"No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás a ellas, ni las honrarás“… (Ex. 20:4-6). Solicítelo gratis a: [email protected] "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás a ellas, ni las honrarás“… (Ex. 20:4-6). Por Atilano Guilarte, Leyva egresado del seminario de teología de la Iglesia Bando Evangélico Gedeón, en la Habana, Cuba. (1986) Todos los Derechos Reservados © 2009 EL SEGUNDO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS La Santa Biblia, según la traducción de la Versión ReinaValera de 1909, dice lo siguiente: Ex. 20:4-6: 4"No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: 5No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen, 6Y que hago misericordia en millares a los que me aman, y guardan mis mandamientos." Sin embargo, en el texto original, según la traducción literal, del Interlineal Hebreo – Español de Francisco Lacueva, en este mismo pasaje, el versículo 4 del texto está expresado en un sentido más radical, según aparece a continuación: 4: "No harás para ti ídolo y toda imagen que en los cielos de arriba y que en la tierra de abajo y que en las aguas debajo a la tierra." También en el Antiguo Testamento Interlineal Hebreo – Español Tomo I por Ricardo Cerni, el texto está traducido exactamente igual; y el texto Hebreo en ambos Interlineales, coincide también con el texto de la Biblia Hebraica Stuttgartensia, (Deutsche Bibelgesellschaft Stuttgart) 1990. Debido tal vez a al carácter tan determinante del texto, los exégetas hebreos, para cuyo pueblo fueron promulgados estos mandamientos en su principio, interpretaron siempre el segundo mandamiento como una prohibición radical de crearse toda clase de imágenes de las cosas creadas por Dios. Minuciosos estudios acerca de la cultura de este pueblo, según lo expresa la historia antigua, dan pruebas de que en sus obras de arte no aparece la pintura ni la escultura representando imagen alguna de las obras de la creación divina. La historia declara además, que tal restricción en su cultura, se debe a la observancia respetuosa de dicha prohibición en el segundo mandamiento de la ley de Dios. Al respecto consideremos lo que dice la Enciclopedia Judaica Castellana en la página 516 de su primer tomo: 1 "Arte Judío. La actitud del judaísmo hacia el arte se define por la prohibición de las imágenes, consignadas en los Diez Mandamientos: "No te harás imagen (pesel), ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra" (Exo. 20:4). Dice Moisés: "Porque no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o de hembra, figura de algún animal que sea en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que vaya arrastrando por la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra" (Deu. 4:16-18). El texto no puede ser más claro. Es una prohibición estricta de toda representación plástica que pudiera concebirse como símbolo de lo divino. Puesto que el hombre es imagen de Dios (tzelem; Gén. 1:26-27), ese tabú se extiende asimismo a la efigie humana... En el judaísmo existe, y ha existido siempre, una sola constante: la Ley, la fe en la revelación del Monte Sinaí. Y esta Ley proscribe, esencialmente, la producción artística." En este caso, me tomé la atribución de subrayar cierta parte del texto, en la que conviene que el lector reflexione acerca de los detalles de esta prohibición. En el tomo V página 583 de la misma Enciclopedia, dice: ..."los rabinos rechazan el uso de las imágenes, aun cuando evidentemente no se usan para fines de culto y hasta épocas recientes los judíos piadosos se negaban a retratarse." La mayoría de los lectores bíblicos de nuestros tiempos, sin embargo, interpretan este mandamiento como una prohibición de crearse imágenes, únicamente cuando se hagan con el fin de adorarlas. Pero si estudiamos cuidadosamente el mandamiento podremos darnos cuenta que esta idea es ilógica y carente de fundamento; pues si cumplimos con las reglas de la hermenéutica, en relación con el estudio de las Sagradas Escrituras, será necesario comparar este pasaje con otros paralelos, y en este caso, ninguno más apropiado que el de Deuteronomio, 4:16-19, donde el mismo Moisés, hace un recuento detallado en relación con este mandamiento, entre otras leyes; lo que nos proporciona claras evidencias, de que el mismo contiene dos prohibiciones, referentes a las creaciones de Dios. 2 Primera prohibición: La primera prohibición dice lo siguiente: Expresión divina: Ex. 20:4: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra." Exégesis de Moisés: Dt. 4:16-18: 16 "Porque no os corrompáis, y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, 17Figura de algún animal que sea en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, 18Figura de ningún animal que vaya arrastrando por la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra". Es evidente, según lo expresa la primera parte de este mandamiento, que en el mismo, Dios prohíbe al hombre, de manera radical, confeccionarse imágenes de las cosas creadas por Él; tanto de las que están en el cielo como de las que están en la tierra y en las aguas debajo de la tierra; pues así lo interpreta Moisés, en el pasaje leído en Deuteronomio, 4: 16-18. Segunda prohibición: La segunda prohibición dice lo siguiente: Expresión divina: Ex. 20:5: "No te inclinarás a ellas, ni las honrarás"... Exégesis de Moisés: Dt. 4:19: "Y porque alzando tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas; y todo el ejército del cielo, no seas incitado, y te inclines a ellos, y les sirvas"... En este caso es evidente también, que el Todopoderoso nos hace una segunda prohibición comprendida en el mismo mandamiento, diciendo: No te inclinarás a las cosas que están arriba en el cielo, ni las honrarás; pues así lo confirma también la exégesis de Moisés, en su recuento detallado, según el pasaje paralelo, citado en Deuteronomio, 4:19. Y aunque los detalles de Moisés, no relacionan las cosas que están abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra, como prohibidas para la adoración, no obstante, es obvio que éstas tampoco pueden ser adoradas. 3 Ahora bien, cuando la Escritura dice, según la traducción literal, que no harás para ti ídolo y toda imagen, ¿a qué imágenes se refiere esta prohibición? ¿Será solamente a las creadas con fines del culto idolátrico? Claro que no, sino a las imágenes de todo lo que hay en los cielos y en la tierra… tal como lo declara el versículo mismo. Estos detalles de las Sagradas Escrituras justifican de manera auténtica el comportamiento de los fieles a la religión judía en relación con este mandamiento de Dios, según los datos históricos acerca de la cultura de dicho pueblo. Estos detalles nos confirman, además, que tal actitud del pueblo escogido de Dios, con relación a este mandamiento, no estaba fundada en un mero capricho ni en mandamientos de hombres, sino en el mandamiento expresado por Dios y escrito por su propia mano. Evidentemente la única posibilidad de que los fieles judíos estuviesen equivocados en su interpretación acerca de este mandamiento, es que Moisés, el hombre que habló cara a cara con Dios, se hubiese equivocado al expresar su versión en el recuento de Deuteronomio, en el que se refleja claramente su interpretación acerca del mismo, según el pasaje leído en Dt. 4:16-19, pero tal concepto, sin embargo, no tendría ni la menor posibilidad de aceptación, de parte de los judíos ni de parte de los cristianos, por lo cual, no existen razones consistentes para pensar que el pueblo escogido de Dios, tanto de los judíos como de los cristianos, esté errado en su radical actitud de cohibirse de hacer imágenes de las obras de la creación divina. DATOS ADICIONALES: No obstante a lo expuesto en nuestro análisis acerca de este mandamiento de Dios, debo admitir que la mayoría de los cristianos que practican su observancia, entienden que la expresión referida en el vesícula 5 donde dice: “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás”…, no se refiere precisamente, en este caso, a una prohibición de honrar a las obras de la creación, sino a las imágenes mismas, que al inicio del mandamiento se prohíben hacer. Los que sostienen esta concepción, doctrinal, exponen lo siguiente: 4 El mandamiento dice: …“No te inclinarás a ellas, ni las honrarás”… Es bueno aclarar que, no es lo mismo “honrar” que “adorar”. Ninguna criatura merece ser adorada, pues sólo al Creador de todo debemos rendir ese culto; en cambio, se puede honrar a una persona o cosa sin que se le adore. El mismo Decálogo que prohíbe honrar a imágenes, nos manda honrar a nuestros padres en el mandamiento número 5; y en otros lugares las Escrituras nos mandan honrar las autoridades del país, por ejemplo, 1Pe. 2:17. Se honra a una persona cuando se le respeta, cuando se le reconocen sus méritos. Se honra a una imagen cuando se le coloca en un lugar distinguido para que desde allí sea contemplada, o cuando se le guarda con especial afecto, aún cuando no se le rinda culto. Por lo tanto, es claro el objetivo de Dios a través de este mandamiento: prohíbe hacer imágenes. Así como honrarlas colocándolas en lugares distinguidos. No obstante al acierto de cualquiera de estas dos interpretaciones, ambas, sin embargo, coinciden en la idea de que el mandamiento prohíbe la confección de toda imagen. Es evidente que este mandamiento es de carácter radical, como un medio preventivo para evitar toda posibilidad de que el ser humano venere o adore a otro ser que no sea el Ser Supremo; pues está probado históricamente que los hombres desde el principio se crearon imágenes de todas clases, principalmente como un medio de expresar sus culturas; pero lamentablemente al transcurrir los años, las figuras que éstas representaban llegaron a cobrar tanto valor para aquellas generaciones, que paulatinamente se convirtieron en objeto de adoración. Como prueba consecuente de ello, vemos hoy día muchas iglesias y hogares llenos de esas imágenes convertidas en ídolos. Fue así como las imágenes que fueron hechas, no con el propósito de la adoración, vinieron a convertirse en dioses para sus futuras generaciones. Aún en la actualidad continúa produciéndose este lamentable suceso, al hacerse uso de fotografías o pinturas de nuestros antepasados religiosos, para convertirlas en objeto de adoración, después del conocido proceso de la canonización. 5 A esta razón principalmente, se debe la radical prohibición de parte de Dios en cuanto a la confección de imágenes de la creación divina. La segunda prohibición de este mandamiento, tiene su razón en la triste realidad que ya la experiencia había puesto al descubierto mucho antes de que se promulgara el legado divino; pues como dijera anteriormente, desde muy temprano en la edad de la existencia de la raza humana, los hombres comenzaron a adorar al sol, a la luna, a las estrellas, y a otros géneros de las creaciones del Todopoderoso. Al respecto consideremos el siguiente pasaje bíblico: 2R. 23:5: "Y quitó a los Camoréos, que habían puesto los reyes de Judá para que quemasen perfumes en los altos en las ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalem; y asimismo a los que quemaban perfumes a Baal, al sol y a la luna, y a los signos, y a todo el ejército del cielo." Este pasaje bíblico no es más que un ejemplo de otros muchos que constituyen una prueba de que los hombres, desde muy antiguo, adoraban a las obras de la creación. Bien sabía Dios que el hombre erraba teológicamente con la práctica de tales creencias, y que ello lo llevaba cautivo al desierto del oscurantismo y la falsedad religiosa, que por fin le ocasionarían la perdición total. Pero Dios no quiere que la humanidad viva engañada en tal oscurantismo y falsedad; Dios no quiere la perdición de los seres humanos, sino que la humanidad conozca la verdad, que la practique y que viva para siempre, eternamente feliz con su único y verdadero Dios. Es por ello que el Señor le aclara a sus hijos, a los que creen en Él y quieren sujetarse a su divina voluntad, que no adoren a las obras de la creación; ni hagan imagen alguna de ellas; pues el único digno de adoración, de alabanza, de gloria y honra, es el Dios vivo y verdadero; Dios en su divina Trinidad. Es cierto que aun después de la promulgación de este mandamiento, Dios ordenó a Moisés, hacer imágenes que habrían de ser puestas en el Tabernáculo del Testimonio, pero esto no constituye arbitrariedad alguna en relación con la prohibición de 6 este mandamiento. Nótese que la prohibición dice: "No te harás imágenes"... Mientras que la traducción literal dice: "No harás para ti"... dejando así abierta la posibilidad de que para otro sí se podría hacer; en este caso para Dios, si Él nos lo ordenara como se lo ordenó a Moisés. No así para nuestros semejantes, por cuanto el mandamiento no es de carácter parcial, sino para todo el género humano. Evidentemente, la promulgación de cada uno de estos mandamientos, tiene su objetivo y su razón de ser, y Dios es el único que está facultado para ordenar la transgresión de cualquiera de ellos en caso que fuera necesario; pues así como Él ordenó la creación de dichas imágenes, según Éxodo, capítulo 25, también ordenó ciertas actividades en el templo en el día del sábado, según Números, 28:8-10; además ordenó a los hijos de Israel a matar, según Deuteronomio, capítulo 7 y capítulo 20: 16-20, además de otras referencias existentes. Al profeta Oseas, ordenó también, tomar una mujer fornicaria y después una adúltera. Véase Oseas capítulos 1-3. Ahora bien, ¿acaso por eso, tenemos nosotros derecho alguno de transgredir cualquiera de estos mandamientos? ¿No prohíben las leyes de los hombres el homicidio, y si alguien mata, se le condena conforme a las leyes establecidas? Sin embargo, el mismo juez que impone la condena por matar, está facultado también para aplicar la pena de muerte al acusado, al menos en los lugares donde la pena capital es permitida. Recuerde, sólo Dios, que promulgó estos mandamientos, está facultado para tomar determinaciones con relación a ellos. Nosotros estamos facultados sólo para obedecerlos, no para transgredirlos. ¡QUE DIOS LO BENDIGA! 7