CAPÍTULO 12 NEUROPATÍAS ÓPTICAS NUTRICIONALES Y TÓXICAS Bernardo Sánchez Dalmau, M.ª Dolores Vela CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ESTUDIO DIAGNÓSTICO NEUROPATÍAS ÓPTICAS NUTRICIONALES NEUROPATÍAS ÓPTICAS TÓXICAS Desde hace siglos se conoce que la vía visual anterior es vulnerable tanto a déficits nutricionales como a diferentes sustancias tóxicas, un hecho ya mencionado por Aristóteles en el año 350 a.C. Ambas formas de neuropatías ópticas las trataremos conjuntamente en este capítulo, ya que presentan muchas características comunes entre ellas. Las neuropatías ópticas de causa nutricional que se pueden caracterizar mejor son aquellas descritas en grupos de población, partiendo de estudios realizados en epidemias (1,2) como las acontecidas en diversas ocasiones durante este siglo. Entre ellas se incluyen las vividas durante la segunda Guerra Mundial, la guerra de Corea, y la epidemia de neuropatía óptica de Cuba entre 1992 y 1993 (3). Recientemente se ha planteado una revisión crítica a nivel neuroftalmológico respecto al papel de los déficits vitamínicos globales o concretos en la etiología causal (4), debido sobre todo a la acusada reducción que han experimentado estas neuropatías en la actualidad. De hecho, en muchos casos de los considerados aislados existe un componente multifactorial (tóxico, nutricional, hereditario), por lo que se debe ser más restrictivo respecto a atribuir una neuropatía óptica únicamente a un déficit nutricional y, más concretamente, a un déficit vitamínico. Pese a ello, se siguen presentando publicaciones con un correcto estudio epidemiológico que confirman el papel de dichos factores. Por otro lado, la lista de sustancias tóxicas para el nervio óptico crece y se modifica conforme se desarrollan nuevos fármacos y sustancias químicas, y algunos de ellos dejan de utilizarse (5). Es deber del oftalmólogo conocer los agentes tóxicos más frecuentemente implicados, así como los mecanismos de prevención o de tratamiento cuando se presenta la lesión del nervio óptico. La exposición a estos agentes se produce a diversos niveles, en el ámbito laboral, en su uso terapéutico, o bien en el contexto de un abuso de sustancias tóxicas o fármacos (tabla 12-1). Los mecanismos fisiopatológicos responsables son poco conocidos y se comentarán a propósito de cada caso concreto. Sólo se presentan en este capítulo aquellos agentes cuya toxicidad directa sobre el nervio óptico ha sido comprobada desde el punto de vista clínico y, la mayoría de las veces, anatomopatológico, omitiendo los casos aislados o con un seguimiento inadecuado. De todas maneras, éstos últimos también se hallan incluidos en la mencionada tabla. Aquellos que afectan a la vía visual anterior de forma indirecta, por causar papiledema debido a seudotumor cerebral secundario son comentados en el capítulo 8. Los efectos de la vigabatrina se citan en el capítulo 5, al considerarse que produce una afectación retiniana. CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS La forma de presentación clínica de ambos tipos de neuropatía óptica es similar y en la tabla 12-2 se enumeran las características atribuibles a ambas. La pérdida visual suele ser subaguda e indolora, por lo que la existencia de dolor nos debe sugerir la posibilidad de otro diagnóstico etiológico. Inicialmente el paciente refiere una sensación de borrosidad central, seguida de una disminución de agudeza visual, que puede seguir una evolución variable. A veces llega a ser muy seve- 266 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Tabla 12-1. Acido nalidíxico Alfa-interferon Amantadina Amiodarona Amoproxano Arsenicales Aspidium Barbitúricos Busulfan Catha edulis Cefaloridina Ciclosporina Ciprofloxacino Cisplatino Clioquinol Clomifeno Clorambucil Cloramfenicol Clorodinitrobenceno Clorpromacina Clorpropamida Cloruro de cobalto Cocaína Corticosteroides Dapsona DDT Sustancias asociadas a neuropatía óptica tóxica Desferroxiamina Digital Dihidroergotamina Dinitrobenceno Disolventes orgánicos Disulfiram Disulfuro de carbono Doxorrubicina Elcatonina Emetina Estreptomicina Etambutol Etanol Eticlorovinol Etilenglicol Fenipracina Fludarabina 5-fluorouracilo Hexaclorofeno Hidroxiquinoleínas halogenadas Iodoformo Isoniacida Melatonina Mercurio Metanol Metilacetato Tabla 12-2. Características clínicas de las neuropatías ópticas nutricionales y tóxicas 1. Historia de anomalía alimentaria o exposición a tóxicos 2. No antecedente de atrofia óptica familiar 3. Pérdida visual indolora 4. Bilateralidad de la neuropatía óptica 5. Ausencia de metamorfopsia y otros síntomas maculares 6. Ausencia de alucinaciones visuales, simples o complejas 7. Desarrollo gradual de la afectación visual 8. Visión igual o superior a movimientos de mano 9. Discromatopsia, incluso con leve afectación de la agudeza visual 10. Escotomas centrocecales 11. Papilas normales en fases iniciales 12. Estudio neurorradiológico normal 13. Tendencia a mejorar con tratamiento Metilbromuro Metotrexate Metronidazol Monóxido de carbono Nitroureas Octamoxina (IMAO) Ofloxacina Penicilamina Picadura de abeja Plasmodicida Plomo Quinina Sulfonamidas Suramina Tabaco Tacrolimus Talio Tamoxifeno Tetraciclinas Tetracloruro de carbono Tolbutamida Tolueno Tricloroetileno Vincristina Vinilbenceno Vitamina A ra (0,05-0,1), pero, con la única excepción de la intoxicación por metanol, nunca se produce una amaurosis completa. La pérdida de la visión es bilateral, aunque en las fases iniciales puede haber cierta asimetría. De hecho, la existencia de grandes diferencias entre uno y otro ojo, así como la presencia de amaurosis (excepto en el caso del metanol) deben poner en duda el diagnóstico de neuropatía óptica nutricional o tóxica. La discromatopsia se presenta de forma precoz, siendo unas veces más acusada para ciertos colores, como el rojo, y afectando otras veces de forma generalizada a la percepción cromática. En el examen campimétrico se constata un escotoma central o centrocecal, y clásicamente se ha descrito como característico de la neuropatía óptica alcoholtabáquica el escotoma centrocecal con un área de mayor pérdida próxima a la fijación («núcleo») (6). No obstante, éste último es en realidad un defecto inespecífico, por lo que ambos tipos de alteración perimétrica se pueden presentar de forma indistinta (fig. 12-1). Aunque puede haber también una retracción periférica Capítulo 12. Figura 12-1. Campimetría cinética con el perímetro de Goldmann en un paciente alcohólico afecto de una neuropatía óptica bilateral. Se aprecia en AO un escotoma central con una zona de defecto más denso en su interior («núcleo»). del campo o escotomas altitudinales, su presencia es rara en estos casos. Dada la simetría de la afectación visual, no se suele objetivar un DPAR, si bien en los casos severos puede haber poca reactividad pupilar. Al principio el aspecto de la papila es normal o incluso hiperémico (2) (fig. 12-2), aunque en algunas intoxicaciones se observa un edema papilar. Posteriormente, tras un intervalo variable, aparecerá una palidez del disco óptico, casi siempre de predominio temporal (fig. 12-3), pero que en casos más graves puede ser difusa (fig. 12-4). Los exámenes electrofisiológicos pueden revelar alteraciones en el ERG, en los PEV o en ambas exploraciones. No hay una tendencia al retraso en la onda P100 (como en las neuritis ópticas) salvo en el caso de la anemia perniciosa (8). El carácter progresivo de la pérdida visual determina que frecuentemente se realice un estudio neurorradiológico de la vía visual anterior para excluir una lesión compresiva, por lo que el diagnóstico de neuropatía nutricional o tóxica es, hasta cierto punto, de exclusión. Neuropatías ópticas nutricionales y tóxicas 267 Figura 12-2. Neuropatía óptica nutricional, fases iniciales, en la que se observa una hiperemia de los discos ópticos acompañada de hemorragias peripapilares, en un caso asociado a anemia macrocítica. Figura 12-3. Neuropatía óptica nutricional, fase avanzada, que se caracteriza por una palidez papilar de predominio temporal en el OD (A) y en el OI (B). DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Existen diversos procesos patológicos cuyo diagnóstico diferencial se debe realizar con respecto a las neuropatías ópticas tóxico-nutricionales, y que comprenden: maculopatías, pérdidas visuales funcionales, atrofias ópticas hereditarias, neuropatías ópticas compresivas o infiltrativas y neuritis ópticas (ver capítulos 1 y 5). Figura 12-4. Neuropatía óptica tóxica severa por etambutol, que se manifiesta por una palidez difusa del disco óptico en el OD (A) y en el OI (B). 268 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Algunas maculopatías se presentan con alteraciones similares a la exploración clínica. Se diferenciarán por las anomalías en el fondo ocular (a veces aparecen más tardíamente), en la AGF o en el ERGmf (9), que puede detectar defectos no revelados por el ERG de campo completo. Las pérdidas visuales no orgánicas, ya sean trastornos de conversión o de simulación, se deben tener en consideración en casos de afectación bilateral de la visión. La campimetría es de gran ayuda, ya que estos pacientes no presentan escotomas centrales o centrocecales, sino retracciones del campo visual. Las atrofias ópticas hereditarias pueden confundirse con neuropatías nutricionales si no hay historia familiar conocida. Especialmente, la neuropatía óptica de Leber debe ser un factor a considerar en aquellos pacientes con pérdida visual severa de origen tóxico o nutricional (10), por lo que el estudio de las mutaciones mitocondriales es necesario en algunos casos. Las neuritis ópticas, cualquiera que sea su causa (desmielinizante, inflamatoria o infecciosa) pueden confundirse con neuropatías ópticas nutricionales y tóxicas si debutan simultáneamente en ambos ojos. En algunos casos la RM y en otros casos el estudio del LCR, los tests específicos para sífilis, sarcoidosis y vasculitis sistémica, junto con una exploración neurológica completa nos ayudarán en el diagnóstico. Finalmente, las neuropatías compresivas o infiltrativas también se deben diferenciar, ya que son bien conocidos casos de escotomas centrales causados por compresión tumoral (11), por lo que, en ocasiones, es preciso obtener una RM con gadolinio. ESTUDIO DIAGNÓSTICO En la mayoría de los casos, una historia detallada y los datos obtenidos de la exploración clínica permitirán un diagnóstico. Como se ha comentado previamente es aconsejable a veces la obtención de una RM con contraste, con especial atención a nervios ópticos y quiasma. La determinación de vitamina B12 sérica para descartar una anemia perniciosa y los niveles eritrocitrarios de ácido fólico permiten una valoración del estado nutricional general, y en algunos laboratorios es asimismo posible obtener los niveles séricos de las vitaminas B1 y B6. Cuando se sospecha un agente tóxico determinado, se debería intentar una identificación del mismo o de sus metabolitos en los líquidos biológicos o tejidos del paciente, y la ayuda de un experto en Toxicología es de gran valor en estos casos. Se debería asimismo obtener información clínica acerca de personas que hayan tenido una exposición similar. En teoría, para establecer una relación entre el posible agente causal y la neuropatía óptica, una reexposición a la sustancia debería reproducir los signos y síntomas, pero, por razones obvias, dicha reexposición no se suele realizar. En otras ocasiones los pacientes toman múltiples fármacos, por lo que también es difícil saber a cual de ellos atribuir el trastorno. Por otra parte, en muchos de los casos diagnosticados inicialmente como neuropatías ópticas por tóxicos (especialmente en aquellos con asociación esporádica) el seguimiento no se ha realizado de forma completa. En otros casos, se han puesto de manifiesto durante dicho seguimiento otras enfermedades (sobre todo, esclerosis múltiple o formas hereditarias) que han invalidado el diagnóstico inicial. NEUROPATIAS ÓPTICAS NUTRICIONALES Entre los grupos previamente comentados, es posible delimitar las características clínicas típicas. La pérdida visual se inicia a partir de los 4 meses de una desnutrición severa y, al contrario de lo que sucede con las formas esporádicas, de evolución lenta e insidiosa, su instauración es rápida (24 horas) en un 1025% de las formas epidémicas. En algunos casos se asocian una queratopatía punteada superficial, previa o simultánea (12), una neuropatía periférica, con pérdida sensitiva o dolor en extremidades inferiores, o bien una sordera neurosensorial bilateral (3,13). La epidemia cubana antes citada afectó predominantemente a varones entre 25 y 65 años, hallándose como factores de riesgo, además de la desnutrición, el consumo de tabaco en forma de cigarros y la ingesta de un licor llamado «cassava». Se produjo una respuesta parcial o completa, según los casos, al mejorar la nutrición y administrar tratamiento con complejo vitamínico B y vitamina C. Además, la epidemia se erradicó casi por completo tras el suministro preventivo de los mencionados suplementos de vitaminas a la población sana (4). Así pues, la neuropatía óptica nutricional muchas veces no es atribuible a un déficit nutricional concreto, y probablemente confluyen una serie de fac- Capítulo 12. tores de riesgo asociados. Por ello, el tratamiento debe consistir en mejorar la nutrición general del paciente asociando un complemento vitamínico, retirando los factores tóxicos (alcohol, tabaco) con lo que se suele obtener una recuperación significativa del proceso patológico (ver capítulo 15). Vitamina B12 (Cobalamina) La vitamina B12 es una molécula compleja, sintetizada por bacterias y otros microorganismos, cuyos requerimientos diarios son de 2-5 µg, suministrados a través del aporte externo. Puede ser sintetizada, pero no absorbida, en el colon y la absorción se produce en el íleon terminal, precisando de un factor intrínseco que es secretado por las células parietales de la mucosa gástrica. El contenido corporal total es de 2-5 mg, siendo el 25% almacenado en el hígado, por lo que se necesita un período prolongado (varios años) con déficit de aporte de la vitamina para que aparezca sintomatología. En la tabla 12-3 se hallan reseñadas las 5 causas básicas de déficit de vitamina B12. La causa raramente reside en una dieta pobre, un hecho que se aprecia únicamente en vegetarianos estrictos. El trastorno de la absorción se puede presentar en pacientes con anomalías intestinales o antecedentes de cirugía gastrointestinal, especialmente gastrectomía total o subtotal. La causa más frecuente es la anemia perniciosa, un trastorno autoinmune en el que no se produce la absorción de la vitamina a nivel del íleon, debido a la falta de secreción del factor intrínseco por las células parietales de la mucosa gástrica. Afecta sobre todo a personas de mediana edad del norte de Europa, aunque no está limitada a éstas, y se caracteriza por ser una anemia megaloblástica, que se desarrolla lentamente y puede llegar a ser severa. Los pacientes no tratados suelen presentar alteraciones neurológicas, por lesión de los axones y la mielina en las columnas posteriores de la médula torácica superior y cervical (mielosis funicular) que, cuando progresa, afecta a otras regiones medulares. Inicialmente se manifiesta por parestesias con pérdida de fuerza en las extremidades y más tarde desaparece la sensibilidad vibratoria, apareciendo espasticidad y en ocasiones demencia. El déficit de vitamina B12 puede causar neuropatía óptica, a veces como manifestación inicial del mismo (14) y acompañarse o no de otras alteracio- Neuropatías ópticas nutricionales y tóxicas 269 nes neurológicas. Se han descrito lesiones de los nervios ópticos y del quiasma, tanto a nivel de los PEV (15,16) como anatomopatológico (17), en pacientes con anemia perniciosa sin manifestaciones visuales, lo que sugiere una forma de esta enfermedad con afectación subclínica de la vía óptica. Las características clínicas de la neuropatía óptica son las típicas de la forma nutricional-tóxica comentadas previamente y la respuesta al tratamiento con hidroxicobalamina intramuscular es buena si no ha llegado a instaurarse la atrofia óptica. Al contrario que en otras neuropatías ópticas nutricionales, la variedad asociada a la anemia perniciosa no suele responder a la simple mejora de la ingesta alimentaria (18). Vitamina B6 (Piridoxina) La vitamina B6 es un complejo de compuestos relacionados, interconvertibles entre sí y biológicamente activos, cuyo componente principal es una piridina, combinada en su núcleo con un grupo alcohol (piridoxina), un aldehido (piridoxal) o una amina (piridoxamina). Los requerimientos diarios son de 2 mg/día, se absorbe en la porción superior del intestino delgado y se excreta por la orina. En la forma de piridoxalfosfato actúa como coenzima en el metabolismo de carbohidratos, proteínas y ácidos grasos. Aunque se han descrito casos de neuropatía óptica atribuidos a déficit de vitamina B6, esta relación no está clara y, de hecho, algunos fármacos (isoniacida, cloramfenicol, penicilamina) afectan a los requerimientos de la vitamina. Es por ello que la neuropatía óptica asociada a los mismos se ha relacionado más con un déficit vitamínico que con una acción tóxica directa. No obstante, existen descripciones de casos posiblemente producidos por estos fármacos, aun a pesar de un aporte complementario adecuado de vitamina B6 (19). Tabla 12-3. Causas básicas de déficit de vitamina B12 • Ingesta insuficiente • Ausencia congénita de factor intrínseco • Competencia por la vitamina B12 disponible por bacterias o microorganismos • Malabsorción por anomalías intestinales • Déficit de transporte proteico 270 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Vitamina B1 (Tiamina) La vitamina B1, en la forma de pirofosfato de tiamina, es un coenzima esencial para el metabolismo energético. Sus requerimientos diarios de son de 0,5 mg/1000 kcal y, al igual que la vitamina B6, se absorbe en la porción superior del intestino delgado, y se elimina por la orina. Los pacientes con deficiencia de vitamina B1 presentan la enfermedad conocida como beri-beri y, aunque puede asociarse una neuropatía óptica, es controvertido atribuir la pérdida visual al déficit de tiamina (4), como sucede con la neuropatía óptica nutricional. Se postula que uno de los primeros síntomas del mencionado déficit es la anorexia, con el consiguiente descenso en la ingesta de otras sustancias nutritivas, y que tras el aporte de tiamina se produce también una mejora del apetito y del estado de nutrición. Por ello, la pérdida de la visión en un paciente con deficiencia de vitamina B1 no se debe atribuir únicamente a ésta última, ya que todo el aporte nutricional se halla disminuido. Sin embargo, existen casos bien documentados de déficits aislados de B1 asociados con neuropatía óptica bilateral. Así, Hoyt y Billson (20) describieron dos niños bajo dieta cetogénica para control de sus crisis epilépticas, que presentaron neuropatía óptica asociada a niveles séricos bajos de transcetolasa (indicador de déficit de tiamina), y cuya visión volvió a la normalidad con el suplemento vitamínico. Ácido Fólico El ácido fólico, al igual que la vitamina B12, está implicado en el metabolismo de la metionina y los requerimientos diarios de un adulto son de 400 µg. Se precisa para la producción de tetrahidrofolato, un compuesto que participa en el metabolismo del ácido fórmico. El déficit de ácido fólico puede producir una polineuropatía, cuyo mecanismo reside en una degeneración combinada subaguda de la médula espinal. Al igual que en los déficits vitamínicos comentados previamente, es difícil atribuir una neuropatía óptica al déficit de ácido fólico, ya que suele ir asociado a otras deficiencias nutricionales. No obstante, se ha descrito recientemente una serie de 6 pacientes, con niveles bajos de ácido fólico y normales de vitamina B12, que presentaban las características típicas de neuropatía óptica nutricional o tóxica. Se instauró como único tra- tamiento ácido fólico, sin modificar ni la dieta, ni el consumo previo de tabaco o alcohol, lo que resultó en una mejoría clínica entre las 4 y 12 semanas (21). Es importante reseñar que la determinación del ácido fólico se debe efectuar a nivel intraeritrocitario, ya que los niveles séricos se afectan transitoriamente por el ácido fólico que ingerimos en la alimentación. NEUROPATÍAS ÓPTICAS TÓXICAS Existe un gran número de sustancias y fármacos que se han asociado a neuropatía óptica tóxica (tabla 12-1), si bien en el presente apartado intentaremos comentar aquellos casos en los que la relación está bien establecida y que son de interés clínico en la actualidad. Para quienes estén interesados en un conocimiento más exhaustivo, existen tratados que abordan el tema con mayor profundidad (5). Etambutol Entre los agentes antituberculosos, es el más frecuentemente implicado como agente causal de neuropatía óptica tóxica (22). La base bioquímica de la toxicidad aún no ha sido determinada, aunque se postula que su actividad como agente quelante juega un papel importante. Es de reseñar que otros quelantes, como disulfiram, D-penicilamina y desferrioxiamina también han sido asociados a neuropatías tóxicas y en todos los casos parece hallarse implicada la quelación de zinc (23). El etambutol puede desencadenar dos formas de neuropatía óptica retrobulbar con diferente patrón de pérdida campimétrica. En la forma más frecuente se afectan las fibras centrales del nervio óptico, produciendo reducción precoz de la visión de los colores, disminución de la agudeza visual y escotoma central o centrocecal. En la segunda forma, mucho menos frecuente, se afectan las fibras periféricas del nervio o del quiasma, dando lugar, respectivamente a pérdida de campo visual periférico o a hemianopsia bitemporal sin alteración de la agudeza visual ni de la visión cromática (24) (fig. 12-5). Se cree que la neuropatía óptica por etambutol es dosis-dependiente, presentándose en pacientes tratados con más de 25 mg/kg/día, y que la dosis de seguridad es Capítulo 12. 15 mg/kg/día. A pesar de ello, se ha descrito la neuropatía óptica en un 1-2% de los pacientes (25) dentro del margen considerado como seguro, un hecho que ha motivado a algunos autores a proponer el abandono del etambutol para el tratamiento de la tuberculosis (26). Los pacientes con alteración de la función renal tienen un mayor riesgo de neuropatía, ya que el 70% del fármaco se elimina por el riñón (26,27), y son también factores de riesgo la retinopatía diabética y la insuficiencia hepática (28). Los trastornos visuales pueden no comenzar hasta semanas o meses después de iniciado el tratamiento y la recuperación visual tras la retirada del fármaco es lenta, tardando varias semanas o meses hasta completarse. Aunque es habitual una respuesta favorable, se han descrito muchos casos de persistencia de la afectación visual pese a la supresión precoz del tratamiento (26). Por estos motivos, los pacientes que van a recibir etambutol deben ser sometidos a una exploración oftalmológica previa, que incluya agudeza visual, visión de los colores y campimetría. Asimismo, es preciso realizarles controles trimestrales, y alertarles sobre la necesidad de acudir a visita en caso de advertir alguna modificación en su visión. Isoniacida Este fármaco antituberculoso es un agente causal conocido de neuropatía periférica, reversible con la piridoxina. Puede producir además una neuropatía óptica tóxica (29), aunque muchas veces se administra asociado con etambutol y/o estreptomicina, que también son posibles causantes de neuropatía óptica, especialmente el primero. Si la neuropatía se presentase en tales circunstancias, debería suspenderse en primer lugar el etambutol y, en caso de no obtener mejoría, suspender también la isoniacida. Cloramfenicol Produce una neuropatía óptica en pacientes que han sido tratados de forma prolongada por infecciones crónicas y la pérdida visual se presenta tras 3-8 meses de tratamiento, aunque se ha descrito más precozmente. En el fondo del ojo se aprecia un ligero edema papilar (30) y a veces se asocia una neuropatía periférica. Neuropatías ópticas nutricionales y tóxicas 271 Figura 12-5. Campimetría computarizada a umbral de una neuropatía óptica tóxica por etambutol, que muestra escotomas centrales de predominio temporal en el OD (A) y en el OI (B), sugestivos de una afectación muy posterior del nervio óptico con participación quiasmática. (Programa 24-2, Humphrey Field Analyzer). Disulfiram Es un fármaco utilizado en el tratamiento del alcoholismo crónico, que actúa interfiriendo el metabolismo del acetaldehído, un producto metabólico del etanol. La ingesta asociada con alcohol causa sintomatología desagradable (efecto «antabús»), consistente en enrojecimiento facial, náuseas y vómitos, por el acúmulo de acetaldehído (31). A veces produce una neuropatía óptica, cuyo mecanismo es desconocido, aunque podría actuar como agente quelante (23). Algunos pacientes desarrollan también una neuropatía sensoriomotora periférica (32) y el pronóstico en cualquier caso es bueno tras la suspensión del tratamiento. Amiodarona Es un fármaco antiarrítmico de empleo muy extendido, cuyas indicaciones son la taquicardia o la fibrilación ventricular recurrente, y también se usa para mantener el ritmo sinusal en pacientes con fibrilación auricular. Desde su introducción es bien conocido que puede producir depósitos corneales y opacidades cristalinianas, habiéndose descrito más raramente el desarrollo de una retinopatía (33). Se sabe además que puede causar neuropatía periférica (34), y mucho más controvertida es su implicación en una neuropatía óptica. Dado que es imposible realizar grupos control y en muchos casos no 272 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento Figura 12-6. Neuropatía óptica por amiodarona. Se aprecia un edema difuso del disco óptico en AO, sin palidez papilar ni hemorragias . (Caso del Dr. W.F. Hoyt. California). se puede suspender el fármaco, está aún por definir la causalidad de la amiodarona en la neuropatía óptica. Es posible que se trate en realidad de una neuropatía óptica isquémica en pacientes con factores de riesgo vascular asociados, como diabetes o hipertensión, aunque se han descrito algunos signos diferenciales. Así, la neuropatía óptica por amiodarona suele tener un debut insidioso, con afectación bilateral, generalmente simultánea, progresión lenta y edema de papila que tiende a estabilizarse durante los meses siguientes a la retirada de la medicación (fig. 12-6) (35), si bien se han descrito casos sin edema papilar (36). Suele presentar un patrón campimétrico distinto de la NOIA, ya que acostumbra a producir una retracción del campo Figura 12-7. Campimetría computarizada a umbral del paciente de la Fig. 12-5, que muestra retracción periférica del campo visual en el OD, atribuida al tratamiento con amiodarona. (Programa 24-2, Humphrey Field Analyzer). (Caso del Dr. W.F. Hoyt. California). (fig. 12-7), con menor afectación de la visión central. Según el estudio de Feiner (37), la incidencia de neuropatía por amiodarona fue del 1,76% durante 10 años en un grupo de pacientes tratados por espacio de tiempo variable entre 1 y 72 meses. Comparando un grupo control de edad similar, la incidencia de NOIA es sólo del 0,3%. Dado que no son conocidos los factores de riesgo para la neuropatía óptica por amiodarona, resulta imposible predecir o evitar su presentación. Por otra parte, la afectación de la visión cromática que presentan los pacientes en tratamiento con amiodarona parece estar relacionada con la severidad de la queratopatía, aunque puede ser también la forma de presentación de una neuropatía óptica subaguda. Por ello se ha propuesto la exploración de la visión de los colores, del campo visual y la realización de PEV, con el fin de diagnosticar estos casos subclínicos (38). Pero, dado el elevado número de pacientes tratados con amiodarona y el porcentaje comparativamente bajo de neuropatía, está actualmente en discusión si estos pacientes deben ser sometidos a controles oftalmológicos. Ello es especialmente cierto desde la problemática legal generada en los Estados Unidos por un caso de neuropatía óptica que ha obligado al laboratorio a incluir dicha patología como efecto indeseable del fármaco (39). Vincristina Muchos agentes inmunosupresores o quimioterápicos se han asociado con neuropatía óptica, como la ciclosporina A (40), el tacrolimus (41), el 5-fluorouracilo (42), e incluso los corticosteroides (43), aunque el mejor documentado es la vincristina. Se trata de un agente antineoplásico del grupo de alcaloides de la vinca, cuyo efecto antimitótico se debe a su fijación a los dímeros de tubulina y que interfiere la unión microtubular. En la mayoría de los casos ocasiona una disfunción neuronal dosis-dependiente y reversible tras la suspensión del fármaco (44). Su neurotoxicidad se manifiesta sobre todo por neuropatía periférica, y menos frecuentemente por ptosis, oftalmoplejía o parálisis de otros nervios craneales, como el facial. La atrofia óptica es la complicación potencial más severa del tratamiento con vincristina y parece afectar sobre todo a pacientes que reciben terapia concomitante o bien sometidos a radioterapia craneal previa (45). Se produce una lesión Capítulo 12. axonal en el nervio óptico, con eliminación de la tubulina 3-ß y de la subunidad proteica de 200 kd de los neurofilamentos (46). Al contrario que la neuropatía periférica, la neuropatía óptica es independiente de la dosis administrada y no suele ser reversible por completo, habiéndose descrito incluso casos tras la administración de una dosis única de vincristina (47). Penicilamina Es un fármaco usado en el tratamiento de diversas intoxicaciones, alguna de ellas causante de neuropatía óptica, como en el caso del saturnismo. No obstante, por su actividad quelante de otros metales como el zinc, de gran importancia en el metabolismo retiniano, es también un posible agente causal de neuropatía óptica (23). Melatonina Es una hormona neuromoduladora participante en los ritmos circadianos luz-oscuridad y mediadora de ciertas funciones retinianas, en antagonismo con la dopamina. Aunque está considerado un fármaco inocuo, se ha descrito recientemente un caso de neuropatía óptica bilateral asociado al uso concomitante del antidepresivo sertralina. Se cree que produce un desequilibrio de la relación melatonina/dopamina debido a un bloqueo por el antidepresivo de la recaptación de serotonina, que es a su vez el precursor natural de la melatonina (48). Neuropatías ópticas nutricionales y tóxicas 273 Clínicamente se inicia con náuseas y vómitos, añadiéndose más tarde (24-48 horas) insuficiencia respiratoria, cefalea y pérdida de la visión. Suele cursar con dolor abdominal, debilidad generalizada y confusión, pudiendo evolucionar al coma y la muerte por fallo respiratorio (5). La intoxicación por metanol produce una acidosis metabólica por el acúmulo de formato (49) y la severidad de la acidosis es orientativa respecto a la importancia de la intoxicación. La pérdida de la visión es variable, pudiendo llegar hasta la amaurosis, y la respuesta pupilar suele ser un indicador del pronóstico visual (5). En casos de pérdida parcial, se constatan escotomas centrales o centrocecales y en la fase aguda la papila aparece hiperémica, mal delimitada, con cierto grado de edema retiniano peripapilar (fig. 12-8). Posteriormente se desarrolla una palidez de la papila, acompañada incluso de adelgazamiento arteriolar, y en ocasiones también se aprecia una excavación papilar (50). La vaina de mielina de la porción retrolaminar del nervio óptico parece ser especialmente sensible a la intoxicación por metanol (51). El mecanismo de acción es desconocido, aunque se postula que consiste en una desmielinización progresiva, con necrosis central axonal, siendo los cambios en las células ganglionares retinianas producto de la degeneración retrógrada de los axones del nervio óptico (52). Con un tratamiento precoz es posible obtener una recuperación parcial de la visión, generalmente a partir de la semana de evolución. El diagnóstico se basa en la historia clínica, y se confirma con la determinación de un nivel de metanol sérico superior a 20 mg/dl. El tratamiento se debe instaurar de inmediato, pudiéndose llegar a evitar la pér- Metanol La neuropatía óptica por alcohol metílico es la mejor caracterizada de todas desde un punto de vista clínico y anatomopatológico, pese a que no representa una forma típica de neuropatía tóxica. La combinación de un debut agudo, la amenaza vital y la irreversibilidad de la pérdida visual convierten en atípica a esta neuropatía, que se puede presentar de forma esporádica o epidémica. Suele producirse por consumo de vinos y licores en los que se ha sustituido el etanol por metanol, bien sea de forma completa o en mezcla. El efecto tóxico disminuye cuando se ingiere conjuntamente con etanol, factor que es usado en el tratamiento. Figura 12-8. Neuropatía óptica por metanol, fase aguda, en la que se observa un edema de la papila y de la retina circundante, con afectación de AO. 274 Neuropatías ópticas: diagnóstico y tratamiento dida visual en aquellos pacientes que aún no la presentan, y a mejorar en aquéllos que ya la han padecido. Se debe administrar etanol, ya que interfiere por un mecanismo competitivo con el metabolismo del metanol, y la acidosis se trata con bicarbonato, en tanto que la hemodiálisis ayuda a eliminar el tóxico (53). Etilenglicol Es el ingrediente activo del anticongelante de los automóviles, puede consumirse accidentalmente o con fines de autolisis y en ocasiones se ha utilizado como adulterante del vino. Su intoxicación mantiene diversas similitudes con la producida por el metanol y puede confundirse fácilmente con ella, ya que causa inicialmente náuseas, vómitos y dolor abdominal, seguido a los pocos días de estupor, coma y fallo cardíaco. Las diferencias respecto a la intoxicación por metanol son la alta incidencia de insuficiencia renal, la mucha menor frecuencia de afectación visual, y la coexistencia de otras alteraciones neuroftalmológicas como nistagmo y oftalmoplejia (54). La respuesta pupilar es un marcador pronóstico de la recuperación visual en ambos casos. Puede presentarse papiledema verdadero por edema cerebral, o bien una evolución a la palidez a partir de papilas inicialmente normales. El acúmulo de glicolato causa acidosis metabólica y una de las claves del diagnóstico es la confirmación de cristales de oxalato en orina (18). El tratamiento es el mismo que en la intoxicación por metanol, es decir, etanol para retrasar el metabolismo del etilenglicol, bicarbonato para la acidosis metabólica y hemodiálisis. Plomo La intoxicación por el plomo (saturnismo), generalmente producida en el ambiente laboral, causa una amplia variedad de trastornos sistémicos, entre los cuales los oculares (1-2%) suelen aparecer tardíamente. Pese a ello, también se han descrito casos en los que la neuropatía óptica ha sido la manifestación inicial de la intoxicación (55). Se puede diagnosticar por la presencia de niveles elevados de plomo en plasma (valor normal 0,025 mg/100 ml), de coproporfirinas en la orina y por la tinción basófila de los eritrocitos en la extensión sanguínea. El sustrato anatomopatológico es una lesión directa de las neuronas, apareciendo posteriormente desmielinización y gliosis (56). El tratamiento consiste en evitar la exposición al plomo y el uso de la D-penicilamina como quelante del mismo. Talio En tiempos pasados, fue utilizado como agente terapéutico para la sífilis, la gonorrea, la tuberculosis y la disentería (57). Por ser una sustancia inodora e incolora se usa en la actualidad como raticida, también con fines criminales y en joyería. Su capacidad de trasmitir radiaciones de onda larga le ha conferido un papel en la fabricación de lentes, por lo que también es empleado en óptica industrial. Se considera letal para los humanos una dosis de 15-20 mg/kg. Con dosis inferiores a éstas se presenta una triada clínica característica: alopecia y rash cutáneo, neuropatía periférica dolorosa, confusión y letargia. A nivel oftalmológico aparecen lesiones cutáneas palpebrales, neuropatía óptica, oftalmoplejia intrínseca y extrínseca, nistagmo y parálisis facial (58). El mecanismo se atribuye a lesión celular por rotura de la estabilidad de membrana y el diagnóstico se basa en las características clínicas del cuadro. El tratamiento consiste en hexacianoferrato potásico, que elimina el talio del intestino impidiendo su absorción. Monóxido de Carbono El monóxido de carbono inhalado, ya sea con fines suicidas o de forma accidental, es un agente causal conocido de ceguera cortical (59). Recientemente se han descrito además diversos casos de neuropatía óptica tóxica (60), cuyas características clínicas son típicas y que evoluciona desfavorablemente hacia la atrofia óptica, en ocasiones con excavación papilar. Aunque no existe un tratamiento estandarizado, se ha publicado algún caso con respuesta parcial a la administración de hidroxicobalamina, que debe ser administrada lo más precozmente posible. Tabaco Mucho se ha escrito respecto a la neuropatía óptica tóxica causada por el tabaco y, de hecho, el nombre de Capítulo 12. ambliopía alcohol-tabáquica ha prevalecido durante mucho tiempo, contribuyendo a confundir el concepto de esta neuropatía. Empieza a existir un consenso acerca de la posibilidad de que el tabaco cause una neuropatía, no por sí mismo, sino sólo como factor coadyuvante o asociado al alcohol. Por otra parte, la caracterización de las lesiones genéticas en la enfermedad de Leber ha permitido catalogar muchos casos previamente descritos como de neuropatía tabáquica, que en realidad corresponden a la mencionada neuropatía hereditaria (61). Todo ello, junto con el descenso en el número de casos atribuidos al tabaco en los últimos tiempos, ha motivado que algunos autores cuestionen su existencia (62). Es un tipo de neuropatía cuya frecuencia está en declive, en parte tal vez porque se asocia más al consumo de tabaco de pipa o de puros (en descenso), que al de cigarrillos. El mecanismo por el que se produce la neuropatía es desconocido, aunque se ha observado que actúan como predisponentes diversos factores, a saber: la malnutrición (v.gr.: neuropatía óptica cubana), el deficit de vitamina B12 y el consumo de alcohol. El tabaco puede interferir en la absorción de la vitamina, lo que permitiría una recuperación tras el tratamiento con hidroxicobalamina, pero en la mayoría de los casos la determinación de los valores séricos de la misma resulta normal. También se ha postulado que la cianida presente en el humo del tabaco podría ser el agente causal, y que la neuropatía óptica tóxica sería en realidad una de las manifestaciones de la intoxicación por dicha sustancia. Se cree que los factores coadyuvantes podrían impedir una adecuada detoxificación de la cianida (63). La neuropatía por tabaco se presenta generalmente en pacientes mayores de 40 años, sobre todo varones, y en mayor medida fumadores de pipa o de puros. Presenta todas las características clínicas de neuropatía tóxica típica, con inicio insidioso, lentamente progresivo, bilateral, discromatopsia, escotomas centrocecales y evolución progresiva hacia la palidez papilar. Con la suspensión del consumo de tabaco se produce una mejoría lenta, a la que puede contribuir también la administración de vitamina B12. Recientemente se ha descrito la presencia de escotomas entre los 20 y 30 grados del campo visual en una serie de fumadores importantes, pero sin signos clínicos de neuropatía óptica. Los autores lo atribuyen a un descenso de la sensibilidad retiniana, bien sea de forma difusa o localizada (64). Neuropatías ópticas nutricionales y tóxicas 275 Etanol El consumo de alcohol, no siempre reconocido por el paciente, es un factor a reseñar, siendo objeto en la actualidad de discusión su efecto tóxico directo sobre el nervio óptico. Además, está asociado a un déficit de ingesta alimentaria que origina un déficit de vitaminas del complejo B, especialmente de vitamina B1 o tiamina. En pacientes que mantenían los hábitos tóxicos, pero mejoraron su ingesta y recibieron aporte vitamínico B, se obtuvo una mejoría visual o una recuperación completa. Por otra parte, el alcohol, el tabaco y algunos fármacos deben ser considerados factores que generan stress oxidativo, pudiendo desencadenar la manifestación de neuropatías de origen mitocondrial (v.gr.: neuropatía óptica de Leber) en los pacientes portadores de las mutaciones causales (ver capítulo 7). Tolueno Es un disolvente orgánico muy extendido en la industria, que causa alteraciones en los lípidos de las membranas gliales y neuronales, siendo bien conocido como causa de neuropatía óptica en trabajadores expuestos (65). Su intoxicación estaba limitada al ámbito laboral, pero en los últimos años están apareciendo múltiples casos en adictos a la inhalación de vapores de cola (66). BIBLIOGRAFÍA 1. Livingston PC. Ocular disturbances associated with malnutrition. Trans Ophthalmol Soc UK 1946; 66: 19-44. 2. Bloom SM, Merz EH, Taylor WW. Nutritional amblyopia in American prisoners of war liberated from the Japanese. Am J Ophthalmol 1946; 29: 1248-57. 3. 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