Carlos Aznarez “La injerencia imperialista en América Latina

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Carlos
Aznarez
“La
injerencia
imperialista en América Latina
17:33 hrs. by sinnergic Leave a Comment
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CARLOS AZNÁREZ. Periodista
Analista de política internacional. Director de Resumen
Latinoamericano. Columnista habitual de Hispan TV y Russian Today.
En Euskal Herria escribió en Egin, Gara, Egunkaria y Berria. Trabajó
en las revistas Ardi Beltza y Kalegorria. Es coordinador de Cátedras
bolivarianas y ha escrito libros de temas de política internacional, entre
ellos, Los sueños de Bolívar en la Venezuela de hoy, Rebeldes sin
tierra. La historia del MST de Brasil, Palestina, una nación, un pueblo y
Hugo Chávez, Revolución y socialismo.
Resumen artículo:
Estados Unidos ejerce un dominio implacable en la escena
internacional. La injerencia estadounidense en otros territorios goza de
la complicidad de poderes a sus servicios, en no pocas ocasiones, de
los países dominados. Estados Unidos extiende sus garras
imperialistas, sobre todo en América Latina, con la instalación de
bases militares desde las cuales dominar a la población y consolidar
asentamientos militares en territorios invadidos. “La injerencia
imperialista en América Latina” ofrece un análisis actualizado de la
situación en la que se encuentran todos los países latinoamericanos,
uno a uno, frente al dominio estadounidense (bases militares, dominio
y resistencia de cada una de las poblaciones)
EXTRACTOS:
“Como es público y notorio, la intervención estadounidense europea en
el Medio y Extremo oriente está tornando a su fin después de varias
décadas de destrucción y muerte. Primero fue Iraq, en varias oleadas
invasoras, lanzadas por la desfachatez de distintos presidentes
estadounidenses, desde George Bush, padre, tarea letal que continuó
su vástago, prosiguió Bill Clinton y, finalmente, termina el hombre que
había despertado esperanzas que no se cumplieron, Barack Obama.
Todos ellos fueron a Iraq con una excusa surgida de sus propias
mentiras: la existencia de armas químicas y otros materiales bélicos
similares. Todos ellos, como brazo ejecutivo de sus tropas generaron
una catástrofe humanitaria de envergadura, asesinaron a mansalva,
aplicaron crueles torturas a los pobladores iraquíes apresados (basta
recordar el campo de exterminio de Abu Graib, entre otros), y por
último, se retiraron humillados, sin poder haber conseguido
absolutamente nada más que convertir a una de las naciones más
pujantes de la región en un páramo de edificios e infraestructura
arrasada bajo cuyos escombros quedaron millones de muertos.
Estados Unidos no encontró armas químicas, pero tampoco logró
quedarse con el petróleo iraquí”
(…)
“Luego, a partir de la caída estrepitosa de las Torres Gemelas en una
acción de la guerra asimétrica de respuesta a la prepotencia
estadounidense, se precipitó la invasión a Afganistán. Y las
consecuencias de esta nueva algarada bélica son similares a lo
ocurrido en Iraq. Por la parte occidental, sólo se generó un discurso de
muerte y opresión, mientras que la población afgana, así como hizo
frente al intervencionismo soviético décadas atrás, logró frenar a los
invasores con su resistencia, pero también con sus acciones ofensivas
contra quienes intentaron humillarles y asesinarles masivamente.
Conclusión: notorio fracaso de sus objetivos de apoderarse de un país
que el imperio consideraba estratégico, por su proximidad geográfica
con los países de la exUnión Soviética, y por otro, derrota militar que
no logran ocultar con sus proclamas triunfalistas y, por último, retirada
paulatina sin haber conseguido nada más que aumentar el odio que
los pueblos árabes y musulmanes sienten por occidente”.
(…)
“Siria no ha caído aún, debido a que el pueblo, más allá de los
cuestionamientos que algunos sectores internos puedan hacerle al
presidente Bachar Al-Asad, se ha unido férreamente para rechazar a
los invasores. A esto, se ha sumado el ejército, profundamente
inspirado por el ideario nacionalista del partido oficial Baath, quien está
jugando un papel fundamental para evitar que la Nación siria corra el
destino de Libia. De todas maneras, lo que el imperio sí ha logrado ya,
es generar entre la población una significativa desestabilización que
provoca a diario, por lo menos en algunas zonas muy golpeadas por el
terrorismo, la huida hacia países vecinos o más lejanos. De esta
manera, aunque no consigan dominar al país como se proponen, sí
generan el miedo a vivir en él, y esto no es poca cosa.”
(…)
Frente a esta oleada de invasiones parcialmente frustradas en el
Medio y Extremo oriente, quienes manejan los hilos del poder en
occidente comenzaron a visualizar como única salida a sus
ambiciones expansionistas y de enriquecimiento, aumentar aún más la
presión sobre un territorio que siempre consideraron su “patio trasero”.
Latinoamérica y el Caribe son para esa idea imperial de asegurar su
sobrevivencia a fu- turo, el terreno ideal para saquear riquezas muy
codiciadas. Desde el indispensable petróleo y el gas, hasta un recurso
que cada vez se hace más indispensable, el agua”.
(…)
“América Latina y el Caribe soportan hoy una ofensiva en toda regla
del Imperio, que se vale de todas sus argucias para instalar el
conocido discurso de sostenimiento del capitalismo. Cuando las
maniobras de cooptación económica no alcanzan, cuando las
estrategias de “ayuda humanitaria” son denunciadas por las
organizaciones populares, siempre queda el recurso de incentivar las
bases militares y los convenios con gobiernos abiertamente de
derecha o con otros que, a pesar de proclamar su “progresismo”, no
dudan en firmar convenios que terminan en relaciones carnales con
Washington. Eso es así, pero no es toda la realidad.
Es verdad que la injerencia casi representa una marca registrada para
Estados Unidos y sus aliados europeos, pero los pueblos ya no son lo
sumisos que ellos desearían, ni el continente desea ser patio trasero
de ningún poderoso. Con Chávez, con Fidel y Raúl, con Evo y Correa,
con Daniel Ortega, con los zapatistas y los campesinos sin tierra de
Brasil, caminan Bolívar y San Martín, Manuelita Sáenz y Bartolina
Sisa, Tiradentes y Sandino, Farabundo Martí y el Che Guevara. Con
semejante fuerza patriótica, la segunda y definitiva independencia ya
no parece una quimera inalcanzable”.
La Agencia USAID
“La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional
(USAID) es la agencia estadounidense encargada de distribuir la
mayor parte de la ayuda exterior de carácter no militar. Autodefinida
como un organismo “independiente”, en realidad es uno de los buques
insignias de la CIA y del Departamento de Estado para penetrar los
estamentos culturales, económicos y políticos del continente
latinoamericano-caribeño.
(…)
Se sabe que la USAID ha “guerreado” constantemente contra el
Presidente Hugo Chávez, a quien no le tembló el pulso para
denunciarlos públicamente, al igual que su colega boliviano Evo
Morales, quien expulsó tiempo atrás a los representantes de dicha
organización por promover un plan de desestabilización en el país. La
entidad estadounidense había invertido 85 millones de dólares
destinados a acosar por todos los medios al gobierno de Evo.
También, la USAID ha apoyado el fallido golpe de estado en Ecuador
durante el cual el presidente Rafael Correa resultó ileso de un intento
de asesinarlo.
En el mes de junio de 2011, los ministros de relaciones exteriores de
los países del ALBA consensuaron una resolución respecto de la
USAID. Decía así: “Citando como pretexto la asistencia en la
planificación y coordinación al exterior, la USAID abiertamente se
inmiscuye en los asuntos internos de países soberanos, patrocinando
organizaciones no gubernamentales y actividades de protesta que
apuntan a la desestabilización de gobiernos legítimos que no son
asequibles desde la perspectiva de Estados Unidos. Los documentos
publicados por el archivo del Departamento de Estado estadounidense
evidencian el apoyo financiero que ha sido otorgado a partidos y
agrupaciones de oposición a los gobiernos de los países del ALBA,
práctica que equivale a una temeraria y no disimulada interferencia por
parte de Estados Unidos. En la mayoría de los países del ALBA la
USAID opera por vía de una extensa red de de organizaciones no
gubernamentales que ella controla fuera del marco debidamente legal
y también de manera ilícita financia a agrupaciones políticas y medios
de comunicación. “Estamos convencidos de que nuestros países no
necesitan apoyo financiero extranjero para sostener la democracia
establecida por las naciones de América Latina y el Caribe o de
organizaciones dirigidas desde el extranjero, las cuales tratan de
debilitar o desplazar a nuestras instituciones de gobierno.” La
resolución fue firmada por Bolivia, Cuba, Ecuador, la República
Dominicana, Nicaragua y Venezuela.
Mark Feierstein, administrador adjunto de la USAID para América
Latina y el Caribe, fue jefe de proyectos en la guerra sucia de Estados
Unidos contra los sandinistas nicaragüenses en los años 90 y asesor
del embajador de William Clinton en la OEA. Con esos títulos, no es
extraño que siempre esté muy activo en América Latina. Por ejemplo,
cuando actuó como incentivador de los derrocamientos de los
legítimos presidentes de Honduras y Paraguay.
A pesar de las múltiples acusaciones recibidas, la USAID, como la
“pantera rosa” de la película de Blake Edwards y Peter Sellers, sigue
caminando en ciertos países de punta de pie y, en otros, embiste
como un lobo feroz. Claro que es un lobo con muchos millones de
dólares para repartir entre sus acólitos, sean ellos (o ellas)
presidentes, diputadas, funcionarios de cultura o periodistas.
Pruebas al canto: en los últimos meses, de las arcas de la USAID
salieron otros 170 millones de dólares para Colombia y 100 millones
para Guatemala. A pesar de que en ambos países se violan
repetidamente los derechos humanos, el parlamento estadounidense
dio luz verde para estas nuevas prebendas a los presidentes “amigos”
como Juan Manuel Santos y el general genocida Otto Pérez Molina.
Esta mano abierta para los presidentes de derecha proimperialista,
cambia radicalmente cuando se convierte en acciones periódicas para
estimular las maniobras de desestabilización contra Cuba.
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