Yolanda Lastra (compiladora): Estudios de Sociolingüística

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Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje
Número 24, julio-diciembre de 2001, pp. 217-222.
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Reseñas y comentarios
Yolanda Lastra (compiladora): Estudios de Sociolingüística.
UNAM , Instituto de Investigaciones Antropológicas, México, 2000, 626 pp.
Si las dimensiones de la sociolingüística se delimitan considerando
la diversidad como el concepto clave del campo y, dicha diversidad
depende de cuatro variables fundamentales (Berutto, 1979): 1) a
través del tiempo, 2) a través del espacio, 3) a través de las clases
sociales y 4) a través de las situaciones sociales. Establecer la
relación lengua-sociedad como objeto de estudio de la sociolingüística es motivo de numerosas discusiones entre los estudiosos de esta disciplina, al intentar definir una teoría que sirva
para explicar todas las hipótesis planteadas en esta área. Sin embargo, es posible hacerlo si se considera la interdisciplinariedad de
la misma, es decir, si se incorporan, además de la sociología y la
lingüística, otras áreas del conocimiento humano para enriquecer
el trabajo planteado por cada uno de ellos. Algunos estudiosos,
como Fishman y Labov apoyan su análisis en la sociología y la
lingüística; Lambert y Susan Ervin-Tripp lo hacen en la psicología
social, Gumperz y Dell Hymes en la antropología lingüística o
etnolingüística.
Es interesante estudiar todos los factores sociales, nivel
socioeconómico, generacional, raza, sexo, etc., que condicionan la
competencia lingüística de una comunidad de hablantes, sobre todo
cuando, a lo largo de los distintos trabajos, cada investigador va
complementando un concepto comúnmente usado en la disciplina.
Tal es el caso del término competencia, cuyo origen se debe a la
lingüística generativa, propiamente con Chomsky, quien utiliza el
término “competencia lingüística” al plantear la existencia de un
hablante ideal y referirse a ésta como el cúmulo de estructuras
lingüísticas encontradas en el cerebro del hablante, sin considerar
la realización de dichas estructuras, más es Dell Hymes quien lo
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Reseñas y comentarios
emplea como “competencia comunicativa” en un contexto
sociolingüístico, al hablar de la capacidad de interacción que los
hablantes logran en una situación determinada. Así, se puede entender lo dicho por Trudgill, lingüista y antropólogo, al mencionar
que uno de los planteamientos de la etnometodología está relacionado con el hecho de aprender a usar un lenguaje y adquirir competencia comunicativa en la lengua, es decir, lograr la habilidad de
hablar competentemente en esa comunidad.
Una vez que se logra la correspondencia comunicativa entre
los hablantes y dependiendo de la situación en la que se encuentren, puede originarse el fenómeno llamado diglosia, el cual establece la relación entre una lengua con mayor prestigio (formal) y
una lengua con menor prestigio (informal). Esto puede observarse
en el estudio de Joel Sherzer y Regna Darnell titulado “Guía resumida para el estudio etnográfico del uso del habla”, donde formulan algunas preguntas que sirven para obtener datos más precisos
sobre lo que nos interesa al realizar el estudio de campo, lo que
proponen ambos investigadores es construir las preguntas de tal
manera que al momento de ser respondidas por el informante se
obtengan detalles al respecto y no simplemente <<sí>> o <<no>>,
esto con la finalidad de lograr un corpus mediante el cual se pueda
profundizar en el objeto investigado y pueda determinarse una
tipología generalizada cuando se presenten casos con características similares. Para ello, dividieron su análisis en cinco secciones:
1. Análisis del uso del habla, a partir de las variedades lingüísticas:
formal/no formal; público/privado; fuera del grupo/dentro del grupo, etc.; 2. Actitudes hacia el uso del habla; 3. Adquisición de la
competencia comunicativa; 4. El uso del habla en la educación y el
control social; 5. Generalizaciones tipológicas.
Por su parte Jean Jackson y Monica S. Séller destacan el papel
de la lengua en relación con el estatus del hablante, el primero
como “símbolo de pertenencia a un grupo lingüístico y la relación
entre la lengua y la estructura social del Vaupés, al tratar conscientemente los indios de delimitar las lenguas al hablar” (Jackson, p.
97); el segundo, al admitir que “la negociación de la lengua tiene
que ver con una decisión sobre el trato personal; es decir, cómo
espera uno ser tratado en tal situación” (Séller, p. 127).
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Estos ejemplos marcan claramente las reacciones valorativas o
juicios de valor que los hablantes pueden tener hacia la lengua.
Asimismo, muestran las implicaciones del contacto entre dos o
más lenguas cuando en una situación comunicativa los participantes deciden alternar el uso de uno u otro código dependiendo del
contexto y de su repertorio lingüístico, entiéndase por repertorio
lingüístico “la suma de la competencia comunicativa del hablante y
los usos lingüísticos del hablante.” (Berutto, 1979)
En este sentido, la mayoría de los estudios presentados en el
texto analizan situaciones de lenguas en contacto, por ejemplo,
hablantes que usan dos lenguas en su comunidad presentan una
actitud hacia ellas, delimitándolas a un ámbito en particular (laboral, familiar, político, etc.) Estas situaciones corroboran la afirmación de Bernstein (1961) al decir que “la comunicación verbal es
un proceso en el cual los actores seleccionan de una gama limitada
de alternativas un repertorio de formas determinadas por aprendizaje previo.” (Blom y Gumperz, p. 161)
Shana Poplack, en otro de los artículos, estudia la alternancia
de códigos —cambio de dos lenguas dentro de una sola unidad de
discurso, oración o constituyente— entre el español puertorriqueño y el inglés de New York, encontrando que los hablantes de
inglés y español en su infancia muestran el porcentaje más alto de
alternancia intraoracional. Esta idea es interesante sobre todo si
se considera que una alternancia bien formada es la transición fluida entre los elementos de L1 y L2, sin falsos comienzos, titubeos o
pausas largas. Sin embargo la revelación de estos cambios no es
sólo a nivel sintáctico sino también semántico, lo cual, debido a la
gran complejidad expresiva que puede existir en una lengua, originaría una nueva lengua o código, constituida con sus propias características.
Ese es el caso del pidgin, lengua que empleaba un sistema rudimentario de habla, extremadamente pobre en sintaxis y vocabulario, pues carecía de artículos, preposiciones y verbos auxiliares o
bien aparecían esporádicamente de una manera impredecible; así,
al evolucionar nuevas lenguas nativas entre los niños, estás fueron
denominadas lenguas criollas, las cuales contaban con mayor va-
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riación morfofonemática, léxico amplio y sintaxis más compleja.
De esta manera, el fenómeno de pidginización era conducido por
una situación de contacto que involucraba dos o más lenguas diferentes. Caso contrario era la criollización que como proceso en
desarrollo involucraba la expansión y la complicación de la estructura de la lengua.
Aunque los sociolingüistas generalmente utilizan el término
prestigio para evitar variables de habla estigmatizada, los estudios realizados a diferentes comunidades lingüísticas, muestran
el valor social que los usuarios le asignan a la lengua, considerando también datos como la edad, el nivel socioeconómico, el sexo,
etc. Pero, según Smith, los autores de encuestas lingüísticas urbanas más recientes han señalado que las variables de habla en
las que se interesaban con frecuencia se podrían predecir mejor
por motivos étnicos de edad o nivel socioeconómico, que por el
sexo.
Ahora bien, más allá de que todos los individuos hablen una o
más lenguas, todos comparten por lo menos una variedad de habla y las normas para su uso apropiado por el hecho de pertenecer a una comunidad y obedecer a la característica convencional
propia del lenguaje; sin embargo, no se debe olvidar que la adquisición de una segunda lengua podría finalmente desplazar a la
primera (Fishman 1995).
Los temas desarrollados por Peter Tridgill, Dell Hymes, William
Bright, Joshua A. Fishman, Joel Sherzer, Regna Darnell, Jean
Jackson, Monica S. Séller, Jan-Peter Bloom, John J. Gumperz,
Shana Poplack y Derek Bickerton, entre otros, permiten ver que
en este campo de estudio existe algo más que un interés común
en la diversidad lingüística, porque no únicamente se analizan las
variantes de lengua en una comunidad, sino también las consecuencias que esto conlleva, es decir, se puntualiza en: a) Las
diferencias metodológicas que cada uno de los investigadores
emplea para estudiar su objeto; b) El valor que cada sociedad
otorga a su lengua, mostrándola como parte de su identidad. No
obstante, el juicio de valor dependerá del conocimiento social,
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las relaciones grupales, sus límites, la manera de señalarlos y el
conocimiento acerca de otras diferencias sociales: estatus; c) La
estandarización de la lengua y los procedimientos de codificación que realizan los hablantes a partir del análisis comparativo
entre la fonología de las lenguas que están en contacto; d) La
adquisición de una segunda lengua por hablantes nativos, considerando sus estrategias gramaticales; e) La competencia
comunicativa que logran en ambas lenguas; f) Identificar la dimensión geográfica y estructura social de la comunidad a partir
de la lengua de los hablantes.
Todo lo anterior, nos presenta un panorama más claro de las
problemáticas que intentan resolver los estudiosos en sociolingüística, partiendo de considerar la lengua, no como sistema abstracto —código—, sino como instrumento central de comunicación concretamente utilizado en comunidades sociales
(Berutto, 1979); pero a decir de Lastra en la introducción, la
selección de artículos “no pretende incluir todos los campos de
la Sociolingüística”. Por ello, los que han estudiado las actitudes hacia la variación lingüística, la mayoría siguiendo los pasos de Labov *, no han delegado las investigaciones de Lambert,
las cuales muestran una perspectiva sociopsicológica y de la
comunicación que permite estudiar la reacción del individuo hacia
la lengua y el uso por los miembros del propio grupo y el grupo
extraño. Demostrándose con ello, finalmente, la interdisciplinariedad de la sociolingüística.
Estudios de Sociolingüística es una obra de recopilación
de los diversos materiales publicados en lengua inglesa, entre
1971 y 1987, sobre los distintos campos de estudio que integran
esta disciplina.
*
Centrando su estudio en dos problemas principales: 1º. Entender la asociación entre rasgos lingüísticos específicos (variantes fonológicas, pautas léxicas y
contrastes gramaticales) y características del grupo social y los contextos
situacionales en los que aparecen, y 2º. Entender las interferencias que hacen los
hablantes sobre estas asociaciones
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BIBLIOGRAFÍA
Alvar, Manuel, Lecturas de sociolingüística, Edaf, Madrid, 1977.
Berutto, Gaetano, La sociolingüística, Nueva Imagen, México,
1979.
Fishman, Joshua, Sociología del lenguaje, Cátedra, 4ª. edición,
Madrid, 1995.
Garvin, Paul y Lastra Yolanda (comps.), Antología de estudios de
etnolingüística y sociolingüística, UNAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Lecturas Universitarias 20, México,
1974.
López Morales, Humberto, Sociolingüística, Gredos, 2ª. edición,
Madrid, 1993.
Tanya González Zavala
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