Boletín especial a 30 años de la asunción de Raúl Alfonsín en la

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Boletín especial a 30 años de la asunción de Raúl Alfonsín en la presidencia de la
Nación. El propósito de este boletín es proporcionar información a todos los
convencionales e invitarlos a participar.
Índice
30 Años de Democracia
Por Lilia Puig de Stubrin
Página 2
Discurso de Asunción del Dr. Raúl Alfonsín como
Presidente de la Nación ante la Asamblea Legislativa
Página 3
Primeras medidas del Gobierno de Raúl Alfonsín
Página 5
Los Ministros de Alfonsín durante su gobierno
Página 11
Mi foto con Raúl Alfonsín
Página 12
Fotogalería
Página 13
Datos del Gobierno de Alfonsín
Página 15
Staff
Página 16
Página 1
30 Años de Democracia
Por Lilia Puig de Stubrin
Presidenta de la H. Convención Nacional
Estimados correligionarios:
Hoy es un día de conmemoración. Recordamos los 30 años en que las autoridades
electas a través del voto popular el 30 de octubre de 1983 asumieron sus cargos.
Lamentablemente, no es un momento de alegría. No se puede estar contento cuando
millones de argentinos han perdido la esperanza en el futuro. Y ello lo demuestra el
reclutamiento que la sociedad del delito logra entre jóvenes argentinos que no han
logrado insertarse a través del estudio y el trabajo a la vida social.
Alfonsín y nosotros creímos que el 10 de diciembre de 1983 se iniciaba no sólo el régimen
democrático para siempre sino, también, el tiempo de la decencia en la función pública.
Cuando releemos su discurso inaugural en la Asamblea Legislativa aparece clara la
asociación entre autoritarismo e inmoralidad en el manejo de los dineros públicos.
Hoy, al cabo de 30 años los argentinos tenemos que reconocer que la decencia no es
necesariamente patrimonio de la democracia. La decencia es patrimonio de la República.
Cada vez que perdimos la República o que se puso en riesgo desaparecieron los
controles y los gobernantes se apropiaron de lo que es de todos o utilizaron la información
que obtenían del estado para hacer buenos negocios propios o de sus amigos.
No hay ejemplo republicano en el gobierno en un doble aspecto: ni hay decencia ni hay
decoro. Una Presidente que se aloja en palacios y hoteles costosos cuando viaja al
exterior, una familia presidencial que utiliza los medios del estado para sus viajes,
gobernadores que utilizan los aviones sanitarios para reuniones política, un vicepresidente
tilingo y con serias acusaciones de negocios ilícitos, amigos del gobierno – que se
asemejan a testaferros- ganando las licitaciones de obra pública e interviniendo en
empresas que obtienen grandes ganancias, funcionarios que pasan un tiempo por el
gobierno y multiplican varias veces sus ingresos, son ejemplos que han conducido a la
pérdida de credibilidad.
Este 10 de diciembre de 2013 debemos reconfirmar nuestro compromiso con la causa
republicana y prepararnos para trabajar, junto a nuestros aliados políticos, por la causa
republicana. La continuidad de la democracia está ligada a su resurgimiento.
Sin República no habrá sociedad democrática y no podremos dar la lucha contra los
nuevos males que asolan al país: el narcotráfico y el desconocimiento mutuo de los
argentinos.
Sin República no tendremos paz ni bienestar. Debemos volver a leer el Preámbulo y
enseñárselo a los jóvenes a quienes el populismo se los ha ocultado.
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Discurso de Asunción del Dr. Raúl
Alfonsín como Presidente de la
Nación
ante
la
Asamblea
Legislativa
Honorable Congreso de la Nación:
Venimos a exponer a vuestra honorabilidad
cuáles son los principales objetivos del
gobierno en los diversos terrenos en que debe
actuar: la política nacional e
internacional, la defensa, la economía, las relaciones laborales, la educación, la salud
pública, la justicia, las obras de infraestructura, los servicios públicos y todas las otras
cuestiones que reclaman la atención del pueblo, de los gobernantes y de los legisladores.
Pero queremos decir, también, que entre todas las áreas habrá un enlace profundo y
fundamental: que una savia común alimentará la vida de cada uno de los actos del
gobierno democrático que hoy se inicia: la rectitud de los procedimientos. Hay muchos
problemas que no podrán solucionarse de inmediato, pero hoy ha terminado la
inmoralidad pública. Vamos a hacer un gobierno decente.
Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los
argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del gobierno
democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad.
Ese sentimiento ético constituye uno de los más nobles movimientos del alma. Aún el
objetivo de construir la unión nacional debe ser cabalmente interpretado a través de la
ética. Ese sentimiento ético, que acompañó a la lucha de millones de argentinos que
combatieron por la libertad y la justicia, quiere decir, también, que el fin jamás justifica los
medios. Quienes piensan que el fin justifica los medios suponen que un futuro maravilloso
borrará las culpas provenientes de las claudicaciones éticas y de los crímenes. La
justificación de los medios en función de los fines implica admitir la propia corrupción,
pero, sobre todo, implica admitir que se puede dañar a otros seres humanos, que se
puede someter al hambre a otros seres humanos, que se puede exterminar a otros seres
humanos, con la ilusión de que ese precio terrible permitirá algún día vivir mejor a otras
generaciones. Toda esa lógica de los pragmáticos cínicos remite siempre a un porvenir
lejano. Pero nuestro compromiso está aquí, y es básicamente un compromiso con
nuestros contemporáneos, a quienes no tenemos derecho alguno de sacrificar en función
de hipotéticos triunfos que se verán en otros siglos. Nosotros vamos a trabajar para el
futuro. La democracia trabaja para el futuro, pero para un futuro tangible. Si se trabaja
para un futuro tangible se establece una correlación positiva entre el fin y los medios. Ni
se puede gobernar sin memoria, ni se puede gobernar sin la capacidad de prever, pero
prever para un tiempo comprensible y no para un futuro indeterminado. Los totalitarios
piensan en términos de milenios y eso les sirve para erradicar las esperanzas de vida libre
entre los seres humanos concretos y cercanos. Los problemas que debemos prever son,
a lo sumo, los de las siguientes dos generaciones.
Como dijo Juan XXIII, más allá de eso no hay conclusiones seguras y los datos son
demasiado inciertos u oscilantes, lo que puede justificar la investigación, pero no la acción
política. Si separamos a la política de su arraigo en el tiempo, impedimos que lleguen a la
política los ecos del dolor humano. Ni la crueldad actual, ni la inmoralidad actual, ni la
claudicación actual, garantizan un futuro feliz.
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La justificación de los medios por el fin constituye la apuesta demencial de muchos
déspotas e implica el abandono de la ética política.
Mediremos, en consecuencia, nuestros actos para no dañar a nuestros contemporáneos
en nombre de un futuro lejano. Pero nos empeñaremos, al mismo tiempo, en la lucha por
la conquista del futuro previsible, porque negarnos a luchar por mejorar las condiciones en
que viven los hombres, y por mejorar a los hombres mismos, en términos previsibles,
sería hundirnos en la ciénaga del conformismo. Y toda inacción en política, como dijo el
actual pontífice, sólo puede desarrollarse sobre el fondo de un gigantesco remordimiento.
La acción, ya sabemos, no llevará a la perfección: La democracia es el único sistema que
sabe de sus imperfecciones. Pero nosotros daremos de nuevo a la política la dimensión
humana que está en las raíces de nuestro pensamiento.
Vamos a luchar por un Estado independiente. Hemos dicho que esto significa que el
Estado no puede subordinarse a poderes extranjeros, no puede subordinarse a los grupos
financieros internacionales, pero que tampoco puede subordinarse a los privilegiados
locales. La propiedad privada cumple un papel importante en el desarrollo de los pueblos,
pero el Estado no puede ser propiedad privada de los sectores económicamente
poderosos.
Las oligarquías tienden siempre a pensar que los dueños de las empresas o del dinero
tienen que ser los dueños del Estado. Ya vimos eso una vez más en los últimos años.
Otros, a su vez, piensan que el Estado debe ser el dueño de todas las empresas.
Nosotros creemos que el Estado debe ser independiente: ni propiedad de los ricos, ni
propietario único de los mecanismos de producción.
La independencia del Estado presupone dos condiciones fundamentales.
Por un lado, el protagonismo popular.
¿De dónde sacaría, si no, fuerzas el Estado para mantener su independencia?. La
democracia será desde el primer momento, una fuerza movilizadora. La democracia
moviliza siempre, mientras que el régimen desmoviliza. El régimen se ocupa de la
desmovilización de la juventud. Se ocupa, por ejemplo, de transformar las universidades
en enseñaderos. La democracia atiende a la movilización de la juventud en torno de los
problemas generales y de sus problemas específicos.
Por otra parte, requiere la moralidad administrativa, la conducta de los gobernantes.
Seremos más que una ideología, una ética. La lucha contra los corruptos, contra la
inmoralidad y la decadencia es el reaseguro del protagonismo popular. Las dos cosas, en
realidad, van juntas: no se puede luchar contra la corrupción, que está en las entrañas del
régimen, sino a través del protagonismo popular, pero no se puede preservar el
protagonismo popular sin sostener una política de principios, una ética que asegure su
perduración.
¿De qué serviría el protagonismo popular, de qué serviría el sufragio, si luego los
gobernantes, elegidos a través del voto, se dejaran corromper por los poderosos?.
El sufragio tiene diversos sentidos simultáneos. Por una parte, el voto implica la
posibilidad de que gobierne el pueblo y de que el Estado sea independiente. Por otra
parte, expresa la existencia de una regla para obtener legitimidad, ya que el pueblo no
puede expresarse por sí mismo y el llamado espontaneismo nunca existe en la realidad.
A través del sufragio, el pueblo tiene la forma de elegir a sus gobernantes y a sus
representantes. No puede elegirnos a través del motín. La violencia está inhabilitada para
ser la forma permanente de manifestación del cambio. Venimos de un movimiento que no
luchó en 1890 para ser gobierno, porque eso hubiera
implicado establecer el principio de que el poder, como decían los guerrilleristas de hace
diez o doce años, estaba en la boca de los fusiles. Al gobierno no se lo podía elegir a
través de un levantamiento, por popular que fuese. Se luchó para que hubiese elecciones
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libres. La creencia en los métodos violentos para tomar el poder y ejercerlo implica que
son razonables los puntos de vista de quienes manejan mejor las armas, o de quienes
están más armados. Ese concepto fue objetado ya desde 1890, y fue objetado en medio
de una revolución. La violencia era el régimen, y esa violencia del régimen no debía ser
reemplazada por otra de distinto signo, sino por el sufragio.
Escuchar el discurso completo en http://www.youtube.com/watch?v=prDz3z_Z8Fk
Primeras medidas del Gobierno de
Raúl Alfonsín
Alfonsín debió enfrentar el problema de la
transición en un país donde los gobiernos militares
eran una tradición. El 15 de Diciembre de 1983,
Raúl toma medidas que marcaron el rumbo de su
Gobierno y constituyen un hito histórico: Sanciona
los decretos 157/83 y 158/83; a través del primero
se ordena enjuiciar a los dirigentes de las
organizaciones guerrilleras ERP y Montoneros y a
través del segundo se procesa a las juntas militares que gobernaron de 1976 hasta la
Guerra de las Malvinas. Ese mismo dia, además, creó la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas (CONADEP) integrada por Ernesto Sabato, Magdalena Ruiz
Giñazu y Graciela Fernández Meijide, entre otros, que tenían el mandato de relevar,
documentar y registrar casos y pruebas de violaciones de derechos humanos, para fundar
el juicio a las juntas militares. Y por último, también el 15 de diciembre Alfonsín envió al
Congreso un proyecto de ley declarando nula la ley de autoamnistía Nro. 22.924 que
había dictado el gobierno militar para escapar de la justicia, el proyecto se sanciono una
semana después como Ley Nro. 23.040 y fue la primer ley de la Democracia recuperada
por Alfonsín.
DECRETO 157
Considerando:
Que en el mes de mayo de 1973 los órganos constitucionales de la legislación
sancionaron una amplia y generosa amnistía, con el propósito de poner punto final a una
etapa de enfrentamientos entre los argentinos, y con la aspiración de que esa decisión de
los representantes del pueblo sirviera como acto inaugural de la paz que la Nación
anhelaba.
Que el cumplimiento de ese objetivo se vio frustrado por la aparición de grupos de
personas, los que, desoyendo el llamamiento a la tarea común de construcción de la
República en democracia, instauraron formas violentas de acción política con la finalidad
de acceder al poder mediante el uso de la fuerza.
Que la actividad de esas personas y sus seguidores, reclutados muchas veces entre una
juventud ávida de justicia y carente de la vivencia de los medios que el sistema
democrático brinda para lograrla, sumió al país y a sus habitantes en la violencia y en la
inseguridad, afectando seriamente las normales condiciones de convivencia, en la medida
que éstas resultan de imposible existencia frente a los cotidianos homicidios, muchas
veces en situaciones de alevosía, secuestros, atentados a la seguridad común, asaltos
a unidades militares de fuerzas de seguridad y a establecimientos civiles y daños; delitos
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todos estos que culminaron con el intento de ocupar militarmente una parte del territorio
de la República
Que la dimensión que alcanzaron estos flagelos en la sociedad argentina no puede
explicarse sólo por motivos racionales, debe reconocerse la existencia de intereses
externos que seleccionaron a nuestro país para medir sus fuerzas.
Que la instauración de un estado de cosas como el descripto derivó asimismo en la
obstrucción de la acción gubernativa de las autoridades democráticamente elegidas, y
sirvió de pretexto para la alteración del orden constitucional por un sector de las fuerzas
armadas que, aliado con representantes de grupos de poder económico y financiero
usurpó el gobierno y, mediante la instauración de un sistema represivo ilegal, deterioró las
condiciones de vida del pueblo, al cual condujo además al borde de una crisis económica
y financiera, una guerra y a la derrota en otra, y sin precedentes.
Que la acción represiva antes aludida, si bien permitió suprimir los efectos visibles de la
acción violenta y condujo a la eliminación física de buena parte de los seguidores de la
cúpula terrorista y de algunos integrantes de ésta, sin perjuicio de haberse extendido a
sectores de la población ajenos a aquella actividad, vino a funcionar como obstáculo para
el enjuiciamiento, dentro de los marcos legales, de los máximos responsables del estado
de cosas antes resumidos, la preferencia por un sistema basado en la acción directa de
órganos autorizados por la autoridad instaurada no dejó margen para la investigación de
los hechos delictivos con arreglo a la ley.
Que la restauración de la vida democrática debe atender, como una de sus primeras
medidas, a la reafirmación de un valor ético fundamental: Afianzar la justicia; con este fin,
corresponde procurar que sea promovida la persecución penal que corresponda contra
los máximos responsables de la instauración de formas violentas de acción política, cuya
presencia perturbó la vida argentina, con particular referencia al período posterior al 25 de
mayo de 1973.
Que con la actuación que se preconiza se apunta, simultáneamente, al objetivo de
consolidar la paz interior.
Que esa persecución debe promoverse por lo menos, en orden a los delitos de asociación
ilícita, instigación pública a cometer delitos, apología del crimen, otros atentados contra el
orden público y rebelión; todo ello sin perjuicio de los demás delitos que se pongan de
manifiesto en el transcurso de la investigación, y en los que las personas a quienes se
refiere el presente decreto hayan intervenido directamente, o como autores mediatos,
instigadores o cómplices. No puede ser obstáculo para esta persecución la circunstancia
de que algunas acciones hayan acontecido en el extranjero, en virtud de lo dispuesto por
el art. 1 inc. 1 de Código Penal.
Que para promover la investigación de los hechos, es aconsejable solicitar la intervención
del procurador general de la Nación. Este órgano, que integra la Corte Suprema de
Justicia (arts 6 de la ley 27 y 21 del dec. ley 1285/58) y es por tanto independiente del
Poder Ejecutivo, tiene a su cargo la dirección superior del Ministerio Público Nacional (art.
116, inc. 3 del Código de Procedimientos en Materia Penal), y posee, en consecuencia las
atribuciones necesarias para instrumentar, por medio de los procuradores fiscales de
primera y segunda instancia, los distintos aspectos de la encuesta informativa a
practicarse y del ejercicio de la acción pública (art. 118, inc. I del Código de
Procedimientos en Materia Penal).
Que con el objeto de facilitar la puesta en marcha de la persecución penal, ha de
disponerse que todas las dependencias de la administración pública nacional, donde
exista información relativa a las actividades ilegales de las personas a quienes se refiere
este decreto, le remitan directamente al señor procurador general de la Nación o a la
oficina que éste disponga.
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Que, asimismo, corresponde requerir la colaboración de los señores gobernadores de
Provincias (art. 110 de la Constitución Nacional), solicitándoles que dispongan idéntica
remisión desde las administraciones provinciales.
Que por otra parte, ha de tenerse en cuenta que la persecución penal de los hechos a que
se refiere este decreto interesa a todos y a cada uno de los habitantes, en particular a las
víctimas, los que podrán, en uso de sus derechos, realizar aportes informativos dirigidos
al esclarecimiento de esos delitos y al acopio de elementos probatorios contra sus
autores.
Que con la finalidad de atender a estos requerimientos es necesario practicar los ajustes
presupuestarios destinados a permitir que la oficina que en definitiva resulte comisionada
para recibir la información referida cuente con el equipamiento de personal y elementos
que hubiere menester.
Por ello el Presidente de la Nación Argentina decreta:
Art 1 Declárase la necesidad de promover la persecución penal, con relación a los
hechos cometidos con posterioridad al 25 de mayo de 1973, contra Mario Eduardo
Firmenich (L.E. 7.794.388); Fernando Vaca Narvaja (L.E. 7.997.198); Ricardo
Armando Obregón Cano (L.E. 2.954.758); Rodolfo Gabriel Galimberti (C.I. 5.942.050);
Roberto Cirilo Perdía (L.E, 4.399.488); Héctor Pedro Pardo (L.E. 7.797.669); y Enrique
Heraldo Gorriarán Merlo (LE. 4.865.510) por los delitos de homicidio, asociación ilícita,
instigación pública a cometer delitos, apología del crimen y otros atentados contra el
orden público, sin perjuicio de los demás delitos de los que resulten autores
inmediatos o mediatos, instigadores o cómplices.
Art. 2 Póngase esta decisión en conocimiento del señor procurador general de la
Nación, a quien se solicitará que expida las directivas necesarias para organizar la
investigación que corresponda y ejercer la acción pública.
Ant. 3 Todas las dependencias de la Administración pública nacional remitirán a la
oficina que indique el procurador general de la Nación, dentro del plazo de quince (15)
días hábiles de la fecha, toda la información de que dispongan respecto de las
actividades ilegales de las personas a que se refiere el art. 1.
Art. 4 Invítase a los señores gobernadores de provincias a disponer análoga remisión
a la prescripta en el artículo anterior.
DECRETO 158
Considerando:
Que la Junta Militar que usurpó el gobierno de la Nación el 24 de marzo de 1976 y los
mandos orgánicos de las fuerzas armadas que se encontraban en funciones a esa fecha
concibieron e instrumentaron un plan de operaciones contra la actividad subversiva y
terrorista, basado en métodos y procedimientos manifiestamente ilegales.
Que entre los años 1976 y 1979 aproximadamente, miles de personas fueron privadas
ilegalmente de su libertad, torturadas y muertas como resultado de la aplicación de esos
procedimientos de lucha inspirados en la totalitaria "doctrina de la seguridad nacional".
Que todos los habitantes del país, y especialmente, los cuadros subalternos de las
fuerzas armadas, fueron expuestos a una intensa y prolongada campaña de acción
psicológica destinada a establecer la convicción de que "los agentes disolventes o de la
subversión", difusa categoría comprensiva tanto de los verdaderos terroristas como de los
meros disidentes y aún de aquellos que se limitaban a criticar los métodos empleados,
merecían estar colocados fuera de la sociedad y aun privados de su condición humana, y
reducidos por tanto a objetos carentes de protección jurídica.
Que, por otra parte, y en el marco de esa acción psicológica, se organizó la represión
sobre la base de procedimientos en los cuales, sin respeto por forma legal alguna, se
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privó de su libertad a personas que resultaron sospechosas a juicio de funcionarios no
individualizados y sobre la base de esa mera sospecha, no obstante haber sido
encontradas en actitud no violenta, fueron conducidos a lugares secretos de detención,
sin conocerse con certeza su paradero ulterior, a pesar de lo cual cunde en la opinión
pública la seria presunción de que muchos de ellos fueron privados de la vida sin forma
alguna de juicio, y, además, de que durante el tiempo de esa detención muchos o casi
todos los detenidos fueron víctimas de salvajes tormentos. Que en numerosas
manifestaciones los integrantes de los mandos superiores de las Fuerzas Armadas y de la
Junta Militar que usurpó el Gobierno de la Nación en la fecha antes indicada, han
reconocido la responsabilidad que les cupo en los procedimientos descriptos, esas
manifestaciones se han visto corroboradas por la explícita declaración contenida en el
Acta de la Junta Militar del 28 de abril del año en curso, donde se declara que todas las
operaciones fueron ejecutadas conforme a planes aprobados y supervisados por los
mandos superiores orgánicos de las Fuerzas Armadas, y por la Junta Militar.
Que la existencia de planes de Órdenes hace a los miembros de la Junta Militar actuante
en el período indicado, y a los mandos de las Fuerzas Armadas con capacidad decisoria,
responsables en calidad de autores mediatos por los hechos delictivos ocurridos en el
marco de los planes trazados y supervisados por las instancias superiores (art. 514 del
Código de Justicia Militar); la responsabilidad de los subalternos, que el texto de esa
norma desplaza, se ve especialmente reducida por las circunstancias de hecho derivadas
de la acción psicológica antes destacada, que bien pudo haberlos inducido, en muchos
casos, a error sobre la significación moral y jurídica de sus actos dentro del esquema
coercitivo a que estaban sometidos.
Que además de los atentados derivados del cumplimiento de las órdenes recibidas, es
también un hecho de conocimiento público que en el curso de las operaciones
desarrolladas por el personal militar y de las fuerzas de seguridad se cometieron
atentados contra la propiedad de las víctimas, contra su dignidad y libertad sexual y
contra el derecho de los padres de mantener consigo a sus hijos menores.
Que en esos casos como en cualesquiera otros en los cuales se haya incurrido en
excesos por parte de los ejecutores de las ordenes de operaciones, o en que éstas fueran
de atrocidad manifiesta, la responsabilidad de esos ejecutores no excluye la que
corresponde a los responsables del plan operativo. La puesta en práctica de un plan
operativo que, por sus propias características genera la grave probabilidad de que se
cometan excesos, la que se vio confirmada por los hechos, genera para los responsables
de haber creado la situación de peligro, esto es, los que aprobaron y supervisaron el plan
operativo, el deber de evitar que ese peligro se materialice en daño.
Que, por otra parte, se ha señalado también la existencia de casos en los cuales se
ejerció con desviación de poder, la facultad de detención emergente del art. 23 de la
Constitución Nacional, y consecuentemente se menoscabó de modo ilegal la libertad
personal.[Se refiere al "estado de sitio" entonces vigente, que autorizaba al Poder
Ejecutivo a arrestar a las personas, sin intervención del Poder Judicial. Como se inició en
la época constitucional (8.11.1974), algunas personas (entre los varios miles de
afectados) alcanzaron a permanecer 9 años en la cárcel sin enjuiciamiento alguno.]
Que la existencia de textos normativos públicos o secretos, destinados a amparar
procedimientos reñidos con principios éticos básicos, no puede brindar justificación a
éstos, pues son insanablemente nulas las normas de facto cuya eventual validez precaria
queda cancelada ab initio por la iniquidad de su contenido.
Que la restauración de la vida democrática debe atender, como una de sus primeras
medidas, a la reafirmación de un valor ético fundamental: afianzar la justicia. Con este fin,
corresponde procurar que sea promovida la acción penal contra los responsables de
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aprobar y supervisar operaciones cuya ejecución necesariamente había de resultar
violatoria de bienes fundamentales de la persona humana tutelados por el derecho
criminal.
Que con la actuación que se preconiza se apunta, simultáneamente, al objetivo de
consolidar la paz interior.
Que esa persecución debe promoverse por lo menos, en orden a los delitos de homicidio,
privación ilegal de la libertad, y aplicación de tormento a detenidos; todo ello, sin perjuicio
de los demás delitos que se pongan de manifiesto en el curso de la investigación, y en los
que las personas a quienes se refiere este decreto hayan intervenido directamente, o
como autores mediatos o instigadores. Que para el enjuiciamiento de esos delitos es
aconsejable adoptar el procedimiento de juicio sumario en tiempo de paz, concebido para
aquellos casos en que sea necesaria la represión inmediata de un delito para mantener la
moral, la disciplina y el espíritu militar de las Fuerzas Armadas (art. 502 del Código de
Justicia Militar). Esos valores se han visto afectados de modo absoluto con la adopción,
por los mandos superiores orgánicos de esas fuerzas, de un procedimiento operativo
reñido con los principios elementales del respeto por la persona humana
Que, de acuerdo con lo establecido en el art. 122, inc. 1 del Código de Justicia Militar,
corresponde intervenir en el juzgamiento del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Que corresponde respetar la competencia de ese tribunal en atención a la prohibición del
art. 18 de la Constitución Nacional de sacar al imputado del juez designado por la ley con
antelación al hecho; sin embargo dado que el ser juzgado penalmente en última instancia
por un tribunal de índole administrativa constituye tanto un privilegio como una
desprotección para el procesado, ambos vedados por la Constitución, se prevé enviar
inmediatamente al Congreso un proyecto de ley agregando al procedimiento militar un
recurso de apelación amplio ante la justicia civil.
Que la persecución penal de los derechos a que se refiere este decreto interesa a todos y
cada uno de los habitantes, en particular a las víctimas, los que podrán, en uso de sus
derechos, realizar aportes informativos dirigidos al esclarecimiento de esos delitos y al
acopio probatorio contra sus autores.
Que con la finalidad de atender a estos requerimientos es necesario practicar los ajustes
presupuestarios destinados a permitir que el Presidente del Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas cuente con el equipamiento de personal y elementos que hubiere
menester.
Por ello, el Presidente de la Nación Argentina decreta:
Art. 1 Sométase a juicio sumario ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas a
los integrantes de la Junta Militar que usurpó el gobierno de la Nación el 24 de marzo
de 1976 y a los integrantes de las dos juntas militares subsiguientes, Teniente General
Jorge R. Videla, Brigadier General Orlando R. Agosti, Almirante Emilio A. Massera,
Teniente General Roberto E. Viola, Brigadier General Omar D. R. Graffigna, Almirante
Armando J. Lambruschini, Teniente General Leopoldo F. Galtieri, Brigadier General
Basilio Lami Dozo y Almirante Jorge I. Anaya.
Art. 2 Ese enjuiciamiento se referirá a los delitos de homicidio, privación ilegal de la
libertad y aplicación de tormentos a los detenidos, sin perjuicio de los demás de que
resulten autores inmediatos o mediatos, instigadores o cómplices los oficiales
superiores mencionados en el art. 1.
Art. 3 La sentencia del tribunal militar será apelable ante la Cámara Federal en los
términos de las modificaciones al Código de Justicia Militar una vez sancionadas por
el H. Congreso de la Nación el proyecto remitido en el día de la fecha.
Art. 4 Practíquense los ajustes presupuestarios necesarios para el cumplimiento del
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presente decreto, y la dotación de equipamiento y personal transitorios que requiere el
señor Presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
LEY DE PACIFICACION NACIONAL
Derógase por inconstitucional y declárase insanablemente nula la Ley de facto Nº
22.924.
LEY Nº 23.040
Sancionada: Diciembre 22 de 1983.
Promulgada: Diciembre 27 de 1983.
EL SENADO Y CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION ARGENTINA
REUNIDOS EN CONGRESO, ETC., SANCIONAN CON FUERZA DE LEY:
ARTICULO 1º — Derógase por inconstitucional y declárase insanablemente nula la
ley de facto Nº 22.924.
ARTICULO 2º — La ley de facto Nº 22.924 carece de todo efecto jurídico para el
juzgamiento de las responsabilidades penal, civil, administrativa y militar
emergentes de los hechos que ella pretende cubrir, siendo en particular inaplicable
a ella el principio de la ley penal más benigna establecido en el artículo 2º
del Código Penal.
Lo dispuesto en el párrafo anterior no se altera por la existencia de decisiones
judiciales firmes que hayan aplicado la ley de facto Nº 22.924.
ARTICULO 3º — La persona que hubiera recuperado su libertad por aplicación de
la ley de facto Nº 22.924 deberá presentarse ante el tribunal de radicación de la
causa dentro del quinto (5) día de la vigencia de la presente ley. En caso contrario,
será declarada rebelde y se dispondrá su captura, sin necesidad de citación previa.
Si se tratare de un civil sometido a la jurisdicción militar, la presentación a que se
refiere el párrafo anterior podrá hacerse efectiva simultáneamente con la
impugnación dirigida contra ese enjuiciamiento, y en el tribunal donde
esta impugnación se radique.
ARTICULO 4º — En los casos expuestos en el artículo 3º, la eximición de prisión y
la excarcelación serán procedentes, sin necesidad de que concurran los requisitos
establecidos en el artículo 379 del Código de Procedimientos en Materia Penal, a
menos que existan motivos para presumir que el imputado intentará eludir la acción
de la justicia.
El tribunal interviniente, si hace lugar a la libertad bajo caución, podrá imponer al
imputado, además de las obligaciones a que se refiere el artículo 386 del Código de
Procedimientos en Materia Penal, la de presentarse periódicamente al tribunal, o a
la dependencia policial más próxima a su domicilio real.
La resolución que haga lugar a la libertad bajo caución, y la que imponga la
obligación mencionada en el párrafo precedente, no serán apelables. La que
deniegue la libertad bajo caución será apelable en relación en el plazo de tres (3)
días.
ARTICULO 5º — Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Dada en la Sala de Sesiones del Congreso Argentino, en Buenos Aires, a los
veintidos días del mes de diciembre del año mil novecientos ochenta y tres.
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Los Ministros de Alfonsín durante su gobierno
Ministros de Economía
Bernardo Grinspun
Juan V. Sourrouille
Juan Carlos Pugliese
Jesús Rodriguez
Ministros del Interior
Antonio Tróccoli
Enrique Nosiglia
Juan Carlos Pugliese
Ministros de Relaciones Exteriores
Dante Caputo
Susana Ruiz Cerutti
Ministros de Defensa
Raúl Borras
Roque Carranza
Germán López
Horacio Jaunarena
Ministros de Educación y Justicia
Carlos Alconada Aramburu
Julio Rajneri
Jorge Sabato
José Gabriel Dumón
Ministros de Trabajo
Antonio Mucci
Juan Manuel Casella
Hugo Barrionuevo
Carlos Alderete
Ideler Tonelli
Ministros de Salud y Acción Social
Aldo Neri
Conrado Storani
Ricardo Barrios Arrechea
Enrique Beveraggi
Ministros de Obras y Servicios Públicos
Roque Carranza
Roberto Tomasini
Pedro Trucco
Rodolfo Terragno
Roberto Pedro Echarte
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Mi foto con Raúl Alfonsín
La Convención Nacional de la UCR, preparo para este 10 de diciembre, aniversario de la
asunción de Raúl Alfonsín, una muestra multimedia con fotos alusivas.
Bajo la consigna 'Mi foto con Alfonsín', recopilamos fotos de familiares, militantes,
dirigentes y personalidades mundiales junto a Raúl. De fondo se puede escuchar a Jairo,
la Marcha Radical y el Preámbulo por Alfonsín.
Ver el video MI FOTO CON RAÚL ALFONSÍN
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Fotogalería
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Datos de la presidencia de Raúl Alfonsín
Derogo la ley de autoamnistía del Gobierno militar
Sancionó los decretos 157/83 y 158/83 por los cuales
se ordenaba enjuiciar a los dirigentes de las
organizaciones guerrilleras y a las cúpulas de las
juntas militares
Creo la Comision Nacional de sobre la Desaparación de Personas (CONADEP)
Con José Sarney, Presidente de Brasil, firmo en 1985 la Declaración de Foz de Iguazú,
piedra fundacional del Mercosur
Firmo la Paz con Chile
En 1980 el índice de analfabetismo era del 6,1%, diez años después, con el Plan Nacional
de Alfabetizacion que impulso Alfonsín, el índice bajo al 3,7%. En 1988 el Plan recibió el
premio otorgado por la Asociación Internacional de Lectura de la UNESCO.
Se sancionaron las leyes de Patria Potestad compartida y la Ley de Divorcio Vincular
entre una gran batería de leyes sociales.
Se creo el Consejo para la Consolidación de la Democracia
En 1989, Dante Caputo, Ministro de Relaciones Exteriores, fue elegido como Presidente
de la Asamblea General de las Naciones Unidas
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Staff
Lilia Puig de Stubrin
Presidenta de la Honorable Convención Nacional
Cristina R. Guevara
Secretaria de la Honorable Convención Nacional
Matilde Katz
Equipo de Comunicación H. Convención Nacional
Marcos J. Zapata
Equipos de Comunicación H. Convención Nacional
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