Los funerales en Newton, Connecticut, esta semana desataron un gran dolor y angustia. La masacre de niños que sucedió ahí en esta época del año nos hace pensar como Herodes masacró a los niños después que Jesús nació. El hombre que cometió los crímenes en Sandy Hook debió haber estado mentalmente perturbado. Él es el tipo de persona a quien la sociedad le puede ayudar. Lamentablemente no siempre se sabe que tan enfermo está un tal hombre hasta que es demasiado tarde. Todos en los Estados Unidos y en el mundo lloran y se lamentan por lo ocurrido esta semana. Todos queremos que haya cambios. Gente común tiene mas fácil acceso a armas peligrosas que en el pasado. Crímenes horribles obtienen amplia cobertura en los medios de comunicación. Hollywood nos ofrece películas violentas. Los fabricantes de equipos electrónicos nos ofrecen juegos violentos. La guerra se da en todo el mundo, y las balaceras ocurren en nuestras calles y en nuestras casas. Nadie está a salvo. Todos quieren que alguien haga algo. Quieren que el Presidente actúe. Quieren que el encargado del cabildo abogue por estos cambios. Quieren más protección en las escuelas. Quieren que alguien, él que sea, que haga algo. El salmo ochenta fue escrito por la gente que había perdido todo a causa de la violencia. Los enemigos habían predominado contra ellos. Miembros de la familia habían sido asesinados en la batalla. Perdieron su tierra natal. Ellos creyeron que Dios había echo un pacto especial con ellos. Nada tenía ningún sentido. Ahí estaba, la gente que era la “mano derecha” de Dios, no estaba recibiendo la ayuda que esperaba. Querían que alguien, cualquiera que fuese, querían que Dios se enfrentara para mejorar las cosas. El salmo dice, “Dios de los ejércitos, vuélvete, mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tu hiciste vigorosa. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tu fortaleciste.” Nos sentimos privilegiados de vivir con libertad y comodidades. Nos sentimos como si Dios nos hubiese hecho especiales. Cuando la tragedia nos alcanza, no hayamos el sentido. La Navidad celebra el feliz nacimiento de Jesucristo. Precisamente la razón por la cual recibimos un salvador es porque lo necesitábamos. Los seres humanos pecamos. Sin cesar. No podemos rescatarnos a nosotros mismos. Queremos poner fin a la violencia, pero no dejamos de ver películas violentas. Queremos que los niños estén seguros, pero no siempre tomamos las medidas necesarias para protegerlos. Queremos que los perturbados mentales reciban tratamiento, pero no siempre identificamos a los que necesitan ayuda. Queremos que Dios intervenga, pero no siempre le dedicamos tiempo a Dios en la oración. Este cuarto Domingo de Adviento nos vemos obligados a enfocarnos en la violencia que ocurrió en Sandy Hook o en la promesa de un salvador. Queremos que alguien haga algo, y nosotros creemos que Dios es ese alguien quien puede y quiere ayudarnos. Dios nos ayudará, aunque nosotros no cooperemos. Pero Dios estaría muy contento esta Navidad si entramos esta semana queriendo tener paz con todas las personas que nos rodean, preocupándonos por los que están mentalmente enfermos, y pasando más tiempo con los niños. Eso le ayudaría mucho al Salvador que quiere ayudarnos.