ERA UN AIRE SUAVE... / Rubén Darío Era un aire suave, de pausados giros; el hada Harmonía rimaba sus vuelos, e iban frases vagas y tenues suspiros entre los sollozos de los violoncelos. Sobre la terraza, junto a los ramajes, diríase un trémolo de liras eolias cuando acariciaban los sedosos trajes, sobre el tallo erguidas, las blancas magnolias. La marquesa Eulalia risas y desvíos daba a un tiempo mismo para dos rivales: el vizconde rubio de los desafíos y el abate joven de los madrigales. […] Al oír las quejas de sus caballeros, ríe, ríe, ríe la divina Eulalia, pues son un tesoro las flechas de Eros, el cinto de Cipria, la rueca de Onfalia. ¡Ay de quien sus mieles y frases recoja! ¡Ay de quien del canto de su amor se fíe! Con sus ojos lindos y su boca roja, la divina Eulalia ríe, ríe, ríe. Tiene azules ojos, es maligna y bella; cuando mira, vierte viva luz extraña; se asoma a las húmedas pupilas de estrella el alma del rubio cristal de Champaña. […] El teclado armónico de su risa fina a la alegre música de un pájaro iguala. Con los staccati de una bailarina y las locas fugas de una colegiala. ¡Amoroso pájaro que trinos exhala bajo el ala a veces ocultando el pico; que desdenes rudos lanza bajo el ala, bajo el ala aleve del leve abanico! Cuando a media noche sus notas arranque y en arpegios10 áureos gima Filomela, y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque, como blanca góndola imprima su estela, La marquesa alegre llegará al boscaje, boscaje que cubre la amable glorieta donde han de estrecharla los brazos de un paje, que siendo su paje será su poeta. Al compás de un canto de artista de Italia que en la brisa errante la orquesta deslíe, junto a los rivales, la divina Eulalia la divina Eulalia ríe, ríe, ríe. […] Rubén Darío; Prosas Profanas (1896) http://www.poemas-del-alma.com/j.html LO FATAL Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente. Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror... Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, ¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos!... Rubén Darío; Cantos de vida y esperanza (1905) POESÍA Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas! …Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente. Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por mí vayan todos los que ya las olvidan, a las cosas; Que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas… ¡Intelijencia, dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas! 2 Vino, primero pura, vestida de inocencia; y la amé como un niño. Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes; y la fui odiando sin saberlo. Llegó a ser una reina fastuosa de tesoros… ¡Qué iracundia de hiel y sin sentido! Mas se fue desnudando y yo le sonreía. Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella. Y se quitó la túnica y apareció desnuda toda. ¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre! EL VIAJE DEFINITIVO Juan R. Jiménez …Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando; y se quedará mi huerto, con su verde árbol, y con su pozo blanco. Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se morirán aquellos que se amaron; y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, mi espíritu errará nostáljico… Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol verde, sin pozo blanco, sin cielo azul y plácido… Y se quedarán los pájaros cantando. Juan Ramon Jiménez; Poemas agrestes (1910-1911) ANOCHE, CUANDO DORMÍA Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía dentro de mi corazón. Di, ¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí, manantial de nueva vida en donde nunca bebí? Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él, con sus amarguras viejas, blanca cera y dulce miel. Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que un ardiente Sol lucía dentro de mi corazón. Anoche, cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón. Antonio Machado; Soledades (1903-1907) Orillas del Duero ¡Primavera soriana, primavera humilde, como el sueño de un bendito, de un pobre caminante que durmiera de cansancio en un páramo infinito! ¡Campillo amarillento, como tosco sayal de campesina, pradera de velludo polvoriento donde pace la escuálida merina! ¡Aquellos diminutos pegujales de tierra dura y fría, donde apuntan centenos y trigales que el pan moreno nos darán un día! Y otra vez roca y roca, pedregales desnudos y pelados serrijones, la tierra de las águilas caudales, malezas y jarales, hierbas monteses, zarzas y cambrones. ¡Castilla varonil, adusta tierra, Castilla del desdén contra la suerte, Castilla del dolor y de la guerra, tierra inmortal, Castilla de la muerte! Era una tarde, cuando el campo huía del sol, y en el asombro del planeta, como un globo morado aparecía la hermosa luna, amada del poeta. En el cárdeno cielo violeta alguna clara estrella fulguraba. El aire ensombrecido oreaba mis sienes, y acercaba el murmullo del agua hasta mi oído. Entre cerros de plomo y de ceniza manchados de roídos encinares, y entre calvas roquedas de caliza, iba a embestir los ocho tajamares del puente el padre río, que surca de Castilla el yermo frío. ¡Oh Duero, tu agua corre y correrá mientras las nieves blancas de enero el sol de mayo haga fluir por hoces y barrancas, mientras tengan las sierras su turbante de nieve y de tormenta y brille el olifante del sol, tras de la nube cenicienta!... ¿Y el viejo romancero fue el sueño de un juglar junto a tu orilla? ¿Acaso como tú y por siempre, Duero, irá corriendo hacia la mar Castilla? Antonio Machado; Orillas del Duero (1912)