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Nijmegen
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http://hdl.handle.net/2066/105504
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M a a r te n S te e n m e ije r
La literatura española en el extranjero: el caso holandés
En las primeras décadas después de la Segunda Guerra Mundial, la literatura
española tenía una presencia modesta aunque estable en el mercado holandés
del libro: aparecieron unas seis traducciones cada año. En los años sesenta
surgieron los primeros indicios de un cambio: precisamente en el período en
que empezó el notorio boom de literatura hispanoamericana iba bajando consi­
derablemente el número de traducciones de literatura española: entre 1970 y
1979 sólo se publicaron unas dos traducciones al año1.
Lo curioso es que la literatura española casi desapareció de escena en un
período en que España estaba en el foco del interés de la comunidad interna­
cional por la famosa transición. Un período, además, en que España fue uno
de los países predilectos de los turistas holandeses. Es verdad que la mayoría
de ellos iban a las costas, pero también había muchos que mostraban un interés
más profundo por el país y su cultura ignorando el turismo barato de las costas
y explorando el interior. Un período, asimismo, en que hubo un boom de hispa­
nistas en Holanda, por lo cual el potencial de difusores e intermediarios iba
aumentando considerablemente.
Por otra parte, no sería imposible alegar algunos factores que podrían expli­
car el notable descenso de traducciones de obras literarias españolas. Se po­
dría pensar, por ejemplo, en el boom de literatura hispanoamericana, que causó
una gran demanda de traductores, sobre todo a partir de 1972, año en que se
publicó la traducción holandesa de Cien años de soledad. La novela de Már­
quez consagró el creciente interés por la literatura hispanoamericana en Ho­
landa. Fue un éxito comercial inmediato y dejó pasmados a los críticos, que la
calificaron como ‘esta obra magnífica’, ‘un libro grandioso y genial’, ‘una novela
abrumadora’, ‘una obra maestra’ y un libro que ‘no tiene su equivalente en
Europa’. A partir de entonces aumentó considerablemente el número de nuevas
1 Para más detalles sobre el período 1946-1985 refiero a Maarten Steenmeijer: De
Spaanse en Spaans-Am erikaanse literatuur in Nederland 1946-1985, Muiderberg:
Coutinho, 1989 y a Maarten Steenmeijer: Bibliografía de las traducciones de la litera­
tura española e hispanoam ericana al holandés 1946-1990, Beihefte zur Iberoromania Bd. 7, Tübingen: Niemeyer, 1991.
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traducciones, reimpresiones y reediciones de obras literarias del subcontinente.
Otro factor importante sería que en España no se produjo la resurrección
literaria que muchos habían esperado. En los cajones de sus escritorios los
autores no tenían escondidas obras maestras esperando el momento de poder
publicarlas, ni la nueva literatura posfranquista satisfizo las expectativas de los
críticos ni las del público.
Hubo algunas excepciones. Por ejemplo, La verdad sobre el caso Savolta
(1975) y El m isterio de la cripta embrujada (1979) de Eduardo Mendoza. Estas
dos novelas fueron traducidas al holandés (y a otros idiomas) y pueden consi­
derarse, por lo tanto, como exportables. ¿Pero por qué las versiones holande­
sas tardaron unos quince años en aparecer? Surgen otras preguntas: ¿Cómo
explicar que la literatura española no-contemporánea, que antes de 1970 era la
más traducida, también desapareciera de escena en los años setenta? ¿Y por
qué tendrían que ser rivales la literatura española y la hispanoamericana
cuando nunca lo han sido, por ejemplo, la literatura inglesa, la norteamericana,
la australiana y la canadiense, literaturas que también comparten el idioma?
Son preguntás difíciles de contestar. En aras de una mayor claridad, me
parece oportuno comparar brevemente la presencia de la literatura hispanoa­
mericana en Holanda con la de la literatura española hasta hace unos diez
años. Saltan a la vista algunas diferencias significativas. En poco más de una
década-(es decir, entre 1960-a ñ o en que aparece la traducción holandesa de
Los pasos perdidos de Alejo Carpentier, la primera nueva novela traducida y 1972, el año de la consagración con Cien años de soledad)-la literatura
hispanoamericana conquistó la sólida posición en el mercado holandés que la
española nunca había tenido. Hay tres diferencias decisivas e interdependientes. En primer lugar, la consistente manera en que la literatura hispanoameri­
cana fue lanzada al mercado: cada uno de los autores solía-y su ele-ser repre­
sentado por una sola casa editorial (García Márquez: Meulenhoff; Vargas Llosa:
ídem; Cortázar: ídem; Paz: ídem; Borges: De Bezige Bij; Neruda: De Arbeiderspers). En segundo lugar, la coherente oferta: casi todos los títulos traducidos
pertenecen a la literatura contemporánea y, en particular, a la narrativa (García
Márquez, Cortázar, Borges, Vargas Llosa, Bioy Casares, Asturias, Benedetti,
Carpentier, Scorza, para mencionar a los autores más traducidos en los años
setenta). Y en tercer lugar, el éxito comercial, que se refleja en el considerable
número de reimpresiones2.
2 Véase, ante todo, Maarten Steenmeijer, De Spaanse en Spaans-Amerikaanse literatuur
in Nederland 1946-1985, Muiderberg: Coutinho, 1989, p. 29.
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Maarten Steenmeijer
La literatura española, por otra parte, fue introducida de una forma más
bien fragmentaria. La obra de autores como García Lorca y Juan Goytisolo que se encontraban entre los más traducidos-fue publicada por distintas edito­
riales, y sobre todo gracias a la iniciativa de los traductores. Otro factor que
conviene destacar es que la oferta era mucho más diversa, como se puede
desprender del siguiente ranking de los autores más traducidos en las primeras
décadas de la posguerra: Federico García Lorca; José Ortega y Gasset; Santa
Teresa de Ávila; Miguel de Cervantes Saavedra; Juan Goytisolo; Ramón del
Valle-Inclán; Camilo José Cela; San Juan de la Cruz; Ramón J. Sender; Femando
Arrabal; Pedro Calderón de la Barca; Alejandro Casona; San Ignacio de Loyola;
Salvador de Madariaga. ¿Cómo forjar una imagen coherente a partir de esta
amalgama de autores? Es revelador, además, que, salvo algunas pocas excep­
ciones (el Quijote-, La rebelión de las masas de Ortega), no se reimprimieran
las traducciones de obras literarias españolas, que, asimismo, eran acogidas
como fenómenos aislados, como demuestra el hecho de que los críticos de las
páginas literarias de los diarios y semanarios no relacionaran los nuevos títulos
con títulos ya publicados ni publicaran artículos panorámicos. Es ilustrativo al
respecto que el porcentaje de obras españolas reseñadas en los periódicos
neerlandeses prominentes es bajo en comparación con el de obras hispanoa­
mericanas reseñadas. También divergen el tamaño de las reseñas y la frecuen­
cia con que estaban acompañadas de ilustraciones. Desde una perspectiva cua­
litativa, la literatura hispanoamericana también contrasta favorablemente con
la española: desde un principio, las obras hispanoamericanas fueron considera­
das como más interesantes que las españolas. Compárese, por ejemplo, los
elogios suscitados por Cien años de soledad que cité más arriba con el si­
guiente fragmento de una reseña de la traducción holandesa de Duelo en El
Paraíso de Juan Goytisolo. Las caracterizaciones y los juicios más bien insípi­
dos son muy representativos de la acogida de la obra de Juan Goytisolo, el
autor español contemporáneo más traducido, más reseñado y más apreciado
en los años sesenta:
Duelo en El Paraíso es una novela bien escrita. Es más que una novela de guerra.
Fascina desde el principio hasta el final, sobre todo gracias a la aguda manera con
que evoca el ambiente de un país siniestrado por la guerra y a la caracterización de
los protagonistas.
No deja de ser significativo, además, que los críticos apenas ubicaron la litera­
tura española en el contexto de la literatura universal, lo que sí hicieron fre­
cuentemente con la literatura hispanoamericana. En el período de la introduc­
ción de la literatura hispanoamericana en el mercado holandés (1960-1972),
los críticos no dudaron en comparar a autores como Borges, Cortázar, García
La literatura española en el extranjero: el caso holandés
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Márquez, Neruda y Arenas con valores consagrados de la literatura universal
como Swift, Carroll, Shakespeare, Zola, Balzac, Poe, Kafka, Pound, Eliot, Faulkner, Mann, Grass, Nabokov, Tolstoi, Joyce, Proust, Hemingway, Brecht y Defoe.
Este breve análisis comparativo me permite concluir que la posición de la
literatura española era más bien débil y vulnerable. Apenas tenía una imagen
coherente para el público lector holandés, que a lo sumo conocía un puñado
de nombres sueltos: Miguel de Cervantes, Santa Teresa de Avila, San Juan de
la Cruz, José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Juan Goytisolo, Femando
Arrabal. Pero incluso estos pocos fueron olvidados por el público holandés en
los años setenta sin ser relevados por nuevos valores.
A partir de entonces se han producido algunos cambios sustanciales. No
tanto con respecto a la literatura hispanoamericana, cuya presencia en el mer­
cado sigue siendo sólida3, pero sí con respecto a la literatura española, que
desde hace unos diez años se traduce con una frecuencia sin precedentes. En
los últimos años, ésta se iguala incluso a la de la literatura hispanoamericana
(lo cual puede interpretarse como otro argumento en contra de una presunta
rivalidad entre las dos).
Hay varias razones para considerar 1988 como el año del cambio. La primera
es que a finales de ese año se publicó la versión holandesa de La ciudad de
los prodigios de Eduardo Mendoza. Esta novela tuvo una acogida que hasta
entonces no había tenido ninguna otra novela española contemporánea tradu­
cida al holandés después de la Segunda Guerra Mundial: fue un rotundo éxito
comercial, sobre todo cuando en 1990 apareció como libro de bolsillo. A partir
de entonces se han publicado nada menos que nueve ediciones. La segunda y
decisiva razón es que precisamente a partir de entonces la literatura española
contemporánea ha ido conquistando la posición que desde hace algunos años
tiene en el mercado holandés. La diferencia no sólo es, pues, cuantitativa nunca se ha traducido tanta literatura española como en la última década y
nunca las editoriales han tomado tantas iniciativas-sino también cualitativa:
ahora la literatura española ofrece una imagen mucho más coherente que an­
tes, debido al hecho de que se traducen sobre todo obras narrativas posfran­
quistas. Otra diferencia estriba en que ahora los respectivos autores suelen ser
representados por una sola casa editorial, lo que también contribuye a poten­
3 Aunque no me parece una buena señal que siga teniendo esta posición gracias a los
mismos valores consagrados de antes: Borges, Cortázar, Fuentes, García Márquez, Var­
gas Llosa ... Hay una sola excepción: Isabel Allende, cuya obra se vende con unas
tiradas sin precedentes a partir de su introducción en Holanda en 1985. Hay que añadir,
no obstante, que el prestigio literario de Allende es poco en comparación con el de los
autores mencionados. En este sentido, su obra sólo ha ido conquistando una posición
‘marginal’.
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Maarten Steenmeijer
ciar cierta coherencia en la política de divulgación y presentación de dichos
obras y autores. Algunos datos: Arena ha publicado seis novelas de Eduardo
Mendoza, De Geus cuatro de Adelaida García Morales y cuatro libros de Anto­
nio Muñoz Molina, de Prom cuatro libros de Arturo Pérez-Reverte, Meulenhoff
cuatro novelas y un libro de cuentos de Javier Marías, Wereldbibliotheek cinco
libros de Rosa Montero y tres novelas de Javier Torneo, Nijgh & Van Ditmar
dos libros de Enrique Vila Matas y tres novelas de Ray Loriga, Fragment dos
novelas de Julio Llamazares, Contact dos novelas de Félix de Azúa, Bijleveld
dos libros de Femando Savater, Agathon las dos primeras obras de Almudena
Grandes (Las edades de Lulú y Te llamaré Viernes') y Prometheus las tres
siguientes (Malena, es u n nombre de tango, Modelos de m ujer y Atlas de geo­
grafía hum ana) mientras que Menken Kasander & Wigman tiene cinco novelas
de Alvaro Pombo en su fondo.
Menken Kasander & Wigman es sin duda alguna la editorial que se ha distin­
guido más que ninguna otra porque su fondo consiste casi exlusivamente en
literatura de España e Hispanoamérica. Así, ha publicado dos novelas de Miquel de Palol, otras tantas de Manuel Vázquez Montalbán y, además, obras
narrativas de Josefina Aldecoa, Miguel Espinosa, Salvador Espriu, Luis Landero
y Pedro Zarraluki. Además, acaba de lanzar una señe de novelas de Pérez
Gaidós, uno de los numerosos casos pendientes en Holanda con respecto a la
literatura española4. Otra iniciativa que vale la pena mencionar aquí es la serie
de ‘novelas negras europeas de valor universal’ publicada por la editorial Signature, en la cual han aparecido hasta ahora dos novelas de Manuel Vázquez
Montalbán y otra de Andreu Martín. El último autor forma parte del grupo de
autores posfranquistas de quienes no se ha traducido más que una obra. Este
grupo no es muy numeroso5, lo que recalca la coherente política actual de las
editoriales holandesas con respecto a la literatura española y, sobre todo, su
confianza y sus expectativas en ella. Éstas corresponden con la confianza en
sí misma que tuvo la narrativa española en la segunda mitad de los años
ochenta, un factor sin el cual el boom de traducciones que me ocupa aquí
4 Sólo se publicaron algunas algunas pocas traducciones sueltas de Gaidós alrededor
del último fin de siglo y en los años setenta de este siglo.
5 Se trata de los siguientes autores (entre paréntesis figuran los libros traducidos): Luisa
Castro (El som ier), Cristina Fernández Cubas (El año de gracia), Belén Gopegui (La
escala de los mapas), José María Guelbenzu (La m irada), José Ángel Mañas (Historias
del Kronen), Juan Madrid (Oídos sordos), Andreu Martín (Barcelona Connection), Juan
José Millas (La soledad era esto), Gonzalo Torrente Ballester (Don Juan), Esther Tusquets (El am or es u n juego solitario), Manuel Vicent (Crónicas urbanas) y Pedro
Zarraluki (El responsable de las ranas). De autores introducidos recientemente (Juan
Bonilla [Nadie conoce a nadie], Cuca Canals [Berta la larga], Olga Guirao [Adversarios
admirables], Eduardo Mendicutti [Los novios búlgaros], Pepa Roma [Mandala]) toda­
vía queda por ver si sus editores holandeses publicarán más obras.
La literatura española en el extranjero: el caso holandés
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habría sido inconcebible. Se trata de la época en que se publicó La ciudad de
los prodigios, considerada como el m agnum opus de Eduardo Mendoza; la
época en que Javier Marías despegó definitivamente con El hombre sentim en­
tal y Todas las almas-, la época en que la obra de la Generación del ’68 (Azúa;
Guelbenzu; Millás) encontró eco entre un público mucho mayor que antes,
gracias a que sus nuevas novelas eran mucho más accesibles que las novelas
anteriores de estos mismos autores; la época en que, para terminar, una nueva
generación de autores (Antonio Muñoz Molina; Arturo Pérez-Reverte) ense­
guida conquistó a un gran público lector. Para explicar el reciente boom de
traducciones, también hacen falta mencionar las actividades promocionales en
el campo de la cultura emprendidas por los sucesivos gobiernos socialistas y,
en particular, los subsidios concedidos por la Dirección General del Libro y las
Bibliotecas del Ministerio de Cultura y la Institució de les Lletres Catalanes
para facilitar las) traducciones.
Como ya quéda dicho, es sobre todo la literatura posfranquista la que se
traduce. Pero también se reanimó el interés por algunos autores que ya habían
sido introducidos en las décadas anteriores. Se trata de Federico García Lorca,
Camilo José Cela y Juan Goytisolo, todos publicados-com o cabe destacar por una sola editorial: Meulenhoff. Parece, sin embargo, que sólo el primero
se ha convertido, en un valor permanente en Holanda. Nada más como ejemplo
de ello cabe señalar que con motivo del centenario del nacimiento del poeta
granadino, Meulenhoff está publicando las poesías completas de Lorca. Por
otro lado, Meulenhoff ha dejado de publicar la obra de Goytisolo y de Cela. No
es difícil rastrear los motivos de la prestigiosa editorial. La buena acogida en
la prensa que tuvieron Señas de identidad, Coto vedado y otras obras de Juan
Goytisolo traducidos recientemente no se reflejaron en las cifras de venta,
que fueron decepcionantes. En el caso de Cela, el éxito sólo fue coyuntural y
momentáneo (el Premio Nobel de 1989). Tampoco Miguel Delibes, cuya obra
sólo fue introducida sistemáticamente a partir de 1988, ha echado raíces en los
Países Bajos: no se reimprimió ninguna de las cuatro obras traducidas, que
apenas fueron reseñadas en la prensa nacional y cuyos precios de venta fueron
rebajados después de algunos años. No es de sorprender, pues, que a partir de
1992 la editorial de Delibes (una editorial más bien marginal, por añadidura)
desistiera de publicar nuevas traducciones del autor vallisoletano. Algo mejor
ha sido la acogida que le ha tocado a la obra de otro valor consagrado de la
literatura de la posguerra, Carmen Martín Gaite. Igual que en el caso de Deli­
bes, sólo hace poco que su obra entró en el mercado holandés. Han sido tradu­
cidas dos novelas: El cuarto de atrás y Nubosidad variable. La última novela
cayó en tierra fértil, puesto que aparecieron tres ediciones: una de lujo y dos
de bolsillo. No sería exagerado suponer que esta favorable acogida debe algo
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Maarten Steenmeijer
al título folclórico con el que fue bautizada la traducción holandesa: Mujeres
españolas, cielos nublados. El título es muy parecido a títulos de libros de
autoras hispánicas residentes en los Estados Unidos que fueron editados por
la misma editorial y que se vendieron muy bien (‘Sueños cubanos’ de Cristina
García; ‘La canción de las mexicanas’ de Sylvia López-Medina). No deja de
ser curioso, por otra parte, que la versión holandesa de Nubosidad variable
encontrara un público sin la mediación de la prensa nacional, que apenas la
reseñó. El caso de Malena, es u n nombre de tango de Almudena Grandes es
aún más sorprendente: pocas (y malas) críticas en la prensa nacional y, en
general, una curiosa falta de cualquier tipo de publicidad (entrevistas; premios;
películas basadas en la novela); a pesar de ello (y para asombro de la misma
editorial) hubo un público para cinco ediciones de la novela de la joven escri­
tora española.
Aunque no cabe duda de que ahora predominan las obras contemporáneas,
no es nada desdeñable el número de obras clásicas vertidas al holandés en los
últimos diez años. Así, aparecieron nuevas traducciones del Poema del Cid, de
Lazarillo de Tormes, de En los nombres de Cristo de Fray Luis de León, de
los Sueños y el Buscón de Quevedo, del Quijote, del Oráculo m anual de Balta­
sar Gracián, mientras que algunas novelas clásicas del realismo decimonó­
n ico -L a Regenta de Clarín y Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazánfueron traducidas al holandés por primera vez. Es de observar, sin embargo,
que, contrariamente a la literatura contemporánea, la mayoría de estas obras
no-contemporáneas no fueron traducidas por iniciativa de las editoriales sino
gracias a los tenaces esfuerzos de los propios traductores. El proyecto de Galdós emprendido por la editorial Menken Kasander & Wigman es la excepción
que confirma la regla.
Llama la atención que ya no se traducen únicamente obras escritas en caste­
llano, sino también obras escritas en los otros tres importantes idiomas de
España. Este fenómeno refleja una tendencia que se produce en la propia pe­
nínsula, en que la literatura catalana, la gallega y la vasca se van emancipando
con respecto a la literatura escrita en castellano6. De la literatura gallega se ha
traducido poco hasta ahora: una pequeña antología de la poesía de Rosalía de
Castro y una novela de Suso de Toro. La literatura vasca sólo está representada
por tres novelas, todas escritas por el mismo autor: Bernardo Atxaga. Es de
notar que de los libros mencionados sólo el de Rosalía de Castro fue traducido
directamente del idioma original. En los demás casos los traductores se basa­
ron en la versión castellana, lo que revela inequívocamente la desventaja que
6 Véase Literaturas de España 1975-1998. Convergencias y divergencias, número mo­
nográfico de Foro hispánico núm. 14 (en prensa).
La literatura española en el extranjero: el caso holandés
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tienen la literatura gallega y la vasca con respecto a la literatura escrita en
castellano. La literatura catalana no parece conocer tal obstáculo, puesto que
ha sido traducida directamente del catalán. También se destaca de las otras
dos literaturas ‘regionales’ por el gran número de obras traducidas en el pe­
ríodo que me ocupa aquí. Mencionaré las más importantes: Tirant lo Blanc de
Joanot Martorell; Curial·, B eam o la sala de les nines de Lloren^ Villalonga; El
quadem gris de Josep Pía; tres novelas y un libro de cuentos de Mercé Rodoreda; dos novelas de Miquel de Palol; otras dos de Joan Perucho; una novela y
un libro de cuentos de Carme Riera; dos libros de Salvador Espriu y de IsabelClara Simó; y una novela de Pere Gimferrer, de Jesús Moneada, de Quim
Monzó, de Montserrat Roig y de María Mercé Roca. La lista es impresionante,
aunque cabe señalar que las obras literarias catalanas no han sido presentadas
ni reseñadas como obras pertenecientes a una literatura distinta de la escrita
en castellano7. Mo sería del todo inexacto decir, pues, que en Holanda la litera­
tura catalana no ha tenido la oportunidad de presentarse como una literatura
con sus propias señas de identidad. Es indispensable señalar, además, que la
suerte de la literatura catalana en Holanda ha sido poco afortunada, tanto con
respecto a su acogida en la prensa como a su recepción por el público lector.
En ambos casos, el interés ha sido escaso. Las excepciones son pocas: sólo
Tirant lo Blanc, La Plaga del D iam ant y Mirall trencat de Mercé Rodoreda
tuvieron cierta resonancia comercial y crítica.
En este sentido la literatura catalana coincide con la castellana, que hasta
ahora tampoco ha impresionado mucho a los críticos ni a los lectores holande­
ses. Hay algunas excepciones, como la nueva traducción del Quijote (puesta
en las nubes por la prensa nacional y un rotundo éxito de venta), las novelas
y los cuentos de Javier Marías (que despertaron un considerable interés entre
los críticos, sin que ello se haya traducido en impresionantes cifras de venta
hasta el momento8), Las edades de Lulú y Malena, es u n nombre de tango de
Almudena Grandes (que, como ya señalé más arriba, tuvieron una escasa aco­
gida crítica pero que se vendieron bien), Ética para Salvador de Femando
Savater y -c la ro -L a ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza.
7 Que yo sepa, hasta ahora sólo se ha publicado un artículo sobre la literatura catalana
en el ámbito neerlandés. Se trata de: Andreu van Hooft Comajuncosas, “Het hervonden
woord. Over de hedendaagse Catalaanse literatuur”, publicado en la revista literaria
Bulletin, 201/202 (dic,1992/enero 1993), pp. 108-118.
8 Casi cabría concluir que Meulenhoff fue castigada por la prontitud con que introdujo
la obra de Marías en el mercado holandés. El caso es que la editorial apenas pudo
aprovechar el éxito espectacular que tuvo la traducción alemana de Corazón tan
blanco en 1996, puesto que la traducción holandesa de esta misma novela-la tercera
de Marías traducida al holandés, para más se ñ a s-y a había aparecido más de dos años
antes y, por consiguiente, ya no era ‘actualidad’.
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Maarten Steenxneijer
No sería exagerado concluir que para el público holandés, la literatura espa­
ñola sigue siendo un puñado de nombres y títulos y que, por consiguiente,
todavía está lejos de ser una ‘literatura’. Como tampoco sería inexacto afirmar
que las diferencias entre la presencia de la literatura española en Holanda y
la de la literatura hispanoamericana son probablemente más agudas que las
coincidencias. Por un lado, es cierto que en cuanto al número de obras traduci­
das la literatura española se iguala a la hispanoamericana. Pero por el otro, la
acogida de aquélla-tanto por la crítica como por el propio público lecto r-es
más bien modesta en comparación con la de ésta, tanto en sentido cuantitativo
como en sentido cualitativo. Puede afirmarse incluso que, contrariamente a la
literatura hispanoamericana, la literatura española contemporánea no es un
sine qua non para los lectores aficionados a la literatura universal. De García
Márquez, de Borges, de Cortázar, de Paz, de Neruda, de Vargas Llosa y de
Onetti se conoce la obra mientras que de los autores españoles son conocidos
a lo sumo algunas obras sueltas. Entre los autores postfranquistas, la única
excepción podría ser Javier Marías, cuya obra, por haber despertado cierto
interés entre los críticos ‘universalistas’ de la prensa nacional neerlandesa, se
ha convertido en una importante excepción de la regla de que la gran mayoría
de los críticos que reseñan literatura española en la prensa holandesa son
hispanistas, lo cual me parece, asimismo, significativo del modesto prestigio
de aquélla. Pero el futuro dirá si, efectivamente, Javier Marías se convertirá en
un autor ‘universal’ para el público lector holandés. Creo que será decisiva la
publicación de la traducción holandesa de Negra espalda del tiempo, prevista
para el año 2000.
Quedan por ver las repercusiones a largo plazo que tendrá esta acogida más
bien reservada en la política de las editoriales. De los proyectos que tienen
éstas para el próximo futuro se puede desprender que siguen teniendo interés
en la literatura española, estimulados-com o ya se ha dicho-por los cuantiosos
subsidios para las traducciones facilitados por la Dirección General del Libro
y Bibliotecas del Ministerio de Cultura de España y por la Institució de les
Lletres Catalanes. ¿Pero cuál será el estado de las cosas en el caso de que su
acogida siga siendo igual de moderada y prudente, tanto por parte del público
como por parte de la crítica literaria? No han perdido toda su relevancia, pues,
las siguientes palabras de Benito Pérez Galdós expresadas en el prólogo de la
segunda edición de La Regenta (1901): “[...] nosotros no somos nada en el
mundo, y las voces que aquí damos, por mucho que quieran elevarse, no salen
de la estrechez de esta pobre casa.”9
9 Benito Pérez Galdós: “Prólogo”, en Leopoldo Alas “Clarín”: La Regenta I, ed. de Gon­
zalo Sobejano, cuarta edición, Madrid: Castalia, 1986, p. 84.
La literatura española en el extranjero: el caso holandés
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No quisiera terminar este esbozo sin añadir que todo lo señalado aquí tendrá
más relieve cuando se comparen la producción y la recepción de la literatura
española en Holanda con su producción y recepción en países como Francia,
Alemania, Italia, Suecia, Estados Unidos, etcétera. Así, no sólo se aclarará más
el carácter específico de cada una de ellas sino también las interdependencias.
Es de esperar que en un futuro próximo se realice la colaboración necesaria
para ello.
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