muchas naciones europeas decidieron hacer caso omiso de la legislación internacional relativa a la consideración jurídica de dichos bienes, y promulgaron leyes que otorgaban validez a los títulos utilizados por los ladrones (o quienes adquirían las obras robadas) para comerciar con ellos. Además, los casos de saqueo de bienes culturales a menudo quedan atrapados en una maraña jurídica de conflictos de leyes o de plazos de prescripción, atendiendo a preguntas como dónde se robó la obra de arte, por qué lugares ha pasado o dónde se ha encontrado. Por último, los demandantes se han enfrentado a importantes obstáculos a la hora de recabar información para sus reclamaciones debido a las diferencias existentes en las normas de acceso a los archivos de los países europeos. Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial se aprobaron leyes de ámbito nacional en diversos países que abordaban específicamente el expolio de bienes, pero se consintió que muchas de ellas prescribieran. El asunto volvió a acaparar la atención de la opinión pública cuando cayó el muro de Berlín y se permitió el acceso a los archivos de Europa del Este y de Rusia. Muchas organizaciones privadas empezaron a trabajar con ahínco en la recuperación de bienes culturales y se crearon comisiones nacionales y grupos de trabajo para examinar archivos, investigar el origen de las obras de arte y, en algunos casos, considerar peticiones individuales de restitución de la propiedad. PE 319.705 2/7 DT\477224ES.doc Traducción externa ES Lamentablemente, es de todos sabido que el problema del pillaje de obras de arte no terminó en 1945. A modo de ejemplo, la Comisión para el examen de las reivindicaciones de bienes raíces en Bosnia y Herzegovina ha admitido a trámite reclamaciones por la pérdida de propiedades relacionada con la reciente campaña de limpieza étnica perpetrada por los nacionalistas serbios en Bosnia. Es muy probable que vuelvan a surgir estas desventuradas reclamaciones en futuros conflictos. Situación actual El régimen nazi es responsable del saqueo de cantidades ingentes de valiosos bienes culturales, no sólo en Alemania, sino en todos los países que se anexionó o de los que recibió apoyo: Austria, Bélgica, la antigua Checoslovaquia, Francia, Hungría, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Rumania y las antiguas repúblicas soviéticas ocupadas por el ejército nazi (las repúblicas bálticas, Rusia, Ucrania y Belarús). A la luz del Derecho internacional, este pillaje era ilegal. Durante la Guerra, las Naciones Unidas dejaron claro que las propiedades saqueadas recuperadas por los Estados deberían restituirse al país de origen para devolvérselas a sus verdaderos propietarios. El Tribunal de Nuremberg concedió un estatuto especial a estos bienes y declaró expresamente que, en virtud de la letra b) del artículo 6 de la Carta de Nuremberg, el saqueo de propiedad privada durante la guerra podría considerarse un delito de conformidad con el Derecho internacional. En su fallo final, el tribunal afirmó que algunos de los saqueos perpetrados después del 1 de septiembre de 1939 constituían crímenes contra la Humanidad.1 (El Tribunal no justificaba así el pillaje que habían sufrido los judíos antes de la fecha mencionada, pero no lo consideró un crimen de guerra. La propia Alemania reconoció en varios tratados de posguerra que los saqueos perpetrados antes del estallido del conflicto eran ilegales). Numerosos tratados de posguerra reconocieron asimismo que los Estados tenían la obligación de recuperar los bienes sustraídos en actos de pillaje, sin perjuicio de las adquisiciones de compradores aparentemente inocentes, y el deber de cuidar y conservar dichos bienes a la espera de su restitución al país de origen. Así, de conformidad con el Derecho internacional, los Estados se convirtieron en guardianes de los bienes saqueados, no en sus propietarios. Las leyes nacionales aprobadas tras la guerra en Suiza, Bélgica, Francia, Alemania, Grecia, Italia y Países Bajos incluyen este concepto, por el cual se crea una presunción a favor del propietario original de los bienes sustraídos en actos de pillaje durante este periodo. No obstante, en la actualidad, la mayor parte de tales leyes ha expirado debido a los plazos de prescripción, y no existe ninguna convención que sea de aplicación al periodo de la Segunda Guerra Mundial. El reconocimiento de este problema ha llevado a los Estados a buscar instrumentos jurídicos que armonicen las discrepancias existentes entre las legislaciones nacionales. En el ámbito institucional, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha adoptado una Resolución sobre el expolio de bienes culturales judíos2. Además de estas normas, con ocasión de una conferencia diplomática celebrada en Washington sobre bienes en la época del Holocausto el 3 de diciembre de 1998, 44 Estados, incluidos todos los Estados miembros de la UE, aprobaron principios “no vinculantes” y asumieron la responsabilidad 1 Véase la sentencia del Tribunal Militar Internacional de 30 de septiembre de 1946. 2 Resolución 1205, adoptada el 4 de noviembre de 1999. DT\477224ES.doc 3/7 PE 319.705 Traducción externa ES moral de restituir los bienes culturales sustraídos ilícitamente. Los Estados participantes se mostraron conscientes de la gran cantidad de bienes culturales saqueados que todavía están en circulación, así pues, promulgaron once recomendaciones por las que acordaron (i) adoptar todas las medidas necesarias para identificar las obras de arte de procedencia dudosa y distribuir una lista de las mismas, (ii) desarrollar mecanismos que permitan la solución de conflictos de propiedad y que tomen en consideración las dificultades que a menudo tienen los demandantes para demostrar que son los legítimos dueños, y (iii) simplificar los requisitos relativos a la carga de la prueba, que recae sobre los demandantes que reclaman la restitución de los bienes robados. El Foro Internacional de seguimiento sobre el expolio de bienes culturales durante la época del Holocausto, celebrado en Vilna en octubre de 2000, pretendía aplicar los principios establecidos en Washington y la Resolución del Consejo de Europa1. Algunos Estados miembros de la UE y terceros países como Rusia2 han adoptado medidas destinadas a las víctimas del pillaje de obras de arte, por ejemplo, el examen de las reclamaciones de devolución3, la relajación de las normas sobre responsabilidad civil y del derecho de la propiedad, entre ellas, los plazos de prescripción, y la creación de comisiones parlamentarias encargadas de investigar este asunto. En el ámbito europeo, la Directiva 93/7/CEE de 15 de marzo de 1993 aborda la restitución de bienes culturales que hayan salido de forma ilegal del territorio de un Estado miembro. Esta Directiva pretendía establecer una cooperación entre los Estados miembros y crear un reconocimiento mutuo de las leyes nacionales pertinentes en el ámbito de la riqueza del patrimonio cultural nacional. Sin embargo, no otorga las mismas oportunidades a las demandas particulares, que deberán resignarse a aceptar la acusada divergencia de requisitos jurídicos de las distintas legislaciones nacionales. Por todo ello, el Parlamento ha aprobado dos Resoluciones relativas al expolio de bienes culturales, una en 19954 sobre la restitución de los bienes confiscados a las comunidades judías y la otra sobre la devolución de los bienes de las víctimas del Holocausto, en5 1998. De este modo, la Unión Europea ha adoptado las medidas adecuadas para admitir oficialmente la realidad del expolio de obras de arte perpetrado entre 1933 y 1945, pero todavía no ha creado un marco global para resolver los problemas pendientes provocados por los saqueos de obras de arte en el pasado, que están repercutiendo negativamente en la libre circulación de todas las obras de arte en el mercado interior. 1 La “época del Holocausto” no debería entenderse como una referencia a las iniciativas relativas tan sólo al saqueo de obras de arte de la comunidad judía. Durante el periodo en cuestión, muchos particulares y grupos fueron víctimas de tales pillajes en Europa, perpetrados por diferentes actores. 2 El Parlamento ruso modificó su legislación sobre bienes culturales en 2000. 3 Una Resolución del Bundesrat relativa a la “Ley de modernización del Derecho de obligaciones” (Gesetz sur Modernisierung des Schuldrechts) reafirmó la declaración de Berlín y dejó claro que las leyes recientes no pretendían modificar la legislación alemana para acabar con las reclamaciones por saqueo de obras de arte (otoño de 2001). 4 DO C 17 de 22.01.1996. 5 DO C 292 de 21.09.1998. PE 319.705 4/7 DT\477224ES.doc Traducción externa ES Un problema jurídico que la UE debe solventar La actual confusión jurídica existente en este ámbito ha provocado que museos, comerciantes de obras de arte, víctimas y herederos hayan sido incapaces de recuperar sus bienes o de esclarecer las lagunas que empañan el origen de la propiedad de las obras de arte. Los demandantes se enfrentan a un sinfín de desconcertantes problemas jurídicos, muchos de ellos provocados simplemente por el lugar en el que se encontraron los bienes robados. El acceso a la información varía de un país a otro, del mismo modo que difieren las normas jurídicas relativas a cuestiones tan básicas como decidir qué legislación ha de aplicarse, demostrar que se es el dueño de las obras, evaluar cuándo se debe interponer una reclamación y las repercusiones que se derivan de intervenir las adquisiciones de compradores supuestamente inocentes. Es preciso crear un marco jurídico e institucional que sea más justo para los demandantes, los actuales propietarios de las obras y las entidades estatales sin ánimo de lucro. Es más, éste es, sin duda, un problema europeo que requiere una solución europea, y la futura ampliación de la Unión Europea concede aún más relevancia a este asunto, puesto que afecta directamente a varios países candidatos a la adhesión. Actualmente hay en toda Europa, incluida Rusia, unas 170 reclamaciones pendientes de resolución en los tribunales. Todas tropiezan con los mismos problemas jurídicos: determinar el origen de los bienes culturales, evaluar la manera de justificar el vacío legal referente a la propiedad entre 1933 y 1945, determinar la jurisdicción competente, dilucidar quién puede ser un comprador “de buena fe” y cuáles son sus derechos, decidir si ha de establecerse un periodo de prescripción, etc. Además, las divergencias entre el Derecho civil continental y el Derecho consuetudinario anglosajón en los Estados miembros provoca conclusiones diferentes, interminables litigios y una gran confusión jurídica para las víctimas y los herederos de bienes culturales robados. Si bien parece que algunos de estos problemas son culturales, el propósito de un marco jurídico e institucional europeo sobre bienes culturales robados debe ser encontrar una solución jurídica a problemas que, decididamente, son jurídicos también, y no permitir que se conviertan en conflictos culturales. Nadie pone en duda que éste es un problema jurídico. En primer lugar, el saqueo sistemático y discriminatorio de bienes perpetrado por regímenes totalitarios siempre ha sido una grave violación del derecho a disfrutar pacíficamente de la propiedad, reconocido por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y por la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Decidir cómo proceder para restituir los derechos de los afectados por tales violaciones es una cuestión de índole jurídica. En segundo lugar, los problemas existentes en la resolución de los casos de expolio emanan de conflictos de leyes que desembocan en un trato diferente en cada país de la UE a demandantes en situaciones semejantes, en función del lugar al que han ido a parar los bienes reclamados. En tercer lugar, para resolver problemas de saqueo de bienes culturales es necesario recurrir a cuestiones jurídicas relativas al Derecho internacional público, a la aplicación de varios tratados, al Derecho internacional privado, al acceso a la información, a los derechos de propiedad, a la carga de la prueba y a los plazos de prescripción. Por último, los casos de saqueo de bienes culturales plantean, por lo general, las siguientes preguntas, todas ellas sujetas a la diversidad de normas jurídicas en virtud de las distintas legislaciones de los Estados miembros: (1) ¿cómo se determina la posesión de un bien o el DT\477224ES.doc 5/7 PE 319.705 Traducción externa ES título de propiedad y qué nivel de acceso a la información necesaria han de ofrecer los Estados miembros a los demandantes? (2) ¿Cuándo debe interponerse una reclamación para la restitución de los bienes y cuál sería el plazo de prescripción adecuado? (3) ¿Qué derechos tienen los compradores “de buena fe” respecto a los bienes culturales robados? (4) ¿Qué responsabilidad puede atribuirse a los vendedores profesionales como, por ejemplo, los comerciantes de obras de arte que han comprado o vendido bienes culturales robados? y (5) si se recupera un bien cultural que ha sido objeto de saqueo, ¿pueden imponerse restricciones a la libertad del propietario de exportarlo? La diversidad de las respuestas dadas a estas preguntas en los Estados miembros pone trabas al ejercicio del derecho a la propiedad e impide la circulación de bienes en el mercado interior. Evaluación de posibles iniciativas del PE El actual sistema jurídico en materia de bienes culturales sustraídos en actos de pillaje no es coherente ni predecible, no fomenta la presentación voluntaria o eficaz de reclamaciones, no protege los derechos de las víctimas que intentan recuperar sus bienes confiscados ni cumple los objetivos del Derecho internacional fijados por las naciones del mundo después de la Segunda Guerra Mundial. El Parlamento Europeo debería celebrar una audiencia con vistas a concienciar a la opinión pública ante los problemas planteados y a discernir las posibles soluciones de la UE. De este modo se valorarían eficazmente las cuestiones relacionadas con el saqueo de bienes culturales. Para abrir camino hacia un marco global europeo que sirva de referencia para la resolución justa de conflictos relacionados con la propiedad de bienes culturales confiscados, dicha audiencia debería: - Evaluar los esfuerzos realizados para aplicar los principios establecidos en la Conferencia de Washington, en la Resolución 1205 del Consejo de Europa y en el Foro de Vilna. - Revisar los programas actuales de los Estados miembros para la identificación de bienes culturales robados y su devolución. - Valorar las bases de datos existentes o planeadas referentes al saqueo de bienes culturales y las posibilidades de ampliar las bases de datos públicas para permitir búsquedas más amplias relativas a obras o a reclamaciones específicas. - Evaluar la legislación comunitaria relativa al acceso a archivos sobre (a) bienes culturales, (b) expropiaciones realizadas durante la Segunda Guerra Mundial, venta de bienes o pillaje, (c) listas de objetos saqueados elaboradas en la posguerra, elementos restituidos a los países de origen, reclamaciones presentadas y reclamaciones resueltas, (d) expedientes de museos y comerciantes de obras de arte referentes a compra y venta de objetos en Europa entre 1933 y 1945. Una de las preguntas fundamentales es la relación entre el respeto a la intimidad y la garantía de que no se obstaculizan las iniciativas de los demandantes para recuperar sus bienes. - Establecer normas uniformes para la identificación y tratamiento de bienes culturales confiscados, incluidos aquéllos que plantean dudas en cuanto a su procedencia. - Evaluar el ámbito de aplicación actual de la normativa comunitaria y de los tratados o acuerdos europeos relativos a la importación y exportación y a la normativa aduanera, con el fin de fomentar la armonización de las normas de identificación y tratamiento de los bienes culturales confiscados. PE 319.705 6/7 DT\477224ES.doc Traducción externa ES - Revisar los esfuerzos realizados para establecer una cooperación paralela con las autoridades de Rusia, los países de Europa Central y del Este, y con otras jurisdicciones vinculadas a la identificación y a la recuperación de bienes culturales saqueados. - Evaluar la aplicación y el desarrollo del Convenio de Lugano y las prácticas actuales relativas al recurso a dicho Convenio para reforzar los fallos judiciales sobre bienes muebles (u objetos culturales). - Debatir cómo pueden abordar el Convenio Europeo de Derechos Humanos, la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la jurisprudencia elaborada por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y por el Tribunal de Derechos Humanos las cuestiones de robo o saqueo de bienes culturales. Uno de los principales objetivos de una iniciativa del Parlamento Europeo debería ser la propuesta de crear estructuras de resolución de conflictos, que incluya la posibilidad de evaluar si es factible la creación de un “modelo universal” para abordar los asuntos relativos al saqueo de bienes culturales, que debería ser coherente con los principios de aplicación del Derecho comunitario e internacional. La Unión Europea debería desempeñar un papel principal en el apoyo a un organismo de arbitraje que gestione el esclarecimiento de los títulos de propiedad y la resolución de conflictos. Para sustituir al sistema actual, en el que los problemas se abordan caso por caso en virtud de la legislación nacional, los conflictos relativos al saqueo de bienes culturales deberían estar sujetos a la jurisdicción de un tribunal especial de reclamaciones que basaría sus decisiones en el Derecho internacional, los tratados y los acuerdos intergubernamentales existentes. Puesto que los medios para crear tal tribunal ya existen, no sería necesario negociar un tratado formal. Por el contrario, podría crearse un tribunal a partir de acuerdos intergubernamentales y legislación nacional o comunitaria menos formales, similares a los utilizados para crear el Tribunal de Arbitraje del Deporte con sede en Lausana. Para desempeñar esta función principal, la Unión Europea debería establecer condiciones de igualdad en las disposiciones que abordan la resolución de conflictos relativos a la identificación, propiedad y restitución de los bienes culturales sustraídos en actos de pillaje. DT\477224ES.doc 7/7 PE 319.705 Traducción externa ES