Análisis de los Diferenciales de Remuneraciones entre las y los profesionales chilenos(as) Gonzalo Valdés, Patricio Meller y Bernardo Lara 1. Introducción Hay diferenciales de remuneraciones entre las y los profesionales chilenos(as). A este respecto hay 2 tópicos distintos: ¿Cuál es la magnitud de estos diferenciales? Uno de los aportes de este artículo es la cuantificación de estos diferenciales, controlando por una serie de variables; la principal de éstas es el cálculo de diferenciales a nivel de especialidades profesionales específicas (se utilizan nueve carreras universitarias). El segundo tópico consiste en analizar las causas de la existencia de estos diferenciales; i.e. ¿por qué entre los médicos, ingenieros, abogados, psicólogos, periodistas, etc. que tienen las mismas calificaciones (y la misma experiencia), los hombres ganan más que las mujeres? Para esto se sugiere un marco conceptual consistente en variables exógenas y endógenas a las mujeres. Cuando estos diferenciales de remuneraciones son determinados por las variables exógenas que se originan por el lado de la demanda de profesionales, i.e., las personas que contratan mujeres, diremos que ésta es una “discriminación salarial sexista”. Por otra parte, cuando los diferenciales de remuneraciones son determinados por variables exógenas y/o endógenas que se consideran por el lado de la oferta de profesionales, i.e., por factores que inciden en la cantidad de horas trabajadas por las mujeres, diremos que ésta es una “discriminación salarial social”. No obstante, hay una inter-dependencia e inter-relación entre ambos tipos de discriminación. Una sociedad con una “historia cultural machista” va a incidir, influir y mezclar ambos tipos de discriminación. Luego, este artículo propone una vía para separar conceptualmente ambos tipos de discriminación, por cuanto ambas requieren diferentes medidas y políticas para su eliminación. 1 Hay muchos estudios que encuentran magnitudes importantes en la brecha de remuneraciones entre mujeres y hombres (BR M/H), pero sin controlar por las características específicas de las personas ni las de los empleos. Esta sería la “brecha bruta” de remuneraciones según género que domina el debate en la opinión pública. El mensaje implícito, y a veces explícito, es que la existencia de discriminación es el factor central de la BR M/H. Los datos factuales muestran una “brecha bruta” de remuneraciones entre mujeres y hombres persistente de 33%1 para los quintiles más bajos y de 44% para el quintil superior (Durán (2000) con datos de CASEN). Ñopo (2006) controla por características similares entre hombres y mujeres, y encuentra una brecha salarial no explicada de 40% a 80% entre mujeres y hombres para las remuneraciones (más elevadas) del tope de la distribución; además encuentra que los profesionales hombres ganan un 50% más que las profesionales mujeres. Montenegro & Paredes (1999) también observan que la BR M/H es mayor para los quantiles superiores de la distribución. Sin embargo, es necesario utilizar grupos homogéneos para tener un buen control de las características individuales de hombres y mujeres, de forma de analizar mejor la BR M/H. Luego, la brecha residual no explicada simplemente correspondería a la existencia de la discriminación como factor explicativo de la BR M/H. En esta línea, recientemente han habido muchos estudios que examinan la BR M/H para grupos homogéneos de profesionales; ver referencias en Bertrand & Hallock, 2001.2 Otro enfoque utiliza tipos homogéneos de empleo y calcula la BR M/H; parte de esta brecha correspondería a diferenciales de capital humano según género y la otra parte a la presencia de discriminación (Oostendorp, 2004). Una revisión de la evidencia internacional muestra lo siguiente: Las mujeres ganan un 45% menos que los hombres en cargos topes corporativos en EE.UU. (Bertrand & Hallock, 2000). La brecha no explicada, una vez incluidas gran cantidad de controles que incluyen profesiones universitarias y tipo de cargo, es 6% (O’Neill, 1 Este valor implica que si la remuneración de los hombres es 100, la remuneración de las mujeres es 67, i.e. un 33% más baja. 2 Hay estudios específicos para abogados, académicos universitarios, ingenieros, médicos, MBA, ejecutivos CEO de empresas norteamericanas; ver referencias en Bertrand & Hallock (2001). 2 2003). Otros datos muestran sólo un 5% como brecha no explicada después de los controles (Bertrand & Hallock, 2000). En un estudio comparativo para 71 países (período 1983-99) (Oostendorp, 2004) ha encontrado lo siguiente: La BR M/H alcanza a 23% en los países desarrollados y 27% en los países en desarrollo; sólo el 20% de este diferencial se explica por las disparidades de capital humano según género. En otras palabras, la discriminación contra las mujeres explicaría alrededor del 20% de la brecha de remuneraciones existentes con respecto a los hombres (World Bank, 2001, citado por Oostendorp, 2004). Otro aspecto investigado es el de la convergencia de remuneraciones. La reducción general de la BR M/H en EE.UU. en la década de 1980 puede estar asociada a un aumento del capital humano de las mujeres y/o a una disminución de la discriminación de género (Blau & Kahn, 2000). Aun cuando al momento de su ingreso al mercado laboral profesional la BR M/H es baja, ésta tiende a aumentar de manera significativa a través del tiempo en el caso de MBA (Bertrand, Goldin & Katz, 2009). Los factores explicativos de esto son: diferencias en las discontinuidades de la permanencia en el mercado laboral, y diferencias en las horas trabajadas semanalmente. Aún cuando las diferencias empíricas observadas sean bajas en relación a estas variables, tienen un gran efecto sobre la BR M/H (Bertrand, Goldin & Katz, 2009). Por ejemplo, en una comparación entre mujeres y hombres con MBA (USA) post graduación en los primeros 9 años (post-graduación) (Bertrand, Goldin & Katz, 2009) se observa que: (i) El porcentaje de mujeres que trabajan full-time (52 semanas y entre 30 y 40 horas semanales) cae desde 89% el primer año post-titulación a 69% al noveno año; en cambio el porcentaje de hombres se mantiene en torno al 94% durante los 9 años. (ii) El N° de horas semanales trabajadas por las mujeres se reduce gradualmente desde 59 horas /semana el primer año post-titulación a 51,5 horas/semana al noveno año; las cifras equivalentes para los hombres son 61 horas/semana (el primer año post-titulación) a 57,5 horas/semana al noveno año. 3 Obsérvese, mujeres (con MBA) trabajando 55 horas semanales, i.e., más de 9 horas diarias durante 6 días por semana, no se podría argumentar que tienen una jornada laboral del tipo parcial. A continuación, en la segunda sección se calculará a nivel agregado, para todas las profesiones universitarias, la magnitud de la BR M/H; luego se aplica el método de descomposición de Oaxaca. En la tercera sección, se desarrolla un modelo teórico que considera las implicancias que tiene el “rol de la mujer en la sociedad” sobre la tasa de participación laboral femenina. En la cuarta sección, se estima econométricamente la magnitud de la BR M/H para nueve carreras universitarias. En la quinta sección, se aplica un método de descomposición de estas brechas salariales (entre mujeres y hombres) según dos componentes: discriminación sexista y discriminación social. Finalmente, la última sección sintetiza algunas conclusiones tentativas. 2. Remuneraciones a ivel de Carreras Profesionales y Participación Femenina 2.1. Incidencia de las mujeres en el nivel de las remuneraciones de una carrera Hay una gran varianza en los ingresos de los profesionales universitarios en Chile; esto se puede apreciar claramente en el sitio www.futurolaboral.cl que proporciona información sobre remuneraciones para 60 carreras profesionales universitarias (ver además, el Capítulo III de este libro). Una primera aproximación al tema de la brecha de remuneraciones entre hombres y mujeres profesionales consistiría en examinar la correlación existente entre los ingresos (la mediana3) de cada una de estas 60 carreras y el porcentaje de mujeres que hay en cada profesión. El coeficiente de correlación de Spearman tiene un valor negativo de -0,671, valor que es estadísticamente significativo al 1%.4 Esta 3 La mediana corresponde al valor del ingreso que posee la persona que está justo en el medio de todas las observaciones (percentil 50). 4 Algo similar sucede con el coeficiente de correlación de Kendall (correlación de ranking) que tiene un valor de -0,492, que es significativo al 1% 4 asociación negativa significa que mientras mayor es el porcentaje de mujeres en una profesión universitaria menor es el ingreso (mediano) de la carrera. Esto es lo que muestra el Gráfico X.1. Gráfico X. 1: Relación entre participación laboral femenina (en la carrera) e ingreso (mediana) para sesenta carreras universitarias.- Cohortes 2000-2001 1 Participación femenina 0.9 0.8 0.7 0.6 0.5 0.4 0.3 0.2 0.1 0 200000 400000 600000 800000 1000000 1200000 1400000 Ingreso mensual ($ de 2009) Fuente: Elaboración propia en base a datos Futuro Laboral. En efecto, al efectuar un ordenamiento de las sesenta carreras universitarias, de mayor a menor ingreso mediano, se aprecia claramente la relación negativa entre ingreso y participación femenina (cohortes 2000-2001; ver Apéndice, Cuadro X.1). Profesiones con una alta participación femenina (i.e., más del 85% de los profesionales son mujeres) son las siguientes (Cuadro Apéndice X.1): Ed. Parvularia (100%), Psicopedagogía (93%), Enfermería (93%), Obstetricia (90%), Trabajo Social (87%), Pedagogía Ed. Básica (86%). Estas profesiones ocupan los siguientes lugares del ranking de ingresos de las 60 carreras universitarias (los números mayores indican un nivel menor de ingresos5): Ed. Parvularia: 59; Psicopedagogía: 56; Enfermería: 19; Obstetricia: 43; Trabajo Social: 47; Pedagogía Ed. Básica: 50. La evidencia anterior sugeriría las siguientes interrogantes: ¿es acaso la mayor oferta laboral femenina la que induce presiones a la baja en las remuneraciones de esas profesiones? Por otra parte, ¿por qué tienden las mujeres a “preferir o escoger” 5 Las 60 profesiones universitarias han sido ordenadas de mayor a menor ingreso (mediano); luego el 1 corresponde a la profesión de mayor ingreso y el 60 a la de menor ingreso (ver Cuadro Apéndice X.1) 5 aquellas profesiones universitarias relativamente menor remuneradas?, ¿son las mujeres más inelásticas (más indiferentes) a la cuestión monetaria y asignan mayor preponderancia a sus preferencias motivacionales? Al calcular el diferencial de remuneraciones (mensuales) entre las mujeres y los hombres profesionales para la cohorte de graduados universitarios del año 1998 (al 2° año post-graduación) se obtiene una brecha de -58%; i.e., en promedio, las mujeres profesionales ganan un 58% menos que los hombres profesionales. Al efectuar el mismo cálculo con la cohorte de graduados universitarios del año 2000 (al 2° año post-graduación) se obtiene una brecha de -46%; i.e., en promedio, las mujeres profesionales ganan un 46% menos que los hombres profesionales. Esta disminución en la brecha de remuneraciones podría corresponder al fenómeno de la incorporación creciente de las mujeres en todas las profesiones universitarias y también en las carreras que poseen mayores niveles de ingresos. Sin embargo, los porcentajes anteriores sobre diferenciales de remuneraciones son erróneos por cuanto se están comparando remuneraciones de profesionales de muy diversa índole. El cálculo para todos los profesionales está determinado fundamentalmente por la composición de las diversas profesiones en el total considerado, y además por las características específicas de cada persona. Para determinar los diferenciales existentes según género entre profesionales universitarios, es necesario introducir variables que controlen por las diferencias existentes entre las distintas personas. Esto es lo que se hace en la sección siguiente. 2.2. Metodología de estimación Se ha estimado el modelo estándar de ingresos; i.e., la especificación econométrica de Mincer (1974). Las observaciones corresponden a personas que han obtenido un grado profesional universitario. El modelo más usual para la estimación es: ln y = α + λg + β 0 X + ε 6 donde y es el ingreso percibido por el profesional;6 α es la constante. La variable g corresponde a la variable dummy de género, siendo igual a uno para las mujeres; luego, λ captura en nuestro caso el efecto de discriminación según género. X representa las variables de control; y ε es el error aleatorio. De esta forma, es posible obtener una primera aproximación al cálculo de los diferenciales de remuneraciones asociados a género. Entre las variables de control X usualmente más usadas se encuentran la experiencia y la edad. Como “proxy” de experiencia generalmente se utiliza la diferencia entre la edad actual de la persona y su edad de titulación. No obstante, en este artículo los datos corresponden a los ingresos observados en un año específico desde que la persona se tituló; por lo tanto, dicha proxy de experiencia sería igual para todos los sujetos, no teniendo sentido controlar por dicha variable. Las variables de control son edad y edad al cuadrado, las cuales son comunes en la literatura. Sin embargo, hay otras posibles fuentes de endogeneidad (variables no observables directamente) en la estimación de brechas salariales: - Diferencias de habilidades entre géneros: una de las posibles explicaciones para el diferencial salarial observado entre géneros es que hay diferencias de habilidad entre ellos. Una posible solución para ese problema es controlar por dichas habilidades. Como proxy del nivel de habilidad de las personas se ha utilizado los promedios de los puntajes de postulación a las universidades7. - Diferencias en el origen socioeconómico y red social de los alumnos. Los alumnos de origen socioeconómico relativamente bajo tienen menos contactos sociales para acceder a mejores puestos de trabajo. Para controlar por este efecto, aprovechamos que el sistema educacional chileno tiene una elite de colegios particulares pagados8 que incluye a los alumnos de mejor condición 6 Al ingreso se le suma 1 antes de aplicar logaritmo, ya que se tienen los ingresos para la fuerza laboral completa que entra al mercado laboral desde las universidades en esas cohortes (empleados o desempleados). 7 Dichos puntajes están entre los 300 y 800 puntos. Hay que destacar que los resultados de dicha prueba pueden ser consecuencia del estatus socioeconómico, por lo tanto, también capturaría efectos de ese tipo. 8 Estos colegios son completamente pagados por la familia del alumno y cuentan con recursos superiores a los que cuentan con financiamiento público (OECD, 2009). 7 económica. Luego, se utilizará porcentaje de alumnos provenientes de dichos colegios dentro de cada universidad; esta variable será utilizada como “proxy”, para controlar por el origen socioeconómico del alumno9 y, por cierto, también por el nivel de conexiones de la universidad. - Participación y salarios diferentes a través de regiones: Se incluye una variable que discrimina si la persona trabaja en regiones o en la zona metropolitana. - Distribución no homogénea de las mujeres en las diversas profesiones: Se incluye una dummy que da cuenta del nivel de feminización de la carrera. De esta manera, la ecuación de regresión queda: ln y = α + λg + ϕ f + β 0 X + γ ln ϑ + δ n n + δ m + +ε (1) donde f corresponde a una variable dummy de carreras en que al menos hay un 75% de mujeres, θ es el puntaje obtenido por el sujeto, n es el porcentaje de alumnos provenientes de colegios de elite y m es una dummy igual a uno para el ejercicio laboral en la Región Metropolitana. 2.3. Resultados obtenidos En breve, se estimará una regresión en que la variable dependiente es el ingreso de los profesionales distinguiendo entre hombres y mujeres. Las variables de control son: tipo de profesiones universitarias con alta participación femenina, duración de la carrera, edad, pruebas de admisión a la universidad, porcentaje de alumnos de colegios particular pagados, pertenencia a la región metropolitana y otras regiones. Se han utilizado dos cohortes de graduados universitarios distintas, una del año 1998 (4.349 observaciones) y la otra del año 2000 (6.517 observaciones). Los ingresos utilizados corresponden a los del 2° año después de la titulación como profesional: i.e., el año 2000 para la cohorte de 1998 y el año 2002 para la cohorte del 2000. 9 Corresponde a controlar por la probabilidad de provenir de un colegio particular pagado. 8 Cuadro X. 1: Análisis de regresión para diferentes carreras de las cohortes 1998 y 2000 (al 2° año postgraduación) Cohorte 1998 (N=4349) ln_y Coef. Std. Err. dummy mujer -.2297* .0206 dummy part. femenina -.1118* .0261 duración teórica .2052* .0141 edad .0475 .1580 edad cuadrado -.0005 .0029 ln_PAA .7876* .0916 porcent_PP .3966* .0507 dummy metropolitana .1152* .0210 _cons 6.2510* 2.2642 * : significativo al 1%; ** : significativo al 5%. Fuente: Elaboración propia en base a datos Futuro Laboral. Cohorte 2000 (N=6517) Coef. -.2218* -.0590** .1826* -.1816 .0035 .8575* .1931* .1063* 9.2255* Std. Err. .0164 .0273 .0114 .1194 .0021 .0692 .0386 .0172 1.7092 Los resultados econométricos son bastante buenos. La mayoría de los estimadores tienen los signos esperados y son estadísticamente significativos al 1%. Este es el caso de las variables “dummy” mujer, profesiones con alta participación femenina, las características personales (prueba de aptitud), la duración teórica de las carreras, la procedencia (colegio) de las personas y la variable geográfica (Santiago o regiones). Los estimadores de las variables asociadas a la edad no han resultado estadísticamente significativos. En síntesis, el principal resultado corresponde al estimador asociado a género; los valores obtenidos para ambas cohortes, -0,229 (cohorte 1998) y -0,222 (cohorte 2000) son estadísticamente significativos al 1%. Esto implica que hay en promedio una brecha salarial según género entre los profesionales universitarios del rango del 22% al 23%. En otras palabras, las mujeres profesionales ganan en promedio un 22% a un 23% menos que los hombres. 9 Gráfico X. 2: Comparación de brechas salariales brutas y con controles para las cohortes 1998 y 2000. Fuente: Elaboración propia en base a datos Futuro Laboral. En otras palabras, al utilizar los controles descritos anteriormente, es posible apreciar que las brechas salariales se reducen en un porcentaje importante. Recuérdese que al considerar todos los profesionales sin ningún tipo de controles las brechas salariales según género fluctuaban entre 58% y 46%. Al aplicar los diversos controles, estos porcentajes se reducen al 22 al 23%. 2.4. Método de descomposición de Oaxaca A continuación, vamos a descomponer la brecha salarial entre mujeres y hombres. La metodología de Oaxaca (1973) volvió popular el análisis para evaluar el efecto de las variables observables sobre la brecha salarial. Bertrand y Hallock (2000) especifican esta brecha basándose en la resta de las ecuaciones observadas de ingreso, esto es: ∆w = α m + β m X m − α f − β f X (2) f Para asumir que los retornos son en base a las características de la muestra de los hombres, a la ecuación anterior se le resta y suma β m X f , lo que da: ∆w = (α m − α f ) + ( β m − β f ) X f + βm (X m − X f ) (3) Con esta metodología, Bertrand y Hallock (2000) encuentran que entre el 71% y el 88% de la BR M/H se debe a diferencias observables. A este respecto, Bertrand y 10 Hallock (2000) encuentran que la BR M/H para altos ejecutivos de grandes corporaciones se reduce a menos del 5% después de controlar por todas las diferentes características observables según género. No obstante, al aplicar el mismo procedimiento para el conjunto de titulados de las Universidades Chilenas, no se encuentra una reducción importante en la brecha salarial según género. Sin embargo, cuando se condiciona el análisis a una carrera específica, entonces se verifica que en realidad hay una heterogeneidad de brechas salariales a través de las carreras profesionales. Hay que notar, en particular, que la brecha salarial parece ser mayor en las carreras con mayores ingresos (Medicina, Ingeniería Comercial) que en las de menores ingresos (Periodismo). Cuadro X. 2: Descomposición de Oaxaca para titulados de Universidades Cohorte 2000, año 2004 (como % del ingreso de los hombres) Carrera Controles Todas las carreras edad, edad2, dummy RM Todas las carreras edad, edad2, dummy RM, PAA, %PP Medicina edad, edad2, dummy RM, PAA, %PP Ing. Comercial edad, edad2, dummy RM, PAA, %PP Derecho edad, edad2, dummy RM, PAA, %PP Psicología edad, edad2, dummy RM, PAA, %PP Agronomía edad, edad2, dummy RM, PAA, %PP Periodismo edad, edad2, dummy RM, PAA, %PP Fuente: Elaboración propia en base a datos Futuro Laboral Brecha Salarial según género 32,20% 31,16% 25,56% 24,57% 22,28% 21,50% 21,28% 7,2% Por otra parte, cabe destacar que si bien existe esta importante BR M/H, igualmente las mujeres han incrementado su participación en la Educación Superior (ver Capítulo IX).10 3. Modelo Teórico de Participación según Género en el Mercado Laboral El siguiente modelo pretende explicar las implicancias sobre la participación laboral femenina que tiene el hecho de “tener” un rol en la sociedad. Dicho de otro modo, que las características de la sociedad asignen una labor a las mujeres y que el no cumplimiento de dichas formas sociales afecte las decisiones de estas, por 10 Por otro lado, la evidencia comparativa internacional sugiere que la globalización tendría un impacto sobre la BR M/H. Según (Oostendorp, 2004) la BR M/H pareciera disminuir a medida que aumenta el ingreso per cápita (período del estudio, 1983-99). 11 ejemplo sintiendo culpa de no estar realizar lo que “les corresponde” o ser discriminadas o mal vistas por lo mismo. Consideremos un agente que desea elegir la jornada laboral la cual le reporta ingresos monetarios y ponderados por su valoración del dinero v y y por su tipo de [ ] capacidad o habilidad θ ∈ θ , θ la cual se distribuye con F (θ ) . El costo asociado a trabajar la jornada a ∈ [0,1] es C (a,θ ) . Existe un segundo costo asociado a trabajar, el cual posee una connotación social de gran importancia pues podríamos definirlo de manera simplista como la vocación natural de un agente a valorar el cuidado del hogar (labores hogareñas, cuidado de los niños, etc.). Pero el problema es mucho mayor que esta definición, pues la existencia de esta valoración en una economía emergente y mayoritariamente machista genera una presión social hacia este tipo de labores, las cuales dependiendo del entorno cultural son asimiladas de diferente manera por cada agente, de manera tal que para efectos de modelación consideramos ν = (vc , v y ) ∈ ℜ 2 independientes y provenientes de una función de densidad f (ν ) . Sea entonces el problema enfrentado por cada agente de la siguiente manera11: Max U = (v y ⋅ y ⋅ θ − λ ⋅ vc ) ⋅ a − C (a, θ ) a s.a vc , v y ≥ 0 Donde λ es la percepción de la sociedad, o la penalización de la sociedad a la existencia de apreciación de las labores del hogar o el cuidado de los niños, entre otras cosas, tal que λ ∈ [0, k ] con k > 0 . De la condición de primer orden se tiene: CPO : C a (a, θ ) = v y ⋅ y ⋅ θ − λ ⋅ vc Donde el costo marginal de trabajar una jornada a queda definido por una primera expresión salarial directa v y ⋅ y ⋅ θ (ingreso marginal salarial de trabajar a ) que se ve aumentado por la percepción social (negativa) que recibe el agente de compartir el tiempo entre jornada laboral y las labores del hogar. 11 Una referencia importante de este modelo es Bénabou y Tirole (2006), en este trabajo se modela el comportamiento de agentes que realizan acciones de caridad. 12 La ecuación de la recta definida en el plano (v , v ) c y nos muestra la composición de la fuerza laboral en estas características de los individuos tal como se muestra en el Gráfico X.3. vy = Si vc = 0 ⇒ v y vc = 0 ∂v y vc = 0 ∂θ Sabiendo ∂ 2v y ∂y ∂vc =− que λ θ ⋅ y2 = = C a (a, θ ) λ + ⋅ vc con C a (a, θ ) ≥ 0 y ⋅θ y ⋅θ C a (a, θ ) , para y, a y θ fijos. y ⋅θ y ⋅ (θ ⋅ C aθ (a, θ ) − C a (a, θ )) ( y ⋅ θ )2 ∂v y vc = 0 ∂y C (a, θ ) = − a2 ≤ 0, y ⋅θ ≤ 0 ya que C aθ (a, θ ) ≤ 0 ∂ 2vy ∂θ ∂vc =− λ ≤0 y ⋅θ 2 y ≤ 0 , luego el Gráfico X.3 queda completamente caracterizado. Se tiene entonces para θ 2 > θ1 , si λ = 0 el mercado laboral queda compuesto por todos los individuos el tipo v y ≥ v y vc = 0 , de esta forma los individuos que entran son aquellos para los cuales los incentivos salariales al menos son iguales al costo que le genera realizar la jornada de trabajo. Es decir, participan todos los agentes sobre la Recta B para θ1 y todos los individuos sobre la Recta D para θ 2 . Otro es el caso cuando existe λ ≠ 0 , pues el mercado laboral queda compuesto por los agentes cuyos tipos se encuentre sobre la Recta A para θ1 y sobre la Recta C para θ 2 . De tal forma la existencia de la imposición u adopción social de un λ > 0 impone una pérdida de participación laboral correspondiente a la brecha entre la Recta A y Recta B para θ1 y la brecha entre la Recta C y la Recta D para θ 2 . Tal como se muestra en el Gráfico X.3. Es importante notar que la pendiente de la Recta A es mayor que la pendiente de la Recta C. 13 Gráfico X. 3: iveles de participación laboral frente a la existencia de creencias acerca de las labores sociales vy Recta A vy Recta B vc = 0 ,θ1 Recta C vy Recta D vc =0,θ2 vc Las implicancias del modelo anterior son muy importantes en una sociedad machista que genera discriminación de género, como se verá en los datos en secciones posteriores de este trabajo. Consideremos para efectos ilustrativos que los agentes hombres perciben de la sociedad un λ muy cercano a cero y las mujeres perciben λ ≠ 0 . Inmediatamente podemos ver que en tal sociedad se produce una discriminación social asociada a la percepción femenina de llevar a cabo los cuidados asociados al hogar y los niños; por lo tanto, produce diferencias a la jornada laboral que tendrían si percibieran un λ igual a cero. Luego, es bien sabido que existen diferenciales salariales asociados a discriminación de género, pero asociado a esto está la discriminación social asociada a la asignación de labores. Consideremos ahora una valoración constante entre individuos hombres y mujeres acerca de las labores propias del hogar. Al igual que el caso anterior obtenemos una brecha de participación como se aprecia en el Gráfico X.4. 14 Gráfico X. 4: Brecha de presencia en el mercado laboral para distintos niveles de penalización social por percepción de labores domésticas vy λ=k λ =0 θ Tal como muestra el Gráfico X.4, existiría una brecha de participación en el mercado laboral que se reduce para niveles altos de habilidad igualándose cuando θ → ∞ . Es decir, una sociedad que penaliza, por ejemplo a las mujeres al asimilar que les corresponde exclusiva o parcialmente (pero mayor que a los hombres) el cuidado del hogar, a través de λ genera una menor participación de las mujeres en la fuerza laboral, con lo cual estas últimas experimentan una discriminación salarial y una discriminación social. 4. Estimaciones econométricas a nivel de carrera profesional En esta sección se estimará el modelo (1), pero a nivel de cada una de las nueve diversas carreras profesionales. Los datos utilizados y metodologías de estimación han sido descritos anteriormente (Capítulo I de este libro). Conviene reiterar lo siguiente, el concepto de ingreso corresponde al total de ingresos anuales declarados por cada persona o contribuyente; es decir, total de ingresos brutos. Los ingresos anuales se presentan mensualizados, es decir, el total de ingresos declarados se dividió en 12 meses para facilitar la comprensión de las cifras. Se hace notar que no existen antecedentes sobre las horas trabajadas en el año. Por lo 15 tanto, el ingreso promedio mensual puede corresponder a profesionales que trabajan un número distinto de horas mensuales. En el Cuadro X.3 se muestran los resultados para la cohorte estudiada en este trabajo (2000-2001) en los diferentes años de ingresos, esto es, al primer, segundo, tercer y cuarto año de titulación. Se puede apreciar que a diferencia de lo encontrado en Blau & Kahn (2006, para Estados Unidos), en Chile no hay evidencia de convergencia salarial según género. Por el contrario, a la luz de los datos descritos anteriormente y la identificación realizada en la ecuación (2) para el modelo de estimación por profesión universitaria, se tienen básicamente dos tipos de resultados para la BR M/H: (i) una diferencia salarial relativamente creciente (Contador Auditor, Medicina, Agronomía, Odontología) y (ii) una diferencia salarial no creciente intertemporalmente (en beneficio de los hombres) para una misma profesión. Cuadro X. 3: Evolución de diferenciales salariales de la cohorte de años 20002001 para los ingresos recibidos entre el primer y el cuarto año de titulación Diferencial salarial Carreras Primer año Segundo año Tercer año Cuarto año Contador Auditor -0.2576* -0.2724* -0.3161* -0.3429* (0.042) (0.043) (0.039) (0.036) Derecho -0.1450* -0.1929* -0.2193* -0.2390* (0.054) (0.048) (0.046) (0.042) Medicina -0.2167* -0.2487* -0.2828* -0.3114* (0.038) (0.036) (0.035) (0.031) Ing_Comercial -0.2494* -0.2255* -0.2096* -0.2956* (0.037) (0.035) (0.034) (0.032) Psicología -0.2123* -0.2377* -0.2141* -0.2580* (0.043) (0.039) (0.038) (0.038) Agronomía -0.0943 -0.2738* -0.2374* -0.3177* (0.064) (0.058) (0.056) (0.054) Ped_Historia -0.3042*** -0.2289*** -0.1673*** -0.2405* (0.115) (0.118) (0.096) (0.084) Odontología -0.1579* -0.1315* -0.1460* -0.2237* (0.052) (0.046) (0.049) (0.050) -0.0714 -0.1415* -0.0522 -0.1004*** Periodismo (0.048) (0.048) (0.050) (0.052) *Significativo al 1%, ** Significativo al 5%, *** Significativo al 10%, entre paréntesis se muestra el error estándar. 16 Se aprecia que todas las profesiones muestran un aumento en la brecha salarial M/H en el cuarto año respecto del tercero. Esto podría tener dos interpretaciones distintas al cuarto año, se producen en general los primeros ascensos en el trabajo; hay una no promoción relativa de las mujeres respecto de los hombres. Otra posible causa es la maternidad. Antes de conjeturar posibles explicaciones o conjeturas respecto de la composición de las brechas salariales entre hombres y mujeres, se quiere enfatizar la existencia de heterogeneidad en las brechas salariales a nivel de distintas profesiones universitarias en Chile. Lo anterior, complementa la evidencia encontrada en este trabajo y expuesta en el Cuadro X.1, la cual era a nivel agregado pero poseía los problemas que tienen otros estudios similares en la literatura a nivel agregado, esto es, ignorar la heterogeneidad de las diferencias salariales según género en grupos homogéneos de profesionales. Hasta ahora, es importante acentuar que a través de identificación de modelos de regresión especificados con controles que corrigen fuentes de endogeneidad, se han obtenido resultados empíricos agregados y desagregados. Estos resultados son factuales sobre los cuales se ha expuesto la existencia de heterogeneidad en las brechas salariales a nivel de diferentes carreras universitarias. Adicionalmente, es necesario considerar que las diferencias salariales en grupos homogéneos pueden provenir de diferentes fuentes asociadas a comportamientos específicos de las personas. Por ejemplo, el diferencial salarial por género, puede deberse a un efecto de discriminación en contra de las mujeres. Por otro lado, podemos encontrar que debido a componentes sociológicas, incluso las mujeres profesionales universitarias enfrentan un trade-off entre incorporarse al mercado laboral y las labores del hogar o la maternidad. Dicho de otro modo, la remuneración obtenida por el ejercicio de la labor profesional debe ser al menos la valoración que tienen las mujeres profesionales por otro tipo de roles que ellas ejercen de manera natural en la sociedad o que la sociedad les ha impuesto. Lo anterior tiene un efecto directo en la participación de las mujeres en el mercado laboral, ya sea si participa o no, y si lo hace qué tipo de jornada oferta al mercado. 17 Luego, si la sociedad le impone a las mujeres el ejercicio de ciertos roles sociales como, crianza de los niños o labores del hogar, la sociedad estaría incrementando el valor de estas labores, por lo cual las mujeres que experimenten mayores niveles de compromiso con estas labores, participarían menos en el mercado laboral. Desde un punto de vista económico, si esta perspectiva social es percibida por las mujeres, entonces ellas podrían, por ejemplo, escoger las carreras universitarias que les permitan compatibilizar labores sociales con las labores profesionales. Esto explicaría por qué, carreras como pedagogía son tan feminizadas ya que este tipo de carreras permite a las mujeres trabajar a tiempo parcial. Dado lo anterior, se realizan conjeturas que permitan explicar la composición de las brechas salariales heterogéneas diferenciando lo que corresponde a un diferencial salarial asociado a discriminación sexista y un diferencial salarial asociado a una discriminación social. 5. Conjeturas Respecto a la Composición del Diferencial Salarial 5.1. Descomposición del diferencial salarial La composición de este diferencial salarial, se puede asumir como producto de diferentes efectos (dada la especificación por carrera y los controles utilizados). El primer efecto es asociado a una discriminación sexista, la cual asumimos igual entre diferentes carreras; si el motivo de una discriminación es el hecho de ser mujer u hombre, entonces en una misma sociedad, tal discriminación no tiene porque variar entre carreras. El segundo efecto es el nivel de la participación femenina en el mercado laboral; comúnmente en economías emergentes, como es el caso de Chile, aún se asignan roles por género, lo cual se traduce en una menor participación en el mercado laboral.12 Examinaremos ahora lo que sucede en el cuarto año después de la titulación, ya que para todas las carreras (con excepción de Periodismo y Pedagogía en Historia) es el nivel más alto de diferencial salarial por género. 12 Este efecto se produce ya que la base de datos no dispone de las horas trabajadas, sino que se dispone del salario mensual de los profesionales. 18 El Cuadro X.4 muestra los resultados de la identificación del modelo a través de la ecuación (4), para los coeficientes de diferencial salarial femenino por carrera, fluctuando entre 5% y 36%, lo cual está en el rango de lo encontrado en general en la literatura (en una visión agregada) (Stanley y Jarrell 2004). Como se ha señalado previamente, vamos a definir dos efectos de discriminación; el diferencial salarial es producto de una discriminación según género y una participación laboral menor producto de una discriminación social de asignación de labores, lo cual redundaría en una elección racional por parte de las mujeres de una menor jornada de trabajo. Para calcular el efecto de la discriminación según género utilizaremos el siguiente procedimiento: Consideramos sólo las observaciones bajo el percentil cincuenta de la distribución de ingresos (incluyendo sólo los profesionales ocupados) de todas las carreras. Estamos utilizando el supuesto asumido previamente de que este tipo de discriminación es la misma a través de distintas carreras; además se evita el efecto de la cola superior de la distribución de ingresos asociada a horas extras de trabajo, postgrados y/o ascensos. Se considera este percentil de los activos en el mercado laboral, pues con mayor probabilidad está trabajando una menor jornada y las diferencias aquí son sólo salariales y no de jornadas más extensas como puede estar ocurriendo en el quintil más alto de los ingresos. El diferencial obtenido en este caso es de un 9.7%. Como no debería haber discriminación sexista diferenciada entre las profesiones, es decir, por el hecho de ser mujer si existe discriminación salarial, ésta es la misma a través de las carreras regidas por el mercado, este enfoque es muy similar al agregado usualmente utilizado en la literatura para obtener discriminación agregada. 19 Gráfico X. 5: Descomposición de los diferenciales salariales según discriminación sexista y social Fuente: Elaboración propia en base a datos Futuro Laboral Cuadro X. 4: Coeficientes de discriminación femenina por carrera y observaciones Observaciones Coeficiente de discriminación Total Carreras Total Hombres Mujeres Contador Auditor 1430 741 689 -0.3429* Salarial Social -0.09719* -0.246 -0.09719* -0.142 -0.09719* -0.214 -0.09719* -0.198 -0.09719* -0.161 -0.09719* -0.221 -0.09719* -0.127 -0.09719* -0.143 (0.036) Derecho 1327 777 550 -0.2390* (0.042) Medicina 1146 676 470 -0.3114* (0.031) Ing. Comercial 2235 1274 961 -0.2956* (0.032) Psicología 1422 388 1034 -0.2580* (0.038) Agronomía 693 430 263 -0.3177* (0.054) Odontología 424 189 235 -0.2237* (0.050) Pededagogía en Historia 132 61 71 -0.2405* (0.084) Periodismo 1132 417 715 -0.1004*** -0.09719* -0.003 (0.052) *Significativo al 1%, ** Significativo al 5%, *** Significativo al 10%, entre paréntesis se muestra el error estándar. 20 El resultado obtenido de la regresión para los dos primeros cuartiles activos, para las profesiones cuyos salarios los asigna el mercado (Cuadro Apéndice X.2) muestra que los diferenciales salariales son de 9.7%. De este modo podemos realizar una desagregación de los diferenciales, como se muestra en el Cuadro X.4, de manera tal de obtener los proxies para la discriminación salarial sexista y la discriminación social, como se muestra en el Gráfico X.5, que en conjunto determinan la brecha salarial entre hombres y mujeres. 5.2. Discriminación sexista y discriminación social Procedamos a interpretar nuestras estimaciones de brecha salarial por género distinguiendo dos posibles componentes empíricos: - Discriminación sexista: Existiría una brecha de 9,7% a través de todas las carreras. Este diferencial estaría relacionado a la discriminación salarial por género o sexista. Se resumiría en el hecho de que algunas mujeres reciben un menor pago, aunque tengan la misma productividad y desempeñen la misma función que un hombre. De allí que la naturaleza de esta discriminación sería exógena a las mujeres. - Discriminación social: Además de la brecha anterior, habría una discriminación variable a través de las carreras. Esta brecha fluctuaría desde un 0,3% para Periodismo hasta un 24,6% para Contador Auditor. Esta brecha extra se debería a una discriminación social, correspondiendo a un diferencial entre la participación laboral de la mujer y la del hombre. Esto puede resumirse en que las mujeres trabajan más horas en el hogar y menos en trabajos remunerados. Además, la discriminación descrita se puede descomponer en una de naturaleza exógena y otra endógena. La exógena se debería a que los empleadores evitan darle una gran carga horaria o responsabilidad a las mujeres, mientras la endógena existiría porque las mujeres, por diversos factores, evitan dichas grandes cargas o responsabilidades laborales. 21 Para diferenciar entre ambos tipos de discriminación, utilizaremos los resultados de algunas preguntas de la Encuesta de Trabajo y Equidad (2008) y la Encuesta Nacional sobre Mujer y Trabajo en Chile (2010). Veamos primero la discriminación sexista que implica que las mujeres ganarían alrededor de un 10% menos que los hombres aunque hagan exactamente el mismo trabajo. Un posible origen de esta discriminación radicaría en la creencia de los empleadores que las mujeres tienen una menor productividad o una menor disposición o interés hacia el trabajo. Esta creencia carecería de fundamentos válidos, pues obviamente sólo se sustentaría en prejuicios sexistas. La Encuesta de Trabajo y Equidad (ETE) contiene una sección destinada a medir las percepciones sobre la relación entre Mujer, Trabajo y Familia. Se les pregunta a las mujeres que trabajan si al llegar a su casa tienen que hacer labores del hogar. Un 69% de las mujeres responden que efectivamente es así, mientras que un 30% dan una respuesta negativa. Asimismo, en la Encuesta Nacional sobre Mujer y Trabajo en Chile (ENMT) se les consulta quién realiza las actividades hogareñas. Más de un 66% de las veces es la mujer la que debe lavar la ropa y planchar; hacer el aseo de la casa; y preparar la comida; mientras que menos de un 2% de sus parejas hace dichas funciones. La necesidad de efectuar todas estas labores extras implica que las mujeres tendrían que reservar energías para lo que hacen después de cumplir la jornada regular en su empleo; éste no es generalmente el caso de los hombres. Esto podría afectar la percepción de los empleadores sobre las mujeres; una asignación óptima de su energía induciría a las mujeres a no agotarse excesivamente durante la jornada laboral. Llevando esto al extremo podría decirse que las mujeres “viven para sus familias”. En cambio los hombres tienen una propensión a ser trabajólicos en sus respectivos empleos, i.e., “viven para trabajar”. Veamos ahora una serie de condicionantes de la discriminación social así como las preferencias de las mujeres respecto al posible dilema empleo-familia. ¿Tienen las mujeres dificultades para cumplir con las responsabilidades familiares debido a la jornada de trabajo? En la ETE un 34% de las mujeres responden afirmativamente, mientras que un 65% contesta negativamente. Luego, 1 de cada 3 mujeres cree que 22 existiría un conflicto (“trade-off”) entre las responsabilidades laborales y las familiares. Asimismo, un 67,5% de las entrevistadas por la ENMT afirma que no se reinsertó al mercado laboral, después de tener un hijo, pues quería cuidar de ellos. ¿Tienen las mujeres efectivamente una flexibilidad en su trabajo como para resolver posibles conflictos entre trabajo y hogar? Un 62,9% de las mujeres dicen tener la suficiente flexibilidad, mientras un 36,4% afirma lo contrario (ETE). Por otro lado, la ENMT muestra que la variable que haría a más mujeres inactivas estar dispuestas a trabajar, es contar con flexibilidad horaria. En resumen, la flexibilidad horaria constituye un factor importante para las mujeres a la hora de incorporarse a un empleo específico. Estas interrogantes apuntan al carácter exógeno de los empleos, los cuales permiten o impiden que la mujer pueda acomodar sus horas laborales para compatibilizarlo con la familia. De manera complementaria se aprecia que respecto a la pregunta si las mujeres debieran tener un trabajo de medio tiempo u horario flexible para compatibilizarlo con responsabilidades familiares, un 89,2% de las mujeres está de acuerdo con la afirmación (ETE). Por otra parte, respecto a las preferencias de las mujeres hay una pregunta sobre el tema si ser una dueña de casa es tan satisfactorio como trabajar por un sueldo. Un 42,8% de las mujeres concuerda, mientras que un 54,9% discrepa (ETE). En breve la mayoría de las mujeres no concuerda con la aseveración, pero hay una proporción significativa que sí concuerda con ella. La sociedad tiende a poner la responsabilidad familiar principalmente sobre los hombros de la mujer, lo que presiona para que ellas estén poco dispuestas a aumentar su oferta laboral. Reflejo de esta carga que pone la sociedad sobre ellas, es la pregunta de la ETE sobre si dejarían de trabajar si la pareja ganara lo suficiente. Un 55% de las mujeres se muestra de acuerdo con tal afirmación, mientras que un 38,3% discrepa. En cambio para la misma pregunta la respuesta de los hombres es muy diferente; sólo un 31% de los hombres dejarían de trabajar si la pareja ganara lo suficiente, en cambio 63% optaría por trabajar. Veamos ahora porque la discriminación social difiere a través de las profesiones universitarias. La magnitud de esta discriminación estaría relacionada con la oferta 23 laboral de las mujeres (horas trabajadas) y su evolución en el organigrama (si son o están dispuestas a ser ascendidas). Estas componentes estarían determinadas en forma endógena y exógena al mismo tiempo. Ella variaría a través de profesiones, puesto que en algunas hay flexibilidad laboral como para acomodar el número de horas de trabajo, su distribución intertemporal o el lugar dónde se ejecuta. Asimismo, algunas profesiones tienen una estructura relativamente más horizontal, por lo que no hay gran incidencia de los ascensos, mientras que otras son del tipo vertical. Puede haber una tendencia de no promover ascensos para las mujeres (tendencia exógena) o a que las mujeres no estén dispuestas a aceptar ascensos (tendencia endógena). Por la parte exógena, esto se debería a que los empleadores percibirían que las mujeres preferirían evitar promociones pues éstas incrementarían su nivel de responsabilidad lo cual podría generar un conflicto con su dedicación familiar. Sobre este tema un 73,9% de los hombres cree que la familia se descuida si la mujer tiene un trabajo tiempo completo. Esta creencia de los hombres de que las mujeres necesariamente descuidan su familia a medida que toman trabajos que requieren de más tiempo, llevaría a que los hombres discriminen a las mujeres a la hora de ascenderlas hacia cargos de mayor responsabilidad o carga horaria (ETE). Por otra parte, las mujeres perciben la gran responsabilidad que la sociedad coloca sobre ellas, por lo que es posible que endógenamente decidan rechazar posibilidades de ascenso debido a que ello llevaría a “descuidar” su familia. Esta creencia parece instalada. Por ejemplo, el 69,2% de las mujeres creen que la familia se descuida si la mujer tiene un trabajo tiempo completo (ETE). De allí que más de 2 de cada 3 mujeres podrían pensar que aceptar un ascenso conllevaría un alto costo familiar. En resumen, sugerimos que hay dos tipos de discriminación. Una es el del tipo sexista, según la cual en todas las profesiones universitarias a las mujeres se les pagan alrededor de un 10% menos que los hombres que hacen el mismo trabajo. Otra sería de carácter social, que correspondería a que la oferta laboral de las mujeres y sus oportunidades/disposición a ascender en una carrera serían menores. Esta discriminación social es la que variaría a través de carreras. 24 Apliquemos estas percepciones a través de las profesiones, utilizando los criterios anteriores. Para ello, clasificaremos las profesiones según su nivel de flexibilidad para controlar la oferta laboral y según la importancia que tienen los ascensos. El cuadro siguiente muestra una clasificación propuesta según estos criterios. Cuadro X. 5: Clasificación de Profesiones según Importancia de los ascensos y capacidad de controlar oferta laboral Alta Importancia de los ascensos Capacidad de controlar oferta laboral Baja Alta Pedagogía en Historia Derecho Medicina Ingeniería Comercial Agronomía Baja Psicología Odontología Periodismo Contador Auditor Reiterando, a las mujeres les gustaría una alta capacidad para controlar la oferta laboral y con una baja importancia de los ascensos en el ejercicio de la profesión universitaria. Esto correspondería al cuadrante inferior derecho del cuadro. Efectivamente, Psicología, Odontología y Periodismo son carreras altamente feminizadas. Sin embargo, hay que recalcar que la capacidad de controlar la oferta laboral es un factor que tiene implicancias contrapuestas sobre la brecha de ingreso. Esto pues, así como las mujeres la usan para disminuir su cantidad de horas de trabajo, los hombres la utilizan para aumentar su oferta laboral. Ello explicaría que en carreras como Psicología, Odontología y Contador Auditor se observan grandes brechas salariales. Algo similar ocurre con Medicina e Ingeniería Comercial. Por otro lado, en Agronomía y Pedagogía en Historia donde existe una alta brecha salarial, ésta se explicaría por la baja flexibilidad de controlar la oferta laboral que tendrían las mujeres. 25 6. Principales Resultados La magnitud de la discriminación bruta de remuneraciones entre los profesionales según género fluctúa un 46% y un 58%. Al aplicar una serie de controles vinculados a las características personales de los profesionales se observa que las mujeres profesionales ganan un 22% a un 23% menos que los hombres. Al considerar profesiones universitarias diversas, para tener grupos más homogéneos, se aprecia que la discriminación de remuneraciones entre los profesionales según género fluctúa un 10% (periodismo) y un 34%% (contabilidadauditoría). A la luz de estos resultados surge una nueva interrogante, ¿a qué se debe este diferencial de discriminación a través de diferentes profesiones universitarias? Se sugiere descomponer este diferencial en dos componentes, uno sexista y uno social. La magnitud de la discriminación sexista entre profesionales es un 10%. La magnitud de la discriminación social entre las profesiones depende de la flexibilidad para controlar la oferta laboral y el rol desempeñado por los ascensos. 26 Referencias Bibliográficas Basch, Miguel and Ricardo Paredes (1996), “Are there dual markets in Chile?”, Journal of Economic Development, V.50, 297-312 Becker, Gary (1971), The Economics of Discrimination, 2nd Edition, Chicago: University of Chicago Press. Bertrand, Marianne; Claudia Goldin and Lawrence F. Katz (2009). “Dynamics of the Gender Gap for Young Professionals in the Financial and Corporate Sectors”, NBER Working Paper 14681. Bertrand, Marianne and Kevin F. Hallock, (2001). “The gender gap in top corporate jobs”, Industrial and Labor Relations Review. 55: 3-21. Blau, Francine and Lawrence Kahn (2000), “Gender Differences in Pay,” Journal of Economic Perspectives. 14, 75-99. Blinder, Alan S. (1973). “Wage Discrimination: Reduced Form and Structural Variables.” Journal of Human Resources, 8, 436-455. 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Std. Err. t P>t [95% Conf. Interval] dummy_mujer -0.0972 0.018282 -5.32 0 -0.1330419 -0.0613494 edad 0.01434 0.021486 0.67 0.504 -0.027785 0.056472 -0.00035 0.000336 -1.03 0.304 -0.0010038 0.0003136 0.95394 0.07073 13.49 0 0.8152587 1.092625 edad_cuad ln_PAA porcent_PP -0.16864 0.043606 -3.87 0 -0.2541451 -0.0831423 dummy_metrop 0.02936 0.019934 1.47 0.141 -0.0097273 0.0684437 _cons 6.49088 0.57697 11.25 0 5.359589 7.622178 N=3023 30 Cuadro Apéndice X. 3 Evolucion del Gap H/M cuarto año/primer año cuarto año/tercer año Contador Auditor 1.3 1.1 Derecho 1.6 1.1 Medicina 1.4 1.1 Ing_Comercial 1.2 1.4 Psicología 1.2 1.2 Agronomía 3.4 1.3 Ped Historia 0.8 1.4 Odontología 1.4 1.5 Periodismo 1.4 1.9 31