ClÍnica Con Adolescentes En Tiempos De Desmentida

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"ClÍnica Con Adolescentes En Tiempos De Desmentida"
(*) Jornadas De Escuela “cuerpo, Síntoma, Goces”, Escuela Freudiana De Buenos Aires, 6, 7 Y 8 De Octubre De 2006.
Marcelo Esses
Desde hace algunos años he comenzado a escuchar por parte de ciertos sujetos en tiempos
de adolescencia una particular relación con respecto a la verdad y la ley. Grupo etáreo que se
encuentra en resonancia con el acontecer de la época, donde se hacen protagonistas de una
series de puestas en acto tales como: mentiras explícitas dirigidas a los padres y al analista,
ausencias reiteradas y hasta abandonos escolares manejados ocultamente, episodios de
excesos en el consumo de alcohol y de sustancias tóxicas, robo de dinero y de objetos en el
ámbito familiar y social, situaciones de violencia con daño a terceros, entre otras. Secuencia
que portan como común denominador a un sujeto que afirma con la modalidad de la
desmentida un repetido y creído “yo no fui”.
Jóvenes en banda y echados al azar, anhelando el desértico pasaje hacia la exogamia, no sin
tener que atravesar los efectos segregativos y concentracionarios del discurso de la ciencia
acoplado al del capitalismo. Ya que mientras la ciencia anhela el dominio de lo real, el
discurso capitalista rechaza la verdad y la castración empujando hacia el goce.
Primacía de la figura del consumidor por sobre el ciudadano, donde solo existen derechos y
no obligaciones.
El pasaje del adolescente se halla ubicado en una zona de vulnerabilidad, un entre la afiliación
social y la posible exclusión, lugar del homo sacer, un fuera de la ley, donde aún no acceden
ni al lugar del ciudadano ni al del trabajador. Jóvenes pasibles de sacrificio entrampados y
abandonados en seductoras zonas liberadas para luego justificar el golpe de la mano dura.
Lo desencadenante de la pubertad acontece como un desanundamiento, promoviendo tanto el
retorno de lo reprimido como el reempuje pulsional.
En la Carta 52 Freud expresa: “Debo destacar que las sucesivas transcripciones representan
la obra psíquica de sucesivas épocas de la vida. En cada límite de dos de esas
épocas el material psíquico debe ser sometido a una traducción”.
En tanto Lacan dirá en el Seminario III: “En el campo problemático de los fenómenos de la
Verneinung (negación), se producen fenómenos que deben provenir de una caída de nivel, del
paso de un registro a otro, y que se manifiestan curiosamente con el carácter de lo negado y
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de lo renegado.”
El yo no fui, tanto en su vertiente de negar la verdad como de no reconocer propio su accionar
es la marca de la renegación. Las puestas en acto de los adolescentes, configuradas en
ruidosas y obscenas escenas, hacen presentes tanto las mudas marcas que aún sufren
demora y no han llegado al destino significante, como de un atormentador desamarre
pulsional.
El yo no fui tatuado como efecto de un desgarro, de un clivaje del yo indicador del lugar del
sujeto que sustituye al de su división. Clivaje de un posicionamiento entre lo que si soy yo y
pienso, haciendo diferencia con un no soy yo donde no pienso pero si actuó. Lugar del fracaso
de la dialéctica de reconocimientos y sus dramatizaciones, en especial del Otro parental en
tanto el no fui alude a un no fui tu falta, ni ocupé lo suficiente un lugar en tu deseo.
J.Nassif ubica en el Seminario del Acto de Lacan al acting out como una suerte de
Verleugnung (Renegación) denegada, mientras al pasaje al acto como una Verleugnung
(Renegación) confesada.
Encaminamientos por los cursos de la repetición donde se formula la re-petición de nuevas
transcripciones como de reanudamientos, en un contornear lo traumático.
A partir de estas citas se podría pensar los tiempos de pasaje como un llamado al trabajo
psíquico donde no solo ha retornado lo reprimido sino que se ha puesto en vigencia la
renegación actualizada en cada pasaje, en el durante los movimientos de desligaduras y
nuevas ligaduras. Pase de lo cifrado a lo descifrado, pase de las marcas del ello a las
representaciones del inconsciente.
La renegación indica un fracaso de la inscripción significante que representa al sujeto.
Tiempos de la adolescencia donde emerge un segundo despertar de una polimorfa sexualidad
que pone en danza los variados objetos de la pulsión, insistiendo poderosamente
a bunckerizar un goce autoerótico, productor de una segunda desestimación de la castración.
La posición de no reconocimiento y de silenciamiento de los jóvenes sujetos, presentes en el
yo no fui, indica un estado de desimplicación con la verdad de la palabra y la ley, una
ausencia del sentimiento de culpa y de remordimiento. Vigencia de la sin verguenza, del sin
pudor y del sin azco.
Acerca del imperativo superyoico Freud dirá: “así como el padre debes ser. Así como el padre
no debes ser”
Afirmación y negación simultáneas que nos sugiere que la estructura misma del superyó se
encuentra construido desde una lógica renegatoria. Superyó engarzado con una de sus caras
al complejo de edipo mientras que otra se sumerge en el ello, presente entre otros lugares en
la mudez de la necesidad de castigo, mudez que pone en resonancia la de la propia pulsión
de muerte.
En el Malestar en la Cultura Freud enuncia: “Toda renuncia pulsional se convierte, entonces,
en la fuente dinámica de la conciencia moral. Toda nueva renuncia a la satisfacción, aumenta
su severidad y su intolerancia...”.
El superyó como un monumento recordatorio de la indefensión infantil, que al igual que el
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tótem, cristaliza, amura y le da existencia tanto a la interdicción paterna, como a su falla
misma, exponiendo los pecados del padre como los de la estructura simbólica y su falta de
fundamentos. Ya que ahí donde el superyó rige es justamente porque la interdicción no operó
y el sujeto aún goza y donde lo que persiste vociferando pretende restituir a lo simbólico un
universo de discurso vía imperativo.
La posición paradojal del superyó, opera desde una figura lógica que promueve el no cierre de
una contradicción, marca de la división del sujeto entre la interdicción y el empuje al goce.
Simultánea aceptación y rechazo de la castración comandada por el superyó,
promoviendo una encrucijada entre la dimensión prescriptiva y proscriptiva del padre como
entre la identificación constitutiva y la identificación masificante.
La paradoja del superyó porta la disyunción del padre como del campo del lenguaje mismo, en
tanto arbitrario y simultáneo garante, donde limita y separa como a su vez une el deseo a la
ley.
En la lección 8 del Seminario X Lacan expresa: “El superyó es la causa del masoquismo..”.
Freud en El problema económico del masoquismo distingue el masoquismo erógeno, el
femenino y el moral, ubicando al erógeno como el fundamento de los otros dos y nos dirá:
“Una vez que su parte principal queda orientada hacia el exterior y dirigida sobre los objetos,
perdura en lo interior, como residuo suyo, el masoquismo erógeno propiamente dicho...”.
Invito a leer el masoquismo y su problema económico en tanto el resto fundamental,
lo no articulable representante de la permanencia de la pulsión de muerte.
Puntos donde el masoquismo es llamado a restituir con su goce a lo que aún perdura de ser
cortado y de caer en todo sujeto. Escrituras de la pére-versión.
No se puede dejar de precisar que el objeto que despeja Lacan en el masoquismo como en el
sadismo, es la voz. Golpes de la voz remitiendo a la fantasía de paliza y flagelación de pegan
a un niño, donde en el soy golpeado por mi padre anuda incesto y parricidio en un solo
tiempo.
La pulsión invocante actúa como la fundamental de las pulsiones por cuanto su invocación es
hacia el Otro, a que recobre su existencia, su consistencia, sus garantías, nostalgias de la
inexistencia de un Otro del Otro
A partir de lo expuesto puede plantearse el superyó articulado a la pulsión invocante,
desplegada durante el tour del artificio gramatical de sus tres voces verbales en un oír-oírse y
hacerse oír. Siendo posible ubicar en el tiempo del oír a lo inaudible por atronadora de los
golpes de la voz, en el oírse producto de la orientación hacia la propia persona a la necesidad
de castigo y en el hacerse oír el punto del borramiento de la huella, del montaje fantasmático,
lugar del sentimiento de culpa y del engendramiento de la deuda en tanto sujeto de palabra.
Este trabajo intenta ubicar que cuando los jóvenes sujetos se encuentran comandados por
una lógica renegatoria, se hallan tomados por lo mortificante de la necesidad de castigo, que
conlleva actitudes destructivas y autodestructivas. Como así también quedan fijados a merced
de un deambular pulsional desimbrincado y de la obscenidad y ferocidad del superyò.
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Dicha posición del sujeto queda promocionando un circuito de llamados al Otro parental,
ofrendando sus excesos y desbordes y convocando como prueba de amor parental a sus
“castigos”. Encerrona de goce masoquista que consolida casi y a veces exclusivamente la
existencia del ser padre y/o madre a una figura flageladora. Siendo importante destacar que el
castigo desangustia, obtura la falta y desvía de un posible camino hacia la implicación
subjetiva y hacia los enredos con el sentimiento de culpa.
La culpa es una figura intermediaria que señaliza una doble dimensión: lo que del deseo se
está cediendo y como defensa y tope de lo que empuja hacia el goce.
El superyó inscribe la prohibición del incesto a costa del reproche de su tentación, amura
el goce, anhelando lo categórico de la fuerza pura de la ley.
A su vez anuda y sutura la inconsistencia del lazo social e indica lo inconmensurable de la
cadena genealógica. Donde es posible afirmar que en los caminos de la transmisión, no hay
relación generacional, contrapuntos de encuentros y desencuentros entre padres e hijos.
Recorrido que partiendo de lo insensato del imperativo, de lo inapelable de lo constatativo del
mandato habilita a la interrogación.
Trayecto desde la obediencia debida a lo interpretativo de la jurisprudencias, desde la voz de
mando a lo discursivo.
En cuanto a la línea de intervención pienso la pertinencia de incluir en los tiempos de
adolescencia no solo un trabajo dimensionado desde la represión y sus retornos sino también
lo atinente al campo de la renegación. Lo que conlleva que mientras el trabajo de
interpretación se encuentra en correspondencia al de represión, va a ser el de construcción el
que pueda salir al cruce de la renegación.
Encrucijada entre la verdad material, en resonancia con los escenarios de la realidad y sus
acontecimientos y la verdad subjetiva, en tanto puestas en acto de sus letras constituyentes.
Tiempo imprescindible de la sanción de la verdad, donde la dimensión de las actuaciones
remiten a un fallido lugar en el deseo del Otro y a un fracaso parcial de las identificaciones.
Zonas de puntos ciegos, de lo irrecuperable a través del recuerdo, donde a partir de la
lectura de las marcas mudas puestas en escenas es posible el armado de ciertas
construcciones suturantes y a la vez nominantes de profundas lagunas psíquicas.
Construcciones portadoras de fragmentos de arqueológicas verdades perdidas y deformadas.
Atípico trabajo donde no solo se nutre del discurso del joven sujeto sino de información de
padres o de instituciones que relatan sus episodios, los cuales serán necesario incluir en el
curso del tratamiento. Ya que en caso contrario cuando se crean y se cristalizan zonas de
contrabando y atrincheramiento de excesos de actuaciones transgresoras se ven potenciadas
hasta lograr que su llamado de atención encuentre un destinatario.
La culpa señala un goce por fuera de la ley, una ley excedida de goce, rechazo de goce para
que pueda ser alcanzado vía la castración en los trayectos del deseo.
Así como fuimos advertidos en la dirección de la cura a no apresurarse a desculpabilizar y
lejos de postular el elogio de la culpa, acudimos en algunos casos a una modalidad de
presentación clínica que si no religamos la ley al sentimiento de culpa en tanto
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re-mordimiento de la pulsión con el significante, podemos ratificar una posición canallezca. La
desmentida de la verdad y la renegación de la castración impiden el pasaje exogámico hacia
lo Otro: de la diferencia del sexo, como de la alteridad del prójimo, horizonte de un sujeto
responsable ante su deseo como de su lazo social a advenir.
Bibliografía:
1)Jacques Lacan: El Seminario VII. La ética del psicoanálisis 1959-60. Paidos.Buenos
Aires.Argentina. 1991.
2 )Jacques Lacan: El Seminario X. La angustia, inédito, lección del 16/1/63. 1962-63.
3)Sigmund Freud: El problema económico del masoquismo en Obras Completas,
Traductor: Luis Lopez-Ballesteros y de Torres. Biblioteca Nueva, Madrid, España,
Tercera Edición. 1924.
4)Sigmund Freud: El yo y el ello en Obras Completas, Traductor: Luis Lopez-Ballesteros y de
Torres. Biblioteca Nueva, Madrid, España,Tercera Edición. 1923.
5)Sigmund Freud: El Malestar en la Cultura en Obras Completas, Traductor: Luis
Lopez-Ballesteros y de Torres. Biblioteca Nueva, Madrid, España,Tercera Edición. 1929-30.
6 )Jacques Lacan: El Seminario X. La angustia, inédito, lección del 5/6/63. 1962-63.
7)Giorgio Agamben: Homo Sacer, El poder soberano y la nuda vida. Editorial
Pre-Textos.Valencia. España. 1995.
8) Osvaldo M.Couso: Identificación Primaria y Metáfora Paterna.en El Padre en la
Clínica Lacaniana. Escuela Freudiana de Buenos Aires. Homo Sapiens Ediciones. Rosario.
Argentina. 1994.
9)Primer Coloquio Internacional: Deseo de Ley. Tomo I y II. Ed.Biblos.
10) Marta Gerez Ambertín. Las voces del superyó. Ed.Manantial.
11) Marta Gerez Ambertín compiladora. Culpa, responsabilidad y castigo. Ed.Letra Viva.
12) Edgardo Haimovich y otros. Superyó y filiación. Laborde Editor.
13) Silvia Amigo. Paradojas clínicas de la vida y la muerte. HomoSapiens Ediciones.
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