FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO Maestría en Derechos Humanos y Democracia V (quinta) promoción 2012-2014 PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA SELECCIÓN DE JUEZAS Y MAGISTRADAS EN EL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. PROPUESTA DE APLICACIÓN DE MEDIDAS AFIRMATIVAS. Tesis que para obtener el grado de Maestra en Derechos Humanos y Democracia presenta: Abril Verónica Mora Madrid. Directora de tesis: Doctora Karina Ansolabehere. Línea de Investigación: “Estado, democracia y derechos humanos”. México, Distrito Federal, mayo de 2014. Se agradece a la Unidad de Igualdad de Género de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Coordinación de Derechos Humanos y Asesoría de la Presidencia, el apoyo brindado para la realización de estos estudios. Resumen En la presente tesis se aborda el problema que la división del trabajo por género representa para las mujeres, en cuanto que, al tener que atender tanto el trabajo reproductivo, que por virtud de esa división se le ha asignado, como el productivo, resiente una sobre carga de trabajo, ya que no se le exime ni aun se le apoya, en la familia o en la institución o centro laboral, en la realización del primero, y ello redunda en que la mujer disponga de menos tiempo para el estudio o para la realización de otras actividades que la capaciten en el trabajo, necesarias para el ascenso, a la vez que, la responsabilidad exclusiva o preponderante del cuidado familiar, autoexcluye a las mujeres de los cargos mejores, puesto que para desempeñarlos se requiere mucho más tiempo, a la par de que a veces requieren movilidad que la mujer no dispone, puesto que la familiar demanda su atención; esto hace que, la división del trabajo remunerado también se divida por género: las mujeres son más en las labores de cuidado o servicios que los hombres; asimismo, a mejores cargos, menor es el número de mujeres; esto permea en el Poder Judicial de la Federación-Consejo de la Judicatura Federal, en el sentido de que muy pocas mujeres, en relación con los hombres optan por concursar para los cargos de juezas de Distrito o magistradas de Circuito, y por ende, son muchas menos las que ocupan tales cargos. Ante tal panorama, se proponen medidas que combatan esa desigualdad por género en el ascenso en la carrera judicial, sólo por cuanto a los concursos de oposición, con el único fin de acelerar el acortamiento de la brecha entre el número de hombres y mujeres juzgadores. Palabras clave: género, perspectiva de género, división del trabajo por género, uso del tiempo, sobrecarga de trabajo, autoexclusión, Poder Judicial de la Federación-Consejo de la Judicatura Federal, juezas de Distrito, magistradas de Circuito, concursos de oposición, medias afirmativas, acelerantes. I Agradecimientos En principio agradezco a la Unidad de Igualdad de Género de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Coordinación de Derechos Humanos y Asesoría de la Presidencia, la oportunidad de cursar el posgrado integral y concluir con la Maestría en Derechos Humanos y Democracia, pues además de que ello es en una institución de alta calidad y reconocimiento, me permitió conocer y ampliar el panorama y expectativas que tenía sobre los derechos humanos, no únicamente para mejorar en mi desempeño laboral, sino también para mejorar en mi desempeño hacia las personas que me rodean y hacia mí misma. Igualmente, agradezco al cuerpo docente de Flacso que estuvo acompañándome en el posgrado, su compromiso, empatía y comprensión hacia los estudiantes, son ejemplo a seguir. Finalmente, agradezco al sínodo que me orientó para culminar esta agradable experiencia formativa y, en forma especial a mi directora de tesis, doctora Karina Ansolabehere, por sus conocimientos, paciencia, atención, disponibilidad, entre otras consideraciones, que me apoyó para poder plasmar una idea que desde hace tiempo, sin conocimientos sobre perspectiva de género, me causaba inquietud y que ahora puedo comprender con elementos científicos. II PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA SELECCIÓN DE JUEZAS Y MAGISTRADAS EN EL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. PROPUESTA DE APLICACIÓN DE MEDIDAS AFIRMATIVAS. Índice general Introducción…………………………………………………………………………….1 Capítulo I Mujeres en el Poder Judicial de la Federación (México). Situación normativa y empírica derivada de la división del trabajo por género..………………….....…3 1. Desventajas de la mujer en la vida laboral y desarrollo profesional……………………………………………………………………..……….…3 1.1 Percepciones respecto de las actividades que corresponden a las mujeres…………………………………………...........................................................5 1.1.1 Género………………………………………………………………………….…..5 1.1.2 División del trabajo por género………………………………………………….7 2. Uso del tiempo según la división del trabajo por género…………………………………………………………………………….............10 2.1 Apoyo familiar/laboral………………………………………………………………13 3. Mujeres en el Poder Judicial de la Federación-Consejo de la Judicatura Federal…………………………………………..…………...........................................16 3.1 Disparidad en el número de hombres y mujeres jueces de Distrito y Magistrados de Circuito………………………………………………………………....16 3.2 Procedimientos para selección y adscripción de titulares de órganos jurisdiccionales……………………………………………………………………………20 Capítulo II Medidas de acción afirmativa dirigidas a la equidad de género en los Poderes Judiciales…………………………………………………………………………………28 1. Derechos humanos de las mujeres………………………………………………….28 III 1.1 Compromisos y acciones estatales para igualar las oportunidades de las mujeres en el trabajo……………….………………………………………..…………..29 1.2 Medidas afirmativas dirigidas a la equidad de género………………..………...33 2. Compromisos y acciones con perspectiva de género para la conformación de los Poderes Judiciales…………………………….…………………………………….…...39 2.1 España……………………………………………………………………………...…42 2.2 El Salvador…………………………………………………………………………....46 2.3 Costa Rica…………………………………………………………………………….48 Capítulo III Propuesta de políticas de acción afirmativa para el Poder Judicial de la Federación-Consejo de la Judicatura Federal……….........................................55 1. Medidas adoptadas en materia de equidad de género en la carrera judicial. Poderes Judiciales en México……………..……………………………………………56 1.1 Suprema Corte de Justicia de la Nación..……………………............................56 1.2 Estado de Tabasco y Distrito Federal……..……………………………………....57 2. Medidas dentro del Consejo de la Judicatura Federal en materia de equidad de género, garantizar el derecho de las mujeres a ocupar cargos de jueza de Distrito y magistrada de Circuito……………………………………………………………….….59 3. Propuesta de políticas de acción afirmativa para lograr igualdad de oportunidades hombre-mujer, en el acceso a cargos de juez de Distrito y magistrado de Circuito……………………………………………………………….…65 3.1 Celebración de concursos de oposición o procedimientos análogos, dirigidos en forma exclusiva a servidoras públicas…………………………………………….66 3.2 Concursos regionalizados………………………………………………………....70 3.3 Licencias para preparación………………………………………………………..73 Conclusiones…………………………………………………………………………....75 Bibliografía……………………………………………………………………………….78 IV Índice de cuadros 1. Composición del Poder Judicial de la Federación 2011 (números absolutos y porcentaje)…………………………………………………………………………………..…..17 2. Distribución porcentual de los funcionarios del Poder Judicial de la Federación por tipo de institución según sexo 2013 (porcentajes)………………………………..……………….18 3. Aspectos que inciden en las posibilidades de que las mujeres se postulen para Magistraturas suplentes, dirección general del Organismo de Investigación Judicial, jefatura de Defensa Pública, Fiscalía General (número de personas y porcentaje que representan de las entrevistadas)………………………………………………………………19 4. Etapas en el reconocimiento y protección de derechos laborales de la mujer………………………………………………………………………………………………31 5. Desagregación de puestos con mayor población 2011 (números absolutos)………………………………………………………………………………………….51. 6. Desagregación por puestos del recurso humano en el Poder Judicial, año 2012 (números absolutos)…………………………………………………………………………..…51 7. Medidas para la igualdad de género en la carrera judicial, cuadro comparativo………………………………………………………..............................................53 V Perspectiva de género en la selección de juezas y magistradas en el Poder Judicial de la Federación. Propuesta de aplicación de medidas afirmativas. INTRODUCCIÓN Existe el hecho de que pocas o muy pocas mujeres, en relación con los hombres, ocupan cargos directivos en el sector privado y altas responsabilidades en el público, particularmente, en el Poder Judicial de la Federación, donde es mínimo el número de juezas de Distrito y Magistradas de Circuito, incluso, de las Ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, además de que ninguna mujer integra el Consejo de la Judicatura Federal. No es de extrañar, puesto que es una situación persistente, no obstante que las leyes, en nuestro caso la Constitución y normas secundarias, garantizan la igualdad entre hombres y mujeres, incluyendo, en el derecho a trabajar, y particularmente, en el ascenso a tales cargos de titularidad de órganos jurisdiccionales, que sólo ven a los méritos laborales y académicos; entonces, la razón de tal disparidad es ajena a la norma. En efecto, aquí se expondrá que la división del trabajo por género que ha imperado en la sociedad, productivo para ellos y reproductivo para ellas, implica que cuando la mujer sale al mercado laboral tiene una sobrecarga de trabajo, pues debe cubrir tanto el doméstico como el externo, a diferencia de los hombres que generalmente sólo se ocupan de las labores que desempeñan al exterior, lo que impide o restringe a las mujeres en la obtención de empleos de mejor calidad o, en el ascenso en los que ya tiene, dado que esa sobre carga implica menos tiempo para cubrir las actividades laborales y académicas que ordinariamente se exigen para la promoción en el trabajo, pues existe poco apoyo familiar e institucional para el cumplimiento de las cargas familiares que se recaen exclusiva o mayoritamente a la mujer, y esa situación permea al Poder Judicial de la Federación, provocando que pocas servidoras públicas, en comparación con los hombres, se inscriban a los concursos para ocupar plazas -1- de juezas o magistradas, y lógicamente, que de esas participantes sólo algunas resulten vencedoras, lo que genera una gran brecha/desproporción entre el número de mujeres y hombres juzgadores, claro, en perjuicio de ellas. Ante ese panorama desigual, teniendo en cuenta los compromisos internacionales en materia de reconocimiento y garantía de derechos humanos de las mujeres, particularmente contra la discriminación y para la igualación de sus oportunidades en el desempeño de actividades remuneradas y ascenso, y la forma en que se han asumido en algunos países para mejorar la situación de las trabajadoras en sus respectivos Poderes Judiciales, la propuesta de esta tesis se dirige a neutralizar la desventaja femenina por sobrecarga de trabajo, al concursar para los cargos de jueza o magistrada, a través de medidas afirmativas, prácticas y algunas temporales, que alienten a participar y aceleren el acortamiento de la brecha entre el número de hombres y mujeres juzgadores, en el Poder Judicial de la Federación, para lograr, o cuando menos aproximarnos, en corto plazo, a la paridad. -2- CAPÍTULO I Mujeres en el Poder Judicial de la Federación (México). Situación normativa y empírica derivada de la división del trabajo por género. Es hecho notorio la enorme diferencia entre el número de hombres y mujeres juzgadores dentro del Poder Judicial de la Federación, Consejo de la Judicatura Federal; sin embargo, tal desproporción por género en la ocupación de altos cargos no es exclusiva de esta institución, sino común a los diversos ámbitos públicos y privados de trabajo, y ello, no obstante que ni institucional ni empresarialmente haya disposiciones o políticas excluyentes, sino neutras, que condicionan el acceso sólo a los méritos académicos y laborales, sin distinguir si se trata de hombres o de mujeres; tal situación de igualdad contrastada con la poca afluencia femenina, nos hace pensar en la existencia de factores o circunstancias, ajenos a la norma, que inhiben el ascenso laboral/profesional de las mujeres; así, precisamente, la finalidad de este primer capítulo es exponer cuáles son tales factores y cómo limitan la actividad y desarrollo profesional de la mujer, en lo general, y cómo tal situación ha permeado a esta institución de impartición de justicia, generando una enorme brecha entre el número de mujeres y hombres titulares de órganos jurisdiccionales. 1. DESVENTAJAS DE LA MUJER EN LA VIDA LABORAL Y DESARROLLO PROFESIONAL. En el imaginario de la mayoría de culturas se da por sentado que la mujer “depende” del hombre, con sustento incluso religioso, por mencionar el caso de cristianos, por lo que tal situación no había sido cuestionada; el libro de Génesis en la Biblia (2:21, 3:16, 3:19), refiere que Dios creó a la mujer con una costilla que le quitó a Adán, y luego la sentenció a que su marido se enseñorearía, ejercería dominio, sobre ella; a su vez, al hombre le impuso la carga de proveer sustento. -3- Así, la subordinación de la mujer al hombre se ha tornado “inherente” a ella, lo que ha tenido como consecuencia que su ámbito de actuación sea invisible, en la sombra del hogar, que es el territorio sobre el cual ejerce autoridad el varón, puesto que es el encargado de proveer al buen funcionamiento del núcleo familiar y a su subsistencia; la mujer “es de su casa”, el hombre es “de la calle”, como se dice popularmente en nuestro país. En esos ámbitos de acción se asignaron las funciones: de producción para el hombre, y de reproducción para la mujer, siendo inconcebible para muchas generaciones, y aún subsiste la renuencia, para invertir o combinar los papeles. Tal estado de cosas ha generado que la mujer constituya un grupo oprimido, y por ello en desventaja, primero, desde el punto de vista de que al dedicarse exclusivamente a las labores de cuidado y atención de la familia no tiene ingresos propios, es totalmente dependiente de su proveedor, por lo tanto no se le reconoce derecho alguno a autodeterminarse; segundo, desde el punto de vista de que la mujer sale del hogar a desempeñar un trabajo remunerado, porque ello no la exime de cumplir con sus obligaciones, por el contrario, está mayormente obligada, puesto que tiene que compensar, durante las horas que permanece en casa, la “desatención” a su familia con motivo de su actividad remunerada. Entonces tenemos la opresión que destaca Iris Marion Young (1990: 74), como desventaja e injusticia de alguna persona, o como impedimentos sistemáticos que sufren algunos grupos, pero no impuestos por algún poder tiránico, sino por las prácticas sociales cotidianas; se trata de una opresión que resulta de la práctica excluyente que los hombres ejercen sobre las mujeres en las actividades privilegiadas, por lo que la autorrealización de ellos se sustenta en el trabajo que las mujeres hacen. Tal orden implica también que tanto hombres como mujeres vean a estas últimas como encargadas de cuidarlos y de ocuparse de su vida personal (Young, 1990: 89, 90). -4- 1.1 PERCEPCIONES RESPECTO CORRESPONDEN A LAS MUJERES. DE LAS ACTIVIDADES QUE Como ya se adelantó, la asignación de roles sociales, públicos para hombres privados para mujeres, implica división sexual del trabajo: atribución de lo que corresponde hacer a cada quien de acuerdo a su género, lo cual redunda en la preeminencia que hombres y mujeres dan a sus actividades “propias”, repercutiendo en la forma en que se emplea el tiempo, lo cual desaventaja a las mujeres en tanto ocupan gran parte de éste en actividades domésticas, sobrecargándolas de trabajo cuando también desempeñan labores remuneradas, y restringiéndolas en oportunidades para estudiar, capacitarse y desempeñar empleos que demanden mayor responsabilidad, pues por lógica estos últimos requieren más tiempo, del cual disponen los hombres en tanto su actividad primordial asignada es el sostenimiento familiar, de donde resulta que las mujeres se vean oprimidas por esta distribución práctica de funciones, en desventaja para lograr desarrollo profesional o laboral, tanto en el sentido de que desisten o se ven impedidas para ese mejoramiento, como en el sentido de que pasan por mayores dificultades y sacrificios para ello en relación con los varones. 1.1.1 GÉNERO. El concepto toral de la opresión hacia la mujer es el género; Jill K. Conway, en su artículo “El concepto de género” publicado en el año 2000, destaca que en los años cincuenta, Talcott Parsons y la mayoría de los estudiosos, sostenían que los papeles de género tenían fundamento biológico, y que el proceso de modernización había logrado racionalizar la asignación de estos papeles; esto es, que Parsons entendía por racionalización la definición de papeles de género con base en las funciones económicas y sexuales; así, en el mundo moderno el matrimonio y la familia funcionaban con base en los vínculos de apoyo mutuo tanto económicos como afectivos, la capacidad del hombre para el trabajo instrumental (público, productivo o gerencial) se complementaba con la habilidad de la mujer para manejar los aspectos emocionales de la vida familiar -5- y la crianza de los hijos; las variaciones se tomaban como desviaciones; como esa complementación dio buenos resultados, se asumió como connatural a la sociedad, sin posibilidad de ser de modo distinto. En sentido contrario, Conway nos dice que Mead planteó que los conceptos de género eran culturales y no biológicos, pudiendo, por consecuencia lógica, variar entre una sociedad u otra. Ésta fue finalmente la teoría aceptada, que ha estado en constantemente perfeccionamiento. Ahora, para Guillerot: [El género] [r]efiere diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres por razones políticas, sociales y culturales. Estas diferencias se manifiestan por los roles (reproductivo, productivo y de gestión comunitaria) que cada uno desempeña en la sociedad, las responsabilidades, conocimiento local, necesidades, prioridades relacionadas con el acceso, manejo, uso y control de los recursos. Se construye a partir de comportamientos aprendidos y no innatos. Las características de género son construcciones socioculturales que varían a través de la época, la cultura y el lugar; se refieren a los rasgos psicológicos y culturales que la sociedad atribuye, a cada uno, de lo que se considera “masculino” o “femenino”. Define la posición que asumen mujeres y hombres en relación a unas y otros y la forma en que construyen su identidad. (Guillerot, 2009: 31). A su vez, en el estudio Discriminación por Género en el ámbito empresarial, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Antón y Peña, 2010: 18), se define al género como un estratificador social, por lo que las diferencias entre hombres y mujeres permiten determinar si éstos, materialmente, son iguales ante la ley, si tienen igualdad de oportunidades, incluso, en remuneración a su trabajo y acceso a capital humano y recursos productivos que posibilitan tales oportunidades, e igualdad de participación en los procesos de desarrollo y democracia. Así, el género no queda únicamente como un ejercicio teórico, sino que debe entenderse como el criterio a través del cual podemos analizar las estructuras o relaciones de poder entre hombres y mujeres, en determinado ámbito, para detectar la desigualdad estructural o desventaja femenina, y por ende, el impacto diferenciado que resienten las mujeres con respecto a los varones, permitiendo identificar o diseñar modelos de solución de tal inequidad, implementarlos y evaluarlos, también bajo la misma óptica; esto es el enfoque o -6- perspectiva de género, en tanto “herramienta de análisis teórico-metodológica” (Guillerot, 2009: 31), que permite ver la realidad e intervenir en ella, con el fin de equilibrar la oportunidad de hombres y mujeres para el acceso a los recursos, los servicios y el ejercicio de derechos. En tal sentido, este estudio se aboca a la situación laboral de las mujeres, precisamente, con un enfoque de género, que nos permitirá detectar la desventaja en que se ubican para el acceso a empleos así como a oportunidades de mejoramiento, a partir de la división del trabajo por género, que implica que, cuando la mujer trabaja remuneradamente, deba atender tanto esta actividad como las que, por práctica inveterada, realiza en el cuidado del hogar. 1.1.2 DIVISIÓN DEL TRABAJO POR GÉNERO. La mujer decide salir a trabajar tanto por efecto de asumirse como sujeto de derechos humanos, como por la necesidad de cooperar para, o de sostener a su familia por sí misma. Sin embargo, esa salida de la mujer al mercado laboral, netamente público, se ve afectada porque la división tradicional del trabajo por género subsiste, y entonces la mujer debe desempeñar, a la par de su actividad económica, la que en la práctica social se le atribuye al interior del hogar. De acuerdo con el estudio Discriminación por Género en el ámbito empresarial, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Antón García y Peña Cisneros, 2010: 20), en términos generales, existen tres roles de género: - Un rol productivo: actividades que se desarrollan en el ámbito público y que generan ingresos, reconocimiento, poder, autoridad y estatus. - Un rol reproductivo: delimitado a la reproducción de la sociedad, a las actividades que garanticen el bienestar y supervivencia de la familia, como lo son, la crianza y educación de hijos, alimentación, aseo, lavado de ropa; en sí, el cuidado de la casa; son actividades invisibles para la economía porque en ellas no se percibe ingreso alguno. -7- - Un rol de gestión comunitaria: actividades que se realizan en una comunidad para asegurar la reproducción familiar; se asumen voluntariamente con el fin de promover o precisamente, gestionar, servicios públicos y de bienestar para la comunidad. En sí, el punto medular de esta división de funciones es la asignación del trabajo reproductivo a la mujer y del productivo al hombre; la mujer cuida a sus hijos, su esposo, a sus propios padres y otras personas o familiares que lo requieran, y el hombre sale a trabajar para proveer lo necesario para la subsistencia de todos ellos; de acuerdo al estudio practicado en América Latina, Trabajo y Familia: Hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social, de la Organización Internacional del Trabajo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –en adelante OIT/PNUD- (OIT/PNUD, 2009: 46), esa fue la lógica de la vida familiar durante la mayor parte del siglo XX, era un modelo tradicional de familia, en el que se tenía por cierto que el hombre contaría con actividad laboral de por vida y de tiempo completo, y que la mujer permanecería la mayor parte del tiempo en la casa, concentrada en el cuidado de su familia, la cual, generalmente era biparental, un matrimonio estable, en el que la mujer no pensaba siquiera tener una existencia económicamente independiente, pues el hecho cierto era que su subsistencia y protección social estaban garantizadas a través de su cónyuge. El estudio también aborda los cambios económicos y sociales en América Latina que han alterado este modelo familiar o lo han sustituido por otros, disminuyendo los hogares extendidos –familias numerosas en las que conviven padres y abuelos– y aumentando los monoparentales, por lo que ya no se cuenta, en la mayoría, con alguna persona dedicada exclusivamente al cuidado y tareas reproductivas. Asimismo, el mercado laboral ahora se caracteriza por la inseguridad y la informalidad, por lo que, a efecto de no perderlo, los trabajadores tienen menos control sobre sus jornadas; a su vez, las mujeres también han optado por estudiar más años y aspiran ya a la autonomía, a ya no depender del trabajo y aspiraciones de un esposo (OIT/PNUD, 2009: 46). -8- En medio de tales condiciones, las mujeres en número creciente asumen trabajos remunerados, sea para ayudar al cónyuge con el sostenimiento del hogar, o asumiendo totalmente la función, por ausencia o desempleo de la pareja, o simplemente por necesidad de independencia, por consiguiente, el modelo de división del trabajo por género se altera con relación a ellas en el sentido de que ya no se dedican exclusivamente al hogar, sino que ahora realizan tanto trabajo de producción como de reproducción, y ello redunda en una sobrecarga, tanto si la mujer vive sola como cuando tiene alguna pareja hombre, pues en este último supuesto no se exime a la mujer de las tareas domésticas ni se trata de distribuirlas, pues persiste la práctica de que el hombre se dedique exclusivamente al trabajo de producción bajo la idea de la mejor aptitud de la mujer para las labores de cuidado; el concepto hombre trabajador de tiempo completo y con familia a cargo, refuerza la percepción que tienen los hombres de sí mismos como proveedores más que como cuidadores, por ello se centran en aporte económico y de seguridad social, y los derechos relativos al cuidado –licencias por nacimiento de hijos, servicios de atención infantil– se asocian al trabajo de las mujeres, por ello, la mayoría de los hombres se consideran eximidos de tareas domésticas, de crianza o cuidado de adultos mayores, y por consecuencia, no consideran la posibilidad de compatibilizar su trabajo productivo con tales menesteres, como sí se espera de las mujeres (OIT/PNUD, 2009: 71); los varones, salvo excepciones, no tienen intención de compartir las labores de cuidado. Asimismo, la división del trabajo por género trasciende al mercado laboral; OIT/PNUD (2009: 75, 76) han detectado que en América Latina las mujeres se concentran en empleos en las áreas de comercio y servicios comunales, sociales y personales, tales como la docencia, enfermería y trabajo doméstico, el autoempleo y el servicio doméstico, ya que ello implica hacer remuneradamente lo que las mujeres siempre han hecho en sus casas sin remuneración, en tanto que los hombres han tenido mayor oportunidad de desempeñarse en distintas ramas de trabajo; o sea, la división sexual del trabajo crea, a su vez, una segregación horizontal de la mujer. -9- Además, en el interior de los centros de trabajo se revela una segregación vertical, en la progresiva disminución de la presencia femenina en los cargos de mayor jerarquía: el porcentaje de mujeres en puestos directivos no supera el 20%, y se reduce hasta un 3% en cargos altamente estratégicos. Ello, según la investigación de aquellos organismos, se debe a los siguientes factores: • Menor conexión de la mujer profesional con las redes (principalmente masculinas) necesarias para progresar; • La creencia persistente de que una mujer casada es un riesgo para la empresa por sus obligaciones familiares, y; • Las dificultades para conciliar responsabilidades familiares y laborales, debido a que el perfil de los cargos directivos exige largas jornadas y la movilidad, situación que se presenta tanto en el sector privado como en el público, desalentando a las mujeres para tomar nuevas responsabilidades, o poniéndolas en situación de desventaja en relación con sus pares hombres, aunque académicamente estén en igualdad, o incluso, la mujer con mejor preparación. En tal sentido, se puede concluir que la división del trabajo por género afecta a las mujeres en su propia persona, al tener que solventar una sobrecarga de trabajo, y trasciende en el desempeño laboral. 2. USO DEL TIEMPO SEGÚN LA DIVISIÓN DEL TRABAJO POR GÉNERO. Partiendo de la idea de que la división del trabajo por género incide en perjuicio de la mujer económicamente activa, se han realizado estudios sobre uso de tiempo, con enfoque de género, los cuales constituyen importantes mecanismos de medición base para la visibilización del problema, y por consecuencia, para el diseño de medidas que permitan una distribución más equitativa. Así, en lo tocante a México, la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo 2009, del Instituto Nacional de las Mujeres (2009: 4), reveló esa incidencia negativa, ya que las mujeres dedican 47.7% de su tiempo al trabajo doméstico y a las actividades de cuidado a personas del hogar, ocupaciones que predominan en su vida cotidiana; el trabajo para el mercado y el uso de - 10 - medios ocupan 17.9 y 12.2% de su tiempo, respectivamente, en tanto que, para los hombres, el trabajo para el mercado ocupa la mayor parte de su tiempo semanal promedio (41.8%), en segundo término, los quehaceres domésticos y las actividades de cuidado con 17.0%, y, por último, el uso de medios masivos de comunicación (14.4%). Entonces, si las mujeres emplean mayor tiempo en su actividad “propia” de cuidado, 47.7%, y los hombres 41.8% en la productiva, contrastada además con el 17.9% que ellas emplean para labores remuneradas y el 17.0 que los hombres emplean para el hogar, ello refleja que ellos disponen de más tiempo para uso de medios masivos de comunicación, sea con fines recreativos, de estudio o capacitación. Según el análisis de Rebeca Salazar, Hilda Salazar y Maritza Rodríguez (2011: 17), las mujeres en México invierten en promedio 41 horas a la semana en trabajo no remunerado, 18 horas más que los hombres; las mujeres casadas o unidas son las que más tiempo invierten, por lo cual, sumando el trabajo remunerado con el no remunerado, las mujeres dedican 50 horas en promedio a la semana, y los hombres sólo 44.5 horas semanalmente. Como aspectos de esta acentuada división del trabajo por género, desaventajante para la mujer, la OIT y PNUD (2009: 48, 49) encontraron que la participación femenina en el mercado de trabajo aumenta, mientras la masculina disminuye; que no obstante las mujeres tengan mejores estudios, su inserción al trabajo sigue siendo menor, 25% en América Latina y el Caribe, a donde se constriñó el estudio; que una explicación de ello es que cuando el hombre concluye su educación, ingresa incondicionalmente a laborar y continúa haciéndolo hasta la edad cesante; mientras que la mujer, está condicionada por factores como la presencia de niños, niñas o personas mayores en el hogar, y el matrimonio, lo que determina una menor incorporación laboral; por ello se destaca también que las mujeres casadas tienen una tasa de participación laboral menor que las solteras, divorciadas o viudas. También se ha documentado que mientras fundar una familia y establecer una unión conyugal hace que los hombres aumenten su participación laboral, para las mujeres - 11 - disminuye, o sea, que las responsabilidades familiares actúan como barreras o desincentivos a la inserción laboral de las mujeres. Bajo tal perspectiva, aunque mujeres y hombres asumen labores de provisión de recursos económicos, no sucede lo mismo con las de cuidado, pues éstas se siguen asignando exclusiva, o mayoritariamente en el mejor de los casos, a las mujeres, lo que hace que sigan dedicando la mayor parte del tiempo al hogar, pero ahora sumado con el tiempo de trabajo foráneo, que hace que sus jornadas sean mayores que para los varones, más en las etapas de crianza de hijos. “Por otra parte, en materia de cuidados, las tareas de hombres y mujeres son diferentes así como lo ilustran los datos relativos a Uruguay (2007): los hombres se dedican a tareas menos rutinarias –jugar con sus hijos por ejemplo– mientras que las mujeres se encargan de las labores cotidianas relacionadas con la alimentación e higiene” (OIT PNUD, 2009: 66 a 69). La desigual distribución de las tareas del hogar y de cuidado desaventaja a la mujer en las remuneradas; así, en México, el 10% de ellas trabaja menos de 15 horas a la semana, frente a la proporción de hombres 3.8%; en cambio, en la jornada de 35 a 48 horas y en la de más de 48 horas semanales la proporción de hombres supera la de mujeres. Por ello, las mujeres deben optar por horarios compatibles con sus obligaciones familiares y domésticas; sólo las mujeres se preocupan y ocupan en llegar a esa armonización de responsabilidades (Salazar, Salazar y Rodríguez, 2011: 12). En síntesis, la desigual carga de trabajo por la exclusividad o preponderancia de las funciones familiares, desincentiva a las mujeres tanto para ingresar a laborar como para asumir funciones que requieran mayor responsabilidad, tiempo y movilización, por viajes o por cambio de residencia, aunque estén mejor retribuidas, así como para permanecer en el empleo; la mujer busca cubrir el aspecto de manutención de la familia, postergando, sino renunciando, a proyectos de realización profesional. En un sentido inverso, dadas las dificultades destacadas, es posible ver algunas mujeres que optan por un desarrollo personal renunciando a la vida familiar, como matrimonio o hijos. - 12 - 2.1 APOYO FAMILIAR/LABORAL. Tanto OIT/PNUD (2009) como Salazar, Salazar y Rodríguez (2011), estas últimas referidas en particular a México, coinciden en que la creciente inserción de la mujer en el mercado laboral no se ha acompañado del consiguiente cambio cultural-institucional, pues como se sigue sustentando en la figura de la familia clásica, en donde la mujer, o alguien, se dedica en exclusiva al cuidado del hogar, ni en éste ni en los centros de trabajo se han hecho ajustes que permitan mejor distribución de las cargas y oportunidades de desarrollo profesional de la mujer; a guisa de ejemplo, los horarios escolares y de servicios públicos son incompatibles con las familias en que todos los adultos trabajan remuneradamente; no se provee suficiente infraestructura y servicios de apoyo para cubrir las necesidades de niños, niñas y otras personas dependientes (OIT/PNUD, 2009: 66). Tales dificultades se han tratado de visibilizar como un problema público, y al efecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha acuñado conceptos que sirvan como punto de partida para la investigación, la toma de decisiones y medidas para la distribución equitativa de cargas laborales y, concomitantemente, mejoramiento de oportunidades para la realización personal de las mujeres; estos conceptos son los de responsabilidades familiares y parentalidad, con miras a la creación de políticas de conciliación entre el trabajo remunerado y el familiar, lo cual en México es incipiente, pues prevalece la creencia de que se trata de cuestiones personales de la mujer, y que ella debe resolver (Salazar, Salazar y Rodríguez, 2011: 6, 7, 8). Las responsabilidades familiares refieren las cargas que impiden a las trabajadoras el pleno ejercicio del derecho al empleo, provocan su discriminación y obstaculizan su acceso y permanencia en el mercado laboral; el concepto de parentalidad se refiere a la necesidad de mayor involucramiento de los hombres y mayor participación laboral de las mujeres mediante el cuidado compartido de los familiares que así lo requieran (Salazar, Salazar y Rodríguez, 2011: 7, 8). - 13 - Aunque existen guarderías como apoyo para las madres trabajadoras en el cuidado de sus hijos, tales establecimientos son insuficientes a la demanda; el servicio, lo prestan en el sector público, el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado y la Secretaría de Desarrollo Social, que a junio de 2011 sumaban 10 941 estancias que atendían a alrededor de 530 462 niños y niñas, en tanto que según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2011, el 80% de las mujeres ocupadas no tienen acceso a guarderías, aproximadamente un 95.9% de las mujeres del sector primario; lo que debe sumarse al hecho de que no toda la población tiene acceso a guarderías privadas (Salazar, Salazar y Rodríguez, 2011: 16). A la vez, tampoco debe perderse de vista que muchas mujeres se hacen cargo de sus padres adultos mayores, o de otros familiares, y para su cuidado no cuentan con apoyos suficientes, ni en el seno de la familia ni de instituciones públicas, incluyendo, el Poder Judicial de la Federación, situación que se agrava cuando los dependientes cursan alguna enfermedad degenerativa o incapacitante, lo que también incrementa la disyuntiva entre atender los deberes familiares y atender una mayor responsabilidad laboral. No se puede dejar de mencionar el apoyo que las madres, los padres o algún pariente brinda a las mujeres en el cuidado de los hijos, pero dado que dichas personas tienen también sus propias actividades, o simplemente por la edad, en el caso de los abuelos, el apoyo se limita a la jornada laboral, lo que redunda en que la mujer busque un trabajo accesible en ese aspecto, y no se ocupe de actividades extras que pudieran permitirle un mejoramiento. Una opción de apoyo es el trabajo doméstico remunerado, pero sólo está disponible para trabajadoras de mayores ingresos, que son las menos; a la vez, la mayor accesibilidad a la educación para los sectores sociales que generalmente cubrían estas actividades, disminuye el número de personas que desean ocuparse en el servicio doméstico. En otro aspecto, el fenómeno de inseguridad creciente en México genera también que las familias se abstengan de contratar este servicio, ante el riesgo que implica que la persona de apoyo esté en casa y en contacto con ellas, conociendo las actividades e información, - 14 - para la eventual comisión de delitos como robos o, incluso, secuestros; por lo tanto, el servicio doméstico remunerado tampoco es un apoyo suficiente ni eficiente. A la par, el trabajo doméstico de la mujer, dado que no se remunera, constituye un subsidio de género, porque sólo es a cargo de ella, sin costo en la producción de bienes y servicios que de otro modo debería suministrar el Estado; lo definen como un ahorro en gastos de salud, cuidado de niños y niñas y personas de la tercera edad, y como elemento desaventajante en la inserción laboral de las mujeres y en el logro de su autonomía económica (Salazar, Salazar y Rodríguez, 2011: 18, 19). Así las cosas, tenemos que aun y cuando ya se está tratando de tomar en cuenta la desigual y desaventajante carga de trabajo de las mujeres, no se han implementado aún medidas atinentes a contrarrestarla, puesto que generalmente ni los hombres que comparten con ellas el hogar, ni los empleadores, ni aun instituciones públicas, contemplan como una cuestión necesaria brindar apoyo a la mujer para que tenga mejor distribución de su tiempo y mejore su situación personal, laboral y profesional; no podemos hablar, en general, de verdaderos y eficaces apoyos al trabajo de la mujer; en consecuencia, la menor disponibilidad de tiempo y falta de apoyos dificulta cubrir las responsabilidades que implica el ascenso o desarrollo profesional, y al ser prácticamente las encargadas del cuidado familiar, éste les impide a las mujeres o les limita la libre movilidad, ya sea para realizar viajes de trabajo, puesto que están ante el problema de necesitar a alguien confiable que se encargue de la familia durante en esos trayectos, y si se trata de cambiar de residencia, deben también considerar el bienestar de hijos, esposo o padres, antes de tomar una decisión, en razón de que ineludiblemente deben llevarlos consigo, y estas limitaciones se tornan factores de autoexclusión laboral - 15 - 3. MUJERES EN EL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN-CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL. Tenemos entonces claro, con los datos y conceptos ya expuestos, que la división del trabajo por género en la cual se asigna preponderantemente la función reproductiva a las mujeres, sin que existan o sean pocos apoyos familiares, laborales e institucionales, genera sobrecarga de trabajo que juega como factor inhibitorio del desempeño productivo; así, aquí se tratará de explicar que esa situación permea también al Poder Judicial de la Federación, en donde si bien existen mujeres servidoras públicas y no hay normatividad excluyente en razón del género, la proporción de ellas disminuye en relación con los puestos de alto nivel, juezas y magistradas, y ello con el fin de destacar la necesidad de que esa circunstancia de desventaja se tome como problema institucional, y que por lo tanto, resulta indispensable implementar medidas que permitan facilitar y acelerar el ascenso de las mujeres a esos cargos, pues sin dejar de lado que el cambio de esa estructura desaventajante requiere un cambio social, mental y de prácticas, que ameritaría la implementación de medidas de mayor impacto y duración, el fin de este estudio es únicamente contrarrestar la sobrecarga de trabajo en lo que concierne a acortar la diferencia entre el número de hombres y mujeres juzgadores, incluso, lograr la igualdad. 3.1 DISPARIDAD EN EL NÚMERO DE HOMBRES Y MUJERES JUECES DE DISTRITO Y MAGISTRADOS DE CIRCUITO. Podemos entender que en México, en el Poder Judicial de la Federación, correspondiente a Juzgados de Distrito y Tribunales de Circuito que están bajo la supervisión del Consejo de la Judicatura Federal, auxiliado en materia de concursos de oposición por el Instituto de la Judicatura Federal Escuela Judicial, con exclusión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación1, existe 1 La Suprema Corte de Justicia de la Nación se rige por su propia normatividad, de acuerdo al párrafo segundo del artículo 94 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que dice: “La administración, vigilancia y disciplina del Poder Judicial de la Federación, con excepción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estarán a cargo del Consejo de la Judicatura Federal en los términos que, conforme a las bases que señala esta Constitución, establezcan las leyes” - 16 - discriminación vertical, en tanto que muy pocas mujeres ascienden a los cargos de juezas o magistradas, lo que en sí podemos identificar como desigualdad de género, en tanto la sobrecarga de trabajo que pesa en las mujeres las desanima para concursar, persistiendo una mayoría masculina, puesto que la titularidad de aquéllos órganos implica la responsabilidad tanto de la función jurisdiccional, con creciente carga de trabajo, como de la atención del personal y del buen estado del inmueble, y lógicamente, implica la necesidad de dedicar mucho más tiempo al trabajo, además de que, en la mayoría de los casos es inminente el cambio de lugar de residencia. En efecto, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicó el estudio Mujeres y hombres en México 2011, con la finalidad de “brinda[r] un panorama de la situación actual de las mujeres, en relación con la de los hombres, en las esferas de la vida social, económica y política, a partir de información estadística que permite identificar los principales aspectos donde se observan las principales desigualdades, así como los principales logros alcanzados”, en donde determinó que, de cada diez puestos de Ministros, Magistrados y Jueces, sólo dos son ocupados por mujeres, y lo ilustra con el siguiente cuadro estadístico: CUADRO 1. COMPOSICIÓN DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN 2011 (NÚMEROS ABSOLUTOS Y PORCENTAJE). - 17 - Situación que persistió para 2013. CUADRO 2. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS FUNCIONARIOS DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN POR TIPO DE INSTITUCIÓN SEGÚN SEXO 2013 (PORCENTAJES). CARGO HOMBRES MUJERES Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación 78.3% 21.7% Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito 79.1% 20.9% Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación 81.8% 18.2% Consejo de la Judicatura Federal todos sus integrantes son hombres 100% 0% Fuente: Elaboración propia con datos expuestos en el estudio Mujeres y hombres en México 2013 (INEGI). Estos datos se complementan con los relativos al número de aspirantes que se inscriben en los concursos para acceder a las categorías de juez y magistrado, donde predominan, por mucho, los varones; para ilustración, en el decimoctavo concurso interno de oposición para la designación de jueces de Distrito de competencia mixta, iniciado en febrero de 2013, de 1431 participantes inscritos y admitidos, aproximadamente 327 fueron mujeres; finalmente, de los 70 vencedores a quienes se designó en el cargo de juez, 12 fueron mujeres 2, aproximadamente un 17%. La explicación de esta desigualdad de género radica en que la sobrecarga que sufre la mujer al atender preponderantemente el cuidado del hogar a la vez que su actividad profesional, limita el tiempo que debería tener disponible para 2 LISTA de vencedores en el decimoctavo concurso interno de oposición para la designación de Jueces en Juzgado de Distrito de Competencia Mixta, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 4 de julio de 2013. - 18 - estudiar, asistir a cursos, dedicarse a nuevas funciones, aunado a que no le deja margen para cambiar inmediatamente de residencia. Al respecto, la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica (2013), detectó como causas de la autoexclusión de sus servidoras públicas en los concursos para la magistratura, titular o suplente, las siguientes: CUADRO 3. ASPECTOS QUE INCIDEN EN LAS POSIBILIDADES DE QUE LAS MUJERES SE POSTULEN PARA MAGISTRATURAS SUPLENTES, DIRECCIÓN GENERAL DEL ORGANISMO DE INVESTIGACIÓN JUDICIAL, JEFATURA DE DEFENSA PÚBLICA, FISCALÍA GENERAL (NÚMERO DE PERSONAS Y PORCENTAJE QUE REPRESENTAN DE LAS ENTREVISTADAS). Relativo Absoluto Responsabilidades familiares 192 15,40% Jornadas laborarles excesivas y poco flexibles 138 11,07% Requisitos académicos 89 7,14% Oportunidades de capacitación Cultura institucional Puntaje carrera profesional La necesidad de viajar o desplazarse Falta de ambición profesional Bajo apoyo de la jefatura o superiores Relaciones laborales limitadas o redes de contactos Falta de apoyo de la pareja Resistencia de quienes deciden sobre esos puestos para nombrar mujeres. Es mucha la competencia Otro Total 91 112 86 91 34 96 77 50 122 7,30% 8,98% 6,90% 7,30% 2,73% 7,70% 6,17% 4,01% 9,78% 56 13 1247 4,49% 1,04% 100% Fuente: Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, Estudio de opinión acerca de las razones por la cuales las mujeres no concursan en puestos de magistratura suplente, Fiscalía General, Dirección del Organismo de Investigación Judicial y Defensa Pública. Por su parte, Humanas (2007: 31), en Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú, encontró que las razones que explican la ausencia o poca participación de las mujeres en las instancias superiores de la magistratura, se basan en el rol que se les asigna en la familia y la maternidad, destacándose que algunas áreas y cargos requieren mayor tiempo que las mujeres no disponen por sus responsabilidades domésticas, sumado a que los concursos se perciben como espacios de competencia, situación supuestamente poco - 19 - valorada por las mujeres porque se considera que prefieren el compromiso en el trabajo más que el ascenso en la jerarquía; también se detectó falta de confianza y seguridad en las mujeres para concursar. En lo tocante a México, Julio Bustillos (2011: 26, 27) observó que si bien el establecimiento de la carrera judicial en el Poder Judicial de la Federación, en reformas legales de 1994-1995, fue un incentivo para que más mujeres ascendieran a los cargos de juezas y magistradas, y que casi una década después las mujeres juzgadoras representaban casi la cuarta parte, esa proporción se ha mantenido hasta el 2010, es decir, que en esta última década la tasa en el número de mujeres juzgadoras se detuvo, lo cual estima como indicativo de que no se incrementará en el futuro inmediato, muy probablemente, aprecia el autor, debido a la movilidad geográfica a que en muchas ocasiones se deben sujetar los juzgadores, que para las mujeres se convierte en un obstáculo mayor que para el sexo masculino, al estar a cargo, preponderantemente, del cuidado familiar. Entonces, con tal información podemos aseverar que la desventaja de la mujer para ascender en el Poder Judicial es un problema de desigualdad por género, principalmente, por cargas familiares que los servidores públicos varones no tienen, acentuada por la falta de apoyos institucionales y familiares que precisamente se basan en la asignación sexual del trabajo. 3.2 PROCEDIMIENTOS PARA SELECCIÓN TITULARES DE ÓRGANOS JURISDICCIONALES. Y ADSCRIPCIÓN DE Como lo califica Bustillo (2011: 27), tenemos un “sistema escalafonario formal del Poder Judicial, que valora de manera considerable la aptitud y desarrollo profesional”; así, la selección de Jueces de Distrito se regula por el ACUERDO General 6/2013 del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, que establece el procedimiento y lineamientos generales para acceder al cargo de Juez de Distrito, mediante concursos internos de oposición; para los Magistrados, está el ACUERDO General 30/2013 del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, - 20 - que establece el procedimiento y lineamientos generales para acceder al cargo de Magistrado de Circuito, mediante concursos internos de oposición. El primero, en su artículo 2 determina que el perfil del Juez se conforma con los rasgos particulares que lo caracterizan, vinculados con los principios de I. Objetividad, II. Imparcialidad, III. Independencia, IV. Profesionalismo y V. Excelencia. El futuro juez federal debe ser justo, atento a la equidad y bien común; conocedor de las normas éticas de su función; con vocación de servicio; con cultura general y que conozca los principios generales del derecho, la jurisprudencia aplicable, la doctrina, los tratados internacionales, las técnicas de argumentación, el razonamiento lógico jurídico, el lenguaje oral y escrito, además de contar con capacidad para la toma de decisiones. En su artículo 3, los requisitos que los aspirantes deben reunir al momento de la inscripción al concurso, son antigüedad de cuando menos cinco años en la carrera judicial, en una o más de las categorías señaladas en las fracciones III a IX del artículo 110 de la Ley; conocimientos en materia jurídica para aplicar e interpretar la ley, con objetividad, profesionalismo e imparcialidad; experiencia y preparación en la función jurisdiccional, y los que establecen los artículos 108 y 113, párrafo segundo de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación: Artículo 108.- Para ser designado juez de distrito se requiere ser ciudadano mexicano por nacimiento, que no se adquiera otra nacionalidad, estar en pleno ejercicio de sus derechos, ser mayor de treinta años, contar con título de licenciado en derecho expedido legalmente, un mínimo de cinco años de ejercicio profesional, gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito intencional con sanción privativa de libertad mayor de un año (…). Artículo 113.- (…) En los concursos internos de oposición para la plaza de magistrados de circuito, únicamente podrán participar los jueces de distrito y los Magistrados de Salas Regionales del Tribunal Electoral, y para los concursos de plaza de juez de distrito, quienes se encuentren en las categorías señaladas en las fracciones III a IX del artículo 110 de esta ley. De acuerdo al artículo 7, los concursos internos de oposición constarán de dos etapas que permitan evaluar los conocimientos de los participantes en materia - 21 - jurídica y su experiencia en la función jurisdiccional, la cuales son: primera, solución de un cuestionario escrito, segunda, solución de un caso práctico y realización de un examen oral y público. El artículo 52 establece cómo se califica a los participantes Artículo 52. A continuación, requerirán del Presidente de la Comisión el envío del sobre cerrado a que se refiere el artículo 35, párrafo segundo de este Acuerdo, que contiene las calificaciones obtenidas en los casos prácticos, y determinará la calificación final obtenida en el concurso por los participantes, que resultará de la suma que corresponda de los puntos obtenidos en la etapa de oposición, a saber, caso práctico y examen oral, así como de la puntuación de la evaluación de los factores del desempeño judicial a que se refiere el párrafo segundo de la fracción III del artículo 114 de la Ley. La calificación final del concurso se expresará en puntos, dentro de una escala de 0 a 100. Cuando el número de aspirantes con calificación final de ochenta puntos o más rebase el número de plazas sujetas a concurso, el propio Jurado, con fundamento en el artículo 114, fracción III, párrafo segundo, de la Ley, considerará, para efectos de desempate, la antigüedad de cada participante en cada una de las categorías que integran la carrera judicial. En el supuesto de que subsista el empate, el Jurado para desempatar procederá de la forma siguiente: I. En primer lugar, tomará en cuenta la más alta calificación de las evaluaciones que hayan obtenido los aspirantes en la etapa de oposición (promedio del caso práctico y del examen oral); II. En segundo lugar, atenderá a la máxima puntuación de dos de los elementos que integran los factores del desempeño judicial, en el siguiente orden de prelación: carrera judicial y, de ser el caso, la antigüedad en el Poder Judicial de la Federación; y III. En tercer lugar, aplicará acciones afirmativas en materia de equidad. La calificación final se obtendrá sumando la asignada a cada concursante en cada una de las etapas, en los porcentajes a que se refiere el artículo 8 de este Acuerdo. Los concursantes que no alcancen la calificación mínima de ochenta puntos o más, no podrán ser designados en el cargo de juez de Distrito. Si no se alcanza a cubrir el número de plazas sujetas a concurso, se hará sólo la designación de las que correspondan, conforme al número de vencedores que hayan obtenido la calificación mínima requerida. Los vencedores recibirán el nombramiento de juez de Distrito, para iniciar funciones en la fecha en que el Pleno determine, previa la protesta constitucional (artículo 57 del Acuerdo) . En cuanto a los Magistrados de Circuito, en forma similar, el artículo 2 del Acuerdo relativo establece que el perfil del magistrado se conforma con los - 22 - rasgos particulares que lo caracterizan, vinculados con las virtudes judiciales: I. Objetividad, II. Imparcialidad, III. Independencia, IV. Profesionalismo, y V. Excelencia; requiriendo igualmente, justicia, ética, sentido del bien común,; conocimientos de normas y principios de derecho, argumentación y capacidad de tomar decisiones. Los requisitos se señalan en el numeral 3, a saber, los que establecen los artículos 106 y 113, párrafo segundo, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación: ser ciudadano mexicano por nacimiento, que no se adquiera otra nacionalidad y estar en pleno goce y ejercicio de derechos civiles y políticos; más de treinta y cinco años de edad, buena reputación, no haber sido condenado por delito intencional con sanción privativa de la libertad mayor de un año; título de licenciado en derecho y práctica profesional de cuando menos cinco años; aunados a experiencia de seis años en el ejercicio de la función de juez o de magistrado Electoral, considerados como razonables en el sistema de carrera judicial para que el aspirante reúna las condiciones de idoneidad y suficiencia para desempeñar la función, preparación y adecuado desempeño. Conforme al numeral 7 los concursos internos de oposición constarán de dos etapas, primera, solución de un cuestionario escrito, segunda, solución de un caso práctico y realización de un examen oral y público. La calificación es de la siguiente manera: Artículo 52. A continuación, el Presidente del Jurado solicitará al Presidente de la Comisión el envío del sobre cerrado a que se refiere el artículo 35, párrafo segundo, de este Acuerdo, que contiene las calificaciones obtenidas en los casos prácticos, y determinará la calificación final obtenida en el concurso por los participantes, que resultará de la suma que corresponda de los puntos obtenidos en la etapa de oposición, a saber, caso práctico y examen oral, así como de la puntuación de la evaluación de los factores del desempeño judicial a que se refiere el párrafo segundo de la fracción III del artículo 114 de la Ley. La calificación final del concurso se expresará en puntos, dentro de una escala de 0 a 100. Cuando el número de aspirantes con calificación final de ochenta puntos o más rebase el número de plazas sujetas a concurso, el propio Jurado, con fundamento en el artículo 114, fracción III, párrafo segundo de la Ley, considerará, para efectos de desempate, la antigüedad de cada participante en las categorías de juez de Distrito o magistrado Electoral. - 23 - En el supuesto de que subsista el empate, el Jurado para desempatar procederá de la forma siguiente: I. En primer lugar, tomará en cuenta la más alta calificación de las evaluaciones que hayan obtenido los aspirantes en la etapa de oposición (promedio del caso práctico y del examen oral); II. En segundo lugar, atenderá a la máxima puntuación de dos de los elementos que integran los factores del desempeño judicial, que en su orden serán: la carrera judicial y, de ser el caso, la antigüedad en el Poder Judicial de la Federación; y III. En tercer lugar, aplicará acciones afirmativas en materia de equidad. La calificación final se obtendrá sumando la asignada a cada concursante en cada una de las etapas, en los porcentajes a que se refiere el artículo 8 de este Acuerdo. Los concursantes que no alcancen la calificación mínima de ochenta puntos o más, no podrán ser designados en el cargo de magistrado de Circuito. Si no se alcanza a cubrir el número de plazas sujetas a concurso, se hará sólo la designación de las que correspondan, conforme al número de vencedores que hayan obtenido la calificación mínima requerida. Finalmente, el numeral 56 señala que, a los declarados vencedores y designados magistrados de Circuito, se les expedirá el nombramiento respectivo a partir de la fecha en que el Pleno del Consejo de la Judicatura Federal determine el inicio de sus funciones en la adscripción que se les asigne, previa la protesta constitucional. Por cuanto a la adscripción y readscripción de los titulares, la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación la regula en sus numerales 118 a 120, en complemento con el ACUERDO General del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, que reglamenta la carrera judicial y las condiciones de los funcionarios judiciales, artículos 22 a 43. El numeral 118 establece que, el Pleno del Consejo de la Judicatura Federal determina la adscripción de los jueces y magistrados; su readscripción obedece a las necesidades del servicio y a causa suficiente y fundada; sólo en los casos en que sea posible, el Consejo emitirá bases para que los titulares elijan plaza y materia del órgano de adscripción. La ley y, en forma detallada el acuerdo mencionado, prevén que para la primera adscripción de los vencedores en los concursos de oposición, entre varias plazas vacantes, se toman en cuenta: I. Calificación obtenida; II. Cursos realizados en el Instituto de la Judicatura; III. Antigüedad en el Poder Judicial de - 24 - la Federación o la experiencia profesional; IV. Desempeño en el Poder Judicial, y V. Grado académico. Para cambios de adscripción, los elementos a considerar de acuerdo al artículo 120 de la ley son: I. Cursos de enseñanza y capacitación realizados en el Instituto de la Judicatura; II. Antigüedad en el Poder Judicial de la Federación; III. Grado académico; IV. Resultados de las visitas de inspección, y V. La disciplina y desarrollo profesional. El valor de cada elemento se determina en el Acuerdo General sobre carrera judicial y, en cada caso, deberá constar en las resoluciones del Consejo de la Judicatura Federal en que se acuerde un cambio de adscripción. Por su parte el Acuerdo aludido, en su numeral 39, establece que los requisitos para que los magistrados y jueces propongan la plaza y materia del órgano al cual soliciten su readscripción, son: I. Los criterios previstos por el artículo 120 de la ley ya citado; II. La solicitud de readscripción, que deberá presentarse por escrito, manifestando las razones por las que se solicita el cambio de adscripción; y III. Acreditamiento de antigüedad mínima de dos años en el órgano jurisdiccional al que se encuentre adscrito el solicitante, salvo los casos que exijan las necesidades del servicio, en los que el Pleno podrá exceptuar esta regla. En caso de igualdad de puntuación, el Consejo preferirá a aquel servidor público que, en ocasión anterior, hubiera sido readscrito por necesidades del servicio. Esta posibilidad de elección y solicitud procede cuando existan condiciones que el Consejo determinará, por ejemplo, existencia de plazas vacantes, por lo tanto, no es permanente. Como vemos, ni la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, ni los Acuerdos Generales que regulan los concursos de oposición y la carrera judicial, tienen limitación alguna para el ascenso de la servidoras públicas, formalmente no hay discriminación; igualmente, la adscripción y readscripción no ven sino a aspectos objetivos, principalmente, las necesidades del servicio y - 25 - los méritos académicos y laborales; sin embargo, tales normas inciden diferenciadamente en hombres y mujeres, de tal manera que aunque la carrera judicial esté al alcance de cualquier servidor público que cumpla con los requisitos enunciados, las mujeres no acceden en la misma proporción que los hombres, por lo cual, de los datos expuestos podemos concluir que tal “neutralidad” genera discriminación indirecta de las posibles aspirantes, ya que no tiene en cuenta su sobrecarga de trabajo, el limitado tiempo disponible para estudiar o preparar los exámenes o, el inminente cambio de residencia que se dificulta cuando la mujer tiene a cargo familiares o hijos, o cuando está casada; asimismo, la falta de apoyo, en relación con los concursantes hombres que destinan la mayor parte del tiempo al trabajo productivo y a su mejoramiento, con la posibilidad de quedar eximidos de otras actividades, por virtud de apoyo de su familia/pareja. La intención de la norma no es discriminar, pero sus efectos sí lo hacen, en razón de la especial situación de la mujer, lo que de la Torre identificó como discriminación indirecta (2006: 257), y que en la carrera judicial federal observó la Relatora Especial sobre la independencia de los magistrados y abogados, destacando: 9. Si bien el ingreso a la carrera judicial mediante concurso de oposición y exámenes escritos es bienvenido, preocupa a la Relatora Especial que el ingreso y ascenso de las mujeres en la carrera judicial sean obstaculizados por lo previsto en la normativa que asigna puntos, a menudo decisivos para la selección final, respecto a la participación en cursos de actualización y especialización dictados mayoritariamente por las tardes o noches, lo que dificulta la participación de funcionarias que son madres. Otro elemento de preocupación es la obligatoriedad de cambiar de adscripción al adquirir una nueva responsabilidad como jueza o magistrada, lo que limita su participación en los concursos de oposición. Aunque esto no puede ser considerado una discriminación de iure en el acceso a la carrera judicial, en cuanto efectivamente son seleccionadas las personas que obtienen el número más alto de puntos, sí lo es de facto, pues la asignación de puntos por la participación en cursos vespertinos o nocturnos penaliza en la práctica a las mujeres. (ONU, 2011: 5). Es de mencionar que los Acuerdos que regulan los concursos para las categorías de Juez de Distrito y Magistrado de Circuito, prevén la aplicación de acciones afirmativas en materia de equidad, como factor de desempate, pero sin que se explique en qué consisten y a quién se dirigen, por lo que no contrarrestan la discriminación indirecta en perjuicio de las mujeres. - 26 - Como señalara Bustillos, la objetividad de la carrera judicial no ha sido suficiente motivación para el ascenso de las mujeres, lo que nos hace reflexionar sobre un problema que subyace a la normatividad aplicable que provoca efectos ostensiblemente limitantes o autoexcluyentes para las mujeres, verticalmente discriminatorios, derivados, esencialmente, de la carga desigual de responsabilidades que tiene la mujer, en relación con los varones, al asignársele preponderantemente la función reproductiva, y que hace, en principio, que las mujeres opten por no concursar para ocupar los cargos de jueza o magistrada, pues es inminente el cambio de residencia; en otro aspecto, que carezcan de tiempo disponible para realizar cursos o posgrados que son factores que se califican para dicho ascenso o para la readscripción, y por último, que tampoco dispongan de tiempo para estudiar a efecto de preparar los exámenes en que consiste el concurso, por lo cual es necesario establecer medidas que contrarresten esa desventaja por sobrecarga de trabajo cuando concursan, la difícil movilidad y el poco o nulo apoyo familiar/institucional, para acelerar el ascenso de las mujeres incrementando su número en la titularidad de órganos de justicia; tales medidas, ya en forma concreta, pueden ser: concursos dirigidos exclusivamente para mujeres, concursos regionalizados, sea por el lugar de su celebración o por las plazas ubicadas en determinadas regiones y, eventualmente, licencias para que las servidoras públicas preparen los exámenes, cuya justificación es precisamente el objeto de este trabajo, con lo cual se garantizaría el derecho de las mujeres a participar en la vida pública, enfrentando las circunstancias que hacen que las normas las discriminen indirectamente a ellas en su ejercicio, por ser ciegas a la circunstancia que las desaventaja; medidas especiales temporales que recomendó adoptar la relatora de Naciones Unidas en su visita a México, en el “contexto cuasi-patriarcal y la prevalencia de determinadas convenciones sociales” que obstaculizan la carrera judicial de las mujeres en el Poder Judicial de la Federación (ONU, 2011: 5). - 27 - CAPÍTULO II Medidas de acción afirmativa dirigidas a la equidad de género en los Poderes Judiciales. Ya se expuso cómo la distribución del trabajo por género provoca una desigual carga de trabajo para las mujeres, que se constituye en factor de desventaja para el ascenso profesional, en lo que aquí interesa, para los cargos de jueza y magistrada, no obstante que, la normatividad aplicable a los procedimientos de selección y adscripción no excluye a las mujeres, ya que va dirigida a cualquier servidor público que cumpla los requisitos académicos y laborales establecidos, pero las discrimina indirectamente. En ese contexto, internacionalmente se ha reconocido a la mujer como sujeto pleno de derechos humanos, que por razón de género sufre discriminación y desventaja y, a efecto de erradicar tal opresión y hacer efectivo el ejercicio de aquéllos, los Estados han asumido frente a sus pares el compromiso de tomar medidas adecuadas para igualar las oportunidades de las mujeres en el acceso a servicios, recursos, desarrollo personal y profesional, e intervención en la vida pública de sus países, lo cual se abordará en este capítulo, destacando las medidas para contrarrestar la desventaja estructural, en lo que corresponde a la igualación o mejoramiento de sus oportunidades de ascenso en la carrera judicial, en algunos países, en los que se ha tomado tal cuestión como un asunto de derechos humanos a resolver institucionalmente, dejando de lado la idea de que es un asunto del ámbito privado. 1. DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES. Las mujeres, como encargadas del trabajo reproductivo, habían quedado confinadas al ámbito privado; sus derechos como reflejo de los que corresponden al esposo y a la familia; ésta, como único ámbito posible de satisfacer las necesidades afectivas; la dedicación exclusiva de las mujeres en la crianza de los hijos, al ser las “capacitadas” para ello; los hombres como - 28 - encargados exclusivos del trabajo económico y de la política y, la familia como espacio privado, en el que el Estado no debe intervenir; esto último de vital importancia, puesto que el poder de disciplina había recaído en el padre, y los problemas de familia quedaban en familia y así, la violencia contra mujeres y niños era invisible, les asistían nulos o pocos derechos; sin embargo, esta estructura de vida empezó a cuestionarse en el siglo veinte por los diversos movimientos feministas: liberales, culturales, radicales, socialistas y feministas críticas (Jaramillo, 2008: 267-269), por hacer referencia de ellos, dado que no es materia de este estudio. Ello visibilizó la situación real de la mujer en desventaja, y detonó los reclamos de reconocimiento de derechos, pues aun y cuando los ordenamientos no excluían a la mujer, las prácticas sociales y políticas sí, por lo que fue necesario emitir instrumentos específicos de reconocimiento y protección de los derechos humanos de las mujeres, para proscribir la discriminación y la violencia de que habitualmente son sujetos. 1.1 COMPROMISOS Y ACCIONES ESTATALES PARA IGUALAR LAS OPORTUNIDADES DE LAS MUJERES EN EL TRABAJO. Siguiendo a Patricia Palacios (2006: 30, 31) sobre los diversos instrumentos que, en principio, definen la discriminación, tenemos el Convenio Sobre la Discriminación (Empleo y Ocupación) Nº 111 de la Organización Internacional del Trabajo, de 1958, importante, por el tema que se aborda en este estudio, que en su numeral 1 a) establece: “A los efectos de este Convenio, el término ‘discriminación’ comprende: a) Cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación”. En 1979 surge la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), que en su artículo 1.1 define: A los efectos de la presente Convención la expresión ‘discriminación contra la mujer’ denotará toda distinción, exclusión, o restricción basada en el sexo que tenga por objeto - 29 - o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera. Se reconoce aquí, el derecho de la mujer a conducirse sin discriminación, tanto en la esfera pública como privada, destacando la primera, que ahora nos interesa, que siempre le había estado prohibida; para ello, los artículos 4.1 y 7 b), obligan a los Estados parte, entre ellos México, a adoptar medidas especiales de carácter temporal, encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la mujer; medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la vida política y pública del país, garantizando en igualdad de condiciones con los hombres, el derecho a ocupar cargos públicos y ejercer todas las funciones públicas en todos los planos gubernamentales; el artículo 11, establece la igualdad de oportunidades de empleo, derecho a la formación y capacitación, igualdad en criterios de selección y todos los derechos laborales, entre ellos, el de ascenso. En tal sentido, reconocido el derecho a intervenir y desarrollarse en el ámbito económico y político que, veíamos, era exclusivo de hombres, surgen otros ordenamientos como respuesta a las condiciones de hecho que impiden ejercerlo, y que afectan diferenciadamente a las mujeres. Así, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha abordado el tema laboral con perspectiva de género; atento a la evolución que ello ha tenido, se identifican tres etapas en el reconocimiento y protección de derechos laborales de las mujeres; en principio, se pretendió proteger a la mujer en su capacidad reproductiva y respecto de condiciones inadecuadas, luego se atendió a la “igualdad de oportunidades y no discriminación”, haciendo hincapié tanto en la igualdad ante la ley como en la igualdad real de oportunidades, trato y resultados; más recientemente, se introduce la noción “trabajadores de ambos sexos con responsabilidades familiares”, que implica una tercera etapa en el tratamiento de la igualdad de género en el trabajo, reconociendo la necesidad de revisar la distribución del productivo y del reproductivo en la sociedad, como - 30 - factor de desventaja de las mujeres (PNUD/OIT, 2009: 24, 25), como enseguida se esquematiza: CUADRO 4. ETAPAS EN EL RECONOCIMIENTO Y PROTECCIÓN DE DERECHOS LABORALES DE LA MUJER RECONOCIMIENTO DE IGUALDAD DE IGUALDAD DE GÉNERO LAS DIFERENCIAS OPORTUNIDADES Y NO EN EL TRABAJO MUJER/HOMBRE DISCRIMINACIÓN “TRABAJADORES DE AMBOS SEXOS CON RESPONSABILIDADES FAMILIARES” Convenio 3 sobre Convenio 183 y la Recomendación 123 sobre protección de la Recomendación 191 empleo de las mujeres con maternidad responsabilidades familiares Convenio 103 sobre Convenio 156 protección de la maternidad y Recomendación 95 Convenio 183 y la Recomendación 165 Recomendación 191 Plataforma de Acción de Beijing Declaración de los Objetivos del Milenio (ODM) Fuente: elaboración propia, con datos obtenidos del estudio Trabajo y Familia: Hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social (PNUD/OIT, 2009). En efecto, está el Convenio 3 sobre protección de la maternidad, revisado en 1952, en que se aprobó el Convenio 103, con la Recomendación 95, que reconoce la maternidad como bien jurídico tutelado y amplía la protección a todas las mujeres en labores industriales, no industriales y agrícolas, y a las ocupadas en el trabajo doméstico y en el trabajo asalariado. Resultado de nueva revisión del convenio 3, en el 2000 surge el Convenio 183 y la Recomendación 191, extensivo a todas las mujeres empleadas, con dos objetivos destacados: proteger la salud de las mujeres y del producto durante el embarazo y la lactancia y, protegerlas contra la discriminación laboral por su condición de madres, como medios para garantizar la igualdad de oportunidades y de trato para hombres y mujeres que trabajan, abarcando las dos primeras etapas del reconocimiento de derechos laborales. - 31 - En 1965 se aprobó la Recomendación 123 sobre empleo de las mujeres con responsabilidades familiares, pero sólo proponía mecanismos de apoyo sin ver a las causas de desigualdad. En 1981, surge el Convenio 156 y la Recomendación 165, influido por el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (1975-1985), incentivando políticas que beneficiaran a hombres y mujeres para lograr una distribución más igualitaria de las responsabilidades familiares, que no fueran obstáculo o constituyeran una fuente de discriminación. La Plataforma de Acción, adoptada por unanimidad entre 189 delegaciones oficiales participantes en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, contiene 362 párrafos, en los cuales se sugieren medidas o acciones para lograr el adelanto de las mujeres; en el 26 se estableció: Promover la independencia económica de la mujer, incluido su empleo, y erradicar la carga persistente y cada vez mayor de la pobreza que recae sobre las mujeres, combatiendo las causas estructurales de esta pobreza mediante cambios en las estructuras económicas, garantizando la igualdad de acceso a todas las mujeres, incluidas las de las zonas rurales, como agentes vitales del desarrollo, a los recursos productivos, oportunidades y servicios públicos. En la Declaración de los Objetivos del Milenio (ODM), suscrita por 189 países en septiembre de 2000, en su párrafo 20 se compromete a los Estados a promover igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer. Ya en la región, la X Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, Quito 2007, abordó la contribución de las mujeres a la economía y la protección social, especialmente en relación con el trabajo no remunerado, y se reconoció la necesidad de que los Estados asuman la reproducción social, el cuidado y el bienestar de la población (PNUD/OIT, 2009: 25-27, 32). Como se ve, está en la agenda internacional igualar las oportunidades de la mujer en el trabajo, tanto para su ingreso, como para su permanencia y ascenso, por lo que es deber de los Estados tomar las medidas que así lo garanticen, las cuales, si bien tienen el mismo trasfondo, la desventaja femenina, deben determinarse de acuerdo al ámbito en que se aplicarán, aunque en la esencia sean similares, puesto que, de acuerdo a CEDAW, deben - 32 - ser idóneas para acelerar la igualdad de facto de hombres y mujeres, y asegurar la participación de estas últimas en la vida pública. 1.2 MEDIDAS AFIRMATIVAS DIRIGIDAS A LA EQUIDAD DE GÉNERO. Tenemos ya la certeza de que la mujer es parte de un grupo desaventajado en el desempeño de trabajo remunerado, por lo cual, el Estado, en cumplimiento a sus compromisos nacional e internacionalmente asumidos en materia de derechos humanos, debe tomar medidas para compensar esa desventaja y lograr igualar las oportunidades laborales de la mujer, lo que se pretende obtener, como lo especifica CEDAW, con medidas temporales acelerantes de la desaparición de la discriminación que impera sobre ella en el ámbito público, ¿pero, a qué pueda referirse la convención con tales medidas?, ¿pueden justificarse socialmente, en particular, frente a los varones?. Para ello, sabemos que la discriminación consiste en un trato diferenciado sin que exista motivo objetivo y razonable, sea ese trato en la ley o en el actuar de las personas; sin embargo, hay la posibilidad de que tanto en la norma como en los hechos no se haga distinción alguna, por ejemplo, como veíamos en capítulo precedente, la normatividad relativa no prohíbe que mujeres, como tales, asciendan a los cargos de juzgadoras, y sólo se atiende para su selección, a los méritos laborales y académicos que se ponderan igualmente para hombres y para mujeres, pero, vemos que tales procedimientos no surten iguales efectos para unos y otros, no existe la misma afluencia en los concursos de oposición y, finalmente, es mínimo el número de mujeres que son designadas para el cargo; el objetivo de la norma es la igualdad de oportunidades para ambos sexos, al no prever privilegios o limitaciones para alguno, pero no se cumple, dada una situación ajena a ella, que provoca gran desproporción en el número de mujeres y hombres juzgadores. Aquí la norma y los procedimientos, en sí mismos no son discriminatorios, pero en sus efectos sí lo son, pues en forma diferenciada restringen el ejercicio del derecho de las mujeres para ocupar esos cargos; esto es lo que se ha llamado - 33 - discriminación indirecta, dado que el trato igualitario es insuficiente para evitar la exclusión en la sociedad (Palacios, 2006: 39). Así, el principio de igualdad implica acciones del Estado para que, quienes se encuentran en desventaja o marginados en el goce de sus derechos, logren hacerlo en las mismas condiciones que los demás; son esfuerzos especiales, por lo que esta aplicación del principio en sí es un trato igual a los iguales, y desigual a los desiguales, que se logra a través de medidas especiales. (Palacios, 2006: 40). Aquí entonces vemos que, el Estado debe actuar para mitigar esos efectos diferenciados de la norma, que se deben a una situación de desventaja de determinado grupo, como en el caso lo son las mujeres, justificándose así un trato preferencial hacia ellas. Carlos de la Torre Martínez (2006: 256, 257), refiere como uno de los grados de protección de las cláusulas de no discriminación, la integración de elementos jurídicos que proyecten ese derecho a la consecución de igualdad sustancial o de oportunidades, y que esos elementos pueden ser: acciones positivas a favor de ciertos grupos que, debido a su contexto de marginación o discriminación histórica, carecen de iguales oportunidades para ejercer sus derechos; integración de una obligación específica del Estado de promover condiciones para hacer real y efectiva la igualdad o, un mandato al Estado de proteger a los grupos más débiles. Sobre el mismo tópico, Roberto P. Saba (2008: 703-740) distingue entre igualdad como no discriminación e igualdad como no sometimiento. Indica que existen categorías sospechosas, que implican trato desigual, tales como sexo, nacionalidad, edad, etcétera; que esas categorías nos pueden servir para identificar y proscribir un trato desigual irrazonable, lo que nos llevaría a la igualdad como no discriminación; pero en otro aspecto, tales categorías nos pueden llevar a un trato desigual, pero con miras a desmantelar situaciones de desigualdad estructural, para favorecer a grupos vulnerables y - 34 - sistemáticamente excluidos, y estaríamos ante la igualdad como no sometimiento, del grupo en desventaja frente al que no lo está y al Estado. [E]l principio de no discriminación (o de razonabilidad, o de relación medio-fin), lejos de ser incorrecto, es relevante sólo si se presume que se dan ciertas condiciones de igualdad de oportunidades y de no sometimiento de algunos grupos (en el sentido de trato desigual grupal histórico, sistemático y, por ello, estructural). Si no se dan estas condiciones, el principio de no discriminación “llega tarde” y puede ser un excelente instrumento, a menudo utilizado sin conciencia de sus efectos, perpetuador y reforzador de aquellas prácticas que generan situaciones de desigualdad estructural. (Saba, 2008: 704, 705). Así, para el desarrollo de acciones afirmativas, a decir del autor, se requiere: 1. aceptar la existencia de un grupo como entidad individualizable, por ejemplo, mujeres, ancianos, discapacitados; 2. identificar ámbitos de desarrollo autónomo de las personas que integran ese grupo, y 3. que el grupo haya o sea excluido de alguno o alguno de esos ámbitos por un tiempo considerable, de modo que su situación de sometimiento se perpetúe, cristalice y naturalice. Con base en ello, define a las acciones afirmativas así: Las acciones afirmativas, de discriminación positiva o inversa, implican entonces la implementación de tratos diferentes entre las personas sobre la base de criterios habitualmente reconocidos como irrazonables (en el sentido de no funcionales en lo que se refiere a la relación del medio con el fin), pero que se encuentran autorizados constitucionalmente porque persiguen el efecto de desmantelar una situación de exclusión y segregación que se contradice con la idea de igualdad como no sometimiento. (Saba, 2008: 734). Y concluye, para justificar los tratos diferenciados, a partir de entender las categorías sospechosas como expresión del principio de no sometimiento: [E]sos criterios [las categorías sospechosas vistas desde el principio de no discriminación] tienen una aspiración de universalidad que afecta simétricamente a todas las personas que entren dentro de la clasificación, pero niega la existencia de clases sojuzgadas… En este sentido, estamos obligados, en primer lugar, a determinar cuáles son los grupos sojuzgados, sometidos, sistemáticamente excluidos o víctimas de tratos desiguales estructurales, para luego establecer que serán sospechosos todos aquellos criterios que contribuyan a perpetuar la situación de desigualdad estructural de esos grupos. Aquellos criterios que fueran irrazonables, pero no fueran una contribución a la perpetuación de la situación de sometimiento y que, por el contrario, sirvieran para realizar tratos diferentes tendientes a desmantelar esas situaciones de desigualdad estructural, no sólo no serían sospechosos, sino que ni siquiera serían ilegítimos. (Saba, 2008: 738). Así, vemos que Saba justifica el trato diferenciado, mediante acciones afirmativas, siempre que sea idóneo para revertir o, al menos compensar, la - 35 - desventaja estructural, el sometimiento, del grupo que nos interese, en el caso, las mujeres, en el ascenso en la carrera judicial. Por su parte, Bayefsky (1990: 11), afirma que “el hecho de no tomar en cuenta diferencias pertinentes o bien el otorgamiento de un trato idéntico a personas desiguales es tan discriminatorio como tratar a personas iguales de manera diferente”, y así, ella habla de acción afirmativa, pero como aspectos de la definición de la igualdad o no discriminación, distinguiendo los programas de acción afirmativa, denominados en el campo internacional como medidas especiales o medidas especiales de protección, y la acción afirmativa, en el sentido de ser positiva, del Estado, y al efecto concluye que: - Las medidas especiales o acciones afirmativas son coherentes con la igualdad o no discriminación siempre que se apliquen con consentimiento de los miembros del grupo; tengan finalidad de lograr la igualdad; son temporales en tanto se alcanza dicha igualdad, por lo que no pueden ser permanentes para mantener estándares desiguales o separados. - Las medidas positivas estatales, la acción afirmativa o trato preferencial, son a veces necesarias para que el Estado pueda cumplir con la obligación de respetar la igualdad. - Las medidas positivas del Estado pueden también aplicarse para eliminar los impedimentos de igualdad provenientes de terceros particulares. (Bayefsky, 1990: 33). Para acotar, las medidas positivas del Estado, son aquellas para lograr la igualdad pero que no corresponden a programas de acción afirmativa o trato preferencial, por ello se infiere que serán permanentes; asimismo, Bayefsky considera que el Estado también debe actuar cuando la discriminación provenga de particulares, pero como consecuencia de su obligación asumida de proteger los derechos humanos contra la injerencia ilícita de otros. - 36 - Atento a los conceptos expuestos es de concluir que, la cláusula de no discriminación, entendida como la prohibición de trato desigual que, sin razón objetiva impide el pleno ejercicio de derechos, es insuficiente para garantizar la igualdad, puesto que es ciega a las desventajas que impiden el goce de los derechos, por lo que es necesario acudir, subsidiariamente, a la cláusula de no sometimiento, a que hace referencia explícita Saba y, tácitamente, Bayekfsky y de la Torre, con la cual podemos ver que, aun y cuando no se dé un tratamiento diferente, existen especiales condiciones que impiden que determinadas personas, integrantes de grupos, ejerzan sus derechos; la diferenciación no está en la norma o en el trato, sino en los propios destinatarios, o en su ámbito de acción. Ilustrado ya en el caso del ascenso de las mujeres en la carrera judicial, tenemos que, ni la ley, ni los acuerdos generales ni los institutos encargados de los concursos de oposición, contienen disposiciones o ejercen actos que discriminen a las mujeres como tales, entendemos que están en igualdad con los participantes varones; sin embargo, son pocas las que concursan y, por lógica, resultan vencedoras. Entonces, la norma y el trato no discriminatorios invisibilizan una situación fáctica o social que impide a las mujeres ejercer sus derechos en igual forma que sus pares masculinos, de ahí entonces que, tengamos que acudir al no sometimiento, esto es, a la identificación de la situación que genera desventaja en relación con el grupo de los hombres, que produce la poca participación femenina, para, con base en ello, elegir y justificar las acciones que permitan eliminar o subsanar el sometimiento, o sea, igualar la condiciones de ejercicio de derechos. Así, la no discriminación, dado que implica no diferenciación, no tiene cabida para las acciones especiales que sí implican un trato desigual, pues sería un contrasentido; caso contrario, el no sometimiento, dado que parte de una situación de desventaja o desigualdad, sí permite ese trato diferenciado, ventajoso, a efecto de igualar las oportunidades de grupos que se encuentran - 37 - en condiciones fácticas o culturales distintas; aquí la desigualdad justifica el trato desigual. Entonces, el fundamento de las acciones afirmativas, resulta ser el principio de igualdad como no sometimiento, y no tanto la igualdad como no discriminación. Ya en lo que nos atañe, la situación de desventaja de la mujer en el ámbito laboral, Bayefsky cita las recomendaciones que el Comité de la CEDAW ha hecho para la implementación de medidas especiales (1990: 27), entre ellas, la Recomendación General número 5, que dice: Tomando en cuenta que...sigue existiendo la necesidad de que se tomen disposiciones para aplicar plenamente la Convención introduciendo medidas tendentes a promover de facto la igualdad entre el hombre y la mujer,…Recomienda que los Estados Partes hagan mayor uso de medidas especiales de carácter temporal como la acción positiva, el trato preferencial o los sistemas de cupos para que la mujer se integre en la educación, la economía, la política y el empleo. Como se puede ver, el Estado debe tomar medidas que vean a igualar o mejorar las oportunidades de la mujer en el empleo y su ascenso, y que a largo plazo, dada la temporalidad que la CEDAW establece, tales medidas deben cumplir con el fin de eliminar la desigualdad, sea por sí mismas o, tal vez unidas a otras medidas más agresivas o transformadoras, que de suyo, requerirían mayor plazo para concretar su cometido, puesto que verían a cambiar la raíz del problema, pero ello escapa a la materia de este estudio; en lo que sí lo es, las medidas afirmativas partirán de la base de desventaja o sometimiento de las mujeres en determinado ámbito, como lo es, la carrera judicial, y por lo tanto deben dirigirse a desmantelar, compensar o combatir las situaciones estructurales que generan esa desventaja, como lo es, según lo expuesto, la sobrecarga de trabajo, integrada por su desempeño tanto en labores reproductivas como productivas, en menoscabo de estas últimas. Por lo tanto, compete a cada organismo adoptar las medidas afirmativas que mejor puedan funcionar en su contexto, público, privado y, en lo que nos atañe, a la particular organización y estilo laboral de los Poderes Judiciales, en tanto prestadores del servicio público de justicia, al interior de su estructura, y no - 38 - solamente reflejado en el producto, que son las sentencias, buscando que más mujeres sean quienes las emitan. 2. COMPROMISOS Y ACCIONES CON PERSPECTIVA DE GÉNERO PARA LA CONFORMACIÓN DE LOS PODERES JUDICIALES. En el orden de ideas expuesto, reconocidos que fueron los derechos humanos de las mujeres en su amplitud, y reconocida también la situación de desventaja estructural en que se encuentran y que les impide el ejercicio libre y pleno de esos derechos, se determinó la necesidad de aplicar medidas especiales para compensar esa desventaja y mejorar las condiciones laborales y económicas, en aras a igualar sus oportunidades en relación con los hombres, lo cual ha redundado en la implementación de diversas medidas o estrategias, al seno de los Poderes Judiciales, para mejorar las oportunidades de sus servidoras públicas en el ascenso y ocupación de los cargos de juzgadoras. Así, se expondrá como muestra, lo realizado en España, El Salvador y Costa Rica; el primero, como país Europeo, y en una época metrópoli del nuestro, por lo que existen puntos de coincidencia o similitudes culturales entre ambos, y que según los datos que publica, ha logrado disminuir la diferencia en el número de sus juzgadores y juzgadoras. Para tener referentes latinoamericanos, está Costa Rica, que aun y cuando es un país pequeño, se ha observado que su Poder Judicial realiza diversas acciones para mejorar la calidad de sus servicios: cuenta con programas de capacitación para sus servidores públicos, ya tiene implementado el sistema de juicios orales, tiene sistemas de gestión para mejor interacción con la ciudadanía, los estudiantes, niños, y no solamente con los profesionales del derecho, y en materia de equidad de género, también ya ejerce acciones, llamando la atención el completo estudio/diagnóstico sobre la carrera judicial en dicho país, a cargo de la doctora Doris Arias Madrigal, siendo pocos los trabajos sobre este aspecto en América Latina; por lo cual, se estima adecuado citarlo como ejemplo de la asunción de compromisos. - 39 - En la misma tónica está El Salvador; es un país caracterizado por conflictos internos en largos periodos, y no tener un buena situación económica; por ello, es referente de que, a pesar de tales problemáticas, ha asumido como público el problema de la desventaja estructural de sus servidoras públicas, en la carrera judicial, y ha empezado a tomar medidas para erradicar esa desigualdad; esto es, el Poder Judicial ha asumido responsabilidad en problemas de interés social, como la equidad a favor de las mujeres en su desempeño como integrantes de la judicatura3. Al respecto, el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, en lo sucesivo OIG (2013: 9), enfatiza que el desarrollo está directamente relacionado con el avance de las mujeres en la vida pública y privada, y en la región, aunque el Poder judicial es un ámbito predominantemente masculino, en la última década se ha incrementado la participación de las mujeres en los altos tribunales, de un promedio de 10% en 2001 hasta 22,6% en 2011, teniendo como promedio regional 23%, siendo que nuestros países muestra figuran entre los destacados, El Salvador con 33% y Costa Rica con 35%, en tanto México, aun y cuando se ha caracterizado por su liderazgo, no aparece en esta categoría, ya que su porcentaje es de 18% de mujeres integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (OIG, 2013: 34, 35), lo que nos lleva a pensar que, en aquellos países, el objetivo de lograr la equidad de género en la conformación de los Poderes Judiciales, como compromiso institucional, está permeando desde el más alto nivel a los inferiores, y que por virtud de ese efecto simbólico pueda ser asumido y aceptado por todos los integrantes para mejorar las oportunidades de las mujeres en su ascenso en la carrera judicial; el razonamiento es sencillo: si en 3 Sobre esta actitud de compromiso asumida frente a los problemas sociales, cabe mencionar, como mera referencia, que el Poder Judicial salvadoreño cuenta con la Unidad de Medio Ambiente de la Corte Suprema de Justicia, con el objetivo de “Contribuir a la aplicación correcta de la normativa relacionada con el medio ambiente, a fin de concienciar, investigar y divulgar lo fundamental de la materia, de acuerdo con las necesidades del País” y la función de “Brindar asesoría y asistencia técnica en materia de medio ambiente a los tribunales y dependencias del Estado; así como organizar y desarrollar actividades que contribuyan a la conservación y protección de los recursos naturales”. - 40 - las Cortes Supremas tenemos más mujeres, ¿qué razón habría para que ello no sea así en los demás cargos de titularidad de órganos jurisdiccionales?. A mayor abundamiento, cabe destacar que durante el primer Encuentro de Magistradas de Cortes y Tribunales Superiores de Justicia, de donde surgió el Plan “Por una Justicia de Género 2001-2005”, las delegaciones de Costa Rica y El Salvador propusieron emprender acciones en la capacitación de los recursos humanos del Poder Judicial, y en la evaluación y modernización de la carrera judicial, comprometiéndose a realizar un proceso de depuración (Arias: 104). Ante tal orden de ideas, si bien todos los países de la región han firmado y ratificado la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, no lo ha sido respecto de su Protocolo Facultativo de 1999; entre los países que lo firmaron y ratificaron están Costa Rica y México, en tanto el Salvador no lo ha ratificado; sin embargo, como veremos, estos países se están ocupando de la equidad de género en sus poderes judiciales, en tanto el nuestro, ha postergado ese compromiso inherente a la convención y protocolo mencionados, por lo que aquellos Estados se destacan como muestras de avance en el tema (OIG, 2013: 36), siendo la idea a resaltar que, aun en situaciones económicas, sociales y culturales diversas, los Poderes Judiciales se han orientado a problemas públicos, en lo que interesa, la equidad de género, toman medidas para cumplir, en el ámbito de su competencia, con los compromisos en materia de derechos humanos suscritos por los Estados de que forman parte, hecho que por sí solo, se estima motivo para destacar. Para efecto del estudio comparativo de las medidas adoptadas, la sistemática a seguir será, determinar la dependencia o instancia, si la hay en los poderes judiciales, encargada de planificar la institucionalización de la equidad de género; las actividades u objetivos que se le encomendó realizar a ese efecto; las políticas o medidas específicas en materia de igualdad que hubieran adoptado y, si tales medidas ya están en práctica y si han incidido en la carrera judicial a favor de las mujeres - 41 - 2.1 ESPAÑA. Este país es muestra de igualación de oportunidades; para ello, siguió un proceso gradual: se constituyó una Comisión de Igualdad del Consejo General del Poder Judicial de España, por Acuerdo del Pleno de 25 de abril de 2007, en cumplimiento al artículo 136 bis de la Ley Orgánica 6/1985, de 21 de Julio del Poder Judicial, y la Ley Orgánica de Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres 3/2007, de 22 de marzo; se compone de 5 Vocales elegidos anualmente por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial, por mayoría de 3 a 5, atendiendo al principio de presencia equilibrada de mujeres y hombres, y está presidida por uno de sus miembros. A dicha comisión se encargó, ex profeso, hacer estudios con perspectiva de género sobre el ingreso y ascenso en la carrera jurisdiccional, para establecer medidas atinentes al logro de equilibrar el número de hombres y mujeres juzgadores. La Comisión determinó la necesidad de ordenar los objetivos y actividades idóneos para alcanzar la igualdad en la carrera judicial, elaborando informes previos sobre impacto de género de los reglamentos, de lo que derivó el Plan de Igualdad de la Carrera Judicial, compuesto de 11 Ejes, que son: I. Acceso a la carrera judicial, II. Promoción profesional de la carrera judicial, III. Formación profesional y sensibilización, IV. Conciliación, V. Seguridad y salud en el trabajo VI. Lenguaje no sexista, VII. Retribuciones, VIII. Actuación inspectora, IX. Relaciones internacionales, X. Nuevas tecnologías y XI. Información y participación; su objetivo general, “Promover la igualdad real de hombres y mujeres dentro de la Carrera Judicial inspirado en el principio de presencia equilibrada; y combatir todas las manifestaciones subsistentes de discriminación, removiendo obstáculos y estereotipos sociales, a través de la Comisión de Igualdad del CGPJ”. - 42 - Entre 2007 y 2012, se desarrollaron las siguientes actividades o medidas específicas: da la actividad del Consejo. datos e inclusión de indicadores de género para visibilizar ambos sexos en el análisis de las actividades de la Carrera Judicial. impacto del acuerdo del Pleno de 17 de enero de 2007 sobre “Criterios para el uso de un lenguaje administrativo no sexista” distribuido a la carrera judicial. Lograr la implantación y normalización de los criterios no discriminatorios o no sexistas en el lenguaje interno y externo del CGPJ. Normas mínimas para evitar la discriminación de la mujer en el lenguaje administrativo del CGPJ”. por el Consejo General del Poder Judicial. distintas categorías judiciales. Análisis de los nombramientos discrecionales y puestos de responsabilidades gubernativas o de gestión. Actividades destinadas a identificar y remover el déficit de presencia equilibrada entre mujeres y hombres en la participación de actividades organizadas por el Consejo. de 2011 que establece: “1.- Aprobar, como criterio interpretativo para la adopción de los acuerdos que corresponda, que en la aplicación de las fórmulas de distribución de las retribuciones variables, y de conformidad con la jurisprudencia del Tribunal Supremo, habrá de valorarse el rendimiento real de cada miembro de la Carrera Judicial, siendo dicho rendimiento el que resulte de los períodos en que, de modo efectivo se desarrolle la labor jurisdiccional, excluyéndose de dicho cómputo los períodos de disfrute legal de licencias y - 43 - permisos relacionados con el embarazo y la maternidad y, con carácter general, los relativos a la conciliación de la vida personal y familiar. 2.- Encomendar a la Comisión de Estudios e Informes el análisis de otros posibles supuestos a los que deba aplicarse criterio interpretativo similar, debiendo -en su caso formular a tal efecto la correspondiente propuesta ante el Pleno.” Adaptación del Plan Concilia a la Carrera Judicial. Informes a los recursos de Alzada en materia de Conciliación de la vida personal y laboral. Estudio e informe al Reglamento de Carrera Judicial, en aquellos aspectos relativos a la conciliación. Profundización en medidas de corresponsabilidad: elevación de propuestas al Pleno para reformar algunos artículos del Reglamento de Carrera Judicial. Consejo General del Poder Judicial. ntes, directoras, coordinadoras, de cursos de formación. elaboración de propuestas de mejora. informe de impacto de género a los presupuestos presentados por cada Servicio del Consejo General del Poder Judicial. l de Formación Continua, ningún sexo puede superar el 60% de las direcciones de los cursos ni ser inferior al 40%. - 44 - los cursos del Plan Estatal la igualdad como principio transversal. laboral. materia de Igualdad, a través de la elaboración de varias investigaciones, entre ellas, “Estudio sobre la aplicación de la LO 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres”. contenido de los ejercicios y las normas complementarias que han de regir la oposición para el acceso a las Carreras Judicial y Fiscal. sociológicos, un estudio sobre los factores que influyen en el bajo número de solicitudes de mujeres para ocupar puestos en los órganos gubernativos o de discrecionales. En lo atinente a la Promoción profesional de la Carrera Judicial, conformada por el conjunto de oportunidades y expectativas de progreso profesional, con base en los principios de igualdad de mérito y capacidad, relativas al nombramiento de cargos discrecionales, selección para la realización de actividades formativas, en actividades internacionales, etcétera, se debe asegurar en la composición de las ternas, la participación equilibrada en los términos indicados por la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, de 60 a 40%. Entre las actividades para cumplir ello, están, la promoción de la remoción del déficit de presencia equilibrada de mujeres en esos cargos, e impulsar y desarrollar políticas que favorezcan la promoción de las mujeres con méritos y capacidad en los procesos de nombramiento de cargos gubernativos de la Carrera Judicial y Magistradas del Tribunal Supremo, a la vez, garantizar que no se tome en consideración, ni directamente ni indirectamente para efectos de valorar el rendimiento, como circunstancia - 45 - negativa para la promoción profesional, el uso de derechos de conciliación, aunque impliquen excedencia. De lo anterior se puede concluir, que España estableció como objetivo específico la paridad entre hombres y mujeres en la titularidad de órganos jurisdiccionales, no sólo genérico somo igualdad de oportunidades, tomando como medidas para incrementar el número de juzgadoras, las cuotas de género así como políticas de conciliación entre las actividades laborales y familiares, como puede observarse en los diversos acuerdos publicados en su página electrónica<<http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Igualdad_de_Genero/A cuerdos_sobre_igualdad>>; ve más que a una medida temporal, a medidas permanentes que han requerido un proceso de obtención de información, planeación, aplicación y evaluación, que han tenido el efecto de paridad deseado, pues en 2013, según datos proporcionados por el Poder Judicial, la 63 Promoción de la carrera judicial se integró por 145 mujeres y 86 hombres, consolidando proporción mayoritaria de ellas, en 63 por ciento (Poder Judicial de España: 2013). 2.2 EL SALVADOR. La Corte Suprema de Justicia de El Salvador (CSJS) cuenta con la Unidad de Género, como Unidad Asesora especializada en el área de los derechos humanos de las mujeres; a partir del 15 de junio de 2006, por Acuerdo de Corte Plena, máxima autoridad del Órgano Judicial, se instituyó la Comisión de Género, ente rector del quehacer técnico organizacional de la unidad, para la incorporación del enfoque de género en el referido Órgano del Estado. La unidad tiene como objetivos, además de incorporar la perspectiva de género por cuanto a la prestación del servicio de impartición de justicia, “[i]ntegrar el enfoque de equidad de género en la estructura organizacional del Órgano Judicial, tanto en el plano de la cultura como en el del clima organizacional, así como en las estrategias de recursos humanos en sus diferentes ámbitos”. - 46 - A ese efecto, según el informe de la Coordinadora de Unidad de Género (CSJS, 2009), a través de un proceso participativo de diciembre de 2007 a diciembre de 2008, se logró elaborar, preparar y validar los siguientes documentos: Política Institucional de Equidad de Género (PIEG) Plan de Acción 2009 – 2013 Plan Estratégico de la Unidad de Género 2009 - 2013 Agotando las distintas etapas que fueron: Etapa 1: Aprobación de la estrategia (bases conceptuales y metodológicas). Etapa 2: Diagnóstico preliminar sobre las necesidades y oportunidades. Etapa 3: Política Institucional de Equidad de Género (PIEG). Etapas 4, 5 y 6: Plan de Acción 2009 – 2013. Etapa 7: Plan Estratégico de la Unidad de Género 2009 - 2013 Se llevaron a cabo talleres para el diagnóstico preliminar de género de la institución, logrando identificar los principales problemas para formular las estrategias para enfrentarlos; asimismo, se contó con apoyo de entidades de cooperación internacional. La política tiene los siguientes apartados: 1. Contexto y diagnóstico institucional, 2. Marco conceptual, 3. Marco legal, 4. Marco institucional, 5. Principios y criterios de orientación, 6. Objetivos, 7. Lineamientos de Política, 8. Áreas de actuación, 9. Estrategia para la ejecución y 10. Sistema de monitoreo y evaluación. Ya dentro de sus Lineamientos Estratégicos de Política, destaca el número 3. Elaborar e implementar directrices laborales que reduzcan la segmentación ocupacional por sexo, que estatuye: El apropiado balance de género en las diferentes unidades organizacionales y áreas de trabajo en el Órgano Judicial, se considera como un criterio general positivo, que podrá ser cambiado únicamente cuando así sea valorado y no influenciado por una inercia influida por los roles tradicionales que la sociedad asigna a mujeres y hombres. Un balance realizado a partir de criterios de idoneidad y proporcionalidad que preserven la - 47 - equidad de género e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en todas las dependencias institucionales. (Política: 20). La Política de Equidad de Género se planea a largo plazo, revisándose cada diez años, su aplicación se realizará mediante Planes de Acción de mediano plazo, con vigencia de cinco años, viendo entonces a una transformación de fondo, integrando criterios de género en las Políticas de Recursos Humanos, no prevé acciones acelerantes de la igualdad; para la consulta se puede ingresar a la página de la Unidad de Género, en la dirección electrónica <<http://www.csj.gob.sv/genero/genero_01.html>>. En el mismo tenor, el plan de acción 2009-2013 tiene como objetivos específicos: 1. Integrar mediante acciones estratégicas el enfoque de equidad de género en el desarrollo organizacional, tanto en el plano de la cultura como en el del clima organizacional, así como en el proceso de presupuestación y en las estrategias de recursos humanos en sus diferentes ámbitos, y 2. Implementar, mediante acciones estratégicas, la perspectiva de equidad de género en la prestación de los diversos servicios de calidad de administración de justicia, facilitando el acceso de usuarios y usuarias; por ello, se reitera, El Salvador tiende a la transformación, más que a la aceleración para la implementación de la equidad de género. Como dato importante sobre el compromiso en esta materia, según datos del Observatorio Laboral de ORMUSA, la cantidad de jueces y juezas miembros de la Judicatura en El Salvador, según el diagnóstico 2007 de la Unidad de Género, aumentó de 534 en 1997 a 652 en 2007, de donde la cantidad de jueces hombres pasó de 344 a 361, o sea, aumentó en 5%, mientras que la cantidad de mujeres pasó de 190 a 291, incrementándose en un 53.2%. 2.3 COSTA RICA. En este país, el Poder Judicial cuenta con la Comisión de Género, con la Secretaría Técnica de Género del Poder Judicial de la República de Costa Rica, así como con Comités de Género. - 48 - Se puede ver en la información que obra en la página electrónica <<http://www.poder-judicial.go.cr/genero/>>, que atendiendo a que en el primer Encuentro de Magistradas de América Latina y el Caribe Por una Justicia de Género, celebrado en ese país en 2001, se acordó: “Promover la incorporación e institucionalización de la perspectiva de género en la administración de la justicia”, e incorporarla en los programas de modernización y reforma de los poderes judiciales, por acuerdo de la Corte Plena del 2 de abril del 2001, se creó la Comisión de Género de la Corte Suprema de Justicia, encargada de “...diseñar una política integral que homogenice la perspectiva de género en el Poder Judicial y articule los servicios existentes para la atención de violaciones a derechos derivados de la condición de género de las personas...”. A la vez, se creó la Secretaría Técnica de Género, en sesión Nº 48-2002 del Consejo Superior, celebrada el 4 de julio del 2002, artículo XXXII, con función de promover, orientar, fortalecer y monitorear los procesos de cambio para impulsar una política de género transversal en la organización interna del Poder Judicial y en el servicio brindado; también se establecieron los Comités de Género, que existen y actúan en cada circuito judicial; su objetivo es realizar acciones, vigilar y contribuir a que la política de equidad de género se concrete en ese ámbito, trabajando coordinadamente con la Secretaría Técnica de Género “para que el quehacer institucional, en lo interno y en lo externo, contribuya a la eliminación de las brechas de género entre mujeres y hombres”. Esto es, la estrategia de género no se concreta a un órgano central, sino que se previó su implementación regionalizada como medio de mejor eficacia, ya que los comités actúan en coordinación con la Secretaría Técnica, integrados de manera voluntaria por personal de las diferentes oficinas del Poder Judicial, sin exclusión alguna, lo que implica el involucramiento del personal que, por ende, racionaliza e institucionaliza la perspectiva de género. Se tiene la “Declaración de la Política de Equidad de Género” “Equidad de género: una política, un compromiso, una práctica”, que fija como fines, respecto a los recursos humanos de la institución, garantizar el mismo derecho - 49 - a mujeres y hombres a optar por puestos de judicatura, el acceso a todos los puestos de la administración de justicia, y a la carrera judicial sin discriminaciones de género; garantizar la igualdad de oportunidades a los y las servidoras judiciales en todas las políticas, reconocimiento de incentivos y sistemas de ascenso, revisando y recomendando los puntajes establecidos en la carrera judicial, de manera que los mismos no limiten a las personas por razones de género. Es interesante mencionar que la Comisión de Género y la Secretaría Técnica, encargaron una investigación para recuperar y visibilizar la participación y aporte de las mujeres en los puestos de la administración de justicia, asumiendo la responsabilidad la doctora Doris Arias Madrigal, jueza del Tribunal Penal del Segundo Circuito de San José, de donde resultó el trabajo bajo el título “La carrera judicial en Costa Rica: un diagnóstico con perspectiva de género”, a efecto de evidenciar que: [A]un cuando no puedan señalarse situaciones explícitas y directas de discriminación, los mecanismos de evaluación empleados para definir el acceso a la carrera judicial y, entre ellos, el modelo de calificación de atestados…propician, en la práctica, la segregación vertical de las mujeres al concentrarlas en la base de la pirámide, que corresponde a la categoría de juez y jueza, hasta infrarrepresentarlas en la cúspide. (Arias: 18). Según datos proporcionados por la Magistrada Zarela Villanueva Monge, Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Costa Rica fue el primer país que introdujo la Perspectiva de Género en el proyecto de Modernización de la Administración de Justicia con el Banco Interamericano de Desarrollo, con un eje transversal interno, acciones dirigidas al Recurso Humano, y un externo, servicios a los usuarios; en el primero, la Coordinación en Capacitaciones de la Secretaría Técnica de Género aplica procesos de selección para la participación de mujeres, revisión de procesos de selección para participación de mujeres en altos puestos de la carrera judicial, los tribunales evaluadores de carrera judicial incluyen temas de igualdad de género, en todas las materias, así como cursos virtuales obligatorios para todo el personal, en igualdad de género, hostigamiento sexual, derechos humanos. - 50 - Por otra parte, según datos de la Comisión de Género y Secretaría Técnica de Género, en su página electrónica citada, se observa incremento en el número de mujeres ocupantes de los puestos de jueces, en tanto en los de magistrados no hubo tal incremento, lo que denota que en éstos últimos aún no hay efectos relevantes de la política de género. CUADRO 5. DESAGREGACIÓN DE PUESTOS CON MAYOR POBLACIÓN 2011 (NÚMEROS ABSOLUTOS). Puesto Mujeres Hombres Total Juez 1 148 116 264 Juez 2 25 15 40 Juez 3 194 175 369 Juez 4 99 158 257 Juez 5 8 18 26 Juez supernumerario 55 31 86 Magistrado 5 11 16 Magistrado presidente 0 1 1 Magistrado presidente de la sala Magistrado vicepresidente 2 2 4 1 0 1 Magistrado suplente 0 1 1 Fuente: datos de la Comisión de Género y Secretaría Técnica de Género del Poder Judicial de Costa Rica, obtenidos de su página electrónica <www.poderjudicial.go.cr/genero/>. CUADRO 6. DESAGREGACIÓN POR PUESTOS DEL RECURSO HUMANO EN EL PODER JUDICIAL, AÑO 2012 (NÚMEROS ABSOLUTOS). Clase Puesto Mujer Hombre Total general Juez 1 165 122 287 Juez 2 29 25 54 Juez 3 226 185 411 Juez 4 125 184 309 Juez 5 16 27 43 Juez supernumerario 59 28 87 - 51 - Magistrado 5 Magistrado presidente Magistrado presidente de la sala Magistrado vicepresidente 2 11 16 1 1 2 4 1 1 Fuente: datos de la Comisión de Género y Secretaría Técnica de Género del Poder Judicial de Costa Rica, obtenidos de su página electrónica <www.poderjudicial.go.cr/genero/>. Igualmente, se publicó en la misma página electrónica el “Estudio de opinión acerca de las razones por la cuales las mujeres no concursan en puestos de magistratura suplente, Fiscalía General, Dirección del Organismo de Investigación Judicial y Defensa Pública”, derivado del cual, se acordó acoger las recomendaciones de las entrevistadas para igualar las oportunidades de las mujeres, y hacerlas de conocimiento de las instancias correspondientes, lo que implica un avance para la implementación de medidas específicas, a partir de las causas de esa “pasividad” y, de entre otras recomendaciones, conciliar actividades laborales y familiares, acercamiento del lugar de trabajo de las mujeres en función de su domicilio, dando prioridad en los casos donde se tengan hijas o hijos menores de edad o personas dependientes, y que esto no implique disminuir posiciones en el escalafón profesional, implementar acciones afirmativas para estimular la participación de más mujeres en la capacitación, así como revisar los modelos de reclutamiento y selección de personal e implementar acciones que propicien un acceso justo de hombres y mujeres a los ascensos. Como se puede observar, en estos países, el compromiso de igualar las oportunidades de las mujeres trabajadoras del Poder Judicial se está enfrentando con estrategias similares: creación de órganos especializados en la implementación de la equidad de género, en Costa Rica, incluso, órganos descentralizados; realización de estudios o diagnósticos previos, emisión de políticas de género, establecimiento de planes, objetivos y estrategias - 52 - generales y, salvo España, que tiene el objetivo específico de llegar a la paridad, con medidas permanentes como cuotas de género y políticas de conciliación, en Costa Rica y el Salvador están en vías de cumplimiento de los objetivos generales planteados, por lo que no han establecido las medidas concretas para lograr, en lo que nos interesa, igualar con los varones las oportunidades de sus servidoras públicas para ascender a cargos de juezas o magistradas; sin embargo, se aprecia que apuestan más por la transformación institucional con medidas permanentes que por la aceleración de la igualdad hombres-mujeres; se ilustra en el cuadro comparativo siguiente: CUADRO 7. MEDIDAS PARA LA IGUALDAD DE GÉNERO EN LA CARRERA JUDICIAL, CUADRO COMPARATIVO ESPAÑA - Comisión de Igualdad del Consejo General del Poder Judicial de España EL SALVADOR - Unidad de Género COSTA RICA - Comisión de Género - Secretaría Técnica de Género del Poder Judicial de la República de Costa Rica - Comités de Género en cada circuito - Informes previos sobre impacto de género de los reglamentos - Diagnóstico preliminar de género de la institución - “La carrera judicial en Costa Rica: un diagnóstico con perspectiva de género”. - Plan de Igualdad de la Carrera Judicial - Política Institucional de Equidad de Género (PIEG) - “Declaración de la Política de Equidad de Género” “Equidad de género: una política, un compromiso, una práctica”. - Plan de Acción Estratégico para la implementación de la PIEG 2009-2013 - Estudio de opinión acerca de las razones por la cuales las mujeres no concursan en puestos de magistratura suplente, Fiscalía General, Dirección del Organismo de Investigación Judicial y - 53 - Defensa Pública - Participación equilibrada, ningún sexo más de 60% ni menos de 40%; - Políticas de conciliación entre las actividades laborales y familiares Fuente: Elaboración propia con apoyo en los datos expuestos. Acorde a lo anterior, se ha expuesto en qué forma se evolucionó de una condición de la mujer como incipiente sujeto de derechos humanos, hasta la visibilización de su situación de discriminación y desventaja estructural, y el compromiso asumido por la comunidad internacional para tomar medidas que erradiquen esa disparidad, entre ellas, medidas afirmativas, sean permanentes o acelerantes, para arribar a las específicas para igualación de oportunidades de trabajo y, particularmente, en las instituciones de impartición de justicia, en las que ha imperado una discriminación vertical. Así, como mera referencia se menciona que, Ecuador en 1997 estableció como medida afirmativa cuotas de género en los nombramientos de jueces (Bermúdez, 2009: 17), entonces, la tendencia es hacia la transformación con medidas permanentes; sin embargo, los estudios realizados sobre la desventaja profesional femenina por sobrecarga de trabajo, que permea también en los poderes judiciales como discriminación vertical, el reconocimiento que de ello han hecho, entre otros, los países mencionados y, teniendo en cuenta que CEDAW obliga a los Estados a tomar medidas que aceleren la igualdad de facto entre hombres y mujeres, se hace necesario y, jurídicamente sustentable, establecer este tipo de medidas para igualar el número de juzgadores y juzgadoras, para no seguir postergando el ejercicio pleno del derecho de las mujeres a desempeñar la función jurisdiccional; en esa tesitura, si en México, en el Poder Judicial de la Federación no se ha iniciado algún proceso que gradualmente incluya la perspectiva de género en la selección de juzgadores, es posible aplicar medidas acelerantes con el sustento fáctico y normativo ya - 54 - enunciado, para lograr la paridad en cumplimiento de compromisos internacionales, sin esperar el agotamiento de las etapas que, a guisa de ejemplo, están transitando España, El Salvador y Costa Rica, quedando pendiente definir tales medidas, que, en tanto se caracterizan como políticas públicas, deben ser idóneas, eficientes, racionales y económicas, lo cual es, precisamente, el objetivo de este trabajo. CAPÍTULO III Propuesta de políticas de acción afirmativa para el Poder Judicial de la Federación-Consejo de la Judicatura Federal. A lo largo de este estudio se ha expuesto que, la división del trabajo por género provoca sobrecarga de labores para las mujeres que deciden o tienen que salir del ámbito doméstico a desempeñar labores remuneradas, dado que tienen que cumplir tanto con éstas como con el trabajo reproductivo en casa, lo que finalmente integra un factor desaventajante en el campo laboral: a mayor nivel de puestos menor cantidad de mujeres, como acontece en los poderes judiciales, sin ser excepción el Poder Judicial de la Federación en México, no obstante que la normatividad aplicable no excluye formalmente a las mujeres para ocupar los cargos de juezas y magistradas. Así, reconocida esta desventaja culturalmente impuesta, los Estados han asumido compromisos internacionalmente en reconocimiento y garantía de los derechos humanos de las mujeres, destacadamente, para igualar sus oportunidades de ocupación de empleos y cargos públicos, como la judicatura, empleando diversas medidas, pudiendo ser afirmativas. Visibilizado el problema y la solución, queda por definir la forma específica de ésta, o sea, de las medidas, particularmente afirmativas, que puedan aplicarse en corto plazo para acelerar el incremento de mujeres en la titularidad en juzgados y tribunales federales, que es lo que se abordará en este capítulo final, haciendo un repaso de la situación actual sobre el tema. - 55 - 1. MEDIDAS ADOPTADAS EN MATERIA DE EQUIDAD DE GÉNERO EN LA CARRERA JUDICIAL. PODERES JUDICIALES EN MÉXICO. 1.1 SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN. Aquí debemos tener en consideración que, de acuerdo al numeral 94, párrafo segundo, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la administración, vigilancia y disciplina del Poder Judicial de la Federación, a excepción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estarán a cargo del Consejo de la Judicatura Federal; esto es, se distingue la estructuración del Máximo Tribunal y la del referido Consejo, encargado de los juzgados de Distrito y tribunales de Circuito, y por ende de la designación, adscripción y readscripción de sus titulares. Ahora, debemos partir de que se ha suscrito el Pacto para Introducir la Perspectiva de Género en los Órganos de Impartición de Justicia en México (Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia), que en su punto 15, I.4, establece entre las acciones a través de las cuales se introducirá la perspectiva de género en los órganos jurisdiccionales “I.4. Establecer acciones afirmativas en la carrera judicial. Por ejemplo, a través de la regulación de la posibilidad de optar por el lugar de residencia o adscripción para las personas que se encuentran en roles de cuidado”. Que en relación con el tema, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene un Programa de Equidad de Género, consultable en la dirección electrónica <<http://www.equidad.scjn.gob.mx/>>, para sensibilizar y formar a impartidores de justicia en perspectiva de género, para mejorar el acceso a la justicia de las personas, y fomentar ambientes laborales libres de violencia y discriminación al interior de la institución; en esa dinámica, emitió el ACUERDO General de Administración número II/2012, del tres de julio de dos mil doce, del Comité de Gobierno y Administración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mediante el cual se emiten las Bases para promover la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en la Suprema Corte de Justicia de - 56 - la Nación. En dicho programa se aprecia mención al Comité Interinstitucional de Equidad de Género del Poder Judicial de la Federación, que sesiona cuatro veces al año, como órgano rector de la política institucional de género para el Poder Judicial de la Federación, integrado por su Presidenta, Ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas, Comisión de Equidad de Género de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Consejero Daniel Francisco Cabeza de Vaca Hernández, Consejo de la Judicatura Federal, y Magistrada María del Carmen Alanís Figueroa, Comité Ordinario de Equidad de Género del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; sin embargo, se aprecia que este programa es mayormente orientador, ya que no prevé alguna medida especial a la designación de jueces y magistrados, con perspectiva de género, a efecto de equilibrar el número de hombres y mujeres en el cargo. 1.2 ESTADO DE TABASCO Y DISTRITO FEDERAL. Para concluir esta parte, es de mencionar, sólo a manera ejemplificativa, los avances que en materia de equidad de género en la carrera judicial, han emprendido los Poderes Judiciales del Estado de Tabasco y del Distrito Federal. El primero, cuenta con un “Modelo de Equidad de Género”, Política de “Equidad de Género”, a cargo de un Comité, plasmada en el Manual respectivo, en el que se prevé: El Comité con aprobación de el/la Magistrado/a Presidente/a de este Poder Judicial, emite la siguiente Política de Equidad de Género, congruente con su propósito, para buscar la igualdad en todos los ámbitos: “En el Poder Judicial del Estado de Tabasco, es nuestro compromiso: Promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en condiciones de trabajo armoniosas en las que se brinde acceso igualitario para el desarrollo profesional, asegurando la no discriminación en el acceso al empleo, por capacidades diferentes, raza, religión, género, edad y preferencia sexual…. (Manual, 2009: 9). En su numeral “4.1.2 Acciones afirmativas y/o acciones a favor del personal”, establece que para cuya implementación debe hacerse un “Diagnóstico de igualdad de oportunidades”. - 57 - Por su parte, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, también cuenta con un Módulo de Equidad de Género, consultable en <<http://www.poderjudicialdf.gob.mx/es/PJDF/Equidad_de_genero>>, y con su respectivo manual, en el cual se establece: Acciones afirmativas: Son medidas encaminadas a disminuir y eliminar las diferencias de trato social entre ambos géneros. Son estrategias que se desarrollan para garantizar la plena incorporación de las mujeres al ámbito laboral y corregir las diferencias en materia de oportunidades, contratación y ocupación entre mujeres y hombres. Estas acciones son de carácter temporal. Acciones a favor del personal: Son acciones que permiten promover la equidad de género al mejorar las condiciones laborales de hombres y mujeres con impacto en el ámbito laboral, familiar, profesional, económico o cultural. Su naturaleza es definitiva. (Manual: 8, 9). Para luego estatuir: 2.- Acciones Afirmativas y/o a favor del personal El Comité, realizará de manera anual un diagnóstico o estudio para detectar las prácticas en las que se generen desigualdades, que incluya un análisis cualitativo y cuantitativo de ambas instituciones, así como un resumen ejecutivo. De este diagnóstico se generarán al menos una acción afirmativa o a favor del personal por año; cada una de ellas, cuenta con un plan de trabajo para así poner en práctica los compromisos y actividades establecidos, conforme al Formato F-TSJDF-MEG-DOCDH01…”. (Manual: 18). Vemos entonces, que prevé medidas de inmediato y largo plazo, temporales y permanentes, enfatizando entre sus compromisos la Igualdad de oportunidades, a efecto de tener una mayor representación equitativa de hombres y mujeres en puestos estratégicos, con base en garantizar que los beneficios se otorguen a hombres y mujeres por igual, promoción de representación proporcional entre mujeres y hombres en equipos de trabajo, comités y proyectos especiales, así como igualdad de oportunidades para asistir, en representación de la institución, a congresos, conferencias, seminarios, talleres y cualquier otra actividad académica o profesional. Así, como corolario de lo anterior, es obvia la asunción de la obligación de los Poderes Judiciales para con sus servidoras públicas, pues las entidades federativas en comento ya tienen como objetivo específico el establecimiento de medidas, y no únicamente de la equidad de género como objetivo general, - 58 - quedando entonces pendiente elegir tales medidas, afirmativas o de uso permanente, para incentivar la equidad en la carrera judicial, a través de la gestión continua de información y recursos humanos, avances que, como se verá, no aparecen en el Poder Judicial de la Federación. 2. MEDIDAS DENTRO DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL EN MATERIA DE EQUIDAD DE GÉNERO, GARANTIZAR EL DERECHO DE LAS MUJERES A OCUPAR CARGOS DE JUEZA DE DISTRITO Y MAGISTRADA DE CIRCUITO. Hemos visto las acciones tomadas por los poderes judiciales de algunos países para lograr la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el ascenso en la carrera judicial; en lo tocante a nuestro país, se habla de medidas afirmativas, de carácter temporal y permanente, siendo destacable el Pacto para Introducir la Perspectiva de Género en los Órganos de Impartición de Justicia en México, que ve no sólo a que se juzgue con esa perspectiva, sino a transversalizarla en el funcionamiento y relaciones laborales de los órganos jurisdiccionales, estando entre estos aspectos, la elección de juzgadoras con una perspectiva y equidad de género. No es elegir graciosamente a mujeres para ocupar ese cargo y “quedar bien”, sino implica cumplir un compromiso asumido a nivel internacional, de dar oportunidad para ello a las mejores mujeres, teniendo en cuenta que están estructuralmente en desventaja, como ya también se ha sentado en este estudio, y que por ende, no optan por ascender, y si lo hacen, es en desigualdad con sus oponentes varones a los que, la estructura social e institucional les es favorable, como también ya ha quedado señalado. En tal virtud, en el ámbito sobre el cual se interesa este estudio, que lo es el relativo a Juzgados de Distrito y Tribunales de Circuito del Poder Judicial de la Federación, bajo la administración, vigilancia y disciplina del Consejo de la Judicatura Federal, tenemos que aún no se ha abordado el tema de la carrera judicial con perspectiva de género, no hay una real transversalización. Existe - 59 - una Dirección General de Derechos Humanos, Equidad de Género y Asuntos Internacionales, adscrita a la Secretaría General de la Presidencia del Consejo 4; sin embargo, sus funciones son genéricas, auxiliar al Presidente y al Secretario General de la Presidencia, en la ejecución de las acciones que se determinen en dichas materias, de las que destaca la elaboración de programas sobre capacitación y transversalidad de la perspectiva de género, la propuesta al Secretario General de la Presidencia de acciones conducentes en la materia, trámite y seguimiento de los casos relacionados con derechos humanos y equidad de género5; esto es, el Consejo carece de una instancia especializada en la materia, incluso, en su integración no aparece ni una mujer, lo que se ha reflejado en la invisibilización de la situación de facto de este género, la servidora pública, a cargo del Consejo y, por consecuencia, en la falta de estudios y evidentemente, en la adopción de acciones o políticas públicas para la igualación de oportunidades hombre-mujer, en el ascenso en la carrera judicial, como en su informe destacó la Relatora sobre independencia de los magistrados, recomendando a su vez, que se garantice una representación equilibrada entre hombres y mujeres con conocimiento en temas de género (ONU, 2011: 6, 20). Asimismo, la aproximación sobre la disparidad entre juzgadores y juzgadoras, de Julio Bustillo (2011), y de la mencionada relatora (ONU, 2011), que vieron a que la movilidad es un factor auto excluyente de las servidoras públicas de los concursos para los cargos de titulares de órganos jurisdiccionales, constituyen observaciones a manera de “avisos”, por la falta de acciones internas. Ya en específico, en la institución, tenemos el Acuerdo General 6/2013 del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, que establece el procedimiento y lineamientos generales para acceder al cargo de Juez de Distrito, mediante concursos internos de oposición, el cual prevé, como criterio de desempate en 4 Artículo 76, fracción IV, del ACUERDO General del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, por el que se expide el similar que reglamenta la organización y funcionamiento del propio Consejo; y reforma y deroga diversas disposiciones de otros acuerdos generales. 5 Artículos 163 y 164 del Acuerdo supra citado. - 60 - el artículo 52, fracción “III. En tercer lugar, aplicará acciones afirmativas en materia de equidad”; en cuanto a la selección de magistrados, el diverso Acuerdo 30/2013, su correspondiente artículo 52, fracción III, es del mismo tenor. Sin embargo, aun y cuando ello vislumbra interés por la mujer servidora pública, y la igualación de oportunidades de ascenso laboral, no se estima un verdadero compromiso, sino más bien, un “cumplimiento” de un requisito en materia de equidad de género, a través de una vaga mención, puesto que no se precisa a quién va dirigida y en qué consistirá. En efecto, no podemos hablar de una verdadera medida afirmativa, ya que no ve siquiera a garantizar la participación femenina en el concurso, que como también ya se evidenció, es mínima; entonces, esta disposición concursal no podría tener el resultado de igualación de oportunidades, puesto que no ve a la situación desaventajante de la mujer que es lo que precisamente inhibe su decisión de concursar, atendiendo al tiempo y dedicación que amerita prepararse para ello, y de los cuales no dispone la servidora pública, pues generalmente tiene que cumplir cargas familiares, que sus pares masculinos no tienen, y sin el apoyo, también en la familia, de que éstos, por regla general, gozan. Asimismo, su aplicación será eventual, y sólo para el supuesto de que, al final del concurso, resultaran empatados un hombre y una mujer, lo cual implicaría que ésta, por sí sola, y en forma excepcional, llegó a la meta, e implícitamente, que estuvo en iguales oportunidades que los concursantes varones, sea ello cierto o, que con mucho mayor esfuerzo, logró sortear tal desventaja; en síntesis, para efectos prácticos, los empatados están en igualdad. Ante tal panorama, la aplicación de acciones afirmativas en materia de equidad, como establecen los Acuerdo en cita, suponiendo, dada su ambigua enunciación puesto que no nos dice cuáles serán esas acciones, que tal medida sea elegir de entre los dos participantes a la mujer, en apariencia le - 61 - beneficiaría, pero resultaría en la deslegitimación de su nombramiento, y de su propia capacidad para asumir el cargo de juzgadora. En principio, porque sería una decisión tomada discrecionalmente, sin justificación, ya que no está definida sino sólo enunciada, quedando al arbitrio del funcionario u órgano competente. Asimismo, porque se da en un contexto en que se puede asumir que ambos participantes demostraron tener las mismas capacidades, la misma oportunidad, estar en un plano de igualdad, por lo que la selección de la mujer, en la forma en que está establecida para la etapa final del concurso, no sería razonable y, por el contrario, implicaría discriminación al varón sólo por cuestión de su sexo, bajo la óptica del principio de igualdad como no discriminación, al no contar con un respaldo previo justificante del eventual trato desigual, bajo cuyo conocimiento y expensas acudieran los participantes; por lo tanto, los resultados del concurso darían lugar a la impugnación, muy probablemente declarada fundada, y de no serlo, en los corrillos jurisdiccionales daría lugar, como se dijo, a la descalificación personal de la nombrada juzgadora, con el impacto psicológico y emocional en ella misma, así como la continuidad de la descalificación entre sus próximos subalternos y pares. Estaríamos en presencia de lo que Nancy Frasser identifica como “avivar las llamas del resentimiento existente en contra de la acción afirmativa” (Frasser: 28), de no atender al fondo y a una adecuada visibilización del problema: [L]a redistribución afirmativa dirigida a remediar las injusticias de género a nivel económico incluye la puesta en marcha de acciones afirmativas, esto es, esfuerzos por asegurar a las mujeres su porción equitativa de los empleos existentes y de los cupos educativos, dejando intactos la naturaleza y número de esos empleos y cupos. El reconocimiento afirmativo dirigido a reparar las injusticias de género culturales incluye el feminismo cultural, esto es, el esfuerzo por asegurar a las mujeres el respeto mediante la revaluación de la femineidad, dejando intacto el código binario de género que da sentido a esta última… La redistribución afirmativa no se compromete con el nivel profundo en el que la economía política asume caracteres relacionados con el género. Dirigida básicamente a combatir la discriminación en las actitudes, no ataca la división, de acuerdo con el género, entre el trabajo remunerado y el no remunerado, como tampoco la división, también según el género, entre las ocupaciones femeninas y masculinas que se da en el interior del trabajo remunerado. Al dejar intactas las estructuras profundas que generan las desventajas ligadas al género, se ve obligada a hacer reasignaciones superficiales una y otra vez. El resultado no sólo subraya la diferencia de los géneros; marca también a las mujeres como personas deficientes e insaciables, que necesitan - 62 - cada vez más y más. Con el tiempo, las mujeres podrían incluso parecer privilegiadas, objeto de tratamiento especial y generosidad inmerecidos. Una aproximación dirigida a reparar las injusticias de redistribución puede entonces terminar alimentando injusticias de reconocimiento. (Frasser: 27, 28). Esto es, en la forma prevista, tenemos una medida indefinida, eventual, improvisada, carente de sustento, donde si bien el resultado sería permitir el acceso de mujeres al cargo de juezas y magistradas, e incrementar su número, subyacería la percepción de deslegitimación, tomando como base la renuencia de los demás implicados, especialmente, la prevalencia del patriarcado en las relaciones sociales y laborales. Por ello, es necesario tomar medidas que vean a las circunstancias que provocan la desventaja y discriminación, que traten de mitigarla a efecto de permitir que más mujeres se sientan seguras y en posibilidad de obtener resultados favorables en los concursos y, finalmente, ascender a los cargos de juezas y magistradas. Es cierto, retomando a Frasser (28), que la estrategia ideal para eliminar las desventajas de género reside en la transformación/deconstrucción de la cultura, que vea a reemplazar las dicotomías jerárquicas de género por redes de diferencias múltiples que intersectan, no masificadas y en constante cambio, lo cual implicaría, a grosso modo, en el caso concreto, recolectar datos desagregados por género respecto de la integración de órganos jurisdiccionales, sobre las percepciones culturales, sobre las necesidades y situación de los servidores y servidoras públicos en el trabajo y en la familia, luego sistematizarlos y analizarlos para emitir un diagnóstico, como se hizo y está haciendo en los países analizados, y proceder a la implementación de programas de reeducación, y posiblemente, de políticas para redistribución de cargas familiares, acciones que de suyo, requieren mayor tiempo de planeación y ejecución y, lógicamente, presupuesto adicional, en razón de que verían a la transformación de la estructura institucional patriarcal, cuestión que rebasa el objetivo de este estudio, que lo es proponer, justificadamente y con apoyo en los datos de que ya se dispone y del conocimiento de la situación generalizada de sometimiento/desventaja de la mujer, acciones temporales que, sin - 63 - comprometer o alterar mayormente la normatividad y funcionamiento del Consejo de la Judicatura Federal, de forma inmediata, práctica y económicamente posible, permitan igualar las oportunidades de las mujeres en el ascenso en la carrera judicial, incrementar su número, sin perjuicio de que, posteriormente, se emprendan medidas transformativas; se trata entonces, de proponer medidas acelerantes. En este estado de cosas resulta que, no está realmente abordada la cuestión en el Consejo de la Judicatura Federal, a diferencia, como se vio, de otras instancias judiciales en que ya se esbozan esfuerzos por conocer y remediar las situaciones de desventaja de las servidoras públicas, y a cargo de órganos especializados dentro de los Poderes Judiciales, sin que pase desapercibida la convocatoria o aviso para llevar a cabo, aleatoriamente, un cuestionario para identificar actitudes, percepciones, valores, experiencias y conocimientos sobre el tema de igualdad de género, a los y las servidoras públicas del Consejo de la Judicatura y órganos jurisdiccionales federales, a partir del 11 de noviembre de 2013, en el marco de un Diagnóstico sobre Género y Discriminación; asimismo, que por reforma de diciembre de 2013 el artículo 81, párrafo final, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación6, incluyó la perspectiva de género de forma transversal y equitativa en el desempeño de las atribuciones, programas y acciones del Consejo de la Judicatura Federal, con el objeto de garantizar a las mujeres y hombres el ejercicio y goce de sus derechos humanos, en igualdad de condiciones, y que velará por que los órganos a su cargo así lo hagan, pues, se insiste, de momento tal acción y reforma legal no ven a acelerar la igualdad de oportunidades e incremento en el número de mujeres juzgadoras, pues están sujetas a todo el proceso de recolección de datos y su sistematización, y a la toma de decisiones a que pueda dar lugar; por ello, la propuesta de este trabajo es pertinente por la practicidad y temporalidad de las medidas, aplicables en corto tiempo, y toma en cuenta la recomendación de la Relatora Especial (ONU, 2011: 5), que si bien reconoció la creación del 6 Diario Oficial de la Federación de 11 de diciembre de 2013, en vigor al día siguiente de su publicación. - 64 - Programa de Equidad de Género en el Poder Judicial Federal, refiriéndose al de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estima que deberían considerarse medidas especiales de carácter temporal para garantizar una presencia equitativa entre hombres y mujeres dentro de los poderes judiciales y para asegurar el ingreso y promoción de las mujeres en la carrera judicial, aunque recomienda el acompañamiento de una labor de sensibilización y entendimiento de su significado por parte de todos los funcionarios jurisdiccionales; en otras palabras, la relatora enfatiza la necesidad de acelerar la igualdad de las mujeres, dejando al consejo la definición de las medidas pertinentes, las que aquí se estudiarán. En síntesis, no se desconoce la estructura social que permea en el Poder Judicial en perjuicio de las mujeres, pero ello, como ya se ha señalado, puede modificarse mediante la sensibilización e institucionalización de una cultura de equidad de género a través de medidas más agresivas y de largo plazo, siendo que la propuesta en este trabajo no ve hacia esa profunda modificación, sino solamente a las medidas temporales que puedan acelerar la reducción de la brecha/disparidad entre el número de mujeres y hombres impartidores de justicia, sin intervenir en el aspecto estructural que genera la desventaja. 3. PROPUESTA DE POLÍTICAS DE ACCIÓN AFIRMATIVA PARA LOGRAR IGUALDAD DE OPORTUNIDADES HOMBRE-MUJER, EN EL ACCESO A CARGOS DE JUEZ DE DISTRITO Y MAGISTRADO DE CIRCUITO. Siguiendo la metodología de análisis de políticas públicas, se pretende proponer políticas razonables, medidas acelerantes de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, en la forma que lo exige la CEDAW; de acuerdo a las dimensiones del análisis (Flacso, Guía de la Materia Metodología II: 27-29), estamos en presencia de un problema: el rezago o desventaja de las mujeres para acceder a los cargos mencionados; que es racional, porque se pretende aplicar las mejores formas para resolverlo, teniendo en cuenta el contexto del Poder Judicial de la Federación, la institución de la carrera judicial; - 65 - en forma factible, de tal modo de no requerir recursos económicos adicionales, que generen resistencia a la implementación, y ser posibles en inmediato plazo. Partiendo de la base expuesta de que tenemos un problema público, la poca afluencia y ascenso de las servidoras públicas a los cargos de juezas y magistradas, se propone visibilizar dicho problema y la necesidad de intervenir, a efecto de impulsar la decisión, por parte del Consejo de la Judicatura FederalEscuela Judicial, formulando opciones o alternativas de solución, aprovechando los estudios teóricos, datos internacionales y recomendaciones, dado que se parte de la idea de carencia de tiempo para recolección de información ex profeso, pero a la vez, como se dijo, buscando la factibilidad e inmediatez de su aplicación, por tanto, sin necesidad de cambios normativos sustanciales, al menos a corto plazo (Flacso, Guía de Estudio Introducción a la Teoría de las Políticas Públicas: 22)7. 3.1 CELEBRACIÓN DE CONCURSOS DE OPOSICIÓN O PROCEDIMIENTOS ANÁLOGOS, DIRIGIDOS EN FORMA EXCLUSIVA A SERVIDORAS PÚBLICAS. La primera propuesta de medida afirmativa, es la realización de concursos de oposición dirigidos exclusivamente a mujeres, incluida la posibilidad de concursos de méritos, que a primera vista no tendría mayor costo que un concurso como los que se practican ordinariamente para ambos géneros, ya que únicamente se partiría de los datos estadísticos que revelan disparidad en el número de juzgadores y juzgadoras, y del conocimiento previo del “contexto cuasi-patriarcal y la prevalencia de determinadas convenciones sociales [que] son un obstáculo que inhibe la carrera judicial de las mujeres, especialmente en los cargos más altos de la magistratura” (ONU, 2011: 5). 7 El límite de este trabajo es solamente la propuesta de medidas y su justificación en caso de aplicarse, ya que la decisión de hacerlo corresponde al Consejo de la Judicatura Federal y al Instituto de la Judicatura Federal-Escuela Judicial, eventualmente, al Congreso de la Unión por lo que hace a los cambios en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, sujeta a la deliberación que hagan tales actores políticos y administrativos, para la cual se trata de aportar aquí los elementos teóricos fácticos necesarios que sustenten la decisión. - 66 - No se considera viable la propuesta de fijar una cuota de género en un determinado concurso, sin soslayar que, el concurso exclusivo, en el fondo, pueda constituir una cuota, porque además de no garantizar suficiente número de participantes mujeres para cubrir la cuota, porque éstas se autoexcluyen, implica dificultad en la selección, al converger en el mismo evento pares y dispares, entiéndase, hombres y mujeres; generaría percepciones negativas sobre los resultados, teniendo como referencia, para afirmarlo así, por ejemplo, los datos que arrojan los “Resultados de los Diagnósticos Realizados en la Suprema Corte de Justicia de la Nación en Materia de Equidad de Género 2008- 2009”: 65% del personal jurisdiccional encuestado considera como medida prioritaria implementar políticas laborales que equiparen los derechos de hombres y mujeres. 45.7% considera la incorporación de cuotas de género en la designación de Ministros(as), Magistrados(as) y Jueces(zas)… Para la mayoría de los entrevistados, las cuotas de género no atienden al mérito profesional, “provocan discriminación hacia los hombres”, “no respetan la igualdad de oportunidades” y “no resuelven el problema de fondo, sólo sus consecuencias”. (Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2009: 51, 52). En el mismo tenor, al existir determinado número de plazas, y de ellas un porcentaje que deba asignarse a mujeres, se complicaría la selección, y tendría que especificarse en la convocatoria respectiva la forma de calificar y la cuota, a efecto de dar certeza a los participantes; la calificación y selección debe ser desagregada por géneros, pues en forma conjunta ¿bajo qué parámetros se calificaría a los participantes “desiguales”? Esta estrategia implicaría contravención a los Acuerdos Generales que regulan los concursos, que como ya se vio, establecen el procedimiento y la forma de calificación, formulada objetiva y neutralmente. Por otra parte, la eliminación de puntaje por cursos de especialización o posgrado, si bien podría beneficiar a las mujeres, en el entendido de que su sobrecarga de trabajo les dificulta realizarlos, no se estima una medida viable, puesto que iría en detrimento de la calidad del servicio de administración de justicia en perjuicio de los gobernados, ya que la actualización es inherente a la función, como derecho y obligación del juzgador, en tanto le da las - 67 - herramientas para aplicar las reformas constitucionales y legales que inciden sustancialmente en la actividad, como ejemplos, en materia procesal penal, de amparo y en derechos humanos, por lo que en este supuesto, la ponderación de derechos es inadmisible para primar los de las mujeres, como servidoras públicas, sobre el de los gobernados a una justicia profesional y de excelencia, que además es un compromiso plasmado en el Estatuto del Juez Iberoamericano8. Por tales cuestiones, el concurso exclusivo es más conveniente porque se llevaría a cabo en los términos que prevén los acuerdos, lógicamente, exponiendo la justificación en la convocatoria respectiva, por lo que no se necesitaría ni dejar de observar la normatividad ni aplicar recursos adicionales. En ese entendido, los concursos exclusivos garantizan la afluencia, que es el primer paso para el que no existe motivación o sólo mínima y, por consiguiente, el acceso de más mujeres a los cargos de juzgadoras, pues atenerse a la neutralidad del “velo de ignorancia” (Saba, 2008: 705), presente en la selección basada únicamente en los méritos profesionales y académicos, incluye el riesgo de omitir medidas paliativas de la situación de segregación estructural que pesa sobre aquéllas (Saba, 2008: 707); es decir, el “velo” no elimina o neutraliza los factores estructurales de sometimiento que inhiben la participación de la mujer, con los resultados de poca afluencia y, en consecuencia, poco ascenso, que tenemos en la actualidad. Así, dado que se trata de una medida acelerante, su justificación sólo verá a cada evento, esto es, al convocarse a cada concurso en tales términos es que deberán exponerse los motivos para ello, y la calificación y selección será objetiva en tanto que atenderá a los méritos laborales y académicos de las 8 Art. 27. Naturaleza y costos de la capacitación continuada La formación continuada o capacitación en servicio constituye un derecho y un deber del juez y una responsabilidad del Poder Judicial, que deberá facilitarla en régimen de gratuidad. Art. 28. Voluntariedad de la capacitación continuada La capacitación continuada puede ser concebida como obligatoria o como voluntaria para el juez, pero habrá de revestir carácter obligatorio en casos de ascenso, traslado que implique cambio de jurisdicción, reformas legales importantes y otras circunstancias especialmente calificadas. - 68 - participantes, en la forma en que está regulada, lo que será un incentivo para la inscripción y, con la garantía de que al ser todas mujeres, incrementará el número de servidoras públicas que asuman la titularidad de órganos jurisdiccionales. La propuesta inicial es lograr, o cuando menos, aproximarse a la paridad en el número de hombres y mujeres juzgadores, por ello, es indispensable celebrar un concurso exclusivo, sea de oposición o por méritos, en forma alternada con concursos mixtos, pues en estos últimos acudirá, cuando menos en porcentaje mínimo, otro grupo de mujeres, y así se respetan los derechos y expectativas de ascenso de los servidores públicos, varones, a la vez que se incrementa el número de juzgadoras, tanto con las que necesariamente ascienden en el concurso exclusivo, como con las que intervienen en los concursos mixtos; la justificación de este trato preferencial será lo ya expuesto sobre los compromisos en materia de derechos humanos de las mujeres, sumado a la desventaja estructural en que se hallan, evidenciada con la notoria desproporción y discriminación vertical que padecen en la carrera judicial, y la recomendación de la Relatora Especial sobre independencia de los magistrados. La temporalidad de la medida atenderá al logro de la paridad, que se verá acelerada a través de este “artificio”, puesto que, como ya se mencionó, se está en el entendido de que a la par se instauren medidas transformadoras, por virtud de las cuales la igual afluencia y ascenso de mujeres y hombres ya no será “artificial”, sino resultado de una nueva estructura en la institución, lo cual, requerirá un largo plazo, por lo que se reitera, la garantía de los derechos laborales de la mujer necesariamente requiere la aplicación de estas medidas o “artificios” acelerantes; esto es, la medida deberá aplicarse siempre que existan o resurjan las condiciones dispares aquí resaltadas. - 69 - 3.2 CONCURSOS REGIONALIZADOS. La celebración de este tipo de concursos también alentaría a que las mujeres consideren participar, bajo la expectativa de no tener que cambiar de residencia o, de ser necesario, hacerlo en un ámbito territorial accesible y cercano al lugar de residencia de la familia de la próxima juzgadora; sin embargo, esta modalidad o medida debe ser complementada con exclusividad femenina en los concursos, pues la afluencia de hombres replicaría en estos eventos la desventaja y sometimiento estructural de las mujeres, pues no debe perderse de vista, y se ha insistido, los servidores públicos, en tanto hombres, cuentan con apoyo de la estructura laboral y familiar, amparados bajo el rol de que a ellos corresponde aportar el sustento, y que por ende ellos deciden el destino de la familia para mejorar su situación, dando por sentado que la esposa debe dejar, si la tiene, la actividad remunerada que desempeñe, puesto que sólo es un complemento de la de su esposo, a quien debe brindar el apoyo necesario para su desarrollo profesional; en ese contexto, si no se da esa exclusividad para mujeres, muy probablemente, los servidores públicos acudirían y obtendrían en mayor proporción que ellas las plazas ofertadas, sin que se obtuviera la mejora esperada en la situación de éstas, dejando en la penumbra la situación de sometimiento en que se hallan. Esta medida contrarrestaría el factor de la adscripción en lugares desconocidos y alejados, hasta ese momento, sin posibilidad de anticipada preparación, puesto que la movilidad también inhibe la afluencia femenina en los concursos; esto en vinculación con la readscripción también regional, a efecto de procurar la menor movilidad de la mujer que, generalmente tiene cargas familiares, sean hijos, esposos, parejas o padres y hermanos, y que por eso se abstiene de participar en las promociones. En efecto, como se expuso en principio, la adscripción de los vencedores de los concursos, así como la readscripción de los juzgadores que ya están en funciones, sólo ve a cuestiones objetivas, a saber, las necesidades del servicio, al desempeño y los méritos laborales y académicos. - 70 - La adscripción la realiza el Consejo de la Judicatura Federal a los lugares que se requiera y, solamente en ocasiones de excepción, y por cuanto a las plazas que estén disponibles, permite, mediante convocatorias, que los juzgadores soliciten el cambio a alguna de éstas; de concurrir varios solicitantes, se elige al que cumpla con los requisitos laborales y académicos que prevé la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, en sus numerales 118 a 120, complementada con el ACUERDO General del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, que reglamenta la carrera judicial y las condiciones de los funcionarios judiciales, en sus artículos 22 a 43. Esto es, la neutralidad y objetividad de la norma es ciega a los efectos diferenciados que produce, esto es, al impacto y restricción que la movilidad propia de la carrera judicial causa en las mujeres, como factor que desincentiva su ascenso, puesto que la familia a su cargo, hijos, padres u otros parientes, se ven afectados con los cambios, ya sea por motivos escolares o de salud; a su vez, también existe resistencia por parte de las parejas, esposos o concubinarios de la servidora pública, para cambiar de residencia y dejar la propia actividad, por lo que es evidente que el estereotipo de que la prioridad de la mujer es la familia, es el factor subyacente a su limitada movilidad, y que es necesario hacer visible a efecto de que en la normatividad aludida, se prevea el concepto de servidoras públicas con cargas familiares y, por ende, como factor a tener en cuenta al momento de la adscripción y readscripción, por lo que en este caso, al margen de la medida afirmativa del concurso, sí sería pertinente hacer esta adición en la ley y el acuerdo mencionados, que quedaría justificada por la necesidad de cumplir los compromisos internacionales asumidos por México, en materia de derechos humanos de las mujeres y equidad de género, siguiendo así los lineamientos del Pacto para Introducir la Perspectiva de Género en los Órganos de Impartición de Justicia en México antes mencionado, y en la obligación del Consejo de la Judicatura de actuar con perspectiva de género. - 71 - Otra arista, también destacable de la regionalización de los concursos, es la celebración de éstos en lugares, extensiones del Instituto de la Judicatura Federal, de residencia de las participantes, ya que también el traslado para ello es factor inhibidor de las servidoras públicas, puesto que implica que, cuando menos, un día dejen de acudir a su centro de trabajo y a sus actividades familiares, lo que genera la acumulación del trabajo que, en sobrecarga, pesa sobre ellas, al no contar con apoyo familiar/institucional para, cuando menos, solventar los compromisos de trabajo intra-casa, en tanto que el concurso descentralizado sólo implicaría, en el día de su celebración, dedicar algunas horas. Estas medidas, se advierten viables, pues solamente implicarían, en el caso de la regionalización de los concursos, el envío de los materiales y su recopilación, lo que ya se hace, y por lo tanto, se tiene la logística, respecto de cursos de capacitación que se llevan a cabo en el interior de la república, no sólo en la Ciudad de México. Respecto de la regionalización de las adscripciones, su inconveniente sería esperar a que, en determinado ámbito territorial, se hiciera necesario cubrir vacantes, pues remover a titulares adscritos o adscritas sólo para generar tal vacancia, implicaría, a su vez, desconocer los derechos laborales de éstos. La ventaja de estas medidas reside también en que la celebración de los concursos se llevaría a cabo en la forma en que los respectivos acuerdos lo prevén, desde la convocatoria hasta la calificación y designación, pues en estos casos bastaría con justificar, en las convocatorias respectivas, la necesidad de realizar cada evento con las modalidades expuestas, por ende, resultan también medidas factibles, económicas, prácticas y aplicables en corto plazo, quedando también sujeta su temporalidad al logro o aproximación a la paridad de géneros como titulares de juzgados y tribunales federales, sin que se desconozca que, la adición del concepto de cargas familiares ve a la permanencia, y por ello, a que aun y cuando se deje de convocar exclusivamente a mujeres para los concursos, éstas acudan en mayor número - 72 - ante la expectativa de que su situación familiar se tomará en cuenta para determinar su adscripción. 3.3 LICENCIAS PARA PREPARACIÓN. Esta medida es la última que se propone, y como subsidiaria de las anteriores, ya que de inicio implicaría la disposición de recursos adicionales, por lo que requeriría una planeación anticipada, y por lo tanto, al ser tales recursos limitados, generalmente deberán utilizarse al máximo en apoyo a las servidoras públicas cuyas cargas familiares, objetiva y necesariamente, les impidan dedicar tiempo al estudio y preparación de exámenes, una vez cumplida su jornada de trabajo, razón por la cual, su otorgamiento estaría limitado a cumplir determinados requisitos, y necesitaría también, un diagnóstico previo, para conocer y delimitar los problemas y necesidades del grupo de servidoras públicas que, por antigüedad en el servicio, experiencia, perfil académico, entre otros factores, estén en aptitud de ascender en la carrera judicial, lo que también implica inversión previa de recursos, sea en personal interno o, en empresas especializadas, en la recopilación y sistematización de datos. A su vez, también sería necesario reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, así como el ACUERDO General del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, que reglamenta la carrera judicial y las condiciones de los funcionarios judiciales, a efecto de prever, regular y sustentar jurídicamente, el otorgamiento de este tipo de licencias, así como establecer las condiciones para su otorgamiento, a efecto de dar certeza a todos los servidores públicos sobre el procedimiento y criterios para ello, evitando en la mayor medida posible, el otorgamiento discrecional e inconformidades; esto es, evitar el avivamiento de la llama del resentimiento, particularmente en los hombres que no gozarían de esta prerrogativa, de ahí la necesidad de una justificada reforma a la normatividad. - 73 - Así, al ser la última alternativa, se estima compatible con la celebración de los concursos mixtos, puesto que la desventaja de las mujeres participantes, en relación con los hombres, quedaría neutralizada con la licencia que les permitiera contar con tiempo para prepararse previamente, siendo entonces un medio igualador de oportunidades y, que por lo tanto, permitiría la selección bajo el velo de la ignorancia, partiendo de la idea de que todos los concursantes gozan de igualdad, y que por lo tanto, ni formal ni materialmente, estarán discriminados. Como corolario de lo anterior tenemos que, la medida afirmativa base es el concurso exclusivamente femenino, pudiendo complementarse o reforzarse con las ya expuestas u otras, puesto que así se garantiza, principalmente, la participación de las mujeres y su acceso a los cargos de titularidad de órganos jurisdiccionales; esto es, el tratamiento desigualmente privilegiado se sustenta en el reconocimiento de la situación de desventaja, sometimiento, en que está el grupo de mujeres, y en la necesidad de mitigarla para igualar su oportunidad con el grupo de hombres, y lograr la equidad de género en la carrera judicial y, como efecto reflejo, en la impartición de justicia; la equidad irá del interior de la institución al exterior, a través de las resoluciones y trato a los justiciables, no será ya un ejercicio retórico, sino realidad en la conformación misma del Poder Judicial. En ese sentido, expuestas las medidas acelerantes, se espera se tomen en cuenta para lograr, en el menor tiempo posible, y sin perjuicio de operar una transformación institucional, la paridad hombres-mujeres impartidores de justicia, partiendo de la base del conocimiento de la desventaja estructural en que ellas se encuentran, y que como se dijo, permean en todos los ámbitos de la vida en sociedad. - 74 - CONCLUSIONES Quedó sentada la enorme diferencia entre el número de hombres y mujeres juzgadores dentro del Poder Judicial de la Federación, Consejo de la Judicatura Federal, y que ello evidencia desigualdad por razón de género derivada de la afectación diferenciada que provoca la distribución del trabajo por género, en tanto sobre carga a las mujeres al tener que desempeñar tanto su trabajo remunerado, como el doméstico, del cual no se les exime, a la par de que ni el Estado, los empleadores o las instituciones públicas tienen implementadas medidas que las apoyen en esas tareas, ni aun al seno de las familias se brinda el apoyo suficiente, lo que provoca que las mujeres carezcan de tiempo para estudiar, capacitarse, o para asumir mayores responsabilidad en cargos más altos, a la par que también se les dificulta la movilidad que es inminente en esos nuevos cargos, dado que pesa sobre ellas, preponderantemente, el cuidado de la familia, y estos problemas no afectan al hombre, quien por regla general sólo se dedica al trabajo productivo y puede entonces asumir nuevas responsabilidades para el ascenso. Se ha tratado de visibilizar como problema público la sobrecarga de trabajo de la mujer, a través de los conceptos de responsabilidades familiares y parentalidad, a fin de crear políticas de conciliación entre el trabajo remunerado y el familiar, y contrarrestar la segregación horizontal de la mujer, en tanto se ocupa mayormente en áreas de comercio y servicios comunales, sociales y personales, y la segregación vertical, relativa a la progresiva disminución de la presencia femenina en los cargos de mayor jerarquía. Ante tales circunstancias que permean al Poder Judicial de la Federación, quedó claro que a pesar de que la Ley Orgánica y los Acuerdos Generales que regulan los concursos de oposición y la carrera judicial, no contienen disposiciones directamente discriminatorias, inciden diferenciadamente en - 75 - hombres y mujeres, de tal manera que éstas no acceden en la misma proporción a los cargos de juzgadores. Por ello, atendiendo a los instrumentos específicos de reconocimiento y protección de sus derechos, para proscribir la discriminación y la violencia contra la mujer, destacadamente, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), que obliga a los Estados parte a adoptar medidas especiales de carácter temporal, encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la mujer, y los convenios de la Organización Internacional del Trabajo, el Estado debe actuar para mitigar los efectos diferenciados de la norma, justificándose un trato preferencial a las mujeres mediante acciones afirmativas, bajo la perspectiva del principio de igualdad como no sometimiento, dirigidas a contrarrestar las prácticas generadoras de esa desventaja, que lo es, la sobrecarga de trabajo reproductivo y productivo. En ese contexto, los Poderes Judiciales han implementado medidas para mejorar las oportunidades de sus servidoras públicas en el ascenso y ocupación de los cargos de juzgadoras; como ejemplos, España, El Salvador y Costa Rica; en México, se suscribió el Pacto para Introducir la Perspectiva de Género en los Órganos de Impartición de Justicia en México (Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia); la Suprema Corte de Justicia de la Nación implementó un Programa de Equidad de Género, mayormente orientador, y el Estado de Tabasco y el Distrito Federal cuentan con políticas sobre equidad de género, que prevén la instauración de medidas afirmativas o de uso permanente para incentivarla en la carrera judicial. Por su parte, quedó precisado que en lo relativo a Juzgados de Distrito y Tribunales de Circuito del Poder Judicial de la Federación, aún no se ha abordado el tema de la carrera judicial con perspectiva de género, por lo cual, resulta necesario aplicar medidas afirmativas para acortar la brecha entre el número de hombres y mujeres titulares de dichos órganos, acelerando la paridad, tomando en cuenta también la recomendación de la Relatora Especial - 76 - sobre la independencia de los magistrados y abogados, de aplicar medidas temporales. Así, las medidas que abordan este aspecto y que se propusieron como adecuadas, son: los concursos de oposición dirigidos exclusivamente a mujeres, incluida la posibilidad de concursos de méritos, ya que garantizan la participación y, por consiguiente, el acceso de más mujeres a los cargos de juzgadoras, que serían seleccionadas por sus méritos laborales y académicos; habría igualdad de oportunidades entre los participantes, lo que no ocurre en los concursos mixtos. Los concursos regionalizados alentarían a las mujeres a participar, bajo la expectativa de no tener que cambiar de residencia o, hacerlo en un ámbito territorial accesible y cercano al lugar de residencia de la familia de la próxima juzgadora, debiendo ser complementada con exclusividad femenina en los concursos; igualmente, la modalidad de celebración de concursos en los lugares de residencia de las participantes, también contrarrestaría la movilidad como factor de desventaja. Finalmente, las licencias para preparación, favorecerían a las servidoras públicas cuyas cargas familiares, objetiva y necesariamente, les impidan dedicar tiempo al estudio y preparación de exámenes, por lo que sería una medida compatible con la celebración de los concursos mixtos, ya que la desventaja de las mujeres participantes quedaría neutralizada con la licencia que les permitiera contar con tiempo para prepararse. Así, ha sido necesario reconocer que la igualdad de oportunidades además de requerir igualdad legal, requiere destacar y actuar para mitigar las circunstancias que de hecho impiden que la mujer ejerza, en la misma forma e intensidad que los varones, su derecho al trabajo y al desarrollo y ascenso en el mismo, así como su participación en la vida pública. - 77 - Bibliografía. Antón García, Begoña del Pilar, Peña Cisneros, Martha Angélica (2010), Discriminación por género en el ámbito empresarial Colección estudios 2009, Documento de Trabajo no. 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