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sido bien acogeos por Rosas , quien desde luego los adm itió a
una conferencia particular. El 16 de M a jo, el com odoro ingles
sir Thomas Hebert , que había acompañado a Buenos-Aires al
enviado de su nación, se dirigió á Montevideo á bordo del vapor
Firebrand para proponer un armisticio entre las tropas de O lib e
y la guarnición de Montevideo mientras se adelantaban las ne­
gociaciones: el armisticio ha sido aceptado , y se cree que en su
consecuencia se resolverá levantar el bloqueo. ( Globe.)
G R E C IA .
Atenas 16 de Julio.
El diario Amaltea anuncia que Mr. Mussurus volverá á
Atenas sin ser invitado antes por el Gobierno griego, y que a
su llevada no hará la visita de costumbre a Mr. Colletti : por
último , que no se hara mención alguna de lo o cu n id o en el
p-, tarín Real el 13 de Enero. Pasado cierto tiempo será llamado
Mr. Mussurus por su Gobierno, entregara al Rey Othon sus ta r­
tas de despedida , y pedóá sus pasaportes. ( Gac. de A u g sb .)
ITALIA.
R oma 22 de Julio.
Ya por fin se ha restablecido la calm a: únicamente b» guer­
ra de pluma es la que continúa. Las paredes se cu bien de car
teles, cuya mayor parte contienen vindicaciones de las p e o n a s
acusadas de haber tomado parte en la conspiración. Al principio
M a s vindicaciones cían en extremo políticas y llenas de lisonjas
id jmeblo romano y á Pió IX .; mas puco á poco han tomado
otro tono , y ya no se limitan á dirigir reconvenciones al pue­
blo romano por haber dado fe á tales calumnias o co n tiibuido á esparcirlas, sino que se reta para que se presenten prue­
bas legales de tales acusaciones que aseguran no existir.
13
{Gac. de A u gsb .)
FRAN C IA .
P a ris 2 de A g o sto .
Escriben d “ Viena (Austria) en 27 de J u lio :
Continúan los armamentos contia la Italia. Ha salido de es­
ta y de Grata un material consid» rabie de aitilleiía de campaña
con municiones de gueira. {(tac. de A u gsb .)
Se lee en el Diario de Roma del 21 de Julio:
El movimiento operado por las tropas austriaeas para refor­
zar la g u a r n i c i ó n de Fcrraia ha dado ocasión al rumor espar­
cido en las provincias, y aun en esta capital, de que se pre­
paraban á penetrar en- el •territorio pontificio.
Tenemos la satisfacción (le que tales rumores carecen de fun­
damento, poique de declaraciones diplomáticas que nos merecen
Ja mayor confianza resulta que, cualesquiera que sean Jas apaiieneias, ninguna alteración se hará en el estado de cosas man­
tenido desde 1615 hasta el dia con arreglo al art. 103 del tra­
tado de Viena, en el que se expresa que S. M. 1. R. y Apos­
tólica y sus sucesores gozarán del derecho de mantener guarni­
ción en las fortalezas de Feirara y de Comucchio.
El mismo Diario dice que Su Santidad se ocupa de nombrar
los Diputados de las provincias con arreglo á la circular de 10 de
A b ril, y que la reunión de los Diputados se verificará eu Roma
el 5 de Noviembre próximo.
Se ha concluido la redacción del reglamento de la guardia
cív ica , tanto para Roma como para las provincias, y en breve
verá la luz pública. ( Debats.)
— fCómo es eso! repuso Chicot.
— ¿Pues no habéis manifestado deseos de que fuese un men­
sajero al lo u v r e ?
— Habia elegido al efecto al hermano Panurgo, observó G o renflot.
— ¡A h ! ¡Qué torpe soy! dijo Borromeo dándose un golpe en
la frente: habia creido que era Santiago el encargado de esa co­
misión.
Chicot arrugó el en lreeejo; pero el pesar de Borromeo era
al pare«er tan sincero y natural que le pareció ciuel echarle el
menor regaño.
— Esperaie , respondió , hasta la vuelta de Santiago.
Borromeo se inclinó frunciendo el gesto.
— A propósito, d ijo , se me olvidaba anunciar al reverendo
padre prior , y aun para eso he subido , que la dama descono­
cida acaba de llegar, y que desea le concedáis audiencia.
Chicot prestó la inayor atención á estas palabras.
— ¿Esta sola ? preguntó Gorenfiot.
— Con un éscudtro.
— ¿E s jov en ?
— Eu e fe cto, aun pareep joven , murmuró el tesorero.
— Amigo niio j obsei vó Gorenfiot acercándose al falso R ob er­
to B iiq u rt, ya comprendes....
— Sí , si , comprendo bien y te dejo , replicó Chicot : quiere
decir que aguardaré en otro aposento ó en el claustro.
’ — G racias, g ra d a s , querido amigo.
— De aqui al Louvre hay mucha distancia , caballero, dijo
el hermano Borromeo , y el hermano Santiago puede acaso tar­
dar mucho , y mas si atendemos á que la persona á r u jo lado
le enviáis no se detei minará tal vez á dar una carta tan un
portaide á m í joven.
— Esa reflexión viene demasiado tarde , hermano Borromeo.
— ¡O h ! Como nada sabia
Si se me hubiese confiado....
— Basta, basta: iré pi.coá poro hacia Chaienloii, y el men­
sajero , sea quien fuere , me eneoutturá en el camino.
Y diciendo y haciendo se d iiigió hátia la esraleia.
— No vayáis por ahí , caballero , os lo suplico , dijo viva­
mente B orrom eo, porque la dama desconocida sube por ese lado,
y desea no encontrar alma viviente.
— Teneis razón , dijo Chicot sonriéndose , bajaié por Ja es­
calerilla.
Y «utró por una puerta que comunicaba con un gabiuetc
nt prior.
NOTICIASNACIONALES
M elilla 2 2 de Julio.
El 14 entre nueve y diez vió el vigía que los moros estaban
trabajando para poner uu canon y hacer fuego á la plaza; á po­
co entraron dos confidentes y manifestaron que Ábd el Kader,
que ya sabíamos estaba próxim o, hubia regalado unos sacos de
pólvora á los gu ardias del campo para que hicieran fuego á
la plaza , y que para lo mismo había mandado un oficial y 12
hombies de sus tropas.
El gobernador de la plaza dio orden al comandante de a rtilleija de que se les hóiera luego á disciecion , y con especia­
lidad de proveedles huecos, cuya oíd en se empezó á cum pli­
mentar al mom ento, arrojándoles 11 bombas de á nueve arro­
bas y algunas balas rasas de a 24 al punto donde trabajaban.
A l..s cinco ya tenían colocado el canon, .hicieron dos dispaios,
(jije no causaron daño: cesó el fuego de dios y lo mismo el
nuestro hasta las nueve de lá noche que se les inundó otra
bomba á Cabreriza, ú n óo pueblo que tier.éu en e>te teiritorio
inmediato y á la vista de
plaza. A la .mañana siguiente hi­
cieron dos disparos, á los q u e con (ésto la plaza con bastante
a eieilo: por la tarde püsietou bandera de parlamento y se h s
concedió.
.
Entiaion luego dos del campo, acompañando á un capitán y
un escribano del ejército de Abd e l-K a d e r; pUsaioxi á lá casa del
gobernador, y luego los acompañó un ayudante de plaza á cum prar calé y azúcar, que llevaron al campo. Por la mañana vol­
vieron los mism os, hicieioii mayor compra que el dia anteiior,
y por la tarde se presentaron acompañados de un coronel y otro
que también decían.ser oficial. Salieron aquella ínfima tarde al
cam p o, y volviendo por la mañana, trajo el coronel la noticia de
la aproximación de A bd-el-K ader.
Efectivamente ¿ se pie*euló el famoso gu errero, quien inm e­
diatamente echó á hs moros de las inmediaciones, haciéndoles al
mismo tiempo retirar el canon.
El 17 al medio dia se divisó la escolta qiie traia el Sultán
que ellos llaman , que desfilaba dej modo siguiente: cuerpo de
caballería, precedido de su estandarte, abría la marcha; seguia
otro estandarte á la cabeza de la infantería; marchaba en dos tilas,
y cerraba la marcha la caballeiía. Toda esta fuerza, que era de
1000 caballos y 500 infantes, se acampó en las inmediaciones de
la plaza, sin órdeu ninguno, viniendo unos a los lusos y puntos
mas próximos de los fuertes donde había guardias, y los de ca ­
ballería empezaron á bañar sus caballos á medio tiro de fusil. A
pesar de estar el gobernador y demas gefes y oficiales dt 1 tercer
batallón de Afiica dispuestos, y <n lo exterior de la fortificación,
para recibir al Sultán., no vino aquella tarde por haber llegado
bastante cansado: desde aquella hora la entrada en la plaza era
libre paia todos los que venían á ella , demostrando mucho agra
decimiento por la generosa acogida que les dispensaban los espa­
ñoles. A la mañana siguiente, sobre las nueve, fue ( liando el
guerrero A bd-el K ader, acompañado de 8 caballos, vi; o casi á
las puertas y conversó con el Sr. gobernador á presencia de los
oficiales y una numerosa conrutrencia de toda clase de perso­
nas que deseaban verle: la eonfeiencia fue corta y de cesas ¡n Idifeveutes por medio del intérprete frunces que acompañaba á
dicho personaje. Los moros d e este campo trataron de impedir
que viniese á la plaza; pero tomó algunas medidas y se contu­
vieron, pues á su vista fue la entrevista que tuvo con el goberhador.
A bd-el-K ad er es de alta estatura , color b lanco, ojos tristes,
pero de mirada penetrante, su barba negra y poblada, su traje
era sumamente sencillo é igual á casi todos los de los moios de
su ejército: consistía en un jaique b la n co, un manto del mismo
color y sin v u elo, con capucha y trencilla de seda por (filante
de la pechera , de modo que son idénticos á los que usaban los
frailes de Santo Domingo , turbante blanco y el jaique cubrien­
do por una punta la cabeza , zapato negro y escotado, sin media
de ninguna dase y descubierta la pierna hasta la rodilla ; los de
su escolta llevaban todos escopetas , y d solo dos famosas pisto­
las guarnecidas de plata y puestas en unas grandes fundas de
— Y y o , repuso B orrom eo, voy á tener el honor de introdu­
cir á la penitente en la estancia del reverendo padre prior.
— Eso , eso , replicó Gorenfiot.
— ¿Sabéis el ca m in o, Sr. B riquet? preguutó á este B or­
romeo.
— Perfectamente, respondió Chicot desapareciendo en el ga ­
binete.
A continuación de este habia otro aposento , y al fin de él
estaba la escalerilla secreta.
Chicot no había mentido ; conocía el camino , pero quedó
desorientado en el aposento.
Y esto consistid eu que habia sufrido una variación com ple­
ta desde la última visita de Chicot ; las paredes estaban cubier­
tas de arm as; las mesas y consolas, de sables , espadas y pisto­
las ; en todos los ángulos se veiau montones de mosquetes y de
arcabuces.
Chicot se detuvo un instante en el aposento , porque tenia
necesidad de letlexiunar.
— Me ocultan á Santiago, me ocultan á la dam a, me hacen
sal r por escaleras secretas para qué quede expedita la principal:
to o esto quiere decir que desean afi jatme de esas dos personas.
Ahora b ien : eu buena estrategia debo hacer piecisainenté lo
contrallo de lo que quieren que haga.
En consecuencia, aguardaié á que llegue Santiago, y me co ­
locaré de modo que pueda ver la dama misteriosa.
¡H ola! ¡hola! He aqui uua cota de malla flexible, fina y de
un temple soberbio.
Y levantó la cota para examinarla.
— Precisamente, prosiguió diciendo, buscaba yo una que
fuese tan lina como una seda ; esta es demasiado estrecha para
el prior, y cualquiera diria que se ha hecho para m í: la tom a­
re por lo tanto prestada á D. M odesto, y se la devolveié cuando
concluya mi viaje.
Chicot acomodó al punto la cota debajo de la ropilla , y ape­
nas habia ajustado la última agujeta, cuando apareció Borromeo
en el umbral de la puerta.
— ¡O h ! ¡O h ! Ya vuelves otra vez
murmuró C h ico t; pero
llegas un poco tarde.
Y cruzando sus largos brazos é inclinándose hacia atrás, hi­
zo Chicot como que admiraba los trofeos de la habitación.
— ¿Busca el Sr. Roberto Briquet alguna arma
con velióle? preguntó Borromeo.
quo pueda
terciopelo encarnado con bordados de oro. Lo demás de su ejer­
cito, muchos llevan fusiles y carabinas francesas, y otros escupe*
tas de mas de tres varas de largo ; la infantería viste en gene­
ral de calzones ó zaragüelles y jaique suelto , pareciéndose en vm
todo á la facción valenciana , con la manta y fusil : su color era
sumamente moreno , conociéndose por ello que es gente que vive
errante y que está aclimatada á toda fatiga, llevando en esta
parte una gran ventaja al soldado francés.
El coronel que vino primero á esta plaza continúa en casa
del gobernador con otros cuatro; son varias las veisiones que se
dan á su estancia , y asi no me aventuro á decidas pira no e r ­
rar: cuando se aclare mas este raro caso y haya proporción de
buque (para esta plaza que nos visitan de tai de en tarde) coneluire de comunicar el r< s o lla d o , pues h o y , de resultas de 1*
variación de viento, va á salir un falucho y no quieto se retrae
esta.
Nuestros soldados comieron y fumaron con los de Abd-elKader eu la línea y estacada , diciéndoles M o s que con el crLtLiio e*panol no queriau guerra y sí ser amigos. {& s¡k)
Barcelona 4 de A gosto.
El o i de J u lio pasaron por ¿Moró 1) unos , 150 face fi so* aj
mando de Gri'set y otros cabecillas. En la noche del citado (fi*
3 1 al 1? del actual fstuvifidn en Santa Oliva unos i 2 á 13, ca­
pitaneados por un tal M irá is, del mismo pueblo, y en la i ocle*
del 1 al 2 se presentó la facción en La Bisbal, donde m» hallaba
un destacamento de IB ó 20 individuos pertenecientes al cuerpo
de seguiidad pública v unos 10 soldados de infaúteiía al m uido
de uu oficial de aquel cuerpo. Borjes, que mandaba los icbeldes , hizo pegar fuego á d<*s tasas contiguas á la íorúü ada eu
que se hallaba el refeii lo destacamento , é intimó la rendición
al mismo con promesa de salvar la vida á los que lo componi-m
si la veiiücabon , y de no que serian pábulo de las llamas ; pero
este se defendió poí* é pació de cuatro ó cinco horas con un fue­
go bien sostenido, de cuyas resultas se dice salió le ido leve­
mente el cabecilla Pan Mane y algún otro de la facción , la
cual tuvo que desistir y retirarse entre seis y siete de la m a ñ f
na con el escarmiento que se lleva indicado. Mas corno el dcst. •¡Carnéalo acabó las municiones y cst.ibu expuesto á uu nuevo a ta ­
que, á eso del medio dia se retiró al Vendrell. Por la la de v >1 •
vió la facción á La BLbal, derribó la casa fu cile y desputs pasó
á Albiñunu. {F om .)
Sevilla 5 de A gosto.
Nuestros corresponsal ■* de Utrera y Marehería nos diveo,
el p;im ero que el tiigo corre en aquella villa de 5o á Gt) i>., la
cebada de 29 á 51, las habas a 3 2 , y que los garbanzos no li ­
neo precio fijo aun; añadiéndonos que la co echa en general
puede calificarse de legular , siendo el precio del aceite de 36
reales.
El s gundo no nos fija los precios; peí o sj nos dice que estan com o en el mercado de esta capital , > que la cosecha, ge­
neralmente hablando, ha sido también i e g id a r, exceptuando los
cortijos que han producido mucho utas que lo que se f-spe aba.
{ D , de S*)
M A D R ID 9 DE A C O S T O .
CAJA DE A H O R R O S D E M A D R ID .
Domingo 8 de A g o sto de 1 8 4 7.
R*. vn.
Han ingresado en este dia , depositados por 778
individuos, de los cuales los 34 han sido nue­
vos imponentes. . . . . * ..............................................
Se hau d evu elto, á solicitud de 4Ü interesados.
45,669
56,053
Mri,
25
El director de semana ,
Diego del Rio.
— ¡ Y o , amigo m ió ! contestó Chicot. ¿ Y para qué quiero)®
el arma?
— ¡O h ! cuando uno sabe servirse de ella con tanto acierto. ..
— Lo principal es la teoría , qneri lo hermano; la b oída es el
todo: un pobre paisano como yo puede conseivar a l g u n a firmeza
en sus biuzos y piernas; pero lo que le falta , lo que le filia;;»
siempre es el coruzon de un soldado: el florete no se encuentra
del todo nial en mi m «n o; pero podéis creer que S a n t i a g o ruó
haria huir desde aqui á Cbarenlon con la punta de *11 espada.
— Puede ser, contestó Boíl orneo medio convencido por oblo*
no natural y sencillo de C h icot, quien en honor d^ la verda l,
debe d n irse que se manifestó al punto inas jo ro b a d o , mus to r­
cido y mas bizco que nunca.
— Adem as, añadió C h ico :, ’ me suele faltar la respiración , y habréis reparado qüe apenas puedo atacar á mi contrario . por­
que mis piernas son execrables, lo cual constituye mi mayo defecto.
.
;
— Debo haceros observar sin embargo que ese delecto es mu­
cho mayor para viajar que para batirse.'
— J A h ! ¿Con qüe sabéis que viajo? replicó Chicot con indi­
ferencia.
— Panurgo me lo ha dicho , contestó Borromeo pon¡én(lo.vcr »
encarnado como la grana.
— Pues no deja de ser graciosa la ocurrencia , porque no me
acuerdo de haber dicho tal cosa á Panurgo; pero eu ti ti, (\so
importa poco y no tingo necesidad de ocultarlo. S í, hermano
m ió; voy á emprender uu viaje hacia mi pais , eu el cual po>PO
algunos bienes.
— ¿Sabéis , Sr. B riq u e t, que vais á honrar mucho al herma­
no Santiago?
— ¿H aciendo que me acom pañe?
'
i—^ í , y haciendo que vea al R ey.
— O á su ayuda de cámara , porque es probable que Santia- 1
go nó llegue á la estancia del primero.
— ¿Con que teneis relaciones en el L o u v re ?
— ¡O h ! Muchísimas; com o que soy quien abastecía al Rey y
á lo» jóvenes señores de la corle de medias negras.
— ¿ A l Rey ?
— Ya era parroquiano mío cuando solo se llamaba duque de
Anjou. A su vuelta de Polonia se acordó de mí , nombráwdwttó
abastecedor de la cprte.
— Teneis un magnífico conocim iento, Sr. BriqucU
t
— ¿C u á l? ¿ E l de S. M .? {Se con tinu ará )
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