CALABRIA JUAN C/BUSTOS VICTOR y OTROS S/SUMARIO SCC

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CALABRIA JUAN C/BUSTOS VICTOR y OTROS S/SUMARIO
S.C. C. 2420, L. XXXIX
Suprema Corte:
-1La Sala "B" de la Cámara Nacional de Apelaciones de Mendoza, no hizo
lugar al recurso de apelación interpuesto por la parte actora y, en consecuencia, confirmó
la resolución del Juzgado Federal de San Luis, que declaró la caducidad de la instancia
del proceso principal con los efectos previstos en el articulo 318 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación (v. fs. 121/123 vta.).
Para así decidir, señaló que la actora manifestó que, una vez iniciado en
proceso, se verificaron los siguientes actos impulsorlos: el 8 de mayo de 2002, retiró las
cédulas libradas en los términos de la ley 22.172; el 7 de junio de 2002, se notificó en su
domicilio real a uno de los co-demandados y se le corrió traslado de la demanda; el 11 de
septiembre de 2002 se agregó en autos la cédula ley 22.172 debidamente diligenciada.
La Sala entendió que asiste razón al juez de grado al resolver que no
corresponde la aplicación de la ley 25.488, pues dicha ley comenzó a regir con
posterioridad al inicio del cómputo de la inactividad de la parte actora, el cual se remonta
al 8 de mayo de 2002, siendo que las disposiciones de la reforma legal de marras
entraron en vigor el21 de mayo de 2002. Con apoyo en doctrina, dijo que las diligencias
y plazos que habían tenido principio de ejecución o comenzado su curso antes de dicha
entrada en vigencia, se regían por las disposiciones de la ley hasta entonces aplicable.
Expuso que, a los efectos de determinar si se había operado o no el plazo
de caducidad, debía computarse el plazo comprendido entre el 8 de mayo de 2002, fecha
en que la actora retiró las cédulas para su diligenciamiento y el 10 de septiembre de
2002, fecha en que uno de 10$ co-demandados dedujo el planteo de caducidad.
Conforme a ello, juzgó que la notificación practicada a uno de los e<r
demandados el día 7 de junio de 2002, no produjo ningún efecto interruptivo de la
caducidad,
pues,
independientemente
de esa
1
fecha,
cabía
ponderar que
el
diligenciamiento o incorporación de la cédula cuestionada, ocurrió el día 11 de
septiembre de 2002, una vez deducido el planteo de caducidad ahora analizado.
Concluyó que debía confirmarse la caducidad de la instancia dispuesta
por el juez de grado, toda vez que al solicitarse la misma, se encontraba pendiente el
diligenciamiento de las cédulas retiradas por la parte adora, las que fueron incorporadas
en autos una vez que había transcurrido con exceso el plazo de tres meses previsto por
el artículo 310, inciso 2°, del código de rito en su redacción anterior.
-11Contra este pronunciamiento la parte adora dedujo el
recurso
extraordinario de fs. 126/133, que fue concedido a fs. 142/143.
Tacha de arbitraria a la sentencia y, en lo que aquí interesa, manifiesta
que las cuestiones a resolver son: determinar la vigencia y aplicación al caso de la
reforma introducida al Código Procesal por la ley 25488; determinar la calidad impulsoria
y eficacia interruptiva de la notificación al co-demandado Peralta en fecha 7 de junio de
2002; establecer si en el período que va del 8 de mayo de 2002 al 10 de septiembre del
mismo año existió algún acto procesal que haya interrumpido el plazo contemplado por el
artículo 310 del Código Procesal; y resolver en última instancia si en autos se operó o no
la perención de1a instancia.
Entiende que la incorrecta determinación sobre la calidad interruptiva de
la notificación del 7 de junio de 2002, acarrea el defecto de la resolución que el recurrente
pretende revisar. Critica que se hayan confundido o asimilado arbitrariamente conceptos
que no son sinónimos, tales como "diligenci9 miento" e "incorporación" de una cédula de
notificación. A partir de allí -prosigue- se ha alcanzado una solución errónea, en razón de
que la Alzada entendería que las cédulas en cuestión, fueron diligenciadas recién el 11
de septiembre de 2002.
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Reitera que con fecha 7 de junio de 2002 se diligenció una cédula a partir
de la cual resultó notificado uno de los demandados, y se comenzó a computar desde
entonces el plazo de caducidad. Añade que con fecha 11 de septiembre de 2002 y antes
de que operara el plazo contemplado por el artículo 310 del Código Procesal, se
incorporó al expediente la cécJulá debidamente diligenciada.
Afirma que es uniforme el criterio jurisprudencial que sostiene que el
diligenciamiento de una cédula por el régimen de la ley 22172, tiene efecto interruptivo de
la caducidad, independientemente de su resultado.
Advierte más adelante que en caso de sostenerse el fallo en cuestión, se
causaría un perjuicio irreparable, desde que sería imposible una nueva promoción de la
acción por daños y perjuicios, por haberse operado la prescripción de la misma.
Expresa que se ha interpretado incorrectamente la aplicación y espíritu de
la ley 25488, vigente al momento del planteo de la contraria, y que se ha aceptado que la
demandada tiene facultad para dar eficacia a actos realizados válidamente con
anterioridad a su planteo, aun cuando no ha redargüido de falsa la actuación y se ha
limitado a decir que no consiente un acto plenamente válido.
-111Si bien es cierto que lo atinente a la caducidad de la instancia remite al
estudio de cuestiones fácticas y de derecho procesal, materia ajena - como regla y por su
naturaleza - a la instancia del artículo 14 de la ley 48, también lo es, que, conforme a
reiterada jurisprudencia del Tribunal, tal doctrina admite excepción cuando eJ examen de
aquellos requisitos se efectúa con injustificado rigor formal que afecta a la garantía de
defensa en juicio, y, además, la decisión en recurso pone fin al pleito o causa un agravio
de imposible o insuficiente reparación ulterior ( v. doctrina de Fallos: 307:1693; 320:1821
y sus citas, entre otros). Tal es lo que - a mi ver - ocurre en el sub lite, desde que se
advierte que la situación podría encuadrarse, a los efectos de la prescripción, en lo
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dispuesto por el artículo 3987 del Código Civil, con lo cual el recurrente perdería la
posibilidad de reiterar eficazmente su reclamo en las instancias ordinarias (v. doctrina de
Fallos: 306:851; 310:1782; 319:1862; 320:38).
Conviene recordar, asimismo, que el Tribunal tiene establecido en
numerosos pronunciamientos, que la perención de la instancia debe responder a las
particularidades de cada caso, y que por ser un modo anormal de terminación del
proceso y de interpretación restrictiva, la aplicación que de ella se haga debe adecuarse
a ese carácter sin llevar ritualistamente el criterio que la preside más allá del ámbito que
le es propio (v. doctrina de Fallos: 308:2219, 319:1142).
Cabe tener presente, por otra parte, que reviste condición de actividad
idónea para impulsar el procedimiento, aquella que • cumplida por los contendientes, el
órgano judicial o sus auxiliares, resulta adecuada y útil para hacer avanzar el
procedimiento (v. doctrina de Fallos:314:1692).
En atención a lo expuesto, estimo que la notificación practicada conforme
a la ley 22172, el día 7 de junio'de 2002, aunque haya sido agregada en autos después
del pedido de caducidad de la instancia, interrumpió el plazo de la misma, toda vez que
constituyó una actividad adecuada a la etapa procesal en la que fue realizada, apta para
evidenciar 18/ intención de hacer avanzar el proceso hacia la sentencia (v. doctrina de
Fallos:323:4116, voto de los Ores. Eduardo MoIiné Q'Connor y Cartos S. Fayt), e
indicativa de que no existió abandono de la causa por parte del actor.
Al respecto el Tribunal tiene establecido, en el marco de otros
presupuestos fácticos, que corresponde,dejar sin efecto el pronunciamiento que hizo
lugar a la caducidad de la instancia prescindiendo de valorar la agregación de un oficio
cuyo libramiento había sido dispuesto por el juez de la causa, y que aún cuando hubiese
sido agregado con posterioridad al vencimiento del plazo legal para tener por cumplido el
lapso de caducidad, e incluso cuando ya se había dictado sentencia de primera instancia,
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puso en evidencia que la parte había realizado actos procesales con eficacia interruptiva
(v. doctrina de Fallos:310:1761).
A mayor abundamiento, corresponde señalar que V.E. también ha dicho
reiteradamente, que la caducidad de la instancia sólo halla justificación en la necesidad
de conferir un instrumento al Estado para evitar la indefinida prolongación de los juicios,
pero no un artificio tendiente a impedir un pronunciamiento sobre el fondo del pleito o
prolongar situaciones en conflicto; de manera que por ser dicho instituto un modo
anormal de la terminación del proceso, su aplicación debe adecuarse a ese carácter sin
llevar con excesivo ritualismo el criterio que la preside más allá de su ámbito propio (v.
doctrina de Fallos: 322:2943 y sus citas).
La solución que propicio, me exime de tratar los restantes agravios.
Por todo lo expuesto, opino que corresponde hacer lugar a la queja,
dedarar procedente el recurso extraordinario, y disponer vuelvan los actuados al tribunal
de origen para que, por quien corresponda, se dicte nuevo pronunciamiento.
Buenos Aires,
ES COPIA
ALICIA BEATRIZ YOGI
SUBDIRECTORA ADJUNTA,
PROCURACIOI~ GENERAL DE L,\ NACION
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I~ de
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10
de 2004.
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