ISSN 469-0414 Bordados, hilos y discursos Por Paz Herón Ruiz, Villa Mercedes (SL) Resumen En el siguiente artículo se realiza un recorrido por distintos referentes visuales y literarios ya que las ilustraciones textiles que forman parte de la revista crítica de LIJ Aquelarre son autoría de la artista plástica Paz Herón Ruíz, tallerista, mediadora de lectura y docente, quien por medio del arte o collage textil se expresa visualmente y así fundamenta las razones por las que la revista retoma otras voces que conformarán una trama cultural que tiene como protagonistas a los hilos. Palabras clave: Arte textil - collage textil - bordado - tramas - hilos Soy Paz Herón Ruiz, mediadora de lectura, dicto talleres para niños de literatura y arte, soy docente de alumnos que quieren ser docentes, estudio continuamente, además bordo, utilizo agujas, hilos, y diferentes telas para decir lo que siento, para decir lo que no me sale decir de otro modo… Antes pintaba, pero un día no pude hacerlo más, porque las pinturas me quedaban grandes para expresarme, y me bloqueaban, y no me dejaban ser. Hasta que un día, sin querer queriendo, y revolviendo ideas, sentimientos, recuerdos, cajones cerrados y armarios, encontré el costurero de mi abuela lleno de madejas de hilos antiquísimos, de coser y de bordar, lo abrí y enhebré las agujas, desempolvé retazos, telas antiguas, seleccioné botones, canutillos, puntillas, tules, y así comencé a hablar. No voy a negar que primero sentí un profundo temor debido a mis reiterados intentos frustrados durante mi adolescencia en el aprendizaje de los trabajos y manualidades de las mujeres “laboriosas”; mi inutilidad y desprolijidad siempre me caracterizaron en este tipo de quehaceres, pero, no sé cómo, ni por qué, quizá los antecedentes familiares surtieron efecto, gracias a los hilos y agujas pude seguir hablando. Entonces, para contar, hablar y Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 1, noviembre 2015. 1 ISSN 469-0414 decir utilizo la técnica de arte o collage textil, en esta técnica los principales protagonistas son los hilos, las lanas y las telas como los objetos claves para tejer historias hilvanando discursos y puntos de vista. A decir verdad, yo no soy la única que “habla” con los hilos pues encontramos varios antecedentes, tanto históricos y reales, como ficcionales y literarios en los que los ovillos y las tramas textiles son elementales. Las mujeres de la cultura precolombina del antiguo Perú, Paracas, eran las responsables, por medio de sus producciones textiles, de contar la historia de su pueblo, de narrar sus costumbres y su modo de vivir y pensar; por otro lado, sus tejidos acompañaban a los difuntos a la vida ultra terrena para acercarse a las divinidades eternas. Si miramos la mitología griega, podemos pensar en Penélope, quien esperó durante veinte años que su marido Odiseo, el rey de Ítaca, regresase de la Guerra de Troya; hubo quienes la pretendieron, a ella y al reino, por eso Penélope ideó un plan que consistió en tejer un sudario para el rey Leartes, prometiendo casarse en el momento en el que estuviese finalizado. Para retrasar veinte años su realización, durante las noches ella destejía lo que tejía en el día. Podemos recordar, también, el mito de Teseo y el Minotauro, en el que el protagonista, luego de haber matado a la terrible bestia mitológica, pudo escaparse del laberinto gracias al ovillo de lana que Ariadna le proporcionó para salvar su vida. En la novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, se narran constantemente escenas en las que los personajes femeninos tejen, cosen y bordan, mientras cuentan o sufren sus penas amorosas, inclusive hay un pasaje muy significativo en el que el narrador relata como el personaje de Amaranta teje un sudario para su propia muerte: Amaranta no se sintió frustrada, sino por el contrario liberada de toda amargura, porque la muerte le deparó el privilegio de anunciarse con varios años de antelación. La vio un mediodía ardiente, cosiendo con ella en el corredor (…). La reconoció en el acto, y no había nada pavoroso en la muerte, porque era una mujer vestida de azul con el cabello largo, de aspecto un poco anticuado.(…) a pesar de que era tan real, tan humana, que en alguna ocasión le pidió a Amaranta el favor de que le ensartara una aguja. La muerte no le dijo cuándo se iba a morir Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 1, noviembre 2015. 2 ISSN 469-0414 ni si su hora estaba señalada antes que la de Rebeca, sino que le ordenó empezar a tejer su propia mortaja el próximo seis de abril. La autorizó para que la hiciera tan complicada y primorosa como ella quisiera. (…) le advirtió que había de morir sin dolor, ni miedo, ni amargura, al anochecer del día en que la terminara. Tratando de perder la mayor cantidad posible de tiempo, Amaranta encargó las hilazas de lino bayal y ella misma fabricó el lienzo. Lo hizo con tanto cuidado que solamente esa labor le llevó cuatro años. Luego inició el bordado. A medida que se aproximaba el término ineludible, iba comprendiendo que sólo un milagro le permitiría prolongar el trabajo más allá de la muerte de Rebeca, pero la misma concentración le proporcionó la calma que le hacía falta para aceptar la idea de una frustración. (…) Su único objetivo fue terminar la mortaja. En vez de retardarla con preciosismos inútiles, como lo hizo al principio, apresuró la labor. Una semana antes calculó que daría la última puntada en la noche del cuatro de febrero, y sin revelarle el motivo le sugirió a Meme que anticipara un concierto de clavicordio que tenía previsto para el día siguiente, pero ella no le hizo caso. Amaranta buscó entonces la manera de retrasarse cuarenta y ocho horas, y hasta pensó que la muerte la estaba complaciendo, porque en la noche del cuatro de febrero una tempestad descompuso la planta eléctrica. Pero al día siguiente, a las ocho de la mañana, dio la última puntada en la labor más primorosa que mujer alguna había terminado jamás, y anunció sin el menor dramatismo que moriría al atardecer. (García Márquez, 2007). Pienso en el cuento Mil grullas de Elsa Bornemann, texto que tiene como protagonistas a dos chicos, Naomi y Toshiro, quienes vivían en Hiroshima en 1945, en el momento en el que estalló Pienso en el cuento Mil grullas de Elsa Bornemann, texto que tiene como protagonistas a dos chicos, Naomi y Toshiro, quienes vivían en Hiroshima en 1945, en el momento en el que estallóla bomba atómica; en un acto de amor incomparable, Toshiro Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 1, noviembre 2015. 3 ISSN 469-0414 hizo con sus manos mil grullas para salvar a su amiga, allí también se presenta de la costura como recurso expresivo: Naomi siempre sabía hallar el modo de convertir en un juego entretenido lo que acaso resultaba aburridísimo para otras chicas. Cuando cosía, por ejemplo, imaginaba que cada doscientas veintidós puntadas podía sujetar el deseo para que se cumpliese. La aguja iba y venía, laboriosa. Así, quedó en el pantalón de su hermano menor el ruego de que finalizara enseguida esa espantosa guerra, y en los puños de la camisa de papá, el pedido de que Toshiro no la olvidara nunca. (Bornemann, 2011). Una referente visual del bordado es la artista chilena Violeta Parra (1917-1967) que realizó telas bordadas con lanas coloridas sobre yute, arpillera y telas comunes de algodón: La temática de sus obras son “canciones que se pintan y bordan”, reflejando escenas de la vida cotidiana, quehaceres y oficios diversos, historias, leyendas, mitos, cuentos, personajes de la cultura popular (el manicero, el chinchinero, el payaso, la bailarina, los cantantes, la cueca). Hechos históricos de Chile, batallas, denuncias, represión, injusticias, temas religiosos, fiestas tradicionales, músicos, cantoras y cantores campesinos, tocadores de guitarrón, familiares, amigos, hijos, nieta. Fiestas en la casa y presentaciones musicales de los Parra son temas recurrentes. Decía Violeta: “Las arpilleras son la parte hermosa de la vida y las pinturas la tristeza de la existencia”. (Fundación Violeta Parra, 2008). Claro está que esta artista con sus producciones artísticas, intenta poner de manifiesto cuestiones que reflexionen sobre la diversidad y sobre la divergencia. Por otro lado, si nos acercamos a la realidad y a nuestro espacio, no podemos olvidar una situación que parece una ficción pero que formó parte de la historia de nuestro pasado reciente, la guerra de Malvinas, momento en el que muchas mujeres tejieron ropas para sus hijos o nietos soldados, para que éstos pudiesen abrigarse, y esos tejidos nunca llegaron a ellos o se desviaron en el camino. Es decir, que los hilos, lanas, telas, bordados y tejidos han Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 1, noviembre 2015. 4 ISSN 469-0414 acompañado a las mujeres a lo largo de la historia, de las ficciones y realidades. En casi todas las familias suele haber alguien que recuerde a su abuela cosiendo, tejiendo, bordando con prolijidad, dedicación y sobre todo cariño. Ahora bien, ¿por qué las “brujildas” de Aquelarre decidimos que el bordado nos represente visualmente? Porque las palabras, como hilos, son la materia prima para los tejidos, los textos. Porque cual arañas que tejen su tela, nosotras tejemos con palabras, reflexionamos con ellas, y las ponemos en circulación, para que todos podamos seguir agregando puntadas a este gran tejido del que queremos que se conforme por las voces, de las voces, y que retumben, se diversifiquen, se entramen, borden miradas críticas sobre la LIJ. 5 Referencias bibliográficas Bornemann, E. (2011). Mil Grullas. Buenos Aires. Plan Nacional de Lectura. Ministerio de Educación. Fundación Violeta Parra (2008). Disponible en: http://www.fundacionvioletaparra.org/ (última consulta, 3 de octubre de 2015). García Márquez, G. (2007). Cien años de soledad. Madrid. Alfaguara. Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 1, noviembre 2015.