Programa Últimos Movimientos

Anuncio
CENTRO DE EXPERIMENTACIÓN DEL TEATRO COLÓN
temporada 2015
Últimos
movimientos
del señor
Fogwill
JEFE DE GOBIERNO
Mauricio Macri
VICE JEFA DE GOBIERNO
María Eugenia Vidal
JEFE DE GABINETE
Horacio Rodríguez Larreta
MINISTRO DE CULTURA
Hernán Lombardi
DIRECTOR GENERAL Y ARTÍSTICO
Darío Lopérfido
Últimos
movimientos
del señor
Fogwill
MARZO
jueves 12 | a las 20
viernes 13| a las 20
sábado 14| a las 21
SALA DEL CENTRO DE EXPERIMENTACIÓN
Víctor Torres
voz y piano
Renata Schussheim y Ezequiel Grimson
dirección
Roberto Traferri
diseño de iluminación
Gustavo Basso
acústica
UNA LECTURA
Mariana Seropian y Manuel Valverde
asistentes de dirección
Sobre el ciclo de poemas homónimo de Rodolfo Enrique Fogwill
Agradecimientos:
Vera Fogwill, Francisco Fogwill, Andy Fogwill,
Verónica Rossi, Bárbara Maier, Alejandra
Gandini, Ximena Talento, Rubén Fernández,
Pablo Fessel, Pablo Massa y Daniel Campione
Fogwill lector
por PABLO FESSEL
LECTURAS
Johannes Brahms, Vier ernste Gesänge, “O Tod, wie bitter bist du”,
Berlín, N. Simrock, 1896.
Johannes Brahms, Ein Deutsches Requiem (versión de Londres),
“Selig sind die Toten”, Leipzig, J. Rieter-Biedermann, 1908.
Rodolfo Enrique Fogwill, Últimos movimientos, “Últimos
movimientos del señor Fogwill”, Buenos Aires, Paradiso, 2004.
Arnold Schoenberg, El estilo y la idea, “Brahms el progresivo”,
Madrid, Taurus, 1963, pp. 128-131.
Franz Schubert, “An die Musik”, Leipzig, Breitkopf & Härtel, 1894-1895.
Robert Schumann, Dichterliebe, “Im wunderschönen Monat Mai”,
Leipzig, C. F. Peters, 1844.
La literatura de Fogwill, tanto como su actuación como escritor, están atravesadas por la idea de la ruptura. Su objeto es el más amplio posible: las instituciones
literarias, el sentido común, los géneros de discurso, la palabra despersonalizada
de las frases hechas. Formas cristalizadas por la convención. La provocación de
Fogwill es también un llamado a enfrentarse a esos objetos con la violencia de su
propia mirada inaugural. Pero su corrosión no es solo destructiva: se leen todavía
en su poesía los restos de una antigua belleza, junto con los relámpagos de una
nueva. En el centro de ambas, del quiebre y de la belleza, está la palabra misma.
Poemas como «El señor Fogwill fuma pipa», o «El señor contempla su obra», con
los que se abre Últimos movimientos del señor Fogwill, escenifican un desdoblamiento del yo. Podría pensarse ese desdoblamiento como otra forma del quiebre, dirigido al registro de la poesía lírica. El yo en Últimos movimientos está en
la voz («La voz es la materia del poema»), en el tono, pero no en la sintaxis, en la
cual es un él. Sobre ese desdoblamiento se despliega la ironía.
Ezequiel Grimson y Renata Schussheim desarrollan ese desdoblamiento y lo trasponen a la escena. Le piden a Víctor Torres, un cantante lírico, que lea sin impostación. La voz del poeta suena en otra voz que no es tampoco la del “yo artístico”
del cantante sino su voz personal y privada, la voz que el poema lírico tradicional
postula como clave de su sentido. Pero se trata de una apariencia: la lectura está
pautada como una partitura.
La idea de que hay una musicalidad inherente a la lengua poética es tan antigua
como la pregunta por la justicia de la música para con el sentido de las palabras.
¿Cuál podría ser la música de su poesía? Fogwill amaba los Lieder de Schubert
con la intensidad del anhelo. Pero esa no es la música de su escritura. Una palabra
tan consciente de su sonoridad (del timbre de sus sonidos, de sus tempos variables, de la plasticidad de su forma, del encadenamiento, las cumbres y los precipicios de sus ideas) está tan cerca de la música que cualquier música demasiado
musical se alejaría de ella. La música de la poesía de Fogwill está compuesta ya
de alguna manera, y subsiste velada en la renuncia al sonido de la palabra escrita.
Musicalizar esa poesía no es tanto un acto compositivo como interpretativo.
Últimos movimientos del señor Fogwill restituye el sonido de la palabra escrita en
la voz de un cantante que lee. Reminiscencias de otras músicas, desdibujadas por
el recuerdo, interrumpen por momentos la lectura. Una de ellas, “O Tod” (“Oh
muerte”), la tercera de las Cuatro canciones serias op. 121 de Johannes Brahms,
se presenta al comienzo en la destilación que realiza Arnold Schoenberg en su
ensayo sobre «Brahms, el progresivo». La pieza está inspirada en un pasaje del Antiguo Testamento (Eclesiástico 41,1-2): lamenta la muerte amarga, que alcanza al
hombre que vive en paz entre sus bienes y puede servirse el alimento; y saluda la
muerte que sentencia al viejo acabado, carente de fuerzas y de paciencia. (Como
un recuerdo persistente que adquiere cada vez mayor definición, la canción se
escucha más adelante en forma integral.)
La escena está reducida al mínimo: la intimidad de un estudio, con una mesa,
un libro y un piano. La puesta se propone en contrapelo al desdoblamiento fogwilliano: el espectáculo se pliega al desarrollo del poema, se funde con él y lo
interrumpe con la música que Fogwill escuchaba y cantaba con pasión, como
descanso de la música omnipresente de su propia voz.
Últimos movimientos
del señor Fogwill
El Sr. Fogwill fuma pipa
El Sr. Fogwill, delgado, en el espejo
El Sr. Fogwill, antes del desayuno
El Sr. Fogwill fuma en pipa.
Una vez más ha despertado flaco, Fogwill.
El hábito de lavarse los dientes.
Pasa
el tiempo.
Sube
como una nube de tiempo hacia su frente
y fuma. No debería fumar
en pipa el señor. Le teme al cáncer
el señor. Son muchas leucoplasias superadas
en sus labios y encías y es mucho
el miedo que no mitiga ni el sabor del latakia.
Se siente más liviano y delgado.
Lo verifica en el espejo del cuarto de baño:
“pasan los años y uno adelgaza”, piensa.
El de afeitarse.
Las hebras negras
arden graduales bajo una capa de ceniza.
La brasa roja
se anima como la vida al chupar.
Y el olor… ¡El olor...!
¡Líbranos de todo mal, olor
de buenos pensamientos imbéciles
condicionados por el ícono
del hombre y su pipa!
Escapan las ideas
por la boquilla. Bajan
burbujas de saliva
y crepitan
contra la brasa
volviéndose vapor
en el hornillo,
en el hollín.
Podría engordar.
Pero hay un ánimo delgado, enclenque
que esta mañana le compete.
El sueño del amor
sería una mujer
con quien adelgazasen juntos, graduales
hasta el momento del final.
Pero la vida es otra cosa.
El de beber su té caliente, amargo, en ayunas.
Y el de fumar un cigarrillo, pensando en el día.
Después cagar: cagar dos veces antes del baño.
Después la ducha y unos instantes
de ducha helada: estoicismo ilusorio
de las mañanas de este invierno.
Y vestirse.
En las mañanas de viaje
en un hotel todo es más fácil.
El Sr. Fogwill preferiría saber
qué es esa cosa.
Planificar el desayuno.
Aunque no hay cosas, piensa
que quizás no haya cosas y que la vida
no existiría si él no engordase, adelgazase o padeciera
cambios imaginarios de ánimo
como el de esta mañana.
Fumar un cigarrillo durante el desayuno.
Leer la prensa del día durante el desayuno.
Caminar por el hall.
Controlar las miradas del personal y pasajeros.
Verse delgado en un espejo.
Elegir la mujer del prójimo.
Organizar los pensamientos, el día.
Obedecer la agenda.
Escribir los poemas del señor.
El señor contempla su obra
Abre el correo
Baja a la siesta
Oye llover
A SOLAS CON SUS “CASIS”
Cuando ha perdido la razón
el señor se levanta y va a la mesa de los libros.
Abre el correo.
¿Qué mejor que dormir
y en las imágenes que preceden al sueño
encontrar una voz, o un sonido
distintos, tallados
desde adentro como cristales
invertidos?
Oye llover. Trata
de comprender el roce de la lluvia
en los balcones, las ramas y la calle.
Piensa en “casi”.
Los niños juegan frente al televisor.
Ni oyen la lluvia, son
casi como una lluvia.
El mundo mudo,
llueve como una sucesión de cosas.
Mira sus libros, los borradores
de otros libros que nunca serán
y relee prólogos y solapas.
Imagina una sociedad de animales:
perros que leen, monos que cantan,
patitos que platican en una vernisage,
gatos que piensan y comentan a Esquilo
y conejos que nunca acaban de ponerse de acuerdo
sobre Kant y el arte de la fuga.
Entonces los libros toman sentido.
Las solapas y prólogos que él mismo escribió
–o corrigió–, recobran
aquel sonido originario,
que alguna vez oyó.
Después se aparta de la mesa y vuelve a su trabajo.
Está llamando a una oficina,
y oye
siempre la misma voz indicando que aguarde.
“Aguardar” significa a esperar.
Y esa “persona que no se encuentra” significa que no
está allí,
y supuso que alguien lo buscaría.
El señor Fogwill escribe la palabra “espera”,
vuelve a la mesa de sus libros
y espera.
El invierno termina pero siguen
llamando, convocando, interpelando.
Todos quieren vender.
Todos compraron la necesidad de vender.
Habría que borrar y comenzar de nuevo.
O mejor: cambiar de dirección,
y concentrar el pensamiento
en esta mano
que conduce el ratón y conecta
con otras manos y ratones
idénticos que interpelan
con sus clicks
para nada.
Son pensamientos del mediodía.
Ideas diurnas y cada día
más habituales.
Abre ¿qué? y piensa
“habría que…”
¿Qué?
¿Que librarse del hábito?
¿Que no fumar?
¿Que no aspirar cada mañana
el aire del correo y su olor
a pantalla encendida?
Afuera, afuera
se abre una tarde llena de luz.
Lo que sólo sucede en la siesta:
fiesta de los umbrales del color
y sombras de sonidos.
Unas palabras que el señor Fogwill sabe
que olvidará, pasan
de un lado a otro de los ojos
y hacen un ruido como de pies
rozando el piso áspero.
Piacer. Decide que será para siempre
piacere la palabra olvidada, y que por siempre
quedará allí, en los umbrales de la siesta,
intraducible, en italiano.
Las imágenes, las formas y colores
llenos de ruidos y facetas
talladas desde adentro del sueño
también seguirán para siempre
oscurecidas por esa lingua
que apenas conoce.
Suceden en sus juegos
y el mundo
como una lluvia es ellos y acontece
mudo para sí.
Según el ánimo todo parece casi alguna otra cosa.
Casi como una lluvia intermitente.
Y casi podría oírse, como otra lluvia
el retumbar de los ruidos de fondo.
Está convencido de que siempre
detrás de cada pensamiento, respiración
o mundo habitable,
sonarán esos ruidos de casis
contra un fondo inhumano.
Son las creencias: casi
todo lo que puede pensar.
Una granada
con los poderes del hombre
Hay ciclos
NO SON TEMAS DE POESÍA
La poesía es el motivo del poema
El señor juega con la granada.
En una mano muestra
lo que se puede hacer
y en la otra lo que no
se puede hacer.
Hay ciclos, evoluciones,
involuciones, vueltas
y medias vueltas de ánimo.
El correo. El orden de la mesa.
Los ciclos personales y naturales.
La buena suerte, las desgracias,
adelgazar, fumar, mirar televisión,
las vacaciones y la hacienda
y las cosechas genéticamente modificadas
no son temas de la poesía.
Cuando aprendió el inglés
el señor Girrione se quitó el one.
Casi cabe en su mano.
Tiene la forma de una piña.
El tacto terso del polvinilo siliconado
es como un terciopelo
que acaricia la piel de quien la empuñe.
Pero a la vista, parece acero
pronto a desintegrarse.
Esquirlas: pirámides letales
como pirámides envenenadas.
Efecto inflamable:
no utilizar en medios de transporte
ni en espacios cerrados
de menos de treinta metros cuadrados,
le tradujeron del hebreo.
Es una granada disuasiva.
Puede matar en ciertas condiciones,
pero fue diseñada para paralizar de miedo,
aturdir y provocar sensación de ceguera,
y el consecuente pánico.
Tranquiliza al usuario
el doble sistema de seguros
y la advertencia de que estalla
a tres segundos de activarla.
Se atrevería a lanzarla en la montaña,
o en los acantilados, pero hace mucho,
que no viaja a montañas,
ni a acantilados. En cambio, sigue
acariciando su granada
en el momento de escribir
y piensa en los comandos, en los acantilados
y en los desiertos que nunca volverá a visitar.
“Adivinen, –pregunta–,
qué harán después los hombres
con el mundo
de las ciudades…”
Eso es: nada.
Puros pliegues
de piel, irregulares,
ocupando un espacio
vacío
entre los puños apretados.
No sabe qué es el ánimo.
¿Un alma acaso?
¿Almas mutantes que vacilan
y que con cada cambio parecerían
definitivas?
El aire, la atmósfera,
ciertas miradas,
o un mal recuerdo
tendrían mucho que ver.
Los malos recuerdos aparecen siempre
a la hora de los malos recuerdos.
Las vueltas se repiten
permanentemente.
La mente permanece
permeable, estática
como una pantalla llevada a cuestas,
arriba, atrás, justo detrás de la cabeza.
Tampoco Dios, los dioses,
y lo sublime inalcanzable
caben en el poema.
El tema y los motivos
serían la división del mundo en temas y motivos
y lo que queda ahí, sin ellos,
en el centro, sin hombres.
Justo la punta de su apellido: ¡El uno
de su nombre!
¡Era su parte
sin esperanzas buscando allí un motivo
para vivir en el poema!
Pero la poesía no es un motivo
ni es emotiva. Triste
es reconocerlo
al cabo de una vida
gastada en cálculo de efectos, temas, sílabas,
tendencias y modelos de enunciación.
Quedan libros de Girri
en un estante, en la ciudad:
más testimonios
de la ausencia de un yo.
EL Dr. F., AUSENTE
EL ADJETIVO
PIENSA EN LO QUE SABE
UNA VISIÓN A MEDIODÍA
FOGWILL NADA
Ausente,
está delante de sí mismo,
al comando de sí.
Sí: si no da vida mata.
Lo que aprendió.
Lo que olvidó.
Se oscurecen los árboles.
Del borde del camino crece
un pedazo de noche.
Nada y ve
su sombra por un fondo
ondulado de arena.
Tal vez no sea siquiera un efecto del poema.
Algo que sube desde la tierra
borra el azul y hace una noche
entre los árboles
y en medio de la oscuridad
una mancha amarilla
se burla del día, del camino
y de las ramas que reverberan
con sus hojas reflejando el sol.
La asimetría del cuerpo
se proyecta hacia abajo
pero todo va, lento,
adelante y abre
un vacío de aguas
que pasará rozando,
helado, quedando atrás, abriéndose.
El sí es lo que comanda
los movimientos del muñeco,
los pensamientos de la víscera
arrugada que fue.
Pero cuando da vida engaña
al entendimiento
a la razón
a los sentidos.
Y al sentido de todos los sentidos.
Lo que aprendió sobre otras cosas
aprendiendo una cosa.
El uso de la cosa,
espontáneo, aprendido
y la palabra cosa
que nunca aprenderá a eludir.
La figura que escribe.
Su espalda curva,
la nuca, el balanceo de los hombros,
las rutinas de viejo
que contraídas se dilatan
en este tiempo limitado.
Todo está allí.
La poesía no es el motivo del poema.
La poesía es una institución.
Quizás inevitable, como todas
las cosas concertadas de la vida.
Es un homenaje que celebra la tierra
a los que forestaron el paisaje
neocolonial de la ruta balnearia.
Pero él no está.
Él era el chico del poema
que vio pasar corriendo
con pasos heptasílabos.
Tus ojos son parte del poema.
Me miran.
Señores que anduvieron por aquí
en viejos Chryslers y hasta en tilburys
imaginando este presente
que va quedando atrás y pasa
contra la ventanilla izquierda
como una página de historia.
Ahora es su ausencia lo que escribe.
Lo que comanda y dicta,
se imprime en la pantalla
vuelve a grabarse y él
lo ha vuelto a leer.
Este olor que quedó
debiera ser parte del poema
o envolver una parte del poema
como de mí.
Tu olor es el motivo del poema.
Imaginario, causa, efecto
o instrumento del poema llamado a contenerlo.
Nuestro olor, descriptible.
No adjetivo, envolvente.
La sombra continúa
debajo. Se deforma
sobre la arena como un agua.
Oscura forma de su cuerpo yéndose.
BAJO EL AGUA
LA VOZ ES LA MATERIA DEL POEMA
¿ELUDIR LOS GERUNDIOS?
ENTRE MENORES
MADRE MATERIA
El frío dura apenas
unos minutos. El cuerpo se habitúa
al intercambio de calor.
La voz, las voces.
Elude los gerundios.
Son dos: escucha
una voz que le dicta
la voz es la materia del poema
y lo escribe.
Y sin embargo está mañana
vio el sol brillar
–el sol brillaba–
y eso era el sol brillando.
Ahora son once sílabas
y materia es otra voz
acentuada en el centro.
Poesía intraducible
al español. No apta
para el mercado hispano.
El entrevistador, un periodista
también poeta
(menor: de edad/de géneros/de obra)
no interroga, afirma
lo que creyó leer, confirma
lo que se calculó debían creer
los lectores de antiguas entrevistas
que permanecen
en los archivos de la prensa.
Hace lo inmaterial
desde los ruidos
limpiándolos, borrando ecos,
recombinando
para que sean sonido
y vibren justo
sin existir
en el espacio,
en la materia del aire.
Materia: materia del poema,
té de la frase que divide y evoca
una voz anterior, interior.
Buen ejercicio
para una víspera
de Navidad: mirar
la permanencia
de un verbo interminado.
Los nuevos libros.
Los nuevos escenarios sociales.
Las mismas preguntas.
Las mismas elusiones.
La desazón, igual.
Casi lo inmaterial logrado.
Tal vez reciba algo del sol.
Es lo previsto en los programas
de turismo.
Lo imprevisto
es el hombre
que cruza la rompiente,
bucea ahí donde el agua
es más clara
y nada
contra el fondo
hasta que la visión de un pez
de mandíbulas salientes
(¡y excrecencias de piel
que parecen blindajes
de la primera guerra…!)
le evoca lo terrible.
Lo terrible es ceder
a la corriente helada del fondo.
El cuerpo nada hacia adelante
pero las piedras y la arena corren
hacia un costado.
¿Dónde estará?
¿Dónde estarán las chicas
que jugaban entre las olas
antes de la rompiente?
¿Podrá volver
para llevarles el recuerdo
de este pez ancestral
contado?
–¿Qué es la materia?–
–¿Qué es esa madre
siempre dictando
voces?–
Proyectos.
La semejanza de uno y otro
es el tema de un diálogo
que nadie ve.
Los pequeños intérpretes
se fugan hacia un punto
desde donde al mirarse
sólo ven
convenciones de prensa.
Pero después cada palabra
recupera su mundo:
sombras, ecos, recuerdos
ideas embrionarias,
efectos de otros mundos
inesperados.
Es el fracaso
de la materia humana.
Es el trabajo humano
con el fracaso interpretado:
buena razón para insistir.
EN LOS TIEMPOS DE OTROS
NO HAY QUE LEER
VERBOS INTERMITENTES
RAPARIGA EN MILETO
PENSAR DE NOCHE
Claro: es uno mismo
quien se interna
en los tiempos del otro.
No hay que leer, no hay que pertenecer
al tiempo ajeno. No habría que haber
caído en la tentación
de tanta música citada. No
debería pensar en eso.
Siempre un verbo intercede
en favor del sentido
que no se alcanza a concebir.
Nunca sabremos la verdad
de Tales en Mileto.
Esperan el aleteo del pájaro
perdido entre las ramas más oscuras
que invitaría a pensar.
Su prisa, su torpeza
parecerían ajenas y uno
se va volviendo ajeno a la par.
En el tiempo del otro
se vive como en un verso ajeno.
Todo está pero falta
uno, el uno, el nombre.
La propia voluntad.
No hay caminos mejores
que el de Sintra con la curva
de la muchacha rapariga
que representa los elogios del mundo.
No hay más islas
que Itaca: Quilmes.
Sus ruinas son espejo
de las malas lecturas.
El dolor, el dolor
en las piernas del fumador se vuelve insoportable.
Todo es cuestión de atmósfera,
conjunciones lunares, térmicas
y azar: por aquí encima
a poco más de diez mil metros de altura
desde hace tiempo pasa
una corriente de aire
tan fuerte que reduce en un veinte por ciento
el consumo de combustible de los jets.
También la llaman jet.
Viene desde el oeste.
De un oeste lejano de libros y aire marino.
Habría que saber más sobre esto
que mitiga el dolor de los muslos,
el miedo a la muerte
y la decrepitud.
Son pensamientos de un mediodía nublado.
Los sentimientos de una vida que leyó mal,
muy pronto, tarde, apurada
por vivirse, errada.
¡Como si hubiese un fondo
oscuro de palabras
bajo la víscera mental!
De allí proceden
las desviaciones de la frase
que configuran la apariencia
poética
de lo que habría que callar.
Alguna vez miramos
las últimas palabras
aún vivas en el fondo
de la mente de otro:
algo que pululaba allí
o latía, y plegándose
sobre sí mismo
bullía, ruidoso
como si fuese
a salir
al mundo.
Y nos quedábamos mirando
aunque nada saliera.
Eran tiempos del tedio
y de la voluntad desalentada
igual que ahora.
Pero cayó en el pozo de la fábula
y la muchacha era una esclava
de ágiles pies marmóreos
y cintura de cántaro.
El tiempo nubló todo
con sus malversaciones y la duda
ha hecho época. Pero la risa
flexible de la muchacha
vuelve a estallar cuando oscurece
o antes de amanecer, mientras se aguarda
el chistido del pájaro
que convoca a pensar
lo vano.
A imaginar.
O a vacilar entre un ruido de hojas
¿o plumas?, y el aire súbito
del corazón ¿o el viento
de la noche? y el frío
del aire ¿o el alma helada?
Sólo la risa de la muchacha
consigue sostener
a los que dudan
en el fondo del pozo de su mirada.
SU RISA CANTARINA
LOS QUE SENTARON A LA BELLEZA
LAS VIEJAS LESBIANAS
LAS CANÉFORAS DE MATTONI
ACTRICES, ACTORES
Se despeña su risa
como piedritas en la barranca
que tememos subir.
Los que sentaron a la belleza sobre sus muslos
ahora se sientan en una mesa de este café
de moda y miran cómo pasan
las modas dejando en su lugar
un vacío de cosas y alguna cosa
que sospechan será moda mañana.
No puede imaginar
la piel de esas mujeres.
Llevan fuentes y jarros.
Ramas, cañas, alguna
flor salvaje de la orilla
y una visión de las acequias
que no podremos compartir.
Si verdaderos, no
representan: son
el representar. Dan
la belleza: el miedo
de caer al agujero
de la escena que nos vuelve
al fondo
de lo que debió ser.
Reír con ella
–a la par, a su par–
parecería una traición.
No a su risa
ni a la alegría que gravita
en cada hueco de su cuerpo-cántaro.
Riamos, traicionémosla.
Bella, bestia: ¡Mirá cómo reímos
traicionando el sublime sombrío
que enseña el brillo de tu boca!
Están viejos. Un modo
taciturno y el temblor
de las cucharas que endulzan
–vacilando– el café, los revela
también a ellos
prontos a pasar.
Ahora han sentado
a la fealdad sobre sus hombros.
La fealdad es un mono fantasma
adiestrado por la paciencia
que encanta a las mujeres
con sus gestos que parecen humanos
o infantiles cuando tiende un brazo
para pedir.
Mientras tanto y a oscuras
bajo la mesa,
entre sus rodillas,
se desarma un muñeco de estopa:
Stuffed men
Hollow souls.
No puede imaginar el tacto
ni el olor de esas mujeres
que llevan años compartiendo su cuarto
y la visita de furtivas muchachas.
Pero entiende el amor,
los ritos, las costumbres domésticas
y ese sueño animal,
de posesión, desesperado.
Todo lo que deviene
todo lo que nos viene
procede de esas locas
obstinadas del acarreo.
Todo lo que nos viene:
poemas recién creídos
del cielo, poema de la tierra
hurgada con las uñas,
verso del olor
a raíz que contiene la tierra
e impregna el dedo,
párrafo de la supresión
del olfato y la vista,
escena del oír
aquella música
de campanillas, vientos
y ramas rotas.
(Es una forma que nadie escuchará
que nunca se repetirá,
pero que imaignamos
tramada en fugas y contrapuntos
de Bach, y que ahora ondula
el cuello de las actrices
de una coreografía de zambas, cuecas
huellas y chacareras: todo
lo que sabemos y que jamás podremos imitar).
Traen cañas, ramas, jarros.
Indicios de una infancia, una necesidad
y un aire que nunca será nuestro.
Y ni hablar de sentir.
¿Qué es sentir ahí sentados
enfrentando al agujero
mismo de nosotros mismos?
TRES VAQUITAS
Actualidad:
Según la prensa, en La Argentina,
en la pampa, científicos, –bah… Unos técnicos de
laboratorio-,
clonaron una vaca.
Ranking:
Sólo en nueve países del mundo, hasta la fecha,
consiguieron clonar y así,
esta tierra del sur recupera
su lugar entre las grandes naciones.
¡La décima potencia genética!
Es buena performance y motivo de orgullo
para los pobladores de la octogésimo cuarta potencia
económica del planeta.
¡Una vaquita!
Un anunciado despertar.
Potencia:
Alguna vez, se ha dicho, La Argentina
fue una potencia exportadora.
Por entonces, la producción anual
de una hectárea de salvaje tierra pampeana
bastaba para pagar un Ford, su flete
desde Detroit
y los paseos del verano.
Deterioro:
Ahora un automóvil
que clonan en Korea
cuesta el producto
de treinta y cinco hectáreas de la misma tierra,
fertilizada y transformada con máquinas
traídas de Brasil.
El valor de una vaca:
Se dice que una vaca no vale nada
sin saber que hace setenta años sus ancestros
valían como un Ford.
Ahora han clonado unas vaquitas
y les han dado nombres de niñas de New York:
Mary, July, Betty, Peggy. ¡Rubias vaquitas musicales!
A alguna de ellas
le incorporaron un gen humano
(¡Algo humano…!), no para humanizarla
sino para disponerla a producir
hormona hiposifisiaria
que hará crecer a los humanos
que beban su leche.
Buena noticia:
Buena noticia
–¿Para los enanos?
–No: para padres de enanos.
Los enanos no aspirar a crecer:
desean ser otros, como toda la gente
en el mundo tan otro, tan aparentemente ajeno,
y tan de otros, que la casa del hombre
es un campo
de caza
de hombres.
Hombres y Vacas:
Se matan o se meten
en la intimidad de la materia
de la vida. Núcleos, cromosomas,
cadenas, genes y moléculas:
construcciones mentales o visuales
convertidas en cosas y armas
que disparan hacia el futuro
mental. Imágenes de la armonía
inalcanzable de la vida.
E ideas perdidas:
Son las ideas perdidas del Dr. Fogwill:
¡Ay volver a comer una vaca toda de carne,
sin cromosomas, sin hormonas,
ni más destino que ser caliente
carne, sangrante e igual
a la carne propia y al goce de la carne
del hombre y la mujer argentinos…!
DEL PLACER Y DEL GOCE
ONÁN EN LA ESCRITURA
Se imagina a comienzos del XVII
componiendo un ensayo sobre el placer
y el goce: el acto
aislado y el moroso
trabajo de la materia
pensante. “La carne”, “el cuerpo”
el organismo-máquina
perfecta, ¡el onanismo
de la filosofía cartesiana!
Las escrituras cuentan
otra historia de Onán.
Su repudio parcial
de la mujer, la viuda
de su hermano
impuesta por la ley.
La adherencia fetal del pensamiento contemporáneo.
Y el feto en su agua, su pecera
tibia y paralizante cárcel con que soñamos día y
noche.
Pero el desprecio de su estirpe
lo llevaba a verter
sus jugos en la tierra
negándole los hijos
a esa mujer, y por ella
a La Ley.
La idea de que el placer se verifica en actos
intermintentes parpadeos, mientras que el goce
supone una continuidad, un trabajoso
tiempo humano, y que es
trabajo y como tal
no se compone de actos sino de una
oscura pulsión anterior, preexistente
ineludible y sin embargo
tan costosa, subsiste confundiendo
los pensamientos del Dr. Fogwill
desde hace cuatro siglos.
Siglos de error acumulado
entre sus sienes.
Cientos de imágenes, sentidos
que huyen, volando en remolinos
hasta caer en el embudo
de oscuros alquimistas del XVII.
El deseo de su cuerpo
–hundirlo, penetrarlo– ardía.
Amaba Onán
como un carnero
o como un toro
pero sólo reproducía
sus actos, no carne
ni cuerpo para la guerra
ni para los trabajos del rey y los profetas.
EL BRONCE DE HUIDOBRO
En mi ciudad
bandas de lumpen-proletarios
saquean parques, espacios públicos
y cementerios en procura de bronce
que venderán como valiosa
materia en el mercado negro
de fundidores de chatarra.
Allí van las placas
que conmemoran a Mamá o a un prócer.
LOS SLOGANS DE LAS BUENAS LETRAS
TESIS EN DISCUSIÓN
MÉTRICA
Allí, ahí disolviéndose,
hay una forma que nunca escribirá
Farewell, ni Caballero Solo
y sin embargo brilla y burbujea
en el vapor metálico
de una caldera clandestina.
Arte de ingenio
y convención social.
Ahora, cuando imagina
la belleza del cielo, ni piensa
en el azul.
Sólo él habría podido celebrarlo
con una frase.
La filosofía es una preparación para la muerte: ¡já!
Y uno dijo que escribe para no ser escrito:
una preparación para la mala vida.
A la hora del té, si oye el sonido
té, ve una tacita
en el centro del verso
y a derecha e izquierda
la simetría bilateral
de dos manos
que dividen el día
en grupos
de cinco sílabas.
La publicidad es una escuela.
Y las escuelas una preparación
para vivir, para el consumo.
Los crucifijos y los cuerpitos
de Jesús, en escala de pájaro
se disuelven en el magma bullente
junto a campanas robadas, picaportes,
fragmentos de desguaces navales
y cañerías domésticas.
Pero vivir no es preciso, la idea de vida
es navegar: lances de dado de timón
contra el azar del viento y la marea.
Allí se hundió
la estatua de Huidobro
que hasta diciembre de 2002
velaba pensativa
los días y las noches
de Plaza Chile
en la ciudad de Buenos Aires.
Predecir no es preciso.
Ni decir pero.
Puro creacionismo:
la forma de su cuerpo
sumándose a esa lava,
de cobre y estaño,
y soltando una luz
amarilla de gas incandescente.
Claro: las nubes y la luna permiten
alguna previsión o predicción, a veces.
Aunque se sienta escrito
esta tarde el señor
dirá todo otra vez:
vivir/decir/escrito/
disposición/escuela
frases en las que predominan
las siete sílabas de siempre.
¿Se ven siete? ¿Se ven?
¿Se ven las siete siempre gravitando
hacia esas once sílabas que eleven
el aliento que el paso va marcando
con su vacilación?
Lo puro transparente,
no, ni tampoco frescura
ni levedad en cielos
imaginarios.
Compone planos
de nubes superpuestas
fondos de oscuras nubes en el día
manchas lechosas que en el cielo
nocturno bañan la opacidad
con amenazas de mal tiempo
o de buenas tormentas.
Profundidad de un cielo en el que nada podría
hundirse.
Buenas noticias para el campo.
Térmicas ascendentes para el que vuela sin motor.
Cúmulus para los que navegan.
Desniveles, imprevisión para el poeta:
contrastes, paradoja de la belleza
del cielo inexistente.
Celeste, excelso cielo:
idea de cielo que alguien compuso en un ensayo
acerca de la palabra cielo
y que se superpone a todo cielo
como una bruma pura de luz.
Horas endecasílabas del té.
Horas en punto de la tarde.
Horas a punto de escaparse
por el vacío de la frase
que descubre
una memoria de té y de madre
en la lengua materna.
VELAS DOMÉSTICAS
COMO LAS COMPARACIONES
PERO TE MIRO
EN EL HASTA
CONCIBIENDO UN JARDÍN
Esas manos que dividen la tarde
en mitades idénticas y ventanas de luz
son maternas: simétricas como alas
inertes, y ahora, como alas quietas,
doradas como de piel, leves
como la brisa que lame
las cortinas
¡de voile!
Son odiosas, ociosas.
Pero te miro y veo
que ha pasado la luz
y que detrás de todo hay una luz
o una ilusión de luz que forma el mundo
y define las cosas.
Es el hastío de la distancia
ya recorrida o fácil.
Estar aquí:
en una tarde de verano
donde el tiempo no corre
y es un sinónimo de “clima”.
La tierra es fácil, los brotes
las semillas y los gajos
están prontos. El sol
se aleja, viene el otoño
y es hora de ordenar
réplicas vegetales
alrededor del gran vacío humano
de la casa.
¡Clima de nuestra era!
Metáfora atmosférica para alientos
y almas que han aprendido a detenerse.
¿Dónde estamos nosotros?
¿Y cómo creceremos, respiraremos
fuera de nosotros?
Como de voile en este sueño.
Velas de luz, paños
oscuros de algodón egipcio
de los últimos clippers de la Tea Race
se balancean en el cielo.
Y sin embargo, aquellos mástiles
de la brisa marina
fueron de un barco de vapor.
Es el ocio, es el odio
a pensar lo que compara.
Y lo que después viene
es la conciencia del idiota:
ideas, ínfimas voluntades
de cosas proyectadas
por otra voluntad sin ánimo.
¡Qué mañanas de pérdidas!
¡Qué ideas perdidas de los días perdidos!
¡Qué “ques”, qué exclamación de nadas
señalando con aquel dedo nada!
Vos, por ejemplo, recortado
en el espacio recortado
del ejemplo que fuimos.
Ejemplos: nuevas comparaciones.
¿Con qué comparan los ejemplos
sino con uno mismo
aún más falsificado?
El bonsai ríe
de la lluvia, del crecimiento
humano y del paso del tiempo.
Pasa un señor diciendo
que estos helechos nunca
resistirán el frío: falso.
Todo lo que nos llegue desde la calle es falso.
Un largo cable blanco
une el jardín con nuestra antena
satelital. Se mueve
con el viento de marzo.
Brilla en la noche
con gotas de rocío o de lluvia.
Nada de eso afecta la recepción de las imágenes.
Tampoco el sol ni el frío
alteran la perfección del blanco
exterior, ni la eficacia
del filamento de metal
que seguirá ligando al jardín con el cielo
cuando las flores y el satélite hayan desaparecido.
UNA GUERRA
Lee las noticias
de una guerra en preparación.
Es una mera.
Es nuestra mera mierda contempóranea.
Una vez más americanos,
árabes, socialistas, déspotas,
naciones, razones, amenazas,
esfuerzos diplomáticos, obras
de inteligencia, máquinas
cada vez más perfectas
de disuasión, compras
magnánimas, caos
al servicio del orden y demencia
al servicio de la razón
y el equilibrio
del equilibrio de las razones
exteriores y ajenas.
Estupor, estupor.
Aumentarán los combustibles.
Habrá más frío, menos combustión,
menor kilometraje por centavo.
Malo para el comercio.
Pésimo para el turismo.
Para la paz, inocuo,
donde nunca hubo paz.
Otra vez, otra guerra.
Otra vez, una nueva vez.
“¡Y las veces que nosotros hemos…!”
“¡Y tantas tantas que nosotros habríamos…!”
¿Y si pudiésemos finalmente cómo…?
Esta es la guerra.
Parte de la guerra: la amenaza
de guerra. La verdad
que revela la guerra
así leída: los tantos muertos
calculables no le interesan al señor.
En más o menos muertos
la guerra de este mes
es meramente relativa.
LA AGENDA EN PERSPECTIVA
LAS FÉRTILES
MÉTRICA URBANA
La del espacio
la del hijo
la de los nombres
la de los acontecimientos
la del paso del tiempo
la del peso del tiempo
la del papel donde compuso
esta imagen geométrica
de lo humano, del hombre
es decir, de uno
con bordes, flechas
líneas de puntos, dos palabras
tachadas, y una palabra
rodeada por un óvalo
que parece mirar
a quien lo mira
después de meses
de haber trazado
esa figura
indescifrable.
Andan,
van,
dan
algo con su figura
en movimiento.
Pasos de siete sílabas
son su modo de andar
por la ciudad que hostiga
con su música inerte.
Hacen imágenes
que se respiran
con el movimiento.
Su paso traza
algo en el aire, dibuja
algo en la mente
de quien las ve pasar,
y las deja pasar
por el espacio
para fijarlas
en el tiempo
de un pensamiento
donde su imagen, quieta,
es esta música que se respira
de su piel y sus ropas:
todo lo que aprendieron y exhiben
ya, apenas a los doce.
Lo que le impide pensar
es eso: el imposible
acople de su tiempo
con el tiempo del mundo.
Tendría que rapear
balbucear o encontrar
otro tiempo, no éste
ajeno que termina
de advertir que jamás
fue suyo ni podría
haber llegado a serlo.
Ciudad inhabitable
y más ciudad por ello
y aún más real por opaca
a las curvas del verso:
¿Qué simetría arbitraria
podría reflejar
la extrañeza de estar
aquí?
OYE
PUNTUACIONES
BAH…
RAZONES EXTERIORES
EL DANTE, EL ALMA
“When I was just a little baby
boy my momma used to tell me these crazy tings”
y piensa que el ritmo a veces puede desenvolver
el rollo de la vida, los roles asignados por el error
y los errores designados para acertar en el orden.
La coma, el intervalo
de respirar. El punto:
la señal de su espera
de lo que viene.
A lo denigrado.
Viene de afuera la razón.
Es hora de ordenar.
De obedecer el orden.
Cotejar, cotejar
el todo con el mundo
y uno, que es tantos
se ajusta allí
en esa forma
en el compás
de su armonía imposible.
Le va diciendo al ánimo:
“Sospira…!”.
Orden de las palabras: usos del adjetivo para dar
aire y sumar sílabas a lo que dice o a lo que
hará decir algún poema y un movimiento
de ánimo que ahora quisiera sugerir
para que se repita siempre.
Es el que lee y oye
su voz o alguna voz, venida
de la memoria o de un fondo
supuesto, imaginario.
Y lo que queda en el papel.
Trabajo humano, la civilización
de los papeles y los signos,
el tiempo, y el polvo que sepulta
tantas cosas inútiles que yacen: ¡libros!
Y todo eso y la libertad:
banderas de abundancia
y olvido.
A lo que no se puede.
A lo que se desprecia.
A lo que nunca se quisiera querer.
A lo que viene desde allí, del todo, el mundo.
Bah de vaya, bah de uno mismo.
Pero hoy no es alma el ánimo.
Es un soporte teórico
para el estado
de nuestra voluntad.
Para el Estado, o ggi,
hoy –¡óyeme mi oíme!–
todo es estado
y tu palabra es
una constitución magnética
en los chips de memoria.
Cabe un sospiro en la memoria.
Cabe Dante en un file del directory.
Y todo escapa con la velocidad
del paso de una donna.
Como un suspiro escapa el aire, y el alma:
encantada de conocer este deseo.
Oíme el alma, olé,
huélemela con un lamido de aire
en sintonía furtiva con tu mirada.
SUCESIÓN DE LAS VECES
HASTÍO DE LA TRAMA
SUCESIÓN DE LAS VECES
PASAN LOS MUERTOS
EL CUERPO MIENTE
Puede recordar dos veces
pero no puede vivir dos veces.
No es el hastío
ni el hasta ahí geométrico
ni el hartazgo
de los dibujos
ni la torsión calculada del hilo.
Son niños, oigo
sus ecos, los cristales
que trizan sus agudos,
las sirenas que llaman
claman, buscan, horadan
el presente
con su deseo latiendo.
Y cuántos son, y cómo
se suman por la gracia
de disolverse,
y la magia
de su sagrada descomposición.
El cuerpo miente.
El hambre es falso.
El sueño
es mera convención.
La sed está en la boca
o el cuello. Soñar
es recordar errores de otro momento
y contárselos.
No se sabe qué es ver.
¿Quién ve en el verbo ver?
Ni definir “la vez”.
¿Qué es la vez? ¿Qué ves
detrás de la palabra vez
más allá del encuentro
de cada alguien
con algo
que sucede?
Había una mujer tejiendo
que yo la vi…
Y ahora a veces recuerda
y recompone movimientos
en la memoria
como quien teje
sobre el hastío de la trama.
Será la regularidad, la causa
repetitiva de las formas,
la paciencia del hombre como renuncia,
y lo que se dispone a ser:
un hacer que no acierta a saber
qué es, e insiste
y teje
su trama
alrededor del vacío.
Y el ruido de la especie.
Y el arte de enterrarlos, negarlos
y volverlos relatos
en la memoria.
Escucho el ruido de la especie
en este aire que los envuelve, niños
y adultos atrapados en su cápsula
de actualidad.
Un desfile de nombres,
imágenes veladas,
sonrisas, rictus, guiños
de una luz que pasó.
O de una sombra que atraviesa el tiempo
con todo el movimiento del día.
Usted salió y volvió
de allí y del cuerpo. Es otro
quien comienza otra vez
a creer en sí y a escuchar
el hambre y la pujanza
del sexo.
REUNIÓN DE HOMBRES
PENSANDO EN EL DÍA
MATERIA ES EL MOTIVO
LA SED ESTÁ EN LA BOCA
En la reunión, entre los vivos
piensa que el mundo
no existiría si él no creciese, engordase, adelgazase,
respirase, o fuera.
En el día, en las horas
que vienen. En lo diáfano
que se oscurece. En las líneas
que representan tiempo
y se interrumpen o se tuercen
ahí, sobre sí
en la sintaxis de la agenda
y en su revelación del desencuentro
humano.
Sí: es la materia.
Causa y finalidad del ruido del poema.
Motivo: movimiento.
Y en el azar que liga a unas neuronas
del hipotálamo. No hay sed, sólo un impulso
que puede postergarse.
No hay sueños, y sin embargo
si quisiese, podría
soñar con la sed de tu boca.
Y la curva del sol, el recorrido
de la luz
estirando sombras
de hombres y cosas.
Sangre materia.
Sin esas eses sin esas eras martilladas
por la flexión del verbo, no existirían las cosas,
–business, horas planificadas, concierto humano
ganancias y honorarios–
ni el honor de la época,
la vida misma para los hombres de la época.
En el encuentro de negocios
la referencia al subjuntivo
y su flexión sonora
los distrae
del fantasma de la homosexualidad
y los encanta
como una leve violación consentida.
Ara, era, ese, ase
allí detrás, violándolos.
El día para ya estar.
El día para planificar.
El día que amanece
y su amenaza de una vida
que no querría:
ahí en la agenda
la representación de lo que no debiera
representar, de lo que habría
que vivir como una mera curva
que pasa.
Ruido para la nuez de la garganta
y la piedra que gira en la cabeza
y a veces entrechoca
piedras y brillos
de sangre.
Pulso: número entrecortado de la sangre.
El pulso es el motivo,
y la insistencia del motivo y del cuerpo.
¡Beber su agua!
Sólo pensar beber el agua de tu lengua,
en tu boca,
es sueño.
El cuerpo insiste: traza
marcas, versos, señales
de la mente en la mente
materia del deseo.
Los derechos de publicacón de Últimos movimientos
en este programa fueron cedidos por gentileza
de © Herederos Fogwill.
Últimos movimientos fue publicado en el año 2004
por Ediciones Paradiso, Buenos Aires.
TEATRO COLÓN
DIRECTOR GENERAL Y ARTÍSTICO
Darío Lopérfido
DIRECTOR DE PRODUCCIÓN ARTÍSTICA
Guillermo Scarabino
DIRECTORA EJECUTIVA
Mónica Freda
DIRECTORA ESCENOTÉCNICA
María Cremonte
DIRECTOR VOCAL Y GERENTE GENERAL
Carlos Lorenzetti
DIRECTORA GENERAL TÉCNICA,
ADMINISTRATIVA Y LEGAL
Carolina Clavero
DIRECTORA VOCAL
Eugenia Schvartzman
DIRECTOR VOCAL
Hugo Gervini
DIRECTORA DE
ESTUDIOS MUSICALES
Eduviges Picone
DIRECTOR DEL CORO DE NIÑOS
César Bustamante
DIRECTOR DEL CORO ESTABLE
Miguel Martínez
DIRECTORA GENERAL DE
RECURSOS HUMANOS
Elisabeth Sarmiento
DIRECTOR DEL BALLET ESTABLE
Maximiliano Guerra
DIRECTOR GENERAL DE
PLANEAMIENTO
Cristian Mealla
DIRECTOR DE LA ORQUESTA
FILARMÓNICA DE BUENOS AIRES
Enrique Arturo Diemecke
DIRECTOR DEL
CENTRO DE EXPERIMENTACIÓN
Miguel Galperín
DIRECTORA DE
RELACIONES INTERNACIONALES
Zulema Scarabino
DIRECTOR TÉCNICO OPERATIVO
Juan Manuel López Castro
DIRECTOR DEL PROGRAMA
COLÓN CONTEMPORÁNEO
Martín Bauer
DIRECTORA DE
AUDITORÍA INTERNA
Isabel Valente
DIRECTOR DEL
INSTITUTO SUPERIOR DE ARTE A/C
Claudio Alsuyet
DIRECTORA DE
CONTROL DE GESTIÓN
Manuela Cantarelli
Hugo García | Jefe de Prensa
Daniel Varacalli Costas | Publicaciones
DIRECTOR
Miguel Galperin
PRODUCTORA ARTÍSTICA
María Eugenia Troisi
teatrocolonoficial
PRODUCTOR TÉCNICO
Omar Duca
ASISTENTE DE PRODUCCIÓN
Luciana Rico
teatrocolon
CETCOFICIAL
teatrocolontv
CETCOFICIAL
teatrocolon
ASISTENTE DEL DIRECTOR
Eugenio Monjeau
CETC.TEATROCOLON.ORG.AR
www.teatrocolon.org.ar
Descargar