Ano H I . míailrld 1 6 de Octubre de i s e 9 . Itúin. tfS. PiRtóülCO Ü H M M L , DEDICADO AL BELLO SEXO. todo, han servido para los más nobles usos; pero en este siglo prosaico del positivismo y de los gastrónomos no necesitamos los símbolos que tanta importancia tenían en El Ramillete (continuación), por M. — Los golondrinas, los tiempos heroicos. por D. M. Ramos Carrion.—Higiene del tocador (continuación), Lo que no nos ha sido posible averiguar ha sido por qué por D. J. Saíz Cortés.—Luisa, cuento.—Las Hermanas de la razón se determina con la voz emperegilarse el acto de vesCaridad y la servilleta de Luis XIV, por D. V. Joaquín Bastús.— tirse una persona con excesivo esmero, p,ues ni las hojas, Anécdoía.— Miscelánea. — Logogrifo. — Acertijo. — Charada— ni las flores del peregil llaman la atención por su gracia ni Pliego de dibujos, por D. J. iíhgislñs.—Figurin de Otoño. hermosura: dejemos, puek, intacta esta cuestión á los sabios etimologistas. En el lenguaje de las plantas el peregil es el emblema EL RAMILLETE. de los festines. ' SUMARIO. (Gontiauacion). fili PERKC^IIi. Esta planta de cuyas estrechas y dentadas hojas tan lo uso hacen nuestras cocineras, produce unas flores amarillas y diminutas dispuestas en forma de quitasol. El peregil, entre los griegos, tuvo importancia suma, pues en los convites se coronaban las frentes con un ligero ramaje, al cual atribulan la virtud de excitar la alegría y el apetito. También en Roma era bastante considerada, y en los juegos ístmicos, se adjudicaban á los vencedores coronas de peregil. Túvosele durante algún tiempo por originario delaCerdeña, en atención á que en-varias de sus antiguas medallas se encuentra representada dicha provincia bajo la forma de unsi mujer figurando á uno de sus costados un vaso de donde sale un ramillete de la expresada planta; pero los botánicos tienen ya bien averiguado que es indígena de la Grecia, en cuyos campos frescos y umbrosos brota expontáneamente. El bello verde oscuro del p'eregil hace resaltar con gusto y elegancia muchos dé los platos que se presentan en nuestras mesas, á las que sirve á la vez de utilidad y adorno , ora como uno de los ingredientes más apetitosos de nuestras salsas, ora como simple decorado accid«ntal,de ciertos manjares. Por lo tanto, una rama de laurel y una corona Jeperegilson los atributos que mejor convendrían al Dios de nuestros banquetes. Ya hemos visto en esta serie de artículos, de qué modo las plantas, el laurel, sobre PRimAVéRA. Planta conocida también con los nombres de Prímula de jardín ó yerba de San Pablo. Sus flores amarillas en forma de parasol brotan al acercarse la estación cuyo nombre lleva, viniendo á ser como un correo avanzado de la misma , por cuya circunstancia exclamó un alumno de las Musas: Cuando vuelve á nuestros campos La golondrina veloz, Nuncio de la primavera Que dilata el corazón, Sobre el césped de esmeralda Brotas tú ,Jemprana flor, Como mensajera alegre De lafloridaestación. ^ . Las brisas perfumadas de la primavera nos anuncian la época del año en que el invierno contempla al retirarse, los bordes de su manto de nieve decorados con una tapicería de verdura y de flores. No es ya la estación de los hielos, pero tampoco es aún la de los días hermosos. Así una niña próxima á la adolescencia, se balancea algunos momentos entre la infancia y la juventud. La tímida Amelia váá ver nacer sus quince primaveras y ya no puede tensar parte en los retozos infantiles de sus amigas pequeñuelas. Sin embargo las contempla pensativa y su corazón desea seguirlas: qui- 346 LÁ GUIRNALDA. siera aún mezclarse en sus alegres corros y á su eieniplo reunir lasfloresprimaverales, para formar con ellas lí^sb|^as perfumadas que se lanzan, se reciben y vuelven á afp^Jarse las unas á las otras. Mas un no sé qué invencible par,á,ella aparta de su corazón las alegrías inocentes, cierta palidez interesante se aparece sobre su frente, su calveza se inclina, su corazón languidece, suspira y desea. Laqjie ayer era jiiña ha oido, tal vez ignora dónde y cuándo, que asLcomo la ^ primavera reemplaza al invierno,, los placeres del amor sustituyen á los de la infancia. ¡Pobre niña!... Tú los conocerás, esos placeras mezclados siempre de amargura y de lágrimas: la prímula de los jardines brotando anticipada te los anuncia hoy , pero esta flor te dice también que el dichoso tiempo de la infancia no volverá á nacer para tí. ¡Ay dentro de a[gunos años, más pronto de lo que tú imaginas, ella vendrá á decirte que el amor 7 la juventud huyeron para no volver nuncal Esta sencilla flor es el emblema de la primerajuventud. RAiirúiirciJiiO é FRA]V€S:ISII.]:ÍA. Al comenzar la primavera el ranúnculo deslumbrador desenvuelve en los jardines sus flores variadas, resplandecientes de inflnitos colores y brillantes con inñnitos atractivos. Ninguna otra planta ofrece á los aflcionados variedades más estimulantes ni tan encantador golpe de vista. Por eso esta flor significa lo mismo que si digéramos: estáis llena de brillantes atractivos. tu^j^entesus encantos; los de la hija atestiguaban cuan hermosa habia sido la madre; los de ésta pronjetian larga dura^i^p á la belleza de su hija. No es, pu^s, tle extrañar que jun tropel de a^ijoradores rodéase á e.8feijóv^, beldad interesante á un mismo tiempo por sus gpacias, íip j-^queza y su,modestia. Entre todos sus amantes elj^d^í^ja preforoncia aUonde^jd^^Wj^lsthi^im.Jll.oopdejamába.por vez primera.Una estatifra aventajcida,, un talento clapo y cultivado, y unciré distinguido por su,elegancia, le.j^abisln ipuchas veces atraído miradas,dulces, sin que hubieran podido hacer .mella §n tan bizaro .jdven. Más al veyle §1 lado de 'Amelia se conocía desde luego que habían nacido el uno para el otro. La envidia, la pasión misma de los celos veíase como forzada á admirar en estos amantes todo aquello que hay más interesante sobre la tierra, la hermosura, el talento y la juventud, circundados por las brillantes ilusiones de un primer amor. Mas ¡ay! que no existe en esta vida ningún punto luminoso qué no tenga su sombra. Entre las perfecciones de Amelia se habia deslizado un ligero defecto. Su corazón pertenecía á su amante, pero al mismo tiempo que no amaba más que á él, se complacía en agradar por su parte á todos. Walstheim tenia una debilidad, era celoso, no obstante una exquisita delicadeza reconcentraba este sentimiento en el fondo de su alma. Amelia lo coñiprendió al fin, pero en lugar de evitar cuanto pudiera dar pábulo á tan fatal propensioja se complacía en excitarla riéndose de ella. ' Educábase al lado de Amelia otra joven con quien estaba unida por los vínculos de la sangre. Carlota no tenia nada de bella, si puede hablarse así de la mujer que abriga una alma hermosa^ Era pobre además, un accidente la habia arrebatado la hermosura, y grandes desgracias la despojaron de sus bienes : pero tenia unos sentimientos tan Planta herbácea que despide un aroma sumamente piadosos y caritativos, que ora ejercitándolos por si misma, grato, que se eleva hasta la altura de un pié, poco más ó ora abogando por,todo aquello de que resultara algún bien menos, y que produce flores irregulares de amarillo verdoá sus semejantes, se animaba hasta el punto de reaparacer so. Es emblema del mérito modesto y por medio de ella bella, conmoviéndose su excelente corazón y brillando sus se expresa la siguiente frase: vuestras cualidades superan ojos con un fuego lleno de dulzura. Así que vió que su á vuestros encantos. prima estaba en víspera de ser feliz, el contento iluminíJ El famoso naturalista Linnea comparaba los perfumes todas sus facciones, apareciendo encantadora, tanto para de la reseda con los de la ambrosía; y es más dutee, mas Amelia como á loa ojos de Walstbeim.'Muchas veceá había penetrante al salir y al ponerse el sol que durante el resto éste visto penetrar á la pobre Carlota en un rústico albergue, del dia. Flo^ece^ desde el comienzo de la primavera hasta del cual salía siempre acompañada de mil bendiciones: enel fin del otoño, más se puede también disfrutar en invierseñábanse las jovenzuelas recíprocamente los vestidos que no conservándola en un invernáculo templado. Por este Carlota habíalas arreglado para que se adornaran con ellos medio viene á convertirse en leñosa, vive muchos años, se el dia de la boda de su prima. Bendecíala el triste anciano eleva y forma mediante algunos cuidados, un arbolito de á quien prestalwr socorros y consuelo, y adorábanla las un efecto encantador. madres viéndola acariciar á sus hijuelos. «Es un ángel, Cierta ilustre familia sajona ostenta sus armas sosteniexclamaban las pobres: sí fuera rica todos nosotros seríadas por una rama de resffda. Véase cuál es el motivo de mos felices. • Tal concierto de elogios habia con frecuencia que esta modesta flor.se mezcle con los antiguos laureles. resonado en el corazón de Walstheim. Amelia de Nordbourg habia cumplido los diez y ocho años, nada faltaba á la belleza de su rostro, á su talento, Una noche, en el campo, la sociedad reunida en casa ni á su apostura: si su arrebatadora mirada no hubiera hede la madre de Amelia, propone un paseo al aire libre; cho nacer el amor, el timbre solo de su voz argentina le pero aguardábase á Carlota, la cual haciéndose esperar, hubiese inspirado. Una madre, joven aún, habia cultivado puso de mal talante á su prima Amelia. Pero su mal humor en el retiro esta preciosa flor, y á su reaparición en el desaparece luego viendo llegar al coronel Formosa, más juundo coavioieron todos, en que las dos se prestaban mú- célebre todavía en los galones de las damas que en el campo 347 LA GDIRITÁLDA. del honor. Con esto se olvida el proyectado paseo. Carlota llegó al fin, sin que nadie la reconviniera, porque nadie hizo ademán de fijarse en ella. Solo Walstheim columbrando una dulce emoción qTie bañaba el rostro de la joven, dijo para sí. «Indudablemente, Carlota viene de hacer alguna buena acción.» Comenzaron las diversiones, y entre otros juegos se propone á las señoras escoger diferentes flores á las cuales estará obligado el conde á dar significación. Aceptada la idea, Amelia coge una rosa, y la coloca en su pecho; Carlota elige un ramito de reseda. Mientras Walstheim discurre algunos versos sobre estas distintas elecciones, los juegos continúan , y s,e le condena al fin á dar una vuelta por el salón con cada una de las señoras del brazo. Desde luego el conde se apresura á cumplir^on alegría tatí dulce penitencia, más al aproximarse á Amelia, se turba, vacila, palidece, y sin atreverse á tenderla su brazo , se retira con un aire ceremonioso. El corohel Formosa se sonríe, y condenado casi en seguida á cumplir igual penitencia, se acerca á Amelia/ echando uña ojeada burlona sobre Walstheim: ciertamente, la dice, que un beso empañaría unas mejillas tanfrescas como las vuestras, pero permitidme en cambio que estampe mis labios sobre la flor de vuestra elección. Amelia defendió su ramillete sonriéndose , pero no sin que el presuntuoso coronel consiguiese tocar la flor escogida con su boca. Violo el conde y tembló; y cruzándose por azar sus ojos con los de Carlota, comprendió desde luego que también ella participaba de su sorpresa y de su enojo. En esto llegó el momento de ver lo que Walstheim había escrito sobre las flores, pero él rasgó sus primeros ensayos y trazó sobre una rosa estas palabras: No vive más que un dia, ni agrada más que un momento. Y en seguida bajo el ramo de reseda de Carleta escribió lo qué sigue: Sus cualidades sobrepujan á sus encantos.. Amelia, después de haber leido, arroja sobre el conde y sobre su prima una mirada desdeñosa y continúa sus coqueterías con el coronel. Como Walstheim parecía que no se cuidaba gran cosa de esto, la cuitada hizo mil extravagancias para atraerse su atención. El coronel aprovecha tan hábilmente este juego que antes del fin de la jornada consiguió arrancar de los labios de Amelia una semi-aceptacion de su cariño, y esta promesa fué hecha con frase tan pronunciada que pudo llegar hasta los oídos del conde; más lejos de ofenderse éste cumplimenta al coronel por un triunfo tan rápido y después dirigiéndose á Carlota, la suplica que tenga piedad de un desgraciado. Carlota desolada intentó atraerse hacia sí á su prima con miradas suplicantes, más la colera y el despecho se unieron en el corazón de esta joven ligera y aturdida hasta precipitarla en los brazos del fatuo que acabó por labrar su pérdida y su desventura. La pobre Carlota, después de lamentar sinceramente el loco extravío de su prima, vino por último á ser la esposa del virtuoso Walstheim, el dual viéndose tan feliz al lado de ella, quiso perpetuar para siempre el recuerdo de su libertad y de su dicha, añadiendo al escudo de sus armas un ramo de reseda. M. LAS GOLONDRINAS. I. Ya nacen del seco tronco menudas y verdes hojas, y entre la yerba escondidas flores mi! del campo brotan, Y abate sus tenues alas la nevada mariposa, y oculta en la selva el ave sentidos cantos entona. Ya baña al silvestre lirio claro arrqyuelo en sus hondas, y cuando humilde se inclina fiel en sus aguas le Copia. j Mirad i Allá por Oriente las golondrinas asoman, cuando las flores renacen ellas á su nido tornan. Así alegres ilusiones acuden unas tras otras, y en el abril de la vida en nuestro pecho reposan. II. Arratra el viento de octubre las hojas marchitas ya, ni hayfloresen la pradera ni se oye al ave cantar. Pardas nubes bajo el cielo tienden su oscuro cendal, y turbio el arroyo, lleva secas hojas al cruzar. j Mirad! Allá por Oriente las golondrinas se van : desierto su nido dejan, van otro nido á oeupar. Cual ellas las ilusiones huyen en vuelo fugaz. Volverán las golondrinas aquellas... ¡no volverán! M. Ramos Ctirrioii. HIGIENE DEL TOCADOR. 11. Nosce le ipsum. Lo mismo en España, que fuera de la Península, resalta en el sistema de educación popular un defecto lamentable. Agobiase la memoria haciéndola retener ciertas'nociones, sin las cuales, lo mismo que con ellas, los educandos ó educandas podrían ser muy bien excelentes ciudadanos ó buenas madres de familia, en tanto que hay un descuido lamentable en todo aquello que se encamina á 34a LA GUIRNALDA. (lar una idea de los instraraentos y agentes, en virtud de los cuales 1 a vida se cumple y mantiene en incesante y saludable actividad. Merced á esta imperfecta educación , que os inclina á todo lo frivolo, ¿de cuántas noticias estupendas referentes á trajes y tocados de siglos remotos no podríais vosotras, candorosas Julietas, darnos cuenta? Pluma por pluma, perfume por perfume, encaje por encaje y piedra por piedra , conocemes quién describir podria el gusto y la molicie de la abyecta corte de Semíramis; sabidora traíamos que modela á la perfección los pinceles con que Razabel se tenia de negro las cejas y pestañas, valiéndose del antimonio; quién referir puede al dedillo los inventos de refinada coquetería que la esclava de Roma, la voluptuosa Gleópatra jiuso á contribución para inmólate la infeliz y prudente Octavia, y Turisie también pasando á la erudición contemporánea, perfectamente enterada de los tisús , glassés y telas de seda con que presume en la próxima estación imponer sus talentos al mundo elegante Madame Mangas, los abrigos de finísimo terciopelo del profuso Mr. Wors, los sombreros multiformes , cuajados de flores, de Madame Ode, y lo que revela mayor adivinanza, los perfumes de nueva composición , bouques y necessers, que desde la maison de CbarclinHandamjsour invadirán en irrupción asombrosa nuestras ciudades. De todo esto está al corriente el bello sexo; empero, muy poco ó nada sabe respecto lo que son y la importancia que tienen para la vida y la salud en general las partes del cuerpo donde se aplican las creaciones ensalzadas por la previsión de los inventores con el aliciente dff higiénicos, y menos aún en lo qué consisten ó cuáles causas determinan los defectos físicos que, almagrándolos, presumen muchas velarlos al telescopio de la curiosidad masculina. Constituyéndonos en mentores del bello sexo, nos proponemos ilustrarle sobre estos puntos, apoyando al paso en. fundamentos irrecusables cuanto escribamos, camino haciendo, de esa multitud de restauradores equívocos de las gracias^. Principiemos por la piel. Figuraos detenidas en la contemplación de un vallecito cuajado de portentos por la interposición de una neblina densa, y estaréis delante de vosotras mismas. La neblina es el epidermis, el valle los infinitos órganos que cubre inmediatamente y abocan á esta película. El sol, que es la ciencia, os hará conocer Su composición desatando la niebla en gotas cristalinas. Oigamos su voz: La epidermis constituye, como si digéramos,'la tenue muselina en cuyos intersticios se cuaja el ópalo y rosicler de las hojas de las flores; la forman numerosas filbrillas, elásticas, pequeñas y largas, ramificadas {anastomosis) de modos diversos y formando mallas elegantes y por demás caprichosas, que son á las que debe la piel su elasticidad. Este laxis ó red no tiene en todas partes del cuerpo la misma fuerza; es más espesa ó apretada en la planta de los pies y en las palmas de las manos; muy fina en los párpados y en las mejillas, y más fuerte en la parte, posterior que en la anterior del cuerpo. Su espesor más considerable en el hombre que en la mujer, varía entre medio milímetro á dos milímetros y medio. El roce, la compresión con cuerpos duros, la engruesan {hipertrofia) y encallecen, dando lugará lo que se llama ojos de gallo, callo y berrugas; á las últimas cuando los ápices de los nervios se interesan en la indisposición. El calor solar, el aire del campo, la ennegrecen quemándola, siendo esta la razón porque cae en tenuísimas escamas reproduciéndose inmediatamente. Salta también, más de una vez al año, pero sobre todo en estío, alterándose por el sudor, lo que cualquiera habrá observado en el baño frotando suavemente sobre una parte cualquiera del cuerpo. La escamacion del cuero cabelludo, llamada caspa, es debida, en parte, á la misma causa, y en parte, á^laminitas de la membra externa de los cabellos que se quiebra y cae, y á la concreción del humor mucoso de que hablaremos en breve. La contractilidad del epidermis débese á fibras-células que en la cara interna de aquel se encuentran constituyendo una especie de rosario ó mallas flojas. Estas mallas endureciéndose por la edad y retrayendo hacia sí el epidermis, forman los pliegues ó arrugas de la piel. No hay punto, por limitado que suponérsele quiera, dónde no aboquen á la epidermis ó á sus intersticios papilas nerviosas destinadas á la sensibilidad característica de la piel. En la cara interna de las yemas de los dedos de las manos, la aglomeración de las papilas explica hasta cierto punto su exquisita sensibilidad, y por que reside en estas partes el educable sentido del tacto. Estos órganos son los que se afectan todas las veces que se exponen el cuello, la cara ó las manos, á la acción de los rayos solares. El ardor molesto que se siente, parte de estos órganos y ellos son los que gritan.por la compresión de las partes cueráceas encallecidas. Abocan á las mallas de la epidermis, además, tenuísimos conductos de aparatos glandulares que segregan el-sudor, la linfa, y una materia untuosa, al parecer mucosa. Esta materia, concretándose, es la que distindiendo los canales, dá lugar á la formación de esas pequeñas elevaciones en forma de granos incoloros que se ven en derredor de las mejillas y próximas al ángulo externo de los ojos, en la nariz y en la barbilla, de las cuales ha/en algunas personas brotar por la presión ejecutada entre las uñas lo que ellas llaman raíz ó nabo. Reinan sobre el sistema piloso las ideas más peregrinas. Los pelos nacen y tienen órganos propios inmediatamente debajo de la epidermis. Se implantan en su bulbo, que es el órgano destinado á nutrirloá, y reciben de una glándula anexa la materia que les dá color. Esta materia sigue en su matiz gradaciones infinitas; todas suponen la vida ó existencia de la glándula. Guando una ú otra falta, el cretinismo es su consecuencia. El padre no puede dar 4 su progenie aquello de que él carece cuando el defecto comprende á todo un aparato orgánico. Por esta razón hemos admirado y compadecido en el úllimoinviernoá un padre é hijo cretinos que imploraban en la corte la pública caridad. Elunciano yel niño ostentaban una cabellera luenga y poblada, pero argentada como los rayos de la luna; el bulbo vivia en ellos, las glándulas pilosas no, nacieron sin ellas. A la muerte accidental de muchas de las glándulas referidas, débese exclusivamente \& canicie. \A naturaleza para desviarse de la normalidad sigue áeste respecto algunas veces el camino recto. Una emoción moral la basta para hacer en un segundo albos los cabellos negros tan celebrados de nuestras atractivas andaluzas. La infeliz María Antonieta llevó á la prisión su blonda cabellera y la sacó de alabastro al pisar la carreta pavorosa. Lo general es, que las glándulas pilosas enuncien su desfallecimiento por gradaciones en el color de los cabellos. De negro de ébano se vuelven rojos y sin brillo, luego blondos y últimamente blancos, indicio seguro, positivo de que la melanind (llámase así la maieria colorante) no se segrega las glándulas pilosas. Creemos escosado advertir que la canicie puede ser accidental ó permanente. Una enfermedad cualquiera que alcance á las glándulas puede afectarlas y cambiar durante algún tiempo las propiedades físicas.del producto de sus secreciones. Alg^inos médicos han considerado alucinaciones 4« espíritus preocupados las hemorragias que se citan haberse verificado por los cabellos, y á decir verdad, la preocupación no está, en concepto nuestro en los 349 LA GUIRNALDA. que afirman, sino en los que desconocen la posibilidad de estos hechos. De cualquiera modo que sea, así como la canicie reconoce por causa intima en cualquier caso «n estado anormal de los órganos glandulares, ó la muerte de esto?, la calvicie puede depender á su vez de un estado transitorio mórbido del bulbo, 6 bien de la muerte de este órgano que funciona produciendo el pelo propiamente dicho; en el primer caso, la calvicie es curable, por decirlo así, en el segundo, jamás. El hombre no fué creado para abrogarse, por más que se diga, el imperio de las leyes de la naturaleza, su poderse limita á reproducir creaciones que no pocas veces tienen motivo para reirse de la copia. Anexo á la glándula y al bulbo del cabello, hay un musculito que forma relieve en la piel, y al cual se debe el fenómeno conocido con la denominación de carne de gallina, fenómeno aparente más que nunca á la salida de un baño frió; el oficio de este músculo consiste en imprimir movimiento á los líquidos de que se nutre la raiz del pelo y á la misma rafz. Adivínase, por tanto, como la frase de que nos valemos para expresar el sentimiento de on mfedo grande : «se me erizan los cabellos, t cabe dentro la de exactitud. Sugetos hay de pelos crespos, indómitos, y niñas de cabeza angelical adornada bellamente con enrizados naturales. La explicación de aquel defecto y de la gracia de estas criaturas proviene, allí del músculo y consistencia del pelo, aquí de su sedosa propiedad y del músculo conjuntamente. iQué injustos son los hombres con vosotrasl Lo que en ellos llaman deseo*, ansia de saber, en vosotras lo achacan á curiosidad. Mil veces os habréis preguntado, sin daros contestación satisfactoria , la causa originaria de tamañas diferencias como presenta el color del culis, y sitf embargo , nada hay tan sencillo de explicación. Inmediatamente debajo del epidermis, extiéndese un aparato (conjunto de órganos) Wnimáo crematógeno (de cremo, color, geno, generación), cuyo encargo en la economía, no es otro que segregar un líquido rosado en unas razas, cobrizo en otras, negro en la etiópica, y de azul cubierto en los antiguos pobladores allende el Atlántico. Forma una capa uniforme pof toda la superficie del cuerpo y se refleja en matices diversos al exterior, según que la epidermis es n»ás ó menos fina y su color fundamental ó propio se inclina al pardo oscuro., al negro, al encarnado ó al rosa. Los lunares, las manchas, máculas y neviis, provienen de la concreción de esta materia colorante en puntos más ó menos extensos. Lns pecas de las personas rubias, ó las que á las muy blancas sorprenden en estío, tampoco tienen otra procedencia. Hasta aquí, lo más interesante que os concierne respecto de ese vitalizado crespón, digno por cierto de minuneiosos y solícitos cuidados, que en ningún caso deben subordinarse al rigorismo artístico de la voluble moda. Decimos lo más interesante, no en calidad de que realmente lo sean cuantos datos hemos consignado, comparándolos con otros que no os atañen, sino en razón de nuestros propósitos. Para demostrarlo, básteos saber que cuando la piel no suda, pierde una cantidad de vapor de agua equivalente á cuarenta gramos por hora; que exhala de un modo incesante cantidad notable de gases; que absorbe otros, y que en tuda su extensa superficie se ejecutan funciones idéntrcas por su objeto á las respicatorias; razón por la que morirla tan instantáneamente como si hubiese sido herido por el rayo, aquel á quien se le cubriese la piel con un barniz impermeable. De donde inferiréis lo cercano que está del mentir de las estrenas. el mentir de una dama, de alto coturno, bellísima por más señas, á quien se atribuye en Madrid la adquisición en Londres de un esmalte con el cual, enbeliecido el busto en cualquier dia, dúranla quince más las gracias postizas, sin que ofendan á lo artificial el agua ni el tiempo, el sol ni los mecheros. Y decimos, afirmamos y aún juramentarnos podrían de que mienten las milagreras, por cuanto el cutis, como haremos ver, continuando este asunto, no se presta , sin vengarse de la ignorancia de un modo muy cruel, al esmalte con que se decora el busto resplandeciente de una muñeca. La engañosa razón de la intemperancia: tout ésU sain aux saÍ7is, nunca resultará mas perniciosa que dándola aplicación al punto que tratamos, respecto del cual será mas saludable el consejo que encierran las'siguientes palabras del eclesiástico: acordaos, hijas mias. que habréis de caer un dia bajo las manos de los médicos. 4, Saiz Cortea. lilJISA. Cuento. Luisa, de edad de doce años, era apasionada por el baile: en sus primeros añoS/y cuando apenas podia tenerse sobre las piernas, gustábala danzar-sobre las rodillas de las personas que la acariciaban. Mas tarde sus padres no podian darla mayor satisfacion que la de permitirla asistir á las reuniones de bailes quo habia en la ciudad. Invitábanse naturalmente las amigas á concurrir á sus casas respectivas y siempre que sonaba la música gritaba Luisa sin poderse contener, un fvals, un wals. Luisa era muy querida de sus padres porque era razonable, obediente y buena en toda la extensión de la palabra : su semblante perfecló y su carácter apacible la hacían sumamente amable. El dia de su cumpleaños habia invitado á sus'amigas á refrescar: su hermano Carlos habia recibido permiso también para asistir á esta fiesta con algunos de sus compañeros, y todos juntos cantaban yreian alegremente aunque con reserva y modestia, Luisa fué coronada de flores y declarada reina de la función. Pero estábale reservada la mayor sorpresa ^ pues sus padres habian ajustado algunos músicos que de repente rompieron á tocar desde una cámara inmediata. Toda la reunión alegre y como herida de un golpe eléctrico se quedó sorprendida y Luisa alborozada como ninguna de sus amigas exclamó alegremente: un wals, un wals esto es encantador!.'.. Al ver entjrar los músicos, Luisa no podia contener suregocijo. La habitación estaba iluminada de numerosas bujías y las paredes guarnecidas de guirnaldas de flores. Empezó el baile y Luisa estaba ebria de gozo: no danzaba sino que volaba: su semblante arrojaba fuego: sus ojos brillantes parecían dos luceros. Habiendo notado sus padres este arrebato, la aconsejaron con dulzura que bailara más despacio, porque la excesiva agitación es perjudicial al pecho. Pero Luisa no podia resistir al encanto de la danza: estaba nadando en sudor, y la s^d la quitaba la respiración. Muchas veces habia oido decir á sus padres, que nada era más peligroso que beber cuando se está sudando ó ponerse á la corriente del aire, pero en equellos momentos no pensaba en nada y sus padres no podian advertirla, porque se habian retirado á otra pieza. Salió, pues, precipitadamente del salón de baile y penetró en el jardin: el aire fresco y húmedo de la noche cortó bien pronto la traspiración,de Luisa. Sin embargo, como se sentia fatigada, bebió un vaso de agua, heláronse al momento todos su miembros y cayó desmayada. Felizmente una doncella la vio y llamó par^ que acudieran en su auxilio. 350 LA GÜIRKALDÁ. Toda la alegría se coQvirlió en seDtimiento>aI hallar á Luisa en tan lastimoso estado: facilitáronsela prontos remedios, mereed á los cuales recobró los sentidos; pero estenuada, pálida como la muerte y sin poder hablar lleváronla á su cama, y la reunión se retiró triste y silenciosa. * Cuando el médico llegó á reconocerla, exclamó: hé aquí los resultados del baile: se abusa de la salud de tal modo que un poco de aire puede causar una muerte repentina. |Si pensaran en esto los amantes del baile 1 Dos meses estuvo Luisa enferma, y aunque se restableció algún tanto, quedó desde entonces afectada del pecho. Sus padres cuidiiron que no se fatigase en los bailesa que concurrió después, por temor de una recaída que podría serla fatal. A los veinte a&os se casó Luisa á quien todo el mundo felicitaba por la elección que habia hecho. Pero estaba destinada á no gozar por mucho tiempo de su felicidad. A consecuencia de un baile de carnaval, en el cual se agitó notablemente, cayó gravemente enferma atacada de pulmonía, y á las tres semanas después de su enlace dejó de existir. Todos lloraron su pérdidti: los médicos la consideraron como una víctima del baile y decian : | Que sirva de lección este ejemplo, lanto para las madres, como para las bijas! Los funerales fueron miiy pomposos. Ocho jóvenes llevaban su cuerpo: doce niñas vestidas de blanco y adornadas de negras coronas rodeaban su tumulto cubierto de guirnaldas y flores. Su esposo estaba traspasado de dolor; todos vertían lágrimas de sentimiento, y cuando sus restos fueron guardados en la tumba, las jóvenes la cuirieron de siempre vivas. USHEBMANASDELACABIDÁO Y LA SERVILLETA DE LUIS XIV (1). Corria el primer tercio del siglo XVII, y una gran parte de la Francia era desolada por la guerra, la peste y el hambre. Ea aquella época calamitosa brillaba prodigiosamente, por su celo y ardiente caridad, San Vicente de Paul, á quien la misma sociedad descreída ha perdonado su cualidad de cristiano, admirándole como á uno de los más grandes bienhechores déla humanidad. Predicando en Chantillón, en el año 1617, se lamentó con tanto ardor de la miseria de una infeliz familia de las cercanías Tle la ciudad, que apenas concluyó su predicación cuando yna multitud de personas caritativas acudieron al miserable albergue de la familia enferma recomendada por el santo j la cual continuó recibiendo abundantes socorros en los dias siguientes. Conoció luego el siervo de Dios que eran excesivas tantas provisiones de pan; carne y otros alimentos, que no podian conservarse mucho tiempo, inconveniente que ofrecían también las limosnas suministradas, por efecto de sus exhortaciones, á otras familias enfermas. Pero ¿ á quién confiar la distribución prudente de sus socorros, con arreglo á las necesidades de los pobres ? San Vicente encomendó este cuidado á unas cuantas señoras piadosas, con encargo de reunirse una vez al mes á fin de darle cuenta do sus actos. Los excelentes resultados que produjo esta primera asociación de caridad destinada á visitar, socorrer y exhortar cristianamente á los enfermos pobres, llenaron de gozo á San Vicente de Paul, y excitaron en su bondadoso corazón el deseo de instalar la misma asociación en otros países. La Providencia vino entonces en auxij l ) Tomamos este artículo de El Monitor de primera enseñansa, en la persuasión de quo nos lo agradecerán nuestras amables lectoras. lio de San Vicente deparándole una mujer de claro talento, de virtud sólida , de celo infatigable, y animada del deseo de consagrarse enteramente al servicio de los pobres enfermos. E^ta mujer fué Luisa de Marillac, viuda de Le Gras, seeretaíTo que habia sido de la reina María de Médicis. Renunciando generosamente á las ventajas y comodidades de su elevada posición, aceptó el cargo de superiora de las congregaciones compuestas de jóvenes piadosas de las ciudades y de los campos que, no sintiendo inclinación al matrimonio, ni al claustro, querían servir á Dios dedicándose á asistir á los enfermos, educar á los niños y visitar á los encarcelados. Tal fué el origen de las Hermanas de la Caridad. El Apóstol de la caridad halló, pues, una cooperación poderosa en la mujer. Yes que Dios ha depositado en el corazón de la mujer rices tesoros de amor, de solicitud , dé ternura y de piedad. No, nadie como la mujer sabe ganar la confianza y las simpatías de los desgraciados; nlidie como ella sabe curar con el balsamo de sus dulces palabras las heridas causadas por el infortunio; nadie como ella sabe adivinar la clase de socorros y de cuidados que necesitan los que lloran. ¡Ah! la mujeres un ángel de consuelo junto al lecho del dolor. ¡Bendita sea la mujer cristiana consagrada á las obras de caridad! , Las instituciones del hombre sufren frecuentes variaciones, y no suelen durar mucho tiempo: las instituciones de Dios llevan un carácter de permanencia que revela su origen divino. Así, la institución de las Hermanas de la Caridad^ se extendió luego con asombrosa rapidez, y viene á ser hoy un vasto verjel de bellas llores, á las que vivifica el rocío del cielo, y nutre la dulce savia de la caridad. El instituto de estas hermanas es conocido y admirado en lascínco partes del mundo. Solo en Francia pasan de seis mil, teniendo á su cargo más de cuatrocientas casas de beneficencia. En España se establecieron por primera vez en el año 1790, y desde esta época fué siempre en aumento su número. Según los registros de su casa iñatriz, establecida en la corte, habia en el año 1837 mil catorce hermanas en ejercicio, y cien novicias, sin cootar las muchas que de las provincias Vascongadas, de Cataluña y de Valencia pasan á Francia y otras naciones. . Las hermanas de la Caridad no son religiosas, porque este estado ^s incompatible con los servicios á que se dedican, pero DO tienen otro esposo que Jesús, y su vida es muy ejemplar. El secreto de su abnegación y heroísmo está en el ardiente amor de Dios y del prójimo, que es el fundamento de la regla de conducta que les trazara su fundador. «Deben considerar ante todo, les dice, que si bien su estado no es el de religiosas, por no convenir al objeto de su institución, han de tener, sin embargo, tantas ó mayores virtudes como si hubiesen profesado en una orden religiosa, porque se hallan más expuestas que si vivieran en clausura, siendo su monasterio las casas de los pobres, su celdaalguQ miserable aposento, su capilla la parroquia, Sus rejas el temor de Dios, y su velo la modestia. Al servir á los enfermos, tendrán su mente fija en Dios, apreciando lo mismo las alabanzas que se les tributen, que las injurias que se les hagan, rechazando interiormenté las alabanzas y confundiéndose en su nada, á no ser en el caso de que aprovechen para un buen fin; y aceptando las injurias para honrar los desprecios hechos al Hijo de Dios en la Cruz por los mismos que recibieran de él tantos beneficios. • No aceptarán obsequio alguno, por pequeño que sea, délos pobres á quienes asistan, jjuar^ndose bien de pensar que les están obligados por los servicios que de ellas reciben, pues por el contrario, las hermanas deben mS8*4os pobres, puesto que por una pequeña limosna, no de bienes propios, sino de su cuidado, adquieren amigos en el cielo, y á unen esta vida reciben, con 351 LA GUIRNALDA. raolivodfe los pobres á quienes asisten, más honor y verdadero contento que el que hubieran podido hallar jamás en el mundo; no debiendo, por lo tanto, abusar, sino confundirse, al considerar lo indignas que sonde tanto provecho.» Además, San Vicente les recordaba que los servicios prestados á los pobres debian considerarse como hechos al mismo Jesucristo, según lo ha declarado expresamente el Divino Maestro. Así es que, después de socorrer y consolar á algún desgraciado, solia exclamar lleno de gozo: »¡Oh amabilísimo Jesús! ¡qué feliz soy en poder haceros algún servicio! ¡á Vos, que tanto habéis hecho por mi!» Las Hermanas de la Caridad hacen cuatro votos simples, i saber: de pobreza, de castidad, de obediencia, y de consagrarse al servicio de los pobres. Pero estos votos duran solo un año, pues el 25 de marzo, dia en que la Sra. Le Qras los hizo por primera vez, quedan en completa libertad de renovarlos, previa la licencia superior, ó de volver al seno de sus familias, siendo muy pocas las que adoptan este último partido. Cuando uiiil^hermana no recibe antes del 25 de marzo permiso para renovar sus votes, es señal de que no se la considera á propósito para continuar en el instituto, y tiene que retirarse. £1 voto de pobreza no las priva de la propiedad, ni de la posesión de los bienes que tuvieren antes de entrar en la Asociación , ó adquieran después legítimamente; pero las obliga aquel voto á usar de sus bienes con entera sujeción á la voluntad de su jefe, como también á hacer una inversión honesta y justificada de los bienes de la coínunidad y de los que pertenecen á los pobres con arreglo á la intención de los quedan las limosnas. Mas e\i el caso de testamento no necesitan licencia del superior, y disponen libremente üe sus bienes. El hábito de estas hermanas fué desde su origen una especie de toca ó sombrerillo de lienzo blajico con cuellecito de la misma tela,—jubón y basquina de lana de color gris,—un rosario conuá crucifijo pendiente de la cintura,—medias de color de ceniza,—y zapatos negros. La toca tiene el origen que veremos. El hábito que usan en España es eu la cabeza un tocado de lienzo blanco, que se ciñe por medio de una jareta y un cordoja, ocultando todo el pelo: encima se ponen una especie de mantellina también blanca, muy almidonada, que no pasa'de los hombros, redonda por detrás y caídas las puntas por delante; el jubbñ y basquina son de la misma hechura y tela que las francesas, pero negro : una especie de cuello blanco, peto y delantal azul cuando están en casa. Para la calle se ponen una mantilla negra y grande que queda ceñida por la cintura, cubriendo el tocado blanco y bajando las dos puntas por delante á cogerse por dentro de los brazos. En casa y fuera de ella Uevap pendiente de la cintura un gran rosario con varias medallas doradas. A las que desean ser admitidas en la Congregación se les exigen las cualidades siguientes: Verdadera vocación,—ser de muy buenas costumbres,—proceder de familia honrada y exenta de mancha infamante,—no haber pertenecido á laclase de criadas,— ser de buena estatura,—tener vista perspicaz y robustez,—estar dotada de regular inteligencia para los diferentes empleos que ha de ejercer,—estar bien impuesta en Doctrina Cristiana y en la lectura,—regularmente en la escritura y en las principales labores propias de su sexo,—no tener meaos de diez y seis años, ni pasar de veinte y seis.—Todas las pretendientes han de presentar la partida de bautismo y la de confirmación, y llevar á su recepción seis camisas,—seis enaguas,—seis pañuelos de hiló,—seis pares de medias, —cuatro pares de bolsillos,—una mantilla negra,—dos vestidos negros de añascóte,—seis pañuelos blancos enteros para el cuello, —tres pares de zapatos nuevos, — y en dinero quinientos cuarenta reales para todo lo que constituye el primer hábito.— Estas prendas se valúan al hacerse cargo de ellas el esiablecimíen- to; y si llega el caso de salir una hermana, se le devuelven, ó, en su defecto, el valor-de las prendas. Concluiremos este artículo con el origen que se refiere de la notable forma de la toca que llevan las Hermanas de la Ca' ridad. Habia sido convidado jSan Vicente de Paul á la mesa del rey dé Francia Luis XIV, juntamente con las dos primeras hermanas de la Caridad, una de las cuales era en extremo hermosa. No" fué el rey insensible á los bellos atractivos de aquella joven que precisamente estaba colocada al lado del monarca. Sintiendo éste todo el íuego de una viva pasión y no pudiendo dominar su extravio, se levanta precipitado, cubre con su servilleta la cabeza de la joven y se retira diciendo: —¡ Vicente 1 en lo sucesivo cubre el rostro de tas hijas. Desde entonces adoptaron una toca de la figura en que quedó la servilleta de Luis XIV sobre la cabeza de la hermana. V. Jtoaquln BaaMa» • '•^l»8HWBI>i'"ini ANÉCDOTA. Uno de los más acreditados módicos de Venecia vio entrar cierto dia en su estudio á un caballero cuya fisonomía contrastaba con el esmero de su traje. Era un enfermo que venia á consultar con el doctor sobre una enfermedad para la que no podía encontrar remedio. —¿Quésentís? le preguntaba el doctor. —Una profunda melancolía. Después de haber discutido muy por extenso el origen de las melancolías, misantropías, hipocondrías, etc., de las consecuencias de estas afecciones y los medios de combatirlas, el doctor terminó díciéndole, que por su aspects abatido y los diagnósticos que presentaba, creía coa fundadas razones conocer su mal y los medios de dominarlo. —Sin embargo, añadió el médico, debo haceros algunas observaciones. La melancolía nace algunas veces de pasiones contrariadas. ^ El doctor esperó una contestación del enfermo.' >—Señor, dijo éste, mi mal np nace de eso. —Quizás de decepciones del corazón,,replicó el médico. El enfermo hizo una señal negativa y añadió; —Tengo, en una palabra, un vago fastidio. —En este caso, es preciso que os mandéis traer el mejor vino, pero usando de él con moderación. —Caballero, hay en mi cueva los mejores vinos; pero no tienen virtud contra mi enfermedad. —Entonces es preciso viajar. —He recorrido todos los países inútilmente. El fastidio me sigue á todas partesT , —¡ Diablo 1 El caso es grave. Es forzoso oir buena música. —La oigo todos los dias; y mi mal, lejos de curarse, se aumenta cpn ese remedio. —Entonces no encuentro otro medio que ir á oir por las noches al teatro, al célebre cantante Velutti, cuya verbosidad y encantadora alegría se comunican á todos cuantos le oyen como por cohtagio. ¡ Ay I sejior, dice el pobre enfermo, es una máscara y nada más; porque yo soy Velutti. 3á2 '^. % tk GUÍEÍNALríA. MISCELÁNEA. Un pob'^ cónxijiJBt^olicitaba de un director que ,Je pagase la cuenta de sus ref^seíitaciones, asegurándole quAii^twdaba mucho, moriría de hambre. ,. —Vuestra cara foUiza y coIoTada desmiente vuestras palabras, contesta el director. -• —No os dejéis engañar por mi cara, señor; ésta no es mia, pertenece á mi patróna que me mantenia á crédito, hasta ahora, y que hoy pie ha dicho no querer ya fiarme más. El año pasado la reina Victoria publicó un libro titulado: Hojai del diario de nuestra vida eri Eseocia. La venta de'este libro ha dado un beneficio neto de 250,000 rs., con los cuales se han creado cierto número de pensiones gratuuitas en. la Universidad de Aberdeeu para los hijos de los colonos de Balmoral, posesión real.| ^ . estudiando astronomía; un tirano muy feroz ; cierta trasparencia líqi^ida; un pecado de los siete que condena la Doctrina; una gran porción de mundo según la geografía; cierta contracción del rostro que os pone á todas bonitas ; y, en fiu, para no cansarte, cierto rio de Galicia. Si tú no fueses el todo, no te faltará una amiga, á quien llames cariñosa con el nombre de este enigma. La solución en el número próximo. ACERTIJO. Los antiguos griegos, para ser los primeros en todo, tienen la gloria de contar entre sus preclaros hijos: A Plutarco—el primer biógrafo. A Aristóíeles—el primer sabio. A Homero—el primer poeta. A Feríeles—el primer hombre de Estado. A Fidias—el primer escultor. A Apeles—el primer pintor. , A Solón—el primer legislador. A Alejandro—elj)rimer conquistador. A Anaxágoras—El primer naturalista. A Euclidea—el primer matemático. A Arqvtímedes—el primer mecánico. - A Tucidides—el primer-historiador. A Sófocles—el primer trágico. A Demóstenes—el primer orador. Y á Aspasia—la primera mujer. Aspasia, mujer milesia, rayó tan alto en la filosofía que habiendo acudido á oír sus explicaciones el famoso Sócrates, inclinó la cabeza y se declaró discípulo suyo. Otro triunfo mayor alcanzó sobre Feríeles esta lAujer extraordinaria y fué que habiéndole enseñado el arte de gobernar bien la república no creyó pagarla con menos que casándose con ella según refiere Plutarco en la vida de aquel general ateniense. LOGoamro. Encierro en mis siete letras veinte cosas bien distintas. Una flor de las más bellas; una tela muy bonita; una cuerda que es delgada; cierto pueblo de Castilla; un diseño para adorno; una relación marítima; cierta cosa de gran peso ; pieza en las casas precisa; un jugete ; y otra flor que en muchos escudos brilla; un instrumento de música que usaba la gente antigua; un altar; cosa que eleva, pero no á quien raciocina; cierto nombre que hallarás Pronunciadas cuatro letras con acento natural, forman el nombre de un líquido que emplea \» humanidad en infinitos servicios necesarios á cual más. Piénsalo un momento y lo acertarás. La solución en el siguiente número. CHARADA. I Con cuánto segunda y prima doblamos prima y tercera, cuando asordando los aires la voz del todo resuena 1 Solución á la anterior: Refajo. Solución al jeroglífico anterior: No es aquella gallina buena que come en casa y pone en la ajena. LA GUIRNALDA. PRÜCIOIS D E JSVSiCIlICIOIir. Madrid, mes. . 4 r s . Trim. . 12. Sem. 24. Afio. Provincias Id. . l4. Id.. 28. Id. . Extranjero y Ultramar, haciendo la suscrldon en la Administración. Id. id. suscribiéndose por medio de comisionados. ,, Jgj^piia t Con música. . . . r s . Números sueltos. Piezas de música Se insertan anuncios & precios convencionales. Adiniuistcacidu, Hcotuetnió', 7 y 9, tercero, derecha. Madrid: 1869. — Tipografía de KOLDÁN, Sacramento ,6. 48 50 80 100 64 4