AÑO XVII NÚM. 9.» MADRID 7 DE MAPZO DE 1899 PBECIOf DE SUSCRIPCIÓN CONDICIONES Redacción y Administración D i u í i í f í ' l " ' ' ^ P " " " ' " " ^ « t r e , - E n Piovincias tspañolas io._Rev i i i r ; . . / ; V r " ' " " ° * ' ' " ' » "Mtal, » pesos trimestre.—Estados, Pro rucias o Dtpartamentos « - t o trimestre.—Número suelto i peseta CALLE DE SAN MARCOS, 3, BAJO Est ilustración se publica los días 7, 14, 13 y 3o, dándose tam bMa figurines.—Suscripción adelantada. CLOTILDE PERALES, PRIMERA TIPLE DEL TEATRO DE APOLO 98 EL ÁLBUM IBERO AMERICANO SUMARIO T E X T O : Crónica parisiense, por Antonio Ambroi.—Gente conocida, por B. García M\IT. —Pequeñas industrias, por Carlos Ossorio y CaWndo.-Portugueses célibres, por Tello Téllez. —La mujer (continuación), por R. de la Huerta Posada.— Cuentos brevts: La pantera negra, por Miguel Provins.—£¡ juramento, por Miguel Sánchez Pesquera.—l/ási'caJ»/a iV<2/ a r a / í z a , por Maximiliano Hardisson Espou.—Sr. Director del ÁLBUM IBERO AMEKICANO, por T'burcio Navas Pérez— Cantares, por José Yrxíe\i. — VarieJadet.-Nuestros grabados. por La Rtáícción.—Nota fúnebre.—Anuncios GRABADOS: '.lolilde Perales, primera tiple del teatro de Apolo. - Un día de caza en Olmedo.—Marina, por Carcedo.— Aprendiendo á rezar.—Una valenciana.—Ei emperador Carlos V presentando á Francisco I la duquesa de Alencón.—Tipos populares: la castañera. CRÓMICA P_ARISISNSK Los fuaerales.-La viuda y 1» huérfana.—El incidente De- rouléde. —Nada.—Modas. ^OK Última vez quise saludar aquel que se llamó Félix Faure, y atravesé los salones enlutados, cuyas estatuar estaeir¿-% ban cubiertas con sombríos crespones. Un público numeroso desfilaba silenciosamente ante aquel severo catafalco, mientras á lo lejos oíanse los lúgubres graznidos de unos cuantos cuervos, anidados en los jardines del Elíseo, pajarracos menos avisados que los gansos del Capitolio y más tétricos que los pavos reales amados por Carnot. El cadáver de Félix Faure ya es el segundo que ha visto partir para la tumba este Palacio del Elíseo, magníficamente decorado con sus ne graa y plateadas colgaduras; los demás presideatee sólo pasaron por allí: á él trajeron el cuerpo bárbaramente mutilado de Carnot; sólo Félix ha muerto en aquellos salones. La historia tiene á veces muy treatrales aspectos. Este Paria, cuyas ventanas ostentan hoy millares de banderas á media asta, envueltas en negras gasas, cual lazos de crespón en las espadas; este París respetuoso y descreído, mira como por una antítesis eterna, los pelados árboles de BUS avenidas cubiertos con una cabellera multicolor de las serpentinas y por esas calles aún tachonadas de confetti, desfila el imponente y fúnebre cortejo del primer magistrado de la República . Acá y allá, en el fondo de los alegres anuncios cromolitrográficos, las figurinas de Pal y de Chéret amarillas como el oro y azules como el cielo, destacándose atrayentes, llamando al público, indicándole la próxima veglione de la Opera. Y el cortejo marcha leiitamente y la muchedumbre llora ó admira y los carteles anuncian . los bailes de máscaras. He ahí el símbolo de nuestra vida moderna: las más rudas pruebas podrán abatirnos un efímero minuto; pero el espíritu necesita espansión: los parisienses que hoy vierten una lágrima sincera, reirán mañana locamente allá en el suntuoso foyer de la Opera y, como dijo el otro, no solamente el baile sino la bacanal podrá continuar. dolor de una esposa y una hija, obligadas al melancólico abandono de aquel palacio, lleno de piadosos y eternos recuerdos. Muchas veces se ha dicho que la señora de Faure, mientras el Congreso de Versalles hacía de su esposo el elegido, rezaba fervorosamente para que tal honor se alejara; la buena señora llegó al Elíseo sintiendo las intimidades perdidas, con los presentimientos de un corazón sensible y, á pesar de su elevado rango, siguió siendo una mujer sencilla y buena. Lucía, la hija del Presidente, ha cobrado más relieve rodeada de tantos esplendores; pero débelo á su inteligencia y sobre todo á su actividad moral y á BU amor por los pobres. Por algo ha podi. do decirse que la hija formaba el corazón del padre. Por eso mimo, ¡cuan dolorosa esa salida de un palacio que se halla ligado con tantas f atalidadesl Por mucho que desdeñemos las cosas, sin creerlas ni adoptarlas; esas cosas nos mecen, pene tran en nuestra vida, reaccionan y cuando teñe mos que separarnos de ellas el dolor despierta nuestro cariño. Separarse de aquello en que vivió un ser querido, es perderle segunda vez. Ahora que la viuday la huérfana han franqueado definitivamente aquellos dorados umbrales, ]qué cruel sensación de verdadera soledad, qué silencio y qué amargura de haberse visto forzadas á dejar allí todo lo que hubiera sido altar del culto de una memoria imperecederal ¡Pobres mujeres! Constantemente BU fiel pensamiento verá la mesa aquella donde él trabajaba, aquel canapé que le recibió expirante, la sala donde murió, todo, todo ío que vivió con el esposo y con el padre, todos aquellos recuerdos que ya están lejos de ellas, sin haberlos podido guardar para presentarles piadosa y filial adoración. Todo aquello, de que hasta los más obscuros y modestos pueden disponer para consuelo, para engañar al dolor, les está prohibido á ellas. Otros pueden guardar el sillón donde dormitaba el ser queridoen las veladas de invierno, el vaso donde bebía, y hasta pueden buscar su imagen en los espejos del comedor; para ellas ni aun ésa; salen del Elíseo como expropiadas de sus más queridos recuerdos y sin más derechos que á llevarse BU dolor. Este aspecto moderno de las grandezas es verdaderamente desconsolador y, á buen seguro que la madre y la hija, envidiarán mil veces el hogar tranquilo de aquellos que nada hicieron por la patria, de los que pudieron vivir y morir en su casa. # « Del incidente Derouléde, ¿qué diremos? Al detenerle hizo el general Roget lo que le ordenaba BU deber; pero Paul Derouléde también ha creído cumplir con el suyo. Para establecer, si se trata de un complot en un acto puramente personal, haría falta toda la gran Todas las grandezas representativas, de quién habilidad de Maquiavelo. Nosotros creemos que se trata sencillamente fué nada menos que Presidente, quedan hoy rede una exaltación, de una demencia, un moviducidas á una humilde tumba de familia. Algunos se preguntarán dónde flota el espíritu miento de un patriota capaz aun de cometer del honrado Faure, otros pensarán que todo ha locuras. El episodio, pues, puede calificarse de infantil. terminado estúpidamente allá en las obscuridaSin probabilidades de éxito, querer llevar á des del sepulcro; pero todos verán con pena al t . un general y á sus tropas al Elíseo, salvar la República é imaginarse que las instituciones, el parlamentarismo y el Gobierno se hallan á la disposición de una semejante improvisación, eso sería pensar que Derouléde es más poeta de lo que pensábamos. Su acto es un testimonio de algo heroicamente simple; pero por muy fantástico que nos parezca este incidente, los poseedores de la fuerza pública deben comprender que corresponden á un algo también en el país. No hace falta llegar hasta el presuntuoso y teatral, .saíuemos ¡a Francia para comprender fácilmente que la República es aquí una dama con tres maridos y que nunca como ahora podremos decir aquello de todo Msídrid lo sabia, todo Madrid menos él. •« Cada vez se afirma más el éxito de la doble falda, Pero no se trata de aquella doble falda, género Imperio, ni de aquella polonesa que tanto se usó. No obstante, hay un estrecho parentesco entre las formas de aquel tiempo y las de hoy; la diferencia consiste solamente en lo muy ceñido del alto y en la gran amplitud del bajo. Por consecuencia, si queréis ir á la moda do mañana llevad una falda como acabo de indicar y no olvidéis que las mangas no deben tener hombreras y han de ser muy largas y muy planas. Se lleva mucho la corbata con cuello blanco de hombre. Hácense aquellas con una cinta de gro, número 12, de un metro á un metro cincuenta de largo y plegada en dos en el nudo. Se llevan como siempre los boleros, hechos coa paño igual á las faldas, y sirven para remplazar la chaqueta, hechura sastre. Dos trajes, para acabar, vistos en una reunión musical: Falda princesa, terciopelo negro, con puntilla blanca y lentejuelas de jaspe. Cuerpo muy ceñido, descolado y adornado como la falda. Otra falda de muselina color rosa sobre tafetán rosado también; con incrustaciones de satén rosa formando hojas. Una imitación del traje que llévala Réjame en Georgette Lemeanier. ANTONIO AMBROA. P i r i s 4 de Marzo de 1899. G E N T E CONOCIDA DON EDUARDO DATO ATO no es político que pertenece á ningún tiempo de los señalados por la historia. Esto tiene en abono de s o edad. Posterior su intervención en la vida pública á los sucesos septembrinos—antes se decía revolución,—aparece en el campo conservador muy entrada la restauración, cuando política y socialmente no se ansiaba nada y faltaba como hoy todo. Por eate motivo alcanza más relieve su figura, pues habiéndose desenvuelto en tiempos bonan cibles y tranquilos y, por consiguiente, nada abonados para hacer grandes avances en la esfera pública, ha conseguido un* consideración y 99 EL ÁLBUM IBERO AMERICANO tes de España, y en él se ventilan los asuntos de mayor monta. Como hombre de administración quizá no tenga par. En este sentido cuanto se diga y encarezca difícilmente se llegará á la realidad, ni aun recordando su notable gestión (injustamente censurada por cierta prensa) como Alcalde de Madrid, ni Jos importantes servicios que como Consejero primero, y Presidente después, ha prestado y presta á 'a poderosa Compañía de los ferrocarriles del Norte de España. Gijón, su pueblo nata', (nacióen 1843), débele, á más de 'a gloria que su nombre proyecta, gran parte del desarrollo fabril y comercial que hoy goza aquella hermosa vil'a, y muy especialmente la importante obra del puerto del Musel, en conseguimiento de la cual ha dedicado el Sr. Rodríguez San Pedro, por espacio de muchos años, no sólo su talento y positiva influencia, sino también no escasa parte de su fortuna. UN DÍA DE CAZA EN OLMEDO un noiiiDre que quizá no haya alcanzado ningún político de eu tiempo. Cierto que los t-uceBos del Ayuntamiento de Madrid, y que motivaron la memoria conocida por 8U nombre, dieron gran notoriedad á su persona; pero edto no hubiera bastado á sostener su fama ante la opinión ei el Sr. Dato no fuera un político de positivo valer, un abogado notable y un orador distinguido. Otra cualidad posee; no es enemigo ni adversario de nadie: podrán otros serlo de él, pero á nadie considera como tal. Eso da la norma de BU conducta, fielmente retratada en la afabilidad de su carácter. Instalado en M>.drid defde sus tiempos de es tudiante (nació en la Corana en 1856), abrió bufete á poco de terminar la carrera, y los veintidós años que lleva ejerciendo puede asegurarse que han sido una sucesión de triunfos, algunos tan importantes como los obtenidos en la defensa del juez Sr. Zapata en la causa del testamento falso, la absolución de la Duquesa de Castro Enriquez y el proceso Villodas, asuntos de triste notoriedad, y que el Sr. Dato defendió por excepción y por compromiso, pues sas habituales trabajos forenses son de carácter civil. Ha desempeñado diversos cargos en el Colegio de Abogados y en la Academia de Jurisprudencia, habiendo intervenido con la competencia que le es notoria en algunos Congresos jurídicos. Desde las Cortes de 1884, que figura en el Parlamento representando el distrito de Murias de Paredes, no ha dejado de intervenir en cuantos debates y cuestiones importantes se han suscitado y siempre con aquella fortuna y autoridad que le prestan su saber y palabra. En 1892 fué nombrado Subsecretario de GobernaciÓD, época en que tuvo lugar la cruzada contra Jas inmoralidades de nuestro Municipio, y cuyo término fué la dimisión que presentó de BU cargo, por estimar que todos sus desvelos y cumplido trabajo sería—como fué—inútil, dado que hubo empeño en considerar aquella cuestión como política, frase que en el arte de los convencionalismos en que vivimos significa i'npuniiad. Siguió al Sr. Silvela en su disidencia, de quien es fiel devoto, siendo hoy dentro del [par- tido conservador, y aun podríamos decir fuera de él, uno de los políticos de más porvenir. Forma hoy parte del Ministerio Silvela en el departamejito de Gobernación. DON FAUSTINO HODRÍGUEZ SAN PEDRO La ignorancia y la envidia, con todo su cortejo de insulseces y pedantería, han querido mofarse de las cualidades oratorias que posee este ilustre hombre público. Cierto que el 8r. Rodríguez San Pedro no es uno de esos oradores de palabra rápida y brillante que deslumhran y cautivan. Hombre de carácter serio é intensamente reflexivo, serio y reflexivo es en la expieión, reposo de palabra, que unido á su profundo saber y atinado discernir, hacen que sea considerado no sólo como uno de nuestros más grandes razonadores, en todo el alto aprecio de la palabra, sino también como uno de loa políticos contemporáneos de más valía. Reflejan su especial modo de ser, su ninguna vanidad, quizá su ninguna ambición y su patente modestia, positivamente en discordancia con el fuero que su persona requiere. Examinado como jurisconsulto, no cabe señalarle lugar; cualquiera entre los primeros es el merecido. Su bufete eí uno de los más importan- Su nombre a\ arece en 'a política siendo diputado en las Cortes de 1870, cargo que ha desempeñado en feis Parlamentos sucesivos, habiendo intervenido en las cuestiones financieras, y muy singularmente en los debates y cuestiones antillanas. Su filiación ha sido siempre la política del partido conservador, en el Gobierno del cual esperan á nuestro biografiado días que pondrán á prueba, en alto lugar, sus dotes de hombre probo y de talento. DON ANDBÉS MELLADO No hay duda que para el Sr. Mel'ado se acerca la hora de las recompensas, y no decimos de apreciar su valor personal, porque éste ha tiempo está reconocido. Es indicio de aquella aseveración la circunstancia de hacer un año que ha abandonado el periodismo, en cuya labor (veintinueve años consecutivos) ha alcanzado fama envidiable y notorios triunfos. Es fenómeno muy corriente que la fortuna política del periodista español estribe generalmente en la oportunidad de abandonar la profesión, esto es, en dejar de ser servidor para pasar á la legión de los servidos. En sus tiempos de estudiante (cursó 'as carre- MARINA, por Car cedo 100 ras de Derecho y Filosofía y Letras) figuró el se ñor Mellado en el grupo de los Socatülos, varios de los cuales fueron más tarde el gran poeta lírico Sánchez de Castro, el Duque de Almenara Alta, poeta ilustre; Blanco Asenjo, autor dramático; el Marqués de Cerralbo, cuyos méritos literarios se sobreponen á lo3 del hombre político; el Marqués de Villa Huerta, D. Carlos Maltrá y D. Manuel de la Revilla, uno de los más grandes críticos de nuestro tiempo. El movimiento revolucionario del 68 lanzó á todos á la política, pasando toda aquella juventud á los partidos extremos, como es corriente en tales edades. Los menos militaron en la escuela ultramontana y los más, como nuestro biografiado, figuraron en las ñlas más avanzadas de la revolución. Mellado fué muy amigo de Castelar, amistad que motivó que escribiera al principio y dirigiera máí tarde Li Igadldai, uno de los periódicos más fogosos de aquel tiempo, especie de evangelio de las masan, y que determinó en el período del 72 al 73 varios movimientos insurreccionales. Los desastres y la anarquía, cuyas consecuencias y tristes recuerdos no se han borrado aún, impulsaron á nuestro personaje á las ideas de jorden firmemente mantenidas por el Sr. Castelar, y tuvo, como el ilustre tribuno, el suficiente valor para oponerse y refrenar las tendencias del periódico, de que además de director era copropietario, hasta 9l extremo de perder de 20 á 30.000 electores en dos meses, perjuicio que había previsto, pero que estimó preferible al halago de las muchedumbres, que pedían las soluciones más demagógicas. Iniciados en el referido periódico algo después los tonos más revolucionarios, dimitió, separándose en unión del notable escritor D. José Gutiérrez Abascal (Kasabal). Protestó contra el golpe de Estado del 3 de Enero, entrando años despué? en El Irnpa,rcial, en modestísimo puesto, según su frase, y desde el cual y sin solicitarlo llegó á dirigirlo por espacio de diez años, hasta que fué nombrado Alcalde de Madrid, en cuyo desempeño mostró sus singulares aptitudes. Es autor de la ley que lleva su nombre, y en la que se prescribe que ningún ciudadano puede ser reelegido concejal ein haber transcurrido cuatro añus de haber desempeñado este cargo. No ha ocupado ningún puesto retribuido, y además de Alcalde de Madrid ha sido Vicepresidente del Congreso y tres veces Presidente de la Comisión de presupuestos, habiendo sido uno de los factores más principales del presupuesto del Sr. Gamazo. Es diputado á Cortes desde el año 1881, Cuando la formación de la izquierda, se asoció á ese movimiento por estimar que aquella política era la única que podía consolidar los grandes principios del derecho moderno dentro de la monarquía restaurada. Durante seis años dirigió Za Correspondencia, de Espma, transformándola por completo, si bien respetando la base con que la había establecido su inolvidable fundador, el Sr. Marqués de Santa Ana. Un año lleva retraído de la prensa y dedicado á estudios literarios é históricos, y especialmen- EL ÁLBUM IBERO AMERICANO te á los anales y costumbres de la Roma de los Césares en el siglo i de nuestra era. Titúlase el primer tomo, que en breve saldrá áluz, Escenas y cixa.dro3, en el que se desarrollan episodios dramáticos del reinado de Calígula y de Domiciano. Tal es, sumariamente esbozada, la personalidad de este notable escritor y político, en el que se da el caso raro que, habiendo sido siempre fidelísimo amigo del Sr. Sagasta, era nao de los hombres á quienes más estimaba el Sr. Cánovas, con el que, á pesar de tenerle el Sr. Mellado p ofunda veneración, nunca coincidió con el mismo en ideas políticas. Para terminar: en cierta ocasión fué interrogado por un periodista francés que vino á España á hacer un estudio de nuestros partidos. Mellado le contestó: —Quien se qixeje de Cánovas, ése as conservador; quien de Sagasta liberal. biografiado estudiara á fondo la cuestión, saliendo tan airoso en su cometido que le valió la referida subsecretaría. En el primer Ministerio de la Regencia tuvo igual cargo en el suprimido Ministerio de Ultramar, con los Sres. Gamazo y Becerra de Ministros respectivamente. Desde el año 18T^ viene á las Cortes representando el distrito de Arnedo unas veces y por Logroño otras. DON TIK80 RODRiaÁÑEZ Y SAGASTA PEQUENASINDUSTRIAS Como se deduce por su último apellido, hállase el Sr. Rodrigañez unido al jefe del partido liberal por estrechos vínculos de parentfcsco, cualidad que, si no le ha perjudicado, tampoco puede decirse que le ha favorecido para avanzar en su carrera política. Se hizo abogado cuando la República, diputado cuando la restauración y redactor del antes famoso y hoy fenecido periódico La Iberia cuando moderados y conservadores dieron de lado á la Constitución del 69. La carrera y el cargo fué el patrón del tiempo graduando la marcha ascendente; su noviciado de escritor, una ráfaga de progresismo, un entusiasmo de sus a'bores periodísticos, un estallido nacido al recuerdo de sus mayores que, fenecidos unos, vivos otros, lograron todos gloria política y estimación pública. Luego, más quieto en el pensar, aunque no menos liberal en el sentir, dio brillo á su apellido, prez á su talento y consideración á su persona desde las columnas de Za Iberia, á cuya dirección se elevó pronto y dejó después de seis años para hacerse cargo de la subsecretaría del Ministerio de la Gobernación, cargo que debió, tanto como á sus merecimientos, á la virtualidad del mutismo ajeno y . . . propio, que luego tuvo que trocar en incesante habla. Estaba sobre el tapete el tratado de comercio con Francia—1881—y al nombrarse la comisión parlamentaria que había de defenderlo en el Congreso, quiso el Sr. Ctmacho, que era Ministro de Hacienda que perteneciera á la misma el Sr. Rodrigañez. No sabemos ai por razones de gusto, ó por ser (omitimos la palabra moda) pauta en aquellos tiempos, es el hecho que nuestro biografiado había preferido al estudio de las cuestiones económicas, las políticas y jurídicas, circunstancia que acusaba escasos conocimientos financieros, y por lo tanto motivo sobrado para que el Señor Rodrigañez rehuyera y declinara su intervención activa en los debates que habían de suscitarse. Mas se dio el caso que varios de sus colegas de comisión hallábanse en circunstancias semeja ates, y por consiguiente rehacios también á salir al palenque, resultando que aquella prudencia de unos y otros fué incentivo para que nuestro Con no ser orador de gran nota, eu vida parlamentaria es brillante no sólo por haber terciado y sostenido múltiples debates y de varia índole, sino también por la manera admirable que argu • menta y razona, cualidades que, unidas a las de su modestia y saber, hacen de su persona un político estimadísimo y de singular aprecio, cuyo porvenir no es dudoso. B. GARCÍA MUR. ioiÉN ha dicho que Madrid no es una población eminentemente industrial? Dejando á un lado cualquiera, ya que no sea posible que éste sea el que recibe los aires de la Moncloa, á ese enjambre de caballeros que, sin duda, por alardear de in lustriosos por caballeros de iniastrii son conocidos, el número de industriales que en la villa y corte se lanzan cotidianamente en busca del povvdnir, es fabuloso verdaderamente. Es cierto que Madrid carece de la actividad ' barcelonesa y bilbaína, de el comercio en grande de París y Londres, y de la importación y exportación de Viena; pero en cuestión de pequeña* industrias, ¿quién como nosotros? El pueblo madrileño ha oído decir, no sabe á quién, que el comerciante es el ser privilegiado, y se dedica por completo al comercio de piñones » aleluyas y cacahuets, creyendo ya con ello lograr, si no el cielo, por lo menos la felicidad relativa de la tierra. Cada día sale una nueva industria, pequeña por de contado, para llamar la atención del público y sacarle unos cuantos céntimo?; á menudo los vendedores ambulantes, raistificando inventos extranjeros, lanzan á la circulación un juguete distinto, que forzosamente, y según ellos, es «útil y curioso» además de «bonito regalo». Madrid está convertido en una constante feria, de la que salen perjudicados los establecimientos formales, que se encuentran en muchas ocasiones con una competencia difícil de sostener por las innumerables ventajas que les lleva. En un principio se toleraron los vendedores de legumbres y hortalizas, no obstante las repetidas quejas de los traficantes que pagan crecida contribución por sostener sus puestos fijos en las plazas de San Miguel, San Ildefonso, Carmen y Lavapiés; se autorizó más tarde á los quincalleros de á real y medio la pieza; se consintió luego á los vendedores de ejemplares de la raza canina, y después ha sido imposible prohibir ningún género de venta, aun cuando, para lograrla, los comerciantes al menudeo no tienen el menor reparo en obstruir por completo la vía pública y aun en injuriar al infeliz que se lamenta de que no le dejen libre y expedito su camino. EL ÁLBUM IBERO AMERICANO De todas estas pequeñas industrias la i'inica tolerable es sin género de duda la que ejerce ese enjambre de chicos, viejos y mujeres, en cuyas manos y pulmones está la vida de las empresas periodísticas. Él infunde ideas, incita á que el pueblo entretenga sus ocios ilustrándose, crea reputaciones, coadyuva á los éxitos y al progreso de la humanidad. En cambio, la industria que á todo trance debía perseguirse es la venta callejera de libros. Aparte dejando, por injusto, el prejuicio que el librero ambulante inculca al público de que en el tomo que pregona, suscrito acaso por algún hombre eminente, lo que más vale es el papel, destruyendo de este modo y de un golpe por el afán de dar valor material á la mercancía, muchas famap, es el caso, y esto lo sabemos todos, que á su sombra se hace propaganda de obras inmorales y obscenas, cuya lectura, repugnante siempre, se convierte en peligrosa cuando consiguen el público joven, que es el que solicitan con más tenacidad, confiando acertadamente en que éste no conoce nada mejor, debido, en gran parte, á que los demás no hemos procurado lo bastante porque lo conozcan. A cada paso nos sorprende una novedad que á menudo no la tiene. Antes el hombre se afanaba, y en otros lados se afana, por buscar soluciones positivas al problema trascendentallsimo que de común acuerdo plantean el estómago, el casero y el sastre, acometiendo empresas, si bien de éxito problemático, de aspiraciones grandiosas. Ya ¿quién piensa en eso? El menudeo se ha impuesto con fuerza avasalladora. Hastn hace poco era popularísimo el refrán que decía: «¡Lo que inventa el hombre para no trabajar!» Hoy no encaja en nuestro modernÍBimo modo de ser tal dicho, y debe sustituirse por este otro: «¡Lo que trabaja el hombre para ganar lo menos posible!» Los pequeños esfuerzos de inventiva que deno tan las diarias pequeñas industrias con que ños encontramos coaligados ante un ideal grandioso, ¿no darían por resultado alguna obra que al encerrar más importancia llevara envuelta la posibilidad de ganancias más positivas? En Madrid no hemos de salir nunca de i obres por las pocas aspiraciones que tenemos. Los éxitos fabulosos que en otras partes de Europa, y aun en algunas regiones de España, se persiguen á todo trance, cuesten lo que cuesten, necesiten el trabajo que necesiten, consuman la vida que consuman, en Madrid no tienen golosos. Somos modestos por naturaleza. Nos contentamos con industrias de á céntimo. CARLOS OSSORIO Y GALLARDO. POfiTUGUESE_S CELEBRES ALMEIDA GARRETT Nació er.Oporio el 4 de Febrero de 1799.— Murió en Li.s6oa el 5 de Diciembre de 1854. rji^irtjtf, 08 portugueses han celebrado con exiW* traordinarias manifestaciones de legl j ^ ^ S . tioio entusiasmo el primer centenario I v^üEfi ^g^ nacimiento de uno de los hombres más ilustres, por muchos conceptos, que la na- ción ha tenido en el siglo que llega á sus postrimerías. El recuerdo de Garrett, como todos allí le llaman, reduciendo á ese preclaro apellido el largo nombre de vizconde Juan Bautista de Sil va Leitado de Almeida Garrett, es objeto de me recida y entusiasta veneración para todos los portugueses, que hoy rinden homenaje á la me morio del que fué cultísimo escritor, inspirado poeta, admirable autor dramático, excelente periodista, orador elocuente, político gobernante y diplomático digno de aplauso, y ante todo y sobre todo, sincero y valeroso defensor de las ideas liberales, y afortunado é inteligentísimo reformador de la literatura, del teatro y del periodismo de su tierra. Todas las sociedades y corporaciones del vecino reino, especialmente las científicas, artísticas y literarias de Lisboa, Oporto y Coimbra, han celebrado sesiones y veladas, los principales teati'os han dado funciones de gala, en que han sido puestas en escena las obras más aplaudidas de Garrett; los periódicos han publicado números extraordinarios con este motivo, y la «Asociación de la Prensa» ha dado á luz un número único de una publicación titulada Garreíí, en que á más de los recuerdos y alabanzas al hombre ilustre, van, entre otras ilustraciones, la vista de la casa de la calle del Calvario, en que Garrett nació en Oporto; la de la casa de Saravia de Carvalho, en que murió en Lisboa, y la del teatro ^e Doña María, en que logró muchos de sus mejores y más ruidosos triunfos. Justo es declarar que en esas demostraciones no hay exageración apasionada. Garrett las merece por muchos títulos, y sensible es que el reducido espacio de que disponemos nos obligue á hacer sucinto extracto de su interesante biografía. —Garrett pertenecía á una familia de origen irlandés, que se refugió en España huyendo de las persecuciones que los católicos sufrían en Irían da y que después pasó á establecerse en Portugal. El futuro cantor de Camóes fué educado por el obispo de Angra, pariente suyo, que quiso dedicarlo á la Iglesia, pero falto de vocación después de recibir las órdenes menores, dejó la carrera eclesiástica para seguir la de Derecho yendo á estudiar á la Universidad de Coimbra. Allí co menzó á manifestar su verdadera afición escribiendo tragedias, Jergesy Lucrecia, que fueron representadas por sus compañeros. Aquellaeobras, como la Merope, que después escribió, eran imi taciones de las de Voltaire y Alfieri, entonces muy en boga. La primera obra suya que se publicó fué un poema titulado El retrato de Venus, en que procuraba seguir las huellas de los ciáticos. Casi á la vez que sus excelentes aptitudes lite rarias, reveló sus ideas y sentimientos liberales. En 1820 tomó parte activa en el movimiento democrático, que coincidió con el alzamiento libe ral de España, como coincidió luego en 1823 el triunfo de la reacción, que hizo emigrar á Garrett, estar algún tiempo en Inglaterra, é ir después á París, donde logró un empleo en casa del banquero Mr. Laffitte. A la muerte de D. Juan VI volvió á Portugal y colaboró valerosamente en varios periódicos liberales, hasta que, preso en varias ocasiones, tuvo al fin que emigrar de nuevo, yendo otra vez á Inglaterra, donde per- 101 maneció hasta 1832. — Cuando regresó se unió al ejército de D. Pedro y se alistó en una compañía de cazadores. Al llegar á Oporto fué encar gado de organizar el ministerio del Interior. La reina doña María lo envió como Encargado de Negocios á Bruselas, y lo nombró luego Ministro Plenipotenciario en Dinamarca; pero renunció á este cargo y volvió á su patria, que le dio representación en las Cortes, donde brilló por su elocuente palabra, defendiendo constantemente las doctrinas liberales.—La política nunca logró apartarlo de sus aficiones literarias, á las que debió su mayor gloria, ocupándose principalmente en crear el teatro nacional, inspirándose en las ideas y en las formas del teatro romántico francés, que habla estudiado con singular pre dilección. Entre las principales obras de Garrett, deben citarse, á más de las mencionadas, sus obras dramáticas Gil Vicente, Doña Felipa de Villena y Fray Luis de Sousa, que ha sido traducida á varios idiomas; sus poemas Magriso, Camóes y Doña Blanca, su Romancero, colección de poemas y de leyendas y sus Hojas caídas, colej ción de bellísimas poedas líricas; su interesante novela El Arco de Santa Ana y sus encantodores Viajes por mi tierra.—El entusiasmo ddMlr portugueses por Garrett es muy legítimo, y í su satisfacción en la fiesta del centenario nos asociamos muy sinceramente. GARRETT Y EL DUQUE DE RIVAS (Del libro de D. Antonio Sánchez Moguel, titulado Reparaciones históricas). fEl estudio comparativo de las literaturas portuguesa y española, en el presente siglo, nos re vela bien á las claras que no ha dejado de subsistir nunca la homogeneida I indestructible del genio peninsular, á pesar del alejamiento en que, en algunos órdenes, hemo? vivido realmente portugueses y españoles en las últimas centurias. En la esfera literaria es acaso más patente que en ninguna otra semejante homogeneidad, mucho mayor, sin duda, de lo que nos figuramos españoles y portugueses. Así, por ejemplo, el romanticismo moderno nació de igual modo en Portugal que en España, y siguió los mismos pasos desde su origen hasta su triunfo, cotn,leto y decisivo. El duque de Rivas y el vizconde de Almeida Garrett, verdaderos padres de la nueva escuela en la Península, son hermanos gemelos en las aptitudes principales, en la educación y transformación de sus facultades poéticas; en los géneros que con mayor gloria cultivaron y en el influjo que ejercieron en las literaturas de sus respectivas naciones.. Liberales ambos y ambos emigrados á consecuencia de la incalificable reacción de 1823; en contacto con el romanticismo extranjero bien pronto abandonaron el clasicismo en que habían sido educados, para abrazar resueltamente las nuevas doctrinas, de las que fueron respectivamente maestros y caudillos, el uno en las letras españolas, y el otro en la literatura portuguesa. Épicos y dramAticos, sobre todo, álos poemas Florinda y El moro expósito, del duque de Rivas, corresponde los poemas Dona Branca y Camóes, de Almeida Garrett, al Romanceiro de éste, los jRomances históricos de aquél, y al Don A Ivaro ó la fuersa del sino, piedra angular del moderno teatro español, el Freí Luiz Sousa, 162 EL ÁLBUM IBERO AMERICANO APRENDIENDO Á REZAR EU ALBÜJM ÍBERO AMERICANO UNA VALENCIANA EL EMPERADOR CARLOS V PRESENTANDO Á FRANCISCO I LA DUQUESA DE ALENCON 103 104 EL ÁLBUM IBERO AMERICANO principio y fundamento del teatro portugués en nuestro siglo, tDejo para otra ocasión el examen de las reciprocas influencias literarias de ambos poetas. Pero no es coea de olvidar aquí que el vínculo más hermoso que estrechamente enlaza los nombres del vate portugués y del poeta españoles, á no dudarlo, al del común esfuerzo en restaurar la poe sia genuinamente hispánica, en sus dos géneros fundamentales, el épico y el dramático, inspirándose, de consuno, en las tradiciones poéticas de la Península.» T E L L O TÉI.LKZ. L_A MUJER (Continuación) IX j ^ A MUERTA DE AMOR (Lsortorj, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Viena, y esposa, que había sido, del último duque de Aquitania, se casó, en 1170, con Alonso VIII de Castilla, del cual tuvo, al año siguiente, á Berenguela la. Grande, y en 1185 á Blanca, reina de Francia, y á la muerte de su segundo marido, en 1214, á quien amaba entrañablemente, se sintió poseída de una pena tan intenfa, que espiró á los veintiséis días, y fué sepultada, como aquél, en el suntuoso monasterio de las Huelgas (Burgos), que juntos hablan fundado. Dio el ser á dos soberanos de alfa nombradla, San Luis y San Fernando. (ConstanzaJ, hija de Conón IV, duque de Bretaña, y su sucesora en 1171, casada con Godofredo II, habiendo hecho reconocer, como tal duque, á su hijo Arturo, en una Asamblea de los Estados, provocó la inva sión, en ellos, de Ricardo I de Inglaterra, quien la hizo sufrir u n cautiverio de dos años; pero vuelta á la libertad por su hijo, puso éste al cuidado del rey de Francia, para contraer ella segundas nupcias. Murió en 1201. LA SOBERANA CAUTIVA LA DEL LABERINTO (Rosamunda), amante de Enrique II de Inglaterra, quien, jrara librarla de los celos de su mujer, Leonor de Guyena, mandó construir, para ella, en Woodstock, un colosal edificio, ó más bien un conjunto de salas y galerías, que se comunicaban unas con otras, lleno de revueltas y cortado por diferentes caminos y encrucijadas, siendo muy difícil, ó casi imposible, hallar la salida; pero durante una ausencia del monarca, en 1173, la esposa ultrajada, que había podido proporcionarse un plano del miste • rioEO asilo, se introdujo silenciosamente en él y dio muerte á su infortunada rival. LA ERATO PROVENZAL flselda CapnioJ, poetisa francesa, á quien se ci'a, con gran elogio, entre las mujeres galantes y célebres úú siglo xii. LA BIENHECHORA /Teresa LaraJ, hija del conde D. Ñuño de Lara y de doña Teresa Fernández de Trava, y esposa, en 1175, de Fernando II rey de León, fué prudente, piadosa y muy liberal para socorrer á los necesitados y premiar á los que contraían méritos en la guerra, en las artes, en las ciencias ó en las letras. LA REINA DEPRIMIDA (Ilgehurga 6 Ingeburga), nacida en 1176 y muerta en 1236, hija de Waldemaro I el Grande, rey de Dinamarca, casada, en 1193, con Felipe Augusto de Francia, que la repudió al día siguiente de la boda, para dar su mano á Inés, hija del duque de Meranie, consiguió que el pontífice Celestino III lanzase un entredicho contra esta unión, ^ara obligar al marido á que reconociera los legítimos derechos que la asistían, y somttida la cuestión, en 1201, á un concilio, cuando los canonistas, elegidos por el monarca, abogaban en favor de éste, sosteniendo que «su augusto dueño faltarla á las leyes divinas y humanas, si volvía á unirse con Ilgeburga», Felipe abandonó la sala donde se deliberaba, y fué á buscarla al convento en que se había refugiado, pero no por eso disfrutó, en lo sucesivo, satisfacción alguna la soberana, porque ha sido siempre despreciada, tanto por el marido como por los cortesanos que la rodeaban. LA MÁS HERMOSA Y GENTIL DE SU SIGLO /'Matil- de de MontaignacJ, dama del siglo xii, esposa de Talleyrand, era requerida de amores por el célebre trovador y famoso guerrero Beltrán de Born, vizconde de Hautfort, al tiempo que se veía también solicitada por Alfonso II de Aragón, cautivo de su belleza y esclavo de sus gracias, pero permaneció fiel á los lazos del poeta, y el rey fué desechado públicamente, no habiendo podido perdonar jamás aquél á éste su tentativa de merodeo en el campo de sus ilusiones; y los que antes se habían vi^to unidos por estrecha amistad, se vieron, desde entonces, separados por el odio y por la saña, hasta el extremo de que no se ha escrito nada más sangriento, que los lerventesios del trovador contra el monarca, tanto más terribles, cuanto que, por el mérito que los realza, cruzaron los siglos, viven aún y seguirán viviendo en lo sucesivo. LA JUDÍA DE TOLEDO /'Raquel), avasalló de tal modo, con su extraordinaria y proverbial hermosura, al rey de Castilla Alfonso VIII el Noble ó el de las Navas, poco después de celebrar sus bodas con Leonor de Inglaterra, que, según su viznieto Alfonso X el Sabio, en su ESTORIA DE EsPANNA, non se podie partir della por ninguna manera, nin se pagaba tanto de otra cosa ninguna, y según su tataranieto Sancho IV eí Bravo, en sus CASTIGOS ET DOCUMENTOS, estobo encerrado con ella poco menos de syete annos, que non se membraba de si nin de su rey no nin de otra, cosa ninguna, desprendiéndose de estas frases, en que, sin duda, hay abundancia de hipérbole, que Alfonso arrastró, por largo tiempo, las seductoras cadenas fabricadas por los atractivos de esta hebrea, olvidado de su tierna esposa, y no tan dado á las cosas propias de la gobernación del Estado, como pedía lo arduo de las circunstancias y prometían las altas cualidades personales, de que habla dado brillantes muestras desde el comienzo de su reinado. Disgustados, con semejante escándalo, los gran des do la corte y compadecidos de la soberana, asesinaron á la favorita, en el mismo palacio real, el año 1178, y los mismos hijos de aquélla, que habían procurado desvanecer los desvíos del padre, censuraron los extremos de dolor, á que se entregaba á la muerte de la judía. LA MARGARITA DE LA CORTE (Maura), dama leonesa de singular belleza y poderosos atractivos, fué, venciendo toda clase de obstáculos y rompiendo abiertamente contra la voluntad de los autores de sus días, amante del rey Alfonso IX, con quien tuvo un hijo, llamado Fernando Alfonso, que llegó á ser uno de los canónigos más distin guidos de la catedral de León: ha fallecido en 1178. {Alicia.), madre de Felipe Augusto, gobernó la Francia durante la cruzada, á que asistió, en el siglo x n , su hijo Ricardo, Corazón de León, mereciendo el aplauso y la bendición de los pueblos, por su prudencia en el mando y la rectitud con que administraba justicia. LA REGENTE IDOLATRADA (Gontroda Pérez ObregónJ, hermosísima astur, hija del conde don Pedro Díaz y D.* A'arla Ordoñez, señora de grandes estados en Asturias y Liébana, y de quien se enamoró ciegamente el rey de León Alfonso VI, el Bravo (que, envanecido por sus conquistas, se hizo proclamar emperador), cuando fué á Asturias y pasó por Aller, para sofocar la rebelión de Gonzalo Pérez, teniendo de ella á la que fué famosa reina D.* Urraca/a ylsíuríana, cuya edu cación confió á su hermana la infanta doña Sancha. Arrepentida de haber escuchado momentáneamente á un amante joven y gallardo, que ostentaba su frente con la corona imperial y los laureles de la victoria, fué en peregrinación á Roma, y á su regreso, fundó en Oviedo, bajo la regla de San Benito, el convento de Santa María de la Vega, á donde se encerró por el resto de sus días, que terminaron en 1186, habiendo sido tan grandes sus virtudes, que los contemporáneos escribieron, ea BU epitafio, este osado pensamiento: La muerte, tan igual para todos los hombres, debiera haber hecho una excepción con GONTRODA, respetando siempre su vida. LA M\DRE DE LA ASTURIANA LA. tsoíiJA (Guillermina), mujer hermosa, de claro talento y no común ilustración, acompañó, e n sus viajes, al trovador provenzal Gancelmo de Jaidit, quien—segón unos cronistas—la arrebató de un convento, y—según oíros,—de una casa de lenocinio, cantaba con gran perfección las bellísimas canciones que su amante componía, las cuales adquirían mayor realce al ser interpretadas por ella. Veinte años duró la vida errante y vagabunda, hasta que el mérito de las composiciones comenzó á abrir paso á Gancelmo, y con él la decidida protección del conde de Poitou, hijo de Enrique II, que sucedió á su padre en el trono de Inglaterra, con el nombre de Ricardo I, el cual no sólo abrió á sus ojos una sociedad, para él desconocida, que le recibió en su seno, sino que le facilitó medios para sostenerle en la nueva posición. Rompiendo con hábitos, vicios y tradiciones de su pasado, donde si le esperaban gloriosos triunfos, tenía que sufrir grandes desengaños, dio su mano ante los altares, á su compañera de peregrinación; mas no debían de ser felices, porque al poco tiempo comenzaron las pretensiones amoro sas, que duraron siete años, de Jaidit hacia María 105 EL ÁLBUM IBERO AMERICANO Veatadora, que tatnbiéa trovdbj. y era la dama mis estimad i ea el L^maaLa, pero viealo que •estos amores ao paíaban de la categoría de piafó • nicjs, renunció á ellos, para dedicarse á Eduarda Malamort, que le prometió ser su amiga, mientras no le exigiera nadi deshonesto, ante cuya promesa cedió el trovador en sus pretensiones, y marchó en la tercera cruzada que se concertó, en 1189, entre Felipe II iugiisto, rey de Francia, y Ricardo I de Inglaterra, Oorazon de León, para conquistar á Jerusalem, que estaba, hacía dos años, en poder de Malek-ao Nasser-SalahEddin, llamado vulgarmente Sa.la.iino, primer sultán agubita de Egipto, Menos batallador que amante, precipitó su regreso á la patria, y presto cayó á los piej de Margarita, esposa del vizconde de Aunbusson, la cual aceptó sus homenajes, con la esperanza da que fuera su panegirista, pagándole, algún tiempo después, con la más horrible afrenta, pues le preparó una celada, para que presenciase la intimiiai que la unía á Hugo de la Signe, hijo del conde de March. Afligido Gancelmo de Jaidit por sus desventuras amorosas, marchó á la Pfovenzi, donde conoció A Jordana de Brun, de quien se declaró públicamente ammte, y ella le hizo su caballero; pero convencido de que su dama dispensaba ilícitos favores al conde Alfonso l í , se entregó al dolor y á la desesperación, y tom") una cruz para ir en peregrinación á Roma, no sabiéndose, desde entonces, de él más que ha fallecido en 1220. Guillermina, á juzgar por el dictado con que se la conoce, debió terminar sus días en la soledad de un monasterio. R. DB L \ HOERTA PoSADA. (Continuará) CUENTOS B R S V S S TIPOS POPULARES: LA CASTAÑERA LA PANTERA NEGRA Personajes.—Paula, veinticinco años; Matilde, veintitrés. A escena pasa en casa de Paula, la cual se halla sentada ante la chimenea, en I el momento en que entra Matilde, su an^r^St tigua amiga de colegio. MATILDB.—Buenos días, Paula. PAULA.—Buenos días. MATILDE.—Me parece queestis muy triste. PAULA. —Y tú muy alegre. MATILDE.—¿Se me conoce? PAULA.—A la legua, hija mía. Siéntate. ¿Qué hay de nuevo? MATILDE.—Nada. Estoy alegre sin saber porqué. PAULA.—¡Vaya! ¡Cuestión de amoresl MATILDE.—No lo niego. PAULA.—Cuéntamelo todo. MATILDE.—No me atrevo á revelar mi secreto á una mujer tan intachable como tú. PAULA.—¡Quién sabel Vamos, ¿quieres que te interrogue? MATILDE. —No es preciso, porque voy á hacerte una confesión general. Se trata de un joven que me hace la corte. PAULA.—Y á cuyas palabras finges no dar crédito. PAULA (paíi^ecien'io).—¿El mismo te lo ha dicho en esa forma? MATILDE.—Sí, y me ha añadido muchas otras MATILDE. —ESO es. PAULA.—Pero hace diasque en un baile, des- 'cosas, acerca de su grillete. Según tengo entendido, esa mujer es muy morena y muy irascible, pués de un rigodón, te dijo e i el invernadero... y á veces, al hablar de ella, la hemos llamado la MATILDE.—¿Cómo lo has sabido? PAULA.—Tú le escuchabas con encanto y esta- pantera negra. PAULA. - ¡Qué delicial bas extasiada al oir sus frases de cariño y sus juMATILDE.—La última vez que hablamos fué ramentos de amor. Tu adorador tenía bigote rubio, ojos casi negros y una voz dulcísima y penetrante . . . MATILDE.—Pero ¿quién te lo ha dicho? PAULA.—Nadie... pero lo adivino. MATILDE.—La coincidencia es tan rara, que no vuelvo de mi asombro. PAULA.—En esos casos las decoraciones son siempre las mismas. ¿Y qué pasó después? MATILDE.—Después le he visto en el teatro, en el Bosque de Bolonia, en las Exposiciones... PAULA. —¿Y estás segura de que te ama? MATILDE.—Oreo que sí, y que desea casarse conmigo. Pero hay una dificultai. PAULA.—¿Cuál? MATILDE.—El pobre está muy vigilado por una antigua amante, que no le deja á sol ni á sombra. en casa de... PAULA (interrumpiendo á su amiga).—En casa de la condesa de Marphy. MATILDE í'aíarmacía). —¿También lo has adi- vinado? PAULA-—Lo sé todo. La escena pasó entre Matilde Say vre y Julián de Azal. MATILDE /'íeuaníáncíosey'.—¿Pero quién te ha dicho?... PAULA —¡Qué imbécil eresl Lo sé todo, porque soy la antigua amante de que hace poco me hablabas. MATILDE (aionacta-ia).—¡TÚ, tú, Paulal ¿Cómo querías que yo supiese? Perdóname, Paula, perdóname mi involuntaria indiscreción. ¡Has debido sufrir de un modo atroz! ¡Pobre amiga mial EL ÁLBUM IBERO AMERICANO 106 EL PAULA.—No te apiades de mi. JURAMENTO MATILDE.—¿Por qué? PAULA.—Eppera un momento. (Paula va i un secretaire, coje unas cuantas cartas y entrega una r^e ellas á Matilde). |Toma, lee! MATILDE.—¿Es de Julián? ¿Para qué quieres que la lea? PAULA.— Para demostrarte que sólo me quiere á mi. MATILDE.— (leyendo).- «No puedo negarlo, porque tú misma lo has vieto. Pero mi franqueza, adorada Paula, debe servirme de excusa. No soy culpable, porque en realidad no amo á Matilde, ni Ja he amado nunca. Le he dicho cuatro frases galantes, que la muy tonta ha tomado como articulo de fé...» ('Paufa suspenc/e /a lectura fofccadd por la emoción). tcuNA ya la tarde penosa de la vida, ensueños bajo el ala no abriga la canción, perdió la agreste musa la portentosa eg'da j !U aterido imperio recobta la razón. ¿Qvc fi é del hondo valle velado cutre las rosas do á suícitar venían las láfsgas de Abril, aromas de recuerdos, visiones nemorosas de erráticos prestigios y de caodor gentil? ¿Qué fué de la esperanza cargada de promesas? Sus mágicas sonrisas de halago vencedor, sus lontananzas puras el alma tiene impresas, y aún siente mi mejilla su rajo osculador. Y tú gloria incruenta, que me llevaste un día como Luzbel á Cristo del monte en Ja altitud, ¿á qué bricdar.Tie reinos de forma y de armonía? Fué cómplice al engaño la ardiente juventud. PAULA.—¿Qué tal, eh?... MATILDE. —[Esto es horrible!... PAULA.—Toma, aquí tienes otra carta de anteayer. Hoy, como ayer, se alegran cabanas y pastores MATIIDE.—No quiero leerla. y bordan las ondinas el límpido cristal, -^ PAULA.—Pues es muy curiosa y divertida. espíritus despiertan del cáliz de las flores, dos átomus se encienden del alma universal. MATILDE {con refolvción).— Haré lo que quieras y estoy á tus órdenes. ¡No puedes figurarte Hoy, cerno ayer, se escucha morisca serenata cuánto me epf na el haberte ofendido lan cruelcabe la oculta reja, bajo el naranjo en flor, mente! ]No puedo máf-! ¡Me ahogo!. . Pero confragancia de jazmires la aimósfera dilata, fiesa también que lo que acabas de hacer conmiy hay jóvenes ofrendas en el altar de t mor. go es una villanía. Ya no debo pedirte perdón, porque tu venganza ha sido horrible» Cruzado de cien naves del mundo centinela PAULA.—¡Ya losé! ¿Nosoy la pantera negra? tiende sus glaneas ondas el vigilante mar, MATILDE.—Pero yo he hablado sin saber lo y un nuevo canto impulsa al Dios que lo flagela de !vs bridones verdes las riendas á olvidar. que decía, mientras que tú me has destroaido el corazón con conocimiento de causa. Yo íé que es univario tu ser naturaleza, PAULA . — ¡Matilde!... MATILDE.— ¡Paula!... (Las dos árnicas se echan á llorar y se abrazan con efusión.) MATILDE.— ¡Pobre amiga mía! P A U L A . - ¡Pobre Matilde! MATILDE.— ¡Ni sé lo que me digo!... PAULA.—No vale la pena de que riñamos por un hombre como Julián. MATILDE.—Te juro que esto ha concluido para siempre. Julián de Azal ha muerto para mi. PAULA.—Y para mi también. Ya ves que ni siquiera le h¿ contestado. No pensemos más en eso. MATILDE.—¡Adiós, Paula! PAULA.—¿Te vas ya? MATILDE.— Si, me están esperando en casa. PAULA.—¡Adiós, pues! MATILDE.— ¡Adiós! {Paula, después de haberse retirado Matilde, corre á su secretaire y escribe una carta concebida en estos términos:) tMi querido Julián: Ven á verme esta misma tarde y... es posible que te otorgue mi perdón. PAULA.» (Matilde entra en una agencia postal y escribe ti siguiente billete, que (ntrega á uno de los demandaderos:) *Mi adorable Julián: no dejes de ir esta noche á casa de la condesa de Marpby. Tengo que hablarte hoy mismo sin falta. Te lo suplica encarecidamente tu MATILDE.» MIGUEL PROVINB. invierno 6 primavera tus vestiduras son, que sólo cambia el hombre que hoy gime su tristeza como cantó sus goces ayer el corazón. no ardiendo en sed de fama sangre la abierta heCrida. ¿Resignóme al olvido? callar no puede ser, que hay fibras en el alma cual horas en la vida ení'que gravita el arte como fatal deber. Hay noches en e) alma sin un fulgor de aurora, que sobre el haz del mundo, como funesto don, cuanto respira suire y cuanto piensa llora, de lágrimas se abreva del hon bre el corazón. En tanto el fiágil barro sea huésped de mi aliento, en tanto no me ccrqvcn las .'ombras del no ser, la musa de mis cantos leal á su ardimiento jura sóbrela lira jimás enmudecer. MicuBL SXNCHEZ PESQUERA. MÜSIOA DE LA lATÜEALEZA s música celeste el dulce acento del ruiseñor que canta en la espesura, y da sus notas al nocturno viento henchidas de ternura. Música la impetuosa catarata que corre majestuosa, formando con su liquido de plata una lira armoniosa. Lo es el murmurio de la leda brisa cuando besa á las flores, y se forma también en la sonrisa de la Virgen, que canta sus amores. 8e escucha en el concierto misterioso de las bullen tes olas, cuando entonan con ritmo cadencioso sus tiernas y sentidas barcarolas. Se escucha al susurrar en la enrramada el aura que suspira blandamente, ¡y está en la voz de la mujer amada, que adora, gime y siente! Se escucha de la fuente cristalina en el tranquilo y plácido murmullo, y en la alondra divina y en la paloma con su dulce arrullo. Se oye en el arroyuelo que entre guijas deslizase orgulloso, y en el himno armonioso que levantan las aves en su vuelo Se forma seductora ftl seguir por Oriente su camino la aurora que aparece encantadora arrastrada en su carro diamantino. ¡Y allá, en la selva umbría, en el aire, en la luz, en el ambiente, se oye de la natura la armonía que arroba el corazón con ansia ardientel MAXIMILIANO HARDISSON ESPOU. No importa que los años marchiten el semblante, mientras un árbol tienda su umbrático vaivén. A un niño que sonría y un pájaro que cante el alma enagenada palpitará también. SR. DIRECTOR DEL 'ÁLBUM IBEBICO AEEEIGAJSO,, "^ Mientras la noche guíe su ejército de estrellas, mientras las nubes doren tu refulgente tul, el pensamiento humano cautivo de sus huellas irá de mundo en mundo tras el arcano azul. l STO no puede seguir, y créame usted, Flaquer: yo me decidí á escribir, pero ya no puede ser por lo que voy á decir. Fn tanto la mentira destroce fama pura y el dolo impere al mundo como feudal señor á la virtud cavando prisión ó sepultura, esgrimirá el poeta su yambo vengador. Con gran regularidad llegaron hasta Cebreros los diez números primeros, pero la fatalidad persigue á sus compañeros. De vez en cuando, á lo más. Mientras un pueblo luche y entre cadenas gima con Cráeos los Tirteos á la palestra irán. El car o será espada que de opresión redima y el numen del poeta la voz del huracán. Mientras las flores cuenten al astro su leyenda los tutelares olmos á la colgante vid, habrá un impulso mudo cuyo poder encienda de vírgenes y tórtolas el amoroso ardid. (I) Trasladarrcs la ^u«ia í l ííñor I'iieitor general de- Comunicaciones. (N D J n D.) Kl. ÁLBUM IBEltO AMERICANO llega alguno desgajado, y esto me tiene cansado, pues no me entero jamás de lo que va publicado. Esta falta tan notoria la expongo por si te enteras, pues son cosas justicieras; sé tú lo Flaquer que quieras, mas no üaco de memoria. Debe haber algún guasón, que acaso encuentre muy grata la lectura, si es barata, mas si tal es su intención que lo diga hablando en plata. Sé que no faltan ladinos á quienes da tres cominos, leer, con tal que no les cueste, las coplas de Calaínos ó la historia del gran Preste. Pero yo me desespero en vista de tanta audacia, y como E L ÁLBUM espero no me hace maldita gracia si no le trae el cartero. Si E L ÁLBUM llega á faltar, quejas tendrás á la par porque esto siempre ocurrió, y eso es lo que digo yo ¿cómo se va á remediar? Y pues mi sentir he dado yo juro por Cristo vivo que la verdad he contado, pues aunque le hayas mandado lo que es yo no le recibo. TiBURCio N A V A S P É B K Z . Ávila. Cebreros. CANTARES I E han dicho mis ilusiones que el día que tú te mueraa, que al mismo tiempo que tú se van ellas de la tierra. II Te enfadaste porque ayer te di un beso, Margarita; ¿quién te manda á tí tener esa cara tan bonita? III El color azul es celos, y el azul me encanta á mí; mira qué cosa, gustarme lo que más me hace sufrir. IV Tiene Málaga la bella un rincón, que es el Perchel, donde oir una malagueña es trasladarse al Edén. y solo vivo en el mundo. N U E S T R O S G=?¿v,B^DOS VI Pasará tiempo y más tiempo y yo siempre te amaré; nada puede asegurarse pero esto sí que lo sé. JOSÉ YBUKLA. CLOTILDE PERALES, PRIMERA TIPLE DEL TEA - TRO DE APOLO—Es tan bella como distinguida y posee bonita voz y buena escuela de canto. Ha cantado en varios teatros de América, donde ha sido muy aplaudida, como lo es constantemente en el teatro de Apolo, á cuya compañía enaltece. VARIEDADES UN DÍA DE CAZA KN OLMEDO.—Esta villa, en donde abunda mucho la caza, hállase situada á Juez. —¿Conoce usted al preso? Testigo.—Le he conocido hace veinte años. Juez.—¿Le ha conocido como perturbador de la paz pública? Testigo.—Desde que ha dejado de tocar en la murga, no señor. Juez.—Puede usted retirarse. ocho leguas de la capital, siendo población muy antigua y de bastante importancia histórica, pues hay un refrán que dice: Quien de Casilla señor pretenda ser, i O'medo de su parte ha de tener. MARINA, POR CARCEDO.—El autor de este cua- dro, que cultiva con inspiración varios géneros, distingüese especialmente en la pintura de ma- Dónde está el peligro: Padrino (al desafiado).—¡Valor, hombre, valorl Yo sé que su adversario va á tirar al aire. Desafiado.—Eso es lo que más me apura. Apunta tan mal... rinas . UNA VALENCIANA.—ES tan grande la fama de belleza que tienen las hijas del Turia, que los pintores rivalizan en retratar á las valencianas del pueblo, que son, entre todas ellas, las más hermosas. f7na cor/esanifa—El rey Oacar IldeSu^icia mira con gran interés la educación de la infancia, y no se desdeña en enterarse personalmente del nivel de la instrucción en los alumnos de primeras letras. POCOS días há, Osear II, visitando una escuela de niñas, pidió á la profesora permiso para hacer sus veces en la clase de Historia. —¿Podrían ustedes—preguntó el rey á sus improvisadas discípulas—citarme nombres de grandes reyes de Suecia? —Gustavo Adolfo—dijo una. —Carlos XII—contestó otra. —Osear II—balbuceó una pequeñita. Sorprendido el rey con esta contestación que le hizo sonreír, se acercó á la aduladorcilla de falda corta y le pidió que citaae un gran hecho de su reinado. Después de un momento de pausa, la niña se puso muy encendida, empezó á balbucear y á punto de saltársele las lágrimas, exclamó: —No sé de ninguno. El rey acarició paternalmente la rubia cabecita de la niña. —No llores, mi querida niña—dijo soltando una carcajada—lo mismo me pasa á mí; tampoco yo sé de ninguno. La mujer valenciana es, por lo general, alta, esbelta, de grandes ojos, de facciones correctas y de aire distinguido. EL EMPERADOR CARLOS V PRESENTANDO Á. FRANCISCO I LA DUQUESA DB ALENQON.—No tan célebre como Margarita de Navarra es esta otra hermana del Rey-Caballero, mujer de Renato, á quien los franceses atribuyen la derrota de Pavía. APRENDIENDO Á REZAR. -Las oraciones que la madre enseña al niño no las olvida nunca el hombre. Por eso se ha observado que en el cora zón del escéptico no arraiga profundamente el ateísmo si fué educado por madre religiosa. TIPOS POPULARES: LA CABTAÑERA.—Este tipo es tan conocido en Madrid como en las provincias de España. La castañera valiente y audaz, desafía el rigor de los elementos sin abatimiento alguno. L A REDACCIÓN. NOTA FÚNEBRE Con gran pesar participamos la noticia del faUecimento del esforzado general de división, don Emilio Gutiérrez Cámara, persona muy estima- Alberto.—¿Trabajó mucho eu amigo el pintor en ese lienzo? RsLJuel.—Ya lo creo, ocho años: seis meses en pintarlo y siete años y medio en tratar de venderlo. da en el ejército, en los círculos políticos y en los sociales. Enviamos el más sentido pósame á su distinguida faooilia. Nuestro querido amigo era un perfecto caballa ro, un soldado pundonoroso de excepcionales condiciones de mando, un detensor entusiasta de Pasta 9 Jaiadíi te Naíé '^""'^ D E L A N G R E N I E R ' ^ ^ Siempre me estoy sonriendo, no estoy solo ni un segundo, y, Bin embargo, qué triste 107 los más agradables y eficaces de los Pectorales contra las causas nobles y justas. Han acompañado al cadáver hasta el panteón de familia en Córdoba, uno de sus hijos, D. Felipe Navarro, y D. Felipe Castillo Estrada. la TOS, el CATARRO y l a BRONQUITIS 19, ruedesStS-PéreS, Par/s, y Farmacias Alfredo Alonso, imprejor, Birbieri 8.—Uadrid £L ÁLBUM IBERO AMERICANO 108 EL ALBUm IBERO AlHERIGANO cada mes, dándose además fígari» •ee. En España y Portugal, 9 pesetaa /rimestre; en Fraicia, 3 5 /rateos uño; Eej,úblicas americanas, 3 pfsos trimestre; Estados, Provincias 6 Departamentos, 4 , 6 0 trimestre. Número suelto, I peseta. Ko Eedeyuelven siginales. Dirección y Administración: San Marcos, 3, bajo «^i>«« ^ - o > ^ ^ - » « i ^ ^ - ^ * ^ ^ >«* e í i HOTEL ALLlAhCE CHOCOLATES Y CAFES DE LA DE LISBOA EUROPA —«2»~ X 50 RECOMPENSAS INDUSTRIALES 18, CALLE MAYOB, 18 Madx*ia Este antiguo hotel, situado en el centro de Lisboa, cerca de os principales teatros, y muy próximo la Estación Central, donde llegan todos los trenes, tiene elegantes cuartos, baños, telélono, salón de lectura y lodo lo mejor que puede encontiaise en establecimitntos i^e «te géneío. Pv«cl«» dlnrlaa dtfedc Z>í^RAGOZA \ O pesetea en Snenrsal: Uontera número 8. «f^<Hai^3K«|^ iAiftftftkAiAkAt&iA»ft.»&iAiA< » » t I » » » G P A N FCNDA 10, Rúa Kova de TrÍDÍdade Propietario: D. fajetaiio Rcidifpez TAPIOCA, TES kft.kA kAiAkS tAkfttAtAkftkfti Este establecimiento está situado en el panto más céntrico de la población. Servicio de carruajes para las estaciones de ferrocarriles. OBRA BUEYAPIRI LIS DAMAS i i Objetos para regalos de poco precio. Horquillas y toda clase de adornos de cabeza; cada ocho días se reciben novedades. Artículos para cotillones y _ carnaval. ' Ii Mayor, 30.—Xliomas • i i i guas y sombrillas, THOMAS.—ALCAl A 2 Madrid araguas, sombrillas, bastones, abanicos á precios reducidos. 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