LAS IMPLICACIONES COMUNICACIONALES DE LA TRANSICIÓN HACIA UN NUEVO RÉGIMEN CAMBIARIO∗ Lic. Eduardo Turrent y Díaz Banco de México 1.- Introducción El trabajo comunicacional en un banco central puede producirse en tres variantes: información, explicación y declaración. Aunque en la práctica las fronteras entre cada una de estas variantes puede con frecuencia diluirse, la clasificación es útil para fines analíticos. En la presente ponencia se utiliza para estudiar la dimensión comunicacional de la política cambiaria en México en su evolución gradual de un régimen de tipo de cambio fijo al esquema de flotación en vigor desde principios de 1995. En cuanto a las tres categorías analíticas enunciadas, vale la pena precisar su significado. Por la dimensión informativa se entiende aquí el aspecto estricto de divulgación de datos, cifras, hechos, aspectos de una materia específica. La dimensión explicativa se ubica en un grado superior de complejidad y trascendencia. Sus implicaciones son didácticas, hermeneuticas, ilustrativas. En esta dimensión se trata no sólo de enunciar, sino de dar cuanta de la lógica intrínseca de los fenómenos de naturaleza bancaria y monetaria, de las políticas que sigue el banco central y de los instrumentos que aplica para lograr sus fines. Pero en sus tareas de comunicación un banco central no solo debe informar y explicar, también declarar cuando es interrogado. Como se aprecia, está dimensión de la comunicación es más reactiva que proactiva, pero ello no disminuye en medida alguna su importancia. ∗ Ponencia presentada en la V Reunión de Comunicación Social en Bancos Centrales convocada por el CEMLA y celebrada en Caracas, Venezuela, del 7 al 9 de diciembre de 2000. 1 En la historia contemporánea de la política cambiaria de México es posible distinguir cinco periodos claramente perceptibles: la época del tipo de cambio fijo; la del tipo de cambio dual; la del tipo deslizante; la del régimen de bandas y la del esquema de flotación. A la luz de los criterios comunicacionales señalados es posible analizar –y lo que es más importante evaluar— las implicaciones en el orden de la comunicación social de cada una de esas fórmulas de política cambiaria. 2.- Transparencia con respecto a la Reserva Internacional En la Ley Orgánica del Banco de México de 1932, en la cual se le dio a la institución su carácter definitivo de banco central, se estableció que la misma publicaría cada mes su balance especificando en el activo con toda precisión el saldo de la reserva internacional. Toda vez que los años subsecuentes hasta 1936 fueron de equilibrio de las cuentas externas, la difusión de dicho saldo no ocasionó dificultad alguna. En otras palabras, habiéndose tratado de un lapso de estabilidad cambiaria al tipo fijo de 3.60 por dólar esa práctica no ocasionó problema alguno. Es más, la medida fue recogida por la Ley Orgánica del Banco de México de agosto de 1936 y acorde con ese ordenamiento el saldo de la reserva internacional empezó a difundirse incluso cada semana a partir de la promulgación de dicha ley. Los problemas empezaron a surgir cuando a finales de ese año y principios de 1937 el gobierno se embarcó en un programa de gastos públicos que crecían aceleradamente. El Banco de México fue obligado a financiar esos gastos con crédito primario. La práctica pronto repercutió en un crecimiento rápido de la demanda agregada, en un déficit creciente de la cuenta corriente y en un drenaje de la reserva internacional del Banco de México. 2 Dicho drenaje podía ser constatado en los balances que el Banco publicaba semanalmente. Así, se notó que las fluctuaciones en el saldo de la reserva inducían una conducta procíclica en el comportamiento de los inversionistas, ampliando las fluctuaciones cíclicas al alza y a la baja, pero principalmente en este último sentido. Viendo esa situación retrospectivamente, habría que preguntarse si el origen del problema era la política económica expansiva –con déficit fiscal financiado por el banco central— que seguía el gobierno o la disposición que ordenaba que el saldo de la reserva internacional fuera difundido con una periodicidad semanal. La lógica económica indicaría que la causa fundamental del problema residía en la primera de las razones explicadas; sin embargo las autoridades optaron por asignársela a la segunda. Es decir, las dificultades no provenían de la aplicación de una política claramente incompatible con el mantenimiento de un tipo de cambio fijo –a la sazón de 3.60 pesos por dólar— sino de una decisión de estrategia comunicacional caracterizada por la transparencia. La política económica expansionista no se modificó y el tipo de cambio aludido sucumbió en marzo de 1938. En el orden monetario, la reacción de las autoridades consistió en remover los candados a la expansión monetaria incorporados en la ley a fin de acomodar dentro de la legalidad una política monetaria abiertamente orientada hacia comunicacional, la reacción de las la inflación. autoridades En el orden consistió en quitarle transparencia a las normas de difusión respecto a la reserva internacional. 3.- Las Reformas de 1941 En el año de 1941 se promulgó una nueva Ley del Banco de México. En cuanto a la difusión del saldo de la reserva internacional se adoptó una decisión totalmente contraria a la transparencia informativa. En la Exposición 3 de Motivos de dicho ordenamiento se precisó que se adoptaba la medida “de mantener ocultos en el balance los movimientos de una parte de la reserva” internacional. Al respecto dicha Exposición de Motivos señaló: “No es compatible con un sistema de patrón libre como es el nuestro, el que los movimientos de la reserva, que inevitablemente produce la intervención del banco central para mantener la estabilidad de los tipos de cambio, puedan ser conocidos punto por punto por la especulación...” A continuación, dicho texto contiene una afirmación que apreciada desde una perspectiva actual parece al menos dudosa si no es que definitivamente falsa: “Por ello, de modo casi universal, los bancos centrales han adoptado con diversas técnicas los llamados fondos de compensación o de igualación de cambios”. Lo anterior no quiere decir que en el balance del Banco que se publicaba periódicamente no se incluyese el concepto “Reserva Metálica” –como entonces se le denominaba al concepto mencionado—sino que se publicaba en forma incompleta. El saldo remanente –precisamente “el fondo de compensación” arriba comentado— se contabilizaba en otro acervo. En paralelo con la anterior medida, también se tomó una decisión de carácter contable para ocultar el monto del crédito que el Banco extendía al sector público. Así, para hacer operativos estos dos ocultamientos se creó una cuenta miscelánea que se denominó “Valores Autorizados”. En esa cuenta se vertían el saldo del financiamiento que el Banco otorgaba al gobierno y que se documentaba con títulos de deuda pública, la parte variable de la reserva internacional y el saldo del resto de los títulos que el Banco tomaba a otros acreditados. 4 Así, como he asentado en otro texto, el rubro de Valores Autorizados se convirtió de hecho en un concepto del balance del banco central sin ninguna relevancia informativa. Era una cuenta miscelánea que sin un desglose analítico resultaba inútil para fines de seguimiento de tres elementos fundamentales para el observador externo de las políticas monetaria y cambiaria. La creación del Fondo Monetario Internacional, en 1944, implicó la adopción de un régimen de tipo de cambio fijo para los países asociados a la organización. Sin embargo, a la atención del observador cuidadoso no escapó el hecho de que ese régimen de tipos de cambio fijos contemplaba una cláusula de salida para el caso de que el matrimonio de alguna moneda con el oro resultara insostenible. En otras palabras, el esquema preveía la posibilidad de devaluación. 4.- Tres veces al año En la práctica, la decisión de ocultar permanentemente a los ojos de la opinión pública el saldo de la reserva internacional resultó muy drástico. Así, a manera de compromiso intermedio se adoptó la costumbre –conservada por más de cinco décadas— de tan sólo divulgar el saldo de la reserva tres veces a lo largo del año. Estas eran con motivo del Informe Anual del Banco de México –que se publicaba el mes de marzo—, durante la Convención Bancaria —la cual solía celebrarse durante el verano –y en el Informe Presidencial— que el titular del Ejecutivo pronunciaba el 1° de septiembre. La justificación técnica para esta política de difusión es que no causaba problema alguno a la conducción de la política cambiaria y monetaria el hecho de que el Banco Central informase sobre el nivel de la reserva monetaria y sobre su tendencia. Lo que si no se quería es que se conociesen –por las 5 razones ya expuestas de comportamiento procíclico—las fluctuaciones cotidianas del saldo de ese acervo. 5.- Las virtudes comunicacionales del tipo de cambio fijo El esquema de tipo de cambio fijo que México adoptó como socio fundador del Fondo Monetario Internacional ofrecía de entrada muchas ventajas comunicacionales. En el orden informativo no había, a priori, ninguna razón intrínseca al esquema para no atender el principio de la transparencia. Al respecto, lo que había llevado a que se desatendiese ese principio en cuanto a la difusión del saldo de la reserva no había sido una razón de tipo comunicacional, sino algo más grave: la aplicación de una política económica incompatible con un esquema de tipo de cambio fijo. En el orden explicativo, un esquema de tipo de cambio fijo implica la mayor sencillez didáctica: el tipo de cambio está predeterminado por la autoridad. A un nivel de mayor profundidad, su mantenimiento se lograba mediante las variaciones de la reserva monetaria y el apoyo compensatorio de las fluctuaciones de ésta mediante la elevación o disminución de la tasa del encaje legal. En el orden declarativo la magnitud del reto comunicacional propio del régimen de tipo de cambio fijo dependía de la confianza pública en el sostenimiento del tipo adoptado. La cuestión, como se ve, podía variar grandemente en intensidad y animosidad. Ello, toda vez que con un régimen de tipo de cambio fijo la cuestión de mayor importancia para el público es respecto a la sostenibilidad futura del tipo de cambio oficial. 6.- No se puede tapar el sol con un dedo A partir de la terminación de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1970 el desarrollo de la economía mexicana se desdobla en dos etapas evolutivas muy 6 disímbolas: la primera, llamada de “crecimiento con inflación” y la segunda de crecimiento con estabilidad, tanto del tipo de cambio como del nivel general de precios. La experiencia comunicacional que se deriva de ambas etapas es por demás aleccionadora. En particular, dos enseñanzas se desprenden de lo ocurrido en la primera de esas etapas: antes que nada que es incompatible seguir políticas macroeconómicas expansivas y mantener un tipo de cambio fijo. Segunda, que es imposible evitar que los observadores independientes hagan un seguimiento de los factores que hacen previsible o no la eventual modificación del tipo de cambio. En pocas palabras, no se puede tapar el sol con un dedo. Si existe la percepción de que el mantenimiento del tipo de cambio peligra, los observadores y los analistas buscarán y encontrarán la manera de informarse sobre las posibilidades de su conservación. De hecho, en la práctica esto ocurrió aún sin existir dudas sobre su sostenimiento. En México, el tipo de cambio es demasiado importante para no preocuparse por él. Por supuesto, el interés respecto al futuro del tipo de cambio se intensifica –y puede llegar a convertirse hasta en angustia— cuando la balanza de pagos sufre choques externos o cuando la política económica es poco propicia a la permanencia de un tipo fijo. Aunque pudiese ocultarse el saldo de la reserva internacional y el saldo del crédito extendido por el banco central al gobierno, los observadores siempre han dispuesto de muchas otras variables a las que puede seguírseles la pista para los fines mencionados. En aquellos tiempos fue muy usual –y lo sigue siendo—darle seguimiento al diferencial entre las inflaciones de Estados Unidos y México. Más tarde se ha acostumbrado hacer lo propio con la evolución de definiciones más sofisticadas del tipo de cambio real. Asimismo, en el propio 7 balance del banco central podía observarse la trayectoria de la base monetaria. Y por supuesto, lo propio se hacía con otros agregados monetarios más amplios. La lista se completaba con la observación del endeudamiento público externo, la situación de las finanzas públicas, el saldo de la balanza comercial y de la cuenta corriente y la evolución de las principales exportaciones del país. 7.- Tranquilidad y vuelco Las devaluaciones del peso mexicano de 1948 y 1954 que en conjunto llevaron su cotización de 4.85 a 12.50 pesos por dólar dejaron secuelas muy dolorosas en la memoria pública. Sin embargo, con el advenimiento de una era de gran estabilidad cambiaria que duró 22 años, la angustia respecto al tipo de cambio se fue convirtiendo paulatinamente tan sólo en mero interés. A ello contribuyó la decisión de que en el periodo se siguiese una política económica muy cuidadosa respecto a la conservación de la estabilidad. También al hecho de que la economía mundial gozara en esa época de un auge excepcional y que el país no sufriera ningún choque externo de importancia. Con todo, lo anterior no dio lugar a que en el periodo se modificasen las políticas comunicacionales en materia cambiaria. En el orden informativo el saldo de la reserva internacional siguió difundiéndose tres veces al año. En el orden explicativo, el tipo de cambio era fijo y para su defensa se utilizaba la variación de la reserva, la manipulación de la tasa del llamado encaje legal y también el proteccionismo comercial tan en boga entonces. En cuanto a la dimensión declarativa, el periodo del llamado “desarrollo estabilizador” logró grabar en la mente colectiva que la de paridad de 12.50 por dólar había llegado para quedarse. La situación no disgustaba del todo a las autoridades financieras y monetarias del país. Una de las frases preferidas atribuibles a Rodrigo Gómez, Director del Banco de México de 1952 a 1970, rezaba que “el tipo es como la virtud de la mujer: no se habla de él”. 8 8.- Desarrollo compartido igual a inflación La política económica seguida por el país empezó a modificarse drásticamente y con ella también la política de endeudamiento externo. La deuda externa creció muy aceleradamente en esos años y las presiones inflacionarias se dejaron sentir a partir de 1972. La inevitable crisis de balanza de pagos estalló en 1976, con una debacle devaluatoria de más del 100 por ciento. Lo peor es que el gobierno siguiente continuó con las mismas estrategias expansionistas, una vez que la carta del petróleo le permitió librarse de la tutela del FMI. Nuevamente el país entró en una etapa de expansión inflacionaria que no podía durar. Aún a pesar de la opción petrolera que hizo posible traer al país decenas de miles de millones de dólares, la inquietud respecto a la estabilidad del tipo de cambio nunca se disipó haciéndose cada vez más intensa con el paso del tiempo. Es entonces ese escenario de incompatibilidad entre la fijeza de la paridad y las políticas económicas que se siguen lo que coloca a la política de comunicación del banco central en un callejón sin salida. Un callejón sin salida en el cual no hay respuesta satisfactoria posible. El dilema fue explicado en forma por demás ilustrativa por un ex-director del Banco de México (Gustavo Romero Kolbeck): “Cuando hay desconfianza respecto a la estabilidad del tipo de cambio la pregunta que reiteradamente se le hace al banquero central, es: ¿habrá devaluación, señor director? Si responde que ‘no’, nadie le cree; si responde que quien sabe, significa que ‘sí’. Y en caso de contestar afirmativamente, la devaluación que sus declaraciones desencadenan se convierte en su renuncia irrevocable y en su muerte como funcionario público...” 9 9.- Tipo de cambio dual y desliz 1982 fue para México un año de crisis de balanza de pagos continuada. Con las graves secuelas de una situación sin reservas internacionales, con las fuentes de crédito externo cerradas y con una inflación superior al 100 por ciento el país disponía de pocas opciones para la política cambiaria. La elección quedó finalmente subordinada a la necesidad de implantar un control de cambios parcial a fin de racionar las escasas divisas que se conseguían mediante las exportaciones al financiamiento de las importaciones más indispensables. Surgió así un régimen cambiario dual de flotación controlada. El tipo de cambio oficial era para pagar las exportaciones y para financiar las importaciones prioritarias. Al tipo de cambio libre, más elevado que el oficial, se podían adquirir libremente divisas en el mercado. La adopción de este esquema complicó muy marcadamente el reto comunicacional en el orden explicativo. A tal respecto, la dificultad era cuádruple: primero, familiarizar al público mexicano con la lógica de mercado de un esquema de flotación cambiaria “sucia”. Segundo, explicar el funcionamiento de un sistema de control de cambios parcial cuya finalidad era racionar las escasas divisas que se captaban mediante las exportaciones y las cuales eran obtenidas principalmente por el sector público. Al respecto cabe recordar que en ese tiempo casi el 70 por ciento de los ingresos por exportaciones provenían de ventas externas de petróleo y petrolíferos. Tercero, la gran cantidad de disposiciones reglamentarias que se expidieron respecto al control de cambios, principalmente durante el año de 1986. Cuarto, que los criterios que se usaron para decidir en que forma intervenía la autoridad en el mercado cambiario nunca se hicieron explícitos y se modificaron sucesivamente acorde con las circunstancias prevalecientes. 10 En enero de 1985 entró en vigor una nueva Ley Orgánica del Banco de México, pero en la misma las orientaciones respecto a política de comunicación resultaron muy escuetas. En ese ordenamiento únicamente se dispuso en materia informativa que el Banco estaba obligado a publicar su balance al cierre del ejercicio y un estado de cuentas consolidado a fin de mes. A ello se agregó que el Banco podría “publicar estadísticas económicas y financieras y operar sistemas de información basados en ellas”. (Ley Orgánica del Banco de México, diciembre de 1985, Arts. 35 y 36.) Lo anterior implicó que la política de dar a conocer el saldo de la reserva internacional únicamente tres veces al año siguiese en vigor. Y ello ocurrió hasta que los críticos sucesos cambiarios de diciembre de 1994 forzaron obligadamente a su remoción. 10.- Las motivaciones del desliz En noviembre de 1991, las autoridades tomaron una decisión que ciertamente redujo las dificultades explicativas en materia de comunicación. Se derogó en definitiva el sistema de control de cambios dual vigente. Pero esa fue la única simplificación clara que se introdujo hasta que se pasó a un régimen de flotación a finales de diciembre de 1994. En suma, en el periodo de nueve años que va de 1983 a 1994 es posible distinguir tres periodos de política cambiaria claramente identificables. Un primero, como ya se ha dicho, de tipo dual acompañado de un esquema de control de cambios y un desliz discrecional. Un segundo de desliz programado al amparo de las concertaciones que se suscribían en el marco del programa de estabilización heterodoxo que entró en operación en enero de 1998. Tercero, un régimen de bandas que se puso en vigor en enero de 1992. 11 Por distintas razones, con respecto a la situación precedente cada uno de estos periodos significaron un estancamiento y en algunos casos un retroceso en materia de transparencia. Por un lado, por la política que se conservó en cuanto a la difusión del saldo de la reserva internacional. Por otro, porque los criterios en que se fincaban las intervenciones del gobierno en el orden cambiario no se hacían explícitos o porque de plano esas intervenciones se ocultaban a los ojos del público. 11.- El periodo de intervenciones no explícitas El lapso que se extiende de 1982 a finales de 1987 ya fue bastante supóptimo en lo que se refiere a transparencia informativa, explicativa y también declarativa. Pero la situación que prevalecería de fines de 1991 a fines de 1994 llegaría a ser incluso menos deseable desde esta perspectiva. El problema es que prevaleciendo en ese periodo un régimen cambiario de desliz controlado, los criterios y los objetivos que se perseguían con la intervención de la autoridad adolecían de tres insuficiencias. Primeramente, rara vez se hacían explícitos; segundo, se modificaron con frecuencia frente al cambiante entorno externo en el que vivió el país y, tercero, eran criterios difíciles de explicar salvo a grupos reducidos de iniciados en la materia cambiaria. El tema del tipo de cambio es uno de los más complejos que existen en la macroeconomía, en razón del número tan grande de factores que inciden en la determinación de la paridad. A ello habría que agregar el muy importante hecho de que, desde el punto de vista de la política económica, el tipo de cambio puede ser utilizado por la autoridad para alcanzar diversos fines. Esto último fue en el fondo lo que quedó de relieve en el periodo de 1983 a 1987. 12 En los años de 1983, 1984 y 1985 el tipo de cambio se utilizó como variable de ajuste para mantener en equilibrio a la balanza de pagos ante la influencia de cuatro factores: la gravitación sobre el sector externo del déficit fiscal, el deterioro que sufrieron en el periodo los términos de intercambio, la insuficiencia de financiamiento externo y el apoyo extendido a los exportadores locales ante la apertura comercial que se inició en 1985. Tan sólo el recuento anterior, brevísimo por necesidad, permite ilustrar las dificultades explicativas que aquí se pretenden dar a entender. Primero, porque es difícil o quizá imposible, deslindar la influencia específica de cada uno de los factores ennumerados. Segundo, en razón de que resulta complicado explicar al público, por ejemplo, lo que es el deterioro de los términos de intercambio o la influencia del balance fiscal sobre las cuentas externas. En 1986 la situación tanto del sector externo como explicativa empeoró. Todos los factores enunciados siguieron ejerciendo influencia agudizándose el deterioro de los términos de intercambio por el desplome del precio del petróleo. Así, en ese año adquirió relevancia preponderante en materia de política cambiaria un concepto por demás polémico y difícil de manejar: el del tipo de cambio real. En concreto, el acelerado desliz del tipo de cambio en 1986 fue aplicado para absorber el choque externo mediante una depreciación muy drástica del tipo de cambio real. 13 Cuadro 1 MEXICO INDICE INDICE DEL DEL TIPO TIPO DE DE CAMBIO CAMBIOREAL REAL BASADO BASADO EN EN PRECIOS PRECIOS AL AL CONSUMIDOR CONSUMIDOR CON CON 111 111 PAISES PAISES Indice Indice 1990=100 1990=100 140 APRECIACION DEPRECIACION 130 120 110 100 90 80 70 60 E M M J S 1982 N E M M J S 1983 N E M M J S 1984 N E M M J S 1985 N E M M J S 1986 N E M M J S 1987 A partir de diciembre de 1987 el objetivo de la política cambiaria se modificó drásticamente. La finalidad ya no fue la de utilizar al tipo de cambio como variable de ajuste para equilibrar la balanza de pagos, sino como ancla del programa de estabilización heterodoxo que se puso en ejecución a partir de 1988. Así, se tiene que de este último año hasta 1991, en que se pasó a una nueva fórmula cambiaria, el tipo de cambio real del peso mexicano experimentó una apreciación muy marcada y continua. Las cifras son elocuentes tal como se muestra en el Cuadro 2. 14 N Cuadro 2 MEXI CO INDICE INDICE DEL DEL TIPO TIPO DE DE CAMBIO CAMBIO REAL REAL BASADO BASADO EN EN PRECIOS PRECIOS AL AL CONSUMIDOR CONSUMIDOR CON CON111 111 PAISES PAISES Indice Indice 1990=100 1990=100 140 APRECIACION DEPRECIACION 130 120 110 100 90 80 70 60 E M M J S N E 1991 M M J 1992 S N E M M J 1993 S N E M M J S N 1994 Mientras tanto, resulta casi ocioso decir que las dificultades comunicacionales no se redujeron sino incluso se hicieron más graves. A guisa de ejemplo cabe señalar sólo lo siguiente: ¿Cómo explicar al gran público en forma sencilla por qué y cómo el tipo de cambio puede actuar como ancla en un programa de desinflación? 12.- El esquema de bandas En noviembre de 1991, ya se ha dicho, se tomaron dos medidas de mucha importancia en el orden cambiario. Se removió el sistema de control de cambios parcial en vigor desde diciembre de 1982 y se pasó de un régimen de desliz controlado a otro de bandas. De acuerdo con el mismo, el tipo de cambio fluctuaría libremente dentro de un techo que crecería continuamente y 15 un piso fijo. Con todo, la adopción de este enfoque no facilitó la tarea comunicacional respecto al fenómeno cambiario. En lo específico, la explicación de la lógica intrínseca del esquema de bandas y su operación se volvió muy difícil por dos razones. Primero, por el papel de ancla que el esquema cumplía dentro del programa de estabilización que se aplicaba. Segundo, porque dentro de las bandas la autoridad se resistió a permitir que el tipo de cambio fluctuase sin intervención. Una vez adoptada la fórmula de bandas, el esquema siguió proporcionando el ancla para la desinflación, pero no con base en el tipo de cambio corriente sino en las cotizaciones correspondientes al techo de la banda. Lo anterior dio lugar a dos complicaciones graves. La primera provino de que en esos años sistemáticamente el resultado de la inflación anual resultó superior a la meta oficial anunciada. Ese hecho dio lugar a que se difundiese una impresión muy generalizada de que el tipo de cambio se sobrevaluaba. Esa impresión se vio reforzada por el resultado bien palpable de que el tipo de cambio se mantenía en general alejado del techo y desde principios de 1992 su tendencia fue claramente a acercarse hacia el piso de la banda. El otro fenómeno oscurecedor fue que no se dejó funcionar plenamente al esquema adoptado, pues moviéndose el tipo de cambio dentro de las bandas hubo continuamente intervenciones de la autoridad sin que se hiciesen éstas explícitas como tampoco los criterios que se seguían para decidir las mismas. Vista retrospectivamente, esta forma de proceder se hizo claramente con la intención de impedir una mayor apreciación de la paridad así como para proteger la competitividad externa de los exportadores. De otra manera, no se explicaría la ganancia de reservas que tuvo lugar en la época. 16 Cuando en 1994, los flujos ingresivos de capital se interrumpieron e incluso se revirtieron y estalló la crisis de balanza de pagos en diciembre de ese año, la política de difusión del saldo de la reserva internacional resultó tremendamente dañina para los intereses de México. Aunque todos los capitales que habían ingresado durante los años previos lo hicieron a sabiendas de esa política –ya que la misma era ampliamente conocida por inversionistas, analistas y prensa— cuando surgieron los problemas la existencia de la misma se utilizó como argumento para lanzar la acusación de que México había estado restringiendo información sobre la marcha de su economía. Ello, a pesar de que aunada a la política de difusión descrita, no hubo por parte del país ninguna otra información que se mantuviese confidencial, en particular la correspondiente a los saldos de la deuda pública. Ciertamente esta acusación 17 hizo mucho daño ya que fue un impedimento para el que el país pudiese negociar un paquete financiero de rescate con mayor rapidez. 13.- La flotación La transición de la política cambiaria de México a un régimen de flotación fue algo obligado. Careciendo el país de reservas internacionales y con vencimientos muy cuantiosos de deuda externa durante todos los meses de 1995, hubiese sido imposible adoptar cualquier otro esquema. Asimismo, como parte de esa decisión –pero también como una condición acordada con las instituciones con las que se negoció el paquete financiero de rescate correspondiente–, el país pasó a una política de total transparencia en el orden informativo. Así, desde los primeros meses de 1995 se empezó a publicar un estado de cuentas del banco central en el que se hacen totalmente explícitos, entre otras cuestiones, el saldo del crédito interno y el saldo de la reserva internacional. Para hacer aún más transparente esta política, desde que se publica el aludido boletín se da a conocer el saldo de la reserva internacional tanto en su definición acorde con el FMI como la contenida en la Ley Orgánica del Banco de México. La transición a un esquema de flotación no fue fácil. La primera dificultad provino de la suspicacia y el recelo que existe entre el público cuando un país tiene en su haber el recuento de tantas y tan tormentosas crisis devaluatorias. Un factor que produjo mucho ruido y generó dudas sobre la convicción de las autoridades respecto a la adopción de una verdadera flotación fue el hecho de las continuas intervenciones que realizó la autoridad mientras se mantuvo el régimen de bandas y aún en el periodo previo de deslices controlados. 18 Toda vez que en la época del esquema de bandas las autoridades operaron de hecho con bandas virtuales dentro de las bandas oficiales, por mucho tiempo fue persistente la duda de sí con la flotación no se seguía una práctica semejante. Para intervenir en el mercado de dividas, alegaban los suspicaces, las autoridades pueden hacerlo a través de instancias diferentes al banco central. Aunque estas dudas se han ido disipando con el tiempo, su dilusión no fue fácil ni rápida. Asimismo, en un principio las propias dudas de las autoridades sobre la conveniencia de mantener la flotación se transminaron al público. Las dudas de las autoridades tenían justificación, habida cuanta de la posibilidad de que bajo la flotación el tipo de cambio tuviese una volatilidad excesiva. Sin embargo esto no ocurrió, y gradualmente la flotación fue mostrando sus virtudes. Entre ellas, son de destacarse las que se derivan en el orden comunicacional. Otro reto de la transición a la flotación ha sido el de arraigar en la mente del público la idea de que al tipo de cambio lo determina el mercado y no alguna autoridad. El enfrentamiento de este reto no ha sido sencillo, después de tantas décadas de tipo de cambio fijo, tipo de cambio controlado y tipo de cambio intervenido. Desde luego, una flotación totalmente limpia sólo existe en los libros de texto. La flotación que sigue México no es totalmente libre por tres factores. Primero, porque la autoridad ha juzgado conveniente acumular reservas mediante un sistema que reduce al mínimo la discrecionalidad de la autoridad al participar en el mercado de divisas. Segundo, porque teniendo reservas la autoridad ha conservado la posibilidad eventual de intervenir en el mercado. Tercero, en razón de que también existe un mecanismo automático para que 19 el Banco pueda surtir de divisas al mercado en forma limitada cuando este se encuentra muy ilíquido. En cuanto a lo primero, lo que debe comentarse es que eventualmente el banco central deberá dejar de acumular reservas ya que no tiene caso que lo haga ilimitadamente. En cuanto a lo segundo, la convicción y el deseo es de no tener que intervenir nunca. En lo que hace a lo tercero, el mecanismo en vigor es sencillo y su operación fácil de entender y de explicar. Salvo los elementos precedentes, la flotación que sigue México es totalmente limpia. Las ventajas del esquema en el orden comunicacional son difícilmente discutibles. Antes que nada, toda vez que el régimen no obliga al banco central a intervenir para defender niveles específicos del tipo de cambio, ya no es necesario ocultar el movimiento diario de la reserva internacional. La experiencia que se ha tenido con la política de máxima transparencia confirma que en última instancia nada se gana ocultando o tapando cosas a los ojos del público. En el orden explicativo, las dificultades derivan de hacer comprender cómo funcionan los mecanismos para comprar o vender divisas por parte de la autoridad central. Pero aparte de ello, el hecho de que el tipo de cambio se determine por las fuerzas de la oferta y la demanda al igual que cualquier otro precio en la economía, resulta muy conveniente en el orden didáctico. Sobre todo, mediando el hecho de que nos movemos en una economía de mercado con libertad de acción por parte de productores y consumidores. Si el tipo de cambio es un precio más, lo lógico es que se determine en la misma forma que el resto de las cotizaciones. Pero la máxima ventaja comunicacional se da en el orden declarativo. En la medida en que bajo la flotación el tipo de cambio no se determina por una autoridad que, por obvias razones, se niega a pronunciarse sobre su valor 20 futuro, las suspicacias sobre el mismo son menores. En última instancia con flotación al tipo de cambio lo determinan, actuando en conjunto, quienes preguntan sobre su trayectoria futura. Y todo ello facilita mucho las cosas y hace al ambiente mucho menos turbio. 14.- Conclusiones El afianzamiento en México del régimen de flotación fue gradual. En un principio la flotación se adoptó por no existir alternativa. Y en ese principio fue muy extendida entre las autoridades la opinión de que el régimen sería temporal mientras se restablecían las condiciones para poder adoptar otro esquema diferente. Estas condiciones eran en lo fundamental acumular una reserva suficiente de divisas y restablecer el acceso del país al financiamiento externo. De hecho, asuntos no totalmente independientes entre sí. Finalmente, la flotación se impuso y permaneció por sus propias ventajas. Por sus ventajas tanto en el orden operativo como en el orden funcional y en el orden comunicacional. En el orden operativo el punto fundamental es que un esquema de flotación le ofrece a un país menos vulnerabilidad y más flexibilidad. Menos vulnerabilidad ante la posibilidad de un ataque especulativo y más flexibilidad frente a la eventualidad de que se de una modificación en los factores subyacentes que determinan el equilibrio de la balanza de pagos. Con un régimen de tipo de cambio fijo la variable de ajuste es la reserva internacional a través de las variaciones en su saldo. Con un régimen de flotación la variable de ajuste es el propio tipo de cambio que puede acomodarse según los movimientos de la oferta y la demanda. La finalidad de 21 ambos mecanismos es mantener la igualdad entre la provisión de divisas y las compras. A la luz de lo anterior podría pensarse que las variaciones del saldo de la reserva y del tipo de cambio son equivalentes y equiparables. Sin embargo no es así. Primeramente, porque las variaciones de la reserva no igualan a la oferta y a la demanda de divisas. La reserva sólo complementa temporalmente a la oferta para que juntas satisfagan la demanda. Pero toda vez que la reserva es siempre finita, esto no puede hacerse permanentemente. La segunda razón es más importante para los propósitos de comunicación. El punto es que mientras las variaciones de la reserva no inducen por si mismas ningún incentivo sobre la conducta de los participantes en el mercado de divisas –participantes actuales y potenciales— las fluctuaciones del tipo de cambio sí lo hacen. Respecto a lo anterior existen dos posibilidades: que haya una sobredemanda o una sobreoferta de divisas. En caso de una sobredemanda los compradores se ven obligados a adquirir la divisa cada vez más cara, aunándose a ello el efecto concurrente de las tasas de interés. Este estímulo doble de un precio más elevado y una ampliación del diferencial entre la tasa de interés local y la externa, sirve como incentivo –y muy poderoso— para reducir la demanda por la moneda y aumentar su oferta. El mismo mecanismo, pero en sentido contrario, opera cuando se presenta un exceso de oferta. En la existencia y operación del mecanismo explicado reside el punto central de esta tesis. Es decir, en ello reside la ventaja comunicacional del régimen de flotación. Desde luego, sea la que fuere la fórmula cambiaria en vigor, siempre estará justificado que se busque la transparencia per-sé. Sin embargo, con un régimen de flotación no existe ninguna razón operativa para 22 ocultar nada. Al contrario. Mientras más información y comunicación haya mejor, pues de esa manera el mercado será menos propenso a sufrir desequilibrios desestabilizadores, sobre todo causados por ataques especulativos. En otras palabras, con un régimen de flotación la mayor transparencia contribuye a crear un mercado de divisas más perfecto. Más de seis décadas de experiencia cambiaria confirman que el régimen de flotación es el único que ofrece al público una estructura de riesgos simétrica. Bajo otros regímenes el tipo de cambio sólo podía moverse hacia la devaluación. Por tanto, especular en favor de la moneda extranjera implicaba la posibilidad de ganar pero no el riesgo de perder. Con un esquema de flotación el tipo de cambio puede tanto apreciarse como devaluarse en cualquier momento. Esa posibilidad inhibe las actividades especulativas e incluso el ingreso de capitales de corto plazo. No es lo mismo otorgar incentivos que mandar señales. Esa es la diferencia entre los estímulos que inducen las variaciones de la reserva cuando se tiene un régimen de tipo de cambio fijo –o un esquema de bandas en el caso de que la paridad se pegue al techo o al piso— y los que se producen cuando el tipo de cambio fluctúa bajo un régimen de flotación. Pero lo importante no es la naturaleza conceptual de esos estímulos sino el tipo de conductas que inducen. Así, mientras que las variaciones de la reserva propician conductas procíclicas y desestabilizadoras, las conductas que estimulan las fluctuaciones del tipo de cambio son estabilizadoras y disciplinarias. Esta es la razón por la cual mientras que con un tipo de cambio fijo habría cierta justificación al hecho de intentar ocultar los movimientos de la reserva, con una flotación el caso es totalmente distinto. La adopción de un régimen de flotación trajo consigo las descritas ventajas comunicacionales que he tratado de explicar. También trajo importantes 23 consecuencias con respecto a la política monetaria. La flotación canceló la posibilidad de seguir usando al tipo de cambio como objetivo intermedio para la política monetaria y también como ancla nominal en el programa de estabilización. Ante la situación descrita, se decidió adoptar como objetivo intermedio a un agregado monetario que en el caso de México resultó ser la base monetaria. Sin embargo, con el descenso de la inflación este arreglo empezó a experimentar muchos problemas. Ello fue lo que llevó en definitiva a transitar a un sistema de objetivos de inflación. El asunto tiene muchos ángulos complejos e importantes implicaciones en el ámbito comunicacional. 24