17 - Unión de Periodistas de Cuba

Anuncio
El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 17)
El caso Conte Agüero
Juan Marrero
Con absoluta certeza puedo decir que el nombre
de Luis Conte Agüero no le va a decir nada a la
mayor parte de la población actual de Cuba, y
mucho menos a sus jóvenes. Aquí,
afortunadamente, es un desconocido, pero en
Miami, donde ya lleva más de medio siglo de
andanzas ante los micrófonos de las emisoras de
radio y las cámaras de la televisión, si lo conocen
bien, y no solo por su voz tronante o su discurso
mentiroso y calumnioso, sino por haberse
convertido en portavoz de la mafia terrorista y, de
modo particular, de Luis Posada Carriles, uno de
los autores intelectuales del crimen de Barbados.
En ocasión de la farsa judicial de El Paso, en agosto de 2011, el periodista
Conte Agüero fue promotor e impulsor de una campaña para la recogida de
fondos financieros para la “defensa legal” del terrorista Luis Posada Carriles,
uno de los autores intelectuales de la explosión en pleno vuelo de un avión de
Cubana de Aviación en Barbados que dejó decenas de víctimas, entre ellas el
equipo juvenil de esgrima de Cuba.
Poco después, Conte Agüero, que ya tiene la friolera de 89 años, fue
detenido en Miami bajo la acusación de abusos sexuales a una niña de diez
años y acoso constante a la madre de la criatura. Pero solo le fijaron una fianza
de 1 500 dólares, y el cargo sobre abusos sexuales quedó fuera del
expediente. De eso, nunca más se ha hablado. Cosas, en fin, de la justicia y de
los medios de comunicación de Estados Unidos.
A los que vivimos los años iniciales de la Revolución no nos sorprende, por
supuesto, tal comportamiento de ese personaje. Dentro de las investigaciones
que he estado haciendo en los últimos años sobre la historia de la prensa y los
periodistas cubanos, fue ineludible contar pasajes de la vida de Conte Agüero.
Lo hice en un libro titulado “Dígase la palabra moral”, referido a los años 1959 y
1960, que solamente vio la luz digitalmente.
Y me basé, fundamentalmente, en una comparecencia pública de Fidel Castro,
a finales de marzo de 1960, en la cual lo desnudó por completo en razón de
que Conte Agüero, en un espacio diario que Goar Mestre le había abierto en
CMQ-TV, y en las páginas de los periódicos Diario de la Marina y Avance, trató
de clavarle a la revolución el afiliado cuchillo del divisionismo. Enseñando sus
uñas y dientes, quien solía identificarse como “la voz más alta de Oriente”,
planteó entre otras disquisiciones filosóficas la necesidad de salvar la
revolución del materialismo ateo. Trató, en fin, de hacer daño al naciente
proceso revolucionario.
En esa comparecencia, Fidel Castro hizo una pormenorizada semblanza de
Conte Agüero, a quien conoció en la Universidad de la Habana y había
apoyado en su aspiración a la presidencia de la FEU, aunque era de los que
menos posibilidades para resultar electo. “Me pareció una persona inteligente.
Hablaba bien, o hablaba “bonito” y me parecía que estaba bien inspirado (...)
Siempre fui amigo de él, no sé si él fue amigo mío. En aquella época, él era
Luis Conte; yo no era nadie. Él hablaba mucho por radio, tenía prestigio y
siempre mantuve un buen concepto de él”.
Poco antes del 26 de Julio de 1953, Fidel pensó que Conte Agüero podía
desempeñar un papel, hablando por radio, mientras los asaltantes del Moncada
se apoderaban del cuartel. “No estaba en una postura insurreccional, pero, sin
embargo, yo presumí de que si aquella madrugada lo iba a buscar y lo llevaba
hasta el campamento donde estaban reunidos los rifles y los hombres, y le
decía: “En este momento vamos a hacer esta acción. Cuando nosotros
tomemos el cuartel, vete a la estación y lee este papel...” Por razones
emocionales, de amistad o de patriotismo yo creía que él aceptaría asumir esa
función. Cuando lo fui a buscar, en horas de la madrugada, a su casa en
Santiago de Cuba, no estaba, se encontraba en La Habana (...); él seguía
hablando por la misma estación, pero no estaba hablando desde Oriente, sino
desde La Habana”.
Después de los acontecimientos del Moncada, Conte Agüero habló en una de
sus transmisiones radiales a favor de los combatientes asesinados por la
dictadura. Posteriormente, cuando Fidel y otros combatientes están presos en
Isla de Pinos, se constituye en un defensor de ellos. “...nosotros lo oíamos
todos los días cuando estábamos en la prisión, sus editoriales, sus escritos
favorables a nosotros, defendiéndonos. En fin, se había identificado con lo que
nosotros habíamos hecho y nos defendía, lo cual era un motivo de gratitud y de
reconocimiento por parte nuestra (...)”Y también Fidel Castro contó en esa intervención: “De ahí nace aquella
consideración tan especial que yo tuve para él…”
La actitud de Conte Agüero empieza a cambiar después de la salida de Fidel
de la prisión.
“Yo no creía –expresó Fidel—que en Cuba se pudieran resolver los problemas
por las vías normales de las urnas y del voto y de la política. Cuando salí de la
prisión me propuse demostrarles a los demás que tenía razón en eso, de que
no había solución por vía política, y entonces efectivamente hablamos de que
podrían haber soluciones si había tales garantías y tales y tales derechos...
“Los hechos empezaron a demostrarlo a los pocos días. Yo me puse a hablar,
a escribir en el periódico La Calle, por otro lado tenía un programa de televisión
semanal, y por otro lado la hora del Partido Ortodoxo...A los pocos días
empezaron a caer prohibiciones. Cuando voy a hablar por la estación de
televisión, todo el mundo podía hablar menos yo. Hay una mesa redonda, una
discusión, me habían invitado, todo el mundo puede ir menos yo. Se dio el caso
de un tipo de censura curiosísima, porque no se censuraba una estación, un
programa, se censuraba a un individuo. Un tipo de censura invento absoluto de
Vasconcelos y de toda la gente que estaba allí. Fui a otro programa del Partido
Ortodoxo y había una comunicación donde todo el mundo podía hablar menos
yo. Así no me fue quedando nada más que Bohemia y publicar un artículo en el
periódico La Calle, donde escribía de vez en cuando...Pero al fin se decidieron
clausurar La Calle, que era el último que quedaba donde podía decir algo.
Todas las vías para la lucha cívica estaban cerradas y había que conseguir
demostrar lo que era cierto: que cualquier esperanza de solución cívica a la
situación era infundada.
“La tiranía de Batista como parte de su sistema politiquero de siempre, permitía
la oposición, es decir, una oposición suya sola, hecha a la medida de sus
intereses. Lo que no permitiría jamás la tiranía batistiana es que le discutieran
el Poder... En consecuencia, un día hice una declaraciones: dije que me habían
cerrado todas las puertas... Había tenido un acto al que me habían invitado y lo
habían prohibido. Si casi no podía caminar por la calle, y más nada, ni radio, ni
televisión, ni periódico, ni mitin, ni nada, no podía hacer absolutamente nada, y
entonces hice unas declaraciones y me marché. Dije que me iba y que de
viajes como aquellos que emprendía no se regresaba o se regresaba con la
tiranía descabezada a los pies.
“Ya en ese momento, Conte Agüero estaba en absoluta discrepancia con
nuestro modo de opinar. Pensaba que eso era una cosa romántica, errónea por
completo, que la época de los mambises se había acabado aquí para siempre,
que las ideas mías en materia de insurrección eran propias de la época de las
caballerías y el machete. Que era absolutamente imposible, que el camino
correcto era el camino de él.
“A Luis Conte Agüero no lo clausuraban. ¿Por qué no clausuraban a Conte
Agüero, por qué lo dejaban hablar y lo dejaban escribir, y no le quitaban de la
televisión y no le quitaban de nada? Sencillamente porque no constituía ningún
peligro para la tiranía”.
Se produjo el desembarco del Granma a finales de 1956 y el inicio de la lucha
armada en la Sierra Maestra. Los rebeldes habían logrado importantes victorias
y sobrevivido a cuatro ofensivas del Ejército de Batista. El mito de la
invencibilidad del Ejército se hacía trizas. La conciencia revolucionaria del
pueblo estaba en alza en febrero de 1958, tras 14 meses de combates y
sobrevivencia en la Sierra. Entonces, Conte Agüero, en lugar de alentar a los
rebeldes, exhortarlos a seguir la lucha, escribe un artículo en una Bohemia que
sale sin censura, titulado “Carta al Patriota”, donde plantea todo lo contrario.
Entre otras cosas, Conte Agüero dice: “La rebeldía debe detenerse cuando
equivale al suicidio de los rebeldes. Debe ser frenado el heroísmo que no
triunfa y se traduce en muerte y duelo... La muerte es una locura cuando su
función es cebar la tiranía. No hay heroísmo inútil, pero el heroísmo impetuoso
puede ser menos útil que la meditación serena. Meditemos...”
Y le dice al Comandante Fidel Castro: “Tu plan tiene relativo éxito, tus legiones
rigen los turquinos. No obstante, el pueblo no brinda el concurso en el grado
necesario... El régimen no ha podido liquidarte. Tu no has podido liquidar al
régimen. Tienes todas las aureolas de líder; Batista todas las fuerzas del poder.
Crees desafiar la inmortalidad. Batista no decrece en lo esencial de su
autoridad. Existe una potencia moral y un poder real; el poder moral convence
y no vence; el poder real vence y no convence...”
Añade Conte Agüero en esa carta: “La vista se te nubla de rojo y negro como
los colores de la bandera del 26 de Julio. Esas evocaciones son amarras,
rómpelas en nombre del futuro, que si es digna la lealtad a ellas, es más digna
la preocupación por los que van a morir. Piensa que aumentarán las escenas
que te atormentan hoy, y que el luto llevará a otros hogares su negro mensaje:
La vigencia combativa de la Sierra y su influencia sobre el país, constituyen
una amenaza a la autoridad, no una crisis de la autoridad, y por esa amenaza
es muy alto el precio que se paga...”
Se trataba de una carta indignante y traidora, de una carta contra la fe del
pueblo, de una carta escrita para sembrar la duda sobre el éxito de la
Revolución. Conte Agüero pretendió lograr lo que no había logrado la tiranía
tras 14 meses de lucha guerrillera en la Sierra Maestra, tras más de seis años
de lucha popular en campos y ciudades. La respuesta de Fidel Castro a esa
canallesca carta de Conte Agüero fue continuar la lucha armada que diez
meses más tarde se coronaría en victoria del pueblo y en derrota de la
dictadura.
Tras el triunfo, la Revolución fue generosa con Conte Agüero. No le tiró la
puerta a la cara. No lo trató mal. Haber cometido un error como ese de la Carta
al Patriota no implicó ninguna represalia ni acción contra ese periodista. En la
hora de la victoria se presenta como “el mejor amigo de Fidel” y, a título de esa
supuesta amistad, hace gestiones en emisoras de radio y televisión para que le
den espacios para transmitir sus comentarios. Incluso, cuando Fidel realiza una
gira por países de América del Sur, Luis Conte Agüero, en representación de
CMQ, monta en el avión junto con otros reporteros.
Sobre esa gira, Fidel Castro contó en la referida comparecencia ante las
cámaras de la televisión: “...los periodistas que fueron con nosotros pueden ser
testigos todos de unos detalles que son anecdóticos y que tienen de trágico y
que tienen hasta de simpático. Al señor Luis Conte le dio por conversar
conmigo siempre antes de llegar a las paradas, darme información de los
personajes, de los políticos, todo en el avión... Había que escuchar los cuentos
de Conte antes de detenernos... Y cuando yo acababa de pronunciar un
discurso en la Conferencia de Buenos Aires, en Río de Janeiro o en cualquier
parte, ahí estaba Conte, reunido con todos los demás periodistas, que no
hacían más que morirse de risa, diciéndoles: “qué memoria tiene, es un
monstruo... ha repetido palabra por palabra y lo ha dicho exactamente sin
quitarle una coma a lo que yo le dictaba”. Un periodista en el estudio durante la
comparecencia del Primer Ministro acotó que en la Conferencia de Buenos
Aires, todos los periodistas se pusieron de acuerdo para que después que Fidel
terminara de hacer su informe, ir a felicitar a Conte Agüero por lo bien que le
había hecho el discurso.
“Luis Conte en su vanidad –agregó Fidel--, que es una de sus tremendas
pasiones, esta es una pasión en él, el amor a sí mismo, se daba a decir
tranquilamente, pues aquella cosa... Todo el mundo le tenía una tremenda
mala voluntad a Conte Agüero, y por culpa de Conte Agüero todavía estoy
sintiendo la crítica a este señor, de que era un descarado, un oportunista, de
que si fue el que escribió la Carta al Patriota, y yo siempre generosamente
explicando; que no importaba... quizás porque recordábamos todavía los
favores que había hecho una vez...”
En aquellos meses iniciales del triunfo
revolucionario, Conte Agüero, en otro
bajo procedimiento, se puso a
recopilar cartas de Fidel a él y a sus
familiares, cartas privadas, donde se
hablaba bien de él, de lo que había
hecho en los tiempos en que actuó de
forma correcta, e, inconsultamente,
sin tomar en consideración que su
autor era en esos momentos el Primer
Ministro del Gobierno Revolucionario,
se puso a publicarlas. Y, más
adelante, hizo algo aún más
censurable: escribió una biografía de
Fidel Castro y la publicó como libro.
Al respecto, Fidel Castro expresó: “...Y un buen día me encuentro con que el
libro hasta está circulando por la calle. Se trata de la biografía no sólo de un
personaje que está vivo, y de una serie de personas en un proceso, que están
vivas, sino que además esa persona está ocupando el cargo de Primer Ministro
del país, que tiene que tener tacto y cuidado de usar todas las formas posibles
para los que componen la nacionalidad, todos los sectores, para que todos los
grupos que han participado de una manera o de otra en la Revolución, se
mantengan unidos, como ha sido nuestra política...”
La publicación de ese libro fue otra acción divisionista de Conte Agüero.
Falseaba los hechos y el pensamiento de Fidel Castro. Puso en boca del
Primer Ministro conceptos que jamás había expresado como, por ejemplo,
“Abajo la Dictadura, abajo el militarismo, aboguemos por nuestro liberalismo” o
“Machadismo y batistianismo, sinónimos de anarquismo y comunismo”. Según
Conte, los había tomado de unas notas manuscritas por Fidel en el libro
“Poesías completas de Martí”, edición Aguilar, 1953.
A Fidel le extraño aquello pues jamás había tenido la costumbre de escribir
sobre un libro. Pero, no obstante, pidió que le buscasen ese libro de Martí.
Comprueba que no es suya la letra de lo escrito en el libro, y hace los
siguientes comentarios ante las cámaras de televisión: “Un señor que dice ha
recibido tantas cartas mías, y hasta las publica... ¿cómo no va a conocer mi
letra? Y de repente pone pensamientos como míos”. Quien había manuscrito
ese libro de poesías de Martí fue un tal Juan Gómez, quien incluso había
firmado ese libro como expresión de propiedad. Esta acción sucia de Conte
Agüero colmó la copa de la tolerancia.
Frustrado y resentido, el comentarista
pasó a construirse una imagen de
furibundo anticomunista. Y su destino
final fue irse a vivir fuera del país. A
Miami, luego de asilarse en la
embajada argentina en la Habana,
convirtiéndose de inmediato en uno
de los voceros de los nacientes
grupos contrarrevolucionarios
financiados por la CIA. Su voz se
puso al servicio del imperialismo
mediante La Voz de las Américas
(VOA) en los programas denominados
“Cita con Cuba” y “Amanecer
Cubano”; al igual que mediante el
engendro radial de la CIA
denominado Radio Swan; también se dedicó a lanzar infundios
contrarrevolucionarios desde la WRUL de New York.
Para 1964, Luis Conte Agüero se dedicó a servir a la CIA mediante el envío de
mensajes por Radio Swan a los contrarrevolucionarios alzados en el
Escambray.
Y allí, en Miami, ha vivido, más de 50
años, de la industria anticastrista.
Vendiendo la imágenes de que “Miami
es la capital anticomunista del mundo”,
de que Ileana Ros Lehtinen, Bob
Menéndez, Díaz Balart, David Rivera y
otros legisladores son figuras “limpias y
dignas” y que Posada Carriles es “todo
dignidad, todo vergüenza” y que la
Brigada 2506 que estuvo en Bahía de
Cochinos y su presidente Félix
Rodríguez, otro terrorista ex agente de
la CIA, “brillan sin parpadeos”.
Aunque nuestra juventud y la mayoría
de nuestro pueblo no oyó hablar nunca
de Conte Agüero, lo dicho es suficiente
para que puedan identificarlo como un
rostro de la falsedad, la maldad y la inmoralidad.
Y gente como él son los que sueñan con volver a instaurar el capitalismo y el
dominio imperialista en Cuba, en fin todo el pasado de oprobio, desvergüenzas
y esclavitud.
Descargar