Número 1 Época 2 Mayo de 2013

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Número 1 Época 2
Mayo de 2013
Crónica
ISSN 2331- 1541
ESCALANTE, Fontaneda, Hernando de. Memoria de la Florida
NIZA, Fray Marcos de. Relación de Fray Marcos de Niza
MURRIETA, Saldívar Manuel. El tequila de Marruecos y otros goces en suspenso y Mis años con Teresa
Ficción
ALMENDROS, Herminio. Ollantay y La Princesa Sac-Nicté
DURÁN, David. La bola
GARCÍA, Armenta Héctor. El día que encontré la caverna de Marlín
GARZA, Humberto. Selección poética
JEREZ, Marco. El ilustre escritor
OLIVA, María. Todos los días, Bob y De las cosas que hacía Sue (1)
REYES, Ricardo. Los gobiernos del oxido
Crítica
ALARCÓN, Justo A. Leitmotivos en la literatura hispana infantil.
CÁRDENAS, Lupe. Las paradas histórico-geográficas de los aztecas en su largo viaje hacia Tenochtitlán
DURÁN, David. La inmigración ilegal
JEREZ, Marco. Ser y expresión en la frontera norte de México
MIGULEZ, Armando. Antología de textos de Adolfo R. Carrillo y Memoria histórico-literaria
TAPIA, Grijalva Fernando. Enrique Flores Magón y la poesía romántica anarquista en el exilio norteamericanos
VARGAS, M. Daniel. Imágenes fílmicas transnacionales y globalizadas en la cartelera del barrio de Saúl Cuevas
VARGAS, Héctor. Protesto contra quienes protestan y Migración: una visión anatómica.
VELASCO, Moreno Juan. La forja de la familia como espacio de resistencia cultural: Pocho de José Antonio Villarreal y The Shrunken
Head of Pancho Villa de Luis Valdez
Cultura
CUEVAS, Saúl. Mexa Food
Agradecemos profundamente las aportaciones de nuestros comités y asesores:
Comité editorial y cultural:
Abierto para integrar estudiantes de posgrado de varias universidades y expertos artífices de las temas tratados en
el espacio aztlanense para revisar, reseñar y traducir.
Norma López, Doctoranda
Literatura y cultura indígena andina
Mtro. Ing. Bernardo Iván Higuera Inzunza
Redacción y poesía
Asesores ad libitum:
Especialistas en temas particulares para prestar su conocimiento como una guía para publicar materiales multimediáticos en el espacio aztlanense.
José García
Fotógrafo – CSU-Northridge
Dr. Nelson Suárez
Poesía visual
Comité técnico-creativo, administrativo y promocional:
Especialistas en tecnología, administración y publicidad para crear, controlar y difundir el contenido de las
publicaciones de la Revista.
Mtro. Juan Villa
Escritor y periodista
Mauricio Mejía Durán
Diseñador Gráfico
Presentación de la Revista “La Palabra”
Estimados lectores:
Con la presente circular queremos informarles que La Palabra: Revista de literatura chicana, ha sido rediviva y
revitalizada, algo así como el renacimiento de entre las cenizas de la mítica Ave Fénix que, después de un largo
plazo de descansar en “el sueño de los justos”, renace a una nueva vida. La revista había nacido en un momento
de euforia transmitido por la vitalidad del Movimiento Chicano de aquellos inolvidables años de los setenta y
ochenta. Y ahora, sobre aquella realidad de finales del siglo XX transformada ya, se apoya la época moderna del
siglo XXI ofreciendo posibilidades que sólo en aquellos tiempos del “movimiento” eran vagamente percibidos, pero
quizás realizables. En esta segunda época o ciclo cobra nueva vida nuestra revista renacida.
Debido a todo esto, el sub-título y los contenidos tuvieron que lógicamente transformarse y ampliarse. En cuanto
al título, La Palabra: revista de literatura chicana, cambiará apropiándose al de La Palabra: revista de literatura
y cultura aztlanense, explayando así bastante más los espacios (Aztlán) y los contenidos (Cultura). Hemos escogido
el vocablo “aztlanense”, basados en un artículo, hecho clásico ya, acuñado por el benemérito y recientemente
desparecido crítico Don Luis Leal, cuyo título ‒“Cuatro siglos de prosa aztlanense”‒ revelaba su certero juicio
fundamentado en las dos coordinadas del tiempo y espacio, ampliando y extendiendo de este modo el campo de los
textos histórico-literarios del entonces floreciente Movimiento Chicano. Añadiremos –para aclarar todavía más
el vocablo “Aztlán”-- que no se refiere solamente a los contenidos de la región del suroeste de este país, sino que
nos indica más bien que nuestra revista representa y destaca el lugar de origen: Aztlán, Suroeste, Arizona, Phoenix
metropolitano.
Debido al costo de producción, la Primera Época de la Revista duró nueve años -de 1979 a 1988- y esta duración
fue desigual. Hoy, después de un lapso de veinticinco años, revive, pero dotada de nueva vida, dada la evolución de
los valores culturales congéneres a la vida moderna.
En su Primera Época (1979-1988) el formato y contenidos de la revista eran lo que podríamos denominar “tradicionalesclásicos”, es decir, se limitaba a los cuatro géneros literarios acostumbrados: ensayos, narraciones, poesía y drama.
En esta Segunda Época, además de conservar los sectores mencionados, añadiremos varios más, convirtiéndola
algo así como en una revista multimedia.
A las secciones de la primera época le añadimos alguna más: la de la “Crónica” y la de la “Cultura”. Dos o tres
palabras serán apropiadas para explicar que indican estos términos. Estamos en una época en donde el término
“Memoria histórica” está de moda. Para el hispano que vive en el país denominado Estados Unidos es de suma
importancia el estudio de su historia. Muy pocos saben –-pues se les ha negado totalmente en las instituciones de
enseñanza en este país—la larga historia que nuestros antepasados dejaron grabada por todas partes. Es nuestro
propósito indagar, descubrir, recuperar y lanzar a la luz el inmenso acerbo histórico de unos tres cientos años de
presencia hispana en estos espacios geo-histórico-culturales. Para ello trataremos de “reproducir” textos auténticos
enterrados y empolvados en muchos sitios, en particular en las múltiples bibliotecas a ambos lados de la frontera
méxico-estadounidense. En este caso tendremos ocasión de publicar textos originales y, por tanto, algunas veces
tendrán que ser en inglés.
Tocante a la segunda sección titulada “Cultura” ya uno se puede imaginar en qué podría consistir. La palabra “cultura” –
de por sí difícil de definir-- incluye un sinnúmero de manifestaciones, desde lo más auténticamente popular, hasta
lo más elevado en la escala de la vida académica. Se sigue, pues, que irá de temas o manifestaciones artísticas de
rúbrica popular hasta la de la talla de una minoría selecta. Cubrirá temas de naturaleza exclusivamente material,
como el arte culinario, hasta lo más insólito de prácticas espirituales inasequibles a los sentidos, sean de origen
popular como las leyendas, las curaciones heterodoxas. Desde los cantautores del pueblo para el pueblo, hasta los
acordes emitidos de las obras de los compositores clásicos. Desde las pinturas rupestres hasta las de ultra-vanguardia;
desde los productos de la auténtica artesanía hasta las creaciones de “altas costuras”. Y la lista sigue indefinidamente,
teniendo en cuenta la multitud de otras manifestaciones de la creatividad humana..
Puesto que nuestra actividad se origina en los alrededores o aledaños de “la región fronteriza” la concentración
principal será precisamente la actividad que se ejerce en la Gran Frontera. Son muchas las que podrían incluirse
bajo esta nómina, pero nos parece apropiado ahora indicar una en particular: la de algún grupo de estudiantes de
la Universidad de Sonora que están realizando entrevistas y actividades relacionadas con la vida del pueblo en la
Frontera. Y al mencionar esto queremos decir que los aztlanense de Arizona queremos unirnos a los de Sonora. El
sueño se irá incrementando con el fin de globalizar más y más la revista que traemos ahora entre manos,
En cuanto a la composición de la Dirección de la revista consistirá ésta de la siguiente estructura:
Editores Generales:
Editor, Co-Editor,
Consejo editorial
Integrado por profesores y escritores para revisar y editar los trabajos de diversos contenidos en el espacio aztlanense.
Comité editorial y cultural
Integrado por estudiantes de posgrado en el espacio aztlanense para revisar, reseñar y traducir.
Comité técnico-creativo, administrativo y promocional:
Especialistas en tecnología, administración y publicidad para crear, controlar y difundir el contenido de las publicaciones
de la Revista.
Asesores ad libitum:
Especialistas en temas particulares para prestar su conocimiento como una guía para publicar materiales multimediáticos
en el espacio aztlanense.
Duración de la nómina:
La duración de los puestos mencionados será de tres años, después de los cuales habrá nombramientos de los mismos
o de otros miembros, de acuerdo a las circunstancias histórico-culturales del momento.
Invitamos a todos los entusiastas de las varias manifestaciones artísticas, en particular literarias, a que participen
en estos componentes apropiados. Los participantes no tienen que ser -estrictamente hablando- profesionales en
materias literarias u otras ramas del arte y conocimiento, sino también aficionados en algún aspecto de los múltiples
que integran el mundo cultural hispano.
Las ideas, opiniones y obras incluidas en cada publicación son solamente de exclusiva responsabilidad de sus autores.
Los editores, consejeros y asesores no se hacen responsables, por ningún motivo, de la fiabilidad y veracidad de las
publicaciones. El proceso de selección se realizará mediante la evaluación de especialistas en el tema del material
a publicarse, los cuales se presentarán al Consejo editorial y cultural para su publicación.
El formato de las obras es tradicional y electrónico, para abarcar todas los formatos multimedios posibles, con una
frecuencia de publicación semestral.
La presentación de los textos contenidos en la revista se conformarán a las diferentes bases de datos: MLA-Modern
Language Association; Arts & Humanities Citation Index; Proquest/Chadwyck-Healey; Latindex; ISOC
(CSIC); DIALNET; CIRIT; ERCE, entre otras. Les pedimos a los participantes que envíen sus trabajos en formato
WORD/DOC.
Para concluir, nos gustaría indicar que, para este primer número fungirán como Editor el que fuera en su tiempo
fundador de la revista, el Profesor Emérito Justo S. Alarcón y para el puesto de Co-Editor el doctorando Daniel
Vargas. A partir de este primer número de la Segunda Época de la revista, el orden se invertirá: el futuro Doctor
y Profesor Daniel Vargas pasará a ocupar los puestos de Director y Editor permanente de la revista, mientras que
el Profesor Emérito, Justo S. Alarcón pasará a ocupar el puesto de Co-Editor pro tempore. Con gran satisfacción
y, al mismo tiempo, pena, debido a la edad-jubilación, el Director y de Editor Permanente gozosamente cede el
puesto a partir del Número 2 a Daniel Vargas. Y con ello les deseo a él y a La Palabra: revista de literatura y cultura
aztlanense una larga, próspera y feliz vida.
Justo S. Alarcón, Ph.D.
SILC Español
Arizona State University
Tempe, Arizona, USA.
Daniel M. Vargas, Doctorando
SILC-Spanish
Arizona State University
Tempe, Arizona, USA
Consejo Editorial
Dra. Miriam Bornstein Gómez,
Universidad de Denver.
Lucha Copri
Poeta y escritora
Dra. Cida Chase,
Universidad Estatal de Oklahoma
Dra. María Herrera-Sobek
Universidad de California, Santa Barbara
Dr. Marco Jerez Camargo
Universidad de Arizona
Dr. Armando Miguélez
Instituto Académico de Lengua, Alicante
Prof. Ricardo Reyes
Universidad de Malaya
Dr. Oscar U. Somoza
Universidad de Denver
Dr. Fernando Tapia Grijalva
Universidad de Sonora
Escalante Fontaneda, Hernando de
(¿Cartagena?, 1536 o 1535–1575) fue un marino, escritor, traductor y explorador español. Alrededor de 1549, a la
edad de 13 años, sobrevivió a un naufragio en los Cayos de la Florida. La tripulación y los pasajeros que se salvaron
fueron capturados y esclavizados por la tribu amerindia de los calusa, siendo sacrificados todos menos Hernando.
Parece ser que el muchacho se salvó por su correcta interpretación de los símbolos visuales o comunicación por
signos, donde los nativos les pedían que bailasen y cantasen, que los demás no entendieron.
Pasó durante los siguientes diecisiete años viviendo entre los calusa y otras tribus, aprendiendo sus costumbres
y varias lenguas nativas y viajando por toda la Florida. Alrededor de 1566, Pedro Menéndez de Avilés, primer
gobernador español de la Florida española y fundador de San Agustín, estableció una alianza con el poderoso jefe
indígena Carlos, llegando a casarse incluso con su hermana. De esta manera, pudo negociar el rescate de Hernando
y de otros cautivos. Una historia alternativa es que Hernando fue rescatado por los hugonotes de Fort Caroline en
1565 y pudo regresar a territorio español cuando el fuerte fue tomado.
Sirvió como intérprete y guía para Pedro Menéndez desde 1565 en varias misiones y regresó a España en 1569
para reclamar las propiedades de sus padres ante la Corona. En 1575, después de la muerte de Pedro Menéndez,
escribió sus memorias, consideradas por los historiadores de la época como las más valiosas, como es el caso de
Antonio de Herrera y Tordesillas, y lo siguen siendo al día de hoy.
Crónica
Memorias
ESCALANTE, Fontaneda Hernando de Memoria de la Florida
NIZA, Fray Marcos de Relación de Fray Marcos de Niza
MURRIETA, Saldívar Manuel
El tequila de Marruecos y otros goces en suspenso
Mis años con Teresa
Su Memoria de las cosas y costa y indios de la Florida es especialmente importante para conocer la vida de las
antiguas tribus indias que habitaban la Florida. Fue el primero que menciona por escrito el pueblo de Tampa. Da
los nombres de 22 pueblos importantes de los calusa, siendo el primero Tampa:
“Primeramente, un lugar que se dice Tampa, pueblo grande...”
Aunque no da detalles sobre la ubicación exacta de Tampa, su conexión con la moderna Tampa (conocida sus orígenes
indígenas) puede considerarse poco probable.
También se recuerdan sus memorias por sus relaciones con la búsqueda de la Fuente de la eterna juventud donde
se menciona la leyenda sobre la búsqueda de estas aguas en la Florida por Juan Ponce de León, un detalle casi
inseparables del mito al día de hoy. Aunque queda claro que Hernando no creía en esa historia, los historiadores
posteriores fueron menos incrédulos, pues la leyenda fue incluida en la Historia general de los hechos de los castellanos
en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, conocida como Décadas de Antonio
de Herrera en 1615.
Memoria de las cosas, costa e indios de la Florida, hecha por Hernando de Escalante Fontaneda.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Hernando_de_Escalante_Fontaneda)
[Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en América y Oceanía, sacados de los Archivos del Reino y muy especialmente del de Indias,
Volumen 5. Madrid, 1866. Escrito por Luis Torres de Mendoza. Imprenta de Frías y compañía.
Memoria de las cosas y costa y indios de la Florida, que ninguno de cuantos la han costado, no lo han sabido
declarar (1).
(1) Colección de Muñoz, tomo LXXXIX. Véase lo que dice el Sr. Muñoz en la nota final de esta relación, sobre la
falta de orden y confusa relación de la misma.
Muy Poderoso Señor:
Las islas de Yucayo y de Ahité, caen á un lado de la canal de Bahama, y no hay indos, y está entre la Habana y la
Florida, aunque hay otras islas más cerca de Tierra Firma que corren de Poniente á Oriente, que se dicen «Los
Mártires.» Dícense «Los Mártires» porque han padecido muchos hombres, y también porque hay unas peñas salidas
debajo de la mar, que dende lejos pa¬recen hombres que están padeciendo; y en estas islas hay indios grandes de
cuerpo, y las mujeres muy dispuestas y de buen rostro. En estas islas hay dos pueblos de indios, el un pueblo se
llama Guarugunve, que quiere decir en romance «pueblo de llanto,» y el otro poblezuelo Cuchiyaga, que quiere
decir «lugar martirizado.» Estos indios no tienen oro y menos plata y menos vestido, que andan en cueros, sino
solamente unos brague¬ros tejidos de palma, con que los hombres cubren sus vergüenzas, y las mujeres unas yerbas
que nacen de unos árboles; estas yerbas parecen lana, aunque son di¬ferente. Su comida ordinaria es pescado, y
tortugas y caracoles, que todo es pescado, y atunes y ballenas, se¬gún vi estando entre ellos; y algunos destos indios
co¬men lobos marinos, aunque no todos, porque hay dife¬rencia entre mayores y menores. Hay otro pescado que
acá llamamos langostas, y otro como á manera de cha¬pin; también digo que en estas islas hay muchos venados y
unos animales que parecen raposos, y no lo son, sino otra cosa diferente, son muy gordos y buenos de comer, y en
otras islas hay osos muy grandes. Y digo que como estas islas corren de Poniente á Oriente, y la tierra firme de la
Florida corre hácia Oriente, estas islas de¬ben causar el haber los osos, porque acerca con ellos y deben de pasar de
isla á isla. Pero lo que á algunos cau¬tivos que allí y en otras partes estábamos era maravilla, era el haber venados
en las islas de Cuchiyaga, pueblo que tengo dicho. En estas islas hay también una madera que acá llamamos el
palo, y sirve para muchas cosas, como los físicos saben, y tanbien hay mucha de diversas maneras, que no lo contaré
porque no acabaría. Hacia Ponien¬te destas islas, hay una canal grande, que ningun piloto se atreve á pasar con navío
grueso, porque, como digo, de la otra parte hay unas islas hácia Poniente sin árboles; estas islas son nacidas de arena,
que en algún tiempo debian ser tierra de cayos (peñascos), que la comió la mar con an¬daluvios, y ansí quedaron
sin árboles y llanos en arena; llámanlas las islas de las Tortugas, porque las hay y mu¬chas, que salen de noche á
desgüevar en la arena. Son las tortugas del tamaño de una adarga; tienen tanta car¬ne como una vaca, y es pescado.
Désde la Habana á la Florida, corriendo de Sur á Norte, y en derecho destas islas; hay á las Tortugas y á los Mártires
cuarenta leguas de través, veinte leguas á los Mártires, y de allí á la Florida otras veinte.
La provincia de Carlos, provincia de indios, quiere decir en su lenguaje «pueblo feroz,» y lo dicen por ser bravos
ó diestros, que lo son; señorean mucha parte, hasta un pueblo que llaman Guacata, en la laguna de Mayaimi.
Llámase laguna de Mayaimi porque es muy grande, y en redondez hay muchos poblezuelos, como adelante diré.
Tornando de la Habana, para las leguas que hay desde la Habana á la otra parte del cabo de las islas de los Mártires,
que casi ajunta con la Florida, hay sesenta leguas de travesía á las islas postreras, porque las islas tienen cerca de
setenta leguas, y ansí corren de Ponien¬te á Oriente. Esta canal tiene muchas maneras de trave¬sías y muchas diferencias de bajuras y canalejas, aunque la canal principal es bien hecha, y por parte de en medio, hacia las islas de la
Bermuda, de donde tengo una poca de memoria de dichos indios, pero no lo quiero alargar, voy á lo que trataba del
cabo de las islas de los Mártires hacia el Norte. Fenecen estas islas junto á un lugar de indios, que han por nombre
Teguesta, que está á un lado de un rio que entra hacia la tierra dentro; este río corre hasta quince leguas, y sale á
otra laguna que dicen al¬gunos indios, que la han andado más que yo, que es un brazo de la laguna de Mayaimi,
y sobre esta laguna que corre por en medio de la tierra adentro, tiene muchos pueblos, aunque son de treinta y
cuarenta vecinos, y otros tantos lugares. Tienen pan de raíces, qu’es la comi¬da ordinaria la más parte del tiempo,
aunque por caso de la laguna, que crece mucho, no alcanzan estas raíces por estorbo de la mucha agua; y ansí dejan
de comer algun tiempo este pan. Hay pescado mucho y muy bue¬no, y otras raíces á manera de turmas, y otras
diferentes de muchas maneras; mas cuando hay caza, ansí de venados como de aves, entonces comen carne ó ave.
También digo que hay en aquellos rios de agua dulce enfinitísimas anguillas, muy ricas, y truchas grandísimas, casi
tamaño de un hombre, las anguillas gordas como el muslo y menores; comen también lagartos y culebras y unos
como ratones que andan en la laguna, y galápagos y otras muchas sabandijas, que si las hubiéramos de contar, no
acabaríamos. Estos indios viven en tierra muy fragosa y pantanosa; no tienen cosa de minas ni cosa deste mundo,
andan desnudos, y las mujeres con un mantellín de unas palmas rajadas y tejidas; son vasallos de Carlos, y páganle
tributo de todas estas cosas que he dicho arriba, de comida y raíces y pellejos de los venados y otras cosas.
El oidor Lucas Vázquez, vecino en Santo Domingo, y otros seis vecinos suyos, me parece que partieron con navíos
con algunos indios de las islas de Jeaga, á ver aquella tierra y río de Santa Elena, siete leguas más al Norte, á donde
está un pueblo que, por decir Orizta, dijeron Chicora los que fueron, y el otro pueblo por lla¬malle Guale, lo llamaron
Gualdape; y no vieron más pueblos, porque no pesquisaron más, ó no entraron ni costearon de veras, por miedo
de no tocar y perderse; y ansí no alcanzaron más, aunque es verdad que no hay oro ni plata, sino muy lejos de allí,
sobre sesenta le¬guas, donde dicen que hay minas de oro y cobre, hacia la tierra corrida adentro al Norte; al pié de
un rio y la¬gunas, están pueblos de indios, Otapali y Olagotano y otros muchos; ni son chichimecas ni jordaneros;
llámase el Rey mayor y gran señor en nuestra lengua, y en len¬guaje de los indios, Carlos Zertepe. Este cacique, es
el mayor de los reyes, y de la fama de Motesuma, pero á donde fué Lucas Vázquez y otros españoles, son gente mísera,
aunque hay algunas perlecillas en algunas conchas; comen pescado, ostiones asados y crudos, venados, corzos y
otros animales; y al tiempo que los matan ellos, las mujeres acarrean leña y agua, para cocer ó asar en parrillas; y si
algun oro hallaron, seria venido de lejos destas tierras y Rey que arriba digo.
Juan Ponce de León, fue á buscar el río Jordan (1) á la Florida, creyendo á los indios de Cuba y á otros de Sanlo
Domingo, ó por tener que entender, ó por valer más y acabar de morir, ques lo más cierto, ó sino para tornarse
mozo, lavándose en tal río, que es lo que hace al caso, que todo eso eran devociones de los indios de Cuba y de
toda aquella comarca, que por cumplir su ley, decían que el río Jordan estaba en la Florida. Á lo menos, estando yo captivo,
en muchos ríos me bañé, pero, por mi desgracia, nunca acerté con él. En la pro¬vincia de Carlos, antiguamente,
aportaron muchos indios de Cuba, en busca deste río; y el padre del rey Carlos, que se llamaba Senquene, los tomó
y hizo un pueblo de ellos, que hasta hoy día está la generación, y por las mismas causas que ellos, partieron otros
de sus tierras, que venían á buscar el río Jordan. Tomaron len¬gua todos los reyes y caciques de la Florida, como
per¬sonas, aunque salvajes, á ver qué río podía ser aquel, que tan buena obra hacia de tornar los viejos y viejas
mozos, y tan de pechos lo tomaron, que ni quedó arroyo ni río en toda la Florida, hasta las lagunas y pantanos, que
no se bañaron, que hasta hoy día porfían de hallalle y nunca acaban, y los de Cuba, votaban á morir por esa mar á
cumplir su ley, que así debió de ser, que de los mismos que pasaron á Carlos, se hizo un pueblo, porque fueron tantos,
que hoy dia se hallan los hijos y viejos engañados y hanse muerto muchos; y es cosa de risa lo que Juan Ponce de
León fue á buscar al río Jordan, en la Florida.
(1) Hay efectivamente en la Florida un rio que tiene este nombre, según unos porque bañándose en sus aguas
creian los indios que se rejuvenecían, y según otros por llamarse Jordan uno de los Capitanes de los dos navíos,
con que el licenciado Lu¬cas Vázquez de Ayllon hizo el descubrimiento de estas islas. (Véase Herrera, Décadas de
Indias, tom. 1, Pág. 259.)
Digamos de la parte de Abalachi, que es cerca de hacia Panuco, adonde se suena la muchedumbre de las perlas; y
cierto háilas. Entre Abalache y Olagale, hay un río, que llaman los indios Guavaca-Esgui, que quiere decir «río de
cañas» en nuestra plática. En este río y boca de mar y costa de la mar, hay las perlas, á do se cogen unas hostias y
conchas y se llevan á todas las provincias y lugares de la Florida, y principalmente á Toco-baja, que está más cerca,
porque en este pueblo está el Rey casi mayor de aquella comarca, hácia mano derecha, á la venida para la Habana.
Llámase Toco-Laja-Chile, tiene muchos vasallos y es Rey por si; vive á cabo pos¬trero del río, hácia la tierra adentro,
que hay de río más de cuarenta leguas, á do Hernando de Soto pensó poblar y por su muerte no se pobló y se desbarató
la gente de guerra, y se fueron por tierra, y de camino ahorcaron los españoles al cacique de Abalachi, porque no
les quiso dar maiz para mantenimiento del camino, ó porque, dicen los indios de aquel pueblo de Abalachi, que
el cacique suyo tenia al cuello unas perlas gruesas y en medio dellas una muy grande, que seria tan gruesa como
un huevo de paloma torcaza, que las hay y añidan (anidan) en unos árboles por tiempos; y esto es lo que dicen los
indios. No hay minas de oro ni plata, y si las hay, no las cono¬cen. El comer destos indios, es maiz y pescado, muy
mucho; matan venados y corzos y otros animales, que ellos comen, pero lo ordinario, es pescado. Hacen pan de
unas raíces que nacen en unos pantanos, como arriba tengo dicho, y muchas frutas de diversas maneras; ponellas
aquí, era no acabar. Estos indios, no visten ropa, ni menos las mujeres; andan desnudos los hombres, si no es unos
pellejos de venado curtidos, con que hacen unos bragueros y se cubren solamente sus vergüenzas, y las mujeres,
unas pajuelas que nacen de los árboles, á manera de estopa ó lana, y no es blanca, sino parda, y con aquellas yerbas,
se cubren dellas á la redonda de la cinta.
Dejemos á Tocobaga y á Valachi y á Olagale y á Mo¬coso, que son reinos por sí, y contaré los lugares y pueblos del
cacique Carlos, ya difunto, que le mató el capi¬tan Reynoso por culpado. Primeramente, un lugar que se dice Tampa,
pueblo grande, y otro pueblo que se llama Tomo, y otro Juchi, y otro Soco, y otro que há nombre Non, y quiere decir
pueblo querido, y otro Sinapa, y otro Sinaesta, y otro Metamapo, y otro Sacaspada, y otro Caláhoe, y otro Estame, y
otro Yagua, y otro Guaya, y otro Guevu, y otro Muspa, y otro Casitoa, y otro Tatesta, y otro Coyovea, y otro Jutum, y
otro Tequemapo, y otro que há nombre Comachica, y otros dos pueblos desta comarca, que no me acuerdo porque
há seis años que vine; mas hay otros por la tierra adentro, en la laguna de Mayaimi, y es el pueblo Cutespa, y otro
Tabaguemne, y otro Tomsobe, y otro Enempa, y otros veinte pueblos que no me acuerdo sus nombres; y más hay
otros dos pueblos en las islas Incayos, que son su-jetos á Carlos, que se llaman Guarunguve y el otro Cuchiaga.
Carlos y su padre eran señores destos cincuenta pueblos, hasta que le mataron, como tengo dicho; y agora reina un
D. Pedro, hijo de Sebastian; llámanse así, porque Pedro Meléndez los trujo á la Habana para regalallos y los mandó
nombrar ansí, pero tornáronse ansí peor que antes, por el regalo que les hizo, y más peor fuera, si fueran bautizados;
pero porque yo no quise, no los bautizaron, porque en su plática los entendí que no fuera legítimo el bautismo en
ellos, que fueran herejes como se han alzado otra vez y peores que antes; saben la mayor parte de nuestras mañas,
son flecheros y hombres de fuerza. No hay hombre que tanto sepa de aquella comarca como yo, que la presente
escribo, porque estuve cau¬tivo entre ellos desde niño de trece años hasta que fuí de treinta años; sé cuatro lenguas,
sino es la de Ais y de Jeaga, ques tierra que nunca anduve.
Quiero decir, que es gran pueblo, rico de perlas y de poco oro, porque están lejos las minas de Onagatano, ques en
las sierras nevadas de Onagatano, vasallo de Abalachi y Olagatano, de Olagali y de Mogoso, que dicen los indios
que son muchos y grandes hombres de guerra, aunque andan desnudos y vestidos algunos dellos con pellejos; son
pintores, que cuanto ven pintan; llámanse Cañogacolas, que quiere decir gente bellaca, sin respeto y valientes de
flecha, pero las buenas armas de los españoles todavía los vencerían con muy buenas ballestas y escopetas, y rodelas
y espadas anchas y agudas y buenos caballos y escupiles, y una ó dos personas que los entiendan y que sean las lenguas,
personas buenas y fieles, y no como el Viscaino que quiso vender á Pedro Meléndez á los indios; y sino fuera por
mí y un mulato que descubrimos la traición, fueran todos muertos y yo con ellos, y no muriera Pedro Meléndez
en Santander sino en la Florida, en la provincia de Carlos. Porque no hay rio ni bahía que se me pueda esconder,
y si me trataran como yo merecía, hoy dia fueran los indios vasa¬llos de nuestro poderoso rey D. Felipe, que Dios
guarde muchos años. Ya tengo dicho queste cacique es señor de aquel rio de las Cañas, donde hay las perlas y minas
de azul, y el oro lejos, y es también su vasallo el pueblo de Olagale.
Un D. Pedro Viscaino, á quien S. M. hizo merced de tener cuidado de los cisnes, fue cativo en esta provincia; si
él fuera más hombre, pues S. M. le hizo tanta merced, los indios de Ais y Guacata y Jeaga y sus vasallos, fueran
ya domados, y aun muchos dellos cristianos; pero fue hombre para poco y de poco entendimiento, y ansí no hay
que hablar. D. Pedro Viscaino sabe muy bien esta lengua de los Ais y los demás nombrados, y aun hasta Mayaca
y Mayajuaca desotra parte del Norte, pero yo creo que como por mandado de Pedro Meléndez lo mandó ahorcar
por una falsedad que le levantaron á Domingo Ruiz, compañero de D. Pedro Viscaino, le espantaron y se vino á
España con las nuevas de la Florida, y no curó de volver más, y si volvió, seria por traer un hijo que tenia entre los
indios, según lo trujo, y no volvió más, y por ver el mal tratamiento que á las lenguas se hacia, no quiso volver como
nosotros hemos hecho, y sin paga hasta hoy día, y venimos rotos; y ansí nos dió poca gana de volver á la Florida á
servir sin medra ninguna.
Estos reyes de Ais y Jeaga son indios pobres de la tier¬ra, que no hay minas de oro ni menos plata, y para decir
por enteros son ricos de la mar, que muchos navíos se han perdido muy cargados de plata y oro; como se perdió
Farfan y el mulato con su urca y el navío del Viscaino, adonde venia Anton Granado, que fue pasajero y cautivado,
y el navío de Juan Cristóbal, maese y capitán, y mataron los indios á D. Martín de Guzmán y al capitán Hernando
de Andino, procurador de la provincia de Popayan, y Juan Ortiz de Zárate, factor de Santa Marta. Perdióse este
navío en el año de 51, y venían en esta nao dos hijos de Alonso de Mesa y su tío con ellos, todos ricos, que el que
menos traía fui yo, pero con todo eso traía veinte y cinco mill pesos en oro fino, porque quedaban en Cartagena
mi padre y madre, que fueron comenderos y sirvieron á S. M. en aquellas partes del Pirú y después en la ciudad
de Cartagena, y poblaron en ella, donde yo y otro hermano nacimos, y de allí nos en¬viaba á España á estudiar, y
nos perdimos en la Florida como tengo dicho, y otros navíos y la armada de la Nueva España, adonde dicen que
venia el hijo de Pero Meléndez por general, porque los indios tomaron un español que salió á tierra y le cogieron
muerto de hambre, é yo le vi vivo y hablé con él y un Juan Rodríguez, natural de Nicaragua, y nos dijo que venia
de la Nueva España y iban para Castilla, y que era el general un hijo de Pero Meléndez, asturiano, y él que venia
por marinero de otra nao, y que no supieron unos de otros hasta que los indios se armaban para ir á la costa de Ais,
y los vido ir y volver con mucha riqueza de barras de plata y de oro y costales de reales y mucha ropa; y como era
recien cautivado ó hallado, no entendía la lengua de los indios.
Consuelo era, aunque triste, para los que después se perdían, en hallar delante compañeros cristianos con que pasar
los trabajos y entenderse con aquellos brutos. Muchos españoles escaparon las vidas por hallar adelante
compañeros cristianos, porque los indios que los tomaban, “les mandaban bailar y cantar y no lo entendían; y como
los indios son tan bellacos, y más los de la Florida; pensaban que no lo querían hacer por rebeldía; los mataban y
decían después á su cacique que por bellacos y rebeldes los mataban, que no querían hacer lo que les mandaban:
preguntando el cacique por qué les mataban, respondían esto que tengo dicho.
Y un día yo y un negro y otros dos españoles recién cautivos, tratando el cacique con sus vasallos y grandes señores
de su corte lo que tengo dicho arriba, preguntó¬me el cacique, que yo era el más ladino de todos, diciendo:
«Escalante, decidnos la verdad, pues ya sabéis que os quiero mucho; ¿cuando mandamos á estos vuestros compañeros
bailar y cantar y otras cosas, por qué son tan bellacos y rebeldes que noto quieren hacer, ó hácenlo porque no
estiman la muerte, ó por no torcer su brazo á gente contraria de su ley? Decídmelo, y sino lo sabéis, preguntádselo
á esos recien cautivos, que por su culpa son cautivos, agora que por dioses los teníamos abajados del cielo.» Y
respondiéndole á mi amo y señor, díxele luego: «La verdad, señor, á lo que entiendo no son rebeldes ni lo hacen de
mal propósito, es porque no los entienden y ellos rabian por entendellos.» Dijome que no era verdad, que muchas
veces se lo decían y algunas veces lo hacían, y otras veces no querían, por más que se lo dixesen. Dije yo: «Con todo
eso, señor, no lo hacen á drede ni por rebeldía, por no entender lo hacen; por eso habladles que lo vea yo y este
negro horro (libre) vuestro.» Y el cacique riéndose, díjoles: «Se le tega, recién venidos;» ellos preguntaron que qué
les decía el cacique; y el negro que estaba junto á ellos, rióse y dijo al cacique: «Señor, verdad os dice Escalante,
que no lo entienden y le han preguntado á Escalante que qué es lo que decís, y no se lo quiere decir hasta que se
lo mandéis.» Entonces creyó el cacique la verdad y dijo á Escalante: «Decláraselo, Escalante; que agora os creo de
veras.» Yo se lo declaré, que quiere decir «se le tega,» corre, mira si viene gente al miradero. Miradero quiere decir
Tejihue, abrevian más en la palabra que nosotros los de la Florida. Y visto por el cacique la verdad, dijo a sus vasallos,
que cuando hallasen cristianos ansí perdidos y los cogiesen, que no les mandasen nada hasta avisar, para que fuese
uno de los que entendiese la lengua. Y ansí fue este el primero arriba declarado que había nombre Pijiguini, en
lengua nuestra quiere decir Martinez, marinero arriba declarado, que venia en la flota de México y se perdió.
Dejando esto aparte, quiero hablar de las riquezas que los indios de Ais hallaron, que seria hasta un millón y más
en barras y en oro y otras cosas de joyas, hechas de manos de indios mexicanos que Traian los pasajeros; las cuales
se repartieron el cacique de Ais y Jeaga y Guacata y Mayaguaci y Mayaca, y él tomó lo que le pareció ó lo mejor.
Con estos navíos y otros dichos y carabelas perdidas, y indios de Cuba y de Honduras, perdidos en busca del río
Jordan, que venían ricos, y los cogían Carlos y el de Ais y Jeaga y las islas de Gua-rugumbe, son ricos, como. tengo
dicho, de la mar y no de la tierra. Desde Tocovaga hasta Santa Elena, que ha¬brá de costa seiscientas leguas, no hay
oro ni menos plata de natural de la tierra, sino es lo que tengo dicho por la mar. No quiero decir si hay tierra para
habitar, pues los indios viven en ella; si es abundosa para ganados y para sembrar azúcar caña, no lo sabré de cierto,
algunas sembraron y nacieron, pero como no estaba yo de sosiego cuando se sembraron, no ví lo que pasó. En todas
estas provincias que he declarado, desde Tocovaga-Chile hasta Santa Elena, son grandes pescadores, y nunca les
falta pescado fresco; son grandes flecheros y traidores, y tengo por muy cierto que jamás serán de paz, ni menos
cristianos; yo lo firmaré de mi nombre por muy cosa cierta, porque lo sé; sino toman mi consejo, será trabajo y peor
que antes que los cojan á buena manera convidándoles la paz y metellos debajo de las cubiertas á maridos y mujeres
y repartillos por vasallos á las islas, y aun en tierra firme por dineros, como algunos señores en España compran al
Rey vasallos, y desta manera ha¬bría mafia amenguándolos. Y esto digo que seria cosa acertada, y podrían hacer los
españoles unas granjerías para criar ganados y guarda de tantos navíos como se pierden en la provincia de Sotoriba,
puerto de San Agustín y rio de San Mateo, á do los lutheranos de Francia tenían hecho fuerte é rincón para robar á
todos cuantos venían de Tierra Firme, ora de México ó del Pirú, ora de otras partes, como lo hacían, y recogíanse al
rio de San Mateo, como tengo dicho, donde reside este cacique traidor de Sotoriba y Alimacani y otros lugares sus
va¬sallos. En medio del río de San Mateo, sesenta leguas á la tierra adentro, hay otro cacique, rey por sí y señor de
su tierra, que se llama Utina, y Saravay y Moloa y otros muchos sus vasallos hasta llegar á Mayajuaca, tierra de Ais,
hácia el cañaveral, que dicen los pilotos negros que navegan. Con estos dos caciques tomó paces Pero Meléndez;
no tienen oro, ni plata, ni perlas; son miserables y grandes bellacos, traidores y flecheros, andan desnudos como los
demás que arriba tengo dicho. Por este rio de San Mateo pueden ir á Tocovaga, de la otra banda de la Florida hacia
Poniente, y no digo que siempre por el río sino de esta manera: entrar por la barra de San Mateo y llegar á Saravay,
que está cin¬cuenta ó sesenta leguas la tierra adentro del rio arriba, ó á la provincia de Utina, y de allí desembarcaré
ir por la banda de Poniente, tomando por arriba de pueblo en pueblo, y dar consigo a la Cañoga-cola, vasallos de
To¬covaga, y de allí al lugar mismo de Tocovaga, en que entra otro rio muy grande, donde Soto estuvo y murió.
Y con esto fenezco y no diré más, porque si fuera pretender la conquista desta tierra, no diera más relación que
tengo dada, aunque á S. M. le conviene para la seguridad de sus armadas, que van al Pirú y á la Nueva España y
á otras partes de Indias, que pasan por fuerza por aquella costa y canal de Bahama, y se pierden muchos navíos y
perece mucha gente, porque los indios son contrarios y muy flecheros; y ansí como digo, conviene hacer alguna
fortezuela por do pudiesen asegurar aquella canal con alguna renta que se pudiese sacar de México y del Pirú, y
de las islas de Cuba y de todas partes de Indias, para el remedio y mantenimiento de los soldados de guarda de tal
portezuela; y esto es lo que convenía, y otra cosa más de ir a buscar las perlas, pues otra riqueza no hay en aquella
tierra; y para ello concluyo y si fuere necesario lo firmo.
-Hernando de Escalante Fontaneda.
Junto con la relación antecedente, en un pliego suelto que le sirve de cubierta, va lo siguiente (Nota de Muñoz).
Colón descubrió las islas de Yucayo y de Achiti y parte de la Florida con otras vecinas de Santo Domingo.
Las islas Lucayo son de tres suertes, y es desta manera: lo primero las islas de Bahama, lo segundo las islas de los
Órganos, lo tercero las islas de los Mártires, que confinan con unos cabos de las Tortugas, hacia Poniente, y estos
cabos son de arena, y como son de aretía, no se ven de lejos, y por esta causa se pierden muchos navíos en toda
aquella costa de la canal de Bahama y las islas Tortugas y de los Mártires.
La Habana esta hacia el Sur; la Florida está hácia el Norte; y entre la una tierra de la Habana, isla de Cuba, para
Tierra Firme, están estas islas de Bahama y Órganos y islas de los Mártires y Tortugas; hace una canal de ancho
por lo más estrecho veinte leguas de la Habana á los Mártires, y de los Mártires á la Florida, catorce leguas entre
islas hacia España, para decir mejor, hacia Oriente, y por lo más ancho deste pasaje, hacia Poniente, hay cuarenta
leguas. Hay muchos bajos y canales hondas, pero no hay pasaje para navíos ni bergantines, aunque sean menores,
sino hay pasaje para canoas y no más, y esto es hacia Oriente; pero por Poniente, para venir á la Habana y ir á la
Florida, hay pasaje, pero no para venir á España, sino es por la canal principal de Bahama entre los Mártires y la
Habana, islas Yucayos y punta del Cañaveral, y otra cosa no se halla para más atajar. Por atajo, se podría hacer por
en medio de la Florida, por el río ancho de Tocovaga al río de San Mateo, de Poniente á Oriente, y no con navíos,
sino por tierra, y por mar sirviéndose los unos navíos á los otros de una banda á la otra para venir á España.
Otra memoria; declararé generalmente de las cosas de la Florida y de un río que dicen el río Jordan, que está á la
banda del Norte; y también diremos de la parte de Poniente, donde murió Hernando de Soto y el capitán Salinas
y tambien Francisco de Reinosa y otros frailes, que padecieron y de los que fueron cautivos, que después ví algunos
dellos vivos y en cautiverio; y también iremos. declarando los tragos y comidas y vestidos de los indios de Abalachi
y de Mogoso y otros lugares más abajo, que son Tocobaga, Osiguevede, Carlos, Ais, Lonsobe y otros muchos que
declararé, aunque no todos, y cada cosa por su capítulo, y primero declaro el capítulo arriba de las islas Lucayos y
islas de los Mártires.
De Abalachi que andan desnudos los indios, y las indias con pampanillas (faldas) de heno, nacidas de los árboles,
que es como lana, que adelante declararé; y comen venados y zorros y vacas lanudas y otros muchos animales; y
estos indios cobran ciertos tributos de oro bajo, que está mezclado en oro fino, y muchas gamuzas pintadas; y en un
rio, que este pueblo tiene, hay perlas que adelan¬te tiene declaradas, y son flecheros, pero llevándolos de España,
y con una lengua avisada y diestra, se ganaría fácilmente, y mejores son indios de la Florida que los de Tocovaga,
Carlos, Ais y Tegesta y otros que tengo declarados adelante, hasta el rio Jordan, que dicen, como adelante
particularmente declaro cada cosa.
Los indios de Avalachi son sujetos á los indios de Olagale y Mogoso y otros de hacia la tierra de la sierra de Aite,
que son los más ricos indios, y estos lugares son de más valor. Estuve yo dos años entre ellos, por oro bajo y oro
fino, pero en toda la costa, que adelante declaro en el memorial, no hay oro bajo ni menos fino, porque lo que ellos
tienen es de los navíos que se pierden de la Nueva España y del Pirú, que les dá tormenta en la canal de Bahama
y dá con ellos en el Cañaveral ó en los Mártires, que se llama Chichijaya, cabo de los Mártires, hacia las islas de
las Tortugas, frontero á los Mártires y la Habana hacia el Sur; y la propiedad de todo y sustancia de todo adelante
lo declaro, aunque no todos los lugares, por tener diversos nombres que no me acuerdo cómo, y en esto ceso (1).
(1) Simancas. (Descripciones y poblaciones.) -Muy buena relación, aunque de hombre que no conocía el arte de
escribir, y así quedan muchos periodos sin sentido. -(Nota de Muñoz.)
Niza, Fray Marcos de
(1495 – 1558)
Nació alrededor del año 1495, en Niza, Francia. Comisario de los franciscanos en el Perú, en 1539 fue enviado a
México. Los sobrevivientes de la expedición de Pánfilo de Narváez, narraron riquezas que habían escuchado en su
travesía, al oírlas el Virrey Antonio de Mendoza, organizó una expedición.
Marcos de Niza era el responsable, Honorato el segundo, quien pronto regresó enfermo, y Estebanico, el negro
sobreviviente de la expedición de Narváez, el guía. Salieron de Cualiacan en 1539.
En Vacapa, el fraile envió a Estebanico en una avanzada exploratoria, pronto este le informa de haber escuchado
de los nativos historias de ciudades colmadas de riquezas. Marcos de Niza supuso que se trataban de las “Siete
Ciudades de Cíbola”. Estebanico siguió avanzando hasta llegar a Háwikuh, en Nuevo México en donde encontró
la muerte.
El fraile regresó a la ciudad de México narrando : “... por el camino y derrota que llevaba Esteban, del cual había
recibido otros mensajeros, con otra cruz del tamaño de la primera que envió, dándome priesa y afirmando ser la
tierra, en cuya demanda iba, la mejor y mayor cosa que jamas se oyó”:
“... seguí mi camino hasta la vista de Cíbola, la cual está asentada en un llano, a la falda de un cerro redondo. Tiene
muy hermoso parescer de pueblo, el mejor que en estas partes yo he visto; son las casas por la manera que los indios
me dijeron, todas de piedra con sus sobrados y azuteas, a lo que me paresció desde un cerro donde me puse a vella.
La población es mayor que la cibdad de México...”
“... tierra de las siete ciudades y reinos que digo, que entonces se podría mejor ver, sin poner en aventura mi persona
y dejar por ello de dar razón de lo visto. Solamente vi, desde la boca de la abra, siete poblaciones razonables, algo
lejos, un valle abajo muy fresco y de muy buena tierra, de donde salían muchos humos; tuve razón que hay en ella
mucho oro y que lo tratan los naturales della en vasijas y joyas, para las orejas y paletillas con que se raen y quitan
el sudor..”
Al escuchar esas noticias el Virrey Antonio de Mendoza no perdió el tiempo, organizó una gran expedición militar para
tomar posesión de los fabulosos territorios que el fraile le había narrado. Al mando de la misma quedó Francisco
Vázquez de Coronado, Marcos de Niza era el guía. El fracaso de la expedición, hizo que se le enviara de regreso a
la ciudad de México, donde murió desprestigiado en marzo de 1558.
Marcos, sacerdote, acusado de mitómano, viajero valeroso, y explorador resuelto y metódico, deja a algún investigador
de los archivos de Servilla y México, revelar la verdad de este primer explorador en documentar las tierras Zuni.
(http://pueblosoriginarios.com/biografias/niza.html)
Relación de Fray Marcos de Niza
[Tomada de la Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las
antiguas posesiones españolas se América y Oceanía. Kraus Reprint. Vaduz: Tomo III, 325-351]
INSTRUCCION DE DON ANTONIO DE MENDOZA,
VISOREY DE NUEVA ESPAÑA.
Descubrimiento de las siete ciudades, por el P. Fr. Marcos de Niza.
Primeramente: luego como llegáredes á la provincia de Culuacán, exhortareis y animareis á los españoles, que residen
en la villa de San Miguel, que traten bien los indios que están de paz y no se sirvan dellos en cosas ecesivas,
certificándoles que haciéndolo así, que les serán hechas mercedes y remunerados por S. M. los trabajos que allá han
padescido, y en mí ternán buen ayudador para ello; y si hicieren al contrario, que serán castigados y desfavorecidos.
Daréis á entender á los indios que yo os envio, en nombre de S. M., para que digáis que los traten bien y que sepan
que le ha pesado de los agravios y males que han rescibido; y que de aquí adelante serán bien tratados, y los que
mal les hicieren serán castigados.
Asimismo les certificareis que no se harán mas esclavos dellos, ni los sacarán de sus tierras; sino que los dejarán
libres en ellas, sin hacelles mal ni daño; que pierdan el temor y conozcan á Dios Nuestro Señor, que está en el cielo,
y al Emperador, que está puesto de su mano en la tierra para regilla y gobernalla.
Y porque Francisco Vázquez de Coronado, á quien S. M. tiene proveido por gobernador de esa provincia, irá con
vos hasta la villa de San Miguel de Culuacán, avisarme heis como provee las cosas deaquella villa, en lo que toca al
servicio de Dios Nuestro Señor y conversión y buen tratamiento de los naturales de aquella provincia.
Y si con el ayuda de Dios Nuestro Señor y gracia del Espíritu Santo, halláredes camino para pasar adelante y entrar
por la tierra adentro, llevareis con vos á Estéban de Dorantes por guia, al cual mando que os obedezca en todo y
por todo lo que vos le mandáredes, como á mi misma persona; y no haciéndolo así, que incurra en mal caso y en las
penas que caen los que no obedescen á las personas que tienen poder de S. M. para poderles mandar.
Asimismo lleva el dicho gobernador, Francisco Vázquez, los indios que vinieron con Dorantes y otros que se han
podido recoger de aquellas partes, para que, si á él y á vos os paresciere que lleveis en vuestra compañía algunos, lo
hagáis y uséis dellos, como viéredes que conviene al servicio de Nuestro Señor.
Siempre procurareis de ir lo mas seguramente que fuere posible, é informándoos primero si están de paz ó de guerra
los unos indios con los otros, por que no deis ocasión á que hagan algún desconcierto contra vuestra persona, el
cual será causa para que contra ellos se haya de proceder y hacer castigo; porque desta manera en lugar de ir á hacelles
bien y dalles lumbre, seria al contrario.
Llevareis mucho aviso de mirar la gente que hay, si es mucha ó poca, y si están derramados ó viven juntos.
La calidad y fertilidad della, la templanza de la tierra, los árboles y plantas y animales domésticos y salvajes, que
hubiere, la manera de la tierra, si es áspera ó llana, los ríos, si son grandes ó pequeños, y las piedras y metales que
hay en ella; y de las cosas que se pudieren enviar ó traer muestra, traellas ó enviallas, para que de todo pueda S. M.
ser avisado.
Saber siempre si hay noticia de la costa de la mar, así de la parte del Norte como de la del Sur, porque podría ser
estrecharse la tierra y entrar algún brazo de mar la tierra adentro. Y si llegáredes á la costa de la mar del Sur, en
las puntas que entran, al pié de algund árbol señalado de grande, dejar enterradas cartas de lo que os paresciere
que conviene avisar, y al tal árbol donde quedare la carta hacelle alguna cruz porque sea conocido; asímismo en las
bocas de los ríos y en las dispusiciones de puertos, en los árboles más señalados, junto al agua, hacer la misma señal
de la cruz y dexar las cartas, porque, si enviare navíos, irán advertidos de buscar esta señal.
Siempre procurareis de enviar aviso con indios de como os va y sois recibido, y lo que halláredes, muy particularmente.
Y si Dios Nuestro Señor fuese servido que halléis alguna población grande, donde os paresciese que habrá buen
aparejo para hacer monesterio y enviar religiosos que entendiesen en la conversión, avisareis con indios ó volveréis
vos á Culiacán. Con todo secreto daréis aviso para que se provea lo que convenga sin alteración, porque en la pacificación
de lo que se hallare, se mire el servicio de Nuestro Señor y bien de la gente de la tierra.
Y aunque toda la tierra es del Emperador Nuestro Señor, vos en mi nombre tomareis posesión della por S. M., y
haréis las señales y autos, que os pareciesen que se requieren para tal caso; y daréis á entender á los naturales de la
tierra que hay un Dios en el cielo y el Emperador en la tierra, que está para mandalla y gobernalla, á quien todos
han de ser subjetos y servir.
hallando en el camino muchos rescibimientos y presentes de comida, rosas y otras cosas desta calidad, y casas que
me hacían de petates y ramas, en todas las partes donde no había poblado.
CERTIFICACIONES
En este pueblo de Petatean holgué tres días, porque mi compañero Fra. Onorato adoleció de enfermedad, que me
convino dexallo allí; y conforme á la dicha Instrucción, seguí mi víaje por donde me guió el Espíritu Santo, sin
merescello yo. E yendo conmigo el dicho Estéban de Dorantes, negro, y algunos de los libertados y mucha gente de
la tierra, haciéndome en todas partes que llegaba muchos rescibimientos y regocijos y arcos triunfales y dándome
de la comida que tenían, aunque poca, porque dicen haber tres años que no llovía, y porque los indios de aquella
co¬marca más entendían en esconderse que en sembrar, por temor de los christianos de la villa de San Miguel, que
hasta allí solían llegar á les hacer guerra y esclavos.
Digo yo Fra. Marcos de Niza, de los Observantes de San Francisco, que rescibí un treslado desta Instrucción firmada del
Ilustrísimo Sr. D. Antonio de Mendoza, visorey y gobernador de la Nueva España, la cual me entregó, por mandado
se S. S., y en su nombre, Francisco Vázquez de Coronado, gobernador desta nueva Galicia; el cual treslado es sacado
desta Instrucción de verbo ad verbum, y con ella corregida y concertada, la cual dicha Instrucción prometo de la
cumplir fielmente y de no ir ni pasar contra ella ni contra cosa de lo en ella contenido, agora ni en ningún tiempo.
Y por que así lo guardaré y cumpliré, firmé aquí mi nombre, en To¬nalá, á veinte días del mes de Noviembre, de
mill y quinientos é treinta é ocho años, á donde me dió y entregó en el dicho nombre la dicha Instrucción, ques en
la provincia desta Nueva Galicia. - Fra. Marcos de Niza.
En todo este camino, que serían 25 ó 30 leguas de aquella parte de Petatean, no vi cosa digna de poner aquí, ecebto
que vinieron á mí indios de la isla en que estuvo el Marqués del Valle, de los cuales me certifiqué ser isla, y no
como algunos quieren decir, tierra firme; y vi que della pasaban á la tierra firme en balsas, y de la tierra firme á ella,
y el espacio, que hay de la isla á la tierra firme, puede ser de media legua de mar, poco más ó menos. Asimismo me
vinieron á ver indios de otra isla mayor quella, questá más adelantre, de los cuales tuve razón é haber otras treinta
islas pequeñas, pobladas de gente y pobres de comida, ecebto dos, que dicen que tienen maíz. Estos indios traían
colgadas de la garganta muchas conchas, en las cuales suele haber perlas; é yo les mostré una perla que llevaba para
muestra, y me dixeron que de aquellas había en las islas, pero yo no les vi ninguna.
Digo yo Fray Antonio de Cibdad-Rodrigo, fraile de la orden de los Menores y ministro provincial que á la sazón
soy de la provincia del Santo Evangelio desta Nueva España, ques verdad que yo envié á Fra. Marcos de Niza,
sacerdote, fraile, presbítero y religioso y en toda virtud y religión tal, que de mi y de mis hermanos los definidores
diputados para dellos tomaron consejo en las cosas arduas y dificultosas, fué aprobado y habido por idoneo y suficiente
para hacer esta jornada y descubrimiento, así por la suficiencia arriba dicha de su persona, como por ser docto, no
sola¬mente en la teología, pero aun en la cosmografía, en el arte de la mar; y ansi consultado y difinido que fuese él,
fué con otro com¬pañero, fraile lego, que se llama Fra. Onorato, por mandado del Señor Don Antonio de Mendoza,
visorey desta dicha Nueva Es¬paña; y S. S. le dio todo el aparejo y recabdo que fué menester para el dicho camino
y jornada; y esta Instrucción que aquí está escrita, la cual yo ví y S. S. lo comuco conmigo, preguntándome lo que de
ella me parecía y paresciéndome bien, se dio al dicho Fra. Marcos, por mano de Francisco Vázquez de Coronado;
la cual el rescibió sin falta y executó fielmente, como en efeto ha parecido. Y por que lo sobre dicho es ansí verdad
y en ello no ha falencia ninguna, he es¬crito esta fée y testimonio y lo firmé de mi nombre.
Seguí mi camino por un despoblado de cuatro días, yendo conmigo indios, así de las islas que digo como de los
pueblos que dejaba atrás; y al cabo del despoblado, hallé otros indios, que se admiraron de me ver, porque
ninguna noticia tienen de christianos, á causa de no contratarse con los de atrás por el despoblado. Estos me hicieron
muchos rescibimientos, y me dieron mucha comida, y procuraban de tocarme en la ropa, y me llamaban Sayota,
que quiere decir en su lengua “hom¬bre del cielo”, á los cuales, lo mejor que yo pude, hice entender por las lenguas
lo contenido en la Instrucción, que es el conoscimiento de Nuestro Señor en el cielo y de S. M. en la tierra. Y siempre,
por todas las vías que podía, procuraba de saber tierra de muchas poblaciones y de gente de más policía y razón
que con los que topaba; y no tuve nueva más de que me dixeron que la tierra adentro, cuatro ó cinco jornadas do se
rematan las cordilleras de las sierras, se hace una abra llana y de mucha tierra, en la cual me dixeron haber muchas
y muy grandes poblaciones, en que hay gente vestida de algodón. Y mostrándoles yo algunos metales que llevaba,
para tomar razón de los metales de la tierra, tomaron el metal de oro y me dixeron que de aquel hay vasijas entre
aquella gente de la abra, y que traen colgadas de las narices y orejas ciertas cosas redondas de aquel oro, y que tienen
unas paletillas dél, con que raen y se quitan el sudor. Y como esta abra se desvía de la costa, y mi intención era no
apartarme della, determiné de dejalla para la vuelta, porque entonces se podría ver mejor. Y ansí anduve tres días,
poblados de aquella misma gente, de los cuales fuí rescibido como de los de atrás.
--D. Antonio de Mendoza.
-- Fecha en México, á veinte y seis días de agosto, año de mill é quinientos é treinta é nueve.
--Fra. Antonio de Cihdad-Rodrigo, ministro provincial.
RELACION
Con el ayuda y favor de la Sacratísima Virgen María, Nuestra Señora y del Seráfico nuestro padre San Francisco,
yo Fra. Marcos de Niza, fraile profeso de la Orden de San Francisco, en cumpli¬miento de la Instrucción, arriba
contenida, del Ilustrísimo Sr. D. Antonio de Mendoza, visorey y gobernador por S. M. de la Nueva España, partí
de la villa de San Miguel de la provincia de Culuacán, viernes siete días del mes de marzo de mill é quinientos é
treinta é nueve años, llevando por compañero al padre Fra. Onorato y llevando conmigo á Estéban de Dorantes,
negro, y á ciertos indios, de los que] dicho Sr. Visorey libertó y compró para este efecto, los cuales me entregó Francisco
Vázquez de Coronado, gobernador de la Nueva Galicia, y con otra mucha cantidad de indios de Petatean, y del
pueblo que llaman del Cuchillo, que serán cincuenta leguas de la dicha villa. Los cuales vinieron al valle de Culuacan,
significando gran alegría, por habelles certificado los indios libertados, quel dicho Gobernador envió delante á hacelles
saber su libertad y que no se habían de hacer esclavos dellos ni hacelles guerra ni mal tratamiento, diciéndoles que
as¡ lo quiere y manda S. M. Y con esta compañía que digo, tomé mi camino hasta allegar al pueblo de Petatean,
Llegué á una razonable población que se llama Vacapa, donde me hicieron grande rescibimiento y me dieron mucha
comida, de la cual tenían en abundancia, por ser toda tierra que se riega. Hay, desta población á la mar cuarenta
leguas; y por hallarme tan apartado de la mar y por ser dos días antes de la Domi¬nica de Pasión, determiné de
me estar allí hasta la Páscua, por certificarme de las islas que arriba digo que tuve noticia. Y así envié mensajeros
indios á la mar, por tres vías, á los cuales encargué que me trujesen gente de la costa y de algunas de aquellas islas,
para informarme dellos; y por otra parte envié á Estéban de Dorantes, negro, al cual dixe que fuese por la derrota
del Norte, cincuenta ó sesenta leguas, para ver si por aquella vía se podría tener razona de alguna cosa grande de
las que buscábamos; y concerté con él que si tuviese alguna noticia de tierra poblada y rica que fuese cosa grande,
que no pasase adelante, sino que volviese en persona ó me enviase indios con esta señal que concertamos: que si la
cosa fuese razonable, me enviase una cruz blanca de un palmo; y si fuese cosa grande, la enviase de dos palmos; y si
fuese cosa mayor y mejor que la Nueva España, me enviase una gran cruz. Y así se partió el dicho Estéban, negro,
de mi, Dominica de Pasión después de comer, que¬dando yo en esta población, que digo que se dice Vacapa.
Y de ahí á cuatro días, vinieron sus mensajeros de Estéban con una cruz muy grande, de estatura de un hombre, y
me dixeron, de parte de Es¬téban, que á la hora me partiese en su seguimiento, porque había topado gente que le
daba razón de la mayor cosa del mundo; y que tenía indios que habían estado en ella, de los cuales me envió uno. Y
este me dixo tantas grandezas de la tierra, que dexé de creellas para después de habellas visto ó de tener más certificación
de la cosa; y me dixo que había treinta jornadas, desde donde quedaba Estéban, hasta la primera ciudad de la tierra,
que se dice Cíbola. Y porque me pareció digno de poner en este papel lo queste indio, que Estéban me envió, dice
la tierra, lo quiero hacer, el cual afirma y dice: que en esta primer provincia hay siete ciudades muy gran¬des, todas
debajo de un señor, y de casas de piedra y de cal, grandes; las más pequeñas de un sobrado y una azutea encima,
y otras de dos y de tres sobrados, y la del señor de cuatro, juntas todas por su órden; y en las portadas de las casas
principales muchas labores de piedras turquesas, de las cuales, dijo, que hay en gran abundancia. Y que las gentes
destas cibdades anda muy bien vestida. Y otras muchas particularidades me dixo, así destas siete cibdades como de
otras provincias más adelante, cada una de las cuales dice ser mucho más cosa questas siete ciudades; y para saber
dél como lo sabía, tuvimos muchas demandas y respuestas; y halléle de muy buena razón. Dí gracias á Nuestro
Señor, diferí mi partida en seguimiento de Estéban, de Dorantes, creyendo que me aguardaría, como concerté con
él, y también porque prometí á los mensajeros que envié á la mar que los aguardaría, porque siempre propuse de
tratar con la gente que tratase, mucha verdad. Los mensajeros vinieron día de Páscua Florida, y con ellos gente
de la costa y de dos islas, de los cuales supe ser las islas, que arriba digo, pobres de comida, como lo había sabido
antes, y que son pobladas de gente; traían conchas en la frente y dicen que tienen perlas. Certificáronme de treinta
y cuatro islas, cerca las unas de las otras, cuyos nombres pongo en otro papel, donde asiento el nombre de las islas y
poblaciones. La gente de las costa dicen que tiene poca comida, así ellos como los de las islas, y que se contratan los
unos con los otros por balsas; aquí la costa se va al Norte cuanto más puede. Es¬tos indios de la costa me truxeron
rodelas de cuero de vacas, muy bien labrados, grandes, que les cubren de pies á cabeza, con unos agujeros encima
de la empuñadura para poder ver detrás dellas; son tan récias, que creo que no las pasara una ballesta.
Este día me vinieron tres indios de los que llaman pintados, labrados los rostros y pechos y brazos; estos están en
cerco á la parte del E. y llegan á confinar gente dellos cerca de las siete ciudades. Los cuales dixeron: que me venían
á ver, porque tuvieron noticia de mí; y entre otras cosas, me dieron mucha noticia de las siete ciudades y provincias
quel indio de Estéban me dixo, casi por las misma manera que Estéban me le envió á decir; y así despedí la gente
de la costa; y dos indios de las islas dixeron que se querían andar conmigo siete ó ocho días. Y con ellos y con los
tres pintados que digo, me partí de Vacapa, segundo día de Pascua Florida, por el camino y derrota que llevaba
Estéban, del cual había recibido otros mensageros, con otra cruz del tamaño de la primera que envió, dándome
priesa y afirmando ser la tierra, en cuya demanda iba, la mejor y mayor cosa que jamás se oyó. Los cuales mensajeros,
particulamente, me dijeron sin faltar en cosa punto de lo que dixo el primero: antes dixeron mucho más y me dieron
más clara razón.
Y así caminé aquel día, segundo día de Pascua, y otros dos días por las mismas jorna¬das que llevó Estéban; al cabo
de los cuales, topé con la gente que le dió la noticia de las siete ciudades y de la tierra de adelantre. Los cuales me
dixeron que, de allí, iban en treinta jornadas á la ciudad de Cíbola, que es la primera de las siete; y no me lo dijo
solo uno, sino muchos; y muy particularmente me dixeron la grandeza de las casas y la manera dellas, como me lo
dixeron los primeros. Y decíanme que, demás destas siete ciudades, hay otros reinos que se llaman Marata y Acus
y Totonteac; quise saber á qué iban tan lejos de sus casas, y dixeronme que iban por turquesas y por cueros de vacas
y otras cosas; y de lo uno y de lo otro tienen en aqueste pueblo cantidad; asímismo quise saber el rescate con que lo
habían, y dixéronme que con el sudor y servicio de sus personas, que iban á la primera cibdad, que se dice Cíbola,
y que sirven allí en cabar las tierras y en otros servicios, y que les dan cueros de vacas, de aquellos que allí tienen, y
turquesas, por su servicio. Y estos deste pueblo traen todos turquesas colgadas de las orejas y de las narices, finas y
buenas, y dicen que dellas están hechas labores en las puertas principales de Cíbola. Dixéronme que la manera del
vestido de los de Cíbola es: unas camisas de algodón, largas hasta el empeine del pié, con un botón á la garganta y
un torzal largo que cuelga dél, y las mangas destas camisas, anchas tanto de arriba como de abajo; á mi parescer es
como vestido bohemio. Dicen que andan ceñidos con cintas de turquesas, y que encima destas camisas, los unos
traen muy buenas mantas y los otros cueros de vacas, muy bien labrados, que tienen por mejor vestido, de que en
aquella tierra dicen que hay mucha cantidad, y asimismo las mujeres andan vestidas y cubiertas hasta los piés, de la
misma manera. Rescibiéronme estos indios muy bien y tuvieron mucho cuidado de saber el día que partí de Vacapa,
para tenerme en el camino comida y aposentos; y traíanme enfermos que los curase, y procuraban de tocarme en
la ropa, sobre los cuales yo decía el Evangelio. Diéronme algunos cueros de vaca, tan bien adobados y labrados, que
en ellos parecía ser hechos de hombres de mucha pulicía, y todos decían que venían de Cíbola.
Otro día seguí mi camino, llevando conmigo los pintados que no me querían dexar. Llegué á otra población, donde
fuí muy bien recibido de la gente della, los cuales asimismo procuraban de tocarme la ropa, y me dieron noticia
de la tierra que yo llevaba, tan particularmente como los de atrás, y me dixeron como de allí había ido gente con
Estéban Dorantes, cuatro ó cinco jornadas; y aquí topé una cruz grande, que Estéban me había dexado, en señal de
que la nueva de la buena tierra siempre crescía, y dexó dicho que me dixesen que me diese mucha priesa, que él me
aguardaría acabo del primer despoblado. Aquí puse dos cruces y tomé posesión, conforme á la Instrucción, porque
me pareció ser aquella mejor tierra que la que quedaba atrás, y que convenía desde allí hacer autos de posesión. Y
desta manera anduve cinco días, hallando siempre poblado y gran hospedaje y rescibimiento y muchas turquesas y
cueros de vaca y la misma razón de la tierra; y luego me decían todos de Cíbola y de aquella provincia, como gente
que sabía que iba en demanda della, y me decían como Estéban iba delante, del cual tuve allí mensajeros de los
vecinos de aquel pueblo que habían ido con él, y siempre cargándome la mano en decir la grandeza de la tierra y
que me diese priesa. Aquí supe que, desde á dos jornadas, toparía con un despoblado de cuatro jornadas, en que no
hay comida, mas que ya estaba prevenido para hacerme casas y llevarme comida; díme priesa, pensando de topar
al fin dél con Es¬téban, porque allí me envió á decir que me aguardaría.
Antes de llegar al despoblado, topé con un pueblo fresco, de regadío, á que me salió á rescibir harta gente, hombres
y mujeres, vestidos de algodón y algunos cubiertos con cueros de vacas, que en general tienen por mejor vestido
quel de algodón. Todos los deste pueblo andan encaconados con turquesas que les cuelgan de las narices y orejas,
y á esta llaman cacona; entre los cuales venía el Señor deste pueblo y dos hermanos suyos, muy bien vestidos de
algodón, encaconados, y con sendos collares de turquesas al pescuezo; y me truxeron mucha caza de venados, conejos
y codornices, y maiz y piñol, todo en mucha abundancia; y me ofrescieron muchas turquesas y cueros de vaca, y
xícaras muy lindas y otras cosas, de lo cual no tomé nada, porque así lo acostumbro á hacer después que entré en la
tierra donde no tenían noticia de nosotros. Y aquí tuve la misma relación que antes, de las siete cibdades y reinos
y provincias, que arriba digo que tuve; é yo llevaba vestido un hábito de paño pardo, que llaman de Saragoza, que
me hizo traer Francisco Vázquez de Coronado, gobernador de la Nueva Galicia; y el Señor deste pueblo y otros
indios tentaron el hábito con las manos, y me dixeron que de aquello había mucho en Totonteac, y que lo traían
vestido los naturales de allí, de lo cual yo me reí, y dixe que no sería sino de aquellas mantas de algodón quellos
traían; y dixéronme: “¿piensas que no sabemos que eso que tú traes y lo que nosotros traemos es diferente? sabe que
en Cíbola todas las casas están llenas desta ropa que nosotros traemos más; mas en Totonteac hay unos animales
pequeños, de los cuales quitan lo con qué se hace esto que tú traes.” Yo me admiré, porque no había oído tal cosa
hasta que llegué aquí, y quíseme informar muy particularmente dello, y dixéronme que los animales son del tamaño
de dos galgos de Castilla que llevaba Estéban; dicen que hay muchos en Totonteac; no pude atinar qué género de
animales fuese.
Otro día entré en el despoblado, y donde había de ir á comer, hallé ranchos y comida bastante, junto á un arroyo,
y á la noche hallé casas y así mismo comida, y así lo tuve cuatro días que me duró el despoblado. Al cabo dellos,
entré en un valle muy bien poblado de gente, donde en el primer pueblo salieron á mi muchos hombres y mugeres
con comida; y todos traían muchas turquesas que les colgaban de las narices y de las orejas, y algunos traían collares
de turquesas, de las que digo que traían el Señor y sus hermanos, del pueblo antes del despoblado, exceto que
aquellos traían sola una vuelta, y estos traían tres y cuatro, y muy buenas mantas y cueros de vaca; y las mujeres las
mismas turquesas en las narices y orejas, y muy buenas naguas y camisas. Aquí había tanta noticia de Cíbola, como
en la Nueva España, de México y en el Perú, del Cuzco; y tan particularmente contaban la manera de las casas y
de la población y calles y plazas della, como personas que habían estado en ella muchas veces, y que traían de allá
las cosas de pulicía, que tenían habidas por su servicio, como los de atrás. Yo les decía que no era posible que las
casas fuesen de la manera que me decían, y para dármelo á entender, tomaban tierra y ceniza, y echábanle agua,
y señalábanme cómo ponían la piedra y cómo subían el edificio arriba, poniendo aquello y piedra hasta
ponello en lo alto; preguntábales á los hombres de aquella tierra si tenían alas para subir aquellos sobrados; reíanse
y señalábanme la escalera, también como la podría yo señalar, y tomaban un palo y poníanlo sobre la cabeza y
decían que aquel altura hay de sobrado á sobrado. También tuve aquí relación del paño de lana de Totonteac, donde
dicen que las casas son como las de Cíbola y mejores y muchas más, y que es cosa muy grande y que no tiene cabo.
Aquí supe que la costa se vuelve al Poniente, muy de recio, porque hasta la entrada deste primer despoblado que
pasé, siempre la costa se venía metiendo al Norte; y como cosa que importa mucho volver la costa, quíselo saber, y
así fuí en demanda della y vi claramente que, en los treinta y cinco grados, vuelve al Oeste, de que no menos alegría
tuve, que de la buena nueva de la tierra.
Y así me volví á proseguir mi camino, y fuí por aquel valle cinco días, el cual es tan poblado de gente lucida y tan
abastado de comida que basta para dar de comer en él á más de trescientos de caballo; riégase todo y es como un
vergel, están los barrios á media legua y á cada cuarto de legua, y en cada pueblo destos hallaba muy larga relación
de Cíbola, y tan particularmente me contaban della, como gente que cada año van allí á ganar su vida. Aquí hallé
un hombre, natural de Cíbola, el cual díxo haberse venido de la persona que el Señor tiene allí en Cíbola puesta,
por quel Señor destas siete cibdades vive y tiene su asiento en la una dellas, que se llama Ahacus, y en las otras
tiene puestas personas que mandan por él. Este vecino de Cíbola es hombre de buena disposición, algo viejo y de
mucha más razón que los naturales deste valle y que los de atrás; díxome que se quería ir conmigo para que yo le
alcanzase perdón. Informéme particularmente dél, y díxome que Cíbola es una gran cibdad, en que hay mucha
gente y calles y plazas, y que en algunas partes de la cibdad hay unas casas muy grandes, que tienen á diez sobrados,
y que en estas se juntan los principales ciertos días del año; dicen que las casas son de piedra y de cal, por la manera
que lo dixeron los de atrás, y que las portadas y delanteras de las casas principales son de turquesas; díxome que,
de la manera desta cibdad, son las otras siete, y algunas mayores, y que la más principal dellas es Ahacus; dice que
á la parte del Sueste, hay un reino, que se llama Marata, en que solía haber muchas y muy grandes poblaciones, y
que todas tienen estas casas de piedra y sobrados, y questos han tenido y tienen guerra con el Señor destas siete
cibdades, por la cual guerra se ha disminuido en gran cantidad este reino de Marata, aunque todavía está sobre sí
y tiene guerra con estotros.
Y así mismo dixo que, á la parte del Sueste, está el reino que llaman de Totonteac; dice que es una cosa, la mayor
del mundo y de más gente y riquezas; y que aquí visten paños de lo que es hecho esto que yo traigo, y otros mas
delicados y que se sacan de los animales que atrás me señalaron, y que es gente de mucha pulicía, y diferente de
la gente que yo he visto. También dixo que hay otra provincia y reino muy grande, que se dice Acus, porque hay
Ahacus: y Ahacus, con aspiración, es una de las siete cibdades, la más principal, y sin aspiración, Acus, es reino y
provincia por sí; díxome que los vestidos que traen en Cíbola son de la manera que atrás me habían dicho; dice
que todos los de aquella cibdad duermen en camas altas del suelo, con ropas y toldos encima, que cubre las camas;
díxome que iría conmigo hasta Cíbola y adellantre, si lo quisiere llevar.
La misma relación me dieron en este pueblo otras muchas personas, aunque no tan particularmente. Por este valle
caminé tres días, ha¬ciéndome los naturales todas las fiestas y regocijos que podían; aquí en este valle vi más de
dos mill cueros de vacas, estremadamente bien adobados, vi mucha más cantidad de turquesas y collares bellas, en
este valle, que en todo lo que había dejado atrás; y todo dicen que viene de la cibdad de Cíbola, de la cual tienen
tanta noticia, como yo de lo que traigo entre las manos; y así mismo la tienen del reino de Marata, y de Acus y del
de Totonteac. Aquí en este valle, me truxeron un cuero, tanto y medio mayor que de una gran vaca, y me dixeron
ques de un animal, que tiene sólo un cuerno en la frente y queste cuerno es corbo hacia los pechos, y que de allí sale
una punta derecha, en la cual dicen que tiene tanta fuerza, que ninguna cosa, por recia que sea, dexa de romper, si
topa con ella; y dicen que hay muchos animales destos en aquella tierra; la color del cuero es á manera de carbón y
el pelo tan largo como el dedo. Aquí tuve mensajeros de Estéban, los cuales de su parte me dixeron que iba ya en el
postrer despoblado, y muy alegre, por ir mas certificado de las grandezas de la tierra; y me envió á decir que, desde
que se apartó de mí, nunca había tomado á los indios en ninguna mentira, y que hasta allí todo lo había hallado
por la manera que le habían dicho y que ansí pensaba hallar lo demás. Y así lo tengo por cierto, porque es verdad
que, desde el primer día que yo tuve noticia de la cibdad de Cíbola, los indios me dixeron todo lo que hasta hoy he
visto; diciéndome siempre los pueblos que había de hallar en el camino y los nombres dellos; y en las partes donde
no había poblado, me señalaban donde había de comer y dormir, sin haber errado en un punto, con haber andado,
desde la primera nueva que tuve de la tierra hasta hoy, ciento y doce leguas, que no paresce poco dina de escribir
la mucha verdad desta gente. Aquí en este valle, como en los demás pueblos de atrás, puse cruces é hice los autos
y diligencias que convenían, conforme á la Instrucción.
Los naturales de esta villa me rogaron que descansase aquí tres ó cuatro días, porque estaba el despoblado cuatro
leguas de aquí; y desde el principio dél hasta llegar á la ciudad de Cíbola, hay largos quince días de camino; y que
me querían hacer comida y aderezar lo necesario para él. Y me dixeron que con Estéban, negro, habían ido de aquí
más de trescientos hombres acompañándole y llevándole comida, y que conmigo también querían ir muchos, por
servirme y porque pensaban volver ricos; yo se lo agradescí y les dixe que adereszasen presto, porque cada día se
me hacía un año, con deseo de ver á Cíbola. Y así me detuve tres días sin pasar adelante, en los cuales siempre me
informé de Cíbola y de todo lo demás, y no hacía sino tomar indios y preguntalles aparte á cada uno por sí, y todos
se conformaban en una misma cosa, y me decían la muchedumbre de gente y la órden de las calles y grandeza de las
casas y la manera de las portadas, todo como me lo dixeron los de atrás. Pasados los tres días, se juntó mucha gente
para ir conmigo, de los cuales tomé hasta treinta principales, muy bien vestidos con aquellos collares de turquesas,
que algunos dellos tenían á cinco y á seis vueltas; y con estos tomé la gente necesaria que llevase comida para ellos
y para mí, y me puse en camino. Por mis jornadas, entré en el despoblado, á nueve días de Mayo, y así fuimos: el
primero día, por un camino muy ancho y muy usado: llegamos á comer á una agua; donde los indios me habían
señalado, y á dormir á otra agua, donde hallé casa que hablan acabado de hacer para mí y otra questaba hecha
donde durmió Estéban cuando pasó, y ranchos viejos, y muchas señales de fuego, de la gente que pasaba á Cíbola
por este camino. Y por esta órden, caminé doce días, siempre muy abastado de comidas de venados, liebres y perdices
del mismo color y sabor de las de España, aunque no tan grandes, pero poco menores.
Aquí llegó un indio, hijo de un principal de los que venían conmigo, el cual había ido en compañía de Estéban, negro,
y venía aquexado el rostro y cuerpo, cubierto de sudor, el cual mostraba harta tristeza en su persona, y me dixo que,
una jornada antes de allegar á Cíbola, Estéban envió su calabazo, con mensajeros, como siempre acostumbraba enviallo
delantre, para que supiesen como iba; el calabazo llevaba unas hileras de cascabeles y dos plumas, una blanca y otra
colorada; y como llegaron á Cíbola, ante la persona que el Señor tiene allí puesta, y le dieron el calabazo; como le
tomó en las manos y vido los cascabeles, con mucha ira y enojo arrojó el calabazo en el suelo, y dijo á los mensajeros
que luego se fuesen, quél conoscía que gente era aquella, que les dijesen que no entrasen en la cibdad, sino que á
todos los matarían; los mensajeros se volvieron y dixeron á Estéban lo que pasaba, el cual les dixo que aquello no
era nada, que los que se mostraban enojados, les rescibían mejor; y así prosiguió su viaje hasta llegar á la cibdad de
Cíbola, donde halló gente que no le consintió entrar dentro, y le metieron en una casa grande, que está fuera de la
ciudad, y le quitaron luego todo lo que llevaba, de rescates y turquesas y otras cosas que había habido en el camino
de los indios; y que allí estuvo aquella noche sin darle de comer ni de beber, á él ni á los que con él iban. Y otro
día de mañana, este indio hubo sed y salió de la casa á beber, en un rio questaba cerca, y de ahí á poco rato, vido ir
huyendo á Estéban y que iban tras él gente de la cibdad, y que mataban algunos de los que iban con él; y que como
esto vió, este indio se fué, escondido, el rio arriba y después atravesó á salir al camino del despoblado.
Con las cuales nuevas, algunos de los indios que iban comigo comenzaron á llorar, yo con las ruines nuevas temí
perderme, y no temí tanto perder la vida, como no poder volver á dar aviso de la grandeza de la tierra, donde Dios
Nuestro Señor puede ser tan servido y su santa feé ensalzada y acrescentado el patrimonio Real de S. M. Y con
todo esto, lo mejor que pude los consolé y les dixe que no se debía de dar entero crédito á aquel indio; y ellos, con
muchas lágrimas, me dixeron quel indio no diría sino lo que había visto; y así me aparté de los indios, á encomendarme
á Nuestro Señor y á suplicarle guiase esta cosa como más fuese servido y alumbrase mi corazón; y esto hecho, me
volví á los indios y con un cuchillo corté los cordeles de las petacas, que llevaba de ropa y rescates, que hasta entonces
no habla llegado á ello ni dado nada á nadie, y repartido lo que llevaba por todos aquellos principales, y les dixe que
no temiesen y que se fuesen comigo; y así lo hicieron.
Y yendo por nuestro camino, una jornada de Cíbola, topamos otros dos indios, de los que habían ido con Estéban,
los cuales venían ensangrentados y con muchas heridas; y como llegaron, ellos y los que venían comigo comenzaron
tanto llanto, que de lástima y temor, también á mí me hicieron llorar; y eran tantas las voces, que no me dexaban
preguntalles por Estéban, ni lo que les había subcédido, y roguelles que callasen y supiésemos lo que pasaba y
dixeron: que “¿cómo callarían, pues sabían que de sus padres, hijos y hermanos, eran muertos más de trescientos
hombres, de los que fueron con Estéban?, y que ya no osarían ir á Cíbola como solían.” Todavía, lo mejor que
pude, procuré de amansallos y quitalles el temor, aunque no estaba yo sin nescesidad de quien á mi me lo quitase;
pregunté á los indios que venían heridos, por Estéban y lo que había pasado, y estuvie¬ron un rato sin me hablar
palabra, llorando con los de sus pueblos, y al cabo, me dixeron qué como Estaban llegó una jornada de la ciudad
de Cíbola, envió sus mensajeros con su calabazo á Cíbola al Señor, haciéndole saber su ida, y como venía á hacer
paces y á curallos; y como le dieron el calabazo y vido que los cascabeles, muy enojado arrojó en el suelo el calabazo
y dixo: “yo conozco esta gente, porque estos cascabeles no son de la hechura de los nuestros, decidles que luego se
vuelvan, sino que no quedará hombre dellos;” y así se quedó muy enojado.
Y los mensajeros volvieron tristes, y no osaban decir á Estéban lo que les acaesció, aunque todavía se lo dixeron,
y el les dixo: “que no temiesen, que él quería ir allá, porque, aunque le respondían mal, le rescibían bien”; y así se
fué y llegó á la cibdad de Cíbola, ya que se quería poner el sol, con toda la gente que llevaba, que serían más de
trescientos hombres, sin otras muchas mugeres; y no los consintieron entrar en la cibdad, sino en una casa grande
y de buen aposento, questaba fuera de la cibdad. Y luego tomaron á Estéban todo lo quél llevaba, diciendo quel
Señor lo mandó así; y en toda esa noche no nos dieron de comer, ni de beber. Y otro día, el sol de una lanza fuera,
salió Es¬téban de la casa, y algunos de los principales con él, y luego vino mucha gente de la cibdad, y como él los
vió, echó á huir y nosotros también; y luego nos dieron estos flechazos y heridas y caimos; y cayeron sobre nosotros
otros muertos, y así estuvimos hasta la noche, sin osarnos menear, y oímos grandes voces en la cibdad y vimos sobre
las azuteas muchos hombres y mujeres que miraban, y no vimos más á Estéban, sino que creemos que le flecharon
como á los demás que iban con él, que no escaparon más de nosotros.
Yo, visto lo que los indios decían, y el mal aparejo que había para proseguir mi jornada como deseaba, no dexé de
sentir su pérdida y la mía, y Dios es testigo de cuanto quisiera tener á quien pedir consejo y parescer, porque confieso
que á mí me faltaba. Díxeles que Nuestro Señor castigaría á Cíbola y que como el Emperador supiese lo que
pasaba, enviaría muchos christianos á que los castigasen; no me creyeron, porque dicen que nadie basta contra el
poder de Cíbola; pediles que se consolasen y no llorasen, y consolélos con las mejores palabras que pude, las cuales
sería largo de poner aquí. Y con esto los dexé y me aparté, un tiro ó dos de piedra, á encomendarme á Dios, en lo
cual tardaría hora y media; y cuando volví á ellos, hallé llorando un indio mío que traxe de México, que se llama
Marcos y díxome, “padre, estos tienen concertado de te matar, porque dicen que por tí y por Estéban han muerto á
sus parientes, y que no ha de quedar de todos ellos hombre ni muger que no muera. Yo torné á repartir entre ellos
lo que me quedaba, de ropa y res¬cates, por aplacallos, y díxeles que mirasen que si me mataban, que á mi no me
hacían ningún mal, porque moría christiano y me iría al cielo, y que los que me matasen penarían por ello, porque
los christianos vernían en mi busca, y contra mi voluntad, los matarían á todos. Con estas y otras muchas palabras,
que les dixe, se aplacaron algo, aunque todavía hacían gran sentimiento por la gente que les mataron. Roguéles que
algunos dellos quisiesen ir á Cíbola, para ver si había escapado alguno otro indio, y para que supiesen alguna nueva
de Estéban, lo cual no pude acabar con ellos. Visto esto, yo les dixe que, en todo caso, yo había de ver la Ciudad de
Cíbola, y me dixeron que ninguno iría comigo; y al cabo viéndome determinado, dos principales dixeron que irían
comigo, con los cuales y con mis indios y lenguas, seguí mi camino hasta la vista de Cíbola, la cual está sentada en
un llano, á la falda de un cerro redondo.
Tiene muy hermoso parescer de pueblo, el mejor que en estas partes yo he visto; son las casas por la manera que
los indios me dixeron, todas de piedra con sus sobrados y azuteas, á lo que me paresció desde un cerro donde me
puse á vella. La población es ma¬yor que la cibdad de México; algunas veces fuí tentado de irme á ella, porque
sabía que no aventuraba sino la vida, y esta ofrescí á Dios el día que comencé la jornada; al cabo temí, considerando
mi peligro y que si yo moría, no se podría haber razón desta tierra, que á mi ver es la mayor y mejor de todas las
descubiertas. Diciendo yo á los principales, que tenía comigo, cuán bien me parescía Cíbola, me dixeron que era
la menor de las siete cibdades, y que Totonteac es mucho mayor y mejor que todas las siete cibdades y que es de
tantas casas y gente, que no tiene cabo.
Vista la disposición de la ciudad, parescióme llamar aquella tierra el nuevo reino de San Francisco, y allí hice, con
ayuda de los indios, un gran montón de piedra, y encima dél puse una cruz delgada y pequeña, porque no tenía
aparejo para hacella mayor, y dixe que aquella cruz y mojón ponía en nombre de D. Antonio de Mendoza, visorey
y gobernador de la Nueva España por el Emperador, nuestro señor, en señal de posesión, conforme á la Instrucción; la
cual posesión dixe que tomaba allí de todas las siete cibdades y de los reinos de Totonteac y de Acus y de Marata, y
que no pasaba á ellos, por volver á dar razón de lo hecho y visto. Y así me volví, con harto más temor que comida,
y anduve, hasta topar la gente que se me había quedado, todo lo más apriesa que pude; los cuales alcancé á dos días
de jornada, y con ellos vine hasta pasar el despoblado, donde no se me hizo tan buen acogimiento como primero,
porque así los hombres como las mugeres, hacían gran llanto por la gente que les mataron en Cíbola. Y con el
temor, despedíme luego de aquella gente de aquel valle, y anduve el primero día diez leguas; y ansi anduve á ocho
y á diez leguas, sin parar hasta pasar el segundo despoblado.
Volviendo, y aun que no me faltaba temor, determiné de allegar á la abra, de que arriba digo que tenía razón, donde
se rematan las sierras; y allí tuve razón que aquella abra va poblada muchas jornadas á la parte de L’este, y no osé
entrar en ella, porque como me paresció que se había de venir á poblar y señorear estotra tierra de las siete cibdades
y reinos que digo, que entonces se podría mejor ver, sin poner en aventura mi persona y dexar por ello de dar razón
de lo visto.
Solamente vi, desde la boca de la abra, siete poblaciones razonables, algo lexos, un valle abaxo muy fresco y de muy
buena tierra, de donde salían muchos humos; tuve razón que hay en ella mucho oro y que lo tratan los naturales
della en vasijas y joyas, para las orejas y paletillas con que se raen y quitan el sudor, y ques gente que no consiente
que los de estotra parte de la abra contraten con ellos: no me supieron decir la causa por qué. Aquí puse dos cruces
y tomé posesión de toda esta abra y valle, por la manera y orden de las posesiones de arriba, conforme á la Instrucción.
De allí proseguí la vuelta de mi viaje, con toda la priesa que pude, hasta llegar á la villa de San Miguel, de la provincia
de Culuacán, creyendo hallar allí á Francisco Vázquez de Coronado, gobernador de la Nueva Galicia; y como no
lo hallé, proseguí mi jornada hasta la cibdad de Compostela; donde le hallé. Y de allí luego escrebí mi venida
al Ilustrísimo Sr. Visorey de la Nueva España, y á nuestro Padre Fray Antonio de Cibdad-Rodrigo, provincial,
y que me enviasen á mandar lo que haría. No pongo aquí muchas particularidades, porque no hacen á este caso;
solamente digo lo que vi y me digeron, por las tierras donde anduve y de las que tuve razón, para dalla á nuestro
padre provincial, para que él la muestre á los padres de nuestra Orden, que le pareciese ó en el capítulo, por cuyo
mandado yo fui para que la den al Ilustrísimo señor Visorey de la Nueva España, á cuyo pedimento me enviaron
á esta jornada.
-Fray Márcos dee Niza, vice-comissarius.
LEGALIZACIÓN
En la gran cibdad de Temixtitan, México de la Nueva España, dos días del mes de Setiembre, año del nascimiento
de Nuestro Señor Jesucristo de mill y quinientos é treinta é nueve años, ante el muy Illmo. Sr. D. Antonio de
Mendoza, visorrey é gobernador por S. M. en esta Nueva España, y presidente de la Audiencia y chancillería Real,
que en ella reside, estando presentes los muy magní¬ficos señores licenciado Francisco de Ceiños, oidor por S.
M. en la dicha Real Audiencia, y Francisco Vázquez de Coronado, goberna¬dor por S. M. en la provincia de la
Nueva Galicia, y en presencia de nos, Juan Baeza de Herrera, escribano mayor de la dicha Real Audiencia y de la
Gobernación de la dicha Nueva España, y Antonio de Turcios, escribano de SS. MM. y de la dicha Real Audiencia;
pareció el muy reverendo padre Fray Marcos de Niza, vice-comisario en estas partes de las Indias del mar Océano,
de la orden de Señor San Francisco, y presentó ante S. S. y ante nos los dichos escribanos y testigos y uso escriptos,
esta Instrucción y relación firmada de su nombre y sellada con el sello general de las Indias, la cual tiene nueve
hojas, con esta en que van nuestros signos; y dixo y afirmó y certificó ser verdad lo contenido en la dicha Instrucción y relación, y pasar lo en ella contenido, para que S. M. sea informado de la verdad de lo que en ella se hace
mención. Y S. S. mandó á nos los dichos escribanos, de cómo así la presentaba y declaraba el dicho vice-comisario,
lo asentásemos al pié della y lo diésemos por fée, signado con nuestros signos.
- Testigos que á ello fueron presentes: los susodichos, é Antonio de Almaguer y Fray Martin de Ozocastro, fraile
de la misma Orden. - En fée de lo cual, yo el dicho Juan Baeza de Herrera, escribano susodicho, fice aquí este mío
signo á tal, + en testimonio de verdad. - Juan Baeza de Herrera. – E yo el dicho Antonio de Turcios, escribano
susodicho, que á lo que dicho es presente fuí, fice aquí este mío signo á tal, en testimonio de verdad.
-Antonio de Turcios. 1539
Murrieta-Saldívar, Manuel
(Ciudad Obregón, Sonora, México). Murrieta-Saldívar es doctor en letras hispanoamericanas por Arizona State
University-Tempe y licenciado en letras hispanas por la Universidad de Sonora. Ha publicado Mi letra no es en
inglés; De viaje en Mexamérica; y Gringos a la vista, entre otras. Actualmente es profesor de literatura y cultura
chicana, mexicana y latinoamericana en California State University, campus Stanislaus. Es fundador y director
general de Editorial Orbis Press (www.orbispress.com) y de la publicación electrónica Culturadoor.com
El tequila de Marruecos y otros goces en suspenso
I
Sólo deseaba cumplir mis compromisos en Madrid lo más rápido posible para lanzarme de nuevo a lo desconocido
sin saber exactamente a dónde. Durante las noches de hotel, después de las intensas jornadas, revisaba en Internet
las opciones más económicas en tren, autobús, avión y hasta barcos. Hasta que, con un grito de felicidad, expresé,
¡lo tengo!: un autobús me llevaría a Granada para, de paso, echarle un vistazo a la Alhambra; otro cruzaría muy
temprano la rivera del Mediterráneo, vía Málaga, hasta el puerto de Algeciras…de ahí tomaría un ferri y, ¡Alá!, en
menos de una hora estaría en la urbe de Tánger, Marruecos, norte de África, ¡el más antiguo continente nuevo para
mí! Era un viaje contrario a la costumbre, uno desde Madrid saltaba de seguido hacia el norte, resto de Europa, o
a los alrededores, Sevilla, Zaragoza, Barcelona. Ahora no, íbamos al sur, como ir hacia la patria mexicana, conocer
a los otros migrantes que derrumban barreras, las que sean, para llegar al norte, la ansiada Unión Europea como en
mi terruño salen hacia USA. Era una travesía que mi mexico-hispanidad la exigía desde que mi mente lingüística
registrara que un 30 por ciento de la lengua española proviene de los árabes. Y, claro, que habían tomado la
Iberia durante ocho siglos dejando un reguero de universidades, números, letras y prácticas culturales que yo quizá
practico y sin saberlo. Tánger resultó un buen preámbulo: puerto cercano y accesible desde la Península, origen de
cultura mora que se extiende poderosa hacia el interior en ciudades como Rabat, Casablanca o Fez hacia donde
ya no pude ir. Pero a pesar de su relativa pequeñez, tiene su encanto, atractivo, sus riesgos y hasta sus tentaciones
como estaba a punto de experimentarlo…
II
Algeciras resultó una extensión marroquí como lo noté en los restaurantes con su carne de cordero, café potente
y, sobre todo, en el deambular de una población con su habla árabe, mujeres en velos y hombres en batas, acorde a
sus atuendos islámicos. Es una frontera que tiene como barrera, no una cerca o un muro, sino un mar que todavía
creía inmenso y dificultoso. Y claro, como en Tijuana, noté el contraste de economías: muchos autos que hacían
fila para ingresar a los ferris, eran de modelo antiguo e iban atestados de cargamento doméstico adquirido en
España. Otra similitud es que la mayoría de los pasajeros son marroquíes, vayan o vengan, como son mayormente
mexicanos los que salen y entran por la frontera USA-Mex. Era raro observar en las enormes colas semblantes
greco-romanos ansiando lanzarse al sur. Esta situación me puso cómodo, acostumbrado ya a los cruces del primer
o segundo mundo hacia el tercero. Disminuía así mi choque cultural, me reanimaba cruzar en ese sentido contrario
a lo hecho por los moros unos mil años atrás. Vaya, hasta los agentes de migración españoles sentían el peso de
su trabajo, como la migra gringa, al atender en el muelle la marabunta de migrantes regresando a sus terruños en
un día común de ese caliente mes de julio. Tenían una ventaja, pues dividían a los pasajeros en dos status: los de
pasaporte de la comunidad europea, y todos los demás, aunque el primero se veía muy solitario. Al llegar mi turno,
creí habría tensión cuando descubrieran mi origen, no arabesco, sino del continente americano… sin embargo, el
oficial, mirándome un instante, se limitó a confirmar si el de la foto en mis documentos era yo para luego estampar
la visa de salida indicando que, ya, ¡podía subir al ferri!...
Cuando observé la nave en toda su magnitud me quedé atónito: era un monstruo que ya devoraba autos, camiones
de carga, lanchas y autobuses en tanto que yo ingresaba a la zona de pasajeros entre marroquíes acostumbrados a
esta travesía como si se tratara de una cualquiera. Claro, no lo era para mí, por lo que descarté las ofertas de teléfonos
celulares que ofrecían al entrar, evité la cola de la migra marroquí que, ¡en pleno avance del barco!, tramitaba la
entrada a su país de misterio. También descarté las bebidas light, ninguna con alcohol, las botanas chatarra que
vendían, los asientos cómodos del interior y hasta los ventanales panorámicos desde donde veía que avanzábamos
lentamente. Lo que deseaba era salir rápido a la proa o la popa para dejarme arropar por la brisa mediterránea,
observar el alejamiento del muelle español, sentir las aguas profundas del Gibraltar que resultaron ser de un azul
metálico, denso y pesado, como si soportaran el peso, las toneladas, de historia que iba removiendo. En pocos
minutos confirmé la verdadera distancia entre los dos continentes y entendí por qué la expansión árabe hacia la
iberia resultó con cierta facilidad: el estrecho es tan estrecho, tan cercano y navegable, que el océano no representó
un obstáculo serio. Es tan pequeño, casi grité, como ir del puerto de Guaymas al de Santa Rosalía en el Golfo
de Cortés o darle la vuelta a la isla de Alcatraz desde cualquier muelle de San Francisco. Arropado por un fresco
vientecillo, escuchando el suave oleaje producido por los motores, gozaba el panorama y la convivencia discreta
con los marroquíes a quienes por fin los tenía frente a frente. Hasta que, mirando en lontananza, aprecié la primera
presencia magnánima y de impacto: navegábamos frente a una colina que contenía unas enormes inscripciones en
árabe, pintadas en cal, similar a las que colocan el nombre de Jesús o alusiones cristianas en lo cerros de nuestros
países. Supuse, sin preguntar, que hacía referencia a Alá, o algún mensaje del Islam, dada la reverencia con lo que
los pasajeros miraban. Tomé la visión como una puerta, quizá la bienvenida, a todo lo demás: a partir de ahí dejaba
el mundo occidental y entraba a explorar un tercer continente sin saber qué lengua hablaría ni qué costumbres iba
a evitar…
III
Al captar la disminución de la velocidad, habiendo transcurrido alrededor de una hora, supuse era ya para atracar.
En efecto, arribamos a un puerto solitario, con muelles y fortificaciones de concreto, sin nada de urbanidad alrededor,
sólo parajes y cerros desérticos de muy escasa vegetación. Se trataba de Tánger-Med, no la ciudad de Tánger, a
donde creí navegaríamos sin escalas. El puerto, recién construido, operaba exclusivamente para barcos de carga
y de pasajeros como el nuestro, no se veía algo más. Al bajar, nos dirigieron hacia un autobús que nos conduciría
hacia sabe dónde sin ya no tener uno el control. Y es que entrar a otro mundo no resulta tan sencillo: llegábamos a
la aduana portuaria, impecable edificio blanco, con enormes letras árabes y en francés. Ahora sí, todo sería engorroso,
abrir y cerrar equipaje, sacar y meter computadora, revisión exhaustiva de documentos. Resistía el trámite sumiso,
con paciencia y hasta con gusto, escuchando sin entender las pláticas y órdenes de los oficiales surgidas alrededor,
sospechando lo que se escondía más allá… Al cruzar ya en definitiva, descansé unos minutos gozando los interiores: una limpieza exuberante, servicios gratis de WiFi, movimiento de extraños pasajeros, ventanillas para el
boletaje o el intercambio de monedas al “dírham” marroquí. Pero también salí al exterior para mi primer dosis de
atmósfera africana: estacionamientos, viejos Mercedes Benz como taxis, movimiento de autobuses, una porción
del último Mediterráneo y las montañitas resecas ofreciendo florecillas que traían, no sólo un agradable olor, sino
también abejas feroces en busca de visitantes. Extasiado, no percibí la cercanía de una de ellas sufriendo la picadura
en el antebrazo con un dolor muy intenso. “Vaya recibimiento”, pensé, “espero no sea el preámbulo de nada y sirva
para inmunizarme”. Pero todo se fue diluyendo cuando nos informaron que otro autobús, ahora sí, nos llevaría
hacia al centro de la anhelada Tánger ¡y completamente gratis! gracias a la cortesía del gobierno marroquí que así
promovía el uso de este nuevo puerto...
IV
Una autopista playera me reveló las primeras mezquitas que se levantaban en pequeños poblados, penetraba por
varios retenes aduanales con su ondear de banderas nacionales y, aquí y allá, mostraba casuchas y aires campiranos
como de economía en desarrollo. Empezaron a abundar letreros en árabe en tanto que el autobús sintonizaba
música y comerciales ininteligibles hasta que, a lo lejos, percibí enormes conjuntos habitacionales sobre las colinas.
No había duda, era la seña de que entraríamos ya a una urbe de al menos medio millón de habitantes hablando un
idioma distinto al mío. Por ello mi curiosidad hervía dándome nuevos bríos. El conductor se estacionó, dejándonos a
nuestra suerte, sobre un congestionado bulevar del centro de Tánger… de inmediato se vinieron en tropel jóvenes
maleteros, informantes de hoteles y taxistas, todos experimentando conmigo varias lenguas cuando el árabe no
funcionaba. Un taxista, hablando en un español chapurreado, me aseguró que conocía varias hospederías en la zona
más atractiva: el sector de Medina. El precio ofrecido y la cercanía fue lo que convenció entregándome en cuerpo
y alma a su destreza conductora y a su calidad de nativo. En realidad no sé qué vería en mí, pero prácticamente
me arrojó en uno de los callejoncitos antiguos del mercado público en donde, en efecto, había fachadas de hoteles
digamos demasiado económicos, aunque rodeados del olor y del folclor que empezaba a descubrir. El sector Medina,
además, mostraba una enorme mezquita, escaloncitos y paredes medio en ruinas, murallas portuguesas y romanas
y toda la algarabía popular de la compraventa, incluyendo marginales solicitando la caridad pública. Nada de eso
me importó, sólo necesitaba confirmar si las hospederías contaban con Internet, de preferencia en las habitaciones,
única manera de sostener contacto con los míos hasta el continente americano en caso de cualquier cosa. Las
pesquisas fueron útiles para captar con los hosteleros que el idioma preponderante, después del árabe, era el francés,
seguido del español y escasamente el inglés. Todos indistintamente confirmaron que contaban con lo básico, a
precios muy accesibles, aunque revelando que el Internet se ofrecía en hoteles con estrellas ubicados en la zona
cosmopolita y moderna frente al malecón. “Por ahí”, indicó uno, “y puedes llegar caminando”. Ir cargando equipaje
en esa zona fue como un imán para atraer a solicitantes de limosna, vendedores y niños de la calle, insistentes, experimentados y hasta acosadores…no tuve más remedio que ingresar al primer hotel de fachada convencional que
se apareció, más con la intensión de guarecerme que de establecerme. “Cargar equipaje en la calle es muy atractivo”,
casi me advirtió el recepcionista quien, en efecto, confirmó que había WiFi en cada habitación y a un precio que
pude alcanzar. “Aquí me quedo para no seguir cargando”, me consolé en silencio.
V
Pero el hotel Rij-Spa resultó por dentro toda una revelación: habitaciones tipo sala, amuebladas con ventanales
hacia la playa, decoración estilo Alhambra, bar, alberca, peluquería y ¡hasta servicio de masajes!.... Y, por supuesto,
con un Internet poderoso incluso para actualizar el status en Facebook con fotos de alta resolución. Hasta Liz
Taylor y Winston Churchill habían sido huéspedes distinguidos. Sin embargo, si hubiese continuado la búsqueda,
hubiera preferido hospedarme en un lugar más emblemático: el Hotel Continental, ubicado al otro extremo del
malecón, de blancos balcones arabescos, como incrustado en las rocas y murallas añejas. La leyenda todavía indica
que había dado cobijo a fichitas como William Burroughs, Jack Kerouac, Truman Capote y al mismo Allen Ginsberg;
vinieron a parar aquí en busca de emociones baratas y una forma de vida imposible de encontrar en la Europa o
el Estados Unidos de mediados del siglo pasado, una bohemia quizá al estilo de las mil y una noches. Algo habría
de verdad porque la hospedería era una parada obligada en las rutas turísticas como me lo confirmó Mustafá, otro
taxista quien se dejó regatear, noble y flexible, para darme un tour en los lugares claves.
Bonachón y hablantín, fue la llave mágica: frente a la mezquita central, enorme y elevada de azulejos verdosos, reveló
que se prohibía la entrada a turistas, porque ahí “sólo se entra a orar, no a pasear”. Explicó que la estrella verde de
cinco picos del lábaro patrio recuerda a las leyes básicas del Islam, confirmando el sentido religioso del gobierno
marroquí. Tras subir curvas empinadas, me mostró mansiones, palacios y residencias de jeques, príncipes y reyes
árabes que exhibían al exterior su colección de autos, guardias privados, decorados en oro y banderas de países
donde tenían negocios. Entre bosques de encinos y abetos, visitamos miradores sobre arrecifes con vistas hacia la
unión del océano Atlántico con el Mediterráneo, una de las claves neurálgicas de Tánger. Me llevó a las grutas de
Hércules, literalmente unas cuevas playeras por donde entran las olas, y donde descansó este dios griego luego de la
pesada tarea de separar el continente europeo del africano, creando así el estrecho de Gibraltar. Hicimos paradas en
expendios de artesanías, exhibición de camellos, balnearios populares y comederos al aire libre. Hasta que Mustafá
sugirió dejarme en una entrada del Medina para nuevos descubrimientos que sólo se podían hacer a pie, recordándome que no olvidara visitar el Hotel Continental. Tuvo tiempo de advertirme, “Ah, pero recuerde que ya no hay
bohemias, nuestro gobierno hizo limpia general; las drogas y excesos están penados, inclusive —escuché como de
paso— ni siquiera se expende vino en los restaurantes acorde a la moral islámica”. No le di mucha importancia,
atraído ahora por otros hedonismos que me despertaban los puestos de frutas, verduras y demás: higos gigantes y
sabrosos, dátiles recién cortados quién sabe en cuál desierto, el original pan de trigo, bocados de quesos y aceitunas
de distintos colores o perturbadores cafés con leche pura. Vaya, hasta fui víctima de perfumadas peluquerías para
hacerle un corte rápido y barato a mi ensortijada cabellera…
VI
Sin embargo, las noches calurosas eran provocadoras. Cuando le ordené a un mesero me trajera una cerveza junto
con mi cena de sardinas asadas y ensalada, arqueó la ceja como indicando, ¿no estás enterado de la restricción de
alcohol?, confirmando lo dicho por Mustafá. Pero, contra todo pronóstico y sin buscarlo, descubrí el mercado negro
que ofrecía varias opciones: un vendedor de bufandas, al pagarle unas piezas, muy tierno me ofreció hachís, así, en
español, “relájate, hombre, son vacaciones, ¿cuánto quieres?”. Otra tentación fueron las escandalosas discotecas del
malecón: el menú discretamente ofrecía un listado de bebidas con alcohol incluyendo ¡tequila! Y, entre la romería
nocturna de parejas, juveniles y familias enteras, aparecían porteros de centros nocturnos informando de mujeres
disponibles al interior, aclarando “yo sólo te informo y te invito a pasar, adentro tú te arreglas con ellas”. No obstante,
para no dar vueltas ni correr riesgos callejeros, teniendo ya el tiempo encima, opté por lo que ofrecía mi hotel RijSpa. A la atractiva joven sin velo que atendía el servicio de masajes le pregunté, muy decidido, que si cómo estaba la
cosa—secretamente pensando que quizá recibiría algo más. Mientras me explicaba, remotamente imaginé emular
a aquellos artistas bohemios del Continental, y me atreví a ordenarle me preparara una sesión. Anotó mi nombre
y número de habitación informándome mi turno: “lo programé para mañana—escuché atónito— ahora estamos
saturados”, me dijo, sin saber ella que todo así se venía al traste porque, a primera hora del día siguiente, debía yo
no sólo desalojar mi cuarto, sino lanzarme en directo a Madrid para tomar mi vuelo de regreso hacia la impostergable
normalidad americana…
Mis años con Teresa
Por Manuel Murrieta Saldívar
—California State University-Stanislaus—
Texto leído durante la sesión especial “Y siempre pensábamos que era inmortal”, panel dedicado a la memoria de la
profesora Teresa Valdivieso, en el marco del VI Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Humanidades.
Madrid, España, Junio 28-30, 2012.
1
¡VUELVE TERESA!
Teresa Valdivieso y los latinoamericanos, los mexicanos, los sonorenses fronterizos…. Profesora Teresa, permítame
confesarle hoy aquí cercano a su tierra, que le debo el haberme extraído de mi terruño sonorense, y lo digo con gusto,
para asomarme al mundo real y literario de la globalidad. Gracias por poner sus ojos incansables hacia el sur, hacia
el sur de Arizona, fijarse en mi Hermosillo, en mi Sonora, en todo mi terruño mexicano y latinoamericano. No
sólo por los estudios y antologías de autores de la América hispana que usted hizo y siguen siendo indispensables,
sino por llevar a la práctica el intercambio humano, el encuentro de mente con mente, corazón con corazón, de
los que hablamos la misma lengua y usted nos reunió en ese punto neurálgico de Arizona State University. Teresa,
gracias entonces por iniciar, revivir y mantener activo durante décadas esos programas de intercambio estudiantiles
que muchos vimos en ellos la única oportunidad de salir desde nuestras tierras olvidadas y marginadas para con
dignidad intentar superarse con estudios. Programas que no sólo me llevaron hacia usted, sino, aun sin conocerla,
supe de estudiantes extranjeros interesados en lo nuestro. Porque gracias ellos, se contagió mi curiosidad por otras
culturas al verlos llegar a mi escuela de letras sonorense e incluso hasta mi propia casa. Fueron alumnos, después
lo sabría, que se aventuraban a cruzar la frontera gracias a la nobleza de usted, Teresa, de su mente pedagógica y
de su humanismo práctico. Programas que algunos se extinguieron y que, quizá por ello, se reavivó el prejuicio en
Arizona, el desinterés y la ignorancia por lo latinoamericano, al proponerse leyes que oficializan la discriminación.
Ojalá pudiera volver, Teresa, se necesitan seres como usted, académicos que reactiven los intercambios humanos
que abrían nuestros mundos hispanoamericanos a estudiantes de Estados Unidos que, al fin, reconocían que la
suya no era la cultura universal. ¡Vuelve Teresa!... que se reactiven esos programas que permitieron que nosotros
tuviéramos por vez primera la experiencia en la academia norteamericana y a la vez conociéramos en directo la
realidad “gringa” superando así nuestros prejuicios… Vuelve Teresa, esos programas han ya desaparecido.
II
VARIOS SEMESTRES CON TERESA
Gracias también por alargar luego nuestra estancia en Arizona, yo diría, en todo USA, no sólo por un semestre más,
sino por muchos, muchos más, los que a la postre se convertirían en ser, afortunado yo, su estudiante de maestría y
doctorado. Reconozco que fue por sus recomendaciones y, claro, por haberme sacado buenas notas con usted, que
se alargó mi estancia. Pero sépalo, y ahora se lo confieso, que por ser su alumno de posgrado aprendí, y lo practico
hasta hoy, lo que es la disciplina en las letras, que la literatura no es únicamente ese impulso rebelde, la musa caótica,
el bohemio espontáneo. No. Comprobé que, en realidad, se podía vivir de ella, volverse un profesional, si se aceptaban
los códigos, las formas y se cumplían cuando debían de cumplirse. Dentro de mi torbellino de creación, de migrante
académico, acepté y comprendí, pues, que se podía ser disciplinado con las citas, la corrección, la metodología, que se
podía ser riguroso con la norma y aplicarla también no sólo a la ensayística, sino al trabajo editorial y de escritor…,
que se podía, pues, ¡vivir de la literatura!... Qué afortunada revelación, Teresa, qué privilegio haberlo descubierto
en sus clases, yo ahí sentado frente a usted, maquinando todo ese mundo de palabras desordenadas que se estaban
organizando en sus cátedras….
¿Cómo no reconocer que, detrás de la oferta de continuar con los posgrados, estaba usted?... sí, creo saberlo, notó
algo en mí que habría que pulir…Y en esa formación, Teresa, como que existió un acuerdo tácito: ya dominando
sus técnicas usted siempre quiso estar conmigo y yo, quizá para aumentar confianza y seguridad, siempre debía
estar con usted. Juntos hicimos grandes cosas, como mis tesis de maestría y doctorado, por ejemplo. Sus manos
huesudas y rebosantes las venas aparecían en mis manuscritos como una aspiradora succionando la basura de las
malas citas y desajustes bibliográficos. No pasar mis borradores por sus ojos pizpiretos era como estar desamparado, vacío, alejado de los títulos profesionales. ¿Y cómo olvidar el cierre de los cursos y esas revisiones en la sala de
su casa? Esa maravilla de los decorados, esa comodidad de los sofás, el saber por vez primera cómo era el hogar de
una académica de altura que nos habría su espacio familiar como si fuéramos sus hijos privilegiados, ¿lo seríamos?...
y terminar con un café o chocolate en tazas como de porcelana mientras en el patio nos protegía hasta la Virgen
Guadalupana…. era nada más y nada menos el maestro, la maestra, que podía convivir, y ese era el mensaje, abrir
parte de su vida, con nosotros, los simples estudiantes que así aprendíamos la última lección. Y ya, en el colmo
de las atenciones, organizar e invitar a nuestra generación, casi en las despedidas, a los restaurantes exclusivos de
Scottsdale o de Tempe a donde ingresé por vez primera gracias a usted, Teresa, sentir ya que pertenecía a la élite
de la intelectualidad.
III
ULTIMOS AÑOS CON TERESA
…Y como todo graduado que no se respeta, creí después liberarme de ti, Teresa, así como de todos mis maestros.
Levanté el vuelo confiando en mis talentos, pero portando la herencia de tu sabiduría como escudo protector
queriendo ser distinto. Seguí mis corazonadas de editor y de escritor por muchos años alejado de la academia
oficial para dedicar todo mi tiempo a producir, editar y escribir libros en español, mi pasión, dentro de la sociedad
chicana, latina y norteamericana. Algo debí de haber hecho bien, porque volví a reencontrarme contigo, Teresa, en
situaciones inconcebibles aunque, eso sí, en alguno de esos restaurantes exclusivos a los que me habías llevado. ¡No
lo podía concebir, yo, tu pupilo de una remota villa latinoamericana, colado en el primer mundo, podía serte útil!...
Me pediste, y don Jorge, tu inseparable pilar, de testigo, que editara y produjera algunos de tus libros. Entonces ya
no era un privilegiado, si no realmente un elegido, quizá un bendecido por tu gracia….
¿Cómo era posible que un alumno tuyo, uno más del montón, editara ahora los manuscritos de su experta maestra? Un
ex-estudiante de origen mexicano fronterizo, produciendo en Estados Unidos libros en español para una académica
de prestigio proveniente de la península Ibérica…¡felices coincidencias que sólo tú, Teresa, pudiste provocar! …Esa
oferta, que acepté, y ahora te lo confieso, con mucho nerviosismo, por lo que representas de autoridad en la materia,
tuvo, y tiene, consecuencias inconmensurables. Tanto, que es incluso una de las causas que me tiene hoy aquí en
Madrid, recordarte así frente a nuestros colegas. Por ejemplo, hiciste crecer mi seguridad de editor, me integraste
a organismos académicos verdaderamente internacionales, vaya, traviesa, ¡hasta me hiciste pasar como español!...
Lograste, editando yo tus libros, que ingresara a los circuitos académicos, aumentar mi currículum profesional y
viajar, viajar, viajar cruzando varias veces el océano o atravesar todo el Estados Unidos continental. Así, eventualmente,
sería aceptado con esta trayectoria en la universidad norteamericana para impartir los cursos que más nos gustan:
ya no Spanish 101, sino literaturas hispanas, hispanoamericanas…Y, de nuevo, agradezco tus persuasivas cartas de
recomendación, ¡que abrieron las puertas de varios “deans” y “chairs” californianos, Teresa!...
Y por más que quisiera, asegurada mi labor pedagógica en las letras, por más que te dijera que disminuía mi trabajo
editorial, que había ya cumplido su función, no pude alejarme de ti en estos últimos años, Teresa. En el torrente
de mis nuevas obligaciones de académico de tiempo completo, aparecías intermitente, con otra solicitud, siempre
decías: vamos a producir otro libro, y ya, Manuelito. Me resistía y me resistía, pero siempre acudía el remordimiento
en mi conciencia, ¿cómo negarle un nuevo proyecto a Teresita?... ¡Ni se te ocurra negarte, ni lo pienses! Y así, me
convencía y me auto-convencía, a pesar de que la vida se me vino encima por toneladas, que los recortes
presupuestales, que las crisis hipotecarias, que el desempleo de mi esposa, ¡qué ahora ya teníamos dos hijos!...
Vaya, hasta en una ocasión decidiste pegarme una visita a mi recinto en Sacramento, California. ¿Así seré tan
importante?, me repetía, ¿de verdad me necesitará tanto Teresita?… ¡Imagínense, uno no puede negarse ante la
presencia real de tan sabia, luchona y fuerte dama, octogenaria ya, pero con la energía de varios adolescentes!, ¡qué
te pasa, Manuel!, eso sí sería ya el colmo, una verdadera traición, una falta de respeto sin tamaño, negarse hacer ese
libro que ha de ser tan trascendente que Teresita me hace una visita en persona. Recuerdo en esa ocasión tu cuerpecito,
tu cortesía de ordenar comida mexicana en Old Sacramento, tus sabias explicaciones para la culminación total del
libro, insistías e insistías porque, en el fondo, sabías que aceptaría y que de nuevo no podía negarme a la solicitud
de tu libro, me dijiste, es el último, Manuel, ahora sí te lo aseguro, ya por favor, si, tu libro de memorias, Teresa,
las de tu organización de profesionales españoles que me dolería en el alma no entregártelo a tiempo, en carne y
hueso, porque te fuiste antes, Teresita, dejándome con decenas de libros en la mano y yo, solo, ahí con todas tus
memorias….
Leído en el Hotel Emperador, Madrid, España, 29 de junio 2012.
Almendros, Herminio (1898-1974)
Herminio Almendros Ibáñez (Almansa, España, 1898 - La Habana, Cuba, 1974), pedagogo español. Padre del
cineasta Néstor Almendros. Hijo único de una modesta familia en el que el padre era ferroviario, nació en Almansa
al final de la calle Niceto Cuenca, muy cerca de la estación de ferrocarril. Cursó estudios de magisterio en Albacete
y Alicante. Hizo el servicio militar en África y continuó su formación en la selectiva Escuela de Estudios Superiores
de Magisterio de Madrid, donde terminó como número uno de su promoción. Frecuentó el Ateneo y asumió los
ideales pedagógicos del Krausismo plasmados en la Institución Libre de Enseñanza.
Su primer destino como maestro fue Villablino (León), como director de un centro de la Fundación Sierra Pamble
y dependiente de la I.L.E.; allí se casó con María Cuyás, alumna de la misma escuela, pero de una promoción posterior;
en 1929 ambos obtienen destinos como inspectores de enseñanza primaria en Lérida. Allí entró en contacto con
la pedagogía de Celestín Freinet y tras un fugaz paso por Huesca terminaron destinados como inspectores en
Barcelona. Allí colaboró con la recién creada Sección de Pedagogía de la Universidad de Barcelona y divulgó la
pedagogía Freinet. Publica La imprenta en la escuela (1932), primera obra que se imprimió sobre estas técnicas
en lengua no francesa.
Ficción
ALMENDROS, Herminio
Ollantay y La Princesa Sac-Nicté
DURÁN, David La bola
GARCÍA, Armenta Héctor
El día que encontré la caverna de Marlín
GARZA, Humberto
Selección poética
JEREZ, Marco
El ilustre escritor
OLIVA, María
En 1936 fue nombrado inspector-jefe y participó en el proyecto del Consejo de la Escuela Nueva Unificada que
estructuraba todos los niveles educativos desde preescolar hasta la Universidad. Huyó a Francia en enero de 1939
junto a su amigo, el filósofo José Ferrater Mora. La familia de Freinet le acogió, pero la Segunda Guerra Mundial le
obliga a marchar de nuevo. Su amigo, el dramaturgo Alejandro Casona, le consigue pasaje para Cuba, pero como
no se le convalidan sus estudios y méritos profesionales debe empezar de nuevo y se doctora en 1952 por la Universidad
de Oriente en Santiago con una tesis titulada La inspección escolar. Trabaja entonces como asesor del Ministerio
de Educación cubano.
El presidente Fulgencio Batista le destituyó de su puesto, pero le contrata la Unesco y es destinado a la Escuela
Internacional de la Organización de Estados Americanos en Rubio (Venezuela). Regresó a Cuba poco antes del
triunfo de Fidel Castro y el nuevo ministro de educación, Armando Hart, le nombró su principal asesor como
Director General de Educación Rural y posteriormente fue delegado de la Editora Nacional y Director de la Editora
Juvenil. Desde este puesto impulsó la publicación de libros de lectura para niños en los que supo conjugar el atractivo
de la Historia con la calidad literaria y la intencionalidad educativa.
Son numerosos los libros infantiles que escribió, como los libros de lectura de la serie Fiesta, Había una vez, Pueblos
y leyendas y Lecturas ejemplares. Aventuras, realidades y fantasías y diversos libros de cuentos. El aprendizaje de
la lengua como instrumento de comunicación fue uno de los temas que más le preocupó. Publicó más de 40 obras,
sin contar varios centenares de artículos periodísticos y prólogos de libros.
(http://es.wikipedia.org/)
Ollantay
Todos los días, Bob
De las cosas que hacía Sue (1)
De lejos vienen los guerreros vencedores. Han luchado y han dominado a las gentes rebeldes de las provincias que
forman el imperio de los incas.
REYES, Ricardo
Vienen de lejos a la gran ciudad de Cuzco, para ofrecer su victoria al Inca, Hijo del Sol. Y al frente viene Ollantay,
el héroe de los Andes, el jefe gue¬rrero, fuerte y joven, victorioso y altivo.
El imperial palacio de Cuzco se adorna de fiesta para recibir a Ollantay vencedor, y en el trono de oro espera el
Inca rodeado de soberbios regalos para el jefe guerrero.
Los gobiernos del oxido
Allí están, junto al trono, la esposa del Inca y la princesa Coyllur, nombre de estrella y ojos tristes, como al amanecer
la luz de los luceros.
Ya el cortejo se acerca, y se oyen de caña y hue¬so las flautas y los grandes tambores. Ya se oyen los coros y los gritos
del pueblo que aclama a los héroes... Ya entran en la sala del trono músicos y cantores y los guerreros que portan
los ricos pre¬sentes de oro y pedrería...
Anuncia un heraldo al gran Capitán, hijo de Los Andes, y aparece Ollantay, de colores vestido, piernas y brazos
desnudos, el hacha a la cintura y el casco adornado con la cabeza de un cóndor.
Avanza Ollantay y se inclina ante el trono.
Habla, y su voz es firme:
—Señor, Hijo del Sol, vencí como tú querías. Aquí a tus pies, como los pueblos que he vencido, pongo el hacha
que llevé al combate. Dime si merezco tu favor y si puedo decirte mis deseos como me prometiste cuando salí para
la guerra.
El Inca se ha levantado y ha estrechado a Ollan¬tay entre sus brazos.
Ollantay ha alzado la cabeza y ha mirado a Coy¬llur, y los ojos de la princesa han quedado prendidos en los del
fuerte guerrero, con la promesa de un amor callado.
Y el Inca ha dicho:
—Pide, pide, valeroso Ollantay, que dispuesto me encuentras a premiar la heroica victoria de mi me¬jor guerrero.
Habla y no te detengas, que todas las riquezas han de parecerme poco para premiarte.
Y Ollantay ha callado, y su mirada ha ido otra vez a encontrarse con los ojos fijos de Coyllur, nom¬bre de estrella.
—Habla, pide, Ollantay —insiste el Inca—, di lo que quieres.
Y Ollantay ha hablado:
—Señor, mi señor, quiero una estrella.
El Inca no ha comprendido e interroga con los ojos al guerrero.
—Sí, gran señor, quiero una estrella. Quiero a Coyllur, tu hija, que de amor rindió mi corazón.
Yérguese ahora el Inca con terrible gesto. Centellean sus ojos y tiémblale la boca para hablar:
— ¡Eso nunca, Ollantay! Pides con eso quebran¬tar las divinas leyes de Los Incas! En el cuerpo de la princesa está
la sagrada sangre del Sol y la sangre de la Luna, que no pueden mezclarse con la sangre del hombre. Esa es la ley
de los Incas hijos del Sol, que tú quieres violar. ¿Cómo puede caber en tu corazón tan monstruoso deseo?
Y Ollantay ha levantado la mirada altiva y ha dicho:
—Yo soy hijo de la Tierra, aún más antigua que la Luna, y con latidos de fuego de montañas nació en mi corazón
el amor invencible por la divina Es¬trella. Y si Coyllur me ama, no habrá fuerza en el mundo que pueda oponerse
a un rey de los Andes.
— ¡No, soberbio Ollantay; no quiero oírte! ¡Apár¬tate de aquí!
Y al tiempo que Ollantay alcanza de un salto la puerta y huye, sigue rugiendo el Inca:
— ¡Mis soldados, seguidlo! Que no salga de Cuzco; que muera antes de que pueda llegar a los picos de los Andes.
Guerra contra él y los suyos. La ley será cumplida de los Hijos del Sol y de la Luna.
Luego ha fijado el Inca su mirada en la bella Coy¬llur, y en sus ojos hay una interrogación llena de ansia.
Y Coyllur ha hablado con voz segura:
—Señor, Hijo del Sol, tú eres mi padre, e Inca dueño de todo el imperio, pero en mi corazón de luna y sol reina
Ollantay.
— ¡No! —grita iracundo el Inca—. ¡Nunca, hija de sangre envenenada por el amor del hombre! No romperás la
ley divina. Yo lo impediré. Internada serás en la Casa de las Vírgenes consagradas al Sol, y esperarás allí las horas
de tu vida para ser su es¬posa. Esa es nuestra ley; la ley sagrada de los Hijos del Sol.
¡Qué va a ser de ti, bella y melancólica Coyllur, nombre de estrella! ¡Qué va a ser de ti entre las Vírgenes del Sol,
aquí en este convento de altos y cerrados muros! ¡Qué va a ser de ti sin el amor de Ollantay!
Ya vas a ser ofrecida al Sol como esposa por voluntad del Inca. Y mientras tú sueñas con tu héroe, él huye perseguido
a juntarse con sus guerreros en la montaña.
Desolada estás sin esperanza. La noche y el alba te sorprenden con los ojos como hechizados por un amor perdido.
No sabes, bella y dulce Coyllur, que el amor está cerca y te ronda junto a los altos muros.
No sabes, pálida virgen, que tú misma vas a su encuentro en esta noche en que paseas en el huerto tu tristeza bajo
las estrellas. No lo sabes, no; pero Ollantay está cerca y ya viene, porque nada se puede oponer a su deseo, y ha
entrado donde las puertas están cerradas, y ya está ahí, cerca, muy cerca, junto a ti, y tú estás ya escuchando en su
pecho su corazón.
Ahora te sientes llevada como en vuelo en los poderosos brazos de Ollantay que te arrebata blandamente, como
envuelta en una nube bajo la luna que os mira.
Tú no sabes dónde vas, pero te sientes segura en los brazos que te llevan y suben por los montes, y ya sientes el aire
delgado y puro de las cimas altísimas adonde llega el cóndor... Y allí vas a descansar, en la tienda de pieles mullidas
de Ollantay, en la fortaleza de los Andes, guardada por los miles de guerreros que hacen guardia en los picos, en
los caminos y en las gargantas, bajo las estrellas. Y tu titán se siente feliz de haberte robado a la ley de los dioses.
Está la fortaleza de rocas en la alta montaña, y miles de soldados fieles a Ollantay la guardan.
Vigías hay por los senderos, en los picos y en el río que corre por el valle.
Guardan la tienda de Ollantay los más fieles guerreros, y callan para no turbar el sueño de la princesa que ha sido
arrancada a los Hijos del Sol.
Proclamada será Reina y Madre de los hijos de la Tierra. Se han afilado las armas y se han dispuesto los pechos
para luchar con los ejércitos del Inca si allí llegan.
Y la noche de estrellas va pasando silenciosa so¬bre los Andes.
Ahora ha salido Ollantay de la tienda para hablar a sus capitanes.
Noticias llegan de que el Inca manda sus ejérci¬tos contra la fortaleza. Mas todo está dispuesto para resistir y para
vencer. Nadie podrá llegar a la alta cima donde está la Princesa.
Alguien viene a avisar la llegada de un hombre herido a la puerta de la muralla, y el hombre dice que trae informes
para Ollantay.
A la luz de las antorchas Ollantay ha reconocido a Rumiñahui, el Capitán de los ejércitos del Inca, el compañero
en muchos combates, el compañero al que una vez salvó la vida.
Y Rumiñahui viene herido. El Inca lo despojó del mando y lo hizo castigar cruelmente, porque no pudo impedir
la huida de Ollantay y el rapto de la Prin¬cesa. Y allí está con gesto de odio, dispuesto a la lu¬cha contra el señor
cruel.
Y Ollantay manda vigilarlo y cuidarlo, porque no sabe cómo se esconde la hipocresía y la astucia en el corazón de
Rumiñahui.
Pero los ejércitos del Inca vienen silenciosos por caminos y montañas, y cuando rompe el alba ya han llegado al
valle que la fortaleza domina.
Fiera es la batalla entre los ejércitos del Inca y los guerreros de los Andes. Arden los bosques y hay lluvia de flechas
y truenos de piedras que ruedan por las laderas; la astucia y la traición han permitido avanzar a los enemigos entre
el humo de los incendios.
Ollantay ha dado orden a sus compañeros para que conduzcan a Coyllur a un camino subterráneo que se abre entre
rocas, y se dirige a la muralla em¬puñando su maza.
Pero junto al muro se desliza Rumiñahui, el trai¬dor, y se arrastra y avanza y ya se acerca por detrás de Ollantay y
descarga el golpe fiero de su hacha en la cabeza del héroe.
Y el titán de los Andes ha caído ensangrentado y sin sentido en la explanada de su fortaleza.
Sólo con traición pudo ser asaltada la fortaleza de los Andes.
Se arrastraron de noche hasta los muros los gue¬rreros del Inca y esperaron la señal del incendio que prendió el
traidor Rumiñahui. Y Coyllur y Ollantay prendidos y llevados a Cuzco.
El Inca soberbio ha dispuesto el castigo para los culpables y ya viene traído en andas de oro al templo de los
grandes juicios. Frente al Hijo del Sol han traído a Coyllur y a Ollantay herido, sin casco ¬y sin armas.
Guardan un imponente silencio los sacerdotes.
Pregunta el Inca a Ollantay por qué violó el templo de las Vírgenes del Sol, y su voz resuena dura y amenazadora.
Coyllur ¬se adelanta:
--Fui yo, padre y señor; no fue suya la culpa. Yo huí a la montaña para seguirlo, porque hacia él me guiaba mi
corazón.
Pero Ollantay va a decir la verdad, y dice y mira sereno al Inca:
—Esta es la verdad: yo rapté a la Princesa. La amo como aman los hijos de la Tierra y la llevé con¬migo, salvándola
del bárbaro castigo a que la pre¬parabas. El Sol no puede querer para sí esposas de carne hijas del hombre. Sólo tu
barbarie y tu crueldad pudieron ofrendar así la vida de la joven Princesa. Sólo yo la amo hasta dar por ella la vida,
y no tú, ni el Sol, del cual dices ser hijo.
En los ojos del Inca ha brillado una lumbre de odio, y sus palabras han dicho la sentencia:
—Ollantay, el perjuro confiesa su delito ho¬rrendo. La ley se cumplirá y arderá el culpable en el fuego purificador.
La hija impura desterrada será a vagar por los desiertos.
Ollantay ha oído las palabras del Inca, ha mirado a Coyllur, y en la mirada ambos han hecho fuerte su consuelo.
El guerrero de corazón invencible ha ido con paso seguro hacia la muerte, puesto el pensamiento en Coyllur, la
bella amada.
Murió Ollantay, el héroe. Coyllur, la dulce estrella, a vagar fue desterrada por campos y desiertos. Pero en el imperio del Inca todos recordaban aquel amor que había unido por vez primera a un hijo de ha Tierra con una hija del
Sol. Y todos admiraron desde entonces a Coyllur, nombre de estrella, y al titán de los Andes, que se habían amado
los dos como hijos del hombre: iguales.
La Princesa Sac-Nicté
(Flor Blanca del Mayab)
Todos los que han vivido en la tierra del Mayab han oído el dulce nombre de la bella princesa. Todos saben que
Sac-Nicté quiere decir Blanca Flor.
Era ella como la luna alta y quieta en las noches tranquilas.
Y era graciosa como la paloma torcaz de dulce canto, y clara y fresca como las gotas de rocío.
Bella era como la flor que llena el campo de alegría perfumada, hermosa como la luz del sol que tiene todos los
colores, y suave como la brisa que lleva en sus brazos todas las canciones.
Así era la princesa Sac-Nicté, que nació en la orgullosa ciudad de Mayapán, cuando la paz unía como hermanas a
las tres grandes ciudades de la tierra del Mayab; cuando en la nueva y valerosa Mayapán, y en la maravillosa Uxmal,
y en Chichén Itzá, altar de la sabiduría, no había ejércitos, porque sus reyes habían hecho el pacto de vivir como hermanos.
Todos los que han vivido en el Mayab han oído también el nombre del príncipe Canek; que quiere decir Serpiente Negra.
El príncipe Canek era valeroso y tenaz de corazón. Cuando tuvo tres veces siete años, fue levantado a rey de la ciudad
de Chichén Itzá. En aquel mismo día vio el rey Canek a la princesa Sac-Nicté, y aquella noche ya no durmió el
valeroso y duro rey, y desde entonces se sintió triste para toda su vida.
Tenía la princesa Sac-Nicté tres veces cinco años cuando vio al príncipe Canek que se sentaba en el trono de Itzá,
y tembló de alegría su corazón al verlo, y por la noche durmió con la boca encendida de una sonrisa luminosa.
Cuando despertó, Sac-Nicté sabía que su vida y la vida del príncipe Canek correrían como dos ríos que corren
juntos a besar el mar.
Así sucedió, y así cantan aquella historia los que la saben y no la olvidan.
El día en que el príncipe Canek se hizo rey de los itzaes, subió al templo de la santa ciudad de Itzmal para presentarse
ante su dios. Sus piernas de cazador temblaban cuando bajó los veintiséis escalones del templo, y sus brazos de
guerrero estaban caídos. El príncipe Canek había visto allí a la princesa Blanca Flor.
La gran plaza del templo estaba llena de gente que había llegado de todo el Mayab para ver al príncipe. Y todos los
que estaban cerca vieron lo que pasó. Vieron la sonrisa de la princesa, y vieron al príncipe cerrar los ojos y apretarse
el pecho con las manos frías.
Allí estaban también los reyes y los príncipes de las demás ciudades. Todos miraban, pero no comprendieron que
desde aquel momento las vidas del nuevo rey y de la princesa habían empezado a correr como dos ríos juntos, para
cumplir la voluntad de los dioses altos.
Y eso no lo comprendieron. Porque hay que saber que la princesa Sac-Nicté había sido destinada por su padre, el
poderoso rey de Mayapán, para el joven Ulil, príncipe heredero del reino de Uxmal.
Allí estaban todos: reyes y príncipes. Y la princesa Blanca Flor escogió entonces la vida del príncipe Serpiente
Negra, para dejar correr con ella su vida como corren dos ríos juntos hasta el mar.
Acabó el día en que el príncipe Canek se hizo rey de Chichén Itzá, y empezaron a contarse los treinta y siete días
que faltaban para el casamiento del príncipe Ulil y la princesa Sac-Nicté.
Vinieron mensajeros de Mayapán ante el joven rey de Chichén Itzá y le dijeron:
—Nuestro rey convida a su amigo y aliado para la fiesta de las bodas de su hija.
Y respondió el rey Canek con los ojos encendidos:
—Decid a vuestro señor que estaré presente. Y vinieron mensajeros de Uxmal ante el rey Canek y le dijeron:
—Nuestro príncipe Ulil pide al gran rey de los itzaes que vaya a sentarse a la mesa de sus bodas con la princesa
Sac-Nicté.
Y respondió el rey Canek con la frente llena de sudor y las manos apretadas:
—Decid a vuestro señor que me verá ese día. Y cuando el rey de los itzaes estaba solo, mirando las estrellas en el
agua para preguntarles, vino otra embajada a la mitad de la noche.
Vino un enanillo oscuro y viejo y le dijo al oído:
—La Flor Blanca está esperándote entre las hojas verdes. ¿Vas a dejar que vaya otro a arrancarla?
Y se fue el enanillo, por el aire o por debajo de la tierra. Nadie lo vio más que el rey, y nadie lo supo.
En la grande Uxmal se preparaba el casamiento de la princesa Blanca Flor y el príncipe Ulil.
De Mayapán fue la princesa con su padre y todos los grandes señores en una comitiva que llenó de cantos el camino.
Más allá de la puerta de Uxmal salió con muchos nobles y guerreros el príncipe Ulil a recibir a la princesa, y cuando
la vio, la vio llorando.
Toda la ciudad estaba adornada de cintas, de plu¬mas de faisán, de plantas y de arcos pintados de colores brillantes.
Y todos danzaban y estaban alegres, porque nadie sabía lo que iba a suceder.
Tres días de fiesta grande se dieron en Uxmal para los invitados. Y la ciudad resonaba de alegría, porque nadie sabía
lo que iba a suceder.
Era ya el día tercero, y la luna era grande y redonda como el sol. Era el día bueno para la boda del príncipe, según
la regla del cielo.
De todos los reinos, de cerca y de lejos, habían llegado a Uxmal reyes e hijos de reyes, y todos habían traído presentes
y ofrendas para los nuevos esposos.
Vinieron unos con venados blancos, de cuernos y pezuñas de oro.
Otros vinieron con grandes conchas de tortuga, llenas de plumas de quetzal radiante.
Llegaron guerreros con aceites olorosos y collares de oro y esmeraldas.
Vinieron hombres músicos con pájaros enseña¬dos a cantar como música del cielo.
De todas partes llegaron embajadores con ricos presentes; menos el rey Canek de Chichén Itzá.
Se le esperó hasta el tercer día, pero no llegó, ni mandó ningún mensaje. Todos estaban llenos de extrañeza y de
inquietud, porque no sabían. Pero el corazón de la princesa sabía y esperaba… En la noche del tercer día de las fiestas
se preparó el altar del desposorio. Y el gran señor de los itzaes no llegaba. Ya no esperaban los que no sabían.
Por los caminos hay polvo de marchas, y en los aires hay gritos, y resuenan los sonoros címbalos, y truena el caracol
de guerra.
Qué va a ser de ti, ciudad de Chichén, débil y dormida en la felicidad de tu príncipe!
He aquí cómo los itzaes dejaron sus casas y sus templos de Chichén, y abandonaron la bella ciudad recostada a la
orilla del agua azul.
Todos se fueron llorando, una noche, con la luz de los luceros. Todos se fueron en fila, para salvar las estatuas de
los dioses y la vida del rey y de la princesa, luz y gloria del Mayab.
En la fiesta de las bodas de la princesa Sac-Nicté con el príncipe UIil se esperó tres días al señor de Chichén Itzá
sin que llegara.
Delante de los hijos de Itzá iba el rey Canek, caminando por senderos abiertos en medio de los mon¬tes. Iba envuelto en
un manto blanco y sin corona de plumas en la frente. A su lado iba la princesa Sac-Nicté. Ella levantaba la mano
y señalaba el camino, y todos iban detrás.
Vestida está de colores puros y adornada de fibras la princesa Blanca Flor, frente al altar, y ya se acerca el hombre
al que se ha de ofrecer por esposa.
Un día llegaron a un lugar tranquilo y verde, junto a una laguna quieta, lejos de todas las ciudades. Y allí pusieron
el asiento del reinado y edificaron las casas sencillas de la paz.
Espera Sac-Nicté, soñando en los caminos por donde ha de venir el rey en quien ha puesto su corazón. Espera la
flor blanca del Mayab, mientras Canek, el rey triste, el joven y fuerte cazador, busca deses¬perado en la sombra el
camino que ha de seguir para cumplir la voluntad de arriba.
Se salvaron así los itzaes por el amor de la princesa Sac-Nicté, que entró en el corazón del último príncipe de
Chichén para salvarlo del castigo y hacer su vida pura y blanca.
En la fiesta de las bodas de la princesa Sac-Nicté con el príncipe Ulil, se esperó tres días al señor de Chichén Itzá
que llegara. Pero el rey Canek llegó a la hora en que había de llegar.
Saltó de pronto en medio de Uxmal, con sesenta de sus guerreros principales, y subió al altar donde ardía el incienso
y cantaban los sacerdotes. Llegó vestido de guerra y con el signo de Itzá sobre su pecho.
—¡Itzalán! ¡Itzalán! —gritaron como en el camp¬o de combate.
Nadie se levantó contra ellos. Todo sucedió en un momento. Entró el rey Canek como un viento encendido, y
arrebató a la princesa en sus brazos delante de todos.
Nadie pudo impedirlo. Cuando quisieron verlo ya no estaba allí. Sólo quedó el príncipe Ulil frente a los sacerdotes
y junto al altar. La princesa se perdió a sus ojos, arrebatada por el rey, que pasó como un relámpago.
Así acabaron las fiestas de las bodas; mas pronto roncaron las caracolas y sonaron los címbalos y gritó por las calles
la rabia del príncipe Ulil para convocar a sus guerreros.
Había ido el príncipe Canek desde su ciudad de Chichén hasta la grande Uxmal, sin que nadie lo viera. Fue por los
caminos ocultos que hay horada¬dos en la piedra, por debajo del suelo, en esta santa tierra de los mayas.
Estos caminos se ven ahora de vez en cuando. Antes sólo los conocían aquellos que los debían conocer.
Así llegó sin ser visto el príncipe Canek, para ro¬bar a la tórtola dulcísima, al rayo de luna de su corazón.
Pero ya se afilan las armas otra vez en el Mayab y se levantan los estandartes de guerra. ¡Uxmal y Mayapán se
juntan contra el Itzá!
¡Ah! La venganza va a caer sobre Chichén, que está débil y cansado del suave dormir y de los juegos alegres.
Solitaria y callada quedó Chichén-Itzá en medio del bosque sin pájaros, porque todos volaron tras la princesa
Sac-Nicté.
Llegaron a ella numerosos y enfurecidos los ejércitos de Uxmal y Mayapán, y no encontraron ni los ecos en los
palacios y en los templos vacíos.
La ira puso entonces el fuego del incendio en la hermosa ciudad, y Chichén-Itzá quedó sola y muerta como está
hoy, abandonada desde aquel tiempo antiguo, junto al agua azul del gran cenote de la vida.
Quedó sola y muerta, perfumadas sus ruinas de un aroma suave que es como una sonrisa o una blanca luz de luna.
En la primavera brota la flor blanca en el Mayab, adorna los árboles y llena el aire de suspiros olorosos. Y el hijo
de la tierra maya la espera y la saluda con toda la ternura de su corazón, y su voz recuerda al verla el nombre de la
princesa Sac-Nicté.
Durán, David
Universidad Estatal de Arizona
Nació en Michoacán y después se trasladó a Sonora siendo un niño. Ahora se encuentra radicado en Phoenix
Arizona USA. Asistió a la Universidad Estatal de Arizona (ASU por sus siglas en inglés) en donde se graduó con
dos licenciaturas, una en Justice Studies y otra en Literatura en español. Recientemente graduado de la misma
institución con una maestría en literatura chicana. Ha asistido a algunas conferencias nacionales e internacionales
dentro de las cuales se encuentran: XIII Reunión de Investigadores de Ciencias Sociales y Humanas (Puebla.
Méx). Séptimo Foro Internacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura. Universidad de Sonora, (Hermosillo,
Sonora, México). IV y V Congresos de Poetas Migrantes. San Luis AZ, San Luis Son. IV Encuentro de Escritores
Iberoamericanos en Estados Unidos (homenaje a Luis Valdés). Peregrinos y sus Letras. Phoenix AZ. Homenaje al
Doctor Justo S. Alarcón”. Phoenix AZ. XIV y XV Conferencia de Literatura ASU. Algunas publicaciones incluyen:
“La carta que nunca escribí”. Revista Literaria Katharsis Septiembre 2008 España. “Luna llena”. Revista Literaria
Katharsis Septiembre 2008 España. Congressional Immigration Reform. The Examiner. Julio de 2010. “Carrera a
muerte” Refugio Poético primavera 2012. “El Descubrimiento” Refugio Poético primavera 2012.
A Madero se le unieron
otros muy grandes señores
pero lo que ellos querían
sólo conseguir favores.
Obregón, Calles, Carranza
sólo vieron la ocasión
de hacerse más poderosos
a costa de la nación.
Y Villa que se rodeaba
de asesinos con esmero
y su afán ahí sólo era
el de servir a Madero.
I
Ya se ha terminado la bola
a Villa dijo Panchito
entrégueme ya las armas
y aquí le doy su ranchito
Señores voy a contarles
préstenme mucha atención
eso que pasó en la bola
llamada revolución.
Ay que dolor y tristeza
ay que tristeza y dolor
ya mataron a zapata
por defender nuestro honor.
Don Porfirio sometía
a todo el pueblo por igual.
Mientras el indio moría
se sonreía el chacal.
Ya mataron a Zapata
lo mataron a la mala
por defender a los indios
impulsando el plan de Ayala.
Años de los novecientos
noviembre pa’ más decir
pidió Francisco I. Madero
en la silla presidir.
Claro que sí, Presidente,
contesta Villa tal cual
yo quiero una gran hacienda
pero la quiero en Parral.
Gritaba Pancho Madero
para toda la nación
viva el Sufragio Efectivo
también la no reelección.
Dijo Madero a Zapata
ya terminó su encomienda
si usted me entrega las armas
le doy una gran hacienda.
Ay que dolor y tristeza
ay que tristeza y dolor
ya mataron a Zapata
por defender nuestro honor.
Haciendas no quiero yo
yo sólo quiero igualdad
sólo quiero que a los indios
les dé tierra y libertad.
Ya mataron a Zapata
lo mataron a la mala
por defender a los indios
impulsando el plan de Ayala.
Ya mataron a Madero
de la prisión en la puerta
cuando él era prisionero
lo mató el borracho Huerta.
La bola
Ay que dolor y tristeza
ay que tristeza y dolor
ya mataron a zapata
por defender nuestro honor.
Ya mataron a zapata
lo mataron a la mala
por defender a los indios
impulsando el plan de Ayala.
a todas la Adelitas.
Sigue la bola rodando
rodando de todos modos
y en esas cruentas batallas
pelean todos contra todos.
II
Vuela palomita blanca
vuela paloma querida
dile a todos que los ricos
siguen reinado allá arriba.
Sigue la bola rodando
sigue rodando y muy fuerte
y a todos los mexicanos
anda rondando la muerte.
Vuela paloma cerrera
y ya no sigas durmiendo
cuéntales ya que los pobres
de hambre se siguen muriendo.
Sigue rodando la bola
sigue rodando de panza
ahora se encuentra en la silla
el barbón chivo Carranza.
Ya con ésta me despido
préstenme mucha atención
de nada sirvió esa bola
llamada revolución.
En esa bola que sigue
rueda y rodando de panza
se enfrentan Villa y Zapata
contra Obregón y Carranza.
Ya con ésta me despido
y con un gran sentimiento
los ricos siguen arriba
¿pa’ qué sirvió el movimiento?
Carranza dijo a los gringos
ya muy sentado en la silla,
pasen ustedes señores
agarren a Pancho Villa.
Carranza dijo a Guajardo
hay un indio que da lata
póngale usted una trampa
y máteme a ese Zapata.
Ya mataron a Zapata
ya torció el rabo la puerca
lo mataron a la mala
en la hacienda Chinameca.
La bola sigue rodando
rodando por las laderas
donde pelearon mujeres
llamadas las soldaderas.
Así pelean las mujeres
esas mujeres bonitas
y con amor recordamos
García Armenta, Héctor
Héctor García Armenta vive en Mesa Arizona, es contador y topógrafo autodidacta jubilado. Nació en Guadalajara
México en 1936. Al cumplir cinco años su hermana Carmen le enseñó las primeras letras. En 1943 una monja
franciscana le enseñó a escribir en el colegio Renacimiento, y él nunca más pisó las aulas de ninguna escuela. En
1944 unos vecinos que se mudaban le regalaron 50 kilos de libros viejos que se llevó a su casa en una carretilla
que le prestó un albañil, los terminó de leer 20 años después. Se enamoró de el Lazarillo de Tormes; El Quijote;
Historia de la Vida del Buscón; Periquillo Sarniento, y de muchos autores que fueron apreciados el siglo pasado,
de los cuales ya nadie se acuerda. Compró como seiscientos libros a lo largo de su vida, de la mitad de ellos no
captó nada porque no los entendió o no le gustaron, los de la otra mitad le intoxicaron el cerebro llenándoselo de
alucinaciones, tanto, que un día se puso a escribir como loco para archivar sus escritos en el cesto de la basura. Una
hija de él le informó de su locura al profesor Justó S. Alarcón, y él quiso rescatar un cuento por curiosidad, lo leyó,
y decidió publicarlo, tal vez para ejemplo de cómo no se debe escribir. A Héctor le agradó el gesto, pero teme que
el profesor Alarcón pueda ser linchado por el gremio de verdaderos escritores que se enteren del caso.
El día que encontré la caverna de Merlín
Por Héctor García Armenta, Octubre de 2012
Napoleón era un perro que llegó extraviado a San Vicente cuando era apenas un cachorro y yo todavía no había
nacido, creo que él tenía como quince años cuando yo cumplí doce. Era un perro noble y hermoso que tenía en sus
genes el don de ser pastor de ovejas.
Bandolero era un cuervo que cuando recién nacido cayó al suelo desde el nido de sus padres y con el golpazo que
se dio quedó tuerto y cojo como los piratas de los cuentos. Tía Ramona lo encontró antes de que se lo comieran los
coyotes y se lo llevó a casa en la bolsa del mandil, le curó las heridas y a partir de entonces el cuervito creyó hasta
su muerte que tía Ramona era su madre, y ella no hizo nada para desengañarlo. Nunca se supo cómo le enseñó
a hablar doce palabras, casi todas obscenas, que él recitaba cuando le daba la gana con voz de bajo profundo y el
énfasis de un actor de teatro Shakesperiano.
Napoleón y yo salíamos todas las mañanas a pastorear las ovejas y Bandolero nos escoltaba desde el aire. A veces se
perdía de vista y regresaba a la hora de comer para reclamar una parte de las viandas que había llevado en el morral
y la tomaba descaradamente del plato de Napoleón o del mío.
Aquella mañana mis compañeros se negaron a ir conmigo. Napoleón se escondió debajo de la cama del abuelo y se
hizo el enfermo. Bandolero fue y se paró en el poste más lejano del corral de las vacas y se puso a disparatar ante
las gallinas y los caballos con la actitud de un obispo dando un sermón en catedral, y de ahí nadie lo sacó.
Fui al corral de las ovejas para llevarlas a pastar. Les abrí la puerta y salieron en estampida tomando el rumbo que
les dio la gana dejándome muy atrás. Corrí tras ellas gritándoles los insultos que sabía, tratando de guiarlas a un
lugar cercano donde había ramaje y pasto verde. Por casi dos horas corrieron en zigzag burlándose de mí. Sentí
miedo al ver que estábamos a una distancia enorme de San Vicente en el lugar que yo menos hubiera querido. ¡Ah!
cómo añoré en esos momentos la ayuda de Napoleón, pues esa vez las ovejas me pastoreaban a mí en vez de yo a ellas.
Finalmente, el rebaño me dio tregua y se puso a pastar haciendo caso omiso de mi presencia. Estábamos al pie de
un cerro sombrío cubierto de saguaros y rocas negras que parecían columnas hechas por el hombre. Vistas desde
donde estábamos parecían atalayas vigilando el fondo del valle. Mi perro y yo evitábamos aquel lugar porque sobre
aquellas rocas siempre había unas aves negras como águilas, que le daban un toque siniestro.
Traté de arrear las ovejas hacia la planicie, pero el cielo se cubrió con nubes negras que soltaron una lluvia que escaló
hasta hacerse tempestad desenfrenada. Caían descargas eléctricas que retumbaban en los cerros como cañonazos.
Parecía uno de esos diluvios que según el abuelo llegaban cada treinta años, y se llevaban flotando por los arroyos
hasta el mar todos los cerdos y las gallinas del valle.
La furia de la tormenta asustó al rebaño que me abandonó tomando el rumbó que yo nunca hubiera querido: trepó
rápidamente hacia el monte de los saguaros donde vivían los pájaros tenebrosos que yo tanto temía.
El abuelo Francisco me había dicho que las ovejas nunca debían dejarse solas en el monte. Eso significaba que, a
pesar de estar yo empapado hasta los huesos y temblando de miedo, tendría que encontrar el rebaño antes de llegar
la noche. Pero la noche ya estaba ahí, y la lluvia no paraba. El miedo me tenía paralizado, y la única opción del
momento era protegerme de la tormenta.
Encontré un árbol grande que ofrecía algo de refugio y leña de palo fierro que prendió aún mojada. Me senté al
calor del fuego recargándome en un tronco, tratando de sobrevivir al frío y al ataque de las fieras que yo mismo
estaba fabricando en mi imaginación.
Estaba tenso con un leño en la mano alerta a la llegada de los pumas, lobos, serpientes, y monstruos alados, que de
un momento a otro llegarían a devorarme. Recé a los santos que recordaba para que me salvaran con todo y ovejas
de aquel monte tenebroso. No sabía yo si estaba despierto, o dormido viviendo una pesadilla. Hubo un momento
en que, desesperado, agaché la cabeza y me puse a llorar. Mientras lloraba oí un ruido extraño como el aleteo de un
pájaro grande revoloteando en derredor del árbol donde estaba. Sentí pavor, creyendo que era una lechuza asesina
que venía a sacarme los ojos. Tiré unos leñazos al aire tratando de abatir al intruso pero el intruso era más veloz
que yo, bajó como una exhalación rozando mi cabeza, y se posó en el suelo como a dos metros de mí. Salté como
un resorte en dirección contraria para alejarme, pero me quedé petrificado por el miedo. Me faltó el aire y estaba
a punto de desfallecer. Luego, del suelo subió una voz gutural inconfundible, que decía: “Soy Bandolero…Soy
Bandolero.” Y sentí que en aquella noche negra de diluvio, se había hecho la luz con la presencia inexplicable del
cuervo que hablaba.
La presencia de Bandolero era una bendición. Pero eso no cambiaba que yo era un niño lleno de miedo al borde
de la hipotermia en medio de un monte inhóspito. No sentía las manos ni los pies, y mis piernas no paraban de
temblar. Entonces Baldomero empezó a hacer extrañas maniobras en el aire, que entendí como clara invitación
a seguirlo. Se puso a flotar frente a mí imitando toscamente el vuelo de los colibríes y se fue flotando lentamente
hacia el monte donde yo no quería ir. Su único ojo proyectaba una luz roja como la de una luciérnaga. Esa luz y el
batir de sus alas cortando el viento me indicaban hacia donde ir.
En aquellas tribulaciones, pareció que mis suspiros se mezclaban con ruidos de ramas atropelladas y tenues gemidos, indicios de que algún animal venía detrás buscando el lugar adecuado para atacar. Los gemidos se oían más
cerca, y di por hecho que mi vida estaba a segundos de terminar. Me dominó el pánico y caí hincado en las piedras
poniendo mi cabeza en el suelo, llorando a gritos como el niño que era.
Esperé el ataque del felino gigante que me iba a matar, y pronto sentí su pelambre rozando mi camisa y su vaho
humedeciendo mis orejas, anunciando que sus colmillos filosos estaban a tres centímetros de mi yugular, pero no
pasó nada. Luego las patas de un animal del tamaño de un lobo cayeron sobre mi espalda oprimiéndome contra el
suelo, lo que me hizo lanzar un berrido como de puerco atorado en la trampa de un cazador. Entonces, una lengua
larga, rasposa, y mojada, fue lamiendo mis orejas y fue bajando por mis mejillas hasta mis narices. Entonces, los
sensores de mi conciencia me hicieron sonreír interminablemente con la cara en la tierra y los ojos cerrados, porque
por el espacio entre mis narices y el suelo, había entrado hasta el fondo de mis pulmones el inconfundible mal
aliento de mi perro Napoleón. ¡Y eh ahí!: que mi espíritu, que estaba en el fondo del abatimiento, saltó disparado
como una chispa, hasta el paroxismo de la alegría. Y pensé, que si Bandolero el cuervo que hablaba, había hecho
la luz aquella noche, Napoleón, mi perro pastor, había traído con él las llaves de la salvación. Me levanté y seguí
caminando, casi con ganas de cantar.
Pero estábamos en medio de la noche y la lluvia caía sin cesar. Ya no sentía miedo, pero estaba al límite del
agotamiento. Bandolero seguía flotando cerro arriba por atajos pedregosos donde el agua corría a raudales. Iba yo
titubeando y desfalleciente. Napoleón iba gimiendo y frotaba su hombro contra mis piernas invitándome a seguir,
pero yo había llegado al límite de mis fuerzas y caí al suelo exhausto al borde del desmayo. Semi despierto, escuché
voces que se acercaban y sentí manos amables que me levantaron en vilo para transportarme. Hasta donde yo
sabía, Bandolero sólo hablaba una mezcolanza de doce palabras, pero puedo jurar que esa noche lo oí conversar
con propiedad y fluidamente en un idioma extraño, con los hombres que me iban cargando, y en mi intento por
entender algo de aquella rara conversación, me quedé profundamente dormido.
Desperté en un lugar tibio y tranquilo, pero no quería abrir los ojos porque temía estar en algún rincón tenebroso
en el feudo de los pájaros negros, pero me sentía seguro porque la cabeza de mi perro Napoleón estaba roncando
sobre mis costillas, y oía cuchicheos de Bandolero indicando su presencia cercana. Sentí que estaba en una parte
firme y plana pero sospechaba que no era una cama. Mi cuerpo y mis manos detectaban una jerga hecha con pieles
de fina textura como la gamuza, y eso me decía que no estaba tirado en el monte. Decidí aclarar mis dudas y me
senté con cautela para ver el entorno de aquel sitio misterioso. Vi algo que me dejó patidifuso: estaba yo en el piso
hecho a cincel de una gran caverna en forma de domo circular perfecto, como la carpa de un circo. Era difícil saber
cuanto de ella era obra de la naturaleza y cuanto del hombre, pues tenía alteraciones que sólo podían ser obra de
la mente de un ingeniero y las manos hábiles de muchos alarifes. Había en el muro circular trece puertas equidistantes una de la otra, hechas de ébano al estilo medieval, y en el centro del domo había cuatro columnas rodeando
unas mesas arcaicas donde se veía un apilamiento desordenado de libros muy antiguos forrados de piel, y unas
como fraguas al lado de una parafernalia de cazos, alambiques y tubos de cristal, que parecían estar continuamente
en ebullición, y despedían un olor como a la cocina de mi abuela cuando se le quemaban los ajos y el jengibre.
Muchos años después supe que aquel olor era de azufre. Y basado en algunos libros que he leído ahora de viejo, me
ha quedado claro que toda aquella parafernalia era un laboratorio de alquimia.
Mi perro, el cuervo, y yo, permanecimos silenciosos y reverentes ante la grandeza del lugar, pero sabiendo que
nuestra prioridad era regresar a casa nos pusimos a buscar la puerta de salida.
Revisamos la caverna sin encontrar nada que pareciera una ruta al exterior y empezamos a sentirnos desesperados.
Tanteamos para ver si alguna de las trece puertas de ébano se podía abrir, pero notamos que estaban hechas para no
abrirse sino por los dueños del lugar, no tenían manijas ni orificio alguno para insertar alguna llave, y reaccionaban
al empuje de la mano tan insensibles como la roca de los muros.
No sé qué pensaban Napoleón y Bandolero, pero yo creía que estábamos muertos y que aquella cueva era nuestra
tumba. Me senté muy triste sobre el jergón de pieles donde había dormido, mientras mis compañeros me miraban
con lástima. En eso, llegó a nosotros un olor agradable como a los vapores de la barbacoa que hacía el abuelo los
días de fiesta, y aquel olor hizo estallar el hambre que teníamos anestesiada por la preocupación.
Después de unos minutos aspirando el grato olor, la puerta que estaba en el centro de las otras doce empezó a
abrirse sola, sin hacer ruido, y eso nos puso en suspenso. Se oyeron venir hacia el umbral unos pasos lentos a
compás de un golpe leve de bastón, y apareció la figura de un anciano de cabellera y barba largas que tenían la
blancura de la nieve. Vestía una vieja túnica de color azul marino en la que contrastaban pequeñas figuras bordadas
con hilo plateado que hasta muchos años después supe que eran los signos del zodiaco. Caminaba ayudado por un
báculo que le llegaba a la altura de la frente. Se dirigió hacia nosotros y se paró guardando una distancia como de
cinco pasos. El miedo me tuvo paralizado mientras sus ojos pequeños y hundidos nos escudriñaban y el silencio
reinaba. Tenía nariz grande y aguileña, y labios finos y delgados. Su presencia era grandiosa y debería habernos
infundido un miedo terrible, pero más que eso, infundía respeto y admiración. Parecía un búho circunspecto, lleno
de sabiduría y bondad. Luego habló, y sus palabras dichas con tranquilidad nos llevaron del suspenso y el temor
hasta una atmosfera de paz. Mirándonos a los ojos, dijo: Mi nombre es Merlín, sé que ustedes son pastores de
ovejas. Amo ese oficio, porque de niño fui felizmente uno de ellos, y en mi corazón lo sigo siendo. Los pastores
somos solidarios entre compañeros, por eso es que no los pude dejar a merced de la tormenta que a unos metros
de aquí todavía arrecia. Son ustedes mis huéspedes, la comida está servida. Hizo una seña para que lo siguiéramos,
giró lentamente, y caminó hacia la puerta de donde había salido. Mis animales y yo lo seguimos reverentes llevando
en nuestras tripas el hambre desatada de un oso saliendo de hibernación.
Seguimos al anciano por un pasillo cortado a cincel en la roca. Íbamos pasando por salones que contenían muebles
y artefactos raros que no pude imaginar para qué servían. Luego entramos a un gran salón comedor donde había
una mesa rústica para veinticuatro comensales. En una cabecera la mesa estaba puesta con comida humeante para
dos personas y en el piso estaban dos recipientes con atractivos bocadillos para cuervo y para perro. Ayudé a Merlín a
sentarse en la silla de la cabecera y me senté a su derecha, pues así se había dispuesto la mesa. Él inclinó su frente
y pronunció una oración en un idioma raro que me pareció Latín, e indicó que podíamos empezar a comer.
Entonces me di cuenta que la vajilla en la mesa era toda de oro, inclusive los recipientes donde comían Napoleón y
Bandolero. Unos Hombres que parecían monjes venían por la puerta de donde salían los gratos olores de la cocina
y preguntaban si algo se ofrecía, a pesar de que en aquella generosa mesa no faltaba nada. En aquellos momentos,
que no sabía yo si eran de noche o de día, estábamos mis compañeros y yo disfrutando del banquete más inolvidable de nuestra vida.
Quería yo conversar con Merlín, pero no sabía qué decir, pues su vocabulario era muy elocuente y el mío era el
de un pastor que no sabía leer. Pareció adivinarme el pensamiento y empezó a dialogar amablemente sin palabras
complicadas. Con mucha gracia empezó a narrarme anécdotas breves de su vida. Sus palabras pintaban en tercera
dimensión escenarios fabulosos de otros tiempos y tierras que yo no imaginaba que existieran. Pude ver su niñez
cuando había sido pastor como yo, y lo seguí por una ruta de aventuras fabulosas sucedidas en tiempos y espacios
para mí hasta entonces no conocidos ni imaginados, porque nunca había yo leído ningún libro ni había salido más
allá del rancho San Vicente. Sus palabras me tenían como en la butaca de un cine viendo las aventuras de las Mil
y Una Noches, y mi espíritu iba viajando por la profunda reflexión, la tristeza, y la carcajada incontenible. Parecía
que él tenía mucho tiempo sin conversar con alguien y al encontrar en mí un interlocutor dispuesto y atento, fue
tirando sin parar del hilo interminable de su memoria, mientras yo lo escuchaba embelesado.
En un santiamén presencié guerras donde reyes mataban y morían a espada, hecatombes que se conjuraban con
magia, dragones vomitando fuego, y testifiqué la transmutación de los metales a través de la alquimia. Luego entró
en una materia que me pareció la más misteriosa de todas: El amor. Hablando de ese tema el anciano cruzó los
dedos de una mano con los de la otra y su voz adquirió matices de tristeza. Con visible emoción describió los años
en que disfrutó del amor de una mujer de belleza inaudita llamada Nimue, y como, muy tarde, descubrió que lo
mismo era hermosa que perversa, pues teniendo ella poderes sobrenaturales un día lo invitó con engaños a entrar
en la grieta de un ciprés gigantesco que resultó estar encantado, y lo dejó prisionero en el mundo espectral que ella
había creado en las dos mil capas de la corteza del árbol.
Tarde se dio cuenta Merlín de que el amor entre ellos nunca había existido. Dijo él que, después de muchos años,
ya cuando él era un anciano fatigado, pudo vencer los encantamientos del árbol siniestro, y debido a los malos
recuerdos de aquella etapa de sufrimiento decidió emigrar hacia tierra nueva para llevar una vida tranquila de
contemplación. Y es así como había cambiado sus castillos y palacios de Irlanda, por la rústica caverna enclavada
en una serranía escondida de México, donde en esos momentos estábamos. Sus ojos soltaron dos lágrimas que, al
pegar en la mesa, se vieron como dos chispas de luz azul que se convirtieron en pequeñas libélulas transparentes y
se fueron volando graciosamente para perderse en los vericuetos de la caverna.
Hizo una pausa en la plática y se disculpó por tratar un tema no apto para mi edad. Preguntó cual era mi nombre
y me pidió que le dijera algo de mi historia. Le contesté que casi no tenía ninguna, porque no recordaba nada
extraordinario, aparte de la feliz llegada a mi vida de Bandolero, que era un cuervo que hablaba y la de Napoleón
mi perro, que había llegado perdido a san Vicente dos años antes de que yo naciera, lo cual indicaba que era un
perro anciano que quizás pronto ya no estaría conmigo, pues a veces ya no quería salir a pastorear y cuando lo hacía
perdía el aliento corriendo tras las ovejas que se descarriaban.
Estaba yo hablando con voz baja y quebrada, pues cuando pensaba que yo podía perder a Napoleón me ponía muy
triste y mis ojos se llenaban de agua. Le platiqué brevemente algo del abuelo y de la abuela, de cómo yo había quedado
huérfano, cómo la tía Ramona salvó a Bandolero de ser comido por los coyotes, y como él había evolucionado
hasta ser un pájaro teatral y simpático, que se había convertido en el cleptómano que robaba cucharas, calcetines
y pañuelos.
Mientras yo hablaba, él escuchaba con gran atención y sus ojos y la comisura de su boca cerrada indicaban que
estaba riendo a carcajadas en su interior. Yo ya no tenía mucho que decir, los dos entendimos que era tiempo de
levantarnos de la mesa. No había en mí noción de la hora que era, pero sospechaba que era de noche. Me indicó
que lo esperara un momento sentado a la mesa mientras el traía algo que me quería obsequiar. Entró a un cuarto
contiguo y regresó trayendo consigo un collar para perro hecho de un material para mí desconocido. Parecía un
metal dócil como la piel y tenía pequeñas piedras de cuarzo incrustadas a todo lo largo.
Se dirigió al piso donde Napoleón dormía roncando a un lado del platón donde había comido. Bandolero estaba
parado sobre las costillas de su compañero como vigilando su sueño. Merlín con alguna dificultad puso una rodilla
en el suelo y amorosamente colocó el collar en el cuello de Napoleón que no tuvo la atención de despertar. Me
bajé de la silla para ayudarlo a ponerse de pie. Él tomó mi mano en su mano con cariño mientras me explicaba la
función de aquel collar. Diciendo: tu perro y tu cuervo estarán contigo muchos años más. Esas piedras en el collar
se irán perdiendo una por una cada año. Cuando desaparezca la última, habrá llegado el tiempo en que tus amigos
se separen de ti, pero si caminas el resto de tu vida por la ruta recta de los buenos pastores un día regresarán y
estarán contigo para siempre. Se despidió de mí con un abrazo afectuoso sugiriendo que ya era hora de dormir, y
desapareció por uno de los pasillos adyacentes al comedor.
Mis compañeros y yo dimos fácilmente con la puerta por donde habíamos entrado y ante nuestro azoro se abrió
y cerró sola para dejarnos pasar. Nos fuimos al punto donde habíamos pasado la noche y nos tendimos a dormir.
Estaba despertando y me sentía descansado, pero no cómodo. Supuse que había rodado dormido del lecho de pieles
al piso desnudo de la caverna. Abrí los ojos esperando ver la luz mágica color ámbar que iluminaba permanentemente
el domo, y quedé atónito al encontrar sólo penumbras que no me dejaban ver mas allá de mis narices. Entonces
sentí temor y esforcé mi vista buscando penetrar la obscuridad y vi un círculo irregular de una luz tenue que me
era conocida: era la primera luz del alba que empezaba a penetrar en la gruta por un boquete que antes no estaba
ahí. Y clavé mi vista en los muros buscando las trece puertas de ébano y el laboratorio de alquimia en el centro del
domo, pero todo lo que pude ver era una gran cueva desolada, llena de murciélagos colgando en el techo. Entonces,
estupefacto, pensé que el encuentro con Merlín había sido un sueño fantástico, y lamenté mucho que así fuera,
pues había sentido que, a partir de aquella velada con el anciano, mi vida iba a cambiar para bien y para siempre.
No veía a mis compañeros y los llamé con el chiflido acostumbrado, esperando que acudieran a mí para irnos
rápido a San Vicente, pero no recibí respuesta cercana, sino ladridos y graznidos viniendo del exterior. Salí por
la apertura en las rocas y vi que la tormenta se había ido. El sol estaba saliendo y los pájaros silvestres cantaban
alegres. Me paré un momento a la entrada de la cueva para orientarme y noté que estaba en una escarpa justo
detrás del monte de los pájaros negros y en mi fantasía inventé que aquellas aves eran los guardianes de la cueva. Oí
graznar a Bandolero en el aire y me hizo gracia ver que volaba eufórico haciendo acrobacias que no correspondían
a su condición de cuervo viejo y tuerto. Napoleón iba en el mismo tono corriendo y saltando enérgicamente como
cuando era un cachorro juguetón. Parecían enfrascados en un torneo de resistencia y destreza uno en la tierra y
otro en el aire.
Agarré camino a campo traviesa sin hacer caso de las veredas, buscando la ruta más corta a San Vicente, iba absorto
pensando en la entrevista imaginaria que había tenido con el anciano Merlín, y lamentaba que fuera tan sólo un
sueño. Mis compañeros no fueron considerados conmigo, iban delante de mí guardando mucha distancia, concentrados
en su competencia de locuras. Me preguntaba de dónde demonios sacaban tanta energía mientras yo iba triste
tratando de alcanzarlos.
Llegué ya tarde a San Vicente. Pasé por los corrales y me quedé pasmado al ver que las ovejas estaban ahí encerradas,
se me hacía imposible que hubieran regresado solas. El abuelo, la abuela, y tía Ramona me abrazaron preguntando
donde había pasado la noche. Les platiqué lo que recordaba inventando la manera en que llegué a la caverna porque
la verdad es que no lo sabía. Se sirvió la cena y pregunté si habían llegado Napoleón y Bandolero, me dijeron que los
habían visto de lejos jugueteando como locos. A media cena llegó Bandolero por la ventana y luego llegó Napoleón
muy contento a reposar su cabeza sobre mi rodilla, al acariciarlo estando él debajo de la mesa mi corazón se desbocó,
pues palpé en su cuello un collar con piedritas incrustadas como el que creí haber soñado en la caverna. Entonces
salté, reí, y lloré, porque aquella noche fantástica en compañía del anciano Merlín no había sido un sueño, y mi
perro pastor y el cuervo que hablaba, todavía me acompañarían hasta que se cayeran las cincuenta piedritas que
tenía el collar de Napoleón. Y di gracias por el bendito día en que las ovejas se rebelaron y me hicieron seguirlas
hasta el monte lúgubre donde está la caverna de Merlín.
Garza, Humberto
Humberto Garza Cañamar nació el 22 de Mayo de 1948 en Montemorelos Nuevo León México.
Su afición por la poesía le vino por la rama paternal, su padre Alfredo Garza, tenía hermanos y tíos que eran hábiles
versificadores y amantes de leer poemarios escritos principalmente por autores Románticos y Modernistas mexicanos.
Humberto empezó a escribir a los 12 años de edad, a los 16 principió a publicar en calidad de colaborador espontáneo
poemas en “Rincones Poéticos” de revistas y diarios que en los años sesenta aún los insertaban en sus páginas y
suplementos dominicales.
Este poeta no tuvo educación formal, llegó a tomar algunas clases universitarias, pero nada relacionado con literatura,
creative writing, etc. tuvo diversos empleos durante su juventud, hasta que a la edad de 30 años entró a trabajar
como operador de proceso en una planta petroquímica; empleo en el cual permaneció hasta su jubilación. A este
poeta algunos lo han catalogado como Neoclásico, pero tal vez el de Formalista, o Experimentalista, le vengan
mejor. Ya que aunque gusta utilizar la métrica tradicional, -ritmo y rima-, también emplea verso libre, blanco y
semi-rimado… Y tanto en el uso de las formas métricas como en los textos que aborda, es diverso.
http://www.humbertogarza.com/
http://humbertogarza.com/carmen/carmen.htm
http://www.humbertogarza.com/Rtaibo/taibo.htm
Selección poética
Índice
Ángeles caídos
¿Dónde?
Extraterrestre
Los músicos
Pet Shop
Plan sentimental
Soldaditos
Tempestad
Versos anodinos
Ángeles caídos
su trágico destino, lo trajo el negro hado
que precede a la esencia de belleza perfecta.
Hoy estarás llorando por todo lo perdido;
por tu Luzbel hermoso, de grata refulgencia;
por tus querubes altos de perenne atractivo
y por todo lo que... arrojaste a la tierra.
Sus almas siguen siendo agradables destellos
que en la tiniebla humana tenaces reverberan,
mas van languideciendo en un mundo imperfecto;
cuando menos lo esperes... su luz estará muerta.
Si la forma transmigra en constantes renuevos
evadiendo el final que acecha en cada senda;
es justo que transmigren también tus sentimientos
y olvides el rencor que decretó condena.
¿De qué te sirve ahora el imperio divino
y la gran potestad sobre enormes esferas?
Si llevas en tu pecho, como pájaro herido,
un corazón que sufre por lo que más desea.
Con ojos empañados por un sin fin de auroras
perdidas en atisbos a desiertas veredas;
pasearás afligido de una en otra alcoba
buscando serafines que ya jamás regresan.
Un guante blanco cubre la mano tenebrosa,
y como niebla envuelve, disposición artera.
Después esclarecemos que lo que más traiciona;
es lo que no se va, lo que siempre se queda.
Lejos de ti, y en medio de grandes privaciones
y proyectos que implican difíciles tareas;
siguen ellos loando tu Sacrosanto Nombre,
reiterando que siempre ¡glorificado seas!
“John Milton corrompió su poema al maliciosamente
interpretar a Satanás como un héroe.”
---Harold Bloom.
Los días de su oprobio pasan disimulados;
como agua discurriendo por acequias serenas.
Su esplendor fue por ti, cruelmente limitado;
ya nunca acudirán, cuando les grites: «¡Vuelvan!»
Si es el ensueño el alma, del niño, cuando crece;
si es el rocío la lluvia de forma más serena,
¿qué cosa es el amor que nunca se disuelve;
de dónde se deriva su condición eterna?
Vivir para recrear celestiales distritos
en la materialista geografía de la Tierra;
es la tarea noble de los fatales hijos
que sentenciaste ayer a la más cruel condena.
Satán, era entre todos, tu ángel más preciado;
el único en tu cielo, con gracia verdadera;
¿Dónde?
¿Dónde estarás ahora… dónde?
Espigada muchacha con andar de paloma.
Rezuma jugo el aire y en ese jugo un nombre
con sabor a nostalgia se revuelca y trastorna.
Los días van cambiando y muy pocos lo notan.
Todo el contento nuestro arribó y se pasó,
de quienes disfrutaron tu vida lujuriosa,
en el mundo que anda… solo he quedado yo.
Me dormí en tu cariño y nunca he despertado.
¡Yo, el que nacía y nacía en lechos de palabras
para luego volar de un labio a otro labio;
caí entre la espesura de tus lascivas ramas!
No eras otra tarde de llovizna en mi cuerpo;
personas como tú nunca dan mala espina.
Ahora es la importancia que le doy a aquel tiempo
lo que atiranta en mí la penúltima fibra.
Como errante banquete para placer de muchos;
venías cada tarde a ofrecerte completa.
Mis insinceras frases encomiaban tus triunfos
para extraer ventajas a tu conciencia muerta.
Falda de mármol tibio ¿dónde estarás ahora?
estos días egoístas dicen que ya no existes.
Tal vez hoy solamente vives en mi memoria
dándole besos largos a mis recuerdos tristes.
Extraterrestre
Como una viajera interplanetaria
que no comprendía los gestos de alegría
o de enojo,
así eras tú.
Con tus ojos mágicos y extraños
me veías llorar y golpear la tierra,
me veías rechinar los dientes,
en momentos raspados por higueras
que tirarían sus hojas en noviembre.
Mirabas el peso de la noche
cayendo lentamente
sobre mí,
aplanando mi cuerpo
sobre un pasto de voces y suspiros
que mi sangre teñía
gradualmente...
de gris.
Después,
el aire se impregnó con cenizas humeantes,
con ruidos de turbinas
y cantos de pájaros distantes;
y te alejaste...
dejándome entre el aire ionizado,
sufriendo la tensión y ambigüedad
que provoca desorden
y provoca desastre.
Me dejaste flotando en cotidianas preocupaciones,
amando tu rostro joven
y el desamor de tu medianoche.
En algún lugar te acordaste de mí
porque llamaste para decirme:
“Voy camino al astro zahorí
en mi nave de ausencia;
rodeada por madrugadas secas,
heridas por un ruido automotriz.
Espera mi regreso
en un día cargado con botones de azahar
henchidos de perfume
y dispuestos a reventar.”
Yo te escuché,
aguijoneado por el ahogo febril,
contemplando largas páginas
que había por escribir.
Tal vez cuando regreses
tu apariencia y expresión sean más delgadas,
casi imposibles de leer.
Posiblemente seas una canasta
llena de alaridos salvajes,
un laberinto de funciones desconocidas,
un ruido que mendiga al aire
sonando inútilmente su cascabel.
Pero me intrigarán igual
tus dedos temblorosos,
tus miedos, tus desdenes...
y el inmenso misterio extraterrestre
de tu ser.
Los músicos
¿De qué tierra vinieron estos músicos tristes,
con voces incisivas y ojos de lunas frías?
Su música tortura corazones felices
y hace llorar imágenes de mármol y de arcilla.
¿Qué nefario artesano les dio esos instrumentos
henchidos de quejidos e inmensas agonías?
Al oírlos, recuerdo las cosas que están lejos
y solitarias noches en cabañas vacías.
Todas las tardes llegan a esta posada lúgubre,
sus lenguas, cual flamas de inquietos candelabros;
hablan con el sigilo de una monja que encubre
de un amor juvenil los pasados milagros.
¿De dónde sacan ellos el sentimiento amargo
que impregnan en sus voces al emitir sus cantos?
¿Es que sienten más hondo, más profundo y más claro,
o es que tienen un timbre más perfecto y exacto?
Su música pausada gotea en la penumbra
y ataja los destellos en todas las miradas.
El daño de otro tiempo todo el espacio inunda
y en un rincón del mundo ¡Lloran todas las almas!
Pet Shop
Están lloviendo gatos en mi rancho,
parece que nunca va a escampar,
sombras y luces cruzan mi ventana;
hacen muecas, me gritan y se van.
Llegan maullidos de las milpas
y llegan maullidos del corral.
¡Qué noche! Esta noche, ¡Galileo!
Llegó a la tierra bruta Satanás.
¿Quién hizo poros grandes en las nubes?
¿Por qué esta segundona tempestad?
Está lleno de gatos mi potrero
y está lleno de gatos mi jacal.
Darude en un Remix llega de lejos
tocando el tibio y espinoso vals
que yo bailaba cuando estaba sano
con princesas más blancas que la cal.
¡Qué gran acobardada estoy sintiendo!
Ovinos y caprinos ya se van
guiados por mis perros ovejeros
y el chivo, de mis cabras, semental.
Emerjo delirante y voy con ellos
a encumbrarme a los cerros de la paz,
me guía la ternura de Ifigenia
y su miedo infinito al más allá.
Los gatos me persiguen con sus ojos,
ya sus pulgas me empiezan a picar.
Lejanas carcajadas de cisternas
me siguen por el bosque fantasmal.
Los gatos me rasguñan... el rebaño,
camina testarudo sin parar.
Las nubes descubren una luna
que exhibe un turbante musulmán.
Los gatos me destrozan con sus uñas...
¡Mi cuerpo lejos del rebaño está!
¡Piedad! ¡Piedad! A la engendrada voz.
¡Misericordia, Dios de Abraham!
¡No dejes la flama de esta mecha
abandonada en esta tempestad!
Los gatos me devoran... estoy solo,
vuelvo a ser indefenso una vez más.
¡Apiádate de mí, Dios de Israel!
¡Apiádate de mí, augusto Jehová!
Signore, pietà Signore, pietà
Cristo, pietà Cristo, pietà
Signore, pietà Signore, pietà
¡Aaaaaay! ¡Aaaaaay! ¡Aaaaaay!
Plan sentimental
Íbamos a ser felices;
trabajando mutuamente en nuestro afecto,
ahorrando diariamente las ganancias
para luego...
especuladoramente el superávit
ir reinvirtiendo.
Íbamos a ser felices;
a costa de algunos sacrificios,
sin malgastar en cosas redundantes
ni disipar en vicios.
Teníamos formulado ya el proyecto
que nos daría completa autonomía
después de algunas privaciones;
un poco de paciencia,
y... agonía.
Eran los días del amor y euforia,
-soñábamos igual que adolescentes-.
Nos veíamos en un breve futuro
coexistiendo entre las buenas gentes.
Pero, se fue a pique el presupuesto,
y llegaron la neurosis y el enojo
a dar al traste con aquella empresa
que no pudo sortear un saldo rojo.
Por no tener recursos suficientes;
se fue nuestra ambición corporativa
a una irremediable bancarrota
dejándonos boqueando panza arriba.
Los besos y caricias que nos dimos
fueron desembolsos invertidos,
irreflexivamente,
en inútiles pagos
a un activo fijo.
Tal vez mueran de frío en las sierras nevadas
recordando tus besos bajo un sudario blanco.
Tempestad
No será tu naufragio maniobra de injusticia
porque Dios sabe donde su crueldad imponer,
serán; tu sed de hazañas y tu gran impericia
quienes lleguen fatales tu viaje a detener.
Llamarás, Capitana, con tus gritos de lluvia
cuando estés en el centro de la bestial tormenta;
habré de responderte: «Aquí también diluvia
y la pugna en que vivo es cada vez más cruenta».
De babor a estribor correrás por tu nave
exigiendo que arríen las abultadas velas;
pero tus marineros, en ese trance grave,
oirán tus demandas, sin poder responderlas.
Fuimos dos socios
calculadores y llenos de temor.
Y así no se conduce en los negocios
del amor.
Al escuchar bramidos de ráfagas australes
abrazarás un mástil para no ser volada
al sitio donde esperan las faunas abisales
tu enardecido cuerpo, tu mente alucinada.
Soldaditos
Versos anodinos
Algo prosigue a veces en las ramas del cielo,
en esas copas altas donde observa la Virgen.
Con fresnal armonía expresarlo no puedo
y busco precipicios para en ellos hundirme.
En este amor de museo
dos almas analfabetas
partieron a ver el mar
por distintas carreteras.
Una, llegó a los escollos,
otra, a dormidas arenas,
una declamando versos
otra escudriñando perlas.
Ambas reptando en la noche
como dos ciegas culebras;
ajenas completamente
a su propio ecosistema.
Doy vueltas en elipses buscando tus memorias
en el cuarto vacío de fantasmales arpas;
me acompañan zureos de lejanas palomas
y el recuerdo feliz de recientes palabras.
Voy a marcharme lejos para no serte infiel,
me llevaré la tropa a vivir en exilios;
diré a mis soldaditos que dejen tu cuartel
aunque sea media noche y estén semidormidos.
De mi ruido, el silencio, ha de borrar las huellas;
no quedará sonido de constantes redobles.
Dormirás apacible sin oír estridencias
ni rumor lloviznoso de pequeños tambores.
Irán mis soldaditos por valles y cañadas,
con marchas y con dianas marcando alegre paso.
La clase que practicamos
no la imparten academias,
lleva fría oscuridad
donde cantan las estrellas.
Es un vago simbolismo
con imágenes y temas
que nos revelan prodigios
donde ríen polichinelas.
Lleva oculto magisterio
como las historias griegas,
y un azar lleno de cosas
sin mucha delicadeza.
La técnica del silencio
era triste flor de menta,
que yo olfateaba por dentro
y tú ignorabas por fuera.
Me dolía vivir lejos
considerándote cerca;
ahí en los árboles grandes
de mi apartada alameda.
Me dolía en las entrañas
ser como un reloj de arena
que ya nadie utilizaba
y al cual nadie daba vuelta.
Me sentía un ser burlado,
y ponzoñosas afrentas
de mi boca resbalaban
para llegar a tu fiesta.
¿Escuchas cantar los gallos
en el fondo de la huerta?
¡Es el trajín de la noche
que se acerca y que se aleja!
El rocío está cayendo
como una llovizna lenta
sobre dormida intemperie
de vasta piel indefensa.
Cuando llegue la mañana;
el árbol de los que sueñan
borrará de las memorias
las huellas de la tormenta.
Y concederá un abrigo
al gorrión de las leyendas
que narra historias felices
y a los que sufren consuela.
Hoy no vendrán los rancheros
porque lloviznó en la sierra,
tal vez salgas a buscarlos
llevando un cordero a cuestas;
él, con balidos distantes,
estrujará la corteza
de las almas que están lejos
y las almas que están cerca.
¡Dios mío! ¿Por qué no hiciste
mi corazón de madera?
¡Para vivir sosegado
como el agua de la acequia!
Y para estar solitario
como una de aquellas piezas
que al terminar algún juego
sobre los tableros quedan.
El embrujo de los montes
abandonará tu aldea,
no estará presente, cuando
el encantamiento muera.
La luna y el girasol
no se persiguen ni mezclan,
son almas desconectadas
en la histeria de una fiesta.
Engranes trituradores;
las moscas, sólo frecuentan
en dulcificados tiempos
de suculentas moliendas.
El viento dice que pases;
¡Que no entres! Dice la niebla,
y en ninguno reconoces
la voz que ahora me queda.
Y luego te desvaneces
en una llovizna lenta
que golpetea la calle,
escribiendo... una leyenda.
Jerez, Marco (Nogales, Sonora, México, 1944)
Doctorado en Español por la Universidad de Arizona, 1991 Autor de Rescate (novela, 1980); La Alta Pimería: Una
perspectiva histórica y humana (ensayo, 1981); Ser y expresión en la frontera norte de México (ensayo, 1995); Poemas
de la vida y de la muerte (poesía, 2006) Asociado en investigación histórico-literaria, Departamento de Español y
Portugués, Universidad de Arizona.
El Iilustre escritor
(Tragedia en tres actos)
© 1983 Marco Jerez
Una sala elegantemente amueblada. Sofá tipo “emperador”. Otros cuatro sofás. Una lujosa lámpara de cristal colgando en el centro del cielo. Cortinas sumamente suntuosas. Una escalera (a la derecha), que sube al segundo piso.
PERSONAJES:
RODRIGO:
Esta cena es muy importante para mí.
ANDREA:
Es importante para todos, Rodrigo.
JUANA
(bajando las escaleras) : ¿Cómo me veo, papá?
ANDREA:
Te ves preciosa, hija. ( Juana empieza a ayudar a su madre, que durante toda la escena anterior se dedica a limpiar
los muebles de la sala con un plumero).
RODRIGO
(a su hijo): Ponle más leña al fuego, Eduardo. (Eduardo se levanta y obedece a su padre).
EDUARDO
(al poner unos leños en la chimenea): ¿Es necesario todo este ritual para ser reconocido?
RODRIGO
EDUARDO
ANDREA
JUANA
GINER
ANDREA:
Eres todavía muy joven, Eduardo, y aún no sabes mucho del mundo. Ya irás aprendiendo.
ACTO PRIMERO
EDUARDO (con enfado):
Ya nos dijiste hasta la saciedad la historia de cuando dizque eras plomero, y que luego a costa de grandes sacrificios
llegaste a maestro de la Universidad. Con ese historión manipulas a todo el que te quiera escuchar.
RODRIGO:
Empieza a hacer frío, ¿eh?
EDUARDO:
Yo creo que es el tanto estar sentado.
RODRIGO:
Es el frío del desierto. Llega de repente.
EDUARDO
El calor también.
ANDREA:
Aquí todo llega de repente. Tu padre me dijo--de repente--que el profesor Giner venía hoy a cenar con nosotros.
RODRIGO:
Comprende, mujer. El profesor Giner y yo empezamos a platicar. Luego lonchamos juntos. Y de pronto yo ya le
estaba invitando a que cenara con nosotros.
ANDREA:
Pues sí. Pero yo tuve que ir a trochemoche al mercado a comprar un pavo, vino, verduras; todo el montón de cosas
que hacían falta para una buena cena.
RODRIGO:
Sí. Me ha dado mucho trabajo llegar hasta aquí para luego desaprovechar las oportunidades. Cuando comencé...
ANDREA:
¡Eduardo!.¡No trates así a tu padre!
EDUARDO
(arroja con violencia los leños restantes al fuego; y dice entre dientes): ¡Las mismas cantaletas! (sale por el lado
izquierdo del escenario).
JUANA
(al salir Eduardo disparado): Así no vas a llegar a ninguna parte, Eduardo.
(esto lo dice a medio grito). (se escucha el portazo de Eduardo)
(unos segundos de silencio, nadie se mueve)
ANDREA
(reaccionando): Vamos, vamos, que se hace tarde. (ella y la hija se dirigen al comedor, saliendo por la derecha del
escenario).
RODRIGO
(caminando hacia el sofá: ve su reloj): Ya casi son las ocho.
JUANA
(se le oye decir desde dentro del comedor): A las ocho viene el españolito.
ANDREA
(entrando a la sala): Hay que actuar como si aquí no hubiera pasado nada.
EDUARDO
(entra lentamente): Buenas noches.
(Se oye el timbre. Juana sale a abrir, corriendo).
(Entra un joven muy bien vestido de traje. Acento español.)
RODRIGO:
Este es mi hijo, Giner. (se dan la mano)
GINER
(entrando): Hace frío afuera.
EDUARDO
(al dar la mano a Giner): Mi padre me ha hablado de su importancia y su influencia en la literatura actual.
JUANA
(ayudándole a quitarse el sobretodo): Espero que aquí esté calentito para usted.
RODRIGO:
Al profesor Giner se debe el que yo sea tan reconocido ahora en el mundo de las letras.
RODRIGO
(Se abalanza a abrazarlo): Giner, Giner. Qué gusto verte. (se abrazan). Te presento a mi esposa. (se dan la mano;
se dicen “mucho gusto”) Y a mi hija. (se dan la mano y se dicen “mucho gusto”)
JUANA:
Papá, cuando sea el recibimiento de tu premio, convence a Eduardo de que se ponga traje. La situación lo exige.
GINER
(al sentarse): Acabo de recibir una carta de España apoyando tu candidatura, Rodrigo. Felicidades.
ANDREA:
Aunque los reconocimientos sean tardíos, llegan.
RODRIGO:
Tantos años de sacrificios...
GINER:
Sí, desde empezar de plomero (hija y esposa salen de la sala hacia la cocina), hasta llegar a ser maestro universitario.
Es difícil. Es muy difícil.
RODRIGO:
Fue el primer libro que escribí el que me acreditó, gracias a ti, Giner. Se fijaron en mí los de la Universidad. Así
es como empezó la cosa.
GINER:
También su primo Gonzalo es una gran persona. Un gran académico. Aunque él no ha escrito ningún libro; su
labor en pro de los estudiantes de la región ha sido un puro reto y un puro diálogo. Me recuerda Gonzalo a la
labor de Cristo, de Sócrates. A los grandes maestros que no escribieron ningún libro porque les bastaba la lección
de su ejemplo. Usted con sus libros. Gonzalo con sus actos. Muy buena combinación. Muy buena combinación.
RODRIGO:
Yo siempre le he dicho a Gonzalo que escriba. Nunca me ha hecho caso.
ANDREA
(Entra en la sala): ¿Y cuándo cree usted que termine el proceso de nominación de mi esposo?
GINER:
Uno o dos meses más. Tal vez por febrero.
ANDREA:
Hay que estar preparados, Rodrigo. Hay que comprarte un traje, zapatos. Juana y yo necesitamos vestidos.
EDUARDO:
No, me pondré unas plumas y un taparrabos y les dispararé una andanada de flechas al Comité y principalmente al
Rector de la Universidad. Pura sinceridad. Ningún teatrito. Luego pronunciaré un discurso de cómo los de abajo
pueden llegar hasta arriba a fuerza de trabajo y tesón, como mi padre, sin necesidad de andar contando historiones
y sin necesidad de inducir a pietismos beneficiosos. Eso es lo que haré en la premiación. ¿Qué te parece?
ANDREA
(lanzando una mirada furibunda a su hijo): Vamos a cenar. La mesa está lista.
(Todos se ponen de pie. Eduardo permanece sentado.)
RODRIGO:
Ven, Eduardo.
EDUARDO:
No tengo hambre. (Se dirige a un lado, tras bambalinas)
TELÓN
ACTO SEGUNDO
(La misma sala)
ANDREA:
Aquí sales en el periódico, Rodrigo. (leyendo): “Rodrigo Belgrano recibe el Gran Premio de Letras del Suroeste.
(besa a Rodrigo en la frente). Estoy orgullosa de ti.
RODRIGO:
Gonzalo está por llegar.
ANDREA:
Estará envidioso. Él nunca ha hecho nada.
EDUARDO:
Se equivoca usted, madre. Mi tío Gonzalo ha hecho mucho. Y los homenajes que se le han brindado han sido
siempre comunitarios. Es la gente del pueblo la que se los hace, no las instituciones.
ANDREA:
Eso no cuenta, hijo.
EDUARDO:
Sí cuenta, madre. Cuando mi tío tenía influencia en la Universidad era otra cosa. Yo supe cómo él le regaló a mi
padre, como sorpresa; su nombramiento de maestro universitario. Fue el día que ustedes dos se casaron. Fue el
regalo de bodas que mi tío les dio. También recuerdo con qué deferencia se trataba a mi tío aquí en esta casa hace
apenas unos años. Gonzalo para acá, Gonzalo para allá. Gonzalo ven a cenar. Gonzalo vamos al teatro. Pero ahora
ya nadie recuerda a mi tío y las cosas han cambiado. Ya no les sirve a ustedes, ¿no es cierto?
RODRIGO:
En efecto, las cosas han cambiado. Él no ha escrito nada y yo ya he escrito cuatro libros. Cuatro libros fundamentales, según la crítica.
EDUARDO:
Crítica conseguida a base de cortesías pedigüeñas, con tu historia de plomero como anzuelo.
ANDREA:
¡Cállate, Eduardo! Tu padre ha subido solo. No por ninguna ayuda de Gonzalo ni de nadie. Él ha ganado su lugar
gracias a sus libros.
RODRIGO:
Déjalo, Andrea. Ya nada me extraña de Eduardo. Los hijos siempre serán mal-agradecidos.
EDUARDO:
¿Malagradecidos? No es malagradecido decir la verdad. La verdad, papá. El malagradecido eres tú. Eres malgradecido con todos los que te han ayudado. Luego tú te paras el cuello, sin mencionarlos nunca.
El españolito se metió en problemas porque quiso. Por eso lo corrieron de la Universidad.
EDUARDO:
No, se metió en problemas porque tuvo dignidad. Porque no aceptó las humillaciones a las que le querían someter.
RODRIGO:
¿Y qué ganó con eso?
EDUARDO:
Lo que ganó es lo que tú perdiste. Lo que ganó es lo más importante para muchos. En esos muchos, claro, no
están ustedes. Lo que ganó fue el respeto de toda la comunidad.
JUANA
(Entrando) :¡Ay! Eduardo. Por ese camino no llegarás a ninguna parte.
EDUARDO:
No. Giner y mi tío llegaron a un lugar al que ustedes nunca llegarán a comprender. En cambio Rodrigo Belgrano
no es más que un oportunista. Tú, papá, sólo llevas agua a tu propio molino.
RODRIGO:
¡Cállate, imbécil!
JUANA:
Sí, ya nos tienes hartos a todos.
ANDREA:
Vale más que ya te vayas a tu cuarto, Eduardo.
RODRIGO:
(Se levanta y abofetea a su hijo): Tú no tienes ningún derecho para decirme nada.
EDUARDO:
Sí, me iré. Pero me iré de esta casa de lamehuevos. (sale y da un portazo)
EDUARDO:
Sí lo tengo. Tengo el derecho a gritar a los cuatro vientos cómo con infinitas pequeñas humillaciones e historias
de pobreza has logrado captar la lástima de algunos críticos. Afortunadamente no todos han caído en el garlito.
TELÓN
ANDREA:
No ataques así a tu padre. Él siempre se ha desvelado por ti, por nosotros.
EDUARDO:
¿Pero que no entienden ustedes? De lo que yo hablo es de la dignidad de la vida. Hasta los alumnos de la Universidad se han dado cuenta de la gran patraña de mi padre.
RODRIGO:
¿Cuál patraña?
EDUARDO:
La patraña consiste en que hasta a Giner le has volteado la espalda.
ANDREA:
ACTO TERCERO
(Doce años después. La misma sala. Giner, Rodrigo y Andrea; con el pelo encanecido)
GINER:
Aquí he recibido un telegrama de condolencias.
RODRIGO:
¿De quién?
GINER:
De la Asociación de Escritores.
RODRIGO:
Léelo, Giner.
GINER:
(Leyendo): “Hacemos saber nuestro pesar por la muerte de Gonzalo Ríos, quien sin ser escritor, ha escrito con su
vida y su ejemplo una brillante página en el apostolado académico del Suroeste.”
ANDREA:
Gonzalo fue siempre un gran amigo.
EDUARDO:
No te preocupes, papá. Las conveniencias nunca han regido la historia. La historia tiene su propia voz, y siempre
son otros los que nos la escriben.
GINER:
¿Llegó por fin tu hijo Eduardo?
ANDREA:
No sé en verdad por qué viniste, Eduardo.
RODRIGO:
No, aún no ha llegado. No sabemos si llegará. Hace doce años que no lo vemos.
EDUARDO:
Vine para lo que me fui. Para encontrar la verdad.
ANDREA:
(Llorando): Tanto que queríamos a Gonzalo.
RODGRIGO:
¡La verdad! ¡La verdad! ¡Bah! Esas son sólo ganas de causar problemas.
GINER:
Y tu hija Juana, ¿vendrá?
GINER:
Tienes que reconocer, Rodrigo, que tu hijo habla de un gran ideal.
ANDREA:
Está fuera del país. Rodrigo le consiguió una beca en Europa.
EDUARDO:
La verdad, papá, es que abandonaste a Giner y a Gonzalo hace doce años; cuando ellos trabajaban por la literatura
del pueblo. Cuando Giner y mi tío más te necesitaban, tú te aliaste con quienes los expulsaron de la Universidad.
EDUARDO
(Entrando): Al parecer alguien se benefició ahora que mi papá es un ilustre
escritor, ¿verdad?
(todos se levantan)
TODOS:
¡Eduardo!
(Eduardo detiene a todos, menos a Giner. Lo abraza estrechamente)
EDUARDO:
A usted es al único que he recordado con cariño, además de a mi tío Gonzalo. He sabido de su gran éxito en Harvard con los programas de literatura del Suroeste.
GINER:
Bueno, el tiempo pasa. Y también he leído tus libros.
EDUARDO:
Son muy distintos a los de mi padre. El primero de ellos se lo dediqué a Gonzalo.
ANDREA
(llorosa): ¡Que en paz descanse!
EDUARDO:
Los que desde ahora en adelante necesitaremos paz seremos nosotros. Ahora Gonzalo tendrá muchos homenajes
póstumos. ¡Pero cómo se lo olvidó en vida!
(Andrea y Rodrigo con la cabeza gacha. Giner mira fijamente a Eduardo.)
GINER:
Por Dios. Olvidemos ya todo el pasado.
EDUARDO:
No, Giner. El pasado es casi siempre una cosa deleznable. Por eso nos duele. Este presente nuestro es la muerte
de Gonzalo, un dolor y la recapacitación de un olvido.
GINER:
A veces las cosas pesan tanto que las reconciliaciones se hacen imposibles.
RODRIGO:
Así parece.
ANDREA:
Nos estamos haciendo viejos.
(Todos caminan en diferentes direcciones. Se sientan en diferentes sofás.)
RODRIGO:
(tomándose la cabeza entre las manos): Ahora yo también tendré que esperar mi propia muerte.
TELÓN FINAL
Ser y expresión en la frontera norte de México
Marco Jerez
Phoenix, 2013
María Oliva
Escribo con el pseudónimo de María Oliva, uso el apellido de mi abuela materna. Fue una gran contadora de cuentos.
Ella me enseñó a contar historias. Escribo desde hace un tiempo que no se si es mucho o poco. Yo diría que toda
la vida o diez minutos, esa es la sensación que tengo. Escribo relato, microrrelato y poesía. Algún día novela.
He estudiado creación literaria en la Escuela de Escritores (www.escueladeescritores.com) y en la Escuela Contemporánea de Humanidades de Madrid (www.ech.es), donde realicé un master entre 2010 y 2012. Sigo estudiando poesía, siempre seguiré.
Mis historias nacen de lo extraordinario del día a día. Una conversación, un viaje en metro, alguien que se sienta
a tu lado en un vuelo, una frase dicha al azar en una reunión de trabajo, de un paseo por la Habana o Jerusalem.
En todas se habla de amor, de todas las clases y formas de amor. Es lo único que me importa. No son reales pero
podrían serlo. El protagonista podría ser yo o podrías ser tú. Lo importante es contar historias.
Todos los días, Bob
http://mariaolivawritter.wordpress.com/
Joder, Bob, me llama W. y muy serio me dice:
-
Mr. President, tengo que comunicarle que Norma Jean ha fallecido esta noche.
Eso me dice W. No escucho más, no quiero saber más. Veo como mueve los labios. Escucho a lo lejos la palabra
suicidio y no-se-qué de que los muchachos se ocuparán de todo. Me dice que no me preocupe, que no quedará
nada. Nada, Bob, de Norma Jean no quedará nada. Yo finjo ser Mr. President pero no puedo dejar de pensar en que
de Norma Jean no quedará nada. Nada absolutamente. Voy despacio hacia la mesa, me siento. Espero a que W. se
vaya o por lo menos a que no esté en la habitación porque irse no se va nunca. W. estaba antes y estará después de
que yo sea Mr. President. Él es Mr. President. No me interesa. Nada. Ya sabes lo que opino de W, Bob. Sólo pienso
en llamarte y en decirte en todo lo que pienso. De Norma Jean no quedará nada. De ti y de mí, tampoco. Y pienso
en todo lo que debiste decirle. Porque fuiste tú, Bob, el que le dijo algo a Norma Jean estoy seguro. Y no se lo dijiste
a la Otra sino a ella. Yo no soy Mr. President y ella no es M. Aunque todo el mundo lo crea, tú lo sabes, Bob. Tú
sabes que existen los Otros, nuestros dos Otros. Y no debías hablarle así a Norma Jean. Seguro que le dijiste que
no la querías. Yo lo hice una vez y casi acaba como ahora. Nadie debía decirle eso a Norma Jean. A Norma Jean
sólo la quise yo. Bob no tenías derecho a decirle a la Otra que la querías. No la querías. La mataste tú, Bob. No me
digas que no te lo podías imaginar. Bob, tú has estado dentro de ella. Dentro de Norma Jean. Dentro, Bob. Como
estuve yo. ¡Claro que lo sabías! Ella sólo quería que la quisiéramos. ¡Claro que la mataste, Bob! No digas eso. Sabes
perfectamente que sí es el fin del mundo. No lo es para Mr. President, ni para M., ni para W. Al fin y al cabo W.
encontrará Otro Mr. President. Siempre hay otro, tú ya estás dispuesto a serlo. Para mí, sí que es el fin y también
para Norma Jean. Lo es para ti. ¡Maldita sea, Bob, no llores!. Yo no lloro y es el fin del mundo. El mundo acaba
todos los días, Bob. Todos los días.
De las cosas que hacía Sue (i)
http://mariaolivawritter.wordpress.com/
Era una chica bonita: melena rubia, piernas largas, bien vestida. Una preciosidad. Vino con Rich. A Rich sí le conocía
bien. Venía desde que Joe compró el restaurante, eran amigos desde la universidad. O eso creía yo. Siempre que
venía a la ciudad se pasaba por aquí. Venía para que Joe viera lo bien que le iba. Era director de una de esas firmas
nuevas del valle. Viajaba mucho, siempre hablaba de sus viajes, de su mujer, que era guapísima, y de sus chicos,
como les decía él. Por eso cuando apareció con aquella rubia alta me extrañé. Dijo que era su compañera, que
trabajaban juntos. Créeme, nadie tiene compañeras como esa. Yo nunca tuve una compañera como esa. Esas rubias
no son compañeras de nadie. Ni de hombres ni de mujeres. Son otra raza. Y ahí estaba él, Rich con esa rubia
espectacular cogida del brazo saludando a Joe, sonriéndole con la mirada. Y Joe, allí sin decir nada.
En aquel momento no supe quién era la chica rubia. Después de que pasara todo me enteré de que era Sue, la
famosa Sue que fue la novia de Joe en la universidad. La que hacía que Joe siempre llorara cuando se emborrachaba.
Esa Sue. Joe la miró un segundo. Yo le miraba desde el pasaplatos. Me encantaba ver a Joe desde allí. Creo que así
me enamoré de él, mirándole desde el pasaplatos y esperando a que me mirara de reojo desde la barra. Sabía que
siempre me buscaba entre el jaleo de la cocina. Ese día no me buscó ni una sola vez.
Vi cómo la rubia le sonreía sorprendida. Juraría que estaba avergonzada. Debí darme cuenta de que pasaba algo.
Joe estaba tenso. Se le notaba en el cuello. En ese cuello de toro como yo le decía. ¿Le dije ya que Joe fue quaterback
en la universidad? Era un tío inmenso. Eso era lo que más me gustaba de él. Eso, y que era un buen tío. No sé qué
se le cruzó por la cabeza. Rich también era un tío inmenso, pero nunca pensé que fuera un buen tío. Por lo visto
jugaban juntos. Joe miraba a la chica, a “su” Sue, y no reaccionaba. No miró al pasaplatos ni una sola vez.
El camarero les dio la mesa de la esquina. Estuvieron allí charlando un buen rato. Hasta que Rich recibió una llamada
y se puso a hablar tan alto que todos podíamos escucharle, incluido Joe, especialmente Joe.
−
Sí, cariño ya estoy en el hotel. Cenando, claro. Sí, solo. En el hotel.… Brad y Tom se fueron ya, ya sabes que
la mujer de Tom está a punto y no quiere separarse de ella – dijo Rich mientras buscaba la mano Sue. Ella estaba
incómoda, se en la silla. Jugaba con la copa. Miraba disimuladamente a izquierda y derecha. Agachó la cabeza.
−
Sí, todo ha ido bien… Sí, claro, me acordé de la pastilla - dijo Bruce mientras sonreía y acariciaba la mano
de Sue. Joe le miraba fijamente desde la barra. Vi cómo Sue miraba a Joe - ¿Y los chicos? ¿Han preguntado por
mí?- dijo Rich buscando abiertamente la mirada de Joe.
Me llamaron desde la cocina, no encontraban algo en el congelador. Nunca encuentran nada en realidad. Cuando
regresé, Rich seguía allí con el teléfono en la mano, pero ahora miraba directamente a Joe. Sue disimulaba bebiendo a pequeños sorbos de la copa de vino y mirando como si buscase a alguien en el comedor. Miraba sin ver. Yo
podía verla perfectamente. Pena de chica.
−
Claro que llegaré a tiempo, tomaré el avión a las cinco, estaré allí a tiempo para la cena. Sí, no me he olvidado
de lo de tu madre – dijo Rich.
Rich sonrió mientras miraba desafiante a Joe. Sue también miró a Joe, pero no sonreía. Entonces fue cuando vi
cómo Joe saltaba desde el banquillo de la barra. Después todo fue muy rápido. No hubiera podido pararlo. Esta
vez, no. Fue un golpe tremendo. Rich cayó al suelo. Quedó completamente inmóvil sobre el piso. No le movimos,
ni le tocamos. Yo al menos no le toqué, no creo que nadie lo hiciera. Tenía el teléfono en la mano, eso lo recuerdo
perfectamente, no llegó a colgar. Joe se quedó quieto mirándolo. Ya era otro. La chica salió corriendo hacia el baño.
Estuvo allí llorando durante horas. Tuve que sacarla con la policía. Joe no se resistió. Bajó la cabeza, con ese cuello
de toro, y desapareció en el coche patrulla. A mí no me dio tiempo a llorar ese día. Lloré más tarde, durante meses.
Años, fueron años los que lloré.
A Joe le visité un par de veces en la cárcel, hasta que me cansé, le dejé y cerré el restaurante. Busqué otro restaurante,
sin pasaplatos. Fui al funeral de Rich. Conocí a la mujer de Rich, era tan guapa como decía. A Sue no la vi más.
Era de otra raza.
Ricardo Reyes
Ricardo Reyes nació en el Perú, donde vivió hasta los veinte años de edad. Desde temprana edad mostró interés
por la lectura y admite haber perdido horas de sueño por quedarse leyendo a Julio Verne o a Emilio Salgari a luz
de vela en la finca donde creció.
A principios de la década de los 90, su familia emigró a los Estados Unidos debido a la ebullición terrorista que
azotó al Perú, y ha radicado en este país desde entonces. Obtuvo una licenciatura en español con honores en la
Arizona State University, especializándose en temas de cultura y literatura hispana. Subsecuentemente obtuvo una
maestría con honores en Lingüística en la University of Malaya. Actualmente radica en Malasia y es el coordinador
de la división de español de la facultad de lenguas y lingüística de dicha universidad.
Ricardo Reyes es el autor de la novela Hechizo de luz y de la colección de poemas y cuentos cortos Simulacro de vida,
ambos publicados por authorhouse.com. A pesar de estar dedicado a la docencia, la producción literaria ocupa
todavía gran parte de su tiempo y energías.
Los gobiernos y el óxido
De forma aleatoria, según consta en la nota periodística, su nombre fue elegido entre los tantos y los muchos que
se alinearon esa mañana en la puerta del Palacio Municipal para tentar su suerte. En realidad, estos varones, todos
entre los dieciocho y los cuarenta y cinco años de edad, habían empezado a llegar desde mucho antes de que amanezca,
guiados por el tenue alumbrado de los faroles de la Plaza Mayor. Uno por uno, casi arrastrando los pies,
caminaron desde sus casas para acudir al llamado persistente del bronce que empezó a repicar desde la tarde del
día anterior, por lo que pocos pudieron conciliar el sueño durante la noche. Formaron una fila muy prolija y que,
con la excepción de algunos saludos insulsos y el gorreo de cigarrillos, se mantuvo en solemne silencio por varias
horas. El orden en que llegaron no tendría ningún efecto en este proceso de selección, pero sabemos que existe un
valor intrínseco en el hecho de llegar antes que los demás, que lo impregna a uno de confianza.
Para cuando el sol decidió abrir su negocio, ya había por lo menos unos doscientos hombres en fila. En el momento
en que el Palacio Municipal abrió sus puertas, se contaron más de quinientas cabezas, las que ya mostraban señales
de agotamiento y reclamaban que alguien tome cartas en el asunto y que el portero deje de verter sus explicaciones
patéticas a ese mar de gente que ya llevaba muchas horas esperando la elección de su nuevo dirigente. Tras
demasiados intentos que le habían dado a la democracia, tras un sinfín de golpes militares, alianzas políticas y
frentes revolucionarios, esta gente se había entregado incondicionalmente a los irremediables misterios e incertidumbres
del azar.
El proceso sería muy sencillo. Lo más difícil, que fue convencer a las mujeres de que en esta votación no participarían
ellas, sino en las que le sucederían, ya se había logrado. Tampoco fue fácil que los mayores de cuarenta y cinco
estuviesen de acuerdo en que ya no valía ni que sufraguen, ni que postulen, y que mejor le cedieran la oportunidad
a la sangre joven, a las mentes lúcidas y al carácter fuerte. Las campanas repicaron una vez más, dando un último
llamado al deber cívico de estos hombres que habían perdido la fe en todo sistema de gobierno. Decidieron que un
absolutismo retrógrado y obsoleto sería mejor que la anarquía. Decidieron que la paciencia, fiel y ancestral servidora del
tiempo, se les había agotado y les había dejado en la boca el amargo sabor del conformismo generacional hacia la
política, el que sólo se interrumpe ocasionalmente con las que terminan siendo hecatombes nacionales. Los países
colindantes tenían la mirada fija en esta nación, esperanzados en que ante tanta inestabilidad, su gente llegase a la
conclusión de que lo más sensato y coherente sería para ellos adherirse a algún vecino equilibrado. Sin embargo,
no llegaron a ese extremo. Sea por un nacionalismo innato o por un orgullo desfasado por tantas humillaciones
previas, el pueblo le había puesto un punto final a toda esa cadena de sucesos desatinados para instaurar lo que ellos
pensaron sería un régimen de mano dura al que obedecerían a ojos cerrados. Estaban cansados; la discusión políti-
ca se había convertido en un tema evitado por unos y aborrecido por otros. Sólo cuando abrieron las puertas del
Palacio Municipal fue cuando sus voces se dejaron oír, en unísono y salpicadas de una curiosa mezcla de indignaciones
y súplicas. Estaban listos para tentar su suerte, aunque dudaban qué tanta fortuna podía ser el tomar el mando de
un país tan descalabrado y que supura pus por cada una de sus heridas.
Al abrirse las altas y pesadas puertas de hierro forjado, los hombres mantuvieron el orden de la fila y se acercaron a
un mostrador, donde un viejo que no podía postular les entregaba un número. Al medio día, el reparto de papelitos
llegó a su fin y todos esperaron en silencio, papelito en mano, a que la máquina de bingo arroje el número ganador.
Optaron por no extraer el número elegido de un sombrero pues implicaba la necesidad de la intervención humana en
el proceso. Prefirieron que el proceso sea totalmente automatizado para prevenir futuras quejas y posibles fraudes.
Saltó la pelotita, succionada de ese gran globo de bolitas saltarinas que representaban a cada participante. Entonces,
el mismo viejo que entregó los papelitos cogió con sus manos la pelotita blanca, la mostró al gentío amontonado
frente a él y leyó el número en voz alta: catorce. A ese anuncio le siguió un prolongado silencio; tan largo e inesperado,
que el viejo volvió a enunciar la cifra con un tono de voz más alto: ¡Catorce! …¿Quien tiene el catorce?
Entonces se abrió paso entre el gentío, atacado por el nerviosismo del momento. Al romper con la inercia de tantos
cuerpos amontonados, Matías partió las aguas de este sólido mar de gente y con mucha dificultad llegó al estrado.
Miró al viejo a los ojos y le entregó el papelito arrugado que traía presionado en el puño derecho. Efectivamente,
Matías traía el número catorce en las fibras prensadas que habrían de cambiar el curso de su vida y el de su país.
Cuando se reportó al día siguiente en el despacho de la oficina presidencial, su grado de ansiedad y desconcierto lo
mantuvo en un estado de euforia que no decidía brotarle del cuerpo. Normalmente estaría camino a su trabajo, en
el taller de mecánica de su barrio, donde había venido trabajando desde que terminó la primaria, cuatro décadas atrás.
Se sentó en la cómoda silla y sintió que desde aquel escritorio con grandes ventanales podía observar el mundo entero.
La gente empezó a entrar a su oficina mencionándole sobre las dificultades económicas del país, el aumento en la
tasa de desempleo, las discrepancias limítrofes con países vecinos, las huelgas que marchaban por el centro de la
ciudad, la delincuencia y otros asuntos que él bien conocía pero que hasta ese momento no les había tenido que
invertir tanta neurona. En menos de una hora tuvo a ex ministros, miembros de las fuerzas desarmadas, algunos
diplomáticos y congresistas de varios partidos políticos ahora extintos; todos frente a él, en espera de sus órdenes,
de alguna palabra de aliento o sabiduría, o de alguna estupidez que ridiculizara ese modelo político que llevaba
poco de ortodoxo y mucho de iniciativa civil y desesperación popular. Matías cerró sus puños y los golpeó sobre el
escritorio, procurando encontrar en el fondo de su ser un ápice de carácter que le permitiera cumplir con su labor.
“Yo, la vaina la veo así: esto es como una gran máquina; las cosas jodidas, o se reparan o se cambian.”
Y así le fueron llevando, pieza por pieza, el íntegro de su país, desde sus latas oxidadas hasta sus pistones desgastados,
desde sus transmisiones cansadas hasta sus frenos en agonía, baldes llenos de mangueras rotas y engranajes sueltos.
Se dio cuenta de que, a diferencia de los fierros, que casi siempre pueden ser reparados, la gente involucrada en los
asuntos por resolver, eran casos perdidos que llevaban la corrupción por debajo de la piel. Se le acercaron uno por
uno, ofreciéndole considerables cantidades de dinero, como lo habían hecho con tantos gobernantes anteriores, a
cambio de que Matías no los afectase y no se vieran perjudicados por alguna de sus reformas. Nadie sabía bien
cuáles serían estas reformas, pero dada su inexperiencia política, su escasa educación primaria y la poca fe que le
profesaban a este experimento, no veían motivos para alarmarse.
Algunas cosas pudieron ser reparadas, otras reconstruidas, lubricadas; revitalizadas. La mayoría tuvieron que ser
reemplazadas, y Matías no tuvo empeño en reciclar lo todavía utilizable, ni de desechar por completo lo que llevaba
la corrosión muy por dentro y ya no tenía nada bueno que ofrecer. “No quiero manzanas podridas” repetía cada
vez que llegaba a su atención algún asunto que diera a sospechar alguna forma de corrupción. Muchas cabezas
rodaron; fierros carcomidos hasta la medula que no tenían un propósito en esta vida. El mecanismo del país empezó a
sacudirse de la desidia que tanta ineficiencia le había trasmitido. Los engranajes empezaron a girar con menos lamentos
gracias a los cuidados y al lubricante aplicado y, en un corto tiempo, la máquina gubernamental andaba a toda marcha.
Matías cerró todas las empresas que se dedicaban a tomar ventaja de la gente y que no resultaban rentables, empezando con las iglesias. Empezó con la católica, con la cual estaba más familiarizado, pero pronto se dio cuenta
de que todas habían sido cortadas con la misma tijera y decidió clausurarlas. Hubo mucha oposición a esta medida,
pero Matías se amparó en que su deber era reponer el balance que necesitaba el país, y que no tenía ninguna agenda
ideológica en sus planes. Simplemente, no era devoto del negocio de la fe y punto. Afirmó que su tarea era la de
defender los intereses de consumidores bien informados, que reciban productos y servicios tangibles y mesurables.
Se escucharon rumores de que su vida corría peligro, que mafias organizadas querían deshacerse de él, que poderosos
empresarios habían contratado a bandas de matones para que lo asesinaran, que la iglesia Católica estaba
levantando en armas al pueblo en una santa cruzada para defender los intereses del Vaticano y que las demás
iglesias tramaban también cosas semejantes. Aunque muchos se hubiesen beneficiado con cualquiera de estos
intentos por sabotear su gestión, extirpándolo del trono político, el país ya empezaba a dar evidentes muestras de
progreso. Era un progreso lento y angustioso, lo cual se había previsto dado el paupérrimo estado en que encontró
la situación del país, pero era progreso al fin y al cabo. Esto logró aplacar en algo el descontento de quienes se
encontraban perjudicados por las maromas económicas que Matías aplicaba a su gobierno.
Las piezas descompuestas del país empezaron a llegar a su despacho con menos frecuencia. La mayoría habían
sido reparadas para no caer en gastos innecesarios, pero muchas piezas fueron reemplazadas por nuevas, las que
había conseguido con sus envolturas intactas y sus garantías vigentes. Las piezas desgastadas fueron destruidas por
temor a que funcionarios inescrupulosos las fueran a vender a naciones menos afortunadas y adictas al mal hábito
de la corrupción.
Su familia lo abandonó dos meses después de iniciada su gestión; primero por razones de seguridad, pero después,
en realidad, porque Matías ya ni se asomaba por su casa. El azar lo había escogido y ahora su país lo necesitaba.
Alarcón, Justo S. (1930 - )
Justo S. Alarcón nació en la provincia de Málaga, Andalucía, España. Reside en Arizona, Estados Unidos. Cursó
estudios de filosofía y religión en Santiago de Compostela, Galicia. Obtuvo diplomas de estudios superiores en
sociología en la Universidad Laval, Québec, Canadá, y una Maestría de literatura en la universidad estatal de Arizona,
en Tempe, y un doctorado en Literatura en la universidad de Tucson, Arizona. Durante treinta años ha dictado
cursos de literatura hispana, incluyendo la chicana, en la Universidad Estatal de Arizona, de donde se jubiló.
Además de la enseñanza y de la investigación en esta área, se ha dedicado a la crítica y creación literaria. Publicó
dos libros de metacrítica y teoría literaria: Técnicas narrativas en “Jardín umbrío” de Ramón María de Valle-Inclán,
Editorial Alta Pimería, El espacio literario de Juan Bruce-Novoa y la literatura chicana (en colaboración con
Lupe Cárdenas), Marín Publications y La teoría de la dialéctica de la diferencia en la novela chicana de Ramón
Saldívar, Editorial Orbis Press. Ha colaborado en muchas revistas, mayormente norteamericanas, como Mester,
Explicación de textos literarios, Minority Voices, De Colores, Revista Chicano-Riqueña, The Americas Review y
Confluencia, entre otras.
Durante varios años ha editado la revista La palabra: Revista de literatura chicana. Escribió dos novelas, la trilogía
Crisol, publicada en Madrid por la Editorial Fundamentos. Los siete hijos de La Llorona. Y dos colecciones de
cuentos: Los dos compadres: cuentos breves del barrio, publicados en México por la Editorial Alta Pimería y
Chulifeas fronteras, publicada por la Editorial Pajarito Publications. Además publicó un libro de poesías que lleva
por título Poemas e mí menor.
Crítica
ALARCÓN, Justo A.
Leitmotivos en la literatura hispana infantil.
CÁRDENAS, Lupe
Las paradas histórico-geográficas de los aztecas en su largo viaje hacia Tenochtitlán
DURÁN, David
La inmigración ilegal
JEREZ, Marco
Ser y expresión en la frontera norte de México
MIGULEZ, Armando
Antología de textos de Adolfo R. Carrillo
Memoria histórico-literaria
TAPIA, Grijalva Fernando
Enrique Flores Magón y la poesía romántica anarquista en el exilio norteamericanos
VARGAS, M. Daniel
Imágenes fílmicas transnacionales y globalizadas en la cartelera del barrio de Saúl Cuevas
VARGAS, Héctor
VELASCO, Moreno Juan
Protesto contra quienes protestan y Migración: una visión anatómica.
La forja de la familia como espacio de resistencia cultural: Pocho de José Antonio Villarreal y The Shrunken Head of Pancho Villa de Luis Valdez
Leimotivos en la literatura hispana infantil*
Este breve ensayo es una especie de introducción a un trabajo extenso que estoy elaborando con el fin de desarrollar
un nuevo curso sobre esta materia. Desde hace tiempo vengo interesándome en la literatura infantil. Aunque
esta literatura ha contado desde hace tiempo con muchos estudiosos, si la comparamos a la literatura escrita para
adultos, la literatura infantil se queda muy atrás en cuanto a su corpus. No hay más que pensar grosso modo en las
instituciones pedagógicas: las escuelas, los colegios y las universidades. En los departamentos de Artes Liberales
(Filosofía y Letras), y de Educación (Pedagogía) en particular, que son los que se interesan más por la enseñanza
de la literatura, si se fueran a cotejar estos dos tipos de clases nos sorprendería observar que apenas se preocupan
por la literatura infantil.
Si de igual manera echamos una breve ojeada a los Medios de Comunicación, observaremos que casi todos los
shows o programas de televisión están orientados hacia los adultos. De vez en cuando hay alguno que otro para
niños. Si pensamos en la radio, tendríamos que hacer un gran esfuerzo para poder encontrar uno siquiera. Hablando
de los periódicos, muy raramente hallamos una página dedicada a los niños. Sí, se habla de los problemas inherentes al
sistema de educación, pero tratan, no de la educación de los niños, sino de las dificultades financieras, profesionales
y demográficas que afectan a esos sistemas. El único medio de comunicación, si es que así se le puede llamar, es la
de los juegos de video. Ahí sí abunda el material para niños/jóvenes. Pero tendríamos que cuestionar seriamente
su valor pedagógico, pues su fin es el entretenimiento per se y, entre otros, el tema recurrente es el de la violencia.
El término “educación”
Lo antes dicho nos lleva a un sinnúmero de preguntas, que nos haremos antes de entrar en el tema verdadero a
desarrollar aquí. Si aceptamos como premisa general que la “literatura”, como cualquier otra forma de arte, es la
de “educar” por medio de las facultades imaginativa, apreciativa y estética, habría que comenzar preguntándonos
en qué consiste la “educación”. Etimológicamente, esta palabra procede del latín, y se compone de dos partes: la
preposición e y el verbo ducere. La preposición e significa origen, procedencia y punto de partida; el verbo ducere
significa guiar, llevar de la mano. Entonces, el concepto, a su vez, implica dos componentes: de una parte, un guía,
líder o preceptor y, de otra, un guiado, seguidor o aprendiz, es decir, se requieren un maestro y un discípulo.
Si discurriéramos un poco más sobre el término y función de “la educación”, nos llevaría a la consideración global
de que el fin pedagógico de la educación sería el de la formación total de un miembro de la comunidad para que
pueda funcionar en sociedad, de acuerdo a las exigencias y requisitos de la misma. Es decir, cuidar de la formación
de la personalidad de base del joven estudiante, cuyos medios y propósitos serían la educación intelectual, estética,
moral, legal y física, entre otras. O sea, como decían los romanos: mens sana in corpore sano. Pues bien, ahora nos
preguntamos, ¿qué lugar ocupa la función de la literatura, en este caso de la literatura infantil, en el proceso total
de la educación?
Para contestar a esta pregunta global tendríamos que analizar detalladamente la complejidad implícita en dicha
pregunta. Pero, aunque sólo sea de un modo tangencial, hagámonos algunas. Si la literatura es “arte” --una de las
varias formas de El Arte-- la respuesta inmediata será la siguiente: la literatura infantil educa al niño o joven en la
apreciación de los valores estéticos de La Belleza. Pero es que hay otras ramificaciones a que nos lleva esta respuesta
general. Por ejemplo, la literatura enseñará al niño/joven a desarrollar el aprendizaje de la lengua, medio de
comunicación esencial en la sociedad; también enseñará al niño el mundo del mito, de las relaciones humanas, de
los conflictos psíquico-sociales que existen dentro y entre estas relaciones humanas, e indicará el camino a tomar
para buscar la solución o las soluciones convenientes; asimismo, el niño/joven podrá detectar las normas o reglas
vigentes en una sociedad, comunidad o grupo dado. Además de estos valores prácticos, descubrirá también, como
en un espejo, el reflejo de los fenómenos psíquicos que yacen en el inconsciente, tanto individual como colectivo,
de su personalidad de base. Podríamos continuar enumerando más beneficios explícitos e implícitos de la lectura
y estudio de la literatura, es decir, de su literatura.
Otra pregunta, que quizás anteceda a la anterior, sería: ¿qué queremos decir cuando pronunciamos la expresión
“literatura infantil”? ¿Literatura escrita por niños/jóvenes para sus semejantes? ¿Literatura escrita por niños/
jóvenes para adultos? ¿Literatura escrita por adultos para niños/jóvenes? No cabe duda que, de acuerdo a la definición
o descripción que dimos arriba de “educación”, nos referimos a la última posibilidad. De aquí surgen otras preguntas:
si la escritura hecha por un adulto para un niño, en especial “la ficticia”, ¿qué parámetros usa el escritor de ficción
para que el niño pueda identificarse con lo escrito o narrado por un adulto? ¿Conoce el escritor adulto el mundo
de la juventud para que el niño/joven se mantenga interesado en lo que escribe? ¿Qué conocimientos tiene el
escritor sobre la psicología infantil? ¿Tendrá que hacerse o convertirse él mismo en niño para que éste lo pueda
entender? ¿Sabe el escritor en qué nivel, paso o estado de desarrollo psicológico, moral y estético se encuentra el
joven lector para que éste responda, no precisamente a los intereses del escritor adulto, sino al nivel de la facultad
estimativa del joven lector, que depende de ese grado particular de desarrollo? ¿Tendría el escritor que investigar
de antemano todo este panorama para saber exactamente qué es lo que “pega” en el mundo lectoril del niño/joven?
Las preguntas continúan aflorando, aunque creemos que las ya expuestas son suficientes para echar una base sólida
a un posible y largo estudio sobre esta problemática difícil y compleja.
El sujeto llamado “niño”
Pasando ahora a uno de los puntos implícitos sobre lo dicho, podremos ya centrarnos en la raíz o punto de partida
en este estudio inicial. Creemos que, para poder exponer y comprender el núcleo de la problemática en cuestión,
tendríamos que comenzar por analizar el término mismo de “niño/joven” lector. Quizás fuera conveniente preguntarse por el significado mismo del sujeto “niño”, en el contexto de la “literatura infantil”. La literatura para todos,
especialmente para el joven, es un despertar de algo y a algo “fascinador” y “fascinante”. Es un mundo de lo “irreal”,
un mundo en donde la fantasía desempeña un papel primordial, por no decir único. Es el mundo de lo “irracional”, de
lo que se “siente” y no precisamente de lo que “se comprende”. Esto nos lleva necesariamente al estudio de “el niño”
mismo, de su psicología de base, del mundo de los símbolos, mitos y arquetipos. En una palabra, de la constitución
psíquica del niño.
Sin adentrarnos demasiado por estos senderos, mencionemos algunos elementos importantes como punto de
partida. En general, podría decirse que cuanto más joven es el ser humano, más vive la vida del inconsciente y que,
a medida que va creciendo, más vive la vida del consciente. En las primeras etapas de la vida (niñez/juventud), el
ser humano está influido por las fuerzas oscuras-caóticas-irracionales del “inconsciente”. Más tarde, ya de maduro,
el ser humano está regido, sobre todo, por las fuerzas de la luz-organización-razón, o sea, del “consciente”. Esto,
en términos muy generales, porque, aunque parezca más o menos claro lo expuesto, ello no quiere decir que estos
mundos sean exclusivos. La polarización completa, por lo menos en el caso presente, no existe. Sabemos muy bien
que el inconsciente sigue influyendo poderosamente en el adulto durante todo el trayecto de su vida, como también
el consciente influye necesariamente en el desarrollo de la incipiente personalidad del niño. Se trata aquí de un
proceso de maduración o, hablando con más propiedad, de un “proceso de individuación”, según palabras de Carl
G. Jung, en donde los dos polos (el inconsciente y el consciente) van desempeñando, en diferentes dosis, un papel
complementario, ayudándose y cediendo el uno al otro en el largo transcurso de la vida de una persona.
El arquetipo del niño: pasado, presente y futuro
Carl G. Jung, en su magnífico ensayo sobre este tema (Psyche and Symbol, 113-147), nos habla, entre otras cosas,
del importante arquetipo del Niño. Varios son los aspectos de este arquetipo o mito: el “abandono” del niño, su
“invencibilidad”, su “hermafrodismo”, y su función de “principio y fin”. Relacionado a este último aspecto del arquetipo, Carl
Jung se ocupa en detalle del que podríamos llamar “pasado, presente y futuro” del niño. No se trata aquí necesariamente
de un proceso “histórico” en el sentido estricto de la palabra, sino más bien de un “proceso psicológico”, aunque éste
último puede referirse también a un proceso contextual y temporal. No ocurre fuera, como los eventos históricos,
sino que se trata de una vivencia interna que no corre pareja necesariamente con el devenir del tiempo. Después de
un breve discurso sobre el trasfondo científico, nos dice Jung que “los arquetipos [incluyendo el del niño] aparecen
en mitos y cuentos de hadas, como también en sueños y en productos de una fantasía psicótica”. Por “arquetipo”
se entiende algún elemento inherente en la psicología humana, sea individual o colectiva, que forma parte de la
estructura misma de la psique. Son elementos dinámicos que forman y trasforman la psique profunda del inconsciente,
que se manifiestan o surgen sin uno darse cuenta conscientemente de ello. Son “imágenes primordiales”, algo así
como “instintos” heredados que, como no se pueden manifestar conscientemente, brotan a la conciencia por medio
del lenguaje de los “símbolos” o de los “sueños”. En este lenguaje se basa de ordinario el lenguaje literario del escritor
para que el lector pueda “comprender” la lengua incomprensible del inconsciente individual o colectivo.
La actividad de un arquetipo --en nuestro caso el del “niño”-- es muy fuerte y, aunque no la percibamos conscientemente,
está muy viva siempre, produciendo resultados tanto benéficos como maléficos en la psique. Hay que anotar
parentéticamente que éste, como cualquier otro arquetipo, es de naturaleza binomial, es decir, tiene su lado positivo
y negativo, su lado bueno y su lado malo, funciona dialécticamente y, como tal, sus efectos en la personalidad de
base pueden tener consecuencias perdurables, sean éstas salvadoras o nefastas. El arquetipo es “un órgano psíquico
presente en todos nosotros”, nos dice Jung (Psyche and Symbol, 23), y, como tal, está siempre en actividad, sobre
todo durante la niñez y la juventud. Esta actividad va cambiando de acuerdo al desarrollo de la personalidad de
cada uno.
Una de sus características es la de representar y personificar ciertos datos “instintivos” de la parte oscura y primitiva
de la psique, de “la real, aunque invisible raíz del inconsciente”. Esto nos lleva ya a la “historia”, o sea a la función
de “el pasado” u origen de los arquetipos, entre ellos el de “el niño”.
Aunque al hablar de “las raíces” de los arquetipos nos parezca que los hacemos remontar a las sociedades primitivas,
esto no quiere decir que, de hecho, hubiera una rotura entre aquéllas y las nuestras de hoy día. Podríamos decir que
el arquetipo, realmente, vive y existe fuera del tiempo lineal o cronológico. Los arquetipos existen hoy como existieron
en la prehistoria. La diferencia es que, en la antigüedad, los individuos y sociedades vivían absortos en ellos y por
ellos, en parte por la cantidad de “misterios inexplicables”, a algunos de los cuales hoy encontramos explicación.
A pesar de esta “explicación”, todavía persisten hoy con igual o semejante fuerza. El punto a considerar aquí es el
de la conexión o re-ligación (“re-ligión”) del pasado con el presente. Mejor aún que a través de la Historia o de
la Antropología científica, por medio de la Psicología colectiva (de los “arquetipos”) podemos remontarnos a las
sociedades primitivas mediante “hechos vividos” en el presente. Esto se hace por medio de los “arquetipos”, que se
manifiestan vívidamente hoy día en símbolos, sueños, imágenes literarias, mitos, leyendas, alegorías, parábolas, etc.
Para ponerlo en palabras aún más claras, citemos otra vez a Jung, que nos dice que “el motivo-niño representa el
aspecto del pre-consciente y de la niñez de la psique colectiva” (Psyche and Symbol, 124). En términos “históricos”
lo que esto quiere decir es que el presente se une, se re-une y se re-liga (religión) al pasado no sólo histórico, sino
también prehistórico, sin tener que salir del presente.
Este punto nos coloca precisamente dentro del segundo aspecto del mito-arquetipo: su función presencial o actual.
La vida es un flujo que, históricamente hablando, no se detiene ni se puede compartimentalizar. Los “vestigios”
míticos existen hoy en la psicología del ser humano con la misma fuerza que existieron en la prehistoria. Son
sistemas que funcionan en el presente, formando, proyectando y preparándonos para un futuro, que comenzó ya en
el pasado y sigue hoy funcionando insistentemente. Si no fuera así, con el desarrollo progresivo del “consciente”,
tanto individual como colectivo, habría un desbalance en la personalidad de base que nos llevaría a dislocaciones
psíquicas, acarreándonos con ello consecuencias catastróficas. Por eso la importancia de la vivencia de los mitos en
el desarrollo de la personalidad del niño, de su educación y, por consiguiente, de la sociedad. El desarrollo al nivel
del “consciente” le llamamos “progreso” en la sociedad moderna.
Y así es, pero el peligro reside en que los platillos de la balanza pueden inclinarse más a un lado que al otro, como
ocurre hoy día en donde el “prestigio” de los mitos sufrió un menoscabo al nivel “consciente”. Es decir, al hablar
de mitos, proyectamos una actitud consciente por la que rebajamos el valor del inconsciente, creyéndonos que
es algo limítrofe al “barbarismo primitivo”. Pero este desbalance a favor del consciente (“progreso”) puede traer
consecuencias funestas, tanto para la psique del individuo como para el equilibrio de la sociedad. Lo que se nos
está indicando con esto es que, en la práctica, se rompen los lazos que nos unen al pasado, es decir, nos desligamos
(des-re-ligamos) del inconsciente, que está continuamente activo y que vive dentro de nosotros. De ahí, por ejemplo,
la esquizofrenia, tanto al nivel individual como colectivo. De algún modo es como si rompiéramos totalmente y de
cuajo con la “tradición”. El “progreso” puede ser convulsivo, un acto de forcejeo que nos desprende de las raíces, de la base, de
la tradición. Es un forcejeo del nivel “consciente” que, por tendencia, nos retira y aparta más y más del “inconsciente”.
El tercer aspecto, antes mencionado, es el de la “futuridad” del arquetipo--en este caso, del arquetipo de “el niño”.
Por definición, el niño es futuridad en potencia. Es una anticipación, aunque vigente ya de algún modo, del desarrollo
futuro. El principio de “el proceso de individuación” junguiano es precisamente esto: la configuración de la psique
del niño y el proceso que lo llevará a la madurez. Este proceso consiste en el balance equilibrado entre el consciente
y el inconsciente. Equilibrado este proceso desembocará en el símbolo de la “unificación de los opuestos”. El niño
se convierte así en “mediador”, “unificador” y “salvador”. Es el que representa la “totalidad”. En términos psicológicos
es lo que los psicólogos llaman el “self ” o “el sí-mismo”, y los mitólogos llaman “centro” y “síntesis”. Se convierte en
el símbolo de “el cuaternario” o “la esfera”, ambos representando “la totalidad” potencial y real.
De ahí surge lógicamente otro corolario en el mito o arquetipo de “el niño”: el de “el niño-dios” y “el niño-héroe”.
Un elemento o característica común a los dos es, desde el punto de vista de la mitología, el de su “nacimiento milagroso”
y, en el campo de la psicología, el de “el self ” o “el sí-mismo”. Es decir, el de “la totalidad”, como queda dicho. Es
una especie de anticipación futurista (basada en el pasado y en el presente) a la que está destinado, no solamente
el niño, sino la salud de la sociedad, que renace y se renueva continuamente. Pero este nacimiento “milagroso”
está expuesto a muchos peligros. Así vemos a los héroes (incluso dioses de la antigüedad) que nacen rodeados de
peligros y que, aunque navegan por las alturas, terminan mal o son vencidos a traición, y mueren.
El mito de “el héroe”
Podríamos ya exponer brevemente el lado práctico o “real” de lo que hemos dicho hasta aquí sobre los arquetipos o
mitos. El “mito” es una proyección psíquico-cultural de lo que ocurre generalmente dentro de la psicología profunda
del individuo-colectividad. El héroe es generalmente aquel personaje que encarna el futuro e ideal de vida al que
aspira todo ser humano, especialmente el niño. Pero, para llegar a ese nivel, hay que pasar por etapas, que no es otra
cosa que el “proceso de individuación” al que aludimos al principio. Joseph L. Henderson (“Los mitos antiguos y el
hombre moderno”, en El hombre y sus símbolos, de C. G. Jung, 103-156), citando al doctor Paul Radin en su libro
Hero Cycles of the Winnewago, nos dice que el ciclo del mito del héroe consiste de cuatro etapas: la del Trickster
(granuja), la de la Hare (liebre), la del Red Horn (cuerno rojo) y la del Twin (gemelo). Estas cuatro etapas muestran
la trayectoria o principio de “el proceso de individuación”, es decir, el recorrido de la niñez a la madurez. Podrían
describirse, brevemente, del siguiente modo.
La primera etapa, la del “granuja”, se caracterizaría por los “apetitos físicos”. Su conducta es la del juego y la
“pillería”. Su “totem”, o animal guardián-representante, es el coyote o zorro. La segunda etapa, está representada por la
“liebre” y prefigurada también por un animal. Todavía guarda mucho de la primera etapa, pero ya se le puede considerar
como iniciadora de “la transformación”. Esta transformación se puede ver en que, al contrario del coyote, la libre es
un animal más “socializado”. La tercera etapa, la del héroe “cuerno rojo”, es la etapa de la madurez. Entramos ya en
el mundo del hombre. Si bien en este momento del proceso todavía se necesita la “ayuda” del guardián protector,
héroe, totem o divinidad, ésta se va alejando más y más de su protegido, dejándolo paulatinamente solo. La cuarta
etapa es la de los “gemelos”. Está íntimamente ligada a la anterior. El individuo ya se encuentra solo, sin protección.
Si bien esto significa maduración, también es cierto que existe un peligro: el del “orgullo”.
En esta cuarta y última etapa ya no se trata de una dependencia vertical, como en los casos anteriores, sino de una
compañía horizontal: dos hermanos gemelos, iguales. Justos forman la persona humana. Viven y existen juntos,
pero todavía no son la unidad. Es necesario “unirlos” para formar la totalidad. Aunque juntos, observamos en estos
hermanos-niño los dos lados de la naturaleza humana: el uno es agresivo y el otro dulce, el uno es el extrovertido y
el otro el introvertido. Durante algún tiempo, estos dos héroes son invencibles. Navegan sobre todos y sobre todo.
El “orgullo” (o hybris) se apodera de ellos, y abusan de su poder. Lógica y psicológicamente, tienen que sufrir las
consecuencias de sus actos. Como les pasa a todos o casi todos los héroes, sufren un descalabro (traición, claudicación
o muerte). En este caso particular, el de los indios winnewagos, no pasó esto, porque, como nos dice la leyenda,
ellos se dieron cuenta, antes de que esto ocurriera, que iban por mal camino, y se enmendaron a tiempo, por medio
de la preexistente institución del sacrificio expiatorio. De este modo, pudieron evitar el castigo supremo: la muerte.
Un ejemplo: La Bella y la Bestia
Quizás la mejor manera de observar la existencia vital y el desarrollo del “mito” o arquetipo a través de la literatura
infantil, sea presentando una leyenda mitológica: La Bella y la Bestia. Esta leyenda, --aunque en su narración se
encuentran muchas variaciones-- básicamente nos cuenta que había un padre que tenía tres hijas jóvenes. Un día
se disponía a salir de casa e ir a otro pueblo. Antes de salir, como amaba mucho a sus hijas, les preguntó qué es
lo que querían que él les trajera de regalo. Las dos mayores pidieron algo “material”, pero la pequeña permanecía
indecisa. El padre, a la vuelta de su viaje, traía los regalos para las dos mayores, pero se había olvidado de comprarle
algo para la menor. Cerca ya de casa, se dio cuenta del regalo olvidado, y se dio la vuelta. Se acordaba que al lado
del camino había visto un jardín precioso en donde, entre otras cosas, había flores muy hermosas. Al acercarse y
cortar una, le salió al encuentro el dueño, que era un animal o bestia horrible. Hicieron un pacto entre los dos: la
Bestia no le haría daño y lo dejaría ir si le prometía que, a cambio, le entregara a su hija menor (para quien había
cortado la flor) en matrimonio. El padre, con dolor en su alma, accedió.
Al llegar a casa, las hijas estaban contentas con sus respectivos regalos, pero el padre no, pues tendría que desprenderse
de su “niña”, de acuerdo al pacto hecho. Al ver la tristeza enorme de su padre, ninguna de las dos hijas mayores
estaba dispuesta al “sacrificio”, excepto la menor. Para salvar a su padre, ella se entregó. Se encaminó al “jardín” de
la Bestia. Al principio, sintió horror al verla. La Bestia le propuso varias veces matrimonio. La Bella rehusaba. Por
fin, aceptó. Pero, como condición al matrimonio, pidió que la dejara ir por el período de una semana a visitar a su
padre. La Bestia, aunque con gran tristeza, aceptó, pero con la preocupación de que, a lo mejor, no volvía. Para asegurarse
de que volviera, le entregó un espejo para que, al mirarse ella en él, viera también el estado físico y emotivo de
la Bestia. Y así fue, pues la Bella tardaba más de la cuenta. Pero, en un momento dado, se acordó de mirar(se) al
espejo. Vio en el espejo que la Bestia estaba echada en el suelo, triste y enferma. En vista de esto, La Bella decidió
volver inmediatamente para cuidarlo. En fin, decidieron casarse y, al “proponerle matrimonio” a la Bestia, ésta se
transformó, adquiriendo una figura humana. En realidad, era la persona de un príncipe, que había sido embrujado
o encantado. Aunque complicada la leyenda, por incluir muchos detalles alusivos todos ellos a diferentes facetas del
desarrollo psicológico por medio de “el proceso de individuación” o de maduración, el más importante parece ser la
lucha entre el “inconsciente” y el “consciente”, las fuerzas “instintivas” entre la “carne” y el “espíritu”. El Padre, para
la niña--La Bella--, era el representante de lo “consciente”, de lo espiritual, de lo noble, de lo superior; la Bestia era
la fuerza del “inconsciente”, de la naturaleza instintiva, de la fuerza física y biológica y de lo inferior, tan necesario, por
otro lado, como lo “consciente”. Por medio de este “proceso” penoso, confuso y de tensión, se llegó a una “síntesis” o
resolución por la cual ambas partes, que por naturaleza eran distintas y opuestas, llegaron a integrarse, a reconciliarse
y a completarse. La resolución tuvo un éxito justo y apropiado.
A modo de conclusión: corolario pedagógico
Una vez llegados a este punto de nuestra exposición, nos quedan otras preguntas que necesitan pronta respuesta
práctica. Hemos hablado, de un modo general, de la psique del “niño” y de los “mitos” en la literatura infantil. Pero,
de acuerdo al título de esta ponencia, no hemos tratado, ni siquiera mencionado para nada, lo tocante al adjetivo
“hispano” o “hispana”, para calificar al “niño” y a la “literatura”.
Dos campos de investigación se imponen: un estudio serio sobre “las condiciones pedagógicas” que afectan al niño/
joven estudiante hispano en este país y la clase de “materiales”, en este caso de si existe o no “literatura hispana infantil”
para nuestros niños. Este problema nos lleva de lleno a otros dos: qué clase de currículum y qué tipo de maestros
tienen nuestros niños. Nos referimos, sobre todo, a los conocidos “programas bilingües”. Por falta de espacio, y
porque nos alejaríamos mucho de nuestro tema principal, solamente queremos constatarlo aquí, sin tener que
analizarlo ni discutirlo. Limitándonos exclusivamente al “material” de la literatura hispana infantil, existen varias
antologías de cuentos (ver Obras consultadas) en donde encontraremos algunas leyendas, mitos y fábulas hispanas
excelentes. Nos presentan éstas cuentos basados en mitos del mundo hispano, tanto de origen precolombino como
colonial y poscolonial. Se trata de mitos y arquetipos que, aunque universales, han sido filtrados por el cedazo de
la múltiple experiencia cultural hispana. Pero, por lo general, hay poca literatura hispana infantil, y la que existe ni
está al alcance de nuestros maestros y estudiantes ni es de la calidad sobresaliente que merecen nuestros jóvenes.
Este punto es de suma importancia, porque lo que ocurre es que la psique de nuestros niños, por falta de lectura
fundamentada en sus leyendas y mitos, queda manca. Desde el punto de vista pedagógico, esta carencia literaria
puede causar deficiencias en el desarrollo normal de la psique infantil. Es decir, “el proceso de individuación”, del
que hablamos, no se puede llevar a cabo de una manera normal, con la posibilidad de crear por eso un notable
desbalance en la psique de los niños/jóvenes hispanos.
Obras consultadas
Alarcón, Justo S. “La aventura del héroe como estructura mítica en Tata Casehua, de Miguel Méndez”. Explicación de textos literarios, vol. XV, no. 2, 1987, 77-91. Impreso.
Almendros, Herminio. Pueblos y leyendas. Barcelona: Editorial Teide, 1972. Impreso.
Barlow, Genvieve. Leyendas latinoamericanas. Lincolnwood: National Text Book, 1989. Impreso.
Casona, Alejandro R. Flor de leyendas: lecturas literarias para niños. México: Editorial Orion, 1982. Impreso.
Comte, Fernand. Dictionary of Mythology. Edinburgh. Wordsworth Edition, 1991. Impreso.
Chetwynd, Tom. Dictionary of Sumbols. London: The Aquarium Press, 1993. Impreso.
Diccionario de la mitología mundial. Madrid: Ediciones Distribuciones EDAF, 1984. Impreso.
Enciclopedia juvenil “Mi amigo”. Vol. 1. México: Renacimiento, 1962. Impreso.
Guerber, H. A. Greece and Rome: Myths and Legends. London: Senate Studio Editions, 1994. Impreso.
Henderson, Joseph L. “Los mitos antiguos y el hombre moderno”. El hombre y sus símbolos, Carl G. Jung, 103-156.
Barcelona: Biblioteca Universal Contemporánea, 1964. Impreso.
Hope Moncrieff, A. R. Classical Mythology. London: Senate Studio editions, 1994. Impreso.
Jung, Carl G. El hombre y sus símbolos. Barcelona: Biblioteca Universal Contemporánea, 1964. Impreso.
____. Psyque and Symbol. New York: Doubleday Anchor Books, 1958. Impreso.
Lorre Goodrich, Norma. Ancient Myths. New York: Mentor Book, 1960. Impreso.
Repolles, José. Las mejores leyendas mitológicas. Barcelona: Ediciones Bruguera, 1969. Impreso.
Von Franz, Marie-Louise. Puer Aeternus. Sigo Press, Santa Monica, California, 1970. Impreso.
* Ponencia leída en el congreso de la The Southwest Popular Culture. Stillwater, Oklahoma, del al 10 de febrero
de 1996. Ponencia hasta ahora inédita.
Justo S. Alarcón
Profesor de Español, Emérito
Arizona State University
Tempe, Arizona, EE.UU.
Cárdenas, Lupe
P. Nentvig) y dos franciscanos (el P. Garcés y el P. Font).
Biografía
I
Lupe Cárdenas es originaria de Arizona y profesora de lengua, literatura, y cultura hispánicas en Arizona State
University West, Phoenix, Arizona. Ha estudiado su postgrado en la Universidad Estatal de Arizona de donde
obtuvo su Doctorado en Literatura Chicana. En su docencia cuentan en su haber los cursos de lengua, cultura y
literatura. Es autora de varios artículos sobre la crítica literaria hispánica, en particular de la literatura contemporánea
chicana. Es autora de los libros El arquetipo de la Madre Terrible en Peregrinos de Aztlán, de Miguel Méndez, Alta Pimería,
México, 1990 y Tres escritores literarios del movimiento chicano, 1997, Editorial Orbis Press. Escribió muchas reseñas
sobre libros de contenido literario para revistas literarias. Y ha participado en muchos congresos, tanto al nivel
regional, como nacional e internacional.
PADRE FRANCISCO ALEGRE (1729-1788)
Historia de la Provincia de la Compañía de la Nueva España
Imprenta de J. M. Lara, 1841
“Las paradas histórico-geográficas de los aztecas en su largo viaje hacia Tenochtitlán” *
Damas y caballeros, muy buenas tardes:
La ponencia que presento hoy, como apunta el título mismo, trata de un tema y una experiencia muy cercana a mi
propia realidad vital. Se trata nada menos que de volver a mi niñez haciendo un recorrido de ensueño tanto a través
del tiempo y como del espacio. Intentaré, pues, y nada menos, que de desenterrar algún capítulo olvidado de la historia
de mi pueblo natal, de su nombre y de la gente que llegó a ser reconocida ante todo el mudo occidental como el
origen de los fundadores de la grandiosa civilización y cultura azteca. Me refiero, pues, a las ruinas existentes en
una localidad indígena aledaña a mi querida ciudad Casa Grande, Arizona, y a uno de los asientos o estancias en
el largo recorrido histórico-geográfico de los aztecas en su prolongada y penosa peregrinación hacia Tenochtitlán.
Hace tiempo —durante los años de mi carrera— recuerdo que, entre tantas lecturas, descubrí fugazmente que en
algunas de las crónicas se citaba el origen medio histórico-medio mítico, de que los aztecas habían “procedido del
Norte”, o sea, de lo que llamamos Aztlán, y que después algún historiador chicano durante el Movimiento de los
setenta señaló ese lugar como el Suroeste de EE.UU. Pues bien, dio la casualidad de que el profesor Alarcón, amigo
y mentor de varios de nosotros, se metió a desenterrar muchas de las crónicas de la Frontera méxico-norteamericana
y me incitó a mí a que investigara este punto. Yo, con entusiasmo, puse manos a la obra. Él me proporcionó una
media docena de crónicas —que cito aquí— y comencé a leerlas ávidamente. Lo que ahora les presento es lo que
he descubierto durante mi investigación. –Dejo para otra ocasión extenderme más con otras crónicas, como la
Historia de la Nuevo México de Gaspar de Villagrá (Canto II) y del gran cronista Juan de Torquemada en su obra
Monarquía indiana (passim)
He escogido siete crónicas y he seleccionado —aunque sacados un poco de contexto— algunos pasajes apropiados
en donde se refiere específicamente al tema que acabo de insinuarles. Le di vueltas al asunto y, por fin, decidí que
el mejor camino a seguir sería dejar que los cronistas mismos se lo contaran con sus propias palabras. Yo solamente
me limitaría —por hoy y para hoy— a redactar una introducción general, como estoy haciendo ahora y, al final
de la ponencia, resumir e hilvanar en una conclusión media docena de puntos que agrupe estas diversas visiones e
interpretaciones de los siete cronistas en cuestión, que son: el P. Francisco Alegre, don Juan Bautista de Anza, el P.
Eusebio Kino, el P. Francisco Garcés, el P. Juan Nentvig, el Capitán Juan Mateo Manje y, en particular, la hermosa
y detallada narración del P. Pedro Font.
Y, sin perder más tiempo, comienzo a leerles varios pasajes escogidos de cada uno de los mencionados cronistas.
Quisiera indicarles de paso que todos ellos datan del siglo XVIII, conocido también por el Siglo de las Luces, el
Neoclasicismo o la Ilustración. Podrán notar que de los siete cronistas, dos son seglares (el teniente don Juan de
Anza y el capitán Manje) y cinco sacerdotes misioneros, de los cuales tres son jesuitas (el P. Alegre, el P. Kino y el
TOMO II - LIBRO SEXTO
(De los ríos Colorado y Gila)
Este río Colorado es el más caudaloso de cuantos hasta ahora se han descubierto en la América Septentrional. El
padre Francisco Eusebio Kino, lo pasó a instancias de los naturales de aquel país... Después (nos dice) que el Colorado
(que) recibe al Gila como a doce leguas de su junta, entra regando las tierras de los Yumas y otras naciones.... No
faltan a las riberas de estos ríos y en toda la provincia cosas que pueden interesar bastantemente la curiosidad de
los hombres de letras.
Como a una legua del río, Gila a la izquierda, a los 34 grados y cerca de 30 minutos de latitud se ve la que llaman
“Casa Grande de Moctezuma”. Es un edificio cuadrilongo de cuatro altos [o pisos], que a pesar de su antigüedad
permanece aun en pie. Los techos son de vigas de cedro, y las paredes de materia muy sólida que parece la mejor
argamasa. Está dividida en muchos compartimientos, piezas y recámaras de bastante capacidad para alojarse en
ella una corte andante. Se le ha dado el nombre de “Moctezuma” por la tradición constante de aquel país, de que
la fabricaron los mejicanos en su famoso viaje del Septentrión en busca de las regiones más meridionales que
ocuparon después. A distancia de tres leguas de esta casa, y a la derecha del río, se ven las ruinas de otro edificio, que
parece mucho más suntuoso y grande que el que acabamos de decir. Cuantos han visto aquellas ruinas dicen haberles
parecido, no de un palacio solo, sino de una entera ciudad dividida en muchas cuadras iguales todas, y de tres y
cuatro altos, según afirma como testigo ocular el padre Ignacio Javier Keler de algunas fábricas que había visto en
Sonora, y que se creen ser estas mismas que se hallan a las riberas del Gila. Los pimas más septentrionales refieren
constantemente a los misioneros de otros palacios magníficos que se hallan en lo interior del país, de maravillosa
disposición y simetría. Entre ellos uno en forma de laberinto que parece haber sido casa de placer de algún gran
príncipe. Su plan, según los indios lo pintan en la arena, es del modo que se ve en el margen (omitido aquí) http://
not00002.htm - N_16_. Se conoce que no fue muy corta la detención que en estas tierras hicieron los mejicanos,
por otras varias señas de antigua y durable población. En todas las inmediaciones de estos grandes edificios, aun
a algunas leguas de distancia, donde quiera que se cava la tierra se hallan fragmentos de losa bastantemente fina y
de varios colores. Dos leguas río arriba de la Casa Grande de Moctezuma, se halla una acequia ancha y profunda,
capaz de abastecer de agua una populosa ciudad, y de regar muchas leguas de aquellos pingües llanos.
Media legua del dicho edificio, al Poniente, se ve una laguna que desagua en el río por un angosto vertedero. Su
pequeñez y la regularidad de su figura casi circular pudiera hacer juzgar que era obra de hombres, si no lo desmintiera
su profundidad hasta ahora insondable aunque con varios cordeles añadidos se ha procurado examinar su fondo.
A la banda del Norte de la sierra de Mogollón cerca de las fuentes del río de San Francisco, se encuentran unos
pozos de bastante profundidad cavados en roca viva, y según descubrió el campo español el de 1737, servían de
trojes a los apaches en que guardaban sus granos, que sirvieron no poco en aquella ocasión a nuestras gentes. Toda
la región por lo general es muy fértil, y singularmente la Primería Alta, en que tal vez, de ocho almudes de siembra,
se han cogido quinientas fanegas de maíz. Las legumbres se cogen en abundancia. Y el frijol, a la tercera o cuarta
siembra, degenera en otra especie que los naturales llaman tepari, de menos sustancia, y no tan deliciosa al gusto.
II (a)
27 de noviembre, 25 jornada
DON JUAN BAUTISTA DE ANZA (I)
Diario del 9 de enero - 27 de mayo, 1774
Andadas dos leguas al oesnoroeste, paramos en un puerto por donde pasa el río muy recogido. Aquí llegó a recibirnos
un hermano del Capitán-Cacique Palma, y luego llegaron sus hermanos Palma y Pablo, manifestando singular
alegría, especialmente el primero que fue abrazando a toda la gente. (Leguas recorridas 2)
Mayo, Día 22, Domingo.
(De Monte Rey al Sutaquison, y primeros Pimas en el Río Gila hay 246 leguas.)
Al aclararse (el clima) continuamos la marcha, y al finalizar seis leguas hice alto en la Ranchería de Pimas del Sutaquisón
(¿Sacatón?)... Aquí se manifiesta muy visiblemente por los cimientos, y aun parte de Paredes un Palacio, de los que
formaba la Nación, que se cree fue a establecer su imperio a la Ciudad de Méjico (o sea, los aztecas).
Día 23 Lunes.
...
Habiéndose observado el día antecedente la altura del Sutaquisón se anotó en treinta y tres grados veinte y cuatro minutos.
Día 24 Martes.
A igual distancia, y más arriba de donde estamos, hay otro Palacio (que es conocido por el nombre de Moctezuma)
y población mayor que el referido de atrás: la fábrica de éste es un laberinto de que han sacado las inteligentes
curiosas copias; se conoce tenía altos. Hoy existen (solamente) las paredes tan altas que se ven de más de una legua,
esto dista lo menos del río, el cual introducían por debajo del mismo Palacio, y resto de la población para tener el
agua a mano. La materia de estas obras es de tierra puramente, pero también es mixturado con piedra menuda,
o arenas gruesas, que parecen ser por su consistencia de la más fina mezcla, o argamasa, cuya mayor prueba es su
permanencia después de tantos años, que se regulan tener.
II (b)
DON JUAN BAUTISTA DE ANZA (II)
Diario del 23 de octubre, 1775 - 1 de jun, 1776
Día 31, Martes. [Octubre]
En atención a la anterior Jornada, se dio este día de descanso a todos.
Distando de aquí como tres leguas un Edificio de los antiguos indios, determiné irlo a ver, con el intento de hacer
en él mismo la observación de su altura, como sitio señalado por esta circunstancia.
En efecto, a las once de este día, (el P. Font y yo) arribamos a él, y habiendo tomado todas sus medidas, reducidas
a las reglas que alcanzamos, se demuestran éstas, y la descripción de él, al fin de este diario (que no lo tenemos a
la mano ahora).
Después de esto, se reconoció la continuación de otros Edificios, que todos se manifiestan bien unidos, y en la
extensión más de dos leguas de largo, y cerca de un cuarto de ancho, fabricados todos a una legua, o poco menos,
distante del Río (Gila) meciéndolo al centro de ellos, por varias acequias, con el ancho, por lo común de cinco y
media varas, lo que se hace bien visible de todo lo que hemos andado hoy: de cuyas ruinas sólo tienen los habitadores
de este Río la remota y confusa noticia de que fueron de sus antiguos soberanos.
28 de noviembre, 20 jornada
Habiendo vadeado el río Gila y andado cinco leguas al oeste, cuarta al sudoeste, paramos en una enramada que
a este fin había mandado hacer el capitán Palma. Acudieron luego muy festivos, muchos indios de ambos sexos,
confirmándose las paces en presencia de todos entre las dos naciones, cocomaricopa y yuma. Como una legua más
abajo de este paraje, a quien llamo en mis antecedentes diarios San Pedro de los Yumas, se junta el río Gila con
el Colorado. El río Gila, por lo que he podido averiguar en mis viajes, nace de la sierra de Mogollón y corre lo
más de oriente a poniente, aunque en Uparsoitac declina al oessudoeste. En su curso se le agregan los ríos de San
Juan Nepomuceno, de San Pedro, de San Carlos (que sin duda es el que en las memorias antiguas se llama de San
Francisco), y el de la Asunción, que se compone del Verde y del Salado. La principal copia de las aguas del Gila las
recibe del de la Asunción que crece muchísimo al deshacerse las nieves de las sierras por donde pasa. En la ribera
del Gila se hallan álamos, sauces y mezquites. Este río por lo común es escaso de pastos, pero en las rancherías de
San Andrés, ya despobladas y en las inmediaciones del Sutaquisón hay algunos zacates y en todo él hay abundancia
de chamizo y carrizo. No se encuentra en este río otro pescado que el que llaman matalote, el que si bien es sabroso
al gusto, pero es enfadoso por las muchas espinas que tiene.
En este río (Gila) se halla la Casa que dicen ser de Moctezuma, y otras muchísimas ruinas de otros edificios con
muchí¬simos cascos de loza, ya con pintura, ya sin ella. Por lo que vi después del Moqui he formado concepto muy
distinto del que hasta aquí tenía respecto de estas fábricas.
IV
EUSEBIO FRANCISCO KINO
Favores Celestiales - Viaje de 1697
PARTE I, LIBRO II, CAPITULO VIII
El primer pasaje que presentamos de “Favores celestiales” está sacado del capítulo VIII que se titula:
CAPÍTULO VIII.-Entrada o misión al norte y al noroeste de más de 100 leguas hasta el río y Casa Grande, y
descubrimiento de las dos nuevas naciones, la Opa y la Cocomaricopa.
Por noviembre de 1694 entré con mis sirvien¬tes y algunos justicias de esta Pimería hasta la Casa Grande, que
así la llaman estos pimas, y es el río caudaloso de Gila, que sale desde el Nuevo Méjico, y tiene su origen cerca de
Aconja (¿Ácoma?). Está este río y esta Casa Grande y sus cercanas 43 leguas más adelante y al noroeste de los
sobaipuris de San Francisco Javier del Bac...
III
La Casa Grande es un edificio de cuatro altos, tan grande como un castillo y como la mayor iglesia de estas tierras
de Sonora; dícese la dejaron y despoblaron los mayores de Moctezuma, y, perseguidos de los cercanos apa¬ches,
salieron al oriente o Casas Grandes (Chihuahua), y de allí tiraron hacia el sur y suroeste (La Quenada, Zacatecas),
y fueron después a fundar la gran ciudad y corte de Méjico (Tenochtitlán).
PADRE FRANCISCO GARCÉS
Diario de Arizona y California - 1774
Junto a esta Casa Grande hay otras 13 menores, algo más caídas, y las ruinas de otras muchos casas, que se reconocía
que antiguamente hubo aquí una ciudad. En esta ocasión, y en otras después, he sabido y oído, y a veces visto, que
más al oriente y al norte y al poniente hay otras siete u ocho de estas casas grandes antiguas y las ruinas de ciudades
enteras con muchos metates y ollas quebradas, carbones, etc., y serian sin falta (¡!) las siete ciudades (de Cíbola) que
refiere el apostólico varón fray Marcos de Niza, el cual, en su larga peregrinación, vino hasta el Bacapa, ranchería
de estas costas que dista como 60 leguas de esta Casa Gran¬de al sudoeste, y está como a 20 leguas de la mar de
la California, y los guías o intérpretes darían a S. R. las noticias que trae en su libro de estas siete ciudades, aunque
sin falta desde entonces y desde mucho antes estarían ya despobladas.
….
EUSEBIO FRANCISCO KINO
Favores Celestiales - Viaje de 1697
PARTE I. LIBRO V, CAPÍTULO VII
Del Libro V, Capítulo VII entresacamos el siguiente párrafo:
CAPÍTULO VII.-Llegada al río y Casa Grande y vuelta a Nuestra Señora de los Dolores, habiendo caminado de
ida y vuelta mas de 270 leguas de la Pimería
Caminando siempre por los valles del río de Quiburi, llegamos al río Grande o río de Gila, y tomando la derrota por
su orilla y muy grandes alamedas y caminando al poniente, a los tres días de camino llegamos a la Casa Grande y
a sus cercanas rancherías, y siempre vinimos dejando a la derecha, pero a la vista, y de la otra banda del río, la muy
dilatada apachería. Los señores soldados se alegraron mucho de ver la Casa Grande; nos admirábamos de ver que
estaba casi a una legua distante del río y sin agua, pero después vimos que tenía una grande acequia de un muy
grande terraplén, que tendría tres varas de alto y seis o siete de ancho, y era mayor que el de la calzada de Guadalupe,
de Méjico, la cual grandísima acequia, según todavía se ve, no sólo metía el agua del río hasta la Casa Grande, sino
que juntamente, dando una gran vuelta, regaba y cer¬caba una campiña de muchas leguas de largo y ancho, de
tierra muy llana y muy pingüe.
….
EUSEBIO FRANCISCO KINO
Favores Celestiales - Viaje de 1697
PARTE V, LIBRO II, CAPÍTULO V
Por fin, en la Parte V, Libro II, Capítulo V, de su obra “Favores celestiales” leemos parentética y brevemente lo que
el P. Kino nos refiere:
En general, desde este primer pueblo de Nuestra Señora de los Dolores, en estos vein¬tiún años hasta acá he hecho
más de 40 entra¬das al norte, al poniente, al noroeste, al nordeste y al sudoeste...
Hacia el norte y noroeste he entrado en di¬ferentes ocasiones más de 130 leguas de cami¬no hasta la Casa Grande
y fábrica de los an¬tiguos de Montezuma, que desde esas tierras salieron cuando fueron a fundar la ciudad de Méjico;
y (he llegado) hasta el río Grande o río de Gila, que sale de los confines de Nuevo Méjico por la Apachería, y viene
a estos nuestros pimas, so¬baypuris y después sale más de 100 leguas al poniente por los cocomaricopas y yumas
hasta juntarse con el caudalosísimo río Colorado...
V
P. JUAN NENTVIG
Rudo Ensayo
Descripción geográfica, natural y curiosa de la Provincia de Sonora, 1764
CAPÍTULO II
Sec. 2. De otros Ríos y Arroyos que tiene esa Provincia,
Sec. 3. El Río Gila, y de lo Despoblado Antiguo en sus contornos,
ES
Desde esta junta, prosiguiendo su citado rum¬bo el río Gila, a cosa de 20 leguas deja a su izquierda en distancia de
una legua la Casa Grande que lla¬man de Moctezuma, por tradición que corre entre los indios y españoles haber
sido en este paraje una de las moradas donde en su larga transmigración descansaron los mejicanos. Tiene dicha
casa cua¬tro altos, que está en pie aun, con su techo de vigas de cedro o hascal, las paredes de materia muy sólida,
que parece la mejor argamasa. Es dividida en muchos cuartos y viviendas, y de bastante capacidad para alojarse en
ella una corte andante.
A distancia de tres leguas de ésta, y a mano derecha del río, está otra casa, pero ya muy de¬molida, de cuyas ruinas
se infiere que fue de mucha más mole que la primera. En las inmediaciones de estas casas, por algunas leguas,
donde quiera que se cave la tierra, se hallan tiestos de loza muy fina y de varios colores. De una acequia muy grande,
que se halla aun abierta unas dos leguas río más arriba, se deja entender que dichos moradores no estuvieron muy
de paso en este lugar, la cual puede abastecer de agua una ciudad, y regar muchas leguas de las pingües tierras de
aquellos hermosos llanos. Como media legua de dicha Casa al ueste se halla una laguna que desagua en el río,
y aunque su bu¬que no es grande, su fondeo es mayor de lo que se ha podido averiguar con los varios cordeles
añadi¬dos.
Cuentan aquellos pimas de otra Casa de traza y fábrica más peregrina, que dicen hallarse mucho más arriba sobre
dicho río; su figura es de un géne¬ro de laberinto cuyo plan, como lo pintan los indios en la arena, es a la manera
como va aquí, pero parece más verosímil haber sido casa de placer que de vivir en ella de asiento un gran señor.
De otros edificios de más extensión, arte y simetría oí referir al padre Ignacio Javier Keler, aunque no tengo presente en qué paraje de sus apostólicas correrías; sé que decía su Reverencia tener de frente al cordel igualmente
dispuesto, cer¬ca de media legua de largo, y que le parecía casi igual su ancho, todo dividido en cuadras parejas, de
tres y cuatro altos todas las cuadras, aunque ya muy desfiguradas por lo caído en muchas partes, pero que en uno
de sus ángulos tenía en pie toda¬vía una fábrica de mayor mole, a modo de castillo o palacio de cinco a seis altos.
De la acequia, a mo¬do de la que se dijo arriba, decía dicho padre que no solamente pasaba dentro de su frente,
sino que antes de llegar a hacia ella se dividía en muchas atarjeas (o alcantarillas) por las cuales podía entrar el agua
por to¬das las calles, quizás para limpiarlas cuando querían de las basuras, como se pace en Turín y otras ciu¬dades
de Europa y aun en Méjico, en tiempos pasados. Esta postrera Casa Grande sin duda será una misma con la que
arriba se dijo, está del otro lado del río, pues todos los que la han visto, consienten ver ruinas, no de sólo un edificio,
sino de población grande.
VI
DON JUAN MATEO MANGE
Diario de las Exploraciones en Sonora,
Luz de Tierra Incógnita. 1697
(Desde 2 de noviembre, hasta 2 de diciembre de 1697)
CAPÍTULO V. Del viaje que hice con el reverendo padre Eusebio Francisco Kino y 22 sol-dados, a descubrir los
dos ríos, tierras y nación de los pimas sobaipuris del norte, desde 2 de noviembre, hasta 2 de diciembre de 1697, en
que también llegamos a las Casas Grandes y río caudaloso de Gila.
En 17, oído misa como en domínica, dejando la vega del río por los atolladeros que hay y lo caudaloso,... proseguimos
al poniente y siempre a su vista por la cima de una sierrecita,... vimos también las Casas Grandes que con haber 17
leguas de distancia parecían castillos y caminando siempre por montes de la fruta medicinal de la Jajova;...
En 18, proseguimos al poniente por un extendido llano estéril y sin pastos, y a cinco leguas descubrimos de la
otra banda del río otras casas y a edificios, pasó a nado el sargento Juan Bautista de Escalante y dos compañeros
a reconocerlos, y dijeron son las paredes de dos varas de grueso como un castillo y otras ruinas a sus contornos,
pero todo de fábrica antigua; proseguimos al poniente y, a otras cuatro leguas, llega¬mos al medio día a las Casas
Grandes, dentro de las cuales, dijo misa el padre Kino, que hasta allá caminó en ayunas. La una de ellas, es un
edificio grande de cuatro altos, el principal cuarto del medio y los conjuntos de sus cuatro lados de tres, con las
paredes de dos varas de grueso de fuerte argamasa y barro, y tan lisas por lo interior que parecen cepillada tabla, y
tan bruñidas que relumbran como loza de Puebla, y las esquinas de las ventanas que son cuadradas, muy derechas
y sin quicios ni atravesados de madera que las haría con molde o cimbria, y lo mismo sus puertas, aunque angostas
que en esto se conoce es obra de indios, es de 36 pasos de largo, y 21 de ancho, de buena arquitectura como lo
demuestra el diseño del margen (omitido aquí), con sus cimientos.
A tiro de arcabuz, se ven otras 12 casas medio caídas, de paredes gruesas también y todas que¬madas de los techos,
menos un cuarto bajo de una con unas vigas redon¬das, lisas y no gruesas que parecen de cedro o sabino, y sobre
ellas otates muy parejos y, sobre ello, una torta de argamasa y barro duro, techo alto de mucha curiosidad; a sus contornos
se manifiestan otras muchas ruinas y altos de terremotos que circunvalan dos leguas y con mucha loza quebrada de
platos y ollas de fino barro, pintada en varios colores que asimila a los jarros de Guadalajara de esta Nueva España,
de que se deduce era grandísima la población o ciudad de gente polí¬tica y de gobierno; verifícase con una acequia
madre que sale del río por el llano, circunvalando y quedando a su centro la población de tres leguas de círculo y 10
varas de ancho, y como cuatro de hondo, por donde atajaban quizás la mitad del río, así para que sirviese de foso
defensivo, como para proveer de agua a sus barrios y dar riego a sus sementeras de los contornos.
Dijeron los guías que a distancia de una jornada, hay otros varios edificios de la misma fábrica hacia el norte, y de
la otra banda del río, en otro arroyo que viene a juntarse con éste que llaman Verde y que las fabricaron una gente
que vino de la región del norte, llamado el principal, el Siba, que según su definición en su idioma es el hombre
amargo o cruel y que por las sangrientas guerras que les daban los apaches y 20 naciones con ellos confederadas,
muriendo muchos de una y otra parte despoblaron, y parte de ellos por disgustos se dividieron y volvieron para el
norte de donde años antes habían salido, y los más ¬hacia el oriente y sur, de cuyas noticias juzgamos y es verosímil
son las ascendientes de la nación Mejicana, según sus noticias, fábricas y vestigios, cuales son estos que citan a 34
grados, y los que hay a los contornos del presidio de Janos en 29 grados, que también llaman Casas Grandes y de
otros muchos que dan noticia, se ven hacia los 37 y 10 grados del norte a las márgenes del río (Gila).
VII
PADRE PEDRO FONT
Diario de 28 septiembre de 1775 - 2 junio de 1776
Octubre 31. Martes. Dije misa, la que oyeron con gran sosiego algunos Gentiles Gileños. Determinó el Sr Comandante
(don Juan Bautista de Anza), que descansara hoy la gente de la jornada larga de ayer, y con esto tuvimos lugar de
ir a registrar la Casa Grande, que llaman de Moctezuma, situada a una legua del río Gila, y distante del paraje
de la Laguna unas tres leguas al estsudeste; a la cual fuimos después de misa, y volvimos después de medio
día, acompañados de algunos Indios, y del Gobernador de Uturitue, quien en el camino nos contó una historia, y
tradición, que conservan los Pimas Gileños de sus pasados sobre dicha Casa Grande, (que toda se reduce a patrañas
mezcladas confusamente con algunas verdades católicas), la cual referiré después.
Y así digo:
En la Casa Grande del río Gila, día 31. de Octubre de 1775:
Altura meridiana del bordo inferior del sol: 42°. 25’. Registramos con todo cuidado este Edificio, y sus vestigios,
cuya Planta icnográfica es la que aquí pongo: y para su mejor inteligencia doy la descripción y explicación siguiente.
La Casa grande, o palacio de Moctezuma, tendrá de fundación unos quinientos años según las historias, y escasas
noticias que hay de ello, y dan los indios; porque según parece, esta fundación la hicieron los Mejicanos cuando
en su trasmigración los llevaba el demonio por varias tierras hasta llegar a la tierra prometida de Méjico, y en sus
mansiones (residencias-estadías), que eran largas, formaban población y edificios.
El sitio en donde se halla esta Casa es llano por todas partes, y apartado del río Gila como una legua, y las ruinas
de las casas que formaban la población se extienden más de una legua para el oriente, y demás vientos; y todo este
terreno está sembrado de pedazos de ollas, jarros, platos, etc.; unos ordinarios, y otros pintados de varios colores,
blanco, azul, colorado, etc., indicio de que fue población crecida, y de distinta gente de los Pimas Gileños, pues
éstos no saben hacer semejante loza.
Hicimos exacta inspección del Edificio, y de su situación, y lo medimos con una lanza por lo pronto, cuya medida
reduje después a pies geométricos, y poco más ó menos es la siguiente:
Está la Casa cuadrilonga, y perfectamente a los cuatro vientos cardinales: este, oeste, norte y sur, y al rededor están
unas ruinas, que indican algún cerco o muralla, que encerraba a la Casa, y otros edificios, particularmente en las
esquinas, en donde parece había alguna fábrica como Castillo interior, o atalaya, pues en la esquina que cae al sudoeste
hay un pedazo en pie con sus divisiones, y un alto. La cerca exterior tiene de norte a sur 420 pies, y de este a oeste 260.
Lo interior de la Casa se compone de cinco salas, las tres iguales en medio, y una en cada extremo más largas. Las
tres salas tienen de norte a sur 26 pies, y de este a oeste 10. Las dos salas de los extremos tienen de norte a sur 12
pies, y de este a oeste 38. Las salas tienen de alto unos 11 pies, y todas son iguales. Las puertas de comunicación
tienen de alto 5. pies y de ancho 2. y son casi iguales todas, excepto las cuatro primeras de las cuatro entradas, que
parecen eran otro tanto anchas. Lo grueso de las paredes interiores 4 pies, y están bien enjarradas; y de las exteriores 6
pies. La Casa tiene por lo exterior, de norte a sur, 70 pies, y de este a oeste, 50. Las paredes están escarpadas por de
fuera. Delante la puerta del oriente, separada de la Casa, hay otra pieza, que tiene de norte a sur 26 pies, y de este
a oeste, 18, sin el grueso de las paredes. El maderaje era de pino, por lo que se ve, y la sierra más cercana, que tiene
pinos, dista unas veinte y cinco leguas; y también tiene algo de mezquite. Todo el edificio es de tierra, y según las
señales, es tapia fabricada con cajones de varios tamaños. Viene del río, y de bien lejos, una acequia muy grande,
con que se socorría de agua la población, y está ya muy cegada. Por fin, se conoce que tenía el Edificio tres altos; y
si es verdad lo que se pudo rastrear de los indios, y por los indicios que se vieron, tenía cuatro, profundizando el piso
de la Casa a modo de pieza subterránea. Para dar luz a las piezas, no se ven más que las puertas, y unos agujeros
redondos en medio de las paredes que miran al oriente y poniente; y dijeron los indios que por aquellos agujeros
(que son algo grandes) “El Príncipe”, que ellos llaman “El Hombre Amargo”, miraba al sol cuando salía, y se ponía
para saludarlo. No se hallaron rastros de escaleras, por lo que juzgamos que eran de madera, y se destruyeron con
la quemazón que padeció el edificio por los Apaches. La historia, que el Gobernador de Uturitue nos contó en el
camino en su lengua Pima, y nos iba declarando un criado del Sr Comandante, singular intérprete de esta lengua,
es como se sigue:
Dijo que en tiempo muy antiguo vino a aquella tierra un hombre, que por su mal genio, y duro gobierno, se llamaba
“El Hombre amargo”: que este hombre era viejo, y tenía una hija joven; y que vino en su compañía otro hombre
joven, que no era su pariente, ni nada, y que lo casó con su hija, que era muy linda, y él también; y que traía dicho
viejo por criados al Viento, y al Nublado. Que el viejo empezó a fabricar aquella Casa Grande, y mandó a su Yerno
que fuese a buscar maderos para techar la casa. Que se fue el joven muy lejos; y como no tenía hacha, ni otra cosa
con que cortar los árboles, que tardó muchos días, y al cabo vino sin traer maderos. Que el viejo se enojó mucho, y
le dijo, que para nada servía; que vería cómo él traía maderos. Que se fue el viejo muy lejos a una sierra donde hay
muchos pinos, y que llamando a Dios que lo ayudase, cortó muchos pinos, y trajo muchas maderas para los techos
de la Casa.
Que cuando este “Hombre amargo” vino, no había en la tierra árboles, ni plantas, y que él trajo de todas semillas,
y que cogía muy grandes cosechas con los dos criados el Viento y el Nublado, que le servían. Que por su mal genio
se enojó con los dos criados, y los despidió, y que ellos se fueron muy lejos; y como ya no podía hacer cosechas por
falta de los criados, se comió lo que había cogido, y que ya se moría de hambre. Que envió a su Yerno a que llamase a los
dos criados, y los trajese; y que no los pudo encontrar por más que los buscó. Que entonces fue el viejo a buscarlos;
y que habiéndolos encontrado, los trajo otra vez a su servicio; y que con ellos volvió a tener grandes cosechas, y que así
prosiguió muchos años en aquella tierra; y que después de mucho tiempo se fueron, y no han sabido más de ellos.
Dijo mas: Que después del viejo vino a aquella tierra un hombre llamado “El Bebedor”, y que se enojó con la gente
de allí, y que envió mucha agua, de modo que toda la tierra se cubrió de agua, y él se fue a una sierra muy alta,
que desde allí se ve y llaman la Sierra de la espuma, y que se llevó consigo un perrito, y un coyote. (A esa sierra
llaman de la espuma, porque en el remate de ella, que acaba cortada y acantilada a modo de esquina de baluarte,
se ve en lo alto cerca de la cumbre una ceja blanca como de peñasco, la cual sigue igualmente a lo largo de la sierra
por un buen trecho, y los indios dicen que aquello es la señal de la espuma del agua, que llegó hasta allí.). Que “El
Bebedor” se estaba arriba, y dejó al perro abajo para que le avisara cuando el agua llegase allí; y que cuando el agua
llegó a la ceja de la espuma el perro avisó al Bebedor, porque entonces los animales hablaban, y que éste lo subió
arriba. Que después de algunos días envió el hombre Bebedor al Chuparrosas, y al Coyote, a que le trajesen lodo;
que se lo trajeron, y del lodo hizo hombres varios, y que unos salieron buenos, y otros malos. Que estos hombres se
esparcieron por la tierra, río arriba, y río abajo: que al cabo de algún tiempo envió unos hombres de los suyos a ver si
los otros hombres de río arriba hablaban; que fueron estos, y que volvieron diciendo que, aunque hablaban, no les
habían entendido lo que decían, y que se enojó mucho el hombre Bebedor, porque aquellos hombres hablaban sin
haberles dado licencia. Que después envió otros hombres río abajo a ver los que estaban por allí, y que volvieron
diciendo que los habían recibido bien, que hablaban otra lengua, pero que los habían entendido. Entonces el hombre
Bebedor les dijo que aquellos hombres del río abajo eran los hombres buenos, y que estos eran ellos hasta los Opas,
con quienes son amigos; y que los otros del río arriba eran los hombres malos y que estos eran los Apaches, de
quienes son enemigos.
Dijo también; que una vez se enojó el hombre Bebedor con la Gente, y que mató a muchos, y los convirtió en
Saguaros, y que por eso hay tantos Saguaros en aquella tierra. (Es el Saguaro un tronco verde, aguanoso, bastante
alto, e igualmente redondo, y derecho desde el pie hasta la cumbre con hileras de gruesas espinas de arriba abajo,
el cual suele tener dos ó tres ramas de la misma hechura, que parecen brazos).
A más de esto dijo: que otra vez se enojó mucho el Bebedor con los hombres, y que hizo bajar al sol para quemarlos,
y que ya los acababa: que los hombres le pidieron mucho que no los quemase, y que entonces el Bebedor dijo, que
ya no los quemaría; y mandó subir al sol, pero no tanto como estaba antes, y les dijo que lo dejaba más bajo para
quemarlos con él si otra vez lo hacían enojar, y que por eso hace tanto calor en aquella tierra en el verano. Todavía
dijo que sabía otras historias, que no las pudo contar porque se acabó el tiempo, y quedó en que nos las contaría
otro día; pero como nosotros nos reíamos algo de sus cuentos, que él refería con bastante seriedad, después ya no
pudimos lograr el que nos refiriese otra cosa, diciendo que no sabía más.
Toda esta relación o historieta he referido con el dialecto que se ve, por más acomodado al estilo, con que se explican
los indios.
A modo de conlcusión
De todas las lecturas que acabamos de oír podemos deducir varios puntos muy interesantes y esclarecedores para
los lectores de hoy día. Se me ocurre citar, entre otros, los siguientes.
1. Que cerca de la moderna ciudad de Casa Grande, Arizona, existió una Casa Grande, cuya existencia data de
hace unos 700 años (de acuerdo a los cálculos del P. Pedro Font), que coincide más o menos con el comienzo del
Impero Azteca, y que hoy conservamos solamente en ruinas. Que tenemos documentos personales e históricos de
hace unos 250 años que dan testimonio no sólo de esta singular Casa Grande, sino de otras varias Casas Grandes
e, incluso, de ciudades, de las cuales en aquel entonces formaba parte la Casa Grande arizonense que conservamos
hoy día, aunque solamente sea en ruinas.
2. Que, como era de esperarse, al existir una pluralidad de “casas grandes” —e incluso de una ciudad— había otras
muchas cosas que existían en tiempo de los cronistas, y que ya no nos quedan hoy ni en forma de reliquias, como
eran una “laguna”, las “alcantarillas”, las “acequias”, los “pozos” procedentes todos del río Gila y desembocantes, a
su vez y más tarde, en el mismo río. En cuanto a “siembras”, aunque en terreno desértico, se plantaba maíz y otras
semillas con gran éxito y provecho, gracias a este sistema de regadío.
3. En cuanto a la artesanía y fabricación de artefactos se nos dice que aparecían muchos fragmentos de loza con
sólo excavar un poco la tierra y que estos artefactos se podrían comparar muy bien con los de Tlaquepaque (Guadalajara),
e incluso con la famosa loza de Puebla.
4. Varios de estos cronistas, en particular el Capitán Mateo Manje y el P. Pedro Font, hacen referencia a otros
lugares en donde antes habían habitado estos mismos indios, diferentes y más cultos que los pimas. Por las
descripciones, latitudes y trayectorias parecen indicar que procedían del Norte, y citan como referencia el río Salado
y el río Verde, y las montañas del Mogollón. Por otra parte, el P. Font nos señala dos cosas: 1. que esta tribu de
indios (antecesores y descendientes de Moctezuma) fundaron ciudades y duraban en ellas mucho tiempo. Y 2) que
procedían del Norte (San Francisco Peaks, Sedona-Flagstaf – Moctezuma Castle y Moctezuma Well) y pasaron
después a Casa Grande, Arizona, siguiendo más tarde a Casas Grandes, Chihuahua, México, prosiguiendo por
La Quemada, Zacatecas, y, por fin, llegando a Tenochtitlán. Textualmente nos relata el Padre Font lo siguiente,
refiriéndose a la de Arizona:
“La Casa Grande, o palacio de Moctezuma, tendrá de fundación unos quinientos años según las historias y escasas
noticias que hay de ello, y dan los indios; porque según parece, esta fundación la hicieron los Mejicanos cuando,
en su trasmigración, los llevaba el demonio por varias tierras hasta llegar a la tierra prometida de Méjico, y en sus
mansiones [residencias-estadías], que eran largas, formaban población y edificios”.
5. En fin, que de acuerdo a estas crónicas citadas, podemos ahora trazar históricamente —aunque sea en parte
solamente— el recorrido o peregrinación que los aztecas han hecho a partir del Norte de Arizona para llegar al
Valle de México. Que esa peregrinación se hizo por etapas y que en cada una se quedaron centenares de años. Y
de interés personal para mí, es que ellos se hayan asentado durante mucho tiempo en las cercanías del lugar de mi
nacimiento, la ciudad de Casa Grande, y la zona de mi crianza, la ciudad de Coolidge.
Muchas gracias.
Lupe Cárdenas
Profesora de Español
Arizona State University West
Phoenix, Arizona, EE.UU.
* Ponencia leída en el congreso de RMCLAS, Tucson, Arizona, febrero de 2006
Durán, David
Universidad Estatal de Arizona
Nació en Michoacán y después se trasladó a Sonora siendo un niño. Ahora se encuentra radicado en Phoenix
Arizona USA. Asistió a la Universidad Estatal de Arizona (ASU por sus siglas en inglés) en donde se graduó con
dos licenciaturas, una en Justice Studies y otra en Literatura en español. Recientemente graduado de la misma
institución con una maestría en literatura chicana. Ha asistido a algunas conferencias nacionales e internacionales
dentro de las cuales se encuentran: XIII Reunión de Investigadores de Ciencias Sociales y Humanas (Puebla.
Méx). Séptimo Foro Internacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura. Universidad de Sonora, (Hermosillo,
Sonora, México). IV y V Congresos de Poetas Migrantes. San Luis AZ, San Luis Son. IV Encuentro de Escritores
Iberoamericanos en Estados Unidos (homenaje a Luis Valdés). Peregrinos y sus Letras. Phoenix AZ. Homenaje al
Doctor Justo S. Alarcón”. Phoenix AZ. XIV y XV Conferencia de Literatura ASU. Algunas publicaciones incluyen:
“La carta que nunca escribí”. Revista Literaria Katharsis Septiembre 2008 España. “Luna llena”. Revista Literaria
Katharsis Septiembre 2008 España. Congressional Immigration Reform. The Examiner. Julio de 2010. “Carrera a
muerte” Refugio Poético primavera 2012. “El Descubrimiento” Refugio Poético primavera 2012.
La inmigración ilegal
Fondo. La inmigración ilegal dentro de Los Estados Unidos de Norteamérica y sus efectos de expansión y globalización,
tanto urbana como rural, ha tenido graves consecuencias tanto políticas como sociales bien sea para Los Estados
Unidos como para los países desde donde se produce dicha migración. A éste problema del fenómeno migratorio
se han adherido grupos tanto civiles como oficiales, unos apoyando la inmigración dentro del territorio estadounidense
y otros rechazándola. Dentro de los grupos no oficiales podemos encontrar a los medios de comunicación masiva
quienes por su influencia con el pueblo juegan un papel muy importante dentro de lo que se podría llamar el
fenómeno migratorio. Por añadidura, encontramos la tecnología en general, misma que es empleada para restringir
la inmigración.
Hipótesis. Así pues, la influencia tecnológica desempeña un papel muy importante dentro del anteriormente citado
problema.
Marco teórico. Con el paso de los años, la tecnología ha creado toda una red de espionaje tratando de evitar la
entrada de indocumentados dentro de los Estados Unidos.
Objetivo. Basados en lo anteriormente expuesto, el trabajo que va a continuación, estará enfocado en ver cómo la
tecnología ha influido, ya sea de forma positiva o negativa, al fenómeno migratorio. Otro punto a tratar será el de la
discriminación racial sufrida por los indocumentados, además de las luchas internas en las que están involucrados
los inmigrantes para conseguir una amnistía. Finalmente se verá una breve semblanza del cómo y cuándo, además
de los motivos que dieron inicio a la emigración de algunos países hacia los Estados Unidos.
La inmigración ilegal
Hablar del tema de la inmigración ilegal, no de ninguna manera un tópico nuevo dentro de Los Estados Unidos
de América (USA). De esta situación se ha hablado bastante durante los comienzos del siglo XXI. Éste tema fue
tratado con la misma intensidad durante la mayor parte del siglo pasado, siglo XX. Dentro de las vías de emigración /
inmigración al territorio estadounidense existen dos corrientes claramente definidas. Estas formas de inmigración
son las llamadas “legal” e “ilegal”. Cabe mencionar, en términos generales, que tanto las emigraciones como las
inmigraciones se producen en todo el orbe y en todos los tiempos. Por este motivo, aclaro que mi trabajo se limitará y
enfocará en el fenómeno inmigratorio que está ocurriendo y que tiene una relevante importancia dentro de USA.
También es muy importante el ver cómo la tecnología está desempeñando un papel importante tanto en la identificación
como en la detención y deportación de los indocumentados.
Si hablamos de la primera forma de acceso al país estadounidense, es decir la “legal,” lógicamente estamos refiriéndonos
a aquella que se realiza por medio del proceso o procesos legales, donde se incluyen todos los permisos y papeleos exigidos
por dicho país para poder aceptar la entrada al hemisferio físico de dicha entidad. Dentro de dicha corriente migratoria,
se deben incluir categorías tales como refugiados políticos, estudiantes, turistas, negociantes, exiliados, etc. Las personas
incluidas dentro de esta categoría no tienen problema alguno para vivir, trabajar y hacer una vida “normal”. Este
tipo de inmigración es importante y bien recibido por la gran mayoría de los estadounidenses, principalmente
si dichos inmigrantes provienen del continente Europeo. Cabe mencionar, que la mayoría de estos inmigrantes,
vienen a USA con un cierto nivel académico, mismo que les permite trabajar en compañías, o en trabajos donde
su remuneración económica percibida por su aporte laboral es bastante aceptable. La importancia y el aporte
económico que este grupo ofrece al país estadounidense son esenciales para el desarrollo del mismo.
Otra corriente migratoria con el mismo estatus (legal) proviene de países más pobres, es decir, de los continentes
africanos, asiáticos y sudamericanos. Debido a que la inmensa mayoría de ellos no traen consigo el mismo nivel
académico que los europeos, no son vistos de la misma forma que aquellos. Aquí es donde cabe mencionar, que la
inmensa mayoría de estos inmigrantes no tienen una preparación académica importante, por lo que su necesidad
económica los obliga a realizar trabajos en los campos o en factorías ganando un salario infinitamente inferior. El
hecho de que la labor realizada por dicho sector sea efectuada en los campos de cultivo, fábricas o restaurantes no
significa que la importancia de su aporte económico al desarrollo del país no revista la misma magnitud que tiene
el aporte al desarrollo que efectúan aquellos a quienes llamaría “académicos”.
No hay mucho de qué hablar en este trabajo sobre la inmigración “legal” pues no representa un gran problema
político ni social para la comunidad estadounidense, ni para los países de origen de estos migrantes. Dicho lo anterior,
se verá que mi trabajo irá enfocado en lo que es la segunda corriente migratoria, “la ilegal”.
La inmigración llamada “ilegal” dentro de USA, es aquella que se produce cuando, por necesidades económicas, las
personas se ven obligadas a abandonar su país de origen y a adentrarse en USA sin el permiso de entrada correspondiente.
Es éste el tema que me atañe, tema mismo que desglosaré en este trabajo.
Para comenzar y para entender este movimiento migratorio, es necesario ver el cómo y el cuándo de la iniciación
de este fenómeno que se ha convertido no sólo en un problema social, sino que además es un fuerte problema
político dentro de los Estados Unidos. Es importante observar cuál es la motivación principal que agita y obliga a
los migrantes de nuestros países de Latinoamérica, en general, y principalmente a los mexicanos, a buscar nuevos
horizontes dejando atrás a sus seres queridos.
La inmigración ilegal dentro del territorio de los Estados Unidos es un hecho. El tema migratorio y sus consecuencias
socio-políticas son observados por los ciudadanos estadounidenses día tras día en los medios de comunicación
masiva de aquel país. Este fenómeno es usado políticamente por algunos legisladores y políticos sin escrúpulos en
general, quienes usan la inmigración ilegal para aterrorizar a los ciudadanos, con el único propósito de lograr los
sufragios necesarios para su elección o reelección a cargos del gobierno. Algunos de los argumentos esgrimidos
por los políticos para intimidar a los ciudadanos con respecto al supuesto peligro que corren con la corriente de
inmigrantes ilegales son principalmente nombrar a los indocumentados como terroristas, y decir que éstos son
una carga pública para el sistema económico de la nación y la seguridad del país. Cabe mencionar que el blanco
principal de la ciudadanía a quienes la información de los políticos va dirigida son las personas de la tercera edad.
Los ancianos forman el grupo de ciudadanos más vulnerable, pero además es el grupo que, en el momento de las
elecciones, hacen acto de presencia masiva para depositar su voto.
Si tenemos que hablar de la inmigración ilegal mexicana, es necesario hacer mención cuándo y cómo se inició
dicho fenómeno. Dejando a un lado el hecho de que todo el sur de los Estados Unidos perteneció a España y a
México hasta principios del siglo XIX, y que por ende miles de mexicanos vivían ahí antes de la llegada de los
anglosajones, sería coherente recordar que la primera ola migratoria mexicana al territorio estadounidense de hoy
día se dio como consecuencia de la Revolución Mexicana a principios del siglo XX. Dentro de este flujo migratorio
podemos encontrar lo mismo gente humilde que grandes personajes políticos y literarios. (Los hermanos Flores
Magón, José Vasconcelos y Mariano Azuela entre ellos). Esta oleada de inmigrantes, trajo como efecto negativo la
creación de lo que sería la primera agencia federal encargada de restringir la entrada de ciudadanos no estadounidenses
a su territorio.
Sería bueno detenernos un poco y dar una breve crónica de la formación de las agencias migratorias dentro de
USA. La primera agencia de inmigración llamada Oficina de Superintendencia de Inmigración fue fundada en
el año 1893. Esta misma agencia se fundió con el Buró de Inmigración en 1895. En 1903 se llamó simplemente
“Buró de Inmigración”. En 1906 cambió su nombre a Buró de inmigración y naturalización. Para 1924, y debido a
la oleada de inmigrantes causada por la Revolución mexicana, se creó lo que conocemos como U.S. Border Patrol.
Oficina que lógicamente se enfocó a perseguir indocumentados en la frontera sur del país. En 1933 se unieron
el Buró de Inmigración y el Buró de Naturalización creando la agencia de (INS). Finalmente en 2003 se crearon
United States Citizenship and Immigration Services (USCIS), Immigration and Custom enforcement (ICE), y
Custom and Borders Protection (CBP) todas ellas bajo la supervisión del Departamento de Seguridad Nacional
(Home Land Security) USCIS.GOV PORTAL
La segunda entrada masiva de mexicanos, y la que quizás marcó el rumbo definitivo para posteriores inmigraciones,
ocurrió durante el período de la Segunda Guerra Mundial, WWII. Debido al conflicto armado en el que USA se
encontraba involucrado, la inmensa mayoría de los jóvenes y hombres en edad de laborar se hallaban enlistados
en las fuerzas armadas estadounidenses. Este factor motivó la entrada de las mujeres a trabajar en labores que
anteriormente sólo estaban predispuestas a ser realizadas por los varones. Esta acción de incorporar a las mujeres
al sector laboral no fue suficiente para cubrir las necesidades económicas. Pero más que todo fue la urgencia de
levantar las cosechas lo que motivó a los americanos a voltear sus ojos al país vecino (México) en aras de encontrar
la mano de obra necesaria para que el resto de la población pudiese tener comida en sus mesas.
El gobierno estadounidense pidió al mexicano que le permitiera contratar mano de obra –barata-- para que realizara las
labores que se encontraban abandonadas por causa del conflicto bélico al que se estaban enfrentando. El gobierno
mexicano accedió a la petición de su vecino del norte y envió un contingente laboral de 3 millones de trabajadores.
Este programa fue conocido como el “Programa Braceros”. Este movimiento migratorio trajo un alivio económico
inmediato para los Estados Unidos, pues los trabajadores recién llegados se dispersaron por toda la nación realizando
todo tipo de labores. Este programa, que se inició en 1943, se extendió en 1947 y llegó a su fin en 1964 (USCIS.GOV)
El problema con esta oleada migratoria, que en su momento fue legal, es que al término del conflicto armado, la
fuerza laboral estadounidense regresó a su país, lo que motivó el cierre del programa de braceros. Una vez que el
gobierno estadounidense unilateralmente dio por terminado el programa de los braceros, muchos de los mexicanos
regresaron a su patria, pero una gran mayoría decidió quedarse en este país dando así origen a pasar de un “estatus
legal” migratorio a un “estatus ilegal”.
Toda esta situación conlleva una actitud de conveniencia e hipócrita por parte del gobierno estadounidense, la cual
se ve reflejada en sus acciones. Es decir, en el momento en que urgentemente se necesita mano laboral (misma que
por demás sale “barata”) se voltea al país vecino del sur para conseguir trabajadores. De la misma manera, cuando
ya no los ocupan, tratan unilateralmente de deshacerse de ellos, considerándolos un problema económico, por no
decir racial.
Los temas de la inmigración ilegal también conllevan argumentos de problemas económicos. Políticos opuestos a
la inmigración ilegal, utilizan los medios de comunicación masiva estadounidense para propagar su doctrina anti-inmigrante.
Tomando en cuenta que al ciudadano estadounidense lo que más le importa es la economía propia, estos políticos
y organizaciones en contra de la inmigración esgrimen la bandera de que el gobierno federal gasta millardos de
dólares en prestar servicios de cualquier tipo a los indocumentados. Servicios tales como hospitales, escuelas, bibliotecas,
welfare o bienestar, y otros, se proveen a personas que, según este grupo de anti-inmigrantes, no deberían de gozar
de esos beneficios. Pero, ¿de dónde salen esos recursos económicos para proveer tales servicios? De acuerdo con
este mismo grupo, esas aportaciones monetarias provienen de los impuestos que el pueblo estadounidense paga.
Es aquí donde el pueblo ve afectado su bolsillo. Este argumento utilizado por este grupo es muy discutible. Dentro
del país (EUA) nadie está exento de pagar impuestos. Estos mpuestos son pagados lo mismo por ciudadanos que
por los indocumentados. Ningún ilegal va a un supermercado a comprar exigiendo no pagar impuestos porque
es ilegal. Lo mismo pasa con autoservicios, inmobiliarias y todos los lugares en donde se realice una operación o
transacción económica por más grande o pequeña que ésta sea. Impuestos son abonados por comprar o por vender,
por gente legal o ilegal. Pero ¿qué pasa en el campo laboral? ¿Es acaso aquí donde los indocumentados están exentos de
pagar impuestos? Esta es una de las mentiras más grandes expuestas por los promotores anti-inmigrantes quienes
arguyen que el indocumentado no paga impuestos cuando trabaja.
Sin importar el lugar en el cual el indocumentado se encuentre trabajando, éste paga los mismos impuestos que
el ciudadano o el residente legal. Cada día de pago, el ilegal ve en su papeleta de pago las mismas deducciones,
es decir gravámenes federales, estatales y locales. Impuestos que van directamente al servicio de impuestos de la
agencia Internal Revenue Services (IRS). La gran diferencia entre los impuestos que pagan los indocumentados y
los residentes con estatus legal, llámense ciudadanos, refugiados, o cualquier otro grupo, es que al final del año fiscal
aquéllos obtienen una remuneración económica (desgravamen) por parte de los gobiernos federales y estatales,
mientras que los indocumentados, en su gran mayoría, no reciben ni un sólo dólar, quedando ese dinero en las arcas
federales y estatales. Entonces podemos colegir que la bandera anti-inmigrante de la carga económica por parte
de los indocumentados que blanden algunos políticos y algunas organizaciones con carácter racista son tan irreales
como decepcionantes, además de ser discriminatorias.
Otro gran problema que encaran tanto los indocumentados como los ciudadanos estadounidenses de origen mexicano
en USA es el de la segregación. El color de la piel desempeña un papel primordial para los efectos de discriminación
racial. Discriminación contra los mexicanos y los hispanos en general está latente en todos los sectores de la población
y el gobierno estadounidense. Yo personalmente fui detenido en dos ocasiones por los en aquel entonces llamados
agentes de inmigración en el aeropuerto internacional de Phoenix Arizona (Sky Harbor Airport). Mientras era
interrogado por los agentes migratorios observé cómo otros hispanos eran detenidos e interrogados. El problema
aquí es que nunca observé que a ningún/a blanco o persona de color fuese interceptada con la misma finalidad.
Además de preguntarme por mi estatus legal en el país, los agentes de inmigración estaban indagando y buscando
terroristas. Aquí cabe hacer una pregunta. ¿Es que acaso no existen terroristas con la piel blanca o negra? ¿En qué
manos está nuestra seguridad nacional?
Retomemos los temas referentes al terrorismo, a la seguridad nacional y a la inmigración ilegal. Es difícil de entender
el porqué se está construyendo una barda metálica para dividir los Estados Unidos de un país vecino y “amigo”
como es México. El argumento que originalmente se blandió fue el de proteger el territorio estadounidense de
ataques terroristas asegurando las fronteras. A este argumento se le agregó después el de detener la inmigración
ilegal y el narcotráfico. Analicemos un poco esta actitud. “Construyamos un muro para proteger nuestra patria
de ataques terroristas.” Este argumento en principio parece fuera de sentido. El problema aquí es que los ataques
terroristas efectuados el fatídico 11 de septiembre fueron realizados por terroristas que ingresaron por la frontera
norte, Canadá. Otro problema aquí es que dicho muro se está construyendo solamente en la frontera sur y no en
la frontera norte, que fue el lugar desde donde entraron los terroristas. Entonces, si los terroristas entraron por
Canadá, ¿por qué se construye un muro en México y no en Canadá? Esto suena tan ridículo como decir que si
pierdo una moneda en la obscuridad voy a ir a un lugar en donde hay luz para buscarla. Segundo, detener la inmigración
ilegal es sólo una utopía. Mientras el pueblo mexicano siga muriéndose de hambre, seguirá emigrando para el país
vecino del norte a buscar su sagrado derecho de supervivencia, con muralla o sin muralla. Si el gobierno de los
Estados Unidos construye un muro de 5 metros, el pueblo construirá una escalera de 6 metros para poder cruzar
la frontera. Etc.
Refiriéndose a este muro conocido como “el muro de la tortilla” o “The Shame Wall” (el muro de la vergüenza) el
ex presidente de la antigua Unión Soviética (USSR) Mikhail Gorvachev expresó “No puedo creer que los Estados
Unidos estén construyendo este muro después de que juntos derribamos el muro de Berlín” “porque un país tan
rico como USA gasta su dinero en construir este tipo de murallas” (Youtube. Gorbachev on the US Mexico border
wall). La construcción del muro fronterizo fue aprobada por el congreso mayormente Republicano con un total
de 283 votos a favor y 138 en contra. Este muro consta de una extensión de 1.125 Kms aproximadamente (Prensa
Hispana).
Con respecto a los grupos que han mostrado una abierta oposición a la entrada de indocumentados se encuentran
los llamados Minuteman. El siguiente es un artículo publicado en la página de los llamados “Minuteman”. (Este
es un grupo de ciudadanos civiles e independientes del gobierno de los Estados Unidos cuyo único objetivo es el
de “proteger” la frontera sur de los inmigrantes ilegales). Aquí cito dicho desplegado “Las fronteras Americanas
están bloqueadas por la invasión de millones de intrusos ilegales gritando en nuestras calles y demandando una
amnistía. ¿Han tenido suficiente abandono? (los ciudadanos por parte del gobierno). Nosotros estamos, y hemos
estado haciendo algo al respecto. Tú puedes ayudar a construir la barda y mostrar tu espíritu patriota enviando
donaciones monetarias para poner calcomanías en las defensas de tus autos. Así, mientras manejas, dejas saber a los
americanos de la solución para asegurar nuestras fronteras. (Minuteman. May/07) en respuesta a este comunicado
la revista National Geographic escribió, “fronteras atraen violencia, violencia acelera bardas. Y bardas eventualmente se transforman en muros. Un muro se convierte en una virtual bofetada. Pareciese que amamos las bardas,
pero estamos disconformes con ellas (bardas) porque ellas dicen algo desagradable acerca de nuestros vecinos- y de
nosotros mismos-. Ellas nos ofrecen sentimientos en choque porque no queremos admitir que los necesitamos” (a
los mexicanos) (National Geographic May, 07).
Retomando al grupo llamado Minuteman, estos cuentan con la más avanzada tecnología para detener la inmigración
ilegal en la frontera sur de USA. Dentro de esta tecnología se incluye, pero no se limita a: radares, páginas electrónicas,
estaciones de radio, etc. Este grupo está siempre muy activo en su afán de detener a los inmigrantes procedentes de
México, pues entre sus actividades se incluyen el enviar faxes al Congreso estadounidense pidiéndoles que detengan
la inmigración ilegal y que nieguen amnistía para los indocumentados ya residentes en USA. En respuesta a estos
comunicados y a las acciones tomadas por los Minuteman, algunos grupos que apoyan la amnistía aseveran que
la inmigración ilegal y el asegurar las fronteras es una responsabilidad del gobierno federal, y que ni los gobiernos
locales o estatales tienen derecho a detener a los inmigrantes.
La tensión entre los que se empeñan a restringir la inmigración ilegal, y los miembros de protección de los derechos
civiles, también se manifiesta en esta lucha donde la tecnología juega un papel importante. Las leyes designadas
para restringir la inmigración ilegal a menudo acarrean con ellas una marcada discriminación en contra de las minorías
étnicas. Los empleadores se enfrentan a penalidades económicas por emplear indocumentados, esto sucede en la
primera ocasión que se encuentre una o más personas indocumentadas trabajando en su compañía. La pena subsecuente
conlleva prisión para el empresario si se encuentran trabajadores indocumentados en redadas posteriores. Ante
esta situación, los contratantes se sintieron temerosos de contratar trabajadores de origen hispano, aunque estos
sean ciudadanos de los Estados Unidos. Varios grupos y organizaciones hispanas de USA se dedicaron a denunciar
transgresiones a los derechos civiles de los inmigrantes. Pero ¿dónde entra la tecnología en todo esto? El Departamento
de Inmigración de los Estados Unidos formuló un sistema por medio del cual electrónicamente se puede verificar
la autenticidad de los documentos de los trabajadores de una empresa. Este sistema es conocido como E-Verify.
Para comprobar el estatus legal de los trabajadores, los patrones tienen que llenar el formulario I-9, formulario que
se encuentra en los portales de la página de USCIS.gov.
Entre los sistemas tecnológicos empleados por el Departamento de Inmigración en su afán de detener la inmigración
ilegal tenemos el llamado INPASS. Este es un sistema que fue desarrollado para acelerar el tráfico y agiliza además
la inspección de viajeros en los aeropuertos. El funcionamiento básico de este procedimiento es el siguiente: cuando
el viajante inserta su pase de abordaje, mismo que tiene un código de identificación. La persona tiene además que
poner su mano en un lector de mano, los datos son enviados y procesados en un sistema de datos llamado IBIS.
Si ambos datos (mano y tarjeta coinciden) la inspección es completada automáticamente sin la intervención de un
agente. Este procedimiento toma 30 segundos aproximadamente y puede ser modificado. (USCIS.GOV)
APP. Este sistema es empleado para verificar la entrada al país en lugares remotos. Al igual que el anterior programa, se basa en una población que fue previamente introducida en el programa. En este programa, la persona
utiliza su voz como medio de reconocimiento, además de un número de identificación personal. La persona recita
una frase en un teléfono, misma que anteriormente fue grabada, un sistema lo escucha y compara. (USCIS.GOV)
RVIS. Este es otro sistema empleado en puertos de entrada remotos. Este sistema está basado en videocámaras las
cuales recogen la imagen del viajero.
Los anteriormente descritos son sólo algunos de los sistemas innovados que el USCIS está empleando en su lucha
por mantener la inmigración ilegal alejada de sus puertos de entrada. Pero además de todos estos sistemas, aplicados
de diferentes maneras en su afán de detener la inmigración ilegal, tenemos el que tal vez hoy en día es el más importante
de todos, el de internet.
El papel que internet ha jugado en recientes años en esta pugna migratoria es sumamente importante, como a
continuación lo veremos. Las informaciones dadas en la Internet alrededor del mundo, se centran principalmente
en el muro que USA construye en su frontera sur, y todas ellas están en contra de dicha construcción. Muro mismo
conocido como “El Muro de la Tortilla” o “El Muro de la Vergüenza“ (The Shame Wall). Algunos de estos artículos
comparan este muro como el “Nuevo muro de Berlín”. Javier Solana, quien fue jefe de relaciones exteriores de la
comunidad europea, escribió “Los inmigrantes deben ser tratados como seres humanos, no como animales” (Finoki)
www.subtopiablogspot.com. Otro informe de Internet –éste proveniente de Israel-- menciona que el muro será
construido por gente, compañía y tecnología israelí. Esta firma es la misma que construyó el muro “the apartheid
wall” en Palestina. El artículo también nos dice que dentro de la tecnología que se proveerá se encuentran sistemas
de alargamiento visual, electróptica, avionica, controles térmicos etc. www.4report.com/node/2743.
Un artículo importante digno de comentar es el emitido por “The Heritage Fundation.” Dicho artículo es llamado
“Mexico’s answer to el muro” y es escrito por James Jay Cafarano quien es uno de los lideres en defensa y seguridad
nacional de EE.UU.
En su artículo, Cafarano trata de dar una excusa por la construcción “del muro de la tortilla”. El artículo dice así:
“Los mexicanos se encuentran profundamente consternados y en conflicto por la iniciativa para construir el muro,
por un lado, la corrupción mexicana ha enviado mexicanos desde décadas para trabajar como trabajadores indocumentados
en EE.UU. Por otro lado, algunos mexicanos culpan a los Estados Unidos por los problemas de seguridad de que
los americanos culpamos a los mexicanos, la cual es el insaciable apetito de los americanos por consumir drogas
ilegales. Los mexicanos exigen una mejor respuesta. Primordialmente, ninguna persona con la que hablé me cuestiona
el derecho que tienen los Estados Unidos de salvaguardar sus fronteras” (Cafarano, the heritage fundation octubre
/28/2006) www.heritage.com. Como vemos en este artículo, Cafarano defiende el derecho de construir el muro
que tienen los Estados Unidos. En su artículo comenta la influencia que la corrupción mexicana tiene en el hecho
de que los mexicanos traten de abandonar su país y traten de internarse ilegalmente en EE.UU. Cafarano defiende
su derecho de protegerse del terrorismo y del narcotráfico aunque reconoce que los consumidores de drogas se
encuentran en EE.UU. Lo que Cafarano no menciona es que uno de los motivos principales por el incremento del
narcotráfico es la facilidad que tiene la población de comprar armas. Armas mismas que compran los narcotraficantes
dentro de los Estados Unidos y que sirven para matar mexicanos. Dicho en otras palabras, los Estados Unidos
ponen el dinero y los drogadictos y México pone los muertos. El Washinton Post, que es el diario informativo más
importante de EE.UU., escribió con relación al tema de la construcción del muro, y después de hacer énfasis en el
descenso en la economía que dicho proyecto tendría en las ciudades fronterizas, “Texas está conectado a México
por 23 puentes. A través de esos puentes, hemos mantenido por siglos viejas amistades y ataduras de sangre con
México, además el comercio y el turismo quienes benefician la economía de este estado y de EE.UU. www.washintonpost.
com. Volviendo al grupo de los minuteman, cientos de videos con tinte racista circulan en internet, concretamente
en las páginas de la tan visitada YouTube.
¿Cuál fue la respuesta en internet del gobierno mexicano a todo este problema de la construcción del muro fronterizo?
El entonces secretario de relaciones exteriores de México Luis Ernesto Derbez comentó “México no va a soportar
y no va a permitir una cosa tan estúpida como este muro”. José Luis Soberanes de la comisión de los derechos
humanos comentó “espero una reacción más enérgica por parte de nuestras autoridades” www.breitbart.com/news.
Es obvio que el gobierno mexicano tiene mucho que decir al respecto. Es innegable también que el gobierno mexicano
tiene poca o ninguna influencia en los asuntos que unilateralmente maneja EE.UU. Hago énfasis en que son asuntos
que el gobierno de EE.UU. maneja unilateralmente, porque nunca pidió una opinión al gobierno mexicano sobre
este asunto. Mismo énfasis que pongo en decir que poco, o nada, le importa al gobierno norteamericano la opinión
de México o cualquier otro país al respecto de la construcción del citado muro. Para hablar en lenguaje coloquial
mexicano “Lo que diga o haga México le hace lo que el viento a Juárez”. ¿Será por eso quizás que el gobierno
mexicano levanta su voz muy tibiamente en protesta por la construcción de dicho muro? ¿Será por eso que los
gobernantes mexicanos agachan la cabeza ante la afrenta que representa la construcción del “Muro de la Tortilla”?
La construcción “Del Muro de la Tortilla”, además de todas las penalidades, como humillaciones, discriminación,
etc., a las cuales estamos expuestas las personas de origen mexicano que vivimos en EE.UU., son y deben ser motivo
de una protesta enérgica por parte del gobierno mexicano. Protesta que nunca se llevará acabo, pues el gobierno
mexicano es tan culpable de esta situación como lo pueden ser el gobierno de los Estados Unidos y algunos de sus
ciudadanos (los minutemen). Algo en lo que tengo que coincidir con Cafarano es en lo referente a la corrupción que
existe en el gobierno mexicano. Mientras la corrupción, el hambre y la inseguridad persistan en México, el pueblo
seguirá saliendo a buscarse un mejor futuro, sea en donde sea. Futuro mismo que se convierte en toda una odisea
desde el momento en que abandonan sus lares y que continúa una vez que se encuentran en territorio estadounidense.
Una vez que el mexicano se encuentra en los Estados Unidos, la discriminación por parte de algunos de los sectores
está latente y toma fuerza cada día. Los grupos anti-inmigrantes hacen lo imposible por evitar la inmigración ilegal
utilizando todos los medios tecnológicos a la mano para lograr su meta. Grupos mexicanos, organizaciones latinas
y grupos de derechos humanos contraatacan utilizando los mismos medios defendiendo el derecho a la supervivencia
que tiene el ser humano. El gobierno norteamericano defiende su derecho de “asegurar sus fronteras” para lo cual
se vale de la tecnología más avanzada, dentro de la que se incluye, pero no se limita a aviones de radar, cámaras
infrarrojas, además la tecnología anteriormente descrita. La pregunta aquí es la siguiente: ¿Qué hace el gobierno
de México para proteger a sus ciudadanos? A esos ciudadanos que viven allende la frontera del norte. La respuesta
podría ser, poco y nada. ¿Acaso le importa al gobierno de México el sufrimiento de su gente? ¿No son acaso más
importantes las remesas económicas que el bienestar de los mexicanos en el exterior?
Bibliografía electrónica
www.Portal/site/uscis/minuteman
Youtube.gorbachev on to us mexico border wall
Youtube.minuteman/may/07
Uscis.gov/tales/testimony
www.subtopia.com,blogspot.com
www.4report.com/node/2743
www.heritage.org
www.washingtonpost.com
www.minutemanhq.combf
www.prensahispana.com
www.nationalgeographic.com
www.aporrea.org/internacionales/a/18971.html
http://subtopia.blogspot.com/2007/04/border-to-border-wall-to-wall-fence-to-fence.html
www.breatbar.com?news
Jerez, Marco (Nogales, Sonora, México, 1944)
Doctorado en Español por la Universidad de Arizona, 1991 Autor de Rescate (novela, 1980); La Alta Pimería: Una
perspectiva histórica y humana (ensayo, 1981); Ser y expresión en la frontera norte de México (ensayo, 1995); Poemas
de la vida y de la muerte (poesía, 2006) Asociado en investigación histórico-literaria, Departamento de Español y
Portugués, Universidad de Arizona.
Ensayo
Segunda Edición
La Palabra, 2013
Primera Edición, 1995
Instituto Sonorense de Cultura
Hermosillo, Sonora, México
A mi esposa Susan
Todo acto cultural vive, de manera esencial, en las
fronteras: en esto reside su seriedad e importancia;
alejado de las fronteras pierde terreno, significación,
deviene arrogante, degenera y muere.
Mijail Bajtin
Teoría y estética de la novela
Una ontología sin posibilidad de consecuencias
transformadoras, es peor que la muerte física, porque es
una ontología sin trascendencia, y la trascendencia define
la vida misma tanto en sus aspectos biológicos como
superiores. Se vive en cuanto se trasciende. Un hombre
que ha intensificado su substancia está en condiciones de
comunicar esencias. Un árbol que recibe los vientos en lo
alto de una colina, devuelve su experiencia en términos
de expresión.
Eduardo Mallea
Notas de un novelista
CONTENIDO:
INTRODUCCIÓN GENERAL
5
CAPÍTULO I
10
BIBLIOGRAFÍA: INTRODUCCIÓN GENERAL Y CAPÍTULO I
19
INTRODUCCIÓN GENERAL
Establecer una relación entre la ontología y una teoría de la expresión literaria, requiere definir la perspectiva
metodológica en que esta relación se visualiza.
Porque bien podría suceder que el acercamiento a esta relación, se abordara desde un punto de vista
metafísico a ultranza, en el sentido de proponer una teoría del Ser previa al fenómeno literario a estudiar.
De ahí que sea necesario aclarar que, en este trabajo, el término ontología no implica un aparato teórico
que, anterior e independiente a nuestro objeto, se le quiera imponer luego a éste de una manera violenta y arbitraria.
Siendo el objeto de nuestro estudio los textos fronterizos del septentrión mexicano, éstos correrían así el riesgo de
convertirse en meros pre-textos para una verificación ontológica.
En nuestro acercamiento a la expresión literaria, pues, no se partirá de principios trascendentes a la
textualidad, sino que se estudiará el tapiz de la expresión en toda su riqueza y complejidad, para extraer de ahí
mismo su propia hilación ontológica, la fibra misma del Ser que le dio origen.
Una ejemplificación breve de este método se podrá apreciar mejor si extendemos, en una dirección
simultáneamente histórica y ontológica, los argumentos de Erich Auerbach en “La cicatriz de Ulises” (Mimesis,
3-23). En su estudio comparativo entre la Biblia y la Odisea, el análisis de Auerbach acota su esfera alrededor de la
estructura de los personajes como fundamento de la expresión literaria. Ahora bien: si a partir de este principio el
análisis se extiende en una dirección que involucre tanto a la historia como a la ontología, los resultados obtenidos
resultan sorprendentes.
De esta manera se podrá descubrir, por ejemplo, cómo el principio parmenídico del “Ser es, el no Ser no
es”, con el cual se propone la permanencia óntica a través de todas las circunstancias y accidentes, encapsula en su
fórmula lo que el espíritu griego había ya plasmado en la epopeya con su héroe máximo, Ulises, expresión literaria
de aquello que no cambia con el paso del tiempo: Ulises sale de Ítaca joven y vigoroso para al final encontrarse,
después de veinte años, con la inmutable belleza y juventud de Penélope quien, en la invisibilidad de la noche,
desteje su trama para volverla a tejer al día siguiente, por toda la eternidad.
En el texto bíblico, en cambio, el único Ser permanente es Dios, Creador del cielo y de la tierra que no
permite la representación de sí mismo, la expresión de su esencia. Desde este punto de vista, el destierro de Adán,
más que el principio de la Historia; estructuraría una necesidad narrativa propia de un texto y de una cultura: el
pecado original destierra a Adán y Eva del Paraíso porque Dios no puede soportar frente a sí la posibilidad de
una inmortalidad y sabiduría que se levante desde su propia creación. Ya había sido suficiente con la rebelión de
Lucifer. Dios había aprendido la lección. Pero mientras la caída de Lucifer institucionaliza la eternidad del Mal,
la caída de Adán institucionaliza un tiempo narrativo en que el sufrimiento, la muerte, y el anhelo de libertad; se
constituyen en un simulacro de permanencia por los siglos de los siglos. Aquí los héroes caducan y mueren, son
polvo que vuelve al polvo, y su única esperanza está en el más allá mítico de la vuelta eterna al Padre.
El Ser de la novela griega y el Ser de la Biblia, el primero de naturaleza mítico- filosófica y el segundo de
naturaleza mítico-teológica, determinan así dos tipos de narrativa que, aunque opuestos en expresividad, presentan
la estructura común de una salida, de un exilio, de un alejamiento allende las fronteras de la patria original hacia
un territorio lleno de peripecias y peligros, de dolor y de lucha.
Ya en los albores de la literatura hispana se puede observar esta característica, cuando el Cid sale de los
campos de Vivar dirigiéndose a Burgos:
Allí piensan de aguiiar, allí sueltan las rriendas;
a la exida de Vivar ovieron la corneja diestra
e entrando a Burgos oviéronla siniestra.
(Poema de Mio Cid, Verso 10; líneas 1-3)
Justo a la salida de Vivar y todavía dentro de sus límites, el narrador dispone a la corneja a la derecha,
símbolo de buena suerte y prosperidad del Cid en su lugar de origen, mientras que al llegar a Burgos la corneja se
encuentra a la izquierda, símbolo de mal agüero, y de los azarosos acontecimientos por venir que le esperan al héroe
en el territorio allende la frontera. La intención del narrador aquí, es preparar desde el principio al lector sobre los
sucesos negativos que le acaecerán al Cid más allá de los límites de su patria chica, en aquel territorio en que las
cosas se encuentran invertidas con respecto a las de origen.
Y en el Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita; al salir el personaje principal fuera de los
límites de su mundo familiar, anuncia luego sus próximas desventuras con la toponimia claramente negativa del
paso de Malangosto:
Passando una mañana
el puerto de Malangosto,
salteóme una serrana
al assomante del rostro . . .
(Ruiz, Juan, Verso 959; líneas 1-4)
Más adelante se encuentra, en el extremo de su recorrido, con una mujer descomunal:
Sus miembros e su talla non son para callar,
ca bien creed que era grand yegua cavallar;
quien con ella luchasse non se podría bien fallar;
si ella non quisiesse, non la podría aballar.
(Verso 1010)
Esta descripción es diametralmente opuesta a las recomendaciones que Don Amor hace dentro de su
territorio familiar:
Cata muger fermosa, donosa e loçana,
que non sea muy luenga ni otrossí enana;
si podieres, non quieras amar muger villana,
ca de amor non sabe: es como bausana.
(Verso 431)
Y más adelante, al describir las características de las dueñas chicas, hace con gracia incomparable la epifanía
de doña Endrina y del “buen amor”:
la nariz afilada; los dientes menudillos,
eguales e blanquillos, poquillo apartadillos;
las enzías bermejas, los dientes agudillos;
los labros de su boca bermejos, angostillos
(Verso 434)
Compárese lo anterior con la mujer allende la frontera:
Su boca de alana, grandes rostros e gordos,
dientes anchos e luengos, cavallunos, moxmordos . . .
(Verso 1014; líneas 1-2)
Como se ve, se dan aquí dos mundos contrapuestos e inversos, uno positivo hacia dentro de la frontera con
el “buen amor” de las mujeres pequeñas; y otro negativo de mujeres descomunales más allá de la frontera, región
del mal amor.
La frontera se nos presenta pues, en la expresión literaria, con la función deslindadora de dos mundos que,
opuestos e inversos entre sí, constituyen la ley estructural de la totalidad del discurso. Así, en la expresión fronteriza
se dan dos campos de signos; uno de carácter positivo, y otro de carácter negativo, que proporcionan el paradigma
subyacente de la expresión.
La frontera colombina
Esto se puede observar inclusive en la antigüedad clásica con Jano, dios de los principios y finales y por
extensión de las fronteras; del que escribe Plutarco en la vida de Numa Pompilio: “porque Jano en lo antiguo, ora
fuese Genio, ora fuese Rey, se dice haber sido político y popular, y que indujo mudanza en el modo de vivir fiero y
silvestre: y por eso lo pintan con dos caras, como que pasó la vida de los hombres de una forma y disposición a otra.
(Plutarco, Vidas paralelas, 78). Los griegos, para quienes los hombres que vivían más allá de sus límites geográficos
eran “bárbaros”, el Jano bifronte, dios de las fronteras, era expresión de dos condiciones opuestas: la civilización que
definía su propia identidad cultural, y la barbarie que definía la alteridad, es decir, al otro.
En el septentrión novohispano podemos observar este mismo paradigma fronterizo identidad/alteridad, en
la “Introducción” a la Grandeza mexicana, de Bernardo de Balbuena. En efecto, al dedicar Balbuena su obra a Isabel
de Tobar, dama de Culiacán, escribe el autor en referencia a este último lugar: “Ay en los mas remotos confines
destas Indias Occidentales, a la parte de su Poniente, casi en aquellos mismos linderos que siendo limite y raya al
trato y comercio humano parece que la naturaleza cansada de dilatarse en tierras tan fragosas y destempladas no
quiso hazer mas mundo” (Balbuena, 79). [Énfasis mío]. Aquí las expresiones confines, linderos, límite y raya; se
relacionan con el carácter fronterizo que se le asigna a Culiacán, mientras que no quizo hacer más mundo, apunta
hacia una codificación de mundo como el espacio propio de una cultura de ascendencia europea.
Es en esta misma “Introducción” donde Balbuena escribe, refieriéndose a esta frontera [la gran Villa de
sant Miguel de Culiacan]: “quando mucho se vee coronar el peynado risco de un monte con la temerosa ymagen
y espantosa figura de algun indio salvage: que en suelta y negra cauellera con presto arco y ligeras flechas a quien
el en belicocidad excede, sale a caza de alguna fiera menos intratable y feroz que el animo que la sigue.”(Balbuena,
79). Como se ve aquí, el indio fronterizo, salvaje, más feroz que las mismas fieras y representación de la barbarie,
se opone en la frontera al español, habitante del enclave civilizado de Culiacán.
Yuri Lotman en su Universe of the Mind, alude a esta función fronteriza cuando escribe: “Como la frontera
es una parte necesaria de la semiósfera y no puede haber un ‘nosotros’ si no hay un ‘ellos’, la cultura no sólo crea su
propio tipo de organización interna, sino también su propio tipo de ‘desorganización’ externa.” (Lotman, 142) Esta
situación en que el par identidad/alteridad se opone mutuamente, es la que se expresa por sistemas inversos: “No
importa que la cultura dada vea al ‘bárbaro’ como salvador o enemigo, como influencia moral saludable o perverso
caníbal, está manejando un constructo hecho a su propia imagen invertida.” (Lotman, 142). [Énfasis mío]. En esencia,
pues, la expresión fronteriza consiste en un sistema de inversiones que será necesario ordenar para su estudio.
Cabe mencionar aquí dos hechos históricos fundamentales en relación a un posible método de inversiones.
Uno es la Inversión Copernicana con respecto al sistema de Ptolomeo en el siglo XVI. El otro es la Inversión Kantiana
en el siglo XVIII cuando Kant resume su pensamiento en base al sistema de inversión copernicano. Estos dos
momentos en la historia, uno en la ciencia y el otro en la filosofía, señalan hacia la posibilidad de un tratamiento
metódico de los inversos.
Como ya sugiere Edgar Gabaldón Márquez en El coloniaje. La formación societaria peculiar de nuestro
continente, sería necesario “recurrir a un álgebra de inversiones y des-inversiones” (Márquez, 108), para penetrar el
mundo de las apariencias y poder desde ahí desvelar el Ser.
Tal es el propósito de esta obra en el estudio de la expresión fronteriza del septentrión mexicano.
CAPÍTULO I
La transición de la Edad Media al Renacimiento está marcada por el paso de la publicidad a la privacidad.
El carácter público de la Edad Media, con sus ejecuciones y sus tumultos carnavalescos, está representado
en la expresión literaria por la épica, de la que El poema de Mio Cid es un claro ejemplo: el relato de un narrador
público, que se dirige a un receptor público, acerca de un asunto público. En El Cid el ‘autor legión’ se encuentra
completamente des-individualizado, esparcido en la historia y la sociedad de su tiempo.
La Edad Media está caracterizada por un “yo” de naturaleza colectiva. De ahí que el paso de la Edad Media
al Renacimiento, esté hoyado por un proceso de individuación en que el ‘yo’ personal va adquiriendo preeminencia
sobre el “yo” colectivo.
En efecto, ya a mediados del siglo XV, nos encontramos con el autorretrato del pintor francés Jean Fouquet;
considerado como la primera expresión pictórica, en su género, de una representación que ya no se da como parte
integrante de un todo, sino como una producción separada, aparte, individualizada. Aproximadamente setenta
años más tarde aparece el autorretrato de Parmigianino, quien plasma su imagen reflejada en un espejo convexo;
la mano derecha proyectándose hacia fuera de un fondo constituido por el plexo, la cara, y las paredes y techo del
cuarto.
El camino al yo individual avanza luego hacia la expresión literaria en los Ensayos de Montaigne, en
donde aún se escucha el ut pictura poesis horaciano expresado en la autorepresentación individual: “es a mí mismo
a quien retrato” (En: Literary and Philosophical Essays, “The Author to the Reader”, 4).
Este conjunto de actitudes, englobadas bajo el nombre de Manierismo, tienen en común un rasgo introspectivo que determina luego, como una especie de reacción, la forma expresiva de una representación hacia
adelante, una voluntad de proyección hacia fuera del cuadro o del libro a través de un ‘yo’ personal. Este ‘yo’ es el
que se convierte después en criterio de verdad en Descartes con el Discurso del método (1637), y más adelante en
criterio psicológico en Freud (1856-1939). No es hasta el siglo XX, principalmente con la llamada Teología de la
Liberación, que la situación se invierte y el criterio de verdad cambia, desplazándose desde el ‘yo’ hacia el ‘otro’.
En este largo proceso, Cristóbal Colón significa un hito singular en la especificación del yo individual.
Como personaje principal de sus propios relatos, es decir como literatura, la figura de Colón se levanta a los finales
de la Edad Media con la significación del héroe que realiza sus propios proyectos individuales. Los reyes aparecen
aquí como meros facilitadores de los recursos económicos y políticos para apoyar su personal empresa. De ahí que
en la autorepresentación de sí mismo en sus escritos, se proyecte un yo impulsado por los ejemplos de un pasado
ilustre o profético.
En referencia a lo primero, los escritos de Marco Polo, leídos y anotados por Colón, dejan en éste una
huella indeleble: él también, igual que Polo , quiere llegar a China y que el Gran Khan mande a Europa por “sabios
que le enseñen en la fe de Cristo”. (Colón, The Four Voyages of Columbus, Quarta Viage de Colón, v. II, 105).
Y cuando no es un pasado ilustre es un pasado profético, tal como se lee en la carta del Tercer Viaje, enviada
a los Reyes Católicos desde la Española: “Vuestras Altezas determinaron qu’esto se pusiese en obra, aquí mostraron
el grande coraçón que siempre fiçieron en toda cosa grande; porque todos los que avían entendido en ello y oýdo
esta plática, todos á una mano lo tenían á burla” (The Four Voyages, Tercer Viage, v. II, 3). Agregando después: “yo,
bien que llevase fatiga, estava bien seguro qu’esto no vernía á menos . . . porqu’es verdad que todo pasará, y no la
palabra de Dios, y se complirá todo lo que dixo, el qual tan claro habló d’estas tierras por la boca de Isaýas en tantos
lugares de su escriptura, afirmando que de España les sería divulgado su sancto nombre.” (Colón, Tercer Viage, v.
II, 5).
162). Este movimiento que se da en el arte, culmina a finales del siglo XV con el inicio de los viajes colombinos en
1492. El cruce hacia el pasado en las fronteras del tiempo, actúa en Colón como el principio de acción/reacción en
la Física, impulsándolo luego hacia adelante en un movimiento tendiente a desvanecer inclusive, en una especie de
incensario místico, las fronteras geográficas.
En su particular lectura de la Biblia, Colón se considera a sí mismo el escogido para cumplir la voluntad
divina, como se puede leer aún con más claridad en la carta que le escribe al ama del príncipe don Juan de Castilla
en 1500, cuando vuelve preso de las Indias: “he servido de servicio de que jamás se oyó ni vido. del nuevo çielo
é tierra que hasía Nuestro Señor, escriviendo sant Juan el Apocalis, después de dicho por boca de Isaýa, me hiso
d’ello mensagero, y amostró á qual parte.” (Colón, Tercer Viage, Carta, v. II, 49).
Para estudiar este proceso empezaremos por la carta que Colón escribe a España informando sobre su
Primer Viaje, en donde la elección de nombres para las islas que se va encontrando es el siguiente: “á la primera que
yo fallé puse nombre ‘San Salvador’, á comemoración de Su Alta Majestad, el qual maravillosamente todo esto ha
dado . . . á la segunda puse nombre ‘la isla de Santa María de Concepción’; á la tercera ‘Fernandina’; á la quarta ‘la
Ysabela’; á la quinta ‘la isla Juana’, é así a cada una nombre nuevo” (The Four Voyages of Columbus, Primer Viage
de Colón, v. I, 3).
Los nombres elegidos por Cristóbal Colón tienen un claro orden jerárquico: primero Jesucristo, después la
Virgen María, luego el rey Fernando, después la reina Isabel, y al último Juan, el príncipe heredero. La toponimia
de las nuevas islas se levanta sobre un esquema de comparación entre la familia divina y la familia real, transportándose
hacia América el modelo Divinidad-Monarquía.
Esta representación del Almirante como elegido para el cumplimiento de un plan divino, se puede también ver en Bartolomé de Las Casas, quien aduce para el nombre Cristóbal (Christo-ferens) una etimología muy
conveniente, conviertiendo al genovés, por una parte, en propagador de la fe en Cristo; y por la otra, en función
del apellido Colón, en fundador de colonias: “Llamóse, pues, por nombre, Cristóbal, conviene a saber, Christum
ferens, que quiere decir traedor o llevador de Cristo, y así se firmaba é1 algunas veces” (Las Casas, Historia de las
Indias, v. I. Libro Primero, Cap. II, 28). [Énfasis del texto] Y más adelante escribe Las Casas: “Tuvo por sobrenombre Colón, que quiere decir poblador de nuevo, el cual sobrenombre le convino en cuanto por su industria y
trabajos fué causa que descubriendo a estas gentes, infinitas ánimas dellas, mediante la predicación del Evangelio
y administración de los eclasiásticos sacramentos, hayan ido y vayan cada día a poblar de nuevo aquella triunfante
ciudad del cielo. También le convino porque de España trujo el primero gente . . . para hacer colonias” (Las Casas,
v. I, Libro Primero, Cap. II, 28-9). [Énfasis mío].
Y no solamente se trata de fórmulas proféticas cristianas, sino también de origen
pagano, como se puede leer en el libro del Padre José de Acosta Historia natural y moral de las Indias (1590), Libro Primero, Cap. II: “Con todo esso se mueven muchos a pensar, que prophetizó Séneca el Trágico, destas Indias
Occidentales, lo que leemos en su Tragedia Medea en sus versos anapésticos, que reduzidos al metro Castellano
dizen assí.
Tras luengos años verna
un siglo nueuo y dichoso
que al Oceano anchuroso
sus limites passará.
Descubriran grande tierra
veran otro nueuo Mundo
nauegando el gran profundo
que agora el passo nos cierra.
La Thule tan afamada
como del mundo postrera
quedará en esta carrera
por muy cercana contada.” (45-6)
Al convertirse pues Cristóbal Colón en el descubridor de un Nuevo Mundo, se encarna en él, a través de la
expresión literaria, al héroe épico que hace realidad las profecías de una tradición tanto pagana como cristiana.
Al escribir sobre el siglo XV o rinascimento dell’ antichità, Erwin Panofsky señala en su libro Renaissance
and Renascences in Western Art, que el ars nova de Jan van Eyck y la buona maniera moderna de Bruneleschi,
actúan como una “reversión . . . a través de las fronteras del tiempo [buscando] guía en el pasado distante”. (Panofsky,
En el Primer Viaje, la toponimia permite detectar una relación evocadora de un mundo familiar cuando
Colón nombra a la Española, comparando la extensión de su costa con la de España: “Esta otra Española en cierco
tiene más que la España toda, desde Colivre, por costa de mar, fasta Fuenterravia en Viscaya” (The Four Voyages,
Primer Viage, v. I, 13).
En este momento inicial de la nominación, se puede observar que la toponimia transporta hacia América
un modelo europeo Este-Oeste que involucra, en el primer caso, un sistema analógico Divinidad-Monarquía,
mientras que en el segundo se establece una analogía geográfica península-isla con respecto a España y la Española.
Es precisamente a partir de la Española cuando surge, en el Tercer Viaje, la noción de esta isla como tierra
limítrofe, antes de emprender la ruta que habría de llevar a Colón a las costas sudamericanas de Paria. Esto se
puede observar cuando Colón, al alabarles el espíritu de empresa a los Reyes Católicos escribe, comparándolos con
Salomón: “ni á dezir cosas que usaron grandes prínçipes en el mundo, para creçer su fama, así como Salamón que
embió desde Hierusalem en fin de oriente á ver el monte Sopora . . . el qual tienen Vuestras Altezas agora en la isla
Española” (Tercer Viage, v. II, 7). [Énfasis mío].
Como se ve aquí, al aparecer la noción de un lugar limítrofe con la asimilación de la Española al “fin de
oriente”, los términos de comparación ya no pertenecen al Nuevo Testamento ni a los Reyes Católicos como en el
Primer Viaje, sino que ahora la referencia se retrotrae hasta el Viejo Testamento y al rey Salomón, y topográficamente ya
no a España sino a Sopora, la Ofir bíblica. Esta alusión a Ofir es reveladora aquí del interés de Colón en la búsqueda
de oro: éste fue el lugar de donde le llevaron a Salomón cuatrocientos cincuenta talentos del precioso metal.
Es así como el movimiento hacia atrás en las fuentes de la identidad colombina, recibe un impulso hacia
adelante con respecto a un lugar considerado como límite o frontera, dándose simultáneamente un movimiento
de mitificación con respecto a este último: la Ofir veterotestamentaria. Es precisamente la Española, considerada
ahora por Colón como “fin de oriente”, el punto de referencia tomado por é1 en su Tercer Viaje hacia el Sur, a partir
de Europa: “yo navegué al austro, con propósito de llegar á la línea equinoçial y de allí seguir al poniente hasta que
la Ysla Española me quedase al setentrión” (Tercer Viage, v. II, 11 ). [Énfasis mío].
El deseo de Colón de enderezar su ruta hacia el Sur no es casual, sino que viene codificado desde antiguo.
En The Philosophy of Symbolic Forms, escribe Ernst Cassirer, en referencia a la mitificación de los puntos cardinales:
“los primeros cristianos retuvieron la orientación de iglesia y altar hacia el Este, mientras que el Sur vino a ser el
símbolo del Espíritu Santo, y el Norte, por el contrario, de una separación de Dios, la fe y la luz.” (Cassirer, v. 2, 102).
Este privilegio del Sur sobre el Norte se detecta ya desde las primeras apreciaciones sobre América.
Así, Pedro Mártir de Anglería, contemporáneo de Colón, escribe en sus Décadas del Nuevo Mundo: “Hacia el Sur
han de caminar los que buscan las riquezas que guarda el equinoccio, no hacia el frío Norte” (Anglería, Década
Octava, Libro XI, Cap. V, 641).
La antítesis Norte/Sur, en que el Sur se privilegia sobre el Norte, se puede ver también en Bartolomé de
Las Casas: “según Ptolomeo y todos los filósofos y astrólogos, comúnmente todo el orbe juntamente es dividido
con la tierra en dos partes principales, iguales, según que la línea equinoccial lo divide en dos hemisferios, austral
[Sur] y aquilonar [Norte]; y dicen que el austral es la cabeza y eminencia del mundo, y el aquilonar son los pies y
lo bajo y cuasi sentina del mundo.” (Las Casas, Historia de las Indias, v. II, Libro Primero, Cap. CXLIV, 55).
Es al concretarse en el Tercer Viaje la ruta hacia el Sur deseada por Colón; cuando se detecta una trayectoria
de connotación negativa, que varía gradualmente para al final convertirse en positiva en el sentido de una función
fronteriza. La connotación negativa aparece en el Tercer Viaje con la mención de Cabo Verde: “yo navegué al austro,
con propósito de llegar á la línea equinoçial y de allí seguir al poniente hasta que la ysla Española me quedase al
setentrión. y, llegado á las yslas de Cabo Verde, falso nombre, porque son atán secas que no ví cosa verde en ellas,
y toda la gente enferma, que no osé detenerme en ellas” (The Four Voyages of Columbus, Tercer Viage, v. II, 11).
Como se ve por la cita anterior, a poco de la partida y en una dirección Norte-Sur, aparece luego una
negatividad en la expresión islas de Cabo Verde, “falso nombre porque son atán secas que no vi cosa verde en ellas”.
Aquí, la posición Norte connota una significación negativa implícita en el par Seco/Verde. Esta situación negativa
empieza luego a intensificarse al proyectar su dirección más al Sur: “allí me desamparó el viento, y entré en tanto
ardor y tan grande, que creý que se me quemasen los navíos y gente; que, todo de un golpe, vino atán desordenado”
(Tercer Viage, v. II, 11 ).
Más adelante, y tratando de salvar la situación, Colón recuerda que “navegando á las Yndias, siempre que yo
passo al poniente de las islas de los Açores çient leguas, allí fallo mudar la temperança, y esto es todo de septentrión
en austro” (Tercer Viage, v. II, 11). Colón se encuentra pues con una demarcación que, al ser transpuesta hacia el
poniente, hace que luego se experimente una inversión en la temperatura. Y como esto sucede “todo de septentrión
en austro”, es decir en una dirección Norte-Sur, el Almirante procura “á estar con esta raya, con esperança que yo
fallaría allí así temperamiento, . . . y que, si así fuese, que entonçes yo podría yr más al austro” (Tercer Viage, v. II,
13).
Es precisamente esta línea, cien leguas al Oeste de las Azores, la que servirá luego de frontera entre las
posesiones de España y Portugal según Bula del Papa Alejandro VI de Mayo 4, 1493.
El proceso completo de inversión se da más adelante, empezando cuando se encuentra al Norte de Cabo
Verde: “allí la gente es negra y la tierra muy quemada. y después que fuí á las Yslas de Cabo Verde, ahí en aquellas
tierras es la gente mucha más negra, y quanto más baxo se van al austro, tanto más llegan al estremo. en manera
que allí en derecho, donde yo estava . . . allí es la gente negra en estrema cantidad [. . .] y passada la raya, de que yo
dixe, fallé multiplicar la temperançia, andando en tanta cantidad que quando yo llegué á la Isla de la Trinidad . . .
allí y en la tierra de Graçia hallé temperançia suavíssima, y las tierras y árboles muy verdes . . . y la gente de allí de
muy linda estatura, y blancos que más otros que haya visto en las Yndias, y los cabellos muy largos y llanos, y gente
más astuta y de mayor ingenio, y no cobrades” (Tercer Viage, v. II, 33).
El desenvolvimiento narrativo se puede rastrear empezando en las islas de Cabo Verde, “falso nombre,
porque estan atán secas que no vi cosa verde en ellas”. A esto le sigue, en la ruta hacia el Sur, una gradación creciente
en la negrura de los habitantes y la mala condición de la tierra. Este proceso se comienza a invertir cuando, “pasada
la raya” en una dirección Este-Oeste, la condición del clima y de la tierra se invierte a sus opuestos.
En la ruta Noreste-Suroeste pues, se da una inversión global Norte/Sur en que la negatividad del Norte se
opone a la esperada positividad sureña con el cruce de una línea fronteriza. En efecto, al comparar el Tercer Viaje
con el Primero, se puede observar que en este último, tanto en la Española como en las otras islas, es decir al Norte
de la isla Trinidad, dice Colón que los indios “no tienen fierro, ni azero, ni armas, ni so(n par)a ello, no porque no
sea gente bien dispuesta y de fermosa estatura, salvo que son muy te(merosos) á maravilla.” (Primer Viage, v. I, 7).
Esta tipificación contrasta con los indios que viven hacia el Sur de las primeras islas descubiertas, los cuales
se describen en el Tercer Viaje como “no cobrades”. Lo mismo sucede con la apreciación mental del indio. Los
anteriores al Tercer Viaje se describen, en el Primero, intercambiando por oro y otras cosas de valor “pedazos de
escudillas rotas, y pedazos de vidrio roto, y cabos de agugetas [. . .] y davan lo que tenían como bestias”. (Primer
Viage, v. I, 9). El carácter de estos indios dista mucho de la “gente más astuta y de mayor ingenio” que Colón describe
hacia el Sur de las primeras islas descubiertas. También la toponimia es indicadora del cambio: a la tierra que
encuentra hacia el Sur de la isla Trinidad le llama tierra de Gracia, nominación que se opone directamente a la
expresión negativa asignada hacia el Norte a las Islas de Cabo Verde. A la tierra de Gracia, es a la que Colón le da
el nombre genérico de Paria, y corresponde a la actual costa de Venezuela.
Según Colón, pasando la línea equinoccial se encontraría, en dirección Sur, con el Paraíso Terrenal. Las
señales que da para ello son las características de una oposición fronteriza y se refieren, por una parte, a una lucha
entre el agua salada y el agua dulce; y por otra a la mayor altura que considera haber hacia el Sur. Sobre lo primero
escribe, al hablar en el Tercer Viaje sobre la zona entre Trinidad y la tierra de Gracia, al encontrarse con la desembocadura
de un río (el Orinoco): “siempre en todo cabo hallava el agua dulçe y clara, y que me llevava al oriente muy rezio”
(Tercer Viage, v. II, 25), agregando luego, al explicar el porqué de “el rugir tan fuerte” de las aguas, que se trataba
de una “pelea del agua dulçe con la salada. la dulçe empuxaba á la otra porque no entrasse, y la salada porque la
otra no saliese [ . . . ] y hallé qu’el agua dulçe siempre vencía” (Tercer Viage, v. II, 27). Páginas más adelante agrega:
“grandes indiçios son estos del paraýso terrenal . . . y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leý ni
oý que tanta cantidad de agua dulçe fuese así adentro y vezina con la salada. y en ello ayuda asimismo la suavíssima
temperancia. y si de allí del paraýso no sale, pareçe aun mayor maravilla” (Tercer Viage, v. II, 39).
Mientras la proyección de Colón se extiende más hacia el Sur, la tradición cultural se retrotrae más hacia
fuentes prístinas. En efecto, en la Biblia, Génesis 2. 8-11, se habla de la creación hecha por Dios de un jardín al
oriente del Edén, que es regado por un río que sale del Paraíso. De este río escribe Colón: “La Sacra Escriptura
testifica que Nuestro Señor hizo al paraíso terrenal, y en é1 puso el árbol de la vida, y d’él sale una fuente de donde
resultan en este mundo quatro ríos principales: Ganges en Yndia, Tygris y Eufrates” (Tercer Viage, v. II, 35). Y más
adelante agrega: “los quales apartan la sierra y hazen la Mesopotamía y van á tener en Persia, y el Nilo, que naçe
en Ethiopía y va en la mar en Alexandría.” (Tercer Viage, v. II, 37).
De ahí el interés de Colón por afirmar que la corriente de agua dulce lo “llevaba al oriente muy rezio”. Sus
consideraciones sobre la localización del Paraíso Terrenal, están relacionadas también con la forma de la Tierra, la
cual es como “una pera que sea toda muy redonda, salvo allí donde tiene el peçón, que allí tiene más alto, ó como
quien tiene una pelota muy redonda, y en un lugar d’ella fuesse como una teta de muger allí puesta, y q’uesta parte
d’este peçón sea la más alta y más propinca al çielo, y sea debaxo la línea equinoçial, y en esta mar Ocçéana, en fin
del oriente, (llamo yo fin de oriente adonde acaba toda la tierra y islas).” (Tercer Viage, v. II, 31).
Esta acepción particularísima que le da Colón a la expresión “fin de oriente”, tiene por objeto identificar a
las tierras al Sur de la costa venezolana con el Paraíso Terrenal. Según él, más allá de éstas se “acaba toda la tierra
y islas”, es decir, la naturaleza de esos lugares tendría que ser ahora no de orden humano, sino divino: “Ya dixe lo
que yo hallava d’este hemisperio, y de la hechura: y creo que, si yo passara por debaxo de la línea equinoçial, que,
en llegando allí en esto más alto, que fallara muy mayor temperançia y diversidad en las estrellas y en las aguas. no
porque yo crea que allí, donde es la altura del estremo, sea navegable, ni agua, ni que se pueda subir allá; porque creo
que allí es el paraýso terrenal, adonde no puede llegar nadie, salvo por voluntad divina.” (Tercer Viage, v. II, 37).
Sobre la mayor altura conferida al Sur, escribe Colón que “yendo al austro, se va más alto, y, andando hazia
el septentrión . . . se va descendiendo.” (Tercer Viage, v. II, 39). Existe pues, en Colón, la percepción de que
dirigiéndose al Sur se sube, mientras que dirigiéndose al Norte se baja, y que es hacia al Sur donde se encuentra el
Paraíso Terrenal.
En esto se muestra de acuerdo Bartolomé de Las Casas, quien escribe: “Por todo lo que dicho es, parece
quedar harto probable la opinión que tienen los que ponen el Paraíso de los deleites, de donde fueron echados
nuestros primeros padres en este valle de lágrimas y amarguras, en la parte y hemisferio austral.” (Las Casas, v. II,
Libro Primero, Cap. CXLIV, 57).
Como se ve por lo anterior, la narrativa de Colón está estructurada por una oposición Norte/Sur que,
en función de un espacio fronterizo, invierte una situación negativa hacia el Norte por una positiva hacia el Sur,
adecuándose con esto a la tradición de su identidad cultural. En el complejo de la frontera colombina se puede
detectar así, desde un principio, la relación Norte/Sur que había de caracterizar a la historia de América.
Ya hacia el final de su vida Colón narra cómo es tomado por una terrible tormenta que le “desmembró los
navíos: á cada uno llevó por su cabo, sin esperanças, salvo de muerte”(Quarta Viage de Colón, v. II, 75); agregando
luego que “con esta tormenta, assí á gatas, me llegué a Janahica” (Quarta Viage de Colón, v. II, 77). Esta carta,
fechada en Jamaica en 1503, describe la hora crepuscular en la estrella de Colón: “io estoi tan perdido, como dixe;
io he llorado fasta aquí á otros; aia missericordia agora el çielo, i llore por mi la tierra. en el temporal no tengo solamente una blanca para el oferta en el espiritual. he parado aquí en las Indias de la forma que está dicho; aislado,
en esta pena, enfermo, aguardando cada día por la muerte [ . . . ] llore por me quien tiene caridad, verdad i justicia.”
(Quarta Viage, v. II, 111).
Después, durante la Colonia, se darán una serie de inversiones que irán definiendo el Ser y la expresión del
septentrión novohispano.
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Miguélez, Armando
(Santibáñez de la Isla, León, España). Fundador del Academic Language Institute ( A.L.I.) de Alicante, España,
Lleva estudiando la herencia chicana desde la década de 1970 y es uno de los pioneros de los estudios chicanos en
España. Su tesis doctoral -”Antología histórica del cuento chicano literario, 1877-1950”- es uno de los trabajos
más extensos y citados sobre la cuentística chicana anterior al Movimiento Chicano. En la actualidad reconstruye
el legado literario y cultural de los hispanounidenses, identificando, clasificando, analizando, periodizando y criticando
sus textos literarios escritos, con el propósito de darle un vuelco completo a la historiografía literaria de los EEUU,
pasando a ver ésta más como un todo multicultural que anglocéntrico.
Ha coeditado también La literatura de la Revolución Mexicana en el exilio: Fuentes para su estudio. Desde hace
tiempo viene coleccionando una inmensidad de documentos históricos (editoriales, cuentos, ensayos, columnas
periodísticas, etc.) de una engente lista de periódicos, desde las Californias hasta el Este del país, en particular la
región de Nueva York. Todo este material aparecerá en una nueva Página Web titulada Hispanounidenses, codirigida
con Justo S. Alarcón.
Carrillo, Adolfo (1855-1926)
Este autor, nacido en Jalisco, se educa en la ciudad de México donde frecuenta los círculos intelectuales del momento,
influidos por los pensadores Stuart Mill y H. Spencer, y las tertulias literarias de Gutiérrez Nájera y Filomeno
Mata, viéndose envuelto en varios incidentes políticos por su oposición a Porfirio Díaz, viaja por Europa y los
EEUU, asentándose, en 1876, en California donde vive en San Francisco y Los Ángeles. Escribe “Las memorias
inéditas de don Sebastián Lerdo de Tejada” que adquirieron gran popularidad entre la población mexicana de los
EEUU al publicarse por entregas en el periódico “El Mundo” de Laredo en la década de 1880 y después en libro
en San Antonio (Lozano, 1912). En San Francisco publica en 1897 “Las memorias del marqués de San Basilisco”
y prepara sus “Cuentos Californianos” que se publican en Los Ángeles, en 1922.
Al estallar la Revolución se suma a la causa de los sublevados, primero con Madero, y después con Venustiano
Carranza de quien se convierte en agente privado en Los Ángeles, escribiendo profusamente en el órgano carrancista
en la ciudad californiana, “La Prensa”(1911-1919), y defendiéndolo contra el ambiente anti-mexicano que
representaban los periódicos de W. R. Hearst (“The Examiner”) y de Harrion Gray Otis y Harry Chandler (“Los
Ángeles Times”) y los capitalistas sur-californianos con intereses en México como E. L. Doheny, E. Sinclair, etc.,
agrupados en la “Association for the Protection of the American Rights in México” y molestos por las leyes
anti-extranjeros de la Constitución de 1917. También defiende a Carranza contra los muchos exiliados mexicanos
que había en los EEUU, víctimas del carrancismo o de otras facciones afines.
Sus colaboraciones periodísticas y sus narraciones literarias muestran a un escritor hábil en su narración con un
gran dominio del lenguaje y de las referencias filosóficas e históricas, muchas de origen francés, fruto de su preparación
“científica” y que le dan una gran profundidad a sus escritos.
Antología de textos de Adolfo R. Carillo
Inidice:
Las dos vírgenes
Las iras de Plutón
Los secos y los mojados
La victoria de los republicanos
Dehesa, Limantour y otros vuelven a México
Con los bolsillos vacíos, pero llena el alma de patriotismo
Se fue el año dejándonos recuerdos de hombres ilustres.
Y hombres ilustres con dinero
Cuba es la Niobé sin hijos.
La Doctrina Monroe petrolizada.
Aumento de la criminalidad en los Estados Unidos
La locura por las riquezas.
In Memoriam
Luctuoso aniversario de los asesinatos de Madero y P. Suárez
La resurrección de Pancho Villa.
Las dos vírgenes
(Especial para “La Prensa”)
I
En 1803 vivía en la calle del Indio Triste de la Ciudad de México, un vizcaíno llamado Manuel Garibay, comerciante
en ultramarinos, bien acomodado y muy puntilloso en materias que a la religión católica atañen. Su familia consistía
en su esposa, Doña Ana de Bobadilla, en sus dos hijos Iñigo y Pedro y su única hija Soledad, que en aquel entonces
apenas rayaba en los quince años.
Don Manuel, no obstante haber pasado los cincuenta, conservaba todavía recia musculación y fuerza, jactándose
entre sus amigos de que podía aún domeñar un toro puntal asiéndolo de la cornamenta. Era alto, de tez cobriza,
ojillos pequeños e inquietos, nariz aguileña, barba cerrada y castaña, pecho velludo y levantado, y aspecto fiero.
En el hogar era con su familia un tiranuelo, y como todos los plebeyos, se esforzaba en lo exterior en aparentar
hidalguía, no obstante descender de villanos y labriegos. Debido a su riquezas, empero, había logrado codearse con
oidores e inquisidores, limándose un tanto cuanto en los usos palaciegos de aquella época. A sus tertulias acudía en
masa la nobleza española y aún la criolla, con algunos eclesiásticos de elevada jerarquía, que él se afanaba en adular
con dádivas de sedas de la India, paños y encajes de Holanda y joyas valiosas. En política, como debe suponerse,
era realista intransigente, y por eso veía siempre con malos ojos a su primogénito Iñigo, que alardeaba -aunque no
ante la presencia paternal- de ideas volterianas y revolucionarias.
Iñigo, a decir verdad, era de un temperamento soñador y melancólico, que pasaba los ratos de ocio leyendo a escondidas
todos los libros que sobre el tema de la revolución francesa caían a sus manos. Endeble y de mediana estatura, de
ojos grandes y andaluces, tez blanca y transparente, su persona reflejaba cierta energía espiritual que no dejaba de
sorprender y de cautivar. Cuando rondaba por las noches en las escuetas calles, no era ciertamente en busca de
amoríos, sino de ideas. Bajo su capa amplia y estudiantil, ocultábase por acaso un precoz revolucionario. Pedro, el
hermano menor, era siempre un Don Juan, un calavera, que pasaba los días en las lides de gallos, en las tabernas
y en las mancebías. Era de gallarda estatura, si bien le afeaba el rostro una enorme cicatriz que partía de la oreja
izquierda y se extendía hasta la boca.
Doña Ana que era un alma de Dios, una muñeca de cera a manos de su marido, una de esas mujeres pasivas que
tanto abundan en México, que buscan al confesor cuando han perdido al esposo. Pero en Soledad Don Manuel se
había hallado con la horma de su zapato, como luego dicen: en el seno de la familia era ella la rebelde, la autócrata
voluntariosa que hacía caer de su pedestal al engreído Sr. Garibay. ¿Sería por el entrañable afecto que ese hombre
de hierro le profesaba? Como su padre, era ella alta y nervuda, de masculinas facciones que acentúan más una boca
grande y unas cejas arqueadas y tupidas, que cuando se fruncían semejaban un látigo que se desatara. Cuando Don
Manuel solía tronar en la mesa regañando a sus hijos, la súbita presencia de Soledad servía para acallar sus gritos,
que espiraban en la garganta en resoplidos de foco marina.
II
Tal era el menaje de Don Manuel al acontecer la llegada del nuevo Virrey Don José de Iturrigaray; uno de los
ladrones más infamosos con que nos honrara España. Y con él vino su consorte Doña Inés ,no menos dada a lo
ajeno, pues según las crónica contemporáneas, entrambos amasaron colosal fortuna. Ese día fue de gala para la
Ciudad de México, no menos que para la familia Garabay, en cuya casa se dio espléndida tertulia a la nube de
parásitos que acompañaban a Iturrigaray. Mas como no hay flor sin espina, por esa misma fecha desapareció Don
Iñigo, y por más pesquisas que se hicieron no se pudo saber de pronto su paradero. ¿Dónde estaba? Pues según los
archivos que existen en la Biblioteca de San Agustín, que pacientemente registramos antes de trazar estas líneas,
el desaparecido viajaba de un lado para otro, disfrazado de arriero, conferenciando con los que más tarde fueron
los jefes de la insurrección separatista. Estando en Jalapa, logró que Ignacio Allende se separara de la filas realistas,
intimando más tarde con Miguel Hidalgo y Costilla, depositando en su cerebro los preciosos gérmenes de libertad
y emancipación. Le vemos después saliendo del pueblo de Dolores al lado del invicto Cura, y asómbranos su arrojo
en la toma de Celaya, y al dar muerte en Guanajuato, con su propia mano, al sanguinario Riaño.
Al saber las proezas de su hijo, la furia de Garibay no reconoció límites, y a fin de aplacar las cóleras del Virrey,
donó parte de su fortuna a la causa realista, ordenando que su otro hijo, Don Pedro, se alistara en las filas de Calleja.
III
Y ahí tenemos a hermano combatiendo contra hermano. Doña Ana y Soledad vistieron de luto entablándose entre
ellas in singular conflicto de que pasamos a dar cuenta.
La primera alentaba simpatías por la causa realista y además Don Pedro había sido siempre su hijo predilecto y
mimado; mientras que la última nunca vacilaba en decir que deseaba el triunfo de Hidalgo y con él la vuelta al
hogar de su hermano Iñigo, al que adoraba quizás por el antítesis de sus respectivos temperamentos.
El resultado fue que Doña Ana encendiera en su alcoba dos cirios benditos, a la imagen de nuestra Señora de los
Remedios, patrona de los españoles, y Soledad otros dos a Nuestra Señora de Guadalupe, figura simbólica de los
Insurgentes. ¿Cuál de las dos vírgenes saldría victoriosa en ese colosal conflicto de principios y de razas?
-¡Madre mía!-sollozaba postrada ante la guadalupana la imperiosa y arrogante Soledad-Apiádate de mi y
devuélveme a mi hermano. Como tú, yo soy también mexicana nacida a la luz de la nieves eternas del Popocatépetl,
bajo la umbrosidad de tus majestuosos ahuehuetes, arrullada por las caricias de Ajusco y besada por tus esplendorosas
estrellas.
Los ojos rasgados de la virgen azteca parecían entreabrirse cual los de gacela sorprendida, ante esa ferviente plegaria. Mas no;
era que los cirios chisporroteaban al extinguirse, bañando en mortecinos resplandores la faz morena de la Guadalupana.
Y en la sala contigua, donde se arrodillaba la madre , una escena parecida y no menos dramática tenía lugar frente
a la Virgen de los Remedios, cuya intercesión daría el triunfo a las armas de España.
Antes de retirarse, madre e hija se abrazaban confundiendo las lágrimas, sin comprender que el éxito de una virgen
sobre otra ,llevaría de todas las maneras el luto al corazón de una madre y de una hermana.
IV
Y así pasaron los años y con los años los festejos y regocijos por la muerte de Hidalgo y sus ilustres compañeros.
De los ausentes nada bueno ni malo se había sabido, pues sencillamente habían desaparecido cual tragados por el
malestrón revolucionario.
Una noche de invierno, Don Manuel se hallaba en la sala reclinado en un cojín de cuero de Córdoba ,teniendo muy
cerca un gran brasero de plaza que proyectaba débil calor en las desnudas paredes. Sus cabellos habían blanqueado,
y sus músculos, en un tiempo de acero, pendían de los huesos en apergaminados jirones. Frente a él, en actitud
argumentativa, aparecía sentado el canónigo Don Diego de Bracho, más conocido por sus picardías amorosas que
por sus virtudes eclesiásticas. Era de estatura mediana, gordinflón, con un par de ojos bizcos, saltones de malévola
expresión. Por sus dicharachos y bufonerías, habíase captado el desdeñoso aprecio de Iturrigaray y más tarde el del
Virrey Venegas, aunque las malas lenguas decían que si el canónigo gozaba de privanza, debíase a que con frecuencia
hacía las veces correpechillo, consiguiendo guapas hembras para sus amigos y protectores.
Entró en esto un criado trayendo humeante ponchera de vino cariñena, sirviendo senda copa a Don Diego, que
éste, ávido, apuró, torciendo los ojos en ángulo agudo y relamiéndose los labios en un éxtasis báquico.
-¿Y qué noticias hay del insurgente Iñigo, compadre Don Manuel?
-¿Ninguna!-replicó éste amostazado-y aunque las hubiera no querría saberlas; y Vuestra Señoría me conferiría
gran favor en no mencionar su nombre.
Adrede, el canónigo había traído a colación a Iñigo, pues se deleitaba en atormentar al tendero por medio de alfilerazos
que rasguñan hasta sangrar. Así era Don Diego, estaba en su naturaleza ser un verdugo, el martirizar a alguien,
y cuando más no podía, entreteníase en retorcer la cola a su propio gato Luzbel, que acostumbraba dormir en su
misma cama.
-¿Otra copa Su Señoría?-dijo en esto su anfitrión, pasándole la garrafa.
-¿Otra dice Usted, Don Manuel? Media docena más me podría tomar sin cerrar los ojos. Este vientecito infernal
me está helando los huesos, y el Dr. Garrido dice que es precursor de pulmonías fulminantes.
Garibay miróle burlonamente luego dijo, no sin tono de sarcasmo:
-Pero un santo como usted no debería tener miedo a la muerte .¿No le daría a usted gusto encontrarse en presencia
de Dios?¿De su Hacedor?
-Hablándole con franqueza, estimado compadre, le diré que no por ahora, tal vez dentro de algunos años, muy
largos años. Además, aquí entre nos le diré que a veces creo que no fue Dios quien me hizo, sino Satanás. ¡Chist!
¡Qué no salga de aquí! In vino veritas.
Por algunos momentos el canónigo se quedó pensativo, acariciando el esférico vientre con la mano gruesa y cargada
de sortijas; luego continuó en tono más áspero y raspante:
-Mas no hablemos de cosas baladíes, pues que los tiempo son de tragedia. ¿Sabe Usted que España no ha dominado
por entero la insurrección indígena como me lo afirmaba nada menos ayer el Oidor Carvajal?
Luego arrimando su sitial al brasero, continuó en tono más bajo, no sin antes echarse a pechos otra senda copa:
-Lo cierto es que la muerte del faccioso Hidalgo y los suyos -¡Dios les tenga en el infierno!-sólo ha servido para
avivar la llama de la malvada rebelión, pues por cada insurgente que fusilamos, saltan del matorral quince o veinte
más. No hay que hacerse ilusiones, Don Manuel, los mexicanos, así criollos como mestizos e indios, nos aborrecen
cordialmente. Cada vez que salgo a la calle, por donde no hay patrullas de dragones, la gentuza grita insolentemente:
¡Mueran los gachupines!¡a la horca con los frailes! Es que eso bárbaros han vuelto a la idolatría, y mucho me temo
que en uno de estos días yo sea lapidado por esos pillos desalmados. Pero yo me opongo a que haya otro santo más
en el Calendario.
-¿Y otro menos en el cielo?-asentó sardónicamente Garibay acariciándose la mefistofélica barba.
-Estamos viviendo sobre el cráter de un volcán-prosiguió Bracho con temblorosa voz. Todos los augures son de
muerte y cataclismo. Vénse por doquiera síntomas alarmantes y disolutivos. Los criollos que desprecian a los mestizos,
hánse unido a ellos contra nosotros. Ese Agustín de Iturbide, que tal nombradía está adquiriendo en las filas realistas,
acabará por traicionar a España.
-¿Qué piensa entonces Su Señoría que hagamos?-interrumpió el Sr.Garibay levantándose y apurando otra copa
de cariñena.
-Pues lo que yo estoy dispuesto a hacer: volverme a España con mis lares y penates. Es decir con los pocos tesoros
que la Divina Providencia me ha dado. Todos nuestros paisanos lo están haciendo así. Y ¡guay! del que se quede
aquí ,amigo Don Manuel. Más le valiera no haber nacido.
afuera el alborozo crecía; muchas voces acusaban públicamente del crimen a Mangas Negras, clamoreando porque
fuera aprehendido y quemado en la hoguera. Pero el tumulto degeneró casi en motín cuando de la densas masas se
levantó en coro el grito siniestro de ¡Mueran los gachupines!
V
Noches después y cuando Doña Ana oraba fervorosa al pie de la Virgen de los Remedios, los dos cirios que iluminaban
la imagen se apagaron simultáneamente , dejando la alcoba en la más densa oscuridad. ¿Qué misterioso soplo los
había extinguido, cuando ni siquiera se movían las hojas del jardín por falta de brisa? Amedrentada encaminóse
temblando a la alcoba de su hija, y entre las dos pasaron el resto de la noche en oración. Al día siguiente un correo
venido desde Valladolid conducía un pliego del Coronel Iturbide participando la trágica muerte del Capitán Don
Pedro de Garibay, fenecido en acción por su Dios y por su Rey.
Doña Soledad, sin desvestirse del traje de calle, se dirigió apresuradamente a su oratorio, santiguándose y postrándose
ante la Guadalupana. ¡Y extraño! Uno de los dos cirios había ardido en su ausencia más de prisa que el otro,
quedando a la llama algunos minutos de vida. Poco a poco sus resplandores se iban amenguando, amortiguándose
luego en azulada lucecita, hasta desaparece por completo tragadas en la penumbra matinal. Y antes de que la
doncella se repusiera de la sorpresa abrióse repentinamente la tablazón de la pared, incrustada en maderamen
de ébano, saltando en medio de la alcoba, un joven de semblante ascético y faz demacrada, envuelto en una capa
aragonesa que le llegaba hasta los hebillados zapatos .Por su cabello desgreñado y su mirada inquieta esa aparición
más parecía la sombra de Orestes perseguido por las Furias ,que una realidad. Pero era una realidad, pues el aparecido
era nada menos que Íñigo de Garibay, mortalmente herido en el pecho de una bala de arcabuz.
Desde entonces la casa solariega del acaudalado tendero fue cerrada a piedra y cal para festejos y tertulias,
frecuentándola solamente monjas y clérigos, entre estos últimos, el canónigo Bracho, perito en vinos añejos y
mujeres jóvenes. Don Diego sabía siempre donde hallar las llaves de la bodega y en eso de descorchar botellas no
reconocía más rival que el Licenciado Fernando Pechuga Pulgarejo, que de una dentada a la más dura botella, hacía
brotar manantiales de Jerez de la Frontera. Pero en lo que sí no le ganaba Pechuga, era un sus pícaros amorcillos
con las más guapas monjitas .Entre ellas el canónigo estaba en su elemento, y gracias a su intersección la Madre
Abadesa les permitía la salida de cuando en cuando. Decía que no era pecaminoso en los sacerdotes el amar a las
mujeres, pues que éstas no son tales, sino más bien ángeles que viven entre los mortales para su redención.
-¿Pero las viejas?-le pregunto una vez el Licenciado Pechuga.
-¡Oh! Las viejas también son ángeles! ¡Pero en estado de petrificación!
Una de esas noches conviviales, después del rosario, los pastelitos y el vino, el Sr.Bracho, que era un pasquín ambulante,
pasóse a referir lo que pasaba en la capital de la Nueva España.
-¿Saben ustedes las últimas noticias?-dijo en medio del más profundo silencio-Pues se cuenta que anda por esas
calles, a la media noche, un Insurgente fantasma que el vulgo a dado en llamar Mangas Negras, pues que siempre
se le ve vestido de negro. Los palaciegos no lo dicen por no alarmar a al gente, pero la verdad es que todos los días
amanece uno apuñaleado, que sierre resulta ser un español. Y en el pecho de cada víctima, prendido un papelito
que dice: ”Un gachupín menos. Necesitamos más para vengar a Hidalgo” Unas veces el asesinato es en plena calle;
pero otras es dentro de la casa misma.
-¡Y las rondas! ¡Y los dragons! ¡Y los alguaciles!-gritaron en coro los audentes con un estremecimiento de horror.
Efectivamente el locuaz canónigo estaba en lo cierto. Tal fue la pavura que esos crímenes infundieran que desde
entonces plazas y calles aparecían escuetas y solitarias, distinguiéndose solo los farolitos de las rondas, la silueta
escurridiza de los serenos y los primados de la Iglesia y del Virreinato transitando con sus respectivas escoltas.
¿Quién era ese terrible Mangas Negras que había escapado a las garras de una legión de alguaciles? Pues muy en
breve vamos a saberlo.
Soledad se arrojó luego en sus brazos ,restañando con su pañuelo de Cambray la sangre que de la herida manaba
-Sí, balbuceó débilmente Don Iñigo-acabo de matar al viejo Orolla, como he matado a otros muchos realistas
enemigos de la Nueva España, y ...
-Luego eres tú...
¿Alas Negras? Pues así ha dado en llamarme la fantasía popular. Y muero contento. Llama a mi madre...
Pero cuando Doña Ana llegó ya Don Íñigo había expirado con una sonrisa en los labios, apretando en las manos
una pequeña pintura de Hidalgo con la que fue sepultado, lo mismo que con el reloj que le diera Allende la víspera
de ascender al luminoso patíbulo.
Y todavía yacen en una cripta del sótano de la casa del Indio Triste los restos del Coronel Insurgente Iñigo de
Garibay.
Con él pudo haber muerto Mangas Negras; más nunca el esclarecido patriota y revolucionario cuya justiciera
mano hiciera morder el polvo al infamoso Riaño.
Mas como en esta vida nunca faltan las ironías, es de advertirse que en el féretro del difunto se ostenta una Cruz
de Oro de Santiago de Calatrava.
( La Prensa, Los Ángeles, California, 13-IX-1919)
Las iras de Plutón
(Página suelta de un libro inédito)
VI
Cierta mañana en que Soledad regresaba de la misa de San Juan de Letrán vio, no sin sorpresa que toda la manzana
comprendida en la calle del Indio Triste, se hallaba cercada por soldados y alguaciles, junto a los cuales una inquieta
muchedumbre se arremolinaba, distinguiéndose entre la multitud léperos mal encarados, bedeles somnolientos,
mercachifles de tipo israelita con un salpicón de pilluelos desarrapados. y mendicantes.
I
Cuando desperté, hallábame por el suelo asido de los pies de la cama, que sacudía y brincaba cual potro cerrero
que siente por primera vez la silla y el toque de las espuelas: las paredes del cuarto se movían y tronaban, haciendo
rodar por la alfombra, con infernal estrépito, espejos y cuadros, arremolinándolos de un extremo a otro en danza
macabra. Haciendo un esfuerzo supremo logré al fin ponerme de pie, acercándome a las ventanas que daban a las
calle; ¡qué horror! esta y las adyacentes de Buchanan y Pine oleaban cual mar tempestuoso, abriéndose y cerrándose
cual fauces hambrientas de Titanes Bolshevikis, tragándose hombres y bestias en sus plutónicas oquedades. Gentes
y perros corrían atropelladamente de un lado para otro, mientras que otras caían posternadas en las aceras, pidiendo
a gritos misericordia. Al diapasón siniestro de los desencadenados elementos, uníase el aullido de los canes, el
relinchar de los caballos y los desgarradores ¡ayes! de los moribundos.
-¡Qué es lo que pasa, Melchor=-preguntó Soledad al potero que le abriera de par en par las puertas del zaguán.
-Pues dicen que han matado a Don Pánfilo Orolla de la casa que sigue.
Sí; bien conocía ella al exinquisidor Orolla, que había sido consejero favorito del Virrey Venegas, y quien según
la voz pública había influido mucho para que Hidalgo expiara en el patíbulo su amor por la Independencia. Allá
El cielo aparecía entoldado con nubes de amarillento polvo, que los rayos del sol naciente acariciaban en tonos
opalescentes y cruzado de continuo con parvadas de asustadas gaviotas que raudas volaban hacia el sureste, huyendo
tal vez del cataclismo que engolfaba a sus pies a todo el mundo viviente. ¡Cómo las envidié, contemplando fascinado
el donairoso batir de sus amplias y tenues alas, que desde las alturas desafiaban las cóleras del viejo Plutón!
**
Fue esa la mañana del 18 de abril de 1906, el siniestro día del Terremoto de San Francisco, California, fecha que
aún arde en mi memoria con caracteres de fuego, encendiendo las cenizas del pasado en apocalípticas y retrospectivas
visiones.
Calmados un poco lo sacudimientos, echéme por esas calles dirigiéndome hacia los bajos de la ciudad, a la imprenta
de Clay Street, donde se publicaba mi periódico “La Revista del Pacífico”. Todas las avenidas que conducen el
perímetro comercial de Market, Kearny y Montgomery, hallábanse obstruidas por los escombros de caídas chimeneas,
paredes, y vidrieras: no había un solo edificio sin cuarteaduras y averías, amenazando algunos desplomarse de un
momento a otro. Al llegar a Unión Square, y en el centro el jardín, apercibí multitud de formas blancas que yacían
en el mojado césped en camisa de noche. En su mayor parte eran cadáveres de mujeres que habían perecido en
el terremoto en las casas situadas a lo largo de las calles Geary y Post, en línea paralela al gran Hotel St. Francis.
Al llegar, un pelotón de soldados hacia fuego sobre dos individuos replegados y atados a una pared, por habérseles
sorprendido robando brutalmente los cadáveres de las víctimas, pues uno de los salvajes rufianes cortó las orejas
del cuerpo aún palpitante de una de las mujeres para apoderarse de las arrancadas de brillantes.
En la Plazuela de Kearny, donde principiaban el barrio chino y partía la calle de New Montgomery, veintenas
de zapadores abrían zanjas, sepultando en ellas después de breve identificación, a los fenecidos. Uno sobre otro,
divididos solamente por unas cuantas paletadas de cal. Dos sacerdotes católicos, crucifijo en mano rezaban en voz
alta el oficio de difuntos, recorriendo de un extremo al otro, las improvisadas fosas. Fueron los únicos semblantes
apacibles y serenos que yo viera ese dies irae en la humana marejada: el único rayo de espiritualidad que distinguía
a esos hombres de las demás bestias.
Al regresar para las calles de Market y O´Farrell, enormes lenguas de fuego y columnas de humo brotaban, arremolinadas por el viento, de un mercado que había cercano del edificio del “Morning Call”.¡La hora de las expiaciones y de los heroísmos había comenzado! Las patas del Fauno juguetón del norte, pisaban ya las brasas de la
gargantuesca pira donde iba a perecer incinerado e irredento.
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal.,)
Los secos y los mojados
Las costumbres crean las leyes y no las leyes las costumbres.
Rabelais decía por boca de Gargantúa: “Con un pellejo de vino añejo a mi lado y una buena moza en mis brazos,
me encuentro en paz con todo el mundo, hasta con el mismo diablo”.
Si desde Madrid saltamos los Pirineos para la Francia veremos en la Ville Lumiere, en el París de Bonaparte y Víctor
Hugo, el reinado de Baco en todo su apogeo. Pero de bacanal que era en los tiempos de Rabelais, háse tornado
en sutil ebullición espirituosa que produce un Alfredo de Musset, un Balzac, un Baudelaire, un Lamartine y otros
genios iluminados por la delicada antorcha de bebidas efervescentes. Literatos, filósofos y escultores cortan en los
viñedos sus mejores rosas intelectuales.
Estando en Asniers frente a una botella de Burdeos-dice candorosamente Lamartine-vínome la inspiración de
escribir “Atala” y “René”. Bajo los prismas verdes del ajenjo, Musset hizo bailar a Venus Cíterea, dorando sus alas en
relámpagos de amor. Honorato de Balzac trazó las primeras páginas de su inmortal Pere Goriot, al cabo de apurar
dos botellas de Chatteau Laffitte.
Napoleón mismo decía que de no haber sido por una copa de coñac, bebida al alborear del día, no habría obtenido
el estruendoso triunfo de Austerlitz.
**
En los Estados Unidos el licor ha sido la Ninfa Egeira de muchos de sus históricos prohombres. Washington, que
abominaba tanto a los ingleses, tenía debilidades infantiles por sus vinos. Bancroft nos cuenta que en su mesa y la
de Lafayette había siempre más botellas que platillos.
Ulises S. Grant ganó sus mejores batallas inspirado por el whiskey; y en esa cualidad selénica no le iban en zaga
muchos de los leaders de la Confederación.
A Thomas Jefferson nunca le sorprendían sin un frasco en el bolsillo. Grover Cleveland dormía con una botella
bajo la almohada. Benjamín Harrison traguitraba a menudo, lo mismo que el puritánico McKenley.
Si de los guerreros y estadistas pasamos a los poetas y filósofos norteamericanos, apercibiremos descollar en primera
línea a Edward Allan Poe, autor del clásico Raven y el novelista más eminente de los Estados Unidos. De entre esa
pléyade de supermen fue el único que sucumbiera al calor de la flama alcóholica, testando al mundo las epopeyas
de su divino genio. La copa que le matara iluminó a su espíritu.
Longfellow, Bryan y Emerson no florecieron por cierto en campos yermos: el creador de Evangelina no era parco
en el beber ni menos el austero y místico Emerson, quien tras de la Biblia, tenía una botella como centinela.
**
Todo fenómeno espiritual, obedece directamente a un fenómeno patológico; y cuando aquel surge, es porque el
organismo ha sufrido instantánea o permanente alteración. Es decir la inteligencia por sí misma, sin estimulantes
que la impulsen es del todo incapaz para concepciones atrevidas y originales.
En esa burda expresión hállase condensada la filosofía de toda una época; ¡qué decimos! De un prolongado periodo que
principiara con la borrachera del viejo Noé, perdurando en una forma o la otra, al través de todas las civilizaciones europeas.
De ahí la diferencia que existe entre el genio y el talento: éste es puramente normal, mientras que aquel viene a
ser extraordinario. El exceso en la bebida desequilibra y atrofia: la moderación en su uso, estimula y da vuelos a la
imaginación.
En la Edad Media, no hay monasterio, abadía o convento que carezca de sótano repleto de buenos vinos: cada
monje bebía a diario media docena de botellas y dos litros de sidra de Normandía. Igual cosa sucedía en los castillos
de la nobleza y en las chozas de los siervos y labriegos.
Y aún para la vida común y rutinaria del burgués, un trago diurno o nocturno, contribuye a levantarle de las asperezas triviales de la existencia. ¿Por qué, pues, arrebatarle el privilegio de las ilusiones y las fantasías, que después
de todo, son las únicas que hacen llevadera la vida?
Los más grandes pensadores y artistas del Renacimiento, solamente usaban el agua para sus abluciones: Rembrandt
bebe y pinta alternativamente; Rubens moja en vino de Palermo su exquisito pincel; el eximio Velázquez concibe
su lienzo de las Meninas después de libar sendas copas de Rioja; el inimitable satirista Quevedo y Villegas, escribe
sus mejores comedias a la luz mortecina de las tabernas; y por último, el colosal y plástico Goya, el Hogarth ibero,
mueve su pincel impulsado por las caricias del jerez amontillado.
Más de uno de los secos revuélvase hoy solapadamente en charcos de wiskey mientras que a los mojados solo queda
el derecho de la protesta y sustituir con drogas mortíferas lo que por derechos constitucionales antes disfrutaban
inocentemente.
Bien decía Heine que hay más filosofía en el fondo de una botella que en el cráneo de Hamlet.
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal., 16-X-1920)
La victoria de los republicanos
Débese al miedo bolchevike. Se buscan medianías en vez de genios.
La causa principal que contribuyera a la elección del Senador Harding a la Presidencia de la República, fue sin
duda alguna el temor próximo o remoto que inspira a la burguesía americana el bolchevikismo, cuyas perniciosas
doctrinas estaban siendo activamente propaladas en los Estados Unidos.
Sin fundamento ninguno y con aviesas miras, muchos de los grandes diarios de la prensa republicana acusaron una
y otra vez al partido democrático de haber dado acogida a los ideales de Trotsky y Lenine, nombres naturalmente
abominados por las clases opulentas de este país, y por las masas burguesas de su población, cuyas aspiraciones
nunca se apartan de la gravitación de los dollars. Otras causas que militaron también en la derrota de Mr. Cox, fue
el Pacto de la Liga de las Naciones, que como osada reforma en principio internacional, amedrentó al pueblo americano,
de suyo conservador y rutinario en materias que afectan a su exterior. Habilidoso en el manejo de la intriga política,
los republicanos explotaron a sus anchas esa idea, arguyendo que de aprobarse y sostenerse, envolvería a este país
en el futuro en una serie de conflictos internaciones. Ese fantasma de guerra intimidó los elementos femeninos
de la nación, cristalizándose ese miedo en votos favorables al candidato Harding, que fue electo sobre su rival en
aplastante mayoría.
Otro fenómeno muy digno de haberse observado, es el de que este país prefiere como gobernantes a las medianías
en vez de a los hombres de genio, y de ahí que amenguara la popularidad de Wilson en proporción en que descollaba su talento, tildándole sus enemigos de tendencias cesaristas y aristocráticas.
Harding, por el contrario, es el prototipo del burgués yankee; religioso en materia de creencias, mediano de inteligencia; reaccionario en convicciones y común y corriente en la vida ordinaria. Es en fin, lo que Emerson llamaba
“un hombre metido en pantalones de cuero”.
Por eso es más a fin que Cox con las densas masas norteamericanas; es algo como la imagen, la reflexión de ellas.
Por eso Cox nunca pudo serles figura simpática; venía oliendo a radicalismo, y agitando en su diestra el martillo
del iconoclasta, por medio del cual proponíase derribar los viejos ídolos.
-¡Un bolsheviki!-gritaban en coro los plutócratas de Wall Street sacudiéndole la burguesa y el feminismo, uniéndose todos en lapidarlo.
Y el resultado ya lo vemos; el partido democrático fue sepultado en votos. Lo cual confirma el dicho de Mark
Twain:” ¡Mis paisanos se ríen de todo, y sólo lloran cuando les pido un dollar!”
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal., 6-XI-1920)
Dehesa, Limantour y otros vuelven a México con los bolsillos vacíos, pero llena el alma de patriotismo
Los emigrados políticos están volviendo a México como Sancho Panza al terruño: con las manos vacías y las
uñas largas. Es decir, dejan precavidamente sus caudales en Europa o los Estados Unidos, temerosos de que se les
puedan exigir responsabilidades pecuniarias.
El último de esos caballeros de la ganzúa política porfiriana desembarcado en la Heroica Veracruz, es nada menos
que Teodoro Dehesa, hombre de pelo en pecho, tan hábil para cortar bolsas como pescuezos. A su fuga, llevóse
consigo tres millones de pesos en giros sobre la Habana y Bancos de Hamburgo. Esos dineros fueron sacados de la
aduana marítima veracruzana y del Banco Nacional de México. ¿Dónde están esos fondos, sustraídos clandestinamente
de la nación?
Porque el indulto es una cosa y la responsabilidad otra muy diferente: la ley perdona, cuando hay circunstancias
atenuantes que modifiquen o alteren su base fundamental. Mas en crímenes por sustracción de caudales públicos,
el castigo es primordial al perdón, a no ser que se restituya lo malamente adquirido. En jurisprudencia penal ese
principio es inalterable. O se aplica en todo su vigor, o bien se le hace a un lado para obtener determinado propósito.
No cabe otra disyuntiva.
En vista de la actitud magnánima del actual Gobierno para con él, el Sr. Dehesa, por delicadeza propia, debería
proceder sin tardanza a la devolución, sino del total, al menos de parte de esos dineros que en su apresuramiento
de abandonar el país, condujo distraídamente para el extranjero en sus amplias y holgadas alforjas. ¿Consumará
ese acto de tardío patriotismo?
**
Casi pisándole los talones jarochos, está por llegar a México otro superman del fenecido régimen porfiriano: nos
referimos al inolvidable José Ives Limantour, que también se nos fue y con él ocho millones de liras esterlinas.
Siendo un juglar distinguido en materia de guarismos, Monsieur Limantour pisará las playas mexicanas con el
aire de un Pericles crucificado, y tal vez, si el tiempo y la opinión pública lo permiten, formulará reclamaciones por
daños y perjuicios contra el Gobierno.
Otro pueblo menos generoso que el nuestro le recibiría dándole las llaves de la cárcel en vez de las de la ciudad;
pero nosotros le recibiremos con banquetes y discursos, pues a pesar de todo, dejó en nuestro medio multitud de
ilustres discípulos, siendo uno de los más aprovechados nuestro amigo el bolsheviki Salvador Alvarado.
A los acordes de las bandas militares, ¿quién es aquel que pueda escuchar el retintín de los pesos fuertes? Un yankee
puede olvidar una bofetada, pero nunca un dollar: lo contrario sucede precisamente entre nosotros. Por eso glorificamos
a Pancho Villa, considerando como travesuras sus monstruosos crímenes.
**
Otro de los ausentes más llorados y queridos en México es sin duda alguna Lázaro de la Garza, ex Tesorero de
Villa y que dio machetazo al caballo de espadas de Columbus, trayéndose para Los Ángeles dos millones de dollars de
los fondos revolucionarios. El Sr. de la Garza fincó aquí un castillo feudal con troneras, almenas y puentes levadizos,
empleando como cancerbero a un enano de vaudeville. Luego desapareció reapareciendo en Londres, y desde allá
solicita el regreso a México.
En fin, todos quieren volver menos nuestro malogrado compatriota el Sr. José María Maytorena, conocido familiarmente
con el cariñoso nombre de Pepe Corazón de León. Al salir de Sonora, quemó sus naves y sacudió el polvo de sus
zapatos-dejando hasta sus calcetines del otro lado de Nogales. Y nunca más volverá a hollar su planta el ingrato
suelo mexicano. Y de ahí sus melancolías y sus infinitas tristezas, pues dicen que pasa la vida como el cenzontle
en dorada jaula, trinando a la luna en las noches de niebla. Pues mientras Obregón viva y Plutarco ahorque, aquí
dejará sus huesos-y sus pesos.
Hay otra clase de emigrados -los llamados intelectuales. Sin que nadie lo solicite, esos pedantes ofrecen su ayuda
al General Obregón, queriendo alumbrarle en su peregrinación administrativa. De entre ellos el más modesto es
el taciturno tlascalteca Jorge Vera Español, Prometeo encadenado en un plato de frijoles negros. El otro luminoso
meteoro que amenaza con sus fulgores, disipando las tinieblas revolucionarias, es el Chevalier de los Espejos y de
las Sábanas, Francisco León de la Barra, quien en espartano y lapidario cablegrama, dice al Presidente Obregón:”
Mis felicitaciones. ¿Puedo girar por gastos de viaje?”
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal.,11-XII-1920)
Se fue el año dejándonos recuerdos de hombres ilustres y hombres ilustres con dinero
Los monos-hombres de Australasia, tienen la creencia, según nos informa Darwin, de que el tiempo es siempre
actual y son los mortales los que pasan por el tiempo. Por eso no reconocen años ni edades, ni principio ni fin.
Inconscientemente son en esto los precursores de la filosofía del gran Leibintz, para quien el cosmos era solamente
un cambio de estaciones.
Mas ya sea un signo arbitrario o una realidad tangible, el hecho es que no bien acabamos de sonreír a la juventud
cuando nos alcanza y nos sorprende la vejez, asiéndonos brutalmente con sus manos de hielo, empujándonos hacia
un camino al través del cual, según Séneca, no hay más luz que la de una esperanza ilusoria.
Cuando el Dr. Fausto se miró una vez al espejo reflejando un rostro atenuado y marchito, quebró apesarado en
vidrio invocando a Mefistófeles para que le rejuveneciera.
-¿Quieres oro, fama, honores?-le preguntó el diablo presuroso y sonriente.
-No-exclamó Fausto con tono de angustia-quiero juventud, ¡quiero amor!
-¿En cambio de qué?
-¡De mi alma!
¡Y el contrato fue cerrado con la aparición de Margarita!
**
¡Alma! Una entidad ficticia, incorpórea, de que todos hablan y nadie conoce, que todos creen tener y nadie posee.
Refugio de la vejez, según el poeta Heine, una emoción de los que tienen miedo a morir, como lo asentaba el gran
Voltaire.
Los años sólo cambian de número: los hombres son los que pasan para nunca más volver. Mas si perecen , muchos
de ellos inmortalizan su nombre legándonos obras de imperecedera grandeza.
México, por ejemplo, es una Necróplis de varones ilustres: la época colonial nos proporciona una colección inmejorable
de virreyes imbéciles cuando no ladrones. En los primeros años de la guerra de Independencia saludamos por primera
vez a un Picaluga, que ha reencarnado en muchos de nuestros hombres públicos.
En Agustín de Iturbide tuvimos a un buffon con el cetro de un monarca, con una Corte de criollos y mestizos que
imitaban a porfía la de Fernando VII, aun en el detalle mismo de la regia vacínica de oro macizo, vaciada y limpiada
por los chamberlanes de calzón corto y medias de seda.
Más tarde tuvimos un cojo que se hizo llamar Alteza Serenísima, pero que los leperitos mexicanos insistían en
apodar pata de palo. Cierta ocasión, Santa Ana se hizo pintar con el traje de Napoleón Bonaparte, preguntando a
uno de sus generales de si se parecía al héroe de Austerlitz. A lo que éste respondió:
-Se le parece usted tanto que si su Alteza hablara el francés, la ilusión sería completa.
Al través de nuestros circos políticos podemos columbrar aún a distinguidos payasos que ya se pierden en la noche
de los tiempos: a un Bustamante, que le gustaba disfrazarse de china poblana; a un Peña y Peña, que antes de ordenar
un fusilamiento, se hacía flagelar desnudo por una de sus más bonitas criadas; y a un Porfirio Díaz, que cuanto más
fusilaba, más lloraba. Algo como un cocodrilo con botas de general.
En esa interminable procesión de patriotas pro-tempore, vienen desfilando otros no menos eximios que los anteriores:¿quién es aquel que por ahí pasa, arropado en las sábanas de la Emperatriz Carlota? Pues ese es el Chevalier
Francisco León de la Barra, un anticuario que por amor al arte retiene las reliquias históricas de Chapultepec. Y
aquel otro de frágil estatura y faz de lámpara apagada que parece andar sobre huevos sin quebrarlos?¡ah! es Esteban
I de Mexicali de la dinastía de L´Valours: en menos de cinco años acumuló más de diez millones. Los dollars y los
años se quedan, pero Don Esteban ya se nos va. Pero su recuerdo permanecerá siempre verde en nuestra memoria:
fue el más privilegiado de nuestros sans-culottes argentíferos.
**
El año que se fue nos deja a nosotros como de antaño: nos hallamos, como Job, en el estercolero. Con la única
excepción de dos o tres Generales amigos míos que han envainado la espada y desenguantando las uñas.
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal., 1-I-1921)
Cuba es la Niobé sin hijos. Madre de los siete dolores
Cada vez que veo a un patriota cubano me dan ganas de llorar: he ahí a un candidato a héroe-me digo entristecido
-que no es cubano ni es americano, no obstante el haber nacido en Cuba bajo la protección del Águila del Potomac.
Viene a ser algo como un paria internacional con derechos solamente reflejos: porque ni tiene el privilegio de pedir
prestada una peseta, ni echarse a la manigua con machete en mano, a cortar cabezas de peninsulares.
¡Nada! chico, estamos ciertamente de malas, diríase que de pésimas. En los tiempos épicos de Céspedes, Antonio
Maceo y Máximo Gómez, nuestros locuaces y simpáticos amigos los cubanos pasaban los ratos de ocio conspirando
contra los Capitanes Generales ladrones que les mandaba España. Algunos de los conspiradores del castillo del
Morro, y otros excavaban a Cayo Hueso o Tampa, buscando el abrigo del Pabellón de las Estrellas. Pero los más
se iban a las maniguas, viviendo en ellas y envejeciendo en ellas, tanto por sobre de españoles como por falta de
cartuchos.
**
La época colonial fue algo como la Edad de Oro de los cubanos: en una mano tenían la espada y en la otra la pluma,
y en la boca una bellísima oda de un Heredia. Como buenos revolucionarios, desdeñaron el trabajo deificando
a la revolución separatista, de cuyo triunfo esperaban un maná consuetudinario. Sus leaders colgaban la hamaca
del tronco de dos ceibas, y después de dormir la siesta, entonaban homéricos cantos , dignos por su ternura de
quebrantar las peñas. Luego, al correr la noche, y a semejanza de los pastores de Virgilio, sonreían satisfechos a las
estrellas…
¡Cosa singular! Así a los cubanos como a los peninsulares les convenía prolongar esa guerra de conflictos imaginarios:
a los isleños para vivir del país y a los españoles para vivir sobre el país.
Ambos, después de tirotear sin matarse, concluían por abrazarse: los españoles sonando los centenes de oro; los
cubanos embolsándoselos. Sin descuidar el darles las gracias en versos endecasílabos.
**
Y esa existencia pastoril se habría prolongada hasta la consumación de los siglos, de no haber sido pro Máximo
Gómez, que buscó el apoyo de los Estados Unidos por mera fórmula, metiendo el pescuezo en una argolla de
hierro.
Y la argolla aprieta, casi ahorca, pues que nuestros buenos amigos los cubanos, no tienen ahora ni el derecho de
suicidarse. ¡Qué decimos! Ni el de pedir prestados diez pesos, comprarse una pistola y volarse la tapa de los sesos.
Porque según la Enmienda Platt, Cuba no puede incurrir en deudas sin permiso de los Estados Unidos, y es por
ese motivo, un menor de privilegio. Resulta, pues, que ni puede suicidarse, ni sublevarse, ni echar un sablazos a sus
amigos, y en extremidad tal sólo le queda el recurso de invocar la ayuda de los Dioses de Wall Street, dando como
garantía sus dos únicas grandes fuentes de riqueza: sus azúcares y sus tabacos. Y ya se sabe que cuando los números
llegan, las musas vuelan. Por eso ha muerto en Cuba la poesía.
**
Para los españoles que residen en la Perla de las Antillas, la independencia de la isla ha sido una ganga: están enriqueciendo muy deprisa, sin temores de préstamos forzosos, ni exacciones de Capitanes Generales. No así para
nuestros amigos los cubanos, quienes por ser todos poetas, no merecen ciertamente que se le mande de Washington
un General Yankee cuyo nombre huele a pólvora y puede hacer explosión de un momento a otro. Bien dijo José
Martí al exclamar, un día que almorzábamos juntos en Nueva York:
“¡Cuba es una estrella asida a un sol que la abrasa!”
**
Mas a pesar de todo, los cubanos son los hombres más graciosos del continente americano, y tanto por su humor
como por sus gasconadas, alguien les ha llamado los irlandeses de las Antillas.
Cierta vez me decía el capitán Mola, joven insurrecto de matanzas, refiriéndose a su hazañas en la manigua:
-Veras, chico, una ocasión en Camagüey, fui sorprendido por un batallón de peninsulares. Machete en mano, me
arrojé al combate siendo levantado por la concusión de una granada a la altura de veinte pies. Un ciclón tropical
que en esos momentos soplaba me arrebató en el aire jugando conmigo a la pelota, pero sin que yo soltara mi machete.
Así pasé volando junto al Morro, y al ver un centinela español en las almenas le corté el pescuezo, limando la hoja
en una nube que pasaba. Y subí y subí hasta pasar por encima del cabo Hatteres, donde un grupo de gaviotas unió
sus vuelos al mío. Se le antojó a una poner un huevo en el aire; me quité el sombrero y lo capeé, satisfaciendo el
hambre. Luego saqué un puro de Vuelta Abajo, mas careciendo de fósforos para encenderlo, simplemente le dejé
entre los dedos, encendiéndole la presión atmosférica, por la rapidez vertiginosa en que íbamos.
¿Hablaba Tartarín de Tarascón o Munchaussen?
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal., 8-I-1921)
La Doctrina Monroe petrolizada.
Trabajos de zapa de Edward L.Doheny
Un hecho de profunda trascendencia para México acaba de ocurrir en Los Ángeles en un meeting verificado en
el Instituto de Ingenieros de minas y metalurgia, bajo los auspicios del solapado enemigo de nuestro país, Edward
L.Doheny.
El Mefistófeles de Chester Place echó mano esta vez para lanzar sus planes, de Mr. Mark L.Requa, administrador
nacional de combustibles en los Estados Unidos. Este señor, en un discurso pronunciado en dicho cónclave-con
datos e ideas que le proporcionara Doheny-dijo que el Gobierno americano debería petrolizar la Doctrina Monroe,
impidiendo en lo futuro el que las Potencias europeas adquirieran terrenos con manantiales de aceite en el Continente
americano.
Luego tomó la palabra el satélite intelectual de Edward Ralph Arnold, quien en una arenga encomiástica de su
amigo el millonario, desenvolvió la original tesis de que Doheny había salvado a los Aliados en la guerra contra
Alemania, por el hecho sencillísimo de que su petróleos, sacados de México, había movido las poderosas marinas
de Inglaterra y Estados Unidos. Luego, siendo esto así, es casi un deber sagrado de Washington el de amparar y
proteger los intereses petroleros que aquel tiene en Tampico.
En otras palabras, Doheny quiere sacar la castaña con la mano del gato, o, como decía su paisano McManus, freír
la merluza en la sartén del Tío Samuel.
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Después del meeting-que entre paréntesis estuvo muy aplaudido-se levantó el acta correspondiente firmada por
todos los miembros del Instituto, imprimiéndose de ella millones de ejemplares que han sido puestos a la circulación.
En un prólogo cuajado de estadísticas, demuéstrase que los yacimientos petroleros en este país están próximos
a desaparecer y que los del nuestro apenas han principiado a explotarse, y siendo este combustible indispensable
para la marina mercante y de guerra de los Estados Unidos, así como para sus industrias, lo natural y lógico es que
se ejerza una especie de protectorado sobre esos recursos ,pues que realmente nosotros muy poco los necesitamos.
Los promotores de esa luminosa idea van a emprender una campaña en toda forma a fin de que el Congreso y el
Senado, en su inmediato periodo de sesiones, expida un Decreto petrolizando, por decirlos así, la Doctrina Monroe.
**
En su incipiencia, ese movimiento parece ser una broma, más que otra cosa: mas estudiándolo en el fondo y bajo
su aspecto utilitario, uno llega al convencimiento de que es hacedero, pues en materia de intereses hay ciertas
clases por aquí que no se detienen en escrúpulos de ninguna suerte. Porque, por más que se diga y vocifere sobre
las limitaciones internacionales de los pueblos fuertes en relación a los pueblos débiles, el hecho es que los peces
grandes siguen comiéndose a los chicos, y si Rusia no fuera un cetáceo, ya se la hubiera tragado la Gran Bretaña.
Empero, tengamos confianza en la nueva generación de estadistas norteamericanos que hoy guían los destinos de
los Estados Unidos, así como en el criterio amplio y patriótico de nuestros actuales gobernantes: aquellos anhelan
para México una época de tranquilidad y desenvolvimiento industrialista; y éstos últimos un acercamiento político
y comercial, modelado en una diplomacia franca que en vez de humillar, enaltezca a México. En esa mutua actitud
cuyas manifestaciones, comienzan ya a pulsarse en la opinión pública, se estrellarían las maniobras tortuosas de
Mr.Doheny y sus mercenarios acólitos, quienes movidos por insano lucro, no dan tregua ni descanso a sus bellacas
intrigas.
El Presidente electo Mr. Harding lo ha dicho categóricamente:” De los tiempos de Mr. Blaise acá, el Partido
Republicano ha cambiado mucho, y de México sólo queremos amistad y esperamos justicia”.
**
De todas maneras, es bueno que nuestros compatriotas se enteren del cariño intenso que nos profesa el “green
raven” de Chester Place, quien en su reciente viaje a Tampico donó fondos para reponer la catedral, sin duda para
darnos el cielo y quedarse él con la tierra.
Un rasgo de generosidad a lo Pickwick, el donoso tipo creado por la fecunda y privilegiada fantasía del inmortal
Charles Dickens.
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal., 29-I-1921)
Aumento de la criminalidad en los Estados Unidos la locura por las riquezas.
“There is thy gold,
Worse poison to men souls”
--Shakespeare
Un cincuenta por ciento de los crímenes que se cometen en los Estados Unidos reconocen como génesis el deseo
de lucro, la sed de oro, la locura pagana por los goces de lo material, que al desenvolverse cual dolencia nacional,
viene a atrofiar todos los más nobles instintos que existen más o menos latentes en la humana naturaleza.
Es que este país, individualmente, hase distanciado de su Independencia, quienes, como el puritano Benjamín
Franklyn, predicaban la sencillez patriarcal en las costumbres y la frugalidad en los hábitos domésticos. Emerson,
el apóstol de la pobreza y de la sinceridad, vaticinaba ya lo que ahora está sucediendo al exclamar: “ Cuando el
dinero pesa más que las virtudes, éstas se alejan avergonzadas”.
En verdad, en un pueblo donde la pobreza es considerada común crimen y la riqueza como un esfuerzo sublime, las
energías morales fenecen y se hunden, sustituidas por la doctrina de los más fuertes y más débiles. La misma doctrina
que sostuviera Nietzche y la que, al desarrollarse en Alemania, fortaleciera las castas militaristas y autocráticas.
**
Los norteamericanos temen más a la miseria que a todas las pestilencias, ya sean éstas morales o físicas; su dogma,
desde la cuna hasta el sepulcro, es por lo tanto el dinero. Money es el verbo sociológico de todas las clases. Los
pobres quieren ser ricos, los ricos millonarios y los millonarios desean ser Cresos. Es algo como un furor patológico
sin limitaciones .El dollar todo lo avalla: a su peso, todos los vínculos de familia se aflojan; a su sonido, hermanos
se tornan contra hermanos, mujeres contra maridos, hijos contra padres, amigos contra amigos. De los círculos
del hogar, asciende esa corruptela a las esferas más dilatadas del comercio y la política, en los cuales la lucha por el
dollar se intensifica y recrudece, convirtiendo a los seres más pacíficos en energúmenos codiciosos.
El Demonio del lujo, de la ostentación, hase apoderado de estas gentes: el que no tiene dinero en el Banco y
automóviles mirado con el más alto desprecio. La miseria de los pocos es un estigma indeleble. Y en proporción
de que los caudales aumentan, se ahondan aún más las diferencias de clases. Porque la aristocracia del dinero es
todavía más intransigente que la de la sangre. Tenía pues razón Sancho Panza al decir que un hombre enriquecido
es un hombre enloquecido.
**
En presencia de esa psicología yankee, ¿a quién puede sorprender el número de crímenes que por dinero se están
cometiendo? Durante la última guerra se acumularon en los Estados Unidos enormes fortunas usándose para
crearlas de métodos dudosos, fortunas que ahora gallardean en las principales ciudades americanas, retando con insolencia
a las multitudes de abajo. En su anhelo por emularlos, éstas abandonan la actitud pasiva que antes guardaran, contaminadas
por esa epidemia intelectual que solamente exalta y deifica las brutalidades del éxito material.
De ese medio argentífero y putrefacto están surgiendo todo género de crímenes: no crímenes emocionales, resultado
de todas las civilizaciones e idealizados por el Dante en la Edad Media, sino los más feos y prosaicos del robo en
todas sus manifestaciones: desde los del petardista callejero, hasta los del especulador acaudalado. De esa inexorable
ergástula sociológica no hay manera posible de escapar: o se es paria o banquero. ¿Quién vacila para optar entre
esos dos extremos?
**
Por eso tenemos hoy, como agentes del crimen, el veneno, el puñal, la pistola, la tea incendiaria, el plagio y demás,
haciendo crujir los Tribunales con toda clase de maldades. Todos ellos giran alrededor de la circunferencia de un
dollar, y por ello crímenes calculados, fríos, con premeditación y alevosía, como acaba de suceder en el caso de
Denton. Es que las leyes morales y espirituales están caducando aplastadas en un torbellino de ambiciones personalistas,
exactamente lo que acontecía en Roma, según Tácito, durante la decadencia de los Césares.
Quo vadis, Uncle Sam?
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal.12-II-1921)
In Memoriam
Luctuoso aniversario de los asesinatos de Madero y P. Suárez
“Stat magni nominis umbra”
---Lucano
La muerte trágica de Madero, desde su aparición en las luchas civiles de México, estaba ya escrita en el misterioso
e inescrutable libro del Destino y debía haber sucedido como sucedió, dada la estructura sociológica de nuestras
tradiciones históricas. Mas llorada como lo fue, es y será su desaparición, fue del todo inevitable y necesario si la
debemos considerar bajo el punto de vista revolucionario y oportunista. Inevitable, por el hecho de que un hombre
-oveja, mal podría habérselas con una manada de lobos, que tarde o temprano tendrían que devorarlo a dentelladas;
y necesaria por haber acabado por siempre jamás con los cuartelazos y asonadas militares.
Lo que no pudieron conseguir todos los mártires de las guerras de reforma con su sangre y con su nombre, vino a
consumarlo un obscuro soñador de Coahuila, sin más armas que las de una fe ciega en sus convicciones, sin más
influencia que la proyectada por su exigua sombra, empujado hacia un Calvario resbaladizo por un entusiasmo de
apóstol, por una terquedad rayana en monomanía.
**
He ahí a un brioso leader que salta a la arena del combate inerme, sin nombre, sin talento, sin brillanteces de aureola
que deslumbre a las multitudes, guiado en su paso por un instinto, por un candor casi infantil que no tiene idea de
las distancias ni de los hombres.
La madre naturaleza habíale tratado con la dura mano de una madrastra: pequeño de estatura, ojos melancólicos
y faz serena, de aspecto huraño y taciturno no había en Francisco I. Madero prenda o cualidad alguna que pudiera
arrastrar a las masas populares a un sacudimiento redentista.¿Cómo es que éstas le secundaron presurosas, al ver
por primera vez su escueta y triste figura, perfilándose quijostesca en los yermos páramos de Chihuahua?
Su solitaria aparición, lanza en ristre contra el coloso zapoteca de Chapultepec, causó más risas que lágrimas, y
nadie quiso al principio tomarlo a lo serio. Mas el Arlequín de que hacían befa los bufones de Palacio, continuó
impávido su demoledor avance, cayendo al paso de su caballo hombres podridos e instituciones putrefactas, comidos
por la gangruna de 35 años de un despotismo tártaro.
No fue un huracán el que derribó a los ídolos de pies de plomo: fue el soplo de un niño que aplica el fósforo a la
puerta del pajar. Y así se desplomó el viejo orden de cosas: ignominiosa y pasivamente a semejanza del monstruo
nocturno del cuento de Balzac, que por falta ya de garras y de dientes fue estrangulado por el enanillo René.
Madero es más bien un ideal y una abstracción que una personalidad: mejor dicho, en su tipo burgués estamos
fundidos todos nosotros los mexicanos; y mientras México viva como entidad nacional, alentará en el alma la
memoria del sublime iluminado coahuilense, que al sentirse herido de muerte por uno de los esbirros, le apostrofó
exclamando:
“¡No me acabarás!”
Palabras proféticas que el pueblo ha recogido emocionado: acabaron con su cuerpo, chuparon su sangre, extinguieron
su aliento pero al retroceder en las brumas del pasado, su sombra se agiganta y bien podemos decir con Lucano
“Stat magni nominis umbra!”
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal.,19-II-1921)
La resurrección de Pancho Villa
Será Gobernador de Chihuahua.
Se dice muy seriamente, en círculos informados, que el citoyen Francisco Villa, de fama continental, figurará
como candidato para gobernador de Chihuahua en las próximas elecciones que tendrán verificativo en el Estado.
Y si triunfa en ellas -lo que no es improbable- debe colegirse que más tarde aspirará a ocupar la Presidencia de la
República por idéntico método popular-selectivo.
Como bandido, el presunto candidato chihuahuense es incomparable: no hay en la Historia, antigua o moderna,
facinerosos que le aventajen en proezas de valor, de violencia y de ferocidad. Gestas y Barrabás fueron meros pilluelos
comparados con él: junto a él, el legendario Robin Hood, de fama anglosajona, es un simple monaguillo o chaval;
cerca de él, Luigi Bamppa y los rufianes y espadachines de la época de los Médicis se achican y empequeñecen,
cabiendo en el rodaje de una de las espuelas de Pancho; alineados con él , Bueyes Pintos, Vidaurri y Losada desaparecen
bajo las pezuñas de su yegua alazana. Villa es, finalmente, figura única en los anales del crimen, algo como la concepción
ecuestre de un Robin epiléptico, expresión simbólica, podría decirse de todas las malas y brutales pasiones, animadas
meramente por un animal instinto.
**
La España de los tiempos de Lope de Vega y Calderón tenía predilección por sus matones y buscavidas inmortalizándolos
en las tablas; la de la época de Goya y luego la de Prim, enaltecieron en el lienzo y el romance a los forajidos de
trabuco y sus guerrilleros carlistas; pero después de fantasearlos en efigie, concluían por empujarlos al garrote vil.
Con todo y sus picardías hay en Ruy Blas mucho que nos encanta y nos fascina, por haber en sus mismas fechorías
un dejo de espiritualidad que Víctor Hugo se apresuró a cristalizar con su fulminante pluma.
Mas obsérvese bien: si la literatura de un pueblo enriquece sus páginas con tal o cual facineroso, jamás los enaltece,
sintiéndose orgulloso de ellos; criterio semejante acusaría una degeneración nacional, haciendo cómplice de ella a
todos los nacionales.
**
La glorificación de Pancho Villa por lo tanto, significa que hay en nuestro temperamento algo anormal y desequilibrado,
ciertos síntomas de decadencia moral que urge extirpar de nuestro medio. En buena hora que admiremos en lo
íntimo de nuestra conciencia de hombres, la bravura salvaje y primordial de Villa, como admiramos en el redondel
la fuerza arrogante de un toro puntal; pero de esto a glorificar sus crímenes levantándolo de los charcos de sangre
donde se revuelca para purificarlo en las aguas de un Jordán político, hay una colosal distancia. Porque en el nicho
de Benito Juárez no puede caber ni la sombra del Atila de Columbus; al rehabilitar a éste, lapidamos la memoria
del primero. En ese dilema no hay disyuntiva posible: o bajamos al Reformador, o subimos al Salteador.
El indulto del bandolero fue ciertamente una exigencia política requerida por las circunstancias, y al concedérsele,
debió haberse dado por satisfecho; mas no fue así, pues ahora se yergue insolentado, juzgándolo como debilidad lo
que tan sólo fue un acto de oportunista clemencia. Y con la ilógica propia de los irresponsables créese un hombre
indispensable a los destinos nacionales, una especie de Porfirio Díaz del populacho, una voluntad que se impone,
un genio que se necesita, una fuerza sin la cual México caería en perdurable inercia. Aún no bien pasa los umbrales de
las serranas cuevas, cuando ve ya reflejada su imagen en la luna de los espejos de Chapultepec. Es que los periódicos
reaccionarios le han hecho creer que él es la resurrección de un Antonio de Santana y puede, si quiere, trepar a
la Primera Magistratura en hombros de sacristanes disfrazados de bolshevikis. Cría cuervos y te sacarán los ojos.
Lázaro de la Garza decía, refiriéndose a Villa:
“Pancho es un alacrán con alas. Y pica volando. Y ni en avión uno puede escapar de sus garras”
Adolfo Carrillo
(“La Prensa”, Los Ángeles, Cal., 22-I-1921)
Memoria histórico-literaria
Armando Miguélez
Alicante, España
En esta sección de “La Palabra” trataremos de rescatar los autores y textos que conforman la tradición literaria e
histórica aztlanense. Estos autores y textos los explicaremos y le pondremos introducciones críticas y notas, siempre
y cuando las requieran, para una mejor comprensión por el lector actual.
Conscientes de lo olvidado de este legado vamos a tratar de siempre reproducir los textos y no sólo hablar
fragmentadamente de ellos. La sección se convertirá, pues, en una antología, lo más completa posible, de una hipotética
Biblioteca de Autores Aztlanenses, necesaria como el aire que respiramos para de una vez por todas acabar con el
rumor del analfabetismo y la iliteralidad de nuestra historia hispanounidense.
Trataremos de demostrar con esta sección el rico legado escrito de “Nuestra América” ( José J. Vega, Nuestra
América,-México D.F. Imprenta Galve, 1969), donde nuestros ancestros se han definido a sí mismos y nos han
descrito sus inquietudes, zozobras y preocupaciones con el talento individual y la conexión contextual a los tiempos
que les tocaron vivir.
Por eso también trataremos de periodizar estos escritos siguiendo los parámetros occidentales de los cambios de
gusto y de estética a través de los siglos. En todos estos periodos literarios hay alguna obra relevante escrita en el
hoy territorio político de los EEUU. Nunca la población hispanounidense fue ajena a los gustos estéticos de su
tiempo, y participó en el desarrollo y divulgación de esa estética tanto en la literatura como en el arte y la música.
Hablando de la literatura en particular, la lengua más usada a través de los tiempos ha sido el español, pero también
tenemos textos literarios en leguas indígenas y en francés e inglés desde el siglo XVIII.
En Aztlán tenemos textos literarios indígenas, renacentistas, barrocos, neoclásicos, románticos, realistas/costumbristas, naturalistas, indigenistas, modernistas, vanguardistas y de los más variados estilos durante todo el siglo XX
y el actual siglo XXI.
La sección tratará de identificar y clasificar estos textos y autores a través de los siglos y relacionarlos en un esfuerzo
por darle continuidad a la historia literaria y quehacer artístico de los hispanounidenses.
Ni qué decir tiene que con los estudios ya hechos en este terreno de la historia literaria de Aztlán ( John Gilmary
Shea, Bancroft, Bolton, Aurelio M. Espinosa, padre e hijo; Luis Leal, David Arias, Joseph Sánchez, Tino Villanueva,
Luis Valdez, Américo Paredes, Felipe Ortego, Gabriel Meléndez, Fray Angélico Chávez, Tomás Ybarra-Frausto,
Alejandro Morales, Juan Rodríguez, María Herrera-Sobek, Nicolás Kanellos, Rosaura Sánchez, Ray y Gerardo
Padilla, Justo A. Alarcón, Ana M. Osán, Fernando Tapia, Juan Velasco, Marco Jerez, Víctor Fuentes, Guillermo
Hernández, etc.) podemos concluir que esa continuidad existe y que el acervo textual es enorme. Esta va a ser
nuestra tarea: conseguir presentar estos escritos y colocarlos en la tradición literaria aztlanense con el propósito de
reconstruir y normalizar dicha tradición truncada por los avatares de la historia del pueblo hispanounidense que
ha sido relegado política y culturalmente a una especie de residuo o margen de la cultura mayoritaria y dominante
angloamericana.
Tapia Grijalva, Fernando
(Rayón, Sonora, México). Es egresado del Doctorado del Departamento de Español y Portugués de la Universidad
de Arizona, en Tucson. Investiga la cultura y la literatura mexicana y chicana en la frontera México Estados Unidos.
Actualmente es Profesor en el Departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación, en la Universidad de
Sonora, México. Su tesis, Ideología y poesía en el exilio: cuatro poetas mexicanos en el suroeste norteamericano
(1900-1920), es uno de los primeros estudios relacionados con la cultura del primer exilio mexicano del siglo XX.
Enrique Flores Magón y la poesía romántica anarquista en el exilio norteamericano
Introducción
El propósito de este ensayo es identificar algunos rasgos y características de la poesía romántica anarquista del
escritor mexicano Enrique Flores Magón. Asimismo, se explora el ambiente social y político que dio lugar a este
tipo de expresión literaria. Sin duda alguna, se trata de una manifestación poética diferente a la que se producía en
suelo mexicano, ya que el exilio generó su propio discurso y su propia ideología. Del estudio de esta poesía se desprende que las contribuciones de este escritor exiliado estaban íntimamente relacionadas con las exigencias que le
imponían las comunidades de mexicanos y latinos, que habitaban mayoritariamente en las ciudades fronterizas del
suroeste norteamericano. Asimismo, debido a las corrientes del pensamiento que florecían en Norteamérica, Enrique
Flores Magón pudo exponerse a las nuevas tendencias internacionalistas que lo distanciaron de los grupos culturales
que operaban en su patria. El análisis de su producción poética nos indicará, que a través de la parodia, el yo
lírico enriquece el discurso popular y desacraliza las producciones poéticas promovidas por el canon nacionalista.
Por otra parte, su visión ideológica de anarquista combatiente, lo llevará a criticar el romanticismo acomodaticio
imperante en suelo mexicano, el cual, promovía los valores de los poderosos y pretendía justificar el orden social existente.
Breve Biografía
Enrique Flores Magón nació el año 1877 en San Antonio Teotitlán, Oaxaca. Desde muy temprana edad participó
con sus hermanos Jesús y Ricardo, así como con otros liberales, en actividades políticas en contra de la dictadura
de Porfirio Díaz . Fue principalmente a través de la prensa escrita, que los Flores Magón ejercieron una crítica
sistemática contra el régimen de Díaz. El dictador terminó por expatriar a Ricardo y a Enrique a los Estados
Unidos en 1904, junto con algunos miembros fundadores del Partido Liberal Mexicano. Ya en el exilio, volvieron
a publicar el periódico Regeneración, que habían fundado en México en 1900. Gracias a este periódico, pudieron
mantener informada a la comunidad mexicana y mexicoamericana, sobre los acontecimientos políticos y sociales
que tenían lugar en México y el mundo.
Aunque la fama de Enrique fue menos notoria que la de Ricardo, su producción literaria no deja de ser importante
para evaluar las dimensiones y tendencias que el romanticismo tardío alcanzó, durante el primer exilio mexicano
del siglo XX. Como bien se ha documentado, la cultura de este primer exilio se debilitó con el triunfo de la revolución
y con el regreso de los expatriados a partir de 1920 . Enrique Flores Magón, aprovechó el llamado del nuevo gobierno
de la revolución para regresar a México el día 4 de marzo de 1923. En esta última etapa de su vida, contribuyó con
el movimiento campesino y obrero mexicano. Murió en la ciudad de México el 28 de octubre de 1954.
sobre la expresión poética del anarquismo al norte del Río Bravo durante el periodo de 1904 a 1918, Miguélez
señala que Enrique Flores Magón fue el que cultivó con más éxito la poesía paródica, ya que “Él usó en sus creaciones
literarias cuando quería enseñar y contribuir a la concienciación de los trabajadores, diálogos, apólogos, alegorías,
cuentos y también poesías” (161).
Es indudable que el activismo político de este escritor limitó sus posibilidades creativas; aun así, su poesía y sus
cuentos no dejan de ser importantes, pues aportan elementos ideológicos y estéticos que caracterizan una literatura
partidista dentro de la historia literaria de México. La poética que determinó y sujetó su producción es de carácter
romántico y lo afilió a lo que Andre Reszler llama estética anarquista, en la cual, el arte es una experiencia donde
el concepto de la acción directa obliga al artista a comprometerse con los cambios sociales (8).
La poética anarquista es de carácter romántico debido a que tanto el socialismo como el anarquismo, son doctrinas
afiliadas a los movimientos románticos, pues como bien opina Antonio Manclús: “van a coincidir, aunque no lo
quieran, en un ambiente que se expresa románticamente, en un estilo y en una actitud que une la liberación del
sentimentalismo a la idea de un cambio revolucionario, a la idea de la aparición de una situación específicamente
revolucionaria” (42). Los principios anarquistas profesados por Enrique Flores Magón, lo hermanan con un
romanticismo periférico cuya poética estuvo apegada a la ideología del magonismo. Es importante señalar, que Ricardo
Flores Magón, el líder del grupo, estableció los lineamientos para que la creación verbal de los colaboradores del
periódico Regeneración, se apegaran a la ideología del partido. Él fue el responsable de fijar las bases de un programa
político al cual se debería sujetar lo estético. También favoreció la idea de que el arte debía desempeñar una función
homogenizadora y la obligación del artista debía consistir en hacer sentir a otros lo que ellos como creadores
sentían y pensaban. Ese afán propagandístico y de comunicación directa del arte encamina a Ricardo a declararse
por un arte comprometido con los cambios sociales, actitud que lo distancia de la corriente modernista. En una
carta enviada a Elena White, Ricardo Flores Magón manifestaba su oposición a la corriente modernista que defendía
el concepto del Arte por el Arte:
“Eso del Arte por el Arte mismo es un absurdo y sus defensores han crispado siempre mis nervios. Siento por el
arte tan reverente admiración y amor que me lastima verlo prostituido por personas que no teniendo el poder de
hacer sentir a otras lo que ellas sienten ni hacerlas pensar lo que ellas piensan, ocultan su impotencia bajo el mote
de “Arte por el Arte mismo” (22-28).
Las ideas estéticas de Ricardo Flores Magón fueron compartidas por su hermano, quien sujetó su poesía a los
lineamientos del romanticismo anarquista defendido por su hermano. El romanticismo anarquista de los hermanos
Flores Magón los alejó de la corriente modernista, la cual ellos rechazaron por considerarla ausente de compromiso
social. Es evidente que tanto Enrique como Ricardo, no alcanzaron a percibir que el modernismo ya era en sí mismo
un movimiento de protesta y que, aunque este movimiento en su primera etapa se consideró escapista, como bien
lo señala Max Henríquez Ureña (33), no dejó de ser una reacción en contra de un romanticismo conservador,
tedioso y repetitivo arraigado en el alma colectiva. Ciertamente, los Flores Magón no lograron comprender que
el Arte por el Arte de los modernistas, como señala Ernest Fischer, fue un movimiento que surgió en el período
posrevolucionario del mundo burgués, junto con la corriente realista y constituyó una airada protesta contra el
utilitarismo vulgar y mercantil de los capitalistas (28).
Anarquismo y romanticismo en el exilio
La crítica de Ricardo y Enrique Flores Magón al movimiento modernista parte de sus actitudes como luchadores
sociales, en donde el artista es visto como un revolucionario. Todo parece indicar que los Flores Magón desconocían
que el movimiento del Arte por el Arte ya se oponía al mundo materialista del capitalismo.
En relación a la producción de la cultura del exilio, Oscar Somoza y Armando Miguélez concluyen en su importante
investigación sobre las aportaciones de los exilados durante la revolución mexicana, que en este período de 1910 a
1920, los escritores se inclinaron por los temas patrióticos y revolucionarios (1-39). En este marco, Enrique Flores
Magón, claramente se perfila como un escritor que reúne las características mencionadas. En un estudio posterior
Una vez establecida la posición partidista de la estética del magonismo, es importante describir brevemente la
evolución política del grupo y específicamente de Enrique. Por la lectura de Regeneración se concluye, que uno de
los principales objetivos de los magonistas consistía en terminar con la dictadura porfirista a través de las armas,
y una vez logrado el triunfo, establecer un gobierno que respetara la libertad individual. El grupo, encabezado por
Ricardo, fue el forjador de la insurrección que habría de estallar en 1910 y que terminó prácticamente en 1920.
En 1917 y 1918, los líderes del Partido Liberal realizaron un balance de la lucha, declarando que la revolución se
había quedado a medio camino. En esos años, los magonistas formaban parte de los grupos liberales que llevaron
al poder a Francisco I. Madero, el primer presidente electo de México después de la caída de Díaz. Estos grupos
buscaban cambios basados en la doctrina del liberalismo económico, que consistía en permitir la absoluta libertad
individual para realizar negocios y actividades sociales y económicas, sin que el estado limitara en alguna forma
esas libertades. Ya desde 1901, cuando se fundó el Partido Liberal Mexicano para luchar contra la dictadura porfirista,
los miembros fundadores decidieron que el periódico Regeneración, sería el órgano de comunicación masiva del
partido. La dictadura, que estaba en desacuerdo con las demandas de los liberales, reaccionó con violencia, hasta
llegar a clausurar el periódico y expatriar a sus fundadores en 1904. Es en el exilio norteamericano, cuando el grupo
encabezado por Ricardo Flores Magón, funda la corriente ideológica que se conoce como magonismo.
En 1911, y en suelo norteamericano, la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, a través del periódico
Regeneración, se definió ideológicamente como anarco-comunista. Es la primera muestra de simpatía del magonismo
con la corriente anarquista. Este viraje de los magonistas los va a separar para siempre de las ideas liberales con
las que iniciaron el movimiento, aunque decidieron mantener el nombre original del partido que ellos fundaron.
Esta nueva filiación política de los magonistas es explicable por su situación de exiliados, pues el exilio los separó
del suelo patrio y los desvinculó de la realidad política del momento, como bien lo señala Armando Bartra: “En
un movimiento esencialmente espontáneo encabezado por caudillos, como fue la revolución mexicana, es
materialmente imposible pretender jugar un papel de dirección real mediante el solo recurso de lanzar consignas
y directivas a partir de un centro puramente político, y, además, en el exilio” (33).
Un factor que debe tomarse en cuenta al analizar el papel del magonismo en el exilio, es el hecho que a través del
periódico, los magonistas contribuyeron a la creación de un sentimiento antiporfirista, al mismo tiempo que se
creaba una gran red de simpatizantes y lectores. Regeneración, que siguió publicándose en el exilio, primero se
publicó en San Antonio, Texas, después en Saint Louis, Missouri, y finalmente en Los Ángeles, California. En
1904 empezó con un tiraje de 11,000 ejemplares semanales, pronto aumentó hasta 22,000, de los cuales se enviaban a
México más de la mitad y el resto se distribuía entre la población del suroeste americano, como bien señala Bartra
(41). A. Ojeda y C. Millán comentan que el receptor del mensaje del periódico no era únicamente aquél que sabía
leer y escribir, sino que tan pronto como un periódico caía en manos de alguien, tanto en México como en el suroeste
americano, se aglutinaban a su alrededor grupos de personas que deseaban escuchar el mensaje:
“Valiéndose de no sé que medios que siempre son distintos pero siempre eficaces, el semanario se filtraba por todas
partes, y aparecía de la manera más inopinada. Se ocurría a la introducción en latas que aparentemente tenían
conservas, a colocarlo como papel de envoltura, o ponerlo hasta en las valijas diplomáticas. Bastaba que un número
llegase a un pueblo para que pasara de mano en mano, se copiara o refiriera en contenido a cuanto ser anida en
cada clima (94).
La simpatía de los magonistas hacia el anarquismo fue una consecuencia lógica de su liberalismo, pues esta última
corriente tan arraigada en México debido al trabajo realizado por los juaristas, buscaba la creación de leyes más justas que protegieran la libertad individual, y en esa forma, restringieran el poder estatal. En los Flores Magón esta
restricción al poder estatal se transformó en una oposición a la existencia misma del estado. Eduardo Blanquel, un
conocido estudioso del magonismo, interpreta muy bien ese viraje de los Flores Magón hacia el anarquismo. Al explicar la
relación entre liberalismo y anarquismo, Blanquel señala cómo este último es una variante de la libertad individual
que no admite ninguna forma externa de gobierno: “De la forma clásica liberal de que el mejor es el gobierno que
gobierna menos, el anarquismo, sin graduación alguna, concluye que el mejor gobierno es el que no existe” (31-32).
La poesía de Enrique Flores Magón
La franca afiliación de los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón hacia el anarquismo, está bien documentada
en el periódico del partido. En las páginas de Regeneración, la poesía de Enrique es un buen indicador de los
cambios ideológicos de los magonistas hacia esa corriente ideológica. La poesía de Enrique es partidista porque
responde a las necesidades del partido. La expresión de los ideales anarquistas en la creación verbal de Enrique
Flores Magón está íntimamente relacionada con la expresión de las ideas anarquistas del grupo magonista dirigido
por su hermano Ricardo.
Esta tendencia de convertir la literatura en un arma del partido fue explicada por V.I. Lenin, quien había identificado
la literatura partidista como aquélla que debía de ser rueda y tornillo de un solo y gran mecanismo socialdemócrata,
puesto en movimiento por la vanguardia consciente de toda la clase obrera. La labor literaria debía ser una parte
integrante del trabajo organizado, coordinado y unificado del Partido Social Demócrata (19).
Aunque la poesía de Enrique entra dentro de esta categoría, no es únicamente por su carácter propagandístico
que se distingue de la literatura partidista, sino por su intención de desprestigiar las formas estéticas de la sociedad
dominante a través de la parodia.
Es de singular importancia la poesía paródica partidista de Enrique Flores Magón, pues no tiene precedentes en la
historia del exilio mexicano. Esta poesía paródica partidista está asociada a un concepto de la acción revolucionaria que
transformaría el viejo orden de la dictadura. Dos etapas se distinguen en la evolución creativa de Enrique Flores
Magón: en la primera, su poesía es paródica partidista nacional, porque su tema es México; en la segunda, su poesía
adquiere un carácter partidista internacionalista, porque su tema son todos los habitantes de la tierra.
El objetivo de la primera etapa estuvo encaminado a la creación de una ideología contestataria cercana a la problemática
concreta del pueblo mexicano. En este sentido el mensaje poético estuvo dirigido a un lector perteneciente a
las clases trabajadoras a las cuales se buscaba transformar y desideologizar; es decir, la intención era educar a las
masas para que dejaran de creer en la ideología burguesa dominante y se declararan partidarias de los valores del
anarquismo. Para el éxito del plan propagandístico utilizaban como vehículo de comunicación las formas artísticas
dominantes promovidas por el romanticismo. En otras palabras, se utilizaban las formas populares dominantes de
la corriente romántica, con el fin de introducir un nuevo contenido.
El objetivo de la segunda etapa consistió en propagar las ideas anarquistas a todo el mundo. La intención del
hablante poético era buscar un mundo mejor para todos los seres humanos que abrazaran la doctrina del anarquismo.
En esta etapa el tema de la patria se diluye en abstracciones de hermandad universal.
Dos poemas paródicos
Los poemas paródicos rescatados de Regeneración, que ameritan un comentario textual y que corresponden a la
primera etapa creativa de Enrique Flores Magón, son: “Tierra y libertad, himno revolucionario”, parodia del himno
nacional mexicano que se escribió con el objeto de ser cantado en lugar del himno nacional promovido por el
gobierno, y “Tu reino concluyó”. Esta última es una parodia de “Las “Golondrinas” del poeta romántico español
Gustavo Adolfo Bécquer.
Himno Nacional Mexicano Tierra y libertad
Francisco González Bocanegra Himno revolucionario: Enrique Flores Magón
Mejicanos, al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón, y retiemble en sus centros la tierra, al sonoro rugir del cañón.
Proletarios al grito de guerra
por ideales luchad con valor;
y expropiad, atrevidos, la tierra
que detenta nuestro explotador
Estrofa I
¡Ciña oh patria!, tus sienes de oliva, de la paz el arcángel divino, que en el cielo tu eterno destino, por el dedo de Dios se escribió. Mas si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio.
Coro
Estrofa I
Proletarios precisa que unidos,
derrumbemos la vil construcción
del sistema burgués que oprimidos
nos sujeta con la explotación;
que ya es tiempo que libres seamos
y dejemos también de sufrir,
siendo todos iguales y hermanos
con el mismo derecho a vivir
Coro
Estrofa V
¡Guerra! ¡guerra! sin tregua al que intente,
de la Patria manchar los blasones!
¡Guerra! ¡guerra! los patrios pendones en las olas de sangre empapad. ¡Guerra! ¡guerra! en el monte, en el valle, los cañones horrísonos truenan,
y los ecos sonoros resuenen con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
Coro Proletarios…(se repite)
Estrofa II Estrofa II
Regeneración del 14 de febrero de 1914. (1)
En sangrientos combates los viste por tu amor palpitando sus senos, arrostrar la metralla serenos, y la muerte o la gloria buscar. Si el recuerdo de antiguas hazañas
de tus hijos inflama la mente,
los laureles del triunfo, tu frente
volverán inmortales a ornar Himno nacional mexicano
Del libro
Francisco González Bocanegra,
su Vida y Su obra,
de Joaquín A. Peñalosa (271-272)
Demostremos que somos conscientes,
y que amamos la idea de verdad,
combatiendo tenaces de frente
al rico, al fraile y a la autoridad;
pues si libres queremos, hermanos,
encontrarnos algún bello día,
es preciso apretar nuestras manos
en los cuellos de tal trilogía
CoroProletarios. ..( se repite)
Estrofa III
Como al golpe del rayo la encina,
se derrumba hasta el hondo torrente, la discordia vencida, impotente, a los pies del arcángel, cayó. Ya no más, de tus hijos la sangre,
se derrama en contienda de hermanos;
sólo encuentra el acero en sus manos
quien tu nombre sagrado insultó
Al que sufra en los duros presidios
por la causa de la humanidad,
demos pruebas de ser sus amigos
y luchemos por su libertad.
Que es deber arrancar de las garras
de los buitres del gran capital
a los buenos que, tras de las barras,
amenaza una prueba mortal.
Coro Proletarios… (se repite)
Estrofa IV
Del guerrero inmortal de Zempoala
te defienda la espada terrible, y sostiene su brazo invencible tu sagrado pendón tricolor. El será del feliz mejicano en la paz y en la guerra el caudillo, porque él supo sus armas, de brillo circundar, en los campos de honor. Coro Proletarios… (se repite)
Si en la lucha emprendida queremos
conquistar nuestra emancipación,
ningún jefe imponerse dejemos,
e impidamos así una traición.
Pues los hombres que adquieren un puesto
en el cual ejercer un poder,
se transforman tiranos bien presto
porque el miedo los echa a perder.
Proletarios: alzad vuestras frentes,
las cadenas de esclavos romped,
despojad de prejuicios las mentes
y las nuevas ideas aprended.
y al llamar del clarín a la guerra,
con arrojo al combate marchad
a tomar para siempre la tierra
y también a ganar libertad.
LIII
Gustavo Adolfo Bécquer Enrique Flores Magón
Tu reino concluyó
Canción revolucionaria
Volverán las oscuras golondrinas
Volverá por los campos mexicanos
a tu balcón sus nidos a colgar,
nuevamente a reinar tranquilidad;
y otra vez con el ala a sus cristales:
volveremos a ser todos hermanos,
jugando llamarán;
bajo el lema de “Tierra y Libertad”
pero aquéllas que el vuelo refrenaban, pero el reino de los malvados ricos
tu hermosura y mi dicha al contemplar; ése, no volverá
aquéllas que aprendieron nuestros nombres,
Volverán los bribones de bonete
ésas…no volverán!
pero el reino de los malvados ricos
Volverán las tupidas madreselvas
pretendiendo a los peones embaucar;
de tu jardín las tapias a escalar,
volverán los bandidos de sorbete
y otra vez a la tarde, aun más hermosa, tras de incautos que puedan explotar;
sus flores se abrirán;
pero aquéllos que fueron inconscientes,
pero aquéllas cuajadas de rocío, ésos no volverán.
cuyas gotas mirábamos temblar Volverán los obreros rebelados
y caer, como lágrimas del día… la herramienta con ánimo a empuñar;
ésas… no volverán! volverán muchos peones al arado
Volverán del amor en tus oídos
y a la tierra amorosa a cultivar;
las palabras ardientes a sonar;
pero aquéllos que fueron tan esclavos,
tu corazón, de su profundo sueño
burgués, no volverán.
tal vez despertará;
Volverán las entrañas de la tierra
pero mudo y absorto y de rodillas,
mil riquezas de nuevo a producir;
como se adora a Dios ante su altar,
volverán de talleres y de fábricas
como yo te he querido…, desengáñate: variedades de objetos a surgir;
así no te querrán!
pero…toda esa riqueza inmensa,
Bécquer, G. A., Obras Completas (428).
burgués, no es para ti.
Porque nada será ya producido
para el uso del pillo explotador;
pues quien quiera vivir y ser querido
tendrá que hacerse honrado productor,
ya ves pues, parásito, que en México,
tu reino concluyó.
pero…toda esa riqueza inmensa,
burgués, no es para ti.
Porque nada será ya producido
para el uso del pillo explotador;
pues quien quiera vivir y ser querido
tendrá que hacerse honrado productor,
ya ves pues, parásito, que en México,
tu reino concluyó.
Regeneración del 23 de octubre
De 1915. (2)
Dos poemas internacionalistas
De los poemas de carácter partidista que corresponden a la etapa anarquista internacionalista de Enrique Flores
Magón, ameritan comentarse: “El servil y el digno”, y un poema llamado “Invocación”.
El servil y el digno Invocación
El esclavo
Esclavo soy que por el mundo vago arrastrando cadenas y grilletes,
prejuicios y atavismos en mi traigo y la espalda sangrando por el fuete sin embargo, contento en ser esclavo,
la mano beso del que trae bonete, me doblego ante el oro del malvado y respeto al mandón y su machete Esclavo soy y sudoroso extraigo
los tesoros y frutos de la tierra
que presuroso y diligente traigo
a las plantas del amo que me aterra Y cuyo cariño para mí no atraigo
Por más que, servil, no le hago guerra. Madre anarquía, que al irredento
esclavo
prestas alientos y esperanzas nuevas,
que llevas por los campos y poblados
sueños de redención para la gleba
Dale a mi pluma los fulgentes rayos
del ideal prodigioso que en ti llevas,
para tornar, a los cobardes, bravos
que se lancen con ánimo a la brega.
Altas las frentes, descubierto el pecho,
empuñando en las manos atrevidas
el fusil redentor que su derecho
innegable que tienen a la vida,
les ayude a implementarlo
como un hecho
que haga a la humanidad
manumitida.
De Regeneración del 30 de
Septiembre de 1916 (2)
El rebelde
Rebelde soy que por las sierras vago
rotas ya mis cadenas y grilletes,
pues libre la mente, por fortuna, traigo
y me subleva el fustigar del fuete.
y dispuesto a dejar de ser esclavo,
me afrento contra el pillo del bonete,
arremeto contra el amo azás malvado,
y contra ellos y el mandón uso el machete
trabajo, sí; y sudoroso extraigo
los tesoros y frutos de la tierra;
mas nunca presuroso se los traigo
a sus plantas al amo que a otro aterra;
pues aunque sus iras sobre mí me atraigo,
he declarado al amo abierta guerra.
De Regeneración del 19 de febrero de 1916. (3)
Los cuatro poemas son claros ejemplos de las dos etapas en la evolución del pensamiento de Enrique Flores
Magón. Los poemas paródicos corresponden al período partidista mexicano y los dos últimos, corresponden al
período partidista universalista del poeta.
El himno revolucionario “Tierra y Libertad” está escrito en octavas italianas que fue la versificación utilizada por
el romántico mexicano Francisco González Bocanegra, al escribir himno nacional.
Enrique escogió el “Himno Nacional Mexicano” por ser uno de los cantos más populares entre sus compatriotas.
Aprovechó la popularidad del himno para utilizarlo como vehículo de comunicación, con el fin de dirigir su
mensaje propagandístico a los lectores de Regeneración. Como parodia de un himno que respondía al proyecto
nacionalista del nuevo liberalismo mexicano nacido de los movimientos de independencia y revolución, buscaba el
desprestigio de las formas nacional-burguesas que se afianzaron en México en la época del general Antonio López
Santa Ana . Fue precisamente bajo el gobierno de este militar, en 1854, cuando se organizó el certamen del himno.
El triunfador del certamen fue el poeta romántico Francisco González Bocanegra. En los años subsiguientes, el
himno se distribuyó por órdenes expresas del presidente López de Santana a todas las oficinas públicas, para que
se interpretara y se cantara por la población que asistía a eventos cívicos en todo el territorio nacional. Para 1914,
fecha en la que Flores Magón escribió la parodia, el himno era parte del alma colectiva del pueblo mexicano. Las
estrofas del himno glorificaban a los héroes que habían forjado el destino de la patria y a esta última, como ente
abstracto, se dirigen los versos de la composición. La patria no sabe de divisiones de clase; todos los mexicanos son
iguales, pues se responde al principio liberal y romántico de que el individuo por sí solo es capaz de lograr vencer
todos los obstáculos para conseguir su cometido. Todos por igual tienen la obligación de luchar por la patria, por el
Estado, por sus instituciones y símbolos. Ese es el mensaje medular del “Himno Nacional Mexicano”.
La parodia de Flores Magón, por lo contrario, busca cantarle al auténtico héroe que ha forjado con su trabajo
material la riqueza de la patria: el proletario. En el himno paródico de Magón aparece la división de clases como
una sombra de injusticia sobre la realidad nacional. La patria ya no es un ente abstracto, sino que es la patria del
explotador quien, con su himno, ha convencido a los demás de que su sistema social es justo y que por tal razón, el
pobre, el campesino, el proletario, tiene la obligación de defenderlo. En el himno paródico “Tierra y Libertad”, el
grito de tierra y libertad opaca al grito oficial de unión, libertad. El hablante en el himno de Flores Magón busca la
destrucción de la unión promovida por el gobierno burgués partidario de los explotadores. El hablante en “Tierra
y libertad” busca desmantelar una unidad ideológica abstracta que quiere aparecer como inocente y portadora de
la verdad: el burgués, el clero y el gobierno. El hablante paródico descubre la ideología oculta del himno nacional.
Es así como la parodia desempeña una función satírica descubridora de lo oculto.
Se podría argumentar que el valor estético de la composición de Magón es insignificante, pero aun así, está apegada
a los lineamientos teóricos de la estética anarquista, en el sentido de ser una estética que celebra el poder creador
de la comunidad o del pueblo. En cierta medida buscaba fomentar el renacimiento de una arte popular que se
proclamara contra la autoridad prestigiosa de la clase dominante. Desde el exilio, este tipo de composiciones buscaba
desentrañar la verdad nacional, verdad que creía verse en la desigualdad social ocasionada por la explotación y que,
a pesar de esto, era posible destruir, para poder establecer un reinado de la utopía donde desaparecieran las contradicciones
sociales. La no aceptación de la voz lírica de un gobierno que restringiera sus actos a través de leyes, lo llevó al
terreno de la utopía. Esta utopía que el hablante poético pretende construir, sólo sería posible alcanzar con la desaparición
de las desigualdades. Para lograr construir esa sociedad ideal, era indispensable destruir a los tres poderes responsables
de la opresión y de la inequidad: el gobierno, el clero y el burgués. La creencia en ese mundo utópico, sitúa a Enrique
Flores Magón dentro de la corriente romántica.
En la misma línea romántica y utópica, el poema “Tu reino concluyó” reúne similares características paródico- partidistas
del anterior. Este último es una parodia de “Las Golondrinas” del gran romántico español Gustavo Adolfo Bécquer.
“Las Golondrinas” o la “Rima LIII”, una de las rimas más populares de Bécquer fue popularizada por los románticos
mexicanos, al grado tal, que fue musicalizada para ser cantada y así se dio a conocer a la mayoría de la población
de México. La popularidad de la rima ha sido reconocida por estudiosos de la poesía del poeta español. El crítico
Joaquín Entrambasaguas menciona que el amor platónico de Bécquer por Julia Espín “le llevó a escribir una de las
más bellas y populares rimas, en que queda, como recuerdo inefable de tanto sueño sin realidad, pero sin posible
olvido, el balcón originario y evocador de tanto goce y dolor (99).
La intención de Flores Magón al parodiar la rima de Bécquer fue sin duda satirizar a la burguesía mexicana, la
cual no tendría un lugar en su reino utópico. Todas aquellas situaciones negativas perturbadoras de la paz de los
trabajadores, ésas no volverán. Todo lo negativo del mundo burgués es desterrado por la voz lírica. El reino de los
malvados ricos, los inconscientes y los esclavos no formarán parte de la utopía magonista. Esta parodia buscaba
la satirización de las formas artísticas dominantes y, con esto, la creación de una estética alternativa al servicio de
la nueva sociedad. Es clara la pretensión de la voz lírica al pretender implantar la doctrina anarquista, y con ello,
la desaparición del estado burgués. Una vez eliminando la trilogía del poder: el clero, el burgués y el gobierno, el
pueblo podía dirigir su destino organizado en pequeñas comunidades. La risa satírica que despertaba la parodia
pretendía demoler la petrificación de las formas utilizadas por la clase dominante, y en alguna forma, empezar a
resquebrajar y a desmantelar el discurso ideológico oculto, que sostenía el prestigio de un mundo desigual e injusto.
Mijail Bajtin, quien estudió la parodia a profundidad, identificó la importancia de la misma y escribió:
…el poema paródico no es, en ningún caso, un poema. Tales géneros especiales de la palabra paródico-transformista,
como los enumerados por nosotros, son inestables, imperfectos desde el punto de vista compositivo, carentes de
esqueleto determinado y firme del género. En el campo de la antigüedad, la palabra paródico-transformista no
contaba con ningún género que la pudiese albergar. Todas esas variadas formas paródico-transformistas constituían
algo así como un universo aparte, fuera de los géneros o entre los géneros. Pero ese universo estaba unido, en primer
lugar, por un objetivo común: crear un correctivo cómico y crítico de todos los géneros directos existentes, de todos
los lenguajes, estilos y voces; obligar a ver, más allá de estos, otra realidad contradictoria, o inaprensible para ellos (427).
Existe una diferencia fundamental entre la parodia transformista que describe Bajtin y la parodia partidista de
Flores Magón. La primera no está determinada por la ideología política y es una forma libre que se da espontáneamente
en la sociedad. Esta parodia es la que funciona como un mecanismo crítico contra cualquier limitante de la expresión
artística, ya sea el estado u otras instituciones; por lo contrario, necesita de la libertad para poder sobrevivir. Es un
género que logra construir espacios fuera de las limitaciones ideológicas de la realidad.
Por lo contrario, la parodia partidista es una parodia limitada por la ideología del partido. Aunque esta ideología
sea contestataria, no deja de limitar la creatividad. Sin embargo, esta parodia partidista tiene puntos de contacto con
la transformista. Ambos son géneros que buscan el desprestigio de las formas artísticas dominantes, y al hacerlo,
buscan espacios en lo inefable, en lo indefinible, en el futuro. Estos espacios que sugiere la parodia son contradictorios
porque llevan dentro de sí un modelo de la realidad. Este modelo de la realidad es más claro en la parodia partidista
porque lo sugiere el plan político del partido; de tal forma, que si se parte del modelo de la sociedad que se critica
donde existen explotados y explotadores, en el espacio utópico se invertirá el orden y serán los explotados los que
detenten el poder. Es un modelo contradictorio porque destierra de su reino al explotador, así como el modelo del
que parte, que es el modelo de la sociedad capitalista, margina al explotado. En la parodia partidista de Magón
únicamente se invierte el orden.
Ahora bien, en la parodia transformista lo que se revoluciona es la expresión, y a través de ésta, se buscaban correctivos
a los géneros dominantes. El modelo de la realidad inmediata que se criticaba era también el modelo del futuro.
En otras palabras, los correctivos a los géneros dominantes sugerían un espacio inefable que tampoco se definía.
En eso estriba la contradicción del género paródico-transformista.
La realidad contradictoria de los espacios poéticos del futuro dominado por la ideología del partido es presentada por
Flores Magón en los poemas que se comentan. En ellos puede identificarse una realidad inaprensible, un proyecto
que buscaba concretizarse bajo los auspicios de una nueva sociedad.
En el exilio no se pudieron encontrar alternativas concretas para el establecimiento de una sociedad utópica en
suelo mexicano, y es posible que esa sea la razón por la cual Flores Magón abandonó su proyecto nacionalista y
entró en una segunda etapa de carácter universal en donde ya no se utiliza la parodia, sino una técnica que describe
situaciones políticas e ideológicas del internacionalismo anarquista. “El servil y el digno” es un buen ejemplo de
estas composiciones que tocan temas más abstractos y generales en relación con la explotación, la rebeldía y la
esclavitud. En la descripción del esclavo, la voz poética procura la identificación del lector con la situación descrita.
Una vez lograda la atención y el interés del lector, se pretende que éste pase a ser un rebelde, el cual es descrito en
la segunda parte del poema como un ser libre y trabajador que hará buen uso de los frutos del trabajo. Finalmente,
la meta del rebelde es la destrucción de la opresión para construir un mundo placentero sin desigualdades.
El mismo sentido partidista contiene el poema “Invocación”. Aunque claramente el poema presenta una serie de
valores relacionados con la ideología anarquista la cual contiene como elementos fundamentales los siguientes:
a) La esperanza de una nueva sociedad donde no existiría la división de clases, esperanza que trata de llegar al
campesinado y a los sectores oprimidos de la sociedad en general; b) La anarquía es el Dios al cual se dirige la voz
poética como un ser abstracto que brinda inspiración, para que se cumplan sus designios de guerra y en esa forma
establecer una sociedad sin gobiernos y sin jefes, una sociedad manumitida.
Como se mencionó anteriormente, en estos poemas el tema ya no es México, sino los ideales de una sociedad
universal. El aislamiento al que se sometió al grupo magonista en el exilio, distrajo la atención de Enrique sobre
los problemas mexicanos. En el año 1916, se publicaron los dos últimos poemas que se comentan. En ese año se
sentían los vientos de la Primera Guerra Mundial, y el periódico Regeneración dedicó sus últimos números a este
problema que era de interés general. Ricardo Flores Magón, escribió el último manifiesto sobre la sociedad utópica.
En éste hablaba de una nueva etapa donde la humanidad toda sería testigo del advenimiento de esa nueva sociedad. Es
la etapa en que Ricardo se había desvinculado de México debido a que como señala Gómez Quiñones: “En México,
él no tenía mucha audiencia. Los últimos números de Regeneración fueron de dos páginas, y había perdido sus
privilegios postales, incluso su buzón postal (59). Claramente, así como en los inicios del programa del Partido Liberal
Mexicano, Enrique siguió fiel a la ideología promovida por el grupo magonista. Las ideas internacionalistas promovidas
por Ricardo, fueron apoyadas por su poesía anarquista internacionalista. Con esta producción última, el poeta
muestra una nueva faceta del exilio: el internacionalismo. Un internacionalismo que abandona el proyecto utópico
nacional y lo sitúa en el terreno de la universalidad.
Con la exposición anterior se ha pretendido ofrecer un ejemplo de la poesía de tendencia en el exilio. Esta poesía
no floreció en México debido a que la corriente anarquista que lo fomentó tuvo que producirla fuera del país. Por
ser una poesía de carácter paródico y partidista, es reveladora de una posición contraria a la ideología dominante de
los grupos hegemónicos del liberalismo mexicano. Es una posición poética ligada al pensamiento anarquista que se
ofrecía como alternativa política contra el liberalismo burgués, que por esos años dominaba la política de México.
Aunque la poesía de Flores Magón es escueta, no deja de ofrecer las primeras muestras de una creación verbal
que por haberse producido en el exilio, pertenece al esquema ideológico de la poética de los desterrados. Es una
poesía que buscaba espacios poéticos a partir de los lineamientos del magonismo. La creación de Enrique Flores
Magón es un buen ejemplo de lo que aportó el exilio mexicano al campo de la estética literaria. La síntesis entre
ideología partidista y espacio estético está presente en los últimos dos poemas comentados. Aquí la voz poética no
se propone parodiar, sino únicamente ofrecer un espacio utópico para toda la humanidad.
Curiosamente, con la parodia se critica la ideología liberal dominante del país mexicano, pero con la intención de
imponer otra. De nuevo, el espacio poético es determinado por la ideología del magonismo. No es una parodia
transformista en el sentido estético, sino que está determinada por los valores del partido. Se trata de un espacio
estético controlado por una ideología que no puede alcanzar altos vuelos. Esta falta de libertad determina el arte y
lo somete al interés de los grupos de poder. Es por eso que en la síntesis poético-ideológica se impone una jerarquía
donde predominan los esquemas del poder político, restándole valor estético a la libertad creadora.
Contrario es el espacio poético ideológico donde se mantiene una jerarquía en la cual lo artístico predomina. En
la parodia de carácter transformista se manifiesta el predominio de lo estético. Lo estético apunta hacia lo inefable,
hacia lo indefinible, es un mundo sin seguridad ideológica, sin determinismo, es el espacio de la libertad.
Ahora bien, el mérito de Enrique Flores Magón al escribir esas parodias, estribó en haber desmantelado la realidad
de la sociedad dominante, la cual pretendía ocultar tras el manto ideológico, los valores de las clases dominantes.
Sus parodias cuestionan el valor del arte manipulado por el grupo en el poder que presentaba la realidad de una
sociedad igualitaria donde igualdad no había. Desde el exilio, el poeta logró percibir las contradicciones de la sociedad
mexicana y fue capaz de crear una poesía que respondía a su visión de exiliado. La poesía de Enrique Flores Magón
es un claro ejemplo de las contribuciones estético-ideológicas del exilio mexicano. Estas contribuciones se manifestaron
de la siguiente manera: en el campo estético aparece la parodia como elemento perturbador de la ideología estética
dominante; y en lo social, la propuesta de un modelo anarquista, para construir una nueva sociedad universal sin
desigualdades sociales.
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Vargas, Daniel M.
Nació en la Ciudad de México, México. Vivió en el barrio de Coyoacán en sus años universitarios, cursando la
carrera de Diseño Gráfico en la Universidad Iberoamericana. Trabajó como diseñador gráfico, fotógrafo y director
de arte para Televisa, Bancomer, Secretaría de Pesca y el Museo del Virreinato en Tepozotlán.
Emigró hacia los Estados Unidos donde obtuvo en Arizona State University una licenciatura de Español, una
maestría en Literatura en Español con énfasis en la literatura Chicana, y ahora cursa un doctorado en Literatura
Chicana en Español. Ha impartido cursos en dicha universidad en los niveles inferiores y superiores de español,
así como también ha colaborado en revistas universitarias/académicas como Sammis Magazine, Voces Eulatinas
y La Palabra.
En este momento está escribiendo su disertación sobre la identidad hispánica en los Estados Unidos. Ha participado
en congresos literarios y culturales en Venezuela, Colombia, Argentina, México, España, Irlanda y Estados Unidos.
Tiene publicados tres artículos sobre sus investigaciones sobre identidad, exilio y migración, uno en Mérida, Yucatán,
Puebla, México y otro en Cork, Irlanda. Ha trabajado como traductor, editor, diseñador, fotógrafo y muralista en el
área de Phoenix. En sus ratos libres participa activamente en la Comunidad Iberoamericana en el área metropolitana
de Phoenix, realizando y participando en eventos culturales y sociales.
Imágenes fílmicas transnacionales y globalizadas en la cartelera del barrio de Saúl Cuevas
A través de su ojo crítico anclado en el séptimo arte, Saúl Cuevas examina las imágenes fílmicas que crean espacios
transnacionales, acarreándolas en su trayecto físico desde México, Estados Unidos, España, Paraguay, Argentina
y Sudáfrica (Hernández, xv). Cuevas ofrece esa visión transnacional y globalizada de la historia de la industria del
cine de arte a un nivel mundial, analizando algunos de sus más importantes cineastas y filmes. Desde esta perspectiva
se analizan las referencias cinematográficas abordadas en el capítulo “Lira: entre tuarte i miarte mejor el séptimo
arte ” en Barrioztlán (1999) y el capítulo “Cartelera” de la crónica “Desierto Mojado” (inédita) de Saúl Cuevas.
A. Una visión teórica transnacional
Esta se logra mediante la ayuda del texto crítico World Cinemas, Transnational Perspectives (2010), editado por
Nataša Ďurovičová y Kathleen Newman, señalando que, según Mette Hjort, el transnacionalismo cinematográfico
se basa en los elementos de distribución, percepción y proyectos colaborativos, así como en el intercambio de
conceptos críticos entre académicos y estudiantes, quienes juntos, elaboran un discurso transnacional de acuerdo
con su ideología y aculturación (13). La perspectiva transnacional en el texto Global Art Cinema: New Theories
and Histories (2010), editada por Rosalind Galt y Karl Schoonover, expone como ejemplo el cine mexicano con
el institucionalismo del cine de arte y el marco interpretativo como un principio de inclusión. Como lo aborda
Patrick Keating, al interpretar la cultura de cineastas y artistas europeos como Eisenstein y Buñuel, junto con el
talento mexicano de Emilio Fernández y Gabriel Figueroa, además de un equipo de asesores académicos, el cine
marginado se convierte en cine de arte al conjugarse con elementos transnacionales (213). Bajo la dirección de
grandes cineastas extranjeros, la industria del cine mexicano se transforma y da paso a una época de oro en México.
B. Desarrollo transnacional en las obras de Cuevas
Esa perspectiva transnacional aparece aplicada vía personajes específicos en el caso de Barrioztlán, Arte-mío. Encargado
de hablar sobre el cine en la novela, representa un personaje picaresco que se siente desarraigado, un ser real e
imaginario que ama el jazz de Billy Holiday, Charlie Parker y Miles Davis. Arte-mío ha nacido en San Juan del
Terrero, “entre Comala i Macondo ”(64), un lugar indefinido entre Zacatecas y Durango en México, quien ha
inmigrado desde la ciudad de los charritos a Plasticonia para salir y buscar la gorda y enviarle unos centavos a
sus padres, pero también fue a la Junior High (58). Este personaje es a la vez un homie con sus pendeltons. En
su juventud anduvo en pandillas (Barrioztlán 53). Siendo un ser transnacional, Arte-mío funciona como narrador-
personaje que domina la escritura. De acuerdo con Steven Vertovec, nuestro narrador aparecería como un ser que
vive entre cambios constantes de código lingüístico y cultural, y que exhibe características híbridas que forman una
parte fundamental de una identidad transnacional que funciona conscientemente en la voz narradora (73).
El narrador también identifica los terrenos de algunos cineastas como Luis Buñuel en su natal Calanda e Ingmar
Bergman en su cuna en Faro. Con su voz, nuestro narrador identifica a Buñuel como ser transnacional señalando
por un lado, una serie de identidades tomadas del cineasta español exiliado: “el viejo hispano/ franco/ chilango/
mundano; rústico artesano abriendo brecha con el machete dela imaginación;” (Barrioztlán 20). Por otro lado, el
narrador también extrae de Bergman algunas de sus características que lo distinguen como un cineasta del mundo.
“El chingón de los siete días; la conciencia discretamente hipócrita/ hipócritamente discreto copular burguesía
-clero ”, uniendo a los dos cineastas con las palabras, “los tantanbores de Calanda; al doblar de las campanas aparecen
los homoinsectos ” (Barrioztlán 20).
La voz narradora tanto en Barrioztlán como en “Desierto Mojado”, maneja elementos transnacionales que aparecen
intertextualizados dentro de su perspectiva fílmica como un ser cruzafronteras, hace comentarios y enfoques personales
sobre cada elemento cinematográfico: el filme, el director, el actor y la corriente. Es interesante ver el espacio en el
cual se encuentra su butaca que está fuera de un cine tradicional. En su infancia, el narrador de “Desierto Mojado”
recuerda soñando, “Andaba una camioneta escandalizando por el barrio, me uní a los carisucias a perseguirla, al
anochecer se detuvo en una esquina, clavaron una sábana sobre una pared i proyectaron imágenes de unos policías
que caminaban con ritmo acelerado, se aventaban pasteles, corrían, caían i se incorporaban con ímpetus” (39). Esos
espacios mexicanos en los cuales está la butaca del narrador se transforman de manera transnacional al señalar, “No
sé si fue en el Fox o en el Capri, en el Van Nuys de mis mocedades, cines hoy vertidos en mercadillo de inútiles
chinos i en templo de gritones” (44). Muestra espacios transformados que son nuevas cunas de una nueva cultura.
Los espacios son zonas transnacionales suburbanas (Davis 93), se apoderan de lo que la hegemonía les deja. Estos
espacios logran crear Filmex (Barrioztlán 19).
Esos espacios de identidad y transnacionalismo que aparecen en el capítulo “Cartelera” de la crónica “Desierto
Mojado”, se describen a través de una voz narradora ensayística transnacional que adquiere el concepto de cine de
arte a partir de una formación identitaria construida con base en áreas por donde atraviesan una multiplicidad de
culturas, lo cual ayuda al narrador, como lo expone Toby Miller, a comprender una barrera cultural que abarca una
serie de niveles (Miller 146). Por su parte, adentrándose en la academia y adquiriendo un buen gusto, el narrador acumula
conocimientos críticos cinematográficos. La voz narradora usa al principio de “Desierto Mojado” un cierto tono de
alta cultura refinada vía su aprecio por objetos no comerciales ni globalizantes, sin desvalorar los populares y familiares:
COMPARTO, paciente lector, gentil lectora, un filtrado sorbo de vida. Ante la vulgaridad del mol, Disneyland,
Las Vegas, Hollywood i Starbucks; de la apabulladora incesante tormenta de tele, celulosos i autos, de sirenas
chillonas i autopistas ensangrentadas, contaminadas de fast foods; me queda, nos quedan, por fortuna, alternativas
para alimentar cuerpo i espíritu:
Un instante, cualquiera, con la Wencha.
Un café con leche i medias lunas en la BB.AA.
Un sándwich, aunque carero, de Bianco.
Un librito de la Tía Chucha o de la Anahuac.
Un tamal de la Nana (larga vida para ella).
Una mariscada confeccionada por Borboa.
Un espaguetazo de Saluín.
Un arpegio con Eichdi
Un vinacho, una chela i un queso de Trader Joe’s.
Una magia de André.
Cualquier aperitivo en casa de Christador
Cualquier minuto con Bonifacio i Luigi.
Un gelato de Arlecchino. (“Desierto” 5)
A continuación, el narrador se adentra en diferentes espacios, creando su propia voz cinematográfica que ha tomado
sustraído y de lo que él considera lo mejor del cine de arte. Como una voz cultivada que expresa confianza con la
ayuda de otras artes, toma para apreciar y criticar:
No todo está perdido en garras de lo violento, trivial, vano, estrepitoso. Todavía, tras mucho hurgar, posible apreciar
una cinta encantadora, una estación de radio que informe i entretenga, un documental que denuncie abusos de los
poderosos. No desesperar. Hoy en el cine ni el más grandulón tapa toda la pantalla, el sonido, excepcional, lejos quedó esa
porquería llamada noescafé, abundan granos de todo el mundo. Cierto, se han tragado las estrellas i el silencio, los
ríos i las playas, pero la poesía i la música i la mujer continúan iguales de bellas. Por todas ellas ¡salud! (“Desierto” 6)
Esos espacios creados reflejan la manera en que el narrador lanza su crítica contra el panorama que reúne la serie
de películas mencionadas en Barrioztlán y “Desierto Mojado”.
C. Cineastas y filmes transnacionales
Entre los cineastas y películas en su primer novela, nuestro narrador distingue a Akria Kurosawa, Federico Fellini,
Luis Buñuel, Ingmar Bergman, Sergei Einsenstein y Charles Chaplin, así como Citizen Kane (1941) y Potemkin
(1925) (Barrioztlán 19). Sobre el cineasta ruso del acorazado Potemkin, el narrador señala ¡Qué viva México!
(1932) como “todo poesía; al terminar de disfrutarla me pareció haber realizado un viaje por el Terre” (19). Según
Patrick Keating, esa poesía, a la que se refiere, fue creada, como la explican Galt y Schoonover, por la visión transnacional
de un equipo que reunió Eisenstein con el francés Eduard Tissé y el mexicano Gabriel Figueroa, así como por la
asesoría técnica de los tres grandes muralistas de México: Orozco, Siqueiros y Rivera, y el fotógrafo Manuel Álvarez
Bravo, quienes en conjunto produjeron una dialéctica de escena vía la interacción del primer plano con el fondo
(207). La obra de Eisenstein, como la analiza Masha Salazkina, tanto transnacional como transcultural recobra un
momento en el desarrollo de la modernidad (Salazkina 4). Combinada con el pensamiento intelectual mexicano,
se crea una sensación de añoranza y aprecio en nuestro narrador.
Con su propia voz, el narrador expresa que hay una distinción entre el cine comercial y el de arte, señalando, “El
cine artístico es una visión personal, a veces realizado con estrecheces. Alegórico, lento, dialogado. Ha brillado en
Francia, Cuba, Polonia e Irán. Se exhibe en pocas salas” (“Desierto” 36). La comercialización del cine implica para
el narrador una basura llamada “Letrina Hollytrashwood” (Barrioztlán 20), término que reitera señalando, “I a mí
me la Twenty Century Fox” (27), haciendo referencia al dicho mexicano “a mi me la pela”. Describe a sus galanes y
bellezas despectivamente con nombres como “Mafianatra efiusikeis”, “Nancy/ Dean Remy Martin/ Yon Allamerikan
Wine”, “Liza Tailor” y “China Pollafrígida” (26). Además de la transición desde la pantalla grande a la chica nuestro
narrador afirma que, “TV, cinema en su versión pantalla chica; sexolencia, deschavetadas rubias desvestidas,
rubiasflacasamarillentashuesudas, monstruos simpaticones, robots con sombrero blanco, sex symbols tomando diet
cola, rucos chochos usurpando rol de galanes” (26), lo cual conlleva una gran carga cultural hegemónica que intenta
dominar al resto del mundo. Según Galt y Schoonover, en dicha cultura se puede apreciar globalmente el gigante
norteamericano, el cual va de la mano con la producción hollywoodense en dirección opuesta al cine de arte (21),
resaltando el consumismo y la violencia como vehículos para impactar la rutina diaria. Dentro de esta perspectiva
globalizadora, se aplica el texto Global Art Cinema: New Theories and Histories (2010) de Rosalind Galt y Karl
Schoonover para analizar la identidad que transmite la industria televisiva y cinematográfica del aparato cultural
capitalista.
D. Retórica cinematográfica global
La retórica cinematográfica transcultural puede indicar una tendencia económica hollywoodense, sin embargo,
para críticos como Gayatri Chakravorty Spivak, el término planetariedad es más sensitivo a lo local, lo material
y lo marginal (93). Nuestro narrador aplica ese término para establecer una serie de valores entre lo artístico y lo
comercial, lanzando una dura crítica al cine para las masas, “Desde el principio la otra cara del cine fue la comercial.
Descuida la trama (argumento, guión), favorece la acción, los desnudos, formulas sentimentalistas, final feliz con
alucinantes efectos especiales, abuso de escenas fantasiosas creadas por la ordenadora; poco diálogo, ya infantilón,
ya vulgar” (“Desierto” 40). El espacio manejado por nuestro narrador al incluir el cine de Satyajit Ray, de la India
y de Majid Mhjidi de Irán (39) abarca el Tercer Cinema de Guneratne y Dissayanake, concepto poscolonial en
el cual, según Randal Halle, las definiciones cinematográficas europeo-hollywoodenses demandan una visión más
compleja global de acuerdo a un mapa más diverso y susceptible de análisis geopolítico (318).
Esta visión del narrador en “Desierto Mojado” se acerca al término transnacional aplicado al cine que usa Toby
Miller, comenzando con un espacio permeable de fronteras que pasa a ser un tejido de naciones en donde existe
una red de diferentes relaciones y una acción de movilidad (137). Nuestro narrador se presenta en los capítulos
“Cartelera” y “Lira” como un cinéfilo transnacional cuyos ojos ven a través de las distintas civilizaciones, disfrutando
de la diferencia geográfica y cultural que puede ver las formaciones y transformaciones del espacio artístico
cinematográfico. Dicho espacio, como lo señala Halle, abarca la geopolítica global, mundial e internacional entre
diversas corrientes, que van desde una perspectiva cultural eurocentrista y hegemónica occidental hasta un
surgimiento global del séptimo arte en zonas de desarrollo (318). Este movimiento poscolonial es aprovechado
por nuestro narrador, quien parte de esas zonas en desarrollo económico hacia las zonas hegemónicas de la cultura
occidental y otros espacios terceros que se asemejan a donde inició. Ese recorrido de espacios del narrador es lo que
afirma Manuel Hernández-G., “De esos múltiples viajes y residencias en ciudades metropolitanas y el extranjero
viene el sentido de globalización en su obra narrativa” (Hernández XIV), lo cual abarca todo el espectro en el caso
del séptimo arte.
E. Corrientes cinematográficas abordadas
Nuestro narrador maneja una gran variedad de imágenes fílmicas, acomodándolas por varias eras y corrientes
cinematográficas: el cine mudo, el formalismo ruso, el realismo francés, el neorrealismo italiano y la época dorada
del cine mexicano, en planos transnacionales y conectivos. Abarca imágenes muy clásicas en los inicios del cine
mudo con la Salida de los empleados de la fábrica (Lumiére) (1895) del cineasta francés Louis Lumiére así como
también Viaje a la luna (1902) del también director francés Georges Méliés. Al ver las escenas, nuestro narrador
comenta, “jocosa interpretación, con acróbatas i bailarinas, de la fantaciencia de Julio Verne, De la Tierra a la Luna”
(“Desierto” 36). Complementando al narrador, nuestro autor agrega que el cine mudo es algo muy apreciado por
él ya que la imagen estética juega un papel muy importante sin siquiera contar con una voz (“Entrevista” 7.30).
Según Carlos Monsiváis, la incorporación del cine mudo en Latinoamérica se ha asociado con la música de tango y
bolero, lo cual para ha ido de local a desterritorializado y se ha vuelto parte de una cultura que debilita las fronteras
nacionales, elaborando una unión transnacional entre los pueblos de América (cit. en D’Lugo 178). Esa relación
fílmica y musical es también abordada por nuestro narrador, mostrando una “debilidad” por ese tipo de música
nombrada en Barrioztlán y en capítulo “Aquí me pongo a cantar”, que aparece en “Desierto Mojado”.
Nuestro narrador toma las corrientes y etapas del séptimo arte abordadas mediante citas que contienen una multiplicidad de películas. Dichas citas incluyen la era del cine mudo: la veta realista de los Lumière pronto se arraigó
vertida en ficción. Con The Great Train Robbery (Asalto i robo de un tren) (1903), el italiano Edwin Porter inaugura el western. Influida por el realismo de Dickens hechiza la tragedia, Broken Blossoms (Capullos rojos) (1919)
del D. W. Griffith. La acción se desarrolla en un ambiente de drogadicción, amores fatales entre un chino i una
escuincla norteamericana violentada, puños, asesinato, suicidio... Considerado el primer auteur, Griffith, captaba
los pensamientos. Para forjar su visión formó el primer establo de actores, Lillian Gish entre ellos. Con la cámara,
Billy Bitzer inventaron una nueva manera de hacer cine. Con Birth of a Nation (1915), se forró los bolsillos, acusado
de racista, intentó superar el descalabro con la suntuosa i genial, Intolerancia (1916). Quizá porqué hostiga el
capitalismo i la rapaz búsqueda de riqueza, Greed (Avaricia) (1924) del teutón, von Stroheim fue mutilada en
forma escandalosa; contundente muestra del poderío inquisidor del estudio sobre la creatividad del artista. Esta
queja se repetirá con frecuencia, casi todo creador será víctima, ya sea de los estudios, del Estado, de la censura, los
grandes enemigos del cinema. El inmutable Búster Keaton es un clown a la altura de Chaplin. El General (1926)
es una alucinante carrera en tren, mero instrumento para aquilatar cientos de jocosas gags. Seducen el genial corto
The Playhouse (1921) i; Seven chances (1925). (“Desierto” 40)
Según Mette Hjort, el cine mudo reúne a una serie de elementos transnacionales como directores, actores y técnicos,
globalizándose a todo el mundo con sus imágenes producidas (28). Sin embargo, la producción proviene del
eurocentrismo y la hegemonía estadounidense, la cual se exporta a países marginados.
De acuerdo con Paul Willemen, la nueva hegemonía oriental surge con el fortalecimiento del sistema bolchevique
emergente del Partido Socialdemócrata Ruso, bajo la cual aparecen teorías críticas como el formalismo ruso para
analizar la cultura posterior a la Revolución Rusa (255), a las que el narrador aborda de la siguiente manera:
que empuja su barca con un palo. Nuestro narrador agrega y comenta también otro filme cubano, “Memorias del
subdesarrollo (1968) del cubano Gutiérrez Alea revela al gusano burgués” (“Desierto” 38), el cual aborda el debate
de un intelectual cubano sobre seguir o no a su familia hacia Florida. De acuerdo con Dennis Hanlon, este filme
representa un desplazo del eurocentrismo en la crítica cinematográfica, el cual da un cambio positivo que muestra
cómo los directores latinoamericanos avanzan radicalmente vía evaluar el valor político del cine de arte (353).
Dicho valor del cine latinoamericano visto por el narrador, se puede ver también en la película mencionada, Lucía
(1968) del cubano Humberto Solás. Nuestro narrador comenta, “De aquí cortamos a otra escena. Ahora Lucía está
sola, mancillada, loca i, pordemás caliente” (Barrioztlán 20), resaltando el dominio patriarcal que continúa a pesar
del movimiento revolucionario. Aquí Julie Amiot cuestiona el compromiso político de la Revolución Cubana ante
el machismo y la discriminación hacia la mujer por parte del nuevo sistema, el cual repite el dominio patriarcal
machista de los períodos anteriores (116), como se puede apreciar en la siguiente imagen, las mujeres aparecen con
un rostro contestatario mientras realizan labores de estibadoras.
…gigante, Eisenstein rodó excelsas cintas de alucinante montaje: La huelga (1925); Acorazado Potemkin (1925);
Alexandr Nevski (1938); Iván el Terrible (1944); La madre (1926) de Pudovkin atestigua las huelgas que precipitaron
la Revolución; La tierra (1930) de Dovzhenko es un tributo al campo i al campesino; en El hombre de la cámara
(1929), Vertov, cual ojo humano, todo registra. La fiesta pronto termina, la barbarie estalinista casi mata el cine,
al creador, al arte en general. Después de tanta espera llega Kalatozov i su versión de guerra, cobardía i esperanza
en Cuando pasan las cigüeñas (1957), la tierna tragedia, Balada de un soldado de Chukhraj i; El color de las granadas
donde Paradzhanov rinde iluminado homenaje a su terruño; Tarkovski es otro filósofo del cine. Si existe una
película perfecta, postulo, Andrei Rublev (1966), elegante ofrenda al creador que enfrenta mil dificultades para
expresarse; Solaris (1972), Stalker (1979), son reflexiones con imágenes. (“Desierto” 37)
La conexión del formalismo ruso hacia América Latina se construye mencionando al cineasta Mikhail Kalatozov,
perteneciente a la corriente soviética post-estalinista, para quien nuestro narrador agrega su contribución al cine
cubano. Con su ojo cinéfilo, el narrador se desplaza a “la deslumbrante Soy Cuba” (1964) (“Desierto” 37), la cual
ilustra una Cuba precastrista con turistas americanos en la alberca del hotel Hilton. Se establece el contraste que
William Guynn intuye como un elemento corpóreo integrado por campesinos cubanos, cuya imagen presenta un
festejo esquizofrénico de comunismo kitsch, el cual fue mezclado con el concepto de solemnidad eslava y sensualidad
latinoamericana, resultando en un esfuerzo que fue reconocido ampliamente por los cineastas Coppola y Martin
Scorsese (122).
Nuestro narrador también cita al director japonés Akira Kurosawa para abordar la politización del cine de arte
señalando, “Ahora vamos a Kurosawa, el japonés. Recuerdas cuando fuimos a ver Dodes-Ka-Des (1970) fantástica,
simplemente fantástica, una de las movies recomendada hasta los tuétanos” (Barrioztlán 19). Según Dudley Andrew,
el estilo realista y humanista de Kurosawa incorpora la recuperación de cronotopos arcaicos, mezclándolos con
formas de enunciación que dejan al cine al mismo nivel que la literatura en el terreno crítico (68).
En estas dos imágenes se contrastan dos panoramas completamente distintos que establecen el cambio sociopolítico
en las dos Cubas analizadas por el narrador. En la de las turistas del Hilton, se muestra una confusión de un ir y
venir; en la del campesino, se ve a un ser marginado esforzándose sencillamente por ir hacia delante en un movimiento
1. El realismo francés
El concepto del realismo francés es aplicado por nuestro narrador como lo explican Andrew para abordar una sociedad
sin cambio cultural y estancada en la posguerra europea vista poéticamente por los cineastas que tomaron a actores
del pueblo para llevar su ideología a la pantalla (73). Las siguientes películas ilustran la idea de nuestro narrador y
describen la contribución francesa al cine mundial durante una época de guerras y cambios sociopolíticos:
la alucinante i atrevida Napoleón (1927) de Gance; el realismo poético del anarquista Vigo seduce con dos odas,
los recuerdos de la niñez de Cero en conducta (1933) i, su temprano adiós, L’atalante (1934); Marcel Carné procrea
vida, amor i circo, en la lírica, Niños del paraíso (1945): El espiritual Bresson en su magnífica meditación con el
tema de la salvación, Un condenado a muerte ha escapado (1956); el Dostoevski de Crimen y castigo es Pickpocket
(1959); Mouchette (1967) explora la búsqueda de trascender en busca del cielo i; Godard, abanderado de la Nueva
Ola propone la libertad de expresión del director como autor en la rebelde, Sin aliento (1960) … (“Desierto” 37)
2. El neorrealismo italiano
Nuestro narrador aborda el neorrealismo italiano, corriente que surge después de la Segunda Guerra Mundial, que
de acuerdo con Adam Lowenstein expone la otredad del cine a enfocarse en lo que está a simple vista, sin tomar
una visión opresora (93), lo cual representa para nuestro narrador una similitud en su propio entorno, presentándonos una interpretación achicanada al neorrealismo italiano que incluye al “paisano Anthony Quinn se roba la
tarde, encarna al cruel Zampano en La strada (La calle)” (1954) (“Desierto” 38). Antonio Rodolfo Quinn-Oaxaca,
chihuahuense de nacimiento, es un actor transnacional que filmó películas en las cuales representó personajes
mexicanos desde Viva Zapata! (1952) hasta griegos como Zorba el griego (1964), en una carrera cinematográfica
desde 1936 a 2001 (ITESM).
Nuestro narrador aumenta su visión del neorrealismo italiano con otros directores de gran importancia que abordan
a los personajes marginales que sobreviven en un ambiente destruido por el expansionismo nazi:
el italiano Federico Fellini la vita es un circo, apuestos comulgan con obesas i deformes. En Amarcord (1973)
recrea travesuras adolescentes; 8½ (1963) es placeres i excesos del paparazzo, Mastroianni. Entre otras denuncias
artísticas: Ladrones de bicicletas (1948) un poema entre la pobreza i la esperanza, de Vittorio de Sica, el maestro
del neorrealismo italiano de personajes pobres, marginados i sus actores que no son; Milagro en Milán (1951) i;
Humberto D (1952) complementan su labor. El rojillo Passolini desnuda al capitalismo en Teorema; (1968); El
toscano, Gillo Pontecorvo plasma la guerra de liberación i el terrorismo en La batalla de Argelia (1966). (“Desierto” 38)
Esta visión concuerda, de acuerdo a Galt y Schoonover, con la de Frederic Jameson sobre el neorrealismo que
expone la superposición del realismo, el modernismo y el postmodernismo al uncir tradiciones desproporcionadas
que negocian, fusionan y dificultan los impulsos de enajenar al cinéfilo (15).
3. El cine mexicano
En el panorama del cine mexicano, durante su Época de Oro, período en el cual combina, como lo exponen Galt
y Schoonover, la estética de un nacionalismo que quiere destacarse mundialmente y crear su propio espacio (23).
Nuestro narrador no sólo aborda el nacionalismo de dicho movimiento, sino que también expresa una hermandad
que traspasa fronteras de su árbol genealógico indicando, “Mis carnales: Jorge (Negrete), Pedro (Infante), Cantinflas”
y “Mis hermanas: Mariafelix, Lola” (Barrioztlán 37). Asimismo se refiere a cintas como Los bandidos de Río Frío
(1954) de Rogelio A. González, la cual el narrador vio en su infancia en el Cine Hidalgo en San Juan de la Tapia,
Zacatecas (“Desierto” 36), presentando a los actores Luis Aguilar y Rita Macedo. Este filme relata los andares de
un Robin Hood mexicanizado como Chucho el Roto, vestido de charro cantor en la persona de Aguilar en la época
prerrevolucionaria mexicana, basado en la novela Los bandidos de Río Frío (1889-1891) de Manuel Payno. El
concepto de esta novela de robar a los ricos aparece en la mente del narrador como una imagen del ser marginado
que está tratando de luchar por la justicia del pobre.
La perspectiva del cine mexicano destaca también a Andrea Palma, “del placer a la venta en La mujer del puerto”
(1993) (“Desierto” 37), del director ruso Arcady Boytler. Esta cinta presenta a la mujer que canta “vendo placer, a
los hombres que vienen del mar”, quien según la chicana Laura G. Gutiérrez, sirve como fuente de inspiración a
Astrid Haddad, performista queer que reinterpreta a Palma transnacionalmente como una mujer cantando “New
York, New York” y después agregando, “Visite Estados Unidos antes que Estados Unidos lo visite a Ud.” (81).
Según Carlos Monsiváis, este filme de Boytler pone en el mapa del cine de arte a México al señalar que, “Boytler
realiza el primer filme mexicano, absolutamente personal… posee una atmósfera y personajes, está dotado de una
cierta e inusual intensidad” (cit. en Mora 38).
Nuestro narrador aborda el exilio mexicano del “surrealista Buñuel, quien provoca con el opus contra la burguesía,
La edad de oro (1930); con Los olvidados (1950) devela la miseria citadina de progreso i modernidad; sin descuidar
la comedia de La ilusión viaja en tranvía” (1953) (“Desierto” 38), algo que el narrador experimenta al migrar del
campo a la ciudad, con la adición de ir de un país a otro. Estas cintas representan una visión que se aleja del carácter
estereotípico nacionalista mexicano, en las cuales Buñuel, de acuerdo con el texto sobre el cineasta español de
Víctor Fuentes, trata de romper esa imagen desviada de lo mexicano exponiendo que, “Siento un profundo horror
hacia los sombreros mexicanos. Quiero decir con esto que detesto el folclore oficial y organizado” (79), cabe señalar
que Buñuel trata de alejar esa visión centralista institucionalizada de México, por una más realista y moderna.
Tanto Los olvidados como La ilusión viaja en tranvía fueron realizadas en México durante la Época de Oro del
cine mexicano, sin embargo, según Andrew, esa visión de Buñuel no representa ni a México ni a España, sino a un
experimento supranacional de montaje y sonido (69). Esa etapa mexicana de Buñuel duró entre 1946 y 1964. Joaõ
Luiz Vieira expone que en a cinta Los olvidados se incluye una serie de escenas a campo abierto en las que vemos
imágenes transnacionales situadas en montajes cinematográficos que representan a Nueva York, París y la Ciudad
de México (236), las cuales se identifican con la ideología de nuestro narrador bajo la cual se da una perspectiva
sin fronteras del cine. El espacio que se abre en la visión de “Los olvidados, es cómo edificios solos, campos de mi
niñez en Zacatecas, afirma nuestro autor, demasiado punzante para ser sueño, demasiado alejado para ser realidad”
(“Entrevista” 11:19). Este enfoque implica una serie de imágenes que describen los cinturones de pobreza que hay
en megaciudades modernas en las cuales reina un ambiente dominado por la pobreza, el hambre y la criminalidad
(Ross 203).
Este concepto de tragedia se refiere a la producción del cine méxico-estadounidense, el cual muestra poco interés
por los asuntos campesinos del mexicano en California, que en contraste, se aborda de forma magistral en el drama
Teatro Campesino de Luis Valdez como lo señala nuestro narrador, “Dice Borges quel español es un latino venido
a menos; el cine, con raras excepciones, es un teatro venido a menos, a casi nada” (Barrioztlán 20).
Nuestro narrador destaca los roles de las divas mexicanas que aparecen en películas vaqueras estadounidenses,
saliéndose de los estereotipos marginados del actor mexicano masculino, indica que “también de entonces el
etéreo Western High Noon (Solo frente al peligro) (1952), dirección del austriaco, Fred Zinnemann, con el jinete,
Gary Cooper i la princesa, Grace Kelly. El film es un poema donde el hombre da la cara. Notable actuación de
nuestra paisana tapatía, Kathy Jurado, la par femenina del solitario cowboy” (“Desierto” 44). De acuerdo con la
información de la página ITESM del Cine Mexicano, Jurado es una actriz versátil y transnacional que puede ser
admirada en películas al lado de Pedro Infante en Nosotros los pobres (1947), bajo la dirección de Luis Buñuel, El
bruto (1952), al lado de Anthony Quinn, en filmes italianos como Barrabás (1962), o en filmes estadounidenses
como High Noon y otros como The Bullfighter and the Lady (1949) o Dragoon Wells Massacre (1957).
Asimismo y de manera paralela a nuestro narrador, Kathy Jurado puede aparecer en la coproducción mexicana,
argentina, española y francesa de Arturo Ripstein, El evangelio de las maravillas (1998) (ITESM), lo cual muestra
que los narradores de Barrioztlán y “Desierto Mojado”, son seres transnacionales y multiculturales que pueden
aparecer dominando un vasto terreno cultural.
De acuerdo con Jihoon Kim, estas imágenes combinan tanto el campo y la ciudad, lo cual representa una fusión
de lo urbano y lo rural como áreas transversales que aparecen como una condición notable en el cine de arte
contemporáneo (125).
4. Cine estadounidense
Del cine estadounidense, nuestro narrador toma filmes que se alejan de la imagen estereotípica de Hollywood,
destacando “All Is Quiet on the Western Front (Sin novedad en el frente) (1933), basada en el libro de E. María
Remaque” (“Desierto” 42), escritor alemán que describía las experiencias de los soldados alemanes en el frente
de la Primera Guerra Mundial. Es interesante cómo el transnacionalismo puede hacer alabada a una obra en un
país y prohibida en otro. Esta película estadounidense de Lewis Milestone fue declarada cultural, histórica o
estéticamente relevante por el Registro Nacional de Cinematografía de la Biblioteca del Congreso de los Estados
Unidos y al mismo tiempo prohibida en Japón. Sin embargo, según Mirian Hansen, esto se vuelve un elemento
transformante, ya que tiene una presencia en un cartel que aparece semioculto en una película japonesa, Dragnet
Girl (1993) del director Yasujirô Ozu (295).
El narrador continúa su camino por el cine estadounidense, enfocándose en los campesinos marginados anglosajones
que emigran hacia California, en donde ya hay otros campesinos marginados hispanos que los ha cruzado la frontera
debido a encontrarse en el territorio afectado por el Tratado de Guadalupe (1848):
la genial novela de John Steinbeck, Grapes of Wrath (Las viñas de la ira) (1940), protagonismo de Henry Fonda,
score musical de Alfred Newman; es el drama socialista sobre los oakies que abandonan sus tierras flacas i marchan
a California en busca de pan, son recibidos a palos. Válido preguntar: ¿Por qué la tragedia del campesino mexicano
por las ricas tierras californianas no ha sido llevada a la pantalla con visión i potencia artística?” (“Desierto” 43)
Conclusión
Para finalizar, se puede señalar lo que Cuevas expresa como “eso es el cine: la eterna belleza de Ingrid Bergman, la
voluptuosidad de Mae West, los labios de Loren, los ojos de Papas, los violáceos de la Taylor, Lilia Prado subiendo
al autobús” (“Desierto” 44). Está última evocación fílmica proviene de Subida al cielo (1953), dirigida por Luis
Buñuel, en la cual aparecen en un primer plano las piernas de la actriz Lilia Prado, con la falda larga recogida
hasta más arriba de los muslos, acompañada de una blusa con un escote muy pronunciado que muestra su hombro
izquierdo. Esta imagen tiene como fondo la puerta abierta de un autobús sumergido hasta el primer escalón en el
agua de un arroyo, a manera de invitación al observador.
El narrador distingue en su capítulos “Cartelera” (“Desierto Mojado”) y “Lira: entre tuarte i miarte mejor el
séptimo arte” (Barrioztlán) a cineastas como Luis Buñuel, Akira Kurosawa, Ingmar Bergman, Humberto Solás,
Francis Ford Coppola, Federico Fellini, Sergei Eisenstein y Charles Chaplin. Asimismo también aparece como
severo crítico de algunos directores. “No comulgo con la neurosis del pederasta, Woody Allen, ni con las farsas de
Almodóvar, ni con la porno de von Trier, es más, ni con el homenaje al cine desvelado de Tarantino, (“Desierto” 44).
A pesar de su humilde origen, el autor Cuevas reconoce que en una época una compañera de posgrado le preguntó:
“¿Has visto Bergman, Siete Sellos (1957) o Fresas Salvajes (1957)?” Y nuestro autor jocosamente agrega: “Me hubiera
tragado la tierra. Me propuse no ser más naco” (“Entrevista” 3:30), en el sentido de su ignorancia cultural por haber
nacido en un área marginal rural, cuyas carencias fueron enriquecidas al transnacionalizarse para cambiar su perspectiva,
empezando a devorar la cultura a su alrededor.
U P, 2010. Print
Galt, Rosalind y Karl Schoonover. “Introduction: The Imputy of Art Cinema”. Global Art Cinema: New Theories and Histories. New York: Oxford U P, 2010. P. 3 – 30. Print
Con ese pensamiento el narrador explica lo que ha significado estar expuesto al cine de arte al que ha tenido la
oportunidad de disfrutar fuera del México de su niñez. “Sueño con una sala donde se proyecte cine mudo con
exclusividad; añoro los templos del cinemascope, las carteleras en los muros, un veinte de semillas, la activa participación
del público con los sonoros rugidos de, ¡Cácaro…! (“Desierto” 45).
La visión de Cuevas como autor y crítico transnacional de cine de arte es una contribución única dentro de la
literatura chicana que, por lo general ha ofrecido una visión enfocada a México, Latinoamérica, España y Estados
Unidos. Como lo señala Kathleen Newman, esta perspectiva reúne el surgimiento global, transportando ideas a
cualquier parte en forma impredecible que genera una visión de desorden y desequilibrio (6). Nuestro autor utiliza
dicha perspectiva para contextualizar sus argumentos sobre el séptimo arte de una manera transnacional.
Hanlon, Dennis. “Traveling Theory, Shots and Players: Jorge Sanjinés, New Latin American Cinema, and the
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OBRAS CITADAS
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Vargas, Héctor
(Tampico, Tamaulipas, México), reside en Phoenix, Arizona, después de viajar por el mundo. Autor de varios
libros, cuentos y poemas, colaborador en varios periódicos, revistas y libros con artículos motivadores y poesías.
Coautor de una extensa colección de manuales de procedimientos para la estatal mexicana Pemex. Autor de Principles
of Oleohydraulics, libro técnico de consulta. Su cuentística refleja el estilo tradicional transmitido oralmente, de
generación en generación, con un alto contenido didáctico ofreciendo una moraleja en cada relato. Tales consejos
se aplican a las vivencias cotidianas, abarcando todas las edades.
Protesto contra quienes protestan
Ya con anterioridad, este sentimiento que se debate dentro de mí había sido diagnosticado como “INDIGNACIÓN
CRÓNICA’.
Dije que protesto contra quienes protestan porque poco o nada cambia aquello en lo que no estamos de acuerdo
en la vida, el “SE LOS DIJE” no basta, hay que actuar.
El sólo señalar tal o cual hecho que nuestra manera de pensar considere injusto, no cambiará de ninguna manera
esa situación. Las cosas van a seguir igual, o en muchas ocasiones, peor.
Al lavarse las manos, Pilatos nos legó una herencia amarga y nefasta, pues nos convirtió en indiferentes, carentes
de la consecución necesaria al análisis ante la razón intrínseca de nuestra protesta.
Otra circunstancia se colude en el referido efecto: la Madre Naturaleza dotó de riquezas a las regiones de donde
venimos la mayoría de los aquí reunidos, nos liberó del esfuerzo tenaz en que otros pueblos tienen que realizar
para hacer producir la tierra. A la nuestra la hizo pródiga, óptima, le regaló un sinnúmero de recursos. El trabajo
para hacerla producir es fácil, llevadero. En otros lugares, es arduo.. Esta molicie nos tornó en indolentes. Menguó
nuestra capacidad de acción.
Irónicamente, se usa como ejemplo a lo anterior, la enorme diferencia que prevalece entre la región de San Ignacio
contra el resto de la Península de Baja California, En San Ignacio abunda el agua, por tanto es fértil. El resto es
agreste, árido. Dado a ello, los lugareños no se esfuerzan tanto como el resto de los pobladores para obtener los
frutos de la tierra.
Relatan que una persona del lugar estaba, como de costumbre, echado en la cama descansando. De pronto, le grita
a su mujer” ¡Vieja, trae el remedio contra el piquete de alacrán, porque hay viene uno bajando por la pared y creo
que me va a picar! Se dice que son tan flojos, que son los únicos a quienes no se les requiere de visa para entrar a
los Estados Unidos, pues de antemano se sabe que no vienen a trabajar.
Volviendo a mi protesta por quienes protestan. Por ahora vivimos en un País en el cual la vida de sus habitantes se
regula por el sistema de la Democracia, es decir, por la participación del pueblo. Tenemos el derecho inalienable de
votar para escoger a quien nos represente y sobre todo, para establecer leyes.
Sin embargo, ahora nos estamos quejando de funcionarios que fueron elegidos por voto o de leyes que no van de
acuerdo a nuestro sentir. ¿Cuántos de nosotros deberíamos haber votado para que no se implementasen? En el
pecado llevamos la penitencia.
Cuántos de nosotros, incluyendo a los llamados “activistas”, han dejado oír su voz de protesta ante las atrocidades
perpetradas a los migrantes, tanto de México como de algunos países de Centro América durante su travesía hasta
la frontera de los Estados Unidos, No ignoremos tampoco lo mucho que igualmente sufren los migrantes africanos
al incursionar en similares condiciones a diversos países de Europa o migrantes de Asia a cualquier otro lugar. Tal
parece que eso no nos atañe.
Tenemos que despojarnos de esa apatía tan inerte que ocasiona que otros piensen y actúen por nosotros mismos.
Tratemos, en todos sentidos, de ser mejores cada día.
MIGRACIÓN
Una visión anatómica.
Migrar: Cambiar de lugar de residencia
Inmigrar: Llegar a un país para residir en él. Para establecerse, se deben acatar las leyes pertinentes.
Las sempiternas condiciones económicas y sociales en América Latina han prevalecido casi inalterables en su concepción
al paso de los años, constituyendo un “modus vivendi” arraigado profundamente en sus diversos estratos de población.
Pese a los débiles, ante la urgente necesidad integral, esfuerzos de los gobiernos pasados y actuales, menguan al
pueblo de la oportunidad de acceso a una debida educación que les prepare eficientemente a enfrentar su futuro
desarrollo.
Incide en forma contundente en este problema, las condiciones de pobreza en que por tanto tiempo se han venido
debatiendo, obligando a los miembros de las familias a laborar desde temprana edad para solventar las necesidades
inherentes, resultando que debido a la atención de dichos menesteres, descuidan su preparación educacional, hábito
fehaciente convertido en círculo vicioso y en tales situaciones los ingresos que puedan alcanzar escasamente satisfacen lo esencial...
El desarrollo industrial, particularmente en México, se inició a principio del siglo pasado en base a las principales
materias primas de la época.: la minería y el petróleo Ante la falta de recursos, tanto técnicos como financieros,
los gobiernos de entonces abrieron las puertas al inversionista extranjero, otorgando concesiones y prerrogativas
altamente ventajosas al capital y no al País.
Así vemos como la industria minera construye vías de ferrocarril destinadas exclusivamente a la transportación de
los materiales extraídos de las diversas minas a su refinación al exterior, dejando incomunicadas vastas zonas de
incipiente desarrollo industrial, agrícola, ganadero y cuencas lecheras. En lo referente al petróleo, la misma tónica
prevaleció en las concesiones otorgadas, se admitieron un cúmulo de canonjías sin obtener retribuciones justas al
País.
En el resto de América Latina el resultado ha sido similar. Los recursos naturales fueron y siguen siendo explotados
en forma inicua en cada nación. Disminuyéndoles en forma inexorable debido a la falta de una planeación ecológica
estructural sana y equitativa.
Dicha planificación ineficiente obedeció, principalmente, a la carencia de una tecnología adecuada en los diversos
departamentos gubernamentales involucrados y a la corrupción ejercida por algunos funcionarios en la elaboración
de tales programas de desarrollo.
Otro caso más que coadyuva al atraso en el desarrollo de los países de América, es la ignominiosa sangría establecida
por los Estados Unidos, principalmente de atraer, mediante acuerdos con instituciones de educación superior,
ofreciendo becas a los alumnos de las distintas facultades en que se hayan distinguido, para atender cursos de
posgrado en especialización académica, técnica o científica, dejando al país en donde esto ocurra, sin la élite avanzada
de su juventud, la cual constituye de manera innegable, la forja del futuro de ese lugar. Una vez terminados sus
estudios, los grandes consorcios les ofrecen empleos con una alta remuneración y se quedan. La carencia de un
verdadero sentido de nacionalidad y de patriotismo, inclusive, hace que esta juventud ya no regrese a difundir
los conocimientos adquiridos en el extranjero para ayudar al progreso de su nación. Ni sus propios gobiernos les
estimulan para que regresen. La juventud que permaneció, carece de tal preparación y el atraso continúa.
Todo ello conlleva al estado actual prevaleciente en América Latina. El pueblo, la masa, sufriendo los estragos
causados por políticas erróneas en diversos ámbitos, busca desesperadamente solución a sus problemas económicos
ingentes. Al no encontrar incentivos laborales ni comerciales, acude a la migración hacia los Estados Unidos de
América, donde, por tradición familiar desde antaño se ha recurrido para aliviar la pobreza endémica y el futuro
incierto que enfrentan.
Los migrantes de algunos países sudamericanos optan por buscar la solución en España, ya que la solidez del Euro,
su alto desarrollo económico, el mismo idioma, la fisonomía congénita, la exención de visado, y al costo del viaje
comparativamente menor, hacen más factible su cometido.
Dicha migración la realizan después de agotar la búsqueda a una solución local inmediata de su problema. Deciden,
sin más, que uno o varios miembros de la familia emprendan el viaje. Ello, la mayoría de las veces, sin el previo
conocimiento y estudio del idioma, geografía y costumbres. En muchos casos, igualmente, sin contar con una
especialización laboral. Venden o hipotecan las pocas pertenencias que aún retienen, o consiguen quien les preste
lo necesario. Reparten los fondos así obtenidos entre los que se quedan para su sustento durante el lapso en que
empiecen a remitir fondos resultantes de su trabajo y el resto se lo quedan para solventar los gastos de la travesía.
Esta decisión la alientan las noticias en el radio y la televisión así como la lectura fomentada en periódicos y revistas
por algunos “activistas” quienes les invitan a efectuar esta migración con la deslumbrante promesa de una inminente
“reforma integral” sin alertarles sobre los riesgos a que se someterán en una aventura de ésta índole. recalcando la
prerrogativa de “los derechos humanos” pero omitiendo mencionar las obligaciones sobre todo legales que se deben cumplimentar en una verdadera inmigración. Tales obligaciones y requisitos no son privativos de los Estados
Unidos, sino de cualquier otro país institucionalmente establecido. Ello no obsta para que se arriesguen a entrar
sin la documentación correspondiente, ya que varios países tienen colmada la cuota de inmigración No contando
con los requisitos legales para inmigrar, durante el recorrido a la frontera con su país vecino al norte, tanto los centroamericanos y mexicanos son objeto de vejaciones, peligros y exacciones tanto por grupos bandoleros o sicarios,
como por algunos funcionarios oficiales de policía, migración y aduanales.
Cuando al fin logran arribar a la frontera con los Estados Unidos, (algunos otros lo intentan vía marítima), buscan,
si no lo han contratado previamente, quién les ayude a penetrar subrepticiamente sin ser detectados por la Patrulla
Fronteriza. Hacen contacto, al azar o por recomendación con alguna persona dedicada al tráfico humano, vulgarmente
conocida como “Coyote” quien, mediante el precio adelantado de determinada cantidad, ofrece llevarles hasta la
ciudad elegida En la actualidad, los “Coyotes” están cobrando de 10 a 20 mil dólares por persona. En esa frontera,
aguardan el tiempo necesario en que el “Coyote” considere que las condiciones o arreglos prevalecientes sean los
adecuados para intentar el cruce. Dicho personaje elige los lugares y tiempo precisos, sin advertir, en muchos
ocasiones, sobre el equipo y bastimento necesarios en dicha travesía. Actualmente debido a los equipamientos de
numeroso personal calificado y a la alta tecnología establecidos por las autoridades de inmigración a lo largo de la
frontera, prefieren efectuar la aventura a través del desierto de Arizona por carecer de tanta vigilancia.
El “Coyote” en ocasiones les deja abandonados a su propia suerte en alguna etapa de la travesía, ante alguna situación
de peligro en la consecución de su cometido y el migrante queda a la deriva en el desierto y si la Patrulla Fronteriza
no les detecta a tiempo, el agua y sus alimentos precarios se agotan al extenderse el transcurso de la caminata. Cada
día aumenta el número de fallecidos por insolación, inanición, sed, etc. Si tienen la suerte de llegar hasta el punto
programado, el “Coyote” les retiene en las llamadas “Casas de seguridad”, exigiéndoles mayor cantidad por sus servicios,
acudiendo a sus familiares o amigos residentes en los Estados Unidos, hasta que satisfagan sus peticiones. En
ese cautiverio viven amontonados, algunas veces desnudos, bajo constante amenaza, con exiguos alimentos y sin
atención médica.
Una vez satisfechas las demandas del “Coyote”, y si no han sido descubiertos aún por los organismos encargados
de aplicar las leyes correspondientes al secuestro o por denuncia ante las autoridades de inmigración empieza otro
“Viacrucis” al buscar un empleo. Si cuentan con alguna profesión o especialidad, el mercado laboral les ofrece
pocas oportunidades al incurrir ante severas sanciones legales por emplear trabajadores sin la documentación
necesaria. Si encontrasen empleo con alguien que decida correr tal riesgo, lo hace ofreciendo un salario menor al
correspondiente y sin los beneficios laborales a que tiene derecho por ley.
Si logran pasar desapercibidos por las autoridades por largo tiempo, al paso de los años no pueden obtener los
beneficios que el Estado ofrece debido a su condición indocumentada. Tal problema pasa consecuentemente a los
hijos no nacidos en los Estados Unidos, truncando sus aspiraciones colegiales y laborales por igual.
Un recurso usado con mucha frecuencia, es el que mujeres , tanto esposas como hijas de los migrantes mencionados,
se embaracen con objeto de obtener la residencia por medio del recién nacido en este país. Es bastante doloroso
ver a tanta adolescentes con sus crías, perdiendo su etapa juvenil al contraer la maternidad, no con el objeto fundamental
de formar una familia, basada en principios éticos y morales, sino el tener un hijo con propósito diferente. Es
decepcionante e indignante el ver que algunas instituciones, oficiales y particulares se vean precisadas a recoger
niños abandonados por madres jóvenes al no aceptar la responsabilidad que impone la maternidad. Una de tales
instituciones tiene un compartimento en su pared exterior en forma de cajón con tapadera móvil, en donde la
madre que quiera abandonar a su hijo recién nacido lo pueda hacer subrepticiamente. Una alarma interior se acciona
al depositar la criatura con objeto de que el personal de dicha institución se aboque a su cuidado. Tal hecho es
verdaderamente triste y desgarrador.
Los “Activistas” incitan a estos migrantes a protestar por la ausencia de beneficios que si se otorgan a residentes
legales en el país aduciendo los “Derechos Humanos”, realizando marchas y plantones exigiendo una “Reforma
integral humanitaria”, enarbolando banderas de sus respectivos países de origen, boicoteando la ya de por si magra
economía al negarse a efectuar compras o negocios en determinada fecha. Durante el último Censo se propagó
el temor a participar en su realización, ni proporcionar los datos requeridos indispensables para la elaboración de
los diversos programas gubernamentales. La consecuencia de tales acciones reacciona una actitud más rigurosa y
tirante por parte de los organismos involucrados en la solución del problema migratorio en que viven varios millones de extranjeros.
En particular, en el estado de Arizona se ha recurrido a las autoridades, no sólo del Departamento de Inmigración,
para efectuar redadas en negocios comerciales e industriales y arrestar a los trabajadores bajo el cargo de suplantación
o robo de identidad y a efectuar detenciones bajo el cargo de infracciones al reglamento de tránsito, etc.
En la actualidad, Arizona es uno de los estados de la Unión quien ha sufrido mayores consecuencias por la falta
de una reglamentación adecuada, ya que miles de personas han sido forzadas al éxodo, tanto a su lugar de origen,
como para probar suerte en otro Estado , dejando desolado al comercio en general, principalmente en la ciudad
de Phoenix.
Este problema, que afecta no sólo a la Nación, sino que provoca un caos muy grave en el seno social y espiritual de
la familia, desestabilizado con tal desintegración de los principios fundamentalmente morales. ya que el padre y la
madre tienen ambos que trabajar ante lo magro de su sueldos relegando, por falta de tiempo, la atención y cuidado
eficiente en la educación y comportamiento de los hijos quienes al carecer de la supervisión adecuada, se dedican,
en multitud de casos, a actividades negativas perdiendo el respeto a sus progenitores. Se han dado casos en que
el hijo o la hija, al recibir restricciones a tal o cual actividad que se les ocurra realizar, han llegado al extremo de
amenazar a sus padres con denunciarles ante el Departamento de Inmigración referente a su calidad indocumentada,
con el fin de lograr su capricho.
Últimamente, un hecho desafortunado ha venido a empeorar la situación migrante en general: el desenfrenado
tráfico de drogas. Pese a tenaces esfuerzos en su lucha en contra de su propagación, día a día el problema se torna
más grave, pues los migrantes son presa fácil de involucrarse en ello debido al atractivo ofrecimiento económico
por su participación, ya que al lograr llegar a la frontera, se encuentran con que durante la travesía fueron despojados de
los fondos de viaje. Ahí les aborda una persona que les resuelve tal problema al ofrecerles jugosa paga por transportar un
bulto con la droga. La Patrulla Fronteriza, apoyada por elementos de la Guardia Nacional, escrupulosamente evitan
el contrabando de droga en la frontera Y en consecuencia, actúan con mayor recelo, ya que los narcotraficantes
obran desalmadamente con tal saña que a todo aquel migrante que decline tal ofrecimiento, lo ejecutan en el acto
evitando posible delación. Obvio es hacer notar que al migrante sorprendido en tal delito, su situación legal se
agrava enormemente.
Esperemos en que en un plazo no más lejano, dada la importancia inherente en la totalidad de esta problemática,
los integrantes de las diversas dependencias gubernamentales se comprometan a encontrar la solución idónea a
este flagelo.
Velasco Moreno, Juan
Juan Velasco es, desde 1992, Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, y Doctor
en Filología Inglesa por la University of California, Los Ángeles (UCLA) desde 1995. Profesor Asociado de
Santa Clara University, la institución universitaria más antigua de California, imparte docencia en los programas
de Inglés y Lenguas Modernas en los campos de la Literatura Iberoamericana y Chicana. Su labor como investigador
y conferenciante dio lugar, en el año 2000, a la edición de La Obra Poética de José Juan Tablada: “Un día (Poemas
Sintéticos),” “Lí-Pó y otros poemas,” y “El jarro de flores,” preparada para Ediciones Hiperión, Madrid. En el 2002
preparó la antología, Under the Fifth Sun: Latino Literature from California, publicada en Berkeley por Heyday Books.
Su libro Las fronteras móviles: tradición, modernidad y la búsqueda de ‘lo mexicano’ en la Literatura Chicana
contemporánea fue publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León en el 2003. Juan es también el autor
de Enamorado, novela publicada en Madrid por Ediciones Miraguano, y de Call Me When I Am Gone, un DVD
con su poesía y la fotografía del artista David Pace. En el 2011 publicó en España, La masacre de los soñadores,
una colección de poemas sobre el Oeste americano. Está a punto de terminar, Yo! A Study on Contemporary
Mexican-American Autobiography, un proyecto de investigación sobre la autobiografía Chicana que se inició en
el 2007 en el Chicano Studies Research Center en la Universidad de California en Los Ángeles.
La forja de la familia como espacio de resistencia cultural: Pocho de José Antonio Villarreal y The Shrunken
Head of Pancho Villa de Luis Valdez.
Entre 1960 y 1975 el Movimiento Chicano alcanza sus objetivos políticos más importantes. Este periodo representa
uno de los más importantes en la historia del chicano, no sólo a nivel ideológico sino también a nivel artístico. Bajo
la influencia del “Civil Rights Movement” la historia del Movimiento Chicano es un fenómeno complejo donde la
participación de estudiantes y líderes campesinos converge en un movimiento político de carácter nacionalista.
La combinación de racismo, desigualdad económica y la discriminación social sufrida por los chicanos durante
décadas produce como resultado un movimiento de carácter nacionalista que contrarresta precisamente la relación
que se establece entre el color de la piel y su subordinación como clase no privilegiada. Este modelo “racial” de
concienciación ideológica, aunque parcialmente influido por las estrategias del Movimiento Negro por los Derechos
Civiles, retoma, en el caso chicano, la mayoría de sus símbolos y mitos culturales del discurso de formación del
sujeto “mexicano,” adaptados a la experiencia de este lado de la frontera. José B. Monleón señala en su artículo
“Literatura chicana: cruzando fronteras:”
La mitología azteca, por tanto, se convirtió, en ciertos sectores, en fuente de una simbología destinada a crear un
sistema de identificación colectivo. Aztlán, por ejemplo, la mítica tierra originaria azteca situada en algún lugar al
norte de México, retornaba para dar nombre a la nueva “nación” chicana. Muchos de los valores indígenas, firmemente
arraigados en una visión del mundo rural, proveerían la base de una crítica al capitalismo “blanco” desde premisas
autóctonas. En tanto que comunidad mestiza, ciertos elementos de la cultura mexicana podían reafirmar la diferencia:
la familia, la lengua, la música, la religión (la Virgen de Guadalupe), la Revolución. (12)
El resultado es un grupo de símbolos y obras que exploran las imágenes de la herencia cultural mexicana guiados
por un principio nacionalista revolucionario. En especial el símbolo de la familia, los temas indigenistas y el uso
del nacionalismo cultural de la Revolución Mexicana ayudan a crear un sentido de unidad e Historia entre los
chicanos que viven en los Estados Unidos. La identidad nacional y el contenido ideológico surgidos del espacio
cultural de la familia “chicana,” en este contexto, se constituye en un espacio físico de resistencia política y de liberación
histórica. La importancia del movimiento agrario del Suroeste y de César Chávez como líder político a nivel nacional,
se extiende también al ámbito y terreno de lo cultural. La fructífera relación entre la U.F.W. y El Teatro Campesino,
creado por Luis Valdez, da lugar a una serie de obras que definirán la posición política y cultural de lo definido
como “chicano:”
The production and accumulation of literary capital by the Xicano writers of the decade between 1965 and 1975 is
ideologically rooted in cultural nationalism (...) César Chávez and Luis Valdez are responsible for the new awakening
to the “new colonialism” (Alurista 22).
La literatura, pues, desarrolla este espacio mítico y físico donde la identidad “chicana” puede ser redefinida y donde
se explora el proceso de creación de una serie de artefactos culturales que sean capaces de unificar los sentimientos
nacionalistas del chicano. Un buen ejemplo de la conexión entre memoria y modernidad, literatura e identidad
nacional, puede encontrarse en el proceso de formación de una tradición literaria chicana basada en el desarrollo
de una serie de imágenes enraizadas en la estructura de la familia. Tanto en la obra de Luis Valdez como en la
novelística de José Antonio Villarreal, la familia juega un papel fundamental, especialmente en lo que se refiere a
su transformación en arma de resistencia. Luis Valdez en teatro (trabajando con los campesinos de César Chávez),
y José Antonio Villarreal en prosa son posiblemente los artistas más representativos de este sector del Movimiento
Chicano, forjado entre 1960-1975. Mi trabajo se concentrará en ellos por representar éstos las primeras expresiones
literarias e intentos de definición modernas de los problemas de la familia “chicana” durante este periodo, destacando
especialmente la primera obra de teatro de Luis Valdez, The Shrunken Head of Pancho Villa (1964), y la novela de
José Antonio Villarreal, Pocho (1959).
1. La disolución de la familia chicana y el Pocho de José Antonio Villarreal
Pocho(1959) de José Antonio Villarreal es probablemente la primera narrativa chicana que se plantea en términos
modernos el problema de la ambigua redefinición de las identidades fronterizas, y el conflicto ideológico familiar
implícito en el problema de las dos culturas. La reflexión sobre la que se instala la búsqueda del espacio de “lo chicano”
se centra alrededor de la ambigua figura del “pocho”. Para establecer las bases ideológicas sobre las que la obra
reflexiona en la búsqueda de la “diferencia” cultural del pocho, el primer capítulo de esta novela lidia directamente con el
padre del protagonista, Juan Rubio, transformado éste en arquetipo de la tradición familiar ranchera. Pocho, pues,
no sólo establece los signos de identificación cultural del pasado (la familia ranchera y sus valores sociales) sino que
marca los factores históricos fundamentales para entender la dicotomía en la que se debate la experiencia chicana.
En la novela Pocho el narrador nos muestra la historia de un joven chicano en busca de definición de su propia
identidad cultural. Temas como el lenguaje, la educación, el barrio y la familia, marcan los temas característicos de
la transición que establece Pocho hacia el establecimiento definitivo de un canon literario propio.
Como precursora de lo que vendría después, uno de los grandes aciertos de esta novela es la entrada de este tipo de
discurso en la experiencia chicana, elemento ligado en esta literatura a la preservación de la familia.
El mayor reto para Richard es traducir la cultura familiar al contexto geográfico norteamericano sabiendo que el
espacio de su experiencia no pertenece completamente a ninguno de los dos lados. Señala Guillermo Hernández
respecto de la importancia que este elemento adquiere en cuanto elemento definidor del pocho:
The term pocho (...) helped identify indi¬viduals of Mexican descent acculturated to Anglo-American ways and
unable to ex¬press themselves according to the norma¬tive expectations of formal Spanish or to interact socially
within Mexican groups. (18)
La transformación de la tradición forma la columna vertebral de la tensión cultural en la que Villarreal sitúa su
novela en el contexto de los Estados Unidos. La tensión crece a medida que se van sucediendo los cambios de los
diferentes miembros de la familia y, adquiere tal dimensión, que acaba provocando su desintegración: Juan Rubio,
incapaz de lidiar con estas transformaciones, decide abandonar a su mujer. Una vez que la separación es inevitable,
Richard intenta una última conexión con Juan Rubio dentro del contexto cultural mexicano: “He turned, and his
son said “¿Un abrazo?” They put their arms around each other in the Mexican way.” (169) Pero en esta simbólica
despedida de las dos culturas el narrador reafirma que la transformación de “lo mexicano” en los Estados Unidos
afecta no sólo el aspecto cultural sino que va más allá en tanto que rehace diferentes nociones de masculinidad.
Villarreal muestra el conflicto que se produce cuando la tradición se enfrenta a las creencias de la sociedad americana
contemporánea, asociada con el espíritu de la modernidad. La frontera cultural que separa a Richard, pues, actúa
tanto desde el norte como desde el sur y se hace presente al convertir ésta en motor de su dilema cultural.
El ámbito sobre el que Villarreal desarrolla el sistema de valores del pocho se produce en lo que para él es el estrato
social mexicano más importante: La familia. Richard Rubio evalúa la reacción de los diferentes integrantes de la
familia, observa la disolución de ésta, y afronta con un espíritu dialéctico el proceso de transformación acelerado
por la confrontación entre aculturación o asimilación. En este esquema de disolución familiar, la contradicción
aparentemente irresoluble entre modernidad y tradición abre un espacio de transición hacia la experiencia mexicana
-americana o “pocha.”
Así el primer capítulo, dedicado enteramente a Juan Rubio, marca los términos de la herencia cultural e histórica
de la que devendrá Richard Rubio, el protagonista de la ficción. Esta novela marca, más que ninguna otra, el elemento
ideológico de la tradición familiar del ranchero, y la pone en contraste con el sistema de valores del chicano.
La segunda parte de la novela se concentra en el hijo de Juan Rubio, Richard Rubio. Richard será el antecedente
del héroe chicano. Vive en el conflicto y en la transición que supone el paso de una generación a otra y, mientras
que Juan Rubio tiene las características del héroe popular del corrido, Richard Rubio es un personaje que actúa de
transición hacia el sujeto chicano de carácter nacionalista creado por Rodolfo Corky González en el poema “I am
Joaquín.”
El peso de la familia tradicional, ligado para Richard al sistema de valores de su padre, aparece simbólicamente en
el tema de la masculinidad. Especialmente relevante es el conflicto que se establece entre éstos, ya que este “desencuentro”
abre un espacio de debate y discusión de valores que el lector reconoce, en sus diferentes variantes, como diferentes
experiencias de “lo chicano.”
El texto enfatiza el tema de la masculinidad como elemento clave para el desarrollo del héroe chicano, simbólico
del peso de la tradición familiar llevada a los Estados Unidos. Esta importante conexión entre una política del
genero sexual, la tradición familiar y el concepto de identidad chicana se expresa de manera directa cuando Juan
Rubio le señala a su hijo:
And you are right also, my son, in that you are a man, and it is good, because to a Mexican being that is the most
important thing. If you are a man, your life is half lived; what follows does not really matter (131).
De esta manera, a través de la voz de Juan Rubio, Villarreal identifica la ideología del patriarcado como sello de la
cultura familiar ranchera y cuestiona su validez en el contexto moderno. El crítico Justo Alarcón apunta como, al
contrastar la figura de Richard y la de su padre, “la diferencia es muy grande: de una parte, Richard ya no cree en
Dios, y de otra, no acepta el matrimonio como razón determinante y legado del destino. Entonces tendrá que buscar
un nuevo escape o depuración (25).” La identificación cultural, ligada al género sexual, redirige la discusión de la
familia chicana hacia nuevas posibilidades. Desde este punto de vista, la novela presenta cómo el nuevo código
que rige la relación entre los miembros de la familia ha desintegrado algunos de los valores de la estructura social
tradicional ranchera. Es precisamente este tipo de normas y complicidades, en la que se asume que públicamente es
el hombre el que ha de aparecer en su papel dominante, las que se corroen al llegar la familia a los Estados Unidos.
Así, en contraste con Juan Rubio, Consuelo, la madre de Richard, asume el papel de agente destinado a transformar
algunas de esas normas. Es a través de este argumento que Villarreal enfatiza la corrosión de la conciencia feminista
sobre la tradición familiar ranchera, ya que, como señala el narrador, como consecuencia de su concientización, “she
became a jealous woman” (128). Este aspecto es fundamental ya que el replanteamiento de la estructura familiar
ranchera por parte de las feministas chicanas adopta un punto de vista similar al defendido por Consuelo. Mientras
que las escritoras chicanas buscan nuevos modelos sobre los que recrear un nuevo concepto de familia chicana
(destaca la obra de escritoras como Sandra Cisneros, Gloria Anzaldúa, Cherrie Moraga, etc), Villarreal presenta
de una manera ambivalente las consecuencias catastróficas que el cambio trae al ámbito de la familia tradicional
mexicana. Este autor enfatiza el desgarramiento familiar sufrido en el transplante cultural al mostrar la tensión
que deriva al cuestionar la mujer su papel y la aparente sumisión pública que ha adoptar para salvar el honor de su
marido.
Así a partir del capítulo séptimo de Pocho, el lector ve un lado de la personalidad de Consuelo que ha permanecido
escondida en los capítulos anteriores. Una vez en los Estados Unidos, Consuelo pasa a reevaluar su papel dentro
del orden familiar. Villarreal estructura esta dicotomía entre sexualidad y la familia tradicional, y muestra la dificultad
de esta adaptación cuando Juan Rubio define en términos inflexibles los valores de lo que para él representa la
familia: “You are thinking yourself an American woman -well, you are not one and you should know your place.
You have shelter, and you have food and clothing for you and the children. Be content! What I do outside the
house is not your concern.” (91)
La familia es fundamental en este debate en tanto que reflejo de los valores de la comunidad de emigrantes. Para
Juan Rubio, la necesidad de mantener esta estructura íntegra, se valora en cuanto que la pérdida de control se
convierte no sólo en un signo de debilidad masculina sino que le asimila a lo que él ve como el sistema norteamericano.
Este es precisamente el problema que como familia han de confrontar según van apareciendo ciertos signos de
acercamiento a la cultura americana. A medida que Consuelo y sus hijos revelan estos signos y aparecen más americanos
a los ojos de Juan, éste se encuentra más y más en una posición en la que se siente amenazado.
Cuando Consuelo empieza a cuestionar, entre otras cosas, su papel como esposa, este acto para Villarreal parece
marcar definitivamente el fin de los valores y del sentido familiar articulado por Juan Rubio en nombre de la cultura
tradicional ranchera.
La estructura de la novela se pone al servicio de este “clímax” ideológico en el que se enfatiza el conflicto entre
tradición y modernidad, y las consecuencias que esto representa para la estructura familiar chicana en los Estados
Unidos.
Consuelo representa, por su parte, la lucha de la mujer de color por encontrar un nuevo papel en el contexto de
la modernidad. Mostrando la complejidad de los elementos que confluyen en la situación de Consuelo, Villarreal
intenta exponer en parte el conflicto que para la mujer de color representa, en los Estados Unidos, la dicotomía
entre feminismo y nacionalismo, entre transformación y el mantenimiento de la tradición cultural.
Es sobre este conflicto entre disparidades culturales y de género sexual que el narrador presenta la experiencia del
“pocho”, desdoblado, según Villarreal, en la paradoja de tener que elegir entre tradición y modernidad, entre familia
o individualismo norteamericano. Su noción de la hombría, su masculinidad, conectada a su reflexión sobre “lo
chicano”, juega un papel importante en cuanto que Richard difiere de la experiencia de su padre y este contraste
le sirve como punto de partida para la reflexión de su experiencia como pocho. Richard se caracteriza por su especial
interés en dilucidar las “diferencias” culturales y su posición en la sociedad a partir del conocimiento de estos factores
en conflicto.
La relación de Richard con sus padres es interesante en cuanto que Villarreal la presenta como mediatizada por
una ambigüedad que le deja indeciso en medio de ambos. Por un lado, aunque intenta entender el derecho de su
madre a rebelarse, no comparte con ella lo que él cree es una postura de asimilación al mundo anglo-americano.
De hecho, el conflicto con su madre le sirve a Richard para distanciarse del mundo anglo-americano y establecer
su propia noción de masculinidad. Richard ve la liberación de su madre como un signo de rechazo a la tradición
“mexicana:”
“Tell me, Mamá, do you want to have a husband that you can boss? Is that it?”
“We have certain rights in this coun¬try,” she said. “It is not the primitive way here that it is in México” (93-94)
americana se configura como un espacio cultural propio en el que la novela contemporánea buscará un nuevo territorio
de expresión, y en el que el lector se verá obligado a mantener ciertos aspectos y a sacrificar otros:
Por otro lado, el replanteamiento de esta masculinidad le lleva a cuestionar la situación de la mujer en el ámbito
familiar controlado por su padre: “Because they were daughters, they could not interfere; because they were women,
they wept for themselves and their destiny -their subservience to men.” (92)
Until now, Richard believed that someday they would live in México, and he fancied himself in that faraway unknown.
He realized that it would be difficult for him in that strange place, for although he was a product of two cultures,
he was an American and felt a deep love for his home town and its surroundings. So when he was certain the
family would remain, he was both elated and sad. Glad that he would be raised in America, and sad for the loss of
what to him would be a release from a life that was now dull routine. (129)
La ruta ambigua por la que Villarreal busca dilucidar una posición para el pocho redefine la relación entre el
sistema de la tradición familiar y la definición de su propio espacio cultural, y se zanja al analizar su posición en
el conflicto que separa a sus padres, donde por primera vez reconoce explícitamente su “diferencia” respecto de los
“auténticos” mexicanos. En este punto, Richard se ve a sí mismo en un espacio que no está en México pero que
tampoco es totalmente los Estados Unidos:
He thought of his sisters and saw their future, and, now crying, he thought of himself, and starkly, without knowledge of
the words that would describe it, he saw the demands of tradition, of culture, of the social structure on an individual.
(...) he suddenly sat up and said:
“¡Mierda! ¡Es pura mierda!”
And he knew that he could never again be wholly Mexican. (95)
Ante este espectáculo, Richard se rebela contra el hecho de que “traditions could take a body and a soul” (63). Para
Richard, la solución a la ambigüedad entre tradición y modernidad se resuelve en su postura final del individualismo.
Este espacio fronterizo al que llega Richard, y que pertenece exclusivamente a él y no a sus hermanas o a su madre,
está delimitado por la destrucción de la familia tradicional ranchera frente a la experiencia de asimilación y modernidad
que ofrece los Estados Unidos.
Este conflicto cultural como forma particular del individualismo del pocho, se convierte en el punto de partida de
toda una reflexión sobre la experiencia chicana, y deja sin contestar plenamente la pregunta sobre en qué batalla
y en qué lado de la trinchera ha de emplear su vida. Villarreal, al final de la novela, muestra a Richard como un
interrogante y como marca de un incierto futuro. Lo único que Richard encuentra con seguridad es que, una vez
reconocida su condición psicológica fronteriza “for him there would never be a coming back” (187).
El proceso de transformación y de asimilación familiar, directamente relacionado con la lenta conversión a los valores
de la modernidad representados por la clase media americana, es vista al principio con sospecha y finalmente
aceptada como inevitable en Pocho.
La lucha del pocho por reencontrarse a través de los elementos de definición de la comunidad imaginaria mexicana
aparece difícil en cuanto que la novela no le da al lector los instrumentos para resolver esta ambivalencia: preservación
de “la mexicanidad” y adaptación a los valores de la modernidad. La voz del narrador, al mostrar como inevitable
la derrota de Juan Rubio, adopta un punto de vista pesimista en el que el futuro es incierto:
He was aware that the family was undergo¬ing a strange metamorphosis. The hereto¬fore gradual assimilation
of this new culture was becoming more pronounced. Along with a new prosperity, the Rubio family was taking
on the mores of the middle class, and he did not like it. It saddened him to see the Mexican tradition begin to
disappear. And because human nature is such, he, too, succumbed, and unconsciously became an active leader in
the change. (132)
Quizá el logro final de esta novela haya sido el haber sabido expresar esta problemática en la que se encuentra el
mexicano-americano: la dicotomía entre tradición y modernidad. A partir de esta obra, la experiencia mexicano-
Pocho tiene un lugar importante en el canon literario chicano en cuanto que es capaz de conectar con la tradición
de la rancherada y de la Revolución Mexicana para recrear la experiencia de los mexicanos nacidos en los Estados
Unidos. El primer capítulo, dedicado enteramente a su padre Juan Rubio, parece marcar los términos de la herencia
cultural e histórica de la que devendrá el pequeño Richard. Varios elementos hacen de su padre un elemento
simbólico del peso de la tradición, y la contraposición de estos elementos con los valores en los que cree Richard
parece marcar lo que para Villarreal es la diferencia entre “la rancherada” mexicana y el “pocho”. Por otra parte, el
narrador enlaza la figura del revolucionario mexicano con la experiencia de los pachucos y la posible participación
de Richard en la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, Pocho es probablemente la primera narrativa donde se
plantea el problema de la estructura familiar chicana en los Estados Unidos en términos modernos. El desconsuelo
del que surge esta experiencia tiene como marco el cambio de los valores tradicionales rancheros y el nacimiento
de una nueva conciencia histórica de Richard Rubio en los Estados Unidos. Este pesimismo moral respecto de la
búsqueda de una “auténtica” familia chicana en los Estados Unidos, mantendrá toda la narración en un estado de
ambivalencia en la que el protagonista reelabora las posibilidades de este conflicto, y en la que el último paso que
da es el del reconocimiento de su condición fronteriza.
2. La familia como arma política: Revolución y chicanidad en The Shrunken Head of Pancho Villa.
La obra de Luis Valdez representa uno de los esfuerzos más serios de redefinición de la identidad histórica chicana,
mientras que intenta al mismo tiempo crear una tradición literaria propia. Dos aspectos caracterizan la temprana
producción teatral de Luis Valdez: el compromiso ideológico, la búsqueda de un forma teatral con impacto político
y la elaboración de la problemática de la identidad cultural. Aún más, podemos afirmar que la nota dominante
del teatro creado por Luis Valdez es la urgencia por el cambio. La idea del arte como elemento de propaganda es
crucial en estos años y forma parte de la plataforma política nacionalista del Movimiento Chicano:
The nature of Chicanismo calls for a revolutionary turn in the arts as well as in society. Chicano theater must be
revolutionary in technique as well as content. It must be popular, subject to no other critics except the pueblo itself;
but it must also educate the pueblo toward an appreciation of “social change”, on and off the stage. (Valdez 1971,
2)
Luis Valdez articula la reconstrucción de la identidad nacional a partir del discurso ficcional y la reescritura de
la Historia, para dar lugar a la creación de una conciencia “chicana.” La construcción del sujeto chicano, a nivel
cultural, desarrolla desde muy temprano una serie de características que marcarán muy profundamente no sólo la
obra de Luis Valdez sino la literatura chicana posterior.
Su primera obra de teatro, The Shrunken Head of Pancho Villa, llevada a escena en 1964, muestra ya estas
características y esta preocupación por la redefinición de la identidad. La importancia de esta obra radica no sólo
en que es uno de los trabajos más tempranos del autor más influyente de este periodo sino que es el primer intento
serio de redefinición (a través de la escritura) de una nueva concepción de “ lo chicano” .
Esta preocupación por el tema de la identidad chicana se centra en The Shrunken, simbólicamente, en la recreación
del ámbito de la familia, planteándose éste como el espacio de búsqueda y de formación del sujeto revolucionario
chicano.
The discussion about Pancho Villa fascinates our young warrior of the streets and is the first step toward transforming
Joaquín into the revolutionary he will become. (Huerta 54)
El argumento de la obra presenta ciertas similaridades con la obra Pocho en cuanto que liga el espacio temporal e
ideológico que separa a ambas generaciones con el espacio de la Revolución Mexicana y el Movimiento Chicano.
Asimismo en ambas obras el espacio de la familia adquiere un espacio simbólico en el que se determinan los horizontes
de la comunidad lingüística y cultural de la población de ascendencia mexicana. La familia, como unidad política
y cultural, actúa así como elemento unificador de la dinámica de interacción entre la esfera pública y la privada en
la literatura chicana contemporánea.
Uno de los aspectos ideológicos más importantes en la definición de lo “chicano” se resuelve también a través del
otro hermano, Mingo, que, tras haber estado en la armada con los “Marines,” por fin aparece en escena. Mingo
representa ante la audiencia el papel del “vendido,” la persona que ha olvidado su pasado, sus raíces y su familia
para entregarse completamente al sistema social dominante.
Pero va más allá de lo realizado en la novela en tanto que Luis Valdez asigna a los diferentes integrantes de la familia valores simbólicos que unen los dos ámbitos históricos y geográficos de definición del chicano: el mexicano
y el estadounidense. En este caso el espacio cultural y geográfico de definición del chicano se configura a través de
figuras como la del padre de familia (Pedro) como conexión con el pasado (la Revolución Mexicana y Francisco
Villa), y los dos hijos más jóvenes ( Joaquín y Mingo) como las dos posibilidades de desarrollo de esta identidad
“chicana” en el futuro.
Asimismo Luis Valdez va más allá al reinventar, en su análisis de la situación cultural actual, figuras literarias como
el “vato loco” y el “vendido,” personajes que reflexionan directamente sobre las condiciones socio-económicas del
presente. Además en esta obra la Revolución Mexicana adquiere un sentido más claro al actuar (de cara al nacionalismo cultural chicano) como catalizador de un pasado ideológico (revolucionario) común interesado en la
recuperación de la tierra y en la reivindicación de los objetivos políticos de los campesinos, que se convierten en
antecedentes históricos del héroe chicano.
La acción a partir de la cual se elabora la problemática de la identidad del chicano parte de la exploración del símbolo
mexicano y revolucionario por excelencia, Francisco Villa:
After informing us that Pancho Villa was ambushed in his car in 1920, the narration adds that his body was later
disinterred and decapitated. The head was never found. The prologue concludes with the following: “This is the
story of a people who followed him beyond borders, beyond death.” This is not the story of a family, the prologue
tells us, but rather the story of a people. (Huerta 51)
La obra, dividida en cinco actos, se desarrolla durante un periodo de tres años y se centra en el acontecer diario de
una familia chicana en los Estados Unidos. La acción, sin embargo, se configura a partir de la relacion simbólica
que se establece entre los tres hermanos de la familia ( Joaquín, Domingo y Belarmino), que representan (especialmente
los dos primeros) las diferentes opciones ideológicas con las que el chicano confronta su identidad (su “mexicanidad”)
en los Estados Unidos.
Joaquín, el más joven de los hermanos es el más interesante de los personajes. A lo largo de la obra su proceso de
concienciación se convierte en tema central del discurso ideológico chicano, y pasa de ser un cholo (o pachuco)
delincuente a convertirse en el héroe “chicano:”
It is Joaquín, the youngest son of his family in flux, who represents the hope of the future, recalling the early California folk hero Joaquín Murieta, who also had his troubles with the “gavacho.” (Huerta 53)
La conexión en su proceso de transformación entre el delincuente de barrio y el futuro revolucionario Joaquín,
queda sellada por la memoria del padre (Pedro) que representa la herencia cultural mexicana, y que prefigura algunos
de los principios revolucionarios del chicano en una sociedad que les explota y oprime tanto social como
económicamente:
Mingo no recuerda el nombre de su hermana, sólo habla inglés, y se le ha olvidado que tiene un tercer hermano:
Belarmino. El personaje Mingo sufre también una transformación psicológica que acabará llevándole al otro lado
del arco ideológico, ya que su postura le lleva a la asimilación total dentro de la vida norteamericana. La importancia
de la memoria, en conexión en esta obra con la recuperación de la Historia, se dictamina a través del proceso que
le lleva a olvidar sus raíces mexicanas, su lenguaje y su familia.
En The Shrunken, al final de la obra, en una escena que conjuga la farsa y la crítica política a la clase media mexicano
-americana acomodada, Mingo se ha cambiado el nombre a Mr. Sunday (Do-mingo) y se ha olvidado de todos
los miembros de la familia.
Este personaje resulta clave asimismo en cuanto que actúa como punto de referencia simbólico frente a Belarmino
(Francisco Villa), tradición y símbolo de la historia de la lucha por la tierra y los oprimidos. La contraposición entre
la falta de una “memoria” de la familia y el olvido de su propia Historia es el motor ideológico fundamental de la
representación. El acto II resulta clave en este sentido ya que empuja a sus personajes principales a una toma de
conciencia y a una postura frente al empeoramiento de la posición social y económica de la familia. En este acto,
las cucarachas han invadido las paredes, y Lupe (la hermana que continuamente tiene que darle de comer a Belarmino)
señala en su conversación con Chato (su novio) que la situación económica de la familia se ha deteriorado. Cuando
Mingo entra en escena de nuevo observamos las características del “vendido,” ya que éste trabaja ahora como “labor
contractor” y sabemos a través de Chato que se está haciendo rico a costa de robar a los trabajadores del campo:
a los chicanos. Mingo es un vendido al sistema y hará cualquier cosa por conseguir el dinero que le va a permitir
acceder a la clase media.
El juego con lo absurdo y el ambiente surrealista de la obra (una cabeza gigante que devora todo, las cucarachas
que dominan todo el escenario) sirve para reafirmar los aspectos más simbólicos de la subordinación económica y
política de los chicanos de la obra. Los efectos de esta subordinación y fracaso se manifiestan especialmente en el
padre de familia, Pedro, que dice haber peleado en la Revolución con Francisco Villa y, al final de la obra, derrotado y
alcohólico, tras haber sido humillado por Mingo, muere arrollado por un tren. Belarmino, por su parte, que representa
la voz de la Revolución y dice ser la cabeza de Francisco Villa, a través de sus conversaciones conecta de una manera
directa a Joaquín con la memoria histórica revolucionaria de México. De hecho los continuos malentendidos entre
Pedro y Joaquín resultan ser un factor esencial para explicar el ambiente de alienación social y económica en la
que ambos personajes viven al principio de la obra. Sin embargo, progresivamente, Joaquín es el único capaz de
“entender” a Belarmino. Mientras que Mingo se hunde en la asimilación hasta el punto de olvidarse de su propia
familia, Joaquín adquiere un perfecto entendimiento del “lenguaje” de Belarmino y de la situación ideológica en
la que se hallan. Finalmente Joaquín, al aprender español para hablar con su hermano, es capaz de descubrir su
pasado, recuperar su verdadera identidad como chicano y convertirse en el revolucionario del futuro.
De hecho a través de la comunicación “real” con su hermano, el principal elemento del argumento en la obra se va
desvelando: el chicano “tiene” a su disposición una identidad política, ideológica e histórica que ha de recuperarse,
y sólo aquellos que son capaces de entregarse a un diálogo con sus raíces serán capaces de alcanzar el grado de
concienciación necesaria. Así, cuando al comienzo del tercer acto descubrimos que la cabeza gigantesca que devora
comida en uno de los cuartos de la casa es la cabeza de Pancho Villa, la audiencia puede observar con claridad que
sólo por la fe y la entrega de Joaquín a esta comunicación con su hermano él está llamado a ser el único capaz de
entender esta verdad. El ejemplo contrario en este proceso de “comunicación” con la memoria es Pedro, el padre
de familia alcohólico símbolo del fracaso revolucionario y el exilio, que es incapaz de darse cuenta de que Villa ha
estado todo este tiempo en su casa.
Al final de la obra, cuando Joaquín vuelve de la prisión tras haber sido denunciado por su hermano, aquél vuelve
sin cabeza y es aquí cuando la técnica “brechtiana” de Valdez funciona, reconociendo la audiencia la necesidad de
que se unan ambas partes del cuerpo. Belarmino, la cabeza de Villa, pide que se le ponga inmediatamente en el
cuerpo de Joaquín, y aunque es Cruz la que se niega, inmediatamente Belarmino se dirige a la audiencia y comenta:
All I need is to talk sweet when she give me my beans, eh? In other words, organize her. Those people don’t even
believe who I am. Th’s how I wan’it. To catch’em by surprise. So don’ worry, my people, because one of this days
Pancho Villa will pass among you again. Look to your mountains, your pueblos, your barrios. He will be there.
Buenas noches. (Valdez, 1989:207)
El rescate, pues, de la Historia chicana y del contexto de utopía en que ésta sucede corre paralelo no sólo al nacimiento de la literatura chicana sino al rescate de un lenguaje y de una estructura familiar que sea capaz de revelar
la situación política y económica de la comunidad. Al mismo tiempo que construye una conciencia y una identidad
chicanas, Luis Valdez muestra la relación que existe entre la búsqueda de la identidad y la reflexión sobre la Historia
y la familia unidas en una sola expresión artística: el teatro. El aspecto más interesante de la obra se concentra
precisamente en la solución histórica del final donde la identidad chicana se resuelve en la simbólica unión de
ambos hermanos (el cuerpo sin cabeza de Joaquín el cholo, y la cabeza de Belarmino), en un acto de recuperación
del legado fracasado de la Revolución Mexicana, para formar al nuevo hombre: el chicano del futuro.
Frente al peligro de asimilación al sistema americano, tanto en Pocho como en The Shrunken Head of Pancho
Villa, se usa el contexto de la familia chicana como un espacio en el que es posible reconstruir nuevas alternativas y
revisar las raíces de la cultura tradicional. Así en el contexto chicano las imágenes y símbolos extraídos de la esfera
privada familiar, servirán como plataforma para crear una cultura de resistencia que se enfrentará a una experiencia
y una Historia basadas en el conflicto, la explotación y el colonialismo.
En el contexto literario chicano, tanto Luis Valdez como José Antonio Villarreal asentarán a través de la novela y
el teatro un nuevo modelo de análisis que, a través del enfoque en el núcleo familiar (asentado el argumento alrededor de
una familia de emigrantes y sus hijos), buscará enriquecer la problemática de “lo chicano” en Estados Unidos, y se enriquece
y se desplaza al poner en perspectiva histórica, generacional y sexual, el enfrentamiento entre tradición cultural
y modernidad. Mientras que Villarreal comunica un pesimismo moral respecto de la búsqueda de una auténtica
solución para la familia chicana en los Estados Unidos, la obra de Valdez mantendrá un estado de ambivalencia en
la que se celebra los elementos disponibles de la experiencia del héroe chicano hasta llegar al reconocimiento de
su condición cultural fronteriza.
Referencias Bibliográficas
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Anzaldúa, Gloria. Borderlands: La Frontera. San Francisco: Spinters/Aunt Lute, 1987.
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Moraga, Cherrie. Waiting in the Wings: Portrait of a Queer Motherhood. Ithaca : Firebrand Books, 1997
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Villarreal, Jose A. Pocho. New York: Anchor Books, 1959.
Juan Velasco
Santa Clara University
California. USA
Cuevas, Saúl
(Álvaro Obregón, Durango) “Una partera (mi madre no recuerda su nombre), me trajo al mundo en los llanos
frijoleiros el 11 enero 1952, al mediar el día. Crecí en San Juan de la Tapia, en el merito Zacatuercas eterno. Fui
malcriado en Los (Angeles, a partir del 2 noviembre1965). El vendaval me arrastró hasta la Finiquera (Phoenix);
Manolo (Murrieta) me rescató del olvido y publicó Barriozlán (1998), Ensueños (2004); promete Desierto mojado
(en prensa); Eduardo y Yoli editaron una bella edición anotada de Barrioztlán (2010); Verde, una utopía de guerra
entre grupos raciales,está en corrección de galeras; Laboro en la novela Lala, una utopía delcine mudo y la comida
callejera…”
Mexa Food
Al violar la frontera, al mezclar idiomas i costumbres, climas e ingredientes, prolifera la mezquindad cazueleril de
los Mexa Foods:
Unos embaucadores, tras kilométrico enlistado de tequilas careros i aguas dulzonas tildadas de margaras saladas,
esconden detestable comida como las aborrecidas chimichingas, o los burritos hechos con tortillas de papel o los
tacos abortados.
Cultura
CUEVAS, Saúl.
Mexa
Otros impostores se adornan con posters de güeras en cueros, sugiriendo cervezas aguadas, baratijas, sombreritos,
jarritos de la tienda del dólar; imponen imposturas del mismo microondas.
Food
Aun otros falaces, en maquillados i casi seductores comedores chic, con carteles de luchadores i de Frida; de la
lotería con sus redundantes imágenes: La Chichona (la Sirena); el que se comió el azúcar (el Negrito); el que le
cantó a San Pedro (el Gallo); espacios posmos en casitas restauradas, de costosas fusiones como un remedo de
chile relleno. Los despistados que los frecuentan, gustosos desembolsan i juran que la calidad supera la barroquísima mesa de Moctezuma, que la preparación compite con las fogones i obradores a leña de la colonial Puebla
—trinchera de monjas i doñitas de inspirado sazón— i que los ingredientes son tan frescos i tan auténticos cual si
fuesen cosechados en las chinampas de Xochimilco.
No entiendo por qué todos descuidan las tortillas. Las gordas nejas son el talón de Aquiles de la Mexa Food, pues
no pasan de mamarrachos de papel. Todos esconden, endulzan o emasculan los chiles i las especias. Todos pregonan
una imagen de autenticidad mientras huyen del caso de los Chicharrones, de la Cochinita Pibil, del Mole Negro,
del Chile Relleno en Nogada, del Espinazo de Puerco; sirven arroz para el olvido, pechugas de pollo dinos, i el
chapopote lo meten por café.
Para desesperar pues el desnutrido bolsillo, esquilmado por las putroleras, impide darse un volteón al Terruño en
pos de unos democráticos callejeros Tacos al Vapor; unos Huevosrreales de la Dulcería de Celaya; un menudazo
del Botecito tijuanero; un desayuno del desaparecido Cinco Café; un taquito en la cocinota chamuscada de abuelita...
No desesperar.
Estimado lector, si acaso la fortuna lo lleva al hormiguero naranja (Nuestra Señora la Reina de Los), está de suerte. Si
cuenta con chofer, antes de peregrinar a entregar la mensualidad al artificio Disneymuchocaroland o a los estudios
engañabobos, pida, postrado si es preciso, lo lleven a donde el Blade Runner se atreve. Encomiéndese a la Morenita
mientras esquiva tráileres desbocados, baches i desesperación. Apéese en Bell. Tolere el desvencijado downtonwn
de baratijas orientales. Ya en la Gage entre i prepárese a gozar en el merito 4030.
Paredes adornadas, diplomas i artículos periodísticos ensalzan la labor tras los fogones. Atenta atención al cliente,
ingredientes frescos —algunos del huerto— bien presentados. Queso fundido, mole o pipián para chuparse dedos
i bigotes, refrescante limonada con chía… En La Casita las tortillas son de primera, además de abundantes, me
recuerdan, pero conste, no igualan, las sublimes que esculpía mi abuelita desde su metate i su comal.
¿Antojo? Plátanos con crema de nuez; clausura: café de olla. Falta un espirituoso para cerrar la jornada.
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