Untitled - Autores Editores

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VISCOSO
AZABACHE
Por:
JaaB
(J. Augusto Andrade B.)
J. Augusto Andrade B.
Esta es una obra de ficción. Los nombres, lugares, personajes,
incidentes y profesiones son producto de la imaginación del autor o
están usados de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas actuales, vivas o muertas, acontecimientos o lugares, es mera coincidencia.
Queda rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de
los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la
reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informativo y la
distribución de ejemplares de ella mediantes alquiler o préstamo público.
© 2016 José Augusto Andrade Bohórquez
Depósito legal: If06120158003894
ISBN: 978-980-12-8529-8
Historia: J. Augusto Andrade B. (JaaB)
Diseño Gráfico: J. Augusto Andrade B. (JaaB)
Edición: J. Augusto Andrade B. (JaaB)
Corrección: J. Augusto Andrade B. (JaaB) y G.G. Ríos.
“La mejor forma de combatir una tentación
es sucumbir en ella”
ÍNDICE
PRIMERA RACIÓN _____________________________________ 12
Parte I – Mujer de Negro y Plata __________________________ 13
Parte II – Morbosa y Dulce Cólera ________________________ 25
Parte III – Desfigurada Intriga ____________________________ 41
Parte IV – Origen Morboso ______________________________ 52
Parte V – Inmoralidad Gemela ___________________________ 60
Parte VI – Insidioso Escalofrío ___________________________ 70
Parte VII – Investigación y Chocolate ______________________ 84
Parte VIII – Cadáver Exquisito ___________________________ 93
SEGUNDA RACIÓN ____________________________________109
Parte IX – Treinteno Lascivo _____________________________110
Parte X – Amenaza Virgen ______________________________122
Parte XI – Engendro Renegrido __________________________133
Parte XII – Suculenta Humanidad_________________________144
Parte XIII – Maléfica Victoria ____________________________154
Parte XIV – Donante de Euforia __________________________163
Parte XV – Silenciar el Silencio ___________________________173
Parte XVI – Clínica de Deseos ___________________________180
Parte XVII – Ilusiones del Pasado _________________________193
TERCERA RACIÓN ____________________________________207
Parte XVIII – Crecimiento Desmesurado ___________________208
Parte XIX – Alimentación Sexual _________________________217
Parte XX – Pesquisas Sexuales ___________________________234
Parte XXI – Error Diletante _____________________________243
Parte XXII – Erótico Horror _____________________________254
Parte XXIII – Himen Prohibido __________________________264
Parte XXIV – Anécdotas Viciosas _________________________274
Parte XXV – Aparato Engorroso __________________________283
Parte XXVI – Descubriendo al Enemigo ____________________293
Parte XXVII – Irrupción Noctívaga ________________________302
CUARTA RACIÓN _____________________________________311
Parte XXVIII – Procedimiento de Homicidio ________________312
Parte XXIX – Despedida Injusta __________________________321
Parte XXX – Mirada de Plata ____________________________328
Parte XXXI – DeepWeb Show ___________________________337
Parte XXXII – Pesadilla Audiovisual _______________________346
Parte XXXIII – Altercados Diurnos _______________________359
Parte XXXIV – Delicias Orientales ________________________373
Parte XXXV – Mensaje de Muerte ________________________381
Parte XXXVI – Canto de Absolución ______________________391
QUINTA RACIÓN _____________________________________400
Parte XXXVII – Asuntos Oficiales ________________________401
Parte XXXVIII – Secreto Íntimo__________________________409
Parte XXXIX – Triangulo Incestuoso ______________________417
Parte XL – Mundo de Intenciones ________________________426
Parte XLI – Viaje Inesperado ____________________________435
Parte XLII – Travesía Pícara _____________________________447
Parte XLIII – Oni Tokio ________________________________454
Parte XLIV – Adiestramiento Seductor _____________________465
Parte XLV – Ascendencia Desvelada _______________________475
Parte XLVI – Estirpe Lúgubre ____________________________485
SEXTA RACIÓN _______________________________________493
Parte XLVII – Imperia Siniestra __________________________494
Parte XLVIII – Indagación Peligrosa _______________________500
Parte XLIX – Secuestro Opulento _________________________509
Parte L – Vínculo Transcendido __________________________517
Parte LI – Despertar Azabache ___________________________526
Parte LII – Odiosa Sonrisa ______________________________535
Parte LIII – Abstracta Familia ____________________________543
Parte LIV – Reencuentro Pelirrojo ________________________555
Parte LV – Confluencia de Amor _________________________565
Parte LVI – Maravilla Sanguínea __________________________576
ÚLTIMA RACIÓN ______________________________________588
Parte LVII – Máscara Rota ______________________________589
Parte LVIII – Obsidiana de Plata __________________________600
Parte LIX – Damas Negras ______________________________610
Parte LX – Holocausto Fortuito __________________________619
Parte LXI – Último Polvo _______________________________625
Parte LXII – Tiempo Eterno _____________________________631
AGRADECIMIENTOS ________________________________637
Viscoso Azabache
JaaB (J. Augusto Andrade B.)
PRIMERA
RACIÓN
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I
MUJER DE NEGRO Y PLATA
Ya la tenía en la mira cuando entró al salón de fiestas, Dimitri
era audaz, le encantaban los retos y siempre que veía a una chica en
algún lugar, se lanzaba a abordarla sin pensarlo. No tenía preferencias en
estilo de mujeres, pero si siempre el mismo estereotipo, le encantaban
altas y delgadas, todas eran parte de su diversión, su hobby fue siempre
la seducción acompañado de romance, deseo y lujuria. Fue un hombre
sin límites, dispuesto a usar cualquier artimaña para conquistar su objetivo, morenas desde la piel más oscura hasta la más clara y canela, rubias
de cabellera casi blanca hasta cabello amarillo o castaño, pelirrojas y de
cabello negro que eran sus preferidas, le hechizaban las mujeres de peinados exóticos, en rulos u ondas, lisos y largos, con pollinas y coletas,
incluso aquellas que osaban con pintarse sus hebras de colores fluorescentes y locos, pero había algo que le encantaba, una mujer de pelo
corto.
¡Oh! Mis disculpas mi querido lector, la emoción que me produjo este hombre siempre me causa los mismos problemas, incluso
olvido lo que hago para hablar de él y alabarlo, fue un hombre espléndi13
Viscoso Azabache
JaaB (J. Augusto Andrade B.)
do del que me enamoré, inclusive… mis disculpas lo volví a hacer, permíteme presentarme… por ahora me conocerás como: «Tu Humilde Narrador».
Continuemos con la historia, Dimitri era un joven alto de 29
años, piel blanca, de cabello negro y con una tenue sombra de barba,
mirada penetrante como la de un tigre y ojos color miel como los de un
águila que caza, y como le gustaba cazar al señor de apellido Damasco.
¡Así es! como la hermosa ciudad de Siria, la exquisita fruta dulce o el
eterno acero damasquino. Siempre de buen vestir, le encantaba el color
gris, poseía una gran diversidad de trajes de gala de todas las variedades y
tonos grisáceos combinados con colores oscuros como el azul, negro y el
violeta. Sus cejas acentuaban su mirada como la mira de un francotirador, colocaba los ojos en su presa y como la magia de un vampiro esparcía sus comentarios sutiles y vánales para captar la atención que deseaba.
Oh mi querido lector, este hombre era un bárbaro, sus palabras nunca fueron despilfarradas, una vez que un solo comentario se
filtrara en los oídos de su presa, el veneno de su engaño funcionaba al
instante, la hembra caía a sus pies o mejor dicho de rodillas.
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Ubiquémonos primero en el contexto, nuestra historia tiene
lugar en la ciudad de Maracaibo, estado Zulia en Venezuela. Esa noche
Dimitri entró en el gran salón, acompañado de un grupo de amigos… en
realidad solo un verdadero amigo, este hombre siempre era rodeado de
amistades interesadas, al igual que las mujeres que frecuentaba, conocidos envidiosos que trataron de estafarlo y nunca lo consiguieron, compañeros de trabajo y empleados esperando aprender de su jefe, otros
fascinados de sus extraños poderes con las mujeres y por último los que
más odiaba Dimitri, los pegajosos y molestos aduladores que lo imitaban
e incluso repetían sus palabras.
Siempre estuvo acompañado de su mejor amigo Dimas Leal;
piel canela, alto y jovial de la misma edad de Dimitri, competían juntos
para ver quien conseguía a la mejor chica del lugar y aunque Dimas
siempre sabía que perdería ante la magia oscura de Dimitri, no ponía
objeción para disfrutar una buena riña con su mejor amigo y rival. Una
vez dentro del local nocturno, Dimitri, Dimas y sus “amigos” pidieron
una mesa y sirvieron las bebidas, los mesoneros conocían las increíbles
hazañas de Dimitri, todas las noches apostaban a cual mujer el seductor
hombre se llevaría en su carro deportivo.
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Dimitri algunas veces era indiscreto tenía 29 años de edad y en
septiembre cumpliría los 30, pero no le interesaba la edad de las mujeres, simplemente consideraba su físico, no le concernía la procedencia,
sus creencias, su forma de hablar ni su forma de ser. Y al decir que este
joven no era discreto me refiero a no tener miedo de las opiniones ajenas, no le importaba seducir y acostarse con jovencitas menores o con
señoras maduras, su estereotipo era lo primordial, cualquiera que cumpliera con ese requisito era bienvenida al palacio del señor Damasco.
Una vez se acostó con una hermosa jovencita de 16 años que
había entrado a un club nocturno con una identificación falsa, pero ya
Dimitri lo sabía, él adivinó lo que ella estaba buscando, era cuestión de
lanzar el anzuelo y llevar su presa al gran estanque del placer. Cada vez
que concebía encuentros amatorios con menores de edad era una complicación para él, problemas legales fastidiosos que su amigo Dimas, el
abogado, le ayudaba a resolver, de una manera muy fácil y rápida, ya que
Dimitri poseía un ingreso monetario capaz de persuadir a cualquiera. El
hecho de probar lo prohibido lo excitaba y por eso las jóvenes y maduras
eran sus presas favoritas, anteponiendo a las señoras que no le causaban
problemas legales claro está.
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Volvamos al principio mi querido lector, Dimitri se encontraba
sentado en la mesa agitando con cuidado su vaso de whisky en las rocas,
su amigo Dimas desataba un sostén en un pasillo oscuro del club mientras besaba a una morena de pelo negro y mechas amarillas, sus manos
jugaban en el pecho de la mujer y ambos se divertían en su juego. Por
otro lado, Dimitri no dejaba de posar su mirada de halcón, analizaba su
presa para atacar y bien sabía que esta nueva hembra sería difícil.
Sin distraerse, fue sorprendido por Dimas que con una sonrisa
pícara le golpeó la espalda con su palma, la sonrisa delataba su victoria y
para alardear se sentó a su lado.
–¿Qué te pasa hoy Dim? Te noto distante, ya llevo una en mi lista y tú
llevas cero, lo anotaré como un récord, por primera vez te voy ganando–
dijo Dimas mientras se servía un trago.
–Ya son 2 veces Dimas, ¿Recuerdas esa vez en el crucero en Margarita?–
mencionó Dimitri subiendo el ánimo de su amigo.
–Está bien, está bien… estoy aprendiendo del maestro– rió Dimas ante el
comentario de su amigo.
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–Todavía no aprendes nada…tienes pintalabios rojo en la boca– le recalcó el maestro al aprendiz.
–¡Ah!– se quejó Dimas quitándose la pintura roja con sus dedos. –¿Por
qué no has hecho un movimiento? ¿Qué estas esperando? He visto
como 8 chicas que no te han quitado la mirada de encima Dim– le preguntó a Dimitri.
Con una sonrisa de triunfo, Dimitri le indicó con su cabeza a
Dimas lo que desde hace rato estaba viendo. Sentada en la barra del club
tomando un cóctel se encontraba la mujer más llamativa de la noche, un
misterioso espécimen que sin duda alguna Dimitri la quería en su colección. Era casi imposible de ignorar, las miradas giraban a su alrededor y
los comentarios volaban en el aire como chismes caóticos, nadie se atrevió a acercársele, Dimitri sabía muy bien que deseaba esa imposible
mujer ¡Él iba a obtenerla!
Esbelta, delgada, tonificada y estilizada mujer de vestido negro
ceñido a su escultural cuerpo, resaltando ferozmente sus perfectas curvas
y voluminosos pero sutiles glúteos y pecho, su piel era tan blanca como
la luz eso la resaltaba en su vestido, pero eso no era lo que llamaba la
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atención de la gente y de Dimitri, la mujer pintó su cabello de color
blanco, un blanco casi plateado extremadamente liso y corto a un estilo
parecido al Charlestón pero con el cabello bajo en la nuca y las puntas
largas simétricas a los costados casi hasta el final del cuello, acompañado
con unos despampanantes lentes de contacto blancos casi del mismo
color de su cabello, cuando la luz rosaba su cara un brillo terrorífico
chispeaba en sus pupilas como si fueran los ojos de un felino o un
caimán. Sus uñas y labios combinaban del mismo color plata, el rubor se
le notaba a creses por su blanquees y la sombra negra de sus párpados
resaltaban la mirada asesina de la fémina tal y como se veían los ojos de
Dimitri en su estado de sigilo en caza. Y la cereza sobre el pastel que
excitaba más a Dimitri, unos increíbles tatuajes desde su espalda hasta su
cuello en formas tribales, casi como notas musicales que cantaban en el
oído de Dimitri invitándolo a bañarse en ella.
Esa noche representaba un reto especial a Dimitri, normalmente conseguía conquistar hasta 5 mujeres por noche, pero esa mujer lo
atrajo tanto que decidió abandonar la posibilidad de otras conquistas y
concentrarse plenamente en llevar a ese misterioso modelo ejemplar de
mujer al éxtasis de sus perversiones.
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Dimas al detallar a la mujer captó de inmediato la intención de
su amigo y con una risa bufona entendió que su rival era único, por más
mujeres que él consiguiera esa noche ninguna, incluso sumadas entre sí,
le llegarían a los talones a la conquista perfecta de aquella mujer de negro y plata.
Mas decidido que nunca, Dimitri dejó el trago en la mesa y
caminó hacia la mujer abriéndose paso ante la gente que bailaba en la
pista, él se sentía seguro de sí mismo, su victoria esa noche estaba predestinada, la mujer de negro y plata también lo estaba observando y no le
quitó la mirada desde que se levantó para acercarse a ella.
Se sorprendió un poco cuando la secreta mujer le habló primero a él, no muchas mujeres dan la iniciativa en una conversación. Debe
estar aburrida, lleva mucho tiempo sentada en la barra y se encuentra en
el club mucho antes que llegáramos, pensó Dimitri. Tuvo cuidado en sus
palabras, esa mujer poseía un aire peligroso, inclusive su perfume invitaba al deseo.
–Hola– dijo la mujer clavándole sus ojos plateados a Dimitri.
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–Hola, llevas mucho tiempo sentada aquí querida, te he estado observando desde el otro lado– recalcó Dimitri.
–Lo sé, yo también te observaba– le respondió la fémina extendiéndole
su mano para presentarse.
Dimitri sonrió ante tan audaz comentario, y se inclinó para
besarle la mano. Sus sospechas eran ciertas, esa mujer era un total riesgo,
un peligro inminente, estaba ante una versión femenina de sí mismo, la
contrincante que siempre quiso tener, eso lo relajo más, porque al cabo
ya sabía en donde terminarían ambos, la carne llama a la carne como
dice el dicho y las dos dualidades sentían atracción, querían devorarse
uno al otro.
–Dimitri Damasco, para complacerte… ¿Y tú eres…?– preguntó amablemente con una voz de total sensualidad, mientras se acercaba más y
más hacia la dichosa mujer.
–Hoy no te diré mi nombre, regálame un trago– le ordenó la mujer
entretanto le sobaba la mejilla a Dimitri.
Con un gesto de la cabeza Dimitri le indicó al bartender que le
sirviera un par de tragos. Él hombre estaba emocionado, había tratado
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antes con el tipo de mujer dominante, esas que afincan las uñas en la
espalda, sus lenguas son látigos y sus órdenes siempre deben ser acatadas. Eso lo emocionó por un instante, se sintió dominado, se dejó ordenar y la complació, sin embargo tomaba distancia, no quería caer por
completo en su telaraña de pasión, él también era un arácnido, un escorpión que espera el momento preciso para clavar su aguijón y no se
dejaría devorar por una viuda negra.
Por breves momentos se miraban a los ojos, no decían nada,
hablaban por medio de sus sentidos, se comunicaban a la perfección, a
pesar de haberse conocido unos segundos atrás, ahora se encontraban
conectados como un solo ser, sus miradas quietas eran como máscaras,
ocultando el deseo y la atracción que sentían… oh mi querido lector ya
podrás imaginar cómo esta pareja en sincronía se complementarían en la
cama.
Después de algunos sorbos de sus bebidas y una que otra palabra, Dimitri dio un paso adelante, sostuvo a la mujer por la cadera
arrastrándola hacia él, como un reflejo o más bien un relámpago centellante, ella rosó sus labios con los de él, invitándolo a seguir el juego… las
dos entidades aceptaron lo inevitable, se sumergieron en un apasionante,
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morboso profundo y viscoso beso, no les importaba nada y nadie a su
alrededor, solo complacerse el uno al otro, sus lenguas jugaban una
batalla dentro de sus bocas, se acariciaban, sobaban y golpeaban enjuagándose en un sádico baño de fluidos bucales, la mujer de negro y
plata le mordía los labios con deseo soltando una risa pervertida, algo
que siempre le gustó a Dimitri, sus labios se pegaban, suaves uno al otro
como piezas de rompecabezas destinadas a encontrarse.
El instante de la deliciosa caricia fue interminable, solo pocos
minutos y dentro de sus cabezas volaban pensamientos obscenos de lo
que pasaría a continuación, ahora que ya conocían el sabor uno del otro,
querían probar más… un solo beso no los dejó satisfechos, Dimitri se
contuvo durante el acto para no subir sus manos hacia los senos y manosearlos, debían salir de ese lugar rápido o estallarían del deseo.
Despegaron sus cuerpos y rostros, él la bajó con sutileza del
taburete de la barra y sosteniendo su mano con dulzura caminaron a
paso veloz hacia la salida del club sonriendo entre labios como si fueran
dos adolescentes a punto de perder la virginidad.
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Desde la otra mesa, su amigo Dimas se divertía con la facilidad
en la que Dimitri consiguió a la mujer de negro y plata. Antes de irse
Dimitri volteó y se despidió de su amigo con un saludo característico de
ambos, sus dedos, índice y medio por encima de su frente agitándolos en
un solo movimiento de victoria.
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II
MORBOSA Y DULCE CÓLERA
Los dos seres ansiosos de lujuria volvieron a besarse fuera del
club nocturno, caminaban entre besos y caricias mientras se dirigían
hacia el coche del hombre.
El motor encendió y el audaz conductor demostró sus maniobras en la pista al igual que un león enseñando su melena a las hembras.
Dimitri estaba anhelante de enseñarle a su pareja nocturna las impactantes y hermosas virtudes de su apartamento, él sabía muy bien del horroroso interés de las mujeres… una anécdota o más bien un dicho que
siempre mencionaba Dimitri ante sus conocidos era este: “Todas las
mujeres del mundo son interesadas, suponiendo de porcentajes, el 100%
de las mujeres del mundo se divide así: del 100%, un 10% de las mujeres
no son interesadas, y de ese 10%, un 5% son monjas o participes de una
religión que no les permite pensar de ese modo y sin embargo su interés
recae en su fe… por otro lado nos deja con un último 5%, en el cual caen
mujeres sin atractivo físico ni mental, que solo desean un amor imposible
y bien menores que no conocen del sexo y alguna que otra de mente
asexual. Pero en términos concretos un interés que se fomentará poco a
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poco por muy insignificante que fuera”, palabras desde la propia boca de
Dimitri.
En fin, él saboreaba el interés de las mujeres, conocía todos los
deseos de ellas y los tenía en su disposición: dinero, sexo, bienes materiales, personalidad única y extrema, y bonitas conversaciones al oído con
algún toque de sadismo. Si le demostraba lo que ella quería, no solo la
tendría para esa noche sino muchas otras y esta era una presa de la que
quería alimentarse más de una vez, un exquisito manjar que tendría en
su disposición cuando él quisiera.
Dimitri se emocionó, aprovechó la situación y deslizó su mano
entre las piernas de la mujer, suavemente subió su mano hacia su entrepierna y jugó con sus dedos, ella gimió con placer y risas, cerró los ojos y
posó su cabeza hacia atrás. El auto se detuvo ante un semáforo, ella
dramatizó el juego, giró la cabeza de Dimitri con sus manos y volvió a
besarlo mientras cambia la luz roja a verde, después del beso la mujer rió
pronunciando algo en otro idioma.
La curiosidad abrió camino ante ambos, él no entendió nada de
lo que ella dijo y Dimitri poseía conocimientos amplios, hablaba varios
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idiomas entre ellos: español, inglés, francés, italiano, portugués, alemán y
japonés. Y de entre toda su amplia gama del saber filántropo no pudo
comprender la procedencia de ese idioma.
–¿De dónde eres?– preguntó Dimitri, deseoso de una respuesta sincera
que sabía él que quizá no obtendría.
–Tampoco te lo diré… eso delataría mis orígenes– respondió la osada
mujer.
–Querida eres una mujer llena de misterios– comentó él.
–Y eso es lo que más te gusta de mí, por eso no iremos a tu casa, iremos
a la mía, gira en la siguiente esquina a la derecha– le ordenó ella y como
un sumiso perro entrenado Dimitri le siguió la corriente.
De esta manera él siguió su juego, ahora se embriagaba de una
curiosidad extrema, cuando la vio por primera vez supo que era alguien
especial de procedencias extranjeras, ninguna mujer de nacionalidad
venezolana se atrevería a vestirse de tal manera y mucho menos ser tan
atrevida como lo fue ella, el estilo de seducción de las venezolanas es
distinto, se enfrascan en atrapar a los hombres en sus encantos sin embargo casi ninguna da el paso adelante, siempre esperan la llegada del
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hombre. Las múltiples conquistas de Dimitri lo volvieron un experto en
identificación femenina, pues bien en Maracaibo la mayoría de las mujeres se sienten atraídas por sujetos como él, ya que la totalidad de los
otros hombres no acostumbrar a comportarse como un Damasco. El
estilo de las venezolanas y de las marabinas no es tan extraño y extravagante como el de la mujer de negro y plata, Dimitri también ha etiquetado en su lista de logros increíbles y hermosas extranjeras en sus viajes y
otras visitantes en un país turístico como Venezuela, pero ninguna como
la despampanante mujer en su asiento de copiloto.
A pesar de la deducción que Dimitri creó, la supuesta extranjera conocía a la perfección la ciudad de Maracaibo… lo extraño era su
acento al hablar, en una totalidad neutra sin fallos, preciso y conciso, con
un léxico extenso a su disposición.
Minutos después, la señorita guió a Dimitri al centro de la ciudad, estacionando el auto en unos edificios no muy bonitos, Dimitri
esperaba llegar a un hotel pero el misterio que producía la mujer no la
llevaría a delatar sus condiciones, él podía adivinar mucho de ella con
tan solo saber el nombre del hotel en donde se hospedaba. Comprendió
porque lo llevó ahí, el propósito de ella simplemente era una noche
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salvaje y llevarse un recuerdo perverso de su viaje a Venezuela, pero
Dimitri tenía un plan, hacerle el amor con tanta intensidad que su nombre y sus pensamientos de esa noche no se desvanecerían de su mente
de tal manera que se enamoraría de él y la obligaría a visitarlo.
Bajaron del carro y ella tomó su brazo abrasándolo con dulzura,
subieron las escaleras del edificio, era una residencia de pequeños bloques de cuatro pisos sin ascensor, después de llegar al último piso, giraron a la izquierda y descansaron en la puerta de madera de un apartamento durante el sonido de otro largo beso.
–¿Tampoco me dirás dónde estamos?– volvió a formular otra pregunta.
–Es el paraíso o el infierno, depende de tu perspectiva– respondió ella
entre risas.
De repente Dimitri se percató de algo, la belleza de la mujer lo
distrajo de ese raro detalle, ella sacó una única llave de entre sus senos
para abrir el cerrojo del apartamento, y es ahí cuando Dimitri notó que
su acompañante no llevaba un bolso, tampoco una pequeña cartera o
monedero, algo sumamente inusual para una mujer.
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Por un instante se puso nervioso, sospechó de las intenciones
de la mujer, tal vez había malinterpretado las señas y ella era solo un
señuelo para un trágico acontecer… un secuestro o algo peor, ya había
vivido esto antes pero estaba preparado para esas ocasiones, en sus días
libres Dimitri practicaba defensa personal y algunas artes marciales, y por
si fuera poco llevaba siempre en su bolsillo un pequeño taser eléctrico
para defenderse.
–¿Qué ocurre? Te noto preocupado… no hay nadie más adentro, solo
estaremos tú y yo, no quiero que nadie nos interrumpa– articuló la hermosa mujer calmando a Dimitri.
Volvieron a besarse al entrar al apartamento, ella lo invitó a
revisar su “casa” para cerciorarse de que su preocupación no afectara su
ímpetu nocturno, el hombre examinó todo el lugar con minucioso cuidado, su única sospecha fue el abandono del sitio, las paredes sucias,
viejas y mal pintadas, la cocina sin gas y ningún utensilio, no era más que
un sitio de pasajeros, Dimitri finiquitó su teoría, esta mujer solo deseaba
una noche con él, buscó un espacio apartado para ambos, probablemente había escuchado hablar de él y sus habilidades en la cama por otras
mujeres.
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Terminada la expedición, Dimitri entró en la habitación donde
había entrado la mujer para cambiarse… al primer paso la observó de
espaldas hacia él completamente desnuda, la luz tenue de la habitación
maquinaba una atmósfera sedienta de pasión y el mismo cuerpo de ella
funcionaba como un espejo, refractando la luz hacia los ojos de Dimitri…
llamándolo al placer.
¡Oh mi querido lector! Presta mucha atención, esta es una de
mis partes favoritas de la historia, el encuentro de dos seres que al unirse
dan vida al universo y al mismo tiempo se olvidan de él.
El macho se acercó a la hembra con sutileza sobando con suavidad la línea húmeda de su espalda con su dedo índice, ella sintió un
escalofrío de excitación gimiendo con placer, Dimitri le apretó los glúteos con fuerza en cuanto liberaba su frenesí besándola en la nuca y el
cuello, pronto sus manos subían por la delicada cintura, sobaba su vientre jugando con su ombligo que poco a poco se acercaban a los imponentes senos que estrujaba con vehemencia mientras ella volteaba su
rostro y con su mano giraba el de él para besarlo nuevamente.
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La locura se apoderó de la mujer, con rapidez se dio vuelta para
continuar el beso y con una fuerza demente le destapó la camisa a Dimitri y lo empujó a la cama. La sonrisa de él incitaba a continuar, los pensamientos de Dimitri eran morbosos y pensó que en esa ocasión no le
importaba mucho excederse en sus cualidades, ella deseaba todo y él
haría con ella lo que quisiera, cosas que muchas mujeres no le permitían
hacer.
De rodillas en la cama, ella caminó con exquisitez como si fuera
un reptil o una serpiente a punto de atacar, agachó su cabeza hacia la
entrepierna de él mostrando la figura de su hermosa espalda y su trasero
resaltando las líneas finas de sus intrigantes tatuajes. Subió con cuidado
hacia los abdominales bien formados del hombre, a todas las mujeres las
hipnotizaba el estupendo cuerpo que Dimitri entrenaba, hambrienta de
él los mordió y lamió con fogosidad hasta subir del mismo modo hasta
su rostro para otro encuentro de sus bocas.
Entre besos y mordiscos ella le quitaba el cinturón destapando
su pantalón y él le acariciaba el trasero y su intimidad jugando con sus
dedos hundiéndolos hasta el fondo. La misteriosa fuerza de la mujer se
presentó de nuevo, su frenesí arrancó el pantalón y bóxer de un solo
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jalón, asomando el miembro de Dimitri con ímpetu y orgullo, desenfrenada la mujer se lanzó hacia sexo del hombre iniciando una de las partes
favoritas del acto para Dimitri. El sexo oral era su favorito, cuando recibía tal cariño se sentía en la cima del universo, contemplando el mundo
como si fuera un rey sentado en su trono dispuesto a mandar, si le fascinaba la boca de la mujer compactada en sus labios no podía imaginarse
lo grandioso que se sentiría tener su hombría en la boca y la garganta de
la intrigante y sádica chica.
El acto inició y ella movió su cabeza entre tanto él le acariciaba
el cabello, le maravillaban sus técnicas, amaba su boca y lo experta que
era en sus movimientos, le encantaba la forma en la que lo humedecía y
besaba, la forma en la que movía su lengua, los sutiles y perfectos mordiscos, la experiencia de aquella mujer era única y casi lo volvió loco,
Dimitri se acobardó en pensar que tal vez no diera la talla con esa chica y
se incorporó en la escena, sostuvo a la mujer por el cuello para besarla y
la arrojó boca arriba en la cama, le mordía el cuello y devoró sus senos
por varios minutos colocando sus dedos en la parte intima de ella.
De ante mano Dimitri ya sabía que no sería fácil competir con
alguien de su mismo calibre pero su misión era despojarla de sus pen33
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samientos, hacerla desfallecer para que nunca lo olvidara y se enamorara
de él ¡Ahora era su turno de actuar!
Comenzó por sobarle las piernas cuando le besaba el vientre y
lamía su ombligo, arrodillado abrió las piernas de la mujer para besar sus
pies elevados, bajando cuidadosamente hasta el monte de Venus, seguido de un acto casi canibalístico comiéndose por completo los genitales
de la dama, sus gemidos resonaban por todo el apartamento, Dimitri se
hallaba feliz, sabía que estaba ganando el juego y la ventaja que tenía era
única.
Ahora llegaba una cúspide del juego, el momento que ambos se
unirían realmente, Dimitri la atrajo hacia sí abriéndole las piernas, colocándolas por encima de los hombros de ella dándole un beso rápido,
con afán por fin entró, afincó su genital dentro de la dama. La mujer
esbozó un alarido placentero y por unos instantes solo se miraron sin
moverse esperando la reacción del otro.
Ella no puso objeción, no preguntó ni sugirió nada, la típica
pregunta que siempre aparecía en esas ocasiones ni se asomó en su mirada; «¿Tienes protección?», la pregunta que siempre lo hacía reír. Dimi-
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tri tenía una maldición o más bien una bendición para él, descubrió que
era estéril una noticia que más que perturbarlo lo impulsó a convertirse
en un cazador omnipotente, no tenía que preocuparse por embarazar a
alguna mujer y eso le quitó un gigantesco peso de encima. Pues bien si
esta mujer no formuló tal pregunta quería decir que los rumores de su
esterilidad habían circulado hasta sus oídos.
Dimitri arrebató la calma con furia, iniciando unos movimientos
como fuertes puñaladas al vientre de la fémina, ella gritaba del gozo que
le producía aquel hombre y como bien lo había pensado antes Dimitri,
ella encajó sus uñas en la espalda lastimándolo un poco, esto solo incrementó la intensidad de sus movimientos, a veces la mujer gritaba palabras en su idioma desconocido acelerando el ritmo cardiaco del hombre
mientras lo abrazaba para que no se le escapase.
Oh mi querido lector aquí es cuando la turbulencia aumenta y
el placer ciega los sentidos descubriendo cosas que antes no habías visto.
A Dimitri le confortaba reposar su frente entre los senos de sus conquistas, escuchar los rápidos latidos de sus corazones en el acto lo glorificaba,
le gustaba sentir y escuchar como la adrenalina de ellas retumbaba en los
latidos del pecho… cuando Dimitri se acercó a su pecho no escuchó
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nada, un vacío extraño, un silencio misterioso reposaba dentro de su caja
torácica, inmediatamente subió la mirada para verla a los ojos, el éxtasis
de la agitación arqueaba el cuerpo de ella y Dimitri no pudo observar su
rostro.
La excitación fue tanta que ella mordía sus labios al punto de
sangrarlos, Dimitri logró verla a los ojos, detalló los hilos de sangre que
brotaban de su boca imitando a una vampiresa después de comer, su
sangre era tenebrosamente negra. La mujer le sostuvo la nuca y lo empujó hacia ella para besarlo, las bocas y las lenguas jugaban de nuevo
mezclando los fluidos bucales con la turbulenta y espesa sangre. Dimitri
probó su sabor, uno sumamente extraño para la sangre, no tenía el característico sabor metálico, la sangre de ella era jugosa, dulce y a la vez
amarga como un chocolate, quería probar más y el beso se extendió
mucho para seguir succionando el sabor increíble que acababa de descubrir.
Bebió una gran cantidad de sangre negra, preocupado de que
algo malo pasara por el derramamiento, trató de despegarse de ella pero
la mujer no lo dejó, el sabor era hipnotizante y simplemente siguió bebiendo. Había consumido demasiado, Dimitri sabía que algo extraño
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ocurría, ella no podría sangrar tanto por una mordida de labios y aunque
el beso continuó, trató de no tragar más… su concentración se agudizó y
se percató de otra cosa que quizás por el hecho de estar tan excitado no
pudo fijarse antes.
Sus rostros fusionados por el infinito beso se acariciaban, sus
pieles se rosaban y compartían el sudor, sus narices se tocaban una a la
otra… la nariz de ella reposaba sobre la de él… pero Dimitri no sintió su
respiración, ni siquiera un pequeño soplo de aire salía de sus fosas nasales, tampoco sintió su agitación pulmonar al estar ambos cuerpos pegados por el calor.
¿Qué pasaba con esa mujer? El mejor sexo de su vida se vio interrumpido por un temor chocante, Dimitri logró despegar su boca de
ella y levantarse por completo, trató de retirar su miembro de ella pero
algo dentro de la mujer no lo dejó hacerlo… la singular chica comenzó a
reír de una manera perversa, aun se encontraba de piernas abiertas y
acarició el rostro de Dimitri con sus pies hablándole de nuevo en el raro
idioma.
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–¿Quién eres…?– preguntó Dimitri agitado y con miedo. Su vista se
nubló, veía borroso como si lo hubiesen drogado.
Ella lo apretó con sus piernas, con un movimiento rápido como
una gimnasta lo arrojó hacia la cama quedando ella encima de él, Dimitri
se golpeó la cabeza con el respaldo de la cama, se sentía mareado y abatido ¿Qué le había hecho?
Trató de reincorporarse con todas sus fuerzas, ahora estaba
enojado, pero la mujer comenzó a moverse iniciando el acto de nuevo,
mientras reía lo cacheteó acostándolo de nuevo en el colchón. Dimitri
no podía moverse, sentía nauseas pero no la sensación de vomitar, ella se
acercó a besarlo y como un reflejo él no se negó, no podía controlar lo
que hacía, sus manos se movieron por si solas acariciando los pechos de
la mujer.
Ella se inclinó a la derecha revisando la pequeña cómoda donde reposaba la lámpara que iluminaba el cuarto, del cajón sacó unas
esposas y comenzó a atar a Dimitri al cabezal de la cama… esto lo encolerizó, estaba furioso, él adoraba el sexo, su propósito de la vida era
divertirse a cuestas de ello, había practicado y experimentado muchas
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cosas: tríos, orgías, pedofilia, sexo interracial, experimentos y juegos con
comidas, grabarse en el acto, desfogarse con actrices de películas para
adultos, noches con prostitutas, una vez experimentó con un hombre y
no le gustó, le gustaba tener relaciones con travestis transformados por
completo, pensó en practicar la necrofilia si alguna vez se le presentara la
oportunidad con un cuerpo perfecto, he incluso le encantaba y practicaba el incesto… pero hasta el mismo Dimitri tenía sus límites sexuales y
habían tres cosas que más odiaba del sexo: la zoofilia, los juguetes sexuales y relaciones sadomasoquistas.
Aborrecía por completo ese tipo de actos y juegos, no soportaba los juguetes sexuales, decía que le quitaban protagonismo, su resolución siempre era complacer a su amante y no compartiría ese placer con
unos objetos… le molestaba ver a un mujer complacida por los artefactos, lo cual era curioso ya que Dimitri siempre trató a sus mujeres como
meros juguetes.
La furia de Dimitri acrecentaba pero no tenía control sobre sí
mismo, su cuerpo lleno de satisfacción solo pensaba en complacer a la
mujer encima de él, poco a poco su vista se oscurecía y se moría del
miedo, por un momento pensó que después de acabar todo en su lecho
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e inconsciencia aletargada, la mujer robaría sus órganos o algo peor.
Decidió soportar hasta el último aliento con su fuerza para que cuando la
mujer acabara él tuviera la oportunidad de escapar, pero fue inútil, Dimitri sabía lo poderoso y duradero que podía ser en la cama, lograba persistir hasta un día entero teniendo sexo sin descansar, algo que orgullosamente logró con las prácticas y que por primera vez en su vida se arrepentía.
La noche siguió su curso y no pararon de desfogarse en la cama
hasta que la pobre mente de Dimitri no tuvo más remedio que apagarse
en un desmayo oportuno que sin embargo a pesar de encontrarse inconsciente sintió como su cuerpo seguía erecto y en movimiento, satisfaciendo a aquella bestia sexual que lo secuestró.
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III
DESFIGURADA INTRIGA
A la mañana siguiente Dimitri logró abrir los ojos recuperando
su vista, su cuerpo se hallaba sumamente exhausto… aun estando despierto descansó una hora en la cama sin moverse, afortunadamente no
se encontraba atado con las esposas.
La urgencia lo llamó, sintió ganas de orinar y se apresuró al baño de la habitación, todavía mareado se tambaleaba sosteniéndose de las
paredes como si una resaca insoportable tocara tambores en su cabeza,
desnudo frente al retrete Dimitri sostuvo su miembro para vaciar la vejiga
y sintió un dolor intenso al orinar botando desde el glande un líquido
negro como la sangre de aquella mujer… Dimitri enloqueció, tuvo recuerdos borrosos de la noche, el miedo lo despertó de su letargo y rápidamente entró a la ducha a bañarse, revisó su cuerpo en caso de encontrar alguna cicatriz y cerciorarse de que su mejor amigo en su entrepierna
estuviera en perfectas condiciones.
En su ducha rápida solo encontró las marcas de rasguños que le
dejó la mujer en su espalda, se secó con una toalla vieja que estaba en el
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piso, volvió a la habitación para recoger su ropa casi destrozada del suelo. Antes de desmayarse Dimitri sospechaba que pasaría algo parecido, la
mujer se esfumaría a la mañana siguiente, él había hecho esa jugada un
par de veces y al decir verdad no era la primera vez que también se lo
hacían a él, pero no de esa manera… supuso que ella le robaría, pero sus
prendas estaban ahí, su cartera y su dinero no habían desaparecido, ni
siquiera sus tarjetas de crédito y documentos, su teléfono celular también
estaba todavía en su pantalón, incluso el pequeño taser que les había
mencionado, revisó el cajón pero no estaban las malditas esposas.
Desde la ventana pudo ver su auto, tampoco se lo había llevado
y mientras Dimitri se vestía encontró las llaves debajo de la cama. Su
mareo volvió repentinamente y corrió al retrete a vomitar un poco de
saliva espesa, caminó tambaleando hacia la cama y se tiró encima boca
arriba, rápidamente sacó el teléfono y marcó el número de su amigo
Dimas.
–Hola Dim, ¿Cómo te fue anoche?– preguntó Dimas al contestar la
llamada.
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–Dimas… ¿Dónde estás…? Necesito ayuda– dijo Dimitri hablando muy
cansado, no había movido sus cuerdas vocales desde que despertó.
–¿Te encuentras bien? ¿Dónde estás?– preguntó Dimas preocupado.
–Estoy en el Centro de Maracaibo… no recuerdo donde, búscame con el
GPS del celular o de mi carro… me siento terrible no puedo moverme–
se explicó Dimitri.
Domingo en la tarde y Dimas salió con su auto a socorrer a su
mejor amigo, y créame no era la primera vez que lo hacía, ambos se
llevaban mucho afecto, se conocían desde muy niños cuando de pequeños competían por el amor de una jovencita. A pesar de tomar distancia
cuando iniciaron sus carreras universitarias, Dimitri en Letras e Idiomas
y Dimas en Derecho, siempre ocuparon una parte importante en sus
vidas y su amistad a pesar de tener altos y bajos nunca se desquebrajó. Y
de igual manera Dimitri ayudaba a Dimas con cualquier dificultad, eran
inseparables, muchos los conocían como los “Dim” por las primeras
letras de sus nombres y he de ahí el apodo que siempre Dimas pronunciaba con afecto a su amigo.
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Recuperando un poco el aliento Dimitri logró levantarse a medias de la cama, caminó desvalido hacia la puerta de entrada y la encontró semiabierta, suspiró de alivio al saber que no se encontraba atrapado y se desplomó en el suelo.
Dimas llegó con rapidez, echó una mirada al apartamento y se
llevó a Dimitri a su auto. Transcurrieron unos minutos, Dimitri recuperó
el aliento y le contó a su amigo la singular noche con aquella mujer,
mientras Dimas manejaba en dirección a su propia casa.
–Te he dicho siempre que tengas cuidado Dim… tenías que rechazarla
cuando te llevó a ese lugar ¡Pero no, a ti te gustan esas cosas! Esto pudo
acabar peor ¿Lo sabes?– le dijo Dimas regañándolo, no era la primera
vez que lo sacaba de un embrollo similar.
–No pude evitarlo… esa mujer… ¡Necesito encontrarla!– Dimitri divagó
un poco en su respuesta.
–¿De qué estás hablando? Mira en las condiciones que estás, te drogaron
amigo, estas pálido y seguro tienes las defensas muy bajas– siguió regañándolo. –No puedes confiarte en esas situaciones Dim ¡Estoy seguro
que tampoco usaste protección! ¿No recuerdas lo que pasó la última
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vez? Estuviste casi un año si poder tener sexo, no sabemos si esa mujer
tenía alguna enfermedad o un virus… hay que ir a examinarte, te confías
mucho de las mujeres– siguió hablando.
–Yo no confío en ninguna mujer Dimas…– contestó Dimitri en un tono
enojado.
–Si claro… siempre te sobrestimas, crees que tienes a todas las mujeres
en tu control pero ellas terminan estafándote, despilfarras tu vida muchas
veces solo por tener sexo… Dimitri no te enojes conmigo, eres mi hermano solo te hablo con la verdad para que no cometas errores ¿Entiendes?– se manifestó Dimas.
–Lo siento… me dejé llevar, esa mujer… tú la viste Dimas, si no lo hacía
no me lo iba a perdonar nunca– se excusó Dimitri cuando se tocaba la
cabeza por su jaqueca.
–El dinero y tus amigos médicos no te van a salvar siempre, tienes que
tener cuidado… pensándolo bien, vamos directo a ver a Jonathan– ostentó Dimas entre dientes.
Ese día estuvo aburrido para el ánimo de Dimitri, se recuperó
tras vomitar por la ventana del auto y a paso lento llegaron a casa de
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Jonathan, el conocido amigo doctor de Dimitri. Una llamada de los Dim
para Jonathan siempre estaba acompañada de un percance fastidioso
pero con una historia interesante detrás de todo el problema, y como le
divirtió la historia de la mujer de negro y plata mi querido lector.
Después de una rápida revisión médica, Jonathan concluyó que
Dimitri efectivamente fue intoxicado con una droga fuerte pero sus consecuencias eran limitadas y no procedían a ningún efecto colateral, mortal o dañino.
–Generalmente ese tipo de droga suelen utilizarla para confundir a la
gente, robarla, convencerla de hacer alguna cosa, como firmar un cheque
o algo así, he escuchado que es popular para convencer a las mujeres
difíciles, ustedes me entienden– comentó Jonathan.
–Yo no firmé ningún cheque, tampoco me robaron…– respondió Dimitri. –Esa mujer no me ofreció nada, yo mismo pagué y pedí unos tragos,
ella no tenía ninguna droga, ni siquiera llevaba una cartera– justificó
Dimitri.
–El bartender estaba en complicidad con ella, puso droga en las bebidas– mencionó Dimas.
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–No Dimas, Dimitri de alguna forma no te diste cuenta, esa mujer colocó pastillas debajo de su lengua, eso que probaste y te gustó tanto no
era sangre, ahí está tu respuesta– respondió el médico.
–¿Y qué hay de ese descontrol corporal que sufrió? ¿Es algo normal que
su cuerpo se mueva por si solo?– formuló Dimas preocupado.
–Eso jamás sucedió Dimas, todo fue producto de la imaginación de
Dimitri bajo los efectos de la droga– recalcó el médico dándole unos
golpes suaves en el hombro a Dimitri. –Esta vez tuviste suerte amigo, esa
chica solo quería una ocasión para acostarse contigo, no creo que la
vuelvas a ver– y terminó de hablar.
–No concuerdo contigo… ¡Voy a encontrarla!– respondió Dimitri recuperando el ánimo.
–Hazle una foto cuando lo hagas– señaló Jonathan riendo un poco y
palpó la espalda de Dimitri nuevamente. –Toma estas pastillas el resto
de la semana y descansa hoy. Conociéndote en la noche podrás acostarte
con quien quieras, y sigue el consejo de Dimas, tu esterilidad no te hace
inmune amigo, protégete– y se despidieron.
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Los Dim se marcharon de la residencia de Jonathan pero la
discusión no había terminado, Dimas seguía reprendiendo a nuestro
hombre. Por su seguridad lo llevó a casa de su madre para que descansase, Dimas pensó que era buena idea dejarlo al cuidado de su progenitora
sin recordar los actos que Dimitri le encantaba hacer.
–Dim, imagínate por un segundo que esa mujer quisiera hacerte daño,
no estarías hablando conmigo en este momento– reanudó el tema de
conversación.
–¿Te puedes callar un momento Dimas? Hablas como si fueras mi esposa, ni siquiera mi madre me habla así– le conversó Dimitri que se
encontraba casi en perfecto estado, su rostro recupera el brillo. –Volveré
a contratar guardaespaldas para que no te preocupes más querida– dijo
él a carcajadas.
Bromeó con los comentarios pero sabía que su amigo lo apreciaba mucho y nadie en el mundo lo protegía más que Dimas, un verdadero hermano digno de admiración, siempre en el tope de sus personas
más queridas. La relación de Dimitri con sus padres siempre fue más
que amena, pero la crianza que depositaron en él lo llevó a confiar más
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en sus amigos, sus padres eran objetos admirados a los que respetaba
tanto que veces por algún miedo infantil le avergonzaba contar con ellos
para hablar como lo hacía con Dimas.
El padre de Dimitri, el señor Deuteros Damasco nunca se casó
con su madre ya que estaba comprometido con otra mujer, con otros
hijos. Se veían de lejos y visitaba a sus otros hijos más a menudo que a
Dimitri y sus hermanas, sin embargo el señor Deuteros amaba a Dimitri
por encima de todas las cosas, sus otros hijos interesados en sus bienes
materiales y fortuna lo perturbaban de tal manera que sentía que no lo
amaban a él, de ese modo Dimitri pasó a ser su hijo número uno a pesar
de ser producto de una aventura fuera de su matrimonio, el jovencito
disfrutaba de la compañía de su padre, no le importaba la fortuna que
poseía, solo quería un modelo a seguir y admirar.
El cariño del señor Damasco fue tanto, que Dimitri y sus hermanas conservaron el apellido y el fatídico día que Deuteros murió se
llevaron la sorpresa de heredar toda la fortuna del viejo y no solo eso,
también el fruto sagrado de dónde provenía tal fortuna. Ahora Dimitri
era dueño de «DamasKing» uno de los bancos más importantes del país.
Después de terminar sus estudios universitarios, Dimitri se dedicó por
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completo a administrar y seguir el imperio que su padre creó. Pese a sus
responsabilidades el joven Damasco, como ya bien lo conoces mi querido lector, no tenía la madera suficiente para estar frente a un escritorio
toda su juventud, por lo tanto lo ayudaba una hermosa y madura secretaria muy bien pagada para ocuparse de la mayoría de sus cargos y claro
está, Dimitri tampoco desperdiciaba la figura de la mujer y se aprovechaba para acostarse con ella en su oficina a pesar de estar casada y no
solo eso también tener relaciones con sus hijas.
La tertulia en la discusión de los Dim se fue apaciguando, la
calma volvió entre la amistad, Dimitri retenía memorias de la noche y
revivía los recuerdos de excitación en su cuerpo, él quería encontrarla de
nuevo, no para vengarse, no para preguntarle su nombre… quería acostarse de nuevo con ella.
–Dimas, necesito tu ayuda, tengo que encontrar a esa mujer– le pidió
Dimitri a su amigo.
–Será muy difícil conseguirla… ni siquiera te dijo su nombre, dijiste que
habló otro idioma que no pudiste reconocer, seguramente ya se fue del
país…– Dimas miró la cara de su amigo que suplicaba por su ayuda, se
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sintió como una de las mujeres que seducía Dimitri, se dejó convencer
por su mirada. –Voy a ayudarte, esa mujer me mata de curiosidad– respondió sin saber las verdaderas intenciones de su amigo.
Más de la mitad de la tarde transcurrió, Dimas dejó a su amigo
recostado en la cama de su antigua habitación en la casa de su madre y se
marchó contándole el acontecimiento a la señora Imperia, la madre de
Dimitri.
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IV
ORIGEN MORBOSO
Acostado en la cama Dimitri navegaba en un barco en el mar de
sus recuerdos, reviviendo esa noche con minuciosos detalles, como dice
el dicho, recordar es vivir y él no se tragó el pretérito cuento que formuló
Jonathan… un suceso enigmático estaba tras el telón que lo cubrió esa
noche, esa indescifrable mujer llevaba una interrogante de enormes
proporciones, él quería las respuestas y no se iba a quedar cruzado de
brazos hasta tenerlas, movería todas las piedras del mundo para encontrar a su mujer, tenía como propósito saberlo todo de ella y hacerla suya
para siempre.
Esa noche alrededor de las ocho, Dimitri se levantó de su cama
caminando a la cocina a saludar a su madre que lavaba los platos tarareando una canción. Cariñosamente la abrazó por espalda y la saludó
dándole un beso en el cuello… oh mi querido lector esto te sorprenderá,
Dimitri lamió el cuello de su madre hasta llegar a su oreja para morderle
el lóbulo entre tanto subía sus manos a los senos para sobarlos y pellizcarlos.
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–Mi consentido despertó con ánimos, ¿Ya te sientes mejor?– preguntó la
señora Imperia.
–En perfectas condiciones, gracias– contestó el hijo sin parar de acariciar
a su madre. –Vamos a la cama madre, quiero recuperar mi día– le pidió
Dimitri tiernamente.
–No tienes remedio Dimitri, deja que termine de lavar los platos– objetó
la madre empujándolo hacia atrás con el trasero.
La señora Imperia o como le gustaba que la llamaran; señorita
Imperia Báez, siempre fue una mujer espléndida con un cuerpo perfecto
y tonificado, rubia de cabello ondulado con increíbles ojos verdes, una
cara tan fina y hermosa como una veinteañera a pesar de ya tener los 53
años de edad. Esta mujer era la responsable de la actitud y adicción
sexual de sus hijos, especialmente en el caso obsesivo de Dimitri. Para
esta mujer sus conceptos sexuales de la vida concretaban en diversiones y
juegos pervertidos, perdió la virginidad desde muy pequeña afincándose
en una admiración por el sexo que la llevó a trabajar a los 16 años en
industrias y productoras de películas para adultos a pesar de ser menor
de edad, elevándose en el estrato como actriz llegando a una populari-
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dad y buena fama. A los 20 años conoció a Deuteros, el padre de Dimitri y comenzó a relacionarse con él de una manera poco usual para ella,
iba más del sexo y diversión, por primera vez se enamoró de un hombre
y al poco tiempo decidió tener a Dimitri quedando embarazada a los 23
años, en los términos y condiciones que el señor Damasco le propuso,
ya que Imperia era solo una aventura fuera de su matrimonio y no quería
arruinar la vida de ambos y de su futuro hijo con problemas legales y
financieros.
Dimitri creció en un mundo de alto contenido erótico, la perversión de su madre y el trabajo que ella adoraba, para él siempre fueron
algo común en una vida aparentemente normal, conocía en concreto el
trabajo de su madre y llegó el día que se aprovechó de ello. A los 10
años de edad perdió la virginidad con su propia madre, en una fiesta que
ella misma organizó con algunas de sus amigas laborales, actrices de la
mejor categoría, que la convencieron de enseñarle a su primogénito a
complacer a una mujer y entrenarlo para convertirlo en el hombre perfecto. Esa fue una de las noches que Dimitri jamás olvidó, cumplió la
fantasía incestuosa de muchos e hizo el amor con su madre y con varias
de sus amigas.
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A partir de esa ocasión Dimitri sacaba partido en sus días libres
en el colegio y se colaba al trabajo de su madre para verla actuar en algún
vídeo para adultos, aprovechaba esas oportunidades y tenía sexo con las
otras actrices tras bastidores, el niño precoz, bello y consentido hijo de la
famosa actriz Imperia les parecía hermoso y delicioso, todas las mujeres
les encantaba complacer los caprichos del muchacho.
La vida sexual de la familia se extendió a niveles absurdos y el
apetito carnal de Dimitri se convirtió en una regla de oro para él, volviéndolo un adicto al placer. Las amigas de su madre lo entrenaron de tal
forma que conoció todos los secretos de cómo conquistar mujeres,
aprendió rápidamente y siguió su forma de vida “convencional” de adolescente arrebatando corazones por donde pasaba, mientras practicaba
nuevas técnicas en la cama ayudado por su madre que disfrutaba de su
ímpetu y fogosidad juvenil.
Pues bien después de conversar, Dimitri convenció a Imperia
finalmente y la despampanante mujer cedió antes los deseos sexuales de
su hijo, no tardaron en comenzar la función al entrar a la habitación de
Dimitri, se quitaban la ropa bruscamente fomentando un fuego que
nunca se apagaba, sus besos eran distintos a los demás, depositaban
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caricias morbosas y sádicas, Imperia era la mayor responsable de comisuras rotas en los labios de su hijo, le encantaba mordérselos.
Dimitri mordía su cuello con morbosidad, bajó hasta los senos
para seguir con sus mordiscos y chupones, se divertían en grande, para él
su madre era la mujer perfecta e ideal, una diosa en la cúspide de sus
expectativas, la idolatraba como a ninguna otra, un cuerpo y figura inmensurablemente perfectos, el mejor rostro acompañado de la mejor
sonrisa, una personalidad y actitud divinamente morbosas, entre muchas
otras cualidades, la amaba tanto por lo que le enseñó. Los gustos de
Dimitri eran producto de despliegues en recuerdos de Imperia, Dimitri
agradecía con creces como su madre lo había criado y en lo que lo convirtió, la resolución de sus actos con ella se enfocaba en complacerla lo
más que pudiera, sin embargo a pesar de todo el amor que le tenía,
Dimitri la veía igual que las otras mujeres, un juguete para su diversión y
no cualquier juguete ¡Su favorito! El que más usaba por su más alta calidad.
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Le encantaban sus senos, siempre se enfocaba más en tragarlos,
un consentimiento que jamás se le negó desde su nacimiento, de pequeño Imperia calmaba a su consentido jugando con su entrepierna para
enseñarle y le permitía devorar sus pechos para dormir.
Siguiendo en el acto, sentada en la cama la madre destapó el
interior de su hijo. Imperia abrió la boca para comer su postre favorito
antes de la cena, el miembro de su hijo era su predilecto entre todos los
que había probado, la extrema fascinación que tenía Dimitri por el sexo
oral se debía al placer que esta mujer siempre le proporcionó, sus técnicas eran únicas y de tanta experiencia que ni la mujer de negro y plata
podría equipararla, además de ser la única mujer capaz de tragar su tamaño por completo, ella sabía cómo satisfacerlo, como una buena madre entendía perfectamente los caprichos de su hijo y disfrutaba en complacerlo en cualquier momento.
La perversión que sentían dedicaba intensiones depravadas, no
les importaba experimentar entre ellos y usar habilidades para ponerlas a
prueba. Dimitri cogió a su madre por la cintura y la levantó por el aire
tumbándola en la cama bocarriba con jocosidad, abrió sus piernas para
devolverle el favor de hace unos minutos, de igual manera Dimitri ado57
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raba divertir y complacer a su madre, siempre supo que Imperia se
enorgullecía de las proezas sexuales de su hijo. Ambos se divertían en
grande, competían entre sí para ver quién podía llevar al éxtasis al otro
más rápido. Imperia no se dejó dominar por completo de Dimitri, lo
arrojó a la cama sosteniéndole la cabeza con las piernas dejándolo para
acostarlo boca arriba, ella se colocó encima de él y continuaron dándose
placer oralmente por varios minutos, de todas las posiciones que practicaban el comúnmente conocido como «El 69» era la favorita de los dos.
Después el hijo tomó a la madre por la espalda y la estrujó
contra la pared afincando su miembro por el trasero, Dimitri disfrutaba
de poseer esa parte de ella, en el sexo con Imperia nunca faltaba usar esa
parte o no sería perfecto. Gozaba grandemente de su madre, conocía
cuando ella fingía y actuaba y con él nunca lo hizo, cuando Imperia se
regocijaba en el sexo, siempre acompañaba sus gemidos con risas divertidas y sádicas que alegraban a Dimitri, mientras aumentaba el ritmo de
sus movimientos con la violencia que apasionaba a su progenitora.
Los músculos del trasero apretaban el miembro con fuerza cada
vez que Dimitri empuja hacia dentro, estaban casi a punto de llegar al
clímax en un orgasmo pero algo le sucedió al muchacho, comenzó a
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toser con un ruido estruendoso, la flema se acumuló en su garganta y le
dio nauseas, se paralizó al escupir un poco de sangre en el hombro de
Imperia. Ella asustada paró el acto de inmediato limpiándose el hombro
y la boca de su hijo con la franela negra que se había quitado, Dimitri
volvió a toser de nuevo y corrió al baño a vomitar la flema mezclada con
sangre.
–Todavía no te has recuperado Dimitri, no debí hacerte caso, debes
seguir en reposo el resto de la noche– lo regañó su madre.
–Tranquila… es lo último que me faltaba por drenar, ya estoy bien– se
excusaba el hijo secándose la cara.
–Ya estas grandecito para esto Dimitri, pero voy a tener que castigarte
¡No más sexo por esta noche! Ve y date una ducha, como castigo también vas a cocinar la cena para mí y tus hermanas– contestó Imperia
disgustada.
–Eso no es un castigo madre, de todas formas lo iba a hacer– respondió
Dimitri. –Y ya me siento mejor, te lo aseguro– Imperia lo miró amargada.
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V
INMORALIDAD GEMELA
Imperia recogió su ropa restante del suelo y se marchó de la
habitación. Dimitri todavía en el baño se miró al espejo, supo que algo
malo pasaba con él, la mujer de negro y plata fue un veneno que con
gusto había aceptado y a partir de ahora vería las consecuencias.
Siguió el consejo de su madre y tomó un baño, después de
asearse entró a la cocina para revisar la nevera y sacar algunos ingredientes para preparar la cena, Dimitri en su extenso aprendizaje para conquistar mujeres dedicó algo de su tiempo en aprender a cocinar, tomó
algunos cursos de cocina y repostería, si bien a él le encantaba una mujer
que supiera cocinar y un hombre con tales aspectos enamoraría a cualquier chica a través de su apetito.
Preparó una tortilla española con unos pequeños toques personales, abrió ocho huevos y los batió en un envase para realizar la mezcla,
peló y rebanó dos papas y las frió con poco aceite de oliva para empaparlas antes de echarlas en la mezcla del huevo, rebanó unos tirones gruesos
de un queso mozzarella que encontró colocándolos encima de las papas,
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por último cortó en trocitos unas espinacas para adornar y complementar el sabor de la tortilla. La picó en cuatro partes iguales y las acompañó
con pan cortado en rodajas en cada plato, sirvió un jugo de naranja que
el mismo exprimió y acomodó el comedor llamando a su madre y sus
hermanas.
Cocinar para Dimitri era un pasatiempo divertido y lo ayudaba
a despejar su mente relajándolo en los artes culinarios que empleaba
como un chef, su perturbado ataque de tos le agrietó la garganta y lo
llevó de vuelta a su enojo con la mujer nocturna, ahora se encontraba
pasivo, distante al pensamiento de cólera, encaminado a los sentimientos
amenos que le produjo esa mujer.
Las mujeres de la casa llegaron contentas al comedor, se sentaron rápidamente en la mesa y tomaron los cubiertos emocionadas al
contemplar el espléndido plato que preparó Dimitri, la comida que él
preparaba maravillaba sus paladares, cada vez que entraba a la cocina a
trabajar, la espera detrás de la imaginación del cocinero era eterna pero
siempre con resultados espectaculares, especialmente para sus hermanas,
las gemelas Dana y Dina de 18 años de edad. Dimitri siempre las con-
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sentía preparándoles exquisitos y encantadores postres como sacados de
programas de cocina.
Acomodados en la mesa dispusieron a devorar la cena y más
temprano que tarde las hermosas gemelas rubias idénticas a su madre
comenzaron a preguntar sobre la noche de Dimitri, como todas las gemelas siempre idénticas se diferenciaban por su personalidad y estilo;
Dana era una artista nata, vestía muy alocada, siempre llevaba coletas y
un mechón de cabello que constantemente cambiaba de color, esta vez
lo llevaba rosa, por otro lado Dina era la más seria, vestía elegante como
su hermano y usaba lentes aunque le molestaba llevarlos puestos.
–Mamá nos contó lo que hiciste– mencionó Dana hablando con comida
en la boca, una costumbre muy mala que tenía.
–Estás loco Dimitri, ¿Cómo era esa chica?– preguntó Dina riéndose un
poco.
El joven inició su relato nuevamente, esta vez con muchos más
detalles, especificando cada movimiento que ambos realizaban, la relación entre familia era tan buena que Dimitri no especulaba en ocultar
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algún detalle de la historia por muy morboso que fuera, al fin y al cabo
ellas sabían de lo que era capaz su hermano.
–Ella estuvo estupenda hasta que las cosas se salieron de mi control–
narró Dimitri. –Una mujer magnifica, superó mis expectativas de cualquier otra, fue como hacerlo con una versión femenina de mí mismo–
siguió contando.
–Parece que nuestro hermano se enamoró– declaró Dina intercambiado
sonrisas con su hermana.
–Nos vamos a poner celosas Dimitri– le respondió Dana que seguía
hablando mientras masticaba.
–¿No estarás pensando en buscar a esa mujer?– le preguntó Imperia a su
hijo.
–Por supuesto que si madre– le respondía Dimitri al instante. –Tengo
cuentas pendientes con ella, y no voy a dejar que se me escape una presa
como esa– manifestó con cara perversa y ambiciosa.
–En otra situación no le tomaría importancia Dimitri, pero esa mujer es
peligrosa– anunció la madre apuntándolo con el tenedor. –Sé que no me
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harás caso y la buscarás. Pero no te recomiendo estar a solas con ella de
nuevo, de vez en cuando deberías prestar atención a los consejos que
Dimas te da, él es un buen muchacho– terminó de hablar.
–Dimas me ayudará a encontrarla, él también tiene una cierta intriga a lo
que me pasó o lo que sea que me haya hecho ella, estaremos bien– recalcó Dimitri mientras seguía comiendo.
La señora Imperia se levantó de la mesa, recogió su plato y el
de Dana que habían terminado y los depositó en el fregadero.
–De igual manera estas castigado Dimitri, también lavarás los platos–
señaló la mujer. –Y ustedes niñas ¡Nada de sexo con su hermano!– levantó la voz retirándose del comedor.
Pasada la media noche las gemelas negaron el mandato de su
madre y se infiltraron a la habitación de su hermano, entraron como dos
ninjas en las sombras, levantaron la sábana de los pies de Dimitri y se
metieron dentro como dos animales buscando refugio del frío.
Las hermanitas desabrocharon el short para agarrar la carne,
inician el aperitivo de lo que se avecinaba, las lenguas jugaban bajo las
sábanas entre mordidas y sorbos, Dimitri las había notado entrar a la
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cama y les siguió la corriente, las chicas entre risas subieron por el estómago del muchacho sin parar su faena hasta llegar a la boca de su hermano mayor.
Los hermanos tenían la mala costumbre en desobedecer algunas reglas, cuando se presentaba alguna prohibición o tabú su finalidad
era romperlo, Dimitri sabia de ante mano que sus hermanas llegarían a
la habitación después de lo que dijo su madre y él no las iba a rechazar.
Oh mi querido lector, Dimitri era un hombre de suma fortuna,
la fantasía sexual más anhelada de los hombre siempre es tener sexo con
unas hermosas gemelas, y el favorable Dimitri tenía esa fantasía sexual a
su disposición cada vez que él quisiera, Dina y Dana permutaban de
cualquier situación para acondicionarse a su hermano, del mismo modo
que Dimitri idolatraba a su madre Imperia, las gemelas adoraban a su
hermano por encima de cualquier hombre, ellas nunca le negaban nada.
Se deleitaba con las maniobras de sus hermanas debajo de su
ombligo, sus pequeñas bocas no daban abasto para su tamaño, se divertía
al ver como las chicas trataban de comerlo. Desde muy jóvenes los hermanos se iniciaron en juegos sexuales que su madre jamás criticó, todos
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los días el vicio perverso se acumulaba en sus actos amorosos, él les
mostraba su miembro para enseñarles a complacerlo y muy encantadas
ellas lo hacían, dormían sin ropa para besarse y sobarse entre ellos, más
adelante los juegos aumentaron su nivel al punto de tener relaciones
sexuales casi todos los días, Dimitri estaba consciente de la edad de sus
hermanas y no se atrevía a penetrarlas sin el consentimiento que esperaba de su madre, pero haciendo caso omiso a la esperada respuesta de un
«Si», Dimitri las complacía de la mejor forma, con sus manos y boca, con
sus roces y besos, hasta hacerlas desfallecer, del mismo modo que su
madre Imperia complacía a sus hijas, pero con la fuerza e ímpetu de un
hombre. Cuando las gemelas cumplieron los 16 años, la señora Imperia
le permitió a su hijo tomar la virginidad de sus hermanas, el mejor regalo
de cumpleaños que ellas siempre habían querido, la noche perfecta
donde por fin se convirtieron en mujeres a costa de su adorado hermano
que para ese entonces tenía 27 años. Dimitri les enseño todo lo que
saben, fue un maestro para ellas del mismo modo que Imperia y sus
amigas lo fueron para él.
Mientras las gemelas seguían devorando la erección, Dimitri las
desvestía con cuidado, él las adoraba mucho y las trataba con suma deli-
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cadeza, no quería dañar ni lastimar sus cuerpos delgados y frágiles, el
sexo con ellas nunca fue brusco ni violento, todo lo contrario, se apoderaba de ellas con un romanticismo sublime que jamás fallaba al llegar a
los orgasmos. Dimitri sobaba sus partes con suavidad, movía sus dedos
con delicadeza, levantó sus rostros para besarlas mientras las acurrucaba
encima de él, sostuvo sus nucas y juntó sus bocas para ver como ellas
mismas compartían sus lenguas, a Dimitri le encantaba verlas hacer eso.
Dimitri las acostó una encima de otra para que siguieran besándose mientras sus senos se rosaban entre sí, el hermano dispuso de sus
habilidades bocales en las entrepiernas de sus hermanas que seguían
rosándose con sus fluidos. Lamía, mordía y chupaba con suavidad,
haciendo gritar a las chicas.
–Hagan silencio chicas… mamá nos va a escuchar– dijo Dimitri entre una
risa pervertida mientras colocaba su miembro en medio de los genitales
de sus hermanas, las venas y el duro espesor del hombre rosaba con
fervor los botones intermedios entre el sexo de las chicas, imitando una
penetración común, una práctica que acostumbraban de antes y que por
gusto no dejaron de habituar.
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–¿Quién será la primera?– preguntó Dimitri susurrándoles al oído, en
tanto ellas exclamaban «Yo» al mismo tiempo.
La veteranía de Dimitri era excelente, complacía a sus hermanas del mismo modo sin dejarlas envidiar, nunca se sintieron celosas una
de la otra, Dimitri poseía habilidades únicas cuando se trataba de un trío
o una orgía, podía satisfacer hasta tres mujeres al mismo tiempo.
El amor que poseía Dimitri por sus hermanas era especial, las
deseaba tanto como si fueran sus hijas ya que sin la presencia constante
de un padre él tuvo la mayor responsabilidad en cuidarlas, Dina y Dana
también lo amaban como un padre y él mismo lo sabía, por ello al acostarse con ellas sentía que por breves instantes que cumplía su fantasía
sexual anhelada, hacer el amor con un ser de su interior, de su propia
piel, sangre y genes, con sus propias hijas… un deseo mi querido lector
que jamás cumpliría por su esterilidad.
Entre el caprichoso acto entre hermanos Dimitri sintió otro
vuelco en el pecho, la tos volvía y se asustó, no quería manchar ni perturbar a sus adoradas hermanas con un accidente repetido como el de su
madre. Comenzó a toser tapándose la boca y saltó de la cama directo al
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baño a vomitar de nuevo saliva con un poco de líquido negro y baboso
mezclado con sangre. Las gemelas avergonzadas se levantaron a ayudarlo
y se arrepintieron de haber desobedecido a su madre.
–¿Te encuentras bien Dimitri?– dudó Dina sobando la espalda de su
hermano.
–Creo… creo que daremos esto por terminado chicas… lo siento– contestó Dimitri respirando hondo y entrecortado.
–Perdónanos, no sabíamos que te haría daño hacerlo…– discrepó Dana
disculpándose en nombre de ambas.
El hermano mayor levantó la mano para callarla, les besó la
frente y las tomó de la mano sentándolas en la cama.
–Mamá se va a enojar, no le digan nada de lo que vieron ¿Entienden?–
les ordenó Dimitri, las gemelas se preocuparon y se le humedecieron los
ojos. –Pero pueden quedarse a dormir conmigo– las abrazó arropándolas junto a él cubriéndolas con la sábana.
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VI
INSIDIOSO ESCALOFRÍO
A las 7:00 a.m. del lunes Dimitri recibió una llamada de Dimas,
en el transcurso de la mañana le llevaría su automóvil e iniciarían la investigación de la mujer de negro y plata. Al levantarse notó que sus hermanas ya no están en la cama, las muy astutas despertaron mucho antes
para que su madre no las descubriese.
Media hora después se levantó y preparó el desayuno a su madre que lo miraba con una cara de sospecha y enojo, ella sabía que sus
hijas la habían desobedecido. A esas horas las gemelas se encontraban
estudiando en la universidad, recién ingresadas y dispuestas a progresar
en sus carreras, Dana estudiaba Artes Plásticas y Dina Contaduría.
Transcurrido el desayuno y algunas horas, Dimitri se preparó y
en pocos minutos Dimas apareció montado en el carro de nuestro protagonista que rescató de los suburbios en aquel edificio solitario. Dimas
se encontraba alegre, su enojo y preocupación anterior se esfumaron
volviéndolo a la normalidad, bajó del carro saludando a su amigo y le
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cedió el puesto de piloto. Dimitri acomodó un poco el asiento y el retrovisor, sin más prisa los Dim partieron en su búsqueda.
–¿Por dónde comenzamos Dimas? Me gustaría ir a Blue Bar, donde
estuvimos la noche del sábado– comentó Dimitri mientras manejaba.
–Ya me adelanté, hablé con el supervisor de Blue Bar anoche, nos permitirá ver las cámara de seguridad del local para tomar una fotografía
digital de esa mujer, pero ya sabes cómo funciona todo… hay que aflojar
el bolsillo– respondió Dimas audazmente, esta era una de las cosas que
Dimitri más admiraba de su compañero, tal vez él era un experto en la
cacería del género opuesto, pero cuando se trataba de resolver un problema Dimas poseía una rapidez inmediata, capacidad analítica y desenvolvimiento competente en solucionarlo todo.
Al llegar al local, el supervisor los esperaba en la parte de atrás,
abrió las puertas y los guió a una habitación pequeña donde revisó la
computadora con los datos de las grabaciones de las cámaras del sábado
por la noche. Adelantando el vídeo lograron captar a la mujer sentada en
la barra justo cuando Dimitri se acercó a hablarle, sin embargo el vídeo
solo consiguió grabar a la chica de espaldas y no se podía divisar su ros-
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tro, mientras se adelantaba el vídeo en cámara rápida el programa no
alcanzó mostrar la cara de la mujer por ninguna de las perspectivas de la
visión de las cámaras, ambos comenzaban a preocuparse. Pasaron algunas horas viendo el vídeo para así encontrar el momento que la mujer
entró al bar pero en toda la noche la mujer no apareció en el vídeo de la
cámara principal de la entrada, el supervisor de Blue Bar enfureció un
poco y entró a los archivos de la cámara de seguridad de la salida trasera
pero del mismo modo a pesar de su exhaustiva búsqueda no lograron
obtener visión alguna de la misteriosa mujer.
–Esto jamás había pasado en Blue Bar…– dijo el supervisor con una
intranquilidad honda mientras tragó asustado.
–¿Ahora si me crees Dimas? Esa mujer es un misterio, a mí no me drogaron esa noche– recalcó Dimitri confiado en sus palabras durante una
pausa muda de Dimas.
–Dispondré de alguien para que revise las grabaciones completas y saber
en qué momento entró esa mujer al bar… si mi jefe se entera de esto…–
encrespado el supervisor dejó la frase en el aire. –Cuando obtenga una
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fotografía buena del rostro de ella les avisaré de inmediato– repuso el
encargado.
Los Dim se marcharon decepcionados de Blue Bar, con ansias
esperarían la fotografía de la mujer de negro y plata, por ahora formalizarían un plan contingente para seguir investigando.
–Dim ¿Qué tan dispuesto estas en encontrar a esta mujer? Y me refiero
a la importancia que le tomas y el dinero que quieres invertir en ello–
encuestó Dimas a Dimitri.
–Te responderé con otra pregunta, ¿Alguna vez has visto que he estado
tan interesado en encontrar a una mujer?– respondió él.
–La verdad Dim… si lo has hecho, pero este es un caso especial por lo
que te hizo– miró a Dimitri con incredulidad. –Por lo que veo no piensas escatimar en gastos– siguió conversando.
–Tú lo dijiste Dimas, ¿Cuál es el siguiente paso?– curioseó Dimitri.
–Primordialmente necesitamos la fotografía de la mujer, mientras tanto
vendremos en la noche a Blue Bar, hablaremos con los empleados del
local hasta que nos den la fotografía– explicó Dimas.
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–Perfecto, durante el día contrataré los guardaespaldas que me dijiste, mi
madre también me regañó– comentó Dimitri.
–Ya que mencionas los guardaespaldas, después de obtener la imagen de
la mujer, me gustaría encontrar algunas personas que se dedicaran a
visitar sitios nocturnos para preguntar por ella, nosotros mismos también
lo haremos– propuso el abogado.
–Me parece bien, pongámonos en marcha– aclaró Dimitri.
El sol en la cúspide de la tarde acaloraba el asfalto en la ciudad
de Maracaibo. Los Dim dispusieron de su tiempo para cumplir sus diligencias y pasada la tarde Dimitri contaba con dos fornidos guardaespaldas que lo seguían a distancia en una camioneta negra blindada.
Ahora que la protección lo acompañaba como en los viejos
tiempos Dimitri se desconfía un poco, siempre le incomodaron los guardaespaldas y escoltas, eran unos estorbos incómodos a la hora de captar
el olor de una hembra, individuos curiosos en saber que haría Dimitri
con sus mujeres, no le gustaba ser visto por ellos.
Casi a las 7:00 p.m. de la noche dejó a Dimas en su casa, se encontrarían más tarde en Blue Bar, Dimitri en su inconforme incomodi74
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dad llevó a sus escoltas a su apartamento para que conocieran su nuevo
labor, les mostró su hogar y les explicó todas las cosas que deberían
hacer y cómo le gustaba a él que se hicieran, recalcando el hecho de no
querer notar su presencia cuando lo siguieran, por último uno de los
hombres bajó para quedarse en la planta baja, mientras que el otro permaneció sentado en un sofá en la gigantesca sala del penthouse.
Dimitri reflejaba una emoción fogosa, se sentía como en un relato policial, un detective investigando un asesinato, volvía a sentir la
diversión de un niño al jugar, esa noche comenzaría la verdadera cacería
femenina, la mujer de negro y plata no escaparía de él.
Tomó una ducha para relajar los músculos, el agua fría no lo
ayudó y la tos apareció de nuevo sin tanta intensidad, al mismo tiempo
sintió ganas de orinar, un tenso frío desagradable corrió por dentro de su
miembro hasta salir acompañado de un dolor agudo como si sufriera de
una infección o un cálculo renal, al igual que la última vez brotó desde su
glande una orina mezclada con un líquido negro espeso, aunque fue
corto y rápido el dolor destrozó la tranquilidad de Dimitri elevando su
tensión arterial disparando su preocupación.
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El juicio del hombre se turbó de una manera extraña, divisó un
futuro muy cercano con alguna enfermedad venérea nunca antes vista,
no podría usar sus genitales de nuevo para complacer, se vio en un
mundo pasivo y aburrido sin sexo. Tomó su miembro y comenzó a
masturbarse, tenía la idea de sacar todo el líquido que posiblemente
quedaba en él, recordó aquel momento cuando fue a retirar su órgano
dentro de la mujer y ella de algún modo lo retuvo… algo debió haber
hecho ahí dentro que lo perjudicó. Su mano se movía a toda velocidad
sobando su piel de arriba abajo, se exprimiría y secaría todo con tal de
expulsar ese color negro que llevaba dentro, su cuerpo se agitaba y encorvaba mientras el sudor del orgasmo se mezclaba con el agua de la
regadera.
Finalizó el acto eyaculando su esperma con algunas gotas del
espeso líquido negro en el suelo, la corriente del agua de la ducha terminó llevándoselo por el drenaje, le desagradó la forma en la que había
actuado, por primera vez en su vida se había masturbado sin pensar en
algo morboso, estaba asustado… Terminó de bañarse y fue directo al
congelador de su cocina y destapó una cerveza bebiendo todo su contenido a pecho, la cebada del alcohol lo obligaría a evacuar de nuevo y en
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ese momento lo único que pasaba por su mente era deshacerse de esa
mancha negra en su interior.
Siempre tuvo una resistencia increíble al beber alcohol, había
bebido casi media caja de cerveza y su cabeza seguía en perfecto estado,
mientras bebía se encontraba parado frente al retrete esperando el aviso
de su entrepierna. Durante el resto de la noche Dimitri orinó unas cuatro veces hasta que no salió más del líquido negro.
Después de su intranquilidad, la calma lo atajó de golpe y decidió comenzar a arreglarse para ir a Blue Bar. Vistió su mejor traje de
color gris con finas rayas blancas decorativas, casi igual al de un mafioso
portando la elegancia y el carácter de un gángster.
Los Dim llegaron al club nocturno, no pagaron entrada y el vigilante de la puerta los escoltó a la puerta trasera donde los esperaba el
supervisor con buenas noticias, rápidamente volvieron a entrar a la pequeña habitación donde les mostraron el vídeo que finalmente pudo
conseguir capturar la cara de la hermosa mujer.
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–No pudimos encontrar una imagen de ella entrando por la puerta principal… de repente apareció en uno de los cubículos del baño y entró al
bar, probablemente se coló por la ventana– mencionó el supervisor.
–¿Tienen cámaras de seguridad en los baños?– objetó Dimas un poco
irritado.
–Mucha gente se droga y tiene sexo en los baños, es cuestión de seguridad amigo– le respondió el encargado con una seriedad autoritaria en su
voz, mientras Dimitri sonreía un poco.
–Esta pista solo hace más interesante a esta presa, no creo que haya
entrado por una ventana– repuso Dimitri. –Hay algo oscuro detrás de su
bonita máscara– terminó de hablar el joven.
–Deben tener cuidado amigos… ¡Esa mujer es un demonio! Ya había
escuchado hablar de historias así en otros bares– dijo el encargado avivando una conversación.
–Un demonio…– dijo Dimitri mofándose del hombre, Dimas lo golpeó
con suavidad con el codo.
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–Dicen que el Diablo se apareció en una discoteca, la gente cuenta que
entró un hombre sumamente hermoso, todas las mujeres se enamoraron
de él, invitó a bailar a una chica tímida diciéndole que la trataría muy
bien pero que sobre todo mientras bailaran no podía verle los pies–
narró el señor. –La chica curiosa no aguantó los deseos de echar un
vistazo y cuando bajó la mirada se dio cuenta que ese hombre tenía patas
de cabra… ella huyó despavorida y poco después murió– terminó de
hablar el hombre.
–Patrañas y mitos que solo entretienen a la gente, eso es mentira – contestó Dimitri al relato.
–¡Es verdad! Yo fui a esa discoteca y vi las marcas de las pesuñas del
Diablo en el suelo, incluso olía a azufre– juró el supervisor.
–Eso es publicidad amigo, los demonios no existen y lo que estamos
buscando es una mujer real con piernas reales, quizá si sea una diabla
por dentro, pero no es lo que te imaginas– dialogó Dimitri. –Pero no voy
a negarle que hay algo paranormal tras esa figura y esas piernas– terminó
de hablar.
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Ambos guardaron la imagen en sus teléfonos celulares y en una
unidad pendrive, apresurados entraron al bar y comenzaron los interrogatorios.
Dimitri caminó directamente hacia el bartender que lo atendió
esa noche y le mostró la fotografía a través de su celular.
–¿Recuerdas a esta mujer?– preguntó.
–¿Quién podría olvidarla? Esa mujer era un poco loca para vestirse así, y
más loco fue usted al llevársela señor, sin ofender– respondió el sujeto.
–No lo puedo negar, me gustan las mujeres extravagantes, pero dime
¿Te habló? ¿Sabes alguna cosa de ella? Necesito encontrarla– dialogó
Dimitri.
–¿Qué ocurrió? ¿Le robó?– preguntó mientras acomodaba unas botellas
de vodka.
–Digamos que si… y bien ¿Qué te dijo?– siguió la conversación.
–No habló mucho, pidió una piña colada y pagó con unos billetes que se
sacó de los senos ¿Se dio cuenta que no llevaba cartera? Eso sí es raro–
le dijo el hombre advirtiéndole a Dimitri sobre ella. –Solo se quedó
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sentada ahí mirando todo, nadie se atrevió a llegarle menos usted claro,
solo sé que era muy extraña, desde que la vi llegar me dio mala espina–
terminó por hablar el hombre.
–¿Nadie además de mi habló con ella?– volvió a preguntar.
Entre tanto hablaba, el bartender preparaba un cóctel a una
hermosa chica de piel morena al lado de Dimitri que escuchaba la conversación, Dimas también se acercó para hablar y la morena indiscreta lo
apartó de su amigo para charlarle a Dimitri.
–Yo hablé con esa chica el sábado, también te vi con ella– le dijo la morena a Dimitri sobándole el brazo.
–¿Qué sabes de ella?– le respondió Dimitri con una sonrisa encantadora
en el rostro que inmediatamente captó la atención de la morena.
–Tenía una mirada muy intrigante, dijo que no me podía decir su nombre– mencionó la chica sonriente ante la mirada hipnotizante de Dimitri.
–Pensé que estaba un poco loca, me acerqué a preguntarle donde había
comprado sus lentes de contacto plateados, ¿Y sabes lo que me respondió? Dijo que no eran lentes de contacto– terminó de contar la chica
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colocando una mueca desorbitada tratando de hacer olvidar a la mujer
de la mente de Dimitri.
–Otra anécdota tétrica de la mujer de negro y plata– agregó Dimas a la
conversación. –Los otros empleados no saben mucho, la vieron pasar y
nada más– finiquitó el tema.
–Demos por concluida la investigación de hoy Dimas, parece que ya
tengo una cita– aludió Dimitri sosteniendo suavemente a la morena por
la cintura que rió un poco al comentario.
–Mañana tengo que levantarme temprano, además de conseguir las personas que necesitamos para la búsqueda, me iré, que te diviertas– repuso
Dimas despidiéndose de su amigo.
Al marcharse Dimas, Dimitri no tardó en sacar a bailar a la
hermosa chica, se deslizaron agitando sus cuerpos en la pista de baile al
ritmo de la música mientras bebían un trago.
–¿Vienes sola?– consultó Dimitri a la joven.
–Estoy con unas amigas– alegó ella señalándolas.
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–¿Crees que se molestarían si te llevo a otro sitio?– agregó Dimitri acercando sus labios muy cerca de los de ella.
El plan de Dimitri funcionó como una trampa de oso que engancha a un pequeño animal indefenso, al poco tiempo ambos estaban
en su apartamento revolcándose en la cama, probando sus delicias en el
dulce sabor de la morbosa pasión. Dimitri por otro lado sentía un ritmo
furioso en su pecho, el hecho de acercarse un poco más a la mujer de
aquella noche lo alegraba de tal manera que su ímpetu sexual se fortificaba como un volcán en erupción, dejó totalmente acabada a la preciosa
chica de piel canela.
De repente mientras dormían abrazados el ataque de tos tocó la
puerta del desespero y Dimitri corrió de nuevo al baño a vomitar el
desagradable color negro que tanto temía, por fortuna la chica ni se
enteró del suceso. Después de limpiarse la cara y calmarse, el intrigado
hombre se relajó abrazando el cuerpo desnudo de su último postre.
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