PAU Historia septiembre 2009 Cantabria

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Historia de España
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CANTABRIA
CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009
SOLUCIÓN DE LA PRUEBA DE ACCESO
AUTORA:
Marta Monje Molina
Texto
Análisis del texto
El texto es una fuente primaria histórico-jurídica, ya que
recoge algunos artículos de la Constitución española de
1931, que estuvo vigente entre 1931 y 1936, y durante la
Guerra Civil (1936-1939) en la zona republicana. Los artículos reproducidos en el texto reflejan las características del
régimen político de la Segunda República: social y democrático (arts. 1, 39, 51 y 52), laico (arts. 3 y 27) y descentralizado (arts. 1, 11). La Constitución de 1931 estaba compuesta
por 125 artículos organizados en nueve títulos, además de
dos disposiciones transitorias. De las seis leyes fundamentales promulgadas en España, pertenece, junto a las constituciones de 1869 y 1978, al grupo de las que poseen un carácter democrático. Las de 1812, 1837, 1845 y 1876 establecían
algún tipo de limitación en el censo electoral, distribuían la
soberanía nacional entre las Cortes y el rey en beneficio de
este último o no recogían de modo suficiente los derechos
individuales.
La Constitución de 1931 indicaba que el régimen político
español era una «República democrática». El origen de la
soberanía residía explícitamente en «el pueblo». La primacía la tenía el poder legislativo unicameral, representado
por el Congreso de los Diputados. Sometido a este se
encontraban el poder ejecutivo (el jefe del Gobierno y el
presidente de la República) y el Tribunal Supremo, cúspide
del poder judicial. El presidente de la República contaba
con cierto margen de maniobra para elegir o deponer al
jefe del Gobierno, pero él mismo podía llegar a ser destituido por las Cortes. Se establecía el Tribunal de Garantías
Constitucionales, que debía declarar la constitucionalidad
de las leyes que se aprobasen. Los diputados a Cortes se
elegían por sufragio general masculino; en 1933 se amplió
el sufragio a las mujeres. El presidente de la República era
designado de forma indirecta a través de compromisarios.
Las corporaciones municipales también eran elegidas por
sufragio universal.
Además de configurar un régimen democrático, fue mayoritaria en las Cortes constituyentes la voluntad de poner fin a
las enormes desigualdades que existían en la época. Por esa
razón, junto a una extensa declaración de derechos individuales (libertad de conciencia, garantías procesales, libertad de expresión, etc.), se incluyeron otros de carácter social
(protección del trabajo infantil y femenino, limitación de la
jornada laboral, salario mínimo, acceso a la Seguridad
Social, etc.). También se limitó el derecho a la propiedad, ya
que esta era susceptible de expropiación forzosa por motivo de utilidad social, aunque siempre a cambio de una
indemnización. Se establecía, asimismo, la posibilidad de
nacionalizar algunos servicios de interés común o públicos
(transportes, telefonía…).
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Tal y como se indica en el texto, el artículo 1 establecía que
«la República constituye un Estado integral compatible
con la autonomía de los Municipios y las Regiones». Con la
denominación Estado integral se pretendía evitar la definición de España como Estado unitario o federal, mientras se
hacía compatible el mantenimiento de la unidad del país
con la autonomía de las regiones que lo solicitaran. Las condiciones indicadas en el artículo 12, citado en el artículo 11,
para la aprobación de estatutos de autonomía eran las
siguientes: propuesta por la mayoría de los ayuntamientos
o por aquellos cuya población supere las dos tercera partes
del censo electoral de la región que solicite un estatuto,
aprobación en plebiscito por las dos terceras partes del censo, ratificación por las Cortes. El primer Estatuto de Autonomía que entró en vigor durante la Segunda República
fue el de Cataluña (septiembre de 1932). El Estatuto vasco
se aprobó en plena Guerra Civil (octubre de 1936), al igual
que el gallego (febrero de 1938), si bien este último no llegó
a aplicarse.
En la Constitución de 1931 se afirmaba de modo tajante la
separación entre Iglesia y Estado. Así, en el artículo 3 se
declara la aconfesionalidad del Estado y en el 27 la libertad
de conciencia. El artículo 26, no reproducido en el texto,
ponía fin a los acuerdos establecidos con el papado en el
Concordato de 1851, por los que el Estado español se comprometió a mantener a la Iglesia como compensación por
la desamortización de los bienes eclesiásticos. Se eliminaba,
por tanto, el subsidio al clero y se privaba a las órdenes religiosas de la inmunidad fiscal. Asimismo, se consideraba a
estas como asociaciones, por lo que debían inscribirse en
un registro y no podían ejercer ni la enseñanza ni actividades comerciales o industriales. También se disolvía la Compañía de Jesús, sin citarla, por obedecer a una «autoridad
distinta de la legítima del Estado», es decir, al papado. Estos
principios tuvieron un desarrollo posterior en la Ley de
Congregaciones Religiosas (1933).
Asimismo, la Constitución de 1931 establecía la igualdad
de derechos para ambos sexos dentro del matrimonio y
la posibilidad de disolución de este por mutuo acuerdo o a
petición de cualquiera de los cónyuges (causa justa). El
reconocimiento del derecho al divorcio suponía que el Estado asumía la prerrogativa de regular el vínculo matrimonial
por encima del derecho canónico, en un claro ejercicio de
supremacía de las leyes del Estado sobre las eclesiásticas
(de acuerdo con el principio de que España era un Estado
laico). La Ley de Divorcio se aprobó en 1932.
Definición de términos
República democrática. Régimen político representativo,
opuesto a la monarquía, en el que la legitimidad y la comHistoria de España
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posición de los poderes del Estado proceden de la voluntad
de los ciudadanos —titulares de la soberanía nacional—,
expresada libremente en las urnas mediante sufragio universal. A diferencia de otros regímenes políticos, el jefe del
Estado, los miembros del poder ejecutivo y las diferentes
autoridades territoriales son cargos electivos y la actuación
de quienes acceden a ellos está sujeta a responsabilidad en
el tiempo que duran sus mandatos. En algunos países,
determinados cargos del poder judicial también son electivos. Asimismo, en la República Democrática se garantiza la
protección de los derechos y garantías individuales.
Congreso de los Diputados. Reunión o asamblea de los
representantes de la soberanía nacional, expresada en
las urnas por los ciudadanos mediante sufragio universal.
Es la representación del poder legislativo que, junto con el
poder ejecutivo y el judicial, constituyen los tres pilares
sobre los que se sostiene el Estado democrático. La función
del Congreso de los Diputados es la preparación, debate y
aprobación de las leyes respetando los principios de la
Constitución bajo la que se rige su funcionamiento. Sus
miembros, los diputados, son titulares con carácter temporal —normalmente cuatro años— de la representación de
los ciudadanos pertenecientes a una determinada circunscripción electoral. Al finalizar su mandato, deben someterse
a una nueva elección para mantener su condición de diputados. El poder legislativo puede ser unicameral, como fue
el caso de la Segunda República, o bicameral, como establece la Constitución de 1978, al dividir este en un Congreso
de los Diputados, con mayor peso en la aprobación de las
leyes, y un Senado, que las refrenda y a su vez constituye
una cámara de representación territorial.
Sufragio universal. Sistema de elección de los representantes políticos y cargos públicos de un Estado u otro tipo de
organización que establece la igualdad en el valor del voto
de los electores y no dicta ninguna limitación para alcanzar
la condición de tal relativa a fortuna personal, condición
social o preparación académica. El sufragio universal está
asociado a la progresiva democratización de los regímenes
políticos liberales surgidos en el siglo XIX tras la desaparición del Antiguo Régimen. Inicialmente, la clase política era
elegida mediante sufragio censitario (es decir, podían acceder a la condición de electores quienes satisfacían un determinado nivel de contribuciones o censos). El sufragio universal o, más bien, general masculino, se fue imponiendo a
lo largo de siglo XIX. En España se estableció inicialmente
durante el Sexenio Democrático. Posteriormente, ya durante la Restauración, se reinstauró en 1890. El derecho de
voto de la mujer se implantó, en general, a lo largo del siglo
XX. Las mujeres españolas lo ejercieron por primera vez en
las elecciones generales de noviembre de 1933.
Desarrollo y explicación histórica
Los resultados favorables a la Conjunción RepublicanoSocialista en las capitales de provincia y en las grandes ciudades en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931
provocaron, dos días después, la salida de España del rey
Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República.
Inmediatamente, se constituyó un Gobierno provisional,
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constituido casi íntegramente por los miembros del Comité
Revolucionario formado un año antes a raíz del pacto de
San Sebastián. Integraban el nuevo ejecutivo representantes de diferentes partidos republicanos, nacionalistas gallegos y catalanes y el PSOE y lo presidía el antiguo monárquico Niceto Alcalá-Zamora. En su primera declaración, el 14
de abril, el Gobierno anunció como su principal objetivo la
celebración de elecciones a Cortes constituyentes. A su preparación estuvieron destinadas algunas de las primeras
medidas aprobadas en las semanas siguientes: revisión del
censo electoral, nombramiento de una comisión jurídica
asesora para elaborar el proyecto de Constitución y rebaja
de la edad para alcanzar la condición de elector de 25 a 23
años. Asimismo, antes de la convocatoria de elecciones, se
promulgaron algunos de los decretos de reforma militar
—preparados por el ministro de la Guerra, Manuel Azaña—
y sobre la mejora de las condiciones de trabajo en el campo, impulsados por el ministro de Trabajo, Francisco Largo
Caballero, que indicaban la decidida voluntad del Gobierno
de iniciar un amplio proceso de reformas.
En mayo de 1931 se produjeron los primeros incidentes con
la Iglesia. El día 2 se publicó una carta pastoral del cardenal
Pedro Segura, primado de España, contra el nuevo régimen
(en junio el cardenal sería arrestado y expulsado de España). Unos días después estalló un motín popular, provocado
por la inauguración de un círculo monárquico en Madrid,
que derivó en la quema de conventos y edificios religiosos
en varias ciudades españolas (10-13 de mayo).
Las elecciones constituyentes se celebraron a finales de
junio y supusieron una amplia victoria para los partidos de la
coalición gobernante. La fuerza mayoritaria fue el PSOE,
seguido por los radicales de Lerroux y los radical-socialistas
de Marcelino Domingo; eran minoritarios los partidos de
Niceto Alcalá-Zamora (Derecha Liberal Republicana) y Manuel
Azaña (Unión Republicana), así como los nacionalistas. Las
derechas, que acudieron divididas a los comicios, obtuvieron
una escasa representación. El 14 de julio tuvo lugar la apertura de las Cortes y se procedió a la elección de su presidente, el socialista Julián Besteiro. En los días siguientes se constituyó la comisión parlamentaria para preparar el proyecto
definitivo de Constitución, bajo la dirección del también
socialista Luis Jiménez de Asúa. El proyecto, presentado a
finales de agosto, comenzó a debatirse inmediatamente. Los
párrafos, reproducidos en el texto analizado, sobre la naturaleza del nuevo régimen —«España es una República democrática de trabajadores de toda clase […]» y «La República
constituye un Estado integral […]»— fueron objeto de un
duro debate y se aprobaron por estrecho margen.
La polémica volvió a encenderse en octubre, con la discusión de los artículos relativos a la separación Iglesia-Estado.
La medida era similar a la adoptada en Francia y Alemania;
con ella se pretendía reducir a la Iglesia al ámbito exclusivamente religioso, desligándola de la política y de la economía nacionales. La aprobación de estos artículos (26 y 27)
provocó la dimisión de Alcalá-Zamora y del ministro de
Gobernación, Miguel Maura. Ocupó entonces la presidencia
del Gobierno Manuel Azaña, líder de una formación minoriHistoria de España
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taria pero que gozaba de un gran prestigio intelectual y
estaba teniendo una actuación destacada como ministro
de la Guerra. El tratamiento que se daba a la cuestión religiosa en la Constitución provocó la oposición radical de
toda la derecha católica y de la Iglesia, que no se identificaron con el régimen republicano a partir de ese momento.
Esto explica, en parte, la ambigüedad mostrada por algunos
partidos de la derecha española —la CEDA especialmente— con respecto a la República. Asimismo, la oposición
política de la Iglesia incrementó el anticlericalismo popular,
y desde algunos sectores se consideró a los religiosos aliados naturales de la derecha antiliberal.
Finalmente, la Constitución fue aprobada el 9 de diciembre
de 1931 y un día después fue elegido presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora. En los días siguientes, se produjo
una nueva crisis de Gobierno. Alejandro Lerroux, ministro
de Estado y líder del Partido Radical, se mostró favorable a
que se realizase una convocatoria de elecciones, ya que
consideraba concluido el período constituyente. Al ser
derrotada su postura, se produjo la salida de los radicales
del Gobierno que, presidido por Azaña, mantuvo su composición durante el resto del Bienio Reformista (1931-1933).
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la diócesis, y se amplió el número de las provincias. La diócesis de las Hispanias englobaba varias
provincias más pequeñas (Gallaecia, Lusitania, Bética, Cartaginense, Tarraconense y Mauritania Tingitana), dirigidas por un vicarius (delegado). Hacia
385 se añadió una nueva provincia, Baleárica.
쐌 Urbanización y obras públicas. La ciudad fue la unidad administrativa básica establecida y el principal
instrumento de romanización de los territorios conquistados. Para llevar a cabo la urbanización de Hispania se utilizaron dos vías alternativas:
쐌 Creación de nuevas ciudades (colonias), que
seguían el modelo de la propia Roma, y se poblaron con ciudadanos procedentes de Roma o de Italia y, en ocasiones, con soldados veteranos licenciados, libres de sus obligaciones militares.
쐌 Transformación de poblaciones ya existentes en
ciudades romanas, que pasaban a ser ciudades
federadas o libres de impuestos y de ocupación
militar. Entre ellas se encontraban Malaca, Gades,
Saguntum, Cartago Nova y Tarraco.
Las ciudades solían presentar estas características:
Cuestiones
 Por romanización se entiende el proceso histórico
mediante el cual la población indígena de Hispania asimiló los modos de vida romanos. No fue un proceso
homogéneo en el tiempo (se intensificó notablemente a
partir del siglo I a. C. bajo la pax romana) ni tuvo la misma incidencia en todas las áreas, ya que fue muy acentuado en el litoral mediterráneo y más leve en el interior,
el norte y el noroeste peninsulares. La romanización se
manifestó en diversas facetas: administración provincial;
urbanización y obras públicas; estructuras económicas y
sociales, y derecho, religión y cultura.
쐌 La Administración provincial. Hispania, nombre con el
que los romanos denominaron a la Península Ibérica,
fue dividida en provincias. Para los romanos una provincia se definía, en principio, como el ámbito de
competencias de un magistrado. Más adelante, cuando la presencia militar empezó a ser permanente en
ciertas zonas, pasó a designar una demarcación territorial concreta. La división territorial varió a lo largo
del tiempo.
쐌 Durante la República (197 a. C.-siglo I a. C), Hispania
se dividió en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Predominó la administración militar;
al frente de cada provincia se encontraba un pretor.
쐌 En el Alto Imperio (siglos I a. C.-III) se incrementó el
número de provincias a tres: Bética, Lusitania y
Tarraconense. En la Bética, considerada la provincia
más romanizada y pacificada, no tenía tanta presencia el ejército como en las otras dos provincias.
쐌 En el Bajo Imperio (siglos III-V), como consecuencia
de las reformas del emperador Diocleciano, se
introdujo una circunscripción de ámbito superior,
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쐌 Tenían un plano de planta ortogonal con dos grandes ejes: cardo, en dirección norte-sur, y decumanus, en dirección este-oeste.
쐌 Estaban rodeadas por una muralla, que, en principio, solo marcaba los límites de la ciudad; a partir
del siglo III la muralla se convirtió en un medio de
defensa.
쐌 Disponían de un foro o centro urbano, donde se
ubicaban la basílica (destinada a impartir justicia),
la curia (centro de la Administración municipal), el
tabularium (archivo), los templos y las tabernae o
tiendas. Las termas o baños públicos solían estar
situados cerca del foro. En el extrarradio se situaban la necrópolis (cementerio) y diferentes edificios para espectáculos públicos: teatros, anfiteatros
y circos.
쐌 Estaban dotadas de infraestructuras para las comunicaciones (puentes, calzadas, puertos y faros), higiénicas (red de cloacas) y para el abastecimiento
de agua (acueductos y cisternas).
Las ciudades de Hispania estaban comunicadas por una
red viaria (calzadas) diseñada por Octavio. El fin de estas
calzadas era militar y administrativo. Además, contribuyeron a mejorar las relaciones económicas y a cimentar
la unidad del Imperio.
쐌 Estructuras económicas y sociales. Los romanos intensificaron la explotación de los recursos de la Península, en particular las minas de plata, oro, plomo, hierro,
cobre, estaño y mercurio. Los metales eran fundamentales para la acuñación de moneda. Además de
minerales y metales, desde Hispania se exportaron
los productos de la trilogía mediterránea (vino, aceite
de oliva y trigo), los salazones y garum o garo (salsa
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de pescado macerado con sal), y la cerámica local,
conocida como sigillata hispánica.
Hacia el siglo I, la sociedad hispana estaba formada
por unos siete millones de personas que poseían
diferente situación jurídica:
쐌 Los colonos romanos e itálicos eran una minoría
que gozaba de plenos derechos políticos y de propiedad. Llegó a influir en la vida política y cultural
de Roma.
쐌 Las élites indígenas imitaron a los romanos adoptando sus nombres, sus costumbres, su lengua y su
estructura familiar patriarcal.
쐌 Los indígenas libres se encontraban en la base de
la pirámide social, por encima de los libertos o
esclavos liberados que seguían dependiendo de su
antiguo dueño. En el último escalón de la sociedad
se encontraban los esclavos.
쐌 Derecho, religión y cultura. El latín era la lengua utilizada en el derecho, la ciencia y la cultura. El derecho
romano se aplicó en Hispania, lo que permitió implantar una legislación común para todos sus habitantes.
En el ámbito religioso, los romanos respetaron los cultos locales, siempre que no amenazaran la lealtad a
Roma y al emperador. A partir del siglo I llegaron
a Hispania los cultos mistéricos del Mediterráneo
oriental, asociados a ritos de purificación y a promesas de inmortalidad (Cibeles, Isis, Mitra). Rivalizando
con ellos, y procedente también de Oriente, se introdujo en la Península el cristianismo. Sus seguidores, al
negarse a adorar al emperador, se convirtieron en
enemigos de Roma. Por ello sufrieron persecuciones;
más tarde, la religión cristiana obtuvo el beneplácito
del Estado romano, primero con Constantino I y después con Teodosio I el Grande (379-395), que la convirtió en la religión oficial y prohibió la práctica de
otros cultos. Desde entonces, la Iglesia católica colaboró en la latinización de la sociedad hispánica.
Entre los hispanorromanos que destacaron en el
ámbito cultural y científico se encuentran los Séneca,
padre e hijo —dramaturgo el primero y filósofo y preceptor del emperador Nerón el segundo—, el poeta
Lucano; el agrónomo Columela y el geógrafo Pomponio Mela. La difusión de la cultura romana se vio favorecida por la creación de escuelas, como la existente
en Osca (Huesca), en la que estudiaban los hijos de
los miembros de las élites indígenas. En el terreno
artístico cabe destacar, en el campo de la arquitectura, los edificios destinados al ocio (teatro y anfiteatro
de Mérida), los monumentos conmemorativos (arco de
Bará) o las obras públicas (acueducto de Segovia y
puente de Alcántara). También son notables las manifestaciones en la escultura y el mosaico.
 En el año 409 la Península Ibérica fue invadida por diversos pueblos bárbaros (vándalos, alanos, suevos). Los
romanos recurrieron a otro pueblo bárbaro, los visigodos, para frenar este avance. Los reyes visigodos Ataulfo
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y Valia pactaron con el emperador romano (416) asentarse al sur de las Galias (actual Francia) a cambio de
acabar con estos pueblos. La conquista visigoda de la
Península Ibérica se produjo en tres etapas:
쐌 Reino de Tolosa (416-507): los visigodos conquistaron
Aquitania y establecieron su capital en Tolosa. Extendieron su dominio en la Península Ibérica, empujando
a los suevos hacia el noroeste peninsular y expulsando a los vándalos hacia el norte de África y Baleares.
Durante el reinado de Eurico, a mediados del siglo V,
alcanzaron su máximo poder en ambas vertientes de
los Pirineos.
쐌 Creación del reino de Toledo (507-569): los francos
derrotaron a los visigodos en la batalla de Vouillé, y
los expulsaron del sur de Francia. Estos establecieron
su capital en Toledo. El Imperio romano de Oriente
(Imperio bizantino), ocupó la costa peninsular desde
Cádiz hasta Valencia, incluidas las Baleares. Al norte,
además de los suevos, cántabros y vascones desafiaban el poder visigodo.
쐌 Dominio peninsular (569-711): Leovigildo comenzó
un proceso de unificación territorial de la Península
con la conquista del reino suevo (585), y Suintila
sometió los últimos reductos costeros bizantinos
(625). Las campañas contra los pueblos montañeses
(astures, cántabros y vascones) persistieron. Las Islas
Baleares quedaron fuera del reino visigodo. Conseguida la unidad territorial, quedaban dos cuestiones por
resolver para conseguir un Estado fuerte: las diferencias legislativas y las religiosas.
Las rebeliones aristocráticas y las conspiraciones y
conjuras contra los monarcas visigodos (más de la
mitad fueron asesinados o derrocados) eran habituales, por lo que fue necesario aglutinar a hispanorromanos y visigodos en torno a una monarquía fuerte
para que el Estado se consolidara. Así, se promovieron una serie de iniciativas legislativas encaminadas a
crear un Estado basado en el derecho romano. En
este sentido, los reyes Chindasvinto y Recesvinto
recopilaron la legislación en el Liber Iudiciorum (654).
Los monarcas visigodos buscaron, asimismo, la colaboración de la Iglesia católica hispánica. Para ello,
Recaredo I se convirtió del arrianismo al catolicismo y
promovió una Iglesia católica unitaria y nacional. Con
este fin, el monarca convocó y presidió un magno
concilio de toda la Iglesia del reino: el III Concilio de
Toledo (589), en el que se establecieron las normas
básicas para la coordinación entre la Iglesia y la
Corona. Los sucesores de Recaredo I continuaron
celebrando los concilios toledanos, auténticas asambleas del Estado, de las que terminó dependiendo la
elección de los reyes. Algunos monarcas intentaron convertir el reino visigodo en una monarquía
hereditaria; fue el caso del rey Leovigildo (569-586),
que asoció a sus hijos como corregentes. A pesar de
estos intentos, la monarquía siguió siendo electiva
e inestable.
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A los problemas políticos se unieron los sociales y
económicos. El reino visigodo se asentaba sobre una
sociedad ruralizada, basada en un grupo dominante
(civil y eclesiástico) del que dependía un elevado
número de campesinos, unido a él mediante vínculos
económicos y de dependencia y fidelidad. Además, a
finales del siglo VII, la economía estaba claramente en
recesión, por lo que aumentó la conflictividad social
y las persecuciones de algunas minorías, como los
judíos. En el año 711, una de las frecuentes rebeliones
nobiliarias entre los visigodos proporcionó la excusa
para el desembarco en Algeciras de una expedición
musulmana. Rodrigo, el último rey visigodo, fue vencido y muerto en la batalla de Guadalete. En apenas
tres años (711-714) el reino de Toledo se desmoronó.
 Fase de la historia de al-Ándalus, que siguió a la conquista musulmana de la Península Ibérica y a las etapas
del emirato dependiente (711-756) y emirato independiente (756-929). La conquista y sometimiento de la
Península fue un proceso relativamente breve (711-715),
dada la fase de descomposición en que se encontraba el
reino visigodo de Toledo y debido a que las tropas islámicas no pretendían ocupar todo el territorio, sino controlar solo los puntos clave estableciendo guarniciones
militares.
Inicialmente se estableció un emirato dependiente
(711-756) del califato de Damasco. El poder político en
al-Ándalus fue asumido por un valí (gobernador). Para
someter las áreas conquistadas, los califas ordenaron el
territorio en coras. Impusieron tributos a la población,
repartieron las tierras entre sus guerreros y nombraron
gobernadores árabes. La capital de al-Ándalus se estableció en Córdoba para controlar el valle del Guadalquivir. La mayoría de los omeyas fueron asesinados en una
guerra civil; el clan abasí ocupó el califato y trasladó su
capital a Bagdad (Irak). Un superviviente omeya, Abd alRahman I, se trasladó a al-Ándalus y se proclamó emir
(príncipe) independiente del califato de Bagdad (756),
abriendo una nueva fase en la evolución política de
al-Ándalus: el emirato independiente (756-929). Abd alRahman I convirtió su poder personal en una dinastía,
pues designó heredero en vida a un hijo suyo, estableciendo así un sistema sucesorio que se mantuvo
durante los dos siglos siguientes. A partir del año 879,
sin embargo, fue evidente la crisis del poder del emirato cordobés, pues se produjeron numerosas revueltas
locales y reivindicaciones continuas de independencia
(como la de Umar ibn Hafsun en la actual Andalucía).
El califato de Córdoba se constituyó en 929, cuando el
emir Abd al-Rahman III se proclamó califa en Córdoba
(929), erigiéndose en líder político y religioso de los
musulmanes. Restauró la unidad del Estado islámico y
estableció la hegemonía de al-Ándalus sobre toda la
Península Ibérica pues los reinos cristianos del norte se
convirtieron en tributarios y vasallos suyos a cambio de
no sufrir aceifas. A nivel internacional, Abd al-Rahman III
intentó que la cultura andalusí liderara el mundo árabe
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e islámico promoviendo el desarrollo artístico e intelectual en Córdoba y Madinat al-Zahra (Medina Azahara),
una ciudad-palacio construida desde 936 en las afueras
de Córdoba y continuada por su hijo y sucesor AlHakam II (961-976).
Tras la muerte de Al-Hakam II, los califas de Córdoba se
mantuvieron en el poder de forma simbólica. Aprovechando la minoría de edad del nuevo califa, Hisham II, el
gobierno efectivo pasó a manos del hayib o valido andalusí, Muhammad ibn Abi Amir, llamado Al-Mansur o
Almanzor (El Victorioso). Él y sus dos hijos, que le sucedieron en el poder, son conocidos como los amiríes; fueron los auténticos gobernantes del califato cordobés
entre los años 976 y 1009.
Almanzor controló la Administración y el Ejército, imponiendo una dictadura militar, la defensa de la ortodoxia
religiosa y expediciones de castigo contra los reinos cristianos del norte. Tras la muerte de Almanzor (1002), uno
de sus hijos pretendió ser nombrado sucesor del califa
Hisham II, lo cual le enfrentó a la dinastía omeya, a los
dirigentes religiosos y al pueblo en general. En el año
1009 estalló una revolución en Córdoba durante la cual
fueron asesinados los amiríes. Por último, en el año 1031,
una asamblea de notables decretó en Córdoba el final del
califato. Se abrió entonces la fase de los reinos de taifas.
 Isabel I de Castilla (1451-1504) y su esposo, Fernando II
de Aragón y V de Castilla (1452-1516), son conocidos
como los Reyes Católicos. Este título les fue otorgado
por el papado tras haber acabado con el poder del islam
en la Península Ibérica. Su matrimonio, su mutua colaboración y el hecho de que alcanzaran sus respectivos tronos con cinco años de diferencia (primero Isabel el de
Castilla en 1474, y después Fernando el de Aragón en
1479), permitieron que ambos reinos tuvieran una política común, una circunstancia sin precedentes hasta
entonces. Sin embargo, la unión dinástica de Castilla y
Aragón no significó la creación de un Estado unificado.
Por el contrario, ambos reinos permanecieron claramente diferenciados. Pese a lo dicho, Isabel y Fernando
abrieron paso a la Edad Moderna en sus territorios al
perseguir la centralización del poder del Estado que
ellos encarnaban. En Castilla fueron más lejos que sus
antepasados en la aplicación del autoritarismo monárquico. No sucedió lo mismo en los reinos de la Corona
de Aragón, donde las instituciones, con escasas excepciones, permanecieron intactas.
Los Reyes Católicos basaron su labor de Gobierno en las
siguientes instituciones:
쐌 Consejo Real de Castilla. Creado en el siglo XIV, se reorganizó en 1480 y adoptó su forma definitiva como
órgano supremo de gobierno e instancia judicial
superior. Estaba formado, en su mayoría, por letrados
profesionales. Órganos similares fueron los consejos
de Aragón (1494) y de las Órdenes Militares.
쐌 Secretarios. Eran personas de confianza de los reyes y
les servían de enlace con los diferentes consejos.
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쐌 Cortes y virreyes. Las Cortes castellanas se convirtieron en asambleas dóciles que se limitaban a jurar
fidelidad a los sucesores al trono y a conceder ayudas
monetarias a los reyes. Isabel y Fernando respetaron
los privilegios y fueros de Valencia, Aragón y Cataluña;
nombraron, asimismo, a lugartenientes o virreyes
para que los representaran en algunos reinos o principados durante su ausencia.
Asimismo, los Reyes Católicos reformaron la Administración de justicia de Castilla, organizándola en tres ámbitos o niveles:
쐌 Local. Representado por los corregidores, que actuaban en los municipios y tenían competencias bastante amplias.
쐌 Superior o de segunda instancia. En él se encontraban las chancillerías o audiencias que resolvían las
apelaciones efectuadas por desacuerdo con las decisiones de los corregidores y de otros tribunales municipales y señoriales.
쐌 Última instancia. Era el Consejo Real de Castilla.
Asimismo, se reforzó el orden público mediante la creación de la Santa Hermandad —formada por cuadrillas
armadas, costeadas y organizadas por los concejos— y
se impulsó la reforma religiosa que incluyó los siguientes aspectos:
쐌 La reforma del clero para combatir la relajación moral
de los eclesiásticos.
쐌 El control de la Corona sobre la Iglesia mediante el
derecho de presentación de candidatos a obispos por
parte de los reyes.
쐌 La unidad religiosa mediante la expulsión en 1492 de
los judíos de Castilla y Aragón que no accedieran a
bautizarse, y de los mudéjares de Castilla en 1502. Asimismo, se estableció el Consejo de la Santa y Suprema Inquisición (con jurisdicción en todos los reinos)
para perseguir a los falsos conversos.
Los Reyes Católicos conquistaron el reino nazarí de Granada en 1492, último territorio peninsular bajo dominación islámica. En política exterior los principales objetivos de los Reyes Católicos fueron la recuperación de los
territorios perdidos por los Trastámara aragoneses (Navarra, Rosellón, Cerdaña y Nápoles), la consolidación de la
expansión mediterránea de la Corona de Aragón y el
impulso a la expansión atlántica. El descubrimiento de
América (1492) transformó en beneficio de Castilla el
ámbito geográfico y las relaciones de poder que habían
caracterizado a la Europa medieval. Para lograr sus objetivos impulsaron una diplomacia ágil, con embajadores
estables en diferentes cortes europeas, mantuvieron un
ejército permanente y desarrollaron una política matrimonial que les llevó a concertar los matrimonios de sus
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CONVOCATORIA SEPTIEMBRE 2009
hijos con los herederos de las principales monarquías
europeas. Fruto de esa política fue el matrimonio de
Juana I de Castilla y Felipe de Habsburgo. El hijo de
ambos, Carlos I de España y V de Alemania, recibió una
enorme herencia patrimonial (reinos de Castilla y Navarra,
Corona de Aragón, dominios en América por parte materna; Países Bajos y Franco Condado por parte paterna).
 El Antiguo Régimen es la denominación que engloba al
sistema político, económico y social existente en Europa
y, por tanto, en España entre los siglos XV y XVIII. Si desde
el punto de vista político se caracterizaba por el poder
absoluto del rey, su sociedad estaba determinada por un
tipo de organización jerárquica, rígida y estática, llamada sociedad estamental. Esta estaba compuesta por tres
grupos sociales (también llamados brazos o estados)
diferenciados jurídicamente: clero, nobleza o aristocracia
y tercer estado o plebe. Su situación jurídica y función
social eran distintas, pues cada estado tenía una serie de
privilegios, es decir, de leyes privadas y atribuciones particulares, que solo a ellos afectaba, generalmente de
acuerdo con su función. El clero y la aristocracia no pagaban tributos, sino que los cobraban, y estaban exentos
de producir alimentos debido a su función religiosa y
bélica. El tercer estado (productores o pecheros) producía alimentos y pagaba impuestos.
La base económica del Antiguo Régimen era el trabajo
de la tierra. Se practicaba una agricultura de autoconsumo, en la que se empleaban herramientas y técnicas
rudimentarias y se obtenían escasos rendimientos. Esto
provocaba continuas crisis de subsistencia, cuando las
cosechas eran escasas, que desembocaban con frecuencia en hambrunas y motines populares.
La artesanía estaba en manos de los gremios, asociaciones de artesanos de un mismo oficio. El trabajo, manual
y con herramientas muy sencillas, se realizaba en pequeños talleres, al frente de los cuales había un maestro, que
contaba con uno o varios oficiales y aprendices. Los gremios regulaban todos los aspectos de la producción. No
obstante, en el siglo XVII, en Europa occidental empezó a
extenderse en algunos lugares el trabajo a domicilio
(domestic system): un empresario, generalmente un
comerciante, proporcionaba a los trabajadores las materias primas y las herramientas para elaborar el producto
y una vez realizado se encargaba de su comercialización.
Los trabajadores solían ser campesinos que elaboraban
el producto en su casa y, de este modo, completaban
sus ingresos. Este tipo de producción se desarrolló especialmente en el sector textil. El comercio interior estaba
limitado a mercados locales y ferias anuales, debido a la
escasa capacidad de compra de la mayoría de la población. No obstante, se desarrolló el comercio internacional, preferentemente por vía marítima, especialmente
con los territorios americanos y asiáticos.
Historia de España
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